la aventura de la historia - dossier012 la celestina - un amor imposible

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  • 8/12/2019 La Aventura de La Historia - Dossier012 La Celestina - Un Amor Imposible

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    La Celestinaun amor imposibleFernando de Rojas y La Celestina

    Nicasio Salvador Miguel Moralejas para todos los

    paladaresCarmen Parrilla

    Fuente de inspiracin en lossiglos de Oro Jos Mara Dez Borque La tragicomedia en escena Felipe B. Pedraza Jimnez

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    Portada de la edicin de La

    Celestina de Sevide 1523.

    Una prostituta roba la bolsa a un joven mientras leembauca con carantoas, en un grabado moralista del siglo XVI.

    Nicasio Salvador MiguelCatedrtico de Literatura Medieval Universidad Complutense de Madrid

    F ERNANDO DE ROJAS DICTA EL 3 DEabril de 1541, en Talavera de la Reina, sutestamento al escribano pblico Juan deArvalo. Unos das ms tarde, el 8 de abril,al hacerse el inventario de bienes ante su esposa, elnotario, mediante la usual frase que en gloria sea,confirma su fallecimiento que cabe, as, colocar en-tre ambas fechas.

    Frente a tal precisin, pocos o poco concretos semuestran otros datos sobre el personaje, de modoque apenas cabe abocetar media docena de rasgossueltos sobre el autor de La Celestina . Sobre el autorque termin La Celestina , hay que decir, porque laconfesin de Rojas, en las piezas preliminares, deacuerdo con la cual acab un texto, cuyo conteni-do equivale al acto I, no admite hoy vuelta de hoja,a tenor de copiosos argumentos lingsticos y estils-ticos, a los que se aaden otros relacionados con eluso de fuentes, la construccin tcnica y la acogidade animales fantsticos.

    Si a la confirmacin de este testimonio se ha lle-gado a travs de indagaciones crticas diversas, do-cumentos de archivo han atestado otras dos referen-cias de Rojas a s mismo: su nacimiento en La Pue-bla de Montalbn y su ttulo de bachiller en leyes,obtenido sin duda en Salamanca, donde manifiestahaberse hallado el primer acto de la obra. Que ejer-ci su profesin no cabe dudarlo, pues, si su suegrolo designa como abogado defensor en el proceso in-quisitorial que, como judaizante, se le sigui entremayo de 1525 y octubre de 1526, la mitad de los li-bros censados a su muerte se ocupa de materias le-gales. Pero apenas nada queda en La Celestina deesta formacin jurdica, salvo algunos elementos h-bilmente hilvanados.

    Varias noticias sueltas, desde 1517, permitenafirmar que la mayor parte de la vida de Rojas trans-

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    Fernando de Rojas y La CelestinaBachiller en derecho por Salamanca y afincado en Talavera de la Reina, Fernando de Rojas se gan la vida comoabogado. Su tragicomedia, difcil de clasificar, es un puenteentre el teatro medieval y la prosa de ficcin y sigue siendo

    un best seller 500 aos despus

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    Junto a estas lneas , la vida en una residencia noble a finales de la Edad Media, segn un dibujo de Giorgio

    Albertini.

    testa social contra la situacin de los conversos,ya que la actitud del autor no deja al descubiertoningn flanco de supuesto ataque a la ortodoxia nia la Inquisicin. Ningn aspecto de la obra, enuna palabra, se ilumina desde la perspectiva delRojas converso, lo que explica que nadie sugirie-ra ninguna cuestin de este tipo con anterioridada 1902, fecha de publicacin de la noticia.

    Celebramos este ao el quinto centenario deLa Celestina , pero el aserto slo es una verdad a me-dias, ya que la publicacin de 1499, con el ttulode Comedia de Calisto y Melibea y en diecisis ac-

    tos, corresponde a una versin primitiva o corlarga y definitiva, en veintin actos y con el lo de Tragicomedia de Calisto y Melibea , se immir entre 1500 y 1502. Ya la duda sobre la cha exacta en que empez a circular la versinfinitiva nos ilustra sobre las oquedades y lagque an presenta el estudio de esta obra, la msangrante de las cuales es la ausencia de un tto crtico fiable, aunque el preparado por P. By F. Lobera parece a punto de ver la luz.

    Falta tambin una indagacin ms detenidabre el ambiente urbano y universitario de Salaca en la poca en que Rojas escribe y, especmente, los posibles contactos del autor con lacultad de Medicina y los libros que circulaban misma, pues estoy convencido de que muchospectos que han pretendido explicarse en relacon la magia encontraran explicacin ms claacorde desde la perspectiva de la medicina conea. Mucho ms sabemos sobre las fuentes ypersonajes, pero necesitamos con urgencia dosnografas que, desde una perspectiva global, minen la lengua y la retrica de la obra.

    Uno de los puntos en litigio lo constituye todla discusin sobre el gnero, si bien, en las lti

    Glosarioacrstico: palabra o frase cuyas letras ledasmanera formen una frase, un nombre o un votos a simple vista.canon literario: conjunto de obras que demodelo de una literatura nacional.coliseo: en el sentido en que se usa en este t vale a corral de comedias, teatro de la Edad converso: persona de origen musulmn o jcambia su fe religiosa por el cristianismo.gloga: composicin potica del gnero bucracterizada por una visin idealizada de la vipo y en la que suelen aparecer pastores que dbre sus amores.geminacin: repeticin inmediata de un elingstico: sonido, slaba, palabra, en la pronen la escritura.

    judaizante: converso que practica en secretgin juda.misterios: piezas dramticas relacionadas ctoria y la tradicin cristiana que cobraron undesarrollo durante la Edad Media en Francia y Aragn.novela picaresca: gnero literario que deslas andanzas y frmulas de supervivencia de pclase baja. El Lazarillo de Tormesest considerada la obras ms representativa de este gneroteatro no: representacin dramtica japonecional, representada desde el siglo XIV en emadera que semejan templos a los que se accepuente lateral.texto crtico: versin definitiva de una obraa juicio de los especialistas tras cotejar las riantes.

    curri en Talavera de la Reina, ciudad en la que de-ba haberse establecido unos diez aos antes y de laque lleg a ser alcalde transitorio entre el 15 de fe-brero y el 1 de marzo de 1538. Por fin, en su testa-mento, amn de recordar a su mujer, Leonor lvarez,y a sus hijos, pide que mi cuerpo sea sepultado enla yglesia del monesterio desta villa de Talavera.

    El carcter conversoUn rasgo biogrfico que ha hecho correr

    mucha tinta es la condicin de converso quesu suegro (o acaso el notario del Santo Oficio

    que levanta el acta) le achaca en el proceso ini-ciado en 1525. Sin embargo, de acuerdo con loque he expuesto en dos monografas recientes(1989 y 1992), tal atribucin no prueba que Ro-jas fuera un convertido personal del judasmo alcristianismo, ya que el nombre se aplicaba tam-

    bin a quienes eran hijos y nietos de conver-sos. Distintos argumentos, por contra, hacenpensar que no fue un convertido de primerageneracin. Mas, sobre todo, ese carcter noaclara el argumento de La Celestina como re-flejo de un problema racial ni como una pro-

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    En la pieza anexa al dormitorio, el guardarropa, seapilan los vestidos en bales y la seora se viste y se lava. En esa estancia tambin duermen

    una o ms criadas.

    Adems de para dormir, la habitacin donde se sita la cama de la seora de la c asa es durante las horas del da el espacio destinado al desarrollo de las laboresfemeninas, como la costura o el bordado.

    La presencia del jardn en el interior de la residencia esproducto de una fuerte exigencia

    esttica y del amor a la naturaleza. Losnaipes, las damas, la pelota o la gallinita ciega son juegos quesiempre sedesarrollan al airelibre. Es asimismo en el jardn donde lasdoncellas casaderasprefieren sentarse a escuchar los poemasde amor de losgalanes que lascortejan.

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    cuatro y ocho das en representarse (...) ni los nos japoneses dejan de ser teatro porque sean muchoms cortos que el drama occidental moderno.Adems, una obra dramtica puede no estar desti-nada, en principio, a la representacin (o, al me-nos, a la escenificacin convencional) y poseer, sinembargo, peculiaridades teatrales que deben inda-garse y explicarse lejos de la rutina crtica.

    Comedia para ser ledaAlgo as intuyeron, ya en la poca urea, Timo-

    neda y Quevedo cuando, sin dudar del carcter dra-mtico de La Celestina , estimaban que era come-dia para ser leda, lo que prueba el desasosiego queles produca un texto para el que no hallaban para-lelo, pero cuya realidad dramtica viene atestigua-da por el empleo sistemtico de la acotacin; el usovariadsimo del dilogo con funcin eminentemen-te teatral; el recurso al aparte como pensamientointerior; el tratamiento librrimo y verista del lugary del tiempo, al estilo del teatro medieval, con laconsiguiente multiplicidad de escenarios; y la re-currencia sistemtica a la geminacin.

    As las cosas, fue la misma M R. Lida quien conprecisin magistral insertLa Celestina en la tradi-cin de la comedia humanstica que, en latn, y conelementos provenientes de la comedia romana yelegaca, se desarroll en Italia durante los siglosXIV y XV con el propsito de adecuar a la realidadlos asuntos dramticos. Con la mayora de las co-medias humansticas comporta La Celestina la for-ma en prosa; la divisin clsica en actos; el argu-mento de un amor ilcito con intervencin de unamedianera; el desarrollo pormenorizado de la tramay el enfoque detenido de escenas y personajes; laminuciosa pintura de caracteres; y una serie de re-cursos tcnicos, como la acotacin implcita, elmonlogo en boca de personajes de baja condicin,el uso verosmil del aparte, la concepcin fluida eimpresionista del lugar y del tiempo y algunos otros

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    Imagen de lostribunales de la Inquisicin durantelos procesos en un grabado romnticode mediados dels. XIX, arriba. Abajo ala izquierda , entrada al llamado Huertode Calixto y Melibea en la ciudad deSalamanca.

    detalles. Frente a tales coincidencias, destacan mo peculiaridades el uso de la lengua vulgar; lelaboracin de la tradicin culta con mltiplestas tomadas de la realidad social y de la tradicliteraria castellana; el estilo trabajado de la prla relativa valoracin espiritual del amor y lalencia pasional que provoca el trgico desenlacnal opuesto al trmino feliz que define a la codia humanstica.

    Con estas precisiones, nada mejor que inviun lector imparcial a repasar pasajes imposide entender fuera de la concepcin dramticay enfrentar a Rojas con un paradigma muchoreciente. Me refiero a Valle Incln, quien, enrias ocasiones, remiti a La Celestina como delo de su dramaturgia, la cual, como ha recodo L. Iglesias Feijo, no se compuso para loatros de su poca, sin que por eso dejara de teatro y, al mismo tiempo, texto para ser lePues, de acuerdo con el propio Valle, en el logo est la mdula vital del verdadero teatro,no necesita de la representacin escnica parateatro, tal como muestran irrefutablementemodernas representaciones de esos dos gedramticos (Rojas y Valle) que escribieron atos siglos de distancia.

    Expandida en mltiples ediciones y traducnes desde comienzos del siglo XVI, la vitaliel valor intemporal deLa Celestina se mantievigentes en el ocaso del siglo XX por la comdad de los caracteres, la maravillosa evocaciambiente, el apasionado lirismo y, sobre todola visin trgica de la vida como guerra, del do como acontecer no regido por una providmoral (Lida) con la que nos tropezamos desdcita de Herclito embutida en el prlogo en ptodas las cosas ser criadas a manera de contda o batalla.

    (*) Vanse actos I, pp. 51, 54, 55, 56, 59; II, p. 76; pp. 90, 100, 101; V, pp. 105, 106; VI, p. 109; VII, p130, 131, 132; XI, pp. 166-167; XII, pp. 174-17184; XIX, p. 224. Las citas siguen la edicin de D.verin, Madrid, Alianza Editorial, 1979 (y numereimpresiones posteriores).

    dcadas, se encuentran en franca minora losestudiosos de renombre que la interpretancomo una novela (A. Deyermond o D. Seve-rin) o, sencillamente, como una forma de dilogopuro (S. Gilman, verbigracia).

    Al fin y al cabo, desde una perspectiva histrica,nadie hasta el siglo XVIII discuti el carcter dram-tico de la Tragicomedia , la cual incluso constituyhasta ese momento el modelo formal de algunasobras dramticas. Dentro y fuera de Espaa, en efec-to, fueron algunos eruditos neoclsicos quienes, pa-ra calificar La Celestina , empezaron a introducir ex-presiones como novela dialogada (Du Perron deCastera, Martnez de la Rosa), novela dramtica(Lista, Leandro Fernndez de Moratn), novela tr-gica (Montiano) o novela de accin (Luzn). Contales marbetes venan a mostrar la insatisfaccin queles produca un texto que, amn de no casar con elteatro romance de la poca en que surge ni servircomo precedente de la posterior comedia barroca, nose ajustaba a su clasificacin coercitiva y apriorsti-ca de los gneros, derivada de principios estticosprefijados de antemano.

    Aunque tal concepcin tuvo una larga secuela enmuchos crticos del siglo XIX y en algunos del XX, nose cohonesta con argumentos muy varios, porque elpropio Rojas, al que nadie dudar en tener como lavoz ms autorizada, califica el acto I como obra te-renciana, lo que avala que lo juzgaba en la tradicindramtica de Terencio; en el prlogo en prosa, deno-mina a la obra completa comedia, en el sentidogenrico con que emple el trmino en la Edad deOro, y en la versin larga la llama tragicomedia, deacuerdo con una nomenclatura utilizada por cultiva-dores del drama humanstico, como Frulovisi y Ve-rardi, autores de obras representadas. Asimismo, aldividirla en actos, como siguieron haciendo los edi-tores, volva a manifestar que la consideraba comouna obra dramtica.

    De manera similar,imitadores del sigloXVI, a quienes no ca-be atribuir una confu-sin entre los concep-tos medievales de

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    Fachada de la Universidad deSalamanca, dondeFernando de Rojasestudi leyes, sobreestas lneas. Abajo ,

    uno de los grabadosque acompaaban a las primerasediciones de La

    Celestina a

    principios del siglo XVI.

    comedia y tragedia, usaron la primera de-nominacin (Comedia Thebayda, Comedia Se-raphina, Comedia Yplita, Comedia Florinea,

    etc.); y uno de ellos, la de tragicomedia (Sanchode Mun). Tambin la juzgaron teatro y, en ocasio-nes, destacaron de modo expreso sus rasgos dram-ticos, escritores tan distintos como Juan Luis Vives,Juan de Mal Lara o Alfonso de Ulloa, en el siglo XVI;y en la centuria siguiente, Francisco Ortiz, Covarru-bias, Salas Barbadillo, Gaspar von Barth (traductordel texto al latn en 1624) y hasta Lope de Vega,quien, pese a mantener una concepcin diametral-mente opuesta sobre la tragedia, no duda en bau-tizarla como tragedia famosa en Las fortunas de Diana . An en el siglo XVIII, Pellicer y Jovellanos laconsideran drama, si bien el primero anota que nose compuso para representarse.

    Obra difcil de clasificarEsta idea sobre la dificultad e incapacidad de re-

    presentacin, basada sobre todo en su dilatada an-dadura, ha constituido, en definitiva, el argumentocrucial de quienes han negado a La Celestina el ca-rcter dramtico, por ms que ya M R. Lida recor-dara, en 1962, que la extensin de una obra nopuede constituirse en el baremo definidor de sudramaticidad, ya que los largusimos misteriosfranceses del siglo XV no son novelas dialogadasporque casi llegaron a los 62.000 versos y tardaron

    Salamanca, una Universidad especializada en leyes

    L a Universidad de Salamanca, donde Fernandode Rojas se gradu como bachiller en leyes,se cre con posterioridad a otras universida-des europeas destacadas como Bolonia (1000), Pars(1100), Montpellier (1220) u Oxford (1100). Inspi-rada en el modelo de la de Bolonia, se sita dentrodel tipo de las llamadas universidades meridionalesde orientacin jurdica. La de Salamanca fue fundada por Alfonso IX de Len, posiblemente hacia fines delao 1218. Pronto se constituy como uno de los msdestacados centros universitarios hispanos medieva-les, junto a los de Coimbra (1290) y Valladolid(1293), principalmente.

    La institucin recibi en 1254 unos importantesestatutos de organizacin y dotacin de rentas, otor-gados por el rey Alfonso X el Sabio, que consolidarondoce ctedras, con disciplinas de derecho cannico,civil, medicina, lgica, gramtica y msica. La lengua acadmica era el latn, lo que facilitaba los intercam-bios internacionales. No existan exmenes de curso,sino pruebas finales o grados acadmicos: bachiller,licenciado y doctor.

    La Universidad no cont con edificios propioshasta el siglo XV. Con anterioridad, maestros y alum-nos se reunan en dependencias catedralicias y loca-les dispersos, alquilados o cedidos.

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    La Celestina se manifestaba heredera de la comedialatina, pero compuesta en prosa y en lengua vulgar,y con una concepcin dramtica tpicamente medie-val propia de la comedia humanstica (en boga en laItalia de los siglos XIV y XV), no slo por el tema deamores y la pintura ambiental, como por la declara-cin autorial de darla a conocer como lectura decla-mada ante un grupo reducido.

    Pero el didactismo de Rojas no impidi la censu-ra temprana sobre el punto clave de la moralidad.Muchos de los juicios que recibi la obra hasta bienavanzado el siglo XIX certifican la sutileza del autor,que llam a su invencin instrumento de lid o con-tienda, al conjeturar sobre la variedad y libertad dela apetencia lectora. Algunos eclesisticos y moralis-tas (Guevara, Alarcn, Azpilcueta, Osuna) a lo largodel siglo XVI, sealaron queLa Celestina , al socairede una sospechosa instruccin, incitaba al vicio, so-bre todo a sus jvenes lectores. Ni siquiera, aosms tarde, Cervantes o Gracin dejaron de emitirciertos reparos morales. Por su parte, Luis Vives y, yaen el siglo XVII, Salas Barbadillo justificaron los ex-cesos procaces y las liviandades del lenguaje por en-contrarlos compensados con el ejemplar castigo delas muertes de alcahueta, amantes y criados. Otroshombres del XVIII (Nasarre y Luis Josef Velzquez)lamentaban todava los pasajes lascivos, celebrandopor el contrario la dificultad que haba para llevar laobra a las tablas, lo que mitigaba el alcance de losmalos ejemplos.

    Precedente del teatro de ShakespeareA comienzos de la segunda mitad de este siglo XX,el hispanista francs Marcel Bataillon (La Celestine

    selon Fernando de Rojas , 1961) sostuvo el mensajedidctico. Su nfasis en la dimensin moral de la so-ciedad rufianesca, esencial en la trama de La Celes- tina , desterr ciertos juicios formulados en el sigloXIX que, pertrechados por el redescubrimiento que elromanticismo europeo haba hecho de la obra de Ro-jas, proponan al autor como genio literario innovadordel gnero dramtico que despus desarrollara el te-atro ureo. La atencin prestada por los romnticosa los amores de Calisto y Melibea, que se vieron co-mo precedente del teatro shakespeariano, eclips alresto de los personajes. Estas interpretaciones, quefueron incorporadas y desarrolladas por MenndezPelayo en sus Orgenes de la novela (1910), consti-tuyeron, segn Bataillon, la glorificacin de la obrade Rojas, pero tambin la traicin a sus declaradospropsitos. El ponderado libro del hispanista encau-zaba la interpretacin de la obra con un anlisis delos valores ticos del momento en el que Rojas es-cribi, proveyendo a los lectores de las herramientasnecesarias para enjuiciar el mensaje literario.

    Es de destacar la va que abri el trabajo de la ar-gentina Mara Rosa Lida de Malkiel (La originalidad artstica de La Celestina , 1961), quien con profundaerudicin analiz los antecedentes y las imitacionesde la obra, emprendiendo el estudio en las coorde-nadas de la modalidad dramtica, haciendo ver que,ms all de la pretensin didctica del autor, el gru-po social humano est individualizado y tratado con

    idntica simpata artstica. Preside este estudiconcepcin de una esttica realista, de un realispsicolgico similar al que se aplic a los ltimopecmenes de la novela decimonnica, por lo qula originalidad todava se aprecian las secuelala glorificacin rojiana en manos del romanticPero el magno estudio de Lida, punto de partidmuchos anlisis sobre La Celestina , convive ehistoria crtica de este siglo con otros planteamtos notables, en debate crtico siempre fecundo

    Un impacto supuso en el primer tercio de estglo la exhumacin documental de la ascendeconversa de Rojas. El asunto desencaden intetaciones diversas pero asociadas a la condiciconverso del escritor. As, la cuestin del anonidel primer autor pas a considerarse por los msclives a la autora nica, como un recurso paradir problemas inquisitoriales. El suicidio de Mey las hiprboles sacroprofanas con que Calisto a su amada, amn de otros aspectos, fueron vicomo prueba de un soterrado espritu judaico. Dlos trabajos de Amrico Castro (Espaa en su hria: cristianos, moros y judos , 1948 y La realhistrica de Espaa , 1954) prosper esta claveciorreligiosa, formulndose una muy simplista

    DOSSIER

    Damas y celestina en un jardn, en un cdice francs del siglo XV.

    Grabadorepresentando una

    escena de La Celestina con fuertecontenidodramtico, queacompaaba a la edicin de la obra de 1525 en Barcelona.

    Carmen ParrillaCatedrtica de Literatura Espaola

    Universidad de La Corua

    EN LA CELESTINASERA ARRIESGADOoptar por una sola de las interpretacionesque a lo largo de cinco siglos se han extra-do de la lectura de una obra, famosa tantopor la trama como por la magnitud de sus persona-jes, y compleja desde su propia historia textual. Siatendemos a la propuesta que hizo Fernando de Ro-jas en los textos preliminares y finales que rodeanComedia y Tragicomedia, ste se propuso advertir so-bre el peligro del amor inmoderado: compuesta en

    reprehensin de los locos enamorados, cuando esteafecto es impulsado y alimentado por criados falsosconfabulados con profesionales en las lides del tratoamoroso, como son las terceras o alcahuetas. Pare-ca anunciarse a los primeros lectores una leccinmoral no desprovista de otros acarreos tan instructi-vos como deleitosos, pues el dulce cuento iba flan-queado y entretejido de bromas y de veras, con laafluencia de donaires y refranes, as como desentencias y dichos de filsofos.

    Conveniente era la advertencia de la intencin di-dctica en obra en la que el autor se esconda tras lamscara de sus personajes, pues en su formaliza-cin, verbalizacin y en el uso de recursos teatrales,

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    Moralejas para todoslos paladares

    El dulce cuento de Fernando de Rojas ha tenidointerpretaciones de todo orden. Unos creyeron ver en la obra

    una incitacin al vicio, otros un elogio de la virtud, algunos una denuncia soterrada de los problemas de los judosconversos para casarse en la Espaa de la pureza de sangre

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    La Celestina ante la puerta de la casa deMelibea en un grabado de una delas primerasediciones de la obra, arriba. Bajoestas lneas , una dama y caballero en

    un cdice alemn

    del siglo XIV.

    gratuito, dependiente de una tradicin erudita, einerte en la funcin dramtica. Para el sector crticoque asume esta postura (Menndez Pelayo, Castro,Lida), el laboratorio de Celestina, pleno de ingre-dientes y utensilios medicinales y hechiceriles, no esms que la creacin de un modus vivendi adecuadoa la representacin de una alcahueta.

    Pero los que son partidarios del peso de la magiaen la obra (Russell, Maravall, Deyermond, Ctedra,Vian, entre otros) han procedido desde las evidenciasdel texto a las fuentes literarias que constituyen des-de la antigedad el tipo de la alcahueta con ribetesde bruja y hechicera, acudiendo asimismo a otro ti-po de materiales: creencias y prcticas mgicas de lapoca, legislacin, documentacin de procesos in-quisitoriales y la propia literatura en torno a la repre-sin de brujos y hechiceros. A la luz de esta recons-truccin histrico-cultural, el texto ofrece una seriede datos, entre los que no es el menor el hecho deque la vieja sea reconocida por varios como hechice-ra y tambin como bruja, habiendo sido iniciada enel oficio por una maestra. Hay en la obra varias refe-rencias a actividades propias de la brujera, por loque los partidarios de la magia como te-ma integral apuestan por un Fernando deRojas interesado por constituir al perso-naje execrable de la vieja, desde su co-nocimiento de la magia y de las cienciasocultas que, al menos en su vertiente te-rica le seran asequibles por su forma-cin de jurista. Tal postura no est reidacon la intencin moral que preside laobra y que hoy parece compartir la mayo-ra de la crtica.

    Amor y lujuriaEl tema del amor se trata desde dos

    perspectivas. De la mano de las teorasmdicas que entienden el enamoramien-to como desequilibrio psquico, y de laenseanza de los conceptos morales de

    vicios y virtudes. As se interpretan los bruscos bios de conducta de los enamorados, el balancesus afectos, la apetencia inmoderada, la clera icional que, en ocasiones, debe asociarse a la luj(Fothergill-Payne, Lacarra). Otra perspectiva renada con la conducta amorosa es la que interpLa Celestina , como distorsin del amor cortesanpresado en la poesa cancioneril y en la narrasentimental de la Espaa del ltimo cuarto del sXV (Severin). Donde se ha visto un mayor rendto de tal funcin pardica es en el personaje delisto quien, comparado con los hroes sentimenliterarios, se muestra en situacin grotesca. Aperspectiva pardica ha de sumarse la irona dratica verbal y situacional con la que han venido ipretndose ciertos pasajes. Y, con la irona, la ipretacin humorstica de La Celestina en el nivelenguaje, desde la expresin lasciva ms exphasta aquellas palabras o frases cuya polisemiacubre una clave ertica no siempre fcil de distin(Lacarra). Si humorsticos, no van ciertos padesprovistos de instruccin moral, cuando se uso de las fuentecicas de filosofa en boca de

    sonajes reprobables, como subversivalores, tan crasa que neutraliza el pble humorismo. Se trata de un lengescandaloso e indecoroso, arma arroza en la dinmica dialctica y artsticla obra. La interpretacin del lxico d

    Celestina sigue ofreciendo nuevas ppectivas a la erudicin filolgica y cfica. El gran don de esta obra se mfiesta en la exhibicin de diferentesgistros del lenguaje, desde el lengculto a la expresin obscena eufemo no; desde el prstamo literal de lostores antiguos hasta las mximas senciosas y aforsticas con el pedestre y cillo refranero. Obra abiertaLa Celesque espera ser leda para ser inagotamente interpretada.

    DOSSIER

    El siglo de las brujas

    P cimas y brebajes de contenido esotdas a fuego lento en la caldera de la ces la imagen que, junto a la escoba,

    ms fortuna como representacin icnica de brujas y hechiceras medievales. Sus potenteimpregnaron la imaginacin y la literatura dchos siglos. El personaje de la Celestina y samor echa de esta manera sus races en un mente reconocible para los lectores a los que la obra de Fernando de Rojas.

    Figura ambigua, para muchos historiadoresel trasunto imaginado de la mujer rebelde querol pasivo y la sumisin indiscutida al hombr

    El siglo XV fue tristemente prolijo en cazaEuropa, especialmente tras la publicacin d Malle Maleficarum(el martillo de brujas), un manual sidores que vio la luz en 1486.

    Un poeta con sudama en una miniatura alemana del siglo XV que seconserva en la Biblioteca

    Universitaria deHeidelberg.

    pretacin: la trama argumental de La Celestina ver-saba sobre las dificultades de unirse en matrimonioun cristiano viejo (Calisto) y la hija de un poderosoconverso (Melibea). Con esta propuesta se explicabala ausencia del matrimonio y, en consecuencia, lasrelaciones amorosas ilcitas que implican la necesi-dad de la ayuda de la alcahueta. El profesor NicasioSalvador ha refutado en varios trabajos las hiptesisdel presunto judasmo de Rojas.

    Stira anticlericalEste tipo de interpretaciones cierra el paso a todo

    sentido moral, relegando la fbula a la plasmacinde un conflicto racial y social, postura que cada veztiene menos crdito. Con todo, ha sido Stephen Gil-man (La Espaa de Fernando de Rojas , 1972) el quems ha sostenido esta visin, proyectando, por aa-didura, el pensamiento nihilista de este siglo XX, alsugerir que Rojas no profes ni la religin judaica nila cristiana, por lo que su agnosticismo esboza unaespecie de retrica de la angustia en los personajes,lo que sera reflejo de las propias vivencias del escri-tor. Los crticos que han seguido este planteamientoenfocan desde l la muy abundante stira anticleri-cal que se contiene en el texto. Recientemente Fran-cisco Mrquez Villanueva (Orgenes y sociologa del tema celestinesco , 1993) interpret el personaje deCelestina como reconstruccin de un discurso his-pano-oriental de la alcahueta, con apoyo en la in-fluencia de la tradicin cultural mudjar. La vieja Ce-lestina sera el instrumento con el que Rojas ataca lasociedad de su tiempo y denuncia a la vez la inmo-ralidad y corrupcin de la sociedad cristiana.

    Para Jos Antonio Maravall (El mundo social de La Celestina , 1972) la obra de Rojas surge en un

    momento de grandescambios econmicos ysociales. El grupo hu-mano celestinesco re-presenta una sociedadlaica y urbana, unidapor afectos inconfesables y en donde el deseo de lu-cro y la bsqueda de placer, el afn individualista yel sentimiento de libertad son indispensables paracrear una obra en la que la contienda social corre so-terrada y deja muestras brillantes y elocuentes en lasafirmaciones de siervos y prostitutas. Se refuerza laclave ideolgica en el mimetismo de los grupos so-ciales, sobre todo en la imitacin que criados y pros-titutas hacen del ocio y placeres de los seores. Deeste tipo de orientaciones ha surgido el estudio delpapel que juega en la obra la prostitucin, una cues-tin de moral ciudadana de la que se ha ocupado Eu-kene Lacarra, proyectando sobre el texto la docu-mentacin histrica correspondiente.

    Magia, bebedizos y medicinaEl estudio de dos grandes temas, amor y magia,

    ha abierto otros rumbos en la investigacin. El asun-to de la magia interes a la crtica romntica, por losobrenatural y demonaco, y a lo largo de este siglose han contrapuesto dos posturas, la de los que con-sideran la hechicera como algo ornamental, no de-terminante de la accin dramtica, y la de los queson partidarios de ver en la magia un tema integral eineludible. La piedra de toque de las especulacioneses la seduccin de Melibea, vista por unos como con-secuencia del hechizo y, por otros, como resultadode las dotes de persuasin de la vieja, bien caracte-rizada por su habilidad discursiva y su conocimientode la psicologa humana. Estos manifiestan que Me-libea ya estaba enamorada de Calisto, de modo na-tural; por ello su evolucin psicolgica no dependedel hechizo, el cual se ve como elemento postizo y

    10

    Cronologa

    1473: Introduccin de la imprenta en Espaa 1474: Isabel y Fernando, reyes de Castilla 1476: Jorge Manrique escribe lasCoplas a la muerte de su padre1479: Fernando e Isabel, reyes de Aragn1480: Se establece la nueva Inquisicin en Castilla 1492: Conquista de Granada, expulsin de los judos,descubrimiento de Amrica 1499: Se publica La Celestina1500: Mapa del Nuevo Mundo de Juan de la Cosa 1504: Muere Isabel la Catlica 1506: Leonardo da Vinci pinta laGioconda1508: Creacin de la universidad de Alcal 1511: Erasmo escribe Elogio de la locura1515: Toms Moro escribeUtopa1516: Muerte de Fernando el Catlico1517: Carlos I1517: Las 97 tesis de Lutero en Wittemberg1519: Corts comienza la conquista de Mxico

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    obra, en lo que afecta a las continua-ciones.

    El problema del gnero al que perte-nece La Celestina puede que preocupa-ra poco en la poca en que apareci laobra, y en la nuestra sea ms una cues-tin de debate filolgico. Las obras ma-estras son, no pocas veces, nicas yagenricas (baste recordar el Quijote ),pero s es importante para La Celestina el problema de la teatralidad, para en-tender el sentido de continuaciones,imitaciones e influjo. Como vamos a ver,

    hay obras que continuaronLa Celestina en la forma dialogada extensa en queapareci, pero hay otras que intentaronconvertir en gnero representable lo queen su origen no lo era, y hay, por otraparte, un influjo importante en el teatrorepresentado de los siglos XVI y XVII deJuan del Encina a Lope de Vega, lo quesubraya la potencialidad teatral que hayen el texto de Rojas. Esta variedad deposibilidades viene a atestiguar la rique-za polifnica de la obra maestra.

    La Segunda comedia de Celestina inicia en 1534, con varias edicionesposteriores hasta que conoce el ndice de libros prohibidos de 1559, las conti-nuaciones de la obra de Rojas, con unaCelestina revivida para poder conti-nuar con sus misiones, y no poca inspi-

    racin, que ir perdindose, progresiva-mente, en obras como Tercera parte de la comedia de Celestina , de Gmez deToledo, o en la Tragicomedia de Lisan- dro y Roselia , bajo el nombre, en acrs-tico, de Sancho de Muino. Sin entraren mayores detalles, lo que interesa essubrayar las expectativas de recepcinque cre la magistral obra de Rojas, pro-duciendo la necesidad de continuacio-nes para mantener y renovar el espri-tu celestinesco, que cuaja en una obraexcelente, de mayor inspiracin y alcan-ce, como es La lozana andaluza , publi-cada en Venecia en 1528 bajo el nom-bre de Francisco Delicado, que lleva apapel de protagonista a una prostituta de la Romadel XVI, a la que cuadraban bien los calificativos deAlberti, para otra poca, de santa y putana. Pero

    esto nos lleva a los terrenos de las imitaciones, que,con mayor o menor presencia y con mayor o menoraltura, parten de la admiracin del modelo.

    Dilogos de alcahuetasLas imitaciones de Urrea, en parte la de Reino-

    so, el Auto de Clarindo nos conducen al problemade la teatralidad de La Celestina o la capacidad deltexto de Rojas de generar obras representables. En-contramos una serie de comedias (Hiplita , Serafi- na , Tebaida , Selvaje ... etc.), tragedias (Policiana ),que se acercan, en casos, a lo representable, con

    estructura en cinco actos, accin principal ycundaria..., y se quedan, en otros, en el mediomino de un supuesto teatro ledo. La potencial

    teatral que hay en el texto de Rojas sin que pda mantenerse tal cual sobre un escenario, selas costumbres escnicas del siglo XVI, prodnecesidad de convertirlo en teatro representablacuerdo con las prcticas escnicas del XVI, ms de influir en obras representables y repretadas de los siglos XVI y XVII. A distancia rectambin los esfuerzos de nuestros das (Casonarrente Ballester...) para mover en escena, en ntro siglo, el texto de Rojas.

    La influencia de La Celestina en la obra de estores que estrenaron en los siglos XVI y XVII

    Portada de la edicin de la tragicomedia de

    Valencia de 1514,iluminada por E. O.

    DOSSIER

    Xilografa del Gran Kalendrier et Compost des Bergiers avec leur Astrologie , de 1488.

    Jos Mara Dez BorqueCatedrtico de Literatura Espaola Universidad Complutense

    CON NO POCA FRECUENCIA SE PRODU-cen desajustes, ms o menos especta-culares, entre la estimativa y la valoracinde una obra literaria en su propio siglo yen siglos posteriores. Cada poca construye el ca-non literario a la altura de su tiempo, lo que supo-

    ne que haya ausencias y recuperaciones, de modoque autores y obras que tuvieron gran vigencia ensu momento pasan al olvido, y otros, preteridos ensu siglo, vienen a ocupar un lugar de relieve en lamemoria histrica literaria del pasado, con la varie-dad de lecturas que sobre el texto literario van de-positando los aos, enriquecindolo. Es pertinentealudir a esto para entender el sentido de la impor-tante y fundamental presencia de la Celestina enlos siglos de Oro, XVI y XVII.

    Si se dan no pocos casos, como deca, de desa-justes entre el xito en el siglo y en siglos posterio-res, los hay tambin en que una obra literaria triun-fa desde el momento de su publicacin, lo que semanifiesta en repetidas ediciones, con continua-ciones, imitaciones, traducciones, influencias. Ca-sos significativos son los delLazarillo de Tormes ,Quijote , y en lo que aqu nos concierne, el de La Celestina .

    La Celestina es hoy obra incorporada, en exce-lencia, al canon literario espaol, y aun universal,pero ya desde finales del siglo XV en que, en formaprimera, ve la luz pblica, comienza una ascen-dente carrera que va densificndose en el siglo XVIen el abierto mundo de las continuaciones tan fre-

    cuentes, tambin, co-mo es sabido, en laexitosa novela de ca-balleras, ediciones,imitaciones e influen-cia, ms o menos difu-

    sa, en distintos gneros literarios, sin olvidar lastraducciones, que desde muy pronto llevan su pre-sencia allende nuestras fronteras. El sumar estamltiple y variada forma de presencia da a La Ce- lestina un puesto de relieve singular en la literatu-ra espaol, y plantea una serie de problemas, entrelos que no es de menor entidad el del gnero de la

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    Fuente de inspiracinen los siglos de OroLa incorporacin de La Celestina al canon literario universal comenz ya en los siglos XVI y XVII, cuando sirvi deinspiracin tanto para el teatro como para la novela de losgrandes escritores espaoles, de Juan del Encina a Lope de

    Vega, sin olvidar a Cervantes

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    Corral de comediasde la localidad de

    Almagro. Este tipode escenarios escaracterstico del teatro en el siglo

    XVI.

    mi hermosura y bizarra ms de algn galn sujeto.Quin no alababa mi bro? Dichoso a quien yo miraba! Pues, qu seda no arrastraba? Qu gasto, qu plato el mo! Andaba en palmas, en andas.Pues, ay Dios!, si yo quera,qu regalos no tena desta gente de hopalandas? Pas aquella primavera,no entra un hombre por mi casa;que como el tiempo se pasa,

    pasa la hermosura.El espritu celestinesco

    Pero el influjo de La Celestina noes slo importante, por las razonesmencionadas, en el gnero teatral, si-no tambin en la prosa de ficcin(que hoy, por extensin, llamaramosnovela). No en vano en el largo deba-te genrico, que aqu no interesa, laobra de Rojas ha sido tambin califi-cada de novela dialogada o ficcindialogada. La influencia del espritu celestinescoes duradera en gneros como la novela picaresca,cortesana, cuadro de costumbres..., pero siempre

    esto es ms discutible por el complejo cruce decin y realidad, vida y literatura. En todo cascrtica ha sealado, especficamente, el influjla obra de Rojas en el personaje de doa ClarAstudillo deLa ta fingida , de Cervantes; en Lageniosa Helena, hija de celestina , de Salas Badillo; novelas de la escritora Mara de Zayas, y

    cin destacada merece, por su inters, La Dorde Lope de Vega.Puede que al lector le haya resultado eno

    tanta mencin de nombres de escritores y ttde obras en tan apretado espacio, pero era nesario para mostrar y demostrar la importante sencia de La Celestina en los siglos de Oro, sin en unas vagas generalizaciones elogiosas. Loportante, a la postre, es que el lector sepa quecondicin que hoy tiene La Celestina de obra estra del canon literario espaol y universal nuna consideracin a la altura de nuestros dasno que se inicia ya al poco de aparecer a luz blica en el memorable ao de 1499.

    As lo demuestran las continuaciones, imitnes e influencias a las que, apretadamente, sepodido hacer referencia aqu, sin poder aludlas continuadas referencias ocasionales, que eban fuera de lugar aqu. Y quedara todav

    problema, tan apasionante como complejo: lacesivas lecturas de La Celestina , es decir, lo en ella fueron viendo generaciones de lectincluidos los avispados censores que se entraron con un texto de realismo crudo y un

    tendido desenlace moralizador. Pero es ya otra historia, que no puede simpcarse con generalizaciones. A fin de ctas es la grandeza de toda obra maesque como texto polifnico dice de fodistinta a cada generacin, y dentroellas a cada lector.

    DOSSIER

    Los primeros pcaros

    D ueas y escuderos son los dos personajes servi-les con ms presencia en las casas acomoda-das. El nmero de criados creca segn las po-sibilidades de cada familia y en la poca de los Austrias seacab conviertiendo en un elemento de ostentacin contra el que nada sirvieron los intentos de limitar legalmente sunmero. Uno de los elementos ms innovadores de La Ce-lestinaes la irrupcin de los sirvientes como personajescon vida propia al margen de los valores y los sentimientosde los seores. Mientras en el teatro de Shakespeare o enel del siglo de Oro espaol el criado desliza ironas ocasio-nales sobre el seor para hacer rer a la audiencia pero nose rebela contra l ni muestra sentimientos propios, en la obra de Rojas, Prmeno, Sempronio o Celestina compartenel nivel dramtico de Calisto y Melibea. Esto es reflejo, se-gn Jos Antonio Maravall, de la profunda crisis de la so-ciedad seorial del siglo XV, caldo de cultivo de una auda-cia desvergonzada entre la servidumbre, que para AmricoCastro es fuente y ejemplo de la novela picaresca.

    En los criados de la obra de Rojas, segn Maravall en El mundo social de La Celestina, su desvinculacin mo-ral del seor llega a ser radical: es enemigo suyo; no pre-tende ayudarle, sino conseguir su propio provecho, aunperjudicando a aqul, y hasta procurando sistemtica-mente su dao; no es fiel, por tanto, sino aprovechado; noestima por encima al seor ms que, a lo sumo, en algnaspecto de linaje; y, lejos de ser benvolo con sus faltas, lecalifica duramente de ruin y destaca su mala condicinmoral, como eximente, si no justificante, de su procedercontra l.

    Miniatura de un manuscritomedieval decanciones italianasconservado en la Biblioteca

    Laurenziana deFlorencia.

    daderamente importante: desde Juan del Encina -padre del teatro renacentista a Lope de Vega pa-dre de la comedia nueva pasando por Gil Vicente,Naharro, Rueda, Cueva, etc. Bstenos recordar parael XVI al personaje Eritea de lagloga de Plcida y Victoriano :

    EriteaPues por virgen la han dado FlugenciaYo lo creo, mal pecado,Eritea, y no lo dudo.Vos con sirgo le surzirs luego el virgo,

    que sea ms que talludo.EriteaSi cuantos virgos he hecho tantos tuviesse ducados,no cabran hasta el techo.Hago el virgo tan estrecho

    que van bien descalabrados ms de dos.Esto ya lo sabys vos!

    Pero podramos tambin traer a la memoria otrospersonajes de glogas de Encina; de la Barca do In- ferno , de Gil Vicente; de Imenea , de Torres Naharro;del Infamado r, de Juan de la Cueva, etc.

    Muchos son los rastros deLa Celestina en el si-glo XVII, en los aos de triunfo de la comedia nue-va en corrales y coliseos. Suele citar las crticas deen Lope de Vega a sabiendas de otras influenciasen l y en otros dramaturgos obras comoEl an- zuelo de Fenisa , El arenal de Sevilla , El rufin Cas- trucho , con un lugar destacado para el memorablepersonaje de Fabia en El caballero de Olmedo :

    Fabia :Padre que se duerme en esto,mucho a s mismo se agravia.La fruta fresca, hijas mas,

    es gran cosa, y no aguardar a que la venga a arrugar la brevedad de los das.Cuantas cosas imagino,dos solas, en mi opinin,son buenas, viejas.Leonor:Y son? Fabia :Hija, el amigo y el vino.Veisme aqu? Pues yo os prometo que fue tiempo en que tena

    14

    La difcil insercin de los conversos

    E n Espaa comenz a cristalizar a partir del siglo XV un fuerte proceso de dis-criminacin racial como resultado, en parte, de la ausencia de una clasemedia y en parte, de una concepcin social definida en los siglos de lucha contra los musulmanes, factores que extrapolaron a todas las capas sociales los va-lores aristocrticos del honor y la pureza de sangre. Creada en 1480, la Inquisicindesempe el papel principal en la vigilancia de la limpieza de sangre que se tra-dujo la exclusin de los conversos de los puestos de confianza e importancia y la persecucin de judaizantes.

    En 1501, los Reyes Catlicos prohibieron que los hijos de condenados por el San-to Oficio pudiesen desempear puestos honorficos o ser notarios, escribanos, mdi-cos o cirujanos. Poco a poco los conversos fueron tambin excluidos de la vida aca-dmica. En 1522 un decreto de la Inquisicin prohiba a las universidades de Sala-manca, Valladolid y Toledo que otorgasen grados a los descendientes de judos y dejudaizantes.

    Fernando de Rojas, que fue abogado defensor de su suegro en un proceso inqui-sitorial en que se le acusaba de judaizante en 1525, vivi esta tensin en carne pro-pia. De ah que algunos estudiosos de su obra hayan querido entrever en La Celesti-na el reflejo de la angustia y las dificultades de los conversos por los obstculos pa-ra integrarse en una sociedad cada vez ms intolerante.

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    Sin embargo, Leandro Fernndez de Moratn yaapuntaba en sus Orgenes del teatro espaol la po-sibilidad de abreviarla y convertirla en una piezaesencial en el reportorio teatral de la poca: Tienedefectos que un hombre inteligente hara desapa-recer sin aadir por su parte una slaba al texto; yentonces, conservando todas sus bellezas, pudira-mos considerarla como una de las obras ms clsi-cas que ha producido la literatura espaola.

    Primeras representacionesHubo que esperar a principios de nuestro siglopara que el msico Felipe Pedrell, dentro de sus es-

    fuerzos para crear una pera nacional espaola,volviera los ojos a nuestra obra. En 1902 estrenLa Celestina, tragicomedia lrica de Calisto y Melibea .

    En las primeras dcadas del siglo se van abrien-do paso las adaptaciones para la escena moderna,como la de Francisco Fernndez Villegas (1909) yla de Pedro Miranda Carnero (1917). Esta ltima,cuyo libreto se ha conservado impreso y ha sido mi-nuciosamente estudiado por Mara Rosa Lida, nospermite analizar el sentido y las caractersticas de

    numerosas adaptaciones: reduce violentamentexto para adecuarlo a los horarios comercialeteatro; limita el movimiento del drama originara conformarlo a las convenciones escenogrde la poca; concentra la accin en torno a los sonajes centrales; atempera y adecenta el lengusuprimiendo o sustituyendo voces malsonantecorta los parlamentos en favor de rplicas msves y un ritmo ms nervioso; suprime lo que cdera digresiones, de modo que merma la profucaracterizacin de los personajes. Son estos ratributos, quiz inevitables, a la esttica y al cepto teatral de su tiempo.

    De algunas de estas trabas han intentado lrarse adaptadores y directores posteriores. Asoaba Felipe Lluch al presentar la primeraCetina de la posguerra, estrenada en el teatro Espel 13 de noviembre de 1940: Era preciso loque esta vida [el entorno picaresco de Celesttuviera una expresin dramtica y una aparieplstica. Era preciso, adems, lograr la continude la accin sin la enojosa divisin en cuadrosatomiza la obra dramtica y destruye el interla ancdota. Para ello lo mejor era utilizar el enario simultneo de los misterios medievalesLa solucin ofrecida no gust al pblico, quizaferrado al teatro de saln de corte benaventin

    En tanto, fuera de Espaa, La Celestina levaba tambin el vuelo. En Francia, entre 1941943, se represent con xito la versin de PAchard por la Compagnie dArt Dramatique. cipa esta versin de la tendencia a constrei

    obra de Rojas a los lmites sealados por el teburgus, aunque tuvo la virtud de acercarla apblicos teatrales franceses y convertirla en unlos clsicos espaoles que forman parte de supertorio.

    En nuestra Amrica, la recuperacin teatraLa Celestina es misin que emprenden fundam

    DOSSIER

    Dos momentos dela representacin de La Celestina por la Compaa Nacional de TeatroClsico (CNTC).Celestina (AmparoRivelles) habla con Melibea (Adriana Ozores) a laizquierda . Juan Gea,

    en el papel deCalisto, con Celestina, a laderecha . Lasfotografas son cortesa de la CNTC.

    A la derecha , otra representacin de

    La Celestina en el teatro de Bellas

    Artes de Madrid.

    Felipe B. Pedraza JimnezProfesor titular de Literatura Espaola Universidad de Castilla-La Mancha

    D ESDE SU NACIMIENTO, MEJOR DI-cho, desde su concepcin, el carcterdramtico de La Celestina encierra unacuriosa paradoja. Fernando de Rojascre una pieza eminentemente dramtica, pero nopoda ni imaginar su puesta en escena por la sen-cilla razn como dijo Mara Rosa Lida de que no

    haba entonces teatros en Europa. Pronto surgi latentacin de adaptar La Celestina a los medios deexpresin escnica de la poca. En el siglo XVI te-nemos dos intentos parciales de ahormar el magnodrama de Rojas. Pedro Manuel Ximnez de Urreaversific parte del acto I en su gloga de la tragi- comedia de Calisto y Melibea (1517) y un annimoingls dio a la luz pblica hacia 1525 un Interlude of Calisto and Melibea que refunde la obra hasta elacto V y remata la accin con una escena en que elpadre de Melibea (Danio) cuenta a su hija un sue-o alegrico en que la ve hundirse en un pozo en-

    venenado. La muchacha comprende la admoniciny confiesa sus peligrosas relaciones con Celestina.Parece que este drama moral, de valor y sentidomucho ms pobre que el original, se represent enlos escenarios ingleses antes de la eclosin del granteatro isabelino.

    Salvo este tipo de adaptaciones que empeque-ecan el alcance del drama de Rojas, es poco pro-bable, no imposible, que hubiera representacionesde La Celestina , aunque quiz en alguna ocasin lointentara, como ha apuntado Nicasio Salvador Mi-

    guel.La situacin se dilat durante los siglos XVIII yXIX. La censura moral se hizo ms rigurosa. El p-blico, ms puritano y ms hipcrita que el de nues-tros siglos de Oro (La Celestinafue incluida en elndice inquisitorial de 1772). Las tcnicas de re-presentacin evolucionaron hacia el teatro a la ita-liana, con escenografas pintadas y en perspectiva,que de hecho limitaban la movilidad de la accindramtica. Todo conspiraba para que La Celestina siguiera en los anaqueles de las bibliotecas y no pi-sara las tablas de los escenarios.

    16

    La tragicomedia en los escenariosLa dificultad de suestructura hizo que La

    Celestina , tras dosintentos de salir a escena en el siglo XVI,sobreviviera en las

    bibliotecas y noregresara al teatro hasta este siglo, en el que semultiplican las

    versiones, de las que el quinto centenario ha trado dos nuevas

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    Corral de comediasde Puerto Lpice. A diferencia del de

    Almagro, es un

    espacio abierto msintegrado en la arquitectura urbana de esta localidad deLa Mancha.

    ms distinguido que sus antecesores. Es una viejaapuesta, elegante en cierta medida, que domina,no con la actitud humillada y servil de otras versio-nes, sino con la blanda entereza que es caracters-

    tica habitual en doa Amparo. Torrente Ballester,genial novelista y crtico con muchas lecturas y re-presentaciones a la espalda, redujo el texto, resal-t la presencia de Centurio y trat de quitarle ejem-plaridad moral al drama.

    La fortuna no acompa a dos actrices de ex-cepcin como Irene Gutirrez Caba, en 1978, y re-cientemente Amparo Soler Leal, hija de MilagrosLeal. Los dos montajes en que participaron tuvieroncorta vida.

    La Celestina es campo abonado para todo tipode experiencias teatrales. Un texto tan rico permi-te trabajos largos, complejos y atrevidos como elde ngel Facio. Tras estrenarse en Colombia y ro-dar por los escenarios espaoles, lleg en octubrede 1984 al Crculo de Bellas Artes de Madrid. Setrata de una versin que elige doce situacionessignificativas y con ellas ofrece un ritual violentoy sacrlego. El escenario, abigarrado y complejo,

    presidido por una gran red central, permita crearlos distintos espacios, ajenos a cualquier preten-sin realista. Un coro de cartujos y un Gran In-quisidor, smbolo de la represin castrante, en-marcan la accin. La representacin se rematabacon el castigo de los amantes que quedaban sus-pendidos desnudos cabeza abajo a gran altura.Estamos ante una versin que, queriendo ser fiela la esencia crtica del drama de Rojas, constitu-ye una creacin original que se aparta radical-mente del camino seguido por otras adaptacionesy montajes.

    Otros espectculos han trabajado con La Ctina como material para la experiencia. El gGuirigay ofreci una particular versin del dramRojas, y Charo Amador, la Melibea del montangel Facio, volvi a la obra maestra con sus anos de la RESAD. De homenajes acadmicoque calificar los dos espectculos que Manuel do de Val ofreci en el Teatro Medieval de Hien 1962 y 1974.

    Estrenos en el quinto centenarioCerca de la efemrides de 1999, en el Tea

    Real de Madrid se estren un ballet en torno

    Celestina con libreto de Adolfo Marsillach y ca de Carmelo Bernaola. Por las mismas fechDramaten Theater de Estocolmo llevaba a lablas una traduccin sueca de La Celestina , enespectculo de larga duracin.

    Para los fastos del centenario se han estrendos nuevos montajes: los dirigidos por Joaquda y por Fernando Rojas. Este ltimo con unnerario a travs de numerosas ciudades espavinculadas al mito celestinesco. Su puntoarranque fue la plaza de la patria de FernandoRojas: La Puebla de Montalbn.

    Nunca, que sepamos, se ha representadoCelestina en su integridad. En 1984 Miguel rros anunci su propsito de ofrecer todaLalestina en el escenario venerable del Teatro Eol de Madrid, pero lo abandon rpidamentehubo ocasin de estudiar sus posibilidades.

    Merece la pena el esfuerzo de ofrecer e

    marco de un festival una versin total de obra. Probablemente, no podra llevarse a temporada regular, pero supondra un fuerteclamo para el pblico apasionado del teatramante de ese peculiar ambiente que rodea a tos encuentros teatrales. Esa representacin gra bien podra desarrollarse, como propuso ro Custodio, en un festival exclusivamente ctinesco que tuviera como escenario las ciudde Toledo, La Puebla de Montalbn o Talaver

    Para saber ms

    CANETVALLS, J. L. (ed.): De la comedia humanstica al teatro representablUNED-Universidad de Sevilla-Universitat de Valncia, Valncia, 1993.Celestinesca : revista de investigacin sobre la obra y el mundo de Rojas qrecoge artculos histricos y filolgicos.CUSTODIO, A., BAHNER, W. Y CRIADODELVAL, M.: La escenificacin celesti-nesca, en La Celestina y su entorno social , Hispam, Barcelona, 1977,

    pp. 469-496.EARLE, P. G.: Four stage adaptations of La Celestina , en Hispania , XXXV(1955), pp. 46-51.LAZAPALACIOS, M.: El laboratorio de Celestina , Mlaga, 1958.LIDADEMALKIEL, M. R.: La originalidad artstica de La Celestina, Eudeba,Buenos Aires, 1970, 2 ed. (1: 1962).PREZTRIGO, M. A. (ed.):Cuatro comedias celestinescas , edicin, UNED-Universidad de Sevilla-Universitat de Valncia, Valncia, 1993.ROSENBACH, A. S. W: The influence ofThe Celestina in the early Englishdrama, en Jahrbur der Deutschen Shakespeare-Gesellschaft , XXXIX(1903), pp. 43-62.

    DOSSIER

    Un agitadomomento de la representacin dela obra en el teatrodel Crculo de Bellas

    Artes de Madrid.

    talmente los espaoles exiliados. Dos expe-riencias son dignas de particular atencin. Enuna colaboran la actriz Margarita Xirgu y elescritor Jos Ricardo Morales. Con la Compa-

    a Nacional Uruguaya preparan una adapta-cin de La Celestina que se estrena en 1949.En Mjico en 1953 estren lvaro Custodiosu versin, que se represent con xito y buenaacogida; reduca la duracin pero, en trminos ge-nerales, era respetuosa con las lneas maestras deldrama. Se ofreci centenares de veces al pblicohasta que en 1960, el director y adaptador se vioacusado ante la Oficina de Espectculos del Distri-to Central de la ciudad de Mjico por porngrafo ylas representaciones fueron prohibidas duranteocho aos.

    Tres actrices brillantes para el papelLa Celestina es obra para grandes actrices. A

    ellas han estado vinculadas muchas de las repre-sentaciones modernas. En la particella de la pro-tagonista se encuentran todos los matices inter-pretativos imaginables, las variaciones en el com-

    portamiento y en la expresin verbal, las insinua-

    ciones sutiles y las escenas desgarradas quepermiten desplegar su arte. Frente a los pa-peles convencionales, en que se supone ca-si siempre la juventud de la intrprete, Ce-

    lestina pide, exige una actriz madura y conamplia experiencia. Es el personaje ideal pa-ra culminar una carrera. As lo entendi Mar-

    garita Xirgu, que pase la obra por el Cono Sur.En Espaa, la primera actriz que vincul su

    gloria aLa Celestina fue Irene Lpez Heredia. Pri-mero interpret el papel a las rdenes de Jos Ta-mayo y en 1957 dio vida a la adaptacin de LuisEscobar y Huberto Prez de la Ossa, con la que re-present a Espaa en el Teatro de las Naciones dePars.

    Quiz la Celestina ms recordada por los es-pectadores sea la que incorpor Milagros Leal en1965 bajo la direccin de Jos Osuna. El alma deaquel montaje era la interpretacin de la vieja al-cahueta, aficionada al vino, lujuriosa, avispada yseductora que encarnaba magistralmente la ac-triz. La adaptacin de Alejandro Casona, bien va-lorada por la crtica, reduce la duracin a las dos

    horas preceptivas, pero mantiene con tino las l-neas maestras del argumento y algunos parlamen-tos extensos (el elogio del vino, por ejemplo). Laescenografa, mvil, tena la agilidad necesariapara acompaar el ritmo de la accin, que se con-centraba muy ostensiblemente en torno a la pro-tagonista.

    Amparo Rivelles la encarn en 1988 a las rde-nes de Adolfo Marsillach, arropada por la CompaaNacional de Teatro Clsico. El personaje, que semova en un escenario abierto, no en los interioresa que nos tenan acostumbrados otros montajes, es

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    Algunas adaptaciones escnicas y representaciones de la obra1517 gloga de la tragicomedia de Calisto y Melibeade Pedro Manuel Ximnez de Urrea, Ed.:Cancionero, Arnau Guilln de Brocar, Logroo,1517, fols. xliii v a xliv r.1525? Interlude of Calisto and Melibea, an-nimo, John Heywood? Richard Morison? Ed.: John Rastel, Londres, 1525?1707 Celestina or the Spanish Bawd , annima.1902 La Celestina, tragicomedia lrica de Ca-listo y Melibea, en cuatro actos. Msica: Felipe

    Pedrell.Tip. Salvat y Ca., Barcelona, 1903.1909 Adapt.: F. Fernndez Villegas, Madrid.1917 La Celestina, refundida y adaptada parala escena. Adapt.: Pedro Miranda Carnero. Ed.:Hijos de M. C. Hernndez, Madrid, 1917.1929 La Clestine, tragi-comdie imite delespagnol . Adapt.: Fernand Fleuret y Roger Allard.1940 Adapt.: Felipe Lluch. Dir.: Cayetano Luca de Tena. Teatro Espaol de Madrid.1940 La Clestine. Adapt.: Paul Achard.Com-pagnie dArt Dramatique. Ed.: Paris, 1943.1949 Adapt. y dir.: Jos Ricardo Morales. Prota-

    gonista: Margarita Xirgu, Compaa Nacional deUruguay. Ed. Universitaria, Santiago de Chile,1958.1953 Adapt. y dir.: lvaro Custodio. Representa-cin en Mxico. Ediciones Teatro Clsico de M- xico, 1966.1957 Adapt. y dir.: Luis Escobar y Huberto Prezde la Ossa. Protagonista: Irene Lpez Heredia. Te-atro Eslava de Madrid. Ed.: Grficas Args, Ma-drid, 1959.

    1962 Melibea, versin celestinesca en dos ac-tos. Adapt. y dir.: Manuel Criado de Val. TeatroMedieval de Hita. Ed.: Teatro medieval, Taurus,Madrid, 1963, pp. 109-154.1965 Adapt.: Alejandro Casona. Dir.: Jos Osu-na. Protagonista: Milagros Leal. Ed.: Obras com-pletas de Alejandro Casona, tomo II, Aguilar, Ma-drid, 1966.1970 Adapt. alemana: Brbara Abend. Dir.: F.Bennewitz. Protagonista: Christa Lehmann. TeatroNacional de Weimar.1974 Os acordis de Celestina la vieja al-cahueta? Adapt.: Manuel Criado de Val. Teatro

    Medieval de Hita. Ed.: La Celestina y su contor-no social, Hispam, Barcelona, 1977, pp. 496-520.1978 La Celestina, puesta respetuosamenteen castellano moderno. Adapt.: Camilo Jos Ce-la. Dir. Jos Tamayo. Protagonista: Irene GutirrezCaba. Ed.: Destino, Barcelona, 1979.1984 Adapt. y dir.: ngel Facio. Protagonista:Dora Santacreu. Teatro del Aire. Ed.: Crculo deBellas Artes, Madrid, 1984.1996 Adapt. y dir.: Charo Amador. RESAD. Tea-

    tro Principal de Almagro.1996 Dir.: Agustn Iglesias. Ca: Guirigay. Prota-gonista: Toi Bueno, Teatro Muoz Seca.1997 Dir.: Calixto Bieito. Protagonista: AmparoSoler Leal.1998 Ballet. Libreto de Adolfo Marsillach. Msi-ca: Carmelo Bernaola. Teatro Real de Madrid.1998 Dramaten Theater de Estocolmo.1999 Adapt.: Luis Garca Montero. Dir.: Joaqun Vida. Protagonista: Nati Mistral. Estreno: Alcal deHenares.1999 Adapt. y dir. Fernando Rojas. Estreno: La Puebla de Montalbn.

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