graciela montaldo- las masas

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Gracie/a Monta/do (Universidad Simón Bo/ívar, Caracas) De la mano del caos: sujetos y prácticas culturales Resumen Este artículo expone algunas hipótesis sobre ciertas formas del arte y cultura, en América Latina, a fines del siglo XIX ya fines del siglo XX, a través de las categorías de masa y multitud y de reproductibilidad técnica de los bienes culturales. Se trata de una propuesta para leer en quéafectó la aparición de la masa, como sujeto político y cultural, el conjunto de la producción de bienes simbólicos y cómo se estableció una nueva dinámica, con su aparición, entre las diferentes formas de producción cultural. El trabajo también se pregunta sobre las intervencio- nes de los artistas, los intelectuales, el Estado y el mercado en la dinámica cultural y sobre el peso de las instituciones en el marco de la nación. Finalmente, el artículo trata de leer el lugar de la multitud en la cultura moderna y su reactualización contemporánea. Palabras clave: crítica cultural, cultura de masas, Modernidad latinoamericana, Nación. Abstracts From the Hand o/ Chaos: Subjects and Cultural Practices This article exposes some hypothesis about certain forms of art and culture in Latin America, towards the end of the nineteenth and the 20 th century, through the categories of mass and multitude and the reproduction techniques of cultural goods. It is a proposal to read to what extent the appearance ofthe masses as a political and cultural subject, affected the production of symbolic goods and established a new dynamic between the different forms of production. This article, also questions the intervention of artists, intellectuals, state, and market in cultural dynamics and the weight of institutions in the national frame. Finally, this piece tries to read the place of multitude in modern culture and its contemporary revival. Key Words: Cultural Crticism, Mass Culture, Latin American Modernity, Nation. Cuadernos de Literatura, Bogotá (Colombia), 8 (J 5): 8, enero-junio de 2002 21

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  • Gracie/a Monta/do (Universidad Simn Bo/var, Caracas)

    De la mano del caos: sujetos y prcticasculturales

    ResumenEste artculo expone algunas hiptesis sobre ciertas formas del arte y cultura, en Amrica

    Latina, a fines del siglo XIX ya fines del siglo XX, a travs de las categoras de masa y multitudy de reproductibilidad tcnica de los bienes culturales. Se trata de una propuesta para leer enquafect la aparicin de la masa, como sujeto poltico y cultural, el conjunto de la produccinde bienes simblicos y cmo se estableci una nueva dinmica, con su aparicin, entre lasdiferentes formas de produccin cultural. El trabajo tambin se pregunta sobre las intervencio-nes de los artistas, los intelectuales, el Estado y el mercado en la dinmica cultural y sobre elpesode las instituciones en el marco de la nacin. Finalmente, el artculo trata de leer el lugar delamultitud en la cultura moderna y su reactualizacin contempornea.

    Palabras clave: crtica cultural, cultura de masas, Modernidad latinoamericana, Nacin.

    AbstractsFrom the Hand o/ Chaos: Subjects and Cultural Practices

    This article exposes some hypothesis about certain forms of art and culture in Latin America,towards the end of the nineteenth and the 20th century, through the categories of mass andmultitude and the reproduction techniques of cultural goods. It is a proposal to read to whatextent the appearance ofthe masses as a political and cultural subject, affected the productionof symbolic goods and established a new dynamic between the different forms of production.This article, also questions the intervention of artists, intellectuals, state, and market in culturaldynamics and the weight of institutions in the national frame. Finally, this piece tries to read theplace of multitude in modern culture and its contemporary revival.

    Key Words: Cultural Crticism, Mass Culture, Latin American Modernity, Nation.

    Cuadernos de Literatura, Bogot (Colombia), 8 (J5): 8, enero-junio de 2002 21

  • GRACIELA MONTALDO

    Las multitudes

    Con la certidumbre que imponen las frases rotundas, el siglo XIX, cargado deacontecimientos radicales, fue llamado "el siglo de las masas". Durante los procesosrevolucionarios modernos, este nuevo sujeto hace su aparicin en la escena poltica ycultural a travs del discurso de las elites y 10 hace de la mano del escndalo y elterror: la violencia, la usurpacin, el acoso, 10 informe apropindose del espacio pbli-co y contaminando la escena moderna con el despliegue de su manifestacin catica.Se trata del sujeto-monstruo que se hace extremadamente visible en ese momento yque tiene, como todo monstruo, muchos nombres: masas, turbas, multitudes, muche-dumbres, populacho, clases peligrosas. La amenaza que representa para los nuevosvalores modernos puede medirse en la proliferacin de saberes nacidos paradiagnosticarlo, desde la teora poltica hasta la psicologa social. Ese sujeto, amenazavisible despus de las revoluciones europeas, adquiere tambin presencia fundamen-tal en Amrica Latina, donde las despreciadas multitudes de la formacin de las na-ciones modernas, representaron un peligro no menos difuso y cada da ms perturbadordesde las guerras de Independencia. Pero aquellas multitudes no han quedado refu-giadas en grabados caricaturescos, en diagnsticos tremebundos, en fotografasgrandilocuentes; ellas son hermanas de las actuales, que no dejan de ocupar a diario,y en diferentes pases, el espacio pblico. Es cierto que se hermanan en un soloaspecto, pero ese aspecto es fundamental y el libro ms deslumbrante sobre el tema,Masa y Poder de Elas Canetti (1960), 10 defini como una condicin de 10poltico: laaparicin de la masa es siempre una representacin de 10 social, una forma de poneren escena la conflictividad social, que se desarrolla a travs de un ritual pblico. Deaqu la posibilidad de formular una pregunta acerca del lugar de las masas en la cultu-ra del siglo XIX, cuando nacen, y en nuestro presente.

    A diferencia del pueblo, interlocutor legtimo en la poltica moderna, la masa deCanetti (y la multitud para las recientes teoras de Antonio Negri, Michael Hardt yPaolo Vimo) es siempre un enemigo del poder, una amenaza, pues se confronta con lavoluntad disciplinaria de los proyectos modernizadores, para quienes es un sujeto delcaos que no puede ingresar a la racionalidad poltica y est condenado a ser unaencarnacin de la conflictividad social. Si para el discurso modernizador la masa y lamultitud se consolidan como el rostro condenable de 10 que no se integra, remanentedel pasado brbaro que debe ser extirpado, y que, como tal, impide o traba el avancedel progreso, para Canetti es la puesta en escena de un ritual, que siempre es polticoy que no debe subordinarse al orden. Para el discurso modernizador, que condena lasdiferencias, masa y multitud no hablan, solo actan y, por tanto, se auto excluyen delpacto poltico moderno operando, subversivamente, por fuera, sin posibilidad de ingre-sar a la racionalidad de la poltica: no tienen lugar porque no tienen discurso ni formade ser representados, se mantienen en un estado pre-social, pre-poltico. El graba-do primero (la caricatura) y la fotografa y el cine despus, recogern algunas mani-

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  • DE LA MANO DEL CAOS: SUJETOS y PRcnCAS CULTURALES

    festacionesde la masa pero en el siglo XIX su fuerza sigue siendo vectorial y se ocultaalavisibilidadmoderna. Sern las grandilocuentes representaciones del siglo XX las quecomponganlas imgenes ms impactantes de esa multitud siempre al borde de cruzarlas fronteras de lo prohibido si no se la ordena. De all la necesidad de crear saberesespecficosque expliquen y justifiquen su manejo. Como en el caso de las feministas, losrevolucionarios,los enfermos mentales, los homosexuales, los criminales, surgirn rpi-damenteteoras que expliquen y definan a aquellos sujetos que pugnan por tener visibi-lidaden la nueva sociedad pero que actan segn lgicas autnomas, que no se avienencon la razn moderna, y sern rechazados y condenados por ella. Un siglo y mediodespus,muchos de estos estigmas se siguen usando para describir a los outsiders quesemanifiestany que responden a comportamientos y lgicas diferentes.

    Si, como seala Ral Antelo, el sentimiento moderno ms emblemtico, el senti-mientode inadecuacin, es individual y a la vez es "el ms pblico que existe", lasmultitudesno vienen a poner en escena esa afeccin en el seno de la modernidad sino,por el contrario, a detallar la diseminacin de la experiencia, el borramiento de lasfronteras disciplinarias. Masa y multitud fueron y son los nombres de fenmenosdisolventes,de la reaccin a la modernizacin disciplinaria; por eso tambin vuelven ausarseen el siglo XXI, cuando parece cerrarse el ciclo de las naciones y de la moder-nidady los grupos escasamente identificados irrumpen fragmentarios y --otra vez-desordenados,fuera de la lgica del Estado y cuestionando la representacin. MichaelHardty Antonio Negri en Imperio, describen el efecto desterritorializante de las mul-titudesactuales, como formas de un poder que querra hoy la defeccin, la desercindelEstado y de las instituciones y que su sola presencia (no una ideologa) las vuelvecontrainsurgentes. Estas multitudes avanzando sobre las diferencias borran una fron-teraque la modernidad dibuj con trazo grueso entre la prctica poltica y la culturalejerciendoas una primera distribucin de roles pblicos.

    Lasmultitudes vienen a decir a gritos que no hay frontera que no pueda ser atravesadapuesellasmismas son el emblema de una falsa oposicin que se reconstruye como raznmoderna.Si algo seala la aparicin de la masa en el mbito de la cultura letrada es que supoderreside precisamente en su irrupcin, en su indiferencia respecto de los lmites queseparanlas prcticas culturales modernas, en su desconocimiento de las estratificacionesy lasjerarquas que la cultura moderna desarroll con exasperacin. Y muchos aspectosde este desconocimiento perturbador pueden verse en las prcticas contemporneas; sibienlacontemporaneidad no manifiesta una explicitacin de los lmites yjerarquas y apelaaundiscursoconciliador respecto de las diferencias, es claro que de los medios culturalesnose hace un uso democrtico sino cada vez ms concentrado a travs del poder econ-micoy la escena pblica es hoy el mercado. Esto no significa, sin embargo, que hemosllegadoal momento del triunfo de la multitud, sino precisamente a su contrario, porque ladestruccindel orden que form a las masas como pueblo, que estableci los lmites entreculturay poltica, entre alto y bajo, paradjicamente, multiplic y sigue multiplicando esoslmitesdemanera sideral y volvindolos hoy ms difusos.

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  • GRAClELA MONTALOO

    y frente a la masa, estuvo y est ese sujeto que hace de la individualidad el bienms preciado: el artista, el intelectual. En esta dinmica, la masa puede entendersecomo un tipo de representacin de lo social que establece tambin un vnculo proble-mtico con las nuevas prcticas culturales modernas. Desde el comienzo, el creci-miento del nmero de los que leen, gracias a las polticas pblicas de alfabetizacin, esun problema para la cultura tradicional. Esos sujetos nuevos son el gran problema,porque se resisten a la clasificacin y porque solo comparten algunos medios con lossectores tradicionalmente cultos: saben leer, pero no tienen una formacin clsica;pueden gustar de un cuadro, de una pelcula, de una composicin musical, pero nopueden justificar su gusto y, mucho menos, descubrir cosas nuevas en lo que perciben;pueden amar las cosas culturalmente valiosas pero tambin las ms burdas represen-taciones y reproducciones; se trata siempre de la misma: son peligrosos, en la poltica,porque desconocen los lmites; y en la cultura, por lo mismo, son despreciados.

    Lo que perciben, por lo dems, a diferencia de lo que pasa con los artistas eintelectuales tradicionales que naturalmente se relacionan con la cultura, en el casode la masa est explcitamente mediado por el consumo. Ese pblico bajo ser pena-lizado siempre por lo mismo (no sabe, no entiende) y en la alocada carrera por alejarlo,los artistas e intelectuales se volvern cada vez ms sofisticados. John Carey sostieneque la aparicin de las masas es el nico motor del arte modernista en Europa; enAmrica Latina no' ser el nico pero s un factor de disrupcin que no puede sinohacer cortocircuito permanente en el interior de la cultura moderna. De este modo,algo hay en la presencia de ese sujeto del caos que vuelve a las prcticas culturalesletradas reactivas y des integradas, y que hace a la percepcin de lo esttico parte deun trabajo intelectual progresivo y a la razn misma, principal rgano de disfrute.Trabajo intelectual y razn funcionan con el alimento de las tradiciones culturales queactivan toda una maquinaria de conocimiento, actualizacin, rechazo y construccinde jerarquas, que no estn disponibles para todos. En Amrica Latina, donde el acce-so a esas tradiciones nunca fue igualitario, la separacin de pblicos fue muyjerarquizada aunque con aspiraciones a la democratizacin. Actualmente, el abismoes mayor no solo en cuanto a los hbitos sino en cuanto al nmero.

    El surgimiento de las industrias culturales est al servicio de las masas, tambinconformndolas. Con ellas aparecen simultneamente, y como su efecto, lasimprecisiones ms perturbadoras referidas al arte, las letras y las viejas humanidades.Krakauer sostena, en los aos veinte, que el alma de las masas era colonizada por losproductos de la industria cultural, pero pareciera que el fenmeno es reversible: lasmasas no han dejado de colonizar al arte y la cultura exponindolos abiertamentecomo fenmenos mercantiles y subrayando el carcter de mercanca de toda la cultu-ra en la Modernidad. La posibilidad de aceptar este pacto por parte de las masas tienesu reverso en la negacin del mundo intelectual a aceptarlo, an en pocas de pop-art y de desarrollo de la actitud irnica. El siglo XX es el progresivo avance de esosprocesos colonizadores.

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  • DE LA MANO DEL CAOS: SUJETOS y PRCTICAS CULTURALES

    Actualmente, es en verdad el lmite entre lo ms elaborado y lo ms vulgar lo queprovoca la dise~inacin de la cultura tradicional pues es la voluntad de la comunidadletrada y artstica, con sus diferentes formas de prestigiarse a s misma, que decidequ cosa cae de cada lado. Y tambin hoy sigue decidiendo parte de la cuestin laculturamasiva, con su capacidad de apropiacin rpida de los medios de las elites.AmricaLatina est llena de estos conflictos, cuyo punto condensador fue el Moder-nismo de fines del siglo XIX. Como sabemos, el Modernismo literario en AmricaLatinaarticul, a [mes del siglo XIX, un discurso terico muy sofisticado y activ unaideologa de artista provocadora y audaz, sin embargo, solo por estar insertada en elncleoms duro de la institucin literaria tradicional sigue logrando huir de la catalo-gacinde kitsch. Sin duda fue el momento "ms moderno" de la literatura latinoame-ricana -mucho ms que la vanguardia-, que permiti las posteriores aperturasestticasy tericas y se sostuvo en la expansin de la lectura, en el auge del periodis-moy en la difusin de lo esttico ~omo valor moderno-- en prcticas sociales muyvariadas. Es en ese momento en que el cruce de fronteras pasa de ser perturbador aconvertirse en una prctica crecientemente corriente. Conviene no olvidar los esfuer-zos de Rubn Daro por dejar en claro que su poesa es innovadora no slo respectode sus pares sino respecto de los "versificadores" de la industria cultural; y tampocohayque olvidar que parte de su poesa pasar a la retrica del bolero y del tango, conpocas transiciones y en muy pocos aos.

    Pero el fenmeno no deja de reactualizarse permanentemente. Figuras como lasde Octavio Paz (en El laberinto de la soledad) y Borges (en Evaristo Carriego)establecieron formas para pensar las relaciones con la industria cultural en librosclavesobre la identidad nacional, que recurren a las prcticas simblicas de los suje-tospeligrosos, a los que se mira desde un lugar que excede el populismo de la poca.Ambossern, posteriormente, centro de las elites culturales, clsicos nacionales, perotambinfiguras de los medios, completamente integradas a sus respectivas mitologasnacionales a pesar de la sofisticacin de sus escrituras. No parece tratrse de parado-jas sino de las respuestas necesarias a las confrontaciones culturales que la moderni-dadpone en escena, a las constantes transacciones de artistas e intelectuales con losusosy costumbres de la gente peligrosa y su legitimacin esttica. De all a la literatu-ra de los premios millonarios, a los/as escritores/as estrellas, a la consolidacin de lafarndulaartstica, hay muchos pasos pero que fueron dados rigurosamente para quehoy consideremos a casi toda forma cultural como fronteriza, en el borde entre locultoy lo meditico. .

    El borde, la frontera, como las soberanas polticas lo dejan bien en claro, sonformas permeables, pero tambin de ejercicio del poder y la represin, formas decontaminacinpero tambin de diferenciacin. La lgica binaria y simple que suponenno nos aleja de otra amenaza perturbadora, la de caer, sin damos cuenta, en unasuertede coma perceptivo, democratizado e igualador, que nos detenga justo antes delumbralde la crtica y nos devuelva al mundo del consumo como nica instancia de

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  • GRACIELA MONTALOO

    validacin. Quizs instalados all olvidemos que no hay.pultura sin instituciones que lasostengan, prestigien y que soporten los valores que consumimos. Esas institucionesfueron, durante la modernidad, intervenciones disciplinarias, en su mayora del Estado,o de sujetos que actuaron a travs de l. Desde all, muchos artistas e intelectualesdifundieron un determinado modelo de cultura y repartieron roles en solidaridad, lamayora de las veces, con los intereses de la poltica. Pero en la cultura contempor-nea, cuando progresivamente en muchos pases latinoamericanos el Estado se retirade ese mbito que pareci pertenecerle en exclusividad, se desdibuja el entramadoque sostiene "lo que nos gusta" y no resulta tan claro qu o quin naturaliza comovalioso lo que consumimos y cmo se reparten los lugares de privilegio. Tampoco eneste caso se trata del triunfo de la multitud sin embargo, sino de su regreso comofantasma para reactualizar su amenaza pues cuanto ms proliferante es el sistema deproduccin cultural, menos claras son las direcciones del consumo.

    El panorama del consumo

    La sociedad de masas, la industria cultural, el avance de la alfabetizacin, introdu-jeron la variante definitiva en la cultura moderna que sigue oscilando entre la disemi-nacin de los instrumentos de instruccin y la preservacin de una elite. El Estado,tutor siempre de las diferencias, fue rbitro a travs de varias instituciones. Desdeentonces, ha habido una constante aspiracin a la diferencia de las clases ilustradas,una carrera contra la apropiacin y el mercado, contra la masa, ese monstruo anni-mo que devora inocente y perversamente sus obras, pero tambin ha habido ince-santes incursiones en territorio ajeno. Y no es dificil ver en los museos, jardinesbotnicos, zoolgicos, exposiciones mundiales y otras formas de organizar el ociodesde fines del siglo XIX, el trazado de una frontera monumental y de pretensin cultafrente a las colecciones de libros baratos, revistas populares, tarjetas postales, esta-dios deportivos, parques de diversiones, panoramas y otros signos de la cultura plebe-ya; la batalla del buen contra el mal gusto se haba iniciado. La cultura reproducida, sinaura, se diriga al consumidor pobre que experimentaba lo esttico precisamente en lainmersin multitudinaria de la sala de cine, en los programas participativos, en losespectculos musicales, en los nuevos escenarios masivos donde, hoy de manera anms exasperada, lo bizarro reina. La proliferacin de mediaciones habilita estas gue-rras que siempre se definen en trminos jerrquicos. Desde ya hace ms de un siglo,provocar, invadir, pisar el territorio ajeno ha sido un ejercicio constante.

    Susan Buck-Morss seala en Dreamworld and Catastrophe que la construccinde una utopa de masas fue el sueo del siglo XX; fue la fuerza ideolgica conductorade la modernizacin industrial tanto en las formas capitalistas como socialistas y queese sueo fue el motor de una iconografia monumental que se sirvi de la reproduc-cin mecnica para difundirse. Sus anlisis del paralelismo entre la iconografia delcapitalismo y el socialismo en los aos '30 abre los ojos para seguir recolectan-

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  • DE LA MANO DEL CAOS: SUJETOS y PRCTICAS CULTURALES

    do escenas de e..autopa en Amrica Latina, desde los sueos arltianos de revolucin,almuralismo mejicano, desde la antropofagia brasilea hasta la postulacin de la razacsmicao del hombre nuevo. La centralidad de la masa en el imaginario poltico yestticodel siglo XX est muy presente en las ansias de saber y representar y, esacentralidadse convirti, en muchos pases latinoamericanos, en imagen de la nacinbajolos regmenes populistas, que legitimaron el ingreso de la masa bajo la forma depueblo. El desvanecimiento de un pacto cultural sostenido por los valores de la nacinhacehoy ms dificil esa reconversin y, por ello, las multitudes actuales parecen seranms peligrosas que las que amenazaron a las elites durante la modernidad. Ya noes posible postular medios para lograr que el caos que ellas representan se vuelvaorden gracias a valores sostenidos por la comunidad; la dispersin contemporneatiendems bien a indiferenciar lo comn en 10 informe del mercado, pues ni el Estadoni la nacin tienen la fuerza de aglutinar la disciplina.

    Si el arte, la literatura y la letra en general haban servido como el aglutinante de lanacin,almismo tiempo, fueron el lugar donde se cuestionaba el afn homogeneizador.Conmayor o menor nfasis, se trata de un problema planteado en todo el arte moder-no:cmo seguir .siendo artistas en un mundo que ha eliminado la distincin y est envasde abolir la identidad y la prctica autnoma del arte. Ya todos deben responderselapregunta sobre cmo seguir produciendo arte en un mundo que se ha apropiado deloestticoy lo ha difundido en formas mercantiles al alcance de todos, desde la moday los cosmticos hasta las reproducciones baratas de obras literarias, plsticas, musi-cales,dramticas, desde la televisin a los fetiches religiosos o sexuales. El consumoesten el centro del problema, porque 10 atractivo de lo esttico bajo las formas queofreceel mercado, crea esta guerra por la apropiacin de un resto, un plus del arte,quenunca se lleg a definir pero siempre fue un postulado sobreentendido entre losartistas.Hoy todo ello se ha expandido a tal punto que la pregunta que sostena loestticose ha borrado y olvidados de los lmites, parecemos haber olvidado tambinqueese trnsito implic, como sealan Hardt y Negri, el paso de la sociedad discipli-nariaa la sociedad de control donde la poca visibilidad de lo que nos mira, sin embar-go, no puede ocultar plenamente su presencia. Esto vale, ms que nunca, para elmundode los bienes culturales.

    Los museos de arte son la escena donde se representa mejor la paradoja contem-pornea:ofrecen las obras al gran pblico, pero las distancian de l a travs del apa-ratocrtico y de la naturalizacin de los procesos de legitimacin de las obras. Las queenellos se exponen son obras de arte porque estn en el museo y el camino entre lasalade exposicin y la tienda de reproducciones es casi ms corto que el que separala obra de su "explicacin". El afn reproductivo no afecta solo a las obras de arte,comosabemos, sino a todos los bienes culturales. Partiendo de una motivacin seme-jante, frente a la amenaza del consumo annimo, surge la "ideologa de artista" comofundamento de la valoracin esttica y el performance de la identidad como partecentraldel arte moderno, extraando a una minora del resto mundo. El trabajo de las

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  • GRACIELA MONTALDO

    instituciones y la difusin de las vidas de artista le develvieron a las obras algo equiva-lente al aura que el mercado les iba borrando; y son formas que an hoy se practicanfrente a la centralidad del mercado: el auge de las biografias de artista y el montaje delas retrospectivas que organizan los grandes museos siempre se hacen bajo la tuteladel nombre de autor. La celebracin de los premios (de los grandes grupos editoriales,el Nobel, el Prncipe de Asturias, y casi todos) coloca en el centro a ese sujeto que yaha aprendido a comportarse ante las cmaras y cuyo modelo ha mutado: ya no losexcntricos artistas de las novelas decadentes sino el "artista" de cine y televisin.

    Estos comportamientos no pueden ser sino la actuacin de una identidad a la queno se sustraen tampoco las obras, que desganadas de luchar contra s mismas y con-tra la multitud parecen haber optado por desenmascarar sus veleidades modernistassin resignarse al destino de desaparicin al que este reconocimiento las conducira.Hoy parece dificil sustraerse a los efectos de la doble colonizacin cultural ---de lasmasas por el mercado, de los bienes culturales tradicionales por las masas. No sehace necesario afirmar que puede ser una condicin de la produccin de bienes cultu-rales. Es, sin duda, la condicin bajo la cual las disfrutamos.

    La pregunta que Hardt, Negri y Virno se hacen hoy respecto de la poltica-esdecir, frente al poder descentrado del Imperio, frente a la preeminencia del trabajoinmaterial que caracteriza el sistema productivo bajo la globalizacin, frente a la con-centracin de la produccin de subjetividad a travs de la sociedad del espectculo,bajo qu formas puede aparecer la resistencia a la homogeneizacin del poder- estformulada en trminos culturales. La multitud vuelve a ser un problema en el mundocontemporneo; 10 es para las elites intelectuales y polticas de Amrica Latina, que laconciben como sobra y resto sobre el fondo de los diferentes procesos modernizadores.Sigue siendo el gran sujeto peligroso de la poltica pero tambin de la cultura, que seexpande ms all de los lmites de la representacin y que con su sombra vuelvemenos visible el orden al que nos sometemos. Apelar al monstruo, al fantasma, siem-pre fue un modo de diagnosticar la imposibilidad de ser modernos y la fatal tendenciaa la barbarie; recomendar su extirpacin, pareci la manera de curarse de todos losmales. En el reverso de esta diagnosis, podemos creer que fue un modo de percibir laexistencia de formas de ser por fuera de la modernizacin, y que los nuevos desplaza-dos de hoy reactualizan la batalla por la integracin y la exclusin. Y si bien estediscurso no es una resistencia a la imposicin de la modernidad como globalidad yhegemona, se constituye como una diferencia en la que habra que poder leer otrasrepresentaciones de 10 social y de la cultura y especialmente ver en las produccionesde nuestro tiempo contra qu cosas hemos dejado de atentar.

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  • DE LA MANO DEL CAOS: SUJETOS y PRCTICA CULTURALES

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