la construccion del jardin del eden
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La construccin
del Jardn del Edn .........................................................................................................................................................
J.A
Fortea
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2
Editorial Dos Latidos
Benasque, Espaa Ao 2012
Copyright Jos Antonio Fortea Cucurull
www.fortea.ws
versin 2
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La construccin
del Jardn del Edn
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ndice ....
Parte I
el nacimiento del paraso
Parte II
el cnit de una isla
Parte III
la muerte de un Estado
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23 de abril de 2206
a las 00:12 de maana
os inmensos rotores de las cinco
naves llenaban el aire con su sonido
grave y profundo. Eran cinco naves
de gran peso, voluminosas, de oscuras
superficies aceradas; aeronaves nuevas y
relucientes. Desde el lugar de comienzo de
la plataforma, un asistente del helipuerto
mova los brazos rtmicamente hacindoles
una serie de indicaciones con sus seales
luminosas. Desde la torre de control, los
controladores supervisaban todo, este
aterrizaje de forma muy especial. A pocos
pasos de los cuatro controladores, el
gobernador rodeado de sus funcionarios
miraba tranquilo tras los cristales la escena
del aterrizaje. Era de noche, nadie era
testigo de la llegada de esas naves, slo los
tcnicos del helipuerto, nicamente los
servicios de seguridad que tenan
acordonado todo el permetro.
Las compuertas de la nave se
abrieron, pesadas y solemnes. Se alzaron
aquellos recuadros de acero en medio de los
usuales silbidos producidos por los
mecanismos hidrulicos internos. Los pies
del cardenal fueron los primeros en
descender por la rampa. El cardenal iba
vestido de viaje, sin formalismos, clriman
negro, un alzacuellos que con su blancura le
rodeaba todo el cuello, una americana
elegante y sencilla. Tan slo la esplndida
cruz de oro y perlas que colgaba sobre la
tela negra de su camisa indicaba que aquel
clrigo era algo ms que otro prelado. Justo
delante de la rampa estaba esperando el
gobernador de la isla, detrs de l cinco
funcionarios, y un poco ms retirados ocho
consejeros de rango inferior. Tambin sobre
el asfalto de la pista, pero bastante ms
alejados, diez vehculos de los servicios de
seguridad.
-Qu tal, Eminencia?
Ese fue todo el discurso de
recibimiento del Gobernador. Mientras, eso
s, le haba besado sinceramente el anillo.
El cardenal levant la mirada de la testa que
inclinada le besaba la mano y con una
inclinacin ligera de cabeza dio por
saludada al resto de la comitiva. Una
inclinacin tras una mirada a los all
presentes. En los ojos del cardenal se
notaba el cansancio de un viaje de catorce
horas.
En otras ocasiones, el gobernador
hubiera recibido a este poderoso prncipe de
la Iglesia con una compaa de infantera
presentando armas. En otra ocasin
hubieran pasado revista a la formacin de
soldados, hubiera habido un discurso de
bienvenida, no hubiera sido un recibimiento
rpido en medio de la noche. Pero ahora no
haba tiempo, el cardenal saldra al
amanecer.
El cardenal y sus tres secretarios se
apartaron de la ancha rampa metlica para
dejar que varios hombres descendieran una
pesada caja blindada. Una caja reforzada y
hermtica. Cuatro hombres trasladaban la
caja bien agarrada de sus cuatro amplias
asas.
-As que sta es la caja coment el
gobernador al verla.
Los cuatro hombres no se
detuvieron, directamente fueron guiados
por uno de los agentes de seguridad hacia
otro vehculo. La caja, de un modo bastante
discreto, tena la indicacin VA327. Fuera
de eso, careca de cualquier rtulo o
indicacin alguna en su exterior, fue
introducida en el interior del todoterreno.
-S, efectivamente, sta es
respondi el cardenal.
Ocho cajas ms, iguales a la
primera fueron introducidas en el mismo
vehculo. Todas tenan una numeracin
sucesiva, que parta desde VA328 a
VA336. Seis hombres armados con
ametralladoras se montaron en el vehculo.
El convoy de vehculos aguardaba ya con
los motores en marcha. La lnea de faros
formaba una hilera perfecta a la derecha de
la pista de aterrizaje.
El comandante al mando dio la
orden y la decena de automviles y
todoterrenos se pusieron en marcha con los
puentes de luces destellando rfagas rojas y
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azules. Sin sirenas, sin prisas, sin otro ruido
que el de los motores en medio de la noche,
los coches se alejaron de la pista del
helipuerto iluminada por varias torres de
focos.
-Eminencia dijo el gobernador tras
dirigir una ltima mirada al convoy-, a
pesar de la hora sabe muy bien que me
placera que compartiera una cena ligera en
mi residencia. Una cena fra; si lo desea.
-Le estoy en verdad agradecido
respondi el cardenal de cabellera plateada
mientras se suba a otro vehculo-, pero
como le habr advertido el secretario de
protocolo, marcho a Roma maana a las
siete de la maana. Adems, monseor
Caravante me espera en su palacio para
recibirme. Tambin l debe haber preparado
algo, pero lo nico que deseo es una cama.
Estoy muerto de sueo.
El cardenal estuvo a punto de decir
que confiaba en que habra una segunda vez
en que se encontraran, y que entonces le
sera posible aceptar aquella hospitalidad.
Pero ambos hombres se miraron y supieron
que no habra una segunda vez. El cardenal
no acab la frase, en realidad ni la empez,
los dos percibieron al mirarse a los ojos en
silencio durante un instante, la realidad
angustiosa y tremenda de aquella situacin.
Su eminencia acab de introducirse
en el vehculo, de nuevo una pequea
inclinacin de cabeza para decir adis al
resto de la comitiva. No haba tiempo para
protocolos y ceremonias, todo el mundo lo
saba. El golpe seco y consecutivo de las
puertas traseras al cerrarse indic que sus
tres silenciosos y serios secretarios
cargados con sus maletines estaban ya
dentro del vehculo oficial. El coche parti
al momento.
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eborah estaba sentada en un banco
del parque Elliot, un banco
tradicional de madera pintada de
blanco. Al lado su hermana haca punto,
dos mujeres en sus bellos cuarenta aos,
delgadas, despreocupadas, las dos de claros
ojos castaos. Deborah contemplaba a su
hija que sentada jugaba haciendo un hoyo
en la tierra con un palo. Su otra hija
persegua un grillo, o un escarabajo (desde
luego era algo con seis patitas) que corra a
unos pasos de distancia. La madre, sentada
bajo unos arces, dej de mirar a sus hijas, y
observ sin entusiasmo los jacintos y
petunias del macizo que tena delante, junto
a una fuentecilla.
Su hermana, entre puntada y
puntada, le comentaba como su marido se
mataba a trabajar como camarero en el
restaurante Breakfast at Tiffanys, un
restaurante de postn. Era un gran
restaurante, pero al fin y al cabo trabajaba
de camarero. El sueldo no era malo, pero su
cualificacin excelente le deba haber hecho
aspirar a algo mejor. No era un camarero
cualquiera, era un camarero de frac. Pronto
sera un jefe de camareros, por lo menos
eso pensaba ella. Pero ni aun as su mujer
estaba feliz. Ella esperaba otra cosa,
siempre esperaba otra cosa de su marido.
Poda haber seguido hablando del tema
durante veinte largos minutos.
Su hermana la escuchaba, siempre
era la misma cancin. La cantinela de
quejas ces, por lo menos ces un rato.
Deborah sac su termo, y se sirvi un poco
de t con limn. De su ancho vaso de
plstico grueso y tacto rugoso y agradable,
suban leves, ligeras volutas de vaho
impregnado del perfume del t
aromatizado. No le sirvi a su hermana, ya
se lo haba ofrecido antes.
Deborah escuchaba ms o menos a
su hermana, pero lo que de verdad pensaba
en ese momento era lo feliz que se senta de
su tierra. De la tierra que le haba visto
nacer, crecer y en la que esperaba morir
despus ver crecer a sus hijos. Una tierra
bella y pequea. Su diminuto pas, una isla.
Una isla en el Ocano Pacfico, era el ao
2206. Veintiocho kilmetros cuadrados
situados en el Mar de Tasmania, entre
Nueva Caledonia y Nueva Zelanda. Un
punto en el Ocano Indico, uno de los
Estados ms pequeos del mundo. Deborah
amaba cada uno de sus metros cuadrados,
los haba recorrido muchas veces. A ella le
gustaban las naciones pequeas. Una y otra
vez hojeaba libros de fotos acerca de pases
como San Marino o Liechtenstein. Una y
otra vez lea la historia de la formacin de
enclaves como Gibraltar o las Guayanas.
En un mundo dominado por las
grandes Uniones y Confederaciones de
Estados, las pequeas naciones le parecan
encantadoras excepciones. Los imperios
siempre han sido deseos masculinos,
mientras que los pequeos reinos han sido
dulces escenarios de sueos femeninos,
repeta alguna que otra vez a su escptica
hermana. En cualquier caso, ambas vivan
en un pequeo pas de 200.000 habitantes.
Uno de los estados que conformaban ese
siglo XXIII. Aunque la inmensa mayora de
los habitantes de ese siglo, si hubieran odo
hablar de l hubieran tenido que consultar
el atlas para localizarlo.
Nueva Brunswick tambin era
parte del siglo XXII. Ese estado era parte
del futuro. Aunque en algunos aspectos el
futuro era mucho menos futuro de lo que
muchos se haban imaginado. Es ms, el
Futuro haba resultado ser mucho ms
Pasado de lo que hubieran deseado muchos.
Pero es que el futuro nunca llueve a gusto
de todos. Sobre todo a los vaticinadores de
la sociologa siempre les coge el futuro por
sorpresa. Y es que el porvenir te viene por
donde menos te lo esperas, eso les pasa
hasta a los ms experimentados. El tema de
los profetas de la sociologa a los que el
futuro les pilla desprevenidos, es un tema
con una larga tradicin. Nueva Brunswick
era una de esas raras flores geogrficas que
florecen en el mapamundi, un hecho
singular.
Deborah desde luego no hubiera
cambiado su vida all, en aquellos
veintiocho kilmetros cuadrados, ni por
todas las interminables llanuras
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norteamericanas, ni por las montaas
suizas, ni por los espacios abiertos e
inacabables de frica, ni por nada del
mundo. Porque por muchas maravillosas
regiones que tuvieran los cinco continentes,
nicamente aquel trozo de tierra era su
hogar y era sentido como tal. Por eso, desde
aquel banco del pequeo parque, miraba
con orgullo el reducido paisaje del centro
de la capital, mientras su hermana
continuaba con sus manos con el punto, y
con su lengua prosegua con el inacabable
asunto del trabajo de su marido.
A lo lejos, a la derecha, en la
explanada se vea una de esas escenas que
parece ms digna de una postal que de la
realidad: un grupo de nios soltaba cuerda a
sus cometas, corra mientras las colas de
sus cometas se ondulaban en el cielo
moviendo todas sus pajaritas de colores. Un
par de descomunales dirigibles navegaban
por los cielos, las voluminosas aeronaves se
movan tranquilas como cetceos con sus
panzas grises. Todo era bello. Dios mo,
qu hemos hecho para merecer vivir en tal
armona, pens Deborah mientras daba otro
sorbo a su dulce vaso de t. Mi marido, ya
te lo he dicho, prosegua su hermana de vez
en cuando dejando largos intervalos de
silencio, debera aspirar a ms, es muy
tranquilo, rectifico, es demasiado tranquilo.
Deborah se coloc mejor su
femenino sombrero de paja. Sombrero con
un lazo azul celeste y claro, muy claro. Un
sombrero redondo de ala muy ancha,
necesario para su cutis pues al fin y al cabo
el sol era el propio de una latitud tropical.
-Deja ese bicho le grit Deborah a
su hija. Su hermana se sirvi, ahora s, un
poco de t y tambin grit a su sobrina. Al
fin y al cabo ese bicho era una guarrera.
No era ni venenoso, ni peligroso, pero la
nia estaba empeada en torturarle
clavndole el palo. Despus de atosigar
durante diez minutos al pobre grillo, araa,
o lo que fuera, lo haba matado con la
misma parsimonia con que lo haba
acosado. Los nios son muy cafres. La otra
nia segua cavando meticulosamente su
agujero, colocando cuidadosamente los
montoncitos de tierra que extraa y que para
ella significaban quin sabe qu cosa.
Su madre tumb la espalda sobre la
superficie combada del respaldo, se coloc
las gafas de sol y recit interiormente las
palabras de profeta Isaas, una vez ms:
El lobo habitar con el cordero, la
pantera se tender con el cabrito, el
novillo y el cachorro pacern juntos. La
vaca pacer con la osa, y sus cras se
echarn juntas, y el len con el buey
comer paja.
Cada uno ser como un lugar protegido
contra el viento y como un abrigo contra
la tempestad, como corrientes de agua en
tierra rida, como sombra de una gran
roca en tierra calurosa.
Tambin era cierto que las cuatro
extremidades del orbe no eran como aquella
isla. Era bien cierto. Deborah lo record,
despus pens que tampoco le importaba.
Lo que en ese momento estuviera
sucediendo en China, en Guatemala o en el
centro del continente africano, no era de
incumbencia suya.
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Parte I ..
El nacimiento
del paraso
Nueva Brunswick : Pequeo Estado de
224.000 habitantes situado en el Mar de
Tasmania enclavado en el Ocano Pacfico,
latitud 84, longitud 327. Fundado el 13 de
agosto de 2130
os orgenes de aquel estado se
remontaban a un 1 de enero de
2124, hace ya 94 aos. El magnate
Johnston se hallaba en la sobremesa de una
cena: la cena de Nochevieja de 2124. A la
mesa de su casa de Seatle, varios
millonarios y unos pocos intelectuales
amigos suyos. La conversacin estaba
animada. Las esposas se haban ido a ver el
invernadero, tras lo cual jugaron al bridge.
Sus esposos seguan inmersos en una
discusin de sobremesa. Johnston con su
traje negro de etiqueta, con un costoso puro
en su mano, miraba distrado a la copa
mediollena de un brandy centenario qie
tena en su mano derecha, mientras
divagaba acerca de la corrupcin
generalizada de la sociedad en la que les
tocaba vivir. Cada cual deca una cosa, cada
cual daba su opinin, aventuraba una
solucin. El magnate mirando hacia la
chimenea de mrmol donde ardan gruesos
troncos, les confes que se senta
relativamente desazonado por la evolucin
de las... cosas. Y deca cosas por no decir
todo. Acababa de cumplir sus sesenta y dos
aos, y senta que el mundo no iba por el
camino adecuado. O cuando menos, el
mundo se empecinaba en no ir por camino
que a l le gustara.
Todos, buenos amigos de l, saban
por donde iban los tiros. Johnston era
ultrareligioso. Un cristiano perteneciente a
lo que ellos llamaban la derecha religiosa,
un catlico ms que practicante. Johnston
se pein con la mano sus sienes entrecanas,
los largos y cuidados cabellos de esas
sienes que retocaba un peluquero que
cobraba 600 dlares la hora. Cuando eres
un millonario todos te escuchan, se es uno
de los privilegios de los millones: tener una
mesa rodeada de amigos y que la gente te
escucha, digas lo que digas.
Esa noche hablaba como un Carlos
V, un Felipe II, un Carlomagno. Si la voz
de Johnston hubiera sido escuchada en off
por otros, hubieran credo estar escuchando
a un San Antonio Abad o a un eremita. Pero
la imagen no engaaba. Era la de un
Ciudadano Kane, eso s, delgado y lleno de
distincin. No dejaba de desmenuzar los
detalles de por qu pensaba que la sociedad
estaba tan mal, aunque todos en la mesa
saban lo bien que le gustaba vivir.
De vez en cuando, el
multimillonario, al hablar, miraba fijamente
al fuego que entre dos atlantes crepitaba en
la chimenea. Las mujeres, en otro saln,
comenzaban a repartir cartas. Los
camareros trajeron champn y alguna
infusin a uno y otro saln. La
conversacin de los esposos se iba
avivando. Primero se trat acerca del asunto
si era verdad que la sociedad era ms o
menos corrupta. Quiz era tan solo
moderadamente corrupta. Quiz lo haba
sido siempre. Y hacia las once de la noche,
la conversacin dio un giro: qu haba que
hacer para arreglar la situacin? Todos
estaban ms o menos de acuerdo, aquella
situacin ya era irremediable. Siguieron
divagando y divagando sobre el tema, los
contertulios cada vez estaban ms
entregados a la charla. Todos con sus copas
de brandy o jerez intervenan. La larga
mesa situada en el centro del gran saln se
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llenaba de ideas. Johnston, de vez en
cuando, ensimismado en los pensamientos
de sus intervenciones, miraba a los bustos
de doce emperadores romanos que
decoraban uno de los laterales de la sala. A
ratos hablaba mirando aquellos bustos
severos sobre columnas, aquellos bustos
con largas cortinas de seda tras de ellos.
Los comensales al otro lado de la
mesa tenan una larga cristalera que daba al
bosque privado del millonario. Aunque
ahora de noche era todo l una gran masa
oscura. El reloj avanzaba implacable, pero
la conversacin segua animada. Todos
estaban a gusto. Una caja de puros
desapareci. Una botella de coac ya estaba
medio vaca, y era la segunda, cuando el
carilln del saln del piso de abajo reson
con las doce campanadas de la medianoche.
Estaban cansados. Poco despus todos se
retiraron, casi todos a sus casas, un par
acept la hospitalidad del magnate y
subieron hacia los aposentos superiores.
Johnston estaba feliz, aunque ms
que feliz, excitado. La larga sobremesa, la
discusin de ideas entre todos, le haba
hecho ver cul era la solucin al problema
tratado. Haba visto lo que haba que hacer,
por primera vez: su cabeza era un hervidero
de ideas y proyectos. Cuando sali de su
cuarto de bao enfundado en su opulenta
bata y camino de la cama se dijo que al da
siguiente pasara a la accin. Aquella noche
se acost sin dejar de hablar a su mujer, la
cual no le escuchaba por el sueo. Johnston
estaba exultante, crey que no se dormira
en mucho rato, pero dada la hora pronto se
cerraron sus ojos.
uando el multimillonario llam a la
maana siguiente al padre Giusepe
Scalfaro del Opus Dei y le dijo:
diseme un pas, organceme una
teocracia, le debi dar un soponcio al
sacerdote al otro lado de la lnea. Cuando
alguien descuelga el telfono no espera que
le digan que funde un pas. El padre
Scalfaro tuvo que sentarse, la conversacin
dur una hora ntegra. Conoca de sobra al
multimillonario, le haba predicado varios
retiros espirituales, e incluso fue su
confesor durante una temporada mientras
ejerca su ministerio en la Costa Oeste,
despus fue trasladado de nuevo a
importantes puestos dentro de la prelatura
del Opus Dei en Argentina, que era donde
se encontraba. Ahora le peda a aquel
sacerdote, que se encargara de dirigir un
megaproyecto. El padre Scalfaro era un
hombre de espiritual y un hombre de
gestin, haba sido un gran empresario
antes de dejarlo todo y hacerse sacerdote.
Con Johnston la relacin haba sido no
tanto de paternidad espiritual, como de
amistad, una gran amistad de ms de quince
aos. La conexin entre aquellos dos
hombres haba perfecta desde el primer da.
El sacerdote saba de lo que era
capaz aquel millonario viudo y sin hijos.
Era consciente de que su fortuna era una de
las ms notables del planeta. No dudaba de
que era un hombre tozudo y prctico, como
todos los hombres de negocios.
-Mire, padre le dijo Johnston-, eso
djelo de mi cuenta. En cuanto cuelgue
telefonear al Prelado de la Obra. Le pedir
que le releve de todos sus encargos. Me
debe muchos favores. Adems, si hace falta
har las donaciones que hagan falta, pero es
usted y slo usted el que quiero que sea el
director del equipo.
-Vamos a ver, y exactamente qu
es lo que pretende?
-Pues pretendo crear un pequeo
estado que sea una teocracia, un estado
confesional. Ser una pequea nacin de
hombres religiosos, de hombres temerosos
de Dios. Vamos a crear desde cero una
nacin segn los Mandamientos de la Ley
de Dios, con familias voluntarias, muy
escogidas. Podemos empezar con mil o dos
mil personas. Desconozco cuantos se
agregaran a este proyecto, pero por
supuesto no le quepa la menor duda de que
lo financiar con generosidad.
-Mire creo que es una locura. Yo...
francamente, no veo que esto pueda
funcionar.
-Tranquilo, pida permiso a sus
superiores para trasladarse hasta aqu y lo
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hablamos tranquilamente durante un par de
das.
-Dnde se encuentra ahora?
-En mi casa de Seatle. Mi secretaria
ya ha mirado todos los vuelos: sale un
avin de Buenos Aires directo a Los
ngeles dentro de hora y media. En el
aeropuerto le esperara mi avin particular
para traerlo aqu.
-Mire, lo siento mucho, pero mi
opinin es que esta empresa en la que se va
a embarcar no tiene ningn futuro. Es ms,
insisto en que es una locura que no puede
resultar.
-Mire usted, voy a financiar este
proyecto. Me entiende? Voy a financiar
generosamente este proyecto. Si no es usted
el que lo dirige, ser otro. No dude de que
alguien querr aceptar esta tarea. Es ms,
estese seguro de que hay miles de personas
que saltaran como locos por ser ellos a los
que les hiciera el encargo que le estoy
haciendo ahora mismo. Pero quiero que
sea usted! No obstante, si no es usted ser
otro. No dude de que alguien tomar las
riendas del asunto.
quella tarde el sacerdote estaba
volando hacia Seatle. Con las
cuatro cosas que le haba dado
tiempo a meter en una pequea maleta de
mano. Con esa maleta y lleno de dudas, sus
superiores haban consultado al ms alto
nivel dentro de la prelatura. Es ms,
mientras volaba hacia Seatle las consultas
continuaban y, en vuelo, su telfono son
un par de veces. Sus superiores lo vean
claro, Scalfaro deba dirigirse all, al menos
para enterarse bien de lo que pretenda
aquel hombre, sa fue la resolucin final
que se tom ese da y as se le dijo. Scalfaro
no se resisti, lleg a Los ngeles a las
18:21. Tres personas elegantes se le
presentaron en cuanto puso un pie en la
terminal. Una aeronave particular le
esperaba para llevarle a Seatle.
Aquella noche, antes de retirarse a
su habitacin a dormir, Scalfaro estaba
sentado en el despacho de Johnston
escuchando al millonario y discutiendo el
proyecto. El magnate con ojos muy abiertos
y los codos apoyados sobre la mesa le dijo
rebosante de seguridad:
-Mi fortuna como bien sabr hasta
por las revistas no especializadas est
valorada en 130 billones. Estoy dispuesto a
emplear cinco billones en este proyecto.
Medio billn por ao. Pero si hace falta, si
hiciera falta, estoy dispuesto incluso a ser
ms generoso el sexagenario se sirvi un
poco de zumo natural de una gran jarra de
cristal que siempre tena sobre la mesa-. Si
le doy mi palabra de que financiar este
plan, lo har. No me voy a echar para atrs
a la mitad despus de una pausa, con aire
pcaro aadi-: Aunque tampoco abuse y
me exprima demasiado.
-Pero...
-Yo no tengo descendencia por la
que preocuparme. sta es la ilusin que
tengo para el final de mi vida.
-Mire, seor Johnston
-Es que me va a privar de esta
ilusin, una ilusin que es buena y recta?
-Djeme, hablar.
-No, no le dejo. Si me quisiera
gastar ese dinero en levantar un complejo
hotelero, nadie me pondra problemas. No
me pondran inconvenientes, ni aunque
quisiera construir un casino.
-Es una cuestin de realismo.
-Est usted hablando con Fitzgerald
Christopher Johnston. Cree que me puede
dar lecciones de realismo?
-Y dnde piensa levantar su
pequea nacin?
-Por supuesto que ningn pas nos
va a ceder parte de su territorio. Aunque no
sera difcil comprar una vasta extensin de
terreno a alguna nacin del tercer mundo.
Hay pases sumidos en la pobreza ms
asfixiante que tienen gobiernos corruptos.
Pero el problema es que por ms que les
exigiramos acuerdos firmados o leyes
especiales, al final se pueden echar atrs,
aunque hayan pasado veinte o treinta aos.
Lo malo de pactar con corruptos es que no
tienes garantas.
-Entonces?
A
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-Entonces construiremos una gran
plataforma en aguas internacionales de
algn mar poco profundo. Una plataforma
ampliable.
-Saldr caro.
-S, me costar ms que pagar el
terreno en tierra firme a alguno de esos
presidentes corruptos. Pero vale la pena. El
terreno ser nuestro. Nuestro y de nadie
ms. Independencia total.
Los dos siguieron charlando
durante una hora en aquel despacho de
esttica tecno. Visto desde el techo, el
negro del traje del sacerdote contrastaba en
aquel suelo de alabastro. Todo el suelo era
de una sola pieza, un suelo de piedra
artificial sin junturas, ni piezas
ensambladas. Las manos morenas del
sacerdote reposaban sobre el cuero blanco
del silln. El nico toque de color chilln
en ese despacho era una cascada de hiedras
verdsimas que caan desde una maceta de
porcelana, y cuyas hojas eran un chillido de
color sobre la mesa imponente de un
Johnston vestido informal y que vestido en
tonos blancos haca juego con su despacho.
Detrs del dueo de la casa, el ventanal
apaisado a travs del cual se divisaban la
casi totalidad de las cien hectreas de
bosque de su propiedad.
-Usted continu el magnate
poniendo con unas pinzas de plata dos
cubitos de hielo en su vaso de grueso
cristal-, me informar de la marcha del
proyecto cada semana. Tengo muchos
negocios que despachar, pero dedicar una
hora a la semana a este asunto. Usted me
pondr al da y me consultar los asuntos
ms relevantes. Yo tendr la ltima palabra
sobre todo el proyecto. Aunque en la
prctica usted estar a pie de obra y decidir
lo grande y lo pequeo. Yo no dispongo de
tiempo. Debo dedicarme a mis negocios.
Mis industrias no se cuidan solas. Pero cada
semana pienso dedicar, como le he dicho,
una hora. Lo ms importante lo decidiremos
en esas reuniones, lo dems lo dejo a su
buen criterio. Yo no puedo estar en todo.
Usted presnteme esa pequea sociedad
dentro de dos o tres aos, y ya est.
Scalfaro de nuevo iba a presentar
una objecin a la totalidad del proyecto,
pero Johnston le cort antes de empezar,
dicindole:
-Me alegra que tenga tantas
renuencias a mi proyecto! De ningn modo
puedo colocar al frente de todo esto a
alguien que arda de entusiasmo y se muera
de deseos de llevarlo a cabo. No puedo
poner al frente del equipo a algn
iluminado, o a algn soador fantasioso.
Necesito en la cpula a un hombre con los
pies en la tierra. El sueo, digmoslo as, lo
pongo yo. Usted se encarga de ser realista.
Usted se encarga de materializarlo. Puede
parecerle una paradoja el hecho de que sea
usted, tan poco ilusionado, el que sea al que
se encomienda esto, pero as estoy ms
seguro de que este sueo se har realidad.
Los idealistas debemos encargar nuestros
sueos a hombres ajenos a todo sueo. Si
un idealista se apoya en otro idealista, todo
se viene abajo. Aunque a decir verdad, yo
mismo soy un hombre prctico, un
empresario, pero no tengo tiempo de
encargarme de esto.
Cambiemos de tema. Ya le he dicho
que le proporcionar medio billn de
dlares al ao. Aunque, una vez que
tengamos un proyecto concreto, un
proyecto sobre el papel, me encargar de
invitar a mis amigos a colaborar para lograr
una ms abundante financiacin. Si me
muevo, podemos esperar donaciones
generosas. No obstante, por el momento
presupueste slo de acuerdo a la cantidad
que le he mencionado, la que yo le dar.
Aqu tiene mi telfono directo, y ste es el
nmero de la cuenta de donde ya desde hoy
puede sacar los fondos que precise. De
momento he ingresado en ese nmero de
cuenta quinientos millones de dlares. En
los prximos das har nuevas entregas.
Cada vez que necesite de asesora
jurdica, o de nombres de empresas para
ejecutar algn paso del proyecto, o de
consejos para cuestiones logsticas, lo que
sea, llame a mi secretario Januzs. l le
pondr en contacto con todos servicios de
-
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mis empresas. Y si algo no tenemos le
daremos los nombres de las empresas que
dispongan de esos servicios.
Quiero insistirle en que dedicar
una hora a la semana a esto. Ni un minuto
ms. Lo ms importante que me haya de
comentar hgalo en esa hora. El resto de la
semana es usted el que ha de decidir. No
quiero que me llame para asuntos menores.
Entendido? Cuando delego, delego.
n mes despus Scalfaro entr en el
despacho que se le haba asignado
en Los ngeles para dirigir la
realizacin de aquella magna empresa. El
sacerdote ya estaba dedicado en exclusiva a
sacar adelante este proyecto. Haba
obtenido una entrevista con el mismo
Prelado del Opus Dei y, aunque con dudas,
le haba recomendado que aceptara el
encargo. Tambin le pidi que no le
anduviera consultando cmo llevar adelante
la empresa. Si la cosa sala mal, no deseaba
que pareciera que aquello haba sido una
obra llevada a cabo por la Obra. El haba
recibido el encargo y l deba llevarlo a
cabo.
-No me complace para nada el que
nosotros estemos en medio de este asunto
le repiti el Prelado-. Pero hay que
reconocer que lo que l le dijo es verdad: o
lo lleva a cabo usted, o lo realizar otro. As
que es mejor que sea usted.
Scalfaro le coment la intencin
que tena de formar un grupo de consejeros
que le ayudasen en el diseo terico del
nuevo estado. De momento, antes de entrar
en cuestiones materiales, haba que hacer
un diseo terico de esa sociedad. Y para
eso era muy conveniente escuchar muchas
opiniones y contrastarlas, necesitaba un
grupo de consejeros. El Prelado le aconsej
que no formara el grupo slo con miembros
del Opus Dei, sino que formara un grupo
abierto a otras formas de pensar.
-Involucremos a otros en esta
empresa le dijo el Prelado-. Eso ser
bueno incluso en el caso de que haya que
repartir responsabilidades. Si las cosas
salen mal, no quiero que seamos nosotros
los nicos que llevemos el peso de toda esta
carga sobre nuestros hombros.
-Muy bien.
Scalfaro se puso manos a la obra de
inmediato. Se pas un par de das al
telfono, pero al quinto da ya tena el
Consejo formado. Ocho catedrticos, tres
de ellos miembros del Opus De, dos
religiosos legionarios de Cristo, un jesuita,
un dominico y dos franciscanos. Todos
ellos prestigiosos profesores en distintas
universidades esparcidas por el mundo. Los
dos franciscanos se retiraron del proyecto
un mes despus por indicacin de sus
superiores.
El Consejo Directivo, como se
denomin con el tiempo a ese grupo,
recibi el encargo de Scalfaro de que cada
uno se tomara una semana para poner fin a
los compromisos que cada uno tuviera
adquiridos antes de ser llamados para el
proyecto. Esa semana tambin servira para
reflexionar cada uno por separado acerca de
cmo organizar y crear de la nada una
nacin. Al cabo de una semana se reuniran
y deliberaran entre s. La oficina de
Scalfaro en Los ngeles era a partir de ese
momento el cuartel general alrededor del
cual se iran habilitando nuevas oficinas
conforme el desarrollo del proyecto lo
requiriese. Para el 8 de febrero, dijo
Scalfaro, os quiero a todos instalados en
vuestras residencias de West Palm Beach,
vamos a comenzar a trabajar en serio y a
toda mquina desde el primer da. El seor
Johnston quiere ver el estado estando vivo.
No quiere que sea una realidad veinte aos
despus de su muerte.
U
-
16
l 8 de enero temprano por la
maana, ya tena Scalfaro sobre su
mesa el informe de la ms
prestigiosa firma de abogados de Los
ngeles. Dos elegantes abogadas del
bufete, ya entradas en aos, le explicaban:
-Padre, los detalles los encontrar
en este informe. As como todos los
tratados internacionales acerca del tema
sobre el que nos pidi el trabajo. Las
referencias y fuentes aparecen citadas con
el Sistema Manhein de citacin de textos
legales. El resumen de todo es lo que sigue:
Las aguas internacionales, es decir aquellas
que van ms all de las 200 millas, de
acuerdo a la convencin internacional del
30 de abril de 1982, no son propiedad de
nadie. Lo que hay en las aguas
internacionales no pertenece a nadie. Tengo
entendido, segn me dijo, que la
construccin de esa plataforma artificial
ntegramente la costear el seor Johnston,
por lo menos de momento. No es as?
-S.
-Pues bien, la plataforma ser
propiedad suya o de aqul a quien la done.
Se equipara a un barco en aguas
internacionales. Un barco o un avin
aunque se hallen en aguas internacionales
estn sujetos a la jurisdiccin del pas bajo
cuyo pabelln navegan o vuelan. Ahora
bien, si un barco retira la bandera y
destruye los papeles que acreditan su
pertenencia jurdica a una determinada
nacin, entonces ese barco se convierte en
un barco aptrida. Eso significa que
ninguna nacin amparar sus derechos. Si
esa plataforma es cedida con un acto de
compraventa a sus propios habitantes o a
sus representantes, entonces la plataforma
pasar a ser una propiedad de ellos. Si ellos
no estn erigidos en ningn tipo de figura
legal sometida a algn tipo de jurisdiccin
de alguna nacin, entonces esa plataforma
ser, segn el derecho internacional,
completamente aptrida. Eso tiene la
ventaja de no estar sometido a nadie, pero
la desventaja de no estar amparado por
nadie.
-Este tipo de miniterritorios
soberanos intervino la otra abogada- son
relativamente comunes. Ahora mismo hay
unos 500 en el mundo. La mayor parte no
cuentan ni con un centenar de personas.
Normalmente se crean como ficcin
jurdica para evadir impuestos. Otras veces
se han instalado justo a un par de millas de
los lmites marinos de la territorialidad,
para as poder instalar algn tipo de
empresa o negocio que escape a algn tipo
de legislacin. Otras veces se han creado
como enclaves para la prctica de
experimentos mdicos y biolgicos penados
por algunas legislaciones.
En cualquier caso, el tema de los
Estados Martimos es un asunto muy
debatido entre Estados Unidos y Europa.
Siempre dicen que hay que llegar a algn
tipo de consenso internacional, pero al final
no hacen nada. Hasta ahora no ha habido
acuerdo para poner coto a la creacin de
nuevos estados, porque a la industria
norteamericana no le interesaba. Adems, a
los grandes bancos les interesa crear sus
propios parasos fiscales. De ah que
sigamos con la ley de 1982.
Por otra parte, no han cambiado el
actual status, porque saben que un reparto
de las aguas internacionales significara que
cada pas con costas, por pobre que sea,
tendra derecho a un pedazo de la tarta de
esa inmensa superficie de aguas. Mientras
ese derecho internacional consensuado
sobre el tema llega, las grandes naciones
saben que pueden moverse como Pedro por
su casa en esa inmensa superficie del globo.
El paso de portaviones, de material blico,
de mercancas es completamente libre. Un
reparto de las aguas acabara con el libre
trnsito de las grandes potencias. As que ni
se vislumbra que la situacin cambie.
En cualquier caso, si la situacin
algn da cambiara slo afectara a los
estados que se crearan a partir de la firma
de ese acuerdo internacional, no a los que
ya existieran antes. Ya que los microestados
creados hasta el momento se han fundado
con un escrupuloso respeto a los tratados
que regulan el Derecho Internacional.
E
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17
-Muy bien, me alegro de que no
haya nubarrones jurdicos dijo para acabar
el sacerdote-. Pues nada, les consultar
cualquier otro tipo de duda dijo
levantndose de su asiento, todava le
quedaban cuatro horas de citas aquella
maana.
Dos horas despus, en el despacho
del padre Scalfaro entraban los cinco
expertos en oceanografa geolgica.
-Bueno, y ya han pensado bien las
opciones acerca de dnde colocar la
plataforma? pregunt Scalfaro.
-S, aqu tiene el informe final.
-El seor Johnston dijo mientras lo
lea-, sabe que tiene que construirla en
aguas poco profundas. Pero al mismo
tiempo tengo que hacer que le entre en la
cabeza, que esas aguas no estn por todas
partes sigui leyendo en silencio-. Ya veo
que la profundidad media del Ocano
ndico es de 4210 metros.
-Nos imaginamos que el seor
Johsnton no quiere pagar unos pilares de
cuatro kilmetros cada uno.
-No, no, claro est. Y cerca del
continente europeo no hay nada?
-Que estn libres, no. Hay en el
Mar Noruego una zona de plataforma
continental que se haya en aguas
internacionales. Pero estamos hablando de
una profundidad que va de los 1600 a los
1750 metros.
-Vaya.
-Es una pena tambin que no
podamos construir nada en el Estrecho de
Baas en el Ocano Pacfico. Tiene una
profundidad media ese estrecho de
cincuenta metros.
-Pues s. Qu pena.
-Pero no pasa nada. Hay muchas
posibilidades.
Acto seguido se pusieron a
ponderar las ventajas de cada una de las
zonas orogrficas que ellos sugeran. La
reunin dur una hora y media. Pero al
acabar, el informe final para Johnston ya
estaba listo y slo faltaba darle la redaccin
final.
n ao despus se colocaban los
primeros pilares del nuevo Estado.
El lugar elegido para el
emplazamiento era el mar de Tasmania, en
el Ocano Pacfico, a dos mil millas de la
costa australiana. En aquellas aguas
internacionales, en un mar poco profundo,
se colocaron los formidables pilares sobre
la que se construira la gran plataforma. El
terreno que se colocara sobre la plataforma
se constituira como completamente
independiente y soberano.
La estructura sobre el mar haba
sido erigida a un ritmo inmejorable. Se
trataba de una plataforma como las de las
prospecciones petrolferas, slo que colosal.
Una plataforma de cuatro kilmetros
cuadrados. Se consideraba que ira siendo
ampliada con el tiempo, pero se comenzara
con esa superficie.
190 pilares dignos de los Gigantes
de la mitologa griega sostenan una
superficie edificable de 1128 metros
cuadrados. No toda la superficie de la
plataforma era edificable. Slo se podan
levantar edificios en las partes designadas
para ello, all donde los pilares estaban
pensados para ello. El resto de la superficie
era csped y palmeras. La plataforma
ostentaba en su centro una gran montaa
artificial. La montaa por dentro estaba
pensada como una estructura arquitectnica
habitable. Por fuera la montaa mostraba
verdes laderas y grandes masas rocosas.
Masas rocosas de materiales artificiales y
huecas por dentro. La gran montaa
ocupara una tercera parte de la superficie
de ese nuevo territorio. Una prominencia
orogrfica rodeada de verdes llanuras. La
isla artificial contara con un ro, un
helipuerto, terrenos cultivables, un puerto y
hasta tres playas artificiales, y una central
atmica con dos ncleos que constituiran
el verdadero corazn del nuevo Estado en
construccin. Los dos ncleos de la central
nuclear proporcionaran una abundantsima
U
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18
cantidad de energa, que permitira la
evaporacin de cantidades ingentes de agua
salada para un suministro muy generoso de
agua dulce.
La campaa de propaganda de
Johnston haba surtido su efecto y miles de
familias de todo el mundo imbuidas del
ideal de crear una sociedad religiosa
escribieron solicitando un lugar en aquella
utopa del Pacfico. El Consejo de asesores
de Scalfaro haba creado la Oficina de
Seleccin, la PSB, People Selection
Bureau. Esa oficina se encargaba de
escoger las personas y familias ms
interesantes. Todos deban ir movidos por
el nico deseo de participar en la creacin
de una nueva sociedad enteramente
cristiana. Pero toda aquella familia que
fuera sospechosa del ms leve desequilibrio
psicolgico en alguno de sus miembros,
toda aquella familia que fuera sospechosa
de algn tipo de iluminismo, o de extraas
ideas polticas, quedaba automticamente
excluida de las listas.
Como es lgico una campaa como
la que se hizo para buscar familias que
poblaran el nuevo proyecto era como la
miel que atraa a un tropel de visionarios,
iluminados y chiflados. Todos estos
quedaban filtrados en los distintos niveles
de seleccin, porque, adems, haba un
campo de alojamiento transitorio en Utah,
donde, adems de trabajar, convivan todos
durante un ao entero antes de dirigirse a lo
que sera su definitivo asentamiento.
Durante esos meses previos convivan bajo
la atenta mirada de los supervisores y
psiclogos camuflados entre los habitantes
del campo. El PSB quera gente idealista,
romntica, soadora, pero no alucinados, ni
sujetos problemticos. Queremos gente en
gracia de Dios pero con los pies en el suelo,
repeta el director general de la Oficina de
Seleccin, un hombre muy religioso
perteneciente a Comunin y Liberacin.
Como era de esperar, muchos no
obtuvieron jams el permiso de residencia
en la nueva utopa y se quedaron durante
aos trabajando (como mano de obra
barata) en el campo de alojamiento
transitorio, que se gestionaba como una
empresa dedicada a productos de limpieza,
una divisin de otra empresa de Johnston.
Porque si el Director General de la Oficina
de Seleccin tena su lema, tambin lo tena
el Director de la Oficina Contable: el que
no trabaja que no coma. Este lema lo
llevaba a rajatabla, pues quera que el
proyecto entero se pudiera autofinanciar en
el menor nmero de aos posible, una vez
que se terminara la construccin de las
plataformas.
El Consejo Directivo dej para el
final la resolucin definitiva del modelo
terico que regira el funcionamiento
constitucional del nuevo Estado. Ese asunto
era el que ms problemas poda plantear
para el futuro y por lo tanto no convena
precipitarse sino irlo madurando a lo largo
de toda la puesta a punto del proyecto. Lo
primero de todo, era pensar cual sera la
fuente de ingresos econmicos para la
nueva nacin. Johnston no sera eterno, y
aunque lo fuera, aquel pas deba ser
autnomo. Ni el Consejo Directivo, ni
Johnston, deseaban crear una especie de
feudo personal.
En seguida hubo una cierta
unanimidad sobre hacia donde encauzar las
actividades econmicas de las familias que
se iban a trasladar. La nueva nacin
comenzara como una empresa de mil
trabajadores dedicada a la artesana de
material artstico religioso. La idea era que
esa empresa fuera creciendo en volumen de
facturacin, lo cual generara demanda de
puestos de trabajo. La compaa se
emprendera centrada en pintura religiosa,
escultura y orfebrera. Poco a poco ira
diversificando sus mbitos de trabajo. Al
principio, la empresa y el Estado formaran
una cierta unidad, sino de derecho al menos
de hecho. Pero con el tiempo la poblacin
ira abriendo nuevos campos econmicos
ajenos totalmente al control y proteccin
del Estado.
Mientras llegaba el momento de
poder inaugurar la nacin, las solicitudes de
incorporacin se iban estudiando y
aceptando, incorporndolas tambin como
-
19
mano de obra para su construccin. De los
cinco mil obreros que construan la
plataforma, ochocientos seran futuros
habitantes de la nacin. En los siguientes
meses, nuevos contingentes de futuros
habitantes fueron engrosando el nmero de
obreros. Los pilares se erguan orgullosos
en medio del mar. Gruesos e imponentes,
algunos de ellos contaban con un dimetro
de cien metros. Algunos de esos pilares ya
estaban comenzando a ser unidos con los
contiguos, coronados por formidables
estructuras metlicas. Estructuras sobre las
que se erguan un sinfn de gras. Sobre el
color grisceo de las vigas metlicas,
sobrevolaban grandes y pequeos
dirigibles. Aquellas esferas de helio
suspendidas en el aire sostenan elementos,
e iban y venan con materiales. Cada esfera-
dirigible que se mova por el aire, adems
de los grandes nmeros que la
identificaban, estaba pintada con las usuales
rayas amarillas y negras de los vehculos
terrestres. A nivel del mar, grandes barcos-
plataforma servan de centro de operaciones
para la construccin. Unos ochenta barcos
de distinto tonelaje rodeaban la estructura
metlica que mes tras mes creca, se
elevaba e iba tomando forma.
Johnston hizo un par de viajes
relmpago en los meses siguientes. Con dos
das de antelacin avisaba de que iba a ir a
ver como marchaban las cosas. Tomaba
asiento en su imponente helicptero a
reaccin y se presentaba all vestido de
cualquier manera, con un refresco de cola
en la mano, y un sombrero de paja sobre la
cabeza. Daba unos cuantos golpes al suelo
con su pie derecho, como para comprobar
su solidez, quiz como una necesidad
psicolgica de demostrarse a s mismo que
su sueo se iba materializando. Y tras eso,
manifestaba su deseo de pasar revista a
todas las instalaciones. Pasaba revista
durante menos de una hora, despus se
cansaba, tomaba un almuerzo ligero con
todos, y se marchaba.
Un ao y medio despus, la isla iba
siendo ya una realidad y no un proyecto. Ya
tena nombre: Nueva Brunswick. se era el
nombre de la nueva nacin del Pacfico, de
la nueva cristiandad del hemisferio sur.
El estado tendra que haberse
llamado Neodn, que era el nombre que les
gustaba a todos. Proceda de la unin de
neo + Edn. Pero descubrieron que exista
una empresa que tena el mismo nombre. El
resto de nombres como Edenia y similares
tambin estaban cogidos. El millonario se
enfad y dijo que si no se llamaba Nueva
Brunswick, se llamara Nueva Brunswick.
Qu razones pulularon por su mente para
mantener tal decisin con una invencible
tozudez, es algo desconocido. Alguna razn
sentimental ligada a su infancia, motiv que
l quisiera honrar a la ciudad del mismo
nombre que radica en Nueva Jersey. As
que despus de intentar cambiar su idea
durante un modo razonable, sus
colaboradores tuvieron que dejar este tema
por imposible. Para distinguirla de la ciudad
de Estados Unidos, el nombre oficial sera
Nueva Brunswick de los Mares del Sur. El
nombre le pareca muy potico a Johnston.
Nueva Brunswick de momento
segua presentando todo su permetro
rodeado de gras, barcos y dirigibles. La
isla segua mostrando un aspecto de
gigantesca plataforma petrolfera, pero ya
haban comenzado a cubrir 3/5 partes de su
superficie con tierra. En el centro de esa
isla, la cima de la montaa artificial ya
estaba comenzando a ser cubierta de tierra,
y eso le confera al conjunto, por primera
vez, un aspecto ms natural. En un mes, la
montaa entera recorrida por senderos
estara cubierta de fino csped y rboles.
Aun antes de que se acabara la isla, ya se
hallaran medio millar de personas
trabajando en la recin estrenada firma de
artesana de arte sacro.
Las cifras iniciales de poblacin se
haban disparado. Slo trabajando en la
construccin haba ya cinco mil futuros
habitantes. Aquel ao el millonario
Johsnton tuvo que desembolsar 250.000
millones de dlares adicionales para crear
un pequeo centro agrcola que abasteciera
de alimentos a la nueva comunidad. El
-
20
Estado ofrecera puestos agrcolas a todos
aquellos para los que de momento no
hubiera otro puesto de trabajo. As que de
pronto, gracias a la nueva inyeccin de
dinero, la nacin era autosuficiente en
produccin de alimentos.
La idea, le haba explicado Scalfaro
a Johnston, es que a un habitante de esta
nacin, en un futuro lejano, si no tiene
trabajo, porque hay desempleo, no le
podemos dejar en la miseria. As que si le
hemos de ayudar econmicamente, mejor
que trabaje en algo, no que est ocioso. De
ah la importancia de una gran extensin de
terreno dedicada a la produccin agrcola.
Si tenemos esa posibilidad, los
desempleados podrn trabajar como
agricultores. Si hay ms desempleo,
trabajarn ms con sus manos, de un modo
ms tradicional. Si hay pocos
desempleados, usarn ms las mquinas.
Para los terrenos de produccin agrcola,
podemos usar el espacio de la estructura
bajo la superficie, iluminada con luz
artificial. La superficie ser como una isla
tropical, como un gran parque. Y el nivel
inferior puede estar cultivado. Johnston
pag sin rechistar.
l padre Scalfaro estaba reunido con
uno de los equipos que haba
constituido para la creacin de
Nueva Brunswick. Yale, Oxford, Berkeley,
Cambridge y Harvard estaban
representados en los cinco catedrticos que
ocupaban los sillones y sofs de cuero de
aquel saln de grandes alfombras de una
casa privada a las afueras de Nueva York.
Scalfaro, como siempre, con su clriman
negro impecable. El resto vestan desde
pantalones de pana, hasta elegantes trajes
de sastre.
En el centro una gran mesita baja
con t y pastas. Alrededor de ella, un
profesor con chaleco a cuadros fumaba en
pipa, otro limpiaba cuidadosamente con una
gamuza sus gafas finas y redondas, otro se
tumbaba ms en su mullida parte del sof.
Pero todos estaban concentrados,
embebidos, en el tema que estaban tratando.
Y eso que no haba ni un solo papel sobre la
mesita central. Los papeles, plumas y
bolgrafos se haban quedado en otro saln
contiguo, donde haban trabajado toda la
maana. Estaran reunidos, en total, dos
das. Eran catedrticos de Derecho
Constitucional. Magnficos y prestigiosos
profesores en sus universidades, reunidos
con una tarea: dotar a Nueva Brunswick de
un texto constitucional.
Construir un paraso ednico en el
siglo XXII o en cualquier siglo plantea
problemas. Problemas logsticos,
econmicos, de servicios, de Derecho
Poltico. Quiz los problemas teolgicos
eran los menores. Lo ms complicado era
cmo organizar polticamente aquella
sociedad. Haba que organizar un mundo
regido por premisas religiosas, pero haba
que colocar el poder fuera de las manos de
aquellas personas encargadas de discernir
esas mismas premisas: el clero.
Es decir, haba que crear una
sociedad al servicio de una Verdad
Absoluta, pero haba que crearla de manera
que esa sociedad quedara fuera del alcance
de aquellas mismas personas que iban a ser
los jueces nicos del contenido e
interpretacin de esa Verdad. El clero jams
deba ir ms all de los lmites que la Carta
Magna les fijase de forma frrea. Saban
que eso no resultara fcil, pues siempre iba
a existir una constante tentacin
clerocrtica. Los distintos elementos de la
sociedad deban tener sus campos
perfectamente delimitados, aun sabiendo
que la vida est llena de intersecciones.
La nacin que se iba a crear, poda
durar siglos. Ese texto constitucional deba
ser un muro invisible pero frreo frente a
las ambiciones, frente a las pasiones, las
conjuras y las conspiraciones no de la gente
sencilla, sino del poder. No es tan sencillo
crear un yugo invisible al que uncir los
grandes poderes de una nacin. El poder
puede cabecear con una tremenda fuerza. El
E
-
21
texto poda ser preciso en sus prohibiciones,
pero el conspirador buscara todos los
entresijos. Afortunadamente, los que
estaban debatiendo en ese saln eran
grandes especialistas. Y eran conscientes de
que deban hacer bien su trabajo, para que
fuera cual fuera el futuro de Nueva
Brunswick, los ciudadanos venideros
sintiesen admiracin por los redactores del
texto constitucional. Se tratara de un texto
de pocas pginas. Pero si estaba bien
erigido el sistema constitucional, se podran
evitar tantos problemas en siglos futuros.
Quin sabe cuntos gravsimos problemas
se podran evitar.
A esas horas de la tarde, todava no
haban llenado con sus notas pginas y
pginas de papel. Haban consumido
bastantes tazas de caf, pero todava
seguan inmersos en una interminable lluvia
de ideas acerca de los fundamentos
esenciales de la futura constitucin. La
fundacin creadora de Nueva Brunswick
les pagaba bien su trabajo, pero ellos
trabajan suficientemente incentivados por el
entusiasmo ante la operacin de ingeniera
gentica que estaban realizando. Los genes
que contenan el desarrollo constitucional
de las futuras generaciones de Nueva
Brunswick, se discutan all con la seriedad
de los que saban que una decisin tomada
en ese saln tendra indudables
consecuencias en la futura historia de ese
estado aun inexistente. Todo estara
contenido en aquel texto que ellos
produciran, miles de hombres tendran que
moverse por aquellos senderos que ellos les
delimitaran.
La verdad es que actuaban
concienzudamente. Las brillantes mentes
all reunidas y dedicadas a la docencia del
Derecho Constitucional, saban que un
asunto tan delicado no podan dejarlo en
manos del Pueblo. Al Pueblo le dejaban la
libertad, pero los caminos para defender esa
libertad no los abandonaban a su suerte. El
trazado de los caminos para defender la
libertad siempre han sido delegados a una
minora, a una lite que escribe con
matices. Las masas escriben con el corazn.
Las masas son buenas para lanzarse en
masa hacia una trinchera, o para tomar el
Palacio de Invierno de San Petesburgo, o la
Bastilla. Pero una masa incontrolada,
abandonada a sus propios impulsos, nunca
te levanta un palacete renacentista o te
compone una partitura de Vivaldi. Las
masas no escriben textos donde se
salvaguarden los derechos y se delineen los
campos de los poderes del estado.
Vidas futuras se confiaban a los
bien delimitados caminos de ese texto.
Estaba claro que no se poda dejar el futuro
lejano de Nueva Brunswick en manos de
unos miles de recin llegados. Organizar el
paraso es una tarea ms propia de ngeles.
Adems, los parasos son muy distintos
segn cada cual. El paraso de unos es el
infierno de otros. En ese saln estaban para
organizar un paraso para todos.
Materializar el paraso levantando pilares
de acero haba sido ms fcil, que
materializarlo en un texto de Derecho.
Los profesores intervenan de un
modo relajado, entre sonrisas, interviniendo
cada uno en el momento en que se crea que
algo mereca bien una puntualizacin, bien
la expresin de una opinin completamente
divergente. Scalfaro no tuvo que poner
orden ni una sola vez, todo flua como una
charla entre amigos que hablan de pesca.
-Debemos inculcar una poltica de
la diferencia, de la heterogeneidad, el gusto
por la diversidad. Todo deba estar
permitido mientras no contraviniera
expresamente la Ley Natural. Pero es
seguro que pronto la sociedad se ir
polarizando en grupos.
-S, estoy de acuerdo. Los
Ritualistas y los Libres, por ejemplo. Sin
duda sern grupos as. Unos ms flexibles y
otros ms estrictos. No hace falta ser un
profeta para entrever que en un grupo como
se, se dar una lucha por la ms rigurosa
ortodoxia. Y seguro que en medio de ese
afn por la ortodoxia, aparecer otro grupo
ms proclive al ecumenismo, o a la
amplitud de costumbres.
-Sin duda, sin duda. En los Libres,
llammoslos as, radicar la semilla de la
-
22
secularizacin de ese mundo, de la
progresiva prdida de la identidad de esa
sociedad. En la derecha ortodoxa estarn
guardados los fantasmas del fanatismo ms
opresivo, el cese abrupto de todo el
complejo sistema de libertades y derechos
del que ahora les queremos dotar.
-Yo tengo una moderada confianza
de que la moderacin de las masas sea la
que contenga las opciones ms extremas.
No?
-Evidentemente. Ellas, las masas
populares, son las nicas que pueden
imprimir a todo el devenir de esa pequea y
singular democracia el encanto y agradable
toque del trmino medio.
-Bien, creo que estamos de acuerdo
entonces en que lo mejor es que el sistema
poltico sea el de la pentarqua.
-S.
-Ciertamente.
Todos estuvieron de acuerdo, as
que se pusieron a discutir los detalles. El
esquema del poder en la isla sera el
siguiente:
Poder Ejecutivo: Es elegido por el
Congreso.
Congreso: Sus cien escaos son elegidos
por sufragio universal. Representa la
voluntad popular.
Senado: Los cincuenta miembros del poder
legislativo son vitalicios. Cuando se
produce una vacante, el Congreso nombra
un senador cuando se pone de acuerdo en
un nombre con 2/3 de los votos.
Tribunal Supremo: Sus diez miembros
son vitalicios. Cuando se produce una
vacante, el Senado nombra un juez cuando
se pone de acuerdo en un nombre con 2/3
de los votos.
Cada poder del estado, como se ve,
sera completamente independiente. La
nica cmara que sera elegida por votacin
popular sera la del Congreso. Pero ellos no
podran votar ninguna ley. Era el Senado el
que poda recibir o redactar propuestas de
leyes, y aprobarlas. Lo mismo el Tribunal
Supremo, sus miembros eran inamovibles
por cualquier otro poder del estado. Slo el
mismo alto tribunal tendra capacidad para
cesar a uno de sus miembros.
A estos cuatro poderes, aadieron
una institucin ms: la Censora. Sus ocho
censores no tenan ningn poder, se les
consideraba la voz de la autoridad moral.
Podan emitir informes sobre cualquier
persona, cmara, ley o resolucin de
cualquier poder del estado, as como de
cualquier ciudadano o grupo. Hubo una
larga discusin entre el grupo reunido con
Scalfaro acerca de si este grupo deba tener
algn poder de veto o si todo se deba
limitar a su autoridad. Finalmente, se opt
por otorgarles slo autoridad. Pero su labor
sera importante, porque si exista, por
ejemplo, un debate acerca de si un poltico
haba hecho bien o no algo, ellos podan
investigar de forma completamente
independiente, y determinar si su actuacin
haba sido justa o, por el contrario,
censurarle.
Ellos podan, incluso, advertir a la
opinin pblica de que un determinado
programa poltico, o incluso un candidato,
no eran adecuados a los fines fundacionales
de esa nacin. Si la Censora se ganaba el
prestigio durante generaciones, su voz
gozara de un gran peso. Deba intervenir
poco y de un modo completamente no
partidista.
De todas maneras, aunque no
tuviera poder, s que su labor era importante
en determinados supuestos constitucionales.
Ya que su aprobacin era necesaria, en el
improbable caso de que alguna vez en la
Historia hubiera que disolver una cmara
por causas de fuerza mayor. En el complejo
engranaje de mecanismos para los casos
extremos de crisis constitucional, la
aprobacin de la Censora era
imprescindible.
El modo en el que se escoga a los
ocho censores era por un sistema de turnos.
Sus funciones eran vitalicias, cuando se
produca una vacante sta era cubierta una
-
23
vez por un grupo, la siguiente por otro
grupo, por turno. El sistema evitaba
cualquier tipo de maquinacin poltica. Los
turnos eran los siguientes:
Cinco turnos consecutivos los
elegira el clero de la isla. Tres turnos los
elegira una cmara consecutivamente (una
vez el Congreso, otra el Senado, otra el
Tribunal Supremo). Dos turnos por
cooptacin del mismo consejo de censores.
Cuatro turnos seran elegidos
consecutivamente por la Academia de
Ciencias, formada por los ms prestigiosos
intelectuales de la nueva nacin.
El sistema de turnos ex profeso
haba sido pensado para alejar
maquinaciones partidistas. De forma que
los censores siempre fueran independientes,
no dependieran de los votos, y se tratara de
personas prestigiosas que pusieran muy alto
el nombre del Consejo del que formaban
parte.
-Padre Scalfaro.
-S?
-Se me ha ocurrido una idea
original.
Todos le miraron con curiosidad.
-Ver, y si incluimos una
disposicin en el texto? La disposicin de la
inmutabilidad?
-Cmo?
-La Carta Magna podra permitir
que se cambien las personas y las leyes,
pero no los artculos integrantes de la
misma Carta.
-Interesante.
-S, no se me haba ocurrido.
-Hay algn precedente?
-No, no lo hay.
-Considero que sera lo ms
adecuado dejar fuera de las veleidades
populares, las normas que constituyen la
columna vertebral de la separacin de
poderes.
-Al fin y al cabo, ser una
constitucin de no ms all de siete u ocho
pginas.
-Pero y las situaciones
impresivibles?
-Vamos, Alfred, no me vengas con
lo de las situaciones imprevisibles.
-Precisamente si se dan situaciones
extremas, razn de ms para no cambiar
nada en medio de una situacin de presin.
-Nunca en la futura historia de
Nueva Brunswick, volvern a tener un
entorno tan calmado, tan favorable para
tomar decisiones objetivas, como el que
tenemos ahora.
-S, como has dicho: que cambien
personas y leyes. Pero la divisin de
poderes, el mecanismo esencial que
salvaguarda sus libertades, que se no se
pueda cambiar.
-Debemos proteger la libertad
contra el mismo Pueblo. El Pueblo es
manejable. Las grandes columnas que
sustentan la libertad deben quedar fuera de
las manos de la misma voluntad popular.
-Perfectamente de acuerdo. La
Libertad debe quedar amparada frente a la
dictadura de los votos. A veces, la Libertad
debe estar salvaguardada del Pueblo. Es una
mera cuestin de tiempo que surja alguien
que vea el mecanismo que hemos creado,
como un obstculo, como una limitacin, a
su capacidad de gobernar. La eterna
tentacin de saltarse las vallas.
-Estis todos de acuerdo en blindar
el mecanismo constitucional?
Todos asintieron.
-Pasemos a otro punto. Cmo
elegir el Congreso al Poder Ejecutivo? Yo
propongo que la votacin sea secreta y que
el mandato sea indefinido. Es decir,
mientras mantenga el apoyo del Congreso,
que representa la voluntad popular, que
contine en el puesto.
Scalfaro sala del despacho de
Johnston. En su mano una carpeta de cuero
negro con una copia notarial de cuatro de
las clausulas del testamento del magnate.
Las clausulas referentes al fondo de
inversiones que dejaba asignado a Nueva
-
24
Brunswick cuando muriera. La fundacin
creada para la ereccin del estado seguira
viva durante veinte aos despus de su
muerte. Gestionando un capital destinado a
generar una cantidad anual de apoyo al
nuevo estado. Durante varios aos, la
nacin neonata tendra que ser apoyada. Sin
recursos, cualquier emergencia podra
desestabilizarla. Se necesitaba una especie
de colchn.
La nacin deba vivir de la gran
empresa de arte religioso y arte en general
que ya llevaba funcionando y creciendo
desde la creacin del campo provisional de
Utah. Tambin habra un consorcio
agrcola, de tamao mediano. Y cinco
compaas ms de pequeas dimensiones
financieras. El futuro hara que otras
empresas surgieran all y florecieran.
En la carpeta, el sacerdote llevaba
el diseo del escudo de Nueva Brunswick.
Propiamente hablando, la isla no tendra
bandera. La bandera consistira en el mismo
escudo sobre fondo azul. Un fondo azul
compuesto por ondas en dos distintas
tonalidades azuladas. Junto al diseo del
escudo de armas, estaban tambin los
planos de cmo deba organizarse la
ampliacin fsica del pas en los aos
futuros. La isla inicial se convertira en un
punto central rodeado de otras islas, unidas
unas a otros por puentes. Bajo la
constelacin de islas, habra un bosque de
pilares de distintos tamaos, un bosque
sombro. Pues las islas deban estar
elevadas entre nueve y trece metros de
altura sobre el nivel de las aguas. Era
necesario por una cuestin de seguridad
frente a los tsunamis, frente a los buzos que
si no se introduciran en la nacin
amparados por la oscuridad de la noche.
Por estas y otras razones, el terreno deba
estar elevado sobre el mar.
Toda la isla sera peatonal, as
como sus ampliaciones. El transporte se
organizara bajo la superficie de la
plataforma. Los planos de cmo organizar
el futuro desarrollo del territorio eran
preciosos: bosques, ncleos urbanos,
playas, una universidad. Cunto de todo
esto se llegara a realizar?
La nacin comenzara con una isla
con una especie de pequea poblacin.
Pequeo el poblado de casas, pues la mayor
parte de las personas viviran en las
estructuras internas de la montaa y de la
parte inferior de la plataforma. En
superficie slo habra, de momento, un
centenar de idlicas casitas familiares. Un
precioso poblado de viviendas blancas de
madera como las de Nueva Inglaterra.
Alrededor de esta isla central, se
construiran cuatro islas pequeas. Cada
una con unos cuatro mil metros cuadrados
de superficie. Si no haba contratiempos
financieros, el capital de la fundacin
levantara una isla ms cada tres aos. La
cuarta isla, algo ms extensa, sera la de los
edificios institucionales, una pequea
Acrpolis: un monte verde con cipreses,
donde se levantaran cinco templetes
griegos. Construcciones de mrmol blanco
y techo de teja roja, con sus frisos y sus
columnatas. Slo cinco edificios en la isla:
el Congreso, el Senado, el Tribunal
Supremo, la Censora y la residencia y
lugar de trabajo del gobernador de la isla.
El estado era tan pequeo que todos
los consultados haban preferido que el
ttulo que ostentase fuese el de gobernador,
y no el de presidente o primer ministro.
Gobernador no de un monarca, sino del
Pueblo Soberano.
La isla de los cinco edificios de las
instituciones sera pequea, pero estara
dotada de una pura e irresistible belleza
griega. Cada ao, en esa isla, se alzara una
columna con la estatua de un ciudadano, o
algn tipo de monumento similar. Aunque
para esto todava quedaba mucho tiempo.
De momento, todas las instituciones
pblicas deban compartir y usar por turnos
las salas del Edificio de la Gobernacin.
Con el pasar de los aos y sin prisas, las
cinco construcciones institucionales se
erigiran en la pequea acrpolis. Cada
templete deba tener unos doce metros de
altura, pues deba incluir no slo la cmara
de sesiones, sino tambin oficinas, salas de
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25
reuniones y archivos. Pero para todo este
proyecto no haba calendario. Se construira
en la medida del presupuesto del que se
dispusiese.
Una razn poderosa para hacer tan
hermosa la pequea acrpolis era que la isla
con el tiempo, sin duda, se convertira en un
destino turstico. Por eso sta ltima cuarta
isla alrededor de la isla central, se levantara
la ltima. Se consideraba que cuanto ms se
consolidase el pas, ms voluminoso sera
su presupuesto anual. As que esa parte
sera dejada para el final. Cada uno de los
cinco templetes deba ser realmente
hermoso. Segn el dinero que entrara en el
estado, las fases se acortaran en el tiempo o
se alargaran.
Johnston estaba encantado. Se
senta orgulloso de Scalfaro.
-Cuando yo elijo a alguien le
coment-, s muy bien por qu lo elijo.
Lo nico que el anciano le peda, le
suplicaba, e incluso se lo dijo cogindole de
la manga del brazo, era que l pudiera ver
todo eso, la primera fase de todo lo que
apareca en los proyectos.
-No quiero que sea una realidad
veinte aos despus de mi muerte. Quiero
verlo con mis propios ojos!
La primera noche que Scalfaro
habl con Johnston, la noche en que le hizo
venir a toda velocidad desde Argentina,
pens que un anciano siempre ve las cosas
peor de lo que estn. Se mira al mundo con
la falta de optimismo que tienen los ojos del
que ya se va despidiendo de la vida. Pero
los aos siguientes le demostraron que crear
esa burbuja poda ser mucho ms razonable
de lo que pensaba. Qu sucedera si haba
una guerra atmica y la mayora de la gente
desaparecera? Tal vez esa burbuja estaba
llamada a repoblar la tierra. Repoblar la
tierra entera Puede que lo que, en
principio, le pareca un proyecto pequeo,
supusiera un cambio radical de la historia
de la humanidad.
-
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calfaro todava tuvo que regresar a
Seatle muchas veces ms. Hubo que
decidir a quin entregaban la defensa
de la isla. La nacin contara con fuerzas
policiales mnimas. Pero por grandes que
fueran estas fuerzas de seguridad,
necesitaban de fuerzas militares que
pudieran protegerles en caso de un ataque
armado de proporciones mayores. Desde
que haban aparecido un buen nmero de
microestados, haba florecido la piratera en
las aguas internacionales. Piratera
organizada que poda atacar uno de esos
pequeos pases marinos, cortar todas sus
comunicaciones, y desvalijarlo durante un
par de das, con toda tranquilidad. Se
trataba de pequeos ejrcitos de doscientas
o trescientas personas. Ex mercenarios con
material pesado. Los grandes pases
terrestres continentales no queran saber
nada de esos microestados creados para
evadir impuestos. As que haba que
contratar la defensa a alguna compaa.
Existan compaas que se
encargaban de proteger a varios
microestados, empresas y mercantes. No
cobraban poco. Pero si un estado mandaba
una seal de alarma, sus fuerzas se dirigan
a toda velocidad a neutralizar al atacante.
Se opt por una empresa australiana. En
caso de necesidad, sus cazas llegaran en
veinte minutos a Nueva Brunswick. Las
fuerzas aerotransportadas tardaran algo
ms de media hora. Pero se poda tener la
seguridad de que cualquier atacante sera
neutralizado en un plazo razonable.
Adems, las fuerzas policiales con
ametralladoras, granadas y pequeos
misiles, podan resistir por sus propios
medios durante el tiempo necesario para
que llegasen los autnticos profesionales.
En la primera fase, siempre se haba
pensado que Nueva Brunswick comenzara
con mil habitantes. Pero ya se haba
decidido que se comenzara con siete mil.
Se estimaba que, en los aos siguientes, el
pas alcanzara los veinte mil habitantes. Y
que durante los cuarenta aos posteriores se
producira un lento crecimiento
demogrfico hasta llegar a una cifra de unos
sesenta mil ciudadanos.
l 13 de agosto de 2130, festividad
de los santos Ponciano e Hiplito,
se consider oficialmente como
primer da del nuevo estado. El sexagenario
Johnston de salud cada vez ms precaria, se
encontraba presente en la ceremonia
fundacional de Nueva Brunswick. Los
7.000 habitantes congregados en la
explanada habilitada al efecto en un
extremo del centro urbano. En el gran
estrado de mrmol construido, y que
quedara despus como memorial, estaban
los primeros cincuenta representantes del
pueblo, elegidos democrticamente.
La escena que presentaban los
congregados sobre el estrado pareca propia
de una pera. Se trataba de una
escenografa sobria, pero triunfal,
evidentemente. Las elegantes sillas haban
sido dispuestas formando tres grupos. En el
centro, el magnate fundador rodeado del
Consejo Directivo. A la derecha, el
Congreso que iba a recibir el poder, cien
personas en total. A la izquierda, y como
testigos del acto de transferencia del poder,
los ocho sacerdotes que conformaban el
clero de la pequea nacin. En medio del
grupo eclesisticos, se hallaba el arzobispo
primado de Australia sentado en el centro,
magnfico con su capa pluvial y su
esplndida mitra, con dos diconos con
dalmticas flanquendole. En
A las doce del medioda, con
puntualidad exquisita, los tres jueces con
los que contaba la nacin, dieron comienzo
a la ceremonia de transmisin de poderes.
Los tres togados tomaron juramentos, y
llevaron de un lado a otro la Carta Magna
para que la firmaran los que, hasta
entonces, haban ostentado el ejercicio de la
autoridad en esa isla. En medio de aquella
ceremonia llena de pompa, el magnate
firm el documento por el que entregaba la
S
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posesin de la isla a esa colectividad de
siete mil personas. Otro documento, una
semana antes, haba sido firmado ante sus
abogados en un despacho de notarios de
Los ngeles. No deba caber ninguna duda
acerca de la posesin legal de ese enclave.
Si bien, el documento de Los ngeles
especificaba que hasta ese da no se hara
efectiva la transmisin de los derechos de
propiedad. Legalmente, hasta ese momento,
la isla era propiedad de Johnston. El
documento que ahora firmaba en la isla era
simblico. El documento de validez legal
era el de la firma de notarios californianos.
Los jueces de Nueva Brunswick se
movan solemnes, con sus togas negras, con
sus pelucas blancas. Johnston haba
insistido en lo de las pelucas blancas, le
haca ilusin. Se le advirti acerca del
hecho de que estaban en una latitud
tropical. l grit: pagar el aire
acondicionado, pero los quiero con peluca!
No volvieron a llevar la peluca nunca ms.
Pero la ceremonia de transmisin de poder
se hizo a su gusto. Los tres eran jueces
retirados, cada uno de un pas. Se les pidi
que ayudaran dos o tres aos a organizar el
sistema judicial de Nueva Brunswick.
Hicieron un magnfico trabajo en los aos
siguientes.
Slo haba habido tres discursos: el
de Johnston, el del primer Presidente del
Congreso, y el del arzobispo, por ese
orden. A cada discurso se le concedi de
antemano una duracin de ocho minutos.
Johnston habl con una admirable cordura.
Dijo que l nunca haba sido un soador
luntico, y que su nica pretensin con
aquello haba sido no reformar una
sociedad, sino crearla desde sus cimientos.
Mientras Johnston hablaba en su
estrado, el padre Scalfaro sonrea. Al
principio, el millonario apenas si se haba
inmiscuido en los aspectos concretos del
proyecto. Pero en los meses finales, cada
vez intervena ms y ms. Y cada vez lo
haca en cuestiones ms triviales. Jugaba a
disear parques y plazas sobre la mesa de
su despacho de Seatle. Un buen da, en una
reunin, se empe en que la urbanizacin
inicial tuviera aspecto de un poblado de
puritanos de New Hampshire en el XVIII.
As que la esttica de las casas tuvo que ser
sa, justamente sa y no otra. Otro da se
empeaba en poner una estatua en honor a
tal o cual persona en este u otro sitio. Era
lgico, aquel era su sueo. Su sueo y no el
de otros. Menos mal que el da oficial de la
fundacin del Estado haba llegado para
alivio de todos. El Congreso de Nueva
Brunswick tena los plenos poderes que le
conceda la Constitucin. En las semanas
siguientes se procedera a elegir los
miembros de las otras dos cmaras. El
pueblo de Nueva Brunswick era
plenamente soberano. Aunque el Consejo
Directivo continuara constituido un par de
aos ms ejerciendo labores consultivas.
Los nueve miembros del Consejo Directivo
se reuniran una vez al mes en la oficina de
Los ngeles, para resolver las cuestiones
generales o prcticas que le plantearan los
ministros del Ejecutivo de la isla. El
Consejo Directivo contaba con varios
equipos de expertos distribuidos entre West
Palm Beach y Seatle.
Scalfaro, durante la ceremonia,
pensaba que la isla ya nunca volvera a
contar con un grupo de tanto peso
acadmico e intelectual como el que haba
tenido durante la fundacin. En aquel
consejo fundador haba afamados
catedrticos de universidad, prestigiosos
escritores, conocidos pensadores. Vuestra
Era de Pericles est a punto de concluir,
pens el padre Scalfaro en aquellos
momentos, aunque nunca lo dijo a nadie.
Despus, la banda de msica
comenz a tocar. Johnston y todas las
autoridades disfrutaron de un almuerzo
oficial.
l da siguiente, Johnston paseaba
por las calles de la nueva ciudad.
No pretenda ir de incgnito, pero
con sus gafas negras y sombrero blanco,
acompaado tan solo de Scalfaro y dos
A
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catedrticos ms, intentaba dar un paseo
como un ciudadano ms. Era un ciudadano
ms. Eso deca su pasaporte, el nuevo
pasaporte del nuevo pas. Cuando se lo
presentaron en el centro de un gran estuche
de cuero, no se sorprendi que tuviera la
numeracin 000001.
Ahora slo quera pasear. Disfrutar
del pequeo parque que tantas veces haba
supervisado en los planos.
-Amigos coment el millonario
atusndose el pauelo blanco del bolsillo de
su camisa-, no saben, no pueden imaginar,
ni de lejos, lo que siento. Lo que siento
ahora mismo el millonario sonrea
mostrando todos sus dientes perfectos y
artificiales-. sta era mi ilusin.
Los dos catedrticos sonrean de
satisfaccin. Era comprensible el orgullo
del anciano.
-Ejem carraspe uno de los
catedrticos-, no una nacin, sino que, en
cierto modo, yo dira que hemos recreado
una nueva cristiandad.
Todos rieron satisfechos. Todos se
sentan felices con la idea de haber dado
comienzo a algo importante. La vista ante
ellos era una delicia. Toda construccin
estaba nueva, recin pintado. El csped
perfecto. El parque un poco ms all
pareca un ensueo tropical. La avenida de
palmeras con pequeos establecimientos
comerciales a ambos lados se abra ante
ellos. El futuro se abra ante aquel pas. El
optimismo reinaba. No empieza todos los
das la historia de una nacin.
-Lamento que no vivir muchos
decenios ms para contemplar el desarrollo
de mi obra coment Johnston.
Todos protestaron ante estas
palabras, como se suele hacer en estos
casos. Aunque a todos la palabra decenios
les pareci, efectivamente, inasequible.
Pero cuando un anciano dice que ya no
vivir muchos aos para ver algo, los
presentes siempre rechazan estas palabras
como si se hubiera dicho algo sin ton ni
son. Aunque pocas veces suele haber un
pensamiento tan sensato como se. Aun as,
el anciano continu:
-Pero si viviera os aseguro que si se
prolongase mucho mi vida, no interferira
en la evolucin de este nuevo Estado.
Aunque eso s, pasara largas temporadas
aqu. S, ciertamente, en una casita soleada
con una buena vista.
-No creo que fuera difcil
convencer al Congreso de que le concediera
la casa con la mejor vista de la isla brome
Scalfaro.
-Una casita soleada, cuidando de
mis pjaros... y de mis hortensias suspir
como si ya entreviera su fin cercano-. En
fin...
Uno de los acompaantes pens en
hacer un comentario alentador acerca de la
salud de aquel hombre de negocios. Pero el
hombre de negocios no le dio tiempo pues
continu hablando, pero lo hizo en un tono
mucho ms serio:
-Confo en que se me d cristiana
sepultura en el centro de la iglesia de los
Santos ngeles.
Es propio de algunos ancianos
recordar a sus colaboradores los detalles de
su testamento. ltimamente, el magnate
estaba haciendo de esto una de sus
actividades preferidas. Despus que le
ofrecieron todo tipo de seguridades, aadi:
-Colocareis una losa de piedra,
grande!, e inscribiris en ella:
FITZGERALDCHRISTOPHER
JOHNSTON
AQUI YACEN LOS RESTOS DEL
FUNDADOR DE NEODEN.
HOMBRE CRISTIANO,
AUTENTICO CREYENTE.
MURI EN LA FE DEL SEOR
El millonario profiri la inscripcin
como si la estuviera leyendo ya con sus
propios ojos, pronunciaba las palabras de la
losa casi acaricindola con sus manos. Cada
palabra con tanta contundencia, como si su
lengua fuera un cincel que esculpiera en el
aire.
-Deseo aadi despus de una
pausa- que siempre haya junto al sepulcro
rosas frescas. Rojas. Que se cultiven en la
-
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isla. Un cirio lucir siempre encendido justo
encima de la losa. Y que se celebren misas
por mi alma mientras la isla subsista.
El anciano hablaba como
vislumbrando el futuro con sus ojos
nublados, pareca otear una llanura lejana
de siglos futuros. Los circunstantes
rec