hermenéutica de las consideraciones

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Hermenéutica de las consideraciones Por: J. Adrián Díaz Ramales. Introducción La experiencia de la existencia es la experiencia que compartimos, y la capacidad de comunicarla, mediante el lenguaje, ha derivado en una infinidad de implicaciones. Entre éstas hay producciones de una relevancia predominante para la organización y desarrollo de las sociedades humanas: los discursos fundacionales; que han ocupado un lugar reinante y decisivo en lo que toca al complejo ámbito de las relaciones humanas. La institucionalización de este tipo de discursos funciona, entre otras aplicaciones, como filtro guía de las interpretaciones acerca de la existencia, y como filtro guía de las interpretaciones de las experiencias particulares de la existencia. En el presente trabajo se procura entender la articulación de los discursos fundacionales, para poder denunciar, inspirados en la Filosofía de la liberación, lo que pronunciamos aspectos aberrantes de sus implicaciones negativas. 1) 1

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Fenomenología antropológica

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Hermenutica de las consideraciones

Por: J. Adrin Daz Ramales.

Introduccin

La experiencia de la existencia es la experiencia que compartimos, y la capacidad de comunicarla, mediante el lenguaje, ha derivado en una infinidad de implicaciones. Entre stas hay producciones de una relevancia predominante para la organizacin y desarrollo de las sociedades humanas: los discursos fundacionales; que han ocupado un lugar reinante y decisivo en lo que toca al complejo mbito de las relaciones humanas. La institucionalizacin de este tipo de discursos funciona, entre otras aplicaciones, como filtro gua de las interpretaciones acerca de la existencia, y como filtro gua de las interpretaciones de las experiencias particulares de la existencia. En el presente trabajo se procura entender la articulacin de los discursos fundacionales, para poder denunciar, inspirados en la Filosofa de la liberacin, lo que pronunciamos aspectos aberrantes de sus implicaciones negativas.

1)

Estamos ciertos de que la inquietud por la existencia no fue desarrollada con una mayor profundidad nicamente por la perspectiva intelectual de la tradicin filosfica de occidente, y compartimos la certeza del Profesor Enrique Dussel Ambrosini, quien sostiene existen problemas filosficos universales: ncleos problemticos que han ocupado a los pueblos de la humanidad entera; por lo que consideramos a la pregunta por el Ser como uno de estos cuestionamientos universales. Siendo as, resulta inevitable preguntar Por qu el discurso filosfico de la tradicin occidental ha operado, y contina operando como la autoridad dirigente del pensamiento filosfico? Qu cuidados lo conservan en la posicin histrica en que ha prevalecido, a grado tal que los discursos realizados desde otras perspectivas intelectuales han sido relegados, y olvidados mediante una adecuacin que parece consumirlos?

Inquietos por descubrir qu ha sostenido la condicin hegemnica del discurso occidental y enterados de la complejidad de stas preguntas, nos disponemos a plantearlas de manera conveniente, postulando enseguida dos corrientes anmicas de la interioridad, desde las que se ha formulado la pregunta por el Ser, stas son dos actitudes divergentes, pero fraguadas en un mismo fuego, el de la experiencia a saber: Una actitud paciente frente a la experiencia de la existencia, cuya produccin de discurso es impulsada por ocupaciones racionales, poticas y ldicas. La segunda, una actitud ansiosa, temblorosa ante la experiencia de la existencia, cuya produccin de discurso es impulsada por preocupaciones racionales, instrumentales y objetivas. La postulacin de stas actitudes, tendrn como fin comunicar algo mucho ms relevante que sus distintas caracterizaciones: la oportunidad de ubicar y denunciar las pretensiones ocultas que las obras revelan en su carcter de respuesta ante la existencia o, dicho de otra manera; anunciar la posibilidad de develar el contenido intencional de ciertos discursos tericos, al deducir las implicaciones tanto negativas como positivas que derivaran de su plena aplicacin como discurso rector de los horizontes de sentido. Exhortamos, entonces, a la ocupacin por stas cuestiones urgentes; tarea imposible de realizar sin las enseanzas que nos han brindado el pensamiento de Emmanuel Levinas y Enrique Dussel, as como el respaldo y apertura terica de la Filosofa de la Liberacin.

Ahora bien, as como en el interior del vientre materno se gesta un nuevo ser que arribar a la exterioridad, tambin se gesta en el seno de las interioridades entre los primeros encuentros con lo sensible y el proceso de adquisicin de sentido de horizonte por la visin y el lenguaje[footnoteRef:1] una perspectiva nueva (resultado del choque entre la novedad de percepcin del recin nacido y las narraciones circundantes del mundo). El ser que llega al mundo revela una singularidad nunca antes fraguada, y aunque al transcurrir los aos uno va adquiriendo consideraciones valorativas, acuadas bajo horizontes de sentido heredados, jams uno pierde la capacidad de erguir un criterio propio, y de reformular la singularidad de las propias perspectivas. Pareciera que del proceso de adquisicin de las convenciones depende la efectividad de una sociedad comunicativa. Pero esto pone en tela de juicio la creencia comn por la que no dudaramos sobre la libertad y singularidad de nuestras reflexiones, y de la libre produccin y manejo de las propias consideraciones. Pues, a pesar de que no se puedan dirigir (como a un misil) los distintos efectos y lecturas del discurso y, an menos, cuando tampoco los autores conocen aquello que impulsa sus esfuerzos, muchos pensadores suman ladrillos nuevos a las paredes de murallas de sentido hace tiempo establecidas. Confesamos la imposibilidad de escudriar la interioridad de los individuos cuando no poseemos sino perplejidad al reflexionar, incluso, sobre nuestros particulares motivos intelectuales. Pero aunque la perspectiva intelectiva de las subjetividades como la intencionalidad terica de los discursos, son inaccesibles, brindan en el amplio espectro de sus implicaciones, la revelacin de un carcter oculto que las dirige: Una peculiar actitud ante la existencia. [1: Estas demarcaciones no pretenden excluir a individuos que nacen sin una supuesta completud de los sentidos, es genrica ms no excluyente en sus motivos.]

De esta manera no dudamos en considerar muestra de extravo responder, a la pregunta por el Ser, por ejemplo, a la manera del ansioso; el cual busca establecer un orden que le permita sobrellevar los mbitos infinitos e impredecibles acontecimientos de la vida, aquel que pretende predecir aquello que no es posible decidir, someter aquello que no se controla[footnoteRef:2]. Por ello resulta oportuno preguntarnos: Cul es el motivo que impulsa el incesante afn por instaurar una sola respuesta; la consolidacin de un nico fundamento que justifique y dirija todos los pensamientos y las acciones, y que otorgue pleno sentido y legalidad a cada uno de los actos? Si bien es cierto, que los esfuerzos universales por responder la pregunta por el ser, como a otros cuestionamientos universales, no pretenden consolidarse narraciones absolutas frente a cualesquiera otras, sino que en su expresin y desarrollo alcanzan, incluso, un temperamento esttico. Consideramos, tambin, que el preguntar y responder a los cuestionamientos que evoca la experiencia de la existencia responde a una motivacin eminentemente humana e incluso bella; ya que resulta un catalizador inigualable que genera el goce esttico y epistemolgico regalado en las respuestas: en las diversas interpretaciones creativas que derivan en discursos fundadores de sentido[footnoteRef:3], en la caracterizacin de divinidades, en las artes, en ejercicios ldicos e incluso en discursos tericos. Por ello, la interaccin intelectual con las certezas de algn otro, quien es por s mismo una manifestacin de lo que la vida muestra ser, constituye a nuestras consideraciones, el acontecimiento esttico, tico y epistemolgico por excelencia. [2: Mediante stas palabras introducimos ya indirectamente las profundas reflexiones de nuestros maestros arriba mencionados sobre la alteridad, pero tambin sugerimos cuestiones que ms adelante podrn ser atendidas en nuestros estudios sobre la incapacidad de aprensin de lo infinito, lo cual desde ya se presenta, no como un problema de epistemologa, aisladamente, como podra aparentar en un principio, aunque s de percepcin, sino como una cuestin de relacin u encuentro, es decir, una cuestin de tica metafsica.] [3: Est faceta es atribuida por lo general al Poeta, no profundizaremos en esta cuestin ahora, tan slo conviene distinguir ste modo del discurso del modo del discurso fundacional, el cual implica ya la seleccin institucionalizada del sentido del mundo; diseada para la mejor conduccin de las convicciones ideolgicas, presta a la produccin de las subjetividades y contencin de las particularidades anmicas de su demarcacin.]

Por el contrario, la incesante necesidad de instaurar, lo que puede darnos por llamar, versiones absolutas que ha impulsado gran cantidad de los discursos tericos y del pensamiento occidental, se nos revela como la caracterstica inconfundible de la actitud ansiosa ante la existencia y su experiencia (la cual implica irremediablemente el encuentro con lo Otro). Por lo que sera un ejercicio nada forzado afirmar que el hambriento de certeza acecha a sus otros como si fueran alimento, pero justo al revs! ya que busca su satisfaccin (su verdad) en la negacin del otro y de su propia satisfaccin, y no por infligir su muerte y deglucin, sino por la inhabilitacin de su diferencia: por envenenar de s lo Otro del otro que le alimentara verdaderamente: por violentar su alteridad.

Con el fin de cimentar el punto anterior, leamos un pasaje del texto preliminar sobre Las tesis de economa poltica de Enrique Dussel, Tesis [2.2] titulada La necesidad:

El hambriento interpreta a todos los entes como posibles alimentos, y, gracias a su inteligencia prctica que descubre la realidad fsica de las cosas circundante[s], escoge aquellas que son interpretadas como las que cumplen realmente con la necesidad. El sujeto necesita[do] puede equivocarse [e] ingerir algo venenoso como si fuera alimenticio. Ese error, o no-verdad, puede causarle la muerte. En ese caso la vida se transforma en el criterio primero de la verdad (an del conocimiento terico). (Dussel, 2011a).

Enrique Dussel, ha sealado en distintas ocasiones que ninguna especie animal consume la totalidad de los especmenes de los cuales se alimentan sus miembros, ya que, si sus alimentos fueran erradicados, la especie consumidora automticamente se condenara a muerte. Por lo anterior nosotros afirmamos que el otro no es un alimento: no se puede negarlo con miras a lo positivo (por lo que fusionarlo a m contenido no articula un proceso positivo). Este falso proceso de alimentacin, o no-verdad, puede que sea descrito por lo que Emmanuel Levinas llama tendencia a lo Mismo, y consiste en la conformacin de la Totalidad mediante la anulacin de las diferencias. En razn de la bsqueda de la aprehensin conceptual del ente; se pretende erradicar la ignorancia que lo Otro suscita. Describimos la lgica de una estructura intelectual que traduce la exterioridad que le circunda a los trminos de un contenido previsible; que persigue la originalidad encontrada ms all de sus lineamientos, tratando de absorberla conceptualizndola, terminando por transformarla en un conocimiento formal adecuado. Pero la tendencia a lo mismo no slo consiste en la exitosa definicin conceptual de lo Otro (en su filtracin como informacin contenida de lo Mismo): implica tambin la transformacin material de lo aprehendido y no slo busca la posesin conceptual de lo ignorado, sino que cuando adquiere algn conocimiento de ello, por inmaduro que sea, es utilizado para acotar las posibilidades de accin de aquello conocido, para que no escape ms del marco de lo previsible. En todas las esferas de la vida social son constatables las implicaciones negativas de la tendencia a lo mismo; sabemos que el control, el manejo y la transformacin de los ecosistemas; cambian la biodiversidad, que donde el capitalismo se instaura genera caos y contaminacin ambiental, lo que implica la muerte de los ecosistemas de los que nos alimentamos. Por lo tanto, al consumir de esta manera, derrochando el alimento y distribuyendo injustamente los recursos, unos cuantos cavan la tuba de la humanidad entera, es decir, y es cosa muy grabe: inhabilitan su propia alteridad, lo que equivale a auto-engullirse.

La implicacin aberrante ms general de la tendencia a lo mismo o la violencia ms violenta que la muerte (problema principal de nuestras investigaciones) es la imposicin psicaggica[footnoteRef:4] de formatos de comportamiento humano. Que se ensean como modelo ejemplar de comportamiento humano, que no slo se debe imitar sino que se debe aprender a ser. Y efectivamente hay quienes asienten y renuncian a su singular perspectiva y particularidad cultural, y se transforman en las copias que reproducirn una actitud contradictoria y suicida. Caracterizada justamente por la indiferencia y la irresponsabilidad del egosmo individualista, fomentado por el pensamiento occidental, el deseo insaciable de poseer o de mandar al que Kant agradece el desarrollo de las disposiciones humanas, en su idea para una historia universal en sentido cosmopolita (Kant, 1979: 39) Cuando se es conforme a esta actitud se inhabilita la propia alteridad; pese a que sta no desaparezca no es de esperarse que el despliegue de sus convencidas consideraciones les lleve a moverse de otra manera, ms que por la determinada por los discursos fundacionales. [4: Cf. El Fedro (la conduccin de las almas).]

Atendamos con cuidado un pasaje del libro De la existencia al existente de Emanuel (Levinas, 2006a: 115)El otro es lo que yo no soy; l dbil mientras que yo soy el fuerte; l es el pobre, es la viuda y el hurfano. No hay hipocresa ms grande que la que ha inventado la caridad bien entendida. O bien el otro es el extranjero, el enemigo, el poderoso. Lo esencial es que tiene esas cualidades gracias a su alteridad misma.

Si analizamos las anteriores palabras, leemos a Emmanuel Levinas afirmando que el Otro no slo lo es la viuda, el hurfano y el extranjero sino que incluso lo es, el enemigo y el poderoso, y esto porque si la alteridad fuese aniquilada en lo Mismo, tendramos que conceder que aquello que nos hace, a cualquiera, inaprehensible, podra ser sintetizado: aniquilado. Los partidarios y convencidos de los discursos hegemnicos (o bien dgase: discursos fundacionales psicaggicos), educados por evitar la palabra perfilados desde la niez o compelidos a la postre, que han heredado, reproducido y contagiado la actitud ansiosa y que estarn dispuestos no slo a traicionar sino a violentar[footnoteRef:5] a sus prximos, son las insospechadas y verdaderas vctimas. [5: En el sentido particular de la violencia que comenzamos a indicar ms arriba.]

Nuestra bsqueda por entender los motivos de quienes reelaboran este tipo de discurso, no puede echar luz dentro de la interioridad de aquellos hipotticos autores que les daran estructuras. No consideramos sea posible diseccionar el Ser para encontrar las causas espirituales de los efectos sociales. Sin embargo, la introspeccin reflexiva a la que nuestro trabajo exhorta no consiste, en su sentido ms profundo, en realizar una localizacin de autores y discursos reprochables, sino en dar cuenta de que as como compartimos la cualidad de ser humanos, es decir, la experiencia comunitaria de la existencia, tambin compartimos la heredada y vigente reproduccin de la devastadora situacin general. Somos herederos, y por lo tanto, responsables actuales de las implicaciones negativas de la injusticia ecolgica y social. Responsables para con la exterioridad que compartimos y por la actividad o pasividad reflexiva de nuestra propia interioridad. Los motivos psicaggicos (desiertos a la vitalidad y originalidad de las consideraciones) son los sntomas que reflejan la actitud, ahora revelada, de una vieja tradicin del pensamiento. No podemos continuar cediendo la conduccin de nuestras consideraciones subjetivas e intersubjetivas al posicionamiento destructor de una racionalidad violenta y paradigmtica, otorgando-nos mediante acatamiento de sus verdades no slo filosficas. Ya que las convenciones sociales ms superfluas han sido levantadas sobre los cimientos de esta perfeccionada esclavitud. Al da nuestro y en nuestra cotidianidad, es comn cosechar el odio, la envidia y la indiferencia, del trecho de nuestras relaciones ms inmediatas. Por lo que ste alzar la voz no ha de confundirse con el grito de una vctima aislada, abogando por la remuneracin de una particular desgracia; es un testimonio general, sino un diagnstico de la condicin moral contempornea, cuya intencin terica procura articular una denuncia.

Sin vacilar una palabra ms, denunciamos esta patolgica actitud ante la experiencia, que ha conducido la perspectiva de incalculable cantidad de tericos, considerndola no como una implicacin negativa que de manera inevitable es provocada por la experiencia traumtica ante lo incomprensible, sino como el auto-condicionamiento de la subjetividad presa del temor. La injusticia justificada y alentada por razonamientos es reflejo fiel de sus intenciones, tan distantes a las de otras perspectivas intelectuales que han pensado en calma y con anhelo al bienestar comn. Recurro de nuevo al pensamiento de Levinas para dilucidar esta actitud: Es un miedo a vivir que no por ello es menos una vida, en la que el miedo a lo inacostumbrado. A la aventura (ontolgica) y a sus incgnitas, saca su nausea de la aversin a la empresa de la existencia. (2006a: 31).

Por ello pensamos que estos maestros inlocalizables del temor y la impotencia, ms que trabajar por la satisfaccin de sus necesidades alimenticias y desplegarse en actividades ldicas; persiguen con desesperacin deshacerse de su sufrimiento: respondiendo a la lgica de su circunstancia la cual se hace pblica como circunstancia impuesta. Sufrir lo inacostumbrado, es sufrir la alteridad, la extraeza que lo Otro suscita, la amenaza que la exterioridad evoca en la oscuridad propia del da, y que se muestra de frente y por encima de los alcances de la luz no tan vasta de nuestros horizontes. Sufrir, pues, el grito de la presencia terrible de lo que siempre se sustrae. Esa es la circunstancia que sta racionalidad padece, sufriendo como una condena, la impotencia perpetua ante lo inabarcable, ante lo infinito[footnoteRef:6]. No es plausible para nosotros afirmar que aquellos autores son vctimas frente a lo que supone vivir, pese a todo filtro, la experiencia de la existencia, pero s que son presas de su respectiva actitud frente al misterio del Ser; ya que no se permiten concebir lo siguiente que advierte Levinas: Si la filosofa es la pregunta por el Ser es ya asuncin del ser. Y si es algo ms que esa pregunta, es que permite sobrepasar la pregunta y no responderla. Lo que puede que haya de ms que la pregunta del ser no es la verdad, sino el bien. (2006a: 25). Estos protagonistas de un mal entendido con la vida, sufren, quizs ms que muchos otros, de un abrazo asfixiante: el mal de ser. Tal vez por ello buscan una quietud y soledad ciertamente sui gneris, mediante el cumplimiento progresivo de la tendencia a lo mismo: del irresponsable despliegue y contagio de dicha condicin. [6: Con esto no queremos negar la relevancia de el mundo en comn, sin el cul por supuesto no habra qu significar de algo que siempre se mantuviese ajeno, recordemos la actitud propuesta motivada en el compartir.]

2)

Sostenemos con certeza plena que la alteridad no puede aniquilarse, as como prevemos que la razn no puede conocer los ntimos secretos del cosmos. Este miedo, que lo ignorado puede provocar, no es ms que un sntoma resuelto de un encuentro, en el que la pretensin de que el siquismo contenga lo infinito rebota contra la imposibilidad de contener lo absolutamente Otro. El Yo que busca establecer el imperio de la soledad, en el mundo inaprehensible de la exterioridad se encuentra extraviado en sus propsitos, mas su cualidad de ser/otro jams desaparece, ya que est es una caracterstica esencial de los existentes, que los revela concordantes al ritmo y a la congruencia armnica de la vida. Cito nuevamente a Levinas (2006a: 113).El yo no es el ser que, residuo de un instante pasado, intenta un instante nuevo. Es esta exigencia de lo no-definitivo. La personalidad del ser es su necesidad misma del tiempo como de una fecundidad milagrosa en el instante mismo mediante el cual l recomienza siendo otro [] Pero esa alteridad no puede el drsela. La imposibilidad de constituir el tiempo dialcticamente es la imposibilidad de salvarse completamente solo.

Es imposible aniquilar la alteridad pero, como tambin lo ha dicho Enrique Dussel Somos responsables por el otro, y junto con sta certeza tica no podemos desatender sta otra: Es imprescindible impulsar las implicaciones positivas de una hermenutica de las consideraciones, que, como ya se ha dicho, tiene entre sus miras indagar sobre las condiciones coyunturales, pedaggicas, subjetivas e intersubjetivas que conforman las perspectivas intelectivas de los pensantes y que encausan las intenciones tericas que los autores imprimen (consciente o inconscientemente) en sus discursos. Esfuerzo que resulta hermanado y estrictamente vinculado a los ejercidos desde la Filosofa de la Liberacin, pues, siendo la hermenutica considerada actualmente la koine de la filosofa el lenguaje comn de la filosofa contempornea, se separa por su origen de la corriente terica occidental. Lo queremos demostrar citando un pasaje de la secularizacin de la filosofa, un texto de Gianni Vattimo:() aquello de lo que disponemos, como deca Nietzsche en Humano, demasiado humano,es slo aquello que hemos recibido de la transmisin histrica: formas, valores, lenguajes, errores que nos ha legado la humanidad del pasado; ste es el nico ser que nos es dado encontrar, a nosotros y en el mundo (Vattimo, 1991: 52).

Ya que, junto a la Filosofa de la Liberacin, estamos encontrando la manera de liberarnos de los errores acuados en los procesos de dominacin de los pueblos, precisamente de aquellos errores que encontramos diluidos en las convenciones y prejuicios de la falsa cultura global contempornea. Descubriendo en nosotros en nuestras consideraciones originales que el ser que les es dado a encontrar a los pensadores de occidente, ni es el nico ser, ni mucho menos es el ser de los pueblos que han sufrido la segregacin de las formas y valores de los conquistadores. Por ello la hermenutica de las consideraciones empuja a una secularizacin de la filosofa con dimensiones radicalmente diferentes a las de la legislacin occidental. Nuestros esfuerzos no se concentran en mantener una continuidad del sentido como se ha venido construyendo atreves de la historia de la metafsica de los relatos cuyos archai han conferido lmites a los modos de narrar el mundo Sino que, por lo contrario, el motivo por el que proponemos realizar un ejercicio rememorativo es romper la cadena de continuidad que ha tornado el mundo practicable. Incluso el propio Vattimo esboza la pregunta cuya respuesta para nosotros es muy clara: La continuidad que busca mantener y restablecer, enlazando mediante su actividad de interpretacin sintetizante y de edificacin los discursos sectoriales, no ser, a la postre, slo aquella de la tradicin establecida, del canon consolidado o del buen sentido comn? (Vattimo, 1991:52). Romper este tipo de continuidad significa romper la capacidad de reconducir las consideraciones divergentes y diferentes a concepciones unitarias de la realidad y su sentido.

Por otro lado es importante sealar que el momento de aplicacin de la hermenutica de las consideraciones no se encuentra en el mbito especfico de la validez de las interpretaciones (tarea acuada por la hermenutica analgica, cuya mediacin, entre los modelos unvocos y equvocos, es verdaderamente fructfera). Pero s, en la cuestin del dialogo entre los contextos de vida (Beuchot et al., 2006: 43-54) de los autores y sus lectores, momento de vital relevancia, por lo cual nuestra hermenutica se enfoca en impulsar la reconsideracin valorativa de las verdades/fundamentos adquiridos en la realizacin de todo tipo de lecturas sobre el mundo (no slo de textos: sino de discursos), los cuales llegan a configurar los criterios y consideraciones tanto de lectores como de autores, constituyndose los pilares de sus consideraciones subjetivas (creencias particulares) e intersubjetivas (verdades compartidas). Nos parece que las implicaciones negativas del equivosismo son mnimas en contraste con las del univosismo, sin embargo, colocamos de frente a la amenaza del solipsismo y del terror por el relativismo extremo, no una validez terica para enfrentar los discursos, sino la certeza axiolgica lograda mediante la tica como filosofa primera, de la misma manera que Enrique Dussel: En la primera edicin de nuestra Filosofa de la Liberacin habamos hablado todava, al igual que en la tica, de un mtodo analctico. Se quera subrayar el hecho de que el mtodo comienza con la afirmacin del Otro, del pobre, del oprimido. El escuchar su voz era el arranque inicial, metafsico. En la segunda edicin cambiamos la palabra mtodo analctico por momento analctico. Ahora, con mayor precisin pero sin variar el fondo, la afirmacin de la exterioridad es un momento, el primero y originario, de una dialctica no slo negativa, sino positiva. (Dussel, 1994b: 97)

Porqu el criterio de valoracin de las propias consideraciones slo llega a ejercerse cuando quien las reconsidera descubre que es responsable de las implicaciones negativas y positivas de esas sus consideraciones en y sobre el mundo. Motivo por el que puede descubrir si efectivamente mantiene con ellas una vinculacin verdaderamente sincera, y decidir continuar actuando conforme a sus designios. Por lo tanto la hermenutica de las consideraciones puede ser entendida como un ejercicio intrnsecamente tico. Como hemos visto en la cita anterior, Enrique Dussel ha desarrollado un mtodo que comparte esta preeminencia tica, llamado analctico, por el que nos sentimos atrados enormemente: Analctico quiere indicar el hecho real humano por el que todo ser humano, todo grupo o pueblo, se sita siempre ms all (an-) del horizonte de la totalidad [] Su categora propia es la de exterioridad; por ello, el punto de partida de su discurso metdico es la exterioridad del Otro; su principio no es el de la identidad sino el de la separacin, distincin. (Dussel, 1980c: 186).

3)

Siendo explicita la relacin con la Filosofa de la Liberacin resta aclarar que el pueblo en tanto que pueblo, el resto, el remanente, la plebs, no constituyen la poblacin nica y cuantitativamente inamovible que ha de luchar y consecuentemente gozar del bien de una autntica liberacin, ya que sta no consistira slo en el necesario posicionamiento de las vctimas econmicas y el cuidado de los ecosistemas olvidados por los embates de la geopoltica y el consumo sin precedentes, sino tambin en la recuperacin de la produccin y reproduccin de las consideraciones subjetivas e intersubjetivas, proyecto cuyas implicaciones positivas no tienen por qu poder restringirse.

Tomando con seriedad aquello que a nuestro parecer es importante, invitamos a la praxis de una hermenutica de las consideraciones para ubicar y denunciar las implicaciones tico-ontolgicas de los discursos hegemnicos de dominacin intersubjetiva (modelos tericos de interpretacin de la existencia) cuyo discurso terico resulte justificar la contencin de las infinitas posibilidades de expresin e interaccin de lo vivo o, legislar y legalizar la produccin de otros discursos sobre la existencia, suscitando la conduccin de las maneras de narrar y conferir sentido.

Luego, y para llevar a cabo una Hermenutica de las consideraciones en el plano prctico de la intersubjetividad es necesario: interpretar las intenciones tericas detrs de los discursos que definen el mundo y sealar los posibles intereses por los que se construye cierta narracin sobre la existencia cuya pretensin consista en la utilidad de consolidar una versin atemporal, legal y global de lo qu se debe responder frente a los cuestionamientos universales. La hermenutica propuesta tiene dos importantes momentos de anlisis para poder sostener su carcter de denuncia: habra que ubicar discursos cuyo despliegue terico termine por justificar algn tipo de injusticia o violencia en el sentido que aqu hemos denunciado, es decir, que sostengan la legalidad de nicos y definitivos procesos de asignacin de verdad sobre el mundo, cuyo hipottico y exitoso posicionamiento como discurso rector del sentido conlleve la categorizacin negativa de cualquier otro proceso de certeza. Para que al realizar dicho anlisis se pueda especular, en lo personal o lo colectivo, sobre la respectiva actitud (ansiosa o paciente) propia del autor abordado[footnoteRef:7], estudiando la perspectiva intelectual dirigente de su contexto histrico y coyuntural momento de formacin de la particular perspectiva intelectiva. [7: Vase nuestro trabajo sobre el establecimiento de los principios de distribucin de justicia de John Rawls.]

Conclusiones

Estamos ntimamente de acuerdo con la definicin de violencia que Emmanuel Levinas propone en la obra Totalidad e infinito (2006b: 47-48). La violencia no consiste tanto en herir y aniquilar como en interrumpir la continuidad de las personas, en hacerles desempear papeles en los que ya no se encuentran, en hacerles traicionar no slo compromisos, sino su propia sustancia; en la obligacin de llevar a cabo actos que destruirn toda posibilidad de acto.

Atendiendo esta definicin podemos deducir que la dominacin no consiste primeramente en la sujecin material de los cuerpos o en la erradicacin de las especies y las razas sino en la imposicin hegemnica de los discursos psicaggicos, cuya utilidad ms violenta consiste en la conduccin de las consideraciones intersubjetivas y la contencin de la alteridad. Procesos por los que se ha logrado perpetrar la imposibilidad de que stos se consoliden como autnticos autores de sus propios razonamientos. Es importante sealar que existen infinidad de acontecimientos que marcan la subjetividad, por lo que vislumbramos la complejidad de lo propuesto. El trabajo sta abierto y existen infinidad de cosas por decir; una ms es importante: La hermenutica de las consideraciones no es un mtodo de discriminacin des-valorativo, es un ejercicio de introspeccin, cuya pertinencia radica en reflexionar sobre la innegable influencia de la racionalidad occidental y sus mltiples implicaciones. Este ejercicio pretende impulsar la consolidacin dialgica de una conciencia comunitaria que, entre sus bondades, de cuenta de la vigente colonizacin de las consideraciones. Debemos preguntar a los dems, como a nosotros mismos, si: Estamos conscientes de, y de acuerdo con el orden social que instauran los discursos hegemnicos? Nos lo debemos preguntar para poder sostener nuestras consideraciones as como para fiarnos de stas, reconociendo que son sinceramente nuestras o, de lo contrario, para liberarnos de ellas dando pie a la elaboracin de otras nuevas, que nos permitan salvar la posibilidad de un otro mundo para el mundo, es decir, que impulsen el desarrollo de producciones artsticas, cientficas, polticas y filosficas, verdaderamente originales, saludables, libres y, ante todo, responsables.

Lista de referencia

Dussel, Enrique. (2011a) Texto preliminar de las tesis de economa poltica. Facilitadopor el Dr. Enrique Dussel durante el semestre 2011-2 de la asignatura: Problemas de tica, en la FFyL de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

Dussel, Enrique. (1994b) Praxis latinoamericana y filosofa de la liberacin. Segundaedicin, Bogot, Nueva Amrica.

Dussel, Enrique. (1980c) Filosofa de la liberacin. Segunda edicin, Bogot,Universidad de Santo Toms de Bogot.

Beuchot, Beuchot.; Vattimo G. y A, Velasco, (2006) Hermenutica analgica yHermenutica dbil. Mxico D.F, FFyL UNAM/ Ocelote (cuidado de la edicin).

Levinas, Emmanuel. (2006a) De la existencia al existente. Madrid, Arena.

Levinas, Emmanuel. (2006b) Totalidad e infinito. Sptima edicin, Salamanca, Sgueme.

Kant, Emmanuel. (1979) Filosofa de la Historia. Segunda edicin, Mxico, D.F, Fondo de Cultura Econmica.

Vattimo, Gianni. (1991) tica de la interpretacin. Barcelona, Paids.

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