hi havia una vegada

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Hi havia una vegada… Contes explicats per avis i il·lustrats per infants Gent Gran espai de les arts

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Contes explicats per avis i il·lustrats per infants. Realitzat per la Regidoria de Gent Gran de l'Ajuntament de Santa Perpètua de Mogoda en col·laboració amb l'Espai de les Arts.

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Hi havia una vegada…Contes explicats per avis i il·lustrats per infants

Gent Granespai de les arts

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ÍndexPresentació 3

La pastorcilla de los pastos de Teresa González 4 i 5

Chelo d’Asunción García 6 i 7

Me muevo con mi triciclo d’Antonio Nogueroles 8 i 9

Càmping Àmfora d’arcsd’Antonio Nogueroles 10 i 11

La historia de una niña con sus abuelos y sus hermanosde Rafaela Martínez 12 i 13

La siega de Concha Murillo 14 i 15

El gitano Zaragatad’ Humildad Bonilla 16 i 17

L’asede Ramona Alemany 18 i 19

El ratolíde Ramona Alemany 20 i 21

En Tomàsde Lola Cobos 22 i 23

Una conversa amb refranysde Maria Llonch 24 i 25

L’amor i l’amistatde Maria Llonch 26 i 27

Mi mascotad’Inocencia Ortega 28 i 29

Mi infanciade Manuela Giménez 30 i 31

El palo de la luzde Mª Teresa Aparicio 32 i 33

Historia realde Isabel Correa 34 i 35

La granota del nenúfar i el poder de l’amistatd’Ángela Sáez 36 i 37

Yo y la yeguade Carmen Cazalla 38 i 39

Infancia felizde MªÁngeles Ibarzo 40 i 41

Mi infanciade Provi Garrigós 42 i 43

El pollo ladrón y elabuelo prodigiosode Agustín Gámez 44 i 45

Un novio muy rumbosode Agustín Gámez 46 i 47

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PresentacióTenim el goig de presentar-vos el recull de contes que ha estat el resultat d’un treball de col·laboració entre gent gran i infants de l’Espai de les arts. Els nostres avis i àvies els han escrit, i els nens i nenes els han il·lustrat.

Les relacions intergeneracionals han estat l’objectiu principal d’aquesta activi-tat on s’intenta que es faciliti el coneixement mutu i, sobretot, la valoració i el reconeixement a les persones grans per part dels nostres infants.

Pel seu creixement personal, els infants necessiten conèixer els sentiments i les opinions madures de la gent gran, forjades en l’esperit de l’esforç i de les difi-cultats d’altres temps que, en realitat, no són tan llunyans. Això els ajudarà a adquirir valors humanitzadors, desenvolupar una actitud d’empatia i confiança vers el col·lectiu de la gent gran, cada vegada més nombrós.

Pels qui han escrit els contes, és una satisfacció mostrar-los a la comunitat. Pels qui els han il·lustrat, serà un procés d’aprenentatge de les capacitats que tenen els nostres grans, que van sovint molt més lluny de l’imaginable.

Per l’Ajuntament és una satisfacció haver afavorit el treball entre dues genera-cions que tenen molt per aprendre una de l’altra.

Llegiu, mireu, imagineu i gaudiu d’aquest recull de contes i il·lustracions de grans i petits perpetuencs i perpetuenques.

Neus Garcia RibasRegidora de Gent Gran

L’amor i l’amistatde Maria Llonch 26 i 27

Mi mascotad’Inocencia Ortega 28 i 29

Mi infanciade Manuela Giménez 30 i 31

El palo de la luzde Mª Teresa Aparicio 32 i 33

Historia realde Isabel Correa 34 i 35

La granota del nenúfar i el poder de l’amistatd’Ángela Sáez 36 i 37

Yo y la yeguade Carmen Cazalla 38 i 39

Infancia felizde MªÁngeles Ibarzo 40 i 41

Mi infanciade Provi Garrigós 42 i 43

El pollo ladrón y elabuelo prodigiosode Agustín Gámez 44 i 45

Un novio muy rumbosode Agustín Gámez 46 i 47

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Una pastorcilla, bonita, con su pañuelito sobre el pelo, lleva sus patos al río cantan-do y dando brincos de contento. Al llegar a la ribera, se encuentra con un amigo que le pregunta:

- ¿A dónde vas, pastorcilla?- Voy a Belén.- A Belén, ¿por qué?- Anda, ¿no lo sabes?. Un ángel va anunciando que ha nacido Dios- Vamos, vamos, que le haremos compañía.

Al llegar, ven un establo y se preguntan: “Qué raro, un niño que es Dios, y nace en un establo”.

Pasaron allí la noche y cuando despertaron vieron más pastorcillos que, como ellos, habían pasado allí la noche. Durante el almuerzo, empezaron a pensar y a decidir qué le podrían ofrecer. Uno decía que un cordero; otro, que un pato; otro, más es-pabilado, dijo que un burro.

Y la pastorcilla dijo:

- Ala! ¿y cómo lo va a cocinar?

Finalmente, no llegaron a ponerse de acuerdo y decidieron que el mejor regalo era ofrecerle su compañía.

Teresa González

La Pastorcilla de los pastos

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Nacida en Blesa, provincia de Teruel, en 1918. Hija de un pastor de ovejas. La se-gunda de cuatro hermanas, con catorce años se fue a servir a Zaragoza.

Asunción García

Chelo

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Cuando estalló la guerra civil de 1936, los señores para los que trabajaba decidieron marcharse a Francia, y ella se fue con ellos. Llegaron a Perpinyà como refugiados. Allí conoció a un apuesto muchacho; él y su hermano eran desertores de guerra.

Los señores siguieron su camino hacia el exilio, pero ella se quedó en Perpinyà con el chico y su hermano. Encontró trabajo en una fábrica de armamento. En ella conoció a muchas otras chicas, y se explicaban sus problemas: unas, embarazadas; otras, controladas por sus superiores.

Pero ella era joven y muy descarada, y siempre sabía defenderse. Empezó a darse cuenta de lo importante que era saberse defender. A partir de entonces, se puso como meta defender los de-rechos de la mujer.

Pero la vida sigue.Se casó con el chico guapo, y regresaron a Zaragoza, y pasaron los años.Un día se enfadaron y, en la discusión, él le dio un bofetón que le dejó un ojo morado. Al día siguiente, ella salió a la calle y se paseó por todo el barrio para que la gente le viera el ojo.

El marido se enteró, y en casa, la regañó. Ella cogió del atizador de la cocina del carbón y le dijo:- Mira, yo a ti por la fuerza no puedo, pero por la noche duermes… así que esta será la última vez que me pones el ojo morado.

Siempre fue mujer valiente y querida.

En homenaje a mi madre que, al final de su vida, me contaba estas historias y otras más.

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Me llamo Antoniotengo un andar insegurohago un esfuerzo al hablary por eso tengo apuro.

Dependo de mi madreque me cuida con esmeroy de todas las personases a la que más quiero.

Me muevo con mi tricicloAntonio Noguerales

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Antonio Noguerales

Càmping Àmfora d’ArcsPaseando por el campingva nuestro amigo Antoniobien vestido y maqueadorealmente como una “dandy”.

No circula en trotinete,no va a pie ni con chancleta,ni siquiera en patineteél va siempre en bicicleta.

Es su inseparable amiga,nunca se queja, siempre obedecey sin oírla remilgara todas partes le lleva.

Hay quien piensa que está vieja:-“no aguantará mucho trote”-Él la defiende a ultranzamás es su medio de transporte.

Pero como todo en esta vidatiene que llegar a su findeja esta bici tranquilay estrena esta otra amigaque te entregamos aquí.

Con este sencillo gestohemos querido demostrarque el cariño que te tenemosno es una casualidad.

Con tu bondad y alegríacon tu talla y talantete animamos a seguiry a luchar en esta vidadiciendo “Antonio, tira adelante”.

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Cuando la niña era pequeña, su abuelo la llevaba a pasear y a ver a los herma-nos de sus abuelos. La niña se sentía muy querida por todos; era la única niña que había en la familia y le com-praban muchas cosas. La niña tenía 2 hermanos mayores y a ellos también les compraban muchas cosas.

Cuando la niña fue un poquito mayor le llegaron dos hermanitos más; eran gemelos, pero cuando tenían casi un año murió uno y el que quedó se pegó tanto a la niña que parecían gemelos. Ahora son mayores y siguen igual de

unidos que como cuando eran pe-queños. Iban a todos los sitios juntos, compartían el mismo grupo de amigos, iban al cine, al baile y a pasear. Casi todo lo hacían juntos. Incluso una temporada estuvieron trabajando en la misma empresa. Luego se casaron y vi-ven muy cerca el uno del otro.

Siguen queriéndose como siempre y si-guen igual de unidos. Cuando les pasa algo a alguno de los dos, se lo cuentan el uno al otro. Incluso se llaman igual. Uno en masculino y otro en femenino.

Rafaela Martínez

La historia de unaniña con sus abuelos y sus hermanos

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Allá por el año 53 teníamos por costumbre, al terminar la siega, ir a buscar las espigas de trigo para poder comer.

Como en mi pueblo ya se había terminado la siega, nos fuimos un grupo de veci-nos a otro pueblo llamado Campillo (de la provincia de Jaén). Cuando ya había-mos terminado de rebuscar, se presentaron dos guardias civiles, cada uno en un caballo, y nos cogieron a todos para quitarnos lo que habíamos rebuscado.

La siegaConcha Murillo

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Como los caminos eran tan estrechos íbamos en fila. Un guardia iba delante y otro detrás. Yo iba con mi madre, pero me quedé atrás, al lado del caballo del guardia. Cuando vi un barranco tiré el saco y las espigas y yo me tiré detrás.

Mi madre miró hacia atrás y vio que yo no estaba. Al no verme se asustó y le preguntó al guardia.

- Diga señor guardia, ¿usted no ha visto a una niña que iba a su lado?- Sí que la he visto, pero ahora no sé donde se habrá metido. Por aquí no está. Espere por aquí a ver si aparece.

Cuando los guardias desaparecieron, yo salí del barranco y mi madre y yo nos fuimos al pueblo con las espigas. Los demás llegaron con las manos vacías.

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El gitano Zaragata, que en una choza vivía;y se le ha metido una rata

por la boca el otro día.

Y el pobre del inocenteno deja de padecer,

porque dice que se la sientepor la barriga correr.

El gitano Zaragata

Humildad Bonilla

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Una vegada hi havia uns pagesos que tenien un burro. Pobre burro maltractat!! Era una mica tossut, com tots els burros, però ells el pegaven molt quan no feia el que volien que fes.

Un bon dia es va escapar d’una masia propera un cavall amb el seu carro. Es va des-bocar tant i anava tant ràpid que les rodes no li tocaven a terra; semblava que volés!

L’aseRamona Alemany

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En un revolt del camí, hi havia uns nens asseguts al terra jugant a ‘caniques’ i no s’adonaven del perill que corrien. El burro sí que se n’adonà, va córrer cap on esta-ven els nens i amb un cop de ‘morro’ a cadascú els va treure del perill.

Els pagesos i els pares dels nens ho varen veure i se’l menjaren a petons. El varen estimar molt i tots li feien carícies i ‘mimos’.

Ens pensem que els animals no tenen sentiments i no és veritat. En tenen i molts. Intueixen moltes vegades els perills, i inclús la mort, cosa que nosaltres no intuim. Els hauríem de respectar més i no fer-los mal, perquè els animals senten tant de mal com nosaltres, i si ens peguen i ens maltracten, també ens en recordem del mal que ens han fet.

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Una vegada hi ha-via un ratolí que vi-via en una casa molt tronada, on hi vivia també una senyora molt vella que tenia un gat. Aquesta àvia estimava molt al seu gat, i sempre el tenia a la falda, fent-li ca-rícies i raspallant-li el pèl perquè el tin-gués ben lluent.

El pobre ratolí no sabia com sortir del seu forat sense que el gat se n’adonés. Quan l’àvia el tenia mig adormit sortia a menjar i córrer per la casa tot sol som si fos l’amo, i vigilant que no l’empaités el gat. Ho tenia tot molt ben apamat, sabia on era el seu forat, i un bon dia a la nit va sortir de passeig i va trobar el seu amor, una rateta molt bufona que el va acaramel·lar. Es varen trobar moltes vegades, fins que un bon dia varen decidir d’anar a viure junts.

El ratolíRamona Alemany

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Ell li va dir:- Visc en una casa on hi estic molt bé. Si vols venir a viure amb mi se-rem feliços allà. Hi ha una àvia que té un gat, però jo el controlo molt bé. La senyora ho sap i no em diu res. Crec que estaria molt contenta que jo tingués parella.

I així ho van fer. Se’n van anar a viure plegats i van ser molt feliços.

I vet aquí un gat i vet aquí un gos, aquest conte ja s’ha fos.

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Una vegada hi havia una joveneta que vivia feliç al seu poble d’Andalusia, amb els seu pares i germans. Tenia una amiga molt especial que s’estimava molt i ho compartien tot, però un bon dia els seus pares van decidir emigrar a Barcelona, concretament a Sabadell. Quin fart de plorar es va fer!! Ella no hi volia anar, però no va tenir més remei.

Va començar a treballar en una fàbrica de teixir i de seguida va trobar amigues. Es va fer més gran i... qui li havia de dir que allà trobaria al seu gran amor per tota la vida! Va trobar un noi molt guapo que la va festejar i ella se’n va enamorar de seguida. Es varen casar molt enamorats; van ser molt feliços, varen tenir dos fills (dos nois molt bones persones, com eren ells) i ara tenen cinc néts que són la seva joia.

Però, per desgràcia, no sempre són tot flors i violes, i l’amor de la seva vida es va posar malalt durant molt de temps i es va morir. Ella ho va passar molt mala-ment, però va trobar una amiga que la va ajudar molt a refer-se.

Si ets bona persona i et fas estimar, sempre t’ajudaran quan estiguis trist i te’n sortiràs de les coses que estàs passant.

En TomàsLola Cobos

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Eren dos amics que tenien una conversa basada en els refranys catalans:

Josep: Hola Joan: no hi ha medicina més bona que ceba, all i llimonaJoan: No siguis ruc, - li contesta en Joan -. Per la sang pren el saüc.Josep: Per les bones verdures a Valls, cebes, alls i molt treball.Joan: Sí, com a Cubelles els joves, amb els anys es tornen vells.Josep: Metge i confessor, com més vells millor.Joan: Bona excusa té el malalt; es pixa al llit i diu que suaJosep: A Lloret de Mar terra a l’HavanaJoan: Com al més de juliol, a l’era hi fa bon solJosep: Mira noi, de Joans, Joseps i ases, n’hi ha a totes les cases!Joan: Dones i ases, perden les cases.Josep: És un ase molt valent, que porta càrrega i no se’n sent.Joan: Alabat ruc, que a vendre et duc.Josep: No és pas l’home, ni és pas la canya: és l’esquer els que els enganya.Joan: Per temor no perdis l’honor.Josep: Qui la fa, la pagaJoan: De covard no hi ha res escrit.Josep: Qui no vulgui creure, que no vagi a veure. Joan: D’això plora la criatura.Josep: La consciència és més sàvia que la ciència.Joan: No sempre el millor camí és el més curt.Josep: Vols mentir? Digues el que sents a dir.Joan: No ets pas més bo si t’alaben.Josep: Tant t’escolta Déu si pregues, com si renegues.Joan: Bé, Josep, me’n vaig a escampar la boira.Josep: Molt bé, endavant les atxes. Fes bé i no miris a qui, que demà Déu dirà!

Una conversaamb refranysMaria Llonch

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Com cada tarda, havent dinat, rentat els plats i recollit tota la cuina, l’àvia se’n va a la seva butaca a seure prop de la finestra i davant el televisor; agafa el seu ganxet i es posa a jugar-hi. Com cada tarda, s’adorm i el ganxet li cau al terra, quedant-se ben relaxada.

De sobte es desperta amb un ensurt! Era el timbre de la porta. La nena ja ha arri-bat de l’escola.

- Àvia – li diu la nena – saps què? Avui a la classe hem parlat de l’amor i de l’amistat. Què és per a tu l’amor i l’amistat?- Són dues coses que s’assemblen, però a la vegada són diferents – li diu l’àvia.- Una nena m’ha dit que l’amor era més sentit i profund.

- Depèn – diu l’àvia -. Hi ha amors que fan mal i amistats que són dolentes i, per tant, també fan mal.- Àvia, com defineixes les dues coses?- No sé com dir-t’ho. La primera, l’amor, és un sentiment molt profund. Quan és d’amistat, un procura que l’amic estigui content i ser-li lleial. Quan és de pare i fill o bé de malalts d’amor, és tendresa. Mira – li digué l’àvia - , t’explicaré una història: un dia es varen trobar l’amor i l’amistat. L’amor li digué a l’amistat, “per què existeixes tu?” i l’amistat li va contestar: “per curar les ferides que deixes tu”.

L’amor i l’amistatMaria Llonch

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En una sierra cercana a nuestra casa, pa-saba las vacaciones de veranos junto con toda mi familia todos los años.

Tenía yo 6 años cuando conocí a “Pitu-fa”. Pitufa es una loba. Sí, no os extra-ñéis: una loba tan dócil como un perri-to faldero.

Encontramos a Pitufa en el bosque, sola y enferma. Primero pensamos que era un perro abandonado, pero mis padres,

al darse cuenta de que era un lobo, no me dejaron ni acercarme. Cuando ya nos íbamos, Pitufa se levantó y, sin acer-carse a nosotros, nos fue siguiendo todo el camino hasta nuestra casa.La casa estaba vallada y Pitufa se sentó fuera, junto a la puerta, mirándonos. Todos estábamos sorprendidos y lo pri-mero que hicimos fue correr hacia la casa para prepararle comida y llevárse-la. Ahora ya sabíamos que no nos haría daño.

Mi mascotaInocencia Ortega

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Pero Pitufa no comió nada de la carne que le preparamos. Sólo se bebió el agua y la leche. Nos pareció raro, pero pen-samos que se lo comería más tarde. Los días siguientes Pitufa no se movió de la valla de nuestro jardín, pero sólo bebía la leche y el agua; ni un bocado de carne.

Junto a la valla, mi tío Luís tenía un pe-queño huerto y empezó a notar que le desaparecían zanahorias, lechugas, coles y demás.- Era muy extraño. Nunca nadie había robado nada.

Pitufa parecía recuperarse y cada día te-nía mejor aspecto pero no entendíamos porqué no comía nada.

Por las mañanas solíamos ir al río a ba-ñarnos y ella nos seguía a distancia y

mientras nos bañábamos se esperaba so-bre una roca. Si salíamos de excursión también nos acompañaba y poco a poco fue acercándose más a nosotros. Y así una loba se convirtió en nuestra mascota.

Pero ahora os explicaré lo más curioso: era una loba VEGETARIANA. Era ella la que robaba las verduras en el huerto de mi tío.

Mis primos y yo la queremos mucho y creemos que su manada de lobos la ex-pulsó por no querer cazar y comerse a sus presas y se encontró sola. Pero no im-porta, porque a nosotros que Pitufa sea vegetariana nos encanta y desde enton-ces plantamos más lechugas, espinacas y acelgas que nunca.

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Mi infanciaManuela Giménez

Nací el 1 de enero de 1946, en Barce-lona. Mis padres, Juan y Josefa, eran de Cartagena (Múrcia). Se casaron en el pueblo y emigraron a Barcelona para tener una vida mejor.

Vivían en el barrio de “Verdún”, que ahora se llama Nou Barris, donde na-cieron mis cinco hermanos: José, María, Dionisio, Juan y Pepita. Yo fui la peque-ña de todos, con una diferencia de edad de 20-18-15-13 y 9 años.

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A mi padre le ofrecieron un trabajo y una vivienda en una bóbila, en la carretera de Sabadell. El dueño se llamaba José Melià. Estuvimos durante 18 años con luz de carburo, y ahí es donde nací yo. Era tan peque-ña que pesé al nacer 700 gramos, y estuve a punto de morir. Pero gracias a los médicos y al Hospital Clíni-co, me salvaron.

Mis padres fueron muy buenos conmigo. Me quisie-ron mucho. Yo crecí muy feliz, nunca me faltó cariño y atenciones de mis padres y mis hermanos.

Mi madre iba al Borne todos los días a vender fruta y pescado. Fui al colegio Cristo Divino Trabajador, en Torre baró, donde estuve hasta 14 años. Era un colegio de curas y profesoras: Padre Miguel, Padre Beltrán, Hermano Arenilla, Profesora Juanita.

Me lo pasé muy bien y tenía muchos amigos, cuyos nombres eran; Delia, Paquita, María, Julia, María Ángeles, Montse, Manuel, Antonio, Patricio, Car-men, María Teresa, Pilar, José, Juan, etc… bueno, ya no os doy más nombres que os voy a cansar.

Cuando era pequeña lo pasé muy bien con mis amigos, ya que jugábamos a la charanga, a la comba, al escondite, a la peonza.

Me gustaba ir a misa y los domingos hacían pelí-culas de Historia Sagrada. Un día los curas habla-ron con mi padre para que continuase estudian-do, incluso le comentaron que me pagarían ellos los estudios, pero mi padre no quiso, pues estaba chapado a la antigua.

Por lo tanto, me pusieron a trabajar en una sas-trería, en San Andrés Palomar, donde aprendí mucho. Pero a los 15 años conocí al amor de mi vida, y cuando cumplí los 18 nos casamos. De nuestro amor nacieron 3 niñas maravillosas: Mª Rosa, Silvia e Irene.

Y ésta es mi historia. Ha sido muy bonita. Ha habido cosas de color rosa, y alguna de color gris. Pero gracias a Dios soy feliz y no le pido nada más a la vida.

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El palo de la luzMª Teresa Aparicio

En el transcurrir de los años y ver lo que ha cambiado la vida, vienen a mi mente re-cuerdos gratos de mi niñez.

Allá por el año 1953, cuando España era más pobre que ahora, los niños carecíamos de muchas cosas. No teníamos tantos ju-guetes como los niños de hoy: con latas de sardinas vacías nos hacíamos un tren; con barro, cazuelas y platos; con trapos, mu-ñecas con el pelo de mazorca de maíz. No

teníamos parques, ni toboganes, ni colum-pios, ni tele, ni ordenadores, pero nunca nos aburríamos porque cualquier cosa nos divertía.

En las noches de verano se reunían los ve-cinos en el cruce de dos calles sin asfaltar, crecía la hierba y se estaba a gusto, con la luz de una bombilla en un palo y la luna, que entonces brillaba más.

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Los niños jugábamos al escondite, a saltar a la cuerda, al “corro de la patata”, al “ra-tón que te pilla el gato” y a otros juegos más que se jugaban entonces. Y cuando estába-mos rendidos de jugar, nos estirábamos en la hierba junto a los mayores para escuchar chistes y relatos de historias que ellos conta-ban. Nosotros nos lo pasábamos muy bien.

El palo de la luz era el punto de reunión en verano de todos los vecinos y todos los niños. Allí estábamos hasta que empezaba a refrescar y nos marchábamos para casa. Na-die tenía ventilador ni aire acondicionado,

y tumbados en la hierba nos quitábamos el calor, a parte de pasar buenos ratos. Se contaban los cuentos más bonitos que he escuchado en mi vida. Hoy, que tengo 70 años, lo recuerdo todo con nostalgia.

Los niños de entonces éramos felices con poca cosa y aprendimos a respetar lo poco que teníamos.

Hoy veo los parques tan bonitos y tan va-cíos la mayoría de las veces, y pienso lo que habríamos disfrutado los niños de entonces, que no teníamos nada.

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Historia realIsabel Correa

Esta historia empieza en un pueblecito de Granada llamado Guajar Alto, en el que vivían dos familias, los molineros: ganaderos y agricultores, y los carpinteros.

Los molineros tenían un molino de harina y los carpinteros hacían de paletas cons-truyendo casas y todos los enseres del hogar. Esta familia tenía 4 hijos y 2 hijas, una de ellas llamada Isabel.

La familia de los carpinteros tenían cinco hijos y dos hijas. Uno de los hijos se llamaba Salvador.

Estos dos niños se conocieron jugando en la plaza donde vivían.

A los 20 años, a Salvador se lo llevaros a la mili. Isabel tenía 11 años y siguió en su pueblo. Iba a la escuela, que la tenía enfrente de su casa, preparaba la comida para cuando sus padres llegaban de trabajar y para sus hermanos, y por la tarde ayudaba a su madre en el molino.

Salvador terminó la mili y regresó al pueblo. Los chicos seguían siendo novios y cuando él tenía 23 años y ella 14 optaron por darse a la fuga escapando al pueblo contiguo, a casa de una prima de Salvador que era modista, porque “mamica”, la madre de Isabel, - conocida como Isabel la molinera- les hacía difícil la relación. Siempre decía “¿mi hija con un carpintero? ¡Nunca!”.

A los cinco días se casaron con el consentimiento de Antonio, ganadero, agricultor y padre de Isabel, y el vestido que le hizo la prima que los acogió.

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La granota del nenúfar i el poder de l’amistatÁngela Sáez

Había una vez una rana, la rana Tina, que vivía en el estanque de Ty, el más grande del mundo, pero aún así Tina se sentía muy sola, ya que no había nadie más en el estanque. Pero todo cambió cuando una niña, la nieta de Ty, Lidia, fue a vivir a la casa.

Un día Lidia estaba caminando por el jardín cerca del estanque, cuando escu-chó una vocecilla:- Hola Lidia, ¿cómo estás?- dijo la rana Tina- Muuu… muy bien… pe…pero tuuu qui… ¿Quién eres? – tartamudeó Lidia.

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- Soy Tina, la rana de este estanque.- ¡Uf, pensaba que eras un fantasma!

Después de este encuentro Lidia y la rana Tina se veían cada día en el estanque. Pero las vacaciones se acabaron y Lidia tuvo que marcharse porque empezaban las clases. Cuando una pensaba en la otra se le caía una lágrima. Así que Lidia le preparó un regalo.

Cuando llegaron de nuevo las vacaciones, Li-dia volvió al estanque de la casa de su abuelo y entregó a la rana Tina el regalo que había preparado con mucha ilusión:

- ¿Que es?- ¡Un regalo para ti!

- Ooooh! Pero yo no te he preparado nada.- No importa. Tu ábrelo.- ¡Son peces y ranas! ¡Muchas gracias!

Desde entonces la rana Tina formó una fa-milia y tenía muchos amigos.

Lidia iba cada verano a pasar las vacaciones, jugaba con las ranas y hacía carreras con los peces.

Y todos estaban muy contentos.

Ahora, si veis que alguien está solo, no du-déis en hacerle compañía. Todo el mundo desea no sentirse solo.

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Yo y la yeguaCarmen Cazalla

Me llamo Carmen, nací el 18 de octubre de 1943 y fui feliz con mis tres hermanos y mis padres hasta que, a los 7 años, me quedé huérfana de madre y lo pasamos mal. Mi hermana mayor tenía 16 años y tuvo que hacerse cargo del resto de her-manos.

A los dos años mi padre se casó de nue-vo, con una señora que tenía dos hijos. En aquel entonces la situación no era muy buena, y mis abuelos y mis tíos le propusieron a mi padre hacerse cargo de mí ya que su situación era mejor.

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Mi padre, al principio, no quería, pero al final, al ver que era un bien para mí, cedió. Fui una niña muy feliz.

Mis tíos tenían cortijos con olivos. Un día íbamos de un cortijo a otro mi abuela, mi tío y yo. Llevábamos una yegua joven cargada de costales de trigo y yo le pedí a mi tío si la podría llevar yo. Al principio no quería, pero al final lo convencí.

Cogí el cabestro de la yegua, no lo até con un cinturón, me metí el nudo dentro y en ese memento pasó un coche que asustó a la yegua; salió corriendo y me arrastró. Mi tío salió detrás corriendo, me sacó el nudo y me desenganché. Ni siquiera me riñeron. Fui una niña que se sentía muy querida y era muy feliz.

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Infancia felizMª Ángeles Ibarzo

Yo recuerdo mi infancia como una etapa de mi vida feliz.

Vivía en el campo con mis padres, mis abuelos y un hermano. A pesar de que no teníamos ni luz, ni agua corriente, ni baño, no lo echábamos en falta. Cuan-

do hacía calor nos bañábamos en los riachuelos. En invierno mi madre ponía un barreño en la cocina y nos metía para lavarnos.

La luz se creaba con carburo, una especie de candil hermético que parecía un gas.

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Para ir al colegio, cada día andábamos 4 quilómetros. La escuela estaba en medio de los campos y a ella íbamos todos los niños de los alrededores.

Teníamos unos vecinos que eran 4 her-manos y venían a jugar con nosotros; nos montábamos todos en una bicicleta.

Lo peor era el invierno, porque hacía un frío horroroso.

Teníamos todo tipo de animales: galli-nas, pavos, palomas, patos, vacas, un ca-ballo y cerdos.

Lo que más me gustaba era cuando lle-gaba la época de la siega, porque venían a trillar el trigo y era, para mí, lo más di-vertido del verano, porque no teníamos ni televisión ni nada.

Por lo demás, todo nos parecía bonito, y disfrutábamos con cualquier cosa. Yo viví en el campo hasta que cumplí 15 años y nos trasladamos a vivir a la ciudad, a un piso que, naturalmente, tenía todo lo que nunca habíamos tenido. Fue un cambio muy importante.

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Mi infanciaProvi Garrigós

Vengo de un pueblo de Granada. Allí di mis primeros pasos; las cosas no eran como ahora.

No teníamos con qué jugar; tuve una infancia feliz porque el cariño de mis padres no me faltó, aunque de muy pequeña ya trabajaba.

Pero yo con poco me conformaba: una muñeca de tra-po o una calabaza. Salíamos a la calle con los niños y las niñas y jugábamos al escondite y a “corre, corre, que te pillo”.

Había días que cuando nos juntábamos las amigas para entretenernos, cogíamos piedras y nos las pegába-mos en los talones como si fueran tacones. Como no teníamos dinero para ir al cine, nos íbamos al campo a coger fruta y violetas…

Si alguna vez se venían los niños con nosotras, tenía-mos que ir escondiéndonos para que nuestros padres no nos vieran y nos regañaran.

Estábamos deseando que llegara la fiesta del pueblo para poder estrenar un vestido y al llegar a casa lo te-níamos que guardar porque al día siguiente nos lo te-níamos que volver a poner. Nuestros padres nos daban esos día tres ‘perrillas’ para poder comprar los restos del turrón al partirlo.

Esta fue mi infancia. Un poco diferente a la de ahora, ¿no creéis?

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El pollo ladrón y el abuelo prodigiosoAgustín Gámez

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De mi tierra natal aún recuerdo una vieja historia que solían contar. Mi buen abuelo Marcelino era protagonista, y por sus hazañas le suelo rememorar.Una vecina tenía un pollo pícaro con tanta hambre como mal. Se escapaba de su corral a hurtadillas, para higos y uvas de mi abuelo poder robar.

Mi buen abuelo, hombre amable al principio, le ins-taba a medidas tomar:

- Me agradaría que encerraras al pollo que tantos dis-gustos me da. Se escapa de tu casa cuando me despis-to y mis uvas e higos desaparecen sin más.

El abuelo rogó una y otra vez, y todo cayó en saco roto. Ella se excusaba alegando al pollo lustroso y bien hermoso, a lo que él le replicaba que el mérito era bien suyo y no de su ama.

Hasta que un día ocurrió aquello que ya todos po-dían imaginar; “in fraganti” pilló el abuelo al pollo robando en su jardín, y sin remordimiento alguno, lo mató.

Al echar de menos al pollo, la vecina reclamó y al pobre abuelo denunció. Una noche tardaron en ír-selo a llevar, aunque al alba siguiente ya lo habrían de liberar.

Bajo la mofa de la vecina, el abuelo inventó una can-ción que durante la noche de la fiesta todo el pueblo cantó y vitoreó: “Tiré un canto y maté a un pollo, y entre las alas le dí. Me llevaron a la cárcel y el pollo me lo comí”.

Año tras año se repetía la canción, y entre sonrisas aún se recuerda el dicho del abuelo cantor.

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Un novio muy rumbosoAgustín Gámez

Un novio muy rumbosoinvitó a su novia a comer caracoles en pepitoria.

La novia tuvo la curiosidadde ir guardando los cuernos

de caracol que iba comiendo.

La niña llegó a su casa,Y con mucha guasa le dijo a su madre:

- Madre, cuarenta pares de cuernos tengoEn un sitio que usted no sabe.

Y la madre le contestó, con muchísimo más salero:- Más cuernos tiene tu padre, y se los tapa con el sombrero.

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Gent Granespai de les arts

Il·lustracions realitzades pels infants de l’Espai de les arts del curs 2012-2013.