historia de una familia cofrade

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HISTORIA DE UNA FAMILIA COFRADE La Semana Santa en clave de humor Por María Dolores Martínez Medina INTRODUCCION La Semana Santa es lo mejor que puede sentir un buen cofrade. Las vivencias, las añoranzas, las anécdotas, hacen que cada Semana Santa sea diferente aunque para el ignorante o para el desconocedor de la materia pudiera parecer que solo se trata de ver una sucesión de pasos que salen por las calles de las distintas ciudades y pueblos de nuestra geografía. . Normalmente la Semana Santa siempre es tratada desde puntos de visa muy concretos: religioso, histórico, antropológico, artístico emocional... Desde estas líneas, vamos a añadir otro tinte diferente, vamos a ver la Semana Santa con humor, pero no faltando nunca al respeto de lo que conlleva esta celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. . Es por ello que vamos a introducirnos en la historia de una familia cualquiera, un poco esperpéntica, eso sí, de una ciudad cualquiera, y desde esa clave de humor poder imaginar situaciones divertidas y amenas que no dejan de tener su trasfondo humano y sentimental. Solo esperar que disfrutéis con los sucesivos capítulos que se irán relatando y advertir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ya que esta historia es pura ficción (¿o no?). PROLOGO Esta es una familia cualquiera que vive en una casa cualquiera de una ciudad cualquiera. Una familia como tantas otras que se desviven por la Semana Santa y que cuentan los minutos uno a uno del Sábado de Pasión esperando que, por fin, llegue el ansiado Domingo de Ramos. Pepe, el cabeza de familia, es un hombre bueno, de estos de los que todo el mundo dice: "que güena gente es Pepe". Y es que Pepe solo vive para su casa. Eso sí, cuando pasa la última carroza de la Cabalgata de Reyes Magos, Pepe se transforma y empieza para él una maratón por ver todas las exposiciones de Semana Santa, escuchar todos los conciertos, visitar todas las Iglesias, acudir a todas las proyecciones de diapositivas, ayudar en la hermandad y coleccionar todo lo que sea coleccionable. Pepe, como todo cofrade que se precie, pertenece a cinco hermandades aunque para evitar que su matrimonio termine en ruptura definitiva, solo sale en una y a las demás las ve cuando puede y donde le dejan sus retoños, que no siempre están por la labor de que Pepe pueda desahogarse echando unas lagrimitas mientras suena la marcha "Rocío" que es la que más le gusta. Lo de Pepe con las cofradías está justificado aunque su parienta no lo quiera entender: es hermano de la cofradía del barrio que le vio nacer y donde se bautizó, es hermano de la cofradía que pertenece a la parroquia donde hizo la Primera Comunión, es hermano de la cofradía que está en la iglesia donde celebró su boda, porque para eso es la cofradía de su suegro, es hermano de la cofradía del barrio donde vive desde que se casó, y es hermano de la cofradía a la que pertenece su compadre Salvador porque es que Salvador es su amigo del alma y, además, es padrino de su mayor. 0 sea, que el hecho de que Pepe esté apuntado a cinco cofradías está como se ha dicho antes, más que justificado. Todas las Cuaresmas, Pepe se prepara para empezar su peculiar Semana Santa. En la casa no se puede respirar del incienso que este buen hombre humea por todos los rincones, y claro está, Mari, su mujer, se pone negra de ver como el espejo del aparador de su salita se mancha continuamente, porque el aparador es muy hermoso y cabe muy bien el cacharro del incienso. Y mientras que Pepe sigue humeando, Mari frota que te frota con la bayeta mágica que es estupenda para todo tipo de muebles, relatando por lo bajini, porque, ¡ay si ella hablara... se iba a acabar tanto incienso y tanto de tó! Cuando Pepe llega del trabajo e va para el compact disc, que ya sabe manejar que para eso lo ha enseñado su Vane, la segunda, y coloca el disco a todo volumen: ¡Mari que me he prestao Manolo er der quiosco la cinta de Las Cigarreras, vente pa' cá!. Y Mari, su parienta sigue con la tortilla de patatas en la cocina como si tal cosa. ¡Mari, ¿dónde está el vídeo de la hermandá que no Io encuentro?, a vé si Io ha cogío er niño!. Y Mari, sin inmutarse, sigue con la tortilla de patatas Pepe además, tiene infinitas colecciones de llaveros con los escudos de las hermandades, miniaturas de lIamadores, cruces de guías, nazarenos, penitentes, caritas de Vírgenes, de Cristos, libros sobre nazarenos, libros sobre Crucificados, libros sobre misterios, sobre palios, pregones, exaltaciones, cintas de vídeo de las salidas, de las entradas, de los

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Page 1: Historia de Una Familia Cofrade

HISTORIA DE UNA FAMILIA COFRADE

La Semana Santa en clave de humor

Por María Dolores Martínez Medina

INTRODUCCION La Semana Santa es lo mejor que puede sentir un buen cofrade. Las vivencias, las añoranzas, las anécdotas, hacen que

cada Semana Santa sea diferente aunque para el ignorante o para el desconocedor de la materia pudiera parecer que solo

se trata de ver una sucesión de pasos que salen por las calles de las distintas ciudades y pueblos de nuestra geografía. . Normalmente la Semana Santa siempre es tratada desde puntos de visa muy concretos: religioso, histórico,

antropológico, artístico emocional... Desde estas líneas, vamos a añadir otro tinte diferente, vamos a ver la Semana

Santa con humor, pero no faltando nunca al respeto de lo que conlleva esta celebración de la Pasión, Muerte y

Resurrección de Nuestro Señor. . Es por ello que vamos a introducirnos en la historia de una familia cualquiera, un poco esperpéntica, eso sí, de una

ciudad cualquiera, y desde esa clave de humor poder imaginar situaciones divertidas y amenas que no dejan de tener su

trasfondo humano y sentimental. Solo esperar que disfrutéis con los sucesivos capítulos que se irán relatando y advertir que cualquier parecido con la

realidad es pura coincidencia, ya que esta historia es pura ficción (¿o no?).

PROLOGO Esta es una familia cualquiera que vive en una casa cualquiera de una ciudad cualquiera. Una familia como tantas otras

que se desviven por la Semana Santa y que cuentan los minutos uno a uno del Sábado de Pasión esperando que, por fin,

llegue el ansiado Domingo de Ramos.

Pepe, el cabeza de familia, es un hombre bueno, de estos de los que todo el mundo dice: "que güena gente es Pepe". Y

es que Pepe solo vive para su casa. Eso sí, cuando pasa la última carroza de la Cabalgata de Reyes Magos, Pepe se

transforma y empieza para él una maratón por ver todas las exposiciones de Semana Santa, escuchar todos los

conciertos, visitar todas las Iglesias, acudir a todas las proyecciones de diapositivas, ayudar en la hermandad y

coleccionar todo lo que sea coleccionable. Pepe, como todo cofrade que se precie, pertenece a cinco hermandades

aunque para evitar que su matrimonio termine en ruptura definitiva, solo sale en una y a las demás las ve cuando puede

y donde le dejan sus retoños, que no siempre están por la labor de que Pepe pueda desahogarse echando unas lagrimitas

mientras suena la marcha "Rocío" que es la que más le gusta.

Lo de Pepe con las cofradías está justificado aunque su parienta no lo quiera entender: es hermano de la cofradía del

barrio que le vio nacer y donde se bautizó, es hermano de la cofradía que pertenece a la parroquia donde hizo la Primera

Comunión, es hermano de la cofradía que está en la iglesia donde celebró su boda, porque para eso es la cofradía de su

suegro, es hermano de la cofradía del barrio donde vive desde que se casó, y es hermano de la cofradía a la que

pertenece su compadre Salvador porque es que Salvador es su amigo del alma y, además, es padrino de su mayor. 0 sea,

que el hecho de que Pepe esté apuntado a cinco cofradías está como se ha dicho antes, más que justificado.

Todas las Cuaresmas, Pepe se prepara para empezar su peculiar Semana Santa. En la casa no se puede respirar del

incienso que este buen hombre humea por todos los rincones, y claro está, Mari, su mujer, se pone negra de ver como el

espejo del aparador de su salita se mancha continuamente, porque el aparador es muy hermoso y cabe muy bien el

cacharro del incienso. Y mientras que Pepe sigue humeando, Mari frota que te frota con la bayeta mágica que es

estupenda para todo tipo de muebles, relatando por lo bajini, porque, ¡ay si ella hablara... se iba a acabar tanto

incienso y tanto de tó! Cuando Pepe llega del trabajo e va para el compact disc, que ya sabe manejar que para eso lo ha

enseñado su Vane, la segunda, y coloca el disco a todo volumen: ¡Mari que me he prestao Manolo er der quiosco la

cinta de Las Cigarreras, vente pa' cá!. Y Mari, su parienta sigue con la tortilla de patatas en la cocina como si tal cosa.

¡Mari, ¿dónde está el vídeo de la hermandá que no Io encuentro?, a vé si Io ha cogío er niño!. Y Mari, sin inmutarse,

sigue con la tortilla de patatas

Pepe además, tiene infinitas colecciones de llaveros con los escudos de las hermandades, miniaturas de lIamadores,

cruces de guías, nazarenos, penitentes, caritas de Vírgenes, de Cristos, libros sobre nazarenos, libros sobre Crucificados,

libros sobre misterios, sobre palios, pregones, exaltaciones, cintas de vídeo de las salidas, de las entradas, de los

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recorridos oficiales de todos los días de la Semana Santa, reproducciones de retablos, pedacitos de velas, pedacitos de

cirios, trocitos de flores de cera, claveles, nardos y todas las flores que se puedan imaginar de los pasos, fotos en blanco

y negro, fotos en color, recordatorios de tríduos, recordatorios de quinarios, carteles del Consejo de Hermandades y

Cofradías, carteles de los bancos y cajas de ahorro, carteles de las tertulias, medallitas, estampas, postales, programas

con los itinerarios, recortes de periódico, ¡ah! y una pluma de un armao de la Macarena que se encontró en una

Madrugá, y que quiere llevar a que le hagan un marquito para colgarlo en la entradita que queda muy bonito con el

azulejo que pone "Aquí vive un cofrade".

¿Qué dónde mete Pepe todo esto? Pues en el trastero porque como lo meta en la casa se tiene que salir toda la familia,

aparte de que su esposa, se lo dejó bien clarito, mira Pepe si no hay sitio pá mi madre no hay sitio pá las cosas de la

Semana Santa. Pepe lógicamente prefiere dejar sus colecciones en el trastero.

Y es que Pepe disfruta con la Semana Santa, es su único vicio, y por eso a Pepito, el mayor, le ha comprado un tambor,

de los buenos, porque como el niño no tiene oído, solo orejas, por lo menos que le vaya dando al bombo y así mata el

gusanillo de querer tocar en la Cruz Roja, porque es que el niño quiere tocar en la banda de la Cruz Roja.

Mari, su mujer, es una buena mujer, con su genio, bueno, con muy mal. genio, pero buena en el fondo, porque "hay que

ver lo que te aguanto, Pepe" Esta mujer de treinta y tantos años, más tantos que treinta, aunque ella nunca lo dice, vive

la Semana Santa de otra forma. Para ella la Cuaresma consiste en hacer limpieza general con lo cual, durante cuarenta

días se dedica a descolgar cortinas, fregar lámparas, cortar geranios, darle limpia plata a todos los cacharros de la

vitrina, cambiar la ropa de los armarios, y en definitiva, llenar la casa de botes de lejía, limpia cristales y limpia todo,

porque lo que más le gusta a Mari es no tener que limpiar en Semana Santa. Mari, como tradicional que es ella, se pasa

una semana dando apresto a las túnicas de su marido y de sus hijos, porque no vaya a ser que después la critiquen

porque los bajos de las capas no van suficientemente limpios.

También Mari tiene unas manos únicas para hacer torrijas o por lo menos es lo que ella dice. Y como a su gente le

gustan tanto, la cocina de Mari a partir del Miércoles de Ceniza parece el obrador del Horno de San Buenaventura.

Pero lo que más le gusta a Mari es arreglar la ropa del Domingo de Ramos. Este año, como guardaba la extraordinaria

de Diciembre, en las rebajas ha encontrado una chaqueta azul para su Pepe "que no veas cómo va a estar con los

pantalones burdeos, los que se compró hace dos años; pero que le están buenos todavía".

Y preparar, como no, su traje de mantilla, uno muy bonito de encaje con un poquito de brillo en la pechera, al que todos

los años le saca de ancho, pero no porque esté más gorda... "es que la tela se embebe". Lleva seis meses cuidando la

maceta de claveles que tiene en el poyete de la cocina como si fuera la niña de sus ojos. Y es que Mari vestida de

mantilla, aunque tenga que ir con sus retoños por delante, "porque donde va ella van sus hijos", disfruta de verdad.

José Salvador, José por el padre y Salvador por el tito que es su padrino, es un chaval con pelusilla en el bigote, que ha

salido capillita pero capillita, y que tiene el mismo vicio que su padre, la Semana Santa, aunque su madre sólo lo ha

apuntado a la cofradía del barrio porque ya era mucho gasto "cuando trabaje que se apunte donde quiera".

Pepito, como le dicen en casa, va a estrenar este año un traje azul, como los que llevan los mayores, aunque el niño se

ha empeñado en llevar el traje con los botines de hacer gimnasia en el colegio, porque le duelen mucho los pies con los

zapatos que le ha regalado su madre en el día de su santo. Pepito lógicamente, se pondrá los zapatos oscuros.

Su máxima ilusión es vestirse de nazareno con su padre y llegar a la hermandad porque allí le tratan ya como un

hombre, aunque pretende, algún día, tocar en la Cruz Roja, porque hay que ver como toca esa banda. Tiene todas las

cintas de cassette.

Vanessa María, lo de María por su madre y lo de Vanessa porque a su madre le dio la gana, es el ojito derecho de Mari,

y como es la única niña, y sus hermanos salen de nazareno y ella no porque su padre es muy tradicional y no la deja, se

ha encaprichado de un traje rosa con unas moñas en la cintura a juego con los zapatos y la diadema, que quita el hipo,

pero vamos, que lo quita de forma radical. Por supuesto, sus papás le han dado el capricho. "Es igual que er de la Jeni

pero er de ella es azú". Vane lo pregunta todo, por lo que, en Semana Santa, Pepe parece un diccionario cofrade,

aunque en el fondo no le importa y por lo menos así demuestra su sabiduría. El pequeño de la casa, Ignacio Rafael,

Ignacio por el padre de Mari y Rafael por el padre de Pepe, sólo tiene seis años.

También sale de nazareno, aunque más tarde o más temprano hará que el diputado de su tramo dimita. Pero en el fondo

no es mal chiquillo, solo que hace lo propio de su edad..... fastidiar.

Page 3: Historia de Una Familia Cofrade

PRIMER CAPÍTULO: LA PAPELETA DE SITIO Y llegó la Cuaresma. Y, por fín, el ansiado día de la papeleta de sitio.

.

(Para los desconocedores de la materia les diré que la papeleta de sitio es un documento personal que se expide en las

hermandades y para cada hermano pertenecientes a las mismas, donde se indica al hermano si va con cirio, cruz,

insignia, vara, etc. ... según la petición particular de cada uno y el sitio que ocupará en la procesión por antigüedad y por

la que se abona una cantidad estipulada destinada a costear los gastos de la salida, al beneficio de la hermandad y de sus

obras sociales. Dicho esto, retomemos la historia).

.

Pepe, en ese día tan señalado, sólo piensa en el momento glorioso de coger su ansiada papeleta, "Mari, que esta tarde

tengo que ir por la papeleta de sitio. Que a lo mejó me entretengo, tu sabe. Que está allí Salvadó y nos tomamos una

cervecita". Mari, estaba recién levantada, con ese humor que se suele tener... "Pué te lleva' a los niño', te entera', que yo

tengo mucha faena, y te los lleva, Pepe"; - "Mari, que no sé a la hora que vuervo"- "Que me dá iguá Pepe, y ademá que

los niños la tienen que sacá ¿no?, pués te los lleva".

.

La cafetera eléctrica, una muy bonita que le tocó a Mari con los puntos de la caja de ahorros, humeaba un olor intenso a

café; pero café café, "que está mejó y ya si lo hace migaito como lo hacía mi agüela que en Gloria esté, no vea, y no el

descafeinao que no sabe a ná". El aroma se mezclaba con el de las torrijas, el dulce más típico de la Semana Santa, y la

cocina parecía más bien una confitería. Había fiambreras llenas de torrijas por todas partes (encima del frigorífico, de la

encimera, de la lavadora), y es que, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, Mari las hacía diariamente

para deleite de su familia.

Con su bata abrochada hasta el cuello, de esas que llegan hasta los pies, se sentó a desayunar su cafelito y su par de

torrijas, porque en Cuaresma y Semana Santa, en casa de Pepe sólo se desayunaba torrijas "Pepe, venga a desayuná,

que tengo que levantá a los niño...las torrijas tuya son la de la bandeja esa que las mías están aparte que me las he

hecho de pan integrá que si no veremo a vé como entro en el traje de mantilla que es que la tela se embebe Pepe, la tela

se embebe y no sé yo".

Con la quinta, se tomó el café "Que me voy, que despué vengo por los niño, no te preocupe".

.

Y llegó la hora en la que Pepe llegó por los niños."Que la Vane se va con ustede", Pepito empezó a protestar : "Pero si

no va a sali de nazareno, ojú". Vane, logicamente, se fué con su padre y con sus hermanos a la hermandad.

.

En una placita llena de naranjos estaba la iglesia. Al lado de la puerta principal, había una pequeña entrada cerrada con

una reja que daba a la sacristía. Allí, Pepe se encontró con las caras de siempre, las de aquellos que como él van a la

hermandad constantemente, y con las caras que no vé más que de año en año y que aparecen sólo para salir de nazareno.

.

Salvador, su compadre, lo estaba esperando. "Quillo, me c... Pepe, mi arma, ¿y mis niño?"". Entre los dos divisaron a

Manuel, el viejo, un costalero, de los primeros en el paso de Cristo, que tenía mil y una historias que contar, historias

del tiempo de Maricastaña, "todavía me acuerdo de cuando salían los pasos y estaban los tranvías, eso eran muy

güenos tiempos". También estaba Paco el gordo, costalero de la Virgen, "verá tu este año, vamos a dá el pelotazo" .Y

Joaquín, el lumbrera, que a todo el que se le pone por delante le relata la historia de la hermandad, porque es que

Joaquín sabe mucho "el Cristo es una talla de anónimo, que ya es decir, y la Virgen es de 1700 o 1800 más o menos,

que eso lo pone en los papeles de la hermandad y la hizo otro anónimo". Y Jesuli el agonía, que ya tenía un programa

de itinerarios de la Semana Santa y estaba empezando a hacer la composición de donde poder ver cada una de las

hermandades para no perderse ninguna "er día de la mantilla lo tengo má apurao porque la Toñi quiere ir a vé a su

agüela pa que la vea de mantilla, y es que la agüela vive una jartá de lejo, a vé si la convenzo y se viste a las diez de la

mañana y me deja la tarde tranquilito". Y Don Rafael, descendiente de los Castro Quintero, fundadores de la

hermandad, que sale siempre con la insignia que antaño llevaba su padre y su abuelo, " la cofradía es para hacer

estación de penitencia, no para que vayan las novias del brazo de los nazarenos como si estuvieran en el parque". Y

el Chiqui que se pasa la Cuaresma mirando al cielo y rezando para que no llueva en Semana Santa "ya le he puesto dos

velitas al santo para que no vaya a llové y he empezado tres novenas y ya no llueve, que lo ha dicho el de tiempo". Y

Don Gonzalo de la Lama y Lastre y García de Orihuela-Pérez de Alcorcón con sus tres hijos, Gonzalo, Borja y Álvaro,

tres criaturas clónicas de pantalón gris corto, camisa de rayas, corbata y chaquetita azul, llenas de fijador en el pelo, al

igual que su padre, que se mueven de forma cómica y hablan igualmente " papuchi nos va sacar la papeleta de sitio

para salir con vara para no mancharnos de cera, que este año estrenamos túnica". Don Gonzalo, promotor de la

hermandad cuenta con el honor de que sea su esposa, Doña Beatriz de la Concha y Maestre de la Torre y Pérez de

Onrubia, la camarera de la Virgen, por su gusto exquisito al vestirla todos los años " este año va a lucir ideal con el

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manto nuevo" , y porque además es el que más paga "el manto lo ha costeado mi marido porque que se lo tenía

prometido a la Virgen y hay que ver, de verdad, como le queda", (son buenas personas, pero con ese apellido, a ver). Y

la abuela Candelaria, que no se pierde una misa, y que saca la papeleta de sitio a su hijo y a su nieto para cerciorarse de

que salen con cirio" que después salen con cruz porque yo lo sé, y yo no vea el sofocón, y así pues salen con el cirio y

ya está" . Y Ramón, que, sigue con su campaña para que salgan mujeres en la cofradía, porque tiene seis niñas "y no vea

la que me dan en Cuaresma, y las voy a tené que apuntá a otra cofradía para que salgan, y tú me dirá la guasa".

Pepe y Salvador esperaban pacientemente cuando a la reunión se sumó Ignacio Rafael : "Papá, que yo quiero ir con

cirio". Pepe lo miraba "No vaya a empezá niño". Ignacio Rafael seguía : "Papá, que quiero ir como el hermano ¡que

quiero ir con cirio!". Pepe seguía mirando "ya vale, niño, será posible". Y el niño seguía "Papá, que quiero ir con

cirio". Y Salvador, queìquiere a los niños de Pepe como si fueran suyos, "venga que er tito te va a zacá la papeleta de

cirio". A Pepe se le desencajó la cara: "Eso, y a la Mari la aguanta tú cuando vea que er niño está dando por saco con

la cera".

Por fín se abrió la cancela, y la fila fué entrando en la sacristía, una habitación con olor añejo y paredes desconchadas

donde colgaban innumerables fotografías, diplomas y dedicatorias, y por supuesto, dos retablos dedicados a las

imágenes de la hermandad. Al fondo, en una mesa de caoba, con un crucifijo y una Biblia, sentado en el sillón central

tapizado de terciopelo burdeo, Damián, de la Junta de Gobierno y encargado de repartir las papeletas de sitio.

Pepito y Vane repasaban todos los cuadros y fotografías que colgaban de las paredes de la sacristía. "Mira, esta foto es

de cuando la hermandad fué a hacé el via-crucis por el barrio, y esta otra es de cuando le dieron la medalla de oro a

uno de los que la fundó, y ese cuadro es de una foto de la Virgen cuando no está en el paso, y la de allí arriba es de la

cuadrilla de los costaleros de la hermandad, mira que están los amigos de papá, Paco y Manué, pero más jovene, y la

foto del marco dorao que es la ma'importante, es de cuando el cura ze murió y entonces hicieron una misa muy

importante y vino el cardená". Vanessa miraba sin perderse detalle "Niño, mira la foto del Cristo que está ahi acostao".

Pepito, seguía su explicación "Que no está acostao, que eso es cuando es el besapié, y va la gente y le reza y le besa los

pié ar Señó, anda que despué dice que no sale de nazareno, a vé, como va a sali, si no tiene idea de ná".

Damián empezó a sacar las listas con los nombres de los hermanos que pertenecen a la hermandad. Y le llegó el turno a

Pepe, "Ya estamo aquí otro año, que me alegro mucho de verte tan bien; a vé, la mía y la de los niño, yo este año voy

con cruz,... cosas mías, Pepito con cirio, y el chico con varita, que es mu chico todavía". Ignacio Rafael tiró de los

pantalones a su padre: "Que er tito ha dicho que voy con cirio". Pepe miró a Salvador con resignación: "Damián,

disculpa, que este año el chico también con cirio".

Y las tres papeletas de sitio llegaron, por fín, a manos de Pepe, que, como es un sentimental, dejó que una lagrimita

cayera por su moflete mientras suspiraba al sacar la cartera del bolsillo. "Padrino, pué yo este año voy a salí de

nazareno, pero el año que viene me voy a apuntá a la banda pá tocá el tambó".

"Y ahora nos vamo a tomá una cervecita y los niño' a comé". Salvador era una persona muy espléndida, y todos los

años, en el día de la papeleta de sitio, invitaba a su compadre Pepe y a sus amigos Paco y Manuel, porque lo que más le

gustaba a Salvador era una buena charla de Semana Santa con los amigos de siempre.

La cerveza rebosaba en los vasos que custodiaban un platito de avellanas. Y mientras los vasos se vaciaban y se

llenaban, los niños devoraban la carne con tomate, "estos niño lo del ayuno no es pa'ello y eso que estamos en

Cuaresma, hay que vé como comen estos niño", y es los niños de Pepe comen. "Niño, pon aceitunas y un video de

Semana Santa que entremo en ambiente". Y la velada se alargó hasta que la carne con tomate desapareció, las cervezas

dejaron de rebosar en los vasos y de las avellanas sólo quedaron un montón de cáscaras en el suelo. "Dime que te debo".

Pepe era feliz. La papeleta de sitio era un preciado trofeo. De vuelta a casa la releía con satisfacción. "Mira Vane, dice

que hay que ir por el camino más corto a la Iglesia y con la cara cubierta y no hablar con nadie".

Pepito restregaba la papeleta por la cara de su hermana en señal triunfante "niño, dame eso ya, niño, que la va a rompé".

Y Vane, que lo pregunta todo, preguntó: "¿Y porqué dice eso papa?". Pepe recordaba que de chiquillo, también su

padre lo llevaba a sacar la papeleta. Y añoró las sentimentales charlas de viejos costaleros y capataces retirados, el

devenir de las cofradías entre callejuelas solitarias, los cofrades que se quitaban el sombrero en señal de respeto, las

muchachas de blancos delantales que echaban desde sus balcones pétalos de geranios y claveles de sus macetas al pasar

la Virgen y los puestos de piñonate y almendras garrapiñadas donde se arremolinaban niños con ojos ansiosos. "Vane,

hija, es que cuando se sale de nazareno es pá ir en condicione, no es pá ir de cachondeo por la calle".

Ya en casa, cuando Mari leyó las papeletas, reaccionó "Ea, er niño se ha empeñao en salí con cirio, a vé cuando se

ponga a dá por saco con la cera, a vé". Pepe pensó en Salvador y en cómo le gustaría que en ese momento apareciera

por las puertas señalándose como único culpable, porque él ya sabía que le quedaba cirio para rato.

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"Todo el mundo pá la cama, que mañana hay colegio, Pepe, ¿tú has cenao?, te hecho una tortilla de patata que está en

la cocina; niño, echa la ropa en el bombo que hay que vé como viene de tomate, ¿que habei hecho?; yo ya me acuesto,

Pepe, que estoy baldá".

En el silencio de la noche, mientras cenaba la tortilla de patatas y escuchaba por la radio el programa de Semana Santa

que tanto le gustaba "a vé que cuenta esta gente hoy...a vé...voy a sacá la antenita que está haciendo ruido...ahí está...a

vé, mu bien... lleva razón...si señó...eso...eso...eso es". Pepe miraba las papeletas de sitio. Era feliz porque faltaba menos

para el grán día.

El silencio de la noche sólo quedó roto por los gritos que desde su cama dió el pequeño "¡papaaaá...¿verdá que voy a

salí como el hermano?, verá cuando coja el cirio, lo guay con la cera, verá!".

En ese momento, en el silencio de la noche, mientras terminaba la tortilla de patatas, Pepe se acordó de

Salvador...porque sabía que le quedaba cirio para rato.

EL CONCIERTO DE LA BANDA Al caer la tarde en la hermosa ciudad que sirve de escenario a nuestra historia, los ruidos acelerados de la vida cotidiana

se entremezclan con los sones acompasados de cornetas y tambores, clarinetes y platillos. Son las bandas de música

que, con total dedicación, están ensayando "Amargura", "Rocío", "Estrella Sublime", "Ione", "Soleá, dame la mano" y

un sin fin de marchas cofrades que acunarán a la Madre de Dios y al mismo Dios hecho Hombre por las calles de la

ciudad cuando procesionen en Semana Santa.

Todos los años, por Cuaresma, cientos de hombres y mujeres de edades distintas y de ocupaciones diferentes,

profesionales de la música unos y aficionados otros, se reúnen en grupos diversos por callejuelas, plazas y alamedas

para perfeccionar la última nota y afinar instrumentos, y así hacer posible que, en Semana Santa, broten lágrimas de

emoción mientras una corneta se lamenta por la muerte del Hijo Amado y un tambor redobla de forma pausada y seca al

paso de una Virgen Dolorosa.

Y como cada año, también en Cuaresma, son muchas las bandas que deleitan a los cofrades en iglesias y plazuelas

interpretando estas marchas que gusta de escuchar y recordar porque con el paso de los años se hacen a los oídos más

hermosas si cabe.

En un domingo cualquiera de esta Cuaresma, Pepe desayunaba tranquilamente su cafelito con leche acompañándose de

media docena de torrijas, de las que había hecho su Mari, y aprovechaba para leer el periódico dominical,

concretamente la página dedicada a los actos cofrades del día. Mientras, el incienso humeaba en el mueble-bar del

comedor con una exageración tal que la atmósfera era tan densa que se podía cortar con un cuchillo.

"Mari, no vea la cantidá de cosas que hay hoy domingo mira, el triduo de la hermandad de aquí enfrente, el quinario de

la parroquia de Don Vicente, tu sabe... el cura ese tan güena gente, el besamano del Señó de la cofradía de donde sale el

marido de la Toñi, el besapié de la de donde sale el padre del niño ese que está en el colegio con la Vane... si mujé, ese

que te cae tan malamente..., y otro besamano de la cofradía del de la pescadería, y otro besapié de la cofradía que sale el

muchacho que tiene el negocio de los televisores que tiene las cintas de la Semana Santa tan barata, y una misa por los

difuntos de la hermandad del barrio del compadre Salvadó, y otra misa de difuntos, pero esta iglesia es que está mu

lejo,... y otro triduo y otro quinario, que son a la misma hora, y así es que uno se pierde de ir a las cosas, y una

exposición en la Caja de Ahorros de mantos de las Vírgenes, y una exposición en el Ayuntamiento de coronas, y un

concurso de saetas, y ...¡¡¡¡ Mari, que hay un concierto de una banda, Mari, dile al niño que se levante, que vera tu la

ilusión que le va a hacé..!!!!"... Mari, observaba silente a Pepe mientras frotaba enérgicamente las bandejas, las que su

tia Rosario le regaló para su ajuar, con la bayeta mágica.... "Pepe, que digo yo, que no se puede ir a todo, digo yo, que

no se puede está en misa y repicando, que eres mu agonía Pepe, y hay que vé como está el piso Pepe que no veo del

humo que hay porque esto es demasiao ya, que tenemos incienso pa perfumá la casa nuestra y la de los vecinos de

enfrente que a esos si le sale barato lo del incienso, que no se gastan el dinero porque con lo que tú echas hay pa to el

barrio, y ademá que yo tengo que terminá de limpiá la plata, lavá las cortinas, darle brillo a los pomos, que de las manos

están renegríos y hay que ve como están los cristales, y que me dice de las lámpara, y todavía no he empezado con los

azulejos del cuarto de baño, y la cocina que necesita un buen flete que de hacé las torrijas está toda llenita de pringue, y

es que no me luce ná Pepe con el dichoso cacharro del incienso to el día, que esto parece un incendio, Pepe, que digo

yo, que si vamo a salí echa una manita y baja por el pan por lo meno, que ahora levanto a los niños, porque vamo todos

porque no voy a está aquí encerrá un domingo y ustede de paseo y una aquí dale que te pego con la fregona... ve por el

pan Pepe...que no vaya a pasá como el domingo pasao, que te fuiste a las nueve y no llegaste hasta las cuatro de la tarde,

así que ve por el pan, compra dos barras Pepe."

Page 6: Historia de Una Familia Cofrade

Los niños se levantaron y tomaron al asalto la cocina "Vane dame la bandeja de las torrijas..." "mamá que el Ignacio no

me da la caja de la leche..." "mamá que se me ha derramao el vaso encima...". Pepe subió de la calle con el pan. "Ea, a

arreglarse to el mundo que nos vamo a la plaza esa tan bonita que cuando vuestra madre y yo eramo novio, pelabamos

la pava, tu te acuerda ¿verdá Mari?...que dan un concierto". Pepito saltó ilusionado por el pasillo..."el tambor, me voy a

llevá el tambor...".

Y la familia al completo, arregladita de domingo como si del propio Domingo de Ramos se tratara, llegó a la plaza; una

plaza cuajada de azahar en los naranjos que la adornaban, rodeada de casas con sabor a antigüo y bancos de hierro

forjado pintados de verde. Aquel hermoso lugar se encontraba repleto de público y como pudieron, nuestros amigos se

colocaron de forma estratégica sobre todo para que Pepito no perdiera detalle..."Oiga, sin empujar, que ya llevamos aquí

una hora para que venga usté a ponerse la primera con los niños, haga usté el favor, hombre "... "Pepe, dile algo, encima

de que el niño no ve, que la plaza es de todo el mundo".

Los músicos hicieron su aparición, con impecables uniformes y marchando con aire marcial.

Pepito no cabía en sí de alegría, "papá, hay que vé lo chulo que es el uniforme, cuando yo toque en la banda no vea

cómo voy a está y cuando me vean los colegas no vea, y ademá que verá tu lo bien que ya toco el tambó que he estao

ensayando y no vea los redobles como los hago..." "Hijo, tu lo que tiene que hacé es fijarte bien en lo que hacen los

músicos y hacerlo iguá y cuando ellos te vean tu te pone a tocá y ya verá como dentro de ná está tocando en la banda;

pero tu ponte a tocá tranquilito no vaya a molestá a la gente." Pepito empezó a tocar el tambor y si el director de la

banda se llega a fijar en el niño, más vale que el buen hombre se dedique a otra cosa, porque el niño, no es que toque

mal el tambor, es que destroza los tímpanos de cualquiera.

Y el concierto empezó a los sones de la marcha "Amargura". "Papá, mira como lo hago yo, mira que bien..." Y Pepito

empezó a hacer sus demostraciones con la percusión. Desde la esquina de la plaza se oía una voz malhumorada "ese

niño, que se calle"; pero la marcha continuaba, lenta, hermosa, solemne, y Pepito seguía acompañando a la banda y la

voz que surgía de la esquina seguía murmurando "ese niño, que se calle". Pepe se mostraba orgulloso de su hijo, "tu no

eche cuenta que lo que interesa es que se fijen en tí, a vé Pepito, a vé el redoble finá como sale"... y la misma voz de

forma impaciente repetía "ese nlño que se calle ".

Ignacio Rafael no estaba quieto un momento, "mamá, que yo me aburro, mamá voy a jugar con las naranjas de ahí del

suelo...". "Mira niño, haz lo que te de la gana pero estate quieto ya, cuidao con el niño que no se puede ir con él a

ninguna parte". Mientras, la banda empezaba a tocar la marcha "Rocio" y Pepe derramaba sus lagrimitas, porque es la

que más le gusta, y de la esquina se escucharon nuevas protestas "ese niño con las naranjas, a ver si se está quieto".

El gentío aplaudía alborotado cada vez que la banda cambiaba el compás, y Pepito seguía redoblando su tambor (bueno,

si a lo que sonaba se le puede llamar redoble) "mamá, dile a la Vane que me deje, que me quiere quitá un palillo, y el

tambor lo toco yo, que esta no sabe y dile que me deje que me va estropear el tambor, y te vas a enterá..." "mamá que yo

también quiero tocá el tambó y el esaborio este no me deja, encima de que he tenido que vení, que yo no quería vení

que me había llamado la Jeni y la Encarni pa jugá en la calle, niño que esaborio ere, anda que como me pidas la consola

es que te aguanta porque no te la dejo, que lo sepa...mamá cómprame una chuche" ... " Está la cosa como pá moverse de

aquí pá comprá una porquería, esperate hija un ratito". Pepe seguía absorto escuchando los últimos compases de la

marcha..."que bonito, que bonito mi arma, que bonito, es que se te ponen los pelos de punta y es que me estoy

acordando cuando veniamos a esta plaza de novio, que veniamos con tu prima esa del pueblo que estaba en tu casa que

tenía hasta bigote, que mira que era fea, y que no nos dejaba solos ni un momento, cuidao la mujé que pesá, y con ese

bigote, y ademá que la mandaba tu madre porque tu madre no quería que estuviesemos solos y se venía la puñetera a dar

la lata, la de tiempo que ha pasao de aquello y está la plaza iguá ¿verdá Mari?, mira que tengo los pelos de punta de la

emoción" ..."Pepe, de punta tengo yo los pelos de la cabeza, que los tengo como escarpias de aguantá a los niños, que

yo no vengo má que hay que vé el doló de cabeza que tengo con el dichoso tambó, y con lo bien que se escuchan las

marchas por la tele, y tu, que no hombre, que al concierto, y mira tú, que está to el mundo pendiente del niño"... "Mari,

que el niño está aprendiendo, y que a lo mejó se fijan en él, y mira que si toca este año en Semana Santa..." "Si hombre,

esta Semana Santa va a tocá el niño, si te digo yo que esto no es normá, con la cantidá de gente que hay que no se vé ná

y con la de faena que tengo yo en la casa, que no sé cuando voy a acabá con las cortinas..., y por cierto, que mi prima no

tenía bigote ¿te entera?..."· Y la voz desde la esquina gritó con desesperación "¡a ver si nos callamos!".

La banda terminó magistralmente la marcha y el director miró resignado a Pepito " lo ve tú Mari, que el director ya ha

mirao y ha visto al niño...Pepito tu sigue tocando que lo está haciendo mu bien". Y Pepito siguió redoblando a pesar de

los empujones y codazos que estaba recibiendo de su hermana "como no me deje el tambó te entera". Mientras, Ignacio

Rafael metía goles con las naranjas en las papeleras, "mira mamá, mira lo que hago.." Y la banda iniciaba "La Saeta" en

el silencio de la plaza; no sólo se oía tocar primorosamente el redoble de un veterano tambor, sino también los porrazos,

literalmente hablando, del tambor de Pepito y los goles cantados con sabor a naranja. Y aquella voz que se apostaba en

Page 7: Historia de Una Familia Cofrade

la esquina y que allí seguía porque no había posibilidad de moverse de aquél sitio, continuaba su rosario "a ver si puede

ser hombre, que queremos escuchar".

Ignacio Rafael seguía su particular campeonato de fútbol..."Señora, que el niño ya me ha pisado dos veces, a ver si se

está quietecito..." "¿ quién, mi niño?, el niño no está haciendo ná, que es mu chico y se tiene que entretené... Pepe, dile

algo, cuidao la mujé, que el niño la está molestando, pués esto es lo que hay, que estamo en una bulla..." " Señora, que

llevo aquí dos horas y hay que vé la lata del niño... " Pepe, dile algo que mira el niño..."; pero Pepe no estaba dispuesto

a mantener discusión alguna con nadie, y seguía lagrimeando a los sones del martilleo incesante e inaguantable del

tambor de Pepito.

La Marcha Real puso fin a un concierto magnífico, y la bulla de gentes empezó a diluirse con un orden ya

acostumbrado en esta ciudad. "Papá, vamo a saludá al directó, que le voy a decí que quiero tocá en la banda". Y Pepe

fué con su hijo a saludar al director "Hombre, este muchachito era el que estaba haciendo los redobles, pués nada, a

practicar mucho, que ya verás tú como en unos pocos de años ya puedes tocar con nosotros". Aquellas palabras sonaron

celestiales en los oídos del chaval.."Oiga señó, cuando yo toque en la banda, me pone usté de los primero para que mi

madre me vea"... "Si hombre, tu descuida que a tí te vamos a poner al lado del banderín". Aquel amable director de la

banda se emocionó con la inocencia de Pepito aunque lógicamente en sus pensamientos no cabía fichar a aquel negado

para la música. "Mari, que el directó le ha dicho al niño que va a podé tocá en la banda..." "Ea pué mira que bien, así

cuando llegue la Semana Santa tendré que arreglar también el uniforme pa que pueda salí, la cuestión es darme

trabajo..."... "pero mamá y lo guay que es el uniforme, que voy a parecé un soldado"... "Anda y tira p'alante que menudo

día has dado con el tamborcito".

De regreso, Ignacio Rafael seguía dando patadas a las naranjas, latas y a todo bicho viviente que sus botas se

encontraran, Vane lloraba a moco tendido porque se había aburrido mucho y su hermano no le dejaba el tambor, Pepito

seguía con sus redobles insoportables bajo la atenta y orgullosa mirada de su padre, y Mari empezó a hacer

mentalmente cálculos de cuando acabaría con la limpieza de la casa. Al llegar a la esquina de la plaza, Mari se topó con

un hombre de mirada penetrante y cara desencajada "¿usted es la madre del niño del tambor..?." "pues si, ¿que pasa?"

"nada, nada, encantado..." Y Mari intentó recordar donde había visto anteriormente a ese hombre... no era posible...era

el mismo del supermercado, el de los pimientos...y mientras Mari seguía haciendo cábalas sobre si empezar a limpiar la

cristalería o abrillantar los pomos de las puertas, aquel resignado caballero se prometió a sí mismo no volver a escuchar

un concierto en aquella plaza durante la Cuaresma.

Aquel fué un día glorioso en la peculiar Cuaresma de Pepe, y al calor de la ropa de camilla, con el cafelito y la media

docena de torrijas continuó viendo la cinta de vídeo dedicada a la hermandad donde salía el de los televisores. Mari

limpiaba la plata envuelta en una cortina de humo "es que me voy a asfixiá con tanto incienso, que la casa parece de las

películas esas de Inglaterra del doctor Yaqui ese que se transformaba"'..."que digo yo Mari, que esta tarde podíamos ir a

una exposición de las que pone el periódico, que no nos vamo a quedá encerrado toda la tarde, y la pena es que no haya

otro concierto con lo que ha disfrutao el niño, y que no se me olvide llamá al compadre Salvadó que le voy a contá lo de

esta mañana del directó de la banda que yo sé que él se alegra mucho de las cosas del niño, y cuando lo llame nos vamo

a la calle que hay muchas cosas que vé...y... " ... " Lo que tu quieras Pepe, vamo donde tú quiera...pero por Dios, el

tambor se queda en casa".

LAS TORRIJAS Este dulce capítulo está dedicado a un manjar exquisito, típico de la Semana Santa, en el que se mezclan sabores y

aromas gracias a unas manos hogareñas que hacen posible el deleite de muchos al degustar las preciadas torrijas.

La torrija tiene como base principal una rebanada de pan, normalmente de forma cuadrada, que se empapa en vino

blanco y reboza en huevo batido. Después se fríe en aceite bien caliente y finalmente se baña en miel igualmente

caliente para que se impregne de ese aroma tan característico que tienen todos los hogares cofrades en Cuaresma, el olor

a torrija.

En casa de Pepe, ese olor empieza el Miércoles de Ceniza y acaba el Sábado Santo, y queda impregnado por todos los

rincones como si de un ambientador se tratara.

Pero la elaboración de las torrijas conlleva una desesperación para toda la familia, porque la cocina se convierte en un

búnker infranqueable, y pobre de aquel que de forma imprevisible intente siquiera acercarse por un vaso de agua ... "si

estoy haciendo torrijas, estoy haciendo torrijas, estamo' y la hornilla no está pa ná, hoy to el mundo bocadillo de chope".

El ritual para Mari empieza con la lista de la compra de los ingredientes: " el pan que no se yo este año que pan voy a

comprá, que despué se ponen reseca, y se quedan hecha un asco; los huevos, que no se olviden los huevos, que no voy a

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Migué‚ a compralo, pues no va y dice que son de dos yema, que van a se de dos yema, hombre, de una y gracia; el vino,

que no se yo si el del año pasao esta bien, pero voy a compra el que me ha dicho la Toñi, que entiende mucho...y la mié,

que este año hay una nueva de flores que la Toñi ya la ha comprao y me ha dicho que es mu güena; y el aceite, de oliva,

que cuidao que la Fina que me dice que las hace con aceite de giraso...que esa por no gasta es capaz de hacer las torrijas

con agua".

Confeccionada la lista, Mari se dispone a pasar la mañana en el supermercado de su barrio..."Vane, acompáñame que

despué vengo cargá, y las torrijas os las comei tos". Y así, encamina sus pasos con el carrito de la compra y tres bolsas

plegables que compra en una tienda de veinte duros, "porque son mu apañá y por lo que valen".

Y desde que cruza la puerta comienza su desenfreno. Primero se enfrenta a diecisiete marcas de pan que se encuentran

tranquilamente reposando en las estanterías y a las que saca diecisiete problemas diferentes : "este no, por Dio, que vaya

el año pasao lo reseca que estaban, y este, lo que vale, a ver este, este no lo conoce ni su padre, y ‚este, anda que no vale

ná, y el de la bolsa azú, por Dio, que blando, y el de la bolsa verde, madre mía, que duro, yo no acabo hoy, que no

acabo...Vane, hija, ayuda que te he traío pa argo". Después de veinte minutos, Mari se decide por el pan que no es ni

blando ni duro, ni caro ni barato, ni conocido ni desconocido; pero por lo menos dan puntos para conseguir un lote

completo de productos de limpieza.

Después viene lo de los huevos, porque a Mari le gustan blancos y que estén limpios, como si fuera a comerse la

cáscara "Cuidao el precio, claro, to lo tengo que dejá pa última hora, mira que se lo dije a tu padre cuando cobró el mes

pasao... Pepe dame dinero pa los avíos de las torrijas; pero como no tiene prisa pa ná, pue‚ ahora cuesta media docena lo

que una entera, es que no hay derecho, cuidao... y que sucio, y adema que te los venden morenos que no me gustan a m¡

los morenos, a ve si los hay blancos, a que no los hay blancos, por Dio...mira estos valen, ya está...Vane, mete esto en el

carro, no lo vaya a partí hija, y vete por el aceite que sea de oliva. "

El carro del supermercado sigue su trayectoria como si fuera un obús porque a Mari no le gusta que nadie se le adelante

en una buena oferta. En su devenir entre latas de tomate y desodorantes, los ojos de Mari buscan de forma desorbitada

donde se pueden encontrar el vino y la miel, hasta que se topó con la estantería de las bebidas y en la que empezó a

escudriñar para comprar el que le había recomendado su amiga Toñi, un vino blanco estupendo que con sólo olerlo se

podría embriagar el pan de torrija "que no veo yo er vino aquí, porque ‚este no, ni este, ni este que es de dónde?, de

Escocia, de Escocia?, anda que...que no, que esto es güisqui, como estoy yo con la cabeza, si es que...veremo a ver si lo

no tienen ya....Vane agáchate tú que puede mejó que yo, a ve‚ si está ahí abajo... dame a ve‚... ‚este, ‚este es el que me

ha dicho la Toñi, pues no ‚este tampoco ‚". Pero el vino no aparecía por ninguna parte "Vane, pregunta a la de la caja

donde está el vino, a ve‚ si nos vamo ya, que tengo que frei las papas". Y por fin apareció el vino.

En la caja, Esperanci, entrada en años y en carnes, que lleva dándole a la registradora toda la vida, sabía que era

Cuaresma no por el calendario, sino por la salida triunfal de Mari con el carro repleto de ingredientes para las torrijas:

"Hija mía, que barbaridá, que cantidá de pan, que esto caduca Mari".

Y cuando la cinta transportadora se encontraba abarrotada de artículos que Mari iba colocando en las bolsas de la tienda

de los veinte duros, cuando la fila de clientes se perdía en el horizonte esperando pacientemente a que nuestra amiga

terminara de sacar el monedero de un bolso de seis cremalleras, cuando ese monedero no aparecía buscándolo

cremallera tras cremallera hasta que, por fin, aparece en la última, y cuando el ticket interminable era arrancado de la

caja registradora por las manos de la empleada "a ve, dos garrafas de aceite de cinco litros, veinte panes, diez docena de

huevo, veinte litro de vino, y aquí te pongo los puntos pa que junte pa un regalito" ,y en la fila esperaba con cara de

pocos amigos un señor que sólo había entrado por una docena de pimientos... "no le puedo dejá pasá porque tengo

mucha prisa, que si no, anda"... Esperanci cae en la cuenta: "Mari, la miel". En ese momento, decenas de rostros se

vuelven hacia Mari que corre desesperadamente hacia la estantería de la miel, mientras que el de los pimientos intenta

aplacar la angustia que le está provocando ver que es casi imposible salir de nuevo a la calle....Esperanci intenta

remediar la situación "es que no le puedo cobrar porque la caja está abierta. usté‚ perdone".... Y por fin llegó la miel y

se terminó la compra, y mientras Mari le pregunta a Esperanci por su abuela que se ha enterado que está con un poco de

artrosis, el de los pimientos se promete a si mismo que nunca más volverá a aquel supermercado en Cuaresma.

Mari llega por fin a su casa; las bolsas se quedan desparramadas por el pasillo: "no toquéis ná que voy a freír las papas,

niño, que te he dicho que no toques ná".

Y terminando el cafelito que a Mari le gusta tomarse después de la comida, se dispone a hacer las torrijas : "Mamá que

voy a entrá por la merienda"..."Niño, ni se te ocurra, que acaba de comé, y ahora otra vez, ahora te espera".

La cocina aparece como un obrador de confitería, desplegándose los ingredientes por la lavadora, el frigorífico, encima

de la mesa, debajo de la mesa...y repartiéndose por todos lados los peroles, ollas, cuencos, bandejas, cucharas de

madera, espumaderas y demás enseres, en definitiva, una verdadera cocina de campaña. Pero Mari es feliz, y Pepe

soporta estoicamente esta felicidad con tal de comer torrijas durante la Cuaresma y la Semana Santa. "Mamá, que tengo

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hambre, la merienda..."..."Niño, te quiere espera, niño, ahora te hago un bocadillo, no ve que estoy con las torrija, niño,

que este es el ultimo año que las hago, estamo, el último, pa´l año que viene las compro en el supermercao y andando,

que no agradecéis ná que se os haga". Y mientras Mari se organiza, Pepe y sus retoños comen bocadillos viendo la

última cinta de Semana Santa que les ha llevado Salvador. Eso sí, elevando el volumen del televisor para no tener que

escuchar la conversación de la cocinera: "que se me va a pasar el aceite, a vé, el huevo, que tengo que batí otro, que esto

es poco...el vino, que no encuentro yo pa abrirlo...ea, ya está, lo pongo aquí en el cuenco grande...niño, baja la tele por

Dios, que está retumbando las paredes de la cocina con los tambores!...anda que se me va a quemá la torrija, si es que

no puede sé, este es el ultimo año que las hago, que paliza, y despué‚ pa ná, ...donde he puesto la fuente...el ultimo año,

el ultimo año, vamo".

Y por fin, sale la primera torrija, dorada, esponjosa, chorreando miel "quien la va a proba?". Y el honor, como todos los

años, lógicamente es para Pepe, que como un autómata deja su bocadillo "niño, deja parao el vídeo un momento, que

me voy a perde la salida del paso ...Mari, que buena está, este año, mejó que nunca".

Al término de la jornada, Mari ya ha hecho treinta torrijas, algunas de pan integral para ella, y docena y media de filetes

empanados para la cena. La puerta de la cocina se abre al público como si de un museo se tratara, "ea, ya tenei pa

desayuna mañana". Y Pepe y sus retoños se asoman para contemplar una gran fuente del preciado dulce encima de la

lavadora como si verdaderamente tuvieran delante el cuadro de Las Meninas de Velázquez, "Vane, ayúdame a fregá los

cacharros que está esto llenito de pringue, que voy mientra a llamá a la Toñi pa decirle lo buena que están las torrijas

con el vino que ella me ha dicho, porque es que la Toñi sabe mucho de cosas de cocina y menos mal que me ha dicho lo

del vino porque es que una que entiende, pues no entiende de vino, y es que ella está muy puesta en lo del vino que bien

que compra los tretabis de los buenos pa su Juan, y voy a ve si la llamo pa decírselo, y lo de la mié‚ de flores que está

estupenda porque hay que ve lo que cunde, y es que esta muje sabe mucho de cocina, las cosas como son, sabe mucho...

Vane, guarda en lo alto la mié‚ que tu hermano despué‚ viene a meté‚ la cuchara".

La calma vuelve al hogar de Pepe. Ya no se oyen cacerolas ni peroles, ni el aceite friéndose ni el grifo del fregadero

continuamente abriéndose y cerrándose, ni la versación de Mari; en el silencio de la noche sólo se escucha un tintineo :

"Pepe, ya está el chico en la cocina metiendo la cuchara en la mié, Pepe, ...dile algo que se va a poné‚ malo, que yo

estoy que no me puedo levantá... y el año que viene las compro en el supermercao, que vienen en unas bandejitas muy

apañá, y me quito de esto que es una paliza y estoy ahora baldá teniendo mañana que empezá con las cortinas... que hay

que ver‚ Pepe como están las cortinas con el dichoso incienso, que están negras hijo, y yo no puedo está todos los días

con las cortinas, y mañana tengo que descolgar los visillo, y me tiene que ayudá, Pepe, me tiene que ayudá porque estoy

baldá... niño, deja ya de comerte la miel‚ que no va a haber para mañana, y acuéstate que hay colegio y despué‚ no hay

quien te saque de la cama!...el último año, el último año...y la cocina, hay que ver‚ la cocina, despué‚ del lote que me he

metío de limpiá la cocina...que no me luce, que no me luce...que te lo digo Pepe, el último año ". Pero Pepe duerme feliz

con la seguridad de que el año próximo Mari volver a hacer torrijas, y aspirando el aroma que tanto anhelaba "ahora si

que estamo ya en Cuaresma".