folleto 18

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n n p p e e n n s s a a m m i i e e n n t t o o s s o o c c i i a a l l f f e e c c u u n n d d o o U 1 1 8 8 NIDASMANOSUNIDASMANOSU- OSFOLLETOSINFORMATIVOSFO Inspira opciones Señala caminos Orienta acciones Cardenal Renato Raffaele Martino Ana Álvarez de Lara Alonso

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Page 1: Folleto 18

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UU

NNºº11 88

N I D A S M A N O S U N I D A S M A N O S U -

O S F O L L E T O S I N F O R M AT I V O S F O

Inspira opcionesSeñala caminosOrienta acciones

Cardenal Renato Raffaele MartinoAna Álvarez de Lara Alonso

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MANOS UNIDAS es una Organización NoGubernamental para el Desarrollo (ONGD) católica,de voluntarios, que desde 1960 lucha contra la pobre-za, el hambre, la malnutrición, la enfermedad, la faltade instrucción y el subdesarrollo, y contra sus causas:la injusticia, el desigual reparto de los bienes ylas oportunidades entre las personas y los pueblos,la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad y lainsensibilidad.

Nuestro trabajo se realiza en dos campos, pues-to que lograr este objetivo exige ir a las causas estruc-turales, pero también combatir los efectos:

✔ Sensibilizando e informando a la opiniónpública española y a los órganos de poder acerca delos problemas y la realidad del Sur y de lo que puedehacerse al respecto desde el Norte.

✔ Financiando proyectos de desarrollo proce-dentes de más de 60 países de África, América y Asia,elaborados por quienes tienen las necesidades y lasideas para hacerlas frente.

● Cardenal Renato Raffaele Martino,

Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

● Ana Álvarez de Lara Alonso,

Presidenta de Manos Unidas.

Edita: Dpto. de Estudios y DocumentaciónDiseño: Dpto. de Comunicación

Manos Unidas. Barquillo,38-3º. 28004 MadridTelf.: 91 308 20 20. Fax: 91 308 42 08

Correo electrónico: [email protected]: Artegraf

Abril 2005

Page 3: Folleto 18

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1. Un pensamiento social fecundo.

2. Constante preocupación por los pobres.

3. De la recta concepción de la persona se sigue una justa visión de la sociedad.

4. El ser humano es sujeto de derechos y deberes, base de la convivencia.

5. La solidaridad es la determinación de empeñarse por el bien común.

6. La subsidiariedad es un principio de participación, regulador de la vida social.

7. El hombre es responsable de su propio desarrollo.

8. El bien común es el fundamento del orden socio-político.

9. La vida debe vivirse verdaderamente.

10. Los bienes son para el uso de todos los hombres y pueblos.

11. La lucha contra el hambre es la lucha por la vida.

12. El trabajo es la clave del desarrollo humano.

13. La educación se propone la formación integral de la persona.

14. La actividad económica debe ponerse al servicio de la persona.

15. El medio ambiente reclama respeto y cuidado.

16. La comunidad política nace para buscar el bien común.

17. La paz no es mera ausencia de guerra, es fruto del amor y la justicia.

18. Hacia una autoridad mundial eficaz al servicio de la fraternidad universal.

19. Los pueblos deben ser los artífices de su destino.

Sumario

I.- UN TESORO QUE QUEREMOS COMPARTIRAna Álvarez de Lara, Presidenta de Manos Unidas

II.- UN INSTRUMENTO PARA EL DISCERNIMIENTO ÉTICO DE LOS PROBLEMAS DE NUESTRO TIEMPOCardenal Renato Raffaele Martino, Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz

III.- TEXTOS QUE INSPIRAN OPCIONES, SEÑALAN CAMINOS YORIENTAN ACCIONESRecopilación:Juan Souto Coelho, Coord. Dpto. de Estudios y Documentación de Manos Unidas

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PARA SABER MÁS... 69

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Ana Álvarez de Lara Alonso,Presidenta de Manos Unidas

Me es grato presentar el nº 18 de nuestros FolletosInformativos, por una doble razón: primera, para saludar ennombre de Manos Unidas la próxima aparición del Compen-dio de doctrina social de la Iglesia en lengua castellana; se-gunda, porque nos brinda la oportunidad de afirmar, una vezmás, nuestra adhesión a lo que constituye el fundamento y es-tímulo de nuestra acción.

Hemos elegido el título Un pensamiento social fecun-do, pero podría haber sido también pensamiento social cris-tiano, doctrina social de la Iglesia o enseñanza social católi-ca. Todos serían adecuados para nombrar al rico patrimoniode pensamiento que ha inspirado las opciones, señalado loscaminos y orientado las acciones de millones y millones dehombres que, individualmente o coordinados en grupos, aso-ciaciones y organizaciones, han constituido un gran movi-miento para la defensa de la persona y han contribuido aconstruir una sociedad más justa o, al menos, a poner barrerasy límites a la injusticia (Centesimus annus, 3).

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Un pensamiento social fecundoUn pensamiento social fecundo

"El mensaje social del Evangelio no debe considerarsecomo una teoría, sino, por encima de todo,

un fundamento y un estímulo para la acción." Juan Pablo II, Centesimus annus, 57

I. UN TESORO QUE QUEREMOS COMPARTIR

Page 6: Folleto 18

Los hombres y mujeres de Manos Unidas pertenece-mos a este gran movimiento. Desde 1960, Manos Unidasviene realizando su tarea en nombre de la Iglesia Española ala que representa en el sector de la Cooperación y el Desarro-llo. La Iglesia Española, por tanto, asume a Manos Unidascomo organización propia y la envía, para que sea su voz enel Tercer Mundo, y voz de ese Tercer Mundo empobrecido ymarginado, en la Iglesia y en la sociedad.

Vinculada a la Iglesia desde sus origines, está dirigiday gestionada por los propios seglares voluntarios, que aportansu experiencia y asumen sus propias responsabilidades ante lasociedad civil y ante la Iglesia.

Manos Unidas no es sólo nipreferentemente una agencia de ser-vicios de desarrollo. Manos Unidastiene claro que, cuando hace sensi-bilización de la sociedad española,educación para el desarrollo y daapoyo y financiación a proyectos dedesarrollo, anuncia a los hombres denuestro mundo que Dios les ama yquiere que tengan vida en abundan-cia; que descubran su dignidad, queson imagen de Dios y que tambiénellos pertenecen a la única familiahumana. Así, libres de la miseria,puedan hallar con mayor seguridadla propia subsistencia, la salud, unaocupación estable; participar conmás plenitud en las responsabilida-des, mas fuera de toda opresión ylejos de situaciones ofensivas parala dignidad del hombre; tener unacultura más perfecta -en una pala-bra, hacer, conocer y tener máspara ser también más (Populorumprogressio, 6).

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Anuncia a los hombres

de nuestro mundoque Dios les ama

y quiere quetengan vida

en abundancia.

Page 7: Folleto 18

El Evangelio y la doctrina social de la Iglesia, fuentes de inspiración de Manos Unidas

Como organismo oficial de laIglesia Española para la cooperaciónal desarrollo, nuestro trabajo se inspi-ra en el Evangelio y en la doctrinasocial de la Iglesia (Estatutos, art. 6).Sabemos que el objetivo principal dela enseñanza social cristiana es inter-pretar las complejas realidades de lavida del hombre, examinando su con-formidad o diferencia con lo que elEvangelio enseña acerca del hombrey, a la vez, trascendente, para orien-tar en consecuencia la conducta cris-tiana (Juan Pablo II: Sollicitudo reisocialis, 41). Para llevar a cabo estatarea, como enseñó Juan XXIII, es muy eficaz conocer y apli-car el método del discernimiento ético: ver, juzgar, actuar(Mater et Magistra, 236).

Por eso, junto al derecho de nuestros miembros a reci-bir una adecuada formación, está también el deber de formar-se adecuadamente en la doctrina social de la Iglesia (Estatu-tos, art. 12.2). Casi podemos decir que se nos pide que seamosespecialistas en conocer y aplicar el mensaje social delEvangelio.

Queremos compartirloEs más, no queremos guardar sólo para nosotros este

tesoro, fuente de inspiración de principios y acciones de lacooperación al desarrollo. Queremos ponerlo en común en to-dos los ámbitos de nuestra vida: en nuestras mesas de diálogo,en las tomas de postura, en las acciones conjuntas con otrasorganizaciones, en la elaboración de documentos sobre losproblemas del Sur… Porque la solución al problema del ham-bre y la miseria, además de soluciones técnicas, exige criterioséticos y morales de respeto a la persona y sus derechos.

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La solución al problema del hambre y la miseria,además de solucionestécnicas, exige criterios éticos ymorales de respeto a la persona y sus derechos.

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Podríamos decir que no es un patrimonio exclusivo delos cristianos. Elaborada a lo largo de la historia y, especial-mente, a partir del siglo XIX, la doctrina social nace del en-cuentro del mensaje del Evangelio y de sus exigencias con losproblemas que derivan de la vida de la sociedad (Libertadcristiana y liberación, 72); se sirve de las aportaciones de lasciencias humanas y sociales, de la filosofía, la economía, lahistoria, la ciencia política, la sociología; pero va más allá delos análisis sociológicos, económicos y políticos.

La enseñanza social de la Iglesia nos abre a la dimen-sión sagrada de la dignidad fundamental de cada ser humano,en toda su dignidad de hijo de Dios; nos abre a la fraternidad,al desarrollo humano solidario, integral y sostenible, al desti-no universal de los bienes, al carácter sagrado del don de lavida, al sentido de la gratuidad y del don de uno mismo en elvoluntariado.

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La enseñanzasocial de la Iglesia

nos abre a ladimensión sagrada

de la dignidad fundamental

de cada ser humano, en toda

su dignidad dehijo de Dios.

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He aquí un posible punto deencuentro para el diálogo y la coo-peración. Sólo es posible el diálogoy la cooperación en la complemen-tariedad entre todas las Organiza-ciones, si se da el reconocimiento yla aceptación gozosa de la identidadde cada una. Que no haya que re-nunciar o dejar entre paréntesis aningún elemento de nuestras espe-cificidades, a la hora de poner enpráctica la deseada, necesaria y fe-cunda idea de realizar acciones con-juntas, es decir, de conjugar siner-gias a favor de las soluciones alproblema del subdesarrollo de losempobrecidos del Sur.

Hacerlo socialmente fecundoHoy más que nunca es indis-

pensable ofrecer esta enseñanza,para que sea conocida, asimilada,llevada a la realidad social en lasformas y en la medida que las cir-cunstancias permitan o reclamen;para ello, invitamos no sólo a loscristianos sino también a todos loshombres y mujeres de buena volun-tad (Mater et Magistra, 221).

Animamos a todos a acogerel Compendio de la doctrina socialde la Iglesia. Nos gustaría tambiénque este nuevo Folleto Informativose vuelva fecundo en iniciativas ycompromisos con los más pobres denuestro mundo, para que el mensa-je social del Evangelio no quede enletra vacía.

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Ojalá sirva de fuente de inspiración, estímulo y funda-mento para aquellos que, en las parroquias, los colegios y lasuniversidades, en todos los ámbitos de la sociedad civil y lacomunidad política, descubren que su compromiso en elmundo consiste en vivir la fraternidad y la comunión de bie-nes con los hermanos del Sur. La formación de grupos deManos Unidas encuentra en la doctrina social de la Iglesia unfundamento y un estímulo. Sería un fruto de renovación cris-tiana y una expresión de la nueva imaginación de la caridad(Novo millennio ineunte, 50). Estos grupos constituyen, parala comunidad cristiana y para la sociedad, el grupo de refe-rencia que recuerda y alienta la compasión activa, la solidari-dad y la cooperación del Norte con los más pobres del Sur.

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Cardenal Renato Raffaele MartinoConferencia de presentación del

COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIALunes, 25 de octubre de 2004

Me complace particularmente hacer público hoy elesperado documento Compendio de la doctrina social de laIglesia, elaborado, por encargo del Santo Padre, y dedicado aél, por el Consejo Pontificio Justicia y Paz, que se responsabi-liza plenamente del mismo. El documento se pone ahora a dis-posición de todos aquellos -católicos, demás cristianos y per-sonas de buena voluntad- que buscan orientaciones concretaspara promover el bien social de las personas y de la sociedad.

Esta obra se inició hace cinco años, bajo la presidenciade mi venerado predecesor el cardenal François-Xavier Ngu-yên Van Thuân. La enfermedad y, más tarde, la muerte del car-denal Van Thuân, así como el consiguiente cambio de presi-dencia en el Consejo Pontificio Justicia y Paz, produjeron uninevitable retraso en el trabajo.

La elaboración del Compendio de la doctrina social dela Iglesia no fue una tarea fácil. Los problemas más comple-jos que se afrontaron fueron fundamentalmente: el hecho deque se trataba de elaborar un texto sin precedentes en la histo-ria de la Iglesia; la formulación de algunas complejas cuestio-nes epistemológicas inherentes a la naturaleza de la doctrinasocial de la Iglesia; y el deseo de ofrecer una enseñanza queresistiera el paso del tiempo, en una fase histórica caracteriza-da por cambios sociales, económicos y políticos muy rápidosy radicales.

El Compendio de la doctrina social de la Iglesia brin-da un cuadro completo de las líneas fundamentales del "cor-

El deseo de ofreceruna enseñanza que resistiera elpaso del tiempo.

II.- UN INSTRUMENTO PARA EL DISCERNIMIENTO ÉTICO DE LOS PROBLEMAS DE NUESTRO TIEMPO

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pus" doctrinal de la enseñanza so-cial católica. El documento, fiel alas autorizadas indicaciones que elSanto Padre Juan Pablo II dio en elnúmero 54 de la exhortación apos-tólica Ecclesia in America, presen-ta "de manera completa y sistemá-tica, aunque de forma sintética, ladoctrina social, que es fruto de lasabia reflexión del Magisterio y ex-presión del compromiso constantede la Iglesia, en fidelidad a la gra-cia de la salvación de Cristo y enamorosa solicitud por el destino dela humanidad" (Compendio, n. 8).

El Compendio tiene unaestructura sencilla y clara. Despuésde una Introducción, siguen trespartes:

La primera, que consta decuatro capítulos, trata sobre los pre-supuestos fundamentales de la doc-

trina social: el designio amoroso de Dios con respecto al hom-bre y a la sociedad, la misión de la Iglesia y la naturaleza dela doctrina social, la persona humana y sus derechos, y losprincipios y valores de la doctrina social.

La segunda, que consta de siete capítulos, trata sobrelos contenidos y los temas clásicos de la doctrina social: lafamilia, el trabajo humano, la vida económica, la comunidadpolítica, la comunidad internacional, el medio ambiente y lapaz.

La tercera, muy breve -consta de un solo capítulo-,contiene una serie de indicaciones para la utilización de ladoctrina social en la praxis pastoral de la Iglesia y en la vidade los cristianos, sobre todo de los fieles laicos.

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La Conclusión, titulada "Para una civilización delamor", resume la idea de fondo de todo el documento.

La obra se completa con amplios índices, utilísimos yfáciles de consultar.

Finalidad y objetivosEl Compendio tiene una finalidad precisa y se caracte-

riza por algunos objetivos claramente enunciados en la Intro-ducción, que reza así: "Se presenta como instrumento para eldiscernimiento moral y pastoral de los complejos aconteci-mientos que caracterizan a nuestro tiempo; como guía parainspirar, en el ámbito individual y en el colectivo, comporta-mientos y opciones que permitan mirar al futuro con confian-za y esperanza; como subsidio para los fieles en la enseñanzade la moral social" (n. 10).

Asimismo, es un instrumento elaborado con el objeti-vo preciso de promover "un nuevo compromiso capaz de res-ponder a las exigencias de nuestro tiempo y adecuado a lasnecesidades y a los recursos del hombre y, sobre todo, al anhe-lo de valorar, con formas nuevas, la vocación propia de losdiversos carismas eclesiales con vistas a la evangelización delámbito social, porque "todos los miembros de la Iglesia parti-cipan de su dimensión secular" (Christifideles laici, 15)" (ib.).

Un dato que conviene poner de relieve, pues se hallapresente en varias partes del documento, es el siguiente: eltexto se presenta como un instrumento para alimentar el diá-logo ecuménico e interreligioso de los católicos con todos losque buscan sinceramente el bien del hombre. En efecto, en elnúmero 12 se afirma: "Este documento se propone también alos hermanos de las demás Iglesias y comunidades eclesiales,a los seguidores de las otras religiones, así como a los hom-bres y mujeres de buena voluntad que se interesan por el biencomún".

En efecto, la doctrina social, además de dirigirse deforma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene un

Se propone a loshombres y mujeresde buena voluntadque se interesanpor el bien común.

Guía para inspirar,en el ámbito individual y en el colectivo, comportamientos y opciones.

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destino universal. La luz del Evangelio, que la doctrina socialrefleja sobre la sociedad, ilumina a todos los hombres: todaslas conciencias e inteligencias son capaces de captar la pro-fundidad humana de los significados y de los valores expresa-dos en esta doctrina, así como la carga de humanidad y huma-nización de sus normas de acción.

Evidentemente, el Compendio de la doctrina social dela Iglesia atañe ante todo a los católicos, porque "la primeradestinataria de la doctrina social es la comunidad eclesial entodos sus miembros, dado que todos tienen que asumir res-ponsabilidades sociales. (...) En las tareas de evangelización,es decir, de enseñanza, catequesis y formación, que suscita ladoctrina social de la Iglesia, está destinada a todo cristiano,según las competencias, los carismas, los oficios y la misiónde anuncio propios de cada uno" (n. 83).

La doctrina social implica, asimismo, responsabilida-des relativas a la construcción, organización y funcionamien-to de la sociedad: obligaciones políticas, económicas, admi-nistrativas, es decir, de índole secular, que corresponden a losfieles laicos de modo peculiar, en virtud de la condición secu-lar de su estado de vida y de la índole secular de su vocación;mediante esas responsabilidades los laicos ponen en práctica

la doctrina social y cumplen lamisión secular de la Iglesia.

En la elaboración delCompendio se planteó cons-tantemente la cuestión relativaa la situación de la doctrinasocial de la Iglesia en el mun-do de hoy. Al formular la res-puesta, se consideró que noconvenía seguir el camino deun simple análisis sociológicoo una enumeración de priori-dades sociales o problemasemergentes. Más bien, se cre-

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La doctrina socialimplica, asimismo, responsabilidades

relativas a la construcción,

organización y funcionamiento de la sociedad.

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yó oportuno que el Compendioconstituyera un instrumento serio yriguroso adecuado para realizar eldiscernimiento -acto cognoscitivoeclesial y comunitario- tan indis-pensable hoy. El discernimientocristiano se funda en la lectura delos signos de los tiempos, realizadaa la luz de la Palabra de Dios y del"corpus" de verdades que el Ma-gisterio ha constituido como doc-trina social de la Iglesia, con la fi-nalidad de orientar la praxis comu-nitaria y personal. Así se llega al centro mismo de la doctrinasocial de la Iglesia, a su íntima naturaleza de "encuentro delmensaje evangélico y de sus exigencias (...) con los problemasque derivan de la vida de la sociedad" (Congregación para ladoctrina de la Fe, instrucción Libertatis conscientia, 72). ElCompendio de la doctrina social de la Iglesia presenta la doc-trina social de la Iglesia como una enseñanza que nace del dis-cernimiento, que ella misma es discernimiento y está orienta-da al discernimiento.

Desde esta perspectiva de fondo, el Compendio tienecomo finalidad favorecer un discernimiento capaz de afrontaralgunos desafíos decisivos y de gran importancia.

El desafío cultural El primer desafío es el del ámbito cultural, que la doc-

trina social afronta aprovechando su dimensión interdiscipli-nar constitutiva. Mediante su doctrina social, la Iglesia "pro-clama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hom-bre, aplicándola a una situación concreta" (Sollicitudo rei so-cialis, 41). Así pues, es evidente que, sobre todo con vistas alfuturo, la doctrina social deberá desarrollar cada vez más sudimensión interdisciplinar ("La doctrina social [...] tiene unaimportante dimensión interdisciplinar. Para encarnar cada vezmejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos,y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre,

La doctrina socialde la Iglesia tieneuna importantedimensión interdisciplinar.

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esta doctrina entra en diálogocon las diversas disciplinasque se ocupan del hombre, in-corpora sus aportaciones y lesayuda a abrirse a horizontesmás amplios al servicio de ca-da persona, conocida y amadaen la plenitud de su vocación").(Centesimus annus, 59).

La dimensión interdis-ciplinar no es una añadidura,sino una dimensión intrínsecade la doctrina social de la Igle-sia, porque está íntimamentevinculada a la finalidad de en-

carnar la verdad eterna del Evangelio en los problemas histó-ricos que debe afrontar la humanidad. La verdad del Evan-gelio debe encontrarse con los saberes elaborados por el hom-bre, porque la fe no es ajena a la razón; los frutos históricos dela justicia y la paz maduran cuando la luz evangélica se filtray penetra en las culturas, respetando las autonomías recípro-cas, pero también las conexiones analógicas entre fe y sabe-res. Cuando el diálogo con las diversas disciplinas del saber sehace íntimo y fecundo, la doctrina social de la Iglesia logracumplir su misión de estimular nuevos proyectos sociales,económicos y políticos que tengan como centro a la personahumana, en todas sus dimensiones.

Conviene notar que la dimensión interdisciplinar,orientada teológicamente, puede responder a dos exigenciasfuertemente sentidas por la cultura de hoy. La cultura actualrechaza cualquier sistema "cerrado", pero al mismo tiempobusca razones. La doctrina social de la Iglesia no es "un siste-ma cerrado" (Libertatis conscientia, 72), y no lo es por dosmotivos: porque es histórica, es decir, "se desarrolla en fun-ción de las circunstancias cambiantes de la historia" (ib.), yporque tiene su origen en el mensaje evangélico (cf. ib.), quees trascendente y, precisamente por esta razón, es la principal

La verdad delEvangelio debe

encontrarse con los saberes elaborados por

el hombre, porquela fe no es ajena

a la razón.

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"fuente de renovación" (Pablo VI, Octogesima adveniens, 42)de la historia. La dimensión interdisciplinar permite a la doc-trina social orientar sin ser un sistema, y no ser un sistema sindesorientar.

El desafío de la indiferencia ética y religiosa El segundo desafío es el que proviene de la situación

de indiferencia ética y religiosa, y de la necesidad de una reno-vada colaboración interreligiosa. En el ámbito social, los as-pectos más importantes de la indiferencia generalizada son laseparación entre ética y política, y la convicción de que lascuestiones éticas no pueden aspirar a un estatuto público, nopueden constituir el objeto de un debate racional y político,porque serían expresiones de opciones individuales, inclusoprivadas. La separación entre ética y política, por extensión,tiende a aplicarse también a las relaciones entre la política y lareligión, relegada a asunto privado.

En este ámbito, la doctrina social de la Iglesia tienehoy y en el futuro próximo una ardua tarea por desempeñar,una tarea que se puede cumplir mejor si se realiza en diálogocon las confesiones cristianas y también con las no cristianas.La colaboración interreligiosa será uno de los itinerarios devalor estratégico para el bien de la humanidad, decisivo en elfuturo de la doctrina social. Contemplando con la mirada de lasabiduría cristiana los acontecimientos de finales del siglo XXe inicios del milenio que acaba de comenzar, se puede descu-brir, guiados por el Santo Padre, al menos un ámbito históricode importancia prioritaria para el diálogo interreligioso sobrelos temas sociales. Se trata del tema de la paz y los derechoshumanos.

De todos son conocidas las múltiples y apremiantesintervenciones del Papa sobre este tema. Basta repasar los dis-cursos que ha dirigido Juan Pablo II en estos veintiséis añosde pontificado al Cuerpo Diplomático acreditado ante la SantaSede para darse cuenta de cuán frecuentes e insistentes son susllamamientos a una colaboración entre las religiones mundia-les en favor de la paz, con el "espíritu de Asís". Me limito aquí

La dimensióninterdisciplinarpermite a ladoctrina socialorientar sin ser un sistema, y noser un sistema sin desorientar.

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a citar un texto del Mensaje para la Jornada mun-dial de la paz de 2002. Escribe el Santo Padre:"Las confesiones cristianas y las grandes religio-nes de la humanidad han de colaborar entre sípara eliminar las causas sociales y culturales delterrorismo, enseñando la grandeza y la dignidadde la persona y difundiendo una mayor concien-cia de la unidad del género humano. Se trata deun campo concreto del diálogo y de la colabora-ción ecuménica e interreligiosa, para que las reli-giones presten un servicio urgente a la paz entre lospueblos" (n. 12: L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española, 14 de diciembre de 2001, p. 8).

El terreno de los derechos humanos, de la paz, de lajusticia social y económica, del desarrollo, en el futuro próxi-mo, ocupará cada vez más el centro del diálogo interreligioso,en el que los católicos deberán participar con su doctrinasocial, entendida como "corpus doctrinal" que estimula peroque también se alimenta de "la actividad fecunda de millonesy millones de hombres, que (...) se han esforzado por inspirar-se en él con miras al propio compromiso en el mundo" (Cen-tesimus annus, 3).

El desafío pastoralEl tercer desafío es específicamente pastoral. El futuro

de la doctrina social de la Iglesia en el mundo actual depen-derá de que se comprenda cada vez mejor que esa doctrinaestá arraigada en la misión propia de la Iglesia; que nace de lapalabra de Dios y de la fe viva de la Iglesia; y que es expre-sión del servicio que la Iglesia presta al mundo, en el que lasalvación de Cristo se ha de anunciar con palabras y obras. Esdecir, se debe comprender cada vez mejor que esa doctrinaestá relacionada con todos los aspectos de la vida y de laacción de la Iglesia: sacramentos, liturgia, catequesis y pasto-ral. La doctrina social de la Iglesia, que "forma parte esencialdel mensaje cristiano" (ib., 5), debe ser conocida, difundida ytestimoniada. Cuando, de cualquier modo, se pierde la con-ciencia viva de esta "pertenencia" de la doctrina social a la

El terreno de losderechos humanos

ocupará cada vezmás el centro

del diálogo interreligioso.

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misión de la Iglesia, esa doctrina social es instrumentalizadaen función de varias formas de ambigüedad o de parcialidad.

Quiero recordar aquí la famosa expresión: "La doctri-na social cristiana es parte integrante de la concepción cristia-na de la vida", con la que el beato Papa Juan XXIII, en la encí-clica Mater et Magistra (n. 206), abría el camino, hace yamuchos años, a las sucesivas, importantes y profundas preci-siones de Juan Pablo II: "La enseñanza y la difusión de estadoctrina social forma parte de la misión evangelizadora de laIglesia" (Sollicitudo rei socialis, 41); la doctrina social, "ins-trumento de evangelización" (Centesimus annus, 54), "anun-cia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre"(ib.).

Esa doctrina podrá cumplir tanto mejor su servicio alhombre dentro del entramado de la sociedad y de la economíacuanto menos se reduzca a un discurso sociológico o político,a exhortación moralizadora, a "ciencia del vivir bien" (Re-demptoris missio, 11), o a simple "ética para situaciones difí-ciles" y, por el contrario, cuanto más sea conocida, enseñada,vivida y encarnada, en toda la plenitud de su "unión vital conel Evangelio del Señor" (Sollicitudo rei socialis, 3).

Para concluir la presentación del Compendio de la doc-trina social de la Iglesia con estas reflexiones sobre el papelde la doctrina social de la Iglesia en el mundo actual ante lasnuevas exigencias de la evangelización, quisiera poner derelieve una doble dimensión de la presencia de los cristianosen la sociedad, una doble inspiración que nos viene de la doc-trina social misma y que en el futuro exigirá que se viva cadavez más en síntesis complementaria.

Me refiero, por una parte, a la exigencia del testimoniopersonal y, por otra, a la exigencia de un nuevo proyecto paraun auténtico humanismo que implique las estructuras sociales.Nunca se han de separar ambas dimensiones, la personal y lasocial. Yo albergo la gran esperanza de que el Compendio dela doctrina social de la Iglesia haga madurar personalidades

Me refiero, por una parte, a la exigencia del testimonio personal y, porotra, a la exigenciade un nuevo proyecto para un auténticohumanismo que implique las estructurassociales.

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creyentes auténticas y las impulse a ser testigos creíbles, capa-ces de modificar los mecanismos de la sociedad actual con elpensamiento y con la acción.

Siempre hay necesidad de testigos, de mártires y desantos, también en el ámbito social. Los Sumos Pontífices amenudo han hecho referencia a las personas que han vivido supresencia en la sociedad como "testimonio de Cristo Salva-dor" (Centesimus annus, 5). Se trata de todos los que la Rerumnovarum consideraba "muy dignos de elogio" (n. 41) por ha-berse comprometido a mejorar, en esos tiempos, la condiciónde los obreros; de ellos la Centesimus annus dice que "hansabido encontrar, una y otra vez, formas eficaces para dar tes-timonio de la verdad" (n. 23). "A impulsos del magisterio so-cial, se han esforzado por inspirarse en él con miras al propiocompromiso en el mundo. Actuando individualmente o biencoordinados en grupos, asociaciones y organizaciones, hanconstituido como un gran movimiento para la defensa de lapersona humana y para la tutela de su dignidad" (ib., 3).

Son los innumerables cristianos, en su mayoría laicos,que "se han santificado en las circunstancias más ordinarias dela vida" (Novo millennio ineunte, 31). El testimonio personal,fruto de una vida cristiana "adulta", profunda y madura, nopuede por menos de contribuir también a la construcción deuna nueva civilización, en diálogo con las disciplinas delsaber humano, en diálogo con las demás religiones y contodos los hombres de buena voluntad, para la realización deun humanismo integral y solidario.

Contribuir tambiéna la construcción

de una nueva civilización, en diálogo con las disciplinas del

saber humano, endiálogo con las

demás religiones y con todos los

hombres de buenavoluntad, para larealización de un

humanismo integral y solidario.

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Recopilación de Juan Souto Coelho, Coordinador del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas.

"La doctrina social forma parte esencial del mensaje cris-tiano y debe ser mejor conocida, difundida integralmente y testimo-

niada con una acción pastoral constante y coherente.En una época como la nuestra, marcada por la globaliza-

ción de la cuestión social, la Iglesia invita a todos a reconocer yafirmar la centralidad del ser humano en todos los ámbitos y en

todas las manifestaciones de carácter social".(Juan Pablo II, 29-X-2004)

1. UN PENSAMIENTO SOCIAL FECUNDO.“Para la Iglesia el mensaje social del Evangelio no

debe considerarse como una teoría, sino, por encima de todo,un fundamento y un estímulo para la acción. Impulsados poreste mensaje, algunos de los primeros cristianos distribuíansus bienes a los pobres, dando testimonio de que, no obstantelas diversas proveniencias sociales, era posible una conviven-cia pacífica y solidaria. Con la fuerza del Evangelio, en el cur-so de los siglos, los monjes cultivaron las tierras, los religio-sos y las religiosas fundaron hospitales y asilos para los po-bres; las cofradías, así como hombres y mujeres de todas lasclases sociales, se comprometieron en favor de los necesitadosy marginados, convencidos de que las palabras de Cristo:"Cuantas veces hagáis estas cosas a uno de mis hermanos máspequeños, lo habéis hecho a mí"; esto no debe quedarse en unpiadoso deseo, sino convertirse en compromiso concreto devida” (CA, 57).

● Se hace creíble por el testimonio de las obras.“Hoy más que nunca, la Iglesia es consciente de que su

mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras,

III.- TEXTOS QUE INSPIRAN OPCIONES, SEÑALAN CAMINOS Y ORIENTAN ACCIONES*

* Bajo epígrafes propositivos, recogemos algunos textos directamente relacionados conel servicio de la cooperación al desarrollo. Las siglas utilizadas se refieren a los siguien-tes documentos: CA, Centesimus annus; DH, Dignitatis humanae; GS, Gaudium et spes;GE, Gravissimum educationis; LC, Libertatis conscientia; MM, Mater et Magistra; OA,Octogesima adveniens; PP, Populorum progressio; PT, Pacem in terris; RH, Redemptorhominis; SRS, Sollicitudo rei sociales.

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antes que por su coherencia y lógica interna. De esta concien-cia deriva también su opción preferencial por los pobres, lacual nunca es exclusiva ni discriminatoria de otros grupos. Setrata, en efecto, de una opción que no vale solamente para lapobreza material, pues es sabido que especialmente en lasociedad moderna, se hallan muchas formas de pobreza nosólo económica, sino también cultural y religiosa. El amor dela Iglesia por los pobres, que es determinante y pertenece a suconstante tradición, la impulsa a dirigirse al mundo en el cual,no obstante el progreso técnico-económico, la pobreza ame-naza con alcanzar formas gigantescas. En los países occiden-tales existe la pobreza múltiple de los grupos marginados, delos ancianos y enfermos, de las víctimas del consumismo y,más aún, la de tantos prófugos y emigrados; en los países envía de desarrollo se perfilan en el horizonte crisis dramáticassi no se toman a tiempo medidas coordinadas internacional-mente” (CA, 57).

● Se concreta en la promoción de la justicia.“El amor por el hombre y, en primer lugar, por el po-

bre, en el que la Iglesia ve a Cristo, se concreta en la promo-

Especialmente en la sociedad

moderna, se hallanmuchas formas

de pobreza no sólo económica,

sino también cultural y religiosa.

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ción de la justicia. Esta nunca podrá realizarse plenamente silos hombres no reconocen en el necesitado, que pide ayudapara su vida, no a alguien inoportuno o como si fuera unacarga, sino la ocasión de un bien en sí, la posibilidad de unariqueza mayor. Sólo esta conciencia dará fuerza para afrontarel riesgo y el cambio implícitos en toda iniciativa auténtica deayudar a otro hombre. En efecto, no se trata solamente de darlo superfluo, sino de ayudar a pueblos enteros -que están ex-cluidos o marginados- a que entren en el círculo del desarro-llo económico y humano. Esto será posible no sólo utilizandolo superfluo que nuestro mundo produce en abundancia, sinocambiando sobre todo los estilos de vida, los modelos de pro-ducción y de consumo, las estructuras consolidadas de poderque rigen hoy la sociedad” (CA, 58).

2. CONSTANTE PREOCUPACIÓN POR LOS POBRES.

“La relectura de aquella Encícli-ca (Rerum novarum), a la luz de las rea-lidades contemporáneas, nos permiteapreciar "la constante preocupación ydedicación de la Iglesia" por aquellaspersonas que son objeto de predilecciónpor parte de Jesús, Nuestro Señor. Elcontenido del texto es un testimonioexcelente de la continuidad, dentro dela Iglesia, de lo que ahora se llama "op-ción preferencial por los pobres";opción que en la "Sollicitudo rei socia-lis" es definida como una "forma espe-cial de primacía en el ejercicio de la ca-ridad cristiana" (42). La Encíclica sobrela "cuestión obrera" es, pues, una Encí-clica sobre los pobres y sobre la terriblecondición a la que el nuevo y con fre-cuencia violento proceso de industriali-zación había reducido a grandes multi-tudes. También hoy, en gran parte del

Cambiando sobre todo los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad.

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mundo, semejantes procesos de transformación económica,social y política originan los mismos males” (CA, 11).

● Una forma especial de compromiso.“La opción o amor preferencial por los pobres. Esta es

una opción o una forma especial de primacía en el ejercicio dela caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradiciónde la Iglesia. Se refiere a la vida de cada cristiano, en cuantoimitador de la vida de Cristo, pero se aplica igualmente anuestras responsabilidades sociales y, por consiguiente, anuestro modo de vivir y a las decisiones que se deben tomarcoherentemente sobre la propiedad y el uso de los bienes.

Pero hoy, vista la dimensión mundial que ha adquiridola cuestión social, este amor preferencial, con las decisionesque nos inspira, no puede dejar de abarcar a las inmensasmuchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cui-dados médicos y, sobre todo, sin esperanza de un futuro me-jor: no se puede olvidar la existencia de esta realidad. Igno-rarlo significaría parecernos al "rico Epulón" que fingió noconocer al mendigo Lázaro, postrado a su puerta (cf. Lc 16,19-31)” (SRS, 42).

Se aplica igualmente a

nuestras responsabilidades

sociales y, por consiguiente,

a nuestro modo de vivir.

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● Obligación también de los responsables de las naciones.“Nuestra vida cotidiana, así como nuestras decisiones

en el campo político y económico deben estar marcadas porestas realidades. Igualmente los responsables de las nacionesy los mismos Organismos internacionales, mientras han detener siempre presente como prioritaria en sus planes la ver-dadera dimensión humana, no han de olvidar dar la preceden-cia al fenómeno de la creciente pobreza. Por desgracia, lospobres, lejos de disminuir, se multiplican no sólo en los paísesmenos desarrollados sino también en los más desarrollados, locual resulta no menos escandaloso” (SRS, 42).

3. DE LA RECTA CONCEPCIÓN DE LA PERSONASE SIGUE UNA JUSTA VISIÓN DE LA SOCIEDAD.

“Ahondando ahora en esta reflexión y haciendo refe-rencia a lo que ya se ha dicho en las encíclicas "Laborem exer-cens" y "Sollicitudo rei socialis", hay que añadir aquí que elerror fundamental del socialismo es de carácter antropológico.Efectivamente, considera a todo hombre como un simple ele-mento y una molécula del organismo social, de manera que elbien del individuo se subordina al funcionamiento del meca-nismo económico-social. Por otra parte, considera que estemismo bien pueda ser alcanzado al margen de su opción autó-noma, de su responsabilidad asumida, única y exclusiva, anteel bien o el mal. El hombre queda reducido así a una serie derelaciones sociales, desapareciendo el concepto de personacomo sujeto autónomo de decisión moral, que es quien edifi-ca el orden social, mediante tal decisión.

Por el contrario, de la concepción cristiana de la perso-na se sigue necesariamente una justa visión de la sociedad.Según "Rerum novarum" y la doctrina social de la Iglesia, lasocialidad del hombre no se agota en el Estado, sino que serealiza en diversos grupos intermedios, comenzando por lafamilia y siguiendo por los grupos económicos, sociales, polí-ticos y culturales, los cuales, como provienen de la misma na-turaleza humana, tienen su propia autonomía, sin salirse delámbito del bien común. Es a esto a lo que he llamado "subje-

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El hombre quedareducido así a una serie de relaciones sociales,desapareciendo el concepto de persona.

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tividad de la sociedad", la cual, junto con la subjetividad delindividuo, ha sido anulada por el socialismo real” (CA, 13).

● Las personas no son como las demás cosas.“Creyentes y no creyentes están generalmente de

acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben orde-narse en función del hombre, centro y cima de todos ellos.

Pero, ¿qué es el hombre? Muchas son las opinionesque el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas eincluso contradictorias. Exaltándose a sí mismo como reglaabsoluta o hundiéndose hasta la desesperación. La duda y laansiedad se siguen en consecuencia.

La Iglesia siente profundamente estas dificultades, y,aleccionada por la revelación divina, puede darles la respues-ta que perfile la verdadera situación del hombre, dé explica-ción a sus enfermedades y permita conocer simultáneamentey con acierto la dignidad y la vocación propias del hombre”(GS, 12).

● La dignidad de la persona es sagrada.“La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado a

imagen de Dios, con capacidad para conocer y amar a suCreador, y que por Dios ha sido constituido señor de la enteracreación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios.¿Qué es el hombre para que tú te acuerdes de él? ¿O el hijodel hombre para que cuides de él? Apenas lo has hecho infe-rior a los ángeles al coronarlo de gloria y esplendor. Tú lopusiste sobre la obra de tus manos. Todo fue puesto por tidebajo de sus pies (Ps 8, 5-7) (GS, 12).

● La persona, sujeto, principio y fin.“La índole social del hombre demuestra que el desa-

rrollo de la persona humana y el crecimiento de la propiasociedad están mutuamente condicionados. Porque el princi-pio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es ydebe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza,tiene absoluta necesidad de la vida social” (GS, 25).

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Todos los bienes de la tierra deben

ordenarse en función del

hombre, centro ycima de todos ellos.

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● La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre.

“En lo más profundo de su conciencia descubre elhombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo,pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando esnecesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debeamar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto,evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Diosen su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad huma-na y por la cual será juzgado personalmente.

La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario delhombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya vozresuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la concienciala que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumpli-miento consiste en el amor de Dios y del prójimo.

La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos conlos demás hombres para buscar la verdad y resolver con acier-to los numerosos problemas morales que se presentan al indi-viduo y a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de larecta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas ylas sociedades para apartarse del ciego capricho y para some-terse a las normas objetivas de la moralidad” (GS, 16).

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● El hombre es un ser social.“Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el

principio los hizo hombre y mujer (Gn 1, 27). Esta sociedad dehombre y mujer es la expresión primera de la comunión depersonas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntimanaturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar suscualidades sin relacionarse con los demás” (GS, 12).

4. EL SER HUMANO ES SUJETO DE DERECHOS Y DEBERES, BASE DE LA CONVIVENCIA.

“En toda convivencia humana bien organizada y fecun-da se debe colocar como fundamento el principio de que todoser humano es persona, es decir, una naturaleza dotada deinteligencia y de voluntad libre; y, por lo tanto, de esa mismanaturaleza directamente nacen al mismo tiempo derechos ydeberes que, por ser universales e inviolables, son tambiénabsolutamente inalienables” (PT, 9).

“Y si consideramos la dignidad de la persona humanaa la luz de las verdades reveladas por Dios, obligado es que laestimemos todavía mucho más, puesto que el hombre ha sidoredimido por la sangre de Jesucristo, la gracia sobrenatural leha hecho hijo y amigo de Dios y le ha constituido heredero dela gloria eterna” (PT, 10).

● Es propio de la persona proceder consciente y libremente.“La dignidad de la persona humana exige, además, que

el hombre, en su actuación, proceda consciente y libremente.Por ello, en la convivencia con sus conciudadanos ha de res-petar los derechos, cumplir las obligaciones, actuar en las milformas posibles de colaboración en virtud de decisiones per-sonales, es decir, tomadas por convicción, por propia iniciati-va, en actitud de responsabilidad y no en fuerza de imposicio-nes o presiones procedentes, las más de las veces, de fuera.Una convivencia fundada tan sólo sobre la fuerza no es huma-na. En ella, efectivamente, las personas se ven privadas de lalibertad en vez de sentirse estimuladas, en la forma conve-niente, a desenvolverse y perfeccionarse a sí mismas” (PT, 34).

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En la convivenciacon sus

conciudadanos ha de respetar los derechos, cumplir

las obligaciones,actuar en las milformas posibles.

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● Los pilares de la convivencia.“La convivencia entre los hombres será consiguiente-

mente ordenada, fructífera y propia de la dignidad de la per-sona humana si se funda sobre la verdad, según la recomen-dación del apóstol San Pablo: Deponiendo la mentira, habladla verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembrosunos de otros (Ef 4, 25). Ello ocurrirá cuando cada uno reco-nozca debidamente los recíprocos derechos y las correspon-dientes obligaciones. Esta convivencia así descrita llegará aser real cuando los ciudadanos respeten efectivamente aque-llos derechos y cumplan las respectivas obligaciones; cuandoestén vivificados por tal amor, que sientan como propias lasnecesidades ajenas y hagan a los demás participantes de lospropios bienes; finalmente, cuando todos los esfuerzos seaúnen para hacer siempre más viva entre todos la comunica-ción de valores espirituales en el mundo. Ni basta esto tansólo, pues la convivencia entre los hombres debe estar inte-grada por la libertad, es decir, en el modo que conviene a ladignidad de seres racionales que, por ser tales, deben asumirla responsabilidad de las propias acciones” (PT, 35).

“El orden que rige en la con-vivencia entre los seres humanos esde naturaleza moral. Efectivamente,se trata de un orden que se apoya so-bre la verdad, debe realizarse segúnla justicia, exige ser vivificado ycompletado por el amor mutuo y, fi-nalmente, encuentra en la libertadun equilibrio cada día más razonabley más humano” (PT, 37).

● La convivencia es una realidad espiritual.

“La convivencia humana esy debe ser considerada, sobre todo,como una realidad espiritual; comocomunicación de conocimientos enla luz de la verdad, como ejercicio de

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Page 30: Folleto 18

derechos y cumplimiento de obligaciones,como impulso y llamada hacia el bien moral,como noble disfrute en común de la belleza entodas sus legítimas expresiones, como perma-nente disposición a comunicar los unos con losotros lo mejor de sí mismos, como anhelo deuna mutua y cada vez más rica asimilación devalores espirituales de los demás. Valores en losque encuentren su perenne vivificación y suorientación fundamental las manifestacionesculturales, el mundo de la economía, las institu-ciones sociales, los movimientos y las teoríaspolíticas, los ordenamientos jurídicos y todoslos demás elementos exteriores en que se arti-cula y se expresa la convivencia en su incesan-te desarrollo” (PT, 36).

● La igualdad fundamental deriva de la común dignidad.

“La igualdad fundamental entre todoslos hombres exige un reconocimiento cada vezmayor. Porque todos ellos, dotados de razón ycreados a imagen de Dios, tienen la misma

naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo,disfrutan de la misma vocación y de idéntico destino.

Es evidente que no todos los hombres son iguales en loque toca a la capacidad física y a las cualidades intelectualesy morales. Sin embargo, toda forma de discriminación en losderechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultu-ral, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lenguao religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria alplan divino” (GS, 29).

● La verdadera libertad hace a los seres humanos personas a imagen de Dios.

“La verdadera libertad es signo eminente de la imagendivina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre enmanos de su propia decisión para que así busque espontánea-

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Toda forma de discriminación debe

ser vencida y eliminada por ser

contraria al plan divino.

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mente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcancela plena y bienaventurada perfección.

La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombreactúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido einducido por convicción interna personal y no bajo la presiónde un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. Elhombre logra esta dignidad cuando, liberado totalmente de lacautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre eleccióndel bien y se procura medios adecuados para ello con eficaciay esfuerzo crecientes” (GS, 17).

● La libertad religiosa es la más fundamental y debe estar garantizada.

“Este Concilio Vaticano declara que la persona huma-na tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consisteen que todos los hombres han de estar inmunes de coacción,tanto por parte de individuos como de grupos sociales y decualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en mate-ria religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su concien-cia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y enpúblico, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debi-dos. Declara, además, queel derecho a la libertadreligiosa está realmentefundado en la dignidadmisma de la persona hu-mana, tal como se la co-noce por la palabra reve-lada de Dios y por la mis-ma razón natural, estederecho de la personahumana a la libertad reli-giosa ha de ser reconoci-do en el ordenamientojurídico de la sociedad,de tal manera que lleguea convertirse en un dere-cho civil” (DH, 2).

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La dignidad humana requiere,por tanto, que el hombre actúe según su conciencia ylibre elección.

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● La libertad es condición para buscar y aceptar la verdad.“Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser

personas, es decir, dotados de razón y de voluntad libre, yenriquecidos por tanto con una responsabilidad personal,están impulsados por su misma naturaleza y están obligadosademás moralmente a buscar la verdad, sobre todo la que serefiere a la religión. Están obligados, asimismo, a aceptar laverdad conocida y a disponer toda su vida según sus exigen-cias. Pero los hombres no pueden satisfacer esta obligación deforma adecuada a su propia naturaleza, si no gozan de libertadpsicológica al mismo tiempo que de inmunidad de coacciónexterna. Por consiguiente, el derecho a la libertad religiosa nose funda en la disposición subjetiva de la persona, sino en sumisma naturaleza. Por lo cual, el derecho a esta inmunidadpermanece también en aquellos que no cumplen la obligaciónde buscar la verdad y de adherirse a ella, y su ejercicio, con talde que se guarde el justo orden público, no puede ser impedi-do” (DH, 2).

5. LA SOLIDARIDAD ES LA DETERMINACIÓN DE EMPEÑARSE POR EL BIEN COMÚN.

“Ante todo se trata de la interdependen-cia, percibida como sistema determinante derelaciones en el mundo actual, en sus aspectoseconómico, cultural, político y religioso, y asu-mida como categoría moral. Cuando la interde-pendencia es reconocida así, su correspondienterespuesta, como actitud moral y social, y como"virtud", es la solidaridad. Esta no es, pues, unsentimiento superficial por los males de tantaspersonas, cercanas o lejanas. Al contrario, es ladeterminación firme y perseverante de empeñar-se por el bien común; es decir, por el bien detodos y cada uno, para que todos seamos verda-deramente responsables de todos. Esta determi-nación se funda en la firme convicción de que loque frena el pleno desarrollo es aquel afán de

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Todos los hombres,por ser personas,

están impulsados abuscar la verdad.

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ganancia y aquella sed de poder deque ya se ha hablado. Tales "actitu-des y estructuras de pecado" sola-mente se vencen -con la ayuda dela gracia divina- mediante una acti-tud diametralmente opuesta: laentrega por el bien del prójimo queestá dispuesto a "perderse", en sen-tido evangélico, por el otro en lu-gar de explotarlo, y a "servirlo" enlugar de oprimirlo para el propioprovecho (cf. Mt 10, 40-42; 20, 25;Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27)”(SRS, 38).

● La solidaridad debe regirlas relaciones entre las naciones.

“Las relaciones mutuas en-tre las naciones, luego de confor-marse con la verdad y con la justi-cia, se deben estrechar mediante laacción solidaria de todos, según múl-tiples formas de asociación; ello serealiza en nuestro tiempo, con grandes ventajas, en la colabo-ración económica, política, cultural, sanitaria y deportiva. Yen esto se ha de tener muy presente que la misión natural delpoder político no es limitar a las fronteras de su país el hori-zonte de los ciudadanos, sino el salvaguardar, ante todo, elbien común nacional que, a su vez, no puede separarse delbien común propio de toda la familia humana” (PT, 98).

“De donde se sigue que las Comunidades políticas, enla defensa de sus intereses, no sólo han de evitar el dañarse lasunas a las otras, sino que más bien todas deben unir sus pro-yectos y sus recursos para conseguir objetivos que de otrasuerte, en acción aislada, serían inaccesibles; mas ha de cui-darse muy bien de que los arreglos ventajosos para ciertasnaciones no causen a otras más desventajas que beneficios”(PT, 99).

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Las relacionesmutuas entre las naciones, luegode conformarsecon la verdad y con la justicia, sedeben estrecharmediante la acciónsolidaria.

Page 34: Folleto 18

● La solidaridad es un camino hacia la paz y el desarrollo.“El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad

es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otroscomo personas. Los que cuentan más, al disponer de una por-ción mayor de bienes y servicios comunes, han de sentirse res-ponsables de los más débiles, dispuestos a compartir con elloslo que poseen. Estos, por su parte, en la misma línea de soli-daridad, no deben adoptar una actitud meramente pasiva odestructiva del tejido social y, aunque reivindicando sus legí-timos derechos, han de realizar lo que les corresponde, para elbien de todos. Por su parte, los grupos intermedios no han deinsistir egoísticamente en sus intereses particulares, sino quedeben respetar los intereses de los demás.

Signos positivos del mundo contemporáneo son la cre-ciente conciencia de solidaridad de los pobres entre sí, (…).La Iglesia, en virtud de su compromiso evangélico, se sientellamada a estar junto a esas multitudes pobres, a discernir lajusticia de sus reclamaciones y a ayudar a hacerlas realidad sinperder de vista el bien de los grupos en función del biencomún” (SRS, 39).

6. LA SUBSIDIARIEDAD ES UN PRINCIPIO DE PARTICIPACIÓN, REGULADOR DE LAVIDASOCIAL.

"Así como no es lícito quitar a losindividuos y traspasar a la comunidad loque ellos pueden realizar con su propio es-fuerzo e iniciativa, así tampoco es justo,porque daña y perturba gravemente el rec-to orden social, quitar a las comunidadesmenores e inferiores lo que ellas puedenrealizar y ofrecer por sí mismas, y atri-buirlo a una comunidad mayor y más ele-vada, ya que toda acción de la sociedad,en virtud de su propia naturaleza, debeprestar ayuda a los miembros del cuerposocial, pero nunca destruirlos ni absorber-los" (QA, 79).

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Signos positivosdel mundo

contemporáneoson la creciente

conciencia de solidaridad de los

pobres entre sí.

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● Es importante en todos los ámbitos.“Además, así como en cada nación es

menester que las relaciones que median entrela autoridad pública y los ciudadanos, las fa-milias y las asociaciones intermedias, se re-gulen según el principio de subsidiaridad, esrazonable que por el mismo principio se com-pongan las relaciones entre la autoridad pú-blica mundial y las autoridades públicas decada nación. A esta autoridad mundial corres-ponde examinar y dirimir aquellos problemasque plantea el bien común y universal en elorden económico, social, político o cultural,los cuales, siendo, por su gravedad suma, deuna extensión muy grande y de una urgenciainmediata, se consideran superiores a la posi-bilidad que los gobernantes de cada comuni-dad política tienen para resolverlos eficaz-mente” (PT, 140).

● La participación debe orientarse como servicio al bien común.

“Por el contrario, la libertad se vigoriza cuando elhombre acepta las inevitables obligaciones de la vida social,toma sobre sí las multiformes exigencias de la convivenciahumana y se obliga al servicio de la comunidad en que vive.

Es necesario por ello estimular en todos la voluntad departicipar en los esfuerzos comunes. Merece alabanza la con-ducta de aquellas naciones en las que la mayor parte de losciudadanos participa con verdadera libertad en la vida pública”(GS, 31).

● La participación en la vida pública.“Es perfectamente conforme con la naturaleza humana

que se constituyan estructuras político-jurídicas que ofrezcana todos los ciudadanos, sin discriminación alguna y con per-fección creciente, posibilidades efectivas de tomar parte librey activamente en la fijación de los fundamentos jurídicos de la

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La libertad se vigoriza cuando el hombre aceptalas inevitables obligaciones de la vida social.

Page 36: Folleto 18

comunidad política, en el gobierno dela cosa pública, en la determinación delos campos de acción y de los límitesde las diferentes instituciones y en laelección de los gobernantes.

Recuerden, por tanto, todos losciudadanos el derecho y al mismotiempo el deber que tienen de votar conlibertad para promover el bien común.La Iglesia alaba y estima la labor dequienes, al servicio del hombre, se con-sagran al bien de la cosa pública yaceptan las cargas de este oficio. (…)

Los cristianos todos deben tenerconciencia de la vocación particular ypropia que tienen en la comunidadpolítica; en virtud de esta vocaciónestán obligados a dar ejemplo de senti-do de responsabilidad y de servicio al

bien común, así demostrarán también con los hechos cómopueden armonizarse la autoridad y la libertad, la iniciativapersonal y la necesaria solidaridad del cuerpo social, las ven-tajas de la unidad combinada con la provechosa diversidad.

El cristiano debe reconocer la legítima pluralidad deopiniones temporales discrepantes y debe respetar a los ciuda-danos que, aun agrupados, defienden lealmente su manera dever. Los partidos políticos deben promover todo lo que a sujuicio exige el bien común; nunca, sin embargo, está permiti-do anteponer intereses propios al bien común (GS, 75).

● El voluntariado es el amor operante en el don gratuito a los demás.

“El espíritu de pobreza y de caridad son gloria y testi-monio de la Iglesia de Cristo.

Merecen, pues, alabanza y ayuda aquellos cristianos,

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El cristiano debe reconocer

la legítima pluralidad de

opiniones temporales

discrepantes.

Page 37: Folleto 18

en especial jóvenes, que se ofrecen voluntariamente para auxi-liar a los demás hombres y pueblos. Más aún, es deber delPueblo de Dios, y los primeros los Obispos, con su palabra yejemplo, el socorrer, en la medida de sus fuerzas, las miseriasde nuestro tiempo y hacerlo, como era antes costumbre en laIglesia, no sólo con los bienes superfluos, sino también conlos necesarios (...).

Porque el espíritu de caridad en modo alguno prohíbeel ejercicio fecundo y organizado de la acción social caritati-va, sino que lo impone obligatoriamente. Por eso es necesarioque quienes quieren consagrarse al servicio de los pueblos envías de desarrollo se formen en instituciones adecuadas” (GS, 88).

7. EL HOMBRE ES RESPONSABLE DE SU PROPIO DESARROLLO.

“En los designios de Dios cada hombre está llamado aun determinado desarrollo, porque toda vida es una vocación.Desde su nacimiento, a todos se ha dado, como en germen, unconjunto de aptitudes y cualidades para que las hagan fructifi-car: su floración, durante la educación recibida en el propioambiente y por el personal esfuerzo propio, permitirá a cadauno orientarse hacia su destino, que le ha sido señalado por elCreador. Por la inteligencia y la libertad, el hombre es respon-sable, así de su propio crecimiento como de su salvación.Ayudado, y a veces estorbado, por los que le educan y le rode-an, cada uno continúa siempre, cualesquiera sean los influjosen él ejercidos, siendo el principal artífice de su éxito o de sufracaso: sólo por el esfuerzo de su inteligencia y de su volun-tad el hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más”(PP, 15).

● El desarrollo debe ser, ante todo, humano.“El desarrollo debe permanecer bajo el control del

hombre. No debe quedar en manos de unos pocos o de gruposeconómicamente poderosos en exceso, ni tampoco en manosde una sola comunidad política o de ciertas naciones máspoderosas.

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Sólo por el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad elhombre puede crecer en humanidad, valermás, ser más.

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Es preciso, por el contrario, que en todo nivel, el mayornúmero posible de hombres, y en el plano internacional elconjunto de las naciones, puedan tomar parte activa en ladirección del desarrollo.

Asimismo es necesario que las iniciativas espontáneasde los individuos y de sus asociaciones libres colaboren conlos esfuerzos de las autoridades públicas y se coordinen conéstos de forma eficaz y coherente.

No se puede confiar el desarrollo ni al solo procesocasi mecánico de la acción económica de los individuos ni ala sola decisión de la autoridad pública. Por este motivohay que calificar de falsas tanto las doctrinas que se oponen alas reformas indispensables en nombre de una falsa libertadcomo las que sacrifican los derechos fundamentales de la per-sona y de los grupos en aras de la organización colectiva de laproducción” (GS, 65).

● El desarrollo debe ser integral.“El desarrollo no se reduce al simple crecimiento eco-

nómico. Para ser auténtico, el desarrollo ha de ser integral, esdecir, debe promover a todos los hombres y a todo el hombre.Con gran exactitud lo ha subrayado un eminente experto: No-sotros no aceptamos la separación entre lo económico y lohumano, ni entre el desarrollo y la civilización en que se hallainserto. Para nosotros es el hombre lo que cuenta, cada hom-bre, todo grupo de hombres, hasta comprender la humanidadentera" (PP, 14).

● El desarrollo debe ser solidario.“El desarrollo integral del hombre no puede realizarse

sin el desarrollo solidario de la humanidad, mediante unmutuo y común esfuerzo. Nos lo decíamos en Bombay: "Elhombre debe encontrar al hombre, las naciones se debenencontrar como hermanos y hermanas, como hijos de Dios.Dentro de esta comprensión y de esta amistad mutua, en estasacra comunión, debemos también comenzar a trabajar juntospara edificar el futuro común de la humanidad". Sugeríamos

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El desarrollo no sereduce al simple

crecimiento económico. Para

ser auténtico, el desarrollo ha de ser integral.

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también la búsqueda de medios concretos y prácticos decarácter organizativo y cooperativo a fin de reunir en comúntodos los recursos disponibles y realizar así una verdaderacomunión entre las naciones todas” (PP, 43).

● El desarrollo debe ser sostenible.“Pero cada uno de los hombres es

miembro de la sociedad, pertenece a la huma-nidad entera. No se trata sólo de este o aquelhombre, sino que todos los hombres están lla-mados a un pleno desarrollo. Nacen, crecen ymueren las civilizaciones. Pero, como las olasdel mar durante el flujo de la marea van avan-zando, cada una un poco más, sobre la arenade la playa, de igual manera la humanidadavanza por el camino de la historia. Herederosde pasadas generaciones, pero beneficiándo-nos del trabajo de nuestros contemporáneos,nos hallamos obligados para con todos, y nopodemos desentendernos de los que todavíavendrán a aumentar más el círculo de la fami-lia humana. La solidaridad universal, que esun hecho a la vez que un beneficio para todos,es también un deber” (PP, 17).

● Es un deber de fraternidad entre los pueblos.“Este deber concierne, en primer lugar, a los más favo-

recidos. Sus obligaciones se fundan radicalmente en la frater-nidad humana y sobrenatural y se presentan bajo un tripleaspecto: deber de solidaridad, esto es, la ayuda que las nacio-nes ricas deben aportar a las naciones que se hallan en vías dedesarrollo; deber de justicia social, esto es, enderezar las rela-ciones comerciales defectuosas entre pueblos fuertes y pue-blos débiles; deber de caridad universal, esto es, la promociónde un mundo más humano para todos, donde todos tenganalgo que dar y que recibir, sin que el progreso de los unosconstituya un obstáculo para el desarrollo de los demás. Gravees el problema: de su solución depende el porvenir de la civi-lización mundial” (PP, 44).

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La solidaridad universal, que esun hecho a la vezque un beneficiopara todos, es también un deber.

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● El desarrollo es un proceso…“Si proseguir el desarrollo exige un número cada vez

mayor de técnicos, aún exige más hombres de pensamiento,capaces de profunda reflexión, que se consagren a buscar elnuevo humanismo que permita al hombre hallarse a sí mismo,asumiendo los valores espirituales superiores del amor, de laamistad, de la oración y de la contemplación. Así es comopodrá cumplirse en toda su plenitud el verdadero desarrollo,que es el paso, para todos y cada uno, de unas condiciones devida menos humanas a condiciones más humanas” (PP, 20).

● … Un ideal al que hay que tender.“Menos humanas: la penuria material de quienes están

privados de un mínimo vital y la penuria moral de quienes porel egoísmo están mutilados. Menos humanas: las estructurasopresoras, ya provengan del abuso del tener, ya del abuso delpoder, de la explotación de los trabajadores o de la injusticiade las transacciones. Más humanas: lograr ascender de lamiseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las pla-gas sociales, la adquisición de la cultura. Más humanas toda-vía: el aumento en considerar la dignidad de los demás, laorientación hacia el espíritu de pobreza (Mt 5, 3), la coopera-ción al bien común, la voluntad de la paz. Más humanas aún:el reconocimiento, por el hombre, de los valores supremos yde Dios, fuente y fin de todos ellos. Más humanas, finalmen-te, y, sobre todo, la fe, don de Dios, acogido por la buena vo-luntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, quea todos nos llama a participar, como hijos, en la vida del Diosviviente, Padre de todos los hombres” (PP, 21).

8. EL BIEN COMÚN ES EL FUNDAMENTO DEL ORDEN SOCIO-POLÍTICO.

“Puesto que el bien común de la sociedad, que es elconjunto de las condiciones de la vida social mediante las cua-les los hombres pueden conseguir con mayor plenitud y faci-lidad su propia perfección, se asienta sobre todo en la obser-vancia de los derechos y deberes de la persona humana, la pro-tección del derecho a la libertad religiosa concierne a los ciu-

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El verdadero desarrollo, que es

el paso, para todosy cada uno, de

unas condicionesde vida menos

humanas a condiciones

más humanas.

Page 41: Folleto 18

dadanos, a las autoridades civiles, a la Iglesia y demás comu-nidades religiosas, según la índole peculiar de cada una deellas, teniendo en cuenta su respectiva obligación para con elbien común“ (DH, 6).

● Hoy el bien común consiste en la defensa de los derechos humanos.

“En nuestro tiempo se considera realizado el biencomún, cuando han quedado a salvo los derechos y los debe-res de la persona humana; por ello, los gobernantes conside-ran como su deber principal, por una parte, el que aquellosderechos sean reconocidos, respetados, armonizados, defendi-dos y promovidos; y que, por otra, cada uno pueda más fácil-mente cumplir sus deberes. Porque tutelar el intangible cam-po de los derechos de la persona humana y facilitarle el cum-plimiento de sus deberes ha de ser el oficio esencial de todopoder público” (PT, 60).

“Por lo tanto, cuando los poderes públicos no recono-cen o violan los derechos del hombre, no sólo faltan a su pro-pio deber, sino que sus disposiciones quedan sin fuerza algu-na para obligar (PT, 61).

“La protección ypromoción de los derechosinviolables del hombre esun deber esencial de todaautoridad civil” (DH, 6).

● El bien común mundial.“La interdependen-

cia, cada vez más estrecha,y su progresiva universali-zación hacen que el biencomún -esto es, el conjuntode condiciones de la vidasocial que hacen posible alas asociaciones y a cadauno de sus miembros el

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Que aquellos derechos seanreconocidos, respetados, armonizados,defendidos y promovidos.

Page 42: Folleto 18

logro más pleno y más fácilde la propia perfección- seuniversalice cada vez más, eimplique por ello derechos yobligaciones que miran atodo el género humano”(GS, 26).

9. LA VIDA DEBE VIVIRSE VERDADERAMENTE.

“Crece al mismotiempo la conciencia de laexcelsa dignidad de la per-sona humana, de su superio-ridad sobre las cosas y desus derechos y deberes uni-versales e inviolables.

Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo loque éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana,como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a lalibre elección de estado y a fundar una familia, a la educación,al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada infor-mación, a obrar de acuerdo con la norma recta de su concien-cia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad tam-bién en materia religiosa” (GS, 26).

● Cuanto atenta contra la vida viola la dignidad humana. “Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier

clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deli-berado-; cuanto viola la integridad de la persona humana,como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales ofísicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena;cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condicio-nes infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, lasdeportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blan-cas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que

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Es necesario quese facilite al

hombre todo lo que éste necesita

para vivir una vidaverdaderamente

humana.

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reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sinrespeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona huma-na: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismasinfamantes, degradan la civilización humana, deshonran mása sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias alhonor debido al Creador” (GS, 27).

● "Hacerse cargo" de toda la vida y de la vida de todos."En virtud de la participación en la misión real de

Cristo, el apoyo y la promoción de la vida humana deben rea-lizarse mediante el servicio de la caridad, que se manifiesta enel testimonio personal, en las diversas formas de voluntariado,en la animación social y en el compromiso político. Esta esuna exigencia particularmente apremiante en el momentoactual, en que la "cultura de la muerte" se contrapone tan fuer-temente a la "cultura de la vida" (…).

En el servicio de la caridad, hay una actitud que debeanimarnos y distinguirnos: hemos de hacernos cargo del otrocomo persona confiada por Dios a nuestra responsabilidad.Como discípulos de Jesús, estamos llamados a hacernos pró-jimos de cada hombre (cf. Lc 10,29-37), teniendo una prefe-rencia especial por quien es más pobre, está solo y necesitado(…).

El servicio de la cari-dad a la vida debe ser profun-damente unitario: no se pue-den tolerar unilateralismos ydiscriminaciones, porque lavida humana es sagrada e in-violable en todas sus fases ysituaciones. Es un bien indivi-sible. Por tanto, se trata de "ha-cerse cargo" de toda la vida yde la vida de todos. Más aún,se trata de llegar a las raícesmismas de la vida y del amor(Evangelium vitae, 87).

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La vida humana es sagrada e inviolable en todas sus fases y situaciones.

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10. LOS BIENES SON PARA EL USO DE TODOS LOS HOMBRES Y PUEBLOS.

“Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene parauso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bie-nes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo laégida de la justicia y con la compañía de la caridad.

Sean las que sean las formas de la propiedad, adapta-das a las instituciones legítimas de los pueblos según las cir-cunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vistaeste destino universal de los bienes.

Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosasexteriores que legítimamente posee como exclusivamentesuyas, sino también como comunes, en el sentido de que no leaprovechen a él solamente, sino también a los demás.

Por lo demás, el derecho a poseer una parte de bienessuficiente para sí mismos y para sus familias es un derecho

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que a todos corresponde. Es éste el sentir de los Padres y delos doctores de la Iglesia, quienes enseñaron que los hombresestán obligados a ayudar a los pobres y, por cierto, no sólo conlos bienes superfluos” (GS, 69).

● Muchedumbres inmensas carecen de lo más básico.“En un momento en que el desarrollo de la vida eco-

nómica, con tal que se le dirija y ordene de manera racional yhumana, podría mitigar las desigualdades sociales, con dema-siada frecuencia trae consigo un endurecimiento de ellas y aveces hasta un retroceso en las condiciones de vida de los másdébiles y un desprecio de los pobres.

Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estric-tamente necesario, algunos, aun en los países menos desarro-llados, viven en la opulencia y malgastan sin consideración. Ellujo pulula junto a la miseria. Y mientras unos pocos disponende un poder amplísimo de decisión, muchos carecen de todainiciativa y de toda responsabilidad, viviendo con frecuenciaen condiciones de vida y de trabajo indignas de la personahumana. Tales desequilibrios económicos y sociales se produ-cen tanto entre los sectores de la agricultura, la industria y losservicios, por un parte, como entre las diversas regiones den-tro de un mismo país. Cada día se agudiza más la oposiciónentre las naciones económicamente desarrolladas y las restan-tes, lo cual puede poner en peligro la misma paz mundial” (GS 63).

● El pobre tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario.

“Quien se halla en situación de necesidad extrematiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí.Habiendo como hay tantos oprimidos actualmente por el ham-bre en el mundo, el sacro Concilio urge a todos, particulares yautoridades, a que, acordándose de aquella frase de los Padres:alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas,lo matas, según las propias posibilidades, comuniquen yofrezcan realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a lospobres, tanto individuos como pueblos, a que puedan ayudar-se y desarrollarse por sí mismos” (GS, 69). .

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Alimenta al quemuere de hambre,porque, si no lo alimentas, lo matas.

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● La propiedad privada no es un derecho incondicional.

"Si alguno tiene bienesde este mundo y viendo a suhermano en necesidad le cierralas entrañas, ¿cómo es posibleque en él resida el amor deDios?" (1 Jn 3, 17). Bien cono-cida es la firmeza con que losPadres de la Iglesia precisabancuál debe ser la actitud de losque poseen con relación a losque en necesidad se encontra-ren: "No te pertenece -dice SanAmbrosio- la parte de bienesque das al pobre; le pertenecelo que tú le das. Porque lo quepara uso de los demás ha sidodado, tú te lo apropias. La tierraha sido dada para todo el mun-do, no tan sólo para los ricos".Lo cual es tanto como decir quela propiedad privada para nadieconstituye un derecho incondi-cional y absoluto. Nadie puedereservarse para uso exclusivo

suyo lo que de la propia necesidad le sobra, en tanto que a losdemás falta lo necesario. En una palabra: el derecho de pro-piedad no debe ejercerse con detrimento de la utilidad públi-ca, según la doctrina tradicional de los Padres de la Iglesia yde los grandes teólogos. Si se llegase al conflicto entre dere-chos privados adquiridos y exigencias comunitarias primor-diales, corresponde a los poderes públicos aplicarse a resol-verlos con la activa participación de las personas y de los gru-pos sociales” (PP, 23).

● Han de prohibirse las especulaciones egoístas de la renta.“El bien común, pues, exige algunas veces la expro-

piación, cuando algunas posesiones, o por razón de su exten-

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sión, o por su explotación deficiente o nula, o porque soncausa de miseria para los habitantes, o por el daño considera-ble producido a los intereses de la región, son un obstáculopara la prosperidad colectiva. Al afirmarla con toda claridad(GS, 71), el Concilio recuerda también, con no menor clari-dad, que la renta disponible no queda a merced del libre capri-cho de los hombres y que las especulaciones egoístas han deprohibirse. Por consiguiente, no es lícito en modo alguno queciudadanos, provistos de rentas abundantes, provenientes derecursos y trabajos nacionales, las transfieran en su mayorparte al extranjero, atendiendo únicamente al provecho propioindividual, sin consideración alguna para su patria, a la cualcon tal modo de obrar producen un daño evidente” (PP, 24).

11. LA LUCHA CONTRA EL HAMBRE ES LA LUCHA POR LA VIDA.

“Si el hermano o la hermana están desnudos -diceSantiago- y les falta el cotidiano alimento, y alguno de voso-tros les dijere: ‘Id en paz, calentaos y hartaos’, pero no les die-reis con qué satisfacer lo necesario para su cuerpo, ¿qué pro-

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vecho les vendría?” (Sant 2, 15-16). Hoy, ya nadie puede ig-norarlo, en continentes enteros son innumerables los hombresy las mujeres torturados por el hambre, innumerables los ni-ños subalimentados, hasta tal punto que un buen número deellos muere en la flor de su vida, el crecimiento físico y el de-sarrollo mental de otros muchos queda impedido por la mismacausa, por todo lo cual regiones enteras desfallecen con la tris-teza y el sufrimiento” (PP, 45).

● Los pueblos desarrollados deben ayudara los necesitados.

“El deber de solidaridad, que está vigente entre las per-sonas, vale también para los pueblos:”Deber gravísimo de lospueblos ya desarrollados es el ayudar a los pueblos que aún sedesarrollan” (GS, 86). Hay, pues, que llevar a la práctica estaenseñanza del Concilio. Si es normal que una población sea laprimera en beneficiarse con los dones que le ha hecho laProvidencia como frutos de su trabajo, ningún pueblo puede,sin embargo, pretender la reserva, para exclusivo uso suyo, desus riquezas. Cada pueblo debe producir más y mejor a fin de,

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por un lado, poder ofrecer a sus con-ciudadanos un nivel de vida verdade-ramente humano, y, por otro, contri-buir también, al mismo tiempo, al de-sarrollo solidario de la humanidad.Frente a la creciente indigencia de lospaíses en vías de desarrollo, debe con-siderarse como normal que un país yadesarrollado consagre una parte de suproducción a satisfacer las necesida-des de aquellos; igualmente es nor-mal que se preocupe de formar edu-cadores, ingenieros, técnicos, sabiosque pongan su ciencia y su compe-tencia al servicio de aquellos” (PP, 48).

● Las Organizaciones internacionales merecen apoyo.

“Angustiosos llamamientosya han resonado, solicitando auxilios.El de Juan XXIII fue calurosamenteacogido. Nos lo hemos reiterado ennuestro radiomensaje navideño de1963, y luego de nuevo, en favor dela India, en 1966. La campaña contrael hambre, emprendida por la Organi-zación Internacional para la Alimen-tación y la Agricultura (FAO), y alen-tada por la Santa Sede, ha sido secun-dada con generosidad. Nuestra Ca-ritas Internacional actúa en todas par-tes y numerosos católicos, bajo el im-pulso de nuestros hermanos en elepiscopado, dan y se entregan sin re-serva, aun personalmente, para ayu-dar a los necesitados, ensanchandoprogresivamente el círculo de cuan-tos reconocen como prójimos suyos”(PP, 46).

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● Hay que erradicar las causas del hambre.“Pero todo ello no puede bastar, como no bastan las

inversiones privadas y públicas realizadas, las ayudas y lospréstamos otorgados. No se trata tan sólo de vencer el hambre,y ni siquiera de hacer que retroceda la pobreza. La lucha con-tra la miseria, aunque es urgente y necesaria, es insuficiente.Se trata de construir un mundo en el que cada hombre, sinexclusión alguna por raza, religión o nacionalidad, pueda viviruna vida plenamente humana, liberada de las servidumbresdebidas a los hombres o a una naturaleza insuficientementedominada; un mundo, en el que la libertad no sea palabra vanay en donde el pobre Lázaro pueda sentarse a la mesa mismadel rico” (PP, 47).

● Las misiones de desarrollo deben estar revestidas de autenticidad.

“Cada vez son más numerosos, y nos alegramos deello, los técnicos enviados en misión de desarrollo por institu-ciones internacionales o bilaterales o por organismos priva-dos: "Han de portarse no como dominadores, sino como auxi-liares y cooperadores" (GS, 82). Toda población percibe en

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seguida si los que vienen en su ayuda lo hacen con o sin bene-volencia, si se hallan allí tan sólo para aplicar métodos técni-cos o también para dar al hombre todo su valor. Su mensajepeligra con no ser acogido, si no va acompañado por un espí-ritu de amor fraternal” (PP, 71).

12. EL TRABAJO ES LA CLAVE DEL DESARROLLO HUMANO.

“Una cosa hay cierta para los creyentes: la actividadhumana individual y colectiva o el conjunto ingente de esfuer-zos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lo-grar mejores condiciones de vida, considerado en sí mismo,responde a la voluntad de Dios (…).

Esta enseñanza vale igualmente para los quehaceresmás ordinarios. Porque los hombres y mujeres que, mientrasprocuran el sustento para sí y su familia, realizan su trabajo deforma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, conrazón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra delCreador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen demodo personal a que se cumplan los designios de Dios en lahistoria” (GS, 34).

● Por el trabajo la persona se realiza a sí misma.“El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.

Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres paralograr más justicia, mayor fraternidad y un más humano plan-teamiento en los problemas sociales, vale más que los progre-sos técnicos. Pues dichos progresos pueden ofrecer, como sidijéramos, el material para la promoción humana, pero por sísolos no pueden llevarla a cabo.

Por tanto, esta es la norma de la actividad humana: que,de acuerdo con los designios y voluntad divinos, sea confor-me al auténtico bien del género humano y permita al hombre,como individuo y como miembro de la sociedad, cultivar yrealizar íntegramente su plena vocación” (GS, 35).

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Cuanto llevan acabo los hombrespara lograr más justicia, vale más que los progresos técnicos.

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● Toda persona tiene el derecho al trabajo y el deber de trabajar.

“De aquí se deriva para todo hombre el deber de traba-jar fielmente, así como también el derecho al trabajo. Y esdeber de la sociedad, por su parte, ayudar, según sus propiascircunstancias, a los ciudadanos para que puedan encontrar laoportunidad de un trabajo suficiente.

Por último, la remuneración del trabajo debe ser tal quepermita al hombre y a su familia una vida digna en el planomaterial, social, cultural y espiritual, teniendo presentes elpuesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como lascondiciones de la empresa y el bien común.

La actividad económica es de ordinario fruto del traba-jo asociado de los hombres; por ello es injusto e inhumanoorganizarlo y regularlo con daño de algunos trabajadores. Es,sin embargo, demasiado frecuente también hoy día que lostrabajadores resulten en cierto sentido esclavos de su propiotrabajo” (GS, 67).

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13. LA EDUCACIÓN SE PROPONE LA FORMACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA.

“Todos los hombres, de cualquier raza, condición yedad, en cuanto participantes de la dignidad de la persona, tie-nen el derecho inalienable a una educación, que responda alpropio fin, al propio carácter, al diferente sexo, y que sea con-forme a la cultura y a las tradiciones patrias, y, al mismo tiem-po, esté abierta a las relaciones fraternas con otros pueblos afin de fomentar en la tierra la verdadera unidad y la paz. Masla verdadera educación se propone la formación de la personahumana en orden a su fin último y al bien de las sociedades,de las que el hombre es miembro y en cuyas responsabilida-des tomará parte una vez que llegue a ser adulto” (GE, 1).

● Educar es promover el desarrollo armónico de todas las capacidades.

“Hay que ayudar, pues, a los niños y a los adolescen-tes, teniendo en cuenta el progreso de la psicología, de lapedagogía y de la didáctica, para desarrollar armónicamentesus condiciones físicas, morales e intelectuales, a fin de queadquieran gradualmente un sentido más perfecto de la respon-sabilidad en el recto y laborioso desarrollo de la vida, y en laconsecución de la verdadera libertad, superando los obstácu-los con grandeza y constancia de alma” (GE, 1).

● Los padres son los primeros educadores.“Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, es-

tán gravemente obligados a la educación de la prole y, portanto, ellos son sus primeros y principales educadores. Estedeber de la educación familiar es de tanta trascendencia que,cuando falta, difícilmente se puede suplir. Es, pues, obligaciónde los padres formar un ambiente familiar animado por elamor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favo-rezca la educación íntegra personal y social de los hijos” (GE, 3).

● La familia es la primera escuela de virtudes sociales.“La familia es, por tanto, la primera escuela de las vir-

tudes sociales, que todas las sociedades necesitan. Sobre todoen la familia cristiana, enriquecida con la gracia y los deberes

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La verdadera educación se propone la formación de la persona.

Los padres estánobligados a la educación de laprole y, por tanto,son sus primeros y principales educadores.

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del sacramento del matrimo-nio, es necesario que los hi-jos aprendan desde sus pri-meros años a conocer, a sen-tir y a adorar a Dios y amaral prójimo según la fe recibi-da en el bautismo. En ellasienten la primera experien-cia de una sana sociedad hu-mana y de la Iglesia. Por me-dio de la familia, por fin, seintroducen fácilmente en lasociedad civil y en el pueblode Dios. Conozcan, pues,perfectamente los padres laimportancia que tiene la fa-milia verdaderamente cris-tiana para la vida y el pro-greso del mismo pueblo deDios” (GE, 3).

● Al Estado corresponde la obligación de crearlas garantías del derecho a la educación.

“El Estado debe pro-curar que a todos los ciudadanos sea accesible la convenienteparticipación en la cultura, y que se preparen debidamentepara el cumplimiento de sus obligaciones y derechos civiles.Por consiguiente, el mismo Estado debe asegurar el derechode los niños a una educación escolar conveniente, vigilar lacapacidad de los maestros y la eficacia de los estudios, mirarpor la salud de los alumnos y promover, en general, toda laobra escolar, teniendo en cuenta el principio de la obligaciónsubsidiaria y excluyendo, por tanto, cualquier monopolio delas escuelas, que se opone a los derechos nativos de la perso-na humana, al progreso y a la divulgación de la misma cultu-ra, a la convivencia pacífica de los ciudadanos y al pluralismoque hoy rige en muchísimas sociedades” (GE, 6).

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● La escuela es un medio privilegiado para la educación.“Entre todos los medios de educación, el de mayor

importancia es la escuela, que, en virtud de su misión, a la vezque cultiva con asiduo cuidado las facultades intelectuales,desarrolla la capacidad del recto juicio, introduce en el patri-monio de la cultura conquistado por las generaciones pasadas,promueve el sentido de los valores, prepara a la vida profe-sional y da ocasión al trato amistoso entre los alumnos de di-versa índole y condición, fomentando así la mutua compren-sión; además, constituye como un centro de cuya laboriosidady de cuyos beneficios deben participar juntamente las fami-lias, los maestros, las diversas asociaciones que promueven lavida cultural, cívica y religiosa, la sociedad civil y toda lacomunidad humana.

Hermosa es, por tanto, y de suma importancia la voca-ción de todos los que, ayudando a los padres en el cumpli-miento de su deber y en nombre de la comunidad humana,desempeñan la función de educar en las escuelas. Esta voca-ción requiere dotes especiales de alma y de corazón, una pre-paración diligentísima y una facilidad constante de renova-ción y adaptación” (GE, 5).

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Hermosa y desuma importanciaes la vocación de todos los quedesempeñan lafunción de educaren las escuelas.

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14. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEBE PONERSE AL SERVICIO DE LA PERSONA.

“También en la vida económico-social deben respetar-se y promoverse la dignidad de la persona humana, su enteravocación y el bien de toda la sociedad. Porque el hombre es elautor, el centro y el fin de toda la vida económico-social” (GS, 63).

“La finalidad fundamental de esta producción no esel mero incremento de los productos, ni el beneficio, ni elpoder, sino el servicio del hombre, del hombre integral, te-niendo en cuanta sus necesidades materiales y sus exigenciasintelectuales, morales, espirituales y religiosas; de todo hom-bre, decimos, de todo grupo de hombres, sin distinción de razao continente.

De esta forma, la actividad económica debe ejercersesiguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del ámbito delorden moral, para que se cumplan así los designios de Diossobre el hombre” (GS, 64).

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Porque el hombrees el autor,

el centro y el fin de toda la vida

económico-social.

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● La economía es sólo una dimensión de la actividad humana.

“La economía es sólo un aspecto y una dimensión de lacompleja actividad humana. Si es absolutizada, si la produc-ción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de lavida social y se convierten en el único centro de la vida social,no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla nosólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en elhecho de que todo el sistema socio-cultural, al ignorar la di-mensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose única-mente a la producción de bienes y servicios (SRS, 34).

Todo esto se puede resumir afirmando una vez más quela libertad económica es solamente un elemento de libertadhumana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuan-do el hombre es considerado más como un productor o unconsumidor de bienes que como un sujeto que produce y con-sume para vivir, entonces pierde su necesaria relación con lapersona humana y termina por alienarla y oprimirla (RH, 15)”(CA, 39).

● Las relaciones comerciales deben ser equitativas.“Busquen así, con sumo cuidado en las relaciones co-

merciales con los países más débiles y pobres, el bien de estosúltimos, porque tales pueblos necesitan para su propia susten-tación los beneficios que logran con la venta de sus mercancías.

Es deber de la comunidad internacional regular y esti-mular el desarrollo de forma que los bienes a este fin destina-dos sean invertidos con la mayor eficacia y equidad. Pertenecetambién a dicha comunidad, salvado el principio de la acciónsubsidiaria, ordenar las relaciones económicas en todo elmundo para que se ajusten a la justicia.

Fúndense instituciones capaces de promover y de orde-nar el comercio internacional, en particular con las nacionesmenos desarrolladas, y de compensar los desequilibrios queproceden de la excesiva desigualdad de poder entre las nacio-nes” (GS, 86).

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El sistema socio-cultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado.

Ordenar las relaciones económicas entodo el mundopara que se ajusten a la justicia.

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● La demanda de calidad de vida no debe confundirse con el consumismo.

“La demanda de una existencia cualitativamente mássatisfactoria y más rica es algo en sí legítimo: sin embargo,hay que poner de relieve las nuevas responsabilidades y peli-gros anejos a esta fase histórica. En el mundo, donde surgen yse delimitan nuevas necesidades, se da siempre una concep-ción más o menos adecuada del hombre y de su verdaderobien. A través de las opciones de producción y de consumo sepone de manifiesto una determinada cultura, como concep-ción global de la vida. De ahí nace el fenómeno del consumis-mo. Al descubrir nuevas necesidades y nuevas modalidadespara su satisfacción, es necesario dejarse guiar por una imagenintegral del hombre que respete todas las dimensiones de suser y que subordine las materiales e instintivas a las interioresy espirituales. Por el contrario, al dirigirse directamente a susinstintos, prescindiendo en uno u otro modo de su realidadpersonal, consciente y libre, se pueden crear hábitos de con-sumo y estilos de vida objetivamente ilícitos y con frecuenciaincluso perjudiciales para la salud física y espiritual” (CA, 36).

● Necesidad de formación para el consumo responsable.“El sistema económico no posee en sí mismo criterios

que permitan distinguir correctamente las nuevas y más ele-vadas formas de satisfacción de las nuevas necesidades huma-nas, que son un obstáculo para la formación de una personali-dad madura. Es, pues, necesaria y urgente una gran obra edu-cativa y cultural que comprenda la educación de los consumi-dores para un uso responsable de su capacidad de elección, laformación de un profundo sentido de responsabilidad en losproductores y sobre todo en los profesionales de los medios decomunicación social, además de la necesaria intervención delas autoridades públicas” (CA, 36).

● Educar en la austeridad para compartir.“No es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivoca-

do el estilo de vida que se presume como mejor cuando estáorientado a tener y no a ser, y que quiere tener más no para sermás, sino para consumir la existencia en un goce que se pro-

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La educación delos consumidores

para un uso responsable de

su capacidad de elección.

Es necesario dejarse guiar por

una imagen integral del hombre que

respete todas las dimensiones

de su ser.

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pone como fin en sí mismo (GS, 35; PP, 19). Por esto es nece-sario esforzarse por implantar estilos de vida, a tenor de loscuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, asícomo la comunión con los demás hombres para un crecimien-to común sean los elementos que determinen las opciones delconsumo, de los ahorros y de las inversiones. A este respectono puedo limitarme a recordar el deber de la caridad, esto es,el deber de ayudar con lo propio "superfluo" y, a veces, inclu-so con lo propio "necesario", para dar al pobre lo indispensa-ble para vivir” (CA, 36).

● El ahorro y la inversión es una opción moral."Me refiero al hecho de que también la opción de

invertir en un lugar y no en otro, en un sector productivo envez de en otro, es siempre una opción moral y cultural. Dadasciertas condiciones económicas y de estabilidad política abso-lutamente imprescindibles, la decisión de invertir, esto es, deofrecer a un pueblo la ocasión de dar valor al propio trabajo,está determinada por una actitud de querer ayudar y por laconfianza en la Providencia, lo cual muestra las cualidadeshumanas de quien decide” (CA, 36).

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La opción de invertir en unlugar y no en otro es siempreuna opción moraly cultural.

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● Hay bienes que no se pueden ni se deben vender o comprar.

“He ahí un nuevolímite del mercado: existennecesidades colectivas y cua-litativas que no pueden sersatisfechas mediante sus me-canismos; hay exigencias hu-manas importantes que esca-pan a su lógica; hay bienesque, por su naturaleza, no sepueden ni se deben vender ocomprar. Ciertamente, losmecanismos de mercado ofre-cen ventajas seguras; ayu-dan, entre otras cosas, a utili-zar mejor los recursos; favo-recen el intercambio de losproductos y, sobre todo, danla primacía a la voluntad y alas preferencias de la perso-na, que, en el contrato, seconfrontan con las otras per-

sonas. No obstante, conllevan el riesgo de una "idolatría" delmercado, que ignora la existencia de bienes que, por su natu-raleza, no son ni pueden ser simples mercancías” (CA, 40).

● Formas degradantes de consumismo.“Un ejemplo llamativo de consumismo, contrario a la

salud y a la dignidad del hombre y que ciertamente no es fácilde controlar, es el de la droga. Su difusión es índice de unagran disfunción del sistema social, que supone una visión ma-terialista y, en cierto sentido, destructiva de las necesidadeshumanas. De este modo la capacidad innovadora de la econo-mía libre termina por realizarse de manera unilateral e inade-cuada. La droga, así como la pornografía y otras formas deconsumismo, al explotar la fragilidad de los débiles, pretendenllenar el vacío espiritual que se ha venido a crear” (CA, 36).

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Existen necesidades colectivas y

cualitativas que no pueden ser

satisfechasmediante susmecanismos.

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15. EL MEDIO AMBIENTE RECLAMARESPETO Y CUIDADO.

“Es, asimismo, preocupante, junto con el problema delconsumismo y estrictamente vinculado con él, la cuestión eco-lógica. El hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar,más que de ser y de crecer, consume de manera excesiva ydesordenada los recursos de la tierra y su misma vida. En laraíz de la insensata destrucción del ambiente natural hay unerror antropológico, por desgracia muy difundido en nuestrotiempo. El hombre, que descubre su capacidad de transformary, en cierto sentido, de "crear" el mundo con el propio traba-jo, olvida que éste se desarrolla siempre sobre la base de laprimera y originaria donación de las cosas por parte de Dios.Cree que puede disponer arbitrariamente de la tierra, some-tiéndola sin reservas a su voluntad como si ella no tuviese unafisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y queel hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debetraicionar. En vez de desempeñar su papel de colaborador deDios en la obra de la creación, el hombre suplanta a Dios ycon ello provoca la rebelión de la naturaleza, más bien tirani-zada que gobernada por él” (SRS, 34) (CA, 37).

● La ecología humana y social.“Mientras nos preocu-

pamos justamente, aunque mu-cho menos de lo necesario, depreservar los "habitat" natura-les de las diversas especies ani-males amenazadas de extin-ción, porque nos damos cuentade que cada una de ellas aportasu propia contribución al equi-librio general de la tierra, nosesforzamos muy poco por sal-vaguardar las condiciones mo-rales de una auténtica "ecologíahumana". No sólo la tierra hasido dada por Dios al hombre,el cual debe usarla respetando

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El hombre consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra y su misma vida.

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la intención originaria de que es un bien, según la cual le hasido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Diosy, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de laque ha sido dotado. Hay que mencionar en este contexto losgraves problemas de la moderna urbanización, la necesidad deun urbanismo preocupado por la vida de las personas, asícomo la debida atención a una "ecología social" del trabajo”(CA, 38).

● La familia es la primera estructura de la ecología humana.“La primera estructura fundamental a favor de la "eco-

logía humana", es la familia, en cuyo seno el hombre recibelas primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende quéquiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quieredecir en concreto ser persona. Se entiende aquí la familia fun-dada en el matrimonio, en el que el don recíproco de sí porparte del hombre y de la mujer crea un ambiente de vida en elcual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades,hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar sudestino único e irrepetible” (CA, 39).

● La familia es, en todos los tiempos y lugares, el santuario de la vida.

“Hay que volver a considerar la familia como el san-

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tuario de la vida. En efecto, es sagrada: es el ámbito donde lavida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de maneraadecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, ypuede desarrollarse según las exigencias de un auténtico cre-cimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, lafamilia constituye la sede de la cultura de la vida” (CA, 39).

16. LA COMUNIDAD POLÍTICA NACE PARA BUSCAR EL BIEN COMÚN.

“Los hombres, las familias y los diversos grupos queconstituyen la comunidad civil son conscientes de su propiainsuficiencia para lograr una vida plenamente humana y per-ciben la necesidad de una comunidad más amplia, en la cualtodos conjuguen a diario sus energías en orden a una mejorprocuración del bien común.

Por ello forman comunidad política según tipos insti-tucionales varios. La comunidad política nace, pues, para bus-car el bien común, en el que encuentra su justificación plenay su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia ypropia.

El bien común abarca el conjunto de aquellas condi-ciones de vida social con las cuales los hombres, las familiasy las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facili-dad su propia perfección” (GS, 74).

● Los bienes colectivos deben ser defendidos por el Estado.“Es deber del Estado proveer a la defensa y tutela de

los bienes colectivos, como son el ambiente natural y el am-biente humano, cuya salvaguardia no puede estar aseguradapor los simples mecanismos de mercado. Así como en tiem-pos del viejo capitalismo, el Estado tenía el deber de defenderlos derechos fundamentales del trabajo, así ahora con el nuevocapitalismo el Estado y la sociedad tienen el deber de defen-der los bienes colectivos que, entre otras cosas, constituyen elúnico marco dentro del cual es posible para cada uno conse-guir legítimamente sus fines individuales” (CA, 40).

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La comunidadpolítica nace para buscar el bien común.

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● El Estado debe atender primero las necesidades de los pobres.

“En la protección de los derechos individuales se habráde mirar principalmente por los débiles y los pobres. La genterica, protegida por sus propios recursos, necesita menos de latutela pública; la clase humilde, por el contrario, carente de to-do recurso, se confía principalmente al patrocinio del Estado.Este deberá, por consiguiente, rodear de singulares cuidados yprovidencia a los asalariados, que se cuentan entre la muche-dumbre desvalida” (RN, 27).

17. LA PAZ NO ES MERA AUSENCIA DE GUERRA, ES FRUTO DEL AMOR Y LA JUSTICIA.

“La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se redu-ce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de unahegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedadse llama obra de la justicia (Is 32, 7).

Es el fruto del orden plantado en la sociedad humanapor su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siemprede una más perfecta justicia, han de llevar a cabo. El bien co-mún del género humano se rige primariamente por la ley eter-na, pero en sus exigencias concretas, durante el transcurso deltiempo, está sometido a continuos cambios; por eso la paz ja-más es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer.

Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por elpecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constantedominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridadlegítima.

Esto, sin embargo, no basta. Esta paz en la tierra no sepuede lograr si no se asegura el bien de las personas y lacomunicación espontánea entre los hombres de sus riquezasde orden intelectual y espiritual.

Es absolutamente necesario el firme propósito de res-petar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y

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Esta paz en la tierra no

se puede lograr sino se asegura

el bien de las personas.

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el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construirla paz. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepa-sa todo lo que la justicia puede realizar” (GS, 78).

● El derecho y los tratados deben cumplirse.“Existen sobre la guerra y sus problemas varios trata-

dos internacionales, suscritos por muchas naciones, para quelas operaciones militares y sus consecuencias sean menosinhumanas; tales son los que tratan del destino de los comba-tientes heridos o prisioneros y otros por el estilo.

Hay que cumplir estos tratados; es más, están obliga-dos todos, especialmente las autoridades públicas y los técni-cos en estas materias, a procurar cuanto puedan su perfeccio-namiento, para que así se consiga mejor y más eficazmenteatenuar la crueldad de las guerras.

También parece razo-nable que las leyes tengan encuenta, con sentido humano, elcaso de los que se niegan a to-mar las armas por motivo deconciencia y aceptan al mismotiempo servir a la comunidadhumana de otra forma (…).

A los jefes de Estado ya cuantos participan en los car-gos de gobierno les incumbe eldeber de proteger la seguridadde los pueblos a ellos confia-dos, actuando con suma res-ponsabilidad en asunto tangrave.

Pero una cosa es utili-zar la fuerza militar para de-fenderse con justicia y otramuy distinta querer someter a

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otras naciones. La potencia bélica no legitima cualquier usomilitar o político de ella. Y una vez estallada lamentablemen-te la guerra, no por eso todo es lícito entre los beligerantes”(GS, 79).

● La guerra debe ser siempre prohibida.“Bien claro queda, por tanto, que debemos procurar

con todas nuestras fuerzas preparar una época en que, poracuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibidacualquier guerra.

Esto requiere el establecimiento de una autoridad pú-blica universal reconocida por todos, con poder eficaz paragarantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el res-peto de los derechos. Pero antes de que se pueda establecer tandeseada autoridad es necesario que las actuales asociacionesinternacionales supremas se dediquen de lleno a estudiar losmedios más aptos para la seguridad común.

La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pue-blos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de lasarmas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera dearmamentos cese finalmente, para que comience ya en reali-

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La paz ha de nacer de la mutua

confianza de los pueblos y no

debe ser impuestaa las naciones

por el terror de las armas.

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dad la reducción de armamentos, no unilate-ral, sino simultánea, de mutuo acuerdo, conauténticas y eficaces garantías” (GS, 82).

● La paz se llama desarrollo.“Las tan grandes desigualdades econó-

micas, sociales y culturales entre los diversospueblos provocan tensiones y discordias yponen en peligro la paz misma. Como decía-mos a los Padres Conciliares, a la vuelta denuestro viaje a la ONU (1965): "La condiciónde las poblaciones en vías de desarrollo debeformar el objeto de nuestra consideración,digamos mejor, nuestra caridad hacia lospobres que se encuentran en el mundo -y sonlegión infinita- debe tornarse más atenta, másactiva, más generosa". Combatir la miseria yluchar contra la injusticia es promover, juntocon la mejora de las condiciones de vida, elprogreso humano y espiritual de todos y, porlo tanto, el bien común de toda la humanidad.La paz no se reduce a una ausencia de guerra,fruto del equilibrio siempre precario de lasfuerzas. La paz se construye día a día, prosi-guiendo aquel orden querido por Dios, quelleva consigo una justicia más perfecta entrelos hombres” (PP, 76).

18. HACIA UNA AUTORIDAD MUNDIAL EFICAZ ALSERVICIO DE LA FRATERNIDAD UNIVERSAL.

“Esta colaboración internacional, en plano de vocaciónmundial, pide instituciones que la preparen, la coordinen y larijan, hasta que se llegue a constituir un orden jurídico uni-versal. Con todo corazón, Nos animamos a las organizacionesque han emprendido esta colaboración en el desarrollo, ydeseamos que su autoridad se acreciente. "Vuestra vocación-decíamos a los representantes de las Naciones Unidas, enNueva York (1965) - es hacer fraternizar no sólo a unos pocos

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pueblos, sino a todos los pueblos... ¿Quién no ve la necesidadde llegar así progresivamente a la instauración de una autori-dad mundial que esté en condiciones de actuar eficazmente enel plano jurídico y político?" (PP, 78).

19. LOS PUEBLOS DEBEN SER LOS ARTÍFICES DE SU DESTINO.

”Porque ésta es la meta a la que ha de llegarse. La soli-daridad mundial, cada día más eficiente, debe lograr que todoslos pueblos por sí mismos, sean los artífices de su propio des-tino. Los tiempos pasados se han caracterizado, con frecuen-cia mayor que la debida, por la fuerza violenta en las relacio-nes mutuas entre naciones: alboree, por fin, la serena edad enque las relaciones internacionales lleven la impronta delmutuo respeto y de la amistad, de la interdependencia en la

colaboración y de la pro-moción común bajo la res-ponsabilidad de cada uno.Los pueblos más jóvenes ylos más débiles reclamanla parte activa que les co-rresponde en la construc-ción de un mundo mejor,más respetuoso de los de-rechos y de la vocación decada uno. Su llamada esjusta: luego todos y cadauno deben escucharla yresponder a ella” (PP, 65).

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PARA SABER MÁS…

● www.vatican.va

● www.conferenciaepiscopal.es

● www.instituto-social-leonxiii.org

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FOLLETOS INFORMATIVOS (Títulos publicados)● Nº 0 Una historia de solidaridad. Manos Unidas y la ayuda al desarrollo.

Pilar Villar. Febrero 1997.

● Nº 1 Un enemigo que no duerme. Las minas terrestres.Susana Domingo/Eva San Martín. Marzo 1997.

● Nº 2 Un triángulo muy viciado. Consumo, pobreza y deterioro ambiental. Araceli Caballero. Julio 1997.

● Nº 3 Más hechos con los derechos. Justicia y derechos humanos.Celia Fernández Aller. Diciembre 1997.

● Nº 4 Se paga, se paga y nunca se acaba. La deuda externa.CIDSE/Caritas Internationalis/Jaime Atienza Azcona. Julio 1998.

● Nº 5 Crisis de la ética y de la racionalidad. El nuevo orden global.Marcos Arruda/PNUD. Noviembre 1998.

● Nº 6 Un problema de nuestros días. La esclavitud hoy.Equipo A.B.C. Febrero 1999.

● Nº 7 Tan cerca, tan lejos. La cultura de la pobreza.Jorge Cela. Mayo 1999.

● Nº 8 África. Otra mirada sobre un continente olvidado.Gerardo González Calvo. Julio 1999.

● Nº 9 Reservado el derecho de admisión. Injusticia y exclusión en un mundo global.Araceli Caballero. Octubre 1999.

● Nº 10 Hay tierra para dar y tomar. Bienes mal repartidos.Varios autores. Febrero 2000.

● Nº 11 Así se escribe la historia. Comunicación y ciudadanía.Varios autores. Junio 2000.

● Nº 12 Las reglas del juego. La globalización financiera y sus repercusiones en los países del sur.Jaime Atienza Azcona/Pedro J. Gómez Serrano/CIDSE. Octubre 2000.

● Nº 13 ¿Mundializamos la Solidaridad? La globalización. Hacia una valoración ética cristiana.Ildefonso Camacho Laraña. Octubre 2001.

● Nº 14 ¿Está vivo el espíritu de Asís? El diálogo interreligioso.Juan Souto Coelho. Diciembre 2001.

● Nº 15 Gestión solidaria del planeta. Seguridad alimentaria.José Alfonso Delgado Gutiérrez. Enero 2002.

● Nº 16 ¿Una humanidad sedienta? El problema del agua en el mundo.José Alfonso Delgado Gutiérrez. Julio 2003.

● Nº 17 Glosario para comprender la globalización. El poder de las siglas: mostrar y ocultar.Silvina Calvo Lamas, Mª José Hernando y Juan Souto Coelho. Febrero 2005.

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D E L E G A C I O N E S

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Barquillo, 38 - 3º. 28004 Madrid. Tel.: 91 308 20 20. Fax: 91 308 42 08. [email protected] www.manosunidas.org