fiesta de la presentaciÓn del seÑor clausura del aÑo de la vida … · 2016-08-30 · 1-fiesta...
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-Fiesta de la Presen-
tación del Señor, clau-
sura del año de la Vida
Consagrada.
- Jubileo Dominicano
- Mensaje del santo
padre Francisco para la
Cuaresma.
- Agradecimiento
- Mensaje del papa por
la XXIV Jornada
Mundial del enfermo.
- Año Nuevo, Casa
Nueva.
- 800 Años proclaman-
do la verdad…
-Así fue la Vida de
Hna. Ana.
-Calendario
-Cumpleaños
-Noticias
ENERO 2016 410
FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR CLAUSURA DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA
L a vida consa- grada, profe-
cía de la miseri- cordia. El día
2 de febrero celebramos
litúrgicamente la fiesta de la
Presentación del Señor en el Templo de
Jerusalén (cf. Lc 2, 22-40). San Juan Pa-
blo II celebró la primera Jornada Mun-
dial de la Vida Consagrada (1997) y, des-
de entonces, la Madre Igle- sia, cada dos
de febrero, pone en el can- delero de la
gratitud y de la oración a todos aquellos
cristianos que han sido llamados a una vida de especial consagración.
Con el seguimiento del Señor, lux mundi, que nuestros hermanos y hermanas de vida
consagrada realizan hasta la imitación y progresiva identificación con Cristo, se con-
vierten ellos mismos en luz del mundo, peregrinos de la fe y habitantes de esa ciudad
que, puesta en lo alto de un monte, no se puede ocultar (cf. Mt 5, 14-16). Del 30 de
noviembre de 2015 al 2 de febrero de 2016 hemos vivido con gozo y comunión ecle-
sial el fecundo Año de la Vida Consagrada, el cual se clausura el mismo día en que
se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada bajo el lema: La vida consagra-
da, profecía de la misericordia. Si hacemos balance de este Año de la Vida Consa-
grada, bien podemos mirar atrás con profunda gratitud a Dios por todo lo acontecido
al respecto, y le rogamos nos conceda la gracia de seguir viviendo el presente con una
entrega verdaderamente apasionada por el Reino y de mirar al futuro en la confianza
de la Providencia divina, que nunca nos ha de faltar.
Le pedimos también que nos conceda la gracia de la radicalidad evangélica siendo
profetas de esperanza. En diversas ocasiones el papa Francisco nos ha recordado que
la llamada a la radicalidad evangélica no es solo de los consagrados, sino que es pro-
pia de todos los bautizados, pues todos hemos recibido la común llamada a la santi-
dad.
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Lo propio de los consagrados, consagradas, es un seguimiento de Cristo de modo profético; y «esta
es la prioridad que ahora se nos pide: ser profetas como Jesús…
Pero no profetas de desventuras, sino profetas que saben revestirse de Jesucristo y que saben, igual-
mente, portar las armas de la luz permaneciendo humildes al tiempo que diligentes, despiertos y vi-
gilantes. ¿Qué significa que los consagrados acentúan en su particular seguimiento del Señor la di-
mensión profética hasta ser profetas del amor de Dios, y que la misma vida consagrada es profecía
de la misericordia? El papa Francisco, en la carta apostólica que dirigió a todos los consagrados el
pasado 30 de noviembre de 2015, explica las características esenciales del verdadero profeta en rela-
ción con los consagrados: «El profeta recibe de Dios la capacidad de observar la historia en la que
vive y de interpretar los acontecimientos: es como un centinela que vigila por la noche y sabe cuán-
do llega el alba (cf. Is 21, 11-12). Conoce a Dios y conoce a los hombres y mujeres, sus hermanos y
hermanas. Es capaz de discernir, y también de denunciar el mal del pecado y las injusticias, porque
es libre; no debe rendir cuentas a más amos que a Dios; no tiene otros intereses sino los de Dios. El
profeta está generalmente de parte de los pobres y los indefensos, porque sabe que Dios mismo está
de su parte». Y antes, el papa san Juan Pablo II, en la exhortación apostólica postsinodal Vita conse-
crata (1996) –de cuya publicación celebramos este año 2016 su vigésimo aniversario– indicaba lu-
minosamente en qué consiste el profetismo en la vida consagrada: «Los padres sinodales han desta-
cado el carácter profético de la vida consagrada, como una forma de especial participación en la fun-
ción profética de Cristo, comunicada por el Espíritu Santo a todo el Pueblo de Dios. Es un profetis-
mo inherente a la vida consagrada en cuanto tal […] en el testimonio de la primacía de Dios y de los
valores evangélicos de la vida cristiana […], sin anteponer nada al amor personal por Cristo y por
los pobres en los que Él vive. […] La verdadera profecía nace de Dios, de la amistad con Él, de la
escucha atenta de su Palabra en las diversas circunstancias de la historia. El profeta siente arder en
su corazón la pasión por la santidad de Dios y, tras haber acogido la palabra en el diálogo de la ora-
ción, la proclama con la vida, con los labios y con los hechos, haciéndose portavoz de Dios contra el
mal. El testimonio profético exige la búsqueda apasionada y constante de la voluntad de Dios, la ge-
nerosa e imprescindible comunión eclesial, el ejercicio del discernimiento espiritual y el amor por la
verdad».
catholic.net
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JUBILEO DOMINICANO 2016
“¡Ay! de nosotros si no predicamos el evangelio” (cf. 1 Cor 9, 16): La Orden de Predicadores: Ayer, Hoy y Mañana
Tomado de: http://www.op.org/es/jubilee/predicacion
EL MINISTERIO DE LA PREDICACIÓN
(ACG Roma 2010)
La predicación y el signo de identidad de la Orden
50. Hay muchos símbolos dominicanos: el hábito, el escudo, el perro con la antorcha a los pies de Domingo. Pero sólo hay un signo de identidad, un código genético para los miembros de la Orden, de la Familia Dominicana: es la predicación para la salvación de la humanidad (Constitución Fundamental, LCO 1 § IV), el ministerio de la Palabra (officium Verbi), la misión evangelizadora. El Capítulo General celebrado en Roma ha querido recordar a toda la Familia Dominicana, monjas, frailes, hermanas apostólicas y laicado dominicano, este nuestro signo de identidad, mientras nos acercamos al jubileo del 2016. Las monjas, dedicadas preferentemente a la oración, participan en el ministerio de la predicación escuchando la Palabra, celebrándola y proclamando el Evangelio con el ejemplo de su vida. Igualmente los hermanos cooperadores se incorporan al ministerio de la predicación mediante el fiel cumplimiento de su profesión en la Orden.
El Concilio IV de Letrán se había lamentado de que « nadie partía el pan de la Palabra a los fie-les ». Domingo intuyó que aquí estaba la raíz de los males de la Iglesia en su tiempo. Y decidió que ésta sería su misión y la de sus seguidores. Fue una intuición profética, porque la predica-ción de la Buena Nueva es el comienzo de ese proceso que conduce a la fe, a la conversión al Evangelio, a la construcción de la comunidad cristiana, a la humanización de la vida al estilo de Jesús. Ésta sigue siendo la misión específica de la Orden en una Iglesia necesitada ella misma de evangelización y en un mundo lleno de oportunidades, pero también poblado de sinsentido y de sufrimientos. La importancia de nuestra misión nos exige el buen uso de la Palabra y de las palabras. (En las oraciones por los predicadores del viejo misal dominicano, la primera oración era para pedir la gracia de la predicación, la segunda era para pedir el uso elegante de la pala-bra).
Desde el comienzo hemos de recordar que las variantes de la predicación y de la evangelización han sido múltiples en la tradición dominicana: la homilía y la enseñanza, la palabra oral y la pa-labra escrita, la expresión artística, la comunicación virtual, el diálogo interpersonal, el testimo-nio de la vida… Para que la predicación no se redujera al sermón o la homilía, ya Humberto de Romans hablaba de « predicar fuera de la predicación ». Pero también queremos recordar que el anuncio explícito del Evangelio debe ser aspiración fundamental en todas esas variantes. De tal forma que, en todos los ministerios apostólicos de la Orden, se debe procurar llegar a ese anuncio explícito del Evangelio. Esto requiere que el predicador haya creído primero en el Evangelio, como María, « la oyente de la Palabra ». Y requiere también estar dispuestos al diá-logo y a dar la palabra a los demás.
La predicación y la vida dominicana
51. La predicación no es sólo una función, una tarea, una misión. Para la Familia Dominicana la predicación es una forma de vida, un estilo de vida, es la vita vere apostolica que Domingo qui-so para sí y para sus seguidores. Nuestro compromiso como Dominicos es, no sólo llevar una vida de predicación, sino una vida que en sí misma sea predicación, una vida que predique .
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Domingo concibió su proyecto fundacional en función de la predicación. Éste fue el propositum vitæ que presentó a los Papas Inocencio III y Honorio III para su aprobación. De tal forma que to-dos los elementos de la vida dominicana están inspirados por el ministerio de la Palabra y deben orientarse a este ministerio. Esta inspiración y esta orientación nos permiten hablar de la oración y la liturgia dominicanas, de la contemplación y el estudio dominicanos, de la observancia regular dominicana, de la profesión dominicana de los consejos evangélicos… La predicación configura nuestra vida. Esto explica la estrecha relación entre la vitalidad de la vida dominicana y la vitalidad del ministerio de la Palabra en la Orden. Cuando la misión evangelizadora está viva, todos los ele-mentos de nuestra vida están vivos: la oración, la contemplación, el estudio, el diálogo comunita-rio, la vida fraterna. Y cuando todos estos elementos están vivos también está viva la misión evan-gelizadora. La predicación dominicana es un anuncio teológico-profético del Evangelio y una co-municación de la gracia a los necesitados y desfavorecidos de nuestro mundo. Anunciamos el mis-terio de la salvación que se ha revelado y realizado en Cristo crucificado y resucitado. Este anun-cio enseña, conmueve, sana, alegra e ilumina las distintas realidades, las culturas, las tradiciones religiosas, y exige del predicador un ejercicio permanente de misericordia y compasión. Es a la vez una predicación que anima la esperanza cristiana en esa consumación final que Dios quiere para esta humanidad y esta creación.
52. Tan importante consideraba Domingo el ministerio de la predicación, que quiso encomendár-selo a la comunidad. Desde los orígenes se atribuyeron varias funciones esenciales a la comuni-dad dominicana en relación con la predicación: 1) Garantizar la permanencia y continuidad de la predicación y no dejarla al albur de los individuos. 2) Apoyar a los hermanos y hermanas en sus iniciativas y proyectos apostólicos y especialmente en los momentos de cansancio, de desaliento, de tentación de abandono. 3) Acreditar con la vida evangélica (oración, pobreza, comunicación de bienes, vida fraterna, solidaridad con los pobres y las víctimas…) la verdad y la eficacia transfor-madora del Evangelio predicado. 4) Ayudarnos mutuamente a escuchar los clamores de la huma-nidad.
En este sentido, los miembros de la comunidad dominicana están obligados moralmente a una conducta evangélica, para no desacreditar el ministerio de la predicación y el mismo mensaje pre-dicado. De hecho, en los orígenes dominicanos se pedía a los visitadores que separaran de este ministerio a los hermanos cuya conducta no estuviera de acuerdo con el Evangelio predicado. La comunidad de la « Hispaniola » y el sermón de Antón de Montesinos, del que estamos celebrando los 500 años, es un excelente ejemplo de esa esencial relación entre la comunidad y la predica-ción, de esa fuerza profética de la predicación dominicana que lamentablemente no siempre se ejerció con el mismo vigor evangélico. Nuestra predicación desde una comunidad fraterna, plural y dialogante debe ser un signo sanador en una Iglesia y una sociedad afectadas por constantes divisiones, confrontaciones y polarizaciones…
NOTA: hermanas estamos invitadas a revisar la siguiente página: http://www.op.org/es/jubilee. Allí encontraremos la programación que la Orden va a desarrollar durante todo el año y algunos materiales de interés.
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2016
“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).
Las obras de misericordia en el camino jubilar
L a alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la
alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en mi-sericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo. Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarna-da» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alian-za de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno so-lo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ga-narse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella. Las obras de misericordia La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se tradu-ce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo pa-ra despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobre-za, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las .
10 DE FEBRERO
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obras de misericordia. Mediante las corpo-rales tocamos la carne de Cristo en los her-manos y hermanas que necesitan ser nutri-dos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamen-te nuestra condición de pecadores: acon-sejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamen-te tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tie-nen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder col-mar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse ca-da vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de so-ledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes pala-bras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del me-jor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purifi-car a su Esposa prometida, a la espera de su venida. No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen Ma-ría, que fue la primera que, frente a la gran-deza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la hu-milde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
¡FELICITACIONES!
Agradezco a Dios el don de la vida y los dones recibidos para ponerlos al servicio de la misión que realizo, a las comunida-des locales que me ayudaron y me acom-pañaron para que pudiera responder con mis trabajos, a las personas de cada uno de los lugares por donde pasé las cuales me proporcionaron ayuda para la investi-gación y el aporte con los materiales para los trabajos, a las hermanas del Consejo Provincial que me apoyaron todo el tiempo para prepararme mejor para la misión que de hecho ha sido de mucho provecho, el conocer la historia, las costumbres cultura-les de cada lugar y cada ser en su esen-cia, el investigar y conocer la realidad y motivarme y motivar a otros a descubrir y hacer historia en cada acontecer motivan-do para construir un mundo que gire hacia el bien común. Es la experiencia que me ha dejado este tiempo no solo de estudio sino de forma-cion en todo sentido, el cual me ha servido para prepararme, entender y descubrir en el acontecer de la historia lo propio de ca-da ser y de cada sitio, el sentirme viviendo y compartiendo con los otros de lo suyo con admiración y con respeto de sus cos-tumbres porque son sagradas.
¡GRACIAS!
Hna. Aura Inés Núñez Licenciada en Etnoeducación
Con énfasis en Ciencias Sociales
7
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Mensaje del Papa por la XXIV Jornada Mundial del Enfermo FEBRERO 11 de 2016
“Confiar en Jesús misericordioso como María; hagan
lo que Él les diga”, es el título del Mensaje del Santo
Padre para la XXIV Jornada Mundial del Enfermo (11
de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de
Lourdes) Este año la Jornada se celebrará solemne-
mente en Tierra Santa y el Papa, con ese motivo, re-
flexiona sobre el relato evangélico de las bodas de
Caná, recordando que la enfermedad, sobre todo la
grave, pone en crisis la existencia humana y trae con-
sigo interrogantes que excavan en lo más profundo de la persona.
En el Mensaje, el Papa explica que en Caná “se perfilan los rasgos característicos de Jesús y de
su misión”. Y añade que la petición de María “hizo surgir no sólo el poder mesiánico de Jesús,
sino también su misericordia”. En la “solicitud de María se refleja la ternura de Dios”.
El Mensaje del Santo Padre señala que para nuestros seres queridos que sufren debido a la en-
fermedad pedimos en primer lugar la salud, pero el amor animado por la fe “hace que pidamos
para ellos algo más grande que la salud física: pedimos una paz, una serenidad de la vida que
parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu Santo que el Padre no niega nunca a los
que le piden con confianza”.
De este modo, el Pontífice invita en su Mensaje a que en esta Jornada Mundial del Enfermo pida-
mos a Jesús misericordioso “que conceda a todos nosotros esta disponibilidad al servicio de los
necesitados, y concretamente de nuestros hermanos y de nuestras hermanas enfermas”. Y aun-
que este servicio puede resultar fatigoso, pesado, “estamos seguros que el Señor no dejará de
transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino”. Por eso recuerda que también nosotros
“podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuen-
cia escondidos”, “podemos ofrecer nuestras fatigas y sufrimientos como el agua que llenó las tina-
jas en las bodas de Caná y fue transformada en el vino más bueno”.
Asimismo, el Santo Padre pide que “cada hospital o cada estructura de sanación sea signo visible
y lugar para promover la cultura del encuentro y de la paz, donde la experiencia de la enfermedad
y del sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo
límite y toda división”.
En estas situaciones, precisa, “por un lado la fe en Dios es puesta a la prueba, pero al mismo
tiempo revela toda su potencialidad positiva”. La fe “ofrece una clave con la cual podemos descu-
brir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver de qué
modo la enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús,
que camina a nuestro lado, cargando la Cruz”, asegura el Pontífice. Y esta clave “nos la propor-
ciona su Madre, María, experta de este camino”.
Tal y como recuerda el Santo Padre, en las bodas de Caná, “María es la mujer atenta que se da
cuenta de un problema muy importante para los esposos”.
María -recuerda- descubre la dificultad, en cierto sentido la hace suya y, con discreción, actúa rá-
pidamente. De este modo, el Santo Padre se pregunta en el Mensaje “¿Qué enseñanza podemos
obtener del misterio de las bodas de Caná para la Jornada Mundial del Enfermo?”
Finalmente, pide para todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, “que
sean animados por el espíritu de María, Madre de la Misericordia”.+
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AÑO NUEVO, CASA NUEVA, VIDA NUEVA
BUESACO
Ubicadas dentro del contexto del proceso
de elaboración del nuevo Mapa Misione-
ro de la Comunidad, vimos como urgen-
cia la reparación del techo de nuestra ca-
sa.
Tocamos en muchas puertas! finalmente
con la asesoría y apoyo incondicional de
Hna. Herminia Rincón, Hna. Martha Lu-
cia Andrade, nuestra ecónoma Provincial,
nos arriesgamos a asumir este trabajo.
Trabajo que pasó por varias etapas; una delas más fuertes, bajar el techo, destruido por el
comején. Tiempos de calor e invierno fue-
ron alternándose desafiando nuestra capa-
cidad de movimiento y adaptación.
Otra experiencia significativa fue el com-
partir con los señores trabajadores en sus
diferentes profesiones: cerrajeros, maes-
tros, pintores, diseñadores y arquitecto etc.
Nuestra misión: acompañar desde nuestra
capacidad de liderazgo y organización, el
trabajo en la casa.
La población Buesaqueña expresó de dife-
rentes formas su solidaridad: algunos venían y donaban sus días de trabajo como ayudantes de
obra, otros apoyaban con alimentos, otros con dinero, otros con transporte de escombros etc.
Al final, una obra común fue resaltada por todos: la belleza de la vida de comunión y trabajo de
la comunidad de hermanas. Por ello alabamos a Dios.
Gracias hermanas del Consejo por su apoyo permanente. Nuestra casa está abierta para todas
las que quieran compartir nuestra vida y misión.
Hnas. Comunidad Buesaco-Nariño
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800 AÑOS PROCLAMANDO LA VERDAD
AL MUNDO LA HISTORIA ES MAESTRA DE
HUMILDAD Y DE VERDAD
“ENVIADOS A PREDICAR EL EVANGE-
LIO” Es el lema del año jubilar dominicano,
el que tiene como objetivo primordial, invi-
tarnos a vivir el proceso de conversión como
persona, miembro de la orden. El Jubileo
dominicano es una gracia, no es una fiesta
para auto-glorificarnos, es una celebración
auténtica para renovar nuestro ser de predi-
cadores.
Con profunda alegría por el reencuentro un
gran número de miembros de la Familia
Dominicana, sacerdotes, frailes, religiosas y
laicos dominicos, nos reunimos en el Con-
vento de Santo Domingo de Bogotá, para
celebrar en compañía del Maestro de la Or-
den Fray Bruno Cadoré los 800 años de fun-
dación de la Orden.
El Maestro nos invita a renovar nuestras co-
munidades revitalizando la vida de oración y
contemplación, agudizando el oído para
escuchar con misericordia el clamor de nues-
tro pueblo en todas sus formas.
En página web de la Orden podremos encon-
trar múltiples ayudas para revitalizar nuestro
ser dominicano y participar activamente del
jubileo. http://www.dominicos.org/co
Has. Amanda Mercedes, Graciela Salazar y
Aura Cecilia Buriticá, agradecemos profun-
damente a la Provincia su delicadeza al en-
viarnos a participar de tan significativa cele-
bración familiar, autentica gracia recibida en
este año jubilar y que hoy hacemos extensiva
a todas ustedes.
Hna. Aura Cecilia Buriticá
ASI FUE LA VIDA DE LA HERMANA ANA…HASTA QUE SE PERDIO EN EL INFINITO
Hoy deja esta morada y como las
estrellas que caen y se levantan hasta perderse en el infinito azul, o como el cirio que va dejando caer gota a gota su esencia (la cera) hasta quedar consumido totalmente en el altar del sacrifi-cio, así fue la vida de Anita como
cariñosamente la llamábamos. Lentamente en un sacrificio perenne, silencioso, misterioso, lleno de secretos profundos, de ilusio-nes perdidas y desconectadas de la realidad, se fue consumiendo hasta llegar al final de la jornada y en-contrarse allá en la plenitud del amor con Aquel a quien un día le consagró su vida. Fueron muchos años de historia, muchos años de vida, de trabajo, de compartir sueños, aspiraciones, deseos de ser y de hacer, muchos años de encuen-tro con el Señor en experiencias simples y sencillas con Jesús el “amor de su vida” y con la Virgen María que fue siempre su compañera de camino. El Rosario entre sus manos, en compañía de algu-
nas de sus Hermanas, era su manjar diario al finali-
zar el día
Ella estaba signada por la profunda sensibilidad de su corazón.
Es el arte de lo pequeño que acerca al Señor…el detalle de caer en la cuenta, el gesto oportuno, el servicio a tiempo…la palabra precisa, en el instante justo… así la vi acercarse a su Dios… así la vi y la sentí siempre… Los años pasan, se esfuman como un suspiro, pero la historia queda, los recuerdos jamás se borran, las experiencias ayudan a un crecimiento mutuo, los fracasos marcan, las incomprensiones dejan huellas profundas, que de pronto el tiempo va borrando, el dolor hace sangrar el corazón y deja vacíos que solo Dios llena…en fin en este mar inmenso se movió la vida de Ana desde que la conocí en el Colegio Exalu-mnas de la Presentación Ibagué… admiré siempre su responsabilidad, su orden y pulcritud para todo, su sinceridad y su entrega incondicional…su vida íntegra como Religiosa, como maestra…fiel. muy fiel a su oración y encuentro con el Señor, para mí fue ejemplo de fidelidad a sus compromisos… Asumió su trabajo con valentía, con generosidad y un amor incondicional a los niños y su grupo de do-centes. Ya en Sainville, se fue consumiendo lentamente has-ta llegar a la plenitud del amor.
El 19 de enero, de 2016, fue “El encuentro definitivo con su Dios y Señor”
(Apartes del escrito de Hna. María Jesús Gil G.)
10
H. Ángela Patricia Caicedo C. 1
H. Magdalena del Niño Jesús 3
H. Ana Cecilia Llano Arbeláez 5
H. Mélida Jiménez Trujillo 8
H. María Inés Cabezas Aristizábal 12
H. Teresa Elina Chávez Garófalo 12
H. Graciela Polo Losada 13
H. Zoraida Cristancho Osorio 13
H. Dorelcy García Buitrago 15
H. Edilma Toro Toro 16
H. Marina de Jesús Bolívar E. 18
H. María Yeimy Osorio Brand 19
H. Leonor Hurtado Jiménez 22
H. María Rosaura Toro Toro 24
H. Emma Fernández A. 26
H. Margarita Posada M. 26
H. Irma Jiménez Afanador 27
H. Diva López Puentes 28
H. María Jesús Gil Valencia 28
Ac ompañamos con nuestra
oración y cariño, a las
Hermanas:
Fabiola Cáceres
Ma. Offir Jaramillo
Irma Jiménez:
Que han perdido uno de sus
hermanos
Hna. Doraliz Pedroza: Su mamá.
LUNES
MARTES
MIÉRCO-
LES
JUEVES
VIERNES
SÁBADO
DOMINGO
1 Regreso del Brasil
2 Jornada
mundial de la Vida
Consagrada
3 4 5 6 Rosario
Misión Evange-lizadora.
Iniciación
Postulantado, Cali
7
8 Consejo
9 Consejo
10 +
Miércoles de
ceniza
11 Encuen-tro de Edu-cación , Cali
Jornada
mundial del enfermo.
12 Encuentro de Educación Cali
Escuela Bíbli-
ca Buesaco
13 Encuentro de Educación
Cali
Escuela Bíblica
Buesaco
14 Oración por la
Justicia y la Paz
15 Semana
comunita-ria
16 Semana
comunitaria
17 Semana
comunita-ria
18 Semana
comunitaria
19 Semana
comunitaria
20 Semana
comunitaria
21 Semana
comunitaria
22 Consejo
23 Consejo
24 Consejo
25 Encuen-tro Ecónomas,
Cali
26 Encuentro Ecónomas,
Cali
27 Asamblea Intercomunita-
ria Ecuador
28
29