identidad 45 - nov 2015
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La chica que esperaba el busLa noche la había atrapado en el sereno obscuro y gélido de un jueves cualquiera después de haber salido de trabajar.Su tez mestiza, sus ojos color miel intenso, sus manos largas y bien cuidadas temblaban indómi-tas y sus labios gruesos cambia-ron su color natural por otro na-tural más obscuro.TRANSCRIPT
AÑO 5 — NO 045 Identidad
+ COMUNA O1 + MEDELLÍN + ANTIOQUIA + COLOMBI A + CELAC +
R e c o m e n d a n d o L O S I M P O S T O R E S d e
S a n t i a g o G a m b o a 3
E l p o d e r d i s c i p l i n a r i o 4
A b l a n c o y n e g r o 8
CONTRIBUCIONE$ VOLUNTARIA$
NOVIEMBRE DE 2015 Una p ub l icac ió n de ASOHUELLAS
ISSN 2256-2206
La noche la había atrapado en
el sereno obscuro y gélido de un
jueves cualquiera después de
haber salido de trabajar.
Su tez mestiza, sus ojos color
miel intenso, sus manos largas y
bien cuidadas temblaban indómi-
tas y sus labios gruesos cambia-
ron su color natural por otro na-
tural más obscuro.
Caminaba sin prisa,
pues ya era tarde, ca-
si al alba, y tendría
que esperar por el
autobús que la lleva-
ría hasta su casa, que
se encuentra a orillas
de la ciudad, como
dice la canción de
Pasión Vega. A lo
lejos la neblina obnu-
bilaba el paisaje y
ella, ya lista en la
hilera del paradero de
buses, se ve más tem-
blorosa y va mecién-
dose hacia adelante y
hacia atrás como en
un columpio, señal
inequívoca de ansie-
dad. Al parecer tiene
frío y quizá por tener
Maryory Quintero Menitofe &
Y Griega Winikott [email protected]
ese buso color vino tinto – cuya
capucha cubre su cabellera, que
me figuro, por su tez y el color
de sus ojos, es castaño y largo
más allá de los hombros – no
fuma, ni pide un tinto o aromáti-
ca a la señora que va viene con
su cochecillo, se limita a mirar a
todos lados, pero con mayor
intensidad hacia la neblina que
obnubila el paisaje . Se la ve
t ir itando de fr ío y cansada .
(Continúa en la página 2)
La chica que esperaba el bus
… L a s d i s c i p l i n a s f u n c i o n a n
c o m o t é c n i c a s q u e f a b r i c a n
i n d i v i d u o s ú t i l e s . U n h o m b r e
d i s c i p l i n a d o e s u n c u e r p o ú t i l
y d ó c i l , e n t é r m i n o s e c o n ó m i -
c o s , p e r o e n t é r m i n o s p o l í t i -
c o s , e s u n h o m b r e q u e h a c e -
d i d o s u c a p a c i d a d d e p o d e r a
l a v o l u n t a d d e o t r o s . . .
Ver páginas 4-7.
PUNTOS DE INTERÉS ESPECIAL:
CONTENIDO:
Dibujo realizado por Juan Fernando Payán
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Dirección, diseño y diagramación
Humberto Londoño
Edición
Humberto Londoño
Participan en este número
Maryory Quintero Menitofe
Y Griega Winikott
Jairo Londoño
Juan David Patiño
Fabián Correa
Fotografías e ilustraciones
Juan Fernando Payán
Imágenes de internet
Me imagino que estará elucu-
brando el viaje hasta su casa pa-
so a paso: “Abordo el bus 057 de
Bello Oriente, por la puerta tras-
era que me cobra mil pesos. Es-
toy arropada con este buso vino
tinto, todo el tiempo con la ca-
pucha puesta, tratando de evitar
enfriarme la cabeza. Ya estoy a
punto de llegar a
mi casa, el tra-
yecto es corto
después de todo.
El conductor es
amable. Respon-
dió a mi saludo,
pues no todos lo
hacen.
Por fin, el bus
me deja a una
cuadra de mi ca-
sa. Voy caminan-
do hacia Carpine-
lo. Las aves em-
piezan a cantar.
Su canto me
acompaña y me
da seguridad y
protección, mayor
confianza en estas
calles frías y
desérticas. Ya es-
toy en mi casa,
abro la puerta y
siento el calor de
hogar…”
Un autobús por
fin arriba al para-
dero. La chica
que espera su
transporte sale de
(Viene de la página 1) su letargo, se anima a recorrer la
hilera para subirse a él, se la ve
ya más animada y dibuja una
so nr isa l ímp ida y par e ja ,
hermosa.
Y yo he tenido, en ese instante
de espera, una grata compañía,
he tenido la presencia de la chica
del buso color vino tinto. I.
A S O H U E L L A S
A s o c i a c i ó n C o m u n i t a r i a
D e j a n d o H u e l l a s
N I T : 8 1 1 0 1 3 5 1 1 - 0
POR UNA NIÑEZ SANA, CREATIVA,
SOLIDARIA Y ALEGRE
Calle 104 No. 36BB - 22
Barrio Granizal - Medellín, Colombia
Identidad
Ediciones Artesanales La Caverna
ISSN 2256-2206
B ib l i ot eca N ac i on al d e C ol ombi a
Min is ter i o d e Cul tur a
Repú bl ica d e C ol ombi a
31-01-2012
“... el sentido de las palabras solo pertenece a la representación de cada uno y por mucho que sea aceptado por todos, no tiene otra existencia que la que tiene en el pensamiento de los individuos
tomados uno por uno... ”
Michel Foucault.
Textos Cotidianos de Realidades Invisibles Imagen tomada de: http://ctrlgarquitectos.com/155575/1418712/institutionalinstitutional/jardin-
infantil-carpinelo
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Los tres personajes centrales de
la novela, además de divertidos y
muy humanos, con sus estilos pro-
pios nos sumergen en una entrete-
nida trama detectivesca. En sus
registros se evidencian importan-
tes reflexiones de vida en algunos
casos, en otros, anécdotas que
podrían ser útiles para aquellos
que se inician en la escritura,
animándolos quizá a participar de
la escena literaria y, tal vez, suge-
rir pequeños ejercicios para hacer-
lo.
La expresión de algu-
nos de los anhelos más
profundos y sencillos
del sentir latinoamerica-
no y de las fantasías más
infantiles y quién sabe si
algo común, entre quie-
nes sueñan con la fama
y el reconocimiento por
sus trabajos literarios, se
vislumbra posible en el
desarrollo de esta entre-
tenida historia.
El humor surca todo el
contenido de la obra,
regalándonos risas, riso-
tadas y hasta carcajadas
si se quiere,
con las situaciones, no
tan únicas, no tan des-
cabelladas, de los per-
sonajes, que más que
sacados de la imagina-
ción, podría tratarse
perfectamente del re-
trato de algún conoci-
do, de quiénes a su
vez, como sucedió en
mi caso, podríamos
acaso robar o tomar
prestado su rostro para
imaginarnos los acto-
res en la primera lectu-
ra de la obra.
Imposible no sentirse
identificado con algún
rasgo, sino con toda la
personalidad de algu-
nos de sus personajes,
llegando a sentir por
ellos lo que llamaríamos, si no
fueran producto de la imagina-
ción, sino seres reales de carne y
hueso, simpatía, acaso cariño o
amor.
Leyendo a Santiago Gamboa,
una vez más, siento la compañía
de quién pudiese llamarse maes-
tro, en la paciente tarea del
aprendizaje y siento que me
muestra cómo el acto literario
puede ser divertido y liberador, y
que aquellos escritores destina-
dos a ser llamados de los buenos,
casi siempre coinciden con una
profunda búsqueda interior, más
que con el hecho de haberse fija-
do una meta éxito y trabajar por
ella, como tal vez le sucede a
nuestro cómico Nelson Chouchén
Otálora. I.
Recomendando LOS IMPOSTORES de Santiago Gamboa
Imagen tomada de: http://www.schavelzongraham.com/libro/los-impostores/
Imagen tomada de: http://www.schavelzongraham.com/libro/los-impostores/
Jairo Londoño
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la menor inversión posible. Con el
establecimiento del capitalismo,
sus procedimientos camaleónicos
devienen en el poder disciplinario
como nuevo tipo mecanismo de
control, más difuso y sutil al ser
ejercido desde diferentes institu-
ciones y agentes.
Con el nuevo modelo, la burgue-
sía, como clase dominante, crea su
propio marco jurídico, organiza-
ción parlamentaria y representati-
va, y así encubre sus orígenes, pro-
cesos e intensiones mediante los
cuales ha llegado a ser precisamen-
te esa clase políticamente domi-
nante; dejando expuesto a su vez
como reemplazo a las diferentes
manifestaciones de su control dis-
ciplinario; poder que no se puede
ubicar ni en instituciones ni en
“La disciplina "fabrica" indivi-
duos: es la técnica específica de un
poder que se da a los individuos a
la vez como objetos y como instru-
mentos de su ejercicio. No es un
poder triunfante que a partir de su
propio exceso pueda fiarse en su
superpotencia; es un poder modes-
to, suspicaz, que funciona según el
modelo de una economía calcula-
da pero permanente. Humildes
modalidades, procedimientos me-
nores, si se comparan con los ri-
tuales majestuosos de la soberanía
o con los grandes aparatos del Es-
tado. Y son ellos precisamente los
que van a invadir poco a poco esas
formas mayores, a modificar sus
mecanismos y a imponer sus pro-
cedimientos.” Michel Foucaulti
Comienzo a partir de este párrafo
de Foucault en el capítulo: Los me-
dios del buen encausamiento, del
libro: Vigilar y castigar; donde nos
habla de una mutación, de una in-
novación en el ejercicio calculado
del poder, que permite que desde
los siglos XVIII y XIX, surja lo
que denomina como un poder dis-
ciplinario en sustitución a las anti-
guas formas de manifestación del
poder absoluto, punitivo y visible
Juan David Patiño [email protected] del soberano.
Ésta nueva manifestación, se co-
rresponde con un hecho histórico
que tiene que ver con la multiplica-
ción de la población, con un im-
pulso demográfico en este periodo
y con el crecimiento del aparato
productivo, asociados ambos, con
el desarrollo de la revolución in-
dustrial, y de las ciencias en gene-
ral. Esto hizo que se perfilara y
perfeccionara los modos de pro-
ducción y explotación; y que el
feudalismo que resulta ya insufi-
ciente, sea superado por el capita-
lismo como modelo. De la misma
manera, el poder déspota y directo
del señor feudal, se hace inútil para
el control, dominio y uso de una
mayor cantidad de población, con
El poder disciplinario
Imagen tomada de: https://estructurasistemica.wordpress.com/2015/08/23/un-nuevo-feudalismo/
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agentes particulares, por eso habla-
mos de mecanismo, de micro-
física: “Poder que es en aparien-
cia tanto menos "corporal" cuanto
que es más sabiamente "físico".ii
El poder disciplinario se impone
como alternativa a la complejidad
de la sociedad y a la dificultad en
las tareas para su control: Los indi-
viduos van a ser sometidos enton-
ces a una nueva modalidad de inte-
gración a la vida social en las con-
diciones de la vida urbana, indus-
trial y moderna; esto tomará forma
sobre sus nuevos supuestos.
En nuestra cultura somos vigila-
dos y corregidos por nuestros pa-
dres o cónyuges; en la oficina por
los jefes, en el colegio por las di-
rectivas; en hospitales por médicos
o enfermeras, en la calle por la
fuerza pública y por cámaras de
video, en fin, estamos siendo obje-
to de una constante observación.
En las múltiples instituciones o
espacios públicos, somos observa-
dos por personas destinadas a tal
fin. El diseño arquitectónico de las
construcciones asume el sistema
panóptico para un mayor control
de los cuerpos. La distribución es-
pacial que existe en el interior del
salón de clase, también adopta el
sistema panóptico: El profesor se
encuentra situado en la parte de
adelante y frente a todos los estu-
diantes, garantizan-
do el control visual
de sus aprendices.
Así mismo en la
iglesia, en la empre-
sa, en la cárcel, etc.
Las instituciones
de encierro como: el
cuartel, la cárcel, el
hospital, la escuela,
el manicomio, se
instituyen a través
de una serie de pro-
cedimientos de indi-
vidualización que
tienen como blanco
el cuerpo de los su-
jetos, como principio organizador
la metódica mirada “panóptica” y
como finalidad la normalización.
El poder se invisibiliza y el indi-
viduo –detalladamente documen-
tado – adquiere una mayor visibi-
lidad. Es visto, pero no ve; objeto
de una información, nunca sujeto
en una comunicación. Ésta es la
garantía del orden. De ahí el efec-
to mayor del panóptico: inducir
en el detenido un estado perma-
nente de visibilidad que garantiza
el funcionamiento automático del
poder. Hacer que la vigilancia sea
permanente en sus efectos, inclu-
so si es discontinua en su acción.
Con este Dispositivo se automati-
za y desindividualiza el poder.
Los mecanismos disciplinarios
tienden a desinstitucionalizarse,
salir de las fortalezas cerradas y
circular en estado libre: las disci-
plinas masivas y compactas se
descomponen en procedimientos
flexibles de control, que se pue-
den transferir y adaptar:
“…En cuanto al poder discipli-
nario, se ejerce haciéndose invisi-
ble; en cambio, impone a aque-
llos a quienes somete un principio
de visibilidad obligatorio. En la
disciplina, son los sometidos los
que tienen que ser vistos. Su ilu-
minación garantiza el dominio
del poder que se ejerce sobre
ellos. El hecho de ser visto sin (Continúa en la página 6)
La
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individuos. Las disciplinas funcio-
nan como técnicas que fabrican
individuos útiles. Un hombre dis-
ciplinado es un cuerpo útil y dócil,
en términos económicos, pero en
términos políticos, es un hombre
que ha cedido su capacidad de po-
der a la voluntad de otros.
Para acometer la tarea de norma-
lización social, las disciplinas es-
colares utilizaron el “examen” co-
mo principal dispositivo, enten-
diendo por normalización la impo-
sición de valores históricos, socia-
les y contingentes presentados por
la sociedad burguesa como natura-
les. En la noción de norma y en el
dispositivo escolar del examen se
unieron el ejercicio del poder y la
formación del saber, lo que entrañó
la domesticación de los individuos
con una sencilla ecuación: a más
sometimiento de exámenes y
supuesta acumulación de saber,
mayor disciplina del poder sobre el
individuo.
En la pedagogía del siglo XX se
hará abstracción del examen en las
teorías y propuestas metodológicas
de enseñanza; se lo trata apenas
como una interrupción periódica,
de una disciplina de nivelación en
los procesos de aprendizaje esco-
lar: “la evaluación”. Bajo las con-
diciones del olvido de su génesis,
los poderes presentes en el examen
escolar serán señalados por el nue-
vo foco conceptual inaugurado con
Vigilar y castigar. Dice Foucault:
“El examen combina las técnicas
de la jerarquía que vigila y las de
la sanción que normaliza. Es una
mi rada normal i zadora , una
vigilancia que permite calificar,
clasificar y castigar”iv
Imagen tomada de: http://www.fotolog.com/cruzdelsur_flog/68437921/
cesar, de poder ser visto
constantemente, es lo que man-
tiene en su sometimiento al indivi-
duo disciplinario.”iii
La disciplina es considerada co-
mo un tipo de poder, que se practi-
ca sobre los cuerpos formándolos
con técnicas rigurosas como la vi-
gilancia, la sanción, el examen, las
cuales son aplicadas desde distin-
tas instituciones, esto implica todo
un conjunto de discursos donde a
la persona se le enseña qué debe
pensar y cómo debe actuar, de esta
forma se está controlando y selec-
cionando individuos, con el objeti-
vo de conjurar poderes. Pero lo
que Foucault advierte es que la dis-
ciplina no es de exclusividad de
una institución, ni mucho menos
de ella misma, es una forma de
ejercer poder, por ese motivo la
disciplina la ubica dentro de una
"anatomía del poder".
El poder disciplinario tiene como
función principal la de “enderezar
conductas’’, para retirar mejor y
sacar más. Esto es lo que Foucault
ve como una inversión funcional
de las disciplinas: Al poder disci-
plinario se le pedía originalmente
que neutralizara los peligros; se le
pide ahora el desempeño de un
papel positivo, haciendo que au-
mente la utilidad posible de los
(Viene de la página 5)
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Foucault ve el éxito del poder
disciplinario en el uso de lo que él
denomina instrumentos simples: la
inspección jerárquica, la sanción
normalizadora y su combinación
en un procedimiento específico: el
examen. La superposición de las
relaciones de poder y saber adquie-
ren en el examen toda su notorie-
dad posible:
“El examen lleva consigo todo un
mecanismo que une a cierta forma
de ejercicio del poder cierto tipo
de formación del saber”v
En éste se invierte la economía
en la visibilidad del poder: el exa-
men objetiviza, documenta: se es
objeto para el conocimiento y pre-
sa para el poder. Los procedimien-
tos disciplinarios rebajan el umbral
de la individualidad y hacen a su
vez de la descripción un medio de
control y dominación. He ahí su
gran y nueva cualidad.
Asistimos al nacimiento de un
sujeto que está limitado en su mo-
vilidad, debido a que ha perdido la
libertad por estar vigilado constan-
temente, en consecuencia a ello su
expresión corporal y desarrollo
mental se ha visto coartado, en
cierto modo, la necesidad de sentir
y pensar libremente. Si manifiesta
sus ideales será etiquetado y enaje-
nado de sus derechos, el sujeto
será cercado o encerrado en una
prisión material o simbólica, es
decir, puede ir a una cárcel o a
un hospital siquiátrico, o sim-
plemente será aislado y censura-
do por una sociedad que cons-
tantemente lo está observando.
Pero es necesario aclarar que la
sociedad y el poder no se pue-
den seguir viendo desde afuera,
y en tal sentido, ese cuerpo que
es censurado sufre una especie
de autocensura, porque el cuerpo
no es totalmente ajeno a lo censu-
rado por la sociedad disciplinaria.
Podríamos decir que ahora somos
nosotros mismos los que nos ob-
servamos en todo momento, hasta
en lo más íntimo. En nuestra so-
ciedad, muchas personas se cui-
dan de contratar en sus empresas
a personas que han sido condena-
das, sindicadas o simplemente se
ha tejido la sospecha de estar vin-
culado a la ejecución de un delito.
Entonces no es tanto que una so-
ciedad desde afuera coarte la li-
bertad, sino que nosotros mismos
estamos sirviendo de mecanismos
de vigilancia de la sociedad en la
que nos encontramos. Popular-
mente la gente dice: "dime con
quién andas y te diré quién
eres"…: nada más prejuicioso
de este dicho, es un juicio
aligerado y sin ningún acervo
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Referencias
i. Foucault M (1998) Vigilar y Castigar. Na-cimiento de la prisión. Editorial Siglo vein-
tiuno editores, México D.F. Pág. 175.
ii. Ibíd. Pág. 182.
iii. Ibíd. Pág. 192.
iv. Ibíd. Pág. 189.
v. Ibíd. Pág. 192.
probatorio. No me cabe en la ca-
beza que si yo comparto o sosten-
go conversación con un vicioso,
me encasillen como vicioso; o si
me relaciono con un guerrillero,
luego entonces soy guerrillero; o
si me encuentro con un policía,
entonces soy policía o soplón; o
con un gay, entonces también soy
¡gay¡… Imaginémonos entonces
hasta donde ha llegado la socie-
dad disciplinaria, hasta donde su
aceptación cristalizada con el de-
venir de los tiempos, bajo esa
concepción naturalizada de: "esto
fue así, siempre"… I.
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poderosamente la atención de la
pandilla: un aparato mágico en el
cual se observaban a blanco y ne-
gro los programas que por aquel
entonces causaban furor. Todos
emulábamos o pretendíamos
hacerlo, al hombre que había cos-
tado seis millones de dólares, la
visión prodigiosa del ojo telescópi-
co del “hombre nuclear”, su veloz
carrera, tan rápida que en la panta-
lla la pasaban en cámara lenta. La
velocidad y habilidad de la “Mujer
Maravilla” para desviar los proyec-
tiles con sus pulseras. Las risota-
das estereotipadas de un anime
japonés que se llamaba “Centella”,
u n f u l a n o e n m a s c a r a d o
que a bordo de una motocicleta de
alto cilindraje combatía el mal. Y
qué decir de “Ultramán”, otro pro-
grama de origen japonés, donde un
policía se convertía en un gigante
con un traje especial, como de
quince o veinte metros para luchar
contra monstruos que llegaban a
asolar la tierra.
Era de audiencia obligada ver a
Pacheco (un animador de origen
español) los días domingo en su
programa “Animalandia”, donde
lo más importante para nosotros
era la participación de los paya-
sos: “Bebé”, “Pernito” y
“Tuerquita”, quienes nos hacían
reír con sus pilatunas.
Eran años maravillosos, años de
pocas preocupaciones, pantalón
corto sin ropa interior, cauchera en
el bolsillo trasero y canicas de cris-
tal en los bolsillos delanteros. Poco
importaba el arreglo del cabello;
días en los cuales fabricabas tus
propios juguetes para departir ale-
gremente con los chicos del barrio:
escopetas de madera que con un
resorte y una puntilla arrojaban
tapas de gaseosa como proyectiles.
Tractores que se fabricaban con
carretes de hilo vacíos, un cabo de
vela sin pabilo,
un resorte y un
lastre. Carritos
que se confec-
cionaban con
cajas de fósfo-
ros o cajetillas
vacías de ciga-
rrillos entre
otros muchos
artilugios que
surgían vivaz-
mente de la
imaginación.
Mas, había
algo que atraía Imagen tomada de: http://apodaca.nexolocal.com.mx/p58239989-televisor-majestic-1960-blanco-y-negro-mmu
A blanco y negro
Fabián Correa Docente de Matemáticas [email protected]
Anécdota
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Pero había un pequeño problema:
no teníamos televisor. Mi familia
era muy humilde, con muchas ca-
rencias y los recursos no alcanza-
ban para ostentar dicho lujo. De
hecho, no había ningún televisor
en la vecindad.
Recuerdo que la Junta de Acción
Comunal del barrio, con ayuda de
la Alcaldía del Municipio de aquel
entonces, construyó una caseta co-
munal con paredes de bahareque y
techo con tejas de barro, y la dotó
con un enorme y pesado televisor.
Hacia allí nos dirigíamos como
hipnotizados para ver esa caja
mágica y nos convertimos en faná-
ticos seguidores del “Pájaro Loco”,
“Félix el Gato”, “El Agente 005”,
“Meteoro” y otros que se me esca-
pan.
De un momento a otro, el televi-
sor se extravió; corrió el rumor de
que se lo habían robado y con él se
fue la ilusión de la chiquillada.
Afortunada-
mente –digo
yo– sucedió
esto, porque
las familias
que tenían
mejores re-
cursos, tími-
damente co-
menzaron a
adquirir estos
aparatos.
En mi “cuadra” sólo había un
televisor y sus propietarios cobra-
ban a diez y a veinte centavos la
entrada a su casa para ver los di-
ferentes programas. A diez los
programas cotidianos y a veinte
los seriados
de mayor
acept ac ió n
como los
que cité arri-
ba.
Eran como
las cinco de
la tarde de
un día miér-
coles y mis
v e c i n i t o s
a c u d i e r o n
como de
c o s t u m -
bre, a ver
“El Hombre
N u c l e a r ” .
En la puerta de la vivienda que
quedaba a dos casas de la mía, a
manera de portero estaba “El In-
dio”, hijo de la señora Teresa, que
diligentemente recibía las mone-
das de veinte centavos. En un
santiamén, la sala de la casa de
doña Teresa quedó llena de chi-
quillos dicharacheros, que ansio-
sos esperaban el inicio de la pelí-
cula, sentados en el piso.
La puerta se cerró suavemente y
en el exterior de la residencia,
sobre el andén, quedamos dos
niños con caritas tristes que lleva-
dos por el bullicio y la ansiedad
de los demás, olvidamos que no
teníamos los centavos para pagar. (Continúa en la página 10)
Imagen tomada de: http://www.taringa.net/posts /hazlo-tu-mismo/16798731/Juguetes-gratis- Claro-que-si.html
Imagen tomada de: http://mariano-ramirez.blogspot.com.co/
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fuertes y recias casi
nos izaron del piso
y la voz de nuestro
padre con un dejo
de tristeza y rabia
se dejó escuchar
“Entren a la casa,
¿no ven que casi les
arrancan la cabe-
za?”…
Compungidos en-
tramos a nuestra
casa y mi papá vol-
vió a sentenciar con
su estilo cuasi militar: “les queda
prohibido acercarse a la casa de
doña Teresa; si los vuelvo a ver
rondando esa puerta o esa ventana
los castigo” e hizo un ademán muy
elocuente tocando el cinturón de
sus pantalones. Mi papá, sin que
nosotros lo supiéramos, había ob-
servado toda la escena y se había
sentido más humillado que noso-
tros mismos.
Los días transcurrieron calurosos
y apacibles y al finalizar la quince-
na, un día martes por la tarde, es-
cuchamos como todos los días, el
silbido lejano con el cual nuestro
padre anunciaba su proximidad a
la casa; presurosos como de cos-
tumbre, salimos a recibirlo y nos
causó extrañeza el ver que venía
acompañado de un morocho empu-
jando una carreta de madera con
dos ruedas, la cual trastabillaba
entre las piedras de la vía destapa-
da; papá sostenía una caja grande
de cartón, de la cual por entre unos
Imagen tomada de: http://caracol.com.co/radio/2009/05/14/entretenimiento/1242299820_812029.html
Comenzó el programa y de las
gargantas de la pequeña audiencia
se escuchaban las exclamaciones
de satisfacción al observar las
proezas del héroe.
Afuera, nuestra curiosidad iba en
aumento, mas ¡oh sorpresa!, la
ventana de la sala que daba a la
calle estaba abierta y con cierta
dificultad, después de forcejear
con mi hermano, logramos acomo-
darnos para ver el seriado. Sin em-
bargo, cuando la señora se percató
de nuestra presencia, se nos
aproximó y sin mediar palabra la
cerró bruscamente provocándonos
un sentimiento de humillación y
desencanto. Tratamos de seguir
mirando por entre los resquicios,
cuando de pronto unas manos
(Viene de la página 9)
Imagen tomada de: http://www.reocities.com/Area51/Meteor/4682/cauchera.htm
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orificios, salían cuatro patas de
madera rematadas con casquillos
de bronce. El morocho, sudoroso,
paró la carreta frente a la puerta de
nuestra casa y entramos con mu-
cho sigilo, entraron con el paquete
y lo depositaron en la sala, al lado
de una siempre verde “millonaria”.
Mi madre le pasó una toalla a mi
papá para que se secara la cara y
envió a mi hermano a comprar una
cubeta de hielo en la tienda de don
Gilberto, en la esquina de la cuadra
de al lado. Les ofreció sendos
vasos de agua
de panela con
limón y hielo,
mientras de
soslayo y cu-
riosidad obser-
vaba la caja,
esta vez ergui-
da sobre sus
cuatro patas.
Papá le pagó el
servicio de aca-
rreo al moro-
cho y cuando
éste salió, so-
l e m n e me n t e
pidió otro vaso
de refresco y
consciente de
nuestra cada
vez más cre-
ciente curiosi-
dad, se pavoneó alrededor de la
extraña caja.
Después de
haber escancia-
do el agua de
panela, co-
menzó a silbar
bajito, a la vez
que lentamente
desataba las
cabuyas; luego
empezó a reti-
rar los carto-
nes del gran
paquete y poco a poco, ante nues-
tros ojos se fue develando el obje-
to motivo del parsimonioso “rito”
iniciado por papá: una consola
grande de madera, de color caoba
claro y brillante y una pantalla
gris de grandes dimensiones con
sus respectivas perillas. Mi mamá
con lágrimas en los ojos frotaba
nerviosamente sus manos y noso-
tros con los ojos y la boca abier-
tos no atinábamos a salir de nues-
tra perplejidad, “no los quiero ver
mendigando nada a nadie, nadie
tiene por qué humillarlos”, sen-
tenció nuestro padre.
Papá conectó el aparato. Se
escuchó un pequeño chasquido
y acto seguido, poco a poco se
empezó a dibujar la imagen en
movimiento de “Hechizada”,
una brujita que hacía magia
con un movimiento de su nariz. (Continúa en la página 12)
Imagen tomada de: http://www.cosmoanime.net/pro.php?id=22755
Imagen tomada de: http://portal.canalrcn.com/especiales/yo-soy-pacheco/
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Ese fue el momento culminante.
Como accionados por un resorte
estallamos al unísono en una sola
exclamación de sorpresa y júbilo.
En ese momento, nuestro padre se
convirtió en un gigante para noso-
tros; corrimos hacia él y nos pren-
dimos de sus piernas y la única
forma de expresar nuestro agrade-
cimiento fue apretarlo fuertemente
y el nudo en nuestras gargantas se
tradujo en llanto, llanto infantil,
cortina acuosa a través de la cual
vimos como mamá se nos
aproximó y nos abrazó. Momento
en el cual tuve una noción fuerte e
inolvidable de unidad familiar.
Días después nos dimos
cuenta que el televisor de la
caseta comunal no se lo había n
(Viene de la página 11) llevado los ladrones, sino que se
encontraba en la sala de la casa
del Presidente de la Junta de
Acción Comunal.
También, el tiempo nos en-
señó la cuota de sacrificio que
hubo detrás de la compra de
nuestro primer televisor: papá,
adusto y cuasi militar, después
de haber llevado el televisor a
la casa comenzó a llegar más
tarde. Su jornada de trabajo se
alargó para poder pagar el
crédito de nuestra caja mágica.
Su esfuerzo se duplicó para
salvaguardar la dignidad de la
familia y para darnos una lec-
ción de vida.
Domingo 10 de noviembre de
2003. 12:00 de la noche. I.
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de:http://piruja55.blogspot.com/2013_03_01_archive.html
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