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PROGRAMA DE MAESTRIA Y DOCTORADO EN HISTORIA DE AMERICA LATINA: AFROAMÉRICA, AMERICA NEGRA Y SUS MESTIZAJES TESIS DE MAESTRIA TEJIENDO EL PODER Los especialistas textiles de Huacas del Sol y de la Luna Autor: Henry Luis Gayoso Rullier Universidad Pablo de Olavide Sevilla, España, Marzo de 2007

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PROGRAMA DE MAESTRIA Y DOCTORADO EN HISTORIA DE AMERICA

LATINA: AFROAMÉRICA, AMERICA NEGRA Y SUS MESTIZAJES

TESIS DE MAESTRIA

TEJIENDO EL PODER Los especialistas textiles de Huacas del Sol y de la Luna

Autor: Henry Luis Gayoso Rullier Universidad Pablo de Olavide

Sevilla, España, Marzo de 2007

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TRIBUNAL:

Dr. Jan de Vos Dr. Tristan Platt

ASESOR DE TESIS: Dr. Santiago E. Uceda

DIRECTOR DEL PROGRAMA Dr. Juan Marchena

AGRADECIMIENTOS A mis padres Henry y Tita, por todo lo bueno que me ha pasado en la vida, por su apoyo incondicional para que yo pueda cumplir las metas que me he ido trazando. A mis profesores Santiago Uceda Castillo y Ricardo Morales Gamarra, directores del Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna, por su amistad, asesoramiento y apoyo permanente tanto en la realización de mis estudios como en la elaboración de esta tesina. A Luis Jaime Castillo, director del Proyecto arqueológico San José de Moro, por su amistad y enseñanzas, y por abrirme las puertas hacia mis estudios de postgrado. A mis amigos y colegas de siempre, los arqueólogos Nadia Gamarra, Gabriel Prieto, Carlos Rengifo y Carol Rojas. A la gente del Proyecto Huaca de la Luna, arqueólogos, conservadores y personal de apoyo. En especial para Francisco Seoane, Johny Azabache y Miguel Sandoval. Con ellos, el trabajo de campo es una constante de aprender y divertirse. A mis compañeros, profesores y asesores del Programa de Maestría y Doctorado en Historia de América Latina de la Universidad Pablo de Olavide, por sus comentarios acertados en el proceso de elaboración de esta tesina. Al Dr. Juan Marchena por hacernos las cosas más fáciles durante nuestras estadías en Sevilla. Al Dr. Jan de Vos por las correcciones de estilo.

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Índice Introducción CAPITULO 1 .Marco Teórico .....................................................................................09

1.1. La especialización artesanal y los artesanos especialistas. ........................09 1.2. Teoría sobre la actividad textil. .................................................................19

CAPITULO 2. El Problema .........................................................................................26

2.1. Los moches o mochicas: Rasgos Generales ..............................................26 2.2. Los textiles: antecedentes ..........................................................................40 2.3. Formulación del Problema.........................................................................55 2.4. Hipótesis ....................................................................................................56 2.5. Objetivos....................................................................................................57

CAPITULO 3. El Yacimiento Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna .................58

3.1. Geografía del yacimiento arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.......58 3.2. Ubicación y descripción del yacimiento arqueológico..............................60 3.3. El crecimiento de la ciudad........................................................................66 3.4. El 600-650 d.C., una época de cambio ......................................................68

CAPITULO 4.Metodología ..........................................................................................71

4.1. Materiales ..................................................................................................71 4.2. Métodos .....................................................................................................73

CAPITULO 5. La cadena operativa .............................................................................74

5.1. Las materias primas. ..................................................................................74 5.2. Las herramientas. .......................................................................................77 5.3. Los pasos tecnológicos. .............................................................................82 5.4. Los productos terminados..........................................................................89

CAPITULO 6. El taller de tejeduría mochica en la iconografía ..................................91

6.1. Escena A....................................................................................................93 6.2. Escena C ....................................................................................................95 6.3. Escenas B, D y E .......................................................................................96

CAPITULO 7. Etnohistoria, etnografía y etnolingüística ............................................100

7.1. Datos etnohistóricos. .................................................................................100 7.2. Datos etnográficos. ....................................................................................104 7.3. Datos etnolinguísticos. ..............................................................................104

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CAPITULO 8. La actividad textil en las Huacas del Sol y de la Luna: Presentación de los datos. .......................................................................................................................107

8.1. Material arqueológico mueble. ..................................................................108 8.2. Productos terminados. ...............................................................................113 8.3. Contexto arquitectónico.............................................................................138

CAPITULO 9. Recapitulación y conclusiones sobre las relaciones sociales de la producción textil. ..........................................................................................................143

9.1. El contexto de la producción textil ............................................................144 9.2. Los productores .........................................................................................146 9.3. Los medios de producción. ........................................................................158 9.4. Los objetos producidos. .............................................................................160 9.5. La circulación. ...........................................................................................161 9.6. Los consumidores. .....................................................................................161 9.7. Conclusiones..............................................................................................162

Bibliografía citada y consultada

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Introducción Entre los siglos I al IX, la mayor parte de la extensión de la Costa Norte del actual territorio del Perú, fue el escenario para el desarrollo de una de las manifestaciones culturales más ricas, complejas y mejor estudiadas de la prehistoria central andina. Después de mil doscientos años, aún es posible observar en diversas zonas de los valles norcosteños, restos monumentales que evidencian la presencia pasada de entidades políticas complejas que la arqueología ha identificado y denominado en conjunto Cultura Mochica o Cultura Moche, indistintamente.

El pueblo mochica formó parte de una historia cultural que empezó en la Costa Norte hace doce mil años con el Paijanense, una cultura lítica dedicada a la caza y recolección esencialmente, y que llegó hasta el siglo XV, en el que colapsó el pueblo chimú, los descendientes directos de los mochicas, colapso que se dio de manera parcial con la conquista inca y de manera rotunda con la conquista castellana.

Entre los restos arqueológicos que han permanecido indómitos al paso del tiempo y la depredación, se encuentra el yacimiento arqueológico conocido como las Huacas del Sol y de la Luna, una ciudad mochica ubicada en la parte baja del Valle de Moche, a escasos 5 kilómetros de la ciudad de Trujillo, de fundación española. Esta ciudad mochica, cuya existencia como asentamiento humano se puede datar entre el primer siglo de nuestra era y el 850 d.C. aproximadamente, se constituyó en su época de auge, en la capital del estado Mochica del Sur, y acaso en la principal ciudad y centro de peregrinación de todo el territorio mochica.

Poco se conoce sobre los orígenes de este asentamiento, y la mayor parte de nuestro corpus de información se refiere a los últimos momentos de ocupación de la ciudad, es decir, entre los años 600 y 850 d.C. Los restos que los arqueólogos han ido desenterrando pacientemente, sacándolos de su mudez histórica, nos hablan ahora de un complejo asentamiento urbano-ceremonial con características de ciudad, donde sus residentes realizaban actividades domésticas y producían bienes y servicios, dentro de extensos conjuntos residenciales. Desechos de producción, productos terminados, herramientas de producción y áreas aparentes para fines productivos, nos inducen a pensar en una ciudad que tuvo como uno de sus principios organizativos, el trabajo artesanal especializado: artesanos ceramistas, metalurgos, textiles, talladores, son ejemplos de un grupo de productores que residieron en esta ciudad mochica.

Según Luis Lumbreras1 los inicios de la artesanía especializada en los Andes se dieron con la emergencia del culto Chavín (aproximadamente 1500 a.C.), por la necesidad de producir ornamentos personales sofisticados de metales preciosos y piedras semipreciosas (bienes suntuarios). Estos objetos suntuarios, monopolizados por las elites, fueron bienes que se convirtieron en trascendentales para la legitimación del

1 Citado por Peregrine, Peter, “Some Political Aspects of Craft Specialization”. En: World Archaeology, Vol 23, No. 1, Publicado por Taylor & Francis, 1991, pp 1.

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poder elitista, de tal manera que el control sobre los bienes suntuarios, y la competencia por el control de estos, se convirtieron en una parte significativa de su modo de vida. Para Elizabeth Brumfiel y Timothy Earle 2 las elites políticas emplearon la especialización y el intercambio de una manera conciente y estratégica para crear y mantener la desigualdad social, fortalecer coaliciones políticas y fundar nuevas instituciones de control. No estoy seguro de que las elites hayan creado la especialización de manera conciente, pero es indiscutible su uso como forma de legitimar el poder.

Puesto que la producción de estos bienes suntuarios requería de una labor en extremo intensiva y de métodos tecnológicamente sofisticados, se hizo necesaria la manutención de artesanos especialistas por parte de las elites. Estos bienes no solo servían como logística de los rituales y ceremoniales periódicos (ornamentos de los oficiantes, objetos muebles rituales) sino también como regalos dentro de las ceremonias, reuniones y fiestas asociadas a la reciprocidad, o en los matrimonios y ceremonias funerales.

Una de las especializaciones más interesantes y menos estudiadas en el caso mochica, es la de la producción textil. Todos sabemos la importancia del vestido en la vida del poblador andino, en muchos aspectos, análoga a la importancia que se le dio en muchas de las grandes culturas del mundo de todos los tiempos. Lamentablemente es poco el estudio que se ha dado a su producción, sobre todo si lo comparamos con estudios sobre otras manifestaciones artesanales.

El interés de esta tesina radica en el estudio de las relaciones sociales de la producción textil entre el 600 y el 850 d.C., justamente el periodo al cual pertenecen la mayoría de los contextos arqueológicos excavados en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna, y que está marcado por una serie de cambios políticos y sociales que devendrían con el colapso y caída de esta sociedad.

Empezaré con el Capítulo I presentando, y en algún punto discutiendo, el marco teórico que envuelve tanto a la especialización económica como a la tecnología textil. Luego de hacer una introducción sobre lo mochica como fenómeno cultural, los antecedentes del estudio de la textilería mochica y el planteamiento del problema en el Capitulo 2, pasaré a describir en el Capitulo 3 el yacimiento arqueológico materia de estudio y a contextualizar el objeto de estudio. En el capitulo 4 presentaré someramente la metodología de trabajo. El Capítulo 5 está orientado a la descripción de la cadena operativa para la producción de bienes textiles producidos en telar. Los capítulos 6, 7 y 8 presentan los datos disponibles; la evidencia arqueológica con la que cuenta el Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna será contrastada con información arqueológica de otros proyectos que estudien asentamientos mochicas, y complementada con datos iconográficos, etnohistóricos y etnográficos. Adicionalmente se presentan datos entlinguísticos sobre el idioma muchik, a manera de diccionario

2 Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, “Specialization, exchange and complex societies: and Introduction”. En: Specialization, exchange and complex societies. Elizabeth Brumfiel y Timothy Earle, editores. Cambridge University Press, 1987, pp. 3.

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textil. Finalizo en el Capítulo 9 tratando de acercarme a un esbozo de las relaciones sociales de la producción textil especializada, descubriendo la identidad del artesano y la importancia de su trabajo en la ideología mochica, así como el contexto en el cual se desarrolló su producción. Finalmente presento las conclusiones finales sobre los aspectos ligados a la producción textil especializada en ésta ciudad mochica.

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Abreviaturas utilizadas en el texto y en algunas tablas CA Conjunto Arquitectónico CBLS Cerro Blanco – Ladera Sur PAHL Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna Pl.I Plataforma I Pl.II Plataforma II Plz. Plaza PU Plataforma Uhle SIF Sin identificación funcional, se desconoce su función. UNT Universidad Nacional de Trujillo ZUM Zona Urbana Moche

“Una ciudad, una pequeña región agraria, pueden dar mucha información sobre las estructuras de una sociedad, con la condición de tener puntos de comparación o de multiplicar las monografías”. Pierre Vilar, citado por Manuel Burga en “De la Encomienda a la Hacienda Capitalista”, 1976.

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Capitulo 1. MARCO TEÓRICO 1.1. La Especialización Artesanal y los Artesanos Especialistas Especialización es un término manejado originalmente en la antropología económica3, e incluso en la etnología y etnoarqueología. Su aplicación a la arqueología ha suscitado algunos problemas, debido a las limitaciones que esta disciplina presenta en cuanto a la lectura de la información, especialmente en sociedades ágrafas como las sociedades andinas.

Sumado a esto debemos tener en cuenta que el manejo del término en su significado moderno induce a veces al error en su entendimiento teórico y en las consecuentes conclusiones a las que se llega, cuando lo aplicamos al estudio de sociedades antiguas. En el sentido moderno de los términos especialista es sinónimo de “experto” y especialización es un proceso de perfeccionamiento en un aspecto específico de un campo de acción profesional o técnica determinado. Esta concepción moderna no la aplicaremos en nuestro caso de estudio.

En la antropología, arqueología y la prehistoria el término fue usado por primera vez por la escuela marxista dentro de las concepciones de ciudad y estado, en las cuales la especialización de trabajos urbanos y rurales se vincula a disimetrías sociales, sin que esto presuponga necesariamente la explotación de un grupo sobre otro. La ciudad acarreaba la división en una sociedad entre trabajos urbanos y trabajos rurales, entre un mundo urbano y un mundo rural. La ciudad se asociaba, por tanto, a una determinada idea de reparto del trabajo, que se entendía como la base de la fractura social más importante ocurrida en la historia4. En este sentido, la especialización era vista como una división del trabajo, teniendo la división campo-ciudad como la especialización más importante. El historicista V. Gordon Childe sostenía que el tránsito de la Barbarie a la Civilización se dio gracias a la revolución de la producción de alimentos y a la revolución urbana. Según Childe, los especialistas primeros habrían sido artesanos ambulantes o itinerantes a quienes, con la revolución urbana, se les rescató de su nomadismo y se les garantizó seguridad dentro de una nueva organización social. En este sentido, se hacía necesaria la producción de excedentes de alimentos para sostener a los forjadores, artesanos y sacerdotes especialistas a tiempo completo residentes en las

3 Adam Smith, es el primero que ensaya una teoría sobre la división social del trabajo, y nombra la existencia de especialistas, aún cuando no utiliza el término “especialista”, productores de un bien dentro de un contexto industrial tipo fábrica, y que se vuelven cada vez más “especialistas” en la medida en que se fragmenta una determinada ocupación o conocimiento. 4 Engels, F. La revolución de la ciencia de Eugenio Dühring (Libro en Linea). Karl Marx y Friedrich Engels: Biblioteca de Autores Socialistas, Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/78ad/78AD303.htm, 1878, pp. 289; Marx, Karl, El Capital, Libro Primero, (Libro en Linea). Karl Marx y Friedrich Engels: Biblioteca de Autores Socialistas, Universidad Complutense de Madrid, http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1, 1867, pp. 429.

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ciudades5. El especialista en términos materialistas era entonces aquel que no estaba inmerso en la producción de alimentos, pero esta definición era aún muy limitada.

Dentro de la disciplina arqueológica, el manejo del término especialización se ha dirigido preponderantemente hacia el estudio del fenómeno artesanal, con una fuerte preeminencia en el campo de la cerámica para el caso andino. Incluso, algunos investigadores prefieren utilizar el término especialización económica para marcar un límite con otras formas posibles de especialización, cuya tipificación puede ser mucho más compleja6.

Dentro de los intereses de mi investigación, el marco teórico que presento a continuación se limita a la teoría de la especialización artesanal. Antes de entrar a definirla, creo conveniente definir qué es un artesano. Utilizo de manera parcial la definición de Izumi Shimada de oficios artesanales y considero que un artesano es aquel que efectúa “artes manuales tecnificadas produciendo artefactos móviles de naturaleza utilitaria o simbólica (ítems de “riqueza” y “status”)…” 7. No considero la bebida, particularmente chicha o cerveza de maíz, y la comida, como productos artesanales por no ser bienes duraderos y por no ser elaborados por artesanos propiamente dichos. Estos irían dentro de la categoría de bienes efímeros. Aquí también quiero marcar un límite con la concepción moderna del término artesanal; en términos modernos “artesanal” es todo aquello que utiliza tecnología tradicional, no industrial, cuyos volúmenes de producción son comparativamente bajos, sin importar si la actividad es realizada o no por artesanos. 1.1.1. Especialización artesanal En este punto quiero dejar nuevamente en claro que la definición del término especialización, y los términos que se disgregan de él, se manejarán “contextualizándolos” en las sociedades antiguas, despojándolos de su significado moderno. Pocos son los investigadores que presentan una definición de especialización artesanal. La mayoría de ellos discuten y debaten sus características, el contexto donde emerge y se desarrolla o las formas de identificarla dentro del contexto arqueológico. Por ejemplo, algunos enfatizan la cantidad de tiempo dedicado y la interferencia con

5 Ver el capitulo de “La revolución urbana” en Childe, V. Gordon, Los orígenes de la Civilización, Fondo de Cultura, México, 1954. Una de las primeras especializaciones es el sacerdocio; el sacerdote es el especialista que acumula el conocimiento y el manejo de los ritos y ceremonias como formas de control social, luego político y finalmente económico. 6 James M. Blackman, Gil J. Stein y Pamela Vandiver. “The standardization hypothesis and ceramic mass production: technological, compositional, and metric indexes of craft specialization at Tell Leilan, Syria”. American Antiquity 58 (1), Society for American Archaeology, 1993, pp. 60-80. Especialización económica es la inversión de trabajo y capital hacia la producción de un bien o servicio en particular (producción especializada), en el cual una persona produce más de tal artículo de consumo o servicio, y menos de otros, que otros consumen. La producción especializada es así la producción de excedentes para intercambio, sin tener en cuenta si estos intercambios son simétricos o asimétricos”. 7 Shimada, Izumi. op. cit., pp. 178.

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actividades de subsistencia para establecer criterios de especialización8. Otros utilizan el grado de sofisticación del conocimiento y el tiempo demandado 9 . El término especialización es también utilizado para indicar que la producción está restringida a un cierto grupo de artesanos calificados10.

Sin embargo, a partir de estas discusiones se pueden identificar ciertos aspectos que nos permiten llegar hacia una definición explícita del término.

John Clark y William Parry definen a la especialización artesanal como “la producción de bienes alienables, duraderos, para consumo dependiente”11. Esto quiere decir que una actividad productiva artesanal se puede considerar especializada “si los consumidores no son miembros del hogar; si los consumidores y productores pertenecen a un mismo establecimiento doméstico, la producción no es considerada especializada”12. Si bien esta aseveración se refiere a la producción especializada a nivel de unidad doméstica u hogar, esta consideración se puede aplicar a unidades productivas de mayor grado de especialización como los talleres. Estos autores añaden que se “tiene que separar la especialización artesanal de (1) la producción no especializada de bienes artesanales, y de (2) la producción especializada de bienes no artesanales”13. Esto quiere decir que debemos tener muy en claro la diferencia entre artesano, artesano especialista y especialista no artesano.

En el mismo sentido, Robert Santley, Phillip Arnold III y Christopher Pool consideran que la especialización artesanal es “una forma de segregación de las actividades en la cual los bienes son hechos por especialistas para intercambio más allá del sitio de producción”14.

La definición de Clarck y Parry es luego retomada por Takeshi Inomata quien define la especialización artesanal como “la producción de bienes alienables por un segmento de la población para el consumo fuera de las unidades de producción

8 Como por ejemplo Evans, R.K., “Early craft specialization: an example from the Balkan Chalcolithic”, en: Social Archaeology: Beyon subsistence and dating. Nueva York, 1978, pp. 113-129; Muller, John, “Mississippian Specialization and Salt”, en: American Antiquity, Vol. 49, No. 3, 1984. 9 Por ejemplo Adams, R.E., “Suggested Classic Period Occupational Specialization in the Southern Maya Lowlands”, en: Monographs and papers in Maya Archaeology. B.R. Bullard, editor. Cambridge 1970, pp. 487-502. 10 Por ejemplo Masucci , Maria A., “Marine Shell Bead Production and the Role of Domestic Craft Activities in the Economy of the Guangala Phase, Southwest Ecuador. En: Latin American Antiquity, Vol. 6, No. 1, Society for American Archaeology, 1995, pp. 79. 11 Clark, John y William Parry. “Craft specialization and cultural complexity”. En: Research in Economic Anthropology. Isaac Barry, editor, Departamento de Antropología, Universidad de Cinccinati. Jai Press Inc. Greenwich, Connecticut, 1990, pp. 297. 12 Ibid. 13 Ibid. 14 Santley, Robert S., Philip J. Arnold y Christopher A. Pool. “The Ceramics Production System at Matacapan, Veracruz, Mexico”. En: Journal of Field Archaeology, Vol. 16, No. 1, 1989, pp. 107.

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doméstica (household) propias de los productores”15. En este caso también se aplica la definición a un área de producción de hogar o doméstica, pero se puede hacer extensiva a todos los tipos de unidades de producción artesanal.

Igualmente, M.J. Rowlands nombra el término especialista profesional (professional specialist) para referirse a lo que usualmente se ha aplicado al “artesano que no produce el volumen de su propia comida y es por lo tanto dependiente de la comunidad para mantenerlo” 16 . De aquí es fácil deducir que esta carencia en la producción de su comida, sea de manera parcial o total, se debe a que se dedica a actividades productivas especializadas de bienes artesanales. El artesano especialista no produce su comida, la obtiene por otras vías, producto de su producción artesanal.

Finalmente, cito a Raoul Naroll quien define especialidad artesanal (Craft specialty) como “un modelo social de manufactura (o reparación) de un artefacto durable para uso de un miembro de una unidad estudiada diferente a la del fabricante (o reparador)”17.

Observaremos a partir de las definiciones mencionadas que la especialización artesanal señala como rasgo crítico que la producción está orientada para el consumo al exterior de la unidad de producción artesanal, o sea, que el consumidor no pertenece a la unidad de producción artesanal del productor. Esta concepción, determinante a la hora de identificar producción artesanal especializada, me parece demasiado rígida, sobre todo si vemos la producción especializada a nivel individual o de hogar, y en un grado de independencia, puesto que, eventualmente, parte de la producción pudo ser consumida al interior de la unidad de producción. Nos parece que el grado de apertura al consumo interno dentro de una unidad de producción especializada dependerá del tipo de especialización, del tipo de unidad de producción, del tipo de producto final que se obtiene, del tipo de comercio y de la sociedad en la que se vive. Todo esto se traduce en la capacidad del artesano especialista para conservar sus derechos de enajenación o alienación sobre los productos que produce, en términos de Clark y Parry. Si una mujer hila y teje para producir vestidos con la intención de intercambiarlos con productos para el sustento familiar, es ilógico pensar que parte de sus tejidos no fueron destinados para ser usados por miembros de su familia. En un segundo ejemplo, un taller ligado a un estado que controla la producción artesanal, que produce ornamentos corporales de metal para la elite, no presentará consumo ninguno aparente al interior de dicho taller. En otro ejemplo, un taller auspiciado por un maestro artesano, que produce vasijas de cerámica doméstica puede entregar a sus artesanos una porción de la producción como parte de pago.

15 Inomata, Takeshi, “The Power and Ideology of Artistic Creation. Elite Craft Specialists in Classic Maya Society”. En: Current Anthropology, Volumen 42, Número 3. The Wenner-Green Foundation for Anthropological Research, 2001, pp. 322. 16 Rowlands, M.J. “The Archaeological Interpretation of Prehistoric Metalworking”. En: World Archaeology, Vol. 3, No. 2, Archaeology and Ethnography, 1971, pp. 212. 17 Naroll, Raoul. “A Preliminary Index of Social Development”. American Anthropologist, New Series, Vol. 58, No. 4, 1956. pp. 694.

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Algunos investigadores consideran que las definiciones arriba mencionadas son contradictorias toda vez que en el campo etnográfico la información muestra la presencia de individuos o grupos de especialistas operando dentro de una economía de subsistencia, sin producción de excedente 18 . Esto posiblemente se debe a una interpretación errónea del término, influida por la concepción moderna que tenemos de él. No es lo mismo decir artesano especialista que “experto en”, aún cuando la especialización artesanal ocasione un grado determinado de experiencia y destreza. Por ejemplo, un cazador-recolector que manufactura con cierta habilidad puntas de proyectil para cazar y procurarse el alimento, no es un especialista, salvo que lo entendamos en el sentido moderno del término19.

A este punto, basado en la lectura de la bibliografía especializada que trata sobre el tema me atrevo a dar una definición de especialización artesanal y artesano especialista.

Llamo especialización artesanal a la producción de objetos artesanales cuyo fin primero y acaso único es la satisfacción de consumidores que no forman parte de la unidad de producción artesanal.

Llamo artesano especialista al individuo que cumple uno, varios o todos los pasos tecnológicos en la manufactura de productos artesanales, cuyos consumidores primeros se ubican fuera de su unidad de producción. Cuantos pasos cumpla un artesano especialista dentro de la cadena operativa dependerá del grado de especialización de la unidad de producción artesanal.

La unidad de producción artesanal describe el tamaño grupal y las relaciones sociales de los individuos que integran el grupo de artesanos, que regularmente cooperan para producir un corpus reconocido de bienes artesanales. En un extremo está la producción doméstica o de hogar20 (household production), sea esta individual o grupal, en la cual los productos artesanales son producidos dentro de una configuración

18 Por ejemplo Rowlands, M.J. op. cit., pp. 212. 19 Como lo señala Jon Muller “Mississippian Specialization and Salt”. En: American Antiquity, Vol. 49, No. 3, 1984, pp. 491, no se debe usar el término especialista para nombrar a un individuo que “meramente hace una actividad u oficio mejor que sus pares”. 20 2001. Según Melissa Hagstrum. “Household Production in Chaco Canyon Society”. En: American Antiquity, Vol. 66, No. 1, 2001, pp. 47, el grupo doméstico es el componente más básico y adaptable de la organización social de los humanos. Básicamente está conformado por gente que comparte una vivienda. Para Lastell (1972:24-25, citado en Manzanilla, Linda, “Introducción”. En: Unidades Habitacionales Mesoamericanas y sus Áreas de Actividad. Linda Manzanilla, Editora. Serie Antropológica: 76. Instituto de Investigaciones Antropológicas. Universidad Nacional Autónoma de México. Primera Edición. 1986, Pp. 14), un grupo doméstico consiste en los individuos que comparten el mismo espacio físico para comer, dormir, descansar, crecer, procrear, etcétera. En épocas tempranas, este mismo espacio era también aquel en el que el grupo trabajaba conjuntamente. Existen tres criterios para definir, pues, al grupo doméstico: el de la residencia, el de las actividades compartidas y el del parentesco. Los dos primeros son de carácter universal, mientras que el último no lo es, particularmente el caso de la existencia de sirvientes, visitantes y huéspedes.

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doméstica por un miembro determinado de la familia o un pequeño grupo de individuos relacionados que viven juntos. En el otro extremo está la fábrica, o el taller en un contexto no industrial, son espacios de producción “cuyo personal está conformado por individuos no relacionados los cuales son reclutados voluntariamente a cambio de un salario o involuntariamente por medio de cautiverio, esclavitud o trabajo obligatorio como compromiso tributario”21.

El grado de especialización artesanal está en directa relación con la cantidad de oficios artesanales, o superespecializaciones si se me permite el término, que se involucran dentro de la cadena operativa de un producto artesanal determinado. Dicho de otro modo, es la división del trabajo en tareas más simples. Básicamente, un taller tendrá un mayor grado de especialización que una unidad de producción doméstica. Por ejemplo, la recolección, molienda y preparación de una pasta arcillosa para la elaboración de la cerámica puede constituir el oficio de una sola persona en una unidad de producción doméstica, mientras que cada una de estas tres actividades puede constituir tres oficios para tres personas diferentes en un taller. 1.1.2. Características de la especialización artesanal En base a algunos criterios señalados por diversos investigadores que tratan el tema de la especialización artesanal22, señalo algunas de las características más importantes de la producción artesanal especializada:

1. Se desarrolla dentro de las sociedades no-igualitarias, con la emergencia de las elites y el incremento de la centralización política.

2. Refleja, junto con la estratificación social, la distribución diferencial de recursos y el manejo social de esos recursos.

3. Involucra diferenciación económica e interdependencia: la existencia de individuos que producen bienes duraderos para una más amplia población de consumidores.

21 Costin, Cathy y Melissa Hagstrum. Standardization, Labor Investment, Skill, and the Organization of Ceramic Production in Late Prehispanic Highland Peru. American Antiquity 60(4), Society for American Archaeology, 1995, pp. 620. 22 Entre los autores que presentan en sus artículos una disertación interesante sobre algunas características de la especialización tenemos a Rice, Prudence. “Evolution of Specialized Pottery Production: A Trial Model”. Current Anthropoly Vol. 22, No. 3, Junio 1981. The Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research, 1981, pp. 219-240; Sinopoli, Carla. “The organization of Craft Production at Vijayanagara, South India”. En: American Anthropologist, New Series, Vol. 90, No. 3. 1988, pp. 580-597; Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit., pp. 1-9; Clark, John y William Parry, op. cit.; Blackman M. James, Gil J. Stein y Pamela Vandiver. “The standardization hypothesis and ceramic mass production: technological, compositional, and metric indexes of craft specialization at Tell Leilan, Syria”. American Antiquity 58 (1). Society for American Archaeology, 1993, pp. 60-80; Costin, Cathy y Melissa Hagstrum, op. cit.

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4. No implica necesariamente una escala particular de producción ni una cantidad de tiempo invertida por año de producción. Esto dependerá del grado de especialización y del desarrollo socio político concreto de cada sociedad.

5. Su organización varía según el tipo de sociedad y dentro de un tipo de sociedad. No es una forma unitaria de organización económica, por el contrario debe ser vista como un amplio concepto que abarca diversos tipos distintivos de organización.

6. Involucra un aumento en la división del trabajo lo que redunda en un incremento de la habilidad de cada trabajador, reducción del tiempo de manufactura, incremento de la producción y la productividad y de la mejora de las técnicas.

1.1.3. Modelos sobre la aparición de especialistas

Teóricos como Peter Peregrine o Elizabeth Brumfiel & Timothy Earle resaltan la relación que existe entre los avances en la especialización artesanal y la emergencia de elites poderosas. Esta relación ha sido vista: (1) como producto del manejo del riesgo ambiental coordinado por las elites (modelo adaptativo o ambiental); (2) como resultado de actividades empresariales adoptadas por un sistema económico en expansión (modelo de desarrollo comercial o económico); (3) o por la necesidad de las elites de mantener o incrementar su autoridad política (modelo político)23. De los tres modelos, creemos que el modelo político es el que más se ajusta a la realidad económica-social de la sociedad mochica, por lo cual pasaremos a explicarlo, en términos de Brumfiel y Earle. El modelo político El modelo político propone que las elites locales juegan un rol importante en la organización de la especialización y el intercambio, en donde ellos son los principales beneficiarios, por encima de la población que administran. Las elites políticas emplean conciente y estratégicamente la especialización y el intercambio para crear y mantener la desigualdad social, fortalecer coaliciones políticas y fundar nuevas instituciones de control, a menudo frente a una oposición substancial de aquellos cuyos bienes se reducen por dichas acciones.

La movilización, entendida como la transferencia de bienes de los productores a las elites políticas, permite a los gobernantes, por un lado, crear nuevas instituciones de control político, dotadas de especialistas administrativos responsables de las operaciones críticas de gobierno: recolección de impuestos, organización militar y liderazgo, toma de decisiones judiciales e imposición de la ley. Por otro lado, la movilización permite a los gobernantes convertirse en patrones de ciertos artesanos especialistas y en auspiciantes de un comercio a larga distancia. Haciendo esto los

23 Peregrine, Peter. “Some Political Aspects of Craft Specialization”. En; Word Archaeology, Vol 23, No. 1, Publicado por Taylor & Francis, 1991, pp.1-11; para una explicación más detallada ver Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit.

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gobernantes se aseguran el control monopólico sobre ciertas clases de bienes, muchas veces artículos de prestigio social, ‘riqueza’, además de los bienes de subsistencia. Esto permite a los gobernantes extender el poder político.

Este modelo viene también en diferentes versiones. En una primera versión, el monopolio sobre el comercio extranjero es visto principalmente como una fuente de beneficio para el gobernante, una fuente de ingresos que puede ser invertida en un conjunto de mecanismos para aumentar el poder de los líderes. Una segunda versión sostiene que el gobernante ejecuta el poder coercitivo sobre la población monopolizando ciertas cosechas de alimentos, herramientas o armamento. Su capacidad para negar estos bienes a aquellos que se le opongan establece una base sobre la cual construir otras formas de control. Una tercera versión sugiere que el control y manipulación de la riqueza es el factor clave para construir el poder político. Un individuo puede establecer un rango de superioridad social mostrando los símbolos asociados con una elite extranjera ya establecida o monopolizando y manipulando los símbolos sagrados de la cosmología de su propia población. El control sobre la riqueza puede además ser usado para atraer clientes y alianzas para competir por el liderazgo político y para cimentar alianzas horizontales que aumenten el poder existente. La distribución de la riqueza puede servir como un mecanismo para integrar el poder político a una escala regional. Finalmente, el control sobre los bienes de prestigio o riqueza cuando se combina con un sistema de mercado regional podrían proveer un recurso de apoyo administrativo y artesanos especialistas trabajando para el estado. Una vez que los bienes de subsistencia empiezan a circular vía mercados de intercambio, los gobernantes pueden pagar los servicios de los especialistas en valores que después pueden ser usados por dichos especialistas para adquirir bienes para su propio mantenimiento24. 1.1.4. Tipos de especialización Los aportes de tipologías sobre especialización son variados, y responden al manejo de diferentes variables debido a su complejidad, la cual “involucra un número de dimensiones de variación” 25 . Si tomamos en cuenta la afiliación o el contexto de producción de los especialistas podremos dividirlos en independientes y adjuntos o dependientes; por la naturaleza de los productos encontramos especialistas en bienes de subsistencia, en patrimonio o en servicios; por la intensidad de la especialización, los encontramos a medio tiempo (half time) o a tiempo completo (full time); por la constitución o escala de la unidad de producción tendremos una industria individual, industria familiar, industria de taller, industria de poblado o industria a gran escala; por la concentración, tendremos artesanos uniformemente dispersos y artesanos “nucleados”, y así podemos encontrar algunas tipologías más26. Sin embargo, al margen de la diversa variedad de tipologías, podríamos considerar a dos dicotomías, como las

24 Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit., pp.3-4. 25 Ibid., pp.5. 26 Ibid.; Costin, Cathy y Melissa Hagstrum, op. cit.

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más utilizadas: especialización artesanal dependiente e independiente y especialización artesanal a tiempo parcial y tiempo completo. Los artesanos especialistas según su afiliación Según el grado de afiliación o el contexto de producción existen dos polos claramente definidos: los artesanos especialistas adjuntos o dependientes y los independientes. Ambos tipos de artesanos especialistas difieren en términos de sus productos, intensidad, organización y productividad 27 pero esta distinción es mucho más importante cuando hablamos de sociedades complejas, como la mochica.

El artesano especialista independiente produce bienes o servicios para un mercado de demanda no especificado que varía de acuerdo a condiciones económicas, sociales y políticas28, aunque la tendencia apunta a la producción de bienes utilitarios que sirven básicamente para las necesidades de los hogares29. Conserva sus derechos de enajenación o alienación, sin ningún control por parte de auspiciantes o patrones30. Los productos, la intensidad, organización y la productividad de los especialistas independientes esta guiada por los principios de eficiencia y seguridad, y están sujetos a la competencia.

Un artesano especialista dependiente o adjunto, en cambio, produce bienes o servicios para un patrón, sea la elite social o una institución de gobierno. Este tipo de especialización se vuelve común en las organizaciones complejas, donde hay una marcada diferenciación social. Los especialistas dependientes están contractualmente atados a sus auspiciantes o patrones para los cuales ellos trabajan. Los patrones poseen los derechos de “distribución” y “autorización”, o derechos sobre los productos, así como sobre el trabajo especializado y la lealtad del artesano, pero también se aseguran de que todas las necesidades básicas de los artesanos especialistas a su cargo estén cubiertas31. Este tipo de artesano especialista está comprometido generalmente en la manufactura de ítems de riqueza y armamento. Como se puede entender, la especialización artesanal dependiente involucra un fuerte rasgo económico y político. Aún cuando también la producción de los artesanos especialistas dependientes responde a consideraciones de eficiencia y seguridad, ésta se desarrolla en primer lugar en respuesta a necesidades de control en la economía política. La especialización aparece como consecuencia del deseo explícito de las elites gobernantes, de controlar la producción y distribución de ciertos artículos con carga política y dirigir las actividades de importancia política crucial como la tributación, guerra y rituales públicos. Dicho de otra manera, los artesanos especialistas dependientes se desarrollan en cercana asociación con las elites gobernantes y las instituciones como un significado directo de

27 Según Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit., pp.5. 28 Ibid. 29 Janusek, John Wayne. “Craft and Local Power: embedded specialization in Tiwanaku cities”. En: Latin American Antiquity 10 (2), Society for American Archaeology, 1999, pp. 109. 30 Clark, John y William Parry, op. cit., pp. 298. 31 Ibid., pp. 298; Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit.

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corroboración y mantenimiento del control sobre la influencia económica, el poder coercitivo y la legitimación32.

Otra variante interesante de la especialización artesanal dependiente es la denominada Hiper-especialización o especialización conspicua33. Esta especialización está subsidiada; productos especiales son hechos bajo pedido para patrones por especialistas adjuntos. Los productos se denominan bienes hipertróficos, los cuales son solicitados para resolver problemas de legitimación debido a su gran valor y elaboración estilística. Otra variante, es la especialización artesanal adscrita o incrustada (embedded specialization) propuesta por Kenneth M. Ames34, y desarrollada por John W. Janusek35 al sur del Perú. Ames define a los especialistas incrustados o adscritos como “especialistas a tiempo-parcial o a tiempo completo cuya vocación es parte de la economía del hogar o de la comunidad local”. El trabajo de este especialista artesano es definido en términos de parentesco, y no en términos económicos o de clase. Este concepto “involucra la noción de afiliaciones de grupo de artesanos y otras relaciones sociales extensas”, “no involucra ninguna suposición sobre el status de los productores”36.

Ambos tipos, independiente y dependiente (o adjunta), recalco, deben entenderse como dos polos extremos, en medio de los cuales se puede identificar una gama de variantes. Ya Inomata había señalado el cuidado que se debe tener en cuanto a la rigidez en el uso de estos polos. Incluso, un artesano en particular puede participar en varios tipos de especialización artesanal o de oficio, como sucede a menudo37.

32 Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit., pp. 5. 33 Clark, John y William Parry, op. cit., pp. 293. 34 Ames, Kenneth M. “Chiefly Power and Household Production on the Northwest Coast”. En: Foundations of Social Inequality, editado por T. Douglas y Gary M. Feinman. Plenum Press, Nueva York, 1995, pp. 155-187. 35 Según Janusek, John Wayne, op. cit., en los centros Tiwanaku (sur de Perú), “muchos productos artesanales fueron producidos por grupos de parentesco que residieron en complejos residenciales de gran tamaño. Esta producción técnica sirvió a la política económica de la unidad política en general y a las demandas de la población no especializada, pero no fue estrictamente independiente ni directamente dependiente de los intereses de la elite. Por lo tanto, la producción artesanal estuvo arraigada en principios segmentarios de orden sociopolítico, siendo local pero no totalmente autónoma. En una escala comparativa, se sugiere que la producción de tipo “inclusiva” caracterizó a los estados que enfatizaron estrategias corporativas de integración política”. Para este autor “Un modelo de especialización inclusiva arraigado en perdurables principios de orden económico y social, explica mejor al menos algunas actividades especializadas aquí [en Tiwanacu]”. 36 Inomata, Takeshi, op. cit., pp. 323. 37 Ibid., pp. 302.

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Los Especialistas según la intensidad de la producción Al igual que el caso de los tipos de especialistas según su afiliación, en el caso

de la intensidad de la producción especializada, se han identificado dos polos: especialistas a medio tiempo y especialistas a tiempo completo.

Los especialistas a medio tiempo (part-time) son aquellos para los cuales la producción de un bien artesanal es subsidiaria de otras formas de subsistencia38, como la agricultura; o que rota en diferentes oficios, trabajando en cada uno a medio tiempo39. En la especialización a tiempo completo el artesano (full-time) se desliga de toda actividad de subsistencia, y se dedica de manera exclusiva a la producción de un bien artesanal, tarea u oficio específico. Este se procura sus otras necesidades a través del intercambio de los bienes que el produce o del salario que percibe40.

Brumfiel y Earle 41 sostienen que la especialización a tiempo-completo es práctica sólo en la presencia de una demanda agregada lo suficientemente grande y mecanismos de intercambio suficientemente estables para proveer provisiones seguras de bienes de subsistencia y materias primas para los productores especialistas; mientras que aún bajo condiciones de una demanda agregada grande, la especialización a tiempo parcial persistirá si los especialistas necesitan ser amortiguados contra las fluctuaciones en las provisiones y la demanda.

La especialización ad hoc42 es una variante o forma especial de especialización que consiste en una producción esporádica e informal de bienes para intercambio, como el término implica. Este tipo de especialización probablemente ocurre en todas las sociedades, pero predomina en las sociedades de nivel tribal. Otra forma de especialización especial es la denominada especialización de por vida (Life-time) 43. En el imperio Inca, los artesanos eran removidos de sus grupos étnicos y trasladados a la capital imperial para producir para el inca y la nobleza durante el resto de su vida. Era un oficio obligado pero que recibía muchos beneficios, convirtiendo a los artesanos en una clase social propiamente dicha. 1.2. Teoría sobre la Actividad Textil El arte textil es un arte mayor, y posiblemente precursora de otras expresiones artísticas, al menos en el caso de la zona andina. Entiendo por arte textil al conjunto de procesos

38 Clark, John y William Parry, op. cit., pp. 298. 39 Costin, Cathy y Melissa Hagstrum. Standardization, Labor Investment, Skill, and the Organization of Ceramic Production in Late Prehispanic Highland Peru. American Antiquity 60(4), Society for American Archaeology, 1995, pp. 620. 40 Ibid. 41 Brumfiel, Elizabeth y Timothy Earle, op. cit., pp. 5. 42 Clark, John y William Parry, op. cit., pp. 298. 43 LeVine, Terry Yarov. “Inka Labor Service at the Regional Level: The Functional Reality”. En: Ethnohistory, Vol. 34, No. 1, Inka Ethnohistory. 1987, pp. 14-46.

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orientados a la manufactura de tejidos. Probablemente nace con la necesidad del hombre de abrigarse, de protegerse de las inclemencias de la naturaleza, de “el tiempo”como le llamamos. Con el paso de los años y la evolución de las sociedades a una forma de organización más compleja, el producto final del arte textil en telar, el tejido o tela, adquiere una mayor importancia y trasciende a su función elemental de abrigo y producto decorativo.

El tejido tenía un importante significado económico, político, social e ideológico en el mundo andino:

1. Como una forma de tributo44. 2. Como objeto de trueque, que remplazaba el concepto de dinero. 3. Como indicador de posición social, rango y estatus. 4. Como ofrenda ritual.45 5. Como regalo, en el marco de elaborar o ratificar alianzas entre pueblos, o en el

reconocimiento de las derrotas militares, o para ceremonias asociadas a ritos de paso y propiciación.

6. Como botín de guerra46. 7. Como indicador de identidad y pertenencia étnica47.

44 Por ejemplo Laurencich Minelli, Laura. “Tejidos y técnicas en el Perú antiguo”. En: Los Incas y el antiguo Perú. 3000 años de historia 1. Centro Cultural de la villa de Madrid, Ayuntamiento de Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario. Madrid, 1991, pp. 99, nos dice que en época inca cada familia empleaba tiempo y energía tejiendo para el estado de forma regular y repetitiva. El tejido era, en definitiva una mitla que igualaba casi a la del trabajo agrícola. 45 Laurencich-Minelli, Laura, op. cit., pp. 99. En época inca se quemaban tejidos en los constantes sacrificios necesarios para la protección del estado y del inca. En la sociedad mochica se utilizaban también como ofrenda en entierros humanos y en entierros arquitectónicos; algunos de los tejidos hallados en contexto arquitectónico presentan huellas de quema. 46 Ibid. En la iconografía mochica se aprecia combates rituales en los que los guerreros vencidos son despojados de sus ropas. Esta costumbre se mantuvo hasta el periodo inca. La autora agrega que “la vestimenta se identificaba hasta tal punto con la persona que el cronista Martín de Murúa cuenta que los soldados peruanos consideraban derrotado al enemigo cuando lograban arrebatarle las prendas para ponérselas a un fantoche que luego era colgado. En otras palabras, el quedarse sin ropa significaba una pérdida de sí mismo, no sólo en vida, sino también muertos; de hecho, se creía que el difunto, sin las prendas que les correspondía, no podía reencontrar su alma y, por tanto, acceder al lugar de vida eterna llamado pakarina”. 47 Ulloa Torres, Liliana, La tradición textil en la construcción de la identidad de tejedoras aymara del norte de Chile. Resumen de Trabajo de Investigación. Programa de Doctorado de Antropología Social y Cultural, Universidad de Barcelona, Facultad de Antropología e Historia. Barcelona, 2003, pp. 5. “En el campo y en concordancia con la cosmología, la mujer desarrolla una idea de pertenencia étnica y sintiéndose vinculada a su tierra y a su comunidad que de alguna manera le sirve de soporte. Por una parte ella utiliza la materia prima, recibe los modelos, las técnicas textiles e iconos de sus ancestros a través de la transmisión oral y gestual de sus madres, abuelas, suegra, etc. Luego ella entrega lo que ha aprendido

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Defino como tejido a todo producto que resulte del entrecruce de hilos. Por

extensión también se llama tejido a la disposición de los hilos de una tela, y al acto mismo de entrecruzarlos o entrelazarlos. Este trabajo se basa en el estudio de tejidos hechos en telar a partir del entrecruce de hilos de trama e hilos de urdimbre, conocido también como tela48.

1.2.1. Hilos de trama e hilos de urdimbre La urdimbre (o birbe) es el conjunto de hilos que se extienden en un telar, determinando el largo del tejido. Es el elemento pasivo en el proceso de tejido, La trama está compuesta por los hilos que se tejen por encima y por debajo de la urdimbre, determinando el ancho del tejido. Constituye el elemento activo en el proceso del tejido.

La tela balanceada “es un tejido cuyas tramas y urdimbres se distribuyen de manera uniforme, es decir, en reducción”; dicho de otra manera “los hilos de urdimbre y de trama por centímetro cuadrado de tela dan una proporción cercana al uno”49. Cuando no hay uniformidad podemos hablar de telas de urdimbre (o cara de urdimbre), si el número de hilos de urdimbre es superior a los de la trama, y telas de trama (o cara de trama) si el número de hilos de trama es superior a los de la urdimbre.

Algunos investigadores utilizan el término ligamento, el cual es utilizado a la hora de identificar la forma en que se cruzan los hilos de la trama con los de la urdimbre en cada pasada de la lanzadera al telar. Si la trama cubre más que la urdimbre se conoce como ligamentos ligeros, si la urdimbre cubre más que la trama se denomina ligamentos pesados, y a partes iguales se llaman ligamentos neutros. Una tela de urdimbre o cara de urdimbre es un ligamento pesado. En el proceso del tejido, algunos hilos pueden quedar exprofesamente sueltos sobre dos o más urdimbres, lo que se conoce como hilos flotantes.

produciendo tejidos “finos” de la mejor calidad como una manera de devolver a la comunidad el patrón que ella le ha dado y respondiendo así a los valores tradicionales de reciprocidad andina. De este modo se percibe una identidad de género que se construye sobre la base de ser tejedora, reafirmando así su rol social dentro de la comunidad”. 48 Según el glosario del Smithsonian Center for Education and Museum Studies, Textiles del Suroeste Americano, http://www.smithsonianeducation.org/idealabs/textiles/espanol/glossary/index.htm#zigzag, cualquier método de producir un textil sin utilizar un telar, incluye las técnicas de anudar, entrelazar trenzar. En la técnica de anudar, se amarran los hilos, de modo similar a una red de pescar. En la técnica de entrelazar, o trenzar, los hilos que van en una misma dirección cruzan otros hilos por arriba y por abajo. 49 Laurencich-Minelli, Laura, op. cit., pp. 105.

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1.2.2. Técnicas La trama y la urdimbre no siempre se entrelazan de la misma manera; hay una gran variedad de posibles combinaciones y entrelazamientos de ambas series de hilos, lo que da lugar a telas de aspecto, calidad y textura muy distintos. A la forma en que la trama y la urdimbre se entrelazan se le denomina técnica o ligamento50.

Luis Ramos y María Blasco consideran que todas las técnicas empleadas por los tejedores central andinos prehispánicos se pueden reducir a estas tres: gasas, telas y reps. Esta división es artificial “ya que muchos tejidos están realizados por la combinación de dos o incluso, de las tres técnicas”. Además, las telas y los reps son variantes de un mismo tipo51 Estas tres técnicas son las únicas con las que se pueden crear tejidos sencillos o complejos en un telar.

La gasa es una técnica que se caracteriza porque los hilos de urdimbres se cruzan entre sí siguiendo un patrón. El cruzamiento se mantiene fijo por las líneas de trama. Los hilos que han forzado a los de la urdimbre a entrecruzarse van a ser quienes mantengan esta combinación. Antes que la trama encuentre perpendicularmente la urdimbre, dos hilos de esta última se cruzan, el uno encima del otro, para que la trama pase a través del cruce obtenido y así seguidamente. Es un tipo de tejido calado que a la vista es una tela muy sutil y transparente, caracterizada por la relativa separación o poca densidad de los hilos de urdimbre y trama, siendo ambos visibles. Hay varios tipos de gasa, según los patrones de cruzamiento. Cuando son dos hilos de la urdimbre los que se cruzan estamos ante una gasa sencilla; cuando son más de dos, ante una gasa compleja, con la que se realizan complicados diseños. Su principal cualidad es el efecto estético, y su mayor defecto es la fragilidad52.

Las otras dos técnicas, la tela y el reps, se caracterizan por combinarse los hilos de la urdimbre con los de la trama, ya que nunca se cruzan entre sí los hilos de un mismo elemento. La forma de realización de estas dos técnicas es similar, varía únicamente la presión a la que son sometidos los hilos53.

La tela es la técnica en la que se combinan los hilos de la trama con los de la urdimbre siendo visibles los hilos de los dos elementos. La superficie así creada puede ser continua o discontinua, es decir, cerrada o abierta, diferenciándose la primera de la segunda en que en ésta existen espacios en blanco junto a los puntos donde se cruzan los hilos de los dos elementos54.

50 Mastache, Alba Guadalupe, “Textiles del México de ayer y hoy”. En: Arqueología, 1996. 51 Ramos, Luis y María C. Blasco. “Tejidos y técnicas textiles en el Perú prehispánico”. En: Textilería Peruana. Evelina Mendoza, compilador. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 1985, pp. 1-14. 52 Fung, Rosa. Cuadernos del Centro de Estudiantes de Antropología (3). Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Enero 1959, pp.25; Ramos, Luis y María Blasco, Op.Cit., pp 10; Laurencich-Minelli, Laura, op. cit., pp.108. 53 Ramos, Luis y María Blasco, op. cit., pp. 10-11. 54 Ibid., pp. 11.

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Los reps presentan una técnica en la que se combinan los hilos de la trama con los de la urdimbre siendo visibles únicamente los de un elemento, pues los del otro resultan totalmente cubiertos por los del elemento aparente55. Presentan un acanalado o canutillo en sentido de la urdimbre. Con este efecto se fabrican artículos para diversas aplicaciones, especialmente para tapicería; también tienen grandes aplicaciones estos ligamentos en la cintería y tejidos especiales.

1.2.3. Tejidos sencillos y tejidos complejos Teniendo en cuenta la forma en que se combinan los hilos en un tejido, podemos dividirlos en tejidos simples y tejidos complejos.

Se les llama tejidos simples o llanos a aquellos en los que interviene una sola urdimbre y una trama que al cruzarse producen diversos filamentos. Los más importantes son: el tafetán, la sarga y el raso.

Se llama tafetán (del persa taftah, hilar) o tejido liso, cuando la trama pasa alternativamente entre los hilos pares e impares de la urdimbre. El efecto que se aprecia en el tejido es el mismo por ambos lados de la tela. Es la textura más simple y se le denomina ligamento neutro. Algunas de las variaciones del tafetán son el tejido reticulado o el tejido acanalado o canalé.

La sarga (del latín serĭca, de seda), llamada también tejido cruzado, tejido diagonal o twill, es un tejido llano complejo, no balanceado, que presenta hilos flotantes. La trama pasa sobre dos o más hilos de urdimbre y por debajo de uno sólo, que en las pasadas sucesivas es el inmediato, produciendo un efecto de líneas diagonales, en zig-zag y en formas romboidales.

Los tejidos compuestos o complejos, de más de una trama o urdimbre, permiten obtener múltiples ligamentos derivados de la combinación de los fundamentales. Entre ellos tenemos los tejidos dobles y los tapices.

Los tejidos dobles son aquellos en los que se combinan, por una parte, los hilos impares de la urdimbre con los de una trama, efectuándose de esta forma dos tejidos paralelos, de colores contrastantes que, como mínimo, están unidos por su zona superior e inferior, aunque habitualmente estén también conectados por sus laterales, ya que las dos tramas diferenciadas giran en un mismo hilo de urdimbre. A diferencia de estos tejidos dobles sencillos, los tejidos dobles complejos son aquellos en los que por razones decorativas se producen entre los dos tejidos paralelos un intercambio de hilos de trama, o de urdimbre, o de trama y urdimbre, por lo que los hilos que fabricaban toda o parte de una de las dos paredes del tejido, pasan a realizar la otra, siendo su lugar ocupado por los de la primera. Este hecho hace que la zona comprendida entre las dos superficies no esté vacía como en el caso de los tejidos dobles sencillos, sino que se vea recorrida por los hilos que pasan de una a otra parte. Por este procedimiento el tejedor multiplica sus posibilidades decorativas al cambiar de hilo sin necesidad de provocar

55 Ibid.

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una línea de abertura56. Este tipo, por ser muy resistente, fue muy popular para la elaboración de bolsos.

Los tapices son tejidos de ligamento unido donde la urdimbre, elemento pasivo, esta enteramente cubierta por la trama, pero en lugar que la ida y venida de la trama recorra el largo entero de la pieza, está fragmentada o limitada a espacios determinados (tramas parciales) según la figura que deben componer; se componen de hilos sucesivos y de colores diferentes, cada uno no cruza más que un número restringido y variable de hilos de urdimbre antes de regresar sobre si misma.57. Usualmente las tramas destacan escondiendo a las urdimbres, por lo cual se les llama cara de trama o también ligamentos ligeros. Existen varios tipos o variantes de tapices.

La técnica del tapiz kelim o kilim, llamado también tapiz de ojal o ranurado, permite brindar un aspecto especial en el sitio en que se separan dos tramas seguidas, en el cambio de color; puesto que las tramas parciales no están trenzadas entre sí se presenta un vacío en forma de ojal a todo lo largo de los dos colores, que da ligereza al tejido aunque disminuye su consistencia58.

El tapiz excéntrico, o tapiz de trama de fondo, posee un número desigual de tramas, produciendo un efecto de distorsión en las líneas de trama, de aspecto curvilíneo. “Un hilo sutilísimo y continuo de trama acompaña al tejido de todas las tramas parciales cuyas fisuras son, de esta forma, cerradas por la misma trama de fondo. El resultado es un tejido sólido”59.

Figura 1. Ejemplos de técnicas de tejido. Tomados de Raoul D’Harcourt (1934) y Rogger Ravines (1978).

Tanto los tejidos sencillos como los complejos pueden estar hechos empleando

cualquiera de las tres técnicas descritas, si bien con el reps se pueden realizar tejidos en tubo y con la tela tejidos dobles, no conociéndose ningún caso en el que la gasa haya sido utilizada en la fabricación de tejidos complejos60.

56 Ramos, Luis y María Blasco, op. cit., pp. 11-12. 57 Harcourt (d’), Raoul, Les Textiles anciens du Perou et leurs techniques. Les editions d’art et d’histoire. Paris, 1934, pp. 25. 58 Laurencich-Minelli, Laura, op. cit., pp. 105. 59 Ibid., pp. 106. 60 Ramos, Luis y María Blasco, op. cit., pp. 11.

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Una técnica decorativa utilizada en el mundo andino es el bordado. Consiste en ornamentar una superficie flexible con hebras textiles o pequeños elementos manipulados pertenecientes al mundo mineral. Puede presentar dos modalidades: 1) bordado erudito y 2) bordado popular. En el bordado erudito los materiales empleados, tejidos y elementos de bordadura, son ricos y suntuosos, la ornamentación es muy variada y sometida a constante evolución según las directrices del arte de cada momento. Por su finalidad ritual y social se puede dividir en religioso y cortesano. 1.2.4. Continuidad: hilos continuos e hilos discontinuos Hilos continuos son aquellos que recorren el tejido en toda su longitud (caso de los hilos del elemento urdimbre) o en toda su anchura (caso de los hilos de la trama); en contraste, los hilos discontinuos serán aquellos que arrancan, dan vuelta o desaparecen del tejido sin recorrerlo por completo en anchura o largura61.

61 Ibid., pp. 13.

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Capitulo 2. El Problema 2.1. Los moches o mochicas: Rasgos Generales La cultura que indistintamente llamamos Mochica o Moche se desarrolló en la Costa Norte del actual territorio del Perú entre los siglos I y IX de nuestra era. Su alto nivel de desarrollo económico, político y religioso se refleja principalmente en sus obras agrícolas y de irrigación, en sus obras arquitectónicas monumentales, en sus ciudades y en sus artes, muchas de las cuales han sobrevivido al paso del tiempo y por sobre todo a la codicia e ignorancia del hombre. Tabla 1. Cuadro cronológico tentativo del valle de Moche siguiendo las clasificaciones periódicas de John Rowe y Luis Lumbreras.

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2.1.1. Extensión territorial Las evidencias de ocupaciones mochicas se encuentran desde el norte, en el Alto Piura, hasta el sur, en Nepeña. Involucra, de norte a sur, los valles de Piura, La Leche, Lambayeque, Chancay, Zaña, Jequetepeque, Chicama, Moche, Virú, Chao, Santa y Nepeña. Figura2. Mapa que muestra la extensión territorial de la sociedad mochica en su máxima expresión. 2.1.2. Cronología El diverso corpus de fechados radio-carbónicos tomado de sitios arqueológicos identificados como mochicas nos han dado un rango de su presencia material en la costa norte del Perú que oscila entre el primer y noveno siglo de nuestra era. La arqueología se ha servido también de la cerámica de elite para establecer una cronología relativa de la historia mochica. Gracias a sus excavaciones en los valles de Chicama y Moche

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principalmente, el investigador peruano Rafael Larco Hoyle62 estableció una sucesión de cinco fases cerámicas estilísticas a partir de los cambios morfológicos, principalmente del borde del cuello y del asa de las vasijas (Mochica I, II, III, IV y V) y asociadas cada una a un periodo determinado de la historia mochica. Así, la fase Mochica I correspondería a la época más temprana y la fase Mochica V correspondería a la fase más tardía o reciente. Estas fases estilísticas han sido utilizadas como marcadores cronológicos relativos y su aplicación ha sido cuestionada, para casos específicos del territorio mochica, desde mediados de la década del 9063. En el caso del yacimiento arqueológico materia de esta investigación, la secuencia si es aplicable y por lo tanto utilizable como marcador cronológico relativo, pero con la salvedad de que iría desde Mochica II para la fase más temprana a Mochica IV para la fase más tardía. No se han detectado cerámica del estilo Mochica V y el estilo Mochica I no guarda muchas diferencias con el estilo Moche II como para diferenciarlos plenamente.

Figura 3. Las fases estilísticas de la cerámica mochica. Para el caso de los valles de la zona norte del territorio mochica (Desde Piura

hasta Jequetepeque) la aplicación de estas cinco fases no es dable. Por lo menos para el caso de los valles de Jequetepeque y Lambayeque, se prefiere hablar de Mochica

62 Larco Hoyle, Rafael. Los Mochicas. (Pre-Chimú, de Uhle, y Early Chimú, de Kroeber). Síntesis monográfica. Buenos Aires (Argentina), 1945; Id., Los Mochicas. 2 tomos. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima, 2001. 63 Por ejemplo, en el valle de Moche la cerámica Moche V, sólo existe en Galindo, pero su presencia es prácticamente nula en Huacas del Sol y de la Luna. El yacimiento de Galindo es un asentamiento mochica tardío, asociado a la fase estilística Moche V. En la década de los 80 y parte de los 90 se postuló que este sitio fue la capital Moche después de que Huacas del Sol y de la Luna fuese supuestamente abandonada, pero actualmente está hipótesis esta en discusión.

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Temprano (que sería cronológicamente pero no necesariamente estilísticamente equivalente a las fases I y II del sur del territorio), Mochica Medio (equivalente al Mochica III y parte del IV del sur) y Mochica Tardío (equivalente al Mochica IV y V del sur)64.

Figura 4. Cronología mochica en relación con el mundo. 2.1.3. Economía

Las huellas que han dejado sus campos de cultivo y su sistema de irrigación en los paisajes del desierto peruano nos invitan a pensar en una sociedad altamente organizada que basó su economía en la agricultura y la propiedad de la tierra y del agua. La riqueza del mar que baña sus costas, convierten a la pesca, después de la agricultura, en una actividad de vital importancia en su economía. La ganadería se practicó en menor medida, domesticando camélidos sudamericanos como la llama (Lama glama).

2.1.4. Arquitectura

Los mochicas utilizaron principalmente la tierra, convertida en adobe y barro, para construir sus grandes monumentos piramidales y ciudades. Pero en términos generales, los mochicas utilizaron materiales de construcción que se prepararon a partir del aprovechamiento de los recursos que le daba su entorno, como por ejemplo la tierra, arena, cantos rodados, gravas, cañas y madera.

Con estos materiales construyeron plataformas piramidales de adobes y mortero de barro decoradas con motivos en alto relieve y pintura mural, conjuntos arquitectónicos hechos con adobes y mortero de barro, de paredes enlucidas y pintadas y

64 Ver Castillo, Luis Jaime y Christopher Donnan, “Los mochicas del norte y los mochicas del sur, una perspectiva desde el valle de Jequetepeque”. En: Vicús, Krzysztof Makowski y otros. Colección Arte y Tesoros del Perú. Lima, Banco de Crédito del Perú. 1994, pp. 143-181.

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pisos de arcilla, pero también casas rurales muy simples echas de quincha65 con bases de piedra. Sus ciudades fueron planificadas en base a una disposición ortogonal. Destacan, además de Huacas del Sol y de la Luna, El Brujo (valle de Chicama), Pacatnamú (valle de Jequetepeque), Galindo (valle de Moche), Guadalupito-Pampa de los Incas (valle de Santa) y Pampa Grande (valle de Chancay). 2.1.5. Ideología y religión La religión mochica presenta un panteón de dioses66 que parece haber estado bastante poblado, y como en la mayoría de las sociedades complejas, en estrecha relación con la ideología de los grupos de elite 67. Los mochicas profesaron una religión politeísta altamente institucionalizada, cuyas reminiscencias vienen desde 2000 años antes de nuestra era con los cupisniques68.

La ideología y el poder de la sociedad mochica se sustentaron en ceremonias y ritos69 repetidos a lo largo del año en el marco de un calendario ceremonial de posible connotación agrícola70. Éstos estuvieron a cargo de la clase gobernante que utilizó la ideología para manipular los principios estructurales tradicionales para su propio

65 La quincha es un sistema constructivo que emplea, fundamentalmente, madera y caña o carrizo formando un entramado que se reviste con barro, empleándose en muros y cubiertas. 66 Ver por ejemplo Lieske, Bärbel, Göttergestalten der altperuanischen Moche-Kultur. Veröffentlichung der Projektgruppe Ikonographie am Lateinamerika-Institut der Freien Universität Berlin, Band I. Berlin, 2001. 67 Es muy probable que la gente del pueblo tuvo sus ideologías particulares, pero estas no han dejado huella material reconocible en el registro arqueológico. 68 Cultura Cupisnique, de la Costa Norte, contemporánea con la cultura Chavín (sierra norte del Perú). Se ubica dentro del periodo denominado Horizonte Temprano, cronológicamente ubicada entre los años 900 y 200 a.C. 69 Uceda, Santiago y Moisés Tufinio. "El complejo arquitectónico religioso Moche de Huaca de la Luna: una aproximación a su dinámica ocupacional". En: Moche: hacia el final del milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 1 al 7 de agosto de 1999), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores, tomo II. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2003, pp. 179-228. 70 Hocquenghem, Anne-Marie. Iconografía Moche. Lateinamerika Institut der Freien Universitat Berlin (LAI). Berlín / Paris, 1983; Id. Iconografía Mochica. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú. 2da. Edición. Lima, 1987; elaboró un catálogo de temas de las escenas complejas que estarían representando ritos o secciones de los ritos moche, enmarcados dentro de un calendario ceremonial relacionado con un calendario de tareas agrícolas.Los cultos y actividades ceremoniales fundamentales estuvieron ligados a la llegada de las aguas, la fertilidad de los campos (orden natural) y la reproducción social en su conjunto (orden político y social). Estos eventos rituales tuvieron una cercana relación a los eventos mitológicos que conforman la otra mitad de la iconografía Moche. Las relaciones entre ritual y eventos mitológicos fueron tales que frecuentemente hay una versión humana y una versión mítica de la misma actividad.

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interés71. Esto se evidencia a partir del estudio de la iconografía y de la arquitectura religiosa. Aquellas ceremonias y ritos no sólo cumplían funciones religiosas y políticas, si no también administrativas y económicas72.

Los sacrificios humanos formaron parte importante de su ideología y sus rituales. La evidencia encontrada en Huaca de la Luna y en Huaca Cao Viejo (Complejo El Brujo, valle de Chicama) así lo confirma. Este conjunto ritual empezaba con combates rituales entre guerreros de dos bandos mochicas. Los guerreros vencidos eran llevados a los templos e islas donde se les preparaba para ser sacrificados. Se les cortaba la garganta extrayéndoles la sangre, la cual era vertida en copas para ser entregada a los señores principales en lo que parece ser la parte final de la ceremonia.

Figura 5. Escenas iconográficas de rituales mochicas.

Lo que hemos señalado de manera sucinta es la ideología de las elites. Es muy probable que la población mochica tuvo una amplia gama de ideologías particulares, de grupo, asociadas a aspectos como la localización del grupo (p.e. el valle) o su principal

71 Bawden, Garth. “La paradoja estructural: la cultura Moche como ideología política”. En: Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al 16 de abril de 1993), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores. Travaux de l’Institute Français d’Etudes Andines 79. Universidad de La Libertad - Trujillo, Instituto Francés de Estudios Andinos y Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales, Lima, 1994, pp. 389-412. 72 Uceda, Santiago y Moisés Tufinio, op. cit.

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actividad económica (p.e. pescadores, tejedores, etc.), todas ellas subyugadas a la ideología de las elites, pero con la probablemente compartieron aspectos en común. 2.1.6. Artes En las artes, destacaron en el campo de la cerámica y los metales, aún cuando trabajaron también otros materiales.

La cerámica es el medio más común de expresión de la ideología y el mejor conocido. Más del 90% del arte mochica conservado es cerámico y casi todos los temas representados en cualquier otra técnica aparecen igualmente bajo la forma de recipiente de barro cocido 73 . Por orden de importancia le siguen: el metal, utilizando principalmente el cobre, pero también el oro y la plata, y aleaciones; los textiles, las pinturas en murales, en alto y bajo relieve; otros medios como el hueso, piedra y madera. La incrustación también se empleaba en el arte mochica para indicar ciertas particularidades74.

El estilo cerámico mochica ese en líneas generales escultórico en sus primeras fases pero luego tiende a ser pictórico; presenta un alto grado de realismo, lo cual es una cierta ventaja para estudiar aspectos de una sociedad aparentemente ágrafa y cuya ausencia de documentos escritos constituye un gran obstáculo para comprender sus ideas cosmológicas. Así, los arqueólogos contrastan la información que se puede interpretar en la iconografía con otra información que se obtiene de la excavación arqueológica. La iconografía pintada representa diversos temas, escenas o variedad de actuaciones de evidente carácter ritual como por ejemplo: cazar, ofrendar, supliciar, sacrificar, correr, etc.

Figuras 6 y 7. Vasija escultórica y vasija pictórica mochicas. 2.1.7. Organización sociopolítica

Determinar el modelo de organización socio-política mochica es bastante complicado si sólo disponemos del dato arqueológico. Además, las diferencias de la

73 Donnan, Christopher. “La iconografía mochica”. En: Los Incas y el antiguo Perú. 3000 años de historia 1. Madrid,

Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1991, pp. 258-270. 74 Donnan, Christopher, op. cit.

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cultura material inter-valle parecen indicar diferentes entidades políticas mochicas con diferente grado de complejidad unidas ideológicamente.

Los estudios etnohistóricos de María Rostworowski, Patricia Netherly, Susan Ramírez75, entre otros, señalan que la Costa Norte, durante tiempos pre-hispánicos, estuvo organizada social y políticamente en torno a una serie de parcialidades o curacazgos 76 integradas en entidades más grandes conocidas como Señoríos. Cada

75 Ver Rostworowski, María. Costa Peruana Prehispánica. Serie: Historia andina / 15. Instituto de Estudios Peruanos, 2da. Edición, Lima. 1989; Id., Historia del Tahuantinsuyu. Serie: Historia andina / 13. Instituto de Estudios Peruanos, 4ta. Edición, Lima, 1992; Id., Ensayos de Historia andina I, Obras Completas V, Historia Andina 31, IEP Ediciones, Lima, 2005; Id. Recursos Naturales Renovables y Pesca, siglos XVI y XVII; Curacas y sucesiones Costa Norte, Obras Completas IV, Historia Andina 29, IEP Ediciones, Lima, 2005; Netherly, Patricia J.,”Los señores tardíos en la costa y sierra norte”. Ponencia presentada en el II Congreso Peruano “El hombre y la cultura andina”, Trujillo, 27 de octubre – 2 de noviembre, 1974; Id., “The Management of Late Andean Irrigation Systems on the North Coast of Peru”. American Antiquity, vol. 49, No. 2, 1984, pp. 227-254; Id., “Out of many, one: The organization of rule in the North Coast polities. En: The northern dynasties: Kingship and statecraft in Chimor. Editado por Michael E. Moseley y Alana Cordy-Collins, Dumbarton Oaks, Washington D.C., 1990, pp.461-487; Ramírez, Susan, El mundo al revés: Contactos y conflictos transculturales en el Perú del siglo XVI, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2002. 76 Curacazgo es el equivalente andino de cacicazgo. El término parcialidad ha sido utilizado en época colonial de diferentes maneras y por lo tanto el significado que se le ha dado es bastante amplio. Según Rostworowski, Ensayos …, pp. 204-212, en la península ibérica se denominaba parcialidad en el sentido geográfico a “algunas cosas de la banda de aquí del río, de la banda de allí del monte” y en el sentido social o político al “número de gente que favorece y sigue el partido de alguno”. En ese sentido, y siguiendo a Rostworowski, “era usual en la península hacer uso de emplazamientos geográficos que señalaban un lugar en relación a otros en distinta altura o nivel. De allí que no llamara la atención de los españoles el hecho de que los señoríos indígenas estuviesen divididos en dos mitades, ya sea de arriba o de abajo o de derecha e izquierda”. Para esta investigadora, el término equivalente a parcialidad sería, en el idioma quechua, el suyu, y a partir de esto concluye en “que la palabra parcialidad corresponde a una mitad sociopolítica de un curacazgo o señorío, que a su vez comprendía a varios ayllus”. En este caso, su interpretación como sinónimo de ayllu o huaranga, es errónea, aunque bastante común en época colonial. No se conocen los términos equivalentes a parcialidad o suyu en los idiomas de la Costa Norte. Rostworoski afirma que posiblemente los términos regionales cayeron en desuso debido a su difícil pronunciación y que ante eso se usó “en los expedientes las voces de ayllu, parcialidad, pachaca en una gran confusión y como sinónimos entre sí. De lo que no hay duda es de la existencia de tales grupos de parentela” en la Costa Norte prehispánica. Susan Ramírez, El mundo al revés…, pp. 41, definió parcialidad como “parte de un todo, esto es, un grupo o comunidad nativa” y usó el término principalazgo como sinónimo de parcialidad. Para Patricia Netherly, “Los señoríos…”, era obvio que estas parcialidades combinaban funciones sociales, económicas y religiosas, y que brindaban a sus miembros una identidad social y – en los niveles más altos de integración – una identidad étnica.

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parcialidad era administrada por un señor de jerarquía menor, el señor curaca77, el cual a su vez respondía al señor supremo que gobernaba el señorío. A nivel de parcialidades y señoríos, uno debió predominar en algún momento por encima de los demás, creando una compleja red de dependencias asimétricas sustentadas por la ideología que manejaban aquellos que se encontraban a la cabeza de esta red, los grupos urbanos apostados en las ciudades. Estas parcialidades y señoríos establecieron alianzas estratégicas posiblemente mediante matrimonios estableciendo lazos de parentesco, además de regalos y servicios. Estos lazos de parentesco, regalos y servicios prestados “establecieron y reforzaron obligaciones mutuas y asimétricas a la vez entre los señores de las distintas parcialidades, y entre señores de varios estratos de la misma unidad”78.

Con respecto al grado de centralización del sistema político y el grado de independencia de los grupos sometidos, los etnohistoriadores han recopilado información que permite obtener conclusiones interesantes. Por ejemplo, María Cecilia Lozada y Jane Buikstra señalan que aunque el grado de centralización del poder político ha sido difícil de precisar, se sabe que las comunidades costeñas prehispánicas fueron políticamente independientes, aunque integradas a una estructura política regional flexible, con características de cacicazgos o de estados. Este sistema político era dinámico y su flexibilidad le permitía responder rápidamente a los cambios históricos79. Esto se podría considerar un tipo de organización heterárquica. Las investigaciones de Susan Ramírez la llevan a la misma observación. Esta investigadora señala que “a diferencia de lo que antes se pensaba, la sociedad indígena fue un conjunto o aglomeración de unidades con cierta independencia respecto a una

77 Susan Ramírez, El Mundo al Revés…, pp. 37, describe a los curacas “de estilo antiguo” de la costa norte peruana, anteriores a la presencia castellana, como personajes que “controlaban a miles de súbditos y administraban las tierras y recursos naturales que ellos usaban para mantenerse a si mismos. Sus súbditos los conocían, en primer lugar y ante todo, como ‘dueños de indios’ ” y su “rango, posición y prestigio eran iguales al número de sus súbditos”. Id,. pp. 41, “El cargo de curaca tenía tanto una dimensión demográfica como geográfica, aunque esta última se aplicaba con mayor precisión al uso de recursos que a la tierra misma”. Según Burga, Manuel, De la encomienda a la Hacienda capitalista, Serie Estudios de la Sociedad Rural 4, Instituto de Estudios Peruanos (IEP ediciones), Lima 1976, pp. 85, las fuentes coloniales sobre la Costa Norte no hablan de ayllu sino de cacicazgos. “Igualmente en la numeración practicada por Juan de Hoces en 1572, se inscribe a la población indígena, no como perteneciente a diversos ayllus, sino más bien a diferentes curacas (…) Este fenómeno podría explicar la ausencia de propiedad colectiva de la tierra y la presencia dominante de la propiedad de los curacas: las tierras cacicales”. Retomando a Ramírez, Ibid., pp. 43, el concepto andino norcosteño de propiedad no tenía la misma connotación que el actual concepto occidental de propiedad privada. 78 Ramírez, Susan. “De pescadores y agricultores: una historia local de la gente del valle de Chicama antes de 1656”. Bulletin de l’Institut d’Etudes Andines, 24 (2). Lima, 1995, pp. 275. 79 Lozada, María Cecilia y Jane E. Buikstra. El Señorío de Chiribaya en la costa sur del Perú. Serie: Fuentes e Investigaciones para la Historia del Perú, 15. Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Lima, 2002, pp. 35. Un ejemplo lo ofrece María Rostworowski cuando indica que el señorío de Collec centralizó su poder bajo el liderazgo de su señor cuando los incas intentaron conquistarlos”.

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unidad central” y que “las comunidades no fueron instituciones estáticas, sino instituciones donde las alianzas y las lealtades cambiaban; el poder no era permanente”80. Así mismo, los señores supremos no poseían el poder absoluto sobre su señorío. Netherly sugiere que las decisiones eran mayormente tomadas dentro de los niveles inferiores de la jerarquía política, pues “este sistema daba a los señores de mayor jerarquía una base de poder en los niveles más bajos, pero limitaba su libertad de acción al requerir el consenso de los de menor posición para cualquier acción concertada por parte de toda la información política”81. Con esto se limitaban los abusos de poder porque “su riqueza y prestigio dependían en gran medida del bienestar de sus súbditos”82. Las comunidades eran capaces de destronar un señor y poner otro en su lugar. Así mismo, estos señores de parcialidades fueron en gran parte independientes pero también “dependían de la producción y productos de los restantes grupos”83.

Rostworowski (1976:102) asegura que, al menos para las fases más tardías (Chimú y Chimú-Inca), “…en la costa, y sobre todo en la región norteña, la división laboral era la base de la organización social y que, cada uno de los numerosos grupos especializados tenían sus propios jefes; así existían señores pescadores, chicheros, salineros, etc. Cabría preguntarse si este es un fenómeno que se dispara con la conquista inca o tiene antecedentes anteriores”.

Si bien esta estructura organizacional de las sociedades costeñas se identifica a partir de documentos etnohistóricos basados en sociedades más tardías que la sociedad mochica, como por ejemplo Chimú e Inca, es también conocido que esta estructura se mantuvo hasta bien entrada la conquista española, antes de los cambios introducidos por el virrey Toledo. El caso Mochica Si los modelos político-económicos chimú 84, inca y colonial eran tan centralizados como lo sostiene la literatura especializada y sin embargo el tipo de organización líneas arriba descrito persistió hasta la colonia, uno se podría preguntar ¿es factible aplicar este modelo hacia atrás, a una sociedad como la mochica, aparentemente menos centralizada? Pensamos que es factible.

80 Ramírez, Susan. “De pescadores y agricultores…, op. cit., 1995, pp. 256. 81 Netherly, Patricia, op. cit., 1990, pp. 465. 82 Lozada, María y Jane E. Buikstra, Obr.Cit., pp. 37. Ramírez, Susan, El mundo al revés…, op. cit., pp. 58, dice que “si el curaca no satisfacía las expectativas de sus súbditos, se le sacaba de en medio con una rebelión o el asentamiento (…) Entonces, el curaca distribuía bienes tanto el interés propio, como para el beneficio material de su pueblo". 83 Ibid., pp. 36. 84 Los chimúes se desarrollaron en la costa norte entre los siglos X y XIII. Son los descendientes directos de los mochicas, lograron extenderse más al norte y al sur, y posiblemente hablaron su mismo idioma. Su cultura material sin embargo marca ciertas diferencias con sus antecesores en los aspectos ideológicos, políticos y económicos.

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Los estudios sobre el tipo de organización política que alcanzaron los mochicas y su extensión territorial han estado sujetos a diversas hipótesis y planteamientos. Hasta mediados de la década de los 80 se hablaba de un estado único Mochica, dominando la mayor parte de la Costa Norte y teniendo como capital a Huacas del Sol y de la Luna (figura 8). Desde mediados de los 80s hasta bien entrados los 90s, diversos autores plantearon la existencia de al menos dos estados territoriales mochicas, el Mochica del Norte y el Mochica del Sur, independientes políticamente pero ligados ideológicamente, y separados geográficamente por la Pampa de Paiján (figura 9). En los últimos años, la idea sobre la existencia de un estado Mochica del Sur parece haberse solidificado. En cambio, al norte la situación se ha ido reevaluando y hoy incluso se habla de la existencia de estados-valle autónomos pero siempre ligados por la ideología (figura 10).

Figura 8. Mapa del estado mochica como un ente político unificado.

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Figura 9. Mapa de los estados mochicas Norte y Sur.

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Figura 10. Mapa de los estados mochicas multi-valle.

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Poco se sabe sobre la sociedad mochica temprana. Richard Schaedel85 sostiene que

es posible creer que en los primeros siglos de desarrollo de la sociedad mochica (Mochica Temprano al norte y Mochica I y II al sur), ésta estaba organizada en jefaturas, cada una dominada por una elite que gobernaba en un valle o gran parte de él. Sin embargo, es plausible pensar que durante el periodo Mochica Medio (fases Mochica III y primera mitad del mochica IV del sur), estas jefaturas se habrían agrupado en lo que Rostworowski y otras investigadoras denominan “Señoríos”, entidades políticas estratificadas que habrían alcanzado diferentes grados de complejidad, en algunos casos hasta formar estados, como parece ser el caso de la zona meridional del territorio Mochica. La transformación de los centros ceremoniales en ciudades, como el caso de Huacas de Moche para el valle de Moche, habría sido parte de este proceso86.

De existir el predominio de una parcialidad por encima de las demás (por las razones que fuera) esto habría supuesto para la parcialidad dominante un superávit o excedente de recursos a partir de los bienes (comida, bienes suntuarios) y servicios (mano de obra) que ofrecieron sus subordinados (estimulados por el asimétrico principio de la reciprocidad) que determinó la construcción de depósitos para su almacenamiento (y posterior redistribución) y de espacios de carácter ceremonial-administrativo; igualmente, la ideología controlada por esta parcialidad supuso no sólo la construcción o el agrandamiento de las estructuras ceremoniales para convertirlas en centros religiosos y ejes de integración, con la consecuente convocatoria de mano de obra, sino también la convocatoria de los mejores especialistas de las parcialidades subordinadas para abastecer las nuevas necesidades de la parcialidad predominante, a tiempo completo, con la consecuente construcción de talleres o talleres-residencia, y la habilitación de la prestación de servicios de abastecimiento como el caso del agua.

Claro, el fenómeno, como hemos señalado, no es uniforme a todo el territorio mochica, si se tiene en cuenta que estamos hablando de diferentes entidades políticas, con diferentes grados de complejidad social. Al hablar de diferentes entidades políticas mochicas dispersas por la costa norte, políticamente independientes, pero con una

85 Citado en Chapdelaine, Claude y Victor Pimentel. La presencia Moche en el valle del Santa, Costa Norte del Perú. Informe del Proyecto Arqueológico PSUM (Proyecto Santa de la Universidad de Montreal). Junio, Julio y Agosto de 2000. Département d'anthropologie. Faculté des arts et des sciences. Université de Montréal. Montreal, Québec, 2001. 86 Hemos utilizados la palabra señorío y estado en plural. Esto se debe a que hoy en día, la evidencia arqueológica ha sugerido que Mochica no fue una única entidad política, no fue un estado monolítico, centralizado. Se cree que existieron por lo menos dos esferas mochicas: una Mochica Norte y una Mochica Sur, separadas naturalmente por la Pampa de Paiján, políticamente independientes pero integradas por la ideología. Desde ahora en adelante, siguiendo a Castillo Luis y Christopher Donnan, op. cit., denominaremos Mochica del Norte al territorio al norte del desierto de Paiján (valles desde Piura a Jequetepeque) y Mochica del Sur al territorio ubicado al sur del desierto (valles de Chicama a Nepeña). Nuevas investigaciones nos han permitido poner en duda la existencia de un estado Mochica norteño, o pensar en la posibilidad de múltiples estados embrionarios en la esfera norte.

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misma ideología, compartimos la idea Garth Bawden87 de pensar en “lo mochica” como una religión por encima de “lo mochica” como una cultura.

Algunos consideran que en el territorio meridional mochica se logró constituir un estado territorial a partir de un núcleo compuesto por los valles de Chicama y Moche, teniendo como ciudad capital a Huacas del Sol y de la Luna. El proceso de formación del estado se iniciaría con las conquistas de los valles de Virú y Chao y más tarde se consolidaría con el dominio de los valles de Santa y Nepeña. Santiago Uceda es contundente en afirmar que durante una primera fase de desarrollo del estado Mochica del Sur su estructura política era de base teocrática, donde el rol del templo y su estructura ceremonial y ritual fueron la base del sustento del poder estatal88. En una siguiente fase, más o menos en el 600 d.C., la estructura política habría cambiado, y el manejo de los órganos de gobierno habrían pasado a manos de las elites urbanas.

Sin embargo se cree que para el caso de la zona norte, no habría llegado a consolidarse un estado territorial. En la zona norte parece ser que se desarrollaron diversas sociedades complejas, que en el mejor de los casos pudieron haber consolidado pequeños estados embrionarios multi-valle como podrían ser los casos de los valles de Jequetepeque y Lambayeque 89 . Una pregunta cuya respuesta queda pendiente es determinar cuáles son las razones posibles para que la esfera mochica norte no se haya consolidado como un estado moche unificado territorialmente. Al margen de la existencia de un estado territorial Sur y de la posible existencia de pequeños estados embrionarios multivalle en el norte, no debemos dejar de lado la idea de que estas sociedades poseían a nivel regional una estructura política flexible y cambiante. 2.2. Los textiles: Antecedentes

En un inicio, los estudios sobre textiles en el Perú se hacían de manera general, es decir, considerando los textiles como pertenecientes a una unidad cultural. En la segunda década del siglo XIX las publicaciones sobre textiles no existían, y su presencia en los libros se limitaba a algunas ilustraciones y breves comentarios90. En

87 Bawden, Garth. “La paradoja estructural: la cultura Moche como ideología política”. En: Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al 16 de abril de 1993), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores. Travaux de l’Institute Français d’Etudes Andines 79. Universidad de La Libertad - Trujillo, Instituto Francés de Estudios Andinos y Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales. Lima, 1994, pp. 389-412. 88 Uceda, Santiago. “Los de arriba y los de abajo: relaciones sociales, políticas y económicas entre el templo y los habitantes en el Núcleo Urbano de las Huacas de Moche”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2004. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2005, pp. 311. 89 Luis Jaime Castillo, comunicación personal. 90 Según Maria King, Elizabeth “Una breve historia del estudio de los antiguos tejidos peruanos”. En: Textilería Peruana. Evelina Mendoza, compilador. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 1985, pp. 1, los primeros tejidos peruanos publicados fueron probablemente los cuatro especimenes ilustrados por Mariano Eduardo Rivero y Johan Jacob von Tschudi en su obra

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1875, Whilhelm Reiss y Alphons Stübel dirigieron las primeras excavaciones con metodología arqueológica en el Perú en el sitio de Ancón. Excavaron tumbas en las cuales se había “conservado una gran cantidad de artística vestimenta y tejidos ricamente coloreados” 91 . Publicaron “The Necrópolis of Ancon in Peru”, una publicación de tres volúmenes, cuyo segundo volumen trata casi totalmente sobre los textiles, con ilustraciones en colores. En 1889 se publicó “Textile Fabrics of Ancient Peru”, escrita por W.H. Holmes, la primera obra publicada dedicada exclusivamente a los tejidos prehispánicos peruanos. La limitación de esta obra se plasma en la poca cantidad de material textil del que dispuso.

En las primeras décadas del siglo XX se publicaron muchos trabajos importantes92. Es a partir de 1930 que los estudios sobre textiles peruanos se orientaban más o menos de manera científica. Aquí destacan los trabajos de Lila O’Neale (1930-1948), quien publicó muchos artículos sobre las fases del arte textil en Perú, y Raoul d’Harcourt, considerado el padre de los estudios textiles en el Perú, quien publica en 1934 “Les textiles anciens du Perou et leurs techniques”. Este libro, reeditado en 1962, aún hoy en día continúa siendo uno de los mejores trabajos sobre textilería peruana.

Desde los años 40 en adelante, Junius B. Bird se convirtió en la autoridad más conocida en textiles peruanos. Bird ha trabajado en tejidos y ha publicado sobre textilería de todos los periodos. Es en estos tiempos donde aparecen los primeros estudios especializados sobre periodos culturales o culturas específicas del territorio central andino.

Es sobre los estudios concernientes a los textiles mochicas que discutiremos en las siguientes líneas, los cuales han sido divididos en antecedentes de estudios iconográficos, tecnológicos, arqueológicos, etnográficos, etnohistóricos y etnolinguísticos.

“Antigüedades Peruanas” (1851)”. Entre otros ejemplos tenemos el libro de E.G. Squier “Peru: Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas” (1877) que contiene algunas ilustraciones y descripciones de tejidos peruanos. Charles Wiener ilustró en su obra “Pérou et Bolivia” (1880) algunos tejidos y otros objetos arqueológicos de procedencia dudosa. Ernest Middendorf menciona brevemente e ilustra algunos tejidos peruanos en su obra “Peru”, de tres volúmenes, publicada entre 1893 y 1895. 91 Ibid. 92 Ibid., pp.2, Baesler, Bandelier, Bingham, Joyce, Jeans, Julio C. Tello y Max Uhle, entre otros, “trataban del arte textil en cierta extensión, generalmente dentro de obras de temas generales. Fue durante este tiempo, sin embargo muchos empezaron a escribir específicamente sobre tejidos peruanos” como es el caso de los artículos de Max Schmidt (1910, 1911) sobre textilería, Anna Barret (1909, 1910, 1914) sobre técnica textil, M. Valette (1913) que trata sobre los tintes precolombinos, M.D. Crewford (1915) sobre aspectos técnicos, Philip A. Jeans quien en su libro “Ancient Civilizations of the Andes” (1931) dedica un capitulo completo a los tejidos. T.A. Joyce publicó en 1922 algunos artículos sobre el telar peruano. En cuanto al estudio del vestuario peruano, el nunca superado trabajo de Gösta Montell “Dress and Ornaments in ancient Peru” se complementa con los trabajos de A. Torres-Luna (1924), Rebeca Carrion Cachot (1931) y Natalie Zimmern (1949).

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2.2.1. Estudios Iconográficos La iconografía aporta algunos datos referentes a la indumentaria de los mochicas así como algunos rasgos de la producción textil. Rafael Larco Hoyle y Cristóbal Campana hacen una interpretación sobre un vaso de cerámica del tipo que conocemos como “florero”, que pertenece a la colección del British Museum de Londres. Este vaso contiene escenas pictográficas que escenifican un taller de tejeduría. El dibujo ofrece datos muy interesantes para entender diversos aspectos relacionados a la organización espacial, social y productiva al interior de un taller textil (figura 11).

Figura 11. Escena iconográfica de un taller de tejeduría. Tomado de Izumi Shimada, 2001.

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Larco Hoyle93 hace una descripción e interpretación de dicha pictografía y la compara con los telares de los chimúes y de los indígenas de los años 40, época de la publicación de su trabajo. El análisis de este mismo “florero” permitió a Campana 94 presentar algunos aportes interesantes. Campana realiza también una apreciación personal de la escena, la cual traslada a un dibujo en perspectiva en el cual el taller conformaría dos “eles” opuestas diagonalmente o lo que llamaríamos una planta en “U”. Campana, consumado artista y estudioso de la iconografía andina, realiza el análisis del dibujo, primero como escenario de acciones o escenas interrelacionadas, pero también divide el dibujo en varios sectores para una interpretación parcial para obtener interpretaciones que no han sido vistas mediante el análisis por escenas. Ricardo Morales hace en 1998, un estudio de un atuendo ritual mochica hallado en Huaca de la Luna, y a partir de este estudio ofrece una interpretación iconográfica en contexto, haciendo uso de escenas iconográficas escenificadas en diversos soportes95. 2.2.2. Estudios tecnológicos

Lila O´neale 96 publicó en 1947 un análisis de los textiles registrados por el arqueólogo alemán Max Uhle en 1899 en Huaca de la Luna, actualmente en una colección del Museo de Antropología R. H. Lowie, en Berkeley, California. O’Neale, una de las pioneras en el trabajo sobre tecnología textil mochica, realizó una descripción y comentario sobre los pocos textiles registrados por Uhle (apenas 5 fragmentos). Los trozos recuperados de tela, en contacto directo con el metal, se encuentran en un estado de preservación parcial o completa, pero con huellas aparentes de estados progresivos de mineralización. Una poca cantidad preservan el color cremoso original del algodón blanco. La mala preservación evita tener información importante como por ejemplo el rango de la longitud o corte de la tela, el rango del ancho de las telas, patrones y colores, preferencias de decoración o de métodos. Para O´neale, si bien los tejidos no son de una extraordinaria calidad ni abundantes, sobretodo si los comparamos con tejidos de otras manifestaciones culturales en la costa sur para el periodo Temprano, esto no quita la

93 Larco Hoyle, Rafael. Los Mochicas. (Pre-Chimú, de Uhle, y Early Chimú, de Kroeber). Síntesis monográfica. Buenos Aires (Argentina), 1945; Id, Los Mochicas. 2 tomos. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera. Lima, 2001. 94 Campana Delgado, Cristóbal. “El entorno cultural en un dibujo mochica”. En: Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al 16 de abril de 1993), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores. Travaux de l’Institute Français d’Etudes Andines 79, Lima, Universidad de La Libertad - Trujillo, Instituto Francés de Estudios Andinos y Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales, 1994, pp. 449-473. 95 Morales, Ricardo. “Atuendo ritual Moche en Huaca de la Luna: apuntes para una interpretación iconográfica en contexto”. En: Investigaciones en Huaca de la Luna – 1988-99. Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2003, pp. 377-390. 96 Lila M., op. cit.

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competencia en el trabajo de las tejedoras mochica, quienes se caracterizaron por dominar la torsión de hilos de fibra simple, torcidos de manera muy fina. Utilizaron eventualmente la técnica del brocado, técnica utilizada ya desde épocas anteriores. Lo que impresiona a O’neale en su análisis es la calidad de las gasas en los tejidos planos. Esto requiere una cierta habilidad para crear texturas de este tipo porque tanto la trama como la urdimbre deben estar espaciadas.

El primer aporte tipológico de textiles mochica lo hizo William Conklin97, en base a las características estructurales de los tejidos mochicas, identificando cinco tipos diferentes. Esta tipología se vio limitada por una muestra exigua. Los tipos fueron:

1. tela llana con franjas modulares de tramas discontinuas suplementarias de lana. 2. tejido compuesto de tramas discontinuas suplementarias de lana entrelazadas a

urdimbres flotantes. 3. tapiz Kelim (ranurado), con dibujos formados sobre una matriz cuadrada,

provistos de líneas de contorno mediante tramas entrelazadas. 4. tapiz Kelim con líneas de contorno de carácter cursivo, logradas mediante

tramas entrelazadas excéntricas. 5. anillado de trama sobre urdimbre rígida, con decoración sobre una matriz

cuadrada.

En general, para Conklin los tipos así definidos “parecen ser exclusivos de la cultura Mochica, por consiguiente pueden utilizarse con fines de identificación”. Sin embargo recalca que “…hay algunos especimenes que no caen dentro de las categorías establecidas”98.

Christopher y Sharon Donnan estudiaron una muestra de 181 textiles, excavados en

el yacimiento de Pacatnamú (Valle de Jequetepeque), la mayoría de ellos de afiliación mochica, publicada en 1997. Los autores registraron el uso de tela llana, sarga, gasa, doble tela y tapiz como estructuras textiles, haciendo uso predominante del algodón, en colores naturales99.

97 Conklin, William J. “Estructura de los tejidos Moche”. En: Tecnología Andina. Fuentes e Investigaciones para la Historia del Perú /4. Roger Ravines, compilador. Instituto de Estudios Peruanos, Instituto de Investigación Tecnológica Industrial y de Normas Técnicas. Lima, 1978, pp. 300. 98 Ibid., pp. 326. 99 Christopher Donnan y Sharon Donnan, “Moche textiles from Pacatnamú”. En: The Pacatnamú Papers, Volumen 2. Editado por C. Donnan y G. Cock, Fowler Museum of Cultural History, Universidad de California, Los Angeles, 1997, pp.215-242.

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Tabla 2. Detalles técnicos de la muestra analizada por William Conklin. Jean-Francois Millaire100 realizó a mediados de los 90 y con motivo de su tesis de

maestría un trabajo sobre la tecnología del hilado manual, estableciendo una tipología

100 Nombre que se le da a un tipo de tortero o volante de huso, generalmente de forma cónica y decorado con incisiones geométricas diversas.

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de volantes de huso en base a un corpus obtenido a partir de las excavaciones en el núcleo urbano de Huacas de Moche.

Heiko Prümers realizó entre los años 1995 y 1996 un estudio sobre las piezas textiles halladas en las Tumbas Reales de Sipán. La investigadora identifica las siguientes estructuras textiles: gasas, sargas decoradas con diseños de peces, sargas decoradas con brocados tipo reps, en hilos de urdimbres flotantes. Los tejidos presentan forro de tela llana de algodón con urdimbre y tramas dobles101.

Los primeros análisis sobre textiles en Huaca de la Luna, a cargo del PAHL, se hicieron en el año 1992. María Montoya y Santiago Uceda reportaron tres tipos de tejidos llanos asociados a tumbas de la plataforma I de Huaca de la Luna (tumbas 1 y 2)102 de pésima conservación y sin diseños identificables en su estructura.

En el año 1996. Arabel Fernández103 realizó un análisis de los tejidos asociados a un sacrificio excavado en Huaca de la Luna por Steve Bourget. El análisis es muy limitado debido a la pésima conservación de los textiles. La misma investigadora publicó en el año 2001 una descripción de una indumentaria elaborada en paneles, excavada en la Huaca “Cao Viejo” del Complejo Arqueológico El Brujo, en el valle de Chicama104.

Después de Conklin, un segundo aporte de tipología textil mochica se traduce en el trabajo que Luis Jaime Castillo y Flora Ugaz publican en 1999105. En líneas generales, los autores apuntan una tecnología textil mochica, examinando las técnicas que se usaron y los recursos decorativos a partir de una recapitulación y análisis de piezas textiles excavadas por diferentes proyectos arqueológicos en la costa norte peruana. Identifican las siguientes técnicas hechas en telar: tejido llano, sarga, tejido doble, gasa y tapiz. Su tipología se puede esquematizar de la siguiente manera:

101 Citada en Montoya, María, “Textiles Moche en Huaca de la Luna”, Desarrollo Arqueológico Costa Norte del Perú, Tomo 1, Luis Valle Álvarez, editor, Ediciones SIAN, primera edición, Trujillo, 2004, pp. 191. Prümers, Heiko, “Los tejidos de la tumba del Señor de Sipán”. En: Informativo WILLAY, No 42/43, Newsletter of the Andean Anthropological Research Group. Editado por Izumi y Melody Shimada, Souther Illinois University, Illinois, 1995/1996. 102 Montoya, María y Santiago Uceda, “Los entierros: Tumba I, Tumba II”. En: Informe Primera Temporada 1991-92, Proyecto de Investigación y Conservación Huaca de la Luna. Editado por R. Morales, S. Uceda, E. Mujica y M. Montoya, Fundación Ford, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 1992, pp.32-47. 103 Fernández López, Arabel. “Anexo 1. Tejidos asociados al sacrificio No. HG-111, ARP-IIIA, Huaca de la Luna”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1996, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. Trujillo, 1998, pp. 65. 104 Fernández López, Arabel. “Indumentaria elaborada en paneles, Huaca Cao Viejo, valle Chicama “. Revista Arqueológica Sian 11. Trujillo, 2001, pp. 26-33. 105 Castillo, Luis Jaime y Flora Ugaz. “El contexto y la tecnología de los textiles mochicas”. En: Tejidos milenarios del Perú, Ancient Peruvian Textiles, editado por José Antonio de Lavalle y Rosario de Lavalle de Cárdenas. Colección APU. Lima, 1999, pp. 235-250.

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1. Tejidos llanos, balanceados. 1.1. De tramas y urdimbres simples, para tejidos ligeros 1.2. En pares, para tejidos más apretados y pesados.

2. Sargas. Las más comunes son de 2/2, de algodón. 3. Tejidos dobles. Algodón, lana como efecto decorativo, cuando es agregada a modo

de tramas suplementarias discontinuas sobre pares de urdimbres flotantes. 4. Gasas. Caladas, ligeras, elásticas. 5. Tapices con urdimbre de algodón y las tramas de lana o de algodón y lana.

Presentan dos variantes que pueden combinarse y aparecer juntas: 5.1. Tapiz ranurado (kelim). 5.2. Tapiz excéntrico.

Además, Castillo y Ugaz resaltan dos piezas excepcionales. La primera es una sarga

de 2/1. Es una camisa excavada por Donnan y Cock en Pacatnamú. Una segunda sarga que presenta cuatro variantes dentro de su estructura: cara de urdimbre, cara de trama, de urdimbre cruzada y de trama cruzada. Además está decorada con un tejido reps de trama sobre urdimbre flotante. Pertenece al ajuar de la tumba del Señor de Sipán.

France-Éliane Dumais 106 realizó un estudio de textiles en el valle de Santa, específicamente en los sitios de El Castillo (fase Mochica III) y Guadalupito (fase Mochica IV) dentro del marco del Proyecto Santa de la Universidad de Montreal (Canadá). Ambos sitios son considerados capitales regionales importantes mochicas en este valle en sus respectivos momentos de existencia. La muestra de 660 fragmentos de textiles planos (no decorados) mochicas, que en conjunto encierran aproximadamente 300 años de historia, se encontraba en buen estado de conservación y fue obtenida en las excavaciones realizadas entre los años 2000 y 2002. Esta muestra es la más grande obtenida en contexto arqueológico. El objetivo de su estudio fue verificar la continuidad de la producción textil mochica en este valle. Los estudios de la muestra analizada por Dumais, indican que las fibras más utilizadas son de algodón (80%) aunque también se utilizaron fibras de pelo de camélido (16%) y fibras vegetales (4%). Prevalece la torsión en “s” aunque existen casos de torsión en “z”. En algunos casos los hilos torcidos en “s” son retorcidos en “z”. En cuanto a las fibras de lana, la torsión generalmente es en “z” para luego ser torcidas en “s”. Los colores principales tanto para las fibras de lana como de algodón son crema, marrón y marrón claro, auque también se ha registrado blanco y el color anaranjado natural para el caso de la lana.

En cuanto a la técnica, la más frecuente y muy propia de la costa, es la de tejido llano 1/1 en ambos sitios, teniendo como materia prima principal el algodón, salvo en casos excepcionales en donde se usó lana de camélido (6 fragmentos de la muestra). Otra técnica registrada es la de cara de urdimbre (warp-face), técnica tradicionalmente

106 Dumais, France-Éliane, Plain Moche Textiles from the Lower Santa Valley,North Coast of Peru. Ponencia presentada en el Simposio: Southern Moche : Understanding the first expansionist State on the North Coast of Peru, organizado por Claude Chapdelaine y la Society for American Archaeology. Montreal, abril 2004.

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serrana, lo que indicaría contactos con poblaciones de la sierra. Las técnicas del trenzado y tejido llano 2/1 también están presentes en la muestra pero en porcentajes ínfimos, apenas 2%. María Montoya107 realizó en el año 2000 un análisis de los textiles encontrados durante el proceso de excavación de la tumba No. 18, el denominado testigo No. 6. Este testigo se registró en la Plataforma I de Huaca de la Luna. La investigadora definió una gran variedad de estructuras textiles, así como características decorativas en los tejidos. Arabel Fernández108 identificó y describió una estructura textil mochica, a la que se le denominó “cojín”, obtenida en el testigo 3 de la tumba 18 de la plataforma I de Huaca de la Luna, cuyas notas fueron publicadas en el informe técnico del año 2001. Durante la temporada de excavación 2002 en el sitio Castillo de Santa, en el valle de Santa, Claude Chapdelaine y Víctor Pimentel109 registraron el entierro de un niño envuelto con varios tejidos, asociados a la fase Mochica III. Uno de ellos es único e ilustra una escena de cosecha relacionada a la planta conocida como yuca o mandioca. Estos investigadores describieron en un artículo, el tejido en su contexto y discuten sobre su naturaleza y sus implicancias en la economía mochica. La denominada tumba # 5 aporta también datos interesantes sobre los conocimientos técnicos de las tejedoras mochicas. La tumba corresponde a un infante de tres años de edad, de sexo desconocido, sin asociación a cerámica, pero con la presencia de 8 fragmentos de tejidos, cuatro decorados y cuatro sin decoración, y una aguja de cobre. Los autores hacen una descripción de algunos de esos tejidos.

1. Cuatro tejidos llanos sin decoración. 2. Un tejido llano, 1/1, decorado con tapiz ranurado en dos esquinas de un mismo

lado, en forma de bandas alternadas de colores rojo, rosa y beige. 3. Un tejido decorado con motivos de un animal estilizado parecido a un motivo

geométrico que representaría un cangrejo flanqueado por figuras estilizadas de cabezas de ave marina.

4. Un tejido decorado geométricamente por una serie de escalones. 5. Un tapiz ranurado tejido a una banda angosta de tejido llano de algodón de 1/1.

Urdimbre de algodón torcida en “s” y trama de lana torcida en “z”. Presenta

107 Montoya, María. “Textiles Moche en Huaca de la Luna: el testigo No. 6 de la tumba 18”. En: Investigaciones en Huaca de la Luna 2000, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2006, pp. 233-244; Id., op. cit. 108 Fernández López, Arabel. “Notas sobre el testigo No. 3, tumba 18, Plataforma Superior, Huaca de la Luna”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna – Informe Técnico 2001, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2002, pp. 261-267. 109 Chapdelaine, Claude y Víctor Pimentel, “Un tejido único Moche III del sitio Castillo del Santa: una escena de cosecha de yuca”. En: Bulletin de l’Institut Française de Études Andines, 32 (1). Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima, 2003, pp. 23-50.

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diseños cursivos de diferentes colores, predominantemente rojos y beige, separados por líneas de contorno formadas por hilos de color beige, así como figuras de estilo geométrico distribuidas en por lo menos cinco bandas horizontales. El motivo decorativo es el de tres personajes. El personaje central está representado de frente y es el de mayor tamaño, además posee un cinturón, con su mano izquierda corta la tierra con un instrumento con regatón y con la derecha coge un tallo de yuca para extraerla de la tierra; los dos personajes laterales están de perfil. Para Chapdelaine y Pimentel, este tejido representa el primer caso registrado de representación iconográfica de la yuca sobre un tejido y permite un mejor entendimiento de la economía agraria de los mochicas. Asimismo, las características decorativas y estructurales confirman la existencia de una tradición artística avanzada en la fase Mochica III.

2.2.3. Estudios Arqueológicos Heinrich Ubbelohd-Doering excavó en Pacatnamú (valle de Jequetepeque) un conjunto de tumbas de mochica, las cuales son en la actualidad de las mejores conocidas en cuanto al nivel de preservación. Luis Jaime Castillo y Flora Ugaz consideran que “nunca más se tuvo la oportunidad de recuperar con un registro arqueológico adecuado contextos funerarios Mochica de elite con una preservación semejante”. Elementos textiles como los envoltorios y artefactos de actividad textil se conservaron, aunque los textiles, por haber estado en contacto con los cuerpos en descomposición, no tuvieron una conservación perfecta110. Izumi Shimada111, dentro de sus excavaciones en la ciudad mochica tardía de Pampa Grande (valle de Lambayeque), reporta talleres textiles y de procesamiento de algodón (Complejos 14 y 16). El denominado Complejo 14, también conocido como Casa del venado, registró evidencia de procesamiento de algodón a gran escala. Shimada sospecha que el algodón había sido laboriosamente desmotado, y golpeado con desbaratadores para formar una capa delgada, homogénea y compacta. Un espacioso patio, con un piso alisado y enlucido, habría sido adecuado para esparcir el algodón para la separación por color y calidad de la fibra, para luego ser desmotado y golpeado. Un gran tambor hallado dentro del complejo, en el patio adyacente, puede haber proveído sonidos rítmicos mientras se golpeaba el algodón. Aunque la fibra del algodón en la Casa del venado estaba lista para ser hilada, no se halló evidencia ni de esta actividad (por ejemplo, volantes de huso llamados piruros), ni del tejido y/o cosido (por ejemplo, agujas y barrotes de madera). En el Complejo 16, el espacioso y bien enlucido patio principal pudo haber también sido usado para el procesamiento del algodón, que pudo haber sido supervisado por los ocupantes de este ambiente. Una vasija llena con semillas de algodón fue hallada en la parte posterior de una pequeña plataforma en el extremo oeste de este patio. Shimada sugiere que estos espaciosos patios sirvieron como centros de recolección de algodón a

110 Castillo, Luis Jaime y Flora Ugaz, op. cit., pp. 235-236. 111 Shimada, Izumi, op. cit., pp. 177-205.

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manera de tributo, para su procesamiento inicial y su posterior distribución como algodón procesado, listo para hilarse y tejerse en otro lugar de la ciudad. Esta hipótesis está basada en la apreciable cantidad de algodón procesado hallada en el Complejo 14 así como la evidencia de hilado, tejido y/o cosido en los Sectores D y H. En el denominado sector D, Shimada reportó un total de quince piruros de cerámica y de piedra hallados aislados o en pequeños racimos sobre los pisos o en los rellenos entre los pisos en varias áreas del sector. Igualmente registró en uno de los ambientes un racimo de cuatro agujas de cobre hallados sobre el piso. En el Sector H, en el denominado Bloque de ambientes 70, Shimada identificó un posible taller textil. Este es un ambiente techado cercado con muros de adobe bajos en tres lados y una banqueta en el cuarto lado. Según este investigador, esta estructura es similar a la que se aprecia en el vaso acampanulado que retrata un taller de tejeduría, previamente discutido. La detallada escena iconográfica de tejido supervisado, descrita anteriormente, es valiosa en la interpretación del significado de los rasgos del bloque de ambientes 70. Las tejedoras de la escena en cuestión estas sentadas en estructuras aterrazadas similares al ambiente de tres lados descrito anteriormente, operando los telares. Al norte se halla una pequeña plataforma baja con una corta rampa y sólida cubierta. Para Shimada los ocupantes de esta plataforma habrían tenido una visión clara de las actividades en el ambiente adyacente de tres lados, el supuesto taller. Uno de los hoyos de poste de la plataforma tenía un guacamayo dedicatorio (Ara sp.) enterrado, el único caso semejante documentado en Pampa Grande, atestiguando la importancia del escenario. La evidencia más expresiva de actividad textil hallada en este sector es un gran fragmento de lo que se cree fue un barrote de madera dura cuidadosamente formado y alisado (con sección en forma de cuña, también conocido como espada o golpeador), uno de los más importantes y apreciados implementos textiles usados para abrir espacios para insertar una trama. El lado de trabajo estaba pulido por el uso. Tradicionalmente, en los Andes y otros lugares, el barrote está hecho de madera dura. Debe ser dura para separar los ajustados hilos de la trama y, al mismo tiempo, finamente pulidos para no atrapar los hilos. Aparte, el bloque de ambientes reveló un marco de tambor de cerámica que puede haber proporcionado los golpes rítmicos para coordinar rítmicamente a los tejedores cercanos. De manera interesante, según Shimada, el extremo este del corredor que provee acceso al bloque de ambientes 70 fue una cocina y un área de almacenamiento y preparación de chicha. En general, se argumenta que el bloque de ambientes 70 fue un pequeño taller textil supervisado operado por artesanos conmutables que eran abastecidos con los lienzos necesarios preparados en algún otro lugar de la ciudad. Incluso, los ocupantes del bloque de ambientes fueron proveídos con alimento y bebida preparados en una locación cercana fácilmente accesible por un corredor112.

El Proyecto Arqueológico El Brujo, que excava el yacimiento Huaca Cao Viejo, en el valle de Chicama, reportó en mayo de 2006 el hallazgo del fardo funerario de la denominada Señora de Cao, quizá la mujer más importante de la sociedad mochica del

112 Shimada, Izumi, op. cit., pp. 187.

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valle de Chicama. Dentro de su suntuoso ajuar funerario, ésta presentó dos vestidos doblados sobre su cuerpo desnudo cubierto de tatuajes, agujas de coser de oro, otros implementos de tejido así como algodón crudo.

El Proyecto Túcume registró un posible taller textil en la Plataforma 2 de Huaca Larga, en el Complejo Arqueológico de Túcume (valle La Leche) donde encontró una estructura similar a la de la escena del vaso mochica arriba mencionada, así como diecinueve tumbas de tejedoras, de filiación Chimú-Inca113. Garth Bawden 114 excavó el sitio de Galindo, en la zona media del valle de Moche entre los años 1979 y 1973. Para Bawden, Galindo es una ciudad tardía asociada con la fase estilística Mochica V, en el momento del colapso de esta sociedad. Bawden identifica dentro de la trama de la ciudad estructuras multifuncionales localizadas en el área A, donde además de su función residencial, se registraban otras actividades como producción artesanal, corrales de llamas y áreas para actividades de almacenaje y redistribución. En Huacas de Moche

Claude Chapdelaine y co-autores así como José Armas y co-autores 115 ,

113 Narváez, Alfredo. “Las pirámides de Túcume. El sector monumental”. En: Túcume. Colección Arte y Tesoros del Perú. Banco de Crédito del Perú. Thor Heyerdahl, Daniel H. Sandweiss, Alfredo Narváez y Luis Millones, editores. Lima, 1996, pp. 92-101. 114 Existen diversas publicaciones de Bawden sobre Galindo: Por ejemplo, Bawden, Garth. “Comunity organization reflected by the household: A study of Pre-Columbian social dynamics”. Journal of Field Archaeology 9 (2), Cambridge 1982, pp. 165-181; Id, “The Andean State as a state of mind”. Journal of Anthropological Research 45, 1989, pp. 327-332; Id., “La paradoja estructural: la cultura Moche como ideología política”. En: Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al 16 de abril de 1993), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores. Travaux de l’Institute Français d’Etudes Andines 79. Lima, Universidad de La Libertad - Trujillo, Instituto Francés de Estudios Andinos y Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales. 1994, pp. 389-412; Id., “The symbols of late Moche social transformation”. En: Moche Art and Archaeology in Ancient Peru, Joanne Pillsbury, editora, Studies in the History of Art 63, Center for Advanced Studies in the Visual Arts, Symposium Papers XL. Washington, D.C., National Galery of Art. 2001, pp.285-305. 115 Ver Chapdelaine, Claude. “Excavaciones en la zona urbana de Moche durante 1996”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1996, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 1998, pp. 85-115; Id., “Investigaciones en los conjuntos arquitectónicos del centro urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2000, pp. 67-84; Id., “The growing power of a Moche urban class”. En: Moche Art and Archaeology in Ancient Peru, Joanne Pillsbury, editora, Studies in the History of Art 63. Center for Advanced Studies in the Visual Arts, Symposium Papers XL. National Galery of Art.Washington, D.C., 2001, pp. 69-87; Id., “La ciudad de Moche: urbanismo y estado”. En: Moche hacia el final del milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 1 al 7 de agosto de 1999), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores, T. II.

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realizaron excavaciones en el conjunto arquitectónico 9 en diferentes temporadas, detectando posibles actividades de producción textil. La presencia de una gran cantidad de piruros (volantes de huso), restos de algodón y una tumba de un individuo de sexo femenino conteniendo piruros y agujas dentro de su ajuar funerario son los indicadores que los autores utilizan. Otras excavaciones en el núcleo urbano han arrojado una gran cantidad de piruros en algunos de los conjuntos arquitectónicos, como es el caso de los CAs 27, 30 y 35.

Claude Chauchat, en sus excavaciones en la Plataforma Uhle (o Conjunto Arquitectónico 18), al pie de la Plataforma I de Huaca de la Luna, registró en el año 2006 una pieza textil ricamente decorada, definida como un tapiz kelim.

Dentro del territorio mochica se han hallado una gran cantidad de tumbas, algunas muy ricas, que presentan dentro de su ajuar funerario, elementos asociados al trabajo textil, principalmente volantes de huso (piruros). Destacan por su riqueza material las tumbas de las Sacerdotisas de Moro (en donde se hallaron piruros y husos) y la tumba de la Señora de Cao (en donde se registraron primorosas agujas de metal y piruros), entre otras. 2.2.4. Etnográficos John Gillin116 realizó un estudio etnográfico del distrito de Moche, que incluyó tanto el pueblo como la campiña, describiendo las actividades económicas, costumbres, la ropa, etc., y dentro del marco que nos incumbe, algunos datos sobre la actividad textil y el cultivo de algodón.

Rafael Larco Hoyle117 hace una descripción detallada del proceso del tejido, a partir de la observación de la técnica empleada en tejedoras del interior del departamento de La Libertad. Asi mismo, aporte datos interesantes sobre el hilado, sobre el uso de ciertos productos minerales, vegetales y animales utilizados como pigmentos para el teñido del algodón, y sobre el uso de ciertas herramientas y

Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 2003, pp. 247-285; Armas, José, V. Guillermo, J. Huancas, H. Malca, R.Sánchez y L. Villena. “Excavaciones en los conjuntos arquitectónicos 7 y 9”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores, págs. 85-99. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, 2000; Armas, José, James Huancas y Rocío Sánchez. “El conjuntos arquitectónicos No 9: caracterización de la ocupación”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2001. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. 2002, pp. 197-206; Chapdelaine, Claude, Hèléne Bernier y Víctor Pimentel. “Investigaciones en la Zona Urbana Moche, temporadas 1998 y 1999”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1998 - 1999, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2003, pp. 119-198. 116 Gillin, John. Moche: a Peruvian Coastal Community. Smithsonian Intitution, Institute of Social Anthropology, Publication 3. Washington, D.C., 1947. 117 Larco, Hoyle, op.cit.

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suministros. Aunque no fue un trabajo propiamente etnográfico, sino más bien enmarcado dentro del campo médico, y corresponde al departamento de Ayacucho, en la sierra sur del Perú, una zona bastante alejada de la costa norte peruana, Yolanda Quispe 118 recogió información sobre creencias, posiblemente de origen mítico, en los que intervienen la actividad textil o elementos asociados a ella. Una de ellas es el hecho de que las mujeres, durante el periodo de gestación no hilan ni tejen por considerar que esto podría ocasionar que el cordón umbilical del feto se enrolle en el cuello, ocasionando su muerte. Otra creencia es que para evitar que el niño sea bocón se le frota con un piruro (volante de huso). 2.2.5. Etnohistóricos Las fuentes etnohistóricas lo constituyen las crónicas, así como documentos notariales y judiciales, actas de cabildo, entre otros. La información etnohistórica sobre los especialistas es tardía y se remonta al momento de ocupación colonial europea.

Entre los cronistas de los cuales podemos obtener información sobre la actividad textil en la costa norte tenemos a Melchor de Oviedo, Pedro Cieza de León , Agustín de Zárate, Pedro Gutiérrez de Santa Clara, Pedro Sancho, Bartolomé de Las Casas119.

Alguna información sobre producción textil proviene de las crónicas sobre los incas, entre las que destacan las de José de Acosta, Guamán Poma de Ayala, el Licenciado Falcón, Jerónimo Román y Zamora120. En base a sus estudios sobre las crónicas y documentos coloniales, algunos historiadores como María Rostworowski121 han aportado datos muy interesantes sobre la organización social y económica de las sociedades prehispánicas y de los artesanos. 2.2.6. Estudios etno-lingüísticos Los estudios etno-lingüísticos se han centrado en menor medida en el estudio de la gramática y su fonética mochica, y en mayor medida en la recopilación de palabras. Dentro de estas recopilaciones de palabras hemos podido encontrar palabras relacionadas a la actividad textil.

Fernando de La Carrera, en su obra Arte de la lengua Yunga, en 1644, es el único conocido que publica una descripción de la gramática yunga (mochica). Su obra

118 Quispe, Yolanda, Creencias, y prácticas subyacentes en la Alimentación de los niños menores de 5 años en la Comunidad de Llactahuran y Quispillaqta del Distrito de Chuschi. Documento descargado de Internet: www.amaresperu.org/interculturalidad/material/proyecto/Yolanda%20Quispe.doc. 119 Todos estos cronistas son citados en Varcárcel, Luis. E., Historia del Perú Antiguo, a través de la fuente escrita, Volúmenes 1 al 6, Lib. Edit. Juan Mejía Baca, 5ª Edición, Lima, 1985. 120 Cronistas citados en Valcárcel, Luis E., op. cit. 121 Rostworowski, María. Costa Peruana Prehispánica. Serie: Historia andina / 15. Instituto de Estudios Peruanos, 2da. Edición. Lima, 1989.

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incluye un análisis gramático y fonético del idioma que llama Yunga, un confesionario y oraciones cristianas traducidas al yunga122.

El obispo Baltasar Jaime Martínez de Compañón visitó entre 1782 y 1788 todos los parajes de su obispado, quedando un testimonio gráfico de los usos y costumbres de dicho obispado que se conoce como Trujillo del Perú a fines del siglo XVIII, conformado por láminas pintadas en acuarelas, sean dibujos o textos. Reporta 43 voces castellanas traducidas a la lengua quechua, yunga (o mochica), sechura, colán, catacaos, culli, hivito y cholona123.

El alemán Adolf Bastian, según Radamés Altieri en su prólogo sobre el Arte de la Lengua Yunga, recopiló material en el pueblo de Eten en 1878, siendo la primera codificación de la lengua en el siglo XIX, escrita en su libro “Die Culturländer des Alten America”124.

Ernst Middendorf, en 1892, publica “Die Einheimischen Sprachen Perus” (las lenguas aborigines del Perú), y se dirige al Puerto de Eten para comparar in situ el trabajo de La Carrera con las hablas de dicho puerto. Hace un análisis de la gramática de La Carrera125.

Hans Heinrich (Enrique) Brüning se trasladó entre 1906 y 1910 al puerto de Eten, estudiando la lengua muchik y recopilando palabras y frases. En sus Monografías de Lambayeque recoge algunos términos que las tejedoras del pueblo de Olmos conservan, específicamente con relación a partes del telar126.

Federico Villarreal publicó en 1921 “La lengua yunga o mochica, en donde interpreta el Arte de Carrera, de 1644. Luego se dirigió al pueblo de Reque para identificar las palabras que pervivían127.

Rafael Larco, en el tomo II de su libro Los Mochicas presentó un pequeño vocabulario de 164 dicciones128.

Honrad Huber y Paul Kosok reprodujeron, a partir de diferente vía, un vocabulario escrito por Rafael Quesquén, de la villa de Eten. Huber lo obtiene

122 La Carrera, Fernando de. Arte de la Lengua Yunga (1644). Reedición e Introducción de, Radamés Altieri. Publicación No 256. Publicaciones especiales del Instituto de antropología, Departamento de Investigaciones Regionales, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán (Argentina), 1939. 123 Salas, José Antonio. Diccionario Mochica-Castellano, Castellano-Mochica. Escuela Profesional de Turismo y Hotelería, Universidad Nacional de San Martín de Porres, Lima. 2002, pp. 121. 124 Ibid., pp. 135. 125 Ibid., pp. 141. 126 Zevallos Quiñones, Jorge. “Una libreta de Enrique Brüning y sus concordancias”. Investigación Arqueológica 5, 1987, pp. 5-23; Brunnig, Enrique, Lambayeque_Estudios Monográficos. Compilada por James Vreeland. Segunda Edición. Sociedad de Investigación de la Ciencia, Cultura y Arte Norteño SICAN. Librería e Imprenta “El Horizonte”, Mosefú, Lambayeque. Editorial Gráfica Pacific Press, Lima, 1989. 127 Villareal, Federico. La lengua yunga o Mochica. Imprenta Peruana de E.Z. Casanova. Lima, 1921. 128 Larco Hoyle, Rafael. Los Mochicas. Tomo II Empresa Editorial “Rimac” S.A. Lima, 1939.

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directamente de Quesquén mientras que Kosok lo obtiene por intermedio de Rodríguez Suy-suy129.

Zevallos, recopiló su información en el pueblo de Monsefú y publicó diferentes articulos130. El historiador Jorge Zevallos (1946) elabora su diccionario Castellano-Yunga incluido en un artículo del Museo Nacional de Lima, que incluye palabras recopiladas por La Carrera, Bastian, Middendorf, Villarreal y Rafael Larco.

José Antonio Salas realizó en su obra una crítica y recopilación de los aportes de todos los investigadores arriba mencionados131.

Silvia López Arangurí hizo en 1984 una recopilación de palabras arcaicas, de posible remanente quechua y mochica, mientras realizaba un estudio sobre la tecnología textil tradicional en Mórrope (valle de Lambayeque?)132. 2.3. Formulación del Problema

Mucho se ha hablado sobre las artes mochicas y su excelente calidad, especialmente en cerámica y metal, pero poco sobre su actividad textil. Hemos visto como los artesanos especialistas a tiempo completo se convierten en un factor importante dentro del sistema organizacional de una sociedad compleja con características estatales como la mochica. Sin embargo, poco es lo que se ha escrito sobre los mismos artesanos mochicas o su tecnología, organización y contexto social de su producción, o los valores sociales de sus productos133 aún cuando en los últimos años se han dado los primeros pasos hacia su entendimiento.

Dos son las preguntas básicas que me planteo: ¿Quiénes son los especialistas textiles? y ¿cómo estaba organizada la producción especializada textil? La primera pregunta tiene que ver con la identidad del productor (género, edad, status), su grado de especialización, destreza, la intensidad de su trabajo, naturaleza de las compensaciones (relaciones productor-consumidor) y principios de reclutamiento. La segunda pregunta tiene que ver con aspectos como los medios de producción (materias primas y herramientas, patrones de explotación de los recursos, conocimientos técnicos), los objetos producidos, la circulación y los consumidores. Todos estos aspectos se enmarcan dentro de lo que se denomina relaciones sociales de producción.

La evidencia en Huacas del Sol y de la Luna indica de manera preliminar que:

129 Salas, José Antonio, op. cit. 130 Zevallos Quiñones, Jorge. “una nota sobre el primitivo idioma de la Costa Norte”. Revista Histórica, XIV. Lima, 1941, pp. 376-379; Id., “Un diccionario yunga”. Revista del Museo Nacional: Tomo XV. Lima, 1946, pp. 163-188. 131 Salas, José Antonio, op. cit. 132 López Aranguri, Silvia. “Vocabulario de la vida diaria en Mórrope. Las tejedoras y la lengua”. Revista del Museo de Arqueología, Antropología e Historia, 5. Universidad Nacional de Trujillo, Faculta de Ciencias Sociales. Editora Normas Legales, Trujillo, 1994, pp. 328. 133 Shimada, Izumi, op. cit., pp. 177.

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a. los artesanos mochicas residían en complejos residenciales familiares o multifamiliares y multifuncionales dentro de la trama urbana donde se realizaban labores domésticas pero a la vez servían de talleres;

b. los artesanos mochicas tenían acceso a diversos recursos. 2.4. Hipótesis

Los artesanos especialistas textiles de Huaca de la Luna fueron artesanos dependientes de un señor, y que por tal actividad tuvieron un mayor acceso a los recursos que la población común. Si bien carecemos de datos para los periodos anteriores al 600 d.C., es probable que con el cambio político que se dio en el 600 d.C., se dio una reorganización a varios niveles, y el artesano especialista dependió de señores de elite, miembros de la elite urbana, la cual toma el control económico. Este grupo de artesanos permanecieron de manera permanente en la ciudad, desentendiéndose de las actividades agrícolas y dedicándose exclusivamente a producir bienes duraderos suntuarios y rituales para la elite, la cual intercambiaba y redistribuía estos objetos con los demás miembros de la elite. A cambio, los artesanos especialistas de la ciudad posiblemente recibieron en retribución alimentos, chicha, tierras, ropa, ganado, etc. La investigación que se hará me permitirá confirmar esta hipótesis o denegarla, pudiendo llegar a la conclusión de que el sistema de producción involucró artesanos corporativos, autos controlados, dueños de los conjuntos residenciales donde se ubicaban los talleres y de su producción. Existieron diversos tipos de especialistas ligados dentro de una unidad de producción. En este sentido pudieron existir artesanos provenientes de los sectores de la elite encargados de producir los modelos a ser producidos por los demás artesanos. En estos modelos, su participación se reduciría a la parte final, aquella asociada a la decoración de los productos mediante la aplicación de iconografía, acto posible gracias a su conocimiento de la ideología imperante. Incluso estos artesanos de elite pudieron ser los patrones de los talleres. Los patrones de los talleres tienen el derecho de alienación de sus productos, los cuales tuvieron como consumidores finales a otros miembros de la elite urbana, y acaso rural. Los mismos patrones de los talleres forman parte de una red de intercambio cuyos escenarios principales son las plazas del Núcleo Urbano. El modelo político propuesto por Brumfiel y Earle se aplica de mejor manera para el caso de los mochicas. Las elites de Moche necesitaron de los especialistas para la producción de los bienes suntuarios pues era su intención monopolizar y manipular los símbolos sagrados de la cosmología de la población, legitimando su poder y tratando de mantenerlo el mayor tiempo posible.

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2.5. Objetivos 2.4.1. Objetivos Generales

• Ampliar el conocimiento sobre las características organizacionales y sociales de la producción textil especializada en el Huacas del Sol y de la Luna, y en la medida de lo posible, la manera como los productos textiles eran distribuidos y consumidos.

• Comprender el tipo de especialización en el que se encontraban inmersos los especialistas textiles, su identidad, y el lugar que ocupaban en la pirámide social de la sociedad moche asentada en Huacas del Sol y de la Luna.

2.4.2. Objetivos específicos

• Estudiar los contextos urbanos con evidencia empírica de posibles centros de producción de tejidos.

• Recoger información etnohistórica que nos permita reforzar el dato arqueológico.

• Estudiar la evidencia material dentro de los conjuntos arquitectónicos para determinar el status de los artesanos textiles residentes en el Núcleo urbano de Huacas del Sol y de la Luna.

• Catalogar las piezas textiles encontradas en el yacimiento para determinar el conocimiento tecnológico de los tejedores y los productos que se elaboraban.

• Estudiar la evidencia iconográfica y arqueológica para determinar el tipo y el grado de especialización textil.

• Evaluar los contextos funerarios con el apoyo de las fuentes etnohistóricas y etnográficas para conocer si el trabajo artesanal textil estaba restringido a un género determinado, o este trabajo se realizaba independientemente de la condición de género, valorando solamente la habilidad del individuo.

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Capitulo 3. El Yacimiento Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna En este capítulo presentaré información geográfica del contexto donde se ubica el yacimiento así como la descripción del mismo. Igualmente discutiré aspectos como el crecimiento de la ciudad y el periodo que empieza en el 600 d.C. y se extiende hasta el 850 d.C., que es el escenario temporal en donde se ubican los talleres de producción especializada. 3.1. Geografía del Yacimiento Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna La Costa Norte es un espacio de morfología variada y relieve muy complejo dominado por llanuras desérticas, colinas y cerros elevados. Se ubica entre la cordillera de los Andes Centrales, al este, y el Océano Pacífico, al oeste. Las ramificaciones de los andes en algunos casos corren paralelas al mar, pero en otros se ubican a distancias entre 100 y 200 kilómetros con relación a la línea costera. Conformada por las costas de los departamentos de Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Ancash, esta franja desértica estrecha que conforma la Costa Norte tiene una extensión de norte a sur de 700 km, siendo más amplia en su porción septentrional. No es una zona árida homogénea; mientras que en los departamentos de Ancash y La Libertad el suelo es absolutamente árido, en las costas de los demás departamentos (Lambayeque, Piura y Tumbes), el desierto se transforma en un sahel bajo el efecto de las lluvias que caen periódicamente134. Sus condiciones climáticas son generalmente estables ofreciéndonos un ambiente tropical; sin embargo, a intervalos irregulares, esta estabilidad se rompe debido a la presencia de un fenómeno natural conocido como “El Niño”, ocasionado por diversos factores de tipo atmosférico y marino. El paisaje desértico está cortado por valles formados por ríos, algunos de los cuales tienen caudal permanente, mientras otros permanecen prácticamente secos hasta la aparición de lluvias torrenciales debidas al fenómeno “El Niño”.

Figuras 12 y 13. El desierto de la costa norte y los valles.

134 Uceda, Santiago. “Las lomas: ¿Un fenómeno holocénico?”. Revista del Museo de Arqueología, antropología e Historia 1995. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 1994, pp. 365.

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Figura 14. Mapa topográfico y político del norte de Perú.

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El yacimiento arqueológico se ubica en el Valle de Moche, llamado también

valle de Trujillo y valle de Santa Catalina. Este valle tiene una superficie total de 2708 km2 y una altitud que oscila entre 0 y 4000 m.s.n.m, es decir ocupa zonas de costa y de sierra. El río Moche se origina en la zona de lluvias regulares de la cordillera y tras aproximadamente 102 kilómetros de recorrido, desciende para desembocar en el mar, en el distrito de Moche. Políticamente, se ubica en el departamento de La Libertad, comprendiendo las provincias de Trujillo, Otuzco, Santiago de Chuco y parte de Julcán, pero la zona costera del valle sólo comprende la provincia de Trujillo, cuyo desierto premontano, cerca al mar, ofrece los mejores suelos agrícolas. El clima del valle de Moche pertenece al tipo desértico seco, sin lluvias. Cerca al litoral presenta una temperatura cuyo promedio anual es de 19,5º C, con su punto más alto en el mes de marzo (22,7º C) y el punto más bajo en el mes de Julio (17º C). Las precipitaciones son escasas en la zona costera a excepción de los meses de verano, dentro del fenómeno “El Niño”.

El Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna se extiende por encima de depósitos coluvio-aluviales, conformados por limo y arcilla con clastos irregulares, que son depósitos sedimentarios producto de avenidas de agua que han bajado de los cerros formando torrenteras permitiendo la dispersión de material suelto y formando los abanicos135. En la campiña de Moche el suelo es por lo general plano y apto para el cultivo en limpio, y por ser arcilloso-arenoso lo hace altamente productivo, especialmente para plantaciones de prolongado periodo vegetativo136. 3.2. Ubicación y Descripción del Yacimiento Arqueológico El complejo arqueológico Huacas del Sol y de la Luna se ubica en una llanura desértica y a las faldas del cerro Blanco, a 600 metros aproximadamente de la margen sur del curso actual del río Moche, a 6 kilómetros de la línea costera y a 5 kilómetros de la ciudad de Trujillo, capital del departamento de La Libertad. Hacia el norte el yacimiento está limitado por un pequeño promontorio rocoso conocido como cerro Negro; hacia el este, es el cerro Blanco el que lo limita; las tierras de cultivo de la Campiña de Moche sirven de limite oeste; y una muralla de adobes y barro actualmente destruida y enterrada marca el límite sur, dándole al sitio una extensión de 1500 m de norte a sur por 500 m de este a oeste (figura 14).

135 Municipalidad Provincial de Trujillo. Atlas 2002, Trujillo 2002, pp.12. 136 Según la ONERN, Inventario, Evaluación y Uso Racional de los Recursos Naturales de la Costa – Cuenca del Río Moche. Vol I, Lima, 1973.

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Figura 15. Mapa de localización del yacimiento Huacas del Sol y de la Luna. Esta conformado por tres elementos arquitectónicos principales. Los dos grandes

edificios o huacas, conocidos como Huaca de la Luna y Huaca del Sol y un tercer elemento que se extiende a lo largo y ancho de la planicie desértica que configura el núcleo urbano (figuras 15 y 16).

Figura 16. Fotografía aérea del yacimiento arqueológico Huacas del Sol y de la Luna..

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Figura 17. Plano del yacimiento arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Huaca del Sol es el edificio más grande. Ubicada en el límite oeste del complejo

arqueológico, esta estructura imponente hecha en adobes de barro presenta una longitud norte-sur de 380 metros, un ancho este-oeste de 159 metros y una altura máxima de 41 metros, y C. Mansfield Hasting y M. Edward Moseley137 creen que se utilizaron más de 143 millones de adobes de barro en su construcción. Estas medidas la convierten en la estructura de adobes más grande de Sudamérica. Las investigaciones en este edificio

137 Hasting, Mansfield y Edward Moseley, “The adobes of Huaca del Sol and Huaca de la Luna”. En: American Antiquity, Vol. 40, No. 2. Nueva York, 1975, pp. 197.

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son pocas, y la información que tenemos es parcial en cuanto a su función. Por el momento se cree, tal como se aprecia hoy, es un edificio construido tardíamente (posiblemente en el 600 d.C.) y que pudo ser un palacio con funciones administrativas.

Figura 18. Vista del lado este de Huaca del Sol.

Huaca de la Luna, ubicada a los pies de la ladera oeste del cerro Blanco, es la estructura donde los trabajos de investigación han sido más intensos, pues las excavaciones y trabajos de conservación dentro de sus múltiples estructuras empezaron en el año 1991 y han continuado de manera constante hasta la actualidad. Se cree que cumplió la función de templo, donde se realizaban las ceremonias y ritos más importantes del calendario ceremonial mochica, entre ellos las ceremonias de sacrificios humanos. Esta compuesta por dos edificios. El edificio antiguo o Templo Viejo, tiene una extensión de 290 m por 210 m con su eje mayor orientado en sentido norte-sur. Está compuesto por las plataformas I y II y las plazas 1, 2 y 3. La plataforma I, la más grande, es una pirámide escalonada que presenta una secuencia de cinco edificios superpuestos (edificios F, E, D, B-C y A, siendo A el último de los construidos). El Templo Nuevo, ubicado al noreste del Templo Viejo, está compuesto por la plataforma III y la plaza 4 y los estudios sobre el mismo aún son escasos. Anexo al lado oeste del Templo Viejo se encuentra la plataforma funeraria denominada Plataforma Uhle.

Figura 19. Vista noroeste de Huaca de la Luna.

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Figura 20. Plano de Huaca de la Luna. Se aprecia el Templo Nuevo al norte, y el Templo Antiguo, al sur. Entre ambos edificios se extiende la planicie donde se han registrado evidencias de habitación, actividades administrativas y trabajos de producción en talleres (figuras 21 y 22). Este núcleo urbano, está configurado por conjuntos arquitectónicos, articulados por plazas y callejones. Una gran avenida que corre en sentido norte-sur separa este sector de Huaca de la Luna, el sector sagrado. Una segunda avenida nace del extremo sur de Huaca de la Luna y corre en sentido este-oeste. Figura 21. Vista desde el este de la parte central del Núcleo urbano del yacimiento arqueológico.

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Debo resaltar que los estudios realizados sólo nos permiten una visual parcial de la trama del Núcleo Urbano138 y este conocimiento se limita en casi su totalidad a los últimos 3 pisos de ocupación de la parte central del Núcleo Urbano. Estos pisos corresponden a la ocupación del sitio entre el 600 y el 850 d.C. Los Conjuntos Arquitectónicos varían en cuanto a extensión superficial, y pueden ser simples o complejos. El material constructivo que se utiliza es el adobe, un ladrillo de barro cocido al sol.

Los Conjuntos Arquitectónicos Simples, o Independientes, “presentan por lo general un espacio central abierto, generalmente con una o varias banquetas [de tipo plataforma, hechas también de adobes], con muros presentando hornacinas; un área de cocina, con uno o más fogones, con presencia de batanes. A estos ambientes básicos se suman recintos para descanso y depósitos. Estos conjuntos deben corresponder a residencias de gente de elite, donde junto a las áreas de actividad doméstica se observan áreas de producción de chicha y de reunión”139. Ejemplos de este tipo son los CAs 17 y 25. Los Conjuntos Arquitectónicos Complejos poseen dos o más subconjuntos. Son residencias complejas con áreas de cierta independencia, pero que se complementan, teniendo un carácter multifuncional. En este sentido no todos los subconjuntos presentan un patio central ni áreas de cocina y se pueden considerar como espacios complementarios. Ejemplos de este tipo son los conjuntos 9, 27, 30 y 35, entre otros. En este tipo de conjuntos se han registrados áreas de producción artesanal (cerámica, textiles, metales y abalorios) además de los espacios descritos en los Conjuntos Simples. Uno de ellos (el conjunto 5) parece ser un centro administrativo (Chapdelaine et al, 2000: 101-125) aunque pienso que también podría tratarse de un taller de producción de “tiza de huaca” (concha quemada) y de unos objetos particulares hechos de ese material cuya función aún nos es desconocida.

Los CAs están distribuidos alrededor de plazas, las cuales podrían haber servido para reuniones multifamiliares, como espacios de fiesta, rituales, de intercambio y distribución. Ambos tipos de conjuntos están delimitados por muros gruesos y al interior están configurados por varios ambientes de niveles ligeramente similares. Estos ambientes están distribuidos en algunos casos alrededor de espacios abiertos o patios, pero también están articulados por pasajes de circulación o corredores. Los CAs parecen incorporar varias unidades domésticas mínimas, difieren en tamaño, organización espacial y actividades, sugiriendo que la naturaleza de los grupos sociales residentes era por consiguiente muy variable.

Varios conjuntos pueden formar un bloque o manzana, el cual está delimitado por callejones, de la misma manera que el sistema urbano moderno. Dentro de estos

138 Uceda, Santiago. “Los de arriba y los de abajo: relaciones sociales, políticas y económicas entre el templo y los habitantes en el Núcleo Urbano de las Huacas de Moche”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2004. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2005, pp. 289. 139 Ibid., pp. 291.

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bloques las unidades específicas pueden ser la combinación de conjuntos independientes o de varios sub conjuntos140.

Las evidencias materiales – la calidad de los alimentos, de la cerámica, materiales constructivos y el ajuar de los contextos funerarios registrados en las excavaciones - apuntan a sostener que la ciudad estuvo habitada por miembros de la elite, mientras que el pueblo se encontraba disperso en diversas partes del valle formando aldeas. Las tumbas de algunos residentes de los CAs fueron elaboradas dentro de los mismos ambientes arquitectónicos y su ajuar funerario muestra una cierta supremacía social. 3.3. El Crecimiento de la Ciudad Pocos son los datos que se tienen sobre la fundación del asentamiento, y cómo fue este en sus inicios. Posiblemente, la mayor parte de las evidencias aún permanecen enterradas. Tal como lo señala Theresa Topic el yacimiento, en los momentos de su fundación, asociados a la fase Mochica II, puede ser considerado como un asentamiento humano circundante, periférico, quizás el “asentamiento más lejano de la zona sureña del banco sur del río Moche. Su fundación podría estar bien correlacionada con intentos preliminares de irrigar la extensión de tierra al sur del Cerro Blanco”. La ubicación del asentamiento no usurpaba la tierra agrícola y permitía controlar los sistemas de irrigación y agrícolas del valle. La cercanía del río y los materiales de los que provee es un condicionante importante (adicionando la presencia de barro arcilloso para la elaboración de adobes para la construcción de las huacas). El sitio es regularmente llano y ofreció mucho espacio para la construcción de arquitectura doméstica y monumental141. La presencia del cerro Blanco también parece ser un factor condicionante, por su carácter de Apu o montaña divina.

En Mochica III la ocupación se expande142. Todos estos cambios se reflejan en el aumento demográfico y los comienzos de la construcción monumental en tiempos

140 Ibid. 141 Topic, Theresa. Excavations at Moche. Tesis de doctorado. Department of Anthropology, Harvard University. Cambridge, 1977, pp. 336. 142 Topic, Theresa, op. cit., pp.339, asegura que Michael Moseley encontró buena evidencia de una considerable expansión del área total de área irrigada en el lado opuesto del río (al norte), así como la construcción de un nuevo canal de máxima elevación a lo largo de las faldas de Cerro Orejas, al noreste. Estos refinamientos del sistema de irrigación fueron datados para Moche IV pero bien pudieron haber sido planeados e iniciados durante la subfase Moche III. Mientras que el cuello del valle fue un buen lugar para aquellos que controlaban los sistemas más tempranos y restringidos de irrigación agrupados a lo largo del río, Moche está mejor localizado para supervisar un sistema en expansión. Y por supuesto Moche está mejor localizado para controlar las comunicaciones con los valles del norte y del sur, está más cerca de la planicie costera que fue tradicionalmente la ruta principal de comunicaciones. Mientras el poder central cambia a o emerge en Moche, los matices defensivos del cuello del valle son abandonados, y Moche se vuelve no sólo preeminente sino conspicuo.

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Moche III, que incluye los primeros niveles de construcción de Huaca de la Luna143. Huaca del Sol parece haber funcionado en este momento como un palacio (Santiago Uceda, comunicación personal en noviembre de 2006).

En la transición de los estilos Mochica III y IV, el Templo Viejo de Huaca de la Luna aún está vigente, pero en su último proyecto arquitectónico (o sea el edificio A)144. Mientras el Templo Viejo estuvo vigente, la Huaca del Sol era pequeña y no sobrepasaba en su penúltima construcción los 15 metros de altura. En ese mismo momento estuvieron funcionando los pisos 3 a 5 del Núcleo Urbano. Teniendo en cuenta su tamaño, en ese momento la Huaca de la Luna (el Templo Viejo) era más importante en volumen que la Huaca del Sol. Esta data corresponde al momento de mayor desarrollo de la sociedad Mochica sureña y cuando las Huacas del Sol y de la Luna era el centro de poder de este territorio145. El sitio ya presenta a este punto todas las características la ciudad capital de una entidad política con características estatales.

Mochica IV parece ser la fase en la cual se alcanza el punto máximo de tamaño arquitectónico, población, prestigio, poder y riqueza y podría ser el periodo de mayor duración. Pero también es la fase asociada al colapso político. Santiago Uceda asocia la ocupación final del sitio con los pisos 1 y 2, en algunos casos 3, del Núcleo Urbano. Las fechas asociadas a cerámica Moche IV oscilan entre el 415-885 d.C.146. Se clausura y abandona el Templo Viejo y se construye el Templo Nuevo, en época posterior al 600-650 d.C. Además se emprende la última construcción en Huaca del Sol, momento contemporáneo con los pisos 1 y 2, e incluso 3 del núcleo urbano. Es en este momento

143 Este dato ha sido corroborado por las investigaciones del Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna. Según Uceda, Santiago., ibid., pp- 283-317; los pisos 5, 6 y 7 del Núcleo Urbano están claramente asociados al estilo cerámico Moche III. Un fechado de radiocarbono datado en el 240 d.C. nos estaría brindando, aunque de manera provisional “una mejor posición cronológica de este estilo ceramográfico” (Uceda 2005: 286) en sus inicios. Los edificios F, E, D, y B-C de la plataforma I, con sus respectivas plazas mayores, debieron haberse construido en ese orden durante este periodo. El Edificio B-C, partir de los datos obtenidos de muestras de los sacrificios en la plaza 3c, arrojan una datación radiocarbónica de 410-680 d.C. con curvas de calibración entre 530 y el 580 d.C. En este periodo se empieza también la construcción la plataforma Uhle, cuyos fechados radiocabónicos oscilan entre el 395-774 d.C 144 Para Uceda Santiago, ibid., el Templo Viejo de Huaca de la Luna en su última fase constructiva incluye el edificio A de plataforma I, plazas 1, 2 y 3 y Plataforma II). El templo Nuevo (plataforma III y plaza 4) aún no había sido construido. La ampliación oriental de la Plataforma Uhle pudo darse en este periodo, posiblemente entre el 439 y el 661 d.C. 145 Ibid., pp.288. 146 Estas fechas estarían indicando que no existe un abandono del sitio Moche cómo sugirieron algunos investigadores, como consecuencia del Mega Niño entre el 550 y el 600 d.C., basados en datos como las pocas evidencias de cerámica Moche V. Uceda, Santiago, op. cit., pp.286, sostiene que si las fechas radio-carbónicas son correctas se puede argumentar que no existió un colapso catastrófico, sino por el contrario, lento y progresivo. En este sitio no se hizo uso del estilo Moche V; el estilo Moche IV, en teoría su antecedente estilístico, tuvo en este sitio su más amplia duración. El estilo Moche V no fue popular o no fue asimilado por la elite o gente de esta ciudad.

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que la Huaca del Sol adquiere mayor importancia, si tomamos en consideración su volumen. El sitio habría sido abandonado por los mochicas después del año 850 d.C., debido a un nuevo colapso, esta vez implicando la caída de las elites mochicas y la desaparición de lo mochica como cultura material. 3.4. El 600 d.C.: Una época de cambio El cierre o abandono del Templo Viejo, fechado por el proyecto Huaca de la Luna entre el 550 y el 600 d.C. es un suceso que estuvo asociado según la lectura de la estratigrafía a la presencia de fuertes lluvias, producto de un Meganiño (Fenómeno El Ñino de gran magnitud). Sin embargo, como se ha mencionado, el abandono del Templo no significó el abandono de la ciudad que continúa habitada hasta el 850 d.C., sino la construcción del Templo Nuevo y el inicio del último proyecto de crecimiento arquitectónico de Huaca del Sol147. Creo que una explicación a estos sucesos es que el modelo teocrático imperante no pudo responder a los problemas ocasionados por las periódicas sequías e inundaciones y consecuentes problemas internos entre los grupos de poder. Si el Señor de Huacas del Sol y de la Luna, encarnación del dios supremo, y su sequito, encarnación de los dioses menores, no eran capaces de dominar a la naturaleza, algo andaba mal. Los rituales ya no funcionaban, ni siquiera las medidas más extremas. Quizás los dioses ya no estaban en gracia con ellos, las elites no eran sus representantes, o habían perdido sus poderes como dioses terrenales. El cambio era necesario e imperativo. Así, la clase urbana toma de alguna manera el control del poder.

Santiago Uceda afirma que los cambios arquitectónicos dramáticos estarían relacionados con el cambio del poder de una clase sacerdotal (estado teocrático) a una clase civil urbana y la consecuente secularización del poder148. Lo que aún no tenemos en claro, es si para este momento, sigue existiendo un estado mochica sureño o la sociedad mochica involuciona hacia una organización de tipo cacical limitada al valle de Moche. Uceda sostiene que el colapso político se podría deber a causas internas como por ejemplo el modelo teocrático que no respondió a factores internos, esto es a los conflictos entre las elites dominadas no-mochica, así como aquellos entre los intereses entre la clase urbana emergente y los dirigentes sacerdotales mochica; y a causas externas como la influencia Wari o Pachacamac y las presiones de grupos serranos como los Cajamarca o Huamachucos; en este sentido la presencia de catástrofes naturales debió acelerar estos procesos en marcha. Uceda señala que una de

147 Ibid., pp. 315. 148 Según Santiago Uceda, op. cit., parece ser que en este momento el rol de la ideología religiosa había sufrido cambios substantivos. Otra opción es que nuevos dioses tomaron importancia frente a los viejos dioses mochicas. En el viejo templo de Huaca de la Luna las divinidades representadas en casi todas sus etapas constructivas tienen una aparente afiliación con las divinidades cupisnisques; en el nuevo templo, el único mural que se conoce, bautizado como “Rebelión de los artefactos”, presenta símbolos emblemáticos relacionados con una divinidad femenina. Esta secuencia temporal en la aparición de nuevos dioses en el arte moche ha sido advertido por Elizabeth Benson en el arte cerámico.

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las consecuencias del colapso del poder político es la pérdida de las colonias sureñas, y deja entrever que hay una involución a estados fraccionarios o cacicazgos, dos o tres en el valle: las Huacas de Sol y de la Luna, Chan-chan (posterior capital del estado Chimú) y Galindo149.

Vemos que la sociedad mochica del sur pudo “retroceder” a un modelo organizacional tipo jefatura: en cada valle aparecieron uno o más centros de poder que compitieron entre sí, formando alianzas con unos y otros sin lograr que uno de ellos se imponga en definitiva. En el caso del valle de Moche, la elite de la zona de Chan-chan es la que da el gran salto a la constitución de un estado secular, el estado Chimú.

En cuanto a las características de la población de la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna, en especial de aquella asociada al periodo entre el 600 y el 850 d.C., existen algunos datos a tener en cuenta. La presencia cuantiosa de material de producción artesanal (moldes, herramientas, objetos en proceso de producción y productos terminados) y no artesanal indican que se tenía una alta producción de bienes de muy diversa índole, principalmente asociados a aspectos ceremoniales y suntuarios.

La presencia abundante y variada de desechos de recursos agrícolas y animales (mamíferos y recursos marinos), aparte de darnos una idea sobre la dieta diversa y la capacidad del acceso a estos recursos por parte de los pobladores de la ciudad, también nos indican que debió existir una red de aprovisionamiento y un mecanismo de intercambio entre los pobladores de la ciudad y los productores de dichos recursos, algunos de ellos de carácter especializado no-artesanal como es el caso de los recursos marinos.

La presencia de tumbas dentro de las estructuras residenciales y de producción con una riqueza variable en cuanto al ajuar funerario, nos indica que (1) la población de la ciudad podría enmarcarse dentro de una clase media y alta, (2) que las estructuras arquitectónicas pertenecían a estas elites, de diverso rango y estatus. Según Santiago Uceda, tomando como base la idea que las tumbas de cámara indican mayor estatus sobre las de fosa y las múltiples sobre las simples, la correlación de estas variables con las de género y edad de los individuos enterrados nos indicarían que, que el estatus es adquirido por herencia, que no hay una segregación hacia las mujeres150 aún cuando, por las ofrendas de cerámica y metales, se detecta un mayor status de los hombres adultos.

Vemos que después del colapso político del 600 d.C., hay aumento de la población, de la actividad doméstica, de la actividad ritual, del ajuar funerario, del acceso a los recursos, entre otros aspectos.

Según Santiago Uceda esto se debe a una mayor concentración de poder en manos de las elites urbanas y el debilitamiento del poder de las clases sacerdotales y de Huaca de la Luna como símbolo del poder central estatal. Esta última consideración se consolida al observar como en los pisos tardíos aparecen claramente actividades

149 Ibid., pp .316. 150 Ibid., pp. 303.

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productivas ligadas o controladas por los habitantes de los conjuntos residenciales151. Este incremento del poder en la clase urbana, es el inicio de una secularización del poder, proceso que culminará con la aparición del estado Chimú. Esta nueva clase urbana se comportaría como un grupo corporativo y de él se desprende el poder central que debió ser frágil y quizás efímero. La punta de la pirámide social sin embargo pudo estar conformada por los residentes en el palacio de Huaca del Sol.

Continuando con este autor, existe un inconveniente a esta línea de conjeturas y es el de explicar como una sociedad en plena crisis logró edificar uno de los monumentos más grandes como es la Huaca del Sol. Tendríamos que preguntarnos también ¿De dónde provienen los pobladores elitistas de la ciudad? ¿Por qué viven allí? ¿Por qué tienen un status alto? ¿Tienen sus raíces en otros lugares? ¿Viven en la ciudad por cuestión de prestigio? Si se conquistó un territorio durante la fase Mochica III y acaso inicios de Mochica IV y luego se perdió con el colapso político, y se detecta un aumento de la población asentada en la ciudad, esto ¿podría ser consecuencia del repliegue de las elites mochicas de los valles conquistados, ya perdidos, hacia la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna?

Los talleres de producción artesanal especializada excavados en el núcleo urbano de la ciudad de Huacas de Moche, corresponden a este periodo entre el 600 y el 850 d.C., es decir al momento de dominio del modelo secular, traducido en el poder de la clase urbana. Es en este momento en que se enmarca el presente estudio. Figura 22. Plano del Núcleo Urbano con los talleres Mochica IV (600-850 d.C.) registrados por las excavaciones arqueológicas.

151 Ibid., pp. 308.

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Capitulo 4. Metodología

En función del proyecto, mi metodología estuvo centrada en la revisión e interpretación de los datos publicados por diversos investigadores que excavaron tanto el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna así como otros contextos mochicas, así como la búsqueda y revisión de fuentes no arqueológicas, como es el caso de las fuentes etnográficas, etnohistóricas e incluso etnolinguísticas. 4.1. Materiales

Los datos arqueológicos los obtuve revisando:

1. Los informes técnicos anuales publicados sobre las excavaciones en el complejo Huacas Moche, en el cual el Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna (PAHL) trabaja desde el año 1991 bajo el auspicio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. La información en este sentido es muy abundante, ya que los informes contienen datos de los 15 años de excavación de dicho Proyecto Arqueológico. Estos informes incluyen tanto las excavaciones del Proyecto Huaca de la Luna como la de los proyectos arqueológicos que alberga o albergó, esto es, el Proyecto ZUM (Zona Urbana Moche – dirigido por Claude Chapdelaine – Universidad de Montreal) que trabajó en el Núcleo Urbano entre los años 1995 y 2000; y el Proyecto Perú-Francia (dirigido por Claude Chauchat) que trabaja en la Plataforma Uhle desde el año 2000, según se aprecia en la tabla 3.

2. Los informes de las excavaciones de diferentes yacimientos arqueológicos mochicas realizadas por diversos proyectos arqueológicos, publicados en diversos medios académicos.

3. Como respaldo teórico se revisaron trabajos de diferentes investigadores que tratan el tema de la especialización artesanal y de la tecnología textil.

Se contó con el apoyo del área de catalogación del Proyecto Arqueológico, el cual nos proporcionó los listados de la base de datos de textiles y el acceso a los tejidos hallados en el yacimiento arqueológico para su observación, eventual descripción y dibujo y fotografiado. La consulta de la base de datos de tumbas excavadas en el yacimiento también fue importante para los intereses de nuestra investigación.

Así mismo, la elaboración de una pequeña tipología de tejidos elaborados con telar se hizo mediante la observación directa y lectura de informes de los fragmentos de textiles registrados tanto en Huaca de la Luna, de donde procede la mayor parte de la muestra, como de otros contextos como la Plataforma Uhle y Huaca del Sol. Elaboré fichas de las piezas textiles rescatadas en el yacimiento arqueológico, que incluye datos técnicos, y en muchos casos, fotografías y detalles dibujados de los diseños decorativos de los tejidos.

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Tabla 3. Cuadro que muestra la relación de Conjuntos Arquitectónicos excavados en el Núcleo

Urbano de Huacas del Sol y de la Luna. Los datos etnográficos con los que pude contar no fueron abundantes. La

información incluye aspectos como las técnicas, los materiales y herramientas que usan los artesanos tejedores actuales. Dentro de estos datos también destacan algunos datos etnolingüísticos interesantes.

Así mismo, se hizo uso de las fuentes etnohistóricas (crónicas y documentos de archivos históricos) para ilustrarnos sobre la situación de los artesanos a la llegada de los conquistadores españoles como un referente a su ubicación dentro de la organización andina. Se revisaron protocolos notariales y actas de cabildo en el Archivo Departamental de Trujillo, en Perú con la intención de encontrar algunos datos referentes al trabajo de los artesanos textiles en los obrajes y chorrillos. En el proceso,

CA FUNCION - COMENTARIOS TEMPORADAS EXCAVADOR1 SIF (Sin Identificación Funcional) 1972 Proyecto Chanchan-Valle de Moche2 SIF 1972 Proyecto Chanchan-Valle de Moche3 SIF 1972 Proyecto Chanchan-Valle de Moche4 SIF 1995 Proyecto ZUM5 taller textil????? 1995, 1998-99 Proyecto ZUM, UNT6 SIF 1995 Proyecto ZUM7 Taller de fundición de metales puros? 1995-1999 Proyecto ZUM, Armas et al.8 residencial 1995, 1996 Proyecto ZUM, Tello et al.9 taller textil????? 1996, 1997, 2001 Proyecto ZUM, Armas

10 SIF, residencial? 1996, 1997 Proyecto ZUM11 combustión especializada 1996-1999 Proyecto ZUM12 taller de cuentas 1996, 1998-99 Proyecto ZUM13 residencia de comerciantes 1996-1999 Proyecto ZUM14 residencial, muro circular 1996, 1997 Proyecto ZUM15 SIF, residencial? 1996-1998 Proyecto ZUM16 dos muros curvos 1996 Proyecto ZUM17 posible taller lítico 1996,1997, 2005 PAHL-UNT18 Plataforma Funeraria Uhle 1996, 2000-2005 PAHL-UNT, Proyecto Perú-Francia19 residencial? 1996 PAHL-UNT20 No excavado, sólo identificado 1997 Proyecto ZUM21 residencial? Taller de cerámica? 1997, 2006 PAHL-UNT22 taller alfarero? 128 fragm. Moldes 1997-1999 ZUM, PAHL-UNT23 SIF, residencial? 1997 Proyecto ZUM24 SIF, residencial? 1997 Proyecto ZUM25 taller alfarero? 1998 ZUM, PAHL-UNT26 SIF, residencial? 1998 ZUM 27 taller de metalurgia, residencial 2003 PAHL-UNT28 No excavado, sólo identificado sin información ZUM29 No excavado, sólo identificado sin información ZUM30 residencial, relac. Al CA27 1999, 2004 PAHL-UNT31 No excavado, sólo identificado sin información ZUM32 No excavado, sólo identificado sin información ZUM33 No excavado, sólo identificado sin información ZUM34 No excavado, sólo identificado sin información ZUM35 residencial administrativo 2000 al 2005 PAHL-UNT36 No excavado, sólo identificado sin información ZUM37 residencial? 2000 ZUM (Hélène Bernier)38 Excavado parcialmente 2006 PAHL-UNT39 Producción de alimentos 2006 PAHL-UNT

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descubrimos que el único obraje en la provincia de Trujillo, al menos del que se tiene noticia hasta ahora, estuvo ubicado en la actual localidad de Sinsicapa (Sinsicap)152, en la sierra del departamento de La Libertad. No se registra históricamente ningún obraje o chorrillo dentro de la zona de la ciudad de Trujillo o zonas aledañas. En el lentísimo proceso de búsqueda que inicié en el Archivo Histórico de Trujillo, en la sección de Protocolos Notariales, condicionada por mi escazo conocimiento sobre paleografía, la cual tuve que ir aprendiendo en el camino, la información que pude obtener fue escasa, y nula en cuanto a los intereses de la investigación. Además, en el proceso pude conocer que ya existen algunos trabajos etnohistóricos que nombran el obraje de Sinsicap. Estamos a la espera del trabajo de la historiadora Miriam Salas sobre este obraje, cuyo proyecto se titula “Obrajes de Comunidad: Trujillo del Perú a través del estudio de su manufactura textil, siglos XVI-XVIII”, el cual se encuentra en proceso de elaboración153. Los datos fueron obtenidos de la Sección de Causas Generales – Obra Pía de Sinsicapa del Archivo Arzobispal de Trujillo, constituido por 8 legajos que van de 1587 a 1864, y de algunos documentos del Archivo Histórico de Trujillo. Espero encontrar en el trabajo de Salas algunos datos que puedan ser consignados en la tesis doctoral. Tampoco tuve suerte con las Actas de Cabildo de Trujillo, que fueron transcritas y posteriormente publicadas en tres volúmenes por la Municipalidad Provincial de Trujillo 4.2. Técnicas Registro de base de datos de elementos textiles y tumbas. Se usaron las bases de datos actualizadas del Proyecto. Mediante el manejo del programa VisualFox, se editaron las bases de datos y se filtró la información según los datos requeridos. Registro Fotográfico Se fotografiaron algunas piezas textiles de las cuales no se tenía en archivo ninguna fotografía disponible. Registro bibliográfico

Para esto hice uso de la Biblioteca del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo, archivo del Proyecto Huaca de la Luna, biblioteca de la Universidad Nacional de Trujillo, biblioteca de la Pontificia Universidad Católica del Perú, biblioteca de la Universidad Pablo de Olavide, que incluye el acceso a la biblioteca electrónica JSTOR. Igualmente, bibliotecas particulares e Internet.

152 “… Don Nicolás de Bazueta, abogado de la Real Audiencia de la ciudad de los Reyes, cura rector de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Trujillo del Perú, administrador de la hacienda y obraje de Sinsicapa y estancia de Chuyuguall en la provincia de Guamachuco, del corregimiento de Cajamarca, perteneciente a la obra pía que para los indios pobres de dicha provincia impuso Doña Florencia de Mora, ya difunta….”. Protocolos Notariales, Subserie Casimiro de Aguilar, Legajo 262 (junio de 1715), Folio 6, Arrendamiento de Estancia; Archivo Histórico de Trujillo. 153 Según consta en http://www.pucp.edu.pe/investigacion/?proyecto_detalle+829.

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Capitulo 5. La Cadena Operativa Cadena operativa es un concepto científico acuñado por el francés André Leroi-Gourhan en 1964 y se refiere al conjunto de pasos encadenados (secuencia dinámica) que se da en la producción de un objeto, desde la recogida de la materia prima hasta su abandono, pasando por las diferentes fases de fabricación.

En este capitulo intentaremos describir la cadena operativa de la actividad textil ligada a la producción de telas, tejidos de dos o más grupos de elementos, independientemente de si ésta es especializada o no.

Esta cadena operativa, a la luz de la evidencia arqueológica, etnográfica y etnohistórica no difiere en gran medida del resto de culturas andinas anteriores contemporáneas y posteriores154. Incluso el proceso se ha mantenido casi invariable hasta nuestros días. Empezaremos señalando las materias primas y las herramientas utilizadas en el proceso productivo para luego entrar a la cadena operativa propiamente dicha.

5.1. Las Materias primas Las materias primas básicas fueron el algodón y la lana de camélido. Las propiedades específicas de las fibras de lana y algodón eran muy conocidas por las tejedoras precolombinas; el algodón, más resistente, era usado para constituir, en general, la urdimbre; las lanas, más suaves y más fácilmente receptivas al tinte, eran reservadas para los trabajos de trama155. En el caso mochica, algunas evidencias apuntan hacia una producción del algodón, más no de la lana, la cual parece haber sido obtenida por intercambio, ya hilada.

Son también materias primas, prescindibles pero importantes, los elementos usados para la elaboración de los tintes y los mordientes. Adicionalmente, se adicionaron a los tejidos elementos complementarios hechos con diferentes materiales como cabellos humanos, plumas, pelos de murciélago, láminas de oro, plata y cobre, etc. 5.1.1. El algodón El tipo de algodón utilizado por las tejedoras precolombinas es el Gossypium barbadense en su variedad peruvianum, conocido vulgarmente como “algodón nativo”, “algodón país”, “algodón criollo” o “algodón áspero”. Este algodón, propio de los climas del litoral de la costa norte del Perú y costa sur del Ecuador, se criaba según el cronista Cieza de León “en los valles de los Llanos y en otras partes calientes...y hacen sus ropas dél con que no sienten falta ninguna, porque la ropa de algodón es

154 Conklin, William, op. cit., pp. 4, luego de estudiar colecciones de tejidos del Horizonte Temprano de la costa sur, central y norte del Perú, concluye que “No existen diferencias regionales en las técnicas de tejer o en sus estilos decorativos asociados, como se observa característicamente en la alfarería”. 155 Laurencich-Minelli, Laura, op. cit., pp. 101.

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conveniente para esta tierra”156. La evidencia más antigua de su uso se obtuvo de las excavaciones de Junios Bird en los niveles más antiguos del yacimiento arqueológico de Huaca Prieta (3100 – 1300 a.C) en el valle de Chicama, en donde registró algodón de color natural marrón chocolate. John Murra destaca el que las fuentes del siglo XVI nos dicen poco del cultivo del algodón y es curioso que en la cerámica costeña, que tan frecuentemente presenta plantas cultivadas, casi nunca se le encuentre representado157. En sus investigaciones en Trujillo, James Vreeland observó fibras de colores naturales beige, ecru (amarillo grisáceo claro), chocolate, diversas tonalidades de marrón y malva (lila)158.

Hay algunos datos técnicos sobre el algodón nativo a tener en cuenta. Es un arbusto que alcanza hasta tres metros de alto y le “toma más de seis meses en estar listo” 159 . Presenta una fuerte resistencia a las plagas y prácticamente no requiere mantenimiento después de la siembra. Al crecer como un arbusto grande que produce fibra todo el año después del primero, el algodón nativo puede cosecharse hasta por seis años, produciendo una fibra de alto grado, “larga, excelente y fácilmente separable”.La fibra es la más larga y delgada de todas las variedades de algodón. Posee una variedad de colores naturales que “van desde el blanco al chocolate pasando por el verde almendra, el marrón, el lila y el malva”160.

5.1.2. La lana La lana es una fibra animal, que para el caso del área andina se obtiene de los camélidos del género Lama, cuya domesticación empezó hace 6000 años en los Andes Centrales, y cuyo proceso termina con la aparición de variedades de camélidos plenamente domesticados, hace 5500 años (3500 a.C.)161.

Existen dos variedades de camélidos andinos domesticados que son la llama (Lama Glama) y la alpaca (Lama pacos), y otras dos no domesticadas que son el guanaco (Lama guanicoe) y la vicuña (Vicugna vicugna).

Luis Ramos y María Blasco sostienen que la mayoría de los tejidos del área central andina, fueron realizados con lana de alpaca o de vicuña (siendo el pelo de ésta última el preferido por ser más suave) puesto que el pelo del guanaco es demasiado corto y el de la llama demasiado graso162. No se tienen datos sobre la preferencia de los

156 Citado en Ramos, Luis y María Blasco, op. cit. 157 Murra, John, Formaciones económicas y políticas del mundo andino. “5. La función del tejido en varios contextos sociales y políticos (1958)”. Instituto de Estudios Peruanos Ediciones. Historia Andina / 3. 1ra Edición. Lima, Abril, 1975, pp. 147. 158 Vreeland, James, “The revival of colored cottons”, en Scientific American, vol 280, abril 1999, pp. 112. 159 Chapdelaine, Claude y Víctor Pimentel, 2003, op. cit., pp. 46. 160 Ramos, Luis y María Blasco, op. cit., pp. 5. 161 Ibid., pp. 6. 162 Ibid..

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mochicas sobre las lanas de camélido, aunque parece ser que las fibras utilizadas fueron la de la llama y la vicuña163; quedan por hacer estudios especializados de análisis de fibras para identificar las especies. Santillán dice que los costeños conseguían la lana de sus vecinos serranos intercambiándolos por algodón y ají164. 5.1.3. Los tintes Los tintes eran principalmente de origen vegetal, aunque también se obtenían de animales y de minerales.

No se han hecho aún estudios sobre los tintes utilizados por los tintoreros mochicas, pero según los trabajos etnográficos de diversos investigadores se sabe que para la zona de la costa norte se utilizaban algunas de las siguientes plantas, animales y minerales, según los colores a obtener:

TINTE ORIGEN COLOR

NOMBRE CIENTIFICO NOMBRE VULGAR

Caesalpinia paipai paipai, charán vegetal Negro

Cypuntia ficus-indica (L) Millar tuna, murán, higo pala, higo chumo vegetal Rojo

Indigofera truxiliensis añil-añil, índigo vegetal Azul

Schinus molle L Molle vegetal Amarillo

Vallesia dichotoma cun-cun, cuncuna vegetal Amarillo

Prosopis pallida algarrobo vegetal Pardo

Opuntia soehrensii Airampo, ayrampu vegetal Violeta

Baccharis latifolia Chilca vegetal amarillo y verde

Caesalpinia spinosa Tara vegetal Marrón

Coccus cacto cochinilla animal Rojo

Purpura pansa Caracol púrpura animal Rojo

Octopus minus Pulpo animal Rojo

Cinabrio mineral Rojo

Oxido de hierro mineral

Tabla 4. Elementos más comunes utilizados como materia prima para la elaboración de tintes para fibras.

5.1.4. Los mordientes Son sustancias vegetales y minerales que permiten fijar los colores, haciéndolos más resistentes a los embates de la luz solar, la lluvia y el paso del tiempo. Además de ayudar a que los colores sean más firmes y resistentes a la luz solar, los mordientes

163 Uceda, Santiago octubre de 2005, comunicación personal. 164 Citado por Murra, John. Organización Económica del Estado Inca, Colección América Nuestra: América Antigua, Editorial Siglo Veintiuno, primera edición en español, México, 1978, pp.118.

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pueden modificar los colores, en algunos casos dándoles más brillo o viveza, en otros oscureciéndolos, y en otros transformando el color original en uno nuevo165.

Por información etnográfica recogida en la Campiña de Moche, sabemos que los elementos utilizados como mordientes, por estos lugares, fueron el alumbre y los orines, hasta los años 40 del siglo pasado. El alumbre o halotriquita, es un sulfato hidratado de Al y Fe, por lo cual es un alumbre ferroso, de colores blanco, grisáceo o verde manzana, de brillo sedoso. Se presenta en forma de piedras trasparentes, no altera el color pero aviva los colores, dando mejores resultados con colores claros166. Esta observación está confirmada en gran parte por los análisis químicos realizados en algunos tejidos, que han revelado una cierta frecuencia de alumbre, de hierro y de orina167. 5.2. Las Herramientas Cada paso tecnológico exige el uso de un conjunto de herramientas, algunas complejas, otras de factura muy simple, otras simples ecofactos. Desde simples ramas de arbustos utilizadas para golpear o “varear” el algodón, pasando por percutores de piedra para moler los tintes, hasta instrumentos más o menos complejos como la varilla de huso y el volante de huso. El más complejo de todos ellos es el telar. 5.2.1. El huso Instrumento manual utilizado para el hilado, complementado por el volante de huso o piruro. Básicamente es una vara más o menos alargada, delgada, de forma cónica puntiaguda en los extremos, de caña o de madera dura como por ejemplo el algarrobo (Prosopis pallida), en la cual uno amarra algunas fibras. También los hay fabricados en hueso Algunos husos son muy simples, lisos, otros son muy elaborados, primorosamente decorados mediante incisiones. Figura 23. Husos de madera hallados en una tumba transicional (post-moche) excavada en San José de Moro (valle de Jequetepeque). Fotografía tomada de Carlos Rengifo, 2005, PASJ.

165 Cajías, Martha. Colores Perdurables, colores verdaderos: Los mordientes o fijadores en el proceso de teñido con tintes naturales. En internet: http : // www. artesaniasdecolombia.com.co/ documentos/ documentos_pub/ pcajias.htm. 166 Ibid. 167 Laurencich-Minelli, Laura, op. cit., pp. l01.

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5.2.2. El volante de huso Conocido también como piruro, escayola, fusayola o tortero. Es un pequeño dispositivo perforado en el centro que se inserta en el extremo inferior del huso para que sirva de contrapeso al momento de hilar, además de darle velocidad al proceso. Este dispositivo genera el movimiento rotatorio que permite la torsión de la fibra para la elaboración del hilo. En su fabricación se deben tener en cuenta aspectos como el peso, el volumen y el tamaño, dependiendo de la fibra que se iba a hilar y la calidad del hilo que se desea obtener. Los grandes y pesados permiten hilar o torcer hilos gruesos, en cambio, los pequeños y livianos permiten producir hilos muy finos y delgados. Pueden ser hechos de cualquier material: cerámica, piedra, hueso, frutos, cáscaras de fruta. Cuando el huso está muy cargado de hilo ya no es necesario usar el volante.

En el proyecto Huaca de la Luna se utilizan dos términos que originalmente son sinónimos para aludir a dos volantes de características disímiles: “piruro” y tortero. Al volante más elaborado le llamamos piruro que es generalmente hecho de arcilla, de pasta de grano fino de color rojo producto de su cocción oxidante; también los hay de piedra y cobre168. En algunos casos no presentan decoración, pero en la mayoría, están decorados, generalmente en su mitad superior, con incisiones con motivos lineales, circulares o geométricos y otros más elaborados con incrustaciones de piedras preciosas o metal, siendo verdaderas obras de arte. Su decoración podría también tener un significado cuya lectura no es aún desconocida169. La mayoría de piruros son de forma bicónica, pero también los hay en forma de vasija, redondeadas o achatadas. Al volante de huso menos elaborado le llamamos tortero, que es de forma circular plana, a manera de disco, que se manufactura aprovechando desechos de cerámica fracturada, sin decoración alguna. Estos dos tipos producen momentos de inercia diferentes cuando han sido utilizados sobre un huso170.

168 Según Lema, “El volante de huso, la grandeza de lo pequeño”. En Boletín Científico y Cultural CODICE, No. 1, Museo Universitario, Medellín, Colombia, pp. 9-12, versión electrónica en www.museo.udea.edu.co/codice/codice/editorial.html “la utilización de un determinado material dentro de cada cultura, parece obedecer más a la disponibilidad de la materia prima y aspectos culturales, que a requerimientos funcionales”. 169 Lema Velez, Amparo, op. cit., citando a Castelli (1984) en el caso de volantes de huso de la zona colombiana sostiene que “es posible que los volantes de huso con representaciones gráficas estuvieran destinados a la producción de los hilos con que se tejerían mantas y elementos utilizados en rituales, o inclusive a realizar ceremonias dirigidas a los dioses protectores del arte de hilar. Considera además que, en la creación de los volantes de huso quimbaya, jugaban un papel importante la inspiración del momento y la fantasía del artista, obviamente en el ámbito de una cultura que tenía una temática sagrada y motivos recurrentes; por ejemplo, con un zig-zag expresaban el movimiento de una serpiente o un curso de agua; con un diseño radial de líneas delgadas, el sol; y con signos, animales sagrados como el jaguar y el murciélago”. 170 Millaire, Jean Francois, op. cit., pp. 41.

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Figuras 24 y 25. Vista superior y perspectiva lateral de diferentes piruros.

Jean Francois Millaire detecta que las perforaciones de los piruros son, en la

mayoría de los casos troncocónicas, es decir de diámetro diferente a ambos lados, y en algunos pocos casos tubulares, del mismo diámetro para ambos lados; mientras que la de los torteros son siempre tubulares. Estas perforaciones pueden enseñarnos sobre características morfológicas del huso que fue utilizado, como por ejemplo el grosor o sobre los pesos relativos del huso sobre el cual están montados171.

Figura 26. Torteros terminados y en proceso de fabricación (aquellos sin perforación central).

Ambos tipos, piruros y torteros, habrían servido para dos tipos de hilado

distintos. Según Millaire, los piruros sirvieron únicamente para hilar algodón, por lo que también los denomina fusaïoles cotonnières (volantes de huso algodoneros). Los torteros en cambio, habrían servido para el hilado de fibras coriáceas o para el torcido de fibras que sirvieron para confeccionar cuerdas y redes de pesca172. A este punto, uno 171 Millaire, Jean Francois, op. cit., pp. 40. 172 Ibid., pp. 46.

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se preguntará ¿y cuáles fueron los volantes utilizados para el hilado de lana de camélido? Millaire sostiene a partir de la ausencia tanto de evidencias sobre la crianza de camélidos en Huacas de Moche como de la explotación de la lana en el sitio, así como de las hipótesis de otros investigadores, que la lana de camélido fue importada de las zonas altoandinas después de haber sido hiladas173. 5.2.3. El caite El caite (o kaite o caiteque) es un instrumento en forma de trípode, hecho del corazón de algún tronco de árbol. Generalmente se hace de algarrobo (Prosopis pallida) y está devastado en su parte superior para sostener el copo de algodón durante el proceso de hilado. Figura 27. Mujer del pueblo de Mórrope (valle de Lambayeque) hilando con un caite. Fotografía de Enrique Brunning (1907) 5.2.4. El telar Es el instrumento donde se hace el tejido al cruzar la trama con la urdimbre. En la región andina se conocieron tres tipos de telares: el horizontal, el vertical y el de faja o cintura. Se desconoce cuando y cómo se inventó el telar, pero su invención hizo posible la creación de nuevas técnicas y el desarrollo de complicados diseños decorativos. Rosa Fung infiere que, puesto que el algodón es propio de los climas del litoral, se puede suponer que el telar compuesto, y todo el complejo cultural vinculado a él, fue un invento costeño y no serrano o selvático 174 que según Hugo Zumbuhl alcanzó su máximo desarrollo probablemente en el año 1000 a.C.; desde entonces ha sufrido muy

173 Millaire, Jean Francois, op. cit., pp. 49. 174 Fung, Rosa. “El arte textil en el antiguo Perú: sus implicancias económicas, sociales, políticas y religiosas”. En: Textilería Peruana. Evelina Mendoza, compilador. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 1985, pp. 19.

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pocos cambios175. Su introducción ha significado el desarrollo técnico del tejido, sin él no hubiera podido competir nunca con las formas más satisfactorias del trenzado.

El telar de cintura, el más común en el periodo precolombino, así como en los Andes de hoy, está compuesto por los siguientes elementos:

• Los enjulios superior e inferior. Son dos travesaños paralelos. Estos travesaños son varas de madera duras. También se les conoce como maichaques o simplemente barras de telar.

• La varilla de paso o paltoque. Vara de sección elíptica que sirve para separar en la urdimbre los hilos pares de los impares.

• El lizo, llamado también chuguay y llagua, que es una varilla de madera circular, liviana y recta, a la cual se atan los hilos pares o nones de la urdimbre por medio de un cordel auxiliar, manteniendo cada grupo de hilos separado. También se le llama disyuntador.

• La espada o callua, utilizada para abrir espacios para insertar la trama y apretarla. Este es el único instrumento que requiere estar bien acabado, y debe ser pesado, pulido y liso.

• Golpeador. • La Faja o pretina, que como su nombre lo dice es una faja renal generalmente de

forma ligeramente romboidal.

Figura 28. Telar de cintura. Modificado de Séller-Baldinger.

175 Zumbuhl, Hugo. ”Manual de construcción de un telar de pedal y sus auxiliares”. En: Textilería Peruana. Evelina Mendoza, compilado. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 1985, pp. 22ss.

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Se tiene poca evidencia material de telares o partes de telar en contextos arqueológicos, por lo menos para el caso mochica. Como se menciona en los Antecedentes, en el capitulo II, Izumi Shimada reporta una espada o barrote de madera en el sector H del sitio mochica tardío de Pampa Grande 176 . La información más cercana la tenemos de la iconografía, que nos ilustra que los mochicas utilizaron el telar de cintura, aunque esto no descarta el uso de otros tipos de telares. 5.2.5. La aguja Es una pequeña barra de metal, hueso, madera u otro material aparente, la cual es puntiaguda en un extremo, y en el otro posee un ojo u ojal por donde se inserta el hilo con que se cose, borda o teje. Existen agujas largas utilizadas para realizar el acabado o tramado final del tejido y agujas cortas para coser tejidos distintos. Aún no existen estudios para el caso mochica que nos permitan conocer si se practicó con las agujas el llamado tejido de punto (needleknitting), algo que si observa Lila O´Neale para el caso chimú177. Figuras 29. Agujas halladas en el conjunto arquitectónico 5, Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna. 5.3. Los pasos tecnológicos El establecimiento del arte textil como una empresa productiva exigió una actividad coordinada, que comprometía en algunos casos la participación de varias personas, además del tejedor, quien realizaba el acto final, o sea, la transformación de la materia prima en una nueva entidad: la tela178.

176 Shimada, Izumi, op. cit. 177 O’Neale, Lila M, “Peruvian Needleknitting”, American Anthropologist, 36:3, 1934. pp. 405-430, citado en Powers Singer, Patricia “Una investigación sobre tejidos de punto precolombinos”, Revista del Museo Nacional, Tomo XVI, Lima, 1947. 178 Fung, Rosa, op. cit., pp. 20.

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Los pasos involucrados en la fabricación de telas se pueden sintetizar de la siguiente manera:

1. Obtener la materia prima 2. Seleccionar y limpiar de impurezas el algodón 3. Desmotar (extraer la pepa). 4. Hacer “tortas” de algodón. 5. Varear el algodón (golpearlo con varas de algún arbusto). 6. Teñir y “mordentar” el algodón. 7. Hilar el algodón. 8. Devanar el ovillo. 9. Urdir los hilos. 10. Tejer en el telar. 11. Darle el acabado.

Cada uno de estos pasos implica un cierto grado de conocimiento y habilidad. Estos

pasos sólo involucran (desde el 2 al 7) el trabajo de preparación del algodón para ser utilizado en el tejido. No se considera la preparación de la lana porque, como se ha mencionado, al parecer ésta ya venía lista para el proceso de tejido. Sin embargo, podemos mencionar que la lana, antes de ser hilada, debe ser lavada para quitarle las impurezas y la grasa, y luego de secarse debe ser cardada o escarmenada, para estirar las hebras. También es importante subrayar que cada uno de los pasos tecnológicos no necesariamente se debió hacer en un mismo taller. 5.3.1. Obtención de la materia prima La lana, obtenida por intercambio, debió ser lograda en su lugar de origen trasquilando los camélidos.

El algodón se recoge de los arbustos. Se desconoce si los mochicas de la ciudad se autoabastecían de la materia prima o la obtenían por intercambio con campesinos de los alrededores o de poblados vecinos del valle. Un autoabastecimiento involucraría la presencia de zonas de cultivo de algodón muy cercanas a la ciudad, propiedad de los artesanos textiles o de sus patrones, según sea el caso mochica. Sabemos por documentos coloniales que los costeños producían algodón. Existen además fuentes que sostienen la presencia de cultivo de algodón nativo en la Campiña de Moche hasta 1940, época en la cual el gobierno peruano prohibió su cultivo por considerarla nociva para otras especies de algodón179. Por lo tanto, es muy posible que al menos parte de la producción del algodón que hilaban las hilanderas mochicas procediera de campos de cultivos de los alrededores del yacimiento.

179 Ver por ejemplo Vreeland, James. “Algodón de colores. La novedosa planta antigua”. En: Textilería Peruana. Evelina Mendoza, compilado. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 1985;Gillin, John. Moche: a Peruvian Coastal Community. Smithsonian Intitution, Institute of Social Anthropology, Publication 3. Washington, D.C., 1947.

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Posiblemente los tintes se obtenían de canteras o ambientes ecológicos previamente conocidos. 5.3.2. Preparación de las fibras Es un proceso previo esencial para el hilado. Cada tipo de fibra necesita una preparación particular. Por ejemplo, la lana necesita ser lavada para eliminar la suciedad y el excedente de grasa, mientras que el algodón debe pasar por una etapa de desgranamiento antes de poder ser transformado.

La etapa que se llama cardado o cardadura consiste en alinear las fibras que van a ser transformadas disponiéndolas de manera más o menos paralela. Una vez hecho eso, estirando las fibras uno se asegura de que ellas se entremezclan con otras por fricción. El cardado de fibras permite construir un hilo de forma continua. El cardado es inevitable para el trabajo de largas fibras de maguey o para el hilado de la lana de ciertos camélidos, pero no es esencial en el caso de las fibras cortas, como el algodón, cuyas intrincaciones se hacen fácilmente. Los grupos que hilan el algodón en la actualidad etnográfica substituyen a veces el cardado por una etapa manual de desenredo a mano, de peinado o simplemente de “descompactamiento” de las fibras180.

De manera general la preparación de la fibra del algodón pasa por seleccionarla y limpiarla de impurezas, desmotarla (extraer la pepa), hacer “tortas” (que es el algodón sin semilla, ya desmotado) y varearla (golpearlo con varas hechas de algún arbusto) para ordenar la fibra, para hacerla esponjosa y suave. El arqueólogo Gabriel Prieto hizo en julio de 2006 un trabajo etnográfico, aún sin publicar, sobre las tejedoras de la localidad de Mórrope, en el departamento de Lambayeque. Según este investigador, el “padeado” es lo que las tejedoras morropanas llaman al proceso de golpear a un solo ritmo la “torta”. Este golpe se hace con dos varas largas y delgadas, hechas con algún arbusto de la zona. El objetivo es aplanar y ablandar el algodón hasta dejarlo como una pelusa compacta, que luego se enrolla. El golpe rítmico se hace con ambas manos, uno a uno. Las varas son utilizadas como una extensión de las manos, para voltear y expandir progresivamente la “torta” hasta dejarla completamente plana181. Izumi Shimada reporta un espacio arquitectónico en el sector H de Pampa Grande donde se pudo haber hecho el desmotado, en un patio. Shimada añade que esta labor pudo haberse hecho siguiendo los rítmicos golpes de un tambor hallado en el mismo contexto arquitectónico182, en un ambiente adyacente al patio. 5.3.3. Teñido y mordentado El entintado o teñido es el proceso por el cual se hervían las fibras junto con los tintes para fijar el color de los mismos. El teñido es la operación previa al hilado que consiste en aplicar los colores a la lana y algodón. Aunque los colores dados a la lana y al algodón eran los mismos, los aplicados a la segunda fibra “con el uso, se le van

180 Millaire, Jean Francois, op. cit., pp. 6. 181 Prieto Burmester, Gabriel. Comunicación personal. Noviembre de 2006. 182 Shimada, Izumi, op. cit., pp. 184.

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amortiguado y perdiendo; lo cual no pasa en la ropa de lana, que siempre conserva los colores que le dan, enteros y sin deslustrarse”... Cobo atribuía la diferencia a que “no recibe tan bien el tinte el algodón como la lana”183.

El cronista Bernabé Cobo destaca la atención que se prestaba al teñido, a cargo de los cauticamayos. Su función especializada obliga a admitir una larga tradición184. La preparación del tinte, de manera general, se hacía hirviendo las plantas (ramas, hojas, cortezas y flores) 185, o los elementos animales y minerales, previa etapa de molido y reposo en agua fría. El proceso de cocción duraba hasta obtener el color y tono deseado, dependiendo del material con que se trabajaba. Se sabe, por los hallazgos en Huaca de la Luna, que el “tinte de la lana presenta los siguientes colores: rosado, marrón, marrón amarillento, rojo, amarillo, blanco, amarillo pálido, granate”186. Se agrega el fijador o mordiente y tras un periodo de tiempo determinado se saca y se deja “dormir” o secar toda la noche en una olla de barro o a la intemperie, para que los hilos sean bien penetrados por el color.

El objeto del mordentado es fijar o desarrollar el color en la fibra, mediante el uso de mordientes o fijadores. Al fijar el color “se combina con la fibra y forma un cuerpo afín con la materia colorante”; al desarrollar el color “pasa a ser un constituyente esencial del color a depositarse en la fibra formando lo que se llama en tintorería una verdadera laca”187. 5.3.4. El torcido y el hilado

El torcido y el hilado son dos procesos complementarios que en resumidas cuentas consisten en que la fibra es estirada y torcida a mano a cualquier dirección, a la derecha (torcido en “S”) o hacia la izquierda (torcido en “Z”), para conseguir un hilo188 largo y continuo que va ser el elemento principal para tejer.

Rogger Ravines nos describe el proceso: “… la hilandera toma cierto número de fibras que fija en el huso. Luego hace girar rápidamente éste entre el pulgar y el índice o cordial y lo deja colgar. Este movimiento enrolla y tuerce las

183 Ramos, Luis y María Blasco, op. cit., pp. 7. 184 Ibid. 185 Según Ravines , Roger (1978:267). 186 Montoya, María. “Textiles Moche en Huaca de la Luna: el testigo No. 6 de la tumba 18”. En: Proyecto ArqueológicoHuaca de la Luna – Informe Técnico 2000, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2001, pp. 241. 187 Ravines, Rogger. Arqueología práctica. Editorial Los Pinos, 1ra edición. Lima, 1989, pp. 267. 188 Rogger Ravines, Ibid., pp. 273, define el hilo como un “cilindro de longitud indefinida compuesto de fibras reunidas entre sí mediante una torsión o procedimiento adecuado, capaces de darle la adherencia necesaria para ser manipuladas”

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fibras en un hilo que no se interrumpe, porque es renovado permanentemente con nuevas fibras que va sacando de la rueca a medida que se forma la trenza”189. Esta es una operación repetida de manera continua durante horas. La hebra así

obtenida normalmente es combinada con otra u otras “porque nunca lo tuercen sencillo, y tuércenlo las mismas mujeres de la misma suerte que lo hilan…”190.

Según Millaire el procedimiento parece simple a primera vista pero en realidad se trata de algo sofisticado cuando se le da una mayor atención a la mecánica de acción, incluso la fabricación de tejidos a partir de fibras vegetales o animales necesita una cantidad impresionante de hilos de diferente grosor y de colores variados. El hilado es una operación estratégica, sumamente importante para el posterior tejido puesto que determina generalmente la calidad y durabilidad de los textiles que se confeccionen191.

Para el hilado manual, en teoría, la hilandera debería tener cuatro manos: una para sostener las fibras preparadas, otra para distribuirlas de manera constante, una tercera para imprimir una torsión y una cuarta para sostener el hilo bajo tensión. Este problema se supera de la siguiente manera: la primera mano, aquella que sostiene el amasijo de fibras es substituida generalmente por un soporte cualquiera como por ejemplo el caite, una vasija doméstica, un cesto o simplemente dejando la masa de fibras sobre las rodillas sin que sea retenida más que por su propio peso. La cuarta mano, aquella que mantiene el hilo en tensión es remplazada por el huso192.

El torcido en “S” y el hilado con el huso en posición horizontal son rasgos característicos de las hilanderas de la costa, “mientras el torcido en “Z” y el hilado con el huso en posición vertical son rasgos característicos de las hilanderas de la sierra.

Para facilitar el proceso, las tejedoras hicieron uso (y aún lo hacen) del yapato o “tiza de huaca”, que es un polvo con que se untan los dedos, hecho generalmente de conchas marinas quemadas y pulverizadas. 5.3.5. El urdido y el tejido Una vez realizados los procesos de torcido e hilado, los hilos son urdidos y luego montados en un telar para dar inicio al proceso de tejer. El urdido permite devanar los hilos. Se colocan dos estacas en el suelo. La distancia de ambas estacas determina la longitud de la tela y la altura de las mismas determina el ancho. Los hilos recorren la distancia entre ambas estacas formando un “8”, necesario para formar la estructura textil.

189 Ravines, Rogger, op. cit., 1989, pp. 265. 190 Ramos, Luis y María Blasco, op. cit., citando a Bernabé Cobo y su Historia del Nuevo Mundo. 191 Millaire, Jean Francois, op. cit., pp. 4-5. 192 Ibid., pp. 7.

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Figura 30. Mujer de Mórrope urdiendo los hilos de algodón. Fotografía de Enrique Brunning (1907). Diversos investigadores 193 consideran el urdido como un indicador de diferenciación técnica tradicional costa-sierra. Mientras en la costa, el urdido sigue un sentido vertical, en la sierra sigue un sentido horizontal. En este sentido, las decoraciones están creadas en la costa por los hilos horizontales, es decir, los de la trama

Figura 31. Mujer morropana tejiendo con telar de cintura. Fotografía de Enrique Brunning (1907).

193 María Jiménez y Sophie Desrosiers son dos de los investigadores que Delicia Regalado cita en su tesina: Regalado, Delicia, Identidad cultural moche y recuay a través de los textiles de la terraza norte del sitio El Castillo, valle de Santa. Proyecto de Investigación optar el Título de Licenciada en Arqueología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2002, pp. 18.

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El proceso del tejido se da más o menos de la siguiente manera: primero se colocan los hilos de la urdimbre o birbe que van a quedar divididos en pares e impares. Estos se colocan en sentido longitudinal en los enjulios. El enjulio superior (a en la figura 26) esta fijado a un tronco o árbol por medio de una cuerda (i en la figura 26) en forma de “Y” y el enjulio inferior (a´ en la figura 26) sujetado con una faja (a en la figura 26) a la cintura de la tejedora, que trabaja sentada o arrodillada sobre una manta. De esta forma, la artesana puede controlar, con pequeños movimientos del torso, la tensión del entramado, lo que permite realizar incluso tejidos de entramados, cuya ejecución resultaría imposible con un telar fijo. Con la primera operación llamada urdimbre o birbe (g en la figura 26), los hilos atados a dos cordones (d, d’ y e, e’ en la figura 26) a su vez sujetos a los enjulios, pasan de una vara a la otra sin cortarse. Los dos cordones quitados o no del tejido terminado indican las orillas transversales del tejido. Por encima y por debajo de la urdimbre se pasan los de la trama (f en la figura 26), levantando los primeros de forma alterna. Para ayudar a esta operación se usa el lizo (c en la figura 26)). Al accionar alternadamente la varilla de paso (b en la figura 26) y el lizo, se entrecruzan los hilos de la urdimbre y se abre un espacio, la “calada” o “paso”, por donde pasarán los hilos de la trama. Zumbuhl destaca como características técnicas más notables del telar de cintura, la forma como se abre la calada; que el disyuntador o lizo forma una calada natural por donde pasa la lanzadera194; al tejer se cruzan los urdidos con la trama. Esto se hace levantando el lizo con la mano y se forma la segunda calada para pasar la lanzadera; con la espada (k en la figura 26) se aprieta la trama (para telas muy tupidas se utilizaba además un hueso especial de llama denominada “chucho”). Si nos interesa la calidad técnica textil, este telar es el indicado para producir un tejido perfecto con 4 orillos naturales.195. 5.3.5. Cosido y acabado Las piezas no son acabadas en el telar por cuestiones de espacio. El tramado final se hace utilizando unas agujas largas.

El proceso de elaboración de algunas prendas de vestir involucra la unión de dos o más telas. Esto se logra mediante el cosido con aguja. No existe ninguna evidencia de actividad de sastrería, es decir, que los tejidos hayan sido cortados para ajustarlos algún tipo de patrón.

En la estructura del tejido se pueden adicionar elementos secundarios o agregados, como borlas, flecos, bandas, plumas, objetos de metal, entre otros, los cuales son generalmente cosidos a la estructura.

194 Como bobina para enrollar el hilo de la trama puede usarse cualquier carrizo con una hendidura al centro, que sirve como lanzadera para insertar la trama a través de la urdimbre. 195 Zumbuhl, Hugo, op. cit.

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5.4. Los productos terminados: La vestimenta y otros productos Muchos de los productos que confeccionaban las tejedoras se pueden inferir cotejando los datos que nos proporcionan las crónicas con la iconografía mochica y el material arqueológico. De las crónicas de Pedro Oviedo (Relación), Pedro Cieza de León (Crónica del Perú), Agustín de Zárate “Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú”, Pedro Gutiérrez de Santa Clara (Crónicas del Perú) y Pedro Sancho (Relación) podemos obtener algunos datos sobre la forma de vestir de los habitantes de la Costa Norte, según lo escrito en el capitulo 7, los cuales se pueden hacer extensivos a los mochicas, puesto que como señala Edda V. Renouf “a excepción de las variaciones casi infinitas en el tocado y el adorno, el vestido se mantiene francamente constante a través de los tiempos preincaicos e incaicos”196. Esto lo confirma Agustín de Zárate, en su Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú, cuando señala que todos los hombres de los llanos “visten igual y la diferencia está en el tocado de las gentes de cada pueblo, siendo lo común rodear la cabeza de cordones de lana de distintos colores”.

Gutiérrez de Santa Clara es el único que señala que los indígenas de la costa andaban casi desnudos. Probablemente, lo que el cronista haya observado fue la vestimenta durante los meses de calor (de octubre a marzo) en un día común, esto es para el caso de los hombres, un “pañete” o taparrabo y una manta o capa para usarla en las noches, cuando corre viento. Las mujeres habrían usado “pampanillas”, a manera de taparrabo, y la manta nocturna. Todos los demás cronistas arriba señalados destacan el uso de prendas de algodón, y bien podrían haber descrito la vestimenta del común, al margen de la posición social, en los meses de frío (de abril a setiembre), esto es, que los hombres visten de camisa o túnica corta, pañete, manta a manera de capa y barboquejo. Las mujeres habrían usado una túnica larga que llegaba casi hasta los pies, conocida como gingham (similar al sarong de las mujeres quechuas) y capa. Complementa la vestimenta en todos los casos el uso de un saco o bolsa, a falta del uso de bolsillos en las prendas.

La falda parece haber sido una prenda de uso masculino asociado a la elite y a actividades rituales, como por ejemplo el combate. Por otro lado, en algunas escenas iconográficas se aprecia el uso de faja, generalmente en las mujeres.

La diferencia de vestimenta entre clases sociales bien pudo darse por la calidad del vestido, esto es calidad de las fibras, gama de colores usados y la decoración, así como por el uso de ornamentos adicionales (plumas y metales principalmente). Esta descripción de la vestimenta se asemeja a aquella que se aprecia en la iconografía mochica. Según se aprecia en la iconografía, durante las actividades rituales confinadas a la gente de la elite, la vestimenta es mucho más elaborada y se distingue básicamente por el tipo de actividad ritual. Se desconoce la vestimenta de fiesta de la gente del común.

196 Renouf, Edda V, “La indumentaria en el Perú Precolombino”. En: Revista del Museo Nacional, Director: Luis E. Valcárcel, I Semestre 1940, Tomo IX, No. 1, Lima, 1940, pp. 257.

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Figura 32. Ejemplos de vestimenta mochica en diferentes personajes de sexo masculino y femenino. La producción en los talleres del yacimiento estuvo orientada a la elaboración de

productos de alta calidad. Esta idea se complementa con lo que señalamos en el siguiente punto, cuando hablamos de los consumidores.

Además de ropa, los tejedores fabricaron una serie de accesorios diversos en tela así como tejidos que cumplían la función de mobiliario, a manera de mesa y sillas. Las excavaciones arqueológicas así como el dato etnohistórico han demostrado la ausencia de muebles (mesas, sillas, etc.). Por ejemplo, la comida era puesta sobre un tejido a manera de mesa que se colocaba en el suelo, y posiblemente las personas se sentaban alrededor, sobre otros tejidos. Igualmente, se pudieron utilizar tejidos para colocarlos sobre las banquetas de adobe que servían como camas. Estos tejidos involucran además del algodón y lana, el uso de fibras coriáceas como la totora y la enea. No se descarta el uso de las piezas textiles como elementos decorativos dentro de las casas.

Resumiendo, los tejedores de telar produjeron: camisas, túnicas gingham, taparrabos (pañetes, pampanillas), faldas, capas, barboquejos o turbantes, bolsas, manteles, almohadas, mantas para dormir, fardos (envoltorios mortuorios), entre los principales.

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Capitulo 6. El taller de tejeduría mochica en la iconografía La vasija mencionada en los antecedentes iconográficos, tiene forma de campana, de base plana, y pertenece al estilo Mochica IV. La vasija es única puesto que está retratando, en una forma naturalista, una actividad productiva, y la iconografía mochica representa generalmente acciones míticas y rituales. No se conocen en la actualidad otras escenas iconográficas donde se representen esta u otras actividades especializadas, a excepción de una vasija escultórica que representa una escena de producción metalúrgica. Víctor W. Von Hagen considera a esta pieza como “el documento más importante de la industria mochica”197. Algunos investigadores, como Rafael Larco y Christopher Donnan han hecho una breve descripción e interpretación de esta iconografía, pero es Cristóbal Campana quien hace la descripción e interpretación más detallada del contenido de la misma198.

Figura 33. Reconstrucción pictórica de la escena que representa un taller de tejeduría mochica, según Christopher Donnan.

De manera general se observan dos sub-escenas: mujeres tejiendo y hombres de

alto rango interactuando. La escena tiene una forma circular dadas las características

197 Campana, Cristóbal, op. cit., pp. 449, citando a Hagen, Víctor Wolfgang von. The desert kingdoms of Peru. New York Graphics Society. Greenwich, Connecticut, 1966, pp. 96. 198 Larco Hoyle, Rafael, op. cit.; Campana Delgado, Cristóbal, op. cit.

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formales del soporte y está retratada en la parte interna del mismo. En esta escena aparecen ocho tejedoras trabajando con telares de cintura, sentadas sobre lo que parece ser plataformas de barro. Cada tejedora esta separada en la mayoría de los casos por un horcón de madera (¿algarrobo?, ¿huarango?) al cual está sujeto cada telar. Varios postes u horcones sostienen un techo hecho de algún tipo de fibra coriácea. Larco resalta que estas tejedoras no están separadas por habitaciones propiamente dichas, sino que se habilitaban las llamadas “tasajeras” “hechas de cuatro horcones con sus respectivos travesaños y de sencillos techos de enea o fajina, que solamente les libraba del sol quemante”199.

Estas tejedoras parecen estar tramando los hilos sobre la urdimbre templada mediante la manipulación del “tramador”. Así mismo cada tejedora posee un juego de husos de hilo, y poseen una tela terminada a manera de modelo y vasijas de cerámica fina. En los extremos y en la parte central de la plataforma se aprecian personajes de cierta importancia según sus vestiduras, que parecen estar realizando alguna transacción. Interpretando a Campana este espacio podría estar enmarcado en un ambiente ortogonal a manera de patio, de tres plataformas aterrazadas y techadas, unidas formando una doble “L” o una “U”.

Figura 34. Reconstrucción del taller de tejeduría, según Cristóbal Campana (2001). Puesto que es una representación compleja, Campana divide el dibujo en cinco

199 Larco Hoyle, Rafael, op. cit., pp.186.

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escenas (A, B, C, D y E, ver figura 35). Las escenas A y C corresponden a los personajes que conversan y tratan, mientras que el resto de escenas corresponden a las tejedoras. Veamos las escenas por separado señalando las apreciaciones de Campana sobre las mismas y eventualmente las apreciaciones de Larco, así como las mías. Figura 35. Escenas en las que Campana divide la representación iconográfica del taller de Tejeduría. 6.1. Escena A

En esta escena interactúan cuatro personajes vestidos elegantemente. Para Larco se trata de mujeres y señala que su severidad e indumentaria presupone “que eran grandes señoras a cargo del taller”200. Para Campana son varones. Lo que no se discute es que se trata de personajes importantes, aunque no del mismo rango o status. Creo, dadas las características de la indumentaria (gorros, turbantes, tocados, túnicas), los ornamentos (orejeras) y la pintura facial, que se trata de hombres casi con seguridad, como lo señala Campana. Vamos a describir los personajes de izquierda a derecha de manera individual y luego evaluaremos su interacción. Creo necesaria la descripción de la vestimenta para acercarnos a su importancia y su rol, marcando posibles diferencias entre cada uno de los personajes.

200 Larco Hoyle, Rafael, Op. cit., pp. 184.

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Figura 36. Escena A de Campana en la que señala los personajes descritos con iniciales. Personaje 1 Campana le llama el “Señor del Taller” 201 . Se encuentra sentado sobre un poyo, banqueta o plataforma baja, posiblemente en la misma posición que los demás personajes, esto es con las piernas cruzadas, mirando hacia los otros tres individuos. Viste un turbante con motivos triangulares que resulta similar al que usan dos de los otros tres personajes. Así mismo viste una solera sin decoración que cae sobre sus hombros, orejeras tubulares y se aprecia parte de un tocado en forma de tumi, posiblemente de metal, que parece estar sujeto por una vincha cuyo amarre se nota en la parte trasera. Tiene pintura facial que le cubre completamente el rostro. Aunque su traje está incompleto en el dibujo original, se puede deducir un camisón blanco con cenefas decoradas y un faldellín con motivos lineales paralelos. Campana identifica una especie de insignia en el hombro. Este individuo recibe un cuenco o “poto”, posiblemente conteniendo chicha, de la mano del personaje 2, el cual está decorado “con triángulos escalonados que terminan en una voluta”202. Personaje 2 Este personaje parece ser el de menor rango de los tres y probablemente se trate de una especie sirviente o un mayordomo. Esto es deducible a partir de su tamaño, de la función que cumple en la escena y de la carencia de pintura facial. También posee un turbante rematado en la parte frontal en lo que parece ser el amarre del mismo, así como una solera sin decoración y orejeras tubulares. Usa una túnica con decoración en el pecho (una insignia según Campana) y en los bordes de las mangas (cenefas) con motivos circulares. El borde inferior de la túnica posee flecos.

201 Campana Delgado, Cristóbal, op. cit., pp. 454. 202 Ibid.

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Personaje 3 Presenta un turbante similar al de los demás personajes, amarrado al frente. Tiene una especie de pañoleta enrollada o una cinta gruesa que va amarrada al mentón, como se aprecia en diversas representaciones escultóricas en cerámica de personajes de elite mochica. La solera, a diferencia, de los personajes 1, 2 y 4, presenta decoración con motivos triangulares, Tiene un camisón blanco y un faldellín a rayas gruesas y delgadas intercaladas. Campana le llama “Señor del Turbante”. Personaje 4 Se encuentra sentado sobre la plataforma, en el extremo opuesto al Personaje 1, con las manos extendidas, al igual que el personaje 3. Tiene el rostro completamente pintado al igual que los personajes 1 y 3. Presenta un turbante amarrado en la parte frontal, aparentemente decorado de la misma manera que los de los personajes 2 y 3 y una solera similar a la de los personajes 1 y 2. Viste un camisón blanco con cenefas decoradas y un faldellín del mismo color cuyo amarre se distingue entre la cenefa y su rodilla. Completan su vestimenta unas orejeras tubulares similares a las de los demás personajes.

La escena se completa con una botella de asa estribo ubicada entre los personajes 1 y 2, dos cántaros entre los personajes 3 y 4, y un pescado a los pies del personaje 4, que según Campana podría ser una “cabrilla” (Paralabrax callaoensis)203, cuyo tamaño según el mismo autor estaría magnificado. El Señor del Taller, nuestro personaje 1, está sentado bajo un techo que Campana identifica como un techo de “totora” (Scirpus totora), al parecer enrollable, que “nos permite deducir el movimiento del sol (de izquierda a derecha), así como la entrada al taller”204. 6.2. La escena C En esta escena existen dos personajes cuyo comportamiento nos remite a la escena A. Seguiremos el mismo procedimiento que para la escena A, esto es, vamos a describir los personajes de izquierda a derecha de manera individual y luego evaluaremos su interacción. El personaje 5 Esta sentado en una especie de trono, aunque Campana sostiene que es un poyo205 o banqueta. Viste un turbante similar al de los personajes 1, 2, 3 y 4, cubierto parcialmente por una solera blanca sujeta por una cinta atada en la parte superior de la cabeza; una túnica o camisón a rayas gruesas y delgadas intercaladas con los bordes de las mangas a manera de cenefas, decoradas con motivos circulares.

203 Campana Delgado, Cristóbal, op. cit, pp. 455. 204 Ibid., pp. 456. 205 Ibid., pp. 459.

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Figura 37. Escena C de Campana en la que señala los personajes descritos con iniciales. El personaje 6 Sentado frente al personaje 5. Viste turbante blanco o de color claro, sin decoración, atado hacia la frente, y solera de la misma tonalidad; camisón o túnica del mismo color claro con el borde de las mangas decorados con flequillos, y un faldellín a rayas. Completan su atavío unos pendientes tubulares. Aparentemente sus manos están pintadas.

Completan la escena 4 platos en pares de dos, unidos por una cuerda, conteniendo alimentos cuya identificación es difícil de precisar. Al costado del poyo, sobre el piso, se han ilustrado dos cántaros que podrían contener chicha, un plato con base plataforma y un cuenco conteniendo posiblemente una cuchara o una mano de moler. Al pie del personaje 5 hay una especie de bastón de madera.

Es importante anotar que ninguno de los dos personajes tiene la cara pintada, a diferencia de los de la escena A, aunque el personaje 6 tiene pintadas las manos. 6.3. Escenas B, D y E Estas escenas, según la división del dibujo que hace Campana y descritas por él de manera detallada, presentan a ocho mujeres tejedoras. Haremos una descripción general, puesto que hay rasgos que se comparten, para luego señalar algunas particularidades.

Las tejedoras manejan un telar de cintura amarrado a un horcón o al techo. Copian patrones o modelos en sus tejidos. Tienen el pelo suelto. Visten una túnica sin decoración alguna con un cinturón atado. Manipulan un instrumento que parece ser un huso de hilo o una “urdimbrera” o “espada”. Tienen a sus pies husos de hilos que van en números de cuatro a ocho. Copian diferentes patrones, que parecen ser en dos casos camisas y en los demás, turbantes o algún tipo de tejido de estructura rectangular. Cada tejedora posee vasijas de cerámica de factura fina, decoradas, de función no clara en la escena. Se pueden apreciar floreros, botellas pictóricas de asa estribo, botellas escultóricas de asa estribo y botellas pictóricas con asa lateral.

Existen algunas particularidades dignas de señalar en las representaciones de las tejedoras.

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Figura 38. Escenas B y D de Campana en la que señalan las tejedoras descritas con iniciales. La tejedora 1 (T1)

Contando a partir del Señor del Taller, hacia la izquierda, la tejedora 1 se encuentra en un espacio cuyo techo es diferente, probablemente un techo de barro. Es la única tejedora de todo el dibujo cuyo rostro no presenta arrugas, con lo cual podríamos suponer a priori que se trata de un aprendiz. Sin embargo podría también tratarse de una tejedora joven pero aventajada, ya que es una de las dos únicas tejedoras que elabora una camisa y el diseño que ejecuta es único, además se encuentra aislada del resto del grupo, en un espacio techado más elaborado y cerca al Señor del Taller . Según Campana “ella tiene un telar para hacer adornos grandes, esquineros o mitades de camisa. Teje de acuerdo a un modelo de tema marino que cuelga del techo”. Las tejedoras 3 y 4 (T3 y T4)

El resto de tejedoras presentan algunas arrugas, lo que indica que se trata de mujeres maduras, posiblemente con cierto grado de experiencia. Con respecto a las tejedoras 3 y 4, siguiendo la dirección de izquierda a derecha, sus varias arrugas pintadas en el rostro, más que en el resto de tejedoras, así como las arrugas cercanas a los labios, indican que son mujeres muy maduras, una ancianas, probablemente las más expertas del grupo. Para Campana, la tejedora 4 (la primera de la derecha en su escena D) es la más anciana de todas: “aquí se encuentra la mujer de más edad, parece anciana y sin peinar”. Curiosamente, las tejedoras 3 y 4 se ubican en los extremos, a espaldas de los personajes de la escena C206.

Para Campana, la anciana tejedora 4 enseña con un modelo a las dos tejedoras cercanas (T5 y T6):

206 Campana, Cristóbal, op. cit., pp. 460.

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“Lo que ocurre es que está en un ángulo del recinto, lo que significaría que en la realidad está de costado a la mujer anterior y frente a la anciana de esta escena que, como hemos dicho, tiene el modelo textil. Es evidente, entonces, que la mujer de mayor edad enseña con un modelo a las otras dos”207.

Igual es el caso de la tejedora 3, quién parece estar enseñando a la tejedora 2 (T2), ya que ambas comparten un solo modelo. Las tejedoras 7 y 8 (T7 y T8)

Figura 39. Escena E de Campana en la que señalan las tejedoras descritas con iniciales. Esta es la escena E de Campana, quien la considera importante por cuatro

razones: (1) Tiene la arquitectura mejor elaborada, pues las paredes son de quincha enlucida [o muros de una sola hilera de adobes]; (2) las dos tejedoras son las mejor vestidas de todas. La mujer más grande lleva una especie de pañoleta decorada con líneas horizontales que cae sobre su espalda, y la más pequeña lleva también una especie de pañoleta, aunque sin decoración, del mismo color que su túnica; (3) Poseen patrones o modelos muy originales, que no se repiten, que no poseen el resto de las tejedoras; (4) La cercanía a los señores principales de la Escena A. Campana refuerza estas razones con el siguiente argumento:

“La mujer mejor vestida tiene el telar más angosto, pero la mayor cantidad de husos y su modelo textil parece ser otro tejido, porque las puntas del diseño aserrado están fuera del “virbe” o urdimbre y fuera de la franja en donde aparecen las líneas que recuerdan surcos. Recordemos que todos los otros modelos textiles están dentro de “marcos”, a manera de modelos pintados sobre una superficie rectangular blanca. Esto nos hace pensar que en este caso la mujer trabaja “a pedido”, usando como modelo un tejido real. La otra mujer, la más pequeña, tiene el telar más ancho, con más hilos en la urdimbre, y teje una “media camisa”. El modelo textil es la figura de una ave mítica, que vuela sobre los “cerros”, con una panoplia de porra y escudete en su mano (…) Esta pequeña mujer es la única que tiene su tejido recién comenzado. Una vasija globular

207 Campana, Cristóbal, op. cit., pp. 461.

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con gollete vertical, cuelga del techo. Todo esto parece indicar que en estos dos cubículos, al igual que en el otro extremo al lado del “señor del taller” (“Escena B”) [tejedora 1], se llevan a cabo las acciones textiles de mayor calidad y detalle”208.

208 Campana, Cristóbal, op. cit., pp. 462.

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Capitulo 7. Etnohistoria, etnografía y etnolingüística 7.1. Datos etnohistóricos

La mayoría de los datos etnohistóricos la obtuve a partir de la información que reportan los cronistas con relación a la actividad textil, que en la mayoría de los casos procede de sus relatos sobre los incas, en específico sobre la zona del Cusco. Los datos sobre la costa son pocos, pero los hay, aunque no tan detallados como en el caso cusqueño. Salvando las distancias de espacio y tiempo entre incas y mochicas, consideramos que los datos obtenidos pueden resultar útiles en algunos casos. 7.1.1. Vestido

Pedro Oviedo, en su Relación de 1572 en el valle de Trujillo, dice que se habla la lengua llamada de los mochicas; las mujeres se visten como las de Tumbes y los hombres lo hacen con camisetas y pañetes, sólo que llevan en la cabeza unas madejas de lana hilada colorada y muy fina que dan una vuelta y caen como barbiquejo. Los hombres usan una manta como capa y tienen por afrenta andar sin ella.

Pedro Cieza de León cuenta en Crónica del Perú que en Quito, eran las mujeres las que labran los campos y los maridos quienes hilan y tejen, cosa que el cronista también vio en el Cusco. Añade más adelante que los habitantes del valle de Pacasmayo eran fabricantes de gran cantidad de ropa. Al hablar sobre la vestimenta, dice que en el caso de los indios de los llanos, los hombres vestían con camisetas de algodón y mantas largas, y las mujeres usaban una túnica larga y ancha a manera de capuz, abierta por los dos lados para dar salida a los brazos.

Agustín de Zárate, en su crónica titulada Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú, señala con respecto a las mujeres de la costa que visten unos hábitos de algodón hasta los pies, a manera de lobas y los hombres traen unos pañetes y unas túnicas hasta la rodilla y encima unas mantas: todos visten igual y la diferencia está en el tocado de las gentes de cada pueblo, siendo lo común rodear la cabeza de cordones de lana de distintos colores.

Pedro Gutiérrez de Santa Clara al hablar de los yungas209 de la costa en sus Crónicas del Perú, con respecto a la forma de vestirse sostiene que todos andan desnudos, en cueros, y apenas usan de alguna manta muy delgada para cubrirse; que llevan cabellos largos como las mujeres y que los trenzan y atan en la cabeza con cintas de diversos colores; que se depilan con tenazuelas; que las mujeres andan desnudas y cuando más con unas pampanillas de lienzo delgado, cuando son casadas, pues las solteras, a las que llaman “chinas”, no se ponen nada; traen los cabellos sueltos por las espaldas y se ponen por afeite un poco de bermellón, pintándose la cara de mil modos diversos.

Según Pedro Sancho, en su Relación, los habitantes de la costa visten todos de algodón. 209 “Yunga” es el nombre que los serranos daban en general a la gente de la costa.

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7.1.2. Especies de algodón Pedro Gutiérrez de Santa Clara al hablar de los yungas de la costa en sus

Crónicas del Perú, menciona cinco especies de algodón: blanco, azul, pardo, leonado y amarillo y dice ser tales colores cosa natural aunque parecen las motas teñidas. 7.1.3. Los telares

Por su parte, Bernabé Cobo hace una descripción de los telares horizontales y los tejidos. Señala también que las mujeres hilan tanto en el interior de sus hogares como cuando caminan fuera de ellos, ya estén paradas o ya estén andando. La ropa de algodón era propia de los yungas y habitantes de la costa, en tanto que los de la sierra sólo vestían de lana.

Figura 40. Mujer indígena tejiendo con telar de cintura. Dibujo del Obispo de Truxillo Baltasar Jaime Martínez de Compañón, fines del siglo XVIII, estampa 100.

7.1.4. Teñido

El cronista Bernabé Cobo destaca la atención que se prestaba al teñido, puesto que existían “indios que tenían a cargo de coger los colores con que se teñían las ropas, que eran tintoreros /y/ que llaman cauticamayos”.

Figura 41. Hombre indígena tiñendo la lana. Dibujo de Baltasar Jaime Martínez de Compañón, estampa 87.

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7.1.5. Hilado El cronista Bernabé Cobo también describe el proceso del hilado que dice se realizaba con una rueca “más que un palillo de una tercia de largo y menos grueso que un dedo, con una argollita en la parte alta de lo mismo, como una manilla, no del todo cerrada, en el cual acomodan el copo de lana o algodón, y teniendo esta rueca en la mano izquierda, en la derecha traen el huso; y lo más común suele ser hilar sin rueca, revolviendo en copo en la muñeca”…”cuando hilan sentadas suelen asentar el huso sobre algunos platillos de barro”. Esta forma de trabajar era mucho más frecuente en la costa debido a que la fibra de algodón tenía menos resistencia que la de la lana, y no solía aguantar la caída del huso (Ramos y Blasco). El Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales de los Incas al hablar del torcido e hilado nos dice que “nunca lo tuercen sencillo, y tuércenlo las mismas mujeres de la misma suerte que lo hilan; y a esto suelen algunas veces ayudar los varones, particularmente los viejos que no están ya para otros trabajos”.

Figura 42. Mujer indígena hilando el algodón. Dibujo de Baltasar Jaime Martínez de Compañón, estampa 99.

7.1.6. Género El padre Bartolomé de Las Casas, al tratar el tema de la muerte, señala que las mujeres eran enterradas con sus telares, husos y ruecas.

El Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales de los Incas al hablar del torcido e hilado nos dice que esta actividad estaba ligada al género femenino; según Garcilaso “suelen tener con ellos [los muertos] los instrumentos de que ellos usaban en vida, las mujeres eran enterradas con husos cestillos con los útiles de labor y mazorcas de algodón y lana”. Siguiendo con el torcido, Garcilaso escribe que lo efectuaban “las indias no sólo en sus casas, sino también cuando andaban fuera dellas, ora estén paradas, ora ayan andando, que como no lleven las manos ocupadas, no les es impedimento el andar para que dejen de ir hilando”, e incluso “en sus visitas sacaban la rueca del hilado e hilaban en buena conversación”.

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7.1.7. Estacionalidad El calendario Agrícola de Guamán Poma de Ayala, ilustrado en Nueva Coronica

y Buen Gobierno señala el mes de enero (sara papa hallmay mita) para las actividades de hilado y tejido. Mientras se están oreando los productos, se hace el trabajo colectivo (minca) del hilado y el tejido Este trabajo continúa en el mes de febrero (chacmacuy quilla). Luego se retoma en el mes de junio (quinua cacoy quilla), luego en el mes de octubre.

El cronista Gutiérrez de Santa Clara escribió que el cuarto mes, Puzcoayquiz (setiembre) era destinado al tejido, tarea principalmente femenina. Igualmente Diego Fernández, el Palentino, señaló que Pushka ki, setiembre, era el mes destinado a “hilar y tejer muy buena ropa para sus fiestas y regocijos”.

7.1.8. Especialización

El padre Acosta 210 señala también la existencia de trabajo artesanal especializado al decir que “otros oficios que no son para cosas comunes y ordinarias de la vida humana, tenían sus propios y especiales oficiales, como eran plateros y pintores y olleros y barqueros y contadores y tañedores, y en los mismos oficios de tejer y labrar o edificar, había maestros para obra prima, de que se servían los señores”211.

El Licenciado Falcón212 trae un cuadro de las ocupaciones u oficios en la costa y en la sierra. Cada trabajador se denomina con la especialidad respectiva, nombre al cual sigue la palabra Camayoc que significa “encargado”. Los oficios relacionados a la actividad textil en la costa son los siguientes:

Nombre Especialidad Ichma camayoc En tierras de colores, tintes Llanu pachac compic camayoc En ropa rica para el inca Ahua compic camayoc En ropa basta Tanti camayoc En tintes de yerbas Llanu usuta camayoc En ropa fina para el Inca Ahua usuta camayoc En ropa basta

Tabla 5. Nombres quechuas de los especialistas textiles de la costa según el Licenciado Falcón. Aunque estas palabras son quechuas, la existencia de nombres específicos para cada actividad textil específica en la costa nos da una idea del grado de la especialización en la producción textil alcanzada por el costeño prehispánico. Igual fenómeno se da en la sierra.

210 Acosta, José de (1590) Historia natural y moral de Las Indias. Biblioteca de Autores Españoles. Madrid, 1954. 211 Citado en Valcárcel Luis. E., op. cit., T2, pp. 111. 212 Falcón, Licenciado (1567) Representación por el licenciado Falcón en Concilio Provincial sobre los daños y molestias que se hacen a los indios. Colección Arteaga-Romero. XI. Lima 1918. Citado en Valcárcel, Luis E., op. cit., T2, pp. 120.

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Las mamaconas tenían por ocupación hilar lana para los vestidos del Inca y de sus principales mujeres, y tejer cumbis y mamachumbis, que son las fajas con que se ciñen las mujeres, y huinchas para sus cabezas. Trabajaban también sus propios vestidos. Donde estas mujeres vivían no entraba ningún hombre so pena de la vida. 7.2. Datos etnográficos Al hablar de la especialización y división del trabajo en la Campiña de Moche, John Gillin sostiene que entre las actividades de los hombres se encontraba la elaboración de redes de pesca. Mientras que entre las actividades exclusivamente femeninas se hallaban el hilado y tejido. Las labores de cestería eran en cambio compartidas por ambos sexos 213. Con respecto al tejido Gillin sostiene que esta actividad se ha dejado de practicar en la Campiña desde inicios del siglo XX214.

También reporta el cultivo de algodón pardo en la Campiña aunque sostiene que son cultivos raros. Reporta también la permanencia del uso del gingham, un vestido largo de una pieza215 que usan las mujeres. 7.3. Datos etnolinguísticos 7.3.1. El Glosario textil mochica Teniendo como base los glosarios hechos por Jorge Zevallos y José A. Salas216, se ha elaborado el siguiente glosario de palabras mochicas asociadas a la producción textil. Siguiendo la metodología de Salas, las letras escritas en mayúscula encerradas en paréntesis corresponden al investigador que las ha recopilado. Así tenemos: (B) Bastian, (Br) Brünning, (C) La Carrera, (K) Kosoc, (L) Larco, (M) Middendorf, (Q) Quesquén, (V) Villarreal y (Z) Zevallos. Aguja, afiler: fů (M), fug, fux (Br) Algodón: jam (M, V, L), caam (Br) Amarillo: tsām (M). Amo, patrón: Aja (M), Mollpek (M) Batán: jäik (M), jim (Br) 213 Gillin, John. Moche: a Peruvian Coastal Community. Smithsonian Intitution, Institute of Social Anthropology, Publication 3. Washington, D.C., 1947:66. 214 Ibid., pp.65. “It seems that textile weaving has fairly recently disappeared in Moche, although it has not been generally practiced during the past 45 years. One old lady living in the campiña has a belt loom, but she says that she seldom weaves any more. Most women formerly wove bayeta for the old costume; it is said that, since the old trade pattern with the sierra villages has disappeared, it is difficult to obtain wool and dyes, and it is more economical to buy ready-woven material in the markets. Quite a number of the older women still spin, however. The purpose is to make the yarn of brown cotton which is used in the Mochera’s hairdress, as described above. The spindles I have seen have whorls of calabash and a pointed, but hookless, end. They are spun with the fingers and hang free when spinning”. 215 Ibid. 216Zevallos Quiñones, Jorge, op. cit.; Salas, José Antonio, op. cit.

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Cántaro: fiá (L) Coser: siup, siupeiñ (M), shup (Br) Cuerda, cordel: sŏp (M) Dueño, patrón: Jepak o Jupak (M) Entrelazar: ñom (M) Estaca: c’hako (M) Faja: hemoyac (Ques.) Hilar: king, Tsoveiñ (M) Hilo: pæp (C), pup (B), půp (M), peuil (Br) Hilo blanco: zikuyo pup (B). Hilo colorado: cucho pup (B). Huso: kō (M), cóo (Br) Lanzadera: kīden, ůntek (M) Maestro: apapäk (M) Manta: cγilpi, cγilpiss (C) Manta (de dormir): cunuc, cunar (C) Mantón, abrigo: c’hillpiss (M) Mantel, paño (de mesa): lajuna (L), jujuna (Q, K) Negro: chafka (B, M, V, Q, Z), cháfer (Br), chfca (L) Palito de tejer: sentek (M) Palo (para hilar): usa (K) Rojo: kux (M) Tejedora (aparato de tejer): kiden (M) Tejer, hilar: tsōv, tsoiveiñ (M) Tejido, tela: jem (M), enchesper (L) Telar: terskam (M). tésgam (Br) Tiza (para hilar): cutz (Br) Torcer: paijeiñ (M). Trabajo: caf (C). Trabajador: caf lœpac (C). Trabajar: cozcaf, lokankab (B), Kaf (M). Trueque: cœfœr (C). Verde: īss (M) Vieja, abuela: iōp (M), yop (Br), sofonique (L) Violeta (color): c’harra (M) 7.3.2. El estudio de López Aranguri (1994) Este es parte del glosario que elabora la autora: Caite/Caiteque Instrumento textil. Trípode de corazón de algarrobo, devastado en

su parte superior para sostener el copo. Campeche Haematoxylom campechianun. Leguminosa. Colorante que se

obtiene del duramen. Usado para teñir la ropa de negro.

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Cuncuno Valeria glabra (Cav.) Link, Apocynnaceae. Las ramas de esta planta se usan para varear el algodón.

Chana Caña delgada. La ubican debajo de la pieza que se está tejiendo en telar de cintura. Asegura el ancho parejo de la pieza.

Chilaco Es el algodón de color liláceo. Enchollar Hilo muy torcido y delgado, que tiene la propiedad de enroscarse

sobre si mismo. Faneque Color suave. Llaman así a la primera tonalidad del algodón

cuando abre en su bellota. Fifo Algodón de color liláceo. Finca Soga con la que se sujeta la barra del telar a un poste fijo. Kaire/kairel/Kailero Trenza de algodón. Lo utilizan en los bordes de las alforjas. Lemuque Faja de soga. Las tejedoras la usan para sostener la barra del telar

a su cintura. Llane Banda delgada de color. Ubicada de manera vertical en un tejido. Mudal Las ramas de este arbusto sirven para varear el algodón. Ñateca Una determinada cantidad de hilo que se cruza entre si para

formar un ovillo de algodón. Pai-pai Caesalpinia pai-pai. Árbol cuyo fruto lo utilizan para teñir de

negro la ropa. Quqo Lagenaria siceraria. Fruto de forma oblonga. Sirve para guardar

los husos y piruros. Shomaque Hilo de alguien que está aprendiendo a hilar. Hilo grueso y

motoso. Tishque/Tushque Cordón delgado de algodón ubicado en los orillos de urdimbre de

un tejido. Verter Sonido que emite un huso cuando se le utiliza para hilar. Uño Para una hilandera es indicio que el huso es bueno. Liso. Watupa Aguja gruesa para coser sacos. “Lugar sereno” Lugar donde no corre viento. Sitios preferidos para varear el

algodón. 7.3.3. El estudio de Enrique Brunning (1989:72) Según Brunning “Las mujeres son más conservadoras que los hombres respecto a los idiomas. Así he observado en Olmos que las tejedoras conservan todavía algunos nombres antiguos de partes de sus telares, como lo demuestra la siguiente tabla:”

mochic (Eten) Olmos Sechura Equivalente en castellano

Tésgam Terlán Tasila Telar en que se fija la urdimbre.

Uño Silluque Sillique Lacitos para cambiar la urdimbre.

Quide Llagal Llacala Golpeador con que se aprieta la trama.

Tabla 6. Términos mochica de diversos pueblos (Eten, Olmos y Sechura) del valle de Lambayeque recogidos por Enrique Brunning a principios del siglo XX.

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Capitulo 8. La actividad textil de Huacas del Sol y de La Luna: Presentación de los Datos En este capitulo presento los datos existentes sobre la actividad textil mochica del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Antes de entrar a hablar sobre las evidencias o datos arqueológicos con los que contamos, quisieramos recapitular sobre los escenarios y elementos que deberíamos identificar. ¿Qué evidencia dejaría un taller de preparación de fibra de algodón? Primero hagámonos mentalmente una escena de una zona de preparación de fibra de algodón. Veremos personas en un patio seleccionando y desmotando las fibras con las manos. Luego, veremos personas en un patio, acaso el mismo patio, vareando rítmicamente el algodón con ramas de arbustos. El algodón ya vareado pudo ser guardado en silos, los mismos que se utilizaban para guardar el algodón virgen. Como vemos, el proceso no necesita de arquitectura elaborada (salvo los silos, posiblemente ubicados en un sitio adyacente a un patio) ni de herramientas. Identificar arqueológicamente una zona de preparación de hilos es pues muy complejo. Una evidencia sugestiva sería encontrar silos conteniendo fibras de algodón tanto virgen como vareado. En una zona destinada al entintado de la fibra necesitaría de vasijas y un fogón donde hervir los tintes con las fibras. En el caso de que los tintes se preparen en este mismo espacio, deberíamos contar con un batán y mano de moler para pulverizar la materia prima así como pequeñas vasijas abiertas, como cuencos y platos donde colocar la materia prima ya molida. El color de los tintes preparados debería quedarse impreso en las paredes internas de los cuencos y platos, así como en las vasijas utilizadas para mezclar el tinte con las fibras por lo que arqueológicamente, un espacio que cuente con un fogón, y una zona de molienda así como fragmentos de cerámica con huellas de tintes impresos en sus paredes sería muy sugestivo. ¿Qué evidencia dejaría un taller de hilado? Siguiendo el proceso mental anterior, una zona de producción de hilos podría tener estructuras tipo depósito o silos donde se guardaba la fibra, tanto antes como después de ser hilada, posiblemente adyacentes a un patio donde los artesanos se dedicaban a hilar, con sus husos, volantes de huso y caites. Arqueológicamente deberíamos encontrar restos de husos y volantes de huso desechados y eventualmente un caite para inferir una zona de producción de hilos. El hallazgo de volantes de huso ha sido recurrente en la mayoría de los CAs excavados, más no ha sido el caso de los husos y caites, pues hasta el momento no se han registrado ninguno. ¿Qué evidencia dejaría un taller de tejeduría? Si la forma del taller de tejeduría registrado iconográficamente en la vasija Mochica IV ya descrita fuera un patrón arquitectónico, deberíamos encontrar arqueológicamente patios rodeados en tres de sus lados por banquetas a manera de plataformas, con huellas de postes y restos de los techos, asociados a agujas largas, y acaso otros elementos como telares o partes de telares. Sería muy optimista esperar encontrar telares o partes de telares. Éstos, como se ha mencionado, son reparados si se estropean, y son pasados en herencia de generación

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en generación, según el dato etnográfico. Si es factible encontrar arqueológicamente agujas enteras desechadas por algún motivo o fracturadas, producto del uso cotidiano. El tejido no produce deshechos de fabricación, por lo cual no es posible encontrar telas desechadas por defectos en su estructura. 8.1 Material arqueológico mueble Los residentes de los conjuntos arquitectónicos conservaban la mayoría de sus bienes y los llevaban con ellos cuando abandonaban los espacios arquitectónicos. Pero, como señala Linda Manzanilla217, en la excavación arqueológica es posible hallar trazas de algún “desecho de facto” en ciertos ambientes, y en algunos casos excepcionales de áreas de locus agendi, es decir, tal y como fueron dejadas al momento de ser abandonadas.

La actividad textil está documentada en el yacimiento arqueológico debido principalmente a la presencia de herramientas, materias primas y productos terminados: volantes de husos, agujas, algodón y tejidos. Las actividades productivas mejor documentadas son el hilado y el tejido. No tenemos mayores indicadores sobre actividades de preparación y teñido de fibras.

La constante actividad de hilado en el yacimiento se sustenta en la abundante presencia de volantes de huso dentro de los diferentes conjuntos arquitectónicos excavados y en algunos contextos funerarios. También es un indicador el yapato o tiza de huaca, que aparece en la mayoría de los CAs excavados. No se han registrado husos en las excavaciones, hasta el momento, ni siquiera en las tumbas. Puesto que en la mayoría de los casos, los husos son hechos de madera, estos se podrían haber podrido y desintegrado debido a la humedad producida por la presencia de la capa freática. Claude Chapdelaine reportó el único caso de presencia de algodón en contextos arquitectónicos del yacimiento arqueológico. Se trata del CA 9, un posible taller textil según Chapdelaine, aunque este investigador no nos indicó en su informe si este algodón estaba ya preparado para ser hilado218, desmotado y vareado, o si ya estaba hilado, listo para la tejeduría.

Es interesante notar la casi total ausencia de elementos asociados a las actividades del tejido, a excepción de las agujas largas. Hasta el momento no se ha registrado en ningún contexto dentro del yacimiento arqueológico telares o partes de telares, como si ha sucedido, aunque en muy pocos casos, en otros yacimientos prehispánicos no mochicas y asociados a tumbas, más no a zonas de producción textil. Se sabe por información etnográfica que los telares son dados en herencia a los descendientes de los artesanos textiles. Cuando un telar se estropea, no es desechado,

217 Manzanilla, Linda. “Corporative groups and household activities at Teotihuacán”. Latin American Antiquity 7 (3), 1996, pp. 228. 218 Chapdelaine, Claude. “La ciudad de Moche: urbanismo y estado”. En: Moche hacia el final del milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 1 al 7 de agosto de 1999), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores, T. II. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Peru. Lima, 2003, pp. 264.

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sino reparado, y su uso se puede extender a varias generaciones219. Quizás sea esta la razón por la cual no hallamos los telares o sus partes integrantes ni en las zonas de producción ni en los contextos funerarios, como si sucede con los volantes de huso, agujas y yapatos. 8.1.1. La evidencia en los conjuntos arquitectónicos

La información más detallada con la que se cuenta es aquella de los conjuntos arquitectónicos excavados por alumnos de la Escuela de Arqueología de la UNT. De estos, los CAs 17, 27, 30 y 35, presentaron una cantidad abundante de piruros en los pisos y rellenos arquitectónicos. Lamentablemente, los informes presentados por el proyecto ZUM para otros conjuntos arquitectónicos no cuentan con información detallada referente a los piruros y agujas para poder hacer una comparación más amplia y más confiable, a excepción del informe sobre el CA 5.

El CA 5 fue excavado por el proyecto ZUM y aunque en el informe presentado al Proyecto no se hace un reporte del material hallado, al revisar este material que se encuentra en los depósitos del PAHL y revisar las descripciones que se hacen por ambiente dentro del informe, llegamos a contar hasta 18 agujas de diferentes tamaños (entre agujas completas y fragmentos), 19 volantes de huso y abundantes trozos de yapato o “tiza de huaca”. La distribución de los elementos hallados dentro de los espacios arquitectónicos y las actividades deducibles en dichos espacios indicarían que este CA bien puede ser considerado un taller para la producción de yapato y otros productos derivados de las conchas marinas molidas y quemadas.

Figura 43. Plano de planta del CA 5.

219 Castro de Trelles, Lucila, Los tejedores de Santiago de Chuco y Huamachuco. De cumbicus a mitayos, obrajeros y mineros. Minera Barrick-Misquichilca. Editora Argentina S.R.L. Lima, 2005, pp. 94. “En el mundo de los tejedores, los telares se van traspasando de mano en mano y se reciclan continuamente”

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El CA 17 fue excavado en las temporadas 1997 y 2005220. En el piso 1 se reportaron 27 volantes de huso (26 de cerámica y 1 de piedra) así como 12 fragmentos de agujas de metal. En el piso 2 se registraron 39 volantes de huso (3 de piedra) y 14 agujas de metal. En el piso 3 se reportaron 9 volantes de huso (1 de piedra) y 7 fragmentos de aguja. Este conjunto tiene un área de producción de abalorios de piedra.

Figura 44. Plano de

planta del CA17, piso 3. El CA27 fue excavado en la temporada 2003221. La información del piso 1 se

encontró bastante disturbada. Para el piso 1 se registraron 7 volantes de huso de cerámica y 3 fragmentos de aguja. Para el piso 2 se reportaron 29 volantes de huso (28 de cerámica y 1 de piedra). La mayoría de volantes de huso provienen de los ambientes 27-16 y 27-34. Igualmente se registraron 5 fragmentos de aguja. Para el piso 3 se

220 Cruz, Pilar, Silvia Saldivar y Enrique Zavaleta. “Excavaciones en el conjunto arquitectónico 17 del sector urbano de las huacas del Sol y de la Luna”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. Trujillo, 2000, pp. 101-130; Almonacid, Cristian, Milagros Orbegoso, Diana Rojas y María Consuelo Sandoval. “la integración funcional de los conjuntos arquitectónicos 17 y 35 como parte de un bloque arquitectónico en el núcleo urbano”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2005. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2006, pp. 137-206. 221 Nadia Gamarra, Henry Gayoso, Gabriel Prieto, Carlos Rengifo y Carol Rojas. “Dinámica ocupacional del conjunto arquitectónico 27 – Núcleo Urbano del complejo arqueológico Huaca del Sol y de la Luna”. Informe de prácticas pre-profesionales (Tesina). Trujillo, Escuela de Arqueología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2003.

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registraron 37 volantes de huso (4 de piedra) y 4 fragmentos de agujas. Es importante anotar que en el lado suroeste de este conjunto se registró un taller para la producción de láminas de metal, en los pisos 2 (ambiente 27-30) y 3 (ambiente 27-15).

El CA 30 ha sido excavado en dos temporadas, 1999 y 2004 222. Ha sido definido como un conjunto residencial de nivel social intermedio. En la última ocupación (piso 1) se registraron un total de 40 volantes de huso de cerámica. Igualmente, se registraron 15 fragmentos de agujas de metal. Por lo menos una de las agujas de cobre así como la mayoría de los volantes de huso fueron registrados en el ambiente 30-9 que fue definido por sus excavadores como una cocina, y que tiene apenas 144 por 88 cm de extensión, orientado en su eje mayor en sentido norte-sur. Para la penúltima ocupación (piso 2), se reportaron 52 volantes de huso (48 de cerámica y 4 de piedra), así como 27 fragmentos de agujas de metal. Para la antepenúltima ocupación (piso 3) no se registraron volantes de huso, pero se reportaron 3 fragmentos de agujas de metal..

El CA 35 fue excavado sucesivamente en las temporadas 2000, 2001, 2002, 2003, 2004 y 2005223, y ha sido definido como un conjunto residencial y administrativo.

222 Tello, Ricardo, Giovanna Agreda, Jorge Chiguala, Giovanna Pinillos, Julia Tufinio y Oliver Velásquez. Investigaciones iniciales en el conjunto arquitectónico 30, Área Urbana Moche". En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1998-1999, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2004, pp. 261-312; Bezzolo Price María, Sinthya Cueva García, Ana Linares Alvarado, Ana Mauricio Llanto, Rolando Paredes Grados y Liana Quiroz MacCubbin. Rasgos arquitectónicos formales que definen y delimitan un bloque arquitectónico: El caso de los CA 30 y CA27 – Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna – Valle de Moche. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2004. 223 Nancy Corrales, Christian Hidalgo, Fanni Madani y Sandy Obregón. "La penúltima ocupación del conjunto arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y de la Luna". Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2001; Barriga, Alonso, Jorge Meneses, Jessenia Palomino, Francisco Seoane y Krisna Smith. El conjunto arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2002; Chuquipoma, Luis, Antonio Murga, Santos Romero, Ronny Vega y Santiago Zanelli. Excavaciones en el conjunto arquitectónico No. 35 – 2003, Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2003;Tello, Ricardo, Arleni Encomenderos, Magali Gutierrez, Johonny Siccha, Carmen Mercado, Marco Rodríguez, Fabián García, David Gonzáles y Melina Vera. “Investigaciones en el conjunto arquitectónico 35, Centro Urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 2000, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2006, pp. 149-188; Angulo, María Isabel, Willy Chiguala Villanueva, Nisse García Lay, Danny Gonzáles Valencia y Juliana Otiniano Columna. Cambios en la dieta con relación a las fases de ocupación del conjunto Arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2004; Eslava, Claudia, Cynthia Gallardo, Andrea

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Para la última ocupación (piso 1), se han registrado 56 volantes de huso (55 de cerámica y 1 de piedra), y 1 aguja. La mayoría de los piruros provienen de los ambientes 35-9 (depósito) y 35-13 (posible cocina). Para la penúltima ocupación (piso 2) se reportaron 24 volantes de huso (22 de cerámica y 2 de piedra) y la mayoría provienen de los ambientes 35-1 (cocina) y 35-3 (depósito). Los torteros específicamente, 3 en total, fueron hallados en los ambientes 35-3, 35-4 (cocina) y 35-13. Se registraron 15 agujas y la mayoría provienen de los ambientes 35-1 y 35-06 (pasadizo). Para la antepenúltima ocupación (piso 3) se registraron 37 volantes de huso de cerámica, provenientes la mayoría del ambiente 35-1, cuya función para esta ocupación no es señalada por sus excavadores. Se registraron 22 fragmentos de agujas, pero no se señala su procedencia, aunque se reporta que dos provienen del ambiente 35-1. Tabla 7. Volantes de Huso por Conjunto Arquitectónico excavado en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna. Tabla 8. Agujas por Conjunto Arquitectónico excavado en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna.

Palomino, Ivy Rengifo y Raúl Susana. La distribución y consumo de recursos alimenticios en relación a la organización espacial del conjunto arquitecónico 35 del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2005.

CA PISO 1 PISO 2 PISO 3OTRO

CONTEXTO TOTAL

4 4 45 17 2 196 1 17 22 228 8 89 70 120

10 1 111 1 112 11 1114 6 616 1 117 27 41 9 6 8318 1 12122 7 725 1 2 327 34 7 28 6930 40 48 4 9235 56 24 40 12039 4 13 2 14 33

(50)

CA PISO 1 PISO 2 PISO 3CONTEXTO

NO SEÑALADO

TOTAL

5 189 11 11

17 12 14 7 332127 3 5 4 1230 16 27 3 4635 1 15 22 3839 7 2 9

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Un estudio en proceso por parte del Proyecto Huaca de la Luna ha elaborado una base de datos de tumbas excavadas en el yacimiento arqueológico, actualizada hasta el año 2002. Se tiene un total de 150 tumbas, entre simples y múltiples, con un total de 197 individuos, la mayoría pertenecientes a la fase Mochica IV. De éstas, sólo 21 tumbas (14%) presentan piruros dentro de su ajuar funerario (ver tabla 9), en un número que oscila entre 1 y 6, predominando fuertemente las tumbas que presentan sólo 1 piruro. Al menos 16 tumbas (76,19%) pertenecen a individuos adultos, y sólo dos tumbas pertenecen a adolescentes (9,52%).

CONTEXTO TUMBA #piruros EDAD SEXO FASECA7 1 1 35-49 F IV CA7 2 1 Adulto M IV CA9 1 1 24-34 M IV CA12 1 1 25 F IV CA35 6 1 18-25 F IV CA37 4 1 Adulto F IV CA37 5 1 Adulto ni ni

PU 2 1 ni ni IV PU 8 1 ni ni IV

Plz.2b 19 2 Adulto M ni Pl.II 2 2 13-15 M ni

Plz.3b 2 2 20-25 M IV CA17 1 2 Adulto M IV CA9 5 3 15-16 F IV

Plz.2b 20 3 ni ni ni 35 F IV CBLS 1 3 30 M IV

PU 1 3 Adulto ni III PU 7a 4 Adulto ni III PU 7b 4 Adulto ni IV Pl.I 8 6 50-60 F IV

Tabla 9. Tumbas con piruros como parte del ajuar funerario excavadas por el Proyecto Huaca de la Luna hasta el año 2002. 8.2. Productos Terminados La muestra de los tejidos mejor conservados provino de los edificios monumentales (Huaca del Sol y Huaca de la Luna); una muestra reducida aunque bastante aceptable si lo comparamos con los pocos fragmentos pequeños que se encuentran ocasionalmente en el núcleo urbano. Las estructuras son muy frágiles, y su estado de conservación se podría calificar como regular, aunque la mayor parte de la estructura de los tejidos se conserva lo suficiente como para hacer el análisis respectivo.

La presencia de tejidos en el Núcleo Urbano es prácticamente nula, y se reduce a poquísimos fragmentos, aparentemente telas llanas muy simples. Un factor para la ausencia de estas telas es la presencia de una capa freática relativamente alta, cuya

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humedad contribuyó a deteriorar las telas hasta el punto de su destrucción total. En condiciones óptimas ambientales, esperaríamos encontrar estas telas en los entierros humanos practicados al interior de los conjuntos residenciales, vistiendo o envolviendo al difunto. Fuera de los contextos rituales funerarios o de otro tipo es poco probable encontrar telas, toda vez que es lógico pensar que el dueño de ellas las llevó con él cuando abandonó la ciudad. Tampoco es posible encontrar telas dentro de los contextos de producción especializada, toda vez que el proceso de tejeduría no presupone el riesgo de productos desechados por defectos de fabricación: una tela que en el proceso de elaboración en el telar resultara defectuosa a los ojos de la tejedora puede desentrelazarse y volverse a entrelazar hasta satisfacer en el resultado al artesano, sin ningún problema.

Los pocos tejidos que se han podido rescatar en el yacimiento fueron encontrados dentro de los edificios mayores y medios (Huaca del Sol, Huaca de la Luna, Plataforma Uhle), los cuales no se encuentra en contacto directo con la superficie original del terreno y por lo tanto no están expuestos a la humedad en la misma forma que en el Núcleo Urbano. Sin embargo, estas telas se registraron en mal estado de conservación, debido a otros agentes destructivos del tipo ambiental, químico y biológico. Los mejores especimenes encontrados se detallan a continuación y varios de ellos han sido motivo de análisis y de la publicación de artículos descriptivos.

Dentro de la muestra analizada por William Conklin para la elaboración de su tipología estructural de tejidos mochica, se encuentran dos tejidos procedentes de Huaca del Sol. El primero es un tejido compuesto, el más antiguo de su muestra; es una pequeña bolsa de la fase Moche III, descubierta por Michael Moseley, en el marco del Proyecto Chan-chan Valle de Moche. Conklin describe este tejido de la siguiente manera:

“El motivo es una figura animal semejante al caracol, con una gran cabeza flotando en el espacio rectangular superior, mientras que peces moteados y alados se desplazan libremente en el espacio rectangular inferior. El espécimen es un tejido de tela doble, con una capa de elementos de algodón en color marrón natural y la otra también de algodón pero en color crema. Tramas y urdimbres están apareadas y usan únicamente un hilo de un solo elemento con torsión S. Los elementos de lana en la composición, que le dan el aspecto de tapiz, se originan por el uso de dos pares de hilos de algodón correspondientes a la urdimbre flotante de la tela base, sobre los que se aplica la trama suplementaria discontinua de lana (Fig. 7). La lana se presenta en tres colores: rosa, marrón rojizo y amarillo. No se utiliza lana alguna en el interior de la bolsa. En los cuatro tipos de fibra utilizadas en la bolsa, el espesor y torsión de la fibra es fuerte y de calidad. Es evidente que esta forma de tejido compuesto se desarrolló completamente durante el periodo Moche III”224.

El segundo es un tejido compuesto, excavado por Max Uhle, y procede de una tumba de

224 Conklin, William, op. cit., pp. 304-307.

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la Huaca del Sol. La descripción que nos da Conklin sobre esta pieza textil es la siguiente:

“El motivo geométrico de este fragmento y de los tejidos asociados puede relacionarse con los motivos (pag. 313) pintados de cerámica Moche de las últimas fases. Un tejido asociado del mismo tipo de tejido compuesto ha sido descrito por O’Neale (1930), y al parecer tiene también una trama discontinua de lana entrelazada con pares de hilos dobles en la urdimbre de la tela base”225. Los textiles que analizó Arabel Fernández 226 , procedentes de un contexto de

sacrificio en Huaca de la Luna, en mal estado de conservación, estaban carbonizados. Eran especimenes de tela llana en 1-1 y en 2-1. Los hilos que constituían las telas eran de fibra de algodón, torcidos en “S”, de grosor fino. También había hilos constituidos a su vez por hebras torcidas en “S” y retorcidos en “Z”.

Los tejidos que analizó María Montoya227, procedentes del testigo 6 de la tumba 18, tendrían un fechado aproximado de 300-350 d.C., asociado a la fase estilística Mochica III, y son los más complejos registrados hasta el momento por el Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna. Éstos, por estar ubicados en testigos de tumba, serían ofrendas colocadas en el marco de la ceremonia de enterramiento del edificio D y la construcción del edificio inmediato, el edificio C. Su estado de conservación se vio alterado por el peso de los adobes colocados encima como parte del sellado del edificio D. Montoya logra identificar siete piezas textiles asociadas a cuatro técnicas diferentes: dos tapices ranurados (cara de trama), dos sargas del tipo diamante, una tela llana 1-1, y dos telas llanas cara de trama. Los textiles presentan diversos diseños. En cuanto a los hilos, hay un predominio de la torsión en “s” con retorsión en “z” tanto en la urdimbre como en la trama, pero también existe, aunque en número mínimo, urdimbre en torsión S-Z (torcido en “s”, retorcido en “z”) y trama en torsión Z-S. En hilos de algodón únicos, la torsión se dio en “s”, tanto en trama como en urdimbre. Los colores de los hilos de algodón natural son blancos y marrones. También se registró algodón de trama teñido de marrón oscuro y un espécimen de tela llana con pigmento rojo que por su naturaleza no se adhiere a la tela.

Con respecto al testigo 3 de la misma tumba 18, Arabel Fernández228 identificó dos tipos de estructuras en una muestra de nueve tejidos superpuestos, con evidencias de quema, que formaban parte de un envoltorio al que se denominó cojín. Una es la doble tela (6 tejidos) y la otra es la sarga (3 tejidos). Ambas son de compleja elaboración, pero aun así los tejidos se encuentran profusamente decorados con intrincados diseños y su manufactura exhibe mucho cuidado y depurada técnica. La investigadora resaltó que “la elaboración de este tejido debió caer en manos de expertos tejedores que además

225 Conklin, William, op. cit., pp. 310. 226 Fernández López, Arabel, “Anexo 1…”, pp. 65. 227 Montoya María, op. cit. 228 Fernández López, Arabel, “Indumentaria….”.

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estaban familiarizados con la iconografía ceremonial Moche”. Ambas estructuras son representativas de la actividad textil mochica. Una de ellas, la doble tela con tramas suplementarias persistió aun con las influencias tecnológicas textiles serranas, que se dieron durante el Horizonte Medio; mientras la sarga se dejó de elaborar con el colapso de la cultura Moche. Ambas estructuras no serían atuendos o prendas de vestir, sino elementos que debieron formar parte de la parafernalia litúrgica perteneciente al personaje allí enterrado229.

En la temporada 2006, Claude Chauchat y Belkys Gutierrez registraron el hallazgo de un tapiz del tipo kelim en la Plataforma Uhle. Sin embargo, el análisis de la estructura aún está pendiente.

Aunque la mayor parte de la muestra está asociada a cerámica de estilo Mochica III, y por lo tanto no es contemporánea con el lapso de tiempo que estamos estudiando para los talleres excavados en el Núcleo Urbano, asumimos que las técnicas conocidas durante la fase Mochica III también se conocían y aplicaban durante la fase Moche IV. La muestra es aún muy pequeña como para hablar de innovaciones y permanencias tecnológicas en cuanto a la tejeduría en el yacimiento arqueológico en estudio. Como se aprecia en la tabla 10, la muestra consta de 21 piezas de las cuales sólo se han analizado 20. La pieza 21 está aún pendiente de análisis. Algunas de las piezas fueron halladas en una situación en que es imposible definir si son varias estructuras enterradas juntas, o se trata de una sola estructura doblada en varias partes. Para los efectos de análisis, en su momento, se consideró analizarlas como una sola pieza por compartir los mismos rasgos estructurales. La muestra está conformada por telas llanas, sargas, dobles telas y tapices.

229 Fernández López, Arabel, “Indumentaria….”, pp. 265.

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Tabla 10. Textiles analizados por diferentes investigadores, provenientes de los edificios mayores del yacimiento arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.

ITEM CODIGO CONTEXTO Fase EXCAVADOR ANALISIS1 tela llana 1/1 005a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya2 tela llana 1/1 ? Huaca de la Luna, sacrificio HG-111, ARP-IIIA Moche IV Steve Bourget Arabel Fernandez3 tela llana 2/1 ? Huaca de la Luna, sacrificio HG-111, ARP-IIIA Moche IV Steve Bourget Arabel Fernandez4 tela llana cara de trama 006a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya5 tela llana cara de trama 007a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya6 sarga simple 2/2 tejido 4 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez7 sarga diamante 2/2 003a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya8 sarga diamante 2/2 004a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya9 sarga cara de urdimbre con trama suplementaria tejido 6 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez

10 sarga cara de urdimbre con trama suplementaria tejido 8 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez11 doble tela con tramas suplementarias tejido 1 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez12 doble tela con tramas suplementarias tejido 2 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez13 doble tela con tramas suplementarias tejido 3 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez14 doble tela con tramas suplementarias tejido 5 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez15 doble tela 2/2 tejido 7 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez16 doble tela 2/2 tejido 9 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez17 doble tela con tramas suplementarias y urdimbre flotante discontinua ? Huaca del Sol Moche III Edward Moseley William Conklin18 doble tela con tramas suplementarias y urdimbre flotante discontinua ? Huaca del Sol Moche III Max Uhle William Conklin19 Tapiz ranurado cara de trama 001a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya20 Tapiz ranurado cara de trama 002a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya21 Tapiz kelim ? Plataforma Uhle Moche III Claude Chauchat sin analizar

TAPIZ

TIPO

TELA LLANA

SARGA

DOBLE TELA

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Ficha de Textiles Ficha No. 1 Código: 005a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III Estado de conservación: regular, frágil, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico. Tipo de estructura: tela llana 1/1 Características de urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón Algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón Algodón S

Características de la decoración: Sin decoración Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 2 Código: ¿? Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma II, Sacrificio HG-111-ARP-IIIA Excavado por: Steve Bourget Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 1996 Fecha de Análisis: 1996 Afiliación cultural: Mochica, fase IV Estado de conservación: malo Tipo de estructura: tela llana 1/1 Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S-Z Marrón Algodón S-Z

Características de la decoración: Sin decoración Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 3 Código: ¿? Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma II, Sacrificio HG-111-ARP-IIIA Excavado por: Steve Bourget Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 1996 Fecha de Análisis: 1996 Afiliación cultural: Mochica, fase IV Estado de conservación: malo Tipo de estructura: tela llana 2/1 Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S-Z Marrón Algodón S-Z

Características de la decoración: Sin decoración Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 4 Código: 006a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III Estado de conservación: regular, frágil, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico Tipo de estructura: tela llana cara de trama Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S-Z Marrón algodón S-Z

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION rojo algodón S-Z rojo Algodón S-Z

Características de la decoración: Sin decoración Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 4 Código: 007a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III Estado de conservación: regular, frágil, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico Tipo de estructura: tela llana cara de trama Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S-Z Marrón algodón S-Z

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón oscuro algodón S-Z Marrón oscuro algodón S-Z Marrón oscuro Algodón S-Z

Características de la decoración: Sin decoración Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 6 Código: tejido 4 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: sarga simple 2/2 Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la decoración: Sin decoración Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 7 Código: 003a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico. Tipo de estructura: sarga diamante 2/2. Fragmentos de paño. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S-Z marrón algodón S-Z

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Rojo lana S-Z Rojo lana S-Z Rojo lana S-Z

Características de la decoración: Cuatro a cinco rombos concéntricos, el más grande mide 16 mm de largo por 8 mm de ancho. El diseño se distribuye horizontalmente a lo ancho de la trama (Montoya 2001:237) Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 8 Código: 004a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico. Tipo de estructura: sarga diamante 2/2 Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S

Características de la decoración: Cuatro a seis rombos concéntricos, el más grande mide 16 mm de largo. El diseño se distribuye horizontalmente a lo ancho de la trama (Montoya 2001:237-238) Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 9. Código: tejido 6. Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3. Excavado por: Moisés Tufinio. Analizado por: Arabel Fernández. Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: sarga cara de urdimbre con trama suplementaria. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S Rojo lana S-Z

Características de la decoración: Pez o serpiente de rostro triangular escalonado, con las fauces abiertas, de la parte posterior se desprenden dos apéndices que dan origen a los apéndices de otro rostro. Los motivos quedan dispuestos en hileras, vistos en línea horizontal los rostros quedan entrelazados (Fernández 2002:265). Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernandez (2001, pp. 264, fig.317). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 10 Código: tejido 8 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: sarga cara de urdimbre con tramas suplementarias. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION marrón algodón S marrón algodón S rojo lana S-Z

Características de la decoración: Rostro estilizado de lados escalonados, podría tratarse de una versión sumamente estilizada de la criatura descrita en la ficha 9 (Fernández 2002:265). Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernandez (2001, pp. 264, fig.317) Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 11 Código: tejido 1 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: doble tela con tramas suplementarias. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S Rojo lana S-Z

Características de la decoración: Pez o serpiente de rostro triangular escalonado, con las fauces abiertas, de la parte posterior se desprenden dos apéndices que dan origen a los apéndices de otro rostro. Los motivos quedan dispuestos en hileras, vistos en línea horizontal los rostros quedan entrelazados (Fernández 2002:265) Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernández (2001, pp. 264, fig.317). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 12 Código: tejido 2 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: doble tela con tramas suplementarias. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S Rojo lana S-Z

Características de la decoración: La decoración es similar al anterior (Ficha 11), la diferencia reside en los apéndices en forma de gancho que parecen en la parte anterior y posterior del rostro. En este caso las imágenes se proyectan de un eje central y giran en dirección antihoraria (Fernández 2002:265) Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernández (2001, pp. 264, fig.317). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 13 Código: tejido 3 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: doble tela con tramas suplementarias. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S Rojo lana S-Z

Características de la decoración: Rostro estilizado de lados escalonados, podría tratarse de una versión sumamente estilizada de la criatura descrita en la ficha 9 (Fernández 2002:265). Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernández (2001, pp. 264, fig.317). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 14 Código: tejido 5 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: doble tela con tramas suplementarias. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S Rojo lana S-Z

Características de la decoración: Representación de serpientes o peces estilizados. Los rostros surgen de líneas diagonales escalonadas y se van entrelazando (Fernández 2002:265). Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernández (2001, pp. 264, fig.317). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 15 Código: tejido 7 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: doble tela 2/2. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S

Características de la decoración: Es la imagen más representativa del grupo pues corresponde al rostro de la Deidad de las Montañas. Cada uno de los atributos que distinguen a este personaje están representados en un patrón lineal. Los ojos tienen forma de U, una gran T invertida, da lugar a la nariz. La boca con los colmillos entrelazados es representada por un escalonado en doble hilera. Las orejas son bilobuladas, la parte inferior es de mayor longitud que la superior. Lleva una especie de vincha o tocado, representada por hileras de rectángulos (Fernández 2002:265). Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernández (2001, pp. 264, fig.317) Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 16 Código: tejido 9 Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 3 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: Arabel Fernández Fecha de Excavación: 2001 Fecha de Análisis: 2001 Afiliación cultural: Mochica, fase III. Estado de conservación: frágil, regular, sectores carbonizados. Tipo de estructura: doble tela 2/2. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón S Blanco algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Marrón algodón S Marrón algodón S

Características de la decoración: Pares de olas entrelazadas (Fernández 2002:265). Foto y Dibujo: foto Henry Gayoso, dibujo de Arabel Fernandez (2001, pp. 264, fig.317). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 17 Código: ¿ Procedencia: Tumba de infante, Huaca del Sol. Excavado por: Michael Moseley Analizado por: William Conklin Fecha de Excavación: 1972? Fecha de Análisis: 1974. Afiliación cultural: Mochica, fase III Estado de conservación: desconocido. Tipo de estructura: doble tela con tramas suplementarias y urdimbre flotante discontinua (bolsa). Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Marrón Algodón S Crema Algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Blanco Algodón S Crema Algodón S Rosa Lana S Marrón rojizo Lana S amarillo Lana S

Características de la decoración: Figura animal semejante al caracol, con una gran cabeza flotando en el espacio rectangular superior, mientras que peces moteados y alados se desplazan libremente en el espacio rectangular inferior. Foto y Dibujo: (tomada de William Conklin 1979, pp. 170, figura 6)

Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 18 Código: ¿ Procedencia: Tumba, Huaca del Sol Excavado por: Max Uhle Analizado por: William Conklin Fecha de Excavación: 1901? Fecha de Análisis: 1978. Afiliación cultural: Mochica, fase IV Estado de conservación: desconocido. Tipo de estructura: doble tela con tramas suplementarias y urdimbre flotante discontinua. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION ¿ Algodón S ¿ Algodón S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION ¿ Algodón S ¿ Algodón S ¿ lana Z?

Características de la decoración: Motivos geométricos enmarcados en rombos continuos. Foto: (tomada de William Conklin 1979, pp. 172, figura 10) Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006

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Ficha de Textiles Ficha No. 19 Código: 001a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III Estado de conservación: regular, frágil, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico. Tipo de estructura: tapiz ranurado cara de trama 2/1. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón Z-S Blanco Algodón Z-S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION Rojo Lana (3) S-Z rosado Lana (3) S-Z amarillo lana S-Z marrón lana S-Z amarillo pálido Lana (2) S-Z blanco Lana S-Z

Características de la decoración: a. Diseño principal: Personaje de cuerpo entero, rostro de perfil, con la boca semiabierta, presenta un tocado de tres puntas, en el brazo ubicado hacia su espalda coge lo que al parecer es una bolsa. b. Diseño secundario: Hacia ambos lados del personaje separados por una delgada línea en algodón marrón al igual que los ribetes de la banda, y a todo lo largo de ésta se presentan diseños de cheurones, intercalándose en colores rojo y rosado (Montoya 2001:235). Foto y Dibujo: Foto archivo PAHL, dibujo de María Montoya (2006, pp. 235, fig. 261). Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006.

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Ficha de Textiles Ficha No. 20 Código: 002a Procedencia: Huaca de la Luna, Plataforma I, Tumba 18, testigo 6 Excavado por: Moisés Tufinio Analizado por: María Montoya Fecha de Excavación: 1999 Fecha de Análisis: 2000 Afiliación cultural: Mochica, fase III Estado de conservación: regular, frágil, afectado por el peso de los adobes del relleno arquitectónico. Tipo de estructura: tapiz ranurado cara de trama 2/1. Características de la urdimbre:

COLOR FIBRA TORSION Blanco algodón Z-S Blanco Algodón Z-S

Características de la trama:

COLOR FIBRA TORSION blanco lana S-Z rosado lana S-Z marrón claro lana S-Z Amarillo (2) lana S-Z Rojo (3) lana S-Z amarillo lana S-Z

Características de la decoración: a. Diseño principal: Cabeza (perfil) de personaje “zorro”, presentando doble orejera, el hocico se encuentra abierto, dejando ver los colmillos y la lengua. b. Diseño secundarios: Paneles en colores alternados rojo y amarillo (Montoya 2001:235). Foto y Dibujo: Ficha elaborada por: Henry Gayoso Fecha: 15/12/2006.

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8.3. Contexto arquitectónico La ejecución de actividades ligadas a la producción de objetos textiles no exigió

la construcción de estructuras arquitectónicas complejas, como ya se ha visto al inicio de este capítulo. Para las labores de hilado por ejemplo no hace falta mayor espacio que un patio, por lo cual el dato arquitectónico per se es insuficiente.

Aparentemente, el espacio más complejo arquitectónicamente hablando fue aquel ligado a las actividades de tejido, según se deduce de la escena iconográfica ya comentada previamente. En este sentido, se han identificado por lo menos 3 espacios arquitectónicamente similares en el núcleo urbano, esto es, un espacio abierto rodeado en tres de sus flancos por banquetas largas a manera de plataformas:

1. La denominada Plaza 1 del Núcleo Urbano, registrada por Claude

Chapdelaine230, se encuentra rodeada por espacios arquitectónicos definidos por este investigador como los conjuntos CA11 (al norte), CA12 (al sur, donde se identificó un taller de abalorios), CA9 (al este, donde se ubicaron posibles áreas de producción textil) y un callejón al oeste (ver figura 45).No está claro, según mi punto de vista, si estamos hablando de una plaza, o simplemente de un patio, pues los CAs 11 y 12 han sido definidos de manera parcial y bien podrían configurar una unidad con la llamada plaza 1, la cual tiene un tamaño similar al patio principal (ambiente 1) del CA30. Esta supuesta plaza presenta un único acceso en su lado noroeste, a través de un callejón. Presenta tres banquetas largas a manera de terrazas, “y la más importante, al lado este, con dos niveles, tenía evidencias de postes para sostener un techo”. En su interior se encontraron 7 piruros, de los cuales 5 estaban en el interior de una vasija y los otros dos dentro de uno de los hoyos de poste. Un fogón fue ubicado al sur del patio, sobre el piso.

2. La plaza 2 del Núcleo Urbano, también registrada por Claude Chapdelaine, es descrita como “un sistema de banqueta y rampa con una conexión a una calle. Las banquetas están ubicadas al costado de cada muro y hay alas que le dan una forma en “U” a la banqueta este. Se puede ingresar a esta segunda plaza por la esquina sureste. Una banqueta exterior, paralela a la banqueta que hace de límite sur de la plaza, restringe el acceso a la plaza y también permite el control del ingreso a este lugar público que tiene una planificación más definida que en la primera plaza [Plaza 1]. No podemos precisar por el momento la función de esta plaza, pero según parece por su limpieza y la ausencia de basura funcionaba como un espacio de carácter más bien civil o religioso, en comparación con la primera plaza donde encontramos dos fogones, cuatro vasijas domésticas, cerámica y piruros”.

3. El ambiente 1 del CA30, o ambiente 30-1, es un patio 231 según sus

230 Chapdelaine, Claude, op. cit., 2003, pp. 256-257. 231 Bezzolo et al., op. cit., pp. 155.

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excavadores. Presenta banquetas largas adosadas a sus muros, siendo más alta la banqueta del lado norte, pero el contexto ha sido muy disturbado. En su última ocupación (piso 1) presenta 3 vanos de acceso: uno en la esquina suroeste, que colinda con el ambiente 30-34; otro en la esquina sureste, a través de un pasadizo, que colinda con el ambiente 30-30; y un tercero en el noreste, que colinda con el ambiente 30-9 y 30-10. Este espacio ha sido definido por sus excavadores como ambiente ordenador a partir del cual se articulaba el ingreso a los diferentes ambientes del CA30, y que en el se realizaban comidas o banquetes.

Figura 45. Las plazas 1 y 2 del Núcleo Urbano. Ninguno de estos tres espacios descritos presenta evidencias de actividades ligadas a la tejeduría. La presencia de piruros en la plaza 1, la única en la que se ha podido detectar evidencias de que sus banquetas estuvieron techadas, indicaría actividades de hilado, sin que esto nos lleve a pensar necesariamente en un producción de hilos especializada. El hilado pudo complementar otra actividad o actividades principales. Sin embargo, una posible producción de hilos a nivel especializado tampoco se descarta. Igualmente, carecemos de evidencias sobre zonas asociadas a la preparación de las fibras de algodón o la preparación de tintes y teñido de fibras.

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8.3.1. El CA 9: posible taller textil El conjunto 9 tiene una extensión de 576,22 m2; este conjunto se puede

subdividir en cuatro subconjuntos del cual se han excavado 3 fases ocupacionales, todas ellas asociadas a cerámica Moche IV y fechadas con posterioridad al 600 d.C. 232 (Fig. 46). Según Santiago Uceda el subconjunto 1 era un área de vivienda para servicios, por su pequeña dimensión; el subconjunto 2 era un área administrativa debido a la concentración de depósitos en torno a un patio; el subconjunto 3, por la presencia de un mausoleo, sería la zona residencial del conjunto; y finalmente el subconjunto 4, se puede considerar como un área de servicio destinada a la preparación de chicha y quizás como área de reuniones corporativas, debido a la presencia de un conjunto de tinajas y fogones así como espacios amplios, posiblemente patios233.

Las excavaciones en este conjunto arquitectónico empezaron en el año 1996, definiéndose su lado sur. El lado norte fue definido en la temporada 1997, completando la definición de dicho conjunto en su última fase ocupacional (piso 1234), en donde se identificaron zonas de cocina, molienda, depósitos, vestíbulo y ambientes sin función definida235. De los 5 entierros humanos hallados en este conjunto, sólo uno de los

232 Chapdelaine, Claude, op. cit., pp. 270-271 233 Uceda, Santiago. “Los de arriba y los de abajo: relaciones sociales, políticas y económicas entre el templo y los habitantes en el Núcleo Urbano de las Huacas de Moche”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2004. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2005, pp. 294-295. 234 La denominación numérica de pisos en el Proyecto Arqueológico para el caso del Núcleo Urbano se basa en la posición estratigráfica de los mismos. El primer piso arquitectónico que se identifica al momento de la excavación es denominado piso 1, el cual se define de manera horizontal. Una vez definido se continúa la excavación hacia abajo hasta identificar el siguiente piso arquitectónico, al que se le denomina piso 2, y así sucesivamente. Al material existente entre piso y piso se le denomina relleno de piso, o simplemente relleno No se trata de edificios de varios pisos, sino de ocupaciones superpuestas y continuas, donde el piso de número más alto es más antiguo que el piso de número más bajo. Una fase ocupacional puede incluir uno o más pisos, pero estos pisos serían remodelaciones continuas dentro de un espacio y tiempo específico de un piso original, que sería el piso más profundo (p.e. piso 1, piso 1a, piso 1b, etc, en el cual el piso 1 es el más profundo y antiguo dentro de la fase y los pisos 1a y 1b serían remodelaciones). Esto generalmente se deduce, por ejemplo, cuando entre piso y piso no hay un relleno ancho sino una delgada capa de arena o cuando se detectan nivelaciones por hundimiento de los pisos, en los cuales un piso y su remodelación se encuentran en su punto de nivel. 235 Chapdelaine, Claude. “Excavaciones en la zona urbana de Moche durante 1996”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1996, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 1998, pp. 85-115.; Id., “Investigaciones en los conjuntos arquitectónicos del centro urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores, págs. 67-84. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, 2000; Armas, José, V. Guillermo, J. Huancas, H. Malca, R.Sánchez y L. Villena. “Excavaciones en los conjuntos arquitectónicos 7 y 9”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo

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entierros, la tumba 5, fue hallado intacto. Este contexto funerario correspondería, según José Armas y co-autores, a una mujer joven de entre 15 y 16 años, de una clase social media, “dedicada a las labores de textilería. Apoyarían esta hipótesis el hallazgo de piruros y fragmentos de agujas encontrados dentro de la tumba y al interior del ambiente 9-34, así como también el registro de 70 piruros, enteros y fragmentados elaborados de cerámica, piedra y metal de diversos tamaños, formas y decoraciones reportados en el conjunto arquitectónico 9”236. En un artículo posterior Claude Chapdelaine reporta un total de 120 piruros así como restos de algodón. Según Chapdelaine, el ambiente 9-34 tenía “una fuerte concentración de piruros y puesto que la mujer tenía como ajuar funerario tres piruros y dos agujas (de cobre y de hueso), este lugar debió haber servido para hilar y tejer” 237 (el subrayado es nuestro). El ambiente 9-34 posee una forma rectangular, de 4,1 m de largo por 2,5 m de ancho, con el vano de acceso ubicado al noreste238.

Figura 46. El conjunto arquitectónico 9.

Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2000, pp. 85-99. 236 Armas, José et al., op. cit., pp. 99. 237 Chapdelaine, Claude, op. cit., 2003, pp. 269. 238 Armas, José, op. cit., pp. 92.

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De los 120 volantes de huso registrados en este conjunto arquitectónico sólo

conocemos la procedencia de aquellos excavados en la temporada 1997, más no de la temporada 1996. En 1997 se reportaron 41 volantes de huso y 9 agujas, entre enteras y fragmentadas, además de los 3 volantes y dos agujas fragmentadas de la tumba 5. La mayoría de los volantes (29 en total) proceden del ambiente 9-34, donde luego se encontró la tumba 5. Este es un número relativamente alto de volantes de huso para un espacio arquitectónico en un momento de ocupación determinado.

El ambiente 9-44 presenta una plataforma baja, ubicada al pie del muro este. Teniendo como referente la representación iconográfica del taller de tejeduría, Chapdelaine deduce que el líder del conjunto 9 pudo sentarse en este espacio para controlar la producción textil, de manera análoga al dibujo239.

239 Chapdelaine, Claude. “The growing power of a Moche urban class”. En: Moche Art and Archaeology in Ancient Peru, Joanne Pillsbury, editora, pp. 69-87. Studies in the History of Art 63. Center for Advanced Studies in the Visual Arts, Symposium Papers XL. National Galery of Art.Washington, D.C., 2001, pp. 76: “A low platform in room 9-44, located by the eastern wall, may have placed a role in the distribution of goods produced in this compound. In a painting on a Moche vessel illustrated by Cristobal Campana (1983:20-21, 1994:452, 455), there is a representation of an individual seated on an elevated bench, controlling textile production and receiving goods. The leader of Complex 9 may have fulfilled such a role”.

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Capitulo 9. Recapitulación y conclusiones sobre las relaciones sociales de la producción textil. Poco o nada conocemos sobre las actividades productivas especializadas anteriores al 600 d.C. en el yacimiento. Nuestro conocimiento arqueológico sobre la producción especializada de bienes artesanales se limita a talleres excavados que corresponden a años posteriores al 600 d.C., taxativo para cuestiones comparativas diacrónicas dentro del Núcleo Urbano. Hemos visto que el periodo entre el 600 y el 850 d.C. significó un cambio político importante en Huacas del Sol y de la Luna, que se tradujo en un aumento del poder de las elites urbanas y la disminución del poder de las clases sacerdotales240. Esto posiblemente fue un condicionante para la forma de organización de la producción artesanal especializada en la ciudad y, en general, en las relaciones sociales de producción a partir del 600 d.C.

En el amplio corpus conocido de la iconografía mochica, así como la evidencia registrada en muchas tumbas y espacios arquitectónicos mochicas, se puede observar que las elites poseían ricos atuendos bellamente decorados (además de otros bienes suntuarios) cuya producción debió estar en manos de artesanos textiles ligados de alguna manera a estamentos gubernamentales o a las elites.

Es posible que el lector se haya hecho esta pregunta: ¿Cómo podemos estar seguros que las piezas textiles encontradas en el yacimiento fueron producidas en talleres dentro del Núcleo Urbano y no obtenidas por intercambio y producidas en otro u otros sitios dentro del valle? Esta pregunta se sustenta en el hecho de que no se ha registrado de manera clara un taller textil dentro del Núcleo Urbano.

Un argumento de peso a favor de la existencia de talleres textiles en el yacimiento, específicamente en el Núcleo Urbano, está en la existencia de otros talleres plenamente identificados, de producción de objetos de piedra, metal y cerámica. Si tenemos en cuenta la antigua y amplia tradición textil panandina, me parece poco lógico pensar que los residentes del yacimiento no hubiesen producido sus propias piezas textiles. Dada la latente demanda de la elite de la ciudad de elementos suntuarios indicadores de su alto status, y la relación directa entre el vestido y la identidad social, los ricos tejidos que debieron vestir para tal fin debieron en el caso de Huacas del Sol y de la Luna implicar una organización de la producción a nivel especializado, in situ.

Deducir cómo estuvo organizada la producción textil especializada resulta un objetivo bastante complicado si no tenemos un contexto claro que nos ofrezca los datos necesarios para tal fin. Pero los datos con los que contamos nos pueden acercar a dicho objetivo. Intentaremos, en base a la síntesis de la información que poseemos, discutir aspectos ligados a las relaciones sociales de la producción artesanal textil.

240 Uceda, Santiago, op. cit., pp. 308.

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9.1. El contexto de la producción textil especializada La historiadora María Rostoworowski escribió:

“Merece que demos mayor atención al status del artesano precolombino. La costa estaba más desarrollada en este aspecto que la región andina en el tiempo anterior e inmediato a la expansión cusqueña. El alto nivel alcanzado por las culturas Yungas, tanto en el campo textil como en el de la cerámica y de la metalurgia, hacen suponer que existía una especialización en su manufactura, y que sus artífices le daban mayor dedicación que en la sierra.241”

En este sentido, un rasgo característico de la costa prehispánica tardía es la

presencia de grupos o parcialidades, agrupados por oficios a manera de gremio, dedicados en exclusiva a la producción de un tipo de producto artesanal. Estos grupos “tenían sus propios jefes; así, existían señores pescadores, chicheros, salineros, etc”.242 Rostworowski indica que “los artesanos tenían un papel importante en la costa, donde la especialización laboral formaba parte del modelo organizativo (…) En otros lugares, como en Canta, todas las comunidades que componían un curacazgo se reunían en un tiempo señalado y se dedicaban a la confección de cerámica y de textiles finos. La historiadora añade que “también de una situación especial gozaron los artesanos costeños prehispánicos antes del movimiento de hegemonía cusqueña, pues aunque trabajaban para sus señores étnicos, podían trocar parte de su producción y el beneficio era personal”243. No creo que aún en la época moche se haya dado este tipo de organización, al nivel de existir parcialidades enteras dedicadas a la producción artesanal, pero si es factible inferir que entre el 600 y el 850 d.C. se dieron los primeros pasos dentro de la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna. No se ha encontrado ninguna evidencia arqueológica que demuestre asentamientos de artesanos específicos para el caso mochica; incluso desconocemos si hay evidencia para la costa prehispánica tardía. Pienso que en este lapso de tiempo debieron co-existir en la ciudad diferentes formas de organización de la producción artesanal. Mucho tiene que ver el material del producto (si son metálicos, textiles, cerámicos, líticos, o de otro tipo, o mixtos) y en cuanto a si son utilitarios o suntuarios, cotidianos o de ocasión especial.

Santiago Uceda postula la presencia de grupos corporativos viviendo en los conjuntos arquitectónicos y organizando la producción artesanal en la ciudad244. La presencia de grupos corporativos administrando la producción artesanal es un fenómeno

241 Rostworowski, María, Costa Peruana Prehispánica, Serie: Historia andina / 15. Instituto de Estudios Peruanos, 2da. Edición, Lima, 1989, pp. 231. 242 Rostworowski, María, Op. cit., pp.133. 243 Rostworowski, María, Historia del…, Op. cit., 1992, pp. 212-213. 244 Uceda, Santiago, Op. cit., pp. 316; ver también Uceda, Santiago y Carlos Rengifo, Op. cit., pp. 26.

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que también ha sido postulado por Linda Manzanilla para el caso de Teotihuacan245. Estos grupos corporativos deben ser entendidos en su sentido más amplio, es decir como grupos de filiación familiar que poseen grupos no familiares adscritos a él. Probablemente estos grupos corporativos podrían ser segmentos de parcialidades, equivalentes a los grupos corporativos provenientes de segmentos de ayllus o estancias menores que Janusek postula para el caso de Tiwanaku246.

El contexto político imperante es un factor determinante. Uceda arguye que en un momento cercano al 600 d.C. las clases sacerdotales pierden su poder, y las clases urbanas lo incrementan. Esto se argumenta con base en diferentes sucesos y evidencia. Recapitulando, los sucesos más trascendentales son: el cierre del monumental Templo Antiguo de Huaca de la Luna, la construcción del pequeño Templo Nuevo y el colosal crecimiento de Huaca del Sol, así como el crecimiento en el número de población urbana y las divisiones al interior de los conjuntos arquitectónicos. La evidencia en el Núcleo Urbano se resume en: el incremento en los últimos pisos de ocupación (en especial pisos 1, 2 y 3) - en relación a los pisos anteriores - de restos de productos alimenticios y artesanales, de ofrendas y objetos de metal de los ajuares funerarios. En contraposición está el hecho de que la evidencia arqueológica en los valles vecinos que habrían conformado en su momento el estado Mochica Sur demuestran que éste sufrió la pérdida de territorios conquistados247. Creo que del 600 d.C. en adelante, el Estado Mochica Sur pudo haberse circunscrito al valle de Moche, conformado por un conjunto de parcialidades dispersas en dicho valle. Pero, ¿cómo una entidad política aparentemente en crisis, que pierde territorios, pudo experimentar un crecimiento demográfico como el que se evidencia en los últimos pisos de ocupación en el Núcleo Urbano? Una respuesta posible es el repliegue de las elites mochicas, que anteriormente residía en los territorios perdidos, hacia la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna. Estas elites habrían formado los grupos corporativos a partir de sus parcialidades o curacazgos. Dichas elites debieron ser cabezas de parcialidades de las cuales reclutaron a las artesanas textiles en determinados periodos del año y probablemente a tiempo completo. Más adelante, tras la disolución de “lo Mochica” como entidad política y la posterior conformación de “lo Chimú”, esos grupos corporativos se habrían convertido en los gremios o parcialidades artesanales altamente especializadas de los que habla María Rostworowski.

¿Cómo llegó la producción especializada a manos de la elite urbana? Cabe la posibilidad que haya sido la elite gubernamental la que haya delegado a algunos miembros de las elites urbanas, acaso sus curacas menores, la responsabilidad de organizar y ejecutar la producción textil especializada (y otras producciones especializadas), ahorrándose el costo que ésta implica y reclamando algún tipo de

245 Manzanilla, Linda, “La producción artesanal en Mesoamérica”. En: Dossier de Arqueología Mexicana, pp. 28-35, México; Id., “Corporate Groups and Domestic Activities at Teotihuacan”. Latin American Antiquity, 7 (3), Society for American Archaeology, 1996, pp. 228-246. 246 Janusek, John Wayne, op. cit., pp. 125. 247 Uceda, Santiago, op. cit., pp. 316.

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tributo, donde “… la capacidad del curaca para facilitar el funcionamiento del sistema económico era tal vez el refuerzo más importante de su rango y posición”248.

Con base en la evidencia presentada en el yacimiento, parece ser que gran parte de la producción artesanal textil local, no toda, estuvo orientada a la elaboración de objetos suntuarios personales de valor y uso variable, consumidos por las elites intermedias, urbanas y rurales. Estos objetos habrían sido producidos en un contexto donde parece convivir la especialización adjunta (attached specialization) y la especialización adscrita (embedded specialization).

Esta producción textil pudo haber estado controlada por uno o más grupos corporativos, encabezados por unidades domésticas residentes en los conjuntos arquitectónicos e integrantes de la elite urbana. En todos los casos de talleres dentro del Núcleo Urbano, las áreas de producción se encuentran dentro de espacios mayores que incluyen espacios domésticos. Sin embargo, pudo haber existido productos de uso exclusivo de la elite gobernante, residente en Huaca del Sol, que habrían estado directamente controlados por las elites gubernamentales (como más tarde en los casos chimú e inca), algunos de ellos no sujetos a intercambio, pero esto es una mera suposición que no tiene ninguna evidencia de peso para el caso moche249. En todo caso, de haber acontecido un manejo estatal de algunos productos textiles, estos habrían sido objetos preciosos no producidos para intercambio, sino para uso de las elites gubernamentales, para obsequio en casos especiales y como sacrificio para las huacas.

Observamos entonces la posibilidad de un contexto de especialización textil donde conviven la especialización adjunta y la especialización adscrita; sin embargo, podría haberse dado casos adicionales de especialización adjunta pura e incluso independiente. Si bien los residentes de la ciudad son “de elite”, esta elite habría configurado diferentes segmentos sociales a su interior, y como bien lo señala Prudence Rice: “Diferentes segmentos sociales tendrán diferentes demandas y diferentes grados de capacidad o maneras de satisfacerla”250.

Disgregaremos lo discutido cuando abordemos a continuación cada uno de los aspectos ligados a las relaciones sociales de producción. 9.2. Los productores En este punto intentaremos evaluar las identidades sociales, el grado de especialización, la intensidad del trabajo, la naturaleza de las compensaciones (relaciones productor-

248 Ramírez, Susan, El mundo al revés…, op. cit., pp. 53. 249 Salvando las distancias sincrónicas y diacrónicas, en muchas regiones del estado Inca tardío solo los más elaborados bienes suntuarios, como las túnicas reales cumpi, estaban directamente controlados por la autoridad central. Bajo este escenario, el productor especialista estaba adjunto al estado o la elite gubernamental, y por lo tanto no habría tenido ningún derecho en la alienación de los objetos producidos. En compensación, habría gozado de beneficios de status y de propiedades de tierras, regalos y alimentos. El cumpi no habría sido objeto de intercambio, sino para uso real o para ser entregado como obsequio a personas y huacas. 250 Rice, Prudence, op. cit., pp. 220.

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consumidor), la destreza del productor y los principios de reclutamiento de los trabajadores. 9.2.1. La identidad del artesano textil mochica y la importancia de su producción En las sociedades llamadas “tradicionales”, la identidad es socialmente adquirida; es decir, responde a una serie de valores culturales y normas que se adquieren en la dialéctica entre el individuo y la sociedad. Esta identidad responde a aspectos básicos como el género, la edad y el status social. En muchas culturas del mundo - no en todas - la actividad textil ha sido exclusiva de las mujeres, dentro del marco de una fuerte división sexual del trabajo, estimulada por valores culturales, y con un posible respaldo mítico. El hilado y el tejido no eran sólo habilidades socialmente adquiridas sino también marcados símbolos de género, y de una fuerte carga sexual e incluso ideológica.

En el mundo andino, una mujer hábil en el hilado y el tejido era vista como una mujer inteligente, trabajadora y admirable, y le otorgaba un mayor atractivo a los ojos masculinos251. “Labrar mejor mantas” era una fuente de prestigio y envidia entre las esposas de un mismo varón252. Además debemos agregar la importancia de su trabajo en varios aspectos. John Murra escribe que las funciones del tejido iban mucho más allá de denominadores psicológicos y ornamentales comunes a todas las sociedades, marcando su presencia en todo acontecimiento importante.

“Ningún acontecimiento político, militar, social ni religioso estaba completo sin el ofrecimiento o la cesión de tejidos, quemados, sacrificados o intercambiados”253. El vestido se consideraba el regalo principal y preferido en todo momento de

crisis de ciclo vital. Los parientes regalaban ropa en ritos de iniciación, se entregaba como ofrenda matrimonial, en ceremoniales de ropa nueva, en los sacrificios a las huacas. Incluso existían precauciones mágicas en el hilar y vestir254. El vestido era símbolo de posición social, de ciudadanía. Se utilizaba como regalo principal para sellar un armisticio. Según Murra, de todas las etapas vitales, la muerte tenía la más íntima relación con el tejido, bien documentada en la arqueología, las crónicas y la etnología255.

251 Según Jerónimo Román y Zamora cuando un hombre noble poseía dos o más esposas del mismo rango, se consideraba como la principal, a la que o era más hermosa, alegre, amorosa o si tenía dotes naturales, como por ejemplo destreza en el tejido y en la preparación de potajes. 252 Murra, John, Formaciones Económicas…, pp. 152, citando a los cronistas Martín de Murúa y Guamán Poma de Ayala. 253 Murra, John, Organización Económica…, pp. 107. 254 Murra, John, Formaciones Económicas…,pp. 151. 255 Murra, John, Formaciones Económicas…, pp. 152, apunta como Polo de Ondegardo “notó que los muertos eran adornados con ropa nueva y varios vestidos sin estrenar se colocaban en la tumba. En la costa la arqueología indica que esa costumbre no fue sólo incaica sino panandina y que su antigüedad es

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Como ejemplo análogo, Elizabeth Brumfiel256 describe el hilado y el tejido en el área azteca como fuentes de identidad femenina. Sus herramientas eran símbolos de feminidad tanto en la vida como en la muerte. Servían como metáforas para las experiencias de las mujeres con el embarazo y el nacimiento de los hijos, y muchas de las divinidades femeninas que personificaban la autoridad femenina cargaban equipamiento de hilado y tejido como parte de sus vestuarios. Uno de sus productos finales, la ropa, era importante en la economía política de la unidad doméstica, pues era distribuida en fiestas marcando el nacimiento, el matrimonio y la muerte de sus miembros.

Varios son los cronistas coloniales del área andina que señalan el hilado y el tejido como actividades ejecutadas, en la mayoría de los casos, por mujeres257, incluso, al hablar del hilado señalan que era una actividad que las mujeres casi nunca dejaban de hacer, compartiéndola con otras actividades. Esto no quiere decir que la actividad textil haya estado prohibida para los hombres. Como ejemplo, John Murra dice, del caso inca, que:

“Todos estamos familiarizados con las tantas veces citada imagen de la mujer andina, nunca desocupada, hilando sin cesar, de pie, sentada y hasta caminando (…). Ella hilaba la fibra y tejía gran parte de la ropa que vestía su familia y el huso lo llevaba a la tumba, como símbolo de su condición femenina. En la práctica, la división sexual del trabajo era menos rígida. La destreza en el hilado y tejido la adquirían en la niñez tanto los muchachos como las niñas. Los varones “reservados” de la mit’a – viejos, inválidos y niños – ayudaban hilando y torciendo sogas, tejiendo costales y ‘obra basta’, según su fuerza y capacidad”258. Entonces, en la sociedad mochica y muchas otras sociedades andinas

prehispánicas, aún cuando parece ser que la actividad textil fue culturalmente femenina, podríamos encontrar casos o grupos de excepción. Pedro Cieza de León cuenta en Crónica del Perú que en algunas zonas de Quito, eran las mujeres las que labraban los

de miles de años. Yacovleff y sus colaboradores hicieron un cálculo aproximado de la cantidad de algodón necesaria para tejer el fardo funerario de una sola momia Paracas: medía 300 metros cuadrados; se utilizaría la producción de más de una hectárea de tierra (…) ¡para una sola tumba¡ La cantidad de horas empleadas por una mujer en hilar, tejer y bordar es incalculable”. En Organización Económica del Estado Inca, Op. cit., pp. 130, John Murra comenta como en los velatorios las personas vestían ropas especiales y llevaban la ropa del difunto en procesión a los lugares dónde había vivido para al final ser lavadas por la viuda y los parientes en algún lugar de un río. 256 Brumfiel, Elizabeth. “The Quality of Tribute Clothes: The Place of Evidence in Archaeological Argument”. En: American Antiquity 61(3), Editada por The Society for American Archaeology. 1996, pp. 456-457. 257 Como por ejemplo, el padre Bernabé Cobo cuenta que “Las mujeres hilan tanto en el interior de sus hogares como cuando caminan fuera de ellos, ya estén paradas o ya estén andando”. Citado por Valcarcel, Luis E., Op. cit. T.2, pp. 306. 258 Murra, John, Formaciones Económicas…, Op. cit., pp. 149.

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campos y los maridos quienes hilaban y tejían, cosa que el cronista también vio en algunas zonas de Cuzco259. Es probable pensar que dentro de los mochicas hubo casos en donde los hombres realizaron algunos de los procesos asociados a esta actividad, incluidos el hilado y el tejido. Sin embargo, en líneas generales, para el caso de la costa peruana observada por los cronistas, la “feminidad” de la actividad textil es muy marcada.

¿Habrá sido la actividad textil, o al menos las actividades de hilado y tejido, una actividad exclusiva de género dentro del estado mochica sureño dirigido desde Huacas del Sol y de la Luna? Veamos qué podemos extraer del dato arqueológico. La única evidencia iconográfica, la del taller de tejeduría, nos indica que al menos el tejido a nivel especializado, en un contexto de producción dependiente o adjunta, era una actividad realizada por mujeres. No hay evidencias iconográficas que nos indiquen el género de los que preparan la materia prima, los que hilan, tiñen o cosen las fibras.

La mayoría de tumbas de mujeres mochicas, registradas a lo largo de los yacimientos arqueológicos de la costa norte, presentan dentro de su ajuar funerario herramientas asociadas a la producción textil. Dentro de estas herramientas, las que tienen una mayor presencia son los volantes de huso (piruros) y las agujas. Vemos entonces una fuerte asociación de las herramientas textiles al género femenino. Por ejemplo, en el caso del yacimiento mochica San José de Moro, Luis Jaime Castillo sostiene que “la frecuencia de ese tipo de objetos en asociación con tumbas femeninas es muy alta, casi toda tumba de mujer tiene un piruro, y con hombres es cero, no hay tumbas masculinas donde hayan este tipo de cosas” 260. Es curioso que en el caso específico de Huacas del Sol y de la Luna, la presencia de piruros asociados a tumbas femeninas como indicador de identidad no sea categórica, sino por el contrario muy débil. Sólo el 10% de las tumbas de mujeres halladas en el yacimiento presentan piruros dentro del ajuar funerario. Más curioso aún es haber comprobado que el 8% de las tumbas de hombres presentan piruros en su ajuar funerario. De las 21 tumbas con piruros registradas hasta el año 2002, siete son de individuos de sexo masculino, siete de sexo femenino y las restantes siete corresponden a individuos de sexo no identificado ¿Cómo se explica esto? Dos posibles respuestas se colocan sobre la mesa. O nos encontramos frente a casos de hombres que estuvieron dedicados a labores de hilado, y a continuación deducimos que la actividad textil no era exclusivamente femenina, y aún que no todos los hombres y mujeres moches se dedicaban a las actividades textiles; o la presencia de piruros en las tumbas tiene un significado ideológico cuya lectura no somos aún capaces de hacer en lugar de ser un indicador de la actividad productiva en vida del difunto261. No contamos aún con datos estadísticos suficientes con respecto a la presencia de agujas en las tumbas.

259 Valcárcel, Luis E., op. cit, T.1, pp. 165. 260 “El hallazgo de la Señora de Cao”, Revista Electrónica Arkeos, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006, pp. 5. www.revistas.pucp.edu.pe/arkeos/content/view/76/67/1/4/. 261 Esta información procede de un estudio sobre las tumbas excavadas en Huaca de la Luna, aún no publicado, efectuado por el arqueólogo Francisco Seoane, actualizado hasta el año 2002.

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A principios del siglo XX, el antropólogo alemán Enrique Brunning observó cómo las mujeres son más conservadoras que los hombres respecto a los idiomas nativos, y que en el pueblo de Olmos (valle de Lambayeque), las tejedoras, mujeres, conservan todavía algunos nombres antiguos de partes de sus telares. Este es un dato etnográfico interesante para reforzar la idea del hilado y el tejido como actividades culturalmente femeninas para el caso de la costa norte. He mencionado también que John Gillim262 observó ya tarde, en 1940, que aún cuando la actividad textil había disminuido notablemente entre los pobladores de la Campiña de Moche, eran las mujeres las que hilaban y tejían ropa mediante el uso del telar, mientras que el tejido con fibras coriáceas, para labores de cestería, era un rol compartido tanto por hombres como por mujeres, como también se dio en la localidad de Eten (Lambayeque) según una fotografía de Brunning (figura 47).

El nivel social no parece haber condicionado la posibilidad de dedicación a la actividad textil, independientemente de su naturaleza especializada. Las diversas fuentes de información nos permiten saber de manera clara que la actividad textil en general no estuvo restringida a ninguna clase social, ni el acceso a la materia prima en líneas generales, por la misma necesidad del vestido. Por lo tanto, podemos encontrar productores de tejidos tanto en los colectivos dominados como en los dominantes. En ambos grupos encontraríamos candidatas potenciales para realizar actividades textiles especializadas. Esto nos lleva a plantear la siguiente pregunta ¿podemos determinar el estatus de las especialistas textiles que laboraron en los talleres de Huaca del Sol y de la Luna?, o ¿a que clase social pertenecieron las artesanas textiles que producían en Huacas del Sol y de la Luna?

Siguiendo la escena del taller de tejeduría, las artesanas participantes en el tejido debieron ser mujeres mochicas, que aparentemente formaban dos grupos, si continuamos con la línea de ideas de Campana: un primer grupo formado por tejedoras adjuntas, provenientes del grueso poblacional de una parcialidad (escenas B y D), y un segundo grupo formado por tejedoras de elite, adscritas, probablemente familiares del señor del taller (escena E). Ambos grupos formarían parte de un mismo grupo corporativo, tal como se explicó líneas arriba. Las tejedoras de elite, dado su conocimiento del discurso ideológico, pudieron encargarse de prendas específicas, especiales, no estándares, a pedido. En el mundo mochica, la posibilidad de mujeres de elite adscritas a la producción textil es plausible. Tumbas mochicas como las de las Sacerdotisas de Moro, o la tumba de la Señora de Cao, presentan un ajuar que contiene herramientas ricamente trabajadas asociadas a la producción textil. Lo que es difícil de determinar en este tipo de contextos es si su producción era especializada. Las tumbas de elite halladas tanto en el Núcleo Urbano como en Huaca de la Luna y la Plataforma Uhle, presentan casos de mujeres a priori asociadas a la actividad textil por la presencia de volantes de huso y/o agujas dentro de su ajuar funerario.

262 Gillin, John, op. cit.

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Figura 47. Escena de elaboración de sombreros al interior de una casa de quincha, en el Pueblo de Eten. Fotografía de E. Brunning, 1906. Un ejemplo interesante de artesanos de elite, aun cuando no es el caso de la

actividad textil, nos la da el hallazgo del “Taller Alfarero”, al suroeste de Huaca de la Luna. Dentro de este taller se hallaron dos entierros (un hombre y una mujer) en dos pisos de ocupación diferentes (pisos 1 y 2), cuyo ajuar denotaban que los individuos pertenecían a la elite urbana. Aún cuando no se encontraron herramientas asociadas a la producción de cerámica en las tumbas, un análisis de antropología física demostró que ambos individuos habían sido ceramistas, dadas las huellas de desgaste de sus huesos debido a movimientos reiterativos producto de la dedicación a la alfarería263. Fuera del ámbito mochica, en otras entidades políticas complejas americanas, se tiene evidencia de artesanos de elite adscritos. Dos ejemplos son el caso Tiwanaku del 600 d.C. y el caso Maya Clásico264.

263 Para más detalle ver: Uceda, Santiago y José Armas. “Los talleres alfareros en el Centro Urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 1997, pp. 93-104; Uceda, Santiago, José Armas y Mario Millones, “Entierros de dos alfareros en la zona urbana de Huaca de la Luna”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2002. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, pp. 197-211. 264 Para el caso Tiwanaku o Tiahuanaco, ver Janusek, John, op. cit., y para el caso Maya Clásico, ver Inomata, Takeshi, op. cit.

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En cuanto a la edad, la evidencia iconográfica nos muestra que dentro del tejido a nivel especializado, las artesanas eran adultas de diversas edades. En la escena del taller de tejeduría podemos apreciar una jerarquía compuesta por jóvenes aprendices, mujeres adultas de nivel avanzado, las iniciadas, y adultas mayores, las expertas, las “maestras artesanas”. En cuanto al hilado, la evidencia que se encuentra en las tumbas con presencia de piruros nos dice que un amplio porcentaje de estos formaban parte del ajuar tanto de hombres como de mujeres adultos (76,19%). Sólo hay dos casos de tumbas de adolescentes (un individuo de sexo masculino y otro de sexo femenino) que contienen piruros en su ajuar funerario. Una vez más debemos pensar si efectivamente la presencia del piruro en una tumba es un indicador de actividad productiva realizada en vida del individuo o nos encontramos frente a un significado ideológico que se escapa a nuestro entendimiento. 9.2.2. La identidad de los dueños de la producción En la especialización dependiente o adjunta, los dueños de la producción son los patrones o patrocinadores, al menos en primer término.

Nuestro punto de partida vuelve a ser la escena iconográfica ya descrita, en especial las escenas A y C. Según Larco, son mujeres ocupadas en diversos menesteres: están recibiendo alimentos y frutas. Bajo la vigilancia y mando de estas mujeres se confeccionaban los vestidos más primorosos. Larco añade que esta particularidad le “trae a la memoria una costumbre todavía en pie en el interior del país” (en la época de la primera edición de su libro, en el año 1949). Las señoras acomodadas, según Larco, “hacen llamar a varias tejedoras de la chacra para que les hagan frazadas, ponchos o alforjas en su propia casa. A más de darles todos los implementos necesarios para su trabajo y pagarles su salario, las atienden muy bien con comidas y regalos”. Larco termina preguntándose y respondiéndose: “¿No será esto un rezago de la antigua costumbre mochica? Es muy probable”265. Larco comete un error al identificar a estos personajes como mujeres, pues claramente visten ropa masculina, pero nos proporciona un dato etnográfico bastante interesante.

Para Campana esta parte de la escena iconográfica “es posiblemente la más importante de la vasija, aún cuando no tiene connotación propiamente textil. Su importancia radica en el valor informativo, en la magnitud de los personajes, en su vestimenta, en sus gorros o tocados, en los objetos de su entorno, etc.”. Según Campana son hombres elegantemente vestidos; él observa una similitud en las “insignias” que llevan el personaje 1 en el hombro y el personaje 2 en el pecho, de lo que deduce que el personaje 2 “se encarga de entregar las ofrendas al “Señor del Taller”, quien pareciera ser su parcial y superior, por las insignias, el gorro y las orejeras”. Las ofrendas, según Campana, “parecen provenir del ‘Señor del turbante’ (nuestro personaje 3) de mayor tamaño que está más cerca del ‘Señor del taller’ y en medio de la escena”. Este “Señor del Turbante” tendría, en palabras de Campana, mayor rango que el “Señor del Taller”

265 Larco Hoyle, Rafael, op. cit., pp. 94.

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“de ser correcta la hipótesis ya propuesta, que a mayor dimensión de la figura mayor importancia”. Este visitante trae las dos tinajas o garrafas, probablemente con chicha266.

Según manifiesta Izumi Shimada con relación a esta misma escena, “el elaborado traje, mayor escala, y posición elevada argumentan de manera conjunta que los dos hombres sentados en las plataformas bajas son patrones y/o supervisores del tejido”267. Pienso que un “supervisor” y un “señor” tienen dos connotaciones diferentes. Un supervisor a secas es un nexo entre los productores y un estamento mayor, que bien puede ser el estado, el cual es el dueño de la producción, mientras que la categoría de señor involucra una cierta autonomía en el manejo del taller y en la producción. La escena iconográfica que discutimos ilustra por sus características a señores o patrones del taller, más que a supervisores, puesto que parece ser que estos personajes tienen el control sobre la alienación de los productos que se producen en el taller ya que tienen la facultad de negociar sus productos, como parece captarse en la escena.

Concuerdo con Campana respecto a que el personaje 1 es el “Señor del Taller”, el personaje 2 es una especie de criado del personaje 1, y los personajes 3 y 4 son visitantes. En la acción, el personaje 2 parece estar entregando un cuenco conteniendo algún líquido al personaje 1, probablemente chicha, ofrecido por los visitantes. Esto se deduce de dos aspectos: la presencia de los cántaros del lado de los visitantes y su actitud con los brazos extendidos en dirección al personaje 1. El pescado parece haber sido traído también por los visitantes, junto con la chicha. Me aventuro a decir que los visitantes podrían ser principales de una parcialidad de pescadores que visitan al Señor del Taller para realizar un intercambio de productos marinos por tejidos. Las semejanzas en la decoración de los turbantes nos indican que se trata, o de integrantes de una misma parcialidad mayor, o que los personajes 3 y 4 son “clientes” habituales del taller, puesto que están vistiendo algunos de los productos que allí se tejen, o ambas posibilidades. Esto también lo advierten Campana y Donnan:

“Los modelos textiles se parecen a los paños delgados o fajas con las que se arman los gorros o tocados de los hombres”268. “… esos tejidos son para tocados”269. En cuanto a los visitantes, las diferencias de tamaño entre los personajes 3 y 4,

indicarían que el personaje 3, llamado “Señor del Turbante” por Campana, tiene un mayor status que el personaje 4270. Sin embargo, el hecho de que el personaje 4 esté

266 Campana Delgado, Cristóbal, op. cit., pp. 455-456. 267 Shimada, Izumi, op. cit., pp. 186-187. 268 Campana Cristóbal, op. cit., pp. 465. 269 Donnan, Christopher, Moche Occupation of the Santa Valley. University of California Publications in Anthropology, 8. University of California Press. Berkeley y Los Ángeles, 1973, pp. 294. 270 Según Cristóbal Campana, op. cit., pp. 451, desde la perspectiva artística del Renacimiento, en una escena determinada donde vemos por ejemplo dos personajes, el que está representado en mayor tamaño

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sentado sobre la plataforma, a la misma altura que el Señor del Taller hace pensar lo contrario. Estos señores de talleres, miembros de la elite urbana, pudieron ser las cabezas de parcialidades residentes en los complejos arquitectónicos del Núcleo Urbano.

¿Qué están haciendo los dos personajes de la escena C? Una posible interpretación sería que el personaje 6, que sostiene un ají en su mano derecha, parece estar ofreciendo alimentos como regalos al personaje 5, cuya importancia por encima del personaje 6 se apreciaría a partir de su tamaño. En la interpretación propuesta por Campana, los personajes comparten los alimentos mientras conversan. Cada par de platos corresponde a cada uno de los personajes271. Sin embargo, las interpretaciones aquí se han hecho en base a las reconstrucciones del dibujo, pues en el original esta escena está incompleta. El personaje 6 podría ser un Señor del Taller. La presencia aparente de dos señores del taller, podrían indicarnos una organización dual de la producción, siempre asimétrica, siempre con una de las cabezas por encima de la otra.

Como he señalado, pienso que los dueños de la producción probablemente eran curacas, gestores de grupos corporativos que nacen a partir de sus curacazgos o parcialidades. Dichos curacas se habrían trasladado a la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna tras la pérdida de los territorios en los valles al sur, y habrían conformado grupos corporativos que se hicieron cargo de la producción artesanal especializada, probablemente por encargo de las mismas elites gubernamentales residentes en Huaca del Sol. La presencia de fragmentos de trompeta y áreas de producción de chicha dentro de algunos conjuntos residenciales podría indicar que éstos fueron habitados por señores del nivel de un curaca. En diversos documentos jurídicos coloniales, los curacas o caciques señalan como insignias, como símbolos de su investidura, dos elementos: las trompetas y la taberna (tinajas con chicha)272, los cuales son utilizados cuando hacen las visitas a sus súbditos. Aunque de momento este argumento parece tener poco peso, sería interesante tenerlo en cuenta a futuro. 9.2.3. El grado de especialización El grado de especialización no es otra cosa que la división del trabajo, de una actividad artesanal en este caso, en tareas más simples. Para determinarlo empezaremos por establecer si la producción de una pieza tejida con telar implicó el desarrollo de toda la cadena operativa textil dentro de un único espacio social o de varios.

Hemos visto en el capitulo 2, dentro de nuestros antecedentes arqueológicos, que en el caso de la ciudad mochica tardía conocida como Pampa Grande, Izumi Shimada registró dos áreas diferentes con evidencias de actividades para la preparación de la

se asume que está más cerca o en primer plano. En la perspectiva mochica, el personaje más grande es más importante (en rango, en status, en clase social) que el pequeño, en una visión claramente sociopolítica. 271Cristóbal Campana, op. cit., pp. 451. 272 “… por haberle quitado “las insignias de cacique como son las trompetas y tabernas”, Rostworowski, María, Recursos... ,op. cit., pp. 210.

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fibra de algodón, actividades que parecen haber estado supervisadas. Sin embargo, no se encontró ninguna evidencia en ninguna de las dos áreas que indique actividades de hilado, como serían por ejemplo los piruros. Sólo se encontró evidencia para postular talleres de tratamiento del algodón, el cual debió salir procesado y listo para ser hilado en otras áreas de producción. En el mismo sitio, Shimada reporta un posible taller que dada la presencia de piruros y agujas, pudo ser un taller para labores de hilado y acaso costura. Adicionalmente, este investigador identificó un espacio que pudo ser un taller de tejeduría, dada sus características arquitectónicas, la presencia de una espada de telar, restos de un tambor y una plataforma con rampa inmediatamente al norte desde donde se pudo controlar la producción.

En Huaca de la Luna, el posible taller textil identificado en el CA 9 por Claude Chapdelaine parece también haber servido para el hilado del algodón dada la enorme cantidad de piruros encontrados273. Lo que indica la evidencia a priori, es decir la masiva presencia de piruros y los restos de algodón, es que posiblemente nos encontremos frente a un conjunto arquitectónico que contaba con una zona de producción de hilos de algodón. La mayor parte de los conjuntos arquitectónicos con evidencias de ocupación doméstica-residencial en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna presentan piruros en sus pisos y rellenos arquitectónicos, pero su presencia es muy alta en el caso de los conjuntos 17, 27, 30 y 35. En el caso de las agujas, los conjuntos con más incidencia son los CAs 17, 30 y 35. Cabe la posibilidad de que dichos conjuntos hayan tenido zonas destinadas al hilado y al tejido, dentro de un contexto especializado o no, a la par de otras actividades, lo que les daba un carácter multifuncional. Los datos procedentes de Pampa Grande y Huacas del Sol y de la Luna podrían sustentar la idea de que los pasos tecnológicos de la cadena operativa orientados a la producción de tejidos con telar no se hicieron todos dentro de una misma unidad de producción. El procesamiento pudo haber tenido lugar en una unidad diferente de aquella que producía los hilos. El hilado igualmente debió tener lugar en una unidad de

273 Hasta donde hemos visto, las evidencias de un taller textil en el conjunto arquitectónico 9 no son claras. José Armas y coautores sostienen que este conjunto presenta “una configuración destinada al almacenamiento de alimentos y bienes de uso; así como para la preparación de dichos alimentos” (Ver Armas et al. “El Conjunto Arquitectónico No. 9: caracterización de la ocupación”. Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna: Informe Técnico 2001. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo, 2002, pp. 203-204) y agregan que estuvo funcionando como “un centro abastecedor de alimentos a los trabajadores de dicho sector…” (Ibid., pp. 204), sector en donde se ha ubicado inmediatamente al sur, en el conjunto arquitectónico 7, un espacio asociado, según Claude Chapdelaine, “Excavaciones en…”, a la fundición de metales por la presencia de una especie de horno circular en forma de chimenea. Esta posición está observada en la actualidad, dadas las características estructurales de la chimenea. Armas y coautores, Ibid., agregan que “la recuperación en diferentes estratos y contextos de utensilios de tejer como agujas en hueso y metal, torteros y piruros en cerámica y piedra de variado diámetro nos permite identificar una actividad textil, como un complemento de las actividades principales del conjunto, ejecutados en momento de tiempo libre”.

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producción distinta a aquella que manufacturaba el producto final, el tejido. A este punto tenemos al menos tres unidades de producción distintas: taller de procesamiento de algodón, taller de hilado y taller de tejeduría. La iconografía parece respaldar esta propuesta, toda vez que en la escena iconográfica ya descrita, sólo se aprecian actividades de tejido. Es posible afirmar que entre estas tres unidades distintas debieron existir relaciones económicas para garantizar el flujo de la cadena operativa y el éxito de la producción de los tejidos, lo que implicaría una interrelación específica entre los señores de cada taller. Queda claro entonces que lo que se está representando en el dibujo es un taller de tejeduría, es decir, dedicado exclusivamente al tejido. Los procesos de preparación de materia prima, hilado, teñido y cosido no se representan en la escena, de lo cual se deduce que estas otras actividades: (1) son actividades especializadas relacionadas con otros talleres, o (2) son actividades especializadas relacionadas con otra área o espacio físico dentro de un mismo taller. Esto sustenta nuestra idea de diferentes unidades productivas para diferentes pasos tecnológicos dentro de la cadena operativa textil. El escenario arquitectónico ilustrado en la escena iconográfica es per se sugerente. La presencia de banquetas largas a manera de plataformas bajas, techadas, indica que dicho espacio social se adscribe a un contexto de elite. Este tipo de banquetas no es un elemento constructivo común a espacios arquitectónicos de gente del común. Incluso el estar sentados sobre banquetas-plataforma significa superioridad de rango con relación a aquellos que puedan sentarse, en un mismo contexto, sobre el suelo propiamente dicho.

El caso de la producción de objetos de metal parece ser similar al de la producción textil. En Huaca de la Luna se ha identificado un taller de orfebrería en el cual solamente se realizaban labores de repujado y martillado para la obtención de placas de cobre274. Es interesante acotar que en el caso de la producción de cerámica sucede lo contrario en cuanto a escenarios para los pasos tecnológicos, a la luz de las investigaciones en el yacimiento arqueológico. Dentro del Núcleo Urbano se han registrado dos talleres de producción de cerámica. Un primer taller, denominado “Taller alfarero”, ubicado a unos 150 m al suroeste de la Plataforma I de Huaca de la Luna, comprendía la producción de vasijas de culto, instrumentos musicales y algunos ornamentos corporales de cerámica. Todos los escenarios para los diferentes pasos de su producción se registraron dentro de los límites del taller, desde la preparación de la masa hasta el almacenaje 275. Igual es el caso del taller del CA21, el cual ha sido identificado por sus investigadores como taller para la producción de ornamentos

274 Fraresso, Carol, comunicación personal 2005; Ver Gamarra, Nadia, Henry Gayoso, Gabriel Prieto, Carlos Rengifo y Carol Rojas, “Dinámica Ocupacional del Conjunto Arquitectónico 27 - Núcleo Urbano del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales. Escuela de Arqueología de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2004; Uceda, Santiago y Carlos Rengifo, “La especialización del trabajo: teoría y arqueología. El Caso de los orfebres Mochicas”. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 35(2). Lima, 2006, pp. 26. 275 Uceda, Santiago y José Armas, op. cit., pp.102.

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corporales, objetos rituales e instrumentos musicales de cerámica276. El dato etnohistórico parece respaldar nuestra idea de la subdivisión de la

especialización textil. María Rostworowski rescató del archivo “una tardía noticia de Lambayeque, de 1710” donde se nombra a los 25 grupos que habitaban el lugar, y entre éstos estaban los llamados huseros (hilanderos), lo que “demuestra una subdivisión dentro de los tejedores”277. 9.2.4. La intensidad del trabajo y los principios de reclutamiento de los trabajadores No queda clara la frecuencia o intensidad de la producción textil especializada dentro del yacimiento. Si bien ésta pudo haberse realizado a tiempo completo (full time), desconocemos si esta se hizo durante todo el año, acaso de por vida (life time), o si se practicó en ciertos períodos del año, adaptándose a algún calendario ceremonial, o si hubo una mixtura de los casos. Existen ejemplos y argumentos para cada una de estas posibilidades en el mundo andino. En el caso inca existieron especialistas textiles que se dedicaban de por vida a la elaboración de prendas de vestir y demás accesorios textiles para uso del Inca, la nobleza y los ceremoniales imperiales. Estos artesanos, movilizados desde sus lugares de origen, entraban a formar parte de una clase social superior al del común de los artesanos de la población y de la población misma. Pero también en el mismo caso inca, la existencia de calendarios ceremoniales donde se destacan ciertas actividades productivas nos indicaría que cada cierto tiempo eran reclutados especialistas para la producción de prendas textiles. Por ejemplo, el cronista Gutiérrez de Santa Clara señaló que el cuarto mes, Puzcoayquiz (septiembre) era destinado al tejido, tarea principalmente femenina. Igualmente Diego Fernandez, el Palentino, señaló que Pushka ki, septiembre, era el mes destinado a “hilar y tejer muy buena ropa para sus fiestas y regocijos”, dentro de un mecanismo tipo mit’a, en un modelo análogo al que señaló Larco cuando describió la escena iconográfica del taller mochica.

Las especialistas mochicas movilizadas de alguna parcialidad, cuya cabeza regenta el taller, estarían efectuando prestaciones personales, otorgando el don de su fuerza de trabajo, un “don de retorno” por los favores de su señor y patrón, parafraseando a Maurice Godelier278. Susan Ramírez resalta que “el input laboral fue la

276 Chiguala Jorge, Fanny Rodríguez, Ana Morales, Pilar Soto, Marilaura López y José Gómez. “Áreas de actividad del Conjunto Arquitectónico 21 y su integración al Bloque Constructivo Nº 2”. Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna: Informe Técnico 2006. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Santigo Uceda y Ricardo Morales, editores. Trujillo, 2006. 277 Rostworowski, María, Recursos…, op. cit., pp. 131. 278 Godelier, Maurice. El enigma del Don, Paidós, Barcelona: 1ra edición, 1998, pp. 52: “Los egipcios creían deber la vida, la fertilidad y la abundancia a los dioses, y al faraón en particular. Y nada podía anular esa deuda; ni el don de su fuerza de trabajo, ni el de los productos de sus manos, ni tampoco el de su persona o la de sus hijos, “dones de retorno” por los favores del faraón y que se nos muestra como

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forma en que las obligaciones tributarias fueron oficialmente asignadas y medidas” durante tiempos prehispánicos en la costa norte del actual Perú; para obtener la mano de obra necesaria para diversas tareas, “el curaca visitaba personalmente a los señores menores y a sus súbditos, dondequiera que viviesen”279. 9.2.5. La naturaleza de las compensaciones Dado que la mayor parte de los productores se encuentran en calidad de adjuntos a un patrón, la naturaleza de las compensaciones se da en una relación productor-patrón y patrón-consumidor antes que directamente productor-consumidor, como sucedería en un contexto de especialización independiente. El patrón o señor del taller habría controlado y supervisado la producción y realizado las reuniones con otros miembros de la elite para el intercambio de sus productos por materias primas, herramientas, bienes de subsistencia además de otros bienes suntuarios producidos en otros talleres dentro de la trama urbana de la ciudad. Una parte mínima de sus productos debieron ser usados para el vestido del Señor del Taller y los miembros de su familia. Los bienes intercambiados, incluidos los suntuarios, eran distribuidos entre el señor del taller y los miembros de su familia; los bienes de subsistencia entre todos los miembros de la unidad productiva, a ciertos niveles y restricciones.

Es fácil deducir que las hilanderas y tejedoras reclutadas del grueso de la población común no poseía ningún tipo de derecho de alienación de los productos que fabricaban, aunque si poseían un mayor acceso a recursos de subsistencia, de mejor calidad nutritiva, y un mayor estatus en relación a la demás gente del pueblo. 9.2.6. La destreza del productor La destreza refleja la experiencia, pericia y talento del artesano. Como se ha mencionado varias veces, la tradición textil andina es de larga data. Los mochicas fueron grandes tejedores y dominaron todas las técnicas conocidas en el mundo andino durante el Intermedio Temprano e inicios del Horizonte Medio. La muestra textil con la que contamos para Huacas del Sol y de la Luna evidencia que las tejedoras mochicas utilizaron diversos colores de fibras para diseñar complejos motivos decorativos, bastante elaborados haciendo uso de técnicas textiles complejas. 9.3. Los medios de producción Analizaremos en este punto las materias primas, las herramientas y los patrones de explotación de los recursos, al igual que los conocimientos técnicos. 9.3.1. Materias primas, herramientas y patrones de explotación de los recursos Los objetos producidos en los talleres artesanales del yacimiento debieron pertenecer al señor del taller en primera instancia. Cada señor de taller pudo ser responsable de

formas o aspectos de la dominación-explotación de los campesinos egipcios por parte de la elite de sacerdotes y guerreros que rodeaban al faraón, y que llamaríamos prestación personal, tributo o servicio. 279 Ramírez, Susan, El mundo al revés…, pp. 47, 49.

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proporcionar las materias primas y las herramientas necesarias para la producción280 y los artesanos proporcionaron la mano de obra. Murra destaca el principio de que en el mundo andino “no hay tributo en bienes”, y que, siguiendo a Baltasar de Soria, Castro y Ortega y Santillán, existía la posibilidad que los curaca hayan “provisto de lana a las tejedoras”, aunque también plantea un contexto de producción, a partir del cronista Falcón, en el que la cantidad de ropa de los curaca “no era tejida por la comunidad, sino por las numerosas esposas de aquellos”281. Esta última frase es otro ejemplo de la posible relación de la elite con la especialización textil.

Los señores de los talleres debieron tener el control de la movilización de algunos tipos de materias primas, como por ejemplo ciertos tipos de algodón282, la lana, o plumas exóticas para la decoración. Igualmente, estos señores controlaron la circulación de sus productos finales, su distribución dentro de una red de intercambio imperante dentro de la ciudad y hacia fuera. A una conclusión similar llegaron Santiago Uceda y Carlos Rengifo cuando analizan la producción artesanal orfebre en el mismo yacimiento283. 9.3.2. Los conocimientos técnicos Las hilanderas conocieron la técnica del hilado mediante la torsión de hilos de algodón en “S” y en algunos casos, la retorsión de hilos en “Z”. Este es un aspecto que se ha identificado como característico de la práctica del hilado en la costa.

Dentro de la tejeduría, la evidencia actual obtenida en el yacimiento sostiene que las tejedoras moches residentes en Huacas del Sol y de la Luna conocieron cuatro tipos

280 Las herramientas utilizadas para la producción de objetos textiles, dentro de cada paso de la cadena operativa, acaso de cada paso especializado, pudieron ser proporcionadas por los patrones o señores de cada taller. Dado que los piruros estaban hechos de arcilla fina, piedra o incluso metal, además de estar en la mayoría de casos decorados, es probable que estos fueron elaborados en talleres alfareros con los cuales los patrones o señores del taller guardaban relaciones económicas. Igual argumento se puede utilizar para el caso de las agujas de cobre, dado que el metal era un material controlado y restringido. 281 Murra, John, La organización …, pp. 141. 282 En el estado inca habían restricciones en cuanto a los tipos de lana. Por ejemplo. Murra, Op. cit., pp. 108, señala que la lana del guanaco, a pesar de ser ordinaria, por ser éste un animal silvestre, era propiedad de culto y estaba destinada para ser tejidas por las acllas. La lana de vicuña, la más fina, se destinaba para las vestiduras de los reyes. La alpaca era la principal proveedora de lana entre la población, y la lana de llama, de vellón largo y rico, se utilizaba preferentemente para hacer cuerdas. 283 Ver Uceda, Santiago y Carlos Rengifo, Ibid., pp. 314. Uceda y Rengifo nos sugieren que “el contexto social en el que se dieron estas relaciones debió ser muy dinámico y quizás poco estable si asumimos las crecientes y constantes pugnas de las clases urbanas por obtener más poder y prestigio frente a ellas mismas. Asimismo, las elites dominantes debieron aplicar mecanismos que restringían el fácil acceso a los objetos suntuarios y por tanto a los códigos ideológicos que subyacen a éstos. En este sentido debieron entrar en constantes situaciones de negociación con dichos especialistas en busca de lograr circunstancias que favorezcan la estabilidad social y legitimidad del orden imperante”.

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de técnicas textiles mediante el uso del telar: tela llana, sarga, doble tela y tapiz, con sus respectivas variantes, tal como se puede apreciar en la tabla 10. 9.4. Los objetos producidos Los objetos textiles producidos mediante el uso del telar en Huaca de la Luna dentro de un contexto especializado adjunto y adscrito, fueron bienes artesanales suntuarios, elementos de poder y status de carga simbólica variable algunos de ellos utilizados para los rituales. Se hace hincapié en lo de “contexto especializado adjunto y adscrito” porque no se descarta la posibilidad de que también existieran zonas de producción textil para autoconsumo dentro de algunos conjuntos residenciales del núcleo urbano, así como unidades de producción doméstica especializada independiente orientada a la producción de prendas textiles sin carga simbólica. Los tejidos suntuarios debieron estar restringidos para consumo exclusivo de las elites residentes en el yacimiento y de elites de otros pueblos mochicas al interior del valle de Moche, y acaso de valles adyacentes.

En una sociedad donde el estatus de elite y la autoridad política no están firmemente respaldadas por un código de leyes o una fuerza policial, los símbolos de poder de elite pueden convertirse en objetos fundamentales de poder. Se espera un control monopolizado sobre estos objetos284. Los artesanos que trabajan bajo el auspicio de las elites están libres de las restricciones de mercado competitivo porque la disposición de sus mercancías está garantizada285.

Queda por resolver el tema de las piezas textiles mixtas, que incluyen ornamentos producidos por otros tipos de artesanos, atendiendo a la materia prima. Hay casos de vestidos de hechura simple, telas llanas, pero decorados con placas de metal, por ejemplo cobre dorado y plata, que tuvieron una altísima carga simbólica según se aprecia en la iconografía, y cuyo uso es evidente en Huaca de la Luna286. Este tipo de prendas implica dos trabajos especializados distintos. Por un lado el tejido de la prenda, y por otro la fabricación de las placas de metal. ¿Habrían existido acaso talleres de producción de este tipo de prendas en exclusivo? Esto habría implicado dos posibilidades: por un lado, la convivencia de tejedoras y metalurgos dentro de una misma unidad de producción. La otra opción es la interrelación de dos talleres diferentes, uno de tejido y el otro de martillado y repujado de láminas de metal, que trabajarían coordinando la obtención de un producto específico, probablemente hecho a pedido por un personaje importante de la sociedad moche.

284 Peregrine, Peter, op. cit., pp. 2. 285 Costin Kathy y Melissa Hagstrum, op. cit., pp. 621. 286 Zavaleta, Enrique, “Investigaciones en la Unidad 16”, Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna: Informe Técnico 2005, Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2006, pp. 30. Zavaleta reporta en Huaca de la Luna, restos de placas de metal con orificios y con improntas textiles, almacenados en el sector noroeste de la Plataforma I: “El ambiente 1 podría ser considerado un depósito para textiles de elite decorados con placas de metal”.

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9.5. La circulación María Rostworoski, a partir de sus estudios con base en documentos históricos, asegura que “la especialización del trabajo en la costa obligó al establecimiento de un trueque local entre sus habitantes para obtener las subsistencias y los objetos que cada cual no producía” 287 . Esta investigadora añade que “para entender el intercambio en las sociedades costeñas del antiguo Perú tenemos que aclarar que se realizaba a dos niveles muy distintos. El primero se efectuaba entre la gente del común para conseguir lo necesario para la vida diaria y posiblemente las equivalencias eran establecidas y aceptadas por todos. El segundo se llevaba a cabo entre las clases altas de la sociedad”288. El curaca, según Susan Ramírez, era el principal motor de todo el sistema redistributivo regional de intercambio289. Las plazas del Núcleo Urbano, además de ser espacios públicos de circulación e integración social, serían los posibles escenarios donde los señores curacas de las diferentes parcialidades mochicas intercambiaban su producción así como otros productos procedentes del exterior, mediante trueque. Incluso, algunos patios al interior de los conjuntos arquitectónicos podrían haber servido para tal fin. 9.6. Los consumidores El control de la producción permite el control del consumo290. La producción artesanal textil a nivel especializado, dentro de la trama urbana de Huacas del Sol y de la Luna, habría tenido como consumidores principales a miembros de la elite, tanto urbana como rural, sea de la ciudad o de otros asentamientos. Esto se argumenta a partir de la calidad de las piezas registradas en el yacimiento y lo que se ve en la iconografía. La producción en la mayoría de los casos parece estar destinada al intercambio con otros bienes producidos por otros grupos productores, especializados y no especializados. En este punto, Campana es categórico al afirmar que en algunos casos “el trabajo artesanal era a pedido, según modelo, y en cantidad no necesariamente personal, pudiendo ser masiva y, tal vez, hasta en serie” y que “el trabajo con modelos para la fabricación de vestidos haría pensar en una actividad altamente productiva y no necesariamente en poder del estado”291. Campana añade que “entre la producción artesanal y su comercio, habría una asociación muy ligada, conformando un poderoso grupo de poder económico-social, de fuerte influencia política292.

287 Rostworowski, María, Historia del…, pp. 268. 288 Ibid. 289 Ramírez, Susan, El mundo al revés…, pp. 52. 290 Clark, John y William Parry, op. cit., pp. 294. 291 Campana, Cristóbal, op. cit., pp.465. 292 Rostworowski, María, Historia del…, pp. 268.

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9.7. Conclusiones Como conclusiones finales podemos decir que:

1. La ciudad de Huacas del Sol y de la Luna experimentó a partir del 600 d.C. un cambio político, económico y social que influyó en la organización de la producción artesanal.

2. La producción artesanal en esta ciudad no respondió a un único modelo de organización, sino que confluyeron una serie de situaciones que tuvo que ver con el tipo de productos que se fabricaban y con los consumidores finales.

3. En este sentido, podemos suponer un status variable de los especialistas, dependiendo del objeto que producen y para quienes producen.

4. En el caso de la producción textil, ésta se pudo dar dentro de diferentes contextos: no especializado y especializado. Dentro del grupo de productores especializados podríamos encontrar especialistas adjuntos a las elites de gobierno, adjuntos y adscritos a parcialidades, e incluso especialistas independientes.

5. La evidencia con que contamos en cuanto al tipo de relación entre el productor y el patrocinador de la producción esta constituida por la iconografía, las pocas tumbas de especialistas registradas dentro de los talleres y la multifuncionalidad evidente de los bloques arquitectónicos. La lectura de ella nos llevaría a suponer que la especialización textil dentro del Núcleo Urbano en Huacas del Sol y la Luna, entre el 600 y el 850 d.C. fue adjunta y adscrita a grupos corporativos, posiblemente formados de las parcialidades integrantes del señorío mochica gobernado desde Huacas del Sol y de la Luna.

6. Los curacas de dichas parcialidades, cabezas del grupo corporativo y señores del taller, residían con su familia en conjuntos arquitectónicos multifuncionales, donde se realizaban diferentes actividades domésticas, administrativas y/o de producción. Dentro de este modelo adjunto-adscrito encontramos especialistas adjuntas, miembros de la parcialidad y ligadas al grupo dirigido por el señor del taller o cabeza de grupo; y especialistas adscritas, posiblemente miembros de la familia del Curaca.

7. La producción de objetos textiles suntuarios pudo tener una connotación ritual293.

293 La iconografía mochica ha sido entendida por los especialistas como un conjunto de escenas que nos remiten en el mayor de los casos a aspectos rituales y míticos. En este sentido, resulta extraño encontrar una escena iconográfica que nos muestre una actividad productiva. Marcel Mauss sostuvo con respecto a las prestaciones en las sociedades primitivas que ellas “son totales, porque incorporan a grupos más y más amplios, por abarcar la totalidad de dichos grupos”, pero que también “son ritos, que un cierto grupo tiene obligación de realizar en ciertas condiciones a favor de otro grupo; a su vez, este grupo beneficiario tiene la obligación de realizar un acto semejante”. Bajo esta perspectiva, la producción de objetos textiles

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8. La producción textil especializada adjunta-adscrita no implicó un solo escenario de producción sino varios escenarios o áreas productivas que debieron estar interrelacionadas para garantizar el flujo de la cadena operativa.

9. La producción textil especializada adjunta-adscrita estuvo orientada al intercambio, tanto por otros productos suntuarios como por bienes de subsistencia, entre miembros de la elite. Se contempla la posibilidad de autoconsumo al interior del grupo corporativo, en especial del patrón del taller, también jefe del grupo corporativo y acaso señor de la parcialidad (curaca) y su familia.

10. La intervención de los especialistas de elite parece estar orientada hacia los procesos finales de la producción.

11. La evidencia etnohistórica, etnográfica e iconográfica nos lleva a pensar que la actividad del tejido fue culturalmente femenina. Sin embargo, la evidencia también nos puede llevar a pensar que en la práctica esto no fue rígido, y que en algunos casos los hombres pudieron dedicarse a labores como el hilado, teñido de fibras e incluso al tejido mismo.

12. La evidencia observada en Huacas del Sol y de la Luna, así como en Pampa Grande, sustentada por la iconografía, me permite sugerir de manera preliminar que la cadena operativa de la producción textil no se realizaba en un único escenario, sino que existían unidades de producción para al menos tres grandes procesos: el tratamiento de la fibra, el hilado y el tejido.

13. La presencia de herramientas y otros elementos de la producción textil dentro del ajuar funerario de los mochicas parece indicar a priori la labor productiva que éstos realizaban en vida. Sin embargo, la evidencia de Huacas del Sol y de la Luna con relación a los piruros o volantes de huso podrían indicar que la presencia de dichos piruros en las tumbas tiene un trasfondo ideológico cuyo significado aún no podemos dilucidar.

Esta tesina ha sido un primer paso en el estudio de los artesanos especialistas y la organización de la producción artesanal mochica, la cual pienso abordar para la tesis doctoral de manera holística, es decir considerando todas las manifestaciones artesanales identificadas arqueológicamente en el yacimiento.

suntuarios, de elite, tiene una connotación ritual que explicaría su presencia dentro del corpus de la iconografía compleja mochica.

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