la cultura y lo cultural

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R. Santilln Gemes La Cultura y lo Cultural

1 LA CULTURA Y LO CULTURAL (La promocin de su encuentro) 1Por Ricardo Santilln Gemes 2 -1INTRODUCCIONLa diversidad cultural ya est en casa.

Es evidente que en las ltimas dcadas el mundo y nuestros pases cambiaron de manera rotunda por lo que se vuelve imprescindible repensar, una vez ms, la problemtica de la cultura en general y la reestructuracin de los diversos campos de accin cultural en particular. El espacio cultural contemporneo se ha tornado cada vez ms heterogneo, complejo, conflictivo y cambiante. En l se construyen distintos tipos de hegemonas y, fundamentalmente, se entrecruzan y confrontan fuerzas culturales globalizadoras que tienden a fijar sus reglas de juego y sus propios proyectos a partir de planteos absolutizadores y fuerzas culturales locales y regionales que tienden a mantener sus autonomas a partir de distintos tipos de respuestas. Interaccionan, cada vez con mayor asiduidad, actores sociales que encarnan y ponen en juego tiempos y ritmos culturales diversos. Formas de vida de distinto origen histrico y significacin que expresan mltiples maneras de resolver fsica, emocional y mentalmente las relaciones con la naturaleza, con el medio social y con lo que consideran sagrado o trascendente. Dismiles formas de percibir, sentir, valorar, pensar, significar, producir, reproducir, organizar y controlar lo real. Interactan con distintos grados de conflictividad prcticas estticas e imaginarios opuestos. Modelos de gestin, experiencias representacionales, performances y comportamientos espectaculares que deberan ser reconocidos y evaluados a partir de sus propios horizontes de sentido evitando miradas unidimensionales, etnocntricas y ahistricas. Hoy, como muchas veces antes en la historia de la humanidad pero esta vez de una manera exacerbada, compleja y vertiginosa, en un mismo espacio y en un mismo tiempo cronolgico se observa, como bien dice Arturo Sala, una simultaneidad heterloga de tiempos culturales intervinientes3. Y lo que ms se evidencia en los mencionados choques y entrecruzamientos que se dan en ese espacio henchido de tiempos culturales en tensin es el acrecentamiento de los grados de violencia, exclusin, injusticia, discriminacin e incomunicacin. En la dcada del sesenta y refirindose al impacto de los medios masivos de comunicacin en la sociedad Marshall McLuhan dijo ya nadie puede volver a casa.1

El presente trabajo es una versin corregida y aumentada de mi artculo El campo de la cultura publicado en: OLMOS, HCTOR ARIEL y SANTILLAN GEMES, RICARDO (2000): Educar en Cultura. Ensayos para una accin integrada. Buenos Aires. CICCUS. Primera reimpresin 2003. REVISIN 2012. 2 Antroplogo UBA. Profesor de la UNTREF en la Licenciatura de Gestin del Arte y la Cultura. 3 SALA, ARTURO (1971): Comunidad Teraputica: la experiencia Roballos. En: Cuadernos de Psicologa Concreta, Buenos Aires, Ao 2, N 3. Ver tambin: SALA, ARTURO (2004): La antropologa y los derechos humanos. En: EROLES, C.; GAGNETEN, M. M. y SALA, A.: Antropologa, Cultura Popular y Derechos Humanos. Buenos Aires, Espacio Editorial.

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Hoy podramos agregar que lo pluricultural ya est en casa y no solamente en las calles o en ciertos conflictos intertnicos que se dan en determinadas zonas rurales o urbanas sino tambin en el seno mismo de las culturas familiares bajo la forma de choques o tensiones entre las distintas generaciones o clases de edad. Porque hoy no slo existen mltiples pblicos para las ofertas artsticas sino que tambin en la misma mesa familiar extensa colisionan distintas ideas acerca la vida, la muerte, el amor, la belleza, el bien y el mal. S, la diversidad cultural ya est en casa, ha invadido la escena social, se expresa por doquier y opera como un entramado de fondo a tener muy en cuenta a la hora de encarar tareas de gestin sea en el rea que fuera. Es normal que estos drsticos cambios generen incertidumbre y que, adems, se corra el riesgo de caer una y otra vez en la repeticin mecnica de viejas frmulas para resolver nuevos problemas. Y es justamente por esto que el gestor, administrador y / o promotor cultural, el artista, as como los educadores de todos los niveles deben aguzar su capacidad perceptiva, su sentido crtico y sus facultades creativas a fin de evaluar y comprender las transformaciones ocurridas en s mismos y en su entorno para estar en condiciones de disear y poner en prctica estrategias que tengan en cuenta las nuevas variables en juego. Entre otras: La mencionada complejizacin del espacio cultural (tensin entre proyectos globalizadores y proyectos locales varios). El surgimiento y la tensin, en diversas escalas, de identidades culturales mltiples y dinmicas. El impacto en la vida cotidiana de la informtica, las industrias culturales y del entretenimiento y los medios masivos de comunicacin. La inseguridad en sus distintos niveles. Las nuevas formas de expresin poltica. Los nuevos tipos de relacin entre lo pblico y lo privado. La crisis ecolgica. Los proyectos de integracin regional y subregional. La presin del mercado en los procesos de creacin simblica y de reproduccin del saber. La violencia y la impunidad y sus resonancias especialmente en algunos flancos de la cultura joven. La reconsideracin de las posturas utpicas y las nuevas bsquedas en la produccin de sentido.

Es muy probable que nos estemos olvidando de muchas de las nuevas variables en juego pero, a nuestro entender, las presentadas sintetizan la nueva dinmica sociocultural que no slo enmarca sino que puede interferir y condicionar nuestras tareas cotidianas en el campo de la gestin cultural y educativa. Justamente por eso y porque sentimos la necesidad de actualizar nuestros supuestos para la accin es que en el presente trabajo nos proponemos, entre otros posibles, cumplir con los siguientes objetivos: Explorar distintas concepciones de cultura (modelos culturales) con el propsito de reflexionar sobre la incidencia que han tenido, y tienen, en el diseo y gestin de polticas culturales y educativas en los distintos niveles:

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comunitario (territorial), asociaciones intermedias (incluyendo ONGs), privado (empresarial, microemprendimientos) y / u oficial. Proponer una concepcin amplia, socioantropolgica, de cultura que a la vez sea operativa. Colaborar en la apertura y amplificacin de dichos modelos en pos de crear otros nuevos que faciliten y promuevan la interaccin y la articulacin dinmica, consciente y responsable entre lo que caracterizaremos como el campo de la cultura integral (formas de vida) y el campo de lo cultural (produccin simblica especfica y flujos de sentido). Esto nos llevar a repensar de manera directa acerca del rol del Sector Cultura como principal activador y articulador de los campos sin dejar de lado la idea que plantea George Ydice (2002) acerca de la cultura como recurso (ver Anexo II). Por supuesto que en esta propuesta sigue vigente nuestra inquietud de colaborar en la ampliacin de las bases de la democracia cultural a travs del diseo y la puesta en prctica de nuevas estrategias de vida ms justas, libres, solidarias y participativas. -2MODELOS CULTURALES ABIERTOS Y CERRADOSSomos vctimas y beneficiarios de nuestra propia cultura. Aldous Huxley

Hay un viejo y conocido refrn que asevera: "dime con quin andas y te dir quin eres". Tomando en cuenta la aguda observacin antropolgica que encierra podemos jugar a convertirlo en este otro: dime qu mapa de la naturaleza humana tienes (o sea: cmo te contestas la pregunta qu es el hombre?) y te dir qu universo cultural y educativo construyes desde all . Y, en una escala ms concreta y relacionada con nuestra temtica especfica, podemos presentarlo as: dime qu concepcin de cultura tienes o con cul te identificas y te dir qu programas, proyectos y acciones culturales y educativas podrs desarrollar desde ah". Lo que queremos significar es que los humanos, animales simblicos4 al fin, a esta altura de la "evolucin" no operamos en forma directa sobre la realidad sino a travs de modelos ("mapas mentales", herramientas simblicas varias, relatos fundacionales, paradigmas, ideologas, representaciones tericas, esquemas, etc.) que orientan nuestra percepcin, influyen en nuestras conductas y establecen las claves argumentales de las "buenas formas" de pensar y actuar en el mundo. Esas que "nos dicen" cmo cazar, cmo guerrear, seducir al otro, hacer gestin cultural, ser un buen artista, saludar o mandar una nave a Marte. Pero el problema es que estos modelos, que son construcciones histricas y sociales, se incorporan (se hacen cuerpo) y se imponen de tal manera que terminan siendo vividos y pensados como "naturales" y "eternos". Los campos de la gestin cultural, de la creacin artstica y de la gestin educativa no estn al margen de esta problemtica y de los mencionados procesos de naturalizacin. En muchas ocasiones los cambios que se producen en el4

Categora de CASSIRER, ERNST (1968): Antropologa Filosfica, Mxico, FCE.

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contexto sociocultural no son ni registrados ni comprendidos adecuadamente por los distintos agentes que terminan diseando y ejecutando acciones de forma "mecnica" o "de memoria". De esta forma se suele cumplir lo dicho hace muchas dcadas por Marshall McLuhan: Cuando enfrentamos una situacin totalmente nueva tendemos siempre a adherirnos a los objetos, al sabor del pasado ms reciente. Miramos el presente en un espejo retrovisor. Entramos al futuro retrocediendo. Esto significa que en muchos casos se sigue gestionando en determinado campo, pero teniendo como soportes ciertos modelos que se construyeron teniendo como referencia otra circunstancia histrica y en funcin de resolver cierta gama de problemas, dentro de precisos objetivos y esperando unos resultados que, en el nuevo contexto, es probable no se cumplan entre otras cosas porque cambiaron las condiciones econmicas, socioculturales y polticas (a nivel planetario) y porque es muy posible que sean otras las necesidades y las expectativas de los destinatarios de la planificacin e incluso de los mismos agentes culturales que pretenden encarar una accin. Por supuesto que hay cerrazones intencionales que responden a prcticas ideolgicas y polticas concretas. Acciones diluyentes o formadoras de marginacin e invisibilidad. El problema se da, ms que nada, cuando algunos agentes o funcionarios bienintencionados reciben (heredan) un esquema institucional, un paquete de servicios o una lnea de acciones que se siguen repitiendo aunque sean totalmente disfuncionales respecto, incluso, de sus propias posturas polticas y existenciales. Lo grave, entonces, es no darse cuenta de la situacin en la que se est y, si se la registra, no hacer absolutamente nada por transformarla. Aldous Huxley ha dicho al respecto algo que puede sonar lapidario: somos vctimas y beneficiarios de nuestra propia cultura. Y en gran parte es as. Lo sealado se exacerba ms que nada en situaciones de crisis perfilndose dos tipos de respuestas principales frente a las mismas. Las que se encaran mecnicamente y sin sentido crtico. Esto significa que se est operando desde un modelo cultural cerrado en el cual nos hallamos "como pez en el agua" y, por lo tanto, identificados de tal manera que lo confundimos con la realidad. Se sigue accionando, entonces, a partir de un marco de referencia que se fue clausurando y cristalizando en el tiempo y desde el cual slo se podrn generar una gama muy reducida de estrategias que, adems, tendern a ser siempre las mismas. Distintas son las respuestas que tienen como base un proceso de constante observacin, distanciamiento, apertura y reflexin sobre la realidad (territorio) y actualizacin continua del propio modelo (mapa). Cabe aclarar que dichos procesos de distanciamiento no tienen porqu ser exclusivamente crticos y racionales; tambin pueden realizarse, y los artistas as lo hacen, desde lo sensorial - sensible o desde la creacin de determinadas imgenes simblicas que inducen a comprender lo real desde otro lado. Claro que, en ambos casos, los protagonistas se caracterizan por estar atentos, presentes y prestos a captar y darse cuenta (awareness) de cules son los cambios que se produjeron tanto en el entorno sociocultural como en la propia forma de operar en el mundo en distintos contextos y circunstancias.

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A estos modelos que tienen incorporada esta "herramienta", la del distanciamiento, los llamamos abiertos y son el marco ideal para desarrollar una amplia gama de estrategias posibles.

MODELOS CULTURALES

ABIERTOS Organicidad Multidimensionalidad Historicidad Impronta y visin pluriculturalista Dinamismo Amplitud y fluidez estratgica Promocin y adaptacin creativa a los cambios Creatividad La gestin como accin liberadora (P. Bonaparte).

CERRADOS Mecanicidad Unidimensionalidad A historicidad Impronta y visin monoculturalista Cristalizacin Restriccin de estrategias No promocin ni adaptacin a los cambios Alienacin. La gestin como cicatrizacin y 5 domesticacin (P. Bonaparte) .

Modelos culturales abiertos o cerrados de cultura, esa es la cuestin y en seguida veremos ms concretamente qu lneas de accin se suelen desprender de los mismos. No tenemos la menor duda de que el hecho de clarificar estos aspectos desde "lo terico" ayudar a resolver, en "lo prctico", ciertas tensiones e incongruencias presentes desde hace tiempo en nuestras tareas pero que fueron muy pocas veces explicitadas a pesar del ruido y malestar que producen en el campo de la gestin cultural y educativa. Entre otras: Tensiones e incongruencias entre el mundo de los polticos y el mundo de la cultura y de la educacin. O sea: polticos versus culturosos (artistas, pensadores, pedagogos, productores, responsables del rea, etc.). Tensiones e incongruencias entre los planificadores y / o promotores culturales y / o educadores y / o creadores artsticos y los destinatarios de la planificacin / promocin / educacin / producto artstico.

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En BUSSONI, PATRICIA (2002). Dice adems Pablo Bonaparte: La creatividad es para m la anttesis de la alienacin, es decir, sta marca lo que aqulla traspasa.

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Tensiones e incongruencias entre sectores que apuntalan proyectos homogeneizadores (globalizadores) y otros que pretenden llevar a cabo proyectos locales y / o puntuales que se plantean aceptando y articulando creativa y democrticamente lo diferente, las ms diversas otredades.

Este proceso de clarificacin tambin nos ayudar a encarar la inconveniencia que se expresa en el hecho de que, a pesar de que todos o casi todos saben, campaas de divulgacin mediante y recomendaciones de la UNESCO por lo menos ledas que, en realidad, cultura es todo lo creado por el hombre", se continan diseando polticas desde una concepcin restringida, naturalizada y mitificada de (alta) cultura que impide la apertura y el desarrollo de nuevos y ms democrticos campos de accin y participacin. Leopoldo Marechal deca: de todo laberinto se sale por lo alto. Y lo recordamos porque, a nuestro entender, en la resolucin de la aparente contradiccin entre todo es cultura / cultura es una parte (artes, ciencias, letras, produccin de espectculos, etc.), en la "trascendencia" (elevacin) o superacin de los contrarios est la clave para abrir y articular los modelos. -3MODELOS Y POLTICAS (Breve historia del trmino y el concepto de cultura) Comencemos por recordar que, en su origen, la palabra cultura est relacionada o menta el cultivo de la tierra (cultus) con todas sus implicancias: la transformacin de la naturaleza a partir del trabajo y los cuidados pertinentes, las relaciones comunitarias, los rituales a los dioses y las fiestas de principio y fin de cosecha. Al mismo tiempo el trmino est ligado a la accin de habitar (collo, collere) dentro de un mundo, de un mbito labrado o trabajado por el hombre. Indica, por lo tanto, una fuerte relacin con un suelo, con un territorio que de mero espacio natural es cambiado, a travs de un proceso de apropiacin material y simblica, en un espacio cultural. La expresin nace, entonces, en un determinado contexto y asociada a esa accin de transformar la naturaleza (cambio de forma y sentido), a la creacin de un orden humano, de un cosmos, de una morada, de un hogar existencial y dando cuenta, adems, de un hecho social total que engloba lo cotidiano (el mundo del trabajo, lo profano) y lo extracotidiano (rito, juego, fiesta, procesos creadores varios, el mundo de lo sagrado) y que siempre incluye, adems, una fuerte participacin comunitaria. La "atmsfera" en la cual surge el vocablo guarda analoga con la accin de cultivar la tierra tal como se realiza en muchas zonas rurales de nuestro pas; en los Valles Calchaques, por ejemplo, donde el trabajo familiar y comunitario (la minga6), los diversos cuidados para obtener el fruto, los rituales a la Pachamama, y la fiesta se hallan imbricados de una manera muy evidente.6

Forma de trabajo solidario que se aplica fundamental aunque no exclusivamente en tiempo de cosecha. Mingar significa pedir y esto es lo que hace el "dueo" de la cosecha. Solicita a familiares, vecinos y amigos que lo ayuden pero quedando comprometido a colaborar con los otros cuando lo convoquen y, adems, a realizar una fiesta en honor a los que lo ayudaron. Esto se encuadra dentro del llamado principio de la reciprocidad. Ver SANTILLN GEMES, R. (2000): El manantial y la otra cara del planteo ecolgico, en: OLMOS, HCTOR ARIEL y SANTILLAN GEMES, RICARDO: Educar en Cultura. Ensayos para una accin integrada. Buenos Aires. CICCUS. Primera reimpresin 2003.

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Con el tiempo este significado "terrenal" y ligado al mundo domstico, al pago, a la querencia, a un suelo existencial muy concreto, se fue desplazando a otro tipo de cultivos: el de la conciencia racional en sus variantes filosficas, cientficas y tecnolgicas y, tambin, a otras concreciones acadmicas del "mundo del espritu"; muy especialmente al desarrollo de las "bellas" artes, la msica "seria" y la "gran" literatura. Esta visin, sin duda restringida, comienza a instituirse de a poco a partir del Renacimiento y, al afirmarse, se torna excluyente porque termina jerarquizando un determinado tipo de cultivos - los recin mencionados - en detrimento y / o directa exclusin de muchos otros, los relacionados con los saberes y modos de ser de los sectores o clases subalternas. De esta manera el trmino cultura queda asociado a diversos procesos de "refinamiento espiritual" a travs de los cuales cortesanos y burgueses devienen hombres "cultos", "ilustrados", "instruidos", "educados", "ledos", "refinados" y "sofisticados". "Poco a poco - dicen G. Magrassi y otros 7 -, el sentido aristocratizante connotado concluir por escindir al individuo "cultivado" del resto de la comunidad a la que pertenece". Y esta escisin, este desmembramiento traer muchas consecuencias con el paso del tiempo. Hacia el siglo XVIII se generaliza el empleo de lo "cultural" como opuesto o polar a "natural" y el trmino "cultura", que se afirma como sinnimo de "perfeccin" espiritual, queda incorporado al discurso hegemnico que se "completa", luego, con la idea de que la humanidad pas por tres estadios evolutivos que se suceden linealmente: salvajismo, barbarie y civilizacin. En ese momento van a quedar ntimamente relacionados los trminos "cultura" y "civilizacin" apareciendo, en muchos casos, como sinnimos8. Por supuesto que en el escaln ms alto y "evolucionado" de la historia se ubica Europa que, en su expansin, contina asumiendo como propia la misin (autoasignada) de civilizar (colonizar, dominar) el planeta. Habr, adems de individuos "cultos" e "incultos", pueblos enteros que sern caracterizados con la misma frmula o con la de "civilizados" (pases centrales) / "brbaros" y/o "salvajes" (los pueblos colonizados). A finales del siglo XVIII la tradicin romntica, inspirada en Rousseau, reacciona contra la ilustracin, comienza a conceptualizar nacin y a considerarla como categora histrica. El filsofo J. Herder ser uno de los que ms cuestionan la idea de progreso y la postura universalista y racional de los "ilustrados". Pero lo ms significativo es que se empieza a caracterizar la cultura como "espritu del pueblo" y a valorizar la fuerza vital del mismo, sus costumbres y decires. Adems se sientan las bases para considerar la diversidad de "culturas", as, en plural.

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MAGRASSI, G. E.; MAYA, M. B. Y FRIGERIO, A. (1986: 20): Cultura y Civilizacin desde Sudamrica. Buenos Aires, Bsqueda - Yuchn. 8 Ver: SANTILLN GUEMES, R. (2008): Culturas para la vida. Pasos hacia un desarrollo humanizante. En OLMOS, HCTOR A. y SANTILLN GEMES, RICARDO (compiladores): Culturar. Las formas del desarrollo. Buenos Aires, CICCUS.

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Es evidente que no es esta la lnea que se impone conceptual, histrica y polticamente sino la otra. "El peso de la tradicin ilustrada conllev las siguientes consecuencias: La cultura es una, nica y universal. Las artes, las ciencias y los libros son la forma ms alta de cultura. La cultura ilustrada europea conforma un tipo de cultura "avanzada", "civilizada" o "superior". Existe progreso cultural y sus parmetros son la civilizacin europea9. A mediados del siglo XIX surge la Antropologa como ciencia y se produce un giro fundamental dado por el inicio de la conceptualizacin sobre cultura. Es ineludible destacar, entonces, las dos primeras y principales definiciones: a) La de Gustav Klemm (hacia l855) que incorpora en su definicin costumbres, informacin y destrezas, vida domstica y pblica, en la guerra y en la paz, religin, ciencia y arte... (y que)..."se manifiesta en las ramas de un rbol si estn deliberadamente conformadas; en la friccin de maderas para obtener fuego; la cremacin del cadver del padre fallecido; la pintura decorativa de un cuerpo humano; la transmisin de la experiencia pasada a la nueva generacin10". b) La de Edward B. Tylor que, en el ao l87l e influido por Klemm, la presenta como ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, ley, costumbres y toda otra capacidad y hbitos adquiridos por el hombre en tanto miembro de una determinada sociedad11. Estas definiciones constituyen un gran precedente para la teorizacin que, sobre la cultura, seguirn haciendo hasta nuestros das diversas escuelas antropolgicas que, en esta oportunidad, no vamos a considerar. S queremos destacar el peso que se le sigue asignando a la definicin de Tylor por hacer referencia, por un lado, a una totalidad que, a su vez, es compleja y, adems, por incluir el proceso de la transmisin social (adquisicin de hbitos) como una de las claves de la cultura. Esto, que luego ser denominado endoculturacin o enculturacin, es algo a tener muy en cuenta en la problemtica que nos atae. En 1952 Kroeber y Kluckhohn publican un libro ya clsico sobre el tema: Culture. A critical Review of Concepts and Definitions. En l registran 164 definiciones de cultura recogidas de publicaciones del campo antropolgico social y cultural que era el que estaban investigando. Dichos autores realizan una clasificacin en seis grupos: a) descriptivas (la ms famosa es la de Tylor); b) histricas (enfatizan la herencia cultural; c) normativas (la cultura como ideal orientador de conductas); d) psicolgicas ("reducen la cultura a comportamiento"); e) estructurales ("la cultura es como un significante universal;

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A. A .V .V. (1998): Cuadernos de la OEI, I Conceptos bsicos de administracin y gestin cultural, Madrid, p. 10. 10 MAGRASSI, G. y otros, op. cit. p. 24. Subrayados nuestros. 11 dem.

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las culturas particulares son como significados"); f) genticas (explican la gnesis y el proceso evolutivo de las culturas) 12. Y: "Como un resumen de los elementos fundamentales y recurrentes de todas ellas, (dichos autores) llegan a la siguiente conclusin definitoria: "La cultura consiste en patrones ("patterns" o modelos), explcitos o implcitos, de y para la conducta, adquiridos y transmitidos mediante smbolos, constituyendo los logros distintivos de los grupos humanos, incluyendo sus expresiones en artefactos; el ncleo central de la cultura se compone de las ideas tradicionales (es decir, derivadas y seleccionadas histricamente) y especialmente de los valores que se les atribuyen; los sistemas culturales pueden, por una parte, ser considerados como los productos de la accin; por otra parte, como elementos condicionadores para otras acciones (p. 357)" 13. Por otra parte, en la Conferencia Mundial de Polticas Culturales, Mxico 1982, la UNESCO realiza la siguiente reflexin: La cultura definida nicamente a partir de criterios estticos no expresa la realidad de otras formas culturales. Hay una tendencia unnime a favor de una definicin socio-antropolgica de la cultura que abarque los rasgos existenciales, es decir concretos de pueblos enteros: los modos de vida y de produccin, los sistemas de valores, las opiniones y creencias, etc.". Pero lo destacable es que, a pesar de los esfuerzos y de las posteriores recomendaciones realizadas por dicha institucin, y de los importantsimos aportes hechos por distintas escuelas antropolgicas, aquel modelo cerrado y socialmente discriminatorio que se impuso a mediados del siglo XVIII, sigue sosteniendo polticas y acciones culturales, tanto oficiales (para muestra basta analizar los organigramas) como privadas y subyace, por lo menos como actitud, en la casi totalidad de los planes de estudios y en el "sentido comn". Esa concepcin restringida y elitista contina apuntalando polticas culturales que se centran, segn E. Ander Egg (1992), en el fomento de las actividades superiores y la conservacin del patrimonio cultural14. Esta concepcin patrimonialista por lo menos hasta los aos sesenta se ocultaba detrs de una aparente ausencia de poltica cultural aunque, obviamente y como bien lo seala V. J. Ventosa Prez (1993), sus representantes promovan una cultura de elite cuyas principales caractersticas eran el academicismo, el individualismo, el dogmatismo y el exclusivismo.

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AGUIRRE, A. (1993). En: AGUIRRE BAZTN, A. (Ed.): Diccionario Temtico de Antropologa Barcelona, Editorial Boixareu Universitaria, p. 152 / 159. 13 Citado por MAGRASSI, G. y otros, op. cit. p. 28, subrayados nuestros. Es interesante lo que agregan estos autores en la p. 30: "La mayor parte de los antroplogos y socilogos de la actualidad (la primer edicin del libro es de 1982) y, sobre todo, los antroplogos sociales y culturales, hemos arribado al tcito acuerdo de emplear en el caso necesario de proporcionar una definicin de cultura las consignadas por Tylor y Kroeber - Kluckhohn, recalcando la necesidad de incorporar en los anlisis concretos los modos de produccin imperantes y la subsistencia de situaciones coloniales o neocoloniales de dependencia respectiva". 14 En GARCA CANCLINI, NSTOR (1987) se podr encontrar una caracterizacin completa de lo que l considera los principales paradigmas de las polticas culturales que se pusieron en prctica en Amrica Latina: mecenazgo liberal, tradicionalismo patrimonialista, estatismo populista, privatizacin neoconservadora, democratizacin cultural y democracia participativa.

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Pero adems ese modelo restringido sigue fundamentando polticas centradas en la difusin cultural (transmitir y difundir las riquezas del patrimonio cultural y, de manera especial, la produccin artstica) que derivan en la propuesta que, de manera general, Ander Egg denomina democratizacin de la cultura y que puede llegar a expresarse ligada a la cultura de masas. En esta lnea se parte de la premisa de que la cultura "es algo ya establecido que hay que acercar a la poblacin... (y, de esta manera)... elevar el nivel cultural de las masas 15". Pero, y esto es lo ms importante, en el trasfondo de estas propuestas vive, y con todo su esplendor, aquella vieja idea elitista que sabe tener tambin hoy su cara progresista cuando se ponen en prctica estrategias que se sustentan en presupuestos tales como: yo tengo la cultura y la llevo a los barrios (que se supone que no la tienen) o la presento como ddiva en ciertos espacios pblicos cargados de significacin. Sin desconocer la buena voluntad que tienen algunos de sus mentores, esta forma verticalista de hacer poltica cultural podra sintetizarse en consignas tales como la cultura se mueve: del centro a la periferia que en determinado momento histrico llegaron a hacer suya algunas importantes agrupaciones universitarias. Esto significa, indudablemente, que algunos tienen (creen tener) la llave de la cultura y se dignan a divulgarla y mostrarla a los que carecen de ella lo que, como dice A. Colombres (1990)16, "no deja de ser una empresa unilateral, sin interaccin recproca, que a la postre funciona como un obstculo y no como puente a la democracia cultural. Ms importante que poner en manos del pueblo una cultura "universal" recortada, desactivada, descontextualizada y epidrmica es abrir al pueblo los espacios de expresin y cederle los recursos que le corresponden para que pueda desarrollar su propia cultura, descolonizarla, explorar sus posibilidades y alcanzar su florecimiento. En el camino ste ir tomando lo que le interese, conforme a sus proyectos, puntos de vista y necesidades reales, de la llamada cultura universal". Desde hace ms de dos dcadas se han comenzado a plantear polticas que tienen como objetivo estratgico la realizacin de la democracia cultural considerada como un sistema que pretende repartir "en forma equitativa entre los grupos sociales los espacios y recursos de la cultura, dando as a todos igual oportunidad de desarrollar sus propios valores y de acceder a los creados por otros pueblos. Sera el (ejercicio del) pluralismo cultural17. En el ejercicio de este tipo de poltica cultural se tiende a desplegar un conjunto de acciones que apuntalan fundamentalmente: la construccin de ciudadana y de sentido de comunidad; la valoracin de la creacin sociocultural autnoma tanto privada como comunitaria; la inclusin social;15

TRILLA BERNET, JAUME (1997): "Concepto, discurso y universo de la animacin sociocultural". En: TRILLA, JAUME (coordinador): Animacin Sociocultural. Teoras, programas y mbitos. Barcelona, Editorial Ariel, p. 16. 16 COLOMBRES, ADOLFO (1990): Manual del Promotor Cultural. (I) Bases tericas de la accin. Buenos Aires, Humanitas - Colihue, Tomo I, p. 53. Subrayados nuestros. 17 COLOMBRES, ADOLFO Op. cit., p. 176.

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la promocin de un pleno acceso a los bienes simblicos; la recuperacin del sentido de lo pblico; la puesta de lmites al fundamentalismo del mercado; el pleno ejercicio de los derechos culturales. Es justamente dentro de este tipo de propuestas que se engloban algunos de los aportes que haremos ms adelante presentando con cierto detalle una concepcin socio-antropolgica de cultura que, desde nuestro punto de vista, puede colaborar en la apertura de los modelos al dar pie a la incorporacin de ciertas lneas de accin que, por lo general, no son contempladas por los responsables polticos y tcnicos del sector y que, al mismo tiempo, complementan las recin mencionadas. -4LA CULTURA DEL SECTOR CULTURATenemos una especie de visera que no nos permite ver ms que la mitad de la escena. Allan Watts

Dado que uno de los objetivos propuestos en este trabajo es colaborar en la apertura y amplificacin de los modelos de y para la accin dentro del Sector Cultura presentmoslo brevemente. Desde el punto de vista fenomnico el esquema organizativo de dicho Sector y ms all del signo poltico que expresen sus funcionarios, suele contar con distintas reas que tienen a su cargo desarrollar, entre otras, los siguientes tipos de actividades: Artsticas, a travs de: la organizacin de exposiciones de artes plsticas y muestras de fotografas o audiovisuales; la produccin y / o contratacin de espectculos de distinto tipo: teatro, danza, pera, recitales de msica de distintos gneros, performances, intervenciones urbanas, eventos, festivales, etc. El nfasis en lo espectacular 18 y en el tipo de propuestas mencionadas se palpa en la prioridad que, en los principales centros urbanos, se le dispensa a la programacin de los grandes teatros, a la realizacin de "megaeventos" gratuitos durante la poca veraniega, as como al accionar de ciertos centros culturales prestigiosos y bien equipados puestos a funcionar como las vidrieras de la gestin. De esta forma lo que se termina privilegiando es la difusin de cierto tipo de producciones artsticas y no de otras o de ciertas innovaciones tomadas de otros pases que se ponen en prctica sin ningn intento de resignificacin. En ambos casos lo que se suele buscar, polticamente hablando, es el impacto masivo y el consecuente reflejo meditico partiendo de la falsa premisa un espectador = un voto. De formacin, centrada casi exclusivamente en la educacin por el arte (desarrollo de la personalidad creadora) y para el arte (formacin de artistas). De fomento: premios artsticos y reconocimientos varios.

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Ver: SANTILLN GEMES, RICARDO (2004): Formacin artstica: celebracin de las sombras. En: SANTILLN GEMES, R. y OLMOS, H. A.: El gestor cultural. Ideas y experiencias para su capacitacin. Buenos Aires, CICCUS.

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Musesticas y de conservacin del patrimonio, generalmente el tangible (monumentos, sitios histricos y arqueolgicos, plazas, iglesias, mercados, etc.) ms que el intangible (lenguas, culturas populares, memorias histricas, tradiciones orales, mitos, ritos, fiestas y ceremonias, etc.) o el llamado patrimonio contemporneo (audiovisual, memoria en defensa de los derechos humanos, hitos en la construccin de ciudadana, etc. 19 ). Cientficas: no siempre. De promocin cultural y/o animacin sociocultural. Tambin centradas, por lo general, slo en actividades artsticas y / o artstico pedaggicas (educacin no formal) y no en el desarrollo local ni en la movilizacin cultural. De extensin, fundamentalmente a travs de la realizacin de jornadas, foros, congresos, etc. y de la cobertura de determinados servicios y equipamientos (bibliotecas, filmotecas, videotecas, etc.) y asistencias varias, por lo general tcnico artsticas. De capacitacin cultural (formacin de gestores, promotores y / o animadores culturales o socioculturales), aunque no siempre de manera sistemtica. De investigacin vehiculizadas actualmente y por lo general slo a travs de los llamados Observatorios Culturales que ponen el foco en las industrias culturales y en el relevamiento y anlisis de los principales consumos culturales. Lo ideal sera incorporar sistemticamente la investigacin cultural a otros subcampos lo que, por otra parte, colaborara en la realizacin de adecuados diagnsticos socioculturales. De cooperacin cultural por lo general slo internacional. De estmulo a las industrias culturales (o creativas): libros, revistas, discos, radio, televisin, cine, video y otros productos audiovisuales, fotografa, reproducciones de arte, artesanas en serie, etc. Algunos incluyen en este rubro la produccin de cierta clase de espectculos de importacin as como lo relacionado con el sector patrimonio y museos, la oferta de lo esotrico, la publicidad y el turismo cultural en sus diversas modalidades (incluso el religioso) y, adems, la industria del entretenimiento y la informacin. Como puede apreciarse muchas de las propuestas que aparecen en este tipo de esquemas organizativos del Sector se siguen sosteniendo, por lo menos desde lo formal, en la ya mencionada concepcin restringida de cultura: la que la entiende como el cultivo especializado de cierto tipo de artes, ciencias y letras. Lo preocupante es que, en lo que se refiere a lo contenidos, gran parte de esta oferta contina sustentndose en elementos de la llamada alta cultura lo que puede apreciarse incluso en el seno de gobiernos que se autodefinen como progresistas. De all que no sea desacertado decir que la principal limitacin de este modelo19

Ver: GARRETN, MANUEL ANTONIO / coordinador (2003): El espacio cultural contemporneo. Bases para una poltica cultural de integracin. Chile, Convenio Andrs Bello, Fondo de Cultura Econmica.

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parece ser poltica ms que formal y su cerrazn se basa, ms que en la mayor o menor cantidad y / o calidad de las ofertas en juego, en las ausencias o exclusiones sociales que genera. En principio porque no se tiene en cuenta que, como bien dice Rodolfo Kusch20: "Un hombre no es slo su cuerpo, sino tambin su manera de comer, su forma de pensar, sus costumbres, su religin o, incluso, su falta de religin. Y la dignidad con que se cumplen dichas acciones. Pero ms que nada porque lo que se esfuma es la voluntad poltica de generar estrategias relacionadas con la promocin de: la participacin y la creatividad social, la inclusin, el desarrollo humano, el dilogo intercultural, la memoria colectiva, el mejoramiento de la calidad de vida de todos los ciudadanos en un marco de justicia y relaciones interculturales plenificantes. Por cierto que, en algunos casos, se realizan acciones aisladas que tienden a la concrecin de la democracia cultural participativa. Pero, como ya se dijo, el problema aparece cuando algunos dirigentes polticos y / o funcionarios culturales honestos "creen" que estn llevando a cabo lneas de accin en ese sentido y, en realidad, lo que estn favoreciendo es slo la reproduccin "mecnica" de modelos que ms tienen que ver con las otras polticas culturales ya comentadas: la "museal, patrimonialista y artstica" y la "democratizacin de la cultura". Porque, adems, no es comn que se realicen exploraciones y diagnsticos socioculturales que faciliten a los responsables de las polticas y de la gestin la construccin de un panorama claro y concreto de la realidad en la cual se va a intervenir. Podra decirse, entonces, que la apertura de los modelos implica, a su vez, otro tipo de apertura, la poltica. A continuacin profundizaremos nuestra concepcin de cultura que, entre otras cosas, es apta para encarar de una manera ms amplia la exploracin y la comprensin de la realidad en la cual vamos a movernos, as como el diseo de estrategias ms incluyentes. Luego de presentarla y de reflexionar sobre otros temas volveremos a considerar las tremendas posibilidades creativas que tiene el Sector Cultura cuando tomamos como referencia la cultura en su sentido ms amplio. -5LA CULTURA COMO FORMA INTEGRAL DE VIDALas palabras primordiales no significan cosas, sino que indican relaciones. Martin Buber

Si, como ya se afirm en otras oportunidades, por poltica cultural entendemos un conjunto de intervenciones, acciones y estrategias que distintas instituciones gubernamentales, no gubernamentales, privadas, comunitarias y otras ponen en marcha con el propsito de satisfacer las necesidades y aspiraciones culturales, simblicas y expresivas de la sociedad en sus distintos niveles, modalidades y entornos; y si, al mismo tiempo, tenemos en cuenta que el espacio cultural contemporneo se caracteriza por ser cada vez ms heterogneo, complejo, conflictivo y cambiante queda claro que las propuestas patrimonialistas y difusionistas llevadas a cabo desde el polo oficial no tuvieron ni ideolgica ni polticamente en cuenta a la sociedad en sus distintos niveles y modalidades. Quiz porque se siga considerando que todo eso que hacen, piensan, dicen, producen, bailan, cantan algunos sectores sociales nada tiene que ver con la20

KUSCH, RODOLFO (1976): Geocultura del hombre americano. Buenos Aires, Fernando Garca Cambeiro, p. 68.

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cultura. Porque claro cmo van a tenerla esos subsectores sociales expulsados, excluidos y sobrantes de la vida que estn tirados ah?21. A nosotros s nos interesan y, justamente por eso, hace muchos aos nos propusimos desarrollar una concepcin de cultura capaz de contener lo que otras propuestas dejan de lado. As nos dimos cuenta que un exceso en el cual se puede caer es oponer mecnicamente a la concepcin restringida y elitista de cultura esa otra nocin, por supuesto que cierta, que dice todo lo hecho por el hombre es cultura. All nos perdemos y por eso elegimos como punto de partida operativo en la construccin de una concepcin de cultura ms amplia y congruente con nuestros intereses al humano (varn / mujer) en comunidad" (la comunidad). O, dicho de otra manera, al humano en relacin porque ste aislado carece de sentido y slo se es humano entre los humanos y porque su naturaleza biolgica y social lo lleva a entablar, en cada momento de su vida, infinidad de conexiones, tangibles o no22. Es por este motivo, y ante la imposibilidad de dar cuenta del sinnmero de relaciones que aparecen, que nos vemos obligados a agruparlas alrededor de algunas que, a nuestro entender, son bsicas y fundantes porque conforman la plataforma, el molde, la matriz, a partir de la cual una comunidad gesta una determinada forma de vida. A saber: a) Las relaciones que la comunidad entabla con la naturaleza, con el entorno natural en el cual se asienta. Nos referimos a ese conjunto de relaciones que tienen como eje todo lo que tiene que ver con la instalacin humana y la participacin en un nicho ecolgico del cual se saca el sustento a travs del trabajo (cultura del trabajo). En este "bloque" de relaciones se asientan y despliegan los procesos adaptativos que, a su vez, combinan elementos culturales varios pero, fundamentalmente, tecno - econmicos y organizativos. Los medios de produccin. Es importante al tratar cada una de las relaciones tener en cuenta su dimensin simblica (por ejemplo el rol de la Pachamama en el noroeste argentino) y el diseo de acciones integradas entre el Sector Cultura y otros: Medio Ambiente, Salud, etc. b) Las relaciones que los miembros de una comunidad, al organizarse, establecen entre s. Relaciones de produccin y humanas en general, estructura social, poder, sistemas de participacin y parentesco, despliegue del ciclo vital, rituales de todo tipo, fiestas, cdigos comunicacionales y configuraciones simblico expresivas varias. c) Las relaciones que una comunidad mantiene con otras comunidades. Encuentros y desencuentros. Guerra, paz, intercambios varios. d) Las relaciones que la comunidad establece con lo que ella vive y califica como sagrado o trascendente. Con todo aquello que, en principio, es sentido y vivido como desbordante respecto de lo humano y que fue denominado de las ms diversas maneras: lo sobrenatural, el misterio, lo indeterminado, lo incognoscible, lo21

Ver en: EROLES, CARLOS y otros, op. cit. en nota 1, los captulos de ARTURO SALA quien plantes una filosofa indigente y el captulo de MARA MERCEDES GAGNETEN en el que caracteriza cuatro subsectores populares: incorporado, expulsado, excluido y sobrante. 22 Ver: BUBER, MARTIN (1967): Yo y T. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visin. Adems de la cita que aparece en el epgrafe este autor dice: La palabra yo t establece el mundo de la relacin (y slo puede ser dicha por el ser entero). Toda relacin es recproca. Toda vida verdadera es encuentro, p. 9 18.

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numinoso (R. Otto), etc. Segn los casos habr una afirmacin o una negacin de esta relacin que, sin duda, es la ms fuertemente subjetiva o intersubjetiva. Por supuesto que esta bloque incluye lo religioso pero no se agota en ello. Al decir lo trascendente se estn considerando otro tipo de sacralizaciones ligadas a lo cotidiano, a las tensiones entre el bien y el mal as como a ciertas personalidades polticas carismticas, entre muchsimas otras posibilidades. A lo largo de sus experiencias colectivas e histricas los distintos grupos humanos irn gestando maneras propias y recurrentes de resolver estas relaciones y de construir sistemas o dominios relacionales que los identificar y, por lo tanto, los diferenciar de otros grupos (identidad cultural). Antes de continuar queremos dejar en claro que: Hay un quinto grupo de relaciones a tener en cuenta en determinado tipo de sociedades histricas: las que cada miembro de una comunidad, en tanto persona, mantiene consigo mismo (con su cuerpo, su mundo interno) y con la totalidad (naturaleza, comunidad, otras comunidades, lo sagrado o trascendente). Esto permite observar, tambin, los diversos procesos de individuacin (C. G. Jung) y de realizacin social en el seno de la propia comunidad. Cuando decimos "resolver" las relaciones estamos considerando los aspectos tangibles e intangibles de la resolucin y, por lo tanto, incorporando lo intersubjetivo (la interioridad) con toda su complejidad. As, se tiene en cuenta "el cmo" un grupo las encara, tanto desde lo fsico (elementos y procesos materiales) como desde lo emocional y mental (motivaciones, principios y propsitos que fundamentan su hacer). De esta forma el "resolver" contiene el cmo se tiende a: percibir, concretar, sentir, intuir, pensar, significar, valorar, imaginar, expresar, comunicar y organizar (construir) las relaciones. Y, esto, no slo respecto de cada relacin sino tambin de la totalidad de las mismas. Teniendo en cuenta lo expuesto hasta el momento, y tratando de recuperar aspectos de la acepcin originaria del trmino, proponemos definir cultura, en una primera instancia, como el cultivo (cuidado, atencin, despliegue) de: Una forma integral de vida creada histrica y socialmente por una comunidad a partir de su particular manera de resolver - desde lo fsico, emocional y mental - las relaciones que mantiene con la naturaleza, consigo misma, con otras comunidades y con lo que vive o califica como sagrado o trascendente, con el propsito de dar continuidad, plenitud y sentido a la totalidad de su existencia23.

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Una primera versin de esta definicin fue desarrollada por un equipo de antroplogos formado, adems del que suscribe, por: Mariano Juan Garreta, Graciela Palmeiro, Daniel Lpez, Eugenio Carutti y Carlos Martnez Sarasola. Ver: CARUTTI, E. y otros (1975): La problemtica de la cultura, Universidad Nacional de Salta (UNSA); SANTILLN GEMES, R. (1985): Cultura creacin del pueblo, Buenos Aires, Guadalupe y GARRETA, M. Y BELLELLI, C. (1999): La trama cultural, Buenos Aires, Caligraf. En este ltimo texto Mariano Garreta da su propia versin de la definicin en cuestin.

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Entendida de esta manera, la cultura no aparece como un fin en s misma sino como el medio creado por los hombres en comunidad para entablar, con voz propia, su dilogo con el universo. El medio a travs del cual cada pueblo, cada grupo humano, se mancomuna sobre la base de sentimientos, lenguajes, conocimientos, valores y prcticas similares, transmitidas y recreadas de generacin en generacin y en funcin de determinados principios y propsitos que, al actualizarse histricamente, identifican y aglutinan al grupo en torno a horizontes simblicos comunes y estrategias de vida compartida. Desde esta perspectiva general la cultura puede considerarse, al mismo tiempo, como: un modo de habitar o de estar siendo en el mundo; una forma recurrente de operar significativamente en un determinado dominio relacional; un estilo de vida, entendiendo en este caso por estilo: la predisposicin o tendencia social a resolver las relaciones con el medio natural y humano a partir de la valoracin y puesta en prctica de ciertas estrategias, facultades, actitudes, aptitudes, habilidades y formas de significar, y no de otras. Un buen ejemplo, al respecto, es la idea de ande reko de los guaranes (que, como veremos, incluye el tekoha). Dice Bartomeu Meli que hay "una categora que parece realmente esencial en el pensamiento y en la expresin de los Guaran "histricos" y que tambin aparece con la misma importancia en los Guaran actuales. Es la nocin de ande reko, que puede ser traducido como "nuestro modo de ser", pero que (tambin) encierra otros significados24, tales como: "nuestro modo de estar, nuestro sistema, nuestra ley, nuestra cultura, nuestra norma, nuestro comportamiento, nuestro hbito, nuestra condicin, nuestras costumbres25". Es indudable que ande reko fue, y pretende seguir siendo a pesar del acorralamiento econmico, lingstico y social al que se hayan sometidos los guaranes, una manera de nombrar una forma integral de vida que, en su momento fue autnoma. No obstante contina sealando y sosteniendo una identidad comunitaria especfica que se fue construyendo en relacin con un determinado espacio geogrfico convertido, a travs de la prctica social, en un espacio cultural. Este, en guaran, se denomina tekoha, "el lugar donde vivimos nuestras costumbres (teko)" y est constituido por un complejo "casas - chacras monte" que contiene y posibilita una determinada forma de vivir y significar la espacialidad por medio de migraciones y de mltiples prcticas sociales que, recurrentemente, hacen a su identidad tnica y a su forma de estar siendo en el mundo (la horticultura, la poligamia, la danza ritual, la bsqueda de la Tierra sin Mal, etc.). De alguna manera esta nocin de los guaranes nos recuerda la idea de ethos aunque en realidad incluye y sintetiza, dira Clifford Geertz, el ethos y la cosmovisin26. Incluyendo la tierra y lo tecno econmico, agregamos nosotros.24

MELI, B. (1981): El modo de ser guaran en la primera documentacin jesutica (1594-1639). En: Revista de Antropologa, Vol. 24, Universidad de Sao Paulo. 25 MELI, B. (1991): El Guaran. Experiencia religiosa. Asuncin - Paraguay, Biblioteca Paraguaya de Antropologa, Vol. XIII, CEADUC - CEPAG. Ver tambin: SANTILLN GEMES, R. (2000): El manantial o la otra cara del planteo ecolgico. En OLMOS, H. A. y SANTILLN GEMES, R. op. cit. 26 GEERTZ, CLIFFORD (1995): La interpretacin de las culturas. Barcelona, Gedisa. Para este autor los aspectos morales (y estticos) de una determinada cultura, los elementos de evaluacin, han sido generalmente resumidos bajo el trmino ethos, en tanto que los aspectos cognitivos y existenciales

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Es importante aclarar que cuando decimos "forma integral" (de vida), estamos remarcando lo sistmico. Estamos recalcando, al igual que Rodolfo Kusch27, que el concepto de cultura comprende una totalidad. Una gestalt 28 en la cual, agregamos nosotros, se da una interaccin recproca entre: estructura, sentido, configuracin y proceso. Una estructura interna en la cual los elementos tangibles e intangibles se organizan y combinan de una determinada manera y no de otra. Un campo u horizonte de sentido (interioridad; intersubjetividad; contenidos; red de significaciones). Una configuracin (exterioridad; lo fenomnico). Un cuarto aspecto a destacar y que implica a los ya mencionados es que esa totalidad se encuentra en movimiento, en proceso. Es una forma de vida que en su propio hacerse y desplegarse genera una determinada dinmica geo histrica y, por supuesto, geopoltica o, en sntesis, geocultural29. Desde este punto de vista la cultura en tanto forma integral de vida (formacin cultural) debe considerarse, simultneamente, como organizacin y sentido. En realidad como sentido que se organiza y se configura histricamente. O, tambin, como organizacin significativa que se despliega en el espacio y el tiempo donde, por supuesto, se entrecruza pacfica y/o violentamente con otras formas de vida para formar nuevas y complejas gestalts. Sucesivas integraciones y desintegraciones Lo interesante, a nuestro entender, es que esta concepcin totalizadora de la cultura nos permite comenzar la exploracin de la forma de vida de una determinada comunidad eligiendo poner el nfasis ya sea en la configuracin, el habitat dira Rodolfo Kusch o en el pertinente horizonte simblico. Y desde cualquiera de ellos ir en bsqueda de lo integral porque son vehculos de la totalidad. Pero, indudablemente, esta manera de observar la cultura se torna problemtica (estalla) cuando, en un mismo espacio social e histrico y tal como sucede en la actualidad, interactan y se confrontan actores sociales globales y locales (gobiernos, grandes corporaciones, grupos, sectores, clases, etnias) que "encarnan" distintas formas y proyectos de vida. Al operar cotidianamente en un mismo escenario, dichos actores se manifiestan como verdaderas fuerzas culturales que se interpenetran, se afirman, se niegan, buscando concretar posicionamientos (P.se han designado con la expresin cosmovisin o visin del mundo. El ethos de un pueblo es el tono, el carcter y la calidad de su vida, su estilo moral y esttico, la disposicin de su nimo; se trata de la actitud subyacente que un pueblo tiene ante s mismo y ante el mundo que la vida refleja. Su cosmovisin es su retrato de la manera en que las cosas son en su pura efectividad; es su concepcin de la naturaleza, de la persona, de la sociedad, p. 118. Para nosotros el ethos podra considerarse como el corazn de una cultura, de una forma de vida. 27 KUSCH, RODOLFO (1976): op. cit., p. 114. 28 Ver: PERLS, FRITZ (1976): El enfoque guestltico. Chile, Editorial Cuatro Vientos. Dice este autor en la p. 19: una gestalt es una configuracin, una forma, la forma particular en que se organizan las partes individuales que la constituyen. La premisa bsica de la psicologa de la Gestalt es que la naturaleza humana se organiza en formas o totalidades y es vivenciada por el individuo en estos trminos y puede ser comprendida nicamente en funcin de las formas o totalidades de las cuales se compone. 29 Ver: KUSCH, RODOLFO (1976): op. cit. y tambin: GARRETN, M. A. (2003), op. cit.

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Bourdieu) o hegemonas (A. Gramsci) que apuntalen sus propios proyectos de vida (o de muerte) en el seno de una determinada sociedad. Es evidente que al historizar y tratar de describir y comprender toda la dinmica cultural y conflictividad social del presente adquiere relevancia la puesta al da de esa importante herramienta que Guillermo Bonfil Batalla (ver Anexo 1) denomin control cultural 30 as como todas aquellas otras conceptualizaciones que ayudan a captar las complejas relaciones que se produjeron, y se siguen produciendo, entre culturas hegemnicas y culturas subalternas. Al mismo tiempo se torna imprescindible la reconsideracin tanto de categoras tales como sociedad civil, culturas populares, cultura de masas, cultura globalizada o mundializada (Renato Ortiz, 1996)31, cultura transnacional, como de propuestas afines a las que realiza George Ydice (2002)32 cuando reflexiona acerca de la cultura como recurso (ver Anexo 2) construyendo lo que denomina un nuevo marco epistmico que absorbe y anula distinciones como las que estamos intentando realizar en estas mismas pginas. Al sealar estos aspectos ratificamos algo que, por ms obvio que parezca, no podemos dejar de decir: el hecho de que hoy en da es prcticamente imposible encontrar, a nivel planetario, formas de vida (culturas) "puras" al estilo del ande reko / tekoha de los guaranes a principios del siglo XVI. Slo encontramos heterogeneidad, complejidad, conflictividad y cambios cada vez ms drsticos, vertiginosos y violentos. Un entrecruzamiento de tiempos culturales en friccin33. Una exacerbacin de las injusticias, las discriminaciones y el desprecio por el otro llmese persona, pas, regin o resto del mundo. Veamos a continuacin qu sucede cuando, tomando como referencia este esquema general, esta concepcin de la cultura entendida como forma integral de vida, se decide poner el foco un aspecto clave y fundante de la misma: la problemtica del sentido. -6LA CULTURA COMO PRODUCCIN DE SENTIDO"Los hombres habitan en mundos significativos..." Jorge Estrella

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BONFIL BATALLA, GUILLERMO (1982): Lo propio y lo ajeno: Una aproximacin al problema del control cultural. En: La Cultura Popular. Adolfo Colombres, compilador. Mxico, Premi Editora. 31 ORTIZ, RENATO (1996): Otro territorio. Ensayos sobre el mundo contemporneo, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1996. 32 YDICE, GEORGE (2002): El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global. Barcelona, Gedisa. 33 Ver: SALA, ARTURO (1971 y 2004): op. cit. Otro valioso aporte en este sentido es el que hace ANSALDI, WALDO (1993): El tiempo es olvido y es memoria, pero no slo por esto es mixto. En: COLOMBRES, ADOLFO (compilador): Amrica Latina: el desafo del tercer milenio. Buenos Aires, Ediciones del Sol. Ansaldi habla de: la necesidad de tomar en cuenta la conflictiva dinmica y la metamorfsica coexistencia de historicidades y, por ende, de pluralidad de identidades, que organizan dicha relacin. Tenemos tiempos diferentes, a veces sucesivos y casi siempre superpuestos: autctono o precolombino, colonial, mercantil, capitalista industrial y el posmoderno de la nueva reestructuracin capitalista. Esto no debe interpretarse como existencia de tiempos viejos y tiempos nuevos, sino, en realidad, como una permanente, continua recreacin interactual que da cuenta de una vasta universalidad o pluralidad de culturas, p. 86 (subrayados nuestros).

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No estamos proponiendo otra definicin de cultura, estamos haciendo un ejercicio de ampliacin de la ya presentada. En nuestra propuesta las dos principales finalidades de una cultura son: garantizar la "continuidad" de una comunidad y otorgar "sentido" a la totalidad de su existencia. Con respecto a esto ltimo dice Gustavo Gonzlez Gazqus 34, reflexionando sobre la concepcin de cultura de Rodolfo Kusch que "la totalidad de una cultura difcilmente se obtenga por la sumatoria de sus " partes", sino en todo caso por el hallazgo de aquello que le imprime un sentido especfico a cada una de ellas y las integra como totalidad En consecuencia, la cultura no consiste en una mera totalidad de "cosas", si no de sentidos". Y esto es as. A travs de diversos y complejos caminos, una comunidad crea un determinado "universo simblico expresivo" que, por un espacio de tiempo, va a contener las claves que otorgan sentido al estilo general de vida y, a su vez, a los modos concretos de, hegemonas mediante, garantizar la reproduccin de esas claves. Lo dicho se viabiliza a travs de mltiples "mecanismos" de comunicacin (verbal, no verbal, contextual) que posibilitan la construccin y transmisin (tradicin oral, ejemplaridad y, hoy, educacin formal y no formal) de: conocimientos, frmulas, recetas, tecnologas, habilidades; formas de expresin artstica (prcticas estticas imbricadas 35 y, hoy, arte autnomo, nuevas tendencias, etc.); valores; ideas, imgenes, signos, smbolos, mitos, representaciones, creencias, etc.; "buenas formas" (normas, prescripciones) de actuacin social en lo cotidiano (especialmente en el mundo del trabajo y el mundo domstico) y en lo extracotidiano (juego, rito, fiesta, representaciones, experiencias cumbre, procesos de creacin artstica y otros, etc.) de una sociedad o comunidad36.34

GONZLEZ GAZQUS, GUSTAVO (1989): "Cultura" y "Sujeto Cultural" en el pensamiento de Rodolfo Kusch. En: Kusch y el Pensar desde Amrica. AZCUY, EDUARDO, compilador. Buenos Aires, CELA, Fernando Garca Cambeiro, p. 17. Subrayados nuestros. 35 Categora de ESTELA OCAMPO (1985): Apolo y la Mscara. Icaria, Barcelona. Designa como prcticas estticas imbricadas a aquellos dispositivos simblico expresivos, por lo general de pueblos no europeos, que desde la mirada occidental podran considerarse como artsticos pero que tienen como caracterstica fundamental "su dependencia de la cultura ntegra y particularmente de la religin". Esto significa que no prima, en su realizacin, la funcin esttica. Su opuesto, especialmente a partir del Renacimiento, es el arte autnomo occidental con su diversidad de lenguajes. 36 No es este el momento de detenernos en este apasionante tema. Dentro de lo extracotidiano (supracotidiano?) incluimos esos espacios de tiempo calificados en los que se amplifican otros aspectos menos visibles de la realidad y de la vida tal como sucede cuando transitamos los mundos del juego, el rito, la fiesta, las celebraciones litrgicas, el teatro y las artes performativas en general, el proceso de creacin artstica, las experiencias cumbres (A. Maslow), etc. En los espacios de tiempo extracotidianos los elementos culturales se resignifican y se suelen usar de otra manera hacindose figura, por lo general, los simblicos y emotivos. All se satisfacen necesidades de otro tipo: expresivas, de liberacin, de expansin y de energetizacin. Es la zona de la experiencia otra y dado que en ella podemos vivirnos en otra medida cultural uno puede conectarse ms profundamente con la esttica que significa estar vivos" (G. Bateson, 1982). A nuestro entender el mbito de lo supracotidiano puede convertirse, adems, en un laboratorio en el seno del cual se prefigura lo cotidiano posible. Ver al respecto: SANTILLN GEMES, Ricardo (1991): El actor, el chamn y lo otro. En Revista El Baldo. Buenos Aires, Ao I, N 1 (www.elbaldio.org) y tambin

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Dentro de ese "universo" y por diversos motivos sociales, voluntarios y / o involuntarios, y de la dinmica del control cultural (resistencia, apropiacin, enajenacin, imposicin) ciertas "significaciones" (smbolos, imgenes primigenias, ideas y creencias) y "valoraciones" (valores, sentimientos, motivaciones) se irn manifestando con mayor relevancia y resonancia que otras y operarn, implcita o explcitamente, como una red que conecta y da coherencia a los modos de resolver cada "bloque" de relaciones y a esa totalidad histrica y significativa donde se integran: el percibir, el sentir, el intuir, el pensar, el hacer, el decir, el valorar, el saber, el expresar, el conocer, el significar y el organizar (construir) de una comunidad. Es en esa especie de "entramado de fondo", en ese fondo orgnico, profundo y "fundamentador" donde se condensan aquellos principios formativos del estilo de vida de una comunidad histrica. Esos que hacen posible la correspondencia entre pensamiento, sentimiento y accin37. No est dems reiterar que los mencionados principios no son ni neutros ni eternos, son construcciones sociales y, por ende, sus actualizaciones histricas y polticas son inevitables y muchas veces dolorosas. Dichos principios formativos tienen o suelen tener un soporte racional pero condensan, adems, un conjunto de valores, motivaciones, sentimientos, aspiraciones, imgenes, ideas y creencias que influyen fuertemente a la hora de decidir polticas pblicas porque son los que direccionan el hacer y lo sostienen, dira H. G. Gadamer. Influyen en gran parte de los tipos de decisiones que se toman: desde participar de la invasin a Irak o no, autorizar la instalacin de papeleras contaminantes o no, decidir usar la cultura como recurso o no, hasta vender indiscriminadamente tierras fiscales o no, dejar talar un bosque o no, amparar la educacin artstica o privatizarla, piratear un film o un CD o no, levantar los feriados de carnaval o consentir que sigan siendo das laborables. Como bien dice Lourdes Arizpe las polticas culturales tienen el poder de definir e imponer significados acerca de cmo vemos el mundo que hoy (entre otros aspectos) se concentra en las grandes industrias culturales transnacionales38. Ya desde fines del siglo XIX pensadores como Dilthey, Rickert y Weber reflexionando sobre las llamadas ciencias del espritu o de la cultura introducen categoras como valor, significado, fin y despliegan metodologas que tienen comoSANTILLN GEMES, R. (2002): Pasos hacia una ecologa de la actuacin. En: Revista Ritornello. Devenires de la Pedagoga Teatral. Buenos Aires, Ao II, N 3. 37 Una manera de acceder al mismo es mediante la construccin de lo que denominamos "Matriz Cultural Bsica" (MCB) tema que no podemos desarrollar en esta oportunidad. Esta es una va terica - prctica para explorar, aprehender y comprender, a travs de distintos pasos, la posible "trama fundamentadora" de una forma de vida. Ver: SANTILLN GEMES, R. (2001): Hacia una cultura del encuentro intra e intergeneracional. Primer paso: la exploracin cultural de las familias. En: SANTILLN GEMES, R. y OLMOS, H. A.: Capacitar en cultura. Subsecretara de Cultura de la Provincia de Buenos Aires. All aplicamos la MCB al estudio de tres generaciones en el seno de una misma familia. 38 Citada en Centro de Estudios Sociales y de Opinin Pblica de la Cmara de Diputados de Mxico, Definicin en Cultura. En: http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/d_cultura.htm

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eje la comprensin y no la explicacin causal tal como lo hacen las ciencias naturales. En las ltimas dcadas tanto la antropologa como la sociologa de la cultura fueron influenciadas por los planteos de Clifford Geertz 39 quien, siguiendo la lnea de Max Weber, considera que el hombre es un animal inserto en una trama de significaciones que l mismo ha tejido y que la cultura es esa urdimbre cuyo anlisis est a cargo de una ciencia interpretativa en busca de significaciones. En su concepto semitico de cultura (la cultura como texto) la conducta humana es vista como accin simblica reconociendo muy claramente la importancia de la interpretacin como enfoque metodolgico. El mismo Garca Canclini en un momento asevera que la redefinicin del concepto de cultura en tanto el conjunto de procesos donde se elabora la significacin de las estructuras sociales, se la reproduce y transforma mediante operaciones simblicas la reubica en el campo poltico40. Por su parte el crtico e investigador paraguayo Ticio Escobar afirma que lo cultural es lo social mismo considerado desde un cierto punto de vista: el del sentido que inventan los sujetos colectivos para organizar su experiencia del mundo y comprender lo inexplicable: el fundamento y el origen, el deseo y la muerte. La cultura es la propia sociedad en cuanto se imagina a s misma y se autointerpreta a travs de metforas y discursos, de reflexin y de poesa41. Muchas de las ltimas definiciones de cultura proporcionadas por la lnea denominada Estudios Culturales, tambin acentan ese aspecto. J. Hartley 42 define cultura de la siguiente manera: "La produccin y reproduccin sociales de sentido, significado y conciencia. La esfera del sentido, que unifica las esferas de la produccin (la economa) y de las relaciones sociales (la poltica)". El mismo autor, en la p. 323, define sentido como: "El alcance de cualquier significacin. El producto de la cultura". Es sumamente sugestivo y de gran potencial operativo ese papel articulador que le asigna a la cultura. Por ltimo citamos otra interesante definicin, la del antroplogo brasileo Darcy Ribeiro 43 quien en otro contexto y con otros fines (est teorizando sobre los procesos civilizatorios) afirma: En una sociedad considerada histricamente en cierto lugar y en cierto tiempo, esos tres sistemas (el adaptativo, el asociativo y el ideolgico), en su carcter de cuerpos simblicos de pautas socialmente transmitidas de generacin en generacin, forman su cultura ". No cabe duda que dentro de la contradiccin, ya enunciada, "todo es cultura / cultura es una parte" el poner en foco la produccin de sentido aclara el panorama, nos acota un campo en el cual movernos con ciertas seguridades. -7 LA CULTURA Y LO CULTURAL39 40

GEERTZ, CLIFFORD (1995): op. cit. GARCA CANCLINI, NSTOR (1987): op. cit. 41 ESCOBAR, TICIO (1995): Sobre cultura y Mercosur. Asuncin, Editorial Don Bosco / andut Vive. 42 Ver: O' SULLIVAN, T. y otros (1997): Conceptos clave en comunicacin y estudios culturales. Buenos Aires, Amorrortu, p. 87 y p. 323. 43 RIBEIRO, DARCY (1970): El Proceso Civilizatorio. Universidad Central de Venezuela, p. 28. Subrayados nuestros.

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Llegados a este punto y tomando como referencia lo dicho por los ltimos autores citados proponemos, por razones estrictamente operativas, y en funcin de ampliar los modelos y enriquecer la prctica de los agentes del Sector Cultura lo siguiente: 1. Que cuando en el mundo de la gestin se trabaje tomando como objeto y plano de la praxis la cultura entendida como una forma integral de vida (formacin cultural) se hable del CAMPO DE LA CULTURA INTEGRAL. 2. Que cuando en el mundo de la gestin se ponga en foco, dentro esa forma integral de vida (formacin cultural) sus cuerpos simblicos y la produccin de sentido en general, se hable del CAMPO DE LO CULTURAL. Por supuesto que somos conscientes que, por lo general, cuando se habla de campo de la cultura (a secas) se suele estar mentando slo un conjunto de instituciones (agentes), prcticas y acciones relacionadas exclusivamente con el ya caracterizado Sector Cultura hacindose referencia a cierto tipo de actividades que tienen algo en comn: el hecho de que, aunque sean generadas por agentes de distintas ideologas polticas enfatizan y jerarquizan elementos propios de lo que denominamos el campo de lo cultural (produccin de sentido) y, dentro del mismo, slo algunas de sus parcelas". El asunto est en ser concientes de que dichas propuestas son construcciones que emergen desde el seno de lo que llamamos campo de la cultura integral impactando a su vez de mltiples maneras sobre el mismo. Todas las reas de gestin, cada una a su manera, apuntan con sus acciones a preservar, promover y difundir determinado tipo de produccin simblica y no otras que son excluidas y quedan en la sombra al igual que los sujetos que la generan44. El problema aparece, como ya dijimos, cuando slo se apoya, produce y fomenta una gama de actividades y proyectos y no a otros y, asimismo, cuando algunas corrientes polticas las presentan como la nica o ms "alta" forma de expresin cultural de "la" sociedad. Por supuesto que alguien, frente a estas consideraciones podra, lcitamente, preguntarnos Pero entonces, cuando se dice que "la cultura es una parte" o cuando discriminamos los dos campos propuestos, de qu estamos hablando? Las respuestas posibles son mltiples pero slo damos una: Estamos hablando de lo mismo pero en distintas "escalas" y valorizando (recortando) pragmtica, ideolgica y/o polticamente determinados elementos, procesos y configuraciones culturales sobre otras. El asunto entonces - tanto en la vida social en general como en la gestin cultural y educativa en particular - es preguntarse quin(es), cmo y desde qu proyecto de vida, decide(n) sobre los significados, lneas de exploracin, acciones, procesos y concreciones simblicas que se ponen en juego en una poltica cultural 45.44 45

Ver al respecto: SANTILLN GEMES, RICARDO (2004): op. cit. Como se puede apreciar una vez ms aparece la categora de control cultural (ver Anexo 1).

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23-8LA ARTICULACIN DE LOS CAMPOS (EL JUEGO DE LAS TRES PANTALLAS)El mundo est abierto. Eichendorff

Volvamos ahora a considerar la organizacin del Sector Cultura, en principio, a nivel oficial. Cul debera ser su rol en pro del desarrollo de la democracia cultural participativa? Cmo puede desplegar su potencial creativo y abrir sus modelos de y para la accin? Estas son slo algunas preguntas entre muchas que se podran hacer. En distintos talleres que realizamos tanto en la Argentina como en otros pases se nos ocurri comenzar a hablar del juego de las tres pantallas. De existir una decisin poltica de abrir los modelos de gestin cultural y educativa en funcin de construir un nuevo modelo que derive en prcticas ms justas y solidarias creo que la primer medida debera ser entrenar a los agentes en la prctica de este juego. Las tres pantallas de las cuales hablamos y que, por supuesto deberan ser previamente construidas a partir de la exploracin cultural del territorio, son: PANTALLA 1: La del CAMPO DE LA CULTURA INTEGRAL. La que muestra el mapa de la cultura de una regin en tanto forma integral de vida (estructura, sentido, configuracin y procesos). PANTALLA 2: La del CAMPO DE LO CULTURAL. La que muestra el mapa de la cultura de una regin, comunidad, institucin o grupo social en tanto red de cuerpos simblicos (produccin de sentido) que emergen, atraviesan y fundamentan la cultura integral. PANTALLA 3: La del SECTOR CULTURA. La que muestra la cultura (especializada) del propio Sector. Su organizacin (organigrama), sus recursos materiales y humanos, la forma en que se toman las decisiones propias y la actitud respecto de las ajenas. La manera en que se disean las estrategias y el uso que se hace de los elementos culturales que se ponen en juego en la accin de gestionar (elementos materiales, de organizacin, de conocimiento (incluyen la capacidad creativa), simblicos y emotivos). Es indudable que, en muchos casos, este Sector se ve desbordado por los usos de la cultura como recurso (G. Ydice, 2002) que llevan a cabo empresas multinacionales, recursos que, igualmente podra ser utilizados en funcin de proyectos de inclusin social o de construccin de ciudadana (ver Anexo 2). Tomando la idea de las ventanas que uno abre y organiza en la computadora (ordenador) es indudable que las tres pantallas guardan una relacin figura / fondo. Por supuesto que el agente en tanto operador cultural suele estar instalado en la Pantalla 3 pero, ms all de eso, es evidente que al abrir y concentrar la atencin en alguna de ellas la hace figura pero a sabiendas de que las dos restantes estn disponibles en el fondo. Y este es el manejo que proponemos que realicen los agentes en los distintos momentos de la gestin. El pasaje entre un mapa y otro segn las necesidades del

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caso y los cambios que se producen en el territorio; asign los tiempos manden, como afirma Martn Fierro46. Antes que nada esto implica que el agente se haya entrenado tanto en la accin de distanciarse (en el sentido brechtiano) como en la puesta en prctica de pausas creativas que le impidan, como diran nuestros jvenes, quedarse pegados en una sola de las pantallas. Por supuesto que, en cualquiera de los casos, el peligro mayor aparece cuando se confunde mapa y territorio. Estos no son lo mismo y, como bien ha dicho Gregory Bateson, quien cae en este tipo de confusiones va a un restaurante y en vez de la comida se come el men. Las pantallas son mens construidos a partir de la exploracin cultural del territorio y en funcin de planificar y luego llevar a cabo determinadas acciones en el mismo. En este distanciamiento que proponemos se podra agregar una cuarta PANTALLA: la del jugador o sea la del agente o funcionario. La construccin de esta pantalla personal implica la exploracin cultural del propio modelo cultural, lo que no es poco. Porque significa, entre otras cosas, reconocer las premisas, incluso biogrficas, en las que se sustenta su accin para luego decidir (culturalmente) cules son las lneas a seguir segn su propio proyecto de vida en el seno de la cultura integral. En este juego el objetivo de fondo es ampliar y mejorar la calidad cultural y poltica de la Pantalla 3, la del Sector Cultura. La creacin de nuevos campos de accin que actualicen o reemplacen a los existentes. Corre por cuenta de las distintas instituciones o agentes crear las pantallas que se les ocurra en funcin de sus propios objetivos. En este sentido retomemos ahora nuestra idea de cultura en funcin de realizar, a partir de ella, algunas propuestas de articulacin entre "el campo de la cultura integral" y "el campo de lo cultural" factibles de ser encaradas desde el Sector Cultura en pos de llevar a la prctica los objetivos ya planteados.

-9LOS NUEVOS CAMPOS De existir una decisin de abrir los modelos de gestin cultural y educativa en el marco de un proyecto democrtico cultural qu aporta la cultura entendida como "forma integral de vida"? Yendo desde lo general a lo particular contestamos que, en principio, ofrece una mirada socio-antropolgica global al campo de la gestin y ayuda a reflexionar

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Nos referimos al famoso personaje del libro que con el mismo nombre escribiera Jos Hernndez (ediciones varias). Dentro de las sabiduras tradicionales hay numerosas frmulas que narran esta estrategia y que tienen como centro la adaptacin creativa. Veamos slo algunas de ellas: En los montes yo soy tigre / en las lomadas, len; / en los tolares soy zorro, / en los pajales, ratn (copla popular argentina); Cuando se debe y donde se debe, segn las necesidades del momento (proverbio derviche); Si la caza aparece de frente, mtala de frente; si aparece de costado, mtala en esa posicin (proverbio africano). Por supuesto que, a nuestro entender, esta adaptabilidad no se da en el vaco: responde a una tica y a una decisin poltica. All estn sus lmites.

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sobre cmo satisfacen distintos grupos humanos tres necesidades fundamentales: vivir (dignamente), en comunidad, con un sentido. Al tener en cuenta los modos de resolver las relaciones tanto desde lo fsico como desde lo emocional y mental instala la necesidad de reparar en la integralidad de lo humano en el momento de disear proyectos de cualquier tipo. Al ser sistmica (y, por lo tanto, relacional) se vuelve impracticable considerar un objeto, una situacin o un determinado proceso cultural sin referirlos al fondo sociohistrico y simblico dentro del cual adquieren sentido. La ms pequea accin o concrecin cultural debe ser considerada como un elemento (auto, cuadro, ritual, escultura, institucin, etc.) que siempre forma parte y remite a una determinada totalidad (matriz) de la cual emerge (es construido) y dentro de la cual adquiere funcionalidad y sentido. De esta manera si se pone en foco (se hace figura) el ritual, la sala de exposiciones o, incluso, un partido o movimiento poltico, debemos recordar que, en el fondo, est "operando" el horizonte simblico que le otorga un sentido a esa cosa, institucin o estrategia. Y, al revs, cuando se hace figura (se pone en foco) cierto sistema de smbolos, valores, ideas y / o creencias irremediablemente se deber abordar el cmo se plasman socialmente (distintos grados de materialidad y visibilidad), se expresan y organizan en la praxis (lneas de actuacin cultural). Es evidente que, desde este punto de vista, toda forma de desarrollo humano es cultural. Es ms: todas las reas de gobierno son culturales en tanto y en cuanto expresan determinados horizontes de sentido, proyectos relacionales y decisionales (polticas) que generarn (o no) estrategias de vida compartida. Y as es: todas las reas de gobierno son culturales y ah radica el peso y la responsabilidad (cultural) de la funcin pblica y la gestin educativa. Por eso, tal vez, lo ms novedoso sera explicitar todo esto y crear un rea o sector "cultura" en cada Ministerio y / o Secretara y, por supuesto, concretar una relacin operativa entre todas ellas. Lo dicho puede sonar extrao pero estamos exagerando para dejar bien en claro el hecho de que, al evaluar, disear y poner en prctica cualquier tipo de poltica educativa y / o cultural (incluso la que se basa en la concepcin restringida) nos estamos confrontando (poniendo frente a frente) con una totalidad. Estamos decidiendo "desde" y "por" el mantenimiento y el desarrollo de una forma integral de vida (y no de otra). Porque como ya dijimos en muchas oportunidades es imposible no culturar47. Adems de la forma (estructura, sentido y configuracin), nuestra concepcin de cultura tiene en cuenta el proceso, lo geo-histrico, el cmo se confrontan en un determinado espacio cultural distintas fuerzas que se caracterizan por pretender el control decisional sobre el mismo. Metodolgicamente ofrece herramientas, como "la Matriz Cultural Bsica" (MCB) 48, aptas para explorar tanto "el campo de la cultura integral" como "el campo de lo cultural" teniendo en cuenta distintas escalas ya sea a nivel social (macro / micro) como territorial (local, regional, nacional, internacional).

47 48

Ver OLMOS, H. A. y SANTILLN GUEMES, R., 2000 y 2008. Ver nota N 38.

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Cuando, en un plano ms concreto, tomamos como referencia esta concepcin de cultura es imposible no tener en cuenta los siguientes aspectos que, lamentablemente, no siempre estn presentes en las estrategias de gestin cultural y / o educativa: El mundo de la vida cotidiana porque es en la cotidianidad donde se satisfacen las necesidades bsicas y se construye lo subjetivo y lo intersubjetivo, pblico y comn. Se generan distintos circuitos de reciprocidad (positiva o negativa, el don o el talin); se cocinan los smbolos; se dialoga con la vida y la muerte, con la tierra y el tiempo y se cultiva la forma de cmo vivir con dignidad y justicia (o no). Es el principio y el fin de toda accin cultural49. Las diferencias (diversidad) y / o desigualdades socioculturales (locales y regionales) entre los sujetos sociales que al interactuar estn jugando, tambin, su identidad cultural. En la libre expresin de las identidades est la clave de la democracia entendida, como lo hace H. Maturana (1992)50, como la esttica del respeto mutuo y la aceptacin del otro como un legtimo otro en convivencia (no en desigualdad). La democracia como un proyecto de integracin plenificante capaz de conformar una unidad (negacin de toda divisin) en libertad (negacin de toda uniformidad)51. La participacin social porque la cultura, mal que les pese a muchos, se sigue caracterizando en gran parte, y ms all o ms ac de las concreciones individuales, por ser una creacin colectiva y annima. Un campo en el cual los diversos grupos y / o comunidades se abocan, simultneamente, a desplegar mltiples cultivos significativos enredados, contiguos y / o yuxtapuestos. Participar significa, entre otras cosas, comunicar, anunciar, cooperar, entrar, mezclar, tomar parte, comulgar, compartir. Desde nuestra propuesta no debe entenderse, entonces, como el mero hecho de tener una parte sino como el derecho inalienable de ser parte de un todo52. La memoria histrica porque sta, ms all de sus contradicciones, da cuenta de los estilos de vida transitados y deseados que expresan y sintetizan los principios ordenadores de una forma de vida en comn y las semillas de su actualizacin, transformacin y futuro. La creatividad social que se manifiesta en diversas estrategias para sobrevivir, mejorar la calidad de vida y en la capacidad de renovar los mecanismos de apropiacin y resignificacin de los elementos de la cultura ajena o impuesta y de reaccionar con nuevas propuestas frente al impacto del proceso globalizador.

De por s la inclusin de estos elementos en el campo de la gestin cultural significara el reconocimiento y la valorizacin democrtica del pluralismo y la49

Ver: SANTILLN GEMES, R. (2001): Lo cotidiano: principio y fin de la promocin cultural. En: II Foro por los Derechos de la Cultura. Subsecretara de Cultura de la Provincia de Buenos Aires Direccin de Cultura de la Municipalidad de Pinamar. 50 MATURANA, HUMBERTO (1992): Emociones y lenguaje en Educacin y Poltica. Chile, Hachette. 51 Ver: MARTNEZ SARASOLA, CARLOS y SANTILLN GEMES, R. (1983): Libertad, creatividad y participacin. Tres pilares del futuro posible. Editorial de: Revista CULTURA CASA DEL HOMBRE, Buenos Aires, Ao III, N 5. 52 dem nota anterior.

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diversidad. Pero, al mismo tiempo significara el esfuerzo de abocarse a redisear las reas existentes o a proyectar otras nuevas, poniendo en juego la capacidad perceptiva, la reflexin crtica y la imaginacin creadora de los agentes. A ttulo de ejemplo sugerimos, sin tener en cuenta ningn tipo de orden jerrquico, algunas posibles reas a crear y lneas de accin a desarrollar dentro del campo de la gestin tomando como marco de referencia "el campo de la cultura integral": Investigacin Cultural en general no slo concentrada en Observatorios de Industrias Culturales o Creativas. Vida cotidiana y creatividad social. Desarrollo humano y cultural. Desarrollo local. Creacin de Espacios Culturales Mltiples (en distintas escalas territoriales, con ejes propuestos por los ciudadanos segn sus necesidades y destinados al encuentro vivencial entre diversos sectores de la poblacin). Esto significa ir ms all de la oferta artstica (educacin no formal) y transformar los centros culturales barriales o perifricos, como los llaman algunos, en verdaderos centros de cultura integral Experimentacin cultural. Preferentemente con races en la propia historia. Orientacin en Procesos de Integracin cultural. Gestin Integrada: Educacin y Cultura. Otros binomios: cultura y salud, cultura y vivienda, cultura y medio ambiente, etc. Cultura joven. Cultura y derechos humanos. Comunicacin cultural. Cultura ecolgica. Cultura y prevencin. Planificacin estratgica - cultural del territorio y del espacio social. Coordinacin general de polticas (especialmente poltica cultural, educacional, cientfico-tcnica, ambiental y comunicacional). Culturas regionales. Culturas populares. Fiestas y celebraciones. Formacin de mediadores culturales. Promocin Sociocultural (encarada seriamente y en profundidad). Turismo cultural53. Por supuesto que entendemos que no es fcil concretar, en lo inmediato, aunque sea algunas de estas ideas pero tambin sabemos que el desafo vale la pena y que, el slo hecho de transmitirlas y pensarlas juntos, es una manera de acercar la utopa.

53

Como se puede observar en esta lista hemos "adjetivado la cultura" ms de una vez: "cultura joven", "cultura ecolgica", etc. Este es un recurso interesante a utilizar siempre y cuando se tenga en cuenta que el recorte que se hace, el "subcampo" que se crea es operativo y slo una parte dentro de una totalidad social e histrica que lo contiene y dentro de la cual adquiere sentido.

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