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    Revista La Alcazaba

    CASTILLO DE SAX (Alicante)

    Septiembre-Octubre 2013 Nmero 46

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    Pg. : 3 ARANDA DEL DUERO E ISABEL LA CATLICA.

    Pag.: 10 POTOS (BOLIVIA).

    Pg.: 15 ALBACETE, UN VIAJE NECESARIO.

    Pg.: 18 LITERATURA Y EQUILIBRO MEDIOAMBIENTAL.

    Pg.: 22 LA CATEDRAL DE ROUEN.

    Pg.: 25 CREDO. ARVALO O LA FE COMO ARTE.

    Pg.: 29 PASEOS POR LA HISTORIA DEL ARTE.

    Pg.: 33 DIABLOS O DEMONIOS.

    Pg.: 38 GRABIELA MISTRAL.

    Pg.: 40 AGUA CALIENTE A LA IZQUIERDA.

    Pg.: 42 EL LIBRO COMO OBRA DE ARTE.

    Pg.: 46 EL PAPA LUNA (III PARTE).

    Pg.: 50 SEMBLANZAS, PACO CARO.

    Pg.: 53 LAS CARABELAS Y EL ANDALUCISMO.

    Pg.: 57 POESA.

    Pg.: 59 PUBLICIDAD.

    NOTA: Agradecemos las felicitaciones que por parte de muchos lectores nos hacen llegar, as como los ofrecimientos por difundir la revista LA ALCAZABA

    Direccin: ALFREDO PASTOR UGENA LUIS MANUEL MOLL JUAN

    ISSN 2173-2184 MADRID Depsito Legal M-4639-2007

    WEB: WWW.LAALCAZABA.ORG

    EMAIL: [email protected]

    Revista La Alcazaba

    Sumario:

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    Revista La Alcazaba

    CC apital de la Ribera burgalesa, esta lo-calidad mantiene entre sus iglesias, muros y calles, manifestaciones signi-

    ficativas de la historia de Castilla y de Espaa, como es el caso del Concilio de Aranda de 1473 y la estancia en ella de la entonces prince-sa Isabel de Castilla, hermana del rey Enrique IV y futura reina.

    Asimismo es famosa, entre otros hitos histricos, por el Plano de Aranda, realizado en 1503, durante el reinado de los Reyes Catlicos.

    Se constituye como el mapa urbano ms anti-guo de Espaa en el cual se basaron los espa-oles para el desarrollo de las ciudades del Nuevo Mundo recin descubierto por la Coro-na de Castilla.

    De su patrimonio arquitectnico desta-can las iglesias de Santa Mara la Real, y de San Juan (enfrente de ella est La Casa de las Bolas, edificio cercano a la reina Juana, esposa de En-rique IV y a Isabel La Catlica), el Santuario de San Pedro Regalado, el de la Virgen de las Vi-as ( iglesia del siglo XVII donde se encuentra

    la imagen de la Virgen que es la patrona de la ciudad) y la Iglesia de San Nicols de Bari. En Aranda todas las iglesias estn orientadas al sur, hacia el Duero, ro que la cruza y la da su esen-cia geogrfica.

    Citar tambin los 7 km. de bodegas sub-terrneas construidas entre los siglos XII y XVIII, que se encuentran en el subsuelo del casco antiguo de la ciudad , el Palacio de los Berdugo (de tipo renacentista situado en el cen-tro de la ciudad en el que se hosped Napolen en 1808),enfrente del cual est situado el rollo jurisdiccional, y el puente romnico de las Te-neras.

    Grandes literatos la han citado y ensalza-do en sus obras como: Mariano Jos Larra, Po Baroja (al que se le ha dedicado una escultura en el centro de la ciudad), Benito Prez Galds Gregorio Maran, Rafael Alberti o Camilo Jos Cela.

    Hecha esta introduccin para acercarnos a la importancia de la ciudad, tratar de reflejar en este trabajo la trascendencia que para esta

    Laura Pastor Arranz

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    Villa tuvo la presencia de Isabel la Catlica y las vicisitudes histricas que en torno a ella se ges-taron.

    Lo primero, citar de nuevo que en Aran-da el turbulento arzobispo de Toledo Alonso (o Alfonso) Carrillo de Acua convoc un Conci-lio en 1473, de gran relevancia en aquella poca, para los acontecimientos histricos de Castilla.

    Se corresponde este hecho con la cele-bracin en el ltimo cuarto del S. XV ,coincidiendo con el reinado de los Reyes Catlicos , en toda Espaa y especialmente en Castilla, de un movimiento de reforma eclesis-tica que tiene un claro exponente en la activi-dad sinodal, que fue en aumento hasta el famo-so concilio ecumnico de Trento (1545-1563).

    Aranda de Duero era entonces tierra de frontera y contaba con una poblacin cercana a los 5.000 habitantes. Adems viva una poca de grandes cambios econmicos (Enrique IV la concedi dos ferias francas para atrarsela a su causa), convirtindose la ciudad en punto im-portante de la trashumancia de la Real Caada de Segovia. Adems su situacin estratgica la convirti en el centro de los caminos de Castilla y del camino hacia Aragn.

    El Concilio aludido comenz sus sesio-nes en el monasterio de San Pedro de Gumiel

    Arzobispo Alfonso Carrillo

    Palacio

    de lo

    s Berd

    ug

    o

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    Revista La Alcazaba

    de Izn ( de tipo cisterciense, situado a orillas del ro Gro-majn, que tuvo en la ribera del Duero una gran influencia repobladora y ecle-sistica en su poca, , siendo a finales del S. XII uno de los ms clebres de la comarca), con un excelente discurso del arzobispo Carri-llo, donde plante las lneas directrices del gran evento reli-gioso, reflejando la situacin de la Igle-sia castellana y las tensiones polticas del momento. Dira el prelado es este discurso de apertura: ()y ahora que tenemos ocasin y Dios Omnipotente lo ha permitido, hagamos aquello que antes debamos de haber hecho ().

    Podemos afirmar que Aranda de Duero, durante unos meses, fue la capi-tal eclesistica y poltica de Castilla. Es-to sucedi precisamente en este ao de 1473. En el otoo e invierno de ese ao, Isabel la Catlica residi en la villa, consiguiendo en el denominado Conci-lio de Aranda que sus tesis se consoli-daran de manera importante.

    Posteriormente, la celebracin de las siguientes jornadas, tuvieron lugar en la iglesia arandina de San Juan Bau-tista, situada en la zona ms antigua de la ciudad, cuya torre campanario fue la primera torre defensiva que tuvo Aran-da (hoy es tambin museo de Arte Sa-cro). El Instituto castellanoleons de la Lengua ha publicado el texto original en latn del Concilio y una traduccin al castellano, obra de Carlos Prez Gonz-lez, que tomo como referencia principal para este artculo.

    Este snodo marc un hito en la historia del reformismo de la Iglesia en Castilla, pero su importancia no radica

    Iglesia de San Juan Bautista En su interior se encuentra el Museo Sacro.

    Royo Jurisdiccional de Aranda del Duero.

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    en este punto, sino que adems fue un instru-mento al servicio de los intereses polticos y religiosos de su mentor, el Arzobispo Carrillo quien a su vez defenda la estrategia de la prin-cesa Isabel, ya que en el snodo se abordaron asuntos de la Iglesia pero tambin hubo un de-bate poltico sobre la futura reina de Castilla y sus candentes intereses polticos que la condu-ciran al trono del mayor reino peninsular.

    Este concilio provincial toledano (Aranda perteneca a la provincia eclesistica de Toledo) tiene como finalidad principal la reforma de las costumbres del clero y de la Iglesia aunque tam-bin tendr un marcado carcter poltico: promulgar una ley que reprimiera con su vir-tud las extraviadas inclinaciones de los mortales y los dirigiera,para revisar en profundidad muchas actitudes y no pocas costumbres. A l asisten clrigos, obispos y personalidades de gran trascendencia para la poca, representando a sus respectivas instituciones. En concreto la princesa Isabel, como seora de la villa de Aranda asisti a una de sus sesiones invitada por el Arzobispo Carrillo, resultando polmica su presencia por las disensiones coyunturales existentes.

    Est tocando a su fin el reinado de Enri-que IV, que morir un ao ms tarde, y la no-bleza y la jerarqua eclesistica van optando por Isabel o por Juana (conocida como "La Beltra-neja") para ocupar el trono.

    Eran tiempos en los que se haba llegado poco menos que a la anarqua y desmoraliza-cin. La monarqua castellana y la nobleza (fuerza dominante de hecho) estn en continua pugna, lo cual hace que se debilite el poder real. El rey se convierte en una especie de juguete de las arremetidas de los nobles que son frecuen-tes y desembocarn en una guerra civil.

    En todas partes estn presentes, en ma-yor o menor grado, la inquietud social, las intri-gas cortesanas, las banderas o facciones de los linajes familiares enemigos, el bandolerismo de los campos, las represalias de los nobles contra las villas y el consiguiente desenfreno moral, hechos que cundan de una manera alarmante. Exista adems el peligroso de las disensiones religiosas fomentado por los falsos conversos, judos y mahometanos.

    Por tanto podemos hablar de dos facetas del Concilio, la que se plasmar en los cnones, y la paralela, que se traducir en una ocasin para juntarse los poderes ms influyentes del momento y trazar las principales estrategias de cara al futuro ms inmediato, apoyando a la princesa Isabel de Castilla por quien tomara parte de forma inequvoca el Arzobispo Carri-llo.

    El Concilio promulgar veintinueve de-cretos o cnones, precedidos de un prefacio, en sesin solemne de apertura, el 5 de diciembre de 1473, en Gumiel de Izn. En estos cnones destacan distintas disposiciones que afectan a las costumbres del clero, muy relajadas en ese momento: El amancebamiento o barragana de los clrigos era un vicio frecuente. Se esta-blece un detallado rgimen sancionador que afectar a aquellos clrigos que incumplan la normativa del celibato sacerdotal. Se prohbe ordenar sacerdotes a personas que no hablen latn y aparecen otras normas prohibiendo los matrimonios clandestinos y se dispone que cualquier clrigo que tenga una o varias concu-binas de manera pblica deber de ser amones-tado. Tambin se promulgan normas de con-ducta para la feligresa pues sacralizaba las fies-tas de guardar, censuraba las bodas ilcitas y las cuaresmales, adems de prohibir las representa-

    Juana La Beltraneja

    Enrique IV de Castilla

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    Revista La Alcazaba

    ciones teatrales en las iglesias y dene-gar la sepultura eclesistica a los de-cesos en duelo y a los ladrones. En las constitu-ciones conciliares se amenazaba con excomu-nin adems a quienes se apropiaran de los diezmos -materia verdaderamente sagrada- o fortificaran los templos, muy seguros en caso de recibir la molesta visita de algn colaborador de impuestos tocado con mitra. La obligatorie-dad del pago de los diezmos, la debida atencin a la enseanza de la doctrina cristiana y la revi-sin de la administracin correcta de los sacra-mentos. Estos fueron algunos de los principa-les temas y disposiciones all tratados.

    Los veintinueve captulos que compren-den las actas del concilio arandino constituyen un excelente programa de reforma eclesistica. Se deduce de ellos que exista ya en el reino cas-tellano un movimiento de renovacin en la igle-sia, un ansia de ms cultura y pureza de cos-tumbres, que llegaran a su pleno desarrollo una vez desaparecidos los bandos, divisiones e in-

    disciplinas civiles del reino castellano. A partir de este concilio se despierta en Espaa-como ya he sealado anteriormente- tras un largo pa-rntesis, la institucin eclesistica de los sno-dos. En l se manda que cada dos aos se convoque un concilio provincial y cada ao un snodo diocesano. Por lo tanto, este Concilio no slo repercuti en la vida eclesistica de la poca sino tambin a loa aspectos polticos y sociales. Su importancia es crucial para conocer el trnsito de la Edad Media a la modernidad.

    Carrillo estableci con este concilio de Aranda el comienzo de la reforma castellana de la institucin eclesistica que otros concilios no harn sino repetir (vanse los de 1480 y 1481) y que culminara posteriormente el Cardenal Cis-neros a travs de los cnclaves de 1487 y 1489.

    Se pusieron en marcha una serie de es-fuerzos por dignificar la Iglesia espaola, con un ambicioso programa reformador, basado en

    Portada y detalle de la iglesia de Santa Mara la Real. Es de estilo gtico-isabelino. Fue construi-da principalmente por Simn de Colonia. Cons-tituye uno de los emblemas de la ciudad, siendo la mejor muestra de su esplendor econmico en esa poca. Cumple las funciones decorativa y teolgica. En la parte de arriba se hallan los escudos reales sostenidos por leones y guilas al lado entre los escudos arandinos y los reales estn el yugo y las flechas, smbolos de unin entre Castilla y Aragn en Aranda del Duero.

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    concilios provinciales peridicos y el reajuste de la disciplina del clero. La importancia de Isabel de Castilla en este tema radica en que sera la persona privilegiada de la dinasta Trastmara para llevar a buen trmino la reforma que se propona este concilio metropolitano de Toledo.

    El ao 1472 es de gran significacin para el reinado de Castilla. A prin-cipios de 1472 se rebel Aranda de Duero contra la reina Juana, esposa de Enrique IV, que la tena en dote, y se puso bajo la obediencia de Isabel, a quien sirvi de morada algunas veces durante ese perodo.

    Aranda de Duero y toda la comarca viven momentos de rivalidades anteriormente a 1472. Tanto los partidarios de doa Isabel co-mo los de doa Juana aspiraban por esta plaza

    situada en la encrucijada de los mejores cami-nos de Castilla, sobre todo de cara al reino de Aragn . Pero es a partir de 1472, fecha en que

    Aranda pas al partido de la Princesa Isabel, cuando la lucha se hace ms encarnizada. El pronunciamiento de la villa arandina por Isabel de Castilla (quien obser-vaba a veces la vida coti-diana de los arandinos desde una ventana que an se conserva en La Casa de las Bolas: a la entrada del edificio se ha colocado una placa que

    reproduce una cita de un documento depositado en el Archivo de Simancas

    que verifica la estancia de Isabel la Catlica en Aranda durante unos aos de su infancia. La Tradicin sita su residencia y la de Juana de Avs, esposa de Enrique IV en sta la Casa de las Bolas) tuvo gran resonancia en todo el reino

    Casa de las Bolas

    Isabel compr una finca , en 1503, al conde de Ribadeo, por ms de dos millones de maravedes, situada entre Aranda y la Horra, muy cerca del ro Gromejn denominada La Ventosilla, muy apreciada por su riqueza cinegtica y su entorno boscoso, donde cazara frecuentemente su esposo Fernando. En ella, el duque de Lerma, su propietario en otro momento, mandara al arquitecto real, Francisco de Mora, construir un palacete de tipo escurialense.

    Placa conmemorativa de Isabel la Catlica a su paso por Aranda

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    Revista La Alcazaba

    y as lo hacen constar los historiadores y cronistas de la poca.

    Aranda de Duero vive una coyun-tura de revueltas y conflictos civiles, cu-yo principal instigador era don Diego de Ziga, conde de Miranda de Castaar, vecino de la villa arandina, el cual si an-tes haba sido partidario de Aragn, en el momento presente era de los que aca-bando por reconocer por Princesa a do-a Juana, La Beltraneja; mova en su

    favor la guerra por tierras de Aranda y Seplveda.

    A mediados de 1473 se hacen dueos de la situacin los partidarios de doa Isabel, al frente de los cuales estn don Diego de Rojas, hijo del conde de Castro y hermano de Fernando de Rojas que estaba casado con doa Juana Man-rique, que siempre fueron partidarios del bando aragons, es decir de Fernando el Catlico.

    El 6 de octubre de 1473 Isabel toma posesin solemne de la villa de Aranda de Duero. Lleg por la parte de Seplveda con gran acompaamiento de nobles castellanos, y salindole a su encuentro el pueblo en masa a la otra parte del ro Duero.

    El da de Navidad de 1473 lo celebraron Isabel y Fernando en Aranda de Duero como nos indican las fuentes: "Tuvieron el Rey y la Reina de Sicilia la fiesta de Navidad del ao MCCCC.LXXIII en la villa de Aranda de Due-ro: con el mayor contentamiento ... y el da de los Inocentes anduvieron desde Aranda hasta entrar en el alcaar de Segovia". [Jernimo ZU-RITA, Anales de la Corona de Aragn.Tomo IV, Zaragoza 1610, lib. XVIII, cap. 52]. " dia de los Inocentes andovimos desde Aranda fasta entrar en el alcaar,(de Segovia) donde se apo-sent la Senyora Princesa yo". [Carta del arzo-bispo de Toledo don Alonso de Carrillo al rey don Juan II de Aragn, 1474. Antonio PAZ Y MELI, El Cronista Alonso de Palencia. Ma-drid 1914, p. 157].

    Poco tiempo quedaba para fracturar esa triunfante entente entre la princesa Isabel y el arzobispo Carrillo de Acua: la ambicin so-berbia del arrogante Carrillo, no permiti que Isabel le dejara aumentar su insaciable poder. El nombramiento de Pedro Gonzlez de Men-doza, como cardenal de las Espaas, por con-

    sentimiento o indicacin de Isabel y Fernando, desat la indignacin del arzobispo de Toledo, que se declar en abierta rebelda, pasndose al bando de La Beltraneja, abandonando la causa isabelina, luchando contra Isabel y Fernando, en la guerra civil que se desat al ao siguiente, en 1474, tras la muerte de Enrique IV(diciembre de 1474 en Madrid), en concreto un ao despus del Concilio de Aranda.

    Tras su derrota, retirado Carrillo a Alcal de Henares, sin ningn tipo de poder (tras ser licenciado su ejrcito y desguarnecidos sus cas-tillos), se le anunci una visita de la ya reina Isa-bel de Castilla, a lo que ste contest: decidle que en el momento en que entre por una puerta en Alcal, yo saldr por otra.

    Francisco Jimnez de Cisneros fue cardenal, arzobispo de Toledo y Primado de Espaa. Reform la orden franciscana a la que perteneca. Ms tarde reform el clero secular. A la muerte del cardenal Mendoza, en 1945, fue consagrado Arzobispo de Toledo en presencia de los Reyes Catlicos, o que en la Baja Edad Media, era ostentar el mayor poder tras la Corona. Lleg a ser el tercer inquisidor de Castilla y regente de la misma hata la muerte de Fernando el Catlico.

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    EE l nombre de Potos evoca un pasado legendario de riqueza y poder. La historia de esta singular ciudad mine-

    ra se remonta a 1545 (cuando perteneca al Vi-rreinato del Per) con el hallazgo casual de una veta de plata por el indgena Diego Huallpa y que informa inmediatamente al minero espaol Diego de Villarroel a cuyo servicio trabajaba.

    Diego de Villarroel, que comparte su suerte

    con Diego Centeno, el capitn Santanda y el maestro de campo don Pedro Cotamito, regis-tra oficialmente la primera veta el 21 de abril de este mismo ao, con el nombre de La Descu-bridora e inicia su explotacin. La noticia se

    extiende con rapidez y en la falda del cerro se improvisa un casero, un asiento minero.

    Al reclamo de estas riquezas del cerro

    rico- llegaron a Potos cientos de individuos que se establecieron de forma irregular y cati-ca (en septiembre de 1545 haba en Potos ms de 170 espaoles y 3.000 indgenas) y a pesar de

    su localizacin, a 4.060 msnm (la cumbre del cerro est a 4.890 msnm) y de un entorno natu-ral hostil, un pramo inhabitado y carente de vegetacin, el asiento minero crece rpidamente y cobra tal importancia que el 28 de enero de 1547, Carlos V le otorga el ttulo de Villa Impe-rial, concedindole esta divisa: Soy el rico Po-tos, del mundo soy el tesoro, el rey de todos los montes y la envidia de los reyes, y en su escudo de armas figura el cerro, las columnas del Plus Ultra y la corona imperial.

    En 1572, el Virrey Toledo visita la ciudad y

    dicta las correspondientes regulaciones para ordenar el crecimiento urbano conforme a la traza de damero de las fundaciones del Nuevo Mundo, as mismo, ordena que los molinos de metal con pisones (mazos - almadanetas) y amalgamacin de la plata se concentren en La Ribera, un espacio a lo largo del ro canal artificial- que cruza la ciudad, y al que iba a pa-rar el agua procedente de las 22 presas que se construyeron, en la serrana de Cari Cari, apro-

    "Quien no ha visto Potos, no ha visto las Indias. Es la riqueza del mundo, te-rror del Turco, freno de los enemigos de la fe y del nombre de los espaoles, asombro de los herejes, silencio de las brbaras naciones. Todos estos eptetos le convienen. Con la riqueza que ha salido de Potos, Italia, Francia, Flandes y Alemania son ricas y hasta el Turco tiene en su tesoro barras de Potos,..." Dominico Fray Reginaldo de Lizrraga, 1570.

    PPPotos, Bolivia, Villa imperial

    y minera

    Primer escudo de armas de Potos, dibujado por Bartolom Arzns

    Manuel Mndez Guerrero

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    Revista La Alcazaba

    vechando varias cuencas naturales, indispensa-ble para el trabajo de los 130 Ingenios o plantas de procesamientos que se llegaron a levantar en Potos (una de las obras de ingeniera hidrulica ms importantes de su tiempo).

    Cuando se hinchan las lagunas, y el ao es

    copioso en aguas, dura la molienda seis o siete meses, de modo que tambin para la plata pi-den los hombres ya buen aos de aguas en Po-tos, como en otras partes para el pan Jos de Acosta, siglo XVIII.

    Al pie del cerro, se agrupan los ba-

    rrios indgenas en catorce parroquias. La vida en la ciudad, condicionada por la actividad minera, concentra una numero-sa poblacin indgena que se ve obligada a trabajar obligatoriamente y de forma rotatoria por el sistema de trabajo de la Mita y que fue establecido en Potos, des-de 1573, por el Virrey Toledo.

    Vista de Potos

    Cerro Rico

    El Inca Huayna Cpac (1493-1525) encontrn-dose de paso desde el Cuzco a la regin de Col-que Porco, vio el cerro y admirado de su grande-za, su intenso color rojizo y su singular forma exclam: Sumaj Orcko, que significa: Hermoso cerro. Conocedor de las riquezas que se ocultaban en su interior, orden a sus mineros que extrajeran los ricos minerales pero al escuchar un potojsi o un espan-taso ruido que brotaba de las entraas del cerro desistieron y huyeron despavoridos. El cerro pas a llamarse Potojsi, que signi-fica: Truena, revienta, hace explosin.

    El Cerro Rico,dibujo de Pedro Cieza de Len (1553). La Mita exista en la poca de los incas para el trabajo agrcola y otras tareas.

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    Los habitantes de catorce provincias de la regin Cuzco, Titicaca, Charcas y Potos, participaron en la extraccin del mineral y su transformacin en los inge-nios mineros. Estas comunidades nativas se agrupaban, segn sus lugares de pro-cedencia, en rancheras pequeas casas de piedra amontonada -pircada-, de es-tructura redonda y techos de paja. Los Lupacas se situaron en torno a la parro-quia de San Martn, los Carangas en San Lorenzo y los Pacajes en la parroquia de San Pedro. Al otro lado se situaron los espaoles, criollos y mestizos, y los nu-merosos esclavos negros que se ocupa-ban de su servicio.

    En 1573, el virrey Francisco de Toledo

    ordena un censo. Las cifras son asombrosas: ms de 100.000 habitantes, el 90% de ellos ind-genas, lo que la converta en la villa ms pobla-da de todo el continente americano (Madrid, tena entonces unos 25.000 vecinos). En 1611 un nuevo censo registran ms de 116.000 per-sonas, de las cuales 65.000 eran indgenas, 4.000 forasteros de Espaa, 3.000 espaoles nacidos en Potos, 35.000 criollos y 6.000 negros y mu-latos. En 1650 la estimacin es de 160.000 ha-bitantes (Londres 100.000, Pars 80.000 y Sevi-lla 45.000 habitantes).

    La produccin del Cerro Rico asombr al

    mundo entero. En 1548 se hiso el pri-mer envo a Espaa de 7.771 barras de plata. Desde Potos se envi este carga-mento, va Arequipa, en 2.000 llamas que en seis meses arrearon un millar de indgenas y un centenar de espaoles.

    La opulencia, el misticismo, las

    luchas enconadas, el lujo sin lmites, la supersticin, la extravagancia, el claros-curo de una sociedad barroca cuyo colo-rido refleja la variedad de razas que com-ponen todo este conjunto de elementos dispares, forman un cuadro abigarrado, inmensamente atractivo para quien reco-rre la actual Potos, pudiendo encontrar en sus calles, en los zaguanes de las viejas man-siones, en los claustros, en las fuentes y plazole-

    Fachada de la catedral de Potos

    Calles de Potos

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    Revista La Alcazaba

    tas, una realidad urbana apenas diferente de las que sirvi de escenario a las grandes fiestas, a las procesiones y recibimientos fastuosos de los grandes personajes y a las luchas de vicuas y vascongados, hechos estos acaecidos entre 1612 y 1624 (se organizan grupos por el lugar de procedencia. Cofradas de compatriotas, con reglamentos y competencia que suscitaron riva-lidades y asonadas, escandalosos encuentros como verdaderos enemigos, represalias y latro-cinios).

    Esta sociedad que vive en la opulencia y

    en el riesgo, en la fe ms exaltada y en la aven-tura diaria de la riqueza y del poder, fue capaz al mismo tiempo de rendir un apasionado culto a la belleza y a la monumentalidad de las for-mas arquitectnicas. As, surgieron una serie impresionante de construcciones religiosas (ms de 30 iglesias) en un conjunto urbano que adquiri pronto perfil de ciudad castellana, con un personal sello creativo indigenista, de calles tortuosas y casonas seoriales y burguesas, todo ello en medio de un paisaje austero, enmarcado por speras serranas.

    En las iglesias de Potos se pueden estudiar

    los captulos ms interesantes de la historia ar-tstica de Hispanoamrica. San Francisco, Santo Domingo, San Agustn, Copacabana, La Mer-ced, Santa Teresa, Santa Mnica, La Compaa, son edificaciones que ofrecen notable inters en su origen, en sus detalles constructivos y en su ornamentacin. Las edificaciones civiles de Potos, muy numerosas, ofrecen tambin un alto inters, destacando entre estas la Casa de Moneda, que por la severidad de sus lneas y por el clasicismo de su estructura se le compara no sin razn, con El Escorial.

    Todos estos valores excepcionales y uni-

    versales que proyectan Potos y su cerro, propi-cian para que sea declarada por UNESCO, en noviembre de 1987, Patrimonio Natural y Cul-tural de la Humanidad.

    La Villa Rica Imperial de Potos nos cautiva

    por su historia, sus gentes y por el majestuoso Sumaj Orcko.

    La Merced, Santa Teresa, Santa Mnica, La Compaa, son edificaciones que ofrecen nota-ble inters en su origen, en sus detalles cons-

    Portada iglesia de San Lorenzo

    Campanario Iglesia de la Compaa.

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    tructivos y en su ornamentacin. Las edifi-caciones civiles de Potos, muy numerosas, ofrecen tambin un alto inters, destacando entre estas la Casa de Moneda, que por la seve-ridad de sus lneas y por el clasicismo de su es-tructura se le compara no sin razn, con El Es-corial.

    Todos estos valores excepcionales y uni-

    versales que proyectan Potos y su cerro, propi-cian para que sea declarada por UNESCO, en noviembre de 1987, Patrimonio Natural y Cul-tural de la Humanidad.

    La Villa Rica Imperial de Potos nos cautiva

    por su historia, sus gentes y por el majestuoso Sumaj Orcko.

    Imagen de la antigedad, que representa una mina de plata de Potos.

    Mina de Plata de Potos

    Fachada y patio de la Casa de la Mo-neda

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    Revista La Alcazaba

    DD e las hoy cinco capitales de provin-cia que integran la Comunidad de Castilla-La Mancha fue la de Alba-

    cete la que hace unos decenios tuvo el mayor crecimiento demogrfico, doblando a unas y triplicando a otras de sus hermanas regionales. Cierto que tampoco se pueden olvidar los aos de la Espaa emigrante y, sobre todo sus los habitantes de sus pueblos tomaban trenes con destino al prximo levante. Pero hoy hablamos de la capital. Quiz porque su crecimiento le vena desde la raz histrica y su unin a la re-gin murciana, su recuperacin le fue ms fcil y pronta que a las dems. Eso hizo que se con-virtiera en la ms poblada y vital de las cinco hoy capitales castellano-manchegas y que an, cuando estos ltimos aos, por razones de ubi-cacin en la administracin poltica, como es el caso de Toledo, o en la asignacin de otros fac-tores de progreso, llmense AVE o la propia extensin de la Universidad, tal sucede con Ciudad Real, estas hayan crecido recientemente

    Nicols del Hierro

    Albacete, un viaje necesarioAlbacete, un viaje necesarioAlbacete, un viaje necesario

    Fuente de la rana y Ayunta-miento

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    a un ritmo superior, pero sin llegar nunca a esa ex-tensin demogrfica a que hacemos referencia de principio.

    Albacete capital conti-na siendo la de mayor amplitud, la de calles ms largas y la de mayor nme-ro de habitantes haciendo vida en las mismas. Se di-fundi no hace mucho tiempo la noticia de cmo a este respecto, aquel au-mento acostumbrado en su crecer numrico ante-rior haba soportado un cierto parn, pero que ya en el presen-te ha tomado su ritmo normal de creci-miento. As cuando uno se desplaza a la Capital de la Llanura disfruta del vi-talismo que es capaz de generar la fuerza de lo que podramos llamar ciudades medias, donde es fcil lo-grar el equilibrio social que no se encuentra en las grandes urbes y se desconoce en los pueblos pequeos donde, si la calma nos puede condu-cir incluso al sosiego espiritual, tam-bin es cierto que se echan de menos los componentes que ciertas exigen-cias o motivaciones requieren en el actual modo de vida.

    Hoy, cuando el turismo de nues-tra regin est principalmente moti-vado por su aportacin cultural y artstica, el viajero que llega a Alba-cete no slo puede disfrutar de los siglos de historia que estn representa-dos en la arquitectura de sus pie-dras sino tambin del arte que su-ponen esas sus mismas piedras convertidas en ejemplos del mis-mo. Pasear por algunas de sus ca-lles es recrear la vista con maravi-llosos edificios donde la piedra, el ladrillo, el mrmol y el cristal com-binan el atractivo que retiene la curiosidad ms exigente y asombra a quien llega con nimos de estti-cos hallazgos. Y no digamos quie-nes, en momentos de calurosos Cuchillero y monumento al cuchillero

    Museo de Cuchillera

    El Museo de Albacete, representa el devenir histrico y cultural de esta capital manchega y de su provincia como parte integrante del patrimonio histrico-artstico y cultural de Castilla la Mancha.

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    Revista La Alcazaba

    estos llegan a su magnfico Parque y capaces son de paliar las furias de Febo bajo las som-bras de su variada y corpulenta arboleda.

    Es harto conocido por la gran mayora de los pensantes que la afluencia del turista, unos atrados por su historia, el arte y/o por la cerca-na con Madrid, hoy por hoy, y desde largo tiempo, se la lleva Toledo. An as y dejando a un lado, como es obvio, cuanto de industria principal supone la fabricacin de sus navajas, Albacete es el Museo que nos recuerda en sus mbitos la fuerza de la pintura con los nutridos fondos de Benjamn Palencia como lo es en el conjunto de importantes piezas arqueolgicas, sus muecas de mbar y marfil, piezas nicas, que llegan desde la necrpolis romana de On-tur; pero tambin es museo en la representativi-dad de buen nmero de sus calles y en el inte-rior de algunas de sus casas, casonas, palacios, el casino y la propia catedral. Queda sobre sta escrito que Posee cuatro esbeltas columnas jnicas estriadas, sobre las que se apean las b-vedas barrocas construidas por Gregorio Das Palacios hacia el ao 1690. Capillas de mrito, gticas con bvedas estrelladas. En la Sacrista, una pila renacentista y cinco grisallas murales con escenas bblicas.

    Tambin hay que ver su viejo Ayunta-miento, la Casa del Hortelano, el Colegio Nota-rial, el antiguo Casino, las fuentes y monumen-tos del mencionado Parque Hay que ir en su Feria de Septiembre, sus corridas de toros, comprobar el fervor popular que los albaceten-ses tienen para con su Virgen de los Llanos, fiesta declarada de inters turstico nacional. Hay que asistir al Jueves Lardero, jueves an-terior a carnaval; disfrutar en ste su desfile de carrozas y el entierro de la sardina. Y, cmo no, saborear su gastronoma, nada lejos, es cierto, de la que suele imperar en el conjunto de Casti-lla-La Mancha, principalmente La Mancha de origen: Los gazpachos, con sus peculiares tor-tas, las migas y las gachas, el ajo de mataero, los guisos de caza, con especialidad de la per-diz, el atasca burras de sabroso bacalao, sus dul-ces de flores, los Suspiros y los Miguelitos, que pasean triunfales el nombre de La Roda Hay que acercarse a Albacete, detenerse en ella y no tomarla de paso hacia la mar, incluso ahora cuando la cruzan veloces trenes y rpidos auto-mviles.

    Pasaje de Lodares

    Catedral de Albacete

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    FF omentar la proteccin del medio am-biente, de la flora, de la fauna , del entorno en orden y equilibrio que

    nos rodea, es un buen objetivo para abordarlo desde la funcionalidad de la literatura. Esto nos lleva a hablar de la Ecocrtica: escuela de crtica literaria dedicada a la representacin del medio ambiente y que aparece en la dcada de los aos 1990 en los EEUU.

    Esta teora surge por la carencia que la crtica literaria mantena respecto a la temtica de la crisis medioambiental. La Ecocrtica se presenta como un nuevo campo disciplinario que considera fundamental unir la visin de la naturaleza literaria con la cientfica y ecolgica.

    Un amplio campo interdisciplinario se

    abre as ante nuestros ojos, con la relacin de los estudios literarios y el discurso ecolgico respecto a otras disciplinas asociadas tales co-mo la antropologa, la filosofa, la sociologa, la psicologa y la tica. La Ecocrtica utiliza un enfoque basado en la tierra y en la naturaleza para el estudio de la literatura. Una de las defi-niciones ms recientes que se ha dado a la Ecocrtica es la de David Mazel que la define como el estudio de la literatura como si la tierra importara.

    La Ecocrtica o crtica ecolgica pretende asumir una perspectiva que recupere la cone-

    Alfredo Pastor

    Despus de apenas dos siglos de insensata dominacin de la naturaleza, descubrimos que los recursos del planeta son finitos, es decir, que el progreso tiene un lmite; enseguida, que hemos puesto en peligro el equilibrio natural y que amenazamos en su centro mismo a la vida. La conciencia ecolgica con su apasionada defensa de la naturaleza y su afirmacin de la fraternidad universal, de los infusorios a los astros (vieja creencia de todos los poetas), implica en su dimensin ms profunda un gran mea culpa y una crtica radical de la moderni-dad y de sus supuestos bsicos.(Octavio Paz).

    LITERTURA Y EQUILIBRIO LITERTURA Y EQUILIBRIO LITERTURA Y EQUILIBRIO MEDIOAMBIENTAL.MEDIOAMBIENTAL.MEDIOAMBIENTAL.

    LA ECOcRTICALA ECOcRTICALA ECOcRTICA

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    Revista La Alcazaba

    xin entre la naturaleza y la cultura y que haga visible la materialidad de las interrelaciones e integraciones de los soportes y ele-mentos que aseguran la vida bsica del planeta. En ese enfoque, el nexo entre literatura y naturaleza representa la unin primordial del hombre con su entorno natural. En suma se trata de una conexin que permita conju-gar el mundo de la naturaleza con la subjetividad y el mundo social.

    La Ecologa no es nicamente una materia del conocimiento. Debe ser una puerta para mejorar nuestra actitud de vida a cuyos temas deben referirse los gelogos, matemticos, fsicos, qumicos, mdicos, artistas, historiadores, gegrafos y todos los dems especialistas, cualquiera sea su materia.

    Desde esta perspectiva debemos enfocar nuestro inters hacia un mismo fin: concienciar sobre el desarrollo sostenible y el consumo res-ponsable de los recursos naturales, consideran-do los diversos problemas medio ambientales de nuestros das, como son la desertificacin de las montaas, la silvicultura, el importante papel de los bosques, el lugar que ocupa el hombre dentro de la naturaleza, su actuacin en la re-modelacin del paisaje, as como los efectos positivos o negativos que todo ello conlleva en los distintos ecosistemas.

    El citado Octavio Paz, muy comprometi-

    do con los temas medioambienta-les, no dud en considerar la apa-ricin de la conciencia ecolgica como el signo ms caracterstico de los nuevos tiempos: la gran novedad histrica de este fin de siglo afirma es la aparicin de la conciencia ecolgica. Parece objetivo vislumbrar actualmente el avance en la con-cienciacin de la ciudadana con respecto al medio ambiente, pero sigue siendo imprescindible se-guir en la brecha para modificar las actitudes en las personas para valorar el amor por la naturaleza. En este sentido, la educacin ha de tener un papel fundamental en

    la sensibilizacin del futuro ciudadano; una to-ma de conciencia con respecto a la manera de entender su relacin, como persona y consu-

    midor, con su entorno. Si nos preguntamos qu est pasando con

    la Naturaleza, qu indicios y hechos la debilitan y deterioran, llegamos a la conclusin de que el mundo est padeciendo una amalgama de agre-siones y la atmsfera se est enrareciendo y contaminando. Por ejemplo, los pases del He-misferio Norte , que son el 20% de la Humani-dad, consumen el ochenta 80% de las riquezas del mundo y son los que producen la mayor cantidad de dixido de carbono que lanzan a la

    Glaciar del Aneto

    Glaciar en el rtico

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    atmsfera y la enferman. Slo los Estados Unidos son responsables del veinticinco por ciento 25%, es decir la cuarta parte de toda la contaminacin atmosfrica.

    El poeta argentino Juan Gelman, para quien la poesa es una forma de resistencia, contaba que un hombre de barrio, de esos verdaderos filsofos populares, annimos, sabios, le dijo que ha-ba muy pocas cosas por las cuales calentarse y le advirti de sus

    peligros dicindole: El cuerpo humano, seor, est hecho de un

    80% de agua, si Usted se calienta mucho, se puede evaporar.

    Otros datos muy reveladores que indu-dablemente tenemos que considerar son: Am-rica del Sur tiene el 28% del agua del mundo con slo 6% de la poblacin mundial. Europa, Asia y Europa tienen 85% de la poblacin mundial, pero slo el 48% del agua del mundo. sta se encuentra fundamentalmente en Amri-ca y Oceana, sin contar la enorme reserva de agua de los Polos. Si no contamos el agua dulce de los casquetes polares, la Humanidad slo cuenta con el 0,36% del agua del planeta en

    Los desiertos en el mundo

    Tala de madera indiscriminada en Brasil Desierto de Gobi

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    Revista La Alcazaba

    lagos, embalses y canales. Hoy se consumen ms de

    ocho billones de litros diarios de agua potable en todo el mundo, pero el ciclo de las llu-vias se ha visto tremendamente agredido si tenemos en cuenta que frica ha perdido el 85% de sus selvas, Asia el 70% de las suyas y Amrica el 51% de su vergel arbreo.

    Qu podemos hacer ante esta grave situacin? Por su-puesto que hay que tomar con-ciencia, dialogar y debatir sobre los temas ecolgicos y cambiar experiencias especficas al res-pecto.

    En esta lnea parece con-veniente utilizar la literatura como instrumento de cultura para crear historias, cuentos, poemas, canciones, obras de teatro, libros, revistas, pel-culas, programas de televisin, novelas, teleno-velas, programas de radio, pginas en los dia-rios, pginas web y, sobre todo, actividades mltiples en las escuelas primarias, en la ense-anza secundaria, en las universidades y en los barrios para que incorporen estos temas al de-bate e inters por lo cotidiano.

    Estamos en una lucha por la vida, por el derecho a la vida de los que no han venido to-dava a ella, del futuro de todos. Nada mejor que apuntalar estas ideas aqu, vertidas con es-tos versos de Neruda cogidos de su obra La Gran Alegra:

    La sombra que indagu ya no me pertenece. Yo tengo la alegra duradera del mstil,

    la herencia de los bosques, el viento del camino y un da decidido bajo la luz terrestre.

    No escribo para que otros libros me aprisionen

    ni para encarnizados aprendices de lirio, sino para sencillos habitantes que piden

    agua y luna, elementos del orden inmutable, escuelas, pan y vino, guitarras y herramientas.

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    RRR evolotea la golon-drina sigi-

    losa camuflada por la luz de la maana, que hace que la pie-dra se vuelva azul hasta fundirse con el cielo, porque el cielo es azul y en l habi-tan las nubes: espon-jas de agua evapora-da que, mezclada con la luz de la Au-rora, hace que el has-tial desaparezca, des-vanecindose con la bruma que ciega al animal de vuelo al asistir a la funcin matinal.

    La piedra se vuelve blanca, azulada, violcea, del color con el que la naturaleza caprichosa tie la luz que procede del cielo, del sol nacien-

    te, del Astro Rey: aquel que atravesaba las vi-drieras y se tornaba en luz coloreada dando sentido a la oracin y que ahora se disuelve jun-to a los colores del crculo cromtico en que se ha convertido el rosetn que, al paso de la luz, funda el Cielo con la Tierra.

    Mara Fraile Yunta

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    Revista La Alcazaba

    Al Cielo ya no llega el eco de los Maitines, atrapado en las sombras que la luz perfila en la fachada determinando la hora del da en que el pintor se sentaba frente a ella, el color de la at-msfera que de su retina viajaba a la conciencia plasmndose en un lienzo especular que refleja la fugacidad de los efectos de la naturaleza, las variaciones lumnicas que llevan a que los cuer-pos materiales, que no poseen color alguno, sean rojos, azules, amarillos, violetas, verdes, naranjas.

    Tal cual La Catedral al anochecer, o La Cate-dral, armona azul, sol matinal, o La Catedral, siempre La Catedral, armona azul y oro, que al instante puede ser plata, o cobre, o aquello que sobre el caballete del pintor, instalado a plein air, se plasme tan r-pido como la instantaneidad que su percepcin le permita, y que puede ser luz, y otra vez sombra, ora oscuridad, ora claridad.

    La piedra se vuelve blan-ca, violeta, rosa, y el gablete que se dirige al cielo ya no apunta ms que al desvaneci-miento de una espiritualidad que hace que la naturaleza se resuelva en una esfera donde ya no hay ngeles, ni santos, ni Dios sino tan slo colores. Y ahora plata, y ahora cobre, y ahora oro, pues el sol inun-da la conciencia, que no el espritu, de luz, profanando los colores que hasta ahora conducan al cielo y ahora no ms que a sentir la bruma de la maana, la calima de la tarde, la humedad de la piedra que al ofrecerse a la piel se vuelve algodn, desmaterializndose hasta casi desaparecer junto al vuelo de la criatura que, cegada por la luz, inquiere una y otra vez a Dios.

    Y de nuevo se hace de da, y de noche, y en el sueo slo hay luz, y color, y de nuevo luz y otra vez color fijndose con apremio en la reti-na, que tan pronto empieza a capturar su pri-mera imagen se encuentra con que sta se des-vanece, diluyndose en medio de una funcin donde el motivo siempre es el mismo pero su entorno cambia incesantemente: la luz que an-

    Tal cual La Catedral al anochecer, o La Catedral, armona azul, sol matinal, o La Catedral, siempre La Catedral, armona azul y oro, que al instante puede ser plata, o cobre,...

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    tes era azul ahora es roja, y blanca, y verde. Y el ensueo que antes funda el Cielo con la Tierra para mostrar a Dios ahora no exhibe ms que una atmsfera donde la deidad es la Natura-leza propia: imposible de capturar, imposible de apresar ms que en una secuencia de im-presiones huidizas donde lo esencial, que est en ella misma y que a la vez es Dios, y la Eternidad, no se da a conocer pese a que su apariencia antao jugara a engaar al fiel hacindole pensar que habitaba en la suma de los colores que a travs del vidrio tean la luz.

    Revolotea la golon-drina sigilosa y altera el batir de sus alas el ri-tual matutino, vesper-tino, nocturno, porque se hace de da, y de noche, y de da de nue-vo, asistiendo a la fun-cin en que la luz tie de color el templo de una divinidad incog-noscible, pues el rojo, y el azul, y el amarillo dan lugar al verde, y al naranja, y al violeta, pero la luz que les otorga vida y que pro-cura () armona azul y oro, y () armona azul, sol matinal, y ca-da una de las obras que integran la serie que sobre la Catedral de Rouen Monet pint entre 1892 y 1894, in-cide en la fachada, resbala entre sus formas apuntadas, atraviesa el cristal de sus vitrales y se esfuma cuando apenas ha comenzado a fijar la imagen divina en la esfera de la retina.

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    Revista La Alcazaba

    EE n la ciudad medieval que vio nacer a Fray Juan Gil, artfice del rescate de Cervantes en Argel, y donde tambin

    pasaron sus aos de infancia y adolescencia Isa-bel la Catlica y San Ignacio de Loyola, puede contemplarse desde el 21 de mayo hasta el 3 de noviembre de 2013 la XVIII edicin de las Edades del Hombre.

    El nombre de Credo que singulariza a la ex-posicin de Arvalo con respecto a sus prece-dentes se halla en plena consonancia con el Ao de la Fe abierto por Benedicto XVI el 11 de octubre de 2012, un tiempo en el que la Igle-sia est llamada a meditar, ahora bajo el magis-terio del papa Francisco, sobre la Historia del Pueblo de Dios mediante la lectura orante de la Biblia con el apoyo visual de la iconografa.

    La muestra est integrada por 92 piezas, la mayor parte de ellas pertenecen al patrimonio religioso castellano-leons, no obstante existen algunas aportaciones forneas como el Padre Eterno de Diego de Tiedra y la Alegora de la Fe de Mariano Benlliure, ambas llegadas desde la Catedral de Cuenca, y los fragmentos del Credo Epigrfico, en piedra caliza y del siglo VII, procedentes del Museo de los Concilios de Toledo y de la Cultura Visigoda.

    El visitante que se acerca a Arvalo realiza un recorrido fsico por el empedrado mudjar,

    Mara Lara

    Alegoria de la Fe. Mariano Benlliure (1862-1947)

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    de este modo se va empapando de la convivencia de culturas a la vez que conoce la tres iglesias conver-tidas en museo para esta distingui-da ocasin. La fe que impuls a los artistas a crear el casi centenar de obras que componen este prontuario religioso, histrico y artstico anim tambin a los ar-quitectos y canteros a levantar los templos que articulan la esceno-grafa de Credo.

    El itinerario se inicia en la sin-gular plaza porticada de la Villa, en la iglesia de Santa Mara la Mayor, edificio de estilo mudjar construido en el trnsito del siglo XII al XIII. All actan de prembulo las pintu-ras murales de la capilla mayor. A la salida, el parque de esculturas al aire libre exhibe las efi-gies de Santa Teresa de Jess, San Juan de la Cruz y San Pedro de Alcntara diseadas por el salmantino Venancio Blanco.

    Tras pasar el atrio romnico de la iglesia de San Martn, la mxima Creo en Dios sumerge al visitante en el primer captulo del Credo cris-tiano a travs de obras como Adn y Eva, de Juan Bordes, El Profeta de Pablo Gargallo o el cantoral Missarum de Sanctis.

    En el tercer templo, el del Salvador, amalga-ma de estilos habida cuenta de las transforma-ciones experimentadas por su fbrica romnica del siglo XII, nos encontramos con la Anuncia-cin de El Greco, el Nacimiento de Juan de Flandes y el Cristo Yacente de Gregorio Fer-nndez, labrado en madera policromada y pro-cedente de la catedral de Segovia, obras que nos adentran en el Creo en Jesucristo y en el Creo en el Espritu Santo, reforzando la iden-tidad entre el dogma de la Trinidad y la asam-blea de fieles.

    Con un abanico cronolgico que se abre en el siglo VII para derivar en el XXI, en el elenco

    Iglesia de San Martn

    Plaza porticada y al fondo la iglesia de Santa Mara la Mayor.

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    Revista La Alcazaba

    artstico y documental que integra la muestra existen curiosidades como el rbol de Jes de la iglesia de Nuestra Seora de la Asuncin de la localidad de Baos de Valdearados, el tapiz Dios prohbe a Adn y Eva comer del fruto del rbol de la ciencia del bien y del mal, del Museo Catedralicio de Burgos, el incunable Floretum Sancti Mathaei de Alfonso de Madrigal, el Tosado, del Ar-chivo de la Catedral de vila, y El Tes-tamento Nuevo de Nuestro Seor Iesu Christo, de Casiodoro de Reina y Ci-priano de Valera, del Seminario de la ltima dicesis citada, despuntando au-tores de la talla de Pedro Berruguete, Vasco de la Zarza, Juan de Juni, Murillo, Luis Salvador Carmona, Goya, Benlliure y los actuales Antonio Oteiza y Antonio Lpez.

    El repertorio incluye algunas piezas no cristianas, como el Co-rn del siglo XII del monasterio burgalense de Santa Mara de La Vid de la Orden de San Agustn, y Buda. El iluminado, un annimo de la dinasta Ming (siglos XV-XVI) conservado en el Museo abulense de Arte Oriental. La in-clusin de estas obras en el pro-grama es una certera alusin a la incesante bsqueda del bien y de lo divino en todas las civilizacio-nes, de hecho la coleccin est dirigida tanto para creyentes como para agnsticos, ya que cada una de las pinturas, esculturas o documen-tos seleccionados interpela fuertemente sobre la transcendencia de la Creacin.

    El patronato que dirige la Fundacin Las Edades del Hombre est conformado por los dos arzobispos y nueve obispos de Burgos, Va-lladolid, Astorga, vila, Ciudad Rodrigo, Len, Osma-Soria, Palencia, Salamanca, Segovia y Zamora, encontrndose la sede permanente en el monasterio cisterciense de Santa Mara de Valbuena, fundado en 1143 por doa Estefana de Armengol, hija del quinto conde de Urgel y nieta del conde Pedro Ansrez.

    En 1988-1989 la Catedral de Valladolid exhi-bi El arte en la Iglesia de Castilla y Len y, en 2013, cuando se cumple el XXV aniversario de esta andadura, el Museo de Historia de Arvalo

    El Juicio Final, Annimo, principios del siglo XVI

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    ha querido reunir los 17 carteles previos con los rasgos distintivos de cada evento, recopilando as los principales hitos de la iniciativa que ha llevado el arte sacro por to-das las dicesis de la comu-nidad e, incluso, hasta Nueva York y Amberes.

    En la casa de los Sex-mos est instalado un punto de informacin que da a conocer La Moraa, regin llamada as, tierra de moros, desde la repoblacin por ser muchos los mozrabes estable-cidos en la zona. El viaje a Arvalo es una exce-lente oportunidad para desplazarse en un radio de treinta kilmetros hasta Madrigal de las Altas Torres, lugar de nacimiento de Isabel la Catli-ca y de fallecimiento de Fray Luis de Len, a Fontiveros, cuna de San Juan de la Cruz, y a la capital abulense, donde fue alumbrada la Doc-tora de la Iglesia.

    Otra ruta muy recomendable es la de los retablos de La Moraa, con paradas obligadas en la iglesia de Nuestra Seora de la Asuncin de Fuentes de Ao (que custodia escenas de la Virgen y de Jess atribuidas al maestro de Por-tillo, del siglo XVI, con influencias flamencas e italianas), en la parroquia de Fuente el Sauz (con diez tablas gticas de la Pasin en la capi-

    lla del Marquesito) y en la iglesia de San Ci-priano de Fontiveros (con el altar mayor dieci-ochesco de San Segundo, patrn de vila, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, realizado por Miguel Martnez de Quintana).

    El monumental catlogo de este cuarto de siglo est constituido por ms de 4.000 piezas. A travs de la pintura, la escultura, la orfebrera, la msica, la literatura y la diplomtica, las dieci-ocho entregas conforman una autntica cate-quesis histrica de Castilla y Len que ha supe-rado los 10.000.000 de visitantes.

    La prxima cita, en 2014, ser en Aranda de Duero (Burgos), coincidiendo con el V cente-nario de la finalizacin de la fachada de estilo gtico isabelino de la iglesia de Santa Mara la Real. Ser una nueva invitacin a meditar sobre Dios a travs de la belleza.

    Retablo procedente de la comarca de la Moraa

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    Revista La Alcazaba

    MMM iguel Angel Buonarotti (1475-1564) es el escultor ms impor-tante del Cinquecento italiano.

    Representante del genio renacentista, ejerce con maestra en todos los campos (arquitecto, pin-tor, poeta), aunque se siente escultor. Busca expresar en sus obras una belleza que sea ex-presin de un orden intelectual. Toda su vida ser un titnico esfuerzo por liberar la forma de la materia que la aprisiona. Podemos conside-rarlo, sin duda alguna, como la expresin del artista total

    La obra que comentamos es una escultu-ra renacentista del siglo XVI, perteneciente a la etapa de indicada en Italia. Es la figura central de la tumba del Papa Julio II, que se encuentra en la iglesia de San Pedro in Vncoli, en Roma. Miguel Angel Comenz a realizar esta obra en 1515 aunque no la termina hasta 1545. Est realizada en mrmol blanco de Carrara y se tra-ta de una escultura exenta o de bulto redondo, de cuerpo entero y sedente, aunque dada la configuracin del sepulcro (tipo fachada adheri-do al muro), la obra slo puede ser contempla-da frontalmente.

    PASEOS POR LA PASEOS POR LA PASEOS POR LA HISTORIA DEL ARTE:HISTORIA DEL ARTE:HISTORIA DEL ARTE:

    LA ESCULTURALA ESCULTURALA ESCULTURA

    MOISSMOISSMOISS DEDEDE

    MMMIGUEL NGELIGUEL NGELIGUEL NGEL

    A.P.U.

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    Revista La Alcazaba

    Podemos ver en esta escultura las caractersticas del estilo renacen-tista: bsqueda de la belleza ideal, acentuado naturalismo, inters por la figura humana y su anatoma (el cuer-po como expresin del ideal huma-nista de virtud y fortaleza y no como depsito del pecado, como era perci-bido en la Edad Media), tal como corresponde a la cultura antropocn-trica del periodo humanista. No de-bemos olvidar las influencias de Do-natello y la escultura helenstica en nuestro escultor.

    Para Miguel ngel la escultura ser la expresin de una idea, de un sentimiento puesto a los ojos del p-blico (la indignacin, su violencia contenida ante la visin de las bajezas humanas) en donde la forma pierde su prestigio (de aqu las deformacio-nes anatmicas) para convertirse en un emisor de emociones, al igual que puede ocurrir en sus pinturas , como por ejemplo la visin terrible que da de la Humanidad en su Juicio Final de la Capilla Sixtina.

    Miguel Angel representa con esta estatua un tema bblico: concre-tamente a Moiss, el gran patriarca judo que liber a su pueblo de la es-

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    clavitud a la que le tenan sometidos los egip-cios, conducindoles hasta la tierra prometida. Miguel ngel nos lo muestra con las tablas de la Ley que le ofreciera Yav en su retiro de cua-renta das en el Monte Sina, mirando fijamente hacia su pueblo que, aprovechando su ausencia, comenzaron a adorar al Becerro de Oro. En su figura, segn algunos autores, se podran adver-tir los smbolos de los elementos de la Natura-leza, como las barbas, el agua o el cabello, el fuego

    Capta el instante en que Moiss vuelve la cabeza y va a levantarse, lleno de furia ante la infidelidad de su pueblo. Esta ira que le embar-ga, conocida como la"terribilit", se expresa en su rostro, que se contrae en un gesto ce-udo. Miguel Angel abandona los rostros serenos de su primera poca y opta por una expresividad acentuada, anuncio del Barroco.

    El modelado que realiza es perfecto. Parece que utiliza el mr-mol como si este material fuera plastilina o arcilla, logrando un naturalismo asombroso unido a un gran estudio anatmico, donde las ropas al caer en plie-gues verticales potencian el volumen de la figura. El mrmol blanco puli-do deja resbalar la luz. Las ropas caen en pliegues de gran naturalis-mo, donde los contrastes de luces y sombras que provocan las profundas oqueda-des en el mrmol, otorgan a la figura su rotun-do volumen.

    La composicin, muy estudiada, es cerrada,

    clsica; se estructura en un eje vertical desde la cabeza hasta el pliegue formado entre las pier-nas del profeta, cuya figura queda enmarcada por dos lneas rectas verticales en los extremos. Existe un ligero contrapposto ( a pesar de la posicin sedente) marcado por el giro de la ca-beza y la simtrica composicin entre brazo izquierdo hacia arriba y derecho hacia abajo, as como pierna izquierda hacia fuera y derecha

    hacia dentro. Las lneas rectas quedan dulcificadas y com-pensadas por dos lneas curvas paralelas: la que forma la larga y ensortijada barba hasta el brazo izquierdo, y la iniciada en el brazo derecho estirado hasta la pierna izquierda.

    Observamos cmo los msculos estn en tensin; con-sigue que este coloso no resulte pesado, sino grandioso, en el que destaca-como hemos sea-lado- la "terribilit", que le em-barga y que expresa en el ros-tro de Moiss, que se contrae

    en un gesto ceudo. y feroz. Las influencias posteriores

    de Miguel Angel fueron muy impor-tantes: huellas de su genialidad se en-

    cuentran, por ejemplo, en Berruguete, en Juan de Juni o en el propio Greco que renun-

    cia a las apariencias bellas en favor de figuras deformadas y desconectadas del ambiente. Ms tardamente encontramos su influencia en Ber-nini e incluso en Rodin ya en el siglo XIX.

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    Revista La Alcazaba

    EE l demonio, o los demonios, estos seres estn dentro de la envidia que tiene el hombre, nos tientan y nos

    apartan de los caminos que tenemos asignados, y esto solo con la intencin de que hagamos el mal.

    El Antiguo Testamento habla en muchas ocasiones del diablo, y no solamente como si fuera el nico ser enemigo del hombre, sino que refleja entre sus textos que hay otros mu-chos, algunos de los cuales se identifican en mayor o menor medida con los genios y espri-tus de ciertas tribus del Oriente Medio. Lo que nosotros llamamos demonios, la Biblia, los

    Luis Manuel Moll Juan

    condena, son los responsables de los sacrificios que los antiguos babilonios hacan con los ni-os, estos seres, que realmente tenan un carc-ter diablico, eran llamados: los sedim.

    El primero entre ellos, el llamado ngel del

    Infierno fue Lucifer, cuyo nombre es de ori-gen latino y significa portador de luz en tanto

    que proviene de lucem (luz) y ferre (portador), fue el querubn/arcngel ms glorioso, bello e iluminado de toda la Crea-cin; mas, por su orgullo y arrogancia, intent igualarse al mismo Dios y condujo a un grupo de ngeles rebeldes para finalmente ser derrota-do por el arcngel Miguel y caer a las profundi-

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    dades del infierno, sitio que habra de gobernar hasta que sea destruido finalmente en el Juicio Final. Usualmente representado bajo el ttulo de la Estrella de la Maana, Lucifer, el primer pecador, es comnmente visto como el mismo demonio que Satans; Lucifer. A partir de

    aqu una larga de nombres de diablos y demo-nios, se han ido sumando a las huestes habita-doras del Averno, aumentando da a da con-forme va subiendo la maldad de los hombres.

    En el mundo de los diablos est bien defini-do la separacin entre el bien y el mal, el papel demoniaco se extiende enormemente llegando a convertirse en prncipes del mundo antidi-vino, esto est bien redactado en la literatura poscannica, en la que se insiste en la clara se-paracin y oposicin entre el mundo del bien y el mundo del mal.

    Lucifer como prncipe del infierno es el cau-sante de todo mal. A su disposicin estn todos los demonios dispuestos siempre a engaar y seducir al hombre para arrastrarlo a su propia esfera. Al mismo tiempo se le atribuye la res-ponsabilidad de los pecados ms graves que se recuerdan en la historia bblica, y entre ellos

    El demonio sostiene el misal de San Wolfang S. XV

    El infierno segn Dante

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    Revista La Alcazaba

    principalmente el de los orgenes, bajo la apa-riencia de la serpiente astuta y seductora que engaa a Adn y a Eva (Gn 3). Por eso tam-bin Sab 2,24 afirma: "Por envidia del diablo entr la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen". Por esta misma razn tambin el diablo es definido como el malvado, el enemigo, el tentador, el seductor, la antigua serpiente (Ap 12,9), mentiroso y homicida des-de el principio (Jn 8,44), prncipe de este mun-do (Jn 12,31; 14,30; 16,11) y dios del siglo pre-sente (2Cor 4,4).

    Hay varios demonios conocidos, como por ejemplo Leviatn: aquel da Yahveh castigar con su espada firme, grande y pesada a la ser-piente Leviatn, que es una serpiente astuta, y matar al dragn del mar (Isa 27:1).

    Otro de ellos que parece que lo tenemos olvidado es Asmodeo, el causante de todos los males en el relato de Tobas denominado el demonio malo, el malvado demonio o el peor de todos los demonios, fue el que hizo morir a los siete primeros maridos de Sara a la que constantemente estaba torturando (Tob 3,8.17, 6.14-15, 8,11-5).

    Tenemos al temible Satans el rey de los prncipes, que nunca deja de tentar al hombre desde su interior, est celoso de Dios porque l le tiene limitado su poder. Nos rebela contra el bien de Dios y nos hace ser despiadados con lo ajeno y en ocasiones con nosotros mismos, nos hace ser pasotas e inhumanos (Gn 34), Satn revela su propio pecado. Dio creo al hombre

    incorruptible y lo hizo a su imagen: ms por la senda de la envidia del diablo, entr la muerte en el mundo, y la experimentan los de su ban-do (Sab .23-24). Otro de los nombres que tiene Satans es Belial; igualmente la mencin y definicin del oponente del Dios Yahveh, pue-de encontrarse en la Biblia; en la que se men-cionan los trminos Beelzeb (Marcos 3:20-30).

    Arioc, Ariel, Anabergo, Asima (demonio

    que rie cuando ms mal hace), Azael( demonio atractivo y seductor, que ense a las mujeres el arte de maquillarse y la cosmtica en general. Fue uno de los ngeles que se rebelaron contra Dios, bajo el mando de Azazzel y Samyyaza. Se dice que est encadenado sobre piedras puntia-gudas en un lugar oscuro del desierto, esperan-do el Juicio Final), Bel, Bud, Caronte, (tambin conocido como Carn: Barquero de

    El ngel Cado de Gustav Dor

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    los infiernos, hijo de Erebo y de la Noche, que tena la misin de pasar en su barca las almas de los muertos a travs de la laguna Estigia, el Co-cito y el Aqueronte), Damballa, Djinn, Drugia(tambin conocida como Druj, Drug y Drauga:

    Lugarteniente de Ahrimn, llamado la Peste; su toque provocaba toda enfermedad, conocida o no. Demonio de sexo femenino con tres ca-bezas, tres bocas, seis ojos y mil sentidos.), Eli-gos, Yemma Ten, Fecor, Fleuretty ( segn la literatura cristiana teniente gene-ral de Belceb, que dominara en frica. Era experto en plantas venenosas (psicotrpicas). De-monio nocturno, fomentaba el deseo sexual, y causaba guerras siempre entre los hombres.), Gadrel, Guayota (demonio de la Mitologa Guanche, que habita en el interior del Teide (Tenerife, Espaa)), Hades, Ibls, Junier, Kobal, Licas, Mania, Mantor, Munkir, Nebiros, el Seor de los muertos( Lder de los nigromantes inferna-les. Es la mano derecha del ngel cado Lucifer,

    quien le dio el poder sobre toda la milicia infer-nal, nombrndolo Mariscal de las milicias infer-nales.), Orthon, Seddim, Sabasius (demonio frigio, jefe del Sabbat de los brujos; se le repre-sentaba con el pene manchado de sangre, cuer-nos, y su emblema era la serpiente. Su compa-era era Bendis, o bien Cotys. Se lo identifica con el griego Dionisos y el romano Baco), Seth, Stolas, Tifn, Tiamac, Uzza, Jezbet, Yama, Za-ganestos son algunos de los demonios que

    habitan los avernos, ponerlos a todos, sera imposible, El demonio es considerado un ngel impuro el cual puede por si solo causar posesiones demoniacas. Puede ser controla-do a travs de los exorcismos, el libro bblico conoce, adems, una forma eficaz para exorcizar a cualquier demonio o espritu

    malvado: quemar el hgado y el corazn de un pez, pues el humo obliga entonces irremedia-blemente al espritu a abandonar su presa y a huir lejos (Tob 6,8.17-18; 8,2-3).

    Monumento al ngel Cado en los jardines del Buen Retiro de Madrid (1877). Es obra de Ricardo Bellver (escultura principal) y Francisco Jareo (Pedestal). nico monumento en el mundo dedicado a Lucifer. Esta obra fue inspirada en el Paraiso Perdido de Milton.

    Segn algunas reli-giones, Lucifer fue en un principio uno de los ngeles ms bellos al servicio de Dios

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    Revista La Alcazaba

    El fin del mal, depende exclusivamente de nosotros, en la religin Catlica "Jess, el Se-or, lo har desaparecer con el soplo de su bo-ca y lo aniquilar con el resplandor de su veni-da" (2Tes 2,8). Satans y sus ngeles sern arro-jados para siempre a la oscuridad del infierno y a las fosas tenebrosas del trtaro, en donde fue-ron relegados al principio por causa de su peca-do (2Pe 2,4; Jds 6), en un "estanque de fuego y azufre", donde "sern atormentados da y no-che por los siglos de los siglos" (Ap 20,10). Pe-ro vuelvo a decir, que somos nosotros, los que con fuerza debemos de largar de nuestras men-tes y de nuestros cuerpos las ideas del mal, sitio ideal este, por donde entra el maligno a hacer de las suyas.

    No podemos dejar pasar las vicisitudes que nuestros ojos ven da a da. La educacin de las generaciones futuras es fundamental para evitar que el mal se vaya apoderando de ellas. No po-demos pasar sin ms de los problemas que nos rodean, ah est la prueba que El Prncipe del Averno est ganando la batalla.

    Nunca no tendremos que olvidar que estn aqu, siempre latentes y cerca de nosotros a la espera de nuestras debilidades. No siempre los podemos echar de nuestro cuerpo con exorcis-mos. Ellos nacieron en un lugar y vienen de dar unas vueltas por la tierra y pasear por ella (Job 1,7:2.2).

    Segn algunas religiones, Lucifer fue uno de los ngeles ms

    bellos al servicio de Dios.

    Asmodeo. Pintura inspirada en las pinturas negras de Francisco de Goya

    Pars. Grgola en la catedral de Notre Dam.

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    O jos verdes de nia oscilan nerviosos de la madre a la maes-

    tra. La maestra medio ciega y encorvada, escucha asombrada las palabras de la Sra. Alcayaga de Godoy, No entiende porqu la seora esta tan enojada. Para la maestra era evidente que la nia que nunca escuchaba jugar, ni gritar, ni hablar, era retrasada mental; no poda seguir en la escuela. Sin embargo la Sra. Go-doy, mujer valiente, le contest firmemente:

    _ Se equivoca Ud., algn da mi hija llegar a ser algo y Ud., oir hablar de ella.

    Lucila mir a su madre con cario, sus ojos verdes sonrieron silenciosos, sin que su cara moviera un solo msculo.

    La confianza de la madre no fue defraudada.

    Gabriela Mistral y Pablo Neruda en 1960

    Isidoro A. Gmez Montenegro

    cuando junto a un espino nos quedamos sin palabras Y el amor como el espino nos traspas de fragancia!

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    Revista La Alcazaba

    Estimulada por esa fe _ como ello lo recono-ca_ la nia retrasada se convierte mas tarde en la poetisa americana que veneramos y admi-ramos.

    Gabriela Mistral. Su verdadero nombre fue Lucila Godoy Alcayaga. Naci en Vicua, Chile un 7 de abril de 1889. Hered de su padre, pro-fesor y poeta errabundo, su incansable alma viajera: de su madre la fortaleza y valenta ante los infortunios; de su abuelo indio, la aguda sensibilidad de su abuela judaizante, el misticismo, la religiosidad, de su pueblo chi-leno, la voz potente cida y original, llena de piedad por los nios, llena de dolor por los hombres.

    Maestra rural, diplomtica, admiradora de Rubn Daro, D Annunzio, Paul Fort, Ner-vo y Federico Mistral, de quien tom el seu-dnimo.

    La voz de Gabriela comenz a exhalar su canto vivo y generoso en 1914 con la publi-cacin de Los sonetos de la muerte, libro que le vali la Flor de oro de los Juegos Flo-rales de Santiago, Luego su obra suprema Desolacin, Ternura, Tala, Lagar fueron hitos que la guiaron hasta El Premio Nobel de Literatura, otorgado por la Acade-mia de Suecia en 1945. La primera poetisa americana que recibi ese galardn.

    Gabriela Mistral orient a Pablo Neruda en su conocimiento de la literatura rusa, via-jera errante. Su vida ntima y en su relacin sentimental, fue desdichada.

    Vuelca su caudal afectivo, en su fuerza lirica, en su humanismo apasionado, en su gente y en su tierra americana.

    Los campesinos, los obreros, los nios humildes, los indios postergados, la tierra, los rboles, el cielo, los Andes gigantescos, los

    leadores, las madres acunando a sus hijos, la ternura, todo el calor de la vida emerge de su poesa luminosa y vibra con la intensidad de la luz.

    En 1957 el cncer hace estragos en el cuerpo fuerte y vital de la poetisa. La incansable viajera de sueos ya no pudo seguir buscando en los caminos la ternura y el ardor que la alimenta-ran. En su ltimo viaje reuni sus huesos con su tierra nativa como ella lo quiso- eternamen-te.

    Hoy su canto vibrante y luminoso no cesa, en Chile y en toda Amrica.

    Yo ando buscando un pedazo de suelo con hierba donde poner los pies y tener mi sueo. Pero todo arde en cualquier parte del mundo y hay que seguir andando

    En 1957 el cncer hace es-tragos en el cuerpo fuerte y vital de la poetisa. La in-cansable viajera ya no pu-do seguir buscando en los caminos la ternura y el ar-dor que la alimentaran.

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    AAgua caliente a gua caliente a gua caliente a la izquierda. igual la izquierda. igual la izquierda. igual

    que en que en que en ZZurichurichurich

    LL a avenida de Mayo en Buenos Aires parece no existir hasta el cruce con Florida; ah todava sin muchas pre-

    tensiones de ser exclusiva y distante es ajetreada por caminantes del apuro bancario. Y nada ex-hibe all la reminiscencia histrica de imagina-rios paraguas del 25 de mayo de 1810 cuando el pueblo quiere saber de qu se trata, ni las palomas ahuyentadas a multitud y bombo de las bullangueras marchas con sabor a revancha.

    A dos veredas de esos ecos de vivas y

    juramentaciones, en un bar con sillones canasta lmites del Cabildo el Quelo Varela apuraba a pura sonrisa, verso y camelo, a una rubia azafa-ta suiza que conociera en el trmite de cambiar unos dlares el da anterior y se negara a ser regresada en taxi a su hotel. Pero que le anota-

    ba a Quelo su direccin en una servilleta de papel: Freni Dietz, Kloten, Zurich, l en ver-dad lea Vreni y ella aplicando sus dientes al l ab io infer ior le repi t i Freni . - Is my name - y l en tarznico ingls y le pre-gunt do you like another whisky? Y acaso mejor sonara 'juiski' pero si esta viajera al fon-do del mapamundi entendiera la cierta inten-cin de su do you like?, no se escandalizara. S Quelo, no cualquiera acta de exponente tribal ante una autntica rubia europea que te diera su direccin en Zurich como si te invitara a verla ah cualquier tarde de estas. As que sin

    esperar dispuso llevarla a conocer Buenos Ai-res, y ser Quelo protector de azafata indefensa

    en la riesgosa ciudad, en repentina y apreciable ocurrencia.

    Eduardo Prsico

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    Revista La Alcazaba

    -Ves? Por aqu sucedi el Cabildo Abierto de 1810; esta es la diablica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del 45 y durante aos las Madres de los treinta mil Desaparecidos nos siguen espabilando una vez por semana que tengamos ms memoria y eso muchos no lo entiendan. En esa Casa Rosada trabajan las au-toridades nacionales, -es una manera de decir- te mostrar la Recoleta el barrio que desafa todo a puro lujo y ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de Ftbol que paga-mos a tanto por gol para disimular nuestro arra-bal no capitalista. Esa confitera casi en som-bras es la ms costosa del planeta, very expensi-ve, Freni, too much, pero all hoy no entrare-mos porque /mir que casualidad/, este es mi departamento. Donde debemos entrar sigilosos y en voz baja porque mi cama solitaria es an-cha y ajena como la pampa y antes que me olvi-de, si quers ducharte la llave de agua caliente est a la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich.

    - Vos sabas que los sudacas no somos se-

    res tan distintos? Ustedes, cronomtricos que miden en dcimas de micrones y nosotros, mi-serables de tanta inmensidad toda diferencia la mensuramos en hectreas, y aqu vos y yo por mandato de la especie ajena a cualquier mapa, quiz tenemos ese mismo temblor de muestro primer apareo hace un milloncito de aos en una ntima selva. Por eso y sin temor usemos nuestra encendida piel envuelta en acrobacias de tigre silencioso y pequeas palabras, sin que tu rubor no sea fingido, Freni, y no sigas tensa en la habitacin con sonrisa apenas y rubor de hembra sorprendida en silencio.

    Es tiempo de no temblar al besarnos y si tu

    sonrojo iguala a este ataque adolescente que me lleg de golpe, nuestra tmida escena defrauda-ra al espejismo que tienen de nosotros los pa-ses rubios. Y vos no dejes de ser Freni Dietz, alhaja suiza de mi corazn hablndome del can-tn donde naciste y cmo te peinaban cuando eras chica antes de or misa en la iglesia de Schauffhauser, igual que una piba de mi barrio. O apretada, muy apretada a m pecho, me digas de aquel novio que inaugur tu ternura al lle-varte en la bici tras el puentecito del Rhin, y no sigamos distrayendo nuestra desnudez recrean-

    do el pasado y averiguar de paso nuestra pasada historia. No vale renunciar a esta hora inolvida-ble, Freni, y ya probemos con suiza precisin que el amante argentino es de buena perfoman-ce y poco rechazo de fabricacin Esa otra ficcin nacional de ganadores imbatibles del principio al fin, as nos va en la vida... Dulce, te cuento que entre nosotros hacer el amor es el modo de seguir en el mundo, por bisnietos de algunos que hace un siglo enriquecieron a los sastres londinenses comprando trajes por doce-na y dando un saltito al Canal de la Mancha, coparon los burdeles de Francia a punta de gui-ta y vaca llevada en el barco. Reprimido y re-presor morocho y argentino rey de Pars, Freni, estancieros millonarios con olor a bosta llenan-do los prostbulos y despreciado por los rubie-citos de ojos azules, como los tuyos.

    Y no te ras mi amor de este secreto

    nacional porque vos, mujer hermosa del mundo civilizado conmovida si te beso los prpados y los dos en lenguaje mezclado lamentamos tanta demora en conocernos. Nos equivocamos, amor, vos no viajaste a Buenos Aires a lagri-mear sobre mi pecho y a tatuarme una melan-cola que ya presiento. Vos llegaste aqu a ver malambo con boleadoras y conocer a vetustos tangueros disfrazados con pauelo al cuello; vos viniste a mi Buenos Aires querido para de-jarme tu nombre en una servilleta de papel que al subirte al avin y por mucha aoranza que le inventemos, se borrar de olvido. Eso no lo imaginaste, Freni? A nuestra final ternura de los dos en el aeropuerto la llenaremos de un futuro que bien pronto sentir el olvido de otras nue-vas miradas; y este nuestro intento de amarnos de fuga y contrafuga se llenar de tiempo Recin despierto y ya la luz detenida en el corazn de la maana, Quelo Varela mir a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mechn de pelo desordenaba el blanco de la almohada y al quitarle una mano sobre su vien-tre, la bes tiernamente en un hombro. Una inigualable noche de olvido inevitable haba pasado y l se refugi en un cinismo doloroso y absurdo: era cierto, las azafatas suizas tambin son seres humanos.

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    Un paseo bajo los libros, signos de entrete-nimiento y ensueo, misteriosos y profundos de deseos ocultos y esperanzas despiertas, an-clados en los recuerdos pasados donde las his-torias de las almas humanas buscan refugio y recorren laberintos de amor y pasin; amarra-dos aos y aos atrs en las mentes de los hom-bres, oxidados por la lluvia y el viento, apilados en estanteras con polvo a la espera de alguien que valore sus cuarteadas y amarillentas pgi-nas. Entresijo de palabras, imgenes y sinfines de lectores que alguna vez en su historia, los abren y los oprimen, los leen y los meditan, los disfrutan y los elogian a travs de los tiempos.

    Tintas y grficos manoseados por manos

    distintas que interpretan el mundo de los huma-nos de formas diferentes; sueos sumergidos en el tiempo y en el espacio, descritos para el recuerdo, en el que, jams generacin alguna les olvide ni les destierre.

    Los libros son reflejo del mundo circundan-

    te, verdaderas y autnticas joyas literarias en las que el receptor se adapta al texto o por el con-

    Almudena Mestre

    Hoja del libro de horas de Yolanda de Lalaing. S. XV

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    Revista La Alcazaba

    trario, lo adapta, lo cambia y lo transforma a su propia existencia, a su propia vida. Segn Gilles Deleuze, nos hemos adaptado a sucesi-vas entregas parcialesde una realidad y lgicamente si el mundo es un hipertex-to contado por entregas el hombre de este siglo XXI es difcil que se sorprenda ante un texto de esa forma o lugares webs que pueden ser igualmente vlidos. El hombre de hoy, va cam-biando y definiendo bien el terreno de cada formato de libros, el fsico y el digital segn los usos y tecnolo-gas varen; la digitalizacin ocupar un gran avance en los soportes de la lectura si tenemos en cuenta los anteriores, el papiro, el cdice y la imprenta.

    Lo bsico es encontrar la forma de atraer al lector para que se sumerja verdaderamente en la lectura y cuantas ms opciones existan mayor atencin se captar en el lector as como se rea-lizarn mejores trabajos de edicin y se adapta-rn a distintos formatos.

    Debido a los nuevos dispositivos, las herra-mientas informticas y las redes sociales los li-bros han sufrido un cambio radical; la era revo-lucionaria ha cambiado y ha variado el paradig-ma de la literatura a travs de los libros impre-sos por la digitalizacin a travs de las redes sociales. Pero a veces, a travs de stas se di-funde la ignorancia de unos cuantos sin fiabili-dad ninguna. Hasta hace bien poco, los libros eran verdaderas obras de arte, desde el inicio de la escritura hasta el siglo XX en donde se pona el alma y la esencia del ser humano y se dedica-ba tiempo y ganas para que saliera una excelen-te calidad impresa tanto en textos como en gr-ficos e imgenes. Este siglo ha supuesto una verdadera revolucin en todo el mundo litera-rio en donde destacan los avances de la red o internet y se consigue la digitalizacin de cual-quier libro hoy en da.

    Escribir un libro en este siglo XXI sin apo-yarse en las redes informticas es casi imposi-ble. El ordenador da mltiples posibilidades

    tanto en edicin como en correccin y actuali-zacin de datos.

    En el Discurso sobre el espritu positivo de Comte, Nos guste o no, todos somos hijos de nuestro siglo; nos adaptamos por tanto, a nuestro tiempo y aprendemos, a escribir nues-tros libros como si de un acto fsico se tratara a travs de las nuevas tecnologas y las redes so-ciales.

    As, si retrocedemos en el tiempo, la historia del libro est ntimamente ligada a la de la escri-tura; desde la escritura cuneiforme que marc el paso del libro como idea y como forma la

    tableta de barro en los que se plasmaban sig-nos, pictogramas o ideogramas en las primeras civilizaciones; en la antigua China aparecen los rollos de papel y tejidos en los que la misin se traduca en la comunicacin. En la Edad Meda, surgen los llamados cdices en los que los monjes escriban verdaderas obras de arte a tra-vs de los textos y las ilustraciones en miniatu-ras realizadas por los amanuenses, siendo as los cdices, libros nicos, raros y especiales. En el Renacimiento destaca el humanista Aldo Ma-nuzio como precursor de la letra cursiva o aldi-na, creador de la encuadernacin griega donde las imgenes cobraban un sentido y tenan ver-dadera importancia. Para l aparece una simbio-sis entre la forma y el contenido, entre el texto y las imgenes, es decir, entre el contenido y lo

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    artstico dando as, un prestigio al editor que deba tener y garantizando las necesidades del lector.

    El poeta simbolista, Stephan Mallarm es uno de los primeros en reaccionar para unificar el mundo literario y artstico, mundos en los que pusieron los ojos los artistas vanguardistas del siglo XX. Poco a poco, se empieza a consi-derar el libro como una obra de arte en el que el contenido y el mensaje se materializan a tra-vs del cuerpo que los sostiene. El tiempo y el espacio a travs de la comunicacin juegan un papel importante en el mensaje; nos situamos frente al tiempo cronolgico de cada artista y el espacio papable y tangible de cada libro.

    Un libro como obra de arte, sea el gnero que sea, empieza a cobrar vida y a despertar el inters de los sentidos para el lector que se acerca a travs de la unicidad, de la capacidad creadora con un espritu universal que se ofrece entre el contenido y la forma.

    El acto creador de los libros aparece refleja-do segn avanza la historia a travs de diversos movimientos, el futurismo, el surrealismo, el dadasmo; valga decir que por ejemplo en el futurismo italiano o ruso destacan la tipografa y las coordenadas textuales en las que aparece

    el texto. En el dadasmo o movimiento dad se manifiesta el anttesis de la belleza interna y se defiende el caos frente al orden y la imperfec-cin frente a la perfeccin. As vemos dentro de este movimiento las obras de Duchamp y colaboradores tan sublimes de este movimiento como son Apollinaire, Man Ray, Tristan Tzara, etc.

    El futurismo abre puertas en los libros a tra-vs del italiano Bruno Munari en el que se adapta al mundo editorial del momento y se dedica a reflexionar sobre el libro en general. Destaca por la ilustracin genial y artstica de los libros en los que la creatividad y la originali-dad se dan la mano. Roth llega a la objetualiza-cin del libro fusionando el texto con las con-clusiones de la lgica investigando de ese modo en su Daily Mirror o libro especializado.

    Raymond Queneau incluido en el paradigma oulipiano se permite el lujo de unir literatura y matemtica, buscando nuevas formas y estruc-turas a travs de ambos conceptos. Destaca por tanto, su Cien billones de poemas, diez sone-tos con la misma rima y as cada verso de cada soneto se puede sustituir por el verso corres-pondiente de otro soneto.

    Libro ilustrado oriental

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    Revista La Alcazaba

    Los poetas concretos ms representativos se fijan en el concepto de Mallarm ensamblan las relaciones de los elementos unos con otros y hacen una nueva sintaxis. As destaca Eugen Gomringer el cual pone de manifiesto dentro de este movimiento, por un lado, la superficie como elemento constitutivo del poema y la for-ma libre del texto sobre el espacio. Dentro de este movimiento conceptual destaca en Italia Vincenzo Agnetti, que trabaja el lenguaje artsti-co en el que se construye un metadiscurso del libro a partir de la ausencia del mismo.

    Ulises Carrin, poeta visual empieza con el Mail Art hasta acabar como videoartista, en donde aporta numerosas caractersticas a travs de sus ensayos sobre el libro de artista. La pro-duccin, distribucin y recepcin de contenidos estticos a travs de los libros llega de la mano de Allen Ruppersberg, en donde el espacio ex-positivo y crea una pintura para leer nica y original con elementos lingsticos y narrativos.

    Alicia Martn dentro del postmodernismo madrileo resume y despliega un discurso me-tafrico del libro como negacin del mismo discurso.

    El libro por tanto, sea en el formato que sea, es el mejor medio para ar-chivar y transmitir la informacin a travs de las palabras y las imgenes en donde el valor artstico tiene un peso incalculable; as, el sentido de archivo puede referirse como re-curso que sirve a un fin o como fin en s mismo. Segn Ulises Carrin, se oponen obra y documentacin en dos sentidos; por un lado, como do-cumentacin artstica en la que un

    libro no posee un valor artstico en s mismo y en el segundo, la propia documentacin es el arte a travs del documento.

    As pues, se puede pensar que cuando el ar-tista intenta plasmar .el proceso de la obra de arte, cuando la materia secundaria pasa a ser materia primaria pasa a ser el editor de la mis-ma, mientras que si no es as se conserva nica-mente como artista. Los libros de artista son en s mismos ya, autnticas joyas de arte siendo el soporte bsico para conseguir una coherencia y cohesin entre el contenido y la forma.

    Existe pues un proceso creativo de los artis-tas a la hora de expresar en esos libros como obras de arte en los que se representa la huella del pasado y el comienzo de la historia del futu-ro de la literatura, hoy en da, como hemos di-cho al comienzo, influenciados por la nuevas tecnologas y era de las comunicaciones a travs de internet y las redes sociales.

    A ttulo informativo decir que el Centro Cultural Las Cigarreras de Alicante acoger la I Feria Alicantina de libros del 13 al 15 de di-ciembre de este ao 35 expositores en los que participan editoriales, galeras y artistas que rea-lizan obras creativas en torno a esta modalidad; as, destacar el arte en la literatura, con conte-nido y continente, sin lmite de tamaos ni for-mas dando lugar a libros nicos o escasos, los llamados, libros de artista.

    BIBLIOGRAFA ARRANZA, David Felipe. Literatura y nuevas tecno-

    logas. Mercurio. 151, mayo 2013. POLO PUJADAS, Magda. El libro como obra de

    arte y como documento especial en Anales de Documen-tacin, 2011, vol. 14, n 1.

    h t t p : / / w w w . d i a r i o i n f o r m a c i o n . c o m /cultura/2013/09/24/libro-obra-arte/1418310.html

    Libros ilustrados por un artista

    Libros de diseo

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    Un Hereje Espaol en el Trono

    de San Pedro: El Papa Luna

    (III PARTE. EL CISMA)

    Fernando Jos Snchez Larroda

    C on el Cisma, cada nacin se posicionar segn sus intereses. Aparecieron dos faccio-nes que apoyaban a uno u otro Pontfice, por

    cuestiones ajenas a la Iglesia. El Imperio, a pesar de buscar el dilogo defenda los Estados Pontificios por temas econmicos. Los prncipes alemanes se plantea-ban una posible guerra para acceder al Mediterrneo. Francia, enfrentada con Inglaterra, defender al nuevo Papa como fuente financiera.

    Castilla y Aragn eran neutrales. Su actitud poda ser decisiva. Los castellanos estaban en pugna con In-glaterra por su apoyo a Portugal. Por ello, su rey haba estrechado lazos con Francia, con lo que su apoyo a Clemente VII era muy probable. Los lusos se mantu-vieron al margen. En la otra corona espaola, el taima-do Pedro IV el Ceremonioso centraba sus objetivos en Sicilia y el control del Mediterrneo, cuestin que no era del agrado de Roma. El hecho que su hija, la infanta Leonor, hubiese desposado con Juan I de Casti-lla le condicionaba a l.

    Para Avin, Espaa era la clave. Por ello se or-quest una gran ofensiva diplomtica cuyo eje era Pe-dro de Luna. Varios factores le convirtieron en legado pontificio: a- sus amistades en Aragn; b- su gran influencia en la corte castellana; c- ser testigo de ex-cepcin del cnclave que eligi a Urbano VI; d- ser un entusiasta defensor de la legitimidad del nuevo Papa. Su cometido era casi imposible: Castilla y Aragn de-ban obedecer al Pontfice y ayudar a Francia. Adems,

    deba persuadir a Navarra y Portugal. En la Corona de Aragn estuvo entre abril y agos-

    to de 1378. El principal obstculo era el rey. Sus exi-gencias eran: a- conseguir Npoles y Sicilia; b- llenar las arcas reales, vacas tras el conflicto de Cerdea; c- condonacin de las rentas papales que haba decomi-sado por lo que fue excomulgado. Su subordinacin a Francia, que quera controlar el Roselln, Mallorca, Sicilia y Npoles, no la contemplaba. El encuentro en Barcelona fracas a pesar de las argumentaciones de Pedro de Luna y de sus ayudantes, los valencianos Francisco Climent, secretario suyo y el dominico Vicente Ferrer, su confesor personal. Tambin se malogr a pesar del apoyo de la reina, Sibila de Foci y de la esposa del heredero al trono, Violante, nieta del rey de Francia.

    El siguiente paso fue Castilla, asolada por la sece-sin de Portugal y las injerencias anglosajonas. All reinaba Juan I, gran amigo suyo, a cuyo padre, Enri-que, el aragons le haba salvado la vida. A pesar de la presencia del legado de Roma, Francisco de Pava, el testimonio de Pedro sobre las circunstancias insli-tas de la eleccin de Urbano VI, fue decisivo. El 19 de mayo de 1381, en Salamanca, una asamblea de expertos vot a favor del Papa galo. El resultado de-ba ser rentabilizado en Portugal. All fracas. El pas, convulsionado por la independencia, era ajeno a los problemas religiosos.

    De nuevo en Aragn, se reorganiz. El

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    Revista La Alcazaba

    Ceremonioso, enfermo, estaba enemistado con la nobleza por los privilegios de la Unin. Por otra par-te el ejemplo de Castilla haba calado entre la aristocra-cia. Mientras, Climent, cannigo en Barcelona desde 1379, segua trabajando. Vicente Ferrer, al que Pedro IV haba prohibido predicar en el Reino de Valencia, escribi al monarca para convencerle. El resultado fue estril. A su muerte (7 enero 1387), el sucesor, Juan I (1387-95), accedi. El 4 de febrero de 1387 la Corona de Aragn prest juramento a Avin. De all march a Pamplona, donde triunf debido a que el rey era yerno del de Castilla y por la influencia del obispo de Pamplona, Martn de Salva, colaborador del aragons.

    Castilla, Aragn, Navarra, Francia, Brabante, Irlan-da, Escocia Foix y Armagnac obedecan a Clemente. Todo gracias al genio diplomtico del aragons y de sus ayudantes valencianos. Europa quedaba en paz por un tiempo.

    1.- Muerte de Clemente VII y nuevo cnclave. A los 52 aos, Muere Clemente por una apopleja

    (16 septiembre 1394). Con su desaparicin los partida-rios de la abdicacin de los dos Papas, iban a luchar de nuevo. A menos que Avin eligiese Pontfi