historia regional de puno

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Nicanor Domínguez Tengo que agradecer al SER por darme la posibilidad de hacer algo que siempre quise: darle alguna utilidad práctica a una investigación de tesis doctoral con un tema bastante alejado del presente pero que, a mi modo de ver, puede tener todavía mucha relevancia para algunas de nuestras preocupaciones actuales. Hace un año Javier Torres, Presidente de la Asociación SER, me propuso colaborar con algunos artículos históricos para la nueva revista Cabildo Abierto. Me pareció una buena idea ir presentando los resultados de mi investigación, antes de esperar a que algún día esa tesis pueda convertirse en un libro. Pensé que sería importante compartir los temas, sin necesariamente tener que detenerme a discutir las fuentes históricas o mencionar de dónde saco específicamente las informaciones que presento y ordeno para completar una interpretación histórica, aunque tratando siempre de mantener un cierto rigor académico. Coincidiendo con la época de salida de Cabildo Abierto, en noviembre del año pasado, un tema propuesto por mi editor, Christian Reynoso, fue el de la fundación de Puno, tal como lo presentamos ahora, tratando de fomentar el debate. Pensé que esta noche se podría hacer un esfuerzo por sintetizar y poner a disposición de la gente que vive aquí algunos datos sobre momentos importantes de su pasado. Además, hoy noté una cierta ansiedad por confirmar si vamos a seguir con la fiesta o hay que cancelarla. Pero, como se lo comentaba a Max hace unos minutos, no comencé la tesis tratando de hacer una historia urbana de Puno. Me interesó el problema previo de los conflictos entre mineros españoles en esta área del Sur Andino, del cual la fundación de Puno es una de las consecuencias. Por eso pensé que, aunque ya hay varios textos sobre la llamada "rebelión de los hermanos Salcedo" en Laycacota

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Este es un trabajo relacionado con la historia regional de departamento de Puno en el siglo XVII.

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Page 1: Historia Regional de Puno

Nicanor Domínguez

Tengo que agradecer al SER por darme la posibilidad de hacer algo que siempre quise: darle alguna utilidad práctica a una investigación de tesis doctoral con un tema bastante alejado del presente pero que, a mi modo de ver, puede tener todavía mucha relevancia para algunas de nuestras preocupaciones actuales.

Hace un año Javier Torres, Presidente de la Asociación SER, me propuso colaborar con algunos artículos históricos para la nueva revista Cabildo Abierto. Me pareció una buena idea ir presentando los resultados de mi investigación, antes de esperar a que algún día esa tesis pueda convertirse en un libro. Pensé que sería importante compartir los temas, sin necesariamente tener que detenerme a discutir las fuentes históricas o mencionar de dónde saco específicamente las informaciones que presento y ordeno para completar una interpretación histórica, aunque tratando siempre de mantener un cierto rigor académico.

Coincidiendo con la época de salida de Cabildo Abierto, en noviembre del año pasado, un tema propuesto por mi editor, Christian Reynoso, fue el de la fundación de Puno, tal como lo presentamos ahora, tratando de fomentar el debate. Pensé que esta noche se podría hacer un esfuerzo por sintetizar y poner a disposición de la gente que vive aquí algunos datos sobre momentos importantes de su pasado. Además, hoy noté una cierta ansiedad por confirmar si vamos a seguir con la fiesta o hay que cancelarla.

Pero, como se lo comentaba a Max hace unos minutos, no comencé la tesis tratando de hacer una historia urbana de Puno. Me interesó el problema previo de los conflictos entre mineros españoles en esta área del Sur Andino, del cual la fundación de Puno es una de las consecuencias. Por eso pensé que, aunque ya hay varios textos sobre la llamada "rebelión de los hermanos Salcedo" en Laycacota (y es una de las cosas que pensé que sería útil hacer: presentar esos textos en alguno de los artículos publicados en Cabildo Abierto), no quería volver a repetir lo que se había dicho, volver a contar esa historia. Porque, de alguna manera, ya se sabe lo que pasó. Más bien, lo que a mí al menos no me convencía, era la explicación del por qué ocurrió eso. Para mí era una cosa muy extraña, en términos de lo que se suele conocer de cómo era la época colonial en los Andes. En parte porque los principales actores de este conflicto son identificados ya sea como españoles (venidos de España y asociados a partir de sus orígenes provinciales en España), y otro grupo, los mestizos (y con referencias de numerosos mestizos, muchísimos mestizos). La población indígena aparentemente no tuvo mayor participación por lo que he podido ver (y lo sabía antes de que empezara a interesarme ese tema); o, en todo caso, no una participación masiva.

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Entonces, comparaba este tema de Laycacota, que a mi desde el principio me pareció fascinante, con lo que ya se sabía y se había estudiado de otros conflictos de la época colonial. Así, lo conflictos que enfrentaron a los propios españoles al momento de la conquista, entre Almagro, Pizarro y los hermanos Pizarro, y la corte española, periodo de unos veinte años de inestabilidad al inicio de la época colonial llamados las "Guerras Civiles"; luego, en el siglo XVIII, las distintas revueltas o rebeliones de comunidades indígenas en contra de los corregidores, incluyendo la "Gran Rebelión" de Túpac Amaru en 1780; y, finalmente, los conflictos de la época de la Independencia, así como los debates entre historiadores en torno a quién llevó adelante esa Independencia y para quién se hizo. Todos esos fueron los antecedentes que yo manejaba. Y pensé que algo similar podría quizás aplicarse a esta historia focalizada en Puno, pero, a mi modo de ver, quizás más ampliamente a mediados del siglo XVII.

El siglo XVII ha sido, hasta muy recientemente, considerado una época en la que no ha pasado nada relevante. Los españoles en el siglo XVI conquistaron y establecieron un sistema de dominio sobre la población indígena. El Virrey Toledo (1569-1581) estableció la mita y una serie más de instituciones, que sobrevivieron mal que bien hasta el siglo XVIII, cuando los Reyes de España, de origen francés, los Borbones, decidieron que no les salía a cuenta tener unas colonias ineficientes y que era necesario modernizar la administración colonial, modernizar la recaudación de impuestos y promover ciertas actividades económicas que pudieran generar, no el bienestar de las poblaciones locales, sino más impuestos. Entonces, con esas referencias, el siglo XVII no sería más que un gran hueco, un gran vacío, un periodo en el que no había pasado nada y la gente había vivido pues aburridamente, bien en ciudades relativamente pequeñas en los Andes, en donde los españoles eran la élite y los indios era la mano de obra básica, y en las ciudades costeras, o en las zonas costeras en general, donde desarrollaron un sistema de plantaciones con mano de obra esclava.

Más o menos, la historia social del siglo XVII era muy simple, no pasaba mayormente nada y esta tema de Laycacota me parecía una anomalía, una cosa rara que no había cómo entender. Creo que por eso me atrajo.

También, a partir de esos otros momentos de la época colonial conocidos, estudiados e incluso debatidos, sobre cuáles eran las intenciones de esos actores sociales, qué cosa quiso hacer Túpac Amaru por ejemplo en 1780, los criollos en la década de 1810. Ese tipo de debates no existían para el siglo XVII. Quizás no existían porque las referencias a estos conflictos, el de 1668 aquí en Puno y el de 40 años antes, a mediados de la década de 1620 en Potosí (que también había experimentado una serie de conflictos entre mineros españoles), aparecían como anomalías, como cosas raras, como excepciones a la regla y como temas en donde era la élite colonial la que se peleaba entre sí.

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Y, me perdonarán quizá mis maestros, pero eso no importaba mucho. Tal vez porque el desarrollo histórico de nuestro país desde los años cincuenta (con movilizaciones campesinas y tomas de tierra, luego intentos de reforma agraria y guerrillas en la década del 60, la Reforma Agraria con los militares en los años 70), hizo que el tema de la población indígena se convirtiera en el centro de interés de los historiadores. Y, en esa toma de posiciones, la élite quedaba al margen. En parte también porque antes era sólo de las élites de las que hablaban los historiadores: del conquistador Pizarro. o de los virreyes, o de ciertas familias poderosas. Entonces, al hacer este cambio, por los intereses de jóvenes historiadores en esa época, las élites quedaron un poco al margen. Y así, estos conflictos en Potosí, en Puno y Laycacota, eran conflictos de miembros de la élite colonial. Los jóvenes historiadores de entonces no tenían mucho interés en las élites, porque lo importante era recuperar la historia olvidada sobre la resistencia que las poblaciones indígenas, las comunidades de los Andes, habían, en ciertos momentos, desarrollado de manera violenta. Los grandes temas sobre la historia colonial de los años finales de los 60, y de los 70 y 80, eran estos movimientos de resistencia indígena.

Sin embargo, me parece que entender sólo una parte del problema no ayuda a entender el problema completamente. Por esa razón, mi idea fue tratar de entender el conjunto de esa sociedad colonial y aprovechar que, en este caso concreto, la población indígena no había tenido realmente una participación masiva y eran justamente sectores de la sociedad colonial que no habían sido mayormente estudiados, o habían sido dejados de lado porque antes sólo se los estudiaba a éllos: blancos, criollos, o españoles venidos de España; y bueno, el tema de la población mestiza, que tampoco tenía mucha investigación.

En épocas más recientes ya hay estudios, y muy interesantes, sobre esa población intermedia de mestizos. Estudios que no tienen mucho que ver con un discurso que, para muchos, es un discurso de dominación: el "discurso de mestizaje", de que la nación peruana (como en otros países de América Latina con bastante porcentaje de población indígena), es el producto armonioso de una relación entre conquistadores españoles y poblaciones indígenas dominadas. Así, todos somos felizmente mestizos y por lo tanto la armonía de ese origen debería proporcionar, tendría que ser, la armonía del presente. Un discurso que en el Perú desarrolla, en algún momento de su trayectoria, José de la Riva Agüero (1885-1944), en los años 20 más o menos. Y que es, en ese contexto, un debate con los indigenistas, aquella generación de intelectuales peruanos que, aunque no venían de las comunidades indígenas, reclamaban respeto y un tratamiento más de ciudadanos (no de simplemente de mano de obra explotada, sino de ciudadanos con derechos) para las poblaciones indígenas. La alternativa que Riva Agüero plantea es: no hagamos pleitos porque somos parte de esta armonía que debería primar. Para mí, el mestizaje colonial no tiene nada que ver con eso. Creo que hay un grupo de gente que está en años recientes trabajando esos temas.

Otro asunto importante, que he tratado de sugerir en algún artículo de Cabildo Abierto, es que hay dos cosas muy distintas: (a) lo que ocurría en cierto momento del pasado en función de las propias

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condiciones culturales y de pensamiento en esa época; y, (b) lo que, siglos después, los historiadores tratamos, con mayor o menor suerte, de reconstruir de ese pasado. Son cosas bastantes diferentes. Y el ejemplo que quise dar de esto es la idea de la "bandera del Tahuantinsuyo". Es básicamente una reflexión sobre cómo el prestigio del imperio de los Incas ha sido muchas veces, a lo largo de casi ya 500 años, retomado por gente que pensaba que ese prestigio era muy útil para sus necesidades del presente. Por supuesto, cómo funcionaba la sociedad incaica antes de la conquista española es un tema aparte de cómo generaciones posteriores han querido re-interpretarla, tomando selectivamente elementos de ese pasado, y utilizar las diversas reinterpretaciones para lo que esa memoria tan prestigiosa de los Incas podía ser de útil a finales del siglo XVI, durante el siglo XVII y los siglo XVIII, XIX y XX, en esos distintos momentos. Entonces, la idea de una bandera es el ejemplo concreto. Después de haber consultado a una serie de amigos que saben más de eso que yo (y que espero haber acreditado al final del artículo, consignando los nombres), resulta que es una "tradición inventada", es algo que en cierto momento un grupo de gente decidió que era útil recrear.

Y viene a colación hoy, porque se me pone en la necesidad de definir cuándo se fundó la ciudad de Puno: el 4 de noviembre, ¿es una fecha exacta? Yo sinceramente no podría confirmar la fecha exacta. En el artículo de Cabildo Abierto no me fue posible confirmar la referencia a la creación de la ciudad, con ese título de ciudad, en el año de 1805. Es una referencia que aparece citada, pero sin decir de dónde, en la Monografía del departamento de Puno de Emilio Romero (1899-1993), que data de 1928. No sé exactamente de dónde don Emilio Romero fue capaz de encontrar ese dato. Como desde el principio no planteé mi investigación como la historia urbana de Puno, no me puse a buscar ese tipo de información. Es más, 1805 es casi 150 años después del periodo que yo directamente he investigado. Entonces supongo que, como ya abrí mi bocota, voy a tener que tratar de encontrar dónde está ese documento. O alguna referencia, o alguien que haya tratado ese tema, o que haya ubicado quizá los documentos en algún sitio, para poder fijar en qué momento del año de 1805 se decretaron la promoción a rango de ciudad. Probablemente, en atención a peticiones venidas del cabildo, del municipio de la villa de Puno, se decidió en España que por méritos suficientes (entre otros, resistir la rebelión de Túpac Amaru), era bien darle un rango superior de ciudad a la "Villa de la Concepción y San Carlos" de Puno, que es el nombre original que el Virrey Conde de Lemos escogió para esta población.

Justamente, antes de venir a Puno, estuve tratando de ubicar en algunas publicaciones si aparecía el dato. Por desgracia, lo único que pude fue reconfirmar que el año 1928 Emilio Romero menciona esa fecha (1805) sin referencia a ninguna fuente en particular. Por supuesto en 1928, era probable la existencia de los documentos que hoy día ya no existen en Puno, ya que en 1995 se quemaron una buena cantidad de documentos que aún existían en la Prefectura. Por desgracia, los pocos que sobrevivieron se trasladaron al Archivo Histórico Regional, primero ubicado en el "Museo Dreyer", y sucesivamente a sus diferentes locales (en la plazuela de San Juan de Dios, y ahora en la plazoleta del Carácter). En 1997 encontré algunos documentos quemados en los bordes y los hice fotocopiar. Lamentablemente no correspondían a este periodo.

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Pero, lo que quería decir es que, en realidad, no importa la fecha exacta de fundación si es que el 4 de noviembre tiene ya una tradición propia como la fecha de fundación de Puno. En ese sentido quizá, en el ánimo de defensa anticipada, preferiría (y es una cosa que me interesa y me gustaría preguntarle a ustedes) conocer algunos detalles de cómo, desde cuándo en el siglo XX, en la memoria histórica de los puneños (o de los intelectuales puneños, sería mejor decir, ya sea profesores escolares o universitarios de la época), se ha tratado de recrear, y a partir de qué evidencia o a partir de qué idea han tratado de hacer cosas que por ejemplo para mí, hoy, son muy interesantes. Por ejemplo, nadie me sabe decir desde cuándo hay una estatua de Manco Cápac en el cerro Huajsapata. En 1928, cuando Emilio Romero publicó su Monografía de Puno, menciona el cerro Huajsapata, menciona las cuevas, el lugar en donde los niños pueden jugar, pero no menciona la estatua de Manco Cápac ahí.

Entonces, hay un momento, que no sabría todavía fijar, en el que la municipalidad (o algunas personas en Puno) deciden que es bueno afirmar que los Incas tienen su origen en esta parte de los Andes. Que, siguiendo las descripciones del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), los primeros incas salieron del Lago Titicaca por Puno. Y en ese sentido era meritorio hacer una estatua de Manco Cápac en el cerro Huajsapata.

Por supuesto no hay manera de confirmar esto, no hay documentos ni, hasta donde entiendo, una prospección arqueológica, evidencias que puedan confirmar esa interpretación. Quizá sí, si se hace una prospección arqueológica se pueda confirmar esa idea de "tradición inventada", que para mi es igualmente válida como un papel de la época colonial dando un fecha exacta para una cierta fundación. Entonces, si simplemente no puedo hacer eso hoy, lo que sí me gustaría es tratar de aprender un poco: cuándo, cómo, de qué manera este esfuerzo por desarrollar una identidad puneña ha sido ensayado a lo largo del siglo XX y cómo, específicamente eso de qué los incas salen por el Lago en Puno. Y se celebra justamente en el mismo momento en el que se celebra la fundación de la ciudad, que es una ciudad de origen español, que es una ciudad que originalmente fue una "villa de españoles" (desde que el Virrey Lemos decidió que en los cerros entre Cancharani y Laycacota, esa concentración de casas era un caos, un desorden, y que había que hacer las cosas bien hechas, y entonces ordenó demoler eso y trasladar a los pobladores a la planicie que hoy está ocupada por la ciudad de Puno).

En esos materiales que han tenido la gentileza de copiar y repartirles, yo no solamente reuní mis colaboraciones en Cabildo Abierto, sino añadí una serie de mapas que espero ayuden, a los que no son muy conocedores del periodo, a ubicar algunos de los lugares que se mencionan en estos textos. En la primera página intento, de manera muy hipotética, ubicar el pueblo de indios de Puno y la villa de españoles de Puno. Porque, en realidad, no hay más documentación que la que presenta el Ing. Ignacio Frisancho en el libro que publicó en 1996 sobre la fundación de Puno (más allá de ese estudio específico, no hay por desgracia más información). El croquis es hipotético y parte de sumir que el pueblo de indios de San Juan Bautista de Puno existió en torno a lo que ahora es el Parque Pino y la iglesia de San Juan Bautista, y que este sector en donde estamos,

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cerca de la Catedral y de la Plaza de Armas, es un diseño que proviene de esta serie de acciones del Virrey Conde de Lemos en 1668. Es simplemente un croquis hipotético, a partir distintas fuentes, documentos, libros y observaciones. Me ha parecido que es lo más razonable. Podría ser que esté completamente equivocado, pero en todo caso lo pongo a consideración. Y creo que con esto debería terminar, para dar paso a sus preguntas.