guía literaria catedral de oviedo

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Una propuesta diferente para conocer la Catedral de Oviedo: un recorrido a través de distintos textos literarios.

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  • Chelo Veiga, final del 2009 1

    Gua literaria de la Catedral de Oviedo: una posible propuesta entre muchas otras

    Chelo Veiga Garca. Bibliotecaria y Documentalista.

    Pocas veces la historia de un pueblo ha estado tan unida a la de un templo como la de

    Oviedo a su catedral1

    1 CAVANILLES. La catedral de Oviedo, p. 7

  • Chelo Veiga, final del 2009 2

    No creemos que exista catedral ms ignorada que la nuestra por los propios naturales () muy pocos la conocen, muy pocos la visitan, muy pocos sienten esa necesidad, ni siquiera

    curiosidad2

    Esa desconocida 3Y muchos de estos, cuando un turista les preguntaba por la Cmara Santa de la catedral, ellos en su ignorancia les enviaban a la cmara de comercio o de la propiedad, que era lo nico que a ellos, aquello les sonaba.4 Resultaba curioso que, pese a llevar ms de tres aos residiendo en Oviedo, an no hubiera visitado el templo ms emblemtico de la ciudad. Eso fue lo que pens cuando cruz el prtico central del templo y el majestuoso recinto interior lo recibi con un silencio fro y aristocrtico. Miguel mir a su alrededor con timidez y, abrumado por la grandiosidad de aquellas slida arquitectura, se sinti un intruso.5 Describe como en su viaje, un conocedor y amante de la catedral, le hace de gua contndole y ensendole lo ms importante del templo y dice como La mayora salen de ella sin enterarse de nada6

    Todo en la ciudad da a ella, respira con ella Majestuoso es el aspecto de la baslica consagrada al Salvador. El rey Alfonso, sobre los escombros y las cenizas de la primitiva iglesia levantada por su padre, el austero y spero rey Fruela, le encarg al arquitecto Tioda la construccin de la nueva baslica. La pequea iglesia anterior haba sido destruida en una de las incursiones de los sarracenos () Alfonso quera que el nuevo edificio sirviera como smbolo del poder efectivo de la Iglesia () quiso hacer de Oviedo la ciudad grande, predestinada a la corte, imagen viva de la vieja Toledo, y para ello haca falta () sobre todo, una baslica, catedral consagrada al mismsimo Cristo, Salvador (). La capilla de San Miguel para recoger y velar el Arca Santa () La torre de la baslica de Oviedo surge austera y altiva sobre la humareda de roco que levanta el viento, como un salmo de piedra. Las mltiples pinturas que decoran frentes y rincones, desde las claves hasta los techos, se manifiestan sbitamente como una hemorragia multicolor. Brillan los pilares de mrmol. Se reaniman las expresiones tristes de los trece altares.7

    2 ESTRADA ACEBAL, Guillermo. Prlogo. En CUESTA FERNNDEZ, Gua de la catedral de Oviedo, p. 10 3 La referencias completas de las novelas en el Anexo 1 4 Vallina Martnez, p. 84 5 Garca Rubio, p. 174 6 Llamazares, p. 94 7 Argelles, p. 87-93

  • Chelo Veiga, final del 2009 3

    Y tu catedral, Oviedo?... Nuestra hermosa catedral!... Cmo puede un ovetense dejarla al margen de sus recuerdos?... La que tu insigne Leopoldo Alas Clarn dijo de ella. la vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel ndice de piedra que sealaba el cielo. Creo que a este genio de las letras le falt decir que tu catedral era mucho ms que hermosa. Era tu alma, Oviedo! El alma de todos los ovetenses!... Cmo olvidar el da que a todos nos dejaron sin ella! 8 La ciudad bienamada de los Reyes Caudillos, que segua apretndose en torno a la Catedral, como en sus tiempos primitivos.9 Otra vez en Oviedo al pie del Naranco, y a la sombra de su airosa catedral.10 Por fin aparece Oviedo al coronar una larga cuesta y, en su centro, el viejo faro que preside el casero: la solitaria torre de su Catedral.11

    Siguieron por la Ra y vinieron a dar de bruces con la Catedral, que asomaba su airosa torre por encima de viejas casuchas que parecan refugiarse bajo su proteccin.12 Las grandes catedrales gticas, y la de Oviedo lo es, parecan pensadas para ser contempladas desde cerca, sobrecogiendo al caminante que levantaba la vista hacia el cielo, en el que pareca clavarse la fina aguja de la torre. El panorama que durante muchos siglos contemplaron quienes llegaban al Salvador de Oviedo, era siempre estrecho y la torre de la Catedral, que casi es el centro geomtrico de la ciudad redonda, atraa desde lejos a fieles y curiosos. Desde cualquiera de los alrededores de la ciudad San Esteban, Buenavista, Santullano, la torre constitua el reclamo de la ciudad misma. 13

    Mientras caminaba hacia el caf Mercurio, Floro se exaltaba qu maravillosa resultaba la ciudad!; La universidad, la Catedral, la Corrada del Obispo, la plaza del Ayuntamiento, el Fontn! 14

    La Catedral quedaba lejos y por eso ir hasta all supona un largo paseo, atravesando Ura, () adems, la misa en la Catedral tena un encanto especial, bien lejos de lo litrgico. 15

    8 Tazn Llaca, p. 52 9 Medio. Nosotros, p. 143 10 Fernndez lvarez, p. 165 11 Llamazares, 88 12 Fernndez lvarez, p.18 13 Ruiz-Tilve. De plazas, p. 54 14 Avello,p. 47 15 Ruiz-Tilve. La edad, p. 29

  • Chelo Veiga, final del 2009 4

    Mirando al cielo, queriendo llegar a l: La torre

    Por fin se vislumbra, a lo lejos, la torre, firme, erecta, ascensional, de la Catedral ovetense, cuyas filigranas gticas se empinan entre la niebla leve.16 Lancia era un montn, no grande, de techos rojos, sobre los que resaltaba la flecha oscura de la Catedral 17 Si el sol consigue disipar la niebla, aparece enseguida, como un faro, la aguja gtica de la catedral.18 Saeta gtica siempre cubierta de nubes. 19 En medio de ellos emerga, solitaria, la esbelta torre de la Catedral, manquita, desde cuyo campanario don Fermn de Pas oteaba el horizonte.20 Su misma Catedral, de estilo gtico, ni por su magnitud ni por la riqueza de sus ornamentos, sale de lo comn en esta clase de templos. Pero su torre Ah! Su torre merece captulo aparte. Es la ms esbelta, la ms armoniosa, la ms primorosa de cuntas existen en Espaa. Oviedo alardea, con razn, de esta torre.21 Todo es lluvia, viento y niebla. Las piedras se hacen lluvia, las casas niebla y la torre de la Catedral es viento que corre sobre la ciudad.22 Neblina tena una gran torre del ms puro estilo gtico con aadidos renacentistas, una torre tan solo, que airosamente pareca querer unirse al cielo. Tal torre estaba sobre los restos de una baslica, que un rey podado El Casto, haba mandado fabricar rindiendo culto al patrn de la ciudad.23 Su misma Catedral, de estilo gtico, ni por su magnitud ni por la riqueza de sus ornamentos, sale de lo comn en esta clase de templos. Pero su torre Ah! Su torre merece captulo aparte. Es la ms esbelta, la ms armoniosa, la ms primorosa de cuntas existen en Espaa. Oviedo alardea, con razn, de esta torre, como una mujer fea se vanagloria de poseer copiosos y ondulantes cabellos.24 16 Casariego, p. 86 17 Palacio Valds. El Maestrante, p. 236 18 Medio. Nosotros, p. 11 19 Llamazares, p. 89 20 Garca Rubio, p. 87 21 Vallina Martnez, p. 83 22 Alperi, p. 13 23 Vallina Martnez, p. 83 24 Palacio Valds. La novela, p. 214

  • Chelo Veiga, final del 2009 5

    La torre de la Catedral, poema romntico de piedra, delicado himno, de dulces lneas de belleza muda y perenne () la vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel ndice de piedra que sealaba el cielo.25

    Su sonido recuerda que ella siempre est all, marcando el tiempo

    Por la ventana se colaba tambin el posar lento de las campanas de la Catedral - Dan!...dan!...dan!...dan! llamando a los cannigos a Coro 26 Las enormes campanas de la baslica taendo invariablemente a horas fijas () el canto montono de los cannigos resonando profundamente en la soledad de las altas bvedas. () Y all, en lo alto del firmamento, iguales corros de nubes pardas y tristes amontonndose en silencio sobre la vetusta Catedral, para escuchar en las noches melanclicas de otoo los lamentos del viento al cruzar la alta flecha calada de la torre. 27 Desde mi casa podan orse claramente las campanadas del reloj de la catedral (...) En las tardes de verano, despus de la comida, la campana grandona y la pequea entonaban un dilogo perezoso () Sealaba la hora del rezo de los cannigos, y yo me los figuraba sentados en sus sitiales de madera. 28 El reloj de la Catedral daba la diez. 29 Oa los campanazos del reloj de la Catedral sobre el spero rumor de la ciudad 30

    Cuando las campanas de la Catedral empezaban a llamar a coro, durante mucho rato, el mercado ya haba desaparecido () las campanas lo llenaban todo31 El reloj de la Catedral desminti ese propsito desgranado sobre la noche helada doce campanadas lentas. En el silencio de aquella noche de nieve, la voz de las campanas tena un eco especial de miedo. A Lena le agradaba escuchar aquella voz en las calientas siestas del verano, cuando posaban, lentas, llamando a los cannigos a Coro. Bajo su lluvia de bronce, la vida se aquietaba, se remansaba, todo pareca dormir El posar lento de las campanas de la Catedral invitaba a la siesta. 32

    25 Alas, p. 7 26 Medio. Nosotros, p. 113 27 Palacio Valds. El Maestrante, p. 234 28 Novo Mier, p. 13 29 Prez de Ayala, p. 127 30 Alonso, 143 31 Garca Mior, p. 32 32 Medio. Nosotros, p. 167

  • Chelo Veiga, final del 2009 6

    Empuaba el sobado cordel atado al badajo formidable de la Wamba, la gran campana que llamaba a coro a los muy venerables cannigos. 33

    El peregrino, tras el largo caminar, quiere entrar, buscar el perdn, llegar El Salvador, contemplar las reliquias, orar

    El prtico, en semipenumbra, con sus grandes losas desiguales, era ms hmedo y fro en aquellas horas. 34 Y las tres puertas principales, todas muy bien trabajadas. Sobre todo la del medio, preciosa pieza de doble hoja tallada en el siglo XVII con motivos religiosos y paisajsticos asturianos.35 Frente a l tiene las tres torres, surgiendo como fantasmas de entre la niebla, cuadrangulares, poderosos, esbeltos, que hacen de los palacios reales y de la iglesia Mayor un bloque uniforme. A un lado, ms all del cementerio y de un pequeo huerto de frutales, est el monasterio de San Vicente, y ms al norte, detrs de San Salvador, la iglesia de Santa Mara: panten de reyes infantes () Arbidel asciende por las paredes del muro hasta el tejado del crucero. Desde all puede trepar hasta la torre de la iglesia o saltar al huerto y seguir sobre la muralla de los palacios hasta alcanzar la de la ciudad. Se decide por la torre. Alcanza uno de los huecos y entra en la baslica. Ya dentro, se encuentra con una escalinata de piedra, por la que desciende a ciegas. En todos los altares, dedicados a cada uno de los doce apstoles y al Salvador, arden velas y candelarias. 36 Cruz la explanada, pensativo y distrado. Baj las escaleras de entrada al prtico () entr en la gran nave, haciendo chirriar la vieja puerta lateral. En el interior ya casi no se vea () pas de largo ante el altar mayor blanquecino y sencillo () dirigise a la izquierda. All en aquella capillita pequea, la noche resida ya, y ante el pequeo sagrario de tallas viejas, arda perenne la lucecita roja.37 Liberto Bermejo borde la Plaza llegando hasta la gran puerta de madera tallada. Camin entre la gente por la nave central hasta alcanzar la cercana del altar. Estremeca la sobriedad interna del templo. Al fondo, el gran retablo de tres cuerpos mostraba una superficie dorada cargada de multitud de imgenes de santos.38 33 Alas, p. 8 34 Garca Mior, p. 15 35 Llamazares, p. 97 36 Argelles, p. 53 37 Garca Mior, p. 84 38 Mediavilla Ruiz, p. 24

  • Chelo Veiga, final del 2009 7

    Lleg a la catedral. Entro en el coro. () De Pas se acerc al facistol, hoje los libros () detrs del coro, en lo alto de las naves laterales, las ventanas y rosetones dejaban pasar la luz deshacindola en rojo, azul, verde y amarillo. En un lado San Cristbal sonrea con boca encarnada de una cuarta, partida por el plomo, al Nio de la Bola, que mantena un mundo verde sobre su mano amarilla. 39

    El Salvador espera, protege, da la luz. El templo est dedicado a l y a los doce apstoles

    Y, por supuesto, la estatura del Salvador, obra romnica del siglo XI que presidi el altar y la catedral hasta que la desplaz el retablo a una columna del presbiterio y ante la que se arrodillaron y siguen arrodillndose millones de peregrinos de paso a Compostela.40

    Para evitar que el sueo la invadiese, levant la cabeza y fij su atencin en la imagen de San Salvador, colocada al final de la nave, junto a las gradas del Presbiterio. Ta Mag deca que cuando se le cayese de la mano aquella Bola que sostena, se acabara el mundo. Pero nada tena que temer: su mano la sostena con firmeza. No saba explicarse por qu la imagen de San Salvador, pintada rabiosamente de azul y rojo, le recordaba siempre a San Cristbal, y su vista la obligaba a recitar mentalmente la fbula de la lechuza que entr a beber el aceite.41 Una sombra en un rincn del altar dedicado a los santos Felipe y Bartolom. Sobre un pequeo retablo estn tallados sus cuerpos. El apstol Felipe aguanta en la mano un palo de cruz con nudos de caa y lleva un rojizo medalln al pecho con trozos de coralina. Bartolom tiene en una mano un libro, quiz representando el Evangelio arameo a l atribuido, y en la otra un trozo de pellejo humano. Del cuello le cuelga una piedra amarillenta. Parece sardnica. Se miran el uno al otro en actitud de asombro, aturdimiento quiz. No parece gustarles este rincn que les fue asignado: demasiado lejos del altar mayor, oculto tras el ltimo arco de la nave lateral, oscuro en exceso, ni siquiera luce sobre l una pequea candela. Cuatro tienen encendidas Santiago el Mayor y Juan () Se levanta y camina hasta el altar siguiente. Lo comparten Santiago y Juan: los hijos del Zebedeo. El primero lleva el bordn de peregrino y un sombrero grande adornado con conchas y con una piedra calcedonia de color lechoso. El evangelista lleva en la mano un libro abierto y sobre l una esmeralda (que en la ciencia de esta domina cada apstol tiene como sagrado smbolo el nombre del alguna piedra)() Estn colgando la cruz de oro sobre el altar mayor. 42

    39 Alas, p. 446 40 Llamazares, p. 96 41 Medio. Nosotros, p. 25 42 Argelles, p. 98

  • Chelo Veiga, final del 2009 8

    De camino hacia la Cmara Santa, las capillas de la nave derecha

    Pasamos a la nave derecha, detenindonos, en primer trmino, en la capilla de Santa Brbara (..) realizada por el maestro Cagigal, con estilo churrigueresco () a continuacin de esta capilla se encuentra la de San Martn, tambin del siglo XVII () sigue la de San Roque, dedicada en principio a la Virgen Mara, pero, como se hallaba en ella la imagen de san Roque, muy venerada por sus devotos, as acab por llamrsela ()la cuarta de las capillas que encontraremos en esta nave, es la de San Antonio de Padua () antes de llegar al crucero an nos queda por visitar en la nave derecha la capilla del Cristo de Velarde.43 Capilla de San Antonio Entraron por la puerta de la nave, dirigindose al altar de San Antonio, en el que se deca la Misa de nueve. 44 Capilla de Velarde

    Dirigan el raca raca de sus almadreas hasta la catedral y all despus de ponerse como sopas con el agua bendita se arrodillaban ante el Cristo de Velarde y rezaban muy devotamente un padrenuestro.45 Capilla de Covadonga Siempre les deca que mejor rezar en la catedral, en la capilla de la Virgen de Covadonga, ms cmoda, aunque digan que el testimonio pblico46

    La Cmara Santa y sus reliquias

    Preprese el visitante para retroceder ms de un milenio en la historia. Al penetrar en la Cmara Santa de la Catedral de Oviedo, piedras, imgenes y reliquias de un tiempo perdido ya en el tiempo, le darn la bienvenida 47 Entre los asistentes tambin hay peregrinos de los que van caminado hacia Iria Flavia a visitar la tumba del apstol Santiago. Desvan su camino hasta esta metrpoli para visitar las muchas reliquias que aqu se guardan: un pedazo de lienzo del sudario que envolvi al seor Jesucristo,

    43 Medio. Oviedo, p. 87 44 Medio. Nosotros, p. 23 45 Tamargo, p. 26 46 Surez Solis, p. 86 47 Medio. Oviedo, p. 94

  • Chelo Veiga, final del 2009 9

    un viril con espinas de su corona, los treinta dineros de la traicin, la punta de la mgica vara de Moiss, un pedazo del pellejo de san Bartolom, la suela de un zapato del prncipe de los Apstoles, astillas de la cruz, ampolletas con sangre de mrtires, piedras del santo sepulcro y de la columna de los azotes, pan de la ltima cena, tablas del pesebre de beln, tierra del sepulcro de Lzaro, leche cuajada de los virginales pechos de Mara, confitura de man de los hijos de Israel, cabellos de Magdalena y un sinnmero de cofres, arquetas t relicarios repletos de huesos de todos los mrtires habidos, desde Oriente a Occidente. 48 Un mar de agua, y mar de piedra () el centro del arte asturiano, las joyas medievales, la paz y el silencio de lugar sagrado Es un rincn de oro () La nave, propiamente dicha, data del siglo IX, y en ella se encuentra el famoso Apostolado, del cual Lafuente Ferrari ha dicho que es la ms perfecta versin de la estatuacolumna del romnico. Aqu tenemos joyas y reliquias nicas en el mundo. El Santo Sudario, Las Sagradas espinas () Todo lo que tenemos aqu es de verdad. Reliquias de primer orden. Ni en Roma las tienen () En el siglo IX, bajo el rey Alfonso II, llegaron a la ciudad unos peregrinos que resultaron ser ngeles mandados por Dios para fabricar aquella maravilla de oro y piedras preciosas 49

    Salimos de la Cmara Santa, deambulamos por la Girola para acabar en la Sacrista El Magistral sigui adelante, dio vuelta al bside y entr en la sacrista. Era una capilla en forma de cruz latina, grande, fra, con cuatro bvedas altas. A lo largo de todas las paredes estaba la cajonera, de castao, donde se guardaba ropas y objetos de culto. Encima de los cajones pendan cuadros de pintores adocenados.50 Entre tanto, y para que no se quejase la pintura, quisiera tambin entretener a usted un rato hablndole de esa deliciosa arte. Ms por desgracia slo puedo decir de ella, que acaso por bella y delicada no se atrevi a pasar los montes, y se qued de puertos allende. En efecto, es muy poco bueno lo que he advertido aqu de pintura, y solo por contentar a usted le dir que en la nueva sacrista, adjunta a la capilla del rey Casto, hay un buen fresco pintado en la media naranja de la cpula, que representa la Asuncin de Nuestra Seora. Es obra de un artista del pi, y est firmado as: Bustamante pinxit A. 1734.51 Y lleg ante un gran armario () los preciosos tapices de seda y oro, los bellos damascos, los cortinajes pesados que olan a historia 52

    48 Argelles, p. 17 49 Alperi, p. 95 50 Alas, p. 23 51 Jovellanos, p. 52 Garca Mior, p. 161

  • Chelo Veiga, final del 2009 10

    La capilla del rey Casto, antes templo de Santa Mara, independiente de la catedral

    Detrs de San Salvador, la iglesia de Santa Mara: panten de reyes infantes. All estarn deshacindose de gloria los castsimos huesos del anterior rey Alfonso, y retorcindose de coraje el menudo cuerpo de doa Urraca, la esposa del rey Ramiro 53 Al norte de San Salvador, en el pequeo templo de Santa Mara, el monje Anglico renueva el aceite de los veladores de los tres altares: el dedicado a la madre de Dios, el de San Julin y el de San Esteban. Al fondo de la nave, frente a las tumbas de Alfonso, de Tioda y de Frola, est Magilio el errante 54 Y caminando sin hacer ruido, junto al altar mayor, entr en la pequea capilla, pasando bajo los pesados cortinajes de terciopelo granate, que, a ambos lados del parteluz, haba debajo de la imagen de piedra blanca de la Virgen.55 Viene esta observacin a causa de San Pedro discpulo del seor. Como santo que es, y muy prximo a Dios est en casi todas partes y muy especialmente en nuestra catedral (la de Oviedo), Capilla del rey Casto a mano izquierda segn se entre y pegado al altar de Nuestra Seora de la Luz () es una imagen de mrmol con la gran llave de hiero que abre las puertas celestiales en la mano, una mano horada por el continuo girar de la llave que cada tres vueltas y un padrenuestro segn la tradicin- hace salir a una bendita nima del purgatorio.56 No se trataba de una Virgen venerada por los fieles, ni tena un altar brillante como la Virgen de Covadonga, la del Pilar o la de los ngeles. La nueva Amiga de Lena no tena altar. Era, como el Cristo del Pasadizo, una Virgen a la que nadie rezaba. Su pena se levantaba entre dos puertas gemelas que, frente a las del claustro, al otro lado del crucero, comunicaban con la capilla del Rey Casto.57 Entr en la capilla real, solitaria y hueca a aquella hora, tan silenciosa que ni siquiera se oa el crujido de los huesos de los reyes caudillos, que esperaban la resurreccin de los muertos en sus sarcfagos elegantsimos, en los que slo se cruzaba, vacos como estaban, los aires de la eternidad. Enfrente, San Pedro, esperaba, llaves en mano, las escasas visitas de los estudiantes. La Virgen de la Luz, policromada a la aldeana, tena la mirada limpia de sus ojos de cristal animando a la confidencia.58

    53 Argelles, p. 53 54 Argelles, p. 312 55 Garca Mior, p. 226 56 Tamargo, p. 25 57 Medio. Nosotros, p. 221 58 Ruiz-Tilve. Las dos caras, p. 222

  • Chelo Veiga, final del 2009 11

    Parada en el transepto para seguir por la nave del Evangelio. Las Capillas de la nave lateral izquierda

    La Hidria, la vasija que, segn la tradicin, se utiliz en las bodas de Canan y que se guarda en una hornacina que slo es abierta al pblico un par de veces al ao (el da de San Mateo y el que en la homila toca leer ese pasaje del Evangelio). 59 Lupina mir de reojo a la Virgen Inmaculada, cerca ya de su fecha, y record la leyenda urbana que deca que un soldado de Napolen se haba enamorado de ella y se haba encaramado en el altar para colocarle en el dedo un anillo robado del joyero de la marquesa del Mar.60 La segunda capilla de la izquierda, prxima al crucero, es la llamada de los Vigiles () su retablo es obra del imaginero asturiano Fernndez de la Vega. Sigue a sta la capilla de la Asuncin () otra pequea capilla, la de San Juan Bautista, guarda la imagen de este santo, junto a las de San Benito, San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio () La ltima de las capillas que el visitante encontrar en la nave del Evangelio (o primera si entra en la Catedral por la nave izquierda) es la de Santa Eulalia de Mrida excesivamente recargada por el barroco 61

    Capilla de los Vigiles

    Casi se puede decir lo mismo del retablo de la capilla de los Vigiles, cuyas figuras son harto gallardas y graciosas, y tienen las ventaja de no estar estofadas.62

    La Sala capitular, El Claustro y el Museo Diocesano

    Dispersos por las cajoneras de la sala capitular y por las credencias de san Salvador y Santa Mara encontr muchos libros litrgicos 63 Vamos a contemplar, si te parece bien, esa magnfica filigrana de piedra, que tal vez desconozcas. En efecto, Lena Rivero la desconoca. Haba nacido y vivido siempre en Oviedo y no recordaba haber visitado nunca el hermoso claustro de la Catedral () se qued como hechizada, contemplando la belleza del claustro, para ella doblemente atractiva. Su delicada arquitectura, su silencio, su paz mstica y suave, turbada slo por la msica de los pjaros, le

    59 Llamazares, p. 96 60 Ruiz-Tilve. Las dos caras, p. 222 61 Medio. Oviedo, p. 91 62 Jovellanos, p. 77 63 Argelles, p. 345

  • Chelo Veiga, final del 2009 12

    produca una sensacin tan limpia de placer () Qu maravilla! exclam en el colmo de su admiracin- Qu grandes cosas hacen los hombres cuando miran al Cielo!... () Qu hbiles dedos haban sabido arrancar a la dura piedra aquella espuma de plata?64

    Un lugar para orar, pero tambin para ms

    Vengo de la catedral. Entr un momento solamente para pedirle algo al seor. Algo que realmente necesito mucho.65 Jons y Hilda entran en el templo y se arrodillan frente al altar del Apstol, en una de las naves laterales, y all rezan por su futuro y el de sus hijos y depositan sobre un pequeo reclinatorio la humilde ofrenda: smbolo del fin del viaje. () Jons recorre con una mirada cada una de las pinturas del templo66 As acab por conocer todos los rincones del templo, tan bien como haba ido conociendo todo Oviedo () Durante todo el invierno refugi Lena Rivera su inquietud en la Catedral () segua visitando al Cristo del Pasadizo y a otra amiga que tambin haba encontrado en la Catedral. La llamaba la Virgen de la leche 67 Avanz por la nave lateral pasando ante los altares de San Juan, la Asuncin y Beln; dej a la izquierda la capilla del Rey Casto () borde los altares de la girola () entrada a la Cmara Santa. Empuj el portn de madrea y comenz a subir la vieja escalera de piedra del torren de San Miguel () jams haba contemplado cosa igual () posiblemente fue entonces cuando Franz, de forma inconsciente, pens por primera vez en apoderarse de las joyas () Record con satisfaccin las mezquinas medidas de seguridad del recinto. 68 Sigui sin mirar atrs hasta la catedral, solitaria a aquella hora, silenciosa y fra, y entr directamente hacia la capilla de los reyes, donde esperaba San Pedro las visitas de ltima hora de los estudiantes que queran dar la vuelta a las llaves, hiriendo su mano de alabastro, para aprobar, en ingenua leyenda. All haba venido el ao anterior con Martn () fueron a la catedral y recorrieron la girola cogidos de la mano, traspasados por la luz que pareca elevarles de su cuerpo mortal 69

    64 Medio. Nosotros, p. 208 65 Garca Mior, p. 85 66 Argelles, p. 44 67 Medio. Nosotros, p. 221 68 Casilles Aguade, p. 47 69 Ruiz-Tilve. La dos caras, p. 208

  • Chelo Veiga, final del 2009 13

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  • Chelo Veiga, final del 2009 14

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