j. de la arquitectura alemana · tiempo como la forma de alojamiento a la que deberá someterse la...

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Estas notas introductorias pretenden solamente dotar a los proyectos de Kleihues, que a continuación publicamos, de un contexto y unas referencias que permitan comprender con mayor exactitud la significación de este autor en relación a la situación actual de la arquitectura europea. Nuestro comentario se centra en dos de los aspectos del trabajo de Kleihues que mejor definen el papel cultural de este arquitecto: en primer lugar, la reflexión sobre la historia y la topografía urbana de la ciudad de Berlín y, en segundo lugar;la actividad crítica de recuperación de la obra de los arquitectos de la tradición neoclásica alemana. Privilegiar estos dos aspectos equivale para nosotros a proponer una lectura particular de los proyectos de Kleihues, en la que se pone de relieve lo que a nuestro juicio constituye su valor general y positivo. J. P. KLEIHUES, EN LA ENCRUCIJADA DE LA ARQUITECTURA ALEMANA 1. LA EXPERIENCIA DE BERLIN La creación del Berlín moderno constituye una de las experiencias más significativas de la cultura urbana de los últimos cien años. Berlín se presenta como una antología de los problemas y de las soluciones a que han hecho frente las ciudades sometidas al proceso irreversible, contradictorio y a menudo patológico de la formación metropolitana. Berlín también es importante para la historia de la reciente arquitectura por ser uno de los principales "campos" de la batalla librada por el Movimiento Moderno en orden a establecer las bases de la nueva ciudad sobre los trazos de la ciudad heredada del siglo XIX. En este sentido puede decirse que Berlín contiene los signos.de una derrota, pero también el testimonio de altunas victorias parciales que forman parte del mejor patrimonio de la arquitectura racional. Para comprender el alcance de esta batalla por la nueva ciudad, es preciso remontarse a la situación de Berlín a comienzos de nuestro siglo. Una situación que expresa con especial virulencia el resultado del espectacular crecimiento de las ciudades europeas en la segunda mitad del siglo XIX, en los casos en que una situación política y cultural retrógada no permitió encauzar la fuerza potencial del crecimiento de un modo positivo. Así, por ejemplo, en la primera década del siglo XX, el 42% de la población berlinesa habitaba en viviendas de una sola estancia y sólo el 12%de la población lo hacía en viviendas de más de tres estancias (índice de hacinamiento superado tan solo por Budapest entre las ciudades europeas). Como reacción a esta situación insoportable, numerosos críticos y estudiosos de los problemas urbanos desarrollan en Berlín una serie de análisis y de propuestas que establecen las bases de la renovación radical emprendida más tarde al producirse la cofuntura política favorable de la prodamación de la República en 1919. En este sentido, existe un escrito especialmente importante al que Kleihues suela hacer referencia por su valor de síntesis: se trata de "Das steinerne Berlin" (El Berlín pétreo) de Werner Hegemann. Este libro fue publicado por primera vez en 1930. Era, en realidad, una reelaboración notablemente ampliada de la parte dedicada a Berlín en el catálogo de la exposición internacional de urbant'stica "Der Statebau" celebrada en Berlín y Dusseldorf en 1910-1 1, bajo la dirección del propio Hegemann. "Das Steinerne Berlín" no es solo una historia urbana de Berlín sino también una reflexión teórica sobre las decisiones de intervención y los instrumentos urbanísticos que determinan el proceso de transformación de la ciudad. Puede decirse que la investigación de Hegemann equivale a una descripción científica de los mecanismos de formación de la moderna ciudad especulativa: es una radiografía de sus males y un esbozo de sus posibles alternativas. De ahí su influencia y de ahí el valor que Kleihues le atribuye en su esfuerzo por rescatar los elementos críticos sobre las condiciones históricas en las que se ha producido la construcción de la ciudad. Para Hegemann el punto crucial de la formación del Berlín ochocentista está en la aprobación y puesta en marcha del plan viario de 185842, "que destinaba enormes superficies verdes de los alrededores de Berlín a la construcción de grandes caserones de alquiler (mietkasernen)monstruosamente adosados unos a otros, con patios interiores mal iluminados, condenando a la futura población de Berlín, que se pensaba podía llegar a los cuatro millones, a unas viviendas peores de lo que hubiese podido imaginar el más escrupuloso burócrata o especulador". El autor de este plan fue un joven funcionario designado: el arquitecto James Holbrecht; pero la responsabilidad del mismo concierne a una administración y a toda una clase en el poder caracterizadas por la mezquindad y la corrupción. Este plan se instrumentó por medio de la ordenanza edificatoria de 1853 que de hecho regulaba solo el problema de la seguridad frente a los incendios, soslayando practicamente los temas referentes al grado de ocupación de las parcelas y a las condiciones higiénicas de las viviendas. Todo ello propició la construcción de un tejido densísimo que acumulaba la estrechez y la miseria en las partes interiores y traseras de unas parcelas macizadas en su totalidad. Las deplorables condiciones de vida impuestas por este reglamento siguieron vigentes casi sin cambios hasta 1887, y solo entonces se procedió a una moderada reforma. Habría que esperar todavía hasta 1925 para obtener una ordenanza edificatoria que desterrase para siempre las formas de explotación urbana que habían caracterizado el crecimiento de Berlín durante setenta y cinco años. Hegemann decía aún en 1930: "Aunque se construyan todas las viviendas que faltan, los enormes caserones de alquiler que la clase dirigente prusiana y su burocracia nos han dejado como herencia permanecerán tal vez por mucho tiempo como la forma de alojamiento a la que deberá someterse la mayoría del pueblo alemán y a la que será sacrificada toda forma de vida espiritual. Nos libraremos de ellos tan solo con duras batallas". Esta frase explica el clima social y cultural vivido a partir de los primeros años veinte por los arquitectos más comprometidos, en su esfuerzo por emprender una radical renovación de las

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Estas notas introductorias pretenden solamente dotar a los proyectos de Kleihues, que a continuación publicamos, de un contexto y unas referencias que permitan comprender con mayor exactitud la significación de este autor en relación a l a situación actual de la arquitectura europea. Nuestro comentario se centra en dos de los aspectos del trabajo de Kleihues que mejor definen el papel cultural de este arquitecto: en primer lugar, la reflexión sobre la historia y la topografía urbana de la ciudad de Berlín y, en segundo lugar;la actividad crítica de recuperación de la obra de los arquitectos de la tradición neoclásica alemana. Privilegiar estos dos aspectos equivale para nosotros a proponer una lectura particular de los proyectos de Kleihues, en la que se pone de relieve lo que a nuestro juicio constituye su valor general y positivo.

J. P. KLEIHUES, EN LA ENCRUCIJADA DE LA ARQUITECTURA ALEMANA 1. LA EXPERIENCIA DE BERLIN

La creación del Berlín moderno constituye una de las experiencias más significativas de la cultura urbana de los últimos cien años. Berlín se presenta como una antología de los problemas y de las soluciones a que han hecho frente las ciudades sometidas al proceso irreversible, contradictorio y a menudo patológico de la formación metropolitana. Berlín también es importante para la historia de la reciente arquitectura por ser uno de los principales "campos" de l a batalla librada por el Movimiento Moderno en orden a establecer las bases de l a nueva ciudad sobre los trazos de la ciudad heredada del siglo XIX. En este sentido puede decirse que Berlín contiene los signos.de una derrota, pero también el testimonio de altunas victorias parciales que forman parte del mejor patrimonio de la arquitectura racional. Para comprender el alcance de esta batalla por la nueva ciudad, es preciso remontarse a la situación de Berlín a comienzos de nuestro siglo. Una situación que expresa con especial virulencia el resultado del espectacular crecimiento de las ciudades europeas en la segunda mitad del siglo XIX, en los casos en que una situación política y cultural retrógada no permitió encauzar la fuerza potencial del crecimiento de un modo positivo. Así, por ejemplo, en la primera década del siglo XX, el 42% de la población berlinesa habitaba en viviendas de una sola estancia y sólo el 12% de la población lo hacía en viviendas de más de tres estancias (índice de hacinamiento superado tan solo por Budapest entre las ciudades europeas). Como reacción a esta situación insoportable, numerosos críticos y estudiosos de los problemas urbanos desarrollan en Berlín una serie de análisis y de propuestas que establecen las bases de la

renovación radical emprendida más tarde a l producirse la cofuntura política favorable de la prodamación de la República en 1919. En este sentido, existe un escrito especialmente importante al que Kleihues suela hacer referencia por su valor de síntesis: se trata de "Das steinerne Berlin" (El Berlín pétreo) de Werner Hegemann. Este libro fue publicado por primera vez en 1930. Era, en realidad, una reelaboración notablemente ampliada de la parte dedicada a Berlín en e l catálogo de l a exposición internacional de urbant'stica "Der Statebau" celebrada en Berlín y Dusseldorf en 1910-1 1, bajo la dirección del propio Hegemann. "Das Steinerne Berlín" no es solo una historia urbana de Berlín sino también una reflexión teórica sobre las decisiones de intervención y los instrumentos urbanísticos que determinan el proceso de transformación de la ciudad. Puede decirse que la investigación de Hegemann equivale a una descripción científica de los mecanismos de formación de la moderna ciudad especulativa: es una radiografía de sus males y un esbozo de sus posibles alternativas. De ahí su influencia y de ahí el valor que Kleihues le atribuye en su esfuerzo por rescatar los elementos críticos sobre las condiciones históricas en las que se ha producido la construcción de la ciudad. Para Hegemann el punto crucial de la formación del Berlín ochocentista está en la aprobación y puesta en marcha del plan viario de 185842, "que destinaba enormes superficies verdes de los alrededores de Berlín a l a construcción de grandes caserones de alquiler (mietkasernen) monstruosamente adosados unos a otros, con patios interiores mal iluminados, condenando a la futura población de Berlín, que se pensaba podía llegar a los cuatro millones, a unas viviendas peores de lo que

hubiese podido imaginar el más escrupuloso burócrata o especulador". El autor de este plan fue un joven funcionario designado: el arquitecto James Holbrecht; pero la responsabilidad del mismo concierne a una administración y a toda una clase en el poder caracterizadas por la mezquindad y la corrupción. Este plan se instrumentó por medio de la ordenanza edif icatoria de 1853 que de hecho regulaba solo el problema de la seguridad frente a los incendios, soslayando practicamente los temas referentes al grado de ocupación de las parcelas y a las condiciones higiénicas de las viviendas. Todo ello propició la construcción de un tejido densísimo que acumulaba la estrechez y la miseria en las partes interiores y traseras de unas parcelas macizadas en su totalidad. Las deplorables condiciones de vida impuestas por este reglamento siguieron vigentes casi sin cambios hasta 1887, y solo entonces se procedió a una moderada reforma. Habría que esperar todavía hasta 1925 para obtener una ordenanza edificatoria que desterrase para siempre las formas de explotación urbana que habían caracterizado el crecimiento de Berlín durante setenta y cinco años. Hegemann decía aún en 1930: "Aunque se construyan todas las viviendas que faltan, los enormes caserones de alquiler que la clase dirigente prusiana y su burocracia nos han dejado como herencia permanecerán t a l vez por mucho tiempo como la forma de alojamiento a la que deberá someterse la mayoría del pueblo alemán y a la que será sacrificada toda forma de vida espiritual. Nos libraremos de ellos tan solo con duras batallas". Esta frase explica el clima social y cultural vivido a partir de los primeros años veinte por los arquitectos más comprometidos, en su esfuerzo por emprender una radical renovación de las

Planta y secci6n de una típica casa berlinesa. (Según las ordenanzas constructivas de 1853).

Complejo residencial "Ideal - Pssssge", Berlin, Neukolln, 1907-1908.

Gross Siedlung Britz, Berlln Britz. Vista de la HufeisenSiedlung. Bruno Tau t 1930.

ciudades alemanas y de Berlín en particular. No es extraño que en estas circunstancias cobrasen tanta fuerza los componentes de raíz funcionalista e higienista. Las condiciones para una vida sana (aire, luz, aseo, vegetación) y cómoda (separación del tráfico, zonif icación de las funciones urbanas, simplificación de los trabajos del hogar) se impusieron para muchos como la base lógica del trabajo de los arquitectos. En esta nueva perspectiva, ciertos modelos de ciudad (producto de paralelas elaboraciones teóricas formuladas de un modo programático) constituyen las mayores y más claras referencias técnicoculturales. Estos modelos pueden sintetizarse por una parte en la ciudad-jardín howardiana y por otra parte en la ciudad compacta en sus dos principales versiones: Ville Radieuse de Le Corbusier y la Gross-Stadt de Hilberseimer. Este aparato teórico tendrá pronto ocasión de confrontarse con la realidad, sobre todo a partir de 1924 en que, conseguida en Alemania la estábilización económica, comienza a desarrollarse intensamente la gestión pública (cooperativa, municipal o estatal) en la construcción de viviendas. A partir de este momento, la disciplina impuesta por los instrumentos de planeamiento existentes y por las condiciones concretas de la gestión pública, conduce a la

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definición que se resume en la experiencia de las Siedlungen. m - " ' El término Siedlung, que ha sido ' ?! traducido de un modo impreciso por barrio, tiene el significado general de "asentamiento" ó "colonización". En la cultura

más

arquitectónica Se emplea para referirse a los nuevos asentamientos residenciales en las zonas periféricas de las ciudades alemanas v de hecho con él se define una Concreta tipologia de asentam desarrollada en Centroeuropa

iento entre

las dos guerras. La experiencia de la Siedlung, compleja y variadísima,

ha marcado decisivamente las formas posteriores del crecimiento urbano. Por una parte la Siedlung ha sido uno de los más fecundos laboratorios de investigación sobre la nueva vivienda. Por otra parte ha constituído el terreno concreto en que se han desarrollado las contradicciones internas de la moderna arquitectura en relación al papel atribuído a la residencia en la definición de los nuevos modelos urbanos. Una de las consecuencias principales de la evolución interna del debate sobre la Siedlung ha sido el progresivo abandono de los sistemas de edificación cerrados o semiabiertos, en beneficio de una difusión cada vez mayor de la edificación en línea. En este sentido la teoría funcionalista indujo una reducción de este problema y terminó por establecer un prototipo que definía de un modo determinista el carácter de los nuevos asentamientos. Así definen Franco Stalla y Angelo Villa, en su análisis crítico sobre la experiencia de las Siedlungen, las líneas maestras de ese prototipo "Líneas rectas (de edificación) cuya altura puede determinarse con el parámetro de la conveniencia económica ("el límite de la conveniencia económica está en el punto en que la excedencia de los costos constructivos no está compensada por el ahorro en los costos del terreno y de la urbanización"; W. Gropius: Construcciones altas, medias 6 bajas) y en las que la distancia es determinable con el parámetro del asoleo". Ahora sabemos de los nefastos resultados de haber simplificado un amplio problema de arquitectura en un escuálido recetario de normas. No se trata aquí de historiar el largo proceso que conduce a la degradación y a l a pérdida de credibilidad de la teoría funcionalista sino de indicar resumidamente las consecuencias de este proceso. Estos son los hechos: el instrumental metodológico que el funcionalismo ingenuo elaboró para

cambiar sustancialmente la ciudad capitalista ha servido en muchas ocasiones de coartada para instau~ar nuevas y siniestras formas de especulación. El sistema de urbanización "abierto" se ha utilizado no para superar la ciudad ochocentista sino para escapar a su interna disciplina: para incrementar los beneficios de las grandes operaciones inmobiliarias y para destruir las formas de vida que a l estar arraigadas en e l sentimiento popular eran capaces todavía de proponer contenidos progresivos. La dramática rotura del frente cultural del Movimiento Moderno no es ajena a l a constatación de este fracaso, que adquiere evidencia a partir de la segunda posguerra mundial. Este hecho se ha dejado sentir particularmente en Alemania, donde el desconcierto y la incapacidad para encontrar alternativas han caracterizado, salvo raras excepciones, la situación cultural de los años 50 y 60. Frente a las aplicaciones mecánicas de los principios funcionalistas que conducen a una progresiva "descomposición de la ciudad", algunos sectores aislados han emprendido en los Últimos años el díficil trabajo de restablecer los nexos con los elementos positivos de la formación de la ciudad moderna. En este sentido, Berlín es para Kleihues una fuente rica en enseñanzas. Los mejores ejemplos del racjonalismo berlinés de los años veinte (Hufeisen siedlung, Onkel Tom's Hütte, Siemensstadt, Weisse Stadt) son vistos de este modo como materializadores de una idea precisa de ciudad, vinculada a la realidad urbana de su época y atenta al significado profundo de su transformación. Ahondando en las raíces de estos grandes ejemplos, Kleihues Irega a entenderlos como el desarrollo lógico del trabajo iniciado a finales del siglo XIX por algunas sociedades y arquitectos reformistas en su intento de

elaborar un concepto de vivienda alternativo y opuesto al que resultaba de la feroz explotación del suelo en la ciudad de las Mietkasernen. El análisis que Kleihues efectuó de ciertos proyectos de esa época, a caballo entre los dos siglos, le permite descubrir en estado embrionario algunas cuestiones explicitadas más tarde por e l movimiento racionalista. Incluso puede afirmarse que en ciertos aspectos estos proyectos probablemente no han sido superados: sobre todo en lo referente a su capacidad de ligarse a los principios de la construcción histórica de la ciudad a través del análisis de sus condiciones concretas. En algunos trabajos y especialmente en su proyecto para la manzana 270, Kleihues lleva a cabo una síntesis operativa de toda esta amplia reflexión y formula los elementos para una posible redefinición del papel urbano de la vivienda, en que se superen los esquematismos funcionalistas y se atienda con mayor rigor a l significado de la formación de la ciudad.

2. LA TRADlClON CLASICA EN ALEMANIA

"El presente siempre ve el gran abismo que le separa del pasado más inmediato. Todavía más profundamente que en épocas pasadas, nuestra actual generación, que mira hacia adelante, debe renegar de un pasado que significó tanto en la historia. Nos sentimos liberados del caos de formas que han sobrevivido, de la coacción de códigos sin sentido social ni artístico. Creemos que con nosotros empieza una nueva época ..." Así se expresaba el historiador alemán Wolfgang Hermann en su libro "Deutsche Baukunst des 19 und 20 Jahrhunderts" (Arquitectura alemana de los siglos 19 y 20) escrito en 1932 y publicado parcialmente en

Alemania en las vísperas de la ascensión del nazismo al poder. En la frase de Hermann puede percibirse una distante ironía con respecto a los excesos de algunas vanguardias europeas del primer tercio de siglo, en tanto que éstas creyeron que la premisa fundacional del nuevo arte era simplemente e l desembarazarse de la historia. A este programa opone Hermann una visión más continua y dialéctica de la historia de la cultura. "El tiempo actual se ha desarrollado de manera totalmente orgánica a partir del siglo XIX. En todas las áreas de l a vida estamos aún hoy unidos a este difamado siglo por cientos y cientos de hilos. En esta visión retrospectiva el presunto abismo se reduce a una muesca, no mayor ni más profunda que la que se produjo en cada nueva generación no menos de cuatro veces entre 1770 y 1890. Y casi todas creyeron y esperaron iniciar una nueva época." La admonición de Hermann sobre la relatividad de los saltos históricos era pertinente en esa época y lo sigue siendo todavía: de ahí su dramatismo. El triunfo del nazismo torció, entre otras muchas cosas, el curso de la reflexión cultural e hizo imposible durante otras tres décadas la reconsideración objetiva del período ochocentista. Especialmente la depravada utilización que la ideología nazi hizo de ciertos elementos de la tradición neoclásica alemana, provocó un largo olvido y un visceral rechazo del clasicismo y de toda una época que sin embargo está latente en los mayores acontecimientos de la arquitectura alemana del siglo XX. La exposición recientemente celebrada en Dortmund sobre "la obra de cinco arquitectos del clasicismo aleman" auspiciada por J. P. Kleihues en el marco de su trabajo a l frente de l a cátedra de Teoría de l a Arquitectura de la Universidad de Dortmund, tiene ante todo el mérito de haber

iniciado nuevamente e l debate sobre este fundamental episodio. Citemos textualmente del catálogo de la mencionada exposición la definición de objetivos ta l como Kleihues la plantea: Se trata del "intento de rectificación de una difamación reaccionaria que ha identificado hasta nuestros días la opción moral e intelectual de una época cultural así como su concepción artística racional-idealista, con los estúpidos y arrogantes intentos de adopción por parte del Tercer Reich. A ello contribuyó tanto la "Neue Sachlichkeit" (Nueva objetividad) de los años veinte, que globalmente fue interpretada como ahistórica, como el Bauhaus, cerrado sin más consideraciones en 1933. Recordemos: cuando las tropas de lucha de Rosenberg triunfaban, la recién constituida "Liga alemana de Artistas 33" encontraba la ocasión para manifestar su público rechazo a través de la prensa "contra tendencias que intentan hacer pasar a personalidades corrosivas como Nolde, Klee, Schmidt-Rottluff y Mies van der Rohe, como el actual nuevo arte alemán del Estado Nacional-socialista". ¡Qué esfuerzo más inútil contra aquellos que con las últimas ilusiones aún permanecían en el país! ; más aún, si cabe, en vista del nuevo itinerario "cultural" entonado el mismo año por el ministro para la Propaganda e "1 lustración" del pueblo: "El arte alemán de los años venideros será heroico, será duramente romántico, será objetivo sin sentimentalismos, será nacional con gran énfasis, será un compromiso y una unión colectiva, o no será". Grandilocuencia. retórica. la confusión de m&struosidad con monumentalidad y un desleído clasicismo académico como el que tuvieron que practicar "ejemplarmente" el viejo Troost y e l joven A. Speer, ascendido en 1937 (con 32 años) de discípulo

K . F . Schinkel, Acropolis 1834.

L.V. Klenze, Munich, Gliptoteca. Proyecto 1816-31.

G.L.F. Laves, F. Weinbrenner, vivienda. Cementerio, 1812114 ( ? ).

aventajado de la organización a Inspector general de Construcción para la nueva capital: estos fueron los resultados de esa política. Mientras que Peter Behrens, uno de los padres intelectuales de los años veinte, intentaba distanciarse profilácticamente de la aceptación falsificada de algunos de sus detalles por parte los "neue Baumeister", situándose al lado de los perseguidos con alguna de sus últimas grandes creaciones, como la fábrica de tabacos de Linz, obra también reconocible para aquellos que no saben ni ver ni leer, Friedrich Gilly, fallecido en 1800 en plena juventud, quedaba sumergido sin esperanza en el sordo acadecismo de los adoradores nacional-socialistas que se prestaron a una violación política de consecuencias duraderas. Mientras que desde el exilio se podía aun creer en la recuperación de la "Neue Sachlichkeit", del funcionalismo y del racionalismo de los años veinte, entonces en creciente degradación, el clasicismo ambulante del estílo griego-romano-alemán del Reich y la desamparada transformación heroíca de Schinkel eran convertidos en una carga sicológica cuya descomposición influyó fuertemente en la arquitectura de la postguerra. "Las dolorosas enseñanzas de la historia son interminables" dice Benevolo y me temo que tiene razón cuando sospecha "que la forma no tiene ningún dominio puro". Pero no puedo estar de acuerdo cuando concluye que "toda tradición artística puede ser despojada de sus contenidos en cuanto cambian las hi~ótesis morales". La decadencia moral de los años treinta no pudo despojar de sus contenidos a la tradición de una concepción humanista, al ideal de la arquitectura pura e impecable como expresión y afán de un mundo mejor; quizás pudo desviarnos del sueño de un nuevo orden de las cosas que el clasicismo nos enseñó, pero desde luego, no pudo destruir este

sueño. Treinta años después del fin de la guerra, del cambio de la fuerza por la alegría y del fin del mito de un imperio milenario, debería ser posible una evaluación crítica "sine ira et studio" de la arquitectura del clasicismo en Alemania." Esta revisión selectiva y atenta de la historia como recuperación de la propia identidad, constituye una posición precisa sobre la que la arquitectura de Kleihues pretende desarrollarse. De hecho, con la publicación en el catálogo de la exposición de los dibujos de Friedrich Gilly, Karl Friedrich Schinkel, Friedrich Weinbrenner, Leo van Klenze y Georg Ludwig Friedrich Laves, (de los que aquí ofrecemos una ínfima muestra), "vivimos el redescubrimiento de la comunicabilidad de nuestras ideas a través del dibujo" y asistimos a la exaltación de una arquitectura en la que, como dice Kleihues, "La concepción idealista se hace transmisible en cuanto intenta transportar lo racional a "imagen" en un plano superior", dos temas que, creemos, subyacen en los proyectos de Kleihues.