follari. roberto, epistemología y sociedad
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N DIC E
.INTRODUCCIN 7
CAPTULO 1: La ciencia como real maravilloso 11
CAPTULO 2 : Sobre el objeto
y
el surgimiento de las ciencias
sociales 17
CAPTULO 3: Alan Sokal. La insuficiencia de pruebas................... 25
CAPTULO 4: Sobre la desfundamentacin epistemolgica con-
tempornea 37
CAPTULO 5:Proceso de objetivacin y constitucin social de
la mirada 79
CAPTULO 6: La verdad de otro modo cuestionada: el problema
del progreso cientfico de T. Kuhn a L. Laudan 87
CAPTULO 7: Sobre la inexistencia de paradigmas en las Ciencias
Sociales 111
2000 - Horno Sapiens Ediciones
Sarmiento 646 (2000) Rosario - Santa Fe - Argentina
Telefax: 54 341 4243399 - Email: [email protected]
Queda hecho e l depsito que establece la Ley N 11.723
ISBN: 950-808-286-0
Prohibida su reproduccin total o parcial
Diseo de tapa: Valeria Gorrin
Esta tirada se termin de imprimir en seti embre de l ao 2000
en Imprenta Lux, Hiplito lrigoyen 2463, Santa Fe, Argentina
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INTRODUCCIN
El presente libro esuna recopilacin de diversos artculos sobre temas
epistemolgicos, todos ellos escri tos en los lt imos tiempos (aos 1997 a
2000). Originalmente han sido redactados y (algunos) publicados en revis-
tas especializadas, de manera mutuamente independiente. Sin embargo, un
hilo los pone enrelacin entre s, a part ir dedos factores: I .La existencia de
una misma posicin conceptual frente a los diversos problemas planteados
por la actual epistemologa. La oposicin ~mpirismo y el tecnocratismo
que se le asocia, se une con la asuncin de imposibilidad de criterios
apriorstico s universales de constitucin y evaluacin de las teoras cientfi- V
cas; 2.Losocial en cuanto a sus modificaciones estructurales (y tambin las
ropias del campo cultural y el ideolgico) es el espacio dnde seestablecen
as condiciones de posibilidad de los discursos cientficos. No se trata slo de I(
nalejana historia externa (como pretendiera Lakatos), de la cual la prctica
cientfica pudiera desembarazarse. En ese sentido, los estudios que he podido
realizar sobre la sociedad y cultura contemporneas (en especial, relacionados
con la cultura massmeditica y posmodemizada), ofrecen marco a veces im-
plcito y otras explcito, para lacomprensin de las nuevas tendencias en epis-
temologa. Creo que este es un nexo que una posicin material ista sobre la
ciencia debe sostener, afin adems a
1 0
que aportan las ciencias sociales actua-
les.El cual-y es de lamentar-las ms de las veces no esafrontado por los que
realizan estudios e investigaciones en epistemologa.
.
Por cierto, no es la pretensin de este libro agotar las determinaciones
de ese campo de relaciones. Pero s establecer que sin duda el constatable
actual alivianamiento cultural se relaciona con la desfundamentacin filo-
sfica, y -por consiguiente- con la progresiva deconstruccin de los mode-
los unicistas y apriorsticos de entender a las ciencias. Los ecos del positivis-
mo lgico ya se apagaron en lafilosofia de la ciencia; aunque no en la filoso-
fia cotidiana de los cientficos, en su ideologa larvada y silenciosa. All ,
j muchos continan siendo posit ivistas, an sin saberlo. Y colaboran a ello
algunas posiciones neoempiristas que todava predominan -a contrapelo del
mundo- en la epistemologa argentina. Lo cual configura la tarda presencia
de concepciones platnicas (en el sentido que han trabajado Heidegger y
Derrida) de entender
1 0
cientfico: modelos lgico/ideales alejados de los
meandros de toda realidad, apartamiento de la facticidad concreta de la his-
toria y la produccin de la(s) ciencia(s), en atencin a sostener la pureza
abstracta de tales modelos.
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La cultura y la ciencia contemporneas marchan por otros carriles, de
Thom aPrigogyne, del narrativismo en Historia al cualitativismo etnogrfico.
Lo cual-por cierto- no nos resguarda de mantener una actitud crtica ante
algunas de las tendencias ms radicales de este movimiento hacia la
desestructuracin: ciertamente, hoy esta misma comienza a aparecer como
la modalidad subjetiva hegemnica en laactual etapa de dominacin capita-
lista. Por tanto, no podemos regresar a sustancialismos superados, pero tam-
poco abandonar toda direccin y gua, aun cuando esta sea contingente y de
un valor limitado a lo circunstancial. En ese dilema se encuentran hoy no
slo la epistemologa, sino tambin la tica y la filosofa poltica: buscar la
reconciliacin de la part icularidad con alguna forma de valor normativo.
Ello, en tanto las pretensiones de validez universalistas ya no logran calar en
la sensibilidad cultural instalada. \
Lo anterior es el nexo conductor del conjunto de textos que se presen-
tan, a despecho de sus diferencias temticas, y hasta enalgn caso estilsticas.
Se trata en su mayora de artculos polmicos, situados en relacin con anta-
gonistas en elplano de lafilosofa de laciencia, o enel dela comprensin ms
general de lafilosofa y las ciencias sociales (como es elcaso del texto sobre de
Sousa Santos, y luego sobre los autores denominados poscoloniales). Desde
este punto de vista, creo que los diferentes trabajos pueden resultar de inters
para quienes tienen alguna relacin con tales debates.
El primer trabajo esuna especie de sntesis a priori de las principa-
les posiciones que sostengo sobre la ciencia contempornea. Texto fuerte-
mente sinttico, puede tambin hacerse el ejercicio de releerlo al final, donde
seguramente proveer de algunos significados imperceptibles desde el co-
mienzo. Pero es sin duda una especie de ventana de bienvenida a laproble-
mtica que se encontrar posteriormente. Adscribir a la ciencia la adjetiva-
cin de real maravilloso , en referencia al estilo literario del barroco latino-
americano, es mostrar su
/ronco comn
con el resto de las manifestaciones
culturales, a lavez que insist ir ensu proliferacin metodolgica y pragmti-
ca, que la hace cada vez menos inasible desde pretensiones normativas de
homogeneizacin. El trabajo apareci originalmente en la revista
Debate
abierto
la que era publicada en Mendoza por la Universidad Nacional de
Cuyo, en 1998.
El segundo trabajo esuna reflexin sobre los orgenes de las discipli-
nas sociales a fmes del siglo XIX y comienzos del XX: busca desentraar las
bases del conflicto entre tipos de explicacin (individualismo vs. holismo), y
mostrar el peso de lo ideolgico en la constitucin de este tipo de ciencias. Es
8
un artculo escrito con un lenguaje menos tcnico que el anterior. Fue publi-
cado originalmente en la Facultad de Ciencias Poltics y Sociales de la
Univ. Nacional de Cuyo (Mendoza), para alumnos de lacarrera de Comuni-
cacin Social, en 1998.
El tercer artculo es una cr tica sistemtica y que he buscado hacer
minuciosa, respecto del publicitado autor neoyorquino Alan Sokal. No es el
nico artculo que he escrito sobre el punto, dado la necesidad de respuesta
ante los mediticos recursos que llevaron a tal autor a una fama tan
eclosionante como efmera. El libro
Imposturas intelectuales
dice desde su
nombre, ms de quienes lo escribieron que de sus referentes discursivos.
Pero hay que admitir que su recurso ante larevista
Social Tex/fue
ingenioso,
y que por l semostr que hay espacios de ciencias sociales donde se habla
irresponsablemente de temas que se desconocen. Es una lstima que Sokal
haya credo que a partir de esto, poda criticar el psicoanlisis de Lacan, la
filosofa de Derrida, o el relativismo epistemolgico, todos por fuera de sus
conocimientos y competencias. El artculo sepublic en larevista
Claves de
la razn prctea
de Madrid, en diciembre de 1999.
Se contina con un prolongado trabajo referido al libro de de Sousa
Santos, acerca de ''una ciencia posmodema. Sin duda que se trata de saber
sihay tal tipo de ciencia, enqu sentido es que lecabra la denominacin de
posmodema, y qu caractersticas especficas revestira. En realidad, esa es
la primera parte del artculo, que sepropone trabajar explcitamente las con-
secuencias de la cultura posmodema en el campo epistemolgico. Conse-
cuencias que estn abiertamente presentes tambin en los dos ltimos traba-
jos, referidos uno a Laudan y el otro a Kuhn. Tambin en este cuarto acpite,
hay una segunda parte que refiere a los poco conocidos enArgentina estu-
dios de laboratorio . Sus posiciones epistemolgicas son netamente
desestructurantes, y sin duda muy interesantes en cuanto desmitificacin del
sentido comn sobre la ciencia. Luego, un tercer momento del texto discute
precisamente los males opuestos a aquellos propios del apriorismo
neopositivista o popperiano: me refiero a la crtica hacia los autores denomi-
nados poscoloniales. En este
caso,
se trata de polemizar con un texto del
autor argentino radicado en Estados Unidos, W.Mignolo. Las pretensiones
de derivar una poltica eficaz a partir del deconstruccionismo; la extrema
apelacin discursiva, que propone una asfixiante intratextualidad alejada de
cualquier referencia a lomaterial; ms lacuriosa idea de que Fanon y Derrida
pueden jugar en coherencia mutua, a partir de una nocin de lo latinoameri-
cano construida desde los Estados Unidos, son algunos de los blancos de
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esta crtica. Lo poscolonial de manera lenta se va afincando en algunos
espacios del aparato universitario latinoamericano, y por ello entendemos
necesario el debate. Este texto se public originalmente en un cuadernillo
por el CIPOST de la Univ. Central de Venezuela (Caracas) en 1998.
El quinto trabajo es una reflexin acerca de las condiciones sociales y
surelacin con elconocimiento en laactualidad, a partir de cierta apelacin a
la dialctica. Est presente como fondo la tematizacin de Alfred Sohn-Rethel,
autor injustamente desconocido en laArgentina (ya fallecido), probablemente
por haber pertenecido a la tradicin del pensamiento marxista. Es un trabajo
que fuera publicado en larevista Diosa Episteme, de Rosario.
Son inditos los dos ltimos artculos. El primero intenta discutir la
cuestin del progreso en las ciencias, la cual fuera puesta como central a
part ir de la problemtica abierta por T.Kuhn. Mostramos que en l haba
una cierta nocin de tal progreso, muy genrica pero existente (contra
10
que
ha solido criticrsele, suponiendo una total falta de respuesta de suparte al
tema). Tambin se toma en cuenta lapostura de Stegmller, quien demostr
la logicidad de lateora kuhniana. Y por ltimo, sediscute laidea de Laudan
de evaluar a las teoras segn sucapacidad de resolucin deproblemas, y los
aciertos tanto como las dificultades que ello suscita.
En eltrabajo final, proponemos que es errneo referirse a la nocin de
paradigma en ciencias sociales, a pesar del amplio uso que se hace de la
misma. Y planteamos una alternativa a la categorizacin que hace Kuhn
sobre tales ciencias, las que en su discurso quedan relegadas a la inmadurez
de
10
pre-paradigmtico .
Quedo en la esperanza-de abrir espacio a algunos de los puntos relevan-
tes del debate epistemolgico actual, y de ofrecer elementos para la necesaria
discusin. al respecto. Ello atae no slo a los especialistas en epistemologa,
sino a los cientficos mismos. Y tambin a aquellos~ue viven elpresente con la
mirada atenta a los nuevos rumbos del pensamiento y lacultura.
Roberto Follari
Jul io del ao 2000
10
CAP t ru L
o
1:
LA CIENCIA COMO 'REAL MARAVILLOSO'
. Nada ms exacto y objetivo que elconocimiento cientfico, segn las
versiones aceptadas por el sentido comn de los cientf icos mismos. Nada
ms parecido al dibujo natural del mundo que elmapa que ofrece la cien-
cia, segn las difundidas tesis de las epistemologas ms anticuadas y -sin
embargo- ms conocidas, al menos enArgentina (1). La pereza del pensa-
miento y la apelacin a laintuicin sensible -lo cual son dos modos de decir
10 mismo (2)-, se imponen masivamente para hacemos creer que elconoci-
miento cientfico es una especie de fotografa de larealidad, una copia pasi-
vade sus caractersticas intrnsecas. Esto oculta elhecho de que la ciencia es
v
una produccin, una construccin: por tanto, de ninguna manera una simple
constatacin de algo pre-constituido. Y, a part ir de all , que en realidad -al
decir del filsofo Heidegger-la ciencia esun fruto del platonismo. La cien-
cia sera resultado de las tendencias espiritualizantes propias del pensamien-
to occidental postulado por los griegos (tras destronar a los sofistas): de
modo que su exacti tud, su supuesta cert idumbre, no seran otra cosa que la
negacin cerrada de la falibilidad, la imposibilidad de aseguramiento, y la
contingencialidad propias del conocimiento -y elacontecer- humanos.
La ciencia puede as ser advert ida en
1 0
que tiene de objetivacin ,
ms que de objetividad ; es elfruto deuna cierta forma deponer los objetos
~nperspectiva, decaptar s~r aspectos legaliformes y repetibles, de modo de
hacer desaparecer de la percepcin aquello que -visto como desordenado-
queda fuera de dicho campo de estipulacin previa.
Si hacemos caso a
10
que se abre desde una posicin como la que
hemos brevsimamentedelineado (desarrollarla implicara un trabajo ms
largo que el que cabe a esta publicacin), caeran toda una serie de supuestos
que suelen darse por obvios, y pretendidamente naturales :
. 1.La ciencia no seala cmo son los hechos; slo el comportamiento
I
Ideal de leyesque en larealidad fctica nunca se dan aisladas (3). Es decir:
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la ley de la gravitacin universal se cumple, pero siempre existen resisten-
cias a lacada de los cuerpos; muy claro resulta elcaso de los planos inclina-
dos, o las variaciones de temperatura de hervor de los lquidos de acuerdo a
la altitud, etc. En una palabra: las leyes cientficas nunca surgen de una
simple lectura inmediata del comportamiento de loreal.
2.La ciencia no dice loreal , sinoque lo ex lica or medio de teoras. Ello
implica que laciencia no surge e la'observacin -segn a menudo secree (4)-
sino que implica siempre la existencia de supuestos previos que son puestos a
contrastacin por va de la experiencia. Este es uno de los puntos que ms
contradicen la supuesta evidencia: como lo real no habla (5), slo se hace
\ inteligible en orden a los interrogantes conceptuales que se le formulan.
3.En continuidad con el punto anterior, la ciencia implica apelar a teo-
ras, y ello a provocar recortes empricos dismiles. Dicho m s fcilmente: la
I
observacin no es neutral ni objetiva, se capta diferencialmente de acuerdo
con cules son los supuestos -explcitos o no- que ordenan la mirada del
observador. De modo que slo para aquellos que convencionalmente se han
puesto de acuerdo sobre los criterios y protocolos observacionales, cabe es-
tablecer luego bases intersubjetivamente vlidas para observaciones en las
que pudieran acordar los tipos de descripcin emprica. A teoras (o a
paradigmas ) diferentes, corresponden recortes empricos diferentes (mo-
dalidades dismiles de clasificacin, por ej.).
4.Tebras diferentes implican tambin categoras de anlisis dismiles en
relacin a los mismos objetos del mundo (en realidad, al categorizarlos
diferencialmente deja de ser factible tomarlos simplemente por los mis-
mos ) (6). Es decir: se plantea la cuestin de la diferencia de lenguaje entre
teoras. Si -como toda la concepcin pragmtica del lenguaje muestra (7)-
ellenguaje no refiere inmediatamente a loreal, sino lohace por mediacin de
condiciones socioculturales especficas, cabe establecer que no existe un len-
guaje neutro interterico que pudiera remitir directamente a lo real para re-
solver diferencias, o para permitir comunicacin fluida. Ello lleva al tema de
la inconmensurabilidad entre teoras (8) o paradigmas, que planteara
Kuhn: dos teoras diferentes se sostienen en supuestos diferentes, y ello
implica -por ej.- diferencia en cuanto a qu se entiende por ejemplo relevan-
te, qu por prueba emprica suficiente, etc. La consecuencia es evidente: dos
teoras no pueden resolver argumentativamente sus diferencias, ni tampoco
empricamente, dado que sus protocolos de validez son nolhomologables. La
ciencia crecer -muestra Kuhn- en razn de su posibilidad de resolver pro-
12
blemas, no de su mayor racionalidad en funcin de algn supuesto patrn
neutro de lo que sepudiera entender por esta (9).
5.No existe el mtodo cientfico, fetiche preferido de la mitologa cien-
tfica. El mtodo depende del especfico objeto, y por ello esvariable en cada ~(
V
caso. Imposible practicar con el experimentalismo en Antropologa, o para
realizar el anlisis clnico en Psicologa o Medicina. Las ciencias no com-
parten un mtodo -como machaconamente insiste elpositivismo enretirada
(10)-, sino la rigurosidad metdica (respecto de la coherencia interna, la J
postulacit de teoras pblicamente expuestas, la contrastacin emprica, el
v
alcance del contenido emprico, etc.). Como bien seha sealado, la insisten-
cia en lacuestin del mtodo suele esconder la incapacidad para advertir los
problemas epistemolgicos de fondo en la construccin de laciencia (11)../
6.Las teoras cientficas no estn comprobadas, en tanto son imposibles
de comprobar. Ya.lo mostr sobradamente Popper (12): en tanto los casos
nunca pueden agotarse, siempre una teora podra hallar un futuro
contraejemplo. Podra establecerse una teora como falsa, pero es imposible
demostrarla verdadera. De modo que someter las teoras a contrastacin
emprica es sin duda necesario, pero no permite asumir como vlida lateora
que pase positivamente la prueba. Es ms: varias teoras pueden resistir las
mismas pruebas empricas positivamente, ser coherentes con ellas, sin ser
teoras equivalentes o coextensivas. Esto hara que hubiera ms de una
teora verdadera sobre el mismo objeto (12), y que la prueba emprica no
funcione cmo supuesto experimento crucial definitorio, como sepensaba
desde el Crculo de Viena (fundador del positivismo lgico).
7.La ciencia no progresa linealmente, sino por rupturas. Es decir: una
nueva teora habitualmente plantea corte, no co'tinuidadcon la anterior.
As, la ciencia no devela gradualmente una realidad pre-dada cuyas caracte-
rsticas van apareciendo cada vez ms, sino define tal realidad en cada caso
diferencialmente segn el tipo de aproximacin terica (13).
8.Una teora cientfica no se cae por un contraejemplo. Lejos de la
imaginera experimentalista, se ha mostrado que una teora resiste casos
adversos, hasta tanto exista otra mejor que sea capaz de resolverlos. Ningu-
na teora cae hasta que exista otra que lareemplace, por locual una teora se
sostiene mientras sus contrajemplos sean escasos, y resulte heursticamente
til en la resolucin de problemas de investigacin (14).
9.Los cientficos no son grandes racionalistas dedicados a la cuestin de
confirmar o refutar teoras, sino hombres ligados a la resolucin de proble-
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mas concretos de investigacin, que suelen ser inconcientes de los supuestos
tericos de su actividad. Es esto 10aportado por la nocin kuhniana de pa-
radigma , y ayuda a demitificar la nocin de 10que son los cientficos, su
actividad y sus productos. La mayora de los cientficos cree habrselas di-
rectamente con la realidad, no asume estar mediado por supuestos concep-
tuales especficos ..;
10. El cientfico -en consonancia con 10anterior, y en contra de posicio-
nes como la de Popper- no es un desinteresado buscador de verdades, sino
un sujeto socialmente condicionado que busca, en primer lugar, legitimarse
dentro de la comunidad cientfica. El elemento objetivo de suposicin no es
lareferencia a una realidad incontaminada, sino a una situacin social obje-
t iva dentro deun campo derelaciones depoder enel aparato institucional de
los cientficos, el campo (Bourdieu). Los cientficos no buscan abstracto
conocimiento, sino concreto reconocimiento (15).
11.Las posiciones que se tome en las querellas de interpretacin cientfi-
ca, estn condicionadas por el lugar relativo que seocupa dentro del espacio
social global, y tambin en elespacio de lasjerarquas cientficas. Las tomas
de posicin en el campo del conocimiento estn afectadas por situaciones
contextuales ajenas a 10cientfico mismo, de las cuales a menudo elcientfi-
co no es conciente (16).
En fin, podramos continuar atentando contra los prejuicios constitui-
dos sobre la ciencia. Advertir su relacin con la dominacin y el poder
(Foucault, Escuela de Frankfurt), enmarcarla en relacin a intereses espec-
ficos que condicionan su tipo de perspectiva (Habermas), insistir en su ac-
tual creciente y peligrosa puesta al servicio de necesidades pragmticas del
aparato poltico y econmico (Lyotard). O adentrarnos por la ruta que mues-
tra que los sistemas fsiconaturales tambin son productivos, y por ello no
limitables a la explicacin causalista clsica (Prigogyne): 10cierto es que los
caminos estn lejos del bostezo positivista que an habita la mentalidad de
un amplio campo de los cientficos prcticos. A estos, les cabe todava a
pleno la frase que -en un mbito de influencia diferente- sostena C.Marx:
10hacen, pero no 10saben .
14
Notas
1. Estas posiciones las defienden autores como Mario Bunge o G.Klimovski, ambos con
fuerte peso en nuestro pas, an cuando muy diferente calidad en sus aportes (el prime-
ro es auto r dems de t reinta libros intemacionalmente reconocidos, mientras el segun-
do ti ene una limi tada obra escrita)
2 .BACHELARD, G. Lajrmacin del espritu cientf/lco, Siglo XXI, Mxico, 1979
3.0LlV, L. Conocimiento, sociedadyrealiad(problemas del anlisis del conocimiento
y el realismo cientfico), F.C.E., Mxico, 1988
4. CHALMERS, A. Qu es esa cosa llamada ciencia, Siglo XXI, Madrid, 1987, el captulo
sobre el inductivismo ingenuo
5. BOURDIEU, P. et al.:
El oficio de socilogo,
Siglo XXI, Bs.Air es, 1975
6. KUHN, T.
La est ructura de las revoluciones cientf/lcas,
F.C.E., Mxico, cap. 10, donde
sostiene que cien tficos que estn en parad igmas diferen tes se ub ican en mundos
diferentes ; contra est a pos ic in seubic H.Putnam con su t eor a causa l de la re fe ren-
cia , por ej. en su El signf/lcado de signf/lcado, Cuadernos de Crtica, UNAM, Mxi-
co, 1984. Putnam ha atenuado su pos ic in inici al sin haber la abandonado, ver su Las
mil caras del realismo, Paids, Barcelona, 1994
7. Esta teora va desde lo aportado por J .Aust in en su c lsi co Cmo hacer cosas con pala-
bras, (Paids, Barcelona, 1988), a lo retornado en las conocidas obras de Umberto Eco.
8. KUHN, T . La estructura. ..op.cit., cap. 10
9. GMEZ, R. Kuhn y la racionalidad cientf/lca. Hacia un kantianismo posdarwiniano?,
en O.Nudler et al.: La racionalidad en debate, Centro Editor de A.Latina, tomo 1,
Bs.Aires, 1993
10. Esta insistencia en EL mtodo aparece en las obras de M.Bunge, incluso una de las
primeras l leva ese nombre
11. P.Bourdieu et al., op.cit.
12. QUINE, W. Teoras y cosas, UNAM, Mxico, 1986; B.Magee: Popper, Grijalbo, Bar-
celona, 1974
13. Esto es lo que sostiene T.Kuhn, a partir de la obra citada y tambin -con matices
especficos- en sus trabajos posteriores. Su posicin tuvo el impo rtante apoyo de la
concepcin no-enunc ia tiva de las teor as de W.Stegm ller, b asada en la lg ica y la
teora matemtica de conjuntos , lo que desminti la supuesta irracionalidad atribuida
'por los logicistas a la posicin kuhniana. Ver W.Stegmller,
Estruc tu ra y dinmica de
teoras, Ariel, Barcelona, 1983
14.Idem
15. WOOLGAR, S. Ciencia: abriendo la cqja negra, Anthropos, Madrid, 1994. Este autor-
junto a Latour- ha abier to una dec isiva veta de an li si s concreto de lo que los c ient f i-
cos realmente hacen (no lo que creen hacer ), an cas i desconoc ida en Argentina, a
pesar de que ya cuen ta con ms de una dcada de v igencia.
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16. BARNES,B. Kuhny las ciencias sociales, F.C.E., Mxico, 1986; C.Prego, Las bases
sociales del conocimiento cien/(jico ( la revolucin cognitiva en sociologa de la cien-
cia), Cent ro Editor de A.Lat ina, Bs .Ai res, 1992
16
CAPTULO 2: SOBRE EL OBJETO Y EL SURGIMIENTO DE LAS
CIENCIAS SOCIALES
\ \ . 0 - 5 IT 4
I~~
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r r>-l Ja l' ..,
Z ~ . . \ . ,. , . \
Ir.
r:t , .-JV
Las cienc ias hoy existentes pueden en primera instancia se r clasifica-_ _
das en formales y fcticas. Las primeras son slo la lgica y la matemtica,
que no remi;ti-a ign objeto direc to de la real idad, sino a los mecanismos
formales conque las comprendemos. Todas las dems son fcticas , es de-
cir, relativas a hechos; por tanto, l as teoras que en el las exi sten tienen como
referencia aspectos de la real idad, que, ellas buscan interpretar y explicar.
Dentro de las ciencias fcticas, se distinguen por una parte las fsico-
naturales (p.ej., fsIca, biologa~ qumica, astronoma, geologa, etc.), y las
sociales (historia, sociologa, economa, antropologa, etc.). Estas ltimas,
en otfa- poca eran denominadas ciencias humanas , y an ciencias del
espri tu , lo que marca la mentalidad de los per odos respectivos (comienzos
de este siglo y fines del XIX).
El surgimiento de las ciencias con las carac ter sticas que hoy le cono-
cemos (de aplicacin del clculo matemtico y la medicin a la observacin,
el experimento y el tratamiento de, los da tos), se dio desde hace ya tres siglos,
con la denominada revolucin copernicana. A parti r de Galil eo, l a astrono-
ma y la f s ica se independizan de raf i~osofa, en la medida en que la presun-
cin terica de que la Tierra no es el centro del Universo resultaba confirma-
da por observaciones telescpicas. Esto colabor para que la razn humana
fuera de all en ms el criterio orientativo bsico para la ciencia, e incluso
tambin para la tica, la f ilosof a y la legit imacin de los gobiernos, abr ien-
do paso a lo que se ha llamadi iodernidad'j Consiguientemente, la Iglesia
perda hegemona en el manejo directo del poder poltico e ideolgico, lo
cual le hizo rechazar muchos de los iniciales hallazgos de la ciencia. .
Las ciencias primeras fueron del orden fsico-natural: qumica (por
mucho tiempo no distinguida de la alquimia), biologa (ligada a medicina),
fsica. Esta ltima se convirti con el tiempo en la ciencia/tipo o ejemplar, a
travs de la teora de Newton, que estableci y expl ic la gravitacin univer-
1 7 .
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sal (es decir, la atraccin de los cuerpos segn su masa). Esta disciplina
ofreci el modelo de explicacin causal-determinstico, ligado a la existencia
de leyes sobre hechos repetibles: siempre que se dan las mismas condiciones,
seproducirn los mismos resultados. De tal modo -al menos en las artificia-
les condiciones de un experimento, donde todo est controlado- se puede
prever el comportamiento de los fenmenos a partir de conocer estrictamente
su previa situacin.
A Estas ciencias se fueron consolidando, de modo que cuando surgieron
las sociales, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, ya tenan una fuerte
aceptacin y tradicin conformada. Ello implicaba mucha presin para que
las ciencias sociales siguieran el modelo de las fisico-naturales (explicacin
causal-determinstica), y es esta una de las razones de la supuesta superiori-
dad que a estas ltimas se ha solido atribuir, y de la pretensin -muchas
veces presente, an hoy- de que las ciencias sociales copien a las fsico-
naturales como modelo a seguir.
Uno de los supuestos difundidos es que las ciencias fsico-naturales
seran exactas . En rigor de verdad, ninguna medicin puede ser absoluta-
mente exacta, porque siempre podran aparecer instrumentos ms precisos que
los actuales: 10nico que se conoce con exactitud es lamagnitud del error que
la medicin podra incluir. Otra idea es la de que las ciencias fsico-naturales
seran totalmente objetivas , porque en ellas los distintos cientficos suelen
estar de acuerdo en las interpretaciones: T.Kuhn -un historiador de la ciencia
riguroso- demostr que en ciencias fisico-naturales seusan supuestos dismiles,
y que hay puntos de vista tericos definidos, slo que no se advierten porque
suelen ser sucesivos y no simultneos (l los llam paradigmas ); es decir,
existen interpretaciones alternativas de losmismos hechos. Tambin hay quien
cree que las ciencias fisico-naturales son totalmente comprobadas , contras-
tadas con las sociales que no lo seran. Yaen 1930, Popper demostr que la
probanza en ciencia nunca puede ser total: siempre puede haber un nuevo dato
que rectifique o refute las teoras anteriores, de modo que a lo sumo podemos
llegar a confirmaciones parciales, a veces de corte probabilstico.
Decimos todo lo anterior para que se advierta que si las ciencias so-
ciales no son exactas, sihay en ellas puntos devista tericos diversos, o sino
estn taxativamente comprobadas, todo esto afecta tambin a las ciencias
fsico-naturales. En todo caso, la diferencia es slo cuestin de grado, en
tanto estas ltimas refieren mayoritariamente a hechos repetibles, y tienen
un ms largo desarrollo histrico. Pero no existe la supuesta clara oposicin
entre ciencias objetivas y otras que no lo fueran.
18
Por cierto, lo antedicho no impide advertir la dificultad atinente a las.
ciencias sociales, en cuanto el objeto de anlisis es el mismo que el sujeto
queanaliza: ello hace que los obstculos para lograr una distancia objetivante
sean mayores. Pero no deja de haber un margen de este problema en las
ciencias fsico-naturales: casos recientes como la clonacin o el virus del
SIDAtienen tantas consecuencias ticas, que all tambin lostemas valorativos
humanos pueden influir en las decisiones tericas del investigador. En todo
caso, hay que advertir que sia nivel de objeto unas ciencias son naturales y
otras
S c i li i e s \
a nivel de cons~n todas las ciencias son sociales. ]'s
~ir: .?das las ciencias .son una construcci~~~.u }.PoduS2. de la ac-
cin socjal, Este ltimo aspe~o suele ser poco advert ido por quienes hacen
~~a;-f~ico-n~al.es, que cr~~? ver ,d~ectame,l1e~~r~alid~d..inadv~- r . /
ti r los arametros de mte retaclOn aun
@..
-PEcepclOn) SOCIalmentead- t
iri90i~1
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9/60
cada vez-ea medida del decurso de la Historia- se lograra grados mayores de
autoconciencia y de sntesis ordenada de la sociedad.
De all surgi luego lateora de Marx., quien decidi invertira Hegel,
----
proponer que era lo material/social lo que estaba primero, y la conciencia
social su consecuencia. Marx. tambin concibi a la historia como pasos
graduales hacia estadios mayores de libertad y racionalidad: pero incluy en
su anlisis instrumentos de economa y construy categorias de orden cient-
fico-social. Por esto, algunos loasumen como elpadre de la Sociologa, que
fue la primer ciencia social aceptada como tal. Sin embargo, tal paternidad
no le fue universalmente reconocida, dado que suteora buscaba ser ciencia
crtica , no neutral, y por tanto se planteaba conceptualizar los intereses de
los trabajadores industriales (proletarios) contra los de los capitalistas,
que su teora mostraba que vivan de la actividad de aquellos. A su vez,
Marx. no rehua la filosofa dentro de su trabajo cientfico, como slo hacan
los cientficos que queran ser aceptados como tales: en realidad haca una
sntesis de ciencia y filosofa, que implic lanovedad de hacer a la filosofa
jugar un papel como parte del anlisis cientfico de hechos sociales. En todo
caso, la peculiar ubicacin de Marx. en el campo del conocimiento -al que l
asuma explcitamente como parte del conflicto social-lo llevaba a plantear
una ciencia de lo social nica, que inclua aspectos de economa, sociologa,
t v teora poltica. Para l no habra ciencias socialesen plural , porque aldivi-
dirse estas entre s, impediran captar el funcionamiento orgnico de la so-
r ciedad como un todo donde sus partes estn mutuamente imbricadas.
Ms tarde, hacia 1880, aparecera -tambin en Alemania, fecunda
siempre para la filosofa- ~h~y. Este pensador busc salvar la especifi-
cidad de las ciencias del espritu respecto de aquellas que estudian la natu-
raleza. Advirti que los comportamientos humanos no seran causalmente
determinados, ya que a un mismo estmulo, podemos responder cada uno de
manera diferente, y an la misma persona diferencialmente segn cada mo-
mento. No habra determinismo a partir de las causas; ello, porque lopropio
de lo humano sera la conciencia, y la libertad que esta posibilita. El hombre
puede elegir, y por ello loque mueve sus actos sera los motivos concientes
que cada uno tiene en mente para realizarlos. As es que Dilthey plante la
idea de comprensin como alternativa a la explicacin propia de las cien-
cias fsico-naturales (tal comprensin o metodologa hermenutica man-
tiene fuerte influencia hasta nuestros das). Se tratara -entonces- no ya de
especificar con proceso de observacin externa cules son las leyes causales
que dan razn deun hecho; sino de interpretar qu pas por lamente del que
20
':1iz y obr como motivo conciente que lo llev a realizarlo. Es decir:
10Jl:iiU 1 d . liz b 1
babi que ponerse en el ugar e qUlen rea lZO una accion para uscar e
sen~do de esta, el cual por supuesto es propio slo de ese sujeto y no de
todos,
y
no resulta perceptible para un observador externo.
Esta interesante aportacin de Dilthey no convenci a loscientficos de la
p O C 8 .
imbuidos del espritupositivista para elcual no era ciencia aquello que no
ligaraa lo experimental, y no sehiciera observable externamente. Pudo con-
:nnar aa lgunos psiclogos y socilogos, pero desde un punto de vista masivo
provocmsbienuna coru;umacindel sentido comn s~gne~c~l era evidente
queparalosocialno sepodausar esoquellamabanel metodocientfico'fmuchos
creanentonces que haba uno solo): losocial nopoda estudiarse rigurosamente,
porque all aparecan cuestiones valorativas y filosficas, cuando no inclus?
religiosas(esdecir: siseplanteaba elcausalismo enlo social, estopona enduda
el librearbitrio, sostenido por lasreligiones mayoritarias).
Poreso la llegada de Emilio Durkheim, alrededor de 1900 en Francia, j )
significa de manera ms idiscutidala aceptacin de lo social como objeto ~
de ciencia. No es por ello mejor su obra que la de Dilthey o la de Marx,
probablemente sea menos extensa y detallada que lade este ltimo; pero ses
laque convenci mayoritariamente a las comunidades cientficas de la poca
que la Sociologa poda ser ciencia (y -a part ir de all- podran serlo luego
lasdems disciplinas sociales, como Ciencia Poltica, Antropologa, etc.)
t
En Las reglas del mtodo sociolgico determin Durkheim su pro-
grama: hay que tratar a los hechos sociales como cosas . Es decir,
objetivarlos, abandonar ideas como la de libertad del individuo para ver las
leyes empricas de funcionamiento, a partir de una rigurosa referencia a los
datos. As fue que advirti regularidades cuando, en vez de tomar la con-
ducta individual como objeto, asumi los datos estadsticos relativos a con-
juntos sociales (clases, grupos, instituciones). All se advierte la diferencia
enacceso a la escuela segn clase social, o cmo el suicidio era una posibi-
lidad diferente segn el sector social a que se perteneciera. Durkheim -un
conservador-, escandaliz a los convencionalismo s de su poca diciendo
~uelos hombres sufran coaccin ; es decir, que loque ellos crean un acto
hbre, era el fruto del condicionamiento social. Pensamos y hacemos segn
corresponde al estamento social a que pertenecemos. Esta idea result cen-
tral para que la ciencia social fuera factible, y establece la posibilidad de
~diar causas que resulten ajenas a la percepcin del sujeto que acta. El
~vestigador puede as advertir la existencia de influencias que son descono-
Cidas por quienes las padecen.
21
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Esta versin -aparentemente menos respetuosa de la especificidad de
lo social que la de Dilthey- fue la que promovi los estudios sociales al
rango de cient ficos. Es que en rea lidad, se alejaba ms del sentido comn
que la del autor alemn, y tambin de la f ilosofa especulat iva que haba ocupa-
do el anlisis de los objetos que desde entonces empezaran a ser diseccionados
por las ciencias sociales. Adems, Durkheim result cuidadoso en su aproxima-
cin: completaba diciendo que hay que tratar a los hechos sociales como cosas
sociales . Tratarlos objetivamente, como a todas las dems cosas: pero sin olvi-
dar que lo social es un objeto especf ico, diferente de los de la naturaleza.
\ Durkheim demost raba que tras e l actor social (quien acta), hay una
estructura objet iva (clase, estamento, Estado, institucin, etc.) que explica .
'cmo y por qu acta. El pone el nfasis en la estructura, y no tanto en la
accin individual. Hasta nuestros das, los estudios sociales se dividen entre
los que enfatizan la estructura (y por ello los factores causales no conocidos .
por el individuo), y los que privilegian la accin (y por ello los motivos concientes
que mueven al ac to del sujeto). Los primeros sue len ocuparse ms de las cues-
t iones globales de la sociedad, los segundos explican bs icamente las acciones
. de cada uno de los sujetos (y no la sociedad como un todo).
En la primera de estas tendencias, un movimiento decisivo fue el del
estructuralismo francs de los aos sesentas y setentas de nuestro siglo. To-
~
maron su modelo de la lingstica, que pas a ser desde entonces una ciencia
, central. Autores como Levi-Strauss (en Antropologa social) y Roland Barthes
(en teora del texto), in terpre taban al sujeto humano como conformado total-
mente desde fuera, por el lenguaje o por el inconciente. Esto haca que el
sujeto humano simplemente fuera un portador de condiciones para l mis-
mo desconocidas. Esta teora -de compleja expl icacin que no desarroll are-
mos aqu- llev a pensar en la muerte del sujeto , en tanto mostr una
ruptura rotunda ent re
1 0
que cada hombre cree que hace libremente, y las
condic iones obje tivas de su a tadura a causas ignoradas (pertenec ientes al
plano de la sociedad y la cultura, al universo de los s mbolos).
La ideologa enla ciencia
'J
1 }.
La ciencia social se produjo en ruptura con el sentido comn y la
fi losoflapor ello, tambin en diferenciacin/separacin de la ideologa. Y
esto sin duda
result
til en su m~m~to: la ciencia no est en simple conti-
nuidad con las ideas de quienes la hacen, y hay enorme distancia entre un
~ajo de investigacin y un manif iesto ideolgico.
22
23
Pero asumido loanterior, es tambin una ilusin creer que sepuede des te-
l e
ideologa de las c ienc ias socia les en trminos totales. Inevitablemente, las
cientficas, que deben asumir condiciones de rigurosidad, coherencia in-
contenido emprico, etc., a lavez resul tan una interpre tac in de lo social.
i
la interpretacin no puede dejar de tener algn viso de valoracin; an la
te no-valoracin, la supuesta neutralidad, es valorativa, dado que va lora a
=trali
dad
por sobre la toma de partido (a la vez que sue le favorecer objetiva-
.-re a lo que est ya establecido, contra los partidarios del cambio).
Como no hay ideologa que penetre ms que aque lla que no se presenta
como tal (aquella en cuyo nombre se afirma que las cosas son as , y nos
convence de que habla objet ivamente' ), estil que los presupuestos ideolgi -l
cos que incluyen las teoras en c ienc ias sociales estn explic itados. Esto ra ra _
ve z
se da (slo las teoras crticas suelen hacerla, caso marxismo), pero en
todo caso quienes practi can ciencias soc iales deben saber decodi fica r tales
presupuestos en los desarrol los tericos o empricos que les sean presentados.
Este aspecto ideolgico ha estado presente en la de terminacin de los
objetos de las discipl inas cient fico-soc ia les. Caso paradigmtico, el de la
Antropologa: ligado al proceso de colonizacin a comienzos de siglo, le
STvide acompaamiento y just if icacin, al proponer a las culturas supues-
tamente primitivas como objeto de una ciencia especial. Sociedad, slo
1 0
ser a la occidental (por eso sera estudiada por la Sociologa). En cambio
estas comunidades sin memoria histrica ni escritura, seran confinadas a
una disciplina diferenciada, que de antemano las pona en consideracin de
inferioridad constitut iva en relac in a la cul tura hegemnica.
Otro caso sintomtico es la Historia: siendo parte decisiva de los rela-
tos de constitucin de las identidades cinales (a travs de la presentacin
de hroes y situaciones fundacionales de la Nacin) apareca como
indiscutida e indiscutible. La apreciacin -dada con el ti empo- de los presu-
puestos ideolgicos que conl leva (caben interpretaciones alternativas de los
mismos hechos documentados), ha ido mostrando la enormidad de dif iculta-
des que hacen a la disciplina: la imposibi lidad de obje tividad pura, los
dis~iles criterios para establecer los perodos, la imposibil idad de recons-
tnllr desde el hoy el clima cultural de la poca que se pretende explicar, etc.
La Historia muestra palmariamente cmo la ciencia no es una simple
.
bCOP1a de la realidad, sino un recorte selectivo de esta: sera imposible ha-
lar de todos los hechos que acaecen cada da en el mundo, de modo que lo
: e la disciplina recopila es una seleccin mnima, que da por sentado qu es
que vale la pena rescatar de la vasta multiplicidad de los acontecimientos.
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La~conoma esun caso sumamente interesante: algunos creen (inge-
nuamente?) que es casi una ciencia exacta, con leyes inmanentes. Pero los
clsicos hablaban acertadamente de economa poltica : en realidad, las
leyes econmicas rigen mientras ri ja el sistema econmico en que tienen
lugar. En el feudalismo, ni siquiera exista el dinero, de modo que por su-
puesto tampoco existan los problemas financieros, la inflacin o la medida
del salario y su relacin con los precios. Haber recortadoel objeto de la
economa de sus bases sociales de existencia, es una operacin propiamente
ideolgica, que lleva a muchos economistas a recitar el credo actualmente
hegemnico creyendo que hablan en nombre de alguna ley casi natural, con
total desconocimiento de las limitaciones contextuales de sus afirmaciones.
Con laciencia polticapcurre algo similar: sise lapiensa almargen de
las condiciones socioeconmicas, puede llegar a creerse que el poder en su
totalidad pasa por las instituciones del Estado, o del rgimen parlamentario
hoy casi universalizado a nivel mundial. Pero espor dems sabido que gran
parte del poder (como Marx enfatizaba) circula por los grandes dueos de la
economa, al margen del manejo formal de las estructuras del aparato polti-
co. Si no se aprecia a la sociedad en su conjunto, lapoltica podra plantear
un recorte artificioso -por incompleto- de su objeto.
Tal como podemos advertir, nada menos natural que la determina-
cin de los objetos de la ciencia. Estos obedecen a recortes que pudieron
haber sido planteados de otra manera, y que continan cada vez teniendo
nuevas aperturas, mientras an se siguen discutiendo las anteriores.
yesto, aun en el supuestamente natural mundo de las ciencias natura-
les, tambin ellas siempre socialmente construidas.
24
o3: ALAN SOKAL. LA INSUFICIENCIA DE PRUEBAS
Bastante seviene diciendo sobre el conocido affaire Sokal : sobre
todose asiste a la celebracin de una especie de revancha de parte de aque-
llosacadmicos ligados alpositivismo y sus secuelas que -superados por el
decurso histricocultural y la creciente invalidacin de epistemologas
apriorsticas- , secreen llamados por fin a una ocasin de salir de sucrecien-
te irrelevancia conceptual.
La razn principal de tal apreciacin es la notoria incapacidad de los
epgonos de Sokal para advertir cmo aparecen en l mismo, algunas de las
inconsistencias que encuentra en sus adversarios. Esa unilateralidadde par-
tedel sbitamente clebre profesor neoyorquino, pasa desapercibida a aque-
llosque estn dispuestos a celebrarlo sin matices; dada su implcita inten-
cin de renovar sus prejuicios ya sea respecto de las ciencias sociales, la
posmodernidad, elrelativismo epistemolgico, o todos ellos a lavez.
Comencemos por sealar que hay que tomar a Sokal en serio. Su
procedimiento del envo a la revista
Social Ten
de un texto plagado de
sinsentidos y errores de interpretacin en la aplicacin de ciencias fsico-
naturalesa problemas sociales, a travs deun discurso hbilmente compues-
to
y
que inclua slo citas autnticas, en ningn caso puede ser respondido
con displicencia, suponiendo que nada hapasado , o que no seha demos-
~do algo importante . Slo quien pretendiera negar la evidencia podra
Ignorar que Sokal dej al descubierto que realmente puede proponerse afir-
maciones absurdas en ciertas revistas l igadas al posestructuralismo, y a la
vez serpublicado con decisin favorable del Comit Editorial.
Eso no es poco. Sibien nada testifica sobre la validez de la posible
g~eralizacin del procedimiento (en rigor, slo seha demostrado que en esa
revista puede publicarse tal clase de imposturas), el trabajo de Sokal (1) a
travsde citas de diversos autores, muestra convincentemente que tal tipo de
1 180 de conceptos de ciencias fsico-naturales sin el debido rigor, se realiza a
25
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menudo en ciencias sociales, y que ello esmuy comn enla produccin que
-a
grosso
modo- l denomina posmoderna .
La reaccin de parte de quienes no quieran ver 1 0 que Sokal ha mos-
trado claramente, opera en contra de quienes la sostienen. Es por dems
evidente que en ciertos usos del posestructuralismo (Lacan, Kristeva, disc-
pulos de Derrida, Deleuze/Guattari, etc.) hoy altamente difundidos, se ha
hecho caso omiso delcuidado por elr igor en laapelacin a las referencias, y
se ha realizado aquello que Sokal cri tica: una pretenciosa muestra de su-
puesta erudicin apelando a conceptos desconocidos para lapropia discipli-
na, a los cuales en realidad no semaneja de primera mano. As, se traspone
categoras desde
10
fsico-natural hacia
10
social sin apego alguno a los
recaudo s necesarios, ni tampoco al conocimiento de la disciplina del caso
(fsica, matemtica, etc.).
Esta tendencia es grave en la literatura filosfica y aquella acreditada
c?mo cientfica. Flaco favor sehace alprestigio de las ciencias sociales, y al
avance del conocimiento de sus objetos de anlisis, cuando se asume poses
grandilocuente s que encubren falta de solidez en las referencias y argumen-
taciones. Por cierto, esto no resulta propio de las ciencias sociales en gene-
ral, sino slo de algunas modalidades del posestructuralismo, con gran peso
an enlos Estados Unidos, y algo menos en Latinoamrica y Europa. Somos
muchos los que estamos esperando lanecesaria autocrtica departe de aque-
llos concernido s por esta fundada objecin de Sokal, o al menos el cambio
de actitud que impida que sepueda seguir acusando sustentadamente a tra-
bajos que sepretenden contestatarios, de falta de seriedad intelectual.
Sokal ha demostrado con consistencia el mal uso de conceptos de
ciencia fsico-natural en una cierta tendencia dentro de las ciencias sociales.
Y qu ms? Tambin que se deslizan frases carentes de significado (2) a las
que se presenta como cientficamente
vhdas.
Esto tambin hace al sector
posestructuralista ya sealado: de lagenialidad alridculo slo hay un paso, y
es el que algunos discpulos dan cuando pretenden asociarse masivamente al
lenguaje de Lacan o Derrida. Es una situacin hoy muy presente en las pu-
blicaciones de disciplinas sociales (ver por ej., algunos de los autores deno-
minados poscoloniales y sus abstrusas apelaciones discursivas), cuando
al no decir nada se nos quiere hacer pasar como si algo decisivo se hubiera
significado, a travs de expresiones tan altisonantes como huecas. Por cier-
to, cabe sostener un legtimo lenguaje de
1 0
sutil, de
10
no referencial y
1 0
no
emprico: y gracias a autores como Lacan o Derrida es que hemos podido
conocerlo y -llegado elcaso- utilizarlo. Surgi del terreno previamente abona-
26
la fenomenologa (3), y ha implicado un nuevo y muy fecundo campo
. is en filosofia y ciencias sociales. Pero no cabe duda que el abuso
simple
nonsense
se da muy a menudo (incluso en los autores citados).
Hasta all, Sokal cumpli su funcin. Y lo antedicho es todo 1 0 que se
consecuentemente de su anlisis. Sin embargo, 1 0 curioso es que l se
por completo en los alcances de su trabajo, y pretende haber logrado
ms: refutar filosficamente al relativismo, dar ctedra sobre qu tipo
das sociales leharan bien a la izquierda ideolgica, objetar la teora de
itstrofesy la de la constructividad del azar, afirmar el realismo ontolgico,
s U p e J 8 C las tesis de inconmensurabilidad de Kuhn y de subdeterminacin de
lasteoras por los hechos de Quine ...Sokal barre con escoba gruesa, y pretende
que su ingenioso ~esto deproducir un texto trucad? para ~ltrarlo enuna revis-
ta de ciencias SOCiales,le alcance para afirmar teSISfilosoficas generales que
estnpor completo fuera del alcance de ese puntual recurso.
Lopeor de esta situacin, esel
efectoparadq/al
que inevitablemente pro-
mueve. Qu seriedad podemos adscribir a un autor que recae en los mismos
erroresque pretende criticar? Cunto crdito darle a alguien que se manifiesta
incapazde ver la brizna ens mismo mientras busca lapaja enelojo ajeno?
Vamos a enumerar de manera un tanto sumaria, las falacias, carencias
y malentendidos que sesiguen del trabajo de Sokal, bien que lhaya querido
evitarloscon su Introduccin, donde nos advierte no slo contra sus crticos,
sinotambin contra loque llama nuestros seguidores superentusiastas (p. 13).
Cabereflexionar: sien laobra del maestro aparecen los fuertes deslizamientos
que vamos a sealar. Qu puede esperarse de esos seguidores a quienes l
mismopercibe como discpulos acrticos?
Yasealamos los logros: 1.Muestra de usos incorrectos de categoras
de las ciencias fsico-naturales en disciplinas sociales (restringido
mayoritariamente a autores
posestructuralistas);
2.Exposicin de prrafos
C8rentesde significado determinable (para esos mismos autores); 3.Seala-
~ent.o deque los autores no estipulan las condiciones para que categoras de
CIenCIassico-naturales sean extrapoladas a otras disciplinas.
El punto 3. no lo habamos anotado anteriormente, y da pie para em-
J e Z a r
a mostrar las inconsecuencias de Sokal. Quien como l reclama rigor
en el anlisis, confunde abiertamente el que los autores no hagan la argu-
~cin relativa a la extrapolacin, con el hecho de que esta fuera incon-
~te. Pero
podra haber
argumentaciones que aval en ese procedimiento.
este POdraser plausible, sin especificar argumentos explcitamente. En
27
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todo caso, Sokal no puede demostrar 10contrario, porque si bien promete
prudentemente no juzgar a los autores en 10que hace al aspecto sustantivo
de su obra (pg. 14: no pretendemos con ello invalidar el resto de su obra:
punto en el que suspendemos nuestro juicio) (4), se empantana al hablar de
pretendido nexo con el psicoanlisis de la topologa (p.44, cursiva de R.E),
o que sus analogas (de Lacan) entre el psicoanlisis y las matemticas
alcanzan el summum de la arbitrariedad (p.46). Desde qu conocimientos
de psicoanlisis se atreve Sokal a hacer semejantes afirmaciones? Adems
de qu el mismo seencarga de sealar que no sabe psicoanlisis (p.35), esto
resulta por dems evidente en suexgesis del conocido autor francs. Debe-
mos entender -entonces- que es errneo extrapolar desde 10fsiconatural a
10social, pero que sobre esto ltimo se est autorizado a hablar sin conoci-
miento especfico? El mismo autor nos dauna pista alrespecto, en un autn-
tico acto follido hacia el f inal de su trabajo: en el acpite ostentosamente
denominado Saber de qu se habla , dentro de su bsqueda De un verda-
dero dilogo entre las dos culturas (p.202 y ss.), se dice: Todo aquel que
quiera hablar de las ciencias naturales -y nadie est obligado a hacerla- ha
de estar bien informado sobre eltema y evitar hacer afirmaciones arbitrarias
sobre las ciencias o suepistemologa (p.204). Dejemos de lado laambige-
dad de la referencia final a las ciencias (acaso las fsiconaturales seran
las nicas?). Lo sorprendente es que en este acercamiento supuesto entre los
dos tipos de ciencia por va de la interdisciplina (p.202) (5); Sokal no ad-
vierta que el camino y las obligaciones son de ida y vuelta Est tan ganado
por sus propios prejuicios, que no cree necesario aclarar que para hablar
sobre ciencias sociales tambin hay que estar bien informado sobre el tema.
Las unilaterales recomendaciones solamente ataen a la correccin respecto
de ciencias fisiconaturales. Maniquea versin que lmismo exhibe en paten-
te estado prctico, al mostrar su desconocimiento sobre 10social.
Slo eso puede explicar que Sokal pretenda despachar a Lacan de-
dicndole apenas poco ms de 15 pginas. Es notorio que no puede distin-
guir entre calidades conceptuales diferenciadas, de manera que la crtica
cuidadosa que hace a las extraas pretensiones matemticas de Julia Kristeva
o Luce Irigaray, no saca suficientes conclusiones del hecho evidente de que
Lacan -tambin haciendo usos excesivos a los que era muy afecto, dado su
megalomana- tena alguna idea de aquello a 10que aluda en su peculiar
topologa ( sus frases -de J.Kristeva- t ienen ms sentido que las de Lacan,
pero en10que respecta a la superficialidad de su erudicin, incluso le supe-
ra). En rigor, Sokal nopuede evaluar a un autor como lLacan en 15pgi-
28
ems sin saber nada de psicoanlisis. Ni siquiera puede juzgar es-
nte su lenguaje, dado que no todos los giros 'retricas del autor fran-
an de alcanzar significado, al interior de la teora psicoanaltica, y
dela modalizacin de sta que elmismo Lacan realiz. Lo hizo en sus
(700pginas), ms deveinte seminarios publicados
post-mortem
cada
mo libro, y otras varias obras dispersas (entrevistas, el l ibro sobre el
de la familia, etc.). Alguien puede creer seriamente -advertida ladi-
: 6 n de la obra de Lacan- que Sokal ha refutado al psicoanalista fran-
Solamente loafirmaran quienes se adhieran a esa falta de seriedad que
busca criticar. Una cosa es mostrar que Lacan no saba suficientes
ticas, y muy otra refutarlo desde elpunto devista de su propia disci-
p I i D a . No queremos afirmar, q~~ La~an no pudiera refutarse: decim?s que
Sokalno tiene la menor posibilidad intelectual de hacerla. Y que
-simple-
mente--suobra no aporta nada relevante en esa direccin.
Menos an podemos confiar en Sokal como pretendido epistemlogo.
Noescuestin de ttulos: coincidimos con len que acerca deun tema, puede
hablarcualquiera que sepa. Lo malo es que la versacin epistemolgica de
Sobl no es nula, pero s muy limitada, de 10cual l mismo parece no darse
cuenta. De modo que se advierte:
l.Un realismo ingenuo (donde se superponen las dimensiones ontolgica
y gnoseolgica), confundido a menudo con la idea de que existe acceso di-
recto al tribunal de la experiencia sin mediacin terica. Aunque nuestro
autortampoco lo discrimine, las dos cuestiones son por completo indepen-
dientes entre s (la crtica kantiana no parece ser el fuerte de Sokal, respecto
a la imposibilidad deacceso al numeno. Tampoco parece advertir los pro-
blemas conceptuales del realismo, que han llevado a su actual atenuacin en
/folismo interno,
segn lopostula H.Putnam. Sobre las imposibilidades de
la experiencia desprovista de carga terica, puede verse las posiciones de
diversos autores en una conocida recopilacin de L.Oliv) (6)
2.Se despacha la subdeterminacin de las teoras por los hechos en dos
pginas, sin esgrimir argumentos suficientes. Es ms: por qu Sokal se
OlU~str~ncapaz de enfrentarse a Quine desde un p unto de vista lgico?
QuineJustifica desde la lgica puntos tan fuertes como la subdeterrninacin
~1as teoras, la inescrutabilidad de la referencia o la posibilidad de existen-
C Ia de varias teoras verdaderas a la vez respecto de los mismos hechos (7),
estas que no coinciden con las premisas de Sokal. No asoma en el libro
~ refutacin en trminos de lgica al respecto (por parte de alguien
reclama un lugar principal para esa disciplina en su discurso).
29
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3.El autor demuestra un conocimiento superficial y errneo sobre Kuhn,
No es casual que en la bibliografa aparezca slo uno de los libros de este
ltimo
(11 ) .
En el acpite respectivo, Sokal reafirma a Kuhn sin saberlo
,
porque desde sus supuestos (su propio paradigma), l no puede sino des-
comprender la decisiva obra del autor de
La estructura delas revoluciones
cientficas.
Como muestra: esta visin de las cosas (de Kuhn) se adapta tan
bien a laexperiencia que los cientficos tienen de su actividad que, a primera
vista, esdifcil ver qu hay de revolucionario en este enfoque ...(p.82). Acaso
pretende Sokal que el enfoque kuhniano coincide con la autopercepcin de
los cientficos (incluido Sokal mismo)? Por el propsito de atacar al autor-
afirmar que nada habra en l de nuevo- el neoyorquino se desliza en arenas
movedizas, al asignarle una coincidencia con la intuicin inmediata que re-
sulta claramente desmentible. De cualquier modo, sera interesante que Sokal
sediese por enterado de la existencia de la obra de W.Stegmller -autor ya
fallecido- quien por va justamente de lateora de conjuntos tan cara a Sokal,
ha demostrado la logicidad de la propuesta de Kuhn (8). Como todos los
adversarios de Kuhn, tambin Sokal desconoce o busca desconocer ese aporte.
Estamos esperando (intilmente, hasta ahora) algn intento serio de refuta-
cin hacia la formalizacin que Stegmller practica de Kuhn. Y mientras
ello no seproduzca efectivamente, estar asumido que Kuhn es consistente
con la lgica y que sus adversarios atacan fantasmas con su pretensin
remanida de adjudicarle
irracionalismo
(mote siempre listo para usos mlti-
ples e indeterminados). Y siel problema fuera slo la inconmensurabilidad
(como afirma Sokal), es til recordar que un epistemlogo argentino, con
slido apoyo en la lgica, ha sostenido en forma de teorema su existencia,
sin que hasta donde s alguien lo haya desmentido (9)
4.Compartimos la idea de que laciencia no es simplemente un discurso
ms, ya que encuentra restricciones impuestas por la Naturaleza. Sokal
util iza este argumento para oponerse a Barnes y a Latour. Pero en otro sen-
tido ms general, sin duda que esvlido afirmar que laciencia es un tipo ms
de creencia, dado que para aceptarla hay que partir de valores extracientficos
j j
que la den por admisible. Dicho de otra manera: la aceptacin de laciencia
no es por s misma cientfica. De modo que para quienes se ubiquen en un
inters por la objetividad, la ciencia es el recurso adecuado. Pero no para
quienes se interesen por lo mstico, o lo potico. O mejor, el mismo sujeto
puede aceptar lo cientfico slo cuando asume el inters por la objetividad (y
no cuando lomueve lopotico o lomstico). Como Sokal no parece conocer
la obra de Habermas, no puede entender que son conciliables los apriori
,ciales establecidos por los intereses, con la asuncin de criterios de
~dadmayor o menor asignables a diferen'ies teoras y enunciados den-
campo cientfico. Y que por ello, las restricciones de la Naturaleza
pero slo en la medida en que se asuma y acepte el horizonte de
primero. D.em~?o que puede concili~rs~ lo c~entfico como una
de objetivacin de lo real, con cntenos ngurosos de adecuacin
idos a su interior.
: .E s totalmente justificada la crtica a Bergson y Merleau- Ponty, en cuanto
pretenden desde la filosofa desacreditar el punto de vista de la fsica
ineana. Quieren producir algo as como una rifittacinfiloscflicade la
fsica. Lo curioso es que -nuevamente- Sokal no seda cuenta que l
tiene derecho a hacer algo igual, pero invertido: intenta una rifittacin
. de lafilosofa. Tal vez su incomprensin de la inconmensurabilidad lo
lleve a creer que cuando dos objetos tericos diferentes (el tiempo del
espaciotiempo en la Fsica, y el tiempo de la conciencia en la fenomenologa
o elintuicionismo) seponen enjuego bajo elmismo nombre, se est hablan-
dode lo mismo. Acierta Sokal en que es errneo dar por intercambiables al
gemeloque marcha a lavelocidad cercana a lade laluz, con elque sequeda en
laTierra. Pero su pretensin de que los rasgos faciales tendrn las arrugas
segnlos tiempos diferenciales, etc., tendran que ser corroborados en trmi-
nosde biologa, no de fsica. Sokal no demuestra en ese plano suafirmacin. y
mucho menos comprueba que las conclenCl:7s(tiempode lo vivido trabajado
porla filosofade Merleau-Ponty) experimenten diferencialmente el tiempo.
Estees un problema que entodo caso requerir aproximaciones experimenta-
les(en lamnima medida en que esto esposible, dado las velocidades csmi-
cas), para ser pensadas por y desde la IDosofia (en todo caso, con apoyo
auxiliar externo de la fsica).
. Novamos a seguir en detalle, para no abundar: baste sealar que hay
lisasy llanas
contradicciones
en el libro de Sokal, tan supuestamente ape-
~ al r igor y la coherencia (pg. 81: Siempre hay un nmero, incluso
infinito, de teoras compatibles con los hechos, cualesquiera que estos sean,
),CUalquierasea su nmero (lO); pg.214: Las dos teoras en cuestin son
~ente incompatibles, por lo que ambas nopueden ser verdaderas (ni
era aproximadamente verdaderas ); deslizamientos de significado, que
~idointencionales o no, lo llevan a pelear con el ms dbil . As, nos
lones sobre ecuaciones no-lineales , cuando es sabido que el inters
la ~~-linealidad se refiere a causalidad no lineal (y es esta ltima la
Ionque aparece en el texto enviado previamente por elmismo Sokal a
30
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Social Ten); o cambia subrepticiamente teora de las catstrofes por teo-
ra del caos . Esto lepermite evitar medirse con Ren Thom y supropuesta
respecto de catstrofes, la cual est matemticamente sustentada (11). La
misma que -curiosamente- tambin ya apareca citada en el artculo enviado
antes a la revista, pero no luego en el libro, para el cual se requera anlisis
pormenorizado ...; profetismos en el orden poltico-ideolgico (del cual dijo
en la Introduccin que no hablara), al sealar cunto ayuda la verdad cien-
tfica a las causas revolucionarias. Sibien la charlatanera vacua no sirve a
causas emancipatorias (caso Guattari , por ej.), ignorar que la ciencia y la
razn hayan a menudo servido alpoder hegemnico, parece un tanto unilate-
ral. Ms an, elautor que habla desde la izquierda pero parece desconocer
a Gramsci, no da la impresin de hallar ningn vaco entre la cultura popular
y la racionalidad cientfica, ninguna escisin entre sentido comn de los
sectores dominados y lenguaje especializado; generalizaciones indebidas,
como incluir a Zizek y a un filsofo como Jameson en eljuego indiscrimina-
do de descalificaciones, slo porque recurran por momentos a Lacan; desco-
nocimientos flagrantes, como sucede respecto dela nocin de posmodernidad
(no
1 0
mejora el hecho de que algunos tambin la desconozcan en ciencias
sociales). La palabra recorre permanentemente el libro, pero inslitamente
se seala que la validez de nuestros argumentos no podr depender ennin-
gn caso del uso de una determinada palabra (p.202). Dnde qued el
riguroso pesquisador de palabras mal usadas por los posestructuralistas? Se
permite a s mismo licencias del mismo talante de aquellas por las que cruci-
fica a sus adversarios tericos. Pero lopeor es que Sokal notiene idea de que
no se trata simplemente de una palabra : est enjuego una decisiva nocin
que l no maneja, ni aparece tampoco en su horizonte de inteligibilidad. Es
por ello que confunde posestructuralistas con posmodernos, y sobre todo no
entiende la responsabilidad que lecabe alracionalismo en supropio colapso.
O acaso la televisin que carnavaliza la percepcin actualmente, no es un
fruto de latecnologa asociada a laciencia? Ono seestet iza hoy la vida por
reaccin a la Verdad como Uno que imper durante la modernidad? por
momentos el autor parece intuir esta situacin, pero no la asume pues no
advierte que eltema debe estudiarse, tanto como debe estudiarse larelatividad
si se quiere hablar de ella. El privilegio que asigna a las ciencias
fisiconaturales permanece tambin en este punto, viciando toda equidad en
el anlisis; e incluso existen errores: Sokal parece creer que la estadstica
en ciencias sociales se entiende con slo comprender la base matemtica.
Vase esta perla inferencial, al terminar el libro (p.292, nota al pie): slo el
32
s licenciados universitarios suscriba el creacionismo, comparado
'de las personas con estudios secundarios y 6152% de las que slo
do estudios primarios. De manera que quiz laenseanza cien-
peor calidad es la que se imparte ' nivet.es prima.rio
y
. (cursivas nuestras, R.E). Este es un dislate digno de Ripley:
parahomogneamente universos estadsticos totalmente diferen-
1de los alumnos que van a la Universidad es diferente del total de
van a primaria, tanto cuantitativa como cualitativamente) al consi-
con la misma vara, como si cupiera una escala en comn. Muestra
las ciencias sociales, mal que le pese al autor, deben estudiarse
'camente
para ser entendidas, y de que nuestro hroe racionalista es
orante en los temas ajenos a su disciplina, como lo son anlogamente
:08 que lataca. Slo que quizs resulta ms pattico sugesto de come-
tcrel error en el acto mismo de estar criticando a los otros.
En fin:que si de imposturas intelectuales se trata, Sokal mismo no escapa
a varias.Sise hubiera constreido a lo que promete en las primeras pginas, su
alegatosera convincente. Pero no llega lejos: es una pretenciosa y abarcativa
e:a:.-esa.que apenas tiene recursos para un objetivo limitado y modesto.
y
mejor ser cuidarse de sus exgetas y apresurados seguidores. Bue-
nosera que estos buscasen las imposturas con igual fervor en todas partes.
As,analizaran con atencin los mltiples casos expuestos por E Di Trocchio
ensu libro Las mentiras de la ciencia (12), donde lamayora de los casos
de impostura son tomados de las ciencias fsico-naturales: invencin de
resultados, cuadernos espreos para el registro de experimentos, robo de
informacin a otros cientficos para anticiparse, acuerdos inconfesados con
los lderes de la comunidad cientfica ...Tambin all hay mucho por investi-
~ El curioso caso de la memoria del agua (citado por Sokal en referen-
CJaaBaudrllard) es apenas uno ms entre las mltiples estafas intelectuales
provenientes de las supuestamente impolutas ciencias duras .
Vaya un ejemplo en el plano de la epistemologa, de cmo los
buIcadores de imposturas pueden recaer en ellas. Es sabido de la aversin
cista hacia la obra kuhniana: cada da seproponen nuevas supuestas
iones de ese autor, que hasta hoy han sido por dems ineficaces.
ya hemos afirmado, la situacin se volvi ms grave para ellos cuan-
Iler reconceptualiz a Kuhn en trminos de lateora de conjuntos
:ya esimposible sostener consistentemente la alogicidad de Kuhn.
hacer? Seha optado por ocultar laobra de Stegmller, o sunexo con la
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de Kuhn. As, enun reciente libro sobre epistemologa se logra un milagro de
acrobacia, a l expl icar la obra de Stegmller silenciando inslitamente su
nexo con Kuhn. Vase eltexto (13), comprese con los propsitos explcitos
del autor alemn (14), Yadvirtase transparentemente el procedimiento de
ocultacin. Acaso esto no es impostura intelectual por parte de aquellos
que aplauden a Sokal y su supuesta persecucin de impostores'?
Para terminar, otro detalle. Sino es una broma ms del pcaro humor
de Sokal, debemos a Didier Eribon, en la solapa de contratapa, el siguiente
entusiasta comentario:
i
Qu masacre Alan Sokal, ahora junto a lBricmont
,
vuelve a la carga con un libro devastador que muestra hasta qu punto la
referencia a la ciencia por algunas de las figuras ms reputadas del pensa-
miento contemporneo parte de una pura y simple impostura ... Los elogios
continan. Olvidemos que Eribon nohaya adver tido ninguna de las flagran-
tes inconsistencias que hemos venido sealando. Lo ms curioso es que l
mismo es uno de los aludtdos ( ) por Sokal. Figura en la bibliografa final
(p.300) su libro sobre Foucault, una saga muy favorable del autor francs, el
cual a su vez es vc tima de la sedicente
masacre
por parte de Sokal (p.ej.,
pg.228, o cita depg.285). Eribon ...no ha entendido nada de lo que ley, o es
simplemente un incoherente total? Con esto , e l l ibro de Sokal nos ofrece
perspectivas pintorescas hasta el momento final de lectura. Ojal haya entre
quienes lo elogian, algunos menos desprevenidos Yms informados que el
enftico periodista parisino. Segn se ve, no todos los que apelan
discursivamente a la racionalidad tienen algo que ver con ella.
34
lte, nos referimos a su libro -en colaboracin con Jean Bricmont
Impostllras
'les,
Paids, Barcelona, 1999
1 concepcin fregeana de carentes de referencia en el mundo de acceso
emp-
s~o simplemente desprovistas de todo
sentido.
uesto, no desconocemos el rechazo de estructuralis tas y posestructuralistas hacia
1--::menoIOga: sin embargo, el lenguaje ':sin .sujeto debe mucho a aquel del sujeto
la conciencia husserliano. No es casual el IniCIOde Foucault, Lyotard y Demda en la
lenologa, al comienzo de sus respec tivas carreras.
No slo -ni fundamentalmente- de refer ir a las c iencias fsiconaturales se ha hecho la
oIn de los autores criticados por Sokal. De modo que este ha puesto bajo la lupa slo
trozosmuy minoritarios de su produccin (parte del ltimo Lacan, o de lajoven Kristeva).
S.
No estara de ms advertir de los problemas y simplismos que suelen asociarse a la
nocin de interdisciplina, cuando no est epistemolgicamente construida. Hemos de-
sarrollado la cuestin en nuestro
Interdisciplinariedad (los avatares de la ideologa),
UAM-Azcapotzalco, Mxico, 1982; y lo hemos retornado en artculos posteriores.
6. Respecto a las versiones hoy necesariamente atenuadas del realismo, ver H.Putnam:
Las
mi l caras del realismo,
I.C.E.lPaids, Barcelona, muy particularmente el Prlogo de
Quintanilla. Sobre las imposibilidades de observacin neutral, L.Oliv y APrez Ransanz
(comp.):
Filosq/ ia de la ciencia: teora y observacin,
Siglo XXI, Mxico, 1989
7. QUINE, W
Teoras y cosas,
UNAM, Mxico, 1986.
8. STEGMLLER, W.
Estructura y dinmica de teoras,
Ariel, Barcelona, 1983
9. FLICHMAN, E. Haces naturales, lenguajes cientficos e inconmensurabilidad, en
O.Nudler et al.: La racionalid ad en debate, Centro Editor de A.Latina, Bs.Aires,
1993,tomo 1.
10. Es cierto que esta es una tesis de Quine/Duhem que Sokal expone e intenta refutar;
pero tambin es cierto que
no la rf fota
convincentemente; y que en todo caso, de sus
propios argumentos sobre el tema no se sigue
qlle haya
una
y slo una
teora acorde a
datos establecidos. Por tanto, su postulacin posterior es inconsistente en este punto.
11.11IOM, R.
Parbolas y catastro/es,
Tusquets editores, Barcelona, 1985
12.DI TROCCHIO, F.
Las mentiras de la ciencia (,Porqu y cmo engaan los c ient(ji-
CO I?),
Alianza, Madrid 1995
13' '
~~SUA, M. et al.
Corrientes epistemolgicas contemporneas,
Centro Editor de
na, Bs.Aires, 1992, pp. 69 y ss. Tal vez no sea casual la
gqffo
por la cual una
~cia a Kuhn (en las notas, pues no se lo nombra en el texto central) tiene error en
lode su libro ms conocido (nota nm.25, pg. 80)
MLLER, W.
Estroclura y d inmica de teo ras,
op.cit.
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4 : SOBRE LA DESFUNDAMENTACIN EPISTEMO-
CONTEMPORNEA
En tiempos posmodernos, la.. .ocinde certidumbre est aboiida, como
tambin lanecesidad de asentarse en ella. Siendo as, queda fuertemen-
CUestionadala posibilidad misma de lo epistemolgicc, almenos dentro de
DDcinnormativizante instaurada a partir del positivismo lgico. Para qu
-prantizar el conocimiento? Se requiere una especie de tribunal trascen-
dentea laactividad cientfica misma que pretenda fijarle criterios?
Por supuesto, puede asumirse una nocin dbil de lo epistemolgico
(la cual de hecho se ha entronizado en lo que l lamaremos epis temologa
general -o campo de la filosofia de la ciencia- a partir de Kuhn), para la
cual de lo que se trata es de real izar una reflexin de segundo orden, que
toma a lasciencias como objeto, pero que no pretende en cambio fijarles exte-
riormenteparmetros de aceptabilidad. Resulta menos obvio que esta versin
ms benigna tambin deba suspenderse, pero tampoco resulta evidente que
pueda sostenerse sin tensiones. La divisin prctica entre actores directos de la
investigacin sustantiva, y pensadores acerca de sta desde la exterioridad
filosfica,no sesuperar mientras exista un rea temtica especializada deno-
minadaepistemologa o filosofia de laciencia. Y tampoco sesupera del todo el
efectode sentido segn el cual aquellos que hablan desde lo general estaran
por encima de quienes lo hacen desde las prcticas cientficas particulares: la
epistemologa -an cuando no sepresente como normativa- aparece como un
eapaciode palabra privilegiada, encolisin con tiempos enque tiende a abolir-
la idea deque existan discursos que no sean tributarios de una legitimacin
.. l tima que depende del sistema cultural en su conjunto.
Creemos que no est resuelto este problema, sino que se encuentra en
el derrotero de su despliegue prctico. Asistimos a una lenta metamor-
de las modalidades de lo epistemolgico, a travs de las cuales puede
ra relegitimarse desde una posicin diferente. Tal vez eshoy ms claro
filosofa sobre la(s) ciencia(s) no puede hacerse prescindiendo de esta( s)
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ltima(s).El discurso epistemolgico tiene hoy supropio estatuto epistemolgico
sinduda digno deatencin: ya no se plantea como exclusivamente filosfico
sino que requiere
10
cientfico como elemento constituyente de s. Tanto en lo
que hace alconocimiento sobre lainvestigacin cientfica misma -respecto de
la cual no cabra hablar a priori, sino en informada relacin con sus concretos
desarrollos-; como en lo que hace, por ej. , a los determinantes sociales de la
cognicin, y a la relacin entre tomas de posicin en el debate cientfico y
lugares de adscripcin dentro de la comunidad cientfica, todo
1 0
cual requiere
de instrumentos sociolgicos Y psicolgicos especficos.
La epistemologa se desliza as hacia el abandono de su omnipotencia
por instalacin en lo que supone un trasmundo -inevitablemente platnico-
desde el cual juzgase exteriormente los quehaceres cientficos. Cada vez ms
es ella misma un ejercicio ligado a laactividad cientfica, sin que -por supues-
to- pueda finalmente fundirse plenamente con esta, pues ello hara superflua
supropia existencia. Por otra parte, la vieja pretensin normativa, labsqueda
de regir con criterios fuertes la produccin concreta deciencia, ha ido desapa-
reciendo gradualmente, rotando hacia una especie de acompaamiento reflexi-
vo, donde la funcin tradicional de lo epistemolgico ya no se trasunta. En
tiempos posmodemizados de pluralismo cultural, quiz nadie cuestione el de-
recho de la epistemologa a producir su propio discurso, a agregar una mirada
que puede resultar necesaria para que la ciencia no repita al infinito su sola
letana autojustificatoria. Pero seguramente, la funcin de tal discurso tendr
que ir definindose fuera de toda aspiracin a la hegemona en lalucha por la
negociacin de los significados; va desapareciendo lentamente (aunque nosa-
bemos si llegar a hacerlo del todo) el aura por el cual se supona que all
hablaba una Verdad trascendente a toda actividad cientfica concreta, desasida
de esta ltima, y sin embargo, capaz exteriormente de fijar su validez y su
lmite. Ms bien, hoy
10
epistemolgico seva consti tuyendo como reflexin
sistemtica acerca de las ciencias, auxiliada por stas (en cuanto epistemolo-
gageneral ); y como autoconciencia conceptual de las ciencias mismas, cuando _
de lo que se trata es de las epistemologas disciplinares producidas al inte-
rior de las teoras especficas de cada disciplina.
Introduccin a una ciencia posmodema (1). Desafo el suyo nada
ya que se plantea la reconsideracin de la ciencia en los tiempos
es
al punto de tema t izar no tanto el lugar de la ciencia en lo
, l~o, sino suponer un tipo de ciencia que fuera l mismo posmodemo:
. ~que respondiera a su manera a las con?iciones de la cultura contem-
asumiendo un molde que fuera condicente con estas.
Por supuesto, ello conlleva a su vez una redefinicin del rol de la episte-
lacualjuega enestecasocomo especie debisagra entre condiciones de
'u1tural, y remisin a lapeculiaridad de laprctica cientfica, realizando
jbncinque es exterior a lade las ciencias mismas, y sosteniendo un consi-
gradode especificidaddiscursiva.Esta cuestindel rolde loepistemolgico
estsupuesta pero no suficientemente tematizada en ellibro a que referi-
mos , y larespuesta implcita nodejadeser un tanto problemtica: semantendra
vigenciade lo epistemolgico, con un grado considerable de prescripcin
valorativa (ms que tcnica o lgica). Sibien con esto se responde al reclamo
tico propio de los tiempos posmodemos (2), queda todava asignada a lo
epistemolgicouna funcin dura, fuerte, que no resulta acorde al espritu domi-
D8 I1te dela poca. Aunque tal vez, delo que setrate sea precisamente de operar
una ruptura dentro de ese espritu de la liviandad: de asumirlo de facto, pero
atravesarlohaciauna especie de superacin dialctica que no semantenga inerte
en elpolo de 10 negado. En todo caso, de Sousa no renuncia a proponer una
palabrafilosficaque marque derroteros: por ello advertimos que eltalante de su
epistemologapretende incidir enlo posmodemo -asumiendo estafondicin de
hecho-, pero no escalificable de ningn modo como posmodemista. Y elloesta-
blece latensin (que hemos planteado enalgn caso respecto de nuestro propio
discursoterico) encuanto a cmo articular la insistencia sobre valores que son
decortemoderno, dentro delhorizonte cultural posmodemo.
Hecha esta referencia inicial, vayamos a algunas de las originales
laciones del autor. El texto muestra una gran audacia intelectual, soste-
enuna evidente solidez de conocimientos y una notable capacidad para
IC~
opciones inditas. Una de las proposiciones centrales es la de re- ,
, Ir ha~iauna segunda ruptura epistemolgl~a, 'l e oe Yllelvala ciencia
18
el sentido comn: es decir, que revierta sobre este en laconsecucin de
~d con tWQr~UQnocimikn~ca de s
y
de la realidad e~n
. Para ello, el autor asume explcitamente lapostulacin bachelardiana
ruPtura epistemolgica entre la ciencia y el sentido comn (3), impres-
,l~(~mbin para de Sousa), si sequiere lograr que locientfico no est
uldad simple con los prejuicios o las opiniones cotidianas.
Una ciencia posmoderna?
1
Lo cierto es que el ejercicio del lugar de lo epistemolgico en la
posmodemidad ha sido el propsito especfico del trabajo de B. de Sous
a
38
Iv . : e M ~CA
~~~~A..L
~~ c> -.o~
~ . c - (
39
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1
No se trata de disolver esta primera ruptura, sino de plantear ahora
otra complementaria, en la asuncin de que la primera estara de hecho con-
sumada. De modo que este segundo movimiento no anulara el primero, sino
que lo continuara hacia una reapropiacin de laciencia por la sociedad que
la posibilita. Si la ciencia tiene algn significado para la sociedad, es aquel
de servir a modificar sus puntos de vista, a enriquecer sus posibilidades
argumentativas, a incrementar sucaudal informativo. De manera que loc ien-
I tfico hara -o
debiera
hacer, ya que en esto de Sousa no supone que est
\ ante la constatacin de un movimiento realmente existente- el proceso de su
\
reasuncin dentro del sent ido comn, para enriquecerlo: enriquecimiento
posible slo en tanto hubo una ruptura previa con tal sentido comn, pues de
nohaber sido as nohabra enriquecimiento alguno enel mantenerse atado a
las mismas premisas iniciales.
No cabe duda alguna que podemos ante esto recordar a Gramsci, y su
propuesta en relacin con los intelectuales orgnicos, en su caso a los
fines de' la constitucin de la ideologa alternativa, Ysu fusin con laprctica
cotidiana y los parmetros culturales de los sectores populares. Hacemos
bajo nuestra cuenta la analoga, en tanto de lo que setra tara para de Sousa
es de socializar la ciencia, de reabsorberla socialmente, para que su espe-
cificidad sea negadadialcticamente en sureasuncin por aquellos que no
estn incluidos en tal especificidad prctica y/o discursiva.
Esta postulacin implica tambin mostrar la necesidad de que la c ien-
cia se autorrepresente su lugaf enrelacin a lo social, esdecir, que sea capaz
de pensarse a s misma como socialmente producida. Por supuesto, esto es
ms fcil de lograr en las ciencias sociales, y nuestro autor revisa cmo seda
en el caso de la Sociologa. Muestra cmo alluna de las respuestas dadas al
problema es el de la autorreflexividad: la propuesta de Bourdieu es objetivar
al sujeto objetivante. Es decir, que elinvestigador considere expresamente
el lugar social que l mismo ocupa, que se estudie a s mismo como objeto
sociolgico, para poder conocer as sus propias determinaciones y sesgos,
y
tender a reducirlos. De Sousa, con agudeza, seala que esto no garantiza la
eliminacin del sesgo, porque la lectura del propio lugar est hecha ya
desde elprctico estar situado enel lugar mismo; dicho de otro modo, an la
lectura crtica del propio sitial est sometida al sesgo que tal sitial establece.
Pero de cualquier modo el recurso parece t il, y de Sousa lo defiende, asu-
miendo sus limitaciones. Se trata de hacer de la actividad cientfica algo
autorreflexionado, lo cual 1 ;permitir salir de laposicin tradicional segn
lacUaio cientfico se supona disociado de los condicionamientos sociales,
40
crea que a las i.nvesti?acio~~~sa: s~ llegaba por el c~.?e
oblacionescolonizadas,
y~ue se reprodujo la lgica binaria :>ro:>iael pe~~ierito que obstruye la
diferencia,yque en la totalizacin conceptual t iende aproducir laviolencia
de la imposibilidad de advertir al otro en su radical exterioridad,
-
--
-
- -
-
--
Las ideas centra les de este pensamiento se basan en J.Derrida y su
nocin de deconstruccin. Segn esta , es s iempre en la textualida