SÓCRATES Y EL PENSAMIENTO

HUMANISTA

Enero 2014

Para conocer la fuente primigenia de la enseñanza de las humanidades, habrá que acudir al siglo V a.C, para encontrar a Sócrates, quien, contra su costumbre, se arregla y calza sandalias para asistir a un simposium

En aquellos tiempos, simposium era algo similar a un banquete, donde los comensales tomaban vino y disertaban elocuentemente sobre temas interesantes. Platón nos refiere en este diálogo lo que a su vez relata Apolodoro a un amigo: cuáles fueron las palabras de Sócrates y sus contertulios en un banquete en honor al poeta Agatón, donde acordaron tomar poco vino y disertar sobre el amor

Sócrates se presentó un poco tarde, pero escuchó las alocuciones de sus compañeros, en especial, la conferencia de Aristófanes, quien aseguró que los dioses, enojados por la impiedad de los hombres, decidieron dividirlos a la mitad, pues en aquel tiempo tenían ambos sexos en el mismo cuerpo. Desde entonces, todos buscamos la mitad perdida, y en resumen, esto es el amor. El homenajeado Agatón, también lanzó un discurso sobre las bellezas de Eros. Todos estaban envanecidos de la sabiduría y elocuencia de los discursos que se dijeron en aquella ocasión.

Sin embargo, Sócrates estaba dispuesto a aplicarles la ironía a base de preguntas, para hacerlos dudar de sus afirmaciones, y también la mayéutica, donde a través de cuestiona- mientos, los llevaba a encontrar la verdad, por encima de opiniones o prejuicios, sacándola a la luz como un buen partero de almas.

“¡Ojalá, Agaton, que la sabiduría fuese una cosa que pudiese pasar de un espíritu a otro, cuando dos hombres están en contacto, como corre el agua, de una copa llena a una copa vacía! Si el pensamiento fuese de esta naturaleza, sería yo el que me consideraría dichoso estando cerca de ti, y me vería, a mi parecer, henchido de esa buena y abundante sabiduría que tú posees; porque la mía es una cosa mediana y equívoca; o, por mejor decir, es un sueño”.

Una vez que ha hecho dudar a sus compañeros de sus propias afirmaciones, Sócrates refiere la conversación

que tuvo con la sacerdotisa Diótima, quien aplica el método mayéutico al partero de almas mismo,

indicándole que el amor es, a fin de cuentas, sea físico o espiritual, el anhelo de inmortalidad inserto en las

profundidades del alma humana.

Pero aquí lo importante es el método. Sócrates siempre discurre en diálogo con sus interlocutores, iniciando una metodología didáctica revolucionaria y siempre actual. Riesgosa, sin embargo, pues lleva a Sócrates hasta los tribunales, acusado de impiedad y corrupción. Allí alega que su mala fama procede del oráculo de Delfos, que lo señaló como el hombre más sabio, y está de acuerdo en esto, siempre y cuando la verdadera sabiduría sea la humildad de reconocer que en realidad no sabe nada, pues no hay hombre alguno que sepa algo, aunque muchos creen saberlo todo.

La sabiduría es sólo recuerdo, pues el alma ha conocido las ideas perfectas antes de nacer, sólo hay que some-terse a un método riguroso, que haga aflorar la reminiscencia. Sin embargo, Melito y Licón se enojan por esto, y denuncian a quien los contradice. Pero Sócrates alega en su defensa que un dios lo ha enviado a persuadir a los atenienses de cuidar más el alma y la virtud que las riquezas. Sócrates afirma que está destinado a actuar como un tábano que pica la oreja de un corcel, para así molestar a los perezosos y conformistas.

“El mayor bien del hombre es hablar de la virtud todos los días de su vida… examinando a los demás o a sí mismo, porque una vida sin examen no es vida”. Entonces lo condenan a muerte. Sócrates responde: “Quiero más morir después de haberme defendido, que vivir por haberme arrastrado ante vosotros… ¡No es lo difícil evitar la muerte, lo es mucho más evitar la deshonra, que marcha más ligera que la muerte!”

Cuando es condenado, Sócrates reta a los jueces: “Esta manera de liberarse de los censores no es decente ni posible. Lo que es decente no es cerrar la boca a los hombres, sino hacerse mejor”. y agrega: “No hay ningún mal para el hombre de bien ni durante su vida ni después de la muerte” y concluye: “Ya es tiempo de que nos retiremos de aquí, yo para morir, vosotros para vivir. ¿Entre ustedes y yo, quién lleva la mejor parte? Esto es lo que nadie sabe, excepto Dios.”

Platón, alumno de Sócrates, funda la Academia basándose tanto en el legado socrático como en los pitagóricos. Allí, el amor a la sabiduría es más que un saber, es una forma de vida, donde las matemáticas y geometría, pero sobre todo el diálogo para descubrir la verdad por encima de los argumentos es la gran aportación que trascenderá por siglos. Platón y sus discípulos, como filósofos, comparten una vida sabia, reflexiva, autodisciplinada, sana, que buscan instaurar en el ámbito político.

LA ACADEMIA

La enseñanza no consistía en almacenar conocimientos sin relación con la vida, sino en experimentar comunitaria-mente la búsqueda de la verdad y de las Ideas eternas, como la Belleza, la Bondad y la más perfecta de todas, la Justicia. Para lograr esto, realizaban ejercicios intelectuales, que preparaban al diálogo honesto, a la muerte, a la vida política, etc.

Alumno de Platón, Aristóteles, quien suple la doctrina de las Ideas por una concepción realista del mundo, funda el Liceo, donde no solamente se ejercitan las matemáticas y la filosofía para influir en la vida política como hiciera Platón en su academia, sino que inician los estudios de las ciencias naturales como antecedente de los métodos inductivos de experimentación, además de sus obras sobre lógica, física, biología, ética, etc.

La academia de Platón fue también el modelo arquetípico de los centros de enseñanza y

universidades que aparecieron desde la Edad Media en el mundo árabe y en Europa. A partir

del Renacimiento surgen institutos de investigación que estudiarán también las ciencias exactas, naturales y experimentales así como las

humanidades. Sin embargo, el diálogo como método de enseñanza fue cayendo en desuso.

La educación actual debe retomar el diálogo como método didáctico. Sin embargo, entre los filósofos contemporáneos encontramos ecos de los diálogos platónicos, como en la teoría y ética de la acción comunicativa de Jurgen Habermas, donde se busca un consenso dialógico-comunicativo a través de varios principios, que intentan construir una nueva democracia mundial a partir del diálogo constructivo.

BIBLIOGRAFÍA

PLATÓN, Diálogos, México, Edit. Porrúa, 1996

HADOT, PIERRE, ¿Qué es la filosofía antigua?, México, FCE, 1998