l a horca 1
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En una ciudad en donde las cosas erradas se pagaban caras, el rey decidió que una persona debía ser ejecutada.
CUNDO ESTUVIERON FRENTE AL REO LE EXPLICARON LAS REGLAS
“TENDRÁS OPURTINIDAD DE DECIR TUS ÚLTIMAS PALABRAS”
Se hizo silencio y todos se prepararon para escucharlo
“Ustedes me van a colgar en el altar de la mentira”
Cuando lo tuvieron al lado, uno de ellos dijo:“Un momento por favor. No podemos colgarlo acá, porque si lo hiciéramos sus últimas palabras habrían sido ciertas...
para cumplir con las reglas, nosotros le dijimos que lo colgaríamos de acuerdo a la validez de sus últimas palabras
Y para cumplir con las reglas , nosotros le dijimos que lo colgaríamos de acuerdo a la validez se sus últimas palabras.
Otro de los que participaban arriesgo “Claro, corresponde que lo colguemos en el altar de la verdad.
El dijo que “lo colgaríamos en el altar de la mentira”. Luego, allí no podemos colgarlo, porque sus palabras serian ciertas.
“Falso”, grito uno de atrás, si fuera así, lo estaríamos premiando ya que sus últimas palabras fueron mentira. No lo podemos colgar en el altar de la verdad.
Ciertamente confundidos, todos los que pensaban ejecutar al preso se trenzaron en una discusión eterna