hobsbawm eric, la era de la revolucion, 1789-1848 ciencia

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i E rjc H obsbawm L a ERA DE LA REVOLUCIÓN, 1789-1848 C rítica G rupo E ditorial P laneta B uenos A ires

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  • iE rjc H obsbawm

    La ERADE LA REVOLUCIN,

    1789-1848

    C rticaG r u p o E d it o r ia l P l a n e t a

    B u e n o s A ir es

  • Ttulo original: The Age o f Beoolution. Burope 1789-J848 W eidenfeld a n d Ncolson, Londres

    Traduccin castellana: Flix X iranei de Sandoval

    Redix*o de tapa: G ustavo M acrIlustracin: Fragm ento de La L ibertad gu iando a l pueblo, leo de E ugne Delacroix

    909.82 Hbsbawm. EticCDO La era de la revolucin'. 1789-1848.- 6* ed . 1* reimp.*

    Buenos Aires: Crftc*. 2009.344 p . ; 19x12 cm.- (Biblioteca E. J. Hobebawm de

    Historia Contempornea)

    Traducido por: Felipe Ximnez che Sandoval

    ISBN 978-987-9317-14-3

    L Titulo 1 . Historia Universal

    6 - edicin, 2007 i 9 reimpresin, 200$

    Reoer-yfrdos todos te d*ichco. lcid** n la Uy*a, la reproduccin imtcmJ total

  • 8 LA ERA DE LA REVOLUCION. 1789-1848

    de este Ubro es de segunda y hasta de tercera mano, e inevitablemente contendr errores y cortes que algunos lamentarn como e l propio autor. A l fin a l figura una bibliografa como gua para un estudio posterior ms amplio.

    Aunque la trama de la historia no puede desenredarse en hilos separados sin destruirla, es muy conveniente, a efectos prcticos, cierta subdivisin del tema bsico. De una manera general, he intentado dividir el libro en dos partes. La primera trata con am plitud el desarrollo principal del perodo, mientras la segunda esboza la clase de sociedad producida por la doble revolucin. Claro que hay interferencias deliberadas, pues la divisin no es cuestin de teora, sino de pura conveniencia.

    Debo profundo agradecimiento a numerosas personas con quienes he discutido diferentes aspectos de este libro o que han ledo sus captulos en el manuscrito o en las pruebas, pero que no son responsables de mis errores: sealadamente, a J. D. Berna!, Douglas Dakin, E m st Fischer, Francis Haskell, H. G. Koenigsberger y R. F. Leslie. En particular, el capitulo 14 debe mucho a las ideas de E m st Fischer. La seorita P. Ralph me prest gran ayuda como secretaria y ayudante en el acopio de documentacin.

    Londres, diciembre de 1961E. J. H.

    INTRODUCCIN

    Las palabras s o d testigos que a menudo hablan ms alto que los documentos. Consideremos algunos vocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado moderno en el perodo de sesenta aos que abarca este volumen. Entre ellos estn: industria, industrial, fbrica, clase media, clase trabajadora, capitalismo y socialismo. Lo mismo podemos decir de aristocracia y de ferrocarril, de liberal y conservador, como trminos polticos, de nacionalismo, cientfico, ingeniero, proletariado y crisis (econmica). Utilitario y estadstica, sociologa y otros muchos nombres de ciencias modernas, periodismo e ideologa fueron acuados o adaptados en dicha poca.' Y lo mismo huelga y depauperacin.

    Imaginar el mundo moderno sin esas palabras (es decir, sin las cosas y conceptos a las que dan nombre) es medir la profundidad de la revolucin producida entre 1789 y 1848, que supuso la mayor transformacin en la historia humana desde los remotos tiempos en que los hombres inventaron la agricultura y la metalurgia, la escritura, la ciudad y el Estado. Esta revolucin transform y sigue transformando al mundo entero. Pero al considerarla hemos de distinguir con cuidado sus resultados a la larga, que no pueden limitarse a cualquier armazn social, organizacin poltica o distribucin de fuerzas y recursos internacionales, y su fase primera y decisiva, estrechamente ligada a una especfica situacin social e internacional. La gran revolucin de 1789-1848 fue el triunfo no de la industria como tal, sino de la industria capitalista; no de la libertad y la igualdad en general, sino de la clase media o sociedad burguesa y liberal; no de la economa moderna, sino de las economas y estados en una regin geogrfica particular del mundo (parte de Europa y algunas regiones de Norteamrica), cuyo centro fueron los estados rivales de Gran Bretaa y Francia. La transformacin de 1789-1848 est constituida sobre todo por el trastorno gemelo iniciado en ambos pases y propagado en seguida al mundo entero.

    Pero no es irrazonable considerar esta dble revolucin la francesa,

    1. La mayor parte de palabras tienen curso internacional o fueron traducidas literalmente en los diferente idioma*. As, socialismo y periodismo se internacionalizaron, mientras la combinacin camino y hierro es la base de ferrocarril en todas partes, menos en su pa/s de origen.

  • 10 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789*1848

    ms bien poltica, y la Revolucin industrial inglesa no tanto como algo perteneciente a la historia de los dos pases que fueron sus principales mensajeros y smbolos, sino como el doble crter de un anchsimo volcn regional. Ahora bien, que las simultneas erupciones ocurrieran en Francia y Gran Bretaa y tuvieran caractersticas ligeramente diferentes no es cosa accidental ni carente de inters. Pero desde e l punto de vista del historiador, digamos, del ao 3000, como desde el punto de vsta del observador chino o africano, es ms relevante anotar que se produjeron una y otra en la Europa del noroeste y en sus prolongaciones ultramarinas, y que no hubieran tenido probabilidad alguna de suceder en aquel tiempo en ninguna otra parte del mundo. Tambin es digno de sealar que en aquella poca hubieran sido casi inconcebibles en otra forma que no fuera el triunfo (1 capitalismo liberal y burgus.

    Es evidente que una transformacin tan profunda no puede comprenderse sin remontarse en la historia mucho ms atrs de 1789, o al menos a las dcadas que precedieron inmediatamente a esta fecha y que reflejan la crisis de los anciens rgimes del mundo occidental del norte, que la doble revolucin iba a barrer. Quirase o no, es menester considerar la revolucin norteamericana de 1776 como una erupcin de significado igual al de la anglo-francesa, o por lo menos como su ms inmediata precursora y acuciadora; quirase o no, hemos de conceder fundamental importancia a las crisis constitucionales y a los trastornos y agitaciones econmicas de 1760*1789, que explican claramente la ocasin y la hora de la gran explosin, aunque no sus causas fundamentales. Cunto ms habramos de remontamos en la historia hasta la revolucin inglesa del siglo xvii, hasta la Reforma y el comienzo de la conquista militar y la explotacin colonial del mundo por los europeos a principios del siglo xvi e incluso antes, no viene al caso para nuestro propsito, ya que semejante anlisis a fondo nos llevara mucho ms all de los lmites cronolgicos de este volumen.

    Aqu slo necesitamos observar que las fuerzas sociales y econmicas, y los instrumentos polticos e intelectuales de esta transformacin, ya estaban preparados en todo caso en una parte de Europa lo suficientemente vasta para revolucionar al resto. Nuestro problema no es sealar la aparicin de un mercado mundial, de una clase suficientemente activa de empresarios privados,o incluso (en Inglaterra) ta de un Estado dedicado a sostener que el llevar al mximo las ganancias privadas era el fundamento de la poltica del gobierno. Ni tampoco sealar la evolucin de la tecnologa, los conocimientos cientficos o la ideologa de una creencia en el progreso individualista, secular o racionalista. Podemos dar por supuesta la existencia de todo eso en 1780, aunque no podamos afirmar que fuese suficientemente poderosa o estuviese suficientemente difundida. Por el contrario, debemos, si acaso, ponemos en guardia contra la tentacin de pasar por alto la novedad de la doble revolucin por la familiaridad de su apariencia externa, por el hecho innegable de que los trajes, modales y prosa de Robespierre y Saint-Just no habran estado desplazados en un saln del anden rgiit, porque Jcremy Bentham,

    INTRODUCCIN 11

    cuyas ideas reformistas acoga la burguesa britnica de 1830, fuera el hombre que haba propuesto las mismas ideas a Catalina la Crande de Rusia y porque las manifestaciones ms extremas de la poltica econmica de la clase media procedieran de miembros de la Cmara de los Lores inglesa del siglo xvm.

    Nuestro problema es, pues, explicar, no la existencia de esos elementos de una nueva economa y una nueva sociedad, sino su triunfo; trazar, no el progreso de su gradual zapado y minado en los siglos anteriores, sino la decisiva conquista de la fortaleza. Y tambin sealar los profundos cambios que este sbito triunfo ocasion en los pases ms inmediatamente afectados por l y en el resto del mundo, que se encontraba de pronto abierto a la invasin de las nuevas fuerzas, del burgus conquistador, para citar el ttulo de una reciente historia universal de este periodo.

    Puesto que la doble revolucin ocurri en una parte de Europa, y sus efectos ms importantes e inmediatos fueron ms evidentes all, es inevitable que la historia a que se refiere este volumen sea principalmente regional. Tambin e inevitable que por haberse esparcido la revolucin mundial desde el doble crter de Inglaterra y Francia tomase la forma de una expansin europea y conquistase al resto del mundo. Sin embargo, su consecuencia ms importante para la historia niversal fue el establecimiento del dominio del globo por parte de unos cuantos regmenes occidentales (especialmente por el britnico) sin paralelo en la historia. Ante los mercaderes, las mquinas de vapor, los barcos y los caones de Occidente y tambin ante sus ideas , los viejos imperios y civilizaciones del mundo se derrumbaban y capitulaban. La India se convirti en una provincia administrada por procnsules britnicos, los estados islmicos fueron sacudidos por terribles crisis, frica qued abierta a la conquista directa. Incluso el gran Imperio chino se vio obligado, en 1839-1842, a abrir sus fronteras a la explotacin occidental. En 1848 nada se opona a la conquista occidental de los territorios, que tanto los gobiernos como los negociantes consideraban conveniente ocupar, y el progreso de la empresa capitalista occidental slo era cuestin de tiempo.

    A pesar de todo ello, la historia de la doble revolucin no es simplemente la 1 triunfo de la nueva sociedad burguesa. Tambin es la historia de la aparicin de las fuerzas que un siglo despus de 1848 habran de convertir la expansin en contraccin. Lo curioso es que ya en 1848 este futuro cambio de fortunas era previsible en parte. Sin embargo, todava no se poda creer que una vasta revolucin mundial contra Occidente pudiera producirse al mediar el siglo xx. Solamente en el mundo islmico se pueden observar los primeros pasos del proceso por el que los conquistados por Occidente adoptan sus ideas y tcnicas para devolverles un da la pelota: en los comienzos de la reforma interna occidentalista del Imperio turco, hacia 1830, y sobre todo en la significativa, pero desdeada, carrera de Mohamed AJf de Egipto. Pero tambin dentro de Europa estaban empezando a surgir las fuerzas e ideas que buscaban la sustitucin de la nueva sociedad triunfante. El espectro del comunismo ya rond a Europa en 1848, pero pudo ser exor-

  • cizado. Durante mucho tiempo sera todo lo ineficaz que son tos fantasmas, sobre todo eo el mundo occidental ms inmediatamente transformado por la doble revolucin. Pero si miramos al mundo de la dcada de 1960 no caeremos eo la tentacin de subestimar la fuerza histrica de la ideologa socialista revolucionaria y de la comunista, nacidas de la reaccin contra la doble revolucin, y que hacia 1848 encontr su primera formulacin clsica. El perodo histrico iniciado con la construccin de la primera fbrica del mundo moderno en Lancashire y la Revolucin francesa de 1789 termina con la construccin de su primera red ferroviaria y la publicacin del M anifiesto comunista.

    Un e r a DE LA REVOLUCIN. 1789-IMS

    &i'

    Primera parte

    EVOLUCIONES

  • 280 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789-1S4S

    urbano de ceremonial tradicional, conservado e intensificado por los gremios los sindicatos y las ritualizadas sociedades de socorro mutuo. 1 music-hall y la sala de baile saldran de la taberna; pero hacia 1848 no haban progresado mucho, ni siquiera en Inglaterra, aunque haban hecho ya su apaiicin unos aos antes.31 Las otras nuevas formas de diversin urbana crecieron ms de lo conveniente, acompaadas siempre por su squito de picaros. En la gran ciudad se convirtieron en algo permanente, y ya en 1840 la mezcla de barracas, teatros, mercachifles, rateros y mendigos en ciertos bulevares proporcionaba inspiracin a los intelectuales romnticos de Pars y diversin al populacho.

    Tambin influy el gusto popular en la forma y el adorno de las relativa^ mente pocas cosas que la industria produca para el pobre: los cachivaches que conmemoraban el triunfo del Acta de Reforma, el gran puente de hierro tendido sobre el ro Wear o los magnficos navios de tres palos que surcaban el Atlntico; los pliegos de cordel en que se inmortalizaban los sentimientos revolucionarios o patriticos y los crmenes famosos; y los escasos muebleso prendas de vestir que los pobres podan comprar. Pero en conjunto la ciudad, y especialmente la nueva ciudad industrial, segua siendo un lugar destartalado, cuyos pocos atractivos espacios abiertos, fiestas iban disminuyendo poco a poco a causa de la fiebre de la construccin, las humaredas que envenenaban la naturaleza y la exigencia de un trabajo incesante, reforzada en muchos casos por la austera disciplina dominical impuesta por la clase media. Slo la nueva iluminacin de gas y los escaparates de las calles principales anticipaban en algunos sitios los vivos colores de la noche en las ciudades modernas. Pero la creacin de la moderna gran ciudad y las modernas formas urbanas de vida popular tendran que esperar hasta bien entrada la segunda mitad del siglo xix.

    31. SeUct Commitee on Dnuikenness. Par. Papers, VIH. 1834. Q 571. En 1S52 aba en Manchester 28 taberna* y 21 cerveceras que proporcionaban msica a sus clientes (en! 3 un total de 481 tabernas y i .298 cerveceras pa/a una poMaci&i de .'03.000 habitantes en e l seo urbano) (John T. Baylee. Statlsrics and Faets in R tfin n ce to the Lord's Day, Londres, 552, p. 20).

    15. LA CIENCIA

    No olvidemos que mucho antes que nosotros, las ciencias y la filosofa lucharon contra los tiranos. Sus constantes esfuerzos hicieron la revolucin. Como hombres libres y agradecidos, debemos establecerlas entre nosotros y conservarlas siempre. Pues las ciencias y la filosofa mantendrn la libertad que hemos conquistado.

    Un miembro de la Convencin*

    Los problemas cientficos observ Goethe son con mucha frecuencia cuestiones de caera. Un simple descubrimiento puede hacer famoso a un hombre y poner la base de su fortuna como ciudadano ... Cada fenmeno observado por primera vez es un descubrimiento, cada descubrimiento es una propiedad. Rozad la propiedad de un hombre y veris alzarse inmediatamente sus pasiones.

    Conversaciones con Eckermann, 21 de diciembre de 1823

    I

    Trazar un paralelo entre las artes y las ciencias es siempre peligroso, pues las relaciones entre ellas y la sociedad en que florecen son muy diferentes. Pero tambin las ciencias reflejaron en su marcha la doble revolucin, en parte porque sta les plante nuevas y especficas exigencias, en parte porque les abri nuevas posibilidades y las enfrent con nuevos problemas, en parte porque su existencia sugera nuevos patrones de pensamiento. No quiero decir con esto que la evolucin de las ciencias entre 1789 y 1S48 pueda ser analizada exclusivamente desde el punto de vista de los movimientos de la sociedad que las rodeaba. La mayor parte de las actividades humanas tienen su lgica interna, que determina al menos una parte de su movimiento. El planeta Neptuno fue descubierto en 1846, no porque algo ajeno a la astronoma estimulara su descubrimiento, sino porque las tablas de Bouvard en 1821

    i. Citado en S. SoJomon, Contune, agosto de 1939, p. 964.

  • 282 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789-1848

    demostraron que la rbita del planeta Urano, descubierto en 1781, manifestaba inesperadas desviaciones de los clcitlos, porque a nales de la dcada 1830-1840 esas desviaciones se hicieron mayores y resultaba tentador atribuirlo a perturbaciones producidas por algn cuerpo celeste desconocido; y porque varios astrnomos se pusieron a calcular la posicin de ese cuerpo. Sin embargo, aun el ms apasionado creyente en la inmaculada pureza de ia pura ciencia sabe que el pensamiento cientfico puede estar por- lo menos influido por cosas ajenas al campo especfico de una disciplina, ya que los hombres de ciencia, incluso el ms antimundano de los matemticos, vive en un mundo ms ancho que el de sus especulaciones. El progreso de la ciencia nb es un simple avance lineal, pues cada etapa marca la solucin de problemas previamente implcitos o explcitos en ella, planteando a su vez nuevos problemas. Tambin progresa por el descubrimiento de nuevos problemas, de nuevas maneras de enfocar los antiguos, de nuevos procedimientos para captar y resolver los viejos, de nuevos campos de investigacin, de nuevos instrumentos tericos y prcticos para realizar esa investigacin. En todo ello hay un gran espacio para el estimulo o la formacin del pensamiento por factores ajenos. Si, en efecto, la mayor parte de las ciencias avanzaron en nuestro periodo de un modo puramente lineal como fue el caso de la astronoma, que permaneci sustancialmente dentro de su armazn newtoniana ello puede carecer de importancia. Pero, como veremos, nuestro perodo supuso nuevos puntos de partida radicales en algunos campos dei pensamiento (como en las matemticas), contribuy al despertar de algunas ciencias aletargadas (como la qumica), a la virtual creacin de algunas nuevas (como la geologa) y a la inyeccin de nuevas ideas revolucionarias en otras (como en las.biolgicas y sociales).

    Lo mismo que sucedi con todas las dems fuerzas, las peticiones hechas directamente a los cientficos por los gobiernos o la industria tuvieron gran importancia. La Revolucin francesa los moviliz, colocando al gemetra e ingeniero Lazare Camot al frente del esfuerzo de guerra jacobino, al matemtico y fsico Monge (ministro de Marina en 1792-1793) y a un equipo de matemticos y qumicos al frente de la produccin blica, como antes haba encomendado al qumico y economista Lavoisier la preparacin de un clculo de la renta nacional. Aquella fue tal vez la primera ocasin de la historia en que expertos cientficos, como los mencionados, entraron como tales a formar parte del gobierno, aunque esto fuera de mayor importancia para el gobierno que para la ciencia. En Inglaterra, las mayores industrias de nuestro perodo eran la textil algodonera y las del carbn, el hierro, el ferrocarril y la naviera. Los conocimientos que las revolucionaron fueron los de los hombres empricos, demasiado empricos quiz. El hroe de la revolucin del ferrocarril britnico fue George Stephenson, quien no era precisamente un cientfico culto, sino un hombre intuitivo que adivinaba las posibilidades de las mquinas: un superarte sano ms bien que un tcnico. Las tentativas de algunos hombres de ciencia como Babbage por hacerse tiles a los ferroca

    LA CIENCIA 283

    rriles, o de ingenieros como Brunel para establecerlos sobre fundamentos racionales ms bien que empricos, no dieron resultado.

    Por otra parte, la ciencia se benefici enormemente de! sorprendente estmulo dado a la educacin cientfica y tcnica y del algo menos sorprendente apoyo prestado a la investigacin durante nuestro perodo. Aqu s que es clarsima la influencia de la doble revolucin. La Revolucin francesa transform la instruccin cientfica y tcnica en su pas con la creacin de la Escuela Politcnica (1795) escuela para tcnicos de todas clases y el primer esbozo de la Escuela Normal Superior (1-794), que sera firmemente establecida como parte de una reforma general de la enseanza secundaria y superior por Napolen. Tambin hizo revivir a la mortecina Real Academia (1795) e instituy en el Museo Nacional de Historia Natural (1794) el primer verdadero centro de investigaciones fuera de las ciencias fsicas. La supremaca mundial de la ciencia francesa durante la mayor parte de nuestro perodo se debi, casi seguramente, a esas importantes fundaciones, sobre todo a ia Politcnica, turbulento centro de jacobinismo y liberalismo durante el perodo posnapolenico e incomparable semillero de grandes matemticos y fsicos. La Politcnica tuvo imitadores en Praga, Mena y Estocolmo, en San Petersburgo y Copenhague, en toda Alemania y Blgica, en Zurich y Massa- chusetts. pero no en Inglaterra. El choque de la Revolucin francesa tambin sacudi la apata educativa de Prusia, y la nueva Universidad de Berln (1806-1810), fundada como parte del resurgir prusiano, se convirti en modelo para las dems universidades alemanas, las cuales, a so vez, iban a crear el patrn para las instituciones acadmicas del mundo entero. Tampoco se imitaron esas reformas en Iaglaterra, en donde la revolucin poltica nada gan ni conquist. Pero 1a inmensa riqueza del pas, que estableca laboratorios privados como los de Henry Cavendish y James Joule, y la presin general de las personas inteligentes de la clase media para conseguir una educacin cientfica y tcnica, dio buenos resultados. El conde Rumford, un ilustrado aventurero peripattico, fund la Royal Institution en 1799. Su fama entre los legos se asentaba principalmente sobre sus famosas conferencias pblicas, pero su verdadera importancia reside en las facilidades nicas para la experimentacin cientfica que concedi a Humphrey Davy y Michael Faraday. Fue, en efecto, un primer ejemplo de laboratorio de investigacin. Otras entidades para el progreso de la ciencia, como la Sociedad Lunar de Birmingham y la Sociedad Literaria y Filosfica de Manchester, movilizaron la ayuda de los industriales en las provincias: John Dalton, el fundador de la teora atmica, proceda de la ltima. Los radicales benthamitas de Londres fundaron (o ms bien se hicieron cargo de ella y la modificaron) la Institucin Mecnica de Londres el actual Birkbcck College como escuela para tcnicos, la Universidad de Londres como contrapeso a la somnolencia de Oxford y de Cambridge, y la Asociacin Britnica para el Avance de la Ciencia (1831) como alternativa dei aristocrtico sopor en que yaca la degenerada Royal Society. No eran fundaciones destinadas a alentar la bsqueda del puro conocimiento por s mismo, ya que este tipo de instituciones tardan

  • 284 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 17*9-1848

    ms en hacer su aparicin. Incluso en Alemania, el primer laboratorio 00*$ versitaiio para investigaciones qumicas (el de Liebig en Giessen) no se w. tal hasta 1825. (Su modelo intil es decirlo fue francs.) Eran institu-7^ ciones para formar tcnicos como en Francia e Inglaterra, profesores como'-iy* en Francia y Alemania, o para inculcar en los jvenes el espritu de serviciQ - i^ ^ a su pas.

    Por tanto. la poca revolucionaria engros el nmero de cientficos y em-;^?W ditos y extendi la ciencia en todos sus aspectos- Y ms todava, vio al verso geogrfico de la ciencia ensancharse en dos direcciones. En prim et-a^ ^ lugar, el progreso del comercio y la exploracin abri nuevas zonas del mun-V.^ " do a ios estudios cientficos y estimul el pensamiento sobre ellas. Uno los mayores talentos cientficos de nuestro perodo, Alexander von Humboldt (1769-1859), contribuy primariamente de este modo al avance de la cien- cia: como un infatigable viajero, observador y terico en los campos de la geografa, la etnografa y la historia natural, aunque por su noble sntesis de \ todos los conocimientos Kosmos (1845-1859) no puede ser confinado dentro de los lmites de las disciplinas particulares. .

    En segundo lugar, el universo cientfico se ensanch para abarcar pue- blos y pases que hasta entonces slo le haban aportado contribuciones ' : insignificantes. La lista de grandes cientficos de, digamos, 1750 contiene muy pocos que no sean franceses, britnicos, alemanes, italianos y suizos.. Pero una lista mucho ms corta la de los matemticos de la primera mitad del siglo xix comprende a Henrik Abel, de Noruega; Janos Bolyai. de Hungra, y Nikolai Lobachevski, de la todava ms remota ciudad de Kazn.Otra vez aqu la ciencia parece reflejar la ascensin de las culturas naciona- - ^ - les fuera de Europa occidental, lo cual es tambin un sorprendente resultado ^ de la poca revolucionaria. Este elemento nacional en la expansin de las ciencias se reflej a su vez en el declinar del cosmopolitismo que haba sido * tan caracterstico de las pequeas comunidades cientficas de los siglos xvn .$&' y xvm. La poca de las ambulantes celebridades cientficas internacionales 4-. que se trasladaban, como Euler, de Basilea a San Petersburgo, de San Peters* burgo a Berln para volver a la corte de Catalina la Grande, pas con los anti- guos regmenes. En adelante, los cientficos permaneceran dentro de su rea V. lingstica, salvo para brevsimas visitas, comunicndose con sus colegas por >'' medio de los peridicos eruditos, producto tpico de este perodo: los Pro- Y. ceedings o f the Royal Society (1831), Comptes Rendus de VAcadmie des Sciences (1837), Proceedings o f the American Philosophical Society (1838). o los nuevos peridicos especializados, tales como el de Crelle. Journal fr Reine und Angewandte Moihemalik o los Annales de Chimie et de Physi- que (1797).

    LA CIENCIA 285

    II

    Antes de que podamos juzgar la naturaleza del impacto de la doble revolucin sobre las ciencias, debemos echar una ojeada a lo que les ocurri. En conjunto, las ciencias fsicas no fueron revolucionadas. Es decir, permanecieron sustanciaimente dentro de los trminos de referencia establecidos por Newton, bien continuando lneas de investigacin ya seguidas en el siglo xvm, bien extendiendo los antiguos descubrimientos fragmentarios y coordinndolos en sistemas tericos ms amplios. El ms importante de los campos abiertos as (y el nico que tuvo inmediatas consecuencias tcnicas) fue el de la electricidad, o ms bien el electromagnetismo. Cinco fechas principales cuatro de ellas en nuestro perodo sealan su decisivo progreso: 1786, en la que Galvani descubro la corriente elctrica; 1799, en la que Volta construye su pila elctrica; 1800, en la que se inventa la electrlisis; 1820, en la que Oersted descubre la conexin entre electricidad y magnetismo, y 1831, en la que Faraday establece la relacin entre estas fuerzas e incidentalmente se encuentra explorando un acercamiento a la fsica (en trminos de campos ms bien que de impulsos mecnicos) que se anticipaba a la poca moderna. Lo ms importante de las nuevas sntesis tericas fue el descubrimiento de las leyes de la termodinmica, es decir, de las relaciones entre el calor y la energa.

    La revolucin que transform a la astronoma y a la fsica en ciencias modernas se produjo en el siglo xvn; la que cre la qumica, corresponde de lleno al principio de nuestro perodo. De todas las ciencias, sta fue la ms ntima e inmediatamente ligada a las prcticas industriales, especialmente al proceso de blanqueo y teido de la industria textil. Adems, sus creadores fueron no slo hombres prcticos unidos a otros hombres prcticos (como Dalton en 1a Sociedad Literaria y Filosfica de Manchester y Priestlcy en la Sociedad Lunar de Binningham), sino tambin, algunas veces, revolucionarios polticos, aunque moderados. Dos fueron vctimas de la Revolucin francesa: Priestlcy a manos de los tories, por simpatizar excesivamente con ella, y el gran Lavoisier en la guillotina, por no simpatizar bastante o ms bien por ser un gran hombre de negocios.

    La qumica, como la fsica, fue una ciencia preeminentemente francesa. Su virtual fundador, Lavoisier (1743-1794), public su fundamental Trait elmentaire de chimie en el mismo ao de la revolucin, y la inspiracin para los adelantos qumicos, y especialmente la organizacin de la investigacin qumica en otros pases incluso en aquellos que ms tarde seran los centros ms importantes de esas investigaciones, como Alemania fueron primeramente francesas. Los mayores avances antes de 1789 consistieron en poner un poco de orden elemental en la maraa de experimentos empricos, elucidando algunos procesos qumicos fundamentales, como la combustin, y algunos elementos asimismo fundamentales, como el oxgeno. Tambin aportaron una precisa medicin cuantitativa y un programa de ulteriores

  • 286 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789-1848

    investigaciones sobre todo ello. El concepto crucial de una teora atmica (fundada por Dalton eo 1803-1810) hizo posible el invern de ia frmula qumica y con ello la apertura de los estudios de estructura qumica, a lo que sigui una gran abundancia de nuevos experimentos. En el siglo xix, la qumica iba a ser una de las ms vigorosas de todas las ciencias y, por tanto, de las ms atractivas como siempre lo son los temas dinmicos para muchos hombres inteligentes. No obstante, la atmsfera y los mtodos de la qumica siguieron siendo mucho tiempo los del siglo xvm.

    Pero la qumica tuvo una implicacin revolucionaria: el descubrimiento de que la vida poda ser analizada en los trminos de las ciencias inorgnicas. Lavoisier descubri que la respiracin es una forma de combustin de oxgeno. Woehler descubri (1828) que un cuerpo que antes se encontraba slo en las cosas vivas la urea poda ser sintetizado eo el laboratorio, con lo que abri el nuevo y vasto campo de la qumica orgnica. A pesar de que se super as el gran obstculo para el progreso la creencia de que la materia viva obedeca fundamenta] mente a leyes naturales diferentes de las de la materia inerte , ni el estudio de la mecnica ni el de la qumica permitieron al bilogo avanzar mucho. Su avance ms importante en este perodo, el descubrimiento de Schleiden y Schwann de que todas las cosas vivas estaban compuestas de infinitas clulas (1838-1839), estableci una especie de equivalente de la teora atmica en la biologa; pero la madurez de la biofsica y la bioqumica tardara todava mucho tiempo en llegar.

    Una revolucin an ms profunda que en la qumica, aunque por la naturaleza de la ciencia menos visible que en ella, se produjo en las matemticas. A diferencia de la fsica que permaneca dentro de los trminos de referencia del siglo xvn y de la qumica que respiraba a sus anchas por el portillo abierto en el xvm, las matemticas entraron en nuestro perodo en uo universo completamente nuevo, mucho ms all del de los griegos, todava dominado por la aritmtica y la geometra plana, y el del siglo xvu, en el que dominaba el anlisis. Pocos, salvo.los matemticos, podrn apreciar 1a profundidad de la innovacin que significaron para la ciencia la teora de las funciones de complejos variables (Gauss, Cauehy. Abel, Jacobi), la teora de los grupos (Cauehy, Galois) o la de los vectores (Hamilton). Pero hasta los profanos pueden comprender el alcance de la revolucin por la cual el ruso Lobachevski (1826-1829) y el hngaro Bolyai (1831) derribaron la ms permanente de las certidumbres intelectuales: la geometra euciidiana. Toda la majestuosa e inconmovible lgica de Euclides descansaba sobre ciertas suposiciones, una de las cuales, el axioma de que las paralelas nunca se encuentran, no es ni evidente ni probable. Hoy parece elemental construir una geometra igualmente lgica sobre algunos otros supuestos, por ejemplo (Lobachevski, Bolyai) que una infinidad de paralelas a la lnea L puede pasar por el punto P; o (Riemann) que ninguna paralela a La lnea L pasa por e punto P; sobre todo cuando podemos construir superficies de vida real a las que aplicar esas reglas. (As la tierra es un gjobo, conforme a los supues

    LA CIENCIA 287

    tos riemannianos y no a los euclidianos.) Pero hacer tales supuestos a principios del siglo xix era un acto de audaci intelectual comparable a colocar al Sol, en lugar de la Tlen-a, en el centro del sistema planetario.

    m

    La revolucin matemtica pas inadvertida salvo para unos cuantos especialistas en temas tan alejados de la vida cotidiana. En cambio, la revolucin en las ciencias sociales apenas poda dejar de interesar al profano, ya que le afectaba visiblemente, en general segn se crea para lo peor. Los eruditos y amantes de las ciencias de las novelas de Thomas Love Peacock estn suavemente baados de simpata o amable ridculo, pero no as los economistas y propagandistas de la Steam Intellect Society.

    Hablando con precisin, hubo dos revoluciones cuyos cursos convergen para producir el marxismo como la sntesis ms amplia de las ciencias sociales. La primera, que continuaba los brillantes avances de los racionalistas de los siglos xvn y xvm, estableca el equivalente de las leyes fsicas para las poblaciones humanas. Su primer triunfo fue la construccin de una sistemtica teora deductiva de economa poltica ya muy avanzada en 1789. La segunda, que eo sustancia pertenece a nuestro perodo y est estrechamente unida al romanticismo, fue el descubrimiento de la evolucin histrica (vanse pp. 241-243 y 24S-249).

    La atrevida innovacin de los racionalistas clsicos haba consistido en demostrar que algo como leyes lgicamente preceptivas poda aplicarse a la conciencia humana y a la libre determinacin. Las leyes de la economa poltica eran de esta clase. El convencimiento de que estaban ms all de gustar o disgustar, como las leyes de la gravedad (con las que a menudo se las comparaba), permita una firme seguridad a los capitalistas de principios del siglo xix, y tenda a imbuir a sus romnticos contradictores de un anti- iracionalismo de igual dureza. En principio, los economistas tenan razn, desde luego, aunque, exageraban mucho la universalidad de los postulados en los que basaban sus deducciones, la capacidad de otras cosas para permanecer iguales, y tambin, a veces, sus capacidades intelectuales. Si 1a poblacin de una ciudad se duplica y el nmero de viviendas no aumenta, en igualdad de condiciones, las rentas deben subir aunque unos lo deseen y otros no. Proposiciones de este tipo constituan la fuerza de los sistemas de razonamiento deductivo construidos por la economa poltica, sobre todo en Inglaterra, aunque tambin, en grado algo menor, en Francia, Italia y Suiza, los antiguos centros de la ciencia en el siglo xvm. Como ya hemos visto, el perodo 1776-1830 asisti al triunfo de esta economa poltica (vase p. 241). Se vio complementada por la primera representacin sistemtica de una teora demogrfica destinada a establecer una relacin mecnica, y virtualmente inevitable, entre las proporciones matemticas de los aumentos de poblacin y de los medios de subsistencia. El Ensayo sobre el principio de la pobla-

  • 288 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789*1848

    cin (1798) de T. R. Malthus no era ni tan original ni tan indiscutible como afirmaban sus partidarios en el entusiasmo del descubrimiento de que alguien haba demostrado que los pobres deben permanecer siempre pobres y que la generosidad y la compasin pueden hacerlos todava ms pobres. Su importancia radica no en sus mritos intelectuales bastante moderados , sino en su pretensin de que se diera carcter cientfico a un grupo de decisiones individuales y caprichosas como las sexuales consideradas como un fenmeno social.

    La aplicacin de los mtodos matemticos a la sociedad realiz otro gran avance en este perodo. Tambin aqu los cientficos de habla francesa abrieron el camino, asistidos sin duda por la soberbia atmsfera matemtica de la educacin francesa. 1 belga Adolphe Quetelet, en su libro Sur l homme (1835), que hizo poca, demostr que la distribucin estadstica de las caractersticas humanas obedeca a leyes matemticas conocidas, de lo cual deduca, con una confianza juzgada entonces excesiva, la posibilidad de asimila las ciencias sociales a las fsicas. La posibilidad de una generalizacin estadstica .sobre las poblaciones humanas y el establecimiento de firmes predicciones sobre esa generalizacin haban sido anticipados por los tericos de la probabilidad (el punto de partida de Quetelet en las ciencias sociales), y por los hombres prcticos que tenan que basarse en ella, por ejemplo en las compaas de seguros. Pero Quetelet y el floreciente grupo contemporneo de estadsticos, antropomtricos e investigadores sociales, aplicaron estos mtodos a campos ms vastos y crearon la mayor herramienta matemtica para la investigacin de los fenmenos sociales.

    Estos desarrollos en las ciencias sociales fueron revolucionarios de la misma manera que lo fue la qumica: siguiendo los avances ya tericamente realizados. Pero las ciencias sociales lograron tambin algo completamente nuevo y original, que a su vez fertiliz a las ciencias biolgicas e incluso a alguna ciencia fsica como la biologa. Ese logro fue el descubrimiento de la historia como un proceso de evolucin lgica y no slo como una sucesin cronolgica de acontecimientos. Los lazos de esta innovacin con la doble revolucin son tan obvios que no necesitan ser explicados. As, lo que se llamara sociologa (palabra inventada por A. Comte hacia 1830) brot directamente de la crtica de) capitalismo. El propio Comte, a quien se considera el fundador de dicha disciplina, empez su carrera como secretario particular del precursor de los socialistas utpicos, el conde de Saint-Simon,3 y el ms formidable terico contemporneo en materia sociolgica, Karl Marx, consider su teora principalmente como un instrumento para cambiar el mundo.

    La creacin de la historia como un tema acadmico es quiz el aspecto menos importante de esta historizacin de las ciencias sociales. Es verdad que Europa padeci una epidemia de historiadores en la primera mitad del

    2. Aunque, como hemos visto, las deas de Sairu-Simon d o son fciles de clasificar, parece pedante abandonar ta prctica establecida de considerarte un socialista utpico.

    LA CIENCIA 289

    siglo xix. Pocas veces hubo ms hombres dispuestos a interpretar su mundo escribiendo grandes relatos del pasado de los distintos pases, a veces por vez primera. Karamzin en Rusia (1818-1824), Geyer en Suecia (1832*1836), Palacky en Bohemia (1836-1867), son los padres fundadores de la historiografa en sus respectivos pases. En Francia, la urgencia de entender el presente a travs del pasado era particularmente fuerte, por lo que pronto la revolucin fue el tema de intensos y partidistas estudios de Thiers (1823, 1843), Mignet (1824), Buonarroti (1828), Lamartine (1847) y el gran Miche- let (1847-1853). Fue la poca heroica de la historiografa, pero pocas obras de Guizot, Augustis Thierry o Micbelet en Francia, del dans Niebuhr y el suizo Sismondi, de Haliam, Lingard y Carlyle en Inglaterra, y de innumerables profesores alemanes, sobreviven hoy da ms que como documentos histricos , como literatura y alguna vez como recuerdo de un genio.

    Los resultados ms duraderos de este despertar histrico se produjeron en el campo de la documentacin y la tcnica histrica. La recogida de vestigios del pasado, escritas o no escritas, se convirti en una pasin universal. Quiz iese, en pane, un intento para salvaguardarlas de los rudos ataques del presente, aunque probablemente su estmulo ms importante fuera el nacionalismo: en algunas naciones todava dormidas, muchas veces seran el historiador, el lexicgrafo y el recopilador de canciones folklricas los verdaderos fundadores de la conciencia nacional. As, los franceses crearon su cole des Chartes (1821), los ingleses un Public Record Office (1838), los alemanes empezaron a publicar el Monumento Germaniae Historiae (1826), mientras el prolfico Leopold von Ranke (1795-1886) sent la doctrina de que la historia deba basarse en la escrupulosa valoracin de los documentos originales. Entretanto, como hemos visto en el captulo anterior, los lingistas y folkloristas preparaban los diccionarios fundamentales de sus idiomas y las colecciones de las tradiciones orales de sus pases.

    La insercin de la historia en las ciencias sociales tuvo sus ms importantes efectos en el derecho, en donde Friedrich Karl von Savigny fund la escuela histrica de jurisprudencia (1815),' en el estudio de la teologa, en donde la aplicacin del criterio histrico especialmente en Leben Jesu (1835) de D. F. Strauss horrorizaba a los fundamentalistas; pero sobre todo en una ciencia completamente nueva, la filologa. Tambin esta ciencia se desarroll primeramente en Alemania, que era el ms vigoroso centro de difusin para los estudios histricos. No es fortuito que Karl Marx fuera alemn. El ostensible estmulo para la filologa era la conquista por Europa de las sociedades no europeas. Las primeras investigaciones de sir William Jones (1786) sobre el snscrito fueron resultado de la conquista de Bengala por los ingleses; el desciframiento por Champollion de le jeroglficos egipcios (su obra principal sobre el tema se public en 1824), de la expedicin de Bonaparte a Egipto; la elucidacin de la escritura cuneiforme por Raw- linson (1835) reflejaba la ubicuidad de los oficiales coloniales britnicos. Pero, de hecho, la filologa no se limit al descubrimiento, descripcin y clasificacin. Sobre todo en manos de los grandes eruditos alemanes como

  • 290 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789-1848

    Franz Bopp (1791-1867) y los hermanos Grimm se convirti en la segunda ciencia social propiamente dicha; es decir, en la segunda que descubri leyes generales aplicables a un campo al parecer tan caprichoso como el de la comunicacin humana. (La primera ftie la economa poltica.) Pero a dife. rencia de las leyes de la economa poltica, las de la filologa eran fundamentalmente histricas, o ms bien evolucionistas.

    Su fundamento fue el descubrimiento de que una vasta serie de idiomas, los indoeuropeos, estaban emparentados unos con otros; a lo que se aadi el hecho evidente de que cada idioma escrito que exista en Europa haba sido completamente transformado en el transcurso de los siglos y se presuma que seguira sufriendo transformaciones. El problema no era slo el de probar y clasificar esas relaciones mediante una comparacin cientfica, tarea que por entonces se emprendi a fondo (por ejemplo, en la anatoma comparada de Cuvier). Era tambin, principalmente, el de elucidar su evolucin histrica a partir del que debi haber sido un antepasado comn. La filologa fue la primera de las ciencias que consider la evolucin como su verdadera esencia. Desde luego fue afortunada, porque la Biblia guarda relativo silencio sobre la historia del lenguaje, mientras que los bilogos y gelogos saban que es demasiado explcita acerca de la creacin y la historia primitiva del globo. Por tanto, los fillogos corrieron mucho menos peligro de ser arrastrados por las aguas del Diluvio o tropezar en los obstculos del Gnesis l, que sus desdichados colegas. Si acaso la afirmacin bblica de que en toda la tierra haba un solo lenguaje estaba a su lado. Pero la filologa tambin tuvo la suerte de que de todas las ciencias sociales era la nica que no trataba directamente de los seres humanos, que siempre se sienten agraviados por la sugerencia de que sus acciones estn determinadas por algo que no sea su libre albedro, sino que se ocupa de las palabras, que no se ofenden por ello. Por tanto, tena libertad para enfrentarse con lo que todava es el problema fundamental de las ciencias histricas: cmo deducir la inmensa y al parecer caprichosa variedad de individuos existente en la vida real de la accin de leyes generales invariables.

    Los fillogos precursores no avanzaron mucho en la explicacin de los cambios lingsticos, aunque ya Bopp propuso una teora sobre el origen de las inflexiones gramaticales. Pero establecieron para las lenguas indoeuropeas algo semejante a un rbol genealgico. Hicieron varias generalizaciones inductivas acerca de las proporciones relativas de cambio en los diferentes elementos lingsticos, y algunas generalizaciones histricas de gran alcance, como la ley de Grimm (que demostraba que rodas las lenguas teutnicas experimentaron ciertos cambios consonantales, y, varios siglos despus, un grupo de dialectos teutnicos experiment otro cambio similar). No obstante, durante aquellas exploraciones iniciales, nunca dudaron de que la evolucin

    3. Paradjicamente, el intento de aplicar d mtodo fsico-matemtico a la lingstica, considerada como parte de una teora de las comunicaciones ms general, no se hizo hasta etpresent siglo. 4

    LA CIENCIA 291

    del lenguaje era no slo una cuestin de establecer secuencias cronolgicas o registrar variantes, sino que deba explicarse por leyes lingsticas generales, anlogas a las cientficas.

    IV

    Los bilogos y gelogos tuvieron menos suerte. Tambin para ellos la historia fue la fuente principal, aunque el estudio de la tierra estuviera

  • 292 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848

    Qu iba a suceder con el Diluvio y el Arca de No? Qu con la distinta creacin de las especies, sin mencionar al hombre? Qu iba a ser, sobre todo, de la estabilidad social? No slo los sencillos sacerdotes y los menos sencillos polticos se formulaban con inquietud tales preguntas. El gran Cuvier, el fundador del estudio sistemtico de los fsiles en sus Recherches sur les ossemenis fossiUs (1812), rechazaba la evolucin en nombre de la Providencia. Sera mejor imaginar una serie de catstrofes en la historia geolgica, seguida por una serie de recreaciones divinas era casi imposibleconsiderar los cambios geolgicos como diferentes de los biolgicos__quetropezar con la rigidez de la Escritura y de Aristteles. El infeli2 doctor Law- rence, que contest a Lamarck proponiendo una casi darviniana teora de la evolucin por seleccin natural, se vio obligado, ante el gritero de los conservadores, a retirar de la circulacin su Natural History o f Man (1819). Haba sido lo bastante imprudente para no slo tratar la evolucin del hombre, sino tambin sealar las consecuencias de sus ideas para la sociedad contempornea. Su retractacin le conserv su destino, asegur su porvenir y perturb para siempre su conciencia, a la que tranquilizaba adulando a los valerosos impresores radicales que, de cuando en cuando, pirateaban su incendiaria obra.

    Slo a partir de 1830 cuando la poltica tom un rumbo hacia la izquierda se abrieron paso las teoras evolucionistas en la geologa, con la publicacin de la famosa obra de Lyell Principios de geologa (1830-1833), que acab con la resistencia de los neptunianos, quienes afirmaban con la Biblia que todos los minerales haban surgido de las soluciones acuosas que antes haban cubierto la fierra (Gnesis 1, 7-9), y de los catastrofistas que seguan la desesperada lnea de argumentacin de Cuvier.

    En la misma dcada, Schmerling, que investigaba en Blgica, y Boucher de Perthes, quien por fortuna prefiri su hobby de la arqueologa a su cargo de jefe de aduanas en Abbeville, pronosticaron algo ms alarmante todava: el descubrimiento de los restos fosilizados del hombre prehistrico, cuya posibilidad haba sido calurosamente denegada.* Pero el conservadurismo cientfico fue todava capaz de rechazar aquella escandalosa perspectiva alegando la falta de pruebas definitivas, hasta el descubrimiento del hombre de Neandertal en 1856.

    No hubo ms remedio que aceptar: a) que las causas ahora en movimiento haban, en el transcurso del tiempo, transformado la tierra desde su primitivo estado hasta el presente; b) que esto necesit un tiempo mucho mayor que el que pudiera deducirse de las Escrituras, y c) que la sucesin de estratos geolgicos revelaba-una sucesin de formas de animales que implicaba una evolucin biolgica. Bastante significativamente, los que aceptaron con ms facilidad todo esto y mostraron el mayor inters en el problema de

    5. Sus Anriquitts cehiquts t antcdUuvltnnes d o se publicaron hasta 1846. De hecho,varios fsiles humanos se hablan descubierto de cuando en cuando, pero yacan, o sin sin ser reconocidos, o, sencillamente, olvidados en los rincones de los museos provinciales.

    LA CIENCIA 293

    la evolucin fueron los radicales seglares de la clase media britnica (siempre con la excepcin del egregio doctor Andrew Ure, muy conocido por sus himnos de alabanza al sistema fabril). Los cientficos tardaron ms en aceptar la ciencia. Esto no es muy sorprendente si recordamos que la geologa era la nica ciencia, en este tiempo, lo bastante caballeresca (quiz porque se practicaba al aire libre, muchas veces en costosas excursiones geolgicas) para ser seriamente enseada en las universidades de Oxford y Cambridge.

    Sin embargo, faltaba todava por imponerse la evolucin biolgica. El explosivo tema no volvi a discutirse hasta bastante despus de la derrota de las revoluciones de 1848. E incluso entonces Charles Darwin lo manej con gran precaucin y ambigedad, por no decir con mala fe. Incluso la exploracin paralela de la evolucin a travs de la embriologa disminuy temporalmente. Tambin aqu los primeros filsofos especulativos alemanes, como Johann Meckel de Halle (1781-1833), haban sugerido que durante su crecimiento el embrin de un organismo recapitula la evolucin de sus especies. Pero esta ley biogentica, aunque estuvo sostenida al principio por hombres como Rathke, descubridor de que los embriones de pjaros pasan por una fase en la que tienen branquias (1829), acab siendo rechazada por el formidable Von Baer en Koenigsberg y San Petersburgo la filosofa experimental parece haber ejercido una gran atraccin sobre los investigadores de las zonas de Eslavonia y el Bltico y no volvera a dar seales de vida hasta el advenimiento del darwinismo.

    Entretanto, las teoras evolucionistas haban hecho sorprendentes progresos en el estudio de la sociedad. Sin embargo, no debemos exagerar tales progresos. El perodo de la doble revolucin pertenece a la prehistoria de todas las ciencias sociales, excepto la economa poltica, la lingstica y quiz la estadstica. Incluso su ms formidable logro, la coherente teora de la evolucin social de Marx y Engels era en aquella poca poco ms que una brillante conjetura puesta en marcha en un soberbio esquema y utilizada como base para el relato histrico. La firme construccin de cimientos cientficos para el estudio de la sociedad humana no empezara hasta la segunda mitad del siglo.

    Lo mismo ocurrira en los campos de ia antropologa o etnografa social, de la prehistoria, de la sociologa y de la psicologa. El hecho de que tales campos de estudio fueran bautizados en nuestro perodo o de que exigiera ser considerado cada uno como una ciencia peculiar con sus caractersticas propias es importante. John Stuart Mili, en 1843, fue tal vez el primero que reclam con energa ese estatus para la psicologa. Asimismo, es significativo el hecho de que se fundaran en Francia e Inglaterra (1839, 1843) sociedades etnolgicas especiales para estudiar las razas humanas, lo mismo que la multiplicacin de investigaciones sociales por medios estadsticos y de sociedades estadsticas entre 1830 y 1848. Pero las instrucciones generales para

    6. Rathke enseaba en Dorpat (Tartu), ea Estonia: Pander, en Riga; y el gran fisilogo checo Purkinje abri el primer laboratorio de investigaciones fisiolgicas en Breslau el aflo 1830

  • 294 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789-1MS

    los viajeros de la Sociedad Etnolgica francesa en las que se les encareca descubrir lo que las memorias de los pueblos han conservado de sus orgenes ... lo que las revoluciones han significado en su idioma o sus costumbres, en su arte, su ciencia y su riqueza, su fuerza o su gobierno, por causas nter* as o invasin extranjera son poco ms que un programa, aunque profundamente histrico. En realidad, lo que importa respecto a la ciencia social en nuestro perodo son menos sus resultados (aunque pudiera acumularse un considerable material descriptivo) que su firme predisposicin materialista, expresada en una decisin de explicar las diferencias humanas sociales con relacin al medio ambiente, y su igualmente firme adhesin a la evolucin. No haba definido Chavannes en 1787 a la naciente etnologa como la historia del progreso de los pueblos hacia la civilizacin?*

    No tenemos ms remedio que aludir, siquiera sea brevemente, a un subproducto de aquel primer florecimiento de las ciencias sociales: las teoras de la raza. La existencia de diferentes razas (o ms bien colores) de hombres haba sido discutidsima en el siglo xvm, cuando el problema de una nica o mltiple creacin del hombre preocupaba tambin a las mentes reflexivas. La frontera entre monogenistas y poligenistas no era sencilla. El primer grupo comprenda a creyentes en la evolucin y la igualdad humana con hombres que consideraban que sobre este punto la ciencia no chocaba con la Escritura: los predarwinianos Prichard y Lawrence con Cuvier. El segundo inclua no slo a cientficos de buena fe, sino tambin a los racistas y esclavistas de los estados del sur de la gran Repblica norteamericana. Las discusiones raciales produjeron una viva explosin de antropometra, basada principalmente en la recogida, clasificacin y medicin de crneos, prctica estimulada tambin por la extraa aficin contempornea a la frenologa, que intentaba leer el carcter por la configuracin del crneo. En Inglaterra y en Francia se fundaron sociedades frenolgicas (1823, 1832), aunque el tema no tard en salir de la ciencia otra vez.

    A l mismo tiempo, una mezcla de nacionalismo, radicalismo, historia y observacin dio origen al lugar comn no menos peligroso de las permanentes caractersticas nacionales o raciales en la sociedad. En la dcada de 1820 los hermanos Thiercy, historiadores y revolucionarios franceses, haban emprendido el estudio de las conquistas de los normandos y de los galos, que todava se refleja en la primera y proverbial frase de los libros de texto franceses Nos anctres les Gaulois y en los paquetes azules de los cigarrillos Gauloise. Como buenos radicales sostenan que el pueblo francs descenda de los galos, los aristcratas de los teutones que los conquistaron, argumento que ms tarde sera utilizado con intencin conservadora por los racistas de la clase alta como el conde de Gobineau. La creencia de que aquel especial linaje racial sobreviva idea aceptada y defendida con comprensible

    7. Citado en la enciclopedia de la Pliade, Histoin de la science. 1957. p. 1465.8. Bssat sur t'ducation wieUtauee avec U projet dune Science nouvelle. Lausana,

    1787.

    LA CIENCIA 295

    celo por el naturalista gals W. Edwards para los celtas se ajustaba de maravilla a una edad en la que los hombres trataban de descubrir la romntica y misteriosa individualidad de sus naciones para reclamar misiones mesinicas para ellas si eran revolucionarios, o para atribuir su riqueza y podero a una innata superioridad. (En cambio no mostraban tendencia a atribuir la pobreza y la opresin a una innata inferioridad.) Pero para atenuar la responsabilidad de aquellos hombres, debemos decir que los peores abusos de las teoras racistas se produciran despus de acabar nuestro perodo.

    V

    Cmo explicar estos desarrollos cientficos? Cmo, en particular, relacionarlos con los dems cambios histricos de la doble revolucin? Es evidente que esas relaciones existen. Los problemas tericos de la mquina de vapor llevaron al brillante Sadi Camot en 1824 a la ms fundamental visin fsica del siglo xix, las dos leyes de la termodinmica (Rfl&xions sur la puis- sanee >notrice du /*), aunque no frieran las nicas aproximaciones al problema. El gran avance de la geologa y la paleontologa deba mucho al celo con el que los ingenieros y arquitectos excavaban el sudo, y a la gran importancia de la minera. Por algo Inglaterra se convirti en el pas geolgico por excelencia, instituyendo una inspeccin geolgica nacional en 1836. La inspeccin de los recursos minerales proporcion a los qumicos innumerables compuestos orgnicos para analizar. Y la minera, la cermica, la metalurgia, las artes textiles, las nuevas industrias de gas del alumbrado y qumicas, as como la agricultura, estimularon sus trabajos. El entusiasmo de la slida burguesa radical y de la aristocracia whig britnicas, no slo por las investigaciones aplicadas, sino por los audaces avances en el conocimiento de los que la propia ciencia oficial se asustaba, es prueba suficiente de que el progreso cientfico de nuestro perodo no puede ser separado de los estmulos de la Revolucin industrial.

    De manera parecida, las consecuencias cientficas de la Revolucin francesa son evidentes en la hostilidad franca o disimulada la ciencia con que los polticos conservadores o moderados miraban lo que consideraban consecuencias naturales de la subversin racionalista y materialista del siglo xvm. La derrota de Napolen trajo una oleada de oscurantismo. Las matemticas eran las cadenas del pensamiento humano gritaba el veleidoso Lamartine . Respiro y ellas se han roto. La lucha entre una combativa izquierda procientfica y anticlerical que en sus raros momentos de victoria haba erigido la mayor parte de las instituciones que permitan funcionar a los cientficos franceses, y una derecha anticientfica que haca lo posible por aniquilarlas10 no ha terminado todava. Lo cual no quiere decir que los hom-

    9. Su descubrimiento de la primera ley do se public, sin embudo, hasta mocho mis tarde.10. Cf. Goeriac, Science and Naotta) Strength, en E. M. Ejtrle, cd., Modem Franct, 1951.

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    bres de ciencia de Francia o de otros pases fueran decididamente revolucionarios en aquel perodo. Algunos s lo eran, como el joven Evariste Galois que estuvo en las barricadas en 1830, fue perseguido por rebelde y muerto en un duelo provocado por unos espadachines polticos a la edad de veintin aos en 1832. Generaciones de matemticos han bebido en las profundas ideas que escribi febrilmente en la que saba iba a ser la ltima noche de su- vida. Otros, en cambio, eran francamente reaccionarios, como el legit im Cauehy, aunque por obvias razones la tradicin de la Escuela Politcnica, de la que era ei orgullo, fuese antirrealista militante. Probablemente la mayor parte de los cientficos perteneca a las izquierdas moderadas en el periodo posnapolenico. y algunos, especialmente en las naciones nuevas o en las comunidades antes apolticas, se veran obligados a aceptar preeminentes cargos polticos, sobre todo los historiadores, los lingistas y otros que mantuvieron conexin con los movimientos nacionales. Palacky se convirti en el principal portavoz de los checos en 1848, los siete profesores de Gotinga que firmaron una carta de protesta en 1837 se vieron convertidos en figuras nacionales" y el Parlamento de Francfort en la revolucin alemana de 1848 era notoriamente una asamblea de profesores y altos funcionarios civiles. Por otra parte, comparados con los artistas y los filsofos, los hombres de ciencia y de manera especial los consagrados a las ciencias naturales demostraban slo un bajfsimo grado de conciencia poltica, a menos de que sus estudios o experimentos requiriesen otra cosa. Fuera de los pases catlicos, por ejemplo, demostraban una notable capacidad para combinar la ciencia con una tranquila ortodoxia religiosa que sorprende al que estudia la era pos- darwiniana.

    Semejantes derivaciones directas explican algunas cosas acerca del desarrollo cientfico entre 1789 y 1848, pero no mucho. Claramente los efectos indirectos de los acontecimientos contemporneos fueron ms importantes. Nadie poda dejar de observar que el mundo se estaba transformando ms radicalmente que nunca antes de aquella era. Ninguna persona inteligente poda dejar de estar atemorizada, agitada y estimulada mentalmente por aquellas convulsiones y transformaciones. Apenas sorprende que los patrones de pensamiento derivados de los rpidos cambios sociales, las profundas revoluciones, el sistemtico desplazamiento de instituciones habituales o tradicionales por las radicales innovaciones racionalistas, resultaran aceptables. Es posible conectar esta visible aparicin de la revolucin con la rapidez con que los matemticos antimundanos rompieron las antiguas y eficaces barreras del pensamiento? No podemos asegurarlo, aunque sabemos que la adopcin de nuevas lneas revolucionarias de pensamiento se evita normalmente no por su intrnseca dificultad, sino por su conflicto con las tcitas suposiciones acerca de lo que es o no natural. Los trminos nmero irracional (para nmeros como V*) o imaginarios (para nmeros como V-7) indican la naturaleza de la dificultad. Una vez que decidimos que no son ni

    11. Enue ellos estaban los hermanos Grimm,

    L A CIENCIA 297

    ms ni menos racionales o reales que otros cualesquiera, todo es coser y cantar. Pero puede hacer falta una poca de profunda transformacin para animar a los pensadores a tomar tales decisiones; y as las variables imaginariaso complejas en matemticas, catadas con confusa precaucin en el siglo xvm. slo alcanzaran su plenitud despus de la revolucin.

    Dejando a un lado las matemticas, era de esperar que los patrones sacados de las transformaciones de la sociedad tentaran a los cientficos en campos a los que por analoga parecan aplicables; por ejemplo, para introducir dinmicos conceptos evolucionistas en otros antes estticos. Esto poda ocurrir directamente o por intermedio de alguna otra ciencia. As el concepto de Revolucin industrial, fundamenta] para la historia y las economas modernas, se present en la dcada de 1820 como anlogo al de Revolucin francesa. Charles Darwin dedujo el mecanismo de la seleccin natural por analoga con el modelo de la competencia capitalista, que tom de Malthus (la lucha por la existencia). La aficin por las teoras catastrofistas en geologa (1790-1830) pudo tambin deberse en parte a lo familiarizada que estuvo aquella generacin con las convulsiones de la sociedad.

    Sin embargo, fuera de las ciencias ms claramente sociales, no hay que dar demasiada importancia a esas influencias externas. El mundo del pensamiento es en cierto modo autnomo: sus movimientos se producen dentro de la misma longitud de onda histrica que los de fuera, pero no son meros ecos de stos. As, por ejemplo, las teoras catastrofistas de la geologa tambin deben algo a la insistencia protestante y sobre todo calvinista en la omnipotencia arbitraria del Seor, Tales teoras fueron principalmente un monopolio de los protestantes, tan distintos de los trabajadores catlicos o agnsticos. Si en el campo de las ciencias se producen movimientos paralelos a los de otros campos no es porque cada una de ellas pueda conectarse sencillamente a un aspecto correspondiente de la economa o la poltica.

    Pero la existencia de vnculos no puede negarse. Las principales corrientes del pensamiento general en nuestro perodo tienen su correspondencia en el campo especializado de la ciencia, lo cual nos capacita para establecer un paralelismo entre ciencias y artes o entre ambas y las actitudes poltico-sociales. As, pues, el clasicismo y el romanticismo existieron tambin en las ciencias, y como hemos visto, cada uno se ajustaba a un modo particular de considerar la sociedad humana. La adecuacin del clasicismo (o en trminos intelectuales, el universo racionalista, mecnico y newtoniano de la Ilustracin) con el medio del liberalismo burgus, y del romanticismo (o en trminos intelectuales con la llamada filosofa natural) con sus oponentes, es evidentemente una supersimplificacin y se rompi despus de 1830. No obstante, presenta un cierto aspecto de verdad. Hasta que la ascensin de teoras como el socialismo moderno ancl firmemente al pensamiento revolucionario en el pasado racionalista (vase cap. 13), algunas ciencias como la fsica, la qumica y la astronoma marchaban con el liberalismo burgus franco-britnico. Por ejemplo, los revolucionarios plebeyos del ao ii estaban inspirados por Rousseau ms bien que por Voltaire, y sospechaban de Lavoi-

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    sier (al que ejecutaron) y de Laplace, no slo por sus conexiones con el antiguo rgimen, sino por razones muy parecidas a las que llevaron al poeta William Blake a criticar duramente a Newton.12 Por el contrario, la historia natural era simptica, pues representaba el camino a la espontaneidad de la verdadera t incorruptible naturaleza. La dictadura jacobina, que disolvi la Academia francesa, fund nada menos que doce ctedras de investigacin en el Jardin des Plantes. Lo mismo ocurri en Alemania, en donde el libera* lismo clsico era dbil (vase cap. 13): una ideologa cientfica rival de la clsica la filosofa natural gan rpida popularidad.

    Es fcil subestimar la filosofa natural, porque pugna con lo que hemos venido considerando con razn como ciencia. La filosofa natural era especulativa e intuitiva. Trataba de expresar el espritu del mundo o de la vida, la misteriosa unin orgnica de todas las cosas con las dems, y muchas ms cosas que resistan una precisa medida cuantitativa de claridad cartesiana. En realidad, era rebelarse sencillamente contra el materialismo mecnico, contra Newton y a veces contra la misma razn. El gran Goethe derroch una parte considerable de su olmpico tiempo tratando de desaprobar la ptica de Newton por la sencilla razn de que no se senta feliz con una teora que no acertaba a explicar los colores por la interaccin de los principios de la luz y la oscuridad. Tal aberracin causara dolorosa sorpresa en la Escuela Politcnica, en donde la persistente preferencia de los alemanes por el confuso Kepler, con su carga de misticismo, sobre la lucida perfeccin de los Principia era incomprensible. Qu poda uno hacer con los escritos de Lorenz Oken?

    La accin de la vida de D ios consiste en estarse manifestando eternamente. contemplndose eternamente en unidad y dualidad, dividido en el exterior y permaneciendo uno a pesar de todo ... La polarizacin es la primera fuerza que aparece en e l mundo ... La ley de la causalidad es una ley de polarizacin. La causalidad es un acto de generacin. E l sexo est arraigado en e) primer movimiento del mundo ... Por tanto, en todas las cosas hay dos procesos, uno individualizador, vitalizante, y otro universalizador, destructivo.11

    Qu hacer con tal filosofa? La desconcertada incomprensin de Ber- trand Russell respecto a Hegel, que operaba en tales trminos, es un buen ejemplo de la respuesta racionalista del siglo xvm a esta pregunta retrica. Por otra parte, la deuda que Marx y Engels reconocieron francamente tener con la filosofa natural14 nos advierte que no se la puede considerar como mera palabrera. Lo importante es que ejerca una influencia. Y produjo no meramente un esfuerzo cientfico Lorenz Oken fund la liberal Deutsche

    12. Es la sospecha de la ciencia newtoniana no se extenda a su aplicacin material, cuyo valor econmico y militar era evidente.

    13. Citado en S. Masn, A History ot the Sciences, 1953. p. 286.14. Ant-Duehring y Feuerbach, de Engels, contienen una cualificada defensa de ella, io

    mismo que de Kepler contra Newton. .

    LA CIENCIA 299

    Naturforscheversammlung e inspir la Asociacin Britnica para el Avance de la Ciencia , sino tambin fructferos resultados. La teora celuar en biologa, una buena parte de la morfologa, la embriologa, ta filologa y mucho del elemento histrico y evolucionista en todas las ciencias, fueron principalmente de inspiracin romntica. Pero incluso en su campo predilecto la biologa el romanticismo se vera sustituido por el fro clasicismo de Claude Bemard (1813-1878), el fundador de la fisiologa moderna. Por otra parte, hasta en las ciencias fsico-qumicas, que siguieron siendo la fortaleza del clasicismo, las especulaciones de los filsofos naturales sobre temas tan misteriosos como l electricidad y el magnetismo trajeron importantes avances. Hans Christian Oersted de Copenhague, discpulo del nebuloso Schelling, busc y hall en 1820 la conexin entre ambas fuerzas al demostrar el efecto magntico de las comentes elctricas. Ambos accesos a la ciencia se mezclaban, en efecto, pero casi nunca se fundan, ni siquiera en Marx, que conoca perfectamente los variados orgenes intelectuales de su pensamiento. En conjunto, el camino romntico sirvi de estmulo para nuevas ideas y puntos de partida, desapareciendo en seguida de las ciencias. Pero en nuestro perodo no puede ser menospreciado.

    Si no puede ser menospreciado como un estmulo puramente cientfico, menos an puede serlo por el historiador de ideas y opiniones, por cuanto hasta las ideas absurdas y falsas son hechos y fuerzas histricos. Nosotros no podemos desdear un movimiento que capt a hombres del ms alto calibre intelectual, como Goethe, Hegel y el joven Marx, o influy en ellos. Lo que podemos es tratar de comprender meramente su profunda insatisfaccin con la clsica visin del mundo de los anglo-franceses del siglo xvm, cuyas titnicas hazaas en la ciencia y en la sociedad eran innegables, pero cuyas estrecheces y limitaciones fueron tambin terriblemente evidentes en el perodo de las dos revoluciones. Advertir esas limitaciones y buscar, a menudo por intuicin ms bien que por anlisis, los trminos en que poda construirse un cuadro ms satisfactorio del mundo, no era construirlo realmente. Ni las visiones de un universo evolucionista, interconectado, dialctico, que expresaban los filsofos naturales, eran pruebas, ni siquiera frmulas adecuadas. Pero reflejaban problemas reales incluso problemas reales en las ciencias fsicas y anticipaban las transformaciones y ampliaciones del mundo de las ciencias que han producido nuestro moderno universo cientfico. Y en su caminar reflejaron tambin el impacto de la doble revolucin, que no dej sin cambiar uno solo d los aspectos de la vida humana.

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    C U L T U flA O C C ID E N TA L . 1615-1848; LA P E flA V

    Los estados de Europa en J836

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  • 340 LA ERA 08 LA REVOLUCIN. 17g9-I&48

    Valladolid. 17Vlniy. duelo de artillera en, 74 Varennes. 72Varsovia, Gran Ducado de. 96 Vasco de Gama, poca de, 33 vascos, 163,185viejos creyentes*, secta de los, 200,231 Venecia, 19.96,109.182 Venezuela, 117.148 Vferacruz. 17Vnli, Giuseppe, 257.259.260 n. 3,273 Vergennes, C G., conde de. ministro francs.

    97Vc^gnlatid, P. V. girondino. 76 Verana, 182Victoria, reina, 75. 106,174,192Viena. 22. 87, 127, 136. 139. 142, 147, 189.

    201 n. 24,224,279,283 Vigny, Alfrcd de, poeta, 84,258 Villerre. L. R-. 203, 209 o. 11; Tableo* de

    l'4tat physique et moral des ouvriers, 35 Vitkovtce, centro siderrgico cbcco, 178 Volga, rfo. 22\bfta, Alesandto, constructor de la batera. 285 Voltaire, Fran$ois-Marie Arouet, 39.252,277.

    297vonckistas, partido de Blgica. 88

    Wade, ~, escritor. 246 Wagner, Richard, 257,259.260. 265 Wagram, batalla de. 93 WaUcnstcin, triloga de, 254 i l 21 Washington. George, presidente estadouniden

    se, 86 n. 2,221 Waierioo.batallade.51.94,100,215,256,262 Watt, James, inventor de la mquina de vapor.

    28.34,37,85 n. 1 .192.301 n. 3

    Weber, Kari Mana voo: Fneischuetz, 268: Obe- rn. 258

    Wedgwood. Josiah, alfarero, 27 28.192,277 Wedgwood, Tbomas, 192 Weertfa. G.. poeta, 273 n. 20 Weirnac, 180. 276 Weitling. W comunista. 226 Wellington, duque de. 189.190 Wetley, John, 230. 231, 233; vase tambin

    metodistas Westfaa, reino de, 88.96 Wheatstone, sir Charles, inventor, 301 whig. partido, 86 ,118,144,263.269.295 Whiteboys, sociedad terrorista irlandesa. 130 Wieland. Christoph Martin, poeta, 86 Wilberforce, W.. reformista, 86 n. 2 ,22S Wilkmon. John, forjador, 85 Williams, David, refonoista, 86 n. 2 Wlson. Harriete, cortesana. 190,276 Wingate. siervo indio. 166 Woehlcr. Friedrich, cientfico. 286 Wordsworth. William, poeta, 85.258,263,271;

    Baladas Uricos, 258.270 Workmgme/t s Pony (partido de los trabajado

    res), 127 Wunemberg.9l

    Young, Arthur, 34, 56; Tours ia EngJand and Wales, 34

    Young. a M., 193 Yugoslavia. 146

    Zagteb, 142 Zanzbar, 184 zoroastrismo, 230 Znrich. 93,283

    NDICE

    Prefacio . Introduccin

    P rim era pakte

    EVOLUCIONES

    1.2.3.4.5.6.7.

    Segunda parte

    CONSECUENCIAS

    8.9.

    10.11.12.13.14.15.16.

    79

    15346184

    106116138

    153173187205222238257281300

    Mapas. . . Bibliografa . ndice alfabtico

    312321327