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Historia de Brasil, Estados unidos de América y Méjico.

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HISTORIA AMERICANA ------------------------- BRASIL, ESTADOS UNIDOS DE AMRICA, MJICO---------------

B R A S I L ----------La poca colonial en Brasil (1500-1822) Perodo histrico de poco ms de tres siglos, comprendido entre el viaje de Pedro lvare z Cabral (1500), durante el cual se dieron los primeros contactos europeos con B rasil, y la independencia de Brasil de la Corona de Portugal (1822). El contacto A la sociedad brasilea, compuesta inicialmente por amerindios, se fue incorporand o el elemento europeo, sobre todo portugueses, a los que se unieron grandes cont ingentes de esclavos negros trados de frica a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Poblacin amerindia Si en los primeros aos del siglo XVI los contactos entre europeos y amerindios se basaron en el trueque, cambio de vveres o servicios, en especial el transporte d e madera, por objetos y pequeos instrumentos; con el desarrollo de la economa azuc arera fue necesario reclutar mano de obra indgena, lo que dio origen a varias for mas de aprisionamiento de amerindios. Mediante sistemas de "entradas" y rescates la poblacin indgena fue capturada en sus lugares de origen para ser trasladada a las aldeas prximas a las de los moradores blancos. La "guerra justa" provoc el cau tiverio de gran cantidad de indgenas y la huida y muerte de los que se resistiero n a los nuevos modos de vida impuestos. La adaptacin de los amerindios al sistema laboral de las plantaciones de caa y la maquinaria azucarera impuls la importacin de mano de obra negra para trabajar en el campo, las casas seoriales y los colegi os de la Compaa de Jess. Adems, los amerindios sirvieron, en un primer momento, en los ejrcitos que se enfr entaban a los portugueses y franceses y ms tarde en las batallas contra los holan deses, lo que favoreci su aprisionamiento. Las guerras entre las tribus, endmicas dentro de su complejo sistema de guerra-venganza-antropofagia, permiti en muchas ocasiones que capturasen amerindios "enemigos" con el fin de entregarlos a los e uropeos. Por otra parte, el elemento indio estuvo vinculado a todas las formas d e trabajo manual, desde las actividades domsticas a las obras regias, el servicio militar y la defensa del territorio, la industria azucarera o la extraccin miner a, adems de estar ligado a otros modos de produccin como las manufacturas artesana les o los pequeos oficios. Poblacin blanca En los aos que siguieron al primer contacto, pocos fueron los hombres blancos (br ancos) quienes dirigieron su atencin a Brasil. Slo en 1531, un grupo de aproximada mente cuatrocientas personas lleg con la expedicin de Martim Afonso de Sousa y se distribuy durante un tiempo en dos ncleos: San Vicente y una aldea asentada junto al ro Piratininga. Tras la introduccin de las plantaciones de caa de azcar, muchos c

olonos portugueses comenzaron a demandar las tierras sudamericanas, al mismo tie mpo que se generaliz el sistema de concesin de tierras para ser cultivadas (sesmar ias), con la entrada en vigor del sistema de capitanas donatarias, consolidado a partir de 1532. Cuando se dot a Brasil de un gobierno general, dirigido por Tom de Sousa, y se fij la capital en Salvador, la regin de Baha comenz a atraer cada vez a un mayor nmero d e portugueses dedicados a las actividades ligadas a la produccin de azcar y el com ercio. Con el asentamiento de las bases de la administracin central, municipal, j udicial y eclesistica, lleg a Brasil otra clase de moradores blancos. En la regin de Maranho, en el norte del pas, el incentivo para los nuevos colonizad ores se bas en la exencin fiscal y otros privilegios para quien se dedicase a la r ecogida de las llamadas drogas do serto (cacao, clavo, jengibre, pimienta, zarzap arrilla, ail, nuez moscada, algodn, vainilla, entre otras), actividad que requera u na inversin inicial baja y contaba con el trabajo manual de grandes cantidades de amerindios. El crecimiento de la poblacin gener otras necesidades ligadas a la construccin de e dificios pblicos y privados y a la edificacin de conventos e iglesias, lo que supu so la llegada de maestros, obreros y artesanos de todos los oficios. Con la fieb re del oro surgieron nuevas actividades y especializaciones, y el desarrollo de las poblaciones emergentes y los grandes puertos supuso un gran crecimiento de l a poblacin urbana. Fue una poca en la que la necesidad de control regio condujo a una mayor complejidad del aparato fiscal y judicial, que se reflej en la interven cin de los funcionarios pblicos. As, en pleno siglo XVIII Brasil experiment el auge del movimiento artstico cultural del barroco colonial, que alcanz entonces todo su esplendor y marc las pautas en la msica, la literatura, la arquitectura, la escul tura, la azulejera o la entalladura, y en definitiva en todas las formas de la cr eatividad humana. A principios del siglo XIX, la llegada de la familia real portuguesa a Ro de Jane iro supuso la apertura de los puertos brasileos a las restantes naciones europeas . A partir de entonces, comenzaron a llegar a Brasil extranjeros de las ms divers as nacionalidades y con los ms variados intereses sociales y profesionales. Poblacin blanca En los aos que siguieron al primer contacto, pocos fueron los hombres blancos (br ancos) quienes dirigieron su atencin a Brasil. Slo en 1531, un grupo de aproximada mente cuatrocientas personas lleg con la expedicin de Martim Afonso de Sousa y se distribuy durante un tiempo en dos ncleos: San Vicente y una aldea asentada junto al ro Piratininga. Tras la introduccin de las plantaciones de caa de azcar, muchos c olonos portugueses comenzaron a demandar las tierras sudamericanas, al mismo tie mpo que se generaliz el sistema de concesin de tierras para ser cultivadas (sesmar ias), con la entrada en vigor del sistema de capitanas donatarias, consolidado a partir de 1532. Cuando se dot a Brasil de un gobierno general, dirigido por Tom de Sousa, y se fij la capital en Salvador, la regin de Baha comenz a atraer cada vez a un mayor nmero d e portugueses dedicados a las actividades ligadas a la produccin de azcar y el com ercio. Con el asentamiento de las bases de la administracin central, municipal, j udicial y eclesistica, lleg a Brasil otra clase de moradores blancos. En la regin de Maranho, en el norte del pas, el incentivo para los nuevos colonizad ores se bas en la exencin fiscal y otros privilegios para quien se dedicase a la r ecogida de las llamadas drogas do serto (cacao, clavo, jengibre, pimienta, zarzap arrilla, ail, nuez moscada, algodn, vainilla, entre otras), actividad que requera u na inversin inicial baja y contaba con el trabajo manual de grandes cantidades de

amerindios. El crecimiento de la poblacin gener otras necesidades ligadas a la construccin de e dificios pblicos y privados y a la edificacin de conventos e iglesias, lo que supu so la llegada de maestros, obreros y artesanos de todos los oficios. Con la fieb re del oro surgieron nuevas actividades y especializaciones, y el desarrollo de las poblaciones emergentes y los grandes puertos supuso un gran crecimiento de l a poblacin urbana. Fue una poca en la que la necesidad de control regio condujo a una mayor complejidad del aparato fiscal y judicial, que se reflej en la interven cin de los funcionarios pblicos. As, en pleno siglo XVIII Brasil experiment el auge del movimiento artstico cultural del barroco colonial, que alcanz entonces todo su esplendor y marc las pautas en la msica, la literatura, la arquitectura, la escul tura, la azulejera o la entalladura, y en definitiva en todas las formas de la cr eatividad humana. A principios del siglo XIX, la llegada de la familia real portuguesa a Ro de Jane iro supuso la apertura de los puertos brasileos a las restantes naciones europeas . A partir de entonces, comenzaron a llegar a Brasil extranjeros de las ms divers as nacionalidades y con los ms variados intereses sociales y profesionales. Poblacin negra La poblacin negra se introdujo en Brasil a partir del siglo XVI, y experiment un n otable incremento en la segunda mitad de ese mismo siglo. El trfico de esta pobla cin oriunda de frica estaba en un principio destinado a la explotacin azucarera de los territorios del nordeste pero con el tiempo se extendi a todas las regiones d el pas, segn los distintos ciclos econmicos, la mayor o menor cantidad de poblacin a merindia y el grado de dificultad de acceso, como en el caso de Maranho de Par, do nde su implantacin era ms complicada debido al difcil acceso martimo a la zona. En e stas regiones, slo a partir de finales del siglo XVII se pens seriamente en introd ucir negros, debido a la continua presin de las rdenes misioneras, que exigan la li beracin de los indios del trabajo esclavo. En Maranho se crearon dos Compaas (1680 y 1695) con el fin de importar esclavos negros, aunque no llegaron a conseguir su s objetivos. En el Estado del Norte el elemento indgena sigui siendo predominante hasta el siglo XVIII. En este mismo siglo, aument de forma considerable el nmero d e negros en la regin de So Paulo, a causa del impulso experimentado por la explota cin aurfera. El sistema esclavista marc de forma indeleble la sociedad brasilea colonial, model ando las relaciones sociales entre las distintas clases sociales. La poblacin esc lava, ya fuese rural o urbana, fue un elemento condicionante para las clases alt as, y necesariamente influy en actividades como la explotacin de la caa y la extrac cin de oro, pasando por los colegios, las obras regias, los ejrcitos y la arquitec tura militar. A causa de su importancia en el aparato productivo, la abolicin de la esclavitud fue un proceso muy lento, slo conseguido a finales del siglo XIX, c on la promulgacin el 13 de mayo de 1888 de la Ley urea, el acta de su abolicin. No obstante, durante el periodo colonial, algunos esclavos consiguieron su libertad con el pago de su manumisin, obteniendo as su carta de alforra, tras reunir el cap ital necesario, a menudo gracias a la ayuda de las hermandades y las cofradas a l as que pertenecan. Estas instituciones laicas constituyeron un elemento de enorme importancia debido al prestigio social de sus miembros, partidarios de la solid aridad, el mutualismo y la beneficencia. La poblacin negra tambin fue determinante en la gnesis de la cultura brasilea, pues supuso la introduccin de elementos culturales que ya no dejaran de estar presentes en reas tan diversas como la lengua, la religin, la gastronoma, la msica o el arte. La Administracin colonial

Administracin municipal La administracin poltica local tom la forma de cmaras o municipios, que regulaban se gn las Ordenaoes do Reino. El rgano dirigente estaba compuesto por los presidentes de la Junta, normalmente el mismo juez de la villa, tres vereadores (consejeros m unicipales), un procurador, dos almotaces (inspectores encargados de los aspectos econmicos) y un escribano. La Junta tambin poda contar con un sndico y un tesorero, elegidos por los "hombres buenos" del lugar entre las lites locales, que tenan de recho a voto. Administracin judicial Durante la vigencia del sistema de capitanas donatarias (1530-1548), corresponda a l donatario el ejercicio de la justicia (derecho de alada). Con la introduccin del sistema de gobierno central, se introdujeron nuevos elementos de coercin, inmedi atamente despus de la imposicin de los magistrados centrales (ouvidores), con capa cidad para intervenir fiscalmente. Las poblaciones ms grandes contaban con un jue z de carrera y las villas con un magistrado elegido por los habitantes o por un juez de otra poblacin. Las capitanas donatarias estaban divididas en comarcas, cad a una de ellas con su propio magistrado, alcanzando el nmero de veinticuatro a fi nales del siglo XVIII. Como tribunal de segunda instancia, actuaba el Tribunal de Baha y, desde 1752 la de Ro de Janeiro. Ya al inicio del siglo XIX fueron creados los de Maranho (1812) y Pernambuco (1821), instalndose, finalmente, en Ro el Tribunal de Segunda Instanc ia de Brasil (Casa da Suplicaao). Administracin eclesistica La administracin de las actividades religiosas en el ultramar portugus perteneca, p or derecho propio concedido por la Santa Sede, a la Corona portuguesa, segn lo co nsignado por el Patronazgo. As, a los monarcas portugueses se les concedi la prerr ogativa de elegir a los dignatarios eclesisticos y establecer las nuevas dicesis. Por medio de la Mesa de Conciencia y rdenes, la Corona de Portugal posea la facult ad de cobrar los diezmos con los que se aseguraban las cngruas, remuneracin con la que se pagaban las despensas del clero y el mantenimiento del culto. Durante los primeros aos del siglo XVI, la jurisdiccin eclesistica competa al superi or de la Orden de Cristo en Portugal, hasta que en 1514 fue asignada al Obispado de Funchal. Con el asentamiento de los primeros colonos y al mismo tiempo de la s rdenes religiosas, se fue estructurando una administracin eclesistica secular. De sde el veinticinco de febrero de 1551, a travs de la bula Super Specula Militanti s Ecclesia se cre el Obispado de Baha. Le siguieron la Prelatura de Ro de Janeiro, convertida en Obispado tras la bula Romani Pontifices del noviembre de 1676, y l a de Olinda, con la bula Ad Sacram Beati Petri Sedem; ambas prelaturas eran sufr agneas del Arzobispado de Baha. La dicesis de Maranho tuvo su origen en la bula Supe r Universas, fechada el 30 de agosto de 1677, y la de Par en la Copius in Miseric ordia, del 4 de marzo de 1720, estando ambas subordinadas a Lisboa. En 1745 se f undaron las dicesis de So Paulo y de Mariana, segn la bula Candor Lucis Aeternae, a s como las prelaturas de Gois y Cuiab en Matto Grosso. A causa de su extensin, los obispados se dividan en parroquias, instituidas por in iciativa de la Corona portuguesa, bajo los auspicios de la Mesa de Conciencia y r denes, y eran administradas por un vicario asignado por el prelado, cuyo sueldo provena de los diezmos. De acuerdo con la jerarquizacin de las competencias, la Cma ra Episcopal estaba subordinada al Tribunal (Relaco) de Baha y sta a la Mesa de Con ciencia y rdenes, bajo los designios del Patronazgo, que interfera directamente en

las decisiones de los obispos. El clima de tensin era constante, a causa de las diferencias entre los participantes, y tambin existan conflictos entre los miembro s del clero secular y los de las rdenes regulares. Con la divisin de los obispados en parroquias, paulatinamente se fueron introduci endo padres seculares, asentados sobre todo en las reas urbanas y distribuidos en tre los cabildos, las capellanas (militares, misericordias, hermandades o pequeas capillas particulares) y la vicara, entre otras funciones. Los padres seculares s e dedicaban tambin a otras actividades, ya fuera por asignacin gracias a sus mritos o por su formacin, como la abogaca y otras actividades lucrativas, con las que in tentaban suplir los escasos dividendos de los rendimientos eclesisticos. La evangelizacin

La complejidad del proceso de evangelizacin en el Brasil colonial atae a todos los aspectos de la vida social, poltica, econmica, cultural y religiosa de la socieda d. Sobre la "cuestin del indio" (questo do ndio) corresponda a los frailes la organiz cin del sistema de aldeamento (poblacin de indios dirigidos por un misionero), con la administracin temporal y espiritual de las misiones o aldeas. A ellos tambin c ompeta acompaar, de acuerdo con el sistema de "entradas" a los amerindios en sus " descensos" a las aldeas. Se hizo necesario incorporar indios al sistema poltico-administrativo vigente, en una poca en la que la conversin al cristianismo de los poblados contactados se co nsideraba una marca de la expansin europea. Al mismo tiempo, se viva en Europa una profunda crisis religiosa, con la erupcin de la Reforma Protestante y el consecu ente movimiento contrarreformista. Surgi as la Compaa de Jess, para la cual los nuevo s territorios suponan un campo frtil donde ejercer su oficio evanglico. Otras rdenes religiosas participaban ya en los comienzos del proceso de evangeliz acin del "Nuevo Mundo", desde el norte de frica al Extremo Oriente. En Brasil fuer on los franciscanos los primeros en plantar la cruz de Cristo despus del primer v iaje de Cabral, considerado el descubridor oficial de Brasil. Sin embargo, duran te las primeras dcadas, la presencia de los evangelizadores slo se manifest de form a espordica. De hecho, los jesuitas se instalaron en 1549, con la creacin del primer colegio e n Piratininga, ncleo embrionario de la futura ciudad de So Paulo. No tardaron en a sentarse en el territorio otras rdenes religiosas: carmelitas observantes (Pernam buco, 1580), benedictinos (Baha, 1582), franciscanos (Olinda, 1580), capuchinos f ranceses (Recife, 1642), mercedarios (Par, 1640), carmelitas descalzos (Baha, 1665 ) y oratorianos (Olinda, 1663). Tambin estuvieron presentes, de forma ms espordica, los agustinos y los lazaristas, ya desde el final del periodo colonial (1820). La subsistencia de ests rdenes se basaba en los donativos (esmolas) de los habitan tes y en la concesin de ordinrias, subsidios concedidos por la Corona portuguesa, lo que no fue obstculo para que algunos regulares, especialmente jesuitas y, en m enor escala carmelitas y benedictinos; acumulasen grandes patrimonios en los lug ares donde haban desarrollado formas particulares de rentabilidad. Las actividade s misioneras se centraban en la evangelizacin de los amerindios, a su formacin en las escuelas de primeras letras o de las de artes u oficios especialmente dedica das a la poblacin local, y tambin a la formacin de los propios miembros de la orden en las escuelas religiosas. Estas rdenes desempearon un papel importante al asegu rar el mantenimiento del culto apostlico en las poblaciones dispersas. Una de las principales cuestiones relacionadas con el proceso de evangelizacin fu e el problema de la esclavitud a la que fueron sometidos los amerindios. Durante todo el periodo colonial, los conflictos entre autoridades gubernativas locales , moradores blancos y rdenes religiosas fue una constante, debido tanto a la fuer

te oposicin de una parte de los misioneros a las condiciones esclavistas de los i ndgenas, como a la utilizacin como mano de obra para sus empresas, sobre todo en e l caso de la Compaa de Jess, que contaba con grandes propiedades adscritas a sus co legios. La propiedad de los indios constitua un importante factor de riqueza, sob re todo en zonas donde el elemento africano se implant con mayor dificultad, como en el caso de Maranho y Par, en el norte del pas. La libertad del amerindio y la "guerra justa", concepto utilizado para la obtenc in del servicio de los esclavos por medio de la violencia, dieron origen a una pe rmanente dicotoma en la colonia portuguesa. Slo con el marq us de Pombal la situacin del indio pudo experimentar cambios profundos, gracias a la ley del 6 de junio de 1755 que promulgaba la libertad de los amerindios, prerrogativa ya consignada en la ley de abril de 1680, pero que en la prctica no haba sido acatada. Desde el "Directorio que se debe observar en las poblaciones de los indios de Par y Maran ho", fechado en 1757, una serie medidas lograron transformar el anterior sistema de aldeamentos, con su traspaso a las pequeas ciudades y la paulatina integracin d el elemento indio a la sociedad, a travs de una poltica de matrimonios interracial es. No obstante, y a pesar de que haban sido prohibidas las guerras ofensivas por la ley del 12 de mayo de 1798, todava continuaron producindose muchas incursiones contra la poblacin amerindia. As, en 1808, y de nuevo apelando a la "guerra justa ", se produjo una incursin contra los botucudos de Minas Gerais, en la regin sudes te. El descubrimiento oficial de Brasil Los descubrimientos geogrficos realizados por Portugal y Castilla a lo largo del siglo XV dieron origen a una sucesin de bulas y tratados con el fin de que fueran legitimados. Sin embargo, se produjo un punto de ruptura entre dos reinos de la Pennsula Ibrica, Portugal y Castilla, que la bula Romanus Pontifex, expedida en 1 454 por el papa Nicols V, pretendi resolver. La bula estableca una particin que fue ratificada ms tarde por el tratado de Alcaovas-Trujillo (1479): la posesin de Canar ias pertenecera a Castilla y las posesiones de la costa africana a partir del cab o de Bojador a Portugal. La cuestin de la rivalidad luso-castellana qued as parcialmente resuelta. El viaje de Cristbal Coln en 1492, que hizo posible el descubrimiento de las Antillas, most r sin embargo la insuficiencia del tratado precedente. Las reclamaciones de Casti lla y Portugal hicieron necesaria la intervencin del papa Alejandro VI, por medio de las bulas Inter coetera Divina I y II (1493). En la segunda de estas bulas s e propona una lnea divisoria que pasara a cien leguas al oeste de Cabo Verde, y sep arara los territorios atribuidos a cada una de las monarquas. Sin embargo, la contrapropuesta del rey portugus Juan II se materializ en la firma del tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494, por el cual se definan las reg iones de influencia de cada una de las Coronas ibricas sobre "las tierras descubi ertas y por descubrir", marcadas por una lnea divisoria que debera pasar a "370 le guas al oeste de las islas de Cabo Verde", el espacio situado desde esta lnea hac ia el oeste quedaba para Castilla, y el oriental pertenecera a Portugal. De este modo, quedaba dentro de la zona de expansin portuguesa el territorio de Brasil, q ue sera oficialmente descubierto seis aos ms tarde. Tras el regreso de Vasco de Gama del primer viaje martimo a India, en agosto de 1 499, el monarca portugus Manuel I envi a Oriente a una segunda armada, compuesta p or trece navos, que parti de Tejo el 9 de marzo de 1500. Pedro lvarez Cabral fue el egido por su capitn mayor para dirigirse a la India a travs de la ruta indicada po r Vasco de Gama, con el objetivo de establecer vnculos comerciales con Calicut (a ctual Kozhikode), en la costa de Malabar. A pesar de ello, fue en este segundo v iaje a India cuando los navegantes portugueses descubrieron el territorio que en un principio fue llamado Santa Cruz, ms tarde Vera Cruz y finalmente Brasil. La descripcin del viaje y la estancia de diez das en la costa brasilea es conocida a t

ravs de la famosa Carta del descubrimiento enviada por el cronista Pero Vaz de Ca minha al rey Manuel I. Segn este relato, el viaje transcurri sin sobresaltos hasta el archipilago de Cabo Verde. Sin embargo, al pasar cerca de la isla de Santiago, el 23 de marzo, desap areci una de las naves y se decidi iniciar la llamada "volta do mar", que consiste en dar un gran giro en el Atlntico Sur y aprovechar as los vientos alisios de sud este. El 21 de abril, trece das despus de realizar esta operacin, se descubrieron l os primeros indicios de la cercana de tierra, como ciertas aves a las que llamaba n "furabuchos" y gran cantidad de botelho. La tarde del 22 de abril al armada av ist "un monte muy alto y redondo y otras sierras ms bajas al sur de ste y y una pla nicie con grandes arboledas". Cabral llam a este monte "monte Pascoal" y a la tie rra "Vera Cruz". El territorio de Brasil haba sido descubierto oficialmente. Despus de una convivencia amistosa con los naturales, rezar dos misas, hacer agua da y enviar a Portugal la naveta de provisiones comandada por Gaspar de Lemos, p ortavoz del nuevo descubrimiento, la armada destinada a India se hizo de nuevo a la mar el 2 de mayo. Entre los historiadores existen dos corrientes distintas en cuanto a la interpre tacin del viaje de Cabral. Si, por un lado, ningn documento confirma la presuncin d el descubrimiento de una tierra localizada en la parte occidental del Atlntico Su r, el hecho de que la armada tuviera que alejarse "accidentalmente" de la ruta p revista no es avalado de forma consensual. En la historiografa surgen as dos teoras contradictorias, todava hoy en disputa: la de la intencionalidad y la de la casu alidad. Es posible que antes de Cabral, otros navegantes hubiesen recorrido con anterioridad algunas zonas de la costa norte de Brasil, concretamente, Duarte Pa checo Pereira en 1498, y Yaez Pinzn y Diego de Lepe al inicio de 1500 (para ms info rmacin, vase Viaje de Diego de Lepe). El viaje de Cabral fue, con todo, el que his tricamente tuvo consecuencias y el que est considerado como el "descubrimiento ofi cial de Brasil". Los primeros treinta aos de la historia del Brasil colonial corresponden a una fa se de exploracin geogrfica de la costa y de contratos de arrendamiento de carcter e conmico. El reconocimiento oficial del descubrimiento se produjo en mayo de 1501, cuando el rey Manuel I envi una escuadrilla de tres carabelas con ese fin. Los g obiernos europeos fueron informados por el monarca portugus de la utilidad del de scubrimiento de Cabral como "lugar de refresco para los navos hacia India". En los aos posteriores se fueron sucediendo los viajes de exploracin costera y de arrendamiento, como los contratos firmados con Ferno de Noronha (1502-1512) y con Cristvo Jacques. Este ltimo, hidalgo de la Casa Real portuguesa, fue enviado a Bra sil en 1516, con el fin de patrullar la costa brasilea como defensa frente a las incursiones de franceses interesados en la explotacin de la madera de palo brasil . En 1526, Cristvo Jacques volvi a Pernambuco, donde fund, al aos siguiente, la feito ria (establecimiento colonial con fines comerciales) de Itamarac, habiendo sido uno de los primeros en explorar la regin de la futura capitana de Pernanbuco. Consolidacin y expansin (1530-1750) Cuando la Corona portuguesa decidi emprender una ocupacin sistemtica de Brasil el s istema adoptado fue el de las capitanas donatarias, ensayado con anterioridad en el poblamiento de los archipilagos atlnticos de Madeira y las Azores. La urgencia de "poblar toda la costa de Brasil" condujo al rey portugus Juan III a hacer dona ciones de quince sectores, cubriendo la costa desde el ro Amazonas hasta el sur d e Santa Catarina, entre 1534 y 1536: a Duarte Coelho le correspondi el de Pernamb uco; a Francisco Pereira Coutinho, el de Baha de Todos-os-Santos; a Pedro do Camp o Tourinho, el de Porto Seguro; a Vasco Fernandes Coutinho, el de Esprito Santo; a Jorge de Figueiredo Correia, el sector de Ilhus; a Pro Lopes de Sousa, los de It

amarac, Santo Amaro y Santana; a Martim Afonso de Sousa, los de So Vicente y Ro de Janeiro; a Joo de Barros e Aires da Cunha, los de Par y Ro Grande; a Ferno de lvares de Andrade, el de Maranho; a Antnio Cardoso de Barros, el de Cear; y a Pro de Gis, lo s de Paraba do Sul y So Tom. Al capitn, o gobernador, le era entregada una carta de donacin con los derechos y deberes inherentes a su cargo. As, le corresponda el derecho de nombrar a los func ionarios, crear villas y ciudades, hacer donaciones de tierras por un periodo de tiempo limitado y conceder licencias para determinadas mejoras. Asimismo, le co rresponda el derecho de cobrar algunos impuestos y le estaba permitido reservar u n cierto nmero de leguas, en general diez o diecisis, como tierra de su propiedad, libre e independiente, que poda elegir en un plazo de veinte aos con la condicin d e que la tierra fuese dividida en cuatro o cinco partes, distantes unas de otras al menos dos leguas. El sistema de capitanas donatarias contribuy a la llegada de centenares de portugueses desde la metrpoli a los territorios de Brasil. Sin emb argo, la constante amenaza extranjera sobre el litoral, as como la descoordinacin entre los propios gobernadores, demostr que este sistema no era suficiente para r eafirmar la soberana portuguesa sobre el territorio. En un balance general, slo la s capitanas de So Vicente y Pernambuco lograron prosperar. De todo ello se dedujo que el futuro del Brasil portugus dependa de la implantacin de una forma que privilegiase la unidad poltica y administrativa, y con ese propsi to fue creado en 1548 un gobierno central. Con el nombramiento de un gobernador general, delegado del rey y con amplios poderes sobre los capitanes, se pretenda uniformizar la administracin de todo el territorio, controlar el arbitrio de los capitanes, regular las relaciones entre las distintas capitanas donatarias median te el sometimiento de los capitanes a una autoridad superior con sede en Brasil, reforzar el orden y activar la conquista y los poblamientos. Tom de Sousa fue el elegido para ocupar el cargo de primer gobernador general, y como sede del gobierno se escogi Baha, por su situacin geogrfica en la costa, lo que facilitaba el acceso desde las distintas capitanas donatarias. Tom de Sousa parti de Lisboa el 1 de febrero de 1549 a bordo de la capitana Nossa Senhora da Conceio, al mando de una expedicin de cerca de mil hombres, entre los cuales se encontrab an misioneros jesuitas como el padre Manuel da Nbrega. Durante su gobierno, inici ado en 1553, fue posible organizar la colonizacin del territorio, promoviendo las bases de las instituciones administrativas y la cristianizacin de los amerindios , as como tambin incrementar la vigilancia de las costas frente a la amenaza de lo s corsarios franceses. Sousa fund la ciudad de So Salvador da Baha, que se converti ra en la capital de Brasil hasta 1763. Asimismo, apoy la construccin del colegio de la Compaa de Jess en la llanura de Piratininga, germen de la futura ciudad de So Pa ulo. Durante su gobierno tambin se cre el primer Obispado de Brasil.

En la misma lnea de actuacin intervino Mem de S, tercer gobernador de Brasil (15571572), que particip en la conquista de Guanabara y en la fundacin de Ro de Janeiro, donde los franceses, comandados por Billegagnon, intentaron instalar la ?Frana A ntrctida?. S apoy el trabajo misionero de los jesuitas, incentivando la formacin de aldeas y la integracin de gran nmero de pobladores con el objetivo de ocupar el te rritorio. Tambin promovi la instalacin de dos factoras de azcar y sent las bases de i lesia episcopal de Baha. La fundacin de So Paulo en 1554 signific un giro en la ocupacin portuguesa, volcada desde entonces no en el ocano sino en el interior del territorio. A partir de esa pequea ciudad inicial se organizaron las expediciones de exploracin conocidas com o bandeiras (banderas) o "entradas", con el objetivo de penetrar en zonas ms alejad as de las costas en busca de cautivos indgenas y metales preciosos. De hecho, el trmino deriva del levantamiento de la bandera o estandarte que llevaba a cabo el promotor de la expedicin, que acompaaba a la comitiva en la expedicin. Estas expedi ciones terminaron por contribuir a la ampliacin geogrfica del territorio brasileo m ucho ms all de la divisoria fijada en Tordesillas, aunque los participantes no fue

ran conscientes de ello. Personajes como Antnio Raposo Tavares (1598-1658) y Ferno Dias Pais (1608-1681) destacaron en el desarrollo de las bandeiras, considerado s stos como dos de los ms importantes sertanistas (del portugus sertoes, lugares ale jados de la costa) de So Paulo. El Brasil filipino (1580-1640) La tardanza en fijar la historiografa un tempus poltico singularizado en Brasil du rante la Unin Dinstica de Portugal con la Monarqua Hispnica revela no poco del probl ema subyacente a esta coyuntura. Antes de la independencia, la historia poltica d e lo que luego sera el actual Brasil ha escapado en general a cualquier valoracin individualizada, quedando subsumida en las grandes corrientes de la historia mis ionera, de las exploraciones o de la esclavitud. Pero el acta de nacimiento del Portugal Habsburgo desafa esta ordenacin. Si por un lado el reino pact con los Aust rias el mantenimiento de su autonoma dentro del imperio, por otro result evidente que la prctica de gobierno empuj a difuminar algunos de estos lmites hasta crear si tuaciones tanto de colaboracin como de enfrentamiento, y en las cuales, a la hora de alinearse los bandos, pes ms el mbito estamental o institucional de pertenencia que la naturaleza "nacional" de cada individuo. As, la primera barrera a superar por el historiador del Brasil hispnico consiste en devolver a la superficie una dinmica poltica propia y en la sustitucin de las categoras procedentes del discurso colonial (y neocolonial) metropolitano e independentista, por otras ms acordes co n la realidad jurdica, social y mental de un proceso de expansin europeo de la Eda d Moderna.

La esencia, pues, de quienes fueron gobernados sesenta aos bajo los Felipes fue s u condicin de vasallos de la Monarqua Hispnica, y no el accidente de su origen port ugus. A partir de aqu se comprende que la visin estereotipada de un Brasil apenas a fectado por la Unin de 1580 a causa del respeto de los Austrias a su condicin de c onquista lusa, no se sostiene. De hecho, los defensores de este planteamiento ha n incurrido en la contradiccin de ignorar los reflejos espaoles en la colonia salv o para explicar los aspectos menos atractivos del periodo, como las invasiones h olandesas. Tampoco dilucidan por qu el Portugal metropolitano sufri el acoso centr alizador de los Felipes mientras las colonias lusas vivan al margen. Hoy sabemos que Brasil no permaneci ajeno a la poltica de Madrid, y esto por varios motivos: d e carcter defensivo, el complemento Brasileo cerraba la Amrica espaola; econmico, el ito de las plantaciones esclavistas desde 1600 compensaba la contraccin del Estad o da ndia; y poltico, el prestigio de gobernar un territorio inmenso. De este modo cobra sentido hablar de un Brasil filipino, en la medida en que, si n abandonar su estatuto de conquista autnoma portuguesa, sin embargo entr de lleno en la vorgine de una poltica que los Austrias, habituados a desplegar estrategias de largo alcance territorial mucho antes de la Unin de 1580, dirigieron especfica mente hacia la colonia con el fin de reubicarla segn los intereses generales del imperio. El resultado fue complejo, como prob el hecho de que la Restauracin braga ncista de 1640 logr en Brasil un apoyo general pero epidrmico y, en ocasiones, con derivas posteriores a propuestas de retorno a la soberana Habsburgo. Para compre nder esto es preciso recorrer tres puntos: cmo era el Brasil que heredaron los Fe lipes; cules las reformas que aplicaron y, por ltimo, cules los conflictos que desd e 1630 llevaron a los moradores de la colonia a optar por la separacin. Para un imperio como el espaol, donde la ocupacin del territorio y su exigente enc uadre administrativo -en virreinatos, audiencias y gobernaciones- constitua la ba se del vnculo entre colonia y metrpoli, el encuentro con un espacio como el brasil eo situ a Madrid ante una rareza poco grata. De entrada, se trataba de un Estado d o Brasil, donde un gobernador general nombrado por la Corona era lo ms parecido a un virrey al estilo de los presentes en Mxico o Lima. La divisin territorial segua el modelo de la capitana, casi todas en manos de un capitn donatario que, de hech o, actuaba como un seor feudal investido de jurisdiccin. Tampoco haba Inquisicin, lo que dejaba al clero secular y, sobre todo, al regular, demasiado libre de la vi

gilancia que la Corona sola practicar a travs del Santo Oficio. Por si no bastara, en el plano econmico los Felipes asistieron a la transformacin de un Brasil expor tador de madera y tinte a otro de plantaciones mantenidas por esclavos, en buena parte africanos. Al sur, en la confluencia con el ro de la Plata y Buenos Aires, la preocupacin se centraba en un comercio tericamente prohibido entre lusos y esp aoles que transformaba en contrabando cualquier mercadeo -con la inevitable fuga de plata peruana a manos portuguesas. Era aqu donde ms se evidenciaba la contradic cin de una divisoria jurdica contraria a una creciente simbiosis econmica. Mientras , los ingenios de Pernambuco, al nordeste, engrosaban una sacarocracia opulenta y desafiante a cualquiera que osara dominarla. Ricos y autnomos, el triunfo de lo s colonos supona una garanta de la prosperidad del Brasil tanto como una amenaza p ara una Corona empeada en reforzar su autoridad y en prestigiar la Monarqua. Sin o lvidar el ejemplo tan inquietante que tamaa isla de laxitud jurisdiccional repres entaba para las Indias espaolas. Ya bajo el ltimo rey Avs, Sebastin I, hubo proyectos para reformar el Brasil. Falt t iempo y, ms an, capacidad poltica. Pero los Austrias iban a disponer de ambas cosas . Los Felipes desarrollaron una poltica que, pese a sus vaivenes ocasionales, se encamin a reducir la autonoma brasilea segn el patrn del imperio espaol. Tres fueron os mbitos de su actuacin: judicial, administrativo y fiscal. En el primero, la vol untad regia de atacar el corazn de la autarqua se plasm en el Tribunal da Relao, erig ido en Baha en 1609, lo que supuso recortar la jurisdiccin de los capitanes donata rios y, en especial, del de Pernambuco. Que el proyecto datara de 1588 -Felipe I I- revela la prontitud con la que los Austrias encararon el problema brasileo. La oposicin a esta reforma llev a la supresin del tribunal en 1626, pero las espadas seguiran en alto hasta la Restauracin -y an despus. El segundo campo, el administrat ivo, conoci la particin del Brasil con la creacin en 1621 del Estado do Maranho, en la cuenca amaznica Tal vez ideada para facilitar la defensa de un territorio codi ciado por los franceses -a quienes se acab de expulsar en 1609-, lo cierto es que esta nueva entidad creaba un modelo de gobierno directo entre la Corona y sus g obernadores. Por ltimo, la fiscalidad brasilea se vio alterada con nuevos impuesto s que, como el de 1624 destinado a financiar la guerra contra el holands, cosech e l rechazo general. El fomento de exploraciones destinadas a descubrir minas de o ro o plata tuvo, por parte de Madrid, un objetivo econmico que slo dara fruto bajo los Bragana (yacimiento de Minas Gerais). Estas directrices chocaron con la estructura de un Brasil surgido desde 1500 par a ser administrado antes que colonizado, ya que las capitanas filtraban la autori dad real en beneficio de los moradores. Pero a este problema general deba aadirse el que particularmente supona la diversidad de los Brasiles que componan un Estado donde la palabra uniformidad remita a la ficcin. Los conflictos polticos ms relevan tes del periodo Habsbugo lo volvieron a confirmar. Dos fenmenos actuaron de catal izadores: la ocupacin holandesa de Baha (1624-1625) y Pernambuco (1630-1654), y la lucha por la mano de obra indgena, sobre todo en las capitanas de San Vicente, So Paulo y Ro de Janeiro. Lo primero oblig a involucrar al capitn donatario pernambuca no en una accin conjunta con la Corona, lo que se tradujo en un pacto tcito de col aboracin materializado en la famosa guerra lenta, esto es, en hacer retroceder a los holandeses a un ritmo menor del que los recursos permitan con vistas a repres entar ante Madrid un esfuerzo prolongado merecedor de nuevos privilegios. El otr o objetivo de los colonos partidarios de esta poltica era evitar una intervencin e n Pernambuco tan contundente como la que haba arrebatado Baha a los holandeses en 1625, ya que a la postre podra traducirse en la incorporacin de la capitana a la Co rona. Pero la tardanza en derrotar al enemigo se tradujo en acusaciones hacia lo s Austrias de desinters por Portugal. Curiosamente, la poltica indgena de la Corona ms bien deca lo contrario. El choque entre los moradores paulistas, cuyas bandeir as volvan del interior con cientos de amerindios esclavizados, y los jesuitas, de fensores de su libertad -condicionada a la evangelizacin-, situ a Madrid en un cam po de batalla donde oficialmente se condenaban las capturas pero oficiosamente s e permitan. Con ello, la Corona buscaba recrecer su autoridad erigindose en rbitro de unos poderes a los que la Restauracin simulara liberar. El envo a Brasil en 1640

del primer virrey que conocera la colonia -el conde de Montalvo- explicita un pro yecto ya apenas encubierto. Se entiende as que una secesin en principio slo metropo litana acabara meses despus cubrindose de atractivo para o Estado. Periodo de transicin No fue posible vencer a los holandeses hasta que Portugal logr recuperar su indep endencia frente a Espaa, el 1 de diciembre de 1640. Los holandeses, tras la parti da de Mauricio de Nassau, fueron derrotados en las dos batallas de Guararapes (1 648-1649) y, el 26 de enero de 1654, con la capitulacin de Recife se vieron oblig ados a emprender el regreso a Europa. Fue el fin de una poca holandesa en Brasil. Sin embargo, los intereses de los pases extranjeros hacia el territorio continua ron coincidiendo con los de Portugal, tanto en la frontera norte como en las reg iones meridionales. El monarca portugus Juan V (1707-1750) dio un significativo impulso a la coloniza cin de Santa Catarina, lo que desencaden el consiguiente proceso de ocupacin de Ro G rande do Sul. En ese sentido, se tomaron importantes medidas con el fin de promo ver el conocimiento geogrfico, cartogrfico y topogrfico del territorio brasileo, des tacando la labor de los jesuitas Diogo Soares y Domingos Capacci, llamados ?padr es matemticos? o ?matemticos regios?. En el campo administrativo, el avance hacia los territorios del interior condujo a la creacin de nuevas ciudades administrativas, tales como Minas Gerais (1720), Ro Grande de So Pedro (1730), Santa Catarina (1737), Gois y Mato Grosso (1748), se paradas de So Vicente. La Corona opt por ejercer la supervisin directa de todas las capitanas donatarias que todava pertenecan a los herederos de los capitanes del si glo XVI, que en algunos casos recibieron la concesin de pensiones o ttulos compens atorios, aunque tambin se produjeron confiscaciones. Los ciclos econmicos A pesar de que el concepto de "ciclo econmico", defendido por historiadores como Joo Lcio de Azevedo que relaciona cada periodo con un cultivo nico, est superado en la actualidad, puede decirse que la economa brasilea, en los primeros siglos, pres enta tres ciclos econmicos principales, al mismo tiempo distintos e interrelacion ados: el del palo brasil, el del azcar y el del oro y los diamantes. La explotacin de la madera de palo de brasil marca el inicio de la economa colonia l del territorio. Esta madera, de color rojizo y ya conocida en Europa desde Ori ente, comenz a constituir a partir de 1500 la principal fuente de ingreso de los colonos y de la propia Corona. La explotacin de palo brasil se desarroll en el sig lo XVII, con la llegada de los esclavos africanos y del ganado procedente de Eur opa, que facilit el transporte de los rboles hasta la costa. A partir de 1530, el cultivo del azcar empez a transformar la economa de Brasil. La labor azucarera fue introducida, sobre todo, en las reas de Pernambuco y Baha, y represent un factor esencial durante todo el periodo colonial. Ligados a su produ ccin estaban los engenhos, trmino que hace referencia especficamente al maquinismo que utilizado para moler el azcar pero que acab por designar a cualquier maquinari a. A partir de las distintas clases de azcar, los engenhos tambin podan servir para producir aguardiente de melaza. Los engenhos desempearon un papel fundamental en la colonizacin y poblamiento de B rasil durante los primeros tiempos: no slo concentraban en su entorno a grandes c antidades de mano de obra esclava, tambin de mano de obra libre especializada. La exportacin de azcar por los mercados europeos se inici en 1518, pero slo a partir d e la dcada de los cuarenta de este mismo siglo la construccin de engenhos experime nt un aumento significativo.

A finales del siglo XVII, alrededor de 1690, y despus de innumerables tentativas, fue posible localizar importantes yacimientos de oro en la regin, hasta entonces desconocidos, de Minas Gerais. A estos yacimientos se unieron los de Baha y Mato Grosso (1720) y Gois (1725). Desde 1729 la explotacin de los yacimientos de diama ntes se uni a la del oro. La fiebre de oro (corrida ao ouro) que se desencaden enton ces provoc la desertizacin del nordeste brasileo: en direccin a las minas "emigran l as personas especializadas en los engenhos, los maestros, administradores, mdicos , carpinteros y otros, de oficios necesarios para la industria [...]". Todos cor ran entusiasmados por la llamada de la fortuna. Tambin marcharon a las minas los a nimales de carga, tan necesarios para el funcionamiento de los engenhos.

En todo Brasil proliferaban los nombres de poblaciones recin creadas que aludan al metal precioso, tales como Ouro Preto, Ouro Fino, Minas de Santa Isabel, Diaman tina, entre otras. El oro se convirti en la base principal de la economa brasilea d urante la mayor parte del siglo XVIII. El periodo de mayor explotacin aurfera se s ita entre los aos 1735 y 1766, siendo los principales centros mineros Vila Rica, S abar, Caet, So Joo d? El Rei e Vila do Prncipe. Con la aparicin de oro en Minhas Gera s, Mato Grosso e Gois, el auge econmico pas de las zonas costeras al interior, lo q ue condujo al incremento de los medios de subsistencia de los mineros y el conse cuente crecimiento econmico. La necesidad de abastecimiento estuvo asegurada, en un principio, por So Paulo, con el fortalecimiento de los productos agrcolas, la g anadera y de toda clase de mercadura. El asentamiento de los garimpeiros (buscadore s de diamantes) potenci la apertura de nuevos caminos que unan los ncleos de explota cin minera con el litoral. Al mismo tiempo que se importaban productos, grandes masas de esclavos eran abso rbidas por el trabajo de extraccin minera y, sobre todo, el oro era enviado a Eur opa. En este contexto, el puerto de Ro de Janeiro creci en importancia, por lo que la ciudad fue convertida en capital del estado de Brasil en 1763, en sustitucin de Baha. Adems del oro, los diamantes, el azcar y los esclavos, exista una variedad de produ ctos cuyo nmero no dejaba de aumentar. Cuando el periodo del oro y los diamantes lleg a su fin, se estimul la crianza de ganado bovino y el desarrollo de las plant aciones de azcar, tabaco y algodn. Al norte, en el estado de Maranho, los productos de la tierra constituyeron otra forma de explotacin econmica: las llamadas drogas do serto (cacao, clavo, jengibre, pimienta, zarzaparrilla, ail, nuez moscada, alg odn, vainilla, entre otras). Tambin se producan en el Brasil colonial productos manufacturados ligados a la ind ustria naval, debido a la existencia de maderas y resinas de calidad, as como artc ulos provenientes del tejido de las fibras del algodn, principalmente en Maranho e Par. Sin embargo, la Corona impidi el incremento de esta industria para evitar qu e la produccin textil brasilea pudiera hacer competencia a la de Portugal. En un e dicto fechado el 5 de enero de 1785 se prohiba esta actividad industrial en las fb ricas de la colonia brasilea, decisin que fue revocada en un edicto posterior, con fecha 1 de abril de 1808. El problema de las fronteras Resuelto el problema de la ingerencia francesa y holandesa en los territorios br asileos, tras la recuperacin de las zonas ocupadas, las cuestiones fronterizas se mantuvieron en permanente efervescencia, sobre todo debido a la conflictiva rela cin luso-castellana en la lucha por conseguir el dominio de las zonas de la front era y del control de la embocadura de los dos grandes ros, al Amazonas al norte y el Ro de la Plata al sur. El Tratado de Madrid, tambin llamado "de los lmites", fi rmado el 13 de enero de 1750, defini los territorios de Amrica del Sur atribuidos a las coronas espaola y portuguesa y dot a Brasil de fronteras estables que, gross o modo, se corresponden con las actuales.

Las configuracin de las fronteras del Brasil actual son consecuencia de los disti ntos asentamientos coloniales de los pases europeos que, desde el primer momento, disputaron estos territorios: Espaa, Francia y Holanda, a las que ms tarde se uni Inglaterra. As, de los objetivos colonialistas espaoles surgi la ocupacin de los sie te pases al sur y al occidente, mientras que al norte, las fronteras actuales de Brasil separan al pas de la zona francesa (Guayana Francesa), holandesa (Guayana Holandesa, actual Surinm) e inglesa (actual Guyana). As, el actual mosaico geopolti co de Amrica del Sur, en el cual est integrado Brasil, refleja con claridad los fi nes geo-estratgicos de la Europa de entonces. La formacin de las fronteras de Brasil es una cuestin que se remonta a las impreci siones del Tratado de Tordesillas (1494), dada la dificultad de definir en Amrica una lnea divisoria. Hasta 1750, varias fueron las tentativas por llegar a un ent endimiento. La expansin por el interior, impulsada por las bandeiras paulistas, s e completaba con la conquista territorial en direccin al sur, cuyo objetivo esenc ial era el control de la embocadura del Ro de la Plata. Con este fin fue fundada en 1680 la Colonia del Sacramento en frente de Buenos Aires (actual ciudad urugu aya de Colonia). Cuando el monarca portugus Juan V inici su reinado (1 de enero de 1707), tambin her ed el problema de la Guerra de Sucesin espaola, con repercusiones en el Nuevo Mundo , que no culminaran hasta la firma del Tratado de Utrecht el 6 de febrero de 1715 . Las consecuencias de esta guerra, en cuanto al reforzamiento de la posicin espao la en la metrpoli y ultramar, supusieron una amenaza para Portugal. En la dcada de los cuarenta del siglo XVIII, diversos acontecimientos supusieron el impulso definitivo en las negociaciones. Con la muerte de Felipe V y la reclu sin de la reina Isabel de Farnesio en San Ildefonso, que haban sido los principale s opositores a una solucin viable de los problemas fronterizos de Brasil, la polti ca ibrica alcanz una nueva fase. La ascensin al trono espaol del monarca Fernando VI en junio de 1746, que estaba casado con Mara Brbara de Braganza, hija de Juan V d e Portugal; as como la muerte del ministro Cardenal Mota, el 4 de octubre de 1747 , abrieron nuevas perspectivas de negociacin, dirigidas por Alejandro Gusmo. ste co mprendi que la solucin al problema estaba en ceder a Espaa la Colonia del Sacrament o, obteniendo a cambio las compensaciones geogrficas y econmicas que proporcionara n a Brasil la base territorial indispensable para disponer, en las regiones meri dionales, de un slido baluarte defensivo frente al gran podero poltico que, forzosa mente y de forma inmediata, se consolidara en el Ro de la Plata con la retirada de los portugueses. As, en noviembre de 1746 se iniciaron las negociaciones preliminares entre Portug al y Espaa, con la mediacin del marqus de la Ensenada y el vizconde de Vila Nova de Cerveira, representante portugus en Madrid. La elaboracin de un acuerdo persegua t res grandes objetivos: atribuir valor legar a la ocupacin de hecho, otorgar a Bra sil las fronteras naturales y estratgicas, y forjar la unidad de un organismo polt ico efectivo. El tratado se compona de diecinueve artculos, divididos en dos parte s, una dedicada a la estructuracin geogrfica de los territorios portugueses y espao les en Amrica del Sur y otra a su defensa frente a ataques extranjeros. Para justificar la conquista de los territorios del interior, el negociador Alej andro Gusmo, apoyado por fray Gaspar da Encarnao, se bas en una serie de principios tericos, que otorgaban al tratado cierto carcter innovador para la diplomacia de l a poca. El primer principio fue el de uti possidetis, que justificaba la apropiac in legal de los territorios ocupados. En el prembulo se sealaba que "cada parte ha de quedarse con lo que actualmente posee" En la prctica, el artculo III defina las posesiones de la Corona portuguesa en funcin del principio "todo lo que est ocupad o" en Mato Grosso, a pesar de las delimitaciones del Tratado de Tordesillas, que as se volvan caducas. El segundo principio sealaba la no intervencin en el Nuevo Mu ndo en caso de producirse una situacin de conflicto. En caso de guerra entre las dos coronas "se mantendrn en paz los sbditos de ambas, establecidos en toda Amrica

meridional, viviendo unos con otros como si no hubiese guerra entre sus soberano s". Ambas partes se comprometan a no ayudar a los enemigos recprocos con la conces in del uso de sus puertos o el trnsito por sus tierras. "La mencionada continuacin de la paz perpetua y la buena convivencia no slo tendr lugar en las tierras e isla s de Amrica meridional, entre los sbditos vecinos de las dos monarquas, sino tambin en los ros, puertos, costas y en el mar Ocano" desde el archipilago de Cabo Verde a las aguas del litoral. Segn lo estipulado en los artculos del IV al IX, se sigui el criterio de las "front eras naturales", segn el cual la lnea divisoria debera, siempre que fuera posible, seguir el curso de las corrientes fluviales y las cumbres de los montes, en func in de la ocupacin existente. Portugal renunciaba a sus derechos en Filipinas y ceda la Colonia del Sacramento y todo el territorio adyacente en la margen septentri onal del Ro de la Plata, y de la misma manera la margen izquierda del Amazonas, a l oeste del ro Japur. Espaa entregaba el territorio comprendido entre los ros Ipu y J acu, en la margen occidental de Uruguay, donde se encontraban establecidas las si ete misiones de la provincia de Paraguay, bajo la direccin de jesuitas espaoles. El periodo pombalino hasta los movimientos revolucionarios (1750-1808) La extensin del territorio que deba ser demarcado exigi la firma de un acuerdo prev io en Madrid, el 27 de enero de 1751, para determinar la formacin de dos comision es de demarcacin, una para el norte y otra para el sur, segn lo acordado. El 8 de febrero del mismo ao llegaba a Lisboa la carta geogrfica, donde se apuntaban los lm ites indicados en el acuerdo, que ms tarde recibi el nombre de Mapa das Cortes. Fu eron entonces nombrados al frente de las respectivas comisiones, de parte portug uesa, Gmez Freire de Andrada (sur) y Francisco Javier de Mendoza (norte); y, de p arte espaola, el marqus de Valdelirios (sur) y Jos de Iturriaga (norte) En la regin meridional, el principal obstculo a la aplicacin del tratado provino de los jesuitas establecidos en el territorio de Sete Misses (en el actual Uruguay) , que llevaron a cabo intensas diligencias con el fin de impedir su entrega. Por otro lado, con la llegada al trono de Portugal de Jos I, y bajo la direccin del p rimer ministro Carv alho e Melo, marqus de Pombal, se iniciaron contactos destina dos a negociar clusulas adicionales que salvaguardasen algunos aspectos considera dos esenciales. Uno de ellos buscaba garantizar que el cambio de la Colonia del Sacramento por los territorios de la margen oriental de Uruguay fuera un proceso simultneo. No obstante, la intervencin del superior de la Compaa de Jess, dilatando ese cambio, dio origen a la Guerra Guarantica (1754-1756) e hizo suspender la ent rega de la Colonia del Sacramento.

En la regin septentrional, la demarcacin del Amazonas ni siquiera fue iniciada. Lo s preparativos de la expedicin para la aplicacin del Tratado de Madrid exigan la ut ilizacin de mano de obra indgena, que estaba controlada por las rdenes religiosas, las cuales se resistan a la cesin de los naturales. Tras el reconocimiento de la r egin de Macap, la comisin parti a Ro Negro, donde el gobernador del estado de Maranho y Gro-Par, Javier de Mendoza Hurtado (hermano del marqus de Pombal), fund la capitana de So Jos de Ro Negro. Varios fueron los motivos de la anulacin del Tratado de Madrid. Las dificultades de su aplicacin sobre el terreno provocaron la firma en 1761 de un nuevo document o regulador de las fronteras, el Tratado de El Pardo, por el cual se anulaba el de Madrid y se restableca al menos en teora la situacin anterior. Al mismo tiempo, se determin la devolucin de la Colonia del Sacramento, a cambio de las misiones de Paraguay (febrero de 1761). Entretanto, en el contexto de la Guerra de los Siet e Aos, la colonia fue tomada por el gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos , en 1762, de lo que result la ocupacin de los fuertes de la regin de Castilhos, Vi la do Rio Grande y la margen norte del canal de acceso a Lagoa dos Patos, dejand o as el control de su navegacin en manos de los espaoles. La Paz de Pars (1763), con el que se puso trmino a la guerra, restituy las tierras

conquistadas, de acuerdo con los convenios existentes, aunque en la prctica Espaa slo devolviera la Colonia propiamente dicha, manteniendo las restantes posesiones conquistadas. La ofensiva espaola comenz cuando, en 1777, la ascensin de la reina Mara I al trono portugus abri el camino a un nuevo entendimiento, con la firma del Tratado de San Ildefonso el 1 de octubre de ese mismo aos. Este acuerdo retom en g ran parte lo dispuesto por el Tratado de Madrid: Portugal se apropia de la isla de Santa Catarina y Espaa de la Colonia del Sacramento; adems, se establece una lne a fronteriza prxima a la establecida en 1750, pero que deja el territorio de Sete Misses a merced de Espaa (este territorio slo fue integrado definitivamente al ter ritorio de Brasil durante la guerra de 1801). Las reformas pombalinas y Brasil El rey portugus Jos I (1750-1777) confo plenos poderes a Sebastio Jos de Carvalho e M elo, elevado sucesivamente a los ttulos de conde de Oeiras (1759) y de marqus de P ombal (1770). El reformismo pombalino se reflej prcticamente en todas las reas: eco nmica, social, poltico-administrativa y cultural-pedaggica. En Brasil, su poltica im perial se propona beneficiarse de las riquezas coloniales, racionalizar y dirigir la administracin, la organizacin militar y la formacin escolar bajo la jurisdiccin del Estado. Desde una perspectiva mercantilista y fiscalista se cre la Junta de C omercio en 1755, rgano encargado de controlar la "salida de las flotas" y fiscali zar el comercio de azcar y tabaco. Para potenciar al mximo el monopolio del comercio colonial, fueron creadas las co mpaas de comercio: Compaa Central de Gro-Par e Maranho (1755) y la Compaa Central ambuco y Paraba (1759). stas exportaban productos como cacao, caf, clavo, zarzaparr illa, cuero, maderas, arroz, algodn y jengibre. Importaban del reino de Portugal vinos, aceite, bacalao, herramientas y productos manufacturados. La Compaa de Pern ambuco contaba con el monopolio de los productos del nordeste, como azcar, cueros , drogas do serto y, sobre todo, el lucrativo negocio de la importacin de esclavos . El dominio poltico-administrativo tena su base en el Tribunal de Segunda Instancia de Ro de Janeiro (1751), a fin de evitar la diligencia de procesos de recurso a la metrpoli y la sobrecarga del antiguo Tribunal de Baha. La institucin del Real Te soro Pblico en Lisboa (1761) permiti la organizacin de juntas de Hacienda en cada u na de las capitanas de Brasil. Mientras, el territorio fue dividido en dos seccio nes judiciales: Esprito Santo y Ro de Janeiro. El proceso de apropiacin de las capi tanas donatarias por parte de la Corona portuguesa, iniciado durante el reinado d e Juan V, qued concluido en 1761, convirtindose stas en unidades administrativas, c uyos capitanes o gobernadores eran elegidos por Lisboa por un periodo de tres aos . La prohibicin del transporte de esclavos hacia otras zonas coloniales que no fues en las del Imperio portugus condujo a la elaboracin de listas de todos los esclavo s que entraban anualmente en el territorio. Por decreto con fecha 8 de mayo de 1 758, el Directrio dos ndios do Gro-Par e Maranho declaraba libres a los indios de los estados de Gro-Par y Maranho. En el mbito cultural y educativo, era necesario, segn el marqus de Pombal, liberar el pas del modelo jesutico, con el fin de acceder al fin a las "luces" del siglo. A semejanza de la metrpoli, tambin en Brasil el sistema educativo estaba, en gran medida, dominado por la Compaa de Jess, desde la educacin de las primeras letras has ta los cursos de Artes (Filosofa) y Teologa, completando un total de diecisiete co legios. Las divergencias poltico-ideolgicas y la oposicin a la viabilidad de las di sposiciones del Tratado de Madrid, hicieron irreconciliables las relaciones de P ombal con los padres de la Compaa. Las diferencias provocaron la expulsin de los mi embros de la Compaa del reino de Portugal y de sus posesiones ultramarinas, segn la ley del 3 de septiembre de 1759. La medida tambin se extendi a la Congregacin del Oratorio, cuya doctrina fue prohibida a partir de 1768.

La reforma de la educacin buscaba pues, eliminar el carcter religioso de los cuadr os docentes, reformular la estructura organizativa del sistema, con el objetivo principal de subordinar los currculos y mtodos pedaggicos a los valores de la ilust racin. A pesar de ese propsito, la falta de "profesores regios" hizo que los antig uos padres de las distintas rdenes religiosas, sobre todo franciscanos, continuar an preservando la educacin. La ausencia de universidades en la colonia brasilea, y el hecho de que los cursos impartidos no fueran reconocidos con el sello legal del reino, provoc que muchos alumnos intentaran completar sus estudios en Coimbra , Montpellier, Pars y Londres. La ilustracin en Brasil La reanimacin cultural de Brasil, posibilitada por la economa del oro, surgi encuad rada en la corriente que domin la actividad intelectual y cultural del siglo XVII I, la ilustracin. El nombre de "siglo de las luces" deriva del propsito de utiliza r como gua la razn fundamentada en la experiencia, en oposicin, siempre que fuera p osible, a la tradicin. Aunque lleg con retraso a Brasil, el movimiento ilustrado, al igual que en Europa, anim todo el pensamiento de la poca, influyendo a la clase burguesa, la aristocracia y a los miembros del clero, y abarc prcticamente todos los campos del saber. Hasta el siglo XVIII, las manifestaciones culturales de la colonia se dispersaro n de forma irregular, pues las condiciones de los escasos centros urbanos todava no eran propicias al desarrollo de la literatura ilustrada. La esencia del movim iento acompa a los cambios en la economa, permitiendo la consolidacin de una tendenc ia de agrupacin entre los intelectuales, estrechamente relacionada con la creacin de academias. La moda de las academias en Europa se haba reflejado en Brasil, com o expresin del espritu y del estilo barroco. Est documentada la celebracin de actos acadmicos ya en el siglo XVII, pero es a par tir de 1724, con la creacin de la Academia Braslica dos Esquecidos en Baha, cuando el movimiento adquiere forma institucional. Hasta finales del siglo XVIII el nmer o de academias en el territorio colonial asciende a tres decenas. De todas ellas destacan la Academia dos Felizes (Ro, 1736-1740), la Academia dos Selectos (Ro, 1 752), la Academia dos Renascidos (Baha, 1759), la Academia Cientfica do Ro de Janei ro (1772-1779) y la Sociedad Literaria de Ro de Janeiro (1786-1790, 1794). Estas instituciones disponan de estatutos que dirigan su formacin, estableciendo reglas d e funcionamiento y rganos muy especficos. El nmero de socios numerarios rondaba los cuarenta y el de los socios supranumerarios podra variar aunque era ilimitado. L a imposicin de una severa disciplina y censura a las obras de los socios impeda qu e stas fueran divulgadas sin la autorizacin previa de la Academia. La Escuela Minera, inspirada en la mtica Arcadia, comenz siendo un grupo formado p or los llamados "poetas de Vila Rica": Claudio Manuel da Costa, Toms Antonio Gonz aga, Ignacio Jos de Alvarenga Peixoto y Manuel da Silva Alvarenga. Estos poetas m ineros, precursores del Romanticismo, fueron los primeros que integraron la lite ratura en la vida poltica del pas y participaron activamente en el malogrado movim iento de la Inconfidncia Mineira (deslealtad minera). Sus obras, divulgadas a parti r del ltimo cuarto del siglo XVIII, se caracterizan por la utilizacin de los tpicos arcdicos, con el ideal de la vida simple y rural, la afectacin de los pastores, e l arrebatamiento amoroso y las alusiones mitolgicas. Inspirados por "musas pastor iles", sus versos resaltaban los aspectos de la vida brasilea. Los elementos arcdi cos europeos se fueron incorporando al ambiente brasileo, mostrando una creciente autonoma e identidad en la literatura y, consecuentemente, en la cultura del ter ritorio. Las reacciones revolucionarias: la Inconfidncia

Las doctrinas tradas de Europa por los estudiantes universitarios encontraron en Minas Gerais adeptos ilustres. La masonera estaba ya instalada en Baha y Ro de Jane iro, desde 1770. Los ecos de la Independencia de los Estados Unidos de Amrica (17 76) y la difusin de los ideales de la Revolucin Francesa (1789) crearon un ambient e propicio para la eclosin de los movimientos independentistas. El primero de ellos fue el de la Inconfidncia Mineira (1789), que pretenda la inde pendencia de Minas Gerais, la formacin de un gobierno republicano y el traslado d e la capital que debera ser "lo ms cntrica posible a todo el territorio de Brasil". Entre los lderes de la conjura se encontraban, adems de los poetas mineros, el ca nnigo Lus Vieira da Silva y el militar Joaquim Jos da Silva Xavier, tambin llamado T iradentes. El principal motivo de la revuelta fue el mtodo de la derrama, que con sista en la ejecucin judicial y confiscacin de los bienes de los colonos dedicados a la extraccin de oro y diamantes que no pagasen los impuestos a la metrpoli. Las denuncias, apoyadas por personas de elevada categora social, enviadas por car ta al gobernador Luis Antonio Hurtado de Mendoza desencadenaron en la accin repre sora contra los conspiradores. La complejidad del proceso motiv la realizacin de d os investigaciones judiciales: una en MInas Gerais y la segunda en la comarca de Ro de Janeiro. Concluido oficialmente el proceso el 18 de abril de 1792, fueron declarados culpables de delito de lesa majestad y alta traicin. Las penas aplicad as a los acusados variaron entre la pena de muerte, el destierro o los castigos fsicos. El Tiradentes fue el nico condenado a muerte, siendo ejecutado en una plaz a de Ro de Janeiro. En el patbulo, sus ltimas palabras fueron: "cumpl mi palabra, mu ero por la libertad". La figura de Silva Xavier se revisti de cierto carcter legendario, convertido en u na especie de hroe revolucionario del Brasil colonial. En Baha, la Inconfidncia de 1798 qued marcada por la distribucin de distintos manifiestos republicanos, donde se tomaba partido a favor de la creacin de un tribunal democrtico, la igualdad, la libertad para todos los esclavos y la independenc De la creacin de la Corte en Ro de Janeiro a la independencia (1808-1822) La amenaza napolenica (1807-1810) condujo al traslado de la Corte portuguesa a Br asil, insistentemente aconsejado por Inglaterra, que pretenda proteger la dinasta de Braganza, y con ella los vastos intereses que mantena en el territorio portugus . La llegada de la Corte a Ro de Janeiro, en 1808, invirti el tradicional orden co lonial: la sede de la monarqua nacional se transfera a los territorios de las pose siones ultramarinas. Enseguida se tom una serie de medidas que alteraran la estruc tura econmica de Brasil. De stas, conviene destacar la apertura de los puertos de Brasil a las naciones amigas (segn la carta real con fecha 28 de enero de 1808), la libertad para fundar fbricas en la colonia a partir de aquel ao, los tratados d e comercio y amistad con Inglaterra (1810) y, por ltimo, la creacin del primer ban co en Brasil (aprobada por la ley del 12 de octubre). El libre acceso a los puertos brasileos de las naciones amigas puso trmino al sist ema del "pacto colonial", en vigor desde los tiempos del marqus de Pombal. La pri ncipal beneficiaria fue Inglaterra, con la firma de los Tratados de Comercio y A mistad, Alianza y Navegacin (1810), que le aseguraban el acceso preferente a los productos brasileos. Mientras, el desarrollo del comercio interno se reflej en el acceso hasta zonas menos conocidas del territorio, as como en el incremento de la agricultura, la ganadera y las industria. Desde su llegada a Brasil, el rey portugus Juan VI intent que aumentase la poblacin en los territorios brasileos, por medio de la concesin de lotes de tierras a port ugueses y extranjeros. En lo que respecta al mbito administrativo y judicial, fue ron creados sucesivamente en la nueva capital el Consejo Superior Militar, el Co nsejo Supremo de Justicia, la Mesa de Consciencia y rdenes, el Tesoro Pblico del R eino, el Consejo de Hacienda y el Tribunal de Segunda Instancia. Una medida muy significativa en el proceso hacia la independencia fue el ensalzamiento de Brasi

l, el 16 de diciembre de 1815, a la categora de reino, unido a los de Portugal y el Algarve. En el terreno cultura, se instituyeron cursos de Medicina (1808) y Bellas Artes (1816), y aulas de Comercio (1810). Adems, fueron fundados la Biblioteca Nacional de Ro (1810), el Real Archivo Militar (1808), el Jardn Botnico y el primer museo d e Brasil (1818). Con la creacin de la Imprenta Real, el 13 de Mayo de 1808, aumen t en gran medida la circulacin de libros y peridicos, lo que favoreci la divulgacin d e las nuevas ideologas. La revolucin de 1820 supuso la consagracin poltica en Portugal del liberalismo del siglo XIX. En Brasil, las noticias llegadas desde Lisboa sobre lo ocurrido el 17 de octubre de 1820 provocaron el entusiasmo de los ms liberales, aquellos en los que se cultivaba el ideal de la independencia. El primer acto de adhesin a la re volucin portuguesa liberal surgi en Gro-Par el 1 de enero de 1821. Filipe Patroni Ma ciel Parente, estudiante de Coimbra, consigui el apoyo de las tropas, provoc la el eccin de un gobierno y estableci un vnculos con la Junta gubernativa de Lisboa, cuy a autoridad reconoci, en detrimento de la del gobierno real de Ro de Janeiro. Poco despus, el 10 de febrero, Baha segua el ejemplo de Par, con la creacin de un gobiern o revolucionario, que solicit a Lisboa el envo de tropas, para protegerse de los a taques que pudieran provenir del gobierno de Ro. Pero la propia capital vino a as umir el mando de la ola revolucionaria. El propio gobierno decret el regreso del futuro rey Pedro IV a Portugal Mientras, se decret en Brasil la creacin de unas cortes brasileas y con ese fin se nombr una comisin organizadora de las Cortes Constituyentes, formada exclusivament e por miembros nacidos en Brasil. Esta resolucin de crear la Asamblea y las Corte s desagrad a los crculos portugueses de Brasil que optaban por la aceptacin sin ms d el texto que fuera aprobado en Lisboa. As, un grupo de conspiradores liberales re uni a la guarnicin militar de Ro de Janeiro, formada por regimientos portugueses, e n la plaza que hoy recibe el nombre de "plaza de Tiradentes". El prncipe Pedro co mpareci en la plaza y all jur aceptar ntegramente la Constitucin que fuese aprobada e n Lisboa. All mismo le fue entregada al prncipe una lista con los nombres de las p ersonas que deban formar parte de los nuevos ministerios y ocupar los ms altos car gos administrativos, que fue igualmente aceptada por l. La revolucin liberal de Ro situ en el primer plano poltico a la figura del heredero de la Corona portuguesa, lder de las nuevas ideas. A partir de entonces, las posi ciones dieron un giro: la idea de enviar al prncipe a Lisboa perdi preponderancia y el propio rey Juan VI confi a su primognito la tarea de presidir los destinos de Brasil hasta que fuera promulgada la Constitucin. El enfrentamiento de las postu ras en torno al futuro del territorio culmin con la clebre frase del prncipe, el 9 de enero de 1822, ?diga ao Povo que fico?, que abra el camino hacia la independen cia de Brasil. El gobierno fue remodelado, pasando a estar integrado por partida rios de la autonoma de la colonia brasilea. Al mismo tiempo, una divisin militar po rtuguesa que se encontraba en Ro de Janeiro fue conminada a regresar a Portugal Con el ttulo de Protector e Defensor Perptuo do Brasil, Pedro pronunci el 7 de sept iembre de 1822 el clebre grito do Ipiranga: "Independencia o muerte. Estamos sepa rados de Portugal?. El 12 de octubre de ese mismo ao, su proclamacin como emperado r formaliz la independencia poltica de la colonia: naca as un Brasil independiente. Bibliografa Fuentes ANTONIL, Andr Joo. Cultura e Opulncia do Brasil por suas Drogas e Minas. Lisboa, Ed . Andre M. Diniz Silva, C.N.C.D.P, 2001. BENCI, Jorge. Economia Crist dos Senhores no Governo dos Escravos. Porto, Ed. Ser

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nmicas, fueron las aventuras de Marco Polo, quien durante largos aos convivi en el palacio de Gran Khan de China, y llev luego a Europa relatos imposibles de creer por sus contemporneos. El comercio internacional martimo de Europa se centraba en dos rutas: una, la del norte, estaba en manos de la Liga Hansetica, agrupacin de comerciantes del mar Blt ico, que se conectaban con Rusia; la otra, de mayor importancia, se centraba en la cuenca del Mediterrneo, donde los grandes mercaderes, principalmente de las ci udades italianas de Gnova, Venecia y Florencia, se relacionaban con el comercio o riental, del cual eran intermediarios los rabes. El trnsito era engorroso y difcil, y la creciente demanda exiga abrir rutas ms expeditas y seguras que pusieran en c ontacto directo a Europa con los centros proveedores de las preciadas especias. El desarrollo acelerado que tuvo la expansin de estas rutas se debi, en gran parte , al formidable avance cientfico y tcnico que transform la nutica, permitiendo adent rarse en alta mar y alargar la duracin y trayecto de las expediciones. La brjula p ermiti fijar la direccin y el astrolabio, al fijar la latitud, hizo posible determ inar la posicin de la nave y establecer con exactitud su rumbo. Paralelamente, un nuevo tipo de nave, con timn nico puesto en la popa y un conjunto de velas movibl es destinadas a aprovechar los vientos cualquiera que fuera la direccin en la que soplasen, comenz a surcar los mares. Se cambiaron los pequeos bajeles y galeras, acostumbrados a navegar tmidamente a la vista de tierra, por las carabelas, carra cas y galeones, dispuestos a aduearse de las rutas ocenicas. Por su parte, la cart ografa reprodujo los accidentes geogrficos por medio de cartas y mapas, abriendo p aso a nuevos horizontes. En este clima de innovacin, aventura y negocios, dos fueron las naciones que mejo r supieron aprovechar las condiciones que su poblacin y su posicin geogrfica les of recan. Bordeando el Atlntico, armados de experiencia de navegacin y arcas fiscales generosas, los viajeros y descubridores de Portugal y Espaa lograron, en pocos de cenios, expandir las fronteras de sus imperios y enriquecer a sus coronas. Coln p or Espaa y. Gama por Portugal, entre muchos otros, pusieron tierras nuevas y desc onocidas a los pies de Europa, provocando as trastornos inditos en la economa, la d emografa y el ordenamiento social del viejo mundo. Sin embargo, no fueron ellos, los navegantes, quienes se afincaron en las nuevas tierras, y ni siquiera disfru taron de sus riquezas. Quienes realizaron esta tarea fueron los conquistadores. El espaol que viaj a Amrica fue principalmente el sbdito castellano, pues fue la Cor ona de Castilla la que recibi la donacin papal de las nuevas tierras. Perteneca pri ncipalmente a las categoras sociales de hidalgo y villano, pero las diferencias s ociales tendieron a desaparecer en Amrica, donde los sufrimientos y peligros herm anaban a los hombres y slo el valor, el esfuerzo y la audacia contaban para desta carse ante los dems. El conquistador fue un hombre de dos mundos: el medieval y e l renacentista. Tuvo sed de gloria, deseos de dejar fama y memoria de s. Lo inund de orgullo la expansin de Espaa y una de sus motivaciones fue acrecentar el Imperi o. Pero tambin fue hombre de profundas convicciones religiosas y el clima beliger ante de la contrarreforma catlica termin por envolverle: la Conquista tuvo tambin f isonoma de Cruzada y hubo momentos en que toda la vieja tradicin de lucha contra e l infiel pareci revivir. Fue un hombre audaz y mezcl en sus concepciones conceptos de la teologa medieval e ideas capitalistas: arriesg su hacienda por lo imprevist o, y aun cuando quiso salvar de la idolatra a los indgenas, cometi con ellos las ma yores crueldades y expoliaciones. En los aos iniciales de la conquista vivi peligr osamente, en lucha diaria por su existencia. El incentivo fue siempre la expansin hacia nuevas tierras, que ante sus ojos no slo aparecan cubiertas de oro, sino ta mbin de seres mitolgicos que, trados en la mentalidad de los europeos, encontraban frtil terreno para habitar en estas tierras donde lo desconocido y la sorpresa er an cosa de todos los das. La tarea de ocupar las nuevas tierras no fue una actividad organizada desde el E stado, salvo en excepciones. Por regla general, el rey no incurra en gastos y con fiaba la organizacin y realizacin de la empresa a los capitanes de conquista, que

se comprometan a correr con su financiacin, reunir soldados, pertrecharlos y armar las naves que los transportaran. El Estado sealaba el territorio que deba conquist arse y delegaba en el capitn algunos de sus atributos: gobernar la nueva jurisdic cin, administrar justicia y repartir tierras y encomiendas. Al mismo tiempo, le o torgaba privilegios tales como sueldo, participacin en las ganancias y distincion es honorficas, todo lo cual se pona en prctica siempre que la conquista se llevase a buen trmino. Aunque la conquista fue concebida como una empresa privada, el Estado se reserv e l derecho a dictar normas para que se realizara de acuerdo con sus intereses y o btener tambin el logro de algunos altos ideales. Entre los primeros debe menciona rse la manifestacin de la soberana real en los nuevos territorios y la adecuada pe rcepcin de los tributos; y entre los segundos la difusin de la fe cristiana y la p roteccin de los indgenas, cuya vida y adoctrinamiento se mostraron como fines impo rtantes para la Corona y la Iglesia. En este sentido, la legislacin general y las instrucciones entregadas a los capitanes formaron un amplio, pero muchas veces incumplido, cuadro de disposiciones protectoras. Las diversas estipulaciones entre el Estado y el jefe conquistador quedaban cons agradas mediante un contrato o capitulacin que ambas partes se comprometan a respe tar. Sin embargo, no todos los territorios fueron incorporados sobre la base de capitulaciones, sino que muchos de ellos fueron conquistados por capitanes que h aban alcanzado algn prestigio y poder en Amrica y que realizaron sus empresas con a utorizacin de otros jefes conquistadores que ya haban sometido un territorio y sus habitantes. Estos fueron los casos, entre otros, de Hernn Corts en Mxico y Pedro d e Valdivia en Chile. La Conquista de Chile La incorporacin de Chile al Imperio Espaol fue un largo y complejo proceso que tuv o distintas etapas. El primer contacto de exploradores europeos con nuestro terr itorio se realiz por el extremo sur. El navegante portugus al servicio de Espaa, Fe rnando Magallanes, en su bsqueda de un paso hacia las Islas Molucas, penetr en el estrecho que hoy lleva su nombre el 11 de noviembre de 1520. Despus de un breve r econocimiento de la zona, prosigui a travs del Ocano Pacfico hacia la regin de las is las. Su inters fue mnimo en las tierras que reconoci, a pesar de que era el primer europeo que las visitaba. La conquista de Chile comenz muchos aos ms tarde, en 1536, como una prolongacin de l as empresas conquistadoras que se desplazaban hacia el sur por el Pacfico y cuyo centro estaba en la ciudad del Cuzco, capital del Imperio Inca. Diego de Almagro haba tenido una destacada actuacin en los albores de la conquista americana, donde haba participado en ms de una empresa (Panam, Per). Rivalidades co n el conquistador del Per, Francisco Pizarro, que lo haba pospuesto en el reparto de tan fabuloso botn, y la ilusin de encontrar un imperio tan rico en oro como el recin conquistado, lo impulsaron a emprender la marcha con rumbo hacia Chile. Su hueste, la ms lucida y brillante de las vistas hasta esa fecha y que un cronista calific como "la flor de las Indias", estuvo integrada por 500 espaoles y miles de indios de servicio (yanaconas). El viaje de reconocimiento fue largo y desventu rado. El camino recorrido fue el del altiplano boliviano y el del oriente de la Cordillera de los Andes, en donde los expedicionarios debieron sufrir todas las inclemencias del clima. Despus de muchas penalidades, descendieron de la meseta c ordillerana en el verano de 1536 al valle de Copiap, avanzando hasta el del ro Aco ncagua donde, tras asentarse, diversos grupos emprendieron expediciones de recon ocimiento. As, uno de los capitanes almagristas, Juan de Saavedra, recorri la cost a y bautiz a la baha de Valparaso. Mayor trascendencia tuvo el viaje de otro lugart eniente, Gmez de Alvarado, quien logr llegar hasta las mrgenes del ro Itata, sin enc ontrar las riquezas que anhelaban y sin la dura oposicin de los mapuche, contra q uienes se enfrent en la batalla de Reinohueln, hito inicial de la larga Guerra de

Arauco. La desilusin pronto prendi en la hueste y el Adelantado Diego de Almagro d ecidi regresar al Per, siguiendo esta vez el camino de los desiertos cercanos a la costa. La expedicin haba sido un fracaso y durante largo tiempo prevaleci la idea de la pobreza y mezquindad de Chile y sus territorios. Quien volvi a penetrar en ese territorio lo hizo de forma ms trgica, aunque definitiva. Pedro de Valdivia inici su empresa en el ao 1540. Haba nacido en Extremadura y prov ena de un modesto linaje. Cuando era muy joven se haba alistado en los ejrcitos imp eriales. En estas lides obtuvo importantes triunfos en la guerra europea, bajo l as ordenes del Emperador Carlos V. Bien considerado en el ejrcito espaol, decidi pa sar al nuevo mundo. Estuvo en Venezuela y ms tarde en Per, en el momento en que la rivalidad entre los dos viejos conquistadores, Pizarro y Almagro, se decida por el choque de las armas. Valdivia sirvi a Pizarro como maestre de campo en la bata lla que puso fin a las aspiraciones almagristas, y que le costara la cabeza al mi smo Almagro. Por su xito, Pedro de Valdivia obtuvo como recompensa de parte de Pi zarro dos importantes mercedes: una mina de plata en el cerro de Porco y una ric a encomienda de indios en el valle de la Canela. Gracias a tan preciosos auspici os, pudo pedir y obtener permiso para llevar a efecto la conquista de Chile, en calidad de teniente gobernador. En enero de 1540 parti del Cuzco con ocho o diez hombres y unos cuantos indios de servicio. Integraron este primer contingente el comerciante Francisco Martnez, s ocio capitalista de la empresa, e Ins de Surez, convecina de Valdivia. En el curso de la ruta del desierto que tom se les fueron agregando soldados desplazados de otras expediciones, entre los que figuraron capitanes tan destacados c