johann heinrich pestalozzi

4
Johann Heinrich Pestalozzi Cartas sobre la educación de los niños CARTA VIGESIMANOVENA 4 de abril de 1819. Mi querido Greaves: La segunda regla que yo daría a una madre respecto del primer desenvolvimiento del espíritu del niño, es ésta: Que el niño no esté solamente actuado o maniobrado, sino que sea un agente en la educación intelectual. Explicaré lo que quiero decir. Que la madre tenga presente en su espíritu que su hijo no sólo tiene las facultades de atención, y de retención de ciertas ideas, sino también una facultad de reflexión independiente del pensamiento de los demás. Está bien hacer que un niño lea y escriba y aprenda y repita -pero, está todavía mejor que el niño piense. Podremos ser capaces de ser influidos por el pensamiento de los otros, y podremos encontrar conveniente y ventajoso familiarizarnos con él; podemos aprovechar su luz; pero, nos haremos más útiles a los demás y tendremos más títulos para el carácter de miembros eficaces de la sociedad, por el esfuerzo de nuestro propio espíritu, por el resultado de nuestras propias investigaciones; por aquella visión y sus aplicaciones que podemos llamar nuestra propiedad intelectual. Yo no hablo ahora de aquellas ideas rectoras que aparecen de tiempo en tiempo y por las cuales avanza la ciencia y la sociedad se beneficia ampliamente. Hablo de aquel caudal de propiedad intelectual que cada uno puede adquirir, aun los individuos sin pretensiones y en las más humildes tareas de la vida. Hablo de aquel hábito de reflexión que preserva del pensamiento inconsciente bajo todas las circunstancias y que es siempre activa para examinar lo que se coloca ante el espíritu -aquel hábito de reflexión que excluye la idea de suficiencia propia de la ignorancia, o la frivolidad de un saber a medias- el cual puede llevar a un individuo al

Upload: victor-andres-rojas-chavez

Post on 27-Sep-2015

213 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Cartas sobre la educación de los hijos

TRANSCRIPT

Johann Heinrich Pestalozzi

Johann Heinrich Pestalozzi

Cartas sobre la educacin de los niosCARTA VIGESIMANOVENA 4 de abril de 1819.

Mi querido Greaves:

La segunda regla que yo dara a una madre respecto del primer desenvolvimiento del espritu del nio, es sta: Que el nio no est solamente actuado o maniobrado, sino que sea un agente en la educacin intelectual.

Explicar lo que quiero decir. Que la madre tenga presente en su espritu que su hijo no slo tiene las facultades de atencin, y de retencin de ciertas ideas, sino tambin una facultad de reflexin independiente del pensamiento de los dems. Est bien hacer que un nio lea y escriba y aprenda y repita -pero, est todava mejor que el nio piense. Podremos ser capaces de ser influidos por el pensamiento de los otros, y podremos encontrar conveniente y ventajoso familiarizarnos con l; podemos aprovechar su luz; pero, nos haremos ms tiles a los dems y tendremos ms ttulos para el carcter de miembros eficaces de la sociedad, por el esfuerzo de nuestro propio espritu, por el resultado de nuestras propias investigaciones; por aquella visin y sus aplicaciones que podemos llamar nuestra propiedad intelectual.

Yo no hablo ahora de aquellas ideas rectoras que aparecen de tiempo en tiempo y por las cuales avanza la ciencia y la sociedad se beneficia ampliamente. Hablo de aquel caudal de propiedad intelectual que cada uno puede adquirir, aun los individuos sin pretensiones y en las ms humildes tareas de la vida. Hablo de aquel hbito de reflexin que preserva del pensamiento inconsciente bajo todas las circunstancias y que es siempre activa para examinar lo que se coloca ante el espritu -aquel hbito de reflexin que excluye la idea de suficiencia propia de la ignorancia, o la frivolidad de un saber a medias- el cual puede llevar a un individuo al modesto reconocimiento de que sabe muy poco y a la honrada conciencia de que ese poco lo sabe bien. Para engendrar ese hbito nada hay tan eficaz como un precoz desenvolvimiento en el espritu del nio, del pensamiento regular y activo.

Que no abandone la madre esta tarea por las objeciones de aquellos que juzgan que el espritu del nio es incapaz de todo ejercicio de este gnero. Me atrevo a decir que los que alegan esta objecin, aunque puedan ser los pensadores ms profundos o los ms grandes tericos, no parece que tengan conocimiento prctico acerca del tema ni inters moral alguno por su investigacin. Y yo, por mi parte, confiara ms en el conocimiento experimental de una madre, procediendo por ejercicios, a los cuales se siente dispuesta por su amor maternal. En ese conocimiento experimental, incluso de una madre analfabeta confiara yo ms que en la especulacin terica de los ms ingeniosos filsofos. Hay casos en los cuales un sentido slido y un corazn ardiente ven ms all que una cabeza altamente refinada, fra y calculadora.

Yo invitara, por consiguiente, a la madre para que comenzase su tarea a despecho de las objeciones que puedan oponerse. Bastara con que se convenciese de que deba comenzar; continuara, entonces, por s misma; obtendra tal satisfaccin de su tarea que nunca pensara abandonarla.

Mientras desenvuelve los tesoros del espritu infantil y descubre el mundo de pensamientos hasta entonces no alumbrados, no envidiar la seguridad de los filsofos que consideran el espritu humano como un blanco universal. Entregada a su tarea pondr en actividad todas las energas de su espritu y todos los afectos de su corazn y se burlar de sus especulaciones dictatoriales y de sus teoras altaneras. Sin preocuparse de la intrincada cuestin de si las ideas son innatas, se contentar con desenvolver las facultades innatas del espritu.

Si una madre pregunta los temas que pueden ser beneficiosos para ser utilizados como vehculos para el desenvolvimiento del pensamiento, yo respondera que todas las materias pueden conseguirlo si son tratadas de modo adecuado para las facultades del nio. Constituye un gran arte para la enseanza no fracasar nunca en la eleccin de un objeto como ejemplo de una verdad. No hay un objeto tan trivial que en manos de un maestro hbil no se haga interesante, sino por s mismo, al menos por su manera de tratarlo. Para un nio todo es nuevo. El encanto de la novedad, justo es decirlo, pronto se consume; y si no aparece el fastidio de los aos maduros hay al menos la impaciencia de la infancia. Pero, entonces, el maestro tiene la gran ventaja de una combinacin de elementos simples que pueden diversificar el tema sin dividir la atencin.

Al decir que toda materia sirve para el propsito debo ser entendido literalmente. No slo no hay ningn pequeo incidente en la vida de un nio, en sus diversiones y recreos, en sus relaciones con sus padres y con sus amigos y en sus juegos -sino que no hay actualmente ninguno dentro del alcance de la atencin del nio, pertenezca a la naturaleza o a las ocupaciones y oficios de la vida, que no pueda convertirse en objeto de una leccin por el cual pueda proporcionarse algn conocimiento til y, lo que es ms importante, por el cual el nio no pueda familiarizarse con los hbitos del pensamiento segn los cuales ve y habla despus de haber pensado.

El modo de hacer esto no es en manera alguna hablar mucho al nio, sino entrar en conversacin con el nio; no dirigirle muchas palabras por familiares que sean las que se escojan, sino llevarle a expresarse sobre la materia; no agotar el tema, sino preguntar al nio acerca de l y corregir sus respuestas. Sera ridculo esperar que el espritu voltil de un nio pudiera seguir una larga explicacin. La atencin de un nio est muerta para las exposiciones largas pero la despiertan las preguntas animadas.

Que las preguntas sean breves, claras e inteligibles. Que no lleven al nio a repetir simplemente en los mismos o variados trminos lo que acaba de or justamente. Excitarle a observar lo que hay ante l, a recordar lo que ha aprendido y a dominar su pequeo caudal de conocimiento como materiales para una respuesta. Mostrarle una determinada cualidad en una cosa y dejarle encontrar por s mismo las dems. Decirle que la forma de una pelota se llama esfrica; y si le llevis a designar otros objetos a los cuales corresponde el mismo carcter le habris empleado ms tilmente que con el ms perfecto discurso sobre la redondez. En un caso habra tenido que or y recordar; en el otro ha tenido que observar y pensar.