ideología y política en star wars
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Ideología y política en Star Wars, Parte I: La República
INTRODUCCIÓN
Saludos, mis queridos geeks. Como bien sabrán, mañana es 4 de mayo, el día de Star Wars, por aquello de May the Fourth
be with you, y porque tradicionalmente los Episodios de esta magna saga se estrenaban en mayo. Y como yo soy un
maldito friki de Star Wars (ya les he hablado de mi relación amor-odio con esta serie), no podía dejar que esta fecha pasara
desapercibida. Por ello, hoy les dejo una entrada especial conmemorativa.
Cuando estaba estudiando la carrera en la Universidad, como parte de la materia de Taller de Investigación (que es algo así
como una preparación para hacer una tesis), elaboré un análisis sobre la visión histórica de George Lucas en su saga de Star
Wars. A la maestra le gustó mucho y creo que la verdad me salió muy bien (y habría podido ser mi tesis, pero las reglas de
la carrera me obligaban a tratar una obra de literatura hispánica). Por desgracia he perdido el trabajo original, así que este
post que les presento va prácticamente empezando de cero. Esto, sin embargo, nos da una muy buena oportunidad,
porque en ese entonces no se había estrenado el Episodio III, del cual se pueden estudiar muchas cosas más, y que con
gusto incluyo en este análisis. Además, como no es un trabajo académico, puedo relajarme con el rigor y decir una que otra
palabrota
Ninguna obra narrativa está exenta de un componente ideológico, aún si el autor es ignorante al respecto. El propósito de
este análisis es detectar las posturas ideológicas, políticas e históricas de Star Wars, incluyendo no solamente los seis
episodios canónicos, sino también algo del Universo Expandido, pero limitándonos al periodo histórico correspondiente a la
caída de la República, la Guerra de los Clones, el Imperio y la Rebelión.
Aviso: Los que siguen este blog sabrán que soy un liberal de izquierda (en mi perfil de Facebook, bajo "Ideología", me
describo como de "izquierda friki"). La honestidad me obliga a decirlo porque bien puede ser que mis propias opiniones
sesguen el resultado de este análisis. Es bien sabido que los análisis de obras de arte suele inclinarse en favor de la
ideología de quien las analiza. Así un conservador bien puede decir que El Quijote defiende valores tradicionales, y un
liberal puede decir que El Quijote es una obra que transgrede y se rebela contra los valores de su época. Así, yo sólo puedo
presentarles esta propuesta de interpretación, y ya ustedes decidirán si tiene sentido.
Eso sí, no me lo saco de la manga, porque resulta que Lucas también es un demócrata liberal (que es algo así como lo más
de izquierda que se puede ser en Estados Unidos) y no lo digo sólo por lo que se trasluce en su obras, sino por lo que él
mismo ha declarado en entrevistas, documentales y los comentarios que acompañan las ediciones en DVD. Esas mismas
declaraciones son tomadas en cuenta para este análisis.
Una cosa más: para este texto asumo que los lectores ya habrán visto las películas de Star Wars, así que no sólo hay toda
clase de spoilers, sino que no me detengo a explicar qué pasa cuándo ni quién hizo qué, excepto cuando vale la pena hacer
un énfasis. En general, sumo que ya todos saben de qué diablos estoy hablando.
HACE MUCHO TIEMPO EN UNA GALAXIA MUY, MUY LEJANA...
Además de ser una saga familiar de aventura épica, con misticismo, magia y un innegable feeling mitológico, Star Wars es
también la historia de una democracia (la República Galáctica) que entra en decadencia ante el ascenso del poder de las
corporaciones trasnacionales (Federación de Comercio y otras similares) y que tras una guerra civil (Guerra de los Clones)
se transforma en una tiranía fascista (el Imperio Galáctico), y de una revolución (la Alianza Rebelde) que finalmente derroca
a dicha tiranía y restablece la democracia, regenerada y vuelta a sus orígenes (la Nueva República).
Pero la historia de la caída y regeneración de una sociedad tiene su paralelo en la historia de la caída y redención de un
individuo: Anakin Skywalker, pues Star Wars es también la saga de él y su familia, así que no puedo dejar de hablar de ello.
Y desde luego, no se podría abordar estas historias sin tomar en cuenta a los agentes del bien y del mal, es decir los Jedi y
los Sith respectivamente, y cómo ellos se relacionan con la visión ideológica de la generalidad de la saga.
Así pues, debemos comenzar por el principio, siguiendo la cronología interna de la serie (Episodios I al VI):
LA REPÚBLICA GALÁCTICA
Una democracia en decadencia
La República Galáctica del Universo de George Lucas se inspira, según palabras del mismo autor, en la República Romana,
pero en cuanto a sus instituciones, funcionamiento y organización es en realidad más parecida a las democracias burguesas
occidentales del mundo contemporáneo. Además de Roma, Lucas ha comparado su historia de una transición de
democracia a tiranía con la Francia Napoleónica y la Alemania de Hitler. No son pocos comentaristas quines la han
comparado con los Estados Unidos contemporáneos, y en particular con la era Bush, y el mismo Lucas ha admitido que esa
comparación, si bien no es intencional (Lucas no pretendía hacer una alegoría de un sólo momento histórico en específico)
es completamente válida.
Pues, la República, tal como la conocemos en el Episodio I es una democracia electoral y representativa. Consiste en la
unión de los diferentes mundos (sistemas) que integran la Galaxia. Cada sistema es libre y autónomo, pero hay leyes
generales que deben aplicarse en toda la República.
El Senado Galáctico es el poder principal de la República, tiene su base en el mundo central de Coruscant y está compuesto
por representantes de todos los mundos. Los representantes son electos o designados, dependiendo del mundo que los
envía. Aparte de poderes legislativos, el Senado tiene otras facultades y así, el Senado Galáctico tiene mucho en común con
la Asamblea General de la ONU.
De entre ellos mismos, los senadores eligen a un Canciller Supremo, quien ostenta el poder ejecutivo. Además, se
menciona la existencia de unas Cortes (poder judicial), así como de una extensa burocracia, aunque no se especifica qué es
lo que hace (si nos atenemos a la experiencia, probablemente no hagan nada).
La República, decíamos, es una democracia electoral y representativa. Pero se encuentra en decadencia y es que, al fin y al
cabo, resulta ineficiente para impedir la existencia de organizaciones criminales interestelares (Black Sun o el Clan Hutt), o
para aplicar las leyes en los mundos periféricos (la permanencia de la esclavitud en Tatooine) o, para el tema que nos
compete, el crecimiento de las corporaciones.
En Episodio I el villano principal es una poderosa corporación trasnacional (o más bien, interestelar), la Federación de
Comercio. Se trata de un ente que prácticamente controla el comercio en la Galaxia. Es tan poderosa que posee un ejército
privado propio y cuenta con representación en el Senado, a pesar de no tratarse de un Estado.
La Federación y sus dirigentes son retratados como avariciosos, inescrupulosos y corruptos; despóticos cuando tienen la
ventaja, cobardes cuando se ven en una situación desfavorable. Sus acciones en Star Wars sólo pueden calificarse como
criminales. El enorme poder que ostentan pone en peligro a la democracia en la República, y de hecho logra bloquearla
efectivamente.
Ahora bien, creo que es bastante claro que Lucas está manifestando una postura política: el poder ilimitado de las
corporaciones es un peligro para la democracia. Las corporaciones tienen tanto poder en nuestro mundo real que pueden
cometer toda clase de delitos, incluso verdaderos crímenes, y salir impunes. El mismo Lucas llegó a decir que era irónico
que de joven estuviera en contra de las corporaciones (es un chico de los 60, no se olvide) y que ahora fuera el dueño de
una (que ya vendió a Disney, una corporación todavía más malvada que la Federación de Comercio, si me preguntan).
Ya desde el texto inicial de Episodio I, se nos dice que el origen de todo este jaleo es que la administración del entonces
Canciller Supremo, Finis Valorum, estaba intentando imponer medidas regulatorias que limitasen el poder de las
corporaciones; en específico, se planteaba la taxación de las rutas comerciales. La Federación de Comercio responde
imponiendo un bloqueo militar al planeta Naboo, para presionar al Senado y que dichas medidas no sean aprobadas. Es
decir, aquí vemos a una corporación presionando a un gobierno para que no se apliquen medidas que afecten sus
intereses, justo como ocurre en el mundo real.
Presentándose como oposición a la democracia decadente de la República, está la democracia verdadera del planeta
Naboo, gobernado por la joven Padmé Naberrie, con el nombre de Reina Amidala.
Ahora bien, esto es un poco confuso: Star Wars es, en principio, una saga de fantasía heroica que recoge muchos
elementos de los mitos clásicos. En una historia así, el título de "presidente" sonaría extraño, mientras que títulos más
románticos como "rey", "reina" y "princesa" están más ad hoc para la atmósfera de "cuento de hadas espacial".
Pero, por otro lado, George Lucas cree firmemente en la democracia y quiere hacer una historia en la que se ensalcen sus
valores en oposición a los de la tiranía. Entonces se inventa la tradición de Naboo, según la cual muchachas jóvenes,
entrenadas desde muy temprana edad en las artes políticas, son electas como reinas del planeta por un periodo
delimitado. Así, Lucas puede tener a sus reinas, pero al mismo tiempo mantener su discurso pro-democrático.
No se especifica cuánto dura cada periodo, pero en Episodio II se dice que una reina sólo puede gobernar por dos de ellos,
y se menciona que cuando Padmé cumplió su segundo periodo, mucha gente quería cambiar la Constitución (o sea, hay un
régimen constitucional en Naboo) para que ella pudiera gobernar por más tiempo, a lo que Padmé misma se negó, y
explicó sus razones para ello: "Un gobierno populista le da al pueblo lo que quiere, no lo que necesita", una de las frases
que mejor manifiesta la ideología política de Lucas. Él está a favor de la democracia, no de la demagogia que manipula al
pueblo fingiendo cumplir sus deseos; en el poder se debe tener gente capaz y responsable, no personas complacientes.
Bien, decíamos que el régimen verdaderamente democrático y funcional de Naboo, que está al servicio del pueblo sin
lisonjearlo (y por lo que sabemos está libre de corrupción), se opone a la decadente democracia de la República. La misma
Padmé, joven e ingenua, se da un duro golpe cuando, por causa del bloqueo impuesto por la Federación de Comercio, debe
escapar de su mundo. Conoce así que en planetas como Tatooine la esclavitud persiste. Su desconcierto e indignación
quedan de manifiesto en la conversación que sostiene en la choza de los Skywalker:
PADME: Es increíble que aún exista la esclavitud en la Galaxia. Las leyes de la República...
SHMI: La República no existe aquí, jovencita.
La respuesta de Shmi, esclava y madre soltera, es contundente. Padmé se da cuenta de que ese ideal al que servía, no
alcanza a erradicar la injusticia en la Galaxia. El mensaje de Lucas parece que ser que todas nuestras celebradas
instituciones democráticas modernas, ya sea por falta de voluntad o de capacidad, no alcanzan a acabar con la injusticia, la
pobreza y la explotación en el mundo contemporáneo.
Más aún, cuando viaja a Coruscant, centro de la República, Padmé se percata de que ese ideal democrático es casi
inexistente. Los senadores son corruptos y se enfrascan en debates inútiles, los burócratas están en la nómina de la
Federación de Comercio y el Canciller Valorum, aunque bien intencionado, tiene poco poder real. El circo en el que se ha
convertido el Senado queda en evidencia en la escena en que Padmé, como Reina de Naboo, se dirige a esta máxima
institución de la República y acusa a la Federación de Comercio de haber invadido su planeta. Los representantes de la
Federación reclaman asegurando que las acusaciones son ridículas y que no hay pruebas de tal invasión. El debate se
vuelve interminable.
Aquí es cuando debemos hablar del principal vilano de la saga: Palpatine. En Episodio I él es senador por Naboo, y aparece
como amigo y consejero de Amidala. Pero en realidad es un poderoso lord sith que se hace llamar Darth Sidious y que, de
formas astutamente maquiavélicas, conspira y manipula para hacerse con el poder, destruir la República y establecer un
Imperio... pero esto último viene después.
El ascenso de Palpatine es lento y sutil, para lo cual el malvado sith tiene mucha paciencia. Su primer paso hacia el poder
absoluto lo da manipulando a Padmé. Ella, desesperada e impotente ante la corrupción que impera en la República, se deja
convencer de que si el gobierno de Valorum no puede imponer justicia, lo que se necesita es un "gobierno fuerte".
Entonces la joven reina, siguiendo los consejos de Palpatine, propone un voto de desconfianza al gobierno del Canciller,
moción que tiene como resultado que se vote la destitución de Valorum para después elegir a un nuevo Canciller (que
resulta ser Palpatine, de acuerdo con el plan).
Como sabemos, Padmé se decepciona porque ni esas medidas logran salvar a su mundo de la ocupación militar (y por lo
que se dice, dicha ocupación fue monstruosa, con campos de concentración y masacres, aunque nada de eso aparece en
escena), así que decide embarcarse y enfrentar a la Federación de Comercio con ayuda de los Jedi, los Gungans y muchos
efectos especiales. Y claro, triunfa. Pero ésta es ya la parte épica y de mucha acción y emociones cuando lo que nos
interesa es la parte aburrida de la política.
Palpatine logra su propósito, se convierte Canciller Supremo de la República y poco a poco comienza a concentrar más y
más poderes en su persona, lo cual, como sabemos, lleva finalmente a la instauración del Imperio Galáctico.
Lucas nos propone tres modelos políticos. Primero, el de la democracia corrupta e ineficiente, que no logra acabar con la
injusticia y se ve impotente ante el crecimiento del poder de las corporaciones. Segundo, el del "hombre fuerte", que se
plantea como la solución a dicha corrupción e ineficiencia. Pero el gobierno del "hombre fuerte" resulta una trampa, pues
conforme acumula poder se va erosionando esa democracia por cuya protección fue electo en primer lugar. Tercero, la
democracia verdadera, humana, honesta y funcional de Naboo, pero que por tratarse del gobierno de un mundo pequeño
y periférico, no puede influir en el inevitable destino de la República.
Sin embargo, la transición de la democracia a la dictadura no se da tersamente. Es necesaria una guerra civil. Pero ése será
el tema de la próxima entrada. Hasta entonces, que la Fuerza os acompañe.
Ideología y política en Star Wars, Parte II: La Guerra de los Clones
En la entrada anterior analizamos a la República Galáctica como un democracia en decadencia. En esta ocasión veremos
cómo esta democracia se transforma en una tiranía.
A muchos fans de SW les molesta el contenido político de la saga, sienten que está fuera de lugar en una historia de
fantasía épica y, me imagino, hubieran preferido que el plan de Palpatine para convertirse en Emperador de la Galaxia
hubiera sido más clásico y sencillo, tipo "Voy a crear un ejército de Uruk-Hai y a lanzarlos sobre la Tierra Media", en vez de
las sutiles y maquiavélicas maquinaciones de Palpatine.
De lo que no se dan cuenta es de que los planes de Palpatine son en realidad jodidamente brillantes, y que si ustedes se
alucinaron con los comploteos del Joker y de Loki es porque no han estado poniendo atención a las últimas ocho horas de
precuelas de Star Wars. Porque una democracia no se convierte en totalitarismo no más por llegar Voldemort con sus
mortífagos y asesinar a medio mundo.
Se requiere de eliminar a los poderes fácticos rivales, de crear el ambiente social adecuado, de obtener el apoyo de
sectores poderosos, de hacerse con el control de las fuerzas armadas y las instituciones políticas. Y qué mejor forma de
lograrlo que con una guerra civil.
LA GUERRA DE LOS CLONES
El fin de la democracia
Decíamos que en la República existían diversos poderes fácticos, además del gobierno (Senado, Cancillería, Cortes): los
Jedi, las organizaciones criminales y, sobre todo, las corporaciones. La corrupción de la República y la debilidad de los
últimos gobiernos había permitido, para tiempos de Episodio I, que corporaciones como la Federación de Comercio
adquirieran un poder tal que ponían en peligro la democracia y a veces de plano la nulificaban. Su reacción
desproporcionada a los intentos de la administración de Finis Valorum de taxar las rutas comerciales para reducir su poder
es el mejor ejemplo de lo dicho.
Con el ascenso de Palpatine a la Cancillería, comienza su gobierno de "hombre fuerte" que va acumulando poder en su
persona. Esto pone en peligro la cuasi omnipotencia de la Federación de Comercio, así que tiene que buscar una salida
alternativa...
Por si el discurso anticorporativo de Lucas no había quedado claro al hacer de la Federación de Comercio el villano de
Episodio I, en Episodio II conocemos a sus aliados: otras corporaciones trasnacionales (o interestelares, da igual): el Clan
Bancario, el Gremio de Comerciantes y la Tecno-Unión.
No sé ustedes, pero sus nombres hasta me recuerdan a instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial y Organización Mundial de Comercio. Puede ser mi idea, pero parece que aquí Lucas está queriendo decirnos algo,
pues han sido constantes las críticas contra estas instituciones, acusadas de, a cambio de ayuda financiera, imponer en los
países en vías de desarrollo medidas políticas y económicas que favorecen a las corporaciones trasnacionales del Primer
Mundo y así minimizan o nulifican la democracia verdadera en dichos países "ayudados".
En fin, para organizar a estas corporaciones llega el Conde Dooku, antiguo Jedi, que le propone a la Federación formar una
entidad política independiente de la República: la Confederación de Sistemas Independientes. Dooku manifiesta un
compromiso absoluto con el capitalismo. Y no es choro mío, el Databak de starwars.com lo describía con esas mismas
palabras, antes de convertirse en la actual Enciclopedia (lo recuerdo muy bien, porque lo citaba en ese trabajo de
investigación del que les conté en la entrada anterior). Es decir, Dooku les prometía la creación de una entidad
fundamentada en el capitalismo irrestricto en la cual las corporaciones podrían perseguir sus fines a sus anchas y sin
intervención de ningún Estado. El sueño de gente como Nute Gunray y Milton Friedman.
Tampoco es casualidad que Lucas nombre a esa entidad la Confederación, o simplemente los Separatistas, en paralelismo
con la Confederación de Estados de América, el nombre oficial de la facción sureña esclavista y separatista en la Guerra
Civil Americana (uno de los temas históricos que más le apasionan, según declaraciones del mismo Lucas), como si quisiera
hacer un paralelismo entre los sureños que querían "ser libres para poder seguir practicando el esclavismo", con las
corporaciones que quieren "ser libres para poder seguir practicando el capitalismo salvaje".
Si bien es cierto que algunos sistemas se unen a la Confederación porque consideraban que la República era demasiado
corrupta, otros fueron ocupados militarmente por las fuerzas separatistas, porque querían poseer dichos mundos ya sea
por sus recursos o sus posiciones estratégicas. En los mundos ocupados, la Confederación cometía toda clase de crímenes
de guerra, asesinatos en masa, uso de armas experimentales y demás. Es decir, está clarísimo que en la Guerra de los
Clones los Separatistas son los malos.
La República, claro está, no tiene ninguna intención de dejar que casi la mitad de sus sistemas la abandonen. Los Jedi, sin
embargo, no son suficientes como para luchar en una guerra a gran escala, y entonces la República depende del ejército de
clones creado en el mundo exterior de Kamino, supuestamente mandado a hacer por el Jedi Syfo-Dyas 10 años antes (es
decir, para tiempos de Episodio I). Así comienza la Guerra de los Clones, entre la República Galáctica y la Confederación de
Sistemas Independientes.
Pero resulta que (chan, chan, chan) ¡todo es plan de Palpatine! El Conde Dooku es en realidad un Sith que ha adoptado el
nombre de Darth Tyrannus, y es el aprendiz del Señor Oscuro, el mismo Darth Sidious / Palpatine. Es más, fue Dooku quien
asesinó a Syfo-Dyas, se hizo pasar por él y ordenó la creación del ejército de clones (para lo cual contrató a Jango Fett).
Dooku, líder de los Separatistas, en realidad estaba trabajando para Palpatine. O sea: con la Guerra de los Clones, Palpatine
se había creado un conflicto bélico en el cual él controlaba ambos bandos. Fucking brilliant!
¿Y para qué? ¿Cuáles eran los propósitos de Palpatine al hacer estalla la guerra? ¿Qué ganaba? Lo siguiente:
1.- Eliminar a los poderes fácticos rivales.
A) Para asegurar la destrucción de las corporaciones, Palpatine debía no sólo lograr su derrota, sino que la guerra se
prolongara lo más posible para acabar con toda su fuerza. Al final del conflicto, no sólo sus ejércitos habían sido
prácticamente aniquilados (incluyendo la muerte de sus líderes militares, el Conde Dooku y el general Grievous), sino que
Palpatine envía a su nuevo aprendiz, Darth Vader, a asesinar a los líderes separatistas, con todo y que éstos ya sólo querían
rendirse. Después de tres años de guerra, el principal poder rival de Palpatine deja de existir.
B) Los Jedi no tenían poder político, pues no intervenían en los asuntos públicos y, en su compromiso total con la
democracia, respetaban las decisiones del Senado, aunque no estuvieran de acuerdo con ellas. También tenían un poder
militar limitado: al inicio de la Guerra de los Clones, sólo existían unos cuantos cientos de caballeros Jedi distribuidos por la
Galaxia. Sin embargo, Palpatine sabía que los Jedi, por ese mismo compromiso con la democracia (y por el detalle de que
Palpatine era un Sith), no le permitirían establecer su dictadura. Necesariamente debían quitarlos del camino para cumplir
sus propósitos. Con la Guerra de los Clones, no sólo muchos Jedi murieron inevitablemente en el campo de batalla, sino
que se mentuvieron alejados de la Coruscant, la capital, y aislados unos de otros. Más importante aún, se encontraban
rodeados por los clones, los cuales sólo estaban esperando la Orden 66 para ejecutar a los Jedi. Después de tres años de
guerra, bastó que se diera esa Orden para que los Jedi fueran exterminados casi por completo (los supervivientes fueron
cazados y eliminados en los años que siguieron).
C) Queda otro poder fáctico: las organizaciones criminales. Las principales en la Galaxia eran Black Sun y el Clan Hutt. El
primero fue neutralizado en tiempos de Episodio I por Darth Maul (momento geek: ¡tengo ese cómic firmado por Ray
Park!). La trama de la película animada Clone Wars consiste precisamente en el intento de Sidious y Dooku por meter al
Clan Hutt a la Guerra de los Clones en contra de los Jedi, seguramente con la intención de debilitar o eliminar a esta
organización criminal. El plan no funcionó, y los Hutt mantuvieron su neutralidad durante la guerra, pero permitiendo que
la República usara sus rutas comerciales para abastecer a sus tropas (así, de cierta forma, los Hutt se colocaron en el lado
ganador de la guerra). El que la República, y después el Imperio, se vieran obligados a negociar con los Hutt habla del
inmenso poder que tenía la organización criminal. Pero, por lo menos, no significó un obstáculo para que Palpatine se
hiciera con el poder absoluto y estableciera el Imperio. Black Sun también se fue recuperando en los años que siguieron,
hasta obtener de nuevo su poderío en tiempos del Imperio.
2.- Quizá lo más obvio: hacerse de un ejército a su disposición. No existía un ejército para la República. Cada planeta tenía
sus propias tropas, y la única fuerza militar para la República en su conjunto era la Orden Jedi. Las fuerzas armadas más
poderosas eran los ejércitos de droides de las corporaciones. Palpatine necesita las suyas propias y necesitaba que
estuvieran a sus órdenes. De allí que mandara a crear a los clones. ¿Pero cómo justificar y legitimar su existencia? ¿Cómo
distribuirlos de una buena vez por toda la Galaxia? Fácil: se necesitaba una situación de guerra. Ante el peligro que
significaban los Separatistas, los senadores brindaron a Palpatine poderes especiales, lo que le permitió crear el Ejército
Republicano (después Imperial). Al final de la Guerra de los Clones, Palpatine disponía de una gran fuerza militar que
actuaba bajo sus órdenes, operaba en toda la Galaxia y había destruido a todas las otras fuerzas rivales.
Además, si en un principio los Jedi eran los generales de las tropas de clones, como no se daban abasto y caían muertos en
batalla, su lugar fue ocupado por oficiales militares, que no eran ni clones ni Jedi.
(Lo único que me pregunto es cómo los Jedi no sumaron dos más dos y no se preguntaron algo así como: "Hey, si Jango Fett
fue contratado para crear a los clones, y era el guardaespaldas de Dooku, ¿cómo fue que Dooku no sabía de los clones? Y si
él sabía..." En fin, que no era difícil llegar a la conclusión adecuada. Supongo que el Lado Oscuro realmente los había
cegado.)
3.- Más sutil y más importante, la Guerra de los Clones fue el pretexto que Palpatine necesitaba para concentrar más y más
poder en su persona. Con esa situación de crisis, los ciudadanos de la República se volvieron hacia el "hombre fuerte" que
era Palpatine y le concedieron poderes emergentes y extraordinarios (a los que él juró renunciar acaba la crisis, algo que
obviamente no hizo).
Éste es el punto más importante de nuestro tema de hoy: Con esta línea argumental, Lucas advierte del peligro de
renunciar a la libertad a cambio de la seguridad (como diría Benjamin Franklin). En situaciones de crisis, ante el miedo que
produce un enemigo, los pueblos depositan confianza en sus líderes, pero esa confianza se vuelve peligrosa cuando se le
dota al líder de poderes que nadie más debía tener (y por cierto, este discurso es justamente el opuesto al que maneja la
trilogía de Batman de Nolan).
Esos poderes incluyen gobernar por decreto, sin necesidad de la aprobación del Senado (la primera acción de Palpatine con
sus nuevos poderes es crear el Ejército Republicano, algo que antes sólo habría podido hacer el Senado). Con cada vez más
poder, el gobierno de Palpatine tiene la facultad de vigilar a sus ciudadanos en busca de acciones y expresiones que se
podrían juzgar poco patrióticas.
No es de a gratis que algunos críticos hayan relacionado el discurso de Lucas con la era de George W. Bush, en la que, ante
el fantasma del terrorismo, se le dieron poderes extraordinarios al gobierno para vigilar a los ciudadanos estadounidenses,
como con el infame Patriot Act. Es más: en uno de los cómics de Clone Wars aparece que Palpatine había hecho un decreto
(con el apoyo incondicional del Senado) que era idéntico a dicha "acta patriótica". Y no es que Bush o Palpatine lo hubieran
impuesto por la fuerza; la ciudadanía estaba tan atolondrada con el asunto de la guerra que de verdad consideraba que lo
patriótico era renunciar a las libertades individuales.
La lenta transformación de la República se da a lo largo de la Guerra de los Clones. En Episodio III, Padmé Amidala ya se
daba cuenta (se lo dice a Anakin) de que la República se estaba convirtiendo en aquello mismo contra lo que se había
luchado. En escenas editadas de Episodio III se menciona que Palpatine había designado jefes militares para supervisar
ciertos sectores de la Galaxia. Padmé y otros senadores protestan por la imposición de estas nuevas autoridades, no electas
por el pueblo, sino designadas por el Canciller Supremo. Es en este grupo de senadores, que temen por el destino de la
democracia republicana, en donde se encuentran las semillas de la futura Alianza Rebelde (pero ésa es harina de otro
costal).
Después de la Orden 66, el ahora Imperio justifica la matanza de Jedi con la absurda idea de que éstos estaban conspirando
para tomar el poder en la República. ¡Y la gente se lo traga completito! Porque toda dictadura necesita su teoría de la
conspiración que justifique el poder creciente del tirano para "mantener protegida a esta sociedad" (esta línea es del
mismo Palpatine, del momento en que se proclama el Imperio).
Y es que, a fin de cuentas, Palpatine toma el poder con el apoyo del pueblo, que lo aclama y vitorea. Como Hitler, que
escaló en el poder poco a poco, ganándose el apoyo de las masas que estaban locas por él, gracias a sus malignamente
brillantes campañas de mercadotecnia política. O, guardando las distancias, como Bush, que ganó dos presidencias y
concentró el poder, aprovechando la paranoia patriotera que barrió el país tras el 11 de Septiembre. Y ya que estamos en
ésas, es análogo al México que reeligió al mismo partido que lo chingó durante 70 años, como resultado de una coalición
entre dicho partido y medios de comunicación que lograron convencer a la ciudadanía de que admiraban el liderazgo de un
perfecto cabezahueca manipulado por un criminal político.
Porque ésa la lección más valiosa que nos deja Lucas en Episodio III, en que, tras el fin de la Guerra de los Clones, la
masacre que fue la Orden 66, surge un Imperio fundamentado en la matanza, mientras los senadores aplauden y repiten el
nombre de su caudillo: "¡Palpatine! ¡Palpatine! ¡Palpatine!": La tiranía triunfa cuando los ciudadanos renuncian
voluntariamente a sus derechos civiles. La libertad muere bajo el estruendo de un aplauso atronador.
Ideología y política en Star Wars, Parte III: El Imperio
Mis jóvenes padawans, ya me tardé mucho con esta tercera (y, me temo, no será la última) entrega de esta serie. Ahora
trataremos de un tema muy importante para la comprensión del universo Star Wars. La Trilogía Original tiene mucho
menos contenido político que las precuelas. Son incluso bastante más ingenuas, en el sentido de que está clarísimo quiénes
son los buenos y quiénes son los malos. En las precuelas (Universo Expandido incluido), tenemos la gradual transición de
una democracia hacia una tiranía; en cambio, en las originales tenemos un enfrentamiento directo entre buenos y malos
que tratan de vencerse mutuamente mediante el uso de la fuerza militar.
Al iniciar el Episodio IV han pasado 19 años desde el establecimiento del Imperio, y no sabemos mucho de él, excepto que
es cruel y despiadado para perseguir a sus enemigos y algunos detalles sobre su estructura que mencionan los personajes
en conversaciones. El resto del tiempo sólo vemos el enfrentamiento entre Imperio y Alianza Rebelde.
Pero eso no significa que la Trilogía Original carezca de contenido de político. De hecho, en el Episodio IV hay un par de
conversaciones importantes para nuestro estudio. Por supuesto, también se puede inferir mucho sobre lo que no se dice
directamente. Así que vámonos directo con el análisis.
EL IMPERIO GALÁCTICO
Una tiranía fascista
La caída de la República significó el ascenso del Imperio. ¿En qué se diferenciaba éste de la República? Bien, en principio, el
Imperio tenía poder absoluto, pues había eliminado a todos sus competidores. El Ejército y la Flota imperiales eran las
fuerzas militares más poderosas de la Galaxia. Además, el Senado Imperial carecía de poder real. El Emperador gobernaba
por decreto, sin oposición y sin rendir cuentas a nadie. Bajo el Imperio, la economía quedó bajo control directo del Estado,
que también controlaba las comunicaciones y los transportes. Las artes estaban sometidas a la censura. El poder había
quedado casi absolutamente centralizado.
Que el Imperio está inspirado directamente en los regímenes fascistas es algo bastante obvio. Se nota incluso en el atuendo
y la actitud de los oficiales imperiales, que recuerdan de inmediato a los nazis, los vilanos por excelencia del siglo XX (pero
si algo hay que reconocerle a los fascistas es que tienen un sentido fabuloso de la moda...). Pero es la militarización del
Imperio su principal característica fascistoide. En efecto, en la Trilogía Original, del Imperio sólo conocemos a su clase
militar. Ya en Episodio III Palpatine comenzaba a designar gobernadores militares para cada sistema estelar, y Padmé
protestaba por esta acción que claramente iba en pos de disminuir el poder de los representantes electos
democráticamente.
En Episodio IV se menciona que por fin el Emperador se había decidido a disolver el Senado. Uno de los oficiales exclama
con preocupación: "¡¿Cómo controlará el Emperador a la burocracia!?", lo que nos deja ver que ésa era prácticamente la
única función del Senado. Grand Moff Tarkin, uno de los más altos oficiales del Imperio (y uno de los villanos más
interesantes de Star Wars) explica que ahora "Los gobernadores militares tendrán control directo de sus sistemas". Por fin,
el poder estaba totalmente en la clase militar, que dependía directamente del Emperador.
Aún sin poder estar en todas partes al mismo tiempo, las fuerzas armadas mantenían el orden con demostraciones de
poder cuyo objetivo es sembrar miedo y evitar la disidencia. La Estrella de la Muerte, con la capacidad para destruir un
planeta entero en cuestión de segundos, era la máxima expresión de esta política de terror. Una vez que la Estrella de la
Muerte estuvo lista, el Senado era innecesario. Tarkin explica "El miedo mantendrá a los sistemas a raya. El miedo a esta
estación espacial".
El paralelismo de la Alemania Nazi con el Imperio queda más claro todavía si vemos su composición racial. La República era
claramente plural y diversa. La Confederación era básicamente alienígena. La Alianza Rebelde, en Episodio IV, aparece
humana y masculina (y aún así, una de sus principales líderes es una mujer: Leia), pero en Episodio VI (quizá porque ya
había más presupuesto) se muestra que también está compuesta por razas no humanas y mujeres (otra de sus principales
líderes es Mon Mothma), y esto se confirma en el Universo Expandido; es decir, la Rebelión es también plural y diversa.
El Imperio, en cambio, es fundamentalmente humano, masculino y caucásico (si no contamos a los clones, que son
mandalorianos de piel morena). Es más, en el Universo Expandido y las Enciclopedias de Star Wars se dice explícitamente
que la política de Palpatine era claramente pro-humana en detrimento de las otras razas (uso "raza" en el sentido que se le
da al interno de este universo ficticio, no en algún sentido antropológico actual) y que incluso difundía la versión de que los
humanos habían surgido en el planeta capital Coruscant y de ahí se habían dispersado por toda la Galaxia, como una forma
de justificar la hegemonía humana en el nuevo orden imperial. Caray, ya sólo faltan campos de exterminio para que el
paralelismo con la Alemania Nazi sea completo.
(El casco de Darth Vader puede recordar a un casco nazi, pero en realidad está basado en un yelmo de samurái.)
El orden, la paz y la seguridad eran las justificaciones del Imperio. Ya lo decía el mismo Palpatine, mientras era aclamado al
ascender como Emperador: "Para mantener protegida a esta sociedad". Ese orden, por supuesto, viene a costa de la
libertad, y bajo la condición de someterse a un poder arbitrario y despótico. El Imperio implica renunciar a la libertad a
cambio de la seguridad, pero esa seguridad es discrecional por parte del poder, que en cualquier momento puede cometer
cualquier clase de abusos que beneficien a los que forman parte de su estructura. A cambio de la paz, un súbdito de la
tiranía debe no solamente renunciar a la libertad, sino aceptar la posibilidad de que los que ostentan el poder lo ejerzan en
su contra por las razones que sean, o incluso sin ellas.
No obstante, el Imperio no solamente está formado por militares ambiciosos que busca poder y privilegios. Muchos son los
que están convencidos de que el Imperio, sus ideales y su forma de gobernar son las correctas. La obsesión por el orden
está en la base de dicha convicción, como se ve en algunas obras del Universo Expandido: para los fieles, el Imperio
representa ese orden que surgió de entre las cenizas de la Guerra de los Clones y que salvó a la Galaxia del caos que era la
República. La Rebelión es vista como una fuerza anárquica que sólo va a lograr destruir ese orden a duras fuerzas
conquistado. Ese tipo de lógica (imponer el orden, salvar del caos), es típica del discurso de quienes justifican los
despotismos y sus acciones de represión brutal contra toda forma de disidencia.
Anakin Skywalker, quien como Darth Vader se convertiría en uno de los hombres más poderosos del Imperio (sólo el
Emperador estaba por encima de él, y parece que sólo Tarkin estaba a su nivel), ya había expresado sus opiniones políticas
en Episodio II, cuando le dice a Padmé que lo que hace falta es un hombre sabio y fuerte que obligue a los políticos a hacer
lo correcto. La diversidad lleva al conflicto, la homogeneidad es la clave para la paz. El compromiso de Vader con el orden y
la paz incluso parece ir más allá de su lealtad con el Emperador, como se ve cuando le propone a Luke unirse a él para
terminar con "este absurdo conflicto" y "restaurar la paz en la Galaxia" (en Episodio V).
Los componentes del Imperio son homogéneos y anónimos. De los guerrilleros rebeldes vemos siempre sus rostros, incluso
cuando están pilotando, y en varias ocasiones escuchamos sus nombres. Las tropas imperiales están formadas
principalmente por clones, e incluso de los Stormtroopers que no lo eran, nunca vemos sus caras. Ni siquiera se permiten
tener nombres propios: se refieren a ellos como números. El Imperio les ha arrebatado su individualidad, y los reduce a su
capacidad de combate y de cumplir órdenes. El ejemplo más monstruoso de esto es cuando los clones aplican la Orden 66,
asesinando sin pensarlo a los Jedi junto a los que habían combatido. "Las órdenes no se cuestionan" le dice uno de los
clones a un niño que presencia la ejecución de los Jedi en uno de los cómics de Clone Wars.
El mismo Lucas mencionó que a propósito quería mostrar que el Imperio funcionaba como una gran maquinaria, fría e
inhumana, en contraste con la Rebelión e incluso con R2-D2 y C-3PO, que siendo máquinas son mucho más humanos. Esto
me recuerda directamente a aquel discurso de Chaplin en El Gran Dictador, cuando habla de "Los hombres mecánicos, con
mentes mecánicas y corazones mecánicos". Chaplin habla de la Alemania Nazi, pero se aplica, y no es casualidad, al Imperio
Galáctico.
La Federación de Comercio, por cierto, tenía características similares, sólo que en su caso, sus tropas eran literalmente
máquinas, como si Lucas quisiera decirnos que esa mecanización inhumana son rasgos presentes tanto en la dictadura
como en el mundo de las corporaciones (yo, por lo menos, lo creo). Ya que mencionamos a la Federación, muchos fans se
quejaron desde el principio que el villano de Episodio I haya sido ésta, que no es nada comparada con el Imperio.
Ciertamente así es, pero la razón es precisamente que si bien Monsanto puede parecer un villanazo en nuestros días, no es
nada comparado con la Wehrmacht.ç
Pero si para los ideólogos del Imperio esa paz y ese orden son el bien supremo, por encima de la libertad individual y el
respeto a lo que nosotros llamaríamos "derechos humanos", y algunas obras del Universo Expandido proporcionan un
interesante punto de vista, desde la "perspectiva imperial", está más allá de toda duda que las fuerzas del Imperio son,
literalmente, los malos película. Sin importar si desde el punto de vista de los fieles al Imperio ellos están luchando por el
bien supremo, en los Episodios canónicos y en el Universo Expandido se deja clarísimo que el Imperio, sus acciones y su
mismo sistema de valores son esencialmente malignos.
Lucas nos lo deja bien claro: ese trueque de la libertad a cambio del orden, esa mecanización y pérdida de la individualidad,
ese despotismo que usa del poder sin restricciones, ese desdén hacia la vida de los demás, esa búsqueda egoísta del poder
son contra lo que debemos luchar. Y si la tiranía se construyó poco a poco y mediante cambios graduales, está claro que
sólo puede derribarse de forma violenta. Para destruir al Imperio, hace falta una Alianza Rebelde.
Ideología y política en Star Wars, Parte IV: La Rebelión
Hemos llegado casi al final de nuestro recorrido por la saga cinematográfica favorita de la gente genial (jojojo, es bromis, no
se ofendan, trekkies). En esta ocasión nos concentraremos en la rebelión que dio fin al Imperio.
LA ALIANZA REBELDE
Una guerrilla revolucionaria
Para analizar a la Alianza Rebelde, debemos empezar por saber cuáles son sus objetivos. Éstos se pueden resumir en dos:
derrocar al Imperio y restaurar la República. Quieren derrocar al Imperio, porque éste es malvado, autoritario, criminal,
injusto y opresivo. Quieren restaurar la República para recuperar las libertades y la democracia perdidas durante el periodo
imperial.
Pero tampoco quieren restaurar la República tal cual existía antes del surgimiento del Imperio, sino una Nueva República
mejor y más justa, apegada más al ideal de lo que debía ser que a la realidad que era. En las tres entradas anteriores hemos
visto diversas opciones para un sistema político en la Galaxia: el gobierno de las corporaciones en la Confederación, el
fascismo del Imperio y la democracia decadente de la Vieja República. A todos ellos se oponía la democracia verdadera de
Naboo, que vimos en los Episodios I y II. Es esa democracia, la verdadera, la que sirve al pueblo, por la que los rebeldes
luchan.
Este objetivo estaba claro desde que senadores como Bail Organa y Mon Mothma (es decir, miembros importantes de la
Vieja República), empezaron a conspirar apenas se percataron de los proyectos dictatoriales de Palpatine. Ellos mismos
serían, años después, dos de los más importantes líderes de la Rebelión, y fue su proyecto el que los rebeldes llevaron a
cabo tras el fin de la Guerra Civil Galáctica, que es el nombre oficial de este conflicto.
O sea, los rebeldes quieren restaurar la democracia liberal y representativa que era la República, que sigue el modelo de las
democracias occidentales de nuestro mundo real, ni más ni menos. No pretenden instaurar ningún otro sistema de
gobierno, como alguna forma de socialismo o algo por el estilo. Simple y llana democracia liberal al estilo de Occidente. Es
decir, la Rebelión, por sus ideales tipo "Real Democracy Now!" está definitivamente a la izquierda política del Imperio y de
la Confederación, pero están lejos de ser revolucionarios marxistas. O sea, si creyeron que iba a comparar a los rebeldes
con el Che, se van a quedar decepcionados.
Pero, como premio de consolación, aquí les pongo guerrilleros rebeldes junto a guerrilleros sandinistas
El siguiente aspecto a tener en cuenta es la composición misma de la Rebelión. Ciertamente ésta cuenta entre sus líderes a
miembros de la Vieja República como los mencionados Organa y Mothma, y a veteranos como el General Dodonna (quien
desertó del Imperio), o el Almirante Ackbar (quien, como el primero, había luchado en la Guerra de los Clones). Pero, como
sucede en todo movimiento revolucionario, su fuerza estaba principalmente compuesta por gente joven.
Quizá esto no parezca importante en un principio; después de todo, la mayor parte de los ejércitos, excepto por los altos
oficiales, está siempre compuesto por gente joven. Pero adquiere significado al notar dos aspectos muy importantes de
quienes formas las filas de los rebeldes. En la entrega anterior llamé la atención sobre el hecho de que mientras los droides
de la Confederación y los clones del Imperio son homogéneos y anónimos, de los soldados rebeldes vemos siempre los
rostros (incluso cuando pilotan naves de combate) y en muchas ocasiones escuchamos hasta sus nombres. En la Batalla de
Yavin, en Episodio IV esto queda clarísimo: los soldados del Imperio no tienen rostro, pero a los rebeldes los conocemos, los
apoyamos y lamentamos sus muertes.
Más importante aún es que los clones y los droides pelean y obedecen órdenes porque están hechos para ello. Su
existencia no tiene otro objetivo, sus vidas no tienen ningún otro aspecto y ellos en realidad no tienen otra opción. Pero los
rebeldes son personas comunes y corrientes (muchos de ellos ni siquiera son soldados profesionales), que se unieron a la
lucha por decisión propia, dejando de lado amigos y familia, y la posibilidad de llevar una vida pacífica, todo a sabiendas de
que podían ser capturados y torturados o morir a manos del Imperio. A diferencia de los droides o los clones, fabricados
literalmente en serie (los clones sí desarrollan mentes propias, e incluso hubo quienes se negaron a llevar a ejecutar la
Orden 66; quizá el mensaje es que, por más que se quiera, no se puede rebajar por completo a los seres humanos y
convertirlos en máquinas), los rebeldes lucha porque creen en la causa que están luchando, porque son individuos con
mentes y voluntades propias que por convicción ponen sus vidas y su libertad en riesgo para luchar por el bien común. Eso
es lo que identifica a la Alianza Rebelde como héroes.
Y, desde luego, a diferencia del homogéneo Imperio Galáctico, la Rebelión es una organización diversa y plural. En Episodio
IV vemos que sus filas están compuestas por varones caucásicos (aún así, Leia era una de sus principales líderes).
Extraliterariamente esto se explica porque era la primera película y no había presupuesto y algunas ideas no estaban muy
bien desarrolladas (por ejemplo, los guardias de Leia estaban vestidos con uniformes de soldados rebeldes, algo no muy
astuto si ella quería convencer a Darth Vader de que no tenía nada que ver con la Rebelión...). Pero en Episodio VI y en el
Universo Expandido se ven a más mujeres, razas no caucásicas y alienígenas formando parte de la Rebelión (incluso en unas
escenas inéditas de Episodio VI se veía a pilotos rebeldes femeninos). Contra la homogeneidad del Imperio tenemos la
pluralidad y diversidad de la Alianza Rebelde (sí, hay algunos personajes femeninos y alienígenas que forman parte del
Imperio en el Universo Expandido, pero son más bien excepciones y ganas de poner a mujer voluptuosas con trajes
imperiales ajustados y amplios escotes).
Mon Mothma y el Almirante Ackbar, dos de los líderes de la Rebelión.
Un tercer aspecto nos queda por considerar de la Alianza: su modus operandi. Los rebeldes pelean una guerra de guerrillas
contra un ejército mucho más grande y poderoso. Están en desventaja numérica (por lo mismo de ser voluntarios) y
tecnológica (los X-Wings son mejores naves de combate que los TIE Fighters imperiales, pero resulta que los primeros los
fueron robados al Imperio), así que tienen que planear con mucho cuidado cada golpe. Vean el asalto a la primera Estrella
de la Muerte: eran sólo un puñado de naves contra una flotilla imperial y la estación de batalla más poderosa de la Galaxia.
Los Rebeldes ganaron sólo porque contaban con información y con un piloto bendecido por la Fuerza.
Aún después de la victoria en Yavin, los rebeldes estaban siempre escapando, con el Imperio sobre sus talones y
destruyendo sus bases, así se escondieran en los mundos más remotos. Para la Batalla de Endor, en Episodio VI ya
contaban con más tropas y naves, pero aún así eran superados por el Imperio, y se lanzaron a ese ataque contra la segunda
Estrella de la Muerte sólo porque creían contar con información que les daría la victoria (y como tuvo bien a indicarnos el
general Ackbar, ¡era una trampa!).
Esta idea de Lucas de un grupo de valientes que se enfrenta contra un enemigo poderoso y brutal tiene su máxima
expresión en Episodio VI con la Batalla de Endor, en la que los primitivos Ewoks, con su tecnología de la Edad de Pierda,
pelearon junto a la Rebelión para vencer al súper tecnológico Imperio. Lucas ha declarado en múltiples ocasiones que él se
inspiró en la Guerra de Vietnam, que para su generación fue un evento impactante, en la que un pueblo con menor ventaja
tecnológica se enfrentaba valientemente a uno muy superior y, a fin de cuentas, lograba resistir al invasor (esta misma
idea, dice Lucas, está tras la Batalla de Naboo, en Episodio I, en la que los Gungans se enfrentaron a los droides de la
Federación de Comercio). Este detalle de las películas es ambivalente, porque por un lado Lucas pone ciertamente a los
guerrilleros primitivos como "los buenos", pero por otro no les da la calidad de humanos (son Ewoks o Gungans).
Los Ewoks son la cosa más genial que existe
Los rebeldes, pues, representan la voluntad que lucha contra el poder, aún si uno se encuentra en total desventaja. Esto
refuerza el carácter heroico de la Rebelión y creo que no me arriesgo en afirmar que el mensaje implícito es que contra la
tiranía no sólo es heroico rebelarse, sino que es un deber: la gente buena debe luchar contra la opresión y en favor de la
libertad, incluso si eso implica arriesgar la vida y estar siempre en una posición desventajosa.
Este análisis no ha terminado, aún nos falta ir más profundo. Aristóteles escribió su Ética antes de su Política, y es que antes
de elegir una postura política, uno debe tener en claro sus posturas éticas. Para decidir qué es lo mejor para una sociedad,
una persona debería tener lo más claro posible a qué le llama BIEN y a qué le llama MAL. O sea, no he hablado de los Jedi y
los Sith. Ése será el tema de nuestra siguiente y última entrada.
Ideologia y política en Star Wars, Parte V: Jedi vs Sith
Hemos llegado, ahora sí, al final de lo que ha resultado ser un recorrido inesperadamente largo por las ideas políticas
implícitas en la saga de Star Wars. Nos queda un tema más por ver, uno que, aunque en apariencia no se relaciona con la
política, en realidad está en sus fundamentos.
Como base de toda postura política hay una postura ética. Si decimos que un Estado debe garantizar a sus ciudadanos un
mínimo de servicios para tener una vida digna, pues a ningún ser humano se le debería dejar en la miseria, estamos no
solamente haciendo una declaración sobre política, sino que enunciamos un principio ético en el que creemos. Si decimos
que lo más importante es la libertad individual y que por lo tanto no se debería arrebatar a una persona exitosa parte del
fruto de su trabajo para beneficiar a dependientes que no pueden ayudarse a sí mismos, estamos haciendo un juicio de
valor ético. Incluso en la realpolitik más cínica está implícita un principio ético: que está bien que los Estados y sus
gobernantes atiendan a los intereses prácticos y necesidades inmediatas y concretas en vez de dejarse guiar por las teorías
políticas o el idealismo.
Asimismo, detrás de las ideas políticas de Star Wars, expuestas en las cuatro entradas anteriores, subyace un conjunto de
ideas sobre el bien y el mal, sobre la Luz y la Oscuridad, y es de lo que trataremos en esta entrega final
JEDI VS SITH
El bien y el mal
Algo que tiene Star Wars, de lo que carecen otras obras clásicas de fantasía épica, es un concepto un poco más complejo
sobre el bien y el mal. Es cierto que en la Trilogía Original se deja claro quiénes son los buenos y quiénes son los malos,
pero aún hay cierto margen para la ambigüedad: Han Solo es un pirata cínico y egoísta que le dispara a la gente en las
cantinas (Han shot first!), pero se convierte en un héroe; Lando es un traidor y un tipo poco confiable, pero en un momento
dado cambia de bando y ayuda a los buenos a escapar; y hasta Vader, el malo más malo al que todos aman odiar a lo largo
de tres películas, encuentra la redención.
En el universo de Star Wars ser maligno no es cuestión de nacimiento, a diferencia, por ejemplo, de El Señor de los Anillos,
donde los orcos son malos porque sí, porque son orcos. En Star Wars el mal es en parte una cuestión de elección: los
malvados (la Federación de Comercio, el Imperio, los Sith) actúan como tales porque buscan llevar a cabo sus propios fines
egoístas. También es, en parte, una cuestión de experiencia vital: una serie de eventos trágicos pueden endurecer a una
persona, llenarla de rencor y miedo, y empujarla hacia la malignidad, como en el caso de Anakin Skywalker o del General
Grievous.
Pero, ¿cuáles son las características del ser malvado y del ser bondadoso? ¿Qué hace que los Jedi sean "los buenos" y los
Sith sean "los malos"? Hay que empezar por algún lado.
Ya habíamos visto en las entradas anteriores que en el universo de Star Wars se considera como algo positivo la búsqueda
del bien común y como algo negativo la búsqueda del bien personal a costa de los demás. Pero si nos dice que lo
importante es el bien común, está lejos de asumir posiciones extremas de igualitarismo, según las cuales todos los
individuos son iguales en sus capacidades y aptitudes.
En efecto, en esta saga existen individuos extraordinarios, personas que tienen habilidades superiores a las de los demás.
Esto es bastante obvio en el caso de los Jedi y los Sith que literalmente tienen poderes sobrenaturales, los cuales, si bien se
desarrollan mediante el entrenamiento y el esfuerzo, lo hacen sobre la base de una condición congénita y hereditaria: son
"superiores" a los demás por su nacimiento.
Pero no sólo los seres que son sensibles a la Fuerza son excepcionales. Padmé, sin tener el poder de la Fuerza, es una mujer
extraordinariamente inteligente, con habilidades de liderazgo y estrategia que la ponen por encima del común. Además, es
una mujer con virtudes morales sobresalientes: honestidad, valentía, compasión, responsabilidad y compromiso con las
causas en las que ella cree.
Es decir, en Star Wars existen líderes y existen héroes. Más aún, este tipo de figuras son necesarias. La valentía y otras
virtudes de los rebeldes no se ponen en duda, pero requieren del liderazgo de los gemelos Skywalker, con sus capacidades
extraordinarias, para lograr la victoria final.
Pero más allá de todo esto, lo que hace héroes a los héroes de Star Wars es que, teniendo todas esas habilidades y
características sobresalientes, no las utilizan para su propio beneficio, sino que optan ponerlas al servicio del bien común.
Los Jedi tienen poderes extraordinarios, pero no gobiernan, sino que los usan para servir a la colectividad. Como le dice
Yoda a Luke "un Jedi no busca aventuras ni emociones". Su abnegación es tal que voluntariamente renuncian a tener
familias y propiedades. Veamos el juramento de los Jedi:
No hay emoción, sólo paz.
No hay ignorancia, sólo conocimiento.
No hay pasión, sólo serenidad.
No existe la muerte, sólo la Fuerza.
Entonces, podemos concluir que ésta es otra de las grandes lecciones de Star Wars: cada uno de nosotros tiene aptitudes y
habilidades distintas, unos más sobresalientes que otros, y lo correcto es utilizarlas en beneficio de todos. Siguiendo este
precepto, todos podemos ser héroes a nuestra manera.
¿Y los Sith, qué hay de ellos? Lo que pierde a los Sith, lo que los hace malignos son dos cosas: su increíble egoísmo y su
búsqueda insaciable de poder. Veamos qué dice su código:
La paz es una mentira, sólo existe la pasión.
A través de la pasión, gano fuerza.
A través de la fuerza, gano poder.
A través del poder, obtengo la victoria.
A través de la victoria, rompo mis cadenas.
La Fuerza me hará libre.
Bien, lo primero que podemos notar es que, mientras que el código Jedi es impersonal, el código Sith está conjugado en
primera persona: YO. Las enseñanzas de la Maestra Sith Yuthura Ban explican y expanden lo que dice el código: La "paz" de
los Jedi es para los Sith una mentira repugnante, una forma de mansedumbre borreguil que sólo lleva a la servidumbre. El
conflicto, para ellos, es algo positivo porque obliga a los Sith a superarse, a tratar de ser más poderosos... y quienes no
pueden lograrlo, son derrotados y mueren. El Sith está en busca de su libertad individual, lo único que le importa es sí
mismo (y, desde su punto de vista, eso está bien), y esa libertad la obtiene a través de adquirir siempre más y más poder
para derrotar a sus rivales y enemigos.
Esta filosofía nos hace pensar en una suerte de versión corrompida y simplificada de la filosofía nietzscheniana del súper
hombre, que a su vez se encuentra corrompida y simplificada en las posturas éticas egotistas de Ayn Rand, las cuales han
tenido mucha influencia en las bases morales del capitalismo libertariano (y en la cultura pop gringa): lo correcto es la
búsqueda de la libertad individual y del provecho personal; la competencia es buena porque lleva a los individuos a
superarse y quienes no pueden resistir esa competencia deben hacerse un lado; el discurso del "bien común" es sólo una
mentira de la masa que pretende hacer que el súper hombre, el individuo extraordinario, renuncie su libertad individual y
se convierta en un "Atlas encogido de hombros".
Hasta ahora hemos hablado de la búsqueda del beneficio propio, cueste lo que cueste. El otro problema con los Sith es la
búsqueda insaciable de poder. Los Sith quieren ser más y más poderosos, nunca es suficiente. El mismo Anakin Skywalker
cae al Lado Oscuro en parte porque quiere tener más poder. Él mismo lo dice en Episodio III: "quiero más, pero no
debería". Anakin desea ese poder no por maldad, sino para hacer el bien, para salvar a sus seres queridos y para traer
orden y justicia en la Galaxia.
Pero es que ese anhelo de poderío es maligno en sí mismo, pues en la búsqueda de más y mayores facultades, se olvida la
razón por la cual se deseaba en primer lugar y ya sólo queda la sed de poder por el poder mismo. Pregúntenle a su líder
revolucionario después convertido en dictador favorito: primero se persigue el poder para llevar a cabo los cambios
radicales que el pueblo necesita; después se trata de mantener el poder a toda costa. Así, en su viaje al Lado Oscuro, en el
momento en que sus nuevos poderes están en su máximo nivel, Anakin provoca la muerte de su amada Padmé, ¡oh ironía!
El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, diría Lord Acton junto a George Lucas.
Además, son ese individualismo irrestricto y esa sed de poder absoluto las mismas debilidades de los Sith. Al no tener más
lealtades que a sí mismos, los Sith se traicionaban y asesinaban constantemente unos a otros, hasta que Darth Bane
estableció la ley de "un solo maestro, un solo aprendiz". Un Sith entrenaba a un aprendiz, y éste tarde o temprano se
rebelaba contra su maestro y lo mataba o era muerto por él. Así los Sith se aseguraban de que cada uno fuera sustituido
sólo por alguien más fuerte que el anterior, en concordancia con sus ideas pseudodarwinistas. Pero ni esa regla los salvó de
la derrota: no pudieron ver, ni siquiera concebir que uno de ellos, Darth Vader, se sacrificaría para acabar con la opresión
de los Sith se una vez por todas.
En oposición al egoísmo de los Sith está la abnegación de los Jedi. Pero ésta significa también un problema, pues establece
un estándar tan alto que no puede ser cumplido por todos. Cuando Anakin comienza a tener las visiones sobre la muerte
de Padmé, va a buscar consejo con el Maestro Yoda, pero él no le da ningún consuelo, sólo le dice que se regocije por los
que se hacen uno con la Fuerza y que se entrene para dejar ir aquello que teme perder. Quizá si los Jedi le hubieran
ofrecido ayuda a Anakin en vez de instarlo a renunciar a lo que más amaba, Anakin no se habría ido con el primer Sith que
le prometiera salvar a su esposa.
Lo mismo le dice Yoda a Luke, años más tarde, cuando el joven tiene visiones sobre Han y Leia en peligro: está bien
sacrificarlos "si valoras la causa por la que han luchado". Naturalmente, Luke no está dispuesto a hacer ese sacrificio y ya
sabemos cómo acaba eso.
El peor error de juicio que cometen Obi-Wan Kenobi y Yoda es no dar nada de crédito a Vader. Luke está convencido de
que puede ayudar a su padre a volver del Lado Oscuro, pero sus maestros Jedi no lo creen así. En su visión, Luke debe
renunciar a su misión personal de salvar a su padre y concentrarse en derrotar al mal. Cuando Luke le dice a Ben "No puedo
matar a mi propio padre", él responde "Entonces el Emperador ha vencido", con mucha seguridad. Obi-Wan y Yoda están
convencidos de que el de la abnegación total es el único camino para el triunfo del bien.
Ambos se equivocan, por supuesto, pues es precisamente ese amor de un padre por los hijos (a los que nunca conoció y
que son lo único que le queda de su difunta esposa), ese sentimiento de apego que tanto habían rechazado los Jedi por
considerarlo peligroso, lo que finalmente lleva a Vader a dar la vida para derrotar a Darth Sidious (y, por extensión, al mal).
En conclusión, la búsqueda del provecho personal a costa de los demás es reprobable y en casos extremos, francamente
malvado. Las buenas personas procuran el bien común, pero demandar total abnegación y renuncia a todo lo que se ama
es irreal y puede llegar a ser peligroso. Por ello quizá es que cuando Luke funda su propia Orden Jedi, adopta un código más
laxo, que permite también el amor y el matrimonio (él se casa con Mara Jade, como ustedes saben).
Ésas son las características morales de los Sith y de los Jedi, pero son también la base y fundamento de las diversas formas
de política que hemos analizado a lo largo de esta serie. La búsqueda del provecho personal y de la acumulación de poder
son la marca de la Confederación, del Imperio y de la parte de la República que se había corrompido. La lucha por el bien
común, incluso poniendo en riesgo la propia vida y libertad, caracterizan tanto a la Alianza Rebelde como a los líderes
honestos de la República.
Autoritarismo, codicia, conflicto, opresión, demagogia son los antivalores; libertad, generosidad, cooperación, servicio y
democracia son los valores positivos. Lo son tanto a pequeña escala, en la historia de ascenso, caída y redención que es la
saga de la familia Skywalker, como a gran escala en la historia de decadencia, tiranía y revolución que es la saga de la
República Galáctica. Al final de Star Wars no sólo se redime su protagonista, Anakin Skywalker, sino que se reforma una
sociedad completa. Valores personales y valores colectivos son en esencia los mismos, pero a diferente escala.
Es difícil encontrar una forma adecuada para terminar esta larga serie. Hemos tratado de dilucidar las ideas políticas
implícitas en ella. Espero que todo esto haya tenido sentido. Ahora, sólo me queda despedirme y decirles:
May the Force be with you all.