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Revista de Bioética Latinoamericana / 2016 / volumen 17 / Página 61-74 / ISSN: 2244-7482. Rev Bioet Latinoam 2016; vol 17: 61-74.
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GLOBALIZACIÓN Y ÉTICA: HACIA UNA ÉTICA CENTRADA EN LA PERSONA HUMANA.
GLOBALIZATION AND ETHICS: TOWARDS AN ETHICS CENTERED IN THE HUMAN PERSON. GLOBALIZAÇÃO E ÉTICA: PARA UMA ÉTICA CENTRADA PESSOA HUMANA.
Carlos Alberto Rosas Jiménez1
Fecha de recepción: 15.05.2015
Fecha de aceptación: 16.06.2015
Resumen El acelerado desarrollo de la ciencia y la tecnología, junto con el crecimiento económico de los países y la consolidación del fenómeno de la globalización ha tenido consecuencias en los diferentes ámbitos de la vida del ser humano. La injusticia social, la desigualdad, la violencia, las luchas dentro de los países y entre los países, así como el descalabro ecológico reclaman un sistema ético que regule y dé nuevas luces al comportamiento humano en este mundo globalizado. La dinámica de globalización de la cultura tecnocientífica y económica de mercado mundial, sugiere la necesidad de una urgente toma de conciencia de una ética global. Teniendo en cuenta este panorama mundial, en este trabajo analizamos cómo la bioética puede responder a este gran desafío que plantea la globalización. Proponemos que la clave fundamental de la respuesta está en la propuesta que ha sido desarrollada por la corriente personalista, la cual plantea y da solución a los problemas morales reales de rostros humanos concretos, sin dejar fuera a nadie y sin dejar fuera ninguna de las dimensiones del hombre. Abstract The accelerated development of science and technology, along with the economical growth of countries and the rise of the phenomenon of globalization have had consequeneses in different aspects of human life. Social injustice, inequality, violence, fighting within and between countries, along with ecological misfortunes calls out for an ethical sistem that regulates and brings new light to human behavier in this globalized world. The globalization dynamic of the techno-scientific, world market economic culture suggests the need of an urgent formation of conscience of a global ethics. Having in mind this world panorama, in this process of ethical development we must analize how bioethics can respond to the great challenge that this globalization plants. We propose that the key to the answer lies within the proposal developed by the personalistic current, which looks to solve real moral problems of concrete human persons, without leaving out anyone and looking to respond to all the dementions of the human person.
1 Biólogo de la Universidad de Los Andes en Bogotá, Colombia, con estudios de Filosofía de la Universidad
Pontificia Bolivariana en Medellín, Colombia. Investigador y coordinador de proyectos de la Fundación Solidaridad en Marcha, Colombia. Miembro del Sodalitium Christianae Vitae, de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica y de la Fundación Colombiana de Ética y Bioética. Correspondencia: [email protected] Teléfono: 0572 + 3723653 Fundación Solidaridad en Marcha, Colombia.
GLOBALIZACIÓN Y ÉTICA: HACIA UNA ÉTICA CENTRADA EN LA PERSONA HUMANA.
Carlos Alberto Rosas Jiménez
INTRODUCCIÓN
El acelerado desarrollo de la ciencia y la tecnología, junto con el crecimiento económico de
los países y la aparición del fenómeno de la globalización ha tenido consecuencias en los
diferentes ámbitos de la vida del hombre, particularmente, como menciona Sempau: “nos
encontramos ante una tupida red de intereses puramente económicos que van más allá y por
encima de toda consideración humanística, ética, ecológica y política”2. La injusticia social, la
desigualdad, la violencia, las luchas dentro de los países y entre los países, así como el
descalabro ecológico reclaman un sistema ético que regule y dé nuevas luces al
comportamiento humano en este mundo globalizado. La ética nueva que se espera para el
tercer milenio, dice Cely, es aquella que dé buena cuenta del saber-hacer acerca de la vida y
de su sentido, para conducirla hacia modos cualificados y dignos de vivirla, de manera que
las tecnociencias aporten cada vez mayor calidad de vida material y espiritual, en términos
de dignidad humana compartida con la naturaleza; esta nueva ética es la Bioética3.
Ya desde 1991, el filósofo Guther Hotois4, ofrecía argumentos para justificar que la Bioética
es la ética propia de la sociedad contemporánea. La dinámica de globalización de la cultura
tecnocientífica y económica de mercado mundial, sugiere la necesidad de una urgente toma
de conciencia de una ética global, puesto que está afectando la vida biológica y cultural.
Teniendo en cuenta este panorama mundial, en este trabajo nos proponemos analizar cómo
la bioética puede responder a este gran desafío que plantea la globalización, con el siguiente
esquema: primero, haciendo un barrido general sobre los desafíos de la globalización;
segundo, ahondando en las exigencias de una nueva ética frente a la globalización; y tercero,
esbozando cómo puede responder la bióetica al fenómeno de la globalización.
LOS RETOS QUE PLANTEA LA GLOBALIZACIÓN
“¿Qué es este fenómeno de la globalización, objeto simultáneo de tanto vilipendio y tanta
alabanza?” se pregunta Stiglitz en su libro El malestar en la globalización, quien a su vez
2 Citado en Cely, G. “Una mirada bioética del proceso de globalización”. Revista Latinoamericana de
Bioética, 8, (2008), 14-21. p. 16. 3 Cely, op.cit.
4 Citado en Cely, op.cit. 16.
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responde que la globalización “es la integración más estrecha de los países y los pueblos del
mundo, producida por la enorme reducción de los costes de transporte y comunicación, y el
desmantelamiento de las barreras artificales a los flujos de bienes, servicios, capitales,
conocimientos y personas a través de las fronteras.”5. Es ésta una entre muchas definiciones
que se han dado acerca de este fenómeno, pero por su claridad nos apoyaremos en esta
definición para el presente trabajo.
Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado nivel mundial, y podemos decir que “la
globalización en sí misma no es buena ni mala”6, incluso la Doctrina Social de la Iglesia
contempla la globalización como un instrumento para promover el bienestar de la
humanidad a través de una distribución equitativa de los bienes7. El problema central, dice
Amartya Sen, no es la globalización en sí ni la utilización del mercado en tanto que institución
económica, sino la desigualdad, la distribución de los dividendos que resultan de la
globalización8. En efecto, la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande y el número
de personas sumidas en la pobreza e incluso en la miseria es cada vez más alto. Es por esto
que el proceso de globalización ha sido calificado por algunos medios como avasallante o
aplastante y como una muestra de un neodarwinismo económico9 donde sólo las economías
más fuertes sobreviven.
En su libro Lenguaje, homogeneización y globalización, Figari menciona que “el proceso de
globalización, en sentido amplio, con sus impulsos hacia la homogeneización constituye una
realidad que lleva en cierto sentido a amenazar la identidad de las personas y los pueblos en
5 Stiglitz, J. El malestar en la globalización, Punto de lectura, Madrid, 2007, 45.
6 Stiglitz, J. ¿Cómo hacer que funcione la globalización? Taurus, Buenos Aires, 2006, 62. Juan
Pablo II. Discurso a los integrantes de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Actas de la
Séptima reunión plenaria de la Academida Pontificia de Ciencias Sociales. Ciudad del Vaticano, 25-
28 de abril, 2001. 7 Ramírez, M. La Globalización y la humanidad: problemas éticos e institucionales. Actas de la
Séptima reunión plenaria de la Academida Pontificia de Ciencias Sociales. Ciudad del Vaticano, 25-
28 de abril, 2001.
8 Sen, A. (2001). [Publiación en lónea] Juicios sobre la globalización. Fractal 6 (22), pp. 37-50. http://cmap.javeriana.edu.co/servlet/SBReadResourceServlet?rid=1219333998145_1506469714_113804 [Consulta 05/2013]
9 Fuentes, C. citado en Villa–Caballero, L. “Globalización y bioética en los recursos para la
salud.” Gaceta Médica de México 140, (2004), enero-febrero.
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muchos aspectos”10, tema que también ha sido analizado por los miembros de la Academia
Pontificia de Ciencias Sociales en el 200111. Otro análisis en la misma línea de reflexión lo
realiza el entonces Cardenal Bergoglio diciendo que la globalización termina constituyéndose
en una imposición universal y uniformante de valores, prácticas y mercancías, que va de la
mano de la integración entendida como imitación y subordinación cultural, intelectual y
espiritual12.
Por tanto, a la desigualdad generada por la globalización se le suma la homogeneización que
atenta directamente la identidad de la persona humana y por consiguiente su dignidad.
Frente a este panorama de la sociedad actual, se hace cada vez más difícil pensar una salida a
estas consecuencias negativas del fenómeno de la globalización. Más que una salida política
o económica, se hace necesaria una ética que guíe al ser humano y salga al encuentro de
dichos problemas.
LAS EXIGENCIAS DE UNA ÉTICA GLOBAL
En primer lugar, podemos decir que la globalidad exige una “ética de la multiculturalidad”13.
El problema actual es que la misma globalización se ha convertido en ética global, se opera
un reduccionismo de la ética a la política e indirectamente a la economía14; los valores éticos
son dictados por las innovaciones tecnológicas, la técnica o la eficiencia15. No es ésta la ética
que buscamos ni tampoco la ética global que proponen, por ejemplo, Hans Küng o Peter
Singer, pues como dice Donadío16, no guardan ni siquiera los caracteres exigidos para entrar
en el cuadro de la ciencia positiva actual, es decir, objetividad, racionalidad y autonomía. Por
otra parte, los valores éticos no pueden ser dictados por las innovaciones tecnológicas, la
10 Figari, L.F. Lenguaje, homogeneización y globalización, Vida y espiritualidad, Lima, 1998, 8.
11 Ramírez, op.cit.
12 Rubin, S. y Francesca, A. El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, S.J.,
Vergara grupo Z, Buenos Aires, 2010.
13 Arboleda, C. “La impotencia de la cultura”. En: Profundidad y cultura, Universidad Pontificia
Bolivariana, Medellín, 2007, 44-53.
14 Donadío, M.C. “La nueva ética global”. Jornada de Bioética sobre Incidencia de la
Globalización en la calidad de vida. Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Argentina,
2006.
15 Juan Pablo II, op.cit.
16 Donadío, op.cit.
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técnica o la eficiencia; se fundan en la naturaleza misma de la persona humana17.
De acuerdo con lo que propone Donadío18, esa ética global necesita primero, revalorizar la
buena voluntad a los fines prudenciales del actuar recto; segundo, autonomía para que su
proceder epistemológico sea sin condicionamientos espurios y dedicado a plantear y dar
solución a los problemas morales reales del hombre concreto19 frente a su destino
existencial; y tercero, justicia para que su respuesta sea verdaderamente universal, sin dejar
fuera a nadie y sin dejar fuera ninguna de las dimensiones del hombre20, sino que acoja a la
humanidad toda, haciéndose cargo de esta realidad: que desde la gestación hasta la muerte
todo en el hombre es humano.
En consecuencia, la ética que buscamos es una ética que salga al encuentro de personas
concretas, muchas de las cuales son excluídas de la sociedad por alguna razón; una ética que
atienda y considere personas con identidad propia y no como una masa de individuos; una
ética que haga su contraparte y dé luces a la oscuridad traída por la homogeneización fruto
de la globalización. Frente a este panorama, proponemos una ética de la vida, una bio-ética
con un enfoque personalista, centrada en la persona humana.
¿CÓMO RESPONDE LA BIOÉTICA?
Uno de los aspectos más relevantes en la aplicación de los valores bioéticos, dice Tangwa21,
es el de la universalidad, siempre tomando en consideración las condiciones morales y
culturales de cada sociedad, de modo que no exista una imposición de valores por aquellos
que detentan el poder económico y biotecnológico –como ha sucedido frecuentemente en la
visión de la cultura occidental–, desconociendo o asignando un menor valor a las creencias y
al juicio moral proveniente de aquellas sociedades con distintas costumbres.
17 Juan Pablo II, op.cit.
18 Donadío, op.cit.
19 El surayado es nuestro.
20 Ibid.
21 Tangwa, G. “Globalization or Westernization? Ethical concerns in the whole bio–business”. Bioethics 2, (1999), 218–226.
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Frente a esta imposición de valores, hemos visto el fortalecimiento de los comités de ética
hospitalaria y de investigación en las instituciones de salud en varios países, que ya de por sí,
como menciona Villa-Caballero22, son un ejemplo de las estrategias necesarias para
enfrentar los retos actuales derivados del proceso de globalización. No obstante, la bioética
está en capacidad de responder de manera mucho más amplia al fenómeno de la
globalización.
Si bien Villa-Caballero23 dice que sólo a través del consenso y el acuerdo plural en estas
organizaciones se establecerán los lineamientos para el respeto de valores fundamentales
como la justicia y la equidad en la administración de recursos para la salud en tiempos de
escasez económica, pensamos que la clave fundamental de la respuesta está en el lugar
central que tenga la persona humana en la reflexión bioética. Esta propuesta ha sido
desarrollada por la corriente personalista de la bióetica, que “si bien no está totalmente
unificada, sí presenta un perfil cada vez más definido y preciso”24.
La bioética que aquí nos interesa, tiene un núcleo esencial que está compuesto por los
siguientes pilares, como los describen Tomás y Garrido y Postigo25: primero, la bioética
personalista implica un compromiso existencial y práctico a favor de todas las personas, en
especial de los más débiles; segundo, distingue la irreductibilidad de la vida humana a otras
formas de vida y a sistemas materiales complejos; tercero, reconoce al ser humano como
sujeto comunional, es decir, llamado al encuentro y a la comunicación con los otros; cuarto,
parte de la diferencia entre cosas y personas; y quinto, construye su normatividad a partir del
imperativo que encuentra al reconocer a la persona como una realidad afirmable por sí
misma.
Detengámonos un momento en estos pilares de la bioética personalista. En primer lugar está
22 Villa–Caballero, L. “Globalización y bioética en los recursos para la salud.” Gaceta Médica de México 140, (2004), enero-febrero. 23 Ibid. 24 Tomás y Garrido, G. y Postigo, E. (Eds.). Boética personalista: ciencia y controversias, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 2007, 39. 25 Ibid.
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el compromiso existencial y práctico a favor de todas las personas, en especial de los más
débiles. Esto implica un principio de responsabilidad que no puede ser entendido, como
dicen Millán Atenciano y Tomás y Garrido26, si con anterioridad no queda claro que la vida es
un derecho universal por el cual todos los seres humanos, sea cual sea su condición, raza,
etnia, cultura, realidad humana o situación psíquica son iguales y forman parte de un orden
social al que solicitan que les ampare y proteja para constituirse, no sólo como ciudadanos,
sino como personas. Una de las grandes críticas que se le hace a los resultados del fenómeno
de la globalización es el poco compromiso con los más pobres. Hay muchas fundaciones y
ONGs que han surgido de la preocupación por los más débiles, pero esta precupación no está
ni existencialmente ni prácticamente en las medidas económicas y políticas de las grandes
empresas y multinacionales, al menos no parece ser una prioridad.
En segundo lugar tenemos que la bioética personalista distingue la irreductibilidad de la vida
humana a otras formas de vida y a sistemas materiales complejos. De esta manera
comprendemos que la vida humana tiene un valor único. Hoy en día, fruto de la
globalización, pareciera que una persona nos da lo mismo que otra, y un grupo de unos
cuantos que llegan a ser considerados “inútiles” socialmente, pueden ser despreciados si se
anteponen a los intereses económicos particulares de una persona o de una empresa.
En tercer lugar, la bioética personalista reconoce al ser humano como sujeto comunional, es
decir, llamado al encuentro y a la comunicación con los otros. La solidaridad entre los países
ocurre por interés y cada vez más se habla de cooperación, pero una cooperación donde los
beneficiados son unos pocos. La compasión pasa a ser más común, pero no una compasión
que busca rescatar la dignidad de la persona humana, sino más bien una compasión que sale
a ayudar a los más pobres simplemente para satisfacer su conciencia social de haber hecho
algo bueno por alguien y muchas veces hecho por lástima.
En cuarto lugar, se debe partir de la diferencia entre cosas y personas. Esfuerzos por mejorar
26 Millán-Atenciano, M. y Tomás y Garrido, G. “Persona y rostro, principios constitutivos de la bioética personalista”. Persona y bioética 16, (2012), 165-174.
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la calidad de vida de las mascotas son cada vez más numerosos y se invierte cada vez más
dinero en sus cuidados. Dinero y recursos para ayudar tenemos, el problema es que se
dirigen a animales y a cosas (casas, carros, electrodomésticos, etc) antes que ponerlos a
disposición de millones de niños, jóvenes y adultos que mueren de hambre y sed en el
mundo o padecen dolores permanentes y enfermedades crónicas e incurables.
Finalmente, la bioética personalista construye su normatividad a partir del imperativo que
encuentra al reconocer a la persona como una realidad afirmable por sí misma. No
necesitamos de razones para saber si tenemos que proteger una vida humana o no. Muchas
normas y regulaciones de una empresa, así como las mismas leyes de un país, terminan
atropellando los derechos de las personas. Por el contrario, tiene que estar por encima de
todo el respeto por la dignidad humana, pues como dice Habermas27, es la dignidad humana,
una y la misma en todas partes y para todo ser humano y fundamenta la indivisibilidad de
todas las categorías de los derechos humanos.
Este pedido de una reflexión más humanista, ya lo había hecho hace varios años Amartya
Sen, Premio Nobel de economía, quien afirmaba que existe en la actualidad una evidente
injusticia social, que a su juicio debería ser corregida mediante acuerdos más equilibrados (y
por supuesto humanistas) en el ámbito internacional28. Stiglitz29, por su parte, menciona que
se puede transformar la globalización, con algunos remedios pequeños y grandes, mejorando
nuestra comprensión de los problemas de la globalización.
Sin embargo, pensamos que la solución frente a los problemas que ha generado la
globalización tiene que ser una apuesta certera que vaya más allá de una comprensión del
fenómeno de la globalización o de la creación de acuerdos u organismos internacionales. Y es
que como dice el doctor Arboleda Mora30, uno de los problemas de fondo de la sociedad
27 Habermas, J. “El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos humanos”.
Dianoia, 55 (64), (2010), 3-25.
28 Vargas, G. “Globalización y desarrollo humano”. Introducción al coloquio Filosofía y
Globalización en el XI Congreso Nacional de la Asociación Filosófica de México. Revista trabajo
social 6, (2003), 22-25.
29 Stiglitz, J. ¿Cómo hacer que funcione la globalización?, Taurus, Buenos Aires, 2006.
30 Arboleda, op.cit.
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actual es el individualismo que llevado a su extremo disuelve la sociedad y no hay manera de
encontrar una ética común de convicción y no de coerción. Por esta razón, tiene que ser una
ética renovada, que “esté más pendiente” de la persona humana en sí misma que en hacer
cumplir un número de normas o preceptos. Este enfoque de la bioética personalista
podemos resumirlo como dice Nuñez31:
Es una ética de intercomunión entre los hombres. Exige actitudes de solidaridad y
servicio a los demás. Es una moral que exige el máximo respeto a los demás y ese
respeto funda la paz en todos los niveles: la paz interior, la paz familiar, la social y la
internacional. Existe el derecho de la libertad de las conciencias, que aunado al
principio de reciprocidad fundamenta la igualdad. Una persona no puede ser
tratada ni poseída como objeto, sino que siempre es un sujeto. En el centro de su
dignidad está la conciencia moral. Y esa conciencia se halla ante normas objetivas
de moralidad, que la conciencia no crea, sino descubre. Así la conducta humana
no queda en función de sólo su sincera intención de la apreciación de los motivos que
la llevan a obrar, sino de criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y
de sus actos.
Evidentemente, la aplicabilidad y digamos el éxito de esta ética dependerá de la conciencia
de cada miembro de la sociedad que descubra la necesidad de vivirla, de aplicarla en su
entorno, sea en los grandes organismos internacionales, en los gobiernos locales, en la
dirigencia de las multinacionales e incluso en los oficios más sencillos, como puede ser el de
un obrero o un pequeño comerciante. Morin32 menciona que se necesita entonces una
regulación a nivel planetario, pero no hay la instancia planetaria hoy en día capaz de hacer
estas regulaciones, porque falta una autoridad de este tipo a nivel del planeta. Nos
atrevemos a decir que quizá no encontremos nunca esa autoridad a nivel planetario. Las
Naciones Unidas ONU debería cumplir esa misión haciendo cumplir los Derechos humanos
31 Nuñez, J. “Personalismo: Origen y esbozo de una corriente bioética”. Persona y bioética 1,
(1997), 150-161, 156.
32 Morin, E. “Estamos en un Titanic”. Presentado en el evento: United States of America: “Etica
y Desarrollo”, 2000. Recuperado de
http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/morin_estamos-en-un-titanic.pdf
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promulgados por ellos en 1948, pero desafortunadamente se ha politizado, o mejor,
ideologizado, llegando a defender una serie de comportamientos contrarios a la dignidad de
la persona humana como es el aborto. Las posturas de la ONU han sido denunciadas por
varios autores que critican las actitudes de este organismo internacional33. Entre ellos,
Habermas34, recogiendo los aportes de Carl Schmitt, afirma que cuando la política de
derechos humanos se convierte en una simple hoja de parra para encubrir e imponer los
intereses de los más poderosos, parecería confirmar la sospecha de que el programa de los
derechos humanos consiste justamente en su abuso imperialista.
Es difícil pensar que exista un ente regulador que promueva una bioética personalista, pero
así como se promueve la enseñanza de modelos económicos, o incluso de educación sexual
obligatoria en los colegios, se podría pensar en una enseñanza de la bioética y con un
enfoque personalista a distintos niveles de la sociedad. La autoridad mundial no es la ONU ni
ningún otro oganismo internacional, la autoridad mundial es la recta valoración de la persona
humana, y donde quiera que haya un ser humano, tendrá que ser tratado de acuerdo a su
valor, que le viene por existir, por ser persona humana y no por cuánto dinero tenga, qué
cargo ocupe o qué habilidades posea.
CONCLUSIÓN
El fenómeno de la globalización ha traído consigo ventajas y desventajas a nivel mundial. A
pesar de sus importantes beneficios, ha afectado seriamente la vida del ser humano y en
concreto, dejando a muchos en la pobreza, pero más grave aún, trayendo consigo la
homogeneización. La gravedad de este hecho es la pérdida progresiva de la identidad de las
personas como lo menciona Figari35. Se teme que de cierta manera, como menciona
Hongladarom36, todo el mundo llegue a pensar, creer y comportarse de la misma manera, o
como dice Araujo37, ocurra la clonación del sentir y del elegir humanos.
33 Peeters, M. Marion-ética. Los “expertos” de la ONU imponen su ley. Rialp, Madrid, 2011.
34 Habermas, op cit.
35 Figari, L.F., op.cit.
36 Hongladaron, S. “Globalization, bioethics and the cultures of developing countries”. Eubion
Journal of Asian an International Bioethics 12, (2002), 103-105.
37 Citado en Cely, op.cit.
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Ante este importante reto, existen diferentes soluciones, como la creación de nuevos y más
efectivos organismos y normas internacionales; sin embargo, dado que la gran damnificada
siempre es la persona humana, es necesario volver la mirada sobre ésta, considerándola de
manera integral, con sus realidades biológica, psicológica y espiritual. Como una herramienta
para alcanzar este objetivo, en este trabajo hemos propuesto la bioética personalista. Este
enfoque de la bioética nos permite estar más atentos al que sufre y al necesitado, y al
mismo tiempo permite que las instituciones no se llenen de pilas de normas y preceptos que
al final poco se cumplen, y que nos cuestione a todos a salir al encuentro de personas
concretas, con nombre y apellido, que sufren o necesitan de algún bien. De hecho, como
menciona Stiglitz38, gracias a la globalización, cada vez dependemos más de los demás, lo
cual aumenta la necesidad de actuar juntos, y por eso necesitamos promover los valores que
surgen de la misma naturaleza de la persona humana, como la solidaridad, que se constituye
incluso como un valor bioético39. Como ha dicho el entonces Cardenal Bergoglio, “jamás la
humanidad tuvo como ahora, la posibilidad de constituir una comunidad mundial
plurifacética y solidaria, justamente gracias a la globalización.”40.
Un buen comienzo que conduzca a la aplicabilidad de esta nueva ética será la promoción,
principalmente de actitudes solidarias, que pueden ser concretadas en proyectos o iniciativas
a corto, mediano y largo plazo, mucho de lo cual ya se está haciendo, pero necesita ser mejor
apoyado económicamente y mejor difundido. Una nueva propuesta ética suena a un discurso
irrealizable, pero como dicen Millán-Atenciano y Tomás y Garrido41, en un mundo que puede
resultar profundamente negador de lo humano como consecuencia de múltiples dilemas
éticos que lo cuestionan, el rostro de las personas se convierte en un elemento trascendente
que nos permite reconocer la manifestación extraordinaria que cada persona constituye en sí
misma. La atención a rostros concretos, como propone la bióetica personalista, será una
manera de impedir la homogeneización que viene trayendo consigo la globalización.
38 Stiglitz, J. ¿Cómo hacer que funcione la globalización? Taurus, Buenos Aires, 2006.
39 Rosas, C.A. “La Solidaridad como un Valor Bioético”. Persona y Bioética 15, (2011), 10-15.
40 Rubin y Ambrogetti, op.cit.
41 Millán-Atenciano y Tomás y Garrido, op.cit.
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714_113804 [Consulta 05/2013]
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