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Historia de la Psicología en Latinoamerica

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  • Revista Latinoamericana de PsicologaFundacin Universitaria Konrad Lorenz [email protected] ISSN (Versin impresa): 0120-0534COLOMBIA

    1994 Hugo Alberto Klappenbach / Pablo Pavesi

    UNA HISTORIA DE LA PSICOLOGA EN LATINOAMRICA Revista Latinoamericana de Psicologa, ao/vol. 26, nmero 003

    Fundacin Universitaria Konrad Lorenz Bogot, Colombia

    pp. 445-481

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    http://redalyc.uaemex.mx

  • REVISTA LA TINOAMERICANA DE PSICOLOGIA1994 VOLUMEN 26 - N] 445-482

    UNA HISTORIA DE LA PSICOLOGIA ENLATINOAMERICA

    HUGO ALBERTO KLAPPENBACH*

    Universidad Nacional de San Luis. Argentina

    y

    PABLO PA VESI

    Universidad de Buenos Aires. Argentina

    This paper is only one of the possible histories of psychology in Latin America,based on an intellectual history. It begins with the discussions after the independence of

    the Latin American countries, conceming the role of empirical science in the secularizationprocess of institutions. Later on, changes originated in the positivistic movement areanalyzed; they are related to the beginning of the experimental psychology laboratories,the needs of the pedagogy movement, and the changes in the way of life of inmigrants.The contribution of some ofthe pioneers of psychology in Latin America is laterreviewed,and theemphasis on psychology as an applied discipline following the professionalizationprocess afterthe 1940, is discussed. Finally, the main institutions,joumals and congressesimportant in the historical development of psychology in Latin America are presented.

    Key words: History ofpsychology, Latin America, positivism, empirical science,

    laboratories.

    INTRODUCCION

    Historiar la psicologa en Latinoamrica presenta algunas dificultades,inherentes ante el primer par de trminos "historia de la psicologa", como alsegundo "en Latinoamrica".

    * Direccin: Hugo Alberto Klappenbach, Mitre 1326. (5700) San Luis. Argentina.

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    Comencemos por la primera cuestin. Las investigaciones sobre la historiade la psicologa no han sido frecuentes entre los estudiosos de la disciplina en laregin (Ardila, 1980; Daz Guerrero, 1986; Len, 1982), aun cuando en losltimos aos parece verificarse un renovado inters por la temtica. En efecto,en 1986, se edita un libro enteramente dedicado a la historia de la psicologa enla regin, La psicologa en Amrica Latina. Pasado, presente y futuro, delpsiclogo colombiano Rubn Ardila. En Sao Paulo, Brasil, en abril de 1988, sereuni el Primer Seminario de Historia de la Psicologa en Amrica Latina y enel mismo ao, comenz a editarse el Archivo Latinoamericano de Historia de laPsicologa y Ciencias Afines, debido a la iniciativa de Hannes Stubbe y RamnLen.

    Pero si la historia de la psicologa no es ya aquel campo descuidado que, enlos Estados Unidos, llevaba a Robert Watson a formular su clebre manifiesto(Watson, 1960), perdura todava la dificultad en definir el estatuto epistmico dela misma. No se trata, en este caso, de un fenmeno nicamente regional. Alcontrario, se ha hecho notar que "la mayora de los manuales de 'Historia de laPsicologa' apenas abordan -salvo contadas excepciones- el anlisis y ladefinicin del concepto 'historia de la psicologa' " (Aritio, 1980).

    Tal limitacin seguramente se relaciona con que el hecho de definir lahistoria de la psicologa, supone el planteamiento de una multiplicidad deinterrogantes. Una historia de la psicologa no slo puede encuadrarse en elcampo propio de una historia de la ciencia, sino que, desbordndolo, penetra lahistoria de la filosofa, la medicina, la pedagoga, las ideas, las instituciones. Yello no slo por su contenido; tambin, y quizs fundanentalmente, por suconcepcin y metodologa. En otras palabras, la historia de la psicologa, comola historia de la ciencia y de las ciencias, no pueden desconocer la naturalezaverdaderamente histrica de sus problemas. Por objeto y mtodo, se inscribendecididamente en el campo de las disciplinas histricas.

    Pero tal afirmacin supone un problema mayor para los historiadores de lasciencias, los cuales, casi siempre, han provenido del campo de las cienciasrespectivas. Canguilhern, siguiendo a Sticker, hizo notar que esta contradiccinentre la destination et la mthode de la historia de las ciencias, tiene tambin sucostado institucional. Por su destino, tales estudios deberan localizarse en unaFacultad de Ciencias; por su mtodo, dentro de las facultades de Filosofa(Canguilhem, 1968; Sticker, 1964).

    Lo cierto es que independientemente del nuevo inters de numerososhistoriadores por temas que atraviesan el campo disciplinar de la psicologa,como la locura, la enfermedad o el yo, la preocupacin por la historizacin dentrodel segmento profesional psicolgico, ha surgido del entrecruzamiento de

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    consideraciones originadas en la ciencia, la filosofa, la epistemologa, lahistoria. Y algo similar ocurri con la historia de las restantes ciencias particu-lares o aun de la historia de la ciencia, en singular. Inclusive, la misma nocinde historia de la ciencia, parece implica todo un conjunto de supuestos filos-ficos acerca de la unidad del conocimiento cientfico.

    Las primeras publicaciones sobre el tema, Archeion, fundada por Aldo Mielien Italia, e lsis, por George Sarton en Blgica, ambas hacia 1910, presentan,fundamentalmente, trabajos de cientficos interesados en la historia. Lo mismopuede decirse de los primeros institutos dedicados al tema, como la DeutscheGesselschaft fr Geschichte der Medizin und der Naturwissenschaften o elInstituto de Historia de la Medicina de la Universidad de Leipzig, ambosfundados por iniciativa de Karl Sudhoff, reconocido mdico alemn de princi-pios de siglo.

    El fenmeno no puede soslayarse, porque, aun admitiendo un giro operadoen los ltimos veinte aos, esta preeminencia de los cientficos en el campo dela historia de la ciencia, ha tamizado tanto las concepciones y metodologas queen ella imperaron durante aos, como el propio conocimiento del pasado. As porejemplo, y para citar dos nombres mayores en el campo, la polmica entre HenryGuerlac y Alexandre Koyr, recusada de materialista o idealista segn cadaposicin, transita la huella abierta por la polmica clsica entre los historiadoresde la medicina y de la ciencia en general (Mieli, 1935; Sarton, 1935; Sigerist,1936), respecto a la pertinencia de incluir en una historia a las tecnologas, susmbitos de aplicacin y condiciones de surgimiento (Koyr, 1977).

    A partir de all, entonces, la cuestin acerca de la perspectiva ~ lasperspectivas- adecuadas con las cuales abordar la historia de las distintasciencias ha permanecido en abierto debate. Nuestra posicin se inscribe dentrode las corrientes inauguradas no muchos aos atrs. Ellas, insisten en el carcternetamente histrico y en el estatuto histrico de la historia de la psicologa. Enefecto, los problemas que enfrenta el historiador en general. La cuestin de loshechos o la causalidad histrica (Carr, 1967), el problema de la sucesintemporal (Braudel, 1976), la cuestin de las fuentes (Bloch, 1952), el problemade las tradiciones con que se confronta (Febvre, 1970), en sntesis, la naturalezamisma de la operacin histrica (de Certeau, 1978).

    Tal afirmacin, supone distanciarse, por una parte, de la concepcin de lahistoria de la psicologa como un captulo de la psicologa general. aun cuandosea necesario reconocer infinidad de puntos de encuentro y amplias zonas deinters comn entre ambos campos disciplinares. Por otra, del uso de la historiacomo funcin eruditamente legitimadora de las certezas u ortodoxias quesostienen la prctica contempornea. Los reparos que al respecto se han

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    formulado hacia la clsica obra de Boring (Ash, 1983; Danziger, 1979; Kelly,1981; O'Donnel, 1979; Tortosa y cols., 1992) son suficientemente ilustrativosde lo que estamos sealando.

    En definiti va, las consideraciones precedentes, sobre las cuales no podemosextendernos, procuran nicamente encuadrar los lmites del presente trabajo:

    l. Se trata de una historia de la psicologa en Latinoamrica, que en modoalguno invalida otras historias. Ms bien, en razn del estado de conocimientossobre el tema, este trabajo debe ser considerado como complemento de otraslecturas, y, en el mejor de los casos, disparador de nuevas investigaciones.

    2. Se trata, asimismo, de una historia fragmentaria, no solamente por eldisparejo grado de informacin que poseemos respecto a diferentes perodos opases, determinados temas o reas, sino tambin y sobre todo, porque nuestroenfoque nos llev a privilegiar determinadas zonas o reas de constitucin de unpensamiento psicolgico y a postergar otros, como se explcita en el puntosiguiente.

    3. Aun cuando reconozcamos un tratamiento irregular de los diferentestpicos, s hemos pretendido mantener un importante grado de coherencia en laperspectiva de historizacin. En tal sentido, hemos privilegiado una historia dela psicologa deudora de una historia de las ideas, lo cual, en nuestros das, noes equivalente, desde ya, a una historia idealista. Tal perspectiva, justifica laextensin otorgada al siglo XIX, ya que encontramos all la fundamentacin dealgunos caracteres nacionales, en la cual encontramos teorizaciones y prcticasvinculadas con la subjetividad o el comportamiento humanos.

    4. Este trabajo, no avanza mucho ms all de los lDlCIOS de laprofesionalizacin de la psicologa, hacia los aos cuarenta y cincuenta denuestro siglo. Esto tanto porque el objeto de estudio de la historia de la psicologano tiene que coincidir necesariamente con la psicologa misma, como porqueexisten otros trabajos que se ocupan de los perodos ms contemporneos.

    Queda pendiente, todava, la otra cuestin problemtica, la de una historiade la psicologa en Latinoamrica. Amrica Latina surge como concepto en losfinales del siglo XIX, diferencindose de Norteamrica, y ambos reemplazan alas antiguas nociones puramente geogrficas de Amrica del sur, meridional,septentrional, austral (Nez, 1972). Por ello, se produce un primer equvocosobre la latinidad de esta Amrica. En el concepto geogrfico, la expresinquedaba limitada al continente meridional, bsicamente iberoamericano; en elnuevo, en cambio, cabran las regiones de habla francesa de Amrica del Norte.

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    Sin embargo, como hace notar Fernndez Moreno, esta confusinterminolgica, no impide el hallazgo de tres rasgos que caracterizan la nocin deAmrica Latina. El primero, aparece como una nota transmitida por la historia,"el de la sucesiva dependencia de conjunto respecto a una potencia exterior"; mstemprano en el tiempo, dependencia poltica de las monarquas ibricas; des-pus, dependencia econmica de los Estados Unidos de Norteamrica. Elsegundo, es su inmersin en la ms fuerte polaridad histrica de la actualidad:el abismo que se abre entre pases ricos y pobres. El tercero, sigue siendogeogrfico, en tanto Amrica Latina nunca dej de ser toda esa tierra americanaubicada al sur del Ro Grande o Bravo (Fernndez Moreno, 1972).

    De todas maneras, si el pasado y la geografa otorgan cierta unidad aLatinoamrica, las voces latinoamericanas, mltiples, plurales y an contradic-torias, insisten en sealar, sobre todo, "el destino comn de Amrica Latina"(Adoun, 1972). Esta idea, en ltima instancia, implica un doble reconocimiento:el de una vocacin de unidad comn, al mismo tiempo que el de unaheterogeneidad, pasada y presente, que no puede soslayarse. En ese sentido,intentar elaborar un discurso homogneo sobre la historia de la psicologa enAmrica Latina, implicar, en primera instancia, pasar por alto las diferenciasimportantes y significativas entre las producciones de las distintas regiones y/opases, y, en segunda instancia, recurrir a ciertas categoras sumamente genera-les, poco especializadas, tendientes a favorecer caracteres globales de la reginantes que nacionales.

    EL ECLECTICISMO I.LA LAICIZACION

    En 1819, Juan Crisstomo Lafinur dicta en el Colegio Unin del Sud deBuenos Aires, el primero de los dos cursos de filosofa responsables de la mayorpolmica acadmica de la poca. Quien ahora lea lo que nos ha llegado de esecurso, no podr dejar de asombrarse ante el esfuerzo por conciliar el sensualismofrancs de fin de siglo con los dogmas de la religin catlica (Lafinur, 1938). Seadvertirn all lecturas de segunda mano de distintos autores modernos o copiastextuales de aquel primer tomo de Elements d'Ideologie, que Antoine Destutt,conde de Tracy, miembro destacado del Instituto de Ciencias Morales yPolticas, publicara en el ao IX de la Revolucin (1802), para uso de las escuelascentrales de la Repblica Francesa, y en el cual, el anlisis de sensaciones e ideasrecibe el nombre de ideologa (Destutt, 1817).

    Poco interesa, en realidad, el contenido de aquel curso. S, en cambio, queLafinur, ex-soldado, que al ganar su ctedra por concurso apenas disimula susescasos 22 aos, sea el primer profesor laico de filosofa de la Amrica Hispana;el primero, en fin, que proclama para el Ro de la Plata la caducidad definitivade Aristteles y su reemplazo por Isaac Newton, "el mayor filsofo de la

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    humanidad". En efecto, el nivel escolar de aquella ciencia de las ideas, no puedeocultar la enorme significacin poltica que tiene el hecho de haber sidodifundida desde una institucin oficial.

    Al finalizar el primer ao del Curso, y tal como era la costumbre, se realizanexmenes pblicos. Se trata all el tema del origen de las ideas y Lafinur esacusado de imbuir en la juventud los dogmas del materialismo ateo. Se suscitaentonces una polmica que no deja de ser un buen ejemplo de losreacomodamientos y negociaciones que la filosofa sensualista debe tolerar alenfrentarse con los saberes ya constituidos y que permanecen como tradicin, yno slo por parte de sus detractores sino inclusive, por parte de aquellosencargados de difundirla.

    Un buen ejemplo, lo constituye el anciano doctor don Cosme Argerich, enese momento a cargo del Protomedicato, institucin que centralizaba las activi-dades sanitarias de la ciudad de Buenos Aires. Cosme Argerich escribe en unode los peridicos de la poca, El Americano. una defensa del joven Lafinur, auncuando le reproche que su falta de claridad poda inducir al materialismo.Argerich cita a Magendie y distingue con claridad entre un materialismo casiinstrumental. necesario para la investigacin fisiolgica, y un materialismoextremo, como elque sostiene la frenologa de Gall, a quien sugiere prohibir entoda la extensin de las Provincias Unidas. Concluye afinnandoque frente a loslmites de la razn, slo cabe encontrar la verdad en la palabra de Dios. Lafinurse defiende en el nmero siguiente del mismo peridico, volviendo a exponer lasideas de Condillac, de Destutt y de Cabanis, sobre todo en lo referido al origende las ideas (Gez, 1907; Korn, 1983).

    Lo caracterstico de los argumentos que all se exponen, no reside tan sloen el inters por demostrar la compatibilidad entre Ciencia y Fe, de ya largatradicin en la Ilustracin colonial, sino tambin en el hecho de que, a diferenciade lo que suceda en la colonia, ambos sabios, Argerich y Lafinur, son laicos ysu saber se practica desde instituciones del Estado. Ambos explicitan el lugardesde el que polemizan, su condicin de mdico el uno, de profesor, el otro, almismo tiempo que demuestran a todo el pblico culto de la ciudad, literalmentehacen pblico, que ambas prcticas en nada estn reidas con la condicin decatlicos que ambos profesan.

    La polmica, en suma, sirve para volver a plantear uno de los rasgos que lacrtica histrica ha adjudicado al pensamiento latinoamericano en general, estoes, el carcter eclctico del mismo, rasgo que, considerado sin la debidaprecaucin, puede llegar a ocultar los matices que los textos merecen. Ladifusin de una ciencia emprica del sujeto. en sus diferentes acepciones,entonces, debe entenderse en el amplio y muy complejo marco de la laicizacin

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    de las instituciones que distintas sociedades latinoamericanas llevaran a cabo apartir de 1820.

    Naturalmente, lograr aquellas conciliaciones, hacerlas crebles a un pblico,era empresa mucho ms rdua de lo que podra suponerse. A Lafinur no lecreyeron y debi abandonar la ciudad. Morir en el destierro, en Chile, a los 27aos.

    A pesar de ello, y a diferencia de lo ocurrido en otras regiones del continente,la Ideologa se instalar en el Ro de la Plata casi hasta mediados de siglo, por lomenos en el mbito acadmico. En 1822, recin fundada la Universidad deBuenos Aires, el sacerdote Juan Manuel Femndez de Agero, a cargo de laCtedra de Ideologa, protagonizar una polmica quizs ms espectacular, peromenos representativa de la situacin latinoamericana en general, al proclamardesde la ctedra la humanidad de Jess y recomendar a sus alumnos la moral delBarn de Helvetius (Fernndez de Agero, 1940).

    Lo suceder en la ctedra el doctor Diego de Aleorta, el ms lcido ycoherente expositor de la filosofa de Condillac en el Ro de la Plata. Aleortadedicar su pequea tesis de doctorado a resumir las ideas psiquitricas de Pinely Esquirol (Alcorta, 1902b) Y fundar lo que habr de constituirse en unaverdadera tradicin acadmica en la Argentina, la del mdico filsofo (Aleorta,1902a).

    Exceptuando Mxico y Amrica Central, la difusin de la Ideologa en elcontinente es amplia, aunque en ningn caso llegara a fundar una escuela comoen el Ro de la Plata. Algunos libros de texto circulan en Montevideo. Algosimilar sucede en el Instituto Nacional de Santiago de Chile, gracias a laenseanza de don Jos Miguel Varas y de don Ventura Marn, cuya teora de lasideas, quiere atenuar el fisiologismo de los idelogos fundadores con la pruden-cia de Larorniguiere (Varas y Marn, 1872 -original de 1830).

    Aquella laicizacin de la vida cultural, entonces, presenta caractersticasdemasiado variables como para sujetarse fcilmente a las generalizaciones. Apesar de esa reserva puede decirse que comienza a gestarse para Hispanoamrica(excluimos deliberadamente a Brasil en esta consideracin) un nuevo estatutopara la Iglesia y la doctrina catlica; ms que su antiguo predominio, lo que seles asegura es proteccin contra ataques demasiado directos, los cuales frecuen-temente se deslizaban hacia la injuria. Buen ejemplo de ello, lo constituye el casodel chileno Francisco Bilbao, quien despus de publicar su Sociabilidad chilena(1865 -original de 1844), es sometido ajuicio por tribunales civiles y expulsadodel Instituto Nacional. Un apoyo ms amplio resultaba inviable. De ello sontestimonio las disputas en torno del contenido de la enseanza que se impartiren los establecimientos estatales.

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    En definitiva, si la oposicin a ciertos autores, Bentham en Nueva Granada,Condillac en Ro de la Plata, terminaba por ser exitosa, su xito era sobre todonegativo. En efecto, se eliminaba la difusin de las posiciones ms explcitamen-te anticristianas; no lograba, y probablemente no se propona, imponer a laenseanza una orientacin coherentemente catlica. Veinte aos despus queLafinur abandonara Buenos Aires, Alcorta defenda con mucha mayor claridad,posiciones anlogas, sin que el gobierno de Rosas, ni los sectores catlicos, quesegn sus adversarios, ejercan tanta influencia sobre l, encontraran en ello nadaalarmante. Probablemente ocurriera que el integrismo catlico, a esa altura delos, acontecimientos, fuera considerado, an por quienes lo utilizaban, ms uninstrumentum regni, que una doctrina digna de ser tomada seriamente en cuenta.

    Ahora bien. Casi al mismo tiempo, o en forma inmediatamente posterior, sedifunde en Latinoamrica otra forma de eclecticismo, de contenidos msprecisos, inspirada en la filosofa de Victor Cousin y el crculo ms o menos fielde sus seguidores, Maine de Biran, Thodore Jouffrey. Donde mejor serecepciona esta filosofa es en el Brasil, nico pas latinoamericano cuyaindependencia, en 1822, no necesit de guerra revolucionaria. Quienes introdu-cen la doctrina son el padre Francisco Mont' Alvene, orador famoso, y sudiscpulo ms brillante, Domingo Jos de Magalhaes, quien agrega a su ensean-za.Ias enseanzas de Thomas Reid y la escuela escocesa. La recepcin brasileade Cousin se ve favorecida por condiciones polticas muy diferentes de aquellasque posibilitarn su entrada en el resto de Latinoamrica. Y de manera diferentetambin, al modelo francs en que se inspira, ese eclecticismo espiritualista, enel Brasil, llegar a convivir inclusive con el naturalismo de la ideologa, y sirvebien a los intereses sincrticos de la monarqua constitucional, la cual rene ensu seno intereses liberales y conservadores en una estabilidad difcil, peroefectiva (Gmez Robledo, 1946; Cruz Costa, 1950).

    EL ECLECTICISMO uEL ESPIRITUALISMO ROMANTICO.LA ESCUELA ESCOCESA

    En Cuba, uno de los ms lcidos pensadores latinoamericanos, Jos de laLuz y Caballero, se defenda, todava en 1839, de la influencia de Victor Cousin.Una de las razones de su resistencia era puramente acadmica y estaba llamadaa rei vindicar en las aulas cubanas el pensamiento de Locke y sus consecuenciasms recientes: la fisiologa comparada y la frenologa (de la Luz y Caballero,1840). La otra razn, obedeca a un orden poltico:

    "Las consecuencias prcticas que semejante sistema filosfico haba deproducir tendran que ser necesariamente perniciosas para el progresopoltico del mundo y muy especialmente de la Isla de Cuba, donde por laexistencia de la esclavitud y sus instituciones polticas ultra-conservadoras

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    y reaccionarias, la accin enervante del eclecticismo, como sistema, habade ser sentida con ms fuerza" (de la Luz y Caballero, 1878).

    Recurdese que en ese momento, Cuba se hallaba bajo el gobierno de lametrpoli espaola, de la cual no se independizara hasta 1898. La cita, entonces,brinda un ejemplo negativo: las mismas razones expuestas por Luz y Caballeroen direccin a impugar el eclecticismo de la Restauracin, servirn en otrospuntos de la regin para adoptarlo.

    Es que, en todo caso, el destino de la Ideologa en Latinoamrica, pero sobretodo en el Ro de la Plata, resulta anlogo al sufrido en Francia; ser condenadacomo ltima expresin del pensamiento revolucionario y como tal rpidamenteidentificada con las consecuencias de la poltica jacobina. Esta condena tiene,para una nueva generacin de latinoamericanos fundamentos que se percibencomo contundentes. La victoria militar de la revolucin jams se tradujo enestabilidad poltica. Por el contrario, pasado el primer tercio del siglo, buenaparte de Hispanoamrica est sumergida en lucha de facciones o en abiertaguerra civil (Halperin Donghi, 1972).

    En dicho contexto, otro argentino famoso, resulta paradigmtico de esteviraje intelectual desde la ideologa al eclecticismo romntico. Se trata de JuanBautista Alberdi, autor de las Bases y puntos de partida para la organizacin dela Repblica Argentina (1852) en la que se inspirar sustancialmente la Cons-titucin an vigente en tal pas.

    "Yo haba estudiado filosofa en la Universidad por Condillac y Locke. Mehaban absorbido por aos las lecturas libres de Helvecio, de Cabanis, deHolbach, de Bentham, de Rousseau. A Echeverra deba la evolucin que seoper en mi espritu con la lectura de VctorCousin, Villemain, Chateaubriand,Jouffroy y todos los eclcticos procedentes de Alemania, en favor de lo quese llam espiritualismo" (Alberdi, 1927).

    El autor en quien autoriza su transformacin intelectual, Esteban Echeverra,principal vocero del romanticismo en el Ro de la Plata, pone en boca de uno desus personajes, la ms acentuada acusacin a la filosofa acadmica liberal, deser responsable de la "anarqua moral" imperante por esos aos:

    "Creyente soy no ha mucho convertido. IAll en la Capital de Buenos AiresI a dudar me ensearon los doctores I de Dios, de la virtud, del herosmo, Idel bien, de la justicia y de m mismo. I Me ensearon como hbilesconquistas 1.. ./ esos dogmas falaces y egostas I que como hedionda lepra sepegaron I en el cuerpo social, y de la patria Ila servidumbre y la muerteprepararon." (Echeverra, 1972).

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    Ese conflicto generacional, sin embargo. pocas veces tiene caractersticastan marcadas o se presenta formulado en trminos tan definitivamente excluyentes.Las citas, por otra parte. no deben llevar a sobreestimar el influjo de la filosofafrancesa en la vida acadmica latinoamericana. De Santiago de Chile hacia elnorte. sern otras las vas de recepcin de una ciencia de las ideas; aqu, elpensamiento imperante ser el de la escuela escocesa de Thomas Reid.

    Ello se debi a que en las filas del empirismo ingls. militaba quien fuera elhombre de ms vasta cultura intelectual del momento en Amrica Latina. elerudito venezolano Andrs Bello. Alumno del barn Humboldt, amigo personalde Stuart Mill, traductor de Horacio, de Byron, de Hugo, concibi un CdigoCivil para Chile (1855). que servira de modelo a medio continente. Como Rectorde la Universidad de Santiago, escribi en 1843 una Filosofa del Entendimiento,en la cual expone una lectura original de los principios de la Escuela deEdmburgo. Ya en la Introduccin de esa obra. en la que no se oculta el trasfondoromntico. la filosofa. como ciencia primera, ser nombrada definitivamente,como psicologa:

    "La filosofa en cuanto tiene por objeto conocer las facultades y operacionesdel entendimiento, se llama Psicologa Mental o Intelectual, y en cuanto dareglas para la acertada direccin de estas facultades y operaciones se denominaLgica. En cuanto tiene por objeto conocer las facultades y actos de voluntad. sellama Psicologa Moral; y finalmente, en cuanto da reglas para la acertadadireccin de nuestros actos voluntarios le damos el nombre de Etica" (Bello,1948).

    Ahora bien. tal como se har ms evidente en el caso del positivismo. lamisma psicologa puede servir de instrumento ideolgico o enunciarse parale-lamente a posturas polticas dismiles u opuestas. Prueba de ello. es que el otropropagador de la escuela escocesa haya sido uno de los ms enrgicos pensado-res liberales del momento, el publicista espaol Jos Joaqun de Mora. fundadordel Liceo de Chile. desde donde mantiene vivas polmicas con Bello y el restode los conservadores chilenos. Cuando cae el gobierno liberal, Mora debeexiliarse en Lima. donde publica en 1831 su Curso de Lgica y Etica segn laEscuela de Edimburgo.

    Hasta ese momento. la importancia histrica de la psicologa que venimostratando. reside en que ella aspira a ocuparse de los mismos problemas quetradicionalmente ocupaban a la filosofa. Asumiendo un sesgo explcitamentepolmico. pretende formular a la vez una teora del conocimiento emprico y unatica laica. Las posibles consecuencias de esa intencin. sin embargo. estnlimitadas al mbito puramente acadmico, a lo sumo eclesistico. En rigor, unahistoria puramente acadmica de la psicologa. que pretenda encontrar en el

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    pasado slo 10 que la psicologa del presente sea capaz de reconocer comopropio, podra finalizar aqu, ya que de la generacin que nos ocupa, no podraagregarse mucho ms.

    Sin embargo, con ello apenas rozaramos la decisiva significacin histricade esa generacin que, de Mxico a Buenos Aires, se unific en un mismoesfuerzo intelectual: el de oponer a una razn iluminista, otra razn historicista.Con ello, cre un aparato conceptual, capaz de interpretar, primero, el fracasopoltico de la revolucin. Y capaz de formular, en segundo lugar, los principiosfundamentales de la nacionalidad. Y esto compete enteramente a una historiaintelectual de la psicologa, en tanto ese aparato conceptual tender a atribuir alos distintos sujetos histricos que a partir de all habrn de constituirse (elpueblo, el mexicano, el espaol en general), ciertos caracteres que explicaran lahistoria como producto del comportamiento de esos sujetos colectivos. En suma,aq uel fracaso y esta nacionalidad, sern concebidos en trminos de costumbres,hbitos, inteligencia adquiridos.

    Desde ya, en el momento de constituirse, estos conceptos forman parte deuna filosofa de la historia, y ms adelante, de una historia de la filosofa. Sinembargo, revisten inters para nuestra historia, en tanto sern psicologa. Y 10sern cuando el positivismo, la corriente de pensamiento ms extendida enLatinoamrica despus de la escolstica, se apropie de ellos para resignificarlossegn su particular horizonte intelectual, y pretenda, en el proceso de construc-cin de las nacionalidades que caracterizara el fin del siglo, cerrar el problemaque ellos vinieron a plantear.

    Para tal reconversin sern necesarios un conjunto de nuevos fenmenos,entre los que podran mencionarse, sin pretensin de exhaustividad, la concep-cin comtiana de la sociedad como organismo; el surgimiento de una psicologade las multitudes tal como 10 planteara Gustave Le Bon; la enorme difusin delas distintas vertientes del llamado darwinismo social y de la eugenesia; lapublicacin en 1885 de los principios de psicologa de Hebert Spencer. Natural-mente, esta apropiacin, como toda transformacin conceptual, fue altamentecompleja y debe ser estudiada en cada uno de sus segmentos. Mucho mscompleja, inclusive, de 10 que alguno de aquellos grandes pensadores pudieronsuponer (como el caso bastante notorio, aunque no el nico, del chileno Jos V.Lastarria), cuando, fascinados por la lectura de Comte, negaran a resignificartoda su obra anterior como positivista de primera hora. Y mucho ms compleja,sobre todo, de 10 que cierta crtica, an la ms lcida, ha querido establecer,cuando se anima a calificar a los pensadores romnticos como "positivistasautctonos" (Korn, 1983) o directamente como "pre-positivistas" (Zea, 1949).

    Es oportuno remarcar aqu, que aun cuando pocos psiclogos contempor-neos, en tanto profesionales o cientficos, reconozcan en el problema de la

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    formacin de las nacionalidades a finales de siglo pasado, una temtica pertinen-te a su campo de trabajo, el objeto de estudio de la historia de una cienciaparticular no tiene que coincidir necesariamente con el objeto de estudio de esaciencia (Canguilhern, 1968).

    EL HISTORICISMO. EL SUJETO SOCIAL

    Casi a mediados del siglo XIX, un buen lector de Bentham y James Mill, elmexicano Jos Mara Luis Mora, descubri todava intacto, uno de los mspesados legados de la colonia: "en el estado civil de la antigua Espaa, haba unatendencia muy marcada a crear corporaciones, en acumular sobre ellas privile-gios y exenciones al fuero comn". Mencionarle al habitante de la colonia laexistencia de intereses nacionales, "hubiera sido hablarle en hebreo" (Mora,1838). En ese sentido, el tema de Espaa interesa, en tanto ser el eje alrededordel cual se centra aquel esfuerzo por formular ciertos caracteres que no slopretenden explicar un hecho histrico, sino al mismo tiempo, definir el perfil deun sujeto colectivo. En Mora, Espaa puede aparecer como obstculo, porqueEspaa est "en el fondo del carcter mexicano". En el otro extremo geogrficode la regin, en una obra que ser gua de toda una generacin, el joven EstebanEcheverra consideraba que" dos legados funestos de la Espaa traban principal-mente el movimiento progresivo de la revolucin americana, sus costumbres ysu legislacin". Precisamente, son aquellas costumbres las que perduran comoremanente impermeable a la accin legisladora. Una vez otorgada la libertad, "lainteligencia del pueblo no estaba en sazn para valorar su importancia, ya quehaba en sus sentimientos, en sus costumbres, en su modo de ver y sentir ciertosinstintos reaccionarios contra todo lo nuevo que no entenda" (Echeverra, 1947,el subrayado es nuestro).

    En 1844, Jos Victorino Lastarria lee en la Universidad de Santiago unamemoria polmica: Investigacin sobre la influencia de la conquista y delsistema colonial de los espaoles en Chile. Los ejes conceptuales siguen a los yacitados: Espaa habita "en las pasiones mezquinas, el fanatismo y los errores delvulgo" (Lastarria, 1866). Le responde el ya sexagenario Andrs Bello, quien alestallar la revolucin ya tena una carrera hecha, en una memoria que llevaidntico ttulo. En ella se intentar la ltima defensa del legado espaol, aunadmitiendo la necesidad de reformar "los hbitos formados bajo el influjo de lasleyes de Espaa" (Bello, 1957). Por lo dems, los argumentos expuestosevidencian la misma inspiracin que los exhibidos por su contrincante. Bellotambin atribuye ciertos caracteres histricos a un sujeto colectivo, el espaol,aunque tales caracteres estn revistados en este caso de una valoracin positiva:el tesn, la constancia, la abnegacin.

    Finalmente, no podra cerrarse este apartado sin mencionar la obra que serasu culminacin, si no en importancia, al menos cronolgicamente. Nos referi-

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 457

    mos a la obra de Domingo Faustino Sarmiento, futuro presidente argentino. En1845, exiliado en Chile, escribi una obra clave para entender la forma en quelas nuevas naciones habrn de pensarse, Civilizacin y Barbarie. Vida de JuanFacundo Quiroga, y aspecto fsico, costumbres y hbitos de la RepblicaArgentina.

    As planteadas las cosas, el programa poltico no poda menos que proponerun cambio histrico a la altura de semejante legado espiritual. Jos Mara LuisMora expresa que" es preciso, para la estabilidad de una reforma, que sea gradualy caracterizada por revoluciones mentales que se extiendan a la sociedad" (Mora,1837, el subrayado es nuestro). "Revolucin de creencias", las denomina Bilbao,mientras Echeverra hablar de "emancipacin de inteligencias". Los caminosprivilegiados para alcanzar dicho cambio son bsicamente dos. En primer lugar,la educacin, cuestin sobre la que volveremos ms adelante. Segundo, laelaboracin de un pensamiento nacional. En esa direccin, Bello proponaotorgarle a la ciencia una "estampa de nacionalidad" (Bello, 1957). Por su parte,Juan Bautista Alberdi propona "estudiar la filosofia, evidentemente; pero a finde que este estudio, por lo comn tan estril, nos traiga alguna ventaja positiva,vamos a estudiar, como hemos dicho, no la filosofa en s... sino la filosofaaplicada a los objetos de un inters ms inmediato para nosotros" (Alberdi,19(0). En ese marco, positivo quiere decir objetivo, realista, coyuntural. Y eseser un rasgo saliente con el que la historia de las ideas suele unificar alpensamiento latinoamericano: su llamado carcter pragmtico. As, concluyeAlberdi, "nuestra filosofa ser pues, una serie de soluciones dadas a losproblemas que interesan a los destinos nacionales" (Alberdi, 1900).

    EL POSITIVISMO Y EL SUJETO BIOLOOICO.ENTRE LA HERENCIA Y LA EDUCACION

    La forma en que el positivismo resignifica estos problemas, puede serejemplificada en la obra de Domingo Sarmiento, quien en su vejez reformula losasuntos planteados cuarenta aos antes. En una obra de 1883, Conflictos yarmonas de razas en Amrica, la valoracin de Espaa en la historia de lospueblos permanece inalterable, aunque los trminos hayan variadosignificativamente. Partiendo del presupuesto de que el ejercicio de la inteligen-cia desarrolla la masa cerebral, "es de creerse que el (cerebro) del espaol no hayacrecido ms que en el siglo XIV, antes que comenzase a obrar la Inquisin''. Ypor lo que se refiere a los hispanoamericanos, el juicio es igualmente severo, yaque es de temer que, en general, "lo tengan ms reducido que los espaolespeninsulares a causa de la mezcla de razas que lo tienen conocidamente mspequeo que las razas europeas" (Sarmiento, 1915).

    De la sociedad al organismo, entonces, lo que antes era legado histrico, serahora herencia biolgica. El positivismo hispanoamericano plantear la cues-

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    tin de la nacionalidad en trminos de raza. Desde ya que las acepciones delconcepto distan de ser homogneas, y abarcan todos los matices del darwinismosocial y las recepciones locales del spencerismo. Lo que resulta homogneo, encambio, es que la idea de raza viene a reformular el problema de los remanentessociales impermeables a la modernizacin. Por tal motivo, las distintas formasde entender la raza, diversifican, a su vez, las estrategias de intervencin polticasobre esa realidad social.

    Una de esas estrategias ser la inmigracin. Coherente con un extremo delplanteo, y partiendo de un biologismo estricto, la nica va para superar losobstculos planteados al proceso modernizador, ser nicamente la cruza conrazas ms beneficiadas, es decir, anglosajonas. Salvo los pocos pensadores delmomento que rechazan abiertamente las concepciones biologicistas, como elchileno Lastarria, el argentino Agustn Alvarez, el cubano Jos Varona, lainmigracin pretendidamente dirigida aparece como una de las estrategias msadecuadas del programa civilizador.

    La otra, era la educacin. Sin embargo, la solucin a largo plazo de losproblemas nacionales a travs de la educacin, supone una adhesin, explcitao no, allamarckismo, o por lo menos, a la transmisin hereditaria de caracteresadquiridos. Por otra parte, las diferencias con el programa educativo de aosanteriores eran importantes. Para el romanticismo, la educacin era, antes quenada, una empresa histrica, una epopeya nacional con igual significacin quela emancipacin poltica, a la que segua y completaba. Para el positivismo, encambio, la educacin tena por finalidad garantizar la gobernabilidad de lasmultitudes, como resulta claro en Ramos Meja (1907), introductor en Argentinade Le Bon (Vezzetti, 1983). y si en la generacin anterior, la educacin estabadestinada a formar una conciencia nacional necesariamente homognea, un"fondo de creencias comn" (Echeverra), el objetivo de la siguiente era laconciencia individual.

    La diferencia persiste, inclusive, entre dos generaciones del positivismo ypor la obra de dos de los ms importantes educadores comtianos del continente.El mexicano Gabino Barreda, quien busca en la reforma educati va mexicana "unfondo comn de verdades" (Zea, 1953), y Alfredo Ferreyra, uno de los msdestacados educadores argentinos, cuya teora de la educacin, constitua, almismo tiempo, una teora de la personalidad (Bassi, 1943).

    En sntesis, para la educacin romntica, el acto de educar implicaba el gestograndioso del hombre civil que deja la espada y toma la pluma. Y aun cuandoBilbao escribiera "eduqumoslo en la teora de la individualidad, del derecho deigualdad y de honor", entenda por individualidad un principio poltico, no unsujeto. El acto educativo estaba siempre dirigido a un pueblo. Para el positivismo,

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 459

    en cambio, el educando es un individuo, al mismo tiempo que, en cierto sentido,el educadores unmdico. Educar, afmnabaRodolfo Senet, uno de los introductoresde la psicologa evolutiva en la Argentina, era "inscribir delicados surcos en elcerebro virgen" (Soler, 1968; Weinberg, 1986). El biologicismo medicaliza lasociedad, definindola en trminos de cuerpo social, y en ese sentido, lamedicalizacin alcanza el proceso educativo, generando dispositivosinstitucionales y tcnicas de intervencin altamente especializadas.

    Las primeras escuelas normales del continente, no pueden ocultar, ya en sunombre, la presencia del vocabulario y las concepciones mdicas, o, en todocaso, el sutil deslizamiento entre los problemas mdicos y los educativos. Comolo observara Georges Canguilhem, "el propio trmino 'normal' pas a la lenguapopular y se naturaliz en ella a partir de los vocabularios especficos de dosinstituciones, la institucin pedaggica y la sanitaria". Y enseguida: " 'Normal'es el trmino mediante el cual el siglo XIX va a designar el prototipo escolar yel estado de salud orgnica". (Canguilhem, 1971).

    Dentro de ese marco, y sobre todo en la Argentina, la escuela se fundar enla obtencin de dos objetivos difciles de compatibilizar. Por una parte, seconstituye en instrumento de nacionalizacin de las masas analfabetas, para locual introducir en sus rituales una especie de liturgia colectiva y cotidiana(Tern, 1987). Por otra sostendr, al menos formalmente y con variable grado deefectividad, una pedagoga de la individualidad. No resulta casual, entonces,que el primer laboratorio de psicologa experimental (en realidad de psicofisiologaexperimental) de Latinoamrica, haya sido fundado por Vctor Mercante, unmaestro normal argentino, futuro Decano de la primera Facultad de Ciencias dela Educacin del continente, interesado en estandarizar las diferencias psicofsicasindividuales. O que Horacio Piero, quien le sigue cronolgicamente en laorganizacin de un Laboratorio de Psicologa Experimental, concibiera que losproblemas acerca del que aprende, del que ensea, de las disposicionespsicogenticas, eran "cuestiones todas pertenecientes a la psicologa" (Piero,1904).

    En ese sentido, en consecuencia, la medicalizacin del proceso educativo es,al mismo tiempo, psicologizacin. O si se prefiere, en su cruce con las cuestioneseducativas, una parte significativa de la medicina, rpidamente deviene enpsicologa.

    EL POSITIVISMO Y LA PSICOLOGIA EXPERIMENTAL

    Si las condiciones que posibilitaron un saber psicolgico pueden remontarseen el tiempo, la constitucin de un campo psicolgico propiamente cientfico, nose extiende mucho ms all de la segunda mitad del siglo pasado.

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    Es a partir de ese momento histrico, cuando el programa positivista, o si seprefiere, los distintos programas polticos, culturales, filosficos y cientficosque se definan como positivistas, otorgan las posibilidades conceptuales para lainstauracin de un orden psicolgico de carcter cientfico.

    La concepcin positivista alentaba el desarrollo de las ciencias experimen-tales, pero, al mismo tiempo, desbordaba ampliamente el marco cientfico ofilosfico, para convertirse en un verdadero movimiento de naturaleza culturaly poltica. Como afirmara el propio Comte, "las necesidades esenciales de laescuela positiva coinciden directamente con los deberes naturales de los gobier-nos" (Comte, 1953).

    En varios pases de Amrica Latina, tal posicin conoci lmites insospecha-dos, y el positivismo se transform en autntica filosofa de Estado, como enChile, Argentina, Mxico y, fundamentalmente, Brasil.

    Es entonces a partir del cruce entre dos rdenes de ideas de inspiracinpositivista, como se iniciara la psicologa cientfica en la regin. Por una parte,las necesidades del desarrollo de nuevos campos cientficos; por otra, laorganizacin de los estados nacionales.

    En tal sentido, importa poco que Comte, en su clasificacin de las ciencias,tratara a la psicologa con desdn, considerndola una "frvola fantasa y unsueo" (Levi-Brl, citado por Robinson, 1982). Importa mucho ms, en cambio,la forma en que su conocida ley de los tres estados, jerarquiza el conocimientopositivo o real: "la lgica reconoce como regla fundamental que toda proposicinque no es estrictamente reducida al simple enunciado de un hecho, particular ogeneral, no puede tener ningn sentido real e inteligible" (Comte, 1953).

    Bajo tal concepcin, y en el convencimiento de la incompatibiliad radicalentre teologa y ciencia enunciada tambin por Comte, el proceso de laicizacininiciado en los albores de la vida independiente, adquiere nuevas modalidadesy caractersticas. Al mismo tiempo, la organizacin de los estados latinoameri-canos, se despliega en un conjunto de instituciones pblicas, en las cuales elrecurso a una psicologa cientfica no podr estar ausente. La organizacin dehospicios, crceles, escuelas, va constituyendo simultneamente renovadasestrategias de intervencin, nuevas figuras profesionales, nuevos discursostericos. El mdico legista o el perito, interesado en las cuestiones de criminologao del delito, deber conocer los problemas del crimen pasional o de la simulacinde la locura destinada a eludir responsabilidades legales. De la misma manera,el educador, no podr desconocer las diferencias individuales de sus alumnos nilos aspectos psicolgicos que rodean el proceso de aprendizaje.

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 461

    Ello explica, en definitiva, dos de las caractersticas ms notorias de aquellapsicologa. En primer lugar, el apoyo sostenido que recibi de las institucionespblicas, y, en particular, del Estado. En segundo lugar, su carcter, desde elinicio, de ciencia aplicada, de "tecnologa proyectada", segn la expresin felizde Hugo Vezzetti (Vezzetti, 1988). En definitiva, la psicologa que se desarrollen Latinoamrica hacia el cambio de siglo, era concebida en trminos deinstrumento al servicio del Estado. En tal sentido, su estatuto era el de unadisciplina estatal.

    Pero si la doctrina filosfica y la organizacin del estado, permitieron laconsideracin de cuestiones psicolgicas, era porque, al mismo tiempo, en elltimo cuarto del siglo pasado, la nueva psicologa haba experimentado en todoel mundo, una transformacin decisiva de las concepciones psicolgicas.

    No resulta fcil caracterizar en pocos trazos el movimiento de la nuevapsicologa de fines del siglo pasado. En general, la tradicin historiogrfica deorigen norteamericano, consolidada con la obra de Boring (1978), ha situado elnacimiento de la psicologa cientfica en la instauracin del Primer Laboratoriode Psicologa Experimental en Leipzig, por parte de Wundt. Desde tal interpre-tacin.Ia psicologa adviene a un estatuto cientfico cuando incorpora el mtodoexperimental.

    Ya sealamos que desde hace ya varios aos, tal visin ha merecido distintosreparos (Ash, 1983; Danziger, 1979; Kelly, 1981; O'Donnell, 1979; Tortosa ycols., 1992). En primer lugar, al sealarse el carcter verdaderamente mtico deuna reconstruccin histrica de esa naturaleza, solidaria de las necesidadesinstitucionales y cientficas de Boring y la psicologa experimental en elmomento de su primera formulacin (1929). En segundo lugar, porque las vasde constitucin de la psicologa cientfica son bastante ms heterogneas que lasesquematizadas en esa visin, y resulta posible distinguir diferentes programasen la psicologa cientfica del siglo XIX (Canguilhem, 1958; Klappenbach,1994).

    En tercer lugar, porque el anlisis de la propia psicologa experimentalpermite visualizar los distintos presupuestos y realizaciones efectuadas en sunombre, que en modo alguno suponen patrones homogneos (Garret, 1951). Enuna visin ms de conjunto, las diferencias entre la psicologa experimental quehegemonizaba el pensamiento acadmico alemn hacia el ltimo cuarto de siglo,difiere significativamente de la psicologa experimental practicada en Franciapor la misma poca, mucho ms preocupada por el sesgo clnico de susproducciones. En una visin ms detallada, los experimentos de tiempo dereaccin de umbral de sensibilidad, prototpicos de la psicologa experimentalalemana, involucraban nicamente sujetos humanos y revelan su relacin con

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    los problemas de la observacin cientfica y el problema del conocimiento delsujeto. Tal preocupacin pareca bastante entendible dentro del medio univer-sitario alemn centrado, desde los tiempos de von Humboldt en la actividadcientfica, que no exclua, desde ya, la especulacin ms altamente metafsica.Por el contrario, los experimentos acerca de aprendizaje animal realizados porThomdike en los Estados Unidos hacia el cambio del siglo, involucran indivi-duos animales incapaces de razonar y privados de libertad que en modo algunoestn en condiciones de conocer. El establecimiento de la analoga entre laconducta humana y la animal, no resultaba ajena a los intereses econmicos ysociales que requieren de una disciplina en condiciones de administrar ycontrolar las conductas de las masas (Danziger, 1985 y 1990).

    Pero si la historiografa norteamericana encontraba en la obra de Wundt yla psicologa experimental su mito de origen, la tradicin francesa propona unavisin ms extendida de los mismos hechos. Ya en 1894, Binet reconoca el papelde Wundt en el surgimiento de la nueva psicologa, pero junto con l, colocabalas figuras de Charcot y Rbot, en un mismo plano jerrquico:

    "De quince aos a esta parte la psicologa ha entrado en una nueva fase. Estafase data, aproximadamente, de 1878, poca doblemente importante para lapsicologa, puesto que es cuando Wundt, en Alemania, abre el primerlaboratorio de psicologa experimental, y Charcot, en Francia, inaugura susinvestigaciones sobre el hipnotismo en las histricas. En la misma poca,poco ms o menos; M. Ribot, funda la Revue Philosophique, y da un vivoimpulso a los estudios de la psicologa experimental en Francia" (Binet,1906 -original, 1894-).

    En una comunicacin al XXII Congreso Interamericano de Psicologa, unode nosotros seal la importancia que ofreca esta tradicin francesa en laconstitucin de un paradigma experimental y clnico en la psicologa argentinade principios de siglo (Klappenbach, 1989). Pero, ms all de su valor paraArgentina, la psicloga francesa ha tenido una enorme incidencia en toda lapsicologa latinoamericana. Ardila la reconoce como una de las tres corrientes,junto al psicoanlisis y el conductismo, influyentes en la regin (Ardila, 1986a).Horacio Piero (1902) y Jos Ingenieros (1919), ambos en Argentina, reprodu-cen casi textualmente la opinin de Binet que hemos citado. El curso que en 1893inicia Ezequiel Chvez en la Escuela Preparatoria de Mxico, apareca influido,entre otras personalidades, por Ribot y Pierre Janet (Colotla y Gallegos, 1978;Daz Guerrero, 1976). Y Lourenco Filho, de Brasil, por.su parte, reconoci lainfluencia de Ribot en la psicologa de Latinoamrica (Filho, 1939).

    Theodule Ribot ejerci una influencia decisiva en la regin, en primer lugar,a partir de la recepcin de sus obras acerca de la psicologa en Inglaterra y

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    Alemania de 1870 y 1879 respectivamente. En la primera de esas obras, Ribotestableca un programa completo de psicologa, que abarcaba desde la psicologacomparada hasta la patolgica, a partir del estudio de una gran variedad dehechos:

    "...tudes sur les mcanismes des sensations, sur les conditions de lammoire, sur les effects de l'imagination et des l'association des ides, surles rves, le somnambulisme, l'extase, l'hallucination, la folie etl'idiotia ...I'tude approfondie de I'histoire et des races, les langues ... "(Ribot, 1901 -original: 1870).

    En segundo lugar, Ribot era destacado como organizador del campoinstitucional de la psicologa, como fundador y director de la Revue Philosophiquey como virtual responsable del I Congreso Internacional de Psicologa reunidoen Pars en 1889 y Presidente del IV Congreso Internacional, reunido en 1900en la misma ciudad.

    En ese sentido, es posible establecer una correspondencia entre el climafavorable a la recepcin de Ribot y con l de la psicologa francesa, en AmricaLatina, hacia el cambio del siglo. Con todo, aun cuando las distorsiones, muchasveces groseras, sean una constante en todo fenmeno de recepcin y apropiacinintelectual, puede afirmarse que mientras en los Estados Unidos Wundt erasumamente modificado y transformado, en Amrica Latina, aun cuando erasiempre citado, prcticamente se le desconoca, salvo ciertas excepciones comola de Guillermo Mann en Chile o Flix Krueger en Argentina. Y anlogamente,mientras Ribot era transformado en Amrica Latina, era virtualmente ignoradoen los Estados Unidos.

    En todo caso, la psicologa que ingresa en Amrica Latina lleva, por unaparte, el sesgo clnico caracterstico de la psicologa francesa. Y al mismotiempo, el prestigio del mtodo experimental. Pero en tal prestigio, las huellas dela psicologa experimental wundtiana se limitaban a la divulgacin llevada acabo siempre por un francs, Ribot, en su clsica obra sobre La psicologaalemana contempornea (Ribot, 1879). Y sobre todo, en el prestigio del mtodoexperimental, habr que consignar la enorme repercusin alcanzada por lalntroduction al' tude de lamdicine exprimentale de un discpulo de Magendie,Claude Bernard.

    Como analizara uno de nosotros en otro trabajo (Klappenbach, 1994), paraClaude Bernard, la experimentacin resulta la culminacin de la medicinacientfica, pero advirtiendo que el "laboratorio de un mdico fisilogo tiene queestar unido al hospital" (Bernard, 1959), ya que "la medicina experimental noexcluye la medicina clnica; por el contrario, slo viene detrs de ella" (Bernard,1959).

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    En ese sentido, la mirada clnica, simultneamente investiga. Por ello, enFrancia, la clnica adquiere un estatuto experimental que no remite al laboratorionecesariamente. El magnfico anlisis que realiza Foucault del tema, reproduceuna expresin de la poca: "los enfermos del hospital son bajo muchos aspectos,los sujetos ms adecuados para un curso experimental" (Foucault, 1983).

    Bajo tal concepcin, y ya introducindonos en el campo de la patologamental, Charcot, en sus Lecciones sobre las enfermedades del sistema nervioso,se autorizaba precisamente en Bernard para insistir en que "existe en patologatodo un dominio que aparece privativo al mdico, que l slo puede cultivar yfructificar y que permanece necesariamente cerrado al fisilogo quien,sistemticamente confiando en el laboratorio, desdea las enseanzas de la saladel hospital" (Charcot, 1887; la traduccin nos pertenece).

    Es decir que el sesgo clnico que caracteriz el ingreso de la psicologa enAmrica Latina hacia el cambio de siglo, cre asimismo las condicionesnecesarias para la instauracin de un modelo experimental, que, como ocurratambin en Francia, inmediatamente desbord el marco patolgico, paraincursionar en otros problemas de psicologa individual, de mayor inters paralas instituciones educativas, y en donde la figura de Binet comenz a tener unimportante peso.

    A partir del positivismo, entonces, y con el teln de fondo de la consolida-cin de las nacionalidades, surgi en estas latitudes una psicologa de corteexperimental enraizada en la tradicin francesa, que difera en gran medida tantodel modelo experimental que haba surgido al amparo de las institucionesuniversitarias alemanas, como del modelo experimental que se estaba gestandoen los Estados Unidos. Es dentro de tal contexto, en consecuencia, en el cualsurgen los primeros laboratorios de Psicologa Experimental de la regin. VerTabla l.

    TABLA 1

    Primeros Laboratorios de Psicologa Experimental

    AO LUGAR FUNDADOR

    1891 San Juan. Argentina (Psicofisiologa) Vctor Mercante1899 Buenos Aires. Argentina (Colegio Nacional) (Psicologa) Horacio Piero1899 Rio de de Janeiro, Brasil Mauricio de Madeiros1901 Buenos Aires. Argentina (Facultad de Filosofa) Horacio Piero1908 Santiago, Chile (Universidad Central) Guillermo Mann1916 Mxico Enrique Aragn1923 Brasil Waclau Radecki

  • LA PSICOLOGIA EN LATlNOAMERICA 465

    Si bien parece indudable que el Laboratorio de Leipzig tena, an enLatinoamrica, un valor de referencia ineludible, las mencionadas condicionesde implantacin de una psicologa experimental en la regin, sesgaron desde elinicio los desarrollos de los primeros laboratorios de psicologa experimental.

    Parece cierto que en los mismos se llevaron a cabo experimentos en loscuatro campos tradicionales inspirados en la obra de Wundt y la escuela deLeipzig: psicofisiologa de los sentidos, tiempos de reaccin, psicofsica, yexperimentos de asociacin (Murphy, 1960). Para ello, las secciones de loslaboratorios se organizaron segn el modelo alemn e, inclusive, muchos de losinstrumentos fueron adquiridos directamente en Europa, preferentemente enAlemania y Francia. Mas an, el chileno Guillermo Mann llevaba una recomen-dacin de Jorge Schneider, discpulo de Wundt, por la cual el mismo pensadoralemn seleccion los aparatos para el Laboratorio que habra de establecerse enla Universidad de Chile (Tschorne, 1978). Y el Laboratorio instalado en Brasilpor Mauricio de Madeiros en el Pedagogium, fue organizado en Pars por AlfredBinet, segn consigna Foradori, aunque l lo fecha en 1906 (Foradori, 1954).

    Sin embargo, resulta significativo que el Primer Laboratorio de PsicologaExperimental en Latinoamrica, en verdad de psicofisiologia, fuera organizadopor Vctor Mercante en San Juan, una pequea ciudad argentina. Mercante, fueconsiderado la figura "cumbre del normalismo y la pedagoga argentina"

    _(Zanotti, 1981), y, al mismo tiempo, fue unnimemente reconocido como uno delos nombres sobresalientes de la psicologa argentina de principios de siglo(Foradori, 1944; Gotthelf, 1969; Papini, 1976).

    De manera similar, el primer Laboratorio de Brasil se denomin de Pedago-ga, aunque las investigaciones que realizaba eran de naturaleza psicolgica(Ardila, 1986a). En Chile, Jorge Schneider y Guillermo Mann organizaron elLaboratorio en el Instituto Pedaggico de la Universidad de Chile, en el cual "losestudios y las investigaciones ... se han encaminado al perfeccionamiento delproceso educativo" (Tschorne, 1978).

    Entonces, aun cuando a partir del ejemplo francs fue el campo mdico elque posibilit un modelo experimental, inmediatamente ser en el campoeducativo donde la disciplina alcanzar su mejor despliegue. All, la institucindel laboratorio. encontrar su lugar por excelencia, el cual, es necesarioreiterarlo una vez ms, distaba bastante de los espacios institucionales quefundamentaron los laboratorios alemanes y los norteamericanos.

    El nacimiento de la psicologa experimental, en definitiva, se inscribidentro del conjunto de problemas de las jvenes sociedades latinoamericanas ysu desarrollo, reas de inters y modelos de conocimiento, acompaaron el

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    accidentado trnsito de tales sociedades. Estas afirmaciones no suponen laadhesin a ningn reduccionismo mecanicista de tipo socio-econmico opoltico; ms vale, como lo analizara Bourdieu, el mismo movimientoplurideterminado que genera las instituciones sociales y polticas, origina, almismo tiempo, el campo cultural y cientfico (Bourdieu, 1967 y 1984).

    De todas maneras, esta concepcin de la historia de un campo disciplinar,fuertemente situada, no puede desconocer el aporte de numerosos estudiosos einvestigadores, en tanto figuras individuales. En todo caso, las actividades queellos desplegaron, encontraron un eco favorable para su difusin. Nos referimosa los asllamados pioneros .quienes, en general, provenan de campos cientficoso profesionales afines, fundaron laboratorios, crearon instituciones, se dedica-ron a la docencia, y han sido comparados con los fundadores de escuelas en losEstados unidos y Europa (Ardila, 1971, 1986a). No podemos ms que recordara algunos pocos de ellos. Lourenco Filho, Helena Antipoff y Wac1au Radecki enBrasil. Jess Pacheco, Ral Serrano, Juan Cordero, Ezequiel Chvez y EnriqueAragn en Mxico. Horacio Piero, Jos Ingenieros, Vctor Mercante, RodolfoSenet, Enrique Mouchet en Argentina. Luis Lpez de Mesa y Mercedes Rodrigoen Colombia. Walter Blumenfeld en Per.

    Ezequiel Chvez fue considerado el primer psiclogo mexicano,y dict,entre 1893 y 1936 el primer Curso de Psicologa en la Escuela Preparatoria (DazGuerrero, 1976). Su caso es parecido al de Rodolfo Rivarola, quien inici uncurso de Psicologa en la recin creada Facultad de Filosofa y Letras de laUniversidad de Buenos Aires, a partir de 1896. Y tambin al de otro argentinohabitualmente olvidado, Ernesto Weigel Muoz, quien dict un curso deFilosofa y Psicologa en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la mismauniversidad, a partir de 1895. Los tres eran abogados, y testimonian los puntosde encuentro entre psicologa, delito y criminologa (Klappenbach, 1987).

    Horacio Piero y Jos Ingenieros, de la as llamada Escuela de Buenos Aires,fueron los primeros en fundamentar los alcances de una psicologa como ciencianatural y objeti va. Fueron co- fundadores de la Sociedad Argentina de Psicologaen 1908, y mientras el primero tuvo a su cargo un curso de Psicologa entre 1902y 1918 (Klappenbach, 1988), el segundo dirigi los Archivos de Criminologa,Medicina Legal y Psiquiatra. desde 1903 y en 1915 fund la Revista deFilosofa, Cultura, Ciencias y Educacin.

    Otros nombres corresponden al de destacadas figuras europeas, radicadas endiferentes pases de Amrica, muchos de ellos exiliados por razones polticas desus pases de origen. Muchas de esas figuras son las que inician los estudios depsicologa en diferentes lugares de la regin, o, al menos, la organizacininstitucional o profesional de la disciplina. Es el caso de Wac1au Radecki,

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    psiclogo polaco, quien en 1923 organiz en Brasil un Laboratorio de Psicologaen la Colonia de Alienados de KX, de Dentro y dict cursos de psicologa generalen la Facultad de Ciencias Jurdicas en la Universidad de Curitiba.

    Es tambin el caso de Walter Blumenfeld, psiclogo alemn, quien fuecontratado por el gobierno peruano para dirigir el Instituto de Psicologa yPsicotecnia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, iniciando lapsicologa experimental en Per; su inters como estudioso estuvo centrado enlos fenmenos de inteligencia, atencin, aprendizaje, personalidad, entre otros(Len, 1981 y 1983).

    y son los casos tambin de Bela Szkely y de tres espaoles, Emilio Miray Lpez, Mercedes Rodrigo Bellido y Angel Garma, todos ellos de enormegravitacin en la etapa de profesionalizacin de la psicologa en la regin.

    Bela Szkely, hngaro de nacimiento, vivi en Argentina, Chile y Brasil,interesndose en la difusin del test de Rorschach y el psicoanlisis (Ardila,1986a). Emilio Mira y Lpez, viaj por varios pases de la regin, radicndosefinalmente en el Brasil; es recordado por su test de psicodiagnstico miokintico,por su libro de Psicologa Experimental (Mira y Lpez, 1955) y por haberfundado los Arquivos Brasileiros de Psicotcnica (Garca y cols., 1993; Saiz ycols., 1991; Saiz y Saiz, 1992). Mercedes Rodrigo fue invitada por el Rector dela Universidad Nacional de Colombia y comenz, a partir de 1939, a organizarla Seccin de Psicotecnia en dicha Universidad, que pocos aos despus setransformara en el Instituto de Psicologa Aplicada, el cual se encargaratambin de la formacin de los profesionales interesados en la psicologaaplicada, inicio de la profesionalizacin en toda Amrica Latina (Ardila, 1988;Mankeliunas, 1993; Rodrguez, 1993). Angel Garma, por su parte, quien habarecibido formacin psicoanaltica ortodoxa en Berln, revalida su ttulo demdico en Buenos Aires con la primera tesis de psicoanlisis en aquel pas y seruno de los organizadores de la Asociacin Psicoanaltica Argentina en 1942(Cesio, 1967; Zalbidea y cols., 1991a y 199Ib).

    Es interesante consignar nuevamente, que todos estos gestores de la psico-loga en la regin, tuvieron que emigrar de sus pases europeos por razonespolticas. En ese sentido, siguiendo siempre los enfoques de la historia de lasideas, otra posible e interesante historia de la psicologa en Amrica Latina,poda tomar como eje articulador la de la recepcin local de grandes teoras oautores originarios generalmente de Europa, a los viajes y exilios de autoreseuropeos, su peregrinacin por la regin y su establecimiento definitivo. En esteltimo caso, los procesos polticos europeos, y muy en particular la Guerra CivilEspaola deberan recibir un tratamiento privilegiado.

  • 468 KLAPPENBACH y PAVESI

    Por lo dems, la psicologa en Amrica Latina ha sido permeable a lautilizacin de categoras ideolgicas y polticas (Ardila, 1986a; Quiones ycols., 1992). Como ha sido observado, entre numerosos psiclogos de la reginest extendido el pensamiento de que "hemos dedicado demasiado tiempo aestudiar el mundo ... lleg el momento de cambiarlo" (Ardila, 1986a). La funcinsocial de la psicologa, y la mejor manera de que el ejercicio de la profesincontribuyera a erradicar la injusticia, han sido cuestiones de permanente debate,entre un nmero importante de aquellos que se dedican a la prctica de lapsicologa en Amrica Latina.

    Tal tendencia, inclusive, ha encontrado una va de desarrollo profesional yacadmico, a travs de la psicologa poltica, la cual, en la regin, ha combinadoel anlisis propiamente cientfico con el compromiso de transformacin social(Ibez Gracia, 1993; Martn-Bar, 1985; Montero, 1987; Rodrguez Kauth,1992). La existencia de un nmero significativo de psiclogos latinoamericanosencarcelados, torturados, desaparecidos o asesinados y, en particular, la figuraparadigmtica de Ignacio Martn-Bar, psiclogo salvadoreo asesinado a razde su compromiso poltico progresista, testimonian trgicamente este perfil dela psicologa latinoamericana (Montero y Dorna, 1993;' Rodrguez Kauth,199Oa).

    LA PROFESIONALIZACION

    En los aos posteriores a la finalizacin de la Segunda Guerra Mundial, sefue incrementando el reconocimiento de que la formacin en psicologa requeraun programa de varios aos de duracin, y no algunas pocas materias depsicologa, diseminadas en la currcula de otras profesiones. Un nuevo perfil deprofesional comenzaba a delinearse, y ello implic el reconocimiento explcitoa la psicologa norteamericana, en la cual el "psiclogo moderno" requera entreveinte y treinta materias para obtener un ttulo habilitante en la disciplina(Rimoldi, 1952).

    Las condiciones sociales que posibilitaron tal reorientacin, estuvierondadas a partir de los procesos de industrializacin que, con matices y variacionesparticulares, atraves la regin como consecuencia de la Segunda GuerraMundial.

    En 1947 en Colombia y en 1948 en Chile, a partir de all se crearn lasprimeras carreras o departamentos de psicologa en Amrica Latina, muchasveces sobre las bases de los antiguos laboratorios o institutos, ya fueran deinvestigacin o de aplicacin. Los casos de la Seccin de Psicotecnia de laUniversidad Nacional de Colombia, antecedente del Instituto de PsicologaAplicada, el cual en 1947 inici la formacin profesional de psiclogos en aquelpas (Giraldo, 1993), y del Instituto de Seleccin y Orientacin Profesional delBrasil (ISOP), dirigido por Emilio Mira y Lpez, desde 1947 (Garca y cols.,

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 469

    1993 J, el cual acreditaba psicotcnicos, resultan en ese sentido, paradigmticos.La Tabla 2 enumera la primera carrera en distintos pases de la regin.

    TABLA 2

    Primeras Carreras de Psicologa en cada pas de Latinoamrica

    AO PAIS UNIVERSIDAD

    1947 Colombia Universidad Nacional de Colombia1948 Chile Universidad de Chile

    1950 Cuba Universidad de Sto. Tomas de Villanueva

    1953 Brasil Pontificia Universidad Catlica de Rio de Janeiro

    1954 Argentina Universidad del Litoral

    1955 Per Universidad Nacional de San Marcos

    1956 Venezuela Universidad Central de Venezuela

    1958 Mxico Universidad Nacional Autnoma de Mxico (Lic.)

    1960 Puerto Rico Universidad de Puerto Rico

    1962 Uruguay Universidad de la Repblica

    1963 Ecuador Universidad Estatal de Guayaquil

    1965 Panam Universidad de Panam

    1967 Repblica Universidad Autnoma de Santo Domingo

    Dominicana

    1970 Nicaragua Universidad Nacional Autnoma de Nicaragua1971 Bolivia Universidad Catlica. Boliviana

    1971 Costa Rica Universidad de Costa Rica

    1972 Paraguay Universidad Catlica

    1974 Hait Universit d'Hait

    Fuente: Ardila, 1986a.

    Adems de las que aparecen en la tabla anterior, existen actualmenteuni versidades en la regin en las que resulta posible realizar estudios universi-tariosen psicologa. Y si bien los planes de estudio difieren entre los diferentespases, existe una orientacin general, relacionada con la necesidad de formarprofesionales con capacidad para operar en las distintas reas de la psicologa.Casi veinte aos atrs, a fines de 1974, en Bogot, se realiz la 1 ConferenciaLatinoamericana sobre Entrenamiento en Psicologa, que permiti arribar aconclusiones comunes, un verdadero modelo latinoamericano de formacin enpsicologa, que presentaba las siguientes notas:

    10. la psicologa es al mismo tiempo una ciencia que una profesin, y laformacin universitaria del psiclogo debe contemplar ambos aspectos;

    20. el entrenamiento de pre-grado debe capacitar para el ejercicio de lapsicologa en todas las reas de la profesin, a lo largo de una carrera no menorde cinco aos;

  • 470 KLAPPENBACH Y PAVESI

    30. para obtener su graduacin, los estudiantes deben escribir una tesis, yllevar a cabo prcticas supervisadas en diferentes instituciones;

    40. en los ltimos semestres de la carrera, podr privilegiarse la formacinen algn rea determinada, sin que ello descuide la formacin general en todaslas reas (Ardila, 1978b).

    La emergencia del psiclogo como nueva figura profesional, a partir de losaos 50 y 60, acentu algunas de las caractersticas de la psicologa enLatinoamrica que venan de muchos aos atrs. En particular, el nfasis en lapsicologa como disciplina aplicada. En Brasil, por ejemplo, veinte aos despusde la existencia de los primeros graduados, el 60% de los psiclogos trabajabanen algn rea de la psicologa aplicada, inclinndose las preferencias por laclnica (42% de aquellos), del trabajo (30%), educacional (21%). Sise tiene encuenta que el 23% de los psiclogos no ejerca la profesin, se advierte quesolamente un 17% estaba dedicado a actividades de docencia e investigacin (LoPresti Seminerio, 1978).

    Los porcentajes obtenidos del estudio brasileo, permiten apreciar la inci-dencia de la prctica en la psicologa latinoamericana en el perodo profesional,aun cuando puedan variar en otros pases las reas de mayor concentracin. Porejemplo en Mxico, una encuesta de 1974, indicaba que el 40% de los psiclogosse dedicaban a la orientacin vocacional como primer trabajo, pero un 31% loelega como segundo trabajo. La psicologa educacional apareca, entonces,como el rea de aplicacin y an de investigacin ms atrayente en numerosospases. En Venezuela, "prueba de la estrecha relacin entre la psicologa y laeducacin en los orgenes de aquella disciplina ..., se manifiesta en el hecho deque la primer unidad psicolgica adscripta a una institucin de educacinsuperior fue la Seccin de Psicopedagoga del Instituto Psicopedaggico deCaracas" (Escotet, 1978).

    Tambin en el Per, las preferencias estn volcadas hacia la psicologaeducacional (45.02%), en segundo lugar la clnica (32,29%), mientras la psico-loga industrial acapara. ellO,OI %. Apenas un 4,07% de los psiclogos colegia-dos peruanos manifestaban dedicarse a la investigacin (Giove Percovich,1989).

    En la Argentina, en cambio, ya en una investigacin de 1970 limitada a laciudad de Buenos Aires, se demostraba que solamente el 15% se interesaba porla psicologa educacional, mientras el 66% se volcaba a la clnica, sin siquieraconsignarse en el estudio el rubro "investigacin" (Litvinoff, 1970). Con losaos, la inclinacin por el rea clnica parece todava ir en aumento, a juzgar porun estudio de 1985, esta vez en la ciudad de Rosario, en el cual, sobre una muestra

  • LA PSICOLOGIA EN LATlNOAMERICA 471

    altamente representativa -637 casos sobre menos de 1.000 matriculados-, el87% de los encuestados se inclina por la clnica (Gentile, 1985).

    El caso argentino, de todas maneras, parece relacionarse directamente conla identificacin entre psicologa y psicoanlisis, que no slo contina vigente,sino que estara consolidndose, con las excepciones quizs, de los centrosacadmicos de la Universidad de Mar del Plata, de centros privados como elCllPME, ADIP o AIGLE, los tres de Buenos Aires, y sobre todo, de laUniversidad Nacional de San Luis, a partir del sello que le imprimi PlcidoHoras (Dagfal, 1991), y que fuera luego desarrollado por Eva Mikusinski,Claribel Morales de Barbenza, Osvaldo Montoya, Carmen Dagfal y AngelRodrguez Kauth, entre otros. La hegemona psicoanaltica, con todo, no es latendencia actual en otros pases de la regin, en los cuales poda verificarse unpredominio del psicoanlisis al promediar el siglo, que ha dejado lugar a nuevasorientaciones. Tal el caso de Colombia, donde tuvo prevalencia el psicoanlisisen los 60, siendo reemplazado por la psicologa de inters experimental a partirde 1970 (Ardila, 1976a y 1976b; Arias Marn, 1993). O el de Venezuela, dondeel psicoanlisis dej paso a la psicologa social y transcultural y a la modificacinde la conducta (Escotet, 1978). Y es tambin la situacin en el Per, dondeHonorio Delgado haba obtenido el reconocimiento de Freud por su tempranointers en el psicoanlisis (Freud, 1914), derivado ms tarde hacia un enfoquefilosfico y humanista, pero, en donde tambin comienzan a ingresar losmodelos y mediciones psicomtricas en la dcada del sesenta (Alarcn, 1980).

    En general, prcticamente toda Amrica Latina, desde el ingreso del anlisisexperimental del comportamiento en Brasil y Mxico a partir de la dcada delsesenta, ha superado el modelo mdico, inclinndose por nuevas reas yproblemas (Ardila, 1986a).

    EL ORDEN INSTITUCIONAL: CONGRESOS, SOCIEDADES,PUBLICACIONES

    Es conocido el papel que desempean las instituciones en el desarrollo de lasdisciplinas cientficas. En ese sentido, ninguna historia de la ciencia, an la msidealista, podra prescindir de tal consideracin. Los anlisis en historia yfilosofa de la ciencia iniciados treinta aos atrs, confieren a las comunidadescientficas y sus instituciones un papel decisivo en la propia organizacin,validacin y difusin de las teoras cientficas (Kuhn, 1970).

    Por otro lado, las historias propiamente institucionales, han sido una de lasvas privilegiadas y ms prometedoras de las operaciones historizantes empea-das en el anlisis del contexto social de las disciplinas. Aqu, desde ya, estamoslejos de una pretensin semejante, y nuestro cometido habr de limitarse,

  • 472 KLAPPENBACH y PAVESI

    nicamente, a consignar las principales instituciones disciplinarias, en el con-vencimiento de la importancia que revisten para una historia integral.

    Es necesario, advertir, de todos modos, que las sociedades, publicaciones,congresos o meetings no agotan el entramado organizacional de la disciplina. Laexistencia de una compleja red de relaciones que incluyen circulacin desepartas, pre-impresos, estudios en comn en diversos centros, etc., constituyenautnticos colegios invisibles, tal vez hoy ms notorios que nunca a raz de lasposibilidades que brinda la informtica (Solla Price, 1963). De todos modos, elanlisis del conjunto de instituciones visibles de una disciplina, posibilita almismo tiempo, el conocimiento de tales colegios invisibles y de las redes ms omenos informales.

    La primera sociedad cientfica en la regin fue la Sociedad Argentina dePsicologa, organizada en 1908 por Horacio Piero, Ingenieros, Francisco deVeyga, entre otros, pero que dej de existir en la dcada siguiente. En 1930, bajola denominacin de Sociedad de Psicologa de Buenos Aires es recreada debidoa la iniciativa de Enrique Mouchet (Kohn Loncarica, 1973).

    Paralelamente, la primera publicacin de psicologa en la regin fueron losAnales de Psicologa, editados por aquella primitiva Sociedad Argentina dePsicologa, que slo alcanz a editar tres volmenes en 1910, 1911 Y 1914.Suerte parecida corrieron los Anales del Instituto de Psicologa, publicacin dela Sociedad de Psicologa de Buenos Aires, cuyos tres nicos tornos aparecieronen 1935, 1938 Y 1941.

    Tambin constituy un hecho aislado el Primer Congreso Latinoamericanode Psicologa, realizado del 20 al 30 de julio de 1950 en Uruguay, del cualWaclau Radecki fue uno de los principales organizadores.

    En cambio, las asociaciones surgidas a partir de la profesionalizacin,muchas de ellas centradas en reivindicaciones profesionales, han logrado mayorpersistencia en el tiempo y en general, llegan a agrupar una gran cantidad deasociados.

    Mencin aparte merecen la Sociedad Interamericana de Psicologa (SIP),laAsociacin Latinoamericana de Anlisis y Modificacin del Comportamiento(ALAMOC) y laAsociacin Latinoamericana de Psicologa Social (ALAPSO).

    La primera de ellas, SIP, se organiz en diciembre de 1951 en la ciudad deMxico, a instancia de personalidades corno Oswaldo Robles, Wemer Wolff,Guillermo Dvila, Rogelio Daz-Guerrero, Eduardo Krapf. Su incidencia en eldesarrollo de la psicologa en Latinoamrica ha sido reconocida (Angelini,1979), en particular por la organizacin del Congreso Interamericano de

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 473

    Psicologa, el primero de los cuales se realiz en Santo Domingo en 1953, y elms reciente, el 240. en Santiago de Chile en 1993. Otra contribucin de la SIP,la constituye la edicin desde 1967, de la Revista lnteramericana de Psicologa!lnteramerican Journal 01 Psychology, que incluye artculos en castellano,portugus e ingls.

    Dos caractersticas deben sealarse en el aporte de la SIP a la psicologaregional.

    La primera de ellas, adquiere importancia en tanto modelo organizacional,y se refiere a los patrones de regularidad que rigen tanto a sus congresos comoa la Revista Interamericana, En Amrica Latina, las instituciones suelen atrave-sar crisis recurrentes, cambios pronunciados de orientacin, interrupcionesbruscas, situacin que, desde ya, no slo caracteriza a las instituciones profesio-nales o cientficas. La Sociedad lnteramericana de Psicologa, en ese sentido,ha logrado perdurar a travs del tiempo, realizando sus actividades con unaregularidad que no es comn para otras actividades de la regin.

    La segunda caracterstica, es la posibilidad del intercambio entre la psico-loga producida en la Amrica de habla inglesa y Amrica Latina. Ello haposibilitado un giro en la psicologa latinoamericana, que, antes de la etapa dela profesionalizacin haba tomado, en general, sus referencias tericas princi-palmente de Europa. No es aventurado afirmar que a partir de la instauracin dela SIP, la psicologa nerteamericana comienza a difundirse en la regin, ya que,en la actualidad, las fuentes de refeencia de los estudios psicolgicos en la reginson primordialmente extranjeros, y.fundamentalmente, norteamericanas (VeraFerrndiz y cols., 1991).

    En cuanto a la Asociacin Latinoamericana de Anlisis y Modificacin delComportamiento (ALAMOC), se inserta en el marco de un conjunto de iniciati-vas institucionales surgidas en Bogot, Colombia, en las dos ltimas dcadas,capitalizando experiencias previas desarrolladas en otros pases.

    La organizacin institucional del anlisis y modificacin del comporta-miento, fue-simultneo en la regin. En 1974 se haba organizado la Associacaade Modiftcao de Comportamento y un ao despus la Sociedad Mexicana deAnlisis de la Conducta y la propia ALAMOC que ha patrocinado variossimposios que congregan a investigadores de diferentes pases de AmricaLatina (Ardila, 1986a). En 1975, y siempre dirigida por Emilio Ribes, comienzaa editarse la Revista Mexicana de Anlisis de la Conducta. No mucho ms tarde,en 1978, la ALAMOC comienza a publicar la Revista Aprendizaje y Comporta-miento, y un ao despus aparece la Revista Peruana de.Anlisis de la Conducta(Ardila, 1986a).

  • 474 KLAPPENBACH y PAVESI

    El anlisis experimental del comportamiento fue introducido en Brasil en1961, por Fred Keller, compaero de estudios de Skinner, y tres aos ms tardeen Mxico, por Sidney Bijou. La publicacin en 1974 del libro compilado porRubn Ardila, El anlisis experimental del comportamiento, la contribucinlatinoamericana. que recoga trabajos de Joao Todorov, Emilio Ribes y VctorColotla, entre otros, seala la madurez terica del movimiento y la existencia deuna alternativa seria a la prctica profesional del momento. En efecto. conanterioridad a los aos setenta, la formacin profesional en psicologa clnicamostraba la hegemona de un modelo de corte psiquitrico con fundamentacinpsicoanaltica. La introduccin del anlisis experimental del comportamiento,primero a travs de varios cursos, luego corno un programa de entrenamientocompleto, y por ltimo, corno aplicacin especfica en el mbito educacional yclnico, signific un cambio en la matriz disciplinar y una verdadera inflexin enla historia de la psicologa en numerosos pases de Amrica Latina (Ardila,1986a; Ribes y Peralta, 1972).

    La tercera sociedad significativa que mencionamos,la constituye la Asocia-cin Latinoamericana de Psicologa Social (ALAPSO), que traduce a nivelorganizativo, la acogida favorable experimentada por la psicologa social en laregin, seguramente en razn de su objetivo manifiesto de contribuir al desarro-llo de las naciones que la conforman. Si corno ya sealramos, buena parte de lapsicologa de la regin se ha mantenido ntimamente unida a las consideracionesideolgico-polticas, en la psicologa social, inclusive, tal tendencia ha posibi-litado la fundamentacin acerca de la eleccin del campo profesional. Desde losaos 60 y 70, numerosos psiclogos sociales han hecho "confluir una masa deconocimientos tericos recibidos desde los mbitos universitarios", con "unaparticular sensibilidad o capacidad para abrevar en el dolor, la injusticia y en eloprobio por el que transitan las grandes masas de marginados, subalimentadosy desesperanzados que pueblan nuestra Amrica" (Rodrguez Kauth, I990b).

    En tal contexto, la psicologa social en la regin ha recurrido por igual, adiferentes modelos tericos, desde la psicologa de las actitudes o, ms amplia-mente, el anlisis del comportamiento social, hasta enfoques cualitativos o deinvestigacin-accin. Desde los trabajos iniciales de Aroldo Rodrigues (1972),los reunidos por Gerardo Marn (1975) y por el equipo dirigido por Salazar(1977), pasando por los enfoques afines al materialismo dialctico de FernandoGonzlez Rey o Alberto Merani (Ardila, 1986a; Rodrguez Kauth, 1990a), hastalos ms cercanos en el tiempo de Maritza Montero (1987) en Venezuela, IgnacioMartn-Bar (1985) en El Salvador, Elizabeth Lira en Chile (Rodrguez Kauth,1990b) y Angel Rodrguez Kauth (1992) en Argentina, estos ltimos bajo lamatriz de la psicologa poltica y centrados en el problema, acuciante en variospases latinoamericanos, de la relacin entre psicologa y derechos humanos.

    En ese sentido, es posible identificar tres rasgos de la psicologa social en laregin. En primer lugar, la amplitud y variedad de enfoques tericos que la

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 475

    sostienen, aun cuando el grado de desarrollo y la confiabilidad de los mismos seadisparejo. En segundo lugar, la extendida amplitud geogrfica en que se hadesarrollado; desde Mxico, Cuba y Venezuela, hasta Brasil, Argentina, Chiley Uruguay. En tercer lugar, la disparidad de temas o reas de inters, desdeestudios transculturales hasta planificacin familiar y desde psicologa social ysalud mental hasta los problemas del carcter nacional (Ardila, 1986a).

    Por su parte, y tambin dentro del contexto de la psicologa colombiana y dela proyeccin internacional de la misma, debe mencionarse la Revista Latinoa-mericana de Psicologa, que en 1993 cumpli veinticinco aos de existenciacontinuada. Tres rasgos salientes ya han sido observados. Por una parte, eltratarse de una revista de carcter general dentro de la psicologa. En segundolugar, y en correspondencia con lo anterior, su amplitud temtica y de colabora-dores de toda la regin. En tercer lugar, y al mismo tiempo, el hincapi enfavorecer y desarrollar las lneas ms actualizadas de la psicologa universal.

    En los ltimos aos se han multiplicado los esfuerzos editoriales en laregin, existiendo diversas revistas cientficas en los diferentes pases. Sinembargo, durante muchos aos, fueron limitados los espacios cientficos deintercambio, debiendo mencionarse, entre las ms antiguas todava vigentes, losArquivos Brasileiros de Psicologia, iniciados por Mira y Lpez en 1949 y Actapsiquitrica y Psicolgica de Amrica Latina, fundada en Argentina porGuillermo Vidal en 1954. En cuanto a la Revista Latinoamericana de Psicologa,su importancia para el desarrollo de la psicologa de la regin es significativo,al posibilitar el intercambio cientfico en toda Amrica Latina (Ardila, 1986b).Al mismo tiempo, y teniendo en cuenta que es una de las escasas revistasinternacionales en la regin y que las publicaciones cientficas permiten visualizarobjetivamente el estado de un campo cientfico dado, el anlisis de los primerosveinte aos de la publicacin, brindan un panorama de conjunto sobre lapsicologa latinoamericana en dicho perodo (Ardila, 1978a; Quiones Vidal ycols.,1991).

    En ese sentido, las tres reas temticas con mayores contribuciones a lo largode los primeros veinte aos, fueron psicologa social (14,10% del total deartculos), aprendizaje (12,39%) Y anlisis experimental del comportamiento(11,11%) (Quiones y cols., 1991). Estos campos, en particular el segundo,tuvieron una proporcin mayor todava en la primera dcada de la revista(Ardila, 1978a). Con todo, su permanencia como reas privilegiadas a lo largode dos dcadas, testimonia, por una parte, aquella vocacin transformadora dela psicologa en la regin; por otra, aquel cambio de orientacin paradigmtica,centrado en el anlisis experimental del comportamiento, que tuviera lugar apartir de la dcada del setenta. Por lo dems, justifican el espacio otorgado ennuestro trabajo a ALAMOC y ALAPSO.

  • 476 KLAPPENBACH y PAVES!

    Si nos pareci oportuno mencionar, brevemente, las dos ltimas institucio-nes, es porque ponen de manifiesto el cambio de significaciones que se estnoperando en la psicologa en Latinoamrica. En una generalizacin grosera,puede afirmarse que la psicologa cientfica en la regin conoci una sucesinde modelos o paradigmas, que comenz con esa particular versin de lapsicologa experimental de principios de siglo, que experimenta una transforma-cin hacia los aos posteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando es capaz desoslayar la experimentacin, que se bifurca a partir de all en una direccinconductista, psicoanaltica o humanista segn el caso, en los aos iniciales deprofesionalizacin, y que retorna, en las dos o tres ltimas dcadas a experimen-tar modificaciones substanciales, dirigidas a la orientacin de nuevos modelos,reas de aplicacin, programas tecnolgicos a desarrollar. Un anlisis posterior,podr comparar esta situacin y la reorientacin de buena parte de la psicologanorteamericana a partir de los modelos cognitivos, pero por ahora sera prema-turo.

    Este esquema de periodizacin, slo puede sostenerse bajo la necesidad deconstruir historias que abarquen perodos de tiempo relativamente breves. Si, encambio, nuestra mirada intentara abarcar el conjunto de la psicologa enLatinoamrica, bajo el supuesto de la larga o media duracin, la interpretacinpodra ser diferente. En este ltimo caso, todas las modificaciones operadassobre el campo epistmico de la psicologa, podran perder importancia enrelacin con el establecimiento de grandes lneas de identificacin entre perspec-tivas tan dispares como, por ejemplo, la regeneracin de las costumbres a travsde la escuela redentora casi ciento cincuenta aos atrs, y los ms refinadosprogramas de modificacin comportamental en nuestros das, centrados en elmejoramiento escolar.

    RESUMEN

    Este trabajo constituye una versin, necesariamente incompleta, de lahistoria de la psicologa en Amrica Latina, realizada desde una perspectivaprxima a la historia de las ideas. Comienza con las polmicas posteriores a laemancipacin de los estados americanos, donde una ciencia emprica del sujetose encuadra en el proceso de laicizacin de las instituciones. Posteriormente, seanalizan los cambios operados a partir del positivismo, y se relaciona elsurgimiento de los primeros laboratorios de psicologa experimental, con lasexigencias del proceso educativo y de la transformacin de.las costumbres de lasmasas inmigrantes.

    El trabajo repasa despus, la contribucin de algunos de los as llamadospioneros de la psicologa cientfica en la regin y analiza el creciente nfasis dela psicologa como disciplina aplicada, a partir del proceso de profesionalizacin

  • LA PSICOLOGIA EN LATINOAMERICA 477

    posterior a los aos cuarenta. Concluye enumerando las principales institucio-nes, publicaciones y congresos que jalonaron la historia de la psicologa enLatinoamrica.

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