herbert marcuse

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Herbert Marcuse Herbert Marcuse en Newton, Massachusetts, en 1955 Herbert Marcuse (Berlín, 19 de julio de 1898 Berlín, 29 de julio de 1979), filósofo y sociólogo alemán, fue una de las principales figuras de la Escuela de Frankfurt. Vida [editar] Nació en Berlín, sirvió como soldado en la Primera Guerra Mundial y participó posteriormente en la revolución socialista que fue aplastada por las fuerzas de la República de Weimar. Después de completar sus estudios en la Universidad de Friburgo de Brisgovia en 1922, regresó a Berlín, donde trabajó como vendedor de libros. Regresó a Friburgo en 1929 para escribir una «habilitación» (disertación de profesor) con Martin Heidegger. En 1933, debido a que no le sería permitido por ser judío completar su proyecto bajo el régimen nazi, Herbert empezó a trabajar en el Instituto de Investigación Social en Frankfurt del Meno y, junto con Max Horkheimer y Theodor Adorno, se convirtió en uno de los más destacados teóricos de la Escuela de Frankfurt. Emigró de Alemania ese mismo año, yendo primero a Suiza y luego a los Estados Unidos, donde obtuvo la ciudadanía en 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para la

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Herbert Marcuse

Herbert Marcuse en Newton, Massachusetts, en 1955

Herbert Marcuse (Berlín, 19 de julio de 1898 – Berlín, 29 de julio de 1979), filósofo y sociólogo alemán, fue una de las principales figuras de la Escuela de Frankfurt.

Vida [editar]

Nació en Berlín, sirvió como soldado en la Primera Guerra Mundial y participó posteriormente en la revolución socialista que fue aplastada por las fuerzas de la República de Weimar.

Después de completar sus estudios en la Universidad de Friburgo de Brisgovia en 1922, regresó a Berlín, donde trabajó como vendedor de libros. Regresó a Friburgo en 1929 para escribir una «habilitación» (disertación de profesor) con Martin Heidegger.

En 1933, debido a que no le sería permitido por ser judío completar su proyecto bajo el régimen nazi, Herbert empezó a trabajar en el Instituto de Investigación Social en Frankfurt del Meno y, junto con Max Horkheimer y Theodor Adorno, se convirtió en uno de los más destacados teóricos de la Escuela de Frankfurt.

Emigró de Alemania ese mismo año, yendo primero a Suiza y luego a los Estados Unidos, donde obtuvo la ciudadanía en 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos de los Estados Unidos (US Office of Strategic Services), precursora de la CIA, analizando informes de estrategia sobre Alemania (1942, 1945, 1951).

En 1952 inició una carrera magisterial como teórico político, primero en la Universidad de Columbia y en Harvard, luego en la Universidad de Brendeis desde 1958 hasta 1965, donde fue profesor de filosofía y política, y finalmente (ya jubilado), en la Universidad de California, San Diego. Fue amigo y colaborador del sociólogo e historiador Barrington Moore Jr. y del filósofo político Robert Paul Wolff. En la época después de la guerra, fue el miembro más políticamente explícito e izquierdista de la Escuela de Frankfurt, aún identificándose a sí mismo como marxista, socialista y hegeliano.

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Marcuse murió el 26 de julio de 1979, luego de haber sufrido una apoplejía durante una visita a Alemania. El teórico Jürgen Habermas, de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt, cuidó de él durante sus últimos días.

Pensamiento [editar]

Las críticas de Marcuse a la sociedad capitalista (especialmente en su síntesis de Marx y Freud, Eros y la civilización, publicado en 1955, y su libro El hombre uni-dimensional, publicado en 1964) resonaron con las preocupaciones del movimiento izquierdista estudiantil de los 60. Debido a su apertura a hablar en las protestas estudiantiles, Marcuse pronto vino a ser conocido como «El padre de la Nueva Izquierda» (término que él rechazaba).

La crítica fundamental que realiza Marcuse a la sociedad moderna, reflejada en El Hombre Unidimensional, indica que la sociedad moderna es capaz de asimilar cualquier forma de oposición que surja al interior de sí misma, y por tanto no existe ningún movimiento individual ni colectivo capaz de oponérsele o de socavar sus raíces socioeconómicas. Este hecho se contrasta fundamentalmente con el capitalimo temprano, en que el movimiento proletario era una fuerza con el potencial efectivo de derribar el régimen. El capitalismo avanzado que describe Marcuse, en cambio, ha generado a través de los estados de bienestar una mejora en el nivel de vida de los obreros, que es insignificante a nivel real, pero contundente en sus efectos: el movimiento proletario ha desaparecido, y aún los movimientos antisistémicos más emblemáticos, como el movimiento punk-anarquista o el movimiento bohemio han sido asimilados por la sociedad, y orientados a operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos.

El motivo de esta asimilación, en Marcuse, consiste en que el contenido mismo de la conciencia humana ha sido fetichizado (en términos marxistas), y las necesidades mismas que el hombre que está inmerso en esta sociedad reconoce, son necesidades ficticias, producidas por la sociedad industrial moderna, y orientadas a los fines del modelo. En este contexto Marcuse distingue entre las necesidades reales (las que provienen de la naturaleza misma del hombre) y las necesidades ficticias (aquellas que provienen de la conciencia alienada, y son producidas por la sociedad industrial). La distinción entre ambos tipos de conciencia sólo puede ser juzgada por el mismo hombre, puesto que sus necesidades reales sólo él las conoce en su fuero más íntimo, pero como la misma conciencia está alienada, el hombre ya no puede realizar la distinción.

La principal necesidad real que Marcuse descubre es la libertad, entendida como el instinto libidinal no sublimado (en términos freudianos). Según Marcuse lo que la sociedad industrial moderna ha hecho con el instinto libidinal del hombre es sublimarlo, y reducirlo al exclusivo ámbito de la genitalidad, cuando en realidad el cuerpo mismo del hombre es sólo ansia de libertad. La sublimación del instinto libidinal, y su encasillamiento en su genitalidad permite a la sociedad industrial moderna disponer del resto del cuerpo humano para la producción capitalista, así como de todas las energías de los hombres.

Para Marcuse, la instancia fundamental de formación de la conciencia humana está en la niñez que se vive al interior de la familia; en esta etapa el hombre que se está formando adquiere sus categorías normativas, y todo su marco de referencia para enfrentar el

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mundo. Lo que la sociedad industrial moderna ha trasmutado es precisamente ese ámbito familiar, en que la sociedad misma alienante se ha introducido a través de los medios de comunicación de masas, reemplazando a la familia, y formando a los hombres con categorías que no salen de él mismo, sino del capitalismo. Las necesidades del hombre, así como sus anhelos, sueños y valores, todo ha sido producido por la sociedad, y de esa manera se ha asimilado cualquier forma de oposición o movimiento antisistémico. En este punto está la principal diferencia entre la forma de alienación que describe Marx y la que describe Marcuse. Mientras en Marx la alienación está focalizada en el ámbito del trabajo, donde al hombre se le arrebata su plusvalor (y por tanto su condición humana), en Marcuse la alienación está enfocada en la conciencia misma del hombre moderno, y por tanto no hay forma alguna de escapar a la coacción.

A pesar de todas estas reflexiones, la vida política práctica de Marcuse fue muy alejada de sus presupuestos teóricos, y se desenvolvió como un revolucionario utopista, mientras sus libros reflejan un pensamiento profundamente escéptico respecto del futuro de la humanidad.