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Jorge Carpizo en el corazón
Jorge Carpizo en el corazón
Presentación deLuis de la Barreda Solórzano
Universidad Nacional Autónoma de MéxicoMéxico 2013
Primera edición: 9 de mayo de 2013
D. R. © 2013 Universidad Nacional Autónoma de MéxicoCiudad Universitaria, Delegación Coyoacán, 04510, México, D. F.
ISBN: 978-607-02-4315-8
Esta edición y sus características son propiedadde la Universidad Nacional Autónoma de México.
Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier mediosin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Impreso y hecho en México
KGF304.C3762013
Jorge Carpizo en el corazón / Luis de la Barreda Solórzano ... [et al.] -- Primera edición 172 páginas ISBN 978-607-02-4315-8 1. Carpizo, Jorge. 2. Abogados - México. I. Carpizo, Jorge, homenajeado
CONTENIDO
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
HOMENAJEJosé Narro Robles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
PASIÓN POR LOS VIAJESHéctor Fix-Zamudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
HORA DE REENCONTRARME CON JORGE CARPIZOBeatriz Barros Horcasitas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
EL JORONGO DE UN UNIVERSITARIOLuis Raúl González Pérez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
LA ÉTICA COMO DIVISAMaría Teresa Jardí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
LOS DÍAS CON JORGE CARPIZOJulián Andrade. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
LA CONVERSACIÓN DE SUS ELOGIOSJavier Villarreal Lozano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
TIEMPOS… GIROS DEL TIEMPOFina Maus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
HASTA SIEMPRE, MAESTROJoaquín R. Narro Lobo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
RECORDANDO A JORGE CARPIZOAmador Rodríguez Lozano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
RECUERDOS DE JORGE CARPIZO MCGREGORMaría Cristina Fix Fierro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
LA AMISTAD Y EL MAGISTERIO DE JORGE CARPIZORodolfo H. Lara Ponte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
ÍNTEGROIgnacio Cabrera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
MAESTRO GENEROSO Y SENCILLOMaría Elena Martínez Cantú. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
LA PRIMERA HUELGA DE JORGE CARPIZORicardo Méndez Silva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
JORGE CARPIZO: UNA BREVE SEMBLANZAAlonso Gómez Robledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
UN FIN DE SEMANA EN CAMPECHEElsa Grossmann . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
JORGE CARPIZOJorge Sánchez Cordero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
LA BATALLA POR LA JUDICATURA DE JALISCOEnrique Carpizo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
UN OMBUDSMAN EJEMPLARLuis de la Barreda Solórzano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
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PRESENTACIÓN
Jorge Carpizo vivió apasionadamente, defendiendo con vehemencia
sus convicciones. Salvo el de presidente de la República, ocupó los
más importantes cargos públicos en el país, en los cuales puso sus
afanes, sus conocimientos y su inteligencia al servicio de los valores
más elevados de nuestro proceso civilizatorio: los derechos humanos,
la justicia, la solidaridad, el laicismo, las libertades. Nunca dejó de
ser un académico —destacadísimo—, pero no declinó los encargos
desde los cuales tenía la oportunidad de llevar a la práctica aquello
en lo que creía.
Es común que los críticos del sistema al ocupar un puesto en el
gobierno se olviden de sus cuestionamientos mientras duran en
el mis mo. Se trata de conservar el empleo sin hacer mucho ruido. La
congruencia puede esperar. Jorge Carpizo era de otra madera. Él de-
cidió desde muy joven hacer carrera académica, pero se le designó
varias veces para desempeñar funciones públicas de la más alta re-
levancia. Al ejercerlas —enemigo de las simulaciones, la mediocridad
y el conformismo— remó contra la corriente intentando que su paso
por las instituciones fuera fructífero.
En la Universidad Nacional Autónoma de México fue un brillante
director del Instituto de Investigaciones Jurídicas y un rector compro-
metido que diagnosticó los vicios del quehacer universitario y propuso
presentación
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un esfuerzo colectivo por erigir la mejor universidad posible. En la
pgr resolvió el asesinato del cardenal Juan José Posadas Ocampo
consignando a los presuntos responsables; consignó asimismo a
importantes capos del narcotráfico, incluyendo al Chapo Guzmán,
con base en tareas de inteligencia, sin tiros y sin tortura, con pleno
respeto a los derechos humanos; emprendió la limpieza profunda de la
institución e inició un proceso de capacitación rigurosa de los agentes
ministeriales, los policías investigadores y los peritos. En la Secretaría
de Gobernación organizó una elección presidencial inobjetable. Como
primer ombudsman del país constituyó una Comisión Nacional de
Derechos Humanos (cndh) creíble, respetable y respetada por todos.
No dejó de defender su buen nombre: con la pura fuerza de la razón
y la ley obligó a rectificar el contenido de notas calumniosas a El
Universal y La Jornada. Como todos los grandes hombres, despertaba
admiración pero también odios y envidias de aquellos que ante la
grandeza humana se hacen conscientes de su propia pequeñez.
Siguiendo la exhortación de Kipling, Jorge Carpizo llenaba cada
hora de 60 minutos de lucha, lo que no le impedía disfrutar plena-
mente de la vida. Amaba los viajes, la música, la lectura, la conver-
sación, el vino y la amistad. Sensible en todos los temas, en una
ocasión, mientras escuchábamos a Elvira Ríos, me dijo que la mejor
voz de las cantantes de bolero mexicanas era la de Toña la Negra,
pero que la de Elvira, en su gravedad sensual, le daba a los boleros
toda la intensidad dramática que la letra –amores contrariados, cora-
zones rotos, desengaños amorosos, relaciones clandestinas— requería.
Me honró invitándome a fundar el Programa Penitenciario de la
cndh. Sin que nunca me lo revelara —su generosidad jamás buscó
agradecimientos—, sé que fue él quien sugirió al presidente Carlos
Salinas de Gortari que me propusiera ante la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal como primer presidente de la Comisión de Derechos
Humanos del Distrito Federal (cdhdf) y al rector José Narro que
luis de la barreda solórzano
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me designara coordinador del Programa Universitario de Derechos
Humanos de la unam. Me brindó siempre su amistad y su confianza;
como amigo, el doctor Carpizo era insuperable. Su generosidad fue
extraordinaria. Al respecto, el episodio que narra en estas páginas
Beatriz Barros es conmovedor y admirable.
En este libro, que surge por iniciativa del doctor José Narro y es
parte del homenaje póstumo que le brinda la unam, algunos amigos
del doctor Carpizo evocamos momentos que tuvimos el privilegio de
compartir con él: travesías, canciones, charlas, deleites gastronómicos
y episodios dramáticos.
En los textos de esta obra encontrarán los lectores el lado menos
conocido de Jorge Carpizo, su fase más personal y humana. Sus amigos
tenemos muchas cosas que agradecerle. Lo que yo más le agradezco
es haber probado que, aun en las circunstancias más difíciles, es
po sible mantenerse leal a los sueños y los principios.
Lo recordamos con cariño y nostalgia, con tristeza por su partida
pero con alegría por haber disfrutado de su amistad y, desde luego,
con admiración. Jorge Carpizo enriqueció tanto al país como la vida
de todos nosotros.
luis de la barreda solórzano
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HOMENAJE*José Narro Robles**
La tarea que me han encomendado es cruel y complicada. Lo es
porque debo dar, en nombre de todos, un adiós a un gigante de
nuestro país. Lo es porque me inunda el dolor y porque temo que
la fuerza me abandone. Lo es en virtud de que los sentimientos de
agobio nublan mi razón.
Hoy es un día triste, muy triste. Padecemos la ausencia de un ser
muy querido. Nos hemos reunido para recordarlo, para sobrellevar
nuestra pena y también para expresar el orgullo que sentimos por
un ser extraordinario. Lamentamos la desaparición del doctor Jorge
Carpizo. La lamentamos profunda y sinceramente. A causa de ella,
todos hemos perdido. De muchas y muy diversas formas, a todos nos
falta algo desde ayer. Todavía no nos reponemos de la terrible noti-
cia. Es muy temprano para aceptar la fatalidad. Por esto nos hemos
congregado para compartir la desesperanza, para apoyarnos en el
dolor. Para rendir un homenaje al doctor Carpizo.
Su vida fue extraordinaria. Nació en 1944 en Campeche y en su
terruño realizó, entre 1951 y 1959, sus estudios de primaria y secundaria.
En 1963 ingresó a la Universidad Nacional, la perla de sus amores,
* Palabras en el homenaje póstumo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 31 de marzo de 2012.
** Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
homenaje
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para cursar sus estudios de derecho. El 9 de febrero 1968 presentó su
examen profesional con el que obtuvo el título correspondiente. Su
destacada trayectoria, reconocida por alumnos y maestros, le permitió
configurar un jurado fuera de serie presidido por don Mario de la
Cueva e integrado también por Luis Recaséns, Jorge Sánchez Cordero,
Niceto Alcalá Zamora y Castillo y Héctor Fix-Zamudio.
Luego de obtener la maestría en la London School of Economics
and Political Science de la Universidad de Londres, realizó sus estu-
dios doctorales en la Facultad de Derecho de nuestra Universidad,
en donde se graduó como doctor el 21 de agosto de 1978. Fue
profesor de derecho constitucional en su querida facultad y también
impartió cátedra en la de Ciencias Políticas y Sociales, al igual que
en otras instituciones de educación superior como profesor o confe-
renciante invitado.
A lo largo de su vida profesional alcanzó, desde muy temprana
edad, responsabilidades extraordinarias. Fue secretario del Instituto
de Investigaciones Jurídicas, subdirector general de Asuntos Jurídicos
y abogado general de la unam, antes de cumplir 30 años. En
nuestra institución también fue coordinador de Humanidades, director
del Instituto de Investigaciones Jurídicas y rector entre 1985 y 1989.
La investigación y la vida académica fueron sus mayores áreas de
interés y como parte de los productos de su trabajo son numerosas
sus aportaciones al pensamiento jurídico y democrático del país.
Sus contribuciones al derecho constitucional son bien conocidas en
México y más allá de sus fronteras. Sus obras más importantes fueron
traducidas a otras lenguas y tuvieron repercusiones no sólo en la
doctrina jurídica, sino principalmente en la vida colectiva.
Su reconocida capacidad también la proyectó fuera de la Uni-
versidad. En los años sesenta laboró en la Secretaría de Educación
Pública y a fines de los ochenta fue ministro de la Corte. Poco después
fue el fundador y primer presidente de la Comisión Nacional de
josé narro robles
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Derechos Humanos, procurador general de la República y secretario
de Gobernación durante el año que cambió la historia de México.
Para describir a Jorge Carpizo faltan sustantivos y adjetivos. Fue
un referente, un líder, un guía y un ejemplo para quienes lo vamos
a echar de menos en los grandes momentos del país. Se trata de un
personaje que fue recio, serio, profesional, dedicado, comprometido,
valioso y valiente, estudioso e innovador. Nunca fue, me consta,
un hombre cautivado por el poder y menos todavía dispuesto a la
autocomplacencia, a la comodidad, a hacer concesiones cortesanas.
Sobresalía por su inteligencia y don de gente con sus amigos,
con las personas correctas, con los que mostraban una conducta
positiva. Era duro con sus detractores, con los que se desviaban del
cumplimiento de la norma, con los que aprovechaban en beneficio
personal una posición, con los que mentían o tenían un comportamiento
francamente delictivo.
Hombre de gran capacidad de análisis y de síntesis, constante-
mente rechazaba la retórica intrascendente. Todo el tiempo estuvo
comprometido con la verdad y la justicia, con la ética y los valores
laicos, con el trabajo y la defensa de la dignidad de las personas.
Siempre dispuesto a encabezar causas justas, fue una persona pri-
mordialmente congruente. Con él era muy difícil equivocarse. Una
línea recta articulaba su pensamiento con su decir y hacer. No había
el menor punto de quiebre en esas dimensiones.
Fue alumno de grandes maestros y mentor de estudiantes
sobresalientes, investigador conocido, querido y reconocido en México
y fuera del país. Para muchos de quienes asistimos a este acto de
homenaje, Jorge Carpizo fue un puente entre generaciones. Él nos
acercó con muchos de los grandes universitarios, con científicos y
creadores, con intelectuales y políticos. También lo hizo con las nuevas
generaciones, con sus alumnos del aula, del cubículo, de la vida, que
lo seguían con fidelidad por ser genuino y generoso.
homenaje
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Él supo ser maestro, discípulo, jefe, colaborador y ante todo
amigo muy querido. Un gran amigo como pocos hay en la vida.
Un amigo solidario y compartido. Un amigo entusiasta y divertido. Un
amigo sin par.
Jorge Carpizo fue muchas cosas pero se destacó en especial por
ser un universitario, uno de los nuestros, uno de los mejores que yo
haya conocido. Universitario con la mente y con el alma. Universitario
desde la piel hasta la médula. Fue igualmente un mexicano excepcional.
Por eso nos deja un hueco enorme. México y la unam han perdido a
uno de sus hijos más grandes, por eso nuestro luto y nuestro dolor.
Todo lo que emprendió lo hizo bien. A lo largo de su vida y su
trabajo nunca pasó inadvertido, siempre destacaba y sus aportaciones en
muchos campos son notables. La academia y la cultura, la democracia
y la justicia, el magisterio y los derechos humanos están llenos de
ejemplos de sus aportaciones. Fue un hombre capaz de imagi-
nar, de proponer, de convencer, de ejecutar, de evaluar y de corregir.
Se trata de un personaje de nuestra actualidad, preparado, culto,
con sensibilidad y capacidad de decisión. En la Universidad Nacional y
en muchas áreas fue rector. Él es rector en nuestra casa y fuera de ella.
Fue un hombre honesto y honorable. Siempre aportó, nunca
sacó ventaja personal alguna. Es un ejemplo de probidad. Ahí esta
su austeridad en su vida personal. Ahí está su forma de ser y de
conducirse en todo, en su hogar, en el trabajo y en la cotidianidad.
Su calidad de vida dependía de la paz interior, de su consistencia,
nunca de los símbolos externos y menos de la frivolidad.
Dos ejemplos de lo anterior los dejó por escrito hace 20 o 30
años y ahora procedo a recordarlos.
El 1 de mayo de 1989, en virtud de la designación que recibió
como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el doctor
Carpizo decidió renunciar a su plaza de investigador titular C de
tiempo completo. En este sentido refirió una serie de consideraciones
josé narro robles
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que muestran su estatura moral y la dimensión de su afecto por el
Instituto. Algunos de sus planteamientos son los siguientes:
1. “Presento la renuncia y no solicito licencia por considerar
que, jurídica y moralmente, es lo procedente.”
2. “Me duele profundamente tener que retirarme jurídicamente
de nuestro querido Instituto. Él es parte de mi existencia y
en él he pasado los años más agradables de mi vida. Me
propongo continuar académicamente ligado a él.”
3. “Desde 1965 he estado físicamente y moralmente muy cerca
del Instituto. Cuando en octubre de 1967, el maestro Héctor
Fix-Zamudio me invitó a colaborar como secretario del Instituto
me sentí muy honrado y al aceptar estaba decidiendo algo
muy importante: realizaría una carrera académica dentro de
la Universidad Nacional.”
4. “Durante los tiempos difíciles de mi rectorado siempre
sentí la solidaridad y afecto del Instituto, lo cual mucho me
animó. En este sentido quiero dejar constancia de la lealtad y
devoción universitarias de usted [se refiere a Jorge Madrazo]
y del maestro Héctor Fix-Zamudio.”
5. “Hoy, el destino me aparta jurídicamente de la Universidad,
del Instituto y de la Facultad de Derecho. Sin embargo, tengo
toda la intención de continuar, sin ninguna relación jurídica,
cerca del Instituto y de la Facultad, que siento son una parte
importante de mí.”
La otra muestra que forma parte de su expediente universitario
se remonta a los años setenta; cuando era joven y sin que le sobrara
el dinero, recibió un incremento por concepto de su antigüedad
como académico. Al considerar que el aumento le correspondía
sólo en su tarea como profesor y no en su plaza de investigador,
homenaje
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se dirigió al director general de Personal para solicitarle que “a la
brevedad posible se me descuenten las cantidades que me han sido
indebidamente cubiertas”.
La respuesta del área técnica correspondiente corrigió su obsesiva
pulcritud: “Su antigüedad académica es una sola y los pagos que sobre
el particular le ha hecho la Universidad son correctos”.
A la familia del doctor Carpizo, a sus amigos y compañeros de
aventura, mis sentimientos de solidaridad. La tranquilidad me alcanza
cuando pienso en lo que hizo y en lo que creyó. La angustia me
inunda cuando comprendo que no lo veré ya más. Sus enseñanzas
y su fortaleza me cobijan, su pérdida me abruma y me conmociona.
¿Qué vamos a hacer sin sus consejos y sin sus propuestas? ¿Qué
vamos a hacer sin su lucidez y determinación? ¡Qué falta nos genera
su partida anticipada! ¿Por qué tenía que pasar? ¿Por qué teníamos que
perderlo de forma tan prematura? No estábamos preparados para ello.
No es posible alcanzar la resignación que reclama nuestra aflicción.
Para concluir quiero recordar la frase de don Alfonso Reyes
pronunciada en la despedida luctuosa del maestro Antonio Caso:
“Ha de pasar mucho tiempo para que el polvo se organice en otra
estructura de igual excelsitud y fineza”. Para Jorge Carpizo, universitario
magnífico, nuestro recuerdo permanente y el reconocimiento de
todos a su obra, a su ejemplo, a su lucha de siempre en favor de la
dignidad humana. Hoy es un día muy triste. El primer día en que
vivimos sin la presencia física de Jorge Carpizo.
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PASIÓN POR LOS VIAJESHéctor Fix-Zamudio*
Escribo esto debido a la amable invitación que me hizo el prestigiado
jurista mexicano doctor Luis de la Barreda, que con toda justicia
ha sido designado recientemente por el rector José Narro, director
del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Nacional
Autónoma de México, ya que ha dedicado una parte importante de
su actividad profesional a la defensa y promoción de los derechos
de las personas y, entre otras actividades, merece destacarse por su
brillante y dinámica presidencia de la Comisión de Derechos Humanos
del Distrito Federal de octubre de 1993 a septiembre de 2001.
Para cumplir con ese agradable compromiso, relataré algunas
anécdotas relacionadas con la vida personal, académica y en el sector
público de mi inolvidable amigo el doctor Jorge Carpizo. Con este
objeto me referiré a su afición a los viajes por los cinco continentes,
que fue constante y persistente, por lo que únicamente relataré
algunos de sus aspectos.
Desde muy joven, Jorge Carpizo inició su actividad viajera, pero
no turística; primero como adolescente por medio de una estancia
de estudio en Estados Unidos, durante la cual se familiarizó con el
* Investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
pasión por los viajes
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idioma inglés. Posteriormente, realizó sus estudios en la Facultad de
Derecho de la unam y redactó su tesis de licenciatura bajo la dirección
del notable jurista don Mario de la Cueva, entonces coordinador de
Humanidades de la unam. Una vez obtenido su título profesional,
aceptó mi invitación, cuando fui nombrado director del Instituto de
Derecho Comparado de la misma Universidad, para desempeñar-
se en la Secretaría Académica y Administrativa del propio Instituto, se
le otorgó una beca para realizar estudios de posgrado; primero para
iniciar el aprendizaje del idioma alemán en una ciudad del sur de
la República Federal Alemana, y después para cursar la maestría en
ciencias políticas y sociales en la London School of Economics, en la
cual se graduó con distinción.
Tiempo después, y además de su participación en numerosos actos
académicos en diversos países de Latinoamérica y Europa, durante
sus vacaciones emprendió varios recorridos por todos los continentes,
recorridos que no podrían calificarse como simplemente turísticos, ya
que implicaban una cuidadosa documentación sobre los lugares que
pretendía recorrer. Los viajes incluyeron ciudades, paisajes, museos,
monumentos y muchos otros sitios culturales.
Con frecuencia lo acompañé a cuantiosos eventos académicos
que tuvieron lugar en varios países, y siempre aprovechaba los viajes,
sin descuidar sus brillantes participaciones en los mismos, para
recorrer los sitios de interés cultural, turístico y artístico, las ciudades,
museos y monumentos próximos a los lugares de la reunión, ya fuera
congreso, simposio o seminario, en tanto asistía a todas las reuniones
y no únicamente en las que participaba directamente, como lo hacen
algunos colegas, que sólo asisten a la inauguración y luego de su
participación se ausentan para realizar lo que se ha calificado como
“turismo académico”.
Los momentos en que Jorge Carpizo se encontraba libre de
ocupaciones, que por cierto no eran muchos, los aprovechaba al
héctor fix-zamudio
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máximo posible para realizar sus visitas, pero, como se ha señalado,
siempre precedidas de una cuidadosa y documentada preparación
cultural. Con este propósito, entre otras, utilizaba de manera prefe-
rente como guías principales las conocidas Michelin, editadas en
varios idiomas por la empresa francesa fabricante de neumáticos,
tanto la versión verde que señala con detalle los sitios de interés prin-
cipales y secundarios, como la roja, con la información sobre los
principales hoteles y restaurantes, clasificados según su importancia
y sus precios. Estas guías que inicialmente se diseñaron para los
países europeos, se han extendido paulatinamente a numerosos lu-
gares del mundo.
Cuando Jorge Carpizo retornaba de algún viaje, relataba a sus
amigos, familiares y colegas sus experiencias. Recuerdo que primero
recibía a sus amigos y colegas en el departamento de sus padres,
don Óscar y doña Luz María, cuyo domicilio califiqué como la
“embajada de Campeche”, pues nos obsequiaban comidas y cenas
en las que servían los más delicados y exquisitos platillos campecha-
nos, preparados bajo la dirección de doña Luz María. Después nos
reuníamos en la casa del doctor Carpizo, pequeña pero confortable,
ubicada en la calle de Textitlán.
La descripción que Jorge hacía de los lugares, museos y monu-
mentos visitados era detallada y precisa, por lo que nos imaginábamos
compartir el recorrido con él como un guía de gran cultura y co-
nocimiento. No me era posible viajar a tantos lugares con él, pero
coincidí al menos en dos recorridos por Europa y en Sudamérica,
durante los cuales pude percatarme del cuidado con el que planea-
ba sus recorridos y la visita de todos los sitios posibles. Jorge Carpi-
zo no sólo planeaba cuidadosamente los recorridos, sino que
aplicaba un buen sistema para aprovechar al máximo el tiempo
disponible. En primer lugar, levantarse temprano, tomar un desayuno
ligero para poder iniciar las visitas planeadas, interrumpirlas para un
pasión por los viajes
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almuerzo, también parco, y continuar el recorrido hasta donde fuera
posible; terminarlo, eso sí, con una buena cena con un vino exce-
lente, de lo cual era un gran cono cedor, y finalmente, retirarse a
buena hora de la noche para descansar y estar listo para la jornada
siguiente.
En particular puedo señalar dos viajes en los que participamos
mi esposa María Cristina y el que escribe, ya que a ella le gustaba
mucho viajar y disfrutar plenamente de los recorridos, y lo hacía cada
vez que era posible. El primero se inició con motivo de una reunión
académica en Madrid, en la que ambos participamos. Al terminar
había concebido la posibilidad de efectuar una excursión a dos
provincias francesas, es decir, Normandía y Bretaña, a la cual tuvo la
amabilidad de invitarnos Jorge, quien la había planeado con la mi-
nuciosidad acostumbrada. Aceptamos con gusto. Para iniciarla, via-
jamos a París, ciudad en la que se encontraba una muy apreciada
amiga, la doctora Elisa García Barragán, distinguida académica del
Instituto de Investigaciones Estéticas de la unam, quien en esos días
impartía un curso en la Universidad de París. La intención era cono-
cer dichas provincias de acuerdo con el itinerario estudiado, como
siempre, con sumo cuidado por Jorge. Como carezco de la memoria
prodigiosa del doctor Carpizo, sólo recuerdo algunos lugares impor-
tantes que visitamos con la certera conducción de nuestro querido
amigo. Casi todo el viaje lo hicimos por ferrocarril, ya que en Europa,
y por supuesto en Francia, es el mejor modo de transporte, si no se
alquila automóvil. De París salimos hacia Caen, considerada la capi-
tal de Normandía, una ciudad industrial y con muchos sitios cultura-
les e históricos, todos los cuales visitamos, en particular, la iglesia
gótica de San Pedro, y luego recorrimos los alrededores, incluyendo
la catedral de Coutances, una joya de la arquitectura gótica, ya que
Francia posee un gran tesoro en iglesias románicas y góticas.
héctor fix-zamudio
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Lo que más nos emocionó en este breve aunque ilustrativo recorrido
por Normandía fue nuestra visita a Mont Saint Michel, uno de los
centros turísticos más importantes de Francia cuya peculiaridad es
que con la marea baja durante la mañana y la tarde se puede llegar a
él por carretera, pero por la noche, al subir la marea, se convierte en
una isla. Debido a la previsión de nuestro guía, logramos alojamiento
en un hotel cercano a la muralla, lo que hizo más sencillo recorrer los
principales lugares culturales, iglesias y otros sitios que son producto de
una larga historia a partir de la Edad Media, el Renacimiento y épocas
posteriores. Lo que nos causó una gran impresión fue el convento
medieval que se encuentra en la cima de la montaña que corona
este conjunto de monumentos, particularmente el claustro medieval
donde se disfruta de una paz y tranquilidad que invita a la meditación,
y en el que gozamos de largos momentos de tranquilidad interior.
También emprendimos un viaje a la ciudad de Bayeux con el
propósito particular de visitar el Museo Barón Gérard, en el cual se
encuentra un tapiz medieval, cuidadosamente conservado y exhibi-
do en un sitio especial. Este tapiz se atribuye equivocadamente a la
reina Matilda, es posa de Guillermo el Conquistador, quien invadió
Inglaterra con el fin de conquistarla, entonces dominada por sajones
encabezados por el rey Haroldo, que fue derrotado y murió en una
batalla definitiva, y esto dio inicio a la dinastía normanda de los
Plantagenet, que reinó por varias generaciones. El tapiz se encuentra
en perfectas condiciones y relata el origen de la invasión de Guiller-
mo a Inglaterra y la batalla de Hastings, en la que derrotó a los
sajones.
En un breve recorrido por Bretaña, lo que más nos emocionó
fue el puerto de Saint Malo, en el cual existen muchos monumentos
históricos, varios de los cuales datan de la Edad Media, con varias
iglesias románicas y góticas. Ese puerto, durante los siglos xvi al xviii,
fue el lugar de donde partían los barcos corsarios que competían
pasión por los viajes
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con los ingleses en las guerras que sostuvieron entre ellos y que
también asaltaban a los galeones españoles que llevaban riquezas
de las colonias americanas.
La segunda ocasión en que acompañamos a nuestro querido
Jorge se presentó debido a un viaje a Buenos Aires para participar
en un evento académico, y de ahí, siempre con el tan bien planeado
itinerario de Jorge, mi esposa María Cristina, Jorge y el que esto
escribe tomamos un vuelo hacia la ciudad de Iguazú para visitar las
cataratas del mismo nombre, que son las más grandes y caudalosas
del mundo y suman más de 50 caídas, repartidas entre Argentina,
Brasil y Paraguay, si bien las argentinas son las más extensas y bellas.
Es un espectáculo de inigualable belleza, pues además de la vista
panorámica desde un mirador, los visitantes pueden abordar pequeñas
embarcaciones, provistos de chalecos salvavidas e impermeables para
acercarse a las caídas de agua y contemplarlas más de cerca.
Lo que más nos llamaba la atención era la memoria prodigiosa
de Jorge Carpizo para recordar todos los detalles de sus viajes; no
pasaban desapercibidos ni los más ínfimos, lo que sorprendía inclusive
a los residentes de los lugares visitados. En cuanto a los museos más
importantes como el Prado, el Louvre, la Antigua Pinacoteca de Munich,
el Real Museo de Ámsterdam y muchos otros, conocía exactamente
su historia, la ubicación de los cuadros, esculturas y objetos que se
exhibían, por lo que realizar un recorrido por los mismos con la guía
de Jorge era una verdadera delicia y una empresa que pocos guías
profesionales podrían efectuar.
El país que Jorge visitó con mayor frecuencia fue la India; recorrió
una gran parte de su territorio, incluyendo los lugares raramente
visitados por los turistas o los interesados en sus diversas religiones
y culturas, y por ello no resulta extraño que haya presidido por
varios años la Asociación Cultural México-India. Conjuntamente con
su hermano Carlos y algunos de sus familiares, formó un grupo de
héctor fix-zamudio
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amigos con la misma afición que lo acompañaron fielmente a muchos
lugares del mundo.
Asombra que con todas sus ocupaciones, a las que se entregaba
con tanta dedicación, pudiese tomar algunos días para realizar su
gran pasión: conocer el mayor número de lugares del mundo. Le
supliqué en varias ocasiones que escribiera sobre algunos de sus
múltiples viajes, o uno de ellos, el que considerara más importante,
pero nunca tuvo tiempo de hacerlo, lo que es lamentable porque esas
publicaciones hubiesen sido muy apreciadas por quienes tuvieran
la fortuna de leerlas.
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HORA DE REENCONTRARME CON JORGE CARPIZOBeatriz Barros Horcasitas*
A los desposeídos y marginados, si algo pudiera pedirles sería perdón,
por no haber acertado todavía a sacarlos de su postración.**
José López Portillo
Entre las incontables experiencias que compartí con Jorge, recuerdo
con vibrante emoción una historia que no vacilo en calificar de
aterradora y lo cierto es que sin su protección y aliento, dudo que
hubiera reunido las fuerzas y el valor para huir junto con mis hijos
de tres, 12 y 14 años. Los cuatro salimos con rumbo a España con la
ayuda de Jorge Carpizo, en el mayor anonimato posible, perseguidos
por la esposa del entonces presidente José López Portillo, mujer cuya
fama de utilizar su privilegiada posición para saciar sus caprichos y
frivolidades la describe bien.
En 1981, a mi esposo, entonces director general de Aeropuertos
de la Secretaría de Obras Públicas, se le encargó la edificación en
Cuajimalpa de cinco residencias junto con una majestuosa biblioteca
de más de cuatro pisos. Me refiero a la que más tarde sería conocida
como la Colina del Perro, en alusión a la célebre frase de jlp: “Defenderé
el peso como un perro”, canino preámbulo de una de las más graves
crisis económicas de nuestro país.
* Exdirectora de Radio unam y exdirectora de Publicaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
** Discurso de toma de posesión como presidente de la República, 1 de diciembre de 1976.
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Por diversas razones, pero también por ésta, mi separación
matrimonial coincidió con la edificación de aquella colina. Esto
sucedió antes de que comenzara la construcción. Con terquedad
intenté persuadir a mi cónyuge de las consecuencias morales y
hasta familiares que implicaba convertirse en el artífice de lo que
ya se preveía como el arquetipo de la corrupción y del derroche
sexenal. Ante mi rechazo por lo que me parecía un gesto desafiante
a un pueblo al que se le habían prometido las riquezas del milagro
petrolero, el padre de mis hijos eligió lo que calificó como “su gran
oportunidad profesional”.
A la luz de lo ocurrido, mis peores augurios no fueron suficientes
para imaginar el giro de los acontecimientos. La onerosa obra y las
diferencias entre el arquitecto y la señora Romano generaron un
conflicto de graves consecuencias, en el que se mezclaron causas
de índole tan diversa que aún hoy me resulta difícil dilucidarlas y
que dieron origen a una auditoría sobre las construcciones y a mi
exesposo se le exigió garantizar un monumental adeudo con la
propiedad donde vivían sus hijos. Ignoro la suma exigida; sólo tuve
la certeza de que la ira que se había despertado en la esposa del
Ejecutivo era demencial. Toda vez que yo era ajena al asunto entre la
mal llamada primera dama y el arquitecto, y ante el riesgo de perder
el único patrimonio familiar, me negué a entregar las escrituras o a
firmar un pagaré bancario.
Poco después, desde Los Pinos recibí una sorpresiva llamada del
arquitecto, quien una vez más me conminaba a ceder las escrituras.
Ante mi negativa, a quien escuché del otro lado del teléfono fue a la
señora de López Portillo, quien con tono intimidatorio me advirtió
que de no adjudicárselas la integridad física de mis hijos y la mía
corrían peligro. Yo me limité, con bastante miedo, a responder que
era ajena a la cuestión y que personalmente no le había causado
ningún daño, y con inocencia le comenté que trabajaba en la unam,
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como si eso fuera a incidir en su ánimo. Como respuesta, colgó la
bocina del aparato telefónico.
A partir de ese momento se inició una campaña de amedrenta-
miento; las llamadas anónimas y amenazas se suscitaban a toda hora;
los autos sin placas tripulados por desconocidos y estacionados en
sitios cercanos a nuestro domicilio y las violentas agresiones sufridas
durante el traslado a mi centro de trabajo generaron una angustia que
compartieron conmigo mis padres y familiares cercanos. Estas acciones
nos condujeron a aceptar el peligro inminente y la vulnerabilidad en
que nos encontrábamos, sin posibilidad de defensa alguna; al final, a
pesar de mi resistencia, tuve que aceptar que, frente a ese descomunal
poder, poco o nada podíamos hacer.
Me sentí como espectadora de una vida que no era la propia, como
si todo esto le sucediera a alguien más; era incapaz de aceptar con
objetividad que era yo quien estaba haciendo planes para abandonar
el país, contra mi voluntad, en la búsqueda de un lugar seguro, sin
saber con certeza el tiempo que ese exilio duraría.
En pocos días la intervención de nuestras comunicaciones se hizo
ostensible; la vigilancia y los anónimos escritos, entre otras acciones,
nos obligaron a romper un muro y construir una salida oculta que
comunicaba con la casa colindante; poco tiempo después nos mudamos
al domicilio de mis padres para organizar la huida desde ahí.
Me resultaba inaceptable partir sin antes comunicarme con Jorge;
temerosa y con sigilo, a través del teléfono de un vecino, me limité a
despedirme de quien era mi jefe superior. Años atrás había trabado
amistad con él desde que fungió como coordinador de Humanidades.
La pasión de Jorge fue la Universidad y conocedor de mis compromisos,
tras un reciente ascenso laboral, quedó sorprendido ante la perspectiva
de mi viaje; omitió externar comentarios y con ruegos me invitó a
desayunar a la mañana siguiente. Frente al compañero fraternal no
pude ocultar la motivación del traslado familiar.
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En pocas horas, Carpizo me brindó su solidaridad; recibí no sólo
su apoyo y sus sensatos consejos para que nuestra salida coincidie-
ra con el informe presidencial, sino que también nos ofreció pernoc-
tar en un departamento en Santander, España, propiedad de un
amigo suyo, en donde al menos tuvimos un techo seguro dentro del
anonimato que tuvimos que mantener en una larga y accidentada
estadía en la que todos externamos de mil formas nuestro descon-
cierto y rechazo. Esto se agudizó con la nacionalización de la banca
mexicana y el establecimiento del control generalizado de cambios,
decretos que obstaculizaron el envío de apoyos económicos para
sufragar nuestros gastos.
Esperamos que concluyera el sexenio para volver a nuestro país.
Por mi memoria cruza ahora la imagen de la mano fraternal de Jorge,
que nunca me abandonó. Mis hijos, Ana, Juan y Mariana, y yo le
debemos la vida. Resulta natural que aproveche este homenaje a su
memoria para reconocer su valor moral y agradecerle nuestra salvación.
A partir de esos momentos, la amistad que nos unía se fortaleció;
tuve varias oportunidades de colaborar con él y aprender día a día
que el desempeño sólo tiene como medida los frutos obtenidos, con
una expresión muy suya: “Resultados, resultados y más resultados”. En
largas jornadas laborales compartí con él la edición de los informes
de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, donde sus
principios jamás admitieron concesiones; fue implacable y hasta duro
con aquellos que no respondían a la noción de ética que predicó
siempre con su ejemplo.
Con él viví innumerables batallas; fui privilegiada al recibir
continuas y enriquecedoras lecciones de vida y generosidad que he
tratado de mantener como guía y ejemplo inestimable de una amistad
cuya presencia permaneció en el tiempo.
Conservo una carta que dibuja aspectos personales del amigo,
enviada a España durante nuestro exilio; sus letras nos sirvieron de
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aliento en esos aciagos días. La ofrezco aquí como un homenaje en
el que invoco su voz:
Muy querida Beatriz:
Tengo en mi poder tu carta del día 12 de octubre y tu telegrama de agradecimiento. Muchísimas gracias por ambos; me causaron gran alegría. Mucho he pensado en ti, estoy seguro que pronto los tendremos de nuevo en estas tierras.
En esta ocasión has demostrado una vez más todo el carácter y temple que te caracterizan. Debes sentirte orgullosa que ante la adversidad te has comportado con dignidad y la has sabido sobrellevar.
Vendrán días buenos y felices como ustedes lo merecen. La vida a veces nos juega y presenta con rachas malas, pero todo pasa.
¡Adelante, ánimo, saldrás fortalecida de esta crisis! Saludos a tus hijos; recibe el cariño de Jorge.