grandes historias de la filosofía

1
Los increíbles cuentos solo son catalogables por los seres humanos como tales. El asombro que pueda causar a los griegos semejante espectáculo natural, para un niño moderno nos es más que una lágrima más sin sentido, y carente de significado. ¿Quiénes somos en realidad? Y, ¿por qué nos atribuimos semejante responsabilidad? ¿acaso nos sentimos culpables por ser como somos, seres que necesitan negar la realidad para hacerla más cómoda y menos peligrosa, ya sea simbolizándola o simplemente poniendo barreras tecnológicas más y más grandes? Yo no creo que sea culpabilidad en primera instancia, porque sabemos que es algo que no podemos controlar. La pulsión de muerte está por doquier, al igual que sus implicaciones éticas, pero se ha puesto en su lugar a la tolerancia, que no hace nada más que hacer las barreras más amplias y menos verdaderas. A lo mejor es que ya no podemos concentrarnos en algo concreto, porque siempre lo estamos haciendo mediante la virtualidad de lo real que hemos conformado con cada acción con ‘‘sentido’’. La pregunta por el sentido de la existencia de las condiciones de posibilidad negadoras de la realidad y afirmadoras de lo humano (la supervivencia a diferentes niveles) nos dejan boquiabiertos frente al montón de plástico que mascan los que aún comen pescado, carne de factorías, o verduras con químicos de todo tipo. Boquiabiertos en el sentido de que nunca antes se tuvo tanta hambre, y más que hambre, gula. Pero ya se sabe que sucede cuando el goloso considera su actividad algo decente… muere. No estoy abogando por un termino medio, una regulación de los apetitos, sino un planteamiento distinto del ser humano. ¿otro más? No, es uno que pone en duda al de cualquiera. Es ese al que yo voy. No quiero grandes grandilocuencias, quiero historias que aun siendo auto-críticas, muestres un deje esperanzador, solo de este modo podremos vivir en paz, en la tragicomedia de una vida que no está hecha para nosotros, pero si por nosotros.

Upload: falcon01a

Post on 21-Dec-2015

213 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Pequeña historia de una vida que amaba a otra

TRANSCRIPT

Page 1: Grandes Historias de La Filosofía

Los increíbles cuentos solo son catalogables por los seres humanos como tales. El asombro que pueda causar a los griegos semejante espectáculo natural, para un niño moderno nos es más que una lágrima más sin sentido, y carente de significado.

¿Quiénes somos en realidad? Y, ¿por qué nos atribuimos semejante responsabilidad? ¿acaso nos sentimos culpables por ser como somos, seres que necesitan negar la realidad para hacerla más cómoda y menos peligrosa, ya sea simbolizándola o simplemente poniendo barreras tecnológicas más y más grandes? Yo no creo que sea culpabilidad en primera instancia, porque sabemos que es algo que no podemos controlar. La pulsión de muerte está por doquier, al igual que sus implicaciones éticas, pero se ha puesto en su lugar a la tolerancia, que no hace nada más que hacer las barreras más amplias y menos verdaderas. A lo mejor es que ya no podemos concentrarnos en algo concreto, porque siempre lo estamos haciendo mediante la virtualidad de lo real que hemos conformado con cada acción con ‘‘sentido’’.

La pregunta por el sentido de la existencia de las condiciones de posibilidad negadoras de la realidad y afirmadoras de lo humano (la supervivencia a diferentes niveles) nos dejan boquiabiertos frente al montón de plástico que mascan los que aún comen pescado, carne de factorías, o verduras con químicos de todo tipo. Boquiabiertos en el sentido de que nunca antes se tuvo tanta hambre, y más que hambre, gula. Pero ya se sabe que sucede cuando el goloso considera su actividad algo decente… muere. No estoy abogando por un termino medio, una regulación de los apetitos, sino un planteamiento distinto del ser humano. ¿otro más? No, es uno que pone en duda al de cualquiera. Es ese al que yo voy. No quiero grandes grandilocuencias, quiero historias que aun siendo auto-críticas, muestres un deje esperanzador, solo de este modo podremos vivir en paz, en la tragicomedia de una vida que no está hecha para nosotros, pero si por nosotros.