la arquitectura monetaria del populismo

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LA ARQUITECTURA MONETARIA DEL POPULISMO [ Noviembre-2004 ] Mariano Muruzábal RESUMEN El presente documento forma parte de los requerimientos para la finalización del curso de Políticas Públicasde la FUNDACION CIVICO REPUBLICANA. Es mi deseo que el presente paper no sea solo una formalidad para la finalización del curso sino que constituya un aporte más al acervo de conocimientos adquiridos a lo largo del año. Se ha tratado de minimizar el lenguaje técnico con lo cual espero que estas líneas sirvan como un pequeño bosquejo al cual los participantes del presente curso puedan acudir cuando deseen analizar los perniciosos efectos de la política monetaria gubernamental. Lic.en Economía, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires. [email protected]

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LA ARQUITECTURA MONETARIA DEL POPULISMO

[ Noviembre-2004 ] Mariano Muruzábal∗

RESUMEN

El presente documento forma parte de los requerimientos para la finalización del curso de “Políticas Públicas” de la FUNDACION CIVICO REPUBLICANA. Es mi deseo que el presente paper no sea solo una formalidad para la finalización del curso sino que constituya un aporte más al acervo de conocimientos adquiridos a lo largo del año. Se ha tratado de minimizar el lenguaje técnico con lo cual espero que estas líneas sirvan como un pequeño bosquejo al cual los participantes del presente curso puedan acudir cuando deseen analizar los perniciosos efectos de la política monetaria gubernamental.

∗ Lic.en Economía, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires. [email protected]

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A Murray N.Rothbard, “An Enemy of The State”

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INDICE

1. EL MILAGRO A TRAVES DE LA GLOBALIZACION............................................................ 4

2. EL CAMBIO DE PARADIGMA HACIA EL NACIONALSOCIALISMO................................ 6

3. LOS INSTRUMENTOS............................................................................................................. 10

3.1 CONTROL CAMBIARIO Y COMERCIAL....................................................................... 10

3.2 EL CONTROL MONETARIO ............................................................................................ 15

3.2.1 La función del dinero en la sociedad.............................................................................. 15

3.2.2 El Estado y la Manipulación Monetaria. ........................................................................ 16

3.2.3 Las devaluaciones .......................................................................................................... 18

3.2.4 Otro ejemplo de manipulación monetaria. El Ahorro Forzoso....................................... 20

3.3 EL CONTROL CREDITICIO ............................................................................................. 21

3.3.1 El interés originario........................................................................................................ 21

3.3.2 El Interés Bruto de Mercado .......................................................................................... 22

3.3.3 El control crediticio reduce el nivel de bienestar ........................................................... 23

4. LA MALDICIÓN DE SÍSIFO.................................................................................................... 25

5. ESTADO VS. ORDEN ESPONTANEO.................................................................................... 28

6. CONCLUSIONES...................................................................................................................... 33

REFERENCIAS GENERALES ..................................................................................................... 35

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1. EL MILAGRO A TRAVES DE LA GLOBALIZACION

“…es más fácil romper un átomo que un prejuicio”. Albert Einstein

Si hay algo que cabe mencionar sobre el desarrollo argentino es que este comenzó de la nada. Desde la fundación de Buenos Aires en 1536 hasta comienzos del siglo XVIII, la Argentina era un territorio despoblado, con escasa dotación de indígenas y similar suerte en cuanto a la abundancia de metales preciosos. El control que España ejercía sobre estas latitudes sumado a que la ciudad de Lima era el centro hegemónico en esa época dificultó aún más las posibilidades de explotar la posición geográfica de Buenos Aires. Sin embargo un país remoto y periférico como el nuestro logró a través de la libertad y la apertura - ¿globalización?- sortear la escasez de mano de obra, de bienes de capital, y de procesos de producción que con el tiempo constituyeron su ventaja comparativa y que lo llevó a conformar hacia principios del siglo XX el pelotón de países más avanzados de la tierra. Una de las características de la economía argentina hacia comienzos del siglo XIX era la composición de su mano de obra. A diferencia de lo que ocurría en el resto de la región, Argentina no contaba con abundante mano de obra indígena. Adicionalmente, no podía recurrir con facilidad a la importación de esclavos de África - por el tratado de Utrecht – ni a los jornaleros chilenos. Estos hechos obligaron a la Argentina a facilitar la inmigración de mano de obra extranjera, sobre todo europea, y a recibir con brazos abiertos el capital extranjero, hechos que quedaron plasmados en la constitución del 1853. La escasez de mano de obra terminó por convertirse en una ventaja para nuestro país, ya que el nivel de preparación y aprendizaje de los inmigrantes era muchísimo más elevado en comparación al que había en el resto de la región. Para 1914 el 70% del clase trabajadora era de origen europeo. Estos factores no solo constituyeron ventajas en sí mismas sino que a su vez facilitaron el surgimiento de una clase empresaria y de pequeños emprendedores con mayor instrucción y preparación que sus pares latinoamericanos. A este escenario se le sumaron factores concretos que incrementaron de manera exponencial el nivel de las exportaciones convirtiendo a éste en el sector más dinámico de la economía. Estos se pueden resumir en1:

1. El incremento explosivo que tuvo la demanda europea sobre alimentos y materias primas.

2. La reducción de los costos de transporte como consecuencia de la Segunda Revolución Industrial lo cual permitió intensificar el comercio con zonas cada vez más distantes.

3. Recursos naturales en abundancia que permitieron responder a esa mayor demanda.

4. La posibilidad de contar con mano de obra proveniente del sur de Europa. 5. Abundante suministro de capital internacional. 6. Estabilidad política.

El objetivo fundamental que nuestros padres fundadores buscaban al darle aliento a la inmigración era poblar la patria, para lo cual se hacía necesario “seducir” a los inmigrantes garantizándoles los mismos derechos civiles del que gozaba el resto de los habitantes de nuestra patria. El gran influjo de extranjeros se fue ubicando en zonas de escasa población proveyendo entonces la mano de obra necesaria para desarrollar el

1 Rojas Mauricio, “Historia de la Crisis Argentina”, Timbro y Fundación CADAL, 2003, p.23.

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cultivo de las tierras que se iban incorporando (gracias al gran desarrollo de las vías de comunicación) a la producción. A su vez, el estable marco jurídico y la nueva etapa inaugurada con la sanción de nuestra carta magna, sin duda alentó la inversión extranjera directa en aquellos sectores con renta potencial como era nuestro sector agroexportador que iba cobrando nuevos bríos a medida que el desarrollo de las vías de comunicación (cuya construcción y tendido era el fruto de la inversión extranjera) iba acortando las distancias desde las zonas de producción hasta el Puerto de Buenos Aires, transformando a las areas sub-marginales en sectores rentables debido a la notable reducción en los costos de transporte y de flete. Es decir, que la anexión de las nuevas tierras al circuito productivo, junto a la dotación de los nuevos trabajadores que la labraban permitió exponenciar la oferta de productos agroalimentarios que luego serían exportados a través del puerto de Buenos Aires. En consecuencia, la mayor producción, el surgimiento de rentas extraordinarias por la reducción en el costo de flete y la mayor productividad de las tierras fértiles que se iban incorporando al circuito productivo junto con la construcción de establecimientos de enfríamiento convirtieron a la Argentina en pocos decenios en un verdadero centro de producción y procesamiento de productos agroalimentarios y ganaderos que supo conquistar el mercado de mayor poder adquisitivo del orbe. A su vez, el incremento de las importaciones de bienes de capital (que iban transformando nuestro aparto productivo y ampliando nuestro capital social básico) y de bienes de consumo, eran financiadas, no solo con el superávit del balance de pagos, sino también con el ingreso de capitales y con la colocación de cedulas hipotecarias (que era el principal instrumento de financiamiento con el que el sector privado y el estado se financiaban)2. Este hecho y el incremento exponencial de las exportaciones, no solo alinearon la tendencia del producto a la evolución del comercio exterior sino que a su vez configuraron una etapa de gran crecimiento económico con un vigoroso superávit del balance de pagos3. La oportunidad que estos factores implicaron para la economía Argentina no se hubiesen materializzdo si la Argentina no se hubiera abierto al comercio internacional, al flujo de bienes de capital, a la inversión extranjera – sobre todo con los ferrocarriles y los insumos para la industria –, contado con estabilidad política, y con un estable marco jurídico plasmado en una constitución inspirada en el movimiento libertario anglosajón.

2 Los dos últimos párrafos dejan entrever que la única posibilidad cierta de incrementar la cantidad de bienes de consumo es a través de la acumulación de bienes de capital que viene de la mano de un vigoroso proceso de inversión. Estos no son bienes que se puedan destinar al consumo directo sino que se utilizan para combinarse y cooperar con el resto de los factores de producción para engendrar ( 1 ) una mayor cantidad de bienes por unidad de factor, es decir un incremento de la productividad de los factores originarios ( 2 ) otros bienes de capital que combinados con el resto de los factores, tierra y/o trabajo, engendran bienes que no estarían disponibles de otra manera. En nuestro desarrollo lo podemos ver en la amplia gama de productos agro-alimentarios que fueron surgiendo con la expansión de las vías férreas y con la instalación de frigoríficos y de las demás industrias subsidiarias. 3 Para el período que va desde 1885 a 1914 el incremento poblacional de punta a punta alcanzó 134%, la red ferroviaria se expandió un 378.4%, las exportaciones de cereales treparon un 1260% y las exportaciones de carnes lo hicieron en 1292%!. En cuanto a los valores importados y exportados, para el mismo período, tenemos un incremento de 201.7% y 367.4% respectivamente. (Di Tella y Zymellman M.; Las Etapas del Desarrollo económico Argentino, 2da edición, Editorial Paidos, 1973,pp. 42-50.). Tambien ver Vázquez Presedo Vicente; El Caso Argentino: Migración de Factores, Comercio Exterior y Desarrollo 1875-1914, EUDEBA, 1971.

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2. EL CAMBIO DE PARADIGMA. HACIA EL NACIONALSOCIALISMO

[...] No hay diferencia entre comunismo y socialismo, salvo en los medios para conseguir un mismo objetivo final, el comunismo se

propone esclavizar a los hombres por la fuerza, el socialismo por el voto. Es la misma diferencia que existe entre el asesinato y el

suicidio […] Ayn Rand

Sin embargo, el hecho de ser una economía cuyo crecimiento estaba atado en gran medida a la dinámica de las exportaciones generó un durísimo golpe ante el cambio de escenario que significó la crisis del treinta y el inicio de la segunda guerra mundial, con un auge proteccionista y la imposibilidad de colocar nuestros productos en mercados antes asequibles. Esta menor demanda internacional y la reducción en el nivel de flujos comerciales fue un duro revés para una economía con un marcado perfil exportador, y por ende, dependiente de los mercados externos. A partir del golpe de 1930 la Argentina se alejó para siempre de los fundamentos filosóficos y económicos que le permitió conformar el pelotón de países de mayor crecimiento y desarrollo mundial. De la mano de la doctrina de la “seguridad nacional”4 primero y del “desarrollo hacia adentro” con el Plan Quinquenal del Gral. Perón después se le terminó de dar la espalda al sistema de cooperación social basado en la división internacional del trabajo que tan buenos frutos le había dado al país para ir hacia el más recalcitrante “nacionalismo económico”. La destrucción del intercambio comercial al nivel internacional incentivó al gobierno golpista de la década del treinta ha propiciar una política económica autárquica en cabeza del estado. ¿Las razones? Frente a un mundo hostil, los insumos necesarios para el funcionamiento de la economía del país no podían quedar en manos de países considerados como potenciales enemigos desde el ángulo geopolítico; además en poco tiempo la idea “en boga” era que un país para considerarse “desarrollado” no podía depender de la exportación de productos agroalimentarios sino que tenía que desarrollar una industria pesada ligada a sectores considerados “estratégicos”. Este esquema se acentúa con el plan Quinquenal del Gral.Perón que reunía todos los ingredientes del totalitarismo italiano y como tal, consideraba al estado como el “promotor” del desarrollo económico. El estado creaba empleo, distribuía riqueza, establecía cuales eran los sectores estratégicos hacia los cuales habían de acudir los siempre escasos factores de producción y podía determinar qué productos podían ingresar al país y cuáles no, es decir, la “soberanía del consumidor” característica de la economía de mercado quedaba subordinada a los designios del funcionario de turno o de la junta de gobierno. Otro factor importante que contribuyó al afianzamiento de este esquema nacionalista fueron los estudios sobre el deterioro secular de los términos del intercambio a cargo de Raúl Prebisch5. ¿Qué se quiere decir? Que los países agro exportadores obtienen cada vez menos con el fruto de sus exportaciones y por ende del comercio, debido a la caída en el precio relativo de los productos primarios – que exporta – frente al precio de los productos industriales – que importa –. Dicho de otra manera, cada vez se obtenía menos 4 Según esta doctrina, para ser realmente “soberanos” e “independientes” no se puede depender de la importación de bienes producidos en otras latitudes, cuyas circunstancias no pueden controlarse y predecirse. Es decir, constituiría pura ficción la soberanía de un país que necesite de bienes importados para su funcionamiento. Como vemos, este esquema es incompatible con un sistema de cooperación social a nivel internacional, por el contrario, incentiva la autarquía. 5 Uno de los fundadores del “think-tank” latinoamericano, Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, o simplemente CEPAL.

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del comercio y por ende las divisas aportadas por esta actividad eran cada vez más insuficientes para financiar un proceso de desarrollo que requería bienes de capital e insumos importados. Las relaciones con el mundo ya no podían aportar nada al país y por ende era el momento de “mirar hacia adentro” – ¿xenofobia o chauvinismo? –. La convicción de que el comercio ya no le reportaba demasiados beneficios al país, al mismo tiempo que el comercio internacional no lograba recuperar su dinamismo brindó la oportunidad única de alcanzar los objetivos del nacionalsocialismo alemán: producir localmente la totalidad de los bienes necesarios para el funcionamiento de la sociedad – la sustitución de importaciones llevada al paroxismo–. Este plan permitiría depender cada vez menos de las importaciones y permitiría incrementar el ahorro interno necesario para financiar la expansión, y a su vez, aumentar a cualquier costo el ingreso de las masas para incentivar el mercado interno, funcional a un país en autarquía. La contracara de este tipo de sociedad es que para cumplir acabadamente con estos objetivos el estado tiene que recurrir a todo tipo de “engendros” en materia económica para controlar todos los resortes del aparato productivo: protección arancelaria, manipulación crediticia – créditos blandos –, manipulación monetaria – expansión de la liquidez para aumentar el ingreso nominal de las masas –, exenciones impositivas a empresas cuya actividad es considerada “estratégica”, y todo tipo de regulaciones e intervenciones. En cierto sentido esto suponía una etapa superadora frente a la dialéctica marxista, la cual abogaba por la nacionalización de los medios de producción. Con el nuevo paradigma esto ya no era necesario...ahora el estado lo controlaba todo. Se había convertido en el nuevo centinela del desarrollo, dirigiendo pues la asignación de los recursos. El desarrollo industrial, mucho más intensivo en mano de obra que el desarrollo agro ganadero (con su extensivo uso de la tierra) generaba una emigración inexorable hacia las ciudades para atender la mayor demanda de mano de obra y los requerimientos del incipiente desarrollo industrial. El mayor numero de obreros asalariados y el consecuente surgimiento de una fuerza obrera industrial que comenzó a cobrar fuerza y mayor organización imponían un cambio en el eje de la agenda política alejando su centro de gravitación desde el campo hacia la ciudad.

A su vez hay que tener en cuenta el nuevo rol que jugaba el sector industrial para la nueva caterva de funcionarios públicos. Para estos, el hecho de contar con un pujante sector industrial que abasteciera al mercado interno era un símbolo de la flamante independencia del país frente a las potencies centrales. Constante y recurrente complejo de inferioridad de aquellos países a los que les repugnaba la idea de la “división internacional del trabajo”.

[…] La autosuficiencia económica, desde los tiempos de Hamilton y Bismarck, ha sido proclamada como un medio de incrementar el poderío de una nación, particularmente el militar. En ese sentido, la industrialización ha sido deseada no tanto con miras a la integración del desarrollo económico, sino mas bien con el objetivo de erigir las bases necesarias para la existencia de un poderío militar en el que se pueda apoyar la vocación independiente del grupo nacional. Para ello, se ha pensado, resulta imprescindible disponer de un sólido y bien organizado sector industrial […]6. Para el estado, como acabamos de ver, el sector industrial era un prerrequisito para la ansiada “autosuficiencia” lo cual transformaba al primero en la “cabeza de lanza” del nuevo capitalismo de sesgo corporativista. Y el segundo a su vez se beneficiaba de un estado paternalista que redireccionaba la renta agropecuaria destinada a incrementar el ingreso de las masas, la cual a su vez, consumía los productos engendrados por la nueva 6 Di Tella y M. Zymelmann; [1973], p.22.

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burguesía industrial. Esta “comunión” de intereses alentó un modelo de sociedad acostumbrada al rol hegemónico del estado a quien se lo veía como el encargado de engrosar el ingreso de las masas con políticas redistributivas las cuales eran funcionales al desarrollo de su “socio estratégico” hacia el cual se redireccionaban los nuevos fondos extraídos a través de la coerción estatal. Para darnos una idea del nivel de protección vergonzante que la industria comenzó a tener a partir del año 30´, lo cual también sirve como indicador del tipo de ideas que la clase dirigente tenía pensado para el país en los próximos años basta mencionar el “Plan Pinedo” (1940) cuyo plan de acción económica consistía en una batería de medidas proteccionistas e intervencionistas que iban desde un nuevo aumento en los aranceles, mayores cupos a la importación, hasta un severo control de cambios por el cual se obligaba a los exportadores a liquidar todas sus divisas para luego vender las mismas a los importadores autorizados por el gobierno para la compra de materias primas y productos importados. El ciclo estatizador e intervencionista se consolidó aún más en el año 1935 con la apropiación por parte del estado del monopolio de la emisión de moneda que significó la creación del Banco Central de la República Argentina7. Ahora el gobierno contaba con todos los instrumentos necesarios para ponerse a la cabeza de un nuevo proceso de desarrollo industrial promovido por el propio estado a través de aranceles, cupos, derechos de importaciones y de todo tipo de restricciones al comercio de bienes y servicios, lo cual permitía darle un manto de protección privilegiado a muchos sectores de la industria, más un instrumento tan valioso como es la política monetaria, que no solo permitiría financiar gasto público sino también incrementar la cantidad de liquidez de las masas para estimular la demanda de la industria local – ahora protegida – como así también el abaratamiento artificial del financiamiento a través de la reducción de la tasa de interés real a través del Banco Industrial; órgano estatal cuyo fin era dar crédito blando a la industria. El plan de “nacionalismo económico” estaba consumado: la protección a la industria local mediante restricciones al comercio, sumado a los créditos blandos desde órganos financieros locales dependientes del gobierno se encargaron de hacer rentables a empresas que dejaron de tener el incentivo a minimizar costos de producción mediante el acopio de tecnología, de innovaciones y de las mejoras en los procesos de producción necesarios para ganarse el favor del consumidor caprichoso y desleal, ya que ahora el estado les garantizaba un precio altísimo por tener cautivo a esos mismos consumidores y además un ficticio costo de financiamiento – que no reflejaba el nivel de ahorro global de la economía –. Esto generó una renta artificial en cabeza del estado que incentivó el surgimiento de numerosos proyectos de inversión que poco tenían que ver con la competencia por el favor del consumidor y que no hubiesen visto la luz en un marco de libre competencia, apertura e integración al comercio mundial8. Por supuesto que el aliento y el mantenimiento de esta superestructura iba a hacerse trizas ante intentos tímidos de apertura, dado que el surgimiento de este tipo de proyectos poco tenía que ver con cuestiones de eficiencia económica sino con muy particulares métodos de fomento9. 7 Ley 12.155. 8 Producir de manera deficiente no solo impide exportar dicha producción, sino que imposibilita liberar recursos para la producción de otros bienes, reduciendo la producción potencial y el nivel de bienestar. 9 La asignación de recursos hacia los nuevos sectores protegidos significaba a menudo una notable reducción en la productividad de los recursos empleados, y en consecuencia los nuevos proyectos se erigían desde el vamos con un costo de oportunidad mayor a cero. La lógica es muy sencilla. Las autoridades se reservaban el derecho de incrementar los aranceles de aquellos sectores que consideraban "claves" o "estratégicos" para alentar el surgimiento de una oligarquía industrial autóctona dependiente del estado. Amen de la mayor corruptela, los mayores aranceles implicaban la modificación de precios relativos en favor de estos sectores que a su vez eran hacia donde se

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Este proceso no solo se explicitó de manera descarnada con el surgimiento de Perón en el poder sino que a su vez se profundizó con su Plan Quinquenal (1946-1951) el cual tenía como objetivo explícito la total autarquía de la nación para el término de dicho plan10. Los rasgos fundamentales de dicha política no diferían en gran medida del totalitarismo alemán y del fascismo italiano. El problema de fondo es que este esquema transfería las decisiones sobre qué – cómo, en qué proporción, y a qué precios – producir desde el seno de la sociedad misma – los consumidores – hacia la “junta de gobierno” o su cara más visible, el “caudillo”. No es de extrañarnos entonces que ante la presencia de un “tutelaje estatal” que insinuaba ser sagaz y omnicomprensivo – ya que puede determinar con mayor precisión que nosotros mismos cuáles son nuestras necesidades más inmediatas y encima cómo hemos de satisfacerlas –, nuestro país se haya vuelto tan dependiente de un insoportable sistema caudillezco. Si bien no se proponía explícitamente una nacionalización de los medios de producción como venía ocurriendo en la Rusia marxista-leninista, en la práctica se observaban los mismos efectos: se le daba la espalda al sistema de precios y a la preferencia de los individuos como asignador de recursos, avasallando su poder de determinar la mejor manera de satisfacer sus necesidades – ilimitadas – con los factores de producción disponibles – siempre escasos –. En esta versión de capitalismo latinoamericano el empresariado local dejó de cumplir su rol social fundamental para convertirse en socio del estado ya que el vínculo con éste pasó a constituir su “ventaja comparativa”11. El gran problema de este cambio de paradigma, es que conlleva un gran perjuicio hacia aquellos mismos individuos que supuestamente constituyen los beneficiarios de este esquema nefasto. Lo que en un principio parece de irrelevante trascendencia para las masas, se termina extendiendo irremediablemente hacia el resto de las esferas de la vida civil. Las estridentes regulaciones, que comienzan en la esfera económica y que pocos le direccionaban las mayores expansiones dinerarias puesta en circulación por la autoridad monetaria y que eran funcional al nuevo modelo de economía cerrada. Al tener mayores márgenes podían pagar por trabajadores adicionales, endeudarse, y acaparar los escasos factores de producción. En definitiva, el estado alentaba una "reasignación" de recursos hacia un sector relativamente ineficiente, de ahí que estuviera protegido. Esto no solo significaba incrementar los "costos medios" de la economía, lo cual conspiraba contra una verdadera política de inserción en el mundo sino que a su vez, beneficiaba a un solo sector - el protegido - en detrimento del resto de la sociedad que ahora pagaba en mayor cuantía por los mismos productos. La deficiente asignación de recursos, el incremento de los costos medios de la economía, y los mayores precios, significaban caída en la productividad de la economía, reducción del salario real e incremento en la desigualdad de la distribución de la renta en beneficio de los nuevos sectores agraciados con las regulaciones estatales. Más adelante se volverá a discutir este tema en mayor detalle. 10 Similar al proyecto de Hitler, Mussolini, Castro, Lenín y compañía. Como vemos, regímenes totalitarios que extendieron su campo de acción mucho más allá del ámbito económico. 11 […] Se instituyeron medidas sociales que contribuyeron a incrementar el porcentaje del ingreso correspondiente a la clase obrera del 45% al 55%. Este hecho, junto con el incremento del ingreso per capita, significo un gran aumento en el poder de compra de los grupos de bajos ingresos, cambiando en consecuencia la estructura del consumo del país. Hubo una gran demanda para productos durables de consumo, y la producción de los mismos se expandió enormemente, transformándose así en la industria líder del país. Sin embargo, el sector de bienes de capital social básico fue dejado en una situación de grave envejecimiento […] (Di Tella y Zymelmann, [1973], p.37.). Este párrafo pone en evidencia las desacertadas medidas que implican alentar un consumo excesivo a costa de “comerse” el capital que le da origen (fomentando en consecuencia una escasez futura y el concomitante incremento en el precio de dichos bienes). Más adelante se volverá sobre este tema.

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asignan la debida importancia, se terminan extendiendo a ámbitos tan diversos como la política, la religión, los medios de comunicación y hasta los contenídos currículares. En el ámbito de la economía se puede ver de manera más descarnada la consecuencia de la injerencia del aparato estatal. Se impide la liberad de intercambio, se limita la posibilidad de importar determinados insumos, se determinan los precios y cantidades, se exime de manera discrecional las tasas impositivas, se expropian las divisas producidas por el comercio, se dan privilegios cambiarios…etcétera. Es decir, se reemplaza el criterio de los distintos actores sociales – consumidores y productores – por el de un estado omnisciente y omnicomprensivo. No es de extrañar entonces que en esta situación el estado siempre sea el que tiene la última palabra. Pero deberíamos estar muy conscientes que para que el estado ejerza su voluntad, es condición necesaria que dichos actores – o sea, nosotros – no cuenten con derechos inalienables. Pero son justamente estos derechos los que salvaguardan nuestra seguridad, nuestra propiedad y el derecho a determinar la mejor manera en la que hemos de servir a la sociedad. En el esquema estatizador y regulador característico del nacionalsocialismo, el cumplimiento de estos derechos siempre están sujetos a la conveniencia y buena voluntad del gobierno. Se cumplen únicamente cuando a éste le conviene – ¿qué es sino la inconstitucionalidad de la ley de pesificación de los depósitos? –. Como decía el Profesor Von Mises: “…con el tiempo aquellos se van reduciendo a uno solo: el de obedecer”. Cuando busquemos las razones sobre por qué nos asaltan – seguridad –, por qué confiscan nuestros ahorros – propiedad – y por qué trabajamos por un magro salario – nuestra capacidad para servir a la sociedad –, ya sabremos las razones que conducen al avasallamiento de nuestros derechos más fundamentales. Habiendo tomado conocimiento de los objetivos de los burócratas, en el próximo apartado veremos los instrumentos de los que se valen. 3. LOS INSTRUMENTOS Como a continuación se demostrará, una economía “dirigida” por el estado y una economía “de mercado” son sistemas mutuamente excluyentes, dado que la producción o está dirigida por señales endógenas al mercado – que son aquellas que vienen a reflejar las valoraciones y necesidades más inmediatas de los individuos que conforman la sociedad – o es dirigida por mandatos del aparato estatal, junta de gobierno o jefe de alguno de los tres poderes – control de precios, aumento de salarios por decreto, superpoderes, decretos de necesidad y urgencia, etcétera –. Con el control cambiario, comercial, monetario, crediticio, y fiscal el estado logra un control total del aparato productivo. Son estos, pues, los instrumentos utilizados para influir en la actividad económica – y por ende en nuestras vidas –. 3.1 CONTROL CAMBIARIO Y COMERCIAL

[…] el proteccionismo solo sirve para desplazar la producción de aquellos lugares donde por unidad de capital y trabajo invertidos

más se obtiene, a otras zonas de inferior productividad. Las tarifas, consecuentemente, han de empobrecer a las masas […]

Ludwig Von Mises Hay que remarcar que una política que hasta hoy en día sigue siendo utilizada es el control de cambios. Esta política de orígen mercantilista no solo es de una miopía económica atroz sino que restringe severamente la libertad y el bienestar de la mayoría de

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los conciudadanos. ¿En qué consiste? En que el acceso a divisas extranjeras depende de qué clase de ciudadano seamos. El precio que pagamos por las divisas dependerá de si somos exportadores, importadores, turistas, ahorristas o cortesanos del gobernante de turno. Uno se puede preguntar porque habrá que pagar más que otros por lo mismo. El argumento oficial: hay algunos sectores que son “estratégicos”. Hoy en día se los llama sectores “esenciales”. Ahora bien, hay que descifrar con qué criterio el estado subsidia a los importadores de bienes “esenciales” – ¿para quién? – pero no otorga esa misma categoría a los pequeños ahorristas cuando huyen con pavor de la moneda local – suministrada monopólicamente por el Banco Central estatal12 – para resguardar sus ahorros de toda la vida. Uno de los argumentos predilectos por los burócratas para la fijación de tipos de cambios múltiples es el de favorecer a TODOS los sectores productivos. Este argumento descansa en la idea de que el “tipo de cambio de mercado” solo permite la exportación de productos muy primarios, como los del sector ganadero-agro exportador. La abundancia de tierra y la mayor productividad relativa de este factor de producción hacen que los sectores dependientes del mismo trabajen con un nivel de eficiencia muy elevado que le permite colocar dicha producción con gran facilidad en los mercados internacionales. Como todo “bien transable” trabaja con precios internacionales. El sector industrial, por el contrario, al trabajar con procesos de organización y producción muy inferiores a los estándares internacionales genera una producción con costos medios muy superiores al de los empresarios foráneos y por ende engendra productos que no pueden competir por el favor del consumidor a escala global. Por lo tanto, el tipo de cambio de mercado, si bien permite la colocación de bienes primarios, imposibilita, a ese nivel, la colocación de los productos industriales dado que los precios de estos productos sobrepasan el precio internacional. Con ese tipo de cambio los productores de origen extranjero pueden satisfacer de mejor manera – precio y calidad – las necesidades de los consumidores – tanto locales como extranjeros –. ¿La solución? El estado debe “facilitarle” mejores condiciones a los empresarios locales, ya sea aumentando el precio de los bienes importados – vía aranceles – y reduciendo el precio de su producción – vía un tipo de cambio diferencial –. La primera medida le permitirá apropiarse del excedente de los ciudadanos que a su vez les permitirá capitalizarse y el segundo le facilitará la exportación. Con los aranceles el estado garantiza a los productores locales – con mayor poder de lobby – un mercado cautivo – nosotros – del cual obtener un excedente que le permita capitalizarse. Si bien este tipo de medidas logra amortiguar el efecto de la competencia extranjera no soluciona el problema de fondo. Los industriales locales siguen manteniendo una estructura productiva que les imposibilita exportar. Con la aplicación de aranceles las empresas dependen en gran parte de un estado activo que genere a las mismas una renta que de otra forma no obtendrían. Estamos frente a un estado que garantiza a los empresarios locales un mercado interno cautivo a través de una batería de medidas proteccionistas como aranceles a la importación, cupos, licencias, etc. Estas medidas convalidan el incremento del precio interno en comparación con una situación de competencia. A su vez, este tipo de restricciones fueron casi siempre acompañadas de la creación de órganos burocráticos que fondeaban a estas empresas con crédito blando, lo que abarataba artificialmente su costo de financiamiento13. Con lo cual 12 Lo cual significa capacidad de “señoreaje” y la capacidad de cobrar “impuesto inflacionario”. En definitiva, de “controlar” el valor de sus pasivos. 13 Volveré luego sobre este punto tan importante.

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el incremento del precio interno al aislar el mercado local de la competencia extranjera junto con la reducción de costo por el abaratamiento del crédito – reducción artificial de la tasa de interés – crean condiciones muy particulares para el desarrollo de una industria nacional que nace al amparo del estado y cuya renta – provenientes en mayor medida de medidas proteccionistas que generan una redistribución de excedentes, desde la sociedad toda hacia los nuevos “capitanes de industria” y de expansión crediticia – depende de que se mantengan las condiciones particulares bajo las cuales surgió. El perfil de esta industria no es sustentable en el tiempo dado que no es compatible con un ambiente de competencia – en el cual se exige un constante reducción de costos –, el cual es el que predomina en la mayor parte del mundo y el que brinda condiciones sustentables en el tiempo, ya que depende de factores endógenos al propio mercado. Este tipo de industrias está imposibilitada de competir dado que su renta proviene del favor de un estado que tiene la discrecionalidad de reglamentar aranceles, cupos, licencias, etc, y no del acopio de tecnología, de la incorporación de mejores procesos de producción, de mejores procesos de organización, etc., que son en definitiva los factores que permiten el aumento de la productividad y la reducción de costos. Hay factores adicionales que permiten visualizar lo inapropiado de las medidas proteccionistas. Vimos que el precio interno era mucho más alto que el internacional, a un determinado tipo de cambio, por ende la solución que otorgan los aranceles es restringir la competencia y fomentar la escasez, lo cual aumenta el precio de los bienes extranjeros asegurándole cierta rentabilidad a las empresas locales. Lo nocivo de esta medida no es solamente la reducción en el excedente de los consumidores sino que no fomenta la minimización de costos en las empresas dado que se tiene el arancel protector y no la amenaza de la competencia. Y en una economía de mercado la única manera de asegurarse “la permanencia” es la minimización de costos a través de aumentos de productividad que permitan ofrecer productos a precios mas bajos que los de la competencia los cuales no comprometen la rentabilidad – dado que el aumento de eficiencia reduce en mayor medida los costes –. Y lo más importante, también se suma el hecho de la distorsión de precios relativos – ahora favorables a los sectores protegidos –. Por ende, se favorece la reorientación de los factores de producción – trabajo, capital, gestión empresarial, etcétera – hacia un sector muy ineficiente. Este hecho lejos de aumentar el bienestar de nuestra patria, reduce la productividad de la misma y por ende la empobrece14. La industria de la informática constituye un buen ejemplo de lo anterior. Como muchos de nosotros hemos visto, el primer computador no solo costaba millones de dólares sino su vez el tamaño del mismo hacía necesario un cuarto de muchos metros cuadrados para su alojamiento, lo cual lo hacía inutilizable para uso civil. A lo largo de los años el precio de las computadoras no ha hecho mas que bajar – su tamaño también se redujo en forma notable –. Y esta reducción en el precio de las computadoras personales ha producido un doble efecto: envió a la quiebra a las empresas ineficientes – haciendo millonarios a los directivos del resto de las empresas – y al mismo tiempo puso al alcance del gran público artefactos que antes solo estaban en manos del departamento de defensa norteamericano. No solo fue uno de los sectores más dinámicos de la economía norteamericana sino que su aplicación a los más variados ámbitos de la vida cotidiana revolucionó las relaciones sociales y económicas en el mundo entero. El ímpetu de estas empresas por innovar y ofrecer productos cada vez más novedosos y útiles para la sociedad en su conjunto desembocó en el desarrollo de software para negocios, para uso hogareño y para uso recreativo, incrementado los niveles de productividad hacia niveles nunca vistos. El hecho de atar el destino de una empresa a la satisfacción de las necesidades del gran

14 Para la década del 60’ y luego de años de política económica de espaldas al mundo y a la sociedad no se llegaba a exportar ni el 1% de la producción industrial.

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público constituye el incentivo más genuino y sustentable en una economía de mercado. Como vemos no hacen falta aranceles ni subsidios, solo competencia y afán de lucro.

Otra consecuencia de gran relevancia para nosotros los ciudadanos y para la vida institucional del país lo constituye el hecho que la instauración de aranceles hará que a los empresarios le resulte más provechoso dedicarse a ganarse el favor del gobernante de turno antes que el del consumidor, desviándolo de su función primordial y de su responsabilidad social que es satisfacer de la mejor manera posible las necesidades del público. El resultado de este tipo de intervenciones será un mayor deterioro institucional, mayor ineficiencia y una injusta distribución de la riqueza – ya que no es el empresario eficiente el que incrementa su patrimonio –. El estado logró transformar un juego de suma positiva como es el comercio en uno en el cual las ventajas de un sector se realizan a expensas del prójimo. Adicionalmente, se arguye que la intervención solo es efectiva si la política arancelaria se combina con una política de tipo de cambio múltiple. Para el otorgamiento del tipo de cambio diferencial habíamos visto en el segundo párrafo de este apartado que el argumento es que la productividad del sector industrial es mucho menor a la productividad del sector ganadero-agro exportador, que es el que determina el tipo de cambio, generando de esta manera una “estructura productiva desequilibrada”15. Sin este tipo de cambio múltiple, la expansión de la industria se encuentra con un factor limitante: cada vez que la industria local comienza a expandirse y empieza a demandar mayores cantidades de factores productivos – generalmente bienes importados como insumos y bienes de capital – aumenta el nivel de importaciones a tal punto que hace imposible su financiamiento, debido a que el precio de sus productos siguen siendo altos como para exportarlos y obtener de esa manera las divisas necesarias para la financiación de esa expansión. Entonces el desarrollo de la industria local siempre se enfrenta a un gran deterioro de la balanza comercial que limita su propia expansión, a menos que le transfieran recursos de otros sectores – subsidios o ahorro externo –. En la mayoría de las ocasiones el estado ha logrado “transferir” recursos del sector que logra “conseguir” divisas extranjeras, es decir el sector ganadero-agro exportador. Hoy en día se siguen gravando con retenciones y todo tipo de impuestos draconianos a la exportación de los sectores exportadores cuya renta es expropiada por el estado que a su vez “transfiere” estos recursos hacia aquellos sectores que considera “esenciales” o “estratégicos”, o sea, sectores que para el estado “deben estar”, si bien la sociedad con su voto en el mercado muestra lo opuesto al deseo del gobierno. Tengamos en cuenta que ni siquiera la aplicación de aranceles es suficiente que el estado tiene que recurrir al “robo legalizado” a través de retenciones a las ganancias de un sector mas pujante para seguir transfiriendo rentas de un sector a otro16. Mauricio Rojas lo describe en forma notable 17:

[…] El sector industrial no tiene un desarrollo dinámico independiente. No produce ni sus propios prerrequisitos – maquinaria, bienes semi-terminados,

15 Ver Diamand, Marcelo; “La estructura Productiva Desequilibrada Argentina y el Tipo de Cambio”. Desarrollo Económico, Vol.12, Abril-Junio de 1972, pp. 25-48. 16 Este mecanismo deja entrever la miopía de la acción estatal…desalienta mediante retenciones el desarrollo de un sector mas pujante para subsidiar a uno mas ineficiente y eternamente “infante”, cuando la lógica indica lo contrario…incentivar al mejor y desalentar el surgimiento de proyectos parasitarios. Sin ahondar mucho en este punto, el que suscribe considera que el estado debería abstenerse de cualquier tipo de intervención, sea del carácter que sea, sano precepto de uno de nuestros padres fundadores cuando advertía que “el estado no está para generar ganancias sino para impartir justicia” (Introducción del “Sistema Económico y Rentístico”, J.B.Alberdi,). 17 Rojas Mauricio, (2003), pp. 38-39.

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conocimiento técnico y una buena cantidad de materias prima – ni las divisas necesarias para importarlos. Por ello, este modelo industrial introvertido es totalmente dependiente de la capacidad del sector exportador basado en los recursos naturales para generar un excedente comercial substancial. Ello explica por qué las estructuras industriales en extremo introvertidas y protegidas como la de Argentina son al mismo tiempo tan vulnerables a impactos exteriores, en particular a aquellos relacionados con las perturbaciones y fluctuaciones de precios en el mercado internacional de bienes primarios […] Un desarrollo como el argentino, basado en industrias subestándar en el nivel internacional, puede fácilmente verse amenazado si los mecanismos que compensan la inferioridad productiva de aquellas industrias se debilitan o desaparecen […]

El argumento del tipo de cambio múltiple termina siendo insostenible. Se podría resumir diciendo que no importa que el estado fomente industrias parasitarias y proyectos de inversión que no contribuyan al incremento del bienestar de la sociedad18, dado que cualquiera podría producir cualquier cosa ya que el gobierno estaría dispuesto a subsidiar artificialmente el valor de la moneda ofreciéndole un tipo de cambio “a medida” que le permita compensar su ineficiencia relativa. Es decir, que deberíamos observar tantos tipos de cambio como sectores industriales ineficientes haya. ¿Algún productor va a la quiebra penalizándolo por engendrar productos de calidad deficiente? Ninguno, ya que si es ineficiente se le otorga un arancel, y si quiere exportar se le ofrece un tipo de cambio a medida que “tape” su ineficiencia relativa. ¿A quien se castiga? Al resto de la sociedad a la que le transfieren su excedente y que además deberá enfrentarse a un tipo de cambio libre sensiblemente superior. ¿El estado estará garantizando la igualdad para todos? Es bueno preguntarse ¿para que se favorece a sectores productivos que para desarrollarse necesitan que el Estado expropie de distintas maneras al resto de la sociedad la cual no obtiene nada a cambio? Vemos nuevamente que el estado se carga con la responsabilidad de garantizar algo que solo el mercado puede lograr: la rentabilidad de cualquier proyecto de inversión. Y para lograr ese objetivo avasalla los derechos y libertades de la mayoría para beneficio de un grupo reducido de empresarios favorecidos por regulaciones estatales. Adicionalmente, el argumento de que al tipo de cambio de mercado no puede favorecer un proceso de industrialización incipiente choca con la evidencia histórica. El hecho de que el sector ganadero-agro exportador fuese la locomotora de la economía argentina no impidió el surgimiento de un sector industrial, no menos dinámico. Por el contrario, ambos sectores se complementaron de una manera notable. En palabras de Mauricio Rojas19:

[…] Al mismo tiempo, las industrias exportadoras y el desarrollo de la infraestructura exigían una cantidad cada vez mayor de productos industriales, talleres de reparación y plantas de procesamiento, que expandieron aún más el mercado local. Recolectar, procesar y transportar los grandes productos de exportación argentinos requería no sólo maquinaria, trenes, depósitos e instalaciones portuarias, sino también, y en especial en lo concerniente a la exportación de carne, modernas plantas de elaboración de alimentos y grandes

18 Este hecho debería quedar claro si recordamos que el mayor precio relativo – por los aranceles – y el menor costo de financiación – por los créditos blandos – reasignan los factores de producción hacia sectores muy ineficientes – de ahí la protección –. 19 Rojas Mauricio, (2003), p.28.

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establecimientos frigoríficos. Todo ello tornó posible el surgimiento de un mercado nacional en una escala nunca vista en América Latina […]

La conclusión más importante de este apartado es la necesidad de abolir TODOS los controles cambiarios y comerciales. 3.2 EL CONTROL MONETARIO 3.2.1 La función del dinero en la sociedad.

“Una moneda eficaz es la condición de la libertad humana, creedme hoy como ayer el porvenir del hombre depende de la moneda”.

Jacques Rueff Hay que tener muy en cuenta que la aparición de la moneda surgió en forma espontánea del seno de la sociedad – mercado – para solucionar los problemas que había en una economía primitiva o de intercambio. En esta los dos mayores inconvenientes20eran el de “coincidencia de necesidades” y el de “indivisibilidad”. El primero viene del hecho de que en ausencia de dinero el intercambio se produce si logro encontrar a otro individuo que me pueda ofrecer el producto o servicio que deseo, y que este a su vez, necesite el producto o servicio que estoy en condiciones de ofrecer21. Como nos podemos imaginar, este escollo le quita un gran dinamismo al proceso de intercambio, y por ende, a la economía. El segundo problema viene del hecho que hay bienes que no se pueden intercambiar “en partes”. Si deseamos un bien de poco valor y solo poseemos un bien de mucho mayor valor para dar a cambio, como una casa por ejemplo, no podremos utilizar “parte” de la casa como forma de pago. Este inconveniente es el que llamamos el “problema de la indivisibilidad”. Con lo cual, la aparición de instrumentos homogéneos y de aceptación general – moneda – vinieron a solucionar estos dos problemas. Los bienes se vendían a cambio de cierta cantidad de moneda la que a su vez se usaba para la adquisición de otros bienes, y así sucesivamente. Es decir, el mero hecho de poseer moneda significaba poseer cierta cantidad de otros bienes. La utilización de unidades monetarias para la adquisición de bienes y servicios acarrearon la aparición de los precios monetarios, que nos indican cuántas unidades de moneda tendremos que volcar al mercado para adquirir determinado bien.¿La ventaja? La introducción de la moneda, al solucionar los dos mencionados problemas, dotó a la economía de una mayor flexibilidad y dinamismo al facilitar el intercambio de manera notable. En una economía monetaria, donde se utiliza al dinero como medio de intercambio, el demandante puede explicitar mediante el desembolso de dinero cuales son sus necesidades más inmediatas. Esta señal queda reflejada en el desembolso de dinero, y por ende se corporiza en el precio. Si tomamos el precio de dos bienes cualquiera, este precio relativo nos dará información sobre qué unidad “adicional” de los dos bienes se prefiere con mayor intensidad, además de mostrarnos la relación a la cual se intercambian en el mercado. Al contar con los precios relativos, el cálculo económico se simplifica notablemente, lo cual intensifica a su vez la actividad productiva, al poder medir con mayor precisión aquellos sectores donde el valor de mercado – precio – de un determinado bien es mayor en relación al resto. Como los precios relativos es la relación a la que se intercambian los bienes, aquellos reflejan a su vez la estructura de preferencias

20 Considerados desde el punto de vista monetario. 21 Hay que mencionar que también se han de poner de acuerdo a qué relación intercambiarán los respectivos bienes o servicios.

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relativas de la sociedad, y por ende, permiten descifrar aquello que se prefiere con mayor intensidad de aquello que no es tan necesario. Esta información, a su vez, es la que todo empresario recoge para ofrecer aquellos bienes en los cuales el precio relativo le es más favorable– y en donde podrán obtener un mayor retorno por unidad adicional –. Por lo tanto, son estas señales de mercado las que permiten al empresario poder decidir de manera racional en qué sectores emplear sus recursos y además en qué cantidades. Es de esta manera cómo el sistema de precios logra compatibilizar los deseos de la sociedad – demandantes y oferentes –. Pensemos en la disyuntiva de si invertir recursos adicionales en un proyecto que provea mayor cantidad de agua potable o en uno que amplíe la oferta de autos. Es evidente que el agua es un bien “esencial” para la vida y esta circunstancia nos podría llevar a suponer que es más beneficioso ampliar la oferta de agua en vez de la de autos. Sin embargo los precios relativos reflejan las valoraciones de la sociedad pero sobre las unidades marginales – y no totales –. Es decir, estos nos indicarán si la sociedad valora en mayor cuantía la producción de un auto adicional o de una unidad adicional de agua – cualquiera sea esta medida –, y no si los “autos” en conjunto son preferidos al agua. Es decir, que si la utilidad marginal de los autos es mayor que la utilidad marginal del agua los precios relativos incentivarán el uso de recursos en el primer sector de la economía, independientemente que la utilidad total del agua sea mayor que la utilidad total de los autos, dado que las unidades adicionales de autos engendrada por el nuevo proyecto productivo se valorarán en mayor medida que si se hubiera ampliado la oferta de agua; y esa es la señal que los inversionistas necesitan para decidir el destino de su inversión – y que también coincide con los deseos de los demandantes que indirectamente le indicaron en qué producir – 22. En síntesis, la posibilidad que brinda la aparición del dinero de llevar adelante con mayor precisión el cálculo económico – determinación de ganancias y pérdidas – incentiva la utilización de los factores de producción en los lugares más convenientes con el fin de maximizar las ganancias y minimizar las pérdidas. La aparición de precios relativos y la posibilidad de contrastar con mayor precisión los lugares hacia donde dirigir los esfuerzos productivos permitió conformar una estructura de producción basada en la mayor especialización. Como vemos, el dinero cumple una función social – resolver los problemas de una sociedad primitiva – como así también un rol económico – agilizar el intercambio e intensificar la división del trabajo –. Son los precios relativos los que nos indican la preferencia relativa de la sociedad con respecto a los distintos bienes disponibles en el mercado. Por lo tanto, en una sociedad libre la variación de los precios relativos viene dada por factores puramente endógenos – variación de la preferencia de la sociedad –. 3.2.2 El Estado y la Manipulación Monetaria.

“el papel moneda es la mayor plaga de las naciones, es en lo moral lo que la peste es en lo físico”.

M. De Montalivet Si en una sociedad libre la variación de precios relativos venía dada por factores puramente endógenos al mercado, con la intromisión del gobierno en el manejo de los

22 Friedman, M.; Teoría de los Precios: Apuntes para un Curso, Alianza Editorial, Madrid, 1993 [1964]; pp 58-59.

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medios de pago, los precios relativos pueden variar por factores exógenos al mismo – v.g. la decisión política de aumentar la base montera en vísperas de una elección –. Teniendo ya conocimiento sobre el origen del dinero y su función en la sociedad, estaremos de acuerdo en afirmar que no es el dinero mismo el que nos brinda un mayor bienestar. Aquel solo sirve para intercambiarlo – en uno u otro momento – por bienes y servicios, que son en última instancia los que nos brindan ese mayor nivel de bienestar. Esta afirmación surge del hecho de que no se puede aumentar la cantidad de recursos de una economía creando papel impreso. El problema económico fundamental fue, es y seguirá siendo cómo atender la mayor cantidad de necesidades dada una limitada cantidad de factores de producción. Son múltiples las maneras que el estado tiene de intervenir en materia monetaria. Puede llevar adelante operaciones de mercado abierto, financiar gasto público a través de giros al tesoro, modificar la política de encajes y la manera de supervisar el sistema financiero, etcétera. Una de las regularidades más estudiadas de la ciencia económica son los incrementos del nivel de precios en el largo plazo que sobrevienen a grandes expansiones monetarias. Si bien esto es cierto, no lo es menos el hecho de que si se aumentan las tenencias dinerarias de una economía habrá una reacción a ese incremento por parte de las masas por “pensar” que esa mayor cantidad de dinero equivale a mayor riqueza. El objetivo que apunta cualquier política monetaria expansiva es aumentar la demanda agregada de la economía. Una vez puesta en circulación una mayor cantidad de dinero, la gente procede como la hace normalmente, gasta el dinero. Esa mayor cantidad de dinero se vuelca al mercado incrementando la rentabilidad de aquellos sectores en donde el dinero aparece por primera vez, sector hacia donde se vuelcan una mayor cantidad de recursos, debido a que en la nueva situación se ha incrementado la posibilidad de pagar más por ellos. La oferta no tarda en llegar dado que en un inicio los empresarios no se pueden distinguir entre una modificación endógena o exógena de los precios relativos. La modificación de precios aparece con mayor o menor rapidez dependiendo de la dificultad que conlleve asignar los distintos factores de producción entre los distintos sectores de la economía23. El problema con este tipo de “quimeras monetaristas” es que pasado cierto umbral los empresarios empiezan a tomar conciencia de que este es un fenómeno que afecta a la mayoría de los sectores de la economía, momento en el cual solo se limitarán a “vaciar el mercado” incrementando los precios. Momento en el cual la autoridad monetaria ya no podrá influir en la economía real explotando la “ilusión monetaria” de los agentes económicos. En resumen, la multiplicación de medios de pago puede ocasionar la variación de los precios relativos sin que haya habido una modificación en la preferencia relativa de la sociedad. Este shock exógeno, al falsear los precios relativos hará rentables determinados sectores cuya mayor rentabilidad se origina al amparo de una manipulación de carácter monetaria. Esto incentiva una reasignación de recursos hacia los sectores beneficiados aún cuando la preferencia de la sociedad con respecto a los bienes disponibles no haya variado. Hacia allí acudirán insumos, energías, bienes de capital, financiamiento, capacidad empresaria y todos aquellos factores necesarios para la mayor producción de los nuevos bienes. Estos sectores dependerán de factores exógenos al mercado y por ende su incipiente desarrollo se torna incompatible en el largo plazo. En consecuencia, se estarán apartando recursos que no estarán disponibles para la producción de aquellos 23 Si dudamos acerca de cómo aumenta el nivel de precios, pensemos en una curva de demanda que se desplaza con mayor rapidez que una curva de oferta cuya pendiente es más empinada, por supuesto.

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bienes que la sociedad necesita de forma más urgente, y de aquellos sectores que tenían, en condiciones normales, una mayor productividad relativa. Esta dilapidación de recursos habrá reducido el nivel de bienestar de la sociedad, nunca lo aumentará24. El problema monetario se termina reduciendo al hecho que si bien la cantidad de dinero que se puede poner en circulación es ilimitada, no lo es la cantidad de factores de producción disponibles en cualquier momento del tiempo25. 3.2.3 Las devaluaciones

“Confiar nuestra moneda al gobierno es como confiar nuestro canario a un gato hambriento”.

Hanz Senholz

Un fenómeno recurrente en la historia monetaria argentina y un perfecto ejemplo de los desmanejos monetarios son las fenomenales devaluaciones de la moneda nacional26. Luego de grandes ciclos de expansión de la demanda agregada, que en la mayoría de las ocasiones culminaron en grandes déficit fiscales y de balanza comercial, financiados ambos con combinaciones de impuesto inflacionario – emisión –, aumento de alícuotas impositivas y endeudamiento, se llegaba una situación límite que enfrentaba a las autoridades locales a un dilema: ir a una profunda reforma del estado – que constituye el origen de la mayoría de los problemas monetarios y de endeudamiento – o devaluar la moneda27. Uno de los atractivos que presenta este tipo de manipulación estatal es la posibilidad de reducir los salarios reales de los trabajadores sin reducir los nominales. Si antes de la devaluación se ganaba $1000 después de la misma se seguirá ganando esa cantidad con la salvedad que de que los $1000 devaluados representan menor cantidad de bienes y servicios, es decir, menor poder de compra. ¿A quién se beneficia y a quién se perjudica? Aquellos sectores de la economía que perciben moneda dura como contrapartida de la venta de sus bienes y servicios al exterior se ven beneficiados dado que el costo de los factores de producción que utilizan – v.g. trabajo – se reduce. También hay que sumar aquellos sectores que – luego de la modificación de precios relativos generada por la devaluación – pasan a reemplazar a los bienes importados, ahora más caros. Por el contrario, el grueso de la población que no comercia directamente con el exterior ven sus ingresos licuados. Son los precios de los bienes comercializables y el precio de los productos que dependen directa e indirectamente de estos – o sea la mayoría – los que aumentan, lo cual reduce el salario real la sociedad. Como vemos, la consecuencia no solo es un aumento de precios, y la reducción de los salarios reales, sino que se produce una fenomenal transferencia de excedentes desde la sociedad hacia un puñado de

24 ¿La duplicación de los medios de pago puede duplicar la riqueza de la sociedad? 25 La teoría cuantitativa del dinero arrojaba cierta luz sobre este tema. Aquella establecía que la cantidad de dinero es igual a la cantidad de bienes y servicios producidos en la economía multiplicada por su respectivo índice de precios multiplicada por la inversa de la velocidad de circulación del dinero. (M = QxPxK). De esta forma un aumento exógeno en la cantidad de dinero producirá una de las tres cosas (o una combinación de ellas): (1) un aumento proporcional del nivel de precios, (2) un aumento en el volumen de producción o (3) un aumento en la demanda de saldos monetarios reales. Que en un incio haya una respuesta de la economía a la expansión monetaria obedece como se acaba de mencionar, a que en un inicio los empresarios no pueden distinguir a qué obedece la mayor demanda. 26 Sin mencionar la destrucción de cuatro símbolos monetarios en el lapso de un siglo: Peso Moneda Nacional (1881), Peso Ley (1970), Peso Argentino (1983), Austral (1985), Peso (1992). 27 Otro capitulo lo constituyen las devaluaciones ocasionadas por grandes fugas de capitales. Sin bien este tema desborda esta pequeña monografía, las causas de dicha fuga están íntimamente relacionadas con los hechos que se están tratando.

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beneficiados por la nueva paridad cambiaria. Este fenómeno es mas traumático en economías cerradas como la Argentina, dado que cuanto mas cerrada es la economía de un país mayor es su ineficiencia relativa, y por ende, mayor la reducción de costos y la modificación de precios relativos que debe generar para reestablecer los equilibrios macroeconómicos básicos. Una economía que trabaje con una función de producción cercana al estándar internacional solo le bastara una pequeña reducción de precios para mejorar su posición de balanza comercial. El menor precio y la reducción de la demanda agregada local permiten volcar al mercado mundial lo que no se consume domésticamente. Por el contrario, cuanto mayor es la ineficiencia de la economía local, el precio final de sus productos termina siendo muy elevado para exportarlo, y por ende, la devaluación que se necesita para ser competitivo también es elevada. Los siguientes datos permitirán ilustrar este punto: en el año 1983, el crecimiento de las exportaciones solo fue del 2.8% luego de una devaluación del 306%; en el año 1985, la devaluación fue del 779% y las exportaciones solo se incrementaron en 3,6%; dos años mas tarde, en 1987, la devaluación fue del 145% y las exportaciones cayeron el 7,2% y en 1989 las exportaciones solamente subieron 4,9% mientras que la devaluación llegó al 3652%! En definitiva, en economías como las nuestras las devaluaciones y las reducciones en la demanda agregada terminan siendo muy pronunciadas. La influencia que esta reducción de la demanda agregada tiene para nuestro nivel de bienestar es enorme. Este último punto significa que la cantidad de bienes y servicios que están a nuestro alcance se ha reducido notablemente. Esta merma en el nivel de bienestar de los sectores más amplios de la sociedad es la que se transfiere al reducido grupo de beneficiarios por la nueva paridad, lo cual nos lleva a la otra cara de la devaluación: la ampliación de la brecha entre el decil de mayores recursos y aquellos que menos tienen. Tomando como ejemplo el caso argentino debemos agregar que un factor de gran trascendencia a la hora de evaluar un cambio en la paridad de la moneda – devaluación – lo constituye el grado de dolarización de la economía. No tendrá el mismo efecto devaluar en una economía como la chilena – independientemente del grado de apertura – que en una economía como la argentina en la cual gran parte del sistema bancario y financiero esta dolarizado. El problema contractual que sobrevino a la devaluación de enero del 2002 constituye un ejemplo elocuente. Este es otro de los problemas de la devaluación. Esta favorece a los deudores – que prestaron una moneda de mayor valor – a costa de los acreedores – que devuelven una moneda subvaluada –. Sin embargo, hoy en día la clase acreedora no son los pudientes sino por el contrario todos aquellos que contribuyen al sistema de seguridad social – AFJP –, los pequeños ahorristas – depositantes a plazo fijo –, los que aportan a cooperativas, en resumen, la mayoría de la clase trabajadora. A su vez los grandes deudores son las grandes empresas y corporaciones que se encuentran terriblemente apalancadas y que colocan deuda que es absorvida por inversores institucionales y bancos que están capitalizados con la plata de los trabajadores. Una devaluación, en consecuencia, implica una gran transferencia de riqueza de la clase trabajadora hacia los más pudientes. Los párrafos anteriores pretendieron dar luz sobre cómo las regulaciones en el ámbito de la economía se terminan extendiendo al resto de los ámbitos de la vida civil como lo muestra las innumerables regulaciones que siguen a las devaluaciones. Como esta medida genera una brutal transferencia de recursos de los sectores de ingresos fijos – la mayoría de la sociedad que no perciba su ingreso como contrapartida de la venta de un bien o servicio al exterior – hacia aquellos sectores que se enfrentan a precios internacionales, el estado se carga con la necesidad de mitigar los efectos de sus propias medidas con regulaciones tendientes a mejorar la situación de los sectores de mas bajos recursos, que

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son los que mas sienten el impacto de la devaluación28. Por ello no es extraño observar que luego de las devaluaciones le siguen políticas de precios máximos – muy utilizado para abaratar el alimento y los servicios esenciales –, de regulación de tarifas, el establecimiento de derechos de exportación y retenciones – para volver a retransferir los mismos ingresos que se transfirieron con la devaluación – y todo tipo de engendros. A su vez se suma el problema entre acreedores y deudores mencionado en el párrafo anterior que contribuye al caos ocasionado por el estado, quien a su vez responde con mayores regulaciones tendientes a “repartir” las cargas a todos los sectores de la sociedad para lo cual se hace imperioso “flexibilizar” el marco jurídico29. Por ultimo, queda señalar que las devaluaciones no apuntan a corregir ni a eliminar las causas fundamentales de la ineficiencia sino que solo contribuyen a reducir la demanda agregada y a modificar los precios relativos a favor de los bienes transables, favoreciendo la utilización de los factores de producción en los sectores ligados a la producción de aquellos bienes. De aquí que luego de las devaluaciones los sectores ligados a la exportación y a la sustitución de importaciones crezcan con mayor ritmo que el que experimenta el promedio de la economía. Actualmente vemos este hecho en el “boom” del campo30 y del turismo31. 3.2.4 Otro ejemplo de manipulación monetaria. El Ahorro Forzoso Este es un recurso que muchas veces se utiliza para incrementar el ahorro agregado de la economía. A través de la inflación se intenta aumentar el ingreso de los propietarios de los medios de producción a costa de la población con ingresos fijos. Cuando hay un aumento en el precio de las mercancías sin que se produzca un consiguiente aumento en los salarios se incrementa el ingreso de los productores a costa de los trabajadores. Como la propensión al ahorro de la primera clase es mayor al de la segunda, con la transferencia de recursos de los segundos hacia los primeros se logrará un aumento del ahorro. Dado que el aumento en el ingreso de los productores no se traduce en un aumento proporcional de su consumo, una transferencia de recursos hacia este sector necesariamente produce un incremento en el ahorro agregado de la economía32. Como este proceso se da por una modificación exógena en la cantidad de dinero y no por una variación endógena de la preferencia temporal de los agentes se dice que ese ahorro es forzoso. Se da indirectamente como consecuencia de la transferencia de recursos de un sector con menor propensión al ahorro hacia otro con mayor propensión al mismo. Este incremento en el ahorro reducirá la tasa de interés originaria dada la mayor proporción a ahorrar de la economía en la misma situación. De todas maneras, no siempre la inflación producirá un fenómeno de ahorro forzoso. Si la clase que experimenta un aumento de sus ingresos espera un aumento de la inflación y

28 Ver sino la explosión en los índices de pobreza e indigencia que siguieron a la devaluación del peso en enero del 2002. 29 El reciente fallo (este artículo fue escrito a fines del año 2004) de la corte sobre La ley de pesificación es solo una consecuencia lógica del problema mas profundo que constituye el hecho de un estado que pretenda controlar el aparato productivo y determinar ganadores y perdedores. 30 Con buenos precios internacionales por supuesto. 31 La actual vedette de la economía. 32 Permaneciendo todo lo demás constante.

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consecuentemente una perdida en el poder adquisitivo de la moneda en la cual ahorra, es posible que esa expectativa provoque una reducción de la propensión a ahorrar e incite a desprenderse de las tendencias dinerarias volcándolas al mercado y sacando bienes físicos del mercado – mayor consumo –. En este caso no habrá un mayor ahorro sino que el efecto terminará siendo opuesto al buscado en primer lugar. Como vemos dependemos de las expectativas del sector cuyo ingreso aumenta. 3.3 EL CONTROL CREDITICIO

[…] Los precios “justos” o “equitativos” carecen por completo de trascendencia científica; tales conceptos no son más que máscaras tras las que se ocultan personales deseos y pretensiones de que las

cosas fueran diferentes a como en realidad son […] Ludwig Von Mises

Otro ámbito en donde el estado persigue “políticas activas” es en el mercado crediticio. No es poco frecuente escuchar anuncios de fomento crediticio y de medidas tendientes a subsidiar el costo de financiamiento. Así como una modificación exógena de los precios relativos apartaba los recursos de aquellos lugares más productivos, una manipulación de la tasa de interés provocará una mala asignación de recursos a lo largo del tiempo, lo cual va a provocar que las necesidades presentes y futuras de la gente sean atendidas de forma imperfecta. Nuevamente se hace imperiosa le necesidad de limitar la intervención gubernamental en este ámbito. 3.3.1 El interés originario El hecho de que los individuos valoren en mayor cuantía los bienes presentes que los bienes en un futuro remoto redunda en que por aquellos se paguen más que por estos. Esta diferencia es la que llamamos interés. Para darnos una idea práctica del fenómeno del interés veamos un simple ejemplo. Si nosotros fuéramos a una tienda para comprarnos un pantalón y al momento de abonarlo nos dijeran que lo vamos a recibir dentro de tres meses, lo más probable es que rechacemos la oferta. Nosotros queremos disponer del bien en el mismo momento en el cual lo abonamos. Es decir, que para nosotros el pantalón que nos entregan en el mismo instante de la compra tiene un “valor” mayor que el pantalón que nos entregarán dentro de tres meses. Es decir, la única manera en que aceptaríamos recibir el pantalón tres meses después sería pagando un importe menor. Nuevamente el precio del pantalón “hoy” es mayor que el precio del pantalón dentro de tres meses. Esta diferencia de precio es el interés, y como acabamos de ver éste está asociado con nuestra preferencia temporal33. Cuanto más urgente sea nuestra necesidad por disponer de los bienes en el momento presente, mayor será el descuento que tendrán los bienes futuros, es decir, mayor será el interés. Por el contrario, cuanto más frugales seamos – o sea, cuanto más propensos seamos a consumir los bienes en momento más alejados del tiempo –, menor será el descuento de los bienes futuros, y consecuentemente, menor será la tasa de interés. La tasa de interés es la tasa de descuento que utilizamos para descontar los bienes futuros por bienes presentes, y por tanto jamás desaparecerá mientras haya escasez. Esta, implica

33 Es análoga a una tasa de impaciencia.

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(3)(2)(1)

bruto originarioi i g π σ= + + +

cierta clase de acción, la cual a su vez, implica valoración de algún tipo. El hecho de que haya escasez significa que los medios disponibles en un determinado momento no alcanzan para satisfacer en forma completa todas nuestras necesidades, lo cual nos lleva a elegir entre satisfacer algunas ahora – las más inmediatas – y dejar el resto – las deseadas con menor intensidad – para un momento posterior. Que los individuos deseen satisfacer una mayor cantidad de necesidades en el momento presente ocasiona que se destinen una mayor cantidad de recursos a la producción de proyectos de muy corta duración – que permitirán satisfacer este mayor consumo presente – y por lo tanto reduciendo los recursos disponibles para proyectos de mayor maduración – que serán valorados en menor medida, de ahí que su tasa de descuento aumente –. La preferencia de la sociedad de aumentar en mayor medida el consumo presente aumentará la tasa de descuento y por ende discriminará los proyectos de mayor duración – destinados a satisfacer un consumo futuro ahora menos deseado –. Al asignarse mayores recursos a proyectos de menor duración, y al ser aquellos escasos, habrá insuficientes recursos para culminar con éxito los proyectos de mayor duración – que de todas maneras la sociedad prefiere con menor intensidad –. Como acabamos de ver, la tasa de interés asigna en el tiempo los siempre escasos factores de producción teniendo en cuenta la preferencia temporal de la sociedad. En un mundo con plena abundancia de bienes de consumo y factores de producción – ausencia de escasez – no tendríamos que optar entre la satisfacción de necesidades presentes y futuras, dado que éstas estarían cubiertas en ambos períodos. Al disponer de los suficientes recursos carecería de sentido descontar los bienes futuros por bienes presentes y ya no sería necesario establecer prioridades entre los distintos proyectos, dado que en esta situación los recursos disponibles permitirán atender nuestras necesidades en todo momento. En consecuencia, el concepto de interés desaparecería. La manipulación exógena de la cantidad de dinero que hay en la economía en un momento dado puede dar lugar a la modificación del interés bruto de mercado aún cuando no haya habido una modificación en el interés originario34 y por ende contribuir a la falta de coordinación y a la mala asignación de los recursos en el tiempo. Veamos por qué. 3.3.2 El Interés Bruto de Mercado Este es aquel tipo de interés que se pacta en las operaciones de crédito. Este incluye: el interés originario que acabamos de definir, la ganancia del intermediario financiero, una prima tendiente a neutralizar las variaciones en el poder adquisitivo del dinero, y finalmente una prima por riesgo en la cual podemos incluir todos los otros factores que influyen en el interés de mercado: factores institucionales, futuras cargas impositivas, probabilidad de expropiación, riesgo cambiario…etc. ( 1 ) relacionado con la preferencia temporal de los agentes económicos. Se acaba de hacer referencia a este punto. ( 2 ) La necesidad de que los escasos recursos ahorrados por la sociedad se encaucen hacia aquellos proyectos de inversión rentables hace a la intermediación financiera una actividad sumamente valiosa. La gestión en la concesión de créditos constituye una 34 O sea, en la preferencia temporal.

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actividad valiosa dado que para recobrar el principal y los intereses es menester que dicho préstamo se dirija hacia proyectos rentables. Que los bancos cobren una “comisión” por esta actividad viene del hecho de que la concesión de préstamos – intermediación financiera – es un negocio y como tal está sujeto a incertidumbre – de poder recobrar o no, o solo parcialmente el capital invertido –. ( 3 ) Antes de analizar el efecto exógeno de la variación de la cantidad de dinero sobre la tasa de interés, hay que mencionar que este incremento de la liquidez a su vez transfiere recursos de una parte de la sociedad a otra, hecho que puede modificar las circunstancias que influyen sobre la tasa de interés originario – ( 1 ) – . Dicho incremento en la cantidad de dinero puede transferir recursos de los sectores de más altos recursos (que por lo general tienen una mayor propensión al ahorro) hacia sectores de más bajos recursos (los cuales a su vez tienen baja propensión al ahorro); este hecho modificará la tasa de descuento sobre los bienes futuros en mayor medida, dado el incremento del consumo presente. Al interés originario se le suma las compensaciones que el prestamista utilizará para prevenir la posible erosión del capital prestado por vía del cambio en el poder adquisitivo del dinero. Si bien es muy difícil que estas compensaciones neutralicen completamente la variación en el poder adquisitivo del dinero, ya que esto implicaría un conocimiento perfecto – reservado solo a los seres omniscientes – sobre la tasa futura de inflación, estas compensaciones generalmente sirven para resguardarse de los efectos nocivos de la inflación. Si la inflación esperada se incrementa en un 10% en el futuro tendremos que desembolsar un 10% de unidades monetarias adicionales para re-comprar el capital (o sea, la misma cantidad de bienes y servicios) con lo cual exigiremos al deudor, independientemente del interés que hayamos pactado y de las comisiones establecidas originariamente, un 10% adicional de dinero lo cual nos permitirá resguardar el valor del capital de la inflación. Ahora bien, esto no quiere decir que podamos eliminar por completo el riesgo inflacionario ya que muy bien puede ocurrir que la inflación efectiva sea mayor que la inflación esperada. En este caso el deudor devolverá una cantidad de unidades monetarias de menor valor y por lo tanto menores que las necesarias para re-comprar la misma cantidad de bienes y servicios que en el momento inicial – cuando se celebró el contrato –. El prestamista habrá fallado en sus previsiones y por ende perdido parte del capital. Esto generará un perjuicio al prestamista, quien en el próximo contrato aumentará la prima por riesgo y por inflación, trasladándole parte del costo al próximo deudor. En las primeras etapas de una política monetaria expansiva se podrá conseguir una reducción de la tasa de interés real si consideramos que cuando comienzan los procesos expansivos no hay “premios” por variación de precios dado que estos incrementos de precios tardan en “aparecer” o hacerse notar a ojos del público. Cuando hay rezagos en la actualización de la inflación esperada, esta siempre va detrás de la inflación efectiva, lo cual reduce la tasa de interés que el deudor realmente paga. Es importante hacer notar que la imposibilidad de prever la inflación futura hace que la variación de la cantidad de dinero efectivamente influya en el mercado crediticio, es decir en la tasa de interés real. Muchas veces el ajuste por inflación se hace con rezago lo cual quiere decir que la variación en las existencias monetarias varió las condiciones bajo las cuales se celebró el contrato original. Cuando hay rezagos la tasa de interés real será menor a la tasa bruta de mercado originalmente pactada35. 3.3.3 El control crediticio reduce el nivel de bienestar

35 De aquí el debate entre los que favorecen cierta “discrecionalidad” de la autoridad monetaria para explotar esta situación frente a los defensores de “reglas” para todo momento del tiempo.

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( )1/t tP P+ →∞

( )1/t tP P+ →∞

( )1/ 0t tP P+ →

Sumado a los pedidos de protección arancelaria, exenciones, sostenimiento de una determinada paridad cambiaria y otros favores, los reclamos a la burocracia en funciones muchas veces incluyen pedidos explícitos de subsidios crediticios amén de otras linduras como Bancos de Desarrollo que permitan canalizar el ahorro de la sociedad a determinadas actividades…por supuesto a tasa preferencial. En este apartado se ejemplificará cómo la intervención crediticia reduce el nivel de bienestar de la sociedad al incentivar una mala asignación de recursos a la largo del tiempo. Habíamos denominamos al interés originario como aquel que surgía de la razón entre el precio de los bienes presentes sobre el precio de los bienes futuros. Por lo tanto el interés originario venía a reflejar la preferencia temporal de los agentes económicos. Cuanto mayor es la preferencia por bienes presentes, en relación con los mismos bienes pero disponibles en un futuro más lejano, mayor es el interés originario, o sea, mayor el “premio” que otorgamos al disponer de un bien “hoy”. Veamos los dos casos extremos:

. No le otorgamos ningún valor a los bienes futuros; estos no nos interesan. La tasa de interés en este caso tenderá al infinito.

. No nos interesa consumir hoy sino que buscamos consumir bienes en momentos más alejados del tiempo. Somos lo más frugales que podemos

ser. En este caso la tasa de interés se reducirá a cero. En este tipo de análisis la relación de causalidad es importante. La tasa de interés originaria queda determinada por la preferencia temporal de los agentes. No es la primera la que determina la segunda. De ahí el error en la afirmación de que es la tasa de interés la que determina los volúmenes de ahorro de la gente o la predisposición de estos al ahorro. Consecuentemente se podrá concluir que sería equivocado pensar que la tasa de interés es el incentivo que los individuos tienen para ahorrar o para dejar de hacerlo. Veamos un ejemplo de cómo la intervención de la tasa de descuento por parte de la autoridad monetaria puede reducir el nivel de bienestar de la sociedad. Consideremos como escenario el primer caso: Si vamos al extremo de suponer que el mundo se va a acabar mañana, el precio de los bienes futuros – posteriores a mañana – se reducirán a cero. En este escenario, ¿cuánto estaríamos dispuestos a pagar por un bien cuya disponibilidad se haría efectiva en un momento futuro? Necesariamente ese valor sería igual a cero. En este caso, todo el mundo consumiría y agotaría todas sus disponibilidades hoy mismo; es decir, todo el mundo encontraría ventajoso el consumo presente inmediato y fútil todo deseo de consumir en momentos más alejados del tiempo. Esto equivale a decir que la tasa de descuento que le aplicamos a los bienes futuros es infinitamente grande. ¿Podríamos afirmar que esta tasa de descuento nos va a incentivar al ahorro, o que los volúmenes de ahorro se incrementarán por semejante aumento en la tasa de descuento? Aún mas, el incremento hacia el infinito de la tasa de interés será la mejor señal que los inversores tendrán para no embarcarse en ningún tipo de proyecto de inversión que culmine en momentos posteriores a mañana dado que nadie va a estar ahí para verlo ni para demandar los productos engendrados por dicha empresa. Lo más provechoso en este

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escenario será “comerse” todo el capital. Esto es lo que harán los inversores al ver semejante tasa de descuento. Como vemos, la preferencia de la sociedad de elevar el consumo inmediato llevaría a una escasez total de recursos y bienes de capital para inversión que quedaría reflejada en la tasa de interés de mercado, que al tender al infinito llevará el valor presente neto de los proyectos al valor cero. El valor del proyecto será nulo, no tendrá valor de mercado y por ende no deberá llevarse a cabo. Todo el mundo estaría “comiéndose” el capital. Ahora bien, si en este escenario la autoridad monetaria “concluyese” que la tasa de interés de mercado es muy elevada y decidiese reducirla mediante los distintos instrumentos que tiene a su alcance, tornaría rentables “cierta cantidad” de proyectos de inversión que apartarían bienes de capital necesarios para producir bienes destinados al consumo presente – que es la decisión óptima para la sociedad –. Es decir, luego de la intervención la tasa de interés de mercado se reduciría – en comparación a la situación de mercado – y frente a esta señal algunos empresarios apartarían recursos del “consumo inmediato” para utilizarlos en proyectos destinados a satisfacer cierto consumo futuro – que ahora cobraría mayor valor –. Y esto ocurriría independientemente de que la sociedad prefiera consumir todos los recursos disponibles en el presente inmediato, situación que ya había quedado reflejada en la tasa de interés de mercado. La consecuencia de reducir la tasa de interés mas allá de su valor de mercado redujo el “consumo inmediato” de la sociedad en una mayor cuantía que el que la sociedad realmente estaba dispuesta a llevar adelante, apartando recursos – que se iban a dedicar al consumo – hacia proyectos de inversión cuyo resultado nadie va a ver ni a disfrutar. El consumo inmediato termina siendo menor al que la sociedad pudo haber tenido acceso sino fuera por la intervención gubernamental, reduciendo en consecuencia el nivel de bienestar de la sociedad. En este ejemplo la intervención de la autoridad monetaria imposibilitó la toma de la decisión óptima que hubiera sido “comerse” todo el capital y los recursos disponibles, situación reflejada en la tasa de interés de mercado. 4. LA MALDICIÓN DE SÍSIFO

“¡Señor!...vuestra excelencia podrá acusar a algunos individuos de que han ocasionado este engaño afectando la felicidad del reino, y

hasta podréis castigarlos para escarmiento de todos. Porque el desorden creado será tal que nadie estará en condiciones de

comprender que vos mismo al imprimir esos papelitos, con vuestra firma y efigie, fuisteis el causante de esa pasajera alucinación”

Mefistófeles

Si bien en la práctica a veces se hace difícil distinguir con claridad el efecto conjunto de las distintas políticas implementadas por el gobierno, hasta aquí se ha hecho referencia por separado a cada uno de los instrumentos de los que se valen los burócratas para controlar el aparato productivo. A continuación se tratará de describir intuitivamente la complementariedad de las distintas políticas llevadas a cabo por el estado pero mostrando nuevamente el rotundo fracaso de las mismas. Queda decir que es entendible que gran parte de la sociedad no le otorgue a estos temas una gran trascendencia, ya que en la mayor parte de las ocasiones este tipo de medidas terminan fracasando en el mediano y largo plazo. De todas maneras a lo largo del texto se ha puesto mucho énfasis en resaltar, que independientemente de los dudosos beneficios de corto plazo, a las intervenciones estatales le sobrevienen catastróficos resultados en el mediano y en el largo plazo. Nuestra historia económica reciente puede servir como

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ejemplo de la amplitud de nuestros ciclos económicos. La última década evidencia cómo a períodos de gran crecimiento le han seguido grandes depresiones. Es decir, que independientemente de algunos ciclos de auge y de la aparente bonanza vivida en los años noventa, la Argentina hoy por hoy no puede mostrar avances significativos en sus indicadores de desarrollo humano. Los actuales índices de desempleo y pobreza muestran con elocuencia el fracaso Argentino y también cómo los errores de política económica terminan por amenazar la paz social. Las políticas monetaria, crediticia, cambiaria y comercial han sido instrumentos utilizados intensivamente por los distintos gobiernos – civiles y militares – para alentar el desarrollo de los sectores más rezagados de la economía y de aquellos considerados “estratégicos”. La importancia de fomentar distintos sectores varió según el gobierno e inclusive las modas: sectores que eran intensivos en mano de obra, sectores con mayor influencia en el gobierno de turno, la “necesidad estratégica” de desarrollar una industria pesada, etcétera. El punto central a remarcar es que estos sectores no lograron alcanzar un crecimiento sostenido por trabajar con una estructura de costos y precios muy alejados del estándar internacional, tornándose en una carga para la sociedad e incompatibles con la competencia foránea. De aquí su imposibilidad de exportar y que para su mantenimiento se haya requerido de la ayuda estatal en materia de aranceles, subsidio crediticio, exenciones impositivas y hasta de brutales modificaciones en la paridad cambiaria. La expansión de la actividad industrial en cabeza del estado muchas veces encontró fuertes limitaciones de recursos; sean aquellas divisas para importar, financiamiento, adecuado suministro de insumos, mano de obra especializada36, etcétera. Esto nos muestra el peligro de alentar desde el estado ciertas actividades más allá de las verdaderas posibilidades de la economía. Esta incompatibilidad en las crecientes necesidades de la industria y los distintos recursos que la economía local podía generar llevaron a situaciones de “paro repentino” con abruptas y acentuadas devaluaciones y caídas en el nivel de actividad, que más que compensaron las aparentes expansiones iniciales. Ya se hizo referencia a los problemas que en nuestro país han generado los procesos devaluatorios37. Los gobiernos populistas utilizaron asiduamente la política monetaria para aumentar la liquidez de la economía y por ende alentar un mayor consumo de las masas, que junto con la aplicación de aranceles a la importación38, favorecen el precio relativo de aquellos sectores que abastecen el mercado interno. Se suma también una política de “represión financiera” destinada a reducir el costo del financiamiento – disociando la cantidad de ahorro global de la economía con la cantidad de proyectos que necesitan ser financiados –. Ya he mostrado cómo esta política aumenta la rentabilidad de los proyectos de mayor maduración, y cómo a su vez esta distorsión de la tasa de interés de mercado tornaba incompatibles las necesidades de las nuevas inversiones con la cantidad ahorrada por la sociedad – que contribuye a la formación de capital y al mantenimiento del existente –. 36 Hoy se puede ver este fenómeno, lo cual demuestra que aún cuando haya altos niveles de desempleo, y por lo tanto altos niveles de reservas de mano de obra, las distintas especializaciones lleva a que los factores de producción no siempre presenten la suficiente homogeneidad como para hacer agregaciones simplistas. 37 Fenomenales transferencia de recursos que dieron pie a un mayor número de regulaciones, incremento en el precio de los insumos importados que incentivaron políticas de precios máximos, problemas contractuales entre acreedores y deudores, caídas en el nivel de actividad ante la reducción en la demanda agregada para reestablecer el equilibrio externo, grandes perdidas en el salario real y consecuentemente fuertes reducciones en el nivel de bienestar. 38 Que reduce la cantidad de sustitutos y por ende da mayor “aire” a los productores locales para el aumento de precios de sus productos.

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Una política monetaria exógenamente expansiva favorece el consumo inmediato. Adicionalmente una reducción de la tasa de interés de mercado – y mayores aranceles – estimula la oferta a través del surgimiento de nuevos proyectos de inversión. Hay que tener en cuenta que en este ejemplo el aumento de la demanda agregada, a través del mayor consumo inmediato y las mayores inversiones, no se ha dado por una modificación en la valoración subjetiva de la sociedad ni por una modificación de su preferencia temporal de consumo – es decir, por factores endógenos al mercado –, por lo tanto la incipiente expansión no está teniendo en cuenta las verdaderas disponibilidades de la economía. En ausencia de aranceles, la estructura de precios relativos no hubiese alentado la asignación de recursos a determinados sectores. La tasa de interés de mercado, cuya función es informar de las verdaderas disponibilidades de factores destinados mediante el ahorro39 a la formación de capital, tornaría inviables muchos de los proyectos de inversión que ahora surgen al amparo de una política de “represión financiera”. Por lo tanto, la tasa de interés intervenida deja de cumplir su principal función como factor limitante de los períodos de producción que pueden ser llevados a cabo y sostenidos con éxito dado la cantidad de factores ahorrados por la sociedad y disponibles en las distintas etapas40. El aumento del consumo debido a la mayor cantidad de unidades monetarias disponibles y la proliferación de proyectos de inversión de mayor duración no implica que necesariamente se hayan reducido la cantidad de proyectos de menor duración ni que realmente hayan aumentado los niveles de ahorro de la sociedad. La nueva asignación de recursos no obedece a una modificación en la preferencia de la sociedad sino que se debe a un cambio en los precios relativos producto de la política monetaria y arancelaria. En esta situación se están detrayendo recursos de otros sectores de la economía para reasignarlos a la producción de los nuevos bienes cuyos precios relativos ahora resultan más alentadores. Este incremento en la necesidad de factores de producción aumenta la demanda de importaciones, empeorando el saldo de la balanza comercial, ya que la nueva producción no apunta la exportación sino a satisfacer la demanda doméstica. Ahora bien, la mayor cantidad de factores de producción precisados por los proyectos de mayor maduración – ante la reducción en la tasa de interés de mercado – detrae recursos de los proyectos de menor duración cuya demanda también ha aumentado debido al aumento del consumo inmediato – expansión monetaria –. Teniendo en cuenta la rigidez del factor capital, es decir, la imposibilidad de reasignar los escasos bienes de capital hacia los distintos sectores al mismo ritmo que el aumento de la demanda agregada, genera un incremento de precios que a su vez vuelve a modificar la estructura de precios relativos en favor de los proyectos de menor maduración. Este hecho, y la necesidad de mantener los proyectos de mayor maduración desencadenan presiones por nuevas intervenciones monetarias y crediticias reiterando el proceso y contribuyendo a profundizar el deterioro de la balanza comercial, la mala asignación de los recursos y por ende una mayor ineficiencia de la economía local. Adicionalmente, hay que mencionar que las sucesivas rondas de intervención monetaria y crediticia habrán aumentado la

39 Reducción de consumo presente. 40 Actualmente vemos como la flamante autoridad del B.C.R.A., el Lic .Martín Redrado, ha manifestado la necesidad de ofrecer instrumentos de mayor plazo a los ahorristas, dado que bajo las actuales condiciones el sistema financiero otorga muy pocos créditos a proyectos de larga maduración debido a que la mayoría de las colocaciones son a la vista o a plazos muy cortos, lo cual señala la poca disponibilidad de fondos disponibles para sostener proyectos de gran envergadura.

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“velocidad de circulación” del dinero local y una aceleración del nivel de precios, factores que contribuyen el atraso cambiario y a la necesidad de devaluar la moneda local. En muchas ocasiones de la historia argentina, la expansión desmedida de un sector industrial de por sí incapacitado para generar divisas propias, dada la ínfima proporción de productos que destinaba a la exportación, llevó repetidas veces a fenómenos de “paro repentino”41. Este hecho lo demuestra la caída abrupta de las importaciones y del producto industrial tan pronto cuando se agotaban las reservas internacionales que imposibilitaba seguir financiando el déficit de cuenta corriente42. La reducción de las importaciones limitaba la expansión de la industria dado que ésta era muy dependiente de materias primas y bienes elaborados externamente. Adicionalmente se necesitaba una reducción notable en la demanda agregada para aliviar la balanza comercial y poder exportar lo que se dejaba de consumir internamente. Como hemos vimos en apartados anteriores, cuanto mayor era la ineficiencia de una economía mayor era la reducción del precio necesario para poder vender ese producto externamente y por ende mayor era la presión para reducir la demanda agregada, lo cual impactaba notablemente en el nivel de bienestar de la gente. Pruebas al canto: con el Plan Quinquenal del gobierno peronista, luego de crecer durante dos años se llegó a un tope hacia el año 48´, momento en que comienza una abrupta caída que tocó fondo hacia el año 52´. Al ciclo populista de política monetaria exógenamente expansiva para facilitar el mayor gasto público – el cual ya era retroalimentado por la apropiación de la renta del sector agro-ganadero – más la dilapidación de las reservas internacionales acumuladas durante años siguió un típico programa de estabilización: devaluación, un congelamiento de precios y salarios – para evitar nuevas espirales inflacionarias –, austeridad fiscal, y una reducción en la demanda agregada para reestablecer el equilibrio de la balanza comercial y corregir las ineficiencias de la economía local. 5. ESTADO VS. ORDEN ESPONTANEO

“El estado en su mejor circunstancia es tan solo un mal menor, en su peor...uno insoportable”

Peter Bauer Como se describió en los párrafos anteriores hay que recalcar el mezquino rol que juega la política monetaria gubernamental, no solo para incentivar la demanda agregada sino para reducir la ociosidad de los factores de producción. Después de todo, ello se logra transitoriamente (mientras dura la “ilusión monetaria”) luego de dar origen a un ficticio auge monetario con grandes costos de largo plazo, y que en el mejor de los casos nos deja en la misma situación desde donde se partía. El gobierno no solo se limitaba a imprimir billetes para incrementar los saldos privados que eventualmente se volcaban al mercado real (lo cual es una consecuencia lógica de que cuando la gente tiene plata…la gasta) sino que habíamos visto que muchas veces la autoridad monetaria modificaba la paridad cambiaria de manera ad-hoc generando una notable modificación del precio relativo entre el capital y el trabajo, en favor de este ultimo (devaluación), que eventualmente alentaba la utilización del mismo (ahora más barato) en desmedro de la demanda de capital, y que

41 Las consecuencias de estas medidas eran muy previsibles en el corto plazo. Para dar una idea de este fenómeno para los años cincuenta la gran expansión de la demanda interna agrandó el mercado interno a tal punto que más del 80 por ciento de la producción de carne y de granos era destinada al mercado local y para la década del 60´ no se llegaba a exportar ni el 1% de la producción industrial! 42 En la década del noventa cuando se agotaba el financiamiento externo.

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a su vez, incrementaba los márgenes operativos de determinados sectores. Antes de analizar el pernicioso efecto sobre la productividad del propio trabajo hay que mencionar que esta la paridad cambiaria tras una devaluación no solo incrementaba los precios de aquellos bienes exportables y de aquellos que competían con los importables sino que a su vez generaba una transferencia de recursos desde los asalariados hacia sus empleadores, que ahora cobran mayores sumas dinerarias por los bienes que ellos comercializan y que sustituyen a los que antes se importaban por un menor precio. Este hecho, a su vez, deja en evidencia el redireccionamiento de las nuevas emisiones espúreas. Y además hay que añadir la aparición del ignominioso “impuesto inflacionario” desde el momento en que la autoridad monetaria puede imprimir dinero discrecionalmente a un costo nulo, el cual se direcciona hacia los sectores en donde el dinero se termina gastando en primer lugar, generalmente aquellos sectores cuyo precio de venta aumentó (exportables y aquellos que sustituyen importaciones) dando lugar a una mayor recaudación por la ampliación de la base imponible. El “ardid” se encuentra en que el estado puede incrementar su recaudación con un costo inexistente para el mismo y que termina “trasladando” hacia aquellos que ahora pagan mayores precios por los mismos productos, generando una transferencia desde la sociedad (que pierde su excedente) al estado que recauda más a través de los empresarios, que son el grupo hacia donde se direcciona la mayor cantidad de dinero puesta en circulación por el mismísimo gobierno. Esto pone en evidencia la “engañosa” política del gobierno a que hacía referencia al inicio del párrafo. Con una economía en autarquía se facilita que la autoridad monetaria explote la “ilusión monetaria” de los ciudadanos, logrando (al menos mientras dure esta ilusión) una reducción de la ociosidad de los factores de producción (incluido el factor trabajo)43. En ultima instancia la reducción en el desempleo que esta política puede llegar a lograr se hace a costa de una reducción del salario real…pero no solo de los nuevos trabajadores sino de la totalidad de los mismos!44 Adicionalmente, la política inflacionaria implicada en este esquema con el tiempo termina generando una apreciación del tipo de cambio real, asumiendo que la autoridad monetaria decida “planchar” el valor nominal del tipo de cambio para evitar

43 La razón se debe a que cuando hay mayor emisión los productores en donde el dinero se gasta en primer lugar no pueden distinguir inicialmente a qué se debe esa mayor demanda, por lo tanto, al experimentar un incremento en sus ventas pueden pagar por trabajadores adicionales (mas baratos si hubo una devaluación de por medio), crédito y demás factores de producción. Pero al resto de los sectores, eventualmente les termina pasando lo mismo! Por lo tanto este proceso se mantiene siempre que la autoridad monetaria continúe con sus políticas de emisión espúrea que si bien reduce, en un inicio, la ociosidad de los factores de producción (menor desempleo) lo hace al costo de acelerar la tasa de inflación. Pasado un cierto umbral los productores se percatan de cuál fue el motivo que dió origen a la mayor demanda y es ahí cuando dejan de expandir su producción. Si limitan pues a “vaciar” el mercado con un incremento de precios. De ahí que en el largo plazo la expansión monetaria solo de lugar a un incremento proporcional de los precios, independientemente que en el corto plazo se haya logrado explotar la “ilusión monetaria” de los agentes económicos, incluidos los propios trabajadores que lograron una baja del desempleo a costa de una merma de su salario real…producto de la suba en los precios de los bienes que sus empleadores vendían. 44 A su vez hay que mencionar la ampliación de la brecha entre los asalariados, al cual le adulteran el valor del salario, y aquellos que ahora perciben mayores ganancias por los productos que venden. En definitiva se genera un incremento en la desigualdad social, en detrimento de los trabajadores y a favor de los productores en donde el dinero se gasta en mayor medida.

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espiralizaciones inflacionarias45. Esto genera una evidente perdida de competitividad de la economía local a medida que se acelera la inflación doméstica, deteriorando el saldo comercial y de cuenta corriente. Si a esto le sumamos que la modificación exógena de los precios relativos alentó la asignación de recursos productivos hacia sectores relativamente ineficientes (desde el momento que necesitan de una protección cambiaria y arancelaria) llegamos a una situación donde la única manera de reestablecer los equilibrios macroeconómicos básicos es con otra modificación del tipo de cambio nominal (que no es mas que reducir la demanda agregada pulverizando el salario real, manera “ruín” de reducir la demanda de importaciones) que vuelve a dar inicio al mismo proceso. Al cual hay que agregarle el incremento en la “velocidad de circulación” del dinero y el acicateo a las expectativas de aquellos que operan con la moneda doméstica. Que esta dinámica no se pueda repetir de manera indefinida muestra la inviabilidad de largo plazo del ciclo populista de expansión monetaria al cual le han seguido lógicas políticas de estabilización. Es evidente que la reducción del desempleo involuntario que hay que aplaudir es aquel que viene de la mano de inversiones productivas, y no las aparentes mejoras producto de quimeras monetaristas que generan expectativas efímeras y que han llevado a reiterados (y dolorosos) episodios de “paro repentino”. Sin lugar a dudas que en este punto – inversiones productivas – la globalización tiene mucho para ofrecer a los países en vías de desarrollo. Uno de los principales beneficios en este sentido es una ingente cantidad de bienes de capital, tecnología y “know-how” dispuestos a sumarse al propio acervo de capital nacional. Este aporte sería particularmente beneficioso en economías como las nuestras donde debido a los altos índices de informalidad y precaria bancarización hay una deficiente canalización de fondos desde la sociedad hacia el sector productivo que no estimula la formación ni la ampliación del capital productivo, problema que se acentúa al sumarle las sonoras confiscaciones a las que los ahorristas fueron sometidos. Es decir, que la globalización vendría a solucionar de un plumazo la escasez de inversión local debido a la poca predisposición de la sociedad argentina a depositar los fondos no consumidos y atesorados en instituciones dedicadas a la intermediación financiera. Esta poca predisposición a canalizar el ahorro tiene a su vez un gran “sesgo recesivo”. La razón se debe a que el menor consumo por atesoramiento no se ve compensado por una mayor demanda de inversión, debido fundamentalmente a que ese ahorro no se canaliza en su totalidad al mundo productivo, cuya consecuencia aflora en un difícil y costoso acceso al financiamiento, que hace que a los inversionistas les cueste conseguir el dinero (ahorro) suficiente para financiar la compra de factores de producción necesarios para emprender sus proyectos productivos. Si a su vez agregamos que cuanto mayor es el proyecto de inversión a financiar mayor la cantidad de fondos requeridos, se hace evidente que una sociedad que ahorre poco no podrá atender las necesidades de

45 O un colapso del tipo de cambio nominal si asumimos que el resto de los países no inflan su moneda al mismo ritmo, lo cual es una manifestación de que la moneda que se ha ofertado en exceso ha perdido valor. Esto es lo que ocurrió en los países latinoamericanos en los ochenta luego de la marea de petrodólares que inundaron estas economías, incentivando su uso en la financiación de los déficits públicos. El problema se dio cuando se encareció el precio de dicho financiamiento y los estados tuvieron que sustituir esa fuente con la emisión monetaria para seguir solventado los desequilibrios fiscales, lo cual llevó a un “overshooting” cambiario frente a aquellos países que siguieron políticas monetarias más conservadoras. La prueba mas cabal del colapso en el tipo de cambio es que para 1988 se podía comprar todo el mercado de valores argentino por tan solo U$D 7.500 millones de dólares.

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importantes proyectos de inversión (un ejemplo lo constituye el hecho de que las grandes obras de infraestructura en nuestro país, son financiadas en su mayor parte por créditos provenientes de organismos internacionales -FMI, Banco Mundial, BID - fondeados a su vez con ahorro extranjero). Presentado de esta manera el flujo de ahorro externo materializado a través de inversión extranjera llenaría el “gap” de demanda de inversión que nuestro tipo de economía evidencia (poca bancarización y poca predisposición de los ahorristas a canalizar sus fondos) como así también el reducido horizonte temporal del mismo (que como vimos en la sección referida al componente temporal del interés penalizaría los grandes proyectos – por ser grandes demandantes de ahorro y con un horizonte temporal muy extendido en el tiempo –), constituyendo pues un verdadero “tónico” para el desarrollo. Sin ir más lejos, esta alternativa ya fue ensayada por nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX cuando amplió y desarrolló su capital social básico gracias al influjo de inversión extranjera directa en lo concerniente al desarrollo de sus vías de comunicación (que incentivó la explotación agrícola de las áreas sub-marginales debido a la reducción en los costos de transporte) y a la instalación de centros de enfriamiento que llevó la explotación ganadera a otro nivel. Aquel período constituye un excelente ejemplo de cómo la inversión extranjera directa pone a disposición del país receptor bienes de capital e innovaciones tecnológicas, que no solo incrementan la productividad de los factores empleados para producir sino que a su vez permiten engendrar bienes que no estarían disponibles de otra manera, es decir, que serían imposibles de producir con los factores de producción originarios (tierra y trabajo). A su vez recibir estas inversiones de manera directa, significan un considerable ahorro de tiempo y de los recursos que estuvieron implicados en dar a luz a la nueva tecnología o innovación. Es decir, que pone al alcance de la mano innovaciones y procesos de producción que tardaron años en concebirse. Cuanto hubiéramos tardado en elaborar toda esa masa de bienes de capital y, en consecuencia, aquellos bienes finales cuya producción dependía de los primeros no puede ser cuantificado con precisión, pero es seguro que hubiera retardado notablemente nuestro desarrollo agroexportador. Con la innovación tecnológica que viene de la mano de un proceso de inversión se logra un beneficioso ahorro en el uso de los factores de producción, incluído el propio factor trabajo. Al reducirse el uso de los factores por unidad de producto (gracias a la innovación) se producen dos hechos de gran relevancia. El primero, es que ahora hay una reducción de costos, que no solo se suman a la ganancia de productividad y competitividad sino que a su vez permite reducir el precio del bien final que se comercializa, dando orígen a un excedente. El segundo, es que al haberse producido un ahorro en el uso de los factores de producción, estos quedan liberados para producir otros bienes o servicios, ampliando en consecuencia la disponibilidad de bienes a los que se tiene acceso. La reducción de costos permite el surgimiento de un excedente que se puede destinar a la compra de nuevos bienes que pueden ser producidos con aquellos factores que fueron liberados del sector en donde se produjo la innovación. Un pequeño ejemplo permite ilustrar este proceso. Supongamos que “sin” la ayuda de capital, levantar 20 kilos de trigo nos implicara una hora de trabajo. En este escenario, tras una jornada de 10 horas de trabajo, lograríamos hacernos de 200 kilos de trigo. Ahora supongamos, que si dispusiéramos de un bien de capital (v.g. una recolectora automática) que nos ayude en nuestra tarea la cantidad de trigo que podríamos levantar ascendería a 50 kilos por hora. En este nuevo escenario, tras una jornada de trabajo lograríamos hacernos de 500 kilos de trigo. ¿Por qué no ahorrar y aumentar nuestra producción?

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El inconveniente es que los bienes de capital que nos ayudan en nuestras tareas no están disponibles en el mismo sentido que la tierra o el trabajo…para generarlos hace falta “ahorrar”. Y para ahorrar hace falta dejar de consumir, para utilizar los recursos liberados en la formación del capital productivo (inversión). En nuestro ejemplo, para construir la recolectora automática que nos ayude a exponenciar nuestra productividad deberemos resignar horas de cultivo, las cuales nos permitían un consumo de trigo al final del día. Supongamos a su vez que la construcción de aquella herramienta nos llevara toda una jornada laboral (10 horas). La alternativa que se nos abre entonces es, o consumir 200 kilos de trigo (tras una jornada laboral de 10 horas) sin la ayuda de capital, o invertir ese tiempo (privándonos del consumo que pudimos haber obtenido tras esas horas) en la construcción de un bien de capital para poder producir en mayores cantidades (500 kilos) una vez que dispongamos de dicho capital productivo (pero en un momento más alejado del tiempo cuando la inversión esté terminada46). Esto significa que estaríamos resignando 200 kilos de trigo en el momento presente (ahorro) para utilizar ese esfuerzo laboral en la formación de una “herramienta productiva” (inversión) que nos permitirá disponer de mayores cantidades (50 kilos de trigo por hora) una vez finalizado este período de formación de capital47. En nuestro ejemplo, una vez dotados de nuestro bien de capital podremos producir en una jornada laboral de 10 horas, 500 kilos de trigo en vez de los 200 kilos que producíamos sin la ayuda del mismo. Esto se puede ver de otra manera. Con la ayuda de capital, podremos seguir consumiendo 200 kilos de trigo, pero ahora solo necesitaremos de 4 horas para producir dichas cantidades. Esto implica que la inversión no solo ha incrementado nuestra productividad, sino que ha permitido liberar 6 horas de nuestro tiempo para la producción de otros bienes. En definitiva, la formación de capital nos ha permitido incrementar nuestra productividad, ahora la misma jornada laboral nos reportará una mayor cantidad de bienes (incremento del salario real). A su vez, el hecho de que por cada kilo de trigo producido haya menos cantidad de trabajo involucrado permite abaratar el precio del mismo (por la reducción en el costo) generando un excedente en el destinatario de esa producción (nueva mejora del salario real), que podrá gastar ese excedente en otros productos, que los factores de producción liberados contribuirán a engendrar48. En el nuevo escenario, cada unidad de factor (incluído el trabajo) produce en mayores cantidades, no solo del mismo producto sino de otros nuevos, lo cual implica una evidente mejora del bienestar económico. El surgimiento de innovaciones tecnológicas que ahorran trabajo ha sido el rasgo saliente del proceso capitalista (acentuado vertiginosamente en la actual sociedad del conocimiento). Estas innovaciones y la misma dinámica del proceso de producción capitalista (mayor especialización y el incentivo a comerciar bienes con aquellos países 46 En nuestro ejemplo, luego de 10 horas. 47 Hay que tener en cuenta que la decisión de si llevar adelante o no la inversión viene de comparar los 200 kilos de trigo “en el presente”, que resignamos, contra los 500 kilos de trigo que obtendríamos “en el futuro”. Es decir, que estamos comparando unidades en distintos momentos del tiempo, lo cual nos obliga a llevar la segunda magnitud a valor presente. Para ello tendremos que utilizar un “factor de descuento” que estará asociado a nuestra “preferencia temporal”, es decir, a cómo castigamos el consumo futuro por la espera que implica por sobre el consumo inmediato. Ya se ha hecho referencia a este punto (Ver 3.3.1). 48 Cabe aclarar que en este ejemplo solo se atendió tan solo algunos de los beneficios inmediatos de la formación de capital…el incremento de la productividad y la aparición de un excedente. También podríamos haber mencionado que el capital permite producir bienes que de otra manera, con trabajo únicamente, no podrían ser engendrados.

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que evidencian ventajas comparativas en la producción de los mismos) ha incentivado la constante reasignación del factor trabajo hacia distintos sectores, muchos de los cuales han exigido nuevas cualificaciones y requerimientos, lo cual a su vez constituyó un verdadero incentivo al mejoramiento del capital humano y al incremento de su productividad49. Como acabamos de ver no es a través de quimeras monetaristas que exploten la “ilusión monetaria” de los distintos actores sociales que los países han logrado sostenidos incrementos de su salario real por habitante. Por el contrario aquel ha sido el fruto de un continuado y vigoroso proceso de inversión. Este ha permitido el surgimiento de innovaciones tecnológicas que han colaborado en la gestación de bienes impensados para la humanidad. También ha logrado incrementar la acumulación de capital per capita y su concomitante incremento en la productividad del factor trabajo, que al generar mayores cantidades por unidad empleada permite compensarlo en mayor medida, amen de convertirlo en un recurso escaso, lo cual contribuye a la reducción del desempleo involuntario. 6. CONCLUSIONES

En los apartados anteriores ha quedado evidenciado cómo las distintas intervenciones del estado son incompatibles con los deseos y con las posibilidades reales de la sociedad. No obstante la elocuencia de la evidencia histórica en el último siglo – para olvidar en el caso Argentino – y del notable fracaso del intervencionismo, en el ámbito económico, aún hoy muchos sectores de la sociedad – intelectuales, empresarios, gobernantes, etcétera – insisten en la necesidad de volver a transformar al aparato estatal en “promotor” del desarrollo, algo irónico cuando desde los mismos ciudadanos se escucha al unísono y de manera estridente que el estado es no solo un pésimo administrador sino también uno mas bien corrupto. El punto que hay que recordar es que la contínua intromisión del estado en las distintas esferas de la vida civil raramente se produce “de un día para el otro”. Por el contrario, es un proceso cuyo orígen en la mayoría de los casos se da en forma imperceptible para la sociedad, lo cual es entendible, dado que ésta utiliza un factor escaso como son sus energías en aquellas actividades que necesita desarrollar con mayor urgencia. De la lectura de los párrafos anteriores se puede dar luz de cómo la intromisión del estado y sus insoportables regulaciones no solo asfixian e interrumpen el proceso de generación de riqueza sino que a su vez siembran las semillas de lo que después se convierte en un estado autoritario y pretensioso que termina por avasallar la mayoría de nuestros derechos civiles más fundamentales. Debería quedar claro que los instrumentos de los que el estado se vale para controlar el aparato productivo terminan en el mediano y el largo plazo extendiéndose inexorablemente al resto de los ámbitos de la vida civil. Estos instrumentos no solo son contraproducentes en el plano económico – como se demostró – sino que también resultan incompatibles con el desarrollo de una vida en libertad, en paz

49 “The invention of the automobile destroyed many jobs related to producing and servicing horses and buggies. In 1900, 109,000 people were employed in the carriage and harness industry, and there were 238,000 blacksmiths. Current employment in those activities is negligible, but the introduction of automobiles, trucks, tractors, and other motor vehicles has had a major effect on the productivity and mobility of workers in many industries. It also created entirely new occupations related to designing, producing, marketing, and servicing vehicles”. Grennes T.; “Creative Destruction And Globalization”,Cato Journal, Vol. 22, No. 3, 2003,. p.545.

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y con progreso para todos los sectores de la sociedad. De aquí la necesidad de “limitar” y “reducir” los poderes del estado o del gobierno de turno. Las presentes líneas han tratado de recobrar el espíritu de aquellos pre-requisitos50 que dieron origen al espectacular desarrollo argentino hacia mediados del siglo XIX, y que ubicaron a nuestro país, en tan solo algunos decenios, en los primeros puestos en el concierto de naciones. Dicha política inspirada en el “laissez-faire” anglosajón contrasta de manera marcada con el empobrecedor desarrollo en cabeza del estado que viene asolando a nuestra patria desde largos y penosos años. El espíritu de mi humilde aporte se condensa de manera inmejorable en el siguiente párrafo del profesor Von Mises:

[…] Los pensadores liberales […], aspiraban a implementar un mercado libre de trabas, abogaban por la abolición de cuantos obstáculos impedían al hombre eficaz e industrioso prevalecer sobre sus más ineficientes competidores y de cuanto perturbaba el desplazamiento de las personas y la circulación de las cosas. Esto es, pura y simplemente, lo que se quería decir con la famosa máxima de “dejar hacer” (laissez-faire). En nuestra edad de apasionado dirigismo, la fórmula, sin embargo, ha caído en desgracia. La opinión pública la considera, hoy, máxima representación de depravación moral y de supina ignorancia. El intervencionista plantea la disyuntiva entre que la economía sea operada por “fuerzas ciegas y automáticas” o por una “planificación consciente”. Es obvio, se deja entender, que confiar en procesos irreflexivos resulta pura estupidez. Nadie en su sano juicio puede propugnar la inhibición; que toda siga su curso sin que intervenga pensante voluntad alguna. Cualquier ordenamiento racional de la vida económica siempre habrá de resultar superior a la ausencia de todo plan. Laissez-faire por eso, para nuestros contemporáneos, meramente significa: “dejad que perduren las desgracias; no interfiráis, no hagaís nada por mejorar la suerte de la humanidad doliente”. El planteamiento, sin embargo resulta falaz. Tal dialéctica favorable a la planificación deriva exclusivamente de una inadmisible expresión metafórica […]. La alternativa no se plantea entre el inerte mecanismo, de un lado, y la sabia organización, del otro; entre la presencia o ausencia de un plan. El problema, en verdad, en lo que consiste es en determinar quién va finalmente a planear y dirigir. Si será cada individuo de acuerdo con sus juicios de valor, o paternal gobernante en nombre de todos. El dilema, desde luego, no estriba en optar entre mero automatismo, de un lado, y lógico ordenamiento de otro, sino entre el actuar libre e independiente de la persona o la sumisión de la misma a las decisiones inapelables del jerarca. Se trata en definitiva de elegir entre libertad y autocracia. El laissez-faire no pretende desencadenar unas supuestas “fuerzas ciegas e incontrolables”. Lo que quiere decir es dejar a todos en libertad para que cada uno decida cómo concretamente va a cooperar en la social división del trabajo y que sean, en definitiva, los consumidores quienes determinen lo que los empresarios han de producir. La planificación, en cambio, supone autorizar al gobernante para que, por sí y ante sí, amparado en los resortes de la represión, resuelva e imponga […]51.

50 Ver el último párrafo de la pag.3. 51 Mises, L.; La Acción Humana, (1968), pp.1057-1058.

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