integración de consideraciones de sostenibilidad en la cooperación para el desarrollo

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  • 7/28/2019 Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

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    F l o r e n t M a r c e l l e s i e I g o n e P a l a c i o s

    Integracin de consideracionesde sostenibilidad en la

    cooperacin para el desarrollo

    F l o r e n t M a r c e l l e s i e I g o n e P a l a c i o s

    Integracin de consideracionesde sostenibilidad en la

    cooperacin para el desarrolloFlorent Marcellesi ([email protected]) es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos del Instituto Nacional de Ciencias

    Aplicadas de Lyn (Francia) y urbanista por el Instituto de Ciencias Polticas de Pars. Especialista en cooperacininternacional (postgrado en el Instituto Hegoa, Bilbao), conjuga su trabajo en temas de sostenibilidad y participacin

    ciudadana con una intensa actividad en el movimiento verde vasco, espaol, francs y europeo. Socio de Bakeaz y coordinadordel centro EcoPoltica, escribe artculos para diferentes peridicos y revistas sobre temas relacionados con la ecologa poltica,el medio ambiente o cuestiones europeas e internacionales. Entre otros, ha publicado Desarrollo, decrecimiento y economa

    verde (The Ecologist para Espaa y Latinoamrica, 2007), Nicholas Georgescu-Roegen, padre de la bioeconoma(Ecologa Poltica, 2008) o El espejismo de los agrocombustibles (El Correo, 06/06/08), as como el estudio Ecologa

    poltica: teora, gnesis y praxis de la ideologa verde (Bilbao, Bakeaz, 2008).

    Igone Palacios Agndez es biloga, mster en Tecnologa y Gestin del Medio Ambiente por la Universidad de Vic(Barcelona) y diplomada en Estudios Avanzados en Ecologa. Es investigadora de la Universidad del Pas Vasco/EuskalHerriko Unibertsitatea, donde lleva la coordinacin y gestin tcnica del proyecto Evaluacin de los Ecosistemas del Milenio

    en Bizkaia, enmarcado dentro del programa Evaluacin de los Ecosistemas del Milenio, de las Naciones Unidas, queinterrelaciona el bienestar humano con la salud de los ecosistemas. Ha trabajado en diferentes proyectos de investigacin enecologa y medio ambiente, adems de participar en jornadas, seminarios, exposiciones y cursos relacionados con el medio

    ambiente y/o la cooperacin internacional.

    Dada la ntima interdependencia existente entre seres humanos, sociedades y naturaleza, preservar el planeta y sus ecosistemasdebe ser un objetivo prioritario de las polticas pblicas. En este contexto, la cooperacin internacional desempea un papel

    fundamental en la construccin de un escenario global de justicia ambiental y social. Sin embargo, se constata todava una faltade reflexin terica y materializacin prctica de la vinculacin entre la sostenibilidad y la cooperacin para el desarrollo. Este

    estudio trata de establecer un marco terico que plantee con claridad la interrelacin entre la sostenibilidad y el bienestarhumano y que cuestione los modelos de desarrollo vigentes y deseados, teniendo en cuenta los lmites biofsicos de la Tierra y la

    interdependencia ecolgica Norte-Sur. Adems, basndose en un anlisis del marco jurdico internacional, regional y local enmateria de medio ambiente y cooperacin, aporta unas primeras pautas para ayudar a incorporar consideracionesmedioambientales en la praxis diaria de la cooperacin internacional.

    Este estudio ha contado con la direccin cientfica de Roberto Bermejo Gmez de Segura (profesor del Departamento deEconoma Aplicada I de la UPV/EHU y responsable del rea de Economa sostenible de Bakeaz),Miren Onaindia Olalde

    (profesora de Ecologa y coordinadora de la Ctedra UNESCO sobre Desarrollo Sostenible y Educacin Ambiental de laUPV/EHU) yHernando Bernal Zamudio (ingeniero agrnomo por la Universidad de la Amazonia de Colombia).

    88

    CUADERNOS

    BAKEAZ

    bakeari buruzko dokumentazio eta ikerkuntzarako zentroacentro de documentacin y estudios para la paz

    POLTICAS DECOOPERACIN

    NDICE

    1. Introduccin 2

    2. Marco terico en torno a los conceptosde sostenibilidad y desarrollo 3

    3. Marco legal en materia de cooperacin

    y medio ambiente 9

    4. Unas primeras pautas para una cooperacin

    a la altura de los retos ecolgicos del siglo XXI 165. Conclusiones generales 20

    Notas 21

    Bibliografa 22

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    Introduccin

    Los seres humanos y las sociedades estn ntimamente inte-rrelacionados con la naturaleza. De los ecosistemas y de susfunciones los seres humanos obtenemos beneficios y servi-cios de provisin, de regulacin, culturales y de soporte, loscuales a su vez posibilitan la vida en el planeta (vase el cua-dro 1). Sin embargo, el uso inadecuado y abusivo que algu-nas sociedades han hecho y estn haciendo de estos serviciosde los ecosistemas especialmente a partir de la revolucinindustrial nos ha llevado a una situacin de crisis ambien-tal mundial. En esta situacin donde la crisis climtica yenergtica, la prdida de biodiversidad, la deforestacin o lacrisis alimentaria se interrelacionan y retroalimentan, laOrganizacin de las Naciones Unidas y la comunidad cient-fica internacional nos estn alertando de que estamos supe-rando la biocapacidad del planeta y que, por lo tanto, pue-den darse alteraciones que no tengan vuelta atrs. De hecho,

    el medio ambiente sufre impactos de origen antrpico de talmagnitud que las consecuencias reforzadas por la altainterdependencia ecolgica de los diferentes ecosistemas pla-netarios tienen implicaciones transfronterizas (Barreira,Ocampo y Recio, 2007: XIX), lo que est provocando unatransformacin acelerada de nuestro entorno y de sus diver-sos componentes a escala local y global. Adems, el modelode desarrollo que prima en la actualidad est provocando undeterioro medioambiental que profundiza las situaciones deconflicto y de inseguridad, as como los problemas de pobre-za y desigualdad social inter- e intrageneracional.

    Por estas razones, que se analizarn a lo largo del presen-te estudio, preservar el planeta y sus ecosistemas, tanto en elNorte como en el Sur,1 debe ser un objetivo prioritario de laspolticas pblicas. En este sentido, la cooperacin local e

    internacional desempea un papel fundamental a la hora deconstruir alternativas que posibiliten la conservacin de lanaturaleza y de los bienes y servicios que los ecosistemasproporcionan a la humanidad. Una cooperacin hacia la sos-tenibilidad y llevada a cabo a travs de criterios ecolgicosdonde adems se cuente con la participacin real de todaslas personas y agentes implicados en los procesos es unapiedra angular no slo para legar a las generaciones futurasun planeta sano y en paz, sino tambin para reducir la pobre-za y las desigualdades actualmente existentes entre el Nortey el Sur. Al fin y al cabo, las generaciones futuras, la natura-leza y las poblaciones del Sur son los beneficiarios directos eindirectos que la cooperacin al desarrollo debe tomar enconsideracin de forma integral y transversal en sus planesdirectores, programas y dems proyectos. En este sentido, latesis de este estudio no deja lugar a dudas: para conseguir lajusticia social y reducir a la mitad la pobreza mundial en elhorizonte del ao 2015 y ms adelante para asegurar lasupervivencia de la especie humana en condiciones dignas,es imprescindible incorporar las consideraciones de sosteni-bilidad en la teora y praxis de la cooperacin internacionalde un modo decidido y mucho ms claro.

    Constatamos que, hoy en da, a pesar de la existencia yexpansin de nociones avaladas por las agendas medioam-bientales como la del desarrollo humano sostenible, no se daal menos no de forma sistematizada y ms all de buenasintenciones una materializacin real de la puesta en prcti-ca de polticas y acciones concretas que trabajen de maneraconjunta la sostenibilidad y la cooperacin para el desarrollo.

    Con el nimo de suplir en parte estas carencias, este estu-dio se adentra primero en el marco terico para profundizaren la relacin existente entre el bienestar humano, la equidadNorte-Sur, el desarrollo y la sostenibilidad. A continuacinanaliza el marco poltico y legal que avala esta interrelaciny, posteriormente, proporciona unas primeras pautas o cla-ves que ayuden a incorporar en la praxis diaria consideracio-nes medioambientales.

    2

    Cuaderno 88

    11

    Las funciones de los ecosistemas, sus servicios y la Evaluacinde los Ecosistemas del Milenio

    Cuadro 1

    La naturaleza base esencial para la existencia de la vida humana y no humana nos provee de agua, alimentos,energa y materiales, y adems de estos beneficios relacionados con la provisin, los ecosistemas naturales propor-cionan a la sociedad diversos servicios culturales (recreativos, educativos, espirituales, estticos) y de regulacinmedioambiental (clima, inundaciones, enfermedades, calidad del agua, ciclos hdricos, secuestro de CO2), as comolos de apoyo o soporte propiamente dichos (ciclo de nutrientes, formacin del suelo) (Millennium EcosystemAssessment, 2005). Este concepto de los servicios de los ecosistemas, que fue sugerido inicialmente por John Holdren(Daily, 1997), hace referencia a los beneficios y servicios que la sociedad puede obtener de los ecosistemas, y surgedel paradigma de que los ecosistemas deben ser mejor conocidos y valorados, ya que los humanos dependemos deellos (Onaindia, 2007: 41).

    Desde esta perspectiva, la Evaluacin de los Ecosistemas del Milenio (Millennium Ecosystem Assessment, 2005)constituye el esfuerzo ms grande realizado hasta la fecha por la comunidad cientfica internacional (ms de 1.300cientficos de 95 pases involucrados) para evaluar las consecuencias que los cambios acaecidos en los ecosistemasdesencadenan en el bienestar humano, as como para establecer unas bases cientficas que orienten las acciones futu-ras que se lleven a cabo con el fin de reforzar la conservacin y el uso sostenible de la naturaleza y contribuir as aldesarrollo humano (Gonzlez y otros, 2008: 64). Los resultados de esta evaluacin ponen de manifiesto que el bienes-tar de la humanidad depende en gran medida de la diversidad biolgica y de la salud de los diversos ecosistemas del mundo, yaque stos contribuyen a cubrir las distintas necesidades humanas.* Asimismo, esta evaluacin plantea que, dadoslos estrechsimos vnculos existentes entre el bienestar humano y la salud de los ecosistemas, si el capital natural segestiona adecuadamente, ste puede generar una serie de servicios fundamentales para el bienestar y el desarrollosostenible de las poblaciones humanas (ibdem).

    * Atendiendo a la propuesta de desarrollo a escala humana realizada en 1986 por Max-Neef y otros expertos, las necesidades huma-nas fundamentales son nueve: subsistencia, proteccin, afecto, entendimiento, creacin, participacin, ocio, identidad y libertad.Todas ellas tienen una importancia equivalente. El ser humano cubre muchas de estas necesidades fundamentales gracias a sus

    relaciones sociales o vida en sociedad y a su relacin con el medio ambiente. Por lo tanto, las formas en las que los seres humanosnos relacionamos entre nosotros y con el medio ambiente cumplen un papel fundamental para nuestro bienestar y felicidad.

    Elaboracin propia.Fuente

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    Marco terico en torno a losconceptos de sostenibilidady desarrollo

    Este apartado se centra en el marco terico y conceptual quevincula la cooperacin para el desarrollo con la sostenibili-dad, dado que es de vital importancia que socialmente seasuma esta interconexin con el fin de aunar esfuerzos ypensar, planificar y actuar de forma integral hacia la sosteni-bilidad local y global. Considerando que las desigualdadessociales y la crisis ecolgica estn ntimamente relacionadas,entendemos que las posibles alternativas y soluciones almodelo de crecimiento econmico y patrones de consumoque priman en la actualidad deben darse partiendo de unavisin amplia, lo que implica estrechar los lazos existentesentre la cooperacin al desarrollo y la sostenibilidad. Sinembargo, actualmente no se da una vinculacin real entre laspolticas y planes de la cooperacin y el medio ambiente, y,

    adems, puede constatarse una falta de investigacin y siste-matizacin de metodologas al respecto. Mediante este anli-sis del marco terico conceptual, se ha procurado ahondar enlas posibles causas de esta falta de vinculacin efectiva, conel fin de vislumbrar unas posibles soluciones.

    I Bienestar humano y sostenibilidad:dos conceptos indisociables

    Desde su aparicin sobre la Tierra, el ser humano ha utilizadoy alterado los ecosistemas del planeta para dar respuesta a lasdemandas crecientes de recursos, lo que ha supuesto y siguesuponiendo un factor determinante en la transformacin delplaneta. La forma en la que el ser humano se ha relacionado

    con el medio ha variado a lo largo de la historia en funcin delas diferentes culturas y cosmovisiones, es decir, dependiendode los diversos modos de ver y entender el mundo. En estecontexto, la interdependencia e interrelacin de las diversasformas organizativas de los seres humanos con la naturalezase pueden catalogar de simbiontes o depredadoras: estas dosperspectivas de aproximacin a los sistemas naturales pro-porcionan una serie de estrategias que nos indican que el serhumano no se encuentra aislado del sistema natural, sino msbien que ambos estn en estrecha coevolucin (Norgaard ySikor, 1999: 45-46). Diamond (2004) recoge casos clsicos decoevolucin depredadora provocada por la degradacinantrpica del medio ambiente. Por ejemplo, la Isla de Pascuasufri una severa prdida de recursos y de poblacin, deriva-da de la sobreexplotacin y mala gestin de los recursos natu-

    rales especialmente de los rboles, de los que dependanpara todas las facetas de su supervivencia, mientras que ladesaparicin de las ciudades mayas en la regin mesoameri-cana parece estar relacionada con causas ecolgicas (Dia-mond, 2004; Lipietz, 2002) y sociopolticas (Ruz, 1993). En elcontinente europeo, destaca el caso de la crisis econmica,ecolgica, social y demogrfica que estall con la llegada de laGran Peste (en 1346), precisamente cuando Europa haba lle-gado a la total saturacin de su capacidad de carga y supoblacin se encontraba debilitada (Lipietz, 2002).

    Pero es a partir de la revolucin industrial cuando losimpactos que el ser humano ha causado sobre el medioambiente han aumentado en grado e intensidad de formadrstica y exponencial. La revolucin industrial, iniciada a lolargo del siglo XIX, trajo consigo importantes cambios socioe-

    conmicos, tecnolgicos, culturales, mentales, ideolgicos ypolticos, as como un notorio aumento en el uso de materia-les, marcando un momento clave en la Historia. Como conse-cuencia de los avances tecnolgicos, as como de la ideologaproductivista y consumista asociada a esta revolucin, las

    sociedades humanas han ocasionado fuertes transformacionesen el medio natural, especialmente acusadas en las ltimasdcadas, que han desencadenado una crisis ecolgica y civili-zatoria (Garrido, 2007: 31). Estas transformaciones ambienta-les han ido de la mano de un considerable ascenso econmicode los pases industrializados y de un desmesurado creci-miento de la poblacin mundial. No hay que olvidar queestos niveles de crecimiento econmico y poblacional nohabran sido posibles si no se hubiese dispuesto de materiasprimas abundantes y baratas como el carbn o el petrleo,que han sido esenciales para los procesos de industrializacin.

    Sin embargo, en las cuatro ltimas dcadas se estnponiendo de manifiesto los costes asociados a estas transfor-maciones del medio ambiente, sobre todo en cuanto a esca-sez de recursos, pero tambin en cuanto a la degradacin delos procesos reguladores, como son la purificacin del aire ydel agua, la regulacin del clima regional y local, o los ries-gos naturales y de salud (Onaindia, 2007: 42). Adems de lasamenazas que representan la prdida de biodiversidad, ladesertificacin o la deforestacin, destacan la crisis energti-ca y la crisis alimentaria como dos de los problemas ms gra-ves a los que se enfrenta la humanidad, dada su interrelacin

    con el resto de los problemas ambientales y debido a lasseveras implicaciones sociales que conllevan. Tanto la crisisenergtica, derivada del uso abusivo de combustibles fsiles,como la crisis alimentaria marcarn las decisiones polticasfuturas a escala internacional y, por ende, el rumbo de losproyectos de cooperacin (vase el cuadro 2).

    Segn el informe de las Naciones Unidas sobre la Evalua-cin de los Ecosistemas del Milenio (Millennium EcosystemAssessment, 2005), el 60% de los servicios de los ecosistemasexaminados se estn degradando o se usan de manera nosostenible: el agua dulce, la pesca de captura, los riesgosnaturales y las pestes, etc. Adems, los cambios que se han dadoen los ecosistemas estn aumentando la probabilidad de cambios nolineales y potencialmente bruscos, que implican sin duda unaprdida de oportunidades para gran parte de la poblacin

    actual, as como para las prximas generaciones. Por ejem-plo, la aparicin de enfermedades, las alteraciones bruscasde la calidad del agua, la creacin de zonas muertas en lasaguas costeras, el colapso de las pesqueras y los cambios enlos climas regionales tienen consecuencias importantes parael bienestar humano, al afectar a la salud de las poblacioneslocales o a los sistemas productivos y de subsistencia bsica.La prdida de riqueza de los suelos ya sea por contamina-cin directa, salinizacin o erosin perjudica tambin a laagricultura, lo que se traduce en problemas de nutricin paragran parte de la poblacin mundial, que utiliza la agriculturacomo recurso productivo bsico. Por otra parte, la degrada-cin de los ecosistemas y, por ende, de sus funciones y servi-cios podra empeorar considerablemente durante la primeramitad del presente siglo y ser un obstculo para la consecu-

    cin de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como lareduccin de la pobreza o del hambre. Tal y como se recogeen la figura 1, la integracin de la dimensin ecolgica en laspolticas de gestin es imprescindible para mantener el buenfuncionamiento de los procesos ecolgicos y la capacidad delos ecosistemas de producir servicios, y, por consiguiente,para alcanzar niveles de bienestar humano dignos.

    As, el hecho de estar consumiendo los recursos naturalespor encima de su capacidad autorreproductora y de carga(vase el apartado Lmites biofsicos, concepto de riqueza einterdependencia ecolgica Norte-Sur) disminuye la capaci-dad de la Tierra para sustentar a las generaciones futuras ytiene serias implicaciones sobre las desigualdades existentesactualmente entre los distintos pases y regiones del planeta(Gonzlez y otros, 2008). No hay que olvidar que la utilizacin

    de los bienes naturales no es slo insostenible por su desmesu-rado consumo, sino tambin por el desigual reparto de dichosbienes entre los diversos sectores del gnero humano. Los pasesindustrializados, que albergan el 15% de la poblacin mun-dial, ocupan aproximadamente una cuarta parte de la superfi-

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    Florent Marcellesi e Igone Palacios Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

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    cie continental y consumen el 50% de la energa fsil mundial,a pesar de disponer tan slo del 5% de las reservas petrolferas

    y del 8% de las reservas de gas natural (Sachs y Santarius,2007: 53-106). En cuanto a la situacin de los bienes alimenta-rios, destaca el hecho de que un tercio del consumo mundialde carne y pescado se produce en los pases industrializados apesar de su proporcionalmente menor poblacin, y llama laatencin el aumento en el consumo de estos productos en pa-ses emergentes, como en el caso de China. Asimismo, podra-mos resaltar el caso del caf y del cacao, ya que dos terceraspartes de estos productos se consumen en el Norte, aunquestos se producen exclusivamente en el Sur (ibdem). Todoesto deja patente que el Norte se apropia directa o indirecta-mente de recursos naturales (renovables o no) y de serviciosde ecosistemas en los pases del Sur, provocando graves con-flictos sociales, en particular con las poblaciones autctonasy/o indgenas (vase por ejemplo la problemtica asociada a

    los agrocombustibles en Latinoamrica [Marcellesi, 2008a]).Como argumenta Esteva, la dinmica econmica dominantese esfuerza y lucha por subordinar a los gobiernos y por sub-sumir bajo su lgica cualquier otra forma de interaccin socialen cada una de las sociedades que invade (2004: 88).

    Mientras que las causas de la destruccin medioambien-tal y del despilfarro de recursos naturales recaen principal-

    mente en los grupos y pases de mayor poder econmico2

    ylos beneficios de la utilizacin abusiva de los recursosambientales se han visto principalmente en el Norte, las con-secuencias negativas de la crisis ecolgica han perjudicado yperjudican sobre todo a los pases del Sur. De hecho, el gradode vulnerabilidad ante las crisis ambientales de unas sociedades yotras vara, al igual que vara el grado de vulnerabilidad delos diferentes componentes de una sociedad, en funcin de losrecursos con los que cada uno cuente para prevenir y mitigar losefectos de estas crisis3 (Duarte y otros, 2006: 105). As, hoy enda, son las poblaciones empobrecidas del Sur, as como lossectores ms desfavorecidos del Norte, los que se ven msafectados por la crisis ecolgica y los que presentan unamayor vulnerabilidad ante sus efectos. Esto es debido a quees precisamente el sector de la poblacin ms pobre el que

    ms depende del medio ambiente y del uso de recursos natu-rales, de los que obtienen alimento, refugio, medicinas,medios de vida y oportunidades para la generacin de ingre-sos. Esta situacin se ve agravada en el caso de los colectivosms desfavorecidos y vulnerables, como el de las mujeres,

    4

    Cuaderno 88

    La crisis energtica y la crisis alimentaria: dos caras de una misma monedaCuadro 2

    Adems del cambio climtico, la crisis energtica est fuertemente relacionada con el techo, o pico, del petrleo (peakoil en ingls), que corresponde al punto de inflexin a partir del cual la extraccin de petrleo por unidad de tiempoya no puede incrementarse, por grande que sea la demanda. Coincide con el momento en que la extraccin acumu-lada llega a la mitad de la cantidad total recuperable, y los esfuerzos tcnicos y financieros pueden disminuir la tasade declive, pero no invertir la tendencia a la baja de la extraccin. Al mismo tiempo, desde 1999 se est produciendouna escalada de los precios del petrleo, debido, por un lado, a la creciente incapacidad de la oferta y de los nuevosyacimientos para satisfacer una demanda que aumenta y, por otro lado, a la especulacin (Bermejo, 2008).

    Por estos motivos, cada vez hay ms regiones del planeta que no pueden permitirse el coste del petrleo y queven mermadas sus actividades y economas. De modo colateral esto llevar a una disminucin en las emisiones degases de efecto invernadero, pero al mismo tiempo provocar un aumento de las tensiones asociadas a la escasez derecursos.

    Las escaladas de precios del gas natural y, sobre todo, del petrleo han terminado por repercutir en los precios delos alimentos, lo que constituye uno de los factores relevantes que intervienen en la crisis alimentaria desatada acomienzos del 2008. Otros factores subyacentes a la crisis alimentaria mundial son la dieta crecientemente carnvorade los pases emergentes, los efectos del cambio climtico o el aumento de la demanda de biocombustibles de prime-ra generacin.

    No hay que olvidar que la produccin de la agricultura intensiva, la ms extendida en la actualidad, utiliza gran-des cantidades de energa fsil (para la maquinara agrcola, la produccin de abonos, el bombeo de agua, el trans-porte, la manipulacin industrial, etc.). Se confirma que la crisis alimentaria y la crisis energtica estn ntimamente rela-

    cionadas. Por lo tanto, y frente al techo del petrleo y al de otros combustibles fsiles, se plantea la necesidad dereestructurar el sistema agrario, propulsando la reduccin del consumo energtico y de la movilidad de los alimen-tos, a travs del fomento de los mercados locales y de modelos agrcolas menos intensivos en energa, como la agri-cultura familiar y ecolgica.

    Elaboracin propia a partir de de Bermejo (2008).Fuente

    Relacin entre la integracin de la dimensin ecolgica en las polticas degestin y el bienestar humano

    Figura 1

    Millennium Ecosystem Assessment (2005).Fuente

    Integracin ecolgica

    Buen funcionamientode los procesos

    ecolgicos

    Capacidad de losecosistemas deproducir servicios

    Bienestar humano Seguridad Salud Medios de vida Relaciones sociales Libertades y opciones

    Servicios de los ecosistemas Aprovisionamiento,

    alimentos, madera, etc. Regulacin (control de

    plagas, secuestro de CO2,etc.)

    Servicios culturales(recreativos, espirituales)

    Polticas sostenibles de gestin

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    quienes, al carecer por lo general de recursos privados ycumplir un papel social que las perfila como las responsablesdel cuidado y aprovisionamiento familiar y colectivo, sonms dependientes de los recursos naturales de gestin comu-nitaria (vase el cuadro 3). Ante los diferentes riesgos queconlleva la crisis ecolgica, las desigualdades sociales que-dan de manifiesto, ya que los colectivos ms vulnerables delas sociedades (los pobres, los ancianos, las mujeres, losnios, los pueblos indgenas, etc.) cuentan con menos recur-sos, no slo econmicos, sino tambin de informacin, deeducacin e incluso de autoestima, para prevenir y mitigarlos efectos de la crisis ecolgica (ibdem: cap. 8).

    Sin embargo, los efectos de esta crisis son cada vez msacusados, por lo que las sociedades del Norte tambin sufrendaos asociados a la degradacin de los ecosistemas y a la uti-lizacin poco racional de los recursos: aumento de las patolo-gas y enfermedades por factores ambientales (cnceres, enfer-medades respiratorias, etc.), mayor flujo de la inmigracinprovocada por causas ecolgicas (segn la ONU, los refugia-dos ambientales sern la principal causa de migraciones en elsiglo XXI), mayor incidencia de fenmenos climticos comoinundaciones, huracanes o sequas, y un largo etctera. De

    hecho, la crisis econmica que ha sacudido el mundo en elao 2008 est ntimamente relacionada con el desarrollo insos-tenible llevado a cabo hasta la fecha y con la escasez de recur-sos a l asociada, con especial incidencia en el petrleo.4

    El consumo ambiental, por lo tanto, adems de marcarlas relaciones entre el ser humano y la naturaleza, marca lasrelaciones entre los propios humanos (Sachs y Santarius,2007: 44). As, los conflictos sociales incluyendo las guerrascomo expresin extrema de los conflictos estn tambinaumentando a raz de la crisis ecolgica (Duarte y otros,2006: cap. 8). Ante la escasez de bienes y recursos ambienta-les, aumenta la competencia, se agrava la marginacin, seencarecen los productos bsicos y/o pierden calidad, yaumenta el precio de otras materias primas de inters estra-tgico. De hecho, muchas seales indican que la globaliza-

    cin de las crisis ecolgicas y los conflictos en torno a mate-rias primas estratgicas como el petrleo, el agua o losmetales nobles son desde hace tiempo la fuerza motriz y elindicio de una era de guerras por los recursos (MichaelKlare, en Sachs y Santarius, 2007: 7). El agua, por ejemplo, es

    un elemento clave en muchos de los conflictos y de las gue-rras contemporneas (como es el caso de la guerra rabe-israel de 1967). De hecho, un tercio de la poblacin mundialest sometida a tensiones por la escasez de agua (IPCC,2002), la cual est provocada y/o agravada por una malagestin, utilizacin y reparto de la misma. Frente a la opcinde la competencia, la inseguridad y la tensin poltica, lainterdependencia planetaria pone de manifiesto la necesidadde cooperar para crear sinergias y llevar a cabo una gestinadecuada de los recursos naturales que ayude en la preven-cin de conflictos. No hay que olvidar que la gestin sosteni-ble de los recursos ambientales ayuda a generar confianzaentre las diferentes regiones y grupos sociales, de modo quepuede proporcionar estabilidad y contribuir a la paz. Por lotanto, trabajar por la conservacin de la biodiversidad, de losrecursos naturales y, con ello, de las funciones de los ecosis-temas y de sus servicios, al mismo tiempo que reconocer lascorrespondientes racionalidades y prcticas culturales, eco-lgicas y econmicas de las poblaciones del Sur (Escobar,2004: 171), es trabajar por la justicia y la paz.

    I Lmites biofsicos, concepto de riquezae interdependencia ecolgica Norte-Sur

    En el mbito de la cooperacin, cada vez es ms reconocidapor lo menos sobre el papel la importancia de la sosteni-bilidad, as como la idea de que hay otras formas de desarro-llarse. As, determinados aspectos de la teora clsica del desa-rrollo de Rostow5 se han ido superando, lo que ha supuesto,por ejemplo, que los trminospases desarrollados ypases sub-desarrollados sean sustituidos por otros ms adecuados (comoNorte-Sur, enriquecidos-empobrecidos). A pesar de estosavances, el modelo de desarrollo planteado por Rostowsigue influyendo en las formas de hacer cooperacin: dealguna manera, la sociedad y en particular el mundo de lacooperacin han asumido e interiorizado parte del discurso

    economista y determinista, y, por lo tanto, se considera queel objetivo de las sociedades menos industrializadas es alcan-zar el nivel de desarrollo de las ms industrializadas, paraque as stas puedan disfrutar del bienestar y la felicidaddeseados. Sin embargo, de esta forma de pensar unidireccio-

    5

    Florent Marcellesi e Igone Palacios Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

    Gnero, medio ambiente y sostenibilidadCuadro 3

    Las diferentes posiciones sociales de hombres y mujeres, as como el conocimiento que han tenido tradicionalmentedel medio natural, implican que unos y otras tengan un papel y una visin diferente respecto al uso y gestin de losrecursos naturales. Tradicionalmente el gnero femenino ha estado ligado a la tierra y a la fertilidad, mientras que losvalores del gnero masculino que predominan en la actualidad se refieren a la fuerza, la competitividad, la agresivi-dad, etc. En definitiva, la formulacin de los conceptos de sostenibilidad est ms basada en los valores consideradosdel gnero femenino, tales como el respeto, la comprensin, la proteccin, la solidaridad, etc. (Mies y Shiva, 1993).

    A menudo, el papel social que cumplen las mujeres las perfila como las responsables del aprovisionamiento fami-liar y colectivo, tanto de recursos materiales como energticos (PNUMA, 2004). Segn el rol que tradicionalmente leha tocado desempear a la mujer como encargada del bienestar de su familia, las mujeres llevan a cabo funcionesclaramente definidas en:

    I La ordenacin de la fauna y la flora de los bosques, las tierras ridas, los humedales y la agricultura.I La recoleccin de agua, combustible y pasto para uso domstico y como fuente de ingresos.I La vigilancia de las tierras y el agua.

    Si falta agua, alimentos o combustibles, son ellas las primeras en apuntar esta necesidad y buscar soluciones. Alhacerlo, aportan su tiempo, energa, aptitudes y visin personal al desarrollo de las familias y las comunidades,desempeando un papel clave en la elaboracin de modos de produccin y consumo sostenibles y ecolgicamenteresponsables. En trminos generales, las mujeres dependen ms de los recursos de propiedad y gestin comunitaria,al carecer de recursos privados, por lo que tienden a defenderlos. Estos hechos se acentan en las comunidadespobres que dependen ms directamente de los recursos naturales. Por lo tanto, su experiencia en lo que respecta a la

    gestin del medio ambiente y la proteccin de la biodiversidad las convierte en una fuente de conocimientos quehay que valorar y potenciar (ibdem).

    Elaboracin propia a partir de PNUMA (2004) y Mies y Shiva (1993).Fuente

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    nal surgen preguntas que llevan a cuestionarse sus plantea-mientos de base y ponen de manifiesto que en ella subyacenvarias creencias errneas, as como diversas cuestiones rele-vantes que esta teora no tiene en cuenta.

    I Lmites biofsicos. En primer lugar, la visin depredadoradel modelo de desarrollo actual ha llevado a que la humani-dad est utilizando los recursos naturales ms rpidamentede lo que el sistema natural puede reemplazarlos. Incluso sitenemos en cuenta que la utilizacin de recursos y la pro-duccin de desechos no dependen slo de la importancia dela poblacin. Son el resultado del efecto combinado de lapoblacin, de los sistemas de produccin y de los modos deconsumo (Comisin Independiente sobre la Poblacin y laCalidad de Vida, 1998), hoy en da estamos sobrepasando lacapacidad de carga y de regeneracin del planeta. Dicho de otramanera, estamos superando la carga mxima que la humani-dad, en el sistema productivo y tecnolgico actual, puedeimponer de modo sostenible al medio ambiente para queste pueda sostener la actividad humana y regenerarse. Eneste sentido, numerosos estudios avalan una reduccin delcapital natural derivada de un tipo de desarrollo que no

    tiene en cuenta los lmites biofsicos del planeta.6

    El InformePlaneta Vivo 2008 de WWF (2008) afirma, por ejemplo, que lahuella ecolgica de la humanidad se ha duplicado con crecesdesde 1961, excediendo en la actualidad en casi un 30% lacapacidad del planeta de regenerarse. A pesar de esta situa-cin alarmante, la no consideracin de los lmites biofsicosdel planeta sigue siendo la tnica en las teoras del desarrollodominantes, como lo prueba la confianza irracional, inclusopor parte de los economistas que empiezan a reconocer losproblemas medioambientales, en la llamada curva medioam-biental de Kuznets.7 Sin embargo, esta teora no es vlida paracontaminantes con efectos a largo plazo e impactos y costesdispersos, no tiene en cuenta la alteracin de otras especiesni estudia la evolucin de los recursos no reproducibles(Arrow y otros, 1995; Bermejo, 2002).

    Por otro lado, la relacin del sistema socioeconmico consu entorno se fundamenta en la idea de la instrumentaliza-cin de la naturaleza y en una fe casi ciega en el progreso tec-nolgico. La ideologa dominante se basa de este modo en laidea de un ser humano fuera de la naturaleza y cuyo objetodesde esa perspectiva positivista es dominarla y some-terla.

    Sin embargo, al ignorar la interdependencia e interrela-cin con los procesos naturales y las limitaciones intrnsecasde la tecnologa, el homo oeconomicus se encuentra recorrien-do un callejn sin salida, hacia la extincin, destruyendo elplaneta y condicionando su propia existencia (Daly y Cobb,1989). As, debido al fuerte aumento de la presin sobre losecosistemas y del consumo energtico y a pesar de que elsistema es tecnolgicamente cada vez ms eficiente, la can-

    tidad de recursos naturales requerida por unidad de produc-to no disminuye con el progreso tcnico (Marcellesi, 2007),mientras que el capital natural no puede ser sustituido por elcapital tcnico, ya que ambos tienden a ser complementarios(Martnez Alier, 1995: 15).

    Ante un modelo de desarrollo que ha fructificado postu-lando la no finitud de la Tierra y apostando por la tecnologacomo sustituto del capital natural, los principios de la bio-economa o economa ecolgica8 afirman que la economano es ajena al sistema que la engloba, es decir, a la biosfera,por lo que la economa como subsistema debe desarrollarserespetando los mecanismos de regulacin de la biosfera, ysin pretender imponer un orden inverso. As, el desarrollohumano sostenible slo se puede conseguir si se respetan losmecanismos reguladores de las esferas humanas y naturales

    en las cuales se encuentra (vase la figura 2). Por lo tanto, siqueremos dejar en herencia a las generaciones futuras unmundo viable, los proyectos de cooperacin deberan ajus-tarse a las denominadas reglas de entrada y salida (Good-land y Daly, 2006, en Gonzlez y otros, 2008):

    I Regla de entrada: las tasas de extraccin de los serviciosrenovables se mantendrn siempre dentro de la capaci-dad de regeneracin de los ecosistemas que los producen,mientras que para los servicios no renovables, las tasasde agotamiento sern iguales a las tasas a las que se desa-rrollan servicios alternativos a travs de la tecnologa ylas inversiones.

    I Regla de salida: las emisiones de residuos deberan perma-necer siempre dentro de la capacidad de asimilacin delos ecosistemas.

    I Redefinicin del concepto de riqueza. El modelo actualde desarrollo basado en la produccin y consumo de masay que tiene como eje la cultura occidental contempor-nea sigue equiparando el bienestar de las personas conuna creciente acumulacin material. Muestra de ello es queel clculo actual de la riqueza de la nacin contina reali-zndose a travs del clculo del producto interior bruto(PIB),9 herramienta parcial que slo suma las riquezas llama-das productivas y no el conjunto de las riquezas sociales yecolgicas (Marcellesi, 2007), separando a los pases en ricosy pobres en funcin de su grado de produccin y consumo.10

    Sin embargo, en el clculo del PIB no se tienen en cuenta nilas externalidades positivas (el trabajo voluntario, el trabajodomstico, etc.) ni las externalidades negativas (la contami-nacin ambiental, las desigualdades sociales, etc.), y se con-tabilizan todos los gastos como positivos, incluidas las activi-dades que afectan negativamente al bienestar (como, porejemplo, los accidentes de trfico).

    Por otro lado, los conceptos de pobreza o riqueza, ade-ms de estar determinados por la situacin material y mone-taria, varan en funcin de la propia percepcin de los indivi-duos y de las sociedades, dependiendo de los colectivos y delos periodos temporales (Naredo, 2008: 43), al igual que suce-de con el concepto de la felicidad y su percepcin. Adems,el grado de bienestar de los seres humanos est ms biendeterminado por sus modos de relacionarse con otros seres

    humanos y con el medio que los rodea, y, en definitiva, porlas formas de cubrir las diferentes necesidades humanas, gra-cias entre otros a los bienes y servicios que los ecosistemasnaturales nos aportan.

    Por todo ello, durante los ltimos aos han proliferadodiversos ndices alternativos que intentan plasmar la calidadde vida o el bienestar de los seres humanos desde una pers-pectiva ms amplia que no englobe slo lo econmico omaterial. As, en 1990, basado en la reflexin de Amartya Sene impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD), surge el ndice de desarrollo humano(IDH), que, adems de los aspectos econmicos, toma enconsideracin otros aspectos relevantes como la educacin yla esperanza de vida de la poblacin. Sin entrar a discutir larelevancia de este ndice, el cual ha supuesto un hito en el

    mbito de la cooperacin internacional, hay que subrayarque el IDH no es suficiente porque no tiene en cuenta la problem-tica ambiental. Por lo tanto, a pesar de la dificultad y de laincertidumbre de los mtodos aplicados para la estimacindel valor de los ecosistemas, es necesario valorar convenien-temente la contribucin que los sistemas ecolgicos hacen ala economa, con el objetivo de no descapitalizar a una socie-dad que depende de este autntico capital natural. En estesentido, se han elaborado diversos indicadores e ndices mul-ticriteriales con el fin de valorar la riqueza de forma integralas como el impacto de los sistemas socioeconmicos en elmedio ambiente (vase el cuadro 4).

    Por ltimo, para superar el debate sobre la monetariza-cin de los servicios de los ecosistemas, es preciso sealarque la cuestin ecolgica pone en relieve que la naturaleza

    posee un valor de existencia intrnseca que la sita fuera delanlisis econmico y dentro del mbito de la decisin pbli-ca. Al convertir la cuestin ecolgica en una cuestin tica, esimportante dotarse de un marco general de condiciones(constricciones de sostenibilidad) dentro del cual se tomen

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    todas las decisiones econmicas, y tener claro que la decisin

    final es poltica y se adopta por medios democrticos, inclu-yendo todos los intereses afectados (Riechmann, 2006: 10).Trasladado al mbito de la cooperacin internacional, estosupone que para los programas y proyectos se tendran querealizar evaluaciones de impacto ambiental (por encima de

    cierto nivel de impacto), enumerar los beneficios monetariza-

    bles y no monetarizables y contar en todo el proceso de tomade decisiones con una representacin de todos los beneficia-rios directos e indirectos para estimar el valor de los serviciosde los ecosistemas (a travs de encuestas pblicas, procesosparticipativos, etc.).

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    Florent Marcellesi e Igone Palacios Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

    Las diferentes visiones del desarrollo y su grado de sostenibilidadFigura 2

    Elaboracin propia.Fuente

    Teoras (neo)clsicas Visin consensual Teora de la economa ecolgica

    Discurso No hay proteccin del Conciliar proteccin del No hay sostenibilidad delmedio ambiente medio ambiente, sistema humano si no se(ni proteccin social) equidad social y tiene en cuenta la capacidad

    sin un crecimiento crecimiento econmico. de carga y de regeneracineconmico sostenido. de la biosfera.

    Prioridad Econmica. Segn la corriente. Socioecolgica.

    Visin Corto plazo. Medio plazo. Largo plazo.

    Grado de Dbil. Media. Fuerte.sostenibilidad

    Concepcin de A. B y C. D.sostenibilidadsegn Dobson

    A B C D

    Biosfera Sistema social Sistema econmico

    Indicadores ambientales y multicriterialesCuadro 4

    En los ltimos aos, se han desarrollado varios indicadores que integran la variable ambiental:

    I La huella ecolgica. Concebido por Mathis Wackernagel y William Rees en la dcada de los noventa, este ndice cal-cula el impacto de una sociedad humana en la biosfera, en trminos del rea de tierra y mar biolgicamente pro-ductiva requerida para proporcionar los recursos que utilizamos y para absorber nuestros desechos. A pesar deser un ndice que no tiene en cuenta algunos impactos que el ser humano est causando en el medio ambiente,permite comparar el impacto ecolgico de diferentes modos de produccin y de consumo.

    I El ndice de progreso genuino (IPG). Ms conocido por sus siglas en ingls, el Genuine Progress Indicator (GPI)es un ndice alternativo que intenta medir el progreso desde una visin amplia. Para calcularlo, se restan lacontaminacin y la degradacin de los recursos, el crimen y otros infortunios econmicos de las ganancias,mientras que se aaden beneficios como el trabajo voluntario o la crianza de los hijos/as (ms informacin en).

    I El Well-Being Index (NWI). Propuesto por Vemuri y Costanza (2006), es un ndice de bienestar nacional que inclu-ye el valor del capital natural. Estos autores han realizado un trabajo sobre la relacin existente entre los ndicesde desarrollo y el grado de satisfaccin de la poblacin. Han demostrado que el ndice de desarrollo humano(que incluye el capital humano y el construido o manufacturado) y un ndice del valor de los servicios de los eco-sistemas (valor por kilmetro cuadrado, como un aproximacin al valor del capital natural) son factores muyimportantes en la explicacin del grado de satisfaccin de bienestar en los pases estudiados.

    I El Happy Planet Index (HPI). Es un ndice sobre el bienestar humano y los impactos ambientales ideado por la aso-ciacin inglesa NEF (New Economics Foundation), que mide el grado de felicidad de los habitantes de los dife-rentes pases del mundo en funcin no slo de su nivel adquisitivo, sino tambin de su cultura, gastronoma,esperanza de vida y, sobre todo, de los impactos ecolgicos que sufren (Marks y otros, 2006).

    Elaboracin propia.Fuente

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    I La interdependencia ecolgica Norte-Sur. A la hora dehablar de desarrollo, no se suele tener en cuenta en las teo-ras dominantes que, atendiendo a la concepcin clsica, nohay desarrollo sin subdesarrollo, y viceversa. El grado decrecimiento que han alcanzado los pases del Norte no habrasido posible sin los recursos naturales y humanos de los pa-ses del Sur, es decir, sin que stos acaparasen la mayor partede la produccin primaria del planeta. Del mismo modo, laspoblaciones del Sur no estaran en la situacin actual deinjusticia y desigualdad si no fuera por el tipo de crecimientoque se ha llevado a cabo en el Norte y que los dirigentes yempresarios del Sur han intentado imitar. Wallerstein (1979,2006 y 2007), uno de los principales tericos del anlisis delsistema-mundo, estudia las relaciones entre el centro y laperiferia a escala mundial, y afirma que hay un solo mundoconectado por una compleja red de relaciones de intercambioeconmico. Segn este socilogo, el sistema-mundo tiene uncentro que dirige y acumula la riqueza global, el cual seexpande sobre una periferia que es objeto de una explotacinsistemtica, y en el medio se ubica una semiperiferia quesirve de estadio promotor de nuevos centros. Asumiendoestas relaciones de intercambio econmico, se constata que la

    civilizacin industrial no se habra conformado tal y como laconocemos si no se hubiese dispuesto de recursos esencialespara la misma, como son los combustibles fsiles de la corte-za terrestre y los recursos biticos de las (ex)colonias y lainmensidad del espacio geogrfico a ellas asociado (Sachs ySantarius, 2007: cap. 5). De esta manera los pases del Nortehan contrado una deuda ecolgica con los pases del Sur(vase el cuadro 5). Asimismo, las sociedades industrializa-das del Norte global se mantienen y crecen gracias a la utili-zacin de extensiones cada vez mayores de ecoespacios delSur para la provisin de recursos y la absorcin de su conta-minacin y sus desechos (Mosangini, 2008). Por lo tanto,dado que el desarrollo de los pases enriquecidos se sustentaen buena medida en los ecosistemas de los pases empobreci-dos, la cooperacin centrada en la conservacin de los ecosistemas

    es algo ms que una obligacin tica de los pases donantes: es unaverdadera necesidad (Gonzlez y otros, 2008).Asumir esta interdependencia implica reconocer adems

    que el ingente consumo de recursos por parte de los grandescentros metropolitanos de la actualidad (Estados Unidos,Europa y Japn) es irrepetible en muchos lugares del mundo,y desde luego no es generalizable al resto de los pases delplaneta, como han afirmado diversos autores (por ejemplo,Sachs y Santarius, 2007; Naredo, 2008; Meadows, Meadows yRanders, 2006). Las dos principales dotaciones que permitie-ron el ascenso de la cultura industrial euroatlntica com-

    bustibles no renovables y enormes extensiones de tierras consus respectivos recursos biticos ya no estn disponibles(Sachs y Santarius, 2007: cap. 5). Por lo tanto, hoy en da no esposible imitar el proceso de desarrollo seguido por la civiliza-cin industrial, ya que a pesar de los avances alcanzados entecnologa y mejora de productividad, los recursos no son tanfcilmente accesibles ni se obtienen a tan bajo coste monetario.China nos recuerda esta realidad da a da, ya que el incre-mento de consumo en este y en otros pases emergentes,sumado a otros factores, como la escalada del precio delpetrleo o la aparicin de mercados alternativos (agrocom-bustibles) para productos tradicionalmente destinados a la ali-mentacin humana, est llevando a un aumento de precios enlos alimentos a escala mundial, por lo que la inseguridad ali-mentaria es cada vez mayor (como se ha visto en el cuadro 2).

    I Horizontes de superacin del modelodesarrollista

    Con el fin de avanzar hacia una sociedad en la que se apuestepor una sostenibilidad fuerte, donde los modelos socioeco-

    nmicos integren plenamente la dimensin ecolgica, en lasltimas dcadas se han concebido diversas teoras y movi-mientos, que reflejan que a diferencia del modelo determi-nista del desarrollo (tambin llamado desarrollismo o pro-ductivismo), existen diversos caminos que llevan hacia lasostenibilidad. As, aunque el trmino desarrollo sostenible seha ido difundiendo y popularizando, cierto es que generacontroversia, debido a su ambigedad y a la divergencia enlas formas de concebir su aplicacin (vase el cuadro 6).Diversos autores y grupos sociales no slo denuncian el aca-paramiento por los poderes fcticos del concepto de desarro-llo sostenible, sino que piden el abandono del propio concep-to de desarrollo. Ante el desarrollo realmente existente quepresentan por definicin opuesto a la sostenibilidad, recla-man el decrecimiento o elposdesarrollo a travs de la descoloni-

    zacin del imaginario colectivo y de la deseconomizacin(Latouche, 2008). Con estos trminos entienden el fin deldesarrollo y la necesidad de asociar con imaginacin los ele-mentos de la modernidad con los elementos supervivientesde la tradicin. Sealan que es preciso reconocer de formaclara y contundente el pluralismo del mundo y comprometer-se a emprender un largo proceso de regeneracin culturalaunque no exista ningn criterio universal para guiarlo. En sudeclaracin de mayo de 1992, la Red Internacional de Alterna-tivas Culturales al Desarrollo (INCAD) propona la elimina-cin progresiva de todas las deudas adquiridas para proyec-

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    Deuda ecolgica y relaciones Norte-Sur: quin debe a quin?Cuadro 5

    La deuda ecolgica hace referencia a la deuda histrica que el Norte tiene con el Sur principalmente a travs de ladeuda del carbono, la biopiratera,* el trfico de residuos y los pasivos ambientales. Pone de manifiesto esta reali-dad, y contabiliza el conjunto de impactos negativos que el crecimiento del Norte ha provocado en el Sur (ambienta-les, sociales, culturales, econmicos, etc.). Permite visualizar las diferencias existentes entre el Norte y el Sur en rela-cin con la explotacin del medio ambiente y respecto a las consecuencias negativas de los impactos ecolgicos(vanse, por ejemplo, Martnez Alier y Oliveras [2003] y Russi [2003]).

    El concepto de deuda ecolgica rene varios aspectos, como son el comercio ecolgicamente desigual, a travsdel cual los pases del Norte adquieren recursos naturales del Sur a bajo coste monetario, la ocupacin de espacioambiental ajeno o la contaminacin producida. Por lo tanto, este concepto tiene una implicacin moral, ya que setrata de reconocer las aportaciones de los pases del Sur a la industrializacin y a la economa de los pases delNorte, as como de sacar a la luz las deudas que los pases del Norte tienen respecto a los pases del Sur, lo que supe-rara con creces la deuda externa econmica que el Sur debe pagar al Norte.

    * La biopiratera es el acceso, uso y/o aprovechamiento ilegal, irregular y/o inequitativo de recursos biolgicos y sus deriva-dos, as como de los conocimientos tradicionales de los pueblos indgenas a ellos asociados, en especial mediante el uso de

    la propiedad intelectual, con la finalidad de irrogarse derechos exclusivos sobre ellos. Ms informacin en .

    Elaboracin propia.Fuente

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    tos de desarrollo de los pases del Sur, la reduccin del ingre-so per cpita de los pases del Norte a su nivel de 1960, latransformacin de las ayudas de las agencias de desarrollo encooperativas descentralizadas dedicadas a las adquisiciones ya la regeneracin del conocimiento, o el dilogo interculturalsobre el posdesarrollo entre los pueblos del Norte y del Sur.

    Desde el Sur y con el impulso de la ONG Accin Ecolgi-ca (Ecuador), que dio a conocer el concepto de la deuda eco-lgica, llega una propuesta parecida aunque no abierta-mente posdesarrollista llamada des-desarrollo,basadaen la des-urbanizacin, la des-globalizacin, la des-tec-nologizacin, la des-petrolizacin y la des-centraliza-

    cin de toda la economa y de nuestros modelos de vida.11

    Otros autores (por ejemplo, Meyer, 2000; Sachs y Santa-rius, 2007) plantean seguir un modelo de contraccin y conver-gencia, centrado en dos vas de desarrollo: una para los pasesindustrializados en vas de caminar hacia un desarrollo quesea sostenible, y otra para los pases no tan industrializadoscon la potencialidad de caminar directamente hacia un desa-rrollo humano sostenible. En los pases del Norte hay que apren-der de los errores y llevar a cabo un ajuste estructural, mientras queen los pases del Sur se trata de tomar desde el principio la direccinadecuada. Este modelo se basa en la idea de que las aspiracio-nes de cada pas deben ser compatibles con la sociedad mun-dial y la ecologa, de modo que se respeten los lmites de lanaturaleza y se d un reparto equitativo entre la ciudadanamundial del espacio ambiental global y de los recursos natu-

    rales. Por ello, este modelo plantea un desarrollo para todoslos pases (considerando las particularidades de cada uno)enmarcado en un objetivo comn: un consumo material yenergtico de las economas nacionales compatible con lascorrespondientes pretensiones de otros pases y circunscrito a

    la capacidad de carga de la biosfera (Sachs y Santarius, 2007:193) (vase la figura 3). Este modelo exige a los pases indus-trializados una contraccin o autocontencin, es decir, requie-re que estos pases disminuyan su elevado nivel de consumo12y racionalicen la utilizacin de los recursos. Por lo tanto, elmodelo de contraccin y convergencia plantea la idea de llevara cabo en el Norte un decrecimiento selectivo y justo, de modoque se aliente, a travs de vas nicamente democrticas, la con-traccin donde resulta necesario y el crecimiento donde esposible y deseable (Marcellesi, 2007). Del mismo modo, esdifcilmente cuestionable que los pases ms pobres tienenderecho a alcanzar al menos un umbral de dignidad (Larrain,2001) en la utilizacin de recursos que permita a todos los ciu-dadanos llevar una vida digna y converger como sociedadhacia los pases en contraccin (Sachs y Santarius, 2007: 195).

    Frente al modelo de desarrollo actual y a pesar de la exis-tencia de algunas diferencias tericas en torno al trminodesarrollo, este tipo de propuestas alternativas plantean conclaridad y de comn acuerdo la necesidad de superar lasactuales pautas de produccin y consumo. Por lo tanto, paraconseguir la justicia ambiental y social, la cooperacin parael desarrollo tiene como reto seguir refundando sus basestericas para evolucionar hacia una cooperacin para la sos-tenibilidad, donde el bienestar humano presente y futurodependa del capital natural, de la salud de los ecosistemas,de los lmites de la biosfera, de la interdependencia ecolgicaNorte-Sur y de nuestro propio concepto de riqueza.

    Marco legal en materiade cooperaciny medio ambiente

    A la hora de plantear la interrelacin existente entre la coope-racin para el desarrollo y el medio ambiente, es imprescin-dible indagar en el amplio marco legal que las diferentes ins-tituciones y organizaciones mundiales, europeas, estatales ylocales han ido elaborando durante los ltimos cuarentaaos. De hecho, estos convenios, declaraciones, leyes, planes

    directores o estrategias marcan las principales pautas norma-tivas que se aplicarn de forma directa o indirecta en las pol-ticas de cooperacin al desarrollo de cualquier comunidadautnoma o autoridad local. En este apartado nos propone-mos estudiar el ordenamiento jurdico que nos viene dado a

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    Florent Marcellesi e Igone Palacios Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

    Es el desarrollo sosteniblesostenible?

    Cuadro 6

    Popularizado en la Cumbre de la Tierra de 1992y definido generalmente como aquel que satis-face las necesidades del presente sin comprome-

    ter las necesidades de las futuras generaciones(CMMAD, 1988), el desarrollo sostenible secaracteriza por ser fruto de un consenso polticoproveniente de una convergencia de fuerzasentre los que abogan por la sostenibilidad fuer-te y los que lo hacen por la sostenibilidaddbil (vase anteriormente la figura 2). Por estarazn, no fija ninguna prioridad entre lo econ-mico, lo social y lo medioambiental, lo que lo haconvertido en una presa fcil para las corrientespolticas y mercantiles dominantes: de desarro-llo sostenible hemos pasado a un crecimientosostenible y a un sinfn de sinsentidos semnti-cos y tericos. A medida que han proliferadoms de doscientas definiciones del desarrollo

    sostenible que hacen hincapi en valores y prin-cipios distintos (Bermejo, 2001: 93), el conceptopeca de ambigedad y de falta de operatividad.Al mismo tiempo, representa, en cierto modo,una inflexin positiva en la reflexin sobre lafinitud del planeta e introduce dos conceptosbsicos para la cooperacin: la solidaridad espa-cial y la intergeneracional. En cuanto a los pasesdel Sur, el Informe Brundtland sigue apostandopor una nueva era de crecimiento, un creci-miento vigoroso, mientras preconiza la no gene-ralizacin del modelo del Centro a la Periferiaponiendo como lmite un aumento del productointerior bruto en una proporcin de 5 a 10.

    Elaboracin propia.Fuente

    Modelo de contracciny convergencia

    Figura 3

    Sachs y Santarius (2007: 194).Fuente

    Consumo de naturaleza

    Pases industrializados

    Pases en desarrollo

    Presente Futuro

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    nivel internacional, en la Unin Europea, el Estado espaol yla Comunidad Autnoma del Pas Vasco, y analizaremostanto la integracin horizontal y sectorial del medio ambien-te en el mbito de la cooperacin, como la integracin de lacooperacin en la legislacin medioambiental.

    I Declaraciones, convenios y objetivos

    internacionales: una base para lainterconexin del medio ambientey la cooperacin

    En la Declaracin de la Conferencia de las Naciones Unidas sobreel Medio Humano, que tuvo lugar en Estocolmo en 1972, apa-rece por primera vez en un documento internacional unaclara vinculacin entre el medio ambiente y la cooperacin aldesarrollo. En el punto 7 del prembulo, los pases firmantesmanifiestan lo siguiente: se requiere la cooperacin interna-cional con el objeto de allegar recursos que ayuden a los pa-ses en desarrollo a cumplir su cometido en esta esfera (Con-ferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano,1972). Esta amplia colaboracin entre las naciones y la

    adopcin de medidas por las organizaciones internacionalesen inters de todos, necesaria por el nmero cada vezmayor de problemas relativos al medio (punto 7), se tradu-ce en los siguientes principios de la declaracin:

    I Incluir medidas de conservacin del medio ambiente enlos planes de desarrollo de los pases del Sur (principio 12).

    I Fomentar, especialmente en los pases en desarrollo, lainvestigacin y el desarrollo cientficos referentes a losproblemas ambientales, tanto nacionales como multina-cionales (principio 20).

    I Ocuparse con espritu de cooperacin de las cuestionesinternacionales relativas a la proteccin y mejoramientodel medio ambiente (principio 24).

    A pesar de esta primera aproximacin, har falta esperar ala Cumbre de la Tierra de 1992, celebrada en Ro de Janeiro,para que se den pasos que permitan ahondar en estos princi-pios. Esta cumbre escenifica ms que nunca la popularizacina gran escala del concepto de desarrollo sostenible, introducidopor el Informe Bruntdland en 1987 (CMMAD, 1988), y lanecesidad de pensar globalmente, actuar localmente. LaDeclaracin de Ro sobre el medio ambiente y el desarrollo queser reforzada luego por la Declaracin de Johannesburgo del2002 tiene entre sus objetivos el establecer una alianzamundial nueva y equitativa mediante la creacin de nuevosniveles de cooperacin entre los Estados, los sectores clavesde las sociedades y las personas (CNUMAD, 1992a), lo quese materializa por ejemplo en redes como la de Countdown2010.13 Adems de incidir de nuevo, como en Estocolmo, en la

    necesidad de transferir tecnologas del Norte al Sur y en laresponsabilidad comn que incumbe a todos los pases, pode-mos mencionar los principios siguientes de la declaracin:

    I Proteccin del medio ambiente como parte integrante delproceso de desarrollo, que no podr considerarse deforma aislada (principio 4).

    I Cooperacin entre Estados con espritu de solidaridadmundial para conservar, proteger y restablecer la salud yla integridad del ecosistema Tierra (principio 7).

    I Ayuda a los Estados que resulten afectados por desastresnaturales u otras situaciones de emergencia que afecten elmedio ambiente (principio 18).

    I Carcter interdependiente e inseparable de la paz, el desa-rrollo y la proteccin del medio ambiente (principio 25).

    Adems, en lnea con algunos conceptos de la deuda eco-lgica, la Declaracin de Ro plasma que los pases desarro-llados reconocen su responsabilidad en la bsqueda inter-nacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones

    que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial yde las tecnologas y los recursos financieros de que dispo-nen (CNUMAD, 1992a).

    Pero, ms all de la declaracin, la Cumbre de Ro se pro-pone concretar sus principios generales a travs de acuerdosinternacionales en los que se respeten los intereses de todos yse proteja la integridad del sistema ambiental y de desarrollomundial. Sumndose a los dems acuerdos multilateralessobre el medio ambiente (vase el cuadro 7), son tres los con-venios de Ro que estructuran esta orientacin de las NacionesUnidas hacia un desarrollo socioambiental y mundial equili-brado: la Convencin marco de las Naciones Unidas sobre el cambioclimtico (CMNUCC; Naciones Unidas, 1992), el Convenio sobrela diversidad biolgica (CNUDB; CNUMAD, 1992b) y la Conven-cin de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificacin(CNULD; Naciones Unidas, 1994).14 Cada uno de estos conve-nios reconoce en sus prembulos que los desafos ambientalesrequieren una respuesta internacional y la cooperacin inter-nacional ms efectiva, coordinada y amplia posible, no slo delos Estados y organizaciones intergubernamentales, sino tam-bin del sector no gubernamental. Adems, la CMNUCCmanifiesta que cada pas tiene que intervenir de conformi-

    dad con sus responsabilidades comunes pero diferenciadas, suscapacidades respectivas y sus condiciones sociales y econmi-cas (Naciones Unidas, 1992), indicando as una mayor res-ponsabilidad de los pases del Norte que de los pases del Sur.De igual manera, se hace el mismo hincapi en los tres conve-nios en la cooperacin internacional, sea cientfica o tcnica, atravs de proyectos de desarrollo, investigacin cientfica, dis-tribucin de recursos financieros, fortalecimiento de las insti-tuciones nacionales e intercambio de expertos (artculo 18 delCNUDB o artculo 12 del CNULD).

    Estos tres convenios, asimismo, dejan patente que no seconseguir luchar contra el cambio climtico, la desertifica-cin y la prdida de biodiversidad si no se cuenta con lapromocin, la elaboracin y la aplicacin participativa deprogramas de educacin, formacin, capacitacin y sensibili-

    zacin de las instituciones y de la ciudadana (arts. 4.1.i y 6.iide la CMNUCC; art. 13 del CNUDB; art. 19 del CNULD). Apesar de que los artculos citados subrayan la necesidad derealizar labores de educacin y sensibilizacin en los pasesen desarrollo, no se descarta la importante labor de sensibili-zacin medioambiental y de las repercusiones mundiales dela crisis ecolgica en el Norte. Como vemos, la cooperacininternacional, en todas sus dimensiones, es un eje central quese introduce tanto de forma horizontal (es decir, en cualquierpoltica y proyecto de cooperacin internacional) como secto-rial (inversiones y proyectos de cooperacin directamentedestinados a cumplir estos acuerdos) para garantizar el cum-plimiento de estos convenios. Por ltimo, los tres conveniosponen de relieve que la cooperacin bilateral, multilateral,descentralizada15 y a travs de organizaciones no guberna-

    mentales tienen que contar con una pluralidad de actores,entre los cuales las autoridades locales y las ONG desempe-an un papel central (vanse, por ejemplo, el artculo 7.l de laCMNUCC y el artculo 13.i del Protocolo de Kioto).

    En septiembre del 2000, la Asamblea General de lasNaciones Unidas aprueba la Declaracin del Milenio, quemarca un hito en la voluntad de luchar contra la extremapobreza. En esta declaracin, el respeto a la naturaleza apare-ce como uno de los valores fundamentales [] para las rela-ciones internacionales en el siglo XXI, dado que slo aspodremos conservar y transmitir a nuestros descendienteslas inconmensurables riquezas que nos brinda la naturaleza(2000: 2). En el apartado IV, denominado Proteccin de nues-tro entorno comn, se hace fuerte hincapi en el apoyo alos principios del desarrollo sostenible, incluidos los enun-

    ciados en el Programa 21, convenidos en la Conferencia delas Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarro-llo, as como otros convenios de Ro (ibdem: 6). De esta ini-ciativa, se extraen ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio(ODM), que comprometen a los pases firmantes con una

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    nueva alianza mundial para reducir los niveles de extrema

    pobreza y cuyo plazo clave (simblico?) es el ao 2015.El objetivo nmero 7 de los ODM se centra en el entornonatural y se propone Garantizar la sostenibilidad del medioambiente a travs de cuatro metas:

    I Incorporar los principios de desarrollo sostenible en laspolticas y los programas nacionales y reducir la prdidade recursos del medio ambiente (meta A).

    I Reducir significativamente la prdida de diversidad bio-lgica en el 2010 (meta B).

    I Reducir a la mitad el porcentaje de personas que carecende acceso a agua potable (meta C).

    I Mejorar considerablemente las condiciones de vida de loshabitantes de las zonas marginales urbanas en el 2020(meta D).

    Aunque el ttulo deja entrever un prisma principalmentemedioambientalista, constatamos que se incide tambin enlos aspectos humanos y sociales de la sostenibilidad (metas7C y 7D). Adems, tal y como plantea el PNUD en su Infor-me sobre Desarrollo Humano del ao 2003, el objetivo 7tiene, a su vez, una importancia fundamental para alcanzarlos otros siete objetivos (2003: 125). Por ejemplo, observamosque la seguridad alimentaria de los pobres depende a menu-do de los bienes y servicios de los ecosistemas (objetivo 1);que, siendo las mujeres y las nias las que mayoritariamentese encargan de la recogida del agua y del combustible, si laaccesibilidad a estos recursos es limitada, la disponibilidadde tiempo y de oportunidades de estas mujeres y nias parala formacin, alfabetizacin y realizacin de actividades

    generadoras de beneficios se ver mermada (objetivo 3); oque hasta el 20% de las enfermedades que afectan a los pa-ses en desarrollo puede deberse a factores de riesgo ambien-tal (objetivo 6). En el objetivo 7 se manifiesta que la supera-cin de estos y otros problemas ambientales har necesario

    prestar una mayor atencin a la situacin de los pobres, lo

    que conllevar establecer un nivel de cooperacin mundialsin precedentes. De esta forma, se deja claro que muchosproblemas ambientales mundiales (el cambio climtico, laprdida de la diversidad de especies, el agotamiento de lasreservas pesqueras mundiales) nicamente pueden solucio-narse mediante asociaciones entre pases ricos y pobres, loque implica un fortalecimiento del objetivo 8 (fomentar unaasociacin mundial para el desarrollo) (ibdem: 135).

    Para completar el repaso al marco jurdico a nivel inter-nacional, dedicamos unas lneas a la relacin entre los pue-blos indgenas y el medio ambiente en la legislacin interna-cional (vase el cuadro 8).

    I Luces y sombras de la cooperacin en

    materia de medio ambiente en la UninEuropea

    Los artculos 177 a 181 del ttulo XX del Tratado Constitutivode la Comunidad Europea establecen la poltica europea en elmbito de la cooperacin al desarrollo, poltica complementa-ria de la que realicen los Estados miembros.16 En particular, elartculo 177.3 manifiesta que la Comunidad y los Estadosmiembros respetarn los compromisos y tendrn en cuentalos objetivos que han acordado en el marco de las NacionesUnidas y de otras organizaciones internacionales competen-tes (Unin Europea, 2006: 126). De este modo, la UninEuropea hace suyas las declaraciones y convenios internacio-nales en el mbito medioambiental y sus diferentes compro-misos y prioridades. En la Estrategia de la Unin Europea para

    un desarrollo sostenible se plantea, por ejemplo, que la UE y susEstados miembros deben aplicar una cooperacin efectivacon los dems pases y con las diferentes instituciones inter-nacionales, como el Programa de las Naciones Unidas para elMedio Ambiente (Comisin de las Comunidades Europeas,

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    Florent Marcellesi e Igone Palacios Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

    Principales acuerdos multilaterales sobre el medio ambienteCuadro 7

    En la actualidad se encuentran en vigor ms de 250 acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente, entre los cua-les destacamos los siguientes:

    I Convencin sobre los humedales (1971): firmada en Ramsar (Irn), constituye el marco para la accin nacional yla cooperacin internacional en pro de la conservacin y el uso racional de los humedales y sus recursos.

    I Convencin sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora Silvestres (CITES, 1975):vela por que el comercio internacional de especmenes de animales y plantas silvestres no constituya una amena-za para su supervivencia.

    I Protocolo de Montreal (1987): se refiere a la reduccin de la produccin de gases cuya presencia en la atmsferase considera la principal causa del adelgazamiento en la capa de ozono.

    I Convenio de Basilea (1989): establece normas destinadas a controlar a escala internacional los movimientos trans-fronterizos y la eliminacin de residuos peligrosos para la salud humana y el medio ambiente.

    I Convencin marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climtico (1992), firmada en Nueva York el 9 de mayode 1992.

    I Convenio sobre la diversidad biolgica (1992), firmado en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el MedioAmbiente y el Desarrollo, celebrada en Ro de Janeiro (Brasil).

    I Convencin de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificacin en los pases afectados por sequa grave odesertificacin, en particular en frica (1994), firmada en Pars.

    I Protocolo de Kioto (1997): aunque fue adoptado el 11 de diciembre de 1997, entr en vigor el 16 de febrero del

    2005, con la firma de Rusia, despus de que 55 naciones que suman el 55% de las emisiones de gases de efectoinvernadero lo ratificaran. Sigue sin revalidarlo Estados Unidos, principal pas emisor de gases de efecto inverna-dero del planeta.

    I Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgnicos persistentes (2001): pretende proteger la salud humana yel medio ambiente de los productos qumicos que permanecen en los ecosistemas durante largos periodos detiempo.

    I Convenio de Rterdam (2004): constituye un procedimiento de consentimiento previo fundamentado aplicable aciertos plaguicidas y productos qumicos peligrosos objeto de comercio internacional.

    I Protocolo de seguridad de la biotecnologa (2003): tiene como objetivo contribuir a la transferencia, manipulaciny utilizacin seguras de organismos vivos modificados.

    Elaboracin propia.Fuente

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    2001a: 10). Asimismo, se subraya el papel central de los con-venios de Ro en la cooperacin internacional (ComisinEuropea, 2006). Este compromiso normativo est presente

    tambin en la Declaracin conjunta [] del Consejo, del Parla-mento Europeo y de la Comisin sobre [] El consenso europeosobre desarrollo, donde la UE se fija como meta alcanzar parael ao 2015 los Objetivos de Desarrollo del Milenio y comoobjetivo prioritario la reduccin de la pobreza en el mundo enel marco del desarrollo sostenible. Estas instituciones euro-peas establecen como meta convertir el medio ambiente enobjetivo prioritario de los gobiernos de los pases pobres yluchar a nivel mundial y en cooperacin con el Sur por redu-cir los modos de consumo y produccin no sostenibles:

    Ayudaremos a los pases en desarrollo a aplicar losAcuerdos Multilaterales sobre el Medio Ambiente y afomentar iniciativas relacionadas con el medio ambienteque favorezcan a las personas en situacin de pobreza.

    (Parlamento Europeo, Consejo y Comisin, 2006)Por otro lado, la revisin de la Estrategia de la Unin Euro-

    pea para un desarrollo sostenible propone, igualmente, incluir laproblemtica del desarrollo sostenible en todas las polticasexteriores de la UE [], entre otras cosas convirtindolo enun objetivo de la cooperacin multilateral y bilateral para eldesarrollo (Consejo de la Unin Europea, 2006: 21). Estatransversalidad ha sido reforzada a travs del Sexto Progra-ma de Accin de la Comunidad Europea en materia deMedio Ambiente, Medio Ambiente 2010: el futuro est ennuestras manos, aprobado por el Parlamento y el Consejo,donde el apartado dedicado a la poltica exterior ambientalde la Unin seala como eje la integracin de las preocupa-ciones y objetivos ambientales en todos los aspectos de las

    relaciones exteriores de la Unin Europea. Adems, esteprograma hace particular hincapi en la aplicacin de losconvenios internacionales, especialmente sobre el clima, labiodiversidad, los productos qumicos y la desertificacin(Comisin de las Comunidades Europeas, 2001b).

    La Comisin Europea elabor tambin una estrategia paraintegrar los retos del cambio climtico en el contexto de lacooperacin al desarrollo, basndose en la poltica de desa-rrollo de la Comunidad Europea, los Objetivos de Desarrollodel Milenio (ODM), los resultados de la Cumbre Mundialsobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo del 2002, laConvencin sobre Cambio Climtico y el Protocolo de Kioto.De forma ms genrica, es interesante resaltar que el progra-ma temtico para el medio ambiente y la gestin sosteniblede los recursos naturales (lo que incluye temticas energti-cas) en materia de cooperacin internacional cuenta con unpresupuesto de 804 millones de euros para el periodo 2007-2010 (EuropeAid).17

    Sin embargo, aunque existen planes y estrategias relevan-tes para que las polticas comunitarias sean coherentes conel desarrollo sostenible mundial y con sus compromisosinternacionales (Consejo de la Unin Europea, 2006: 20),podemos dudar de que los objetivos fijados por la UE enmateria de cooperacin internacional coincidan plenamentecon su propia estrategia comercial. Alberdi Bidaguren (2006)expresa as esta duda:

    Una poltica comercial comn que insista en mantener elactual sistema de exclusin y asimetra de las reglaseconmicas y comerciales internacionales est encontradiccin con una poltica de cooperacin quepretende atajar la pobreza de los pases en vas dedesarrollo a travs de los ODM.

    I en Espaa

    En Espaa, la cooperacin internacional viene regulada porla Ley de Cooperacin Internacional para el Desarrollo(LCID, 1998). En su artculo primero, la LCID deja claro quela cooperacin espaola impulsar procesos de desarrolloque atiendan [] la sostenibilidad y regeneracin del medioambiente. Aunque sigue apostando por un modelo de cre-

    cimiento econmico duradero (art. 2.d), establece comometa el desarrollo sostenible humano, social y econmicopara contribuir a la erradicacin de la pobreza en el mundo(art. 3). De forma ms concreta, la LCID fija como prioridadsectorial la proteccin y mejora de la calidad del medioambiente, conservacin racional y utilizacin renovable ysostenible de la biodiversidad (art. 7.e). La LCID manifiestatambin el respeto [del Estado espaol] a los compromisosadoptados en el seno de los Organismos internacionales.

    Por otra parte, el Plan Director de la Cooperacin Espaola2005-2008 que dedica su cuarto captulo al aumento de lascapacidades para mejorar la sostenibilidad ambiental18afirma que la Cooperacin Espaola reconoce el papel claveque los recursos naturales juegan en la consecucin de losODM (Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperacin,

    2005: 31), y aade: La Cooperacin Espaola considera queatender los problemas medioambientales que ms afectan alos pobres es fundamental para reducir de forma sosteniblela pobreza (ibdem: 58).

    Adems, cabe subrayar en clave positiva que la coopera-cin espaola posee un documento dedicado ntegramente almedio ambiente en su mbito de trabajo: la Estrategia de lacooperacin espaola en medio ambiente. En este documentomarco, especifica estos compromisos internacionales quedefine como un acervo comn universal, y enumera losprincipales acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente(SECIPI, 2002: 32).

    Tanto la Estrategia de la cooperacin espaola en medioambiente como el Plan Director de la Cooperacin Espaola con-sideran el medio ambiente en sus dos dimensiones, horizon-tal y sectorial. Segn la Secretara de Estado para la Coopera-cin Internacional y para Iberoamrica (SECIPI),

    La dimensin horizontal implica que la necesidad derespetar el medio ambiente sea tenida en cuenta en todos

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    Cuaderno 88

    Pueblos indgenasy medio ambiente

    Cuadro 8

    Los pueblos indgenas se caracterizan por poseerrecursos naturales y patrimonios culturales sig-nificativos para la humanidad. Sin embargo, pre-

    sentan los peores ndices de desarrollo humanoen el mundo. A partir del trabajo realizado por laOficina Permanente de los Pueblos Indgenas delas Naciones Unidas, se concret en el 2007 laDeclaracin de los Derechos de los Pueblos Ind-genas, que resalta lo siguiente en relacin con elmedio ambiente y la cooperacin internacional:

    Artculo 26. [] Los pueblos indgenas tienen dere-cho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tie-rras, territorios y recursos que poseen en razn de lapropiedad tradicional u otra forma tradicional deocupacin o utilizacin, as como aquellos quehayan adquirido de otra forma. []Artculo 29. Los pueblos indgenas tienen derecho a

    la conservacin y proteccin del medio ambiente yde la capacidad productiva de sus tierras o territo-rios y recursos. []Artculo 39. Los pueblos indgenas tienen derecho ala asistencia financiera y tcnica de los Estados ypor conducto de la cooperacin internacional parael disfrute de los derechos enunciados en la presen-te Declaracin.

    Elaboracin propia a partir de AsambleaGeneral de las Naciones Unidas (2007).

    Fuente

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    los sectores, programas y proyectos de la CooperacinEspaola. La dimensin sectorial incluye lasintervenciones especficamente dirigidas a proteger ofacilitar mejoras en el medio ambiente de nuestros sociosen el desarrollo. (Ibdem: 5)

    Respecto a la estrategia horizontal, pone de relieve su

    doble faceta: preventiva y propositiva. Por un lado, al serpreventiva, la cooperacin al desarrollo no debe tener unimpacto negativo en el medio ambiente, y los proyectosdeberan incorporar medidas paralelas para mitigar y com-pensar adecuada y proporcionalmente aquellos impactos quelas sociedades receptoras consideren como inevitables (ib-dem: 23). Por otro lado, al ser propositiva, la estrategia secto-rial agrupa, coordina y organiza aquellos proyectos cuyoobjetivo central est referido clara y expresamente al desa-rrollo sostenible y el medio ambiente (ibdem: 32). En opi-nin de la SECIPI, representa un doble desafo metodolgico:

    I Establecer las condiciones para que un proyecto puedaestar integrado en el sector Defensa del Medio Ambiente.

    I Asumir dentro del sector de manera plena y orgnica las

    otras dos prioridades horizontales: Lucha contra la Pobre-za y Promocin de la Igualdad entre Mujeres y Hombres.(Ibdem: 32)

    En este contexto, se desarrollan varios programas regio-nales de inters, como el programa Azahar, en la cuencadel Mediterrneo, o el Araucaria, en Latinoamrica (vase elcuadro 9). Sin embargo, segn Gonzlez y otros (2008), lasupuesta horizontalidad del medio ambiente se ha quedadosobre el papel y no ha sido llevada todava a la prctica, loque explica que el conjunto de polticas y programas secto-riales se caractericen por su carencia de integracin ambien-tal. Adems, y a pesar de un incremento en la Ayuda Oficialal Desarrollo (AOD) ambiental espaola a travs de organis-mos multilaterales, la inversin en sostenibilidad pierde

    terreno como porcentaje de la AOD bilateral espaola.Por ltimo, es preocupante sealar que el Pacto de Estadocontra la pobreza, firmado a finales del 2007 por todas las fuer-zas polticas presentes en el Congreso, no contiene casi nin-guna referencia a la sostenibilidad como tal, ni estableceninguna relacin clara y directa entre la lucha contra lapobreza y la proteccin del medio ambiente.

    En cuanto a la legislacin ambiental espaola, y mientrasotros pases como Suiza s que integran estas cuestiones

    (vase el cuadro 10), no aparece ninguna mencin a la coope-racin internacional y a los pases del Sur. La Ley de Respon-sabilidad Medioambiental (26/2007, de 23 de octubre) slo serefiere con el trmino cooperacin a la colaboracin entre Esta-do y comunidades autnomas y a la relacin con otro Estadomiembro de la Unin Europea en caso de que un daomedioambiental o una amenaza inminente lo pueda afectar(art. 8). De igual manera, en el texto refundido de la Ley deEvaluacin de Impacto Ambiental de proyectos del 2008, losefectos transfronterizos slo se refieren a las consecuenciasambientales que puede tener un proyecto en otro Estadomiembro de la Unin Europea, en ningn caso en otros pa-ses limtrofes o pases ms alejados de Espaa.

    Por ltimo, en el mbito comercial, las inversiones e ini-ciativas diplomticas de apoyo a las transnacionales espao-las son en muchos casos contradictorias con la actuacin destas, como puede ser el caso de Repsol o Unin Fenosa enColombia (Ramiro, Gonzlez y Pulido, 2007). En materia demedio ambiente, tienen una responsabilidad muy importan-te las transnacionales de la energa cuyas inversiones produ-cen impactos econmicos, sociales y ambientales contrarios alos objetivos planteados por la cooperacin al desarrollo. Por

    sus actividades de exploracin, explotacin, extraccin,almacenamiento, transporte y distribucin, daan no slo losecosistemas locales y regionales sino que afectan tambin a lasalud de las poblaciones (especialmente de las mujeres, comose ha visto en el cuadro 3) y su calidad de vida, e implican almismo tiempo una fuerte militarizacin de las zonas petrole-ras (Gonzlez, Sez y Lago, 2008: 32-33). Adems, estasactuaciones en el Sur contradicen totalmente el mensaje deestas mismas empresas en el Norte, que, gracias a un marke-ting verde pronunciado, venden la sostenibilidad de sus acti-vidades y su fuerte compromiso social.19

    I y en el Pas Vasco

    La Ley de Cooperacin para el Desarrollo de la Comunidad

    Autnoma del Pas Vasco, de febrero del 2007, seala en suprembulo el progresivo deterioro del medio ambiente y ladestruccin definitiva de la biodiversidad como uno de loscomponentes que obligan a la CAPV a disear polticas acti-vas en materia de cooperacin internacional basadas en elconcepto de desarrollo humano sostenible (de hecho, el con-junto de los documentos referidos a la cooperacin en el PasVasco utilizan este concepto y dejan de lado los trminos rela-tivos al crecimiento). Al igual que las leyes europeas y espa-

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    Florent Marcellesi e Igone Palacios Integracin de consideraciones de sostenibilidad en la cooperacin para el desarrollo

    Los programas regionales Araucaria y AzaharCuadro 9

    En el marco de la estrategia sectorial de la cooperacin espaola en medio ambiente, estn en marcha dos progra-mas definidos como unos instrumentos de desarrollo sostenible de poblaciones locales histricamente marginadas(SECIPI, 2002: 33): Araucaria y Azahar.

    El programa Araucaria, lanzado en 1997, se centra en conjugar la conservacin de la biodiversidad con accionesque buscan el desarrollo de la poblacin local y el fortalecimiento institucional y organizativo. Para llevarlo a cabo,se coordinan cuatro ministerios Asuntos Exteriores, Medio Ambiente, Economa y Ciencia y Tecnologa y cincocomunidades autnomas. Principalmente en Latinoamrica, trabaja en proyectos piloto integrales en reas de altovalor ambiental en las que confluye la frontera agrcola con reas naturales protegidas. Sus cinco lneas temticasson la biodiversidad y los pueblos indgenas, el ecoturismo, la produccin sostenible, las energas renovables, y lagestin y planificacin ambiental.

    El programa Azahar se puso en marcha en el ao 2001 y cuenta con la participacin de los ministerios de MedioAmbiente, Economa, Ciencia e Innovacin, Industria y Asuntos Exteriores, as como de diez comunidades autno-mas y de la Fundacin Biodiversidad. Busca el desarrollo en materia de proteccin del medio ambiente, conserva-cin de los recursos naturales y desarrollo sostenible en la cuenca del Mediterrneo (sureste de Europa, OrienteMedio y Magreb). Apunta hacia la integracin de todos los agentes privados y pblicos para fomentar la concentra-cin de las acciones en materia de desarrollo sostenible en reas concretas naturales, rurales o urbanas. Tiene sietembitos de actuacin: conservacin de suelos, gestin sostenible del agua, energas renovables, turismo sostenible,produccin sostenible, saneamiento ambiental, y planificacin y gestin medioambiental.

    Elaboracin propia a partir de SECIPI (2002), y .

    Fuente

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    olas, la ley vasca se compromete a cumplir los acuerdosinternacionales de proteccin del medio ambiente. A pesar deello, en el artculo 3, sobre los Principios orientadores de la

    poltica de cooperacin para el desarrollo, el medio ambienteslo aparece en el punto 2, donde se recuerda que las actua-ciones de cooperacin para el desarrollo se tienen que llevar acabo siempre que no atenten contra los derechos humanos,el medio ambiente y los compromisos adquiridos en conve-nios internacionales. Es decir, mientras que los derechoshumanos o la igualdad de gnero se presentan de forma posi-tiva en puntos especficos (compromiso, consecucin,promocin, fomento, etc.) de esta ley, la proteccin delmedio ambiente slo aparece en este artculo con una frmulanegativa y como limitacin al desarrollo de las acciones decooperacin. Aun as, es importante sealar que esta ley fijaen su artculo 4 como objetivo de la cooperacin vasca lagaranta de sostenibilidad de las acciones de desarrollo, que,propiciando el cuidado del entorno natural y del medio

    ambiente, aseguren la capacidad de generaciones futuraspara satisfacer sus propias necesidades (4.1.b), y como prio-ridad sectorial, la proteccin del medio ambiente, su conser-vacin y la mejora de su calidad, as como la utilizacin racio-nal, renovable y sostenible de la biodiversidad (5.d).

    El Plan Estratgico y Director de la Cooperacin para el Desa-rrollo 2008-2011, que toma como referente los Objetivos deDesarrollo del Milenio (Gobierno vasco, 2008a: 7), concretams su compromiso ambiental, haciendo especial hincapien el cambio climtico, que debe ser la oportunidad paraformular una nueva agenda de desarrollo y una nueva insti-tucionalidad global democrtica (ibdem: 15). El plan sebasa tambin en el concepto de deuda ecolgica a favor delos pases empobrecidos (ibdem: 60). Por lo tanto, y siguien-do un marco terico a priori cercano a planteamientos de

    sostenibilidad fuerte, plantea la ecologizacin de la coopera-cin al desarrollo:

    La sostenibilidad ecolgica no va a ser planteada entrminos de polticas curativas, que compensen los

    efectos medioambientales negativos de los procesos decooperacin al desarrollo, sino en trminos de polticaspreventivas, que integren la relacin desarrollo humano

    y medio ambiente como una unidad en el diseo de losproyectos. (Ibdem: 60)

    Al reconocer adems que los enfoques transversales nosuelen ser incorporados a las diferentes iniciativas de coope-racin, o, en el caso de serlo, lo hacen desde una perspectivatangencial (ibdem: 21), especifica que la sostenibilidad eco-lgica es una lnea transversal que se debe incluir en los pro-yectos al desarrollo, accin humanitaria y educacin para eldesarrollo. Sin embargo, mientras que las dems lneas trans-versales derechos humanos, enfoque de gnero, capacita-cin local son tambin reas sectoriales, la sostenibilidadecolgica no se beneficia del rango de