kaulino, adriana y stecher, antonio cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

92
universitaria ADRIANA KAULINO y ANTONIO STECHER (editores) Cartografía de la Psicología contemporánea PLURALISMO Y MODERNIDAD

Upload: alejandra-vargas-carrasco

Post on 01-Jul-2015

3.941 views

Category:

Education


41 download

TRANSCRIPT

Page 1: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

universitaria

ADRIANA KAULINO y ANTONIO STECHER (editores)

Cartografía de la Psicología contemporánea PLURALISMO Y MODERNIDAD

Page 2: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

PRIMERA PARTE

Hacia una cartografía de la psicología contemporánea: claves de orientación

Page 3: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)
Page 4: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAPÍTULO 1

Compromiso social y pluralismo. Claves epistemológicas y éticas de la psicología moderna

ADRIANA KAULINO*

Introducción

L a psicología moderna despliega una peculiaridad que la ha diferenciado,

sistemáticamente, de las llamadas ciencias naturales. Mientras los

análisis historiográficos acerca de las ciencias naturales muestran la pre­

ponderancia de una lógica de desarrollo hacia la configuración de ciertas unidades

o consensos metodológicos y paradigmáticos, la historia de la psicología devela,

al contrario, la permanente convivencia entre una pluralidad de perspectivas teó­

ricas, técnicas y metodológicas que se traduce, a su vez, en un reiterado sentimiento

de crisis del campo disciplinar. Con esta tesis, también estaría de acuerdo Antonio

Caparros, para quien la psicología es una ciencia que "desde sus inicios y de

forma ininterrumpida ha presentado un rasgo que no se da en las ciencias conven­

cionales y que es característico de ella: la propia conciencia de crisis" (2004: 11).

Lo que no llega a explicar Caparros son las razones de la existencia e insis­

tencia de esta característica del campo de la psicología, es decir, la permanencia

de una pluralidad que, lejos de mostrar signos de desvanecimiento, parece

recrudecer continuamente. De todos modos, no sería adecuado enjuiciar el

texto de Caparros por esta ausencia. Su objetivo era, al final, justificar la tesis

que plantea a la conciencia de crisis como una característica singular de la

psicología. En este sentido, es el mismo autor quien deja abierta la pregunta

por el estatuto científico de la psicología, anticipando, sin embargo, que el

recurso a "la historia, la psicología y la sociología de la psicología, de los

psicólogos y de sus instituciones" sería el más indicado para las investigacio­

nes acerca de la psicología y su identidad disciplinaria (Caparros, 2004: 12).

Psicóloga, Universidad Santa IJrsula, Brasil. Magíster en Psicología Social, Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Doctor © en Psicología, Universidad de Chile. Profe­sora y Directora de la Unidad de Postgrado, Facultad de Ciencias Humanas y Educa­ción, Universidad Diego Portales.

Page 5: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KAUMNO Y ANIONIOSTECHER (EDITORES)

No obstante, no es suficiente con el reconocimiento de la conciencia de

crisis para alcanzar, en el campo de la psicología, una suerte de consenso que

asintiera a la pluralidad como un rasgo propio de la identidad de la psicología

moderna. Todo lo contrario. Lo que muchas veces ha sido reforzado, a partir de

esta constatación histórica, es la actitud reiterada por anular a todas las pers­

pectivas teóricas, técnicas y metodológicas que no respondan a los cánones

epistemológicos de las ciencias naturales.

De este modo, el giro desde la conciencia de crisis hacia el reconocimiento

de una identidad marcada por la diversidad, requiere de un proyecto volcado a

la legitimación de esta vocación pluralista de la psicología. Proyecto que sen­

tará las condiciones de posibilidad para la asunción de una identidad plural

que, lejos de representar una deficiencia a ser superada, ha sido la expresión

de los insoslayables compromisos de la psicología con los contextos socio-

históricos.

En este sentido, el reconocimiento de una identidad plural implica la simul­

tánea afirmación de un ámbito de reflexión muchas veces olvidado o evitado

por las formulaciones teóricas y técnicas de la psicología: la reflexión acerca

de las implicancias éticas del saber psicológico. Como lo destaca Drawin, "la

ética es el eje que atraviesa la pluralidad de las teorías científicas de la psico­

logía amarrándolas a una praxis que está intrínsecamente vinculada a la

posibilidad de diferentes formas de subjetivación"'.

Por tanto, es en el marco de ese proyecto, orientado a la resignificación y

reinvención histórica de la identidad de la psicología, que se inscriben las tesis

y argumentos que serán desarrollados a continuación y que se ordenan del

siguiente modo:

a. La diversidad del campo de la psicología: perspectivas teóricas,

profesionalización e institucionaiización.

b. La modernidad como condición de posibilidad de la psicología moder­

na: la constitución del objeto de la psicología y los compromisos sociales

del saber psicológico.

El fragmento corresponde a una traducción libre del texto de Drawin, C. R. (2003): " O futuro da Pslcologi'a: comprotnisso ético no plural ismo teór ico". En: Bock, A. M. (2003): Psicología e o compromisso social. Editorial Cortez. Sao Paulo.

Page 6: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARIOGRAFÍA DE lA ['SICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA 1 ^

c. Psicología y epistemología: matrices del pensamiento psicológico y el

escenario filosófico contemporáneo.

d. Ética y pluralismo en psicología; más allá de la prescripción.

1 . Cartografía preliminar de la diversidad: perspectivas teóricas, profesionalización e historia institucional de la psicología moderna

La conciencia de crisis, enfatizada por Caparros, acompaña el desarrollo

histórico de la psicología desde sus albores a mediados del siglo XIX. Sin em­

bargo, es posible discriminar, muy esquemáticamente, tres dimensiones en que

se constata la pluralidad de la psicología. Estas dimensiones se refieren a: 1) el

planteamiento y desarrollo de distintas perspectivas teóricas en psicología; 2)

la diferenciación del rol del psicólogo -el académico/científico y el profesio­

nal/interventor-, y 3) los procesos de institucionalización.

Las perspectivas teóricas en psicología se han diversificado de una forma

más o menos sistemática desde la fundación del primer laboratorio de psico­

logía hasta la actualidad, con los nuevos e impactantes desarrollos científicos

de las neurociencias, las ciencias cognitivas y la farmacología. Asimismo, la

diferenciación interna del campo en subdisciplinas viene a complejizar aun

más la tarea de configuración de una identidad para la psicología. A las ya

tradicionales psicologías social, clínica y educacional, se suman las psicolo­

gías económica, política, ecológica y los actuales desarrollos de la psicología

organizacional.

De todos modos, uno de los ejes centrales del debate acerca de la identidad

de la psicología, se refiere a la conceptuaiización de su objeto de estudio y las

perspectivas teórico-metodológicas. En este sentido, es posible registrar por lo

menos tres tendencias:

a) Una primera, se refiere a la diferenciación interna de las distintas tradi­

ciones en psicología. Es decir, se comparte el mismo objeto de estudio

pero se constituyen en perspectivas teóricas diversas, donde existe un

cierto grado de disenso respecto a las teorías explicativas y/o compren­

sivas y/o con relación a las metodologías adecuadas de investigación.

Se observa la presencia de un consenso con relación a u i a cierta defini­

ción del objeto de la psicología - la mente, los procesos cognitivos, los

procesos inconscientes, la conducta, etc.- en que las diferenciaciones

Page 7: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KAULINO YAN'IONIOSTECIHER (FDITORCS)

son de carácter interno. Es al interior de una misma tradición donde se

cotejan distintos desarrollos teóricos y/o metodológicos que se preten­

den, muchas veces, superar unos a otros. De este modo, es posible

acompañar las controversias internas a los movimientos de la psicolo­

gía, como las que se dieron entre el conductismo y neoconductismo, el

psicoanálisis y sus variaciones, las propuestas humanistas existencialistas

y las fenomenológicas, las distintas perspectivas de las psicologías

cognitivistas, etc.

b) Una segunda tendencia apunta hacia una diversidad de perspectivas

respecto a la definición del objeto y a propuestas teóricas que, no obs­

tante, tienen en común el reconocimiento del carácter científico de la

psicología. En este sentido, se tratan de tradiciones diversas como la

psicología de la conducta, las ciencias cognitivas e incluso algunos en­

foques del propio psicoanálisis que, volcados a objetos distintos, aspiran

al desarrollo y fortalecimiento de la psicología como ciencia. Procuran,

entonces, seguir a los cánones epistemológicos y metodológicos de la

investigación y formulación lógica de las ciencias naturales.

c) Una tercera tendencia se destaca por la diferenciación relativa tanto a

la conceptualización del objeto de la psicología, como a los supuestos

epistemológicos y alternativas teórico-metodológicas. Lo que se produ­

ce acá es una suerte de diferenciación entre propuestas que suelen ser

muy críticas unas con las otras, pues no conjugan los mismos supuestos

ya sean epistemológicos o teórico-metodológicos. En estos casos, las

discrepancias entre estas perspectivas son más evidentes. Basta con re­

cordar a la controversia entre ciertos planteamientos psicoanalíticos de

orientación lacaniana y algunas de las propuestas de la psicología hu-

manista-existencial durante los años 60 o entre estas últimas y el llamado

neoconductismo durante más o menos el mismo período.

El esquema anterior tiene la ventaja de brindar un bosquejo muy preliminar

y, desde luego, muy descriptivo de, por lo menos, tres configuraciones en las que

se puede constatar tanto la convivencia y el diálogo, como la confrontación y la

disputa entre las diferentes perspectivas teórico-metodológicas en psicología.

Ahora bien, una segunda dimensión de la identidad pluralista de la psicolo­

gía puede ser representada por el proceso de profesionalización o diferenciación

Page 8: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAKIOCIKAFÍAF» lAPblUJIOGiACONTFMI'ORÁNFA '] 'J

del rol del psicólogo. Son característicos de este momento, los años de emergen­

cia y consolidación de la psicología aplicada y la psicología clínica en EE.UU.

Apelando al ejemplo norteamericano, es posible afirmar que la psicología

ha surgido en este país como una ciencia académica volcada a la investiga­

ción, y fue, paulatinamente, diferenciándose internamente con el aparecimiento

del psicólogo experto en aplicación de tests psicológicos y la posterior emer­

gencia y consolidación del rol del psicólogo clínico. Asimismo, el proceso de

profesionalización del psicólogo ha correspondido a una intensa difusión y po­

pularización de la psicología. En este sentido, fueron la psicología aplicada y

clínica las grandes promotoras y los baluartes de la psicología durante el proce­

so de reconocimiento social de sus teorías y técnicas de intervención.

Además, a la profesionalización del rol del psicólogo corresponden, de

una forma más o menos simultánea, los cambios y desarrollos a nivel

institucional. Es decir, las nuevas funciones del psicólogo como interventor

forzaron a una reestructuración de las instituciones establecidas y/o dieron

origen a nuevas organizaciones gremiales. El caso de la A.P.A. es un buen

ejemplo de los avatares institucionales de la psicología. La A.P.A. presenta­

ba, en sus primeras décadas de funcionamiento, un carácter neta y casi

exclusivamente académico-científico. Sin embargo, si a mediados de los años

40 eran los psicólogos profesionales los que necesitaban reivindicar una aso­

ciación que representara y apoyara sus intereses, a fines de los 80 la situación

ya se había invertido. En el año 1985, solo un 33% de los miembros de la

A.P.A. eran académico-científicos, mientras que la cifra de ios años 40 había

alcanzado el 70%^

Todo lo anterior se relaciona con las demandas de los diversos contextos

socio-históricos que posibilitaron la emergencia, proliferación y consolidación

de la psicología aplicada. No obstante, la psicología como ciencia socialmen-

te reconocida, durante su proceso de difusión y afianzamiento, se constituirá

como un referente técnico-discursivo para: a) la configuración de las identida­

des sociales e individuales; b) la explicación y comprensión de los fenómenos

humanos en general y c) la orientación de la acción en ambas esferas de la

vida, la pública y la privada.

Para una breve y aclaradora reseña de la historia institucional de la A.P.A. ver la 6-edición de: Leahey, T, (2005): Historia de la Psicología. Pearson-Prentice Hall. Madrid.

Page 9: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIAN,-\ KAULINO Y ANIONIOSTECHCK (PDIFORES)

En otros términos, la psicología ha desarrollado el poc/er performativo de

constituir realidades, tanto individuales como sociales. En este sentido, se pue­

de afirmar que la psicología ha sido un saber práctico-discursivo determinante

de los contextos sociohistóricos contemporáneos^ para los cuales la dimensión

psicológica se ha transformado en una suerte de referente trascendental secu­

lar. Conceptos como yo, self, personalidad, carácter, sexualidady deseo, remiten

a una realidad individual que debe ser descubierta, develada y reconocida

como lo propio del uno mismo individual''.

Ahora bien, una mejor comprensión de estos interconectados ámbitos pro­

pios del campo de la psicología -e l teórico, el rol profesional y el institucional-

requiere que se relacionen el nacimiento y desarrollo de la psicología moderna

con el horizonte histórico y normativo de la Modernidad occidental. Conse­

cuentemente, a continuación se presentan algunas de las afinidades entre

Modernidad y Psicología que son imprescindibles para el planteamiento de un

proyecto que aboga por el carácter pluralista de la psicología.

El término contemporáneo no es homólogo al concepto de actualidad. Es posible, inclu­so, sospechar de un cierto debilitamiento del poder del discurso psicológico para confi­gurar lo real en ciertas sociedades actuales. Del mismo modo, no se puede identificar la Historia Contemporánea con la actual idad. Es conveniente separar lo ahora de lo contemporáneo, que se relaciona con lo más cercano pero en dimensiones propiamen­te históricas. En términos más precisos, acá el sentido de contemporáneo se refiere al período designado por Eric Hobsbawm como la Era de los Extremos, es decir, al corto siglo XX que corresponde al período entre 1914 y 1991. Ver: Hobsbawm, Eric (1995): Era dos Extremos: o breve sécula XX. Editorial Companhia das Letras. Sao Paulo (hay edi­c ión en castellano).

Para profundizar este argumento acerca de la conversión de lo psicológico en un nuevo trascendente bajo la figura del yo y sus variaciones, ver los trabajos de: SALEN, Tania. "A despossessao subjetiva - Dos paradoxos do individualismo". En: Revista Brasileira de Ciencias Saciáis, n 18, año 7. Río de Janeiro, 1992. RUSSO, jane. " Ind i v iduo e transcendencia: A lgunas reflexóes sobre as modernas religioes do eu" . Trabajo presen­tado en el seminario "A religiao e a questao do sujeito no ocidente", promovido por el Centro Joao XXIII de Investiga^ao Social, Paulo de Frontín, 1993. De la misma autora: "Os tres sujeitos da psiquiatría". Revista Cadernos do IPUB, N 8. Río de Janeiro, 1997. DUARTE, Luis Fernando. " O culto do eu no templo da razao". En: Tres ensaios sobre Pessoa e Modernidade. Boletim do Museu Nacional, n 4 1 . Río de Janeiro, 1983. Del mismo autor: "A análise da pessoa moderna pela historia e etnografía dos saberes psico­lógicos". Revista Cadernos da IPUB, N 8. Río de Janeiro, 1997.

Page 10: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAIÍT(X;RAf ¡A DE I A I'SICOI OCIA CONTEMPORÁNEA 1 9

2. Psicología y Modernidad: la subjetividad moderna en crisis y los compromisos sociales de la psicología

La Modernidad representa la condición de posibilidad para el surgimiento

de la psicología como ciencia y disciplina. Esta tesis ha recibido en las últimas

décadas un apoyo creciente no sólo de los historiadores sino de aquellos psicó­

logos que suelen reflexionar sobre su propio campo disciplinar. Asimismo, el

debate en torno a la Modernidad ha logrado ocupar un lugar destacado en el

escenario de las ciencias sociales y humanas desde fines de los años 80 y no

sería nada prudente darlo por superado. Sin embargo, para efectos del argu­

mento que procura legitimar la pluralidad como lo propio de la psicología,

bastará con enfatizar la relación entre dos de los rasgos más significativos de la

Modernidad: la singular preocupación por el sentido del mundo y las cosas, y

la constitución de la subjetividad privatizada.

La búsqueda de sentido es un sello característico de la Modernidad. Aunque

la indagación por el sentido no estuviera ausente del pensamiento antiguo y

medieval, en la Modernidad éste adquiere un carácter inapelable, abriéndose

a múltiples posibilidades de invención y reinvención. Esta explosión de los

sentidos se vincula a un aspecto muy original de las sociedades modernas, es

decir, el de corresponder al paso de un orden revelado a un orden producido^. El

sentido en la modernidad estaría ligado, entonces, a una tarea de legitimación

y validación de su propia normatividad''. Esta nueva situación histórica coloca

al hombre y el tema de la libertad en el centro del mundo.

Es en este escenario que las teorías del conocimiento sufren transformacio­

nes radicales, asumiendo parte de la tarea moderna de construcción y

legitimación de los sentidos. De este modo, el conocimiento humano se adju­

dica la labor de asignación autónoma de sentidos al mundo. Asimismo, la

Modernidad ha correspondido a una creciente expansión de las ambigüedades^

Gauchet, MarceL Le desenchantement du monde. Ediciones Gal l imard. París, 1985, págs. 32 y ss. Para una mayor discusión sobre el problema de la autolegitimación de la modernidad ver l-Habermas, Jürgen. "A consciencia de época da modernidad e a sua necessidade de autocertifica^áo". En: O discurso filosófico da modernidade. Pubiica^oes Dom Quixote. Lisboa, 1990, págs. 13-32 (existe versión en castellano). Bauman, Zygmunt. Modernidade e ambivalencia. Jorge Zahar Editores. Río de Janeiro, 1999.

Page 11: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIAM"\ KAUI IN() Y ANIONIOSTFCHEK (FUIIORIS)

y la crítica. De ahí que a las teorías modernas del conocimiento se les presen­

tara una doble, y muchas veces irreconciliable, misión: la de asignar sentidos y

buscar certezas para enfrentarse a las indeterminaciones de la modernidad y

del sujeto moderno".

Las indeterminaciones o falta de referencias trascendentales son aspectos

hacia los que convergen algunos de los análisis sociológicos clásicos de la

Modernidad. Quizás éste sea uno de los pocos consensos con relación a la

Modernidad: el caracterizarla como una época y una forma de organización

social en la que se experimenta un progresivo desvanecimiento de las relacio­

nes sociales y los valores tradicionales, una secularización del mundo y una

paulatina racionalización de las acciones sociales. Así, las sociedades moder­

nas deben sacar normatividad desde sí mismas y autolegitimarse desde referentes

propiamente humanos.

Ahora bien, la jerarquía en las sociedades tradicionales establece lazos de

integración donde la preeminencia del grupo sobre el individuo es determinan­

te. Es decir, en las sociedades tradicionales las diferencias son previamente

localizadas en la estructura social y la rigidez, jerarquía y trascendencia remi­

ten a una cierta configuración de valores sociales en la que la persona, por

tanto, es significada por el todo social.

Serán los cambios en esta configuración totalizadora de valores los que

marcarán la emergencia de la subjetividad moderna que se define, fundamen­

talmente, por su carácter privado. La secularización, el desencantamiento del

mundo y la pérdida de trascendencia propios de los procesos de Modernidad

son, entonces, algunas de las condiciones de posibilidad para el aparecimiento

de la noción moderna de sujeto. El despuntar del sujeto jurídico señor de si,

libre y poseedor de derechos inalienables, fue posible en un mundo en que se

incrementaron los procesos de interiorización que van a constituir una dimen­

sión específica del sujeto moderno: la dimensión psicológica referida a la intimidad

y privacidad interiores y propias de cada individuo''. Así, desde este espacio

Ver al respecto Habermas, Jürgen. Pensamiento postmetatísico. Editorial Taurus. Ma­drid, 1990. Sobre este tema ver: Rlcoeur, Paul (1976): Introducción a la simbólica del mal. Ediciones Megápolis. Buenos Aires. Ricouer considera que este proceso de interiorización es el que marca el paso de una ética trágica a una ética fundada en la conciencia moral moderna. En sentidos similares y a la vez distintos, ver los planteamientos de Elias, Norbert (1987):

(continúa en la página siguiente)

Page 12: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARIOGRAHiAOt LA l'SKOiOGÍA CONTEMPORÁNEA 2 1

de interioridad, intimidad y autenticidad individual, se constituirá una repre­

sentación de persona referida al individuo y una concepción de subjetividad

anclada en la experiencia y los procesos privados tales como la conciencia,

los sentimientos y emociones íntimas, la biografía personal, los propios de­

seos y vocaciones"'.

El proceso que Figueiredo (2002a) ha llamado consolidación de la subjetivi­

dad privatizada, tiene en el siglo XVIil un momento de inflexión en que los

valores que orientaban la acción de las personas pasan a estar referidos al

mundo privado e ínt imo".

Durante todo el siglo XVIII lo que se va gestando es una representación

de persona caracterizada por el protagonismo de los valores y característi­

cas propias del mundo privado. Es decir, a partir del siglo XVIII las acciones

de las personas serán gradualmente "modeladas" por los criterios que defi­

nen lo propiamente íntimo y privado: los sentimientos, las emociones y la

conciencia que hacen de cada individuo un sujeto único, diferenciado e

intransferible.

El proceso de la civilización. Editorial Fondo de Cultura Económica, Madrid. Ricoeur, Paul (1982): Finitud y Culpabilidad. Editorial Taurus, Madr id. Taylor, Charles (1996): Fuentes del yo: la constnicción de la identidad moderna. Editorial Paidós, Barcelona. Scnnctt, Richard (1988): O dcciínio do homem público: as tiranías da intimidada. Edito­rial Companhia das Letras, Sao Paulo.

Aunque la historia del Sujeto Moderno, con sus múltiples refracciones (sujeto moral , sujeto de la razón, sujeto epistemológico y sujeto psicológico), remonta a la tradición cristiana y los renacimientos europeos, la subjetividad privatizada encuentra en el siglo XVIII los movimientos históricos claves para su configuración propiamente moderna. Es en este sentido que las Revoluciones Francesa e Industrial, la Reforma Protestante y la Ilustración, en sus versiones más disímiles, son centrales para la comprensión histórica de este largo proceso de constitución de una subjetividad que es, todavía, la represen­tac ión v igente y dominan te de la persona moderna . Sobre el largo proceso de subjetivación, ver: Figueiredo, L.C. (2002): A invenfao do psicológico: quatro sáculos de subjetivafao: 1500-1900. Editorial Escuta, Sao Paulo.

Este no es un proceso lineal como lo presentan Figueiredo y Sennett, sino que dialécti­co, porque también se puede decir que el resplandor de lo público es una de las principales características del proyecto moderno y de las sociedades modernas. El ambiguo diagnóstico de Hannah Arendt sobre la Modernidad expresa su reconocimien­to del despliegue de lo públ ico en las sociedades modernas y de su permanente riesgo de desvanecimiento. Asimismo, individuo y sociedad se refieren a una totalidad dialé­ctica en que sólo es posible encontrar individuos en relaciones sociales o, dicho de otro modo, los procesos de individual ización se dan anclados en lazos sociales. Sobre el concepto de lo público en Arendt ver: Hi lb, Claudia (1994): El resplandor de lo público: en torno a hiannah Arendt. Editorial Nueva Sociedad, Caracas.

Page 13: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIAN/\ KAULINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

Dicho de otro modo, las conductas en el espacio público son positivamente

valoradas cuando expresan los valores de la privacidad: autenticidad, sinceri­

dad y expresión de los sentimientos y pensamientos que representan lo más

propio de cada uno'^ Estos valores, consagrados por el siglo XVIII, se han ex­

tendido, intensificado y tematizado durante los siglos XIX y XX. Aunque el

debate en torno a la superación de la Modernidad plantee la obsolescencia de

la noción de sujeto moderno, sería muy apresurado el darse por agotada una

representación de subjetividad caracterizada por el mirarse hacia sí misma y a

considerar a cada uno como individuo particular que alberga una verdad inte­

rior, una biografía e historia de vida y unos proyectos de futuro que le confieren

una autenticidad y autonomía inspiradas, manifiestamente, por el horizonte

normativo y ético de la Modernidad.

No obstante, lo anterior no implica abstenerse de la crítica a esta noción de

subjetividad o a los percances históricos que han solicitado y, a la vez, obsta­

culizado el desarrollo de una noción ilustrada o moderna de sujeto. En este

sentido, la subjetividad moderna privatizada, orientada por los ideales ilustra­

dos y románticos'^ ha sido sistemáticamente traicionada por los contextos

históricos y sociales de los últimos dos siglos. En nombre de la libertad y auten­

ticidad se han justificado las mayores atrocidades de la histona de la humanidad.

Una barbarie que expresa, entre otras, una tensión profunda entre el ideal

de libertad individual y las demandas de control social. Apenas se esbozaron

Indudablemente, entre los ideales de la Revolución Francesa, la Reforma Protestante y las variadas versiones de la Ilustración, se encuentran los valores y dispositivos que han representado un innegable asidero para la concepción de la subjet iv idad moderna pr ivat izada. Los ideales de l ibertad personal y de los pueblos, la va lorac ión de la autonomía respecto a la tradición, la internalización e individualización de la respon­sabilidad moral mediada por la conciencia y el ju ic io interno de cada uno, el devenir individual y social como posibilidades de autodesarrollo y autorealización, son algunas ejemplos de cómo ciertos procesos históricos conllevan transformaciones que trascien­den al contexto de su inmediatez.

El movimiento romántico representa la otra faz de la Ilustración. Aunque haya significa­do, en general, una crítica a la racionalidad planteada por algunas perspectivas de la(s) llustración(es), no sería adecuado designar al Romanticismo como un movimiento con­trario a la Modernidad, como lo hace Michael Lowy en Lowy, Michael y Sayre, Robert (1995): Revolta e Melancolía: o romantismo na contramao da modernidade. Editorial Vozes, Petrópolis. Hay que recordar que muchos autores posteriormente clasificados como románticos, ejercieron con sus obras lo más preciado de la Ilustración: la crítica y la reflexividad como dispositivos de emancipación de aquellas tradiciones que con­vocan a la adhesión y no a la libre elección.

Page 14: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARIOCKAI'ÍA nc LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA 2 3

los rasgos de la subjetividad moderna, se tornaron evidentes las contradiccio­

nes a las que estaría sometida.

Es en el marco de estas tensiones o contradicciones que se configura el

objeto propio de la psicología. Así, el objeto de la psicología, todavía siguien­

do a Figueiredo, no se refiere tanto a la subjetividad moderna sino que a su

crisis. Crisis derivada del derrocamiento de una ilusión: la de pensar que los

sujetos son libres y autónomos. El saber psicológico se constituye a partir de un

espacio de ignorancia acerca de la experiencia subjetiva, espacio configurado

y delimitado, sin embargo, por ios discursos liberal, romántico y de control

social que intentan dar cuenta de aquello que marca, fundamentalmente, la

diferencia del sujeto moderno: la libertad y autonomía individuales. La psico­

logía emerge en un escenario que exhorta a la reconciliación entre los nuevos

ideales individuales de libertad y los contextos de producción industrial, convi­

vencia ciudadana y constitución y consolidación de los Estados Nacionales.

En última instancia, la subjetividad privatizada -singular y libre para crear,

elegir valores y producir los bienes materiales y simbólicos como son los de la

propia ciencia- debe ser controlada a través de distintas estrategias educacio­

nales, médicas, jurídicas y, desde luego, psicológicas. El gran desafío está en

compatibilizar la doble demanda por orden social y libertad individual, aun­

que no sea adecuado homologar el orden social a las formas de control social.

Un desafío que corresponde a la tensión entre autonomía y control que es

constitutiva del proyecto de la Modernidad"'.

De todos modos, la crisis de la subjetividad moderna termina por plantear a

la psicología la siguiente paradoja: al constituirse como un saber sobre lo pro­

piamente subjetivo - la experiencia subjetiva singular, intransferible y única de

cada uno- la psicología renunciaría al carácter nomotético del saber científi­

co; y al emprender el esfuerzo por alcanzar el estatuto científico con teorías

que explican las regularidades psíquicas y conductuales, la psicología pagaría

el precio de desistir de la propia subjetividad como su "objeto" de estudio

(Figueiredo; 2002b). Una paradoja que se observa en la aspiración de la psicología

Sobre la autonomía y control como constitutivos del proyecto moderno ver: Castoriadis, Cornelius (1990): El mundo fragmentado. Editorial Altamira, Buenos Aires, y Larraín, Jorge (2005): ¿América Latina moderna^ Globalización e Identidad. LOM Ediciones. Santiago de Chile.

Page 15: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADHIAMÍX KAUÍINÜ Y ANTONIO STECHIS (EDITORES)

por establecerse como saber autónomo, diferenciado de las otras ciencias so­

ciales, humanas y naturales. Consecuentemente, para alcanzar la autonomía

respecto a los otros saberes, la psicología podría plantearse como objeto propio

a la experiencia subjetiva que no se somete a las leyes de regularidad científi­

ca. Pero al hacerlo, conquistando de este modo su autonomía por medio de un

objeto que le es exclusivo, la psicología se invalidaría como ciencia pues este

objeto no sería susceptible al control científico. Por otro lado, si la psicología

optara por operar con los criterios de las ciencias naturales, terminaría compro­

metiendo su autonomía pues su objeto pasaría a fluctuar, en el mejor de los

casos, en las fronteras con los otros saberes.

Así, según Figueiredo, el objeto de la psicología, "la experiencia subjetiva

de ios individuos, sólo puede ser abordado científicamente si de alguna mane­

ra fuese superado; es decir, la psicología está siempre siendo tentada a ir más

allá de la experiencia inmediata para comprenderla y para explicarla y, en

este esfuerzo, es natural que ella se aproxime a otras áreas del saber como la

biología y la sociología" (2002b:54)'\

Dos comentarios respecto a la paradoja planteada por Figueiredo. En primer

lugar, como ya se hizo notar anteriormente, lo propiamente psicológico se ha

constituido, histórica e institucionalmente, como un ámbito diferenciado áe lo

somático y lo biológico. Desde esta perspectiva, la psicología sólo cedería

terreno si la subjetividad -ya sea como un espacio interior e íntimo ya sea

como sujeto activo y l ibre- fuese somatizada o biologizada^^.

En segundo lugar la paradoja que plantea Figueiredo no está libre de controver­

sia. Esta dicotomía -que coloca como polos irreconciliables a la subjetividad en

tanto diferencia singularizada versus su regulación por leyes dilucidadas por las

teorías científicas que la homogeneizan- implica una forma específica de conce­

bir a la subjetividad. En este sentido, la paradoja sólo adquiere pleno sentido cuando

se refiere a una subjetividad totalizada, es decir, identificada con una libertad y

autonomía absolutas no mediadas por los otros y por las interacciones sociales.

En este sentido, si la conquista de autonomía de la psicología requiriera de

una incondicional renuncia a establecer ciertas regularidades y universalidades

Figueiredo, L. F. (2002). Psicología: una introducción-visión histórica de la psicología como ciencia. Editorial Universidad de Santiago. Santiago de Chile. Ver: Russo, |. (2002). O mundo PSI no Brasil. Editorial Zahar. Río de Janeiro.

Page 16: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARIOGRAriA [)F I A I'SKOICX.ÍA CONTEMPORÁNEA 2 5

a favor de un conocimiento acerca de las experiencias más propiamente subjeti­

vas, está claro que esta autonomía se pagaría con la propia disolución de la

psicología en tanto saber científico socialmente válido. Tal vez fuera más pru­

dente y fructífero plantear que el desafío de la psicología consiste en el

enfrentamiento de la tensión propia de la subjetividad moderna: la tensión entre

diferencia e identidad, regularidad y singularidad, libertad y pertenencia social.

Consecuentemente, la psicología está atravesada por esta ineludible ten­

sión entre las prácticas sociales-discursivas de emancipación y de control social.

En este sentido, están los que han elegido la homogeneización de las diferen­

cias subjetivas -a través de explicaciones científicas que las reducen a

mecanismos y leyes psíquicas ya sean conductuales, existenciales, cognitivas

o inconscientes- y están los que han optado por una defensa a ultranza de la

diferencia y singularidad absolutas. No obstante, una lectura más atenta del

campo de la psicología devela que en su gran mayoría, las alternativas expre­

san una suerte de tracción entre estos dos polos, denotando, de este modo, que

los compromisos de la psicología con los contextos socio-históricos son más

matizados de lo que la lógica binaria permite distinguir.

En este mismo sentido, habría que recordar que existen perspectivas que

conceptualizan a la libertad como una conquista humana viabilizada, en últi­

ma instancia, por el aumento del control material y del sí mismo. Por tanto, la

relación entre control y libertad no se restringe a unas interpretaciones

dicotómicas y binarias que terminan por ofrecer lecturas muy obtusas de las

dinámicas socio-históricas en las que las psicologías se han visto implicadas.

En otras palabras, cuando son referidas a la tensión entre libertad individual

y orden social, las psicologías mantienen relaciones mucho más ambiguas con

las prácticas de control y con las de emancipación, que unos contratos exclu­

sivos con unas o con otras. Lo anterior favorece a la defensa de la vocación

pluralista de la psicología pues reitera el carácter, también matizado y diverso,

de sus respuestas a las demandas sociales e individuales en contextos históri­

cos determinados.

Mantenidas algunas precauciones, para no borrar los tonos que confieren a

la psicología su carácter pluralista, habría que reconocer que el tema relativo

a los compromisos sociales de la psicología ha suscitado importantes contro­

versias. Desde luego que no son controversias exclusivas de la psicología sino

Page 17: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KAULINÜ Y ANTONIO STECHER (FDHORES)

que se extienden a las ciencias sociales y humanas en general. Sin embargo, este

debate en torno a los vínculos entre pensamiento, ciencia y sociedad se habría

tempranamente instalado en el campo de la reflexión filosófica en general y en

el ámbito de la epistemología, en particular. De este modo, una comprensión

más compleja de las relaciones de compromiso entre psicología y sociedad re­

quiere de un ejercicio de reconocimiento, aunque preliminar, de la diversidad

epistemológica que fundamenta a la pluralidad del campo de la psicología.

3. Psicología y Epistemología: matrices del pensamiento psicológico y el escenario filosófico contemporáneo

La reflexión acerca de las posibles relaciones entre ciencia, pensamiento y

sociedad tuvo como uno de sus primeros escenarios de confrontación el campo

filosófico-epistemológico. El debate a nivel filosófico habría convocado, por

un lado, a los defensores de una lógica científica heredera de la tradición

positivista y por otro, a los que responsabilizaban a las teorías y metodologías

de las ciencias naturales-positivistas, por el predominio de una razón instru­

mental-calculadora exclusivamente orientada hacia el dominio de la naturaleza,

las sociedades y los individuos.

A esta antigua controversia, que data de fines del siglo XIX e inicios del

siglo XX, se involucraron las posiciones filosóficas críticas y/o alternativas al

positivismo como fueron la hermenéutica (desde Dilthey hasta Heidegger), la

perspectiva v^íeberiana-marxista-freudiana de la escuela de Frankfurt, la

fenomenología de Husserl y los herederos de Nietzsche. Las alternativas al

positivismo, además de denunciar la función manipuladora e ideológica de la

lógica científica, procuraron ofrecer salidas para el malestar de la subjetividad

y del pensamiento occidental moderno. Gran parte de la diversidad del pensa­

miento filosófico de inicio del siglo XX se caracterizaba, entonces, por sus

críticas al positivismo y las alternativas trazadas giraban en torno a: 1) una

ontología que recuperaba el sentido del ser y, por ende, de las tradiciones; 2)

una crítica radical de las ideologías que identificaba a la razón instrumental y

la cultura de masas como subsidiarias de una barbarie que no era más que la

otra faz de la civil ización; y 3) un rescate del sentido de lo humano desde el

mundo de la vida intersubjetivamente compartido.

Además, las propuestas filosóficas del siglo pasado se han diversificado y mul­

tiplicado y a partir de algunas de sus tendencias surgieron tanto las perspectivas

Page 18: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR i I ¡GRAFÍA DE IAI'SICOLOCÍACONIEMPORÁNFA 2 7

filosóficas que mantienen actualmente a los neopositivismos bajo crítica, como

las filosofías que dilatando la crítica, alcanzaron a la propia modernidad y

abrieron paso a las filosofías de temp/epostmoderno. Por otra parte, el positivis­

mo de inicio del siglo XX se ha transmutado y dado origen a diferentes propuestas

filosóficas neopositivistas y desde el neopositivismo y la filosofía analítica, se

ha desarrollado una variedad de alternativas postpositivistas o postempiristas'^.

Ahora bien, en medio de la indudable complejidad que ha asumido la fi lo­

sofía contemporánea, es posible plantear unos criterios de reconocimiento del

carácter moderno de las distintas propuestas filosóficas. Según Jürgen Habermas

(1990:14), cuatro son los motivos del pensamiento filosófico moderno y que

caracterizan su ruptura con la tradición filosófica metafísica: a) su carácter

postmetafísico; b) el giro lingüístico; c) la inversión del primado de la teoría

sobre la praxis y; d) el carácter situado de la razón.

Estos serían los motivos que, según Habermas, impulsan al pensamiento

filosófico moderno. La renuncia a la metafísica significa el reconocimiento de

que no existe un lugar privilegiado desde el cual conocer la realidad o la

verdad sino que todo conocimiento es falible e históricamente situado. En este

sentido, la razón misma es histórica y se constituye en y como praxis social.

Asimismo, la conciencia humana ha perdido centralidad como concepto expli­

cativo y es sustituida por el lenguaje como fundamento de toda filosofía

poslmetafísica. Finalmente, a lo que renuncia el pensamiento postmetafísico

es a la omnicomprensión que es propia de la búsqueda metafísica de una uni­

dad explicativa primera o última de toda realidad.

Si bien es cierto que uno de los intereses de Habermas consiste en argumen­

tar a favor de una filosofía que, reconociendo su carácter postmetafísico, siguiera

existiendo como una forma de racionalidad diferenciada y particular, también

El debate de la epistemología contemporánea implica una complejidad que, claramen­te, no caracterizaba al escenario de surgimiento y af ianzamiento de la psicología moderna. En la actualidad, la situación es muy distinta, siendo la propia psicología en tanto ciencia empír ica, uno de los referentes para las investigaciones y la reflexión fi losófica acerca del conocimiento. El campo f i losófico-epistemológico contemporá­neo, además de las tradiciones de la fiermenéutica, la filosofía analítica, el racionalismo crítico, la teoría crítica y el postestructuralismo, está conformado por otras corrientes como el pragmatismo postempirista (Quine, Hanson y Davidson), el postposit ivismo (Kuhn, Feyerabend, Lakatos y Laudan) y el desarrollo de una epistemología sistémico-estructural que ha dado paso a distintas líneas de trabajo, entre ellas, la epistemología de la complej idad.

Page 19: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

es cierto que los motivos mencionados pueden configurarse como referencia

para la identificación del carácter más o menos metafi'sico de los fundamentos

epistemológicos de las psicologías contemporáneas. De este modo, los motivos

del pensamiento postmetafísico podrían reforzar el carácter crítico del concep­

to de matrices del pensamiento psicológico planteado por Figueiredo (2000)"*.

Con el concepto de matriz del pensamiento psicológico, Figueiredo or­

dena y exp i ic i ta los fundamentos f i losóf ico-ep is temológ icos de las

psicologías, identificando la relación entre las alternativas epistemológicas

y las distintas posiciones de las psicologías respecto a la tensión constituti­

va de la subjetividad moderna. En este sentido, los motivos del pensamiento

postmetafísico planteados por Habermas se sumarían a este loable ejercicio

crítico de Figueiredo que vincula los fundamentos epistemológicos con cier­

tas opciones, en última instancia, éticas respecto al sujeto y la subjetividad

moderna.

Según Figueiredo, el concepto de matriz es adecuado para ordenar el cam­

po plural de la psicología moderna, evitando las lógicas historicistas y positivistas

que ignoran las obligaciones incompatibles con que está comprometida la psi­

cología moderna. Estas discordancias internas al campo reproducen "en el plan

teórico la.ambigüedad de la posición de su objeto: el sujeto dominador y domi­

nado; el individuo liberado y reprimido" (2000: 26). De este modo, el concepto

de matriz podría acercarse más adecuadamente a este "compiejo de relacio­

nes sincrónicas, caracterizadas por el antagonismo ente diversas orientaciones

intelectuales irreductibles unas a las otras [iluminando] el significado de estas

doctrinas en el contexto de los conjuntos culturales del que participan y sus

relaciones con el proyecto autocontradictorio de constitución de la psicología

como ciencia independiente" (2000: 26).

De acuerdo a las investigaciones de Figueiredo, el campo de la psicología

moderna podría entenderse a partir de dos grandes matrices: la matriz

cientificista y las matrices romántica y postromántica. Estas dos matrices, a su

vez, se subdividen internamente en otras submatrices. Por un lado, la matriz

cientificista se subdivide en: a) matriz nomotética y cuantificadora; b) matriz

atomicista y mecanicista y; c) matriz funcionalista y organicista. Por otro lado.

Figueiredo, Luis Claudio (2000): Matrices do pensamiento psicológico. Editorial Vozes, Petrópolis, Brasil.

Page 20: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR I (KiKAríA i ir i A I'SICOI XJGÍA CONI (MHÍ )RÁNEA 2 9

la matriz romántica y postromántica se subdivide en: a) matriz vitalista y natu-

rista y; b) matrices comprensivas.

Si bien es cierto que estas subdivisiones son iluminadoras de ciertas oposi­

ciones que configuran el campo de la psicología de la mayor parte del siglo

XX, en las últimas décadas se ha asistido a diversos intentos de combinarlas

entre sí. Sin embargo, estas propuestas de complementariedad terminan, mu­

chas veces, por ocultar las contradicciones constitutivas de la psicología moderna

en nombre de un eclecticismo tranquilizador''*. En términos habermasianos,

estas tentativas vuelven a introducir, muchas veces y sorprendentemente, la

aspiración metafísica de omnicomprensión y de alcanzar una unidad explica­

tiva totalizadora.

Ahora bien, ¿cuáles son las características internas de cada matriz y submatriz

del pensamiento psicológico y cómo se vinculan con las principales tradicio­

nes de la psicología moderna? El esquema presentado a continuación, es una

síntesis de los argumentos de Luis Claudio Figueiredo (2000) que permite un

acercamiento a la pluralidad epistemológica de la psicología moderna. Sin

embargo, como todo esquema, es limitado, precario y hay que tener siempre

claro que todo pensamiento esquemático corre, inevitablemente, riesgos de

reducir la complejidad de los fenómenos y ocultar matices que son.esenciales

para la profundización teórica.

Habría que analizar cada caso en particular, de las tentativas de integración entre ciencia y filosofía o entre ciencias naturales y ciencias del espíritu. Como ya se mencio­nó en la nota 17, el escenario contemporáneo muestra una tendencia hacia la conver­gencia que matiza esta división propuesta por Figueiredo entre matrices cientificistas y románticas y postrománticas. Sin embargo, esta tendencia también está marcada por la diversidad en que la convergencia puede darse a través de un diálogo que no propone la integración hasta propuestas más radicales de uni f icación como el que propone Morin con el concepto de metasistcma abierto. La actualidad de este debate es central para la psicología, pues implica distintas consecuencias el asumir una perspectiva más o menos integradora de las diferencias. No obstante, éste no era el escenario de confor­mación y validación social de la psicología moderna, por tanto, el esquema de Figueiredo sigue siendo i luminador de los pr inc ipa les elementos f i losóf ico-ep is temológ icos configuradores de la pluralidad de la psicología moderna.

Page 21: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

AlíHIANA KAUL INO Y A N T O N I O STECHCR (EDirOKES)

Tabla 1. Matrices del pensamiento psicológico (Figueiredo)

MATRICES DEL PENSAMIENTO PSICOLÓGICO

MATRICES CIENTIFICISTAS

Son las que definen, según el modelo de las ciencias naturales, los criterios, procedimientos, lógicas y estructura

teórica para las psicologías científicas que comparten la premisa de que existe un orden natural para los

fenómenos psicológicos.

Matriz nomotética y cuantificadora - esta matriz es la que define la lógica y los proce­dimientos de una práctica teórica como científicamente válida, según los criterios de las ciencias naturales, orientando al in­vestigador en la búsqueda de un orden natural para los fenómenos psicológicos, a través de clasificaciones y leyes generales. Es una matriz en la que se integran todas las propuestas epistemológicas positivistas y neopositivistas.

Matriz atomicista y mecanicista - en rea­lidad, esta matriz estuvo presente en los primordios de la psicología moderna y orienta el investigador en su búsqueda de relaciones deterministas o probabiíísticas, de acuerdo a una n o c i ó n i i nea l y unidireccional de causalidad. La realidad está.constituida por elementos que, com­binados, causan mecánicamente los fenómenos complejos. Asimismo, defi­ne una temporalidad lineal y homogénea e incompatible con lo imprevisible y la acción transformadora e innovadora de los sujetos.

Matriz f uncionalista y organicista - esta es una matriz que sigue orientando a la psicología científica contemporánea. Ha ejercido un gran poder por su capaci­dad explicativa de los fenómenos vitales y psicológicos a través de los conceptos

MATRICES ROMÁNTICAS Y

POSTROMÁNTICAS

Son las que definen alternativas al modelo de las ciencias naturales, enfatizando lo específicamente humano que, para ser objeto de conocimiento, requiere de otras

lógicas, procedimientos y estructura teórica.

Matriz vitalista y naturista - esta matriz surge impulsada por una actitud intelec­tual de rechazo al cientificismo como modelo de conocimiento de la vida y del espíritu. Define la subjetividad en térmi­nos vitalistas, como por ejemplo: energía vital, armonía con la naturaleza, unidad integrada entre mente y cuerpo, etc. Ex­plica y orienta las intervenciones en el sentido de potenciar y promover la intui­ción, las vivencias inmediatas y auténticas, las sensaciones corporales, el flujo de la energía vital y la liberación emocional como expresión de lo propiamente vivo.

Matriz comprensiva - existen tres gran­des or ientac iones de la matr iz comprensiva: el historicismo ideográfico, los estructuralismos y la fenomenología. Aunque los est ruc tura l ismos y la fenomenología sean, en rigor, movimien­tos anti-románticos pues buscan alcanzar el rigor científico a través de la racionali­dad, las tres orientaciones comparten y se hacen cargo de una problemática instaurada por el romanticismo: la pro­blemática de la expresión, sus sentidos y significados. Lo que las unifica es la bús­queda de comprensión y/o explicación de la experiencia humana cultural y sim­bólicamente constituida. La comprensión

Page 22: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARTOGRAFÍA DE LA CSICOLOGIA CONTEMPORÁNEA .11

de función, estructura y génesis. La tem­poral idad, el valor y el signif icado encuentran las condiciones de inteligi­bilidad científica. El conflicto indica un desequilibrio o una patología que per­turba la armonía funcional que debe ser restablecida para lograrse una adecua­da adaptación.

de los sentidos y significados tiene como horizonte la comunicación y la realidad en las formas simbólicas y/o expresio­nes de la subjetividad volcadas hacia la comunicación.

El historicismo ideográfico corresponde a las primeras hermenéuticas modernas. Sin embargo, sus límites metodológicos para conocer las experiencias inmediatas die­ron paso a la hermenéutica entendida en tanto reconstrucción del sentido a través de la interpretación. Consecuentemente, se introduce la problemática de la verdad acerca de la validez de las interpretacio­nes como uno de los pr inc ipa les problemas metodológicos de la herme­néutica moderna.

En términos epistemológicos, la matriz cientificista se vincula a la tradición

positivista y neopositivista. En el caso de la matriz nomotética y cuantificadora,

son las exigencias positivistas de buscar teorías universales que diesen cuenta

del orden natural y los requerimientos metodológicos de medic ión y

formalización matemática, los rasgos característicos de las psicologías que se

orientaron por esta matriz. Son los casos de las psicologías experimentales, la

psicometría y la psicología diferencial. En todos estos ejemplos, se trata de

mensurar variables psicológicas, clasificándolas según sus correlaciones o las

diferencias y semejanzas. Esta es una tendencia, por ejemplo, de gran parte de

la psicología inglesa caracterizada por el análisis factorial de la personalidad.

Sin embargo, la noción de matriz busca ir más allá del ámbito exclusivo de la

epistemología e integra, por tanto, los dos modelos explicativos que posibilitaron

la traducción de los fenómenos psicológicos y subjetivos en regularidades some­

tidas a determinadas leyes psicológicas. El mecanicismo y el funcionalismo, que

se orientaron por las exigencias epistemológicas del positivismo clásico, del

positivismo lógico y, más recientemente, del racionalismo crítico, fueron mode­

los teóricos que permitieron a la psicología un conjunto de explicaciones científicas

de la acción humana. En el caso del mecanicismo, el conductismo clásico de

Watson es paradigmático: la acción humana es el resultado de un estímulo am­

biental, es decir, es un movimiento mecánico de respuesta a un estímulo.

Page 23: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHUR (EDIIORES)

Sin embargo, los límites del mecanicismo para explicar los fenómenos vita­

les de la evolución que implican la temporalidad, la reproducción y las

diferencias individuales, son superados por el modelo funcionalista que ha sido

un poderoso referente para el desarrollo de la psicología científica. El basarse

en la lógica y presupuestos funcionalistas fue, indudablemente, una de las

principales razones del éxito del conductismo radical de Skinner. En este sen­

tido, pareciera más adecuado ajustar la crítica al neoconductismo y reconocer

que la concepción skinneriana de sujeto no es mecanicista sino funcionalista.

Por tanto, no se trata de individuos que responden mecánicamente al ambien­

te, sino de organismos activos que tienen una meta: el equilibrio adaptativo y

la evolución de la especie. Desde luego, la fidelidad de Skinner al positivismo

lógico lo obliga a considerar como objeto de conocimiento científico sólo a los

fenómenos observables. Asimismo, son la medición y el control de los fenóme­

nos las exigencias metodológicas ineludibles para una psicología científica

como la que aspiraba Skinner con la ciencia de la conducta. Consecuentemen­

te, si bien es cierto que para el neoconductismo el hombre no es una máquina

pasiva, su compromiso sigue siendo con el interés que orienta toda ciencia: el

control del objeto. Asimismo, el énfasis en la adaptación ha sido uno de los

focos centrales de crítica al neoconductismo, que reduce las acciones huma­

nas a un determinismo ambiental a ultranza.

Ahora bien, desde la matriz funcionalista se han desarrollado otras tradicio­

nes teóricas en psicología, como por ejemplo, el constructivismo de Piaget,

algunas tendencias de la psicología sistémica clínica y organizacional y de cier­

tas expresiones del cognitivismo. Asimismo, es posible reconocer la presencia

de ciertas lógicas funcionalistas en el modelo explicativo freudiano, representa­

das por las nociones de equilibrio energético como meta, de génesis y de

funcionalidad adaptativa de los fenómenos psíquicos, incluso de ios aparente­

mente sin sentido o directamente considerados como anormales o patológicos.

No obstante, uno de los aspectos más relevantes de la matriz cientificista

para la psicología se refiere a la concepción de subjetividad que de ella se

desprende. En este sentido, las psicologías que se acercan más o menos a los

criterios de la matriz cientificista, tienden a homogeneizar las diferencias y

singularidades individuales, a rechazar o funcionalizar los conflictos y contra­

dicciones y a naturalizar los ámbitos histórico-culturales constitutivos de la

subjetividad.

Page 24: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARríXKAFÍADE LA l'SICOI OCIA CONIFMPORÁNFA 3 . 3

En términos habermasianos, aunque la psicología científica haya reconoci­

do la centralidad del lenguaje, la prioridad de la praxis y la falibilidad del

conocimiento científico, en muchos casos sigue presente la resistencia en aceptar

el carácter históricamente situado e implicado de la razón, y por ende, de sus

teorías y de los propios investigadores^". Lo que sería un rasgo metafísico según

tos planteamientos de Habermas, puede ser leído, según Figueiredo, como el

carácter ideológico de la psicología científica que se orienta por la matriz

cientificista. Para Figueiredo, "el extender el pensamiento nomotético y

cuantificador a todas las formas y niveles de fenómenos psicológicos y

conductuales, sin revelar, por medio de la reflexión crítica, los orígenes socio-

culturales de sus propias posibilidades de existencia, hace que la psicología

científica contribuya a la legitimación de ciertas prácticas sociales y de intere­

ses a ellas asociados. Asume, por tanto, sin que ello niegue su carácter científico,

una función ideológica" (2000: 56).

Es precisamente esta crítica a la racionalidad científica e instrumental uno

de los puntos de encuentro entre las diversas perspectivas que se despliegan de

la matriz romántica. El vitalismo y la hermenéutica, de inspiración nítidamen­

te romántica, se posicionan no sólo como alternativas sino como críticas que

muestran las implicancias nefastas del dominio de la razón instrumental por

sobre la vida o el ser. Ambas perspectivas, además, tienen como preocupación

la aprehensión de la experiencia o vivencia subjetiva, en oposición a los obje­

tivos instrumentales de la lógica y los métodos de las ciencias naturales.

En particular, el vitalismo de Henri Bergson, reconocido por sus plantea­

mientos acerca de la evolución creadora, la energía vi tal , la mística y

aprehensión intuitiva de los fenómenos vitales, invita al desarrollo de la facul­

tad estética capaz de promover la unión entre individuo y el flujo vital. En este

sentido, aunque Bergson no rechace la razón científica, la considera inadecua­

da para la aprehensión de las experiencias subjetivas o espirituales. Por ende.

Esta tendencia ha perdido vigor en las ciencias empíricas a partir de los años sesenta con la devaluación del presupuesto naturalista y el reconocimiento, por parte de las ciencias naturales, de ciertos presupuestos casi idealistas. Reconocimiento expresado tanto por la aceptación neoanalítica y postempirista de que "la observación se encuen­tra cargada de teoría" como por la visión construccionista de la epistemología sistémico-estructural según la cual "construimos la realidad antes de formar el teatro de nuestras experiencias". D'Agostini, Franca (2000): Analíticos y Continentales: guía de la filosofía de los últimos treinta años. Editorial Cátedra, Madrid.

Page 25: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIAM-X K A U U N O V ANiüNioSiECHtR (FDITORES)

para el vitalismo bergsoniano, es la intuición que, convertida en método, propi­

cia la reconciliación con lo inmediato. Como recuerda Gilíes Deleuze, "la intuición

es más bien el movimiento por el que salimos de nuestra propia duración, por el

que nos servimos de nuestra duración para afirmar y reconocer inmediatamente

la existencia de otras duraciones por encima o por debajo de nosotros" (Deleuze;

1996: 31)^'. Así, también para el vitalismo el encuentro con el otro es central.

Quizás no tanto en términos de comunicación sino de aprehensión de la viven­

cia de otro, relevando de algún modo la experiencia de la empatia.

Es muy notoria la presencia de las orientaciones vitalistas en algunas pro­

puestas psicológicas de lo que se puede llamar el Humanismo romántico. Las

psicologías humanistas, en general, relevan los discursos estetizantes, la pro­

mesa y esperanza del encuentro fluido entre sujeto y vida, la mística de la

libertad, el vitalismo energético, la autorrealización y creación individuales,

la liberación de la energía vital y la eliminación de las represiones sociales. Se

presentan, muchas veces, en contra del pensamiento conceptual, valorizando

las experiencias presimbólicas como las más cercanas a la autenticidad o ver­

dad de la vivencia personal única e intransferible.

En la estela del romanticismo, los planteamientos vitalistas comparten con

la hermenéutica ontológica de Heidegger, la búsqueda de la verdad y autenti­

cidad individual. Son perspectivas que valoran la singularidad subjetiva y la

búsqueda individual de la verdad. Sin embargo, esta búsqueda de autenticidad

es posible porque hay siempre una dimensión que trasciende al individuo; una

totalidad que permite el encuentro individual con su propia verdad. En el

vitalismo, es el reconectarse con el flujo vital; en la hermenéutica, es el abrir­

se al sentido del Ser y reconocerse como pertinente a un horizonte configurado

por la tradición.

Ahora bien, según Figueiredo los riesgos ideológicos de los planteamientos

anteriores, consisten en un cierto irracionalismo conformista al que puede dar

paso. Efectivamente, no es inusual encontrar ciertas propuestas psicológicas

que, al enfatizar la autorrealización personal y la liberación de los sentimientos

y de la energía vital, terminan por suponer una armonía entre sociedad e indivi­

duo que implicaría en la superación de los conflictos sociales. Dicho de otro

modo, lo ideológico estriba en hacer creer que los conflictos y normas sociales

Deleuze, Gilíes (1996): El bergsonismo. Editorial Cátedra, Madrid.

Page 26: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR I OGRAFIA Í)( I A P.SICOI t)GiA CON i EMPORÁNFA 3 5

que constituyen la subjetividad son compatibles con la liberación individual.

Lo curioso consiste en que el punto de partida de las psicologías humanistas es,

precisamente, la crítica a las normas e imposiciones sociales alienantes. Sin

embargo, sus planteamientos han llevado, muchas veces, al irracionalismo

conformista al que alude Figueiredo. Es decir, a una desvaloración de la crítica

racional y transformadora de lo social en nombre de un repliegue hacia sí

mismo en búsqueda de la autorrealización personal. En términos habermasianos,

en estos casos la vuel ta a la metafísica radica en la t o ta l i zac ión

omnicomprensiva ya sea de la dimensión estética, ya sea del propio lenguaje.

Desde luego, las psicologías humanistas se han encargado en las últimas

décadas de superar sus limitaciones. En este sentido, se han tomado distintos

caminos, desde una radicalización de sus principios en búsqueda de experien­

cias de orden místico hasta el diálogo con las actuales perspectivas de las ciencias

cognitivas. En el último caso, se busca fortalecer los fundamentos biológicos

por una parte, y el análisis de la dimensión simbólica, por otra, intencionando el

afianzamiento y validación científica de la perspectiva humanista.

Aunque sea controversial el llamar de postrománticas las matrices com­

prensivas representadas por la fenomenología y el estructuralismo, su pertinencia

se refiere a marcar una diferencia con las perspectivas anteriores que son,

claramente, contrarias a la racionalidad en general y la científica en particu­

lar. Tanto la fenomenología de Husserl como el estructuralismo son intentos

de brindar a las ciencias humanas y sociales, sólidos fundamentos racionales

-teóricos y metodológicos-que las validaran como ciencias objetivas. Si bien

es cierto que ambos reconocen las limitaciones de los métodos de las ciencias

naturales para dar cuenta de los objetos de las ciencias humanas y sociales, es

precisamente la búsqueda de una racionalidad propia a estas ciencias lo que

caracteriza a los esfuerzos tanto del estructuralismo como de la fenomenología.

No obstante, si bien es cierto que ambas perspectivas desarrollan métodos

racionales y rigurosos para las ciencias humanas y sociales, también es cierto

que uno de los motivos que las impulsaron en esta dirección se refiere a una

problemática propiamente romántica: la del significado o sentido de las expre­

siones humanas. Es decir, los métodos rigurosos propuestos por la fenomenología

y el estructuralismo permitirían responder a una de las principales problemáticas

planteadas por el historicismo ideográfico o la hermenéutica de Dilthey: el pro­

blema de la verdad de la interpretación. Por tanto, el criterio para su inclusión

Page 27: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADl•!lAN.̂ KAULINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

como matrices comprensivas, es la centralidad que en estas perspectivas ad­

quiere la expresión humana y, por ende, el énfasis en las nociones de

comunicación, sentido, significado y verdad.

En el caso específico de la fenomenología, su influencia ha sido notoria en

las ciencias humanas en general, y en la psicología en particular. Los concep­

tos fenomenológicos de intencionalidad, temporalidad y horizonte de conciencia

han aportado a las diferentes orientaciones de las psicologías humanistas, fun­

damentos teóricos sólidos para sus modelos conceptuales y sus técnicas de

intervención. El concepto de conciencia intencional permitió la descripción

fenomenológica de las diferentes formas de relación del sujeto con su mundo.

En este sentido, la conciencia es la mediadora entre sujeto y objeto, superando

el problema del introspeccionismo pues no se trata de algo que está en el

interior de la conciencia, sino de la discriminación de la intencionalidad en

sus manifestaciones corporales, conductuales y simbólicas.

Asimismo, la descripción fenomenológica de las formas de temporalidad en

los diferentes modos intencionales (percepción, recuerdo e imaginación) y en

tas diferentes regiones ortológicas, permitirían una aprehensión de la esencia

de las experiencias subjetivas sin la interferencia de prejuicios o interpretacio­

nes fundadas en modelos teóricos homogeneizadores de la singularidad de las

personas. Finalmente, el concepto de horizonte se refiere a una potencialidad

implícita desde la cual el objeto adquiere sentido para el sujeto. Así, la des­

cripción fenomenológica es capaz de iluminar el significado oculto de las

vivencias, aclarando el horizonte de experiencias virtuales en ellas implicado.

Asimismo, las llamadas fenomenologías regionales -del juego, de la expe­

riencia estética, práctica, sagrada y profana, de las relaciones interpersonales y

conductas éticas, etc.- revelarían lo que hay de específico, en cada una de estas

regiones, con relación al sujeto y su mundo, a las formas típicas de temporalidad

y la naturaleza de los horizontes que ahí configuran las vivencias concretas.

Por último, la presencia de la fenomenología en la psicología incluye los

aportes de autores más cercanos al romanticismo, como M. Scheler, y de la

corriente existencialista que tiene como objetivo el análisis y la descripción

de la existencia concreta. Durante gran parte del siglo XX, las principales

expresiones en la psicología de la fenomenología y sus variaciones, se dieron

en la psicopatología de Jaspers, en la analítica existencial de Binswanger

Page 28: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAK roGRAriA ot: LA csitoiociA CONIFMPORÁNFA 3 7

y en la antipsiquiatría existencial marxista de Cooper y Laing. Asimismo, la

hermenéutica de Heidegger, Ricoeur y Gadamer ha orientado a la psicología

social de Gergen y las lecturas del psicoanálisis de Lorenzer y Habermas.

Según Figueiredo, el caso del psicoanálisis es el más complejo de incluir en

una u otra matriz del pensamiento psicológico. Para este autor, el psicoanálisis

habría logrado una síntesis original entre ambas matrices, pues conjugaría ele­

mentos cientificistas y funcionalistas con otros propios de las matrices

comprensivas. Esto porque, junto con la lógica funcionalista, el psicoanálisis

enfatiza la irreductibilidad del conflicto psíquico como el constituyente de la

subjetividad. En este sentido, la noción de conflicto, tan particular al romanti­

cismo, es central para la arquitectura teórica psicoanalítica: conflicto entre

individuo y sociedad o entre pulsión y cultura, entre pulsión de vida y pulsión

de muerte o entre Eros y Janatos, y entre las instancias psíquicas del yo, ello y

súperyo. Por tanto, el equilibrio para el psicoanálisis entre cualquiera de estas

instancias es siempre muy precario e inestable, requiriendo un trabajo perma­

nente tanto de los sujetos como de la cultura. >

Además, lo que para la lógica estrictamente funcionalista pudiera aparecer

como patológico o amenazante, para el psicoanálisis puede significar una pro­

mesa de cambio subjetivo. Si en el Romanticismo todo organismo es una

expresión que debe ser descifrada, la tarea compresiva e interpretativa debe

resaltar a las diferencias, desapareciendo el privilegio del organismo normal

por sobre el anormal. Así, para Figueiredo, el síntoma en psicoanálisis es una

expresividad funcional y parte de la importancia de Freud residiría en la de­

mostración de que existe una funcionalidad subyacente a la expresión,

compatibilizando las nociones de forma adaptativa (funcional) con forma ex­

presiva (romántica). Finalmente, la centralidad de la interpretación haría del

psicoanálisis una ciencia mediata del sentido, y por ende, antifenomenológica

y que permite, entonces, una lectura estructuralista.

Ahora bien, uno de los límites del concepto de matriz del pensamiento

psicológico, consiste en dejar sin lugar una de las principales tradiciones del

pensamiento filosófico occidental: el marxismo y la teoría crítica. En este sen­

tido, la dialéctica desde Hegel hasta la Escuela de Frankfurt, no aparece como

uno de los fundamentos epistemológicos de algunas psicologías modernas, en

particular, aquellas que asumieron la tarea de crítica social. De este modo.

Page 29: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

Ai5RiAN,'\ KAUL INO Y A N T O N I O Si ECHCR (EDITOKB)

toda una tradición de la psicología permanece en la opacidad, incluyendo las

tendencias críticas del psicoanálisis, que relevan, particularmente, los funda­

mentos dialécticos de los planteamientos teóricos y metodológicos de Freud.

Acaso el develar el movimiento dialéctico presente en la obra freudiana,

permitiría entender que no se trata de una simple combinación entre lo cien­

tífico y lo romántico, o entre el positivismo y la hermenéutica. Acaso sería la

dialéctica misma de los fenómenos la que obligaría a Freud a emprender, per­

manentemente, estos dobles y muchas veces, contradictorios, movimientos

teóricos. De esta forma, para el psicoanálisis en particular, se suman a los

riesgos metafísicos del positivismo que no reconoce el carácter histórico de la

razón, y a los riesgos de una hermenéutica que totaliza el lenguaje, los peli­

gros de una dialéctica que no renuncia alcanzar una síntesis totalizante y

universal. Desde luego, más que una respuesta tajante, lo anterior plantea una

tarea pendiente: el análisis del amplio campo psicoanalítico desde estas cla­

ves epistemológicas.

De todos modos, para la crítica, son las implicancias normativas y éticas las

que impulsan una investigación de los fundamentos epistemológicos que carac­

terizan al pluralismo de la psicología moderna y contemporánea. Por tanto, el

concepto de matriz sigue siendo, particularmente, eficaz para mostrar las dis­

tintas filiaciones epistemológicas de las psicologías según criterios que las sitúan

respecto a ciertas responsabilidades éticas que, muchas veces, no son explicitadas.

Elementos como el control instrumental, la comprensión intuitiva, el entendi­

miento dialógico, la emancipación y el estatuto del conflicto y las contradicciones

sociales en las intervenciones y teorías, son iluminadores de los ineludibles

compromisos éticos de la ciencia en general y de las psicologías en particular.

4 . Conclusiones: ética y plural ismo o hacia un más al lá de la

prescripción normativa

La legitimación del proyecto de una psicología pluralista requiere, enton­

ces, del reconoc im ien to de la va l idez de las dist intas propuestas

teórico-metodológicas que componen el campo disciplinario de la psicología.

Este reconocimiento implica el identificar los fundamentos epistemológicos

y/o la pertenencia de las diversas perspectivas a las matrices planteadas por

Figueiredo. Asimismo, habría que discriminar los alcances o implicancias éti­

co-normativas de estas perspectivas. El pluralismo es justificado una vez que.

Page 30: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

C A K I O G R A N A D I : lAI'ÜICOI.CX.lACONTrMPORÁNFA •{•)

examinadas desde una triple dimensión de análisis compuesta por lo histórico,

lo epistemológico y lo ético, cada perspectiva psicológica aclarase la validez

de sus planteamientos sin excluir, por oposición simplista, a otras perspectivas.

Si no es razonable afirmar que la matriz cientificista es más legítima que la

romántica o postromántica, tampoco sería sensato el suponer que está más

justificada una ética liberal que una comunitarista. Es importante para los psi­

cólogos, saber analizar y reflexionar permanentemente, acerca de las

imbricaciones entre las teorías y técnicas con las que trabaja y los plantea­

mientos éticos que configuran el debate social sobre lo justo e injusto, el bien

y el mal, lo correcto e incorrecto respecto a las normas y las conductas mora­

les. Es en este diálogo que se legitiman y justifican las acciones pues, en las

sociedades modernas se ha renunciado, también en el ámbito de la ética, a la

fundamentación metafísica y última de las decisiones morales.

Ahora bien, históricamente, es posible alinear las distintas tradiciones de la

psicología con por lo menos tres grandes marcos discursivos que se configura­

ron en el siglo XIX: los discursos del liberalismo, el utilitarismo y el romanticismo

(Figueiredo, 2002). Cada una de estas prácticas discursivas implica distintos

posicionamientos éticos con relación al horizonte normativo de la modernidad

comprometido con la libertad, la igualdad y la fraternidad^^ Dicho en términos

más actuales, con la autonomía, la justicia y la solidaridad. Aunque no sea

prudente situar, de forma exclusiva, las tradiciones psicológicas al interior de

uno de estos discursos, sí es.iluminador mostrar cómo las distintas psicologías

se acercan más o menos a cada uno de ellos o se sitúan en la tensión existente

entre ellos. Este análisis requiere el trabajar con el propio objeto de origen de

la psicología moderna: la subjetividad privatizada.

El campo discursivo del siglo XIX, conformado por los discursos liberal, uti­

litarista (o el conjunto de las prácticas disciplinares) y romántico, entrega un

marco de referencia para concebir este fenómeno propiamente moderno: la

subjetividad privatizada. Desde el discurso liberal, la subjetividad privatizada

se refiere a un sujeto libre por derecho cuya interioridad se revela a través de un

yo estable que se conforma en los procesos de socialización. El ideal de sujeto

En tanto prácticas discursivas, impl ican 3 formas de pensar y practicar la vida en sociedad. Ver sobre el tema: Figueiredo (2002): A invengao do psicológico: quatro seculos de subjetivación 1500-1900. Editorial Escuta, Sao Paulo.

Page 31: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KAUIINO YANIONIOSTKHCK (FDHORES)

para el discurso liberal consiste en una identidad bien lograda, estable, autóno­

ma porque es capaz de autorregulación. Esta es la garantía liberal de la

convivencia social que no debería solicitar la intervención del Estado para

regular las relaciones sociales. Es el yo autorregulado el que controla y condu­

ce a ios sujetos a una convivencia pacífica en la que se respetan el derecho a

la libertad de cada uno.

Asimismo, es la libertad individual la que permite a cada individuo ser el

artífice de su propia vida privada, es decir, concierne sólo a cada individuo qué

hacer con su propia existencia y decidir qué es lo mejor para sí mismo. La

única exigencia es el respeto a la libertad del otro que implica, desde luego,

un saber ponerse en el lugar del otro. En este sentido, no se trata de un indivi­

dualismo a ultranza pues, en una sociedad liberal, los individuos se vuelven

autónomos y autorregulados por medio de sus relaciones con los otros. Final­

mente, hay una separación nítida entre los ámbitos de lo público referente a las

leyes, las convenciones y el principio de la racionalidad y funcionalidad, y de

lo privado que expresa el espacio del ejercicio de la libertad individual.

Al campo discursivo del romanticismo están inscritos otros valores, como la

espontaneidad impulsiva y la autenticidad, la relación entre hombre y natura­

leza, los sentimientos profundos y el desarrollo de la espiritualidad. En este

marco discursivo, la subjetividad no está delimitada por una identidad estable

y autocontrolada, al contrario, se exhorta a las experiencias de disolución,

desagregación del yo, de trasgresión de los límites impuestos por la sociedad y

las convenciones sociales.

No es casual la existencia de historias personales marcadas por la enferme­

dad, los excesos, la locura y la muerte. Para el romanticismo, el desarrollo del

espíritu y la liberación de los límites que reprimen la autenticidad subjetiva,

implican el romper con lo establecido por las normas sociales plasmadas en un

yo inauténtico que responde a las demandas de las convenciones y reglas que

no respetan la relación entre el hombre y su propia naturaleza. La identidad

romántica es, entonces, inestable, fluctuante, imprevisible e intensa. Lln espí­

ritu desarrollado es el que se reconecta, a través de la experiencia, con los

valores de las tradiciones, de las comunidades y con sus propios impulsos y

deseos. Por tanto, hay un énfasis en la singularidad subjetiva y, consecuente­

mente, en la diversidad de los proyectos de vida individuales. Sin embargo.

Page 32: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAKIOCRAr iA [ } [ LA l'SICXILOGÍA CON TEMPORÁNEA 4 1

este énfasis convive con la tendencia a la valoración de figuras carismáticas

capaces de orientar el desarrollo espiritual. Coexisten, por tanto, un ideal liber­

tario con la exaltación de una cierta jerarqufa ordenada según los niveles de

logro de desarrollo espiritual.

Finalmente, para las prácticas disciplinarias, una identidad bien lograda es

la más funcional a la felicidad global de la colectividad. La libertad individual

debe ser orientada hacia el logro de la mayor felicidad posible al mayor núme­

ro de personas. En este sentido, se exaltan a las distintas técnicas de control y

moldeamiento de las subjetividades que son, or ig inalmente, débi les,

estructuradas y susceptibles de manipulación. Hay un giro de énfasis desde los

derechos individuales hacia las consecuencias de las normas y leyes sobre la

colectividad. En el caso de la propuesta utilitarista es posible reconocerla como

una "versión racionalista, constructiva y tecnócrata del liberalismo"^-' en la

cual el Estado no sólo puede como debe interferir en la libertad personal con

miras a la felicidad de la comunidad. No sólo el Estado sino que las distintas

agencias disciplinadoras y la propia familia son las responsables por la sociali­

zación y normalización de los individuos.

Ahora bien, hay claras afinidades éticas entre las propuestas de la psicolo­

gía moderna y los discursos anteriores. Las más evidentes son las que existen

entre el conductismo y el neoconductismo y la tensión entre los discursos disci­

plinarios y liberal. Para la tradición comportamentalista, el ideal de una identidad

autocontrolada sigue presente, pero los medios para lograrla son la planifica­

ción e intervención modeladora de las individualidades. En esta tradición, se

busca la conciliación, a través de reformas sociales, entre los ideales ilustrados

de igualdad y libertad. Walden II, la famosa novela de Skinner, es una eviden­

cia de este esfuerzo. Obviamente, que una igualdad pensada desde estos criterios

puede terminar significando la simple y llana adaptación de los individuos a

las sociedades existentes.

Otras afinidades éticas se muestran entre el psicoanálisis freudiano y los ideales

románticos y liberales. Algunas perspectivas psicoanalíticas se acercan más al

liberalismo, como por ejemplo, la psicología del self y otras más a los ideales

románticos, como el caso de algunas propuestas inspiradas por la lectura lacaniana

Ib.ld., pág.132.

Page 33: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

42 ADRIANA KAULINO Y AN IONIO STECHCR (EDITORES)

del psicoanálisis. En el primer caso, cobra relevancia el fortalecimiento del yo

" que se expresaría en una mayor autonomía y estabilidad de la identidad perso­

nal. En el segundo, el fortalecimiento del yo puede ser interpretado como un

énfasis desmedido y riesgoso en una dimensión psíquica imaginaria, y por tan­

to, podría estar a servicio de la alienación del sujeto respecto a su deseo. En

esta perspectiva, las dinámicas pulsionales tienen una notable preeminencia

en la explicación de la dialéctica entre naturaleza y cultura. En todo caso, en

ambas perspectivas, el valor de la individualidad y singularidad subjetiva si­

gue como orientador de sus prácticas de intervención. No obstante, para la

perspectiva de inspiración lacaniana la psicología del yo, lejos de fomentar la

singularización, contribuye a la homogeneización y adaptación de los sujetos

mientras que para los psicoanálisis más centrados en el fortalecimiento del yo,

la perspectiva lacaniana sufriría de cierto pesimismo oscurantista respecto a

las posibilidades de la libertad individual.

La tradición de las psicologías humanistas también se acerca a los valores

románticos y liberales. La terapia no directiva de Rogers, aunque presente cier­

ta sintonía con los valores románticos está, a su vez, clara y éticamente

comprometida con los ideales liberales de autorrealización, libertad personal y

autonomía individual. No obstante, hay otras expresiones de la psicología hu­

manista que están más próximas de los ideales románticos y disciplinarios. En

estas propuestas, se conjugan las promesas libertarias y expresivistas del idea­

rio romántico con la influencia carismática de determinados personajes

ejemplares que encarnan estos ideales de liberación energética, fluidez de las

emociones, integración cuerpo y mente, salud holística, etc. Terminan siendo,

muchas veces, otras formas de domesticación en nombre de la liberación.

Ahora bien, como ocurre con el esquema representado por el concepto de

matriz, esta configuración de los ideales ético-normativos del siglo XIX repre­

sentados por los discursos liberal, romántico y disciplinario, no corresponde a

la complejidad del escenario contemporáneo. De este modo, aunque sea posi­

ble el reconocer las filiaciones de las propuestas éticas actuales a algunos de

estos discursos, la complejidad del debate contemporáneo requiere de otras

cartografías. Acaso lo más indicado, en tiempos actuales, sería ir más allá de

los esquemas ordenadores y profundizar en las afinidades éticas entre propues­

tas específicas que derivan tanto del campo de la reflexión filosófica como de

la psicología contemporánea. Hoy día, el debate ético se da en torno a cuatro

Page 34: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR I OGRAFÍA DE I A MSICOLOCÍA CON I F.MPORÁNFA 4 3

grandes tendencias con varios matices al interior de cada una: el liberalismo,

el comunitarismo, el neosocialismo dialógico y las propuestas postmodernas

(Salvat, 2002)^''. Asimismo, las grandes tradiciones de la psicología moderna se

han diferenciado internamente y dado paso a nuevas propuestas y diálogos

antes impensados. Una de las grandes tareas de un proyecto pluralista para la

psicología, es seguir develando los nexos éticos entre las teorías y modelos de

intervención psicológicos y los ideales ético-normativos que están presentes en

el debate actual.

De todos modos, si sigue vigente la tensión entre autonomía y control, cons­

titutiva del proyecto moderno, es posible identificar en cada una de las propuestas

éticas contemporáneas la presencia de ambos polos de esta tensión. Las dife­

rencias, que desde luego no son menores, estriban en cómo cada una de ellas

conceptualiza esta relación tensional y cada uno de sus elementos. Está claro

que la autonomía y el control tienen sentidos diversos si se trata de la ética del

discurso, del comunitarismo, el liberalismo, el neoliberalismo o las propuestas

postmodernas.

Asimismo, si para algunas perspectivas liberales, como la de Rawls, y el

neosocialismo dialógico de Habermas y Apel, las nociones éticas pueden al­

canzar un significado universalizable, para los comunitaristas en general, los

neoliberales y algunas propuestas postmodernas como la de Rorty, después de

la crítica de la razón moderna no existiría ninguna posibilidad de universaliza­

ción de la verdad y, por ende, de valores o normas ético-morales.

Ahora bien, cada una de estas posiciones, en su fundamentación, requiere

de ciertos supuestos antropológicos o psicológicos que pudieran justificar sus

propias aspiraciones. Por un lado, para la ética del discurso, su realización

presume y sol ici ta la par t ic ipación de los sujetos con competencias

comunicativas en las decisiones acerca de la corrección y universalización de

una norma. Nótese que, desde esta postura, es imperioso que los sujetos desa­

rrollen competencias lingüísticas y comunicativas para poder participar en las

situaciones de diálogo simétrico. En este caso, el afianzamiento de competen­

cias comunicativas implica la presencia de sujetos con un fuerte sentido de

identidad personal. Estos requerimientos de la ética del discurso se distinguen.

Salvat, Pablo (2002): El porvenir de la equidad: aportaciones para un giro ético en la filosofía política contemporánea. Editorial LOM. Santiago de Chile.

Page 35: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIANA KALIIINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

con más o menos claridad, tanto en los planteamientos teóricos y los modelos

de intervención de algunas perspectivas psicoanalíticas contemporáneas como

en muchas propuestas de la psicología cognitiva y constructivista". Asimismo,

ciertas orientaciones humanistas estarían de acuerdo con el fortalecer la iden­

tidad personal a través del diálogo con el otro.

Por otro lado, desde una perspectiva más postmoderna como la de Rorty,

habría que fomentar el despliegue de una subjetividad capaz de empatia, pues

"el trabajo sobre los sentimientos y la simpatía le parecen mejores medios

conducentes a una sociedad más justa, que el llamado a una adhesión racional

a una definición universalista" (Salvat. 2002:185)^''. De todos modos, las distin­

tas propuestas que comparten una disposición postmoderna, además de críticas

a cualquier intento de fundamentación racional de las normas y valores, com­

parten una tendencia al emotivismo, la estetización y la experimentación como

criterios de discriminación moral.

Es curioso notar cómo, en este sentido, se aproximan perspectivas tan disímiles

como la experiencia ética propuesta por Várela, y la ética como estilo de vida y

obra de arte sugerida por Foucault. Una vez más se avecinan, sorprendentemente,

el cognitivismo y el psicoanálisis: el cognitivismo de Várela que con fuerte

anclaje biológico, propone la suspensión de la dimensión del yo como el cami­

no hacia una verdadera experiencia ética, y el psicoanálisis que, pese su oposición

al naturalismo, retoma los proyectos éticos de Foucault y Heidegger quienes

sospechan, rotundamente, del yo como ámbito de decisión ética. Igualmente,

algunas propuestas terapéuticas filiadas a la tradición del vitalismo y el huma­

nismo, también compartirían este anhelo de superación de un yo que reprime a

las naturales tendencias humanas hacia el bien y lo correcto.

Finalmente, para ciertos comunitaristas, que plantean que los valores éticos

son siempre relativos a determinadas culturas, la identidad personal fuertemente

anclada en tradiciones culturales y con un claro sentido de pertenencia comuni­

taria, es un requisito central para el desarrollo de sociedades ético-morales.

Sobre la relación entre ética y psicologfa constructivista, ver: Sepúlveda, Gabriela. (2001): "Autonomía moral y solidaridad: complementación de las metas del desarrollo de las teorías cognitivo-evolutivas desde Habermas y Apel, Ricoeur y Arendt". Tesis de doctorado en filosofía, mención ética. Universidad de Chile, Santiago de Chile. Cabe resaltar que la universalización en la ética discursiva se alcanza en el diálogo en no en la adhesión a una definición a priori.

Page 36: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAK ÍOGIÍAI ÍA I)F I A I'SICOI O C I A CON1fMW)RÁNEA 4 . S

Estas exigencias comunitaristas presentan claras afinidades con ciertas teo­

rías sistémicas y con varias propuestas de la psicología social contemporánea

que, a contrapelo del modelo cientificista norteamericano, han desarrollado

diversas propuestas al ternat ivas inspiradas por la hermenéut ica, el

postestructuralismo y el constructivismo.

El análisis anterior muestra que las afinidades éticas entre las psicologías y

las propuestas éticas actuales no se reducen a aspectos estrictamente

prescriptivos. Hay que ir más allá de los mandatos éticos cuando se investiga

los fundamentos éticos-normativos de la psicología. En este sentido, las pers­

pectivas teóricas y metodológicas de las psicologías están muy preparadas

para eludir las evidencias de su compromiso con los temas normativos presen­

tes en las sociedades de las que forman parte.

Ahora bien, este esbozo preliminar de ciertos supuestos y consecuencias éti­

co-morales de las psicologías actuales, apenas ilumina un desafío permanente:

el de aclarar los fundamentos éticos de toda teoría e intervención psicológica.

Todo lo anterior es una manera, entre otras, de diseñar una cartografía razonable.

Otros mapas también son posibles siempre que se justifiquen argumentativamente.

El proyecto de una psicología pluralista no requiere de la aceptación acrítica de

la diversidad, sino del diálogo y la investigación que no pueden llegar a ninguna

conclusión definitiva. Si es posible discriminar a las psicologías desde sus grados

de compromiso ético-normativo con lo fáctico y lo posible, entonces no hay

lugar de reposo para la reflexión crítica en un mundo que tiende al pluralismo de

las formas de vida y el incremento de las contradicciones sociales.

Por tanto, no se trata de alentar el sosiego del eclecticismo sino develar los

compromisos sociales de la psicología que hacen legítima la pluralidad de su

campo. Compromisos que, a la vez, obligan a los psicólogos a reflexionar y

revisar críticamente los fundamentos y consecuencias éticas de sus teorías y

prácticas profesionales. El reconocimiento de la pluralidad, por tanto, no pasa

por la convivencia armoniosa entre propuestas con distintos talantes

epistemológicos y éticos. La legitimidad de las diferencias se conquista en el

diálogo y la comunicación razonada.

Si estos son los fundamentos de un proyecto de psicología pluralista, no hay

que borrar con el codo lo que se escribe con la mano: esta es una opción ético-

política que comparte los ideales del socialismo dialógico. Pero, tampoco hay

Page 37: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIAMA KAULINO YANIONÍOSTECHER (foiroREs)

que temer o caer en el relativismo y el nihilismo. Bastaría con admitir la inelu­

dible recursividad de un pensamiento que ha renunciado a los fundamentos

metafísicos y que se dispone a los desafíos de una modernidad, cuyo horizonte

se desplaza y no permite descanso.

Referencias bibliográficas

BAUMAN, ZYGMUNT (1999) Modernidade e ambivalencia. Río de Janeiro: Jorge

Zahar.

CAPARROS, ANTONIO (2004) (1991) "Crisis de la psicología: ¿singular o plural?

Aproximación a algo más que un concepto historiográfico". Anuario de

Psicología. N 5 1 .

CASTORIADIS, CORNELIUS (1990) El mundo fragmentado. Buenos Aires: Altamira.

D'AGOSTINI, FRANCA (2000) Analíticos y Continentales: guía de la filosofía de los

últimos treinta años. Madrid: Cátedra.

DELEUZE, GILLES (1996) El bergsonismo. Madrid: Cátedra.

DRAWIN, C . R. (2003) "O futuro da Psicología: compromisso ético no pluralismo

teórico". En: Bock, A. M. (2003) Psicología e o compromisso social. Sao

Paulo: Cortez.

DUARTE, LUIS FERNANDO (1983) "O culto do eu no templo da razáo". En: "Tres

ensaios sobre Pessoa e Modernidade". Boletim do Museu Nacional, n 4 1 .

Río de Janeiro.

ELIAS, NORBERT (1987) El proceso de la civilización. Madrid: Fondo de Cultura

Económica.

FIGUEIREDO, LUIS CLAUDIO (2000) Matrices dopensamento psicológico. Petrópolis:

Vozes.

(2002a) A invengáo do psicológico: quatro sáculos de subjetivación

7500-/900. Sao Paulo: Escuta.

(2002b) Psicología: una introducción - visión histórica de la psi­

cología como ciencia. Santiago: Universidad de Santiago de Chile.

CAUCHET, MARCEL (1985) Le desenchantement du monde. París: Gallimard.

HABERMAS, JURGEN (1990a) "A consciéncia de época da modernidad e a sua

necessidade de autocer t i f i cagao" . En: O discurso filosófico da

modernidade". Lisboa: Dom Quixote.

Page 38: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR I ()GRAFÍ A DE I A I'SltOI OCIA CON IFMPORÁNFA 4 7

(1990b) Pensamiento postmetafísico. Madrid: Taurus.

HiLB, CLAUDIA (1994) El resplandor de lo público: en torno a Hannah Arendt.

Caracas: Nueva Sociedad.

HOBSBAWM, ERIC (1995) Era dos Extremos: o breve século XX. Sao Paulo:

Companhia das Letras.

LARRAÍN, JORGE (2005) ¿América Latina moderna;' Clobalización e Identidad. San­

tiago: LOM.

LEAHEY, T. (2005) Historia de la Psicología. Madrid: Pearson - Prentice Hall.

LowY, MICHAEL y SAYRE, ROBERT (1995) Revolta e Melancolía: o romantismo na

contramao da modernidade. Petrópolis: Editorial Vozes. .

RicoEUR, PAUL (1976) Introducción a la simbólica del mal. Buenos Aires: Megápolis.

(1982) Finitudy Culpabilidad. Madrid: Editorial Taurus.

Russo, JANE (1993) Individuo e transcendencia: algumas reflexóes sobre as mo­

dernas religióes do eu. Trabajo presentado en el seminario "A religiao e a

questao do sujeito no ocidente", promovido por el Centro Joao XXIII de

Investiga^ao Social, Paulo de Frontín.

(1997a) Os tres sujeitos da psiquiatría. Revista Cadernos do IPUB,

n 8. Río de Janeiro.

(1997b) "A análise da pessoa moderna pela historia e etnografía

dos saberes psicológicos". Revista Cadernos do IPUB, n 8. Rfo de Janeiro.

(2002) O mundo PSI no Brasil. Río de Janeiro: Zahar.

SALEN, TAÑÍA (1992) A despossessao subjetiva - dos paradoxos do individualismo.

En: Revista Brasileira de Ciencias Socials, n 18, año 7. Río de Janeiro.

SALVAT, PABLO (2b02) El porvenir de la equidad: aportaciones para un giro ético

en la filosofía política contemporánea. Santiago: LOM.

SENNETT, RICHARD (1988) O declínio do homem público: as tiranías da intimidade.

Sao Paulo: Companhia das Letras.

SEPÚLVEDA, GABRIELA (2001) Autonomía moral y solidandad: complementación

de las metas del desarrollo de las teorías cognitivo-evolutivas desde

Habermas yApel, Ricoeur y Arendt. Tesis de doctorado en filosofía, men­

ción ética. Llniversidad de Chile, Santiago de Chile.

TAYLOR, CHARLES (1996) Fuentes del yo: la construcción de la identidad moderna.

Barcelona: Paidós.

Page 39: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)
Page 40: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAPÍTULO 2

La psicología como proyecto de la modernidad: claves sociohistóricas para interrogar la pluralidad

de la psicología contemporánea ANTONIO STECHER GUZMAN*

Introducción

Uno de los principales desaffos para el campo académico-profesio­

nal de la psicología contemporánea dice relación con la genera­

ción de marcos de referencia e inteligibilidad que posibiliten diálo­

gos entre las diferentes matrices epistemológicas, perspectivas teóricas y prácticas

profesionales que componen el heterogéneo y plural espacio disciplinar.

A tono con el espíritu de época tardomoderno, el reconocimiento y la ges­

tión de la diversidad se han ido constituyendo en los últimos años en una temática

ineludible a la hora de pensar y modelar el porvenir de la psicología. Sea para

celebrarla (y entonces hablamos de pluralidad) o para criticarla como un rasgo

deficitario de su desarrollo científico (y entonces hablamos de dispersión o

fragmentación) la heterogeneidad del campo científico de la psicología con­

temporánea -una de cuyas expresiones es, justamente, la distinta valoración

que se hace de la misma- emerge como un eje articulador de distintas

(meta)reflexiones sobre el campo de los saberes y prácticas psicológicas y sus

desafíos de cara al nuevo siglo.

Es importante recordar - como lo ha demostrado consistentemente la

historiografía crítica de la psicología desarrollada en las últimas décadas

(Danzinger, 1979, 1984, 1996; Vezzetti 1998; Rose, 1996a; 1996b; Massimi,

1996; Harris, 1999)- que este carácter plural y policéntrico de la psicología no

es un rasgo reciente, sino que la acompaña desde su emergencia progresiva y

problemática como disciplina científica en las últimas décadas del siglo XIX.

Psicólogo, Universidad de Chile. Magi'ster en Filosofía Política, Universidad de Chile. Profesor de la Escuela de Psicología y Coordinador académico del Magíster en Psicolo­gía, Mención Psicología Social, de la Universidad Diego Portales.

Page 41: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

50 ADRIAM'V KAULINO Y ANIONÍO STECHER (EDEEORES)

Lo novedoso parece ser un mayor reconocimiento, v is ib i l idad e incluso va­

loración de la ident idad po l i fón ica de la psicología, lo que sin duda t iene que

ver con un debi l i tamiento de la hegemonía de la psicología experimental de

raigambre (neo)positivista a partir de ios años 60 y 70. En esas décadas, diver­

sos - y muy di ferentes- desarrollos postpositivistas en el campo de la fi losofía y

la historia de la c iencia (Khun, 1962 (1971); Foucault, 1966 (1971); Bloor 1971

(1998); Feyerabend, 1970 (1993); Bourdieu, 1976 (2000a); Habermas, 1967,

(1996); Bernstein, 1976 (1983)^^) impactaron en las ciencias sociales, abr iendo

progresivamente el espacio para que las psicologías de raigambre crít ica, her-

menéut ica- fenomenológica, e incluso postestructuralistas o posmodernas, se

insertaran con mayor fuerza en los circuitos legit imados de p roducc ión , pub l i ­

cac ión, enseñanza y apl icac ión del saber psicológico.

Esta d ivers idad creciente de perspectivas teór icas, or ientac iones

metodológicas, campos de aplicación y lógicas de intervención -alimentada

por la expansión y el fuerte desarrollo de la psicología en contextos nacionales

distintos al norteamericano en las últimas décadas, y por el constante creci­

miento, fundamentalmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, de los ámbitos

e instituciones respecto a los cuales las élites de las sociedades modernas de­

mandan la experticia de los saberes psi para gestionar la subjetividad y el

comportamiento de las personas (Danzinger, 1993; Herman, 1995; Leahey,

1998)- plantea nuevos y diversos desafíos al campo académico-profesional de

la psicología. Uno de estos desafíos es el desarrollo de marcos de referencia y

de ciertos criterios compartidos que permitan un intercambio (de colaboración

y disputa) racional entre las distintas perspectivas, de tal modo que las diferen­

cias obtengan su legitimidad en el espacio del diálogo, la reflexividad y la

argumentación razonada propia del eí/705científico (Kaulino, 2007).

Como ha señalado Hugo Vezzetti, el problema es "cómo admitir la plurali­

dad y la diversidad del campo (incluso el papel jugado por factores sociales y

culturales en la configuración de la disciplina y su crisis) y, a la vez, mantener

no sólo algunas normas de justificación, de 'racionalidad', sistematicidad y

transmisibilidad, sino un horizonte de diálogo que soporte diferencias profun­

das en los criterios y tradiciones del saber. En todo caso, ese es el desafío y

El segundo año entre paréntesis refleja el año de la edición en castellano citada en este artículo

Page 42: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR I OGRAFÍA DE LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA 5 'I

frente a él deben'amos medirnos al evaluar, en las condiciones presentes, tanto

la enseñanza que impartimos como nuestra propia práctica investigativa"

(Vezzetti, 1998, p. 15).

En este escenario, promover y extender las bases institucionales del pensa­

miento racional que depende de ciertas estructuras sociales de diálogo y

comunicación no violenta, fortaleciendo así la autonomía y reflexividad de la

psicología en tanto campo científico (Bourdieu, 2003; Bourdieu & Wacquant,

1995), resulta fundamental tanto para evitar recaer en proyectos monolíticos

que nieguen la identidad plural de la psicología moderna, como para caer en

aquella nueva forma de dogmatismo que consiste en la celebración de la dis­

persión y fragmentación del campo como un valor en sí mismo y por sí mismo

independiente de su legitimidad argumentativa (Vezzetti, 1998).

A la luz de lo arriba señalado, en el presente artículo nos proponemos

desplegar una de las hebras que pueden contribuir a la construcción de aquel

"horizonte de diálogo que soporte diferencias profundas en los criterios y

tradiciones del saber" al que se refiere Vezzetti. Nos referimos al reconoci­

miento de la profunda imbricación entre la historia y la actualidad de la

psicología y aquello que podemos denominar como el horizonte sociocultural

de la modernidad.

Como sabemos, la psicología en tanto disciplina científica, en tanto campo

académico-profesional interesado en el conocimiento (secular, sistemático,

racional y empíricamente fundado), el control y la transformación de las con­

ductas y subjetividades individuales, es una empresa del mundo moderno, que

obtiene su sentido, su legitimidad (o ilegitimidad) ética, sus condiciones de

posibilidad e incluso su eficacia solo al interior del horizonte sociocultural de

la modernidad (Danzinger, 1984,1996; Figueiredo, 2002; Graumann & Gergen,

1996; Kaulino, 1999; Kvale, 1999; Rose, 1996b; Stecher, 2000, 2002).

Desarrollar esta idea, dando cuenta de las complejas y múltiples articula­

ciones entre el proyecto de la psicología, en su unidad problemática y plural, y

el devenir histórico de las sociedades modernas, nos entrega una perspectiva

desde la cual comprender, abordar e interrogar con mayor lucidez y concien­

cia crítica aquel territorio disciplinar de límites difusos, la Psicología, donde

conviven las distintas psicologías contemporáneas. Como escriben Gergen y

Graumann (1996) "...La teoría científica no puede desligarse de la historia.

Page 43: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

' ' 5 2 ADRIANA KAUI INO Y ANTONIO SI FCHER (eoi roRCs)

más aún, el entendimiento psicológico es en sí mismo un hijo y servidor de los

procesos históricos y culturales. Sin una comprensión reflexiva de su contexto his­

tórico, el campo (de la psicología) se mueve desorientado hacia el futuro"^** (p. 1).

En el marco de esa discusión general sobre psicología y modernidad y en el

esfuerzo por contribuir a marcos de sentido que permitan comprender la hetero­

geneidad y promover el diálogo dentro de la psicología contemporánea, las

dos tesis que nos interesa proponer y desarrollar son las siguientes:

(i) La subjetividad individual, el proyecto de construcción de un saber ra­

cional y la diversidad de intereses sociales presentes en los procesos de

modernización se constituyen en tres anclajes, tres "componentes" del

horizonte sociocultural de la modernidad desde ios cuales es posible

pensar la dialéctica de unidad y diferenciación que definen la identidad

problemática, plural e histórica del proyecto de la psicología.

(ii) El campo académico-profesional de la psicología, además de ser expre­

sión y estar condicionado por las dinámicas de la modernidad, ha jugado

un papel importante en la configuración de las formas subjetivas y de

lazo social que caracterizan a las sociedades modernas. La posibilidad

de interrogar en términos ético-políticos las diferentes implicancias del

saber y las técnicas psicológicas en los sujetos y la sociedad podría

arrojar otra clave para pensar la dialéctica de unidad y diferenciación

que constituye la disciplina.

Estas dos tesis, como esperamos mostrar, nos entregan ciertas coordenadas

para entender y discutir la pluralidad teórica de nuestra disciplina, lo que resul­

ta indispensable para promover un horizonte de diálogo y discusión racional

entre la diversidad de perspectivas que alberga la psicología contemporánea.

Con miras a desarrollar nuestra argumentación en torno a estas dos tesis

hemos dividido el presente trabajo en las siguientes cuatro partes:

Un primer apartado donde presentamos una caracterización general de la

modernidad relevando los tres ejes -subjetividad, construcción de saber racio­

nal, modernización e intereses sociales- que proponemos como clave para pensar

el campo de la psicología. Una segunda parte donde buscamos ilustrar el modo

en que estos tres ejes permiten pensar, al mismo tiempo, la unidad y la pluralidad

Traducción libre del texto original.

Page 44: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR K ¡GRAFÍA DE I A I'SICCH OC;ÍA CON I CMI'ÍJRÁNEA 5 3

del territorio de la psicología. Un tercer apartado donde trabajamos la segunda

tesis que nos interesa desarrollar relativa a las implicancias, y su posible valo­

ración ético-política, que han tenido en las sociedades modernas los saberes y

técnicas psicológicas. Una cuarta y última parte a modo de cierre del capítulo.

1 . El horizonte socíocultural de la modernidad

El propósito de este apartado es situar a partir de algunas coordenadas gene­

rales aquel o¿)/eto esquivo y problemático al que nos referimos al hablar de la

modernidad. Tarea ésta incómoda pero necesaria. Incómoda porque es imposi­

ble dar cuenta en unas pocas páginas de la comple j idad, tensiones,

multidimensionalidad y ambivalencias del horizonte sociocultural de la mo­

dernidad en su generalidad y en sus diversas actualizaciones históricas. Necesaria

porque la apelación a la articulación entre la psicología y la modernidad,

como clave de inteligibilidad e interrogación crítica de la pluralidad de la

psicología contemporánea, exige explicitar mínimamente una cierta lectura

de aquel horizonte sociocultural.

Al hablar de la modernidad nos referimos a una constelación de discursos,

instituciones, prácticas, sujetos y experiencias vitales que configuran una particu­

lar condición de la historia que se empieza a configurar a partir del siglo XVII y

que se ha expandido en amplitud y profundidad hasta nuestros días (Casullo, 1999;

Berman 1995; Brunner, 1992). En una clave más sociológica podemos decir que la

noción de modernidad "se refiere a los modos de vida u organización social que

surgieron en Europa desde alrededor del siglo XVII en adelante y cuya influencia,

posteriormente, los ha convertido en más o menos mundiales (...) Las formas de

vida introducidas por la modernidad arrasaron de manera sin precedentes todas las

modalidades tradicionales del orden social. Tanto en extensión como en intensi­

dad, las transformaciones que ha acarreado la modernidad son más profundas que

la mayoría de los tipos de cambio característico de períodos anteriores.

Extensivamente han servido para establecer formas de interconexión social que

abarcan el globo terráqueo, intensivamente, han alterado algunas de las más ínti­

mas y privadas características de nuestra intimidad" (Giddens, 1993, pp. 15-18).

La sociología, en sus inicios como disciplina académica, se dio como tarea

el caracterizar a las sociedades modernas y el dar cuenta de aquel principio o

eje estructurante que marcaría la diferencia entre estas sociedades y las socie­

dades tradicionales. Son conocidas en ese sentido las distinciones entre

Page 45: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

Al iKiANíV K A U L I N O Y A N I O N I O STECHER (EDITORES)

solidaridad mecánica y orgánica en Durkheim, entre comunidad y sociedad en

Tonnies, entre sociedades militares e industriales en Spencer, entre estatus y

contrato en Maine, entre economías monetarizadas y no monetarizadas en

Simmel (Sayer, 1994). Más conocidas y más influyentes aún han sido las tesis

de Marx que vio en el modo de producción capitalista la fuerza revolucionaria,

el demiurgo del mundo moderno "la luz general que tiñe todos los demás colo­

res y los altera según su cualidad específica" (Marx, en Sayer, 1994, p. 24); así

como las tesis de Weber de que son los procesos de racionalización de la

cultura y la vida en general -en tanto aplicación deliberada, metódica y siste­

mática de reglas y de cálculo con arreglo a ciertos fines- lo que marca el

desencantamiento propio del mundo moderno y su ruptura con las sociedades

regidas por el tradicionalismo.

Señalamos esto simplemente para relevar que la descripción y conceptuali-

zación de las sociedades modernas es un campo de debates donde distintas

perspectivas reconstruyen el origen, devenir, heterogeneidad (y término, en

algunos casos) de las sociedades modernas a partir de distintos marcos concep­

tuales y principios explicativos. Antes de apelar a Castoriadis, Wagner y Larraín

para proponer una particular definición de los "contenidos esenciales de la

modernidad" permítasenos una aproximación más impresionista a aquel terri­

torio socio-cultural que opera como condición de posibilidad y marco de sentido

del desarrollo de la psicología.

Imaginar lo que ha sido la modernidad requiere atender al progresivo des­

pliegue de procesos tales como las revoluciones democráticas, la expansión de

la ciudadanía y sus derechos como estatus legal de los miembros de una comu­

nidad política, así como la consolidación del Estado-nación soberano y su red

de instituciones que administra, controla y construye el espacio nacional. Exi­

ge reconocer el desarrollo del capital ismo, su incesante búsqueda de

acumulación de capital a través de procesos de crisis y expansión, el desarrollo

de los mercados nacionales y mundiales, los procesos de industrialización y

división del trabajo, la abstracción, instrumentalización y mercantilización de los

vínculos sociales, la emergencia de una sociedad del trabajo, la estratificación

en clases sociales, así como la enajenación y explotación del trabajador por parte

del capital. Requiere considerar la consolidación de la racionalidad científica

como matriz de distinciones y presupuestos básicos de lo real y el conocimiento,

la progresiva objetivación, explotación y dominio de la naturaleza, el desarrollo

Page 46: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARTOC^RAFÍA DE I A PSICUI OGÍA CONIEMPORÁNFA 5 5

de las disciplinas científicas como práctica social y fuente de conocimiento

legítimo, así como el explosivo desarrollo de tecnologías (medicamentos, ferro­

carril, telégrafo, televisión, motores, ampolleta eléctrica, etc.) y saberes expertos

(pilotos, psicólogos, gasfiteros) que transformaron todas las prácticas sociales.

Exige atender a los procesos de urbanización y migración del campo a la ciu­

dad, a la consolidación de la ciudad como habitat privilegiado del sujeto moderno,

así como a la abstracción y formalización del espacio y el tiempo. Nos deman­

da atender al desarrollo de una sociedad que produce al individuo como categoría

social fundamental a partir de la cual se organiza la producción, el intercambio,

el conocimiento, el control, etc. Exige dar cuenta del dinamismo y cambio

constante que caracterizan el clima moderno, la fugacidad, el carácter efímero

y contingente del que hablaba Baudelaire, aquel proceso en que las fuerzas

modernizadoras una y otra vez llevan a "que todo lo sólido se desvanezca en el

aire". Requiere atender a toda la tradición de los debates del pensamiento filo­

sófico moderno que se ha interrogado una y otra vez (buscando fundar o

deconstruir) por el sujeto, la historia, la razón y la verdad. Exige considerar el

itinerario de producciones artístico-culturales, los diversos modernismos que han

buscado responder en clave estética a las condiciones de modernidad determi­

nadas por particulares procesos de modernización. Exige pensar la emergencia,

separación y relaciones entre el espacio público y el espacio privado e íntimo

que emerge progresivamente en las sociedades modernas y que articula, junto

al desarrollo económico y cultural, un particular orden de género. Requiere atender

a los distintos metarrelatos e ideologías que han buscado construir una narrativa

de progreso y desarrollo que otorgue, sentido y validez a los impulsos

modernizadores. Por último, se requiere considerar la historia de los distintos

actores que promueven (o se resisten a) particulares formas de modernización,

así como la experiencia (de libertad, malestar, soledad, angustia) de una subje­

tividad individual arrojada a las turbulentas condiciones de la vida moderna^"*.

Respecto a este últ imo punto de la modernidad como experiencia es iluminador lo que nos señala Marshall Berman: "Hay una forma de experiencia vital - l a experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los peligros de la v i da - que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo. Llamaré a ese conjunto de experiencias 'la modernidad'. Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimientos, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo t iempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos (...) la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradój ica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine

(continúa en la página siguiente)

Page 47: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

ADRIAN/\ KAUIINO Y ANTONIO SiECHfK (EDirf)REs)

Esta enumeración no es exhaustiva ni rigurosa, y no aborda el problema

principal que es la articulación conceptual e histórica de esa diversidad de

procesos, en sí mismos heterogéneos, que han modelado la sociedad en que

vivimos y el tipo de sujetos que somos. Busca simplemente ilustrar la diversi­

dad de registros (económicos, políticos, estéticos, filosóficos, existenciales,

etc.) desde los cuales es posible interrogar lo moderno, y mostrar cómo ese

entramado de discursos, instituciones y experiencias, con sus luces y sombras,

y con sus particulares matices tardomodernos, sigue siendo nuestro horizonte

sociocultural de referencia.

Conviene recordar, por otra parte, que sólo bajo el alero de la modernidad

han sido posibles las ciencias sociales y humanas (la psicología entre ellas), las

que a su vez han hecho de la modernidad y sus contradicciones su principal

objeto de indagación. Como escribe Taylor, "El problema número uno para la

ciencia social moderna fue desde el comienzo la modernidad misma: esa amal­

gama histórica de prácticas y formas institucionales sin precedentes (la ciencia,

la tecnología, la producción industrial, la urbanización); de nuevas formas de

entender la vida (el individualismo, la secularización, la racionalidad instru­

mental); y de nuevas formas de malestar (la alienación, la pérdida de sentido,

la anticipación de una disolución social inminente)" (Taylor, 2006, p. 15).

Para los efectos de nuestra argumentación en este capítulo, nos gustaría

trabajar con la conceptualización de la modernidad propuesta por Castoriadis

y desarrollada en términos más sociológicos por Peter Wagner. Parte de sus

méritos, como veremos, es que permite condensar en un núcleo de sentido

acotado la diversidad de procesos y dimensiones, como los mencionados lí­

neas arriba, que se asocian a la condición moderna.

Para Castoriadis (1997,2006) cualquier orden socio-histórico puede ser defini­

do a partir del conjunto de significaciones imaginarias que define la forma

particular en que dicha sociedad habita el mundo. En cada sociedad estas signi­

f icaciones imaginarias cumpl i r ían tres funciones: Por un lado, dichas

significaciones estructuran el modo particular como una cultura se representa el

mundo. El mundo moderno no es el mundo animista, así que vemos la luz de las

luciérnagas como un fenómeno eléctrico de ciertos insectos y no como los ojos

de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia" (Berman, 1995, p.l).

Page 48: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR r( x;iiArÍA DE I A I'SICOLOÍ.ÍA CON I rMi'ORÁNPA 5 7

de las ánimas del bosque. Por otro lado, "las significaciones imaginarias so­

ciales designan las finalidades de la acción, imponen lo que hay que hacer y

lo que no hay que hacer, lo que es bueno hacer y lo que no lo es" (Castoriadis,

1997, p. 158). Así, para las sociedades modernas es importante ampliar la

autonomía de los sujetos, acumular fuerzas productivas e incrementar nues­

tro dominio sobre la naturaleza y no, por ejemplo, organizar la sociedad en

función de la adoración a algún Dios. Por último, o en tercer lugar, dichas

significaciones establecen los tipos de afecto característicos de una socie­

dad. Así, por e jemplo, la Fe sería un afecto part icular creado por el

cristianismo. Estas tres dimensiones -de representaciones, finalidades y afec­

tos- de las significaciones imaginarias se concretizan en un conjunto de

instituciones y prácticas sociales (la familia, la tr ibu, la escuela, el clan, la

nación, el sentido común, etc.) que reproducen y mantienen el imaginario

particular de cada sociedad. Es importante tener en cuenta que las represen­

taciones imaginarias no son un conjunto de ideas, es más bien aquella matriz

que encarnada en diversas instituciones hace posibles las prácticas de una

sociedad al darles sentido.

Desde esta perspectiva Castoriadis planteará que son dos las significacio­

nes imaginarias claves para comprender la especificidad del horizonte

socio-histórico de la modernidad.

Por un lado el proyecto de autonomía (individual y colectiva) que alude a

la institución de un tipo de sociedad y de individuo capaz de actuar deliberada

y explícitamente para modificarse a sí mismo (Castoriadis, 1998). Esta signifi­

cación instala como principio el derecho y deber de cada individuo y de cada

comunidad política de darse a sí misma su propia ley. La autonomía da cuenta

de la "autoinstitución permanente y explícita de la sociedad; es decir, un esta­

do donde la colectividad sabe que sus instituciones son su propia creación y se

ha vuelto capaz de mirarlas como tales, de retomarlas y de transformarlas"

(Castoriadis, 2006, p. 69). Se trata de una sociedad que rompe con la

heteronomía, que se da a sí misma sus propias leyes, reconociéndose como

fuente de las mismas. La autonomía social es sólo posible en un régimen efecti­

vamente democrático donde todos los individuos participan efectivamente en la

instauración de las leyes bajo las cuales viven. No hay autonomía ahí donde

existen instituciones que "expresan y sancionan una estructura de clase y de

poder, o bien donde se autonomizan y cobran una vida propia independiente

Page 49: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

58 ADKIANA KAULINO Y ANIONIC) STECHEK (FDIIORB)

de la deliberación de los individuos en la esfera pública" (Lundt, 2006, p. 4).

Así como no hay autonomía individual sin autonomía colectiva, así tampoco

existe autonomía social sino ahí donde existen individuos autónomos.

Esta s ign i f i cac ión de autonomía encuentra una de sus pr imeras

formulaciones en el discurso ilustrado, en el "atrévete a saber" kantiano que

expresa la promesa y exigencia de avanzar a un nuevo orden social que ya

no sea tutelado ni forjado a imagen y semejanza de principios religiosos y

tradicionales, sino que forjado a la luz de la razón humana. Esta significa­

ción incluye la idea de la libertad personal, de un sujeto individualizado,

cuya identidad ya no es algo dado e impuesto desde fuera sino un proyecto

de construcción y expresión individual. Supone también la idea de demo­

cracia como expresión de la autonomía social que es indesligable de la

autonomía individual.

Tenemos así una significación imaginaria que se expresa en las revolucio­

nes políticas modernas, en la libertad de expresión, en el derecho a la libre

asociación y el libre intercambio, en la libertad de la ciencia a buscar racio­

nalmente la verdad, en el respeto a la pluralidad de creencias religiosas y

formas de vida garantizadas por un estado de derecho democrático que no

impone a sus ciudadanos ninguna idea sustancial del bien.

La segunda significación imaginaria dice relación con el proyecto de

expansión del dominio racional o control sobre la naturaleza, las cosas y los

seres humanos, que históricamente se ha expresado en el despliegue del

capitalismo, la racionalización instrumental y la regulación sobre los obje­

tos, la sociedad y los sujetos que han permitido ciertos saberes y técnicas

científicas.

Castoriadis (1997) ha señalado que las sociedades modernas se instituyeron

en torno a estas dos significaciones centrales, opuestas a las de la cosmovisión

cristiana medieval. "Se trata por una parte, de la significación de la expansión

ilimitada de un supuesto dominio pretendidamente racional sobre todo, natura­

leza tanto como seres humanos, que corresponde a la dimensión capitalista de

las sociedades modernas. Por otras parte, se trata de la significación de la

autonomía individual y social, de la libertad, de la búsqueda de formas de

libertad colectiva, que corresponden al proyecto democrático, emancipador,

revolucionario" (Castoriadis, 1997, p. 161).

Page 50: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARi(¡GRAFÍAi)r IARSICOIOGÍACONIEMI'ORÁNEA 5 9

Estas dos significaciones irreductibles entre sí, sus tensiones y diversas for­

mas de institucionalización constituyen el núcleo del universo sociocultural de

la modernidad (Larraín, 2005). Así, pensar la modernidad es atender al hecho

de que "todas las prácticas modernas contienen dos impulsos, el del aumento

de la autonomía y el de la ampliación del dominio racional, y que ambos

significados pueden incorporarse a todas las prácticas sociales convertidas en

hábitos en todas las instituciones modernas" (Wagner, 1997, p. 61).

A modo de ejemplo, podemos observar cómo una institución moderna como

la escuela pública encuentra su sentido en, por un lado, su promesa de entregar

a sus estudiantes conocimientos racionales y virtudes cívicas indispensables

para forjarlos como sujetos autónomos y ciudadanos democráticos, y, por otro

lado, su función de disciplinamiento y control de los cuerpos con miras a su

inserción futura en la producción industrial y el arriendo de su fuerza de trabajo

al capital.

Lo interesante de la lectura que Wagner hace de Castoriadis, es que da

lugar a una aproximación interpretativa de la modernidad, donde estas dos

significaciones imaginarias son objeto de disputas históricas respecto al modo

adecuado de interpretarlas, de articularlas y de implementarias a través de

instituciones concretas (¿debe priorizarse la autonomía individual como seña­

lan las tradiciones liberales, o más bien la autonomía colectiva como plantean

perspectivas más republicanas, o deben articularse ambas como proponen au­

tores como Habermas y el mismo Castoriadis?, ¿el despliegue del control y

dominio instrumental es sólo realizable a través del capitalismo?). Muchas

veces, por ejemplo, se pensó que el aumento del dominio o control sobre la

naturaleza, junto al incremento en la productividad y organización, redunda­

rían inevitablemente en un incremento de la autonomía de los sujetos; otros

autores siguiendo a Weber han cuestionado esa ecuación ilustrada relevando

cómo la racionalización del mundo, la formalización de lo social impulsada

por la racionalidad cientificista han terminado por encerrar al hombre en una

'jaula de hierro', por eliminar toda autonomía individual en las redes de la

racionalidad burocrática.

Como escribe Larraín, la autonomía y la racionalidad (orientada al control) son

"ambivalentes en sí mismas y su relación mutua está cargada de tensiones que

permiten la apertura de un espacio interpretativo consistente con una variedad

Page 51: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

(¡Q ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHÜR (f DITORIS)

de formas institucionales. En otras palabras, la propuesta central de Wagner'"

es que no hay un solo tipo de institucionalización, o de respuestas concretas a

los desafíos planteados por la búsqueda la autonomía y el control racional. Es

en este sentido que se puede hablar de distintas trayectorias a la modernidad" "

(Larraín, 2005, p. 25).

Desde esta perspectiva, los procesos de modernización -es decir aquellas

dinámicas de cambio político, económico y cultural que promueven la pene­

tración de las significaciones imaginarias de la modernidad en el tejido social,

conduciendo a la sociedad hacia formas más complejas y avanzadas de liber­

tad y democracia, por un lado, y de organización, control y producción, por

otro (Larraín, 2005)- son también campo de disputas donde distintos actores,

desde distintas posiciones de poder, luchan por imponer una particular interpre­

tación e institucionalización de las significaciones imaginarias modernas.

A la luz de las consideraciones anteriores se puede caracterizar el proyecto

político de la modernidad, inspirado normativamente por el principio de autono­

mía, igualdad y democracia, como la aspiración a la construcción de un nuevo

orden social pacífico donde el incremento del dominio y control sobre la natura­

leza esté al servicio de la ampliación de la autonomía de todos los sujetos, y no

de una sociedad donde el predominio de las lógicas de racionalización y domi­

nio instrumental impidan la autonomía de los sujetos o estén al servicio de la

explotación de unos muchos por unos pocos. Se trata de avanzar hacia socieda­

des capaces de articular - y esa es la función de la política democrática- en un

A la luz de su conceptual ización Wagner plantea que no hay razón para pensar las sociedades actuales como posmodernas, en la medida que nuestras sociedades segui­rían estando regidas por las dos significaciones imaginarias que configuran el horizonte moderno. Si bien reconoce el tránsito de un momento de la modernidad (lo que denomi­na como modernidad organizada) a otro momento de la misma (lo que denomina como modernidad liberal ampliada, y lo que nosotros preferimos llamar modernidad tardía o escenario tardomoderno), dicho tránsito no debe ser pensado en términos de una finali­zación del orden socio-histórico moderno. Tal como el mismo escribe, pensamos que "Es absolutamente seguro que las crisis actuales no signif ican el f in de la modernidad entendida como configuración social. Señalan más bien la transición hacia una nueva etapa. A pesar de ciertas dudas intelectuales, el doble signif icado imaginario de la modernidad parece en gran parte incólume y totalmente intacto" (Wagner, 1997, p. 52). Larraín señala que dicha comprensión interpretativa de la modernidad permite pensar la especif ic idad del recorr ido de la modernidad lat inoamericana, sin necesidad de juzgarla o valorarla únicamente en función de su cercanía o distancia a los procesos institucionales de los países desarrollados.

Page 52: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARIÍXIRAIÍA DE LA i'siroiO(;ÍA CONTEMPORÁNEA

proyecto liberador la emancipación de la subjetividad y la autonomía colecti­

va, por un lado, con el necesario" incremento de la racionalización y

diferenciación de sistemas sociales y de la capacidad de control y dominio

instrumental sobre la naturaleza y la sociedad, por otro lado.

Las sociedades modernas han sido el escenario de las sucesivas tensiones,

avances y fracasos en la implementación de ese proyecto al compás de las

diversas ofensivas modernizadoras desde las elites, y desde movimientos popu­

lares que exigen ser incluidos en los beneficios de la modernidad reclamando

su derecho a participar como iguales en la comunidad política, en la cultura y

en los intercambios económicos. Este carácter ambivalente instala una y otra

vez la pregunta respecto a sf ¿favorecen realmente las instituciones y socieda­

des modernas el proyecto de autonomía individual y emancipación universal

que ellas mismas proclaman, o más bien, la modernidad ha sido dominada por

el despliegue de la racionalización instrumental, de la lógica de control y

formalización de la subjetividad asociadas al despliegue del capitalismo y de

la burocracia estatal que han debilitado, subyugado y colonizado la amplia­

ción de la autonomía individual y colectiva de los sujetos?

Como señala Wagner, la modernidad ha producido permanentemente des­

cripciones de sí misma tanto en términos de liberación como en términos de

sometimiento. Piénsese en el caso de Chile y sus oleadas modernizadoras de

las tres últimas décadas en el marco de la expansión de un capitalismo global-

informacional. Para algunos, los procesos de crecimiento económico, de

desarrollo tecnológico, de ampliación de oportunidades educativas, de inter­

conexión con las redes globales de consumo, de mayor individualización tanto

de hombres como mujeres, entre otros aspectos, configuran la imagen de una

progresiva liberación. Para otros, la pluralización e individualización de las

sociedades contemporáneas son parte de nuevas formas de sujeción a la lógi­

ca de un capital global desregulado que a través de la cultura del consumo.

Es importante subrayar el uso del adjetivo necesario. El proyecto de la modernidad supone la ampliación del control de la naturaleza y la sociedad, lo que es uno de los fundamentos de la autonomía. En ese sentido, no se trataría de pensar en términos de una significación buena (la autonomía) y una mala (el control y dominio), sino de la articulación de ambas al servicio de la emancipación. Lo problemático es la reducción de la modernidad a la mera racionalización instrumental y el uso del control al servicio de un sistema de dominación que anula toda posibilidad de genuina autonomía indivi­dual y colectiva.

Page 53: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

( J 2 ADRIANA KAULINO Y ANiONioSiFcurn (EDIIORB)

la precariedad del trabajo y la despolitización de la vida pública, anula cualquier

posibilidad de autonomía y acrecienta día a día las desigualdades, distribuyendo

en forma absolutamente desigual los beneficios de la modernización.

En nuestra opinión es necesario desarrollar perspectivas que incorporen es­

tos dos perfiles de la modernidad, "reconociendo que la libertad y la sujeción

son las características básicas de la condición moderna (...) teniendo siempre

en cuenta, tanto en términos analíticos como normativos, la ambigüedad y

ambivalencia que son inherentes al proyecto moderno" (Wagner, 1997, pp. 16-

35). Como argumentaremos más adelante, esta misma perspectiva resulta ne­

cesaria para interrogar el devenir de la psicología moderna.

Ahora bien, para terminar este apartado sobre la modernidad, nos interesa

relevar tres ejes de la misma que pueden ser pensados como los principales

anclajes del proyecto de la psicología moderna. Lo que nos interesa, más allá

de la caracterización general propuesta y de la afirmación de que la psicología

no puede ser sino pensada en su profunda imbricación con el devenir de las

sociedades modernas, es precisar tres rasgos de lo moderno que permiten com­

prender la dialéctica de unidad y diferenciación que define la plural identidad

de la psicología.

La subjetividad y el individuo moderno

Una de las características centrales de la modernidad, con su progresiva

ampliación e institucionalización de las significaciones de autonomía y con­

trol, es la emergencia de una forma de experiencia y (auto) comprensión de la

agencia humana en términos de una individualidad independiente con un es­

pacio de interioridad psicológica. Como escribe Rose (1996a), en las sociedades

modernas "la persona es construida a la manera de un yo, una entidad natural­

mente única y discreta, en la que los límites del cuerpo, como por definición,

encierran la vida interior de la psiquis donde se inscriben las experiencias de la

biografía individual (...) la persona se piensa como un locus natural de creen­

cias y deseos, con capacidades inherentes, como el origen incontrastable de

acciones y decisiones, como un fenómeno estable que muestra consistencia en

distintos contextos y momentos" (p. 1)

La subjetividad individual privatizada si bien está encarnada en un cuerpo y en

la sociedad se piensa como un dominio de la realidad (lo psíquico, la conciencia)

Page 54: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAK I < )C;KAI1A or I A I'SICOI OCIA CONI EMPORÁNEA (¡ }

que sigue sus propias leyes, y que supone un espacio de interioridad donde

encontramos una conciencia racional; un conjunto de pasiones, sentimientos y

deseos; una voluntad en tanto los sujetos tenemos intenciones y tomamos deci­

siones; y un sí mismo reflexivo que da cuenta de que no sólo somos conscientes

sino también autoconscientes, pudiendo tomarnos reflexivamente a nosotros

mismos como objeto (Scruton, 1999).

El despuntar, en el plano del pensamiento y de la experiencia, de este indi­

viduo moderno, debe entenderse como señala Taylor (2006), al compás de la

ruptura de la cosmovisión religiosa y de la emergencia de un nuevo orden

moral secular, que supone la comprensión del espacio social como algo que

existe para el beneficio de individuos autónomos (seguridad mutua, posibilidad

de intercambio) y en defensa de sus derechos, y no como una estructura jerár­

quica inmutable que se corresponde con la jerarquía del cosmos, como en

diversas sociedades tradicionales. "El orden moderno no confiere ningún estatus

ontológico a la jerarquía ni a ninguna estructura particular de diferenciación (...)

la idea básica del nuevo orden normativo es el respeto mutuo entre los individuos

que integran la sociedad. Las estructuras existentes han sido creadas para servir

a esos fines y son valoradas instrumentalmente en relación a ellos" (p. 25).

En las sociedades modernas, el agente humano en tanto individuo, más que

engranaje de un orden jerárquico inmutable del cual obtiene su sentido y digni­

dad, será pensado como centro y origen, como objeto y destinatario, de toda

acción y pensamiento. Las prácticas e instituciones sociales se organizarán a

partir del individuo que ellas mismas producen: como ciudadano y sujeto de

derechos, como estudiante que aprende y es calificado en forma individual,

como sujeto que del inque y es responsabilizado y castigado en forma

individualizada, como mano de obra asalariada que individualmente arrienda su

fuerza de trabajo al capital, como subjetividad singular que expresa en sus pro­

ducciones estéticas su mundo interior, como sujeto de deseo que busca unirse

libremente a otro igualmente individual a quien ama. Si el proyecto moderno de

autonomía y control tiene algún sentido y viabilidad es a partir de este individuo

que encarna la posibilidad de construir libremente su vida dando forma a su

propia identidad, de asociarse con otros para construir en base a la deliberación

racional un orden democrático, de desarrollar haciendo uso de su conciencia

racional un saber científico que permita controlar la naturaleza e intensificar la

producción de bienes. Ese mismo individuo es el que como cuerpo y psique

Page 55: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

fj4 ADRIANA KAULINO Y AN IONIO STECHER (EDITORES)

deberá ser controlado y regulado, desde el estado, la empresa, la industria, la

escuela, las Industrias culturales, la familia, para que se ajuste a la normaliza­

ción y disciplinamiento que la expansión moderna del capital y la racionalización

instrumental exigen continuamente. Es el mismo individuo potencialmente au­

tónomo el que será excluido y marginado de los beneficios de la modernidad al

ser clasificado en categorías que anuncian aquello que le sobra o le falta: el

loco sin razón, el obrero sin educación, la mujer invadida por sus pasiones, el

niño carente del desarrollo de sus facultades, el extranjero ajeno a los valores

modernos, el campesino recluido en su cosmovisión tradicional.

En esta autocomprensión y experiencia del individuo moderno -que prime­

ro existió como discurso filosófico, posteriormente como experiencia de ciertas

élites de hombres del primer mundo blancos y propietarios, y que finalmente se

expandió al compás de los procesos de modernización, como posibilidad y/o

promesa de autonomía y como condena de disciplinamiento, a la gran mayoría

de los agentes humanos de nuestras sociedades- confluyen tanto retazos del

romanticismo como de la ilustración. Este individuo es interpelado a afirmar el

valor de la autenticidad, a trabajar en la expresión/articulación de su propia

identidad para poder así autorrealizarse como sujeto singular; al mismo tiempo

este individuo es habitado por pasiones y sueños que lo conmueven y movil i­

zan, y es consciente del desgarro, angustia y sufrimiento que supone haber sido

desligados del orden tradicional y sus certidumbres, al compás de los procesos

de secularización y del desencantamiento del mundo. Pero al mismo tiempo,

en esta autocomprensión del individuo moderno, encontramos imágenes de

raigambre liberal ilustrada que nos hablan de un individuo racional, estratégi­

co, dueño de sí mismo, capaz de autodeterminarse y participar en un horizonte

universalista e igualitario con los otros miembros de la sociedad (Taylor, 1997).

Tan importante como la afirmación ilustrada y romántica del sujeto como

subjetividad privada individual, será, en el plano del concepto y la experien­

cia, la constatación y reflexión en torno a la crisis y los límites de dicha

subjetividad. Así, en el marco de la acelerada expansión del capitalismo in­

dustrial, la urbanización y la regulación estatal desde mediados del siglo XIX

se instalará en la cultura moderna la idea de que aquella subjetividad privada

es menos libre, racional, singular y autocontenida de lo que inicialmente se

pensó, y que su destino depende mucho más de fuerzas sociales que no domina

que de una supuesta conciencia racional, coherente y constante. Marx, Freud,

Page 56: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR [OGRAKÍA OF; I A PSICOI OÍÍÍA CONTEMPORÁNEA f ) 5

Mead, por poner algunos ejemplos, son expresión de esta perspectiva que rele­

vará que la subjetividad individual es un producto de las relaciones sociales y

no la causa autosuficiente de la acción humana (Larraín, 1996).

Es importante, así, entender que esta autocomprensión del individuo moder­

no, con sus límites y lensiones^\ es un trasfondo en sí mismo heterogéneo que

más allá de ciertos trazos compartidos abrirá la posibilidad de una diversidad de

formas de experiencia y conceptualización en el horizonte de la modernidad.

Para los efectos de este capítulo, lo que interesa resaltar es que esta subje­

tividad individual privada -en su afirmación y en el reconocimiento de sus

límites, contradicciones y determinaciones- que despunta en la modernidad

como concepto, experiencia y proceso social, es una de las condiciones de

posibilidad del desarrollo del proyecto de la psicología (Figueiredo, 2002).

Es importante recordar, por último, que además de en un plano más socioló­

gico -que da cuenta de cómo las instituciones modernas, partiendo por la familia,

sostienen formas de socialización que producen al agente humano como subje­

tividad individual, el que con sus prácticas reproduce recursivamente las mismas

instituciones que lo constituyen- la subjetividad individual tendrá un lugar cen­

tral en el plano de la reflexión filosófica y de la fundamentación del proyecto

moderno (Habermas, 1993). El sujeto en tanto conciencia racional se constitui­

rá, y ahí la referencia obligada es Descartes, en el nuevo fundamento a partir

del cual re-organizar racionalmente un mundo secularizado. El abandono de

los tutelajes heterónomos que marca el proyecto de autonomía que inaugura la

modernidad no implica una entrega al sin sentido, sino por el contrario la exi­

gencia de un nuevo fundamento, una nueva certeza autónoma que haya superado

la prueba de la crítica racional. La razón subjetiva habrá de convertirse en lo

incondicionado en el orden de las condiciones. Se ha hablado de un desplaza­

miento de la metafísica del ser a la metafísica de la subjetividad. El hombre y

su razón se convierten en la ratio, en el eje organizador de un mundo que sólo

puede aparecer como re-presentado en la conciencia del sujeto. Estamos así

ante el sujeto y su razón como fundamento: razón que es objetivación, control

Diversos autores han planteado que el surgimiento de la psicología como discipl ina científica está vinculada, directamente, a esa conciencia de crisis de la subjetividad individual, y al esfuerzo por explicar y gestionar sus determinaciones, fallas, tensiones y anomalías (Figueiredo, 2002; Foucault, 1957).

Page 57: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

f j f ) ADRIAN.^ KAULINO YANIONIOSIFCHÍR (EDITORES)

y administración racional del mundo, que es proyecto de dominio, autoría y

autonomía. Estamos ante un sujeto centrado en su conciencia que tiene la

posibilidad de definir, conocer, establecer los regímenes de verdad y ordenar el

mundo a través de la creencia casi religiosa en una correspondencia entre la

representación, la palabra y el mundo.

Este sujeto individual, además de conciencia racional capaz de acceder a

lo universal y producir un conocimiento legítimo sobre el mundo, será, en el

plano de la reflexión normativa, el destinatario de los derechos que funda la

ciudadanía moderna y el asiento de la dignidad moral en un mundo secularizado.

Así, a partir de esta centralidad del sujeto como fundamento''* del proyecto

epistémico, político y moral de la modernidad se inaugurarán toda una serie de

debates que nos hablarán de su grandeza, o de su mísera e ilusoria racionali­

dad. Como escribe Vilar "el pensamiento filosófico de los últimos 400 años

puede leerse, de modo ambivalente, como pensamiento del sujeto o contra el

sujeto, pensamiento de la grandeza del sujeto o de su miseria, sujeto de su

exaltación o de su irrealidad, de su poder o de sus límites. Pero en cualquier

caso como pensamiento acerca del sujeto o en torno a él mismo. Sin la noción

de sujeto bien puede decirse que no habría aquello que denominamos pensa­

miento moderno. Esta centralidad obedece a razones externas, sociológicas e

históricas, y a razones internas de la filosofía propias de la lógica conceptual y

su contrastación con la experiencia" (Vilar, 1996, p. 64)".

Es importante relevar el carácter crít ico y precario de la subjetividad individual pro­puesta inicialmente como certeza fundante del proyecto moderno. La conciencia ra­cional en tanto fundamento es un fundamento que implica reflexivamente su propia disolución. Como señala Oyarzún (2001) "la racionalidad moderna es inseparable de su propia crisis, o expresado de otra suerte, la crisis de la razón es inherente a la instala­ción -metafísica, epistémica, práctica y técnica- de la razón misma. Instalar la razón implica crit icarla, ponerla en conmoción: La duda en Descartes, la crítica en Kant, la negatividad en Hegel." (p. 232). Esta centralidad se ilustra con un conjunto de interrogantes que acompañan a la moder­nidad desde sus inicios: ¿En qué medida puede una mente individual, singular y subjeti­va llegar a conocer objetivamente un mundo exterior y distinto a ella? ¿Cómo es posible que individuos desvinculados, independientes y autónomos construyan un orden social y se sometan a un orden exterior a ellos mismos? ¿Terminados los fundamentos divinos y tradicionales cómo puede el sujeto establecer y fundamentar un nuevo y racional ordenamiento moral? Estas problemáticas epistemológicas, políticas y morales expresan la tensión entre lo universal del conocimiento, la política y la moral a la que aspira la modernidad y la singularidad y pluralidad de la subjetividad individual instituida como nuevo fundamento. En general será la razón en tanto facultad uríiversal que habita

(continúa en la página siguiente)

Page 58: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARKXJRAFÍA DC I A PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA ( ) 7

El proyecto de construcción de un saber secularizado

Otro rasgo del horizonte de la modernidad que nos interesa destacar es el

proyecto de construcción de un saber secular sistemático y con algún tipo de

validación empírica, que debía remplazar formas de conocimiento fundamen­

tadas en la tradición o la religión (Walíerstein, 2003).

La modernidad se pensará a sí misma como una época que rompe con el

mundo antiguo y su cosmovisión religiosa, que busca instalar progresivamente

a la razón y su despliegue en distintos dominios como principio de organiza­

ción de la convivencia y la experiencia de los sujetos (Casullo, 1999). Son

justamente los procesos de racionalización de las distintas esferas de lo social

los que deberían permitir, al mismo tiempo que expresar, el incremento de la

autonomía y del control en las sociedades modernas.

En el plano del conocimiento, ese proceso de secularización llevará a afir­

mar a la ciencia como la única vía de acceso a un conocimiento legítimo y

configurará progresivamente, fundamentalmente a partir del siglo XIX, una es­

tructura de saber Irimodal (ciencias naturales, ciencias sociales, humanidades)

que con su red de disciplinas e instituciones pervive en términos generales

hasta el día de hoy en nuestras universidades.

Como ha señalado el Informe de la Comisión Gulbenkain (Walíerstein,

2001, 2003) el primer paso en ese camino fue la sustitución de la teología

por la filosofía como forma de saber dominante, es decir la pretensión de

que fueran los mismos hombres y ya no Dios la fuente del saber y la garantía

de su legitimidad. La figura del filósofo capaz de conocer a través del uso

de su razón las regularidades del mundo irá reemplazando, desde el siglo

XVi e incluso antes, a la pretensión de los sacerdotes de tener un acceso

especial a las verdades divinas. Inicialmente no había una distinción clara

entre filósofos y científicos, ambos eran parte de una misma lucha común

por construir un saber racional que dejase atrás formas de conocimiento

fundamentadas en la apelación a principios religiosos e inmutables. Así,

cuando Spinoza o Hume escribían sus libros no se consideraban sociólogos

en la conciencia individual el eje mediador al que se apelará para fundar al sujeto de la ciencia, de la moral y de la política (Camps, 1999). Lo que algunos denominan como la filosofía psicológica de los siglos XVII y XVlll se articuló en gran medida en torno a estas interrogantes, muchas de las cuales pasarán a ser parte desde fines del siglo XIX de los programas de investigación de la psicología y las ciencias sociales en general.

Page 59: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

fjQ VDRIAN/V KAULINO Y AN IONIO STECHCR (EDITORES)

O psicólogos, sino pensadores racionales que se interrogaban por las regula­

ridades del mundo.

Un segundo paso en ese proceso, siempre haciendo un brevísimo resumen

de lo planteado por el Informe Gulbenkain, fue la separación de la ciencia y la

filosofía que terminó de cristalizar a fines del siglo XVIII. A medida que el

trabajo experimental y empírico comenzó a ser más importante en el desarro­

llo de la ciencia, y que ciertos desarrollos tecnológicos fueron abriendo nuevas

perspectivas respecto al impacto del saber científico en la economía y la so­

ciedad en general, la filosofía comenzó a ser vista por los científicos naturales

como un saber especulativo, poco validado empíricamente y con muchas me­

nos implicancias tecnológicas. Poco a poco la noción de ciencia, que en su

inicio significaba simplemente conocimiento, fue asociándose a los modelos

de las ciencias naturales, dejando a la filosofía y las humanidades como for­

mas de conocimiento diferentes y de menor jerarquía. Esta división en dos

culturas, las ciencias y las humanidades, supuso separar la búsqueda de lo

verdadero (en el polo de la ciencia), de la reflexión en torno a lo bello y lo

bueno que quedó afincada en el territorio de las humanidades.

Esta distinción expresaba firmemente lo que puede considerarse como las

dos premisas de la visión clásica de la ciencia. En primer lugar, una perspecti­

va mecanicista y naturalista del universo pensado como una máquina

determinista gobernada por cadenas lineales de causas y efectos. Como escri­

be Wallerstein, la idea de "que existe un universo real material (...) que todo lo

que existe en ese universo está gobernado por leyes naturales universales y que

la ciencia es la actividad de descubrir cuáles son esas leyes. Que la única

manera confiable o útil en que podemos conocer esas leyes es por medio de la

investigación empírica (...) que incluye mediciones y que cuanto más precisas

sean las mediciones mejor será la calidad de los datos. Que la expresión más

adecuada de las leyes naturales es la expresión más simple que cubre el mayor

número de fenómenos naturales (...) y que deberíamos ser capaces de expresar

todo el saber en una ecuación. (...) En consecuencia, si conocemos una ley y

conocemos las llamadas condiciones iniciales, podemos predecir o posdecir

cuál será o fue la ubicación y medición de cualquier proceso en el futuro o en el

pasado" (Wallerstein, 2001, pp.187-88). La segunda premisa de esta visión clási­

ca de la ciencia fue el dualismo cartesiano, la suposición de que existe una

distinción fundamental entre la mente y el cuerpo, los humanos y la naturaleza.

Page 60: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAHIOGRAFÍA Dr: i A rsiconx.ÍA CONIE.MPORÁNEA ^ 9

el mundo espiritual y el mundo físico (Wallerstein, 2003). La división entre

ciencia (natural) y humanidades venía a actualizar de algún modo estas dos

premisas, y a establecer una jerarquía entre el conocimiento científico "autén­

tico" que descubre las leyes naturales y permite controlar y predecir fenómenos,

y otro saber, también racional pero de índole más singular, sobre las produccio­

nes culturales e históricas que sería visto durante mucho tiempo como con un

estatus epistémico menor.

Un tercer paso está asociado al progresivo surgimiento de las ciencias so­

ciales a fines del siglo XIX, como un campo del saber que se ubicaría entre las

ciencias naturales y las humanidades. Al compás de los procesos de moderni­

zación, y de la necesidad del Estado de un conocimiento que le permitiera

racionalizar el espacio social y legitimar su activa intervención sobre ios cuer­

pos, las poblaciones y las subjetividades, fueron surgiendo desde el siglo XVIII

un conjunto de nuevas categorías del conocimiento que buscaban otorgar un

saber que permitiese la organización y control de los acelerados procesos de

cambio social. Ante el fracaso del sueño ilustrado de un supuesto orden natural

del orden social, y ante la amenaza permanente para las elites burguesas-

liberales del conservadurismo monárquico y de la rebelión popular, las ciencias

sociales aparecieron en el siglo XIX como una herramienta indispensable para

gestionar las turbulencias del cambio social, para fundar una promesa de pro­

greso en los desarrollos de un saber legítimo. Estas nuevas disciplinas - la historia,

economía, ciencia política, sociología, antropología y estudios orientales-

debían permitir reformar progresivamente las relaciones sociales, adaptar a los

sujetos a los procesos de modernización, contribuir a la construcción de un

imaginario nacional, y permitir "comprender" a todos aquellos otros no euro­

peos (tribus o civilizaciones) que la expansión del capitalismo y los procesos

de colonización introducían masivamente en la escena europea.

Como escribe Wallerstein (2003) "entre 1850 y 1945 una serie de discipli­

nas llegó a definirse como Un campo del conocimiento al que se le dio el

nombre de ciencia social. Eso se hizo estableciendo, en las principales univer­

sidades, cátedras en una primera instancia; luego departamentos que ofrecían

cursos y finalmente títulos en esa disciplina. La institucionalización de la ense­

ñanza fue acompañada por la institucionalización de la investigación - la creación

de publicaciones especializadas en cada una de las disciplinas; la construcción

de asociaciones de estudiosos según líneas disciplinares (primero nacionales.

Page 61: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

7 0 ADR|AN,̂ KAUIINO Y ANTONIOSTECHER (EDITORES)

después internacionales); la creación de colecciones y bibliotecas catalogadas

por disciplinas. (...) Puede decirse que todo esto fue en gran parte una historia

exitosa. El establecimiento de las estructuras disciplinarias creó estructuras

viables y productivas de investigación, análisis y enseñanza que dieron origen

a la considerable literatura que hoy consideramos como el patrimonio de la

ciencia social contemporánea. Para 1945 la panoplia de disciplinas que cons­

tituyen las ciencias sociales estaba básicamente institucionalizada en la mayoría

de las universidades importantes del mundo entero (...) siendo distinguidas (y

legitimadas como un ámbito específico y diferentes a!) de las ciencias natura­

les (...) y de las humanidades" (pp. 34-36).

Estos tres pasos dan cuenta de la progresiva división epistémica e institucional

del saber moderno en ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades. Al

interior de ese proyecto de construcción de un saber racional y de sus progresi­

vas divisiones hay que pensar el desarrollo del saber psicológico y su

institucionalización progresiva junto con el resto de las ciencias sociales"' a

partir de las últimas décadas del siglo XIX.

Hay que señalar que en sus inicios, en el marco de la hegemonía del posi­

tivismo cientificista del siglo XIX y de las demandas de las elites modernizadoras

por un conocimiento que permitiera el control y la predicción, las ciencias

sociales en su gran mayoría buscaron identificarse con el modelo de las cien­

cias naturales, buscando encontrar las leyes universales de sus campos de estudio

y relegando a un segundo plano aquellos intentos por construir un saber sobre la

sociedad y los individuos basado en los métodos más comprensivos de las hu­

manidades.

Para terminar conviene recordar, como lo señala el mismo informe de la

Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales que ve­

nimos comentando, que una de las características de los debates de los últimos

En su análisis Wallerstein no considera a la psicología como parte del campo de las ciencias sociales pues considera que la psicología terminó por definirse no tanto en el campo social sino principalmente en el campo médico, obteniendo su legitimidad de su v inculación con las ciencias naturales. No concuerdo con esta reconstrucción de la psicología hecha por Wallerstein. Aunque asociada a la medicina, la idea de psicotera­pia implica justamente un espacio de trabajo en una subjetividad que no se reduce a sus bases biológicas. Sea como ciencia de la subjetividad o como ciencia del comporta­miento, la psicología en su p lura l idad, si ha de considerarse en alguno de los tres campos del saber, debiera incluirse en las ciencias sociales.

Page 62: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR rocRAfíA ur i A PSICOLOGÍA CON I FMPORÁNEA 7 1

treinta años es el fuerte cuestionamiento a la visión newtoniana-cartesiana de

la ciencia clásica, así como a la división trimodal del saber. El surgimiento de

los Estudios Culturales, así como los Estudios de la Complejidad, estarían cues­

tionando desde dentro de las mismas ciencias (cuestionamiento que siempre

estuvo en la reflexión filosófica) dichos presupuestos y promoviendo nuevas

formas de reorganización y fundamentación del conocimiento a la altura de

los nuevos desafíos de la humanidad (Wallerstein, 2001). Para los efectos de

nuestra argumentación, lo que habría que remarcar es que esos nuevos debates

y propuestas pueden inscribirse en el largo proceso (¿un cuarto paso?) de cons­

trucción de un nuevo saber racional sobre lo verdadero, lo bueno y lo bello que

caracteriza a la modernidad, y por otro lado, que más allá de las críticas, las

estructuras institucionales del saber siguen operando en nuestras sociedades en

base a la triple división que hemos reseñado.

El proyecto político: procesos de modernización e intereses sociales

Uno de los rasgos distintivos de la modernidad es su carácter de proyecto

político, su apuesta por construir activamente un nuevo orden social racional

que permita alcanzar la autonomía, la igualdad y la fraternidad. La moderni­

dad aparece como una promesa de prosperidad, emancipación y felicidad, la

posibilidad de entender el orden social no como algo predeterminado en fun­

ción de principios anteriores e independientes a los humanos, sino como algo

que debe ser modelado por los propios miembros de la sociedad. Como escribe

Lechner "la modernidad consiste en la ruptura con esa fundamentación tras­

cendente y la reivindicación de la realidad social como un orden determinado

por los hombres. Afirmando su autonomía, los individuos se hacen irremedia­

blemente cargo de organizar su convivencia. La modernidad es ante todo un

proceso de secularización: el lento paso de un orden recibido a un orden produ­

cido" (Lechner, 1988, p. 168).

La modernidad será vista como el inicio de una nueva época, de un tiempo

que vive abierto al futuro y no al pasado. En el siglo XVIII, junto con la expre­

sión de "época moderna", surgirán (o serán resignificados) una serie de conceptos

y metarrelatos que aluden a la idea de movimiento, tránsito, desplazamiento

desde un lugar a otro, en que lo que se observa esta es pretensión moderna de

romper radicalmente con la tradición y construir un nuevo orden. Conceptos

como los de revolución, progreso, emancipación, desarrollo, crisis, etc., pasarán

Page 63: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

72 ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

a formar parte de las representaciones con las que las sociedades modernas se

piensan a sí mismas (Habermas, 1993).

Las sociedades modernas han sido el territorio donde a través de distintos

procesos de modernización se ha buscado poner en marcha este proyecto que

supone la ampliación de la autonomía y el control. Por cierto, y como ya

hemos comentado, las sociedades modernas son también, y sobre todo, el terri­

torio de los fracasos y las barbaries cometidos en nombre de la razón moderna.

La explotación, desigualdad (intra e inter sociedades) e injusticia que caracte­

rizan el despliegue del capital; la mecanización y racionalización burocrática

de la sociedad; el disciplinamiento y control de los cuerpos y subjetividades, la

colonización del mundo de la vida, la destrucción de la naturaleza y de otras

formas culturales, son parte del legado de la modernidad, la cual puede y

debe, sin embargo, ser criticada y reinventada permanentemente apelando a

sus propios principios normativos.

Para los fines de nuestra argumentación lo que interesa señalar es que es en

el contexto de los procesos de modernización de fines del siglo XIX y del siglo

XX donde hay que situar el desarrollo de la psicología como disciplina científi­

ca. Las diferentes oleadas modernizadoras de las élites políticas y económicas,

las resistencias a dichos procesos, las demandas modernizadoras de sectores de

trabajadores que denuncian el carácter ideológico de la libertad liberal y exi­

gen la ampliación de las promesas de la modernidad a nuevos sectores de la

población, las consecuencias subjetivas y sociales de los procesos de industria­

lización y expansión del estado nacional, entre otros, configuran un campo de

disputas, problemáticas e intereses sociales en relación a los cuales hay que

entender la producción conceptual y práctica de las diferentes corrientes teóri­

cas de la disciplina.

Si algo caracteriza la segunda mitad del siglo XIX es la crisis del pensamiento

ilustrado en el marco de la crisis de las primeras sociedades modernas. Al compás

de los procesos de industrialización, urbanización, crecimiento de la burocracia

estatal, emergencia de nuevos actores y demandas sociales, movimientos monár­

quicos conservadores, la creciente visibilización de la llamada cuestión social,

los movimientos nacionalistas, entre otros, se instala la convicción de que el orden

racional esperado no emergerá espontáneamente a partir de la interacción libre de

los individuos, sino que es necesaria una activa construcción de la sociedad

Page 64: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR rocRAFÍA [JE i A PSICOLOGÍA CONIFMI'ORÁNEA 7 3

,1 partir de la intensificación dirigida de los procesos de racionalización. El

Estado debía hacerse cargo de organizar activamente el orden social, de inser-

lar a los individuos en distintos roles para que cada uno desde su lugar (el

obrero en la fábrica, la mujer en el hogar, el soldado en la frontera, el niño en

la escuela, etc.) contribuyera al proyecto modernizador. Como señala Touraine

(1998), la ideología modernista imperante buscó transformar la "calma" Razón

ilustrada en una activa voluntad de transformación incesante y total de los

distintos ámbitos de la sociedad. Es decir, ya no se trata de pensar al sujeto

como un agente libre e independiente que crea consensuada y racionalmente

su orden social. Se trata ahora -ante el fracaso histórico del discurso ilustrado-

de construir desde el estado y las clases dirigentes una sociedad administrada

racionalmente. El sujeto, más que libre productor de su polis, es visto como un

organismo que debe adaptarse a un entorno social en constante cambio y ajus­

tarse al diseño instrumental del nuevo orden, única garantía de desarrollo y

modernización. O, más radicalmente, la verdadera modernización se logra

cuando todos los aspectos de la vida social, incluyendo el comportamiento y la

subjetividad humana, logran ser administrados y controlados racionalmente.

Pensar la sociedad será analizar en qué medida la sociedad está moderniza­

da, en qué medida ha dejado atrás los modos tradicionales de organización

social, en qué medida, por último, la organización racional y planificada del

orden social han llevado a conformar una sociedad nacional que en tanto tota­

lidad racional señala el cumplimiento del sueño progresista.

Esta ideología modernista de fines del siglo XIX -que surge como respuesta

a la crisis y turbulencias de las sociedades modernas y al fracaso del pensa­

miento ilustrado para construir un orden social- priorizará el logro de la

integración, el orden y la racionalización social, subordinando la autonomía

individual a estas metas para alcanzar así el progreso anhelado. Sólo una mo­

dernización controlada y conducida centralmente podía dar lugar a un orden

integrado y pacífico, que al mismo tiempo que impulsaba activamente los

cambios económicos, políticos y culturales del programa modernista, lograba

gestionar y contener las fracturas, desarraigos y conflictos que los mismos pro­

cesos de modernización inevitablemente generan. Como ha señalado Wagner

en todo el período que va desde la crisis de la sociedad liberal hasta el final de

lo que él denomina como modernidad organizada (entre 1850 y 1970) encon­

tramos que hay un progresivo desplazamiento desde las prácticas, restringidas

Page 65: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

74 ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

pero liberales -basadas en el libre entendiniiento y asociación de individuos

autónomos- a prácticas basadas en una planificación y organización más cen­

tralizada. En dicho contexto la idea de 'organización' cumplió un rol central.

Hay que organizar las actividades de las distintas esferas sociales buscando

maximizar la eficiencia y la productividad. Modernizar la sociedad exige pla­

nificar, gestionar activa y racionalmente laS prácticas sociales. La expansión

de diversos mecanismos de f o rma l i zac i ón , c o n v e n c i o n a l i z a c i ó n ,

estandarización, clasificación y disciplinamiento apuntan a este objetivo fun­

damental del estado-nación de construir un orden, un entorno predecible regular

y estable que posibilite el desarrollo de la sociedad (Wagner 1997).

En la planificación, implementación y control de este nuevo orden social

las ciencias sociales debfan cumplir un roí fundamental. La ciencia, en tanto

modelo de la acción racional, debía inform3r al Estado sobre cómo organizar

la sociedad y debía entregar al mismo tiempo las estrategias adecuadas para

contener y excluir todo aquello que amenazase dicha organización.

Como ya hemos señalado en el punto anterior, el surgimiento de las Cien-

cias Sociales está absolutamente ligado a la demanda de las élites por un saber

que permita implementar el proyecto modernizador en los términos señalados

(Wallerstein, 2001). En un contexto de aceleradas transformaciones y turbulen­

cias, donde la posición conservadora reclamaba por un retorno a las instituciones

tradicionales, donde las posiciones radicales abogaban por revolucionar rápi­

damente la sociedad apelando al principio de soberanía del pueblo, la posición

liberal-burguesa, íinalmer^te triuníante, apelará a la racionalidad del saber de

las nuevas ciencias sociales como guía par^ conducir un proceso de cambio

gradual y controlado. Es decir, no será la tradición ni la voluntad popular, sino

la experticia de un saber nuevo el que orientará los procesos de modernización

y el que permitiría hacer justicia a la convicción moderna de que el mundo

social por malo que fuera podía ser mejorado.

Como escribe Wallerstein (2001) -mostrando la estrecha ligazón entre el

desarrollo de las ciencias sociales y el programa liberal modernista que será

hegemónico desde las últimas décadas del siglo XIX hasta 1970- "la estrategia

del liberalismo como estrategia política consistía en manejar el cambio, y eso

debía ser hecho por las personas debidas en la forma debida. (...) esas personas

competentes (no debían actuar) basadas en prejuicios adquiridos sino más bien

Page 66: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARTOCÍKAIIAOF I A ('SICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA 7 5

en información previa sobre las probables consecuencias de las reformas pro­

puestas. Para actuar de esa forma necesitaban tener conocimiento de cómo

funcionaba realmente el orden social y eso significaba que necesitaban inves­

tigación e investigadores. La ciencia social fue absolutamente indispensable

para la empresa liberal" (p. 168).

Para concluir este apartado podemos decir entonces que la crisis del pensa­

miento ¡lustrado y de las primeras sociedades modernas a mediados del siglo

XIX^^ fue un factor central en la institucionalización de las ciencias sociales

como disciplinas científicas independientes. Estas se convirtieron en un elemen­

to central de los proyectos de modernización conducidos desde el Estado, y fueron

activamente demandadas para ofrecer saberes y técnicas que posibilitaran adap­

tar a ios individuos a los procesos de cambio social, al mismo tiempo que gestionar

los malestares que inevitablemente instalaba la misma modernización.

Es importante recordar, sin embargo, que los procesos de modernización son

campos en disputa dentro de las mismas élites y entre éstas y el resto de la

población, respecto al modo adecuado de interpretar, articulare institucionalizar

las significaciones imaginarias de autonomía y control propias de la moderni­

dad. Son dinámicas cambiantes, inestables, donde surgen hegemonías,

resistencias, malestares y diversos conflictos. Las sociedades modernas a lo

largo del siglo XX han sido un campo atravesado por múltiples intereses socia­

les que expresan el devenir siempre problemático y lensional de los procesos

de modernización.

2. Subjetividad, conocimiento e intereses sociales: la modernidad y el saber psicológico como horizonte común de debates y contradicciones

La caracterización de la modernidad y de los tres ejes que hemos recién

presentado permiten situar y comprender la siguiente aseveración: el proyecto

de la psicología en tanto producción cultural moderna puede ser descrito, en sus

términos más generales, como el esfuerzo por generar un conocimiento racional,

Existe, por cierto, una directa relación entre la crisis del pensamiento ilustrado y las primeras formas modernas liberales, y la crisis de la subjetividad privada a la cual nos hemos referido en un apartado anterior. Estas tres crisis caracterizan la Europa de mediados del siglo XIX y dan paso a un nuevo momento de la modernidad donde la ideología modernista, las sociedades de modernidad industrial (o modernidad organiza­da) y el saber de las ciencias sociales que describe los límites y determinaciones del individuo moderno son sus referentes centrales.

Page 67: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

7 íj ADRIAH*, KAULINO Y ANTONIO STECHER (EDITORES)

sistemático y con algún tipo de validación empírica sobre la subjetividad y/o

el comportamiento del individuo en el contexto de los procesos de construc­

ción de un nuevo orden social secularizado.

En ese sentido, es que podemos plantear que si bien toda cultura humana ha

desarrollado ciertas ¡deas sobre la naturaleza de los seres humanos, la psicolo­

gía como saber científico sobre la mente y la conducta individual es sólo pensable

bajo las coordenadas culturales de aquella particular condición de la historia

que denominamos modernidad (Wallerstein, 2003; Pérez, 1996). En ese mismo

sentido, también, es que podemos plantear que hay ya saber psicológico en

toda la producción de la filosofía moderna entre los siglos XVII y XVIII antes de

la institucionalización de la psicología como disciplina científica en el siglo

XIX. Al respecto, baste recordar el proyecto de Hume (1711 -1776) de clasificar

los contenidos de la mente y establecer principios de conexión entre las ideas

y sensaciones, siguiendo el modelo newtoniano y aplicándolo al espacio men­

tal, de tal modo de construir un nuevo saber fundado en la experiencia y la

observación sobre la naturaleza humana (Leahey, 1998).

Lo novedoso de fines del siglo XIX, como ya hemos señalado, es que se

producirá una disciplinarización y profesionalización del conocimiento psico­

lógico, que dará lugar a la creación, al alero de la revitalización de las

universidades y de las demandas de los procesos de modernización, de una

estructura institucional permanente y organizada que asumirá el monopolio de

la producción, transmisión y aplicación del saber psicológico (Danzinger, 1979;

Wallerstein, 2003).

Ahora bien, lo que nos interesa remarcar es que podemos pensar la unidad de

la psicología -tanto en la forma de filosofía psicológica en los siglos XVII, XVIII

y parte del XIX, pero en particular en su forma institucionalizada y profesionalizada

de disciplina científica a partir de fines del siglo XIX y hasta nuestros días- a

partir de su inscripción en el horizonte sociocuitural de la modernidad. La psico­

logía, así, puede ser caracterizada en términos globales como aquel proyecto

moderno de construcción de un nuevo saber racional sobre la subjetividad y el

comportamiento del individuo que contribuya, en su articulación con distintos

intereses sociales, al nuevo orden secular y a su promesa de progreso.

Así como la apelación a la modernidad y a tres de sus elementos constituti­

vos nos permite pensar la unidad de la psicología, al mismo tiempo nos entrega

Page 68: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARTOGRAFÍA DE LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA 7 7

(laves para comprender la enorme pluralidad teórica que caracteriza ai desa­

rrollo del saber y las prácticas psicológicas. Esto es así pues cada uno de los

ejes que hemos presentado (subjetividad, conocimiento racional, proyectos

modernizadores de construcción de un nuevo orden social) son campos de

problematizaciones y disputas, no pudiendo ser entendidos en ningún caso como

objeto de una definición consensuada, estática y uniforme en el campo cultu­

ral de la modernidad en general y dentro de la psicología en particular.

Veamos a continuación más específicamente cómo cada uno de estos ejes

se ha constituido en un territorio de debates y múltiples posicionamientos en la

historia de nuestra disciplina, dando lugar al desarrollo de distintas perspecti­

vas teóricas.

Subjetividad

Las diversas conceptualizaciones de la subjetividad individual, los distintos

objetos teóricos o perspectivas desarrollados para aprehenderla e incluso

deconstruirla (conciencia, inconsciente, personalidad, pasiones, experiencia,

voluntad, aparato psíquico, redes neuronales, intersubjetividad, discurso, cul­

tura, procesos cognitivos, interacciones, historia), la caracterización que se

haga de ella en términos de la oposición determinismo-libertad, mente-cuerpo,

individuo-sociedad, herencia-cultura, organismo-mecanismo, egoísmo-altruis­

mo, universalidad-particularidad, mismidad-alteridad, racionalidad-afectividad,

etc., dan cuenta de un espacio de debates históricos y de una multiplicidad de

perspectivas que expresan el carácter crítico y reflexivo del horizonte moderno

y del pensamiento científico.

Este argumento requiere, por cierto, dejar atrás un naturalismo ingenuo que

asume que la psicología encuentra sus objetos en el mundo natural y que las

categorías psicológicas son un reflejo de la arquitectura universal de la subje­

tividad humana (Danzinger, 1993). Esta perspectiva naturalista asume que "los

objetos en que ios psicólogos se concentraron sucesivamente, como las 'sensa­

ciones', 'las diferencias individuales', o el comportamiento, ya existían en el

mundo natural antes de que los investigadores psicólogos aparecieran en esce­

na, en cierta forma como bellas durmientes en espera de sus príncipes". A

diferencia de esta perspectiva, es necesario asumir un enfoque crítico que,

como continúa Danzinger (1984, p. 3), considera "que es un problema precisa­

mente lo que se aceptaba sin reparos desde el punto de vista tradicional, esto es.

Page 69: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

7 8 ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHEH (fuironEs)

el surgimiento histórico de los objetos psicológicos mismos. Los objetos como

'la inteligencia', 'la personalidad', 'las actitudes', no se dan en la naturaleza

como materias dadas" sino que son objetos teóricos producidos por los psicólo­

gos para intentar aprehender y dar cuenta de un cierto ámbito de la realidad y

la experiencia de los sujetos.

Este carácter construido de los objetos psicológicos no tiene nada de espe­

cial y no supone una amenaza; por el contrario, confirma el carácter científico

de la disciplina. Como insistió siempre Bachelard (1981) - y como se asume

hace mucho tiempo en las llamadas ciencias duras menos ansiosas y preocupa­

das de interrogar sus fundamentos epistemológicos- lo propio de la actividad

científica es la construcción de nuevos campos de objetividad científica, la

producción de objetos teóricos que no buscan "reflejar" la experiencia sino

interrogarla desde ciertos modelos preexistentes producidos por la imaginación

científica (Bourdieu, 2003). Como señala Rose (1996a) "dentro de la tradición

más sobria de Bachelard, señalar la naturaleza construida de la objetividad

científica no es estorbar ni demoler el proyecto de la ciencia, no es 'ironizar'

sobre él ni 'deconstruirlo', sino definirlo (...) La realidad científica contemporá­

nea es el resultado ineludible de las categorías que usamos para pensarla, de

las técnicas y procedimientos que usamos para ponerla de manifiesto y de las

herramientas y modos de prueba que usamos para justificarla" (pp.11-12).

Dicho lo anterior es posible plantear que la pluralidad de la disciplina psi­

cológica se explica (en parte) a partir del desarrollo de distintos objetos teóricos

y modelos conceptuales que buscan dar cuenta de la subjetividad individual

que emerge en las sociedades modernas. Objetos y modelos que son puestos

permanentemente en discusión dentro de una misma tradición o en confronta­

ción con los planteamientos de otras tradiciones teóricas, abriendo todo un

itinerario de debates y reformulaciones teórico-conceptuales que alimenta la

dinámica pluralidad de la psicología.

Por otro lado, y más allá de los debates internos intra o inter perspectivas

que están presentes desde el inicio de nuestra disciplina, hay que considerar

otro elemento a la hora de pensar esta dinámica pluralidad de la psicología. En

ésta, no son sólo ios conceptos y métodos los que sufren un cambio histórico,

sino su mismo "objeto". Como escribe Danzinger, "la subjetividad humana,

que está detrás de los objetos de la investigación psicológica, está ella misma

Page 70: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARTOGRAFÍA DE I A PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA 7 9

fuertemente implicada en el proceso histórico, como agente y a la vez como

producto" (Danzinger, 1993, p.5). Esto es, que las cambiantes condiciones de

modernidad y el despliegue de los procesos de modernización, van transfor­

mando a los mismos sujetos que la psicología busca investigar, lo que abre la

necesidad de reformular (antiguos) o producir (nuevos) desarrollos teóricos

capaces de aprehender las emergentes lógicas de acción, de malestar, de

cognición, etc., que se constituyen en particulares momentos del devenir de

las sociedades modernas.

La subjetividad individual se constituye, así, en un eje desde el cual pensar

la dialéctica de unidad y diferenciación de la psicología. Unidad en tanto las

distintas perspectivas teóricas buscarían aludir o establecer una relación de

conocimiento con dicha subjetividad que se configura, actúa y se transforma

en el horizonte de la modernidad. Pluralidad en tanto al interior de la psicolo­

gía distintas tradiciones teóricas habrían desarrollado diversos marcos

teórico-conceptuales para interrogar y dar cuenta -modelándola, recortándola

y objetivándola de formas específicas- de dicha subjetividad.

Así, enfatizando alguna de sus dimensiones cognitivas, volitivas, afectivas,

conductuales, corporales o reflexivas; interrogando y develando sus determina­

ciones inconscientes, sociales, intersubjetivas o biológicas; anunciando sus

regularidades naturales, universales y transhistóricas o afirmando su carácter

singular e histórico; denunciando su carácter ideológico, ilusorio o su estatuto

de epifenómeno de procesos neuronales, discursos, relaciones sociales, estruc­

turas simbólicas, identidades culturales o interacciones sistémicas; las distintas

perspectivas de la psicología han construido una diversidad de imágenes y

distinciones sobre la subjetividad que han sido la base de variados saberes y

técnicas sobre la misma.

Conviene recordar que estas imágenes o modelos conceptuales desarrolla­

dos por la psicología habitualmente se nutren y fundamentan en alguna, o en

varias, de las tradiciones del pensamiento filosófico de la modernidad.

Por último, permítannos insistir en lo siguiente: la centralidad (y construc­

ción) de la subjetividad individual para (en) la modernidad es una de las

condiciones de posibilidad de la psicología. Esta puede entenderse como aquel

campo del saber moderno que, a través de distintos modelos teórico-concep­

tuales, busca conocer e intervenir racionalmente (curar, transformar, potenciar.

Page 71: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

8 0 ADRIANA KAULINO Y ANTONIO STECHER (EEJIIORES)

controlar, adaptar, regular, educar, etc.) aquella subjetividad individual que la

propia modernidad ha producido.

Conocimiento racional

Este mismo escenario de diferenciación y debates lo encontramos en lo refe­

rido a la generación de un conocimiento racional sobre el sujeto que más que

un punto de llegada instituye todo un horizonte de disputas epistemológicas que

de Descartes hasta nuestros días se interroga sobre el estatuto y la validación del

conocimiento que un sujeto o una comunidad hace del mundo, de ios otros y de

sí misma. Fcira el caso de nuestra disciplina, en este punto vale la pena recordar

el debate que, desde fines del siglo XIX en el contexto del surgimiento de las

ciencias sociales, se librará entre el positivismo y la hermenéutica sobre la

relación entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre. ¿Debe el

estudio del hombre, su cultura y su historia seguir el principio del monismo

metodológico que plantea la unidad del método científico -cuyo canon son la

física con su lenguaje matemático y su búsqueda de leyes hipotéticas generales

de la naturaleza bajo las que se subsumen los casos individuales- para toda la

diversidad de objetos que se prestan a un conocimiento racional?, ¿o debemos

rechazar el monismo metodológico del positivismo rehusando tomar el patrón

de las ciencias naturales como el único y legítimo modelo de comprensión

racional de la realidad, promoviendo nuevas aproximaciones ideográficas y com­

prensivas a una naturaleza humana que se define por su historicidad,

intencionalidad y campos de significación? (Von Wright, 1988). Esta tensión,

como señala Vezzetti (1998), reverbera hasta el día de hoy en el campo de la

psicología, donde es posible reconocer una cultura humanística y otra cientificista,

que nos habla de un campo escindido entre "dos tribus" epistémicas con supues­

tos y valores muy distintos y que escasamente logran comunicarse entre sP".

Esta confrontación expresa el carácter problemático de las ciencias sociales y

la psicología, que desde sus inicios, como ya hemos señalado, quedaron ubica­

das entre el mundo de las ciencias naturales (ciencias nomológicas) y el mundo

de las humanidades (ciencias histórico-hermenéuticas). Siguiendo a Lepenies

(1994) uno podría hablar de las ciencias sociales (incluyendo a la psicología)

Es habitual considerar el debate entre estas "dos tr ibus" (positivista y hermenéutico-crítica) como una prolongación de las diferencias entre la ilustración y el romanticisimo, dos de las principales tradiciones culturales de la modernidad (Kvale, 1999).

Page 72: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARlociKAFÍA nr i A I'SicoiOCÍACONIEMPORÁNFA f J |

como una tercera cultura que se define justamente por la confluencia proble­

mática de ambas matrices epistemológicas, y que se ha constituido desde sus

inicios en un campo de batalla entre ambas tendencias (Von Wright, 1998). O

en palabras de Habermas: "Mientras que las ciencias de la naturaleza y las

ciencias del espíritu pueden profesarse mutua indiferencia y soportar una con­

vivencia más enconada que pacífica, las ciencias sociales tienen que dirimir

bajo un mismo techo la tensión de esos planteamientos divergentes; aquí es la

propia práctica de la investigación la que obliga a reflexionar sobre la relación

entre procedimientos analíticos y procedimientos hermenéuticos" (Habermas,

1996, p. 83). Este carácter conflictual de las ciencias sociales se complejiza aún

más si consideramos, por un lado, el desarrollo durante el siglo XIX y XX de una

tercera tradición que suele denominarse dialéctica-crítica, vinculada a los tra­

bajos de Hegel, Marx y la Escuela de Frankfurt, y si, por otro lado, incorporamos

algunos desarrollos epistemológicos recientes de sensibilidad postmoderna como

el (neo)pragmat ismo de Rorty, la decons t rucc ión o las propuestas

neonietzscheanas sobre la relación saber-poder en Foucault que han tenido una

fuerte influencia al interior de la psicología con el construccionismo social. Lo

hasta acá señalado es suficiente para ilustrar el punto que estamos intentando

remarcar: cuando decimos que el proyecto de la psicología moderna se carac­

teriza por intentar construir un saber racional sobre el sujeto, es importante

entender dicha afirmación en tanto apertura de un campo de problemáticas

que inaugura un conjunto de debates y posiciones epistemológicas (muchas de

ellas hilaridas) que se expresan, a su vez, en el desarrollo de las distintas tradi­

ciones psicológicas, cada una de las cuales asume ciertos presupuestos

epistemológicos respecto al modo adecuado de construir un saber racional so­

bre la subjetividad.

Intereses sociales y modernización

En relación al tercer punto, referido a la articulación del saber psicológico

con intereses sociales relativos a los procesos de modernización y construcción

de las sociedades modernas es posible encontrar nuevamente un campo de dife­

renciación. Un ejemplo de dichas articulaciones lo encontramos en el expreso

interés de la tradición de la psicología de la adaptación en los EEUU por desarro­

llar una ciencia que, como escribiera Watson en 1913, tuviera como meta "la

predicción y el control de la conducta" con miras a incrementar la adaptación

Page 73: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

8 2 '* ' \NA KAULINOYANlONIoSTEtUrRÍFDirORES)

de los sujetos a los procesos de modernización conducidos por las élites político-

económicas (Leahey, 1998). Tal como lo pensara Comte, la t radic ión

comportamentalista de la psicología se identificó con la idea de que la ciencia

debía tener una fuerte actitud tecnológica y constituirse en la principal base del

naciente orden social. Respecto a este eje es útil, aunque insuficiente, la distin­

ción que estableciera Habermas en Conocimiento e Interés (1990). Como es

sabido, Habermas distingue tres tipo de intereses que sirven como base a tres

formas particulares de conocimiento. El interés técnico, ligado a las ciencias

analítico-empíricas que buscan regularidades nomológicas y que se asocia a un

conocimiento donde la predicción, el control (del mundo, la sociedad y los suje­

tos) y la aplicación técnica juegan un rol central. El interés práctico ,\\gado a las

ciencias hermenéutico-históricas que atienden a las interacciones humanas his­

tóricamente situadas que se realizan en la comunicación intersubjetiva, y que

trabajan con los conceptos de significado, comprensión, interpretación, viven­

cia. Y el interés emancipatorio, ligado a las ciencias sociales críticas que a partir

de una síntesis dialéctica de las disciplinas analítico-empíricas y hermenéutico-

históricas buscan criticar las "relaciones ideológicamente congeladas de

dependencia" y contribuir a la autonomía de los sujetos individuales y colecti­

vos. A partir de la autorreflexión emancipatoria se busca "liberar al sujeto de

los poderes hipostasiados" y contribuir a la institución de las condiciones socia­

les materiales que se requieren para una comunicación abierta, libre, no

coercitiva (Bernstein, 1994). Esta distinción habermasiana nos permite visibilizar

la constitutiva, necesaria y diversa articulación entre los Intereses y el conoci­

miento en la experiencia humana. Desde dicha distinción es posible interrogar

a las tradiciones teóricas de la psicología, tanto respecto al interés que las

anima como al modo en que sus producciones teórico-prácticas efectivamente

posibilitan, o más bien dificultan, el logro en sus sociedades concretas de la

aspiración que declaran. Más pertinente para nuestra argumentación es, sin em­

bargo, la conexión que establece Danzinger entre los intereses sociales y la

producción de saber psicológico. Pensando fundamentalmente en la psicología

como disciplina científica, de lo que se trata, como señala Danzinger, (1984) es

de reconocer que las distintas problemáticas-malñces simbólicas que surgen en

el curso de la interacción social históricamente situada y que definen los esque­

mas, las imágenes, las metáforas en términos de los que la comunidad científica

formula sus problemas específicos y se plantea las preguntas que orientarán las

Page 74: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAUIOGRAFÍA nc i A I'SICOIOCÍA CONTFMPORÁNEA Q 3

actividades constructivas de objetos psicológicos (teóricos, técnicos,

institucionales)- son expresión de un conjunto de intereses sociales a los cua­

les buscan dar respuesta los profesionales de la disciplina. Como escribe

Danzinger -quien está pensando en los intereses sociales a un nivel mucho

más concreto que la reflexión filosófica de Habermas- "La problemática que

proporciona la base de la actividad del individuo (científico) es una estructura

abierta que define un área-problema y prescribe la naturaleza general de las

soluciones aceptables. No es simplemente un conjunto de categorías cognitivas,

sino siempre una expresión de intereses sociales. La existencia de una situa­

ción-problema implica interés por algún tipo de solución. Solo en la medida en

que una problemática implica interés por algún tipo de solución puede servir

como fuente de nuevos productos intelectuales o técnicos. (...) Si aceptamos el

papel fundamental que desempeñan ios intereses en toda actividad generadora

de conocimientos (...) debe reconocerse que la reproducción de clases especí­

ficas de conceptos y prácticas implica intereses sociales, aunque los actores

históricos puedan no haber entendido este aspecto de su actividad (...) estos

intereses más amplios están relacionados con la perpetuación de las formacio­

nes sociales generales en las que están inmersas las actividades conducentes a

constituir objetos psicológicos" (Danzinger, 1984, pp. 8-9). Es importante preci­

sar que establecer esta relación entre intereses sociales y producción de objetos

(conocimiento) no implica afirmar que el conocimiento psicológico es mera­

mente un conjunto de imágenes sociales disfrazadas al servicio de los intereses

de particulares actores sociales. Las disciplinas tienen la posibilidad de resistir,

permear y retraducir en función de la propia lógica y los criterios del campo

científico las demandas del macrocosmos social en el cual están insertos^^.

Siguiendo a Bourdieu es posible plantear que si bien en toda producción discursiva se pone en juego una cierta dimensión polít ica, también es cierto que la polít ica de la ciencia es diferente, a pesar de su articulación, con la política de la sociedad. Lo que tiene que ver con que los productos científicos dependen fundamentalmente del rigor de las coacciones sociales específicas -coherencia interna, argumentación racional, v igi lancia epistemológica, ref lexiv idad, va l idación empír ica, capacidad expl icat iva, crítica de los pares, etc.- que gobiernan su producción y en función de los cuales se retraducen, en pr incipio, los intereses sociales exteriores al campo. Como escribe el sociólogo francés, "la reducción a lo 'polí t ico' que arrastra la ignorancia de la lógica específica de los campos científ icos, impl ica un renunciamiento, por no decir una dimisión, por parte del investigador, que consiste en reducir su papel al de un simple militante, sin más fines ni medios que los de un político corriente. Hacerlo significa anular, en tanto científico, no sólo su capacidad de poner las armas insustituibles de la ciencia

(continúa en la página siguiente)

Page 75: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

3 4 ADRIANÍV KAULINO Y ANRJNIO STECHER (EEMTORES)

Uno de los principales desafíos de la historiografía crítica de la psicología

es justamente intentar comprender cómo se han ido articulando en distintos

momentos y contextos específicos de la historia de la disciplina la lógica inter­

na de los programas científicos con los intereses sociales que los atraviesan.

Como escribe Vezzetti "...esa relación entre la configuración de la disciplina y

el contexto socioinstitucional no es encarada mayormente como una relación

global, como si la disciplina simplemente 'reflejara' la estructura y los intere­

ses de grupos sociales dominantes, como si todo se redujera a un análisis global

del régimen de poder social, sino como una relación mediada por el grupo

profesional" (Vezzetti, 1998, p. 6). Lo que nos importa remarcar es que uno

puede leer la historia de la psicología y sus producciones teórico-prácticas

interrogándose por los intereses sociales con que se interpela al campo discipli­

nar o a algún subsector del mismo, así como por los intereses que respecto a la

construcción del orden social reconocen (más o menos explícitamente) y ac­

túan (con o más o menos consistencia respecto a lo que declaran) los propios

participantes del juego de la ciencia. Nuestra propuesta es que, para el caso

del desarrollo de nuestra disciplina, esos intereses deben comprenderse en rela­

ción a los proyectos y aspiraciones de los distintos actores económicos,

culturales, políticos (individuales o colectivos) que, en contextos locales, na­

cionales o globales específicos y con grados de poder muy disímil, promueven,

resisten o sufren los procesos de modernización hegemónica e imaginan mo­

dernidades alternativas. Desde esta perspectiva toda tradición psicológica -con

su red de saberes y prácticas- responde, con las mediaciones propias de los

campos científicos, a constelaciones de intereses que los interpelan, a motiva­

ciones orientadas por una cierta imagen del modo como la disciplina puede

contribuir a la construcción y mejora del orden social, en el contexto del hori­

zonte cultural de la modernidad y de los procesos siempre conflictuales de

modernización. Como la cultura moderna y los procesos de modernización se

despliegan en distintas dimensiones y suponen campos en disputa respecto al

"mejor" modo de concretar el proyecto político de la modernidad, los intereses

y demandas sociales que han interpelado y movilizado a nuestra disciplina son

múltiples, diversos y muchas veces antagónicos.

al servicio de los objet ivos perseguidos, sino, sobre todo, su capacidad de aportar medios para comprender, por ejemplo, los límites que los condicionantes sociales de las consignas mil i tantes imponen a la crít ica y la acc ión mi l i tante" (Bourdieu, 2000b, p.124,125)

Page 76: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARr<K;RAI-ÍA or LA h'SicOLocíA CONTEMPORÁNEA 8 5

¿Cómo ajustar a los individuos a los requerimientos de la producción indus­

trial? ¿Cómo garantizar que las familias operen efectivamente como instancias

de socialización que producen subjetividades individualizadas singulares pero

también altamente normalizadas? ¿Cómo compensar los déficit y fallos de los

sujetos de tal modo de garantizar su inserción activa en las lógicas

modernizadoras? ¿Cómo contener, regular, aislar a aquellos que por diversas

razones no califican como aptos para una integración plena a la vida moderna?

¿Cómo promover un comportamiento funcional a los intereses del capital y el

estado del niño en la escuela, del soldado en el ejército, del obrero en la

industria, de la mujer en el hogar, del maestro en la clase? ¿Cómo denunciar las

lógicas de enajenación y explotación propias de la modernidad ampliando los

beneficios de la misma a los sujetos excluidos? ¿Cómo comprender, ayudar y

curara los sujetos arrojados a las turbulencias de la vida moderna, presas de los

múltiples desarraigos, angustias y temores que va dejando como estela los

procesos de creación-destructiva propios de la modernidad? ¿Cómo ampliar la

autonomía de los sujetos individuales y los procesos de democratización? ¿Cómo

llegar a conocer el modo cómo los sujetos conocen de tal modo de garantizar

las certidumbres epistemológicas del proyecto moderno?

Estas interrogantes buscan ilustrar algunos de los múltiples intereses socia­

les que en el marco de los procesos de modernización han operado como

trasfondo de los desarrollos teóricos y técnicos de la psicología. El esfuerzo por

responder a esta diversidad de problemáticas con que distintos actores interpe­

lan a la disciplina, así como la particular autocomprensión que una corriente

desarrolla respecto al modo como aporta a la construcción de un nuevo orden

social racional (desde un interés más técnico, práctico o emancipatorio), expli­

can en forma importante la pluralidad de desarrollos teóricos de la psicología

al interior de las sociedades modernas.

Permítasenos en este punto de nuestra argumentación hacer la siguiente

recapitulación: la psicología como proyecto moderno, y en particular como

disciplina científica a partir del siglo XIX, puede ser descrita como el esfuerzo

por construir un saber racional sobre la subjetividad (entendida en términos de

mente y conducta individual) que de algún modo contribuya o responda a los

intereses de dar forma a las sociedades modernas. Como hemos insistido, esta

caracterización funda una unidad disciplinar plural y diferenciada en tanto la

modernidad en general, y la psicología en particular como hija de la misma,

Page 77: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

tíf) AoRiANA KAUIINO Y ANTONIO STECHFR (FniroREs)

se caracteriza por ser un campo de debates y disputas donde se han (i) construido

diversos objetos teóricos y perspectivas para dar cuenta de la subjetividad mo­

derna, donde se han (ii) desarrollado distintas matrices epistemológicas que

entienden de modos diversos lo que es un conocimiento adecuado de la subjeti­

vidad y la naturaleza humana, y donde (iii) diversos y contradictorios intereses

sociales en el marco de los procesos de modernización han interpelado al campo

de los saberes psicológicos. Las distintas perspectivas teóricas de la psicología

pueden ser entendidas (no reducidas a) como el resultado de una particular arti­

culación de estos tres ejes. Si imaginamos la diversidad interna de cada uno de

esos tres ejes, así como las distintas formas de articulación de las mismas"",

podemos tener una clave para avanzar en la comprensión de lo que páginas

arriba denominábamos como la dialéctica de unidad y diferenciación que defi­

nen la identidad problemática, plural e histórica del proyecto de la psicología.

3. El resplandor psicológico de las sociedades modernas

Ellen Herman (1995), en su libro TTie Romance of American Psychology:

Political Culture in the Age of Expertsha analizado en detalle el modo como el

discurso psicológico se expandió, permeó y modificó la cultura norteamerica­

na con una particular fuerza después de la segunda posguerra. Su argumentación

nos recuerda que la psicología en el horizonte de las sociedades modernas ha

sido, particularmente a partir de los años 50 del siglo pasado y con particular

fuerza en los EEUU, bastante más que una disciplina académica, habiéndose

constituido, a partir de su red de prácticas profesionales, en una fuerza que

modela la cultura y las formas de subjetivación que caracterizan nuestras so­

ciedades. Una extensa cita del libro de Herman nos permite ilustrar este punto

al cual nos referiremos brevemente en este apartado.

"Mi uso del término 'psicología' no se detiene en los márgenes de una

disciplina académica o en los límites de una categoría profesional de empleo.

Obviamente la consistencia marca un límite a las posibles articulaciones entre estos ejes. Así, por ejemplo, y como ya señalamos, Habermas establece una clara relación entre las matrices epistemológicas distinguidas en el segundo eje, (neo)positivista, her­menéut ica y d ia léct ica-cr í t ica, y los intereses cogni t ivos cuasitrascendentales que él distingue, a saber y correlativamente: técnico, práctico y emancipatorio. No es difícil deducir que cada uno de estos intereses y formas de conocimiento tendrán más afinidad con ciertas concepciones -más naturalistas, más históricas, más culturales- del sujeto (Gergen, 1994; 1996).

Page 78: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CART(K;RAIÍA DE I A rsicoi OCÍA CONIEMPORÁNEA g 7

Más que esto, nos referimos a un énfasis en el análisis de los procesos men­

tales, relaciones interpersonales, la introspección y la conducta que se constituye

en una vía para explicar las realidades individuales y sociales. En tanto disci­

plina académica la psicología extiende sus raíces históricas a la filosofía y la

fisiología del siglo XIX. Pero en el período posterior a la Segunda Guerra Mun­

dial las profesiones más comúnmente asociadas a la experticia psicológica

fueron aquellas que se originaron o crecieron como oficios de ayuda: psiquia­

tría, psicología clínica y trabajo social. Esta variada y flexible historia permitió

a los expertos psicológicos hacer reclamos extremadamente amplios de autori­

dad. Ellos eran poseedores de una tecnología de la conducta, de una ciencia

de las relaciones sociales, de una teoría de la sociedad, y de una teología de la

salud emocional. La psicología algunas veces aparecía como ciencia social o

natural, en ocasiones como una fuente de valores morales, políticos y cultura­

les que podían dar orientación respecto al significado de la identidad humana

y la existencia, asuntos que Iradicionalmente habían sido campos exclusivos

de la religión o la filosofía. En la última parte del siglo XX en Estados Unidos el

rostro de la psicología es tan familiar que es tentador, pero erróneo, considerar

esto como un hecho ahistórico de la vida (...). La psicología podrá haber filtra­

do por cada una de las facetas de nuestra existencia, pero esto no significa que

ella ha estado siempre allí, o que lo que sus expertos dicen haya siempre

importado tanto como importa hoy en día" (Herman, 1995, p.S)''^

Distintos autores, desde distintas claves teóricas y normativas, se han refe­

rido a esta psicologización de las sociedades modernas dando cuenta de la

creciente centralidad, particularmente a partir de la segunda posguerra, de los

expertos psien distintos ámbitos de la vida social y la experiencia de los suje­

tos (Lasch, 1999, Rose, 1996a, Adorno, 1997).

En el marco de nuestra argumentación, los que nos interesa remarcar es que

al interrogar las relaciones entre psicología y modernidad, resulta fundamental

interrogar a nuestra disciplina no sólo en tanto actividad de construcción de

objetos teóricos sobre la mente y conducta individual, sino también en tanto red

institucional y de inserción profesional que vehiculiza una serie de imágenes y

valores sobre el sujeto (normal/patológico) en la cultura y despliega un conjunto

de técnicas, procedimientos, formas de medición e intervención que configuran

Traducción libre del texto original.

Page 79: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

83 ADRIAN/\ KAULINO Y ANTONIO SrtCHER (EDITORES)

y regulan en dominios concretos las prácticas de los individuos y los modos

como estos se piensan a sí mismos.

Esto significa que pensar el lugar de la psicología en la modernidad, no se

reduce a explicitar el modo como el horizonte sociocultural de la modernidad

-con sus nociones de subjetividad, sus disputas epistemológicas y políticas-

determina y opera como condición de posibilidad del desarrollo de la discipli­

na, sino que exige atender al modo como esa misma red de saberes y prácticas

psicológicas modelan recursivamente la cultura, la sociedad y las formas de

ser sujeto en la modernidad. Los objetos y categorías psicológicas, en tanto

objetos no naturales sino construidos en el marco de problemáticas que expre­

san intereses sociales, están implicados activamente en la construcción de

nuevos modos de categorizar, pensar y actuar sobre las personas que atraviesan

y modelan nuestras sociedades.

Giddens (1997) ha propuesto el concepto de doble hermenéutica para en­

tender esta relación, señalando que el propio esfuerzo por conocer la realidad

social modifica la misma realidad que se busca comprender. El conocimiento

de las ciencias sociales se construye a partir de las representaciones y expe­

riencias del sentido común que compartimos, pero va más allá de éste, para

volver luego, reingresar y modificar el mismo conjunto de acciones que estaba

intentando explicar. "El conocimiento sociológico", escribe Giddens, "da vuel­

tas en espiral dentro y fuera del universo de la vida social reconstruyéndose

tanto a sí mismo como a ese universo como parte integral de ese mismo proce­

so" (Giddens, 1997, p. 27). Así, las formas como nos representamos la sociedad

y a los sujetos es una parte constitutiva de nuestros modos de convivencia y de

nuestra práctica y experiencia cotidiana. Las Ciencias Sociales y Humanas,

como señala Melucci (2001), en tanto modalidad de autorrepresentación legi­

timada en nuestras sociedades, no sólo describen fenómenos sociales y subjetivos

ya dados y estables sino que en el esfuerzo de comprenderlos los transforman

"al poner en circulación en las prácticas sociales formas de nominación y de

representación que a su vez modifican tales prácticas y retroactúan sobre el

mismo conocimiento" (p. 39). Parafraseando a Bateson uno podría decir que el

teórico sólo puede elaborar teorías refiriéndolas a lo que gente hacía ayer; maña­

na la gente hará algo distinto a raíz de esas mismas teorías (Kenney, 1994).

Experiencias tales como la relación de pareja, el miedo, la angustia, la sexuali­

dad, la vejez, los sueños, entre muchas otras, están absolutamente mediadas

Page 80: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAHIOCRAFÍADC I A rsicoKXiíA CONTEMPORÁNEA 3 9

en nuestras sociedades por categorfas psicológicas que circulan en la cultura y

que han sido interiorizadas por los sujetos que han aprendido a pensar psicoló­

gicamente sobre sí mismos y los otros.

En el campo de nuestra disciplina han sido los discursos críticos, de inspira­

ción marxista o foucaultiana los que más han enfatizado en la necesidad de

atender, más que a la lógica interna del itinerario conceptual de la disciplina,

al modo como los saberes y, sobre todo, prácticas psicológicas han tenido un

rol activo en la construcción y mantención de ciertas relaciones sociales y

formas subjetivas, las que se han denunciado como funcionales a las formas de

dominación, disciplinamiento y control características de las sociedades mo­

dernas en el siglo XX. Mostrando el carácter ideológico de ciertas categorías

psicológicas (Braunstein, 1981) o la articulación de los discursos y prácticas de

la psicología con las formas de gobierno propias del biopoder moderno, estas

perspectivas han abierto líneas fecundas de investigación, que más allá de

reconocer la recursividad y el condicionamiento mutuo entre las categorías y

técnicas psicológicas, y las formas de subjetivación, se han interrogado

críticamente al servicio de qué intereses o lógicas de poder están las formas de

ser sujeto que los saberes y prácticas de la psicología contribuyen a construir.

Nikolas Rose (1996a, 1996b) por ejemplo, ha estudiado siguiendo a Foucault

el modo cómo los saberes psicológicos han tenido y tienen un papel central en los

regímenes de subjetivación de las sociedades modernas, produciendo a través de

una compleja y heterogénea red de técnicas y prácticas una particular experien­

cia y comprensión de lo que es ser humano: el régimen moderno del yo que se

caracteriza por "reflexionar y actuar en la totalidad de dominios, prácticas y

ensamblamientos diversos en función de una 'personalidad' unificada, una identi­

dad a revelar, descubrir o trabajar en cada uno" (p. 16). La psicología como disciplina

científica ha tenido un rol central en producir (no describir) una particular confi­

guración histórica donde los seres humanos hemos llegado a comprendernos a

nosotros mismos y a los otros como "seres psicológicos", a interrogarnos y narrar­

nos en términos de una vida interior psicológica que alberga los secretos de nuestra

identidad, los que deben ser descubiertos y actualizados (Rose, 1996a). Esos regí­

menes de subjetivación, en los que la psicología y las ciencias humanas tienen

un rol crucial, serían parte de nuevos diagramas de poder que surgen progresiva­

mente a lo largo del siglo XVIII y XIX y que producen al individuo moderno como

objeto de control, normalización, (auto)vigilancia y de gobierno.

Page 81: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

9 Q ADRIAN/\ KAULINOYANIONIOSIECHCK (FDITORES)

Uno de los aspectos interesentes del trabajo de Rose es su insistencia en

pensar a la psicología como algo tecnológico, más que como discurso teórico.

Esto es, como un "conjunto de artes y destrezas que implica la vinculación de

pensamientos, afectos, fuerzas, artefactos y técnicas que no solamente fabri­

can y manipulan al ser, sino que fundamentalmente, lo ordenan, lo enmarcan,

lo producen, lo hacen pensable como un cierto modo de existencia que debe

abordarse de una manera específica" (Rose, 1996a, p. 13). Como tecnología,

las redes de los saberes psi se expandieron por la sociedad moderna creando

modos de percepción, vocabularios y gramáticas que llevaron a reformular

diversos dominios de la experiencia en términos de problemas psicológicos. A

partir de un conjunto de técnicas y prácticas, de la expansión de modalidades

de subjetivación disciplinaria (asociables a las tradiciones positivistas y

comportamentalistas) y pastoral (asociadas a las tradiciones hermenéuticas y

al desarrollo de las distintas psicoterapias y tecnologías del yo), la psicología

logró estabilizarse y legitimarse, contribuyendo a disciplinar, vigilar y formar a

las poblaciones e individuos. El proceso de crecimiento e inserción de la disci­

plina en la sociedad supuso la psicologización de muchas prácticas, experiencias

e instituciones, las que empezaron a pensarse a la luz de las "verdades psico­

lógicas". Las maneras psicológicas de pensar, ver, calcular y actuar se

expandieron en distintas instituciones tales como la cárcel, el tribunal, la fábri­

ca, la sala de clases, racionalizando esos campos de experiencia y ofreciendo

un arsenal de herramientas para hacerlos comprensibles, calculables y

administrables en función de las exigencias de conducción de la conducta y

administración de la subjetividad. De esta manera el saber psicológico tiñó

progresivamente la totalidad de la vida social, constituyéndose en un dispositi­

vo de saber-poder central para comprender las formas de gobierno -el intento

de actuar sobre las acciones de los otros- sobre los sujetos que caracterizaron

(y caracterizan) a las sociedades modernas.

Ahora bien, qué podemos desprender de estos procesos de psicologización

de la cultura y las sociedades modernas -descritos en clave más (Rose) o me­

nos (Herman) crít ica- para la argumentación general de este capítulo sobre la

psicología, su identidad plural y su inscripción en el horizonte sociocultural de

la modernidad.

En primer lugar, es posible desprender una consideración que podríamos de­

nominar metodo lóg ica . Una reconstrucción histór ica del campo

Page 82: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARI OGKAFÍA DE LA MSICOLOCIA CON I FMPORÁNFA 9 1

académico-profesional de la psicología, en su un idad y di ferenciación interna,

requiere atender tanto a los procesos de construcción de objetos teóricos, c o m o

al m o d o en que éstos, junto a las técnicas, prácticas y campos profesionales con

los que se ar t icu lan, promueven particulares formas de subjet ivación y de lazo

social en contextos especi'ficos. Esta perspectiva se afirma en el hecho - c o m o lo

hemos ven ido seña lando- que las categorías y objetos psicológicos no son repre­

sentaciones fieles de realidades naturales e inmutables, sino construcciones

históricas que más allá de su va l idac ión intersubjetiva al interior de las c o m u n i ­

dades científ icas t ienen efectos performativos sobre la realidad social y subjetiva.

Como ha escrito Shotter: "Nuestros métodos de estudio no son ideológicamente

neutros; construyen una cierta clase de mundo , un con junto de relaciones socia­

les y de modos de tratar y valorar a las demás personas" (Shotter, 1989, p. 78).

En esta línea uno podría retomar los p lanteamientos de Vezzett i (1998) y

Danzinger (1984), quienes señalan la necesidad de considerar ar t icu ladamente

al menos tres niveles en la invest igación histór ica sobre la ps ico logía: El n ive l

de la historia c ient í f ica de la psicología que aludir ía al i t inerar io de construc­

c iones, debates y desarrol los teór ico-conceptuales de sus distintas perspectivas;

el n ivel que intentaría reconstruir la historia de las prácticas, de la const i tuc ión

de objetos y proced imientos técnicos, así c o m o la emergenc ia de diversos

ámbi tos de ap l i cac ión e inserc ión profesional de los psicólogos; y un tercer

nivel que en un sentido más general y socio-histór ico se pregunta por el lugar,

la d i fus ión y las impl icanc ias de la psicología en la cu l tura.

Una segunda cons iderac ión es de orden é t ico-po l í t i co . C o m o lo han mostra­

do los trabajos de orientación crítica, no basta con reconocer la doble

hermenéutica del conocimiento de la realidad social -por usar el término de

Giddens-, es preciso además interrogarse y pronunciarse, desde algún horizon­

te normativo, por el tipo de mundo y de sujetos que producen los saberes y

prácticas psicológicas. Es en este punto donde muchos de los análisis críticos,

particularmente aquellos de raigambre foucaultiana cometen, en nuestra opi­

nión, su mayor error, el que se funda por cierto en una lectura unilateral tanto

de la modernidad como del lugar de las Ciencias Humanas y Sociales en ella.

Desde dichas perspectivas la pluralidad de la psicología, y la diversidad de

implicancias de la misma en términos de ampliación o socavamiento del pro­

yecto emancipatorio de la modernidad, es reducida a una sola fórmula: En las

sociedades modernas existe un complejo de saberes y técnicas psicológicas

Page 83: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

9 2 ADRIANA KAUÜNOYANIONIOSÍECHCR (rpirOREs)

que más allá de su aparente diversidad teórica opera y actúa de una única forma,

ésta es, como mecanismo ideológico de dominación o como dispositivo de

disciplinamiento, normalización y gobierno de los cuerpos, las poblaciones y la

subjetividad. En esta línea por ejemplo. Rose, habla de un complejo Psi en las

sociedades modernas, donde su diversidad teórica (el sujeto cognitive, el sujeto

del inconsciente, el sujeto social, el sujeto del aprendizaje, etc.) es parte de la

eficacia de la misma estrategia de control en relación a la cual habría que enten­

der la identidad de la psicología. "Las disciplinas psi, nos dice, en parte como

consecuencia de su heterogeneidad y falta de paradigma único, han adquirido

una particular capacidad de penetración en relación con las prácticas para la

conducción de la conducta. No sólo pudieron proveer una variedad de modelos

de ser un yo, sino también recetas para el gobierno de las personas que pueden

ser puestas en práctica por profesionales de distinto ámbito" (Rose, 1996a, p. 12).

A diferencias de estas lecturas, nos parece necesario reconocer la plurali­

dad de la psicología en términos tanto de las distintas tradiciones teóricas que

la constituyen, como de las diversas y ambivalentes implicancias que ha teni­

do en el devenir de las sociedades modernas. A la luz del horizonte ético-político

de la modernidad y sus principios de autonomía, igualdad y democracia nos

parece que la psicología contiene en sí misma la ambigüedad y ambivalencia

que son inherentes al proyecto moderno, habiendo contribuido al proceso, pa­

ralelo y dramático de liberación y sometimiento de los sujetos (Wagner, 1997).

En este sentido es que resulta fundamental desarrollar perspectivas menos

monolíticas y unilaterales de la modernidad y de la psicología, que no las

reduzcan -como la otra cara de una ingenua, ideológica y celebratoria pers­

pectiva liberal- a la progresiva expansión de una forma de control y sujetamiento

que se fundaría en la "simultánea individualización y totalización de las mo­

dernas estructuras de poder" (Foucault, 1987, p. 175).

Parte de nuestra diferencia con la lectura que hace Rose (1996a) es que en su

análisis, el régimen del yo y la identidad que han construido la modernidad y la

psicología son más obstáculos que recursos del pensamiento crítico. Por nuestra

parte, creemos que el sujeto psicológico (en el sentido amplio, no cartesiano, del

término), ese espacio de interioridad, reflexividad y negatividad que no se redu­

ce a las determinaciones biológicas y socioculturales que lo constituyen, es,

como proyecto no como sustancia, el sujeto autónomo participe de una comuni­

dad democrática (Castoriadis, 1992); el precario andamiaje desde el cual seguir

Page 84: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR I (XÍRAFÍA Dr i A I'SICOLÍJGÍA CONTEMPORÁNEA 9 3

defendiendo el eí/705 filosófico de la ilustración, aquella actitud valorada por

Foucault "de creación permanente y crítica de nosotros mismos (...) donde la

crítica de lo que somos es, al mismo tiempo, un análisis histórico de los límites

que nos son impuestos y un experimento sobre la posibilidad de trascender esos

límites" (Foucault, 1999, p. 351).

Si bien el desarrollo de la psicología y sus usos en nuestras sociedades han

contribuido innumerables veces al psicologicismo (que como decía Adorno es

ideología) a la objetivación y deshumanización de las personas bajo la ilusión

de un individuo extrasocial y natural al que se le hace responsable de su propio

destino, también es posible encontrar en el pasado y el presente, e imaginar

hacia el futuro, experiencias de contribución de la psicología a una mejor

comprensión de nuestras propias determinaciones (pensemos en Freud, por ejem­

plo) y a una ampliación de la autonomía individual y colectiva, en suma, a

una expansión del proyecto emancipatorio de la modernidad, de lo que Foucault

alguna vez denominó como "la indefinida obra de la libertad".

Para finalizar este apartado, lo que nos interesa es relevar cómo lo que hemos

denominado el resplandor de la psicología en las sociedades modernas - la im­

pregnación de los discursos psicológicos en la cultura y el desarrollo de la

psicología como red de prácticas y técnicas en distintos ámbitos de

profesionalización, aspectos ambos que contribuyen a modelar particulares for­

mas de subjetivación y de lazo social en nuestras sociedades- nos entrega una

clave adicional para pensar la dialéctica de unidad y diferenciación que carac­

teriza al proyecto de la psicología moderna. Unidad en tanto las distintas

tradiciones psicológicas, de distinto modo y con variada intensidad, se han im­

pregnado en la cultura de nuestras sociedades y han contribuido con su red de

saberes y técnicas a la creación y mantención de ciertas formas de ser sujeto y

de organizar la vida social. Pluralidad en tanto el despliegue en la cultura, la

sociedad y ios sujetos de la diversidad de corrientes y técnicas que alberga el

campo académico-profesional de la psicología han producido implicancias éti­

co-políticas diversas y ambivalentes, en el sentido de contribuir tanto a la expansión

como al socavamiento del proyecto emancipatorio de la modernidad''^

No se trata, no es posible, establecer a prior! y en forma taxativa un especie de asociación lineal entre una perspectiva teórica, o una red de prácticas y técnicas, y una cierta valoración o condena normativa. Sería absurdo pensar, por ejemplo, que todo conocimien­to vinculado a un interés técnico o de control es en si' mismo atentatorio de la autonomía

(continúa en la página siguiente)

Page 85: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

9 4 ADRIANA KAULINO YANiONif)SIFCHER (Í-DHORES)

4. Para finalizar

A modo de cierre presentamos un conjunto de puntualizaciones sobre los

argumentos desarrollados.

En primer lugar es importante recordar que la modernidad y el campo de la

psicología, al mismo tiempo que caracterizables por su pluralidad teórica,

epistemológica y política, deben ser entendidos como espacios de construcción

de hegemonías discursivas e institucionales. Así, el territorio de nuestra discipli­

na debe ser interrogado tanto en términos de su constitutiva heterogeneidad como

de aquellas tradiciones que se han instalado como dominantes y han buscado

instituir una particular perspectiva como la única forma legítima de desarrollar

la psicología. En el marco de nuestra argumentación hemos enfatizado en las

condiciones de posibilidad de la diversidad de perspectivas teóricas, lo que no

debe hacernos olvidar el modo como alguna de ellas se han convertido en

hegemónicas y han monopolizado el campo disciplinar, negando muchas veces

la identidad plural del proyecto de la psicología. Sea a nivel de contextos nacio­

nales o internacionales la institución de estas hegemonías dentro de la disciplina

debe ser pensada en relación al devenir de los procesos de modernización y a los

actores, sensibilidades culturales, poderes e intereses sociales preponderantes en

particulares momentos y contextos de las sociedades modernas*'.

de los sujetos. Sin control y predicción, a la base de la expansión de la racionalidad instrumental no habría modernidad, y por tanto, no habría autonomía posible. No es objeto de este artículo esta temática, que es discutida en mayor profundidad en el artículo de Adriana Kaulino. Sólo quisiéramos dejar planteado el tema de la pluralidad de implicancias ético-políticas de la psicología y de la imposibil idad -a l menos desde la lectura de la modernidad y la psicología que nos interesa defender- de clasificar y dividir a priori el territorio entre las buenas y malas prácticas y saberes psicológicos. Los matices, las posiciones híbridas, los particulares contextos históricos, las hegemonías presentes en el campo y la sociedad, la brecha entre la riqueza de un concepto y su naturalización ideológica o la torpeza de quienes se lo apropian, la aspiración monopólica o el reconocimiento de los límites epistémicos, entre muchísimos otros factores, serían elementos a tener en cuenta a la hora de interrogar crí t icamente las impl icancias normativas de la(s) psicología(s) contemporánea(s). Interrogación que exige, por cierto, asumir y explicitar una cierta interpretación de los principios ético-políticos de la mo­dern idad, de su ar t icu lac ión, y del mejor modo de implementar los en particulares contextos y ante singulares desafíos.

En relación a este punto es mucho lo que se ha escrito sobre la hegemonía de la psicología de la adaptación o comportamental ista, que a partir de sus presupuestos positivistas y su desarrollo profesionalizante en EEUU ejerció, al menos hasta los años 60-70, un dominio sin contrapesos en el espacio académico-profesional. Dicha hege­monía estuvo directamente vinculada a las demandas de las élites políticas y económicas

(continúa en la página siguiente)

Page 86: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CARIOCRAFÍA DE I A CSICOrOGÍA CONTEMPORÁNEA 9 5

En segundo lugar, nos interesa relevar que los ejes y distinciones propuestas

-subjetividad, concepción de conocimiento racional, trama de intereses socia­

les presentes en los contextos de modernización, así como las implicancias del

saber y técnicas psicológicas en la cultura, los sujetos y el lazo social- para

pensar la dialéctica de unidad y diferenciación de la psicología, deben enten­

derse como un marco de referencia y una invi tación para desarrollar

investigaciones sobre el desarrollo de la disciplina en contextos y momentos

específicos. Así, más que como una rejilla clasificatoria que permitiría ubicar

en un lugar fijo y puro cada tradición teórica, o como una respuesta global,

unitaria y definitiva sobre la identidad de la psicología, nuestra propuesta debe

entenderse como una perspectiva (entre otras), una "caja de herramientas "que

busca instalar y abrir interrogantes, las que no pueden ser abordadas sino desde

un trabajo laborioso de investigación sociohistórica.

En tercer lugar queremos explicitar nuestro convencimiento de que las cla­

ves de lectura que hemos propuesto para interrogar y poner en relación las

distintas perspectivas de la psicología contemporánea son también pertinentes

para aquellos desarrollos teóricos de talante posmoderno tales como el

construccionismo social, las psicologías de la complejidad, ciertas orientacio­

nes sistémicas ligadas a la cibernética de segundo orden, entre otras. En estas

perspectivas es posible encontrar igualmente formulaciones que proponen una

particular forma de entender la subjetividad (muchas veces insistiendo en lo

que ésta no es, reformulándola como epifenómeno de otros procesos,

deconstruyendo tradiciones previas), un particular posicionamiento respecto al

estatuto, legitimidad y validación del conocimiento que otros y ellos mismos

producen sobre el sujeto, así como huellas que expresan su carácter de produc­

ciones contingentes y enraizadas en las particulares luchas, problemáticas e

intereses sociales que cruzan los procesos de modernización en nuestras socie­

dades tardomodernas. La idea de psicologías posmodernas -que estarían fuera

o en oposición de lo que hemos denominado como el proyecto de la psicología

moderna- no se justifica desde la clave de lectura sociohistórica que hemos

por un saber y un conjunto de técnicas centradas en el control y predicción de la conducta, las que deberi'an permitir ajustar y adaptar el comportamiento de los indivi­duos a los requerimientos productivos y reproductivos del capitalismo industrial (Danzinger, 1979; Leahey, 1998; Stecher, 2002). Un tema central a discutir es cuáles son actualmen­te, en el contexto del capitalismo global-informacional, los intereses sociales dominan­tes y qué nuevas demandas (y hegemonías) le plantean al saber psicológico.

Page 87: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

9 ( j ADRIANA KAULINÜ Y ANIONIC SIECHCR (rurroREs)

propuesto, y tiene el riesgo de contribuir a una imagen empobrecida del univer­

so sociocultural de la modernidad y de nuestra disciplina. Desde estas lecturas

muchas veces la modernidad y la psicología son reducidas a sus vertientes más

logocéntricas, cientificistas y positivistas, que si bien han sido hegemónicas en

largos momentos, no agotan la diversidad, pluralidad y reflexividad crítica que

caracteriza a la condición moderna y al propio proyecto de la psicología. Para­

dójicamente, estas aproximaciones reproducen la misma lectura monolítica de

la psicología y la modernidad que han desarrollado las perspectivas de raigam­

bre cartesiana, ilustrada y (neo)positivista que buscan criticar (Stecher, 2002).

Esperamos, por último, que las ideas desarrolladas en este capítulo contri­

buyan a construir una narrativa identitaria de la psicología, una autocomprensión

de lo que somos y hemos llegado a ser como disciplina, que reconozca sus

filiaciones con el horizonte de la modernidad y que asuma su condición de

unidad internamente diferenciada e históricamente situada. Esta perspectiva

puede contribuir a generar aquellos horizontes de diálogo e intercambio razo­

nado que requiere la psicología contemporánea, evitando los riesgos, tanto de

nuevas hegemonías que nieguen, clausuren o subsuman su irrenunciable plura­

lidad teórico-práctica, como de aquellas apuestas que ven en la fragmentación

y dispersión de la disciplina un valor en sí mismo, independientemente de la

legitimidad que cada uno de los fragmentos podría obtener en el horizonte de

la crítica y deliberación argumentativa propia de un campo científico autóno­

mo y reflexivo. Avanzar en esta dirección -que supone, por cierto, fortalecer la

discusión sobre las implicancias ético-políticas del saber y las técnicas psico­

lógicas- puede contribuir a expandir las herramientas con que la psicología

cuenta para preservar y ampliar el proyecto emancipatorio de la modernidad

(autonomía, igualdad y democracia) que nos interesa defender.

Referencias bibliográficas

ADORNO, T. (1997) "De la relación entre sociología y psicología". En: Adorno, T.

Actualidad de la filosofía. Barcelona: Altaza.

BACHELARD, G . (1981) El nuevo espíritu científico. México D.F.: Nueva Imagen.

BERMAN, M . (1995) Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la

modernidad. México: Siglo XXI Editores.

Page 88: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAR i( )CRAf ÍA DE: I A I'Sicoi ocU CONTEMPORÁNFA 9 7

BERNSTEIN, R. J. (1983) La reestructuración de la teoría social y política. México

D. F.: Fondo de Cultura Económica.

(1994) "Introducción". En: Ciddens & otros. Habermas y la mo­

dernidad. Madrid: Cátedra.

BLOÜR, D . (1998) Conocimiento e imaginario social. Barcelona: Gedisa Editorial.

BouRDiEiJ, P. Y WACQUANT, L. (1995) Respuestas por una antropología reflexiva.

México D.F.: Editorial Grijalbo.

(2000a) ¿05 íy505 sociales de la ciencia. Buenos Aires: Nueva

Visión.

(2000b) "La causa de la ciencia: cómo la historia social de las

ciencias sociales puede servir al progreso de estas ciencias". En: Bourdieu,

P. Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba.

(2003) f/ oficio del científico: Ciencia de la ciencia y reflexividad.

Barcelona: Anagrama.

BRAUNSIEIN, N . (1981) Psicología: ideología y ciencia. México D.F.: Editorial

Siglo XXI.

BRUNNER, J. (1992) "La libertad de los modernos: una visión desde la sociologi'a".

En: Estudios Públicos H- 46.

CAMPS, V. (1999) Las paradojas del individualismo. Barcelona: Cn'tica.

CASTORIADIS, C. (1992) El psicoanálisis, proyecto y elucidación. Buenos Aires:

Nueva Visión.

(1997) El avance de la insignificancia. Buenos Aires: Eudeba.

(1998) Hecho y por hacer. Pensarla imaginación. Buenos Aires: Eudeba

(2006) Una sociedad a la deriva. Buenos Aires: Katz.

CASULLO, N . (1999) Itinerarios de la modernidad. Buenos Aires: Eudeba.

DANZINCER, K. (1979) "The social origins of modern psychology". En: Buss, A.

(edit.) Psychology in social context. Nueva York: Irvington.

(1984) "Towards a Conceptual Framework for a Critical History of

Psichology" En: Revista de Historia de la Psicología, vol. 5, pp. 99-107

(Valencia). Recuperado en julio 2006 en www.elseminario.com.ar (ver­

sión en castellano).

Page 89: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

98 ADRIANA KAULINO YANIONIOSTCCHCR (EDITORES)

(1993) "Tres desafíos para la historia de la psicología". Recupera­

do en julio 2006 en www.elseminario.com.ar (versión en castellano)

(1996) "The practice of psychological discourse". En: Craumann,

C. y Cergen, K. (Edits.) Historical dimensions of psychological discourse.

New York: Cambridge University Press.

FEYERABEND, P. (1993) Contra el método. Barcelona: Planeta.

FICUEIREDO, L. (2002) Psicología, una introducción: Visión histórica de la psico­

logía como ciencia. Santiago de Chile: USACH.

FoucAULT, M. (1971) Las palabras y las cosas. México D. F.: Siglo XXI Editores.

(1987) "El sujeto y el poder". EnTerán: O. (comp.) MichelFoucault:

Discurso, poder y subjetividad. Buenos Aires: Ediciones El cielo por asalto.

(1957) La psicología de 1850 a 1980. Recuperado en julio 2006

en www.elseminario.com.ar (versión en castellano).

CERCEN, K. (1994) "Hacia una Psicología postmoderna y postoccidental". Revis­

ta Psykhe,Vo\. 3, N^ 2, 1994, p. 105-113.

CIDDENS, A . (1993) Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza Edito­

rial.

(1997) Las nuevas reglas del método sociológico. Buenos Aires:

Amorrortu Editores.

CRAUMANN, C. Y CERCEN, K. (Edits.) (1996) Historical dimensions of psychological

discourse. New York: Cambridge University Press.

HABERMAS, J. (1990) Conocimiento e interés. Madrid: Taurus Ediciones.

(1993) El discurso filosófico de la modernidad. Madrid: Taurus

Ediciones.

(1996) La lógica de las Ciencias Sociales. Madrid: Editorial

Tecnos.

HARRIS, B. (1999) "Repoliticizing the History of Psychology". En: Fox, D. &

Prilleltenskt (edits.) Critical Psychology: An Introduction. London: Sage.

HERMAN, E. (1995) The romance of American Psychology. California: University

of California Press.

Page 90: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAU rOtlRAllA Ijr l A rSltOI OCÍA CONlfMPORÁNFA 9 9

KAULINO, A . (1999) "La invisibilidad del saber psicológico en la configuración de

lo social". Ponencia presentada en el Seminario Internacional "Las Nuevas

configuraciones de lo social", Pontificia Universidad Católica de Chile.

(2007) "Compromiso social y pluralismo: Claves epistemológicas

y éticas de la psicología moderna". En: Kaulino, A. & Stecher, A. (edits.)

Cartografía de la Psicología contemporánea: Pluralismo y Modernidad.

Santiago de Chile: LOM.

KEENEY, B. (1994) Estética del cambio. Barcelona: Paidós Editores.

KHUN, T. S. (1971) La estructura de las revoluciones científicas. Buenos Aires:

Fondo de Cultura Económica.

KvAiE, S. (Edit.) (1999) Psychology and postmodernism. London: Sage Publications.

LAKKAIN, J. (1996) "El postmodernismo y el problema de la identidad". Revista

Persona y sociedad, ILADES,Vol. X, N° 1, p. 57-74.

(2005) ¿América Latina moderna?Ss^nÜAgo de Chile: LOM.

LASCH, C. (1999) La cultura del narcisismo. Santiago de Chile: Editorial Andrés

Bello.

LEAHEY, T. H . (1998) Historia de la Psicología. Madrid: Editorial Debate.

LECUNEK, N . (1988) Los patios interiores de la democracia. Santiago de Chile:

FLACSO.

LECENIES, W . (1994) Las tres culturas. La sociología entre la literatura y la cien­

cia. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.

LuNDT, A. (2002) Cornelius Castoriadis ¿el último filósofo? Recuperaáo en No­

viembre de 2006 en www.fundanin.org/lund.htm

MASSIMI, M . (1996) "Historiography of psychology: old and new paths" En: Cua­

dernos Argentinos Historias de la Psicología, 2 (1/2) p. 95-107.

MELUCCI, A . (2001) Vivencia y convivencia. Madrid: Trotta.

OYARZÜN, P. (2001) La desazón de lo moderno. Santiago de Chile: Universidad

Arcis.

PÉREZ, C . (1996) Sobre la condición social de la psicología. Santiago de Chile:

LOM.

Page 91: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

1 0 0 ADRIANA KAULINO Y ANIONIO STECHER (fDIroREs)

ROSE, N . (1996a) Inventing our selves, Cambridge University Press, Cambridge.

Recuperado en julio 2006 en www.elseminario.com.ar (versión en caste­

llano).

(1996b) "Power and subjectivity: Critical history and psychology".

En: Craumann, C. y Gergen, K. (Edits.) Historical dimensions oí

psychological discourse. New York: Cambridge University Press.

SAYER, D. (1994) Capitalismo y modernidad: Una lectura de Marx y Weber. Bue­

nos Aires: Losada.

SCRUTON, R. (1999) Filosofía moderna. Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vien­

tos.

SHOTTER, C. (1989) "El papel de lo imaginario en la construcción de la vida

social". En: T. Ibáñez (Ed.). El conocimiento de la realidad social. Barce­

lona: Sendai.

STECHER, A. (2000) "Notas sobre psicología, transición y subjetividad". En: Salazar,

M. y Valderrama, M. (Comps.) Dialectos en transición. Santiago de Chi­

le: LOM.

(2002) "La psicología entre antiguos y nuevos mundos. Elemen­

tos para pensar la identidad profesional en la sociedad contemporánea".

En: Rivera, M. (Ed.). Retro(pros)pectivas psicológicas. Santiago de Chile:

UCSH.

TAYLOR, C. (1997) Argumentos íilosófícos. Ensayos sobre el conocimiento, el

lenguaje y la modernidad. Barcelona: Ediciones Raidos.

(2006) Imaginarios sociales modernos. Barcelona: Paidós.

TouRAiNE, A. (1998) Crítica de la modernidad. Buenos Aires: Fondo de Cultura

Económica.

ViLAR, G. (1996) "La identidad y la práctica". En: Cruz, M. (comp.) Tiempo de

subjetividad. Barcelona: Ediciones Paidós.

VEZZETTI, H . (1998) "Las psicologías del fin de siglo a la luz de su historia". En:

Revista de psicología general y aplicada, vol. 51 , N° 1 (Valencia). Recu­

perado en jul io 2006 en www.elseminario.com.ar

VoN WRIGHT, G . (1988) Explicación y comprensión. Madrid: Alianza.

WACNER, P. (1997) Sociología de la modernidad. Barcelona: Editorial Herder.

Page 92: Kaulino, adriana y stecher, antonio   cartografia de la psicologia contemporanea (primera parte)

CAHrOCRAlÍAOf lAI'SItOLOCiACONTf.MHORÁNEA 1 Q l

WALLERSTEIN, I. (2001) Conocer el mundo, Saber el mundo. México D.F.: Siglo

XXI.

(2003) Abrir las ciencias sociales. México D.F.: Siglo XXI.