EL HOMBRE SABIO Y COMPASIVODesprendernos de nuestro yo individual para sentirnos unidos a

Jesús de Nazaret

Intento de aclarar y popularizar un documento de Enrique Martínez Lozano:“El Hombre Sabio y Compasivo: Una Aproximación Transpersonal a Jesús deNazaret”

Martín Valmaseda

EL HOMBRE SABIO Y COMPASIVODesprendernos de nuestro yo individual para sentirnos unidos a

Jesús de Nazaret

(Intento de aclarar y popularizar un documento de Enrique MartínezLozano: “El Hombre Sabio y Compasivo: Una AproximaciónTranspersonal a Jesús de Nazaret). El original se encuentradisponible en:

http://www.transpersonaljournal.com/pdf/vol1-issue1/Martinez%20Lozano%20Enrique.pdf

Resumen

El artículo trata de investigar, en los textos de los evangelios, signosde que Jesús de Nazaret tuvo un nivel de conciencia transpersonal.(es decir No individualista)Para ello, se hace una lectura de los textos, en torno a tres ideasprincipales:

1) Signos que muestran a Jesús como un hombre liberado de su yo2) Signos de que, más allá del yo, experimentó, vivió y habló desdeuna conciencia “universal” que se unía con todo lo creado;

3) Signos de esa misma conciencia, de la que se dieron cuentaquienes convivieron y escribieron sobre Jesús.

Como resultado del estudio, parece evidente que Jesús vivió en unnivel transpersonal (no individualista) de conciencia: Eso hizo de élun hombre sabio y compasivo, un maestro con experiencia en elcamino hacia la Conciencia unitaria. (conciencia de que todo lo queexiste es uno) A raíz de la publicación del libro ¿Qué Dios y quésalvación? (Martínez Lozano, 2008), muchos lectores me solicitaronhacer un estudio parecido sobre la figura de Jesús. En realidad,entendí que tendría que plantear, la pregunta: ¿Cuándo hablamos deJesús de qué Jesús hablamos?… Me puse a ello.

Parte 1 Cuandose escribe un librose escribe en unlugar, un paísconcreto y untiempo concreto.Y leemos eseescrito cada uno denosotros tambiéndesde el tiempo ylugar dondevivimos

introducciónLo que aquí pretendo es, únicamente, acercarme a los textos delevangelio en los que pueden apreciarse señales de que Jesús vivió enun nivel de conciencia transpersonal. (Que le une con todas laspersonas y seres del mundo)

Creo importante que la teoría transpersonal tome en serio la figurade Jesús que ha influido tan decisivamente en la historia de

Occidente. Y considero igualmente importante poder “traducir” yleer el mensaje del evangelio en clave transpersonal.

((Siempre que hablemos de “transpersonal” queremos decir ver a lapersona, no como un individuo aislado de los demás sino superandoesa división y separación de los otros, íntimamente unido con eluniverso))

Pero antes tenemos que hablar de cómo podremos leer un textosagrado, por ejemplo el evangelio, pero leerlo con una concienciatranspersonal, no individualista.

Cuando se escribe un libro se escribe en un lugar, un país concretoy en un tiempo concreto Y leemos ese escrito cada uno denosotros también desde el tiempo y lugar donde vivimos. O sea, noes lo mismo que se escribiera el evangelio (o cualquier libro) hace20 siglos o que se escriba hoy; y no es lo mismo que se lea hoy aque se leyera hace 20 siglos Es muy importante saber en qué épocay en qué país se escribió y también cómo piensa la gente de laépoca y el lugar cuando lo lee Nos hallamos, por tanto, ante unadoble condición que no podemos olvidar. A eso lo llamamos“paradigma”: cómo es la cultura, los conocimientos de quien escribeun libro y como es la cultura y conocimientos de quien lo lee.

Un ejemplo sencillo: en tiempo de Jesús la gente creía (tambiénJesús) que la tierra era plana, no redonda, y que las estrellascolgaban del cielo que era una cúpula, como la luna y el sol (nosabían mucha astronomía)

Si a ese modo de pensar: lo que se dice y escribe todo segúncuándo y cómo se dice, lo llamamos “paradigma”, tendremos queestar de acuerdo en que un paradigma no es sino un “idiomacultural”: una manera de hablar y pensar que siglos más tarde y enotro país se entiende de otra manera.

Y del mismo modo que no podemos hablar sin usar un idiomadeterminado, concreto, tampoco podemos escribir o leer algo sinutilizar un paradigma concreto. Porque así como no puede haberpalabras sin idioma, tampoco puede haber pensamiento sinparadigma = sin el modo de pensar de la época y lugar en el queestamos (no es igual que estemos en Jerusalén, en Alemania, enGuatemala…. Ni es igual que estemos en tiempos de Jesús, 1000años antes, 2000 años después: En cada tiempo y lugar se escribe yse entiende lo que se lee de manera distinta.

Por eso, cuando leemos un libro escrito en un sitio distinto ymuchos años antes, nos cuesta trabajo entender lo que dice. Hacefalta que nos lo “traduzcan”, aunque esté escrito en nuestro mismoidioma; pero en nuestro país y en nuestro tiempo eso se entiendede manera diferente. Seguramente conocen ustedes palabras que,por ejemplo, en España quieren decir algo pero en países deAmérica latina quieren decir otra cosa. Tenemos que ponernos deacuerdo 3n lo que quiso decir el escritor.El evangelio fue escrito en un paradigma, un lenguaje, unas ideasque, podemos llamar antiguas y propias de sociedades decampesinos, sin industria y con costumbres muy distintas a hoy..Quienes se encuentran en un paradigma, un modo de pensarpostmoderno, muy adelantado, con inventos, cultura, modos dehablar diferentes, no podrán comprenderlo, a menos que sea“traducido” a este nuevo idioma cultural. Porque no hay unparadigma mejor que otro: todas las cosas humanas pueden decirseen cualquiera de los modos de hablar de cada época y lugar. Perohay que comprenderlo.La “traducción” de la que hablo se complica todavía más cuando loque se está cambiando no es únicamente el modo de hablar sino laCONCIENCIA que tiene cada persona Se trata en este caso dealgo muy distinto, con diferencias más grandes. Aquí y ahora cadapersona puede tener una conciencia distinta. Porque lo que se estáacabando actualmente, no es sólo el modo de pensar que llamamosmítico.Mito es decir cosas que antes se contaban y parecían de

verdad (por ejemplo lo que cuenta la biblia de Adán y Eva, laserpiente y el-árbol.)Eso hoy se entiende que NO es una historiasino una leyenda, un cuento para explicar que los hombres y mujeresno hacen caso a su conciencia, al bien, y se dejan llevar del egoísmo.Eso ya lo comprende mucha gente hoy, no todos, porquemuchas personas no han pensado estas cosas, no han leídoinformaciones y todavía se creen lo que les contaron de pequeñossus catequistas que no estaban bien preparados.

La biblia no es solo un libro de historia que se empezó a escribirhace unos 3000 años. La biblia es también un libro de leyendas, depoemas, de consejos… y el que se cree que todo es historia como laque se cuenta hoy, se queda confundido y no entiende, por ejemplocómo pudo Dios hacer una mujer de una costilla del varón.(eso esun explicación mítica)

Tenemos que respetar el modo de hablar de aquellos tiemposantiguos. Tenemos que comprender a la gente que hoy entiende labiblia al pie de la letra , porque es lo que les han explicado toda suvida. ero si nosotros hemos podido pensar y darnos cuenta de quenuestra conciencia va cambiando y se hace más clara, eso puedecambiar también nuestro modo de vivir nuestra fe, de entender laBiblia,

No sólo cambian las cosas que sabemos. También lo que sabemoslo entendemos de otra manera. Cambia nuestra conciencia.

Podemos tener una conciencia de mi yo individual, de mí mismo( miconciencia distinta): yo soy yo, el otro es el otro, podemos seramigos, o enemigos. Yo puedo querer ser más que el otro o que losotros, puedo preocuparme para que todo me vaya bien a mí, a losamigos, familiares más cerca de mí… eso podemos llamarlo estadoegoico de la conciencia (ego en latín es YO)Pero quien llega a una conciencia que decimos transpersonal llega asentirse unido, uno con todos los demás seres. Siente a todas laspersonas del mundo unidas en un YO universal.

Ello indicaría el final de la conciencia egoica y el comienzo deuna nueva conciencia, que llamamos: conciencia a niveltranspersonal.Al estadio transpersonal de conciencia llegamos cuando empezamosa observar la mente. Al hacer así, nos damos cuenta de que tenemospensamiento, mente, pero que nosotros somos mucho más que esamente.

Nos empezamos a dar cuenta de que nosotros no estamos sólo en loegoico, no somos sólo yo , aunque durante siglos lo hayamos creídoasí. De modo que podemos reconocer que tenemos un “yo”, peroque ¡somos más que ese yo! que podemos observar. Igual quecuando éramos niños cambiamos de una “conciencia corporal”(sólo nos dábamos cuenta de nuestro cuerpo) a otra conciencia“mental” (empezamos a darnos cuenta de que podíamos pensar) –

Pues ahora, -si pensamos en todos los seres humanos –estaríamos empezando a dar un nuevo salto: Saltamos de laconciencia mental (la que siente sólo mi “yo”) a la concienciatranspersonal (que se siente parte de un YO universal, de todo lo queexiste)Eso no quiere decir que rechacemos la mente ni el lugar que ocupaesa mente en nuestra vida. Lo único que ocurre es que dejamos depensar que sólo somos la mente, porque nos damos cuenta deque hay algo en nosotros mucho más grande que nuestra mente,nuestro yo individual.EL estadio mental, que se distingue por la separación, (yo…tú…). Pero el nuevo nivel transpersonal, donde el propio yo va másallá y se distingue por darse cuenta de la unidad de todas las cosasaunque también todas sean diferentes.

Aunque todavía hoy, aunque se ve que algo va cambiando,la humanidad se encuentra aún en estadios míticos y racionales de

conciencia, es decir todavía pensamos y vivimos con ideas ysentimientos de seres primitivos, o de gente inteligente pero quesolo vive en su yo, en sus propios razonamientos, separados de los

otros, pero…Pero parece que existieron muchos hombres y mujeresque, a lo largo de la historia, han vivido ya ese otro nivel que esmás que el yo individual.

Entre ellos, Jesús ocupa un lugardestacado

Parte 2.

Lo cierto es que en el texto de losevangelios que ha llegado a nosotrosencontramos expresiones, frases… yen esas frases se descubre toda lahondura y riqueza de lo que dijo Jesús,aunque no sea al pie de la letra decómo Jesús hablaba. En este sentido, elevangelio es para nosotros un mensajede sabiduría, que nos invita adespertar.

Signos de la conciencia transpersonal en Jesús

La experiencia de los místicos es una experiencia transpersonal.Quiero decir que no se queda solo en lo mental sino que se abrepaso a una nueva manera de ver la realidad. En esas experienciasmísticas se deja callado el pensamiento y es posible “ver” más alládel velo de la mente que nos tapa la realidad. Es fácil encontrar enlos místicos expresiones de claro sabor transpersonal. Eso mismoocurre en el evangelio.No vamos aquí a discutir cuales serían las palabras “auténticas” deJesús – lo que se dice en latín:“ipsissima verba Iesu” (lamismísimas palabras de Jesús) - porque después de lo que sellama “experiencia pascual”, después de sentir a Jesús resucitado,lo que decían los discípulos ya no son al pie de la letra las palabrasexactas de Jesús .Los discípulos no tenían micrófonos y grabadoras

para recordar exactamente lo que Jesús dijo; y lo mismo hicieronlos que escribieron el evangelio. Lo cierto es que en el texto de losevangelios que ha llegado a nosotros encontramos expresiones,frases… y en esas frases se descubre toda la hondura y riqueza delo que dijo Jesús, aunque no sea al pie de la letra de cómo Jesúshablaba. En este sentido, el evangelio es para nosotros un mensajede sabiduría, que nos invita a despertar.Lo que llamamos transpersonal quiere decir que la concienciatiene un modo de darse cuenta de las cosas y un modo de actuar,que están unidos entre sí. Habría que dudar, por tanto, cuando elmodo de pensar de alguien no esté de acuerdo con sutransformación personal, en el modo de actuar de esa persona.Así decía Jesús de los fariseos: “ellos dicen pero no hacen”.

Lo característico de ese estadio, de esa nueva conciencia, es quesuperamos el nivel mental y, por tanto, superamos el “yo”. Ya nopiensa cada uno solo en su “yo”, que es lo que domina casi siempreen nosotros: yo, yo yo… Pensemos en esta poesía de Jacinto

Benavente:

En el "meeting" de la Humanidadmillones de hombres gritan lo mismo;¡yo, yo, yo, yo, yo, yo!...¡yo, yo, yo, yo, yo, yo!...¡Cu, cu, cantaba la rana!¡Cu, cu, debajo del agua!¡Qué monótona es la rana humana!¡Qué monótono es el hombre mono!

Y luego: a mí, para mí;en mi opinión, a mi entender.¡Mi, mi, mi, mi!¡Y en francés hay un "moi"!¡Oh!, el "moi" francés, ¡ése sí que es “grand!”"¡Monsieur le moi!"La rana es mejor.¡Cu, cu, cu, cu, cu!Sólo los que aman saben decir ¡Tú!

La conciencia transpersonal es, pues, una conciencia unitaria ydesegocentrada (que no se encierra en sí misma sino que se abre atodo). Quien llega a esa conciencia “ve” la unidad de lo real: detodas las personas y de todos los seres; y lo ve todo sin que sumente le tape los ojos para que no vea más que lo suyo propio. Vemás allá de las aparentes diferencias de cada ser. Y actúa desde elamor a todos los seres. De ahí que los dos rasgos más característicosde quien se halla en ese nivel de conciencia sean la sabiduría y lacompasión.Y eso es precisamente lo que más se destaca en la persona de Jesús.¿Quién es y qué ha visto este hombre sabio y compasivo? Vamos aacercarnos a algunos textos del evangelio, buscando huellas de laconciencia transpersonal en Jesús, en aquellas dos dimensiones quela caracterizan: la desegocentración( elno dar importancia solo alal YO propio) y la conciencia unitaria.(la conciencia de que TODOSY TODO SOMOS UNO)

Jesús, un hombre que no está encerrado en su yo.En la evolución de cada persona –como en la evolución de lahumanidad - va apareciendo el nivel mental Se empieza a pensar –y, con él, también aparece el yo, como algo independiente. Ese esun momento importantísimo. Uno sale de la oscuridad de quien nose siente persona, como el niño pequeñín o el animalito y se llega ala autoconciencia de que somos personas. Pero ahí no termina todo.Como no podía ser de otro modo, ese nuevo nivel “personal” sedistingue porque se tiene una conciencia egoica (acuérdense:“ego” quiere decir “yo”) .

El yo, el niño pequeñín, empieza una carrera, espontánea yansiosa, y así busca convertirse en centro y protagonista de toda laescena. Se olvida de que para él eso es sólo un momento más de laevolución de la realidad.

Cuando alguien se siente persona e individuo sobre los demás, sesiente como el centro del mundo, como si hubiera llegado a la metadefinitiva. Así llega a lo más alto del egocentrismo y eso tiene

consecuencias en todos los sectores (en sus relaciones con losdemás, la economía, la sociedad, la política, la religión). Es el reinodel yo y del individualismo total. Yo, yo, yo…

Un ejemplo: cuando a uno le domina el yo… y si hay eleccionesvota, no vota lo que es mejor para el país, para la mayor parte de lasociedad, sino que vota “lo que es mejor para él”. Los demás… no leimportan.Ese modo de portarse no es una cuestión moral (egoísmo personal),sino que es más bien una falta de comprensión: es que no nosdamos cuenta de cómo es realmente el mundo. Somos ignorantes,inconscientes.

Por ignorancia creemos que es definitivo lo que es sólo pasajero.Y al creerme que yo soy definitivo, mi yo buscará por todos losmedios a su alcance, sin darse cuenta, sobrevivir y afirmarse frente atodos los demás: Yo soy yo y estoy en contra del otro que no es yo.La ignorancia nos lleva a la competitividad, a la rivalidad, a lacrispación y al enfrentamiento, al “yo puedo más que tú”, “yo valgomás que tú”, “tengo más derechos que tú”.Sólo cuando nos demos bien cuenta de la realidad, podremoscambiar, podremos modificar esa manera de pensar y actuar.Tendremos una nueva conciencia. De hecho, las personas quehan “visto”, más allá de las apariencias, han modificado sucomportamiento. De esas personas, como Jesús, hemos recibido unmensaje que nos ayuda a no dejarnos encerrar en la cárcel denuestro yo. Así podremos mejorar y cambiar nuestra vida.Justamente eso es lo que nos llega de Jesús.

Podemos escuchar esa canción del “yo” en:https://www.youtube.com/watch?v=lb84VIvXUwA

(Canción “en el mitin de la humanidad, J. Benavente, canta A.Cortez)

Parte 3

. “”. Veámoslomás despacio enalgunos textos,tal como hanllegado anosotros.:

• “El que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que niegue su vidapor mí y por la buena noticia, la salvará” (evangelio de Marcos)8,35).Este texto se ha interpretado casi siempre desde una perspectivaegoica (o sea desde el punto de vista de mi YO). Es lo que nos pasacon cualquier texto inspirado (espiritual, místico), cuando el lectorno lo lee así sino con una conciencia diferente (concienciamítica- (como lo leería un hombre de época antigua) - o racional(como lo leería un científico del siglo XIX ). En esa lectura, parecíaque se trataba de negar la vida, mortificarse o sufrir; y que así,sufriendo por Jesús era un medio de salvación. Desde unaconciencia mítica y, más ampliamente, egoica, era eso lo que sepodía leer.Pero el mismo texto nos da una pista que nos hace mirarlo de otramanera. Cuando habla de negar la vida, no habla de “bíos” (la vida),sino de “psiché” (la mente), es decir, habla del yo psíquico: no setrata de negar la vida, sino de no quedarse solo reducido a mi yo.Por otra parte, en el nivel egoico (del yo como centro), el “pormí”que dice Jesús se ha entendido como si el “yo” del discípulo

tuviera que negarse, fastidiarse, a favor del “yo” de Jesús. Pero esoes una equivocación. De nuevo, una tal lectura desconoce que esalgo muy nuevo y distinto eso de lo que Jesús habla.

No estamos mirándole como si Jesús fuera una personalidadnarcisista, un ser presumido que exige que todos se fijen en él ysolo en él. Pero no. Estamos, por el contrario, ante alguien quehabla y que vive desde más allá de su propio yo. Eso significa queeso que dice Jesús “por mí” no puede entenderse de mí solo, sinoquese refiere, nada menos que al “Yo soy”,(que dice Dios) Ese YOno es un yo individual, solo de cada uno, ni solo de Jesús como yoaislado de los demás. Es un YO que está en el fondo de todos ycada uno de nosotros. Ahí nos encontramos . En resumen: lainvitación es a “negar el yo individual” para poder llegar al “Yosoy” universal.

• “Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». Peroyo les digo que no hagán frente al que les hace mal; al contrario, aquien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra; alque quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, dale también elmanto; y al que te exija ir cargado mil pasos, ve con él dos mil”(evangelio de Mateo 5,38-41).Tales palabras resultan absolutamente incomprensibles e imposiblesde practicar desde una perspectiva egoica, desde un punto de vistaindividualista. Ningún “yo” puede entender ni vivir un programasemejante, tan imposible. Sin embargo, mientras estamos situadosen la nueva identidad que supera al yo individualista, en la nueva“conciencia unitaria”( tenemos la conciencia de ser todos UNO)…entonces no sólo somos capaces de vivir esa frase, sino que nopodemos vivir lo contrario.

He subrayado antes el término “mientras”, porque ahí se hallajustamente la clave, lo principal: todo depende de dónde noshallamos situados para poder “ver” y “vivir” una cosa u otra. Oestamos situados en el yo individualista o en el YO común.Parece claro que alguien que habla así, sólo puede hacerlo desde

“más allá” del yo individualista (sin quedarse atado en el yo). Y asíes como vivió Jesús, “devolviendo bien por mal”, porque no se veíacomo un “yo” contra otros “yoes” enemigos que le hacían lacompetencia. Él vivía y hablaba desde una identidad nueva dondeestaban todos y a todo abrazaba. Esa identidad no puede no amar;únicamente puede buscar el bien del otro, que es no-diferente de sí.

• “Habéis oído que se dijo: «Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo».Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que ospersiguen. De ese modo seréis dignos hijos de vuestro Padrecelestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda lalluvia sobre justos e injustos” (evangelio de Mateo 6,43-45).Sabemos que “en el nivel mítico”, tanto a nivel individual, (de cadauno) como colectivo (de todos), se le nota por el sentimiento depertenencia. Hasta el punto de que, en él, el amor universal quedecimos es algo que no se puede ni pensar. Sólo cuando el amoruniversal supera a los otros en que éste empieza a ser trascendido, elhorizonte se amplía y se empieza a vivir la posibilidad de un amorque abrace, incluya a todos.Cuando se llega al nivel de lo transpersonal, el amor universal nosólo se hace posible, sino que es inevitable. Quien se halla situadoen ese nivel, como han experimentado siempre los místicos, uno notiene más remedio que amar a todos. Porque se ha visto que ésa esla Realidad, la Unidad-sin-costuras en la que nada es diferente denada, la Conciencia unitaria. Todo es uno.Sólo desde esa conciencia puede proclamarse con toda verdad elamor al enemigo; porque se está viendo que incluso ese “enemigo”es no-diferente de “mí”, y que es sólo la ignorancia y el sufrimientolos que nos hacen sentirnos diferentes uno de otroEn esta nueva conciencia, tampoco se ve a Dios como “quien premiaa los buenos y castiga a los malos” ¡no!. Ese es un modo de pensardel estadio mítico e incluso racional; eso es el modo de ver lascosas, de cualquier nivel egoico (individualista). Pero con los ojosde Jesús vemos a Dios como el que es: “bueno con todos”. Por eso,

no es extraño que, para Jesús, Dios sea siempre Amor gratuito,Amor misericordioso sin límites y sin condiciones

Parte 4

Estas palabras de Jesús son palabrasque vienen de alguien que ve y vive

“más allá” de su yo.

Lo que ve y vive es unarealidadnueva, que Jesús mismo designabacomo “Reino de Dios”, y quepodemos entender como que todo loque existe es un solo ser: todo LoQue Es forma una unidad y semanifiesta en la infinita variedad de

seres de la creación(rocas, vegetales, animales, seres humanos).

• “Por eso les digo: No anden preocupados pensando qué van acomer o a beber para sustentarse, o con qué vestido van a cubrir sucuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que elvestido? Fíjense en las aves del cielo; ni siembran ni siegan nirecogen en graneros, y sin embargo su Padre celestial las alimenta.¿No en ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes por másque se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida? Y delvestido, ¿por qué se preocupan? Fijense cómo crecen los lirios delcampo; no se afanan ni hilan; y sin embargo, les digo que niSalomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pero si ala hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno Diosla viste así, ¿qué no hará con vustedes, hombres de poca fe? Así queno anden preocupados diciendo: ¿Qué comeremos? ¿Québeberemos? ¿Con qué nos vestiremos? Ésas son las cosas queinquietan a los paganos. Ya sabe su Padre celestial que las necesitan.Busquen ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él, y Diosless dará todo lo demás. No anden preocupados por el día demañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día lebasta su propio afán” (evangelio de Mateo 6,25-34).

Al escuchar estas palabras, cualquiera puede experimentar un “eco”en su corazón que le dice que son verdaderas, porque conectan conalgo de lo que, aunque sea muy remotamente, todo ser humano se dacuenta.Sin embargo, una vez más, si se leen desde un punto de vista de supropio yo (egoico), resultan incomprensibles y, sobre todo,imposibles de vivir. Porque es característico del yo inquietarse,afanarse y preocuparse en su movimiento espontáneo a buscarseguridad en lo que controla o posee. Al yo no se le puede pedirdesprendimiento ni calma: es egoísta y ansioso.No; estas palabras de Jesús son palabras que vienen de alguienque ve y vive “más allá” de su yo. Lo que ve y vive es una realidadnueva, que Jesús mismo designaba como “Reino de Dios”, y quepodemos entender como que todo lo que existe es un solo ser:todo Lo Que Es forma una unidad y se manifiesta en la infinitavariedad de seres de la creación(rocas, vegetales, animales, sereshumanos). Quien ve ese “Reino”, ha descubierto la verdaderanaturaleza de lo real y cuando tenemos esa nueva concienciacambiamos nuestro modo de actuar. El que tiene conciencia de esaunidad deja de vivir para su yo y llega a tener una sabiduríatranquila y serena, en comunión con todos y con todo. Aquídescubrimos que la comunión no es sólo como algunos piensan elrecibir la eucaristía. Es mucho más, es vivir en unión (común unión)con todo y con todos.Las palabras de Jesús no pueden entenderse como una invitación ano trabajar; –deberemos seguir trabajando, porque no somos pájarosni lirios, tenemos que comer y vestirnos-, sino debemos hacerlo conuna actitud propia de la persona que, por haber descubierto laverdadera naturaleza de lo real, vive tranquilo entregado y confiadoen el Misterio que todo lo envuelve.Cuando eso se ha percibido, la persona se siente siempre cuidada yprotegida por el Misterio y en el Misterio de Lo Que Es. Porque,como ha escrito A. Nolan (2007: 190 y 229):

“soy parte del misterio. El misterio me dio a luz… Si el misterio deDios está más próximo a mí que yo mismo y si, en un sentidoprofundo, todos los seres somos uno, entonces no tengo nada quetemer. El misterio cuidará de mí en todo momento y circunstancia…Soy amado sin límites porque soy uno con todo ese misterio de lavida… Dios es uno con el universo como una persona es una con sucuerpo”.

Pues bien, a ese Misterio que todo lo constituye, Jesús lo llamaba“Padre celestial”. Una expresión que es propia de su época –esaexpresión de Padre nos hace pensar en un Dios que vive en unmundo separado, arriba en los cielos-, pero la palabra Padre (ahoradecimos: Dios Padre y Madre) es como un símbolo que explica elsecreto último de la realidad: la realidad como Amor originario, delque todo nace y que nos envuelve.

• “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcomaechan a perder las cosas, y donde los ladrones socavan y roban.Acumulen mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la carcomaechan a perder las cosas, y donde los ladrones ni socavan ni roban.Porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón” (evangeliode Mateo 6,19-21).El Yo solo no tiene existencia propia: es como algo que nuestramente se inventa; es algo pasajero que vive a costa de lo otro. Parasubsistir –para tener un sentir que existe-, necesita agarrarse acualquier “objeto” que lo alimente: a todo lo que sea tener, poder oaparentar. En todo ello encuentra seguridad, estabilidad y, endefinitiva, ahí tiene consistencia. Eso explica que el yo seanecesariamente egocéntrico (es el como el centro de todo). Vivepara tener y acumular cosas, para lograr poder ponerse por encimade los demás, para figurar, presumir y destacar.¿Qué nos pasa mientras permanecemos unidos con la concienciaegoica (cuando nos creemos el centro de todo)? Que “necesitamos“cargar” el ego, nuestro YO, con la energía que les quitamos apersonas inferiores, para así sentirnos superiores… El ego se tiene

que cargar como las baterías, porque si no, no funciona, no semantiene; se tiene que alimentar y crecer quitando a los otros lo quetienen en su alma , se hace dueño del espíritu de los otros”(Rodrigáñez, 2007: 244).De ahí que, para poder sostenerse, el yo se vea obligado a usar loque le da la ilusión, la sensación de existir: la identificación,(seune con otros) la apropiación(se hace el amo de otras cosas), eldominio (intenta dominar a otros) y la confrontación (o se ponecontra otros). El yo se cree consistente, fuerte, seguro, cuando seidentifica o se hace dueño de cualquier “objeto”, y domina o seenfrenta a los otros. Por eso, cuando vemos que eso pasa en nosotroses la mejor prueba para indicarnos cómo de grande es nuestraconciencia egoica (si tenemos muy fuerte y cerrado nuestro yo).Pero cuando superamos nuestro yo todo eso se desvanece o,como dice Jesús, se descubre que son tesoros que se come lacarcoma. La sabiduría consiste en acumular “tesoros en el cielo”.Lo que ocurre es que, cuando hemos leído estas palabras de Jesúsdesde una conciencia egoica, no hicimos más que cambiar un“tener” por otro “tener”: se trataba, en esa lectura, de dejar el dineropara acumular “méritos”. Siempre “tener”. Pero no podíamosdarnos cuenta de que, en ambos casos, el que buscaba acumular erael mismo yo que, de este modo, incluso, renunciando a tener cosas,pretendía asegurarse la eternidad.(siempre era el Yo, el ego, el queiba a lo suyo) Y entonces el mensaje de sabiduría de Jesús no nosayudaba a superar el yo , sino a hacerlo más fuerte.Los “tesoros en el cielo” son algo bien diferente de la afirmaciónegoica, individualista. Son, sencillamente, la belleza que seencuentra al llegar al nuevo estadio transpersonal. No es algo que sealcance gracias al esfuerzo ni se cuente como “méritos”; es unanueva forma de ver y de vivir que aparece en nosotros cuando nosseparamos de nuestro yo, es decir, cuando vamos más allá de lomental. Y una vez que se ha visto, se ha descubierto que eso es eltesoro al que se adhiere nuestro corazón. Es eso exactamente lo queJesús vio, vivió y enseñó.

• “El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpoestá iluminado; pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo está entinieblas. Y si la luz que hay en ti es tiniebla, ¡qué grande será laoscuridad!” (evangelio de Mateo 6, 22-23).Es propio del yo pensar que todo es cuestión de voluntad. Sobre estemodo de pensar, se apoyará el voluntarismo, el perfeccionismo elque juzguemos a los demás y nos comparemos con ellos. Pero,¿realmente es así? ¿Ocurren las cosas por nuestra voluntad osencillamente ocurren porque ocurren? ¿Puede nuestra voluntadhacer que amanezca? ¿Puede mi voluntad hacer que yo tenga unospensamientos diferentes de los que tengo? Y si mis pensamientos ysentimientos vienen a mí, sin que mi voluntad los controle, ¿quépapel me queda a mí por hacer?Mientras no hay consciencia, si no somos conscientes, es la menteno observada –el ego- quien nos dirige, porque los pensamientos queestán en la base de nuestras acciones son los mensajes grabados enel cerebro hace días o años, las maneras de pensar o las emocionesque hemos aprendido, pensamientos y emociones que se repiten deuna manera automática. Hasta que no los hacemos conscientes através de la observación, permanecemos identificados con ellas. Yesa identificación quiere decir que nos falta libertad. Mientras nohay consciencia, aunque nos creamos libres , no hacemos sinoobedecer los patrones aprendidos hace tiempo.Por eso, el sabio sabe que no es cuestión de voluntad, sino decomprensión y, en último término, de “ver”. Jesús también lo havisto. El gran obstáculo es la “oscuridad”, que no es otra cosa que elque nos quedemos encerrados en nuestro propio yo, como si éstefuera nuestra verdad última. En cuanto nos damos cuenta de lafalsedad de ese encierro, se hace la luz en nosotros, comprendemos,y es precisamente esa nueva comprensión –la luz- la que nos colocaen nuestro sitio en la vida.Así como el cuerpo necesita el ojo para estar iluminado –dice elsímil que usa Jesús-, la persona necesita de esa luz para salir de laoscuridad y del sufrimiento.

Parte5

No hay un “yo” quepida y “otro yo” quedeba darle; tampocohay ninguna peticiónni búsqueda egoica:para mí solo; puestoque todo es ya,cuando secomprende la

realidad, tal como es; hace que “pedir” y “recibir”, “buscar” y“encontrar”, “llamar” y “abrir”, sean lo mismo

• “Pidan, y recibirán; busquen, y encontrarán; llamen, y les abrirán.Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al quellama le abren” (evangelio de Mateo 7,7-8).Al “yo” que le gusta la voluntad, que es amigo del esfuerzo y delmérito, estas palabras le animan, le resultan reconfortantes…, peroluego tropieza una y otra vez con la desilusión de ver que eso nosucede así (que no siempre el que pide recibe….), le producedesánimo ver que eso no se cumple .El mismo YO religioso las ha entendido de modo mecánico, comosi se tratara de “forzar” a Dios a base de súplicas, de esfuerzos o deméritos, para que finalmente Dios nos de lo que pedimos. ¡Quédesilusión! ¡Cuántas personas no se han sentido frustradas y hastadesesperadas al darse cuenta, una y otra vez, que no se cumplía loque esas palabras parecían prometer! ¿A qué se debía ese engañocruel? Cada uno salía como podía de este doloroso interrogante. Sinembargo, lo que ocurría era, de nuevo, que se había leído unapalabra –dicha desde una conciencia transpersonal (la de Jesús)-desde un punto de vista distinto, y se quedaba uno sin entender.Ésas palabras de Jesús no son palabras cargadas de promesas para elYO individual, como éste quiere creer, sino algo mucho más simple

y, a la vez, más profundo. Constituyen, sencillamente algo quepuede comprobar quien se halla en un nivel de concienciatranspersonal, que no lo ve de modo individualista. El que ha visto:de ese modo de corazón amplio, de conciencia que no es individual,pedir es ya recibir; buscar es ya haber encontrado; y por el simplehecho de llamar, todo se abre. Porque no hay un “yo” que pida y“otro yo” que deba darle; tampoco hay ninguna petición ni búsquedaegoica: para mí solo; puesto que todo es ya, cuando se comprende larealidad, tal como es; hace que “pedir” y “recibir”, “buscar” y“encontrar”, “llamar” y “abrir”, sean lo mismo

• “Sabe n ustedes que los que figuran como jefes de las naciones lasgobiernan tiránicamente y quesus jefes poderosos las oprimen.Noha de ser así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes,que sea su servidor; y el que quiera ser el primero entre ustedes, quesea esclavo de todos. Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido aser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos”(evangelio de Marcos 10,42-45).El texto habla bien de alguien que ha hecho de su vida un camino deentrega y servicio incondicional (Jesús); que toda su vida la entregaa los demás sin condiciones. Habla del propio Jesús. Esa forma deentender la vida no es posible desde el “yo” que, necesariamente noshace una conciencia que solo se mira a sí mismo, egoica y narcisista.Eso nos empuja a que cada uno se siente el primero o “más que” losdemás.. Por el contrario, el servicio incondicional nace cuando hasurgido en nosotros la conciencia transpersonal que hace que yomire al otro como no-diferente de mí. De hecho, ese modo de vivir,siempre sirviendo, es uno de los modos de darnos cuenta de quetenemos esa nueva conciencia.Más allá del yo, la Conciencia unitariaNos liberamos de nuestro “yo” cuando llegamos a un nivel deconciencia más amplio que lo abarca todo. Ahí, con la concienciaunitaria, queda unida también la conciencia del YO. Así como laconciencia de nuestro cuerpo queda unida y sumergida en laconciencia de nuestra mente, también ésta –la conciencia egoica, del

Yo- queda unida y sumergida en otra conciencia más grande quepodemos llamar “conciencia unitaria”, porque la unidad es uno delos rasgos que mejor la explican y la distinguen de la concienciamental. La mental es individual y separada de los demás.No es que la persona no tenga yo, sino que ya no se halla unida solocon él, porque la persona ha llegado a una nueva identidad másamplia. Tiene yo, del mismo modo que tiene cuerpo, pero no seidentifica con el uno ni con el otro. Tenemos cuerpo, pero no somossólo cuerpo, tenemos yo pero no somos sólo yo.He tratado de mostrar cómo Jesús no se identifica con su yo, esdecir, no se halla situado en el nivel egoico. Pues bien, esto significaque la conciencia de Jesús es una “conciencia unitaria” o, si lopreferimos, una conciencia transpersonal, algo más grande quenuestro yo, que nuestra conciencia egoica. Por eso, quiero presentarahora otros textos que nos dejan entreverlo.

• “¿No se vende un par de pájaros por muy poco dinero? Y sinembargo ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita el Padre deustedes. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de sucabeza estáncontados. No teman, ustedes valen más que todos los pájaros”(evangelio de Mateo 10,29-31).Un rasgo típico de la conciencia unitaria (conciencia de la unidad detodo) es la confianza sin límites.

Donde el yo ve motivos para temer, desconfiar o desanimarse, lanueva conciencia unitaria confía. El yo teme y desconfía porque seve a sí mismo aislado, separado frente al resto de la realidad, porqueha encontrado las otras cosas de la realidad como enemigas suyas

Por otro lado, el yo interpreta estas palabras del evangelio demanera mítica, como lo hacían las personas antiguas. Se imagina undios separado que, como gran mago, está interviniendo para que alpropio yo le vaya bien. Y, sin embargo, la realidad nos diceclaramente que eso no ocurre así. No hay nadie que cuide al yo delas catástrofes que teme; no hay nadie “ahí fuera” que nos aseguresalvarnos de todo peligro.

Una vez más, las palabras de Jesús no nacen del yo ni van dirigidasa él. Son las palabras sabias de quien ha visto que todo está bien.Cuando hablamos de librar del sufrimiento, eso no es proteger al yode cualquier realidad que él sienta como desagradable, sino que esaprender a tomar distancia del propio yo, llegando así a ese nuevo“modo de sentir” en el que todo se sucede –como la noche sucede aldía y la calma a la tempestad- y en el que, como “todo está bien”,podemos descansar confiadamente.

Parte 6

¿Y qué es la voluntadde Dios? Que la Vidafluya, que lo Real semanifieste, que Diosmismo se vivacomo Él quierevivirse en todas ycada de las infinitasmanifestaciones de lascriaturas del universo.

Por eso, en último término, somos todos los seres la misma familia:porque todos somos expresiones del mismo Dios que así semanifiesta.

• “Llegaron su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaronllamar. La gente estaba sentada a su alrededor, y le dijeron: «¡Oye!Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».Jesús les respondió: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». Ymirando entonces a los que estaban sentados a su alrededor, añadió:«Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad deDios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»” (evangelio de

Marcos 3,31-35).Otro rasgo característico de la conciencia unitaria, (de tener laconciencia de que TODOS SOMOS UNO) es el reconocimientoespontáneo de la “familiaridad” universal o, si se prefiere, laconciencia que se siente en unión con todos los seres que existen.Ésta es la fuente de la compasión.(Com-pasión quiere decir sentir-con)La conciencia mítica marca fronteras rígidas entre “los de casa” y“los extraños”, y tiene comportamientos muy distintos hacia unos yhacia otros. Es una conciencia exclusivista, que tiende a creer quetoda la verdad está de parte de los suyos.Por su lado, la conciencia racional es individualista. Puede llegar aver a todos “iguales”, superando las barreras etnocéntricas (de razasdiferentes) , pero seguirán siendo “iguales pero separados” o, entodo caso, seres relacionados sólo por lazos de sangre o lazosafectivos.En la Palestina del siglo I, en tiempos de Jesús, el parentesco era unade las instituciones más veneradas, por lo que las palabras de Jesússuponen, en primer lugar, la ruptura de un tabú (que Jesús rompeuna costumbre muy antigua): se había atrevido a establecer unparentesco por encima del vínculo de la sangre y de la tribu. Perono todo queda ahí, como entendería una lectura egoica(individualista) de las mismas.Esas palabras de Jesús nacen de una conciencia unitaria(conciencia de que todos somos uno) que hace saltar todas lasbarreras, porque ha visto la unidad radical de lo real (que todo lo queexiste es una sola realidad). Somos miembros de la misma familia y,en cuanto lo descubrimos, “cumplimos la voluntad de Dios”, y nopodemos dejar de hacerlo.¿Y qué es la voluntad de Dios? Que la Vida fluya, que lo Real semanifieste, que Dios mismo se viva como Él quiere vivirse entodas y cada de las infinitas manifestaciones de las criaturas deluniverso. Por eso, en último término, somos todos los seres la mismafamilia: porque todos somos expresiones del mismo Dios que así semanifiesta.

• “… Entonces el rey dirá a los de su lado: «Tuve hambre, y medieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y mealojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron;en la cárcel, y fueron a verme». Entonces le responderán los justos:«Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento yte dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos, odesnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel yfuimos a verte?». Y el rey les responderá: «Les aseguro que cadavez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños,conmigo lo hicieron» (evangelio de Mateo 25,35-40).“Conmigo lo hicieron”: ésta es la clave. Alguien que quisieraidentificarse con los que sufren, hubiera dicho: “es como si lohicieran conmigo”. Pero aquí no está hablando alguien que quiereidentificarse, sino alguien que realmente ha descubierto que es unocon los demás que no es diferente de ningún otro. Eso es lo propiode la conciencia unitaria o transpersonal. Una vez más, no se trata dehacer un esfuerzo de voluntad, sino es sencillamente comprensión.Por eso, lo que está en la base no es un esfuerzo egoico,( de unindividuo separado, aunque eso nos parezca muy bien, sino quenuestra conciencia se ensancha al mundo entero, a todo el universoCuando leemos esas palabras de Jesús, tuve hambre… (desde elnivel mental,) nos admira la voluntad amorosa de quien laspronuncia; pero desde el nivel transpersonal, a quien vemos es a laConciencia unitaria que se expresa en Jesús . Ello significa que esasmismas palabras saldrán del corazón, espontáneamente de todoaquél que llegue a ese mismo nivel de conciencia que tenía Jesús ypodemos tener nosotros.¿Y qué podemos decir de las expresiones negativas que aparecen acontinuación, y que mandan al “fuego eterno” a quien no ayudó alos pobres se encontraban en situación de necesidad? Por una parte,la imagen del fuego (y castigo) eterno pertenece a la imagineríacaracterística del estadio mítico (son imágenes antiguas ya superadashoy). En ese sentido, es una manera de expresar el “fracaso” dequien no se da cuenta de la unidad que somos (y no puede vivir esaunidad). Por otra, la fuerte amenaza es un modo muy expresivo de

indicar la gravedad de lo que está en juego, por lo que se convierteen una angustiosa llamada a que nos demos cuenta, a quedespertemos a esa unidad universal.

• “Se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: «¿Quién es el másimportante en el Reino de los cielos?». Él llamó a un niño, lo pusoen medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si no cambian y se hacencomo los niños no entrarán en el Reino de los cielos. El que se hagapequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los cielos.El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me acoge»”(evangelio de Mateo 18,1-5).En el evangelio, el niño no evoca la imagen que hoy podemos tenerde los niños en esta época. Significa, más bien, la condición dequien –como el niño en el siglo I- carecía absolutamente de tododerecho y se encontraba en el último lugar. “Hacerse como niño” –una expresión querida para Jesús- equivale a colocarse en el últimolugar, renunciando incluso a los propios derechos, en una actitud deservicio a los otros.Así entendido, comprendemos por qué la figura del niño desempeñaun papel central en el evangelio, como condición para captar y vivirla novedad que Jesús plantea, y que él mismo designa con laexpresión “Reino de Dios” (que Mateo traducirá siempre como“Reino de los cielos”, porque los judíos evitaban pronunciar elnombre sagrado de Dios). No podía ser de otro modo: hemos vistomás arriba cómo Jesús entendía su misión como servicio y entrega.Pero, más allá de eso, el interés del texto se fija en la identificaciónque Jesús vive con los niños y con lo que éstos simbolizaban. Éldice: quien acoge un niño “Me acoge a mí” (no dice “es como sime acogiera a mí”: como en el anterior, tampoco aquí se trata de undeseo voluntarista, sino de darse cuenta de la concienciatranspersonal. De la unidad entre todos los seres.

Parte 7

. “Padre” es una forma simbólicadedesignar el Amor universal, que todolo constituye y en todo se estáexpresando y manifestando; “Hijo”es el modo –no menos simbólico-como se designa quien haexperimentado esa Unidad última yla vive sin separación

• “Cuando llegaron a un lugar llamado La Calavera, crucificaron allía Jesús y también a los malhechores, uno a la derecha y otro a laizquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo quehacen»… Uno de los malhechores crucificados añadió: «Jesús,acuérdate de mí cuando vengas como rey». Jesús le dijo: «Teaseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso»” (evangelio deLucas 23,33-34.42-43).Quien ha visto, sabe bien que aquél que hace mal, lo haceúnicamente por ignorancia –o por sufrimiento, que es otra forma deignorancia-. Por eso, no hay lugar para el juicio ni la condena. Lavisión desemboca en la compasión y en el perdón. ¿No había sido elpropio Jesús quien había dicho: “Amad a vuestros enemigos”? ¿Nofueron también palabras suyas las de “No juzguéis”? Así como lamente –el yo- no puede vivir sin juzgar permanentemente –dehecho, pensar equivale, en parte, a discriminar o juzgar-, en elestadio transpersonal el juicio es imposible.Un dicho budista afirma: “Si realmente supiéramos lo que es bueno,lo haríamos siempre”. Lo que sucede es que, aunque nos cuestecreerlo, mientras no llegamos a la conciencia unitaria (conciencia deque todos somos uno), “no sabemos” lo que hacemos. Hasta que esono ocurre, somos como “girasoles ciegos”, que andamos perdidos

por falta de luz que nos oriente. Por eso también suele decirse, contoda razón, que el yo es el reino de la ignorancia y de la oscuridad.Por otro lado, desde la conciencia unitaria desaparece también elmiedo egoico (individualista) a la muerte; muerte y vida son sólolas dos caras de la misma realidad. Cuando Jesús le asegura alajusticiado que “hoy” estará con él en el paraíso, está proclamandoque nunca morirá, porque nunca ha nacido. Muere únicamente el yo,en cuanto forma separada, pero no la conciencia que en él se expresay vive.Indudablemente, el perdón, el no juzgar y la confianza en la vida aunen medio de la muerte son señales que manifiestan la concienciatranspersonal (de sentirse uno con todos) de quien lo vive así.

• “Jesús dijo: «Padre santo, guarda en tu nombre a los que me hasdado para que sean uno, como tú y yo somos uno… Te pido quetodos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, quetambién ellos estén unidos a nosotros»” (evangelio de Juan17,11.21).A diferencia de la conciencia mental, que es necesariamenteindividualizada –se trata de la conciencia asociada a un yo-, laconciencia transpersonal es unitaria. Sin negar las diferencias, loque domina en esa nueva visión es la unidad en la que todas esasconciencias coexisten y se entrelazan; lo Real que a todas lasconstituye.La forma personalista empleada por el autor del evangelio –típicodel modo de pensar premoderno- no menoscaba la experiencia ni lapercepción que está como base de sus palabras. En ellas, Jesúsaparece como alguien que vive y ha realizado la Unidad con elMisterio (que podemos llamar Dios) que abraza todo lo real,Misterio al que él se dirigía como “Padre”.

• “Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino elPadre, y al Padre no lo conoce más que el Hijo y aquél a quien elHijo se lo quiera revelar” (evangelio de Mateo 11,27).De nuevo, aparece subrayada, en este peculiar texto del evangelio de

Mateo, la conciencia que tiene Jesús, tanto de su unidad con elMisterio (Dios) como de su “capacidad” para comunicarla, es decir,para conducir a los otros a esa misma experiencia.Decía que se tratade un texto “peculiar”, porque no se corresponde con el vocabularioni con el modo de hablar de Mateo –sorprendería menos si seencontrara en el evangelio de Juan-, pero eso no le quita nada a lasabiduría que contiene.Como tantos otros, al ser leído en clavemental, en el modo de hablar personalista, parecía que nos lleva al“Padre” como un ser separado, al que únicamente conoce y puederevelar otro ser separado, el “Hijo”. Una tal lectura daba pie paraentender el misterio de la Trinidad de una manera “objetivista” –como si se tratara de tres “esencias” compartiendo una mismadivinidad-.(como 3 personas separadas formando un solo Dios)

(Parte 8)

Un judío sabe que “Yo soy”es el modo de nombrar almismo innombrable Yhwh (loque se suele decir Yahvé oJehová), El Que Es. Presentara Jesús de ese modo es lamanera más evidente de

manifestar su divinidad.

• “El Padre y yo somos uno” (evangelio de Juan 10,30).Toda la conciencia de unidad queda expresada, en esta frase, de laforma más clara. Leída desde un estadio mental –tanto mítico comoracional, aunque con matices propios en cada uno de ellos-, se hainterpretado como explicando la “unidad” entre la persona de Jesúsy la “persona” de Dios, “el Padre”. Por la sencilla razón de que ésaes la única forma posible para el yo de pensar y entender la unidad.Desde la nueva perspectiva transpersonal, descubrimos que laafirmación de que “el Padre y yo somos uno” apunta a la Unidad sin

costuras con el Misterio como tal (Dios), la Unidad de lo que es. Eneste sentido, la expresión “el Padre y yo somos uno” explica d algúnmodo que la realidad de todo es algo Uno, “no dual”.Se trata, por tanto, de una expresión que vale para todo ser. Eso es loque ya somos todos…(todos uno), aunque todavía no lo hayamospercibido: Somos no-diferentes de lo Real, del Misterio en el queestamos unidos, sumergidos, que se despliega y nos abrazaincesantemente. Jesús es alguien que lo ha visto y lo ha expresado.

• “Los judíos le dijeron: «¿De modo que tú, que aún no tienescincuenta años, has visto a Abraham?». Jesús les respondió: «Osaseguro que antes de que Abraham naciera, yo soy»” (evangelio deJuan 8,57-58).Para el yo, todo es una sucesión de eventos que ocurren en eltiempo. Para la conciencia transpersonal, todo es, en un Presenteatemporal, (todo el tiempo unido) que no conoce principio ni final.Ese presente es… “antes de que Abraham naciera”.Así como el yo –la mente- sólo puede vivir en el pasado –oproyectándose en el futuro-, la conciencia transpersonal vivesiempre en el presente. En efecto, acallada la mente, lo que queda esPresencia autoconsciente (uno es consciente solo y siempre delpresente), sin resto de apropiación egoica. Es precisamente esaPresencia la que puede decir: “Yo soy”. Donde “yo”, evidentemente,no se refiere a la estructura egoica mental(de lo que llamamos “miyo”), sino al YO –con mayúsculas-, el único que es. El que hace esaafirmación no es el individuo separado –que, como mucho, puededecir: “yo existo”-, sino la conciencia unitaria (conciencia delTODO ES UNO) que no conoce separación, porque tampoco seidentifica con la temporalidad.

• “Yo soy” (evangelio de Juan 4,26; 6,20; 8,24; 8,28; 8,58; 13,19;18,5).En la misma línea que acabo de señalar, el evangelio de Juan poneen labios de Jesús la afirmación “Yo soy”, sin ninguna otra palabraque lo definiera. Y lo hace por siete veces, en las citas que he

señalado entre paréntesis.Un judío sabe que “Yo soy” es el modo de nombrar al mismoinnombrable Yhwh (lo que se suele decir Yahvé o Jehová), El QueEs. Presentar a Jesús de ese modo es la manera más evidente demanifestar su divinidad. Pero no para entenderla en un sentidomítico, como un dios separado, sino para expresar que Jesús ha vistoy ha vivido lo que somos todos, el Secreto último, el Misteriodefinitivo de lo real; aquello que nuestros antepasados nombraroncomo “Dios”.Y hacerlo por siete veces expresa la plenitud de la conciencia enJesús: siete, al sumar el tres de la divinidad con el cuatro de lahumanidad, es el número de la plenitud (12). Con ese juegonumérico el autor nos habla de la conciencia inequívoca de Jesúspara decir con razón: “Yo soy”.Conciencia que vuelve a ser expresada, con la misma fuerza, en otrafrase del propio evangelio: “El que me ve a mí, ve al Padre”(evangelio de Juan 14,9).Todo lo real remite a Dios–y es transparencia de Dios. Por tanto,cualquier elemento de lo real/cualquier ser que existe) podríaaplicarse con razón esas palabras que el evangelio pone en boca deJesús. La diferencia está en la consciencia que tenemos de ello. Esaconsciencia constituye precisamente lo característico de quien havisto, porque ha llegado ya al nivel transpersonal (ha superado suindividualismo).

Es claro que el sujeto del “Yo soy” no es una conciencia egoica,individualista, –a no ser que fuera víctima de delirios de grandeza oque estuviera loco-, sino la Conciencia transpersonal. Ha sido K.Wilber (1991: 174 y ss.; Visser 2004: 142 y ss.) quien ha insistidocomo nadie en lo que él llama la falacia pre/trans.: Entre el loco y elmístico, hay un parecido: ambos se hallan fuera del estadio“racional” de conciencia; pero la diferencia es abismal: mientras elloco se encuentra en un nivel pre-racional, sin llegar a la reflexión,,el segundo ha accedido al trans-racional.(ha superado la razón) Notener en cuenta esta diferencia nos hace perder lucidez y puede

llevar a confundir la psicosis con la experiencia mística, o elcomportamiento inmoral con el que supera lo moral (o trans-convencional).En Jesús, tanto la sabiduría y profundidad de su mensaje como lacalidad humana de su comportamiento nos llevan a comprender queno nos hallamos en presencia de un ego, un yo inflado pre-racional,sino de una conciencia transpersonal que se manifiesta en alguienque ha superado su yo, que ha hecho de su vida una ofrendadesinteresada y gratuita al servicio de los otros.Su apuesta por losúltimos, su crítica del poder opresor a costa de su propia vida y suactitud servicial manifiestan con toda elocuencia la madurez humanade un yo psicológicamente integrado y trascendido, que ha superadosu egoísta yo.El “Yo soy”, por tanto, en labios de Jesús, remite a alguien que –másallá de su identidad egoica, su yo,- se percibe y se vive como laConciencia atemporal, sin tiempo, e ilimitada –Lo Que Es-, que haexperimentado como su identidad última, su realidad MÁSPROFUNDA. “Yo soy”, como la única realidad que es él (Wilber,2008: 151-153, en línea con la tradición , hindú, vedanta advaita;puede verse también el magistral estudio de Mónica Cavallé, 2008),a la que, por otra parte, todo ser humano puede tener acceso: el “Yosoy” que a todos nos constituye y en el que todos nos reconocemosen la no-dualidad.

Parte 9

El testimonio de lacomunidad del cuartoevangelio:Al querer descubrir lo quepercibieron en Jesús susdiscípulos, lo primero quellama la atención es la“explosión” de un

testimonio que estremece, el que se encuentra al comienzo de laPrimera Carta de Juan, perteneciente a la misma comunidad delcuarto evangelio.

Lo que percibieron sus discípulos

No es posible reconstruir en su exactitud lo que aquellos hombres ymujeres que lo siguieron irían viendo progresivamente en el Maestrode Nazaret. En lo que escribieron sobre él nos llega asombro,admiración, amor, fascinación e incluso absolutización. Da laimpresión de que todos los nombres se les quedan pequeños a lahora de hablar sobre él.De los escritos que han llegado hasta nosotros, quizás sea el cuartoevangelio el que más lejos ha ido al pretender desentrañar el“secreto” de Jesús. Por eso, me centraré en él, con el objetivo deaclarar cuáles son los rasgos predominantes en la vida de Jesús,alguien que, desidentificándose del yo, superando su yo, ha vividoen la conciencia unitaria o transpersonal, de vivir en el YOUNIVERSAL.Por otro lado, entre aquellos mismos testimonios de Juan, ocupan unlugar destacado los relatos en torno a la resurrección de Jesús, yaque será sobre esa experiencia donde se asiente la fe de aquellasprimeras comunidades y, en definitiva, todo el cristianismo. A mimodo de ver, lo vivido por los discípulos puede considerarse una“experiencia transpersonal”, por lo que haré también una breveconsideración sobre ello.

El testimonio de la comunidad del cuarto evangelio:Al querer descubrir lo que percibieron en él sus discípulos, loprimero que llama la atención es la “explosión” de un testimonioque estremece, el que se encuentra como pórtico de la Primera Cartade Juan, perteneciente a la misma comunidad del cuarto evangelio.Dice así:

“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemosvisto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado

nuestras manos acerca de la palabra de la vida –pues la vida semanifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y lesanunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nosmanifestó-, lo que hemos visto y oído se lo anunciamos para quetambién ustedes están en comunión con nosotros” (Primera carta deJuan 1,1-3).

Me impresiona del texto, expresado como a borbotones insistentes,la sensación de que les faltaran palabras para expresar todo lo quehan percibido; como si les resultara increíble a ellos mismos quealgo así se pudiera dar. En Jesús, han creído ver la Vida, más aún,“lo que existía desde el principio”.Sabemos que esto ocurre cuando estamos ante alguien que vive enpresente, o mejor todavía, que es Presencia. La intensidad depresencia, que se trasluce en toda la persona de Jesús –desde sumirada hasta su modo de actuar-, nos sitúa inmediatamente, inclusosin necesidad de palabras, en la vida y en la atemporalidad, en laplenitud de Lo Que Es. Algo que supera todos los tiemposEs seguro que algo de eso producía el encuentro con Jesús.Desidentificado de su yo, olvidado de sí mismo, con el espíritufirme en la conciencia unitaria, Jesús era expresión de la Vida entoda su riqueza y ponía a la gente, inmediatamente en contacto conel Misterio. Es fácilmente comprensible que aquellos primerosseguidores, en su presencia, se sintieran orientados directamente aDios, como el Misterio de Vida y de Luz, a quien el propio Jesúsllamaba “Abbá” (Padre).Algo similar se expresa en el llamado Prólogo de ese evangelio deJuan, que presenta a Jesús como “Palabra” (Logos) del Padre:

“En la Palabra estaba la Vida, y la vida era la luz de los hombres…La Palabra era la luz verdadera que con su venida al mundo iluminaa todo hombre…A cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, lesdio poder para ser hijos de Dios…Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; y hemos visto su

gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y deverdad” (evangelio de Juan 1,4.9.12.14; todos los textos queaparecen a continuación pertenecen a este mismo evangelio).

Pero acerquémonos más despacio al evangelio de Juan para anotaralgunos de los rasgos más sobresalientes que aquellos discípulospercibieron en este hombre que tanto les transmitía con su solapresencia. Rasgos distintivos de quien ha visto más allá de la menteegoica, porque ha llegado a la conciencia transpersonal, eso parecereflejarse en los siguientes textos:

• Jesús aparece como un hombre desegocentrado, que no buscaalimentar su ego, su yo (“Yo no busco honores que puedan dar loshombres”: 6,41), ni es atrapado por la necesidad (“Esfuércense, nopor conseguir el alimento transitorio, sino el permanente, el que dala vida eterna”: 6,27).El yo no puede dejar de buscarse y alimentarse a sí mismo, porquede otro modo no podría subsistir. Al no ser firme, consistente, essujeto permanente de necesidades que le hacen girar sobre sí mismo.Por eso, la desegocentración, el superar el yo, sólo es posible cuandose silencia el yo: un camino de silenciamiento que han vivido todoslos hombres y mujeres que han vivido su vida como entrega. Hastaque no se silencie, el yo vivirá únicamente en clave de voracidad,procurando acaparar todo.

• Desidentificado de su ego, Jesús es un hombre libre y osado, queha perdido el miedo a la muerte: “Yo doy mi vida para tomarla denuevo. Nadie tiene poder para quitármela; soy yo quien la doy pormi propia voluntad. Yo tengo poder para darla y para recuperarla denuevo” (10,17-18).Quien ha “muerto” al yo no tiene miedo a la muerte. Porque ha vistoque lo único que muere es precisamente el yo. Por eso, hablará de lamuerte como de un “sueño” o un “paso” –ésos son los términos queusa el evangelio-, en la certeza de que la identidad más profunda sehalla libre de ella.

• Jesús es alguien que no condena. Cuando le presentan a la mujersorprendida en adulterio, algo que estaba penado con la lapidación,reacciona con una sabiduría que desarma a los jueces y verdugos, yuna compasión que rehabilita a la mujer: “Aquel de ustedesque notenga pecado, puede tirarle la primera piedra… Tampoco yo tecondeno” (8,7.11).El yo vive de representar papeles. Entre ellos, parece sentirpredilección por hacerse juez y víctima. Al juzgar y condenar aotros, el yo cree elevarse por encima de ellos; al quejarse, se colocaen el centro de atención.Por eso, la desapropiación del yo vieneacompañada de un abandono de ambas actitudes, se abandona laqueja y el juicio. La queja se transforma en aceptación lúcida; eljuicio en comprensión y compasión.Se cuenta que un discípulo seacercó a uno de los padres de desierto para preguntarle: “¿Cómosabré con seguridad que no me estoy equivocando en mi caminoespiritual?”. A lo que el padre le respondió tajante: “Estaráscompletamente seguro de no equivocarte cuando no juzgues anadie”.Los discípulos han percibido en Jesús a alguien sabio y compasivo,que ha vivido el no-juicio y el perdón hasta el final, de un modoespontáneo, profundo e ilimitado.

(Parte 10)

la gente le consideracomo “fundador” deuna religión , pero no:Jesús fue visto por losdiscípulos comoalguien que vivía enprofundidad, que teníael don de poner encontacto con el Fondo

de la vida, en el que todo se junta,todo se hace uno

• Jesús es alguien percibido como fuente de luz, de verdad y de vida.“Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras,sino que tendrá la luz de la vida” (8,12). “SE mantienen fieles a mipalabra, seán verdaderamente mis discípulos; así conocerán laverdad y la verdad les hará libres” (8,31). “Yo digo la verdad”(9,45). “Tú tienes palabras de vida eterna” (6,68). “Yo he venidopara dar vida a los hombres, y para que la tengan en plenitud”(10,10). “Mi misión consiste en dar testimonio de la verdad.Precisamente para eso nací y para eso vine al mundo. Todo el quepertenece a la verdad escucha mi voz” (18,37). Hasta el punto deponer en sus labios esta afirmación: “Yo soy el camino, y la verdady la vida” (14,6).Como ha quedado dicho más arriba, todas estas palabras no puedenentenderse desde una conciencia egoica (individualista). El yo quehabla ahí no es el yo separado, la identidad egoica, sino el “YO”, encuanto Conciencia transpersonal, (universal).Ningún ego puede decir: “Yo tengo la verdad”. No, lo característicode esa afirmación es que se dice de alguien que se encuentra másallá de su yo… ¡y ésa justamente es la verdad!, no un contenidomental(unas ideas personales) que un sujeto pudiera expresar. Frentea cualquier pretensión o arrogancia egoica de poseer(yo) la verdad,es necesario insistir en que es relativa cualquier cosa queexpresemos con nuestra mente, por la razón simple de que la verdadnunca puede ser “objetivada”. Dado que la mente necesariamentetiene que no objetivar, todo lo que pueda decir será sólo, en el mejorde los casos, una “señal” que apunte hacia la dirección adecuada.Con todas aquellas expresiones que hemos puesto, los discípulostratan de transmitir lo que ellos mismos han percibido en Jesús: en élse les ha revelado el secreto de lo Real. Para ellos, eso equivale, conrazón, a tener acceso a la verdad, a la luz, a la Vida. Por tanto, dichoen una fórmula breve, Jesús es el camino, la verdad y la vida, esdecir, el “revelador”.la gente le considera como “fundador” de una religión , pero no:Jesús fue visto por los discípulos como alguien que vivía enprofundidad, que tenía el don de poner en contacto con el Fondo de

la vida, en el que todo se junta, se hace uno y, de ese modo,comunicaba vida y verdad: Tenía “palabras de vida eterna”, es decir,de plenitud.Como decía antes, la “verdad” no se refiere a algo que tenemos en lamente (en creencias). Todo ese se hay sometido a un pensamientoque es relativo, sino justamente a lo que podemos ver en la medidaen que nos desidentificamos, nos independizamos de nuestra mentey nos dejamos de agarrarnos a nuestro yo.

• Junto con los rasgos que acabo de señalar, el cuarto evangeliodestaca también estas actitudes de Jesús, que debieron impactarespecialmente a los discípulos. De hecho, todas ellas aparecen en loque se conoce, dentro de ese evangelio, como el “testamentoespiritual” de Jesús. Ese testamento abarca los capítulos 13 al 17del mismo evangelio.

− Confianza: “No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad tambiénen mí” (14,1).También los evangelios de Mateo Marcos y Lucas han recogidoesta actitud confiada, que colorea gran parte de las parábolas. Dehecho, para la Biblia, “creer” es sinónimo de “confiar”. Por eso, locontrario de la fe es el miedo. Sin embargo, entre nosotros, la fe seha entendido, sobretodo, como “algo de la mente que acepta” o“creencia”; su contrario era necesariamente el ateísmo o elagnosticismo (No me lo creo o no sé si es verdad). Hasta ahí semostraba la influencia de estar situados en el nivel egoico (ennuestro yo).Para el yo, creer es, sencillamente, “tener creencias”(saberse ycreerse el catecismo –el yo únicamente puede “tener” en la memoriaeso que se cree-, a eso se agarra con el pensamiento. Pero el yo nopuede confiar. El reino de la ignorancia es también el reino delmiedo y del sufrimiento.Al escuchar la palabra de Jesús (“confíen”), nos llega en ella lacerteza de quien ha visto en profundidad y por eso sabe que, a esenivel, todo está bien.

− Paz: “Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundono puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo” (14,27).El yo también busca desesperadamente la paz, pero la única a la quepuede acceder es la paz “que da el mundo”, es decir, el bienestarindividualista, incapaz de convivir con problemas, dificultades odolor; la paz sensible o la paz de los cementerios.Jesús habla de “otra” paz, aquélla que puede convivir con lasdificultades porque sesitúa en otro lugar más hondo y echa raíces enla fuente misma de lo real. Una paz que no desaparece aunquesurjan dificultades o aparezca el dolor o la muerte. Una paz, por otraparte, que pacifica en profundidad, pero que “nunca deja en paz”,nunca deja “pasivo”, porque está movida por una fuerza de vida.Los discípulos vieron en Jesús a alguien anclado en esta paz defondo, que no es otra cosa sino la ecuanimidad, el equilibrio latranquilidad que brota de vivir en la Presencia, y que aleja cualquiermiedo o inquietud.

− Gozo: “Les he dicho todo esto para que participen en mi gozo, ysu gozo sea completo” (15,11). “Yo les aseguro que ustedes llorarány gemirán mientras que el mundo se sentirá satisfecho; vosotrosestaréis tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo. Cuando unamujer va a dar a luz, siente tristeza, porque le ha llegado la hora;pero cuando el niño ha nacido, su alegría le hace olvidar elsufrimiento pasado y está contenta por haber traído un niño almundo. Pues lo mismo ustedes: de momento están tristes; perovolveré a verles y de nuevo se alegrarán con una alegría que nadieless podrá quitar” (16,21-22).“La alegría es la señal inequívoca de que la vida triunfa”, escribía H.Bergson. El gozo estable, tranquilo, es la condición de quien conoceel secreto de lo real, de quien se ha metido en el Misterio. Porque esde ahí, del Misterio, de donde procede el gozo que “nadie les podráquitar”.Me impresiona escuchar a Jesús que habla de “mi” gozo, y de ungozo “completo”. ¿Cómo pudo haber luego, en la historia delcristianismo, predicadores insignes, como Bossuet, que dijeran que

“Jesús no se rió jamás”?El que así habla, ha visto y vive sereno en la certeza de Lo Que Es,más allá de lo que le ocurre. No olvidemos que estas palabras estánpuestas en boca deJesús que esa misma noche va a ser traicionado,abandonado y negado por sus amigos, para terminar siendoajusticiado en la cruz.Como la paz de la que habla, el gozo no es borrado por el dolor nipor la muerte. Porque una y otro no nacen del yo, sino de laRealidad (Dios que se experimenta en la Presencia).

− Servicio: “Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le habíaentregado todo, que había venido de Dios y a Dios volvía, se levantóde la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a lacintura. Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar lospies de sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a lacintura” (13,3-5).El llamado “lavatorio de los pies” constituye una “parábola enacción”, un gesto en el que quiere expresar la actitud propia de quiense ha separado de su yo. Si el yo va por la vida en plan de acaparary dominar, quien se ha liberado de él, toda su vida es ofrenda yservicio.Los discípulos han percibido en Jesús a un hombre servicial, “que havenido, no a ser servido, sino a servir y dar la vida”, y que en estegesto adopta el papel de esclavo –sólo un esclavo podía lavar lospies de otros-, manifestando además que únicamente esa actitud esla que permite comprenderlo.Pero no es que esa actitud nazca de una ley moral; se trata de uncomportamiento que se nace cuando nos damos cuenta de la Unidadde todo Lo Que Es, y que traduce el amor de esa nueva conciencia,que se manifiesta más donde encuentra gente con más necesidad

− Amor: “Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar estemundo para ir al Padre. Y él, que había amado a los suyos, que estánen el mundo, los amó hasta el extremo” (13,1). “les doy unmandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Como yo les

he amado, así también ámense los unos a los otros” (13,34). “Comoel Padre me ama a mí, así les amo yo a ustedes. Permanezcan en miamor” (15,9). “Nadie tiene amor más grande que quien da la vidapor los amigos” (15,13).Sin ninguna duda, fue el amor que vivía Jesús lo que más impactó asus discípulos. Unos setenta años después de su muerte, el autor delcuarto evangelio, cuando quiere resumir su vida, en este pórticoadmirable que abre lo que será el relato del final(su muerte), seexpresa así: “Habiendo amado a los suyos, que están en el mundo,los amó hasta el extremo”.El texto original dice “están” –en presente, aunque está hablando dehechos ocurridos hace varias décadas-, subrayandointencionadamente, tal como ha puesto de manifiesto uno de losmejores especialistas en el estudio de este evangelio, la fuerza,elimpacto y la intensidad de la experiencia vivida (León Dufour,1995: 20).He dicho más arriba que el verdadero místico es aquél que no puedeno amar. Porque ya ha visto que el Amor, a pesar de todas lasapariencias adversas, constituye el secreto último de lo Real, de larealidad de este mundo. Hemos sido hechos de amor, con amor ypor amor. Pero mientras estamos identificados con nuestro yofácilmente lo ignoramos, porque el yo, que es inconsistente, nopuede sentir sino carencia, lo que le falta.

Al acallar la mente y tomar distancia del yo, aparece la Presencia yahí empezamos a darnos cuenta que el núcleo o “corazón” de laPlenitud unitaria, de todos los seres unidos, es Amor.Tienen razón las religiones al afirmar que “Dios es amor”. La tienetambién Jesús cuando reduce todos los mandamientos a éste. Perono lo hace como un maestro de moral, que introdujera una nuevaley. Lo hace, más bien, como un sabio que ha visto y que lo havivido. Y eso es justamente lo que les comunicó a sus discípulos.

− Unidad: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” (15,5).La mente es dualista doble, porque sólo puede funcionar a partir de

dos cosas que ve reales: sujeto/objeto. El resultado es un modelo deconocimiento marcado por esos dos elementos: sujeto-objeto. .Eso explica que el yo únicamente pueda ver la realidad comomonista-panteísta (todo es uno) o en clave dual (todo es dos). Sinembargo, al silenciar la mente, se supera ese modo de conocer y larealidad se manifiesta en su carácter no-dual somos muchos perosomos uno.La alegoría de la vid subraya ese carácter no-dual (varios que sehacen uno) de la realidad. Un sarmiento(ramita de la vid) podríaverse (“pensarse”) a sí mismo como algo independiente, separado yaislado; sin embargo, él mismo es también “vid”. Un dedo de mimano podría percibirse también como una realidad separada, pero éltambién es cuerpo…, y así sucesivamente. Todo está en todo y todoes en todo, expresándose de modos infinitamente variados.Tal modo de ver las cosas ayuda a darse cuenta de una unidad queno se puede discutir. Si todo está en todo, cualquier realidad es no-diferente de mí. Y aquí es donde alcanzan su pleno sentido laspalabras de Jesús, antes comentadas: lo que hicieron a los demás “Amí me lo hicieron”

(Parte 11)

Para un judío, laexpresión “Hijode Dios” nohubiera podidosignificar quejunto a Diosjunto a Yhwhhabía otro Dios:

Ellos tenía muy fuerte su monoteísmo: “un solo Dios”. Con esaexpresión se aludía, más bien, a alguien- Jesús - que gozaba de unaespecial elección.

• Todos los rasgos y las actitudes que los discípulos vieron en Jesústienen su origen, según el evangelio, en la experiencia que notaron

de su unidad e identificación con el Padre: “El Hijo no puede hacernada por su cuenta…; lo que hace el Padre, eso también hace elHijo” (5,19). Hasta el punto de que es esa unidad la que lo alimenta:“Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar acabo su obra de salvación” (4,34).El cuarto evangelio presenta a Jesús como alguien que viveconstantemente en unión con Padre: ha salido de él, vuelve a él,habla lo que le ha oído a él, hace lo que le ha visto hacer a él… ElPadre lo ocupa todo en la vida de Jesús.Todo es coherente: quien se ha liberado de su propio yo, puede vivircentrado en el Misterio de Lo Que Es. Por el contrario, laidentificación con el propio yo significa que el yo se hace elcentro. El yo ve todo lo que existe, la realidad como un conjunto desatélites que deben girar todos en torno a él mismo. Por eso también,el yo puede tener creencias, pero es incapaz de entregarsecompletamente a Dios. Porque esa entrega significaría su “muerte”,La muerte del yo.Los discípulos vieron a Jesús como que era transparente de Dios,porque Jesús, ´liberado de su yo, vivía anclado en la Presencia,como el eje sobre el que giraba toda su existencia.

• La identificación con el Misterio, al que él llamaba “Padre”, seexpresa en la fórmula “Hijo de Dios”: “¿No está escrito en vuestraley: «Yo os digo: vosotros sois dioses»? Pues si la ley llama dioses aaquéllos a quienes fue dirigida la palabra de Dios, y lo que dice laEscritura no puede ponerse en duda, entonces, ¿con qué derecho meacusáis de blasfemia a mí, que he sido elegido por el Padre para serenviado al mundo, sólo por haber dicho «yo soy hijo de Dios»?“(11,34-36).Para un judío, la expresión “Hijo de Dios” no hubiera podidosignificar que junto a Dios junto a Yhwh había otro Dios: Ellostenía muy fuerte su monoteísmo: “un solo Dios”. Con esa expresiónse aludía, más bien, a alguien- Jesús - que gozaba de una especialelección o predilección divina que lo ponía en el ámbito de la mayorintimidad posible con Dios.

Las cosas cambian porque esa afirmación aterriza en el ambientehelenístico, de los griegos. Los griegos estaban acostumbrados eincluso familiarizados con las figuras de muchos dioses,semidioses, “héroes”, “hombres divinos” e “hijos de Dios”: elpropio emperador romano era designado de ese modo. Para ellos, un“Dios” era un habitante de un mundo superior, que estaba dotado delos atributos de poder e inmortalidad. En ese nuevo ambiente de losgriegos se fue otorgando a la figura de Jesús un carácter “divino”,en el sentido que les era habitual, hasta llegar a entenderlo como elHijo “enviado” a nuestro favor.En este modo de pensar helenístico, distinto de los judíos, erainevitable que, antes o después, surgiera el conflicto deinterpretaciones. ¿Cómo se podían poner de acuerdo el Dios único,Yhwh con la divinidad de Jesús? (¿había pues dos dioses?) Losfilósofos y teólogos cristianos hubieron de echar mano de lafilosofía griega para, a partir de ella, encontrar una respuesta queexplicase su fe. El proceso fue lento, difícil y doloroso, hasta que sefijó la explicación oficialmente, en las definiciones dogmáticas delos concilios de Nicea (325) y Calcedonia (451).(donde se habló dela trinidad de un solo Dios con varias personasSin embargo, al salir la explicación de lo transpersonal (trespersonas), entonces se deshace el modo acostumbrado de conocerdualista , todo se modifica, porque se ha modificado el propiomodelo de conocer. Se ha superado el modelo mental. Ni Dios niJesús pueden considerarse como seres separados, porque nada estáseparado de nada; no son objetos ni tampoco sujetos; no son un “tú”,porque no hay ya ningún “yo” que los vea separadosCuando dejamos de dar vueltas al pensamiento, lo que aparece es elMisterio-sin-costuras-de-lo-Real, donde todo está en todo. Entoncesla expresión “Hijo de Dios” nos lleva a Jesús como la presencia deLo Que Es y al mismo tiempo, expresión de Lo Que Somos.¿Podemos pensar algo más divino? ¿No “coincide” esta manera denombrarlo con lo que pretendían afirmar los cristianos de los siglosIV-V?El malestar de los creyentes surge porque aún no hemos sentido lo

que es la conciencia transpersonal (universal). Esto lo que lleva amuchos a condenar cualquier forma de hablar que se separe de loque se decía al pie de la letra en los dogmas tradicionales. Porquetemen que se está perdiendo algo valioso. Y es así: cuando lo vemosdesde conciencia mental que se ha tenido (mítica e incluso racional),esto supone una “pérdida” –El yo pierde su referencia de seguridadporque no se ve “separado”-. Pero, una vez que se empieza adescubrir lo transpersonal, lo que parecía pérdida se convierte enliberación definitiva.

• En el origen de todo estála Conciencia unitaria(todo es uno) queJesús vive, aunque tal conciencia todavía se explique en el antiguolenguaje mítico: “¿Qué ocurriría si vieseis al Hijo del hombre subiradonde estaba antes?” (6,62) (¿eso de subir?...). Porque lo que elevangelio tiene claro es que esa nueva conciencia requiere “nacer denuevo”: “El que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios”(3,3).“Bajar del cielo”, “subir al cielo” significa, en el esquema míticoque se imagina a Dios habitando el espacio celeste, vivir en elámbito de Dios, participar plenamente de la vida divina.Al reconocerlo como “bajado del cielo”, los discípulos han visto aJesús como alguien que vivía la divinidad sin distancia de ningúntipo, hasta el punto de que ver a Jesús era “ver” a Dios. Ahora bien,vivir la divinidad sin distancia significa vivir la Unidad y, por tanto,estar situado “más allá” de la visión separada que la mente impone.Eso significa que, para llegar a ese Misterio que Jesús denominaba“Reino de Dios”, sea necesario “nacer de nuevo”. Lo que está enjuego, en efecto, es un nuevo modo de ser y vivir… Se requiere, portanto, un nuevo nacimiento.En el propio lenguaje evangélico, podría expresarse como “morir alyo” y “seguir a Jesús”. En clave transpersonal, equivale a reconocerque el yo –con el modo de pensar individualista que de él se deriva-no es la vida, realidad definitiva. Hace falta “nacer” a la concienciaunitaria: sólo ella nos permitirá llegar a ese nuevo modo de ver y devivir.

• Desde esa nueva conciencia, Jesús declara abiertamente el final deltemplo (“Destrutan este templo, y en tres días yo lo levantaré denuevo”: 2,19), porque el verdadero templo es su propio cuerpo, esdecir, la persona. En la misma línea, señala el final de toda religión:“Está llegando la hora, mejor dicho, ha llegado ya, en que para darculto al Padre, no tendréis que subir a este monte ni ir a Jerusalén…Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre, loadoren en espíritu y en verdad. El Padre quiere ser adorado así. Dioses espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y enverdad” (4,21-24).No podía ser de otro modo. En esa nueva conciencia, todo es“templo de Dios”…, porque nada está separado de nada. Todo esexpresión y manifestación de lo Real. Vacío y forma, inmaterial ymaterial, Dios y creación…, todo es no-diferente, imposible de serseparado.El texto del cuarto evangelio nos lleva a plantearnos una nuevacuestión: ¿Queda lugar para la religión en la concienciatranspersonal? La respuesta la ofrece el propio texto: Ha terminadoel tiempo del templo; la adoración es “en espíritu y en verdad”.La religión es el modo en que la espiritualidad toma forma mientrasel ser humano se halla en el nivel mental –sea mítico o racional- dela conciencia. Como yo separado, percibe a Dios como Ser tambiénseparado: he ahí la religión que ha de expresarse en creencias, ritos yprácticas; la religión del templo.Ahora bien, en la medida en que se supera el yo, Dios deja de servisto como un ser separado, y justamente entonces todo se llena desu presencia y de su aroma. Y la persona que ha nacido a esa nuevaconciencia se convierte en adorador de Lo Que Es. Adora “enespíritu y en verdad”, porque en todo percibe el Misterio digno deadoración, alabanza y amor.

Parte 12

A lo largo desu vida, comohemos vistoen los textosevangélicoscomentados,

Jesús manifiesta una confianza ilimitada, también ante su propia muerte..“Ha resucitado”: la experiencia que dio origen al cristianismoDe todo lo que sus discípulos trasmitieron a propósito de Jesús,ocupan un lugar preeminente los testimonios acerca de laresurrección. Hasta el punto de que en esa afirmación –“Jesús haresucitado de entre los muertos” o “Jesús ha sido resucitado porDios”- se resume el primer credo de aquella primera comunidadcristiana. Y es esa misma fe en la resurrección, la que constituye elnúcleo de la fe cristiana, ya que, al decir de Pablo, “si Cristo no haresucitado, tanto mi anuncio como vuestra fe carecen de sentido”(Primera Carta a los Corintios 15,14, escrita hacia el año 55). Elcristianismo se fundamenta en el llamado “acontecimiento pascual”:la muerte-resurrección de Jesús.

En este trabajo, me interesa únicamente señalar la fuerza deltestimonio de los discípulos, que se sienten completamentetransformados por lo que dicen haber experimentado: El crucificadosigue vivo… “y nosotros somos testigos” (Libro de los Hechos delos Apóstoles 2,32).Ellos intentarán contar la experiencia en una serie de relatos deapariciones del Resucitado, hablando también de la tumba vacía.Hoy nos damos cuenta de que tales relatos no pretenden –nihubieran podido- ser una crónica periodística de lo ocurrido. Como

explican los exegetas y teólogos más rigurosos. ((–puedenconsultarse dos obras de síntesis que tienen en cuenta los estudiosmás recientes sobre esta cuestión: Lois, 2002; Torres Queiruga,2003))-, tanto el acontecimiento mismo de la resurrección como lasapariciones del Resucitado “ocurren” en un nivel que está más alládel tiempo y el espacio. Siendo acontecimientos absolutamentereales, no son una “historia”. Se trata, por decirlo en una palabra, deuna experiencia transpersonal. Y eso fue justamente lo que vivieronlos discípulos.

A lo largo de su vida, como hemos tenido ocasión de comprobar enlos textos evangélicos comentados, Jesús manifiesta una confianzailimitada, también ante su propia muerte. Lo que se conoce como su“agonía en el Huerto de los Olivos” no quita lo que había sido unaconstante en su vida; de hecho, sale incluso de esa angustia gracias ala confianza y la experiencia del Padre a quien siente comoConsuelo.Así tenía que ser: quien ha llegado a un nivel de concienciatranspersonal,(más allá de su persona individual) superadas lasbarreras de la mente, se halla en el Presente atemporal, sin tiempo,en el que la muerte no es sino un fenómeno pasajero, lamodificación de una apariencia. Quien se encuentra en ese Presentesabe bien que nada morirá, porque nada ha nacido; todo,sencillamente, Es.

¿Qué ocurre con los discípulos? Como decía más arriba, resultallamativa lo firme y seguro que es su testimonio, expresado entextos tan distintos, pero todos ellos manifiestan un espíritu detal convicción, gozo, fortaleza, transformación…, que podemosafirmar con rigor que aquellos hombres y mujeres vivieron unaexperiencia transpersonal.Más allá de lo que se ve por los sentidos, por la vista, el oído detodo lo que se puede comprobar; pero destacamos su propiaconvivencia con Jesús, “ver” al Resucitado, en aquel mismoPresente en el que Todo Es.

Lo que sucedió después se explica porque una experiencia de esetipo no puede encerrarse en los límites de la mente. Por eso tuvieronque emplear un lenguaje simbólico, así en ese lenguaje fueronescritos los textos del evangelio que han llegado hasta nosotros, yque se expresan, por la época en que se escribieron, de una maneramítica, simbólica, que ya está hoy definitivamente caducada: sedejó tocar, se vio, comió, ascendió entre las nubes, subió al cielo,está sentado a la derecha del Padre… De hecho, cuando nosquedamos al pie de la letra de todo esto –y en la forma de relatoscomo si fueran hechos físicos-, las preguntas que nos haríamosllevadas a la caricatura, conducen al absurdo: ¿Por qué lasapariciones tuvieron que durar sólo 40 días en el mejor de los casos(Libro de los Hechos de los Apóstoles 1,3), o un solo día –el propioLucas, autor del libro citado, en su evangelio, había situado laascensión en el mismo día de la resurrección: evangelio de Lucas24,51-?Podemos comprender que, dentro del modo que caracteriza elpensamiento bíblico, hablaran de resurrección “corporal”, y serefirieran al Resucitado como alguien a quien se puede “ver” y“tocar”, porque se muestra con el mismo cuerpo que tenía antes desu muerte.Al hacer así, los discípulos pretenden únicamente afirmar dos cosas:1.-que la resurrección es real, verdadera, y

2.-que el Resucitado es el mismo al que ellos habían tratado. De esemodo, buscan asegurar tanto la realidad de la resurrección como laidentidad del Resucitado, que es el mismo Jesús.Pero eso no quiere decir que la resurrección implique la ausenciadel cadáver. El concepto “cuerpo” no se refiere a la materialidad,que no sólo se descompone tras la muerte, sino que cambia a lolargo de nuestra propia vida, incluso renovándose periódicamente latotalidad de las células que lo componen (las células de nuestrocuerpo no son las mismas unos años después). Lo definitivo del“cuerpo” no es la materialidad, sino su realidad como expresión dela persona y fundamento de su capacidad de relación.

Dicho con otras palabras: El cuerpo de Jesús resucitado su cuerpo,como de toda persona que muere- supera la condición espacio-temporal; por tanto, no tiene –n i puede tener- ninguna de lascualidades físicas que constituían su cuerpo mortal. El carácter no-material de su cuerpo sólo se puede alcanzar en una experiencia queva más allá de lo sensible y de lo puramente mental; es decir, en unaexperiencia transpersonal, no sólo individual. Esto es,probablemente, lo que vivieron los discípulos.

Por eso, más allá de las expresiones que tienen que utilizar paracontar lo que han sentido, más allá de las palabras empleadas, queno se pueden entender al pie de la letra, podemos apreciar en lostestimonios de los apóstoles, tanto que experimentaron suPresencia, como los efectos de esa misma experiencia, junto conalgunos “detalles” para poder abrirse a ella. En este sentido, losrelatos son también catequesis que buscan transmitir y, a la vez,ayudar aque se haga posible la experiencia.En concreto, los relatos de apariciones del Resucitado constituyen 6párrafos (Marcos 16,1-8; Marcos 16,9-20; Mateo 28; Lucas 24; Juan20, Juan 21), y los 6 no están de acuerdo en sus detalles (número deapariciones, tiempo, lugar). De hecho, si los redactores hubieranquerido engañarnos, lo hubieran hecho mejor. Ellos narran suexperiencia como pueden.Pues bien, estos relatos de apariciones, que son muy simples en suexplicación contienen tres elementos significativos: 1) Losdiscípulos no esperan al Resucitado, les sorprende como Viviente;según los textos, no se trata de una proyección de ellos; 2) lescuestareconocerlo; según los textos, el reconocimiento delResucitado no se produce fácilmente; 3) una vez reconocido, Él lestransmite su misión.En el momento mismo en que experimentan la Presencia delResucitado que está dentro de toda la realidad, aquellos hombres ymujeres se sienten a sí mismos, aunque están muy desconcertados,en un nuevo estado de conciencia que supera los límites físicos yque, a la vez les llena de gozo y de fortaleza, les lleva a continuar

como propia la misión de Jesús. En una vivencia tan intensa einédita, inesperada de su Presencia, que los discípulos sentirán“arder sus corazones” (evangelio de Lucas 24,32), y Pablo llegará aafirmar: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Cartaa los Gálatas 2,20).Lo que queda claro es que la “visión” del Resucitado no es física; aesto parecen aludir los evangelistas cuando hablan de la dificultad –y hasta del “miedo”- que sentían los discípulos para reconocerlo.Todo eso significa sencillamente que Jesús no ha vuelto a “esta”vida, sino que “ha entrado” en la vida de Dios, por lo que sólo puedeser reconocido con los “ojos de la fe”, es decir, en una “capacidad dever” que es mucho más que lo simplemente mental. En eso quesienten, los discípulos se encuentran con que Jesús vivía con elPadre, y a lo que el autor del cuarto evangelio se referiráreiteradamente, poniendo en labios del Maestro frases como ésta:“No less dejaré huérfanos, volveré a estar con ustedes” (evangeliode Juan 14,18); “volveré y less llevaré conmigo, para que puedanestar donde voy a estar yo” (14,3); “volveré a verles y se alegraráncon una alegría que nadie les podrá quitar” (16,22). Porque “el queme ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y miPadre y yo vendremos a él y viviremos en él” (14,23). Y también:“Padre, yo deseo que todos estos que tú me has dado puedan estarconmigo donde esté yo, para que contemplen la gloria que me hasdado, porque tú me amaste antes de la creación del mundo”(17,24)… “Lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que tambiénellos estén unidos a nosotros” (17,21), porque “ahora saben, conabsoluta certeza, que yo he venido de ti” (17,8).En definitiva, gracias a la experiencia vivida, los discípulos sabenque “ustedes pueden encontrar la paz en su unión conmigo. En elmundo encontrarán dificultades y tendrán que sufrir, pero tenganánimo, yo he vencido al mundo” (16,33).

Es claro que quien se expresa en estos textos es el Resucitado; o, pordecirlo con mayor claridad, es el haber experimentado laresurrección la que permite a los discípulos “escuchar” a Jesús y

“comprender” estas palabras, en una “absoluta certeza” queúnicamente pueden tener seguras quienes han vivido la experiencia,que los ha convertido precisamente en “testigos”.Es también a partir de su propia experiencia como, poco a poco, lacomunidad de los discípulos va cayendo en la cuenta de que haymomentos singulares en los que puede iluminarse más fácilmente laposibilidad de reconocer al Resucitado. Los distintos relatos deapariciones –desde la Magdalena a los de Emaús- se convierten asíen catequesis que quieren “indicar” esas circunstancias “favorables”:la fracción del pan, la Escritura sagrada, las propias palabras delJesús histórico, la acogida del desconocido, la comunidad…

De ese modo, con sus maneras de pensar y dentro de su “idioma”cultural, aquellos hombres y mujeres trataron de expresar ytransmitir lo que habían experimentado.¿Cómo podemos entenderlo hoy? Una vez superado el nivel míticode conciencia (la manera primitiva mágica) y superado también elnivel mental, la resurrección de Jesús aparece como la experienciade la Vida-Que-Es, en la no-diferencia. Lo que ha sucedido en él es,en realidad, lo que sucede en todos. Más aún: sucede en todos,viendo que somos no-diferentes.. La resurrección es un fenómenotranspersonal: nos introduce en la verdad profunda de lo real, larealidad tal como es, que no son las cosas separadas y divididascomo nuestra mente nos muestra, sino la Unidad sin costuras, no-dual,(total) de la Vida-Que-Es-y-Somos

Parte 13

No me pareceexageradoafirmar quequizás hoyestemos encondiciones depodercomprender elmensaje de Jesúsdesde unaperspectivanueva, más

“cercana” a la que fue la suya. .

Lo que podemos concluir

Cuando leemos el evangelio, no desde una clave mental –mítica oracional-, sino desde una perspectiva transpersonal, descubrimos aJesús como alguien que se dio cuenta dela verdadera naturaleza delo real. Es decir, alguien que vio.Ese ver significó para él descubrir su ser profundo como “Yo soy”,no un yo individual sino Conciencia-sin-forma, más allá del yo-mental, ese yo mental individual queda integrado y superado. Yeso explica también que, con su vida, Jesús viviera a Dios, en formade sabiduría y de compasión.

Jesús vive en un estado de conciencia unitaria o transpersonal, dedonde brota una confianza ilimitada y un sentimiento muy fuerte deUnidad, que le hace vivir en identificación, en unión con todos y conel Misterio de lo Real (Dios), hasta poder decir como “Yosoy”.(pero no el yo individualista que todos decimos)

Fue el “hombre fraternal”: todo su comportamiento tuvo como eje elamor a los otros, expresado como bondad, compasión y servicio

incondicional. Ese comportamiento no proviene, en primer lugar, deun empeño ético, moralista esforzado o voluntarista, sino que nacede su propia comprensión de la realidad: él vio que el “yo”individual no era la realidad definitiva, y por eso mismo enseñó quevivir para el propio yo equivale a perder la vida. Y lo que enseñabano era diferente de lo que él mismo vivía.

Sus discípulos percibieron en él a un hombre desegocentrado, sin suego, su yo , un hombre libre, acogedor, veraz…; vieron en él lapersonificación e incluso la fuente de la confianza, de la paz, delgozo, del servicio, del amor, de la unidad…, el Rostro humano de la“divinidad”. En nuestro lenguaje, diríamos que vieron en él laPresencia de lo transpersonal.

Tras la muerte en la cruz, los discípulos vivieron con sorpresa el“encuentro con el Resucitado”, en una experiencia de caráctertambién transpersonal. Usando lenguaje propio de la época, latrasmitieron en relatos simbólicos, con los que trataban deexplicarlo. . Esa experiencia está de acuerdo con la enseñanzamisma de Jesús, así como con el nivel de conciencia (transpersonal)en el que vivió.

Lo que luego ocurrió es que Jesús fue leído en los años despuésdesde el nivel mítico y racional. Es lógicoporque ése era el nivel enel que, colectivamente, se encontraba la humanidad. Pero esamanera de entenderlo tuvo necesariamente su coste.Transformó a Jesús en un “Dios separado” –destruyendo incluso launidad que había sido lo principal de su experiencia. Se leconvirtióen “objeto de culto”. Y en lugar de tomar su mensaje comola invitación a vivir un camino de transformación que permitierasuperar la conciencia egoica (individualista), se creó otra religión,parecida a otras, que se manifestaba también por las creencias y eldualismo mítico.No me parece exagerado afirmar que quizás hoy estemos encondiciones de poder comprender el mensaje de Jesús desde unaperspectiva nueva, más “cercana” a la que fue la suya. No sólo por

los conocimientos que, desde las diferentes ciencias, nos permitencomprender mejor la realidad geográfica, económica, social,política y religiosa de la Palestina del siglo I, sino porque podemosempezar air descubriendo el horizonte de lo transpersonal, (de launidad universal de los seres) lo cual nos hace más fácil conectarmás fácilmente con lo que él vivió.Desde esta nueva perspectiva, Jesús deja de ser percibido como un“salvador celeste” separado, para poder ser comprendido como elhombre que “vivió” y “realizó” el Misterio, de modo que puedellamarse con verdad “Hijo de Dios” y “Dios”. Más allá de cualquier“mapa” mental, vio y se ancló en el “territorio”, hacia el que todoslos mapas –también los religiosos- apuntan.Jesús constituye una invitación al ser humano para que –acallada lamente, en el silencio del yo, en la Presencia luminosa que sintamosen nosotros podamos experimentar que estamos todos constituidosde la misma y única Realidad. Y que, al liberarnos de nuestro yo,lleguemos a la Conciencia unitaria, universal, que se manifiestacomo sabiduría y compasión a toda la humanidadEso explica que el mensaje de Jesús sea un mensaje con el que fácily gustosamente “sintoniza” cualquier persona. Porque pone vida ypalabras a lo que todos, lo sepamos o no, somos y aspiramos a vivir.Lo mismo nos ocurre con todas aquellas personas de verdadespirituales (no falsos espiritualistas), místicos, que viven en laPresencia que somos: más allá de las palabras que utilicen, aunqueaparezcan como “de otra religión”, se convierten en “reveladoras”de nuestra más profunda realidad. Son portadoras de un mensajetranspersonal que nos pone en contacto con la verdad de lo que es,aunque sólo podamos sentirlo y vivirlo en la medida en quesuperemos el propio y pequeño yo