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. Joseph Peter Stern Afuera nos espera ·el demonio Afines del otoño de 1947 me llegó fia Gottinga, donde trabajaba en mi tesis doctoral, la noticia de que algunos amigos de mis padres, praguenses de origen alemán, habían sido expulsados de nuestra ciudad y que residían cerca de Sttutgart. Como el correo no era se- guro me puse en marcha para ente- rarme de su situación. De su vida en el protectorado de Bohemia y Moravia sólo sabía que Oskar N., empleado ban- cario germano-sudete, no estuvo dis- puesto a divorciarse de su esposa judía a pesar de haber estado bajo la presión del protectorado del Reich. Después de la guerra, sin embargo, fueron llevados a un Heim ins Reith, un campo en un pueblo de Württenberg que les era , completamente desconocido. Hasta Sttutgart me acompañaron algunos ami- gos de la época de la guerra; el autobús que abordé iba repleto de pasajeros que usaban medias cortas de lana blanca y cuyo aspecto me hizo pensar si no esta- exigiéndome demasiado a mismo con este bienintencionado viaje. Pero también quería saber la forma en que Hanne N., que rechazaba todo lo fol- clórico, reaccionaría en medio de la rus- ticidad aria que ahora la rodeaba. (Los calificativos raciales seguramente desa- gradarán a muchos, pero me temo que son pertinentes para lo que estoy tra- tando: esta gente se llamaba a misma aria y por supuesto lo era; le decían judf6 a Hanne y lo era también, aunque para ella el mote no significara otra cosa, que la marca que la había puesto fuera de la ley. Los califICativos no son sólo asunto de estética.) JORpII Peter Stem, praguense de origen. enseña gmnanística en la Universidad de Cambridge. Oc. TradacclóD de Héctor Orestes AguiIar Fue un encuentro triste. Poco des- pués de haberse establecido murió su esposo; Hanne no tenía parientes y con- taba sólo con unos cuantos amigos. Yo era el primer visitante de su ciudad natal que la recordaba. Al pasear por el pueblo que era su nuevo hogar, me ha- bló de su nostalgia por la hermosa Praga, me habló de los "terribles ale- manes" entre los que se sentía tan extranjera, mientras que los checos... La interrumpí, pues estaba un poco sorprendido de que extrañara a los che- cos y le pregunté por qué ella -como praguense- jamás se había esforzado por aprender la lengua del país. En un caso de apuro podía charlar sobre esto y aquello con la sirvienta, cantar Kde domov muj (el himno nacional checo), pero más allá nunca progresó. "¿No entiendes por qué extraño Praga? -res- pondió-. No estoy hablando del tiempo de la ocupación -en esa época estaban los alemanes, una no podía arriesgarse a salir a la calle, de todas maneras ni si- quiera se podía platicar con ellos. ¡Pero y todos los hermosos años previos a la 20

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Page 1: Joseph Peter Stern Afuera nos espera ·el demonio · ·el demonio Afines del otoño de 1947 me llegó fiaGottinga, donde trabajaba en mi tesis doctoral, la noticia de que algunos

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Joseph Peter Stern

Afuera nos espera·el demonio

Afines del otoño de 1947 me llegófia Gottinga, donde trabajaba en mitesis doctoral, la noticia de que algunosamigos de mis padres, praguenses deorigen alemán, habían sido expulsadosde nuestra ciudad y que residían cercade Sttutgart. Como el correo no era se­guro me puse en marcha para ente­rarme de su situación. De su vida en elprotectorado de Bohemia y Moraviasólo sabía que Oskar N., empleado ban­cario germano-sudete, no estuvo dis­puesto a divorciarse de su esposa judía apesar de haber estado bajo la presióndel protectorado del Reich. Después dela guerra, sin embargo, fueron llevadosa un Heim ins Reith, un campo en unpueblo de Württenberg que les era ,completamente desconocido. HastaSttutgart me acompañaron algunos ami­gos de la época de la guerra; el autobúsque abordé iba repleto de pasajeros queusaban medias cortas de lana blanca ycuyo aspecto me hizo pensar si no esta­~ exigiéndome demasiado a mí mismocon este bienintencionado viaje. Perotambién quería saber la forma en queHanne N., que rechazaba todo lo fol­clórico, reaccionaría en medio de la rus­ticidad aria que ahora la rodeaba. (Loscalificativos raciales seguramente desa­gradarán a muchos, pero me temo queson pertinentes para lo que estoy tra­tando: esta gente se llamaba a sí mismaaria y por supuesto lo era; le decíanjudf6 a Hanne y lo era también, aunquepara ella el mote no significara otra cosa,que la marca que la había puesto fuerade la ley. Los califICativos no son sóloasunto de estética.)

JORpII Peter Stem, praguense de origen. enseña

gmnanística en la Universidad de Cambridge.

Oc.

TradacclóD de Héctor Orestes AguiIar

Fue un encuentro triste. Poco des­pués de haberse establecido murió suesposo; Hanne no tenía parientes y con­taba sólo con unos cuantos amigos. Yoera el primer visitante de su ciudadnatal que la recordaba. Al pasear por elpueblo que era su nuevo hogar, me ha­bló de su nostalgia por la hermosaPraga, me habló de los "terribles ale­manes" entre los que se sentía tanextranjera, mientras que los checos...

La interrumpí, pues estaba un pocosorprendido de que extrañara a los che­cos y le pregunté por qué ella -comopraguense- jamás se había esforzadopor aprender la lengua del país. En uncaso de apuro podía charlar sobre estoy aquello con la sirvienta, cantar Kdedomov muj (el himno nacional checo),pero más allá nunca progresó. "¿Noentiendes por qué extraño Praga? -res­pondió-. No estoy hablando del tiempode la ocupación -en esa época estabanlos alemanes, una no podía arriesgarsea salir a la calle, de todas maneras ni si­quiera se podía platicar con ellos. ¡Peroy todos los hermosos años previos a la

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omrario, re·

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presión de la política educativa nacio­nal, aunque esta politización de ningún

modo haya sido inducida siempre porlos literatos. La relación entre ambas

lenguas y ambas literaturas es, por su­puesto, asimétrica.

"Hostilidad: lo más cercano a noso­tros", reza la cuarta Elegía del Duino de

Rilke. En el debate sobre el conceptode alteridad generalmente se olvida laligereza con que el interés por lo extra­ño es rechazado como traición a lo pro­pio y que un interés semejante sóloexiste donde lo extraño no es conside­rado como amenaza a lo propio ni comoalgo inferior. En Bohemia se dieron lasdos cosas. De tal modo, después de1848 surgió del lado checo una repul­sión y un rechazo progresivo frente a loextranjero inmediato, que era tratado{On hostilidad; es decir: repudio de lalengua alemana, de la influencia deViena, del elemento judío asociado a loalemán. Mientras tanto, el interés crfildord los artistas checos y su público estuvodirigido hacia Francia y Occidente, poruna parte, y hacia una Rusia mi toló-

gicamente eslavizada y fraternal porotra (pero, por supuesto, nunca haciala vecina Polonia). En la voluminosa

obra del crítico checo más famoso,Frantisek Xaver Salda, el nombre deFranz Kafka es mencionado una sola

vez: un alemán de Praga apenas cono­cido "que es estudiado intensamenteahora (1934) por los franceses". Decualquier modo, del lado alemán el inte­

rés literario por el otro pueblo tambiénfue insignificante -en este caso no do­minó el miedo a la influencia de lo ex­tranjero sino el menosprecio y su marcacaracterística, la sensiblería. El primerlibro de poemas de Rilke Das Larenopfer(1895), menciona los nombres de algu­nos poetas checos contemporáneos;aunque la "melodía del pueblo bohe­mio", que como se sabe conmovía alespíritu de Rilke, pertenece más al espí­ritu de época de 1848. Incluso la gene­ración de Johannes Urzidil y de FranzWerfel, nacido hace poco más de cienaños, apreciaba con cierta condescen­dencia lo anticuado y lo romántico­popular de los checos de la época

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realista (Neruda, Hilek, tapek-Chod),de sus parnasianos (Vrchlicky, Sládek) yde sus simbolistas (Bjezina, Sova). En lamedida en que la tolerancia religiosa.fue reduciáKlose desde 1848 hasta el fi·

. nal del siglo, también disminuyeron lasreciprocas relaciones literarias. Sólodespu& se despenó del lado alemán uncieno intem por la literatura checa,gracias a una notable serie de traduccio­nes con prólogos criticos escritos casiexclusivamente por autores judeoale­manes.

A principios del siglo XIX el padreBemard Bolzano, filósofo praguense,condenaba el antisemitismo "no sóloentre la plebe cristiana sino tamb~ en·tre los hombres ilustrados y notables denuestra Bohemia" y culpaba a los cris­tianos de propiciar el analfabetismo delos~ judios; apenas medio si·glo después podemos encontrar entre

los descendientes de aquellas familiasjudlas de Bohemia y Moravia a quienesBoIzano achacaba una cultura "desas­troSa" a autores como Friu Mauthner,Edmund Husserl, Gustav Mahler, Sigomund d y Karl Kraus. El alemánfue el idioma que guió a esta gene­raci6n. el alemú la 1engua de su pro­moción económica y social; para losintelectuales y literatos del fin de siglola lengua a1emana era el medio culturalque podia encumbrarlos. Cuanto másprobIeííw.ica era su relación con la sina­goga y la comunidad religiosa más seentregaban a la obsesión anacrónicade ver en los alemanes al pueblo deHerder, Schiller y Goethe, Y tambiénde Schopenhauer, Kant y Nietzsche:en resumidas cuentas, velan lo que eranellos mismos: el pueblo del libro, dela escritura y de la erudición. No esnecesario subrayar lo irónico de aquellaidentificación entre la cultura alemana ylo judio. Del lado de los nacionalistasalemanes y de los "ultrapatriotas" (quetodavfa no se llamaban "germano-sude­tes") los judlos de un reino sin rey eranescamecic:los debido asu afán de quererhacer amigos lltoda costa, a causa de suasimilación; los intelectuales. checosvetan en ellos a extranjeros germanizan·tes. En 1904, FrantiJelt Xaver Saldadescribe con exactitud esta paradójicasituación en el ensayo en tres partes BoPo ñtjM. tipico escrito de su q»oca.

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El primer cuadro de este triptico estádedicado a una joven campesina de Mo­ravia·Eslovaquia el dfa en que ella em­prende su peregrinación; un retratocandoroso que tiene más o menos elefecto que la semblanza de BernardetteSoubirous realizada por Franz Werfel,con la única diferencia de que el librode Salda nunca fue best seller. El tercercuadro describe a un proletario tuber­culoso desempleado. En medio es des­crita una casa en una ciudad provin­ciana anónima, cuyos muros desnudos y

ventanas enrejadas hacen recordar lacasa del judio Abdias. Todo en esta casamira hacia adentro -afuera está el ene­migo; sólo junto a la puerta cuelga unapequeña tabla con una leyenda en checo"Venta de aguardiente y otras bebidasespirituosas". Se oyen voces que vienendel primer piso, acompañadas de frag­mentos del Tristán y de los Maestros'tlntoTls; alli se declaman poemas deGerhan Hauptmann y de Hofmanns­thal; los versos débiles y epigonales des­critos están editados en costosos tirajesprivados en Dresden o Leipzig; al dfasiguiente los jóvenes viajan a Viena...La explicación histórica con la queSalda encuadra su presentación de ca­racteres es bastante simple: todo -la pie­dad de la muchacha campesina, lamoral depravada del explotador judío,la sabia, áspera resignación del desem­pleado- todo está explicado como

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la novela se subraya sobre ·todo el com­

ponente sexual de la demonización

-basta ver los títulos de los capítulos su­cesivamente (fantasma, luz, angustia,impulso, mujer, astucia, pena); no es

menos característica la atmósfera dedecadencia y corrupción material y mo­

ral que transpira el argumento: patiostenebrosos, mazmorras enrejadas, ocul­

tos pasadizos subterráneos, bóvedasrepletas de "viejos trastos de hierro,herramientas rotas, estribos y patinesoxidados y muchas clases de objetos ex-

timo ". Aparece el Golem, "reduce sutamar)o" al de una carta de Tarot, pasatoda la noche "agazapado en un rincón

con mi propio rostro mira ftiamentehacia donde estoy" oo. cuando "al ama­necer fue reduciéndose más y más y see condió en su carta, pude entoncespararme, ir hacia él y meterlo en mibolsillo". Con esta imagen del Doppel­gtinger culmina Meyrink su relato.

También Alfred Kubin escoge el mo­delo de la Praga demoniaca como lugarpara su narración y el nombre de unmaitre conocido en toda la ciudad como

héroe secreto y mágico. La novela deKubin El otro lado fue publicada seisaños antes que El Golern, pero está con-iderada en íntimo contacto con Me­

rink. La comparación fantástica de dosmundos (de un viejo mundo corrupto yde un "brave new world") por Kubin

ocurre también de forma bastante libre;

una frágil conducción del argumento y

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la arbitrariedad de la caracterizaciónechan a perder la mitad del relato. La

visita a Praga de Thomas Alva Edison,incluida en la novela y descrita tambiénpor Kafka, da forma a un final relativa­mente realista. La imagen del escudo de.armas de Praga contiene en su últimoparágrafo un resumen de la catástrofecon el que Kubin concluye: "Todo loque en esta ciudad alimentó leyendas ycuentos está lleno de nostalgia por el díaprevisto en el que la ciudad será destro­zada por un puño gigantesco después de

cinco cortos golpes sucesivos. Por eso laciudad tiene un puño en su escudo".

¿Y los checos? Todo eso les era fami­liar, pero les hacía recordar su tenebro­so pasado en una época en la que tam­bién ellos esperaban un nuevo futuronacional. Al igual que los alemanes, sonun pueblo que en más de una ocasiónen este siglo ha transformado su iden­tidad histórica.

En Rodolfo II de Habsburgo, el "Kai­ser con orejas y barba mistagógica"como solía describirlo Egon ErwinKisch, tiene Praga su segundo mitolo­gema, válido incluso hasta nuestros días.Tal vez algunos autores alemanes vie­ron en la figura de este emperador

imponentemente pintoresco y melancó­lico, y en su debilidad para despreciar lapolítica, una imagen de sí mismos. Todoen él es literariamente interesante: sus

investigaciones científicas, en las queestán entremezcladas astronomía y as-

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trología, química y alquimia, religión ysuperstición, su amor por el arte y sucaprichoso mecenazgo, sin olvidar su es­pecial interés por los judíos, quienes le

prestaron dinero tanto para sus costosascolecciones de tesoros artísticos comopara comprar extraños objetos de malgusto -todo está relacionado con sus

grandes servicios a Praga, ciudad que élhizo su residencia y centro de gobierno

del imperio.Lo que aquí se ennumera como atri­

butos personales del melancólico empe­rador puede oficiar de sumario parauna de las muchas colecciones de relatosrudolfinos: Noches bajo el puente de pie­dra de Leo Perutz, subtitulada "Unanovela de la Praga antigua", si bien no

es una novela sino 14 relatos con unepílogo que transcurren entre 1589 y1621. Las historias tienen como escena­rio común el ambiente del castiUo de

Prága, del Kleinseite y del ghetto de Jo­sefstadt; el amor del emperador por

Esther, la joven esposa del viejo y ricoMordecai Meisl, "excesivamente bella",

flota entre la realidad Yel sueño y cons­tituye un tema principal que regresatres veces, trayendo a la memoria Laaventura del mariscal Basompierrede Hofmannsthal. Cuando el rabino seopone a ayudar al emperador con su pe­caminosa petición de mano, es amena­zado con la expulsión de todos losjudfos del reino: "Entonces partió elgran rabino y en la ribera del Moldava,bajo un puente de piedra, escondido delas miradas de los hombres, plantó unrosal y un romero. Sobre ellos susurróalgunos salmos. Entonces abrióse unarosa roja en el rosal y la flor del romeroaspir6 de ella y a ella se estrechó. Ycada noche voló el alma del emperadoren la rosa roja y el alma de la judía en laflor del romero. Y noche tras nochesoñó Esther, la esposa de MordecaiMeisl, que estaba sujeta por los brazosdel emperador."

Eros "quiebra las espinas de lo ex­tranjero" en el amor del emperador porla bella judfa. Eros desarma al furiososoberano cristiano, quien dicho sea depaso debe hasta su último centavo alrico Meisl. Es dificil decir qué parte deeste sueño sigue el lector más minucio­samente, la parte erótica o la financiera;de cualquier.modo, las anécdotas ais-

nO

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ladas, convertidas en relatos y que evo­

can los cuadros de costumbres holande­ses, son con frecuencia cómicas y evitanel pathos demoniaco relacionado con lafigura del emperador. Aunque el libro

apareció en 1953 aparentemente habíasido comenzado en los años 20. Tam­bién aquí llama la atención (como en lamayoría de esos autores y en especialen Robert Musil) que todos los carac­teres y subalternos paródicos tienennombres checos, y que casi todoslos nombres checos significan figuras yfigurines subalternos (algunos traen a lamemoria la figura del buen soldado

Schveik).Durante un improbable encuentro en

el callejón Zeltner de Praga poco des­pués de la muerte de Kafka, el nadalegendario Moris Rosenfeld advirtió aMax Brod: "¡Hey Maxl! ¿Por qué mejorno quemas tus propias cosas?" Segura­

mente esta propuesta excesivamentecrítica no estaba dirigida contra la nove­la de Brod El camino de Tycho Brahehacia Dios, de 1915. Esta es la únicaobra de la literatura alemana de Praga ala que Salda le ha dedicado una refle­

xión minuciosa. Su ensayo Zydovskyromán staroprasky (escrito quizá en1919) comienza con la agresiva tesis na­cionalista que un decenio despuésformulará Josef Nadler desde el punto·de vista alemán: "En Praga no existe

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xilio". Los pormenores son a primeravi ta orprendentes. El famoso RabinoLow (que por cierto es llamado Lowe,I n) apar ce en un papel secundario,omo uno de los consejeros del empera­

d r. Los antagonistas en la novela son elari tó rata dané exiliado Tycho Brahe

u alumno Johannes Kepler, un rectoh mbr d Estiria. Pronto el lector sep l' ata de que los papeles de ambos as­trónomo han sido concebidos dea u rdo al contraste entre la caractero­I ía judía y la cristiana, tal y como lahi toria de los dos pasados milenioslo ha determinado. Tycho es un carác­t l' meditabundo, secretamente ambi­cioso, fáustico, a un tiempo escéptico yupersticioso, en busca de Dios dudando

encontrarlo y al mismo tiempo conven­cido de que la incertidumbre es unigno de su elegibilidad. Por el contra­

rio, Kepler es el científico seco, segurode sí mismo, equilibrado, que sabe dis­tinguir la astronomía de la astrología, la

religión de la superstición, que no seinteresa en la piedra filosofal ni en losgrandes enigmas metafísicos del mun­do, que solamente se interesa en la com­prensión exacta de aquello que existe, enel conocimiento del mundo verdadero,en la objetividad. Tycho es el extran­jero errante que siempre se queda sincasa que, primero en su castillo de Bo­

hemia occidental y luego en la corte de

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Praga, tiene que rodearse de libros,

aparatos y riquezas para sentirse unpoco como en casa en el extraño mundodel exilio, mientras que Kepler (a pesarde vivir también en el extranjero) viajacon una carga ligera, sin despertar sos­pechas, como si todo el mundo fuera sucasa. Filo y antisemitismo se funden enuna sola cosa, sin que aparezca la pala­bra 'Judío". Sin duda, aquí se trata dealgo más que de disfrazar la interesantetesis histórica del Mito contra la Cien­cia, de la Edad Media 'contra la Moder­nidad.

Salda muestra bastante simpatía porel sentido que Max Brod intentó expre­sar. Ve en El camino de Tycho Brahehacia Dios una "novela judía a causa desu fatal poder simbólico, que tiene

como fundamento un difícil y tortuoso·deseo de liberación. Este elemento judíoinnato es lo más hermoso de la novelade Brod, que, al final, es muy cercanay muy sensible al verdadero caráctercheco". Quizá sea importante subrayarque tan sólo medio siglo después, du­rante la ocupación nazi, no quedabaya ningún rastro de aquella cercaníacomprensIva.

Desde Alois Jirásek hasta el fin del si­glo XIX, la novela histórica checa regre­sa siempre al trágico tema central de supropia historia -de la Guerra.de 30 años

a la derrota cerca del Monte Blanco yal conflicto entre el protestantismo bo­

hemio y la Contrarreforma católica(representado impresionistamente en latrilogía de Jaroslav Durychs FriedlanIrrwege, de 1928). En cambio, los poetasalemanes de Praga, en particular losjudíos, siguieron siendo fieles al empe­rador, unidos a la temática austriaca y alpasado habsbúrguico. De este contextohistórico se desprende al fin de la pri­mera república El heredero al trono, labiografía poética y psicológicamentenovelada de Ludwig Winder. También

aquí encontramos partes que se abando­nan a la fruición de un excedente deafectos y que de vez en cuando se trans­forman bruscamente en un falso pathos.Pero Winder sabe resolver el problemacentral de estilo en la novela histórica

interesada en la cosmovisión. El conjurode los poderes demoniacos es muy con­viQcente, pues es presentado al lector a

través de la conciencia del héroe y sin

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mediar la intervención del narrador, esdecir, mediante la palabra. Por ejemploen la invocación de la figura mitopoé­tica de Rodolfo 11: Francisco Fernando"quena imponer el orden, quiso ser unhombre del orden. Pero el impaciente,reacio hombre senlia que su propiocorazón y sus propios cerebro y pensa­miento estaban en desorden. El caosestaba en él y en sueftos vela a su ante­pasado Rodolfo 1I realizar peligrososexperimentos en una cámara de tor­tura. El mundo era tenebroso y peli­groso, estaba preftado de hostilidad yodi "o .

La coincidencia psicológica e ideoló­gica entre autor y héroe es el punto enel que la novela histórica alcanza uno desus más importantes logros en el moder­nismo alemán: Los cuarenta días del

no

Musa Dagh (1933), del antiguo habi­tante de Praga Franz WerfeI. La leyen­da heroica de la resistencia armeniacontra los turcos en el promontorio deAntioqula en 1915 es transformada porWerfel, bajo la influencia de los tempra­nos aftos 30 en Alemania, en un idealde los judíos europeos. Lo trágico de losú~imos capítulos, en los que Werfellleva a cabo esta transformación, es me­nos el destino del héroe Gabriel Bagra­dian que la retórica racista de la sangrey la tierra, la disposición al sacrificiotransfigurado bíblicamente pero ca­rente al mismo tiempo de sentido,disposición a la cual el héroe se sienteobligado. Lo más trágico es la identifi­cación aparentemente imprevista entreWerfel y la retórica y la ideología quelIegarlan al poder en 1933 con los nazis

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Tomado ele Merbr