identificación y estabilización de suelos dispersivos, estado del arte
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IdentificaciónyEstabilizacióndeSuelosDispersivos:EstadodelArte
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YoermesGlezHaramboure
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RolandoArmasNovoa
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Identificación y Estabilización de Suelos
Dispersivos:
Estado del Arte
Autor: Ing. Yoermes González Haramboure
Profesor Instructor de la Facultad de Ingeniería Civil del ISPJAE, Ciudad de La Habana
Coautor: MSc. Ing. Rolando Armas Novoa
Profesor Consultante de la Facultad de Ingeniería Civil del ISPJAE, Ciudad de la Habana.
Resumen: Las arcillas dispersivas constituyen un tipo de suelo
frecuente en la naturaleza. Sus propiedades físico-químicas les
confieren un comportamiento inestable en presencia de un flujo
hidráulico. Sin embargo, estos suelos se caracterizan por una baja
permeabilidad, lo cual induce a su frecuente y errónea utilización
en la construcción de presas de tierra. Una vez en presencia del
flujo de filtración, el arrastre de materia conduce inevitablemente
a la falla de la estructura por sifonamiento mecánico. En Cuba,
una presa ha fallado de forma catastrófica y otras se mantienen
con bajo nivel de explotación por esta causa. Por ello, resulta vital
identificar estos suelos en la etapa previa a su utilización. En
casos que resulte conveniente utilizarlos en lugar de otros
materiales cuyo acarreo sería costoso, es necesario eliminar el
comportamiento dispersivo mediante su estabilización geotécnica.
La presente investigación realiza un bosquejo sobre los ensayos de
identificación de suelos dispersivos y los métodos que existen para
estabilizarlos.
Palabras Claves: Pinhole, arcillas dispersivas, estabilización de
suelos, sifonamiento de presas.
I. INTRODUCCIÓN
Los suelos arcillosos son considerados resistentes a la
erosión que ocasiona el flujo de agua a través de los mismos.
Esto se debe a la baja permeabilidad que los caracteriza. Sin
embargo, algunos suelos arcillosos demuestran una marcada
tendencia hacia la dispersión o defloculación en presencia de
agua relativamente pura, y son susceptibles de ser arrastrados,
creando conductos que facilitan el flujo de filtración y por
ende el fallo por sifonamiento. La tendencia a la erosión por
dispersión de estos suelos está en función de la mineralogía y
las propiedades químicas de la arcilla que contiene, así como
del tipo y cantidad de sales disueltas en los poros y en el agua
que se infiltra [34]. La principal diferencia entre las arcillas
dispersivas y las que ordinariamente resisten la erosión interna
radica en el tipo de cationes disueltos en el agua intersticial,
adheridos a la doble capa de difusión de la partícula. En las
dispersivas predominan los cationes de Sodio (Na+), mientras
que en las ordinarias predominan los cationes de Calcio (Ca2+
),
Potasio (K+) y Magnesio (Mg
2+) [19], [33].
Los cationes de Sodio (Na+) tienen valencia 1
+, por lo que la
fuerza electrostática que lo fijan a la partícula sólida de arcilla
es menor que la que ocurre en el caso de los cationes de Calcio
(Ca2+
), y Magnesio (Mg2+
), con valencia 2+. Además, se
necesita un mayor número de cationes de Sodio para satisfacer
la carga electrostática de la partícula de arcilla. Por tal razón,
los cationes (Na+) son más propensos a ser arrastrados por el
agua que los cationes (Ca2+
) y (Mg2+
).
Figura 1: Comportamiento de los iones de Sodio y Calcio adheridos a la
partícula de arcilla [18].
En comparación con el Potasio (K+), los cationes de Sodio
tienen menor radio, por lo que tienen mayor tendencia hacia la
interacción ión-dipolo con las moléculas de agua. Por tanto,
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aunque los cationes de Sodio (Na+) y Potasio (K
+) tienen igual
valencia 1+, los primeros son arrastrados con mayor facilidad.
Con la salida de los cationes de Sodio disminuyen las
dimensiones de las partículas de arcilla y las fuerzas que las
enlazan, formándose oquedades que facilitan su arrastre. El
flujo de agua con bajo contenido de sales, activa y acelera el
proceso, incluso con cargas hidráulicas muy bajas, creando
pequeños conductos que con el tiempo se convierten en
grandes sifones y ocasionan pérdidas de volúmenes de agua e
inestabilidad en las masas de suelo. El agua remanente es
turbia, cargada con una suspensión coloidal de partículas de
arcilla entre las que median fuerzas electrostáticas de repulsión
[17]. Los cationes de sodio disuelto no son tan efectivos como
los de otros elementos al neutralizar la carga de los coloides,
por lo que las partículas de arcilla continúan repeliéndose y la
suspensión es estable [8]. En presas de tierra construidas con
estas arcillas se origina el “sifonamiento mecánico”, una de las
causas de falla catastrófica en este tipo de estructuras.
Las arcillas dispersivas son conocidas por los ingenieros
agrónomos desde el siglo XIX, aunque el fenómeno de
dispersividad no fue interpretado hasta mediados del siglo XX
[31], [37]. La importancia de este fenómeno para la ingeniería
civil e hidráulica fue reconocida por primera vez en la década
de 1960`, cuando se investigó en Australia el fallo por
sifonamiento de pequeñas presas homogéneas de arcilla [1].
II. ORÍGEN DE LAS ARCILLAS DISPERSIVAS
Las arcillas dispersivas no están definitivamente asociadas a
una formación geológica específica y han sido encontradas en
depósitos aluviales, sedimentos lacustres, depósitos de loess y
llanuras diluviales. Con frecuencia se ha encontrado en el agua
de los poros de rocas calizas y esquistos originarios de
depósitos marinos el mismo contenido de sales que en las
arcillas dispersivas y el suelo residual de estas rocas es
también dispersivo [23]. En Zimbabwe las arcillas dispersivas
han sido asociadas con granitos y rocas areniscas [10].
Resulta especulativo afirmar que estas arcillas deban su
origen a rocas que estuvieron, en algún tiempo geológico,
sumergidas en el mar, donde adquirieron los niveles de sodio
que las caracterizan.
III. UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Los primeros estudios asociaron las arcillas dispersivas a
suelos formados en climas áridos y semiáridos, y en áreas de
suelos alcalinos. También se han encontrado en varias
regiones de clima húmedo. Países como Australia, Tasmania,
México, Trinidad, Vietnam, Sudáfrica, Tailandia, Israel,
Ghana, Kenya, Brasil, Venezuela y varias regiones del sur de
los Estados Unidos, han experimentado problemas con las
arcillas dispersivas en sus obras hidrotécnicas. En Zimbabwe,
más del 60% de los suelos han sido identificados como
dispersivos [10].
En Cuba se ha encontrado arcilla dispersiva en la provincia
de Camagüey [11], específicamente utilizada en los terraplenes
de las presas Buen Tiempo [12], Caonao, Dique Barroso, San
Juan de Dios, y Las Cabreras [13], [14]. Esta última falló
completamente, en junio de 1993, debido al fenómeno de
sifonamiento mecánico [3], mientras que las otras se
mantienen fuera de explotación. En Granma, la presa Cauto El
Paso tiene arcillas dispersivas en 9km de su dique izquierdo
[7], por lo que se mantiene unos metros por debajo del nivel
de agua para el cual fue diseñada, perdiéndose así la
explotación varios millones de metros cúbicos.
Debido a que las arcillas dispersivas han sido encontradas
en muestras de los más diversos orígenes, puede afirmarse que
estas son representativas de gran variedad de formaciones
geológicas en el mundo.
IV. IDENTIFICACIÓN DE LOS SUELOS DISPERSIVOS
En la naturaleza resulta difícil detectar la presencia de suelos
dispersivos. En áreas de topografía irregular la erosión
superficial del agua forma angostos canales en forma de
espinazos dentados que se profundizan rápidamente y llegan a
formarse micro-túneles. Los depósitos de aguas someras
producto de la lluvia muestran una turbidez persistente. En las
regiones llanas no se observan evidencias superficiales de las
arcillas dispersivas, debido a que estas se encuentran ocultas
por las capas de humus, materia orgánica u otros materiales, de
cuya matriz han sido lavadas las partículas dispersivas [23].
Según Armas Novoa, en Cuba, en regiones de la provincia
de Camagüey donde existen arcillas dispersivas, la vegetación
del suelo es pobre debido a la salinidad del mismo, lo cual
también puede ser un indicador de la presencia de material
dispersible.
Figura 2: Taludes erosionados y agua turbia debido a presencia de arcillas
dispersivas [25].
Los suelos dispersivos no pueden ser identificados por
apreciación visual ni por los ensayos de rutina en cualquier
obra de la ingeniería civil, tales como el análisis
granulométrico o los límites de Atterberg [2], [17]. Esto, unido
a la baja permeabilidad inicial que los caracteriza (antes de ser
expuesta al flujo hidráulico), constituyen las causas principales
de que hoy existan presas de tierra y otras obras afectadas por
el fenómeno de dispersividad de los suelos con que fueron
construidas. El fallo de algunas de estas obras obligó a los
ingenieros a crear nuevos ensayos de laboratorio para
identificar y valorar la presencia de arcillas dispersivas en los
suelos utilizados como material de construcción de obras
hidrotécnicas. A continuación se describen de forma general
estos ensayos.
1. Ensayo de Crumb [15], [16].
También conocido como “ensayo de desmenuzamiento”,
consiste en preparar un espécimen en forma de cubo, de unos
15mm de arista (1/4” a 3/8”) secado al aire y temperatura
ambiente. Se sumerge en un recipiente con agua destilada.
CCIA’2008 3
Pasados 5 a 10 minutos, se observa la tendencia de las
partículas de arcilla a formar una suspensión coloidal,
enturbiando el agua. La dispersividad de la muestra se valora
según la siguiente guía:
Grado 1: No se observa reacción. La muestra se
desmorona y esparce en el fondo del recipiente sin
enturbiar el agua.
Grado 2: Reacción ligera. Débil turbulencia en el agua
próxima a la superficie del terrón.
Grado 3: Reacción moderada. Turbulencia coloidal en
suspensión, fácilmente distinguible, y que se esparce
por el fondo del recipiente.
Grado 4: Reacción fuerte. La turbulencia cubre el
fondo del recipiente y puede llegar a expandirse en
todo el volumen de agua.
El ensayo de desmenuzamiento adolece de un problema de
apreciación y en sus resultados influye la pericia de la persona
que lo realiza. No obstante, se encuentra normado según el
United States Bureau of Reclamation [36].
2. Ensayo del Doble Hidrómetro.
Este ensayo fue desarrollado por G. M. Volk, en 1937 [37],
y ha sido muy utilizado por el Servicio de Conservación de
Suelos (S.C.S.) de los Estados Unidos desde 1940 [2]. Está
normado según la ASTM D 4221-99 [26].
Consiste en determinar la distribución por tamaño de las
partículas del suelo en cuestión, mediante el Ensayo Normado
de Hidrómetro [27], y paralelamente realizar un segundo
ensayo de hidrómetro a una muestra idéntica, pero sin
agitación mecánica ni dispersante químico. A partir de los
resultados de ambos hidrómetros, se calcula el “porcentaje de
dispersión” como la razón entre el porcentaje de partículas de
0,005mm de diámetro, obtenido en el segundo hidrómetro,
respecto al de partículas de igual diámetro, obtenido en el
primero.
Figura 3: Curvas granulométricas obtenidas en un suelo mediante el
Ensayo del Doble Hidrómetro [17].
Según la figura 3, el “porcentaje de dispersión” se calcula:
Porcentaje de dispersión = 100B
A
Donde A y B son los porcientos de partículas de 0,005mm
de diámetro obtenidas en el segundo y primer hidrómetro,
respectivamente.
Para evaluar el grado de dispersión en este ensayo se adopta
la relación que se muestra en la Tabla 1.
Tabla 1: Relación entre el “porcentaje de dispersión” y el carácter
dispersivo del suelo.
La interpretación física del ensayo es la siguiente: cuanto
más próxima es la relación B
A a la unidad, mayor capacidad
de dispersión tiene el suelo, al no requerir de agente químico
dispersante o agitación mecánica para asemejar los resultados
del hidrómetro en su estado natural con los del Ensayo
Estándar.
Existe una variante del ensayo del doble hidrómetro,
conocida como el Ensayo del Triple Hidrómetro [17], que
incluye un hidrómetro con agua de río. Sin embargo, este
ensayo triple no está normado ni es de uso corriente.
3. Ensayo de Pinhole.
Este ensayo ha sido el más difundido gracias a la fiabilidad
de sus resultados. Fue creado por Sherard [33], y desarrollado
posteriormente hasta convertirse en un ensayo físico común en
obras hidráulicas. Está normado según la ASTM D 4647-93,
USBR 5410-90 y NC-54-370:1987 (es el único ensayo,
referido a suelos dispersivos, con Norma Cubana).
Consiste en hacer pasar agua destilada a través de un
agujero de 1mm de diámetro, abierto a lo largo de una muestra
cilíndrica, de 1” de longitud (25,4mm). El agua se hace pasar
con cuatro cargas hidráulicas diferentes: 2”, 7”, 15” y 40”
(50mm, 180mm, 380mm y 1020mm), comenzando por la
menor, y sostenidas durante un intervalo de tiempo. El
resultado del ensayo se evalúa por la turbidez del agua, la
velocidad del flujo y el tamaño final del agujero de la muestra
(Figura 4).
Las arcillas dispersivas pueden ser detectadas por los
resultados del ensayo bajo carga de 2” (50mm), pues el agua
que emerge de la muestra será visiblemente turbia y no se
aclara con el tiempo, y el agujero de 1mm se ensancha hasta
alcanzar los 3mm y más. En las arcillas ordinarias, resistentes
a la erosión, el agua que emerge es clara, o se hace clara en
unos pocos segundos, y el orificio apenas se ensancha. Las
arcillas muy resistentes a la erosión no enturbian el agua, el
agujero no se erosiona y la velocidad del flujo a través del
mismo permanece constante [2].
La Tabla 2 muestra una guía para clasificar el suelo según su
dispersividad a partir de los resultados del ensayo de Pinhole.
La clasificación resultante puede resumirse en tres grupos
característicos, tal y como se observa en la Tabla 3.
Figura 4: Esquema del equipo del Ensayo de Pinhole.
Tabla 2: Criterios para clasificar los suelos a partir del Ensayo de Pinhole [2].
Tabla 3: Clasificación del suelo según resultados del Ensayo de Pinhole.
El Ensayo de Pinhole es muy simple de reproducir y sus
resultados categorizan en el grupo correspondiente con pocas
posibilidades de errores de apreciación por parte del personal
técnico que lo realiza [2].
Basados en el principio de funcionamiento del equipo
Pinhole, un grupo de investigadores de la Universidad de
Wollongong, Australia, ha creado un nuevo equipo que
denominaron “Aparato de Simulación del Proceso de Falla por
Erosión Interna”, (PSAICE, por sus siglas en inglés) [20]. El
diagrama de funcionamiento de este aparato se muestra en la
Figura 5.
Mediante este aparato, se realiza el ensayo haciendo pasar el
fluido erosivo (agua destilada) a través de un agujero de 10mm
de diámetro, que atraviesa la muestra cilíndrica por su centro.
El agua destilada es previamente bombeada hacia un tanque
móvil que regula y mantiene la carga hidráulica constante
durante todo el ensayo. Dos transductores de presión son
conectados a los extremos de la muestra, y para medir el índice
de erosión en tiempo real (es decir, en el transcurso del
ensayo) se coloca un medidor electrónico de turbidez o
“turbidímetro” en el conducto de salida del agua hacia el
recipiente colector, cuyo contenido es controlado mediante
una balanza electrónica. Los transductores, el “turbidímetro” y
la balanza electrónica se acoplan a un sistema receptor-
procesador de datos.
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Figura 5: Esquema del Aparato de Simulación del Proceso de Falla por
Erosión Interna [20].
Los autores de este experimento han desarrollado una
relación entre la concentración de sólidos en el agua
remanente y la turbidez de la misma para calcular el índice de
erosión del suelo.
Como puede observarse, este ensayo tiene las mismas bases
que el de Pinhole, aunque con un despliegue tecnológico que
lo facilitan y permiten salvar cualquier error de apreciación
mediante una adecuada calibración de los equipos medidores,
lo que hace aconsejable su implementación y normalización.
4. Ensayos Químicos [2], [23].
En la década de los 60` del siglo XX, investigadores
australianos reconocieron la presencia de Sodio intercambiable
en el agua de los poros de suelo como factor determinante del
carácter dispersivo de los mismo [1], [22], [30]. Para
cuantificar su efecto, definieron diferentes parámetros, entre
ellos, el “porcentaje de Sodio intercambiable” (ESP, por sus
siglas en inglés), como:
100CEC
NaESP
donde CEC es la “capacidad de intercambio catiónico”, y Na+
es la cantidad de cationes de sodio que existen en la muestra
de suelo, medidos ambos en meq/100g.
Mediante repetidos ensayos determinaron que los suelos con
ESP≥10% son susceptibles de tener un contenido de sodio
libre, que será lixiviado por el flujo de agua relativamente
pura, y los clasificaron como dispersivos.
Los criterios de clasificación de las arcillas según su
dispersividad a través del “porcentaje de sodio
intercambiable” (ESP) se muestra en la Tabla 4.
Tabla 4: Grado de dispersividad en función del porcentaje de sodio
intercambiable [23].
Otro parámetro evaluado para cuantificar el efecto del sodio
en la dispersividad de las arcillas es el “índice de absorción de
sodio” en el agua de los poros (SAR, por sus siglas en inglés).
2
22 MgCa
NaSAR
donde Na+, Ca
2+ y Mg
2+ son las cantidades de cationes de
Sodio, Calcio y Magnesio contenidos en el agua de los poros
(expresadas en meq/l).
Este método no es aplicable si no existen suficientes
cationes libres en el agua de los poros, lo cual puede ocurrir en
las arcillas dispersivas cuyos cationes de sodio están adheridos
a la doble capa de difusión de las partículas. Esto limita
enormemente la utilización del parámetro SAR. Igualmente,
discordancias entre este método y el del “porcentaje de sodio
intercambiable” han ocasionado que ambos sean poco
utilizados [10].
Muy difundida entre especialistas agrícolas es la estimación
del “porciento de sodio” en el agua intersticial, a partir de un
balance de los principales cationes en disolución
100__TSD
NaSodiodePorciento
donde
KMgCaNaTSD 22 [meq/l]
y Na+, Ca
2+, Mg
2+ y K
+ representan las cantidades de estos
cationes, expresadas en meq/l.
El procedimiento consiste en mezclar el suelo con agua
destilada hasta alcanzar una consistencia cercana a su límite
líquido. Luego se extrae una muestra del agua de los poros
(extracto de saturación) por medio de vacío, utilizándose un
filtro para separar las fases sólida y líquida (Figura 6). Este
extracto de saturación es ensayado y se determinan las
cantidades de los cationes antes mencionados.
Figura 6: Esquema del aparato utilizado para la obtención del extracto de
saturación de la muestra de suelo [2].
La Figura 7 muestra gráficamente el grado de dispersividad
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de los suelos, en función del “Porciento de Sodio” y el Total
de Sales Disueltas (TSD), identificándose los mismos
mediante tres zonas
Figura 7: Grado de dispersividad de los suelos, en función del “Porciento
de sodio” y el Total de Sales Disueltas (TSD) en el agua intersticial.
5. Correlación entre los resultados del Ensayo de Pinhole y
el Porciento de Sodio.
El primer trabajo de correlación de estos ensayos fue
realizado por Sherard et al., a principios de la década de los
70` del siglo pasado [35]. Para ello utilizó 195 muestras de
diferentes tipos de suelos que cubrían las más diversas
variedades y orígenes. De estas muestras, 80 correspondían a
suelos dispersivos, muchos de los cuales habían sido tomados
de presas del territorio de los Estados Unidos y otras partes del
mundo, que habían sido dañadas, en mayor o menor medida,
por el fenómeno de sifonamiento.
En la Figura 8 pueden apreciarse los resultados obtenidos
por Sherard mediante el Ensayo de Pinhole, al superponerlos
en el gráfico de Porciento de Sodio vs. TSD.
Figura 8: Correlación entre los ensayos de Pinhole y Porciento de Sodio vs
TSD [32].
De los resultados mostrados en la Figura 8 se concluye la
existencia de una buena correlación entre el Ensayo de Pinhole
y en ensayo químico de Porciento de Sodio. Es por ello que en
la actualidad ambos métodos de identificación de suelos
dispersivos son utilizados internacionalmente.
Armas Novoa, en su artículo de 1980 [2], muestra en
gráficos similares, las correlaciones realizadas en el análisis de
21 casos históricos de presas falladas por sifonamiento en el
mundo, así como la obtenida por él mismo en su estudio de los
suelos correspondientes a varios lugares de emplazamiento de
presas cubanas.
V. ESTABILIZACIÓN DE LOS SUELOS DISPERSIVOS
La existencia de numerosas obras hidrotécnicas
(fundamentalmente presas de tierra) construidas con suelos
dispersivos, y la necesidad de continuar utilizando los mismos
en este tipo de construcciones, abren un nuevo campo de
estudio de la Geotecnia: la estabilización de suelos
dispersivos. En este caso, la estabilización está dirigida a
eliminar una propiedad perjudicial como lo es la dispersividad
de las arcillas.
La naturaleza electroquímica del fenómeno conduce a
buscar métodos y/o aditivos que trabajen de esta forma, de ahí
que el proceso que se ajusta al mejoramiento de los suelos
dispersivos es la “estabilización química”. Como ya se ha
explicado, generalmente la dispersividad está dada por la
presencia de cationes de Sodio (Na+) adheridos a las partículas
de arcilla. Sustituir estos cationes inestables por otros de
mayor estabilidad, como son los cationes de Calcio (Ca2+
),
Magnesio (Mg2+
) o Aluminio (Al3+
) conferirá estabilidad al
suelo, eliminando el problema de dispersión.
Con base en este razonamiento, se ha estudiado la
estabilización de suelos dispersivos mediante aditivos que
propicien el intercambio catiónico. A continuación se recogen
experiencias sobre la utilización de algunos de estos aditivos.
1. Sulfato de Aluminio Hidratado.
El Sulfato de Aluminio Hidratado Al2(SO4)3∙18H2O se cita
en la literatura como de uso común en la estabilización de
suelos dispersivos. Al respecto, es relevante y muy completo el
estudio realizado por Ouhadi y Goodarzi [29]. Estos
investigadores realizaron un aporte singular, pues en sus
estudios parten de un material no dispersivo: la arcilla
bentonita. Mediante ensayos químicos y utilizando Sulfato de
Sodio NaSO4 como agente dispersante, convierten la bentonita
en dispersiva, lo cual corroboran mediante ensayos de doble
hidrómetro, y un análisis químico detallado que demostró el
enriquecimiento de la bentonita con cationes de Sodio,
suspendidos en el agua intersticial, y adheridos eléctricamente
a las partículas de arcilla.
El suelo dispersivo así obtenido es sometido luego a un
nuevo proceso de intercambio catiónico mediante la adición de
Sulfato de Aluminio Hidratado, induciéndose la sustitución de
los cationes de Sodio por cationes de Aluminio. Durante este
proceso se controla rigurosamente el comportamiento de las
variables de temperatura y pH, entre otras.
El estudio arrojó que, en general, la adición de un 1,5% de
Sulfato de Aluminio Hidratado estabilizó satisfactoriamente
muestras de suelo dispersivo.
Como efecto secundario se obtiene que el pH de la muestra
dispersiva se reduce entre 1 y 3 unidades con el proceso de
estabilización (variando entre 10 y 7). Igualmente, se reduce
en más de un 50% el Límite Líquido, y con ello el Índice
Plástico del suelo estabilizado. La permeabilidad también
CCIA’2008 7
disminuye, en razón directa al incremento de aditivo.
El estudio de Ouhadi y Goodarzi concluye en la utilidad del
Sulfato de Aluminio Hidratado como estabilizador de los
suelos dispersivos. Sin embargo, es oportuno valorar de muy
positivo el haberse logrado el proceso químico de intercambio
catiónico en ambos sentidos (inicialmente creando el material
dispersivo, y luego estabilizándolo). Es importante también
analizar la posibilidad de obtener el Sulfato de Aluminio
Hidratado en cantidades industriales para ser aplicado en
obras, y las consecuencias que puedan acarrear los efectos
secundarios de este tipo de estabilización.
2. Cemento Pórtland.
Al igual que en muchos otros casos, el cemento Pórtland
también ha sido utilizado para estabilizar los suelos
dispersivos. Al respecto, puede citarse el estudio realizado por
Indraratna et al., y publicado online en el 2008 [20].
De dicho estudio se infiere que la estabilización de suelos
dispersivos con cemento Pórtland está estrechamente
relacionada con el proceso de compactación de la mezcla
suelo-aditivo, obteniéndose resultados satisfactorios cuando se
alcanzan grados de compactación superiores al 95% del peso
específico seco máximo alcanzado en el laboratorio, aunque
no menciona a qué energía de compactación se refiere. Esta
relación hace pensar en que el proceso de estabilización no
está dado por un fenómeno de intercambio catiónico, sino por
el efecto aglomerante del aditivo.
Una objeción importante a este método de estabilización, es
la necesidad de mezclar el suelo con el aditivo antes o durante
el proceso de colocación en obra. Por tal razón, resulta
inaplicable a grandes masas de suelo colocadas y
compactadas, como es el caso de la cortina de una presa de
tierra ya construida y luego diagnosticada con problemas de
arcillas dispersivas. También es importante hacer un análisis
económico en relación al costo que puede tener la
estabilización de materiales dispersivos locales con cemento
Pórtland, en comparación con la transportación de material no
dispersivo desde zonas más alejadas de la obra.
3. Cal.
En el caso del tratamiento de los suelos con cal se ha
realizado utilizando este aditivo en tres estados diferentes, a
saber: cal viva u Óxido de Calcio (CaO), cal hidratada o
Hidróxido de Calcio (Ca(OH)2), y lechada de cal (suspensión
de cal hidratada en agua).
La cal viva se utiliza en aquellos casos en que es necesario
“secar” el suelo, es decir, disminuir su humedad, con fines de
compactación u otro uso. El proceso de hidratación de la cal
viva genera gran cantidad de calor, que contribuye a secar el
suelo. Sin embargo, si este es atravesado por una red de flujo,
el efecto de secado se pierde, y la cal viva se convertirá en
hidrato y, más tarde, en una suspensión.
La cal hidratada, o Hidróxido de Calcio, es prácticamente
insoluble, de ahí que al ser mezclado con agua no forme una
disolución, sino una suspensión (lechada de cal) en la cual
existen muy pocos cationes libres de Calcio, necesarios en el
proceso de intercambio catiónico que debe tener lugar para
estabilizar los suelos dispersivos. Es presumible un débil
resultado en este proceso de estabilización. Sin embargo,
ocurre un proceso de migración de iones de Calcio desde las
partículas de cal hidratada hacia las partículas de arcilla,
desplazando allí los iones menos estables. Este proceso se
conoce como “floculación y aglomeración”, tiene lugar en el
transcurso de varias horas, como resultado el suelo se hace
granular y friable, y como efecto secundario ocurre una
reducción drástica del Índice Plástico [24].
Este fenómeno ha sido aprovechado en el mejoramiento de
los suelos dispersivos que se encuentran en cortinas de presas
ya construidas, sin necesidad de removerlas. Experiencia de
ello se tiene en Sudáfrica [4], [5], [6], donde algunas
micropresas han sido reparadas mediante la estabilización de
sus terraplenes, que contenían material dispersivo, por medio
de la cal. El proceso fue bien simple: se vertió suficiente
Hidróxido de Calcio en el volumen de agua embalsada de las
micropresas para crear una suspensión, que luego fue
arrastrada por la red de flujo que atraviesa el terraplén. De esta
forma, y en el lapso de tiempo en que el agua atraviesa la masa
de suelo, se produce el intercambio catiónico y por
consiguiente la estabilización de la arcilla dispersiva.
Lógicamente, este método es aplicable a presas pequeñas, y
deja pendiente una interrogante acerca del método de
aplicación en aquellos casos en que resulta imposible, por
cuestiones de volumen, crear una suspensión en el agua
embalsada.
4. Otros aditivos.
Los tres aditivos antes mencionados son los más utilizados
hasta el momento en el tratamiento de los suelos dispersivos.
Sin embargo, ante las limitaciones y dificultades de aplicación
que presentan, se continúa haciendo estudios con nuevas
sustancias y métodos.
En el caso de sustancias simples se cuenta el uso del yeso
(Sulfato de Calcio Hidratado), el cual, por su poca solubilidad,
requiere de una mezcla con el material a estabilizar, en una
etapa previa o durante su colocación en obra. También se
estudia la aplicación de puzolanas y cenizas (fly ash) [21].
En cuanto al empleo de polímeros complejos, puede
mencionarse el estudio de la estabilización con lignosulfonato
[20] y con poliacrilamidas [9].
VI. CONCLUSIONES
El estudio de los suelos dispersivos por más de cuarenta
años ha permitido reunir sobre los mismos un importante
cúmulo de conocimientos. Se conoce con claridad el fenómeno
químico que en ellos ocurre y los problemas que ocasiona su
presencia en obras hidrotécnicas. Para evitar estos problemas,
se desarrollaron métodos y ensayos efectivos para su
identificación, los que hoy se encuentran normados y son de
uso muy difundido en el mundo entero. Los más comunes son:
el Ensayo de Crumb, el Ensayo de Doble Hidrómetro, el
Ensayo de Pinhole, y la determinación del Porciento de Sodio
respecto al Total de Sales Disueltas (TSD) en el agua
intersticial.
La realización simultánea de los dos últimos constituye el
procedimiento seguido internacionalmente para la
CCIA’2008 8
identificación de dispersividad de las arcillas.
Más allá de la identificación e interpretación química del
fenómeno, se trabaja hoy en la solución del problema mediante
procesos de estabilización de suelos con aditivos. Los más
estudiados son el cemento Portland, la cal en diferentes
estados (viva, hidratada o en suspensión) y el Sulfato de
Aluminio. Otros aditivos poliméricos y naturales, como son el
yeso y la zeolita, deben seguir siendo estudiados para conocer
su efectividad y posible implementación.
REFERENCES
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