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EXPERIENCIAS EN EL UMBRAL con las Ceremonias del Mensaje de Silo

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experiencias y testimonios no habituales de contacto con lo sagrado o en el filo entre la vida y la muerte

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Page 1: Experiencias En El Umbral Hugo Novotny

EXPERIENCIAS EN EL UMBRAL con las Ceremonias del Mensaje de Silo

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“Aquí se cuenta cómo al sin-sentido de la vida

se lo convierte en sentido y plenitud. Aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza,

a la humanidad y al espíritu. Aquí se reniega de los sacrificios, del sentimiento de culpa

y de las amenazas de ultratumba. Aquí no se opone lo terreno a lo eterno...”

del Cap. 1 – La meditación, en El Libro de El Mensaje de Silo.

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Las ceremonias del Mensaje nos conectan – con nuestro interior, con otros, con lo Profundo. Especialmente, en esos momentos tan significativos cuando nuestro corazón está conmocionado por el dolor o la partida de un ser querido; cuando lo único que nos importa es encontrar y dar alivio, sentido, reconciliación; cuando nos sentimos, de repente, en las fronteras mismas de este mundo... De esas reconfortantes e inspiradoras irrupciones de lo Sagrado en nuestra vida cotidiana, nos dan testimonio los relatos que incluimos a continuación.

Trudi Richards, Catalina Portel, Hugo Novotny.

Febrero 2006.

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AGRADEZCO Agradezco a Dios que me ha abierto los ojos y mostrado la verdad del mundo, me ha entregado su Ser para que lo viva en mi ser. Agradezco a Dios por presentárseme y no dejarme vagar, ya, por el sin sentido y la duda. Agradezco a Dios con alegría por llenar tanto la copa mía. Agradezco y agradezco por el punto de partida por el punto de llegada y toda la travesía.

Bélgica Villalobos (pocos días antes de partir, por un cáncer terminal)

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Testimonios 1. PATRIZIA – Milán Queridos amigos, Desearía compartir con aquellos que amo la gran experiencia que he vivido y por la cual todavía estoy agradeciendo. Desde Agosto del 2002, después de mi ceremonia de Reconocimiento, han sucedido muchas cosas: he cambiado muchas cosas de mi vida cotidiana y sobre todo de mis relaciones, he sentido profundamente la alegría y el sufrimiento de las personas que amo, he trabajado conmigo misma y con la relación con los otros. Algunos amigos conocen mi recorrido. En este tiempo, ha 'aparecido' mi madre y desde entonces, nos hemos acercado mucho, compartiendo momentos, días, sensaciones. Una mujer con mucha fe y por lo tanto con mucha fuerza. Hace muchos años que sufría una enfermedad que se llama mielomonocitosis, que al principio de este año se transformó en leucemia mielomonocítica, una forma agresiva. Hacía tiempo que me preparaba para este momento y pedía que no muriese sin que yo estuviese allí para asistirla. Bien, un día se agravó, en parte por una caída y rotura de fémur. Cuando después de 12 horas llegué con ella estaba ya en un estado confuso, sufría mucho y a veces llamaba a su madre (sucede con frecuencia en estos estados cercanos a la muerte). La segunda noche de vigilia que pasé con ella estaba sedada. Pasé todo el tiempo acariciándola, hablándole, y esto me sirvió para conectarme con ella, diciéndole y haciéndole sentir que la quería, que estaba con ella y que podía estar tranquila, que todo iría bien. Le pedí disculpas por el pasado, descubriendo que eran todas cosas secundarias. Le dije, sosteniéndole la mano, bañándola y secándola, que la quería, que había sido maravillosa y que le estaba muy agradecida. Al final de la segunda noche sentí que era el momento adecuado para hacer la ceremonia de Asistencia. Empezamos, tomándole la mano, y en el momento de la pausa vino una enfermera a tomarle la temperatura, así que después pensé que sería adecuado volver a empezar la ceremonia; pero vi como una lágrima descendía de sus ojos… para entonces yo estaba sintiendo una fuerte sensación en el pecho. Sentía solo esa sensación, enorme y cálida, y la sentía a ella. En aquel momento supe, tuve la certeza, de que ella estaba haciendo el trabajo, entonces proseguí con la ceremonia. Fue la sensación interna más fuerte de toda mi vida, de gran amor. Me sentía muy cercana a ella, muy conectada, leí las últimas palabras y dejó de respirar. Lo primero que hice fue agradecerle por este gran regalo que ahora yo podré llevar a otros. Me mostró, al despedirse de mí, su gran amor sin condiciones. Y me enseñó qué hay que hacer, de qué modo hay que atender a alguien que está partiendo y cómo se siente uno cuando la puerta del corazón está abierta. En ese momento, muchas de las tensiones y preocupaciones de los últimos meses se desvanecieron y sobrevino una sensación de paz, mientras los enfermeros se movían para llamar al médico y verificar el deceso. No era el primer cadáver que veía, pero acompañando su cuerpo me reafirmé en la certeza de que aquello no podía coincidir con la persona que lo había habitado y que habíamos amado.

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Lo que sucedió en los dos días sucesivos fue todavía más extraordinario: parientes y amigos se interesaron por lo que hago, gracias a que ella les había hablado. Algunos querían verme y hablar conmigo, otros vinieron a las reuniones del Mensaje. Durante el funeral, en la iglesia, leí la ceremonia de Muerte y fue fantástico ver como el Mensaje puede ser interpretado con tantos colores (matices) diferentes por cada uno; lo elogiaron como “hermosa poesía”, “hermosa plegaria”, “palabras verdaderas”, las “palabras conmovedoras” que había escrito “yo”… El sacerdote me pidió el texto y comentó que lo leería y que le gustaría hablar conmigo. Extraordinario. Esta mujer ha sabido sembrar, dar a aquellos que la rodeaban… también por esto me siento afortunada. Que el Mensaje se manifieste y se manifeste en el corazón de cada uno de nosotros, de cada ser humano, es el mejor pedido que se puede hacer ... Llevar el Mensaje a otros, es el mayor acto de amor. Un abrazo a todos. [email protected] 2. MARCOS – Sao Paulo Nunca fui de escribir. No es para mí una virtud como veo en tantos de nosotros. Pero fui impulsado por la necesidad de dejar constancia de un hecho que sucedió luego de la muerte de Víctor Lopes – un humanista brasilero, gran amigo, leal, bondadoso e irónico, sólo como los grandes sabios deben ser. Este escrito pretende apenas relatar una experiencia de reconciliación y suavidad, después de una ceremonia de Muerte. Espero sepan disculpar la falta de estilo de quien apenas usó el corazón para escribir. Marcos. A VICTOR, “que ha tomado en sus manos parte del hilo de la eternidad” Eran las 10 de la mañana cuando sonó el teléfono y Roberto me anunció que Víctor habia partido. Me puse la mano derecha en el rostro para recomponerme y terminar de despertar. No me gustan los entierros, nunca me gustaron. Eso lo aprendí de mi madre que siempre se quedó con las mejores imágenes de quienes amaba y murieron, sin participar de velorios y esas cosas. Además, siempre supe que la familia de Víctor no gustaba mucho de nosotros. Pero sentí un llamado... algo que nació dentro de mi pecho diciendo: “ve... hay algo importante por hacer”. Llamé a Roberto y le pregunté adónde era el cementerio y a qué hora sería el entierro. No sabía si llegaría a tiempo, pero con toda calidez me preparé y antes de salir agarré un librito del Mensaje. Subí al tren que me llevó hasta São Paulo.

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Después el metro. Cuando bajé en el barrio pregunté a un conductor de taxi la dirección. El reloj marcaba 11:45. El evento sería a las 12:00. El dinero que tenía no alcanzaba para el taxi. El conductor entonces me dijo: “Voy a mi casa que queda cerca. Vamos que te llevo.” Y así fue. Llegué al local a las 11:58. Agradecí al conductor y bajé, al tiempo en que vi a Roberto, Jeferson y Eduardo, que estaban fuera de la sala adonde estaba el cuerpo. Entré y observé el local. Había unas pocas personas, algunos familiares. La mayoría eran amigos nuestros. En el centro de la sala estaba ubicado un cajón muy sencillo, de madera sin barnizar. Miro al lado y veo a su madre, sentada en una silla. Fui a su encuentro un poco inseguro por la reacción... Tomo sus manos y nos miramos por unos segundos. Ella me llama a un fuerte abrazo y dice: “nuestro Víctor se fue”. No le dije nada, solo seguí con el abrazo reconfortante. Una vieja funcionaria del cementerio entró en el recinto y anunció con su formalidad burocrática que había llegado la hora, pues había otros velorios marcados para el local. Y eso me pareció gracioso, porque imaginé varios autos enfilados con sus cajones, entrando y saliendo, y siempre la misma vieja con su solemnidad estatal apurando el fin de la actividad. Cambié la mirada y tenía a mi frente al hermano de Víctor. En ese momento sentí muy profundamente que debía hacer una ceremonia. Saqué el libro y llamé a todos diciendo que lo más importante ahora era reconfortar nuestros corazones. Y dije: “Víctor siempre ha sido una persona que nos ha marcado con su bondad, con su alegría, con su generosidad, con su disposición a ayudar y, sobre todo, con su irreverencia e ironía. Por lo tanto, nosotros que compartimos con él sus mejores momentos, sus deseos por un mundo mejor y sin violencia, estamos acá para reconfortar nuestros corazones junto con su gente querida”. Empezé la ceremonia, fuerte y potente, sintiendo como una ola de calidez envolvía poco a poco a todos los presentes. Terminado el trabajo, su madre me dio un fuerte abrazo, agradeciendo. Llegó la hora de llevar el cajón hasta el local para sepultarlo. Dieron a los nuestros esta tarea. Teníamos una escalera hasta llegar al túmulo de forma cilíndrica y que quedaba adherido a una pared. La madre de Víctor no podía subir los peldaños y quedó sentada sola, observando y conectada con su interior. Los sepultureros, preocupados por el horario de su almuerzo, interrumpieron la formalidad y los pasos lentos de los que traían el cajón y se apuraron a colocarlo en la tumba. Yo no seguí con el procedimiento. En cambio, elegí bajar hasta la señora que seguía sentada en un muro. Una vez más, la abracé y tomé sus manos. Ella entonces me dijo: “Víctor siempre ha participado de este movimiento. Siempre he peleado con él por esto. A veces, algunos de ustedes iban a dormir a casa y yo los echaba, pero ustedes no tenían vergüenza... siempre volvían”... Y se rió. Apretando mis manos, ella miró hacia el infinito por unos momentos, como si estuviera oyendo algo desde lo más profundo de su corazón. Y terminó diciendo: “Y aquí están ustedes... Y qué bueno es verlos!”. Me levanté para despedirme, prometiendo um nuevo encuentro para hacer uma ceremonia de Bienestar en su casa.

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Ya me estaba encaminando hacia la salida cuando la escuché decir: “Victor quiso que tu vinieses”. Sonreí y sólo respondí: “Yo sé...yo sé...” En ese momento sentí la fuerza y la suavidad de la reconciliación profunda.

--------------------- UNA EXPERIENCIA DE CERTEZAS Jueves, 03/12/04 Mi hermano Edgar, 50 años, dos hijos (Lincoln, 29 y Lucas,10) ha sufrido un infarto y es llevado al hospital para recibir los primeros cuidados. Queda internado en la UTI. Su infarto fue muy grave, pero está medicado y sigue monitorizado. Entramos en contacto con su médico en São Paulo y él nos dijo que no podría transferir a mi hermano porque no estaría en el hospital aquel fin de semana, pero que el lunes todo se arreglaría. Sábado 04/12/04 Fuimos a verlo en la UTI. Llevé a mi madre porque si el lunes Edgar fuera transferido para São Paulo, quedaría más complicado para que ella lo visitara. Le llevamos frutas y cuando nos miró, dijo burlonamente: “Yo no quiero frutas, quiero mi ropa para volver a casa”... y sonrió. Todo parecía tranquilo, salvo para mí que, al mirar el monitor del electrocardiograma, como conozco el tema, percibí que su saturación de oxígeno no era para nada buena. Nos despedimos cálidamente. Domingo 05/12/04 La médica del día me llama por teléfono diciendo que necesita transferir a Edgar porque su estado había empeorado. Llamé a algunos contactos y conseguí un hospital muy bueno en São Paulo. Volví a llamar a la doctora y le dije que todo estaba arreglado y que en un rato estaría allá para charlar con ella. Al llegar me recibió con una mirada desalentadora. “Lo siento muchísimo – dijo – pero su hermano ha empeorado y ha entrado en choque cardiogénico (eso ocurre cuando la presión arterial cae demasiado porque la bomba cardíaca ya no puede mantener la perfusión de la sangre en los tejidos) y ahora está en coma inducido. No se puede hacer nada, solo esperar. Sentí una impotencia grandísima, algo como un choque de fracaso que de golpe nos derrumba al suelo, sin imágenes, sin sensaciones... solo el sentimiento de impotencia... Vuelvo a mi casa e intento calmar a mis padres y a la familia de Edgar... Lo que siguió fue una sucesión de hechos en la cual su estado cíclicamente mejoraba y empeoraba, hasta que sus riñones colapsaron ocho días después... Martes: 14/12/04 Intentaron sacarle los líquidos que se acumulaban en el cuerpo por un procedimiento llamado diálisis peritoneal, donde se introduce un cateter en el abdomen y se inyecta una solución para que salga más de lo que entra. Fue la última tentativa... Miércoles15/12/04

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Recibo varios e-mails de nuestra gente en varias partes del mundo. Mensajes de aliento, relatos de ceremonias de Bienestar en las cuales se pedía por Edgar y por su gente querida. Fue alentador y muy conmocionante. Por primera vez en estos días no he me sentido solo... Viernes 17/12/04 Desperté con una sensación de despedida...y, exactamente en este día, me fui a verlo solo... y llevé comigo un librito del Mensaje. Al llegar, la médica me dijo que Edgar tuvo dos paros cardíacos 40 minutos atrás... Yo entré y lo miré, entre equipos de fármacos, con los tubos en la boca y sentí que su hilo de vida con este lugar era producto de la tecnología médica y nada más... Pedí para hacer una ceremonia de Asistencia, que pronto aceptaron y pusieron un biombo para que quedásemos solos de las miradas. Puse mi mano en su pecho....y le dije cuanto le amaba... Sabiendo que nunca se lo había dicho ni demostrado... pero que ahora era el mejor momento para demostrárselo... porque eso lo ayudaría en su tránsito a otro espacio, a otro tiempo... Pasaba mi mano por sus cabellos, por su rostro... pidiendo que estuviera tranquilo... tranquilo como un niño que con miedo corre hasta su padre y con un fuerte abrazo siente toda su protección... Y empecé a leer la ceremonia de Asistencia. No con la letra textual... sino en forma de charla... ayudándole a reconocer su propio paisaje... Muy lentamente, tranquilo... tranquilo... Al terminar el último párrafo, una lágrima se desprendió de sus ojos... mientras el monitor avisaba que había parado de nuevo... El equipo llegó rápidamente... y cuando vieron que yo estaba con mi mano en su corazón, se quedaron inmóviles... La médica estaba con el aparato desfibrilador en sus manos... Nos miramos profundamente y ella comprendió que era hora de dejarlo partir... La sensación era de una tristeza muy profunda, pero también con una suave alegría... Yo estaba muy tranquilo y en paz... mucha paz.. Y eso era bueno, porque la peor de las tareas todavía aún me esperaba: contarle a mis padres y la familia de Edgar... Sábado18/12/04 Estaba muy cansado por todo el tema del entierro, pero antes de acostarme le envié un mail a Karen. Le pregunté si se podría hacer de nuevo la ceremonia de Asistencia, porque no me sentí conectado con mi hermano el día de su muerte... Su respuesta fue que sí, claro que podría hacerlo... que bastaba conque me conectara de corazón a corazón. Domingo 19/12/04 Me encontré con la gente de mi comunidad del Mensaje. Entre la gente había una chica, muy especial, llamada Jessica. Ella no sabía mucho de lo ocurrido. Le dije que íbamos a hacer unas ceremonias e incluso la de Asistencia. Un poquito antes de terminar, Jessica empieza a llorar y cuando terminamos, ella mira al fondo de mis ojos y suelta estas palabras: “No sé como decirlo, pero tengo que decírtelo: tu hermano te ha acompañado hasta esta salita, él queria despedirse de ti. Me ha pedido decirte que te ama muchísimo y que no te preocupes si la vida o las circunstancias no los hicieron muy próximos. Insiste en decirte que todo está bien ahora. Pide que cuides de su hijito Lucas cuando las circunstancias asi lo exigieran. Sabrás cuando y qué hacer. También dijo que no te preocupes con la ceremonia de Asistencia. No lo sentiste porque ya no estaba más... Pudo elegir entre quedarse o partir y eligió partir y eso fue el martes; o sea, tres días antes de su muerte física”. Jessica termina diciendo que él insistía en que todo estaba

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muy bien ahora y era necesario dejarlo ir... En este momento todos sentimos algo como un cariño en el rostro... Una fuerte presencia que suavemente nos brindaba una evidencia... Todos lloramos mucho por esta experiencia tan fuerte... Al llegar a mi casa estaba radiante... quería despertar a mi madre para contarle, pero no tuve ánimo para tanto, ya que ella estaba dormida y eso era bueno, pues estaba muy cansada. Pero cuando estaba por salir a mi cuarto ella despertó y me llamó. Me acerqué hasta ella y le tomé las manos. Antes de empezar a contarle lo ocurrido ella me dijo: “estoy sintiendo una paz tan grande, pero tan grande... sentí que Edgar estuvo acá y que me ha tocado en el rostro y se me fue toda la angustia”... Nos abrazamos fuerte y sonreímos... Antes de acostarme, sentí necesidad de abrir mi correo, pues estaba recibiendo mensajes de todos lados. Percibí que no importaba en absoluto la distancia física porque mentalmente y en el corazón estaba conectado con toda nuestra gente linda y querida. Al abrir el programa de correos me sorprendí con un correo en especial... Sí... un mail del Maestro. Al abrirlo las lágrimas me fueron cayendo, en tanto en el corazón sentía una alegría suave y una paz, que terminaron por integrar todos los hechos aquí relatados. El mensaje decía: Querido Marquiños. No dejo de recordar a tus padres, Ana y Idegar. Desde luego,tengo muy en cuenta a Goreti y a sus hijos Lincoln y Lucas. Como muchos otros, yo estoy muy sintonizado con la situación de Edgar que pasó a otro tiempo y otro espacio en donde necesariamente nos vamos a reencontrar quienes estamos ligados por tan fuertes lazos. Entre tanto, pienso que estamos haciendo lo que está a nuestro alcance con todo el afecto de que somos capaces. Se han realizado las ceremonias del caso y los pedidos no solamente para Edgar sino también para todos sus seres queridos. Que haya mucha paz y un claro entendimiento del significado de este trânsito...lo deseo de todo corazón, Mario -------- NOTA: Exactamente un mes después de su muerte, me encontré con el enfermero jefe de la UTI en la cual mi hermano estaba internado. Es un gran amigo y me dijo: “Bueno, ahora que ha pasado todo tengo que contarte algo para quedar en paz con mi conciencia. ¿Recuerdas que yo estaba muy mal en el día de la muerte de Edgar?” Yo le respondo que sí. El continúa: “Pues bien, yo estaba así porque ya lo sabía: tu hermano estaba vivo solo artificialmente... En verdad había tenido muerte cerebral 3 días antes, el martes...” Imediatamente recordé a Jessica en el día de la ceremonia... Tuve la confirmación de la certeza. Marcos Salgado. [email protected]

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3. RAQUEL - Lima una carta a Mario Rodríguez (Silo) y su respuesta: Querido Mario... Me atrevo a escribirte, después de mucho pensar, aún cuando no tengo expectativa de que me respondas, imagino que has de tener interminables listas de correos que responder... en todo caso sólo quería enviarte un abrazo eterno y mi profundo agradecimiento por todo lo que nos has regalado desde el Mensaje, por todo lo que esta maravillosa propuesta le aporta a nuestras vidas... y si consideras pertinente y además te es posible, me ayudaría mucho que pudieras responder aunque sea breve, algunas inquietudes sobre cómo accionar desde nuestra doctrina, con las personas que están cercanas a la muerte. Cuál sería nuestro mejor proceder? Con profundo aprecio y admiración! Raquel Gargatte (Lima-Perú) Una experiencia que motiva mi pregunta... (Sábado 11 de junio 2005) Ayer, como cada semana, fuimos con Miguel a ver a una amiga querida que está muy enferma, la hermana Vicenta, por quien pedimos juntos hace unas semanas... Ella casi parece inconsciente, no habla y está postrada en la cama o en una silla de ruedas en el mejor de los casos, dependiente siempre de una enfermera. Después de preguntarnos Miguel y yo sobre cómo podríamos ayudar a la hermana Vicenta dada su situación, decidimos leerle algo del Mensaje de Silo. Después de hacer una breve petición de bienestar para ella, le leí el capítulo La Guía del Camino Interno y fue impresionante cómo, al leer este capítulo, sus ojos me miraban atenta, aún cuando sus fuerzas parecían abandonarla... Poco a poco sus ojos se fueron iluminando, con un brillo tan radiante que no pasaba desapercibido... su rostro se iluminó!!!... Al terminar de leer el texto le pregunté si quería que le leyera otro párrafo, con la esperanza de que pudiera hablar algo, pero casi segura de que se quedaría muda, como tantas veces lo hizo ante alguna pregunta mía. Pero grata fue mi sorpresa cuando, con mucho esfuerzo y con los ojos bien abiertos, apenas terminé de preguntar me dijo "Sí!", como sedienta del mensaje, como hambrienta de él, como si lo hubiese estado esperando... Sentí un nudo en la garganta y mis ojos se inundaron de lágrimas por la emoción! Ella había escuchado, estaba comprendiendo y el Mensaje resonaba con el momento de su vida... Miguel hizo una pequeña ceremonia para invocar a su guía, para que ilumine su entendimiento en este momento y luego volví a hacer la misma lectura, la cual ella siguió atentamente... sus ojos se iluminaban mucho más... Es increíble cómo se puede encender la mirada y hasta la vida misma a partir del contacto con el Mensaje... Es grandiosa y reconfortante la experiencia que nos tocó vivir con Vicenta! Esta experiencia vivida me está dando una respuesta importante a las preguntas formuladas... Pero sigo meditando en las preguntas y la comparto con ustedes porque me gustaría podamos reflexionar e intercambiar sobre este tema... Imagino que a muchos de ustedes

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les ha tocado vivir situaciones así, verdad? me gustaría saber algo más de experiencias así... ¿Cómo proceder en los casos en que las personas están cercanas a la muerte y a veces hasta inconscientes, para ayudarles a despertar esa dimensión sagrada de su ser? ¿Es posible que ellos, en momentos límites de sus vidas, puedan encontrar el camino que les lleve al despertar espiritual? ¿Qué es lo mejor que podemos pedir para ellos, cuando sabemos que su vida ya se apaga? [email protected] La respuesta de Silo: Querida Raquel. Agradezco mucho tu carta. Por otra parte, el relato que haces de la visita a la hermana Vicenta es muy lindo y, sobre todo, inspirador. Ya mismo te respondo lo que creo: el ejemplo de lo que sucedió con Vicenta nos orienta en la ayuda que podemos prestar. En todo caso, pueden ocurrir grandes cosas si se despierta en uno la Fe en el momento en que se trata de ayudar a alguien. En cuanto al Pedido "cuando se sabe que esa vida ya se apaga", la fuerte compasión y el cálido deseo de que pase a otro plano con unidad; el cálido deseo de que supere todas las contradicciones que la pueden haber acompañado. Respecto al intercambio y a los comentarios sobre estas anécdotas tan positivas ya es hora de que estas cosas se sepan... muchos las recibirán con agradecimiento. Aprovecho para enviarte un gran abrazo. Mario. 4. QUIM – Barcelona Queridos amigos! El jueves de madrugada, se fué de este plano Gerardo, padre de un cuñado mío. A la tarde me acerqué al tanatorio y saludé a mi cuñada, cuñado, hermanos y madre. Todos estaban con gran pesar y un dolor muy intenso en sus pechos. Los percibí a cada uno de ellos y les traté de trasmitir alivio y bienestar. Evoqué al guía y se fue directamente con Gerardo y se pusieron a hablar. Yo los dejé y agradecí que hiciera eso con Gerardo. Entonces creí oportuno hacer una ceremonia de Muerte en el funeral. Al menos aliviaría tanto dolor con un poco de comprensión y paz. Inmediatamente aparecieron dudas y

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temores en mí. Nunca antes había llevado el Mensaje tan abiertamente y aparecían en mí dudas por el temor a no ser comprendido. A la noche hicimos la reunión del Mensaje. Me ayudó mucho poder expresar abiertamente mis temores y me dieron ánimos para llevar adelante la ceremonia. Afortunadamente para mí estaba ese día entre nosotros Luis Armado, de Lima, el cual pudo testimoniar sobre varias ceremonias de Muerte en las que él ofició y en las que los familiares agradecieron sus palabras. Evidentemente mis temores eran básicamente por temor al rechazo. Mi gran temor era el de meter la pata en un momento tan delicado. No podía preveer como resultaría... Pedí hacer en aquel momento una ceremonia de Muerte aunque no estuviera allí el cuerpo de Gerardo. En la ceremonia me dí cuenta que no tenía manejo en el texto. Las frases son largas y me costó un poco hacerla sentidamente. Me sirvió mucho tener esta oportunidad, me dio seguridad. Al día siguiente me levanto a las 7 am e imprimo unas hojas con la ceremonia. A las 8 am llamo a mi cuñado diciéndole que había preparado unas líneas que me gustaría leer en el funeral para su padre. Me dijo que no había problema. Este era un paso muy necesario para mí. Al comprometerme verbalmente, era más fácil el camino. Por otro lado, sentía que este era un aporte muy valioso que podía hacer por mi cuñada y mi cuñado. Ante estas situaciones, normalmente se mezclan muchos sentimientos contradictorios y tenía la sensación de que estas pocas palabras podían ser muy válidas para ellos. No era una cuestión de meter la pata, o de lo que pensaran los demás. Para mí era una cuestión de coherencia interma y de que aquella era una oportunidad irrepetible de trasmitir la certeza que la vida no termina con la muerte. A las 9 am llego al tanatorio. En aquel momento salía una procesión de orientales. Me sorprendió lo escandalosa que era. Los familiares, con ropa blanca muy bien cuidada, gritaban y se desgarraban de dolor. Los acompañantes, con cara descompuesta. Nunca antes había visto una escena como aquella, me ponía los pelos de punta. Uno de ellos llevaba una cámara de video y corría de un lado a otro para hacer los mejores planos de la escena... Finalmente entré al velatorio. Al saber que minutos después se iba a hacer la cremación, los familiares miraban al cuerpo de Gerardo y lloraban desconsoladamente. Evoqué al guía y, como el día anterior, se ocupó de Gerardo. Tambien él estaba dolido por todo lo que veía. Dejamos que descargaran las tensiones más profundas... Mientras tanto me acerqué a la capilla. Era un recinto de reciente construcción con cristales de techo a suelo en un lateral, desde donde se veía la montaña con sus valles y laderas. En la puerta, un cartel muy visible especificaba que el lugar era aconfesional y que se admitía en él cualquier ceremonia, civil o de cualquier religión. También estaba permitida la música. El cartel me dio confianza. Entré a una puerta tras el altar y pedí por el mossen. Le dije que deseaba decir unas palabras y muy amablemente me indicó que ya me avisaría en el momento oportuno. Me senté en primera fila y empezó la misa. Estaba muy inquieto y pedí al guía que me tranquilizara. El me dijo que no me preocupe por nada, que en el momento que tenga que hablar, tendré las mejores condiciones y él estará conmigo. Mientras tanto, que atienda al momento. El cura católico empieza a hablar de dolor, de tristeza, de añoranza, de resignación... Todos ellos valores terrenales y el más allá lo deja en manos de Jesucristo, un

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intermediario de Dios. La única esperanza es que algun día resucitaremos todos... (¿de carne y huesos?). Su discurso me pone más inquieto. Estaba frente a la intransigencia de mi infancia. ¿Y en medio de esta visión tan corta de la trascendencia tenía yo que hablar? Afortunadamente el tema estaba muy avanzado y no quería dar marcha atrás... Me avisa el cura. Una correntada energética circula por toda la columna vertebral. Subo al púlpito. Miro a la gente. Unas 300 personas observaban. Solo conocía a los sentados en la primera hilera de bancos. Todos atentos a mí. El cura, después de prepararme el micrófono, retrocede dos pasos y se queda detrás mío como asistente. Miro el texto.

"La vida ha cesado en este cuerpo..." Es muy directo. No da tiempo a las dilaciones ni a las ambiguedades. A mi lado está Gerardo... Con tono suave y muy lentamente, voy oficiando la ceremonia. Lentamente, para que cada palabra caiga en lo profundo de cada uno.

"Este cuerpo no nos escucha. Este cuerpo no es quien nosotros recordamos... " En cada silencio, no se oía una sola respiración. Todas las miradas estaban muy atentas a lo que decía.

"Aquel que no siente la presencia de otra vida separada del cuerpo, considere que aunque la muerte haya paralizado al cuerpo, las acciones realizadas siguen actuando y su influencia no se detendrá jamás. Esta cadena de acciones desatadas en vida no puede ser detenida por la muerte." Con estas palabras siento que la gente se relaja, al recordar las buenas acciones de Gerardo. El era un hombre bueno...

"Y aquel que siente la presencia de otra vida separada, considere igualmente que la muerte solo ha paralizado al cuerpo; que la mente una vez más se ha liberado triunfalmente y se abre paso hacia la Luz... " En este punto me emocioné profundamente. Parecía que no podía continuar y una fuerza interior me hizo sentir radiante y lleno de energía de nuevo.

"Sea cual fuere nuestro parecer, no lloremos los cuerpos. Meditemos más bien en la raíz de nuestras creencias y una suave y silenciosa alegría llegará hasta nosotros... ¡Paz en el corazón, luz en el entendimiento! " Miré a los familiares, a todos los reunidos alli. Todos tenían una expresión calma, silenciosa, reflexiva. Ya no se oyeron más llantos... Al volver al banco, mi cuñado me agradeció lo que había hecho por su padre. Al salir del recinto, me toca el cura por la espalda y me dice: "Me han gustado mucho tus palabras". Ya en el crematorio, todos los familiares agradecieron mi intervención y me preguntaron: "¿De dónde es esto?" A lo que les contesté: "Es del Mensaje de Silo". Un fuerte abrazo! Quim de Riba.

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29-07-05 [email protected] 5. ISAIAS – Buenos Aires El domingo por la noche mi cuñado Arturo - esposo de Eva, mi hermana mayor - falleció victima de un infarto fulminante. Era un buen hombre, médico pediatra jubilado, amante de la música clásica, los libros de arte, que dedicaba gran parte de su tiempo a pintar en una habitación que había convertido en taller. Fue allí, mientras escuchaba el "Stabat Mater" de Vivaldi y pintaba, que lo sorprendió esa irrupción, esa extraña situación - para todo ser vivo - que el uso cotidiano denomina "la muerte". Solo dos horas más tarde supe del suceso. De todos modos, cuando llegué a la casa, esperé a que su ex-mujer y uno de los dos hijos de ese matrimonio quedaran agotados por el llanto y salieran de la habitación. Entré y cerré la puerta, acerqué una silla al borde la cama y, tratando de conectarme con su alma, le leí despaciosamente la Ceremonia de Asistencia. Al mediodía del día siguiente, una treintena de personas entre los cuales estaban su ex-mujer, sus dos hijos, mi hermana y sus dos hijos, varios nietos de ambas partes - niños entre 4 y 12 años - algunos otros parientes y varios amigos, partimos en esa singular "caravana" hacia un cementerio privado situado en la zona norte del Gran Buenos Aires, llamado "Jardín de Paz", que por mi parte no había tenido ocasión de conocer anteriormente. El lugar es un bellísimo y extenso parque-jardín, sin ninguno de las habituales construcciones y símbolos propios de las religiones tradicionales conocidas por estas latitudes (las cruces cristianas y las "estrellas de David" de los judíos). Nada de mausoleos realizados en costosos mármoles y coronados con ángeles que soplan sus trompetas con largas cabelleras al viento, nada de lápidas más ricas o más pobres, adornadas con flores o con todos los signos del abandono y del olvido, ningún "profesional" a la espera de sus "clientes" - los sacerdotes y los rabinos vestidos con sus negros ropajes, enarbolando sus libros sagrados y leyendo mecánicamente a grupos de gente acongojada sus letanías, aterrorizando con dioses que castigan, con infiernos eternos, avivando las heridas con más dolor y más llanto, y “que pase el que sigue...". Por el contrario, hay allí un par de edificios blancos de líneas sencillas. En uno de ellos, con acristalados techos y una muy agradable sala de espera, una amable secretaria se ocupa rápidamente del papeleo. E inmediatamente nos dirigimos todos siguiendo al féretro, nuevamente en caravana, hacia el lugar asignado. Lo hacemos por un sinuoso camino de lajas, en un día frío pero muy soleado, mientras los niños lo hacen a través del césped, pasando por encima o por el costado de las pequeñas placas de granito que, encajadas a ras de tierra, señalan con sencillas inscripciones a quien se ha inhumado allí. Completan el apacible y exquisito cuadro, pequeños y muy coloridos arreglos florales colocados encima de las placas, extendidas por centenares en las áreas de verde césped, junto con innumerables y bellos árboles de diferentes variedades y colores. Solamente el llanto de las personas más cercanas a Arturo, quiebra por momentos esa quietud. Llanto que se hace más intenso, casi desesperado, cuando los obreros descubren el hoyo realizado en la tierra y mediante un suave mecanismo el féretro - cubierto por una amplia tela negra en la que se ha bordado la "estrella de David" - comienza lentamente a descender.

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Tanto mi hermana como mi cuñado, así como mis sobrinos, no participan ni se han interesado mucho por participar en nuestras actividades, sea del Movimiento o del Mensaje de Silo, pero siempre hubo afinidad con nuestras propuestas sociales y políticas. Antes de partir de la ciudad, yo había consultado a mi hermana acerca de la posibilidad de realizar una de nuestras ceremonias. Ella se mostró dispuesta y convinimos en que consultaría el tema con la ex-mujer y con los hijos de Arturo (ambos de alrededor de 35 años). Pero en el aturdimiento propio de la situación, olvidó hacerlo... Entonces sucedió algo inesperado: para mi gran sorpresa, mi sobrino Pablo se adelantó y anunció que a modo de despedida leería un poema. Acto seguido y de modo muy conmovedor leyó "No moriré", un escrito incluido en la antología de cinco autores humanistas "La otra mirada". La lectura, si bien transformó algo el clima general, no fue suficiente para que cesaran las muestras de dolor, ya que el féretro, entretanto, había terminado su descenso. De manera que decidí adelantarme unos pasos, hice un leve gesto a mi hermana, y dirigiendo la mirada a los hijos de Arturo anuncié con sencillez que era mi deseo leerles “algunas palabras reconfortantes”. Ante el asentimiento general, comencé la lectura de la ceremonia de Muerte, haciendo pausas más largas o más cortas según el caso. Apenas había finalizado la lectura del primer párrafo y ya los llantos habían cesado por completo. Luego, al levantar la mirada del texto, fui advirtiendo suaves cambios en la expresión de los asistentes, en especial de aquellos más afectados por los rictus de la pena. Para cuando finalicé la lectura, el clima había cambiado radicalmente y una suave paz se había instalado allí. Un par de personas se acercaron preguntándome por el origen del texto. Una de ellas – una amiga de mi hermana a quien yo no conocía - dijo que nunca había escuchado algo tan bello y con lo cual se hubiera sentido tan identificada. Pancho, el hijo mayor de Arturo, me abrazó muy conmovido y, mientras me agradecía, murmuró algo como: "Así tendrían que ser siempre estas cosas...". Luego nos fuimos despidiendo, alejándonos en pequeños grupos por los senderos de laja, mientras los niños se llamaban corriendo por el verde prado. Isaías Nobel - Julio 2005. [email protected] 6. FABIANA – Buenos Aires. Abril 2003 (carta por mail) Hola amigos, Les quiero compartir una particular experiencia que me sucedió el día lunes. Llegué a la oficina temprano, a las 9.30. Alrededor de las 10.30, cuando iban llegando el resto de mis compañeros, se escucha un ruido muy fuerte. Una mujer joven se tiró del edificio de al lado. (El edificio donde estoy trabajando estos días tiene la particularidad que, junto con las torres vecinas, no están sobre la línea de la vereda, sino que forman un gran semicírculo

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con una fuente grande en el centro. La mujer quedó entre la fuente y la entrada de nuestro edificio.) La vimos desde arriba. Todos estaban conmovidos. Entonces, decidí bajar para hacer la Ceremonia de Asistencia. La policía había cubierto de inmediato el cuerpo con un nylon negro semitransparente. Me dirigí segura al grupo de policías y les dije, con la mirada sobre la de uno de ellos: -¿puedo Asistir a la chica? Y sin mediar un segundo, como hipnotizado, el que parecía "el capo" me contestó que Sí. Me acuclillé al lado de los restos, cerca de la cabeza, corrí el nylon que la cubría y, con el Libro del Mensaje en una mano y la otra en el corazón, hice la Ceremonia. Una vez. Y me pareció necesario repetirla. Así lo hice. Nadie me molestó. Algo pasaba, algo sentía. No les puedo explicar bien qué, ni si era de afuera o de adentro de mí. Me sentía trasladada de tiempo y lugar. De afuera, sólo el murmullo del agua de la gran fuente y el sol de la mañana. Como algunos saben, la Asistencia es una experiencia de mucho afecto. En ella se va guiando a la reconciliación, a la paz y a un nuevo rumbo. Cuando terminé, me paré y vi que estaba rodeada por una valla amarilla formando un gran círculo a una considerable distancia. Nadie más dentro de él. Saludé con un gesto al policía y me fui. Ninguno me hizo preguntas. Durante el día tuve algunos particulares registros, supongo por la copresencia de la muerte y el sentido de la vida en mi mente y, por otro lado, a la conmovedora sensación experimentada durante la Asistencia. Eran oleadas de fuerza creciente que traspasaban mi cuerpo y todo mi ser, a la altura del corazón. Por la noche, reflexionando sobre lo ocurrido, descubrí dos cosas. Una: en ningún momento me causó impresión el cuerpo, ni la "muerte" misma. Y la otra: la certeza interna de haber ayudado. Que estén todos muy bien. Fabiana. ----------------------------------------------------- Le escribí a Silo para comentarle la experiencia y consultarlo. Le pregunté si puede un ser que se suicida integrar, transferir, reconciliarse, si puede uno ayudarlo. Porque sentí que fue algo profundamente bueno; pero también que a la vez venimos de una cultura donde, sin saber muy bien el porqué, se condenan acciones que tal vez solo merecen de nuestra mayor bondad.¿Cómo no merecerán la bondad de lo bondadoso con más razón? ¿Cómo explicarle a mi corazón la creencia de una condena final si nunca había sentido una experiencia tan amorosa? Algo no encajaba. La respuesta de Silo, fue el hilo que unió, de una puntada, mis partes. Dijo: “La Asistencia es buena para todos, aún para los suicidas, porque ¿quién sabe que pasa en la mente de esa persona en esos instantes? Y, desde luego, puede ser una maravillosa experiencia personal de comunicación con una vida que termina o que tal vez comienza”.

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----------------------------------------------------- Enero 2006

En aquel momento, cuando escribí este mail, fue con la necesidad de que llegara lejos esta esperanza, que fuera una insinuación para que todos pudieran percibir, aunque más no fuera, un halo, una brisa, del regalo que recibí aquel día... que esa brisa pudiera remontarlos y ver por sí mismos aquellos espacios que "visité" guiando a esta mujer. Aquellos paisajes eran lo más real que había visto en mi vida. Y allí, en la entrada, nosotras nos despedimos. Fabiana Martínez. [email protected] 7. NESTOR – Buenos Aires Este año que pasó, la madre de un hermano mayor adoptivo que tengo (adoptado por mí, digo), cayó en una internación ya grave, con varias cosas junto con sus 90 más o menos. El cuadro que me pintó mi amigo era terminal. Fui a hacerle la Asistencia y, por suerte, no hablé con la hermana de mi amigo, que la estaba cuidando en ese momento. La saludé y me fui derecho a la cabecera de Juana, que dormía plácidamente. El cuerpo en posición fetal, su rostro ya muy chupado pero sin signos de dolor, simplemente años. Traté de reconocerla, la recordé cómo era la última vez que la había visto hacía unos años. Así que después de conectarme emotivamente con ella dormida, me dispuse a leerle la ceremonia de Asistencia. Para empezar, le dije que venía a visitarla y le iba a leer algo. Y sentí que vino a mi encuentro. Sentí como una picazón iridiscente en la piel de la cara y las manos, y como una suave masa de calidez en el pecho. Era algo que flotaba extendido por sobre el cuerpo. Sentí que me estaba recibiendo y me lo hacía saber. Pocas veces nos habíamos visto pero nos teníamos mucho cariño. Siguió con su sueño plácido durante toda la lectura y me despedí al terminar. La hermana me habló de cómo se estaba recuperando y que le darían el alta en esos días, en un estado de negación habitual. Cuatro días más tarde Juana falleció. Néstor Tato. [email protected] 8. CATALINA – Buenos Aires Mis experiencias

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Luego de haber acompañado y leído a más de 250 personas en su tránsito la ceremonia de Asistencia, puedo reconocer claramente el registro de conectar en esos momentos con una sensación especial, muy particular y… curiosa. Al leer la ceremonia una y otra vez, encontré la respuesta en la información sumaria del Mensaje: la ceremonia de Asistencia es una experiencia. Como el contacto con la Fuerza en el Oficio, con una pequeña diferencia: en la Asistencia es el contacto con una presencia que está afuera de uno, en el Oficio es una sensación que sale de uno y se conecta hacia fuera. Tanto en una experiencia como en otra se modifica la relación espacio-tiempo, casi se desprende uno del lugar en donde está. Cuando en algunas circunstancias he acompañado a alguien leyendo la Guía del Camino Interno, he observado respuestas físicas de la persona agonizante. Si me pregunto cuál es el motivo de mi opción por realizar esta experiencia, esto surgió en aquellas oportunidades en que percibí mucho sufrimiento en el otro. Como respuesta, he notado un contacto con la humanidad de quien me dirigía. Es conectar con experiencias que poco tienen en común con el habitual estado cotidiano. Una sensación agradable y calma suele acompañarme por varias horas luego de haberla realizado, con la certeza interna de haber hecho algo útil. Por muchos años guardé estas experiencias, sin poderlas compartir con otros. Recuerdo que la primera vez que me sucedió de optar por la lectura de la Guía del Camino Interno fue allá por el año 1982, en oportunidad de estar cuidando a una persona enferma, en forma ocasional, en reemplazo de otra. Era un alto representante de la iglesia católica en un estado de total desasosiego. Decido leerle en voz alta el escrito, produciéndose, para mi sorpresa, un cambio repentino de comportamiento y hasta de sus gestos, para luego quedarse totalmente relajado (muy grande fue mi sorpresa en ese momento). Más recientemente, tuve que ir a visitar a una señora muy grave, a quien no conocía. La encontré conectada a un respirador sin poderse comunicar. Pero como la familia había pedido que alguien del movimiento se acercara para que le guiara una experiencia, me encontré ante la incertidumbre de no saber qué hacer. Sentí de pronto la necesidad de leerle la Guía del Camino Interno. Cuando comencé con la lectura la señora comenzó a moverse muy inquieta, pero aún así seguí leyendo, sugiriéndole que se quedara tranquila y siguiera la experiencia. Sentí de pronto que algo muy importante me había llevado hacia allí, al presenciar y percibir una relajación profunda de sus gestos y, en fin, conectarme con la humanidad que estaba delante de mí. Por varias horas más tuve la sensación de haber hecho algo útil. En cada nueva experiencia de acompañamiento siento un aumento de la energía, como si estuviera suspendida sobre el suelo, avizorando un sentido que me impulsa a explorar más en estos temas. Es un "antes y después de cada experiencia". A lo que he llegado a llamar: la magia que Silo nos ha puesto en las manos para tomarlo como estilo de vivir. Aclaro que mi especialidad, profesionalmente hablando, es atender a enfermos muy graves y en etapa terminal. Llevo más de 15 años dedicada en forma exclusiva a esta tarea. Y llevo de experiencia con el Mensaje de Silo algo más de un año, aunque conozco su enseñanza desde el año 76.

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Y estas son mis preguntas ¿Es posible que con estas experiencias se encuentre o refuerce la Fe? ¿Es posible que esto se tome como camino útil y querido? ¿Es posible acrecentar día a día, con la evocación de esos momentos, un estado interior de calma? ¿Es posible sentir ocasionalmente la presencia de alguna protección, luego de tomar contacto con alguna de estas experiencias? No tengo una repuesta segura, pero sí una sospecha. Quisiera poder compartir con otros experiencias similares. A continuación, los escritos de dos amigos: Mónica y Oscar. Mónica, con sus tenues palabras cargadas de emoción, que aún perduran como suave brisa en el recuerdo, después de su partida. Palabras que fueron escritas para alumnos a los que tuviera que explicarles a qué me dedico. Ellas refuerzan mi fe en estos seres que están presentes como compañías, haciendo desaparecer la creencia en la existencia de la muerte. Cada vez que las he leído, sentí que ella estaba conmigo. Oscar, que enfrenta una enfermedad muy grave, es conciente de lo que está pasando e intenta agotar todos los recursos que se le presentan a mano. El dice que le va a “dar pelea a la enfermedad” aún a pesar de no saber cuando partirá. Pero lo seguro es que no quiere “irse ahora". En este tiempo, aprendió que puede descubrir las contradicciones que están a la base de sus creencias y que, a medida que las va reconociendo, se va liberando de "falsas y viejas creencias". Y que, a pesar del problema físico, puede aprender a perdonarse, a reconocer que es posible ser creativo y a llevar adelante proyectos. Actualmente escribe un manual sobre cómo preparar sustancias homeopáticas, preparados magistrales de herboristería y fitoterapia; como así también un taller para principiantes en esos temas. Curiosamente, esta especial espera lo ha impulsado a realizar viejos sueños. Catalina Portel. [email protected]

Mónica Palabras escritas durante una enfermedad terminal, pocos días antes de partir. Frente a la hoja en blanco la palabra siempre es un desafío, alguien que comienza a andar más allá de nuestra inspiración. Durante mucho tiempo me he quedado sin palabras, tanto era el asombro de lo que ocurría, sin posibilidad de decir, de expresar, de expresarme como la persona que dejaba de ser y lo que se asomaba débil, desconocida, dolorida, descorazonada, todo cuerpo. Temía los testamentos, las palabras célebres, la última canción, el legado de agradecimientos, perdones, destiempos, despechos, obligaciones posmortum, frases proféticas. En otro afán por diferenciarme del resto de la humanidad, me iría en silencio aunque nunca tenia la seguridad de estar partiendo del todo.

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Hoy frente a una hoja que empezó a llenarse de palabras con sentido, con palabras que ya no quieren diferenciarse sino comunicar algo, digo que “me entrego a este tiempo en que vivo y voy muriendo”. Quisiera estar despierta, quisiera que la emoción no se pierda, que la belleza continúe su camino de vino y rosas, y que el amor siga perseverante, contundente, insoslayable. Me siento profundamente amada y amo intensamente. Voy a ser un buen recuerdo, tengo el alma colmada de buenos recuerdos. Brindo por la amistad !!! ¡Quiero vivir! Monica P. - 19/10/03. Oscar Poemas escritos durante el proceso de trabajo con las experiencias del Mensaje, enfrentando una enfermedad muy grave. NOSOTROS Muchas veces, escuché decir: nosotros... Muchas veces, se refirieron a mí diciendo... nosotros otras veces, el Universo fue...un, nosotros y en una dulce caricia viví...un, nosotros Una mirada a los ojos, también fue... un, nosotros y un paisaje de esperanza, fue...un, nosotros y así, esos nosotros, rodaron una y mil veces cayendo en ninguna parte. ¿Como es, que todo fue y quedó un nosotros? ¿Cómo es, que todo fue y no fue...el, nosotros? ¿Tal vez porque rocé aquel "NOSOTROS" que tan poco tiene de nosotros? Si pienso en nosotros te veo y me veo. Pero,,, si "estoy" en "NOSOTROS" ya no eres ni soy. No eres. Ni estás. Ni estoy. Ni somos... ¡Hay un "NOSOTROS" mas allá de nosotros! Porque "NOSOTROS" no es, tu y yo sentados frente al otro. ¡No! El "NOSOTROS" del que hablo es otra cosa. LA NADA La nada no existe. Y si la nada existe, esa nada es "ALGO"

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Algo con todos los adjetivos posibles e imaginables, y algunos más... Dicho en cantidades, es un poco más y un poco menos de "ALGO". Y si pensamos en tiempo, siempre es "ALGO", un poco antes y un poco después. O sea, que siempre es "ALGO" en continuo cambio. Es siempre lo mismo en todos los tiempos y estados. Nosotros somos unas partículas de "ALGO" suspendidas en una eternidad de tiempo y espacio, en un punto de inflexión entre el algo y el "ALGO" Oscar Varela. 9. HUGA – Santiago de Chile Querida Eva, Te escribo a ti sola primero, porque es más íntimo. Si tú quieres, después se lo mandas a quien creas que puede interesarle o servirle. Lo de mis operaciones - ya llevo tres - más uno que otro evento más o menos grave que ha requerido anestesia, es algo que en verdad me ha puesto en contacto con otro espacio. Una no sabe si acaso la anestesia ayuda a eliminar un poco de racionalidad y te permite ver más allá, o si todo es un estado alucinatorio por lo mismo. Lo que sí te puedo asegurar es que es muy agradable, muy pleno y hasta me atrevo a decir a veces... trascendente. Hace cuatro años, cuando desperté bien, estaba muy serena. Habían pasado como 15 horas desde que había entrado al pabellón de operaciones, no recordaba en qué momento me había dormido. Mi gran amiga, Sonia, me acompañaba. Eso me daba mucha tranquilidad, pero apenas lo recordaba. Al despertar bien, supe que había sido muy largo el procedimiento, más de 10 horas, y que se temía por mi vida. Bueno, pues la serenidad que yo sentía era porque me acompañaba la visión de que todos mis amigos del movimiento estaban con las manos extendidas; y de todos esos dedos, que deben haber sido cientos, salían rayos de luz de todos los colores. Con eso se formaba un lecho que me sostenía, durante el tiempo que fuera necesario, hasta que estuviera fuera de peligro. Esa fue una visión clarísima. No sé en que momento se produjo, pero su recuerdo era tan reconfortante y sanador como no te puedes imaginar. Ahora en la última operación, que sólo duró 5 horas, siempre tuve una fuerte sensación de protección y seguridad. Creo que esto tiene que ver con que sabía que en muchos lugares se estaban haciendo ceremonias de Bienestar, Oficios y pedidos por mí. Pero además, yo sabía que el Negro tenía mi foto en su monitor. Incluso había dicho que él iba a estar ahí. Lo cierto es que me sentía como si estuviera adentro de un útero o algo así. Todo lo que pasara estaba bien: la recuperación, la partida, todo. No había lugar para el temor, ni para la más mínima tensión.

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Después de despertar pude recordar y agradecer. Todavía sigo agradeciendo, cada día. A veces me pregunto si estaré destinada a algo mayor. Ya que la vida me ha sido difícil, pero al mismo tiempo he sido tan premiada, querida y protegida... Bueno Evita, eso es todo por esta noche. Mañana volveré a escribirte, cosas más baladíes. Un gran abrazo. Huga. [email protected]

10. MABEL – Barcelona

Desde pequeña el tema de la muerte siempre fue una incógnita para mi existencia. Pasaron los años y, al conectarme con la doctrina, me fui aproximando a algunas verdades... En tres oportunidades estuve a un breve espacio de toparme con ella. Entonces me di cuenta que todavía no era hora, que aún tenía mucho camino que recorrer... y que tengo un destino. Sí, estuve muy cerca de seres queridos que han pasado a otro plano y eso quiero compartir con ustedes. La primera vez sucedió con mi padre, que falleció en 1986. Hacía poco tiempo que había hecho un centro de trabajo... Lógicamente, al salir de allí, tuve la necesidad imperiosa de reconciliarme con él, ya que siempre se había opuesto a mi participación en el movimiento. Fue hermosa la charla que tuvimos: el reconocimiento de errores... el perdón de ambos... el cálido abrazo y el respeto mutuo de las elecciones que ambos habíamos hecho. Todo bien hasta aquí... pero se le ocurrió morirse un mes después!!! Fue un shock. La no aceptación, el enojo, habíamos perdido tanto tiempo enojados... que me pareció una injusticia. De todas maneras pude realizar la ceremonia de Asistencia y luego de Muerte... Llegué a tiempo, ya que nos distanciaban casi 1000 km; tuve que intencionar fuertemente para poder entrar en la terapia intensiva. Susurrando dulcemente a mi guía y el de mis amigos que acompañaban pude hacerlo.... Por un instante que sonrió, por las lágrimas y la respuesta refleja de su mano me di cuenta que escuchaba... Luego se fue.... Su estado era gravísimo, estaba en coma pero su conciencia activa.... Ese día definí mi vocación: el Servicio. Hace muchos años que trabajo en Salud, el estar en contacto con personas enfermas me puso en situación de asistir a familiares. El entrenamiento continuo hizo que el registro se ampliara, nada más que eso: un poco de atención y hacer lo que hay que hacer. Otra experiencia muy significativa fue asistir a una querida amiga del alma, humanista, se llama Maisa. Con ella tuvimos más tiempo de trabajar el tema de su partida. Trabajamos incansablemente un año, ya que cuando le detectaron el cáncer de páncreas los médicos le pronosticaron 3 meses con la cirugía. Ella decidió 1 año, hasta tanto dejaba arregladas todas sus cosas: su hija que entonces tenía 14 años, su madre anciana y sus tías, también ancianas y enfermas... Resolvió todo al detalle hasta el día antes de

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partir. Nunca en mi vida había estado con un ser humano tan íntegro y con tanta dignidad para morir. Sus últimos días, a pesar de las incomodidades propias de la enfermedad, fueron bellísimos en registros: compañía, compasión y amor. Fuimos sus custodias Débora Tormen, Ana Arduino y una amiga de la infancia. Todas sincronizadas, no faltó nada, eran nuestras almas danzando. Allí no había sufrimiento ni cansancio físico, solo una suave alegría, y una paz... que se me hace imposible describir. Desde entonces Maisa es mi dulce compañía... siempre alegre, solidaria y con extraordinario sentido del humor. La oigo en la risa franca de los adolescentes... La veo en el ensimismamiento de los que leen libros... La siento en la fuerza de nuestras actividades... Ella dejó su huella y tengo ya la certeza que la muerte no existe. Ahora, con el Mensaje, mejoraré los aspectos que faltaban pulir. Donde quiera que vaya, tengo la certeza que hay mucho para dar, mucho para integrar y, fundamentalmente, que no estoy sola. Mabel Ochoa. 08-09-2005. [email protected] 11. MIGUEL ANGEL - Madrid Aquel 17 de octubre Rosa se marchaba en silencio, suavemente, su cuerpo había perdido fuerzas por el transcurrir de los años. Estábamos muy cerca cuando el momento llegó. ..... Rosa era la hermana de Carlota, mi abuela; Rosa era fuerte en su carácter, y bondadosa también. Los años la habían hecho reservada, observadora y muy afectuosa para con las personas, conocidas o desconocidas por ella. Durante los últimos años de su vida recibió gran cariño, nunca quedó sola y tuvo lo que necesitó. Aquel 17 de octubre no fue como años antes, cuando visitó la sección de urgencias del hospital, siendo ingresada en cuidados intensivos... Fui a verla apenas llegó al hospital, bien entrada la noche. Estaba inconsciente a pocos metros, y supe – con total certeza - que no era el momento de despedirse de ella. Me acerqué a su oído y, acariciándola suavemente en su frente, le susurré. “querida tía, querida Rosa, recupérate pronto, porque tenemos todavía tiempo para estar juntos, te necesitamos y Alvaro (mi hijo, que tenía por entonces 2 años) te está esperando. Antes de retirarme hice un Pedido. Mis padres, que aguardaban en la sala contigua, temían por su vida, de forma inminente. Me acerqué a mi madre y le dije que Rosa no moriría: “..ahora tenéis que ir a descansar”. A los pocos minutos me alejé del hospital sin temor alguno, con un registro grande de unidad interna.

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En la mañana, Rosa despertó con vitalidad, desayunó y a las pocas horas fue sacada de la unidad de cuidados intensivos. ..... Más tarde, aquel 17 de octubre, fue de otro modo. Nuevamente ingresada, la fui a visitar acompañado. Rosa estaba inconsciente y era asistida por mi familia. Poco a poco, los visitantes fueron retirándose. Quedamos junto a ella mi madre, mi compañera Alicia y yo. Conversaban ellas dos en un extremo de la cama, en tono bajo. Yo, en el otro extremo, buscaba un espacio donde recogerme y estar muy cerca de su cuerpo. La observé, trate de sentirla profundamente, trate de transmitirle bienestar. Supe que la despedida estaba muy cerca, muy próxima. No dejaba de “mirarla”, de “sentirla”. Rosa tenía la respiración fatigosa, forzada, era asistida con oxígeno. A los pocos minutos, Rosa sufrió un suave espasmo, dejó de respirar, su corazón se detuvo. Lo percibí como algo esperado, “bien llegado”, sin temor. Llegaron las enfermeras casi de inmediato, rutinariamente comprobaron que el corazón de Rosa había dejado de latir. Anunciaron su fallecimiento y nos pidieron abandonar la sala. Acompañé a mis padres afuera, estaban conmovidos. Reingresé en la habitación y solicité a las enfermeras que me dejasen solo con ella, invité a Alicia a acompañarme. En silencio, junto al cuerpo de Rosa, muy próximo a ella, me dispuse a oficiar la ceremonia de Asistencia. Con mucho amor. “....Prepárate a entrar en la más hermosa Ciudad de la Luz, en esta ciudad jamás percibida por el ojo, nunca escuchada en su canto por el oído humano.... Ven, prepárate a entrar en la más hermosa Luz...” Susurrando a su oído, me despedí, no sin antes hacer “mi pedido” y finalicé: “Gracias por todo lo que nos has dado, ... que Dios te bendiga, Rosa” En aquel instante, con paz de corazón, en el “silencio” que solo puede experimentarse en tan especial momento, vi sobre el cuerpo - a la altura de su cabeza - lo que sólo puedo definir como “polvo de luz”...... Quise, después, dar una explicación a tal experiencia... algo muy difícil de hacer. Preferí acordar conmigo el guardar silencio. Rosa se había marchado. Salí de la habitación e invité a mis padres a entrar. Se despidieron, pero Rosa ya no estaba en aquel “desanimado” cuerpo.

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Las enfermeras, poco después, entraron y cumplieron su función. Rosa compartió con nosotros 92 años. “A ti, mi más profundo agradecimiento... Ser. Miguel Angel [email protected] 12. POLI - Madrid Una experiencia de contacto con nuestros seres queridos que ya partieron... Les hago llegar una experiencia reciente que tuve la oportunidad de vivir. El pasado día 10 de octubre hizo exactamente 8 años que falleció mi padre, y recordándolo me dije: tal vez pueda hacer algo aún por él, aunque ya no esté aquí físicamente con nosotros. Tal vez, me dije, tratando de sentirlo llegue alguna señal y podamos comunicarnos. Entonces me propuse experimentar. Busqué una ubicación adecuada, debía alcanzar una condición idónea para acallar los ruidos externos y las tensiones cotidianas, necesitaba recogerme en silencio, dejar la mente en calma y sosiego. Trabajé con la experiencia de Paz, luego un relax interno, para proseguir con una experiencia de Fuerza. Una vez que ampliaba la sensación de la esfera fuera de mi cuerpo me encontré en un espacio amplio, enorme y vacío. Mi atención se dirigía a percibir este espacio y a soltar, a desprenderme de cualquier deseo, persecución o posesión. Una vez allí, sin ensueño, en libertad interior me propuse sentir a mi padre, intenté conectarme con su esencia, con su ser... Al instante pude percibir una existencia delante de mí, una existencia luminosa, una existencia que transmitía paz y esperanza, una alegría me invadió y me conmovió. Mientras más me conectaba con él más se fortalecían los registros. La experiencia no se prolongó mucho, pero muy reconfortado me despedí de él invitándole a que se encaminara hacia la Luz, hacia la más hermosa entre todas las luces... Apenas me incorporé para continuar con mis tareas cotidianas me acordé de mi madre y la llamé. Justo acababa de venir de misa, de celebrar el aniversario. Le conté lo sucedido, lo que había vivido durante la experiencia y le dije: "papá está bien, le percibí luminoso y lleno de paz" . Mi madre, que no es muy expresiva en estas cosas pero sí muy escéptica, me respondió con un "mejor es verlo de ese modo positivo que de otro, hijo". A los pocos días me encontré con mis suegros, que estaban muy dolidos por la pérdida de su hija. En un momento en el que se recordó el dolor, me pareció que era el instante para testimoniarles del siguiente modo: “les diré una cosa que puede sonar un poco raro pero es algo que yo siento muy profundamente... recientemente tuve una experiencia donde intenté sentir y tomar contacto con lo mejor que recuerdo de mi padre y pude percibir una existencia luminosa, llena de paz y alegría”. Todos quedaron en silencio, no sabían que añadir, mi suegra rompió el incómodo vacío con un “sí, todos sentimos a nuestros familiares y lo que nos toca de un modo especial”.

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No resulta fácil transmitir estas experiencias, el medio no está acostumbrado a oír estas cosas, pero son necesarias como el agua para vivir, necesitamos señales para sobrepasar el absurdo de la muerte y darle sentido a nuestra existencia. Nos vamos soltando poco a poco, y recuerdo ahora las palabras del Maestro que aproximadamente venía a decir “ya es hora que lo interno comience a manifestarse en el mundo”. Poli Durán - Octubre 2005. [email protected]

13. ROBERTO - Madrid Carmen es la hermana mayor de diez hermanos. A los 51 años los médicos le diagnostican Alzheimer, mi cuñado y sus hijos deciden internarla en una residencia, pues dicen que sus hermanos no quieren ayudar (líos de familia). Radicalmente cortan las relaciones con los hermanos, no se sabe dónde se encuentra Carmen. Cuando Carmen cumple 60 años nos enteramos por una prima que se encuentra en un hospital terminal; no conseguimos averiguar en dónde exactamente. Sábado 5 de Marzo de 2005 Me despierto. Sentado en la cama tengo una sensación extraña. Me levanto me aseo y se me olvida. Es sábado y toca trabajos domésticos; sobre media mañana, limpiando el polvo me pongo a llorar, no entiendo el motivo del llanto. Me habrá entrado polvo en los ojos... es la explicación que me doy. En la cocina, preparando la comida, vuelvo a llorar y no estoy picando cebollas, pero esta vez siento mucha emoción. Me digo: “Bueno, esto está bien, me viene bien para desbloquear”, porque algunas veces al llorar siento que duele el pecho y algo dentro paraliza el continuar llorando. Duermo una siesta después de la comida, al despertar continuo con el llanto y me digo: “como esta mañana he soltado, viendo que esto era bueno, por eso sigo llorando”. No le doy mayor importancia. Martes 8 de Marzo Es mediodía, suena el teléfono. Es Mercedes, mi hermana de Estepona. Me cuenta lo que le pasó el sábado: que estaba muy revuelta, discutió con el marido y con los hijos y con los vecinos, que esto era señal para ella de algo que pasaba en la familia. El domingo llamó a una prima de Jerez. Se contaron sus vidas y, antes de colgar, la prima le dijo: “te lo tengo que decir Mercedes, me lo han prohibido pero eres mi prima y te quiero, Carmen partió el sábado, su cuerpo fue incinerado el domingo”… Comprendí el llanto del sábado. Domingo 13 de Marzo El resto de la familia se quedó descompuesta, no pudieron despedirse de Carmen. Se me ocurrió juntarlos en el local para hacer la ceremonia de Bienestar y después empecé hablando de lo positivo de Carmen. Manma - así es como la llamaba de pequeño - era para mí, mi segunda mamá. A los cuatro años tuve un accidente, sólo recuerdo un edificio parecido a un convento, pero, lo más importante: “me encontraba en brazos de Manma”. A los catorce años quería ser sacerdote de la iglesia, no por creencia, sino por emular al director espiritual que teníamos en la iglesia, que era una buena persona. Fue quien me inculcó que veníamos a este mundo para ayudarnos los unos a los otros, siempre estaba en discusión con los demás curas, porque siempre defendía a las personas. Ahí estaba Manma aconsejándome que si quería ayudar a los demás, podría hacerlo desde otros

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ámbitos. A los quince vestía como un adulto, pues usaba la ropa de mi padre (traje chaqueta con corbata); éramos muchos hermanos, yo era el que más crecía, me tocó la herencia. Ahí estaba Manma aconsejándome que tenía que vestir como los jóvenes, pues siempre me encontraba triste y que la ropa acompañaba a mi tristeza. Ella fue la que habló con la Mamá que en aquellos tiempos no era fácil. A los dieciséis mi hermana Eugenia y yo sosteníamos cómo venían los niños de una forma infantil. Ahí estaba Manma, me dio un libro diciendo que lo leyera y le preguntara cualquier duda que tuviera. Noté mucha emoción en mis hermanos, poco a poco se fueron sumando a contar su experiencia con Carmen. Se tomaron esta juntadera como si hubiera sido la despedida y el entierro de Carmen. Ese día comimos juntos, durante la comida estuvimos hablando de cómo Mercedes y yo habíamos intuido la partida de Carmen, sin poderlo asociar en el momento que nos sucedió. Entonces Eugenia y Elena (otras dos hermanas) compartieron sus experiencias. Eugenia contaba que en la madrugada del sábado había tenido un sueño extraño, discutía con Carmen y la echaba de casa; lo extraño del sueño consistía en que nunca había soñado con ella y que tampoco había vivido con ella, pues Carmen se casó muy joven y ella era bebé. Elena contaba que, el sábado por la mañana, sentada en su cama arreglando la ropita de su bebé, sintió por detrás de ella que alguien la observaba, giró la cabeza y vio a nuestro padre (que partió hace ya más de treinta años) apoyado en el marco de la puerta sonriéndole y le pareció escuchar en su interior que le decía: “No te preocupes, todo está bien”. Para ella nuestro padre es su Guía, en los momentos buenos y malos siente que la acompaña. Jueves 17 de Marzo Llego del local a casa, es de noche y como de costumbre me dirijo a la habitación para ponerme ropa cómoda. Al traspasar el umbral de la puerta de la habitación siento un fuerte escalofrío en la espalda, al salir vuelvo a sentir el escalofrío (debe de ser que he cogido frío sentado en el local). El pasillo es un habitáculo pequeñito, que une los cuatro espacios de la casa, cada vez que paso por este espacio punto de unión, siento el escalofrío. Los días siguientes pasan cosas extrañas en la casa, me tranquilizo diciéndome que me he obsesionado con el tema, que yo mismo produzco las rarezas. Le pido ayuda y protección al Guía. Lunes 21 de Marzo En la reunión de trabajo interno comento lo que me está pasando en casa, entre comentarios y risas llego a la conclusión de que algo o alguien está en la casa y necesita ayuda. Esa misma noche pongo el plan en marcha. Estoy acostumbrado, por gusto, a escuchar la experiencia guiada de La muerte con el diskman en la cama antes de dormirme. Antes de ponerme los auriculares digo en voz alta: “Quien quiera que se encuentre aquí que aproveche esta experiencia para encontrar el camino hacía la Ciudad de la Luz”. Me pongo en la postura fetal porque estoy acojonao… Cuando llega esa parte que dice: “Cuando en la gran cadena montañosa encuentres la ciudad escondida debes conocer las entrada. Pero esto lo sabrás…”, siento como golpes en la cadera, siento que ese alguien aprovecha la vía que le he ofrecido... Y entonces siento una gran calma, ya no hay miedo. Sigo con los escalofríos. Cuestiono lo que hice aquella noche, no sirvió para nada... Espera, sí sirvió, al menos me tranquilicé y las cosas extrañas dejaron de suceder. Miércoles 30 de Marzo

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Todas la noches a las once, más o menos, trabajo con la ceremonia de Bienestar y algunas veces también con la Fuerza. Y en ese espacio personal sagrado, que voy creando poco a poco, pido por los seres queridos que tienen dificultades. En este tiempo y algo más atrás venía pidiendo por el tío de una par, pues estaba hospitalizado; y también pedía por Carmen, a los seres queridos de otro tiempo y espacio que la ayudaran a encontrar el camino. A cambio ofrecí las acciones válidas llevadas a cabo por mí, para que Carmen no fuera con las manos vacías. Eran las 4 de la tarde, suena el teléfono, era mi par, me llamaba para saludarme. Estábamos conversando, cuando me dice que había sentido un escalofrío en la espalda. Yo le digo: “debe ser tu tío Felipe que viene a despedirse de ti”. Ella me dice que no bromee con estas cosas, que ella pasa mucho miedo, y seguimos conversando sobre el tema. Hasta que me da las gracias por haber seguido conversando, de ese modo le dio tiempo a llegar hasta la calle sin sentirse sola. Esa misma tarde, en el masaje de osteopatía, tengo una experiencia curiosa. Cierro los ojos para observar los bloqueos energéticos que hay en el cuerpo; de entre las imágenes que van surgiendo veo a Carmen, y detrás de ella a un hombre joven con los cabellos largos y dorados. Le pido al hombre que conduzca a Carmen a la Ciudad de la Luz, pues se encuentra perdida. A las 11 de la noche suena el teléfono, es Soledad (mi par). Su voz está triste, me dice que su tío partió a medio día y me pregunta: “¿Cómo sabías tú que mi tío vino a visitarme?”. Le contesté que fue casualidad: al decirme lo del escalofrío, lo asocie al escalofrío que yo siento en casa y creo que es Carmen, y pensé que podría ser tu tío, pero fue casualidad. Y le conté la experiencia que tuve esa tarde. Me preguntó cómo era el hombre, se lo expliqué, y me dice: que así era su tío de joven. Comprendí que no estaba loco. Y que todo lo que había pasado, había pasado. Comprendí que uno no está sólo y que se puede dar y pedir ayuda a cualquier persona de cualquier tiempo y cualquier espacio. Robe [email protected]

14. ELENA – Madrid Con Luis Diciembre 2004 El pedido de ayuda me llegó a través de mi hija. El hijo (19 años) de su amiga Ana ha tenido una recidiva de leucemia y no reacciona frente a la quimioterapia. A su amiga se le ha cerrado el futuro y se encuentra en tal situación de bloqueo que no sabe bien por dónde tirar ni qué puede hacer ella por su hijo. Me puse en contacto con ella y le comenté la forma en que yo podría ayudarla. La charla duró apenas unos minutos y la invité a experimentar. Eso fue decisivo. Ella ha ido invitando a miembros de su familia, a sus amigos, a los amigos de su hijo. Después de dos experiencias, nos juntamos todos en el hospital. Hemos pedido permiso al médico y nos juntamos en una salita cercana a su habitación. Allí hacemos las

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ceremonias. En la primera la gente estaba un poco tensa, sin saber muy bien qué estaban haciendo allí. La segunda fue toda una sorpresa. Doce personas, todos allí de pie, con los ojos cerrados, totalmente entregados. Ahora ninguno de ellos se la quiere perder y todos están pendientes del día y la hora. Por otra parte, estoy trabajando con el hijo con experiencias guiadas. En principio con la Configuración del Guía Interno y con la Protectora de la Vida. Él se sorprende de que cada vez que las hace le salen cosas diferentes y habla sin tapujos de la muerte. Cada vez van interesándose más acerca del Mensaje y alguno ha preguntado si eso lo podrían reproducir ellos en otros ámbitos. La madre, Ana, comenta que desde que hizo aquella primera experiencia, su vida se ha transformado, como si ella se hubiera convertido en una persona diferente, con más energía y con imágenes positivas en su cabeza. Enero 2005 Luis comienza a reaccionar a la quimio, por lo que le incluyen en el programa de transplante de médula. Esto va a significar que al producirle la aplasia (bajada total de las defensas) le van a colocar en una situación muy delicada, pues cualquier catarro o infección puede llevarle a las puertas de la muerte. Aún así, Luis accede. Durante el permiso que le dan para volver a su casa antes del transplante, Luis abandona el trabajo interno, sólo quiere pasarlo lo mejor posible con su novia por si acaso se muere durante el período del trasplante. Una vez le provocaron la aplasia, prohibieron las visitas, por lo que todo mi contacto con él se redujo a las llamadas telefónicas. Julio 2005 Estoy en Santander, me llama mi hija y me dice que Luis está en la UCI con una infección pulmonar y que esperan muera en las próximas horas. Ana no quiere contestarme el teléfono, pero a fuerza de insistir (y de un SMS muy elaborado que le mando) ella termina llamándome. Desde Santander hago una experiencia y siento a Luis muy conectado, así que llamo a Ana y se lo digo, le digo que no se crea tanto el determinismo de los médicos, que de ésta no se muere. Le dije que de cualquier forma le hiciera la ceremonia de Asistencia, pero más tarde me dijo que no se la hizo porque le daba "yuyu". Una vez llego el domingo a Madrid, acudo al hospital. Al estar Luis en la UCI, únicamente nos dejan visitarle 1 hora por la mañana y otra hora por la tarde. Ana me pide que hable yo con los médicos, que ella no quiere verlos. Los médicos nos reciben ya con cara de funeral y poco se puede hacer para cambiarles el clima. Entro a ver a Luis y le veo entubado y sedado, le siento con una fuerza increíble, peleándosela como un toro. Salgo a la sala de espera y planteo un psicodrama a la familia: "cómo puede ser que él se la esté peleando de esta manera y vosotros estéis aquí llorando una muerte que aún no sucedió, esto no es forma de ayudarle". No se si me pasé, si fui muy brusca... fue un impulso que no sé de dónde salió. De cualquier forma, Ana me miró muy sorprendida y reaccionó. Entró conmigo a ver a Luis. Le hicimos la ceremonia de Asistencia. Por la tarde hicimos la experiencia de la Protectora de la Vida y la de las Nubes. Al día siguiente Luis comenzó a mejorar. Yo veía en él cambios muy evidentes con la experiencia de las Nubes, por lo que me centré en ella y se la hacíamos por lo menos un par de veces al día. También seguimos haciéndole la Configuración del Guía y la Protectora de la Vida, así como la Imposición. Mientras hacíamos las experiencias, o bien teníamos una mano sobre su cabeza, o sobre su pecho...

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El hecho de estar en la UCI, supuso en un comienzo una incomodidad, las enfermeras y médicos nos miraban de reojo y una sentía en la piel las miradas. Pero establecer la prioridad fue esencial, también el hecho de pensar que todos aquellos que escucharan algo aprenderían y registrarían. Los días siguientes, Luis fue mejorando a pasos agigantados y los médicos plantearon ir quitándole la sedación. Éste es un momento delicado, pues normalmente los pacientes "vuelven" muy agitados y desorientados, de forma que plantearon hacerlo de una forma paulatina, un proceso de varios días. Los médicos, mientras, seguían con cara de funeral y lo único que pude hacer fue que nos aseguraran que ellos iban a hacer su parte bien hecha y con los medios que fueran necesarios al caso. Continuamente insistían en que Luis no podía oírnos y no podía sentirnos. Pero nosotras sabíamos que, sobre todo, en la experiencia de las Nubes su corazón aceleraba el ritmo siempre en la misma parte y se relajaba también siempre en la misma parte (las ventajas de tener la monitorización a mano). También podíamos ver en el monitor cómo le subían las pulsaciones cuando su novia le acariciaba y le hablaba al oído. ¡¡Vaya que se enteraba!! ¡¡DE TODO!! Justo el día que esperábamos se iba a despertar, la saturación de oxígeno desciende y los análisis de sangre muestran la presencia de una infección. Nadie entiende qué pasa. Comienzan a revisar todo y pasado un día más, se dan cuenta que tenían que haberle cambiado los catéteres ¡¡hacía más de cinco meses!!, motivo más que suficiente para haberle provocado una infección. Dos días después, Ana me llama por la mañana y me dice que no puede entrar a verle, que algo internamente se lo impide. Le digo que yo en la mañana no puedo ir y que alguien tiene que hacerle la experiencia, así que finalmente pasa ella. A las 7 de la tarde, según estamos esperando la hora de la visita, nos informan de que Luis ha tenido un infarto cerebral. Ana no quiere entrar. Ella queda abajo esperando mientras entro a verle. Le siento tan nítidamente que parece que me habla, me queda claro que él no va aceptar quedarse entre nosotros con las consecuencias de ese infarto. Le hago la Asistencia, y siento lo mismo que si echara una gota de agua sobre un río caudaloso. Bajo y le comento a Ana que me parece no tenemos mucho tiempo y que creo que lo mejor es que suba a despedirse. Con nosotras también estaba Cristina, la mejor amiga de Luis. Estaba como fuera de lugar, en un rincón, como si ella no tuviera derecho a estar allí. Le sugerí hiciera la Asistencia, de modo que se acercó a Luis y con la mano en su cabeza comenzó a leer, despacio, con un cariño inmenso. Su cara se transformó y me pidió si podía quedarse con el libro del Mensaje (yo llevaba varios en el bolso, he aprendido a ir preparada, así que sin problemas). Lo que pasó a partir de aquí supone una de las experiencias más hermosas que he vivido. Ana, que es pura dinamita, un potro desbocado, se acercó a Luis, tomó una gasa y con una suavidad impropia de ella comenzó a limpiarle la boca, bromeando y regañando porque las enfermeras son unas vagas que no le limpian. Comenzó a tratarle como si fuera un niño pequeño, con una dulzura exquisita, le tranquilizaba, le decía que ya sabía que todo esto había sido mucho para él y que nos dábamos cuenta de que ya no podía más. Le acariciaba las manos, los brazos, el pecho, la cabeza, con una ternura que parecía nos había trasladado a otro espacio y otro tiempo diferente. Se acercó a su oído y le susurró algunas frases que nadie más que Luis pudo escuchar. En el mismo instante en el que ella acabó de hablarle, Luis dejó de respirar, el vello de su piel se erizó y tomó un color ceniciento. Cerré los ojos y comencé una experiencia de Fuerza. Oía a Ana que me llamaba, preguntándome por qué Luis no respiraba. Yo estaba intentando sentir a Luis y una vez registré que todo estaba bien con él, abrí los ojos y le contesté que Luis ya no

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estaba dentro de ese cuerpo. La unión y paz que registramos todos los que estábamos allí, era muy grande. Septiembre 2005. Nos hemos reunido para hacer una experiencia conjunta aprovechando que es el cumpleaños de Luis. Viene toda la familia, amigos, novia... Nos juntamos 20 personas. Se lee una carta que he escrito. Algunas lágrimas asoman, pero sobre todo la emoción en la sala alcanza una cota muy alta. Después, hacemos la experiencia de "El ser querido" que Rosita Ergas incluye en su libro, adaptada a esta especial circunstancia. Mientras leo la experiencia, observo detenidamente a los presentes, todos están derechos, con sus pechos henchidos, los ojos cerrados... Ana no puede reprimir las lágrimas. Cierro los ojos y veo a Luis danzando entre nosotros, acercándose a su madre y dándole una colleja cariñosa le dice: "serás boba..." Los testimonios posteriores son sorprendentes. Muchos de los presentes están asombrados y comentan con vehemencia, como para que los otros puedan creérselo, que han sentido a Luis allí mismo, a su lado. El clima que se ha generado es tremendamente positivo y todos comienzan a recordar los buenos momentos pasados con Luis, sus travesuras, aquello que me dijo o hizo, etc. Le recuerdo a Ana los últimos momentos vividos con su hijo, su forma de hablarle, su suavidad... ella no lo recuerda. Con Dani Septiembre 2005 Dani es hermano de Luis, tiene 10 años. La muerte de Luis le ha trastornado. Se siente desprotegido sin su hermano mayor. Ana (su madre) no sabe qué puede hacer ante esta situación. Acabamos de hacer la experiencia del Ser Querido en casa de Ana. Invito a Dani a que venga a una habitación conmigo. Nos sentamos en la cama. Le sugiero que cierre los ojos y a partir de aquí se sucede esta experiencia: - Cierra los ojos Dani. Puedes imaginar a tu mamá? - Sí. - La ves bien, verdad? Sin embargo mamá no está aquí. - No. - Y la quieres? - Sí. - Cómo sabes que la quieres? Lo sientes? - Sí. - Dónde lo sientes? - (por unos instantes Dani queda callado, levanta su mano y la posa un poco más abajo de la garganta, después la desplaza hasta el pecho). Aquí (me señala). - Ahora intenta imaginarte a Luis. Hazlo sin prisa, tómate el tiempo que necesites y avísame cuando puedas verlo bien.

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- (pasa un tiempo, quizás un par de minutos). Ya. - Le puedes ver, ¿recuerdas cómo se reía y cómo jugaba contigo? - Sí. - Le quieres mucho, a qué sí? - Sí, mucho. - Y dónde lo sientes? - (Dani queda bastante tiempo callado, finalmente lleva su mano al pecho). Lo siento aquí, pero por dentro (señalando con su mano hacia atrás, como marcando una profundidad). - Pues ya has encontrado el lugar donde está Luis. A partir de ahora siempre que quieras verle podrás hacerlo, siempre que necesites su cariño lo tendrás. - Y podré hablar con él y preguntarle cosas? - Siempre que quieras. A lo mejor a veces tarda un poco en contestarte, pero eso no te tiene que preocupar. Le podrás contar todas las cosas que te pasan en el colegio, pero no te olvides de contarle también las cosas alegres, que a él le va a gustar. Unos días después, Ana asiste (oye desde otra habitación) a la siguiente conversación entre Dani y su hermana Verónica (8 años): - Vero, no seas pesada. Hay veces que mamá se pone un poco triste porque quiere hablar con Luis y cuando se pone así no tienes que molestarla. - Y cómo puede hablar con él? - Elena me ha enseñado a hablar con Luis y yo te voy a enseñar a ti. Elena Ayuso. [email protected]

15. TRUDI – California LAS HISTORIAS DE MARTA I. TRES HISTORIAS DE RECONCILIACION Queridos Amigos, Aquí van tres historias de reconciliación – de la afirmación, a la vez irracional y profundamente reconfortante, de la Vida en toda su gloria terrible. 1. Me fui con Mabel y Carmen a visitar a Marta, la tía de Claudia, quien estaba en las últimas etapas de un cáncer. Estaba con dolor agudo y constante y tenía mucho miedo de morir y de estar sola, sin dirección, así que fuimos a hacer la Ceremonia de Asistencia y cualquier otra cosa que pudiéramos hacer por ella. Yo quería mucho visitarla. De cualquier forma, lo hice pidiendo ayuda al guía, porque este es un tema muy antiguo para mí. Durante muchos años evitado, negado, enterrado bajo las mentiras sacarinas que traspalé en el calor de mi propio espanto.

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Fue de adolescente que empecé a nutrir un miedo mórbido al cáncer. Muchos de los amigos de mis padres se estaban muriendo en agonía por esa enfermedad. Mis padres hablaban de ellos con silenciosa desesperanza, y me llevaban a visitarlos. Mi horror creció con cada muerte. Y se redobló cuando tenía 19 años y mi madre (con las mejores intenciones para con mi desarrollo humano) arregló para mí cuidar la casa y los niños de la vecina de enfrente que se estaba muriendo. Allí estaba todo el día, todos los días, cuidando los nenes, preparando las comidas, llevando comida a la madre joven que estaba muriendo en un dolor terrible a la edad de 35 años. Lo soporté durante algunas semanas; y cuando no lo aguanté más, escapé. Me fui de viaje con otros chicos, todos hippies, buscando algo, cualquier cosa – la droga, la religión oriental, grupos de encuentro, estratagemas de todo tipo para el perfeccionamiento de uno mismo – cualquier cosa que pudiera dar socorro y alivio de este mundo vicioso y absurdo… Por muchos años guardé mi miedo encerrado en mi personal calabozo, echándole pedacitos de reconocimiento, temblando de miedo y sin acercarme nunca demasiado, cada vez que escuchaba de otra persona con cáncer. No fue hasta que tenía 37 años y encontré al Movimiento Humanista, que descubrí la llave, la magia de ir más allá de mí y hacer que mis acciones terminen en otros: tratando a los demás como quería ser tratada, viviendo con coherencia y actuando con mis mejores emociones y pensamientos… Esto me ayudó muchísimo. Poco a poco mi miedo se encogió. Entonces, hace cinco años, tuve una sorprendente e increíble experiencia donde conocí, fuera de duda, que nosotros no morimos. Que la muerte es una simple ilusión, un truco de espejos. Mi miedo al cáncer-dolor se convirtió en nada más que un monstruo dócil, y mi alegría en la vida creció a pasos agigantados. Hasta hoy experimento un suave crecimiento de felicidad, y cada día doy gracias… De cualquier forma, después que Claudia nos contó lo que le pasaba a Marta, seguí pensando acerca de ella y su terrible dolor. ¿Por qué le pasan cosas tan terribles a la gente buena? ¿Qué se puede hacer? Tuve que admitir que mi viejo miedo seguía allí, marchito y lastimoso, seguramente, pero seguía vivo, borboteando en su celda. Tenía que enfrentarlo. Le pedí ayuda a mi guía, y la respuesta vino como una joya de coherencia: “Haz frente a tu miedo. Ve a verla y estar con ella en su dolor”. Fue un mensaje de compasión, que abracé con alegría. Le dije a Carmen, una buena amiga de Claudia, que quería ir a ver a Marta y a lo mejor hacer imposición de manos o lo que fuera más apropiado. Ella estuvo de acuerdo, ya que estaba esperando hacer lo mismo, y lo había hecho antes una vez. (Carmen es una mujer asombrosa, una hermosa persona de ojos marrones suaves con alegría, que hace varios años perdió una hija joven por cáncer, y la alegría y reconciliación con que abrazó el tránsito de su hija es un regalo inconcebible, un ejemplo precioso de lo que es posible, para cada madre o padre que alguna vez ha tenido miedo de perder a un hijo). También llamamos a Mabel, que tiene la vocación de trabajar con moribundos (ella es una querida amiga, que encontré hace poco, pero a quien he conocido siempre, una amiga bondadosa y sabia, Protectora de la Vida, quien ha orientado muchos amigos en el movimiento, acá en Paraná, por varios años). Cuando fuimos a visitar a Marta la siguiente noche, los que la atendían nos dijeron que tenía un dolor terrible. Entonces Carmen fue primero a preguntarle si nos quería ver, y regreso diciendo que entráramos.

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Marta es una mujer pequeña con una cara dulce. Cuando entramos nos mostró una sonrisa agotada. Carmen nos presentó, ella nos tomó las manos con gratitud, sollozando quietamente. Entonces Carmen se sentó a su lado, acariciándola y susurrándole palabras reconfortantes. Mabel y yo nos sentamos cerca, tocándola y mandándole paz y bienestar, Luz y alivio. Pasamos a lo mejor una hora. Carmen le leyó la Ceremonia de Asistencia quietamente, con tono íntimo, y uno a uno la acariciamos y la abrazamos. Cuando la tocábamos y acariciábamos, lloraba quietamente, diciéndonos que el dolor era demasiado, que no lo podía aguantar. Cuando me tocó mi turno, le dije la única cosa que podía pensar: “Tú no estás sola”. Entonces una quieta corriente de energía nos conectó, y me hizo continuar: “Nunca estarás sola, muchos, muchos amigos están contigo ahora, amándote y mandándote luz y paz…” Es la Luz que ella más quería, pienso, como el agua, como un bálsamo. “Luz…” murmuró, con anhelo… Después de eso fuimos a un café, y estuvimos una hora con mis amigas con un gran sentimiento de paz. Esa noche pensé que la visita a Marta había sido muy buena, llena de paz, y que la había ayudado – sino disminuyendo el dolor, al menos acompañándola en su dolor. Pero algo no era… ¿qué no era? Entonces caí en cuenta que tenía expectativas, esperanzas de que este acto fuera el golpe final y espectacular a mi miedo, vaporizándola para siempre. Y no fue así. Las cosas estaban más o menos igual. En la mañana empecé mi meditación con los aforismos habituales: empiezo el día con fe, doy gracias por mi vida, busco lo sagrado en mí y fuera de mí. Pero algo era diferente. Sentí una impaciencia bordeando el disgusto – un descontento, una impaciencia, una desnudez. Como si dijera “Basta!” y solté algo, como despojándome de una vieja piel. Eso era: como si una capa se me hubiera caído con esa visita. Y me sentía más cercana a la vida, sin ese aislamiento como gelatina que siempre usé para cubrirme… Entonces medito, bajando la esfera, blanca-dorada, con un brillo suave; y sus pétalos infinitos se expanden desde mi corazón, envolviéndome, desbordándose hacia el Universo. Una experiencia de Luz desde adentro – no tanto viéndola sino sintiéndola – radiante, beatificante, tibia, rica, llena de Paz. Estoy sostenida en los brazos de la Gran Madre… Pregunto acerca del dolor – y no recibo respuesta – solamente paz... Veo el ser esencial de Marta – hermosa, tranquila, fuerte, humilde, suave, llena de Luz... He perdido una capa de dulces mentiras que me protegían de la vida – una interpretación, una limitación, a la que me aferraba en mi búsqueda como a un salvavidas... ¡Pero ahora veo que puedo nadar! 2. Anoche nuevamente tuve RLS (síndrome de las piernas inquietas). Estoy aprendiendo que esta enfermedad nerviosa es un signo de alguna alteración, de una carga emocional escondida, por algo que no he enfrentado. Se manifiesta como electricidad a través de mis pies.

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Lo tuve por años, antes de encontrar a alguien que me ayudó, un médico perspicaz, un homeópata, que finalmente me llevó a lo mas obvio: “¿Qué estaba pasando en tu vida cuando empezaste a experimentar esto?” me preguntó. Y allí estaba, como un bulto de plomo. Todo empezó cuando mis mellizas se fueron de la casa. Y nunca me había permitido apenarme. Así que tenía que enfrentarlo. Me permití estar desconsolada, herida, desdichada por la desaparición de mis queridas niñas de mi lado. Los síntomas desaparecieron – dormí como un ángel. Esperaba que mi RLS desaparecieran para siempre. Pero no. Eso sería subestimar el ingenio de mi psique. ¿Por qué abandonar esa herramienta útil? Así que de vuelta mis pies me estaban diciendo que buscara más profundamente – hasta encontrar esa ciénaga escondida de burbujeante desánimo, generador de la electricidad que corría por mis pies. Por lo menos ahora tenía una idea más exacta de lo que había que buscar, considerando que el RLS había empezado de vuelta justo después de la visita a Marta. Me parecía bastante claro. Aunque había alcanzado un nuevo nivel de reconciliación con la realidad del dolor, que hacía mucho tiempo había enterrado profundamente, y nunca lo había mirado cuidadosamente, nunca lo había sentido… Puesto que no tenía ni idea de cómo hacer eso, medité, pidiendo ayuda al guía para enfrentar mi miedo, abrazarlo, liberarlo. Estoy adentro de la tierra muy hondo, descendiendo una escalera escarpada, más y más profunda. Todo está oscuro. En lo más profundo encuentro una caverna – un pequeño espacio redondo, tallado en la piedra roja oscura. En ese espacio hay una cama con una mujer acostada allí, atada a la cama por lazos fuertes y apretados. Es Maybelle, la mujer que tenía que cuidar a la edad de 19 años. Está semi–consciente, gimoteando del dolor, luchando contra las cuerdas, muriendo interminablemente sin morir. Hay solamente una solución. Agarro un cuchillo brillante y corto los lazos. Esta libre – es una pájara blanca, y sale volando, remontando hacia la Luz! Pero hay algo más que tengo que hacer. Tomo mi linterna y buscando por la caverna encuentro sus dos niños, agachados en un rincón, aterrorizados, desnutridos, sucios. Los tomo de la mano y les digo que están libres, se pueden ir – y se transforman, riéndose, mientras salen corriendo por la escalera hacia la Luz. Ahora hay otra persona echada en la cama en la cámara oscura. Es mi madre. Está en las últimas etapas, inalcanzables, del Alzheimer – disminuida, arrugada, perdida en amargo olvido, mas allá del alcance de la memoria, el pensamiento, las caricias, las lágrimas. Voy hasta ella y la tomo de la mano – y la Luz la invade – y se levanta, ágil, llena de vida, riéndose, lúcida – y juntas subimos por la escalera hacia el aire libre, hacia la luz. A medio camino mi padre nos encuentra. Está joven, muy contento de vernos, y nos dice que está listo para un lindo viaje. Feliz, subimos juntos… más y más arriba, hasta que finalmente salimos a una pradera verde en plena luz del sol. Allí un globo de ascensión de muchos colores está tirando las cuerdas para subir, con ganas de irse… El asistente nos hace señas, nos ayuda a subir, deja libre las cuerdas, y nos despide sonriente, diciendo: “No se preocupen, el globo sabe adónde ir….” En una subida vertiginosa, subimos rápidamente y volamos muy alto, volando por colinas verdes, entre las nubes blancas y el sol, muy lejos arriba de los pueblos y las ciudades brillantes. Estamos como niños, encantados y asombrados, extasiados por la belleza y la aventura… Más y más alto volamos, trasvolando altas montañas, hasta que finalmente aterrizamos en una cima altísima – un lugar de belleza increíble, el punto más alto en una cordillera

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vasta que nos rodea, adornada de suaves valles verdes y lagos brillantes. Todo está sumergido en la luz del sol centellante – estamos abrumados de belleza… Ahora mis padres me cuentan de su vida nueva y sus planes. Los dos eran maestros en su vida anterior. Mi madre me dice que está muy contenta porque tiene la libertad de ir adonde quiere, donde la necesitan, ayudando a sus amigos, los maestros y los niños… Mi padre me dice que él también está contento, enseñando a jóvenes sobre lo que más le encanta, con todo tipo de diseños y soluciones, planes y inventos… Finalmente llega el tiempo de irme. El globo me espera, balanceándose suavemente en el aire, para llevarme de vuelta. Antes de irme, mi madre coloca en mis manos un regalo. Es algo que ella misma ha hecho – una manta hecha de Luz. Me dice que me envuelva cada vez que tenga frío. Les abrazo, a ella y a mi padre, diciéndoles que voy a volver a verlos cuando pueda. Y me dicen que me van a esperar… Tomando mi regalo, subo una vez más al globo, y trasvuelo por las montañas y los valles, hasta la ciudad donde vivo. Finalmente el globo aterriza en un parque. Salgo y me voy adonde está Marta, con su dolor. Tomando la manta de luz, la cubro, envolviéndola en la luz. Le digo que es suya – “una manta de Luz para ti” – que mi madre hizo para ella… Mi madre, quien pasó a través del dolor y del olvido y de la muerte y entró en la vida futura – o puedes decir el Cielo – pero cualquier cosa que creas, la Vida sigue. 3. Esta mañana me desperté resentida y melancólica. Eso no debería ser, porque ayer tuvimos un retiro maravilloso, la configuración del Guía, con nuestros nuevos amigos aquí en Paraná. Pero hoy estoy pensando en Marta, con tanto dolor por el cáncer, y en tantos otros que sufren. Aunque agradezco poder mandarles la Luz, estoy tan consciente de su dolor. Pido al Guía que me ayude y soy impactada por una Fuerza que me quita el aire, la energía sube por mi cuerpo pero no sé que hacer con eso! Sigo pidiendo fe pero solamente siento esta oscura melancolía. Algo me dice que hay que esperar. A lo mejor, pienso, este es el espacio de la Luna Negra. Así que rechazo la tentación de improvisar, de cocinar mis propias respuestas y espero el amanecer. Como pasatiempo pregunto por mi obra en proceso, la Epopeya de Silo. No he estado dedicando suficiente tiempo a eso. He estado tan fascinada por esta nueva experiencia con la Comunidad de la Esfera y los amigos, lo que me da tanta alegría. En contraste, el trabajo del libro es duro, las investigaciones son interesantísimas, pero suelen ser agotadoras. Esperando una respuesta a mi desesperación, me pega que tengo la respuesta justo acá: es el Proyecto Vital! Lo que para mí en este momento es este libro: un proyecto con tanta vitalidad, inspiración y vida que me puede llevar por el Infierno trasvolándome por encima de los tsunamis y los abismos, como una balsa que no puede naufragar, impulsada por esta misma energía lúdica y sagrada que nos levanta en las alas del intento. Así que me siento reconfortada. Mando la Luz a Marta y me doy cuenta que en realidad ella está esperando recibir la Luz. No es mi parte decidir lo que haga ella con esa Luz. Ese es su proceso, su regalo, su

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dignidad, su rito sagrado. ¡Esto me alivia tanto! Puedo ayudarle, sin la presión de la culpa por no lograr aliviarle el dolor. Las cosas siempre son diferentes de lo que yo pensaba. Mi visión ha sido tan ingenua y azucarada como una película mala de los 50. Lo que no es tan extraño, tomando en cuenta mi edad. Pero el contraste, de cualquier forma, me molesta. Siempre pensaba que cuando más iluminada llegara a ser, más fáciles se volverían las cosas. Y en un aspecto importante, es así. Pero lejos de encontrarme en un cuento de hadas, en donde todo termina feliz, cuanto más avanzo hacia lo Profundo, cuanto más trato de pensar, sentir y actuar con amor y compasión, más fe necesito, no menos! ¡Que paradoja! El camino se pone más fácil (más alegre, más brillante, menos limitado al pequeño yo, más unido al gran mar de Luz) y a la vez más difícil (veo más dolor, más desesperanza, y tengo que adentrarme más, sumergirme más adentro de la reconciliación y la compasión, para abarcar el dolor y el sufrimiento que me rodean). Pero si quiero avanzar: siempre hacia arriba, siempre hacia la Luz, no hay otra opción. Así que, convocando a los Grandes Seres, ofrezco mi cuerpo, mi mente y mi corazón como faro de la Luz. Y de una manera extraña, hacer tanto esfuerzo resulta ser sin esfuerzo. A lo mejor eso es lo que significa la entrega. Así que, de algún modo, ¡todo está bien! La vida parece estar suspendida en el medio, en un equilibrio dorado entre la alegría y la desesperación y es nuestra meta pararnos fuertemente en ese medio, tomando una postura - como en las artes marciales de la no-agresión - que está a la vez absolutamente pacífica y absolutamente despierta, en armonía con nuestro Destino más alto. * II. CIRCULO DE LUZ Queridos Amigos, Empecé esta mañana con preguntas. ¿Debería decirle a Marta que la voy a visitar cada día? He sentido desde el principio que eso es lo que quiero hacer – pero he vacilado, pensando que no me quiero poner en una situación de obligación – y además no es fácil, aunque me llene de paz… Y además de eso, ¿cómo la puedo ayudar cuando la visito? ¿Qué imágenes, palabras, herramientas le puedo dar para ayudarle con el dolor? Medito y pregunto a la Guía. La Guía viene con su calidez y alegría eterna, su fuerza profunda, su sabiduría… La Luz brilla en su frente – intensa, pura y clara – y mi cuerpo entero se llena de Luz y de una electricidad que brota… Sí, claro, le voy a decir a Marta que le visitaré todos los días. Me da una sensación cálida en el corazón. Es lo que quiero hacer. Todo argumento es irrelevante. La Guía me da una imagen con la cual Marta puede trabajar. Que se imagine en la escena siguiente, viéndose y sintiéndose allí lo más claramente posible: “Estás en un circulo de Amigos, Seres de la Luz, todos tomados de la mano. Y ellos están mandando la Luz a través de tu cuerpo. Circulando con gran fuerza y velocidad por el círculo, una correntada de luz brillante, suave, blanca, pasa continuamente a través de tu cuerpo, llenándote de una luz luminosa, curativa, que disminuye y neutraliza el dolor… La Luz es mucho más grande que el dolor…”

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* III. DAR LA FUERZA Queridos Amigos, Anoche tuvimos una reunión del Mensaje aquí en Paraná, con ocho participantes. Hicimos el Oficio y después la Ceremonia de Bienestar, pidiendo por Marta, la tía de Claudia que está muriendo de cáncer. Durante el Oficio sentí la Fuerza con mucho más intensidad que nunca antes. No era que la Fuerza era más fuerte, era que yo estaba más receptiva, más abierta. Nunca antes me había sumergido en lo Profundo con suficiente profundidad, con suficiente Paz para reconocer esa Energía… Había visitado a Marta en la tarde, y la experiencia de estar con ella, aunque no tengo ninguna solución mágica para ayudarla, me pone en un estado de paz profunda. Y fue desde ese espacio que me abrí a la Fuerza… Y en esa energía universal, el Todo de lo que Es, sentí lo Sagrado… Aún después de perder la experiencia (por tratar de agarrarla) podía contactarla de vuelta, sentirla… Fue fuertemente reforzada por la presencia de todos los Amigos, todos abriéndose humildemente, lo mejor que podían, a esta Energía Sagrada, a la Luz, que nos llenó a todos y nos desbordó… Después de las ceremonias arreglamos un grupo de estudios para los domingos, para estudiar Psicología I, II y III – por lo menos en este momento de vacaciones cuando todo el mundo tiene tiempo. Y seis de nosotros nos ofrecimos para trabajar con Marta. Vamos a ir individualmente cuando podemos y, el martes que viene, iremos juntos. En la mañana, hice la meditación. Siento la Fuerza y la Luz. Pregunto al Guía cómo ayudar a Marta, y ella responde: “Hay que darle la Fuerza. Dile que le van a dar la Fuerza, y que eso le va a ayudar, que ella no va estar sola con el dolor. Las Fuerzas de la Luz le van a ayudar a pasar al otro lado del dolor… Hay que hacer la imposición de manos, porque la Fuerza se puede dar, se puede transferir – y eso es lo que se necesita ahora. Nada más, nada menos.” Le doy gracias a mi Guía, y a todas las fuerzas de la Luz, por lo Sagrado, lo Profundo, lo Infinito… * IV. DECIR SI! A LA VIDA Ayer fui a visitar a Marta. Le dije que voy a venir todos los días, para leer y estar con ella. Leí la Ceremonia de Asistencia, que le encanta, y también El Camino, y la experiencia guiada “El resentimiento” – porque el leer nuestras cosas parece ayudarle más que cualquier otra cosa. Pero todavía me sentí sobrepasada por la pesada conciencia de su dolor que nunca para, que nada alivia, ni siquiera la morfina. Está con un dolor agudo y constante… Esto pesa sobre mi mente y mi corazón, toda la tarde, toda la noche. Todo lo que hice o pensé fue ensombrecido por la imagen de Marta dolorida.

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Esta mañana medité, para preguntar a la Guía como sobrepasar esta duda (no, esta certidumbre, esta comprobación flagrante de que hay algo irremediablemente terrible en la vida…). Porque esta noche vamos a hacer una Imposición de Manos para ella, y no la podemos hacer en un clima de desesperanza! Meditación: Estoy en un tormento de duda, buscando milagros de ayuda desde afuera, servidos en una fuente de oro. Llamo y llamo a la Guía, siento su gran calidez, pero nada más; expando la esfera, pidiendo fe y más fe… Siento la energía, veo la luz… pero con todo eso, siempre guardando para mí misma ese núcleo de reserva, esa pequeña duda, ese resentimiento contra la vida… Entonces de golpe veo que puedo dar un paso adelante y decir Sí a la Vida! Si a sobrepasar el sufrimiento y el dolor! Que puedo y debo, simplemente, ser lo que quiero tanto! Puedo y debo irradiar la Luz, el Sí gigantesco, la Afirmación. Si no doy ese paso adelante sin miedo, afirmando mi amor, mi aceptación, mi celebración de la Vida, toda la energía en el universo es inútil y sin sentido. Una brisa fresca sopla por la ventana… Esta tarde la Guía va estar conmigo – con nosotros – y transferiremos la Fuerza a Marta, y compartiremos la copa de Paz! Paz, fuerza y alegría! * V. LA GUÍA Y EL LAGO DE LUZ En la mañana medito, relajándome profundamente. Bajo la Esfera de luz y la dejo expandir, llenándome con placer, calidez, felicidad, creciendo más y más, expandiéndose más allá de mí… Suavemente, llamo a la Guía. Está acá conmigo – profunda, con un gran sentido y dignidad, pero también dulce como una madre. Pero ni posesiva ni juzgadora, una Madre Divina… - “Mira para arriba, me dice”. Lo hago, y una fuerte corriente de energía me inunda, llenándome de asombro y de gratitud. Es la Luz allí arriba – brillante, fulgurante, benevolente, abarcándolo todo. Un Lago de Fuego en el Cielo… Quiero mandar esa luz a mis seres queridos, y empiezo a imaginarlos a cada uno, llevándolos al Lago de Luz. Uno tras uno, los veo acercarse al Lago de Luz con reverencia, abriendo los brazos para bañarse en la Luz… Uno tras uno, vuelven al mundo, rejuvenecidos, recargados, bendecidos… Estoy llena de luz, felicidad, bienestar, calidez. Profundamente agradecida, quiero compartir esta experiencia con otros. Pregunto a la Guía si tendría que irme ahora, y con ternura me contesta:” – Sí.” Abrazándome fuertemente. Recogiendo la luz alrededor de mí la concentro en una joya brillante dentro de mi corazón, y la subo, ofreciéndola hacia arriba, al Lago de Luz… * VI. LA GUÍA Y LOS MIEDOS ANTIGUOS Hoy trabajo con la esfera, y la gran Luz arriba. Una gran felicidad me inunda – estoy cargada de energía, una sensación física, poderosa, de bienestar, deliciosa… nunca me he sentido tan bien…

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Traigo todos mis seres queridos a la Luz, y estoy pegada en el corazón con la belleza, la intensidad, la sublimidad de su Ser Puro. La cara de Marta, bendiciendo a todos sus seres queridos, está luminosa, con felicidad suprema. Hace algunos días, haciendo el relax, bajando por el cuerpo, me ha parecido que encuentro un bloqueo en el abdomen. Me preocupa, y hoy le pregunto a la Guía de qué se trata. Ella introduce la mano en mis entrañas y saca un piedra, redonda y gris-verde, un conglomerado de 6-9 cm. de diámetro. Entonces, con una antorcha, busca cualquier fragmento que quedase. Finalmente deja todo limpio, clarito, diciéndome, “eran simplemente algunos miedos antiguos.” Después, llamando a todos los animalitos del bosque y de la pradera soleada, los ciervos y las ardillas y los pajaritos, la rompe y se la da de comer a todos – una comida dulce y nutritiva – y las pequeñas criaturas se dan su banquete. Adentro de mi cuerpo estoy llena de una luz hermosa azul-verde, trémula, enjoyada… Todo está bien. * VII. LA GUÍA Y TODO LO GRANDE Y BUENO Anoche el calor era sofocante. Sintiendo una energía agitada recorriendo mi cuerpo, dormí poco. En la mañana, antes de abrir los ojos, pregunté a la Guía, con un sensación de desgano, si tendría que levantarme, o tratar de dormir un poco más. Me responde: “Empieza el día con fe! Da gracias por tu vida! Anda en búsqueda de lo Sagrado, adentro de ti y afuera de ti.” Sonrío por dentro, y me levanto. Aquí en Paraná no tenemos auto y los remises están baratos – así que vamos a todos lados así. Ayer mi hijo estaba riéndose de mí porque yo hablaba del tiempo con todos los chóferes, algo que hago porque no me gusta estar sentada allí en silencio. Así que regresando a casa, le conté al chofer mi experiencia con Marta, y cómo ha sido tan maravilloso para mí estar con ella, cómo enfrentando mis miedos los voy sobrepasando, ayudarle me llena de alegría… Y con interés me pregunta cómo la conocí a ella. Así que le explico que nos juntamos con algunos amigos para hacer ceremonias de Bienestar, y que Marta es la tía de uno de los participantes.

- - ¡Qué bueno! - me dijo, obviamente conmovido. – Todos los norteamericanos son como vos?

- - ¡No, para nada! le contesté, riendo. – Pero hay gente por todos lados que están empezando a desarrollar una sensibilidad nueva. Gente maravillosa que hace estas cosas hay por todos lados! Finalmente le invité a la reunión de los Mensajeros. Sonriendo con agradecimiento genuino, me dijo que vendría, no esta vez porque tiene que trabajar, pero la próxima… Y entonces entendí de una forma nueva estas palabras de la Ceremonia de Reconocimiento: “Después, iremos hasta las personas más cercanas a compartir con ellas todo lo grande y bueno que nos ha ocurrido.” Hoy medité: Me baño en el Lago de Luz arriba – me regenera y me alivia, llenándome de bienestar. Pido a la Guía que aparezca, y ella viene con una calidez risueña. Le pido que me enseñe a trabajar con la Fuerza. “Toma la Luz en las manos, tómala en el frente, y vuelve al mundo. Diles a la gente que te rodea todo lo grande y bueno que te ha ocurrido!”

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Ahora veo lo que significa eso. Voy a ir adonde Marta, y decirle cómo el estar con ella me ha ayudado a enfrentar y sobrepasar mis propios miedos, que me ha hecho un regalo muy grande. Y voy a ir a su hija. He estado pensando en cómo ayudarle a ella – siempre parece alegre, pero está claramente frágil de miedo y de negación… Ahora veo que le puedo contar mi propia experiencia, cómo casi murió de cáncer mi propia madre cuando tuve su edad, cerca de 35. Y compartir con ella cómo estar con Marta me ha ayudado a reconciliarme con esos recuerdos dolorosos, con tantos miedos profundos, espantos que nunca había querido enfrentar… Me maravilla que al estar allí con Marta, viendo su agonía, acercándome lo más cerca posible a ese dolor de otra persona, mi propio miedo al dolor está disminuyendo! Espero que al compartir eso con su hija, le pueda ayudar a estar con su madre más profundamente, a acercarse realmente a ella, a compartir la alegría de la vida y el misterio de la “muerte” con ella… Mando la luz a Marta: la veo infundida de Luz, de dignidad y de alegría – y veo cómo la corriente de reconciliación se derrama desde ella a todos sus seres queridos… Ahora siento una urgencia para terminar esta meditación, para ir al mundo y hacer lo que tengo que hacer… Pero no estoy lista – quiero mandar la luz a mis seres queridos, como lo hago todos los días. Viendo mi impaciencia, la Guía, siempre práctica, me sugiere: “Puedes reunirlos a todos!” Así que veo a todos mis seres queridos – más de una docena de parientes íntimos, más algunos queridos amigos – cenando juntos en una celebración grande alrededor de la gran mesa ovalada de mi hermano. Están llenos de risa, de alegría – y veo a la Luz que los llena a cada uno, hasta que están radiantes de felicidad, luminosos de Paz y de Bienestar… * VIII. MARTA Y LA RECONCILIACIÓN Hoy cuando fui a visitar a Marta estaba desilusionada y triste. Había tenido un mal día… “Que todo se termine rápidamente” me dice… “Solamente me estoy empeorando más y más. No temo a la muerte, pero ojalá que el sufrimiento se termine pronto!” Está tan cansada, sobrepasada de sufrimiento… Aunque su familia todavía pretenda que se pueda curar, ella está perfectamente consciente de que está muriendo. Le digo que yo creo que cuanto más se reconcilie con la vida y con los demás, más rápido y fácil va a ser… “Ah, quiero reconciliarme – me dice – pero hay tanta gente que viven lejos, que no pueden venir! Personas que a lo mejor lastimé por algún malentendido… Quiero que me perdonen, pero no pueden visitarme…” “Oh, no es necesario que ellos vengan aquí” le digo. “Y no tienes que preocuparte por ellos, eso es algo que ellos tienen que hacer. Te puedes reconciliar, con ellos y contigo misma, sin que ellos estén presentes.” “Lo puedo hacer mentalmente?” exclama, sorprendida y alegre. “Por supuesto,” le digo. “Te voy a ayudar.” Así que le leo la Experiencia Guiada llamada “El resentimiento”. Escuchando, me aprieta la mano, absorta de concentración… Queda aliviada y agradecida. Le digo que voy a volver para hacerlo nuevamente… Pero ahora está dolorida; haciendo una mueca de dolor, me dice que pronto va a necesitar el calmante. Así que me levanto para llamar a la enfermera. Alarmada, me agarra la mano, “No! Primero vas a leer la Ceremonia…”

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Le hemos estado leyendo la Ceremonia de Asistencia cada vez que la hemos visto durante las últimas semanas, y le encanta esta ceremonia breve. Así que tomo asiento de nuevo y leo, suavemente, conmovida por las palabras trascendentes…. “Los recuerdos de tu vida son el juicio de tus acciones. Puedes, en poco tiempo, recordar mucho de lo mejor que hay en ti. Recuerda entonces, pero sin sobresalto y purifica tu memoria. Recuerda suavemente y tranquiliza tu mente...” ..................... Y finalmente: “Estás reconciliada... Estás purificada... Prepárate a entrar en la más hermosa Ciudad de la Luz, en esta ciudad jamás percibida por el ojo, nunca escuchada en su canto por el oído humano... Ven, prepárate a entrar en la más hermosa Luz...” Como siempre, su cara está llena de una suave alegría. “Esas últimas palabras siempre me hacen tanto bien!” me dice. Nos abrazamos, le agradezco por estar conmigo, y me voy hacia fuera, hacia la tarde, llena de paz. * IX. LA GUIA Y LA PRISA Hoy estoy apurada. Tengo que meditar antes de que llegue el carpintero… Pido a la Guía que me ayude a hacer todo rápidamente. Y allí está, me doy cuenta, aún antes de que la llame. La reconozco de mi niñez – la sensación de confort y de bienestar que me da, que siempre ha estado conmigo, al fondo de mi ser, cuando la busco. Está tan cerca que usualmente no la noto. “Bueno,” me explica, “si fuera más obvia, te estorbaría…” Ahora me apuro a bajar la luz, a dejarla expandir dentro de mí, y en mi prisa, empiezo a divagar… Pero la Esfera llega a mi corazón a pesar de mi distracción. Agradezco ese fenómeno de la co-presencia – esa capacidad de la mente de mantener una dirección aún cuando, bulléndome por dentro, me toman las imágenes vagabundas… Quiero mandar la luz a mis seres queridos. Primero veo a Marta – cordial, llena de dignidad, bondad y suave alegría. Extiende la mano y la luz corre desde las yemas de sus dedos, encendiendo la Luz en sus seres queridos… Ahora traigo toda mi familia al Parque Memorial, nuestro lugar especial para picnics, debajo de los grandes árboles ancianos, las secoyas. Primero veo a la familia de mi hermano, del brazo, con humildad y temor reverencial por la belleza del lugar; y mis dos hermanas, y sus familias, los niños corriendo para encontrarse, saltando y corriendo de exhaltación; y ahora mis propios hijos, y sus seres queridos… y todo está bien... antes de que llegue el carpintero! * X. ROMPER LA CADENA El estado relajado del corazón es la alegría. El estado relajado de la mente es serenidad. El estado relajado del cuerpo es el placer. Hace algunas días fui a hablar con Alejandra, la hija de Marta, para ver si le podía ayudar a convivir con la enfermedad de su madre. Su prima, Claudia, la médica encargada del caso de Marta, estaba allí también. Me habían dicho que Alejandra casi nunca va a visitar

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a su mamá, aunque esta allí en la clínica la mayoría del tiempo, porque es ella que la dirige. Que muestra poco cariño hacia su mamá… Intuí que debía estar asustada. “Me acuerdo cuando mi propia madre casi se murió del cáncer,” le dije a Alejandra. “Sufrí terriblemente. Esta experiencia debe ser muy dura para ti.” Hizo un gesto de desesperanza. “Sí, estoy sufriendo… es muy duro,” dijo. Y me contó que se sentía torturada de resentimiento y de culpa, porque su madre la trataba como una sucia, hablándole cruelmente, mientras que a los demás los trataba con cariño. Yo empezaba a sugerirle que, a lo mejor, eso tenía que ver con que Marta se sentía más abierta con su hija – porque muchas veces nos sucede de maltratar a la gente más cercana, más querida, porque no tenemos tanto miedo de su rechazo… Pero me cortó: “Tienes que saber,” dijo, “que esta relación ha sido maldita desde el principio. De niña me trató mal, me hizo cosas terribles – mi prima lo puede corroborar.” Claudia asienta, agregando, “Hizo cosas a ella que nadie tendría que hacer a un niño. Siempre ha sido una relación de enojo y de lástima, desde el principio.” Así que, qué voy a decir?... “Ah!” digo, solamente. “Por supuesto que no hay culpa,” dice Claudia “Estas cosas vienen de muy atrás, probablemente de muy atrás en la familia. Alguien fue maltratado por sus padres y después reproduce el maltrato compulsivo con sus propios hijos… No es culpa de nadie. Pero siempre tenemos la oportunidad de romper la cadena.” Entonces me acordé de la experiencia guiada “El resentimiento”. Tengo una copia en el bolso, la que he estado leyendo a Marta, que quiso escucharla muchas veces… Se la doy a Alejandra, diciendo que a lo mejor le puede interesar y servir. La próxima vez que fui a visitar a Marta, me paré antes en el parque y pedí ayuda a la Guía para verla sin juzgar, para ver realmente quién es, su Luz. Entonces entré a verla, y me senté a su lado. Empecé a hablar de la reconciliación, preguntándole acerca de sus relaciones. Todo estaba bien con todos, me dijo, excepto algunas cosas viejas. Por supuesto que uno a veces hace cosas que resultan malentendidas, que hace que uno no se sienta bien… Podía ver la pena de esos hechos viejos en su cara. “¿Y los hijos?” le pregunté. “¿Todo bien con ellos?”. “Sí”, me aseguró… Y entonces, mirando a otro lado, me dijo: “Me tengo que reconciliar conmigo misma también. A veces he pensado en matarme a mí misma, cuando siento los dolores terribles. Y le he pedido a Dios que me perdone. Yo sé que no tendría que tener esos pensamientos, como de suicidarme, pero no lo puedo evitar. Y entonces me di cuenta que me estaba mintiendo, que realmente no quería que Dios me perdone, realmente quería morirme…” “Marta!” le digo, “Eso no es pecado, querer evitar el dolor! Yo sentiría lo mismo! Cualquier persona lo sentiría! Tienes que ser más suelta contigo misma! No tienes que sentirte culpable por eso, para nada!” “¿Realmente piensas que es así?” Sonriendo como una niña, me toma de la mano y la presiona. “A veces pienso que Dios me está tratando de decir algo, por darme tanto dolor… Antes de que me enfermara, no me interesó para nada la Luz, las cosas del espíritu… Pero entonces, un mes antes de que me entere que estaba enferma, sentí este impulso de asistir a las misas de curación, cada sábado – no podía dejar de ir – eran tan hermosas. Duraban cinco horas, y después, uno sale como nuevo… Y entonces empezaron los dolores…” Sentí que, aunque no hablaba de eso, quería profundamente reconciliarse con su hija… A la mañana siguiente, medité.

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Esta vez la expansión es más fuerte y la esfera más palpable que nunca – me acuerdo del comentario del Negro que las esferas son reales. La expansión de Luz fulgurante es como un destello atómico de pura energía positiva, hacia el infinito… Veo a Marta y a Alejandra, abrazándose de corazón a corazón, en una explosión de Luz… Cuando pregunto a mi Guía cómo las puedo ayudar, me dice que tendría que ir a ellas y sentarme con ellas para escuchar mientras hablan. Hablarle por teléfono a Alejandra y hacerle una propuesta, de arbitraje, como persona neutra. Decirle que en el fondo hay un amor profundo, aunque nunca se haya podido expresar – porque eso es el fondo de la humanidad y de la vida. Que es importante hablar, juntas, antes de que Marta fallezca. Con una tercera persona neutra presente, a lo mejor se puedan comunicar mejor. Ella ha cambiado, está cambiando, pero el hábito de la culpa es fuerte, “probablemente no quiera enfrentarla claramente y no se da cuenta concientemente de su comportamiento contigo, como tú te das cuenta”. La culpa es una resistencia fuerte. Pero con la presencia neutralizadora, suavizadora, de otra persona, quien realmente, en el fondo, es parte de ambas, y quien solamente quiere ver lo positivo, viéndolo latente, esperando la oportunidad de expresarse dentro de cada una – así un cambio positivo se puede manifestar. Esa mañana llamé a Alejandra, y ella pareció muy contenta de escucharme. Le pregunté si le había gustado la experiencia guiada y de corazón me dijo que le encantó. Entonces le expliqué mi idea, ofreciéndome como presencia neutra para ella y su mamá, y se puso muy contenta. “Por favor,” me respondió, “Necesito hacer eso, y no creo que lo pueda hacer sin ayuda.” Así que nos pusimos de acuerdo. Yo iría a la clínica en dos días, el sábado a las 10:00 de la mañana. Esta mañana pedí a mi Guía que me enseñe el arbitraje. Esto es lo que me dijo: “El arbitraje significa estar allí, escuchar, buscar lo mejor de cada uno, afirmando que todo lo que dicen esta motivado por el deseo de sobrepasar el sufrimiento, de reconciliarse. Hablar solamente si a uno se lo piden. Decirles antes que hay que hablar francamente, de corazón, sin esconder nada, para romper la cadena del resentimiento”. Llegó el sábado por la mañana, teníamos que viajar esa tarde. Me sentí como si estuviera empaquetando las cosas esenciales de mi vida, esta experiencia con Marta y su hija, en lugar de las valijas, a las 10:00 de la mañana… Llegue a la clínica, concentrándome en ponerme en un espacio de calma y de abertura, un espacio de Paz. Alejandra llegó más tarde, y mientras esperaba, meditaba… Me sentí dispuesta a escuchar, a ver lo mejor en cada una. Entonces llegó Alejandra, me abrazó, y se sentó en el escritorio. Parecía nerviosa. “Le has dicho algo a tu mamá acerca de nuestra conversación?” le pregunto. “No, nada…” y después confesó: “No estoy lista! Tengo miedo!” “Bueno, podemos esperar hasta que yo vuelva, en dos semanas. Eso me convendría a mí – y a lo mejor sería mejor – puedo hablar con tu mamá ahora para proponerle la idea también.” Ella quedó muy aliviada. Y me fui a visitar a Marta, para presentarle la idea. Después de todo, me había sentido un poco incómoda porque en nuestro apuro no le habíamos consultado por la idea. En nuestro apuro y en mi incomodidad por el prospecto de hablar del tema con ella… Marta estuvo encantada de verme, parecía muy en paz. Me senté a su lado y le conté inmediatamente lo que habíamos hablado con Alejandra, que su hija quería hablar con ella y que yo me había ofrecido para ayudar a que la comunicación se suelte. Que

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podríamos hacerlo en dos semanas, cuando volvería del Sur. Marta asintió sin hesitación, diciendo que sería muy bueno… Y así nos pusimos de acuerdo. Dos semanas. Hice la Ceremonia de Asistencia con ella una vez más, y como siempre se conmovió profundamente, transportada a un espacio de paz. Con cara luminosa me abrazó, y me despedí de ella. * X. LA MUERTE DE MARTA Hola amig@s, Hoy se ha resuelto una historia de angustia y reconciliación, una historia que me refuerza profundamente la fe. Apenas volvimos de viaje, nos enteramos que falleció nuestra amiga Marta, con quien estuvimos trabajando durante varias semanas con el Mensaje y sus Ceremonias. Es una maravilla lo que pasó. Se acuerdan que su sobrina, Claudia, una médica que participa en nuestras reuniones, nos dijo que su tío, el hermano de Marta, había muerto de la misma enfermedad - cáncer a los huesos - el año pasado, y que se murió con mucha desesperanza y sinsentido. Claudia había sido la única persona que se animó a quedarse con él, aunque no sabía como ayudarle. Así que cuando se enfermó su tía, ella buscaba desesperadamente algo que le permitiera una experiencia mejor. Entonces, poco tiempo después, vino con una amiga a la reunión nuestra. Y nos contó la historia de su tía - un caso de dolor agudo e insoportable, que no respondía ni a la morfina. Una historia de mucha desesperanza, mucha agonía. Además, la situación familiar de Marta, especialmente con su hija, fue bastante difícil, con mucho resentimiento, falta de comunicación, experiencias pesadas del pasado, mucha necesidad de reconciliación. Y Marta era muy católica, y por eso se sentía culpable, una mujer mala, cuando sentía el deseo de morirse porque estaba experimentando dolores muy agudos. Encima de todo, ella estaba muy sola, recibiendo pocas visitas. Así que con algunos amigos empezamos a visitarla; yo fui cada día, para aliviar su soledad. Le leímos la Ceremonias de Asistencia y de Bienestar. Le conseguimos un reproductor para escuchar CDs, para que pudiera escuchar las experiencias guiadas de El resentimiento y de la Configuración del Guía; y también música, para distraerse del dolor... A Marta le encantó el trabajo nuestro - cada vez que leí la Ceremonia de Asistencia se le transformó la cara, sonrió con tanta paz, aún si estaba dolorida en ese momento. Y la última vez, me dijo que con esa ceremonia el dolor que sentía en la cabeza desapareció. Siempre me dijo 'estas palabras tuyas me hacen tanto bien!'... y después de verla, nosotros también nos sentimos transformados, llenos de paz. La ultima vez que vi a Marta, hice las ceremonias de Bienestar y de Asistencia y sabiendo que yo estaba por viajar, me tomó las manos y me dijo, muy conmovida: 'eres mi mejor amiga, siempre me levantas el espíritu con tus palabras...' Eso me hizo sentir rara, no sabía como recibir esta suerte de veneración, así que finalmente le dije: 'Mira, lo que pasa es que yo pedí ayuda, y la recibí - y ahora quiero compartirlo!' Y me contestó: '¡Seguramente lo has logrado conmigo!' Habíamos planificado que cuando volviera, yo actuaría como intermediaria entre ella y su hija, para que ellas pudieran entrar en comunicación directa. Porque tenían una historia muy difícil entre ellas, y ambas querían de todo corazón reconciliarse. Así que me fui de viaje. Y cuando volví, me enteré que se había muerto. Me fui a hablar con su hija y ella me contó que había sido una experiencia muy difícil para ella, porque no había tenido la oportunidad de hablar con su mamá, como habíamos

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planificado. Durante muchas noches después de la muerte de Marta, ella había sufrido pesadillas terribles, soñando que estaba peleando con su mamá... Pero que, finalmente, la noche antes de que llegue de viaje, logró soñar que estaban juntas, en paz y tranquilidad... Entonces me di cuenta, y le dije a ella, que lo que posibilitó esta transformación tan importante era solamente su intención, su fuerte deseo de hacerlo. También me dijeron que cuando Marta entró en coma, y nuevamente cuando murió, le habían leído la Ceremonia de Asistencia, la ceremonia que amó tanto. Y me sentí tan agradecida, tan llena de humilde agradecimiento, por esta transformación tan maravillosa, tan bendecida. Doy gracias a los Dioses, a nuestro Maestro Silo por su Mensaje, a todos los Amig@s... Un gran abrazo, Trudi Richards. [email protected]

16. HUGO – Moscú EL VIAJE DE GALINA Hola Trudi! Qué buena idea la de trabajar con quienes asisten a moribundos. Personalmente, la experiencia que he tenido con un caso así me ha hecho descubrir entre ellos (médicos, enfermeras y voluntarios que atienden a enfermos terminales) a gente muy sensible, solidaria y especial. Y para quienes el Mensaje es una necesidad, a veces incluso, imperiosa. Además, claro, del enfermo y sus familiares; para quienes el Bienestar es un bálsamo y la Asistencia - el mejor regalo que podría hacerse a quien parte desde este mundo. Así fue con el acompañamiento a Galina, una señora rusa enferma terminal de cáncer que, como último pedido, sólo quería volver a su tierra. En las tres semanas que pasaron desde el momento de conocernos hasta el viaje, nuestras ceremonias y pedidos con Galina y su hijo en el hospital fueron respondidos con verdaderos milagros, gracias a los cuales logramos resolver situaciones que al presentarse parecían irresolubles. Primero, el acercamiento y reconciliación entre madre e hijo, enredados como estaban en una situación contradictoria que los hacía sufrir mucho a ambos. Y luego, logrando poner a favor a la gente necesaria, que al principio era totalmente escéptica, para que nos ayudara a realizar el viaje a pesar de las condiciones fisicas y económicas de la enferma, decididamente extremas. El consulado ruso, la compañía aérea, la agencia de viajes, el hospital, los médicos y enfermeras, todos finalmente hicieron su parte para que el viaje se concretara. Después de mucho hacer y pedir, en un momento en que ya parecía que nada iba a salir, de repente se abrió un dique. Y un río de compasión comenzó a correr, tocando el corazón de todos los que se cruzaban en el camino. Esto incluso fue mucho más fuerte durante el viaje mismo, las 24 horas de vuelo entre Buenos Aires y Moscú, en las que mucha gente, inesperadamente, se acercó a ayudar de una manera conmovedora. El viaje resultó realmente muy duro para el extenuado cuerpo de Galina. Ella dejó de respirar y continuó su viaje hacia la Luz, poco antes de que el avión llegara a Moscú. Terminamos la ceremonia de Asistencia en el momento mismo de aterrizar. Y el río de compasión, con todo su caudal desatado, no se detuvo. En el aeropuerto, con los

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médicos, policías, personal del aeropuerto y de la compañía aérea, y luego los familiares que la esperaban... todos, demostraron la mayor calidez y comprensión que uno pueda imaginar en una situación así. En definitiva, comprendí que había sucedido, milagrosamente, lo mejor que podía suceder. Ella concretó su último deseo - que su cuerpo descansara en Rusia. Y sus familiares pudieron darle un entierro digno en su patria (cosa que para ellos es muy valiosa). Sabes, fue, creo, la combinación más bondadosa y compasiva que podía haberse dado. Entre otras cosas, al evitarse todo el sufrimiento que podría haber provocado, en ella y en su gente querida en Rusia, el tener que sobrellevar por más tiempo ese estado terminal, extremadamente doloroso, en que se encontraba. Fue una experiencia muy significativa, que agradecí profundamente y que luego tuve oportunidad de compartir con otros médicos, enfermeras y voluntarios que trabajan con enfermos terminales. Muchos de ellos se llevaron el Mensaje, vaya a saber como habrá seguido y seguirá corriendo entre tantos... Decididamente, acompañar a un enfermo terminal es una experiencia muy profunda, buena para otros y para uno, que merece ser vivida por todos. Con el Mensaje de Silo, entre el corazón y las manos. Te mando un fuerte abrazo y los mejores deseos. Hugo. --------------------- LA DESPEDIDA DE SERGUEY 15-03-2005. Hola Amigos, Hoy a las 22 hs de Moscú (20 de Madrid, 16 de Buenos Aires) haremos una Ceremonia de Bienestar para nuestro querido amigo Serguey Semenov que fue internado en terapia intensiva neurológica luego de sufrir un derrame cerebral. Quisiéramos hacerle llegar nuestros mejores y más profundos sentimientos. Un fuerte abrazo para todos. ............ 21-03-2005. Hola Miguel Angel, Nuestro querido Serguey finalmente emprendió hoy su vuelo hacia la Ciudad de la Luz. Al leerle hoy la Asistencia, primero en silencio en la puerta de la sala de terapia intensiva y luego, a toda voz y todo corazón en un pasillo del hospital, sentí de pronto que el tiempo se detenía. Un rayo de sol atravesó el espeso techo de nubes invernales y se reflejó mil veces en la nieve blanca que cubría el parque, al otro lado de la ventana. Sentí entonces que era Serguey, en su despedida, regalándonos una oleada de chispeante felicidad. Le agradecemos profundamente por los inspiradores momentos vividos y todo lo bueno que aprendimos de él. Un fuerte abrazo.

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............ 25-03-2005. Hola Antonio, Fue una experiencia muy fuerte todo el día de hoy. Salimos a las 9.30 desde el Instituto de Latinoamérica, en un ómnibus del servicio fúnebre, con Boris Koval y científicos amigos del mismo instituto, Akop Nazaretián y nuestra amiga Anna Schkolnik, más Katia, la sobrina de Serguey. Con ella habíamos estado juntos ya el martes en el hospital, poco después de la partida de Serguey, con los trámites del caso. Donde también caminamos mucho hablando de él, del Mensaje y de las ceremonias: del Bienestar de despedida, que hacíamos esa noche, en simultáneo con amigos de varios países, y de la ceremonia de Muerte en el funeral. Hoy entonces, salimos desde el instituto hacia la morgue del hospital, donde algunos más estaban esperando y donde fueron los primeros discursos de quienes no seguían el resto del recorrido. No hubo ningún servicio religioso, ya que tanto los familiares de Serguey como Boris aclararon a la compañía fúnebre que Serguey era ateo, así que no se necesitaban servicio ni símbolos religiosos. Subimos después el féretro al ómnibus y viajamos un par de horas a través de Moscú hasta el crematorio. Allí se sumaron dos familiares más. Y, después de las muy sentidas palabras de despedida de Boris, Akop y Emil Dabaguián, hicimos la Ceremonia de Muerte. Fue una experiencia conmocionante. Los familiares conmovidos, y los científicos, claro que también, pero a la vez muy respetuosos y muy interesados en lo que se decía. Pasamos todos luego junto al féretro para la despedida final, antes de emprender la vuelta hacia el instituto. A partir de ese momento fue sorprendente la calidez que brotó en las relaciones, entre todos, incluso entre algunos presentes que antes no parecían tan cercanos. Como si de repente se hubiera abierto un puente, un espacio nuevo, de comunicación profunda, bondad y suave alegría, allí, incluyéndonos a todos. Y en la celebración recordatoria, ya en el instituto con mucha más gente, fueron muy significativos los testimonios y reflexiones acerca de la inmortalidad y la espiritualidad. Boris, por ejemplo, testimonió acerca de la profunda relación que viene desarrollando con su hermano... a partir de que falleció. Preguntándose entonces, reflexivamente, a partir de esas experiencias: “¿adónde está él... en mi imaginación solamente? ¿es ese recuerdo suyo en mí, esa presencia que me acompaña, un modo de inmortalidad?...” Además, claro, fueron numerosos y muy emotivos los recuerdos de la vida y obra de Serguey, incluyendo nuestra historia humanista común. Un momento muy especial fue cuando Tania Riutova recordó la etapa vivida con Serguey y Boris junto a todos nuestros amigos, desde 1991 en adelante: con el 2do. congreso de la internacional, el foro, el Honoris Causa de la Academia para Silo, los nuestros que vinieron en misión... Estaba muy emocionada Tania. Según dijo al despedirnos, la ceremonia le había tocado el corazón. En definitiva, Serguey al partir nos ha dejado un regalo maravilloso. Además de cuánto se han reforzado con esta experiencia los vínculos con nuestros amigos, siento que en las ceremonias compartidas se ha manifestado con fuerza, se ha corporizado por primera vez el Mensaje en Rusia, en medio de un grupo de gente especialmente sensible. Te mando un fuerte abrazo, Hugo. [email protected]

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17. SERENELLA - Milán Queridos amigos, Dado que varios de ustedes han contado sus experiencias con personas queridas, he decidido salir de mi timidez y contarles la mía. Hace más de dos años mi adorada mamá me dejó, después de un largo período de crisis depresivas, culminado con un intento de suicidio. Por fortuna no murió de eso, para mí hubiese sido verdaderamente difícil de comprender. Dos días antes a su desaparición, tuve unos sueños muy particulares, cosa que ya me había sucedido precedentemente con la muerte de dos amigos queridos. En aquel momento, creí que eran simples episodios. Esta vez los observé con mayor atención, dado que ya había tenido esas experiencias. Ella murió un martes. Estaba bien y debían enviarla nuevamente a casa desde el hospital donde estaba internada. Sin embargo, el sábado soñé qué debía hacer en su funeral, con todos los detalles: la ceremonia, el féretro, la cuenta del banco..... Y esto me hizo reflexionar. Coincidentemente, el lunes, pasaron por televisión la película “El sexto sentido”, que ya había visto anteriormente y la frase final del film, cuando el niño dice a su madre: ”la abuela (muerta) me ha pedido decirte que todos los días te ve ir a su tumba a preguntarle si está orgullosa de ti, y que su respuesta esta allí todos los días”. Esta frase me resonó por varios días. Esa noche hablo por teléfono con mi madre, que me pregunta si al día siguiente iré al hospital a verla y le respondo que iré alrededor de las 14hs. A la mañana voy a trabajar y en la oficina “siento” una voz que me dice continuamente “qué haces aquí, tendrías que estar en otro lugar”. Hacia las 10hs decido irme de la oficina, escuchar esa voz amiga e ir al hospital, acompañada de una extraña sensación de agitación que me asalta cada vez que algo está por suceder. Llego al hospital y ella estaba realmente mal. Para hacerme feliz hizo los ejercicios de rehabilitación y comió, pero estaba sin fuerza. Extrañamente, estaba sola en su habitación. A eso de las 14hs. me alejo para fumar un cigarrillo, pero ella con un filo de voz me dice: “regresa pronto”. Cuando regreso, con una extraña luz, ella estaba acostada, no se movía y me pide darle un beso. Decido dárselo en la frente que estaba luminosa, juro tenía una luz extraña. Luminosa, me toma de la mano y me dice: “recuerda que te quiero mucho”. Me siento a su lado y de memoria trato de hacerle la Asistencia, que había impreso y perdido, como frecuentemente sucede en estas circunstancias. Ella abre sus ojos en dos momentos y cuando me ve, sonríe. Aún con las sábanas sobre su cuerpo, ví dos latidos de su corazón y luego, el vacío. En ese momento sentí un estado de amor incondicional... como si un inmenso corazón naranja hubiese explotado dentro de mi corazón e iluminado todo mi cuerpo y este sol me invadió por un tiempo impreciso. En aquel momento ella partió.

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Despues llamé a los médicos, que le hicieron todo aquello que debían hacerle, pero ya estaba muerta. Estuve dos horas sola con su cuerpo en esa habitación. Poco después, cuando llegaron mis hermanos, nos catapultaron en el deber, decidir funeral, etc,etc. Pero, gracias al sueño, pude dar respuestas que de otro modo hubieran sido extremadamente dificiles. El funeral lo realizó un amigo suyo, sacerdote, al que le hice llegar nuestra ceremonia de Muerte. Después de su sermón personal, él hizo nuestra Ceremonia en el altar de la iglesia, delante de todos. Indicando, en el punto donde dice de no llorar los cuerpos, el féretro. Esto me conmovió profundamente. Una semana después, la única noche que logré dormir sola, ya que no querían dejarme a pesar de que yo sentía el deseo de estar sola, al amanecer estaba en semisueño, pero un semisueño extraño... extrañísimo. En un momento sentí una presencia detras de mí y una voz en el oído derecho que me pregunta “¿Cada cuánto tiempo querés que nos sintamos?”, y yo: “Todos los días” (recordando la frase del film que tanto me impactó por su significado). Era ella, sé que era ella... Un abrazo, Serenella. [email protected] 18. FEDERICA - Milán A veces quisiera haber sido hombre para ser amado por una mujer, como sólo una mujer sabe amar al propio hombre: estimándolo, sosteniéndolo, acompañándolo hasta el día mismo de su muerte. O quizás debiera decir que, a veces, quisiera haber sido mi padre para ser amado por mi madre, que lo ha estimado, sostenido, acompañado hasta el día de su muerte. Me acuerdo de mi padre, lo recuerdo en varias situaciones con sus miradas, sus palabras, sus juicios, sus reproches. Por ejemplo, recuerdo que cuando era pequeña, siempre tenía miedo de tener fiebre, porque él se enojaba y me decía que no me había abrigado bien; o que había transpirado y después bebido agua fría o cualquier otra falta. El hecho es que él se enojaba conmigo, no estaba orgulloso de mí, y yo sufría muchísimo. Yo quería ser la mejor para él, quizás una nulidad para el resto del mundo, pero la mejor para él... Quizás entonces un día, cuando hubiese crecido, el podía dejar a mi mamá y casarse conmigo.... Oh! sí, cuantas veces lo soñé... Otro dulce recuerdo de cuando era niña eran los domingos a la mañana. Papá trabajaba toda la semana y yo no lo veía casi nunca porque él se iba a la mañana muy temprano y regresaba tarde a la noche y yo ya estaba lista para irme a dormir. Pero nunca antes de cobijarme entre sus brazos mientras cenaba (quién sabe cuanto le pesaba sentada en una sola de sus piernas!). Recuerdo que cortaba esa manzana blanca y comíamos una feta cada uno. Les decía, que lo extrañaba tanto, que durante el día alzaba su almohada para olfatear su pijama, que olía a su colonia: il Menhem (no estoy segura que se escriba de ese modo). Entonces sí, el domingo a la mañana papá y yo salíamos juntos, íbamos a comprar el diario y luego a hacer un paseo para tomar un poco de aire. Y ese era nuestro momento, era mi momento, papá y yo; papá, yo y el diariero; papá, yo y las masitas... Y cuando regresábamos a casa, mamá siempre nos recriminaba porque ella ya había preparado

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una torta, o la habría podido hacer, “sin gastar dinero en esas porquerías que no se sabía, ni siquiera, quién las había hecho”. Luego, sin embargo, las devoraba junto con nosotros en pocos segundos. Mi papá me llamaba “mi belleza” aún cuando siendo ya un poco más grande hablábamos de política o de economía internacional. Mi papá me enseñó tantas cosas, tantas como el resto de los papás del mundo. Me enseñó de buen albañil a revocar una pared, a preparar la cal, a pegar el papel decorado en los muros; y también a andar en bicicleta, a hablar en su dialecto, a bailar el vals y los bailes sardos. Cuando después de dos semanas en el hospital, los doctores se encontraron con una mocosa de 20 años que los ponía de espaldas contra la pared, exigiendo saber; cuando me dijeron que tenía un “mesotelioma pleurico”, comprendí que todo lo que termina con “oma” no quiere decir “no se preocupe, en pocos días lo enviamos a casa sano como un pez”... Sobretodo cuando te lo dicen en un pasillo del hospital sin advertirte, y te recomiendan no decir nada a tu madre “porque es muy frágil y sería mejor tomarse un tiempo”; cuando te dan un año, un año y medio de expectativa de vida. No, no lo habrían mandao a casa sano como un pez, pero lo mandarían a casa de todos modos. Desde ese día pasaron casi dos años hasta que mi padre dejó el cuerpo que le era estado dado. Se fue de entre los brazos de su esposa, en su lecho, en el lecho donde concibieron a sus dos hijas. Se fue casi riendo... Yo trabajaba en una heladería y aquel sábado terminé mi turno a las 8 y, en vez de irme a mi casa, decidí quedarme en la casa de mis padres y ayudar a mi madre en la noche, para que durmiera al menos media hora cada tanto. Había llevado helado para mi papá, dado que ya no comía nada sólido. Lo encontré sentado en el comedor con varios almohadones detrás de la espalda, que mi madre cariñosamente le ponía para que no sintiera la dureza del respaldo en aquella zona de su cuerpo demasiado dolorida. Estaba semiausente, pusimos un cassette de música sarda y él seguía el ritmo con su pie. Le di dos cucharadas de helado que él apenas probó, quizás porque estaba frío. Quién sabe si sentía el sabor, mi mamá dice que lo comió para verme feliz. O tal vez, siempre para hacerme feliz, dijo que sí con la cabeza cuando, poniéndome delante de sus ojos le dije “ Papá, mirá que linda hija que tenés. ¿Estás orgulloso de mí?” Luego lo llevamos a la cama e hice las ceremonias. Una Ceremonia de Bienestar y una de Asistencia que habiamos leído juntos algunos días antes. Mi mamá estaba allí con nosotros. Unas horas después comenzó a delirar, llamaba a sus hermanos, a amigos de su pueblo, compañeros de juegos de cuando era niño; pero, sobretodo, llamaba a su padre y todavía lo escucho: “babbu.... babbu”. Comprendí que no pasaría la noche, y tambien comprendí que mi mamá y mi hermana aún no se habían dado cuenta. Las tres estabamos allí despiertas cuando alrededor de las 3 de la mañana se agravó todavía más, y su respiración se hacía cada vez más fatigosa. Pero el suero en su brazo aún corría y eso indicaba que su corazón aún latía y su sangre todavía oxigenaba su cerebro. Hacia las 5 de la mañana, la solución no bajaba más. Fui a la sala, fumé un cigarrillo y después de unos pocos segundos sentí un gran alivio....el corazón me explotó de alegría y alivio... era mi papá que se había liberado de aquel cuerpo tan pesado, enfermo, dolorido e iba hacia la Luz. De inmediato escuché a mi hermana llamarlo: “Papá, papá... papá...” y a mi madre “Angelo... Angelo”. Fui a la habitación y vi a mi madre que le ponía el respirador en un último y deseperado intento. Le dije de dejarlo en paz, papá ya se había ido. Tomé un espejo, lo puse debajo de su nariz y conteniendo llanto y gritos, con calma fui al teléfono y

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le avisé a la doctora. Mi mamá lo lavó, y juntas lo vestimos y sepultamos en su pueblo natal en Cerdeña, porque siempre nos decía que quería volver a casa. Ese cuerpo allí. Yo lo había amado tanto como amé a aquel hombre que lo usaba como prótesis en este mundo. Pero no, ese cuerpo no era mi padre. Mi padre no está muerto, vive en mí, en mis acciones. Vive cuando lucho para reivindicar mis derechos y los de los demás, cuando estudio y busco cambiar mi situación, cuando acompaño a mi madre al tren para ir a encontrarlo en el lugar donde creció, cuando camino por su pueblo, cuando cuido a sus hermanas, cuando voy a votar. CUALQUIERA SEA NUESTRA OPINION, NO LLOREMOS LOS CUERPOS. MEDITEMOS EN CAMBIO EN LA RAIZ DE NUESTRAS CONVICCIONES Y UNA CALMA Y SILENCIOSA ALEGRIA LLEGARA HASTA NOSOTROS. PAZ EN EL CORAZON, LUZ EN EL ENTENDIMIENTO. Federica. [email protected] 19. ANTONIA – Nápoles DIARIO DEL ALMA Marzo 1996 Estoy viviendo por un tiempo en la campiña, mucho silencio, mucha soledad, estoy haciendo un trabajo interno intenso y además estoy enamorada... por lo que me encuentro en una cierta condición de apertura. Tengo una imagen, que es más una sensación cenestésica que visual: Pasada la medianoche suena el teléfono, es mi hermana que me dice: “Antonia, ha muerto....” No alcanzo a comprender quién... Tres días después, a la una de la medianoche, suena el teléfono. Va a responder mi compañero... Es mi hermana que quiere decirme algo. Atiendo. Ella me dice: “Antonia, ha muerto... “ Le pido que espere un instante... me pongo un abrigo porque estoy temblando de frío. Y concluye: “Ha muerto Gino”, es mi cuñado, su ex-marido y padre de su hija. Gino era una persona muy sensible... en un tiempo estuvo enfermo de asma, pero hacía mucho que yo no tenía noticias de él, ni sabía de su enfermedad. Había muerto por shock anafiláctico. Solo. Y la emergencia médica no alcanzó a llegar a tiempo. Octubre – Diciembre 2002 Tengo otra imagen del mismo tipo; con una sensación particular que habitualmente acompaña a estas imágenes: Veo que mi padre se siente mal de noche y mi madre, al intentar socorrerlo, corre y se cae, rompiéndose algo. Veo a los dos en el suelo. Comienzo a quedarme con ellos de noche en la casa toda vez que puedo. No ha sucedido nada todavía, pero por las noches mi padre no se anima a dormir y llama a mamá. Frecuentemente me levanto, vamos juntos a la cocina, le preparo un té de manzanilla y le hago un poco de compañía. 10 diciembre 2002

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5.00 hs.- Estoy durmiendo. Me despierta el grito de mi madre. Mi padre se cayó mientras iba al baño y se rompió el fémur. 14 diciembre 2002 El padre de un par mío, con el cual estaba haciendo trabajo interno, sufre un derrame cerebral. La madre, al querer ayudarlo, cae y se rompe el fémur. Cuando él vuelve a la casa los encuentra a los dos caídos en el piso. Era aquella imagen que yo había visto... como si fuera sacada de un mismo cuadro. No pudiéndose operar del fémur por problemas respiratorios, para evitar el agravante de la internación, mi padre comienza a usar silla de ruedas. 10 abril 2003 Internado en un hospital, mi padre tiene una fiebre alta y entra en coma. Teniendo ya hecha la extremaución, algo me dice dentro que se recuperará... desde las 6.00 de la mañana hasta las 14 lo acaricio y le hablo al oído permanentemente. Le hago la ceremonia de Asistencia, pero no solamente... le comunico todo el afecto que siento por él y que antes no había podido expresar. Mi padre siempre había sido esquivo, casi cerrado, reticente al contacto y las manifestaciones de afecto. A las 14.00 sale del coma de un modo extrañísimo, casi repentino. En el lapso de media hora está al teléfono hablando con mi madre con voz clara y fuerte. Me ha sentido, seguro, porque le dice a mi hermano: “Pero Antonia está muy preocupada...” Desde aquel momento en mi padre se produce un cambio radical... se vuelve irónico, más tierno, más afectuoso, no del mismo modo con todos. Lo manifiesta con palabras y con gestos, hasta con alegría... A veces me llena de besos... me dice que cuando está conmigo está bien. Y no solo eso. Desde aquel momento es como si lo de aquí fuese sólo la mitad, entrando de a ratos en contacto con otra dimensión. Y esto se veía especialmente cuando se despertaba, en cualquier momento del día que se hubiese dormido. 26 junio 2003 Emergencia por fiebre y asma. Se duerme. En un determinado momento se despierta con un gesto lúcido de quien ha comprendido algo y dice: “Un apoyo! Se necesita un apoyo!”. Le pregunto: “¿Para qué se necesita, papi, un apoyo?” Me responde: “¡Para todos nosotros!” 27 junio 2003 A la siesta se despierta de un descanso y dice: “La tumba! No está la tumba!” Le pregunto por qué dice eso y me responde: “¡No hay nadie en la frontera!”. Después de media hora comienza a llamar a la madre, muerta hace tiempo. 2 julio 2003 Es de mañana. Con aspecto muy consciente le dice a Lucía, la enfermera: “Abre la puerta! Abre la puerta!”. “Qué puerta nono?”, le pregunta Lucía. “La puerta del Paraíso”, responde.

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5 julio 2003 En un momento, de noche, en el hospital, se despierta y comienza a hablar de modo incomprensible... está despierto y articula muy bien las palabras, pero es como si hablara en otra lengua... Luego poco a poco, con la luz encendida y la enfermera y yo al lado, comienza a hablar de modo normal... Como si poco a poco fuera volviendo al plano terrestre, como si viniera planeando desde otra dimensión. 6 julio 2003 Apenas se despierta me dice: “Voy a estar libre. Libre de estas dos cosas”. Le pregunto: “Pero ahora no eres libre?” Me responde: “No, libre como puedo ser... Voy a entrar...” Yo: “Dónde?”. El: “Voy a entrar en esta parte prohibida”. Yo: “Por qué prohibida?”. El: “No lo sé”. 12 julio 2003 Entra en reanimación. Los médicos salen de la sala diciendo que está en coma profundo (3,4 grado). Yo, en cambio, estoy segura que él está esperando para despedirse. Es como si estuviese en contacto con él, hay una certeza dentro de mí. 13 julio 2003 Hemos podido entrar solo a las 14.30. Hasta último momento los médicos continuaban diciendo que estaba en coma profundo, pero cuando entré mi padre me vio, me reconoció, reaccionó, comenzó a llorar. Le leí algo que había escrito para él, agradeciéndole todo lo que había hecho por mí. Y además le hice la Asistencia, con mis propias palabras. Después entraron mi hermano Mauricio y el tío Corrado, médico, que confirmaron que él los reconoció. 14 julio 2003 Ha estado todo el día sedado y en coma. 15 julio 2003 A la mañana reacciona un poco, respira con sus pulmones y está más despierto. 17.00 – Voy a una pequeña iglesia en la montaña a visitar a la Madonna di Castello, de la cual mi padre era devoto. Con mucho sentimiento le pido a su Madonna que lo ayude. Le pido también que me dé una señal de que me ha escuchado. Al poco tiempo, entra en la iglesia una paloma, hace mucho ruido con las alas y deja caer una pluma al lado mío. La tomo, agradezco y me voy. 21.00 – Reacciona... se despierta un poco. Cuando entro me ve, reacciona a las cosas que le digo... Le prometo que lo ayudaré. Me apreta la mano. 16 julio 2003

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Comienzo la experiencia de Fuerza con otras personas para ayudarlo a salir de esta condición. Somos 7. La experiencia es fuertísima. Siento que entro en sus pulmones y los animo, la respiración se hace más fuerte. Siento una gran conexión con su cuerpo. 17 julio 2003 14.30 – Le han sacado los tubos, está respirando solo... aunque se cansa mucho. No está muy presente... es como si estuviera preso de su cuerpo. Y hay un grave problema con el riñón, no funciona, no hace pis. 19.00 – Experiencia de Fuerza (somos 6): tratamos de visualizar el riñón pero es como si bloqueara el paso de la energía. 18 julio 2003 14.00 - En reanimación. Mi padre está sufriendo mucho, no se las arregla con la respiración ni con el riñón. Lo ponen en diálisis. 18.00 – Experiencia de Fuerza (somos 7): no logro llegar totalmente a él. A la noche lo entuban de nuevo. 19.00 – Vuelvo a la iglesia en la montaña. Me conecto muy profundamente. Pido ayuda para que mi padre deje de sufrir. Y pienso: “Si me han escuchado, alguien me llamará”. Al poco tiempo alguien me toca en la espalda. Había dejado las llaves del auto sobre el muro y me las están devolviendo. Siento que la gran fuerza que he percibido me ayudará, aunque sea a adormecerlo. Agradezco y me voy. 19 julio 2003 14.00 – Reanimación. Mi padre está durmiendo y a partir de este momento dormirá casi de continuo. 21.00 – Experiencia de Fuerza (somos 6): la experiencia es fuertísima. Me parece que entro en su espacio, como si entrara y saliera de alguna cosa, de un lugar en donde él está en ese momento. Especialmente hacia el final es fuertísima. 20 julio 2003 14.30 – En reanimación me dijeron que esa noche le han quitado los tubos. Es una alegría enorme, también porque ahora está respirando tranquilo. 21 al 23 julio 2003 Mi padre está cada vez más cansado. Está lleno de agua por los riñones. La diálisis lo cansa mucho, pero él parece dormido y no presente. Hoy realizaremos la experiencia de Fuerza. 23 julio 2003 21.00 – Comenzamos la experiencia de Fuerza. Siento dentro mío una extraña sensación de alegría. Durante la experiencia siento una sensación de gran liviandad... la energía se desplazaba desde la cama hasta el techo...

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Luego me imagino ser un niño pequeño, una especie de correcaminos que entra en el cuerpo de mi padre y saltando alegremente le hace una limpieza por dentro. Al finalizar la experiencia siento esa alegría extraña que me llena. Estoy segura que esa noche mi padre, o desbloquea el riñón o muere. Esta sensación continúa hasta las 24.00. Luego de esto comienzo a sentir por dos horas una sensación de sofocamiento. A las 2.00 me quedo dormida. A las 4.00 me llaman del hospital para decir que mi padre ha muerto. Pido que me den la cartilla de la Sección para saber qué ha sucedido aquella noche: A las 21.00, mientras experimentaba aquella sensación de alegría, la presión de mi padre comenzaba a descender, y tal vez registraba esto como un desmayo, como andar sobre las nubes. A las 24.00, cuando había sentido el sofocamiento, mi padre había tenido una crisis respiratoria y fue entubado. A las 2.00 cuando me quedé dormida, él entró en coma profundo. Murió a las 4.00. En la mañana, veo bajo el ataúd, que estaba colocado sobre una tabla, una energía en forma de zig-zag de colores rojo y violeta azulado. Dos días después, me despierto en plena noche. Dormía entonces en la campiña, con la ventana abierta. Me desperté porque mi compañero me llamó y era como si la mitad de mí estuviera en alguna otra dimensión... desde la ventana sentía claramente, en medio del silencio de la campiña, una música celestial. Sentía que estaba todavía en contacto con él. Lo extrañaba mucho. Lo buscaba siempre adonde estaba su cama. Luego de un mes, en ocasión de su funeral, escribí un texto para él, el cual leí en la iglesia donde se desarrolló el funeral. Lo imprimí sobre un pergamino y lo regalé a los presentes al final de la ceremonia. Durante su lectura sentí que la Fuerza crecía dentro de mí, la sentí fuertísima: Para Papi Umberto Hay padres que son padres, papas que son papas y papis que son papis... ...tú has sido y serás para siempre nuestro PAPI! Te has ido de la vida pero no de nuestra vida! Estarás siempre en nuestro corazón, papi con el recuerdo de ti como un hombre simple y honesto y con el recuerdo del gran amor que has vivido para tu familia! El amor que tú has dado, no ha muerto contigo: vive en nuestro corazón, en nuestra conciencia!

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El amor mantendrá unido lo que la muerte ha separado y...

“...sé muy bien que en algunas noches diáfanas de su cielo estrellado sigue haciendo las preguntas que yo no supe responder:

“¿Cuál es nuestro Destino después de todas las fatigas y de todos los errores? ¿Por qué al luchar contra la injusticia nos volvemos injustos? ¿Por qué hay pobreza y desigualdad si todos nacemos y morimos entre rugido y rugido? ¿Somos una rama que se quiebra, somos el lamento del viento, somos el río que baja hacia el mar?... ¿O somos, tal vez, el sueño de la rama, del viento y del río que baja hacia el mar?” ¡Chau Papi! Regálale Señor a su Espíritu, el eterno reposo! (Creo que es muy importante en este momento llegar a expresar aquello que uno tiene adentro, aún mejor si se logra hacer de un modo poético, sin ninguna vergüenza. Pero lo más importante, creo, es agradecer a quien parte por todo aquello que ha hecho en esta vida y darle ánimo a su gente más próxima - familiares, amigos...- para seguir adelante). Desde aquel momento, cuando volvía a casa, ya no miraba más la cama. Estaba segura que el estaba en otra parte... muy cerca de mí. Desde aquel momento no me sentí más sola. Muchas veces lo he llamado, he recordado los momentos bellos que habíamos pasado juntos, a veces le he pedido Ayuda y era como si todo lo bello que había sucedido entre nosotros me volviera ampliado con bienestar y ayuda. Una vez, he sentido que me indicaba la luz azul como un camino a seguir. No tengo idea ahora de qué puede significar. De todos los otros fenómenos, en cambio, le he hecho las preguntas y he recibido las respuestas. 21 diciembre 2003 Aquella noche mi madre se va a la cama, cansada, a las 20.00. En aquel tiempo la onda de choque de la muerte de mi padre la invadía todavía y estaba inmersa en una enfermedad grave, tanto que desde la muerte de él los médicos le daban no más de un año de vida. Alrededor de las 22.00 veo salir de su habitación una luz azul. Pienso que tal vez se había despertado y había encendido la televisión. Me acerco a su dormitorio, la luz desaparece y veo que mamá está durmiendo profundamente. Siento que algo está sucediendo... Aquella noche mi madre entra en una suerte de coma hepático. Luego de varios lavajes se restablece a las 13.00 del día siguiente. A la noche, muy preocupada, mi madre me dice que había tenido un sueño aquella noche... que mi padre había ido a buscarla... así él le dijo... Tenía la fuerte sensación de haberse encontrado con él... y lo decía con mucha convicción, como cuando se tiene el registro de que no ha sido un simple sueño.

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Abril 2004 Estoy en Roma en un seminario del Movimiento y veo nuevamente una imagen interna. Siento que mi madre no está bien y siento una voz que dice: “dos meses”. Me llaman de Nápoles avisando que mi madre está mal. En realidad mi madre vivirá ahora dos meses en condiciones casi normales, hasta junio, luego dos meses más en el hospital y en terapia intensiva. Desde junio hasta agosto mi madre entraba frecuentemente en coma hepático. Al comienzo de esta serie quise invitarla a llamar a su Guía, seguramente una Madonna, pero no sabía cuál era la suya en particular. Hice una experiencia de Fuerza y con muchísima intensidad hice el Pedido, de ser ayudada en esa búsqueda. Sentí una voz clarísima que me dijo: “La Madonna de Pompeya”. Cuando hablé con mi hermano le conté de la Madonna de Pompeya. Y él me dijo que, cada vez que salía hacia Milán, ella le daba una estampita de esta Madonna. ¡Había recolectado un montón! Abrió los cajones de mamá y lo confirmó... Había una cantidad de rosarios de oraciones e imágenes de la Madonna de Pompeya. Desde aquel momento le comienzo a leer sus oraciones al oído y le sugiero llamar a la Madonna de Pompeya. Además de hacer la experiencia de la Fuerza, sola y con otros, para enviarle bienestar. Y de tanto en tanto, intento hacerle la ceremonia de Asistencia, pero con palabras que a ella le resuenen. Ha sucedido frecuentemente que, mientras yo estaba en el hospital con ella en coma, la gente de mi Consejo que se encontraba en Africa estaba haciendo la Experiencia de Fuerza. Yo le ponía la mano sobre la frente, para trasmitirle la Fuerza, y ella al poco tiempo se despertaba. Finalmente, entró en coma profundo... Sabía que era el fin... pero ella resistía. Era el tercer día con el riñón bloqueado. Tal vez esperaba a mi hermano que llegara. A mi madre le había gustado siempre bailar, pero no lo había hecho más porque era una mujer a la antigua. Me acosté junto a ella y le dije: “Mamá, siempre has pensado en nosotros, toda la vida... ahora no te preocupes de nosotros, piensa en ti misma... Mira bien, que en alguna parte hay una luz... A ti te ha gustado siempre bailar. Ve, sumérgete en esa luz, baila dentro de ella; finalmente baila, finalmente piensa en ti.... libérate, sumérgete en ella”. Luego de diez minutos había muerto, con una sonrisa franca y pícara en el rostro. Yo le apreté la mano y en los últimos instantes le dije: “Brava, brava... ve, ve”. Desde entonces, cada vez que llamo a mis padres durante la experiencia de Fuerza, siento un calor en los brazos. Mi padre del lado izquierdo y mi madre del derecho. Y no siento más la soledad que me acompañó durante 43 años. La muerte, me ha hecho ver de otro modo la Vida... he saboreado la dulzura de la muerte, del saludarse, de la importancia de estar en armonía con el otro. Después de estas experiencias he comenzado a ver mi vida de un modo nuevo. He sentido la necesidad de reorganizar mi vida y mis ámbitos, de lograr en cada cosa que hago un registro de unidad, no obstante la fatiga... Y, sobre todo, he sentido la necesidad de relaciones “sanas”...

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Quisiera decirle, a quien llegue a leer estas páginas hasta el fin, que no ahorre esfuerzos. Acompañar a una persona que muere es un gran regalo, que vuelve multiplicado a quien la acompaña. Antonia. [email protected] 20. CECILIA - Florencia El motivo de mi repentino viaje a Chile fue el empeoramiento de la salud de mi padre. El cáncer estaba avanzando rápidamente, a pesar de la tregua que le había dado por 2 años. Todo el tiempo que pasé con él estuve preocupada en resolver cosas prácticas. No obstante, mi interés principal era ayudarlo internamente. Fue muy difícil, ya que, por una parte estaba la urgencia del tiempo. Yo sabía que el tiempo era poco, porque tenía que volver a Florencia dentro de un mes más o menos, y por otra parte afloraban las viejas tensiones entre padre e hija. A pesar de todas estas dificultades y gracias al apoyo incondicional de los nuestros, mi padre y yo pudimos acercarnos a los temas importantes. Poco a poco comenzamos a hablar del tema de la muerte y de nuestras creencias respecto a ella. Mi padre afrontaba el tema con mucha más tranquilidad que yo. El contacto cercano de mi papá con el Movimiento iniciado un año y medio antes, el viaje a Punta de Vacas y las largas conversaciones con mi pareja, mis pares, mi orientador y otros amigos habían dejado ya una semilla que germinaba en él. Recuerdo que un día me dijo: “yo no estoy muriendo, es el envoltorio que está muriendo” refiriéndose al cuerpo. Cuando la situación estuvo más o menos organizada, después de un mes y medio, llegó el momento de volver a casa. La despedida fue breve y con algunas imágenes a futuro como su eventual viaje a Italia cuando estuviera un poco mejor. Después de algunas semanas mi orientador me escribe y me cuenta que el papá había comenzado a hablar con él y con Rodrigo (mi sector apoyo) de sus temas pendientes y que estaban trabajando con el tema de la reconciliación. Al hablar con mi padre por teléfono, me dijo que le preocupaba mucho que yo estuviera triste por su muerte, que eso lo complicaba. Me sugirió leer el “librito blanco” que yo le había regalado (refiriéndose al Mensaje), porque en él se explicaba claramente qué sucedía con la muerte. Me sugirió también leer El Camino, porque lo encontraba muy inspirador. Me emocionaba mucho ver la Fe que el papá ponía en nuestros temas, una Fe mucho más grande de la que he tenido yo en algunos momentos. Una semana después, mientras esperaba el autobús para volver a mi casa, Olivier me llamó para decime que papá había partido. Mi amiga Rosita estaba ahí con él, con nuestro médico Nano, que oportunamente le había dado una medicina para calmar el dolor, con Dario, y con Lili, Byron y Germán, su familia “adoptiva”, con quienes compartió sus últimos años. Rosita había llegado a tiempo para tranquilizarlo, diciéndole que todo estaría bien, que sus seres queridos estarían bien. Y también para acompañarlo varias veces con nuestra Ceremonia de Asistencia. Lo fue guiando por el paisaje allí descripto con toda la suavidad y dulzura que la Rosita sabe entregar, mientras Dario sugería que le ayudara a conectar con la Fuerza. Fue así que mi papá Iván abandonó su cuerpo con una sonrisa en su rostro.

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Cuando llegué a casa para llamar a Rosita, el papá hacía muy poco que se había ido. Decidimos acercarle el teléfono al oído y comencé yo también a hacerle la Asistencia. Me fui relajando mientras iba tomando un contacto muy fuerte con él y con lo que se estaba produciendo en ese momento. Cada frase de la Ceremonia resonaba en mi corazón, sobre todo porque sabía que él podía reconocer el recorrido que le estaba describiendo, un paisaje en parte aún desconocido para mí. Llegué al final de la Ceremonia con un registro de Fe en que él estaba bien y de agradecimiento profundo, el que me acompaña todavía cuando me conecto con el recuerdo de esa situación. El día después se hizo el funeral, que tuvo una misa (mi familia es católica) y luego nuestra ceremonia de Muerte en el cementerio, que dejó a los allí presentes un hermoso clima de Paz. Algunas ancianas tías de mi padre preguntaban a otros parientes “de dónde era ese texto tan lindo…” y, al momento de la salida del cementerio, los nuestros comentaban de estos parientes curiosos que preguntaban “quién es Silo…”. Cuando pienso en esta situación una sonrisa me brota inmediatamente, como si lograse percibir por momentos la ilusoriedad de la muerte. Cecilia Fernández [email protected] 21. SOLEDAD - Santiago Sobre la asistencia que dí a mis padres en el momento de su muerte. Fue un día de otoño muy frío, una tarde en que con una amiga salimos a concretar un espacio para el intercambio entre artistas, poetas y cantores humanistas. Cuando veníamos de vuelta en su auto, entró un llamado a mi celular. Era Patricio, mi pareja, quien me dice que tiene una mala noticia: me cuenta que mis padres han tenido un accidente, los han atropellado y han muerto... Mi asombro fue tan grande que no le quería creer, pensando que era un broma de muy mal gusto.... Pero, sí, era cierto. Así que nos dirigimos hacia el lugar, mientras trataba en vano de ponerme en contacto con mis otros hermanos y hermanas por teléfono. La intensidad de lo que registraba mi cuerpo es difícil de describir, mi pecho ardía como fuego. Entonces recibí el llamado de un querido hermano (con el que por meses estuvimos dando asistencia a moribundos en un hospital de esta ciudad); escucho su voz, muy calma y suave, que me recuerda que “será muy importante acompañarlos y guiarlos hacia la luz” y “que esté muy tranquila”... Su llamado me hace volver en sí y me tranquiliza, siento que me voy hacia " adentro", a un lugar de mí misma donde encuentro un estado de Paz. Llegando al lugar miro alrededor y hay un sinnúmero de autos, mucha gente agolpada en las veredas, auto patrullas con alarmas encendidas. Me bajo. Allí hacia el costado izquierdo está el auto rojo, y en el techo los anteojos de papá (entonces comprendo que él está ahí todavía). Y a la derecha veo un tul azul cubriendo el cuerpo de mi mamá. Un primo, el mayor,se hace cargo de la situación, mientras la policíа acordona el lugar. Converso primero con mi primo, al cual le pido que por favor se vaya y me deje a mí en su lugar, que yo necesito estar a solas con ellos y evitar que la policía nos eche a ambos.

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Me acerco a mi mamá y cuando estoy por verla, un policía me dice que yo no puedo estar allí y que no puedo tocar los " los cuerpos", ni nada y que debo abandonar e irme... En ese momento sentí una Fuerza que venía desde muy adentro, una convicción total de que nadie me sacaría de allí, una Fuerza vital imparable! Entonces con mucha calma y firmeza le dije al policía : "Aquí están mi papá y mi mamá, este es mi territorio. Así que le pido que Ud. se retire y me deje estar con ellos”. A lo cual él accedió inmediatamente. Sentí esa fuerza de la naturaleza, que a su paso no encuentra resistencia... eso sentía en mi interior: un registro de certeza total. Así, me volví a arrodillar, para encontrarme con mi mamá. La miré dulcemente: allí estaba, tendida sobre el pavimento, como durmiendo su siesta.... Me pareció por un momento que sólo dormía. Y la acaricié, la acaricié y ví que su frente tenía un poco de sangre, entonces sentí un dolor tan hondo, un dolor tan grande, que tuve que dejarla por un rato y me senté cerca a sacar ese dolor de mis entrañas. Y por no sé cuanto rato estuve sacando ese dolor que nunca antes había sentido.... Hasta que por fin, me sentí calma y reconfortada. Y en ese momento, en un estado de completa paz interior, me imaginé una esfera grande y luminosa que nos incluía a los tres. Fue un momento Sagrado, algo indescriptible, había un afuera y un adentro y forjamos nuestro templo, nuestro lugar íntimo y protegido. Entonces, me acerqué nuevamente a mi mamá y le dije que este era el momento de su partida, que ahora iba a hacer el viaje más hermoso de toda su Vida (ella era una gran viajera y aventurera); que este sería el viaje más lindo que nunca antes había hecho; que ahora iba a un lugar donde se encontraría con sus seres queridos, con su madre; que habrían jardines y flores y fuentes de agua y gotitas de cristal... Que ahora iba a la Ciudad de la Luz; que yo y mis hermanos la amabamos más que a nadie en este mundo y que estabamos muy agradecidos por todo lo que nos había entregado! Y así, entre complicidades y risas, le fui contando que también el papá se iba con ella, se iban juntos, como siempre lo quisieron, irse juntos. Luego que sentí que mi mamá me había escuchado, tuve la urgencia de ir a ver a mi papá. El estaba dentro del auto y no podía más que tocarle un poco a través del vidrio de la ventana. Así, muy conmovida al verle, le recordé que no estaba soñando, que no creyera que este era un sueño, que este era el momento de su muerte, que estaba muriendo. Y le decía: ¿te fijas, papá, que no es terrible ni doloroso, como tú pensabas? Entonces lo invité a recordar las mejores acciones de su vida, a recordar todas las buenas acciones que hizo por otros; le recordé y le manifesté lo muy buen padre que fue con nosotros, le recordé su bondad infinita, mientras me callaba, para dejarlo tranquilito elaborar sus contenidos. También le conté que la mamá, el gran amor de su Vida, se iba junto con él y le dije que ahora era su tiempo de liberación, que ahora tenía que irse y focalizarse hacia la luz, sin perderla de vista, ir hacia la Luz... Luego lo sacaron del auto y pedí que lo pusieran cerca de la mamá. Y así, durante un tiempo indefinido y eterno para mí, estuvimos los tres juntos, antes de su partida final. La Paz y la energía que nos unía en ese momento era ese fuerte motor que es el Amor. Por 12 años consecutivos (mientras estaba fuera de Chile) pedí a mi "Guía", recurrentemente, estar ahí presente, acompañando a mis papás, en el momento de su partida. Somos 7 hermanos y la única que llegó ese día fui yo. Por lo tanto, hay algo muy grande y potente en eso... Soledad Antúnez [email protected]

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22. EMMA y GODI – San Francisco Extractos de cartas intercambiadas por Emma Ortega, Godi Gutiérrez, Karen Rohn y Silo después de la muerte de Love, hijo de Emma y Godi, quien se suicidó a la edad de 29 años. De Karen – Querida Emma, Gracias por tu hermosa carta. No tengo idea de lo que debes experimentar con la partida de Love, pero tu carta tiene un tono que es muy suave. Estos tipos de "encuentros" con seres queridos en nuestros sueños, experiencias guiadas y transferencias son muy saludables y son signos de reconciliación interna y de cercanía. Me acuerdo de la muerte de mi abuelo. Fue una persona muy importante para mí, y éramos muy cercanos. Por muchos años no podía creer que él no estaba aquí en "forma física." A veces me iba al teléfono para llamarle y entonces me acordaba que no podía llamarle, que él no estaba "aquí" aunque lo sentía "aquí." Siempre lo he sentido muy cerca de mí, aún después de su muerte. Es como si sólo su forma física se hubiera ido, pero él nunca me ha dejado. Me acompaña en mi vida y aprecio su presencia. Tenemos una amiga en el movimiento, en Brasil, cuyo padre murió recientemente. Ella le preguntó al Negro como podía re-contactar a su padre porque sentía que tenía cosas para decirle. El recomendó algo que siento es muy especial, algo que a lo mejor un día quieras hacer. Le dijo algo así… que vaya a un río, a un lugar muy pacifico y hermoso, con el sonido del agua corriendo, donde se sienta relajada y bien. Una vez allí, sola, "llamar" a su padre, convocar su presencia. Cuando se sienta en contacto con la presencia de su padre, decirle todo, en voz alta, todo lo que sintiera que todavía tiene para decirle, tranquila y completamente, expresándose desde el amor que siente por esta persona tan especial. Cuando se sienta ya tranquila por dentro, entonces agradecerle… Una suerte de ceremonia que uno puede hacer por uno mismo y por el otro. Leyendo tu carta me acordé de esto y quería contártelo. Te mando un gran abrazo. Karen -- De Godi – Querida Karen, Disculpa el retraso de esta respuesta, pero estábamos observando las repercusiones de la ceremonia que hicimos al lado del río como sugeriste. En realidad fuimos hace tres domingos. El lugar se llama Putah Creek, y está ubicado en las colinas al pie de la Sierra Nevada. Es un riachuelo que alimenta un lago con la nieve derretida de las montañas. Es un hermoso riachuelo de unos 20-25 metros de ancho. Lo que el lugar tiene de lindo es que allí exactamente Love y su amigo Aron iban para pescar por años; y Aron nos dijo que Love realmente amaba este lugar…

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En todo caso, fuimos con Emma al riachuelo y, cuando llegamos a la ribera, caminamos en direcciones opuestas. Aunque la temperatura ambiente era cercana a los 32ºC ese día, cerca del río estaba muy agradable: 20ºC, por el agua fría y por los árboles y la vegetación en la ribera. Empecé a llamar y hablar a Love en voz alta. Sentí inmediatamente su presencia y lo sentí justo atrás de mi, casi al lado. Sentí sus manos en mis hombros y comencé a decirle cosas que había planificado decirle por años, pero que nunca había tenido la oportunidad de decir. También le pedí su perdón (más tarde, también me perdoné a mí mismo). Para terminar, hice la experiencia guiada que escribí cuando se murió mi madre hace más de tres años. Por supuesto, lloraba a lo largo de toda la experiencia. También lo sentí besarme en la mejilla, como siempre hacía al saludarme. Después, Emma y yo hicimos un breve intercambio y salimos del lugar. En camino a casa, nos pusimos de acuerdo para volver a ese río con Lorena. Esa noche, trabajando en mi computadora, un instante de recuerdo de Love provocó un breve pero intenso momento de alegría interna dentro de mí, lo que se repitió por varios días. Puedo decir, definitivamente, que ahora entiendo el sentido de la vida de mi hijo, y también el sentido de su muerte, aún cuando las palabras no puedan explicarlo. Y no hay necesidad de hacerlo. Todo lo que puedo decir es que me siento tranquilo, y doy gracias por haber tenido la oportunidad de ser su amigo y su padre. Muchas gracias por sugerir esta ceremonia. Hasta la próxima, un cálido abrazo… Godi -- De Karen – Querido Godi, Gracias por compartir conmigo tan hermoso encuentro con tu hijo y contigo mismo… Parece que esta ceremonia provee una vía para reconciliarse y sentirse en paz con situaciones que necesitan una forma de salir de nuestros "canales normales" para conectar con una experiencia mas trascendental. Estoy muy feliz por ti y Emma y Love… Un gran abrazo, Karen -- De Silo – Hola Godi. Esperamos que Ema y tú reciban las condolencias de Ana Luisa y mías por la desafortunada desaparición de vuestro hijo. Quisiera enviarles una reflexión que se refiere a la situación en la que estaba Love desde hacía mucho tiempo... él estaba enfermo y no parecía posible su recuperación. Siempre

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este desenlace es una gran desgracia, pero tratándose de una enfermedad de ese tipo no podía evitarse algo así, aún cuando se le diera toda la atención y cuidados del caso. Todo depende ahora de las particulares creencias que tengan ustedes dos con respecto a la muerte y a la trascendencia. Por lo que a mí respecta, creo que luego de lo que ha pasado, él puede encontrar un camino que estaba perdido en su mente. Además, pienso que unos buenos pensamientos y un esfuerzo por lograr el estado de reconciliación interna serán para los que quedan acá y para quien se ha ido, la mejor de las actitudes mentales. También dirijo mis mejores imágenes hacia Love. Un cálido abrazo, Mario. -- Esta mañana al levantarme, tuve una comprensión y me sentí inundado de alegría. Me di cuenta que los que buscan la verdad interna definitivamente la van a descubrir; que los que buscan lo Sagrado dentro de sí mismo seguramente lo encontrarán; que los que rechazan la violencia en esta vida lograrán la paz eterna en la próxima. Ahora no tengo duda que Love dejó este mundo porque estaba demasiado violento para él, y que ahora está en camino a la vida de la paz eterna. Paz en el corazón, Luz en el entendimiento! Godi. [email protected] [email protected] 23. PETER – Amsterdam. Mis experiencias con el acompañamiento a mi padre enfermo, hasta el momento de su muerte. A lo largo de un período de un año y medio acompañé a mi padre en el proceso de enfermedad que llegó hasta su muerte en la madrugada del 1 de agosto 2003. Era mediados de julio cuando llegué para pasar el día con él. Estaba con clima de urgencia. Me dijo que me sentara, porque tenía que contarme algo importante. Dijo que ya se lo había contado a mi hermana mayor y que iba a contármelo y también a mi otra hermana, pero que quería hacerlo con cada uno en forma separada. Y empezó a hablar. Me contó, con mucha emoción, reviviendo con toda la emoción de entonces, la historia de cómo fue acusado falsamente, y encarcelado, y todo lo que pasó. Lo hizo con tanta intensidad, reviviendo todo, que me impactó profundamente. Y comprendí que ese era el gran secreto que tenía que compartir y expresar antes de poder morir. Yo conocía la historia, pero sin esa parte emotiva, sin ese gran sufrimiento que le había causado y que había llevado consigo durante toda su vida. Estuve llorando internamente por él, por el daño que le habían causado, y también por la gran dignidad con la que había llevado consigo esa herida profunda durante toda su vida... y sin resentimientos, sólo dolor. Vi y sentí en ese momento cómo era la esencia de mi padre, vi y sentí su alma y su espíritu. Vi una persona limpia, herida pero muy limpia, que finalmente había logrado

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expresar sus emociones dolorosas más profundas. Y vi también cómo se estaba liberando de este gran peso. Y me sentí feliz por él. Me dijo que todavía faltaba mi otra hermana, que vendría la semana siguiente a su cumpleaños, y entonces tendría el momento para contarle todo a ella también. Me pidió que nunca hablara con otros sobre lo que me había contado. Y mantengo mi promesa, porque fue su confesión a sus hijos, que era lo único importante. Vi cómo se distendía internamente y me di cuenta cuánto le había costado llegar a contar esa parte de su vida. Cuánto tiempo le había tomado llegar a sentirse capaz de sacar ese gran secreto afuera. El último cumpleaños El día 18 de julio 2003 fue su último cumpleaños. Estuvimos todos en casa de mis padres. El ya no podía hacer ni decir mucho y mantuvimos todo muy calmo y agradable para él. Fue tambien el dia en que Lory, yo y nuestras dos hijas, comenzábamos nuestras pequeñas vacaciones anuales de una semana en el sur de Holanda. En la tarde, mi padre estaba tan cansado que decidió irse a la cama. Una cama de hospital que había sido instalada desde hacía varios meses en el dormitorio de mis padres. Fue también el momento en que Lory, las dos nenas y yo quisimos despedirnos para ponernos en viaje hacia el sur. Fui al lado de su cama y me dijo que no me preocupara por él, que quería que tuviéramos una linda semana de vacaciones, que él estaría bien. Claramente, no quería que me fuera preocupado. De todos modos, acordé con mi hermana mayor estar en contacto cada día. Mi otra hermana decidió quedarse con mi mamá algunos días más. Dos días después, el domingo, me llamó mi hermana mayor diciéndome que papá había decidido dejar de tomar sus medicinas y dejar de comer. Y que ese mismo día le habia preguntado a mi madre si ya podía partir. Ella le había respondido que sí, que no tenía que preocuparse por ella, que estaría bien. Entonces mi padre se metió en su cama y ya no se levantó más. Yo mantuve un contacto diario e hice dos veces un trabajo de enviarle mis mejores sentimientos de amor. En estas experiencias experimenté una gran compasión, quería bañarlo en Luz. Tambien pedí, con mis sentimientos más profundos, por la protección de su alma. Y en esos momentos vi varios seres alrededor de su cama, que me dieron la certeza interna que él estaba protegido y en buenas manos. Al mismo tiempo sentí, en estas experiencias, su sufrimiento... querer irse y no poder hacerlo... Quería ayudarlo, enviándole suaves olas de bienestar y paz. El viernes 25 de julio decidí que era el momento de volver a la casa de mis padres. Dejé a Lory y a las nenas en casa de la madre de Lory, que estaba cerca de nuestro lugar de vacaciones. Mi hermana menor había decidido quedarse todo el tiempo con mi madre, así que cuando llegué la encontré en casa. De inmediato fui a ver mi padre y lo encontré muy debilitado. Casi no podía hablar. Le costó mucho pronunciar unas pocas palabras. Estaba feliz de verme, se esforzó mucho por demostrarlo. Yo sentía impotencia por querer hacer algo para aliviar su última lucha, pero no saber cómo. Lo vi tan frágil y vulnerable, sufriendo visiblemente porque quería irse y no podía. Le hice varias veces masajes en la nuca para aliviarlo mínimamente. Quería hacer más, pero no sabía cómo. Entonces me fui a dar un paseo por el bosque, al lado de la casa. Y, en medio del verde y del silencio de la naturaleza, hice un Pedido con toda la compasión que sentía en mí. Pedí poder ayudarlo a partir. Pregunté qué podría hacer para ayudarlo. Y de pronto me invadió una gran tranquilidad interior. “Dale paz”, escuché como respuesta. Que yo puedo darle paz a mi padre... Me sentí de nuevo calmo y luminoso. Volví a la casa, fui hasta donde estaba mi padre y advertí que estaba muy calmo, en un estado de paz interior. El resto de la tarde y de la noche le transmití la paz interna que yo sentía. Y tenía la

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sensación que eso le hacía bien. Lo amaba mucho y traté de transmitirle ese sentimiento, sin palabras. En un momento de la tarde le hablé de algunas cosas. Le dije que habìa hecho todo muy bien en su vida. Que le estaba muy agradecido por todo lo que él me había dado. Nuevamente tuve la impresión de que, aunque parecía que él estaba en otro lugar, entendía lo que yo decía y lo absorbía. Ya casi no podía hablar. Ví que estaba agradecido por cada gesto y cada ayuda que nosotros - mis hermanas y yo - le estábamos dando para aliviar su sufrimiento. Sábado, 26 de julio La colaboración entre nosotros tres - mis dos hermanas y yo - es excelente. Mi hermana menor ha decidido quedarse en la casa de mis padres. Ella vive lejos. Es muy hermoso ver cómo mis dos hermanas, cada una a su manera, expresan su amor por nuestro padre. Nada es demasiado. Cada señal de mi padre es respondida inmediatamente. Esto me dice mucho sobre lo que es la vida en realidad: algo que nos une. Así, le sacamos todo peso a mi madre y ella puede distenderse y fortalecerse. Para ella también es extraordinario tener a sus tres hijos cerca, le es muy difícil ver a su gran amor en este estado. Pero se mantiene bien y la acompañamos todo el tiempo. Mi padre parece ya un niño desamparado. Con pequeños gestos o sonidos muestra cada vez su agradecimiento. Siento que le hace muy bien que sus tres hijos estén cerca suyo todo el tiempo. Esa tarde, cuando fui a hacer un paseo por el bosque para ordenar mis sentimientos y pensamientos, me vino a la mente una imagen de cómo opera la vida. Un nacimiento tiene que ser doloroso para el bebé. El pasa de una fase a otra, siendo prensado por un tubo hacia este mundo. Así también, el final del período de tiempo sobre esta Tierra es acompañado por dolor y momentos dolorosos, al experimentar que el cuerpo falla, que el alma ya no puede seguir viviendo en él. Un tránsito doloroso hacia una nueva fase, un tránsito hacia otro mundo del cual uno no tiene ningún conocimiento previo. Así veo a mi padre en este momento. Desesperado, en un cuerpo quebrado, delante de la puerta de una nueva, posible, fase de la vida, en otra dimensión. El tránsito es doloroso y siento compasión profunda. Detrás de esta situación tan penosa, experimento la presencia de un significado más profundo y la importancia de poder ayudar a que ese tránsito sea lo menos doloroso posible. Siento también que el amor es de gran importancia, como un puente que enlaza todo entre sí, por encima y más allá del quehacer diario. Estas experiencias me hacen reflexionar profundamente sobre el misterio de la Vida. Ese misterio que, justamente en los momentos de contacto con la muerte o en la muerte inminente de personas queridas, se pone en evidencia y habla con los sentimientos más profundos. En tales momentos me siento ligado no solamente a la persona querida, sino también a la vida de muchas personas, distribuidas en todo el mundo, conocidos y no conocidos. Entonces siento que nadie en este planeta tendría que morir solo, sino rodeado por gestos afectivos de acompañamiento, compasión y comprensión de aquello que le está sucediendo... El domingo tuve que ir a buscar Lory y a las nenas, para llevarles de vuelta a Amsterdam junto con el coche que habíamos alquilado para nuestra semana de vacaciones. Antes de irme voy a despedirme de mi padre y decirle que ya el martes en la mañana estaría de

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regreso. Tomo su mano y él hace un enorme esfuerzo para decirme algo, mientras se aferra a mi mano. Logra pronunciar la palabra ‘importante’, y en seguida las palabras ‘vida’ y ‘muerte’. Advierto con certeza que quiere transmitirme algo muy importante para él. Pronunciar estas tres palabras le toma una media hora, y lo hace con una intensidad increíble. Mi impresión es que ha descubierto o ‘visto’ algo, y que quiere que yo lo sepa. Le digo muy suavemente que no se preocupe, que he entendido. Entonces se distiende completamente y suelta mi mano. Le doy un beso y repito que estaré de vuelta dentro de un día. En ese momento me siento muy feliz por esa comunicaciòn entre él y yo, tan íntima, de sólo tres palabras, pero cargadas de algo muy grande. El siempre decía que no había nada después de la muerte. Por cierto no creía en el paraíso del que habla la iglesia; y yo siempre le decia que sí, que por cierto esta cosa de la iglesia era muy chata, pero que no estaba nada mal dejar abierta la posibilidad de que hubiera algo después de la muerte física, algo muy bueno. El me había prometido que dejaría este tema abierto. Yo pensé que él había ‘descubierto’ algo sobre el tema y quería comunicármelo. Me había contado varias veces que había visto a su padre al lado de su cama, y que eso significaba que su padre lo estaba esperando. Martes 29 y miércoles 30 de julio Mi madre, mis dos hermanas y yo, estamos cerca de nuestro padre. El ha tenido un día difícil y pensamos que está llegando el momento de su despedida de este mundo. Así que mi hermana mayor decide también quedarse y no volver a su casa. La noche del martes me quedo velando al lado de la cama de mi padre, de modo que mi madre y mis hermanas puedan dormir. Hago un trabajo profundo con la Experiencia de Paz y envío ese estado a mi papá, acompañado por los mejores sentimientos de amor. El está en un estado de mucha inquietud, pero al enviarle paz y un suave amor, se tranquiliza bastante. Repito esta acción varias veces durante un período bastante largo, y en otros momentos tomo su mano y le transmito por ese contacto físico, con mis mejores sentimientos, amor, paz y luz. Pasa la noche bastante calmo y tiene períodos largos de sueño tranquilo. Observo su estado, también durante el día siguiente, y llego a la conclusión de que él está atrapado en un círculo vicioso, en algún lugar que no es agradable, y por lo cual está sufriendo. Ese día, miércoles, empiezo a hablarle. Siento que es necesario guiarlo cuidadosamente en otra dirección. Eso hago, diciéndole que recuerde los mejores momentos de su vida, mientras le transmito, por contacto físico, sentimientos de paz y luz. También a eso él reacciona. Me siento a mí mismo como un ancla con la cual él puede hacer lo que quiere. Mi percepción es que, por el momento, el solo extrae un cierto apoyo de eso, por lo cual se tranquiliza y finalmente se duerme. Decido hacer esta misma noche una primera ceremonia de Asistencia. Mientras hago la ceremonia está muy tranquilo y su rostro se distiende un poco más. Siento que se está creando una atmósfera muy íntima, aunque no sé qué esta haciendo él con las sugerencias de la ceremonia. Pero al final, tengo la impresión de que está agradecido, aún cuando su lucha no haya terminado todavía. También percibo, al observar sus gestos con mucha atención, que ya no está atrapado en aquel lugar desagradable. Su estado hace que, con mucha frecuencia, él emita sonidos y mueva sus brazos y manos continuamente. También sufre dolores que tratamos de aliviar. Su cuerpo tiene el aspecto de un esqueleto. Y eso shockea mucho a mis hermanas y a mamá. Para ellas es muy difícil ver a su padre y querida pareja en ese estado físico; casi no poder reconocer a la persona que ellas conocían, les crea sufrimiento. Yo intento ayudarlas diciendo que el

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estado del cuerpo no tiene nada que ver con el padre y la pareja fantástica que ellas conocen. Que este hombre todavía está tal como era, que sólo su cuerpo se está deteriorando, no él. Eso las ayuda un poco. Yo sé que es dificil “desconectarse” del cuerpo y contactarse con otra cosa; pero intento, en distintos momentos, ayudarles a conectar con él y no con su cuerpo, tomando la decisión de que también ellas necesitan ser guiadas. Yo mismo puedo ver solamente un ser en pena, el cuerpo no me asusta. En contacto físico con su cuerpo, siento la vida de un padre muy querido, a quien amo y a quien quiero ayudar todo lo posible, para que pueda concluir su vida aquí de la mejor manera. Me ha costado un tiempo encontrar la conexión interna adecuada, con la cual poder ofrecer ese ayuda de verdad. De tanto verlo sufrir, en un momento mi corazón se quebró (sentí un fuerte dolor en el pecho). Sentí una gran compasión, pero no me sentí totalmente capaz de darle alivio. Me sentí inseguro. Entonces he apelado a mi Guía Interno y he pedido su ayuda. Y extendí ese pedido también hacia otros seres de Luz, pidiendo que lo ayudaran para poder liberarse. Fue entonces que llegó, desde un registro muy interno, la respuesta: “Dale Paz”. A partir de ese momento me sentí diferente, profundamente tranquilo, con la certeza interna de que podría ayudarlo. Y desde entonces esa certeza nunca más me abandonó, y he realizado todas mis acciones desde ese registro. A partir de ese momento, la atmósfera entre nosotros cuatro (mamá, mis hermanas y yo) se hizo muy especial. Estábamos juntos durante horas, contándonos muchos buenos recuerdos, que nos produjeron alegría, risas y distensión. En esta atmósfera suave, cada uno de nosotros podía hacer en libertad lo que sentía. El hecho de alternarse al lado de la cama de mi padre sucedió fluidamente, contándonos después lo experimentado. Esta experiencia fue muy particular para mí y me alegró mucho: nos cuidábamos entre nosotros y cuidábamos a nuestro padre. Y mamá también estuvo envuelta en una manta de afecto. Jueves 31 de julio y noche de jueves a viernes Durante todo el día nos alternamos para estar con nuestro padre. Mi madre está haciendo su trabajo – se nota - de prepararse para la despedida. Le dejamos su espacio y varias veces durante este día ella iba al dormitorio para estar con su gran amor. Hablaba con él, diciéndole que lo amaba mucho y que se fuera en paz, tomando su mano en la suya. El le daba señales, apretando su mano. Ella se sintió feliz con eso, porque no estaba segura si él podía escucharla. Todo esto nos lo contó ella, en otro momento. Vì que el cuerpo estaba dando su última batalla, ya era solamente la batalla del cuerpo contra su propio deterioro. En mi opinión, ya no había ninguna relación entre la lucha del cuerpo y el hermoso ser que tenía que lograr desprenderse de ese vehículo que lo había acompañado fielmente durante toda su vida. Por la tarde me fui de nuevo al bosque, buscando un lugar tranquilo y apartado, y me puse a pensar en mi padre y a hablar con él, diciéndole todo lo que me parecía importante. Después entré en un estado de paz profunda y comencé a hacer un Pedido a los ‘seres’ luminosos del otro lado para que “por favor ayudaran a mi padre a encontrar su camino hacia la Luz”. Entonces surgió esta escena: del lado derecho del espacio de representación aparecieron figuras luminosas en un estado de espera. Todos estaban mirando hacia la izquierda, donde vi una especie de separación casi transparente, con una silueta detrás que reconocí era la de mi padre. En ese momento tuve la certeza de que él estaba por pasar al otro lado, y también experimenté la sensación muy suave y reconfortante, como una brisa ligera, de que las figuras luminosas se ocuparían de él. Fue

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casi como estar un momento en la presencia de los dos mundos. Entré en un estado de silencio muy particular, como suspendido en el aire, y comencé a caminar por un pequeño sendero, manteniéndome en ese estado. Parecía que todos los colores del bosque eran mucho más intensos, más brillantes, casi vibrantes, con una luminosidad propia. Y me sentí circundado por una presencia omnipotente que estaba en todo. Caminando con esa experiencia particular, sentí de pronto otra presencia que se ‘materializó’, unos 20 metros delante de mí, una figura en sombras. No vi bien su cara. Estaba allí, sin moverse. No sentí miedo y continué caminando despacio hacia él. Surgió una sensación, un contacto, y sentí con certeza que era un mensajero, un ángel de la muerte. Lo sorprendente fue que este ‘ángel’ emanaba una paz total y una suavidad muy reconfortante; y mientras me acercaba a él, se disolvió. Entonces, sentí un profundo agradecimiento. A partir de las 21.00 horas mi padre entra en un estado de calma y advierto que el cuerpo ha dejado de luchar. Llamo a mi madre y mis hermanas alrededor de su cama, pidiéndoles que le envíen sus mejores sentimientos de amor; sin tristeza, ya que la tristeza no lo ayudará a desprenderse de este mundo. También les digo que no se identifiquen con su cuerpo, sino que hagan el esfuerzo de conectar con lo que es él, ayudándose con sus mejores recuerdos. Ellas me acompañan en este Pedido. Si les entra tristeza, les digo que es mejor alejarse un momento y arreglar la emoción fuera del dormitorio. Todo eso con mucha suavidad. Estamos juntos un tiempo alrededor de la cama y se crea una muy linda atmósfera. Cada uno de nosotros lo toca suavemente, transmitiendo amor y bienestar. El se queda muy tranquilo y aunque parece que no está o que está en estado de coma, tengo la certeza que registra nuestra presencia. Después de un tiempo volvemos al salón, para hablar un poco entre nosotros y tomar algo juntos. Creo que eran alrededor de las once cuando decidí hacer otra vez la ceremonia de Asistencia. Me siento en una silla al lado de su cama, cerca de su cabeza, busco paz interna y empiezo la ceremonia, muy suave, con mucho afecto. Observo que él está reaccionando a las frases y en un cierto momento extiende hacia adelante un brazo y hace un sonido con un tono de sorpresa y de felicidad. Mi interpretación es que él está viendo algo que lo hace feliz. Yo siento una atmósfera muy cálida y reconfortante que invade la habitación. De allí en adelante voy a controlar su estado cada 15 minutos. A la una repito otra vez la ceremonia de Asistencia y noto que su cara se distiende completamente. Una hora después observo que su respiración va cambiando y disminuyendo, que se ha vuelto dificultosa. Y advierto a mis hermanas y a mamá que, según mi impresión, nuestro padre está a punto de partir. Son las dos de la mañana del viernes. Mi madre no quiere estar más a su lado, dice que ya se ha despedido y se va a dormir al salón. Nos pide que la despertemos cuando papá ya se haya ido. Mis hermanas y yo nos ponemos alrededor de la cama en total silencio, para acompañarlo hasta su último aliento. La atmósfera es muy linda. Nos quedamos así durante dos horas, y en todo ese período le envío paz y sentimientos suaves de afecto. Se crea una atmósfera casi mágica. Observo atentamente su respiración y percibo claramente que es solamente la mecánica del cuerpo. Me resulta fascinante ver cómo son los pulmones y el corazón los últimos mecanismos que ‘mantienen’ el alma y el espíritu ligados al cuerpo. Y llega el momento en que los pulmones dejan de trabajar y, precisamente en este momento, hay un movimiento en la garganta y se detiene la respiración. Veo que el corazón realiza todavía algunos golpes... y se detiene... Miro el rostro de mi padre y veo cómo, de repente, ya no está más lo que estaba en ese cuerpo. De pronto el cuerpo queda vacío... y aparece como ‘sin volumen’.... Para mí fue un momento casi místico... y también de un gran alivio. Mi padre se había liberado de su

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cuerpo. Siento agradecimiento y una suave felicidad. Cierro sus ojos y dejo un beso en la frente de esta cara vacía. En silencio le deseo que vaya bien y feliz hacia su nuevo mundo. Y mientras mis hermanas se ocupan de hacer algunas acciones necesarias indicadas previamente por el médico, voy a despertar a mamá. Mis hermanas y yo nos ocupamos de lavar y preparar el cuerpo. Fue muy especial hacer juntos ese último acto, el cuerpo todavía tenía cierto calor. Cuando terminamos, me sucedió una cosa muy particular. Desde atrás, una ola muy suave de energía traspasó mi cuerpo. Fue como una brisa, una caricia, que transmitía alegría, luminosidad y una sensación de agradecimiento. Fue como si tocase mi corazón. Sentí que era la esencia de mi padre que se despedía. Fue un momento muy íntimo, mágico. Al rato, estando en la terraza, me sobrevino un llanto convulsivo que no comprendí. Reflexionando sobre aquello, me quedó claro que súbitamente había caído en cuenta que nunca más podría tocar físicamente a mi padre. Decidí entonces volver adonde estaba el cuerpo, me ubiqué al pie de la cama, mirando ese cuerpo, y le hablé a mi padre sobre lo que me pasaba, y que ahora tenía que despedirme de su cuerpo. Fue un acto que me produjo calma y paz interior. Ese mismo día Lory vino a buscarme y regresamos juntos a Amsterdam. En nuestra casa, instalándonos en el balcón (hacía mucho calor), he hablado por horas y horas, recordando y contando muchas cosas de mi padre. También eso fue importante. El hablar de él por horas y Lory escuchando, tratando de integrar mi larga vida con él. Al día siguiente esas charlas continuaron y me hicieron muy bien internamente. Entre mi mamá y mis hermanas habíamos acordado que de la ceremonia - que suele hacer un sacerdote - me ocuparía yo: la ceremonia de Muerte. Fue tambien algo muy particular, que tocó profundamente el interior de más de un familiar. Con la ayuda de Eduardo, quien me explicó cómo hacerlo, he seguido acompañando a mi padre por un tiempo, haciendo la ceremonia de Asistencia más o menos cada tres semanas, hasta que tuve la certeza interna de que él había encontrado su camino hacia la Luz. También estas experiencias fueron muy significativas, porque en cada oportunidad sentí que se acercaba una presencia que escuchaba con atención mis palabras. Nunca lo ‘vi’ perdido. Durante las primeras ceremonias lo ‘vi’ feliz y alegre, con expresión sorprendida, fascinado por algo, pero las palabras de la ceremonia producian un cambio de postura, un escuchar. Y esa experiencia con él me dejaba la impresión de que él estaba todavía en un ‘espacio intermedio’. No sé muy bien cómo traducir eso en palabras. Lo interesante fue que lo ‘vi’ siempre joven, alrededor de los 25 años de edad. En la última ceremonia que hice, en noviembre 2003, lo vi delante de una gran Luz, mirando hacia la Luz, y tuve la certeza de que ya estaba bien, ’en camino’. **************

Mis experiencias con 10 meses de acompañamiento a Desiree Introducción Voy a intentar ordenar mis experiencias de acompañamiento a una amiga muy querida, Desiree, durante sus últimos 10 meses de vida en este tiempo y en este espacio.

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Quiero empezar el relato con la descripción del momento en que ella fue informada de su situación de salud, cómo reaccionó y empezó a elaborar su imagen de cómo vivir estos últimos 10 meses, porque este fue el primer impacto. Alrededor de mayo 2003, Desiree empezó a sufrir episodios de dislexia y fallos en su facultad de escribir. También tenía momentos de "fall-outs"; por ejemplo, falta de control sobre sus reacciones motrices mientras conducía su coche. Entonces decidió ir al hospital. Los médicos descubrieron 3 tumores en el cerebro y le comunicaron que el proceso estaba demasiado avanzado, que su situación era terminal. Le dijeron que tenía como máximo 7 meses de vida y lo único que podían hacer era ayudarla con una serie de radiaciones para ralentizar un poco el proceso e intentar que recuperara el control sobre sus facultades de escribir y leer por un tiempo. Explicaron que los tumores habían producido líquidos que presionan sobre ciertos centros y que eso le producía los fallos en sus funciones. Le dieron píldoras para eliminar esos líquidos y le anunciaron que, en la semana siguiente, comenzarían con las radiaciones. Le informaron también que con el paso del tiempo sus períodos de sueño se irían haciendo más largos, hasta que finalmente no se despertaría más. Despues de haber recibido toda esta información, pasó algo muy particular con Desiree. En pocos segundos, su primer estado de shock se convirtió en un registro pleno de liberación total. Se sintió de pronto luminosa y liberada de todo peso. Con un humor como nunca antes, con una emoción muy positiva, suave y luminosa, muy conectada con lo mejor de ella. Eso me impresionó mucho. Ella me contó qué quería hacer con el tiempo que le quedaba y también que tenía la certeza interna de que todo iría bien. Me dijo que estaba lista para emprender una nueva aventura y que no tenía miedo a la muerte física; que se sentía capaz de cumplir con la intención que siempre había tenido pero que le había resultado difícil de realizar; que tenía muy claro su proyecto para los próximos meses. Primeramente quería dejar todo en orden en el plano práctico. Para asegurar que, después de haberse ido, sus familiares (hermanas) no se encontraran con tener que dar soluciones a deudas y demás. Esta parte ella la puso en marcha inmediatamente, con la ayuda de dos amigas suyas, especialistas en estas cosas. La segunda parte de su proyecto era dejar en todos sus familiares y amigos un sentimiento muy positivo que les abriera el futuro. Para lograr eso, ella decidió tener momentos aparte y conversaciones muy íntimas, de corazón a corazón, con cada uno; con la intención de dar a cada uno lo que necesitaba. Además, ella tenía claro que cada uno llegaría con sus propias proyecciones sobre la muerte, que les estaban produciendo dificultades para meterse con esta situación. Y por eso, me dijo, había decidido "marcar" aquello que no quería hablar y aquello que sí quería hablar con ellos. Y así quería llevar a todo su medio inmediato, que eran muchas personas, hacia un sentimiento alegre y luminoso, sin ningún drama de por medio. Otro aspecto de su plan era que iba a regalar todas las cosas (bastante extraordinarias) que ella había acumulado en sus viajes por el mundo. Decía que este acto le daba una gran alegría. Quería quedarse sin nada antes de irse. Ella me dijo también que internamente ya había soltado todo, pero que le gustaría mucho si pudiéramos hacer juntos, ella y yo, un proceso de preparación interna. Y por supuesto le dije que sí, que estaba encantado de poder hacer ese proceso de preparación junto a ella. Y con este acuerdo entre nosotros dos, empezó un período de largas conversaciones y experiencias que para mí fueron un enorme y fascinante regalo.

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El ritmo de encuentros y el proceso de trabajo sobre la marcha Decidimos encontrarnos en su casa con un ritmo semanal fijo, ella y yo solos, para conversar y hacer algún trabajo, según las necesidades de ella. Esto aparte de otros momentos juntos: saliendo al campo o a cenar juntos con amigos, acompañándola en sus tratamientos en el hospital, etc... Este momento semanal era muy íntimo, sin distracciones externas, duraba en general unas 6 horas, siempre por la noche a partir de las 20.00 horas. Todos los otros días, Desiree tenía citas con amigos y familiares, semana por semana, como un "plan de acción" con un objetivo claro. En nuestros encuentros semanales, una parte del tiempo la dedicábamos a charlar de sus experiencias en las conversaciones diarias con los amigos y familiares, evaluando y sacando conclusiones para implementar la próxima semana. El objetivo de esta parte era que ella pudiera integrar lo hecho y observar lo que le sucedía internamente. En todas las primeras conversaciones con los amigos y familiares, ella sacó el tema de la muerte y el miedo a la muerte, no dejando ningún espacio a temas secundarios. Quería transmitir su estado luminoso y alegre y al mismo tiempo tocar lo humano en el otro. Me contaba lo que sucedía con cada uno, la dificultad que tenían en bajar sus defensas y cómo veía que en cada uno había un ser humano muy hermoso; y que ella sólo quería comunicarse con este ser hermoso en cada uno. Demostraba una compasión muy grande, independientemente de lo difícil que era para estas personas sacarse las defensas. Al contarme todo esto, ella logró conmoverme profundamente, por la inexistencia de cualquier prejuicio, frustración o desilusión. Ahí me sucedió la primera decisión, interna y profundamente sentida, de ocuparme plenamente de su bienestar. A partir de ese momento su bienestar se convirtió en mi preocupación principal. Su total dedicación a lo humano del otro, al bienestar del otro, me provocó esa decisión. Y a partir de allí, sentí una conexión y comunicación muy particular con ella que nunca fue interrumpida a lo largo de todo el proceso. Creo que justamente esa particular conexión me sirvió de guía en los distintos momentos de su proceso de preparación interna. El otro aspecto permanente de nuestros encuentros semanales fue la parte de trabajo personal. Dejé a ella total libertad de elección. Ella se decidió por el trabajo con la Fuerza, cosa que mantuvimos a lo largo de los casi 10 meses. Sólo en las últimas 3 semanas ya no fue posible su continuación. Realizamos el trabajo con la Fuerza siempre en relación directa a cada encuentro semanal, direccionando la experiencia con la Fuerza en base a lo conversado y el deseo o la necesidad de Desiree. Lo curioso en todas las conversaciones fue que Desiree nunca se quejaba, y que su estado físico poco le importaba. Este hecho ayudó mucho a no caer en sentimientos dramáticos. Ella estuvo con permanencia lanzada hacia adelante y creo que justamente por esa actitud le resultaba bastante fácil integrar todo su pasado de un modo calmo y lúcido. Su preocupación era por el futuro y utilizaba reconocimientos de errores del pasado para reforzar sus deseos y aspiraciones hacia el futuro. Su tema constante fue poder tener un proyecto más allá de la muerte física, una continuación de su proceso en otra dimensión. Ese tema fue el motor de todas nuestras conversaciones. No importaba de qué estábamos hablando, muchas veces temas en aparencia totalmente secundarios. Tocando todos los aspectos de la vida, hablando de otras culturas, de lo que le pasaba a su vecina, a sus amigos, a sus hermanas. Todo la fascinaba y logró transmitirme esta fascinación. Eso me producía un cambio de mirada y una nueva conexión con todo lo humano. Su compasión fue "choqueante" para mí, me tocó muy profundamente. Ella, en su estado terminal, era capaz de preocuparse a pleno por los

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sufrimientos o las enfermedades de otras personas. Por esas personas sí le venían las lágrimas, lágrimas sinceras, de pura compasión, sin ningún dramatismo. En esos momentos mi afecto y amor por ella llenó mi corazón y me hizo reflexionar profundamente sobre la propia vida y las relaciones con las personas. Creo, no estoy convencido, que en este contacto permanente con su estado emotivo, me he vuelto más suave, más comprensivo, se ha abierto un canal emotivo más profundo, que hasta hoy día está influenciando mis relaciones con múltiples personas. Por mi parte, internamente me concentré mucho en esta relación particular con Desiree. Cada momento era importante y me concentré en estar ahí para ella, con la cabeza, el corazón y el cuerpo. También eso me producía una apertura interna, acompañado de calma interior. Desde este estado todo era posible, todo era fluido, acompañado por un sentimiento recíproco de confianza total. Dos ánimas que se tocaban, que se reconocían, que se valoraban recíprocamente. En todo esto influyeron, decisivamente, las experiencias que hicimos con la Fuerza. Siempre le preguntaba a ella qué quería pedir esta vez. Fue muy importante intentar "dirigir" la experiencia en relación directa con sus deseos o necesidades. Muchas veces ella pedía que se aliviara la presión del tumor en su cabeza; otras veces alivio en todo el cuerpo, estar en buenas condiciones para continuar sus "sesiones" diarias con amigos y familiares. Otras veces, ella pedía sabiduría en la relación, con algunos casos muy difíciles que le causaban frustración por la actitud cerrada de estas personas queridas. En este proceso de Pedidos llegó un momento de cambio radical. Eso fue cuando ella se dio cuenta que no iba a lograr su objetivo: producir un cambio de registro en sus seres queridos. Fue el momento en que ella empezó a dudar de sí misma. Después de haber dado lo mejor de ella durante 4 meses seguidos, empezó a dudar de sí misma. Y con todo lo acumulado en este período, sintiendo su sinceridad pura, intervine con fuerza. Le dije que ella había hecho su parte a pleno, dando lo mejor de ella. Y que ahora los demás tendrían que hacer su parte. Que no era seguro que la hicieran. Que su acción era muy válida y que ningún resultado o falta de resultado podía quitar validez a las acciones realizadas. Le propuse ubicar el registro de la acción permanente que había mantenido durante 4 meses y observar si esta acción le había producido y todavía le producía unidad interna, una sensación de total acuerdo consigo misma. Lo tomó muy en serio y pudo entonces confirmar que se sentía totalmente de acuerdo con lo que había hecho. Sentí su profundo agradecimiento y me sentí también profundamente agradecido. Le expliqué que ella había construido algo muy limpio y unitivo en su interior y que yo me sentía muy agradecido de poder ser parte de esa construcción. Que ella me había dado mucho. Ella me contestó que no, que yo le había dado mucho. Dije entonces que bueno, que NOS habíamos dado mucho, y nos reímos con ganas... A partir de entonces, aunque ella seguía con los encuentros con amigos y familiares, entramos en una nueva fase. Desiree empezó a concentrarse en lo místico de la vida, de un modo muy cercano a sí misma y a sus deseos y dudas. Aparte de las evaluaciones semanales sobre sus experiencias (los relatos sobre lo que pasaba en las conversaciones con los visitantes) empezamos a hablar de la muerte y el misterio de lo que habría después. Confirmó que la muerte en sí no le causaba ningún miedo, y que tenía el gran deseo de poder continuar su camino en otra dimensión. Hablamos mucho del tema de soltar todo. Recordamos la transferencia exploratoria de 2 años atrás, en la que Desiree se encontró con un ser en una cúpula que ponía la mano sobre su corazón, y ella la mano sobre el corazón de este ser. Y el significado de eso era: la disposición a soltar todo.

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Yo expresé mi opinión de este tema: que quizás era importante no tener ninguna atadura con este mundo, ninguna cosa que pudiera obstaculizar su desprendimiento de este tiempo y este espacio. Y que eso tenía que ver con una total reconciliación, consigo misma y con el mundo que iba a dejar. Acordamos que ella pondría atención a sus reacciones en relación con sus relaciones externas e internas. Estaba tan sincera y abierta, tan humilde, que de nuevo me movió lugares profundos de mi corazón. Ese estar en un contacto tan íntimo con lo Humano del otro me parecia un misterio en sí, e intenté expandir lo que sentía con ella hacia otras personas, empezando con mi medio inmediato de familiares y amigos y haciendo "experimentos" hacia personas no conocidas por mí. Advertí que esta manera de estar en contacto también me debilitó las defensas. Una sensación que me dejó muy vulnerable, pero que no quería perder. En relación con el tema del "post mortem", Desiree empezó a hablar mucho del "ego". Cómo ella observaba que todas las personas a su alrededor tenían mucho ego, y que este ego obstaculizaba la comunicación de corazón a corazón. Eso me llamaba mucho la atención y empecé a hacerle preguntas, que me explicara cómo ella experimentaba eso. Fue muy interesante, porque llegamos al tema de la ilusión. Cómo el ego crea la ilusión de uno mismo, con muchas creencias que no sirven para nada, sólo para obstaculizar una comunicación real. Pero lo más interesante fue que ella hablaba de esta cosa sin ningún prejuicio hacia los demás, más bien con compasión y diciendo: "qué lástima que no se dan cuenta, que se resisten a abrir hacia otros el registro de sí mismos y de los demás". Hablamos de lo curioso que todas estas personas queridas tienen una conexión particular con ella, que se dan cuenta del gran trabajo que estamos haciendo ella y yo, que están muy agradecidos por eso, pero al mismo tiempo no logran abrirse ellos mismos a una nueva experiencia. Y así llegamos a la situación general en el mundo y qué fácil sería el gran cambio si todo el mundo dejara de defender su ego. Continuamos con el tema de que nadie puede cambiar al otro, sólo darle oportunidad real de poder elegir. Allí Desiree reconoció que ella misma se había resistido muchos años, aunque en su corazón sabía que tenía una tarea en este mundo. Y tocamos de nuevo el tema de la reconciliación más profunda. Le dije que ahora lo importante era haber reconocido el obstáculo: el miedo a perder. Todo el mundo vive este miedo de perder algo que es totalmente ilusorio. Ella me preguntó cómo reconciliarse entonces. Y me surgió decirle que ya la reconciliación empieza a operar por el simple hecho de haber reconocido cómo el miedo opera y crea monstruos. Fue muy bueno, todo quedó claro y finalmente pudimos reírnos. Utilizamos el tema de la reconciliación en varios trabajos con la Fuerza. El momento clave fue cuando ella expresó su deseo más profundo; pero con una gran duda, acerca de si tenía derecho a tener ese deseo. El deseo de poder continuar su proceso después de la muerte física. El gran deseo de llegar a la Luz, a la Ciudad escondida, y poder seguir contribuyendo a la humanización del mundo. Le dije que no sabía cómo funcionan las cosas en esa otra realidad, pero que estaba convencido de que ella tenía todo el derecho de pedir de acuerdo a sus deseos más profundos. Que de seguro no existen jueces que dicen "tú si y tú no". Y seguimos hablando con mucha libertad sobre sus deseos, sobre cómo expresar con total libertad lo que quería, sobre los guías que la acompañarían en las "acciones" que posiblemente tendría que hacer. A lo largo de todo este período iba con mis materiales, con el Mensaje de Silo. Leímos y hablamos mucho de los estados internos en La Mirada Interna. Leímos la ceremonia de Asistencia y de Reconocimiento, el Camino, siempre intercambiando mucho.

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Finalmente llegamos a hablar de que, lo que sucede después de la muerte física depende de lo que uno crea. Y que ella tenía libertad total de creer lo que quisiera (eso en relación con algunas cosas que Silo había dicho en una charla reciente). Por toda esta experiencia con Desiree, acerca de la muerte y el después, se reforzó mucho en mí un registro interno de la vida y la muerte como un gran misterio, por encima de todo lo cotidiano y de las miserias, dificultades y sufrimientos que existen. Pero también me reforzó otra convicción importante: que tenemos que cumplir una tarea en este mundo y que esta tarea tiene que ver con el misterio de la vida. Para mí eso es importante, pero no lo forzaría ni impondría a nadie. Puedo compartir, pero no imponer. Esa es mi percepción y puede ser muy diferente para otros. Lo mismo, creo, vale para las experiencias con la Fuerza que hemos tenido con Desiree y que voy describir a continuación. Los trabajos con la Fuerza A lo largo de todo el período, experimentamos el trabajo con la Fuerza como una aventura fascinante de la mente. Terminábamos cada sesión semanal con un Oficio: pasaje de la Fuerza y Pedido. En general dirigíamos cada experiencia en base a lo charlado antes, o en relación con una necesidad especial del momento, que muchas veces fue hacer algo para dar alivio al cuerpo. En un primer período, Desiree hacía su relax externo, interno y mental y seguía la práctica de la esfera hasta su expansión hacia fuera del cuerpo. A partir de cierto momento, veía que le costaba mucho hacer todo eso y le propuse simplemente ponerse lo más relajada posible y abrirse al pasaje de la Fuerza. Siempre nos pusimos uno al lado del otro, lo que ayudó mucho a crear una atmósfera íntima de dos amigos que van juntos en "un viaje de experiencia". Cada experiencia fue diferente, por no buscar la repetición de la experiencia precedente y siempre quedarnos en una actitud mental de apertura, sin expectativas: lo que suceda estará bien. Pero había ciertos aspectos que se repetían siempre. Uno de ellos fue que ambos teníamos la experiencia de no estar solos ella y yo, que siempre había otra "presencia", profundamente reconfortante. Acordamos trabajar siempre de la misma manera: ella, antes de empezar, tenía claro su Pedido. No tenía que preocuparse del grado de contacto con la Fuerza, sólo relajarse lo mejor posible y abrirse de mente, corazón y cuerpo. Yo me concentraba en hacer toda la práctica de la experiencia (el relax, el trabajo con la esfera y la expansión). Cuando estaba seguro de estar en un estado de silencio y paz interna, y con claro registro de la expansión de la sensación de la esfera, yo tomaba suavemente su mano, muy ligerito, sin presión, y empezaba a pedir para ella, diciéndole que ahora ella pidiera lo que necesitaba. Por mi parte, pedía siempre lo mismo: Luz para su mente, su corazón y su cuerpo. Pedía a algo de muy, muy lejos; pedía que viniera y que utilizara mi cuerpo como vehículo de transmisión, pedía con mucha fuerza, para ella. Y siempre venía esa presencia, acompañada por una gran bondad, muy suave, pero al mismo tiempo muy poderosa. Y de pronto me invadía un silencio particular, y un vacío particular. Me sentía como suspendido, suspendido y anclado. Y el espacio cambiaba. Se transformaba en algo esférico, luminoso, y empezaba a sentir el ritmo de un corazón. Este ritmo, este pulsar, en el que había una luz poderosa, lo transmitía por la mano a Desiree. Pulsaciones de luz poderosa.

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A veces aparecieron personas conocidas y también seres no conocidos, siempre en formación circular alrededor de nosotros dos. Otras veces había sólo una enorme cúpula de luz, vacía, pero también llena. Y siempre esa pulsación al ritmo de un gran corazón. Yo sentía cómo ese ritmo lo armonizaba todo, era como si todo entrara en armonía. Y yo era sólo una parte íntegra de algo mucho más grande, cumpliendo una función. En el momento en que ese pulso disminuía, también sentía cómo esa "presencia" se alejaba y entonces sacaba mi mano de la mano de Desiree, muy suavemente, dejando transcurir un tiempo hasta que Desiree abría sus ojos. Esto fue lo permanente en casi todas la experiencias. Lo diferente que había, tenía que ver con el pedido de Desiree. Si ella pedía por su cuerpo (cabeza u otras partes de su cuerpo, donde sufría presiones o dolores), intentaba imaginarme estas partes, pidiendo luz y alivio para esta partes, que aparecían envueltas en una luz pulsante. Cuando su pedido tenía que ver con su deseo de poder pasar a otro estado de ser de un modo consciente, en el momento de dejar este mundo, aparecían imágenes de ella muy hermosa, joven, luminosa, frente a seres que la esperaban para llevarla. Lo curioso fue que muchas veces, en el intercambio después de la experiencia, lo que ella me contaba como su experiencia, coincidía con lo vivido por mí. Muchas veces hasta la experiencia de la cúpula, el silencio suspendido, las personas y seres en círculo, fue idéntica. Y cuando yo la había visto envuelta en luz, ella contó que se había sentido llevada en luz, experimentando mucho alivio. En todo caso, siempre ella se encontraba revitalizada y con la cabeza ligerita y en la mayoría de los casos este estado se mantenía durante los días siguientes. No lo puedo decir con certeza, pero tengo la sospecha de que esta experiencia semanal con la Fuerza le ha dado la oportunidad de mantenerse en pie y activa, para poder seguir haciendo lo que le era importante de hacer; hasta el momento en que, de pronto, su cuerpo truncó la batalla y empezó un rapídisimo deterioro (las últimas 3 semanas antes de su muerte). De eso, hasta el día de hoy estoy muy agradecido, porque los doctores habían previsto otro escenario (una progresiva pérdida de control sobre el cuerpo, con períodos siempre más largos de sueño, hasta entrar en coma). Y también en las 3 últimas semanas, su mente quedó lúcida hasta las últimas horas. Sólo en las últimas horas no había más contacto con el mundo externo. Una cosa que me impactó profundamente fue asistir al deterioro progresivo de un cuerpo que se sabe va perder la batalla y, al mismo tiempo, ver con creciente claridad un ser hermoso adentro de ese cuerpo deteriorado. Fue casi mágico. A más deterioro del cuerpo, más traspaso de la esencia de un ser hermoso y luminoso. Vi también cómo Desiree, lo que es ella, se estaba transformando; y, aunque vi su cuerpo, también vi otro cuerpo, en el que ella se encontraba bien. No era su cuerpo enfermo, era otra cosa, que coincidía con su hermoso estado mental. Y eso siempre me producía alegría. Ahí me quedó claro otra vez el gran error de identificarse mucho con lo exterior, con el deterioro del cuerpo de una persona querida, que causa mucho sufrimiento y hace perder esta oportunidad de conectar con el interior de ese ser querido. Esta experiencia me hace pensar sobre las limitaciones del cuerpo y el “sin límites" de la esencia humana, de su espiritualidad. Si nos damos la oportunidad a nosotros mismos de construir este espíritu con nuestras acciones - para las cuales necesitamos el cuerpo - este cuerpo tiene su sentido como vehículo, como instrumento que necesitamos en este mundo para construirnos. Y creo que justamente por eso vale la pena luchar, también en situaciones límite, para darnos la oportunidad de quedarnos en paz con lo hecho y con lo que no se ha podido hacer.

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He tenido la gran oportunidad de asistir a la decisión de una mente de ponerse por encima de la fatalidad y celebrar la vida con una pasión y compasión que me ha dejado perplejo. He asistido a un proceso super acelerado de 10 meses, en el que una persona querida logró, no sólo poner en orden su vida, sino además abrirse con total dedicación hacia el futuro como algo muy largo y sin límites. Inspirada y excitada, con brillo en sus ojos hasta los últimos días de su vida aquí. Su dedicación y nuestro trabajo conjunto tienen para mí un enorme sentido y, aunque no sé mucho de los profundos mundos de la Fuerza, me tomo la libertad de creer que estos trabajos que hemos hecho juntos han dado un enmarque muy significativo en el proceso de Desiree y siguen teniéndolo en mi proceso. La última etapa (las 3 últimas semanas) Quiero describir esta etapa con mucho más detalle. A finales de marzo 2004, la situación de Desiree cambió de un modo muy brusco. El jueves tuvimos nuestra sesión semanal, de muchas horas y, aunque ella mostraba cansancio, no había señales preocupantes. Pasamos el tiempo juntos en una atmósfera muy buena e íntima y terminamos, como siempre, con el trabajo con la Fuerza. La dejé en un estado feliz, con el acuerdo (eso también como siempre) de que ella me llamaría si tenía necesidad de mí. El sábado por la mañana me llamó una de sus hermanas, comunicándome que estaban por llevar a Desiree al hospital. También que Desiree le había dicho que ahora estaba lista para ser transferida al hospicio, el lugar que ella misma había elegido meses atrás, para transcurrir su último tiempo cuando el momento se presentara. Yo me fui de inmediato al hospital, donde la encontré durmiendo. Pero vi de inmediato que el cuerpo se había rendido. Me impresionó mucho comprobar su fuerza mental. Porque seguro que ella había mantenido su cuerpo funcionando por pura voluntad suya. No había habido deterioro gradual, por lo menos no visible desde el exterior. El cuerpo se cayó de golpe. Y hasta la muerte, ella no se levantó más de su cama. El martes, 3 días después, la transportaron al hospicio. Un lindo lugar, una casa en un barrio de Amsterdam, donde las personas con enfermedades terminales pueden estar en total traquilidad y donde voluntarios se ocupan de ellos con mucho cariño. Me fui a visitarla el mismo martes, para ver si se encontraba bien. La vi alegre y muy contenta por su habitación. Y al preguntarle si no echaba de menos su casa, me dijo que para nada, que estaba bien y contenta donde estaba. Después de haber charlado un tiempo, con sus hermanas presentes, acordamos continuar nuestras sesiones el mismo jueves. El jueves llegué a las 20 horas y todavía había otra gente, amigas, que se despedían. Vi a Desiree bastante agotada y, cuando estuvimos solos, me dijo que no le dejaron espacio ni para respirar. Que venía gente todo el día, sin anunciarse, con muy buenas intenciones y flores y demás, pero que ella ya no podía más. Que era demasiado y ahora necesitaba tiempo para sí misma. Entendí lo que estaba pasando. Mientras ella estuvo en su casa, organizó todas las visitas por medio de citas acordadas, que tenía bajo control. Aquí, en el hospicio, la gente simplemente venía cuando se les ocurria. Me quedó claro que Desiree necesitaba espacio para poder prepararse internamente. Se sentía invadida, sin control de la situación. Ella dijo que, a partir de ese momento, sólo quería la presencia de algunos pocos, los más cercanos y sólo uno por día. Nos pusimos de acuerdo y me fui a hablar con la gente del hospicio, pasándoles una pequeña lista de nombres y acordando que no dejaran pasar a nadie que no hubiera hecho cita previa (por teléfono) con Desiree. Por supuesto, las 2 hermanas de Desiree venían cada día.

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Pensando en haber arreglado bien la cosa, me despedí de Desiree con el acuerdo de volver el domingo a las 20 horas. Llamé a una de las hermanas para comunicarle el deseo de Desiree y ella estuvo muy de acuerdo. El domingo la encontré en un estado de total desesperación. La cosa no había funcionado, porque al parecer los voluntarios del jueves no habían pasado la información a los otros. Y claro, conociendo bien a Desiree, una vez que la gente entraba, ella se esforzaba en recibirles bien. Sentí la desesperacion de Desiree físicamente y le decía que ahora lo arreglaríamos bien y por escrito, hasta con un papel en la puerta. Desiree expresaba que ella había dado todo de sí a todos y que ahora tenían que dejarla en paz. "Vienen con sus historias y ni siquiera se dan cuenta del estado en que me encuentro", me dijo, y eso con una expresión en sus ojos que me laceraba el corazón. Tomo su mano y ella se deja ir, cerrando los ojos, y le envío paz y mis mejores sentimientos. Después de un tiempo me pregunta si vamos a hacer algún trabajo y le propongo leer la ceremonia de Asistencia. Ella está de acuerdo. Le propongo intentar “absorber” las frases. Así que hacemos eso juntos: yo leyendo muy despacio y ella absorbiendo. Al llegar al final de la ceremonia, su cara estaba muy serena y me dice que fue muy bueno, que se siente en paz y si podemos hacer lo mismo en mi próxima visita. Nos fumamos un cigarillo, me pidió de buscar algunos objetos en su casa que ella quería a su lado y me dio sus llaves. Acordamos que yo volvería al día siguiente para llevarle estos objetos. La dejé en un estado tranquilo y calmo y nos despedimos con mucho cariño. Antes de salir del hospicio fui a hablar con los voluntarios para explicarles nuevamente lo que tenían que hacer: no dejar pasar a nadie que Desiree no quisiera recibir. Estuvieron muy de acuerdo y me aseguraron que esta vez lo pondrían por escrito. El día siguiente, lunes, me presento a las 20 horas a la puerta del hospicio y... no me dejan pasar. Bueno, pienso... al menos ahora funciona. Sólo que no estaba previsto para mí mismo... Intento explicar, pero no hay manera, porque dicen que las hermanas han dicho de no dejar pasar a nadie. Así que dejo los objetos con el pedido de dárselos a Desiree, junto con las llaves. De vuelta en casa llamo a una de las hermanas y le cuento lo sucedido. Ella me explica que Desiree habia dado la "orden" de no dejar entrar nadie en su habitación, que ella quiere estar sola por una semana entera. Respeto su decisión y me pongo de acuerdo con la hermana, que ella me mantenga informado. Nos hablamos casi cada día y me cuenta que recibe llamadas de amigas enfadadas y hablamos un poco de cómo la gente está tan insensible a la necesidad de Desiree en su última fase. Me ha hecho reflexionar mucho sobre el egoísmo de quienes no dan nada y sólo quieren recibir. Afortunadamente, muchos otros no han mostrado esa actitud y han respetado completamente ese deseo de Desiree de "clausurarse" una semana. El sábado, 10 de abril, la hermana mayor me llama para decirme que Desiree quiere celebrar su cumpleaños, el lunes 12 de abril, con sus 2 hermanas y sus 5 amigos(as) más íntimos, entre los cuales me incluyó. Nos encontramos el lunes todos en la habitación de Desiree. Ella está radiante. Es claro que ya no come y sólo bebe. Fue una celebración de cumpleaños inolvidable. Ella todo el tiempo radiante, con mucho humor, dando atención a cada uno. Pasamos el tiempo en una atmósfera muy serena y alegre. En cierto momento, ella dice que quiere verse con cada uno, uno por día en los proximos días. Y cada uno hace su cita con ella. A mí me toca el jueves, 15 de abril, a las 20 horas. El día después de su cumpleaños, su hermana me llama, comunicándome que Desiree estaba muy agotada. Claramente ella hizo de su cumpleaños una última tarea personal, poniendo toda su fuerza mental en ese único día, manteniendo todo el día su estado

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radiante y alegre. Quizás fue su despedida de las personas más queridas. ¡Qué regalo inolvidable! ¡Qué generosidad! Cuando entro en su habitación, la tarde del 15, Desiree está semidormida, respirando con dificultad. Me pide que me ponga al pie de la cama, donde ella pueda verme (ya no puede ver nada hacia los laterales). Yo pongo una silla ahí silenciosamente y espero, mirándola. Ella cierra los ojos y sigue respirando con alguna dificultad. Estamos en silencio, no quiero romper ese silencio y empiezo a mandarle mentalmente y con todo mi corazón olas de bienestar, charlando con ella desde mi interior, sin palabras. Todo muy suave, con mucho afecto. Pasa el tiempo. Su respiración se hace más y más tranquila y su cara se distiende más y más. De pronto abre los ojos y me mira. Se pone un poco más en posición sentada y me pide de darle su shag, para hacerse un cigarillo. Me viene una sonrisa, es tan de Desiree fumarse un cigarillo... aún en los momentos más difíciles. Es casi un ritual. Le pongo el paquete en sus manos. Con gestos automáticos ella logra prepararse su cigarrillo y yo le doy el mechero. Hace un tiro y hablamos un poco, algunas frases que le cuestan mucho. Veo que ya no tiene fuerza física. Después de tres tiros deja el cigarrillo en el cenicero. Una señal para mí de que no le queda mucho tiempo más. Le pregunto cómo se siente y me dice que está en paz. Ya las palabras no son necesarias. Nos despedimos y le doy un beso. Me agradece haber estado con ella y al salir de la habitación ya está con los ojos cerrados, adormeciéndose. Esa misma noche llamo a su hermana, pidiéndole que me mantenga informado cada día, cosa que ella promete hacer. Al día siguiente me llama, comunicándome que la situación ha empeorado y que han cancelado la cita para ese día. Entre tanto me pongo en contacto con los amigos humanistas, comunicándoles la situación y proponiendo estar alertas para hacer juntos la ceremonia de Bienestar el sábado en la noche. El sábado a las 15 horas me llama la hermana de Desiree, comunicándome que es muy probable que Desiree vaya a morir ese mismo día. Desiree había pedido que viniera un cura para darle los últimos sacramentos. Ella había dicho a sus hermanas que, como había hecho la comunión cuando era joven, le parecía coherente también cerrar este proceso (católico) con los últimos sacramentos. Acordamos que me presentara en el hospicio después de este ritual, alrededor de las 19 horas. Llamé de inmediato a los amigos humanistas, acordando con ellos encontrarnos en la casa de Jan, a pocos pasos del hospicio, ese mismo día a partir de las 19 horas. Que ellos me esperaran allí para hacer juntos la ceremonia de Bienestar. En ese período, hasta irme al hospicio, me pasó de todo. Aunque sé que Desiree había dicho a sus hermanas un tiempo atrás que ella quería que yo estuviera con ella en sus últimos momentos, haciendo con ella la ceremonia de Asistencia, me entró el miedo de que no me dejaran hacer eso, que no me dejaran estar a su lado. Aunque me decía a mí mismo que no, que tendrían que respetar ese deseo de Desiree, no estuve muy convencido. Sentí que era muy importante poder hacer la ceremonia de Asistencia, como conclusión de todo ese período de 10 meses de trabajo con ella. Me puse muy nervioso y cuando salí de mi casa para tomar el tranvía, empecé a pedir internamente que por favor nadie me obstaculizara en esta última tarea. Y pasó una cosa muy extraña. Mientras estuve en este estado de pedir incesantemente, tuve la sensación de que había siempre más presencias y cuando iba caminando por el último trayecto hacia el hospicio, esas presencias iban caminando a mi lado y fueron siempre más. Me sentí caminando con mucha "gente". A mi lado estaba Salvatore. Y todos me daban algo, alguna forma de apoyo. Y sentí cómo desaparecía mi incertidumbre, cómo mis pasos se hacían cada vez más decididos. Me sentí iluminado, sereno, y en este estado llegué al hospicio a las 19 horas en punto.

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Ahí me encontré con las amigas y una de las hermanas. Me recibieron con mucho cariño y dijeron que podía entrar en la habitación de Desiree inmediatamente. Así que entré. La habitación estaba en penumbra y vi a la otra hermana sentada tranquilamente al pie de la cama. Desiree estaba respirando con mucha dificultad, en una especie de coma. Me quedó claro inmediatamente que estaba en la fase de la lucha del cuerpo (que reconocí por mi experiencia en las últimas horas con mi padre). La hermana me saludó silenciosamente. Tomé una silla y me puse al lado de la cama, lo más cercano posible a Desiree. Estaba claro también que, con todo el rumor de la respiración de Desiree (que era bastante fuerte), no podía hacer la ceremonia en voz alta. Y rápidamente busqué en mí una alternativa. Me vino a la mente que en las últimas conversaciones y trabajos con la Fuerza, el tema principal fue llegar a que ella aceptara que podía pedir con toda libertad y sin ninguna restricción de acuerdo con sus más profundos y sinceros deseos. Afortunadamente lo aceptó, superando su creencia de que ella no tenía derecho a pedir tanto. Su gran deseo era poder realizar su tránsito en plena presencia de la Luz, y encontrar el mejor de los Guías para guiarla hacia la Luz y su "próxima tarea" (o proyecto, como ella decía). Su deseo era también poder seguir, de alguna manera, contribuyendo a la humanización y transformación humana, aunque desde otra dimensión de la Vida... Y justamente al recordar ese gran deseo de ella, lo he tomado como centro de concentración en el acompañamiento final al lado de su cama, cuando ella estaba librando su "última batalla". Empecé a conectarme con ella, cerrando los ojos. Se sentía sólo su laboriosa respiración. Me conecté buscando en mí los mejores sentimientos de amor hacia ella y cuando estuve seguro de que se había producido esa especial conexión emotiva, empecé a mandar olas muy suaves de paz y amor. Después empecé a mandar también suaves olas de Luz. La paz y el amor para su corazón, y la luz para su cabeza (su mente). Y mientras estuve concentrándome en esta acción, empecé a pensar las frases de la ceremonia de Asistencia, comunicándoselas en silencio. Cuando terminé, seguí hablando mentalmente con ella, mientras seguían las olas de paz y de luz, recordándole su deseo, invitándola a abrirse hacia la Luz y liberarse... "levantándola", llevando su mente a un estado luminoso. Y mientras estaba en esa comunicación, empecé a pedir a los "luminosos", a los seres bondadosos, de ayudarla, de bañarla en una luz reconfortante, de no dejarla luchar sola... Y de pronto, aparece al lado izquierdo de mi cabeza y direccionado hacia la cabeza de Desiree un enorme ser translúcido de una luz muy intensa, tan intensa que era como una sinfonía de sonidos de indescriptible belleza. Era un ángel con alas enormes que se movían. Y recordé que Desiree muchas veces había dicho que ella veía un ala enorme, sólo un ala, y que ella experimentaba esa "aparición" como algo importante, pero que nunca veía más que ese ala enorme y que le gustaría poder ver esa aparición por completo. Y entonces tuve la certeza de que su ángel había venido para asistirla y acompañarla. Entre tanto, sentí que Gerda, su hermana, salió muy silenciosa de la habitación y quedamos solos con Desiree. Y lo qué pasó después, todavía estoy tratando de integrarlo. Desde atrás, y más o menos diagonalmente, sentí como 'empujones' de algo que llegó desde muy lejos, empuje de una gran Fuerza luminosa. Llegó con un 'sonido' magistral y me sentí como el conductor de una transmisión. Fue aumentando en intensidad y estuvo dirigido directamente hacia la cabeza de Desiree. Y todo se iluminó y la cabeza de Desiree, en esa Luz intensa. Me rendí a esa Fuerza luminosa que pasaba por mí y terminaba ola tras ola en la cabeza de Desiree. En un determinado momento, fue tan intenso que me entró la duda de si era bueno que esto pasara. Y entonces, oigo una voz poderosa que me dice: "NO SEAS RIDÍCULO". Casi como una orden de no interrumpir, pero sin agresión y con algo vagamente humorístico en el tono. Así que me tranquilicé y seguí dejando pasar esos empujes de olas. Mientras todo eso sucedía, sentí que Desiree

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hacía ruidos como pequeñas exclamaciones y abrí un poquito los ojos y vi su cara con expresión de sorpresa. Cuando terminó esa experiencia, me quedé un tiempo más con una gran paz interna y hablando mentalmente con Desiree, comunicándole que todo estaba muy bien, que se fuera en paz y con alegría. Había pasado una hora. Me levanté y me fui a la puerta para salir. Me encontré con la hermana Gerda y le dije que me iba a la casa de Jan, que está prácticamente al lado del hospicio, para encontrarme con los amigos humanistas que estaban esperando allí para hacer una ceremonia de Bienestar para Desiree. Y que íbamos también a hacer la ceremonia para las hermanas y las otras amigas íntimas de Desiree que estaban allí cerca. La ceremonia en casa de Jan fue muy especial para todos y todos enviaron sus mejores deseos y su apoyo. Cuando volví al hospicio a las 22.10 horas, en diez minutos más, Desiree se fue. Y dejó su último regalo a sus seres queridos. Todos sentían una gran alegría, también los voluntarios cuidadores del hospicio. Como todos los presentes se ponían alrededor de la cama, yo me metí de inmediato en una habitación libre de al lado, sólo con un muro que me separaba de la cama donde estaba el cuerpo de Desiree. Y realicé, esta vez en voz alta, la ceremonia de Asistencia. Todo el tiempo sentí una gran alegría y conexión con Desiree. Y en cierto momento, que no recuerdo bien a qué momento de la ceremonia correspondía, registré su presencia muy fuerte, en forma de una gran esfera llena de alegría luminosa. Sentí claramente la esencia que era Desiree y me despedí de ella, diciéndole en voz alta que todo el proceso que habíamos hecho juntos había sido muy bueno; y que aquí, en este mundo, habíamos concluido este maravilloso proceso de un año, pero que, de alguna manera, quizás habría la posibilidad de seguir comunicando desde otro nivel. Y la saludo, deseándole un buen viaje hacia su próximo destino. Durante todo el resto de la noche, estando con las hermanas y las otras amigas charlando, había entre la gente todo el tiempo esta atmósfera muy suave, de una alegría muy suave. Exactamente como Desiree había querido. Sin drama. Me siento muy bien y profundamente agradecido. Por haber tenido la oportunidad de hacer este proceso con Desiree y por todo el apoyo e interés sincero de muchos amigos de nuestro Movimiento. Más de uno, como Mariana, Dani, Mónica, Gustavo, Harald, Gabi, venían a Amsterdam a visitar a Desiree y se quedaron fascinados con ella. Y los múltiples intercambios que hemos tenido con ellos y muchos otros más, han sido de gran ayuda para poder hacer este proceso lo mejor posible. Como decían Luz y Dani: "Desiree ha contribuido enormemente al nacimiento de una nueva cultura frente a la "aparente" muerte". Durante todos estos días he sentido de alguna manera la "cercanía" de una presencia que registré claramente como "parte esencial de mi gran amiga Desiree". Y hoy noche, el día 22 de abril 2004, me he puesto en situación interna para hacer lo que un gran amigo me ha dicho de hacer: agradecerle por esta oportunidad que ella me ha ofrecido durante todo este año. No fue muy difícil ya que, cada vez que ella me había agradecido por un trabajo o una larga conversación juntos, yo le he devuelto mi agradecimiento por darme la posibilidad de hacer esa maravillosa experiencia y de pasar tantas horas fascinantes con ella. Creo que, justamente por esa relación totalmente abierta y sentida, hemos podido ir tan lejos juntos.

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Pero la experiencia de esta noche fue muy diferente. Después de un buen relax, empecé a buscar el contacto emotivo con ella, ayudándome con imágenes brillantes de algunos buenos recuerdos. Sus ojos brillantes, su risa, su particular humor. Y se me presentó una figura envuelta en un "viento" de Luz, que era claramente Desiree. Estaba a distancia, pero me miraba fijo. Y empecé a hablar en comunicación mental. Mi agradecimiento venía de muy adentro de mi corazón, mostrándole a ella muchos momentos juntos a lo largo de este año y contándole cuánta gente estaba agradecida por su enorme aporte. Y detrás venía una suave alegría. Me daba la impresión de que ella me escuchaba con mucha atención, casi con expresión facial seria. Pero también serena. Algo emanaba de ella y llegó a mí como una caricia ligera como una pluma. Entonces, interpretando esa "sensación" como un contacto, me surgió de pronto preguntarle si se había encontrado con lo que era su gran deseo y si podía darme una señal. Ahí pasó algo extraño. Sentí que tenía que levantar hacia adelante mis manos, hacia ella. Entonces su imagen desapareció y había sólo una luz. Pero algo casi tocable envolvió mis manos, después mis brazos y pasó por mi cuerpo hacia atrás, dejando la misma caricia ligera de una pluma y una especie de confirmación. Y me sentí "unido" con su presencia. Entonces la registré mirando desde mi hombro izquierdo y apuntando con un brazo y mano hacia adelante. Seguí con mis ojos la dirección que indicaba y vi de lejos una figura en un paisaje luminoso. Supe de inmediato que era mi padre y sentí un gran agradecimiento por el regalo que ella me estaba dando. Y todo parecía muy bien. La figura de mi padre se acercó con su particular sonrisa y desapareció en una luz. Qué mundo extraño que me deja sin ningún parámetro... Me despedí de ella con gran cariño. Me daba la impresión de que estaba muy feliz. Todo eso pasó en una atmósfera suspendida y casi transfigurada. Una parte de mi mente estaba todo el tiempo escuchando con un oído que no era de las orejas. No se bien cómo describir eso. Nota final: Hasta hoy día, la luminosa presencia de Desiree, mi padre y muchas veces también Salvatore, se presentan en las ceremonias de Bienestar que hacemos para muchas otras personas en situaciones difíciles. Y también en numerosos momentos íntimos míos, en que me comunico con estos seres tan queridos, enviándoles mis mejores sentimientos. No desaparecen, se quedan en mi interior con presencia luminosa, muy vivos en su nuevo estado, acompañándome con suavidad. Peter Deno – 31/12/2005 [email protected] 24. MAYTE - Alcalá de Henares En abril del 2003 mi hija murió de un accidente de escalada, lo cual más abajo contaré en detalle. Y en noviembre del mismo año murió mi madre, cosa que también contaré. Pero quiero decir, ante todo, que no creo en la muerte, desde que presencié a los 16 años cómo se fue mi abuela; y a la que acompañé durante todo su último día de estancia

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en la Tierra. Hasta ese momento tenía otro concepto de la muerte: pensaba que sobrevenía de golpe, sin que nosotros supiéramos que iba a suceder. Mi abuela fue una mujer de campo, tenían un cortijo en Córdoba, España. Siempre había trabajado en el campo, muy en contacto con la naturaleza. Cuando se hizo mayor, una tía mía se la trajo a Madrid porque pensábamos que aquí había mejores médicos y estaría mejor atendida. Hubo un momento en el que dijo que la llevasen con la otra hija, que seguía viviendo en una aldea de Córdoba, porque quería morir allí. Eso fue en el verano de 1966. La llevaron, y mi tía la de Madrid, mi prima y yo fuimos en noviembre del mismo año. Mi abuela tenía 75 años, en aquellos tiempos, muy mayor. Ya hacía pocos trabajos, se levantaba, desayunaba y daba de comer a las gallinas. Ese día, como los demás, hizo su trabajo y a continuación fue a mi tía la de Córdoba y le dijo que avisaran a todos sus hijos porque iba a morirse. No sé si en esos meses hablaron algo entre ellas, el caso es que nadie se cuestionó nada, mis tíos y primos se pusieron en acción. Mi tía y su marido se fueron a avisar a otros tíos que vivían en cortijos de pueblos cercanos, mis primos fueron a recoger a las cabras y las bestias que estaban pastando, la tía de Madrid fue a llamar a mi madre por teléfono, para que fuera para allá. Mi abuela se acostó y yo me quedé con ella, estuve todo el día a su lado. Serían las diez de la mañana cuando ella comunicó que iba a morirse. Yo a ratos rezaba, otros ratos la tocaba y notaba como iban enfriándosele los pies y las manos, poco a poco. Yo intentaba calentarla con mi aliento, darle masajes. A las 9 de la noche llegaron mi madre y mi hermano, los últimos en llegar, porque eran los que estaban más lejos. Mi abuela, que había permanecido todo el día en silencio y con los ojos cerrados, los abrió, se despidió de todos y nos dijo que se iba con otro tío mío, el hijo más pequeño de ella que había muerto varios años antes. Hizo un estertor con la garganta y se fue.

Esta forma de irse y la edad que yo tenía (16 años), me dejó muy choqueada. Entonces, era eso la muerte! Era irse, era dejar este cuerpo. Entonces la muerte real no existía, sólo era eso, no había trauma. Ella se despidió de unos hijos como si se fuera de viaje con el otro hijo. Desde entonces no creo en la muerte. Y ahora he tenido más experiencias con las que puedo asegurar que la muerte no existe. Pero también sé por experiencia, que uno no se va igual cuando está pillado por la materia, a cuando no tiene nada material. Cuando antes de irse uno se ha ido desprendiendo de las cosas, cuando previamente uno ha soltado o se ha preparado a soltar todo, la muerte es distinta. Mi hermana mayor murió hace unos 15 años y yo la vi una semana antes aproximadamente. De ella no voy a hablar porque la llevó muy mal, antes de dejarnos. Y después, varios familiares hemos tenido experiencias muy desagradables, después de dejarnos, en los días siguientes, mes, mes y medio, aproximadamente... Estaba muy apegada a la materia, no quería morir por lo que dejaba: el piso, el chalet, el coche. No sólo a la familia. También por no haber hecho en la vida lo que ella quería, sino lo que los demás querían que hiciera; no se rebeló al sometimiento del que fue víctima, tanto por parte de mis padres, como después de su marido. Vivió haciendo lo que se supone que una mujer debe hacer.

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Prefiero hablar de la muerte de mi hija, porque ha sido algo extraordinario. Ella llevaba viviendo fuera de casa hacía aproximadamente dos o tres años, con el que era su novio. Después se dejaron y ella se fue a vivir con unos amigos, aquí cerca de casa; nos veíamos todas las semanas. Un día, en noviembre de 2002, vino a casa y me preguntó si no me importaba que volviese a vivir conmigo. Por supuesto, le dije que mi casa era su casa y ella podía vivir donde le diese la gana. Se vino y a los pocos días me dijo que se estaba muriendo, que se estaba muriendo sicológicamente. Lloraba tan triste y amargamente, diciéndome que todavía era muy joven para morir... Salí de la habitación porque se me partía el alma, no sabía qué pensar, ni qué decir. No entendía qué era lo que estaba pasando. Cuando pude volver a entrar ya estaba más tranquila y me preguntó si yo tenía algo con lo que se pudiera orientar. Yo llevo en el Movimiento Humanista desde 1981, aunque no continuamente, pero sí en ideas y en el intento de aplicación de las mismas; desde que ella tenía 5 años. En el momento de decirme esto, ella tenía 26. No ha sido nunca miembro de estructura, por sus motivos; pero sí su educación ha sido con los Principios, ha trabajado con la Fuerza y el Guía desde pequeña y ha estado en nuestra onda a su manera. Cuando me dijo que se estaba muriendo sicológicamente, yo quise interpretarlo que quizá lo que le estaba pasando era que estaba saliendo de la vitalidad difusa por la vía de la muerte. Entonces le dejé el libro la Mirada Interna y estuvimos comentando los procesos internos por los que pasa la conciencia en el proceso evolutivo, cómo se caen las creencias, etc. Ella siguió llevando una vida normal y de vez en cuando me llamaba para hablar sobre ciertos temas, para ver qué era lo que yo pensaba. Por ejemplo, quién creía yo que éramos nosotros. Lo que se me ocurrió decirle fue que creía que éramos un ser muy grande y muy importante que necesitaba evolucionar y se proyectaba en nosotros, para tener experiencias que sólo a través de la materia se podían tener, como es el soltar, desprenderse de todo lo material. Porque sino perderían sentido tanto la muerte como los fracasos, los accidentes o las tragedias naturales, porque hay gente que lo pierde todo en un momento, en una tragedia, en una guerra. También hablamos de la muerte y una vez más le conté como se fue mi abuela, y la falta de creencia que yo tenía en la muerte. También estuvimos hablando de que el ser humano estaba en continúo proceso evolutivo, y quién sabe si a lo mejor en esta misma generación llegábamos al punto de poder tener una cierta comunicación con las personas queridas que se encuentran en el otro lado. Poco a poco me fui dando cuenta de que la muerte de la que ella hablaba, no era un proceso de conciencia (que también). Más bien ella, de alguna manera que no sabía explicarme, o no me explico, notaba o intuía que el momento de irse estaba cerca. Alguna vez me decía que me iba a dejar solita, que quisiera mucho a mi pareja. También hablábamos del amor y las distintas formas de querer a unos y a otros, de lo importante que era la reconciliación con todo lo que nos pudieran haber hecho de daño otras personas en la vida, y cómo cada uno está en un proceso evolutivo diferente, aunque la humanidad en su conjunto vaya en esa dirección. Porque hay cosas que los humanistas hablamos y otros tienen miedo de hablar, como es el tema de la muerte. También hablamos de si yo sabía de algún caso parecido al de ella, pero yo no tenía más información que la experiencia con mi abuela.

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En febrero del 2003 hizo un viaje a Málaga de unos días, se fue sola con el coche de su padre, que lo había dejado en Madrid y fue a llevárselo. En el camino me llamó por teléfono y me dijo que había estado a punto de tener un accidente. En la autovía había tenido un reventón de la rueda y le había costado mucho controlar el coche. Pero que me quedase tranquila, que estaba bien. A ella le gustaban mucho los deportes de alto riesgo, practicaba el snowboard, el submarinismo, el puenting y la escalada. Según la mujer de mi hijo, que también practica alguno de estos deportes y entre ellas habían hablado del tema, parece ser que mi hija tenía un alto nivel como escaladora, un nivel 6, cuando dicen que en España puede haber unos 4 o 5 escaladores solamente con un nivel 8. Ella había escalado paredes lisas. Su padre vive en un pueblo precioso de Málaga que se llama Nerja, donde se rodó la película “Verano azul”. Ella nació allí (en realidad nació en Málaga pero estaba registrada como nacida allí), y mi hijo vive allí desde hace 11 años. Entre finales de marzo y primeros de abril, empezó a tener algunos momentos de nerviosismo o alteración, pero después se calmaba. Seguía haciendo una vida normal, yendo a trabajar a Madrid y saliendo con los amigos. En una ocasión me comentó que oía como la gente hablaba de ella, que porqué todo el mundo tenía que hablar de ella, todo el mundo la juzgaba, si no tenían otra cosa que hacer, que los oía hablar de ella aunque estuviese a 200 m. Le dije que eso sería una obsesión suya y además, qué importancia tenía eso si a ella le encantaba ser el centro de la atención, si la gente hablaba de ella era porque les importaba, si no les importase no le prestarían atención. Se sonrió y estuvo de acuerdo. En otra ocasión, como una semana antes de morir, me dijo que algo iba a suceder, que alguien o ella iban a hacer algo que iba a hacer sufrir a sus amigos y a ella; y que no quería que nadie sufriera por culpa suya, ni sufrir ella por culpa de nadie. También un mes antes aproximadamente me había dicho que le apetecía mucho escalar un edificio. Yo le dije que estaba loca, que si tenía la sensación de ir a morir, y no estaba enferma, entonces posiblemente estaba intuyendo la muerte por accidente, y si le apetecía tanto escalar un edificio esa era quizá la forma en que iba a morir. Ella se sonrió burlonamente y me dijo que eso era mucho menos peligroso de lo que la gente pensaba, pero que me quedase tranquila que una cosa era que le apeteciese y otra que lo fuera a hacer, por lo menos de momento. Me quedé más tranquila y se sucedieron los días. Como dos semanas antes me dijo que iba a dejar el trabajo porque se estaba planteando irse a vivir una temporada a Nerja, que allí tenía trabajo y así cambiaba de aires. De momento pensaba irse a pasar unos cinco días porque a su padre que trabaja en el mar (en aduanas) le habían mandado a Cádiz y tenía que quedarse con su hermanillo, (un hijo que ha tenido él con otra mujer después de separarnos) que tenía 16 años, para hacerle la comida y estar al cuidado. También quería hablar con él para ver si podía llevarse a su gata al chalet, porque en casa estaba muy encerrada. En las últimas dos semanas tenía momentos en los que parecía que no estaba en ella, andaba por la casa sin vida, sin vitalidad, como si fuese un fantasma, era como si la energía se fuese de ella en algunos momentos; y en otros estaba igual de vital que siempre. Se aisló bastante y le dio mucho por la lectura religiosa, se había comprado libritos con frases de distintas religiones y filosofías, de distintas culturas, libros budistas. Estuvo leyendo el libro de la Comunidad. Yo le recomendé que trabajara con el Guía, que leyera la experiencia de la Muerte. Porque se percibía que la tenía encima, yo también lo

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notaba, se estaba yendo por momentos. Había ido al médico pero no tenía nada. Sólo se estaba yendo... Ella murió el lunes 21 de abril, nada más terminar la Semana Santa. El jueves de la semana anterior se levantó muy alegre y me dijo que había tenido un sueño muy bonito: estaba en una pradera soleada, apoyada en un árbol y entonces se acercó el primo (llamaba así a un muy buen amigo suyo que había muerto el año anterior en febrero, en un accidente de escalada en Suiza por un alud y por el que lloró mucho porque ella le quería como si fuera su hermano) y estuvieron abrazándose... Y me agarró fuertemente de los brazos y me dijo: “Mayte el primo está vivo, tan vivo como tú y como yo!” Entonces le dije que no tenía muy claro si los muertos éramos nosotros o los que se habían ido, porque creo que la materia es un filtro que nos impide percibir muchas cosas de la vida. El viernes a media noche se levantó y me dijo que su padre había muerto, que había sentido como se cortaba el cordón que la conectaba con él. La tranquilicé diciéndole que al día siguiente le llamase por teléfono, y si había sucedido algo ya tendría tiempo de llorar, al tocarla noté que estaba fría como un muerto, pensé que la que estaba muriéndose era ella, le dije que se acostara conmigo para poder darle calor. El sábado mi pareja tenía libre y fuimos a dar una vuelta por el río, cuando volvimos ella había preparado una rica comida, tenía toda la casa limpia y había hecho las maletas para irse a Nerja. Comimos y todo bien. A las 5h. yo estaba en el ordenador y me dijo: “bueno ya me voy”, se despidió de su gata y me dió un beso. Abrió la puerta de la calle y entonces me vino la sensación de que quizá fuese la última vez que la viese con vida. Me levanté y salí al descansillo a darnos un fuerte abrazo. Por cierto, en estos cinco meses que ella estuvo en casa, con ese presentimiento, nos dábamos fuertes y largos abrazos, con todo el amor, de vez en cuando. Cuando ella llegó a Nerja mi hijo me llamó varias veces, estaba preocupado por lo que mi hija decía, para ella estaba muriéndose mucha gente, notaba que se moría su abuela y tuvo que llamarla por teléfono para tranquilizarse, al rato sentía que se moría su ex novio y tuvo que llamarle. Yo le comenté que no cogiera ningún coche, pensaba que el accidente quizá fuese a tenerlo con el coche, pero a mi hijo no le dije nada de los presentimientos de ella, para no asustarlo. Hablé con ella por teléfono, la encontré tranquila y le dije que se cuidase, que la quería mucho; ella me dijo que también me quería mucho y esas fueron nuestras últimas palabras. Mi hijo (Sergio) me dijo que tuvo una conversación con ella y quedaron con que el lunes iba a ir a un sicólogo haber que era lo que le estaba pasando. Yo ya se lo había dicho con anterioridad, cuando me hablaba de las sensaciones que tenía de que se iba a morir pronto. Ella me decía: “qué me va a decir un psicólogo que no hayas dicho tú o yo”. El lunes volvió a llamarme mi hijo para decirme que Sandra (así se llamaba mi hija) se había levantado muy temprano y se había ido de la casa dejando la puerta abierta. Habían quedado antes que ella iba a acompañar al hermanillo (Rafilla) al instituto, y al final tuvo que llevarle él, porque ella se había marchado y sin decir nada. A las 11hs. de la noche me volvió a llamar Sergio. Me dijo que me fuese para Nerja que Sandra había tenido un accidente y había pasado lo peor. Llamé a mi hermano y le dije lo que había pasado, me dijo que no cogiera yo el coche que me llevaba él. Cuando llegamos a Nerja, Sergio me dijo que la jueza quería hablar con el padre de Sandra y con la madre. Fuimos a ver a la jueza. Ella dijo que Sandra se había suicidado, se había tirado desde la azotea de un edificio, uno de los más altos de Nerja, de cinco pisos. No la habían

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asesinado, porque no había huellas de pelea y además varios vecinos la habían visto sola en la azotea y habían visto como se tiraba. Yo le dije que mi hija no se había suicidado, que tenía otros planes. Pero no me quiso escuchar, la investigación estaba abierta y sólo faltaba saber quién le había facilitado la llave de la puerta a la azotea para que ella pudiera acceder a la misma, puesto que estaba cerrada; alguien tenía que haberla ayudado a llegar allí. Pues como la jueza no quiso escucharme, Sergio me dijo: “deja que sigan con la investigación”. Yo no quise ver el cuerpo, prefería quedarme con el recuerdo de ella viva. También tenía miedo a desmoronarme delante de mi hijo; que ya lo estaba pasando bastante mal, puesto que había tenido que ser él que fuera al depósito a reconocer el cuerpo; porque habían oído decir que se había suicidado una giri (así llaman a los extranjeros allí) de unos 19 o 20 años, que era la novia del hijo del conserje del edificio. Ahora que tengo el atestado veo que los testigos la han visto tirarse de formas diferentes. Uno dice que estaba sentada en el pollete y le dijo que se metiera para dentro y se tiró; otra dice que estaba de pie en el pollete y se tiró; y un chaval de unos 14 años dice que estaba haciendo como si estuviese andando por una cuerda y se tiró. Entiendo que cada cual cuenta parte de los movimientos que hizo: estaba sentada, intento meterse hacia la azotea, para eso se pondría de pie en el pollete, porque si lo intenta hacer sentada se cae de espaldas, y cuando está de pié resbala. Luego la policía judicial añade algo más: la empuja el viento, puesto que a la distancia y la forma en que ha caído del edificio, ha tenido que ser empujada por algo. Como salimos el lunes por la noche, a Nerja llegamos el martes. Ese día, martes, sólo me interesaba saber en qué estado estaba ella. No su cuerpo, no creía lo del suicidio, pero tenía la intranquilidad porque me había dicho la jueza que la habían visto tirarse. Sólo quería una señal de que ella estaba bien. El día estaba triste, todo el tiempo estuvo lloviendo fuerte, era como si estuviésemos contagiando todo con nuestra tristeza - y creo yo que también la de ella - a la naturaleza. Por la noche hice la experiencia de Paz, llamé al Guía y como no percibía nada intenté dormir. Al darme media vuelta tuve la sensación de que algo me abrazaba de la misma forma en que me había abrazado Sandra el viernes, cuando durmió conmigo. Para mí fue suficiente para saber que estaba bien. Al día siguiente me levanté con mejor ánimo, el sol empezó a lucir, y mi hijo me comentó que la gente decía en la calle que ya había llegado el verano. Mi suegra me llamó para decirme: “mi nieta no se ha suicidado, mi nieta ha tenido un accidente, porque yo lo sé”. Le dije que también yo lo sabía, pero a ver que salía de la investigación. El jueves por la mañana la policía judicial llamó a mi hijo para que fuéramos a hablar con ellos. Cuando llegamos nos preguntaron qué era lo que pensábamos nosotros que había pasado. Nosotros le dijimos que pensábamos que había sido un accidente, que Sandra era escaladora y me había dicho que le apetecía mucho escalar un edificio. El policía que nos atendió, que era uno de los que llevaba el caso, abrió las manos hacia arriba y nos dijo: “caso resuelto, no sabíamos por donde continuar la investigación, en el edificio nadie la conocía, es un edificio de reciente entrega, (nuevo), no llevaba ni un año habitado, las llaves de la azotea las tenía el presidente del bloque y nunca se las había dejado a nadie y nadie había subido allí”. Luego, los vecinos habían visto que ella estuvo asomándose por toda la azotea. Si para los vecinos que la habían visto eso significaba que estaba buscando por dónde tirarse, para los policías esa era más bien una forma de buscar una salida, más propia de la

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conducta de un escalador. Nos dijeron que ellos tenían experiencia, por haber investigado bastantes casos de suicidio, y este no coincidía con la conducta del suicida. Porque, según nos dijeron, si hubiera querido tirarse lo habría hecho por un sitio donde no había ningún obstáculo, y desde donde ella se cayó había un pollete como una barandilla de ladrillo y cemento. Más bien, ellos pensaban que había resbalado y además que hacía mucho viento y este había tenido que empujarla porque ella cayó bastante separada del edificio y dio una vuelta en el aire, como si la hubiesen empujado. Nosotros también descartábamos el suicidio, porque yo vivo en un 7º piso, bastante más alto que desde donde cayó ella. Si pensase en el suicidio no iba a ir a Nerja expresamente a suicidarse, un día antes estaba en Alcalá, y si tenía problemas habría sido aquí, que era donde ella vivía. El viernes vinieron los amigos de mi hijo para acompañarle en el mal trago, estábamos hablando tranquilamente en el salón. Sergio fue a preparar un café y empecé a notar como una alegría grande por dentro que no podía contener. Me extrañó. Pensé: no estoy tan mal, pero tampoco me alegro de que haya muerto. Esta alegría iba creciendo, entonces le dije a mi hijo que iba a dar una vuelta (quería observar qué era lo que me estaba pasando). Su casa queda cerca del río, a unos 20m. Me fui a dar una vuelta por el río y, a los diez o quince pasos, la vi, a unos 20 o 30 cms. de mí. Sólo su cara. La cara era de luz. Nunca he visto nada igual, era bellísima, resplandeciente, los rayos de luz salían de su cara, sólo podía conocerla por sus facciones, el resto era una luz que no dañaba a la vista. Me quedé atónita, sólo pude pronunciar su nombre. No sé el tiempo que duró esta visión, después me vino una sensación de comprensión, como de comprensión de todo. Cuando se me fue el efecto ese, me puse a pensar: comprensión ¿de qué? comprensión de que la muerte no existe? eso ya lo creía. comprensión de que ella estaba bien? eso sí, eso me ha dado mucha tranquilidad. Su expresión era de Paz, Felicidad, Éxtasis. Si tengo que comparar con algo lo que ví, diría que se había convertido en un ángel. He intentado, con montaje fotográfico, lograr una imagen parecida a lo que vi; desde luego no tiene ni punto de comparación, porque la expresión que ví, nunca se la he visto en la vida material. Entre el sábado y el domingo, vinieron los amigos de mi hija. Desde Alcalá alquilaron un autocar y varios coches, tanto de amigos como de padres de ellos. También vinieron amigos de ella de Almería y Canarias, desde Inglaterra, los de Nerja, el domingo se hizo una pequeña ceremonia en la iglesia del Balcón de Europa, porque también había mucha gente mayor. La iglesia estaba llena de gente, yo creo que el cura alucinó con la cantidad de gente joven que había, seguro que nunca había visto en la iglesia tanta gente joven como aquel día. Desde allí llevamos las cenizas a una playa que hay al lado, porque así lo decidió su ex novio y mejor amigo. Habría unas trescientas personas, o más. Sus amigos eran escaladores, buzos, esquiadores. La mayoría de los jóvenes que había yo no los conocía, pero todos tenían lágrimas en los ojos, todos lloraban, sus amigos y sus amigas. Yo intentaba animarlos, me vino a la cabeza lo que me había dicho ella, de que algo iba a suceder, alguien o ella iban a hacer algo que iba a hacer sufrir a sus amigos y a ella; y que no quería que nadie sufriera por su culpa, ni ella sufrir por culpa de nadie. Ví la escena e intenté animar a los amigos diciéndoles que ella estaba bien, ella estaba muy bien, que no sufrieran por ella, que eso era lo que menos quería ella, ver sufrir a sus amigos por su culpa; que la tristeza por los muertos es algo cultural. Intenté animar también al ex novio, que estaba destrozado y se culpaba. Pero yo sé que el no tenía culpa de nada. Nadie tenía la culpa de nada. Ella estaba liberada y eso era bueno,

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no era malo. Un chico que yo no conocía se acercó y me preguntó si yo era la madre de Sandra, entonces me agradeció la actitud que tenía, porque les reconfortaba. En los días que sucedieron a su muerte todo el mundo lo comentaba, todos hacían sus juicios, tanto en Nerja como en Alcalá se corrió la voz del suicidio, salió en algunos medios de comunicación. ¡Ella me había dicho que todo el mundo hablaba de ella, si no tenían otra cosa que hacer, nada más que juzgarla, que los oía aunque estuviera a doscientos metros, sabía que hablan de ella! ¡Curioso! Volví a Alcalá, saqué todas sus cosas del armario para instalar en esa habitación a mi madre que estaba ocupando otra más pequeña. En esos momentos mi madre estaba en casa de mi hermana. Saqué todo su calzado. Cuando se me caían las lagrimas le pedía perdón por estar triste por su partida y le pedía que me comprendiera. A los dos o tres días de mi vuelta empezó su habitación a oler a rosas, al principio muy suave; según pasaban los días cada vez más fuerte. Yo no tenía ni colonia ni ambientador con olor a rosas en la casa, nunca lo había tenido, y rosas menos. Llegó un punto en el que pensé dejar abierta la puerta de la habitación para que me perfumase toda la casa. La tenía cerrada para que las gatas - con la de ella tengo tres gatas en casa - no estuvieran pisoteando su ropa, la cual iba lavando y planchando y ordenándola para dar o para quedarme. Ese olor duró aproximadamente un mes y medio, en ese tiempo no me atreví a meter a mi madre en la habitación porque me encantaba el olor que tenía y no quería quitárselo. Un día voy a la habitación donde tengo el ordenador, y dejo pasar a su gata y veo que está como traspuesta, como muerta; y la llamo y no se mueve, la toco y no se mueve, entonces me asusto porque pienso que también está muerta, me acerco más a ella con la cara para ver si la noto respirar y tiene un fuerte olor a rosas. Entonces le digo a mi pareja que venga a olerla, a ver qué le parece. Se acerca y me dice: ¡huele a rosas! Entonces sé que no es paranoia mía, que no es que me esté trastornando, no soy la única que percibe las cosas. ¿Se estaba despidiendo mi hija de su gata?... Me encuentro un día a una amiga de ella y me dice que le ha pasado una cosa muy rara. Cuando iba a trabajar, se para en un semáforo donde había bastante gente, iba pensando en Sandra y saltándosele las lágrimas, y de repente le cae una piedra en la cabeza, a ella! habiendo tanta gente, en un sitio donde no hay piedras... Y piensa que ha sido Sandra, que no quiere que ella llore por su muerte. Coincido con la madre del ex novio de Sandra en el hospital al cabo de los meses, cuando a mi madre le da el infarto. Y hablando de la muerte y de cómo lo llevo, le cuento que había visto a Sandra, como lo he contado anteriormente. Ella me dice que no se ha atrevido a contárselo a nadie, ni siquiera a su marido, para que no la tachen de loca, me lo contaba a mí, por lo que yo le había contado. Dice que Sandra había estado a su lado, que había notado su presencia, había ido a visitarla. Sandra la quería mucho, y no me extraña. Mi hijo me llamó a los pocos días de venirme y me dijo que su novia estaba tonta, que estaba asustada. Estaba diciendo que Sandra estaba en la casa, que la sentía detrás de ella en el pasillo. Y hasta en una ocasión la había tocado en el hombro, ella pensó que era mi hijo y le dijo ¿qué?, y al volverse no había nadie. Le dije que no se asustaran, que Sandra estaba queriendo demostrar de alguna manera que la muerte no existe. Que ella seguía viva. Cuando le da el infarto a mi madre, a finales de octubre, se queda inválida de medio cuerpo y pierde el habla. Pasó 21 días en el Hospital de Alcalá, el Príncipe de Asturias.

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Los hijos y las nueras nos turnábamos para no dejarla sola ni un momento en el Hospital, nos pusimos turnos. En uno de esos turnos en los que voy yo, veo que mi madre está mirando para una esquina de la habitación como si hubiera alguien allí. Entonces le digo, ¿tienes visita? ¿quién ha venido a visitarte, tu madre, Araceli (así se llama mi hermana, la que murió hace años) o es Sandra? Cuando murió mi hija decidimos no decir nada a mi madre porque era su ojito derecho y mi madre era muy mayor para soportar el dolor, decidí decirle que había encontrado trabajo en Nerja y se había quedado a pasar una temporada. De todas formas mi madre llevaba ya varios años con demencia senil, había perdido bastante la cabeza, no nos conocía. Al nombrarle a Sandra, frunció la frente (como para verla mejor, mi madre usaba gafas y en ese momento no las tenía puestas) me miró a mí, volvió a mirar a la esquina, volvió a mirarme a mí, cerro los ojos y se durmió. Durante el tiempo en que mi madre estuvo en el hospital, pude hacerle la experiencia de Paz, y la Ceremonia de Bienestar. Ya tenía el librito del Mensaje, cosa que no pude trabajar con mi hija porque todavía no tenía el librito. También le dije a uno de mis hermanos que avisara a un cura para que le diera la Extremaunción, puesto que mi madre era católica y practicante. Pensé que quizá eso también la ayudaría, la mayoría del tiempo que pasó en el hospital estuvo sedada, era demasiado mayor para hacerle ninguna intervención, murió con 91 años. Sólo era esperar a ver el cuerpo cómo reaccionaba; y calmantes y alimentación por vena. Uno de esos días, yo ya la veía muy deteriorada y sin ganas de seguir viviendo, entonces hice un pedido a Sandra para que no la dejara sola, mi madre en los últimos meses tenía mucho miedo a quedarse sola. Cuando hice el pedido a Sandra, oí dentro de mi cabeza su voz diciéndome: “tranquila mami, no te preocupes”. La habitación se llenó de una presencia, había una atmósfera de algo, entonces me levanté y dije en voz alta: “Sandra estás aquí, siento tu presencia”. Fue tan fuerte la sensación que tuve. Al día siguiente, cuando fui al Hospital, eran sobre las 7 de la tarde, mi madre abrió los ojos, me miraba como despidiéndose, con los ojos llorosos. Entonces se me ocurrió decirle que estuviera tranquila, que no tuviera miedo, que en ningún momento se iba a ver sola, mientras estuviera aquí los hijos nos íbamos a turnar en estar con ella y, si decidía irse, Sandra me había dicho que no me preocupase que iba a estar con ella. También le dije lo mucho que la quería y la iba a querer siempre. Vinieron las enfermeras y la cambiaron de habitación, para que no tuviera otras personas enfermas en su habitación que la incomodaran, así estábamos las dos solitas. Al rato empezó a respirar más profundamente, fue el tipo de respiración que hacemos cuando hacemos la experiencia de paz o de Fuerza. Empezó despacio, cada vez la respiración era más amplia y profunda y, después de unas cuantas veces, dejó de respirar. Ya han pasado dos años. Sigo teniendo sensaciones en mi interior, en mi corazón, en muchas ocasiones me invade una paz, amor y calidez que creo que es Sandra la que me lo trasmite. De todas formas, ella me dijo que repitiese una frase muchas veces y la sensación me viene repitiendo esa frase: Om mani padme Um. Sé que es un rezo de los budistas. En diciembre del 2004 se casó mi hijo y la mujer quedó embarazada enseguida porque fueron a buscar un hijo pronto. Ya no son demasiado jóvenes y no querían tener hijos en edad muy avanzada.

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El 30 de septiembre del 2005, después de comer me recuesto en el tresillo, para hacer un pequeño descanso, mientras veo la tele. Me viene la imagen de Sandra a la cabeza, y pienso: “mi niña, cuanto te quiero!” E intento seguir viendo la tele. La imagen persiste en mi cabeza, vuelvo a pensar lo mismo, la imagen no me deja ver la tele, persiste en mi cabeza, entonces me siento en el tresillo y le digo: “Sandra, creo que me quieres decir algo pero no te entiendo, ¿va a nacer el niño?, ¿le pasa algo a Nieves?” (así se llama la mujer de mi hijo). “Bueno - sigo diciendo - esta noche les llamo y me quedo más tranquila”. Había hablado con ellos dos o tres días antes. Mi hijo sale de trabajar a las 11 de la noche y no suele llegar a casa antes de las 11,30. Pero a partir de las 11 no hago más que mirar el reloj. Esto me empieza a poner nerviosa, entonces decido llamar aunque no pueda hablar con él; pienso que hablo con Nieves y me quedo tranquila. Llamo y no cogen el teléfono. Entonces pienso que puede estar en casa de la madre o, como es viernes, a lo mejor ha salido antes de trabajar o ha librado y han salido a dar una vuelta. Les llamo a las 11,20; dejo el mensaje de que les llamaré al día siguiente, que no pasa nada. A las 12 de la noche me llama mi hijo y me dice: “Abueli...” Entonces le pregunto: “¿ya ha nacido el niño, y Nieves como se encuentra?” Me dice que le han tenido que hacer la cesárea, que ha tenido un desprendimiento de placenta, el niño se ha adelantado 18 días y ha nacido... a las 11,20. Curioso, ¿no? Casualidad, o la comunicación no se acaba... Antes de concluir creo que debo comentaros algo más de mi hija. Para ella la escalada no era un simple deporte de riesgo. La escalada era un esfuerzo personal con la mejor recompensa. Me decía que la montaña era el sitio en donde realmente se notaba la presencia de Dios. También debo resaltar un comentario que hizo uno de los policías judiciales. Nos dijo que “no entendía a los escaladores, porque se jugaban la vida sin ganar dinero, que por lo menos los que se dedican a las carreras lo hacen por dinero!” El otro policía nos preguntó si le gustaban los paisajes bonitos; dijo que había buscado el mejor mirador de Nerja, que allí no había subido nadie pero ellos sí, pocos minutos después de caer ella y era lo más bonito que habían visto nunca. La Axarquia es la comarca donde se encuentra el pueblo de Nerja. Ella invitaba a sus amigos a ir allí. Según me comentaron, les decía que aquello era el Paraíso. Aunque es largo lo que cuento, me dejo muchas cosas más que han pasado, pero no quiero aburrir. Si esto es útil para quitar a alguien la carga que tenemos sobre la muerte, está bien. Si no, disculpad por la parrafada. Un abrazo y Paz, Fuerza y Alegría para todos. Mayte Roldán. [email protected] 25. NORMA – Buenos Aires. Quisiera compartir lo vivido a partir del accidente de Juan, joven Mensajero de la villa 21, atropellado por una camioneta. Hubo tres momentos: la semana en el hospital, la partida y despedida de Juan y el tiempo posterior.

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Ya desde una cierta distancia, puedo decir que esa semana de convivencia en el “campamento” levantado en el hospital permitió crear vínculos profundos y algo más entre todos los que estuvimos allí día tras día, algunos 24 hs. corridas. Todo fue muy intenso. Durante las primeras horas estaba sola para levantar los ánimos, realizar el Bienestar, acercarme a quien se quebraba o aislaba. Al anochecer otros hacían lo mismo: Johanna, Mensajera y amiga de Juan; Guanchan, Mensajero y hermano de Juan y la mamá de ambos. Este modo de enfrentar esa angustiante situación fue contagioso y al pasar los días se fue produciendo una suerte de cadena, en donde unos alentaban a otros y así siguiendo, cuando era necesario. Fue maravilloso ver la transformación que se iba dando al poner en práctica esa actitud en que nos pone el Mensaje y el ámbito de las ceremonias. La primera ceremonia al aire libre la realizamos donde siempre nos juntábamos a hacerle "el aguante" a Juan; éramos unos 20 o treinta amigos, jóvenes en su gran mayoría, algunos sentados en bancos, otros en el suelo, otros de pié. Entre ellos había creyentes y ateos. Muchos, si no todos, buscadores de lo Profundo aún sin saberlo. Me senté al lado de su mamá, quien me tomó la mano y así comencé con la ceremonia. Me pareció que lo mejor era hacer una parte del Pedido (el Regalo) uniéndola a una parte del Bienestar. Eso hice. Con mis palabras, sin leer nada, guiando con calma y de acuerdo a lo más profundo de mi sentir. En ese momento pensaba en Juan, en sus padres y en esos jóvenes que estaban presentes, quienes hacía menos de dos meses habían pasado por una situación similar con otro amigo. Los vi cerrar sus ojos, llevar sus manos al corazón y pedir por su amigo.... A medida que surgían las palabras sentía que crecía en mí un inmenso amor hacia ellos. Ya finalizando la mamá de Juan se quebró, hablándole a su Dios con conmovedoras palabras. El viernes 27, el Pedido lo hicimos en un parque frente a la habitación donde estaba Juan. Los chicos querían cantarle las canciones que más le gustaban. Para eso habían llevado las guitarras, pero pidieron hacer nuevamente la ceremonia antes de comenzar a cantar. Entonces pedimos por lo aparentemente imposible, por sus padres y hermano, y "por nosotros"... agregó uno de los chicos. Se sentía una fuerte conexión entre todos. Entonces comenzaron a tocar y a cantar. Fue muy conmovedor. El sábado 28 tuvimos el primer anuncio de la partida de Juan, pero una hora después y luego de que le hicieran un estudio más profundo, se comprobó que aún tenía actividad cerebral. Sin embargo, el lunes a la mañana dejó su cuerpo y comenzó su viaje hacia los infinitos mundos. Guanchan, después de hacer la Asistencia a su hermano, nos contó: "la hice con mis palabras, pero sentí algo muy fuerte, sentí que no era yo quien hablaba"... Recién al día siguiente se pudo llevar el cuerpo a una suerte de galpón perteneciente a la iglesia de la villa. Allí estuvo toda la noche en compañía de amigos y familiares. Al otro día había casi 200 personas. El cura de la villa realizó una misa, lo que puso un clima un tanto pesado por los contenidos de la misma. Su hermano y su madre me habían pedido que realizara la ceremonia de Muerte. Me pareció conveniente hacerla en el momento previo al cierre del cajón. Eso hice. Pero antes de comenzar, les pedí que recordaran lo mejor de Juan y que guardaran eso en su mente y en su corazón para que los alentara, los inspirara. Las caras de algunos de sus amigos se distensaron. En varios brotó una mirada esperanzada. Entonces un poco leyendo y un poco con mis palabras, fui dando la ceremonia. Sentí que mi corazón se unía al de ellos y éramos una unidad, tuve un suave registro de la Fuerza.

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Después, en paz, salimos para acompañar (más de 100 personas) en micros y autos hasta el cementerio. Una vez allí, todo fue breve y conmovedor. En un momento su madre clamó al cielo: “Oh, Juan te has ido!” Entonces surgió en mí invitarlos nuevamente a recordar lo mejor de él y guardarlo en el corazón. Luego su hermano me murmuró: “salgamos de acá, es hora de dejarlo”. Y nos retiramos, aplaudiendo sentidamente. Ayer los amigos más cercanos pasamos un rato juntos mirando fotos, escuchando sus canciones y riéndonos de los momentos graciosos compartidos con Juan. Si bien había una cierta nostalgia, nadie estaba triste, sino que se sentía una suave alegría y algo de asombro - decían - por estar bien frente a esta situación. Parece que la partida de Juan ha producido algunos “milagros”: sus padres han vuelto a vivir juntos, como así también un par de primos que estaban separados; militantes de izquierda de la villa finalmente se encontraron con el Mensaje, cosa que él había intentado desde que nos conociera; también otros amigos suyos se acercaron ahora al Mensaje; todos juntos ya están consiguiendo un micro para ir a la Sala de La Reja. Me resulta difícil poner en palabras lo que se generó porque fueron muchos intangibles... La situación en sí, el paisaje externo, ha sido dramático. Sin embargo la atmósfera instalada entre nosotros fue de afecto, de unidad y de una esperanza indescifrable, no sólo del momento. Con palabras sencillas y sentidas hemos conversado sobre el sentido de la existencia, sobre creencias, sobre experiencias que muchos han tenido de lo Profundo. También hemos cantado y reído. Todo fue diferente a lo usual en estos casos. ¿Qué guardo de lo vivido? El recuerdo de cómo una situación se transforma en otra y el cambio que se produce en otros al poner en práctica la actitud del Mensaje y las ceremonias; los fuertes vínculos generados entre todos; el amor de ellos hacia Juan; el profundo amor experimentado por mí hacia ellos; el gran acto unitivo que realicé a último momento con Juan; mi agradecimiento hacia él; mi profunda convicción de que la muerte no detiene la vida. Norma Coronel. 3 de febrero 2006 [email protected]

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Anexo Ceremonias del Mensaje de Silo que se mencionan en los testimonios1

Oficio Se realiza a pedido de un conjunto de personas. Todos de pie. El Auxiliar invita a sentarse. Oficiante y Auxiliar permanecen de pie. Oficiante: Mi mente está inquieta. Conjunto: Mi mente está inquieta. Oficiante: Mi corazón sobresaltado. Conjunto: Mi corazón sobresaltado. Oficiante: Mi cuerpo tenso. Conjunto: Mi cuerpo tenso. Oficiante: Aflojo mi cuerpo, mi corazón y mi mente. Conjunto: Aflojo mi cuerpo, mi corazón y mi mente. Oficiante y Auxiliar se sientan, dejando transcurrir unos minutos. Pasado ese tiempo, el Auxiliar se para y cita un Principio o pensamiento de La Mirada Interna de acuerdo a las circunstancias, invitando a la meditación sobre el mismo. Luego se sienta. Pasan unos minutos y finalmente el Oficiante de pie, lee lentamente las frases siguientes, deteniéndose en cada una de ellas. Oficiante: Relaja plenamente tu cuerpo y aquieta la mente... Entonces, imagina una esfera transparente y luminosa que bajando hasta ti, termina por alojarse en tu corazón... Reconocerás que la esfera comienza a transformarse en una sensación expansiva dentro de tu pecho... La sensación de la esfera se expande desde tu corazón hacia afuera del cuerpo, al tiempo que amplías tu respiración... En tus manos y el resto del cuerpo tendrás nuevas sensaciones... Percibirás ondulaciones progresivas y brotarán emociones y recuerdos positivos... Deja que se produzca el pasaje de la Fuerza libremente. Esa Fuerza que da energía a tu cuerpo y mente... Deja que la Fuerza se manifieste en ti... Trata de ver su luz adentro de tus ojos y no impidas que ella obre por sí sola... Siente la Fuerza y su luminosidad interna... Déjala que se manifieste libremente... Transcurre un tiempo. Luego, el Auxiliar se pone de pie al lado del Oficiante.

1 El texto completo del Mensaje de Silo se encuentra en el sitio www.silo.net

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Auxiliar: Con esta Fuerza que hemos recibido, concentremos la mente en el cumplimiento de aquello que necesitamos realmente... Invita a todos a ponerse de pie para que efectúen el Pedido. Luego transcurre un tiempo. Oficiante: ¡Paz, Fuerza y Alegría! Conjunto: También para ti, Paz, Fuerza y Alegría.

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Imposición

Se realiza a pedido de una o varias personas. Todos de pie. El Auxiliar invita a sentarse. Oficiante y Auxiliar permanecen de pie. Oficiante: Mi mente está inquieta. Conjunto: Mi mente está inquieta. Oficiante: Mi corazón sobresaltado. Conjunto: Mi corazón sobresaltado. Oficiante: Mi cuerpo tenso. Conjunto: Mi cuerpo tenso. Oficiante: Aflojo mi cuerpo, mi corazón y mi mente. Conjunto: Aflojo mi cuerpo, mi corazón y mi mente. Oficiante y Auxiliar se sientan, dejando transcurrir un tiempo. El Oficiante se pone de pie. Oficiante: Si quieres recibir la Fuerza debes comprender que en el momento de la Imposición comenzarás a experimentar nuevas sensaciones. Percibirás ondulaciones progresivas y brotarán emociones y recuerdos positivos. Cuando eso ocurra, deja que se produzca el pasaje de la Fuerza libremente... Deja que la Fuerza se manifieste en ti y no impidas que ella obre por sí sola... Siente la Fuerza y su luminosidad interna... Déjala que se manifieste libremente... Pasado un tiempo que permita la reflexión, Oficiante y Auxiliar se ponen de pie. Auxiliar: Quien desee recibir la Fuerza, se puede poner de pie. El Auxiliar invita, de acuerdo al número de los concurrentes a permanecer de pie al lado de los asientos o a formar un círculo alrededor del Oficiante. Pasado un momento, el Oficiante comienza la imposición. El Auxiliar, si es el caso, facilita los desplazamientos de los partícipes y, ocasionalmente, acompaña a algunos hasta sus asientos. Terminada la Imposición, se da un tiempo de asimilación de la experiencia.

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Auxiliar: Con esta Fuerza que hemos recibido, concentremos la mente en el cumplimiento de aquello que necesitamos realmente... Invita a todos a ponerse de pie para que efectúen el Pedido. Transcurre un tiempo. Oficiante: ¡Paz, Fuerza y Alegría! Conjunto: También para ti, Paz, Fuerza y Alegría.

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Bienestar Se realiza a pedido de un conjunto de personas. Los partícipes sentados. Oficiante y auxiliar de pie. Auxiliar. Aquí estamos reunidos para recordar a nuestros seres queridos. Algunos de ellos tienen dificultades en su vida afectiva, en su vida de relación, o en su salud. Hacia ellos dirigimos nuestros pensamientos y nuestros mejores deseos. Oficiante. Confiamos en que llegue hasta ellos nuestro pedido de bienestar. Pensamos en nuestros seres queridos; sentimos la presencia de nuestros seres queridos y experimentamos el contacto con nuestros seres queridos. Auxiliar. Tomaremos un corto tiempo para meditar en las dificultades que padecen esas personas... Se da unos pocos minutos para que los concurrentes puedan meditar. Oficiante. Quisiéramos ahora hacer sentir a aquellas personas, nuestros mejores deseos. Una oleada de alivio y bienestar debe llegar hasta ellas... Auxiliar. Tomaremos un corto tiempo para ubicar mentalmente la situación de bienestar que deseamos a nuestros seres queridos. Se da unos pocos minutos para que los concurrentes puedan concentrar su mente. Oficiante. Concluiremos esta ceremonia dando la oportunidad, a quienes así lo deseen, de sentir la presencia de aquellos seres muy queridos que, aunque no están aquí en nuestro tiempo y en nuestro espacio, se relacionan con nosotros en la experiencia del amor, la paz y la cálida alegría... Se da un corto tiempo. Oficiante. Esto ha sido bueno para otros, reconfortante para nosotros e inspirador para nuestras vidas... Saludamos a todos, inmersos en esta correntada de bienestar, reforzada por los buenos deseos de los aquí presentes.

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Asistencia Esta es una ceremonia de mucho afecto y exige que quien la realiza de lo mejor de sí. La ceremonia puede ser repetida a pedido del interesado o de aquellos que cuidan de él. El Oficiante a solas con el moribundo. Cualquiera sea el aparente estado de lucidez o inconsciencia del moribundo, el Oficiante se aproxima a él hablando con voz suave, clara y pausada. Oficiante: Los recuerdos de tu vida son el juicio de tus acciones. Puedes, en poco tiempo, recordar mucho de lo mejor que hay en ti. Recuerda entonces, pero sin sobresalto y purifica tu memoria. Recuerda suavemente y tranquiliza tu mente... Se hace silencio por unos minutos, retomando luego la palabra con el mismo tono e intensidad. Rechaza ahora el sobresalto y el descorazonamiento... Rechaza ahora el deseo de huir hacia regiones obscuras... Rechaza ahora el apego a los recuerdos... Queda ahora en libertad interior, con indiferencia hacia el ensueño del paisaje... Toma ahora la resolución del ascenso... La Luz pura clarea en las cumbres de las altas cadenas montañosas y las aguas de los- mil- colores bajan entre melodías irreconocibles hacia mesetas y praderas cristalinas... No temas la presión de la Luz que te aleja de su centro cada vez más fuertemente. Absórbela como si fuera un líquido o un viento, porque en ella, ciertamente, está la vida... Cuando en la gran cadena montañosa encuentres la cuidad escondida debes conocer la entrada. Pero esto lo sabrás en el momento en que tu vida sea transformada. Sus enormes murallas están escrita en figuras, están escritas en colores, están “sentidas”. En esta ciudad se guarda lo hecho y lo por hacer... Se hace un breve silencio, retomando luego la palabra con el mismo tono e intensidad.

Estás reconciliado... Estás purificado... Prepárate a entrar en la más hermosa Ciudad de la Luz, en esta ciudad jamás percibida por el ojo, nunca escuchada en su canto por el oído humano... Ven, prepárate a entrar en la más hermosa Luz...

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Muerte Oficiante: La vida ha cesado en este cuerpo. Debemos hacer un esfuerzo para separar en nuestra mente la imagen de este cuerpo y la imagen de quien ahora recordamos... Este cuerpo no nos escucha. Este cuerpo no es quien nosotros recordamos... Aquel que no siente la presencia de otra vida separada del cuerpo, considere que aunque la muerte haya paralizado al cuerpo, las acciones realizadas siguen actuando y su influencia no se detendrá jamás. Esta cadena de acciones desatadas en vida no puede ser detenida por la muerte. ¡Qué profunda es la meditación en torno a esta verdad, aunque no se comprenda totalmente la transformación de una acción en otra! ....... Y aquel que siente la presencia de otra vida separada, considere igualmente que la muerte solo ha paralizado al cuerpo; que la mente una vez más se ha liberado triunfalmente y se abre paso hacia la Luz... Sea cual fuere nuestro parecer, no lloremos los cuerpos. Meditemos más bien en la raíz de nuestras creencias y una suave y silenciosa alegría llegará hasta nosotros... ¡Paz en el corazón, luz en el entendimiento!

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Indice

I. Introducción II. Testimonios

1. Patrizia – Milán. 2. Marcos – San Pablo. 3. Raquel – Lima. 4. Quim – Barcelona. 5. Isaías – Buenos Aires. 6. Fabiana – Buenos Aires. 7. Néstor – Buenos Aires. 8. Catalina – Buenos Aires. 9. Huga – Santiago de Chile. 10. Mabel – Barcelona. 11. Miguel Angel – Madrid. 12. Poli – Madrid. 13. Roberto – Madrid. 14. Elena – Madrid. 15. Trudi – San Francisco. 16. Hugo – Moscú. 17. Serenella – Milán. 18. Federica – Milán. 19. Antonia – Nápoles. 20. Cecilia – Florencia. 21. Soledad – Santiago de Chile. 22. Emma y Godi – San Francisco. 23. Peter – Ámsterdam. 24. Mayte – Alcalá de Henares. 25. Norma – Buenos Aires.

III. Anexo – Ceremonias de El Mensaje de Silo