hacia una filosofia de la liberacion latinoamericana

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    OSVALDO ARDILES, HUGO ASSMANN, MARIO C. CASALLA,H O R A C I O C. C E R U T T I G U L D B E R G , C A RL O S C U L L E N , J U U O D E M N ,E NRIQ UE D. DUSSE L , ANB AL F O RNARI , DANIE L E . G UIL L O T ,ANT O NIO E . RIE N, RO DO L F O K USCH . DIE G O P RO ,AG UST N T . DE L A RIE G A, ART URO A. RO IG , J UAN CARL O S SCANNO NE

    H C I U N F IL O S O F D E LA L IB E R C I N L T IN O M E R IC N

    Editorial BONUMMaip 859 - Buenos AiresA rgen t in a

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    E N F O Q U E S L A T I N O A M E R I C A N O S N 2S E C C I N F I L O S O F A Y T E O L O G A

    Es ta s e c c i n e s t a u s p i c i a d a p o r l a Re v i s t a S TR O M A TA , de lasF a c u l t a d e s d e F il o s o f a y T e o l o g a d e l a U n i v e r s i d a d d e l S a l v a d o r , r e a S a n M i g u e l ( B u e n o s A i r e s )

    S E R I E : FILOSFICA

    Con este auspicio se pretende favorece^ un dilogo abierto a otras corrientesde pensam iento, interdisciplinar y de nivel universitario, sobre problemas latinoamericanos.La insercin de un escrito en esta serie no implica, como es obvio, que seaprueben todas Jas ideas en l expuestas; la responsabilidad recae sobre sus respectivos Autores.

    C o p y r l g t h b yEditor ia l BONUM S.A.C.I . , 1973Maip 859 - Buenos Ai resA r g e n t i n aQ u e d a h e c h o e l d e p s i t oque previene la ley 11.723P rim er a edic in , 1 .100 e jem plaresI m p r e s o e n A r g e n t i n a

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    DOS PALABRASDentro del desarrollo de la filosofa argentina, constituye esteconjunto de ensayos, un momento nuevo; sus autores, casi todos jvenes,y mu chos de ellos con un ya alto nivel de med itacin y de compromiso,son expresin de una etapa en la que el quehacer filosfico cobrasentidos y, ma tices de indiscutible importancia.La filosofa, entendida tradicionalmente como una teora de lalibertad , quiere ser ahora saber de liberacin , para lo cual se hade entregar apasionadamente a la denuncia de las totalidades objetivasopresoras, entre ellas el concepto mismo de libertad , y ha de tratar-de rescatar al hombre concreto en su inalienable diferenciacin, en loque lo hace radicalmente otro . Este hombre, para el filsofo latinoamericano, es sin m s, el hombre latinoamericano, sumido, marginado ,e incorporado en su alienacin en las estructuras dialcticas 'dictadaspor los centros de poder del mun do.La filosofa d e estos jvenes no poda seguir siendo un quehaceracadmico y no podan por eso mismo creer ya en la normalidadfilosfica, d esde la cual alguna vez se entendi, en nuestra ma la conciencia, que estbamos en un nivel europeo del pensar. Ahora el rigor delquehacer filosfico no est al servicio de una im itacin, sino de unaconstruccin desde nosotros mism os, mirndon os y reconocindono scomo valiosos. Am rica ha dejado de ser un no-ser-siempre-iodaviao un continente en bruto , ltimas expresiones de la enajenacinacadmica, para convertirse en un ser lleno de voces y de signos.Este filosofar de la liberacin no surge como un nuevo trasplanteideolgico, sino com o un producto a veces desesperado nacido de laspropias entraas de quienes buscan vidamente el reencuentro con elpropio ser. Las mismas armas del enemigo, negadas y asumidas, sonpuestas al servicio de una causa en la lucha contra las innmeras vocultas formas de la dependenc ia. Para eso, la filosofa argentina haba dado las bases con la fecunda tarea crtica de la onlologa heidegge-riana llevada a cabo por los maestros de la generacin anterior entrelos que se destacan sin duda alguna Carlos Astrada, Miguel ngelVirasoro y Nimio de Anqun. La filosofa de la existencia no fue una.

    filosofa de la crisis , sino una crisis de la filosofa , depuradora,que abri las puertas al pensamiento actual, ayudando a desprende^nos tal vez definitivamente de la omn ipotencia de la Autoconc iencia.A la vez reabri los cauces de una nueva lectura de Hegel y del pensamiento social posthegeliano, siempre a partir del presupuesto de laabsoluta prioridad, del Ser sobre el pensar. Este proceso, ocurrido como5

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    devenir interno del pensam iento argentino y no como fruto importado,deba llevar necesariamente al encuentro del ser nacional y latinoam ericano y a su sealamiento como alteridad.Para esta nueva generacin de filsofos, los pueblos constituyen elsujeto del proceso histrico; mas no se trata de un volver a la filosofade la historia rom ntica de l siglo XIX , para la cual el pueblo fueun universal ideolgico que justific todos los colonialismos europeos;este nuevo pensar exige una decodificacin y a la vez una mo stracinde lo que es ciertamente pueblo , en cuanto realidad doliente, marginada y expoliada. Un a nueva filosofa que implica un nuevo mod ode comunicacin entre los hombres, rescata ahora el rostro del pobrecomo objeto de med itacin filosfica, a partir del cual se abre para elpensador un horizonte ocultado desde el cual se intenta alcanzar elmod elo d e la futura sociedad humana.

    Los riesgos son sin duda grandes; a cada mom ento se puede caeren nuevas totalidades dialcticas opresoras, aun dentro de los mrgenesmismos ele una filosofa de la liberacin; la tarea es difcil en la medida que se desea ciertamente instalarse en una posicin de lcidaautocrtica, nica a partir de la cual se podrn encontrar los caminospara que el pensador no sea una vez ms un instrumento al servicio delos dueos del mun do, mas, toda tarea difcil es por s mism a bella ycomo lo dijo el viejo Platn vale la pena por eso mismo de corrertodos sus riesgos.E D I T O R I A L B O N U M

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    B A S E S P A R A U N A D E - S T R U C C I O N D E L A H I S T O R I A D EL A F I L O S O F A E N L A A M E R I C A I N D O - I B E R I C APROLEGMENOS PARA UNA FILOSOFA DE LA UBERACION

    Osvaldo ArdilesCrdobaI

    I N T R O D U C C I N"Amrica es la tierra del futuro en la que,en los tiempos venideros, debe revelarse laimportancia de la historia universal; es unpas de ilusiones para todos aquellos a quie

    nes hasta el arsenal histrico encerrado enla vieja Europa. Amrica cae fuera del terreno donde, hasta ahora, ha tenido lugarla historia universal. Todo cuanto vieneocurriendo en ella no es ms que un eco delViejo Mundo y la expresin de una vitalidad ajena". Hegel."Entonces todo era buenoy entonces fueron abatidos.Haba en ellos sabidura.No h aba entonces pec ad o. . .No haba entonces enfermedadno haba dolores de huesos. . .Rectamente erguido iba su cuerpo entonces .No fue as que hicieron los extranjeroscuando llegaron aqu.Ellos ensearon el miedo,vinieron a marchitar las flores.Para que su flor viviesedaaron y sorbieron la flor de nosotros".Poema Maya de la poca de laconquista espaola.

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    El tema propuesto para este trabajo ofrece dificultades de talentidad que, para avanzar hacia sus eventuales soluciones, es menester,previamente, efectuar algunos cortes en su enunciado titular, de modoque podamos visualizar con cierta nitidez los elementos constitutivosde su inslita y, para algunos, alarmante problemtica. Sin esta prudencial labor preliminar, podemos dar lugar a que una lectura rpida ycon preconceptos del encabezamiento traicione (como no puede ocurrirde otro modo con quienes proceden ligeramente en los juicios) las intenciones y metas de este trabajo.Efectuando el corte propuesto, surgen los siguientes interrogantes:Qu se entiende por de-struccin de la historia de la filosofa ennuestros parajes; cmo puede ser de-struida una historia, si parece portar siempre consigo los ineluctables caracteres de lo dado y lo sido?Por qu se habla de una historia de la filosofa en,y node?Por qu caracterizar como indoibrica a la porcin de Amricaconsiderada?Comenzaremos por responder a esta ltima pregunta. Frente al usogeneralizado por el pensar nord-atlntico de la designacin, con matizbastante peyorativo en algunos casos, "Latinoamrica" para la Amrica no-sajona (a la que no se llama "Angloamrica", sino "Amrica"sin ms), estimamos conveniente oponer el adjetivo "indo-ibrica" para caracterizarla, en razn de que ste evidencia los dos elementos estructurales que laten en "las entraas de sus etnos", como dira donSal Taborda. Y utilizamos una palabra compuesta para expresar conella una unidad constitutiva, con el fin de evitar los escollos que elhispanismo, primero, y el indigenismo, despus, han levantado en lacuestin de la auto-comprensin americana. Con ello, adems, damosel primer paso hacia nuestro objetivo de despejar el horizonte paraefectuar un replanteo eficaz, desde una perspectiva post-moderna comprometida con una praxis liberadora, de la problemtica que esta auto-comprensin implica. Por otra parte, con la elucidacin de los rasgosdistintivos del proceso histrico-cultural de la Modernidad 1, medianteel esclarecimiento de los momentos tericamente ms significativos ensu estructura dialctica, intentaremos establecer la peculiar posicin dela Amrica indo-ibrici en el marco general del proyecto racionaliza-dor nord-atlntico. En base a esto, podremos determinar las notas dominantes del logos euro-occidental y el rol que ha jugado en la cuestin de la mencionada auto-comprensin americana, para, as, elucidarlas posibilidades y sentido de un filosofar genuino en nuestras especficas condiciones socio-culturales. Con esta lnea de reflexiones, jiuestropensar se enraiza en la problemtica post-moderna originada por laactual situacin histrico-social de Ibero-amrica. La tarea en curso,por lo tanto, consiste en una investigacin crtica de nuestros propiossupuestos ideolgicos, estimulada por la confrontacin dialgico-cues-1. Sobre este tema, confrontar nuestro trabajo de investigacin: Ideologa e Ilustracin, de pronta aparicin.8

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    donadora con el apasionante desafo lanzado por la insoslayable actualidad de un mundo en vas de superar las barreras de la Modernidad.Pues, como deca ya en el siglo pasado Hegel,"no es difcil ver, por lo dems, que nuestro tiempo es untiempo de parto y de transicin hacia una nueva poca. Elespritu ha roto con el mundo anterior de su existencia yde su representacin y se dispone a hundir eso en el pasado, entregndose a la tarea de su propia transformacin.El espritu ciertamente, no permanece nunca quieto, sinoque se halla siempre en movimiento incesantemente progresivo. Pero, as como en el nio, tras un largo perodode silenciosa nutricin, el primer aliento rompe bruscamente la gradualidad del proceso puramente acumulptivoen un salto cualitativo, y el nio nace, as tambin el espritu que se forma va madurando lenta y silenciosamentehacia la nueva figura, va desprendindose de una partcula tras otra de la estructura de su mundo anterior y losestremecimientos de este mundo se anuncian solamente pormedio de sntomas aislados. . . Estos paulatinos desprendimientos, que no alteran la fisonoma del todo, se venbruscamente interrumoidos por la aurora que de prontoilumina como un relmpago la imagen del mundo nuevo". 2Ante este epocal alumbramiento, claramente presagiado por lossicnos de los tiemnos. los hombres de frontera de la Modernidad, estoes, sus grandes crticos y, al mismo tiempo, potentes visionarios quesupieron discernir lo que la historia gestaba, debern, probablemente,como crea Marx, correr la suerte de la generacin que Moiss conduca por el desierto:"No slo tiene que conquistar un mundo nuevo, sino quetiene que perecer para dejar sitio a los hombres que estna la altura del nuevo mundo". 3

    2 . G . W . F . H E G E L , Phanom enologie des G eistes, F l ix Me i n e r Ve r la g , H a m -b u r g , 1 9 5 2 6 , p p . 16-17.E l nac imien to de una nueva c iv i l i zac in , que con l l eva un nuevo hor i zon te decomprens in de l se r , en l a Aimr i ca indo- ib r i ca , ha s ido , a s imismo , p rof t i ca -m e n t e a n u n c i a d o p o r e l e p i s c o p a d o l a t i n o a m e r i c a n o e n su Se g u n d a C o n f e r e n -_c ia Genera l de Mede l l n , en 1968 : j"Amr ica La t ina e s t ev iden temente ba jo e l s igno de l a t r ansformac iny e l d e sa r r o l l o . T r a n s f o r m a c i n q u e , a d e m s d e p r o d u c i r s e c o n u n a r a p idez ex t raord ina r i a , l l ega a toca r y conmover todos los n ive le s de l honvb r e , desde e l econmico has t a e l r e l ig iosd . Es to ind ica que e s t amos ene l umbra l de una nueva poca de l a h i s to r i a de nues t ro Cont inen te . poca l l ena de anhe lo de emanc ipac in to t a l , de l i be rac in de toda se rv i du m br e , de m adu rac i n pe rsona l y de in t egrac in co lec tiva . Pe rc ib im osaq u los p rean unc io s de l pa r to do loroso de una nuev a c iv i l i zac in ' ' ( "P re senc ia de l a Ig l e s i a en l a ac tua l t r ansformac in de Amr ica La t ina" ) .3 . K A R L M A R X , Die Klassenkamp fe in Frankreich 1848 bis 1850, en Marx-En-

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    I IM U N D O E H I S T O R I A

    Hemos sostenido, en una obra anterior *, que la bsqueda amorosa y agnica, constante y anhelante, de la filosofa se realiza en el tiempo y, por lo tanto, como todo lo humano, el la tambin es historia, pu -diendo, as , expresar una temporalidad propia o im-propia.En efecto, las tres instancias constitutivas de la temporalidad: el "ser-s ido" (pasado) que "est siendo" (presente) desde su "ser ad-viniente"visto como poder-ser (futuro), pueden ser conceptualizadas en el quehacer filosfico de una manera apropiada o falseada. Si dom estica elpresente segn el modelo normativo de un pasado abstracto y perim'do,nos hallamos ante el " tradicionalismo" 5 , que, en nuestro part icularcontex to cultura l, defiende la Cristiand ad hispnica. Si dom estica elpresente segn la imagen de un futuro ajeno, inexorablemente pre-de-terminado, se trata de la acti tud l iberal-i lustrada con todas sus vanantes progresistas. Si, finalmente, se consagran los respectivos presentesde la historia como lo vlido de por s , incuestionable y autosuficiente,nos enfrentamos con los sacralizadores del statu quo. Estos tres tiposde falsas conceptualizaciones, que reducen nuestra cultura a un mero"ser-como", el imina toda posibil idad de emergencia de lo nuevo ad-viniente. Al pensar im-propiamente el curso de la temporalidad, ocluyen la historia y encubren las "posibilidades reales" de construir un"mundo" ontolgicamente nuevo; posibil idades que se estn gestandoen nuestro concreto aqu y ahora.

    La lectura de nuestra historia de la filosofa, por el contrario, debeser efectuada de modo que mantenga la tensin dialctica de los tresmomentos de la temporalidad, asumiendo la radicalidad del proceso.Esta nos exige releer el pasado desde la novedad emergente de un futuro que se manifiesta ya como "posibilidad real" actuante en la con-cretez de nuestra historia. Slo reiterando de este modo lo sido (siempre presente en lo que est siendo, de all que no sea posible abolidoni refugiarse en cmodos "antis" con los que se pretenda pasar el Jordn que nos exima de las culpas heredadas) , podemos despejar un nuevo horizonte de comprensin que posibilite un filosofar autntico ennuestra Amrica.

    Pero debemos recordar, adems, que, segn el pensar existencia-rio, la temporalidad constituye el fundamento de la historicidad. Esta,como lo sealara con justeza Enrique Dussel, dice referencia al modog e l s - W e r k e , D i e t a V e r l a g , B e r l n , 1 9 7 1 , T . 7 , p . 7 9 :"Es ha t l n i ch t nur e ine neue Wel t zu e robe rn , e s muss un te rgehen , umd e n Me n sc h e n P a t e z u m a c h e n , d i e e i n e r n e u e n W e l t g e wa c h se n s i n d " .4 . Cf r . nu es t r o l i b ro : Ingresa a la Filosofa, C r d o b a , 1 9 6 9 p p . 7 4 - 7 6 .5 . A es t a pos i c in l e cor re sponder a b i en a l agudo apo tegma de Juan Car los Paz :" T r a d i c i o n a J i s t a e s u n h o m b r e q u e h a o l v i d a d o m o r i r s e " .

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    del morar humano en que tal temporalidad es vivenciada. Habamos"dicho ms arriba que la filosofa, como todo lo humano, es historia.Esta constatacin nos proporciona el punto de partida de nuestro anlisis histrico-especulativo: la filosofa, como todo producto cultural,tiene su historia. Vamos a de-struir la aparente obviedad de este enunciado, indagando todos los supuestos que encierra.Las verdades parciales son descubiertas siempre desde una determinada situacin histrica. Su develamiento se halla situado en el tiempo y el espacio. El sujeto de esta accin, esto es, el Hom bre social, essiempre y en cada caso en situacin; a punto tal que sta lo constituyeintrnsecamente. Esta visin de la historicidad del morar humano implica que "el hombre es el mundo del hombre", que su consciencia est transida de mundo. No existe un yo exento y, adems, el mundo delas cosas y de las personas "sirio que este "entorno" lo constituye internamente, moldea su espiritualidad, configura su carcter y tipifica sucomportamiento. Es por ello que la historicidad y la mundanidad sonotras tantas dimensiones esenciales del existente humano. Este no solamente tiene una historia, sino que es historia. Por lo tanto, todo lo quehaga, lo realizar en y desde una situacin histrica concreta que leimprimir sus peculiares caractersticas. Y esto vale sobre todo para Jafilosofa B. Originada en una situacin concreta, cuando es genuina, asu-"m i desde dentro todos sus_problemas e inquietudes, da cuenta de elloscomprometindose a fondo en la respuesta. Desde esta perspectiva, eslcito hablar de la posibilidad de una filosofa "americana" con proyeccin universal. En realidad, nunca ha existido una filosofa "universal".Lo que se ha dado histricamente ha sido una filosofa griega, romana,europea, etc., con atisbos de universalidad. Hasta ahora, nadie ha hecho filosofa en el "topos hyper ouranios", donde reinara la necesidadumversalmente vinculante.

    Si traducimos en trminos situados esta condicin anclada de lafilosofa, surge el siguiente interrogante:Cmo puede la filosofa, aqu y ahora, hacerse cargo desde dentro de la problemtica que le plantea su situacin concreta?Y esta pregunta nos lleva ineludiblemente a otra:i 6.) Esta relacin entre filosofa y situacin concreta implica la de filosofa y pol-' tica que no podemos desarrollar aqu . Al respecto slo adelantarem os qu e ennuestra opinin la filosofa es constitutivamente poltica. Este adjetivo poseetres acepciones principales.1) apelando a su sentido etimolgico, se designa con l, en forma demasiado amplia, el mbito de lo social (siendo que la palabra "polis" no quieredecir "social'', sino el modo griego de comprender las relaciones sociales);2) en sentido estricto, utilizado por los polticlogos, designa lo atinentea la formacin y uso del poder (de all su acepcin deteriorada como arte del"manijeo" de giupos humanos);3) denota la estructuracin de las relaciones sociales y la ordenacinpor va de autoridad de la convivencia humana.Este tercer sentido es el que se halla ntimamente vinculado con el quehacerfilosfico.

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    Cmo ha respondido el quehacer que reivindica para s el nombre de filosofa, en su itinerario americano, a esta exigencia constitutiva?Es para responder a estos interrogantes que estimamos necesarioemprender una de-struccin de la historia de la filosofa en la Amricaindo-ibrica, que desmonte los elementos de su discurso para hacer posible la emergencia de lo que en l se hallaba oculto: nuestra origina-riedad. Slo mediante tal de-struccin, podremos apropiarnos significativamente de nuestra historia. Consideramos que, en las actuales circunstancias, el trmino(J'de-st'ruccin"; es el ms adecuado para indicar esta re-iteracin deT~pasacTo en bsqueda del ser olvidado. "Destruccin" viene del vocablo latino 'struo' que quiere decir "reunir, juntar, ensamblar" y de la partcula 'de' que unida al trmino anteriorsignifica, no aniquilamiento y ruinas, sino "desmontar, separar, discernir". Paradjalmente, utilizando esta palabra para nuestra indagacinhistrico-especulativa, no mentamos una ruptura con el pasado, comosi .pretendisemos tirar por la borda todo lo heredado; sino, la condicin de posibilidad para poder apropiarnos de lo "transmitido por tradicin". El trmino alude, pues, a la necesidad de hacer propia una historia que fue estructurada como ajena. Como ya lo sealara MartinHeidegger, de-struccin significa "abrir nuestro odo, liberarlo paraaquello que en la tradicin se nos asigna como el ser del ente" 7. Deeste modo, la tarea de-structiva nos conduce a una indita filosofa dela liberacin, que, superando la repeticin acrtica y asptica de "temas", asuma el riesgo de escombrar las solidificaciones de la "tradicin" y de poner en evidencia las condiciones socio-culturales del"logos" que encubri nuestro ser histrico. Con ello pretendemos abrirl o s paso a travs de lo dado, desde nuestro hoy a la recepcin jubilosade un maana propio.Para ser fiel a una historicidad autntica que ponga en cuestin loaparentemente obvio y se extrae de lo habitual, dicha de-struccindeber realizarse en forma de una lectura crtico-dialctica de la marcha del pensamiento filosfico a lo largo de nuestra historia. Pa ra ello,es menester superar las dos lecturas culturales tpicas de la Modernidad: ,..a) la mecanicista, que considera a las formaciones doctrinales como meros reflejos mecnicos de ineluctables procesos estimados como"objetivos";vb) la idealista, contraparte dialctica de la anterior, que presentah evolucin filosfica como una mera concatenacin de sistemas conceptuales, escamoteando, con ello, los nexos histricos concretos quearticularon dichos sistemas.La de-struccin propuesta mostrar, por el contrario, la accin defactores socio-estructurales en la evolucin de nuestras formaciones7 . M H E ID E G G E R , Qu es eso de filosofa?; trad. de Adolfo P. Carpi, Sur,Buenos Aires, 1960, p. 43.12

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    culturales. Vinculadas a ellos, podrn hacerse visibles, tambin, las influencias exgenas en la constitucin de nuestras problemticas tericas y los correspondientes intereses que aquellas viabilizan.

    I I ILA ESTRUCTURA DE LA CONSCIENCIA COLONIZADORA

    El encuentro de la consciencia europea con lo que denominaremos "originario precolombino" asumi la forma de un choque culturalsin parangn en la historia de la humanidad. Por un lado, la Europamoderna, presente en la Cristiandad hispnica; por el otro, un conjunto de civilizaciones que vivan en los estadios que van del paleoltico alcalcoltico, sin haber alcanzado la edad de hierro. En el choflue, lo ori-ginario precolombino no' fue des-cubierto, sino, lisa y llanamente con-jguistado. Y no poda ser de otro modo. Las condiciones estructuralesde la cultura europea exigan tal tipo de comportamiento. Frente a laleyenda "negra" de la conquista y a la leyenda "rosa" de los hispanistas, proponemos otra alternativa terica que ve en las peculiares condiciones de las civilizaciones precolombinas y de la Cristiandad hispnicael factor decisivo del curso histrico que tomaron las cosas en Amrica desde el arribo de Coln.

    Se sabe que la conquista de Amrica fue uno de los momentosms importantes dentro del proceso de expansin europea que caracteriza los inicios de la Modernidad. Con este nombre, designamos elciclo socio-cultural que se inicia aproximadamente en el siglo XV yllega hasta nuestros das, siendo su signo distintivo el surgimiento dela consciencia burguesa y el predominio de las relaciones sociales capitalistas de produccin y de cambio. La primaca del sujeto y la ideologade la voluntad de dominio en su doble vertiente de voluntad de podery de voluntad de riqueza) tonalizan su textura cultural. Esta Modernidad europea se constituye desde sus orgenes en el juego dialctico deuna relacin bipolar, que implicaba un polo imperial y dominador, porun lado, y una base dependiente y dominada, por el otro. Su culturaera, consiguientemente, una cultura de dominacin basada en la violencia y concebida como una totalidad clausa cuyo motor inmanente erala guerra.8 Aqu Herclito se da la mano con Felipe II, y el Ser deParmnides se baa de sangre.8. Este constituye un rasgo permanente de la cultura oc cidental. La violencia pa tentiza la consistencia oncolgica de los seres. De all que Eromanuel Levinassostenga que, para el pensamiento filosfico, la guerra se presenta como ''laexperiencia pura del ser puro' ' (Totdit et Infini, Mart inus Nijhoff, La Haye,19714 , p. IX). Este mismo autor define a la violencia como consistiendo en"interrumpir la continuidad de las personas, en hacerles jugar roles enlos cuales stas no se re-encuentran ms, en hacerles traicionar, no slocompromisos, sino su propia sustancia, en hacer ejecutar actos orientados

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    La relacin de dominacin colonial se abre con la expansin portuguesa en las costas norte y occidental de frica a comienzos del siglo XV; alcanzando su punto nodal cuando los hombres de cruzadaespaoles ampliaron, junto con el dominio de Castilla sobre las posesiones de ultramar, el reino de Dios sobre el orbe. La simbiosis de loespiritual con lo temporal que caracteriza al ideal de Cristiandad, darsus frutos ms logrados en las colonias espaolas y portuguesas deAmrica. Para ellas, el modo europeo de la fe era la fe, la culturanord-atlnfica fue siempre la cultura y su "logos" el logos . La cruzy las riquezas, las armas espirituales y las temporales, marcharon aunadas en la magna empresa de conquistar y colonizar "ad maiorem gloriamDei". Con sus recursos se alhajaba la nobleza y se alimentaron las primeras usinas de la Civilizacin Moderna. Con sus riquezas se engrandecieron las metrpolis y se financi el Capital europeo. Y esto fuesubestimado tanto por Marx como por Adam Smith.Bajo el mpetu de la aventura renacentista se suceden durante lossiglos XV y XVI los descubrimientos geogrficos y astronmicos. Amrica fue considerada uno ms entre ellos e incorporada, junto con frica, Asia y Oceana (los inicios del "Tercer Mundo", como conjunto depueblos oprimidos, son, por lo tanto, de antigua data), al circuito delfloreciente capital comercial europeo, como proveedora de metales preciosos y de materias primas; constituyendo, as, uno de los principales"contribuyentes" al proceso de acumulacin originaria de capital enEuropa. Amrica se organiz, bsicamente, en funcin de las necesidades de sta y como ayuda estructural al desenvolvimiento de su cultura Moderna. Surgi, con ello, un mercado mundial de mercancasque trastorn la vida econmica y social de los pueblos afectados.Como cultura basada en la violencia de la dominacin, el "logos"euro-occidental expres esta avidez de metales en la denominacin queimpuso a nuestra nacin: Terra Argntea, .de donde proviene el nombrede "Argentina". Lo originario precolombino es velado, desde el primermomento del encuentro con el pensar'.ord-atlntico, en funcin de losintereses de la dominacin. La originalidad de la novedad que siemprefuimos, y que recin ahora estamop-des-cubriendo, fue escamoteada poel "logos" conquistador. La consciencia que arriba a nuestras tierras esconsciencia de Cristiandad y, para colmo, moderna; esto es, fundadasobre el sujeto y orientada por una apodctica voluntad de dominio.Esta voluntad signa todos sus productos culturales, desde la cienciahasta la filosofa; concibiendo a los entes como cosas manipulables asu antojo y, mediata o inmediatamente, destinadas al mercado. -Por su parte, el sistema de Cristiandad hispnica, particularmente

    a destruir toda posibilidad de acto' ' (ibidem).Mientras que Ja violencia condena a un ominoso mutismo, tanto a las personascomo a las culturas (pinsese en el efecto de la violencia conquistadora entantos pueblos aborgenes de nuestra Amrica), la paz, como dice Levinas,acontece como la "aptitud para la palabra" (op. cit . , p. XI). Slo hay paz alidonde cada uno puede articular "su propia palabra".14

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    belicoso por su larga lucha contra los rabes, identificaba el cristianismocon una determinada cultura: la greco-latina heredada y modificada porel genio hispnico. Como resultado de esta identificacin, la Iglesia yla Corona hermanaron, no sin conflictos, sus destinos; y, juntas, se lanzaron a la empresa de conquista y colonizacin. Los hombres que lacondujeron, especialmente en su primer perodo, integraron ms elementos an. Al afn redentor y poltico, agregaron una no despreciablecuota de inters pecuniario. Porque, como deca previsoramente el GranAlmirante, "del oro se hace tesoro, y con l quien lo tiene hace cuantoquiere en el mundo y llega a que echa las nimas al Paraso".9 El servicio a Dios mediante la propagacin de la fe cristiano-romana, y a laCorona expandiendo su podero poltico, se combin convenientementecon la procura de ese metal precioso de virtudes tan prodigiosas como"abrir las puertas del paraso en el cielo y las puertas del mercantilismo capitalista en la tierra".10

    IVFILOSOF A Y CULTURA E N LA CONSCIENCIA COLONIZADA

    Entre sus mltiples recursos, la epocal empresa de Conquista yColonizacin trajo, asimismo, a nuestras tierras, una filosofa que, porsu parte, tambin fue llamada cristiana11 : la segunda escolstica de exportacin que sostena los valores y categora de la Corona y de laIglesia, confundidas, mediante la articulacin filosfico-poltica de unaontologa sacral y autoritaria garante de la dominacin europea, al mismo tiempo que de la obediencia indgena y criolla. Complementariamente, se prohibi o dificult notoriamente la difusin en Amrica deotras corrientes filosficas que presentaban peligrosas aristas crticastales como el utopizante neoplatonismo renacentista, el humanismoerasmiano empapado de espritu moderno y la filosofa poltica de Su-rez nutrida en la tradicin popular de los fueros comunales.La escolstica importada, que responda, como todas las que se9. Ci tado por EDUARDO GALEANO, Las venas abiertas de Am rica Latina,Siglo Veintiuno editores, Mxico, 1971, p.p. 20-21.1 0 . EDUARDO GALEANO, op. c i t , p . 21.1 1 . D e esta continua simbiosis d e lo "esp iritua l' ' como lo "temporal"', de la cultura con la Fe, han brotado equvocos tales como adjudicar a la conquista y colonizacin espaola de Amrica un carcter misional. En cuanto ninguna cultura o institucin temporal puede reivindicar legtimamente para s el ttulo

    de cristiana, mal pudo serlo la Espaa que nos conquist. Lo ms que puedesostenerse es que a nuestras tierras lleg una Espaa de inspiracin cristiana.Esta inspiracin se manifest particularmente en la pastoral episcopal quecritic los desafueros de la opresin. La Cristiandad colonial (como la llamaDuss el) iberoam ericana, perifrica y depe ndien te, tuvo sus profetas en frailescomo Antonio de Montesinos, Pedro de Crdoba y los dominicos del Conventode la Espaola, Bartolom de las Casas y Juan de Zumrraga, Vasco de Qui-roga y Marroqun, Valdivieso y Toribio de Mogrovejo, entre tantos otros.15

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    introdujeron despus, a los intereses metropolitanos, hizo "tabula rasa"de la tradicin cultural autctona y trasplant un sistema categorialemanante de la problemtica espaola. La filosofa arrib a nuestrastierras como un instrumento ms de la Conquista y, por ello, qued,desde sus inicios americanos, hurfana de calor popular y desentendidadel destino de las masas explotadas. Su base de sustentacin fueron laslites debido a que a ellas serva. Su historia se confunde, pues, con lade la dependencia americana.A partir del siglo XVIII, el impacto del pensamiento moderno sehizo sentir tambin en nuestra Amrica, especialmente mediante la filosofa de la Ilustracin, en sus tres vertientes: la alemana, la francesa yla inglesa. Este impacto fue acusado fundamentalmente por las litescriollas necesitadas de un instrumental conceptual que viabilizase suscrecientes anhelos independentistas. La Espaa de los Borbones sehace eco del espritu "ilustrado" y transmite a nuestras tierras por diversas mediaciones, junto con la polmica anti-escolstica de los modernos, las nuevas inquietudes cientficas de la poca. Portadores destas fueron, entre otros, las expediciones del Barn Alexander vonHumboldt a Nueva Espaa y Nueva Granada, as como la de la Academia de Pars y otros ilustres viajeros deseosos de conocer la verdadera naturaleza ecolgica y humana del Nuevo Mundo12. Estos aportesestimularon la consciencia de la peculiaridad americana en lo ecolgico y cultural.

    Por su parte, la poltica econmica y administrativa liberalizantede Carlos III sirvi de intermediaria a las teoras de la Enciclopedia.En sta, confluyen la filosofa poltica de Locke y el sensismo de Con-dillac, la filosofa jurdica de Montesquieu y Rousseau. A travs de estasdoctrinas (asimiladas en Espaa por hombres tan dismiles como Cam-pomanes, Cabans, Jovellanos y el P. Feijoo), el espritu moderno hacesentir su influencia a nivel terico entre nosotros y gana el gusto de laslites cultivadas criollas, particularmente de su juventud y de los quetranscurran parte de su tiempo en Europa, que encuentran en ellas losmedios terico-cientficos de afirmar la especificidad "poltico-social"de lo americano. Nuestra burguesa comercial sustent, as, una "ideologa democratizante" que orient su planteo de la cuestin nacional12. Refirindose a Humboldt, Simn Bolvar deca que "ha hecho ms bienes a la,Amrica que todos sus conquistadores" (ci tado por LEOPOLDO ZEA, Laesencia de lo americano, Pleamar, Buenos Aires, 1971, p. 107). Este juicio sehalla ampliamente justificado en razn del aporte hecho por Humboldt al mayorconocimiento de las ricas posibilidades naturales y humanas yacentes en nues

    tras tierras. Su presencia anima las inquietudes e investigaciones de los cient-fioos criollos; los mismos que, no mucho tiempo despus, ofrendarn sus vidasen la gesta independentsta. De los miembros que participaron en la expedicin botnica a Nueva Granada saldrn poco despus varios de los lderes delas luchas por la Independencia de Colombia. Acompaado por el botnicofrancs Amadeo Bompland, Humboldt se embarc para Amrica, aceptandouna invitacin de Garlos IV, y contribuy con su ciencia a confirmar en la intelectualidad criolla su sentimiento de vala e independencia.16

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    segn el imn de sus beneficios particulares. Su lucha contra la burocracia peninsular aspir, exclusivamente, a un mero "cambio de guardia" dentro de la relacin de dependencia. De all sus planteos "formales" absolutamente divorciados de la realidad americana, tal comosta era vivida por sus pueblos. Su preocupacin por instrumentar yanestesiar la consciencia de las masas los nev, luego de lograda laindependencia del "yugo realista", a la sutil labor de pergear "constituciones"; labor que termin por convertirse en un ejercicio literariocuotidiano al servicio de la dominacin.

    Obtenida la Independencia poltica de nuestras incipientes naciones,jas lites criollas, transformadas decididamente en oligarquas, se apresuraron a restaurar, sobre bases ms apropiadas a sus intereses, el pactocolonial con otras metrpolis europeas. Se inicia, as, el perodo de lahegemona anglo-francesa con dominio ingls en la Amrica indo-ibrica.Esta se desvertebra en veinte republiquetas al servicio de un mismo Seor, y la oligarqua se hace cargo, no sin cruentos genocidios de pormedio, en calidad de subopresora, de la conduccin de nuestros pasesy de la domesticacin de nuestra cultura. De este modo, mientras Francia le proporciona el modelo "espiritual", el mundo anglosajn le provee, mistificada e ilusoriamente, el cientfico-tcnico. Concomitantemen-te , se genera como proyecto social de la dominacin jia ideloga liberal-ilustrada que suplanta a la de la Cristiandad. Durante cierto tiempo, los resabios de sta sustentados por intereses seoriales arcaicosluchan contra aqulla, a travs del conflicto entre "conservadores" y"liberales", que termina por convertirse en un movimiento de pinzas alservicio del "statu quo" (en la Argentina, por ejemplo, se dio el casode la existencia de "conservadores liberales" y "conservadores tradicio-nalistas e hispanistas"; su comn denominador era su asco ontolgicoa la "negrada").

    La ideologa liberal-ilustrada obtendr su mxima concrecin socio-cultural con la siniestra dicotoma entre "civilizacin" y "barbarie". Lavoluntad de dominio se concreta, en esta nueva etapa de carcter por-tuario-fenicio, en un anhelo arribista de "tener" y "ser-como". Frentea ella, se levanta indomable, en una nueva fase de su lucha, la voluntadirrefrenable de ser que aguijonea a nuestras masas populares en el cursode su sufrida resistencia. Al ser derrotadas polticamente, stas se repliegan y cultivan en su intimidad los valores tpicos del genio nativo.Se produce, as, una dualidad cultural,que es fiel reflejo del desgarramiento social de nuestras nacionalidades. Por un lado, las ciases semi-cultas fascinadas por el oropel de la civilizacin metropolitana que proponen como ideal a alcanzar; por el otro, la cultura ancestral de lasmasas, fiel a su ontolgica novedad histrica, conserva en su memoriaepocal su estilo de vida nutrido por valores y smbolos afirmados sobreuna comunidad de origen. Cultura expresada en usos y costumbres entraables que la dominacin nunca podr comprender. El pueblo defiende su especificidad, afirmando lo que Ricoeur denomina el "ncleo

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    tico-mtico" constituido por las instituciones tradicionales, las imgenesy los smbolos que integran "la representacin fundamental" del mismo.Estas imgenes y smbolos son parte esencial de "lo que podra llamarseel sueo despierto de un grupo histrico" 13. Sueo que alentaba laesperanza de tiempos mejores que llegaran, como lo dice Hernndezen el "Martn Fierro", cuando "venga algn criollo / en esta tierra amandar".En el aspecto mimtico de nuestra realidad cultural (aspecto queconlleva un "logos" encubridor o "grito de tero", con el cual la oligarqua protege sus "nidos", es decir, sus intereses), los ecos tardos de lascorrientes filosficas de moda se suceden con implacable regularidad.Bajo la designacin genrica de "Romanticismo" se agrupan, porrengueante orden de aparicin, la filosofa de la "Ideologa" que, a lazaga de Cabanis, Condillac y Destutt de Tracy, es representada en elestuario del Plata por Juan Crisstomo Lafinur, Juan Manuel Fernndez de Agero y Diego Alcorta; la filosofa del "common sense"; elespiritualismo, ms eclctico que cristiano, a lo Vctor Cousin, Jouffroyo Lerminier, que influy en hombres como Pinero y Alberdi (sobre todo, en su primer perodo); el tradicionalismo pre-positivista de los franceses Luis de Bonald, Jos de Maistre y Roberto de Lamennais, ascomo del espaol Donoso Corts, de rpida adopcin por sectores homnimos, principalmente de la Argentina mediterrnea; y la expresinpanentesta del idealismo alemn transmitida por Krause a Espaa yAmrica, as como espordicos brotes de socialismo utpico y de anarquismo, el cual recin a fines de siglo adquirir estructura ideolgicaorgnica en nuestra vida nacional- Estas corrientes, como algunas de lasque vendrn despus, alimentan, a veces, simultneamente a sectoresantagnicos, en el orden poltico y social, de nuestra intelligensia. Pruebade las singulares transmutaciones que sufren en nuestras tierras las doctrinas importadas.

    Con la consolidacin socio-poltica de la burguesa comercial y financiera dependiente en la Amrica indo-ibrica, se despert en nuestros "intelectuales" el fervor por un complejo doctrinal que, bajo la jidadel pensamiento positivista, agrup tendencias materialistas, evolucionistas, etc. La frmula mgica que se import para la resolucin de problemas que comprendan mbitos tan dismiles como el religioso y elsocial, pasando por la ciencia y la filosofa, fue el numinoso conceptospenceriano de evolucin. Por su parte, el "normalismo" pedaggico yla filosofa social, enajenados en sus correspondientes "modelos" franceses e ingleses, produjeron graves distorsiones en la educacin y lapoltica de los pases culturalmente colonizados. La axiologa del "ser-com o" se reforz en la consciencia, no slo de las lites extranjerizantes,sino tambin en ciertos sectores de las nacientes capas medias, particularmente en los docentes y las profesiones "liberales". As se dio elcaso de que, en la Argentina, hombres como Sarmiento nos alentaban13. PAUL RICOEUR, Histoire et vrit, Seuil, Pars, 1964, p. 282.18

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    a adoptar el modelo yanqui como ideal de desarrollo socio-cultural. Ese,y no otro, es el sentido de su frase: "Seamos los Estados Unidos de laAmrica del Sur".Ya a fines del siglo pasado, con el crecimiento del aporte inmigratorio a los centros urb:mos, hacen acto de presencia el anarcosindicalismo y el socialismo reformista de la II Internacional. Estas corrientes,si bien tratan de interpretar y expresar los intereses de una incipienteclase obrera y de una pequea burguesa sin arraigo nacional, asimilanacrticamente la "tradicin" liberal-cipaya y, con ello, enajenan sus posibilidades de comprender el pas real. De este modo; en la lnea "mar-xista", el socialismo amarillo y el comunismo stalinista de espaldas a larealidad nacional, representan un marxismo de cuarta categora reducido a anmicas frmulas de manual, cuya exgesis sagrada estaba reservada a los "iluminados" de los centros internacionales de la Revolucin.A comienzos de siglo, asimismo, dentro del campo positivista, queintuye oscuramente la orfandad popular e intelectual en que se desarrolla debido a los cambios estructurales que ocurran en nuestros modossociales dependientes, se opera un movimiento de cuestionamiento y crtica interna (en notable paralelismo con la tendencia similar ocurrida enEuropa), que, aunado con el magisterio universitario de pensadoresvidos, si no de raigambre originaria, s de conferir rigor a la investigacin y de renovar la vida universitaria (nos estamos refiriendo a la llamada generacin de los "fundadores", que comprenda hombres de inquietudes socio-polticas tan diferentes como podan serlo un AlejandroKorn en la Argentina o un Jos Vasconcelos en Mxico), recepta nuevas orientaciones de la filosofa nordatlntica (Boutroux, Croce, etc.)que poseen el comn denominador de su rechazo del positivismo mediante un intuicionismo y un vitalismo dinamicistas.Compartiendo esta actitud antipositivista, el pensamiento catlicoargentino acude a autores europeos renovadores de la filosofa tradicional, tales como Balmes, el Cardenal Mercier, los representantes dela neo-escolstica italiana y, luego, concomitantemente a los intentos dearticular una doctrina de "Nueva Cristiandad", el tomismo francs deSertillanges, Garrigou-Lagrange. Maritain y Gilson. En el pensamientopoltico, acta asimismo la influencia de la singular simbiosis de tradicionalismo y positivismo que constituye la estructura ideolgica de la"Action Frangaise". Esta influencia, junto con la actitud anti-raciona-lista heredada del tradicionalismo francs, corre aparejada con una visin pesimista del mundo moderno (resultado de una experiencia histrica absolutamente ajena a nosotros: el trauma producido por la Revolucin Francesa en los diversos sectores polticos, religiosos, ideolgicos afectos al antiguo Rgimen, y su correspondiente reaccin, noslo contra ella, sino tambin contra todo el proceso que la engendr),visin cargada de siniestros presagios sobre el sentido y futuro de laevolucin de una sociedad profanizada (la europea, por supuesto). DeMaistre reaparece de la mano con Maurras, bajo la discreta vigilanciade Mussolini. Tambin para esta corriente, Europa y siempre Europa19

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    constituye el parmetro cultural y el objeto obligado de toda reflexin"seria" en estas, nuestras perifricas latitudes. Lo nico que vara es lainterpretacin. No es cierto que seamos modernos. Ahora se nos considera Occidentales (greco-latinos) y Cristianos. Las dos vertientes en lasque fluye el pensamiento catlico de la poca: la totali taria y la demo-crt ico-personal is ta , se nutren de idnt icas inquietudes : las metropol i tanas . As, la guerra civil espaola y la actitud ante el fascismo y la ocupacin alemana de Francia d ividen a la intelligentsia catlica arge nt inade ese entonces.En la mencionada reaccin antipositivista de los "fundadores", hallamos, tambin, la presencia del neokantismo, del irracionalismo vita-lista e, influyendo a diestra y siniestra (esto es, en la "derecha" y enla "izquierda" , pasando por el "centro") , la figura de Bergson, transformado en el gran mentor de la poca.

    Por mediacin de estas orientaciones, y luego de una cierta insti-tucionalizacin del quehacer filosfico, se inicia hacia la dcada delcuare nta, la "norm alidad fi losfica" postulada por F . R om ero . Estadeba consistir en el perfeccionamiento de las diversas tareas formalesque constituyen la labor filosfica, de acuerdo a criterios de rigor y seriedad provistos por la filosofa europea. Con ello, estaramos ya "a laalt ur a de Eu ro pa ". Se l leg a creer qu e casi ram os euro peos . Manejbamos sus idiomas, emulbamos sus ctedras , uti l izbamos su bibliografa, investigbamos sus fuentes con adecuado aparato erudito, nosapoybamos en las diversas variantes de su "visin del mundo" (axiolo-ga, fenomenologa existencial y ontolgica, materialismo dialctico, his-toricismo dil thyano u orteguiano, etc.) , importbamos sus problemas ycopibamos sus soluciones. Con un poquito de suerte , podramos lograr que nuestro disfraz fuese perfecto y pasar por distinguidos ciudadanos del mundo (del mundo metropoli tano, claro est). Si hasta elacento vernculo habamos perdido. Cmo poda ser de otro modo, sinos habamos educado en francs, ingls o alemn; si los catlogos delas libreras y editoriales de Paris, Frankfurt o Londres casi no poseansecretos para nuestros curiosos espritus? Acaso no es eso cultura; noconsiste en eso hacer filosofa? Qu ms podan exigirnos para darnoscarta de ciudadana en la prestigiosa "Repblica metropoli tana de Filosofa y Humanidades"?

    Despus de la segunda guerra mundial , se af ianza la hegemona norteamericana en nuestra Amrica, con su tecnocratismo y sus regulaciones de mercado. Los productos filosficos son adaptados al consumode las masas. No son ya meras doctrinas las que importamos, sino, conellas, modas, poses , temas de conversacin para los fines de semana,etc. As llega el existencialismo, y ganan adeptos los diferentes tiposde "Esplritualismo", desde el cristiano hasta los orientalistas (incentivados por giras de conferencias que promueven la venta de las obrasde los invitados a darlas).A pesar de la decadencia de la poderosa influencia que la filosofaalemana alcanz en la Amrica indo-ibrica entre las dos guerras (coincidente con el auge poltico y econmico germano de aquella poca),2

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    sus autores, particularmente Heidegger en la Argentina, no dejan de hacer sentir su voz hista nuestros das. Por otra parte, en este perodose suman nuevas problemticas a las ya mencionadas. La filosofa analtica y del lenguaje, el empirismo lgico, el neopositivismo, la epistemologa gentica y la ltima gran luminaria: el estructuralismo, seducen,merced al impacto de la "planetarizacin" del complejo cientfico-tecnolgico conducida por la mencionada hegemona angloamericana, a numerosas inteligencias jvenes deseosas de ganar rigor conceptual, precisin metodolgica y, con penosa frecuencia, descomprometida universalidad. El desarrollismo tecnocratizante y el eficientismo son las expresiones ms corrientes, en el campo socio-poltico, del creciente cientificismo dependiente brotado de las bases estructurales de la dominacin.Unido a todo lo dicho, asistimos a la generalizacin del fenmenosiguiente: una cantidad creciente de "temas filosficos" se estn transformando por obra del "masaje" de los "medios de comunicacin demasas" (particularmente, por va de la literatura, las publicaciones peridicas, el cine y algunos programas televisivos) en productos culturales destinados al consumo en serie. Esto ha ocurrido, especialmente,con ciertas corrientes del marxismo, del sicoanlisis y del estructuralism o. Con ello, el pensamiento reducido a mercanca y equiparado a usostan equvocos como el de la msica funcional, es sometido a las inexorables leyes del mercado y evaluado exclusivamente por su lucratividad.De este modo, el pensador es convertido, por fuerza o por grado, a lacondicin de un trabajador productivo; pero, como precisa Marx,

    "no en cuanto produce ideas, sino en cuanto enriquece al librero que e edita sus escritos; o sea, dicho de otra manera, encuanto es el asalariado de un capitalista"14 .Sera errneo deducir de lo dicho que nosotros negamos la existencia de toda reflexin, surgida en nuestras tierras, sobre la originalidad americana. Por cierto que, como ya lo indicramos ms arriba,la hubo, aunque desarrollada mediante un aparato conceptual que, enocasiones, impidi ms que posibilit la explicitacin de nuestra peculiaridad histrico-social.En el siglo XVIII, por ejemplo, el padre .Domingo Muriel se preocupaba por adecuar las categoras del derecho europeo a los peculiaresmodos de posesin y dominio de los bienes, existentes entre los indiosamericanos. Como subraya Alberto Caturelli:"Muriel se ve obligado a este replanteo jurdico por el hechoinsoslayable de encontrarse en una circunstancia nueva. Es decir, que esta novedad (de Amrica, O. A.) ha comenzado a hacerse cada vez msproblemtica .1514 . KAHL MARX, Theorien ber den Mehrwert, en Marx-Engels-Werke, t . 26.1,Dietz Verlag, Berln, 1971, p. 128.1 5 . ALBERTO CATURELLI, Presente y futuro de la Filosofa en lo Argentino,U. N. C , Crdoba, 1972 p. 4 1 . En esta obra, se presenta una resea somera d elos temas principales de Muriel y Perams.

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    Luego del intento efectuado en la misma poca, por el padre JosManuel Perams de comparar las reducciones guaranes con la "Repblica" de Platn y de evaluar las posibilidades histricas de aqullas,nos encontramos, en el siglo pasado, con las exigencias alberdianas deelaborar un filosofar "prctico", penetrado de "las necesidades sociales, morales e inteligentes de nuestro pas". Con ello, se constituira ennuestra vida cultural una "filosofa nacional" urgida por la necesidadde aprehender el "genio americano". Como seala con justeza J. C.Scannone, estos anhelos implicaban, al mismo tiempo que la mantencin de los marcos tercos de nuestra dependencia intelectual (al sostener Alberdi que a Amrica le corresponda practicar lo que Europapensaba), "la conviccin de que, dada la situacin de Amrica, en gestacin hacia el futuro, el pensar americano deba ser original y no podadejar de ser practicante". i e .

    Ya en nuestro siglo, don Sal Taborda postula una filosofa yuna pedagoga fundadas en el espritu popular del comunalismo federalista y expresivas del "genio nativo"; viendo en lo "facndico" el "sesgo de nuestro sentido histrico". Y actualmente asistimos a un renacer(aunque no sin impugnaciones de diverso tipo) crtico de la problemtica americana en el seno de nuestras comunidades filosficas. La filosofa se interroga a s misma-sobre el rol que debe jugar en el proceso-histrico de nuestros pueblos^7)6 . ; JUAN CARLOS SCANNONE, Hac ia vna dialctica de la liberacin , env Stromata, ao XXVII, Enero-marzo 1971, n 1, p. 23.1 7 . Entre los principales sostenedores de la necesidad de este replanteo critico dela funcin de la filosofa en el proceso histrico-social de nuestros pueblos,."" pod em os m encionar las siguientes obra s y artculo s:AUGUSTO SALAZAR BONDY, Existe una filosofa de nuestra Amrica?,.Siglo Veintiuno editores, Mxico, 1968; ENRIQUE DUSSEL, Cultura, cultura latinoamericana y culturo nacional'',en Cuyo, Mendoza, IV, 1968;''Metafsica\dd sujeto y liberacin', en II Congreso Nacional de Filosofa. Temas de Filosofa Contempornea, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 197 1, p.p .27-32; Para una fundam entacin dialctica de la liberacin latinoamericana'',.

    en Stromata, Enero-jumo de 1972, n 1-2, pp. 53-89; La dialctica hegeliana.Supuestos y superacin o del inicio originario del filosofar, Ed. Ser y Tiempo,Mendoza, 1972; P ara una tica de la liberacin latinoamericana, obra en cursode publicacin, cuya primera redaccin hemos podido apreciar gracias a la gentileza del autor; asimismo sus trabajos teolgicos sobre la situacin latinoamericana: Crisis de la Iglesia latinoamerican a y situacin del pensador cristianoen Argentina , Stromata, Julio-diciembre de 1970, n' 3-4, pp. 277-330. Sentido teolgico de lo acontecido desde 1962 en Amrica Latina , Nuevo Mund o,.San Antonio de P adua (Pcia. de B uenos Aires), T . j , Julio-diciembre de 1971,n' 2, pp. 187-204; Caminos de liberacin latinoamericana,Latinoamrica libros,Buenos Aires, 1972.JUAN CARLOS SCANNONE, ''Hacia una dialctica de la liberacin , loe. cit.;La liberacin latinoameriemma. O ntdoga del proceso autnticamente liberador, Stromata, Enero-junio de 1972, n0 1-2, pp. 107-150.Sobre la problemtica americana, se cuentan, en una linea ms tradicional,,las obras de : ALBERTO CATURELLI , Amrica bifronte, Troquel, Buenos Aires, 1961; La filosofa en la Argentina actual, II Congreso Nacional de Filosofa, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1971; Presente y futuro de la filosofaen la Argentina, op. cit.; E. MAYZ VALLENILLA, El problema de Amrica,,

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    VCREATIVIDAD Y ENAJENACIN

    Los tres perodos en que hemos dividido la historia de la filosofaen la Amrica indo-hispnica, esto es, el de la hegemona espaola, elde la anglo-francesa y el de la norteamericana, nos han mostrado unacontinuidad socio-cultural dada por la voluntad de dominio que orientaal ciclo de la Modernidad. En cada uno de dichos perodos, la filosofa,en sus grandes lneas, se ha comportado como consciencia enajenada yenajenante; "logos" encubridor al servicio de los intereses y motivaciones de la dominacin. La empresa de conquista y sometimiento import sus correspondientes armas intelectuales. Junto con las carabelas ylos arcabuces, los caballos y las bacterias, los conquistadores trajeron,tambin, la "cultura".

    No ha existido una filosofa de nuestra Amrica, originada en overtida sobre su peculiar problemtica socio-existencial. Su "historia"se reduce, como ya lo indicara Salazar Bondy, a la del "paso por" nuestras naciones de las corrientes filosficas euro-occidentales ms o menosadaptadas a las condiciones locales con miras a su aplicacin prctica."La filosofa sirvi para operar sobre la realidad (americana)y adquiri de ella sus marcas reales, pero la realidad fue comprendida segn la filosofa producida en Europa, como el mundo de Dios y el Rey, como una repblica a la europea, comoun orden del espritu en que Amrica tena un lugar secundario . . . efe. Hubo pues una adopcin de una imagen del mundo, con el doble valor que tiene este trmino, de asuncin dealgo extrao y de modificacin de su status o condicin en larealidad".lf>As se explican las variaciones de octava, los cambios de registros doctrinales y aun las ejecuciones "de odo" respecto de las versiones originales, operadas en nuestras subculturas.Como conclusin primera de la de-struccin emprendida podemosafirmar que en la Amrica indo-ibrica no ha existido una tradicin filosfica autctona, que rena los caracteres de propiedad, originariedady originalidad, esto es, que nos pertenezca como expresin de nuestrasnecesidades especficas, que hunda sus races en nuestro origen y quehaya aportado nuevos enfoques o ideas al acerbo cultural de la humanidad, partiendo de nuestras especiales problemticas tericas. La his-'toria de la filosofa fue la de un reflejo, de un eco, de una importaciny de una mimesis de imgenes del mundo acuadas por el pensar nord-

    Caracas , 1959. LEOPOLDO ZEA, Amrica como conciencia, Mxico, 1953;Amrica en la historia, Rvista de Occidente, Madrid, 1970; El pensamientolatinoamericano, Promaca, Mxico, 1965; Amrica Latina y el mundo, Eudeba ,Buenos Aires, 1965; La esencia de lo americano, op. cit.18. AUGUSTO SALAZAR BONDY, op. cit. , p. 39.23

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    atlntico al servicio de la dominacin. Se enarbolaron "ismos" y se agitaron sus correspondientes "anti-ismos", con los cuales se domesticabanuestra consciencia. Esto gener, particularmente en la Argentina, unaactitud espiritual que puede con toda propiedad ser llamada "portuaria": de espaldas al pas y con los ojos clavados en las luces metropolitanas. Nuestras lites semi-cultas actuaron como agentes de bolsa en lacultura de la dominacin, obstaculizando permanentemente la comprensin de la real situacin histrica de nuestras comunidades y colaborando eficazmente en el afianzamiento de nuestra dependencia socio-cultural. Con su especial mimetismo domesticador, nos han definido comooccidentales, latinos, modernos, democrticos, etc.; aludiendo, siempre, acosas diferentes de las que, en realidad, vivamos. Han trasplantadoproyectos histricos de otros pueblos y asumido intereses que no sonlos nuestros. Con ello, han contribuido a mantenernos como objetospasivos de una historia ajena en lugar de ayudarnos a convertirnos enagentes de la propia.

    Constituyendo la dependencia estructural un factor permanente en-nuestra historia, la dominacin ejercida ha podido actuar a travs demltiples mediaciones. Su resultado fue siempre el mismo: la consolidacin de una sociedad escindida, marginal a la historia; con pautas-inautnticas, por im-propias, de conducta, y una cultura domesticadoraextraa al destino de los hombres que la sustentan. Esta obra "cultural"'tuvo como objeto anestesiar las consciencias de nuestros pueblos,para que ejecuten en forma sumisa y resignada los proyectos de ladominacin. Con ella, se procur inculcar el conformismo e introyectarlas representaciones enajenadas de la opresin. Al recibir co m arespuesta la indiferencia y el mutismo, la intelligentsia "subopre-sora" no vio en esta actitud ms que lo que sus anteojeras le permitan:inmadurez, imperfeccin, primitivismo. Se ensayaron mil explicacionesy obtuvieron una nica respuesta: el desprecio y la indiferencia de lasmasas. All moran sin eco las crispadas gesticulaciones de un filosofarenajenado y enajenante; el cual adjudica su radical infecundidad a lamaligna o roma hostilidad de un medio supuestamente impermeable a lasdelicadas insinuaciones del "espritu".

    Hacer filosofa, en esta "tierra extraa" y semibrbara, consista enrepetir continua y esforzadamente los tpicos de la dominacin. Cuando la moda europea (diramos, parafraseando a Sartre) gritaba: "Positivismo ", aqu se repeta jubilosamente: ". . .ismo". Cuando la voz deorden m etropolitana impona: "Tomismo ", aqu se contestaba sumisamente: ". . .ismo". Cuando las ondas hertzianas y el celuloide transmitan: "Existencialismo ", nuestros receptores cantaban sordamente:" . . . i s m o " .Nuestro persistente filosofar se nutra incesantemente de estos "ismos" (con sus correspondientes "anti-ismos") tardos que inmantabanlas sensitivas inteligencias de nuestras "lites" y dejaban impvidos a losrudos espritus de nuestras masas. Pensar era pensar como europeos.24

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    Su "logos" era El "Logos"; su cultura, La Cultura. A nosotros no noscorresponda ms que el dudoso legado de una "herencia sin beneficiode inventario". De all que durante siglos no se haya constituido unafilosofa "indo-ibrica", es decir, una filosofa que piense nuestra peculiaridad desde nuestra situacin marginal y dependiente, que enfrente a la "totalidad totalizada" de la dominacin partiendo de la "exter ior idad" 1 9 quebrada y escindida de un mundo oprimido.Al formar parte de una sociedad dependiente, nuestra labor filosfica acrtica y desarraigada fue igualmente dependiente. El rasgo deno-integracin y escisin tpico de nuestra estructuracin social perifrica se manifest en la falta de vigor de nuestro pensar colonizado yen el abismo que separa a nuestras clases "cultas" de las masas expoliadas por la dominacin. Al pretender vivir con patrones culturales importados se acab en la frustracin, la esterilidad y el aislamiento.

    Un filosofar fecundo y grvido de historia debe, en cambio, elucidar los caminos que lo conduzcan al corazn palpitante de las masasy lo hagan capaz de expresar conceptualmente sus sstoles y distolesem oti vo-motcres.Redefiniendo los trminos de la conocida expresin kantiana, podramos decir que la intuicin de los pueblos sin la mediacin del concepto es ciega, mientras que las frmulas conceptuales sin los contenidos;intuitivos de los verdaderos agentes de la historia resultan siempre inevitablemente vacas.Por ello, no dudamos en afirmar que al pensar situado histricamente en nuestro concreto aqu y ahora no le quedan ms que dos funciones sociales posibles:a) consolidar el statu quo ocu ltando nue stra originarieda d m ediante maniobras distractivas orquestadas sobre problemticas exgenas (v. gr. , la angustia, la nusea, el "internacionalism o " de la lucha "proletaria", la defensa del Occidente cristiano, etc.) ob) develar sub-versivamente lo cuidadosamente ocultado por la dominacin, a travs de un "logos" (palabra que da sentido) de-velador que detecte los rasgos de la opresin y saque a luz lascausas profundas de nuestra dependencia socio-cultural.Si hablamos aqu de "sub-versin", lo hacemos en el sentido etimolgico del trmino; el cul viene del latino 'subvertere' , esto es, poner arriba y a la luz lo que se halla oculto debajo. Por ello, un pensarsub-versivo es el que asume la riesgosa tarea de reflexionar "desde abaj o" , desde el polo del oprimido y de la periferia, exoyectando las ca

    tegoras de la dominacin y develando sus contradicciones estructurales. Su carcter "subversivo" consistir, por lo tanto, en sacar a luz loscondicionamientos estructurales de una cultura enajenada por la domi-19 . Las categoras encomilladas han sido tomadas de la ya mencionada obra deEmmanuel Levinas; teniendo en cuenta los trabajos de E. Dussel y de J. C.Scannone donde ellas se hallan creativamente asimiladas.

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    nacin y en sealar las vas posibles para que emerja la radical novedadde nuestro ser histrico-social. A los "valores" de la opresin se debenoponer los anti-valores de la liberacin; a las normas de la dominacin,las contranormas del pensar negativo; a los cnones de la cultura vigente , los anti-cnones de la creatividad popular.2 0 Slo mediante esta innovacin sub-versiva, podr el quehacer filosfico salir de la lucrativaasepsia acadmica v articularse eficazmente con el ritmo de la historia.Constituyndose como autoconsciencia de las posibilidades reales deuna existencia lanzada al riesgo del futuro, la filosofa se capacita paraser principio racional de una mutacin revolucionaria en nuestro tiempo. Recapitulando en s la herencia de los ideales de la Ilustracin puede, como fanal de conscienciacrtica de la realidad vista como totalidadabierta en movimiento, esclarecer el sentido fundante y delimitante deuna comunidad sometida a la opresin y al despojo, despejando, a partirde la comprometida praxis histrica de las masas empeadas en el proceso liberador, inditos horizontes de grandeza para un hombre nuevoen un mundo nuevo. Si, como creemos, lo que impide su emergenciahistrica es la im-propiedad de un existir dependiente y epigonal, la filosofa lograra su propia autenticidad en la medida en que se haga capaz de pro-ferir un "logos" crtico-liberador susceptible de coadyuvar alproceso superador de la dependencia.Terminamos como principiamos. Reafirmando nuestra conviccinde que en la Amrica indo-ibrica todo impone la necesidad de lo Nuevo; tarea nuestra ?s hacerlo posible. Prximo se encuentra el momentoen que la historia se har transparente a s misma, mostrando su verdadero agente pro-ductor. Entonces, tambin nuestro filosofar habr perdido su carcter episdico y escindido de la vida de su pueblo; entonces habr llegado la hora de su ms fecunda creatividad. Dejaremos,como lo dijimos antes, de ser objetos pasivos de una historia en-aje-nada, para convertirnos en actores de la propia. Nuestra conscienciaperder su actual condicin lunar (reflejo de luces extraas), de enmascaramiento ideolgico, y adquirir dominio de s, de su capacidad creadora y estructuradera de mundos posibles. De la percepcin ahondadade nuestra menesterosidad podr brotar la de nuestro ser-que-todava-no-es.

    2 0 . Cfr. las contiaposiciones similares enumeradas por ORLANDO FALS BORDAen su obra: Las revoluciones inconclusas en Amrica Latina (1809-1968), SigloVeintiuno, Mxico, 19702 , p. 15; de las cuales nos hemos apartado en la determinacin de los contenidos por considerar insuficiente la realizada por elmencionado autor.26

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    PRESUPUESTOS POLTICOS DE UNA FILOSOFALATINOAMERICANA notas sueltas Hugo AssmannSantiago de Chile

    Resulta conveniente y honesto introducir estas notas, por lo demspoco filosficas en el sentido tradicional, con una breve confesin decorte personal. Su finalidad obvia es la de quitarle toda presuncina lo sintetizado en estas pginas.La observacin introductoria de carcter personal se refiere a miitinerario de progresivo alejamiento de lo que fue una pasin de losaos juveniles: el silencio exttico, poblado de tautologas circulares,de la filosofa de Heidegger- Sucediendo al inevitable derrumbe de laspresunciones del neo-tomismo, identificado en su funcin poltica deolla de Tecocinaje del socialcristianismo, las promesas de histoncizaciondel pensamiento heideggeriano fueron para m, al igual de lo vividonotoriamente por muchos, una frustracin fecunda.Frustracin, porque la historicidad prometida culminaba en lainaceptable postura ahistrica de xtasis evasionista ante el abismo delser. En el contexto del pensamiento liberal, eso representa, en mi entender, el refinamiento de la colonizacin -cultural extrema, que pretendeocultar su intrasistemicidad aceptada, a travs de la celebracin de ladesgustada impotencia histrica. El sobresalto frente a lo indefinibledel ser es de hecho el salto hacia la indefinicin en el terreno de lahistoria, es la carne verbal de la presuncin de apoliticidad, polticamente tan provechosa a la mantencin del statu quo. Como adornocompensatorio, no queda eliminada sino, por el contrario, ensanchadacasi ad infinitum la fraseologa sobre la palabra imposible y el ritualde sobresaltos de la reduccin al silencio. Lo admirativo del silencioes de hecho la admiracin inconfesada de lo que "hay", velada enestriles denuncias que no contienen la menor intencin de interveniractivamente en la historia denunciada.

    Fecunda, porque como promesa de la historicidad esa filosofaimplicaba, hasta cierto punto, ella misma la exigencia de ser "desfilosofada". Las diversas teologas variadas en la forma, pero idnticasen su esencia ideolgica que entroncaban ms o menos espontneamente con el pensamiento heideggeriano, exigan por igual ser "desteologizadas". Un mnimo esfuerzo en esta lnea fue suficiente paradescubrir la necesidad de serios captulos sociolgicos sobre el cauti-27

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    verio intrasistmico: sociologa de las ideologas filosficas, teolgicas,exegticas, etc., con tanteos de sospecha respecto a la ubicacin socialde las formas cautivas de pensamiento.La simulacin de marxismo de la "Escuela de Frankfurt", y nuevamente las teologas seudopolticas compaginables con esa simulacin,fueron el eslabn siguiente. Semejante migracin a travs de los universos fantasmales del ocultamiento de la realidad, slo poda desembocar en el esfuerzo de desocultar lo ocultado. Lo ocultado, as parece,no es solamente la acumulacin, primitiva y constante, de capital conbase en la plusvala material, sino tambin el necesario complementode esa acumulacin, con base en la plusvala ideolgica, sin la cualquedara incompleto el fetichismo e imposible la reproduccin del sistema capitalista. Una postura decididamente marxista? Sin duda, contal que ella sepa resistirse a la perversin escolstica del marxismo, esanueva pantalla ocultadora de la densidad epistemolgica de la praxisliberadora de nuestros pueblos, esa amenaza constante de incapacitacinfrente a lo propio y caracterstico de las luchas de Nuestra Amrica.1. La tesis de fondoLa tarea de descolonizacin de nuestra cultura tiene tantos aspectos que resulta difcil deslindar un terreno especfico y propio de la

    filosofa. Eso se evidencia tanto ms, cuando se admite que comolo afirmaba Marx su nica "Aufhebung", en el sentido de preservacin, pasa a travs de su "Aufhebung", en el sentido del disolverseen la accin; su emergencia verdadera pasa por la inmersin en lapraxis. Por eso, ya que la praxis el lugar de su inmersin para poderemerger engloba todas las dimensiones de la accin histrica, la filosofa, entendida as, no slo se ve obligada a bajar de la serenidadjams perturbada de sus categoras al terreno de lo provisorio, de loinacabado, e incluso al nivel estratgico-tctico de la lucha, sino ha deser algo ms que simple referencia crtica negativa, porque la accinexige tambin el empuje positivo de la reflexin crtica- El deslinde,por lo tanto, no solamente resulta difcil en el seno de lo que podramosllamar el proceso de revolucionamiento de nuestra cultura dependiente,como dimensin fundamental de nuestra liberacin; la dificultad deldeslinde de un terreno especficamente filosfico deriva igualmente dela interrelacin de todo lo que implica la revolucin. Como es notorio,la discusin poltica la. nica aceptable, a nuestro entender sobre la"prctica terica", que est en el orden del da, fue desenmascarandola sutileza de nuevas formas de idealismo.Una tesis de fondo atraviesa las breves observaciones que se hacenaqu, y es la siguiente: toda tarea de desbloqueo de la dominacinculturalmente internalizada tiene que asumir, como punto de partida,el carcter indisoluble del vnculo existente entre el proceso ideolgicoy el proceso poltico en el funcionamiento de la conciencia social. Esosignifica que tiene que evitar la tentacin de librar una lucha limitada28

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    al terreno semntico de la pura confrontacin ideolgica en el nivelde la renovacin de "conceptos" y "valores" fundamentales relacionados con la liberacin para bajar decididamente al terreno poltico,sin desconocer, desde luego, los momentos de relativa autonoma delas instancias ideolgicas en el proceso poltico.. Pero esta autonoma,cuando existe, existe precisamente como una funcin ms de lo poltico,sin estar jams enteramente desrelacionada de sus niveles prcticos.En la perspectiva de una filosofa que se quiere latinoamericanaesto significa que la originalidad de los temas latinoamericanos seapara la filosofa, la teologa, sea, en fin, para cualquier tarea culturalslo tiene condiciones de brotar, como actualizacin prctica de lo originariamente nuestro, all donde es asumida, en trminos polticos, nuestra lucha de liberacin.Lo afirmado se evidencia en ejemplos concretos como ste: el temacandente del "problema nacional", de la "causa nacional" y del "sernacional" ntimamente ligado a la definicin histrica de lo "latinoamericano" solamente surge, como tema de profundizacin terica,cuando se plantean al mismo tiempo sus resonancias prcticas en lalucha poltica. La exigencia poltica, y por lo tanto el encuadre polticodel tema, es la condicin posibilitante de su discusin ideolgica.Es prcticamente inocuo, por abstracto y genrico, inculcar lo anterior, si no se discuten ms en detalle los distintos niveles de lo poltico.Qu implica, concretamente, el sealado encuadre poltico? No es steel momento de ahondar en la cuestin. Basta haber indicado su importancia central para que la tesis enunciada adquiera un real contenido. Es relativamente fcil determinar los escollos extremos: por unaparte, el puro panfletarismo superficial y seudo-militante; por la otra,la nocin idealista de lo poltico, su reduccin a lo etreo, el vaciamiento de su significacin prctica. Entre ambos riesgos extremos se ubicanlos distintos niveles de la militancia real, consistente y significativa, conobjetivos estratgicos definidos, pero tambin con tareas mltiples ydistintas. La misma cuestin se les viene planteando hace aos, no sinduros debates, a los cientficos sociales latinoamericanos y otros1.La filosofa se confronta, adems, en este terreno, con limitacionesespecficas: ella no posee, en sus instrumentales de reflexin tradicionales, aqullos que necesita para definir su propia misin en el contextode la lucha liberadora. Tampoco conseguir determinar, nicamente consus propios resortes, las prioridades temticas capaces de llenar decontenido significativo sus propsitos de volcarse hacia lo "latinoamericano". Cul es, pues, su inevitable compenetracin con las cienciasespecficas, que se ocupan del anlisis social, econmico y poltico?Lo que la teologa latinoamericana se viene planteando en este sentidoen los ltimos aos 2, a saber, su necesaria conexin con las ciencias

    1 Ver, p. ej., O . FALS BORDA, Ciencia propia y co lonialismo intelectual,Mxico, 1970; con bibliogr. en las notas.2 Cf. H. ASSMANN (ed.), Pueblo oprmrdo, seor de la historia. Montevideo,1972, segunda parte; Id., Teologa desde la praxis de la liberacin. Salamanca, 1973.29

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    sociales, surge como conjunto temtico inevitable tambin para la filosofa. Pero, adems del contexto interdisciplinario imprescindible paralograr acercarse a los temas prioritarios de Amrica Latina, existe tambin un claro problema de corte tico-poltico, vagamente aludido porla palabra corriente "opcin". La opcin tico-poltica tiene que hacersepresente en cada uno de los niveles implicados en el asumir de la luchalatinoamericana: el nivel del anlisis de la realidad, el nivel de Ja definicin de prioridades polticas (que no siempre es un simple resultantedel anlisis), y el nivel estratgico-tctico de la accin efectiva.

    2. La esencia poltica de lo latinoamericanoUna filosofa, que se pretende latinoamericana, no o ser porsimple efecto de buenos propsitos. O lo ser por una participacin

    decidida y efectiva en el proceso revolucionario de liberacin, o no loser absolutamente en lo que a hechos prcticos se refiere, aunque ensaye las ms variadas migraciones a travs de los coqueteos puramentesemnticos que el asunto puede fcilmente propiciar.Lo que importa recalcar, en este sentido, es la determinada esenciapoltica de la definicin misma de lo que se ha de entender por "lat/no-americanidad". Un rpido examen de la bibliografa concerniente a labsqueda de una filosofa latinoamericana nos permite constatar quetodava existen variantes apreciables en las distintas propuestas. Una vezms se tiene que admitir que las distintas pticas polticas, o por lomenos los distintos grados de acercamiento a la opcin poltica de revolucin liberadora, sirven de clave para demarcar las diferencias 3. Eneste punto conviene no escamotear las discrepancias de fondo, derivadasde opciones polticas diferentes. De hacerlo, se estara una vez msbuscando o imposible: a conciliacin de ios inconciliables. Quizs hayaque admitir que las discusiones de tipo filosfico se prestan fcilmentepara ocultar las diferencias fundamentales de lnea poltica, ocultablesen la verborragia conceptual abstracta.

    El codiciado adjetivo "latinoamericana" slo adquiere substanciahistrica cuando viene definido en relacin a un proyecto histrico determinado: el de la liberacin de nuestros pueblos. Ya que, adems, elproceso de recuperacin de los lenguajes provocativos "de frontera",es una de las ambiciones polticas ms evidentes del sistema capitalista,ya que hartos ejemplos demuestran que est en condiciones de lograrrpidamente dicha recuperacin como en el caso del lenguaje de la"liberacin", el proyecto histrico no est suficientemente explicitado3 Es interesante notar esta lnea demarcatoria poltica en las distintas concepciones de lo "latinoamericano", p. ej., en la bibliografa concerniente analizadapor AUGUSTO SALAZAR BONDY, Existe una filosofa de nuestra Amrica?Mxico, 1968; en LEOPOLDO ZEA, La esencia de lo americano. Buenos Aires,1970 y sus dems obras anteriores; MARIO CASALLA, Razn y liberacin. Notaspara una filosofa latinoamericana. Buenos Aires, 1973 - ste ltimo refleja un encuadre poltico mucho ms definido.

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    en lenguajes "filosficos" puramente alusivos o simplemente tangenciales respecto al contenido histrico de la lucha revolucionaria. La pregunta, trivial en apariencia, es siempre la misma: de qu lado ests?Si la respuesta a esta pregunta sigue escamoteada u ocultada, en fantsticas digresiones evasionistas, el coqueteo verbal con lo "latinoamericano" no ser otra cosa que una matriz generadora de presuntas"terceras posiciones".De lo enunciado hasta ahora siguen algunas consecuencias clarasy muchos interrogantes, que piden profundizacin. Entre las cosas clarasse pueden nombrar, entre otras, las siguientes: 1. "filosofa latinoamericana" no es una simple designacin de ubicacin geogrfica, o sea,lo que se hace "en Amrica Latina" bajo el nombre de filosofa; lo quese presenta como filosofa, en Amrica Latina, exige por s solo unaatenta consideracin sociolgica, ya que se trata de uno de los caucesms formidables de enajenacin; para llegar a una constatacin de semejante peso basta conocer algo respecto al funcionamiento concretode las numerosas Facultades de Filosofa, diseminadas a lo largo delsubcontinente, sobre todo en las Universidades particulares, sin olvidar,por supuesto, lo que pasa en las fiscales; pero no basta constatar logrueso de este hecho y el obstculo que representa para una renovacinfilosfica significativa en Latinoamrica; la consecuencia enunciada tiene igualmente profunda incidencia en el anlisis, que urge hacer, de lasimportaciones filosficas que se presentan con fisonoma progresista,sin dejar de ser de hecho formas modernas y sugestivas de enajenacin"filosfica", que juega con nombres "de categora", que siguen mediatizando terriblemente el pensamiento filosfico en Amrica Latina y,por lo tanto, mediatizan tambin la "latinoamericanidad".

    2. Una segunda consecuencia, ligada a la anterior, se relaciona conlos canales ms previsibles de la "latinoamericanizacin" del pensamiento filosfico: sern, en gran medida, canales paralelos a la enseanzafilosfica que pasa por las ctedras de filosofa, aunque no sea de excluirdel todo una funcin auxiliar de algunas de ellas. Lo que se pretendeconstatar con eso es el vicio estructural de los curricula, de los programas de enseanza impuestos en las Universidades, donde., a pesar deuna cierta flexibilidad creciente, persisten dependencias culturales querepresentan un enorme obstculo a las intenciones de una filosofa latinoamericana. No es necesario siquiera tomar, para ejemplificarlo, laincreble dependencia de la filosofa escolstica que sigue vigente en losprogramas de ciertos centros eclesisticos de enseanza filosfica Los interrogantes que permanecen abiertos se refieren a muchospuntos. Ya sealamos anteriormente el problema de la relacin entrefilosofa y ciencias sociales. La re-lectura todava incipiente de nuestrahistoria incluye obviamente muchos temas estrechamente relacionados4 Un e j emplo pa r t i cu la rmente s in tomt i co de apr i s ionamien to e sco l s t i co e s e lp ro gram a de ensea nza d e l a f il osof a de l a s l l ama do Sem ina r io Conc i l i a r d eMxico , D. F . , ed ic in de 1973 .

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    con la bsqueda de un pensar latinoamericano genuino. En el plano delas ideologas culturales, de contenido poltico detectable, convendraexaminar los nuevos "travests" ideolgicos de la vieja oposicin entre"civilizacin" y "barbarie", las sobras del "arielismo" que marc generaciones enteras de intelectuales, las races histrico-culturales que seoponen a una concepcin conflictiva de la historia6 , las dificultadesde las izquierdas latinoamericanas de elaborar propuestas consistentesde prctica poltica en el terreno cultural 6, el carcter ntidamente europeizante de ciertos "progresismos" reformistas en el seno del pensamiento cristiano, y muchas cuestiones similares.En sntesis, lo "latinoamericano" no puede ser definido fuera de unpreciso registro poltico, fuera de una clave de criterios derivados deun determinado proyecto histrico. Refugiarse en la bsqueda vaga deuna "experiencia ontolgica del hombre americano"7 , sin cumplir lacondicin que acabamos de recalcar, sera una vez ms una tpica enajenacin "filosfica".

    3. Filosofa del ser ylegitimacin del dominadorPaso a aludir rpidamente a uno de los problemas de fondo delnecesario desbloqueo del pensamiento filosfico tradicional: su camuflada esencia jurdica, la cercana ocultada de sus conceptos ms abstractos a la estructura del pensamiento jurdico burgus. Confieso que

    considero esta sospecha provisoriamente como uno de los temas deestudio en fase todava inicial. Se trata aqu de simple alusin a untema de muchos aspectos que podra llevarnos, en Amrica Latina, alexamen de las profundas discontinuidades jurdicas que implica el proceso de liberacin y, asimismo, al anlisis de obstculos previsibles endicho proceso.El "ser" ha sido el tema de predileccin de la filosofa. El ser,genrico, camuflaba al ente, concreto. El ente concreto, ocultado en elser, era de hecho el sujeto del derecho, en el derecho burgus: el propietario, el deminador. La filosofa del derecho sera, en esta lnea, unade las claves de comprensin ms fecundas de la entera metafsicaoccidental. El reino del ser es de hecho en el funcionamiento ideolgico de las filosofas el reino de los entes, vale decir, de los sujetosdel derecho, o sea, de los propietarios. La enunciacin de las propiedades del ser es la tautologa mistificadora de los atributos necesarios del

    5 Ver ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR, Calibn. Apuntes sobre la cultura en nuestra Amrica. Mxico, 1971.6 En la actual situacin chilena esta laguna es notoria. Las propuestas dealgunos de los partidos de la Unidad Popular son todava muy frgiles. El hecho serefleja fuertemente en los tanteos de la prensa de la izquierda, cf. PATRICIOBIEDMA, "La lucha ideolgica en torno a la prensa en Chile", en: Comunicaciny Cultura, N" 1, julio de 1973.i Ver ERNESTO MAYZ VALLENILLA, El problema de Amrica. Caracas,1959.

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    sujeto del derecho: la libertad y la igualdad de aquellos que pueden"tener" .El reencuentro de la filosofa con la praxis supone, por tanto, comocondicin previa, el reencuentro con su propia praxis, o sea, el deso-cultamiento de su funcin ideolgica. Dicho desocultamiento redunda en)a revelacin de las tareas polticas cumplidas, en lo ideolgico, porla filosofa occidental. Lo ocultado en Hegel fue lo que su filosofaoculta hasta el final, pero que l mismo no pudo ocultar del todo: suapas ionad o asentim iento a la estructura jurdica del Es tad o prus iano .Las categoras filosficas han servido tradicionalmente para poner encirculacin lo "real" en tanto objeto del derecho, pero ocultando aquello para lo cual funcionaban ideolgicamente. Los valores derivados dela meditacin sobre el ser, son de hecho valores de cambio subjetiva-dos, pero perfectamente coherentes con el reino de las mercancas. Losatributos del ser guardan una estrecha relacin con las determinacionesde la propiedad.La gran diferencia entre la filosofa y el derecho est en que elderecho asegura y asume la eficacia de la circulacin en el reino de lospropietario s y las m ercan cas, m ientras la filosofa se limit norm alm entea cumplir una funcin ideolgica auxiliar respecto a las ilusiones necesarias de que la libertad y la igualdad siguen en pie, como vocacinontolgica del hombre. La tarea asignada a la filosofa era la de funcinauxiliar en el ocultamiento de la contradiccin inmanente en "esaconstruccin ideolgica que se suele llamar hombre" 8, en su vocacinde l ibertad e igualdad, que dado el ocultamiento de la realidad histrica del reino de los entes-propietarios puede transformarse, conlegitimaciones, en su contrario: la esclavitud y la explotacin. En otraspalabras, los atributos del ser-ente-propietario son determinaciones delvalor de cambio en las relaciones sociales de los sujetos del derecho, yaque libertad e igualdad son los universales que funcionan como pantallaoc ulta do ra del funcion am iento efectivo, a segu rado y asum ido po>- l?jurisprudencia, de la propiedad entre los propietarios.

    La sospecha va a lo siguiente: el misterio del ser colabora estrechamente con el "misterio" del derecho; las ctedras de filosofa sonparientes no tan lejanos de las cortes y de los tribunales, porque, a pesarde las muchas diferencias de funcin, la semejanza de aquello para locual funcionan salta muchas veces a la vista. El papel poltico que ejercela funcin ideolgica de la filosofa se refiere sobre todo a los tabesms fundamentales por ejemplo: los velos que ocultan la lucha declases que la mentalidad burguesa necesita como ilusin indispensable a su funcionamiento. Si el derecho se encarga de reglamentar elfuncionamiento "normal" de la apropiacin de plusvala material , lafilosofa colabora en la tarea de depreciacin ideolgica de los "valores"no funcionales al funcionamiento del sistema (minusvala) y de acumulacin de capital ideolgico (plusvala ideolgica) con vistas a la repro-

    8 B. BRECHT, Sur le cinema. Pars, L'Arche, 1970, p. 215.33

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    duccin de Jas relaciones sociales de acuerdo al sisteman. De esa maner?la produccin filosfica se encuentra integrada a la circulacin de lasmercancas, proceso que el derecho se preocupa por asegurar. No esnecesario que, para tal, la filosofa se transforme siempre en fundamen-tacin ideolgica explcita del sistema, como sucedi con ciertas vertientesdel pensamiento filosfico norteamericano10. Es suficiente, y a vecesms conveniente, que las categoras filosficas sean, por un lado, elredoblaje semntico abstracto de las categoras jurdicas concretas de lajurisprudencia y complementen as lo que le resulta demasiado difcil a lametafsica a medias de la filosofa del derecho; y que, por el otro lado,propongan a los hombres problemas presuntamente "tan fundamentales"del ser y de la existencia, que stos se mantengan cuidadosamente distantes de aquellas otras categoras como valor de cambio y valor de uso,plusvala, trabajo asalariado y trabajo abstracto, etc. que podran suministrarles claves de comprensin de cmo funciona realmente el sistemacapitalista. Sobre todo gran logro que los problemas econmicossigan siendo una tierra ton desconocida para los filsofos que stos puedanseguir convenciendo a muchos de la importancia fundamental y primerade aclaraciones metafsicas sobre el destino humano.La sospecha enunciada se refiere, pues, centralmente a la conveniencia de investigar ms a fondo los "lugares privilegiados" de la interpelacin filosfica tradicional al hombre, para confrontarlos enseguida conlas interpelaciones del derecho al "sujeto de derechos y deberes". Lasospecha dice ms: es muy verosmil que el sujeto del derecho sea la formaprivilegiada, pero oculta, de la misma interpelacin metafsica al hombre,en las corrientes tradicionales de la filosofa. La duplicacin en la conciencia de los hombres de lo que, sancionado por el derecho, de todosmodos hay, no es una ayuda tan secundaria, ya que el complementofantasma] que eso significa es muy necesario para el ocultamiento dela realidad.Nadie afirma que eso sea todo lo que hizo la filosofa, o que ellaaun en sus perodos de mayor intrasistemicidad pueda ser enteramente reducida a esta funcin ideolgica, que aparece ejemplarmente enla filosofa del derecho31. Basta que haya sido tambin y en buena medida eso, para que su inmensa acumulacin de imgenes te