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filosofía algunas ideas sobre la ética de russell puede ser mejor o peor. La mayoría de bIenes y males se valúan en unidades orgánicas: ... "para juzgar si un objeto de- be existir, tenemos que considerar si forma parte de algún todo que valoramos tanto que preferimos su existencia, con su parte posiblemente mala, a la inexistencia de los dos" .4 por María Rosa Palazón En los Ensayos filosóficos, 1 Bertrand Rus- seU aborda las más variadas temáticas, preocupado por encontrar y precisar la naturaleza de la verdad, sea en las matemá- ticas, la historia, el -pragmatismo o en otros terrenos del saber. I) A lo largo de "Los elementos de la ética" precisa que ésta es una "ciencia" que se ocupa de las proposiciones verdaderas acerca de la conducta. Así pues, ante enfo- ques erróneos, diremos que no es un estu- dio de lo práctico que se opone a otros teoréticos, ni que se avoca al reino de lo bueno como si se tratara de un campo aislado de lo verdadero. Ahora bien, ¿por qué hablamos de lo bueno? Bajó la in- fluencia de George Edward Moore, Russell afirma que los supuestos o últimos funda- mentos sobre los que se erige esta "ciencia" son las nociones, indefinibles, impersonales y válidas por sí mismas, de bien y mal. "Se trata de un caso análogo al de los compues- tos en la química. Combinando elementos o compuestos podemos obtener un nuevo compuesto, pero ninguna operación quími- ca puede proporcionar un elemento que no se halle presente al principio. Así, si 'bien' es simple, ninguna proposición que no con- tenga esta noción puede tener consecuen- cias que la contengan.,,2 Tales aclaraciones delimitan que al existir deseos de lo malo o malos deseos, se destruye la fórmula: algo bueno equivale a algo deseado, como sopor- te de la ética. a) Es menester sobrepasar las múltiples de- fmiciones verbales -muchas incompatibles entre sí- y las doctrinas preconcebidas para saber que bien y mal son empírica- mente incognoscibles. De que el mundo sea de una manera no se infiere qué cosas son positivas y qué negativas. Son conceptos independientes e inextraíbles de cualidades como existencia o inexistencia, porque lo que ocurre no guarda relación con lo que debería ocurrir, ni viceversa. Esta aparente digresión, Russell la trae a cuento porque, en concomitancia con la religión revelada, varias f1losofías de acento optimista han sostenido que lo que ha existido, existe o existirá es bueno: en un mundo creado por un Dios todo bondad y omnipotencia, el mal se reduce a no-ser. Podemos ilustrar las palabras de Russell diciendo que tanto las fIlosofías monistas, tipo Spinoza o Hegel -esto es, la identifica- ción del Ser con el todo- como la filosofía cristiana tipo San Agustín, se afianzan en la creencia de que Dios es el origen de lo existente y no engendra nada que sea su antítesis. La maldad no tiene causa eficien- te; en todo caso sería una deficiente, la privación del ser, sustracción que no requie- re de un antecedente positivo. "Nuestra consideración es en eso una teodicea, una justificación de Dios que Leibniz ha inten- tado hacer metafísicamente, a su manera, en categorías aún abstractas e indetermina- das, a tal punto que, percibido lo. malo en el mundo, el espíritu pensante debía ser reconciliado con el mal. 'En realidad, en ninguna parte se da, de tal conocimiento reconciliador, una exigencia mayor que en la historia universal. Esta reconciliación só- lo puede ser alcanzada mediante el conoci- miento de lo afirmativo -en el cual aquello negativo se pierde de vista hacia algo subor- dinado y superado- y mediante la concien- cia, por un lado, de lo que de veras es el fin último del mundo y, por otro, de que este último fin se ha realizado sin él, impidiéndose con ello la manifestación del maL,,3 Primeramente Russell alega que no estamos en capacidad de aprehender el con- junto de la realidad, y en segundo, que con el mismo derecho podríamos sostener la tesis contraria, o sea, lo que existe es el mal y la suma de todo es lo peor, que sería tan falsa y no menos absurda que la contra- ria. b) Desde su ángulo, la ética evolucionista recalca la sobrevivencia del más apto, mo- ralmente hablando, para justificar un culto a la fuerza: el hombre "civilizado" está por encima del más primitivo y debe imponér- sele. RusselI asegura que a priori sería tan probable que la evolución moral fuese de lo· bueno a lo mejor, como de lo malo a lo peor; amén de que si fuese cierto que siempre se avanza a lo mejor ¿qué importa- ría éticamente el curso evolutivo? Siempre actuaríamos en conformidad con las ópti- mas posibilidades de que somos capaces. Asimismo, de que algo sea inevitable no se sigue que sea bueno. ¿A dónde iría a parar ese culto a la fuerza, se pregunta Russell, si el negro matara a quienes lo subyugan? Es de suponer que se quedaría sin sus actuales admiradores. c) La hipótesis fIlosófica: lo aisladamente malo representa un ingrediente esencial de lo bueno -la compasión que nace de la desgracia ajena, sirve de ejemplo- tiene poco peso, porque el valor del todo no se mide por la suma de los valores de sus d) Russell asevera que tampoco hay que dejarse engañar por aquellos que hablan de un únicó bien y después no lo admiten como tal. Pongamos por caso, si lo fuera la virtud, excluiría otra recompensa: "Así, quienes han mantenido que la virtud es el único bien, por lo general, han mantenido igualmente que en los cielos los virtuosos serían recompensados con la felicidad."s Ni hay gradaciones de bien, por ello los hedo- nistas no pudieron explicar que el placer -que identificaron con el bien- pudiera tener' mayor intensidad según el estrato que ocupara. Hay placeres más elevados, aunque no más intensos -será más alto la poesía, pero puede ser más intenso el baño en un día caluroso-, inclusive hay placeres inten- sos y negativos, piénsese en la venganza. En lo concerniente a la conducta -idea compleja porque está asentada sobre los supuestos de "bien" y "mal"- el intuicio- nismo juzga las acciones según la aproba- ción o rechazo efectuado previamente por la conciencia (sentido subjetivo de justicia). Además de tales emociones; se externan juicios sobre los resultados que acarreará seguir un determinado acto (sentido va de justicia). Bajo este tenor, el utilitaris- mo considera la conducta según la bondad o maldad de sus consecuencias. De aquí Bertrand Russell saca dos determinaciones: un acto será inmoral cuando lo desapruebe la conciencia e insensato si tiene malos resultados, aunque la conciencia lo apruebe. Es necesario afinar esos criterios; en el instante en que una regla simple 6 no ponga de relieve los efectos, se requiere predecir- los, con el fin de llevar a cabo el "acto más prudente". Entonces, un comportamiento moral será aquél cuyo agente habría consí- 31

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filosofía

algunas ideas sobrela ética de russell

parte~; puede ser mejor o peor. La mayoríade bIenes y males se valúan en unidadesorgánicas: ... "para juzgar si un objeto de­be existir, tenemos que considerar si formaparte de algún todo que valoramos tantoque preferimos su existencia, con su parteposiblemente mala, a la inexistencia de losdos" .4

por María Rosa Palazón

En los Ensayos filosóficos, 1 Bertrand Rus­seU aborda las más variadas temáticas,preocupado por encontrar y precisar lanaturaleza de la verdad, sea en las matemá­ticas, la historia, el -pragmatismo o en otrosterrenos del saber.

I) A lo largo de "Los elementos de laética" precisa que ésta es una "ciencia" quese ocupa de las proposiciones verdaderasacerca de la conducta. Así pues, ante enfo­ques erróneos, diremos que no es un estu­dio de lo práctico que se opone a otrosteoréticos, ni que se avoca al reino de lobueno como si se tratara de un campoaislado de lo verdadero. Ahora bien, ¿porqué hablamos de lo bueno? Bajó la in­fluencia de George Edward Moore, Russellafirma que los supuestos o últimos funda­mentos sobre los que se erige esta "ciencia"son las nociones, indefinibles, impersonalesy válidas por sí mismas, de bien y mal. "Setrata de un caso análogo al de los compues­tos en la química. Combinando elementoso compuestos podemos obtener un nuevocompuesto, pero ninguna operación quími­ca puede proporcionar un elemento que nose halle presente al principio. Así, si 'bien'es simple, ninguna proposición que no con­tenga esta noción puede tener consecuen­cias que la contengan.,,2 Tales aclaracionesdelimitan que al existir deseos de lo malo omalos deseos, se destruye la fórmula: algobueno equivale a algo deseado, como sopor­te de la ética.

a) Es menester sobrepasar las múltiples de­fmiciones verbales -muchas incompatiblesentre sí- y las doctrinas preconcebidaspara saber que bien y mal son empírica­mente incognoscibles. De que el mundo seade una manera no se infiere qué cosas sonpositivas y qué negativas. Son conceptosindependientes e inextraíbles de cualidadescomo existencia o inexistencia, porque loque ocurre no guarda relación con lo quedebería ocurrir, ni viceversa.

Esta aparente digresión, Russell la trae acuento porque, en concomitancia con lareligión revelada, varias f1losofías de acentooptimista han sostenido que lo que haexistido, existe o existirá es bueno: en unmundo creado por un Dios todo bondad yomnipotencia, el mal se reduce a no-ser.Podemos ilustrar las palabras de Russelldiciendo que tanto las fIlosofías monistas,tipo Spinoza o Hegel -esto es, la identifica­ción del Ser con el todo- como la filosofíacristiana tipo San Agustín, se afianzan en la

creencia de que Dios es el origen de loexistente y no engendra nada que sea suantítesis. La maldad no tiene causa eficien­te; en todo caso sería una deficiente, laprivación del ser, sustracción que no requie­re de un antecedente positivo. "Nuestraconsideración es en eso una teodicea, unajustificación de Dios que Leibniz ha inten­tado hacer metafísicamente, a su manera,en categorías aún abstractas e indetermina­das, a tal punto que, percibido lo. malo enel mundo, el espíritu pensante debía serreconciliado con el mal. 'En realidad, enninguna parte se da, de tal conocimientoreconciliador, una exigencia mayor que enla historia universal. Esta reconciliación só­lo puede ser alcanzada mediante el conoci­miento de lo afirmativo -en el cual aquellonegativo se pierde de vista hacia algo subor­dinado y superado- y mediante la concien­cia, por un lado, de lo que de veras es elfin último del mundo y, por otro, de queeste último fin se ha realizado sin él,impidiéndose con ello la manifestación delmaL,,3 Primeramente Russell alega que noestamos en capacidad de aprehender el con­junto de la realidad, y en segundo, que conel mismo derecho podríamos sostener latesis contraria, o sea, lo que existe es elmal y la suma de todo es lo peor, que seríatan falsa y no menos absurda que la contra­ria.

b) Desde su ángulo, la ética evolucionistarecalca la sobrevivencia del más apto, mo­ralmente hablando, para justificar un cultoa la fuerza: el hombre "civilizado" está porencima del más primitivo y debe imponér­sele. RusselI asegura que a priori sería tanprobable que la evolución moral fuese de lo·bueno a lo mejor, como de lo malo a lopeor; amén de que si fuese cierto quesiempre se avanza a lo mejor ¿qué importa­ría éticamente el curso evolutivo? Siempreactuaríamos en conformidad con las ópti­mas posibilidades de que somos capaces.Asimismo, de que algo sea inevitable no sesigue que sea bueno. ¿A dónde iría a pararese culto a la fuerza, se pregunta Russell, siel negro matara a quienes lo subyugan? Esde suponer que se quedaría sin sus actualesadmiradores.

c) La hipótesis fIlosófica: lo aisladamentemalo representa un ingrediente esencial delo bueno -la compasión que nace de ladesgracia ajena, sirve de ejemplo- tienepoco peso, porque el valor del todo no semide por la suma de los valores de sus

d) Russell asevera que tampoco hay quedejarse engañar por aquellos que hablan deun únicó bien y después no lo admitencomo tal. Pongamos por caso, si lo fuera lavirtud, excluiría otra recompensa: "Así,quienes han mantenido que la virtud es elúnico bien, por lo general, han mantenidoigualmente que en los cielos los virtuososserían recompensados con la felicidad."s Nihay gradaciones de bien, por ello los hedo­nistas no pudieron explicar que el placer-que identificaron con el bien- pudieratener' mayor intensidad según el estrato queocupara. Hay placeres más elevados, aunqueno más intensos -será más alto la poesía,pero puede ser más intenso el baño en undía caluroso-, inclusive hay placeres inten­sos y negativos, piénsese en la venganza.

En lo concerniente a la conducta -ideacompleja porque está asentada sobre lossupuestos de "bien" y "mal"- el intuicio­nismo juzga las acciones según la aproba­ción o rechazo efectuado previamente porla conciencia (sentido subjetivo de justicia).Además de tales emociones; se externanjuicios sobre los resultados que acarrearáseguir un determinado acto (sentido objeti~

va de justicia). Bajo este tenor, el utilitaris­mo considera la conducta según la bondado maldad de sus consecuencias. De aquíBertrand Russell saca dos determinaciones:un acto será inmoral cuando lo desapruebela conciencia e insensato si tiene malosresultados, aunque la conciencia lo apruebe.Es necesario afinar esos criterios; en elinstante en que una regla simple6 no pongade relieve los efectos, se requiere predecir­los, con el fin de llevar a cabo el "acto másprudente". Entonces, un comportamientomoral será aquél cuyo agente habría consí-

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vacados, haciendo un llamado al entendi·miento. Tratemos de seguir su consejo. Esmenester preguntarle si el asentar que losprimeros principios éticos no se conocenexperimentalmente implica que no son ad·quiridos por mediación empírica, o se tratade una mera construcción sustraída de unsistema a la manera de los axiomas mate·máticos.

El fundamento del saber empírico seinfiere de la existencia (¿los sentidos no

'son o existen? ). Así pues, si carecen de esesoporte parece que no son susceptibles deconocimiento ni autoevidencia. Por ende,nos resulta extraño que la conducta laenjuiciemos recurriendo a una base desco·nacida. Y bajo nuestro punto de vista,Russell no enfoca el bien y el mal comoaxiomas parecidos a los matemáticos.

Este intento aproximativo a las ideascontenidas en "Los elementos de la ética"se resumiría en la pregunta ¿los primerosprincipios o últimos fundamentos -el bieny el mal- tienen el valor objetivo queRussell pretende? La respuesta está en elPrefacio: "El cambio principal es que ya nocreo en valores objetivos como cuando (si·guiendo a Moore) escribí el primer ensayo l

de este libro.',8 Afirmación que invalida 1todo lo que hemos analizado a lo largo deeste artículo.

Después de leer todos los En92Yos saltaa la vista una objeción: al parecer RusseDconfunde el significado con el criterio de

........-Ji .. lb

tAl IL nasinceramente que el mío y no el suyo es elúnico bien.

Los casos de autosacrificio devastan es­tas tendencias. No es válido sostener ni quese logrará la felicidad por el sacrificio -se­ría el deseo de hacer un bien centradefuera del ego-, ni siquiera que se efectúapor el aplauso o temor a la desaprobación-no se darían esos casos de no ser difundí­bles-. ¿Y qué diremos de quienes mantie­nen opiniones impopulares? Tampoco fun­ciona siempre el egoísmo psicológico por­que la autoaprobación puede ser muy breve

'0 los remordimientos tolerables y disminui­dos por la práctica injusta.

En definitiva, nos dice Russel1, negar unbien general es negar la ética. Hay unamáxima evidente e indudable: es preferiblelograr un bien mayor para A que otromenor para B. Y el hecho de que yo sea B,no la afecta. Asimismo, no tienen el mismorango de evidencia los principios que mar­can la necesidad de producir el mayor bieno la de buscar el propio interés: un mundoen que estuvieran en conflicto sería inexis­,tente e inimaginable.

Finalmente, hay dos errores que debenevitarse: los sistemas filosóficos que simpli­fican los hechos para elaborar una simetríaficticia y el propio del moralista, que ponela conducta como supuesto ético en lugardel bien y el mal.

Russell nos previene, pues, de las dife­rencias que surgen de planteamientos equi-

derado justo si hubiera meditado el asuntosincera y cuidadosamente (existe un gradode reflexión conveniente para cada acción,y en caso que sea más justa cuando proce­da de un impulso -por ejemplo la generosi­dad- será moral si su autor la estimarajusta una vez efectuada). Será inmoral encaso contrario, e inocua cuando su nivel deimportancia sea tan bajo que una reflexiónbreve sea insuficiente para mostrar su justi­cia o injusticia.

En pro de la coherencia con lo que seha expuesto, Russell apoya aquel determi­nismo que valora los actos -siempre quesean pensables y físicamente posibles- se­gún la elección, recalcando que son precisa­mente los libre albedristas quienes niegan laposibilidad de vislumbrar los efectos de unaconducta, interfiriendo con la moral. Porun lado ellos aseguran que el hombre, serlibre, no está sujeto a ningún condiciona­miento preciso, y nos está vedado predecirel camino que eligirá; por el otro, si nega­mos toda clase de causalidad,7 pierde senti­do el tratar de influir en las decisiones deotras personas, porque no es factible mos­trarles los efectos que tendría su conducta:se trataría de un condicionamiento. Ensíntesis, no es posible prever su línea deacción y, por lo mismo, es inútil hacer elintento de mostrarles la opción más positi­va.

Aquí cabe abrir un paréntesis para ad­quirir la tesis russelliana: ¿no se influiríadespués que la senda de acción ha sidoimaginada? Los partidarios de la doctrinacriticada afirman que la libertad es produc­to de la razón. Los animales no puedendiscernir, se mueven por dictados instinti­vos. Es el h9mbre, ser racional por excelen­cia, quien logra pensar y elegir entre opcio­nes. Al ser esto así, no creemos que estacorriente imposibilite el señalar derroteros einfluir en decisiones. Opinamos que talcorrient~ '10 diría que se trata de un condi­cionamiento. Este vocablo lo restringen auna acción obligada, y el hecho de quenosotros señalemos a otro individuo el seno.dero que debiera elegir, no incluye que loobliguemos a seguirlo. Quizá Russell com­plicaría el asunto al decir que hemos intro­ducido subrepticiamente el término razón,sin precisar qué sea, y que aun cabríapreguntamos si el hombre la posee. Emperodiremos que el argumento esgrimi do por lospartidarios de la libertad volitiva debió re­batirse tomando en cuenta sus múltiplesfacetas. Desde luego es cierto que la liber­tad de la voluntad pertenece al campo delo existente y no del bien o mal intrínse­cos, como asegura Russell. Sin embargo anosotros nos queda una duda que habremosde repetir más tarde: ¿la conducta pertene­ce a él?

De manera contundente Russell demues­tra que las corrientes egoístas carecen debases: se afianzan en la creencia de que laprimera obligación del hombre es para con­sigo mismo, lograr "mi bien". Premisa quelógicamente sólo puede mantener aquellagente que diga: debo creer lo falso o por lomenos muy dudoso. Porque cada hombresostendrá la misma premisa, y si yo aciertoal pensar que mi bien es el único, losdemás se equivocan: no pueden suponer

Il'

I

II

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danza

por Raquel Vásquez

la organización de ladanza:una experiencia

justicia objetiva. En "El pragmatism~" :~~mano de un ejemplo para mostrar a , e

. tre ambos Decir 'X libro está enrencla en .la biblioteca" no significa que se hallemencionado en el catálogo de ésta. Elcatálogo proporciona el criterio para sabe~si ~el libro se encuentra o no ~n. ,tal lugar,.pero el significado de la proposlclon es q~e

el libro X se encuentra en alguna estantenade la biblioteca en cuestión. Una conductaútil, que obtenga los mejores. resultados,otorga el criterio de justicia; sm ~mb~~g~,¿los efectos son el significado de JusticIa.En otras palabras, no creemos que seaconveniente hacer la equivalencia: "justi­cia= efectos positivos de la conducta". Entodo caso, las consecuencias nos permiti­rían evaluarla como justa o injusta para loque será necesario poseer anticipadamenteuna noción precisa de lo que significa eltérmino en cuestión ("justicia").

Otra perspectiva para atacar el mismoproblema es: Russell yuxtapone los común­mente considerados significados de justicia.En un sentido vago, impreciso y erróneo,.una cosa "significa" otra siempre que existauna relación causal entre ambas; por ejem­plo: una nube "significa" lluvia, o unaconducta justa "significa" los mejores efec­tos P9sib1es. En nuestra opinión hubierasido preferible que, en vez de fijar laatención casi exclusivamente sobre los re­sultados, primero nos hubiera explicado elreal significado de "justo", esto es, quehubiera traducido la palabra o símbolo aotras palabras, entre los que se contaríanlos supuestos éticos, que definieran su natu­raleza, lo que designamos cuando traemos acolación ese término.

NOTASl. Bertrand RusseU: Ensayos filosóficos, trad.

de Juan Ramón CapeUa, Madrid, Alianza Edito­rial, 1968 (Sección: Humanidades. El libro debolsillo, 116).

2. [bid, p. 253. Hegel: Filosofía de la historia, trad. y

preámbulo de T. Brunstad, Barcelona, Zeus, 1970(Colee. Podium. Obras significativas), pp. 43-44.

4. RusseU: !bid, p. 75. llustraremos la explica­ción recordando que San Agustín decía: dentrode la totalidad, el mal hace resaltar la hermosuradel universo. La providencia creó los entes conuna hermosura que dimana del bien, y lo nocivoes conveniente para que haga las veces de fondosobre el cual se destaque la perfecci6n moral.

5. ¡bid, p. 776. Por una simple previsión del bienestar so­

cial, las normas se elaboran teniendo presente losresultados que se I-ograrían de ser aplicadas. Ysurgen nuevos códigos cuando hay un númerosuficiente de personas que deban seguirlos, unejemplo obvio son los códigos profesionales.

7. Russell sabe que causa-efecto, como suce­sión necesaria, no se cumple en el mundo. Todoestá sometido a un cambio continuo. Para que sediera una relación causal exacta sería necesarioque los fenómenos fueran ~ontiguos, única formade evitar interferencias. Las causas inmediatas sonvariables. Una relación causal apunta solamenteuna dirección de cambio (que puede expresarseen ecuaciones diferenciales). Además, el conoci­miento empírico es falible: siempre hay un casode excepción posible. Las leyes concernientes ahechos no son necesarias. No obstante, las genera­lizaciones causales son útiles y se cumplen en casitodas las circunstancias. En resumen: Russell con­cibe causa como el antecedente aproximadamenteinvariable, aunque no completamente, porque ha­bríamos de tener en cuenta todo el universo enprevisión de alguna interferencia.

8. ¡bid, p. 7.

La danza contemporánea se instala en Mé­xico contundentemente, arrasando concualquier manifestación tradicional que ennuestro pobre medio dancístico haya podi­do sobrevivir.

Con concepciones y formas definidas,originales, auténticamente nutridas delhombre actual y dirigidas a él; apoyada enun lenguaje amplio y significativo, organiza­da minuciosa y científicamente, la danzacontemporánea vive y se transforma a tra­vés de una producción de obras con carac­terísticas propias que la sitúan como centrode interés de las corrientes artísticas entodo el mundo. Con respecto a sus concep­ciones, a lo que está obligada a comunicar,la danza contemporánea manifiesta un im­pulso por ordenar la realidad, por realizarproezas que asombran y divierten, por con­tribuir a la armonía de la comunidad enque surge y vive.

Pero al hombre de hoy no le es suficien­te el impulso interior que lo lanza a mover­se' le es necesario el conocimiento internode' su cuerpo y de sus posibilidades dedesarrollo muscular para utilizarlo como uninstrumen to perfecto que pueda transmi tirvirtuosamente lo que desea comunicar. Deahí que al hablar de danza contemporáneaestamos obligados a hablar de escuelas, derigor técnico, de leyes del movimiento delos cuerpos, de años de trabajo intenso ydisciplirJado. Más aún: si la danza es unproducto del hombre y refleja lo que suce­de en sus mundos irJterno y externo, estambién un arte que se realiza gracias a laagrupación de individuos con intereses eideas comunes, grupos productores que ne­cesitan a su vez de otros más amplios -elpúblico- para cumplir con sus requisitos decomunicación. Por todo ello, el apoyo queeste arte joven necesita es urgente. En estaponencia, presentada ante las personalida­des encargadas de incrementar y difundir elarte entre la juventud, se proponen lastareas que llegarán a consolidar grupos uni­versitarios de danza contemporánea, gruposque encaucen las energías juveniles haciauna actividad interesante, vital, llena deposibilidades creativas.

Ya se dieron los primeros pasos. ElBallet Nacional de México es el núcleoartístico escogido por la Universidad Nacio­nal Autónoma de México, desde hace cua­tro años, tanto para iniciar la difusión de ladanza contemporánea entre la poblaciónestudiantil, como para implantar en su senolos primeros cursos. , .

El Ballet Nacional es un grupo artIsÍlco

fundado en los años 50, que cimenta suprestigio e!1 una actividad ininterrumpidaen la formación de bailarines profesionales,en la creación coreográfica y en la difusiónpermanente de la danza contemporánea enMéxico y en el extranjero.

Está integrado por bailarines, coreógra­fos, técnicos de escena e ilumirJación, dise­ñadores, escenógrafos y músicos que secoordinan tanto en el trabajo experimentalde vanguardia como en la pro ducción deobras convincentes para cualquier públicoapto para asistir a un teatro de concierto.En ambos espectos de su creación, lostemas y el tratamiento de sus obras tiendena revelar significados del hombre y de lavida contemporáneos.

Como compañía profesional de danza,Ballet Nacional ha actuado periódicamentedurante cuatro años en el Teatro anexo aArquitectura, en Ciudad Universitaria, conasistencia cada vez mayor de estudiantes.Se han publicado notas críticas sobre susactuaciones, escritas por estudiantes, y sehan realizado mesas redondas y discusionessobre los problemas que plantea la danzaen comparación con otras artes. .

Ballet Nacional ha planeado y organiza­do una Escuela para universitarios donde seorienta y prepara a los estudiantes en suformación como profesionales de la danza;tras la organización de los grupos universi­tarios sus integrantes conocen Y gustan delarte de la danza, afinando su sensibilidadpara aplicarla a cualquier profesión.

Para cimentar los cursos, la UNAM obtu­vo la autorización de la escuela neoyorkinade Martha Graham; en esta forma, la insti­tución aplica en la enseñanza la "Téc,nic~Graham", así como el apoyo moral y tecru­ca para la programación de sus planes deestudio.

Los maestros que tienen a su cargo laenseñanza de esta técnica (elementos todosdel Ballet Nacional), son profesionales, conestudios reglamentados, con cursos en laescuela matriz de Nueva York y cursosespeciales en México con maestros de pres-tigio internacional. , . .

En cuanto a la labor pedagoglca conJun­ta de Ballet Nacional y la UniversidadNacional Autónoma de México, puedenapreciarse los siguientes logros: .

En el estudio del Ballet NaCIOnal traba-. actualmente tres grupos de estudiantesJa~ 't n'os dos de nivel técnico elemen-Ull!VerSI a , .tal y uno de nivel técnico inte~medi? Hayproyectos presentados en la DlfecclOn Ge-