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Para pensar a colombia tomo v tomo v Para pensar a colombia Colombia - 200 años de identidad

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Para pensar a colombia

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Para pensara Colombia

tomo v

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REVISTA SEMANA

DirectorAlejandro Santos

Editor generalJosé Fernando Hoyos E.

Jefe de redacciónMauricio Sáenz

Asesores editorialesJorge CoteGiovanni Restrepo

ColaboradoresAndrés Prieto José Ángel BáezFernando García Ardila

ProducciónSara Rengifo González

Director creativoHernán Sansone

Diseño y diagramaciónDiana VelásquezCarlos Andrés MatizJavier de la TorreÓscar Pedraza

IlustracionesAndrés Barrientos

Corrección de estiloHernán MirandaLiliana TafurYeimi Alexandra Santos

Editor de fotografíaLeón Darío Peláez

Fotografía Juan Carlos SierraGuillermo TorresKaren SalamancaDaniel ReinaJorge Bautista

Gerente general SemanaElena Mesa Zuleta

Gerente de circulaciónIván Jaramillo

Director de producciónOrlando González

Archivo SemanaJavier CruzAngélica PeñaCarlos R. RochaYolanda Parra

Preprensa Semana

ImpresiónPrinter Colombia S.A.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

RectorMoisés Wasserman

Comisión BicentenarioBeatriz SánchezMyriam JimenoJosé Vidal BetancurHeraclio BonillaGabriel Restrepo

Director del proyectoCarlos Alberto Patiño Villa

Comité editorialAna Catalina Reyes CárdenasCarlos Alberto Patiño Villa

Coordinación históricaJuan David Montoya GuzmánJosé Manuel González Jaramillo

Coordinación editorialJuliana María Vergara A.

Coordinación generalAida Carolina Lancheros Ruiz

InvestigadoresCésar Enrique Herrera De la HozMiguel Silva MoyanoViviana Camacho GasparJulián Andrés Vargas CardonaGiovanny Guerrero Orjuela

Investigación gráficaRebeca Rocha Villamizar

IlustracionesMartín Javier Guerrero Torres

Corrección de estiloVerónica Barreto Riveros

Diseño de logoComunicación estratégica

Unidad de Medios de Comunicación UnimediosCarlos Alberto Patiño VillaAida Carolina Lancheros RuizMartha Lucía ChavesAlexandra Reyes ValentinoRamiro Chacón MartínezCarlos Emilio Raigoso

AGRADECIMIENTOSPersonas: Margarita Mora, Juan Darío Restrepo, David Andrés Oliveros, Carlos Suárez, Daniel Borrero, Ana María Sierra Maya, Francisco Javier González, Guillermo Ruiz Bonilla, Ofelia Muñoz, Juan Pablo Lombana, Nelly Mendivelso y Orlando Villanueva.

Instituciones: Museo Nacional de Colombia, Archivo General de la Nación, Biblioteca Nacional de Colombia, Biblioteca Luis Ángel Arango, Sistema de Patrimonio Cultural y Museos de la Universidad Nacional de Colombia, Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, periódico El Mercurio de Chile, Instituto de Historia de la Universidad de los Andes de Chile, Instituto Taller de Creación de la Universidad Nacional de Colombia, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Parques Nacionales Naturales de Colombia.

Medios: El Tiempo, Revista Credencial, Revista Cromos, El Espectador, El País, El Colombiano, El Mundo, El Universal, El Heraldo, El Pilón, El Meridiano.

© Publicaciones Semana S.A. - Universidad Nacional de Colombia. Todos los derechos reservados.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA Carrera 45 No. 26-85 - Edificio Uriel Gutiérrez PBX: (57-1) 316 5000 Bogotá, D.C. - Colombia - PUBLICACIONES SEMANA Calle 93B No. 13-47 PBX: (57-1) 646 8400 Bogotá, D.C. - Colombia Agosto 30 a septiembre 6 de 2010

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Reflexionar para construir 6

La ciencia en Colombia en 200 años de vida republicana 8

Cultura y sociedad colombiana tras el Bicentenario 20

Bicentenario, un análisis macroeconómico 28

Política exterior: una tarea pendiente 36

Educación: entre el pasado y el futuro 44

200 años de creación literaria 52

Deuda histórica con el medioambiente 58

Colombia en mapas 64

Bibliografía 72

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o se puede construir el futuro de una nación sin conocer los éxitos y fracasos de su pasado. Con esta premisa, Colombia reflexiona acerca de los 200 años de su historia independien-te y de vida republicana.

Es una oportunidad valiosa para que en todos los rincones del país, los colombianos revivan los principales acontecimientos políticos y económicos que han marcado el Estado y la sociedad. Pero también es una ocasión única para recordar a los protagonistas de la historia nacional, la

evolución de las tradiciones sociales y culturales, los cambios en el modelo educativo, la construcción y arquitectura de las ciudades, los logros de los deportistas, así como los adelantos científicos y tecnológicos que han aportado a la construcción del país.

Y fue eso de lo que se ocuparon los cuatro primeros fascículos de la presente colección: ‘En marcha hacia la República’, ‘En busca del progreso’, ‘Los años del ruido’ y ‘Un nuevo país’, a través de los cuales se hizo un recorrido por dos siglos de historia patria. Pero ahora, esta conmemoración genera debates, revive tensiones históricas y

valoraciones del pasado. Motiva nuevas inquietudes y hace que los colombianos vuelvan a preguntar por las características que los hacen distintos frente a las demás naciones del mundo. En este contexto, los aportes de la academia son fundamentales para comprender el presente, identificar tendencias y mostrar los principales desafíos políticos, económicos, científicos y tecnológicos que inciden en el desarrollo inmediato del país.

En el presente tomo de la colección Colombia 200 años de identidad, reconoci-dos académicos hacen un balance del pasado y una proyección de lo que podría ser el futuro en cada una de las áreas claves para el desarrollo de la Nación.

Reflexionar para construir

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BACHUÉEl escultor Rómulo Rozo talló en granito negro en 1925 la escultura Bachué basado en el mito muisca. Fue de las primeras obras modernas en utilizar elementos compositivos de las culturas prehispanicas.

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urante los 200 años de vida republicana en Co-lombia son pocos los momentos especialmente críticos en el desarrollo de la ciencia en el país, sobre todo en su construcción institucional y en

su abordaje como una actividad profesional y no como una afición. Aquí me atreveré a interpretar esos momentos y algunas de las circunstancias que han condicionado, gene-ralmente en forma negativa, ese desarrollo.Los hechos que describo son en gran mayoría to-

mados de las descripciones que diversos autores como Olga Restrepo, Jorge Arias de Greiff, Luis Carlos Arbo-leda, Gabriel Poveda Ramos, Emilio Quevedo, y otros, recogieron en la Historia de la ciencia social en Colombia 1

producida por Colciencias.Son hechos bastante bien establecidos y documenta-

dos por esos autores, profesionales de la historia, quines han hecho una excelente labor de búsqueda y recupera-ción en los archivos de la Nación. No se debe esperar entonces encontrar en este texto ninguna gran novedad; lo único que podría tener algo de original es la escogen-cia de aquellos momentos que me parece ejemplifican la problemática colombiana y por supuesto su interpreta-ción, que espero no sea abusiva.

1ER

MOMENTO- LA INDEPENDENCIA

Muy extensamente se ha estudiado la época precedente a la declaración y la guerra de la independencia y en ella sin duda la labor de Mutis y de su grupo de discípulos. Sin em-

bargo, hay visiones diferentes y encontradas sobre él Y no es sorprendente, porque era un hombre lleno de paradojas y contradicciones a veces de difícil conciliación. Fue médico pero prefirió la cátedra de matemáticas

y la enseñanza de Newton, aunque no era muy fuerte en la materia,se le encomendó una empresa de ciencia aplicada pero su gran éxito estuvo en la ciencia básica su visión se centraba en la ciencia europea y generó un movimiento de construcción de ciencia americana, era un buen súbdito español pero infundió autoconfianza en sus discípulos criollos estaba muy lejos de ser un revolucionario político y construyó a su alrededor un grupo que promovió la independencia de la Nueva Gra-nada. Posiblemente, esas paradojas se explican porque sí fue un innovador (al menos localmente) en ciencia y en pedagogía. Porque promovió el método científico basa-do en la duda metódica y porque combatió la enseñanza escolástica del Trivium y el Cuatrivium y promovió, en cambio, una basada en la indagación y la investigación.En ese momento y en ese círculo, aquello no podía dar

ningún resultado diferente al que dio: gente inteligente edu-cada en el desenvolvimiento de sus propias capacidades y con la premisa verdaderamente interiorizada de que la duda es el fundamento del conocimiento, y que, necesariamente, tenía que buscar la independencia en ese momento históri-co, que fue también el arranque de la ciencia colombiana. En realidad, como lo señalan algunos de los historiadores

de la ciencia antes mencionados como Luis Carlos Arboleda

La ciencia en Colombia en 200 años de vida republicana

D

Luego de algunas iniciativas e hitos científicos de corta duración, desde

mediados del siglo XX se consolidaron algunas instituciones científicas

en el país. Sin embargo, hace falta un mayor compromiso estatal en cuanto

a la financiación de este sector, y una mayor coordinación con las

universidades e institutos privados dedicados a la investigación científica.

Moisés WassermanRector de la Universidad Nacional de Colombia

ciencia

LA EXPEDICIÓN BOTÁNICALa mayoría de los científicos republicanos que participaron en este proyecto para estudiar las riquezas naturales y mineras del país, fueron asesinados en la reconquista de Morillo. Si ellos hubieran participado en la construcción de la Nación, el papel de la ciencia y la educación hubiera sido diferente.

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y Gabriel Poveda Ramos, se trataba más de un proceso de difusión de la ciencia europea que de verdadera generación de conocimientos. Seguramente la excepción fue Francisco José de Caldas, quien adelanto desarrollos propios, a veces, adelantó muy imaginativos, aunque siempre temía que por la falta de comunicación con la metrópolis estuviera repitien-do sin saberlo cosas ya hechas “¡Qué suerte tan triste la de un americano! Después de muchos trabajos si llega a encontrar alguna cosa nueva, lo más que puede decir es: no está en mis libros” 2.

Sin embargo el ambiente era de un gran respeto por la ciencia y enormes esperanzas de lo que podía lograr. Ese respeto estaba necesariamente ligado un fuerte deseo de independencia política. Alexander von Humboldt describía así la atmosfera de la época: “En todas partes oigo hablar de la nueva filosofía, como se denomina aquí a la enseñanza de la moderna física, mecánica y astronomía. La juventud americana se halla impul-sada por un movimiento intelectual profundo que ni siquiera se conoce en España. Aquí todo el mundo se queja del yugo de la Iglesia y del absurdo escolástico y quiere liberarse de las ataduras que los peripatéti-cos tratan de poner a la razón. En vano se prohibió a los profesores de las escuelas superiores la enseñanza de esta nueva filosofía puesto que la juventud la estudia por su cuenta” 3.

Y qué fue de las figuras líderes de esta generación de científicos o de admiradores de la ciencia: Don Francisco José de Caldas, astrónomo, fue fusilado el 29 de octubre de 1816; Don José Joaquín Camacho, botánico, fue ejecutado el 31 de agosto de ese año; Don José María Carbonell, secretario de la Expedición Botánica, fue ejecutado el 19 de junio; Don Jorge Tadeo Lozano, zoólogo, fue ejecutado el 6 de julio; Don Sinforoso Mutis, botánico y sobrino de José Celestino, fue condenado pero se le otorgó perdón; Don Miguel de Pombo, botánico, fue ejecutado el 12 de octubre; Don Enrique Umaña, minerálogo, se separó de la posición del grupo y fue nombrado posteriormente funcionario del Real Servicio, y Don Francisco Antonio Zea, botánico, se exilió en Europa. Más tarde fue vice-presidente de la Gran Colombia y embajador en Francia, donde tuvo una importante acción en ciencia, pero murió tempranamente para la República, en 1823.

Es pues un hecho notable la exterminación de práctica-mente todos los científicos republicanos antes de la con-solidación y construcción de la República. Mientras que en los Estados Unidos personajes como Franklin y Jefferson participaron en la independencia y en la construcción tem-prana de ese nuevo Estado democrático y de avanzada, en Colombia esa generación de jóvenes, que tenía a la ciencia como su guía filosófica principal y como fundamento de

sus aspiraciones independentistas, fue eliminada en forma sistemática. No es demasiado arriesgado imaginar que si esas personas valiosísimas hubieran tomado parte en la con-figuración de la Nación colombiana, el papel de la ciencia y de la educación en ella hubiera sido diferente.

Afirmaba Florentino Vezga el historiador: “El suelo neogranadino era ya un gran desierto: la guerra, los patíbulos y el destierro no habían dejado en su ancha superficie casi ningún hombre notable por e l talento y las armas. De los pocos habitantes que tenía en 1810 la Nueva Granada habían perecido 2.500 hasta 1818 y estos eran la flor del espíritu, del valor y del patriotismo” 4.

2.° MOMENTO - LOS PRIMEROS AÑOS DE LA REPÚBLICAEn esta época confusa y tormentosa se dieron unos

hechos que por un lado muestran unos primeros intentos por promover la ciencia e implantarla en la instituciona-lidad colombiana, y por otro lado dejan ver algunos de los principales problemas que están en las bases de su desarrollo deficiente en el país.

Se esperaba que hubiera grandes transformaciones en la educación y el fomento de las ciencias, y, efectivamente, el general Santander en su vicepresidencia de la Gran Colom-bia dio pasos contundentes en esa dirección. Creó colegios en todas las regiones del país, algunos que funcionan hasta el día de hoy. Fundó las universidades centrales de Caracas, Quito y Bogotá, la Universidad del Cauca y la Academia Nacional y construyó un nuevo edificio para la Biblioteca Nacional. Sin embargo, lo sabemos bien, todos esos esfuer-zos fueron revocados en medio de las tensiones de poder de los primeros años y cancelados definitivamente con su exilio después del atentado contra Bolívar la noche septembrina.

Me detendré un poco en una gran empresa que por encargo de Santander fue liderada por Francisco Antonio Zea cuando era embajador plenipotenciario en París: la organización del Museo de Ciencias Naturales y la Escue-la de Minería 5. Ya el mismo Zea estando en París en 1802 había elaborado un 'Proyecto para la Reorganización' de la Expedición Botánica”. Los planteamientos que había hecho en el pasado le parecieron más que adecuados para la República aunque se hubieran proyectado para una co-lonia. Concibió el Museo de Ciencias Naturales teniendo en mente el Museo de Historia Natural de París. Con la ayuda y consejo de Humboldt, Arago y Cuvier contrató a cuatro franceses y a un peruano:

Mariano Rivero. Ingeniero de minas y químico de la Escuela Real de Minas de París, fue encargado de la orga-nización y dirección de la Escuela de Minas y del Museo

JOSÉ CELESTINO MUTISEste médico español, introdujo al país el método científico y conformó un grupo de jóvenes criollos que luego participaron activamente en el proceso de independencia.

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de Historia Natural. En Europa debía construir una colección mineralógica y adquirir un laboratorio químico y una biblioteca de ciencias naturales. Se le fijó un sueldo igual al del vicepresidente Santander ($4.000 al año) y un presupuesto de $3.000 para las compras.

Jean Baptiste Boussingault. Químico e ingeniero de mi-nas, fue contratado por cuatro años. Su tarea consistiría en establecer cátedras de mineralogía y de química.

Francois Desiré Roulin. Médico, fue contratado por seis años. Debía establecer las cátedras de Fisiología y Anatomía Comparada y era responsable de la instalación del museo.

Jacques Bourdon y Joustine-Marie Goudot. Taxider-mistas, contratados por seis años para la preparación de la colección del Museo. Bourdon era especialista en entomología y Goudot, en ictiología.

Los cinco llegaron a Bogotá en mayo de 1823, cuando se integró a ese equipo José María Céspedes, sacerdote colom-biano, doctor en teología y naturalista apasionado, quien se encargó de establecer la cátedra de Botánica.

El decreto que organizaba el Museo de Ciencias Natura-les y la Escuela de Minería empieza mostrando una de esas situaciones que, como ya señalaba, han causa-do reiterativamente problemas en el desarrollo científico. Partía de la presunción de la inexistencia de una tradición de investigación previa y del desconocimiento de esfuerzos que antecedieron a la nueva y loable iniciativa. Comienza así el decre-to: “Teniendo en consideración: primero: que al paso que han sido ignoradas en estas regiones opulentas las ciencias naturales, por una consecuencia precisa de la mala administración de su anterior gobierno, son absolutamente necesarias para el adelantamiento de su agricultura, arte y comercio, que son las fuentes productoras de la felicidad de los pueblos; y segundo: que ha venido ya la feliz oportunidad de que la república pueda promover y difundir las referidas ciencias naturales” 6. Es decir, un sorprendente desconocimiento de la Expedi-ción Botánica y de ese grupo de próceres que hacía apenas unos siete años habían sido ejecutados.

Tal era el olvido (o la falta de reconocimiento) de la Ex-pedición Botánica que Boussingault afirmó que era una fortuna que su colección habría sido llevada a Madrid, pues de otra forma se habría perdido.

El 4 de julio de 1824 se abrió el Museo de Historia Natural en la antigua casa de la Expedición Botánica en un acto al que asistió el vicepresidente Santander. Pero después

de eso se hizo evidente otro de los grandes problemas que en Colombia han atentado contra el desarrollo de la ciencia: una gran diferencia entre el discurso político y las acciones presupuestales necesarias para hacerlo realidad.

Apenas un año después de iniciado, el gran proyecto Rivero estaba donando una cuarta parte de su sueldo para su sostenimiento. Se creó un impuesto sobre los oros que se amonedaban (qué coincidencia con nuestras solicitudes actuales y permanentes de adjudicación de un porcentaje de las regalías a Ciencia y Tecnología) pero la presión de los in-teresados hizo que se aboliera en 1825. Y el presupuesto fue descendiendo de $9.200 en 1824 a $6.600 en 1826, a $4.900 en 1827, a $1.800 en 1828 y a apenas $900 en 1833.

Con el retiro de Rivero en 1825 empezó a desinte-grarse el equipo, el museo se convirtió en un depósito de curiosidades, la flora y el herbario que reunió Céspedes se perdieron. En 1837 se vendió la casa y el museo se trasladó a un cuarto en la Secretaría del Interior y de Guerra y en 1845 a un local en el Colegio de San Bartolomé.

Este momento breve, que fue pensado por un verdadero estadista para generar un impacto modernizador importante, fue un fracaso debido a vicios que se han convertido en constantes de nuestro quehacer científico. El primero de ellos, la reversión de actos bien pensados con decisiones basadas en impresiones personales sin profun-didad ni reflexión. El segundo, el desconocimiento de lo que se había

hecho anteriormente, lo que llamamos ahora jocosamente el complejo de Adán, que condena a abandonar logros e iniciar reiteradamente las empresas en un esfuerzo sisífico. El tercero, la incapacidad para convertir las decisiones en he-chos sostenibles a término largo con sustento presupuestal: un divorcio entre los discursos y los hechos.

3ER

MOMENTO.- LA COMISIÓN COROGRÁFICA Y LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

A mediados del siglo XIX la ciencia se encontraba en un estado de verdadera postración. Iniciativas bien intenciona-das y con visión se habían visto frustradas en la realización misma y como resultado de conflictos políticos y persona-les. Esa sensación de frustración, la necesidad de círculos intelectuales y políticos para entender la Nación que estaba en gestación y sus potencialidades y por último el carácter federalista del radicalismo, con su acento en la diversidad

Una constante en el desarrollo científico del país ha sido que las

propuestas e iniciativas se quedan en los discursos políticos, pero sin las asignaciones presupuestales

para hacerlas realidad.

FRANCISCO JOSÉ

DE CALDASLlamado el “Sabio” Caldas,

realizó inventos propios como el hipsómetro, un

instrumento para determinar la altitud según el punto de

ebullición del agua.

LA CIENCIA Y LA

NUEVA REPÚBLICABajo la iniciativa de Santander se organizó una Escuela de Minería con la convicción de que las ciencias naturales eran necesarias para el pro-greso agrícola y comercial del país. Sin embargo, se ignoró el legado de Mutis y sus discípulos. En las fotos: Instrumen-tos astronómicos de la Expedición Botánica.

ciencia

Constancio Franco Vargas. Francisco José de Caldas.

Ca. 1880. Colección del Museo Nacional de Colombia.

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y heterogeneidad de las regiones, produjeron un ambiente propicio para que se pensara en un gran proyecto de adqui-sición de conocimiento sobre todo el país.

Sin duda en el círculo de intelectuales de la época influyó grandemente el rescate de escritos y pensa-mientos de Francisco José Caldas, quien en su obra Estado de la Geografía del Virreinato de Santafé con relación a la Economía y el Comercio hacía un gran énfasis en el conocimiento de la geografía como base del desarrollo político y económico de una Nación.

La cartografía era además un asunto de primordial importancia en la definición de las fronteras físicas. Era im-portante identificar los recursos físicos y facilitar su explota-ción. Así mismo, se buscaba la forma de animar mercados interiores y exteriores y para eso se había puesto en marcha un plan de construcción de vías de comunicación.En esas circunstancias se constituyó por el Estado, en

el gobierno de José Hilario López, la Comisión Corográ-fica que funcionó entre 1850 y 1859 con el fin de explorar el territorio nacional. Fue a la vez heredera de la Expedi-ción Botánica pues asumió la continuación de algunas de sus labores, pero con un carácter diferente que, más de acuerdo con las necesidades políticas y económicas del momento, se proponía un redescubrimiento del país, una descripción e inventario de sus riquezas físicas y humanas y una cartografía que facilitara el desarrollo.

Se nombró como director de la comisión al ingeniero y coronel Agustín Codazzi. Era un hombre práctico 7 sin aureola de sabio, muy eficiente en sus realizaciones. Por la época había aceptado una oferta del general Mosquera para trabajar de geógrafo en el Colegio Militar (que por cierto tuvo una muy breve duración). Fue un militar y participó en la guerra de independencia, pero tenía muy clara la importancia de la tarea que se le encomendaba. En su con-trato anexó una cláusula que decía: Si hay trastornos políticos no estaré obligado a tomar las armas, ni nadie podrá distraerme de mis obligaciones científicas, no porque tema perder la vida sino perder el tiempo. Sus esfuerzos fueron definitivos para mantener la empresa funcionando incluso en sus peores momentos y amenazar con el retiro por falta de recursos, e incluso salir a expediciones sin ellos 8. Murió en una expedición a la Sierra Nevada de Santa Marta. Otros miembros de la Comisión terminaron el Atlas de los Estados Unidos de Colombia y más tarde el Atlas geográfico e histórico de la República de Colombia.

La investigación social fue responsabilidad de don Manuel Ancízar. Intelectual, comerciante y funcionario de los gobiernos radicales (Secretario de lo Interior y de Relaciones Exteriores) y posteriormente nombrado rector fundador de la Universidad Nacional de Colombia. Su

temor por una falta de apoyo claro a la Comisión se ve en la siguiente cita 9: “Nuestra situación no puede ser más desampa-rada y desagradable; y si el gobierno no establece bien claramente el carácter de la Comisión y los deberes perfectos de las autoridades locales para con ella, nos entregará a la merced de los caprichos y necedades de cuanto lugareño descortés, sea Alcalde y Jefe Político, y nos pondrá en el caso de no poder cumplir nuestros compromisos o lo que es lo mismo, de renunciar a la Comisión antes de quedar por badulaques”.Esas afirmaciones, así como la anterior de Agustín

Codazzi, mostraban las dudas de los miembros de la Co-misión sobre el apoyo que esta iba a recibir del gobierno y de los funcionarios locales. Dudas muy sustentadas, por cierto, en una gran indiferencia e incomprensión por los asuntos científicos.

Un ejemplo notable de esta incomprensión es el caso del geólogo alemán Herman Karsten, quien trabajó en la Comisión acompañando en sus expediciones al botánico José Jerónimo Triana, pero sin formar parte oficial del equipo porque no había recursos para contratarlo. Así, cubrió él mismo sus gastos y publicó en Berlín y en alemán la Geología de la antigua Colombia Bolivariana: Venezuela, Nueva Granada y Ecuador que tenía la primera interpretación geológica de los Andes y el primer mapa geológico y estratigráfico de Colombia. Se le encargó tardíamente un informe en castellano por el cual se le pagó la suma de $1.000 y que finalmente se perdió.Por otro lado, entre 1850 y 1861 ocho mensajes presi-

denciales al Congreso, así como siete informes de la Se-cretaría de Relaciones Exteriores y once de la Secretaría de Gobierno se refirieron a los trabajos de la Comisión 10. Muy claramente se nota otro de los grandes proble-mas en el desarrollo de nuestra ciencia: una brecha muy grande entre el discurso oficial y las acciones que lo llevan a la realidad. El caso de Karsten es notable en ese

AGUSTÍN CODAZZI. Militar, geógrafo y cartógrafo, participó en las guerras de independen-cia donde obtuvo gran conocimiento del territorio de Colombia y Venezuela, dirigió los trabajos para la elaboración del “Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia”.

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sentido: se organiza la Comisión completa con expedi-ciones de alto costo y no hay los recursos para adicionar a alguien que está dispuesto, en la misma expedición, a hacer un estudio en profundidad de la geología del país. Siempre faltando el centavo para completar el peso.

Otra limitación muy grande en la concepción de la Comisión fue su carácter transitorio. Duró algo menos de 10 años, y cuando se obtuvieron los resultados inmediatos se disolvió. No se pensó que estos esfuerzos debían ser continuos y permanentes, no se vio la necesi-dad de generar una escuela de pensamiento o una línea de investigación. Aquello que en su concepción inicial parecía ser una empresa para conocer y definir la Nación se convirtió en un esfuerzo limitado a la obtención de unos resultados inmediatos útiles para la coyuntura.

El espíritu y las inquietudes de un grupo élite de colombianos se vieron reflejados en varios intentos de institucionalización de la ciencia en la época en la que se concibió y funcionó la Comisión Corográfica. Con un decreto de 1847, el general Mosquera creó un Instituto de Ciencias Naturales, Físicas y Matemáticas que tendría tres secciones. En Bogotá, la principal y las secciona-les, en Cartagena y Popayán. Se le asignó al Instituto el manejo del Observatorio Astronómico, el gabinete de Historia Natural y el Laboratorio Químico. Sin embargo el Instituto no funcionó porque no se le dieron las con-diciones materiales mínimas para que lo hiciera.

Las políticas cambiaban de gobierno a gobierno, más aún si el cambio era de partidos o grupos políticos. Esto está muy posiblemente detrás de la falta crónica de ins-titucionalización de la ciencia y la educación superior. El Colegio Militar que oscilaba entre énfasis en formación de ingenieros militares y civiles fue fundado y cerrado tres veces en pocos años (1848-1854, 1866-1867, 1883-

1885) 11. Los liberales reemplazaron el Colegio Militar con un Conservatorio Nacional de Ciencias y Artes al cual le trasladaron gran parte de las responsabilidades del Colegio que a su vez las había recibido del Instituto (es decir el Observatorio Astronómico, el Laboratorio de Química, el Gabinete de Historia Natural, etc.).

En 1856 se creó el Liceo Granadino, que tenía una amplia gama de estudios en las ciencias humanas, socia-les y naturales, y en las artes. Un año después se fundó la Academia Nacional, que tenía como principal objetivo el estudio de la historia y la lengua, pero no únicamente ellas pues también le competían ciencias y técnicas. En 1859 se fundó la Sociedad de Naturalistas con 12 sec-ciones en las diversas ramas de la ciencia, casi el mismo número de sus socios. Pero la sociedad no contó con apoyo oficial y pronto dejó de existir.

En este caso nuevamente se ven iniciativas de muy corta duración. Instituciones que no se consolidan por falta de definiciones claras, por cambio en los gobiernos y, en este caso, también por una situación política inestable (la guerra de 1860 a 1861) y posiblemente por el hecho de que la actividad científica no era el principal interés de los socios.

Este hecho señala otro de los factores que han con-dicionado el poco éxito de la Ciencia en Colombia: la dependencia de las grandes empresas en una persona apasionada y no en una institución consolidada.

En ese momento histórico surgió una institución duradera y sólida contraria a las demás descritas: la Uni-versidad Nacional de Colombia. Su primer rector, don Manuel Ancízar, había sido responsable de los estudios sociales de la Comisión Corográfica. Tenía una mente preclara, visión de futuro, conocimientos amplios sobre lo que pasaba en otros lugares del mundo. Eso, pero seguramente más la necesidad apremiante de un centro

LA COMISIÓN

COROGRÁFICACon el objetivo de facilitar el desarrollo del país, mediante el estudio de sus riquezas físicas y humanas, la Comisión Corográfica intentó establecer cuáles productos agrícolas tendrían ventajas comparativas en su exportación.

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educativo republicano del más alto nivel y de gran auto-nomía pueden ser las razones para que este esfuerzo sí haya perdurado hasta nuestros días.

La Universidad, fundada por los radicales en el régimen federalista de los Estados Unidos de Colombia, no podía ser una Universidad Central. Su carácter nacional lo garan-tizaba la visión amplia y de futuro, y la obligatoria partici-pación de las regiones. En su mismo acto fundacional se establecieron dos becas para estudiantes de cada uno de los nueve estados de la unión. Es decir, el 40% de los estudian-tes iniciales habían sido escogidos con un criterio regional pero con conciencia de identidad nacional. En palabras del mismo Ancizar: “Los estudiantes habrán de aprender que la patria es algo más grande que el hogar doméstico y el nativo Estado”.

No fueron fáciles los inicios. En los Anales de la Uni-versidad Nacional en 1869 se queja Ancízar del impacto de presupuestos insuficientes, así:

“Con todo no habrá exageración en decir que lo más sensible fue la eliminación de la Escuela de Artes y Oficios, cuyo planteamiento exigía un gasto extraor-dinario de 24.000 pesos en disponer los salones para talleres-modelos y la compra de maquinarias y herramientas; gasto de que el país se indemnizaría con ganancias indefinidas mediante la instrucción teórica y práctica de los artesanos y la consiguiente mejora de los procedimientos en la producción que traería por resultado la baratura de los artefactos perfeccionados. Lejos de llegar a este deseado punto, que sería también la solución natural de ciertas dificul-tades sociales hubo de suprimirse aquella escuela trasladando a la de Literatura y Filosofía los alumnos que en ella estudiaban” 12.

La primera renuncia de Manuel Ancízar es muy significa-tiva. Muestra su carácter profundamente liberal, pero deja ver aún más las dificultades de una institución que desde sus comienzos debió defender su autonomía ante embates internos y externos. Renunció por la decisión del Senado de imponer textos “que realicen una intención política, prescindiendo de los resultados científicos”. Estos textos estaban basados en la filosofía radical de la época que por demás Ancízar compartía, pero para él la defensa de la libre cátedra era más importante que la utilización de la universidad para adelantar intereses ideológicos, así fueran los propios.

Ancízar señalaba que la de la Universidad Nacional fue

más una reorganización que una creación 13: “El agrupamien-to de varias enseñanzas científicas que ya existían, pero aisladas y sin un régimen común que unificara sus métodos”. Se integraron en ella la escuela de literatura y filosofía y la escuela de juris-prudencia del Colegio de San Bartolomé, el Colegio Militar y la Facultad de Medicina de Bogotá. Sí fueron nuevas las escuelas de ciencias naturales y de artes y oficios que él consideraba esenciales, y que le costó mucho establecer.

Los ataques contra la Universidad por personas que pensaban que era elitista y no debía ser pagada con dineros públicos eran constantes. Ancízar argumentaba en contra de esa posición y a favor de las ciencias naturales, pues sentía que sin ellas la universidad no sería sino la mitad de lo que debe ser 14. Esta discusión con la sociedad se ve en la siguiente cita del segundo rector, don Antonio Vargas Vega: “… de ahí se ha deducido argumento para señalar que la enseñanza universitaria es patrimonio de algunas clases privilegiadas,

sin reflexionar que la ciencia es como un río, que avasalla a todos los obstáculos, crece sin cesar, y difunde por dondequiera la fecundidad y la vida” 15.

Ancízar citaba el acto Morrill, recién sancionado por Abraham Lincoln en Estados Unidos, diciendo que mientras en Colombia había quienes calificaban de superfluo el gasto de $4.000 anuales para soste-

ner la Escuela de Ciencias Naturales, los Estados Unidos de América destinaban $96.000.000 solo para fundar escuelas de agronomía.

La posición de Ancízar no era solitaria. Muchos de los políticos liberales y federalistas de la época respaldaban un acento técnico y regional para la educación superior. Así, el congreso aprobó en 1870 entre cuatro y ocho becas para estudiantes (dependiendo de la situación fiscal) para cada Estado, con la condición de que los becarios realizaran sus estudios en Ciencias Naturales, Ingeniería o en Artes y Oficios 16.

Para ese año había en la Universidad Nacional 51 estudiantes de Medicina, 44 de Ciencias Naturales, 29 de Ingeniería y solo 8 de Jurisprudencia.Pero esa política de impulso a las ciencias y a la ingeniería no duró mucho. En 1874 las becas dejaron de ser condicionadas y podían usar-se en cualquier facultad 17. Muy rápidamente la jurispruden-

Desde el siglo XIX las actividades científicas fueron vistas como un lujo

que no debía ser financiado por el Estado, por lo cual sólo se consolidó una institucionalidad científica desde

finales de la década de 1960.

MAPA DE AGUSTÍN

CODAZZI Uno de los propósitos de la Comisión Corográfica fue ayudar a la definición de las fronteras, para así poder luego administrar y controlar el territorio nacional.

Bicentenario

Mapa de Agustín Codazzi. División de Archivo y Registro. Universidad Nacional de Colombia.

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15

cia y la medicina recuperaron su gran preponderancia. En ese momento se vio nuevamente una gran ines-

tabilidad y una muy corta vida para las instituciones, un apoyo fluctuante pero generalmente pobre a las actividades científicas vistas como un lujo que no debía ser financiado por el Estado. Proyectos con fines de corto término, sin formación de escuelas ni continuidad. Pero también una gran excepción y un principio de institucionalización de la ciencia de la República en su Universidad.

Esta institución, como sabemos, sí perduró en el tiempo y evolucionó con él. Posiblemente el valor agregado de la educación en el desarrollo personal, el prestigio social que ella genera a sus estudiantes y a sus profesores y un impacto más visible en el desarrollo económico, protegie-ron a la Universidad Nacional en un ambiente en el que los proyectos y las instituciones científicas no perduraban.

4.° MOMENTO - LA CONSOLIDACIÓN DE LA INSTITUCIONALIDAD CIENTÍFICA: ACADEMIA E INSTITUTOS DE INVESTIGACIÓN

Este cuarto momento va desde principios del siglo XX hasta el gobierno del presidente Carlos Lleras Restrepo (1966-1970). En este periodo fueron consoli-dándose instituciones en diversas áreas de la ciencia que confluyeron en la formación de institutos de investiga-ción, o al menos en institutos que usan activamente el conocimiento para llevar a cabo su misión. Se desarro-llaron también dos instituciones de carácter general, no disciplinar, una independiente del gobierno y que representa ante la sociedad a la comunidad científica en general: la Academia, y otra adscrita al gobierno y que tiene como misión financiar proyectos científicos y fo-mentar el crecimiento y el papel de la ciencia en el país.

En muchos países del mundo las Academias de Ciencias son las instituciones que definen la identidad de la ciencia nacional y en gran medida proyectan la actividad científica como una legítima acción de la sociedad y a sus actores como miembros prominentes de ella. Es generalmente un ámbito honorífico pero lo es también de acción y de integración. La historia de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales acompaña en gran medida los momentos que describo.

El primer intento para establecer una academia, la Academia Nacional de Colombia fue del General Santan-

der en la Ley Orgánica de Educación Pública de 1826 18. Santander nombró en esa academia a lo más granado de la élite intelectual del momento, la mayoría con cargos de gobierno importantes, muy pocos con una obra científica en su haber. Más tarde fueron vinculadas personalidades científicas, pero la Academia desapareció por las contradic-ciones políticas de la época, en la misma forma en que fue radicalmente reformado el plan de educación pública.

En 1847 un nuevo decreto creó el Instituto de Ciencias Naturales, Físicas y Matemáticas y sus fundadores fueron muchos de aquellos que habían pertenecido a la Acade-mia Nacional. No tuvo gran vida y en 1859 se creó la Sociedad de Naturalistas Neogranadinos, en gran medida como consecuencia del ambiente generado por la Comi-sión Corográfica, y seguramente en un intento personal de los científicos de darle a ella alguna continuidad. Nue-vamente los conflictos políticos causaron la disolución de ese intento de organización. Entre 1871 y 1873 funcionó la Academia de Ciencias Naturales y entre 1873 y 1891 la Sociedad de Ciencias Naturales y Medicina.

En los siguientes años al menos tres sociedades o aca-demias agruparon a los naturalistas por sus profesiones: la Academia de Medicina en 1891, la Sociedad Colombiana de Ingenieros en 1887 y la Sociedad Geográfica de Co-lombia en 1903. La Sociedad de Ciencias Naturales de La Salle, fundada a principios del siglo XX, se transformó en la Sociedad Colombiana de Ciencias Naturales hacia el año de 1919, liberándose de su dependencia de una comunidad religiosa. De todas formas esa sociedad de naturalistas tenía una fuerte relación con los gobiernos conservadores. De ella surgió en 1929 una sociedad de transición: la: Acade-mia Colombiana de Ciencias, también muy relacionada con el gobierno conservador. En el gobierno de Alfonso López Pumarejo en 1937, esta organización privada fue reemplazada por la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que tenía tareas específicas asignadas por el gobierno así como un presupuesto. La Academia adquirió un gran nivel de autonomía con reglamentos propios y mecanismos para nombrar sus miembros. Su calidad de asesora del gobierno pero no adscrita a él le confiere neutralidad y, posiblemente por primera vez, una institucionalidad basada en la ciencia misma y no en su dependencia a un gobierno.

La Academia perdura hasta hoy, ha pasado por diver-

LA GENTE EN LAS

PROVINCIAS

Los miembros de la Comisión Corográfica realizaron observaciones sobre las personas y sus costumbres en las regiones que visi-taron, e identificaron las diferencias regionales en cuanto a vestido, viviendas y actividades cotidianas.

ciencia

Llaneros herrando ganado i recortándole las orejas. Provincia de Casanare. Manuel María Paz. 1856. Colección

de la Biblioteca Nacional de Colombia.

Piedra con jeroglíficos, que se halla cerca de Aipe. Provincia de Neiva. Manuel María Paz.1857. Colección de la Biblioteca Nacional de Colombia.

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16

sas épocas con mayor o menor apoyo gubernamental y social pero es, sin duda, un evento de institucionaliza-ción estable de la ciencia colombiana.

Varias disciplinas se fueron desarrollando en for-mas diversas en esos años como mezcla de iniciativas oficiales y privadas, de organizaciones y de individuos apasionados. Personas bien formadas regresaban del exterior y trataban de reproducir las instituciones bien establecidas en los países donde estudiaron.

La geología tiene antecedentes tempranos 19. Se planteó la necesidad de realizar estudios geológicos en la Expedición Botánica y en la Comisión Corográfica, aunque realmente ninguna lo hizo. En 1886 el Congreso de la República fundó dos escuelas de minas a través de la Ley 60. Una en Ibagué, que no prosperó, y otra en Medellín, con muy importan-tes realizaciones y que en 1940 fue incorporada a la Universidad Nacional Sede de Medellín.

En 1917 se creó la llamada Comisión Científica Nacional, que era en realidad un servicio geológico nacional. Hasta 1934 fue dirigida por el geólogo alemán Robert Scheibe, continuó despué s muy pasivamente por seis años y, en 1940, fue reemplazada por el Servicio Geológico Nacional, que llevó a cabo estudios importantes para la minería del carbón, la explotación de petróleo y la construcción de hidroeléctricas. También hizo investigaciones básicas importantes sobre la geología de las cordilleras y una compilación de todos los estudios geológicos sobre Colombia.

El Servicio Geológico Nacional permaneció activo entre 1940 y 1969. Llevó a cabo importantes estudios estratigrá-ficos y, desde 1963, trabajó con el Inventario Minero, una institución paralela más dedicada a la cartografía que a la minería, y con el Laboratorio Químico Nacional. De 1964 a 1969 nacieron las facultades de Geología de la Universi-dad Nacional en Bogotá y de la Universidad Industrial de Santander y el Instituto Geofísico de Los Andes.

En 1969 se fusionaron el Servicio Geológico Nacional y el Laboratorio Químico Nacional en un Instituto Nacional de Investigación, adscrito al Ministerio de Minas y Petró-

leos y que sería denominado en adelante el Instituto de Investigaciones Geológico Mineras, Ingeominas. Conflu-yeron, pues iniciativas de distintas vertientes que por una decisión gubernamental se fusionaron en una institución oficial de ciencia y tecnología, que funciona desde entonces con presupuestos gubernamentales como institución recto-ra del sector, con funciones de investigación, pero también con otras de fomento del sector y de vigilancia y control no solo de la explotación minera, sino también de fenómenos geológicos que pueden afectar la vida de los ciudadanos.

Se puede decir que en ese momento se consolidó la institucionalidad de la investigación en el sector geológico y minero. Ha habido cambios durante estos años y se han alternado épocas de mejor y peor apoyo gubernamental, pero la institución ha permanecido y pareciera que es una

institución estable. Esta área del conocimiento tuvo importantes pérdidas durante los últimos años, cuando en 1997 se cerró el Instituto de Asuntos Nucleares y Energías Alternativas y se le transfirió a Ingeominas el cuidado del reac-tor nuclear y algunas pocas de las funciones que tenía. Poco antes (en 1993) había sido cerrado el Instituto de Investigaciones Tecnológicas, que atendía a este sector pero también

a otros relacionados con la producción y la industria. Dos pérdidas muy notables que alertan al hecho de que aún no se ha superado la fragilidad de las instituciones de Ciencia y Tecnología y que persiste esa tendencia a cambiar radi-calmente sus rumbos con los cambios de criterio de un gobierno que muchas veces actúa más como respuesta a coyunturas que con una visión de historia y de futuro.

El segundo campo que me parece interesante exami-nar es el de las ciencias agropecuarias, tradicionalmente relegadas en el país. La inestabilidad de las exportaciones de carácter agrícola generaban iniciativas que incentivaban y desincentivaban en periodos de tiempo breves esa activi-dad. Los incentivos no eran tampoco a la actividad misma sino más bien a las necesidades logísticas para que sus productos fueran exportados. Por ejemplo, mientras que el comercio del tabaco de Ambalema (entre 1845 y 1860) era importante, se planteó la construcción de una carretera y se

Un problema constante en el desarrollo científico nacional ha sido la debilidad institucional y

la tendencia de cada gobierno a cambiar los criterios, objetivos y funciones institucionales, de acuerdo con las coyunturas

y sin visión de futuro.

INGEOMINAS

En 1969 se fundó este instituto para apoyar la investigación en el sector minero, y para vigilar y controlar actividades geo-lógicas en el país como erupciones volcánicas y terremotos.

Bicentenario

Foto Luis Ángel Murcia Revista Semana.

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17

constituyó el Banco Británico, pero en el momento en que las exportaciones descendieron, se abandonó la carretera y se cerró el banco 20. Así pasó también con la quina, el algodón, el cacao y otros productos.

En realidad hasta 1930 no se puede decir que hubiera habido ningún tipo de desarrollo tecnológico en la agricul-tura 21. Ni siquiera tenía el pequeño grupo de visionarios defensores que tenían las ciencias naturales y las ingenierías. Durante el siglo XIX se puede afirmar que no había en Colombia ciencias agropecuarias. Apenas sobrevivía un Departamento de Agricultura bajo la dirección de Carlos Michelsen. Como señal de la importancia que se le asignaba en el gobierno y de la forma como cambiaba de acuerdo con el comportamiento de los mercados, es diciente el he-cho de que su presupuesto en 1880 fue de apenas $120.000 y en 1882, dos años después, había bajado a $45.000 22.

En 1914 la Ley 3 ordenó la creación del Instituto de Agricultura y Veterinaria. La Ley 75 de 1915 estableció estaciones experimentales y el Instituto cambió a Instituto Nacional de Agricultura. En 1918 hubo un reordenamien-to del instituto en secciones y se conformó la Escuela Superior de Agronomía, con centros de enseñanza media y práctica y con haciendas anexas a los centros de experimen-tación. En 1924 se creó el Ministerio de Industrias y se le adscribió el Departamento de Agricultura con los centros. En 1925 todas las partidas fueron canceladas de modo que los centros experimentales y las escuelas se cerraron.

En 1931 se creó el Consejo Nacional de Agricultura y se constituyeron tres institutos de investigación, uno en Bogotá, otro en Palmira y un tercero en Medellín. Los dos últimos finalmente fueron trasladados a la Universidad Nacional, el de Palmira en 1946 y el de Medellín en 1932, y han tenido continuidad hasta hoy como facultades de ciencias agropecuarias. El de Bogotá, en conjunto con la Oficina de Investigaciones Especiales, patrocinada por la Fundación Rockefeller, dieron origen al Instituto Colom-biano Agropecuario, ICA.

En los años de institucionalización, durante la presi-dencia de Carlos Lleras Restrepo, se consolidó el ICA como Instituto de Investigación con funciones múltiples de control y vigilancia, y el Instituto Zooprofiláctico, que entonces funcionaba en la Universidad Nacional, se convirtió en una empresa para producir vacunas y biológicos de uso veterinario.

Esas instituciones han ganado solidez y son la base del sistema institucional del área agropecuaria hasta hoy. Algunos cambios hubo en los últimos años. Vecol se convirtió en una industria privada con participación estatal, la función de investigación del ICA fue mayoritariamente delegada en Corpoica, corporación pública sin ánimo de lucro que funciona, de acuerdo con la Ley de Ciencia y Tec-nología, como un ente privado de investigación. El impacto de esta separación sobre la investigación agropecuaria y sobre la comunidad científica del área es un tema de debate para el futuro.

Es importante señalar durante los últimos años una gran actividad científica por parte de los gremios productores. El primer y notable esfuerzo fue la granja de Esperanza de la Federación de Cafeteros en 1939, que se convirtió en su importante centro de investigación, Cenicafé. Iniciativas parecidas han tenido los cultivadores de caña con Cenicaña, los de palma africana, con Cenipalma, entre otros.

El tercero de los temas que quiero tratar es el de las ciencias de la salud, pero trataré solamente el caso de la institución nacional más central e importante en la investigación científica sobre salud en el país: el Instituto Nacional de Salud 23.

Su origen fue un laboratorio privado fundado en 1917 por Bernardo Samper Sordo y Jorge Martínez Santamaría. Los dos, médicos educados en el exterior, se asociaron como consecuencia de problemas de salud que aquejaron a familiares cercanos y que no pudieron ser resueltos en Colombia por la ausencia de la tecnología adecuada. El laboratorio implantó entonces las tecnologías para pro-ducir vacuna antirrábica y toxoide antidiftérico, y técnicas diagnósticas avanzadas en bacteriología y microbiología que no estaban disponibles en el país. Diez años después el gobierno compró el laboratorio y con la asesoría cientí-fica y técnica de la Fundación Rockefeller lo convirtió en el Instituto Nacional de Higiene Samper-Martínez.

Durante la primera mitad del siglo XX se desarrolla-ron otras iniciativas independientes, varias patrocinadas por instituciones y fundaciones internacionales, otras financiadas por el gobierno para resolver problemas de salud pública que se hacían evidentes. Entre estos, los más notables fueron el Parque de Vacunación que producía la vacuna para la campaña antivariólica; el Instituto de Estu-dios Especiales Carlos Finlay, que hacía vigilancia de casos

LAS CIENCIAS

AGROPECUARIAS Todas las funciones de investigación en el sector agropecuario, necesarias para el desarrollo del campo colombiano, están a cargo de CORPOICA.

ciencia

Ruben Dario Romero

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18

y producía vacuna contra la fiebre amarilla; el laboratorio BCG, que vigilaba y producía la vacuna contra tubercu-

losis; el Laboratorio de Higiene Industrial, predecesor de estudios de salud ocupacional y medioambiental, y el Laboratorio de Control de Productos Farmacéuticos.

En 1968, en el marco de la reestructuración del sector salud, y bajo la filosofía de institucionalización de las activi-dades científicas del presidente Lleras Restrepo, todas esas pequeñas instituciones, a las que se sumaron el Programa de Saneamiento Básico Rural del Ministerio de Salud, encargado del diseño y construcción de acueductos rurales, y la Dirección de Programas Especiales, que investigaba problemas de salud pública, conformaron el, Instituto Nacional de Programas Especiales en Salud (Inpes).

Este hecho concentró en un Instituto con un gran capital científico y con toda la fuerza institucional del gobierno na-

cional las iniciativas de investigación y fomento en progra-

mas de salud, la producción de biológicos para las campañas de salud pública, los programas de saneamiento rural y el control de calidad de medicamentos, alimentos y agua.

En 1975 se le cambió el nombre al Inpes por INS (Instituto Nacional de Salud) y a lo largo de los años ha venido generando nuevas instituciones, como el Invima, para control de medicamentos y alimentos, con lo que el programa de saneamiento fue descentralizado. La insti-tucionalidad permanece aunque el Instituto se ha visto sometido a altibajos, cambios de orientación permanentes y en ocasiones ha sido dejado en manos de personas más relacionadas con la política que con la ciencia.

Estas tres experiencias son distintas y seguramente no pueden representar a toda la época, pero tienen caracterís-ticas comunes que sugieren tendencias generales y tal vez permiten interpretar y explicar al menos parcialmente el desarrollo de las instituciones científicas durante algo más que la primera mitad del siglo XX. Hubo una tendencia a generar instituciones estatales, pero estas no se derivaban de políticas de desarrollo, de análisis prospectivos ni de ejemplos internacionales. Eran el resultado de iniciativas confluentes, todas derivadas de personas de visión y pasión, muchas de ellas hechas en forma particular y que luego fue-

ron adoptadas por el Estado, algunas desde cargos públicos.Estas instituciones han sido mucho más sólidas

y estables que experiencias del siglo XIX, pero aún conservan gran fragilidad, como lo demuestran el cierre del Instituto de Asuntos Nucleares o del Instituto de Investigaciones Tecnológicas. Todavía están sujetas a virajes políticos dependientes de situaciones coyuntura-

les o necesidades de corto término.

Pero queda claro que las instituciones que se vincularon a las universidades han sido mucho más estables. La investi-gación científica se concentra cada vez más en las universi-dades y muy especialmente en las universidades públicas.

5.° MOMENTO: COLCIENCIAS Y EL SISTEMA NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA.

Los desarrollos descritos anteriormente y muchos otros no descritos pero similares mostraban una clara conciencia sobre la necesidad de la investigación científica y de orga-

nizaciones que la soportaran. Esa conciencia no era solo nacional; la región toda avanzaba en dirección parecida. La declaración final de la reunión de presidentes de Latino-

américa en Punta del Este (Uruguay) en abril de 1967 planteaba la necesidad de aumentar la inversión en ciencia, que en ese momento era de 0,2% a 1 ó 1,5% del PIB 24

(hoy, 43 años después, en Colombia es apenas de 0,4% y la meta para el próximo cuatrienio es aumentarla a 1%).

En 1968 se organizó un Seminario de Ciencia y Tec-

nología en Fusagasugá (Cundinamarca) bajo los auspicios del entonces ministro de Educación, Gabriel Betancur Mejía. En noviembre de 1968 un decreto creó el Fondo de Ciencia que debía tener 0,2% del PIB y le tocó al siguiente ministro, Octavio Arismendi Posada, dar vida a Colciencias.

Este Instituto (en sus primeros años era un fondo de financiación) es un giro cualitativo en la institucionalización de la ciencia. Por primera vez el gobierno creó un organis-mo para el fomento y la financiación de la ciencia, con un presupuesto específico (que ha variado con los años pero que al menos siempre ha existido) con una visión prospec-

tiva. La institución debía –y efectivamente lo hizo– ser el centro de un verdadero sistema que incluyera a todos los que desde universidades o institutos estuvieran dedicados a la investigación científica. Colciencias fue el centro alrede-

dor del cual se generó con apoyos diversos la aprobación por parte del Congreso de dos leyes que regulan la acti-vidad científica, la primera en 1991 y la segunda en 2009. Esas leyes son la culminación de los procesos históricos descritos y sellan una verdadera institucionalidad.

Las cosas no han sido fáciles durante la segunda mitad del siglo XX y principio del XXI. Las políticas de finan-

ciamiento han sido débiles y oscilantes. Apenas este año se está logrando el nivel de inversión de 1996. Nunca se han cumplido las metas propuestas. Pero a pesar de eso hay que reconocer que este momento es diferente a todo lo anterior y que la ciencia dejó de ser un acto heroico de aficionados apasionados para convertirse en una actividad profesional y legítima.

CORPOICA

En la actualidad, la entidad cuenta con 1555 ofertas tecnológicas, las cuales presentan los resultados obtenidos por la inves-tigación en términos de conocimiento científico, tecnología, productos y servicios en los sistemas de producción.

Bicentenario

Trabajadora de la Unidad de Recursos Genéticos del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), ubicada en la ciudad colombiana de Palmira. 2009. Carlos Ortega. EFE.

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CONCLUSIONES

Este recuento, aún con lo breve, parcial y sesgado que es, permite esbozar algunas conclusiones gene-rales que pueden ser útiles para comprender el desa-rrollo, o poco desarrollo de la ciencia en Colombia, pero que da también alguna posibilidad para pensar en estrategias futuras.El inicio de la construcción de la Nación está signado por la exterminación sistemática de una generación de hombres de ciencia de pensamiento avanzado. Eso afectó, en una forma que hoy no es evaluable, el papel que la ciencia hubiera tenido en los desarro-llos iniciales. Es un hecho que no se puede revertir pero que sugiere la importancia de la presencia de hombres y mujeres de ciencia en la conducción del Estado, o en el asesoramiento a sus conductores. No porque ellos sean mejores personas sino porque sus instrumentos sí lo son.La institucionalidad de la ciencia fue inexistente prácticamente hasta mediados del siglo XX y aún hoy es frágil. Hay muchísima más estabilidad en las universidades y en las academias pero ni las unas ni las otras han sido reconocidas en la realidad como agentes legítimos de los gobiernos. Ese hecho es pa-tente hoy en sus dificultades para lograr un adecuado financiamiento. Las universidades han sido mucho más importantes para el desarrollo que los institutos de investigación, y las academias mucho más que las asociaciones profesionales y gremiales. Esto posible-mente debido a la calidad de sus miembros: profeso-res y académicos, y a muchos productos colaterales de su actividad. Muchos de los hitos científicos han correspondido a iniciativas puntuales de corta duración y que general-mente se plantearon desconociendo los antecedentes.El fenómeno del cambio que es fundamental para el progreso, en la historia de la ciencia colombiana ha tenido con frecuencia efectos retardatarios. Esta afirmación aparentemente contradictoria se deriva del hecho de que muchas iniciativas e instituciones han sido terminadas o devaluada su acción, no como resultado de una reflexión racional y un análisis pros-pectivo, sino por reacción a situaciones coyunturales y con base en una muy mala información.Ha habido a lo largo de toda la historia una contra-dicción entre el discurso de los mandatarios y los hechos que ellos generan; sobre todo en lo que atañe al financiamiento de la ciencia y de la educación.

Es importante reconocer que estamos viviendo una época diferente desde el establecimiento de insti-tuciones del Estado cuyo objeto es la investigación científica o la acción basada en alto contenido de conocimientos, con la constitución de Colciencias y con el surgimiento de leyes y un sistema normativo específico para la actividad. El que estas nuevas cir-cunstancias cambien la situación histórica dependerá de las acciones que tomen los gobernantes, es decir, de la coherencia que ellas tengan con los discursos.

• IAN

En 1956 se creó el Instituto Colombiano de

Asuntos Nucleares, el cual en 1958 adoptó el

nombre de IAN, Instituto de Asuntos Nucleares. Esta entidad fue clausurada por el gobierno nacional el 31 de marzo de 1998, luego

de 30 años de labores.

ciencia

Instituto de Ciencias Nucleares. 1970. Manuel H. Biblioteca Nacional de Colombia.

1 Historia de la Ciencia Social en Colombia. (1993). Colciencias2 Citado en Regino Martínez-Chavanz (1993) Historia Social de la Ciencia en Colombia. Tomo VI Física y Química. Primera Parte: la Física en Co-lombia: su historia y filosofía.3 Citado en Luis Carlos Arbo-leda (1993) Historia Social de la Ciencia en Colombia. Tomo II. Matemáticas, Astronomía y Geología. Primera parte: Mate-máticas, Cultura y Sociedad en Colombia.4 Florentino Vezga (1971 Original 1860) La Expedición Botánica. Ed. Carvajal. Cali

5 Descrito en Olga Restrepo (1993) Historia Social de la Ciencia en Colombia. Tomo III Historia Natural y Ciencias Agropecuarias. Primera parte naturalistas, saber y sociedad en Colombia.6 Olga Restrepo. Ibid7 Poveda Ramos (1985) La ingeniería en Colombia: sus ciencias y su historia. Ciencia, Tecnología y Desarrollo No. 9. Bogotá 8 Olga Restrepo (1993) ibid.9 Citado por Olga Restrepo. Ibid Carta dirigida a Pedro Fernández Madrid. Julio 1 de 1850. Archivo de la Comisión Corográfica.

10 Olga Restrepo ibid11 Frank Safford 1989. El Ideal de lo Práctico. Capítulo 7. Edi-torial UN-Áncora Editores.12 Manuel Ancizar (1869) ‘Informe del rector de la Universidad Nacional, al señor secretario de lo Interior y de Relaciones Exteriores’. Di-rector General de Instrucción Universitaria. Anales Universi-dad Nacional Bogotá (2)13 Olga Restrepo ibid cap. 614 ibid15Antonio Vargas Vega (1871) ‘Informe del rector de la Universidad Nacional, al señor secretario de lo Interior y de Relaciones Exteriores’. Di-

rector General de Instrucción Universitaria. Anales Universi-dad Nacional Bogotá. Vol 516 Frank Safford 1989. El Ideal de lo Práctico. Capítulo 7. Edi-torial UN-Áncora Editores.17 Artículo 2, Ley 4 de 187418 Lina Rocío Medina Muñoz (2000) Tradición Académica. Ed. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Bogotá.19 Armando Espinoza (1993) Historia de las Investigaciones Geológicas en Historia de la Ciencia Social en Colombia. Colciencias. Bogotá 20 Frank Safford 1989. El Ideal de lo Práctico. Capítulo 7.

Editorial UN-Áncora Editores. (pp286-287)21 Jesús A Bejarano (1993) Historia de las Ciencias Agropecuarias en Colombia. Historia Social de la Ciencia en Colombia. Colciencias. Bogotá22 Ibid.23 Gabriel Toro, Carlos A Hernández y Jorge Raad Eds. (1998) Instituto Nacional de Salud 1917-1997. Una Historia un Compromiso. Instituto Nacional de Salud. Bogotá.24 Martha Luz Ospina Bozzi (1998) Colciencias 30 años. Memorias de un Compromiso. Colciencias, Bogotá.

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ARCHIVO PARTICULAR

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entro de poco se reinaugurará la Casa Museo del 20 de Julio, donde se exhibirá restaurado el famoso florero de Llorente, que dio lugar a una de las anécdotas más importantes de la celebración

de nuestra independencia. Lo que queda de esa pieza es una suerte de base para un jarrón de estilo barroco, de loza blanca y follaje verde que simulaba hojas, y que posee el sello real de Carlos III de Borbón, cuya composición tiene vidrio con óxidos de plomo, esmaltes de cobre, pan de oro, polvo de oro y oro coloidal en diferentes partes, lo cual ratifica que en su momento fue un objeto que le daba un gran estatus a quien lo adquiriera.

Más acá del mito que se cuenta, hay un valor que cabe resaltar en el hecho de conservar esa pieza “rota”: la obra da testimonio de su tiempo, pero no lo describe comple-tamente. Ese resto de algo que pretende contarnos “lo que ocurrió” nos muestra la necesidad de reaprender a sentir el tiempo para tomar conciencia de la historia, pese a que todo conspire para hacernos creer que esta se ha acabado porque el mundo se ha vuelto un espectáculo. Debemos pues reencontrar el tiempo a través de sus ruinas para recrear el pasado y, con mayor razón, actualizarlo frente a la

ruptura de un objeto que significaba distinción y exclusión, por no decir segregación y repudio de la diferencia.

Como el florero de Llorente, en estos 200 años de Re-pública hay una larga colección de objetos y símbolos que también deberían re-significarse. ¿No será hora de generar un gran debate nacional en torno a ciertas estrofas rococó de nuestro himno, así como a propósito de algunos ele-mentos anacrónicos presentes en el escudo de Colombia? Es bien sabido que para un joven ciudadano imbuido de las dinámicas de la globalización, el cóndor, el gorro frigio, el istmo de Panamá o las cornucopias del emblema patrio poco significan. ¿No habría que buscar más bien entre los magníficos diseños de piezas precolombinas del Museo del Oro para encontrar un símbolo más adecuado? Todo ello máxime cuando la identidad no es un rompecabezas cuya carátula prescribe lo que se debe armar, sino algo que se re-inventa permanentemente del mismo modo que la historia: una interpretación del pasado en función del presente.

Paralelamente, la celebración del Bicentenario de nuestra independencia debe convocarnos para tratar de averiguar si la promesa democrática del Cabildo abierto de Santafé, ratificado un año después en Cartagena, se ha cumplido o

D

En la celebración del Bicentenario de la Independencia es necesario reflexionar sobre qué tan incluyente y democrático ha sido el proceso de construcción de nuestra nación.

cultura

Fabián Sanabria2

“La cultura no salva nada ni a nadie, no justifica. Pero es un producto del hombre donde este se proyecta y reconoce (…) un espejo crítico que transparenta su imagen (…) Es posible deshacerse de una neurosis, pero no curarse de sí mismo”.

Jean-Paul Sartre, Las palabras

Cultura y sociedad colombiana tras el Bicentenario1

INDIA DE LA LIBERTAD

Los próceres utilizaron en los primeros años de Independencia la imagen de una indígena como alegoría de la libertad y de América. Con el paso de los años, esta imagen cayó en desuso y fue reemplazada por el emblema de la libertad de la Revolución francesa.

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no, así como para evaluar, a dos décadas de la Constitución de 1991, cuáles son los problemas pendientes en la tarea de construcción de nuestro Estado-Nación.

En ese horizonte, siguiendo los cuatro trazos ideales típicos que caracterizan la conformación de un Estado mo-derno según Max Weber (control del territorio, monopolio de la violencia física y simbólica, captación de impuestos y generación de seguridad y bienestar para los ciudadanos), cabe preguntarse si el Estado que hay en Colombia ha sido un “acto fallido” y, de ser así, cómo superar esa debilidad de cara a un mundo global.

Igualmente conviene cuestionarse por la manera como ha evolucionado la sociedad colombiana, en particular el “alma de Estado”, es decir la Nación, pues es bien sabido que desde la Conquista de América se enraizó en nuestros territorios una complicidad entre el trono y el altar que luego se patentizaría con una suerte de “concubinato” entre Estado e Iglesia. Cuatro elementos también son ca-racterísticos de ello y en términos de “identidad nacional” no podemos olvidarlos: primero, la identifica-ción de los ciudadanos por medio de la partida de bautismo más que a través del registro civil de nacimiento; segundo, el monopolio extraordinario que tuvo la Iglesia en el terreno de la educación y la cultura, formando especialmente a las élites del país; tercero, la pre-sencia de misiones eclesiásticas encomendadas a órdenes religiosas en territorios apartados, y cuarto, la multiplicación de obras de benevolato y beneficencia (entre las cuales

cabe mencionar a los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, las Lauritas y los numerosos barrios obreros de algunas ciudades del país) en cabeza de la Iglesia. Todos esos elementos fueron fundadores de una relación muy estrecha entre los asuntos estatales y la injerencia católica en Colombia, dificultando asimismo la construcción de un Estado laico dotado de una clara separación de poderes.

UNA RELECTURA DE LA PATRIA BOBA

Entre 1810 y 1886 se puede hablar de una suerte de “siglo federal” en Colombia que, pese a su sepultura defini-tiva, nos invita a revaluar su “fracaso” y a repensar hoy la fuerza de nuestras regiones. Del mismo modo, el mo-mento histórico denominado peyorativamente Patria Boba (establecido entre 1810 y 1816) es quizá el instante en que

tras el “grito de Independencia” los padres fundadores de la República trataron de construir su propia Ilustración, ensayando cuál sería la forma más adecuada de gobier-no que se debía implantar en la Nueva Granada.

Es importante tener en cuenta que un par de acontecimientos

significativos influyeron, grosso modo, en las ideas inde-pendentistas: la Revolución francesa y la Constitución de Filadelfia. En ese contexto, dos discursos ilustrados, con una década de diferencia, merecen recordarse, no tanto para hacer apología de “aquello que pudo haber sido y no fue”, sino como voluntad de descentralizar la forma de gobier-no que se vislumbraba imperante. En primer lugar, amerita

FLORERO DE LLORENTE Aunque hoy se discute si ese objeto fue el que causó la reyerta del 20 de julio, no cabe duda de que se ha convertido en uno de los principales símbolos de la independencia.

¿No habría que buscar más bien entre los magníficos diseños de

piezas precolombinas del Museo del Oro para encontrar un símbolo más

adecuado?

Bicentenario

VICENTE AZUERO

PLATA (1787-1844)Abogado santandereano, prócer de la Independen-cia de la Nueva Granada y uno de los principales ideólogos del liberalismo utilitarista del país.

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23

ser evocada la propuesta de “Aplicación de los principios y ventajas del sistema federativo a las provincias del Nuevo Reino de Granada” de Miguel de Pombo y, en segundo lugar, el discurso de Vicente Azuero, enmarcado en la pregunta de si “¿No será conveniente variar nuestra forma de gobierno?”.

Esos dos discursos, enunciados en dos momentos distintos (el de Miguel de Pombo en 1811 y el de Vicente Azuero en 1822), ante todo crean una disposición mental socialmente concebida para pensar un medio entre riguroso federalis-mo y aventajado sistema central, una vez que la autoridad “retornó al pueblo” por vacancia del Rey y la antigua colonia se vio obligada –tal vez por prime-ra vez– a pensar por sí misma: los americanos presintieron sus derechos y se preocuparon por construir una época de transformación política.

El discurso de Miguel de Pombo, pese a reconocer las ventajas del sistema estadounidense, prevé una deficiente articulación entre confederación y vínculo federal, y acepta las debilidades de la forma confederativa de la Constitu-ción de Filadelfia –casi como un asombroso anticipo de la experiencia colombiana que así se autodenominaría (1810-1886): “Si cada provincia después de su independencia hubiera querido existir aislada de las otras, con absoluta soberanía y demás derechos (…) cada una habría querido ordenarlo todo con respecto a las demás, rompiendo los vínculos de la justicia y provocando toda clase de calamidades que afligen a la humanidad”. De Pombo veía como “ventaja” del sistema estadounidense que –en caso

extremo y no deseable– la confederación podía ser disuelta y los estados confederados quedar soberanos.

Once años después (tras el Congreso de Cúcuta), Vicen-te Azuero subrayaba la importancia de instaurar la “unión

federal”, es decir, ese “gobierno general” que aunque limitado en su campo de acción, estaba dotado con suficientes poderes para ase-gurar su eficiencia dentro de él. El núcleo de la novedad constitucio-nal estadounidense radicaba en la combinación de una república de enormes dimensiones, con un gobierno central fuerte aunque de

atribuciones limitadas, y autonomías estatales irreductibles –salvo en lo alienado en la institución ejecutiva central. La unión federal –para el caso norteamericano– era preci-samente la meta que preservaba enormes porciones de soberanía para los distintos estados, y no una mera fase intermediaria.

Ahora bien, como al inicio del caso norteamericano, en-tre nosotros la unión era indispensable pero nos resistimos a formarla. Los criollos no pudieron negar el interés y la fuerza de atracción del sistema federalista. Sin embargo, se aferraron a una supuesta impertinencia para nuestro caso (una suerte de dos Américas paradójicas en los imperios del Atlántico), justificada por la falta de una “homogeneidad social interna” para que funcionara el federalismo. Esto im-pidió reconocernos en la diversidad y aprender muy poco del ser distintos formando al tiempo lazos comunes de convivencia: iguales ante la ley y diversos entre culturas.

La idea de los criollos de considerar la falta de ‘homogeneidad social interna’ como un defecto de la Nación colombiana impidió que

desde inicios de la República nos reconociéramos en la diversidad.

LLANEROS HERRANDO

GANADO

Durante el siglo XIX, los ilustradores de la Comisión Corográfica y los viajeros nacionales y extranjeros fueron testigos de la diversidad cultural del país. Sin embargo, muchas de sus pinturas y relatos fueron conocidos por sus contemporáneos, incluso por las élites políticas e intelectuales colombianas.

cultura

Llaneros herrando ganado i recortándole las orejas. Provincia de Casanare. Manuel María Paz. 1856. Colección de la Biblioteca Nacional de Colombia.

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24

En efecto, el federalismo suponía un contexto distinto al subdesarrollo social y al mismo tiempo la supresión de la ignorancia. Pero, ¿no sería que ese sistema también podía formar aquello que presuponía? Para Miguel de Pombo, las colonias de Norteamérica se fundaron sobre pueblos que se reconocieron diversos, argumentando que entre nosotros el sistema federal sería más fácil pues “todos éramos equiparables”. Para Vicente Azuero, la diversidad cultural debilitaba las relaciones comunes por constituir un cuerpo heterogéneo, disminuyendo el espíritu nacional y retardando el progreso de los pueblos. Supuestamente en Norteamérica –más que por la diversidad, gracias a ella– se logró configurar un grupo social homogéneo básico. Por el contrario, en la Nueva Granada, el “gran problema” supuestamente fue el mes-tizaje: visto como “conjunto de sabotaje mutuo” –incapaz de aprender de la necesidad de formular lazos comunes fundamentales para vivir sin violencia la diferencia–.

Doscientos años después vuelve del suspenso una gran pregunta: nosotros (también híbridos de Colonia y

Virreinato), ¿qué debemos construir para que la tragedia no retorne como comedia? ¿Cómo reconciliar unidad con diversidad en un mundo claramente global?

DIFERENCIA Y RECONOCIMIENTO

Como en repetidas ocasiones lo subrayara Michel Foucault en sus cursos del Colegio de Francia, es necesario hacer que lo invisible sea visible para que quienes buscan reconocimiento sean vistos y no solo tolerados, sino que interactuando con otros, estos reconozcan la posibilidad de ser interpelados por aquellos. Porque es lo diferente aquello que se reconoce, no lo similar que debe ser conocido. Pero

para poder ver lo diferente es necesario un lenguaje que mencione lo que hay que ver y las maneras como ello debe ser visto.

Afortunadamente la identidad hoy no es más que una categoría abstracta de la que se habla cuando se

pierden los valores forzados y forzosos que como artículos de fe se prescribían para creer. Hoy la identidad, como la cultura, se presenta en gerundio, es decir, a través de un

Para 1998, la población afrocolombiana ascendía a un poco más de 10 millones de

personas, de las cuales el 70 por ciento vivía en centros urbanos y el porcentaje restante,

en áreas rurales.

Bicentenario

COMUNIDADES

AFROCOLOMBIANAS

Uno de los logros de la Constitución de 1991 fue reconocer a los indígenas y afrodecendientes la propiedad de los territorios que han poblado por más de varios siglos y que se constituyen en base de su identidad y cultura.

Foto León Darío Peláez.

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25

quehacer permanente que solo cuenta entrelazándose con la sociedad.

Resulta bastante deplorable que en un país tan diverso como Colombia solo hasta hace 20 años se reconociera ju-rídicamente a las comunidades indígenas y afrodescendien-tes que a él pertenecen, puesto que antes se les consideraba como menores de edad o “incapaces de autodeterminarse”, y por consiguiente se les privaba de los derechos que les per-mitían asociarse libremente o reformarse dentro del mundo en el que vivían.

Felizmente, el artículo 70 de la Constitución de 1991, en uno de sus apartes declara: “la cultura en sus diversas manifesta-ciones es el fundamento de la nacionalidad”, dándole la vuelta a la idea de una unidad preexistente a los grupos que integran la Nación, reconociendo y obligando a proteger la igualdad y la dignidad de todas las culturas que conviven en el país.

Es allí cuando se evidencia que el primer paso (el de la visibilidad) se dio hasta hace muy poco, quedando pendiente el ámbito no tanto de la aceptación o de la tolerancia, sino el del reconocimiento y respeto en la práctica de esa diversidad.

CONJUGAR LA CULTURA EN PLURAL

El caso del reconocimiento a las comunidades indígenas y afrodescendientes que forman parte de la Nación colombia-

na es tan solo un ejemplo del inminente ejercicio que debe realizarse en materia cultural. Es necesario superar las vi-siones reduccionistas (tanto conservadores como supues-tamente progresistas) que pretenden aislar a dicha noción, protegiéndola del mestizaje y la hibridación, en aras de esencialismos que en modo alguno se sostienen en el mundo contemporáneo.

Del mismo modo que hay muchas formas de ser, hay igualmente indefinidas maneras de expresar los modos de sentir, pensar y actuar de un individuo o grupo de indivi-duos. Conjugar la cultura en plural implica promover la libertad para que una persona pueda expresarse y darse a conocer, así como identificarse sin ser marginada por ello, del mismo modo que generar una promoción para que cada individuo pueda elegir los elementos de identidad que le son propios frente a los contenidos de su cultura.

Más allá de la noción de “campo cultural”, es indispensable promover la movilidad. Numerosos estudios demuestran cómo lo sociocultural no puede ser pensado en un espacio nacional acotado, delimitado por fronteras estatales. Múl-tiples investigaciones en el ámbito de las culturas juveniles dan cuenta hoy de la explosión de subjetividades, estéticas, gustos y vínculos transnacionales que indudablemente desconciertan a las nociones cosificadas de cultura.

MINGA INDÍGENA

2008A pesar de que la Constitución de 1991 ha consagrado sus derechos, los indígenas han tenido que organizarse y movilizarse para solicitarle al gobierno el respeto y la defensa de los derechos constitucionales. Ejemplo de ello fue la minga de 2008 organizada por los indígenas del Cauca.

Foto León Darío Peláez. Revista Semana.

cultura

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26

En Colombia vale la pena preguntarse por el tipo de sociedad y relaciones sociales que culturalmente hemos forjado. Porque no basta con la valoración de las artes y las letras, ni con la reivindicación y patrocinio de las culturas populares si los elementos elitistas e informales no se con-jugan en mejores ámbitos de convivencia. De suerte que la pregunta por el tipo de ciudadanos que queremos formar en Colombia es altamente pertinente cuando se aborda el tema de la cultura.

Un diagnóstico bastante acertado, circunscrito a condi-ciones históricas que deben ser rigurosamente analizadas, nos muestra un profundo desajuste entre lo que establece la ley (deber ser), lo que se dice que se hace (la moral), y lo que en realidad se practica (la cultura). Si bien es cierto que en la mayoría de sociedades no existe un equilibrio entre estas tres dimensiones, para el caso colombiano es conveniente tratar de armonizarlas pues actualmente se presenta un abismo entre ellas, recreando ámbitos capaces de permitir a nuestros ciudadanos una correcta inserción en otros registros y horizontes culturales. Saber que no estamos solos y que no podemos aislarnos como país, implica un compromiso para pensar una vez más nuestra diversidad, propendiendo por su reconocimiento y justa compresión, más allá de los conflictos que consecuente-mente esto genere.

Porque el mundo se ha urbanizado y es indispensable convivir con ello, corresponde saber que a grandes y

medianas escalas conviven la ciudad mundial, con todas sus promesas de desarrollo tecnológico y conectividad, con la ciudad mundo, saturada de contradicciones e inequidades sociales que obligan a multitud de individuos a despla-zarse por razones de la injusticia, la pobreza o la guerra. Esas contradicciones globales empiezan a multiplicarse en Colombia y es necesario prepararse para enfrentarlas, sin perder de vista la noción aristotélica de vida buena que desafortunadamente pareciera reservada a unos pocos privilegiados de la sociedad.

CUATRO ÁNGULOS DE POLÍTICA CULTURALDefendiendo una noción plural de cultura, vale la pena

preguntarnos si le corresponde al Estado dirigir los procesos culturales, o más bien ser un orientador altamente flexible

de los mismos, sabiendo que son las sociedades y los grupos huma-nos asociados a él los que pueden concentrar en un momento dado las apuestas que en materia de cultura un país debe desarrollar. En ese sentido, las políticas culturales tendrían que cumplir unas funcio-nes transversales que recorran el tejido de la sociedad, adaptándose

a cada región para sostener los diversos procesos que allí se desarrollan, sin presionar en direcciones específicas, con criterios lo suficientemente amplios y flexibles para darle ca-bida a la diversidad, de modo que no caigan en preferencias ni elitismos. Más que una lista de acciones o un directorio de actividades folclóricas que con patrocinios estatales se dan

“La Carta de 1991 es la Constitución de la diversidad, pues no solo

reconoce y ampara las diferencias, sino que constituye e instituye

mecanismos jurídicos y políticos para potenciarlas”: Rodrigo Uprimny

ROCK AL PARQUEEn el ámbito distrital, uno de los experimentos exitosos del reconocimiento de la diversidad ha sido el desarrollo de eventos culturales que congregan a las distintas culturas urbanas que se encuentran en Bogotá, como Rock al Parque, al que han asistido 3.092.000 personas en 15 ediciones.

Bicentenario

Foto Alejandro Acosta

Page 27: Document

27

1 Dos lecturas aportaron

significativamente a las

reflexiones consignadas

en el presente artículo: el

magnífico volumen La

propuesta Federal (que con-

tiene los discursos de Mi-

guel de Pombo y Vicente

Azuero aquí citados),

prolongado por Lisímaco

Parra en la reciente

Colección Bicentenario de la

Facultad de Ciencias Hu-

manas de la Universidad

Nacional de Colombia,

y el Segundo volumen

de la serie Encuentros sobre

Desarrollo, cultura y procesos

de globalización, editado en

septiembre de 2009 por la

Universidad Tecnológica

de Bolívar. 2 Antropólogo y Doctor en Sociología de la Escue-

la de Altos Estudios en

Ciencias Sociales de París.

Actualmente profesor

asociado de la Facultad

de Ciencias Humanas de

la Universidad Nacional

de Colombia, donde diri-

ge el Grupo de Estudios

de las Subjetividades y

Creencias Contemporá-

neas (Gescco).

en las regiones, las políticas culturales deben ser unos linea-mientos facilitadores para que un país como Colombia se reconozca a sí mismo en el conjunto de naciones, actualice su memoria y potencialice sus valores en el mundo global. Desde la perspectiva de reconocernos “unidos en la diversi-

dad”, cuatro ángulos deberían promoverse en el campo de las políticas culturales colombianas:

PRIMERO:

Creación e investigación. Definiendo el Estado democrá-ticamente las direcciones que deben tomar los procesos creativos, así como la necesaria investigación de la historia de cada pueblo y región del país, desde los elementos más visibles tales como las relaciones que se establecen con el medioambiente, las dinámicas tecnoeconómicas y sociopo-líticas, hasta el ámbito de lo ideológico, es decir los mitos y ritos, cultos y creencias, cosmovisiones y lenguas que en cada contexto se practican.

SEGUNDO:

Formación y comunicación. Comprometiendo el Estado no solo al sector público sino al privado en invertir en dinámicas y procesos culturales, por medio de la funda-

ción de escuelas y academias especializadas, consciente de la importancia del crecimiento en ese campo, así como de la comunicación de la diversidad a través de emisoras, periódicos, páginas web y canales virtuales que permitan el reconocimiento y la valoración de la alteridad.

TERCERO:

Conservación y restauración. Porque la pregunta por el pa-trimonio (no solo material sino inmaterial) es fundamental en toda política cultural, un patrimonio reducido a su simple exhibición carece hoy de sentido. El Estado debe incidir en la sociedad para que esta se concientice, defienda, valore y actualice todos sus patrimonios, traduciéndolos al mundo de lo actual y lo cotidiano, de acuerdo con las necesidades y apuestas que en cada región y localidad se determinen.

CUARTO:

Producción y bienestar. Porque cultura y economía no son incompatibles, el Estado debe multiplicar geométricamente sus recursos de inversión en cultura, involucrando a la em-presa privada para fomentar las industrias culturales desde lo local hacia lo global, de modo que se generen dividendos que redunden en el bienestar de los ciudadanos.

MARCHA DEL

ORGULLO LGBT

Con el objetivo de hacerse visibles, desde hace 14 años la comunidad Lgbt de Bogotá, entre los meses de mayo y junio, ha organizado una marcha a la que se le denomina Marcha del Orgullo Gay o de la Diversidad.

Foto Juan Carlos Sierra. Revista Semana.

cultura

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28

Bicentenario

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29

n el contexto latinoamericano, la economía co-lombiana ha sido tradicionalmente una de las que mayor estabilidad macroeconómica han presen-tado. Pese a contar con tasas relativamente bajas de ahorro e inversión, se ha logrado consolidar

un crecimiento económico aceptable, al tiempo que se ha controlado la inflación y se ha consagrado un ambiente sumamente favorable para la inversión extranjera. No obstante, la tasa de desempleo continúa siendo muy alta y los problemas fiscales no dan tregua, materializados en el permanente déficit fiscal y un elevado endeudamiento público.

Este desempeño económico se ha visto acompañado de una serie de medidas o políticas públicas sobre las cuales ha sido posible construir los cimientos para un creci-miento sostenible. En tal sentido, han resultado cruciales medidas como la independencia del Banco Central, las políticas promocionales de inversión, el fortalecimiento del sector exportador y el respaldo empresarial en la búsqueda de mayores niveles de competitividad, entre otras. El pro-

ceso de fortalecimiento y actualización de nuestro marco normativo no ha finalizado. Aún nos quedan por resolver los problemas del sector agropecuario, quizá mediante una gran reforma agrícola; los problemas fiscales, que espera-mos se alivianen con la regla fiscal; el alto desempleo; la permanente revaluación, y la consolidación de la infraes-tructura pública necesaria para mejorar la competitividad de nuestras empresas.

Así, estas notas tienen por objeto identificar los prin-cipales logros alcanzados por la economía colombiana en los últimos años, al tiempo que se plantean algunos escenarios sobre el desempeño futuro. Para alcanzar este objetivo, el artículo se divide en dos partes, adicionales a esta introducción. En la primera se realiza un análisis de la evolución macroeconómica colombiana en la última dé-cada, y se describen los principales hechos asociados con el crecimiento, la inflación y el desempleo. En la segunda parte se describen los principales retos que ha de enfrentar la economía colombiana en los próximos años y se propo-nen algunos escenarios sobre su comportamiento.

Bicentenario, un análisis macroeconómico

E

economía

Ramón Javier Mesa Callejas 1

Mauricio López González 2

INFLACIÓN DE UN

SOLO DÍGITO Este ha sido el principal logro

en política económica de los últimos años, gracias al manejo independiente que

la Junta Directiva del Banco de la República ha dado a la

política monetaria del país.

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Tras periodos de marcados altibajos, la economía colombiana parece estar en un buen momento pero con un futuro mejor. El alto endeudamiento y el déficit fiscal son la gran amenaza.

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30

1. EN DÓNDE ESTAMOS: UNA SÍNTESIS DE LA EVOLU-CIÓN MACROECONÓMICA DE LA ÚLTIMA DÉCADA

Considerando los principales hechos de la macroecono-mía colombiana de los últimos años, el cierre de la primera década del siglo XXI muestra dos contrastes generalizados en el desempeño económico de este periodo. Por un lado, después de crecer a una tasa promedio del 5,5 por ciento real en la etapa denominada de auge entre 2003 y 2007, la economía nacional registró al final de la década un ritmo de crecimiento promedio del orden de 1,7 por ciento en el periodo 2008-2009, como resultado de la fuerte crisis que caracterizó la economía mundial a consecuencia del desplome del mercado financiero en Estados Unidos. Al igual que el conjunto de economías en desarrollo del pla-neta, los efectos de la crisis externa en el país se reflejaron en la profunda contracción de la demanda externa-interna y en la caída de la producción de los sectores producti-vos, especialmente industria y comercio, lo cual marcó el descenso de cerca de 4 puntos del PIB doméstico de los dos recientes años. Siendo este desempeño el peor de la década, no alcanzó a igualar el resultado de 1999, cuando la economía registró en algunos trimestres tasas de crecimien-to negativas que bordearon el 8 por ciento (Gráfico 1).

Pese a la desaceleración en el ritmo de crecimiento económico de los dos últimos años, impulsada por los

impactos adversos de la crisis mundial y dada la vocación minero-energética que ha caracterizado el modelo de desarrollo colombiano, fortalecido por las exportaciones de commodities (petróleo, carbón y café, inclusive con decaden-cia en este último), las principales fuentes que orientaron el desempeño positivo de la economía en el periodo de auge tuvieron como protagonistas principales a factores ligados al comportamiento de la demanda asociados con el incre-mento de los ritmos de inversión productiva y el favorable entorno internacional. Frente a lo anterior, el crecimiento de la formación bruta de capital fijo había registrado duran-te los años de auge un ritmo promedio del 16 por ciento anual, mientras que en el denominado periodo de crisis estos niveles no alcanzaron el 1 por ciento de crecimiento anual (Anif; 2010). A pesar de este descenso, para 2009 la inversión como porcentaje del PIB representaba el 25 por ciento mientras en 2002 solo alcanzaba el 16 por ciento del PIB. De igual forma, el PIB per cápita se duplicó en Colombia en estos años, al pasar de 2.299 dólares en 2002 a 5.293 dólares en 2009.

Por otro lado, el sector exportador colombiano sacó provecho de la expansión de la demanda externa en la previa de la crisis y pese a la caída del PIB mundial como consecuencia del desarrollo de esta y el fuerte proceso de revaluación del peso que se viene observando desde 2004,

LA INFRAESTRUCTURA

PÚBLICAEl gobierno nacional tiene

el reto de fortalecer la infraestructura del país, para

darle mayor competitividad a la economía e impulsar las

exportaciones.

Bicentenario

GRÁFICO 1. CRECIMIENTO TRIMESTRAL DEL PIB 1998-2009.

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31

ha contribuido activamente al crecimiento en esta década tanto del lado de la oferta como de la demanda, especial-mente por el aumento de las exportaciones no tradicionales, que en 2002 ascendían a 6.629 millones de dólares y en 2009 alcanzaban un valor de 14.900 millones de dólares; por su parte, las exportaciones totales entre estos años crecieron en 174,3 por ciento y las importaciones, 159,3 por ciento.

De otra parte, la inestabilidad en el crecimiento econó-mico contrasta con la evolución de la tasa de inflación, que durante esta década ha transitado por niveles de un dígito alcanzando un promedio para estos últimos 10 años de 6 por ciento anual, muy por debajo de la inflación promedio de los años 90, cuyo nivel ascendía a 21,3 por ciento. Este es, quizá, el principal logro de la política económica colom-biana de las últimas cuatro décadas fundamentado en la independencia constitucional que alcanzó el Banco de la República a partir de 1992 con la creación de su Junta Directiva y en el cambio de orientación de la política mone-taria desde el año 2000 basado en el esquema de inflación objetivo. Como consecuencia de lo anterior y fruto de la caída en la demanda interna en 2009, en materia de estabilidad de precios, hoy el país registra niveles de inflación similares a los de países industrializados, por debajo del 3 por ciento, que lo ubican dentro del rango definido por el Banco de la República como meta de inflación de largo plazo equivalente a un intervalo entre 2 por ciento y 4 por ciento. Este resulta-do permite seguir manteniendo bajos niveles de tasas de interés que contribuyen a la reactivación del crédito como soporte para la recuperación del consumo y la inversión productiva.

En cuanto al comportamiento del mercado laboral, la evolución de sus principales indicadores en la última década nos deja algunos interrogantes sobre los impactos reales del crecimiento económico observado en el periodo 2003-2007, en el desempeño de la ocupación y el desem-pleo. Fenómenos asociados con la inestabilidad en el ritmo de crecimiento del PIB y la productividad, la inflexibilidad

laboral a cuenta de las elevadas cargas parafiscales sobre las firmas, la revaluación real de la moneda local y los beneficios de las reformas tributarias de la década que premiaron los descuentos en impuestos por la inversión en maquinaria y equipos (demasiadas exenciones al capital) en detrimento de la generación de empleo; han sido algunas de las causas que limitaron la posibilidad de reducir a niveles de un dígito la tasa de desempleo y de impulsar, de manera permanente, aumentos importantes en los volúmenes de ocupación en estos años de auge económico

3

. Por su parte, en el periodo de la desaceleración denominado poscrisis internacional, el desempleo se disparó a niveles del 12 por ciento en 2009, mientras la tasa de ocupación se mantuvo en el promedio anual del 52,9 por ciento. A este comportamiento se suman las preocupaciones derivadas de la calidad del empleo a partir

del problema de la informalidad y el subempleo, situación en la que se encuentran más de la mitad de los colombianos ocupados, y que ha tenido serias implicaciones en materia de seguridad social y en la generación de empleo formal y de buena calidad, sobre todo de los trabajadores sin educación superior.

En resumen, junto a los fenómenos arriba citados, los ma-yores costos laborales por los elevados impuestos al trabajo y los altos incentivos que hoy día tiene el capital privado en el país, como problemas estructurales del mercado laboral colombiano, vienen fomentando la debilidad del crecimiento del empleo y mantienen concentrados en niveles que bor-dean el 12 por ciento – 13 por ciento la tasa de desempleo que en la actualidad no afectan la inflación.

A manera de síntesis, la evolución macroeconómica de esta década muestra importantes logros en materia de reducción significativa de la inflación, en un escenario caracterizado por la inestabilidad del crecimiento económico, el cual ha dependido significativamente de las fluctuaciones de la demanda interna y del comportamiento de la demanda externa. En medio de este panorama, se destaca el dina-mismo que ha alcanzado el sector externo colombiano a partir del incremento de los flujos de Inversión Extranjera

Las exenciones al capital mediante las últimas reformas tributarias

mejoraron el equipamiento industrial en detrimento de la generación

de empleo.

UN PESO FUERTE, UN DÓLAR DÉBILEl fuerte proceso de revaluación del peso iniciado en 2004 ha afectado el sector productivo colombiano, especialmente en las regiones exportadoras. Fo

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economía

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32

Directa (IED), los ingresos del petróleo y el crecimiento de las remesas. Ello no solo ha permitido fortalecer la tasa de cambio y generar un crecimiento apreciable de las reservas internacionales

4

, sino también financiar el déficit en cuenta corriente que en el periodo 2003-2009 alcanzó un nivel de equilibrio cuyo valor promedio fue del orden de 1,4 por ciento del PIB. Este resultado se puede considerar como un logro en materia de estabilidad macroeconómica, dado que su nivel está financiado adecuadamente por flujos de capital de naturaleza productiva equivalentes a la IED (Gráfico 2).

Finalmente, en esta presentación de donde estamos, no podíamos dejar de mencionar algunos de los principales problemas de índole macroeconómico que ha venido enfrentando la economía colombiana en esta década, y que sin lugar a dudas se convierten en los retos que a nuestro juicio deberá enfrentar el país en los próximos años. Los problemas de las finanzas públicas ocupan la primera plana de las preocupaciones, especialmente por los niveles que ha registrado el déficit fiscal total del Gobierno Nacional Central (GNC), que durante los años de auge alcanzó un nivel promedio de 4 por ciento del PIB. La implementación de una política fiscal contracíclica para enfrentar la crisis externa, la inestabilidad de los recaudos por la volatilidad

del crecimiento y las dificultades que viene arrastrando el sistema de seguridad social en salud y pensiones, motivado en parte por el deterioro del empleo formal y el crecimien-to de la informalidad en todo el territorio nacional, vienen prendiendo las alarmas sobre la sostenibilidad fiscal en el país 5. En ese sentido, hay que señalar que los efectos de esta situación se reflejan en el crecimiento del endeudamiento público y su impacto desfavorable sobre el comportamien-to de la tasa de cambio real y nominal a raíz de la mayor entrada de capitales para financiar el volumen de gasto.

Otra de las dificultades ha girado en torno al fuerte proceso de revaluación del peso que se viene registrando desde 2004, pero de manera especial en los años de la crisis. Sin duda el efecto neto de la revaluación (sumando costos y beneficios) en este periodo fue desfavorable para el sector productivo colombiano y contribuyó a la desaceleración del crecimiento y al deterioro de los indicadores del mercado laboral en regiones tradicionalmente exportadoras. Así mis-mo, junto al tema de la competencia, la caída en el precio del dólar ha representado una de las mayores dificultades que han enfrentado los empresarios colombianos en la búsqueda de nuevos mercados a nivel mundial.

Por último, en el ámbito de las relaciones internacionales,

2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

2,6

-1,2

0,8

2,7

-1,4

2,3

-1,1

1,9

-0,8

2,7

-1,3

7,1

-1,8

4,1

-2,9

4,4

-2,9

4,4

-2,2

3,2

Bicentenario

GRÁFICO 2. DÉFICIT EN CUENTA CORRIENTE VS. INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA COMO PORCENTAJE DEL PIB: 2000-2009.

Page 33: Document

33

los últimos años de esta década han mostrado un pano-rama muy complejo en las relaciones con las economías vecinas, con un deterioro bastante notable en el comercio binacional, especialmente en lo que concierne a Venezuela, con efectos adversos sobre el desempeño de la economía en su conjunto.

2. HACIA DÓNDE VAMOS: PERSPECTIVAS DE CRECIMIENTO EN LOS PRÓXIMOS AÑOS

Sin lugar a dudas, el comportamiento futuro de la econo-mía colombiana estará determinado por la forma en como evolucionen una serie de variables y sectores eco-nómicos claves como el minero, la industria y el agrope-cuario; el fortalecimiento de la infraestructura pública y el sector exportador, el ajuste de las finanzas del Estado, la mayor atracción de IED, el fortalecimiento de las instituciones públicas (en particular aquellas que inter-vienen directa e indirectamente en procesos económicos), y, en general, por la estabilidad macroeconómica.

En materia de crecimiento económico, las estimaciones de los organismos gubernamenta-les dan cuenta de un crecimien-to promedio del 4 por ciento en los próximos 10 años, en tanto que organizaciones como la (Andi) Asociación Nacional de Empresarios de Colombia– estiman que el crecimiento competitivo para el país, en los próximos 10 años, deberá estar alrededor del 6 por ciento en promedio anual, es decir, 2 puntos por encima del crecimiento económico esperado.

De acuerdo con nuestras estimaciones, bajo un esce-nario optimista, el crecimiento promedio de la economía en los próximos años bordeará el 5,3 por ciento, bajo el supuesto de que las mayores inversiones mineras logren impulsarlo y exista una mayor dinámica de otros secto-res económicos complementarios a nivel de infraestruc-tura, transporte y comunicaciones, junto con el impulso de algunos servicios como software, salud y turismo.

Adicionalmente, se requiere la consolidación de reformas estructurales que permitan la moderación del gasto en salud, pensiones, transferencias y regalías, y se implemente la regla fiscal. De igual importancia, al restablecer las relaciones con los países vecinos y forta-lecer la infraestructura pública, deberíamos esperar un impacto significativo y positivo sobre el sector expor-tador. Cabe anotar que dada la sensibilidad de nuestras exportaciones a la dinámica internacional, la coyun-tura por la cual atraviese la economía mundial será un determinante fundamental del comportamiento de la demanda agregada en los próximos años.

En términos generales, la estrategia de promover el desarrollo del sector exportador debe implicar mo-dificaciones importantes en la estructura productiva colombiana, tanto a nivel de cambios en la productivi-

dad multifactorial de las industrias líderes que van a impulsar el crecimiento del sector, como en el mejoramiento de los sistemas de vías de comunicación y de algunos costos laborales (por ejemplo, los parafiscales) que permitan no solo una disminución importante en los costos de operación, sino también ganancias en competitividad para

las empresas exportadoras. De igual forma, se exige una combinación de políticas macroeconómicas que logren compatibilizar los objetivos antiinflacionarios con el mejoramiento de los niveles de competitividad-precio y costo de nuestros productos en los mercados mundiales. Para ello, resulta demasiado importante conservar uno de los activos más importantes de la política monetaria colombiana de este nuevo siglo, como lo es mantener la tasa de inflación en el rango establecido como de largo plazo (2 por ciento – 4 por ciento) para contribuir a lograr aumentos sostenidos de la tasa de cambio real y, con ello, disminuir la dependencia de la competitividad-precio de los productos colombianos en los mercados mundiales a la devaluación nominal del peso.

Gracias al aumento de los ingresos petroleros y al crecimiento

de las remesas, las reservas internacionales crecieron de 10.807

millones de dólares en 2002, a 25.285 millones de dólares en 2009.

PUERTO DE LA ZONA

FRANCA EN CARTAGENA

Para promover el comercio internacional y el desarrollo industrial, las zonas francas cuentan con incentivos aduaneros, cambiarios y tributarios.

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economía

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34

La experiencia internacional avala este hecho. Cierta-mente, la evidencia empírica indica que en los países en los cuales se han desarrollado exitosamente estrategias de fortalecimiento del sector exportador, uno de los resultados ha sido el incremento del producto per cápita6. Recordemos que las exportaciones son un com-ponente fundamental de la demanda agregada y por tanto de la producción, de forma tal que los aumentos de estas también repercuten positivamente en el PIB7.Consistente con el desarrollo del sector exportador se encuentra la estrategia de apoyo y fortalecimiento empresarial. Efectivamente, las metas propuestas en materia de competitividad y crecimiento de las expor-taciones han de articularse con un plan que procure el impulso de las micro, pequeñas y medianas empresas, las cuales han de servir como eje articulador del aparato productivo nacional. Sin duda, el éxito exportador de las pequeñas y medianas unidades productivas pasa por elevar sus niveles de exigencia en cuanto a calidad y gestión, donde los componentes que mayor aportan a la consolidación de los mercados foráneos están asociados con la continuidad exportadora, el conocimiento de los mercados de destino, la diversificación de mercados y el dinamismo exportador.

En un escenario pesimista, en el cual no se logren consolidar estos procesos o su aplicación resulte en for-ma parcial y la economía enfrente un choque externo de naturaleza desfavorable como el registrado a finales de la década pasada, la inestabilidad del crecimiento sería la constante alcanzando en promedio una tasa cercana al 3,8 por ciento en la siguiente década. Nótese que este crecimiento es muy similar al presentado en el periodo 2000-20098, en el cual la economía aumentó a una tasa similar y la hemos definido como pesimista para denotar el hecho de que la bonanza minera no arrojaría los resultados positivos que se esperan.

En ambos casos, es decir el escenario optimista y el pesimista, las reducciones de la tasa de desempleo no alcanzarán los niveles deseados, cercanos al 8 por ciento9.

De acuerdo con nuestros cálculos, en el mejor de los casos la tasa de desempleo fluctuaría alrededor del 9 por ciento, en tanto que en el escenario pesimista el desempleo continuaría en dos dígitos. De otro lado,

estas reducciones demandan la puesta en funciona-miento de reformas laborales que intenten disminuir la informalidad, mejoren las condiciones de los trabaja-dores, faciliten la incorporación de nuevos trabajadores al mercado laboral y se reduzcan los costos para las empresas.

De otro lado, como se ha mencionado anterior-mente, la inflación ha sido quizá el principal logro alcanzado en materia económica en las últimas déca-das. Tanto el manejo de la política monetaria como la fuerte caída de la demanda agregada contribuyeron a los buenos resultados en materia inflacionaria de los dos últimos años. En consecuencia, la siguiente década continuará recogiendo los frutos cosechados hasta ahora en esta materia, de forma tal que para el periodo comprendido entre 2010 y 2020 se espera que la inflación fluctúe entre el 2 por ciento y 4 por ciento anual.

En cuanto a la tasa de cambio, las perspectivas no son tan favorables como en el caso de la inflación. La fuerte revaluación del peso y la entrada masiva de divisas que se esperan para los próximos años, derivada de la mayor explotación minera, definitivamente no permi-tirán la devaluación de la moneda, tan esperada por los exportadores. No obstante, el proceso revaluacionista logrará controlarse si el país, en particular las autoridades económicas, ponen en marcha la denominada regla fiscal, a través de la cual será posible neutralizar los efectos de la, enfermedad holandesa, en caso de que esta llegase a

EL ORO NEGRO

Para evitar los efectos de la revaluación, por la

bonanza de los productos minero energéticos, el

gobierno debe controlar su gasto, disminuir la deuda

pública y aumentar el ahorro de la Nación.

Bicentenario

GRÁFICO 3. PIB COLOMBIANO (2000-2020)

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35

presentarse, al tiempo que le permitirá al gobierno colom-biano controlar los gastos, disminuir la deuda pública y contar con un cúmulo de ingresos que soporten mayores niveles de ahorro público.

En suma, la nuestra es una visión bastante positiva para la economía colombiana en los próximos 10 años. Esta mirada se soporta en los resultados alcanzados hasta aho-ra y en la esperanza de que las medidas propuestas, como la regla fiscal, logren corregir algunos de los desequilibrios que ha debido soportar la economía colombiana en los úl-timos años. Adicionalmente, esperamos se logren romper algunos hechos estilizados, como lo es, por ejemplo, el lento tránsito que tiene nuestra economía para regresar a su senda de crecimiento de pleno empleo o potencial como la observada en el periodo 2003-2007, una vez se ha presentado una crisis económica, y la inestabilidad o alta volatilidad del crecimiento económico.

1 Docente Universidad

Nacional de Colombia Sede

Medellín, decano Facultad

de Ciencias Económicas de

la Universidad de Antioquia.

[email protected] Coordinador Grupo de

Macroeconomía Aplicada de

la Universidad de Antioquia.

Mail: [email protected].

edu.co3 Las cifras confirman una

reducción de la tasa de

desempleo nacional promedio

anual en cerca de 3 puntos, al

pasar de 14,1 por ciento pro-

medio anual en 2003 a 11,2

por ciento en 2007 su parte,

la tasa de empleo se mantuvo

en promedio a niveles de 52,9

por ciento en todo el periodo. 4 Para la muestra, el nivel

de reservas internacionales

en 2002 alcanzó un nivel de

10.807 millones de dólares,

mientras el saldo para 2009

era de 25.286 millones de

dólares. En el mismo periodo,

la IED pasaba de 2.134

millones de dólares a 7.201

millones de dólares.5 Las cifras muestran para el

periodo de crisis una expan-

sión del déficit fiscal total del

GNC por encima del 4,5 por

ciento del PIB. 6 Al respecto pueden verse

los trabajos de: Dollar y

Kraay (2000) y Frenkel y

Romer (1999).7 Nótese que no hemos sug-

erido aumentos de bienestar

o reducciones de pobreza,

simplemente la experiencia

señala un aumento del pro-

ducto dado el incremento en

las exportaciones.8 Este es un periodo bastante

particular, pues contempla

tanto los últimos años de la

crisis de 1999, como el auge

de los años 2006 y 2007 y

la posterior recesión que

afectó prácticamente a todo

el mundo.9 Este objetivo se encuentra

expreso en el documento

Regla fiscal para Colombia, en el

cual se plantea que una tasa

de inversión que se sitúe entre

el 24 por ciento y el 28 por

ciento del PIB, es consistente

una tasa de desempleo, al

final del periodo, del 8,5 por

ciento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- ANDI (2010). Asamblea Seccional. Conferencia, julio de 2010.

- ANIF (2010). Crecimiento Económico 2008-2010: ¿Qué nos dice el modelo de capital

incremental? Informe semanal. N.° 1009 de enero 25.

- Comité Técnico Interinstitucional (2010). Regla Fiscal para Colombia. Documento

elaborado por el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público

y el Departamento Nacional de Planeación. Bogotá, D.C., 7 de julio de 2010.

- DANE (2010). Estadísticas de producción. (Cuentas Nacionales trimestrales).

Disponible en: http://www.dane.gov.co/daneweb_V09/

index.php?option=com_content&view=article&id=128&Itemid=85. Consultado el

14 de julio de 2010.

- Dollar, David & Kraay, Aart (2001). ‘Trade, Growth, and Poverty’. Working Paper

N.° 2615, World Bank, Washington.

- Frankel, Jeffrey & Romer, David (1999). ‘Does Trade Cause Growth?’. American

Economic Review, vol. 89, N.° 3, pp. 379-399.

- Mesa, Ramón Javier y López, Mauricio (2006). ‘Reflexiones a propósito de la estrategia

de crecimiento económico en Colombia 2019’. En: Perfil de Coyuntura Económica,

N.° 7, Universidad de Antioquia.

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Bicentenario

na de las grandes debilidades de Colombia, durante sus 200 años de historia republicana, está asociada a la incapacidad endémica para insertarse de una manera clara en el contexto

internacional. Dicha deficiencia se ha manifestado en un evidente menosprecio por los asuntos internacionales, no solo a nivel gubernamental sino que en el seno de la sociedad los asuntos exteriores tampoco generan mayo-res emociones y expectativas.

Es evidente que esta condición aislacionista y profun-damente legalista de la política exterior colombiana ha significado una actitud reactiva del Estado durante los dos siglos, cuya incapacidad para hacer de las relacio-nes internacionales una herramienta de fortalecimiento institucional se profundiza con la ambigüedad en la definición estratégica de los intereses nacionales y la construcción de un aparato diplomático poco profesio-nalizado.

Sin embargo, esta tarea inconclusa de construir una política exterior que promueva el aprovechamiento de

las ventajas de Colombia frente a otros Estados y que permita dar respuesta de una manera sólida a los desa-fíos del contexto internacional, ocupa cada vez más un lugar importante en la agenda política doméstica durante los últimos años, producto de la profundización de las diferencias con otros Estados, el progresivo fortaleci-miento de Colombia frente a sus inmediatos competido-res regionales y cambios geopolíticos globales.

En este contexto, se destacan cuatro grandes desafíos para la política exterior colombiana: primero, Venezuela, Ecuador y Nicaragua han convertido los asuntos con Colombia en objetivo primordial de su agenda interna-cional, reviviendo principalmente viejas reclamaciones territoriales. Segundo, han aparecido amenazas de ca-rácter contemporáneo que marcan nuevos desafíos para la seguridad del Estado y la sociedad. Tercero, aunque Estados Unidos se ha ratificado como un fuerte aliado de Colombia, esta relación es un muestra de la “presi-dencialización” de las relaciones internacionales del país, tendencia claramente contraproducente para los intere-

Política exterior: una tarea pendiente

U

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.

Carlos Alberto Patiño Villa1

NUEVO AIRE

Tras la estrecha relación que la administración de Álvaro Uribe mantuvo con Estados Unidos, el presidente, Juan Manuel Santos, comenzó

una nueva etapa de acercamiento con los vecinos y con otras potencias, tal y como lo

hizo durante la gira que realizó por Europa una vez fue elegido. En esta foto con la canciller

alemana Angela Merkel.

AFP/

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1Profesor Asociado

Instituto de

Estudios Políticos

y Relaciones

Interncionales,

IEPRI. Universidad

Nacional de

Colombia.

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relaciones internacionales

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38

ses nacionales. Y cuarto, el creciente flujo migratorio de colombianos por el mundo desafía al Estado a mejorar la gestión de sus legaciones diplomáticas para aprove-char económica y políticamente las migraciones, dada la importancia de estas como fuente de divisas y sustento económico de miles de familias receptoras de remesas.

1. DESAFÍOS CON LOS PAÍSES VECINOSLa construcción de una política exterior orientada por

principios institucionales y estratégicos se inicia con el reconocimiento de dos situaciones altamente complejas e interrelacionadas: Colombia recibe el siglo XXI con un rezago evidente y lamentable en materia de política exterior que coincide con la reedición de amenazas a la soberanía y a la integridad territorial, cuyas fuentes se remontan al origen mismo de la República. Tal vez la mayor de estas amenazas proviene de las disputas limítrofes heredadas del siglo XIX y que no han podido ser resueltas de manera definitiva. Es el caso de las disputas que se mantienen con Venezuela y Nicaragua. Otro componente de estas amenazas tiene que ver con las consecuencias de la presencia de grupos armados

ilegales como elemento de perturbación de las relaciones con otros países, pero también como condición para la aparición de una compleja forma de internacionalización negativa a través de su centralidad en las redes de narco-tráficos y otros delitos transnacionales.

VENEZUELA: REEDICIÓN DE DISPUTAS TERRITORIALESLa disputa con Venezuela es, tal vez, una de las más

complejas y de mayor relevancia durante los últimos años. A pesar de que ya en 1952 y 1987 las relaciones bilaterales habían alcanzado momentos críticos y cerca-nos a la configuración de un escenario prebélico, nunca en estos 200 años había sido tan clara la voluntad de Venezuela por hacer valer sus reclamaciones territoria-les, ni de intervenir abiertamente en la agenda política doméstica de Colombia como lo ha demostrado el periodo en el que Hugo Chávez ha ejercido la Presiden-cia de Venezuela al poner en marcha un ambicioso plan de reivindicación de la Gran Colombia en el marco de la denominada Revolución Bolivariana.

Dicho proyecto ha puesto sobre la mesa un nuevo punto de disputa de difícil solución. Ha elevado, en el

Bicentenario

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39

marco de la Revolución Bolivariana, una pretensión territorial aún más ambiciosa que la de sus predecesores: recurriendo a una compleja argumentación de carácter histórico, Chávez consiguió que en la Constitución Bolivariana fueran reconocidos como límites entre Colombia y Venezuela los mismos que el Imperio español había establecido para la Capitanía General de Venezuela, antes de abril de 1819.

Esta definición de límites esta-blecida por el gobierno de Chávez cuestiona la soberanía que ejerce Colombia sobre porciones importantes de territorio sobre la península de La Guajira, la cordillera Oriental y buena parte de los Llanos Orientales. De fondo, lo que Chávez quiere jugarse en la región es mejorar la pro-yección geoestratégica de Venezuela, arrebatando parte del control marítimo que ejerce Colombia sobre el mar Caribe. Colombia hoy ejerce soberanía sobre cerca del 20 por ciento del mar, aunque la paradoja radica en que

no ha logrado sacar provecho de dicha condición. A esta disputa territorial se suma la voluntad de

Chávez de intervenir de manera directa en la política interna colombiana, por lo menos en cuanto a la definición de la agenda doméstica y la determinación de decisiones políticas de gran importancia como las que tienen que ver con la política de paz. Las po-siciones ambiguas del gobierno de Venezuela con respecto a los grupos armados ilegales y su recurrente negativa a coope-

rar con el gobierno colombiano en la lucha contra los mismos ha significado un deterioro sustancial de las relaciones bilaterales.

NICARAGUA: QUERELLA POR EL ARCHIPIÉLAGOOtra disputa en la que Colombia se encuentra involu-

crada, y que también tiene relación directa con el Caribe, está determinada por las pretensiones de Nicaragua de

A pesar del tratado limítrofe entre Colombia y Venezuela, firmado el

5 de abril de 1941, la definición de los límites no ha finalizado y se ha

intensificado en los últimos años con las intenciones expansionistas de la República Bolivariana de Venezuela.

ALBA

Los presidentes Evo Morales, de Bolivia; Manuel Zelaya, de Gua-temala; Daniel Ortega, de Nicaragua; Hugo Chávez, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador, en la reunión del Alba en Managua (2009). Este organismo multilateral fue uno de los más críticos del gobierno de Álvaro Uribe.

relaciones internacionales

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arrebatarle a Colombia la soberanía del Archipiélago de San Andrés y Providencia.

Este conflicto se ha mantenido latente durante los últimos 200 años y en la etapa más reciente, liderada por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, abier-to simpatizante de las Farc, ha logrado ser reactivado incluso en tribunales internacionales. La posición de Nicaragua, aun desde la década de los años 80, es la del desconocimiento del Tratado Esguerra-Bárcenas (1928), con el ánimo de conseguir una renegociación de límites a instancias internacionales.

En 2001, Nicaragua presentó ante la Corte Interna-cional de Justicia en La Haya una demanda formal con el fin de obtener la soberanía completa sobre las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y todas las islas y cayos anexos, así como sobre los cayos geográficos Roncador, Serrana, Serranilla y Quitasueño. La Corte ratificó la soberanía de Colombia sobre las islas e islotes pero dejó la puerta abierta sobre la definición de límites, lo que en últimas se convierte en el asunto de fondo con mayor importancia geoestratégica, ya que el área en disputa es vital para el comercio por el Caribe, e incluso para el comercio mundial porque tiene influencia directa sobre algunas rutas que utilizan el Canal de Panamá.

ECUADOR: DESBORDAMIENTO DEL CONFLICTO

ARMADO

Una tercera amenaza dirigida contra Colombia proviene de las diferencias históricas frente a Ecuador. Desde un principio, la definición de límites entre los dos países se convirtió en motivo de una disputa en la que el control de los territorios que hoy componen los de-

partamentos de Cauca, Nariño y Putumayo sirvió como escenario para el enfrentamiento entre los gobernantes de ambos países, y aunque en ningún momento durante los últimos 200 años ha llegado a manifestarse en térmi-nos bélicos, es evidente que esta frontera se constituye en una de las más complejas de la región.

La presencia de grupos armados ilegales en la fron-tera, el desbordamiento del narcotráfico, muchas veces asociado a la presencia de dichas organizaciones, la mo-vilidad de la población de un lado a otro y la debilidad del Estado ecuatoriano en la lucha contra estos fenó-menos han convertido la frontera colombo-ecuatoriana en una zona caliente en la que cualquier incidente altera sustancialmente las relaciones bilaterales.

Los gobiernos de Ecuador que precedieron al de Rafael Correa, luego de superada la guerra con el Perú por la definición de límites, dirigieron sus miradas hacia Colombia como su principal amenaza, básicamente por la creación del Plan Colombia y la fumigación de culti-vos ilícitos utilizando glifosato. Luego, con la llegada de Correa al poder, las relaciones bilaterales se complicaron aún más y se sumaron las posiciones ambiguas de dicho Presidente con respecto a los grupos armados ilegales en Colombia. De hecho, en varias ocasiones demostró cierto grado de simpatía sobre todo frente a las Farc, lo que coincidió con el repliegue estratégico de esa guerrilla sobre territorios vecinos que quedó evidenciado con el éxito de la Operación Fénix en la que las Fuerzas Milita-res de Colombia dieron muerte, en territorio ecuatoria-no, al cabecilla conocido con el alias de ‘Raúl Reyes’.

La dificultad para encontrar mecanismos de coope-ración que permitan a Ecuador y a Colombia controlar

‘RAÚL REYES’Ante la persecución de las Fuerzas Armadas de Colombia en el sur del territorio colombiano, alias ‘Raúl Reyes’, miembro del Secretariado de las Farc, se refugió en la frontera con Ecuador, en donde según informes de inteligencia se reunía con periodistas y miembros de partidos de izquierda de Latinoamérica.

Bicentenario

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.

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la frontera y combatir el narcotráfico y el accionar de grupos terroristas se constituye en una gran amenaza a la soberanía de Colombia y por lo tanto en uno de los mayores desafíos de su política exterior.

En suma, las disputas con Nicaragua, Venezue-la y Ecuador no son coyunturales ni mucho menos superficiales; tienen profundas raíces en la historia y se derivan básicamente de la incapacidad para generar condiciones de poder tales que permitan la estabili-dad en el tiempo de los acuerdos pactados. Este tipo de condiciones estructurales de las relaciones con los vecinos seguirán marcando el derrotero de la política exterior de Colombia.

2. INTERNACIONALIZACIÓN DE ACTORES DEL CONFLICTO ARMADO

Más allá de dichas disputas tradicionales, otro tipo de amenazas de carácter contemporáneo se ciernen sobre Colombia y marcan nuevos desafíos para el Estado y para la sociedad. La presencia de grupos armados ilegales, asociados a complejas redes de criminalidad in-ternacional, ha servido como puerta de entrada para que amenazas de carácter transnacional encuentren en Colombia un nodo para la realización de intercambios.

Gracias a la información obtenida del computador del terrorista ‘Raúl Reyes’ se logró confirmar que las Farc tenían nexos con actores por fuera del continente como ETA y con miembros de los gobiernos de Ecuador y Venezuela. La red terrorista internacional de funda-

mentalismo islámico Al Qaeda también ha puesto sus ojos sobre Colombia y ha sido evidente que durante los últimos años organizaciones extracontinentales de este tipo encuentran en el país un escenario de competencia por influencias en América Latina.

3. UNA ESTRECHA RELACIÓN CON ESTADOS UNIDOSA pesar de no compartir frontera terrestre o marí-

tima, Colombia ha configurado con Estados Unidos una relación diferente, caracterizada por la cercanía diplomática y política, en especial después de la segunda mitad del siglo XX. Durante la Guerra Fría, y teniendo como referencia el concepto de esferas de seguridad, esta relación se fundamentó en impor-tantes lazos comerciales, políticos y militares que obedecían a la necesidad de neutralizar las amenazas contra la seguridad de la superpotencia del continen-

te. Con la finalización de la Guerra Fría, las relaciones entre Colombia y Estados Unidos se han estrechado, y a pesar de los debates ideológicos existentes, es el principal referente de la

agenda internacional colombiana. En la década de 1990, las relaciones entre estos dos

países pasaron por uno de sus peores momentos tras los cuestionamientos de Washington por los pobres resultados de la lucha antidrogas durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998) y la crisis generada por las investigaciones realizadas al entonces Presidente por la supuesta financiación de la campa-

Desde hace más de 15 años las autoridades españolas y

colombianas han investigado las relaciones entre la ETA y las Farc.

GRUPO DE RÍOA finales de marzo de 2008, en Santo Domingo, se realizó una reunión extraordinaria del Grupo de Río para debatir el asunto del bombardeo de Angostura. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de los países miembros, las tensiones entre Colombia y Ecuador no se resolvieron.

relaciones internacionales

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ña presidencial con dineros provenientes de uno de los principales grupos de narcotraficantes del país, el cartel de Cali. A pesar de esto, en el siguiente periodo presidencial (1998-2002), Andrés Pastrana logró re-vertir la tendencia negativa de estas relaciones con la aprobación del Plan Colombia, iniciativa que permitió construir los éxitos militares alcanzados durante el gobierno Uribe.

Este nuevo aire de las relacio-nes binacionales coincidió con la política estadounidense de prio-rizar los asuntos de seguridad y cooperación militar con aquellos países asociados a problemas de criminalidad internacional, luego de los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Aunque Colombia fue un importante aliado en la nueva lucha contra el terrorismo internacional lidera-da por Estados Unidos, el apoyo no se tradujo en la

aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC), uno de los principales objetivos de la política exterior del presidente Uribe, que encontró grandes detractores en el Partido Demócrata y en el presidente norteamericano, Barack Obama, a pesar de la aprobación del Tratado en el Congreso colombiano y del apoyo declarado abierta-

mente por el presidente Bush y la bancada de congresistas del Parti-do Republicano estadounidense.

Este rápido repaso de la relación de Colombia con Estados Unidos en los últimos años evidencia una de las principales características de la política exterior colombiana: la tendencia a “presidencializar” la

diplomacia, totalmente alejada de un proyecto sostenible en el largo plazo y cimentado en las prioridades y necesidades nacionales. Mientras esto no cambie, el país seguirá cons-truyendo relaciones con aliados estratégicos a partir de los intereses de los gobernantes de turno, en desmedro de una

Aunque Colombia fue un importante aliado en la nueva lucha por el

terrorismo internacional liderada por Estados Unidos, el apoyo no se tradujo en la aprobación del TLC.

PLAN COLOMBIA

Fue concebido en 1999 por los mandatarios Bill Clinton (Estados Unidos)

y Andrés Pastrana (Colombia) para luchar

contra el narcotráfico. A pesar de sus opositores,

el gobierno nacional ha defendido el Plan

Colombia, pues según sus estudios, los cultivos de coca entre 2000 y 2008

se han reducido un 50 por ciento.

Bicentenario

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política exterior que permita aprovechar el posicionamiento del Estado colombiano en el ámbito regional y vincularse progresivamente al comercio mundial.

4. MIGRANTES COLOMBIANOSColombia tiene un reto enorme ante los más de

cuatro millones de emigrantes que se han ubicado en di-ferentes partes del mundo desde la década de 1990 des-pués de abandonar el país por la inestabilidad política, el desempleo y la violencia. Ubicados principalmente en Estados Unidos, España, Venezuela, Ecuador, Canadá y Australia, mantienen un importante vínculo con la patria a través de las remesas, que a su vez se han convertido en una de las principales fuentes de divisas para el país y el soporte económico para miles de familias en diversas regiones receptoras de estos dineros.

A pesar de la crisis internacional que ha tocado a muchos hogares en países con altos índices de pobla-dores colombianos como Estados Unidos y España, las remesas pasaron, según datos del Banco de la República,

de 1.455 millones de dólares en 1999, a 3.178 millones en 2003 y se ubicaron en 2008 en 4.842 millones de dólares, representando el 2,3 por ciento del PIB.

Entre las primeras tareas de la política exterior co-lombiana para atender a esta población en el extranjero se encuentran, en primer lugar, la consolidación de una base de información estadística confiable que permita caracterizar socioeconómicamente a los residentes, al menos en los tres países con mayor recepción de emigrantes colombianos (Estados Unidos, España y Venezuela), y se convierta en la base para el buen funcionamiento del Sistema Nacional de Migraciones como garante del bienestar y los derechos de miles de colombianos en el exterior.

Y en segundo lugar, establecer una política para pro-mover negocios e intercambios de ciencia y tecnología entre los colombianos residentes en el exterior y entida-des colombianas públicas y privadas, además de fomen-tar el retorno de capital colombiano que abandonó el país por la inseguridad y la inestabilidad económica.

5. CUMPLIR CON LA TAREA Y FORMULAR UNA POLÍTICA EXTERIOR

En el futuro, la formulación de la política exterior co-lombiana deberá concentrarse en cuatro líneas: primero, consolidar una línea de acción sostenible en el largo plazo, independiente de los intereses del gobierno de turno. Se-gundo, manejar las fronteras con los países vecinos como áreas estratégicas para la proyección internacional, la segu-ridad territorial y la integración socioeconómica. Tercero, mejorar los mecanismos institucionales para identificar las amenazas externas a la seguridad interior, con especial atención en aquellos casos en donde la soberanía colom-biana todavía está sometida a cuestionamientos. Y cuarto, superar la posición conservadora de mantener una alianza fuerte solo con Estados Unidos, para empezar a vincular-se con nuevos actores internacionales.

COLOMBIANOS

EN EL EXTERIOR

Según el censo de 2005, 3.331.107 colombianos viven en el exterior, de los cuales un 34 por ciento se encuentran en Estados Unidos y un 23 por ciento en España. Es tal la proporción de compatriotas en estos países que las celebraciones del 20 de Julio son fiestas de grandes magnitudes, como las realizadas en Miami.

relaciones internacionales

Agencia AP. Foto Scott Dalton.

Revista Semana.

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Bicentenario Foto

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esulta asombroso, para quien se lo proponga, elaborar una arqueología del sistema educativo colombiano, pero más asombroso es el carácter de contemporaneidad de las concepciones que

sobre la educación prevalecieron desde el siglo XIX. Casi 200 años después de la Independencia, pareciera que estu-viéramos en el mismo sitio. Los dilemas frente al modelo de educación que más habría de convenirnos luego de las luchas de ‘independencia’ están hoy vigentes. Solo vamos a señalar algunos de estos dilemas, considerando que es a través de la recuperación de la memoria que una sociedad puede avizorar nuevos horizontes y, sobre todo, recono-cer que nunca será tarde para que el Estado se proponga dar prioridad a la educación y alcanzar a partir de allí una mayor equidad social y el consecuente desarrollo cultural y científico del país.

Puede decirse que el intento por legislar sobre la edu-cación se inició en 1848, a pesar de que a finales del siglo XVI, “ante la necesidad de dar educación a los hijos de los primeros pobladores y al clero local”, se fundaron en Santa Fe “las prime-

ras escuelas y colegios a cargo de dominicos y más tarde de jesuitas”. Después, en el transcurso del siglo XVII se abrirían las universidades, dando prioridad a la educación en filoso-fía y retórica y excluyendo las ciencias y las matemáticas (Cristina, 1978). En la ley promovida por Rufino José Cuervo (de 8

de mayo de 1848), en torno a la “libertad de enseñanza”, se señalaba que en todos sus niveles sería libre y que los granadinos podían “adquirir y recibir la instrucción literaria y científica en establecimientos públicos, privados o particulares, con el objeto de obtener grados académicos”.Pero que la enseñanza fuera libre no dejaba de ser algo relativo en un momento en el que la escuela estaba asociada con la educación moral y religiosa, inclusive para la enseñanza del alfabeto hasta ya avanzado el siglo XX cuando todavía se usaba el catecis-mo para enseñar a leer. ¿Cómo hacer realidad la ‘libertad de enseñanza’ si el método lancasteriano era el único conocido entonces y, de todos modos, hay una herencia ideológica y unas regulaciones sociales que presionan hacia la asociación entre la educación, la religión y la urbanidad?

Educación: entre el pasado y el futuro

R

educación

FABIO JURADO VALENCIA1

POR UNA MEJOR

EDUCACIÓN Para mejorar la calidad educativa es necesario extender las jornadas escolares y desarrollar nuevas pedagogías, con el fin de hacer de la escuela un lugar feliz donde se desarrollen las potencialidades de los niños.

Casi 200 años después de la Independencia, el Estado está cerca de

cumplir las promesas de darles educación a los colombianos, pero

aún falta mucho. Calidad, estructura del sistema y formación de

los docentes son algunos de los retos para el futuro.

1 Director del

Instituto de

Investigación

en Educación

Universidad

Nacional de

Colombia

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46

‘Libertad de enseñanza’ ¿desde dónde?, ¿qué entendemos por ello ayer y hoy? A propósito de la ley de Cuervo, se fundaron diversos establecimientos privados, muchos de los cuales tuvieron que cerrar después por falta de clien-tela. Solo algunos lograron sostenerse gracias al prestigio de maestros y directores, dejando en ellos cierto halo de élite. Desde entonces son innegables las tensiones entre la ‘calidad’ de la educación privada y la de la educación finan-ciada por el Estado; pero ya desde esas épocas existían los colegios de garaje (cualquier casa puede ser un colegio o una universidad). En cuanto a las asignaturas, el panorama tampoco ha variado. En aquel entonces se impartían desde las 7 de la mañana clases de Castellano, Idioma Extranjero, Geografía, Aritmética, Contabilidad, Historia, Ciencias Políticas, Latín, Álgebra, Química, Ciencias Morales y Jurídicas. Con excepción de Latín, nos encontramos con el mismo pénsum del siglo XXI, al que se le han sumado otras asignaturas coyunturales que como las de Educa-ción Sexual, Democracia, Ética y Derechos Humanos y Tecnología se han introducido con el prurito de solucionar desde las aulas los problemas afines a dichos temas. Así pues, el exceso de asignatu-rismo, y el enciclopedismo en los currículos de la educación básica, se ha mantenido desde el siglo XIX

El dilema frente a qué hacer con las ciencias humanas, como algo distinto a las ‘ciencias religiosas’, ha perma-necido también en la palestra de las reflexiones sobre la educación. El desdén hacia las disciplinas humanísticas tiene sus orígenes en la prevención política y económica, por un lado, y en el carácter pragmático y utilitario de las profesiones técnicas, por otro. El siglo en el que “todo es progreso” es también el siglo XXI y el dilema permane-ce en la actualidad: se cree que las ciencias naturales, la matemática y la tecnología poco tienen que ver con las ciencias humanas y con las artes, cuando, al contrario, hay una inevitable interdependencia entre ellas. Las artes son el mejor camino para acercar a los niños y a los jóvenes a los códigos de las ciencias naturales y de la tecnología; los

estudios literarios y humanísticos aportan a la capacidad para saber leer la complejidad. No existen las ciencias blandas y las ciencias duras, existen las ciencias en general con objetos de estudio diferentes y con modos de repre-sentación diversos. Y por otro lado, los poetas, como los artistas en general, son los mejores sujetos reconstructores de la historia y de la cultura; sin estas reconstrucciones estaríamos frente a una perenne alienación humana. Pero es necesario llamar la atención sobre la pertinencia de lo que la institución educadora propone a los niños y a los jóvenes para aprender. Frente al exceso de enciclopedismo y de memorización mecánica de contenidos, se fundaron las Escuelas Normales que, asesoradas por la Misión Pedagógica Alemana, introdujeron el enfoque de Juan Enrique Pestalozzi, caracterizado por poner el énfasis en el proceso de descubrimiento del conocimiento, yendo de lo particular a lo general, de lo conocido a lo desconocido y de lo concreto a lo abstracto.

En 1870 ya se observaba una preocupación por los métodos. La reforma educativa de los liberales radicales declaró la gratuidad y la obligatoriedad de la educación primaria, invocó la importancia de la innovación y omitió la enseñanza re-ligiosa obligatoria. En la primera dé-cada del siglo XXI estos temas han

sido recurrentes, y así como en aquel entonces produjeron reacciones de la Iglesia y de las corrientes conservadoras, también hoy están a la orden del día y tales reacciones han logrado imponerse pese a que la Constitución de 1991 considera de frente estos asuntos. Puede plantearse que solo hasta la promulgación de la Ley General de Educa-ción, de 1994, como resultado de la nueva Constitución de 1991 (que extendió la obligatoriedad de la educación hasta el noveno grado, es decir, hasta la educación secundaria; bastante tardío por cierto), aparecen algunos matices que marcan las diferencias respecto a lo que fuera la educación hasta entonces. La autonomía asignada a las institucio-nes educativas en el marco de los proyectos educativos institucionales, la reiteración de la importancia de la

La Constitución de 1991estableció que la educación es un derecho fundamental, obligatorio hasta el

grado noveno de educación básica y gratuito en las instituciones

del Estado.

CAMBIOS EN EL

GRADO CERO

La educación preescolar se debe centrar en el desarrollo de la sociabilidad, la expre-

sión corporal y la exploración del entorno, y no se deben

forzar los procesos de lectoescritura en los niños.

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integración curricular y la incorporación de las pedagogías constructivistas, la promoción flexible de los estudiantes, el reconocimiento al uso de la diversidad de textos en el aula, más allá de los libros de texto, constituyen referentes que también generarán tensiones, sobre todo por la debilidad de la formación de los docentes en la asunción decidida de lo que se declara en la legislación.

LOS PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN HOY. PROSPECCIÓN Los problemas más agudos del sistema educativo

colombiano se ubican en tres ámbitos: los relacionados con la estructuración misma del sistema, los relaciona-dos con la formación de los docentes y los relaciona-dos con la calidad, tanto de la educación básica como de la educación superior. Cada uno de estos ámbitos determina a los otros. Respecto a la estructuración del sistema, el principal problema está en la ausencia del funcionamiento pedagógico y de gestión a partir de los ciclos, pues prácticamente no existen en la educación estatal, salvo Bogotá, que desde hace tres años inició un proceso de constitución y desarrollo pedagógico de cinco ciclos en la educación básica. Si bien los estánda-res básicos de competencia fijados por el Ministerio de Educación desde 2006 están organizados por conjuntos de grados o ciclos, en el día a día de las instituciones educativas estos no funcionan, pues lo que prevalece es el trabajo individual de cada docente y la consecuente atomización curricular. La importancia de los ciclos radica en que su funcionamiento puede garantizar la constitución de comunidades académicas de docentes (un grupo de docentes es el responsable del ciclo), cuyos miembros negocian los acuerdos relacionados con la convergencia curricular, las pedagogías y la eva-luación. El hecho de que los profesores se puedan reunir para analizar los procesos y las experiencias de cada uno en el mismo ciclo (los docentes de los grados quinto, sexto y séptimo, por ejemplo), es ya un avance altamente signi-ficativo, porque los estudiantes sienten que sus profesores se preocupan por ellos. Pero la gran dificultad para lograr con coherencia estos procesos está en el tipo de formación que reciben los docentes en las facultades de educación, en

donde parece haber muy poco de investigación en el terre-no propio de la escuela. Hay dos ciclos que son práctica-mente inexistentes en las escuelas públicas de Colombia: el ciclo de preescolar y el ciclo de la educación media.

LA AUSENCIA DEL CICLO DE PREESCOLAR Al revisar la manera como están organizados los siste-

mas educativos en unos 30 países del mundo, Colombia sale desfavorecida en el número de años de su escolaridad, inclusive respecto a los países más pobres de América Latina. Sin contar los grados de preescolar, la tendencia es la de cursar 12 años de educación fundamental, y muchos países han extendido la obligatoriedad y gratuidad hasta el último grado de la educación media. La pregunta es si Colombia tendrá que esperar más de cien años (esto se demoró para extender la obligatoriedad hasta el grado noveno) para garantizar una educación básica completa de sus ciudadanos. En Colombia, la legislación denomina con el nombre Grado Cero a la educación pre-escolar, conside-rado como un grado obligatorio, que finalmente existe en la educación financiada por el Estado, pues la educación privada ofrece inclusive hasta cuatro grados de educación preescolar. Pero en las instituciones educativas públicas este grado es asumido no como el estadio para el juego, el desarrollo de la oralidad, la sensibilización hacia la explo-ración y hacia las artes, sino como un grado que adelanta lo que es propio del primer grado de primaria. En efecto, es muy común hallar en la planeación curricular del Grado Cero la identificación de las áreas (Lenguaje, Matemática, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Artes), hecho que se reconfirma también en los libros de texto para este grado, pese a que los lineamientos pedagógicos emanados por el MEN (1996) señalan una serie de dimensiones a conside-rar en el Grado Cero, como la socioafectiva, la corporal, la cognitiva, la comunicativa, la estética, la espiritual y la ética.Hay un afán en los docentes por iniciar a los niños, desde las rutinas, en el dominio de las convenciones de la escritura y de los números, como si fuese el primer grado. Se ha considerado entonces que al finalizar el Grado Cero los niños deben demostrar que saben leer, escribir, contar y sumar. Esto no es propio de lo que universalmente se

NUEVAS HERRAMIENTAS

Desde los primeros niveles de la educación básica se debe promover el uso de las tecnologías de la información, y al tiempo se debe capacitar a los docentes en el uso y aprovechamiento de esas herramientas.

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asume como educación preescolar que, como su nombre lo indica, trata de preparar o alistar a los niños para la escuela, a través de procesos de socialización mediados por las artes, la expresión corporal y la exploración del entorno, aunque aquellos aprendizajes pueden ir surgiendo según sean los ritmos y el capital cultural de los menores.

De espaldas a los principios que invoca la Unesco, en relación con la equidad en la educación y la atención a la primera infancia, los niños arriban abruptamente a una escuela con formatos rígidos y, entonces, la potenciali-dad para el desarrollo del pensamiento de los infantes se fractura. No cabe duda de que las resistencias frente a la lectura y la escritura observadas en grados posteriores tienen sus orígenes en esta verticalidad del Grado Cero. Muchos son los factores que inciden en este perfil del llamado Grado Cero: la casi ausencia de la formación de docentes especializados para el ciclo de preescolar (si bien existen licenciaturas, es muy grave considerar como carrera técnica de dos años la formación para este ciclo); las presiones familiares para que los niños ‘aprendan a leer y a escribir’ rápido; el aislamiento entre este grado y el pri-mero de primaria (los docentes de primero esperan que los niños lleguen con las ‘destrezas’ de la lectura y la escritura y el dominio de los números); la inexistencia de espacios y de materiales adecuados para lograr los principios pedagó-gicos del preescolar; la poca investigación nacional sobre este ciclo, pero, y sobre todo, la concepción compensatoria y asistencialista que desde el siglo XIX, con los hospicios, ha permanecido sobre la educación en la primera infancia. En las deliberaciones adelantadas entre los años 2006 y

2009 para la definición del Plan Decenal de Educación (cfr. MEN, 2008), una demanda incisiva de los docentes se concentró en la necesidad de introducir un año más en el ‘preescolar’ de la educación pública. Sin embargo, no basta con agregar simplemente un año más. El preescolar debe ser un ciclo con sus especificidades (sus espacios, recursos y pedagogías propias) y lo deseable es que esté constituido por tres grados (desde los 4 años de edad), para aminorar la distancia respecto a la educación privada en Colombia y hacer realidad así el principio de la equidad que invoca la Unesco y que invocan demagógicamente todos los gobiernos.

LA AUSENCIA DE LA EDUCACIÓN MEDIA En los dos extremos del sistema educativo colombia-

no (en la base y en la parte superior) se encuentran las mayores fisuras: en la ausencia del ciclo de preescolar y del ciclo de la educación media y el aislamiento con la educación superior. Entre las ‘macrometas’ para alcanzar la equidad, el Plan Decenal de Educación 2006-2016 postula “garantizar el ciento por ciento de acceso a la educación inicial, básica y media y por lo menos la mitad en educación superior.” (p. 41). Pero garantizar el acceso a la educación media sin hacer el balance sobre lo que se denomina en Colombia ‘educación media’ es cerrar los ojos frente a la realidad. Tal como ob-servamos en las instituciones educativas, los grados déci-mo y undecimo constituyen una extensión de la educación básica, y lo que es peor: son dos grados cuyo currículo se reduce a adiestrar a los estudiantes para las pruebas de Estado; es decir, son dos grados en los que se resume todo

LA EDUCACIÓN MEDIAEs necesario agregar un año

más a los grados décimo y undécimo, con el fin de realizar una verdadera formación para

el trabajo o un enlace con la universidad, atendiendo los

intereses y énfasis elegidos por los estudiantes.

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lo aprendido en la educación básica (hasta noveno grado) y se complementa lo aprendido, si el tiempo alcanza, con una o dos asignaturas nuevas. Al analizar las especificida-des del ciclo de educación media en otros países (Prepa-ratoria en México, Educación Polimodal en Argentina, Enseñanza Media en Chile, Profundización y Modalidades en España…), podría inferirse que Colombia no tiene educación media, o al menos no cumple con aquello que constituye la educación media a nivel internacional: una formación orientada hacia el trabajo o una iniciación hacia la educación superior, según sean las áreas en las que el estudiante elige profundizar.

La excepción la constitu-yen los colegios técnicos, que representan aproximadamente el 20 por ciento de los estudiantes que se gradúan en la ‘educación media’ en el país. El otro 80 por ciento de los jóvenes colombianos que difícilmente logra acceder y sostenerse en los grados décimo y undecimo recibe el título de Bachiller Académico, que no habilita ni para el trabajo ni para la educación superior: hay que ver la cantidad de negocios que se fundaron para preparar a los ‘bachilleres’ en las pruebas de selección de las universi-dades (Pre-Icfes o Pre-Unal, se les llama) y las grandes dificultades de quienes logran ingresar, para entronizar con los códigos de los primeros semestres en las carreras elegi-das: los datos revelan casi un 50 por ciento de ‘deserción’ de los estudiantes. Por otro lado, hay que ver la cantidad de

universidades de minoría de edad que cumplen la función de tapar la deuda social del Estado, cuyo desinterés por ampliar los presupuestos para las universidades públicas, y así ampliar la cobertura, es notable. La educación media es un ciclo que, después de una educación básica general, prepara para el trabajo o para el enlace con la educación superior o para ambas, que es formar para la vida. Por eso algunos países distinguen entre educación básica secunda-ria y educación secundaria superior e inclusive, como en Uruguay y en Cuba, donde existen los institutos pos-media en los que se complementa y profundiza en campos elegi-dos por el estudiante.Frente a la ausencia de la educación media, el último gobierno en Colombia (2002-2010) optó por una estrategia también compensatoria: la articulación con el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), que busca habilitar a los jóvenes de los sectores más pobres para el ejercicio de ciertos oficios; pero no es más que una compensación y una asistencia social y constituye un signo de discriminación: para los más pobres, el Sena; para los

demás, la universidad. Instituciones como el Sena existen también en la mayoría de los países, pero no como educación compensatoria sino como oferta para profundizar y continuar con la formación en un determinado campo laboral (ya iniciado en la educación media), dirigido a quienes no desean ir a la

universidad o que pueden ir a ella después. Claro que hoy podríamos decir que sin el Sena, peor es no tener nada.

La articulación con esta entidad es un programa agregado a la educación que reciben los jóvenes en décimo y undecimo. Los estudiantes se gradúan con el título de bachiller académico y adicionalmente reciben un certificado expedido por el Sena que los habilita para integrarse al ‘mercado laboral’ o para continuar con programas de formación técnica en esta institución o en otras. Muchos docentes señalan que un problema protuberante está en el carácter vertical

El Sena se ha articulado con algunos colegios oficiales para ofrecer

programas de formación técnica a los estudiantes de grados décimo y

undécimo.

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del modelo: el Sena propone los programas que tiene, independientemente de las expectativas de los jóvenes y de la singularidad de los proyectos educativos de los colegios. Entonces la articulación es un artificio y un signo de inequidad, pues las oportunidades de los jóvenes para estudiar lo que desean son limitadas. Para afrontar la fisura del sistema educativo, relacionada con la ausencia de educación media en Colombia, es necesario considerar que: 1. Dos grados no son suficientes para materializar una educación media que señale campos de énfasis elegidos por los estudiantes; 2. Para agregar un año más a la educación media habría dos posibilidades: quitar un año a la básica secundaria (quedaría de tres) o adicionar un año más a los 11 que actualmente existen.

La primera posibilidad no es la mejor por la edad para elegir un énfasis: es temprano a los 13 años de edad; la segunda posibilidad implica una inver-sión altamente significativa por parte del Estado, pero sin duda es la más coherente con el perfil de la educación media a nivel internacional. La constitución de la educación media en Colombia contribuiría, por otro lado, a hacer más ágiles los desarrollos curriculares e investigativos en la educación superior, en tanto que los estudiantes ingresarían a unas carreras enlazadas con las modalidades de la educación media es decir, los estudiantes estarían iniciados en las gramáticas básicas de la formación disciplinar o profesional y, en consecuencia, accederían con mayor facilidad a las competencias lectoescriturales y comunicativas de la carrera elegida. Si queremos trascender la historia de las violencias que nos ha caracterizado, la educación tendría que acoplarse a una mayor coherencia con los nuevos tiempos, con una reestructuración de fondo, lo que implica el compromiso profundo y serio de

los agentes gubernamentales y de los sectores más pudientes. Si hubo un Plan Colombia para la guerra, se requiere un Plan Colombia para la educación, en la

misma dimensión de la inversión, y quizá no hay otra sa-

lida. Los jóvenes esperan oportunidades y es inaceptable

que hoy estén excluidos de las políticas del Estado.

Guatemala y Argentina son dos ejemplos de países

que después de grandes dificultades políticas y de

beligerancia armada han definido proyectos para los

jóvenes. Pese a que tienen grandes problemas en sus

economías, asumen la educación superior como un bien

decisivo y necesario en la construcción del porvenir.

Es la universidad pública propiciando las oportunida-

des y cumpliendo con su función social. En el caso

de Colombia, nos aterra el carácter selectivo, y por lo

tanto de exclusión, que comienza

desde el precio que se le asigna

a la inscripción para presentar el

examen: un precio que equivale

al valor de las comidas de una

semana, que para una familia

pobre es mucho. Algo ha inten-

tado la Universidad Nacional de

Colombia para relativizar estas

relaciones desiguales, con porcentajes de población

desfavorecida a quienes no se les cobra la inscripción,

así como con los programas de becas asignadas a los

mejores bachilleres de los municipios pobres o los

programas para las poblaciones especiales, como los

indígenas y las negritudes, pero es muy poco respecto

a la alta demanda de cupos y a la cantidad de jóvenes

cada vez más desesperanzados que quisieran ingresar a

la educación superior. Hasta el año 2005, la cobertura

bruta en pregrado, en Colombia, era de 20,40 por cien-

to y el cuadro estadístico que representa el trayecto de

la matrícula desde 1995 nos muestra que cada año sube

un punto y a veces menos: en 1995 el 13,80 por ciento;

en 1996, el 14,10 por ciento; en 1997, el 15,80 por cien-

to... (cfr. Unal, 2007). Esto indica que para alcanzar una

PARA TODOS

Gracias al trabajo que realizan las universi-

dades públicas del país, en especial la Nacional,

estudiantes de bajos recursos tienen acceso a

la educación superior.

Si hubo un Plan Colombia para la guerra, se requiere un Plan

Colombia para la educación, en la misma dimensión de la inversión.

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cobertura de al menos el 60 por ciento requeriremos de otro bicentenario. Hoy se presume que tenemos el 27 por ciento de cobertura en educación superior, uno de los más bajos de América Latina. Pero un tema delica-do lo constituye el problema de la deserción (abando-nan la carrera), la repitencia (pierden asignaturas) y la permanencia (se demoran para graduarse).

Así entonces, se colige que : “… el ingreso a la educación superior no constituye

garantía alguna en la permanencia o la graduación. Diversos factores (académicos, institucionales, socioeconómicos, entre otros) inciden en la no permanencia de muchos estudiantes en este nivel educativo y en su consiguiente deserción. Según cálculos del Ministerio de Educación, considerando el total de la matrícula se llega a una deserción bruta anual de 14 por ciento. De otro lado, a partir de un estudio de seguimiento de cohortes se estimó que cerca del 55 por ciento de estudiantes que habían ingresado a la educación superior en el primer semestre de 1998, terminaron como desertores al finalizar el semestre 12 de observación” (Unal, 2007). ¿Deserción o expulsión indirecta? Se deserta del ejército y de la guerra pero no de las instituciones educativas. Con esta metáfora se quiere ocultar la situación de inequidad social del país más rico en recursos naturales y en biodiversidad de América; no cabe duda que la universidad los expulsa cuando no tiene programas consolidados e incluyentes para afrontar los problemas de desnutrición, de vivienda, de transporte, de apoyo a la dotación de textos –en la época deplorable de las fotocopias–. Ni siquiera la universidad a distancia logra aminorar la brecha,

porque les cobra a los más pobres (a quienes está destinada dicha universidad) y cobra como si fuera una universidad privada, para cursar un pregrado a distancia. Además, el país está rezagado en el índice de profesionales con maestría y, mucho más, con doctorado, pero los gobiernos no aflojan en sus pretensiones de que los posgrados sean pagados (un promedio de 2.000 dólares por semestre) por quienes desean cursarlos, cuando frente a este rezago debería adelantar una política de reconocimiento masivo a los mejores profesionales y otorgar becas, como lo han venido haciendo México y Brasil en la última década. Las becas completas, no solo de matrícula, son una inversión del Estado y de la empresa privada cuya re-tribución estará representada en la investigación y en el avance en ciencia y tecnología, pero sobre todo son una manera de romper con la elitización tan aguda en la educación superior. Sabemos de un alto índice de jóvenes que logran graduarse en sus pregrados con altas competencias para la investigación, no obstante tienen que vincularse inmediatamente con el primer trabajo que les ofrecen para comenzar a pagar el prés-tamo con el cual pudieron sostenerse en cinco años de carrera o comenzar a aportar a la familia que luchó para sostenerlos.

Si hemos de esperar una mayor calidad de la edu-cación, es necesario extender las jornadas escolares haciendo del colegio el lugar de permanencia feliz, ar-ticular la educación media con la superior y garantizar el acceso realmente igualitario para los colombianos a todos los niveles de la educación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

-ACOSTA, C. (1999). Lectores, lecturas y leídas: historia de una seducción en el siglo. XIX. Bogotá. -ICFES. CRISTINA, M. T. (1978) ‘La literatura en la Conquista y la Colonia’. En: Manual de Historia de Colombia, T. I. Bogotá. Colcultura. -BRASLAVSKY, C. (2002). ‘Nuevos currículos y nuevas demandas para la formación

de profesores’. En: Unesco. Educación secundaria: un camino para el desarrollo humano. Santiago de Chile. -UNESCO-OREALC. GÓMEZ, V. M., et al. (2009). El puente está quebrado… Aportes a la reconstrucción de la educación media en Colombia. Bogotá. -UNAL. MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL (2008). Plan decenal de educación. 2006 - 2016. Pacto social por la educación. Bogotá.

EL IMPULSO A LOS

POSGRADOS

Para que el país tenga los avances en ciencia y tecnología que permitan su desarrollo económico, el Estado y la empresa privada deben apoyar un programa de becas completas en maestrías y doctorados, para promover la investigación.

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Bicentenario

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uando se pretende mostrar un panorama de 200 años de producción literaria se debería abordar el problema de la periodización, el de la agrupación generacional o el de los géneros literarios. Al

mismo tiempo se hace necesario hacer explícitos los crite-rios de selección y establecer los mecanismos de relación intertextual que se privilegian en la exposición. Sin embar-go, este ejercicio académico exige mayor espacio del que se dispone, por lo cual es posible soslayar esta problemáti-ca para reducir el trabajo a una relación de obras y autores sustentada en una selección personal y arbitraria que, sin embargo, intenta mantener un equilibrio de momentos significativos a lo largo de estos dos siglos de producción textual. Muchos quedan al margen, pero la mayoría de los lectores encontrará justificados los momentos que se destacan.

Los autores que escriben en el contexto de las luchas emancipadoras tienen una clara formación neoclásica y sus textos están marcados por la impronta de la Ilus-tración; su actitud frente a la independencia, más que su producción estética, es lo que hace destacar a José Fernández Madrid, autor de versos y dramas de corte neoclásico. Crecieron en medio de la guerra dos autores

que contrastan: Luis Vargas Tejada, famoso por su sainete Las convulsiones, pero también por haber participado en la conjura contra Bolívar. Sin formación académica, fue un gran lector y publicó numerosas poesías en hojas sueltas, pero su mayor actividad fue política, pues fue secretario del Senado, secretario privado del general Santander y miembro de la Convención de Ocaña en 1928. Sus dife-rencias con el Libertador se expresan en diversos textos como el violento panfleto titulado Recuerdo histórico y en diálogos teatrales como La madre de Pausanias y Catón en Útica. Su prima, doña Josefa Acevedo de Gómez, hija de José Acevedo y Gómez es considerada la primera escrito-ra de la época republicana, pues publicó en 1854 un libro de versos patrióticos con el título Poesías de una granadina.

En el proceso de consolidación de la república, la necesidad de enfrentar los problemas de la nueva nación desarrollan la narrativa romántica y el ensayo social; se destacan las figuras de José Caicedo y Rojas y de José Joaquín Ortiz, quienes cultivan igualmente el teatro y la poesía. El primer gran poeta romántico fue José Eusebio Caro, prolífico escritor, periodista y político de corte con-servador. Con todo, la gran figura de la poesía romántica es Rafael Pombo, más conocido por sus fábulas infantiles.

200 años de creación literaria

C

La creatividad de nuestros escritores ha hecho de la literatura colombiana una de las más importantes de América Latina y un orgullo nacional.

literatura

Jorge E. Rojas Otálora1

CONSAGRACIÓN DE LAS

LETRAS COLOMBIANAS El 8 de diciembre de 1982, Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura.

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1 Profesor

Asociado

Departamento

de Literatura

Universidad

Nacional de

Colombia

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Su evolución lírica se sitúa entre dos composiciones: Hora de tinieblas, de 1855, que se construye alrededor de una interrogación sobre el sentido de la existencia, y Noche de diciembre, de 1874, que muestra dos momentos diferentes, casi opuestos de su sentimiento vital y de su propuesta formal, pues prometía ser el “gran poeta de la interiorización y terminó como el versificador de la didáctica, el patriotismo y la doctrina”, en palabras de David Jiménez.

Existen muchas figuras que se pueden ubicar dentro del romanticismo en Colombia, sin embargo, se debe des-tacar el desarrollo de la novela que incluye diversas expre-siones, pues hay novela sentimental, histórica, etcétera. Se considera que la primera novela del siglo XIX fue María Dolores o la historia de mi casamiento, de José Joaquín Ortiz, escrita en 1836 y publicada por entregas en el periódico El Cóndor en 1841. Dentro de los muchos cultivadores del género se deben destacar autores como Felipe Pérez, Eustaquio Palacios o Soledad Acosta de Samper, pero la gran figura del romanticismo en nuestro país es induda-blemente Jorge Isaacs.

Intelectual versátil, interesado tanto por la literatura como por la política, la economía, la etnografía y los viajes de exploración, su amplia obra ha sido soslayada por el reconocimiento logrado por su novela María, considerada sin lugar a dudas la mejor novela romántica de América Latina. Isaacs escribió también numerosas poesías –entre las que se debe destacar Saulo, pequeña obra maestra de la poesía amorosa-, dramas históricos y ensayos etno-gráficos. En María se deben resaltar, además de su sólida y compleja estructura, la sencillez de su argumento y la elaborada calidad de su prosa, la presencia de elementos costumbristas en la medida en que este movimiento se encontraba en pleno desarrollo cuando se escribe la novela.

En cuanto al costumbrismo colombiano, heredero directo del español, se expresa esencialmente en lo que se ha denominado cuadro de costumbres, pequeña compo-

sición que describe en detalle escenas, tradiciones, lugares y personajes llenos de color local; se trata de narraciones simples y de carácter estático que se complacen en el detalle. Muchos autores deberían mencionarse, pero la figura destacada es sin duda José Manuel Marroquín. Del mismo corte es la novela costumbrista cuyo paradigma es Manuela, de Eugenio Díaz.

David Jiménez considera que los inicios del Modernis-mo en Colombia se encuentran en la antología que Rivas Groot publicó en 1886 con el título de La lira nueva, pero únicamente por la presencia de ocho poemas de Silva en esta selección. José Asunción Silva (1865-1896) produjo la obra poética más importante en la historia de Colombia y con ella inició la poesía moderna en nuestro país; su obra es breve, como su vida, pues comprende unos 150 poemas organizados en cuatro libros; El libro de versos, Intimidades, Poesías varias y Gotas amargas. También hay un amplio número de notas críticas y, sobre todo, la novela De sobremesa. Al respecto, Rafael Maya, uno de los grandes estudiosos de Silva, señala que mientras sus versos pre-ludian la revolución modernista, su prosa aparece como un fruto maduro de esa revolución; considera que en esta novela se expresan todas las lecturas de Silva elaboradas por medio de una prosa plenamente lograda. La novela De sobremesa ha llegado a ser considerada el paradigma de la novela modernista que responde así al modelo del autor comprometido, ante todo, con la estética, con la creación artística, pero también con la problemática de la época. En diversos periódicos y revistas aparecieron algunos fragmentos en 1906, 1917 y 1924, antes de ser editada integralmente en 1925.

La producción novelística del modernismo es nota-ble, aunque hasta hace poco no se consideraba en su conjunto. Al establecer el canon de la novela modernista latinoamericana se encuentran cerca de 40 novelas y más de 21 autores que incluyen obras colombianas, como la citada De sobremesa (1896), de José Asunción Silva; las

NOVELISTAS DEL

SIGLO XIX

1. José Joaquín Ortiz. Escribió la primera novela de la vida republicana del

país y ayudó a difundir la literatura colombiana,

al editar obras de Luis Vargas Tejada y José Eusebio Caro. 2. José

Asunción Silva. Novelista y poeta bogotano, es

considerado el precursor del modernismo en

Colombia.

Bicentenario

1 2

José Joaquín Ortiz. Grabado de Rodríguez. 1881-1887. Colección del Banco de la República. José Asunción Silva, el poeta más grande de nuestro país. Semana.

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conocidas novelas Ibis (1899) y Rosas de la tarde (1900), de José María Vargas Vila, y las obras de José María Rivas Groot, Resurrección (1901) y El triunfo de la vida (1911).

Hijo de Medardo Rivas, activo intelectual y político, además de autor de novelas costumbristas, Rivas Groot se destacó como hombre público y como literato. Como hombre de letras, su producción es notable ante todo por la variedad de temas que le ocuparon. Autor de la ya citada antología poética titulada La lira nueva, al igual que del ‘Estudio preliminar’ del Nuevo Parnaso Colombiano, del mismo año, publicó también cuentos y novelas cortas, como Resurrección, pero la mayor celebri-dad en su época se derivó de una extensa novela que escribió en compañía de Lorenzo Marroquín con el título de Pax, publicada en 1907, y aunque se trata de una de las primeras novelas urbanas edita-das en el país y que cuenta con algo de la prosa melodiosa del modernismo, no tuvo mayor trascendencia ni histórica ni literaria.

Por su parte, la obra de José María Vargas Vila ha sido objeto de una conflictiva mirada que se centra más en su actitud rebelde que en su valoración artística; algunas de sus novelas, como Rosas de la tarde e Ibis, se encuadran plenamente en la estética modernista. Hijo del general José María Vargas Vila, quien murió defendiendo las ideas liberales en una de las tantas guerras civiles del siglo XIX, Vargas Vila nació el 23 de julio de 1860 en Bogotá. Siendo muy joven hizo parte de las tropas enviadas por el gobierno liberal a debelar la revuelta conservadora de 1876. Se desempeñó como maestro en varios colegios de la capital y de la provincia colombiana, pero muy pronto su militancia liberal lo llevó a participar en la lucha contra el poder conservador y, finalmente, al exilio, primero en Venezuela en 1885, luego en Estados Unidos en 1891 y fi-

nalmente en Europa a partir de 1896. Su vida está llena de anécdotas y leyendas que él mismo patrocinó, y su obra ha sido muy controvertida.

Considerado el iniciador de la moderna crítica literaria en Colombia, la figura de Baldomero Sanín Cano (1861-1957) se proyecta sobre dos siglos. Inició su labor intelec-tual como maestro y luego se dedicó al periodismo, pero su insaciable curiosidad y su marcada inclinación por el estudio de los idiomas lo llevaron muy pronto a consoli-dar una amplia cultura que se interesaba por aspectos de

arte, política, historia, filosofía y literatura. Con sus traducciones y sus múltiples ensayos, orga-nizados en siete libros, logró que “el país entrara en un periodo de contemporaneidad latinoamerica-na y universal”, en palabras de Gutiérrez Girardot. De corte similar, pero bastante posterior,

es la obra de Germán Arciniegas (1900-1999), ensayista de largo aliento, divulgador, pero ante todo historiador de la cultura desde una perspectiva liberal.

Como ya se indicó, De sobremesa, la novela de Silva, se imprimió en el año 1925. En 1924, José Eustasio Rivera (1888-1928) publicó La vorágine. Unos años antes, en 1921, dio a la estampa un libro de sonetos bajo el título Tierra de promisión, obra que le dio un inmediato renombre, pues llegó a ser reconocido como uno de los mejores sonetistas del país y su texto Los potros fue seleccionado como el mejor soneto colombiano. Con todo, el inmedia-to éxito de su novela opacó el resto de su producción. En efecto, La vorágine se convirtió rápidamente en una de las obras más leídas en Hispanoamérica y en un clásico de la llamada literatura de la tierra; la narración cuenta el viaje de un intelectual que huye con su novia hacia los llanos y la selva. Rivera da cuenta del progresivo descubrimiento de un mundo de explotación y miseria, sin presencia del

La selva es una protagonista más de La vorágine, ella interactúa con

los personajes, es el escenario de la perenne violencia del país y al final se ‘traga’ a los otros protagonistas.

PERSONAJES DE

LA LITERATURA

ESPAÑOLA Y

COLOMBIANAMural de Luis Alberto Acuña (1965), pintado en la Academia Colombiana de la Lengua, en la cual aparecen representados Baldomero Sanín Caro, Porfirio Barba Jacob, José Eustasio Rivera, Arturo Gómez Restrepo y Tomás Carrasquilla.

literatura

Baldomero Sanin Cano, Porfirio Barba -Jacob, Jose Eustasio Rivera, Antonio Gomez Restrepo y Tomas Carrasquilla. Mural de Luis Alberto Acuña 1.965. Semana.

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Estado, en el que el poder de los empresarios del caucho es absoluto. Desde el punto de vista de la elaboración estética, la riqueza y complejidad textual de la novela atrapa al lector por medio de una serie de narradores que se entretejen y se relevan para contar fragmentos que le permiten al lector reconstruir la historia hasta un punto en el que los protagonistas desaparecen en medio de la selva. La frase final “se los tragó la selva” es el cierre de un rico sistema de ambigüedades que utilizan la natu-raleza como referente de un amplio juego de conflictos, voces y experiencias que conforman ese infierno en que el ser humano se diluye.

Contemporáneo de Silva, el escritor antioqueño To-más Carrasquilla (1858-1940) publica su primera novela, Frutos de mi tierra, en el mismo año en que se suicida el poeta bogotano. Ha sido comparado con Benito Pérez Galdós en la medida en que tiene la misma pretensión de abarcar la historia contemporánea por medio de su producción novelesca. Los particularismos regionales no impiden que en su obra se exprese el proceso de modernización que enfrenta la sociedad antioqueña, en particular, y la colombiana, en general. Según Gutiérrez Girardot, la trilogía expresa la Colonia moribunda en La Marquesa de Yolombó, la República en Hace tiempos y el fin de siglo XIX en Frutos de mi tierra. Mientras desarrolla la trilogía, Carrasquilla publica numerosos relatos en los que enfatiza un regionalismo que opone al centralismo cultural de la capital del país.

En 1908, Miguel Ángel Osorio (1883-1942) lle-ga a la ciudad de México para triunfar con diversos seudónimos entre los que finalmente perdura el de Porfirio Barba Jacob. Se desempeña con éxito dentro del periodismo mexicano mientras continúa desarro-llando una obra lírica marcada por un modernismo ya desfasado cuando empieza a publicar en 1907. En su obra, constituida por algo más de 120 poemas, se destacan textos como Canción de la vida profunda, Balada

de la loca alegría, Parábola del retorno y Acuarimántima, que no solamente han gozado de extrema popularidad sino que le aseguraron un lugar destacado en la historia de la literatura colombiana.

En la poesía colombiana del siglo XX aparecen una serie de grupos que se configuran alrededor de alguna publicación, bien porque la crítica los reconoce en la medida en que percibe características comunes o bien porque sus integrantes se declaran solidarios con concepciones estéticas compartidas. En 1925 se edita la revista Los Nuevos, en la que se publica la produc-ción intelectual de un grupo de jóvenes inquietos con propuestas modernizadoras, entre los que se destacan León de Greiff, los hermanos Lleras Camargo, Rafael Maya, Jorge Zalamea y Luis Vidales, entre otros.

En 1939, Jorge Rojas publica su poema La ciudad sumergida en el primer cuaderno de una serie denomi-nada Piedra y Cielo, alrededor de la cual se compactó un grupo de poetas que ante el calificativo de vanguardis-tas se defendieron subrayando su entronque hispanista que los acercaba a los poetas del 27. La nómina de los piedracielistas la completaban Eduardo Carranza, Car-los Martín, Arturo Camacho Ramírez, Darío Samper y Gerardo Valencia. Un poeta de la calidad de Aurelio Arturo, dueño de una voz propia, de un lenguaje segu-ro y trabajado que expresa la emoción de la naturaleza, se señala a veces como integrante de este grupo, pero por lo general se mantuvo al margen y se le puede sen-tir más cerca de los poetas que en la década de los años 40 se congregan alrededor de los cuadernillos de Cánti-co en los que publican por primera vez Jaime Ibáñez, Fernando Charry Lara y Andrés Holguín. En la década de los 50 fue la revista Mito la que acogió a los poetas que comenzaron en Cántico y además a un grupo numeroso entre los que se destacan Eduardo Mendoza Varela, Daniel Arango, Álvaro Mutis, Jorge Gaitán Du-rán, Rogelio Echavarría, Fernando Arbeláez y Eduardo

Bicentenario

ESCRITORES DE

MEDIADOS DEL SIGLO

XX

1. Álvaro Mutis. Poeta y novelista colombiano, su

talento ha sido reconocido con el Premio Príncipe de Asturias (1997) y el

Premio Cervantes (2001), entre otros.

2. Gonzalo Arango. Fundó el movimiento nadaísta que, bajo la idea de “no

dejar una fe intacta ni un ídolo en su sitio”,

revolucionó la literatura nacional.

3. Eduardo Zalamea Borda. Escritor y

periodista, innovó en la literatura nacional al

utilizar técnicas narrativas como el lenguaje del

cuerpo y la conciencia interior.

1 2 3

Gonzalo Arango / El EspectadorAgencia AP. Foto Guillermo Arias. Archivo particular.

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Cote Lamus. Hacia finales de la década, después de la dictadura, apareció en Medellín el Manifiesto Nadaísta, en el que Gonzalo Arango formula su programa de subversión cultural que se apoya en la irreverencia y el inconformismo para cuestionar a la sociedad colom-

biana. Los más destacados nadaístas han sido, además de Arango, Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo Escobar, Jotamario Arbeláez y Mario Rivero.

La narrativa colombiana que se publica después de La vorágine intenta continuar por la senda de la denuncia social con alta calidad estética. Sin embargo, aunque los resultados son desiguales, se debe destacar la novela Cuatro años a bordo de mí mismo, de Eduardo Zalamea Bor-da, como la más moderna tanto en su estructura narrati-va en forma de diario en el que el narrador protagonista expresa su visión de la realidad acudiendo a menudo al monólogo interior, como en su concepción estilística con un gran predominio de la metáfora. Igualmente destacables son las obras de Manuel Zapata Olivella y Eduardo Caballero Calderón, en las que los conflictos sociales se expresan en una prosa trabajada que supera la mirada costumbrista para ahondar la denuncia social. En esta misma perspectiva, pero en un entorno predo-

minantemente urbano, se encuentra la producción de José Antonio Osorio Lizarazo, que a menudo cae en un esquematismo reductor de corte naturalista.

En la década de los 60, la novela parece adaptarse a los procesos de modernización del país. El crítico Álvaro Pineda Botero establece una clasificación de la novelística nacional desde una mirada regional des-tacando figuras como Eduardo Caballero Calderón y Fernando Soto Aparicio en el centro del país, y Manuel Mejía Vallejo en Antioquia, para contrastarlos con la riqueza de la narrativa de la costa Caribe dentro de la cual sobresale con mucho la figura de Gabriel García Márquez, premio Nobel en 1982, y la de Héctor Rojas Herazo, pintor poeta y novelista.

En las décadas posteriores, la novela ha demostrado su vitalidad al superar el reto que implicó la fama inter-nacional de Gabriel García Márquez, que a después de Cien años de soledad (1967) y El otoño del patriarca (1975), se reafirmó con Crónica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1985). En efecto, aunque la temática predominante sigue siendo la diversidad de formas de violencia que vive el país, obras como Cóndores no entierran todos los días, de Gustavo Álva-

rez Gardeazábal, y Una y muchas guerras, de Alonso Aristizábal, elaboran una mirada que explora las causas más profundas de los conflictos sociales. Muchas otras obras deberían ser reseñadas en esta perspectiva.

Una vertiente muy productiva de la narrativa reciente se orienta hacia la exploración de la historia. El mejor exponente de esta mirada es Germán Espinosa, autor de un buen número de relatos y de novelas dentro de las que sobresale notablemente La tejedora de coronas, relación de la vida de Genoveva Alcocer, quien participa en mu-

chos de los acontecimientos históricos y que representa el espíritu de la Ilustración. Las vivencias de la protago-

nista se expresan por medio de un extenso monólogo interior en una prosa poéticamente elaborada a través de un relato que se llena de referencias eruditas y atrapa al lector en un mundo de conocimientos y vivencias de los tiempos coloniales.

Una larga lista de obras y autores expresa las múltiples vertientes de la narrativa contemporánea: Que viva la música (1975), de Andrés Caicedo; La otra raya del tigre (1976), de Pedro Gómez Valderrama; la sugerente trilogía Fémina suite, de Rafael Humberto Moreno Durán, compuesta por Juego de damas (1977), Toque de Diana (1981) y Finale caprichoso con madonna (1983), y Sin remedio, de Antonio Caballero, serían apenas ejemplos significativos de la riqueza temática, estilística y compositiva que muestra una producción literaria en plena vitalidad.

literatura

LITERATURA DEL

ULTIMO CUARTO

DE SIGLO

1. Gustavo Álvarez Gardeazabal. Escritor y político, adquirió el reconocimiento literario por su novela sobre la violencia partidista de mediados del siglo:Cóndores no entierran todos los días.

2. Germán Espinosa. Considerado uno de los mejores escritores del país, investigaba a profundidad los temas y elementos históricos que incorporaba en sus libros, por lo que algunas de sus obras son consideradas novelas históricas.

3. Andrés Caicedo. Escritor caleño que desde sus obras literarias y el teatro abordó los problemas de la juventud urbana.

1 2 3Gustavo Alvarez Gardeazabal. Carlos Vásquez. Mayo 8 De 1998. Revista Semana. Un adolescente empantanado. Andrés Caicedo. Revista Semana.Foto. Guillermo Torres. Revista Semana.

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Bicentenario

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Patino.

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unto a Brasil, China, Indonesia, Ecuador, Perú, México, India, Venezuela y Bolivia, Colombia comparte la categoría de país megadiverso, pues posee más del 10 por ciento de la diversidad

biológica del mundo. Es la segunda nación más rica en especies de mariposas, con 3.274 (de las cuales 350 son únicas de Colombia y 10 están amenazadas); la primera en aves, con 1.885 (142 exclusivas y 160 amenazadas); la segunda en anfibios, con 763 (367 únicas de nuestro territorio y 48 amenazadas); la tercera en reptiles, con 524 especies (97 exclusivas y 38 amenazadas) y la cuarta en mamíferos, con 479 (28 exclusivas y 75 amenazadas).

En invertebrados marinos hay 280 especies de espon-jas, 584 decápodos, 91 isópodos y 50 stomatopoda (los tres del grupo de crustáceos, como los cangrejos), 40 de ellos en peligro. Existen 2.500 especies de peces mari-nos, 39 categorizadas bajo algún grado de riesgo, y 2.227 de peces dulceacuícolas –ubicando al país en el cuarto lugar–, pero con 44 de estas amenazadas.

Los musgos también abundan, hay 939 especies, de

las cuales 46 están amenazadas. De hepáticas hay 840, y 51 amenazadas. Las plantas nos ponen en el segundo lugar, con 41.000, aunque con 1.152 especies en peligro.

El inventario, monitoreo y evaluación de la diversidad biológica no ha sido una prioridad ni una política de Estado, y tampoco se ha tenido en cuenta en la planea-ción y toma de decisiones para el desarrollo del país. Los recursos destinados a su investigación deberían priori-zarse como una forma de inversión nacional que podría convertirse en polo de desarrollo, fuente de ingresos y manutención del patrimonio biológico.

La biodiversidad no puede considerarse solo como la relación de los organismos que crecen en un territorio determinado, o como la eterna fuente de materiales y/o biomasa que satisface las necesidades de produc-ción humana. Cualquier objetivo que involucre su uso debe ir más allá y propender por la participación justa y equitativa de sus beneficios y la transferencia apropiada de las tecnologías pertinentes para su estudio, valoración y protección.

Deuda histórica con el medio ambiente

J

LA BIODIVERSIDAD ES LA PRINCIPAL RIQUEZA DE NUESTRO PAÍS, SIN EMBARGO, HACE FALTA QUE EL ESTADO COLOMBIANO ASUMA COMO UNA PRIORIDAD POLÍTICA Y PRESUPUESTARIA EL INVENTARIO, MONITOREO, PRESERVACIÓN Y PROTECCIÓN DE ESTE PATRIMONIO NATURAL.

medio ambiente

M. GONZALO ANDRADE C.1

EL RÍO DE LOS CINCO COLORESCaño Cristales, al sur de la Serranía de la Macarena, es considerado el río más lindo del mundo gracias a las tonalidades que diferentes clases de algas les dan a sus aguas.

1Profesor

Asociado

Instituto

de Ciencias

Naturales

Facultad de

Ciencias,

Universidad

Nacional de

Colombia

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Ello podría generar una importante fuente de desa-rrollo. De hecho, la diversidad intraespecífica (entre organismos de la misma especie) e interespecífica (entre miembros de diferentes especies) nos ha proporcionado alimentos, maderas, fibras, energía, materias primas, sus-tancias químicas, elementos industriales y medicamentos. Además, indirectamente los recursos biológicos tienen un gran valor agregado en el esparcimiento y el turismo. No obstante, sus hábitats están siendo destruidos, lo que conduce, irremediablemente, a que desaparezcan a un ritmo tan excesivamente rápido que no les da la opor-tunidad de estabilizarse con procesos de especiación (formación de nuevas especies).

PRESERVACIÓN Y PROTECCIÓNLa crisis actual de la biodiversidad (extinción efectiva

y esperada) es fundamentalmente un fenómeno de ge-nealogías (ascendencia y descendencia de especies), en el que se necesitan entre 2.000 y 100.000 generaciones para la aparición de una nueva especie. Por eso, las soluciones deben dirigirse hacia la preservación y protección de sus ambientes, es decir, las áreas representativas del Sistema de Parques Nacionales Naturales.

Actualmente, buena parte de la biodiversidad de Colombia se concentra en 13 millones de hectáreas correspondientes a 54 áreas protegidas. ¡Un banco genético irreemplazable! La tasa de extinción inducida por las actividades humanas es cada vez más acelerada, especialmente en islas, lagos, ambientes montañosos y bosques húmedos tropicales, cuya extensión original se ha reducido aproximadamente en un 55 por ciento debido a la tala y los incendios.

Dos terceras partes de los ecosistemas colombianos se concentran en la región Pacífica, la Amazonia y la Orinoquia. El resto corresponden a la región Andina y

Caribe, y han sido intervenidos y transformados con una alta densidad poblacional.

Con relación a las hectáreas de bosques, la Ley 2 de 1958 estableció que el país tenía 58 millones, un mapa rea-lizado en 1984 indicó que había 53 millones, mientras el Ideam, en 1997, determinó la medida en 80 millones.

Entre 1900 y 1962 las cifras de deforestación llegaron a 6 millones de hectáreas, y entre 1963 y 1998, a 11.500.000, considerando que la pérdida de cobertura boscosa fue del 36 por ciento.

En la Amazonia colombiana se calcula que hay 38 clases de coberturas vegetales. En 2007 las cifras señala-ban que se mantenía el 85 por ciento de los bosques, no obstante entre 2002 y 2007 se perdieron cerca de 7.000 km² de selva, es decir, 1.465 km² por año.

CAUSAS DEL DESPOJO FORESTAL Se cree que la deforestación ocurre por el consumo

energético, los cultivos ilícitos y su erradicación, y la que-ma provocada de la vegetación, sin embargo, no existen cifras confiables que permitan establecer la escala de esta destrucción en el territorio nacional, no hay un monitoreo de las hectáreas de bosque que las Corporaciones Autó-nomas Regionales restituyen anualmente, ni de las áreas que periódicamente extrae la autoridad ambiental de las reservas declaradas mediante la Ley 2 de 1958.

Por lo anterior, es imperativa una iniciativa de largo alcance que coadyuve a restaurar componentes de la biodiversidad, fundamentales para garantizar una calidad ambiental a la población colombiana.

PATRIMONIO QUE SE DESVANECEEntre las principales causas de pérdida de nuestra

biodiversidad se encuentran el cambio climático global, la introducción de especies, la alteración de los hábitats,

ESPECIES

EN PELIGRO

La riqueza y diversidad natural de nuestro país, con especies únicas en el mundo, se ven afectadas por el avance de la deforestación, el calentamiento global, la ampliación de la frontera agrícola y el desarrollo de proyectos de infraestructura.

Bicentenario

Foto Guillermo Torres Semana JrArchivo Particular Foto: archivo Parques Nacionales Naturales de Colombia Foto Guillermo Torres Semana Jr

Foto: Juan Carlos Sierra. Revista Semana. Foto Guillermo Torres Semana Jr Iván Herrera Agencia Afp. Foto pool/rob Griffith.

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EFECTOS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL

Las dinámicas y problemas climáticos a nivel mundial, como el calentamiento global, inciden en el equilibrio de los ecosistemas nacionales, por ejemplo, con la progresiva desaparición de los nevados colombianos.

medio ambiente

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la pesca comercial sin control, la pesquería industrial de altamar, la sobreexplotación, la fragmentación de las poblaciones, la deforestación, la actividad agrícola, la urbanización, el comercio ilegal, la extracción maderera, la contaminación, la minería, la destrucción de humeda-les y zonas de páramo, la erosión, los desastres naturales, el comercio internacional de pieles, la ampliación de la frontera agrícola, la cosecha indiscriminada y el desarro-llo de proyectos de infraestructura.

La variedad de especies es quizá el patrimonio más importante que tiene el país, por ello, el gobierno nacional debe establecer una política de Estado que le permita a Colombia liderar mundialmente el tema y convertirse en referente para las demás naciones.

Hay un deterioro ambiental sin precedentes que está generando cambios globales, destrucción de ecosistemas, extinción de especies, agotamiento de los recursos naturales, contaminación de agua, suelo, aire y enfermedades emergentes que afectan todas las formas de vida.

En esta crisis ambiental que amenaza a la humani-dad, las poblaciones más pobres son las más vulne-rables a desastres naturales. Sin lugar a dudas, se está generando inseguridad social, fragilidad económica, migraciones, desplazamientos humanos y conflictos por el acceso a los recursos.

Ignorar el imperativo ecológico agravará estos proble-mas sociales y las inequidades nacionales y mundiales.

El tema nos cuestiona y reclama respuestas que deben ir más allá del desacuerdo político para convertirse en una causa común. Así se podrá reorientar una políti-ca que ubique la agenda ambiental en el centro de la acción pública, y reemplazar el modelo de desarrollo insostenible por uno que sitúe la sostenibilidad como el empeño primordial de la sociedad colombiana y su Estado.

Es necesario controlar la devastación de los páramos y de los humedales, así como las acciones mineras en zonas de conservación del territorio nacional. No puede primar un interés económico y comercial sobre la importancia de declarar nuevas áreas protegidas, y menos apoyar la construcción de carreteras como la del Darién y Nuquí, que afectan ecosistemas naturales altamente amenazados.

Asímismo, se debe modificar la Decisión Andi-

CONTAMINACIÓN

INDUSTRIALPara poder enfrentar los efectos adversos de algu-nas actividades económi-cas, es necesario poner en marcha un modelo de desarrollo sostenible que le dé prioridad al cuidado ambiental sobre el interés económico y comercial.

Bicentenario

Agencia AP.

Agencia AP. Foto William Fernando Martinez.

Foto: Juan Carlos Sierra. Revista Semana.

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TRATO SALVAJE

El tráfico y comercialización ilegal de especies silvestres son dos de los principales flagelos contra especies de primates, tortugas, guacamayos y serpientes, pues al sacarlos de su hábitat natural aumenta el riesgo de su extinción.

na 391 de 1996, que tiene en mora el proceso de contrato que permite el acceso de investigadores a recursos genéticos para proyectos científicos con fines no comerciales, y agilizar el procedimiento de la consulta previa con las comunidades étnicas para que se puedan llevar a cabo los proyectos de investigación relacionados con el conocimiento, conservación y uso de la biodiversidad que adelantan cerca de 1.200 investigadores desde institutos y centros de las princi-pales universidades del país.

La Comisión Marco de la Naciones Unidas sobre Cambio Climático definió este fenómeno como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera y se suma a la variabilidad natural del clima observado durante periodos comparables”.

Lo anterior significa que este problema ambiental

se debe al incremento de la concentración de gases de efecto invernadero que atrapan calor y calientan la superficie del planeta. Los niveles de estos gases aumentan debido a emisiones provenientes de la actividad humana como la quema de combustibles fósiles y cambios en el uso del suelo. El resultado de este proceso es la pérdida de biodiversidad y el aumento de la temperatura media global, lo cual puede producir ascenso del nivel del mar, olas de calor, tormentas, huracanes y el calentamiento de los nevados y glaciares.

Para enfrentar esta realidad se debe fomentar el ahorro de energía y favorecer la producción y uso de energías renovables, alternativas y amigables con el medio ambiente. Solo así se podrá hacer una apuesta vital por la conservación de la biodiversidad en el territorio nacional.

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Bicentenario

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cartografía

eografía, política y administración son tres concep-tos que han ido de la mano a través de la historia. El conocimiento geográfico ha permitido a los gobernantes saber cuáles son los límites y carac-terísticas de los territorios que dirigen. Por eso,

desde la antigüedad, cuando un pueblo colonizaba, invadía o dominaba una región, una de las primeras cosas que hacía era describir detalladamente el lugar ocupado.

El descubrimiento de América no fue la excepción. Desde el mismo momento del hallazgo se inició la explo-ración y descripción geográfica. Gracias a las expediciones, los conquistadores supieron que estaban en un nuevo continente. Para los reyes de España y Portugal, conocer las dimensiones de América fue de vital importancia. No solo les fue útil para cnocer cómo eran los nuevos territorios que iban a gobernar, sino para saber qué riquezas podían explo-tar en ellos. Por eso, viajeros y hábiles cartógrafos como Juan de la Cosa y Américo Vespucio estuvieron al servicio de las Coronas.

En el caso de la Nueva Granada y posteriormente de Colombia, la necesidad de conocer a fondo el territorio para mejorar la administración y obtener mayores fuentes de re-cursos, llevó primero a la Corona y después a las élites crio-llas a contratar comisiones científicas para levantar mapas de la región. Ejemplo de ello es el de 1772, ordenado por Moreno y Escandón, y algunos levantados a mediados del siglo XIX como producto del trabajo de Agustín Codazzi.

Los mapas que aparecen a continuación, además de mos-trar la evolución histórica de la representación del territorio, también son una muestra gráfica de la manera en que los go-bernantes han concebido y por ende construido la Nación.

Colombia en mapas

G

A través de la evolución histórica

de la cartografía del país también

se puede vislumbrar su desarrollo

político, económico y social.

65

MAPA ESPECIAL DE AMÉRICA, DEL REINO DE PERÚAño: 1500Este es el mapa más antiguo del que se tiene cono-cimiento. Contiene las Audiencias de Panamá, Santafé, Quito, Lima y Charcas.

Publicado en el Atlas histórico geográfico de Colombia.Fuente: Archivo General de la Nación. Mapoteca: SMP4, REF. X-65A

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CASTILLA DE ORO

Año: 1600.Es un mapa trazado según el modo portulano, pero sin rosa de los vientos y líneas de rumbo, por no tratarse de una carta náutica sino terrestre. Las informaciones que contiene son muy confu-sas: la provincia del Darién, del Golfo de Urabá hacia el noreste; Castilla de Oro, en el territorio de la antigua provincia de Santa Marta; Venezuela al oeste y este del golfo y lago Maracaibo; y reino de Bogotá al sur de Castilla de Oro. Publicado en el Atlas histórico

geográfico de Colombia.Fuente: Archivo General de la Nación. Mapoteca: SMP4, REF. X-29

Colombia

Año: 1647. Descripción de Tierra

Firme, Nueva Granada y Popayán.

Fuente: Archivo General de la Nación.

Mapoteca: SMP4, REF. X-61

Bicentenario

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cartografía

VIRREINATO DEL NUEVO REINO DE GRANADA Año: 1772.“Plan geográfico del Virrei-nato de Santafé de Bogotá, Nuevo Reino de Granada, que manifiesta su marcación territorial, ríos principales, provincias y plazas de armas; lo que ocupan los indios bár-baros y naciones extranjeras; demostrando los confines de los reinos de Lima y México y establecimiento de Portugal: sus lindantes, con notas his-tóricas...”. Ordenado por don Francisco Moreno y Escandón. Delinea-do por José Aparicio Morata.

Reproducida por el Ins-tituto Geográfico Militar de Colombia, 1836. Fuente: Archivo Gene-ral de la Nación. Mapoteca: SMP2, REF. 1248

MAPA GEOGRÁFICO, ESTADÍSTICO E

HISTÓRICO DE COLOMBIAAño: 1822.

Hermoso mapa de la Gran Colombia (de 1821 a 1829), que incluía la actual

Colombia, Venezuela y Ecuador (Quito).

Publicado en el Atlas histórico geográfico

de Colombia.Fuente: Archivo General

de la Nación. Mapoteca: SMP4,

REF. X-68

Archivo General de la Nacion.

Archivo General de la Nacion.

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CARTA DE LA REPÚBLICA DE LA NUEVA GRANADA

Año: 1852.“... conforme a la última división política, por Tomás Cipriano de Mosquera. Esta carta ha sido trabajada sobre la de Colombia publicada por el coronel Codazzi en el Atlas de Venezuela; pero corregida en cuanto a Nueva Granada en sus límites, dirección de cordilleras, curso de ríos, costa del Pacífico y varias posiciones geográficas. En cuanto al ter-ritorio de Venezuela nada se ha variado como es el trabajo más completo que se conoce”. Publicado en el Atlas histórico geográfico de Colombia.Fuente: Archivo General de la Nación. Mapoteca: SMP6, REF. 55

MAPA REGIONAL

Año: 1865.Venezuela, Estados Unidos de Colom-bia y Ecuador, con

detalle del Ferrocarril de Panamá.

Grabado por Michell, Philadelphia.

Publicado en el Atlas histórico geográfico de

Colombia.Fuente: Archivo

General de la Nación. Mapoteca: SMP4,

REF. X-45

Bicentenario

Archivo General de la Nacion.

Archivo General de la Nacion.

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cartografía

REPÚBLICA DE COLOMBIA

Año: 1890.Mapa de la República de Colombia levantado por el general de Inge-nieros Agustín Codazzi. Construido por Manuel María Paz, miembro de la Sociedad de Geografía de París y publicado bajo su dirección, de orden del gobierno nacional. Grabado por Erhard Her-manos (París).Contiene: ‘Perspectivas ideales y alturas relativas de los principales cerros de cada departamento’. Publicado en el Atlas histó-

rico geográfico de Colombia.Fuente: Archivo General de la Nación. Mapoteca: SMP6, REF. 25

CARTA GEOGRÁFICA DE COLOMBIA

(CARTA GENERAL)Año: 1910.

Según ordenamiento territorial decretado

por Rafael Reyes.Dibujado por Fran-cisco Javier Vergara y Velasco. Grabado por Antonio María

Madero.Publicado en el Atlas

completo de la geografía colombiana.

Bogotá, Imprenta Eléctrica 1906.

Fuente: Biblioteca Nacional.

Biblioteca Nacional de Colombia

Archivo General de la Nacion.

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REPÚBLICA DE COLOMBIAAño: 1939.

Construido con base en un levanta-miento astronómico por la Oficina de Longitudes, entidad técnica adscrita al

Ministerio de Relaciones Exteriores. Publicado en el Atlas histórico geográfico

de Colombia.Contiene: Mapa de San Andrés y

Providencia. Cuadro de la superficie de los departamentos.

Fuente: Archivo General de la Nación. Mapoteca: SMP6, REF. 214

REPÚBLICA DE COLOMBIA

Año: 1970.Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi.El mapa muestra los últimos departamentos creados en la década de 1960, tales como Su-cre, Quindío y Risaralda (1966), y Cesar (1967).

REPÚBLICA DE COLOMBIA Año: 1992.

Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

Aparece con las modificaciones introducidas por la Constitución de

1991.

Bicentenario

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cartografía

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Bicentenario

urante gran parte de la historia del país muchos intelectuales han escrito y reflexionado sobre la historia de Colombia, especialmente en los últimos 50 años. La paciente labor de estos estudiosos ha producido una incontable cantidad de libros y artículos que intentan explicar los complejos hechos de

nuestra historia. Esta resumida selección bibliográfica tiene la intención de guiar a los lectores interesados en profundizar en la historia de nuestro país.

Para entender a Colombia

DPequeña selección bibliográfica para comprender los complejos hechos históricos de nuestro país.

PERIODO PREHISPÁNICO Y CONQUISTA

Labbe, Armand. Colombia antes de Colón: el pueblo, la cultura y el arte de la cerámica en Colombia prehispánica. Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1988.

Langebaek, Carl Henrik. Mercados, poblamiento e integración étnica entre los Muiscas: siglo XVI. Bogotá: Banco de la República, 1987.

Langebaek, Carl Henrik. Noticias de caciques muy mayores: origen y desarrollo de sociedades complejas en el Nororiente de Colombia y Norte de Venezuela. Bogotá: Uniandes, 1992.

Zambrano, Fabio (Selección y prólogo). Nuevas crónicas de indias. Presidencia de la República. Bogotá: Presidencia de la República, 1997.

PERIODO COLONIAL

Colmenares, Germán. Historia económica y social de Colombia, 1537-1719. Bogotá: Universidad del Valle, 1973.

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