intro platon

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Platón es sin duda uno de los padres de nuestra cultura, de nuestra manera de comprender, sentir y soñar la vida. Igual que nos lleva toda nuestra existencia reconocer cuánto tenemos de nuestros padres, cuánto de ellos somos, lo mismo nos ocurre con Platón. Es tal la influencia dejada en nuestra cultura que todavía estamos tratando de comprenderlo, si es que alguna vez conseguimos hacerlo del todo. Es difícil mirar a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos, y encontrar algo de lo que Platón no haya reflexionado. De alguna forma, para empezar a comprender, a comprendernos, siempre hay que volver a Platón. Y es que ese monumento cultural que es el sistema filosófico de Platón, se ha convertido con los siglos en uno de los principales cimientos de nuestra manera de comprender la vida y el mundo. Ya sea en la ciencia, la metafísica, la ética, el arte, la política o la propia religión, Platón siempre está ahí. En sus más de 25 diálogos aparecen tantos y tan variados temas, que resulta complicado encontrar rincones vacíos: el valor, la amistad, el amor, la piedad, la poesía, la virtud, la templanza, el mal, la belleza, la verdad, la justicia, el placer, la ciudad… ¿seguimos? Pero por encima de todo, quizás por debajo de todo, Platón es fundamentalmente un pensador político. Su más alto anhelo, su más supremo deber filosófico, es tratar de encontrar esa ciudad idílica, ese gobierno perfecto, en el que los hombres serán gobernados con justicia, en el que podrán vivir sus vidas de la manera más buena, vivir con lo que se tiene, vivir para lo que se vale. Una ciudad

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Page 1: Intro Platon

Platón es sin duda uno de los padres de nuestra cultura, de nuestra manera de

comprender, sentir y soñar la vida. Igual que nos lleva toda nuestra existencia reconocer

cuánto tenemos de nuestros padres, cuánto de ellos somos, lo mismo nos ocurre con

Platón. Es tal la influencia dejada en nuestra cultura que todavía estamos tratando de

comprenderlo, si es que alguna vez conseguimos hacerlo del todo. Es difícil mirar a

nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos, y encontrar algo de lo que Platón no

haya reflexionado. De alguna forma, para empezar a comprender, a comprendernos,

siempre hay que volver a Platón. Y es que ese monumento cultural que es el sistema

filosófico de Platón, se ha convertido con los siglos en uno de los principales cimientos

de nuestra manera de comprender la vida y el mundo. Ya sea en la ciencia, la

metafísica, la ética, el arte, la política o la propia religión, Platón siempre está ahí. En

sus más de 25 diálogos aparecen tantos y tan variados temas, que resulta complicado

encontrar rincones vacíos: el valor, la amistad, el amor, la piedad, la poesía, la virtud, la

templanza, el mal, la belleza, la verdad, la justicia, el placer, la ciudad… ¿seguimos?

Pero por encima de todo, quizás por debajo de todo, Platón es

fundamentalmente un pensador político. Su más alto anhelo, su más supremo deber

filosófico, es tratar de encontrar esa ciudad idílica, ese gobierno perfecto, en el que los

hombres serán gobernados con justicia, en el que podrán vivir sus vidas de la manera

más buena, vivir con lo que se tiene, vivir para lo que se vale. Una ciudad iluminada por

el conocimiento en la que disfrutar de la justicia y el bien. Pero una empresa de tamaña

envergadura necesitará de un hombre de esa misma talla. Por ello, Platón intentará la

más difícil e inabarcable de las tareas, explicarlo todo para todos, para que las sombras

de la ignorancia y la confusión no puedan acabar con ese sueño. ¿Lo consiguió? Claro

que no, pero se atrevió a hacer algo que ninguno de nosotros siquiera nos plantearíamos:

intentarlo.