fuguet, a - las peliculas de mi vida

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Elogios para LasPelculasdeMiVida ua novela original, llena de aventuras, de sorpresas. de pelculas, tendida corno un puente entre los Estados Unidos yArnrica Latina. r-enormemente divertida 1 ' ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ 1 1 1315 ! ! ! . 0 1 1 845"Una premisa ingeniosa, desarrollada con una simpata y un ingenio ejemplar: una historia realmente cautivante."Kirkus Reviews BELTRN SOLER ES DE CHILE,una tierra que se mueve. Es, adems, un sismlogo que sabe mucho sobre las placas tectnicas pero poco de la vida. Encerrado en su universo de datos ssmicos, libros cientficos y catstrofes naturales, se protege del mundo que lo rodea. Pero a miles de kilmetros por encima del suelo que tanto analiza, en un avin camino a Los Angelesla capital del cine, y la ciudad en la que crecitiene una conversacin que le gatilla un sismo interno. De repente se le vienen a la mente las cincuenta pelculas ms importante de su vida, aquellos filmes a la vez divertidos y absurdos que ms lo afectaron durante su infancia y adolescencia durante los aos sesenta y setenta. DesdeWilly Wonka y la Fbrica de Chocolates aEncuentros Cercanos del Tercer Tipo,pasando por las ruidosas cintas de catstrofe comoTerremoto! y los filmes futuristas de los setenta como Fuga en el Si-glo XXIII,se conecta con su pasado, acordndose de las pelculas que vio, las personas con las que las vioy hasta de los teatros a los que fue. De recuerdo en recuerdo, de pelcula en pelcula, Beltrn reconstruye la historia de su excntrica y disfuncional familia, y descubre que las pelculas que violas que le gustaron y las que nofueron las que lo definieron como persona. Ambientada en los dos mundos extraamente paralelos de la suburbana California de Nixon, y el fro Santiago de Chile de Pinochet, esta gilycontempornea novela nos precipita en el universo cinematogrfico de un adolescente que busca escapar de una existencia fragmentada, atrapada entre dos idiomas, dos culturasy dos familias que sin embargo ven las mismas pelculas. Escrita en el lenguaje dinmico y vivaz que ha hecho de Alberto Fuguet un escritor reconocido a nivel mundial, Las Pelculas de Mi Vidaes una novela sobre el cine y sobre cmo las pelculas que vemos se vuelven parte de quienes somos. AI.RERTO FCGL I I- naci en Santiago de Chile, y pas su infancia en California. Es uno de los autores latinoamericanos ms destacados de su generacin y uno de los lderes de McOndo, el movimiento literario que proclama el fin del realismo mgico. Ha sido crtico de cine y reportero policial. Vive en Santiago. Diseo de la cubierta 20o3 por Vctor Mingovits /Mueca Design Fotografa del autor 2003 por Valeria Zalaquett Nose pierda el prximo libro de su autorpreferido. Inscrbase a Aut horTracker enww w.AuthorTracker.com. LAS PELCULAS DE MIVIDA OTRAS OBRASDEALBERTO FUGUET Sobredosis Mala Onda Por Favor, Rebobinar Tinta Roja i'y'olinorama de HarperCollinsPublishers ki 24-(72 .-t-LAS PELICULAS DE MIVIDA UNANOVELALAS PELCULAS DE MI VIDA.Copyright 2003 por Alberto Fugues. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de Amrica. Se prohibe reproducir, almacenar, o transmitir cualquier parte de este libro en manera alguna ni por ningn medio sin previo permiso escrito, excepto en el caso de citas cortas para crticas. Para recibir informacin, dirjase a: HarperCollins Publishers Inc., 10 East 53rd Street, New York, NY 10022. Loslibrosde HarperCollinspueden ser adquiridos para uso educacional, comercial, o promocional.Pararecibir masinfor-macin, dirjase a: Special Markets Department. HarperCollins Publishers Inc.,10East 53rd Street, New York, NY10022. Diseo del libro e ilustraciones por Shubhani Sarkar PRIMERA EDICIN RAYO,2003 I mpreso en papel sin cido Library of Congress ha catalogado la edicin en ingls como: Fugues, Alberto. [Pelculas de mi vida. English] The movies of my life : a novel / Alberto Fuguet ; translated from the Spanish by Ezra E. Fitz.lst ed. p. cm. ISBN 0-06-053462-1 (alk. paper) I.Fitz, Ezra E.IL Title. PQ8098.16.U48P451 32003 863 ' ,64dc21 2003046752 ISBN0 - 06- 05 5 940-303 0405 06 07DIX/RRD10 9 8 765 43 2 1 Para Jaime Fuguet y Silvia De Goyenche ( MIS PADRES) LASPELCULASDE MIVIDAEl remezn no vino de a poco. En realidad, nada viene de a poco en esta vida. Todo acaece tal como en los terremotos: de sopetn. Somos nosotros los que vivimos de a pizcas. -1 AMARADELRo,Pandora Cmo llegu a confeccionar un listado con las pelculas de mi vida? Cmo se me ocurri? Por qu no he hecho otra cosa que tabular mental-mente lista tras lista una vez que aterric en el ae-ropuerto de Los ngeles y me sucedi lo que nunca esper que me sucediera? Cmo llegu a recorrer esta interminable ciudad, en el asiento de atrs de un viejo Malibu verde, con un salvado-reo canoso como mi chofer? Qu me hizo mare-arme en los iluminados pasillos de una tienda llena de seres solitarios y obsesivos llamada DVD Planet? Por qu he vuelto a pensar a vivir, a sentir, a gozar, a sufrir con hechos y personas y pelculas que daba por borrados (superados, elimi-nados) de mi inconsciente? Por qu volv a recor-dar despusdetanto tiempo? Por qu, luegode aos de no ir al cine, de no ver absolutamente nada, he regresado a mi perododedevorador de pelcu-las? En otras palabras:What the fuck is going on? Lo que sucede es terrible. Bueno, notanterrible, pero para m s. Romp el compromiso con la universidad, he dejado mi itinerario de lado, no llegu al sitio donde me esperaban. 4 ALBERTO FUGUET Estoy en Los ngeles, EleiThe City of An9e(s,en el valle de San Fernando, en Van Nuys, arriba de la falla horizontal del Elysian Park System. Qu hago aqu? Por qu sigo an en esta ciudad? Por qu, en vez de hallarme en Tokio, como era el plan, como estaba estipulado, estoy ahora encerrado escribiendo como un demente, en una habitacin de un Holiday Inn con vista panormica a la autopista 405? Llevo ya casi cuatro das as, al borde, al mximo, por momentos en cmara lenta, a veces en doble fast forward.Son las 6:43 A.M., el sol acaba de salir, los clidos vientos de Santa Ana mecen el agua de la piscina all abajo. El hielo que sal a buscar al fondo del pasillo ya se ha derretido. La alfombra acumula migajas de Twinkies y restos de semi-llas de calabaza. Han entrado en una cocina, aburridos, cansados, aletargados, en un estado tipo zombie, con la garganta seca y el aliento pastoso, deseo-sos de abrir una helada y refrescante Coca-Cola de dos litros y medio para beberla directo de la botella, pero justo al abrirla, sin previo aviso, captan que alguien (quizs uno mismo) la agit severamente y ya es muy tarde, siempre es demasiado tarde, y desenroscan la tapa de pls-tico y pum, paf, sw000000sh..., todo el lquido oscuro, toda la espuma y las burbujas, estallan en tu cara como un grifo en un choque y ya no puedes hacer nada excepto empaparte hasta que la intensa erupcin fi-nalice? Bueno, se es ms o menos mi estado. En realidad, es peor. Pero tampoco est mal. Digamos que yo soy la botella de Coca-Cola y quien me agit fue una mujer a la que (quizs) nunca volver a ver. Fue ella la que me mir directo a los ojos, la que me hizo rer, hablar, dudar, conectar. Fue ella la que abri mi memoria y dej escapar la viscosa sustancia de la que estn hechos los recuerdos. Un terremoto nunca llega solo -CHARLES RICHTER DOMINGO 14 de enero del2001 6:43 AM Santiago de Chile Al... Hola, Beltrn. Habla Manuela, tu hermana. Ah... Qu hora es? Temprano. Perdona por despertarte. Esper-varias horas antes de llamar. El despertador estaba por sonar. Dorma profundo, eso es todo. Estabas soando? Creo que s. Ests bien? Bien. LEn qu ests? Nada especial. Parto de viaje en la noche. Siempre es bueno cambiar de aires. Vaca-ciones? No, no. Voy a Tokio. A la Universidad de Tsakuba. Ya estuviste ahi, no? Lo le en alguna parte. Aos atrs, s. Por lo menos llegas a un lugar conocido. Eso es bueno. Si. Mi japons es menos que mnimo. Estars mucho tiempo? Un semestre. Envidio esa posibilidad que tienes de partir. Una de las pocas ventajas de estar solo en la vida. El vuelo debe ser eterno, me imagino. S, pero me dan toda una tarde para descansar en Los ngeles. California? Si. Podras darte una vuelta por Encino. O por Inglewood. Yo an tengo recuerdos de la calle Ash. No creo. Manuela. Recuerdas las fotos, no lo que pas. Son cosas distintas. ramos chicos. De todas formas podras pasar por... Descansar en un hotel que me consigui la agencia. Es parte del pasaje, no tengo que pagar nada. No voy a pasar por ninguna parte. Para qu? Nunca has vuelto? T que viajas tanto. EA California? S, al lugar de donde ramos. No. He estado en el norte. Un par de veces en San fos, en Palo Alto. Me ha tocado combinar vuelos en Los ngeles, pero nunca he vuelto a pisar la ciudad. Curioso, no? No s...Es posible. A veces me dan ganas de volver. ramos otras personas. Nios, Manuela. Todo eso pas hace tanto tiempo. Es fcil tener buenos recuerdos infantiles. La gente que se salva es aquella que tiene buenos recuerdos. Cierto. A lo mejor no. Qu s yo? Yo no podra resistir la tentacin de pasar. Me parecera extrao regresar a un lugar donde ya no hablo el idioma. Je acuerdas de que al principio siempre nos comunicbamos en ingls? Y nos odiaban por eso. Fue una muy mala decisin. Una de tantas. Deberamos volver a comunicarnos en ingls. Primero tendramos que volver a comunicarnos. (silencio) En todo caso, no tendr tiempo. Lo justo para dormir un rato, du-charme, comer algo y embarcarme de nuevo. Qu pena. Pero as son las cosas. (silencio) Feliz ao, Beltrn. Ahora s que comenz el siglo. Cierto. Feliz ao atrasado. S, feliz ao. (silencio) - dnde me llamas? De Puerto Octay. Jn elsur? S. Ests viviendo ah? No, estoy de vacaciones, con los nios. Ah... Y sigues con...? Ya no estoy con l. Ah... Pero no has tenido otro hijo? No. Ah. Sigues viviendo por all arriba? S, pero ahora ya no estoy en Los Trapenses. Estoy un poco ms abajo, por San Damin. Ah. De todos modos lejos, no? Depende. Est cerca del colegio de los nios. Y... cmo conseguiste este nmero? Cambiaron todas las lneas del barrio. Llam al Instituto Sismolgico. Habl con el que est de turno. Le dije que era importante. Ylo es? (silencio) Supiste lo de El Salvador, Beltrn? El terremoto de ayer? No he dejado de mirar los datos que llegan. Fue un 7,8, lo que no es poco. S, parece que fue grande. Desde cundo te interesan los sismos, Manuela? Me avisaron y ahora te aviso a ti. El tata Teodoro muri en el terremoto. Dequ me ests hablando, Manuela? El Tata muri ayer. Dnde? En El Salvador, te dije. (silencio) Cmo te enteraste? Por la mam. Te hablas con ella? De vez en cuando. Cada da ms. No entiendo. Se le cay algo encima? El terremoto fue casi al medioda. El Tata estaba en la calle? Dormitaba. Despert de un sopetn. Qu haca en una construccin de adobe? No me digas que un muro- - No. Fue un ataque al corazn. Pero cmo? Parece que a pesar de todo lo que vivid, de todos los terremotos que le toc padecer, el Tata termin por asustarse. Puede ser. Yo creo que les tema, su fuerza destructora lo parali-zaban. Una vez, hace aos, me llev a verTerremotoal cine Lido y se asust muchsimo. Le vi el pnico en los ojos. No saba eso. S. Lo aterr elsensurround. El Tata estaba con gripe, dbil, y cuando empez e] remezn, in-tent levantarse y le fallaron las piernas. Lo encontraron en el suelo. Lo nico que se quebr en la casa de la mam fue un jarro con limonada. - mam estaba en El Salvador? En Santa Tecla. Ah vive. Tiene una casa muy bonita, de color rojo, con un jardn... Me podras decir qu hace nuestra madre en El Salvador? Hace varios aos que vive ah. C Has ido? No. Adems, se cas con... De verdad no me interesa. Con Santiago Prado. DEI mexicano? El alumno del Tata? Lo conoces? De pasada. l es jefe del departamento de sismologa de la universidad local. Algo as. Pens que t estabas en contacto con el Tata, que l te haba informado de sus andanzas. Ya no. Todo El Salvador lo quiso mucho. Dicen que gracias a l no hay tantas vctimas que lamentar. Hizo grandes campaas educativas para ensearle al pueblo cmo protegerse en caso de un terremoto fuerte. Eso me dijo la mam. Irnico, no?, que muera durante un sismo. Pens que estabas en contacto con l. Lo vi por ltima vez en un congreso, en Atlanta, hace aos. Ya no era el de antes, La verdad es que hizo el ridculo. Fue atroz. Se trans- form en una especie deshowman.Un reportero se enter de que yo era su nieto y me pregunt qu opinaba sobre esto de las predicciones. Dije lo que pensaba: que no tenan una base fundada. Teodoro se me acerc y me dijo: Siempre supe que eras brillante, pero con el tiempo capt que no tenas corazn y, por lo tanto, que nunca tendras fe. S? Te doli? No fue agradable, pero el veterano no estaba bien. Si tuviera fe sera un clrigo, no un hombre de ciencia. Nunca lo volviste a ver? No. T? No, la ltima vez fue cuando lo condecoraron en la Universidad de Chile. (silencio) T te perdiste... T tambin, Beltrn. Yo siempre he estado ac. Yo tambin. Pero viviste lejos. T tambin. Pero volv. Lo mismo que yo. Volvimos. Deberas anotar mi nmero, Bel-trn. Nunca se sabe. Bueno. Cul es? Tengo varios. Te doy el del celular. Tienes celular? S, es el 09-949-3602. El mo ya lo sabes. Me puedes llamar cuando quieras, de cualquier parte del mundo. De Tokio, si quieres. Imagnate si te pasa algo. Qu me podra pasar? (silencio) Quizs puedas pasar por El Salvador. Un desvo en tu viaje. Imposible. Es otra ruta, Manuela. No puedo atrasarme. T vas a ir? Estoy aqu con los nios. No, no voy a poder. Cundo es? Va a ser el mircoles en la tarde. Ha habido muchos entierros, los sepultureros no dan abasto. Estar dictando mi primera clase ese da. Pensar en l. - puedes desviarte de tu plan original? No. (silencio) ^Ynuestro padre? No s nada, Manuela. En California, supongo. O sea, cero contacto. Cero contacto. Nunca ms volv a saber de l. T? Tampoco. En qu momento se jodi todo? No s. No siempre estuvimos mal, Beltrn. Por un momento fui-mos exactamente lo que quisimos ser. Durante una poca las cosas estuvieron bien, si. Luego todo se vino abajo. Y todava seguimos sintiendo las rplicas. Un terremoto, un dolor de muelas, un perro rabioso, una llamada telefnica... y la paz de nuestra casa se desmorona como un mazo de naipes. R. H. BLYTHDOMINGO A bordo del van de TransVip, Alameda Bernardo O'Higgins, altura Universidad de Chile, Santiago. Hora: 7;14 PM En1976, para mi cumpleaos nmero doce, mi abuelo Teodoro me regalThe Book of Lists, de David Wallechinsky, Amy Wallace e I rving Wallace, editado por Little, Brown i Company. Era un libro inmenso, pesado, de casi quinientas pginas, y estaba escrito en ingls, idioma que yo dominaba sustancialmente mejor que el espaol. Lo comprd en la librera Studio, que era el nico sitio en Santiago donde vendan revistas en ingls. A veces me iba caminando hasta la librera; solo pisarla me haca recordar California y todo el mundo que haba dejado atrs. Lei y rele cada una de sus pginas hasta casi memorizarlas. Junto con Cataclismo en Valdivia,de Teodoro Niemeyer (editado por ZigZag en 1964 y dedicado nada menos que a m y a mi to Beltrn, que muri jus-tamente en ese feroz terremoto),The Book of Lists se convirti en mi libro favorito. Creo que no he vuelto a leer o releer un libro con tal devocin como esa amalgama de listas. Su influencia, sospecho, no ha sido menor. Desde entonces tiendo a enumerar y catalogar los eventos, la gente, los sucesos, los sis-mos, las cosas. No me atrevera a sostener que ese libro miscelneo y trivial me cambi la vida pero, si me apuran, no tendra problema en declarar que definitivamente me la orden. A bordo del van de TransVip, Alameda Berr;Irdo O'Higgins, altura Estacn Central, Santiago. Hora: . J PM No acostumbro a hablar con desconocidos. Menos arriba de los aviones. Hay gente que espera ansiosa a ver quin se sentar a su lado. Yo no soy de sos. No le pido tanto a la vida. Es poca la gente que ob-tiene lo que quiere; yo, desde luego, no creo ser uno de ellos y vivo ms tranquilo justamente por lo mismo. Un colega siempre espera que la mujer de sus sueos termine sentada junto a la ventanilla y que sus pieles se rocen al aterrizar. Yo ya tengo una existencia armada y, a pesar de lo precaria y m-nima que puede ser, me siento afortunado y en paz. He conseguido lo que todos anhelan y muy pocos consiguen: trabajo exactamente en lo que quiero. Y, si trabajo es vida, entonces mi vida no est nada de mal. Viajar, por lo tanto, no es para mi sinnimo de aventura y sorpresa. No pretendo encontrar a alguien que me mueva el piso; por el contrario, la gente me encuentra cuando el piso decide moverse. DOMINGO A bordo del van de TransVip, Alameda Bernardo O'Higgins, altura Pila del Ganso, Santiago. Hora: 7:36 PM Mi abuelo Teodoro luch para ser recordado como un lder en el campo del pronstico de los movimientos telricos. Esa opcin (el ms tab de todos los temas geofsicos, aquello que nos separa inexorablemente de ese mundo real que desea res-puestas concretas) termin por cerrarle las puertas y. para muchos, entre los que me encuentro, lo transform poco menos que en un charlatn. Algn da, los sismos se anunciarn como el clima declar con un entusiasmo excesivo en 1989 a la revistaMen's Journal,en un reportaje que lo volvi una figura clebre pero que por otro lado lo hundi ante la comunidad cientfica mun-dial. En pases como Chile, Japn y la costa oeste de los Estados Unidos, cada estacin televisiva tendr una buenamoza sismloga que le infor-mar a la poblacin de la presin de cada una de las placas y, en caso de riesgo, anunciar el futuro sismo tal como ahora se anuncia la llegada de cada huracn, tifn o chubasco. En el ltimo cuarto de su vida, el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en Ciudad de Mxico lo remeci de tal modo que renunci a la UNAM, vendi su casa en Chile y abandon a mi abuela, su mujer por casi cincuenta aos. En un estado cercano al frenes, mi abuelo sinti que tena una misin: acercar la sismologa y los terremotos al pblico masivo. Los terremotos son la manera que tiene la Tierra de liberarse de sus fantasmas. Hay que temerles, respetarlos, saber qu son. Recordemos que es la masa la que muere aplastada, no los cientficos. Es clave que la gente sepa que los terremotos matan y destruyen. Slo el miedo es capaz de protegernos. Mi meta es que miles de nios en el mundo en-tero crezcan para transformarse en sismlogos. En un orden lgico, de-bera haber ms estudiantes de geofsica que de astronoma. Sabernos mucho de las estrellas pero no tenemos ni idea acerca del suelo que pi-samos. No hay duda de que mi abuelo contribuy, ms all de lo cuestio-nable de sus medios, a educar a un pblico amplio. En Estados Unidos se hizo popular de la nica manera cmo uno se puede hacer popular all: a costa de tu alma. Al final, algo arrepentido de la fama instan-tnea y del ruido de los medios, se aboc con todas sus fuerzas al pequeo, azotado y telrico pas de El Salvador, donde inici una cam-paa de evangelizacin ssmica. Si nos centramos en la cantidad de alumnos que cada ao ingresan a las aulas de las facultadades de geof-sica en cualquier parte del mundo, lo cierto es que mi abuelo no fue capaz de revertir la tendencia a prcticamente desaparecer. La NASA, a pesar de todos sus fracasos, sigue taladrando el in-consciente de los nios. Todos quieren ser astronautas o bomberos. Ya nadie quiere ser cura o sismlogo. Que esto suceda en Canad o Ingla-terra, lo entiendo; pero que esto ocurra entre nios peruanos, mexica-nos, californianos y chilenos, me parece un horror, una verdadera maldicin que me llena de desasosiego y tristeza. En lo que respecta a m, creo que lo justo es hablar de un triunfo de su parte. Logr transformarme en lo que quiso que yo fuera. Desde pe- queo taladr mis sueos y durante buena parte de mi vida, incluso durante esos agitados aos en que intilmente intent escapar de mi destino, siempre supe que lo lgico, lo natural, lo gentico, era que yo siguiera su camino y continuara lo que ni mi madre ni mi to Beltrn fueron capaces de hacer. jure: Beltrn Soler Niemeyer -all: [email protected] eccin co. Departamento de Ciencias de la Tierra Universidad de Chile Blanco Encalada 205, Casilla 1 04A Santiago, Chile 56.2.636 6776 . x:56.2.636 6777 Datos personales: Fecha de nacimiento: 1 4 de febrero de 1 964 Lugar: Concepcin, Chile odios: Licenciatura en Geologa Univ. de Chile, 1 988 M.Sc. en Geofsica Univ. de Chile, 1 990 Ph.D. (Sismologa) Univ. La Sorbonne, Pars, Francia, 1 993 Experiencia profesional: 1 988- 1 990 Profesor ayudante (Sismologa), Universidad de Chile 1 994- 1 997 Profesor Asistente de Geofsica, Universidad de Pars VII Director del Centro Nacional de Investigacin de Sismologa tedr- ic: Sismologa Global Geofsica Fundamentos de la Sismologa reas de especializacin: Sismos superficiales Terremotos en zonas de subduccin Procesos fsicos en el origen de los grandes terremotos DOMINGO Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Bentez. Acceso Polica Internacional, 8:41 PM Santi agodeChi le.Estoy en la fila de Polica Internacional, espe-rando que tecleen el nmero de mi pasaporte y que el gobierno se entere de todas mis entradas y salidas. Siento que alguien me mira. Una mujer prematuramente envejecida, humilde, de rasgos indgenas, el pelo lacio y canoso recogido en un moo, me observa, cauta, desde ms atrs. S que desea hablarme y s, a la vez, que no sabe cmo empezar. A su lado, vestido como de domingo, con cha-queta y corbata, un nio moreno de unos doce aos, con anteojos, espera aterrado. De su cuello cuelga un sobre de plstico que dice LanChile y, en letras amarillas, MENOR VIAJANDO SOLO. Disculpe, pero me gustara pedirle un favor. En la medida que pueda. De qu se trata? Usted viaja en el avin a Estados Unidos? Paro ah digamos, s. - Los ngeles? Correcto. Este nio es el nieto de mi hermana. Tiene doce aos. Y viaja solo, deduzco. Es la primera vez que viaja en avin, la primera vez que sale del pas. Estamos los dos muy nerviosos. Viajamos de Punitaqui ayer en bus. Runitaqui? En la Cuarta Regin. Conozco el lugar muy bien. Su padre est en California. Su madre, la pobrecita...Se acuerda del terremoto del97? Les toc duro, no? le digo, intentando no delatar que estuve ms de una semana monitoreando las rplicas en la zona cercana de Pu-nitaqui. Su padre ahora trabaja all y gana bien. Se gana mucho mejor all que ac. Ahora que puede, lo quiere a su lado. Veo. - lse va solito. Yo no puedo ir, no tengo plata ni papeles. Le puedo pedir solamente que lo mire de vez en cuando? Que no se pierda. Que no baje en un lugar que no le corresponde. Mire, yo no s.-No soy una persona a la que le guste adquirir... - lviene encargado, no tiene que hacer nada. Las seoritas azafa-tas saben, pero de todos modos... El nio no me mira. Est a punto de llorar, no me queda claro si de pena, miedo o vergenza. Cmo se llama? Francisco. Francisco Salgado Ponce, seor. El nio no habla, no es capaz de expresarse, de decir su nombre. Est bien. Mire, que pase antes de m y despus intentar ver que nada le... Que Dios lo bendiga. La mujer abraza al nio y ste apenas responde. S bueno con tu padre y obedece. Piensa en tus amigos que se quedaron all en el norte. Todos van a ser pobres. T tienes mucha suerte, ojal yo hubiera tenido tu oportunidad. El nio pasa a la cabina de Polica Internacional. No nos mira, no vuelve la cara, espera atento, y cuando el trmite est listo, guarda con cuidado sus documentos dentro de su bolsillo colgante y desaparece. Entonces la mujer se quiebra y yo, a regaadientes, le toco el hom-bro y le digo que todo es para mejor. El mundo se le va a abrir le digo sin pensar. sta es una gran oportunidad para l. Dios lo escuche. Veo que me toca el turno. Hasta luego, y no se preocupe le digo a la seora, pero no me escucha. Sigue llorando. Pase me dice el funcionario. DOMINGO Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Bentez. Sala de embarque. 8:57 PM Santiago de Chile. WelcometoLanChile, memberof the One World Alliance. One World. Una vez fuimos un solo mundo. Un solo continente:Pangea.Un solo ocano: Panthalassa. Reparo en el cemento de la pista trizado a causa de los cientos de movimientos telricos que le ha tocado soportar, ao tras ao, dcada tras d-cada. La terminal puede ser nueva, pero la pista no. Esta nueva terminal ha sido construida sobre un pantano. En caso de un terremoto fuerte, el suelo se podra licuar y la inmensa estructura se vendra abajo en un instante. ste es uno de los defectos de ser sismblogo: siempre miro msall, busco las grietas, intento detectar las fallas y las resistencias. Miro a ver si est el nio pero no lo encuentro. A diferencia de lo que la gente cree, la sismologa trabaja con la me-moria. En eso nos emparentamos con los historiadores y, en cierto modo, con los psiquiatras. Tal como ellos, no podemos predecir lo que vendr pero, escarbando en lo que ya sucedi, al menos podernos ayu-dar a la gente a entender ms y a estar preparados. A diferencia de mi abuelo, no creo que lo importante sea predecir con hora y minutos el prximo movimiento telrico. Lo vital es estar preparados. Eso es lo di-fcil. Mi experiencia acadmica y personal me ha enseado que por desgracia, o quizs por fortuna, el hombre nunca est preparado para nada. Las sociedades, incluso las ms nuevas, comprenden la importancia de la historia. Es un lugar comn sostener que si uno no recuerda los errores del pasado, est condenado a repetirlos. Los propios histo-riadores reconocen que esto no es tan as. Los errores se vuelven a co-meter. El propsito de la historia no es prevenir estos cataclisimos polticos sino reconstruir lo que sucedi y entender por qu pas lo que pas. La sismologa cumple la misma tarea. Sabemos que habr terremo-tos pero no sabemos en forma precisa cundo ocurrirn. Lo importante es no sacar conclusiones erradas. La tragedia ocurrida en Valdivia en 1960 se debi en parte a una falla en la memoria o, lo que quizs es ms justo, a no haber ledo las seales a fondo. Falt historia. Una vez que acaeci el llamado terremoto de Concepcin del 21 de mayo de 1960, el pavor dio paso a la calma. Fue un sismo fuerte, y en algunos casos fatal, 7,7 grados en la escala de Richter, pero en la zona de Valdivia el dao no fue tan severo. La gente se asust, pero pronto se calmaron.El Co-rreo de Valdivia titul Concepcin, epicentro del terremoto, y su edi-torial fue una suma de clichs llamando a la solidaridad. Un recuadro indicaba las veces que Concepcin haba sido arrasada. LeerEl Correo del 22 de mayo de 1960 es escalofriante si uno sabe lo que pas ese da. Los reporteros del diario escribieron acerca de una noticia pensando que era ajena cuando se trataba de algo que estaba pavoramente cer-cano. Tal como lo confiesa en su libro, mi abuelo supuso que lo peor haba pasado, que tendran unos treinta aos para relajarse antes de que llegara otro. La falta de datos histricos hizo imposible imaginarse que las rplicas que iban disminuyendo en intensidad eran sismos que estaban antecediendo lo que pasara al da siguiente. El terremoto cataclismo del 22 de mayo alcanz los 9,5 grados y dur cuatro in-terminables minutos. Luego se pudo estimar que este terremoto fueron en realidad varios concadenados, con 37 epicentros. Nadie pudo conce-bir lo que pas no porque nunca hubiera sucedido algo as sino porque no exista un registro histrico que, al menos, los alertara o los tuviera preparados. Santiago Prado, que estudi bajo la tutela de mi abuelo cuando ste fund el Departamento de Geofsica de la Universidad de Chile, y luego se alz por un par de aos como director del Instituto, nos sos-tuvo una vez en clase, en su peculiar modo, que la sismologa logr algo soberanamente ms importante que pronosticar los sismos. Luego de aceptarse la teora de las placas tectnicas, qued prsti-namente claro cules son las regiones ms vulnerables de la Tierra. OK, listo, fin del asunto. Con eso basta y sobra. Qu ms quieren? Noso-tros estudiamos los movimientos de la tierra, no somos enfermeros o la Oficina Nacional de Emergencias. En rigor, no nos importa a m al menos no me importa que se caigan los edificios. Qu se caigan y que ojal demanden al huevn del calculista. Lo que queremos saber es qu cantidad de energa se liber, la direccin en que se desplazaron los bloques, no a cuntas viejas se les cay el techo arriba de la cama. Al entregarle a la sociedad el dato de que viven sobre una falla, nosotros cumplimos. Ellos debern asumir las consecuencias. O construyen bien, y construyen caro, o mejor no vivan ah. Cunta gente vive en la alta cordillera? Ah la gente, en especial los sin recursos, entendi que nadie es bienvenido. Por qu tanta gente vive en Santiago en edificios altos es algo que me supera. Por qu los espaoles construyeron casas de adobe una vez tras otra? Mejor ni especular. Lo mismo el temita de Arica: la reconstruyeron en el mismo sitio donde fue devastada. Ins-lito. Si Arica hubiera sido bombardeada o se hubiera quemado, vale. Pero no. Ah est, esa bomba de tiempo, esperando que lleguen las olas. Miren, muchachos, una cosa es tener recuerdos y lazos con la tierra, y otra es ser estpido. La nostalgia no tiene nada que ver con la memoria. Si la gente de verdad recordara, sabra que debera irse cuanto antes. Y si no lo hacen, bueno, que se atengan a las consecuencias y despus no vengan a reclamar como nios chicos. Lo que Santiago Prado olvida en su intenso anlisis es el factor hu-mano. Es cierto que, despus de cada terremoto fuerte, se descubren redes de corrupcin municipales, permisos adulterados, constructores inescrupulosos. Mientras ms sepamos de lo que pas, mejor podemos precisar lo que suceder, cierto. Slo recordando, no olvidando, pode-mos evitar tragedias mayores. No creo que sea casual que en los sitios donde ms tiembla surgen comunidades olvidadizas, con mala memo-ria. Un terremoto remece de tal manera a la gente que, en forma in-consciente, olvidan el terror que vivieron. Si no lo hicieran, no podran continuar viviendo ah; es un simple mecanismo de supervi-vencia. DOMINGO Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Bentez. , dLa de embarque.9:15 AM. Santia l de Chile. Entro en el Duty Free, pero los intensos aro-mas de los perfumes que la gente testea me repele y salgo. Paso por una tienda que vende mazapn, chocolates en rama y alfajores rellenos con man-jar. El nio no est cerca de la puerta de embarque que nos han asignado. Se habr subido a otro avin? Es posible que los que cortan los boletos no se fijen y alguien termine en el vuelo a Caracas y no en el que va a Los ngeles? De Punitaqui a California. De Pars a Punitaqui. Vena llegando de Pars, donde estuve casi siete aos. Primero iban a ser tres, completar el docto-rado y regresar. Luego vino la oferta de quedarme, ensear, estar a cargo de la oficina de Asia Menor, los constantes viajes a Estambul y Ankara y el te-rremoto de Armenia que me vino como anillo al dedo. Recuerdo poco de Pars, no me interes demasiado, no estaba ah para turistear sino para estudiar y, en segundo lugar, para olvidar. No es que hubiera mucho que olvidar. El asunto no iba por ah. Ojal el pasado estuviera lleno de esos hechos aislados y tremendos que uno pu-diera usar en un momento de desesperacin como ases bajo la manga a la hora de explicar por qu uno es como es. La gente cree que esos hitos son terremotos, los momentos en que todo se vino abajo, pero lo cierto es que siempre est temblando. Durante los terremotos la gente siente todo el miedo que no siente cuando, en sus propias vidas, el piso se les mueve. Esto es natural. El ser humano fue construido como un edificio antissmico; a lo ms, intuimos que nos estamos moviendo mucho por-que algo malo est sucediendo, pero algo nos protege de captar la ver-dadera dimensin. Por eso a la mayora no nos pasa nada. No nos pasa tanto. Algunos quedan con los cimientos daados aunque lo cierto es que la mayora sobrevive de lo ms bien. Slo aos despus algunos captan que lo que les toc fue una catstrofe, pero ya es tarde. Lo que ms recuerdo de esos aos parisinos es mi pieza y mi col-chn; el McDonald's de Saint Germain; el restaurante vietnamita del viejo Lu Man; la FNAC subterrnea de Beaubourg; Rafiq Isber, el f-sico sirio con quien comparta el fro departamento; los afiches de las pelculas viejas hollywoodenses en los cinearte que repletaban mi an-gosta calle y a los que nunca fui a pesar de que, de nio, y luego de adolescente, no haca otra cosa que devorar la mayor cantidad de pel-culas posibles. Lo mejor de esa ciudad era, sin duda, el Instituto de Geofsica. Me gustaba estar rodeado de gente que era incapaz de relacionarse entre s o consigo misma. No hay sitio ms paradisaco que el microcosmos de la ciencia, y ahora el de la informtica, para aquellos que no se atreven a morir pero tampoco son capaces de vivir como lo hacen los dems. En Santiago, la facultad en Beaucheff era un templo que acoga a los lla-madosnerds,y a los tradicionales mateos y gansos, y les demostraba que no estaban solos, que eran una comunidad. Con el tiempo, y junto con los avances tecnolgicos que la sociedad debe a los cientficos, ha ocurrido un cambio leve pero no menor. Poco a poco me dijo una vez Ricardo Mujica, el calculista es- tructural, el resto de la gente se est comportando como nosotros. La diferencia es que no tienen nada adentro y no estn interesados en saber ms. Pinsalo: imagnate ser como nosotros y no tener esta obse-sin que nos llena. El ao 97 ya tena suficiente de Pars y de estar con un ser tan frgil y fracturado como Dominique. El Sirio ya se haba regresado a Damasco con la promesa de nunca volver a pisar Occidente. Domini-que, al quedarse sin departamento, consider que lo lgico, puesto que ramos mitadamigos, mitadnovios, era que compartiramos departa-mento, cocina y, cada vez menos, la cama. No fue algo placentero. Su-pongo que ella ya no toleraba mis limitaciones, carencias y maas. Yo, a su lado, era una peor persona. Ella, junto a m, rozaba lo insoportable. Juntos nos transformamos en esas parejas que los solteros alzan como ejemplo para no comprometerse. Lo que nos una no era amor ni pa-sin sino algo acaso ms afrodisaco: la pena, la culpa, el consuelo, la incapacidad de estar solos. Ella, ademas, tena una obsesin por recoger chilenos refugiados; cuando supo que yo nunca haba sido torturado, creo que jams me lo perdon. Aprovech que Dominique estaba de vacaciones con su madre chilena en la costa de Bretaa para escapar sin despedirme. Le dej una carta donde me hacia cargo de mi cobarda. Ella me envi una postal de la Bastilla dicindome que de m todo era esperable y que estaba feliz con el departmento de la rue Cujas. Nunca ms supe de ella. Regres al Instituto Sismolgico de la Universidad de Chile en la calle Blanco Encalada, al frente de Beaucheff, y no sala ni siquiera cuando era necesario. A veces incluso dorma ah, detrs de los sism-grafos, que es el sitio ms tibio del Instituto. Tena un saco de dormir forrado en franela que tiraba encima de un colchn inflable elctrico que una vez compramos con la Dom en el aeropuerto de Schipol, en Amsterdam, para recibir a sus visitas que se instalaban en nuestro mi-nsculo departamento del Barrio Latino. Por qu estoy recordando esto? Por qu he vuelto a recordar? Pens que todo estaba borrado,deleted,erradicado? Con Francia atrs, me dediqu a esperar, hora tras hora, a que la tie- rra temblara. Me pareca alucinante estar de vuelta en un pas donde la tierra se mova; y, sobre todo, me pareca una bendicin estar lejos de esa ciudad y ese pas que no se mueve, no se inmuta, cuyo suelo no de-vela ninguna fisura activa. En Santiago, inserto en ese sector que al-guna vez quiso ser parisino y que an no haba resucitado como barrio universitario, no todo era estudio, teora o clculo. Aqu el asunto era verdad. Aqu temblaba y temblaba de verdad. Aqu la tierra estaba viva y, por lo mismo, era capaz de matar. Tal era mi obsesin por imbuirme del Instituto y la universidad, por estar cerca de la corteza chilena y poder estructurar de nuevo mi vida en torno a aquello que me haca sentir completo y acogido, que ter-min arrendando un departamento ms bien humedo pero con una asombrosa vista a la pista del Club Hpico, en uno de los bloques del conjunto habitacional Remodelacin Repblica. An vivo ah y, si el banco me aprueba el crdito, se lo comprar a la duea, una talquina que hizo su fortuna en el negocio de las cecinas. El barrio Beaucheff, o universitario, como se llama ahora, termin convirtindose en el lugar donde me encuentro ms a gusto. El departamento no est lejos de la vieja casona de Toesca donde viv con cuatro tipos autistas y dementes durante mi poca de estu-diante de pregrado. Para el terremoto del 3 de marzo de 1985, la casa se derrumb mientras yo estaba en el almacn de la esquina comprando pan. Uno de los tipos, el nico que estaba dentro, cay sobre el cit ve-cino pero no le pas nada. La casa, y el cit, tuvieron que ser demoli-dos; yo termin en una pieza de una pensin infestada de ratas en la calle Gorbea. El14de octubre de 1997, a las 10:03 PM, justo despus del informe del tiempo, estaba en el Instituto comiendo las salchichas con arroz graneado del local de la seora Mercedes, cuando vi agitarse la aguja del sismgrafo. De inmediato supe que sta iba a ser mi prueba de fuego, mi primer terremoto como funcionario del Instituto. El sismo afect a la Cuarta Regin y tuvo su epicentro a veintitrs kilmetros al suroeste de Illapel. Se sinti muy fuerte en Coquimbo y La Serena, Combarbal, Ovalle, La Chimba, Paihuano y el pueblito de Punitaqui y el casero de Pueblo Nuevo, donde una roca cay sobre un techo matando en un instante a una familia completa. Son el telfono. Era la radio Cooperativa. Son nuevamente y era Lastaimas noticias.Sigui sonando. Llam a mi jefe y me dijo: Haz de vocero. Eres joven, te ves serio, sers un aporte, no olvides de mencionar que obtuviste tu doctorado en Pars. Los cit a todos al Instituto. Cuando llegaron, y llegaron muchos, les dije: Marc 6,8 en la escala de Richter. An no se informa sobre vcti-mas. Pero sin duda las habr. La ONEMI y la Intendencia de la Cuarta Regin ya entregarn esa informacin. Pero s les puedo decir esto: da lo mismo cunto marc el sismgrafo. Esa regin es pobre, las casas son de adobe. Creo que, para un caso como ste, lo que corresponde es uti-lizar la escala de Mercalli, que mide las percepciones. Y tomando en cuenta las informaciones recibidas, estamos hablando de un grado 9. Punitaqui, seores, ya no existe; yace sobre un suelo que an sigue mo-vindose. A la maana, todos los diarios que le sostenan que el pueblito ya no exista. Despus de mi infortunada declaracin, Punitaqui se asoci a] desastre, pero lo cierto es que de Valdivia tena poco. Ni la tierra se abri, ni hubo maremoto, ni se quebr rcord alguno. En el desolado pueblo hubo ocho muertos, una cifra inslita si se piensa que ms de la mitad de las viviendas del lugar se vinieron abajo. Estuve cinco das en Punitaqui y sus alrededores y me sent como un actor que, luego de aos de ensayo, por fin se sube a un escenario de verdad, con un pblico que pag su entrada. La gente me prestaba sus camas, su comida. Confiaban en m. La prensa me colocaba en sus por-tadas, hablaba horas con las distintas radios del pas. Sin planearlo, o quizs planendolo desde siempre, me convert en la autoridad del pueblo, de la regin. Era bueno sentirme til, admi-rado, tomado en cuenta. --- Volver a suceder? me pregunt el presidente Eduardo Frei en Pueblo Nuevo. En vez de responderle de inmediato, lo pens un rato y mir su cara que absorba el fuerte sol desrtico y precordillerano. Por un instante, era dueo del destino de este pas. La pregunta, presidente, no es si va a suceder sino cuando. sa es la pregunta que nadie en este pas se hace o quiere hacerse. En Chile todos vamos a morirnos, s, se es el destino de todos los seres huma-nos, pero nosotros tenemos una cruz extra que cargar: todos vamos a sufrir un terremoto que quizs nos mate o derrumbe todo lo que lu-chamos por tener. De la noche ala maana, me haba convertido en la figura de mayor autoridad en Punitaqui. Despus de una fuerte rplica, la gente, voluntariamente, me confesaba cosas: le he robado a mi padre, he violado a mi hija, me gusta disfrazarme de mujer, el hijo de mi her-mano es mo. Al regreso a Santiago, el entonces director del Instituto amenaz con suspenderme; me prohibi ser vocero y me dijo que iba a intentar olvidar lo que sucedi. --Esto es una ciencia, no un espectculo, joven me dijo severo. Tiene razn: esto no es un espectculo. No deseo ser vocero, slo quiero poder entender un poco ms. Me gustara ensear un curso el prximo semestre. Quiero salir a terreno e investigar. Eso fue hace cinco aos y ahora el director del Instituto soy yo. Decido comprar unas mentas. Mientras saco el dinero, veo al nio de Punitaqui salir del bao. Est descompuesto y, a pesar de que in-tenta detener su llanto, es incapaz. Est desolado. Pago las mentas y co-loco una, dura como una perla, en mi boca. Camino unos pasos hacia el nio pero me detengo. En qu le puedo ayudar? Cada uno tiene sus problemas y no hay nada peor que alguien desconocido que te venga a dar consejos. Adems, cuando uno est as, en un estado tan vulnera-ble, no desea estar con nadie, no desea que nadie te vea as; nadams atrozque andar ventilando tus emociones. Decido dejar al nio solo. Camino. Al menos, est ah. Promet mi-rarlo, mi misin es que no se extrave en la aduana o salga por la puerta equivocada en Los ngeles. Me doy vueltas. Una chica rubia, espigada, de unos veinte, lo est consolando. Me recuerda a Federica Montt. Le acaricia la cabeza y le sonre. El chico detiene el llanto. Yo siento que algo me sucede, una suerte de remezn. Me toco las mejillas; estn secas, por suerte. Intento recuperar el aire, calmarme, parar a tiempo la fuerza de la emocin. DOMINGO A bordo del vuelo LanChile 511, Boeing 767, tramo SCL/LIM, del vuelo SCL/LAX; bao lado derecho; actualmente sobre el Ocano Pacfico, a la altura del balneario de Tongoy, Chile. Camino por el pasillo y veo al chico de Puni-taqui. Duerme. En su falda tiene un diccionario inglsespaol. Entro en el bao. El pasajero que estuvo antes no vaci el agua del lavatorio de acero inoxidable. Lo dej lleno de espuma, a punto de rebalsarse. Aprieto el botn, escucho cmo el agua es succionada hacia la at-msfera y, con una toalla de papel reciclado, lim-pio la superficie. Me lavo la cara con el agua tibia y spera del 767. Esta agua no es para beber,leo. Por alguna razn, bebo un poco. Me miro al espejo. Con los dedos me bajo los prpados y me miro los ojos levemente pardos, ahora rojizos, contaminados, irritados. Saco del bolsillo de mi casaca las gotas que me recetaron. Me miro una vez ms. Soy plido, mi tez es deslavada, levemente pecosa. Mi pelo, lacio, quizs demasiado largo, est cortado a la cachetada en la peluquera de don Anselmo de la calle Vergara, cerca del Instituto. Todava tengo ese maldito remolino en la punta y, por mucha gomina que me aplique, en horas de la tarde vuelve a aparecer como si fuera una misteriosa planta. Soy flaco. Se me ven los huesos. Como una vez me dijo el profesor Agovino, de Columbia: para un hombre ser flaco es lo mismo que para una mujer ser gorda; se te cierran las puertas. Este raquitismo contribuye a que cierta gente tenga la idea de que soy frgil. No me siento frgil, pero mi aspecto, supongo, lo es. LUNESAeropuertoJorgeChvez, Li maCallao,Per.Saladeembarque.Hora:1 2 :03 AMhoralocal.Temperatura:1 3 grados.Seor Beltrn Soler, por favor dirigirse a la puerta 4.Seor Beltrn Soler, por favor dirigirse a la puerta4. S, qu pasa? Tenemos un problema de sobreventa, seor, y queremos... Mi pasaje se pag hace tres meses. Al con-tado, tengo entendido. Fue cancelado en Japn por el Departamento de Geofsica de... S, claro, no hay problema con eso. El error es nuestro. Lo que pasa es que hay ms pasajeros que asientos. Podemos ofrecerle dos cosas. No me ofrezca nada que no me interesa. Tengo que llegar a Los ngeles porque ah com-bino con Japan Airlines a las siete de la tarde. Entiendo. Eso no lo saba. Debera saberlo. Es su trabajo, no el mo. A ver... me permite su pasaje, por favor? Usted no me va a dejar ac. Se lo digo desde ya. Ni siquiera lo intente. Nunca ha sido nuestra intencin. Le bamos a ofrecer, por si le interesaba, alojarlo en el Swisshotel de San Isidro y embarcado luego maana. Todos los gastos correran por cuenta nuestra. Muy amable, pero maana no me sirve. Me estn esperando en Tsakuba para la sesin inaugural. Entiendo. Pero lo interesante del ofrecimiento, seor, es que ade-ms le pasamos un pasaje extra, para la ruta SantiagoLos ngeles, v-lido por un ao. S, es una oferta muy generosa, sin duda. Seguro que mucha gente la tomara, no me cabe ninguna duda. Le repito: debo llegar a Narita cuanto antes. Ya me va a tocar esperar ms de la cuenta en Los ngeles. Casi doce horas. Le ruego que no me alargue el viaje ms de lo estrictamente necesario. Veamos... as es... s... tal cual: su conexin est en orden. Las maletas pasarn directamente. Veo que usted tiene unvoucherotor-gado por Japan Airlines para el Crowne Plaza del aeropuerto. As es, pero no es de la aerolnea, seorita, es una gentileza de la universidad. Mire, seor Soler, lo que le ofrezco es... A ver, me permite su LanPass? Para qu? Hay otro problema? Ninguno. Me espera un momento? Cmo no, pero yo, le reitero, me embarco. Puede dejar a toda esta gente aqu, se es problema suyo, pero yo me embarco. Conozco mis derechos. No se preocupe. Volar. En todo caso, saba usted que tiene ms de 170 mil millas y 12vouchersdeupgradeque estn a punto de expirar? Eso es asuntomo, informacin privada. Tambin puede acceder a unrentacarsin costo alguno. No manejo. Nunca aprend. Le informaba no ms. Yo, con todo respeto, le recomendara usarlas cuanto antes. Si no, las va a perder, y la verdad es que suman bastante. Le alcanzan para casi tres viajes a Estados Unidos. Es una forma ideal para vacacionar... Mire, seorita, yo no veraneo ni me interesa andar como vago por ah. Viajar, s o no? Por supuesto, y si no tiene inconveniente, lo pasaremos a clase ejecutiva. Estar ms cmodo y as libera un espacio atrs. No deseo utilizar mi millaje en frivolidades, creo que fui claro. No se preocupe, seor Soler, nadie le tocar sus millas. No s si deseo aceptar esta proposicin. Qu gano yo? Bueno, ms comodidad, ms espacio, mejor atencin. No me interesa viajar rodeado de ejecutivos conlaptops,se lo aseguro. Podr dormir ms cmodo. Lo cambia, entonces? Pero exijo pasillo. Pasillo o nada. Pasillo, cmo no. LUNES A bordo vuelo LanChile 511, Boeing 767, tramo LIM/LAX, del vuelo SCL/LAX; asiento 6D; actualmente arriba del Oceno Pacfico, a la altura del balneario de Mncora, Per. Es cierto: aqu adelante hay mucho ms espacio. El asiento se reclina casi hasta alcanzar la horizon-talidad. Me pasan una cajita con regalos: artculos cos-mticos, un antifaz, unos calcetines con suela y una bolsita para guardar los zapatos. Me saco los zapatos y los guardo dentro de la bolsa y la cierro con un nudo para que no huelan. Noto, para mi incomodidad, que el calcetn est roto a la altura del dedo gordo. Me pongo, lo ms rpido posible, los calcetines de viaje ad hoc. Noto que la mujer que est a mi lado, al cos-tado del pasillo, hace lo mismo. No puedo evitar fijarme que anda con medias. Tampoco puedo evitar fijarme que es de esas mu-jeres cuya belleza floreci tarde. No sabe que es atractiva y eso, claro, la hace totalmente atractiva. Se esconde tras sus anteojos. Los toca cada tanto. Hojea la inocua revista de la aerolnea. Concluyo que es una banquera o, lo que puede ser peor, una ejecutiva del FMI. Intento leer un libro que le encargu a Javier Meza, que estuvo hace poco en Penn State dictando una ponencia sobre la falla de San Ramn, en la precordillera de la Regin Metropolitana. El libro trata de la fallida expedicin al volcn Galeras, en Colombia, en 1993. En una oportunidad, en un encuentro de la American Geophysical Union ( AGU), en San Jos, California, tuve la oportunidad de desayunar con el profesor Stanley Williams. Esto fue, si la memoria no me traiciona, en 1991, y me acuerdo de que, mientas untbamos nuestrosbagelscon cream cheese,Williams me coment que l prefera lasminibaguettes que venden en Pars, ciudad que en ese entonces era mi centro de ope-raciones. Me pregunt donde viva y le respond que en el Barrio La-tino. Antes de graduarme me dijo, viv por tres meses en una pieza que no tena bao. En pleno barrio latino. Yo vivo ah: rue Cujas. La conozco bien. La calle de las salas que exhiben pelculas viejas. Esa. Gran barrio, gran ciudad. Fue el mejor verano de mi vida, Osorno. A pesar de que no alcanzamos a entablar una amistad, desde el mi-nuto en que nos presentaron Williams me puso el mote de .Osorno,, haciendo alusin al volcn chileno. Williams lo haba estudiado y ade-ms lo conoca al detalle. 0An est ese viejo hotel en Ensenada? me pregunt con un dejo de pena. Pas casi un mes ah, comiendo delicias alemanas por la maana antes de emprender el ascenso. Me imagino que s. No voy al sur de Chile desde que tena diez aos. Williams, que era profesor de geologa de la Arizona State University, se senta ms a gusto en terreno y siempre andaba en al-guna expedicin. El 14 de enero de 1993 lider un grupO de doce profesionales auspiciado por las Naciones Unidas que ascendi hasta la cima del Galeras. La meta de Williams era instalar monitores, estudiar el volcn y recopilar la suficiente data. La inesperada irrupcin del Nevado del Ruiz, que termin por ahogar en el lodo a miles de campesinos, dej claro que era de vital importancia registrar la activi-dad de los volcanes. Ah estaban, en la cima; algunos dentro del crter, otros en la orilla, ms unos turistas, cuando de pronto, contra toda l-gica, como si se encontraran en una indecorosa pelcula de catstrofe producida por Irwin Allen, el volcn Galeras estall. Seis de los cient-ficos murieron, adems de tres turistas. Williams, inexplicablemente, se salv, aunque no qued ileso: quemaduras de primer grado en gran parte de su cuerpo, una pierna que debi ser amputada y una lesin ce-rebral grave. Pero, lo que es acaso peor, Williams arruin su carrera y su prestigio como cientfico puesto que elestablishmentacadmico lo culp de ansias megalmanas, premura, severo error de clculo y, si bien no lo explicitan, de un complejo tipo Indiana Jones. En ciertos cr-culos se acusa a Williams no slo de saber que el volcn estaba activo sino de ignorar la data ssmica. Williams dicen quera estar ahi. Excuse me, but is that book you are reading about the failed Gale-ras expedition? Uh...actually, it is. Su voz, me fijo, delata una cierta tristeza, un leve cansancio. I heard about that. It was a big tragedy. Yesle digo.It was. Durante el despegue, ella abri su iBook y revis unas fotos digita-les que haba tomado del Cuzco. Muchas de las fotos eran de nios. Muchos de ellos eran bebs. 1 was in Arizona when it happened, all over the paperssigui, sacndose sus audfonos. Oh, 1 seerespondo mientras me fijo cmo, con su largo dedo como haciendo demouse,toca el panel de manera muy delicada y enva el iBook a dormir. La auxiliar se acerca y me ofrece algo para tomar. Yo, por lo gene-ral, no bebo alcohol. Le acepto un pisco sour le digo. ^Y usted? Lo mismo responde en un perfecto aunque acentuado caste-llano, antes de esconder sulaptopbajo el asiento. Hablas espaol? le pregunto sin saber por qu. Hoy en da, si no lo hablas te pierdes muchas cosas. El espaol es mi herramienta de trabajo. La auxiliar nos pasa nuestras copas de pisco sour y dos pocillos con almendras y man tibio.Teres del Per? No. Y disculpa, ha sido agradable charlar contigo, pero necesito terminar de leer esto. Espero que eso no te moleste. LUNES A bordo vuelo LanChle 511, Boeing 767, tramo LIM/LAX, del vuelo SCL/LAX; asiento 6D; actualmente arriba del Oceno Pacifico, a la altura de las islas Galpagos, Ecuador. La auxiliar despliega una mesa, coloca un mantel y comienza a servirnos una cena de lo ms elabo-rada. Dejo el libro a un lado. Miro: todos cenan como si estuvieran en un restorn. Se escucha el murmullo de la conversa-cin. Queso con uvas. Vino blanco que, no s por qu, acepto. Una ensalada con hojas de distintos colores. Diversos panes. Mi vecina de asiento ahora lee la revista Harper's;con un lpiz, marca algo de la lista que aparece en la seccinIndex. Esa seccin es la mejor le digo. Ella, sorprendida, me devuelve la mirada y, despus de pensarlo un instante, me sonre con un gesto amable. Es muy cientfica. Data dura. Soy una fantica de las estadsticas. Es la poesa de los cientficos. Un mundo captado en una cifra. Por su mirada comprendo que le gust lo que dije. Harper's y The Atlanticson mis revistas favoritas. Adems deThe Wall Street Journalle digo. Cmo? No, nada. Qu diario prefiere? The SanDiego UnionTribune, La Prensa SanDiego,que es en es-paol; y, si tengo tiempo,The Los Angeles Times. Bebo un sorbo de vino y le digo: Disculpe lo rudo que fui antes, pero... It was nothing. I was intruding. I was rude.De verdad. Uno de los temas que vamos a discutir en Japn es cunto riesgo es necesario a la hora de emprender una investigacin le miento. Ese s que es un tema. S. Un banco que no se arriesga puede terminar en la ruina. Y un banco que se arriesga demasiado puede terminar... ...en la ruina. Supongo que se aplica a todo, s. Pero para eso ustedes cobran inters. Para minimizar el riesgo. Me imagino dice, curiosa. Yo, por si acaso, no trabajo en un banco. Detesto los bancos. Supieras cmo tratan a los inmigrantes re-cin llegados. Usted no es banquera? No. Y t? Y por favor no me trates de usted. No. O sea, s. T. Vale: t. Y no, no soy banquero. Yo pens que s lo eras. SI? Es decir, no un banquero dueo de un banco, pero s un hombre de negocios. De verdad te parezco un banquero? I was joking. Just making small talk.Soy abogada de inmigracin. Estoy del lado de los buenos, por si acaso. Noeres del Border Patrol? Lucho todos los das contra esos tipos. Mis verdaderos enemigos, sin embargo, son los de Inmigracin. Le cuento que soy sismlogo. Pero, de inmediato, justo antes del beatde mi corazn, agrego un dato cientficotrivial para intentar lle-var la conversacin hacia un terreno ms cientfico que personal. Todos los das tiembla unas treinta o cuarenta veces le digo, serio, preciso, contundente. S s me responde. Soy californiana de pura cepa. No me asusta que la tierra se mueva. Lo que me asusta es que se caiga la casa. La miro y me ro. As es. se es el temor que uno debe sentir. La tierra nunca ha matado a nadie. Casi a nadie. Hay gente que se ha cado en las grietas y stas se han vuelto a cerrar. ^S? Hey. I've seen my share of Irwin Allen, bigbudget, 70's disaster movies. Me too. Me he vuelto adicta a los DVDs me dice, guardando una copia deSixteen Candles.Estoy armando mi coleccin. Me puse a hacer esta lista... Le un libro y... Laspelculas de mi vida,de... Lorenzo Martnez Romero. Has visto alguna de sus pelculas? El tipo es un gran director. Muy divertido, adems. Capta toda la energa fronteriza. No, no he visto nada suyo. Te las recomiendo. Has ledo ste? Sali hace poco. Son sus me-morias, pero sus memorias cinematogrficas. No. Es curioso, pero yo nunca compr videos. Casi ni arrendaba, a decir verdad, pero ahora, no s, me parece reconfortante volver a ver las pelculas que fueron importantes para m... No salgo mucho y cuando veo algo, siempre me parece malo. Todo tiempo pasado fue mejor? No,todo tiempo pasado fue peor. Opino igual. Quizs las pelculasde antes eran mejores. No creo.Eslo que planteaLorenzo Martinez ensu libro: fueron i mportantes para uno. Puede ser. Hi, I'm Lindsayme dice, en formainesperada.Nice to meet you. Lindsay,comoLindsay Wagner? ComoLaMujerBinica. Exactly. Beltran. Beltran Soler. Hola,Beltran. Hola. Yo soy de San Fernando Valley.Por muchos aosme aver-gonc deeste hecho .pensaba que sinovenade la granciu-dadde'll uevaYork, o c:poscaos de Iowa, notendra nada interesante que de( >. -PAUL THOMAS ANDERSON A Los ngeles es mejor llegar de noche. Si uno llega de da se da cuenta de la verdad: la ciudad no parece tener ngeles ni sueos ni estre-llas. Si uno llega de noche, la idea de dormir, por cansado que ests, se desvanece y, por un instante, te sientes un privilegiado; sientes que no es casual que aqu sea donde nacen las historias. Lo que es menos recomendable es llegar de madrugada. Aterrizas de noche, lleno de fe, y sales de la terminal con el sol en los ojos y la sensacin de que alguien te estaf. Las veces que haba aterrizado en LAX (para hacer cambio de avin a Tokio, a Vancouver, a San Jos, a Phoenix), lo haba hecho de da, a la hora ms fea, cuando la bruma del mar ni siquiera permite ver el sol calcinante. Esta vez aterrizamos de noche y la ciudad me sedujo, no tanto por lo que vi desde la ventanilla sino por lo que me re-cord. A medida que inicibamos el descenso y sobre-volbamos la isla de Catalina, reconoc la ansiedad que se anuncia a los que aterrizan en un sitio por primera vez. Los ngeles no era ms que una es-cala y, sin embargo, la senta como mi destino. Mir mi pasaje de JAL e intent descifrar las estilizadas letras japonesas. Pens: Tokio, el nen de Ginza, las sopas de udn arriba del tren bala, los jardines del campus de Tsakuba. Contento de llegar? me pregunt Lindsay. An me falta mucho. Esto recin empieza. Por la expresin de tu cara, pens que estabas volviendo a casa. Conoces mucha gente all abajo? Slo a algunos facultativos de Caltech. Estaba viendo si poda adivinar dnde estaba Pasadena. Ingresamos por el mar a la altura de Huntington Beach y... Ah est DVD Planet; esa tienda de la que te habl. S...deduje el sitio por el muelle. Tiene luces y se interna en el mar. Conoces Los ngeles bien, veo. Los mapas me gustan. Una vez los del Instituto me llevaron a dar un paseo turstico le dije, para no tener que dar explicaciones de mi historia californiana. Qued ms bien decepcionado. Todo es ms o menos igual. Pasadena es distinto, claro. Y West Los ngeles; a m me encantan las playas de South Bay. Y el Valle, claro. A pesar de todo lo que dicen, todos los prejuicios, el Valle es el Valle. Si tuviera que dejar San Diego y regresar a Los nge-les, tratara de vivir en Santa Mnica o, no s, en Sherman Oaks... En-cino es otra posibilidad. Encino es un buen lugar, un lugar ideal para criar hijos. Viste alguna vezEncina Man? No. Qu saba ella que ni siquiera saba yo? Saba que, al final, Los ngeles seria mi destino y no una escala ms? Adivin lo que pen-saba? O no fue ms que una simple charla de avin? Habamos con-versado buena parte del viaje. No me cont su vida, pero me resumi sus pelculas favoritas. Yo no le cont casi nada y ahora era muy tarde para empezar. All abajo, en esa ciudad, pens, vivan algunos de mis parientes, buena parte de mi pasado, el comienzo de mi historia. Estara ah, dur-miendo en algn asilo, mi abuela paterna? A qu se dedicarn mis dos primos Soler? Mis tos? Qu habr sido de Javi? De Carlos? Habr reaparecido de entre los muertos? Cul de esas millones de casas ser aquella donde vive mi padre? Ahora volamos sobre Compton, creo. Deberas aprovechar la escala y estirar las piernas por ah me aconsej Lindsay. Manhattan Beach est a un paso del aeropuerto. Ese muelle s que es divertido. Lo nico que le pido a esta ciudad es una cama no muy blanda y aire acondicionado. Lo segundo te lo garantizo. En Los ngeles no existes sin auto y sin aire. En San Diego, la verdad, tampoco, pero nos gusta creer que somos ms civilizados. El avin estaba ya bajo, a punto de aterrizar en medio de la ciudad. Entonces afin an ms el foco: dos Seven Eleven, una estacin Shell, el Forum de Inglewood, la autopista 405 y, de pronto, sin esperarlo, como si lo hubiera visto ayer, el inmenso donut de Randy's brillando en la noche, a pasos de la calle Ash. Por un instante, y justo antes que las ruedas se posaran sobre la losa del aeropuerto, sent que el avin se llenaba con el aroma azucarado de los donuts recin hechos. Estaba de nuevo en casa. Vi mis primeras doscientas pelculas clandestinamente, ha-ciendo la cimarra, entrando en la sala sin pagar por la puerta de escape o la ventana dei bao. Cada vez que mis padres sa-lan de noche, aprovechaba la ocasin para escaparme. Cuanco ellos regresaban, ya estaba en la cama, hacindome el dormido. Pagu todos estos placeres con fuertes dolores de estmago, calambres, jaquecas nerviosas y sentimientos de culpa. Todo esto enriqueca an ms las emociones que el cine me provocaba. Tena una gran necesidad de entrar en las pelculas y lo lograba acercndome cada vez ms a la panta-lla para conseguir hacer abstraccin de la sala; desechaba las pelculas de poca, las pelculas de guerra y los westerns porque idenficarme con ellas me era ms difcil; por elimina-cin me quedaban, pues,p3 culas policacas y las pelcu-las de a ar; contrariamente a los pequeos espectadores de mi edad, no me inc':er indicaba con los hroes sino con los per-sonajes desvalidos y ms sistemticamentecon todos los que se encontraban en apuros. FRANCOISTRUFFAUT DEL PRLOGO DE Les filmesdemavie (Los filmes de mi vida) De: BeltrnSoler Fecha: mi rcoles,1 7enero2 001 6:5 2 AMPara: Li ndsay Hami lton IhamitlonCaiborder-crossings.org> Asunto: the 5 0movi es ofmy li feIfi rst 2 5 -CALIF/64-73 1Hola,Li ndsay:Pri meroquenada,soy el si smlogodel avi n, Li maLAX.Nos sentamos juntos,adelante.Teacuerdas?Yosme acuerdo.Anyway,hanpasadobastantes cosas desdeque nos separamos enel aeropuerto el lunes re-ci npasado.Tehi cecasoy fui aDVDPlanet.What a place! You were right.Lopasmuy bi en, fuecomovolver a mi i nfanci a,cuando me devo-rabalas pelculas comosi fueran M&M' s.I don't know why I'm sendingyouthi s but...you're the one who got me thinking about all the movies of my life and...Qui zs no tenga a nadi ems enel mundo a qui enenvi rselas peroeso nome pareceni tri steni me apena.Algo medi cequeestbi enqueteenvetodaestali sta,todasestas pelculas.No estoy en Japn. Al final no part, perd el avin... Cuando me preguntaste si conoca Los ngeles, no te dije la ver-dad. La conozco y bien, aunque hace aos que no recorra sus calles ni me internaba en el Valle. Te escribo desde un hotel en Van Nuys. You can't get more Valley than that. Sentiste el temblor? Por un momento pens que se trataba de un terremoto... En San Diego alcanz grado tres, pero ac fue casi cinco. En un par de horas parto de aqu... Podra escribirte mucho (no he hecho otra cosa que teclear en esta vieja PowerBook sin parar) relatndote lo que me ha pasado por dentro (recordar, recordar, recordar), pero creo que basta con decirte que no pude dejar de pensar en esto de Laspelculas de mi vida )y que nunca he escrito tanto en mi vida). Eso es tu culpa. Como un acto re-flejo, comenc a volver a ver en mi memoria las mas. Slo por eso te agradezco y estoy en deuda contigo. Aqu estn. Una parte de ellas, las de la primera mitad de mi infan-cia, al menos. Debajo de mi espaol, parece que hay mucho ingls; debajo de mi adultez, sin duda que hay mucho nio. En otro mail te envo el resto,attached. Nada ms. Best and thanks, Beltrn S. La leonade dosmundos(Born Free,GB, 1966, 94 min) DIRIGIDA POR:James Hill CON:Virginia McKenna, Bill Travers, Geoffrey Keen VISTA EN:1966, Inglewood, California La mayora de la gente que llega a Los ngeles lo hace por un aero-puerto que no tiene nombre: Aeropuerto Internacional de Los ngeles, o LAX, que es su cdigo. Siempre me llam la atencin que no tuviera un nombre, que fueran tan provincianos que sintieran que con inter-nacional bastaba. El aeropuerto se alza a un costado de la ciudad, en medio del barrio de Inglewood, entre un trozo del Pacfico sin gusto a nada y la feroz autopista 405. En esa poca, Inglewood era un barrio chato, semiindustrial, atochado de bodegas y lavasecos; un sector de paso, barato, que atraa a inmigrantes recin bajados del avin. Ahora la poblacin es bsicamente afroamericana, con una presencia mexi-cana no menor, pero a comienzos de los sesenta Inglewood se divida entre sudamericanos recin llegados y americanos blancos de clase baja que ya no deseaban quedarse ah. Nosotros vivamos en una callecita llamada Ash, en un departa-mento ubicado en el primer piso de un minsculo edificio de dos plan-tas. La construccin debe haber tenido unos cuatro departamentos y, atrs, segn lo que se ve en las fotos, contaba con un gran patio, lleno de rboles, de donde colgaba un columpio. Ms all de la reja metlica descansaba la lnea ferroviaria. Haba momentos, sobre todo en las no-ches, en que el tren, que justo daba una gran curva por ah, pasaba al mismo tiempo que aterrizaba un avin y el ruido, que se acoplaba, era semejante del que escapa de la tierra durante un terremoto grado nueve. A dos cuadras, por la avenida Manchester, se alzaba un inmenso donut de yeso que vigilaba los techos del vecindario. Mi madre, Anglica Niemeyer, no lo pas bien en esa poca en que vivimos en Inglewood. Quizs por eso nunca me envi al jardn infan-til. Supongo que no quera estar sola, no tena a nadie ms. No es fcil estar solo en Inglewood y mi madre se dio cuenta de ello de inmediato. Cuando recin lleg a California, en el 62, mi madre no saba ingls, no tena amigos ni dinero, y no poda continuar estudiando. Haba ini-ciado sus estudios en Chile con la idea de transformarse en sismloga, tal como mi abuelo, que era el decano de la Facultad de Ingeniera de la Universidad de Concepcin y por eso ella estudiaba ah. Pero Juan Soler. mi padre, que entraba y sala del pas, que entraba y sala de la ciudad, que entraba y sala de su vida, alter sus planes. Mi madre, en un acto impetuoso, juvenil, se dej embarazar. Dej a medias el cuarto ao de Ingeniera, se cas de prisa, y lo sigui a California. Inglewood le pareci deprimente, el sol californiano no se vea bajo la contamina-cin industrial, el cercano y condensado aire marino llegaba mezclado con los olores de los combustibles de los aviones y, para peor, apenas vea a mi padre, que trabajaba todo el da y buena parte de la noche para juntar dinero y as poder sacarnos adelante. Mi madre, que era delgada y no muy alta como todas las chilenas, vomit tanto que ter-min perdiendo a su hijo, al tipo que pude ser yo, al sexto mes. A veces pienso que en ese feto desnutrido se fue parte de mi fuerza, o alguna parte de m que me dej incompleto. Cuando mi madre qued emba-razada de nuevo, opt por irse a Chile. Se fue sola, a tenerme en terri-torio amigo; necesitaba estar rodeada de su gente, con doctores que fueran cercanos y de fiar, con nanas y enfermeras que una familia de clase media, de profesores universitarios, poda pagar sin problemas. Cuando yo estaba por nacer, mi padre consigui un pasaje standby en Panagra. Despus de volar dos das, lleg a Concepcin, me vio nacer y estuvo cuatro das en calidad de convidado de piedra. l no pudo tolerar la arrogancia de los Niemeyer y ellos, a su vez, no sopor-taron su falta de mundo y perspectiva. Parti entonces a Santiago, se agarr con su padre, ste lo insult, mi padre lo insult de vuelta y re-gres, sin despedirse de nadie, va Antofagasta, Quito y Honduras, a Los ngeles; una vez all se fue directo donde una vecina, una gringa llamada Karen Tunez, cuyo marido trabajaba limpiando aviones para PSA, y se acost con ella. se fue el inicio de una serie de infidelidades compulsivas que, con la distancia que otorgan los kilmetros y el tiempo, creo entender mejor. Ms all de las apariencias, mi padre era un tipo dbil, fracturado, que necesitaba consuelo y ese consuelo fcil, bsico, lo consegua con otras mujeres, no con mi madre que le exiga ser ms. Las otras, en cambio, slo le exigan ser l y que acabara pronto. En Concepcin, mi madre se cort su larga melena juvenil y ech de menos a mi padre, aunque no necesariamente Inglewood. As que, cansada de esperar, intuyendo que mi padre era capaz de desapa-recer para siempre, regres a California. Regresamos. Aos despus, en 1966, mi hermana Manuela ya haba nacido. Born Freela vimos los cuatro, me dicen, en un auto, en undrivein que estaba cerca, all llegar a Culver City, al costado de un cementerio con una cascada de agua. A losdriveiniban adolescentes a tener sexo y parejas con nios chicos que no podan pagar unababysitter.Re-cuerdo solo unos ]eones que corran por la sabana, quizs ni eso. El c-lebre tema musical s lo conozco, creo que me s la letra. No entiendo por qu mi padre y mi madre fueron a ver una cinta sobre leones. Qui-zs porque ninguno saba mucho ingls, no s. Para esa poca, mi madre ya tena una vieja camioneta Pontiac, con paneles de madera, una reliquia de ]os cincuenta que se compr con un dinero que le envi mi abuelo. Recuerdo que arm una cama con frazadas en la parte de atrs. Ellos se quedaron adelante mirando esta pelcula sobre una pareja de ingleses que se van a Kenia y all, solos, sin entender nada, adoptan un cachorro de len y lo van criando hasta que lo tienen que dejar libre. Mi madre tiene que haber tenido unos 24 ese ao 66, y mi padre casi 26. Me gusta la idea de los cuatro en el auto, rodeados de adoles-centes besndose, el parabrisas empandose con el roco salado del mar, mi madre amamantando a Manuela, mi padre durmiendo y yo atrs, despierto, mirando a esta pareja jugar con un cachorro que no les perteneca del todo. Grand Prix (Grand Prix,USA, 1966,175 min) DIRIGIDA POR:John Frankenheimer cow:James Garner, Eva Marie Saint, Yves Montand visTAEH: 1967,Culver City, California Acomienzos de los sesenta no exista ningn Soler en California, pero ya por los aos 63-64 comenz a llenarse de ellos. En el 66, cuando mis dos tos, junto con mi padre, me llevaron a undriveinen un inmenso Plymouth descapotable blanco del 56 a verGrand Prix,la ciudad estaba a punto de convertirse en la base de operaciones de los Soler. Faltaba poco para que mis abuelos aterrizaran; un ao antes, haban enviado a sus hijos. La oleada de los Zanetti, que eran sus primos y parientes, era inminente. Todos escaparon de Chile antes de que fuera necesario o loable o entendible o polticamente correcto. No arrancaron por pol-tica ni por ideales, no les pis los talones la muerte ni la tortura. Tam-poco fueron impulsados a fugarse al norte por hambre, sino por vergenza. Mis tos y sus primos y sus tos y mis abuelos, y luego algu-nos otros parientes ms lejanos, escaparon aterrados de convertirse en lo que de alguna manera se convirtieron: unos fracasados frente a los dems y, peor, frente a s mismos. Los Zanetti y los Soler siempre fueron inmigrantes; no eran del todo chilenos y eso fue lo que por un lado les dio la libertad de huir y por otro los conden al desarraigo. Estas dos familias estaban tan in-trincadamente unidas que bast que cayera la cabeza de los Zanetti, un viejo italiano enviciado por el juego de nombre Arildo, que se cas con Mara Soler, la hermana de mi abuelo Juan, para que todos comenzaran a caer como fichas de domin. Cuando uno de ellos Norma Zanetti, enfermera encontr otro lugar en el mundo, comenz la huida, uno tras otro, hasta que, en menos de cinco aos, no quedaba ni un Soler o Zanetti en Chile. Para ellos Santiago se convirti en la ciudad maldita, la ciudad innombrable, la capital de ese pas que no los trat como se merecan, el sitio que los hizo entender quines eran: poco y nada. Pero en Chile no es tan fcil ser poco y nada cuando uno es algo. Ellos tenan un cierto nivel y lo perdieron. Ante la disyuntiva, prefirieron partir de cero ante gente que no los conoca que comenzar de la mitad, o un poco ms abajo, rodeados de la conmiseracin de los que se que-daron arriba. El factor humillacin, el resentimiento, la rabia y el odio, la ahogadora sensacin de fracaso, fue lo que los hizo salir del pas tan rpido como fuera posible. Cuando los Zanetti se hundieron, cuando su fbrica de textiles se evapor en el viento por las malas apuestas en el pker y la brisca del enajenado Arildo, mi abuelo paterno, que siem-pre fue un parsito, se qued sin nada. Termin manejando un taxi, pero l no se sentataxista. El momento de mxima humillacin, lo que lo deshizo, lo que re-donde su cabeza en un pas puntudo, fue cuando, sin darse cuenta, la ta Chilaca Valds, la hermana de mi abuela Guillermina, se subi a su taxi. Mi abuelo no lo toler. No le habl. Cuando llegaron al destino, mi ta Chilaca quiso pagarle la carrera. Cmo se le ocurre que voy a aceptar su dinero. Quin cree que soy? Buena pregunta: quin crea que era? No era ni ms ni menos que un contador, un tipo ordenado, bueno para llevar las cuentas. Eso fue en Chile y gan mucho dinero. Eso, al final, fue lo que hizo en Cali-fornia y pudo vivir bien. Entre medio manej un taxi, arm una im-prenta que fracas, lav platos en las cocinas de los restaurantes de Hollywood. Hasta el da de su muerte, mi abuelo no le habl a mi ta Chilaca; las veces que se toparon, nunca la salud ni la mir a los ojos. Mi hermana an no naca, y mis tos Javi y Carlos ya haban cum-plido un ao en California cuando viGrand Prixcon ellos dos y con mi padre. No recuerdo nada de ese filme excepto la ancdota que se cuenta. Esa ida al cine, aldrivein,ocurriuna noche de verano, y creo que se debi a que una tal ta Yvonne le organiz a mi madre unbaby showerpara que mi hermana Manuela tuviera todas las cosas que nece-sitara gratis. La idea era que mi madre pudiera ahorrar. Mi padre se vio obligado a salir y llevarme a alguna parte, yo tena recin dos aos, y no s por qu fuimos con sus dos hermanos a verGrandPrix.Se que vieron el filme bajo las estrellas, tomando cerveza y fumando y que yo me dorm y no molest nada. La eleccin de la cinta no me sorprende puesto que mi padre siempre fue tuerca, lo mismo que to )avi, mi pa-drino, que al regresar de Vietnam, y antes de que empezara a engordar, trabaj como mecnico en la Ferrari. Lo que me extraa de esta ida al cine es que mi padre saliera con sus hermanos, con los que nunca tuvo grandes lazos o cercana. Mi padre era el mayor, bastante mayor, y cuando se fue de Chile, ellos eran nios. Aparecieron en California unos aos despus, en 1965: Carlos de dieciocho, Javi de diecisis. Mi padre tuvo que acogerlos y luego les consigui un departmento dimi-nuto cerca del Forum, en pleno Inglewood. Recin llegados, mis dos tos lavaban autos y platos y estudiaban ingls de noche. Hay una foto, frente al arco del aeropuerto, esa construccin tipo Los supersnicos,donde estn los dos con camisas de cuadros idnticas, y posan frente a su auto recin comprado. Yo estoy mirando por la ven-tana. Mi padre debe haber tomado la foto ese mismo da. El auto era excesivo, pero lo consiguieron barato y creo que era como su premio de consuelo, porque estos dos chicos estaban solos, abandonados, trabaja-ban hasta caerse muertos y el nico acto adolescente que pudieron co-meter fue comprarse un auto as. Mis tos no tenan a dnde ir y tampoco saban cmo. Eso nunca cambi. se, por desgracia, fue el des-tino de los dos. Ellibro de la selva(The Jungle Book,USA, 1967, 78 min) DIRIGIDA POR:Wolfgang Reitherman largometraje animado de la Disney VISTA EN:1967, Pasadena, California Nac el14de febrero de1964,da de San Valentin y, de haber nacido en Los ngeles en vez de en Concepcin, seguro que me hubieran bau-tizado como Valentin Soler Niemeyer. Siempre lo he credo porque Patrick Bellin, mi mejor amigo en California, naci el17de marzo del mismo ao y una enfermera de origen irlands convenci a su madre, Janice Wisenthal, que le pusiera Patrick en vez de Isaac, puesto que era Saint Patrick's, el da en que si uno no anda por la calle con una prenda de color verde, te pellizcan. As, le dijo la enfermera, siempre habr una fiesta para su da. Y as fue: los cumpleaos de Patrick siempre fue-ron verdes. Le echaban anilina verde a las malteadas y hasta la torta tena una cobertura de vainilla color bamb fresco; cuando Patrick cumpli diez, nos llevaron a la clebre heladera Farrell's y los mozos aparecieron con una torta helada verde cata en forma de igl. Mi padre no era un entusiasta de Saint Patrick's Day porque la nica vez que tuvo problemas en su trabajo fue, justamente, un17de marzo. Casi lo expulsan del sindicato de losteamsterspor pegarle un combo a un tipo que intent pellizcarlo por no andar con nada verde. Por suerte no hubo una enfermera all en Concepcin que aconsejara a mi madre. Ella estaba ms preocupada de que naciera con dedos y manos, porque exista una pastilla llamada talidomida que sali fallada y muchos nios nacieron con problemas debido a esa droga. Como si eso fuera poco, se comprob luego que las mujeres que veranearon en las costas del Pacfico por esos aos respiraron el aire radiado de part-culas nucleares que lleg del atoln de Mururoa, donde los franceses probaron sus bombas atmicas. De hecho, mi prima, Isidora Bulnes Niemeyer, naci con un mun en vez de su mano izquierda (tena dos dedos, uno casi normal y el otro chiquitsimo, que daba nervios) y qui- zs por eso result tan intensa, oscura y promiscua. Naci irradiada, como dijo mi abuela Guillermina, que desde ese entonces odi a los franceses. A m no me inscribieron como Valentin pero igual qued marcado por nacer ese da. En California, mi cumpleaos era una fiesta y reciba ms amor del que era capaz de procesar. En Chile, mi cumpleaos caa en pleno verano y nunca haba nadie en la ciudad. Al principio nadie celebraba el da del amor pero, con el tiempo, el pas se fue californi-zando y termin festejando hasta el da del nio. Despus de chequear mis extremidades, me pusieron Beltrn, Beltrn a secas, aunque Beltrn no era un nombre limpio. Mi to, el hermano de mi madre, era Beltrn, Beltrn Niemeyer, y muri en Valdivia a los dieciocho aos. De la pelcula la verdad es que no recuerdo nada, excepto que la vi en un teatro muy grande y barroco de Pasadena donde estaba alojado mi abuelo, que haba sido invitado a Caltech a dictar un seminario.TheJungle Booksiempre me ha parecido una pelcula intensamente chilena, entre otras cosas, porque me imaginaba Chile como un sitio salvaje, in-dmito e infranqueable; o quizs es porque la vi con mi abueloTeodoro que la asocio a ese Chile que entonces me pareca tan lejano. A la salida del cine, mi abuelo me regal un libro de tapa dura con los per-sonajes de la pelcula que vendan en una juguetera fenomenal que es-taba en la calle Colorado. cerca del cine. Quizs mis recuerdos de Mowgli, el niito que viva solo en la jungla, y Baloo, el oso bailarn, son del libro y no de la pelcula. No lo s. Lo que s me qued grabado fueron esos cuatro buitres que, con el tiempo, capt que se parecan a los Beatles. Es curioso que uno de mis primeros recuerdos cinemato-grficos est ligado a mi abuelo Niemeyer, un hombre al que nunca le gust la ficcin ni el arte y que quiso que todos, desde su hijo Beltrn hasta m, pasando por mi madre, furamos gente de ciencia. Elfabuloso doctor Dolittle (Doctor Dolittle, USA, 1967, 144 min) DIRIGIDA POR:Richard Fleischer CON:Rex Harrison, Samantha Eggar, Anthony Newley VISTA EN:1967,TeatroChino, Hollywood, California De sta recuerdo muy poco: el temaTalk to the Animals (que deseguro escuch despus) y un inmenso caracol marino que ingresa a una baha como si fuera un barco. Nada ms. Pero lo que de verdad recuerdo (o creo recordar) es la ida, la ocasin. Mis abuelos Soler ya haban inmi-grado a California. Nos fuimos caminando a lo largo de Hollywood Boulevard para verDoctor Dolittle.Ellos vivan en Las Palmas, en un departamento del segundo piso de un edificio de dos plantas, ms bien largo, de estuco rosado, rodeado de palmas, claro, con pasillos al aire libre. Me pareca toda una aventura ir a esa casa; mi abuela me com-praba comida especial (salami,string cheese,jugo V8) y tena mis pro-pios juguetes Fisher Price en ese departamente del tranquilo (por ese entonces) barrio de clase media baja que era Hollywood. Existe, o existi, una foto de la vez que fuimos a ver la pelcula. Cuando las cosas te suceden a una cierta edad, necesitas de ciertos ele-mentos (fotos, recuerdos ajenos, pelculas super 8 como las que filmaba el abuelo) que te gatillen lo que tienes al fondo, escondido. Ah entra esa foto: estamos todos (excepto mi padre y mi madre, frente al famoso Teatro Chino, en Hollywood, y es invierno, y parece que hace fro, y hay luces de navidad y estn los inmensos afiches de Rex Harrison y hay, en la vereda, arriba de las manos y los pies de los famosos, una llama (falsa) con dos cabezas, una atrs, otra adelante, que camina por ah. Mi to Carlos, que andaba de uniforme militar, me deca que las llamas eran chilenas como nosotros. Mi padrino Javier Hernn, alias )avi, andaba tambin con su uniforme del Army pero, a diferencia de Carlos, que tambin fue reclutado por Nixon a cambio de unaBreen cardinstantnea, l haba sido enviado a un fuerte cerca de Waco, Texas, y no directo al frente, en Vietnam. )avi tena una novia: Teresa, o Teri, Teri Mosquera, de padres mexicanos, y ella anda con una mini y botas naranjas muy altas y se parece a una de las chicas de Josie and the Pussycats.En la foto, Teri est a un costado, con )avi, que nunca es-tuvo ms flaco. Creo que ellos partieron al otro da, de vuelta a Oak-land y de ah a sus respectivos centros de operaciones. Mi abuela, la Yayi, tambin est ah. Luce un vestido que parece de plstico, un abrigo rojo y un peinado lleno de laca. No tiene el pelo blanco como el abuelo, Juan Soler, que al parecer siempre lo tuvo cano y que una vez que aterriz en California, huyendo de Chile, el pas que nunca quiso y donde siempre se sinti un extranjero, comenz a ves-tirse como un golfista de Palm Springs, a pesar de que trabajaba lim-piando lo que ya ningn gringo quera limpiar. Mi abuelo Juan Soler lleg a California a los54aos; mientras amigos suyos se estaban pre-parando para jubilar del Banco del Estado, l tuvo que empezar de nuevo. Ese dato, supongo, es el ms importante de todos. Lo que lo define a l,eldato que nos define a todos. El antes y despus. No se puede tener todo en la vida y la gente que tiene dos pases, dos idiomas, ter-mina teniendo menos que el resto. Llegar a California le permiti co-menzar de nuevo, cierto, pero lo oblig a matar su pasado. Mi abuelo paterno fue un ser agrio, fracturado, poco sociable, lleno de falencias y temores. En eso, por desgracia, nos parecemos. Pero mi abuelo sinti siempre que haca menos de lo que poda hacer. Uno debe intentar triunfar en todo, asegurarse cada ngulo, lograr salud, dinero y amor, plantar un rbol, escribir un libro, tener un hijo; pero, al final del da, al menos en un hombre, el no tener una profe-sin, no tener esa certeza indisoluble de que eres bueno para eso, sin eso creo todo, incluso lo ms importante, se vuelve secundario. O no eres capaz de disfrutarlo. Mi abuelo siempre sinti que lo miraban en menos, no toler no lograr una posicin en la vida. Al final, no tuvo dinero, no tuvo salud y s tuvo mucho amor de mi abuela y poco de sus hijos, nada de sus nietos. l destroz lo poco que alcanz. Por ser el mayor, me toc bautizar a todos mis abuelos. Le puse Tata a mi abuelo Teodoro Niemeyer, y Mina a mi abuela Guillermina Valds. A la Yayi, que se llamaba Raquel Garca, le puse claro Yayi. Pero a mi abuelo Juan Soler le puse el nico nombre que se me ocurri: Abuelo. Y creo que lo hice porque intu que era un tipo intercambiable, un hombre ge-nrico, un hombre que definitivamente no se sali con la suya. El Abuelo nunca me quiso o me quiso poco. Quizs esto es injusto. En un principio, cuando recin nac, creo que estaba al menos orgulloso y fas-cinado conmigo. Pero con los aos, o a medida que fui creciendo, me dej claro que no slo era un asunto de falta de cario sino, ms bien, de algo muy cercano al odio. Dumbo(Dumbo,USA, 1941, 64 min) DIRIGIDA POR:Ben SharpsteenLargometraje animado de los estudios Disney VISTA EN:1968, Inglewood, California ViDumboen un cine, sentado, en una butaca ms bien grande, no en el asiento trasero de un auto. Mi mam me llev a ver la historia del elefante con orejas de paila, a un inmenso teatro de la calle Sepulveda, una maana que llova. Nunca haba visto tanto nio en un mismo sitio, nios recin bajados de los aviones, nios de todos los continen-tes, de todos los colores, todos juntos en el cine con sus madres viendo Dumbo. No la vi entera, eso s, porque hubo un momento en que me quise salir. Lo que ms me alter, aterr, paraliz, fue la escena en que a Dumbo le quitan a su madre y l la visita luego en su jaula. Ella lo acu-rruca en la trompa y suena una cancin, que es como de cuna,Baby Mine, ylos dos lloran, sus inmensos ojos se llenan de agua, y se nota que se aman tanto, que se necesitan, que tienen un lazo inquebranta-ble, que no aguant y me puse a llorar de miedo, me puse a berrear de pnico porque la idea de que me quitaran a mi madre, o que ella me abandonara en ese cine, o en Inglewood, o en algn otro lugar me pa-reci intolerable. Y si algn da se muere? Cmo uno puede vivir sin su madre? Sin que est al lado tuyo cada segundo de la vida? La se-cuencia me result insoportablemente triste y me asust de manera tan severa que me largu a llorar sin ms. Lo bueno, lo milagroso, fue que mi madre me calm, me asegur que no slo no se iba a ir sino que nunca se iba a morir. ViDumboen el momento ms propicio: cuando uno le hace dibu-jos a su madre y le regala flores que sac del jardn y le jura que cuando grande se va a casar con ella, algo que luego te sacan en cara. Ms de diez aos despus, en Santiago de Chile, cuando no tenamos casa ni familia ni hogar, cuando yo pasaba las tardes y algunas noches en la nica habitacin limpia de nuestra casona clausurada, llegu al depar- tamento de mis abuelos, donde estbamos de allegados, y mi madre me estaba esperando en la cocina, en la entrada de la pieza, que era la pieza de servicio. Hueles a pisco, a cigarrillos me dijo. No me digas que ahora fumas y tomas. No le dije no deseo ser como ustedes. Mi madre fumaba mucho, siempre tenia un cigarillo en la boca. Su auto siempre ola a tabaco y a pastillas de menta. En cambio a m me encantara ser como tu o t hermana. Mis dedos olan al metal de la barra de la micro, pero tambin a Federica: colonia Coral, cigarrillos Viceroy, jabn Lux, pisco Capel, Frambuesa Andina, madera encerada, las camisetas de algodn de Caffarena, toallas Siempre Libre, el cuero de su bolsn, el plstico de los forros de su cuaderno que nunca abra, sus ctricas gomas de borrar, chicle Dos en Uno de menta. Je acuerdas de que antes te queras casar conmigo? me dijo mi madre. No le ment. - te acuerdas que me decas mi novia, que slo deseabas estar junto a m y contarme cada una de las cosas que hacas o descu- bras? Eso me lo decas en espaol, una de las pocas cosas que me decas en espaol. Ahora no me cuentas nada en ninguno de los dos idiomas. Mi madre me segua mirando con sus ojos pardos que, dependiendo de la luz, delataban la tristeza y la resignacin que intentaba esconder cuando sonrea. Not que saba lo que estaba pensando y me aver-gonc. Mam, era chico. La luz del tubo fluorescente me haca doler los ojos, irritados. Ahora ni me avisas a qu hora llegas. La mir: ya no se vea como cuando me llev a ver Dumbo. Ya no tena la cara de una nia pero le faltaba muchsimo para ser una se-ora. Por qu habra querido casarme con ella? Todos los nios pien-san eso? A veces t tampoco llegas y tampoco me cuentas nada. No es lo mismo me respondi mirando el suelo. Claro que no. Lo lgico es que yo me porte mal, que me com-porte como un adolescente, no t. Quin te dijo que la vida es lgica, Beltran? Ella encendi un cigarillo. Me mir fijo, con algo de enojo, pero ms que nada, con cansancio. ^Entonces? Qu? Cmo se llama tu chica? Se llama Federica Montt; la conoces. Se demor en procesar la informacin. A veces uno puede darse cuenta de lo que la gente piensa y lo que ella pens no fue bueno. Ha cambiado mucho esa chica; una pena. Nosotros tambin hemos cambiado mucho. mam; una pena. S. Todo ha sido una pena. Si fuera por m, te aseguro, sera todo ms alegre. Por qu no habra de querer que fuera as? Pens en tomarle la mano pero me arrepent. Ella a suvez intent acariciarme pero decidi tocar un pao de cocina. .Y cmo se llama l? Juan Antonio Mancini. Est casado? S. Bullitt (Bullitt,USA,1968, 113 min) DIRIGIDA POR:Peter Yates CON:Steve McQueen, Jacqueline Bisset, Robert Duvall VISTA EN:1969, Redondo Beach, California En un principio, en todas esas fotos de fines de los cincuenta, mi padre se pareca a Frankie Avalon. No al de las pelculas playeras (aunque hay unas fotos tomadas en El Tabo donde se ve igual y mi madre su novia de toda la vida, desde los quince tiene un peinado muy Annette Funicello) sino ms bien al Frankie Avaloncrooner,el tipo flaco que cantaba baladas enfrascado en un traje oscuro. En muchas fotos de esa poca, adems, luce unos anteojos de marco negro. En sus fotos californianas, sin embargo, desaparecen los anteojos y el traje y la corbata y todo vestigio aspiracional, de clase, de buenas ma-neras, todo vestigio de intelectual o de chico bueno, y el verdadero Juan Soler o, para no confundirlo con mi abuelo, el verdadero Juan Alfredo Soler Garca aparece en su versinthisistherealme, the Californiadreamin look.El cambio, la verdad, es sorprendente. Es francamente pandilleros de la calle, James Dean enRebelde sin causa, truhn de pantalones muy angostos y cigarrillo en la boca. Las fotos que le envi a mi madre el ao 58, recin llegado, con 19 aos, mues-tran a un tipo mucho ms seguro, ms narciso y fascinado consigo mismo. Hay un par de fotos donde sale con sus nuevos amigos; algunos chilenos, otros latinos, todos nios ms o menos bien, de elite tercer-mundista, malcriados y peor educados, que en sus respectivos pases se estaban transformando en patanes (malas notas, expulsados de sus colegios catlicos, nada de ingresar a la universidad, incapaces de acep-tar un trabajo bajo su nivel social) y no tenan otra posibilidad que par-tir de nuevo. Ah estn, en California, debajo de las palmeras y bajo el sol, recin llegados, sonriendo para la cmara, viviendo el lado fasci-nante, embriagador, adictivo, del sueo americano. Trabajaban en cualquier cosa, vivan cuatro en una casa por Los Feliz, todo era dinero fcil, autos, mujeres que s se entregaban, todo estaba bien, era mejor lavar los vasos de las malteadas en el Ben Frank's Driveln de Sunset (una vez fue Natalie Wood; en otra ocasin Ricardo Montalbn les habl en espaol y les dio cinco dlares de propina) que tomar pistolas en el DriveIn Charles', de Las Condes, que no era un sitio para ver pelculas. Bullittla vi con mi padre y mi madre y como toda cinta donde acta Steve McQueen, o como toda pelcula ligada a a