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Inventario del Patrimonio Cultural Culinario de la ciudad de Santa Marta Coordinación Fabio Silva Vallejo Investigadores Raiza Llinás Pizarro Danny Martínez Castiblanco Miembros del Grupo de Investigación Oraloteca Las comidas tradicionales son expresiones culturales que representan la identidad de los sujetos que la preparan y consumen (Morón,1996), es decir, las comidas son elementos vitales dentro de las dinámicas culturales de las poblaciones, debido que en ellas se expresan saberes y tradiciones que dinamizan y detonan las memorias colectivas e individuales de los grupos sociales. Estos conocimientos y prácticas tradicionales relacionadas con la transformación, conservación, manejo, preparación, decoración y consumo de alimentos, son denominados por el Ministerio de Cultura (2011) como Cultura Culinaria, correspondiendo a uno de los campos que abarca el amplio, diverso y complejo universo del Patrimonio Cultural Inmaterial del país. La cultura culinaria colombiana presenta una variedad de sabores, ingredientes, platos y recetas, caracterizándose precisamente por su diversidad, expresión de tres condiciones: el crisol en el que se ha fundido nuestra nación con su herencia indígena, europea y africana; la compleja diversidad ecológica, así como la rica y variada oferta ambiental de nuestro territorio, y finalmente la historia particular de cada pueblo y región” (Sánchez & Sánchez, 2013:7). Este “mestizaje gastronómico”, como lo denomina Vélez (2013), que abarca los aportes de las cocinas europeas, las huertas americanas y los comedores africanos, contribuyó y enriqueció significativamente las cocinas tradicionales colombianas, por lo que, no es posible identificar al país, a las regiones o a los municipios con un plato específico. De esta manera, siguiendo los conceptos, propuesta metodológica, y los lineamientos dados por el Ministerio de Cultura, en tanto órgano rector del Sistema Nacional de Cultura, y de la

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Inventario del Patrimonio Cultural Culinario de la ciudad de Santa Marta

Coordinación

Fabio Silva Vallejo

Investigadores

Raiza Llinás Pizarro

Danny Martínez Castiblanco

Miembros del Grupo de Investigación Oraloteca

Las comidas tradicionales son expresiones culturales que representan la identidad de los

sujetos que la preparan y consumen (Morón,1996), es decir, las comidas son elementos

vitales dentro de las dinámicas culturales de las poblaciones, debido que en ellas se expresan

saberes y tradiciones que dinamizan y detonan las memorias colectivas e individuales de los

grupos sociales. Estos conocimientos y prácticas tradicionales relacionadas con la

transformación, conservación, manejo, preparación, decoración y consumo de alimentos, son

denominados por el Ministerio de Cultura (2011) como Cultura Culinaria, correspondiendo

a uno de los campos que abarca el amplio, diverso y complejo universo del Patrimonio

Cultural Inmaterial del país.

La cultura culinaria colombiana presenta una variedad de sabores, ingredientes, platos y

recetas, caracterizándose precisamente por su diversidad, “expresión de tres condiciones: el

crisol en el que se ha fundido nuestra nación con su herencia indígena, europea y africana;

la compleja diversidad ecológica, así como la rica y variada oferta ambiental de nuestro

territorio, y finalmente la historia particular de cada pueblo y región” (Sánchez & Sánchez,

2013:7). Este “mestizaje gastronómico”, como lo denomina Vélez (2013), que abarca los

aportes de las cocinas europeas, las huertas americanas y los comedores africanos, contribuyó

y enriqueció significativamente las cocinas tradicionales colombianas, por lo que, no es

posible identificar al país, a las regiones o a los municipios con un plato específico.

De esta manera, siguiendo los conceptos, propuesta metodológica, y los lineamientos dados

por el Ministerio de Cultura, en tanto órgano rector del Sistema Nacional de Cultura, y de la

Dirección de Patrimonio de la misma entidad, el presente informe da cuenta del inventario

del Patrimonio Cultural Culinario de la ciudad de Santa Marta, realizado por el Grupo de

Investigación sobre Oralidad, Narrativa Audiovisual y Cultura Popular del Caribe

Colombiano (Oraloteca). Debido a que las cocinas, constituyen un importante referente de la

identidad cultural, estudiar las comidas populares que caracterizan a la ciudad de Santa

Marta, implicó conocer sus tradiciones y los procesos históricos, sociales, políticos y

culturales que se han desarrollado en esta ciudad caribeña, por lo que, probar una cucharada

de un plato típico consistió en darle una probada a la memoria e identidad del samario.

Antes de adentrarnos en el contexto y las manifestaciones de la cultura culinaria de la ciudad

de Santa Marta, es importante aclarar que antes que hablar de gastronomías, el trabajo estuvo

orientado a las cocinas tradicionales, preferimos utilizar este concepto, por ser la forma cómo

los portadores y gestores culturales entrevistados (cocineros populares, hogares, chef,

restaurantes populares y restaurantes gourmet) y el Ministerio de Cultura, comprenden a los

conocimientos asociados a la cultura culinaria.

Así, las cocinas tradicionales, en tanto manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial

comprenden un complejo conjunto de conocimientos y prácticas culinarias, que están “llenas

de historia, sentido y símbolos que, de acuerdo a cada región, comunidad o grupo étnico,

generan un profundo efecto cultural de identidad y pertenencia Esta valoración de las

cocinas como referentes culturales hace que las tradiciones culinarias sean consideradas

como patrimonio que debe ser reconocido, transmitido y salvaguardado en beneficio de las

generaciones del presente y del futuro” (Ministerio de Cultura, 2013: 22). Igualmente, según

lo planteado por el Ministerio de Cultura (2013), las cocinas tradicionales se caracterizan

por:

1. Son producto de procesos históricos y colectivos que resultan en saberes transmitido de

generación en generación.

2. Dependen y están asociados con la oferta ambiental regional y la producción tradicional de

alimentos.

3. Cumplen una función cohesionadora, reúne familias y grupos sociales, y genera sentimientos

de identidad y pertenencia.

4. Son un ámbito por excelencia, aunque no exclusivo, del saber femenino.

5. Cada sistema culinario remite a una tradición, universo simbólico y a un orden culinarios,

con sus respectivas reglas, procedimientos y prohibiciones.

En ese sentido, al tener claro el concepto de cultura culinaria y cocinas tradicionales, que

orientaron el proceso de inventario y la investigación, pasemos abordar el contexto histórico

y social en el que se han forjado las prácticas y transmitido los conocimientos relacionados

con la preparación de las comidas o platos típicos de la ciudad de Santa Marta.

La Cocina en Santa Marta. Entre el imaginario “Caribe” y la tradición popular.

Las practicas alimentarias de las poblaciones costeras, se han fundamentado históricamente

en la manipulación, transformación y consumo de los productos proporcionados del mar

(peces, moluscos, mariscos etc.) como lo evidencian las investigaciones de Oyuela (1992),

Ardila (1996) y Oviedo (1995) lo que ha construido una tradición articulada a conocimientos,

practicas, significados y expresiones manifestados en recetas y platos, trasmitido

generacionalmente en el quehacer cotidiano del cocinar, que aún se mantienen vivos en las

diferentes cocinas de la región Caribe colombiana, como elementos representativos de su

identidad, territorio, memorias y patrimonio cultural.

Santa Marta, es una ciudad que se encuentra ubicada en el Caribe colombiano a orillas del

mar que lleva su mismo nombre (Caribe), que se ha desarrollado cultural y socialmente en

relación directa al mar y sus bahías vecinas, en ese sentido pensar en las comidas típicas que

identifican a esta ciudad, es dirigirnos directamente a los productos derivados del mar y su

posterior preparación, como lo señala De la Rosa (1975) “ es abundantísima la bahía de todo

género de peces y con particularidad del que comúnmente llaman bonito, que se saca con

chinchorros en gran cantidad por temporadas y de él se hace atún muy apetecido en las

provincias de arriba”. Pero es vital mencionar que las prácticas culturales autóctonas

cambiaron radicalmente con la colonial, que redireccionó los procesos de construcción de

identidad de los sujetos samarios y sus tradiciones.

La vocación colonial de Santa Marta como puerto comercial, contribuyo a que la ciudad fuese

la puerta de entrada y salida de muchos europeos y esclavos africanos, quienes configuraron

las costumbre locales, aportando elementos de sus tradiciones y conocimientos populares

configurando una cultura triétnica que dio origen a una “…cocina diversa y abundante,

influenciada por aportes árabes, chinos y mediterráneos, y desde hace más de un siglo viene

construyendo y moldeando su propia identidad. Soportada en la riqueza de su despensa

natural y en su diversidad cultural, resultado de un complejo mestizaje indígena, español,

africano, asiático y caucásico…” (Silva. 2015: 5).

Lo que genero la fusión de las distintas culturas en el fogón, fue el repudio de los españoles

frente a los alimentos que consumían los nativos, por lo que fue necesario que exportaran sus

productos alimenticios a territorio americano, generando una mezcla étnica en las cocinas

tradicionales; así nacieron como lo plantea Bedoya (2010) los bollos de angelito, plátano,

batata, mezclados con queso, dulces de guayaba, papaya, pan de yuca, arepas fritas, sopas

con carne de res y gallina, cerdo, chivo y los arroces mezclados con carne y verduras. En

cuanto al aporte africano dentro las cocinas colombianas, se evidencia según Bedoya (2010)

en la técnica de fritar en abundante aceite, el uso del coco en toda clase de preparación de

platos, el frijol cabecita negra, guineo y guandú, elementos que se mezclaron con las

tradiciones españolas y nativas, y forjaron el arroz de coco, enyucado, patacones, cocadas,

sancocho y mote de guandú, platos que se siguen preparando en los diferentes hogares de la

ciudad.

Igualmente el advenimiento del banano y su posterior bonanza a principios de siglo XX fue

un hecho social que introdujo dentro de las dinámicas alimenticias locales, un alimento

indispensable dentro de la cocina local. El banano se difundió en el departamento y la ciudad

como un alimento social y culturalmente aceptado, del cual se realizan diferentes

preparaciones. Además el consumo del banano verde en la ciudad, particularmente el Cayeye

se asoció a las clases populares, configurando un imaginario social que denota que las

prácticas alimentarias en la ciudad varían en cuanto a productos, recetas y presentación de

acuerdo a las distintas clases sociales. En ese sentido es vital mencionar que la comida

popular o tradicional juega un papel fundamental dentro del patrimonio de la cultura culinaria

de la ciudad de Santa Marta, debido a que “son el resultado de un largo proceso histórico y

colectivo que resulta en un saber transmitido principalmente en el seno de la familia, de

generación en generación” (Ministerio de Cultura. 2013), por lo tanto su interés en estudiarla

y preservarla.

Por consiguiente, es condición necesaria para este ejercicio realizar una pesquisa en fuentes

secundarias sobre trabajos, libros, ensayos o escritos que den cuenta de los platos típicos de

la cuidad, bajo el objetivo de reconocer en términos de estado del arte que sea escrito o

investigado sobre las manifestaciones culinarias que alimentan el PCI de Santa Marta.

Estado del arte de las cocinas tradicionales de Santa Marta

Una de las estrategias de la Política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento de

la alimentación y las cocinas tradicionales de Colombia, fue el diseño e implementación

de un programa de producción de materiales de divulgación sobre nuestras cocinas

tradicionales, por lo que, en el año 2013 el Ministerio de Cultura publica la “Biblioteca

Básica de Cocinas Tradicionales de Colombia”, conformada por 17 tomos, algunos

recientes y otros artículos e investigaciones publicados anteriormente, que incluyen desde

recetarios hasta ensayos e investigaciones históricas sobre la diversidad que caracteriza la

cocina colombiana.

En ese sentido, es importante mencionar el Tomo VII. Mesa y cocina del siglo XIX de Aída

Martínez Carreño, uno de los trabajos pioneros en Colombia sobre el devenir histórico de

nuestras tradiciones culinarias, que evidencia que las cocinas como aspectos esenciales de la

cultura no son hechos dados sino que responden a procesos sociales, económicos y étnicos.

La estrecha relación con el mar de los pobladores de la ciudad de Santa Marta sigue aún

vigente, especialmente en su alimentación, debido a que es un práctica alimenticia milenaria,

como nos muestra Martínez, “En informe dirigido a la Corte en el año de 1579 por Antonio

de Medina, alcalde de Santa Marta, queda consignado el gusto por el pescado, “que es el

sustento ordinario de los indios porque carne no comen todos sino aquellos criados entre

españoles” (2013, 22).

Dentro de las recetas que aún se conservan en Santa Marta, encontramos platos con productos

del mar, como lo señala Ordoñez (2013) en el Tomo IX. El Gran libro de la cocina

colombiana, en el que resalta que pese a su antigüedad, la ciudad ha perdido muchas de sus

tradiciones culinarias, pero se siguen destacando platos como los camarones en apuro, la

ensalada de pulpo, la mojarras fritas con patacones, el pargo rojo relleno y el flan de mango.

Cada uno de estos platos está acompañado por su respectiva receta, en tanto síntesis de los

saberes, ingredientes, cantidades y formas de preparación de los alimentos.

En el siguiente libro, el Tomo X. Paseo de olla. Recetas de las cocinas regionales de

Colombia de Enrique Sánchez y Carlos Sánchez, agrupan los departamentos de Cesar y

Magdalena, como macro regiones naturales con una relación profunda de la oferta ambiental

con las cocinas tradicionales. Así destacan para ambos departamentos, los siguientes platos:

Sancocho de gallina, sancocho de rabo o cola de res, sopa de camarones, cayeye o mote de

guineo, mazamorra de plátano, pastel de arroz, albóndigas con papas, asado de pobre, carne

oreada, cerdo en cazuela y paticas de cerdo con mazorca. En cuanto a pescados y mariscos,

encontramos salpicón de bonito, mojarras fritas, lebranche sudado en coco, rumgo de cabeza

de bagre, torta o molde de bagre seco, pargo rojo, viudo de pescado, copetes de camarones,

y ensalada de pulpo, considerados como platos fuertes. Igualmente, se mencionan algunos

alimentos acompañantes, como el enyucado, plátano asado, arroz con camarones, patacones,

arroz con coco, frijoles con maduro y arroz con fríjol.

En la selección de ensayos sobre alimentación y cocinas de Colombia, que corresponde al

tomo XV de la biblioteca, el artículo de Villalobos sobre La gastronomía de Barranquilla,

referencia uno de los platos típicos de la ciudad de Santa Marta, el cayeye, como uno de las

comidas verdaderamente arraigadas en la historia y costumbres de los samarios.

“Una variedad del patacón es el que se prepara con guineo verde, alimento muy

extendido en el departamento del Magdalena, donde su cultivo se inició en las últimas

décadas del siglo xix en la llamada Zona Bananera de Santa Marta. El guineo verde,

hervido con queso costeño rallado encima, conocido en aquellas tierras como cayeye,

es uno de los desayunos típicos de la Costa” (Villalobos, 2013: 559)

Igualmente, en los Tomos XVI y XVII, se identifica el cayeye, como uno de platos más

representativos de la ciudad, manifestando que es un “manjar a base de guineo verde,

hervido en agua, con o sin cáscara, majada luego la pulpa que se adereza con mantequilla,

sal y queso criollo” (Ministerio de Cultura, 2013: 121). En cuanto a lo anterior, Gonzalo

Silva (2015) en su artículo “Cartas sobre la mesa” señala igualmente el Cayeye como una

comida de los hogares populares, que representa la identidad del samario, recalcando la

importancia de este alimentos en las dinámicas alimenticias de la ciudad, por lo que

actualmente está siendo incluido y posicionándose como un platillo de los restaurantes más

importante de la ciudad, es decir, ha trascendido las prácticas cotidianas de los hogares.

Por su parte, el sociólogo Rey Sinning (2014), afirma que el “plato más tradicional de la

comida samaria: es el arroz de bonito y su hermano carnal, el salpicón de bonito”, pero

lastimosamente en la actualidad se ha ido desapareciendo de los hogares samarios,

preparándose sólo el salpicón, especialmente para determinadas ocasiones o épocas,

convirtiéndose en un plato exótico. El bonito, era uno de los peces que abundaba en la ciudad

de Santa Marta, siendo apetecido por la mayoría de la población. Esta abundancia fue descrita

y testimoniada por el jesuita Antonio Julián y el Alférez Real José Nicolás de la Rosa en su

libro “La Floresta de la santa iglesia catedral de la ciudad y provincia de Santa Marta”

(1945):

“Es este un pez muy socorrido, porque de él se hacen varios platos, distinguiéndose

estos en el gusto, a proporción del aliño. De muchas partes encargan los bonitos, no

sólo los salados secos, sino hechos en atún, porque son muy estimados” (De la Rosa,

1945: 362).

Igualmente, De la Rosa (1945) describe los buenos nadadores y aficionados a las pesquerías

que eran los indígenas de la provincia de Santa Marta, que utilizaban como implementos de

pesca, las atarrayas, redes, chinchorros, arpones y anzuelos. De los peces de mar, sobresalen:

el bonito, lebranche, albacora, mojarras, mero, picuda, jurel, rubio, pargo, palometa, cherna,

esmedregal, cojinoa, vergajuelos, coroncoros, cabrillas, agujas, róbalos, machuelo, macabíes,

y ojo gordo; en cuanto a los peces del río, se menciona el bagre, bocachico, dorada, pez

getudo o pataló, corvinata, barbudo, coroncoros, lampreas, raya blanca, sábalo, y muzanga.

Los mariscos también jugaron un papel fundamental en la dieta alimenticia de los primeros

pobladores de Santa Marta, De la Rosa (1945), expresa que si bien su más apetecido alimento

es el pescado, no se puede dejar de mencionar “los mariscos regaladísimos que produce

nuestra costa”, entre los que se encuentran los camarones, caracoles, almejas, hostias,

cangrejos, jaibas, ostiones, langosta y pulpo.

Bedoya en su texto “Fogón Caribe”, igualmente expone que las poblaciones del Caribe, eran

buenos pescadores de Costa y río, “del mar extraían principalmente pargo, róbalo, mojarra,

lebranche, sábalo, dorado, bonito, jurel, sierra y mero. También sacaban del mar caracol

pala, almeja pepitona, chipi-chipi, ostras y crustáceos como camarón y langostino. La

langosta, el calamar y el pulpo eran abundantes pero no se consumían” (Bedoya, 2010: 36).

De ahí, que las prácticas culinarias que se han desarrollado en Santa Marta, posean un fuerte

arraigo en las especies del mar y se caractericen por su diversidad de colores y sabores, que

les proporcionan las especies naturales de su medio para la preparación de los platillos.

Alberto Hinestroza y Guillermo González en su libro “Santa Marta cómo has cambiado”

(2006), manifiestan que dentro de la comida samaria la ensalada de pulpo es un plato típico,

debido a la historia que contiene y remite. Así, “en 1498, el cacique Jobe ofreció al español

Alonso de Ojeda la primera muestra de las gastronomías aborígenes una ensalada de pulpo”

(Hinestroza & Gonzales, 2006:18).

En ese mismo sentido Villegas, en su libro el “Sabor de Colombia” (2009) identifica y

analiza la relación de la comida samaria con el mar Caribe, dado que los arroces dulces como

el arroz de coco es una muestra particular de las ciudades costeras. Además, comenta que el

arroz de bonito y las sopas de pargo y mero, en cuanto a peces de mar y la sopa de Bocachico

en cuanto a especies de río, son comidas populares que sustentan la gastronomía local, que

acompañada de maneras tradicionales de preservar y procesar el pescado, como el pescado

seco o salado, se consolidaron recetas como los salpicones de atún o bonito, muestras

características y autóctonas de la cocina caribeña.

Dentro del universo culinario de la ciudad de Santa Marta, no podemos dejar de mencionar

el papel que juegan algunas bebidas o jugos naturales, que según el antropólogo Álvaro

Acevedo (2009), forman parte de las prácticas alimenticias de la población samaria, teniendo

una gran influencia en puntos de ventas informal, pero también ubicados en una zona de

carácter popular exclusivo para el consumo de jugos naturales, ubicada entre la carrera 5 y

calle 16 en el sector denominado el centro. Según el mismo autor, el jugo de zapote es la

bebida más apetecida por los samarios, e igualmente la chica de arroz es una manifestación

culinaria que juega un papel vital dentro de las comidas populares locales, porque además de

ser rica en vitaminas es un buen acompañante de las comidas populares (Acevedo. 2009).

Asimismo el agua de coco es una bebida relevante en la gastronomía samaria, es habitual

observar ventas de agua de cocos ambulantes o estacionarias dispersas en la ciudad debido a

que anteriormente Santa Marta y sus bahías fueron grandes cocaleras lo que permitió que el

coco se posicionara como un elemento clave dentro de la culinaria local, puesto que a partir

del coco se realizan arroces y dulces característicos de la región. Además, “el agua de coco

aparece en numerosos libros de gastronomía regional como una bebida típica de la región

Caribe, esta gran publicidad le otorga al agua de coco una condición de bebida exótica que

siempre está relacionada con el imaginario de aquel Caribe tropical, paradisiaco, exótico e

inexorable” (Acevedo, 2009).

En cuanto a las comidas populares características, Acevedo identificó cómo las comidas

populares, entre las que se encuentran las empanadas de carne, pollo y pescado, arepas de

huevo, papas rellenas, pasteles y caribañola1, “se encargan, entre otras cosas, de

proporcionar una buena comida a gran parte de la población, y es esta comida absorbida

es la responsable de proporcionar energía a las personas consumidoras. Así mismo, estas

personas aprovechan la energía obtenida para continuar laborando en sus puestos de

1 alimentos derivados del maíz y la yuca.

trabajo, contribuyendo a la continuidad de la dinámica que maneja la ciudad en el día a

día” (Acevedo, 2009).

Este breve recorrido y acercamiento a las investigaciones que han abarcado las cocinas

tradicionales, como campo del Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestro país, es notable que

en principio los trabajos estuvieron concentrado en listado o recetarios, que explicaban

ingredientes, medidas, preparaciones y presentaciones estéticas a la hora de servir, carecen

por tanto de contenido etnográfico y antropológico, otros trabajos poco mencionan a Santa

Marta porque siempre está agrupada a la región Caribe o a otros departamentos como

regiones culinarias. Sin embargo, existe un considerable número de estudios que entienden

las cocinas tradicionales, como manifestaciones culinarias cargadas de simbolismos,

significados, y funciones dentro de las dinámicas sociales de una población. Por consiguiente

la información presentada en los párrafos anteriores da cuenta de algunos de los platos,

conocimientos y prácticas alimenticias que conforman el patrimonio cultural culinario de la

ciudad de Santa Marta desde la visión de los distintos autores consultados.

Conocer el patrimonio gastronómico de la ciudad de Santa Marta, es enfrentarse a un sin

número de platillos tradicionales que dan cuenta de una ciudad diversificada, mestiza y

dinámica, que mimetiza su memoria e identidad en la diversidad de sus cocinas

tradicionales. En ese sentido, las cocinas tradicionales en Santa Marta y la región Caribe son

heterogéneas y diversas, por lo que según Guerra (2013) no se puede encasillar su patrimonio

cultural gastronómico en un solo palto pues tiene un amplio recetario entre sus distintos

grupos sociales y étnicos, pero su base principal es el aporte étnico, es así que en la ciudad

de Santa Marta hacer una lectura sobre las cocinas locales nos remite principalmente

centrarnos en dos niveles de observación, dado que por la vocación turística de la ciudad hay

cocinas dedicadas a la preparación de los platos que representan la identidad de los samarios

como son los restaurantes gourmet, y por el otro nivel se encuentran las cocinas populares,

dedicadas a la preparación de los alimentos que los samarios comen cotidianamente en los

hogares.

Comidas que representan a Santa Marta

Santa Marta por su condición de ciudad caribeña en cierra en muchos de los restaurantes

gourmet una visión exótica de sus comidas, es decir muchos de los platos que conforman sus

menús, son ofrecidos a una población característica, en este caso turistas; quienes

maravillados por la cultura caribeña se lanzan a buscar lo más representativos en cuanto a

comidas y la oferta se condensa principalmente, en el popular y regional arroz de coco,

pescado frito y patacones, plato insigne de la región Caribe colombiana, es así que las

personas ha consolidado un imaginario social que perfila a estos platos como típicos; según

las entrevistas realizadas a los diferentes chefs y cocineros que laboran en la ciudad,

manifestaron que el arroz de coco, patacón y pescado frito es un plato que transciende en la

región Caribe, tanto en Cartagena, Barranquilla, Riohacha y San Andrés, son comidas que se

encuentran en diferentes preparaciones, igualmente pronunciaron que esta comida es la más

apetecidos por los turistas que visitan la ciudad; lo que expresa que la amplia y variada gama

de comidas locales son invisibilizadas por este plato.

Foto. Oferta de comidas típicas en la Bahía de Santa Marta. Por: Danny Martínez.

La oferta de restaurantes en la ciudad tanto de cocinas internacionales y locales, se ha

centrado en comercializar el consumo de platos como el Arroz de coco, con pescado frito y

patacón, Arroz de camarón y Cazuelas de mariscos, desplazando otras comidas a sectores

específicos a razón de su valor económico; por lo que, solo basta dar un paseo sobre el

camellón de la bahía, el centro histórico o el rodadero en la ciudad de Santa Marta, espacios

de flujo turístico, y observar los diferentes carteles que posan sobre la entrada de los

restaurantes independientemente del tipo de cocina que preparen, sea china, e italiana,

ofreciendo dentro de sus cartas estos platos como los alimentos más representativos de las

cocinas locales.

Foto. Restaurantes de comida china y mediterránea ofreciendo productos del mar como platos típicos. Por:

Danny Martínez.

Lo que coincide con lo expuesto por Guerra (2013) que en muchas ciudades del Caribe gran

variedad de las comidas que se exhiben como auténticas no lo son, dado que se pueden

encontrar lugares dedicados a la preparación de platos locales exclusivos para el consumo de

turistas, que ejercen cambios sobre las recetas propias, en la medida que son ajustadas al

paladar del visitante. En ese sentido es vital mencionar que Santa Marta proyecta una cocina

que responde a las dinámicas generadas por el turismo de sol y playa, que han construido un

recetario de platos cargados de signos y símbolos que representan la identidad de los

caribeños.

Igualmente el museo de Oro Tayrona de la ciudad de Santa Marta, es un espacio que da a

conocer los aspectos y las manifestaciones culturales inmateriales más representativas dentro

del acervo cultural samario, a través de diferentes secciones donde se exponen las danzas,

músicas, artesanías, leyendas y platos típicos del departamento, en cuanto a las muestras

gastronómicas tradicionales el Cayeye, el Arroz de coco, con pescado y patacón, los dulces

Alegrías y Cocadas, Pasteles y Flan de mango son los alimentos más representativos dentro

de las dinámicas alimenticias locales.

Mural del Museo del Oro Tayrona. Sección Gastronomías de la ciudad. Por: Raiza Llinás.

Comidas Populares en Santa Marta

“La cocina tiene también un marcaje identitario en la medida en que los seres humanos

definen su pertenencia a una cultura o a un grupo social afirmando su peculiaridad

alimentaria en contraste con la de los otros” (Guerra, 2013). Por lo que, las comidas

populares o tradicionales realizadas en Santa Marta son muestras vivas de las tradiciones

locales que identifican al samario colectivamente y siguen vigentes en las diferentes cocinas

de la ciudad. La cocina popular es aquella que se recrea y transmite en el seno de la familia,

hace parte de las costumbres familiares que se han transmitido de generación en generación,

conservando las recetas de las abuelas como parte del patrimonio cultural (Ministerio de

Cultura, 2013). Estas cocinas son espacios que condensan conocimientos, cotidianidades y

tradiciones que responde al contexto social, político y económico de los sectores populares.

En ese sentido Santa Marta, posee un sin número de restaurantes populares dedicados a la

preparación de la comida casera, desarrollada en sectores con presencia de obreros y poco

flujo turístico, dado que sus principales comensales son obreros, choferes, vendedores

ambulantes y moto taxis, que por los precios cómodos que suelen costar estos alimentos, en

contraste a los restaurantes gourmet, disfrutan de un buen desayuno o almuerzo.

Entre las comidas populares se destacan los Pasteles de arroz, los Fritos de maíz, las Cocadas

y los Sancochos de carne y gallina. Esta variedad de alimentos son degustados por la

población samaria constantemente en diferentes escenarios y momentos del día, en cuanto a

los Pasteles de arroz preparados con carne de vaca, pollo o cerdo, envueltos en hojas de bijao,

son alimentos que suelen degustarse en las principales bahías de la ciudad acompañados de

chicha, son un platillo apetecido por los bañistas locales por su peculiar sazón y bajo precio,

igualmente estas comidas poseen mayor frecuencia dentro de la dinámicas alimenticias de la

población local, particularmente en el mes de Diciembre, momento del año que muchas

familias aprovechan para preparar pasteles y ofrecerlos en los diferentes hogares en las fechas

especiales de fin de año.

Fotos. Pasteles y chichas en la Bahía de Santa Marta. Por: Danny Martínez.

A igual que los pasteles, los Fritos de maíz exquisitos alimentos populares que se consumen

y preparan diariamente en los hogares samarios, dado que estos conforman particularmente

la oferta de desayunos en las diferentes familias, entre estos destacamos la Arepa de huevo,

la Caribañola y las Empanadas, preparados a base de masa de maíz y yuca para el caso de la

caribañola. Es vital señalar que en la ciudad hay una gran variedad de puestos dedicados a la

venta de fritos de maíz, espacios donde se degustan estas delicias acompañadas de distintas

salsas, picante, suero y su acompañante fiel agua de maíz.

En cuanto a la Arepa de huevo, en Santa Marta se han apropiado y resinificados algunos

espacios públicos como zonas exclusivas para el consumo de este alimento, como lo es el

caso de la institución educativa Industrial, que en sus alrededores se han constituidos puestos

dedicados a la venta de arepas de huevo tradicionalmente, convirtiéndose en puntos

estratégicos que dinamizan las expresiones culinarias de las cocinas populares costeñas,

igualmente son los espacios que socialmente la comunidad samaria reconoce como

principales exponentes de estas manifestación de las cocinas tradicionales caribeñas.

Fotos. Venta tradicional de arepas de huevo, en la fachada del colegio Industrial sobre la carrera 11.

Por: Danny Martínez.

Las arepas de huevos se caracterizan en este sector de la ciudad, debido a la variedad de

arepas que se ofrecen, se destacan las arepas de huevo rancheras, de perico y trifásicas, la

preparación de la arepa de huevo tradicional, consta de sofreír una arepa en abundante aceite

hasta que infle, luego se realiza una pequeña abertura por al cual se le agrega el huevo crudo,

se rellena el agujero con una pequeña porción de masa y se hecha nuevamente a freír en

aceite caliente hasta la cocción del huevo para su posterior consumo.

Otras de las cocinas locales que ha aportado a la construcción social y cultural de las

dinámicas alimenticias de la población samaria, son las tradiciones afrodescendientes,

representadas en la diversidad de dulces naturales (Cocadas, Alegrías y Caballitos) que son

ofrecidos en los distintos sectores y playas de la ciudad. Las comunidades negras asentadas

en este territorio, específicamente en el Barrio Cristo Rey, son provenientes de San Pablo,

corregimiento de María la Baja, Bolívar; que debido a las crisis económicas persistentes en

sus tierras de origen, decidieron migrar a las diferentes ciudades del caribe con el objetivo de

mejorar sus condiciones de vida (Vega, 2008). Por lo que algunas familias encontraron

durante la década del 40 en el siglo pasado, en Santa Marta un territorio propicio para

asentarse, reproducir sus patrones culturales y generar nuevas fuentes de empleo, lo que

genero la consolidación de una tradición dulcera que las mujeres afros principalmente, han

sostenido durante varias décadas a partir de la preparación y venta de dulces, cocadas,

alegrías y caballitos, alimentos que con el paso del tiempo se articularon paulatinamente a

las practicas alimenticias de los samarios.

Foto. Vendedor de dulces y cocadas en las playas del Rodadero. Por: Danny Martínez.

Igualmente, el sancocho es otra muestra característica de las cocinas locales samarias y

costeñas, esta suculenta sopa es un alimento aglutinador de los grupos sociales y familias,

pues es la comida principal de las fiestas, parrandas o cualquier tipo de evento festivo, su

preparación es un acto colectivo dado que todas personas aportan para su constitución, las

mujeres se dedican picar las verduras, tubérculos y las carnes, mientras los hombres buscan

la leña y arman el fogón para montar la olla (De Castro & Gutiérrez, 2013), además los

sancochos son los almuerzos más apetecidos por los obreros y albañiles que laboran en las

distintas obras arquitectónicas y civiles que se ejecutan en la ciudad, debido a la cantidad de

productos que utilizan para su preparación, yuca, ñame, papa, ahuyama, plátano, mazorca,

costillas, gallina o pescados, que acompañados de una porción de arroz son un alimento rico

en nutrientes y calorías, que por su económico precio y accesibilidad, dado que en la ciudad

son frecuentes las ventas populares de sancocho, son muy apetecidos por los samarios, en

ese sentido los sancochos son comidas que se articulan a las necesidad y prácticas cotidianas

de los sectores populares de Santa Marta.

Foto. Ventas de Sancochos y sopas. Por: Danny Martínez.

Ahora bien, en cuanto a las bebidas que son referentes de las cocinas locales encontramos al

Agua de Panela con Limón como un referente para acompañar cualquier tipo de comida en

la ciudad, según Miriam Hernández, cocinera popular (Testimonio Oral. 5/06/14), el agua de

panela es la bebida con la que se acompañan los diferentes almuerzos que son ofrecidos en

la ciudad, hay muchos clientes que la exigen como entrada antes de almorzar a causa de las

altas temperaturas de la ciudad, hay otros, que si su comida no lleva agua de panela se

disgustan mucho. Igualmente en diferentes sectores de la ciudad se encuentran vendedores

ambulantes dedicados a la venta de esta bebida que por su refrescante contenido, ayuda a

mitigar las altas temperaturas del trópico, de ahí su relevancia en las dinámicas cotidianas y

alimenticias de los samarios. Es clave mencionar que esta bebida posee mayor arraigo en las

poblaciones rurales y sectores populares de la ciudad.

Foto. Vendedora de limonadas en el centro histórico de Santa Marta. Por: Raiza Llinás.

Teniendo en cuenta lo expresado anteriormente, como producto del trabajo de campo

desarrollado en el marco del proyecto de inventario del patrimonio cultural inmaterial de la

ciudad de Santa Marta, es vital mencionar que dicho proceso investigativo no abordó todo el

universo culinario samario, sin embargo los apartados desarrollos en el escrito dan cuenta de

los alimentos y comidas más relevantes e importantes dentro de las dinámicas alimenticias

locales, igualmente resalta que muchos de los alimentos que se preparan en las cocinas

locales son expresiones que se reproducen y degustan regionalmente.

Manifestaciones del Patrimonio Cultural Culinario de Santa Marta

Siguiendo lo planteado por la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura (2014), que

comprende los inventarios del patrimonio cultural, como procesos participativos que

permiten la identificación, documentación, diagnóstico, registro y divulgación de las

manifestaciones culturales, se identificaron y seleccionaron seis manifestaciones dentro del

complejo y diverso universo culinario de la ciudad de Santa Marta, de acuerdo a los

siguientes criterios:

Fuentes primarias: El trabajo de campo y los recorridos etnográficos desarrollados

por la ciudad de Santa Marta, acompañados de las entrevistas a cocineros y cocineras

populares, vendedores ambulantes y estacionarios de comidas, chef y propietarios de

restaurantes populares y restaurantes gourmet reconocidos, permitió identificar las

manifestaciones de la cultura culinaria más importantes para la población de Santa

Ana, aquellos conocimientos, prácticas y recetas, que son referente de la identidad de

los samarios.

Revisión Bibliográfica de Fuentes secundarias: La revisión del estado del arte en

artículos, libros y demás documentos que tengan información relevante sobre las

manifestaciones de la cultura culinaria de Santa Marta, fue otro criterio para la

selección, por lo que se le dio relevancia a las prácticas que estuvieran documentadas

frente a las que no tuvieran mayores referencias bibliográficas, lo que permitió

además contrastar un poco lo comentado por la gente, es decir, contrastar la tradición

oral frente a lo escrito. Sin embargo, se incluyeron algunas manifestaciones que a

pesar de no tener mayores fuentes secundarias, son significativas para la población.

Criterios de valoración según el Ministerio de Cultura y el decreto 2941 de 2009:

Además, de los trece campos sobre los que están inscritas las manifestaciones

culturales, el Ministerio de Cultura y el decreto establecen o plantean 7 criterios a

considerar para determinar si una manifestación es parte del PCI, entre los que se

encuentran, la pertinencia (la manifestación debe corresponder a alguno de los

campos del PCI), representatividad (la comunidad debe considerar la manifestación

como referente de procesos culturales), relevancia (la manifestación debe ser

valorada socialmente porque contribuye con los procesos de identidad cultural y de

bienestar colectivo), naturaleza e identidad colectiva (debe ser de carácter colectiva

la manifestación, y ser reconocida como parte fundamental de la memoria e historia

del grupo social), vigencia (la manifestación debe conservarse en la actualidad,

representando el testimonio de una tradición o expresión cultural viva), equidad (el

uso, disfrute y beneficios derivados de la manifestación deben ser justos y equitativos)

y responsabilidad (la manifestación no debe atentar contra los derechos humanos, ni

los derechos fundamentales o colectivos, contra la integridad de los ecosistemas ni

implicar actos de violencia contra los animales).

Por consiguiente, a continuación se abordaran las manifestaciones de la cultura culinaria,

identificadas y seleccionadas en el presente inventario como parte del patrimonio cultural de

la ciudad de Santa Marta, dado que “cuyos sabores han dejado una huella imborrable en la

memoria y el gusto de los comensales” (Ministerio de Cultura, 2013).

1. CAYEYE

El Cayeye, conocido popularmente como el mote de guineo verde, consiste en un plato

tradicional de la ciudad de Santa Marta, caracterizado por ser preparado a partir del banano

mysore verde, y ser acompañado con queso costeño, guisos y carnes. Su preparación es la

siguiente: primero se pelan los guineos verdes, se cocinan en agua con sal hasta que estén

blandos, posteriormente son macerados con mantequilla para dar la consistencia de un puré

al que se le agrega usualmente el queso rallado, pero también se le añade un guiso elaborado

con tomates maduros y cebollas. La comunidad en general, tiene una fuerte relación con este

plato, que se prepara cotidianamente en los hogares de la ciudad tanto para el desayuno como

para la cena.

Foto. Cayeye samario. Por: Raiza Llinás.

Los conocimientos relacionados con la preparación de este alimento, tienen como área de

influencia el departamento del Magdalena, especialmente la ciudad de Santa Marta, los

municipios de Ciénaga, Zona Bananera y Aracataca.

Aunque el cayeye aún es asociado a la pobreza, por ser un plato con pocos ingredientes,

sencillo, y económico, que se consume mayoritariamente en los sectores populares de la

ciudad, actualmente al ser reconocido como una comida producto de un proceso histórico y

social que marcó el desarrollo de la ciudad, constituir un referente de la memoria y de la

identidad de los samarios, está siendo ofertado en los restaurantes gourmet de comidas típicas

como de comidas extranjeras. De esa manera, es una manifestación de la cultura culinaria de

Santa Marta que está directamente relacionada con el medio y con la comunidad desde

distintos ámbitos tanto el doméstico y cotidiano como en el comercial y turístico.

La revisión bibliográfica permitió identificar que el banano o guineo, es originario de la India,

el Archipiélago Malayo y las Filipinas (Patiño, 1959; Bedoya, 2010) aunque también se

plantea que proviene de Etiopía, y que fueron los árabes quienes lo llevaron a África, y de

ahí se introduce en Europa en 1502, cuando los colonos portugueses empiezan a cultivar las

primeras plantaciones de banano en el Caribe, América Central y luego América del Sur. Los

primeros relatos de bananos en el caribe se encuentran en 1516, siendo referenciadas en Santo

Domingo por Oviedo. Como lo explica Bedoya,

“La introducción del plátano revolucionó la alimentación en América como lo había

hecho antes el maíz, se difundió con gran rapidez, se utilizó como fruta, hortaliza, y

preparar bebidas y vinagre. El plátano fue traído por el misionero dominico Tomás

Berlanga en 1516 desde las Islas Canarias a la Española, desde donde otros

conquistadores lo trajeron a Santa María la Antigua del Darién en el golfo de Urabá.

Por venir de Santo Domingo y llegar a América en las manos de un fraile dominico,

en algunas regiones del Caribe se conoce como plátano dominico a una variedad que

se consume cocida” (Bedoya, 2010: 93).

En las últimas décadas del siglo XIX, se dan las primeras plantaciones de banano con fines

de exportación en la Costa Caribe, específicamente en el departamento del Magdalena en la

Zona Bananera. Así se registran exportaciones de racimos de Banano desde 1982, pero el

auge de esta actividad económica se da en 1901 con la llegada de la empresa estadounidense

United Fruit Company, que se convirtió en una de las multinacionales más poderosas de la

época. Luego de la masacre de las Bananeras (1928) y la Gran Depresión, la empresa entró

en crisis económica, y se acabaron sus operaciones en la zona. Con el tiempo, el área de

sembradío de banano tendió a recuperarse lentamente, como lo expresa Agudelo (2011), y la

década de 1960 significó un aumento del área cultivada en la zona de Ciénaga, al tiempo que

se constituyó el área de cultivo bananero alrededor del Golfo de Urabá.

Aunque no se conoce con exactitud, la fecha en que comienza a prepararse el cayeye, las

entrevistas apuntan a que se da a partir de un proceso de innovación y creatividad, en que la

gente cansada de comerse el banano sólo cuando estaba maduro decide probar en su estado

verde.

El cayeye, al ser un plato cotidianamente consumido en los hogares samarios, su preparación

no está relacionada con unos tiempos específicos, lo que si existen son unos horarios para

consumirlo, especialmente en los desayunos con queso costeño, y en las cenas acompañados

de carnes u otros ingredientes. Debido a que el cultivo y producción de guineo se da todo el

año en el departamento del Magdalena, y es fácil acceder a su compra por los precios

económicos, no tiene una temporalidad específica, además en algunos hogares está presente

como cultivo de pan coger.

Foto. Cultivo de banano. Exposición Museo del Oro Tayrona, Santa Marta.

Para la población local, el cayeye es una de las manifestaciones más importantes de la cultura

culinaria de la ciudad de Santa Marta, precisamente por ser un referente de la identidad, de

la tradición y de la memoria colectiva, que recuerda procesos históricos dados en este

territorio y el auge de la industria del guineo en la zona, especialmente con la presencia de la

United Fruit Company. Además, los conocimientos relacionados con la preparación del

cayeye, al ser colectivos, transmitidos de generación en generación, dotan de significado a

esta manifestación que identifica a los samarios, por lo que es considerado para los distintos

sectores de la población como parte de su patrimonio cultural inmaterial, y si dejará de existir,

se perdería una de las tradiciones culinarias producto del ingenio y creatividad de la

población que habitó este territorio.

Por ser parte de los conocimientos relacionados con la transformación, conservación, manejo,

preparación y consumo de alimentos, el cayeye o mote de guineo verde, corresponde al

campo del universo culinario de la ciudad de Santa Marta.

La mayoría de la población local está relacionada directamente con la manifestación y tiene

conocimientos sobre el proceso de elaboración y los ingredientes del cayeye, por ser parte de

los platos típicos consumidos en los hogares y enseñados en las familias de generación en

generación.

Aunque en principio el cayeye, era un plato de consumo doméstico y familiar por ser

preparado especialmente en los hogares samarios, actualmente tanto los restaurantes

populares como los restaurante Gourmet especializados en los productos del mar, lo están

incorporando y ofertando en su menú como uno de los platos típicos de la ciudad, e inclusive

encontramos restaurantes como Patatón y Patacónconcón, que presenta al cayeye como su

plato fuerte. Por lo que, la manifestación culinaria no sólo se da en el ámbito doméstico

también está relacionada con el sector turístico y comercial, convirtiéndose en una comida

tanto para nativos como para turistas.

Fotos. Afiche publicitario del Restaurante Patatón y su variedad de cayeyes ofertados.

Tomado de página web del Restaurante.

Las principales transformaciones en la preparación del cayeye, se han dado en cuanto a sus

ingredientes, ya que no sólo se acompaña con queso costeño como tradicionalmente se hacía,

ahora se han incluido los pescados, mariscos, y carnes (rojas y frías), e inclusive su estética

ha cambiado para convertirlo en un plato gourmet ofrecido en los distintos restaurantes de la

ciudad, tanto de comidas locales y nacionales como internacionales. De esta manera, la

inclusión del cayeye en la comida gourmet y en el sector comercial, ha producido cambios

en su preparación, ingredientes y presentación.

Fotos. Oferta de Cayeyes en Restaurantes de comida internacional, Callejón del Correo. Por: Danny Martínez.

Los conocimientos relacionados con la preparación del mote de guineo verde, son netamente

empíricos, porque han sido transmitidos tradicionalmente de generación en generación en las

conversaciones, cenas familiares y cotidianidad de los hogares samarios, precisamente

porque como lo expresa el Ministerio de Cultura (2013), “la cocina se aprende haciendo”.

En cuanto a las situaciones que ponen en riesgo los conocimientos, práctica y transmisión de

esta manifestación culinaria, tenemos:

1. La proliferación de las comidas rápidas, cada día más apetecidas por los pobladores

locales.

2. El imaginario social de que el cayeye es comida de pobres.

3. Los crecientes cultivos de palma africana en la Zona Bananera, lo que ha disminuido

el cultivo de guineos en este territorio.

Algunas estrategias que permitirían revitalizar y salvaguardar esta manifestación, son:

1. Incluir las manifestaciones del universo culinario en los planes municipales de cultura

y patrimonio.

2. Promover investigaciones sobre el universo simbólico y cultural que integra el

cayeye, que sólo aparece referenciado en recetarios.

3. Fomentar la enseñanza de la cocina tradicional en el hogar.

4. Incluir dentro de los centros especializados de cocina, la enseñanza de los platos

típicos de la ciudad, como el cayeye.

5. Crear encuentros, festivales y seminarios para que tanto los chef como los cocineros

populares intercambien experiencias sobre las cocinas tradicionales de la ciudad y

región Caribe.

6. Apoyar los restaurantes tradicionales que ofertan en su menú esta manifestación

culinaria.

2. Cazuela de Mariscos

La cazuela de mariscos es un plato típico de las costas Colombianas, que se da tanto en el

pacífico como en la Región Caribe, especialmente en las ciudades de Santa Marta,

Barranquilla y Cartagena. Aunque también es una manifestación culinaria presente en

algunos países latinoamericanas. Cada uno de estos lugares tiene su propia versión, que lo

particulariza y diferencia tanto en sus ingredientes como en el proceso de preparación.

Foto. Cazuela de mariscos. Tomada de: http://www.elgourmetanonimo.com/

La cazuela de mariscos, es una especie de sopa preparada con diversos mariscos, desde

crustáceos como los camarones, langostinos y cangrejos hasta moluscos como los mejillones,

almejas y pulpos, acompañada además con pescados de mar y río, verduras, leche o cremas

de leche, en la Costa colombiana se acostumbra a preparar con leche de coco mientras que

en otras partes, como el pacífico se le añade vino blanco. En cuanto a su preparación,

encontramos que si bien no existe una única receta, la forma tradicional es cocinar en

principio el caldo de pescado con las verduras licuadas (cebollas, tomate, pimentón rojo y

verde, ajo, apio, cilantro), luego se agregan y dejan hervir los mariscos, posteriormente se

adiciona la crema de camarón disuelta en leche, mantequilla, sal y pimienta, se deja hervir,

se baja el fuego al mínimo y se le agrega la leche de coco. La manifestación se caracteriza

porque la base del caldo es el pescado, y se sirve en cazuelas de barro negro que se calientan

al horno o al fogón, uno de los recipientes más antiguos de la vajilla, que por su propiedad

para conservar el calor era utilizado tanto para cocinar como para servir las comidas, razón

por la cual, esta manifestación lleva su nombre. De esta manera, la cazuela está directamente

relacionada con el medio natural de la ciudad de Santa Marta, pues el ecosistema marino y

terrestre aporta la materia prima necesaria para la preparación de este plato, considerado uno

de los alimentos más apetecidos por los pobladores locales y turistas, al que se le atribuyen

además propiedades afrodisiacas.

Foto. Mariscos, Restaurante “El pulpo Santy”. Por: Danny Martínez

No existe una fecha exacta sobre el origen de esta manifestación culinaria, que representa el

proceso de mestizaje entre los españoles e indígenas que habitaban la región. Por cazuela, se

entiende un plato típico de España, Portugal, Francia e Italia, preparado a base de alubias y

cerdos, denominado así por el recipiente en que se prepara, pues como lo explica Patiño

(2013), las comidas se identificaban traslaticiamente por la vasija en que solía prepararse,

como las “cazuelas, diminutivo de cazo, vasija de metal con mango”. Este recipiente fue

introducido por los españoles a América, siendo utilizado por conservar el calor para cocinar

diversos alimentos con productos autóctonos que dependían de la oferta ambiental regional.

En el caso de la ciudad de Santa Marta, esta oferta ambiental estuvo y ha estado enfocada

especialmente con los productos del mar, como los pescados y mariscos. Si bien los indígenas

de la zona, consumían caracoles y camarones, como está referenciado en algunas

investigaciones, el consumo hacía los mariscos se intensificó con la llegada de los gallegos,

quienes comenzaron a “pescar ostras, centollas, langostas, mejillones y demás mariscos que

extrañaban de su mar” (Restrepo, 2013: 47).

Durante todo el año se preparan las cazuelas de mariscos, especialmente en los restaurantes

populares y gourmet de la ciudad, inclusive en los que ofrecen comidas rápidas e

internacionales (china, italiana, peruana, etc), por ser uno de los platos típicos y

representativos de la cocina tradicional. Pero, la temporada de mayor consumo de mariscos

y pescados, es la semana santa.

Fotos. Oferta de la Cazuela de mariscos en restaurantes con diversas especialidades. Por: Danny Martínez.

Uno de los platos que representa la diversa y rica cultura culinaria de Santa Marta, es la

cazuela de mariscos, manifestación que al ser colectiva, referente de la identidad y memoria

colectiva de los múltiples y complejos procesos históricos que se generaron en este territorio,

evidencia el mestizaje cultural entre las poblaciones indígenas que habitaron la región Caribe

y los españoles. De esta manera, debido al grado de apropiación social que tiene esta

manifestación del universo culinario tanto por los pobladores nativos como por los

extranjeros y turistas, que no pueden irse de la ciudad sin probar una suculenta cazuela de

mariscos, se considera parte del patrimonio cultural inmaterial de la ciudad de Santa Marta.

Por lo que si dejara de existir, se perdería en primera instancia un alimento que recuerda y

recrea la historia de la ciudad, generaría una desconexión con el mar, acabaría una de las

actividades económicas tradicionales, la pesca artesanal, y eliminaría el sustento diario de

muchas familias que dependen de este trabajo

Al ser una práctica tradicional de transformación, conservación, manejo y consumo de

alimentos, los conocimientos relacionados con la preparación de la cazuela de marisco,

corresponden al campo del universo o cultura culinaria de la región Caribe colombiana, pero

también está relacionada con las fiestas y celebraciones, especialmente con un evento

religioso de carácter colectivo, la semana santa.

Los principales portadores de estas manifestaciones son los cocineros populares, amas de

casas, ayudantes de cocina y chef de los restaurantes de Santa Marta, debido a que

actualmente la cazuela de mariscos, es un plato especialmente preparado en los restaurantes,

poco se elabora en los hogares samarios, sólo para determinadas épocas o fechas especiales.

De esta manera, aun cuando no toda la población tiene conocimientos sobre la preparación

de este alimento, la mayoría se siente identificada y reconoce de inmediato la cazuela, como

una de los platos típicos de la ciudad.

El primer sector relacionado con esta manifestación del universo culinario, son los

restaurantes, y el sector comercial y turístico, que ofrecen uno de los platos más apetecidos

por nativos y foráneos, de ahí que en la mayoría de los restaurantes de la ciudad,

independientemente de su especialidad, no falte dentro del menú la cazuelas de mariscos.

Asimismo, esta manifestación está directamente relacionada con los pescadores artesanales

tanto a nivel local como departamental y regional, pues muchos de los camarones y otros

mariscos con los que se prepara este alimento son traídos desde Ciénaga, Tasajera, y la

Guajira, siendo este último departamento el lugar preferido para comprarlos.

Uno de los cambios más significativos de esta manifestación culinaria, es su paso de ser un

plato casero a un plato gourmet y refinado, que cumple con los requerimientos de la cocina

gourmet, tanto en la selección de los mejores productos como en su impecable presentación.

Además de ser un plato familiar se convirtió en un plato que sólo es posible degustar en los

restaurantes de la ciudad y por un sector exclusivo de la sociedad, debido a sus altos precios.

Por lo que, la transmisión de los conocimientos también se ha transformado de ser un saber

local a saberes enseñados en las escuelas de culinarias.

Anteriormente la transmisión de los conocimientos sobre la preparación de la cazuela de

mariscos, se daba por medio de la tradición oral, de generación en generación, se aprendía

en el hogar a través de la experiencia, pero actualmente es enseñada en las instituciones y

escuelas de formación en gastronomía que existen en la ciudad, como el SENA, la CBN, etc.

Así, los principales conocedores y portadores de esta manifestación cultural, son los

estudiantes de cocina, los profesores de estas instituciones, y los chef de los restaurantes de

la ciudad.

Según lo expresado por la comunidad, las principales situaciones que ponen en riesgo la

sostenibilidad de esta práctica culinaria, son:

1. El alto nivel de contaminación de las playa de la ciudad y del municipio de Ciénaga, donde

tradicionalmente se pescaban los mariscos, por lo que los dueños de los restaurantes

actualmente están trayendo y comprando los mariscos de la Guajira, e inclusive existen casos

como el restaurante “Donde Chucho” que importa sus productos desde Ecuador y Perú.

2. Los conocimientos de esta manifestación están quedando en un sector especializado, y no

en la mayoría de sus pobladores.

3. Por sus altos costos pocas personas pueden preparar o consumir este plato típico, sólo lo

hacen en épocas especiales.

4. La manifestación está actualmente en manos del sector comercial y turísticos, siendo

ofrecida y degustada por los turistas tanto nacionales como internacionales, pero poco por

los samarios.

A partir de las conversaciones con la población, se identificaron y plantearon algunas

estrategias para la salvaguardia de la manifestación:

1. Promover investigaciones sobre la cultura culinaria en la ciudad de Santa Marta.

2. Crear escuelas y talleres de comidas tradicionales para distintos sectores de la población,

tanto para especialistas en comida gourmet como para las cocinas populares y la gente

interesada en aprender a cocinar.

3. Reconstruir las recetas de las abuelas sobre las comidas típicas de la región.

4. Promover desde los hogares el aprendizaje de las comidas tradicionales de la ciudad.

5. Sensibilizar a los jóvenes en los colegios e instituciones de educación sobre la importancia

de conocer, promover, divulgar y proteger las manifestaciones culinarias.

3. Sopas de Pescados

Las sopas de pescados son una expresión típica dentro de las cocinas locales y populares de

los departamentos y municipios costeros de la región Caribe y Pacifica colombiana. En el

distrito de Santa Marta las sopas de pescados es un plato fundamental dentro de las dinámicas

alimenticias de la población samaria, esta expresión culinaria, es consumida constantemente

en el trascurso del año por la población local, pero su consumo es más constante en los

corregimientos de Taganga y Gaira, debido a su cercanía al mar y por su condición de pueblos

de pescadores artesanales.

Fotos. Sopas de Pescado. Por: Raiza Llinás.

Las sopas de pescado son la unificación de diversos productos agrícolas y marinos en el

fogón, esta expresión de la comida local se caracteriza en la ciudad de Santa Marta por el

tipo de peces que su utilizan para su preparación los más usuales y apetecidos son, el Jurel

pertenecientes a la familia de los Carángidos y el Atún de la familia Tuhunnos Alalunga,

peces pelágicos que por su exquisita carne, grasas y sabor son un elemento fundamental en

la preparación de las sopas, en cuanto a los productos agrícolas que complementan esta

manifestación en la ciudad de Santa Marta encontramos la yuca, Papa, Ñame, Auyama,

Banano verde, Cebollín, achote, ajo y cilantro, alimentos que complementan la puesta en

escena de las sopas de pescados en la ciudad. En los hogares samarios y en algunos

restaurantes populares se preparan con mayor frecuencia los denominados sanchos de

pescados con mayor contenido de tubérculos en cuanto a su preparación y presentación, en

contraste con los restaurantes gourmet donde se preparan más sopas con pequeñas porciones

de tubérculos. Este tipo de manifestación culinaria forma parte del imaginario social y la

dieta alimenticia de los samarios, este plato tiene un mayor consumo en la semana santa,

además las sopas de pescados son producto de las relaciones sociales y culturales que los

samarios han entretejido con su medio ambiente y territorio.

No hay fecha exacta que denote el surgimiento de este plato en la ciudad de Santa Marta,

según De la Rosa (1975) en el siglo XVI " es abundantísima la bahía de todo género de

peces"; por consiguiente podemos mencionar que las sopas de pescados se derivan

primeramente de las tradiciones de los pueblos autóctonos que habitaron las bahías del

territorio samario (Taganga y Gaira), que posteriormente con la llegada de los españoles y

africanos se agregaron elementos naturales a esta comida que la potencializaron

convirtiéndose en un plato apetecido por colonos y criollos debido al sabor que les

proporciona los diferentes peces que encuentran en estas bahías como "...el bonito, lebranche,

albacora, coginoa, mero y tiburón..." (De la Rosa, 1975:362). Las sopas de pescados es una

manifestación cultural practicada tradicionalmente en el territorio samario como resultado de

la interacción del hombre costero con su entorno, en este caso el mar el cual ha sido la

principal despensa de alimentos para la población, por lo tanto, las sopas de pescados

representa la tradición pesquera de la comunidades samarias y el vínculo directo que han

entretejido los habitantes samarios con el mar para la construcción de conocimientos

asociados a la cocina y la alimentación local.

Las sopas de pescados son un platillo que evoca la relación hombre-mar en Santa Marta, de

la cual se han construido diferentes conocimientos y tradiciones culturales que han

caracterizado a la ciudad como un territorio costero de vocación pesquera, además las sopas

de pescados son un aglutinador de la identidad y cotidianidad de la población samaria. En

ese sentido, estas manifestaciones culnarias son elementos dinamizador de las tradiciones y

memorias locales que se han perpetuado en el tiempo en la ciudad. Es vital mencionar que

las sopas de pescados tienen relación directa con el territorio de la ciudad de Santa Marta,

tanto en la geografía marina como la rural, puesto que los elementos o ingredientes que

constituyen una exquisita sopa de pescado, son los aliños (Achote), tubérculos (Yuca, Ñame,

Papa y Malanga), frutos (Maíz, Ahuyama, Plátano y Banano verde y peces (Jurel, Atún y

Albacora entre otras especies) que los proporciona las tierras y los mares que conforman la

ciudad de Santa Marta.

Foto. Sopas de Pescados en el centro de Santa Marta. Por Danny Martínez C.

Las sopas de pescados y en particular todos los tipos de sopas en la región Caribe colombiana

son una comida de carácter colectivo, en la medida en que son un alimento de preparación y

consumo frecuente en los hogares, además en Santa Marta se encuentran muchas familias

que se han dedicado tradicionalmente a la venta de sopas de pescados y carnes en diferentes

lugares de la cuidad, lo que demuestra que las sopas son una manifestación culinaria con gran

significado en las dinámicas alimenticias de los habitantes .samarios. Esta manifestación

culinaria es una expresión de la cultura caribeña, portadora de tradiciones y conocimientos

que dinamizan la identidad de las poblaciones, por consiguiente las sopas de pescados son

un elemento de la cultura de la ciudad de Santa Marta que representa su patrimonio cultural

en cuanto a comidas, y si estas dejaran de existir se negaría gran parte de la historia y los

conocimientos que el habitante samario ha construido en relación al mar y su medio.

Las sopas de pescados son un alimento que posee cierto grado de importancia dentro de las

dinámicas locales, debido a su condición como tradición culinaria son muchas las personas

samarias tanto mujeres y hombres específicamente adultos mayores quienes conocen la

preparación de este plato. Además es vital mencionar que hay personas dedicadas a la

preparación periódica de sopas de pescados como es el caso de los chefs de restaurantes en

algunos casos de gourmet como el gran Manuel y los cocineros de los restaurantes populares

o callejeros que ofrecen la sopa de pescado como platos del día o como acompañantes de

algunos de sus platos fuertes, las sopas de pescados son un plato característico de la comida

samaria por lo tanto la comunidad local se identifican con ella.

Las sopas de pescados son una expresión de la cocina local que no tienen ningún tipo de

relación con organizaciones, dado que dicha manifestación cultural responde a las practicas

alimenticias desarrollada cotidianamente en los hogares samarios, pero es vital mencionar

que las sopas de pescados tienen relación directa con el sector comercial dedicado a las

actividades turísticas, como son los restaurantes gourmet, el caso del Gran Manuel, Tres

sensaciones y Mañe Cayón entre otros, donde las sopas de pescados se encuentran en la oferta

de sus menús diariamente.

Las sopas de pescado en la ciudad de Santa Marta no han sufrido cambios significativos en

su preparación y receta, pero la disminución de algunas especies de peces como el mero y

el lebranche ha impulsado a los diferentes cocineros a utilizar otras especies marinas, pero es

vital mencionar que las preparaciones de las sopas de pescados varían según su portador y

las condiciones del medio ambiente donde se encuentren asentadas las poblaciones. En

cuento al valor nutricional de esta manifestación culinaria, muchos habitantes samarios

mencionaron que las sopas de pescados son un alimento rico en proteínas y carbohidratos

que fortalecen al organismo, por consiguiente su importancia y valoración dentro las

prácticas culturales de la ciudad.

La trasmisión de los conocimientos en cuanto a la las sopas de pescados se realiza en dos

niveles uno es el formal, dado que muchos de los portadores y gestores de dicha

manifestación son chefs que se formaron en escuelas gastronómicas donde adquirieron los

conocimientos para la transformación, manipulación y preparación de alimentos; y por el

otro nivel encontramos los cocineros populares y personas en particular que aprendieron y

aprehendieron estos conocimientos a través de la tradición oral y el empirismo.

Actualmente la destrucción masiva del medio ambiente es un factor determinante de la

desaparición de los productos naturales que son aplicados para la preparación de los platos

que se desarrollan en las cocinas locales, además el extractivismo minero y la construcción

de puertos marítimos carboníferos han impulsado al deterioro del lecho marino y por

consiguiente a la desaparición de variadas especies marinas que las poblaciones costeras

utilizaban para sus prácticas alimenticias. Igualmente el desarraigo por las comidas

tradicionales, debido a la llegada de comidas extranjeras es una situación que atentan contra

la reproducción de las cocinas locales y as recetas autóctonas.

En cuanto a las sopas de pescado las estrategias para su salvaguardia y reproducción según

gestores y portadores es fomentar campañas de preservación de los mares y bosques, pues

son los principales centros de producción de la materia prima que se utiliza para la

preparación de los platos, igualmente proyectar espacios para la apropiación y valoración del

patrimonio culinario en la ciudad como ferias sobre cocinas locales, escuelas de cocinas

tradicionales colombianas o regionales, talleres educativos sobre los platos típicos locales y

regionales son instrumentos que permitirán la sostenibilidad de las manifestaciones en el

tiempo.

4. Arroz y Coctel de Camarón

Tanto el arroz como los cocteles de camarón son muestras de las cocinas de la región Caribe

y Pacífica, con mayor arraigo en los territorios cercanos al mar, para el caso la ciudad de

Santa Marta, de tal manera que los conocimientos en cuanto a la preparación de estos platillos

se condensan en las zonas litorales del territorio colombiano, por lo que tanto Barranquilla

como Cartagena, Riohacha, San Andrés y Tumaco son ciudades que dentro de sus prácticas

alimenticias el consumo de maricos y camarón es característico (Ministerio de Cultura, 2013)

El arroz de camarón es un plato conformado por camarones limpios y pelados, tomate

maduro, cebolla larga, ajo, ají, achote, sal y pimienta al gusto, agua y arroz. En cuanto a su

preparación es vital señalar que su receta varía de acuerdo a cada región y ciudad donde se

prepare, pero su receta se caracteriza principalmente por el uso del ripio (cabezas, cascaras y

colas de camarón), que se integra a la composición del arroz con las verduras para que

obtenga un mejor sazón, en ese sentido su preparación trata de pelar y lavar los camarones,

cocinar en agua caliente el ripio para obtener mayor sabor, luego se cuela o licua el caldo con

el ripio, a parte se coloca a preparar el arroz y se cortan de manera fina las verduras para

freírlas con achiote, pimienta y sal al gusto, luego se agregan los camarones y el caldo

obtenido de su cocción, se revuelven bien durante varios minutos hasta que espese, para

posteriormente agregárselo al arroz, se mezclan bien y se dejan a fuego lento mientras seca,

es usual que se sirva acompañado de patacones de banano verde.

En cuanto al coctel de camarón, su preparación consta principalmente, según Juan Carlos

Ortega, coctelero tradicional (Testimonio Oral. 15/07/15) y propietario de Juancho

Cevichería, de la mezcla de camarones limpios, cebolla roja finamente picada, cilantro, salsa

de tomate, mayonesa y limón, lo cuales se revuelven bien por un par de minutos hasta que se

forme una especie de pasta, que es servida en un vaso acompañada de galletas de soda, cabe

anotar que hay variedad de cocteles de ostras, pulpo, chipichipi, raya y caracol, pero el

tradicional es el de camarón. En ese sentido dicha manifestaciones son alimentos que

representan las tradiciones culinarias locales, igualmente son expresiones que exaltan la

identidad del sujeto caribeño y su presencia en el litoral; en este caso el samario; y la labor

de muchos pescadores artesanales que a través de la captura y venta del camarón sustentan

sus vidas.

Foto. Preparación de Coctel de Camarón, Bahía de Santa Marta. Por: Danny Martínez.

Aún no hay fecha que aclare el surgimiento de estos platos en las dinámicas alimenticias de

la población samaria, sin embargo, el consumo de camarón se realizaba en territorio

americano desde el periodo prehispánico; destacados cronistas señalaron que varias

comunidades indígenas autóctonas de centro América como los Aztecas y de sur América

los Incas se distinguían por su particular interés por el consumo del camarón (Patiño, 2013),

Igualmente las poblaciones indígenas del norte del país que se asentaron en las orillas del

litoral y de la ciénaga grande del Magdalena prehispánicamente, direccionaron su dieta

principalmente a base de mariscos y crustáceos (Angulo, 19962; Rojas, 2013); por lo tanto

la relación que existe ancestralmente entre el camarón y las poblaciones asentadas en este

territorio es intrínseca, Villalobos (2013) platean que el coctel de camarón se deriva del

ceviche peruano, técnica originaria de sus pueblos indígenas para conservar pescados y

mariscos en vinagre. Es vital mencionar que muchos de los conquistadores y colonizadores

que llegaron a estos territorios incorporaron dentro de sus prácticas alimenticias el camarón

como alimento predilecto en diferentes platillos, lo que denota la transcendencia de dicho

alimento en los procesos de construcción social, cultural e histórica de la región y la ciudad

de Santa Marta, en ese sentido estos platos representan la relación y presencia que los

samarios históricamente han ejercido sobre su territorio, construyendo su identidad y sus

prácticas culinarias entorno al mar.

El consumo de camarón en la ciudad de Santa Marta es constante en cuanto a la preparación

de cocteles debido a que en diferentes partes de la ciudad es frecuente encontrarse con

vendedores ambulantes o estacionarios dedicados a la venta de dicho alimento, pero vale

aclarar que en tiempos de subienda de camarón como lo son los meses de Junio, Julio y

Agosto su consumo aumenta en los diferentes hogares samarios. Igualmente para el tiempo

de semana santa el camarón es un alimento apetecido, dado que en estas fechas el arroz de

camarón es un platillo preparado con mayor frecuencia debido a las prohibiciones católicas

sobre el consumo de carnes rojas en la semana mayor.

El arroz y coctel de camarón son alimentos que identifican colectivamente a la población

samaria y caribeña, dado que son expresiones culturales que condensan las tradiciones

autóctonas que se desarrollaron históricamente en la región norte del territorio colombiano,

por lo que conmemoran los saberes y prácticas que el sujeto samario ha construido en relación

al mar y la ciénaga, los cuales han sido transmitidos generacionalmente, en ese sentido estas

expresiones de la comida local son una muestra su acervo cultural, puesto que son tradiciones

vivas que muchos habitantes recrean en sus hogares independiente de su clase social,

igualmente en los menús de los diferentes restaurantes que se encuentran en la ciudad, estos

platos se exponen como la comida típica debido a su relevancia e importancia dentro de las

dinámicas alimenticias de la población, lo que denota su apropiación en el territorio. Por lo

tanto, estas expresiones de la cocina local son elementos que representan identitariamente al

samario, además forman parte de la tradición y son conductos que portan conocimientos,

historias y sentimientos que dan cuenta del legado de las poblaciones, de ahí su importancia

dentro del patrimonio cultural inmaterial de la ciudad de Santa Marta. Es así que, si dejara

de existir la manifestación se desvalorizaría las tradiciones de antaño y se perdería gran parte

de la memoria colectiva de la ciudad.

El arroz y coctel de camarón, pero sobre todo el arroz, son alimentos que se han preparado

tradicionalmente en los hogares samarios, por lo que sus principales hacedores son las

abuelas y personas adultas, dado que han sido las dinamizadoras de estos conocimientos en

los fogones samarios. Es vital señalar que en la ciudad se encuentran en diferentes sectores

cevicherias y coctelerias, y cevicheros ambulantes quienes recrean cotidianamente estas

manifestaciones en la ciudad, lo que resalta el rol que cumplen los cevicheros y cocteleros

como portadores y gestores de estas muestras de la cocina local, en ese sentido se puede

mencionar que dichas manifestaciones forman parte del imaginario social y las tradiciones

de los samarios, por lo tanto son referentes de su identidad.

Los cocteles de camarón tiene relación directa con las organizaciones de vendedores

ambulantes y estacionarios que operan dentro del sector turístico específicamente en las

bahías de la ciudad, es decir para que cada vendedor ofrezca su producto formalmente debe

pertenecer a las agremiaciones y poseer su documentación que lo identifique como coctelero

o las autoridades locales le imposibilitaran su trabajo, debido a temas como higiene,

conservación y calidad de los alimentos.

El arroz y coctel de camarón son comidas que con el paso del tiempo han sufrido

transformaciones mínimas en cuanto su preparación, en este punto es válido mencionar que

el arroz de camarón paso de ser un alimento de consumo exclusivo de los hogares, a ser un

platillo exótico en los diferentes restaurantes de la ciudad, debido a demanda generada por

los turistas que encuentran en este alimento una muestra típica de la cocina samaria.

Los conocimientos en cuanto a las manifestaciones se transmiten a través de dos escenarios,

el primero son las cocinas de los hogares samarios, dado que son las abuelas y las mamás

quienes transmiten las recetas de estos platos a su descendientes a partir de la oralidad y la

observación, por el otro lado encontramos las escuelas de gastronomía instituciones

dedicadas a formar chefs que preparan y venden en los diferentes restaurantes de la ciudad

el arroz de camarón, cocteles y ceviches.

La disminución considerable del camarón a consecuencia de la contaminación radical de los

mares y la ciénaga, la sobre pesca, la apropiación de lo ajeno y el desarraigo por las

tradiciones locales, son factores que atentan contra la sostenibilidad y reproducción de estas

expresiones de las cocinas locales.

Fomentar espacios para la apropiación y valoración del patrimonio culinario local, como

ferias sobre cocinas locales, escuelas de cocinas tradicionales y taller educativos sobre los

platos típicos locales y regionales son instrumentos que permitirán la sostenibilidad de las

manifestaciones en el tiempo, además es vital la conformación de una política pública

orientada a la investigación y sostenibilidad de las cocinas tradicionales colombianas.

Igualmente la conservación del medio natural es prioritario en cuanto la salvaguardia de las

comidas típicas, pues son los mares, ríos, bosques, ciénagas y humedales entre otros

ecosistemas la principal despensa de los productos para la alimentación de los colombianos.

5. Arroz y Salpicón de Bonito

Las Prácticas tradicionales asociadas a la conservación, manejo, y consumo de las especies

marinas son expresiones autóctonas de las cocinas locales y populares de los departamentos

y municipios costeros de la región Caribe y Pacifica colombiana. Santa Marta es una de las

9 capitales del caribe colombiano, que se ha identificado alimentariamente por el consumo

del bonito en diversas preparaciones de las cuales se destacan el arroz y el salpicón, que

anteriormente se consumían constantemente en el transcurso del año considerándose como

un alimento de gran relevancia en las dinámicas alimenticias en los diferentes hogares

samarios. Es vital mencionar que tanto el arroz y salpicón de bonito es un alimento de

consumo familiar, por lo tanto es una expresión de las cocinas locales que posee un fuerte

arraigo en el distrito de la Santa Marta.

El arroz de bonito es la mezcla de arroz, verduras, aliños y bonito a fuego lento en un caldero,

esta expresión culinaria se caracteriza por el exquisito sabor de la carne del bonito, especie

característica del mar que baña a la ciudad de Santa Marta, en cuanto a los ingredientes que

complementan la composición del plato encontramos dentro de las verduras la utilización de

repollo, pimentón, zanahoria, cebollín y ajo., su preparación consta en picar las verduras

mínimamente, dejarlas sofreír, para agregarle el arroz, mientras el bonito se cocina en un

recipiente con agua a fuego medio, el caldo que se produce de esta cocción se le agrega al

arroz, cuando el arroz ha secado se añade el bonito desmenuzado. Igualmente una de las

formas tradicionales de preparar este pez es en salpicón que consta de ingredientes como

limó, tomate maduro, cebollín, ajo, vinagre, ají, sal y pimienta al gusto, en este sentido la

preparación del salpicón trata en marinar al bonito en sal, vinagre, pimienta y limón, luego

se cocina en agua a fuego medio, luego de su cocción se desmenuza el bonito, mientras se

prepara un guiso con los tomate, ají, cebollín, aceite, sal y pimienta, después de freír por unos

minutos el guiso se le agrega el bonito desmenuzado, se mezclan bien durante un tiempo

considerable, para obtener el salpicón que sirve acompañado de arroz blanco o de coco y con

tajadas fritas de plátano maduro. Estas manifestaciones culturales de las cocinas locales

forman parte de las tradiciones autóctonas y la dieta alimenticia de los samarios, además

tanto el arroz como el salpicón de bonito son alimentos que representan el dialogo que los

samarios históricamente han entablado con su territorio.

Foto. Arroz de Bonito.

Tomada de:https://www.google.com.co/search?q=arroz+y+salpicon+de+bonito&biw=1366&bih=643&source=lnms&tbm=isch&sa.

No hay fecha exacta que denote el surgimiento de este plato en la ciudad de Santa Marta,

según Rey Sinning (2014), De la Rosa (1975) y Ardila (1996) manifiestan que en los mares

que baña a la cuidad de Santa Marta el bonito fue una especie abundante en sus aguas, tanto

nativos, españoles y afros asentados en el territorio apropiaron el consumo del bonito a sus

dietas alimenticias. Lo que denota que el consumo de este pez se ha perpetuado durante varios

siglos en diferentes periodos y momentos históricos en las dinámicas culturales y alimenticias

de la ciudad de Santa Marta, dado que tanto nativos, españoles y las comunidades negras

fueron conquistados por su exquisito sabor. Tanto el arroz como el salpicón de bonito son

muestras de las tradiciones autóctonas samarias, las cuales condensan la memoria colectiva,

la identidad y costumbres cotidianas de las poblaciones samarias en el transcurso del tiempo,

además estos platos son referentes de los conocimientos que los sujetos costeros han

construido en relación al mar.

Especialmente el arroz de bonito tiene un mayor consumo en las vísperas carnavaleras, fechas

que coinciden con la subasta de bonitos en las diferentes bahías que conforman el litoral del

distrito samario, en los meses de enero, febrero y marzo momento donde las aguas se enfrían

y se enriquecen en nutrientes, lo que permite la proliferación de las diferentes especies

marinas entre ellas el bonito. Es vital mencionar que tanto el arroz como el salpicón de bonito

son comidas que se disgustaban con frecuencia en el año en los diferentes hogares samarios,

pero actualmente son esporádicas sus preparaciones.

El arroz y salpicón de bonito son expresiones de las cocinas locales de la ciudad de Santa

Marta, que expresan sentimientos, realidades, contextos históricos y tradiciones que han

aportado a la construcción identitaria del sujeto samario tanto regional como

departamentalmente, dado que estas expresiones culinarias dan cuenta de la relación hombre-

mar que ha marcado el desarrollo social y cultural de la ciudad, ya que el bonito que

consumen la población, proviene principalmente de las bahías locales. En ese sentido, el

arroz y salpicón de bonito son alimentos que se degustan especialmente en el seno familiar,

es decir, las distintas clases sociales consumen el bonito en su diversas preparaciones, lo que

expresa su colectivización en la alimentación samaria. Estas manifestaciones culturales son

expresiones vivas de las tradiciones autóctonas de la ciudad de Santa Marta, que revindican

y representan la identidad del samario, encontrándose también articuladas a la tradición de

las pescas artesanales, actividad de la cual dependen económicamente muchas familias, lo

que denota la relevancia de estas expresiones culinarias en las dinámicas sociales y culturales,

por lo que se consideran parte del patrimonio cultural inmaterial de Santa Marta. Teniendo

en cuenta lo expresado anteriormente, es necesario plantearse programas que preserven estas

expresiones culturales, dado que si dejaran de existir, sería una muestra de la extinción del

bonito y del desarraigo por las tradiciones locales.

Foto. Salpicón de Bonito. Tomada de

https://www.google.com.co/search?q=arroz+y+salpicon+de+bonito&biw=1366&bih=643&source=lnms&tb

m=isch&sa=X&ved=0CAYQ_AUoAWoVChMI9d2AsKf0xgIVQ3Y-Ch1inw.

El arroz y salpicón de bonito son alimentos que generacionalmente se han preparado y

consumido en los hogares samarios, por lo que sus principales portadores son las abuelas y

personas adultas, quienes conocen la receta y los ingredientes para la elaboración de estas

manifestaciones culinarias. Actualmente, en la ciudad se encuentra el restaurante gourmet 3

Sensaciones que en semana Santa añade a su menú el arroz y salpicón de bonito, lo que

resalta el rol que cumplen algunos chefs como portadores y gestores de estas muestras de la

cocina local, en ese sentido se puede mencionar que dichas manifestaciones culinarias forman

parte del imaginario social y las tradiciones de los samarios, por lo tanto son referentes de su

identidad.

La preparación de estas recetas es determinada por el bonito, en ese sentido es vital mencionar

que las organizaciones de pescadores artesanales de la ciudad de Santa Marta cumplen un rol

importante en cuanto a la sostenibilidad y reproducción de estos alimentos, en la medida que

se siga realizando la pesca de forma responsable del bonito en las bahías de la ciudad, tanto

el salpicón como el arroz que se preparan de este esquisto pez, seguirán sirviéndose en la

mesa de los diferentes hogares samarios generacionalmente.

La preparación del arroz y salpicón de bonito no ha variado en el tiempo, aún se conserva y

practica la forma tradicional de su preparación, pero con el transcurso del tiempo estos

alimentos de consumo doméstico constante, se han exotizado, y su consumo se ha relegado

a espacios y momentos específicos en el año como cumpleaños, parrandas o cualquier tipo

de festejos, debido a la disminución del bonito y a la apropiación de comidas extranjeras en

las dinámicas alimenticias de los samarios, lo que demuestra que las transformaciones a las

que ha estado sujeta estos platillos radica en su consumo y no en su preparación.

La transmisión de los conocimientos en cuanto a la preparación del arroz y salpicón de bonito

es realizado a través de la tradición oral en las diferentes cocinas samarias. Es decir, son las

abuelas quienes han difundido los conocimientos asociados a la manifestación verbal y

pragmáticamente a sus descendencias.

La disminución considerable del bonito a causa de la contaminación de los mares, la sobre

pesca, la apropiación de lo ajeno y el desarraigo por las tradiciones locales, son factores que

atentan contra la sostenibilidad y reproducción de estas expresiones de las cocinas locales.

Por lo que Las estrategias para su salvaguardia según gestores y portadores culturales del

patrimonio inmaterial, es fomentar campañas de preservación de los mares y bosques, pues

son los principales centros de producción de la materia prima que se utiliza para la

preparación de los platos, igualmente fomentar espacios para la apropiación y valoración del

patrimonio culinario local, como ferias sobre cocinas locales, escuelas de cocinas

tradicionales y taller educativos sobre los platos típicos locales y regionales son instrumentos

que permitirán la sostenibilidad de las manifestaciones en el tiempo, además es vital la

conformación de una política pública orientada a la investigación y sostenibilidad de las

cocinas tradicionales colombianas.

6. Chicha de arroz

El consumo de chicha es una actividad que se realiza en las diferentes regiones que

conforman el territorio colombiano, tradición que se deriva de las prácticas alimenticias de

las poblaciones étnicas que habitan el territorio nacional. En la región Caribe colombiana, el

consumo de chicha no es la excepción, muchas personas disfrutan de esta bebida refrescante,

debido a las altas temperaturas que sufren estas tierras, es así que en la ciudad de Santa Marta

la preparación y consumo de la chicha de arroz es una práctica tradicional, que posee mayor

presencia en las zonas rurales y sectores populares de la ciudad.

Las chichas en Colombia son diversas en cuanto a sus preparaciones, presentaciones, sabores,

colores y olores, es decir cada población según las condiciones geográficas y ambientales de

su entorno poseen una manera particular de realizarlas (Mora, 2013), en ese sentido es válido

mencionar que, dicha bebida posee una receta base para su preparación, heredada de los

pueblos autóctonos colombianos, que consisten de la maceración del maíz verde seco, que se

mezcla con trozos de panela, canela y clavos de olor vertidos en agua, que se deja en reposo

por uno o dos días con la finalidad de alcanzar cierto tipo de fermentación, razón por la cual

las chichas se han caracterizado como bebidas “embriagantes” (Rojas, 2013). Pero para el

caso de algunos municipios y distritos de la región Caribe colombiana, como lo es el

Magdalena y Santa Marta, esta bebida se caracteriza por ser un líquido dulce, espeso y frio,

fiel acompañante de comidas populares como los Pasteles y apetecidos por los samarios por

su sabor y agencia refrescante, la cual consta de arroz cocinado, mezclado con canela, azúcar,

clavos de olor y esencia de cola que son cocinados conjuntamente durante un tiempo

considerable, para luego ser embotelladas y enfriadas para su consumo.

La chicha de arroz en Santa Marta es una bebida de carácter popular, dado que se puede

obtener en diversos lugares de la ciudad, con mayor intensidad en las diferentes bahías,

igualmente esta bebida forma parte de los alimentos consumidos domésticamente en muchos

de los hogares samarios tanto en las zonas rurales como urbanas, debido a su fácil

preparación, gran valor nutricional y económica preparación.

El origen del consumo de chicha se remite al periodo prehispánico, dado que esta práctica

fue una tradición cultural de los pueblos indígenas que adquirieron como base para su

alimentación el maíz (Rojas, 2013), (entre ellos se destacan los grupos indígenas que

poblaron la Sierra Nevada de Santa Marta). La chicha fue un alimento polifuncional dentro

de las dinámicas sociales y culturales de estas comunidades, dado que su consumo se asocia

a diferentes actividades como de labranza donde el indígena toma chicha que porta en un

calabazo para resistir las jornadas de trabajo (Saldarriaga, 2013), igualmente se utilizaba para

ritos religiosos, donde la embriaguez producida por el consumo abundante de chicha permitía

a los líderes espirituales entablar diálogos con sus deidades o emprender vuelos cósmicos,

también se utilizaba doméstica y recreativamente en los diferentes núcleos familiares (Rojas,

2013). Con el descubrimiento de América y el proceso de colonización el consumo la chicha

fue prohibido por los españoles, pero las comunidades siguieron consumiéndola en otros

escenarios, lo que permitió la sostenibilidad de esta manifestación en el tiempo (Patiño,

2013), la cual es degustada históricamente en los sectores populares y rurales del distrito. En

ese sentido la chicha de arroz condensa huellas del pasado precolombino, además representa

los diferentes procesos de resistencia cultural que libraron los pueblos étnicos por preservar

sus tradiciones ante la presencia arrasadora de la cultura europea, muestra de ello es la chicha

de arroz que no es a base de maíz, pero su preparación y receta se derivan de la base indígena.

En la ciudad de Santa Marta la chicha de arroz se prepara constantemente durante todo el

año, según la comunidad y vendedores de esta bebida, los fines de semana y las vacaciones

son momentos donde se venden más chichas, debido al gran flujo de bañistas locales y

turistas que visitan las playas, lo cuales en algunos casos toman chicha para sesear la sed.

Foto. Vendedor de Chichas de Arroz en la Bahía de Santa Marta. Por Danny Martínez.

La chicha de arroz es una bebida característica de los samarios, dado que en ella se condensa

las huellas del pasado indígenas de estos territorios (Bedoya, 2010), igualmente es un

elemento que forma parte de las tradiciones populares que los identifican colectivamente, por

lo que es una manifestación que tiene presencia tanto en los sectores populares urbanos y

rurales (Mora. 2010), lo que exalta la presencia y el carácter colectivo que posee la chicha en

el territorio samario. Es vital mencionar que hay familias que dependen económicamente de

la preparación y venta de la chicha de arroz en la ciudad lo que demuestra la relevancia que

posee dicha bebida en las prácticas alimenticias de la población local, además por su

potencial nutricional es consumida en muchos hogares. Esta expresión de la cocina local ha

fortalecido y prolongado en el tiempo tradiciones culturales que han caracterizado a la ciudad

identitariamente, igualmente es un alimento que representa la presencia indígena y sus

aportes culturales en la construcción de las sociedades colombianas, dado que la chicha es

una expresión cultural con presencia en las diversas regiones colombinas que conmemoran

la identidad, cotidianidad y hábitos alimenticios de las variadas poblaciones.

En ese sentido, Esta manifestación culinaria autóctona del territorio colombiano es portadora

de tradiciones y saberes populares que nutren la identidad de las poblaciones que las

consumen, es así que, la chicha de arroz es un alimento con gran potencial simbólico y

relevancia en las memorias locales y dinámicas culturales de la ciudad, dado que es una

muestra del patrimonio histórico y cultural samario. Si dejara de existir la chicha de arroz

una tradición que ha alimentado a los samarios desde tiempo inmemorables.

La preparación de la chicha de arroz es un conocimiento que se ha popularizado

tradicionalmente en la ciudad de Santa Marta, por consiguiente son muchas las personas en

gran proporción adultos y ancianos quienes conocen y preparan la receta, sin embargo en

algunos sectores de la ciudad como el caso de la ensenada del barrio Juan XXIII se encuentran

familias que se han caracterizado por la preparación de dicha bebida generacionalmente, lo

que alude que hay pequeños grupos de hacedores de chichas de arroz constituidos

popularmente, quienes abastecen a aquellas personas que venden pasteles de arroz con cerdo

o pollo y chicha de arroz en los diferentes espacios públicos de la ciudad. Es vital señalar que

la chicha de arroz tiene relación directa con asociaciones familiares populares, organizadas

con el objetivo de vender al por mayor la chicha de arroz a diferentes vendedores ambulante.

Es necesario aclarar que no existe ningún vínculo con alguna entidad del Estado o privada

que apoye este tipo de iniciativas en la ciudad de Santa Marta.

La chicha de arroz ha sufrido cambios en cuanto sus ingredientes, anteriormente su principal

elemento era el arroz, que se cocinaba primero y se batía, luego se mezclaba en el fogón con

clavos de olor, azúcar, canela y esencia de cola y posteriormente se dejaba enfriar para

embotellarlas, actualmente las chichas en algunos casos no son de arroz, esto cambios se

deben a las alzas en el valor del arroz, por lo tanto hoy en día se preparan a base de harina de

trigo, pero se siguen utilizando los mismo ingredientes para su preparación, lo que permite

la harina de trigo es hacer rendir en mayor cantidad la bebida y así obtener más ganancias a

la hora de la venta (Acevedo, 2009).

“El cambio de arroz a harina de trigo no cambia tan drásticamente la esencia de la

bebida, tanto así que algunos comensales ni siquiera saben que ahora lo que en el

centro de la ciudad están tomando como chicha de arroz, es chicha de harina de

trigo” (Acevedo. 2009).

La trasmisión de los conocimientos en cuanto a la preparación de chichas de arroz se realiza

a través de la tradición oral y el empirismo. El desarraigo por las comidas tradicionales,

debido a la llegada de comidas extranjeras es una situación que atentan contra la reproducción

de las cocinas locales y las recetas autóctonas.

Por lo que las estrategias para su salvaguardia y reproducción según gestores y portadores es

fomentar espacios para la apropiación y valoración del patrimonio culinario local como ferias

sobre cocinas locales, escuelas de cocinas tradicionales, talleres educativos sobre los platos

típicos locales regionales e incentivar la investigación por las cocinas locales son

instrumentos que permitirán la sostenibilidad de las manifestaciones culinarias en el tiempo.

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