freud s fetichsimo

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  • 8/3/2019 Freud S Fetichsimo

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    Freud S. Fetichismo - 1927

    En el curso de los ltimos aos tuve la oportunidad de estudiaranalticamente a cierto nmero de hombres cuya eleccin de objeto estabadeterminada por un fetiche. No se ha de suponer que dichas personashubiesen acudido al anlisis debido a esa particularidad, pues los adeptosdel fetichismo, aunque lo reconocen como anormal, slo raramente loconsideran como un sntoma patolgico. Por lo comn estn muy conformescon el mismo y aun elogian las ventajas que ofrece a su satisfaccin ertica.Generalmente, pues, el fetiche apareca en mis casos como una meracomprobacin accesoria. Razones obvias me impiden publicardetalladamente las particularidades de estos casos, de modo que tampocopodr demostrar de qu manera la seleccin individual de los fetichesestaba condicionada en parte por circunstancias accidentales. El caso msextraordinario era el de un joven que haba exaltado cierto brillo sobre la

    nariz a la categora de fetiche. Esta singular eleccin pudo sersorprendentemente explicada por el hecho de que haba sido criado primeroen Inglaterra, pasando luego a Alemania, donde haba olvidado casi porcompleto su lengua materna. El fetiche, derivado de su ms tempranainfancia, deba descifrarse en ingls y no en alemn: el Glanz auf der Nase(brillo sobre la nariz en alemn) era, en realidad, una mirada sobre lanariz (glance = mirada en ingls), o sea, que el fetiche era la nariz, a lacual, por otra parte, poda atribuir a su antojo ese brillo particular que losdems no alcanzaban a percibir.

    La explicacin analtica del sentido y el propsito del fetiche demostr seruna y la misma en todos los casos. Se revel de manera tan inequvoca y

    me pareci tan categrica que estoy dispuesto a admitir su vigencia generalpara todos los casos de fetichismo. Sin duda despertar decepcin sianuncio ahora que considero el fetiche como un sustituto del pene, de modoque me apresuro a agregar que no es el sustituto de un pene cualquiera,sino de uno determinado y muy particular, que tuvo suma importancia enlos primeros aos de la niez, pero que luego fue perdido. En otrostrminos: normalmente ese pene hubo de ser abandonado, peroprecisamente el fetiche est destinado a preservarlo de la desaparicin.Para decirlo con mayor claridad todava: el fetiche es el sustituto del falo dela mujer (de la madre), en cuya existencia el nio pequeo crey otrora y alcual -bien sabemos por qu- no quiere renunciar. El proceso transcurrido

    consiste, pues, en que el nio rehsa tomar conocimiento del hechopercibido por l de que la mujer no tiene pene. No; eso no puede ser cierto,pues si la mujer esta castrada, su propia posesin de un pene corre peligro,y contra ello se rebela esa porcin de narcisismo con que la previsoraNaturaleza ha dotado justamente a dicho rgano. En pocas posteriores desu vida, el adulto quiz experimente una similar sensacin de pnicocuando cunde el clamor de que trono y altar estn en peligro, y esprobable que aqul conduzca tambin entonces a consecuencias no menosilgicas. Si no me equivoco, Laforgue dira en este caso que el nioescotomiza la percepcin de la falta de pene en la mujer. Un nuevotrmino slo est justificado cuando describe o resalta un hecho nuevo.Nada de esto, sin embargo, existe aqu: la pieza ms antigua de nuestra

    terminologa psicoanaltica, la palabra represin, se refiere ya a esteproceso patolgico. Si en dicho concepto queremos diferenciar ms

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    pruebas de la doble actitud del fetichista frente a la cuestin de lacastracin femenina. En los casos muy estilizados, el fetiche mismo aloja ensu estructura la repudiacin tanto como la afirmacin de la castracin.Suceda as en un hombre que haba adoptado por fetiche un suspensorio deesos que tambin pueden ser empleados como pantaloncitos de bao. Estaprenda cubra los genitales en general y ocultaba as la diferencia entre losmismos. El anlisis demostr que poda significar que la mujer estaracastrada, como tambin que no lo estara, y permita aun la suposicin deque tambin el hombre podra estar castrado, pues todas estasposibilidades eran igualmente susceptibles de ocultarse tras el suspensorio,cuyo primer precursor infantil haba sido la hoja de parra de una estatua.Naturalmente, un fetiche como ste, doblemente sostenido por corrientesopuestas, posee particular tenacidad. En otros casos la doble actitud setraduce por lo que el fetichista hace con su fetiche, sea en la realidad o enla fantasa.

    No basta destacar que el fetichista adora su fetiche; con suma frecuencia lo

    trata de una manera que equivale evidentemente a una castracin, comoocurre en particular cuando se ha desarrollado una fuerte identificacinpaterna, adoptando entonces el sujeto el papel del padre, pues a ste habaatribuido el nio la castracin de la mujer. La ternura y la hostilidad en eltrato del fetiche, equivalentes a la repudiacin y a la aceptacin de lacastracin, se combinan en proporciones variables en los diferentes casos,de modo que ora la una, ora la otra puede expresarse con mayor evidencia.Desde aqu logramos cierta comprensin, aunque a distancia, de laconducta del cortador de trenzas, en el cual se ha impuesto la necesidad deejecutar la castracin repudiada. Su accin combina en s las dosproposiciones incompatibles: la mujer conserva todava su pene y el padreha castrado a la mujer. Otra variante del mismo tema, que constituye al

    mismo tiempo un ejemplo etnopsicolgico del fetichismo, la hallamos en lacostumbre china de mutilar primero el pie de la mujer para adorarlo luegocomo fetiche. Parecera que el hombre chino quisiera agradecer a la mujerpor haberse sometido a la castracin. Expresemos, finalmente, que elprototipo normal de todo fetiche es el pene del hombre, tal como elprototipo normal de un rgano desvalorizado es el pequeo pene real de lamujer, el cltoris.