historia, paisaje y cultura de santander
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un recorrido por la historia y la cultura del departamento de SantanderTRANSCRIPT
Jorge E. Reyes Parra
Historia, paisaje y cultura de
Santander
Laguna El Tutal ::: Páramo de Santurbán
Laguna El Tutal ::: Páramo de Santurbán
Con el apoyo de la
Gobernación de Santander
[6]
Primera Edición 2012
ISBN: 978-958-44-9644-7
Dirección Editorial:Jorge E. Reyes ParraPresidente Corporación Indalecio Liévano Aguirre
Concepto Gráfico y Diagramación:riátiga creatividad & estrategiawww.riatigacreatividad.co.cc
Coordinación Fotográfica:Christian Riátiga [email protected]
[La Magestuosidad del Cañón del Chicamocha]
Todos los derechos reservados. 2012Jorge E. Reyes [email protected]
La reproducción total o parcial de esta obra debe hacerse citando la fuente
Fotos Cubierta:Portón histórico en BaricharaPaisaje en cercanías a MálagaFerias de VélezFoto Contraportada:Panorámica de ZapatocaFotos Guardas:Páramo de SanturbánPaisaje Rovirense en la Vía a Málaga
[7]
[Paisaje campesino Santandereano en San Andrés]
Historia, paisaje y cultura de
Jorge E. Reyes Parra
Santander
[8]
Presentación / 5Santander, una oportunidad para
explorar, aprender y disfrutar / 7Así nació Santander / 11Las agrestes tierras santandereanas / 17Tierras de tradición. / 21Provincias por Siempre. / 33Paisaje Santandereano / 41Perfil de mi raza / 45“Venga le digo” / 53Algo de folklore santandereano / 83Cultura y tradiciones de santander / 87Bibliografía / 99
Contenido[Piscina natural en Pescaderito, Cutití]
[9]
Historia, Paisaje y cultura
de Santander quiere
destacar factores que
le convierten en una de
las regiones más relevantes en el acontecer patrio,
como su historia, que en el acontecer patrio,
como su historia, que le ha valido desempeñar
los episodios más protagónicos en la historia de
la república y por lo cual es considerada tambien
como tierra de libertad: su Paisaje, privilegiado
en todos sus pisos térmicos, abarcado desde los
majestuosos páramos, verdaderas fábricas de
agua que abastecen del precioso líquido vital al
nororiente colombiano, las pintorescas y fértiles
despensas agrícolas de la Provincia de García
Rovira, el paisaje tropical y húmedo de la basta
zona de influencia sobre el Magdalena Medio en
torno al Gran Río de la Patria, hasta el árido entorno
de uno de sus más reconocidos símbolos, incluso
postulado como una de las Nuevas Maravillas
Naturales del Mundo, como lo es el Cañón y,
como no citar su Cultura, con su pintoresco
acervo enriquecido gracias a la fusión de razas
que conforman el territorio Santandereano, como
el mestizo descendiente de los Comuneros, a
su vez, con rasgos entre aborígenes, tal vez de
los Guanes u otras de las etnias que poblaron
originalmente el departamento, hasta rasgos de
hispanos y criollos que definieron el perfil del
actual habitante de buena parte de Santander; o
el habitante rivereño de la Provincia de Mares,
heredero en buena medida de rasgos como el
costeño, mayoritariamente, y de muchas regiones
del país, basado en la influencia de diversas
corrientes de colonos atraídos por la bonanza
petrolera; unas veces mestizos, otras veces [El Clavijero ::: Parque de los Niños, Bucaramanga]
[10]
blancos, con rasgos de los inmigrantes europeos
que poblaron a Santander, como en la Provincia
de Vélez.
Y este crisol de razas y culturas
conforma a su vez el más abigarrado conjunto
folclórico, siendo Santander la cuna del tiple y
otras expresiones culturales como la guabina y el
del actual habitante de buena parte de Santander;
o el habitante rivereño de la Provincia de Mares,
heredero en buena medida de rasgos como el
costeño, mayoritariamente, y de muchas regiones
del país, basado en la influencia de diversas
corrientes de colonos atraídos por la bonanza
petrolera; unas veces mestizos, otras veces
blancos, con rasgos de los inmigrantes europeos
que poblaron a Santander, como en la Provincia
de Vélez.
Y este crisol de razas y culturas
conforma a su vez el más abigarrado conjunto
folclórico, siendo Santander la cuna del tiple y
otras expresiones culturales como la guabina y el
torbellino, la copla, hasta las tamboras, acordeón
y ritmos caribeños que se respiran y bullen
en Barrancabermeja y el Magdalena Medio
Santandereano. Porque eso es Santander, no sólo
sus regiones, es mucho más: Historia, Paisaje y
Cultura! La presente obra recoge pensamientos y
comentarios sobre la historia, tradiciones, cultura
e idiosincracia santandereana, y lo lleva a través
de la fotografía a un recorrido por el hermoso y
variado paisaje de nuestra región.
Jorge E. Reyes ParraAutor - Ediror [Camino real Barichara - Guane]
[11]
Venir a Santander es una oportunidad para explorar, aprender y disfrutar.
Somos una tierra para conocer, mientras se comparte con la naturaleza, en una expresión de particular belleza. Viajando por nuestras carreteras, en tan solo minutos se puede pasar de ver especies silvestres únicas a encontrarse con un espectáculo de majes tuosidad incomparable: el Cañón del Chicamocha. Durante 2009, este vistoso fenómeno geológico representó con mucha opción a Colombia en una competencia internacional que pretendía definir las nuevas maravillas naturales del mundo moderno. El Cañón tiene su propio parque nacional, Panachi, con un mirador en su punto más alto, que les permite a los turistas gozar de una vista de 360 grados. Si lo prefiere, puede atravesarlo de una montaña a otra a través de un teleférico con 6.700 metros de largo y apreciar durante el recorrido un paisaje tan agreste como variado, que incluye algunas especies de animales típicos de la región.
Estamos cargados de una historia memorable: muy cerca del Chicamocha, en la ruta que conduce a Bogotá, usted podrá encontrar un circuito de municipios en cuyas calles fue forjada hace siglos la gesta independista del país. En 1975, uno muy cercano, Barichara, logró el calificativo de “El pueblito más lindo de Colombia”, por su extraordinaria conservación arquitectónica tradicional. A la historia se suma un ambiente dispuesto para su diversión. Cuevas, prácticas de canotaje, vuelo en cometa y caminatas, festivales
una oportunidad para explorar, aprender y disfrutar.Santander
[Horacio Serpa Uribe ::: Gobernador de Santander 2008 - 2011]
[12]
del Río, por las múltiples fuentes hídricas que bañan la zona; todo acompañado de una amplia infraestructura hotelera, con expertos en turismo ecológico y de aventura, que lo podrán guiar en la práctica del ciclomontañismo, el camping, la espeleología, el rafting, la pesca, la visita a cascadas naturales y el parapentismo, entre muchas otras modalidades.
Si lo motiva la gastronomía, no se preocupe, pues nuestra cocina goza de una merecida reputación. Es exótica y una de las más elaboradas del país. El plato tradicional de Santander es una sopa de maíz blanco aderezado con otros granos a la que llamamos mute. También preparamos un riquísimo arroz con las vísceras del cabro, al que horneamos exquisitamente y solemos acompañar de carne oreada (seca). El pescado, entre tanto, se consume en el Santander de la llanura, y es tomado principalmente del más importante río de Colombia, el Magdalena, que atraviesa el país y pasa por Barrancabermeja, un municipio petrolero en el que convergen la investigación científica y la idiosincrasia de los habitantes del trópico.
Sin embargo, son las hormigas culonas las que nos dan fama mundial. Las tostamos al fuego hasta que adquieren un raro y especial sabor, que bien podría asemejarse al maní
salado. Hasta hoy, se les sigue atribuyendo poderes afrodisíacos. Junto a ellas, se destacan los dulces elaborados de apio, limón, cidra, arroz y piña; amén del célebre bocadillo veleño de reconocimiento internacional.
Quiero invitarle a creer en Santander. Somos una región con historia, que desde el presente piensa en su futuro y trabaja por brindarles una experiencia enriquecedora a turistas como usted. Pero si lo que quiere es invertir, las puertas también están abiertas.
La nuestra es una cultura de valores: somos confiables en los negocios y disciplinados en el trabajo. Tendemos la mano con una amistad sincera, empeñamos la palabra como un pacto inquebrantable y brindamos nuestro carácter como una garantía de cumplimiento de los compromisos que aquí pueda alcanzar con su visita.
Venga, y compruébelo usted mismo.
Lo esperamos.
Horacio Serpa Uribe
[Calle de Zapatoca]
[13]
[Campesino en Guane]
[Calle de Oiba]
[14][Cañón de las Iguanas - Girón]
[15]
Así nació
Santander
En 1537 nació el pri-
mer allí partió Gon-
zalo Jiménez de
Quesada con rumbo
a las poblaciones
del interior. Tras su paso por el nororiente co-
lombiano comenzó el proceso de fusión entre los
conquistadores europeos y las comunidades nati-
vas de la región, entre ellas los guanes, imperio
aborigen que dominaba esta zona de la cordillera
Oriental.
El territorio sobre el cual se asentaban
los “nuevos” pobladores se convertiría, poste-
riormente, en el escenario de los movimientos
de sublevación más representativos de la his-
toria emancipadora nacional. Allí mismo, en
1781, una generación de rebeldes se levantaría
para protestar contra la imposición del tributo a
la Armada de Barlovento. Como una medida del
imperio español para solventar los gastos que im-
plicaba la protección de los territorios marítimos,
las industrias de tabaco, aguardiente y algodón,
entre otros productos, debían asumir el costo fis-
cal de dicho mecanismo. Precios elevados en los
productos de consumo diario y el enriquecimien-
to de los regentes españoles desencadenaron la
insurrección de los comuneros. “Viva el Rey y
muera el mal Gobierno.
No queremos pagar la Armada de Barlo-
vento”, gritó Manuela Beltrán, el 16 de marzo de
aquel año, en el municipio de El Socorro. Prime-
ro, fueron hombres y mujeres pobres, campesi-
nos, comerciantes, carniceros y agricultores; lue-
go, voluntarios de otras poblaciones se sumaban
a la causa. En total, cerca de 6.000 insurrectos se
juntaron para marchar hacia Santafé (la cual era
reconocida como Santafé de Bogotá para distin-
guirla de otras localidades con el mismo nombre,
y hoy recibe sólo la denominación de Bogotá
D.C.). Juan Francisco Berbeo fue elegido como
general de los sublevados, quien, junto con Sal-
vador Plata, Antonio Monsalve y Francisco Rosi-
llo, conformaron una junta llamada ‘El Común’,
de donde surgió el nombre de “los comuneros”.
Este comité formuló exigencias que pretendían la
disminución en el pago de los impuestos. Los co-
[16]
muneros y la Comisión Oficial Española firma-
ban, entonces, las capitulaciones, que decretaban
el fin de los recaudos fiscales y la provisión de
empleos para los menos favorecidos. Este pedido
de igualdad y justicia, característico de la Revo-
lución de los Comuneros, según los historiadores
y cronistas de la época, fue el inicio de una etapa
que definiría, en adelante, el proceso de libertad
e independencia nacional. Después de las bata-
llas emancipadoras comenzarían a afirmarse los
pasos para la creación de los estados federales.
El 13 de mayo de 1857 fue sancionada la ley del
Congreso de la Nueva Granada, que creaba el
Estado Federal de Santander en el territorio que,
otrora, perteneciera a las provincias de Pamplo-
na y Socorro. Un mes después se adicionaría, al
ya consolidado Estado Federal de Santander, los
territorios del Cantón de Vélez y los distritos de
Ocaña.
La primera capital fue Bucaramanga,
por disposición de la Asamblea Constituyente,
reunida en 1857; posteriormente, en 1862, se
trasladó a la población de El Socorro. La Consti-
tución de 1886 devolvió a Bucaramanga el esta-
tus de capital.
El 20 de julio de 1910 se separaron las
provincias de Pamplona, Cúcuta y Ocaña para
formar el Departamento de Norte de Santander.
Actualmente, Santander está dividido en seis
provincias, cada una con su respectiva capital:
Soto y su capital, Bucaramanga; García Rovira,
con capital en Málaga; Vélez, con capital en el
[17]
municipio de Vélez; Guanentá, con capital en
San Gil; Comunera, con capital en El Socorro;
y Mares, con capital en Barrancabermeja. Esta
última fue conformada a finales del siglo XX, gra
cias al establecimiento de la industria petrolera.
Las provincias, aunque carecen de ad-
ministración político-administrativa (gobernan-
tes), sustentan su reconocimiento a partir de los
renglones productivos de las localidades y la
identidad cultural de sus pobladores. Las pro-
vincias santandereanas son sinónimo de arqui-
tectura, ecología, biodiversidad, petróleo, gastro-
nomía, religión, historia y modernidad.
El Departamento de Santander, fundado
en honor al prócer nacional Francisco de Paula
Santander, ha tenido a lo largo de su historia 33
presidentes del Estado soberano y 65 goberna-
dores, los seis últimos por elección popular. Ésta
fue la cuna de tres presidentes de la República: el
general Custodio García Rovira, en 1814; el co-
ronel Manuel Serrano Uribe, en 1816; y Aquileo
Parra Gómez, entre 1868 y 1870.
Cronología
El 8 de marzo de 1537 fue fundada Chi-
patá, por Gonzalo Jiménez de Quesada; fue la
primera población santandereana y primer lugar
donde se celebró una misa católica en toda la al-
tiplanicie colombiana.
[Páramo desde Cerrito
[18]
El 22 de diciembre de 1622 fue fundada Bucaramanga.
El 16 de marzo de 1871 estalló la Revolución de los Comuneros.
El 13 de mayo de 1857 fue creado el Estado Federal de Santander.
El 15 de junio de 1856 se agregaron al Estado Federal de Santander los territorios del cantón de Vélez y los
distritos de Ocaña.
En 1857 la Asamblea Constituyente oficializó a Bucaramanga como la capital del Estado Federal.
En 1862 se conformó el Estado Sobe-rano de Santander, con capital en Socorro.
El 5 de septiembre de 1886 fue promulgada la Constitución Política de Colombia, y con ella se estableció
el territorio santandereano como departamento.
Bucaramanga fue designada nuevamente como su capital.
[Panorámica de Villanueva]
[19][Tumba Geo Von Lenguerke >>> Zapatoca|]
[20]
[Iglesia Santa Bárbara en barichara]
[21]
Las agrestes tierras
Santandereanas
La superficie de los ac-
tuales Santanderes,
una pequeña porción
de la patria, que repre-
senta un poco menos
del cinco por ciento del territorio nacional, hacia
el fin de los tiempos coloniales, pudo albergar a
casi la quinta parte de la población de toda la Ju-
risdicción de la Real Audiencia de Santa Fe, fac-
tor propiciado por un eficiente modelo produc-
tivo, generado por una raza fuerte y aguerrida,
forjada por las agrestes montañas.
Durante esta época colonial, en este
territorio del actual Santander, la concentración
poblacional se centró en un pequeño corredor
formado por las cuencas de los rios Suárez, Chi-
camocha, Pamplonita y Cucutilla. Así el espacio
del acontecer histórico del pueblo santandereano,
se circunscribió a las cuencas hídricas de las ver-
tientes de la cordillera oriental.
El resto del territorio era un espacio vir-
gen en su dimensión inhóspita: al occidente, los
bosques y las ciénagas del valle medio del río
Magdalena, asolados por las fiebres y los indios
flecheros; al oriente, los fríos y húmedos pára-
mos que se interponían como una pared en la ruta
hacia los llanos orientales y hacia las selvas de la
cuenca del río Zulia, asoladas también por indios
flecheros.
La historia geológica de estos territorios
nos narra que por unos sesenta millones de años
fue un escenario marino, bañado por aguas sala-
das, que dejaron su huella estructural, marcando
el destino posterior de estas hermosas tierras. El
ambiente de fondo marino que desde entonces
adquirió la cordillera sepultó casi por completo
los macizos antiguos bajo los depósitos cretáci-
cos desprendidos de la gran cuenca oceánica.
El paso del tiempo y la retirada de este
manto marino produjo una intensa modelación
hasta el punto de formar un terruño agreste y
fragmentario que originó el Gran Macizo de San-
tander, formado sobre un mar de sedimentos fá-
cilmente erosionables, causa de la fragilidad de
los suelos de nuestra región, pero así mismo, de
la generación de depósitos de oro, cobre y plomo,
en las entrañas de este dinámico macizo.
El permanente movimiento de este te-
rreno sedimentado y el ajuste de sus placas te-
[22]
rrestres formó la falla de Bucaramanga, la cual atraviesa todo el territorio de Santander de sur a norte, cua-
lidad que define la altísima sensibilidad sísmica de sus municipios, así como la presencia del nudo sísmico
en la Mesa de los Santos.
Estas características del terruño Santandereano han forjado una raza que sin duda refleja todas las
características de una tierra exigente formadora de gentes fuertes y aguerridas.
[Cienaga El Llanito ::: Barrancabermeja]
[23]
[Casa campesina en Concepción]
[Arroyo cerro La Judía]
[24]
[Parque El Gallineral ::: San Gil]
[25]
TradiciónTierras de
corriendo paralela al río Suárez cruzaba las villas
del Socorro y San Gil, atravesando el Río Chica-
mocha por Jordán Sube para ascender a la Mesa
de los Santos y de allí bajar a Girón o Bucara-
manga, desde donde podía proyectarse hacia la
costa por los ríos Sogamoso o Lebrija.
A pesar que al occidente de Santander,
en las cuencas de los ríos Carare, Opón, Soga-
moso y Lebrija, que entran en contacto con la
cuenca media del río Magdalena; es una zona
con mayores niveles de fertilidad y abundancia
de bosques, la colonización extensa y su pobla-
miento sólo se produjo en este siglo, después de
la instalación del enclave de la explotación petro-
lera en Barrancabermeja.
En esta zona, desde hace aproximada-
mente dos décadas se cultiva intensivamente ca-
cao, arroz y palma africana, debido al gran poten-
cial y calidad que dan a sus suelos los sedimentos
La tradición de la
raza santandereana
proviene de la es-
tructura montañosa
de su terruño, en
donde se produce una especial dialéctica entre
belleza y brusquedad, así son nuestros paisajes
y así son nuestras gentes. Ejemplo de esta agres-
te belleza es el Cañón del Río Chicamocha, las
estrechas cuencas de San Joaquín y Onzaga, el
Páramo de Guantiva o las paredes que dominan
el Río Sogamoso en cercanías a Betulia y fue en
esta zona montañosa donde se trazaron las pri-
meras rutas que concentraron la circulación de
los hombres y sus mercancías por siglos, la pri-
mera ruta entraba a la región por Capitanejo y
paralela al río Servitá se dirigía hacia Pamplona,
desde donde conectaba con Cúcuta para prose-
guir hacia Caracas o Maracaibo.
La segunda ruta ingresaba por Vélez y
[26]
transportados por las aguas, al mismo tiempo que se reducen los bosques para dar paso a las ganaderías
vacunas.
Hacia esta zona se han dirigido las colonizaciones de los santandereanos y de los departamentos
vecinos en este siglo. Anunciando la dinámica que hoy muestran los cinco municipios santandereanos del
valle del Magdalena (Barranca, Puerto Parra, Cimitarra, Sabana de Torres y Puerto Wilches) que ya agru-
pan el 15% del total de la población del departamento, siendo Barrancabermeja el tercer municipio más
poblado.
La puerta historica de santander
En tierras de Santander, el 3 de julio de 1539 y con el nombre de Vélez se fundó una ciudad, su
[Valle del Rio Lebrija]
[27]
destinación fue asegurar el control de la prime-
ra puerta de ingreso al Nuevo Reino por el río
Opón. Un mes y medio después fue trasladada la
sede del asentamiento desde los terrenos de Uba-
za hasta el territorio del cacique Chipatá, donde
se podía controlar mejor el ingreso de los cami-
nantes que marchaban desde Tunja y Santa Fe.
Desde allí se organizó entonces el repar-
to de los indios y de las tierras de la provincia de
Vélez entre los soldados quesadistas, pronto se
iniciaron negocios con el abastecimiento de con-
servas, carnes, quesos y panes a los viajeros que
entraban y salían del territorio. Aunque no es po-
sible asegurar que las primeras cañas azucareras
fueran introducidas en el territorio santandereano
por esta población, sí es seguro es que la manu-
factura del dulce (conservas, azúcares y mieles)
definió desde muy temprano la vocación del tra-
bajo veleño, como el gusto por la cría de ganade-
rías de carne, paso y carga. El control del comer-
cio de las ropas de Castilla, de los esclavos, y de
la circulación de productos, a manera de puerto,
hizo la riqueza temprana de los veleños, consoli-
[28]
dada por la exportación de bienes agropecuarios
y artesanales hacia los distritos mineros del río
del Oro, Mariquita y Antioquia.
San Juan Girón
La capitulación original para la funda-
ción de esta ciudad fue otorgada en 1630 por el
presidente Sancho de Girón a un prestante veci-
no de Vélez, el capitán Francisco Mantilla de los
Ríos, comisionado para limpiar el río Sogamoso
de supuestos ataques perpetrados por los indios
yarigüies a las embarcaciones que se fletaban por
dicha ruta hacia Mompox, y para que fundase
una nueva ciudad a sus orillas.
Sin embargo, Mantilla asentó la ciudad
en el sitio de Zapamanga para extender su juris-
dicción sobre el pueblo de indios y distrito mi-
nero de Bucaramanga, lo cual le valió perder un
pleito seguido en su contra por el cabildo pam-
plonés. Suspendido temporalmente el proyecto,
fue reanudado por su sobrino español, Francisco
Fernández Mantilla de los Ríos, quien en 1636
[Salto de las Iguanas ::: Girón]
[29]
refundó la ciudad en el sitio de Pujamanes y en
1638 la trasladó junto al río del Oro, donde hoy
permanece.
Como cabeza de gobernación, Girón ex-
plotó las plantaciones de cacao en las márgenes
del río Sogamoso y mantuvo activo el tráfico co-
mercial por dicha ruta hasta Mompox, estimulan-
do el mazamorreo de las arenas auríferas de los
ríos del Oro y Lebrija.
Poblamientos Fallidos
Tres ciudades más fueron fundadas en el
hoy territorio santandereano pero su poblamiento
no pudo durar mucho por los líos jurisdiccionales
que crearon o por motivos del cálculo económi-
co. Málaga surgió en 1541 en la zona de las que-
bradas de Tequia como realización de una aspira-
ción del mismo fundador de Tunja, ejecutada por
el capitán Jerónimo de Aguayo, pero don Alonso
Luis de Lugo ordenó despoblarla casi tres años
más tarde como parte de su estrategia contra los
quesadistas.
La ciudad Franca de León fue fundada
en la provincia de los indios yariguies en 1551
por un destacado veleño, el capitán Bartolomé
Hernández de León, pero este intento de coloni-
zación del Magdalena Medio no pudo fructificar
porque no contaba con la licencia de la Real Au-
diencia. Finalmente, la ciudad de Villa Rica de
los Cañaverales, poblada por el mismo fundador
de San Juan Girón en 1638 en las vegas del río
Lebrija y gobernada por uno de sus tenientes, Pe-
dro del Castillo y Quijano, fue destruida no sólo
por la oposición del cabildo de Pamplona sino
por el alto costo de los fletes para llevar la miel
de caña a los mercados de Mompox y Pamplona.
Del milagro de parroquia
La instalación de las empresas mineras
y agropecuarias implicó la movilización de los
indios desde sus asentamientos ori ginales hacia
el nuevo territorio hispano de producción, hacia
los distritos mineros del río del Oro, al igual que
hacia la arriería, dedicándolos para el servicio de
los trapiches, para las ganaderías y para el abasto
de los mercados urbanos y mineros.
Pero a finales del siglo XVI ya había
terminado la expansión minera en la región y su
economía se orientó hacia la producción de bie-
nes de consumo. Ese proceso siguió el curso de
la artesanía en los hogares campesinos que po-
dían subsidiarla con la producción de bienes de
consumo en sus parcelas familiares, todo lo cual
supuso readecuar los asentamientos debido a que
muchas ciudades se encontraban despobladas
por la dispersión que provocó la conquista.
Pueblos de indios
Durante la segunda y tercera décadas
del siglo XVII se inicia la decadencia de las pri-
[30]
meras ciudades con la aplicación del programa
de resguardos indígenas, pueblos dotados de tie-
rras. Entre los años 1617 y 1623, se consolidaron
la existencia de los primeros pueblos indígenas,
así, los pueblos de Bucaramanga, Oiba, Guaca,
Servitá, Moncora (Guane), Charalá, Curití, Ar-
boledas y otros sirvieron no sólo de concentra-
ción de los indios en rancherías sino que además
ofrecieron al campesinado rural la posibilidad de
llevar alguna vida social dominical gracias a su
asistencia a la iglesia como agregados.
Este reasentamiento de los indios en
pueblos fue el resultado de la aplicación de la
política diseñada por los partidarios de las tesis
de fray Bartolomé de las Casas. Su implantación
en la región se puede remontar al año 1560, pero
sólo hasta el año 1600 fue que se hicieron trazas
de pueblos de indios en los cuales se reasentaban
los diversos grupos étnicos en barrios equidistan-
tes de la iglesia y se les delimitaban las tierras
resguardadas que les permitirían tener ganados y
una producción familiar que al sostenerles con-
tribuía a abaratar el precio de su fuerza laboral en
las haciendas y en la minería.
La insurgencia de las parroquias
El autoabastecimiento de los hogares
campesinos con su propia producción lentamente
reactivó las exportaciones de conservas, alparga-
[31]
tes, lienzos de algodón y harinas, hacia los mer-
cados mineros y marítimos distantes, así surgie-
ron centros de acopio, dinamizados por nuevos
grupos de comerciantes.
Administrativamente se organizaron
vecindarios de blancos y mestizos usando en su
conformación urbana el concepto de parroquia,
experimentado ya en tiempos anteriores por los
campesinos de Capitanejo, San Gil y Socorro.
Con el crecimiento demográfico de los estancie-
ros, se aumentaron los beneficios de las parro-
quias, alcanzando el nivel suficiente para pagar la
”congrua” de un sacerdote y sostener tres cofra-
días y una iglesia, aparecía entonces, una nueva
estructura en medio del escenario rural, cuya or-
ganización y servicios siguieron el viejo modelo
experimentado por las ciudades de la conquista.
Durante el siglo XVIII se registró un excepcional
crecimiento demográfico gracias a la conforma-
ción permanente de nuevas parroquias por parte
de los desagregados de las viejas doctrinas. En al-
gunas de ellas se aprecia un especial, crecimiento
económico por la posición que ocuparon como
polos de acopio de la producción campesina y
sede de los comerciantes compradores y expor-
tadores hacia mercados distantes por las rutas de
los ríos Magdalena, Lebrija, Sogamoso y Zulia.
La importación de sal marina o de Zipa-
quirá y Chita, un producto básico en una región
donde la dieta alimenticia se basaba en la carne,
la yuca y la changua, contribuyó a estimular la [Casa de la Cultura ::: Socorro]
[32]
producción campesina de excedentes artesanales
para los mercados de San Gil, Socorro, Charalá,
Barichara, Vélez y Málaga.
Socorramos contraSangileños
La estrategia política de los estancie-
ros y comerciantes que pagaron los gastos de las
conformaciones parroquiales se dirigía al eleva-
miento de su estatus y prerrogativas por medio
de su transformación en villas gobernadas por
cabildos. Estas tenían capacidad de imponer re-
gímenes urbanos financiados por las rentas pú-
blicas que ofrecían las rentas y la participación
en los impuestos. Los parroquianos de San Gil y
Socorro habían llegado casi simultáneamente a la
condición de parroquia, pero la primera ganó de
mano la posición de villa, cerrándole a la segun-
da por casi setenta años ese derecho, como tam-
bién le ocurrió a Barichara. Como acaeció que las
dos parroquias mencionadas lograron convertirse
en los más importantes mercados de acopio de
la producción artesanal y agropecuaria del feli-
gresado de las parroquias vecinas, constituyendo
sendas redes de comercialización, la oposición se
planteó también en el terreno del estatus político,
la villa de San Gil con mayores rentas públicas,
se enfrentó a la parroquia del Socorro, con mayor
población e iniciativa privada. Esta rivalidad ha
llegado hasta nuestros días, quizás porque soco-
rranos y sangileños no han podido reconocer que [Capilla de las Nieves ::: Girón]
[33]
[34]
fue la acción mancomunada de sus antepasados la
que produjo el milagro económico que convirtió
a la provincia socorrana en una de las más pobla-
das y dinámicas del virreinato durante la segunda
mitad del siglo XVIII. La ciudad de Girón, vin-
culada al circuito comercial de Mompox por el
río Sogamoso, también experimentó un notable
crecimiento demográfico y una expansión de su
poblamiento hacia las parroquias de Piedecuesta,
Bucaramanga, Floridablanca y Rionegro, gracias
a sus privilegios para la producción libre de taba-
co y sus exportaciones de cacao, un producto que
estimuló hacia el oriente la urbanización de las
parroquias de San José y El Rosario de Cúcuta.
Buscando el magdalena
La confianza de la política virreinal en
la capacidad de los socorranos para colonizar le-
janas provincias es una muestra de un fenóme-
no social santandreano: el espíritu emprendedor
y de colonización en “tierras de promisión”. Así
inicia el proyecto de establecimiento de colonias
de socorranos en los territorios de los ríos Opón
y Chucurí, que condujeron a la fundación de las
parroquias de Nueva Socorro del Opón y San Vi-
cente de Chucurí avanzadas de la futura coloni-
zación del medio Magdalena Santandereano.
En plena reconquista española, los so-
corranos se comprometen con la empresa de
[35]
apertura de un camino que permitiera el paso de
carretas entre su villa y el río Chucurí, pues desde
siempre su sueño comercial pasaba por la aper-
tura de nuevos caminos hacia el río Magdalena.
Durante el siglo XIX se registra un
constante flujo de colonos de las provincias Co-
munera y Guanentina hacia el pie de monte de la
Cordillera Oriental, hombres que hicieron leyen-
da por el vigor con que estimularon las coloniza-
ciones de San Vicente y Betulia, al tiempo que
los vecinos de Jesús María salían a colonizar las
nuevas tierras que originaron tantas parroquias
en la provincia de Vélez. Esa avanzada llegaría
en este siglo hasta las márgenes del río Magdale-
na, con el antecedente de Puerto Santander (Ba-
rrancabermeja), y desde entonces no ha cesado
el proceso colonizador en Puerto Wilches, Puerto
Araújo, Vijagual, El Llanito y Bocas del Rosario.
Desde siempre, el medio Magdalena
abrigó a los hombres expulsados de la cordillera
por motivos políticos o cuentas con la justicia, y
es por ello que los liberales desmovilizados por
la derrota de Palonegro debieron refugiarse allí,
donde reforzaron las colonias ya existentes que
resistían la autoridad de los gobiernos del parti-
do adverso. San Vicente de Chucurí, una tierra
de especial fertilidad, vivió un momento de ex-
pansión económica por esas colonizaciones hasta
que la propia contradicción de su vida política
forzó las emigraciones recientes.
[Salto en el cañon de las Iguanas ::: Girón]
[36]
[Pescador en el muelle ::: Barrancabermeja]
[37]
Provinciaspor siempre
La palabra provin-
cia fue usada en el
siglo XVI por los
conquistadores his-
panos para designar
los diversos conjuntos étnicos claramente dife-
renciados que iban descubriendo, con el paso del
tiempo, las ciudades originales (Vélez, Girón,
San Gil y Socorro) fueron identificadas como
provincias.
Los elementos que constituyeron la
identidad y el sentimiento de pertenencia de las
gentes de Santander a una provincia particular
aún están por identificar, sin embargo, se desta-
caran entre ellos la especialización provincial del
trabajo en la elaboración de uno o varios produc-
tos de exportación hacia el mercado regional o
distante, la cristalización de élites políticas en las
cabeceras provinciales y el movimiento econó-
mico inducido por la exportación de los exceden-
tes mercantilizados.
Quizás las provincias de Girón, Socorro
y San Gil ejemplifican mejor el proceso histórico
de la construcción de las provincias en Santander,
uno de los datos inmediatos que aún hoy definen
la peculiaridad del poblamiento santandereano.
Descendientes de veleños, los gironeses crearon
una provincia nueva, la provincia de Girón fue
políticamente construida como una gobernación
independiente y su vecindario organizó el flu-
jo comercial de sus cacaos, tabacos y mieles de
caña por los ríos Sogamoso y Lebrija.
El mercado momposino, Magdalena
abajo, estimuló su crecimiento económico que
por otra parte era favorecido por el privilegio que
tenía para la siembra libre de tabacos. Por su par-
te, en concordancia con el proceso de acopio de
las producciones campesinas, los comerciantes
de las villas de Socorro y de San Gil construye-
ron una provincia orgullosa de sí misma por su
crecimiento económico y demográfico, así como
por la longitud de las distancias que sus arrieros
recorrían para llevar a todas las partes del virrei-
[38]
nato sus lienzos de algodón, sombreros, alpar-
gates y tabacos. En 1795 lograron establecer un
ilustrado corregimiento propio separado del de
Tunja, al cual habían pertenecido la mayor parte
de las ciudades santandereanas, si se exceptúa a
Girón y a Ocaña.
Las provincias en la república
Al momento de la independencia la pa-
labra provincia ya designaba a cada uno de los
dos extensos territorios que agrupaban los corre-
gimientos de Socorro y Pamplona.
Los socorranos se atrevieron entonces a
erigirse como Estado independiente y aun como
sede diocesana, pero la fuerza autonomista de
sus cabildos constitutivos le separó las jurisdic-
ciones de San Gil y Vélez. En marzo de 1812
la provincia del Socorro fue anexada al Estado
de Cundinamarca y el cisma provocado por el
primer experimento de su diócesis también fue
rápidamente neutralizado.
Al corregimiento de Pamplona lo frag-
mentaron durante la independencia, no sólo por-
que Girón se adhirió al Estado soberano de Tunja
sino además porque Bucaramanga, San José y
El Rosario de Cúcuta se proclamaron villas au-
tónomas. El orden republicano de 1824 integró
las provincias de Pamplona y Socorro al gran de-
partamento de Boyacá. Fue la oportunidad para
el ascenso de muchas de las parroquias santan-
dereanas al rango de villas, colmando así viejas
aspiraciones sofocadas por los cabildos antiguos.
Con la restauración del territorio histórico neo-
granadino por la Convención Nacional de 1831
se produjo también la actualización de las tradi-
ciones provinciales, lo que aprovecharon Vélez y
Ocaña para recuperar la dignidad de sus indepen-
dencias provinciales respecto de Socorro y Santa
Marta.
Debido a la iniciativa política y al as-
censo económico de nuevas villas, a mediados
del siglo XIX emergieron nuevas provincias
segregadas de las antiguas: La Concepción de-
finió la medida de la provincia de García Rovira,
mientras que los comerciantes bumangueses y
cucuteños erigieron respectivamente las de Soto
y Santander, unque el régimen municipal fue le-
vantado desde el inicio del Estado Soberano en
1857, dos años después renacieron con todo su
vigor las provincias de Soto, Socorro, Vélez,
García Rovira, Cúcuta, Pamplona y Ocaña bajo
la forma de departamentos.
Al derrumbarse en 1885 el Estado So-
berano, la nueva Constitución centralista pareció
anunciar el triunfo definitivo del régimen muni-
cipal. Sin embargo, al año siguiente, con las pro-
vincias de Charalá y Guanentá aumentó el grupo
de las ya enumeradas.
[39]
[Campesinos de San Andrés]
[Cascada en San Andrés]
[40]
Los prefectos provinciales volverían a
actuar como agentes del poder de los goberna-
dores. Los experimentos político-administrativos
hicieron nacer en 1905 un nuevo departamento
segregado de Santander (Galán, capital San Gil),
preámbulo de la división definitiva del antiguo
territorio de Santander en dos departamentos se-
parados: desde 1910 comenzó su existencia el
Norte de Santander con las provincias de Pam-
plona, Ocaña y Cúcuta, dirigido desde la cabe-
cera de esta última; las demás provincias (Co-
munera, Guanentá, García Rovira, Soto y Vélez)
siguieron conformando el departamento de San-
tander con capital en Bucaramanga.
Aunque las provincias ya no tienen
existencia constitucional siguen existiendo como
realidad cultural y recurso de las identidades in-
mediatas de los santandereanos.
Población y trabajo
Al comenzar el siglo XIX, el corregi-
miento del Socorro distribuía en 33 poblaciones
sus 125 mil habitantes y su orgullosa cabecera,
la villa del Socorro, contaba con cerca de 17 mil
almas. Esta suma era en aquella época la dimen-
sión de una verdadera urbe: el tamaño normal de
una parroquia no pasaba de 3 mil habitantes.
[41]
Sólo la Villa de San Gil y las parroquias
de Charalá, Simacota, Oiba y Barichara podían
mostrar cifras lejanamente aproximadas e inclu-
so la gobernación de Girón que apenas llegaba
a los 7.073 habitantes. Sumada la población de
Socorro y Pamplona con la correspondiente a
Ocaña, encontramos que hacia el momento de la
independencia el actual territorio santandereano
albergaba casi la quinta parte del total de la po-
blación que vivía en el territorio que constituiría
la república.
La explicación a este fenómeno de con-
centración demográfica en unas provincias que
no dispusieron de grandes concen traciones pre-
hispánicas de población étnica puede hacerse
partir del modelo económico: combinaba la arte-
sanía domiciliaria con la parcela campesina que
la subsidiaba y a éstas con los centros de acopio
parroquiales que albergaban a los grupos de co-
merciantes exportadores para los mercados dis-
tantes.
La masa de fuerza de trabajo invertida
para hacer funcionar este modelo es incalculable,
pero lo que sí se sabe con seguridad es que todos
los miembros de las familias participaban en el
trabajo domiciliario y que las tradicionales vir-
[Panorámica Salto del Duende]
[42]
tudes morales del santandereano de la cordillera
(disciplina, laboriosidad, aseo y mesura) fueron
forjadas mancomunadamente por ese régimen
tan exigente.
Al mediar el siglo XIX los santanderea-
nos representaban el 17% de los colombianos,
pero desde entonces comenzó el proceso inverso
que no ha parado de disminuir su participación
relativa en la masa nacional: descendieron al
14,5% en el año 1870 y para el censo de 1918 ya
no eran sino el 11,6% de los nacionales. El pro-
ceso amenaza con convertir a los santandereanos
en una nueva minoría nacional, pues en el censo
de 1985 se vio que aunque se sumen los departa-
mentos del Norte y el Sur apenas llegan al 8,3%
del total nacional, a decir, que en los últimos 150
años los santandereanos redujeron su participa-
ción en la población del país a la mitad de lo que
aportaban antes.
Los cambios demográficos acaecidos en
este último siglo y medio cambiaron las fisono-
mías de las provincias santandereanas. Mientras
que los municipios de las provincias de García
Rovira, Guanentá y Comuneros detuvieron su
crecimiento relativo, otras provincias, como Soto
y Mares crecieron en forma espectacular.
[43]
La expansión cafetera produjo el boom
poblacional de las parroquias de Bucaramanga,
Piedecuesta, Rionegro y Lebrija, que iniciaron su
irrefrenable crecimiento. Por su condición de
“ciudad dormitorio”, Floridablanca presenta hoy
el más elevado crecimiento demográfico y se ha
convertido en el segundo municipio más poblado
de Santander.
Un municipio de extraordinario creci-
miento relativo durante el siglo pasado fue San
Andrés, al punto de llegar a convertirse en ca-
pital de la provincia de García Rovira hasta el
momento de la Regeneración. Las parroquias de
la colonización veleña hacia el Magdalena (Je-
sús María, Bolívar y Sucre) también crecieron en
forma notable, proyectándose hacia Cimitarra y
Landázuri para anunciar el posible surgimiento
de una nueva provincia del Carare. La dinámica
poblacional de los Santanderes, pese al descen-
so en su participación respecto al total nacional,
es muy activa. Con los datos de 1985 se percibe
que el 36% de los vecinos habían nacido en un
lugar distinto al de su residencia, una indicación
de que aún se tiene el espíritu aventurero en la
región. Por otra parte, los menores representan
casi el 70% del total de la población, lo que per-
mite caracterizar a los santandereanos como un
pueblo joven.
[Berlin cerca al Picacho]
[44]
[Parque la Flora ::: Bucaramanga]
[45]
SantandereanoMi paisaje
En Santander se baja
y se sube tal como
lo hacen las golon-
drinas picoteando
el aire y mirando al
cielo. Tiene paisajes por donde se quiera mirar,
unos son verdes, otros grises, amarillos, atercio-
pelados y de sangrados arreboles donde se nace
y se muere a la vez, donde se ríe, se grita y se
llora porque la vida es sacrificio, dolor, alegría y
triunfo.
Prendido de ilusiones he subido sus
montañas una a una, he atravesado riachuelos,
cordilleras, ríos, quebradas y hasta el Magdalena
y sus afluentes de oro, pescando y saboreando ni-
curo, bagre y bocachico fresco, saludando cam-
pesinos y doncellas trigueñas y mestizas de risa
limpia y tierna.
Sobre una plataforma en Barrancaber-
meja, vi borbollones de agua venidos del fondo
haciendo grandes remolinos que estallaban en
bocanadas de viento y arena húmeda, en chalu-
pas volar sobre el nivel del agua con el vértigo
metido en el alma y la canoa de madera me en-
señó a conocer los caminos acuáticos, a verlos
diluir y a canotar con el sol vertical en la espal-
da y a atravesar el rio en forma lenta, remando
rápido para no ser arrastrado por la fuerza de la
corriente.
Santander es tierra agreste, es guerrera,
es humana, es sencilla, es hermosa, es hermana
del hombre trabajador, del hombre luchador, he-
rencia de leopardos, de jaguares pintados de co-
lores en los picos de los cerros. El canto de las
aves se extiende y se escucha en el corazón de las
ceibas, de los robles, de los caracolíes, samanes
untados de historias y leyendas que recuerdan los
caminos marcados de herradura, de golpes de lá-
tigo y de gritos de los arrieros centenarios persi-
guiendo sus ecos y nostalgias vividas en la jungla
de la madre selva.
[46]
Santander es de terrenos quebrados el
que posee una raza bravía, única, hecha de arcilla
y arrecifes, cocida en los tejares del sacrificio con
hornos ocres donde se moldea el coraje de la raza
criolla de un pueblo guane multiplicado en otras
etnias con caracteres de la herencia que siguen
creciendo en el espíritu y el corazón de la casta.
Santander es una cantera de flores adornada por
las mujeres santandereanas que saben dar amor
al hogar, a la familia, a la vida, a la sociedad y
ondean con su paciencia y constancia los sinsa-
bores que traen los días del porvenir. Santan-
der es un mapa de papel duro, de blandas pie-
dras filudas, cuadradas, y redondas, de caminos
largos, cortos e interminables, de águilas y otras
[Paisaje minero en Vetas]
especies volando el firmamento azulado en busca
de su presa para alimentar sus polluelos, con sus
alas salpicadas al óleo rozando los picachos y ris-
cos saludándose con los frailejones y se extiende
en su mirada aguda, ligera, cortante y salvaje por
los páramos y montañas relentes donde escon-
de su plumaje en su nido cuando la noche llega.
Santander es lumbre, es cumbre, es legumbre, es
arado, es petróleo, es esmeralda, es finca, es casa
grande para todos, es tabaco, es caña de azúcar,
es trapiche fértil para el alimento campesino, es
rascacielo, es campo florido donde la vida arde
todos los días como arde y gime el amor en una
niña núbil, así es Santander bastión de hombres
ilustres y gallardos.
[47]
[Puente colgante cerca a Florian]
[48]
[Cascada Riofrio en La Judía]
[49]
Mi razaPerfil de
Tajantes y recios, fi-
jos en su lugar y sus
obligaciones, pero
provistos, paradóji-
camente, de un gran
sentido del humor. Así se reconocen los habitan-
tes santandereanos.
Extendamos la mirada un poco más allá,
a las raíces de la cultura santandereana, vamos
hasta 1857, cuando las viejas tradiciones deli-
mitaron el territorio de las provincias históricas
que configuraron la jurisdicción del Estado So-
berano, es decir, lo que hoy se encuentra dividido
entre los departamentos del Norte de Santander
y Santander. La frontera cultural entre estos dos
departamentos es prácticamente inexistente.
Más que entre el norte y el sur, las di-
ferencias culturales más importantes se registran
entre el montañoso oriente andino y el occidente
fluvial magdalenense. Es decir, que frente al añe-
jo santandereano de la cordillera ha emergido en
este siglo su alter ego que bautizaremos provisio-
nalmente “rivereño”.
Todo queda en familia
Durante el tiempo colonial y el de todo
el siglo XIX la región nororiental de la Nueva
Granada, que a la sazón se conocía con los nom-
bres de las provincias socorrana y pamplonesa,
fue un importante epicentro demográfico, eco-
nómico, político e intelectual de la nación. La
especial división del trabajo en estas provincias
les confirió una fisonomía cultural basada en la
pequeña propiedad campesina, el trabajo familiar
intensivo en la artesanía del hilado y el tejido del
[50]
algodón, el fique y las fibras sombrereras, com-
plementado con la producción de tabaco y más
tarde de café para los centros de acopio que abas-
tecían las rutas de exportación hacia mercados
distantes.
Los tejedores y sombrereros —que al
tiempo cultivaban hojas de tabaco en sus parce-
las— fueron las figuras sociales predominantes,
al lado de los comerciantes y arrieros que acopia-
ban y transportaban la producción de los prime-
ros. Los curas párrocos completaban esta trilogía
social de la Colonia que se prolongó durante todo
el primer siglo republicano.
En esa trama social, la recepción de las
ideas liberales y el experimento de un gobierno
radical en la conducción del Estado Soberano de
Santander, se correspondieron con las tradiciones
del trabajo familiar independiente —en el sector
agropecuario el artesanal o el comercial. Así, el
acendrado individualismo que se atribuye al san-
tandereano sería el resultado de un largo proceso
generalizado de trabajo no asalariado, realizado
en unidades familiares de producción.
El hogar campesino fue una empresa
que siempre involucró a todos sus miembros, sin
distingo de edad o sexo, y en ella la producción
de una parte del sustento (yuca, ají, frutas, guara-
po de caña, caldo y arepa) subsidiaba el costo de
los bienes mercantilizables.
Con la disciplina, el ahorro, la frugali-
dad y el sacrificio personal, se reforzaba la auto-
explotación del trabajo familiar: los objetos ar-
tesanales se llevaban a los mercados de acopio a
muy bajo precio, de tal modo que eran los comer-
ciantes exportadores los que podían realizar todo
el valor del trabajo contenido en la producción
campesina.
[Portal colonial en Barichara]
[51]
La tradición familiar de las empresas
santandereanas se mantiene hasta hoy. Eso les ha
valido una dura crítica por su resistencia a conver-
tirse en sociedades anónimas capaces de captar y
administrar mayores capitales que potencien sus
dimensiones y alcances internacionales. Quizás
exageradamente se ha llegado a predicar que “en
el fondo de los sueños de cada santandereano hay
una tiendita”, subrayando así su preferencia por
las empresas que puede llevar a cabo sólo con su
esfuerzo personal.
El matiz del profesional
El segundo estadio comienza con el
fin de la Guerra de los Mil Días, con ella quedó
destruida buena parte de la infraestructura de la
producción cafetera, afectándose gravemente la
fuente de empleo asalariado más importante, que
había movilizado trabajadores desde las viejas
provincias tabacaleras hacia las emergentes de
Bucaramanga, Cúcuta y Ocaña. Los proyectos
del crecimiento económico regional parecieron
entonces agotarse en la imaginación de los hom-
bres que inauguraron nuestro siglo.
El aislamiento económico de Santander
se reflejó en la inversión de sus procesos demo-
gráficos respecto del tiempo colonial: la región
no ha cesado de exportar sus trabajadores hacia
los polos industriales de Barranquilla, Medellín y
Bogotá, y hacia el otro lado de la frontera vene-
zolana. Pero la cultura colonizadora de Santan-
der redirigió a buena parte de sus hombres hacia
el valle medio del río Magdalena, el Cesar o los
llanos orientales, mientras la migración interna
produjo las concentraciones humanas de Bucara-
manga y Barrancabermeja.
[52]
Las viejas tradiciones de la disciplina familiar se aplicaron entonces a la profesionalización de los
trabajos urbanos, provocándose la expansión del comercio moderno y de los servicios profesionales.
El auge de la industria petrolera condujo a Barrancabermeja buena parte de esos servicios profe-
sionales y hubo simultáneamente una fuerte inmigración de colonos. Así fue cristalizando la nueva manera
de ser ribereño, al “estilo barramejo”.
[Vista del Cañón del Chicamocha desde Los Santos]
[53]
Voces críticas
Dicen algunos que la idiosincrasia regional es comparable a la superficie montañosa y los ríos
encañonados. Se fabrican metáforas que nos hablan de la rudeza, aridez y majestuosidad del alma san-
tandereana. El cañón del río Chicamocha ha sido la imagen geográfica más asociada a estas metáforas del
santandereano altivo, silencioso, duro y pendenciero.
[54]
En realidad, al igual que la gran varie-
dad de paisajes regionales, hay una gran diver-
sidad de personalidades en el territorio santan-
dereano. No es posible, presentar un estereotipo
de la santandereanidad, en vez de enfrentar la
rica gama de tipos humanos presentes en las sie-
te provincias distintas que hoy dividen cultural-
mente a santander.
Algunos ensayistas han sugerido la
compulsión tradicionalista de los santanderea-
nos. Que hay una continua repetición de sus ri-
tuales dietéticos o sociales a pesar de los cambios
de edad o domicilio.
Para los críticos, los atavismos signifi-
can no un esfuerzo conciente de preservación de
los valores constitutivos de la cultura, sino una
impotencia generada por una escasa apertura es-
piritual hacia las visiones cosmopolitas. En este
atrevido esbozo del alma santandereana falta se-
ñalar una pasión que con frecuencia se endilga
al hombre de Santander: la envidia, cuyo estudio
aún no se ha emprendido.
[55]
Vocaciones
Algunas investigaciones han mostrado-
el funcionamiento del código del honor entre los
santandereanos. Hay en ellos un carácter solem-
ne aunque sobrio, parco en las expresiones de la
afectividad, tajante e irreversible en sus determi-
naciones. En este paisaje humano sobresale un
perfil trágico, una vocación para la muerte que
llamó poderosamente la atención del ensayista
Tomás Vargas Osorio. En síntesis, lo cotidiano
en la región se rige por fuertes patrones tradi-
cionales. El arquetipo del santandereano es un
hombre constante frente a su trabajo, mesurado
en su vida privada, luchador incansable por la ga-
rantía de una vejez tranquila, con un alto sentido
de responsabilidad frente al hogar pero carente
del espíritu aventurero para alimentar las gran-
des empresas. Un factor de equilibrio compen-
sa, eso sí, los excesos de autocontrol: el sentido
del humor. Plenas de mordacidad e inteligencia,
las gentes de estas tierras tienen manifestaciones
particulares en todas y cada una de las localida-
des de Santander y en ellas se definen personajes
típicos.
[56]
[Cerro de La Cruz ::: Capitanejo]
[57]
“Venga le Digo”
Acérquese usted
por aquí. Para
cuando lo haga,
ahí van algunas
pistas que le
ayudarán a conversar mejor y a comprender los
vericuetos de la tradición oral.
En Santander el habla popular se carac-
teriza por una acentuación sobria y muy marcada,
algo áspera, reflejo del temperamento regional.
El “tuteo” y el “voseo” no tienen allí vigencia.
Sólo en ciertas capas sociales urbanas
se permite el primero dentro de un tratamiento
excepcional y en relaciones muy próximas. En
otras circunstancias el santandereano considera
el “tuteo” una falta de respeto y una violación
del distanciamiento que debe mediar entre una
persona y otra.
A cambio, es profusa la utilización de
“Venga le Digo” giros y la creación de acepcio-
nes de uso exclusivo en la región. Adapta signi-
ficaciones diferenciadas para términos comunes
con otras regiones colombianas en especial la an-
tioqueña. Una investigación en curso ha abierto
aproximadamente 3 mil versiones lexicográficas
correspondientes a términos y locuciones carac-
terísticas de Santander.
Unas cuantas palabritas.
iDígame!: Exclamación pronunciada
con una marcada acentuación de la “i” y un pro-
nunciamiento prolongado de la primera sílaba.
Significa: por supuesto que sí. Es muy usual la
expresión “dígame si no”
Aguarde tantico: También se utiliza
“espere tantico” Significa: espere un momento.
Venga le digo: Significa: présteme su
[58]
atención, y en algunas ocasiones espere le hago
una aclaración.
Qué: Se pronuncia con una acentuación
muy fuerte y seca. Significa: imposible, no le
creo, mentiras.
¡Úste!: Se pronuncia con una acentua-
ción muy marcada en la u y representa una ex-
clamación de sorpresa ante un hecho inesperado
como un golpe o una expresión fuerte.
Mucho poquito: Significa: muy poco.
Pingo: Esta expresión, que en el espa-
ñol clásico significa: caballo viejo es corriente en
Santander para connotar “tonto” o su sinónimo
regional “pendejo”. Su uso es tan amplio y difun-
dido que señala a cualquier persona en tono fami-
liar, como ocurre con “oiga pingo venga le digo”.
Amañarse: Adaptarse, sentirse a gusto
en un lugar, como cuando alguien dice “estoy
amaña’o en este pueblo”.
Para cantar, bailar y contar
La manifestación más sobresaliente de
la tradición oral santandereana es la copla. Tie-
ne una estructura bastante rígida con giros muy
elaborados y una proliferación cuantitativa en un
amplio abanico temático. La “trova repentista”,
tan difundida entre los paisas, no es de uso co-
rriente en la región precisamente por los severos
patrones de forma y contenido. Puede improvi-
sarse excepcionalmente en la guabina, pero sólo
un escaso número de estas coplas logran quedar-
se en el folclor. [Calle en Girón]
[59]
Hay provincias particularmente cople-
ras, si bien la copla aparece en toda la región.
Ellas son García Rovira y Vélez, en las áreas del
torbellino y la guabina.
“Este tiple ya no suena
porque tiene cucarachas,
la vergüenza no me deja
darle un beso a las muchachas.
Si me siguen molestando
y me la hacen calentar,
bajo los santos al suelo
y me trepo yo al altar
Para cantar y bailar
pa ‘eso sí que valgo
yo, cuando es para trabajar
mi hermano el que se murió.
Para montar en la enjalma
ninguno me la ganó,
ayer montaba en la enjalma
y mita la enjalma en yo.
No quiero aguardiente en copa
ni amasijo en servilleta,
no quiero que por tu amor
otra me arrisque la jeta.
Esta es la dicha guabina
que cantamos puallá abajo,
por aquí también la cantan
pero con mucho trabajo.
Aquí me siento a cantar
en esta piedra caliente,
a ver si la dueña ‘e casa
se porta con aguardiente.
[60]
Yo canto por divertirme,
no por divertir a nadie,
el que quiera divertirse
que lo divierta su madre.
Pedío le tengo a Dios
y a las ánimas benditas,
que mi mujer y la otra
se queran como hermanitas.
Cierto jue que yo la quise
y en ella tuve un chiquillo,
si Dios me priesta la vida
le acotejo el paresito.”
La leyenda, el cuento folclórico y el ro-
mance popular alimentan también la tradición
con demostraciones análogas a las del resto del
país. Ha sido escasa, sin embargo, la labor de
recopilación y en ella se destacan los escritores
José Ortega Moreno, Juan de Dios Arias y Ernes-
to Valderrama Benítez.
La piedra del muerto
A unos diez kilómetros de Mogotes, so-
bre la nueva carretera que une esta población con
San Gil, y en el punto en que la vía se acerca más
al río para continuar paralela hasta la quebrada
del Bosque, existe en medio de la corriente una
gran piedra que se destaca entre las aguas. Por su
rara configuración y el relieve que sobre ella han
[Después de la pesca ::: Ciénaga El Llanito, Barrancabermeja]
[61]
tallado las olas es llamada desde épocas inmemo-
riales “La piedra del muerto”.
Con poco que la fantasía ayude a los jos,
la piedra ofrece al turista el espectáculo de un ca-
dáver amortajado, yacente sobre un bloque de
basalto. Las ondas le cantan su eterno de profun-
dis, y las espumas le tejen guirnaldas de efímeras
blancuras.
Hoy, desgraciadamente, han levantado
una casita entre la carretera y el río, y aquella
curiosidad natural no puede divisarse desde un
vehículo. Pero sin lugar a dudas y como lo dice la
gente de la región, “aquí está la piedra del muer-
to”.
¿Quién es difunto?
Nos refirieron hace ya muchos años la
leyenda, cuando aún niños pasábamos por prime-
ra vez por aquel sitio:
“En estas tierras vivía un hombre rico,
codicioso y cruel. Habitaba en una mansión cus-
todiada por mastines de fina raza y de sin igual
fiereza; en las pesebreras podíanse ver los mejo-
res ejemplares de caballos, y las sillas que em-
pleaba estaban enchapadas en oro y plata. Estas
piedras que se ven en gran número en las lomas
eran ganado; en las hondonadas verdeaban las
más opulentas sementeras. Todo era lujo y abun-
[Campos de tabaco ::: Curití]
[62]
dancia en la morada de aquel señor. Inmensos
graneros recogían sus cosechas y en sólidos ar-
cones guardaba tejos de plata, oro en polvo y es-
meraldas de un extraño color.
Pero nunca se dio allí posada a un via-
jero, nunca un pobre recibió una limosna, jamás
se pagaron diezmos ni primicias, de allí no salió
un grano de maíz para auxilio del hospital, ni
una caña para el paso de San Isidro Labrador.
Una tarde se presentó un mendigo en el
portalón de la entrada. Pedía por amor de Dios
un mendrugo de pan y albergue en un corredor,
pues venía desfalleciente y había en el horizonte
amagos de tormenta. “Despachen ese vagabun-
do”, gritó enfurecido el señor, y como el mendigo
siguiese implorando mandó soltarle los perros,
los cuales saciaron en el pobre su furia salvaje.
Herido, desangrándose más bien que caminan-
do, se alejó el pordiosero y en el primer recodo
del camino volvió por última vez la mirada hacia
la mansión de aquel buitre humano y le arrojó
tremenda maldición.
Aquella vez la noche descolgó sus más
fúnebres paños de sombra, el viento princi pió a
aullar siniestramente, el trueno hizo resonar con
furor sus roncos tambores y finalmente la tem-
pestad se desató impetuosa. Las nubes vaciaron
estrepitosamente sus tanques sobre la tierra, llo-
vió pedrisco sobre los sembrados, hincháronse
las quebradas y el río, y el rayo con brutal in-
sistencia fustigaba la noche como un látigo de
llamas sobre las espaldas de un esclavo negro.
Aquello fue un verdadero cataclismo. La ira de
cielo se había descargado vengadora sobre la
malicia humana. Como en la época del diluvio
bíblico las aguas borraron el pecado de la tierra.
Casas y sembrados fueron arrasados
por la tormenta, y hombres y animales arrebata-
dos por las aguas bravías. Y el rico quedó petri-
ficado en medio de la corriente”. Tal la leyenda.
“Miren los baúles”, nos decían mostrándonos
unas piedras rectangulares en la mitad del río. Y
más abajo nos enseñaban la silla de montar, los
perros, un armario, restos de camas y mesas, y
multitud de objetos que ve allí aprisionados por
las aguas la fantasía popular.
El pueblo mogotano es hospitalario y
acogedor y estas virtudes reposan con sus pro-
fundas creencias, “que el cielo no perdona al
que ha cerrado su casa o su corazón al viajero
errabundo o al ignoto mendigo”.
Sonidos y pasos
“Tienen un dejo muy propio en Santan-
der: Bambuco, pasillo, danza, guabina y torbelli-
no, ritmosde la región andina”.
De espíritu popular y fiestero es el pasi-
llo santandereano, contrasta con el romántico y
[63]
[En las afueras de Málaga]
[Cañón del Rio Sogamoso]
[64]
mesurado bambuco de estas tierras, diferente del
alegre del Tolima, Huila y Antioquia. El paradig-
ma regional de estas dos expresiones es la obra
del maestro José A. Morales.
Pero son la guabina y el torbellino los
ritmos musicales más caracterizados de la región.
Se diferencian radicalmente de los interpretados
en otros espacios del país y conservan en San-
tander su expresión más auténtica, especialmente
en la zona oriental de la provincia de Vélez, en
la parte surcentral de Santander y en toda la pro-
vincia de García Rovira. Son muy escasas las di-
ferencias musicales en las dos provincias aunque
es más reconocida la expresión veleña. Con toda
su importancia, son muy pocos, sin embargo, los
elementos de juicio que permitirían reconstruir el
origen y la evolución del torbellino y la guabina.
Arte en melodía
El torbellino como forma musical se ca-
racteriza por ser unitonal, siempre en tonalidades
mayores y con una estructura rítmica inalterable.
Desde el punto de vista melódico el torbellino se
inicia con un “dededo” en primera posición que
va ascendiendo hacia la parte aguda, en la que se
produce un segundo “dededo” virtuoso para lue-
go regresar a la posición inicial en la que conclu-
ye (el “dededo” es un término usado convencio-
nalmente entre los tiplistas santandereanos. Es
un pasaje virtuoso que consiste en la utilización
rápida de todos los dedos).
[65]
La estructura rítmica del torbellino es
común a varias expresiones folclóricas presentes
en otras regiones colombianas, incluso en el Ca-
ribe, pero en Santander tiene un carácter perfec-
tamente diferenciable. Puede presentarse como
torbellino instrumental, como baile y como mú-
sica de preludio e interludio de la guabina.
El instrumental se interpreta en su parte
melódica con tiple o tiple requinto, aunque ex-
cepcionalmente pude hacerse con flauta traversa
o de caña de cuatro dígitos. La línea melódica
es ejecutada por un solo instrumento de los ante-
riores acompañado por un tiple, sin que se pre-
senten otros cordófonos en su organografía. El
resto del acompañamiento del torbellino lo hacen
dos membranófonos (pandereta y sambumbia).
Otros instrumentos acompañantes son idiófonos
(guacharaca, carraca, quiribillos, esterilla, chu-
cho y alfandoque).
Aquí me sientoA cantar
La guabina en Santander es el canto a
“capella” de coplas con preludio e interludios
de música de torbellino, organizados en una es-
tructura en la que hay, primero, un breve prelu-
dio; luego, el canto a capella de los dos primeros
versos de una copla; después viene un interludio
también breve de música de torbellino seguido
del canto a capella de los dos versos siguientes de [Cascada Juan Curi ::: Pinchote]
[66]
la copla que a su vez antecede a otro interludio.
Cíclicamente se repite la estructura hasta cantar
un máximo de tres o cuatro coplas.
El canto siempre se produce a dos vo-
ces, generalmente individuales y femeninas.
Nunca ocurrirá que la primera voz sea interpre-
tada por más de una persona, mientras que la se-
gunda sí puede duplicarse. La individualidad de
la primera voz obedece al manejo relativamente
libre de la medida de las notas, fenómeno que
entre los portadores primarios se denomina “de-
jos y revueltas”, no puede duplicarse porque se
refundirían los períodos libres. La segunda voz sí
lo puede hacer puesto que sólo sigue los dejos y
revueltos de la primera.
La copla (cuarteta de octasílabos) utili-
zada en la guabina no es improvisada, salvo ca-
sos excepcionales: ya existe en la región una gran
variedad temática con lo cual la habilidad de las
cantoras de guabinas consiste no en improvisar la
copla sino en recordar la apropiada para el caso.
El interludio existente cada dos versos se expli-
ca por la necesidad que tienen las guabineras de
acordar la copla. Es muy común en Santander la
copla denominada “picosa”, censurada por sus
contenidos sexuales. Las guabineras se abstienen
de cantarla en público pero tiene una amplia aco-
gida en pequeños círculos. Es muy común “rega-
lar la copla”, es decir, susurrar la copla picosa al
oído.
Todo un remolino
Pareja, tres, copa y moño son las cuatro
modalidades del baile del torbellino. La pareja es
la base de las demás y su paso fundamental es
un trote menudo y rápido conocido popularmente
como “trote indio” o “paso de pentiz”.
El torbellino es por excelencia un baile
de galanteo caracterizado por una expresión muy
[Cuenca del Rio Cáchira]
[67]
discreta del requiebro sin movimientos bruscos.
Su desarrollo tiene más o menos las siguien-
tes etapas: el hombre invita a bailar a la mujer
aproximándose a ella, baila y le insinúa con los
pies que salga a bailar, pues no está permitido ha-
cerlo extendiéndole la mano. Si la mujer acepta
sale a iniciar el baile, tomando la iniciativa y el
hombre se ve obligado a desplazarse según el ca-
pricho de su pareja, buscando enfrentarla dentro
de una planimetría siempre circular pero sufrien-
do todo tipo de desplantes por parte de ella.
La modalidad del tres se realiza entre
dos mujeres y un hombre que sucesivamente van
haciendo desplazamientos en forma de ocho y
entrecruzándose, interponiéndose alternativa-
mente cada una de las mujeres entre su rival y
el hombre. El baile de la copa es un desafío. La
mujer pone su sombrero en el piso y el hombre
lo acepta colocando el suyo en forma invertida
sobre el de su pareja, formando una copa. Suce-
siva y alternativamente hombre y mujer bailan el
torbellino girando alrededor de la copa y quien
tumbe el sombrero pagará una penitencia que
generalmente consiste en dedicarle una copla al
ganador. Tanto la ejecución instrumental como
el baile se suspenden inmediatamente se cae la
copa.
El “moño” o “torbellino versia’o” se
caracteriza por ser un baile de pareja que suce-
sivamente se interrumpe junto con la ejecución
instrumental por el llamado que hace uno de los
intérpretes instrumentales diciendo “moño pa’el”
o “moño p’a ella”. El o ella deben recitar una co-
pla, generalmente picosa, a su pareja y tiene que
ser contestada en el siguiente llamado por quien
la recibe. Llegan a declamarse así hasta seis u
ocho coplas.
Otras modalidades baile son el zapatiao,
el arrancapaja y el de la manta, no tan frecuentes
ni difundidas como las anteriores.
[68]
Un atuendo para lucir
El traje típico de Santander guarda una
relativa uniformidad en las áreas donde aún se
conserva y que coinciden con las de dispersión
del torbellino y la guabina. Las ilustraciones de
la Comisión Corográfica realizadas a mediados
del siglo XIX presentan las primeras imágenes
gráficas que se conocen del traje, el mismo que
se usa hoy, prácticamente sin variaciones, en las
áreas mencionadas.
El de la mujer se compone de sombrero
de jipa con cinta negra adornada con una pluma
de pavo, aretes de oro muy pequeños, gargantilla
de cinta negra con una medalla, blusa blanca de
algodón bordada en el cuello y las mangas, falda
negra de paño plisada en contorno, excepto en la
parte central delantera donde proliferan bordados
en hilo y canutillos, alpargates de fique anuda-
dos con cinta negra de seda o algodón y pañolón
negro con flecos en contorno, utilizado sobre los
hombros y doblado por el centro.
El traje del hombre consta de sombre-
ro alpargates iguales a los de la mujer, camisa
de tela burda de algodón con botones sobre uno
de los hombros, mangas largas, cuello cerrado,
amplios pliegues en la espalda, pechera y puños
bordados; pantalón de paño burdo en colores ge-
[Laguna Sumaná en Guaca]
[69]
neralmente grises o azules amarrados con crineja
y ruana de lana.
Se trata de un atuendo lujoso usado en
los festivales donde puede ser bailado el torbe-
llino, y durante las salidas domingueras de los
campesinos ancianos.
Cuerdas deliciosas
“El tiple no puede faltar en ninguna
casa labriega, en el taller aldeana, en las
cantinas del pueblo, en las fondas de los
caminos reales”...
Bernardo Arias
El trío tradicional andino-colombiano
está conformado por bandola, tiple y guitarra.
En Santander la bandola se reemplaza por un ti-
ple melódico o uno requinto —más agudo que
el tiple corriente, debido al pequeño tamaño de
la caja acústica y a la utilización de cuerdas de
acero exclusivamente.
Así, la configuración instrumental de la
región es diferente a la tradicional. El tiple me-
lódico suele presentarse también como solista,
acompañado de un segundo tiple dando origen
al dueto instrumental santandereano. El trío y el
dueto hacen interpretaciones, ellas sí, muy tra-
dicionales: no tienen cabida las armonizaciones
[70]
disonantes que se abren paso en otras regiones
de Colombia.
La ejecución, en síntesis, se reparte de
manera tajante entre un tiple solista melódico, un
tiple acompañante rítmico y una guitarra marcan-
te, sin someterse al arreglo armónico, preconce-
bido.
Así es el nuestro
La afinación y la técnica de ejecución
distinguen el tiple de la región santandereana, si
bien es el instrumento emblemático de la música
de toda la región andina de Colombia.
Solamente en Santander el tiple se afina
en “Si bemol”, mientras que en otros lugares se
hace igual que el piano, es decir, en “Do”. Dicho
de otra manera, el tiple santandereano se afina
una tonalidad más abajo de la afinación univer-
sal y la consecuencia es un timbre mucho menos
agudo y más aterciopelado, aunque con menos
capacidad sonora. Además se tiene la ventaja de
producir un vibrato muy amplio, algo que carac-
teriza siempre la ejecución regional de tiple.
En la técnica también hay diferencias.
Mientras corrientemente el tiple melódico se eje-
cuta a mano, abierta, utilizando todos los dedos
de la mano (la misma técnica de la guitarra), en
Santander se usa el “plectro”, denominado aquí
“pluma”, fabricado con cacho, material sintético
o una cuchilla de afeitar. El tiple acompañante
realiza un “surrungueo” muy propio y muy sua-
ve, a mano cerrada, el tiple solista individual, tan
difundido en el resto del país, es prácticamente
inexistente en la región santandereana.
En el escenario Notables ejecutantes
han enaltecido el instrumento, empezando por el
maestro veleño Pacho Benavides, nacido con el
siglo. En sus manos adquirió jerarquía de tiple
concertino (melódico) y como tal llegó al acetato
por primera vez. Recorrió las salas de concierto
de varios lugares del mundo y encontró al pri-
mer compositor de música hecha exclusivamente
para él.
Una tradición de virtuosos tipleros san-
tandereanos comenzó con el maestro Benavides.
Fue enriquecida por el maestro Mario Martínez
Jiménez (uno de los integrante del afamado Due-
to de los Hermanos Martínez) y con él se confi-
guró lo que podría llamarse la Escuela del tiple
santandereano, pues de alguna manera son dis-
cípulos suyos todos los intérpretes consagrados:
Pedro Nel Martínez, José Luis Martínez y Jairo
Arenas, todos ellos ganadores sucesivos de los
tres concursos nacionales de tiplistas realizados
en Ibagué durante los años de 1973, 1975 y 1978.
Esta escuela es continuada hoy por ti-
plistas destacados como Luis Alfonso Medina,
Evaristo y Domingo López, Alfonso Oviedo,
Henry Mora y otros.
[71]
[Cuenca del Rio Suratá]
[Pescando en el Magdalena]
[72]
En el género de la composición de la música tradicional santandereana hay una nómina de grandes
representantes: Luis A. Calvo, José A. Morales, Lelio Olarte, José de Jesús Vargas, Oriol Rangel, Víctor
M. Guerrero, Leonardo Gómez Silva, Gustavo Gómez Ardila, Miguel Durán López, Bonifacio Bautista,
Fausto Pérez, Mario Martínez, Pedro Nel Martínez, Rafael Aponte, Alfonso Guerrero, Carlos Serrano, Se-
vero Mantilla, Rodrigo Mantilla, Oriel Mantilla, José Rozo Contreras, Pacho Benavides y otros que se nos
escapan. Buena parte de la música de Santander reposa en el repertorio de la agrupación de intérpretes con
mayor trayectoria: la Rondalla Bumanguesa. Su configuración instrumental está dada por un violín, dos
flautas, piano, tiple, guitarra y contrabajo. Don Juan Guerrero fue su fundador en el año 1948 y la dirige
actualmente su hijo Alfonso Guerrero.
[El Chorrito ::: Curití]
[73]
Lo divino y lo humano,van de la mano
Constituyen las creencias populares, la
expresión más ínfima, tradicional y vigorosa de
un pueblo (...). Las fuentes que nutren el origen
de las creencias de nuestras clases populares son
en Santander, como en cualquiera de los otros
departamentos y regiones de Colombia, la nativa
indígena y la católica de procedencia española.
De la aportación indígena aún supervi-
ven las referencias a lagunas encantadas cuyas
aguas hierven, “bujan” y “se ponen bravas”,
todo lo cual tiene un remoto origen en los cultos
chibchas de la idolatría. Procedencia autóctona
tiene el mito forestal de la “Mancarita”, espe-
cie de cuadrumano que rapta a las mujeres y las
conduce a los bosques, y el Tunjo de oro o niño
dorado que habita junto a las fuentes y lagunas;
es, a este propósito, curioso observar cómo en al-
gunos relatos tradicionales de municipios del sur
del departamento como Suaita, Guadalupe, Cha-
ralá, Güepsa y Oiba, abundan las asociaciones
de elementos áureos y acuáticos, circunstancia
en la cual existe un evidente origen indígena de
genuina procedencia chibcha; este mismo origen
tienen las creencias en trasgos o “espantos”, en
aparecidos, brujas, luces nocturnas que indican
“guacas” o tesoros escondidos, y en personas do-
tadas de dones sobrenaturales de adivinación, de
curación de ubicación y otros semejantes, habi-
dos gracias a pactos diabólicos.
También español de origen es el empleo
de algunos amuletos, como los que se llevan con-
tra el mal de ojo; y el uso de bebedizos amoro-
sos, como el polvo obtenido de la raspadura del
“hueso de guache” o del fruto del ‘borrachero”
(datura arbórea) que es lo mismo que en Cun-
dinamarca llaman cacao sabanero”, más parecen
de origen autóctono que importado.
Entre las devociones mayormente di-
fundidas en el pueblo, y de modo muy especial
entre gentes campesinas, podemos anotar las si-
guientes:
A San Roque, para la curación de las llagas,
enconos y erisipela.
A Santa Lucía, para alcanzar el remedio en las
afecciones de los ojos.
A San Emigdio, en los temblores de tierra.
A Santa Apolonia, abogada de los que sufren
dolores de muela.
A San Isidro, para obtener abundantes cose-
chas.
A Santa Elena, para encontrar lo que se ha
perdido.
A Santa Bárbara, invocada contra rayos,
centellas y tormentas.
A Santa Rita de Casia, “vencedora de imposi-
bles”.
A San José, para alcanzar la buena muerte.
A San Antonio, para obtener un matrimonio
feliz.
Al Arcángel San Rafael, para conseguir una
venturosa travesía.
[74]
A algunos de estos santos se les dirigen
oraciones folclóricas, las que, como es obvio, no
están autorizadas por la iglesia, siendo conser-
vadas por la tradición, como la a continuación
transcrita, recogida por el autor de esta reseña de
labios de una anciana campesina en las cercanías
del pueblo de San Benito en la provincia de Vé-
lez:
“San Simón del Monte Mayor
libra mi casa y todo su alrededor
de brujas y de hechiceros
y del hombre malhechor
Chiqui qui chiqui, el evangelista,
Chiqui qui chiqui, el evangelista!
(...)
Y al hablar del poder curativo de las
plantas tocamos uno de los temas de mayor am-
plitud y fundamental interés que ofrece el folc-
klore santandereano: la medicina y la farmaco-
pea populares.
En efecto, en esta región del territorio
colombiano en que la nativa población indígena
que antaño integraban los guanes, agataes, cita-
reros y caribes adaptados al medio, cuenta hoy
con apenas muy escasos exponentes y en que los
fuertes núcleos raciales de blancos y mestizos en
proceso de adaptación a las circunstancias meso-
lógicas y ecológicas tan por extremo complejas y
difíciles, en medio de la fragosa topografía, atra-
viesan por un largo y doloroso período de adap-[Pozo El Hoyo ::: Tona]
[75]
tación al medio, se han hecho necesarias las epí-
timas y panaceas, que el pueblo busca en forma
intuitiva y consagra empíricamente.
A este propósito nos parece oportuno
consignar aquí las frases del doctor Letamendi,
referentes a la importancia de la medicina folkló-
rica: “Después de cuatro siglos de investigación
terapéutica metódica, todavía debemos más a los
salvajes que a los sabios: tal es en la medicina
el poder de la experiencia acumulada, aunque la
acumule la ignorancia”.
No es precisamente en la medicina pre-
ventiva, ni menos aún en la higiene, cuya prác-
tica anda tan descuidada entre nuestras clases
populares, en la que se hallan la mejor parte de
las fórmulas trascritas, sino en la puramente cu-
rativa... los “rezanderos”, los cuales suelen for-
mar discípulos, a razón de uno por año, según
pudimos averiguarlo entre campesinos de la pro-
vincia de Socorro.
Los árboles que llaman cañafístula igua-
lan en sus remedios y eficacia a los tamarindos;
es muy medicinal y se halla con abundancia en
muchas tierras cálidas, como en los llanos y en
las jurisdicciones de Vélez y San Gil, y en mu-
chas otras.
El salsifraz es muy eficaz para quebran-
tar y deshacer las piedras de vejiga que ocasionan
el mal de orina. Los árboles que llaman de la ca-
[76]
nela, cuya corteza es semejante a la canela y en su olor y sabor, se hallan muchos en los llanos de San Juan
y en otras partes, y en estos territorios donde soy cura. También se hallan en los llanos, en particular los
de San Juan, los árboles que destilan un humor que llaman lacre. Prodúcense en muchas partes templadas
y cálidas los árboles que resudan el humor o resma que llaman incienso, la que este nombre le daban los
indios a dichos árboles y con él daban sahumerio a sus ídolos, por lo que debía desterrarse de los templos, y
por su fastidioso olor. En las partes que he sido cura, en particular en San Gil, Guane y Mogotes, lo usaban
para incensar el altar, y lo he desterrado. También usaban los indios gentiles para el mismo efecto del sa-
humerio de sus ídolos, de la goma que llaman anime, del árbol del mismo nombre, y es oloroso y medicinal
y conforta la cabeza en los que padecen vahidos.(...)
[Atardecer en El Llanito ::: Barrancabermeja]
[77]
Otras muchas (hierbas) hay que sonan-
tídoto o triaca contra el veneno de muchas cule-
bras y otros animales ponzoñosos que abundan
en aquellas tierras; y en éstas donde esto escribo
y en todos los lugares circunvecinos, hay un ar-
bolito de que abunda mucho el terreno, unos le
llaman la amargosa, porque lo es mucho; otros
varilla negra; otros orejita de ratón, que es admi-
rable, de que tengo mucha experiencia, que be-
biendo el zumo de ella estregada o mojada con
agua caliente, o aunque sea sólo cocida, luego se
quitan las lepras y sarnas que salen en el cuerpo.
(...)
Es admirable hierba medicinal el car-
dosanto, el toronjil (éstos cálidos), la pimpinela
(esta es fresca), la hierba de Santa Lucía, que se
le dio este nombre por ser muy medicinal para el
mal de ojos; el llantén es una de las más admira-
bles hierbas; con su cocimiento se desinflaman
las llagas y heridas, y con su hoja puesta sanan.
Para eso mismo sirven las lechuguillas
que hay de dos especies: la que llaman acedera,
que es una cerecita de menudas hojitas, cuando
se inflama la boca o da un mal que llaman sana
en los dientes, mascándola luego sana, y es tan
eficaz para esto como el alumbre.
La sábila, que es un penca que la cortan
de la mata y la tienen colgada mucho tiempo en
las casas sin que se seque; dicen es muy medici-
nal, que es contra el achaque que lla man dolor
de costado, rescoldada y abierta, y puesta sobre
aquella parte donde apunta el dolor; y que cocido
el cristal de ella, que llaman, que es la parte blan-
ca interior, es contra la ictericia, y que también
es contra otras enfermedades. También es eficaz
medicina para el achaque que da en la gargan-
ta que llaman esquitiencia o esquilencia; soasa-
da al rescoldo y abierta y puestas dos telillas en
la garganta, sana y presenta de que repita dicho
achaque.
Don Basilio Vicente de Oviedo, cura de
Mogotes en el momento de escribir su obra, por
el año de 1750. Cualidades y riquezas del Nuevo
Reino de Granada.
Corazón contento
El buen gusto y abundante apetito del
santandereano estimulan y enriquecen la tradi-
cional cocina regional. Y en cada municipio, re-
cetas muy propias y apropiadas.
Del sabajón de Jesús María, ¿quién no
ha oído hablar? ¿O de los chorizos de Oiba, los
bocadillos de Vélez y Mogotes, los dulces de
pastilla y las obleas de Floridablanca, el uribista
de Bucaramanga, las frutas cristalizadas los con-
fites del Socorro, el cabro de Chiflas o las panu-
chas de Málaga?
O de la cantidad de “golpes”. De eso hay
muy buenas noticias para el que visite la región.
[78]
[Cascada Los Caballero ::: Guadalupe]
[79]
Además de las tres comidas de ley (llamadas con
sus término cristianos desayuno bien trancado,
almuerzo con sopa y comida pal trasnocho) exis-
ten las intermedias: la media y las onces. Los que
viven todavía en el campo y por madrugadores
desayunan “muy presto”, al rayar el alba, nece-
sitan un rumbiador o puntal antes del almuerzo,
al cual le sigue una comida “antes de que oscu-
rezca”.
De cada día
El desayuno tradicional santanderea-
no se compone de un buen plato de caldo que lle-
va papa, cebolla, tomate, sal, huevos, cilantro y
leche. Algunos lo llaman “teñido” por la presen-
cia de la leche y porque existe un pariente pobre
denominado “changua” o “chingua” hecho sólo
con sal, cebolla y cilantro.
Un buen caldo se acompaña con arepa
preparada con maíz pela’o, chicharrones de cer-
do, manteca de res y sal, todo molido, amasado
y asado en tiesto de barro. Caldo y arepa se sen-
tirían huérfanos sin una porción de carne de res
asada, antes de cerrar, con chocolate o café en
leche y opcionalmente queso y pan.
El rumbiador charaleño o puntal sima-
cotero, es un plato intermedio que se despachan
los campesinos entre el desayuno y el almuerzo.
Consta de carne asada, yuca salpicada con algo
de ají y guarapo.
El tamal, se prepara con una masa de
harina de maíz sancochado y aliñada con mante-
ca de cerdo, ajo y cebolla. Con ella se configura
el cubierto de un relleno que acoge en su seno a
los garbanzos, la cebolla, carne de cerdo y/o de
gallina y algo de tocino, todo envuelto en hojas
de plátano que se amarran con cabuya de fique
antes de ponerse a cocinar.
Lo que se conoce en Santander como
piquete es un plato especial que suple al almuer-
zo convencional porque se ensambla con una va-
riedad de carnes generalmente asadas al carbón
(res, cerdo, gallina) junto con yuca, papa, pláta-
no y ají. Como “pasante” se usa un guarapo, una
cerveza, un refajo (cola y cerveza) o una carabina
(cola con guarapo).
No es raro encontrar en las comidas
un poco de carne de res “oriada” o seca, lo que
equivale a decir deshidratada al sol o al humo en
diversos grados. Desayuno o comida se comple-
mentan con bebidas calientes: chocolate o café
en leche, aguadepanela con queso, avena dulce
y caspiroleta. Cuando el chocolate se sirve a me-
dia tarde suele agregársele canela y aguardiente.
La caspiroleta es una crema de leche con bizco-
chuelo, azúcar, huevo y brandy.
Diccionario del gusto
Mute: Plato usual en un almuerzo dominical. Es
una sopa de maíz pela’o, carne de cerdo (orejas y
[80]
trompa), callo de res (tripa), arverjas, papa crio-
lla, cilantro, ahuyama, garbanzo y fríjol verde. Se
acompaña con yuca frita.
Sancocho con chorotas: Las chorotas se prepa-
ran con la misma masa de la arepa santandereana
con la que se prepara un relleno de arroz, carne
de cerdo cebolla y tomate y se sancocha para pro-
ducir una sopa que lleva además plátano verde,
yuca, papa, repollo, cebolla, cilantro y costilla de
res. Otras formas de sancocho santandereano son
el de gallina y el sancocho con costilla de res, en
reemplazo de las chorotas.
Rullas: sopa de maíz amarillo con carne de res,
papa, arveja y cilantro.
Ajiaco santandereano: es una sopa que lleva
yuca, plátano, apio, papa, repollo y carne de res.
Pichón: sopa de sangre de res, cebolla, tomate,
leche y guacas.
Cabro: es un plato típico de la provincia guanen-
tina y de los pueblos aledaños al Cañón del Chi-
camocha. La carne se prepara al horno o sudada
y se acompaña de pepitoria y arepa. La pepitoria
es un arroz seco con sangre y menudencias de
cabro, con cebolla, tomate, cominos y sal.
Empanadas de yuca: masa de yuca rellena de
arroz, cebolla, tomate, huevo y carne de res.
Ayacos de mazorca: también se conocen en al-
gunas regiones de Santander como “envueltos”.
Se componen de una masa de maíz con relle-
no. Cuando son de dulce la masa se adoba con
mantequilla, azúcar y sal y Llevan de relleno so-
lamente queso. Si son de sal se adoba la masa
con mantequilla y sal y el relleno se compone de
arroz, carne de cerdo cebolla y tomate con man-
teca de cerdo.
Los ayacos de mazorca tierna se envuelven con
la corteza de la misma. Hay también ayacos de
maíz pela’o, que no tienen relleno y se confor-
man en una sola masa amasada con manteca de
res, chicharrones de cerdo y “cunchos” de gua-
rapo.
Troncho: sopa muy popular en la alimentación
campesina. Se prepara con arroz, yuca, plátano y
carne de res.
Chorizos: forman parte del piquete santanderea-
no y acompañan muchos platos de la dieta regio-
nal. Sus ingredientes son tripa de cerdo rellena
con de cerdo molida y condimentada, y tocino.
Las bebidas alcohólicas típicas que
acompañan por lo general un piquete santande-
reano o un trozo de cabro son la chicha de maíz,
el guarapo de panela, el refajo y la carabina. El
masato de arroz ligeramente fermentado es usual
como bebida de media tarde acompañada de biz-
cochos, colaciones o pan de yuca. En la región
[81]
[Frailejones a 3400 mts de altura]
[Mirador ::: Guaca]
[82]
de Girón es también popular la chicha de corozo y en Málaga una cerveza casera llamada “perraloca”. Los
dulces son muy variados. El rey viejo es el bocadillo veleño, hoy con diversaspresentaciones, ya sea en
pastilla pequeña, en lonja o relleno con arequipe (turne). Los dulces de pastilla cuentan con un abanico de
sabores: los más populares son los de leche, arroz, apio, sidra y piña. Son muy populares entre los colegiales
los llamados dulces “aliados, que se componen de una capa central de un sabor y dos capas externas de un
sabor diferente. Las combinaciones más afortunadas son las de arroz y apio, leche y guayaba, apio y piña,
arroz y limón. En el Socorro son típicos los confites, las maizenitas y las frutas cristalizadas, mientras que
en Girón brillan las cocadas de azúcar o de panela que se preparan con leche, coco rayado y azúcar (o pa-
nela). En Málaga son muy populares las panuchas (harina, coco rallado y arequipe).
[LLegando a Guane]
[83]
Nada mejor para concluir que el manjar emblemático y exclusivo de la gastronomía regional: Las
hormigas culonas. Aparecen poco después de la Semana Santa, en seguida de las lluvias de abril. Su captu-
ra es todo ritual para iniciados. Desde el período precolombino tuvieron un particular valor como símbolo
de fecundidad y valor nutritivo. Se preparan tostadas en tiesto de barro después de haberles separado la
cabeza, las alas y las patas. Pueden conservarse por mucho tiempo en recipientes herméticamente sellados.
Un buen caldo se acompaña con arepa preparada con maíz pelao, chicharrones de cerdo, manteca de res y
sal. El huésped sagrado de la familia es el tamal santandereano.
[84]
Ciclo de las Hormigas Culonas
En los días posteriores a la Semana Santa cuando después de las lluvias los días son despejados,
con abundante luz solar y sin vientos fuertes, salen de los hormigueros las jóvenes hormigas reinas a volar
en espiral y en círculos de diámetro progresivo.
Detrás de cada una de las nuevas hormigas reinas salen en su persecución los llamados padrotes.
Los más fuertes logran dar cacería a las nuevas hormigas reinas y copulan durante dos o tres minutos para
luego caer verticalmente y morir. La nueva hormiga reina fecundada desciende lentamente hasta ubicar un
sitio apropiado donde fundar una nueva colonia de hormigas. La nueva hormiga reina fecundada elabora
[Laguna Negra ::: Encino]
[85]
durante quince o veinte días un túnel al final del cual construye la primera celda, en la que realiza la primera
postura de huevos que irán a producir un tipo de hormiga denominada arquitecta. Sucesivamente se produ-
cen posturas de hormigas especializadas como son las carteras, las cargueras, las nodrizas y los cabezones,
cada uno de los cuales tiene una función específica que cumplir en la construcción del hormiguero la acu-
mulación de provisiones para el verano, la crianza de nuevas hormigas y la producción de nuevas reinas que
irán a multiplicar las colonias. Concluida la primera etapa de construcción de la colonia, la reina se localiza
en su celda y se dedica exclusivamente a la labor reproductiva. Las nodrizas contribuyen a la procreación de
las distintas especialidades de hormigas que deben tener todo listo para el verano en el que se consumen las
provisiones recaudadas. Un hormiguero se puede mantener en desarrollo durante varios años, cumpliendo
su ciclo anual y generando nuevas colonias.
[86][Mirador al Suarez ::: Barichara]
[87]
SantandereanoAlgo del folclore
Campesina SantandereanaAutor: José A. Morales
Ritmo: Bambuco
Campesina santandereana,
eres mi flor de romero,
por tu amor yo vivo loco,
si no me besas me muero.
Me muero porque tus labios,
tienen miel de mis cañales,
que saben a lo que huelen,
las rosas de mis rosales,
que saben a lo que huelen,
las rosas de mis rosales.
Cuando bailas la guabina,
con tu camisón de olán,
hay algo entre tu corpiño,
que tiembla como un volcán.
Es el volcán de tus senos,
al ritmo de tu cintura,
campesina santandereana,
sabor de fruta madura,
campesina santandereana,
sabor de fruta madura.
Si pasas por San GilAutor: Jorge Villamil
Ritmo: Vals
Si pasas por San Gil, amigo mío,
por las bravas tierras de Santander,
ahí tu paso al detener
admirarás el Fonce en su raudo transcurrir
y cruzarás por el puente que no olvido,
que conduce hacia el camino
del parque Gallineral....
Y cruzarás por el puente que no olvido,
que conduce hacia el camino
del parque Gallineral.
Sus ceibas gigantescas adornadas,
con musgos de magníficos festones,
que el rio temblando besará,
o copian los lagos de cristal.
Paseando por entre las
avenidas que forman retorcidos gallineros.
Se escucha del requinto su rasgar,
[88]
voces lejanas entonar
guabinas santandereanas,
visitarás el Cerro de la Cruz, a Bella Isla y
Pozo Azul, y le llevas mis recuerdos.
Al paso por sus calles empedradas
se adornan sus iglesias coloniales,
balcones de clásico español
portales que invitan al amor.
En noches van errantes cabalgando
espíritus de nobles y escuderos,
se oye el grito de la rebelión
que a esa tierra estremeció,
grito de los Comuneros.
El fuego de Galán y de Alcantuz
que en fiera llama se extendió
hacia las tierras del sur.
se oye el grito de la rebelión
que a esa tierra estremeció,
grito de los Comuneros
SeñoraBucaramanga
Autor: José A. Morales
Ritmo: Pasillo
Señora Bucaramanga
Señora de las cigarras
que tienes mujeres bellas
y esbeltas como sus palmas.
De piel color de tabaco
y ojos de cielo en calma
Ay caramba carambita
ayayay caray caramba.
Señora Bucaramanga
Señora de las cigarras
que tienes mujeres bellas
y esbeltas como sus palmas
De piel color de tabaco
y ojos de cielo en calma
Ay caramba carambita
ayayay caray caramba.
Quien ha pisado tu suelo
nunca te podrá olvidar
en su corazón señora
para ti tendrá un altar.
Suspirando porque un día
como cantara el trovero
pueda dormirse por siempre
frente a tu parque Romero.
Señora Bucaramanga
Señora de Palonegro
la de don Gabriel Turbay
y don Camacho Carreño
dejad que con emoción
yo te cante con el alma
Ay caramba ay!carambita
ayayay caray caramba.
Quien ha pisado tu suelo
nunca te podrá olvidar
en su corazón señora
para ti tendrá un altar.
Suspirando porque un día
como cantara el trovero
pueda dormirse por siempre
frente a tu parque Romero.
[89]
PreciosaSantandereana
Autor: Carlos Castillo Zabala
Ritmo: Bambuco
Vengo a decirte mujer que estoypreso entre tus ojos apiádatede mi querer no desoiga mis
antojos porque si tú me negarasla miel de tus labios rojos
yo tendría que morir de llantopena y enojos.
Despierta si estás dormiday escucha mi serenata
que a ti te vengo a cantarlos bambucos de mi patria.
Porque eres sencilla y buenapreciosa santandereanaquiero decirte al oído
que te quiero con el alma.
[Parque Gallineral ::: San Gil]
[90]
[Panorámica de Zapatoca]
[91]
SantanderCultura y tradiciones de
Santander es sinónimo
de guabinas, torbe-
llinos, bambucos y
pasillos. Santander
es tierra de cantores
que, al sonar de tiples y requintos, entonan las
melodías de la historia local. “Airecitos de mi
tierra”, “Desde Lejos” o “Gloria Eugenia”, entre
otras canciones, cuentan, con aire musical, aque-
llos recuerdos del amor y de la tierra santande-
reana.
Cinco festivales de música folclórica
han sido declarados patrimonio cultural y artís-
tico de la nación, en 2006. El Festival de Bandas
y Acordeones del Río Grande de la Magdalena,
en Barrancabermeja; Festival del Torbellino y el
Requinto, en Puente Nacional; Festival Guane de
Oro, en San Gil; Festival de la Guabina y el Ti-
ple, en Vélez; y el Concierto “Nace una estrella”,
en homenaje Cultura y tradiciones de Santander
al natalicio del maestro José A. Morales, en So-
corro, expresan, “a fuerza de baile y canto”, la
tradición y cultura santandereanas.
El acento de sus nativos es fuerte, pero
amable. Su tono resuena y sobresale, pero, sobre
todo, invita y ofrece. El santandereano es atento
y cordial, respetuoso de las costumbres y amigo
del visitante. Ese es su estilo, esa es la gente de
Santander.
El imperio ancestral de la etnia guane
disfrutaba de las hormigas culonas. Aún hoy se
conserva como la expresión gastronómica más
representativa del departamento. Mute, tamales,
carne oreada, cabro y arepas complementan esta
oferta “deliciosa” y típica santandereana.
En Santander se conservan las antiguas
técnicas artesanales que, desde siglos atrás, han
sido transmitidas de generación en generación.
[92]
Elementos naturales y biodegradables, entre ellos el fique, constituyen la materia prima para su elabora-
ción. Cotizas, bolsos, correas, persianas, tapetes, llaveros y artículos decorativos constituyen la expresión
de artistas locales. Este tipo de artesanías se encuentran especialmente en Curití, donde la cultura del fique
está fuertemente arraigada y gracias al trabajo cooperativo entre artesanos, se pretende consolidarla como
una industria destacada del sector.
Entre las manifestaciones artesanales y culturales más arraigadas de Santander están los artículos
en piedra, elaborados en el municipio Barichara; productos hechos de fibras vegetales, como lapiceros y
bisutería, en la población de Páramo; e instrumentos musicales, en el municipio Vélez. En Oiba son tra-
dicionales las artesanías para poner en las paredes y decorar diversos ambientes, como las fachadas de las
[Valle de Cepitá]
[93]
iglesias y catedrales del país, elaboradas en barro blanco y en diferentes tamaños. Los viajeros que visitan
Oiba encontrarán allí, seguramente, la fachada de la iglesia de su ciudad, o de ciudades conocidas, además
de las de Santander.
También en Oiba existen artesanos que elaboran pequeños balcones en miniatura en madera, al
estilo de los que adornan las plazas de los municipios del departamento, que pueden ser ubicados en las
paredes o ser utilizados como portallaves. El uso del español es otro rasgo distintivo del santandereano, en
la región es muy común el uso de dichos y refranes, así como la aplicación distintiva de palabras. Aquí un
pequeño compendio del uso del español en Santander:
[Paisaje cerca a Suratá]
[94]
El santandereano no es bobo; es pingo, toche o
caido del zarso.
El santandereano no se enfurece; se arrecha,
se enchicha, o se pone rabon.
Al santandereano no lo hacen disgustar; le sa-
can la piedra, o lo hacen arrechar.
El santandereano no se asusta; se arruga o
le da culillo.
El santandereano no corre a gran velocidad;
es mucho ir rapido.
El santandereano no va a fiestas; va a
bebetas.
El santandereano no tiene barriga; tiene
buche.
El santandereano no fuma tabaco; chicotea.
El santandereano no tiene abuela; tiene
nona.
El santandereano no tiene caneca; tiene
caneco.
El santandereano no tiene machete; tiene
macheta.
Al santandereano no le coge la noche sino;
la tarde.
El santandereano no dice “no moleste” dice;
deje de joder.
El santandereano no dice que lo engañaron;
dice que le dieron por la cabeza, que lo
tumbaron.
El santandereano no se cae; se va de jeta.
El santandereano no tiene zapatos de cuero;
tiene de material.
El santandereano no presiona botones; los
espicha.[Quebrada la Sorda ::: Lebrija]
[95]
El santandereano no patea la pelota; la
chuta.
El santandereano no tiene tomacorriente;
tiene enchufle.
El santandereano no sufre de agrieras; sufre
de ahito.
El santandereano no tiene molestias
estomacales; esta envarado.
El santandereano no tiene trastos; tiene
cutes.
El santandereano no tiene closet; dice
closer.
El santandereano no usa chaqueta; usa
chompa.
El santandereano no tiene alpargates; tiene
cotizas.
El santandereano no calienta el café; lo
abriga.
El santandereano no se sumerge; se resume.
El santandereano no sufre de mal aliento; le
huele la jeta.
El santandereano no camina; echa quimba,
echa pata.
El santandereano no se peluquea; se tusa.
El santandereano no sana: esta mejor.
El santandereano no es alto: es bolson.
El santandereano no es sinvergüenza; es
conchudo.
El santandereano no es arrebatado; es
arrechivas o acelerado.
El santandereano nunca dice “no”; dice
“ora!”
La santandereana no da a luz; se mejora.
[96]
La santandereana no es linda; es mucho tar’
buena.
La santandereana no es engreída; es mucho
ser picada o piroba.
Al santandereano no le llovizna; le brizna
Al santandereano no le obliga algo; si no
que le toca.
Al santandereano no se le queda mal; se le
deja mamando
Al santandereano no se la dedican; se la
montan
El santandereano no tiene finca; tiene
campo
El santandereano no come mogolla y dulce
combinado: come meztiza y dulce aliñao
El santandereano no se cae; se da un totazo
El santandereano no se pone furioso; se
arrecha, se enverraca, o le sacan la piedra
Al santandereano no le picaron las avispas;
lo enchucharon.
El santandereano no dice cosa; dice joda.
El santandereano no dice “ no me
molesten”; dice no me joda.
Al santandereano las frutas no se pudren; se
le apichan.
El santandereano no tiene mala suerte; t’a
mucho salao.
El santandereano no dice “ese tipo es vivo”;
dice mucho lo perro.
El santandereano no dice “ese tipo es
sagaz”; dice mucho vivo.
El santandereano no dice “eso me gusta”;
dice eso es mucho lo bueno.[Viñedos en Zapatoca]
[97]
[98]
El santandereano no dice “eso es de
calidad”: si no es elegante
El Santandereano no se viste Elegante: si no SE
PONE LA PINTA
El Santandereano no tiene cicatrices: si no CHA-
GUALAS
Al Santandereano no le salen Lagañas: si no PI-
CHAS
Al Santandereano no le da Alergia: si no CA-
RRANCHIN
El Santandereano no alista Maletas: ALISTA EL
PERRO
Para el santandereano no existen ni fulano, ni fu-
lana: si no ESTE NIÑO, ESTA NIÑA
El Santandereano no habla de muchas cosas: si
no de UNA CATORCERA
El Santandereano no echa Medias nueves: ECHA
MECATO
Al Santandereano no le ponen inyecciones: si no
INDECCIONES
El Santandereano no tiene esqueleto: si no CA-
RRAMAN
El Santandereano no es Remilgado: si no PITO-
SO
El Santandereano en lugar de decir “La emba-
rro”: dice MUCHO MATRACO
Al Santandereano no le salen Forúnculos: si no
NACIDOS
[Creciendo en ls viñedos]
[99]
Al Santandereano no le da Hambre: si no GU-
RRIA
El Santandereano no Anduvo: si ANDO
El Santandereano no usa vestido de Baño: si no
CHINGUE
El Santandereano no toma Changua: si no CHIN-
GUA
Al Santandereano que se golpea no le preguntan
si le dolió: si no CHUPE
El Santandereano no dice “Páceme esa cosa”: si
no PASEME EL ESTE o LA ESTA
El Santandereano no tiene niños: si no CHINOS,
PELAOS, ZURRONES, CULICAGAOS, CA-
LABAZOS, ZUTES o PETUSTES
Al Santandereanito no lo montan a tun-tun o en
Caballito: si no LO LLEVAN A TUCHE
El santandereano no dice “Hola amigo”: si no
QUI’UBO MANO
El Santandereano no pide Silencio: si no CA-
LLENSE LA JETA
Los Santandereanos no Estábamos: si no ESTA-
BANOS
El Santandereano no dice “Vaya a comer Espá-
rragos”: si no VAYA COMASE UN CERRAO
DE MIERDA o VAYA COMA MUTE
El santandereano no dice “No creo”: si no
HHHUUMMM o QUEEEE?
El Santandereano en lugar de decir “Increíble”:
dice HUY NO NO NO NO!!!
El Santandereano no orina, hace popis o tiene re-
laciones sexuales: el MEA, CAGA y CULEA
Para el santandereano una persona no esta vieja:
TA JECHO
El Santandereano no dice “Guau”: dice USTELE
El Santandereano no está lento: TA JOCHE
El Santandereano no dice Si: si no DIGAME
El Santandereano no se enloquece: SE ELONCA
o LE DA LOQUINA
El Santandereano no dice que tiene Diarrea: si no
TOY CURSIENTO
Al Santandereano no lo tienen entre ojos: si no
QUE LE TIENEN TIRRIA
El santandereano no come hasta llenarse: si no
HASTA QUEDAR COMO UN PITO
El Santandereano no dice que alguien es fregado:
si no MUCHO JIJUEPUERCA
Al Santandereano no lo dejan plantado: si no
QUE LE SACAN EL CULO
El Santandereano no tiene la cara seria: si no
TROMPIARRISCAO
El Santandereano no está Borracho: si no JIN-
CHO
El Santandereano no es mala gente: es MIERDA
El Santandereano no come pedacitos de carne: si
no PILINCHOS
El Santandereano no dice “No importa”: si no
QUE HIJUEPUTAS, QUE CARAJOS o ME
VALE UN SIESO
El Santandereano no vomita: si no MATA LA
MARRANA
El santandereano no monta en bicicleta: si no en
CICLA
El Santandereano no es campesino: si no CAM-
PECHE
Al santandereano no se le queda mal: se le deja
MAMANDO O PLANTADO
[100]
Al Santandereano no le da hambre: si no FILO
Los niños Santandereanos no tienen canicas: si
no PEPAS o MARAS
Los niños Santandereanos no juegan Rayuela: si
no TANGARA
Los niños Santandereanos no juegan en el sube y
baja: si no en EL MACHIN MACHON
Los estudiantes Santandereanos no van a la es-
cuela : si no CAPAN ESCUELA
El Santandereano no se pone traje de calle: si no
FLUZ
La Santandereana no es Infiel: ES ZORRA o PE-
RRA
A la Santandereana no le hacen el Amor: SE LA
COMEN, MASTICAN, CULEAN O PICHAN
Al Santandereano no le llovizna: LE BRIZNA
Al Santandereano no le obliga algo: si no que le
TOCA
Al Santandereano no se le queda mal: se le deja
MAMANDO
Al Santandereano no se la dedican: SE LA MON-
TAN
Al Santandereano no se le echa Bala: SE LE DA
CANDELA
El Santandereano no tiene Finca: si no CAMPO
El Santandereano no come Mogolla y Dulce
combinado: si no MEZTIZA y DULCE ALIÑAO
El Santandereano no es un Gamín: ES UNA
GALA o ÑANPIRA
El Santandereano no se pone Furioso: SE ARRE-
CHA, SE ENVERRACA, o LE SACAN LA
PIEDRA
Al Santandereano no le picaron las Avispas: LO
ENCHUCHARON
El Santandereano no dice Cosa: dice JODA
Al Santandereano las Frutas no se pudren: SE LE
APICHAN
El Santandereano no tiene mala suerte: si no
MUCHO SALAO
El Santandereano no dice “Eso me gusta”: si no
ESO ES MUCHO LO BUENO
El Santandereano no dice “No moleste”: si no
DEJE LA BOLERA, NO JODA
El Santandereano no dice “Que situación”: si no
QUE VAINA
Los Profesores Santandereanos no tienen prefe-
rencia por sus alumnos: si no CUELLO
Los Santandereanos no dicen Mentiras: HA-
BLAN PAJA
Los Santandereanos no piden algo de mas: si no
ÑAPA
Los Santandereanos no molestan: MAMAN GA-
LLO
El Santandereano no dice que lo engañaron: si no
QUE LO ARGOLLARON
El Santandereano no tiene Cabeza: tiene TUSTA
El Santandereano no dice que lo esperen: si no
ESPEREME UN TANTICO
El Santandereano no baila pegado: si no BRI-
LLANDO HEBILLA
El Santandereano no se declara: SE DESTAPA
Es que muchos de nosotros es
MUCHO SER ORDINARIOS Y CALABAZOS
[101]
[Laguna Grande ::: Encino]
[Paisaje en Onzaga]
[102]
[103]
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