furio jesi - mito cap. 1

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Mito w '.~' . . :[~'~p. EDITORIAL LABOR, S. A. BARCELONA 1976

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Furio Jesi - Mito Cap. 1

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Page 1: Furio Jesi - Mito Cap. 1

Mito

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EDITORIAL LABOR, S. A.BARCELONA

1976

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1. MITO Y MITOLOGIA: PRESUPUESTOS METODICOS-REFERENCIAS GRIEGAS

1.1. Objeto del estudio del mito (Mythologia como mezclade contrarios?

~

El moderno estudio del mito halla un primer obstaculo enla dificultad de delimitar con rigor suficiente su ambito y suobjeto. La palabra mito tiene hoy dia multiples significados.Cefiirse al estudio del mito presupone que uno 0 mas de esos

!significados, 0 todos ellos, separadamente 0 en conjunto, estanen relaci6n con una verdad objetiva, aun cuando s6lo fuerequiza, para negarla. Tal verdad objetiva puediera ser el purevalor autosignificante de la palabra mito. En cuyo caso ten-driamos dos alternativas: la palabra mito, en uno 0 mas deuno de sus significados 0 en todos ellos, separadamente 0 enconjunto, podria ser: 1) un pure simbolo que reposa en simismo, que no remite mas que a si mismo y que encuentra en sisu propio origen y su propio cumplimiento~ un mere flatusvocis, que no envia hacia nada, ni siquiera hacia si mismo, pues-

GB1to qu .el si mismo hacia el que envia s6lo es verdad en cuantono e . La verdad objetiva con que la palabra mito puede estarn relaci6n, pudiera empero consistir tambien en un objeto

I que gozase de existencia aut6noma con respecto a la de la pala-\ bra mito. En este caso, el estudio «del mito» no podria Ii-

mitarse a ser estudio de la palabra mito en sus multiples sig-nificados, sino que habria de ser tambien estudio del objeto

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existente con autonomia respecto a tal pa1abra y, sin embargo, g£a)~~A.cion con ella: objeto que seria el mito.(E1CliscernfmielltO bier

de estas posibilidades deberia preceder i1 estudio del mito, para 10 (que este operase en un ambito y sobre un objeto rigurosamente procircunscritos. Pera, como hemos hecho notar desde e1 princi- ciotpio, el investigador moderno tropieza con 1a imposibilidad de queestab1ecer tal discriminacion preliminar y ha de procurar Hcer- mitcarse a1 10gro de 1a misma en el curso de su estudio, operando daden ambitos y sobre objetos elegidos empiricamente: de ahi el ca,evidente riesgo de engafiarse con 1a ilusion de haber llegado a unaestab1ecer1a de un modo riguroso cuando 10 cierto es que un i- jetecamente se 1a ha efectuado en ambitos y sobre objetos extrinse- pre:cos a1 problema 0 no del to do adecuados a un p1anteamiento hasuficientemente amplio. «ffii

Esta dificultad desapareceria 0 quedaria muy reducida si pecnos limitaramos a1 estudio de la pa1abra mito, postu1ando quede entrada 1a exclusion de relaciones entre ella y un objeto con y aexistencia autonoma. La pa1abra mito pertenece, en efecto, jetea nuestro lenguaje: es un objeto de estudio que podemos cir- terrcunscribir a priori, desde el momenta que, aun antes de empezar heca estudiarlo, estamos en relacion inmediata con e1, podemos tarr«presuponerlo[ ... ] como inmediatamente dado por 1a represen- de I

tacion» (G. W. F. Hegel, Encyklopadie der philosophischen aut,Wissenscha/ten in Grundrisse, 1817, p. 1). La dificultad se pre- my;senta, en cambio, con toda su aspereza si, como pretendemoshacerlo aqui, de 10 que se trata es de estudiar el mito sin ningu-na limitation preliminar: solo 1a pa1abra mito si nada hay trasella, pero tambien el mito si es que 10 hay, y ante to do 1a even-tua1idad de que e1 mito pueda estar ahi. Ahora bien, el mito, ad-mitida por hipotesis su existencia, es a1go que el hombre de hoyno puede presuponer «como inmediatamente dado'por 1a repre-sentacion». «Inmediatamente dada por 1a representacion» 10 es,mas bien, la mitolog£a; pera hasta la etimo10gia revela que 1a«mito10gia», derivada del griego -mythas y 16gos- puedeentenderse como una «mezcla de contrarios» (A. Jolles, Ein/a-che Formel1, p. 107). La pa1abra mitolog£a (en griego mytholo-

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gia) no es, pues, sinonimo cierto de «mito» (mythos), antes masbien se distingue netamente de este, puesto que afiade a «mito»10 que parece ser su contrario: logos; por esto es bastante im-probable que el objeto «inmediatamente dado por la representa-cion» y correspondiente a la palabra mitologia sea el mismoque, admitiendo que exista, pueda corresponderle a la palabramito. Sin embargo, la mitologia es el objeto «inmediatamentedado por la representacion» que, incluso a una seleccion empiri-ca, Ie resulta mas apropiado para el estudio del mito. Si se dauna correspondencia entre la etimologia de la palabra y el ob-jeto autonomo a la que esa palabra se refiere, este objeto ha depresentar las caracteristicas de la citada «mezcla de contrarios»;ha de presentar, por consiguiente, Ias caracteristicas de una«mezcla» de myth os y logos: de Ios objetos, autonomos res-pecto a elias, a Ios que estas palabras se refieren (suponiendoque tales objetos existan). La eleccion de Ia mitologia, palabray objeto autonomo respecto a esta palabra, como primer ob-jeto apropiado para el estudio del mito, es una eleccion eviden-temente empirica. Nada prueba de antemano que el objeto, dehecho existente, al que Ia palabra «mitologia» se refiere seatambien el (como se presume que 10 es Ia palabra) una «mezclade contrarios», ni que estos presuntos «contrarios» (1os objetos,autonomos respecto a elias, a Ios que se refieren Ias palabrasmyth os y logos) existan aparte de su, ya hipotetica, mezcolanza.

La palabra mitologia no es ni un pure simbolo que estribeen si mismo, que remit a solo a si mismo, ni un mero flatus v.ocisque no remita a nada. Apunta a un objeto «inmediatamentedado por Ia representacion»: a Ios relatos «en tome a dioses,seres divinos [daimononJ, heroes y difuntos que habitan enel mas alia» (Platon, Republica, 392 a), relatos que Greciatrasmitio aRoma y que fueron despues acogidos por el huma- /nismo. EI estudio de Ias otras culturas antiguas y de Ias de Ios

( pueblos liamados primitivos (0, tautologicamente, «de interesetnologico») ha dado a conocer a Ios europeos muchos relatos

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que, por sus analogfas con los de la mitologfa griega, nos per·miten hablar tambien de mitologfa egipcia, india, incaica, poli-nesia, etc..-

La mitologfa, dice Plat6n (quien utiliza las locuciones my-thologia, mythous legein y mythologein), es una actividad quepertenece al campo de la poiesis, que es un genero de la poiesis,y cuyo material 10 constituyen relatos «en tome a dioses, seresdivinos, heroes y difuntos habitadores del mas alla». Este ma-terial es modelado por quien ejercita la mythologia. Y es unmaterial que, segun parece deducirse de las palabras del fi16so-fo, preexiste a la actividad del mit6logo y Ie es conocido, nos6lo al mit6logo que 10 modela, sino tambien a cierto numerode sus contemporaneos, si no a todos ellos. Como Plat6n noparece insistir en la diferencia entre el canto del poeta y la acti-vidad del mit6logo (hace notar que la mythologia difiere delaidein por su forma prosfstica [Republica, 392 b]; pero tam-bien que los poetas practican la mythologia en formas metricas[ibidem) 380 c]), dirfase que, para eI, la mythologia no es otracosa que aquel genero de la poiesis que modela la particularmateria consistente en «relatos en tome a dioses, seres divi-nos, etc.». Nos hallamos, pues, ante la presumible definici6nde un arte particular, que se diferencia de las demas artes porel hecho de modelar un determinado material; 0, mas exacta-mente (por cuanto que tambien el canto del poeta, el aidein)puede ser una forma de mythologia), nos hallamos ante la de-finici6n de una actividad artfstica caracterizada a base de sumaterial mas bien que a base del modo de modelarlo. Asf,aunque la definici6n de Plat6n se refiera espedficamente arelatos mito16gicos, los contenidos que indica pueden estarpresentes, 10 mismo para Grecia que para otras partes, no s6loen verdaderos y propios relatos 0, en general, en composicionesde literatura oral 0 escrita, sino tambien en obras de arte figu-rativa y en acciones como, por ejemplo, la mfmica y la danza.Tipos y hazafias de dioses, de deidades y de heroes, pueden serevocados por pinturas, estatuas, relieves, 0 por mimos y danzasen que los actores y danzantes modelen el material mito16gico:

:/

represl

accionLa

partetores,taci6n

CcpalabrpalabrpuntocIa deella, a

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per- representando a Ios personajes mitologicos y repitiendo sus'oli- aCClOnes.

La accion y eI resultado de modelar estos materiales pormy- parte de Ios mitologos, sean estos narradores, pintores, escul-que tares, etc., es eI objeto «inmediatamente dado por la represen-'szs, tacion», al que envfa la palabra mitologia.::res Como hemos dicho, la etimologfa induce a reconocer en lama- palabra mythologia una «mezcla de contrarios», esto es, de lasun palabras mythos y logos. Tnitase ahora de verificar hasta que

5so- punto es verfdica la etimologfa, y de examinar la eventual «mez-no cla de contrarios» tambien en eI objeto, autonomo respecto a

.era ella, al que la palabra se refiere.no

cti-del 1.2. Mythos y logosIm-cas El primer paso para Ia verificacion de la «mezcla de con-tra trarios» en Ia palabra mythologia consiste en examinar la con-Jar traposicion entre las palabras mythos y logos.ivi- Dice Romero (Iliada, XVIII, 252) que Polidamante y:on Hector habfan nacido Ia misma noche, y que el uno sobresaHa)Or con las palabras (mythoisi) y eI otro con Ia Ianza. La union de:ta- estas dos capacidades en eI mismo hombre era Ia meta de Ia'in, educacion impartida por Penix a Aquiles (Iliada, IX, 440 ss.),de- para que eI joven herae llegara a ser al mismo tiempo «buensu hablador» (mython te rheter) y «hacedor de obras» (prektira

,sf, te ergon). El hombre completo tenfa que saber juntar la ac-a cion, simbolizada por Ia destreza en eI uso de Ias armas, con

tar el talento de actuar con la palabra «en Ios consejos, donde510 Ios hombres noblemente se afirman», talento en eI que sobre-les salio Odiseo, el heroe «de multivario discurso» (polytropos)~u- y que fue tambien valeroso guerrero. La historia de la palabrala. myth os es inicialmente, a partir de Romero, historia de la;er retorica y, en especial, de la eIocuencia. La eIocuencia del heroe:as homerico, «buen hablador» como Odiseo y como Nestor, se:0: nutre, por 10 menos, de dos facultades: la astucia para empJear.,r

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Ia~ palabras justas en el momento preciso (en 10 que destac6Odiseo) y la capacidad de utilizar solemnemente un repertoriode historias preexistentes que confieren al disertante y a susargumentos la autoridad de un preterito consagrado (en 10 cualse destaco Nestor). La elocuencia del anciano Nestor es, pues,diversa de la de Odiseo. Nestor se impone no tanto por elastuto empleo de las multiples modalidades del discurso, cuan·to por la autorizada riqueza de tradiciones que sabe evocaren sus Iargufsimos parlamentos. Nestor es precisamente unanciano: cuando sostiene un argumento, evoca Ias numerosashistorias de su larga existencia, su lejana juventud, los sucesosque les acaecieron a Ios antepasados. La fuerza de su elocuen·cia esta hecha de experiencia, de persuasion, pero, sobre todo,del valor intrfnseco de la evocacion del tiempo pasado.

Cuando, con los sofistas, la re£1exion cientffica griega seplan tee el problema de la naturaleza de la palabra y, por tanto,el de la naturaleza y la accion de la elocuencia, se hablara deltalento de Odiseo, no del de Nestor. A Odiseo se Ie calificabade polytropos, y de poly tropia hablaran Antfstenes y Platon.Para elios, la multiplicidad de modos en el discurso sera poly-tropia l6gou, y el arte de la palabra l6gou chresis. Se hablara,en suma, de l6gos y no de mythos. Si en la epoca de Romeroel talento del buen hablador era, globalmente, tanto el deOdiseo como el de Nestor, y comprendfa el uso a2ertado de losmultiples modos del discurso y la evocacion narrativa deIos sucesos memorables del pasado, en cambio, en el Prota-goras de Platon (320 c, 324 d) aparecen ya aquelias reservascrfticas respecto alas evocaciones del pasado que indudana contraponer l6gos a myth os, y a desvalorar el segundo, «puronarrar L..J no obligatorio», en comparacion con el primero, re-Iato 0 discurso que «implica esencialmente una argumentaciono motivacion» (K. Kerenyi, Die antike Religion). No se noshabla en el Protagoras del myth os, sino mas bien del l6gos,cuando se nos quiere dar razon del efecto magico de la palabra,que seduce y persuade los animos en virtud de las secretasconsonancias entre la psique y las armonfas y Ios ritmos ver-

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:aco bales. Sin embargo, Plat6n decIara en Ia Republica (398 b)Jrio que myth os y l6gos tienen parte identic a en eI arte musical;sus ahora que, cuando Gorgias plantea eI problema de Ia eficacia

:ual de Ia eIocuencia sobre Ia psique, se habla de l6gos y no de:.Ies, myth os. En Ia primera fase de Ias refIexiones cientificas grie-: eI gas sobre Ia naturaleza de Ia palabra y de Ia elocuencia, ale-Ian· jase eI myth os de Ia palabra en Ia me did a en que Ia palabra eslcar estudiada como instrumento de persuasi6n. La definici6n pla-un t6nica de Ia mitologia, en Ia Republica, 392 a, se atiene a 10

lsas que alimenta Ia eIocuencia de Nestor, pero tal mythologia:sos queda excIuida, por obra de Ia soflstica, de Ia esencia de Ialen- palabra que persuade. S6Io Plat6n, y no como te6rico de Ia eIo-do, cuencia sino como eIocuente, vol vera a aceptar y a querer

eI myth os para hacer persuasivo su discurso. Con 10 cuaI, voI-se vera a conferir aI hablar persuasivo Ia dimensi6n arcaico-visio-

ItO, nada rechazada por Gorgias.dellba6n. Cuanto hemos venido diciendo muestra, por un Iado, quelly- entre myth os y l6gos hubo una precisa contraposici6n en de-.ra, terminados momentos de Ia historia de Ia Iengua y de Ia cuI-ero tura griega; por otro Iado, que tal contraposici6n no acompafi6de a estas palabras desde Ios origenes, ni tampoco fue siempre

Ios absoluta entre Ia Iengua y el pensamiento de quienes mas Iade afirmaron. Plat6n mismo, no s6Io recurre aI myth os como ins-Ita- trumento de persuasi6n, sino que en algunos casos parece em-vas plear Ias palabras myth os y l6gos en acepciones mudables. Re-[an cordemos concretamente aquel pasaje del Fed6n en eI que Ce-Iro bes y S6crates hablan de Ias poesias que S6crates mismo com-re- puso en Ia carceI. Cebes pide informaci6n a S6crates acerca de6n Ias poesias que este ha compuesto poni~ndo en verso aIgunas10S fabulas de Esopo, y dice tous tou Ais15pou l6gous (Fed6n,as) 60 c). S6crates responde erxpIicando que un suefio Ie indujo ara, poetizar y que, por eso, compuso un himno a Apolo (eI diostas cuya fiesta habia suspendido Ia ejecuci6n de Ia condena aer- muerte de S6crates); pero despues, «cai en Ia cuenta de que

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el poeta, si es que se propone ser poeta, debe tratar en sus poe·mas mitos (my tho us) y no razonamientos (16gous); yo, empero, no era mythologik6s, y por ello precisamente entre losmithous que tenia a la mano y me sabia -los de Esopo-de forma poetica a los primeros que al azar se me ocurrieroil»(Fed6n, 61 b). Es de no tar, en este pasaje, que Cebes llama alas fabulas de Esopo 16gous, mientras que Socrates, al contes·tarle, las llama mythous, y que Socrates parece clasificar implicitamente su himno a Apolo en la categoria del 16gos, con·traponiendolo alas fabulas de Esopo (que, precisamente, co·loca en la categoria del mythos). Si nos atenemos a la defini-cion que da Platon en la Republica, 392 a, las fabulas de Esopo(relatos cuyos protagonistas son generalmente animales quepersonifican vicios y virtudes de los hombres) no en tran enla categoria del mythos, a la que les atribuye Socrates, mien-tras que si entra en aquella categoria (relatos «en tome a dio-ses, etc.») el himno a Apolo, que Socrates atribuye, en cam-bio, a la categoria del 16gos. Presumiblemente, la' contrapo-sicion que prevalece aqui entre myth os y 16gos en las palabrasde Socrates (mientras la palabra 16gous en boca de Cebes ar-moniza perfectamente con la definicion de la Republica) es laque hemos indicado a proposito del Protagoras. Las fabulas deEsopo pertenecen a la categoria del mythos, aunque no hablande «dioses, seres divinos, heroes y difuntos habitadores delmas alla», porque son un puro relatar, no obligatorio, que noimplica esencialmente ninguna argumentacion 0 motivacion (ymythologik6s 10 es quien narra de este modo, mas bien quesolo quien narra acerca de «dioses, etc.»). El himno de Apolopertenece, en cambio, a la categoria del 16gos, aunque hableexpresamente de un dios, porque es un discurso de precisas ynecesarias argumentaciones y motivaciones teologicas. Hay,pues, dos modos de hablar de «dioses y seres divinos»: uno,al que corresponde el mythos, es puro relatar, no obligatorio,y presumiblemente esta ejemplificado por los relatos mito16-gicos de los poetas que Platon condena como falsos y dafiosospara la educaci6n en la Repliblica (377 a y ss.); el otro, al que

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corresponde el logos, es «representar siempre la divinidad cuales realmente» (Republica, 379 a). Y hay muchas formas demythologia: no solo la de los relatos «en torno a dioses, etc.»,sino las de to do relato que (fabulas de Esopo), aun sin hablarde «dioses, etc.», sea puro relatar, no obligatorio.

Estas conclusiones se sacan por deduccion logica del pa-saje del Fed6n que hemos citado; y el estudioso de Platon sabeque siempre es arriesgado querer ex traer, del conjunto de to-das las proposiciones que hace el filosofo en los diversos dia-logos, un sistema doctrinal perfectamente armonico: presumi-blemente, Platon cambio de actitudes y puntos de vista a 10largo del desarrollo historico de su pensamiento, y la mismaestructura dialectic a y dramatica, de cada malogo, adaptandoseal examen de un problema espedfico y a la defensa de unatesis determinada, Ie llevo segun los casos a acentuar 0 modi-ficar posiciones doctrinales y, en definitiva, a la no homoge-neidad discursiva de todos los dialogos tomados en conjunto.Pero, aparte su absoluta atendibiIidad concreta, las preceden-tes deducciones del pasaje del Fed6n que comentamos contribu-yen de todos modos a hacernos comprender que, en el griegodel siglo v, las palabras myth os, 16gos, mythologia, etc., eransusceptibles de notables oscilaciones semanticas. Y esto, quees verdad a proposito de Platon, quien abordo filosoficamente,en varios aspectos, los problemas de la mythologia (aunque sindefinir una verdadera y propia doctrina filosofica global dela mythologia), result a todavla mas evidente en los escritosde autores menos preocupados por las cuestiones filosoficas.«Herodoto emplea aun tranquilamente la palabra 16gos en ca-sos en los que Protagoras y Socrates, fueran aquellos histori-cos 0 platonicos, habrfan hablado de mythos» (K. Kerenyi,Die antike Religion). Tuddides, refiriendose a la mas antiguahistoria griega y a la expedicion contra Troya, emplea 16gospara indicar las palabras de los poetas (dia tous poietas 16gou:I, 11), e incluso, poco antes para indicar la opinion comunconcorde con las palabras de los poetas (h6son hoi te poietazeirekasi kat ho 16gos katechei: I, 10).

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Si para indagar el autentico valor de «mezcla de contra-rios» de la palabra mythologza, nos remontamos mas atras,hasta Homero, nos encontramos, ante todo, con significadosde la palabra myth os (correspondiente a uno de los dos pre-suntos «contrarios») que cabe reducir a comlin denominador,pero que es muy difkil contraponer netamente y de manerano arbitraria a los significados de la palabra logos. Ya hemosobservado antes que, en la Ilzada, myth os se contrapone aergon, el discurso eficaz a la acci6n. En la Odisea hallamosotros dos significados especialmente llamativos. Cuando Tele-maca parte en secreta para Pilos, asegura a sus compafierosque s610 una esclava estaba al corriente del mythos (mza d'ozemython akousen: II, 412), 0 sea, de la «orden» [dada porTelemaco], del «plan», «proyecto» 0 «maquinaci6n» [de Te-Iemaco]. Este mismo significado, propiamente de «maquina-ci6n», «conjura», reaparece en el libro IV. Los pretendientestraman tender un lazo a Telemaco, y el heraldo Medonte re-vela a Penelope tan perfidos «planes» 0 «maquinaciones»(my than: IV, 676). Una acepci6n mas singular de mythos apa-rece, en fin, en el libro XXII El pastor Filecio, durante lamatanza de los pretendientes, hiere a Ctesipo y Ie increpa:«jOh Politersides, amante de la injuria! jNo cedas mas a la .mentecatez ni te jilctes tanto, sino dejales la elocuencia (my-thon) alas deidades, que son mucho mas fuertes!» (XXII,287-289). En estos versos el significado de myth os es algoenigmatico, pero probablemente como ~ejor se capta es en-tendiendolo por «palabra apropiada» 0 «verdadera elocuen-cia», en contraposici6n a la injuriosa jactancia y fanfarronerfade Ctesipo. «Palabra apropiada» que, aquf, es de un valor par-ticularmente alto, adecuado alos dioses: nos aproximamos alos significados de «proyecto» (de la existencia humana) y de«sentencia» (sobre la existencia humana), que competen a losdioses. Y todos estos significados son perfectamente compati-bles tambien con la palabra logos, tanto en la lengua de lospoemas homericos como en la del siglo v. Her6doto, porejemplo, en el trozo que dedica a narrar las aventuras de Helena

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en Egipto, II, 13-118, emplea l6gos en el sentido de «senten-cia» [humana] (l6gon t6nde ekphainei: II, 115), inmediata-mente despues de haber usado la misma palabra en el sentidode «historia», «informe» (ptinta l6gon tou adikematos: ibid.).

Todos los elementos fiIologicos, que aqui nos hemos vistoobligados a indicar con pocos ejemplos, inducen a creer que lapalabra mythologia no fue originariamente una «mezcla decontrarios» (de los «contrarios» myth os y l6gos), ante to doporque no parece documentable que myth os y l6gos sefialaranunos «contrarios» antes de que se elaborase la sinonimia reto-rico-sofistica, y ademas porque, aun despues de esta elabora-cion doctrinal, perduraron en la lengua griega las oscilacionessemanticas de myth os y l6gos, hasta el punto de hacerse ambosterminos intercambiables. Un aspecto singular de este feno-meno consider ado globalmente 10 representan las vicisitudessemanticas de los verbos que se derivan de mythos. Prescin-diendo aqui de los raros mythiazomai «<llarro mitos») y my-thopoidNi (<<hago, invento mitos»), que no entran en el dis-curso de fa presunta contraposicion entre myth os y l6gos, losdos principales y mas frecuentes verbos derivados de myth osson mytheomai y mythologeuo (ambos antiguos, ya presentesen Romero). El primero se deriva puramente de mythos; elsegundo implica ya la presunta «mezcla de contrarios», myth osy l6gos. El primero, mytheomai, tiene un significado que seajusta muy bien al de l6gos, y de mythos parece reflejar el va- .lor de «orden», «proyecto», «deliberacion»; significa, en efecto,«digo», «hablo», «ordeno», «delibero», «pienso para con-migo». El segundo, mythologeuo, significa «renero», «relata»,<<narro», pero de ordinaria can especial referencia a narracionesde mythotogiai, de sucesos «en tome a dioses, seres divinos,etcetera», a de acaecimientos antiquisimos.

Puede, pues, concluirse can bastante fundamento que elsubstantivo mythologia y el verba mythologeuo recibieron y con-servaron un significado restrictivo de la palabra origin aria my-thos: el significado de «palabra eficaz» reducida a «narracionno obligatoria, no implicadora de argumentaciones»; mientras

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que el significado de mythas como «palabra eficaz», «pro-yecto», «maquinaci6n», «deliberaci6n», se transfiri6 casi exclu-sivamente a la palabra logas y sobrevivi6 en el verbo mythid-zamai. Lo cual quiere decir que la conjunci6n de mythas ylogas (mythalagia, mythalageuo) correspondi6 a la desvalora-ci6n de myth as como «palabra eficaz», con ventaja para log as;el verbo mythiazamai conserv6 el significado originario no des-valorado de mithas, precisamente porque no fue afectado porla uni6n de myth as con logas. Y esto induce a suponer queen la historia de la lengua griega posterior a Homero se ha idodando -ya desde antes de Protagoras- una progresiva des-valoraci6n de mythas en favor de logas, tanto que las mixtu-ras de myth as y logas equivalieron a restricciones del signi-ficado de mythas, como si este, al contacto directo con su con-currente (no todavia con su «contrario»), logas, estuviese des:tinado a ceder parte de s1.

Ello es particularmente importante porque proporcionauna base filo16gica a la hip6tesis de que la palabra myth as sig-nificara originariamente tambien la esencia de 10s relatos entorno a «dioses, seres divinos, etc.», y que precisamente estaesencia, por un lado, haya determinado con su crisis la desva-10raci6n y la restricci6n semantica de myth as, y, por otro lado,haya sobrevivido en el objeto indicado por el vocablo caracte-ristico del momenta de crisis: mythalagia. Una base filo16gica,por consiguiente, a la relaci6n entre el mito y la mitologia.Pero esta base debe ser verificada a la luz de las vicisitudeshist6ricas de la cultura griega en 10s siglos en que suponemosque se produjo la crisis de 10s relatos en torno a «dioses, seresdivinos, etc.», la esencia de 10s cuales habria sido indicada ori-ginariamente por uno de 10s significados peculiares de mythas.

1.3. Relacianes historicas entre mythos y mythologia en lacultura griega

Desde el principio de la historia de la palabra mythas he-mos indicado la contraposici6n entre el mythaisi de Odiseo y el

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de Nestor. En Homero aquella contraposici6n es dialectica in-terna y no programatica en el concepto de myth os: el mythoses astucia presente y evocaci6n de sucesos pasados. Una par-ticular historicidad consiente, 0 mas bien impone, el vinculoentre el presente y el pasado. Es la parad6jica historicidad delas culturas en las que el pasado anticipa y consagra, haceverdadero, el presente. Cuando tal temperie se ha perdido, s610e1 sobrevenir de la experiencia creativa de la dimensi6n visio-naria de la mitologia permite atribuir al myth os realidad efi-ciente, mas alla de los limites y de las angustiosas repugnan-cias de la l6gica. Tras Homero, en la historia de la cultura grie-ga, viene Hesiodo; mejor dicho, segun Her6doto, Homero yHesiodo, que vivieron cuatrocientos afios antes, son contempo-raneos el uno del otro. Griego del Asia elllamado «Homero»,y nacido en la Beocia pero de padre asiatico Hesiodo. La tra-dici6n que nos presenta este cuadro sigue siendo sumamenteproblematica, y no tanto par la cuesti6n casi insoluble (al me-nos en estos terminos) de la genuina oriundez de los dos poe-tas; cuanto por la dificultad que entrafia el distinguir y cali-brar la aportaci6n asiatica (0, digamos, semltico-occidental) ensus obras. Un notable fil6n de investigaciones que, en los tiem-pas modernos, comienza idealmente con Victor Berard y llegahasta Michael C. Astour, ha contrapuesto dialecticamente a lainterna evoluci6n hist6rica griega de un determinado patrimo-nio mito16gico la aportaci6n de tradiciones mito16gicas semlti-cas, especialmente sefialada en los materiales relativos a losDanaan-Danunian, al cicIo de Cadmo y a los de Belerofontey de otros heroes-sanadores griegos (que se revel an tales enla confrontaci6n con sus paralelos semiticos).

Si se lograra establecer con seguridad que las obras deHomero y de Heslodo son reelaboraciones conscientes de unatradici6n mito16gica semitica mucho mas antigua (Berard novela en el itinerario de Odiseo otra cosa que un portulano fe-nicio), podrian aventurarse hip6tesis mas fundadas acerca delas actitudes -diversas- de Homero y de Heslodo respecto almito. Pero, en el actual estado de conocimientos, aquel pro-

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blema sigue por resolver: no sabemos aUn como valorar lasaportaciones, al parecer innegables, de la tradicion semiticaa los textos homericos y hesiodicos, y, por 10 tanto, carecemosde los elementos necesarios para discernir hasta que puntoaquellos componentes semiticos han tenido que ver ya en larelacion entre Homero y Heslodo con la precedente tradiciongriega, ya en la problematic a relacion de los crfticos del mitocomo Hecateo de Mileto, 0 de los pitag6ricos, con el mitolo-gizar de Homero y de Heslodo.

En algunas paginas de su obra Religione nella Grecia anti-ca, R. Pettazzoni puso el espfritu de Heslodo en directa rela-ci6n con la religiosidad de dos antiqulsimos centros sacralesgriegos, Delfos y Dodona, y declar6 el principio geneal6gico-peculiar para Heslodo, ordenador de un material entre vi-sionario y especulativo- como «originariamente conectado conaquel ambiente cultural y religioso que saca su alimento vitalde la tradici6n y de la sucesi6n ininterrumpida y perenne, quie-ro decir, con la religion de los muertos» (p. 54). Aquel siste-matico nexo geneal6gico que P. Philippson estudi6 como dor-ma mitica» (Genealogie als mythische Form) y que en todala mitologla griega -hasta la Antigiiedad tardla- sirvi6 paravincular entre sIlas innumerables vicisitudes de los personajesdel mito (a menudo geneticamente aut6nomas y aparte las unasde las otras), fue empleado por Heslodo como fundamentalprincipio ordenador de las epifanlas divinas. No se tratabasolamente de un instrumento formal y, por 10 mismo, del re-sultado 0 de la norma de una operaci6n efectuada a posteriori,desde fuera, sobre el material mitico, sino que era mas bienla extrinsecaci6n de la verdad cosmol6gica interior al myth os,presente en cada una de las epifanlas. La genealogIa de losdioses enunciada por Heslodo en la Teogonfa es, sin duda,una genealogIa -otras se precisaran 0 se habrfan podido preci-sar dentro del ambito de la mitologla griega-. Pero tras losterminos concretos y relativamente subjetivos en que declar6Heslodo la sucesi6n de las generaciones divinas, esta el objetivovInculo geneal6gico yepocal que liga tod~ c1. conjunto de las

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narraciones mitologicas y la evolucion del universo y de la hu-manidad en el tiempo. El principia genealogico resuelve obje-tivamente la paradoja entre la aparente ahistoricidad del my-thos y la historicidad de las suertes humanas, y funda su ver-dad y su necesidad en la religion de los muertos. No se echeen olvido que en casi todos los santuarios oraculares griegos-y ante todo en Delfos y en Dodona- la revelacion oracu-lar procedla originariamente de la voz misma de los muertos.Can esta supervivencia y can la representada par los cultosmistericos, las mas remotas instituciones iniciaticas interven-dran duraderamente en la historia de la religion y de la culturagriegas. Un considerable numero de los sucesos narrados parlos grandes evocadores de la tradicion mitica, como Nestor, re-velan un fonda iniciatico. Las mismas vicisitudes generales dela Iliada y de la Odisea presentan un intenso colorido inicia-tico. La continuidad de la existencia heroica que hace persua-sivos y autorizados los parlamentos de Nestor re£leja la peren-ne relacion entre el reino de los vivos y el reino de los muer-tos, que en el poema genealogico de Heslodo deviene rela-cion eterna, de dimensiones cosmicas, entre el tiempo delmythos y el tiempo de la historia. Evocando el sucederse delas generaciones divinas, posee Heslodo la misma elocuenciaque Nestor y se hace, como este, portavoz de los muertos,depositarios de verdad y de sabiduria.

Es cierto, can todo, que Heslodo se diferencia profunda-mente de Homero (sea a no su contemporaneo) por las tona-lidades sociales de su canto. La elocuencia de Nestor es la deun rey; la elocuencia de Heslodo es la de un pastor 0 lade un cultivador que no tiene en propiedad la tierra que labra.En el ambiente aristocratico de 10s poemas homericos, la evo-cacion de la tradicion mltica va Intimamente conectada can eltalento de imponerse en virtud de «saber discursear de muchosmodos» en los «consej9s donde los hombres noblemente seafirman» (la elocuencia de Nestor y la de Ulises se contraponen,pero tambien Nestor narra los sucesos del pas ado para sostenersus argumentos). En Heslodo la eloc11cion mitologica pres-

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cinde de la necesidad de persuadir, de hacer valer la propia te-sis, desde el momenta en que pasa a ser el habla de un pobrepastor «aherrojado» par las musas alas pendientes del He-lic6n. Induso hay, en el proemio de la T eogonia, una probablepolemica contra el epos de tipo homerico. Cuando Hesiodoafirma que las musas «saben decir muchas falsedades quesemejan verdad, pero, si quieren, saben prodamar la verdad»(Teogonia, 24), diriase que estuviese contraponiendo can todanitidez la elaborada elocuencia del mythos de los heroes diser-tos y persuasivos (<<falsedad») a la evocaci6n mito16gica delpastor y del aldeano -el mismo- que no pretende persua-dir de la bondad de un argumento, sino «prodamar la verdad».La crisis de la sociedad aristocratica y de sus ideales de educa-ci6n (1a educaci6n impartida par Penix a Aquiles) sefiala elprofunda apartarse el mythos de la ret6rica, 0, diciendolo enlos terminos sofisticos, el mythos del logos. La forma de lapoesia narrativa, del epos, fue reivindicada asi para la «proda-maci6n de la verdad»: en ella, can Hesiodo, el mythos se con-vierte en dominador. Pero el mythos determina muy pronto lacrisis de las formas literarias narrativas sabre las que ejerce supredominio: como en los tiempos antiguos (de la Antigi.iedadtardia) y en 10s modernos, el prevalecer de la esencia de la mi-tologia determin6 la crisis de la forma-novel a (sea la helenisticaa la contemporanea nuestra), la supremada del myth os provoc6la crisis del epos griego. Despues de Hesiodo, las formas lite-rarias preferidas del discurso mito16gico fueron la lirica y latragedia. S6lo can el helenismo, a sea, can una nueva y pro-funda crisis, resurgieron los grandes poem as mito16gicos, aun-que unicamente en la precaria tonalidad de la contraposici6ndialectica entre erudici6n y afioranza de verdades perdidas.

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( La crisis del epos griego tiene una importancia determinanteen la historia de la cultura europea, asi como en la de las rela-ciones entre el hombre y el mythos. Tal crisis signific6, enefecto, la imposibilidad de evocar el mythos en una forma lite-

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raria y en un contexto narrativo. La epifania del mythos, siIlega a ser predominante en una creaci6n literaria, carre el pe-ligro de eliminar la secuencia temporal de la narraci6n paraimponer el instante inm6vil, el eterno presente de la contem-placi6n. La grandeza de Hesiodo consiste tambien -0 sabretad 0- en el equilibria entre narraci6n y evocaci6n, que per-miti6 al poeta usar todavia la forma del epos. Pero era unequilibria epocal, un equilibria s6lo posible en un determinadoy breve momenta de la historia, durante el'cual el tiempo pa-sado (junto can los mismos recuerdos mediatos y alterados dela cultura micenica) conservaba la pregnancia y la fuerza in-tacta hasta el final de las casas que van a morir. La lirica fueluego la expresi6n literaria mas inmediata del instante de con-templaci6n de la epifania mitica que sucedi6 al precario ins-tante narrativo. La cultura griega respondi6 ademas a la crisisdel epos can la genesis de otras dos vehiculos de experienciamftica (aunque no s6lo de esta): la especulaci6n filos6fica yla tragedia.

La poesfa yambica, y en especial la de su mayor creador,Arqulloco, revela significativos nexos can la mitologia dioni-sfaca y demetrica. Y la lfrica verdadera y propiamente dicha,la que parece principiar can los aedos e6licos y can sus here-deros, a can los poet as de presunto 0 legend aria origen asia-tica (como Alcmanes), la lfrica que pasa a ser coral en la p6lis,es la mas inmediata seguidora del mitologizar hesi6dico, en-tendido mas alIa de las implicaciones narrativas del epos, comoun ser «asidos» par la epifanfa mitica. La cualidad social dela separaci6n entre elocuencia persuasiva y evocaci6n mitica,manifiesta en el canto del «pastor» Hesiodo contrapuesto alde Homero, cumplese en la lfrica coral 0 de cualquier modopublica de la p6lis, en cuanto que tal Hrica es participe y deter-minante de la condici6n de fiesta en que la sociedad griegaalcanza el mas alto nivel de experiencia religiosa colectiva,como necesaria condici6n existencial.

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Pero, especialmente -al menos en los inicios- entre praquellos griegos del Asia cuya tradicion unia a Romero y taResiodo, la relacion con el myth os fue repristinada, tras la elccrisis del epos, tambien por el comienzo de la especulacion cofilosofica. En las colonias griegas del Asia habia tomado forma, Rprobablemente por primer a vez, la epopeya; y alIi mismo, so- ill

bre to do en Mileto, tome forma la especulacion filosofica. La 10cualidad «asiatica» de esta aparente continuidad no puede ya dereconocerse -como se hizo en el pas ado-- en una particular toexperiencia de la naturaleza: primero en la evocacion de my- dethoi «naturistas» y luego en el «pensamiento de la naturaleza».

El myth os (<<naturista» 0 no) no habfa sido materia prima otde la epopeya homerica. En los poemas homericos son frecuen- yatisimas las que definimos en general como narraciones miticas, crevocaciones de mythos. Mas, para llegar hoy a cualquier con- deelusion historica, es indispensable tratar de distinguir entre la cemitologia, por asi decido «involuntaria», de la elocucion yla estructura de los poem as homericos, y el deliberado mythoisi ptde cada uno de sus heroes. El mitologizar de Nestor y el de laRomero constituyen, aun en sentido cronologico, dos estratos mde Ia experiencia mitologica. Romero evoca a un personaje- 'esmitologo (Nestor) y transcribe su hablar; al mismo tiempo, ercuando Romero «habla en primera persona» (esto es, cuando pIen el poema habla solo el «espiritu de la narracion») da mues- pItras de experimentar epifanias miticas. Pero precisamente la se- zcparacion narrativa entre «espiritu de la narracion» y cosas na- flrradas, entre Romero y Nestor, hace que el mythos no preva- Plezca -como luego prevalecera en la Teogonia de Resiodo-. ciRomero, en esto muy deudor del tiempo pasado, evoca narra- pcciones de mythoi; ademas, aun cuando no hace hablar a un per- msonaje-mitologo, experimenta epifanfas mfticas. Y, sin embargo, elno las experimenta hasta el punto de consentir en considerar (1la Iliada y la Odisea como relatos sagrados, mythoi en el sen- tetido supremamente comprometedor de hieroz 16goi. Los poe- x:mas homericos son ante todo narraciones profanas, e incluso vca menudo polemicas frente a la religiosidad y a la mitologfa Ie

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preteritas a que se refieren. Su «involuntaria» mitologfa acusatan solo la influencia de las epifanfas mfticas sobre cualquierelocucion poetica, pero no un consciente reconocimiento deconsagracion mitologica. Claro que tampoco ~~e-cl(;\G: e queHo~i.J:.u¥a_o_con.tra -nga-£1.£EiH9logia_lPas antigual:l11lf mitologfa ~vaJ-Ltiene mas_bieJL.1Limpresi6n-dl? quelos p~ l!.L- omerkos son uno de los documentos mas notablesde la contraposicion entr_e_eLdisGH.-r-sosacml-y el literario, re-torico, contraposicion que se repite_12erio<ikamente a trayesde los siglos.

La innovacion hesiodica consiste precisamente en haberotorgado al myth as el predominio en la epopeya; pero, comoya queda dicho, la Teagania es una obra lImite: es la ultimacreacion del epas, amenazado ya por el predominio del mythasde la «proclamacion de verdades» sobre la narracion de su-cesos.

a primera especulacion filos6fica griega paso a ocu ar elpuesto eI-epas'hesiodic~ }c;o~ovehkulo de my thai, al reduCltla-esencia-del myth as a los diversos componentes lexicos delmitoTogizar.\Tales, Anaximandro y Anaxfmenes (1os milesios')'escribieron en prosa; ]enofanes, Parmenides y EmpedocIes,en versos dacdlicos. La antigua subdivision de los filosofospresocraticos en estos dos grupos, que se encuentra, por ejem-plo, en el Praemia de Diogenes Laercio, tuvo por motivo ra-zones etnicas que despues se vio que no eran fundadas: joniosfueron los milesios y el efesino Heraclito, e italicos ]enofanes,Pitagoras y Parmenides. Pero, yendo mas alIa de la cualifica-cion etnica, parece indudable que los antiguos historiadores delpensamiento captaron caractedsticas mas profundas. En efecto,mientras los filosofos del primer grupo -los que escribieronen prosa- al recoger el intdnseco nominalismo del myth as(Ios diversos nombres del Uno-arche: el agua de Tales, la ma-teria indeterminada, !lpeiran, de Anaximandro, el aire de Ana-xfmenes) y hacer de la mitologfa un repertorio lexico de laverdad, abrieron alas epifanfas mfticas la vfa del sfmbolo,los otros, los que escribieron en verso, volvieron a poner en

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la poes1a la sede preferente de la epifan1a mitica y substitu-yeron la apreciacion simbolica de los elementos m1ticos paruna apreciacion visionaria. Baste pensar en el comienzo delpoema de Parmenides, con el carro que vuela, guiado por lashijas de la Luz, por la ruta «desconocida para los viandantesmortales».

No podra negarse que el abandono de la forma metrica,propia de la epopeya, hay a sido una «gran conquista de lalibertad sobre la tradicion» (R. Pettazzoni, La religione nellaGrecia antica, p. 130). Pero la tradicion, y mas la de Homeroque la de Hes10do, era precisamente la sede en que se fueronapartando el espiritu narrativo y el de la epifan1a mitica. Escri-biendo en prosa como los medicos 0 los legisladores, los pens a-dores milesios determinan la reconsagracion del mythos, contrala cual se .habia alzado polemicamente la poes1a epica, la gloriadel narrar cantando. Cierto que el myth os que los milesiosreconsagran no es el que se manifiesta en el paralelo mitico-narrativo de la religion oficial, «oHmpica»; no se trata, en su-ma, de historias de dioses 0 de heroes. Lo que se impone esel mythos-s1mbolo: la formula lexica, la forma, que es verda-dera en su «descansar en Sl misma». El eloquio deviene enun-ciacion de verdad. Ya dijimos que la historia del mito se alejade la historia de la retorica en la medida en que la palabra seconvierte en instrumento de persuasion. Los enunciados lexi-cales de los filosofos milesios no se proponen «persuadir», sinoformular verdades: conocimiento y retorica, mito-s1mbolo y pa-labra per sua siva contraponense ya, asi como mas tarde llega-ran a ser componentes antiteticas de la dialectica de los sofis-tas. La palabra-s1mbolo pasa a ser lugar de epifan1a mitica; enHesiodo 10 hab1a sido ya la formula metrica, el verso. El slm-bolo «que reposa en Sl mismo» deviene la extrinsecacion exis-tencial (y, por excepcion, teologica) del mythos. Lo que signi-fique ese «reposa en Sl mismo» del slmbolo-palabra y del slm-bolo-mito es decisivo para apreciar la cualidad mitologica deldpeiron de Anaximandro, inagotable deposito de realidad, asicomo la del «todo esta lleno de dioses» de Tales.

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En estos ultimos parrafos hemos venido usando siempreexclusivamente la forma griega mythos y no la romanizadamitoJ con el fin de que el lector no incurriese en el equivocode creer que el objeto designado por el vocablo griego mythossea el mismo indicado por la palabra moderna. Todo cuantohemos dicho proporciona algunos sintomas de la existencia deun objeto, autonomo respecto a la palabra mythosJ que apun-taba de alglin modo a el; pero no da ningun indicio acerca dehi existencia, meramente presunta, de un objeto autonomo res-peeto a la palabra mito y al que esta apunte(EI objeto de_la palabra myth os sigue sietLdo, para~nQSOj:ros,maccesiPlfdi-

Tee amente. Pero hay algunas razones para creer -.-como hem~svisto=- que tal objeto ha sobrevivido en parte, aunque altera-ao;en e1 objeto indicado por la palabra mitologza. El objetoinaicado por la palabra mitologza es inmediat~~ &idop0f-Ia--representacion;:son-Jos relata; «en torno a dioses,se es alvinos, heroes y difuntos hiliitadores deI mas alIa». Deloqii"e ahora se trata es de ver si este objeto puede ser estu-diado y como puede serlo. En el curso de esta investigacionafloraran tambien eventuales posibilidades de estudiar analo-gamente las mitologias no griegas, y de definir la relacion exis-tente en las lenguas modernas entre «mitologia» y «mito».