fray juan de san pedro

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¿Un santo galapagueño en la América del S. XVII? Fray Juan de San Pedro. Carmelita Descalzo. (Llegada de los Carmelitas Descalzos a Nueva España) V Centenario del Templo Parroquial de Galapagar 1513-2013 Juan Pablo Lázaro Villa 15/08/2013

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Page 1: Fray Juan de San Pedro

¿Un santo galapagueño en la América del S. XVII?

Fray Juan de San Pedro. Carmelita Descalzo.

(Llegada de los Carmelitas Descalzos a Nueva España)

V Centenario del Templo Parroquial de Galapagar 1513-2013

Juan Pablo Lázaro Villa

15/08/2013

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¿Un santo galapagueño en la América del S. XVII?

Fray Juan de San Pedro. Carmelita Descalzo.

En realidad, la pregunta del enunciado es retórica, puesto que tras conocer su vida,

podemos decir que si, que un hombre, natural de Galapagar, que pasó la mayor parte de

su vida en América predicando el Amor de Dios y ayudando a sus semejantes, fue un

santo y así lo proclamaban sus contemporáneos.

El 16 de febrero de 1638 moría en el Convento de Nuestra Señora del Carmen de

Querétaro (México) el carmelita descalzo fray Juan de San Pedro. Ejemplo de virtud y

santidad en vida, su fama se incrementó tras su muerte por toda Nueva España y fueron

numerosos los milagros que se atribuyeron a su intercesión. Tan es así que su cuerpo se

halló después de diez años incorrupto y tan enlazados sus miembros y nervios como si

estuviera vivo.i (La Iglesia, ha considerado tradicionalmente la incorruptibilidad

cadavérica de determinadas personas, como un signo milagroso de su santidad).

Una descripción sobre su vida y obra quedó reflejada en la crónica REFORMA DE LOS

DESCALZOS DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN: DE LA PRIMITIVA

OBSERVANCIA, HECHA POR SANTA TERESA DE JESÚS, EN LA ANTIQUISSIMA

RELIGION, FUNDADA POR EL GRAN PROFETA ELÍAS. Tomo V. Autor: Fray

Manuel de San Gerónimo. Ed. Díaz de la Carrera, Madrid 1706.

Nació en el año 1565, desconocemos su nombre de bautismo, puesto que Juan de San

Pedro era su nombre religioso y sabemos por la crónica que era natural de Galapagar:

“En una población cerca de Madrid, que llaman Galapagar, nació de honrados

padres”

No fue la vida religiosa su primera dedicación, con tan solo 14 años de edad se alistó en

la milicia, tomando como patrona y protectora a María Santísima. Fue durante su vida

de soldado cuando se produciría el primer hecho sobrenatural de cuantos se dieron en su

larga vida, así se relata en el capítulo XV Memoria de las virtudes con que el Venerable

padre fray Juan de San Pedro, pasó este año, de las Indias al Cielo:

“El caso fue que en una retirada cayó precipitadamente en un foso, estaba muy

profundo, y tenía mucha agua y como el nuevo soldado no supiese nadar, se

tuvo por infaliblemente perdido, Acudió en este trance a su soberana patrona, e

instantáneamente sintió en su corazón un nuevo ánimo, y empezó a nadar tan

diestramente, como si siempre lo hubiese muy de propósito aprendido”

Tras este episodio decidió dejar la vida militar y con 23 años de edad ingresó en la

orden carmelitana, profesó en San Pedro de Pastrana para mucha Gloria de Dios y

honra de la virtud. De allí a pocos días se ordenó de sacerdote, y empezó a dar ejemplo

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y corresponder tan de veras a su vocación, que se llevó los ojos, y aún los corazones de

cuantos amaban la virtud, y aún nuestro padre San Juan de la Cruz le mostro singular

afecto.

En el año de 1583 en Almodóvar del Campo, fray Gerónimo García de la Madre de

Dios, por deseo de Santa Teresa de Jesús, promueve y logra el envío de un grupo de

carmelitas descalzos a los territorios americanos y asiáticos para que su orden se sumara

a la labor de evangelización que hacían otras en los territorios de la Nueva España y

Filipinas, a pesar de la oposición de algunos que consideraban que ese no era el

propósito de la orden. En octubre de 1585, los once primeros descalzos entraban a la

ciudad de México bajo el mando del comisario fray Juan de la Madre de Dios.

Nuestro paisano fray Juan de San Pedro fue enviado a Nueva España en el año de 1594

en otra misión que la Religiónii hizo de veinte o más Religiosos para poblar aquella

Provincia, lo señalaron como el Principal, porque su actividad, celo y virtud ofrecían

amparo para todos en tan larga navegación

Tras su llegada, en 1595, se constituyó un nuevo territorio carmelita independiente del

de España: la Provincia de San Alberto de Indias.

Durante este primer viaje de fray Juan a las Indias se produjo el incendio y explosión de

su barco, saliendo ileso del naufragio por la merced que le había hecho Nuestra Señora

de enseñarle a nadar, así es relatado el episodio:

“Salieron del Puerto el dicho año con la Flota que llevaba el Virrey, y los más

religiosos nuestros iban en un Navío, y habiendo navegado algunos días con

prospero viento, sucedió una de las desgracias más fatales que pudo el mismo

temor imaginar. Por descuido de un Marinero se emprendió fuego en el Navío,

y cebándose el fuego en la Brea, no lo pudieron detener humanas diligencias.

Quemó lar jarcias, consumió las velas, desencajó los Arboles, llegó a la

Pólvora, abrió el vaso y esparció las tablas que ardían todas sobre el agua,

porque el alquitrán y la brea no se humedecen ni les estorba para arder el agua.

Los otros Navíos iban muy distantes y la prisa que el fuego se daba con la

confusión de los que sin remedio perecían, ni les daba lugar a discurrir, ni más

advertencia que para clamar. Unos se arrojaban al agua por librarse del fuego

y no mudaban de riesgo, sino de túmulo. Otros por librarse del agua asían una

tabla y como estaba ardiendo perecían con el socorro y hallaban en el cable

mayor peligro que en las espumas mismas. Un Religioso de los nuestros llamado

Fray Anastasio de la Madre de Dios se echó de pechos sobre una tabla y como

estaba encendida ni podía sufrirla ni se atrevía a dejarla hasta que

abrasándosele los pechos y clamando a Dios hubo de sacudirla y sepultarse en

las espumas. Otros perecieron más presto y pocos se escaparon del naufragio

sacrificando las vidas a la obediencia y al motivo de extender el Evangelio en

aquellos Reinos Barbaros.

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Luego que empezó esta desgracia se acordó el Padre Fray Juan del favor que le

había hecho María Santísima de enseñarle a nadar y conoció haber sido por

aquel motivo. Desnudose al punto y rodeándose à la cintura una ristra de ajos

para resistir al frio del agua se arrojó a ella y de unos en otros los iba

consolando. A unos confesaba, a otros absolvía; cual se le asía de un pie

buscando para su bien el ajeno mal. Cual se le abrazaba fuertemente, mas el

caritativo Padre no podía mantener las vidas ajenas, aunque perdiese la propia,

procuraba mantener la propia para socorrerlos en el bien del Alma. Con esto,

con todos, con las olas, y con su dolor y con el cansancio que da à entender,

cuando vio que todos habían perecido caminó nadando hasta alcanzar los

Navíos, y entró en uno casi sin aliento, donde fue recibido con caridad, y lo

mismo les sucedió a otros pocos nuestros Religiosos que pudieron arribar à

otros Navíos y sin saber unos de otros se conocieron des pues en el Puerto de la

Vera Cruz, aunque cada uno con distinto traje y como la caridad de otros se lo

había proveído.”

Ya en México fue nombrado primer vicario del colegio de San Ángel y maestro de

novicios en Puebla. Por dos veces fue elegido provincial de Michoacán, cargo del que

pidió ser relevado tras su segunda elección, y la Provincia lo hizo por necesitarlo para

cosas de más trabajo y no de menos satisfacción.

Posteriormente lo eligieron Procurador para España dándole el voto y poder para el

Capitulo General, encargo que aunque pide mucho talento, y prendas de Provincial ò

Socio, lo llenó y satisfizo tan cabalmente que lo reeligieron muchas veces è hizo siete

viajes a España y se halló en tres elecciones de Generales y en muchos Capítulos en

que mostró su desasimiento justificación y religiosidad.

Extremadamente devoto, le gustaba participar de los rezos en comunidad y así Acudía à

los Maitines de media noche inviolablemente y después de ellos perseveraba en oración

hasta las cuatro y esta costumbre la observo toda la vida.

Se lamentaba de que sus compañeros no sintieran la misma devoción, y estando en

Sevilla, en uno de sus viajes a España, observó cómo los frailes que acudían a los

maitines lo hacían exclusivamente durante el tiempo obligatorio, volviéndose enseguida

a descansar, esto que le parecía una mala actitud, se lo confirmó Cristo mismo:

“Pareciale muy mal que los Religiosos en saliendo de Maitines à media noche

se fuesen desde el de profundis à la tarima sin volver a entrar al Coro à estar un

poquito con Dios como de propia voluntad. Este dictamen se lo confirmó Dios

con un prodigio, pues entrando en una ocasión de estas él solo en el Coro sin

que otro le siguiera le dijo Cristo con una notable exclamación: - Mira Juan,

como mis hijos me dejan solo y no hay quien me acompañe.- Quedó con esta

queja el Siervo de Dios tiernamente compasivo y la reveló con secreto y

lágrimas à quien pudiese aconsejar en la Comunidad se frecuentara esta corta

supererogación que es tan del agrado de Dios.”

En otro de sus viajes a España, estando en Castilla supo qué hacía poco tiempo que se

había quemado el Convento del Desierto de Bolarqueiii. El General fray Alonso de Jesús

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María, le encargó que pidiese en las Indias algunas limosnas para restaurarlo. Se

ofreció fray Juan a conseguir limosnas para su restauración a cambio de que le

concediera la posibilidad de ser ermitaño perpetuo en el Desierto que allí se tenía

pensado construir.

A su vuelta a México, el padre Juan de Jesús María, prior del convento de Puebla de los

Ángeles, le encomendó buscar un sitio para fundar el Santo Desiertoiv

, acompañado de

otro fraile y un joven albañil lo encontró en la vertiente oriental de la Sierra Nevada, en

términos de San Salvador, jurisdicción de Huejotzingo. Según la tradición, fue el propio

San Juan Bautista, en atuendo de indígena y hablando en mexicano, a fines de 1603,

quien condujo a Fray Juan hasta el sitio de la fundación, monte arriba de Santa Fe, en

las cercanías de la ciudad de México.

Hubo que esperar para su fundación hasta que el visitador fray Martín de la Madre de

Dios llevó la autorización real. Asumió el patronazgo de la fundación Melchor de

Cuéllar, un próspero regidor de Puebla que años atrás había mostrado deseo de vestir el

hábito carmelitano, pero cuando sólo faltaba la licencia del obispo, D. Diego Romano,

éste negó el permiso, contrariado porque fray Juan de Jesús María no quiso ceder parte

de su casa en Puebla para que allí se establecieran otros institutos. Una vez superadas

las dificultades, el 23 de enero de 1606 puso la primera piedra de la santa casa Juan de

Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, virrey de la Nueva España.v

Con el fin de conseguir fondos para la restauración del desierto de Bolarque acudió fray

Juan a las minas del Potosí a pedir limosna y tan milagroso se mostró en todas partes

que le daban cuanto quería traer.

En estos viajes a las minas del Potosí fue nuestro paisano autor de varios milagros:

“En una ocasión estaban muy afligidos los Mineros porque las vetas no salían

de ley y se gastaba mucho con poco provecho. Pidieronle al Siervo de Dios que

entrase a bendecir las Minas, creyendo que su virtud mejoraría sus utilidades.

Entró el Venerable Padre con una Estola y agua bendita, y echando la

bendición à las Minas, se mejoraron de tal forma las vetas, que nunca se habían

experimentado más fecundas. Con esta experiencia le veneraban más cada día y

él se lo Procuraba merecer con sus ejemplos.”

En otra ocasión un burro de los que llevaba el cargamento que se sacaba de las minas al

horno para extraer la plata, tropezó y cayó por un barranco, al verlo, dijo el Venerable

Padre: - Válgate Jesús,- y con pasmo de todos se detuvo el jumento como en el aire

hasta que le llegaron à socorrer, y todos quedaron confusos.

En otra visita, le regalaron una mula muy buena y nueva que dejo atada a un árbol

mientras hacia otras cosas, cuando volvió, la mula había desaparecido sin que nadie

supiese nada de ella. Al cabo de dos años volvió a la zona y encontró un rancho de

mulas donde había como quinientas. Buscó al dueño del rancho y le dijo:

“Dos años ha que se me perdió por aquí una mula, y entiendo que ha de estar

entre estas.- Deme vuestra paternidad las señas-, dijo el buen hombre,- que

como esté aquí se la llevará-. Como el Siervo de Dios apenas la había tenido en

su poder y había pasado ya tanto tiempo no tenía señas que darle, mas confiado

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en Dios dio una alta voz diciendo:- Mulica de la Virgen del Carmen, Ven acá-.

Caso maravilloso! De en medio de todas se vino corriendo una hacia el

Venerable Padre y arrimándose à él le alagaba con ademan de que se la llevase.

Con esta maravilla el Dueño de las Mulas cedió al punto y la alargó diciendo

que no le quedaba duda de que aquella era la Mula que se había perdido.”

Estos y otros relatos milagrosos son recogidos en la crónica por los padres carmelitas

con el fin de no ser olvidados, pero era su gran religiosidad y su ejemplo lo que más

admiraba a cuantos le conocían, atrayendo hacia la vida religiosa a numerosas personas,

hombres y mujeres, con los que se cruzaba en su camino.

Fue una persona servicial y humilde incluso hasta el punto de sorprender a sus

compañeros frailes, siendo prior de Michoacán Hallabanlo siempre empleado en los

Oficios de más humildad y trabajo. Bajaba à ayudar al Cocinero y muchas veces hacía

el solo la Cocina, fregaba cuanto la Comunidad dejaba en este acto y por las mañanas

barría y regaba la pieza del Oficio humilde, y como los Religiosos le dijesen que para

qué tenía aquella aplicación siendo Prelado, Respondió, que siempre tenía inclinación

à aquellos ministerios, mas que siendo Prelado le tocaba de justicia, porque la Regla

dice que el que fuere primero sea Siervo de todos.

Siendo ya anciano se retiró como ermitaño al Santo Desierto de Nuestra Señora del

Carmen de los montes de Santa Fe, conocido como Santo Desierto de los Leones, aquel

lugar al que le guio el mismo San Juan Bautista y que era lo que siempre había deseado.

Allí estuvo algún tiempo con más observancia que salud, por lo que sus superiores le

enviaron al convento de Querétaro donde estaría mejor atendido. A los pocos días de de

llegar lo envió el Prelado à visitar un enfermo que se llamaba Pablo Colchado y

padecía una apostemavi tan peligrosa que los Médicos lo tenían desahuciado de la vida.

Viéndolo afligido el Venerable Padre, sacó una redomita de agua bendita que siempre

traía en la correa, y bendiciendo al enfermo instantáneamente se reventó la apostema

sin dolor del paciente y quedó del todo bueno y tan devoto y agradecido al bendito

Padre que siempre fue predicador de sus maravillas, porque adelante experimentó

otras no menores.

En este convento murió fray Juan de San Pedro a los 73 años de edadvii

y allí fue

enterrado, su fama de santo en vida se acrecentó después de su muerte, pero como otros

muchos santos y santas nunca tuvo un proceso de canonización, ni llegó a ser incluido

en el santoral oficial católico, pero la veneración de sus contemporáneos y sus milagros

dan testimonio de las virtudes heroicas de este desconocido paisano nuestro:

“De sus alhajas è invocación se refieren muchas maravillas y con una Cruz que

el Siervo de Dios traía à uso se experimentaron en aviesos partos singulares

prodigios. A Doña María de Gordejuela le tocó la correa del Siervo de Dios, y

depuso después haberse obrado con su contacto muchas sanidades. A Pablo

Colchado como à tan devoto del V. Padre le dieron su Rosario y estando una

noche muy tempestuosa en el Monte de Talpujagua, sacando madera, fue tal la

tormenta de granizos y rayos, que el buen hombre sacó el Rosario de su devoto

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y rogó à Dios por él lo librase de aquel riesgo. Cayó cerca de él un rayo y le

deshizo siete carretas y después le entró al dicho Pablo por el cuello y

bajándole por el pecho y vientre salió por las rodillas sin hacerle mas mal que

un rasguño que le quedó por señas del milagro, que como tal lo publicaba

agradecido à Dios y à su devoto que tan milagrosamente conservaba su amistad

en el Cielo”

Aunque pasó la mayor parte de su vida en México, volvió en siete ocasiones a España, y

de alguna forma, no sabemos si personalmente o a través de cartas siguió manteniendo

contacto con Galapagar, su pueblo natal, ya que en 1608 se llevó como criado a

América a Juan de Carranza, natural también de Galapagar y con toda probabilidad

familiar suyoviii

i Los textos en cursiva están extraídos literalmente de la crónica REFORMA DE LOS DESCALZOS DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN: DE LA PRIMITIVA OBSERVANCIA, HECHA POR SANTA TERESA DE JESÚS, EN LA ANTIQUISSIMA RELIGION, FUNDADA POR EL GRAN PROFETA ELÍAS. Tomo V. Autor: Fray Manuel de San Gerónimo. Ed. Díaz de la Carrera, Madrid 1706. ii Orden Religiosa de los Carmelitas Descalzos.

iii El Desierto de Bolarque, hoy en ruinas, se construyó en un lugar abrupto de la sierra de Altomira, en la

orilla derecha del Tajo, en el pantano de Bolarque, paraje muy arbolado, remoto y casi inaccesible. Allí se establecieron tres monjes carmelitas que construyeron las primeras ermitas con piedras y ramas el 17 de agosto de 1592. El Desierto de Bolarque empezó a ser conocido como lugar de retiro y ya entrado el siglo XVII se levantó un convento carmelita de mayor capacidad, con capilla, claustro, celdas, refectorio y biblioteca. A sus alrededores se fueron agregando ermitas, de manera que allí existen actualmente los restos más o menos conservados de más de treinta donde iban a retirarse los religiosos para meditar. Sobre el lugar escribió fray Diego de Jesús María su “Desierto de Bolarque, yermo de carmelitas descalzos, y descripción de los demás Desiertos de la Reforma”. iv Historia general del Estado de México: La época virreinal. María teresa Jarquín, Manuel Miño, México

1998. v El Santo Desierto de los Carmelitas de la Provincia de San Alberto de México, revisión paleográfica,

introducción y notas por Dionisio Victoria Moreno y Manuel Arredondo Herrera (t. LXVI, Biblioteca

Enciclopédica del Estado de México, 1978).

vi Herida o absceso de pus que supura.

vii Los Carmelitas Descalzos y la conquista espiritual de México, 1585-1612. Fr. Dionisio Victoria Moreno

1983

viii Archivo General de Indias. Pasajeros L.5,E.859

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