guerra y lamperiere_introduccion a espacios publicos.pdf

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INTRODUCCI6N

FRAN<;:OIS-XAvlER G UERRA YANNICK LEMPtRltRE

ISBN 968-16-5468-4

impreso en Mexico

La traducci6n del capitulo "La genesis de la opinion publica modema y elproceso de independencia .. ." est uvo a ca rgo de Tatiana Sule.

Se pruh lbc la reproducci6n total 0 parcial de esta obra-inclllidu el d iseno rlpografico y de portada-.sea cual tuere el medio, electronico 0 mecanico,s in el consentirn iento POI' escrito del editor.

Hasta hace algunos afios la problematica del "espacio publico"era una tierra ignota en la historiografta iberoamericana. Nos610 en sf misma, sino porque muchos de los fen6menos queeste termino englob a -Ia opini6n publica moderna, las elec-

',. '.. ciones , la representaci6n-lo eran tarnbien. Las causas de este,':.r{/ ' . olv ido eran multiples y respon dlan, como muy frecuentemente

ocurre en la historia, at air du 'teI11pS) aL~JJlBi~Q.t~.. deiunaepoca, combinaci6n impalpa ble 'de pr.emlsas. metodologlas y

L \- - ,~.~~.o: .l?r?b l~ rTJ as·qliese·c6ns idera: n pl:iorita9~~n_'!.~.'P~0.me.n­to aad_o. Los historiadores posteriores a la segunda Guerra

.. Mu'iIdicil abandonaron masivamente la historia polftica e insti­tucionalligada a la edificaci6n de la nacion , para centrarse enlos problemas sociales y econ6micos. Ast, los enfoques so cioe­con6micos de la "nueva historia" casaban bien con la preocu­paci6n po r el desarrollo econ6mico y la transformacion social.

En este entorno, las cuestiones de caracter esencialmentecultural y politico que ah ora nos ocupan quedaban fuera de lasperspecti vas de investigaci6n . 0 se ign oraba su existencia 0 senegaba de hecho su autonorn ia, considerandolas meramenteforrn ales, Hubo que esperar a los setenta y ochenta para queestas prernisas fue sen a su vez cuestionadas. La transforma­ci6n intelectual que, en Ia Europa de eso s anos, tr astoc6 lasperspecti vas de investigacion coincidio, en el mundo ibericoinvadido por las dictaduras, can una creci ente valoraci6n delos aspectos "Iormales" de los reg imenes politicos modemos.Los problemas ce n tra les del s iglo XIX - Ia construcci6n de lanacion, 1<1 const itucio n. la represeritacion politica. la ciu­dad an ia, las elecciones, las libertades ind ividuales, la opini6npublica-e- volviero n a ser obieios centrales de la reflexion con­ternporan ea. y de los h istoriadores tarnbien .

Los cam pos de invest igac ion de est a histori a polft ica reno-

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En 1a portada: La plazuela de Guardiola . esquina del conven to de San Fran­cisco. Litografta de C. Castro y J. Carnpillo para la obra Mexico .Y sus alrede­dares. Tornada del libro Imagen de Mexico, de Electra L Mornprade y Tona­!juh Gutierrez. SalvatoMexico, 1976 .

D. R. ~fl9ge.1 t l!NTR O FRANCI!S DE ESTUDIOS MEXICANOS y CENTROAMERlCANO SSien-a L~na." ~30; 11000 Mexico. D. F.

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D. R. c 1998. FONIlO DE CULTURA ECONDMICA r\ Carretera Picacho-Ajusco, 227 : 14200 Mexico. D. F. i.., "- . - . .- - . _ --._~_. ' - _. _ ~ ~..- ~ - , ~ . - -..,

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que colectivo. Los diferentes autores ya hablarnos trabajadomucho sabre diferentes aspectos del transite a la modemidaden el mundo iberica. Escogimos como problernatica comun la \noci6n habermasianade es-paCIopl:ibrr~o-no f'orque ,la comi:. I

deraramos ente;,;mente co~s~D'fe"~ espuesharemos algu­~bservaciOmSsobr;;us Ifmites-, sino porque proponfauna hip6tesis global que cornprendia tanto la articulacion devariables diversas como una perspectiva cornparativa.

Un hila conductor carre par los diferentes capftulos de estelibro: la .aten@n prestada al lexica, empezando por la misrnapalab4:public~) En efecto, su usa es tan cornun y tan centralen los a:Da:ltsrS de la vida polltica y cultural en la epcca detransici6n hacia la modernidad que se olvicia demasiado amenudo su polisemia y su historicidad. Publico, equivalentecuI to de puebt», la palabra evoca la cosa publica de losromanos, la republica; pero tambien la publicaci6n y la publi­

.cidad ; como adjetivo sirve tanto para cal ificar la opini6ncomo para hablar de los poderes publicos, Publico nos rem itesiempre a la politica: a concepciones de la comunidad comoasociaci6n natural a voluntaria, al gobierno, a la leg itimidadde las autoridades. Lejos de ser s610 el calificativo neutro y /c6modo de un "espacio" a de una "esfera" que se opone siern­pre, impltclta a explfcitarnente, al campo de 10 "privado" , a laesfera de los individuos y de las farnilias. de las concienciasy de las propiedades, eJ publico es al mismo tiempo el sujeto yel objeto de la polftica: sea la del Antigua Regimen (el biencornun, los cargos publicos, la "felicidad publ ica " de losi1ustrados) a la revolucionaria (el salut public de los jacobi.nos) a la del constitucionalismo liberal (los poderes publicoslegitimados par la soberanta del pueblo).

Esta intenci6n de c1arificaci6n terrninologica no es unamera curiosidad erudita que consistirIa en saber como loshombres del pasado designaban alga que nosotros nornbra­mas ahara de otra manera: el Estado, la soberania la socie­dad. la opini6n ... iHasta que punto podernos util izar estesterrninos de aparicion reciente, cuya antiguedad no se rernon­ta m as alJa del siglo XVIII , para designar realidades anterioresa elias? C:Podemos ut ilizarlos , para un mundo que los desco­nocfa, de la misma manera que decimos que los hombres del

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vada se han ida multiplicando: estudios sabre los actorespoliticos reales -gropos y redes-, sabre las ideas, los imagi­narios y valores, sabre las practicas pollticas y culturales,sabre figuras como la naci6n a el Estado. Los resultados deestas investigaciones, aunque considerables, distan muchotodavfa de cubrir todo el campo hist6rico. En algunos secto­res, y en algunos parses. se ha avanzado mucho. Los estudiossabre la naci6n, las elecciones y la representaci6n son ya nu­merosos; las investigaciones sabre las formas de sociabilidad "son mas escasas, pero algunas son de gran calidad . En 10 quese refiere a la irnprenta, a los periodicos, a las practicas de lee- ..tura, estamos aun, salvo algunas excepciones, en una fase pre­via, casi de recopilaci6n de datos elementales.

A pesar de los resultados desiguales de todos estos estu­dios, ya pueden ~.R,~_l;l,~:e_algunas tconclusiones provisionales,En primer lugar,!Ja imb.:L~~ci6rJ~ 'continua que se ha dado atemas que habitualmente se estudiaban de manera separada.La aparici6n de elecciones modernas, par ejernplo, esta Inti­mamente iig ada can el nacimiento de la opini6n publica yambas, a su vez, can el surgimiento de nuevas formas desoctabllidad, de produccion del escrito y de lectura y, mas glo­balmente, can maneras diferentes de concebir el cuerposocial, la soberarnao hi representaci6n. En segundo lugar, laiiTIportancia que para todos estos fen6menosiiene 'elperioaoque va de finales del siglo XVIII a mediados del siglo XIX. Esentonces cuando se produce la mayor de esas transforma­ciones -en muchos casas, verdaderas-rupjjjrgs-> que sinteti­camente designamos can el terminoJnodeazidafP. .!~r ultimo,I~~~~ enf<::q,~~~~paratr~o;:~n'eIecto, todos lOS )estudlos parciales mues tran que estas transformaciones,

---~-,---_.. Iaunque can modalidades y ritmos propios para cada pals, soncomunes a tada el mundo occidental y dentro de este, en 10que a nosotros atafie, a un area cultural que, esquernatica- ;mente, podemos Hamar "latina".

De estas cornprobaciones naci6 en 1995 el proyecto de estelibra: como una tentativa de explorar desde diversos angulos yen pafses diferentes esas transformaciones a mutaciones dela modernidad. Dada la amplitud geografica y temporal con laque queriamos abordat el tema, este libro no podia ser mas

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EL MODELO HABERMAS\ANO Y SUS LlMITES

Haberrnas aparece en muchos de los capftulos como una re­Ierencia ineludible . Es inutil insistir, en efecto, sobre la vitali­dad y la riqueza que su obra ha conferido. en un par dedccadas, a los analisis llevados a cabo por los historiadoressobre la transicion hacia las [ormas modernas de cornuni­ca cion, Sin embargo, en nuestra perspective no es menos

pasado respiraban - s in saberlo- una rnezcla de oxlgeno ynitr6geno? EI problema no es puramente terminologico. sinoque remite a algo mucho mas fundamental: a la manera enque los hombres de una epoca dada tenfan de concebirse a sfrnisrnos y por 10 tanto de actuar. Ellenguaje no es una reali­dad separable de las realidades sociales, un elenco de instru­mentes neutros y atemporales del que se puede disponer avoluntad, sino una parte esencial de la realidad hurnana y,como ella, cambiante. Los imaginarios y las representacionescolectivas a los que el lenguaje remite son parte tan esencialde la realidad como las formas de propiedad 0 los f1ujos co­rnerciales: 0 mejor dicho, estes son inseparables de aquellos:de las maneras de concebir el hombre y la colectividad, de lasnociones cornunes sobre 10 que es legltirno 0 no, de los bienesque sc estiman superiores ...

La atencion prestada a las palabras y a los valores propiosde los actores concretes de la historia es una condici6n nece­saria para la inteligibilidad. Hay que aprehenderlos en el con­texco en el que se utilizaron, sin pasar por alto las ambi­gucdades que lIevaba consigo el hecho de que las palabrasantiguas eran las unicas disponibles, en la epoca revolu­cionaria, para describir y en tender situaciones polfticas y cul-.

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turales radicalmente nuevas. cOue quiere decir soberania ":primero en la monarqufa y despues de la revoluci6n?~~_n \~~~:~ leg~mo de_.L~,",9pin,\9n,? cA que publico se refierenlos-gd1'5eli1antes ---cre-;n tes y despues del proceso revolu- icionario? Tales son, a grandes rasgos. nuestras preguntas, sin \que pretcndarnos ofrecer aquf una respuesta completa 0

definitiva.

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9INTRODuccrON

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1 L<I existencia en I" lnglaierra tid stglo 1'\'11I tic una rcprcscntacinn p"IHi­en renovada poria segundo revoluclun inglesu cxplicu rnejor la upuriciun ticlin espacio publico pnlltico que los Inciores mas xociule» "lcl!"uoS por el.

innegable que su enfoque puede ser discutido y rebasado notanto en su descripci6n, todavfa valiosa, de las multiples for­mas de la publicidad moderna, sino en la arqueologia que deelias propone.

EI analisis de Haberrnas, resumido a grandes rasgos, siguelaspau'taS- de '"u na interpretaci6n de I<Lhistoria concebid~como un desart9!LQ_1in~al y progresivo, Se subraya, por -u n 'lado;-eHortalecimiento del Estado administrativo y militar y,por otro, la estructuracl6n -partiendo primero de la esferaprivada de la sociedad burguesa (familias y negocios) y luegomediante la publicidad de las informaciones, de las opinio­nes, de los debates de corte racional- de una esfera publicaque permite a la sociedad civil afirmar su existencia polfticaaut6noma frente al poder del Estado.

Las crfticas que pueden hacerse a esta arqueologfa son dediferentes tipos. En primer lugar, por el mismo corte liberal yprogresivo de su visi6n"'hist6rica, Habermas padece de unaperspectiva teleol6gica que consiste en buscar en el pasadoprernoderno todo 10 que pudieran ser gerrnenes, Fuentes yorlgenes de nuestra modernidad cultural y polftica.- POl' 10tanto, y esteserta el segundo punto de nuestra crftrca.suanalisis se restringe esencialmente a las formas mas nuevas \

9 de comunicacion de las eli tes y deja de lado otros modos decirculciCi6"i1-cle--la-infonii-aci6n y de reacci6n mas antiguas, 'como el pasqufn y ellibelo, 0 mas populares, como el rumor. ,En tercer lugar, su obra valora escasamente los elementospropiamente politicos, como, por ejemplo, las practicas repre­seY'it-aTiv.i·s.) Cuarto problema, el concepto de "sociedad bur--- .... ._ .... --guesa" es, la mayoria de las veces, inadecuado, incluso cuan-do el historiador se lirnita a un enfoque estrictamentesociol6gico de las forrnas de la publicidad . La inadecuaci6n se

'vu elve todavfa mas aguda al tratarse del mundo hispanoame-ricano, ya que este ignor6, por 10 menos hasta finales del sigloXIX, el usa de la palabra burguesia en su lexico politico e ideo­16gico. Se puede inferir de esto que las Iorrnas supuestarnente

... "burguesas" de sociabilidad tampoco cuajan bien con la reali-

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INTRODUCCION6

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11INTRODuccr6N

relaciones personales, del vecindar io, del parentesco y de lapertenencia a las misrnas instituciones . EI abstracto espaciopublico moderno es todavfa uno mas de los espacios -ml\Yreducido en muchos casos- en los que se congregan, cornu­nican y actuan los hombres.

Para intentar poner de rnanifiesto la naturaleza de estosespacios y los cambios que experimentan "el publico" y "10publico", hemos centrado nuestra investigaci6n en un lapsorelativamente amplio: desde la "republica" del .An tigu oB-egimen -Ilustraci6n inCluida- hasta'ra-'fii'st au 'rnc16n de losI;6der~~. p~~I,i.~0~gel. siglo_~. En-Ii primera parte-hemosquerido exam inar elAntlguo Regimen en sf mismo y no comoun mero preludio a la modernidad: es decir, estudiarlo co­mo un todo coherente del que forman parte inseparable suscaracterlsticas politicas, juridicas, cuIturales y religiosas.

La segunda parte esta dedicada a la epoca revolucionaria yabarca , logicarnente, el mayor nurnero de capftulos. En dec­to , contrariamente a 10 que ocurri6 en muchos pafses euro­peos (incluida Espana), donde la Ilustraci6n habla aportadoya cambios profundos al lenguaje y a los im aginarios, enAmerica las transformaciones mas radicales se producen alritmo mismo de la revoluci6n: es en ese momento que los va­lores y los conceptos antiguos dejan de ser claros Y objeto deun consenso general.

Una tercera parte, en fin, muestra, en una ser ie de casos,c6mo se intenta reconstruir con nuevos valores el consensoperdido, y cuales son los medios que se emplearon parasocializarlos en una sociedad que d is ta mucho del nuevomodelo de una cludadanla fundada en la igualdad de lasso cios que la componen.

REPENSAR EL Ar-lTIGUO R~GIMEN

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Para entender la modernidad es necesario partir del AntiguoRegimen. Esta afirmaci6n no es una perogrullada que expre­sarta s610 que para entender una epoca hay que conocer laprecedente. La expresi6n misrna, Ant igua Regimen , des ignaalgo que era claro para los hom bres del periodo rev olu-

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INTRODuccr6N10

dad iberoamericana. Y con eso aparece 10 que para nosotrosserfa el punta mas problernatico: su encuesta se lim ita. esen- /cialmente, a Francia, Inglaterra y Alemania; esta selecci6n

; -que puede justificarse para el siglo XIX- deja fuera del" analisls una vasta y esencial area cultural del Antiguo Re­

gimen: Italia y el mundo iberico.. \- Mas alia de estas crlticas. las ciencias sociales (a las cuales

pertenece la h istoria cuando reivindica el modelo haber­masiano) se encuentran, a finales de nuestro siglo, sumergidasen una reflexi6n dubitativa y desencantada sobre la validez de 'sus instrumentos conceptuales: se cuestiona en efecto su ade­cuaci6n para entender sociedades y periodos que los ignora­ban por complete. 0 que conferfan a palabras identicas signifi­cados muy dlstintos.? Este problema, omnipresente en lareflexi6n sobre el estud io de las sociedades no europeas, estarnbien inevitable y central en el analis is del Antiguo Regimeneuropeo. Y al igual que para aquellas, la (mica manera de solu­cionar la heterogeneidad dellenguaje es sin duda explicitar lasdiferencias, 10 que Charles Taylor ha llarnado la "clarificaci6nde los con trastes",3

Por eS9~-p.r.s;:f~tida..JI.~lltsu"LL\ UlV Ul;;

pUblica.~~ pluralidad de los "espacios publicos La esfe­ra publ ica ' se entlenae comot:irlespacio abstracto e inmate­rial, aun cuando una historia cultural de nuevo cufio, cuyosecos encontraremos en varios de los capftulos, ha abordadoya sus aspectos mas palpables: los irnpresos, su difusi6n y surecepci6n , las practicas de lectura, etc. La mayor parte de losespacios publicos que encon tra m os aquf son muy concretos:la calle y la plaza. el Congreso y el palacio. el cafe y la im­prenta. Y sobre todo la ciudad, lugar por excelencia dela polltica. El publico es aquf, antetodo, .el pueblo concretocon toda su dive~sTClaa~r:osericuenfros y las modalfdadesm~s"-"­Tiitefec tuales y et~~eas de la comun.icaci6n-)U;l~I 'i~tercambiode opiniones se producen en t(espacio cornpartido de las

..... .'2 Cr. por ejernplo, Bartolome Clavero, ,ifii lidora. Antropologia carcilica de la

econoll/(a politico, Madrid, 1991, y la iruroducclon de Jacques Le Goff a la" " lraducci6n francesa (1997).

J "Comprehension er ethnocentrlsrne", en La liberte des modemes , pur ,Paris. 1997.

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13INTRODUCCI6N

manencia hasta nuestros dlas de la polisemia de la palabrapueblo en espafiol -a la vez abstracta y concreta- es uno delos signos mas evidentes de la especificidad de los pafses his­panicos.

Tarnbien la distinci6n, tan arraigada en las concepcionesde 1~n-6cleaad-m odem a , entre 10 publico y 10 privado careeede validez para el Antiguo Regimen cuando se analizan las

/ - grandes categorias del derecho comun (vease infra el cap. de. Schauhj.Lc.Ja-propiedad y el concepto de vida dornestica

(vease infra el cap. de Lernperiere) 0 la preeminencia delgrupo de pertenencia frente al individuo (vease infra el cap. deGuerra). De esta falta de distinci6n entre publico y privado sedesprende una moral publica completamente empapada deval~r:~ r~ligios~i.ie nodeja l~gar. a conductas contranas-;- \aunque aparezcan s610 en el ambito domestico, como 10 1

ensefia Leal cuando habla de los "escandalos" en la sociedad )aristocratica de Caracas .

Incluso en el caso de las practicas de lectura estudiadas porSilva, ya en plena epoca de las Luces, vemos que las lecturas \)

, indi':ls!uales en el sosiego de un retire campestre ~st~nJ22..~?!p.,::cr'aaas en una red de sociabilidades muy concretas y, por 10dernas, tradicionales , que noson especificamente "privadas":

. Ia vecindad, ~e l parentesco, los cargos publi;osde~rn.a;.la.': elecc;6f\ de los interlocutores -, En este caso, como consta en'E' c~;;:espondencia entre los lectores, el intercambio de ideasno se puede separar del intercambio de senales de amistad y de

\. mutua confianza.Otra de las caracterfsticas del mundo antiguo es la pri­

macfa de una cultura a la vez juridica y catolica. La ci.ihuraTuridrc~es-unrasgo esencl-afde' este 'unlverS~ incluye nos610 la formaci6n de los letrados sino tambien un fondocornun y compartido por el publico en su conjunto: cualquiercorporaci6n, incluidas, como bien sabemos, las comunidadesindfgenas, puede aprovecharse de las leyes mediante aboga­dos y apoderados letrados para representar sus demandas yproteger sus derechos. Se trata de conocimientos accesiblesa todos los que pertenecen a grupos instituidos por las leyes 0

por la costumbre,La difusi6n de la gran idea del siglo XVlII europeo, la de las

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INTRODUCCI6N12

cionario : una heterogcneidad entre dos epocas de la historiahumane . Para ellos -y esta misma conciencia es una de lasprincipales novedades de la epoca- el tiempo que estanviviendo es un periodo de ruptura, de novedad, de invenci6nque deja atras imaginaries. valores y practicas de una epocapreterits de la humanidad . Como 10 recuerda Schaub, el An­tiguo Regimen no es. ante todo, el precursor de la rnoder­nidad, sino el mundo contra el cual esta se alza y se cons­LJ-c.:~'e, aurique evidentemente de el surgen los elementos queJa haran posible. Entendido asf, el Antiguo Regimen, es..unj;lrgQ...per iodo hist6rico que hunde 'sus rafces en la EdadMedia yla feudalidad y se prolonga en muchos campos y enmucnasam&i"entes hasta la Ilustracion.

-futeAntigil"o Regimen es un mundo peculiar, que en granmedida nos es profundarnente ajeno. Entre sus caracterfsticasrna') destacadas se pueden senalar aquf algunas. Es un mundoen cl que [allan distinciones esenciales en nuestra manera de

. pensar -ya-e--expresarnos. '~omo la que opone Estado.. y

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ornriipresente, Perc el "gobierno" no es monopolio de las" autoridades·t:~gias, sino que esta ampliamente distribuido yI com partido entre los diferentes cuerpos que componen la

I ' "republica" (vease iHfra el cap. de Lernperiere). La ausencia;1del Estado y la extrema descentralizacion de las funciones de

I gobierno tienen varias consecuencias, Por un lade, las cere­monias publicas del mundo hispanico ya no puede~ae- J"r a rsero;;O-el espectaculo de un poder que se "represerita"ante un pueblo espectador pasivo, sino como la escenificaci6n .ierarquica de todas las autoridades y cuerpos que 10 cornpc-'neh . incluidos evidentemente el rey y su~ representantes . Porotro lado, l~ \~,i.gai R~i~a,-;-~el_ ,~~~uoR~ens~. desal"roftaen [ugares ~Ia Corte, la cludaa- .Y segun rnodalidades rnuycc;,cre tas - par't1all'lEidC'S-.v bandos, cornpetencia cnlre loscuerpos.v entre las redes de patronazgo. elc.- (vcase iI/I'm elcap. de Guerra), EI p(lblico. el pueblo, tiene un caracter nos610 mu :·.. concreto ~b poblaci6n de un reino, de una provin­cia, de 'u na ci'udad, de un pohlado-, :>.iDJL!..ambien corporati­V~1l!1 conjllnto de eslamenlos y corporaciones-. La pe~.::.~_

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LA EPOCA REVOLUCIONARlA: LAS AMBIGOEDADES

DE LA MOVILIZACI6N DEL POBLICO

Es durante la epoca de la revolucion y de la independenciacuando aparece -elespacio publico modernD:' -sin - que -ha­yasido precedido -sobre todo en America- por la constitu­Ci6n'oe"una "esfera publica literaria" . EI origen exogeno de lacrisis de la rnonarqufa hispinfca-explica esta anomalia. Lanecesidad de suplir al rey ausente hace de la soberanfa elproblema candente de ese momenta y provoca un intensedebate politico que va a !levar a la aparici6n de la opini6npublica. La soberanfa conoce una metamorfosis que la con­vierte en un arma mucho mas radical de 10 que fue jarnas lasoberanfa real : lIeva consigo, en efecto, el nacimiento de

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INTRODuccr6N

"poderes publicos", fuente de toda autoridad y de todo dere­cho, y germen del Estado (vease infra el cap. de Guerra),Paralelamente aparece una constelaci6n de terminos abstrac­tos muy diferentes del muy concreto publico del AntiguoRegimen.

L6gicamente, la a~opci6E.9~LDI,Levo J~Il8!!~k~Q,_se i!:!!.E0~~__g~_g01Pe..J:is>cquenet !Duestra la obligaci6n en que se ve la

(Jlifi1a~ral espa~.I~)de conservar el cerem~~ia.1 de la rea­'leLa para convencef a los vasa!los de la legitimidad de su

poder. Las multiples "irnperfecciones" de la Junta provienende su constante oscilacion entre la legitimidad de la autoridadreal y la que nace de la insurrecci6n popular, que desembocaen la idea de soberanfa del pueblo. La prensa propiciada porla Junta padece de las mismas arnbiguedades, porque no pu~­

de escoger entre las c6modas restricciones de ], regalia de pu­blicaci6n y la libertad que debe tener ahora el pueblo (dehecho, las elites) de opinar sobre las decisiones pollticas.

La misma heterogeneidad aparece en el campo de lassQ..c1aoilT~. Caracas, estudiada por Leal, es el escenario deuna-renoViici6n s610 aparente de la vida corporativa tradi­cional, pues las asociaciones creadas a finales del siglo xvrnsiguen apegadas al respeto riguroso de las jerarqufas en suorden interne. Despues de empezar la revoluci6n, los clubespoliticos, aunque fundados en los principios de la igwuCla-a-yde la discusi6n, no prescinden de la herencia de.]a escenifi­<;~9~1} alegorjca en lasi>c~.!!es., Sin embargo, su raclicalidad es10 bastaI1(e obvia como para que las elites moderadas los con­sideren cuerpos indeseables, contraries al orden publico: susnormas de comportamiento, interno y externo, ya no se con­forman a las reglas de la civilidad corporativa y caen en la ca­tegorfa del escandalo, Se les aplica sisrematicamente la eti­queta de jacobinismo, en la medida en que pretenden ser elpueblo sin pasar por la mediaci6n representativa,

La naturaleza misma de la representaci6n, la cual se havuelto ineludible despues de la desaparicion del monarca, noIogra ser el objeto de una definicion ni de practicas clara­mente asumidas. EI primer Congreso de Venezuela estudiadopor Hebrard dernuestra la voluntad de canalizar y reg!amen­tar constantemente, segun las antiguas forrnalidades deIas

INTRODUCCI6N14

"Luces" asociadas a nuevas formas de comunicaci6n (losY;;~os , los periodicos) y de s(),ciabilid~d(so.s?jedadeSde lec:tura, academias, etc.), aparece muy tardlarnente en Iberoa­m~rica, ·C'omo 10 rnuestran aquf los ejemplos ae NuevaGranada, Venezuela y Chile. Por 10 tanto, las nuevas pautasculturales no bastaron para moaiIicar profundarnente las ca­ractertsticas del espacio publico del Antiguo Regimen. Lanoci6n misma de absolutisrno "debe ser reexaminada '~ma­

lizando no s610 la distancia que media entre las practicaspolfticas y el discurso de los gobernantes, sino inclusoreleyendo el discurso absolutista sin atribuir a sus autoresprop6sitos y significaciones anacr6nicas. Por 10 tanto, es unacultura publica muy antigua la que afronta los procesos re­volucionarios desde 1808. Inversamente, la revoluci6n RrQP.i-

! ~i,a, ,de. ~anera decisiva ei. a~ge-d~'la~- :~?nas ~~~d;i~as) ';'\sociabilidad y de Tormacion de la opinion, Sin embargo, "muchas de lasambiguedades' que podemospercibir en el uso Ique hacen las elites, durante el periodo revolucionario, de Iconceptos como la "libertad de irnprenta", el "pueblo", la "opi- "ni6n publica", 0 bien en la organizaci6n de ceremonias cfvi­cas, proceden del arraigo todavfa vigoroso de los antiguosmodos de concebir los variados vfnculos entre los miembrosde la comunidad polftica.

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17INTRODUCCION

RE-FORMAR AL PUBLICO POR LA PRENSA,

LA ESCUELA Y LAS CEREMONIAS

De ese momenta en adelante, se va allarnar "ignorancia" a lafidelidad del pueblo, a sus modalidades tradicionales, orales,

siglo XIX anunciado por los periodicos de Aldana y sus com­parsas es 1a publicidad dada a unos negocios de Indole per­sonal que hasta la fecha se tramitaban mediante el recurso alfavor y a las mercedes del rey, y que ahora trataban de apelara la opini6n para conseguir sus fines.

/ Del conjunto de estos capltulos se desprende una serie de ...,( caracteristicas propias del espacio publico moderno naciente. / :.>-,

En primer lugar, la concepci6n de la opini6n: incluso liberada ; . J'"')del "despotismo". no se libra de la busque~a de la unanimidad \ ' 'y, por parte de los gobernantes, del miedo constante a la " .­expresi6n de ideas contra rias . Esto tiene que ver, en segundolugar, con el ideal todavla vivaz de la "tranquilidad publica",ideal en parte contradictorio con la necesaria movili zaci6ndel pueblo para activar la dinarnica revolucionaria y legitimara las autoridades mediante la expresi6n de la voluntad gene-ral. En fin, lejos de unificar al publico en torno de los nuevosvalores, el surgimiento de la opini6n y de las sociabilidadesmodernas reconstituye ul\a nueva-J~rarq~1~ Esta no descansa -"',ya en el nacimiento 0 la...penenenci'L~ cuerpos 0 estamentos , .'privilegiados sino e~12ital cultur~~ !,c~eso a los im- (Jpresos, a la lectura individual, a la opini6n de los "sabios" y ala informacion polltica produce una profunda divisi6n entreel publico, del cual se excluye, de ahora en adelante, a la rna-yorla considerada como "ignorante", Estas distinciones decorte "capacitai re" no son menos conscientes y reivindicadaspor las elites que las existentes en la cui tum de los privilegios,fueros y rangos del Antiguo Regimen. El liberalismo iberoa­mericano, cuyos primeros brotes apenas se distinguen deliespiritu dieciochesco, es. en este sentido, elitista, pero para­d6jicamente promueve al mismo tiempo el concepto del ciu­dadano-elector y 10 pone en practica mediante un sufragio enmuchos casos muy am plio.

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INTRODUCCION16

autoridades corporativas, la exposici6n publica de las opi­niones. Por 10dernas, el Congreso se concibe a st mismo comoun cuerpo y una autoridad colegial y oscila entre considerarsecl representante de una naci6n -incierta- 0 ei representantede los muy concretes pueblos, Factor de confusion adicional ,los representantes del pueblo seven obligados, como conse­cuencia 16gica de la condena del "despotismo", a tomar encuenta a la opini6n publica. Pero esto desemboca en una seriede disyuntivas entre la opini6n legltirna de los "sabios" y lavulgar de la plebe ignorante y versatil, 0 entre la ciudad capi­tal, supuestarnente ilustrada, T iou?uel:ilos mcultos'.-Desde el

- . -- ..-= -p-rinc:piO"se imponen, por 10 tanto;<1fniites bastante- eSfrecnosa la libertad de expresion, derecho polfti~-;que arlin y a1 cab(;'queda determinado por el ideal del unanimismo de viejo o-Jnuevo curio.

EI nuevo lei1g1Jaje de la opini6n es un arma mas en elen[Tentamie-~tc;'d ;'la7hcciones q!l~~g~!l al~, £!~E~T;s '

-Ia-lecd 6ri 'de l "escandalo ael1i'nsa" presentado p or Verdo. Enel ambiente politico inestable del Rio de la Plata, las opi ­niones no valen tanto por su propio .£.onte'p' i.9~Q1QJj.£r.:r2- ,pcrtenencia del 'os contrincil~=-a..tai.o tal.bando .polltigg, EIc3sc;-:'it:igiei-e"hn1bie~q~~ I~s elites no tienen derech~ laexpresion indecorosa de sus opiniones, porque deben al pu­blico una represe!}~f\fi.QI1.:;.~~mplar de los valores colectivos.

En eu anto a~~.';\.<;)'6Ji) misma de L':,.2pj r!2.!l. ,!?~.b.!.~ ca ,Chassin nos presenta sus aspectos mas concretos al reveIarlos metodos de la publicidad ilicita en el ambiente politicoparticularmente hostil del Peru realista: redacci6n y repro­ducci6n manuscrita , distribuci6n clandestina mediante unared de amigos Rabies .. . Podemos pensar que estos proce­dimientos emplcados para despertar la opini6n peruana noson nuevos, sino que se valen de las artirnafias bien conocidasde los autores de pasquines. Pero surgen tarnbien elementosnovedosos, en particular el personaje del "publicista", supues­to portavoz de una opini6n que el mismo se ernpena en creary movilizar mediante el recurso de generos literarios hlbridos,en los cuales los argumentos racionales de la filosoffa poltticacoexisten con la satira, la burla y la caricatura, arbitrios pro­pios de los pasquines y libel os . Otro rumbo de la prensa del ..

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I . -.18 INTRODUCCION INTRODUCCION 19

de comunicaci6n par una parte y, par otra, a 10 que se califi­ca, despreciativamente, como sus "costurnbres": unas costum­bres heredadas de la cultura publica del Antigua Regimen,que en realidad remiten a los derechos y a los ceremonialespropios de la organizaci6n corporativa, y que el conceptomoderno y abstracto de ley -expresi6n de la voluntad gene­ral- no puede reconocer como legftimos. Par eso las elitesgobernantes del perioda posrevolucionario se emperian tantoen reforrnas y transformaciones que a fin de cuentas se pro­ponen, sabre todo, reforrnar al pueblo mismo para confor­marla al marco jurfdico y politico nacido de la revoluci6n.

De estas costumbres y de su .perm an encia mas .alla delepisodio revolucionario: Desrarne lias ofrece una pintura muyviva.~op6netma'rehao'ilit";ci6~-cferrumo9 que, en unasocie a"d casi par comPleto privada, hasta 1808, de los recur­sos de la noticia impresa, constituye la manera mas acordecan el tipo de vida que se desarrolIa en los espacios publicosde la calle y de la plaza de dar a conocer el acaecer politico.Se trata de practicas colectivas y publicas tan difundidas quela lectura personal y silenciosa aparece como el lujo de unoscuantos. Pero la oposici6n expllcita entre la opini6n fundadaen la razon, fomentada par los impresos y la lectura, y lacomunicaci6n cornunitaria obliga a las elites republicanaschilenas a recurrir a los metodos de esta ultima para empren­der la educaci6n del pueblo en los valores de la ciudadanta,Mientras tanto se va conforrnando una "privacidad" en elverdadero sentido de la palabra, fragil ann, pero que puedesurgir gracias al reconocimiento jurfdico de los derechosindividuales. Asf 10 argumentan can tada claridad los autoresde una correspondencia de contenido politico, de la cualsuponen que, al no buscar la publicidad, no infiere conse­cuencias negativas para el orden publico. Contrariamente a 10que sucedta en el Antigua Regimen, la opini6n privada puedellegar a deslindarse par completo del esplritu publico.

El caso de la transici6n brasileria hacia la modernidadpolltica, aparentemente peculiar par su apego al principia di­nastico, sigue, sin embargo, las pautas observadas en losdernas parses . EI vinculo establecido par Morel, cuantitativa ycualitativamente, entre el auge de las publicaciones impresas

y el derrumbe del "absolutisrno" sugiere que can esta palabrase designa simplemente la legttiuidad monarquica, que seopone a las nuevas fuentes de legitimidad politica, entre elIasla opini6n publica. Esta se vuelve un actor politico de primerplano no sin quedar restringida, una vez mas. al ambito estre­cho de los "sabios" y de las elites. La habil asimilaci6n quepropane Morel entre ciudadano activo y lector activo ejempli­fica los tern ores de la elite frente a la posibilidad de compartircan la "plebe ignorante" los beneficios de la libertad politica yde imprenta. Incluso en las concepciones mas dernocraticasque definen a la opini6n publica como la de la rnayorta, lospublicistas brasilenos convierten a la prensa en un mediaeducativo, cuyo fin no es otro que conservar y promover lasnorrnas del orden social establecido.

Sin duda el mayor reto para los gobernantes que actuan enlas decadas que siguen a la revoluci6n pohtica es encontrar lamanera de acabar can las movilizaciones populares "jacobi­nas" y, al mismo tiempo, construir un pueblo hornogeneo, aptopara asumir las responsabiIidades politicas que Ie correspon­den como titular legttimo de la soberanfa. Se hace necesarioinventar una pedagogfa inedita, pues las costumbres y 10. cul­tura jurtdico-religiosa que se trasmitfan mediante las agrupa­ciones corporativas se vuelven indeseables en una sociedad deindividuos aut6nomos .

Los medias ' son muy diversos y movilizan todos los recur­sos de la comunicaci6n. Lornne nos muestra c6mo se utilizanpara este fin las antiguas ceremonias publicas y el contrasteque existe entre la "opinion publica" de las elites y '~ \ sentirpopular en Bogota. La presencia creciente del ejercito en lasceremonias publicas y la correlativa y progresiva desaparicionde las corporaciones en elIas refleja -y provoca-e- la disolu­cion de una visi6n corporativa de la ciudad, tal ccmo se ma-'nifestaba antes ffsicamente par la reuni6n de todos sus miem­bros en el espacio ceremonial antiguo. Aquf tambien se produceuna segregaci6n ffsica entre los espacios publicos de las elitesy los del pueblo.

Otro media omnipresente en la creaci6n del pueblo moder­no es la educaci6n, como 10 muestran los proyectos educa­tivos del thile portaliano estudiado por Serrano. A I~. escuela

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20 lNTRODUCCI6N INTRODUCCl6N 21

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prima ria , la de ! "pueblo" en la acepci6n sociol6gica de la pa­labra, se reserva el papel de inculcar tanto la moral de la obe­diencia y del trabajo como la mogifi<;3,ci6n de sus . usos ymodales , Podcmos observar que 1~\coacci6i} republicana ejer­cida sobre los cuerpos y las inteligericias para formar alpueblo de ciudadanos no es menos pesada de 10 que habrasido el control de la comunidad corporal iva antigua sobre susmiernbros, En cuanto a fa escuela secundaria, accesible s610 alas elites, a e-llase reserva la edolic-aci6n'~uTta y er;; nocimien­to'de 'sus derechos mediante el estudio de la historia patria.

Si bien la educaci6n chilena decimon6nica conserva r asgosde la organizacion anterior, con la integraci6n, durante variasde cadas , de las escuelas particulares al marco jurldico de laescuela "publica", la cuesti6n de la secularizaci6n hace surgiruna definicion mas radical de 10 publico, puesto que me­noscaba la intervencion de la sociedad en la determinaci6n delos valores colectivos. Los "Roderes pllblicos" -que afirmansu centralidad en Chile- ~te;q~e-~(;tr;;'~palses, aunque eIproceso es identico en todas partes- sustituyen al gobiern odel ? u blico , por st mismo caracterlstico~eTAnl)g~9J~,rgrii1eri. \Es ' precisarnente entonces cuando se puede empezar a hablar )\de la "sociedad civil", la cual divide su quehacer frente alEstado entre la busqueda del bienestar privado y la expresi6npublica de opiniones de toda Indole.

A mediados del ~Io XL,<, con ritmos y modalidades propios~;-~'~G p;{s:-~;;iste~ yaen America Latina los prillsip'~loe~. e!e­mentes del espacio publico l11.q9~rI}0. Pero, 'Ciert a es tambienla perslstencia tenaz de las nociones antiguas del "publico" yde 10 "publico" y de los imaginarios y practicas polfticos queesto conlleva. En la segunda mitad del siglo, la ofensiva con­tra ellos adquiere una nueva intensidad, pero sin que esosuponga su desaparicion total. incluso en nuestros dlas .Llama la atenci6n, por ejernplo, el hecho de que, una vez des­a parecidas las corporaciones heredadas del Antiguo Regimen,se constituyan asociaciones mutualistas, y mas tarde sindi­ca les , que, a pesar de su caracter novedoso, tienen pocos finesen cornun con las formas de sociabilidad de la modernidadilustra da y decimon6nica. Mas aun, mientras que la opini6n

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publica modema, resultante del juicio de individuos aut6­nomos, se supone siempre Iibre en relaci6n con los gobiernosy el E stado. vuelve a ser captada y utilizada por todo tipo devlnculos , al mismo tiempo voluntarios y "comunitarios", co­mo 10 son las adhesiones partidistas. Quiza en estas socie­dades ibericas -y probablemente en muchas otras tambien-s­haya que concebir al espacio publico rnoderno como uno masde los multiples espacios en que se congregan, comunican yactuan los hombres. Su articulaci6n con otros, venidos de unpasado mas lejano. esta aun . en gran medida, por estudiarse.

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