expansiÓn capitalista en la gobernaciÓn de imperial. propiedad, medios y relaciones de producción...
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ESCUELA DE HISTORIA
UNIVERSIDAD ACADEMIA DE HUMANISMO CRISTIANO
EXPANSIÓN CAPITALISTA EN LA GOBERNACIÓN DE IMPERIAL.
Propiedad, Medios y Relaciones de Producción y Pueblo Mapuche
Alumno: Alvarado Lincopi, Claudio
Profesor: Contreras Cruces, Hugo
Tesis para optar al grado de Licenciatura en Historia con Mención en Estudios Culturales
Santiago, Septiembre 2011
2
Índice
INTRODUCCIÓN 5
Algunas consideraciones teóricas 8
1. EXPROPIACIÓN Y CONSTITUCIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA
AGRARIA Y LA CONCENTRACIÓN DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN
EN LA GOBERNACIÓN DE IMPERIAL 22
1.1 La Propiedad Agraria. Concentración, medianos propietarios y reducciones 26
1.2 Propiedad de los Medios de Producción 37
2. RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN EN LA GOBERNACIÓN
DE IMPERIAL 44
2.1. Las Exteriorización del Estado. Consecuencias Económicas y Comerciales 49
2.2. Relaciones de producción bajo la naciente industria local 63
3. DOMINACIÓN Y EXPLOTACIÓN BAJO EL NUEVO CONTEXTO
COLONIAL. ESTADO, EXPANSIÓN CAPITALISTA
Y PUEBLO MAPUCHE 72
3.1 Profundización de las consideraciones teóricas 75
3.2 Dominación Político-Cultural: Obediencia-Resistencia,
Control y Dependencia 79
3.3 Expansión Capitalista y Pueblo Mapuche.
Explotación y Relación de Producción Colonial 88
4. COROLARIO. PASADO Y PRESENTE EN LA MOVILIZACIÓN MAPUCHE
CONTEMPORÁNEA 98
4.1. Estado y Capitalistas .Un acercamiento al proceso de ocupación
del Ngulumapu, y su proyección política contemporánea 99
3
Agradecimientos
A mi padre Claudio Alvarado Galaz y a mi madre Jimena Lincopi Collio, por
su incondicional apoyo y comprensión.
A mi hermano Marcelo Alvarado Lincopi por las alegrías y enojos.
A Juan Carlos Lincopi y Andrea Curivil, por su cordial recibimiento en Nueva
Imperial, cuando fuimos a buscar los documentos que construyen esta tesis.
A los profesores Milton Godoy y Paula Raposo, por su preocupación y apoyo
académico constante en los momentos que se hilvanaban estas palabras.
A la Organización Mapuche Meli Wixan Mapu y a Enrique Antileo, por su
confianza en poder aportar en los talleres de Historia y Política Mapuche, la
cual reafirmó y tensionó ideas de esta tesis.
A mis compañeros José Miguel Sanhueza, Miguel Gutierrez, Luis Pino y
Daniel Canto, por las conversaciones que muchas veces aportaron más que
una cátedra en mi formación.
Finalmente al profesor Hugo Contreras, por la confianza, ayuda, consejos,
conversaciones y paciencia.
Gracias a todos.
4
A Josefina Collio Huechuqueo
A Carlos Lincopi Imilqueo
Mis abuelos
Los que caminaron en su infancia las tierras que recorren estas palabras.
5
Introducción
El proceso de ocupación del Ngulumapu por el Estado chileno, iniciado en la
segunda mitad del siglo XIX, trajo consigo una expansión y consolidación capitalista en la
región, por medio de nuevas formas de producción, nuevas relaciones de producción,
nuevas formas de tenencia de tierras, nuevos mercados y fines productivos. Esto no
obedeció a un resultado histórico de la “mano invisible del capitalismo”, sino más bien
estaba en las entrañas del proyecto colonizador de las elites que pensaron el proceso de lo
que llamaron “Pacificación de la Araucanía”, que inaugura, contradictoriamente a la
semántica utilizada, la violencia hasta hoy presente. Estos tenían desde un principio razones
materiales y no puramente “civilizadoras”, como decían sus palabras, para concretar la
ocupación y colonización del territorio controlado por el Pueblo Mapuche. El Mercurio de
Valparaíso, en su edición del 24 de mayo de 1859, señalaba en relación a la ocupación de la
Araucanía:
“siempre hemos mirado la conquista de Arauco como la solución del gran
problema de la colonización y del progreso de Chile (…) El porvenir industrial
de Chile se caracteriza, a no dudarlo, en la región del Sur, no teniendo hacia el
Norte más que áridos desiertos que un accidente tan casual como el hallazgo de
minerales ha logrado hacer célebres, dándoles más importancia que dista mucho
de ser imperecedera. Natural, es pues que las miradas de la previsión se dirijan
hacia esta parte, la más rica y extensa del territorio chileno”1
Dejando claro así, que la expansión y colonización del Estado, por medio de sus fuerzas
militares, a territorio mapuche, no dista de ser un problema crucial para la expansión
capitalista de la naciente república. Esto quedó demostrado luego del término de la invasión
militar, cuando la economía regional comenzó a crecer en producción, en acumulación de
capitales, comenzaron a aparecer nuevos tipos de relaciones sociales y se vivió un proceso
de concentración de los medios de producción. En este contexto fue sometido el pueblo
mapuche, y gracias al cual comenzó a vivir el largo conflicto colonial.
1 Editorial de "El Mercurio" sobre la ocupación de la Araucanía. El Mercurio de Valparaíso, 24 mayo 1859, p.
2. [en linea: http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0012732.pdf]. Consulta: 21 de Noviembre de
2010
6
Ahora bien, la extensión de la problemática, no nos permite estudiar la totalidad de
la Araucanía, por lo que decidimos concentrarnos en la Gobernación de Imperial, región
ubicada al poniente del Temuco y limitada por el oeste con el Océano Pacífico, al sur por el
Departamento de Valdivia y al norte con Lebu, cruzada por el río Imperial, proclive a
navegar por pequeñas y medianas embarcaciones y con una vegetación, por la época, aún
frondosa, que mantenía bosques silvestres, que por la período de estudio se comienzan a
talar. La elección de ésta zona, es por un lado afectiva, pero principalmente tiene que ver
con una configuración histórica, política y económica que se desenvuelve para el 1900, que
otorga a este espacio una significación regional, en tanto nos permite estudiarla como una
unidad administrativa y productiva, en donde la conectividad se origina endogámicamente
primero, permitiendo la aparición de un mercado interior, y exogámicamente después,
abriendo pasos para la comercialización con otras regiones de empuje capitalista, no solo en
la Araucanía, sino en gran parte de las ciudades de Chile.
Para la realización de esta investigación se utilizó básicamente los Fondos
Documentales de la Gobernación de Imperial y la Intendencia de Cautín, además de
periódicos y boletines municipales, teniendo siempre presente que estos documentos son
prueba de dominación y explotación, que bajo a una semántica administrativa, ordenaba y
vigilaba las situaciones sociales, y que por tanto la sospecha constante al documento es
realmente importante.
Si pudiésemos ubicar a esta tesis dentro de un marco historiográfico, diríamos que
es de aquellas que intentan ser parte de la historia económica, de la histórica política, de la
historia social, e incluso podríamos argumentar, de alguna manera, de la historia mapuche.
Cuestiones que en definitiva son muy poco importantes, si pretendemos hacer una historia
más total, y no fragmentada en pequeñas micro experiencias históricas, o más ecléctica si lo
miramos desde otro punto de vista.
En fin, la explicaciones, o introducciones, lo cual no es siempre lo mismo,
son muchas veces parches a heridas que aún no existen. Dejemos que hablé la tesis, que
discurra. Solo antes señalar una síntesis de cada capítulo, para acomodar la lectura y hacer
más fácil la comprensión del ordenamiento de los capítulos.
7
La primera parte de esta tesis, que por su extensión podría ser perfectamente un
capitulo de pregrado, pero que finalmente no lo es, intenta definiciones de las principales
categorías utilizadas y del modo en cómo estamos entendiendo ciertos procesos
económicos, muy importantes de diferenciar.
El primer capítulo trata del proceso de concentración de la tierra y de los medios
productivos, y como esto configuró a la propiedad privada como el órgano vital del sistema
económico que comenzaba a operar hegemónicamente en la Gobernación de Imperial.
El segundo capítulo intenta estudiar las combinadas y heterogéneas relaciones
sociales de producción que instauró el sistema capitalista, y que de ninguna manera fue la
reproducción mecánica del capitalismo europeo, ya que la expansión económica en estas
regiones fue de modo original, debido al carácter dependiente con el capitalismo de las
regiones centrales. De este modo, junto con el asalariado, el peonaje, los gañanes, los
jornaleros y colonos pobres alimentaron la fuerza de trabajo solicitada para la reproducción
del capital.
Nuestro tercer capítulo trata de como la sociedad mapuche fue sometida, de forma,
subordinada, domina, explotada, en definitiva colonial, en el nuevo modo de producción
imperante y en la nueva lógica administrativa del Estado que se instauró posterior a la
ocupación. Para finalmente acabar con un corolario con el pensamiento político que
discurre de los argumentos de esta tesis.
Ahora si, finalmente, para adentrarnos en estos aún sinuosos temas, tanto para la
historiografía chilena, como para la emergente historiografía mapuche, nos tenemos que
concentrar en primer lugar en intentar definiciones teóricas de lo que entenderemos por
capitalismo, economía capitalista agraria, y otros conceptos que surgirán en el hilvanar de
estas palabras.
8
Algunas consideraciones teóricas
Uno
Para el estudio del proceso que llevó a la consolidación de un capitalismo agrario en
la región estudiada, tenemos que comprender de forma conceptual y teórica ciertas
cuestiones de orden general en relación con la expansión capitalista, las relaciones sociales
que establecen y los modos de tenencia de tierra, hegemónica o subordinada, que se
instauran para su reproducción.
En primer lugar, sin duda, tenemos que señalar a ciertos “clásicos” que dedicaron
parte de su obra intelectual en la comprensión de los problemas que interpelan esta tesis,
sobre todo en relación a las características del capitalismo. Para esto, no podemos dejar de
nombrar por un lado a Werner Sombart y Max Weber, quienes instalaron al capitalismo
como una empresa de orden racional, por tanto su emergencia obedecería a un “espíritu”
propio del sistema, espíritu que en palabras de Sombart se caracterizaría como “una síntesis
de codicia por el oro, el deseo de aventura y el amor a la exploración”, que como dijimos se
fundamenta en una racionalidad capitalista en donde las condiciones de “calculo,
programación muy cuidada, racionalidad y economía”2 serian condiciones propias del
espíritu burgués, sin las cuales el capitalismo no tendría humanidad racional para recrearla.
A conclusiones distintas, aunque siempre considerando un especifico “espíritu” que permite
el capitalismo, nos acerca Weber en su clásico La ética protestante y el espíritu del
capitalismo, cuando señala que si bien existe un fuerza ética que da pie al establecimiento
del sistema capitalista, al contrario de Sombart no lo caracteriza “el impulso por la
adquisición, la búsqueda de la ganancia, del dinero, de la mayor cantidad de dinero
posible”, ya que tal “impulso…ha sido común a hombres de todo tipo y condición en todo
momento y todo país del mundo”3. Si bien estos “impulsos” han sido frecuentes en la
historia de la humanidad, en la etapa capitalista para Weber se racionalizan, se controlan
continuamente, se les da dirección racional, lo que es en definitiva, la singularidad del
capitalismo.
2 Sombart, Werner, The Quintessence of Capitalism: A Study of the History and Psychology of Modern
Business Man, Londres, 1915. Citado en Kaye, Harvey, Los Historiadores Marxistas Británicos, Universidad
de Zaragoza, 1989, p. 31 3 Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Citado en Kaye, Harvey, ibíd.
9
Por otro lado, encontramos aquellos que definen el capitalismo y sus inicios en
vinculación con la aparición del comercio y con ello a una clase que acumula riquezas,
como es el caso de Henri Pirenne4. Estas concepciones, tanto en vinculación con un
supuesto “espíritu” que permite el capitalismo, racional o no, e igualar los procesos de
comercialización, incluso a gran escala, con el capitalismo, son puestos en juicio por el
marxismo, que pasaremos a analizar a continuación, y que es en definitiva de vital
importancia para comprender las hipótesis defendidas en esta tesis. En el capítulo XXIV,
La llamada acumulación originaria, de “El Capital”, Karl Marx señala, al contrario de los
autores arriba presentados, que
“ni el dinero ni la mercancía son de por si capital, como no lo son
tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo. Necesitan
convertirse en capital. Y para ello han de concurrir una serie de circunstancias
concretas, que pueden resumirse así: han de enfrentarse y entrar en contacto
dos clases muy diversas de poseedores de mercancías; de una parte, los
propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo,
deseosos de valorizar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de
fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su
propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su trabajo”5
De este modo, el capitalismo no es el resultado de un modo de ser de la burguesía, ni
tampoco la existencia de los procesos de comercialización o mercantilización son de por si
capitalistas, y esto es importante para nuestro trabajo ya que anterior a la expansión del
Estado chileno y argentino al Wallmapu, existían circuitos comerciales, no por eso
necesariamente capitalistas, que más adelante analizaremos. Pero más importante aún para
los resultados buscados, es la definición de capitalismo de Marx y del marxismo. La cita
anterior plantea una primera definición, fundamental por cierto, para entender como un
sistema productivo se puede puntualizar como capitalista, la cual –bajo este análisis- es una
especifica relación social de producción en donde unos (minoritarios) controlan el dinero,
los medios de producción y los artículos de consumo, por tanto, son los propietarios de los
medios necesarios para producir (tierras, maquinarias, etc.), y por otro lado aquellos
(mayoritarios) que venden su fuerza de trabajo, por lo que reciben –la mayoría de las
4 Pirenne, Henri, A History of Europe, 1958, Citado en Kaye, Harvey, opus. Cit. pp. 32
5 Marx, Karl, Capitulo XXIV La llamada acumulación originaria, El Capital, [en línea:
http://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm] Consulta: 08 de Enero del 2011
10
veces- un salario, el que se encuentra muy lejos del valor real producido por los
trabajadores, ya que gran parte del capital producido queda en manos del propietario, como
plusvalía. Esta primera definición para nuestra tesis es esencial, aunque con claroscuros que
luego desarrollaremos. Antes, creemos necesarios desarrollar aún más el capítulo XXIV de
El Capital por su riqueza teórica en relación a los procesos de expropiación de tierras.
Dejamos en claro que no intentamos una reproducción mecánica de Marx para entender los
procesos estudiados, porque no tendría coherencia histórica, pero si vemos ciertas
cuestiones que nos pueden orientar para desarrollar nuestras hipótesis, siempre con
contraposiciones, o quizás más bien enriquecimientos y contextualizaciones, que más tarde
delinearemos.
En el mismo capítulo ya señalado, Marx analiza la etapa denominada acumulación
originaria, que “no es más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los
medios de producción”6, es decir cuando las poblaciones rurales son despojadas de sus
tierras, las cuales son controladas ahora por nuevos terratenientes, quienes utilizan a los
campesinos expropiados como fuerza de trabajo. Este proceso de expropiación, señala
Marx, se nos pretende explicar como una anécdota que pudo costar “mucho mosto y poca
pólvora”, como decía Cornelio Saavedra, en donde “había, de una parte, una minoría
trabajadora, inteligente y sobre todo ahorrativa, y de la otra un tropel de
descamisados, haraganes, que derrochaban cuanto tenían y aún más”7, pero “sabido es que
en la historia real desempeñan un gran papel la conquista, la esclavización, el robo
y el asesinato; la violencia, en una palabra. En la dulce economía política, por el
contrario, ha reinado siempre el idilio. Las únicas fuentes de riqueza han sido desde
el primer momento la ley y el “trabajo”, exceptuando siempre, naturalmente, “el año en
curso”. Pero, en la realidad, los métodos de la acumulación originaria fueron
cualquier cosa menos idílicos”8, cosa que sabe muy bien el Pueblo Mapuche, a lo que no
volveremos, por que escapa de las intenciones de esta tesis, pero de lo cual existe una
amplia bibliografía, entre ellos principalmente José Bengoa y Jorge Pinto9. Ahora bien, este
6 Ibídem.
7 Ibídem.
8 Ibídem.
9 Bengoa, José, La Historia del Pueblo Mapuche, Ediciones Sur, Santiago, 1996; Pinto, Jorge, La formación
del Estado y la nación y el pueblo mapuche, Ediciones Dibam, Santiago, 2003.
11
proceso descrito tiene sus particularidades, “su historia presenta una modalidad diversa en
cada país, y en cada una de ellos recorre las diferentes fases en distinta gradación y
en épocas históricas diversas”10
, por tanto no podemos, y no es nuestra intención,
trasplantar en análisis que hizo Marx de Inglaterra, para América Latina, ni por extensión a
la Araucanía. Pero dejemos por sentado en un primer término que el modo de producción
capitalista necesita dos cuestiones fundamentales. Por un lado la expropiación de la
propiedad de la tierra y su concentración en pocas manos, y por otro lado una división
social del trabajo, en donde unos son los propietarios y otros fuerza de trabajo. Antes de ver
los claroscuros propios de la realidad latinoamericana, señalemos brevemente algunos
aportes a la perspectiva marxista de otros intelectuales, en relación a lo que se denominó
“transición al capitalismo”, en donde encontramos principalmente a Maurice Dobb y Paul
Sweezy. Por un lado Dobb, muy cercano a Marx pone en relevancia las relaciones sociales
propias del capitalismo para definir, como tal, a un modo de producción. De este modo
considera fundamental la aparición de una “clase capitalista”, quienes acumulan la
propiedad (medios de producción), y junto a ello la emergencia de un “proletariado” para
tipificar como capitalista un sistema económico. Por otro lado Sweezy pone en valor los
procesos de comercialización como “fuerzas creativas” para el surgimiento del capitalismo,
por lo que la aparición de determinadas relaciones sociales de producción no tendrían
sustento, sin previamente la existencia del comercio y un mercado en donde transar los
capitales11
. A nuestro modo de ver, si bien es cierto la sola presencia del comercio no la
podemos denominar capitalista, debido a que tal proceso ha estado mucho antes de la
aparición de este sistema, no podemos desconocer la “fuerza creativa” que ha tenido para la
consolidación de relaciones sociales propiamente capitalistas, e incluso, lo que es mucho
más importante para esta tesis, en sectores en donde las relaciones sociales no decantaron
en los que Marx denominó como “formas clásicas” del capitalismo, no por ello no
capitalistas, como es el caso estudiado en relación con la población mapuche. Y con esto
comenzamos a analizar los contrapuntos con la teoría “clásica” de Marx y del marxismo, en
función de dar una explicación teórica del desarrollo del capitalismo en nuestro continente.
10
Ibídem. 11
Para un análisis más extenso de este debate ver Kaye, Harvey, Op. cit. pp. 41-47
12
Desconocer la aparición de trabajadores asalariados en la Araucanía posterior al
proceso de ocupación y colonización es un error histórico, sin duda que existieron e,
incluso, se organizaron tempranamente. El boletín “El Chicote, órgano de la clase obrera”
de Nueva Imperial, señala en su edición del 14 de septiembre de 1895:
“La reunión de obreros del Domingo pasado ppdo. No tuvo efecto por motivos
ajenos de la voluntad jeneral; pero nos permitimos citarlos nuevamente para
mañana a la hora y casa indicada. ¡A la obra ciudadanos de Imperial; sacudid la
inercia; marcha unidos en compacta é id a formar el del debe de la
confraternidad!”12
Así, la existencia de una clase obrera, por tanto de una división social en la producción
propiamente capitalista, como lo entendió Marx, en la gobernación de Imperial, no es solo
indiscutible sino que además tuvieron órganos de difusión y organización. Ahora bien, lo
que nos interesa constatar en las siguientes líneas es el desarrollo del capitalismo en la
segunda mitad del siglo XIX y principios del XX para América Latina, siempre en
vinculación con las problemáticas que nosotros vemos en la región estudiada, en la que
consideramos que el capitalismo asumió una especificidad, que no responde
mecánicamente a la situación presentada por el marxismo europeo, pero no por ello dejo de
ser capitalista. Para adentrarnos en estos debates, primero consideremos que la explicación
más usada por los gobiernos, incluso hasta hoy, para explicar el “subdesarrollo” de
Latinoamérica, que es para ellos la forma que asumió la economía del continente, obedece a
una falta de procesos de modernización e industrialización en la región, por lo que el
progreso de los países del continente estaría estrechamente relacionado con implementar
fuerzas productivas modernas, como lo hicieron en Europa. Por tanto, nuestro subdesarrollo
sería un estadio del proceso histórico, el cual los países centrales ya habrían superado –por
medio de procesos de modernización- y que por tanto no existían lastres inexcusables para
alcanzar las etapas superiores del desarrollo humano, tal como lo habían hecho los países
del primer mundo. De este modo los conceptos de “desarrollo/subdesarrollo” adquieren
relevancia para explicar América Latina y su condición económica, hasta incluso cultural y
política. El desarrollo “se lo ha asociado a la industrialización, al progreso tecnológico-
científico, a la urbanización, al aumento del ingreso per cápita y a mejoras en las
12
El Chicote, Año 1, Núm. 2, Sábado 14 de septiembre de 1895.
13
condiciones de vida: alimentación, vivienda, educación y salud”13
, sin duda los mayores
exponentes de estas ideas “desarrollistas” fueron –y aún son- la CEPAL. Si bien es cierto,
estas ideas alcanzaron gran difusión entre los intelectuales más vinculados a los gobiernos
de América Latina durante el siglo XX, no fueron por ello únicos e incuestionables. Las
mayores críticas a estas teorías vinieron desde el marxismo latinoamericano, que por lo
demás no fueron copia feliz del europeo, ya que el marxismo –a nuestro modo de ver- está
muy lejos de ser una teoría estática y fosilizada, pensamos al igual que Álvaro García
Lineras que es necesario “hablar del marxismo criticando al marxismo, que es como tiene
que hacer cada marxista que nuevamente comience a releer su historia y su memoria”, ya
que “Marx nunca llegó a reconstruir la totalidad concreta del Modo de Producción
Capitalista que inicialmente se había propuesto... ¿Hasta qué punto la discontinuidad de “El
Capital” no deja la obra radicalmente inconclusa y por lo tanto su nivel de abstracción no es
mucho mayor que el que supusieron rápidas lecturas ávidas de encontrar una guía
inmediata para las tareas del movimiento obrero y respuestas puntuales al caprichoso
devenir de la historia? (…) Esto tiene sus implicancias metodológicas: si todo no está dicho
en “El Capital” es tarea de los marxistas seguir desarrollando las investigaciones,
incorporando los aportes del desarrollo de las ciencias sociales y de los nuevos
movimientos sociales (por ejemplo: feminismo, ecologismo, etc.), con el mismo objetivo:
estudiar el conjunto de las relaciones que estructuralmente forman parte del Modo de
Producción Capitalista”14
. Bajo este análisis seguimos a Luis Vitale cuando señalaba la
necesidad de una teoría propia para el estudio de la historia latinoamericana, que “no
significa obviamente minimizar los aportes de los historiadores de otros continentes. Por el
contrario, se trata de incorporar sus contribuciones teóricas más relevantes, aplicándolas de
manera creadora a nuestra realidad. Lejos de nosotros la pretensión de menospreciar siglos
de investigación de la historiografía europea y sus aportes metodológicos, sin los cuales
todo intento de formular una teoría de la historia latinoamericana partiría de cero. Sólo
alertamos sobre la necesidad de no trasladar sus esquemas al estudio de nuestra historia;
apliquemos creadoramente sus aportes a la realidad americana en pos de una teoría que dé
13
Devés, Eduardo, El pensamiento latinoamericano en el siglo XX, Ed. Biblos, Bs. Aires, Argentina, 2003,
pp. 22 14
Kohan, Nestor, El Método Dialectico de lo Abstracto a lo Concreto. Revista de Filosofía y Teoría Social,
año I, número 2, Buenos Aires, octubre de 1992.
14
cuenta de nuestra particular evolución”15
. Esta “particular evolución” fue estudiada y
discutida por varios intelectuales e “intelectuales militantes” durante el siglo XX, entre los
que se cuenta Theotonio dos Santos, André Gunder Frank, Ernesto Laclau, Sergio Bagú,
Aníbal Quijano, Rui Mauro Marini, Pablo Gonzales Casanova, Luis Vitale, entre otros.
Para la intención de esta tesis nos remitiremos brevemente a cuatro de estos autores: por un
lado a la discusión entre Frank y Laclau sobre la características del capitalismo, a Luis
Vitale sobre el “desarrollo desigual y combinado” (siguiendo a Trotsky) y a Gonzales
Casanova sobre lo que define como “Colonialismo Interno” para identificar la situación de
la población indígena en América Latina. Dicho esto pasaremos a caracterizar
históricamente la expansión, desarrollo y consolidación del capitalismo, en la región
estudiada, a partir de las categorías y teorías utilizadas en la presente tesis.
En primer lugar, quien de alguna manera inaugura la crítica al análisis desarrollista
comandado por la CEPAL, fue el brasileño Theotonio dos Santos, quien con su “teoría de
la dependencia” intento comprender el desarrollo del capitalismo en América Latina como
una relación de interdependencia en donde “algunos países (los dominantes) pueden
expandirse y autoimpulsarse en tanto que otros (los dependientes) solo pueden hacerlo
como reflejo de tal expansión”16
y, por tanto, el carácter de subdesarrollo de Latinoamérica
es el resultado histórico del desarrollo de Europa y Estados Unidos, y de este modo no es
una etapa en la evolución histórica del capitalismo. Bajo este mismo prisma de análisis
André Gunder Frank presentó su teoría del “desarrollo del subdesarrollo”, en donde
caracterizó al continente como capitalista por el hecho de la integración (por medio del
colonialismo hispánico) al sistema capitalista mundial, siempre de modo dependiente. Es
decir, si quisiéramos formular similitudes entre el debate Dobb-Sweezy podríamos señalar
que Frank se encuentra más cercano al segundo, por el hecho de caracterizar un sistema
como capitalista por medio de las relaciones de comercialización, en este caso con el
sistema mundo, como diría Wallerstein, que para Frank es capitalista. Por el contrario, la
15
Vitale, Luis, Introducción a una teoría de la Historia para América latina, 1992, [en línea:
http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/vitalel/2lvc/02lvchistsocal0005.PDF] Consulta: 10 de enero de
2011
16 Devés, Eduardo, opus. cit. pp. 142
15
crítica desarrollada por Laclau se encuentra más cercana a lo planteado por Dobb, en donde
la identificación de un sistema como capitalista obedece a relaciones sociales entre
propietarios y trabajadores, y no a la inmersión a mercados supuestamente capitalistas17
. De
nuestra parte, insistimos que los procesos de comercialización funcionan como “fuerzas
creativas”, pero que en términos conceptuales no obedecen a una característica propia del
capitalismo, ya que estas estarían dadas por la concentración de la propiedad y por una
división social del trabajo entre propietarios y trabajadores. Ahora bien, esto comienza a
complejizarse si miramos la realidad de la división social en la producción en América
Latina, y este es el mayor contrapunto que tenemos con la teoría clásica de Marx, y quizás
uno de los mayores aportes de los intelectuales latinoamericanos para la comprensión de
nuestro continente. Sin duda, el desarrollo del capitalismo en América Latina ha tenido sus
especificidades que se han intentado comprender de distintos puntos de vista, ya vimos la
perspectiva de la teoría de la dependencia, que básicamente intenta comprender la forma de
participación en el sistema capitalista mundial que adopta la región, el cual es precisamente
de manera dependiente (periférica) de los países centrales del sistema mundo capitalista, es
decir, tal perspectiva pone en el centro del análisis la inmersión a los circuitos económicos
que adquiere América Latina. Ya vimos la crítica de Laclau, a esta perspectiva, pero lo que
no hace este autor, es poner en relevancia alguna explicación que intente comprender el
desarrollo del capitalismo, más que señalar la necesidad de advertir, en todo análisis, el
proceso de producción, más que el de comercialización.
A esta tarea nos acerca Luis Vitale, Pablo Gonzales Casanova y Rui Mauro Marini.
Por un lado Vitale, intentó, al igual que la mayoría de los autores señalados, mediante un
criterio de totalidad, comprender el desarrollo del capitalismo en América Latina. En este
sentido el periodo estudiado en esta tesis, Vitale los califica como periodo “imperialista”, y
en esta etapa “el mundo comenzó así a ser permeado totalmente por el modo de producción
capitalista, aunque siguieran existiendo áreas precapitalistas que, al fin de cuentas, eran
funcionales al sistema, como certeramente apuntó Rosa Luxemburgo. La tendencia al
desarrollo desigual, combinado, heterogéneo, diferenciado y multilineal se expresó en la era
17
Ver Laclau, Ernesto, Feudalismo y Capitalismo en América Latina, en Varios Autores, Modos de
Producción en América Latina, Ed. Siglo XXI, 1989, pp. 23-45
16
imperialista con más fuerza que nunca en la historia”18
. Esta idea de desarrollo desigual,
combinado, heterogéneo, diferenciado y multilineal, el mismo lo explica de la siguiente
manera: 1) el desarrollo desigual como “la diferencia entre las naciones altamente
industrializadas, exportadoras de capital financiero, y los países coloniales y
semicoloniales, que "contribuyeron" con su excedente económico al afianzamiento del
capital monopólico metropolitano”, lo que podríamos acercarlo al concepto de
“dependencia”; 2) el desarrollo combinado “se expresaba en la interrelación entre las
formas más modernas del capitalismo con las relaciones de producción más retrasadas”; 3)
vinculado a lo anterior, el desarrollo articulado “establece una clara interrelación recíproca
entre las formas denominadas modernas y las atrasadas, eliminando cualquier apreciación
de coexistencia estática o de dualismo estructural entre ellas”, concepto que se asemeja al
“desarrollo diferenciado”, ya que como el mismo lo define “no existe unidad sin
diversidad”; 4) por último el desarrollo multilineal, puede englobar todas las anteriores en
tanto se vincula con las temporalidades históricas, en palabras de Vitale, “la categoría de
continuidad histórica debe ser manejada teniendo en cuenta la discontinuidad y el
desarrollo desigual, articulado, combinado y específico-diferenciado, insistiendo más en la
unicidad contradictoria de los procesos concreto que en una continuidad supuestamente
lineal”19
. Sin duda los aportes de Vitale, son iluminadores para nuestro análisis, en tanto
explicar el desarrollo capitalista en la región estudiada, no lo podemos hacer por medio de
la simple repetición de la perspectiva “marxista clásica”, en donde el capitalismo
representaría simplemente relaciones sociales en la producción meramente salariales, ya
que, como explica el autor, en América latina se articulan combinadamente distintas formas
de producción capitalista, en una unicidad contradictoria, que es en definitiva lo que
nosotros vemos en la Gobernación de Imperial. Un enriquecimiento a esta perspectiva lo
aportan González Casanova y Rui Mauro Marini, cuando señalan que el desarrollo del
capitalismo en América Latina, ha sido un desarrollo sui generis, que se generó por las
condiciones externas e internas en las que se encontró el continente en pleno proceso de
18
Vitale, Luis, Historia comparada de los pueblos de América Latina, Tomo III, [en línea:
http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/sys/aaml/a/t3s.pdf]
Consulta: 10 de Enero de 2011, p. 5 19
Vitale, Luis, Hacia el enriquecimiento de la teoría del desarrollo desigual y combinado de Trotsky [en línea:
http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/vitalel/8lvc/08lvteohist0002.pdf]
17
expansión del capitalismo europeo en la segunda mitad del siglo XIX. De este modo –
explica González Casanova- “el imperialismo, lejos de provocar un estancamiento en las
colonias y semicolonias provoca un desarrollo sui generis de éstas, una de cuyas resultantes
es el nacimiento del capitalismo nativo”, que se refleja en “la especialización de regiones y
sectores de las economías coloniales y semicoloniales; las inversiones en la estructura de la
economía (particularmente en los transportes); el incremento de la demanda de la metrópoli
por encima de su capacidad de producción (particularmente en las guerras
interimperialistas), todo lo cual provoca una inversión nativa inducida, en el comercio y las
manufacturas, y da lugar al nacimiento de una burguesía nativa mercantil, burocrática e
incluso industrial”20
, de este modo, el desarrollo del capitalismo en América Latina, fue de
alguna manera inducido, provocando un nuevo tipo de relaciones sociales capitalistas, en
donde no siempre priman relaciones salariales, como ocurrió en gran parte de Europa, ya
que el proceso latinoamericano no obedeció a la acumulación de fuerzas que llevaran a la
consolidación de un capitalismo modernizador e industrial, sino el paso a este modo de
producción, fue condicionado e incitado por el capitalismo central al periférico, así
explicaciones de transición de etapas feudales a capitalistas, o de etapas tradicionales a
modernas, quedan obsoletas, por el hecho de que en el continente (y por extensión en la
región estudiada) se vivió el proceso de desarrollo capitalista de forma original y especifica,
en donde, insistimos, se articularon de forma multilineal, diferenciadas y combinadas
formas de relaciones, que al final del día estaban en función del régimen capitalista.
Siguiendo la misma idea, Mauro Marini, criticando la utilización del concepto “pre-
capitalista”, señala que “cuando se trata realmente de un desarrollo insuficiente de las
relaciones capitalistas, esa noción se refiere a aspectos de una realidad que, por su
estructura global y funcionamiento, nunca podrá tener la misma forma de desarrollo de las
económicas capitalistas “avanzadas”. Por eso, más que un pre-capitalismo, se trata, de
hecho, de un capitalismo sui generis”21
.
20
González Casanova, Pablo, El desarrollo del capitalismo en los países coloniales y dependientes. En:
Sociología de la explotación, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires,
Argentina. 2006, pp. 222 21
Rui Mauro Marini, Consideraciones metodológicas sobre la aplicación del marxismo en América Latina.
En: Löwy, Michael, El marxismo en América Latina, ed. LOM, Santiago de Chile, 2007, pp. 508
18
Por esto, nosotros no utilizaremos conceptos como tradición/modernidad, o pre-
capitalismo/capitalismo, o alguna de aquellas derivaciones, que a nuestro modo de ver son
conceptos que no responden a la comprensión de la región estudiada, ya que ésta, siguiendo
a Vitale, funciona como una “unidad contradictoria”, y por tanto, analizar como binomios
separados, circunstancias históricas que responden a un concierto de relaciones que forman
la unicidad del proceso, nos parece básicamente un inadvertencia conceptual. Por último,
antes de explicar nuestra región, me gustaría retratar brevemente, el análisis que realiza
González Casanova para explicar la situación de los pueblos indígenas en América Latina,
y que de alguna manera representa las circunstancias del pueblo mapuche posterior a la
expansión del Estado y el capitalismo en el Ngulumapu, importante sobre todo para nuestro
tercer capítulo. Este autor, desarrolla el concepto que denomina “Colonialismo Interno”, el
que identifica como una situación de la población indígena en relación con aquellos que los
dominan y explotan, bajo este análisis, logramos identificar heterogeneidades en las formas
de dominación de un sector sobre otro, ya que –como señala González Casanova- “la
estructura colonial y el colonialismo interno se distinguen de la estructura de clases, porque
no son sólo una relación de dominio y explotación de los trabajadores por los propietarios
de los bienes de producción y sus colaboradores, sino una relación de dominio y
explotación de una población por otra población que también tiene distintas clases
(propietarios y trabajadores)”22
. De este modo para comprender, la situación del Pueblo
Mapuche, y su relación con el desarrollo capitalista, no nos podemos remitir simplemente a
la teoría clásica de Marx, que explicamos a grandes rasgos más arriba, sino que debemos
advertir las especificidades que asume el capitalismo en América Latina, y claro está, en la
Gobernación de Imperial.
Dos
¿Por qué tanta labia teórica? Bueno, porque la vimos necesaria, en términos
académicos, y urgente, en términos políticos, aunque ambos están condenadamente
22
González Casanova, Pablo, El colonialismo interno. En: opus. cit. pp. 198
19
vinculados. Sobre lo primero de esto, necesario es señalar que aquellos que se han dedicado
a estudiar el desarrollo de la economía y sociedad en la Araucanía posterior al proceso de
ocupación y colonización, han desarrollado hipótesis que muchas veces no adoptan una
matriz teórica y conceptual clara para identificar transformaciones tan complejas como las
que se sucedieron en nuestro periodo estudiado. Por ejemplo, el profesor Leonardo León -
reconociendo su trabajo documental- utiliza las categorías de tradición y modernidad, por
los cuales se pueden explicar los hechos “ya sea desde la persistencia del arcaísmo o desde
el impacto de la modernidad”23
, como dos clasificaciones que se resisten entre ambas, y
pareciese así, que las tensiones históricas del proceso se configuraron como antagónicas,
por la defensa de la tradición cultural, social y política, y por el avance de un nuevo modo
de vida, basado en la modernidad, entendida ésta como “el incremento de la infraestructura
material, la disponibilidad de servicios y el creciente impacto del mercado sobre los
procesos productivos, con sus elementos de innovación y adaptación tecnológica”24
.
Nosotros creemos, e intentamos demostrar, que la expansión, desarrollo y consolidación del
capitalismo, e incluso del Estado, configuró, sin duda, nuevo tipos de procesos productivos,
pero que difícilmente las podríamos calificar de tradicionales o modernas, ya que de este
modo solo explicaríamos ciertas transiciones a nivel cultural y social, que sin duda están
vinculadas con la economía, pero que no responden a procesos meramente productivos, por
tanto la conceptualización utilizada por León, no responde a lo que pretende señalar, ya que
lo que intenta explicar son procesos de modernización, que, es sabido, no es precisamente
lo mismo que modernidad. Por otro lado, sostenemos que no podemos pensar lo ocurrido
“post-pacificación” como una lucha entre lo viejo y lo nuevo, sino simplemente como una
configuración nueva (“sui generis”) en donde lo indígena se adaptó, para comenzar el largo
conflicto colonial (véase capítulo 3), y que al mismo tiempo se acomodó por obligación,
para no perecer, en el nuevo escenario económico, de forma también colonial, lo que
provocó una crónica pobreza como pueblo mapuche. Otro ejemplo, es un interesante tema
que se está desarrollando hace un tiempo, en donde se critican perspectivas que señalan el
carácter “atrasado”, “depredador”, “semifeudal”, etc. del agro en Chile, y en nuestro caso
23
León, Leonardo, Tradición y Modernidad: Vida Cotidiana en la Araucanía, Revista Historia, N° 40, Vol. II,
julio-diciembre 2007, pp. 377 24
Ibíd. pp. 338
20
en la Araucanía, tal como señala José Bengoa, cuando dice que posterior a la “pacificación”
se traslado el latifundio “depredador e ineficiente”25
de la zona central a la Araucanía.
Frente a estas perspectivas, encontramos al profesor Claudio Robles, quien señala que, al
contrario de estos análisis, que por lo demás vienen reproduciéndose desde Arnold Bauer
en adelante, la agricultura chilena y de la “frontera”, disto mucho de ser un sector atrasado
y poco mecanizado, sino más bien vivió un constante crecimiento y diversificación, que se
tradujo en una transición a un capitalismo agrario, que se “verifico –según Robles- a través
de la expansión y transformaciones que la economía y sociedad rurales experimentaron
durante la economía primario-exportadora”26
. Con el profesor Claudio Robles,
compartimos el hecho de que la economía agraria de fines del XIX, fue una que se insertó
(o insertaron) en un proceso de transición al capitalismo, pero al mismo tiempo, vamos a
intentar, poner en tensión la mera explicación de este etapa como de inmersión en los
procesos de comercialización de la economía capitalista, ya que como sostuvimos más
arriba, nosotros calificamos como “fuerzas creativas” las conexiones con los mercados
externos, pero que al final del día lo que tipifica a un modo de producción como capitalista,
no son los procesos de comercialización, sino es la concentración de la tierra en manos de
los productores capitalistas, y la existencia de relaciones de producción que fortifiquen al
capitalismo, considerando, eso sí, que en América Latina, no solo fueron relaciones
salariales las que permitieron la consolidación de este sistema, sino que éste, combinado y
articulado, dentro de las mismas espacialidades y temporalidades, con formas y relaciones
de producción originales del capitalismo en nuestro continente. También nos gustaría
señalar brevemente, que nosotros no utilizaremos el concepto de “particulares” para
identificar lo que son en la práctica una incipiente “burguesía agraria”, terratenientes y
comerciantes, compuesta sin duda por señores blancos, y muy pocas veces “indios”. Por
último, la urgencia política, que es siempre también académica, nos obligó a escribir las
precedentes líneas, ya que vemos una ausencia conceptual, para identificar sujetos y
procesos que en la práctica intelectual y política se estaban obnubilando por explicaciones
25
Bengoa, José, Historia Social de la Agricultura Chilena, Tomo II, Ed. SUR, Santiago de Chile, 1990, pp.
175 26
Robles, Claudio, Expansión y transformación de la agricultura en una economía exportadora. La
transición al capitalismo agrario en Chile (1850-1930). En: Revista Historia Agraria, N° 29, abril 2003, pp.
46
21
abstractas, que consideran, por ejemplo, que el proceso de colonización del Ngulumapu
había sido realizado por el Estado, entendiendo a este como una realidad concreta y
objetivable, cuando esta institución está formada por relaciones sociales históricas, y que la
mayoría de las veces ha sido monopolizado por un sector de la sociedad, que al mismo
tiempo ha controlado la economía . En fin, ahora nos toca analizar cómo se vivió el proceso
en la Gobernación de Imperial, para esto, analizaremos en el primer capítulo el proceso de
expropiación de tierras y la consiguiente concentración de los medios de producción (tierra,
maquinaria), luego veremos las relaciones sociales de producción que se inauguraron bajo
el contexto estudiado, tanto por medio de la fabricación de la infraestructura necesaria para
el asentamiento del Estado y la aparición de empresas agrarias y de colonización, para
finalmente, en el capitulo tercero, vislumbrar como afectó en la sociedad mapuche este
proceso de asentamiento de capitalismo en el Ngulumapu.
22
Capitulo 1. Expropiación y Constitución de la Propiedad Privada Agraria y
la Concentración de los Medios de Producción en la Gobernación de
Imperial
Uno
Anterior al proceso de invasión y colonización del territorio mapuche por el Estado
chileno, la tierra y el comercio tenían prácticas completamente diferentes a las que se
inauguraron con la arremetida capitalista en la región. Tal como indica José Bengoa, el
pueblo mapuche en el siglo XIX, antes de la “pacificación”, “era una sociedad
independiente, en guerra y paces inestables con la sociedad española. Controlaba -en
segundo lugar- uno de los territorios más grandes que ha poseído grupo étnico alguno en
América Latina. Se habían expandido a las pampas, las habían ocupado y las dominaban
desde la actual provincia de Buenos Aires hasta el Océano Pacifico. Era -en tercer lugar-
una sociedad ganadera, esto es, la ganadería era la principal actividad económica mercantil.
No era una sociedad autosubsistente, sino que poseía una fuerte orientación hacia el
mercado.”27
. Es decir, era un pueblo autónomo, que controlaba grandes extensiones
territoriales, y mantenían circuitos comerciales tanto dentro del territorio como en sus
fronteras28
. Ahora, como indicamos en nuestro marco teórico, la existencia de procesos de
comercialización no equivale a señalar la presencia del capitalismo, ya que ni siquiera la
acumulación de riquezas, que podría ser uno de los resultados de la inmersión en los
mercados, es propia de este sistema. Así, por ejemplo, si bien los intercambios comerciales
se desarrollaban tanto, entre productos con “valor de uso” (ganado, vino, sal, etc.), como
entre monedas de plata, “el dinero carecía de valor en si mismo y, en consecuencia, no
había un concepto acabado de dinero como „valor de cambio‟. El dinero era la plata, que
servía para el intercambio, pero que también -y muy principalmente, como se ha visto-
tenía un uso en si misma, como metal precioso para la confección de aperos y joyas”29
, por
lo que la acumulación de monedas de plata, existiendo un mercado que se basaba de alguna
manera en su intercambio, no correspondió a la percepción de ésta como capital, debido a
27
Bengoa, José, op. cit. pp. 44 28
Pinto, Jorge, op. cit. pp. 36 - 54 29
Bengoa, José, op. cit. pp. 51
23
que las relaciones sociales que permitían la producción y la comercialización no eran
salariales, tal como señala el mismo profesor Bengoa, “no había aun una división social del
trabajo en que fuera clara la distinción entre trabajadores y dueños de los recursos
ganaderos y territoriales”. Aunque sí existieron ciertos procesos de subordinación en la
producción, pero que no alcanzaron un sistema salarial, por dos motivos. En primer lugar
no existió una propiedad privada de la tierra ni, por lo tanto, en segundo lugar, relaciones
entre propietarios y trabajadores, por ejemplo “cuando había un malón o maloca exitoso en
que se habían apropiado de una gran cantidad de animales, éstos no eran “propiedad” del
cacique [longko], sino más bien de todos y se repartían -muchas veces- en forma equitativa.
Todo esto quiere decir que el cacique no consideraba a los conas30
como empleados que le
hacían un trabajo y luego eran despedidos”31
. En suma, anterior al proceso de expansión
capitalista en la Ngulumapu, si bien existían circuitos comerciales tanto con el Puelmapu,
como con las tierras de la corona española primero y la republica de Chile después, esto no
equivalió a la existencia de circuitos comerciales con fines capitalistas, ya que no existía
propiedad de la tierra, ni por tanto una división social potenciadora del capitalismo. Éste
sistema comercial y modo de producción, vino a penetrar el territorio mapuche, de manera
hegemónica, junto con la “Pacificación de la Araucanía”32
.
Dos
En la “Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía” del teniente
coronel del ejército chileno Leandro Navarro, publicada por primera vez en 1909, se señala
que, para 1882, los “indios” se encontraban en un “estado de impotencia para combatir”
debido a que se hallaban “faltos de jefes, pues ya el altivo y belicoso Quilapán recién había
muerto. Refugiado en los bosques de Pitrufquén, renegando y jurando jamás ser dominado
30
También llamados “mocetones”, que en palabras de Bengoa eran “generalmente pariente, ahijado,
protegido o apadrinado por el cacique (…) El mocetón tenía una economía de autosubsistencia; poseía
algunos animales, realizaba siembras para su consumo y satisfacía sus mínimas necesidades. A la vez, el
mocetón debía cuidar los ganados del lonco, además de los suyos y de otros mocetones, lo que lo hacía un
„cuidador de ganado‟ (…) En las áreas de desarrollo agrícola también era un agricultor, trabajador de la tierra.
Y cuando el lonco llamaba a la guerra, se transformaba de inmediato en un guerrero” 31
Ibíd. pp. 60 32
Digo hegemónica, porque anterior al proceso de ocupación y colonización, existían comerciantes que
penetraban territorio mapuche, los cuales, sí tenían como fin la acumulación de riquezas, pero lo cual no fue
extendido y dominante hasta la “pacificación”.
24
por la raza española”33
. En este contexto, se fundan, en febrero de 1882, Carahue “en las
ruinas de la antigua Imperial” y “casi en la confluencia del Rio Chol-Chol” con el Imperial
“llegando a Traitraico reducción del poderoso cacique Lemunao”34
se funda la ciudad de
Nueva Imperial. Estas instalaciones del ejército chileno serían las definitivas, hasta hoy, en
donde se conformó la Gobernación de Imperial. Pero el proceso de expansión territorial del
Estado chileno había comenzado tres décadas antes, con la fundación de la provincia de
Arauco35
, en 1852, junto con otros instrumentos jurídicos que les permitió legitimar el
proceso, por vía militar, y hacerse de las tierras indígenas al sur del Bío-Bío. Estos
instrumentos jurídicos, con claros fines de expropiación y consolidación de la propiedad
privada, base de la acumulación capitalista, se sintetizan en la Ley del 4 de diciembre de
1866, en la que se dictamina en primer lugar la propiedad del Estado de “tierras baldías”, es
decir de tierras que “no se haya probado una posesión efectiva y continuada de un año”36
,
dejando así fuera los terrenos de pastoreo, extracción de leña, recolección de frutos y
terrenos ceremoniales. Cuando las tierras pasaban a manos fiscales, el instrumento optado
para descomponer el territorio mapuche y constituir la propiedad particular, fueron los
remates de tierra, que tienen como mecanismo de enajenación su origen en la misma
legislación de 1866, en la que se señala que, en su artículo 3°, “los terrenos que el Estado
posee actualmente y los que en adelante adquiera, se venderán en subasta pública en lotes
que no excedan en quinientas hectáreas”37
, pero lo que no se determina es la cantidad de
lotes que podía adquirir un postor. De este modo, la gran extensión territorial, propia del
latifundio, no demoró en penetrar la Araucanía, de la siguiente manera: “por vía directa, a
través de la adjudicación que hace el Estado de numerosos lotes de tierra a un solo
propietario en pública subasta o mediante el otorgamiento de concesiones de colonización;
o por vía indirecta a través de la adquisición de tierras a rematantes originarios por un solo
33
Navarro, Leandro, Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía, Ed. Pehuen, 2008, pp.
347 34
Ibíd. pp. 348 35
“que comprenderá en su demarcación los territorios de indígenas situados al sur del Biobío y al norte de la
provincia de Valdivia”, según artículo 1° de la Ley de 2 de Julio de 1852. Ver: Jara, Alvaro, Legislación
Indigenista de Chile, Ediciones especiales del Instituto Indígena Interamericano, México, 1956, pp. 31 36
Jara, Alvaro, Ibíd. pp. 43 37
Ibíd. pp. 42
25
propietario, quien pasa a concentrar varias hijuelas”38
. De este modo, entonces, las antiguas
tierras mapuche pasan a constituir propiedad particular por medio de remates y concesiones
de colonización, mientras el pueblo mapuche era reducido a pequeños lotes de tierra. Sobre
estos temas existe una amplia bibliografía39
, por lo que no es necesario seguir
profundizando en él, solo dejar claro que posterior a la ocupación del Estado, la población
mapuche – de la provincia de Malleco y Cautín- por medio de la radicación, obteniendo
títulos de merced, ocupó solo el 12,8% del territorio de las provincias señaladas, mientras
que el 87, 2% restante fue “destinado a la constitución de la propiedad particular y fiscal”40
.
Así, -y no podríamos resumirlo de mejor manera- “la estructura agraria resultante de este
proceso de reparto del territorio mapuche y constitución de la propiedad particular dio
origen al latifundio agrícola, ganadero y forestal, en manos de terratenientes chilenos,
extranjeros y empresas de colonización; generó un estrato de pequeños y medianos
propietarios chilenos y extranjeros, que sumaban un estrato importante de la población; y,
constituyó una propiedad mapuche con características de minifundio comunitario, el que
condenó a sus habitantes originarios a la pobreza”41
.
38
Correa, Martín; Molina, Raúl y Yáñez, Nancy, La Reforma Agraria y las tierras mapuches, Ed. LOM, 2005,
pp. 30 39
Zenteno, Julio, Recopilación de Leyes y Decretos Supremos sobre Colonización, 1810 - 1889, Santiago de
Chile, 1896; Bengoa, José, opus. cit. pp. 327 – 363; Aylwin, José, Estudio sobre Tierras Indígenas de la
Araucanía: Antecedentes histórico legislativos (1850 – 1920), Instituto de Estudios Indígenas, UFRO,
Temuco, 1995; Correa, Martín, Raúl, Molina y Nancy Yáñez, opus. cit. pp. 17 – 52. 40
Correa, Martin…opus. cit. pp. 52 41
Ibíd. pp. 53
26
1.1 La Propiedad Agraria. Concentración, medianos propietarios y reducciones
Esta estructura agraria, como dijimos, conformó una nueva división del territorio,
por un lado grandes extensiones de tierra de particulares, convertidos en latifundistas,
pequeñas y medianas propiedades, además de las reducciones indígenas. En la Gobernación
de Imperial, estas tres formas de propiedad agraria existieron en paralelo, y en continuidad
hasta el día de hoy, las cuales tuvieron más o menos cercanías con los mercados
capitalistas, según las extensiones de cada propiedad y los procesos de mecanización en la
producción, que tenía cada una de ellas. Tal como señala Jaime Flores, para toda la
provincia de Cautín, la existencia de grandes y medianos productores, permitió la inmersión
a las lógicas de producción capitalista, aunque en esta provincia hubo “una presencia
significativa de pequeños productores vinculados a una economía campesina de
subsistencia menos „sensibles‟ a las lógicas del mercado”42
. La siguiente lamina evidencia
como estas tres formas de tenencia de tierra convivían en un mismo espacio, lo que da
cuenta de que el proceso de conformación de la propiedad agrícola en nuestra región no fue
homogénea, tal como hemos señalado, sino combinada y articulada.
(Imagen N° 1)
Detalle del Plano de Nicanor Boloña. Provincia de Cautín 1916, Archivo Regional de la Araucanía.
42
Flores, Jaime, Expansión económica y mundo indígena. Las transformaciones en la Araucanía (chile) en la
primera mitad del siglo XX. Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica, pp. 1851
27
Esta imagen demuestra la existencia de grandes extensiones territoriales, de más de 1.000
hectáreas, en este caso de David Mac-Iver (en rojo), además de medianos o pequeños lotes
territoriales, como los de Irarrázaval (en azul) y los del mapuche Cariqueo (en verde), en
las cercanías del pueblo de Carahue. Además podemos advertir la división territorial que
tenía para 1916 la Gobernación de Imperial, que sin duda demuestra la nueva configuración
territorial que impuso el capitalismo, con sus característicos deslindes, en donde prima el
establecimiento de lotes de tierras determinados según la cantidad de terreno adquirido por
un particular, y no mediante especificidades propias de la fisonomía del lugar (esteros,
cerros, ríos, etc.) en donde se establece la propiedad, tal como se hacía anterior al proceso
de anexión del territorio mapuche por el Estado chileno. Si bien, más de 1.000 hectáreas
parece una cifra enorme, en comparación con los pequeños lotes de tierra adquiridos por
colonos chilenos o reducciones mapuche, en la Gobernación de Imperial existieron por lo
menos dos grandes propiedades, de mucho más de 1.000 hectáreas, que pasamos a destacar,
y que permite vislumbrar la magnitud de la situación agraria que se originó en la etapa que
nos dedicamos a investigar.
Ambas propiedades se establecieron en la zona costera denominada Bajo Imperial (hoy
Puerto Saavedra), una de ellas fue la hacienda “Esperanza”, “Nehueltue” y “Tranapuente”,
de unos 4.800 hectáreas, de propiedad de Duhalde y Cía. Una de estas haciendas, la
“Esperanza”, tiene sus inicios en la compañía Duhart Hermanos, la que se dedicaba a la
comercialización del carbón de Lota para la década de 1860, la que junto con el proceso de
colonización del Ngulumapu, se expandió hacia el sur, mediante la compra de almacenes de
mercadería en la ciudad de Temuco, a los cuales se les “cambió los giros del negocio a los
ramos de la industria, agricultura, industria maderera y compra venta de cereales”43
. Para
1905, los Duhart poseían, en la comuna de Carahue, una tienda de mercaderías surtidas, por
una contribución de $ 41.654, en la comuna de Imperial, en el sector de Bajo Imperial,
tenían un despacho de licores, un molino y una bodega de frutos del país, por una
contribución de $268.000, el mayor impuesto pagado por una compañía en el año señalado
(doblando al más cercano), en Nehuentúe eran dueños de una destilería, y en la Comuna de
43
Pino, Eduardo, Historia de Temuco, Ediciones Universitarias de la Frontera, 1969, pp.185
28
Nueva Imperial, poseían una bodega de frutos del país y una tienda de mercaderías surtidas,
por un canon de $55.000. En total la compañía Duhart Hnos. pagó por concepto de rol de
propietario, en la Gobernación de Imperial, $364.654 el año 1904, convirtiéndose en el
mayor contribuyente para la fecha y lugar indicado, según el anuario citado44
. La formación
de la hacienda “Esperanza”, se realizó mediante compra ventas que se desarrollaban entre
los agentes de la compañía y los propietarios de ésta, así por ejemplo en 1906, Andrés
Duhart (uno de los hermanos) compra el primer y segundo lote de lo que sería el fundo
“Esperanza”, mientras que José Duhalde, agente de la compañía, compra el tercero, y de
este modo finalmente en 1909 queda los tres lotes en manos de la compañía Duhart
Hnos.45
, esta manera de operar es lo que José Bengoa denominó como “palos blancos”46
, o
“forma indirecta” de hacerse de varias hijuelas, convirtiéndose así, los compradores, en
grandes propietarios de extensiones territoriales. En 1910 la compañía Duhart Hnos. sufre
una crisis que obligó a la disolución de la “sociedad colectiva comercial”, según Andrés
Sáez, en un muy buen trabajo monográfico sobre la compañía Duhart, “la causa de este
cierre se explicaría en la fuerte competencia que provenía de nuevos comerciantes
instalados en la región, para el caso del trigo el Molino el Globo, la compañía Valck, la
disolución de la compañía colonizadora del Budi a raíz de la muerte de Domínguez
(acabándose las esperanzas de venta de los bienes) el crecimiento de los mismos agentes –
socios como José Duhalde que se quedaría con la adjudicación de la mayoría de los bienes
de los Duhart, también la estrechez del mercado de Imperial y la concentración de las
actividades en la creciente capital provincial, donde Francisco Duhart era cónsul francés y
presidente de la Sociedad de Fomento Agrícola, lo que finalmente significó que la
compañía que giraba con la razón social Duhart Hermanos y Compañía dejara de funcionar,
dedicándose a otros rubros como el forestal del cual poseían amplias inversiones cuyo foco
se concentraba en el área de Perquenco”47
. Finalmente, en 1910, José Duhalde, quien para
44
Prado, Alberto, Anuario Prado Martínez 1904-1905, Centro Editorial de Alberto Prado Martínez, 1905, pp.
84-86. 45
CBRNI, Vol. 1, N°54, 88, 60, 89, 61, 196, 240, 254, y 255, ARA. 46
Bengoa, José, opus. cit. pp. 153 47
Sáez, Andrés, Vascos Franceses en del Departamento de Imperial, 1900 – 1940, el caso de la compañía
Duhart hermanos y de José Duhalde y compañía. [en línea http://andretius.wordpress.com/2008/08/05/vascos-
franceses-en-del-departamento-de-imperial-1900-%E2%80%93-1940-el-caso-de-la-compania-duhart-
hermanos-y-de-jose-duhalde-y-compania] Consulta: 12 de enero de 2011
29
inicios del siglo XX, además de ser socio de Duhart Hnos., era propietario de un Hotel y
concesionario para la navegación del río Imperial, “adquirió el dominio de todas esas
propiedades [Fundo Esperanza] por adjudicación que se le hizo en la disolución de la
sociedad colectiva comercial que jiraba con la razón social „Duhart Hermanos y Compañía‟
de que era socio adjunto a varios otros bienes i especies que formaban el activo i que
estimo en dos millones seiscientos cincuenta i un pesos”48
. De este modo, Duhalde se
convertía en propietario del fundo Esperanza, pero esto no terminaba aquí, ya que para
1913 Duhalde y Cía., cuyos socios eran José Duhalde, Pedro Arcil y Martin Biscar (antiguo
socio de Duhart Hnos.), todos franceses, poseían en Bajo Imperial una “molinería,
esplotaciones agrícolas en los fundos <<Esperanza>>, <<Nehueltue>> i <<Tranapuente>>.
El Fundo <<Esperanza>> tiene 1.800 hectáreas, <<Nehueltue>> 1.701 hectáreas i
<<Tranapuente>> 1.930 hectáreas. Además tiene 220 hectáreas en hijuelas sueltas.
También una parte en el fundo Budi en sociedad con el señor Ismael Larraín Bulnes.
Sucursales en Talcahuano con la proveeduría de la Armada”49
. Duhalde y compañía,
además de encargarse de la producción de recursos agrícolas, se dedicaron a la ganadería,
para lo que “importaban de Inglaterra toros de fama mundial como el „Linksfiel
Champion‟, lo que les permitió lograr grandes premios y varios champions en diversas
exposiciones de animales”, asimismo en sus fundos “engordaban de 4 a 5 mil animales
vacunos e igual cantidad de lanares cada año”50
En suma, para mediados de la segunda
década del siglo XX, José Duhalde había formado un gran patrimonio en la Gobernación de
Imperial, con conexiones comerciales en Talcahuano, y de este modo seguramente los
productos de sus “explotaciones agrícolas y ganaderas” tenían la posibilidad de
comercializarse en otras regiones. Pero más importante aún, fue la posibilidad de abrir
nuevos productores y nuevos mercados, gracias a la expropiación del territorio mapuche, y
a la consolidación de grandes propietarios capitalistas en la región.
Dijimos que además de los remates de tierra, las empresas de colonización se transformaron
en la forma de repartir las antiguas tierras mapuche, con el objeto de que éstas se ocuparan
48
CBRNI, N° 154, ARA. 49
Guía de Información Comercial e Industrial de Chile 1912 – 1913, Imprenta Sud-Americana, Santiago de
Chile, pp. 1146. ARA. 50
Pinto, Jorge, Empresarios Agrícolas en una Economía Emergente. La Araucanía, Chile, 1900-1940. En:
Revista Andes del Sur, N° 1, Año 1, Julio 2010, pp. 65
30
de constituir una administración para el control económico y político en el territorio recién
adquirido por el Estado. De este modo, entre 1901 y 1905, en presidencia de Manuel
Riesco, se entregaron “cuatro y medio millones de hectáreas, de las cuales ochenta mil
fueron entregadas en Cautin”51
, entre esas se encontraba la Empresa Colonizadora del Budi,
en Bajo Imperial, concedida a Eleuterio Domínguez.
(Imagen N°2)
Detalle del Plano de Nicanor Boloña. Provincia de Cautín 1916, Archivo Regional de la Araucanía.
Esta empresa fue adquirida por Domínguez por una concesión directa del Estado, con el fin
de colonizar con extranjeros, la mayoría provenientes de las Islas Canarias. Las tierras
dominadas, tanto por medio de las concesiones, que más tarde convertía en particular, como
del despojo de tierras indígenas, alcanzaron para 1912 las 42.000 hectáreas, convirtiéndose
así, Domínguez, en el mayor terrateniente de la Gobernación de Imperial, aunque la
producción no coincidiera con el tamaño de sus tierras. Esta empresa es también
paradigmática, en relación a lo que José Bengoa denominó, siguiendo la tipificación
norteamericana a las tierras del “lejano oeste”, como “Far South”, debido a la gran
concentración de poder de los señores terratenientes y la poca influencia del Estado en estos
lejanos lugares. Lo que nos interesa ahora es señalar que esta empresa de colonización, al
fin del día, se convirtió en el instrumento para que Don Eleuterio Domínguez se
51
Picasso, Luis, La propiedad agrícola y su extensión, En: Seminario de Investigación sobre el Desarrollo de
Cautín, 1956, Ricardo Ferrando Keun, Revista Andes del Sur, N° 4, 2010
31
transformara en propietario de tan extensos lotes de tierra, tal como advirtieron colonos
canarios, en 1906, arrancados de la empresa del Budi, por las malas condiciones en que se
encontraban, cuando señalaron, respondiendo a la pregunta del diario EL Sur de
Concepción:
“¿Pero está en el interés del señor Domínguez mantener a los colonos por él
contratados y les dará garantías de que harán buen negocio quedándose en el
Budi?” A lo que los ex colonos respondieron: “El señor Domínguez tratará de
sostener la situación hasta que se cumplan los tres años que establece la
escritura firmada por él y el representante fiscal [quien, según los mismos
entrevistados, recibía una paga de Domínguez] y en cuya virtud, después de ese
plazo, se le otorgará título de propiedad por las 50 mil hectáreas, verdadero fin
de esta empresa llamada colonización”52
Estos colonos huidos de la Empresa del Budi, cuestión que analizaremos más adelante,
preveían lo que ocurriría un años más tarde, cuando Domínguez se hizo de las tierras de
colonización como propietario, ya que como indica Fabien Le Bonniec, “en 1907, año de la
muerte de Eleuterio Domínguez, solo 88 familias [mientras que la empresa se había
comprometido con 300 familias de colonos españoles] ocupaban 7.932 hectáreas, mientras
que 42.063 hectáreas habían quedado en posesión de la empresa colonizadora”53
. Muerto
Domínguez y su viuda Máxima Lasierra, en 1912, fueron rematados en subasta pública los
terrenos, deudas y construcciones de la Sociedad Eleuterio Domínguez y Cía., en un monto
de $1.943.332, adquirido por Samuel Bulnes Larraín, dos años más tarde, de estas tierras se
hizo propietaria la familia Alessandri (a la que pertenecía Arturo y Jorge), convirtiéndola en
la Sociedad Colonizadora del Budi. Bajo esta nueva administración, comenzó una súper-
explotación de los recursos naturales de la zona, convirtiendo los antiguos bosques en
planas llanuras erosionadas y poco productivas, solo aptas para el pastoreo, que produjeron
en grandes cantidades. De este modo, al igual que el caso anterior, se conformó un gran
fundo con propietarios organizados en compañías, que tenían por fin la explotación de las
riquezas del sector e invertir capitales en la producción ganadera y agrícola, lo que
transformó a las tierras mapuche en un medio de producción con fines capitalistas,
transable en el mercado y a sus poseedores en una emergente burguesía agraria.
52
Diario El Sur de Concepción, 4 de mayo 1906. En: Fabien Le Bonniec, Rebeliones en Araucanía, Anales de
Desclasificación, Vol. 1, 2006, pp. 565 53
Fabien Le Bonniec, Ibíd. pp. 556
32
Ahora, dijimos que la conformación de la propiedad agrícola en la Ngulumapu no
había sido homogénea, sino más bien era un proceso en donde se combinaban y articulaban
por lo menos tres formas de tenencia de tierra. Vimos el establecimiento de la gran
propiedad, ahora nos toca analizar la pequeña propiedad agrícola y las reducciones
mapuche, para lo cual utilizaremos un conflicto por tierras en las cercanías de Carahue,
entre un ex militar chileno, Luis Ubeda, convertido en pequeño agricultor, y un longko
llamado Lorenzo Paillao. Antes de someter a la fuente al análisis, digamos que el Estado
legisló para que los mapuche pudieran optar a tierras por medio de un titulo de merced
otorgado mediante el siguiente procedimiento, según el protector de indios de Cautín,
Eulogio Robles Rodríguez,
“Se toma matricula por el secretario de la Comisión de Títulos o por un
injeniero de ella i, a veces por su mismo presidente, de los indígenas existentes
en una zona dada. Practicado este trabajo, los indios matriculados deben
comparecer a esa oficina con testigos que establezcan su calidad de tales i que
declaren que han poseído por más de un año el terreno que pretenden radicarse.
Rendida la información, se les estiende títulos de merced que es notificado al
señor promotor Fiscal y al infrascrito. Cuando la adjudicación del terreno
excede de trescientas hectáreas hai que elevar el espediente al Supremo
Gobierno para que lo apruebe”54
Es decir, que los mapuche para conservar parte de sus tierras tenían que acreditar la
posesión de más de un año de los terrenos reclamados, dijimos más arriba que tal posesión
tenía que ser afectiva, y por tanto solo las tierras producidas con anterioridad de un año
tenían la posibilidad de ser adjudicadas, y si recordamos, las que no eran “utilizadas” eran
reclamadas por el Estado como baldías, y así proclives a ser rematadas o entregadas en
posesión de un particular no mapuche. Además de que el “indígena” tenía opción legal solo
a 300 hectáreas, y ya vimos la cantidad de tierras que podía llegar a obtener un colono o los
comerciantes convertidos en empresarios agrícolas. Este proceso, de remates o entregas
concesionadas, produjo que muchas veces colindaran pequeños lotes de tierra de
particulares con las reducciones mapuche, provocando conflictos como el siguiente, del que
analizaremos ahora solo el referente a las tierras, pero no la violencia provocada bajo este
contexto, que escapa de la intención de esta tesis, pero que sin duda es una posible
investigación futura.
54
Memoria de la Inspección Jeneral de Tierras y Colonización”, Imprenta Moderna, Santiago, 1902, pp. 170
33
En noviembre de 1899 por orden del Inspector General de Tierras y Colonización se
le entregó a “Luis Ubeda una hijuela de cien hectáreas, frente a Carahue al sur del río
Imperial para completarle la cantidad de ciento cincuenta”, por su carácter de sargento
mayor en retiro del Ejército de Chile. “El señor Ubeda después de estar en posesión
tranquila de dicha hijuela i haber construido en ella casas i cierros i tener siembras”, por
orden del subdelegado de Bajo Imperial, llegó el “inspector Marín, quien acompañado de
un soldado i como de quince individuos particulares le destruyeron al señor Ubeda sus
casas, cierros i siembras”, por el motivo de que el señor Ubeda “tenía siembras en terreno
del indijena Lorenzo Paillao”, lo que era una violación a la ley del 10 de enero de 1893, en
la se prohibía que “particulares arrienden o tomen posesión en que se encuentren radicados
los indígenas”. En defensa de Ubeda, la subinspección de Tierras y Colonización señaló
que Paillao “no tenía derecho alguno a la hijuela en referencia pues a petición de el mismo
fue colocado en otro punto por la Comisión Radicadora”, por lo que solicitaban al
Gobernador de Imperial actuar en favor de Ubeda. El Gobernador no dio mayor respuesta a
lo solicitado por el subinspector, por lo que éste se dirigió al Intendente de la Provincia de
Cautín, emplazando al mayor funcionario público de la Gobernación de Imperial. El
Gobernador bajo esta acusación, que hizo el subinspector, señaló que desconocía que
Paillao hubiera sido matriculado con una reducción en otra parte, pero que de todas
maneras lo que ocurrió no fue una destrucción de las posesiones de Ubeda, sino más bien se
reprimió “únicamente la invansión hecha por Ubeda en el terreno que esta contiguo a su
hijuela”, y que de no pertenecer a Paillao, sería una posesión Fiscal, por lo que Ubeda
estaría de todas maneras infringiendo los límites de su propiedad. Además, el Gobernador
señaló que Ubeda jamás había tenido casas en los sitios que ocupó ilegalmente y que los
supuestos cercos destruidos no eran los deslindes de su propiedad, sino eran bloqueos del
camino público que une Carahue con Puerto Saavedra, que los había puesto Ubeda con el
fin de hacerse de la propiedad pública. El conflicto continuó en octubre de 1900 cuando el
Subinspector de Tierras y Colonización señaló que las tierras en donde se ubicaba el
“indígena” Paillao le pertenecían a Ubeda, ya que esa era una hijuela que se le habría
cedido, pero que por un problema de embargo, en 1895, “no había podido entrar en
posesión de ella; pero como hoi ese inconveniente ha cesado por razón de que el embargo
trabado en dicha hijuela se mando alzar de orden judicial, cree esta Gobernación que el
34
señor Ubeda puede tomar la posesión de la hijuela”, así el señor Ubeda “se verá libre de
toda clase de molestias que hasta ahora ha tenido que soportar de parte de los indígenas”.
Para el cumplimiento de esta orden de la gobernación, se mandató al subdelegado de la
tercera subdelegación del departamento de Nueva Imperial, José Duhalde, al que ya hemos
visto en su faceta de agente comercial y empresario. Ahora como funcionario público
señaló que para dar cumplimiento a la orden “tropieza con el inconveniente de no conocer
los deslindes de la hijuela que se ha entregado al señor Ubeda”, además “los indijenas, que
dice el señor Ubeda lo molestan, sostienen no encontrarse dentro de la hijuela entregada al
reclamante”. Para resolver esta dificultad se solicita la presencia de un ingeniero, quien
determinaría los deslindes correspondientes al retirado sargento mayor del Ejército. Este
trámite se resolvió a favor de Ubeda, que según el ingeniero Juan Agustín Cabrera, le
correspondían legítimamente los terrenos en discordia, para llevar a cabo esta ordenanza se
mandó al “regimiento N°4 de caballería” en conducción del teniente Cesar Plaza, “quien
podrá llevar diez hombres montados para llevar su cometido”, lo que finalmente se realiza a
fines de octubre del 1900, dejando a los “indígenas despojados [quienes] quedaron a campo
en situación penosísima”55
, según señala un funcionario de la Gobernación de Imperial.
Este proceso judicial, que tuvo acciones de violencia a los que más tarde
volveremos, se resolvió finalmente retirando al longko Paillao y su familia de la tierra en
litigio, mientras que Ubeda se quedó con el predio, por medio de un proceso no muy claro,
en donde en primer término se le otorgó una hijuela que se encontraba bajo una orden de
embargo de 1895, por lo que se le cede otro lote de tierra para compensar el que no podía
obtener, y luego en 1900 detenida judicialmente la orden de embargo, se resuelve entregar
nuevamente a Ubeda esas tierras, las que se encontraban en posesión no legal, pero si
efectiva, por el longko Paillao. De este modo, incluso la conformación de la propiedad
agraria de un pequeño lote de tierra, que tampoco estuvo exenta de conflictos con los
habitantes mapuche, originó nuevos entramados sociales, en la que se vinculaban pequeños
propietarios agrícolas, con comerciantes y funcionarios públicos, con el fin de mantener y
proteger la adjudicación y con ello la estructura de tenencia de tierra originada tras la
invasión del Estado, es decir, la propiedad privada. En este sentido podemos entender que
55
Intendencia de Cautín, Vol 11, fjs. 1, 1v, 2, 2v, 3, 3v, 4, 4v, 5, 5v, 7, 8, 9, 10, 10v, 11, 11v, 12, 13, 18v
35
finalmente lo que el subdelegado estaba ejerciendo es uno de los derechos fundamentales
de las sociedades capitalistas y que, por tanto, si al señor Ubeda se le había otorgado por
medios institucionales una hijuela, era necesario actuar por medio de la fuerza pública, con
el fin de proteger la propiedad privada del retirado militar. Ahora bien, el Gobernador de
Imperial, en un primer momento salió a la defensa del longko Paillao, pero no porque el
funcionario público tuviese un espíritu benevolente frente a los oprimidos, sino
simplemente estaba defendiendo el lote territorial que supuestamente le correspondía al
indígena, y por tanto la visión de este sujeto no distaba, en términos concretos, con la del
subdelegado, en tanto la defensa es hacia la propiedad privada establecida por orden
jurídico de un Estado de derecho, ya que, como vimos, cuando se estableció que el longko
Paillao había sido destinado a otro punto por la Comisión Radicadora, el más alto
funcionario de la Gobernación de Imperial, desistió de su defensa a Paillao e incluso mando
a establecer, bajo la visión de un ingeniero, sujeto que representaba la verdad científica y
jurídica en este caso, los deslindes correspondientes del señor Ubeda. Así nuevamente, lo
que resulta potenciado y protegido, es a fin de cuentas la propiedad privada agrícola, que a
punta de invasión, usurpación, creación de legislaciones y funcionarios, penetró y se
consolido en el Ngulumapu.
En resumidas cuentas, posterior al proceso de despojo y colonización del territorio
mapuche, comenzó la constitución de la propiedad privada en el Ngulumapu, de este modo
en el sector del Budi del wichanmapu lafkenche, se establecieron dos grandes propiedades,
una del señor Duhalde y otra la Sociedad Colonizadora del Budi, asimismo surgieron
numerosas pequeñas propiedades de particulares y colonos chilenos y extranjeros, además
de las reducciones mapuche, cambiando completamente el escenario territorial que se había
desarrollado por siglos, y así las relaciones comerciales y de poder conformadas para
mantener la estabilidad política entre los diferentes lov mapuche se desarticuló, y
arremetieron nuevas administraciones económica-políticas propias de un sistema de
acumulación capitalista, en este sentido la expropiación y constitución de la propiedad
agraria es uno de los elementos fundamentales para entender la expansión capitalista en la
región, más allá de los procesos de comercialización que se inauguran, que a nuestro modo
de ver son al mismo tiempo el resultado y potenciadores de la concentración de la
36
propiedad en manos de terratenientes y la naciente burguesía agraria, en lo que se
denominó, ahora, Gobernación de Imperial.
37
1.2 Propiedad de los Medios de Producción
Advertimos la constitución de la propiedad privada agraria que, según
determinamos en nuestro marco teórico, funciona como un medio de producción, en tanto
la conciben como un instrumento o material que les permite la producción agrícola o
ganadera. Así también, dimos cuenta que la formación de la propiedad en nuestra región no
fue homogénea, sino por lo menos tres formas de tenencia de tierra se articularon en la
época estudiada, aunque una de ellas fue hegemónica en relación con la potencia que
inyectó en la producción capitalista, considerando la gran propiedad, tanto por vía de
compra por remates, como por Empresas de Colonización, la principal dentro del marco de
producción, sin por ello desconocer que las pequeñas y medianas propiedades, además de
las reducciones mapuche, fueron también parte del proceso de acumulación capitalista.
Ahora bien, no solo la tierra era un medio de producción, sino también el proceso de
mecanización en las faenas laborales introdujo nuevos medios, principalmente las
maquinarias principalmente. Esto no es puramente una situación de mejoramiento
tecnológico para el incremento de la producción, ya que de este modo podríamos
denominar la producción como “tradicional” o “moderna”, según la utilización de maquinas
en las faenas agrarias, sino que como señala el profesor Claudio Robles, este paso de
modernización, es decir de introducción de nuevos medios de producción, en donde
comienzan a quedar obsoletas las viejas formas de arar la tierra o el regadío propenso a la
sequía y, de este modo, a la suerte de la naturaleza, provoca un cambio en donde un sistema
de hacienda, como señalaba José Bengoa, se convierte en una empresa agrícola
capitalista56
.
Así, se comienza a complejizar el panorama económico de la agricultura en la
Gobernación de Imperial, ya que no podemos determinar según el tamaño de una propiedad
si estamos frente a un sistema de hacienda, sino que debemos asegurar dos cosas, a saber,
por un lado el proceso de mecanización de las faenas agrícolas y además determinar las
relaciones sociales de producción que se establecen. Iremos en orden.
56
Robles, Claudio, opus. cit. pp. 59
38
En febrero de 1897, Gustave Verniory, un ingeniero belga enviado a la Araucanía
para la construcción de vías férreas, quien escribió Diez años en la Araucanía 1889 – 1899,
un excelente documento para el estudio de la época, viajó de vacaciones al “Océano
Pacífico cerca de la desembocadura del río Imperial”, en su viaje pasó por Nueva Imperial
en donde señala que existía “un llano inmenso donde la cosecha está en su apogeo. Como
los brazos escasean, se les remplaza por máquinas, segadoras y trilladoras mecánicas”57
,
evidenciado así dos cosas por lo menos. En primer término, no existen grandes cantidades
de trabajadores que se sometan a la recolección de los productos agrícolas, aunque no
sabemos las causas de este fenómeno y, en segundo lugar, que la existencia de maquinarias
en el proceso de cosecha es un hecho, y por tanto las faenas no se producen mediante
grandes cantidades de mano de obra, aunque sin duda existen, sino que son las maquinas
las encargadas de esta labor. Además podríamos señalar que para fines del siglo XIX, en
ciertas hijuelas de la Gobernación de Imperial, se producía una cantidad considerable de
cereales, considerando la utilización de maquinaria como la segadora, la cual corta cereales
como el trigo, y de la trilladora mecánica, la que separa el grano de la paja, en grandes
cantidades. De este modo, en primer lugar, los procesos de mecanización no fueron
inexistentes.
Ahora bien, tal como la conformación de la propiedad agraria, la posesión de las
maquinarias en los procesos productivos no fue homogénea, existían quienes controlaban la
mayor parte de estos medios de producción, los que se transformaron precisamente en
empresarios capitalistas agrarios, es decir la naciente burguesía agraria de la Gobernación
de Imperial. De éste modo, mientras pasaban los años, la concentración de los medios y el
aumento de la producción se tornaban en un solo proceso. Así, por ejemplo, en 1893 en
toda la Gobernación existían solo cinco molinos, los que permitían transformar el trigo en
harina, y que pagaban, sumándolos todos, $ 62,5058
por costos de matrícula de patentes;
mientras que en 1905 solo Enrique Valck y Cía., quienes poseían un molino en la comuna
de Carahue pagaban $ 85,22559
, es decir que 1893 entre todos los propietarios molineros no
alcanzaban la producción de uno en 1905, relacionando la cantidad de producción con el
57
Verniory, Gustave, Diez años en la Araucanía 1889 – 1899, Ed. Pehuén, Santiago de Chile, 2001, pp. 428 58
Boletín Municipal, Nueva Imperial, Domingo 2 de Julio de 1893, Numero 4. 59
Prado, Alberto, opus. cit. pp. 84
39
pago anual que hacían las empresas por matriculas de patentes o roles tributarios. Así nos
es fácil señalar que la cantidad de producción de un molino para el 1900 es
considerablemente superior a uno de diez años antes, por tanto, este instrumento fortaleció
la producción en la Gobernación, permitiendo la concentración y aumento de la riqueza por
medio de la producción agrícola. Además, los molinos permitían terminar el proceso
productivo de trasformar el trigo en harina, de este modo comercializaban un producto
elaborado, sacando así mayores beneficios económicos de la empresa agrícola. Ahora bien,
los molinos, como dijimos, eran (y son) propiedad de los grandes terratenientes de la
Gobernación, era monopolio de ellos, y de este modo no solo obraban como productores
agrícolas de las materias primas resultantes de la cosecha de sus tierras, sino también de
aquellos productos de los pequeños y medianos propietarios, que no tenían los capitales
necesarios para invertir en medios de producción como los molinos.
Para 1902 sujetos como José Bunster, el paradigma del capitalista en la Araucanía,
que sobresalió sobre todo en la Provincia de Malleco, tenía molineras en la Gobernación de
Imperial; además existían destilerías de alcoholes que seguramente surtían el consumo del
mercado interno; también se hacían cada vez más numerosas las maquinas de aserrar60
,
evidenciando así la producción forestal en crecimiento. En Nehuentue, por ejemplo existían
“tres establecimientos de maquinas de aserrar con un capital de 8 a 9000 pesos obteniendo
una utilidad de 3 a 4 mil”61
, convirtiéndose de esta manera en un excelente negocio para los
propietarios de estos medios de producción. Ya para 1912, en la comuna de Nueva
Imperial, la “Compañía Molinera El Globo”, de propiedad mayoritaria de Carlos Thiers,
poseía “Molino de harina, fábrica de cervezas, explotaciones agrícolas, aserraderos. Fabrica
de Bebidas Gaseosas y depósito de cerveza de Valdivia. Establecida en 1886”62
, del mismo
modo, en la comuna de Bajo Imperial, aparte de la compañía Duhart ya nombrada con
anterioridad, encontramos al empresario agrícola Lorenzo Enríquez, quien poseía para la
fecha, una “molinería i talleres de herrería y carrocería. El molino es movido a vapor i
produce harina flor i afrecho. En la herrería se hacen toda clase de refacciones a
60
Gobernación de Imperial, Vol. 7, fjs. 41, 42, 43. ARA 61
Gobernación de Imperial, Vol. 38, fj. 8. ARA 62
Guía de Información Comercial e Industrial de Chile 1912 – 1913, opus. cit. pp. 145
40
maquinarias agrícolas”63
, es decir, comenzando recién la segunda década del siglo XX,
encontramos en la Gobernación de Imperial todo un circuito productivo, de molineras,
fabricaciones de productos como la cerveza, aserraderos madereros que indican una
producción forestal en la zona, además de herrerías que tenían por función la reparación de
las maquinarias agrícolas y, por tanto, entrevemos que al existir la necesidad de refacciones
de un determinado instrumento de producción, el aumento y consolidación de estos mismos
es claro e indiscutible, asimismo podemos señalar la existencia de trabajadores
medianamente capacitados, sin los cuales sería imposible reparar las maquinarias agrícolas.
Además de maquinarias para el proceso extractivo y ciertas industrias para el proceso de
elaboración de productos, como la cerveza, la harina y la madera semi-procesada, los
agricultores capitalistas comenzaron tempranamente a preocuparse por conseguir la mayor
cantidad de producción de la tierra, de este manera conseguir abonos se transformaba en
una necesidad para el agricultor y en un negocio para el vendedor de este elemento. Así lo
demuestra un aviso del periódico “La Democracia, Órgano de la Alianza Liberal”, cuando
señala en su edición del Domingo 4 de abril de 1897,
“A los Agricultores. Por ser de interés para los agricultores publicamos la
siguiente carta:
Sociedad Nacional de Agricultura -Santiago 26 de marzo de 1897- Señor C.
Huidobro P. Nueva Imperial= Muy señor mio: Queda en mi poder su alta de
fecha 22 del corriente. En contestación a élla diré a Ud. que próximamente se
pondrá a venta en Carahue el abono a que Ud. hace referencia (guano del norte)
al precio de $30 la tonelada métrica con saco”64
La petición de un agricultor a la institución por excelencia de la agricultura, la Sociedad
Nacional de Agricultura, para que ella gestionara la comercialización de un producto
cotizado, sobre todo por los agricultores que tenían la perspectiva de sacar beneficios
económicos por la venta de su producción, nos habla sobre la especialización en la etapa de
siembra, lo que se encuentra estrechamente vinculado con el aumento de la producción en
la región. También nos habla de que la conexión comercial de la zona de Imperial con el
norte de Chile e incluso con el Perú (gran productor de guano) era evidente para fines del
63
Ibíd. pp. 1147 64
La Democracia, Órgano de la Alianza Liberal, Año 1, Domingo 4 de abril de 1897, Núm. 23
41
siglo XIX. En suma, para 1900 todo el proceso agrícola tenía un fuerte carácter capitalista,
tanto en la siembra, en la cosecha, en la trilladura e incluso en procesos productivos más
elaborados, las maquinas eran un material fundamental en la producción de las empresas
agrícolas capitalistas, así la naciente burguesía agraria en la Gobernación de Imperial
comenzaba a desarrollar sus riquezas, por medio de la inversión de capitales en la compra
de medios de producción, con el fin de alcanzar mayor rendimiento, y de esa manera
mayores ganancias.
Ahora bien, este proceso no fue generalizado, la compra de maquinarias, molinos,
aserradoras se pudo financiar gracias a los capitales de los empresarios agrícolas llegados
junto al proceso de invasión y ocupación, de esta manera para la población mapuche y para
los pequeños y medianos productores no fue extendida esta mecanización, así lo
demuestran las fuentes cuando los nombres de los propietarios de los nuevos instrumentos
productivos, eran los mismos que concentraban grandes cantidades de tierra, como Duhart,
Valck, Mac-Iber, Duhalde, y otros. Tal como señala Jorge Pinto, el negocio maderero y por
sobre todo las molineras que se concentraban en manos de los grandes empresarios
agrícolas, les “permitía aprovechar su propia producción para la fabricación de harinas, que
se nutría también de lo que lograban comprar a los medianos y pequeños productores”65
,
por lo que estos se veían inevitablemente vinculados a los grandes propietarios de manera
desigual, vendiendo sus productos como materias primas, mientras que el empresario
agrícola, quien controlaba los medios de producción necesarios para la transformación del
trigo en harina, vendía un producto con valor agregado, sacando finalmente mayores
ganancias, y determinando así el constante crecimiento de sus riquezas, mientras que el
pequeño y mediano productor mantenía su producción a raya, no permitiendo así el
surgimiento de nuevos capitalistas en la región. Esta es una de las causas que explicaría,
según Jorge Pinto, el decaimiento de la economía en la Araucanía para la década de 1940.
Por otro lado, las reducciones mapuche, además de tener pequeñas y, muchas veces, malas
hijuelas, no poseían los capitales para invertir en instrumentos productivos, condenando de
esta manera a la sociedad mapuche a una dependencia económica con los capitalistas de la
zona, y, de igual modo, a una condición de empobrecimiento endémico. En 1887, Isidoro
65
Pinto, Jorge, Empresarios Agrícolas en una Economía Emergente. La Araucanía, Chile, 1900-1940, opus.
cit. p. 63
42
Errázuriz, Agente General de Colonización, escribió un informe sobre el estado de
colonización en la provincia de Malleco y Cautín, para lo que se dedicó a viajar por la
Araucanía en marzo del año señalado. En su paso por Nueva Imperial, escribió sobre la
población mapuche y sus métodos productivos, señalando que:
“Hoy, todavía, quien desempeña, en la ruca y en torno de la ruca, toda la tarea,
es la mujer. Ella es la que trasquila las ovejas, a medida que necesita lana para
sus tejidos. Ella es la que rasguña un poco la tierra, a poca distancia de la
habitación, la que siembra y cosecha la pequeña cantidad de granos y
legumbres que necesita la familia para el consumo del año, y
desgraciadamente, siembra a menudo de menos, y la provisión no alcanza hasta
el siguiente verano. La mujer es, en fin, la que acarrea sobre sus redondas y
fornidas espaldas la leña que va a cortar al bosque, el cántaro que a llenar el
arroyo, y la leña y el pasto que lleva a vender a las poblaciones inmediatas”66
La población mapuche estaba lejos de utilizar en sus labores agrarias los métodos
utilizados por los empresarios agrícolas que se encontraban en la región, de este modo la
combinación de formas productivas capitalistas y coloniales, como explicaremos en el
tercer capítulo, era una realidad para fines del siglo XIX. Mientras en ciertos lugares la
producción era propiamente capitalista, en las reducciones mapuche ésta era muchas
veces para el autoconsumo o para la venta de algunos productos en los mercados de los
pueblos y ciudades cercanas, pero no por eso se encontraban fuera de los circuitos
comerciales capitalistas, como veremos más adelante.
La concentración de los medios de producción en la Gobernación de Imperial,
posterior a la invasión y colonización del territorio mapuche, era un hecho. Tanto la tierra,
como los instrumentos para alcanzar grandes cuotas de producción se situaron en manos
de empresarios agrícolas, de la naciente burguesía agraria. Era un hecho, asimismo, que la
expansión del Estado, con fines geopolíticos, tenía parte importante de su efectividad en
la constitución de una clase que se convirtió en propietaria de los medios de producción,
que se articuló con fines de acumulación de capitales en la zona de Imperial. El proceso
histórico de disociación entre el productor y los medios de producción se vivió en el
Ngulumapu junto con la expansión militar del Estado, la concentración de estos medios
fue el resultado de tal proceso, mediante el despojo del territorio mapuche, mediante la
creación de legislaciones acordes con la constitución de la propiedad privada, mediante
66
Errázuriz, Isidoro, Tres Razas, 1887, En: Revista Andes Del Sur Nº 2, 2010. La cursiva es nuestra
43
inversiones de capitales para la compra de nuevos instrumentos de producción. En fin. El
escenario estaba creado para que surgiera una clase propietaria en la Gobernación de
Imperial, los llamados particulares, que son al fin del día, la naciente burguesía agraria de
la Araucanía, quien comenzó la acumulación de capitales, hasta hoy presente. Porque,
aprovechemos de decir, la muerte de Catrileo, Lemun, Mendoza Collio, no es el puro
resultado del racismo, sino más bien, es la respuesta al ataque en el lugar donde más le
duele, la propiedad privada.
44
Capitulo 2. Relaciones Sociales de Producción en la Gobernación de
Imperial
Uno
La arremetida capitalista en la región, junto con establecer nuevos modos de
tenencia de tierra y consolidar la propiedad privada, creo nuevas relaciones sociales, antes
de la expansión del Estado, inexistentes en territorio mapuche. Tal como señalamos más
arriba, con anterioridad al proceso colonial que inaugura el Estado en el Ngulumapu, las
relaciones sociales de producción no se basaban en el salario, por tanto no existía una
división entre propietarios y trabajadores, ya que al no existir la propiedad privada ni el
capital, la manera de producir distaba de la acumulación capitalista. Más bien, para el siglo
XIX, tenía correspondencia con relaciones que se basaban en la cantidad de productos
poseídos por un mapuche, que tenía la opción, por tanto, de intercambiar con mayores
garantías otros productos, además de obtener más cuotas de poder dentro de la estructura
organizacional autónoma mapuche, y de este modo tener la opción de convertirse en un
ulmén futra longko (o ñidol longko) que lideraba el aylla rewe al cual pertenecía, el que
tenía sus mocetones o pu Kona que trabajaban para él, pero no como trabajadores
asalariados, sino ambos tenían una dependencia colaborativa de producción y seguridad.
José Bengoa, siguiendo a Alejandro Lipschutz, ha denominado a esta etapa de relaciones
mapuche como una de transición hacia una forma de “señorialismo ganadero”67
, en tanto
señala Lipschutz, en momentos que existe una producción excedentaria, es decir más de lo
necesario para la subsistencia de una población, los tiempos utilizados para la producción
se disminuyen, y así también las manos para el trabajo, de este manera, entre algunos de
estos “desocupados” comienzan a aparecer grandes referentes políticos y económicos en el
Wallmapu. Con ello la estructura horizontal y democrática se comienza a desvanecer,
evidenciando así la movilidad de, no tan solo la cultura mapuche, sino también de sus
estructuras político-económicas autónomas. Bajo esta situación, es cuando Ignacio
Domeyko viaja por “tierras araucanas”, en la que señala:
“Si bajo este nombre [civilización] comprendemos el trato exterior al hombre,
su modo de vestirse, las comodidades que sabe proporcionarse, un cierto lujo i
67
Bengoa, José, Historia del Pueblo Mapuche, Ediciones Sur, 1996, Santiago de Chile, pp. 68
45
el uso de los útiles más necesarios a la vida doméstica, su habitación i el modo
como recibe ella; si en fin, bajo este nombre se entiende la industria del
hombre, es decir cierta inteligencia que le sirve para mejorar su bienestar físico,
su modo de pelear y negociar con sus vecinos, una cierta perspicacia i casi
malicia en sus relaciones con sus semejantes; confieso, que, si esto solo se
llama civilización, los Indios Araucanos no son salvajes, i tal vez son más
civilizados que una gran parte de la plebe chilena, que muchos de sus
civilizadores de la frontera”68
De este modo para mediados del siglo XIX, la vida social mapuche distaba de ser esa
imagen construida por el Estado decimonónico, y reproducida durante el siglo XX tanto por
las elites e incluso por cierta izquierda ciega por el marxismo dogmático, y también por
algunas corrientes de la política mapuche que realza los pies descalzos, la pobreza y el
fogón como bienes tradicionales, cuando no fueron más que una condición histórica y no
un valor intrínseco del pueblo mapuche. Ahora bien, estas mejoras en la calidad de la vida
diaria mapuche, que tiene que ver con las nuevas formas de relaciones sociales que
comenzaron a emerger para el siglo XIX, en tanto la producción y el poder comenzaban a
dar luces de renovadas maneras de concretarse, por medio de la aparición de poderes
locales y regionales que tenían grandes posibilidades de incrementar la producción y el
comercio, no obedeció a la aparición procedente de relaciones capitalistas, ya que como
señala el mismo Domeyko:
“El comercio con los Araucanos consiste hasta ahora en el que hacen algunos
buhoneros sueltos, que con una carga de pacotilla se llevan trajinando por el
territorio de los indios de una casa a otra, cambiando con ellos el añil, la
chaquira, los pañuelos e infinidad de otras frioleras, por los ponchos, piñones,
bueyes i caballo. Mui pocas producciones de su industria tienen todavía los
indios que puedan ofrecer en cambio por aquellos objetos de pequeño lujo i
comodidad con que los tratan de amansar los negociantes. La moneda casi no
se conoce todavía entre ellos; i todo el cambalache se hace de un modo tan
grosero que la ventaja queda siempre por el mas diestro”69
Así, antes de la expansión capitalista, existía la percepción de valor de uso de los objetos,
en tanto se expresaba cierta relación entre los consumidores y el objeto consumido, ya que
se intercambiaban objetos por objetos que el consumidor le entregaba un valor perceptivo
68
Domeyko, Ignacio, Araucanía i sus Habitantes, Imprenta Chilena, 1846, p. 69-70 69
Ibíd. p. 76
46
según la necesidad o el deseo de poseerlo, por lo que la aparición de la moneda como
material de intercambio comercial solo tenía razón según el afán del consumidor por
obtenerlo. Con ello, las relaciones sociales para establecer la producción no tenían la
necesidad de intercambiarse por un salario, ya que no tendría objeto en una sociedad que no
utiliza el capital como forma de intercambio comercial. Si bien, como señala José Bengoa,
la sociedad mapuche para el siglo XIX, era una de transición, no por ello podemos
desplegar una historia contra factual, y decir que la sociedad mapuche avanzaba
inevitablemente a una sociedad capitalista. Éste modo de producción penetró por medio de
la fuerza al Wallmapu.
El análisis más aceptado en relación a la conformación económica de la Araucanía
posterior a la ocupación, es la que entiende el proceso como una reproducción del
latifundio del Chile central, trayendo consigo el inquilinaje como relación social
fundamental de esta formación económico-política70
. El inquilinaje, como la mediería,
aparecieron en la Araucanía tempranamente luego de la colonización del Estado, tanto
porque -según Bengoa- “los agricultores que se instalaron en el sur no aceptaron remunerar
a la mano de obra en forma diferente a la tradicional”71
, como por la falta de herramientas y
tierras propias, por lo que “el mediero-inquilino se encargaba de destroncar, limpiar el
terreno, cercar y preparar el suelo para las siembras. El fundo le entregaba la semilla, los
aperos, y otros bienes, y luego repartía en proporciones iguales el producto, retirando el
fundo antes del reparto la semilla adelantada. Esta labor de mediería y limpia va a ser
generalizada en la zona de colonización del sur”72
, es esto lo que a Bengoa le permite
hablar de un tardío proceso de proletarización en la Araucanía, no antes de la década de
1930, además de señalar la existencia, para el ciclo 1830-1930, de un “desarrollo capitalista
agrario incompleto”. Si bien, nosotros compartimos el hecho de la existencia de formas de
inquilinaje que se inauguraron en la etapa que estamos estudiando, no vemos una
inexistencia para el 1900 de relaciones sociales asalariadas en la Gobernación de Imperial,
más bien todo lo contrario, lo que obedece a una etapa de consolidación capitalista en la
región. Además, pensamos que hablar de “desarrollo incompleto del capitalismo”, es
70
Bengoa, José, Historia Social…opus. cit. pp. 151-160 71
Ibíd. p. 156 72
Ibíd. p. 159
47
utilizar una perspectiva profundamente eurocéntrica, en tanto se compara realidades y
procesos de otros espacios y tiempos, en donde prima el desarrollo que adoptó este modo
de producción en Europa, en perjuicio de poder comprender las nuevas lógicas y relaciones
que origina el capitalismo en América Latina, y en nuestro caso en el territorio mapuche. Es
por eso, que nuestro análisis se acerca, como hemos señalado, a trabajos como el del
profesor Claudio Robles, cuando señala que, en vinculación con las nuevas relaciones
sociales de producción que se originan en nuestra etapa estudiada en el agro de Chile
central y la Frontera, “la transición al capitalismo que la economía chilena experimentó a
partir de su inserción en el mercado internacional desde mediados del siglo XIX también se
extendió a la agricultura y la sociedad rural” provocando con ello “el crecimiento y la
diversificación de la demanda [que] aceleraron la transformación organizacional del
sistema de hacienda, toda vez que los terratenientes expandieron la explotación directa por
medio de una desigual modernización tecnológica, cuyos elementos más significativos
fueron un proceso de mecanización selectiva y la extensión del regadío” y del mismo modo
el aumento de “la cantidad de trabajadores asalariados”73
. Con ello no pretendemos
desconocer el inquilinaje en la Araucanía, sino señalar que no fue la única relación social
que se estableció posterior a la ocupación, y de ese modo nuestro estudio estará enfocado
en la proletarización de los trabajadores rurales que ya daba sus luces para fines del siglo
XIX y principios del XX, además de establecer las consecuencias que trajo la expansión
capitalista en la producción mapuche.
La colonización del Estado y expansión capitalista inauguró nuevas relaciones
sociales, siempre tensionadas con las formas de producción económica mapuche. Ya
dijimos que no calificaremos estas tensiones como una resistencia del arcaísmo contra la
maquinaria de la modernidad, como tampoco por medio de categorías como pre-capitalistas
o semi-asalariadas, sino identificaremos esto como una situación original del capitalismo en
la región estudiada, y que se podría extender a otros lugares de América Latina, en tanto la
nueva situación originó por un lado relaciones “clásicas” del capitalismo como es la
relación capital-trabajo, y por otro lado formas coloniales de producción capitalista. Ambas
se articularon combinadamente, y no en resistencia, dado que uno y otro eran funcionales a
73
Robles, Claudio, opus, cit. p. 75
48
la acumulación capitalista, obviamente en distintas cuantías y calidades, pero que al fin del
día se articulaban no estáticamente, provocando un desarrollo sui generis del capitalismo en
relación a las condiciones externas y principalmente internas en la que se encontró la región
en pleno proceso de expansión del capitalismo europeo y criollo (minería principalmente).
A continuación desarrollaremos ambas relaciones sociales que se establecieron en la
Gobernación de Imperial, teniendo presente que ambas se articularon de forma “voluntaria”
u obligatoria, al desarrollo de la acumulación capitalista en la región.
Dos
Hemos indicado en nuestro marco teórico, que la relación social de producción que
se ha identificado como la “clásica” del capitalismo, es la que establecen un propietario de
los medios de producción, con el que vende su fuerza de trabajo para poner en
funcionamiento estos medios y finalmente producir alguna mercancía. Esta relación se basa
en el salario recibido por el trabajador, que paga el propietario de los medios de
producción, por el trabajo realizado. Este salario en el modo de producción capitalista no
obedece al trabajo total, ya que parte de aquel, se lo queda el propietario de los medios de
producción como plusvalía, en otros términos, un trabajador en un día laboral produce más
que los medios de subsistencia necesarios para él y su familia, “el trabajo necesario va a
poder del obrero en forma de salario, mientras que el capitalista [propietario de los medios
de producción] se apropia el producto del trabajo excedente en la forma de plusvalía”74
. En
la Gobernación de Imperial, esta relación social de producción sin duda tuvo existencia
tempranamente, e incluso tuvo órganos de organización y difusión para fines del siglo XIX,
como documentamos en algún momento. Ésta estuvo basada tanto por la instalación del
Estado en el Ngulumapu, como por la consolidación de empresas agrarias capitalistas en la
región, analizaremos ambas a continuación.
74
Sweezy, Paul, Teoría del Desarrollo Capitalista, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, pp. 74
49
2.1 Las Exteriorización del Estado. Consecuencias Económicas y Comerciales.
La misión pacificadora, gran baluarte del Ejercito de Chile, llega a su fin “por ley de
12 de marzo de 1887, [por la que] se crearon las dos provincias de Malleco y Cautín,
suspendiéndose de hecho el estado de asamblea en que habían vivido antes estas regiones
(…) con lo que queda terminada la acción del Ejército en el antiguo y legendario
Arauco”75
. El control de la Araucanía queda de este modo en manos de civiles, y con ello
se hacía imperioso la imposición del orden y de la institucionalidad del Estado, por medio
principalmente de la creación de una burocracia estatal y de la necesaria conectividad
territorial por medio de caminos, líneas férreas y barcos en la medida de lo posible, con el
fin de consolidar y legitimar el control del poder central, y así desaparecer esa antigua
frontera interior que impedía la dominación geopolítica y obviamente económica de todo el
territorio que las elites de Chile reclamaban como propio desde la Constitución de 188376
.
Este proceso, que Oscar Oszlak denominaría para el caso argentino como “exteriorización
del Estado”77
, en tanto la institucionalidad estatal se hacía carne, se tornaba desde algo
inmaterial como las relaciones necesarias para conformar el Estado, en materialidad, se
exteriorizaba por medio de construcciones que permitían, a este mismo, abarcar los
espacios antes salvajes y barbaros, ahora en el recto camino de la civilización, gracias a las
vías férreas y los caminos, como metáforas de un porvenir iluminado por el progreso
inagotable de la industria, la técnica y la razón. Más allá, o más acá, de las mentalidades e
imaginarios que hicieron posible ciertas políticas de construcción y consolidación del
Estado en las tierras del sur, nos queda que la exteriorización de la institucionalidad central,
del nuevo orden político que se inaugura en el Ngulumapu posterior a la colonización
militar del Estado chileno, generaba trabajo, porque lo único obvio de las obras públicas, de
los edificios, e incluso de la burocracia, es que necesitaron trabajadores para su
construcción o funcionamiento. De este modo, no podemos pensar la Araucanía para el
75
Navarro, Leandro, opus. cit. p. 409 76
La constitución de 1833 señala en su Artículo 1° “El territorio de Chile se extiende desde el desierto de
Atacama hasta el Cabo de Hornos, i desde las cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, comprendiendo
el Archipiélago de Chiloé, todas las islas adiacentes, i las de Juan Fernández”. [en línea:
http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=137535&tipoVersion=0] Revisado: 20 de febrero 2011 77
Oszlak, Oscar, La Formación del Estado Argentino, orden, progreso y organización social, Ediciones Ariel,
Buenos Aires, 2004.
50
1900 sin relaciones asalariadas. Sería imposible la construcción del ferrocarril, de los
caminos, de los edificios públicos, sin sujetos que vendieran su fuerza de trabajo en tareas
tan urgentes para el Estado en auge. Así, es la misma formación del Estado78
, la que en
primer término favorece la aparición de relaciones asalariadas en la Araucanía, ya que
como hemos señalado con anterioridad, volvemos a repetir, la expansión del Estado no la
podemos escindir de la expansión capitalista. De este modo, la conectividad, que no es más
que dar territorialidad a los espacios no controlados, entiendo el concepto de territorio,
desde la teoría geográfica, como un espacio intervenido políticamente, en donde el ejercicio
del poder se exterioriza en instituciones, vigilancias y castigos, por quienes tienen el uso de
la fuerza legitima, que en este caso es el Estado, lo cual no solo favorece a este último, sino
también a quienes monopolizan en gran medida el poder político, es decir la gran y
mediana industria, comerciantes y latifundistas, hecho que deja muy claro el gobernador de
Imperial en sus memorias correspondientes al año 1899, indicándole al Intendente de
Cautín:
“Este departamento cuenta con varios importantes centros de poblacion, donde
el comercio, las industrias y la agricultura tienen un desarrollo de gran
consideración. Es evidente señor Intendente, que para que esto ramos
comerciales tengan vida y progreso, necesitan que sus productos tengan salida
para buscar su consumo. Para conseguir esta salida no se necesita hacer notar
que hai que asistir con caminos que ofrezcan fasil y espedito tráfico, sin cuyo
factor que desempeña un papel tan importante en este conjunto de casas, los
pueblos se aniquilan y atrasan hasta su completo decaimiento y las industrias
desaparecen. Ademas hai épocas en que se hace imposible el tránsito en
algunos caminos hasta de a caballo, quedando con esto cortado el transporte de
correspondencia por un tiempo mas o menos largo y ocasionando perjuicios al
comercio y a las oficinas públicas”79
De este modo, el mismo gobernador de Imperial, señala que la falta de conectividad
perjudica al comercio y a las oficinas públicas, dejando en evidencia la importancia
burocrática, política y económica que asumen en este nuevo contexto la conexión entre
pueblos y ciudades. Ahora bien, dejado por sentado que los caminos, y con ello las
ciudades, edificios, ferrocarriles, etc., no obedecen simplemente al resultado de la
implantación del Estado, sino también a una necesidad primordial para establecer el
78
Ver Pinto, Jorge, La formación… opus. cit. pp. 185-202 79
Memoria del gobernador de Imperial, Mayo de 1900, Intendencia de Cautín, Vol. N° 4, fj. 116, ARA
51
comercio capitalista, podemos dar cuenta de la existencia de trabajadores asalariados, tanto
en la construcción, reparación, como funcionamiento de los instrumentos del Estado.
El 24 de Julio de 1902, se reunieron autoridades de la comuna de Nueva Imperial,
entre los que se encontraba Carlos Thiers, propietario de grandes extensiones territoriales y
de una importante molinera de la zona, como pudimos ver más arriba, para discutir sobre la
construcción de caminos, en la que se llegó a las siguientes conclusiones:
“I. Los peones camineros podían gozar de un jornal diario de un peso
Los mayordomos, $45 mensuales
Los inspectores de caminos, $100 mensuales
II. Imponiendo las vías públicas en buen estado para el tráfico, se
necesitarían las cuadrillas siguientes para los caminos que se indican:
De Nva. Imperial a Labranza, una de 10 hombres
De Nva. Imperial a Galvarino, dos de 10 hombres
De Nva. Imperial a Bajo Imperial, dos de 10 hombres
De Nva. Imperial a rio Tolten, tres de 10 hombres
Este último camino es mui montañoso y difícil de conservar
III. La distancia en kilómetros es de esta ciudad la siguiente, mas o menos
A Labranza, 16 Kilómetros
A Galvarino, 50 id.
A B. Imperial, 50 id.
A rio Tolten, 45 id.”80
En total, se necesitaron 80 trabajadores para la construcción de los caminos de Nueva
Imperial a sectores que funcionaban como hinterland de esta ciudad, que comenzaba a
tomar importancia, junto con Carahue, como referentes de concentración de los productos
para ser comercializados tanto por vía fluvial como ferroviaria. A cada uno de estos
trabajadores se les pagó, por día trabajado, un peso, mientras que a los mayordomos $45
mensuales, y al inspector de caminos $100, afirmando con ello la relación salarial que
mantuvieron los trabajadores con la municipalidad de Nueva Imperial, y de este modo con
el Estado. Si bien es cierto, el trabajador-peón recibía una paga, ésta no era mensual, sino
diaria, lo que podría ser calificado como un proceso de proletarización incompleto, ya que
como señala Julio Pinto y Luis Ortega, se necesitan, además del salario, una fuerza de
trabajo libre y cautiva, para establecer históricamente la aparición de una clase proletaria, y
como sabemos, entre los peones el establecimiento en un lugar definido no fue una
80
Gobernación de Imperial, Vol. 6, fjs. 719-720, ARA
52
característica, lo que se traduce en una fuerza de trabajo no cautiva, es por lo mismo que se
pagaba por día trabajado81
. Sin perjuicio de lo anterior, existe una división social de
producción basada por un lado en la venta de fuerza de trabajo, y por otro, en los
propietarios de los medios de producción, en este caso el Estado, quien contrata
trabajadores para la realización de una obra que satisface sus necesidades, y de quienes
monopolizan el aparato institucional. Es muy tentador calificar el peonaje en esta zona
como un atraso derivado del desarrollo truncado del capitalismo, pero a nuestro modo de
ver tal situación obedece a un modo de explotación propia del capital en América Latina, en
tanto se utiliza la mano de obra de peones a bajo costo, sin la necesidad de establecer
ningún compromiso o contrato por parte del empleador, que en este caso es el mismo
Estado, convirtiendo en una política institucionalizada el peonaje. Aunque en pleno
desarrollo de la “cuestión social” en Chile y América Latina, esto no aparece como una
situación ahistórica, sino como un componente más del nivel de explotación que se
desarrolló por parte de las clases dominantes para el 1900 contra los sectores populares, que
sin duda penetró también en la Araucanía, junto con la colonización del Estado, porque no
tendría sentido hablar de un desarrollo incompleto del capitalismo, por la persistencia del
peonaje, cuando en la ruta del capitalismo chileno el peonaje, y otras formas de
explotación, no desaparecieron.
En 1907 tales construcciones de caminos se mantenían, como indican los
documentos, gastando un total de $1681, y operando en su construcción 47 trabajadores,
que tenían por labor realizar terraplenes, desmontes y cunetas, en la Gobernación de
Imperial82
, que da cuenta de una mejora en la realización de caminos. Aunque todavía en
1913 la conectividad era deficiente en determinadas épocas de año, como indica la memoria
de la Gobernación de Imperial, cuando señala que “los caminos públicos se encuentran en
regular estado, cómo sucede siempre en esta época [verano]; pero no así en el invierno los
cuales se ponen intransitables”83
, por lo que se continúan realizando trabajos de
construcción de caminos84
todavía para 1913 y de reparación hasta el día de hoy,
81
Pinto, Julio y Ortega, Luis, Expansión minera y desarrollo industrial: Un caso de crecimiento asociado
(Chile 1850-1914), Departamento de Historia, USACH, 1990, pp. 50-52 82
Intendencia de Cautín, Vol. 6, fjs. 77-78, ARA. 83
Gobernación de Imperial, Vol. 24, fj. 360, ARA 84
Intendencia de Cautín, Vol. 6, fj. 245, ARA.
53
considerando que varios sectores todavía de la Araucanía los contactos son por intermedio
de caminos ripiados, dando cuenta de una conectividad precaria cuando se trata de pueblos
y zonas rurales que no son punta de lanza de la economía regional.
Los caminos públicos no fueron la única forma de conectividad que penetró la Araucanía
para el 1900, ella sola no tenía la capacidad para transportar grandes cantidades de
productos para la comercialización en crecimiento en la región, más bien eran utilizados
para trasladar la producción agrícola desde las empresas agrarias, latifundios, pequeños
productores y reducciones indígenas, a los sectores que comenzaban a funcionar como
aglutinadores de la elaboración de las zonas rurales de la gobernación, con el fin de
comercializar en el mismo pueblo, o en el caso de las grandes productores, para transportar
sus mercancías a la capital provincial, es decir Temuco. Para llevar a cabo tal proceso se
hizo necesario, la construcción del ferrocarril que uniera la línea central ferroviaria con
Carahue, para lo cual se terminó de construir en 1909 el ramal Temuco-Carahue.
El ferrocarril representaba para el imaginario de la clase dominante, de la segunda
mitad del siglo XIX y principios del XX, la constitución misma del progreso, una
revolución que permitiría alcanzar el anhelado desarrollo económico en las regiones
periféricas del mundo, y en la Araucanía además una necesidad geopolítica, una forma de
concretar la ocupación, de dictaminar la funesta imagen de la matanza indígena, en una
necesidad histórica que alcanzaba su argumento en un hecho palpable: las líneas férreas y el
ferrocarril. La construcción del ramal Temuco-Carahue comenzó junto con el nacimiento
del nuevo siglo, en manos de Pedro Alessandri, quien se adjudica la concesión, y que años
más tarde se convierte en un gran propietario de la zona del Budi, como vimos más arriba.
En 1902 ya se encontraba terminado el tramo desde la capital provincial, Temuco, hasta
Nueva Imperial, con un total de 33 kilómetros. Aunque por faltas de recursos del
concesionario “los comerciantes, agricultores e industriales de este departamento” se
vieron en la urgencia de solicitar “al supremo gobierno que dote del material rodante
necesario a la empresa que construye la línea férrea entre Temuco i Carahue, a fin de que
pueda establecer entre el primero de los puntos nombrados i esta ciudad [Nueva Imperial],
un servicio diario de trenes de ida i vuelta”85
. No es casual que sean los sectores que
85
Intendencia de Cautín, Vol. 22, ARA
54
controlaban la economía regional, en este caso comerciantes, agricultores e industriales, los
que soliciten, por intermedio del Gobernación de Imperial, los instrumentos necesarios para
llevar a cabo el transporte ferroviario entre Nueva Imperial y Temuco, ya que son estos los
más beneficiados con el ferrocarril, en tanto pueden comercializar sus productos fuera del
mercado interno de la gobernación, y crecer sus conexiones a nivel regional o incluso
nacional, y de este modo aumentar a mediano plazo su producción y venta, es decir sus
capitales. Lo interesante también, es que la construcción de líneas férreas quedaba en
manos de empresas, la mayoría de las veces extranjeras, contratadas por el Estado, es por
esto que, al fin del día, la mano de obra utilizada en tales faenas, estaba siempre en relación
con la institucionalidad política, dado que sus sueldos eran cancelados por intermedio de
una empresa, que contrataba, como dijimos, a su vez el Estado. Así también, la ayuda del
Estado para concretar la instalación definitiva del ferrocarril, no solo se limitó, en este caso,
a ceder la concesión a un particular, sino también cuando éste, a la luz de la inversión
realizada, no tuvo para finalizar la empresa ferroviaria, los sectores interesados no tuvieron
duda en solicitar tales instrumentos para concretar la operación, a lo que el Estado
respondió insatisfactoriamente, para los intereses de comerciantes y empresarios agrícolas.
El tramo que unía Nueva Imperial con Carahue, tenía la dificultad de atravesar el rio
Cholchol, para lo que se necesitaba la construcción de un pequeño viaducto, encargado al
ingeniero Juan M. de la Fuente y en la cual laboraron 80 trabajadores86
. En el momento de
ser inaugurado el viaducto, bajo la alcaldía de Carlos Thiers, al que ya vimos como un
importante empresario agrario de la zona, un ejemplo más de la imposible separación entre
clase política y económica, ocurrió lo que se denomina el “Desastre del Cholchol”, hecho
que sucede mientras el ferrocarril pasaba por el viaducto, que cedió bajo el peso de la
locomotora, cayendo al río, muriendo en el accidente 40 trabajadores y el ingeniero
encargado de las labores [Ver imagen N° 3]. Finalmente, los trabajos de lo que se convirtió
en el viaducto que unía con líneas férreas Nueva Imperial con Carahue, fue diseñada y
construida por la firma francesa Schneider et Cie. O Le Creusot, los mismos del Viaducto
de Malleco y de las estructuras metálicas que cubren la Estación Central de Santiago.
86
Toledo, Juan, La tragedia de Cholchol, [en línea: http://www.amigosdeltren.cl/historia-ferroviaria/la-
tragedia-de-cholchol] Consulta: 10 de marzo de 2011
55
(Imagen N° 3)
(Puente del ferrocarril hundido, Río Cholchol, Carlos Brandt)87
Otra forma de conectividad, que se presentó bajo la impronta del capitalismo y la
geopolítica del Estado, fue la que se condujo por vía fluvial. El río Imperial,
tempranamente se convirtió en una vía de trasporte que conectaba Nueva Imperial con
Carahue y Bajo Imperial (Pto. Saavedra). La forma de establecer botes y barcos para las
tareas de trasporte se hizo por medio de concesiones a privados que el gobierno local
cedía88
. De este modo el Estado, al igual que en el caso de construcción de vías férreas en la
87
[En línea: http://www.amigosdeltren.cl/historia-ferroviaria/la-tragedia-de-cholchol]. Consulta: 10 de Marzo
del 2011 88
“A indicación del Señor Gobernador, y en vista de las actas de remate de pasajes, de las cuales consta que
todos los adjudicatarios, fueron previamente advertidos, de quedar en las obligaciones de mantener las
lanchas y las vetas en perfecto estado y de entregarlas así al vencimiento del arriendo (…) Se acordó además
apercibir por Secretario al señor Rodríguez para que cumpla con esas obligaciones, fijándole el plazo de
quince días a contar de la fecha del oficio que se le dirija para que el pasaje de Cholchol en Cholchol se halle
corriente en conformidad a ellas, con el bien entendido de que si asi no lo hace se procederá a la rescisión del
56
Gobernación, delegaba la exigencia del transporte a terceros, los cuales tenían
responsabilidades con el Estado en materia de trasporte de empleados públicos y también
una impuesto por mantener la concesión, mientras que el privado cobraba pasajes y por
tanto sacaba beneficios económicos por la necesaria conexión en la zona. En 1900, la
Gobernación de Imperial proporcionó la concesión a Alejandro Holzapfel y José Duhalde,
al que vimos más arriba como empleado público, empresario y comerciante, que tenían por
responsabilidad de contrato “establecer una línea de navegación a vapor que haga el
servicio del rio Imperial hasta Carahue, Cholchol i Trovelhue”, además de efectuar viajes
de la siguiente manera:
“En verano o sea en la época en que no es navegable el río entre Carahue y
Cholchol, cinco viajes semanales entre Bajo Imperial i Carahue, i dos viajes
entre Bajo Imperial i Trovolhue; i en invierno, o sea en la época en que es
navegable el río entre Carahue y Cholchol, tres viajes por semana entre Carahue
y Nueva Imperial, un viaje en Nueva Imperial y Cholchol, tres viajes entre
Carahue y Bajo Imperial, un viaje quincenal entre Bajo Imperial y Trovolhue”89
Así mismo, el transporte que corresponda a trámites del Estado, deberá ser satisfecho
gratuitamente, como indica el contrato90
, con ello se velaba que los empleados públicos
tuviesen un modo de trasporte que permitiera el anhelado control del Estado, por medio de
su aparato burocrático, en este territorio recién conquistado. Al mismo tiempo, el trasporte
a vapor se perfilaba como una forma de trasladar los productos locales a puertos de gran
importancia, con el fin de crecer los espacios de comercialización de la naciente burguesía
agraria de la Gobernación de Imperial, lo cual para 1909 se había trasformado en una
realidad, que permitía la comercialización desde Carahue y Puerto Saavedra a ciudades-
puertos como Valdivia, Talcahuano y Valparaíso (Ver imagen N°4).
contrato y al cobro de los daños y prejuicios consiguientes”. Boletín Municipal, Sesión Extraordinaria, Nueva
Imperial, 18 de abril de 1893 89
Intendencia de Cautín, Vol. 4, fjs. 47 y 48 90
“d) Se conducirá sin gravamen para el Estado toda la correspondencia oficial i particular que los
empresarios quedaran obligados a recibir en sus respectivos vapores i entregar a las oficinas de correo; e) Se
conducirá gratuitamente a los empleados públicos que viajen en comisión del servicio i a los Ministros de
Estado, Intendentes de provincia, i Gobernadores de departamento i el equipaje de las personas a que se
refiere esta cláusula” Ibídem.
57
(Imagen N° 4)91
Transitar en barcos a vapor entre los ríos del sur, no solo se convirtió es una deleite
para la clase alta local, por el cual podían contemplar las regiones atravesadas por las vías
fluviales, sino principalmente era una manera de trasportar sus productos para
91
Intendencia de Cautín, Carahue, 1909, Exposición Digital, Archivo Regional Araucanía (ARA) [en línea:
http://sites.google.com/site/archivotemuco/contribuciones], Consulta: 14 de marzo de 2011
58
comercializarlos en los principales puertos de Chile. La harina, el afrecho, las papas, los
cereales y la madera producida en la lejana Araucanía, en aquella región que medio siglo
atrás era habitada por “salvajes” indios que ni idea tenían de los beneficios del progreso y la
modernidad, ahora eran posibles de encontrar en Talcahuano, en Valdivia, e incluso en el
puerto más importante del Pacífico sur, Valparaíso. Este hecho, da cuenta irrefutablemente
de la expansión capitalista vivida en territorio mapuche para fines del XIX y principios del
XX, en tanto el mercado interno de la Gobernación de Imperial, tenía también una
exteriorización territorial a zonas de gran importancia económica, poniendo de este modo la
región estudiada en el concierto de la ruta chilena al capitalismo. Entonces, dijimos que el
vapor se convirtió en una necesidad para la burocracia local y además una correa
trasportadora de los productos regionales, a los más importantes puertos de Chile.
Para llevar a cabo esta gesta estatal y capitalista, como siempre, se necesitó de
fuerza de trabajo, las toneladas trasportadas no se cargaban y descargaban solas, y esto
podría parecer una obviedad, y lo es, pero insólitamente se olvida con recurrencia por la
historiografía, la que se ha encargado de observar los procesos de mecanización y
comercialización, en el caso de la historia económica, y no en gran medida las relaciones
sociales que permiten, al fin del día, el desarrollo material de la economía capitalista. En
este sentido, el trasporte a vapor no fue la excepción en la Gobernación de Imperial, así lo
deja sentenciado el contrato de concesión entre el Estado y la Compañía Duhart y Valck, a
los que vimos con anterioridad como importantes empresarios agrícolas de la zona, cuando
señala en su artículo 5° que:
“Para los embarques en Rucadiuca92
deberá la ajencia proporcionar lanchas y
jente para el acarreo i traslado a vapor, debiendo los interesados poner la carga
en las lanchas, haciendo la jente de estas la estiva i podrá la ajencia por este
servicio cobrar un peso hasta Rucadiuca, $1.20 hasta Cuyinco, $1.50 hasta
Collico, i dos pesos hasta Puerto Saavedra”93
De este modo, las tareas de acarreo y traslado eran desarrollados por trabajadores
contratados por la agencia concesionaria, en este caso Duhart y Valck y Cia., además de
desarrollar el trabajo de estibar los productos trasladados, que es la labor de distribuir el
92
Zona en la que bajaba el agua en determinadas épocas del año, por lo que las embarcaciones a vapor no
podían llegar hasta el puerto de Carahue. 93
Ibídem.
59
peso de la carga en una embarcación náutica. Con ello, las relaciones sociales de
producción asalariadas también fueron activadas y potenciadas por el trasporte fluvial en la
Gobernación de Imperial.
Sin duda el proceso de conectividad que hemos analizado, introdujo nuevas formas
de relaciones comerciales, que potenciaron la producción de los industriales agrarios de la
Gobernación de Imperial, eso no está en discusión, pero lo que pretendemos dejar por
sentado es que en cada uno de estas labores se necesitaron trabajadores. Ahora bien,
nosotros vemos dos procedimientos que afianzan la conexión, por un lado los caminos, que
tienen por intención conectar los espacios rurales con los pueblos-ciudades que comienzan
a consolidarse en la región, estos son construidos enteramente por el Estado, por medio de
envió de financiamiento a municipalidades, que tienen por encargo y necesidad, establecer
un presupuesto y procedimientos de efectuación de los proyectos; por otro lado, el
ferrocarril y los barcos a vapor, de mayor alcance territorial y por tanto comercial, se
establecían por medio de concesiones del Estado a privados que tenían los capitales para el
desarrollo material de estas grandes empresas, necesarias para el impulso de la emergente
burguesía agraria de la zona, además de establecer y perfeccionar el control territorial del
Estado en territorio conquistado. Es decir, para el proyecto menos costoso e imposible de
privatizar, como son los caminos públicos, se encargó el Estado, y fue éste mismo, como
vimos, quien contrataba obreros por día trabajado, evidenciando un cierto peonaje en la
zona, y por tanto, en este caso, una truncada proletarización, no así una asalarización de la
fuerza de trabajo, y de ese modo una penetración de relaciones sociales de producción
capitalistas, con un carácter propiamente latinoamericano, como es el peonaje; mientras que
los proyectos con inversiones que superaban el financiamiento estatal, y además eran
plausibles de privatizar, en tanto quien controlara el medio de trasporte podía cobrar por la
labor realizada, fueron puestas en concesión, y con ello la contrata de trabajadores se
realizaba por intermedio de empresas o compañías privadas, lo que permitió que la
relación capital-trabajo llegara en su forma clásica a la Araucanía. Lo anterior evidencia el
desarrollo combinado y articulado del capitalismo en nuestra región, en tanto identificamos
hasta el momento dos tipos de relaciones basadas en el salario, una vinculada con la
composición de la fuerza de trabajo previo a la introducción del Estado y el capitalismo en
la región, que llevaba la trashumancia como modo de vida, es decir el peonaje; y otra que
60
se relaciona con labores más calificadas y de mayor extensión temporal, además de ser
contratados por compañías privadas, lo que al fin del día se traducía en relaciones capital-
trabajo más estables y en la composición de una emergente clase obrera en la región.
Señalamos que la exteriorización del Estado, además de reflejarse en la
conectividad, materializada en medios y vías de trasporte, se expresaba en la constitución
de una burocracia y obras públicas para su funcionamiento, lo que, además de lo ya
estudiado, se trasformó en una reducto y fortalecedor del mercado interior y de las
relaciones capitalistas en desarrollo. En relación a lo primero (el impulso de un mercado
interior en la Gobernación), la burocracia local jugó un papel importante para establecer
mecanismos de comercialización estables, y evitar así la aparición de mercados ambulantes,
que no convenían al fortalecimiento económico del Estado, ya que no permitían una
vigilancia para la paga tributaria de la que se valía el gobierno local para su mantención. Ya
en 1893, la Municipalidad de Nueva Imperial, impartía una ordenanza en la que se obligaba
en esta ciudad, además de Galvarino, Cholchol, Carahue y Bajo Imperial, la existencia de
recovas o mercados autorizados, uno por ciudad, para el comercio, en que existirán jueces
de abastos (por una paga de trescientos setenta pesos anuales) que tienen la jurisdicción
dentro de la recova, los cuales “llevaran dos libros: uno de matrícula que se inscribirán, los
números de los puestos, los nombres de sus dueños y de los dependientes o empleados que
los administren, y los derechos que cada uno paga; y un diario de las faltas que cometan los
rematantes, los traficantes, los dueños de puestos, sus dependientes, los compradores, y las
penas que se impusieren”94
. Estas ordenanzas municipales permitían el control del
comercio local, al mismo tiempo potenciaban la aparición de un mercado interior, en tanto
autorizaban la proliferación de nuevos pequeños y medianos comerciantes, y con ello
también los fondos de dinero de la gobernación se veían favorecidos por el pago de
patentes o derechos de instalación. Por ejemplo en 1900 la entrada y salidas de dinero de
Bajo Imperial, correspondía a lo siguiente:
“Entradas:
Por el ramo de abasto $ 144
94
Boletín Municipal, Nueva Imperial, Domingo 14 de Mayo de 1893, Año 1, numero 1. Sesión ordinaria del
28 de enero de 1893
61
Por derechos de ramadas $ 142
Por remates de animales $ 60
Por patentes para carretas $ 156
Por patentes para bebidas alcoholicas $ 750
Por patentes para industrias $ 200
Multas $ 400
Contribución de haberes $ 1037
Total de entradas $ 2889,12
Salidas
Sueldo del Decret (¿?) y tesorero $ 600
Gastos de escritorio $ 30
Sueldo de un cabo $ 420
Sueldo de 4 soldados $ 1200
Diarios a los reos $ 80
Alumbrado público $ 200
Publicaciones municipales $ 60
Pago de tasadores $ 105
Fiestas patrias $ 50
Composturas de calles $ 100
Total de salidas $ 2845”95
Es decir, que la totalidad de los gastos asociados, al funcionamiento del aparato burocrático
(como el pago a funcionarios públicos, gastos de escritorio, publicaciones municipales y
pago a tasadores), al funcionamiento del aparato de vigilancia, control y castigo (como los
sueldos a soldados y el mantenimiento de los presos), al desarrollo de una infraestructura de
espacios públicos (alumbrado público y reparación de calles) y al fortalecimiento de una
identidad nacional (fiestas patrias), están saldados en gran medida por la paga de patentes y
derechos de comercialización e industria. Con ello, se resuelven dos cuestiones
fundamentales, y casi de forma dialéctica, por un lado la aparición de un mercado interior
que potencie la economía local, y por otro lado el fortalecimiento del Estado, por medio de
las instituciones locales, que son precisamente los que autorizan y reciben la paga tributaria
de los locales comerciales e industriales.
La burocratización del poder local se configuró también como un potenciador del
advenimiento de nuevas relaciones sociales capitalistas, en tanto la necesidad del Estado de
materializar su poder en la zona, daba empuje a la aparición de artesanos, que además de
construir y reparar edificios públicos, se beneficiaba del nuevo sector que comenzaba a dar
95
Intendencia de Cautín, Vol. 4, fj. 88, ARA.
62
luz en la Araucanía, una clase media burocrática, que recibía sueldos por sus labores de
empleado público, que eran dispuesto como dinero de intercambio en el mercado interior
emergente. De este modo, era normal que la institucionalidad pagará por trabajos que
pudiesen parecer insignificantes en la Historia Estatal y Económica, pero que eran
sustanciales para el buen desarrollo burocrático, y no simples necesidades olvidadas en los
anaqueles de la historia. Así, decretos que autorizaban, en 1892 el pago de $500 por la
restauración de la escuela mixta N° 396
, o en el 1900 el pago de $1500 para la reparación
del cuartel de policía de Nueva Imperial, y “el pago de $200 por costos de compra y
reparación de muebles de oficina para la gobernación de Imperial”97
, no son hechos
singulares en el desarrollo histórico de la zona, ya cada una de estas labores tenían la
característica común de ser manufacturada por un trabajador, quien recibía una paga por su
fuerza de trabajo. Para entender la significancia de lo anterior, quizás es bueno recordar que
medio siglo antes, en la misma región que estamos estudiando, tal relación social de
producción era a lo menos desacostumbrada y singular, frente a una realidad
completamente distinta, lo que medio siglo después cambio estructuralmente,
convirtiéndose el salario por labor realizada, en la relación más extendida, desarrollada y
hegemónica durante el siglo XX, hasta hoy. Igualmente la burocratización convino para el
desenvolvimiento del mercado interior, en tano ingresaron a la zona una gran cantidad de
sujetos que podían hacer funcionar los intercambios comerciales por la vía del dinero, que
recibían como paga de sus labores de empleados públicos.
En definitiva, la exteriorización del Estado, contribuyó a la expansión económica de la
región, en tanto cuestiones como la conectividad y la burocratización abrían nuevos
espacios comerciales y nuevas fuentes laborales, que nos permite pensar el Estado no solo
como un aparato político-institucional, sino también como un potenciador, en la
Gobernación de Imperial, de relaciones sociales propias del capitalismo y del desarrollo
comercial de los medianos y grandes productores locales. Con ello la institucionalidad
estatal se nos presenta como un órgano más de la expansión capitalista, que empuja nuevo
tipo de relaciones productivas, nuevos mercados, emergentes empresas de trasporte de
pasajeros y productos comerciales.
96
Intendencia de Cautín, Vol. 2, fjs. 70-71 97
Intendencia de Cautín, Vol. 4 fjs. 49-50
63
2.2 Relaciones de producción bajo la naciente industria local
Uno
Vimos como la exteriorización del Estado, influyó en la configuración de un
mercado interior en la Gobernación de Imperial, además de fortalecer por medio de
concesiones la conectividad geopolítica y comercial con otras zonas de empuje político y
económico, lo que permitió en la suma la aparición de una fuerza de trabajo asalariada, y
con ello la génesis de relaciones de producción capitalistas en la región. Ahora bien, la
institución por excelencia que permitió la introducción de relaciones capitalistas, fueron las
empresas agrarias y forestales que comenzaron su impulso para el 1900. Sobre éstas ya
hemos indicado en el primer capítulo su aparición y apropiación en manos de una naciente
burguesía agraria, que configuró lo que denominamos como control de los medios de
producción por una determinada clase, que como vimos, estaban profundamente vinculadas
con la burocracia que echó raíces institucionales para el dominio territorial del antiguo
Ngulumapu (como el señor Duhalde), estableciendo así el colonialismo hasta hoy presente,
que explicaremos en el tercer capítulo.
En nuestro marco teórico indicamos como características propias del capitalismo, la
propiedad de los medios de producción en pocas manos, y la relación entre un explotado
que vende su fuerza de trabajo y un explotador que controla los medios productivos. La
primera de estas características ya fue analizada, por lo que ahora debemos adentrarnos en
la segunda, para lo cual básicamente estableceremos ejemplos que evidencian la contrata de
trabajadores asalariados por la naciente burguesía agraria de la zona.
Los estudios sobre el tema que se pretende tratar, no han sido muy agudos, sino más
bien se han concentrado en establecer el sistema de hacienda, con el inquilinaje como
principal fuerza de trabajo, como la principal y única institución económica para el periodo
que sucede a la ocupación de la Araucanía, como ya hemos retratado. Ahora bien, trabajos
como los de Jaime Flores, Jorge Pinto y Claudio Robles, ya anteriormente citados, han
abierto el debate sobre las características del sistema económico en La Frontera, posterior al
proceso de ocupación del Estado, que anuncian ciertas características que asumió la
propiedad, la construcción de ciudades, el crecimiento demográfico, la mecanización
64
productiva, etc., pero no así, sobre las relaciones productivas que comenzaron a dar luz para
los decenios estudiados, es eso precisamente lo que intentaremos a continuación.
Dos
Tempranamente el comercio y la industria comenzaron a florecer en la Gobernación
de Imperial, ya en 1893, según la matricula de patentes del departamento de Imperial, se
contabilizan 240 empresas [ver anexo N°1], entre las que se encuentran industrias de
destilación, despacho de licores, bodegas, fondas, molinos, hoteles, boticas, puestos de
carne, tiendas surtidas, restoranes, panaderías, sastrerías, etc., lo que evidencia la
configuración de un mercado interior al que era preciso satisfacer en sus necesidades, y al
mismo tiempo, permitía fortalecer el comercio y la industria local. Muchas de estas
empresas comerciales e industriales pertenecían a un solo propietario, como es el caso de
Carlos Thiers quien posee una destilería, un molino y un puesto de cerveza, o como
Enrique Greve quien tiene dos tiendas surtidas y dos bodegas, del mismo modo los
hermanos Alejandro y José Bunster mantenían dos bodegas, un molino y una botica
(demostrando así también que los Bunster no fue una empresa exclusiva del Malleco), los
casos suman y siguen, como es el de Miguel Ansorena y cia, Vetterlein y Habicht, Manuel
Gonzales, etc. Éste hecho nos permite subentender que las empresas no eran trabajadas por
sus propios dueños, ya que es imposible que cada uno de ellos pudiese encargarse desde las
labores más básicas hasta los asuntos administrativos más delicados de la firma, y de este
modo, para los casos mencionados, la contrata de trabajadores se transformó en una
obligación económica, en tanto el crecimiento comercial y productivo que cada capitalista
busca, solo era posible mediante la expansión de la técnica y/o del aumento de la fuerza de
trabajo. La asalarización se presenta en esta del capitalismo, como una necesidad vital para
el mantenimiento, fortalecimiento y crecimiento de los capitales invertidos, como
seguiremos comprobando en las siguientes líneas.
Otro proceso que colabora al fortalecimiento de la relación capital-trabajo, es la
construcción de los villorrios, pueblos y ciudades, las que tenían como principal material de
edificación la madera, y es solo cosa de recorrer las calles de Carahue o Nueva Imperial, y
sus alrededores, para percatar que las antiguas bodegas, iglesias y casas eran construidas en
65
base a dicho material. De este modo, la aparición de empresas vinculadas a la confección
de maderas útiles para la construcción de la infraestructura del sistema político y
económico que comenzaba a imponerse, fue al mismo tiempo una necesidad y una
obligación. Encontramos por ejemplo, que en 1904, los aserraderos de Nueva Imperial
Puerto Saavedra y Nehuentue ascienden a 27, en las cuales obran 230 trabajadores, como
muestra el siguiente cuadro.
Cuadro N° 198
Comunas Numero de
aserradores
Capitales que
presentan
Número de
trabajadores
Precio medio
que ganan
Nueva Imperial 14 $140.000 140 $1,50
Puerto Saavedra 5 $82.000 44 $2.00
Nehuentue 5 $143.000 46 $2.00
Total 27 $365.000 230 -
El trabajo asalariado en los aserraderos, constituyó una más de las formas en que la relación
entre propietarios de los medios de producción y mano de obra que vende su fuerza de
trabajo se expresó en la región, dejando cantidades importantes de plusvalía para los
empresarios madereros, considerando que el capital total de las industrias sumaba
$365.000, mientras que el salario de todos los trabajadores correspondía solo a $310, es
decir el 0,08% de todo el capital administrado y acumulado por las empresas del rubro en
las tres ciudades señaladas. Es claro de esta manera, que la explotación de los trabajadores
era una realidad en la Araucanía, y no solo argumentación teórica en base al procedimiento
común que adopta el capitalismo en los espacios que conquista.
Podemos replicar estas muestras en otras subdelegaciones de la gobernación, como
por ejemplo en Galvarino, cuando en abril del 1900 se informaba el número de
establecimientos industriales y la cantidad de trabajadores en cada una de ellas, como
muestra el siguiente cuadro:
98
Gobernación de Imperial, Vol. 14, fj. 449, ARA.
66
Cuadro N° 299
Establecimientos Industriales Capital Operarios Hombres
Un molino de cilindros $50.000 22
Un molino a vapor $5000 2
Una máquina aserradora $4000 25
Una herrería y carrocería $1000 6
Una herrería y carrocería $500 4
Una herrería y carrocería $300 2
O en la misma fecha en Cholchol, podemos ver, en base al documento encontrado, los
propietarios, industrias y comercios, los capitales de cada una de ellas, y los obreros (mujer
y hombres) presentes en la subdelegación, como advertimos en el siguiente cuadro:
Cuadro N°3100
Propietarios Establecimientos Industriales Capital Obreros
Juan Quijada Herrería y Carrocería $2000 6
Elías Garay Herrería y Carrocería $500 3
Augusto Renner Molino $8000 8
Alipe Trombert Panadería $500 3
Cloromiro Lara Carnicería $500 2
Evaristo Ramírez Carnicería $600 2
José María López Carnicería $600 2
Domingo Padilla Carnicería $500 2
Juan Canales Carnicería $500 2
Juan Sanhueza Zapatería $400 4
Juan Lamilla Zapatería $500 5
99
Gobernación de Imperial, Exposición Digital, Archivo Regional Araucanía (ARA) [en línea:
http://sites.google.com/site/archivotemuco/contribuciones], Consulta: 11 de abril de 2011 100
Ibídem.
67
Bernardino Sansana Zapatería $300 3
Juan Pablo Merino Talabartería $250 1
Juan Narvaes Molino en rama $1500 2
José Rosario Plaza Tejería $400 6
Manuel Manrique Sastrería $250 2
Demetrio Rivas Carpintería y Mueblería $800 5
Alvarado Fernández Carrocería $400 3
Para fines del XIX y principios del XX, la configuración de clase era una realidad en la
costa del Cautín. Por un lado, empresarios y comerciantes establecían un control de medios
de producción con fines acumulativos de capitales, mientras por otro lado cada vez más
hombres y mujeres comenzaban a vender su fuerza de trabajo a la naciente industria y
mercado interior de Imperial. La ocupación geopolítica del territorio mapuche, impulsada
por la élite que monopolizó el Estado decimonónico, configuró tempranamente la
explotación capitalista del espacio y los trabajadores(as).
Ahora bien, nosotros no desconocemos que este proceso tiene un carácter distinto a
como sucedió bajo la impronta del capitalismo europeo, ya que por una parte, la mano de
obra, como señalamos más arriba, no vivió tempranamente una proletarización, en su
sentido estricto, ya que la fuerza de trabajo no cautiva siguió presente, como podemos
comprobar en los informes por delitos de ebriedad de los meses febrero, marzo, noviembre
y diciembre del 1904, de las comunas de Imperial y Cholchol, bajo la cual podemos
establecer el siguiente cuadro:
Cuadro N° 4101
101
Gobernación de Imperial, Vol. 50, fjs. 159, 164, 166, 171, 174, 179, 182, 183, 199, 202, 265, 269, 271,
273, ARA.
Ocupación Número de detenidos
Agricultor 33
Gañan 21
Jornalero 17
Carpintero 6
Zapatero 3
68
Si bien esta información no la podemos utilizar para contabilizar el número total de
trabajadores, ni tampoco para establecer alguna proporción entre obreros calificados y
cautivos frente a trabajadores esporádicos y poco calificados, ya que solo nos ofrece el
oficio y la cantidad de personas detenidas por el delito de ebriedad, muy común por lo
demás en la región, sí podemos señalar que la figura del gañan y el jornalero esta presenta
en la fuerza de trabajo de la zona, los que nos podría indicar por lo menos dos cosas; que
los ciclos económicos de expansión y contracción varían continuamente, tanto por las
variables propias del sistema, como por los trabajos esporádicos presentes en la mayoría de
las economías agrícolas, evitando así una total proletarización de los trabajadores; y que de
este modo, el salario por fuerza de trabajo no significó, por lo menos en nuestra región, la
aparición inmediata de una clase obrera, sino que se verifica que la expansión capitalista
originó nuevos tipos de relaciones sociales en la Araucanía, presentes sin duda al norte del
Biobío, pero inexistentes al sur de este río para mediados del siglo XIX, lo que nos permite
fortalecer la idea de un desarrollo combinado de las relaciones productivas, en tanto
trabajadores proletarizados en faenas de empresas agrícolas como los molinos y
aserraderos, convivían con una mano de obra menos calificada y más barata, pero que
igualmente fortalecían al empresariado y a los comerciantes locales en expansión. Señalar
además que en el total de detenidos se encuentran 15 mapuche, de los cuales solo 1 trabaja
en servicio doméstico y los catorce restantes son, según la definición del documento,
agricultores, es decir que probablemente eran mapuche de reducciones, que se encontraban
en estado de ebriedad en los pueblos señalados, manifestando de esta manera el temprano
Costurera 3
Albañil 2
Lavandera 2
Cocinera 2
Mecánico 2
Talabartero 1
Abastero 1
Carretonero 1
Guardián 1
Servicio Doméstico 1
69
contacto de mapuche con los nuevos circuitos culturales, y por cierto económicos de la
zona, tema que abordaremos en el siguiente capítulo.
Por otro lado, la organización de la fuerza de trabajo que imprimieron ciertas
empresas de colonización, instauraron nuevas relaciones de poder y producción, que
podríamos definirla dentro de los marcos de acumulación capitalista, pero que en la praxis
es más cercano a señorialismos, en tanto la concentración de la violencia, y en este sentido
del poder, cae en las manos del sujeto que a la vez es el propietario de las tierra y los
medios productivos, y que establece un cerco comercial entre sus trabajadores, en tanto la
paga es por medio de fichas que serán intercambiadas solo dentro de la empresa de
colonización, mientras su producción agrícola y ganadera, es exteriorizada a diferentes
mercados comerciales, contribuyendo a la maximización de los capitales del propietario. En
la Gobernación de Imperial, la empresa de colonización dirigida por Eleuterio Domínguez,
analizada la constitución de su propiedad en el primer capítulo, es un caso paradigmático,
que analizaremos a continuación. En 1904, el periódico “Democracia” de Nueva Imperial,
se refería a la empresa de colonización en cuestión, de la siguiente manera:
“La empresa de colonización del Budi, nos ha traido a nuestras rejiones, las
odiosas fichas de que se valen como brillante negocio los dueños de salitreras
del norte, para esplotar a sus operarios. Las fichas de la empresa del Budi, son
de la misma forma de un billete, a estarnos a la N° 165, por veinte centavos que
llegó a nuestra vista, llevando impresa en su frente estas palabras ‟Empresa
Colonizadora del Budi – Eleutorio Dominguez y Cia.‟ Protestamos, entre tanto,
de la libertad que se toma la Compañía Colonizadora o explotadora del Budi, al
emitir billetes o fichas, cuando recientemente ha sido prohibido por el Supremo
Gobiero éste abuso, de cuyas consecuencias en el norte ha habido que lamentar
hechos desgraciados”102
Así, las fichas fueron la forma de paga que adopto Domínguez para los colonos canarios y
chilenos, quienes se veían imposibilitados de adquirir productos fuera de la empresa de
colonización, y con ello la ficha funcionaba como un mecanismo restrictivo de la movilidad
de los trabajadores, pues estaban obligados a consumir lo que la misma empresa proveía en
sus almacenes. Esta situación empeoraba bajo las estrictas, violentas y despóticas formas en
102
Democracia, Periódico demócrata semanal, Año 2, Nueva Imperial, domingo 27 de marzo de 1904, Núm.
51
70
que Domínguez administraba la empresa, demostradas por el diario “La Frontera”, que al
igual que el “Democracia” eran críticos de colonizaciones extranjeras, cuando señalan que:
“Para nosotros que tenemos una inmensa labor que realizar, una penosa misión
que cumplir, no podemos dejar pasar en silencio, sin una protesta siquiera, lo
que está sucediendo en la colonia española de Puerto Domínguez. Ahí todos los
colonos están bajo la omnímoda voluntad del Empresario, don Eleuterio
Domínguez. Esto a imitación de los caballeros feudales de la edad media, ha
establecido allí un estado independiente sin sujeción a ley alguna del país. Sus
caprichos imperan, su voluntad se ejecuta sin observación lo que menos, como
lo prueba el hecho siguiente. El martes 18 del actual, el español don Eleuterio
Domínguez ordena a su administrador fuera a desalojar a una familia López,
residentes de esos lugares más de 14 años y que le incendiaria sus humildes
hogares, fruto de tanto sacrificio, después de que los lanzara fuera de sus
habitaciones. Natural que esta orden tan extemporánea, tan falta de justicia y de
equidad, tuvo precisamente, que ser resistida. Entonces el administrador loco de
furor cediendo de venganza en contra del hijo de este país, no pudo resistir sus
ímpetus de exterminio para esos ciudadanos que han cometido otro crimen sin
el haberse sacrificado por el progreso y adelanto de esas incultas regiones. A
una señora anciana la maltrató de tal manera que su estado inspiró compasión.
A dos niñas, hijas de la anterior, también fueron inhumanamente tratadas sin
más consideración que la fuerza bruta. Sus casas fueron incendiadas, sus
animales robados, sus siembras destruidas, quedan de la última miseria toda una
familia que sus esfuerzos todos fueron puestos al servicio de la colonización
nacional”103
De este modo, no es extraño que la huida fuese el porvenir de varios colonos, en su mayoría
canarios, ya que como señala uno ellos, “el trato que allí se da a los colonos es de tal modo
duro y sus espectativas de alcanzar una situación algo desahogada tan nulas, que todos han
preferido salir de allí sin recoger sus modestos haberes ántes que continuar soportando una
vida que mas parece de esclavos que de hombres libres”104
. Ahora, esta empresa de
colonización, si bien en su organización laboral y de alguna manera micropolítica, funcionó
de manera no clásicamente capitalista, en tanto sus trabajadores eran remunerados mediante
un salario que no ingresaba como capital al mercado, mantenían relaciones de obediencia
no enmarcadas en un contrato laboral, el empresario a la vez de controlar monopólicamente
los medios productivos y los almacenes comerciales, mantenían el poder de la violencia en
sus manos, generando un espacio en el cual la justicia es impuesta y efectuada por el señor
103
Diario La Frontera, 27 de octubre 1904, Temuco. Citado por Fabien Le Bonniec, opus. cit. p. 555- 556 104
Ibíd. p. 564
71
Eleuterio Domínguez, no podemos señalar por estas, y otras características, que la
producción de la empresa de colonización no compartía los mercados comerciales con la
naciente empresa capitalista de la zona.
De este modo, la configuración de un régimen capitalista combinado y articulado,
en donde la organización laboral no es puramente la proletarización de la toda la fuerza de
trabajo, sino que aquella convive articuladamente con el gañan, el peón, el jornalero, el
colono pobre, quienes todos laboran explotados por un propietario de la tierra y los medios
de producción, pero que mantienen distintas relaciones con cada uno de sus patrones, al fin
del día, la originalidad del capitalismo, que adoptó en su proceso expansivo en territorio
mapuche, permitió que cada una de estas fuesen elementos sustantivos para la acumulación
capitalista de los grandes colonos, empresarios agrícolas y comerciantes, es decir, de la
naciente clase propietaria en la Gobernación de Imperial.
72
Capítulo 3. Dominación y Explotación Bajo el Nuevo Contexto Colonial.
Estado, Expansión Capitalista y Pueblo Mapuche
En los dos capítulos precedentes analizamos la configuración económica, es decir,
la propiedad de los medios de producción, los circuitos comerciales, las relaciones sociales
de producción, la exteriorización del Estado como elemento de implantación capitalista, en
la Gobernación de Imperial. Pudimos vislumbrar como la ocupación de la Araucanía, junto
con la expansión capitalista, generó nuevas condiciones materiales y relacionales en el
territorio, quedando expuesto la división de la tierra entre grandes, medianos y pequeños
propietarios y reducciones mapuche, la concentración de los medios productivos, la
circulación de mercancías, una burocratización generativa de faenas laborales, la aparición
de una fuerza de trabajo asalariada combinada articuladamente con trabajadores
esporádicos, peones, jornaleros y gañanes. En suma, pudimos comprobar que además de la
aparición del latifundio, como sistema político y productivo, y del inquilinaje como
relación social en la Araucanía, como indica José Bengoa, comenzó la emergencia de un
sistema basado en el intercambio de capitales, en la inversión en el proceso productivo, en
la acumulación de riquezas por los empresarios agrícolas, en la venta de fuerza de trabajo,
en la aparición de un mercado interior, y la conectividad con otros espacios en donde
comercializar la producción local. Este proceso, como indicamos en nuestro marco teórico,
tiene un carácter original, en donde se combinan articuladamente diferentes formas de
tenencia de tierra, distintas formas productivas y heterogéneas maneras de organización del
trabajo, pero que en definitiva sirven para la consolidación capitalista en la región, como
vimos más arriba.
Ahora bien, nuestro análisis se enfocó, hasta el momento, en la configuración
económica regional, sin explicar la situación en la que quedó la población mapuche bajo
este proceso, considerando que para 1907 el porcentaje de mapuche, en relación al total de
la población de la Provincia de Cautín, correspondía a un 26%105
, es decir a una importante
105
Según los datos entregados en: Pinto, Jorge, La población de la Araucanía en el siglo XX. Crecimiento y
Distribución Espacial, Ediciones UFRO, Temuco, 2009, p. 108. Señalar que según el censo del 2002, la
población mapuche representa el 25,6% de Cautín, evidenciando la permanencia porcentual de la población
mapuche en la región estudiada.
73
sector al que no podríamos descuidar en el análisis económico, además de representar
contemporáneamente una población empobrecida y conflictuada social y políticamente con
el Estado y los empresarios de la zona, sin sumar el hecho de ser los habitantes anteriores a
la expansión capitalista llevada a cabo para fines del siglo XIX.
Hemos señalado que previo a la ocupación del territorio mapuche, se desenvolvía
circuitos políticos, económicos y comerciales que permitían la sustentación de una sociedad
autónoma por medio de estructuras organizativas y productivas que para 1850 aún
representaban una situación no capitalista, en donde primaba relaciones de cooperatividad
mutua entre los diferentes esferas de la sociedad mapuche, por medio de prácticas como el
Mingako, el Kelluwün o el Trafkintu, que permitían, respectivamente, la finalización de
trabajos por medio de la ayuda comunitaria, el servicio entre los pertenecientes a una
comunidad y el intercambio comercial entre productos evaluados por su valor de uso. Lo
anterior se encontraba profundamente vinculado con la estructura política mapuche, en
tanto el control territorial de un ñidol longko permitía la sustentación de todos los
participantes de aquella comunidad o rewe, como señalamos iniciando el segundo capítulo.
Entonces, una de las necesidades de la colonización del Estado, fue la constante
disminución, pero no por ello desaparición, de grandes referentes políticos mapuche y así
de la estructura política-económica. Esto conllevó al aumento de pequeñas autoridades
políticas que tenían prerrogativa en disminuidas extensiones territoriales. Domeyko da
cuenta de este fenómeno, al señalar que:
“Vendidas o arrendadas [despojadas agregaríamos nosotros] las tierras de las
fronteras han cambiado las divisiones políticas del territorio. Toda la nación se
halla hoi repartida entre las autoridades de los caciques, cuyo número ha
aumentado tanto en los últimos tiempos, que hai algunos entre ellos que apenas
gobiernan diez o doce familias en su distrito (…) Hai algunos que son todavía
ricos, i poseen muchos terrenos, mucho ganado, i muchos caballos; otros por el
contrario que poco se diferencian de la comunidad del pueblo”106
Provocando de esta manera una disminución del dinamismo productivo de cada
extensión territorial que controlaba un nidol longko, convertido ahora en autoridades
políticas de pequeñas reducciones, acabando con ello la autonomía productiva del pueblo
mapuche, e inaugurando la relación colonial que se mantiene con los productores
106
Ibíd. pp. 60-61
74
capitalistas de la región. Bajo este análisis, consideramos que la situación que ocupa en este
contexto la población mapuche, es de igual modo parte del desarrollo combinado y
articulado del capitalismo en la zona, en tanto la reducción y las relaciones presentes entre
éstas y los grandes y medianos productores, determinan la situación de empobrecimiento, la
negación de una política autónoma, la dependencia económica de la sociedad mapuche, la
inserción de modo desigual a los circuitos comerciales, en definitiva, de un colonialismo
económico que genera dependencia con la sociedad mayor, impidiendo el desarrollo
económico y político de la sociedad mapuche, como Pueblo.
75
3.1 Profundización de las consideraciones teóricas
Antes de intentar vislumbrar la situación descrita, desarrollaremos con mayor
profundidad la categoría de desarrollo combinado y articulado, y el concepto de
colonialismo, con la intención de vincular ambas, para una explicación, paralelamente,
contextualizada con el desarrollo capitalista y localizada en la situación económica y
política del pueblo mapuche. Explicamos, a partir de Vitale, las características propias del
desarrollo del capitalismo en América Latina, que según sus palabras, que nosotros
adoptamos, sería desigual, combinado, articulado, diferenciado y multilineal, es decir,
tendría un carácter original que delimitaría el proceso histórico del continente. Esta tesis,
originalmente de Trotsky, para los países “atrasados”, la definía éste de la síguete manera:
“Las leyes de la historia no tienen nada de común con el esquematismo
pedantesco. El desarrollo desigual, que es la ley más general del proceso
histórico, no se nos revela, en parte alguna, con la evidencia y la complejidad
con que la petentiza el destino de los países atrasados. Azotados por el látigo de
las necesidades materiales, los países atrasados vénse obligados a avanzar a
saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra
que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo
combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a
la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y
modernas”107
La idea, más allá de la utilización de conceptos que por hoy parecerían vetustos, es que la
configuración económica de los países periféricos tiene características particulares, como
por ejemplo, una organización de la fuerza de trabajo no homogénea, sino combinada, en
tanto la proletarización no será la única relación social que potencie el capitalismo, ya que
otras formas de relaciones se articularán a ésta, permitiendo que el capital siga
reproduciéndose. De este modo, el mundo indígena en América Latina, para fines del siglo
XIX, se complementó desigualmente a la estructura económica que comenzaba a dar luces.
Tal como explica Javo Ferreira para el caso boliviano:
“La fuerza arrolladora del capitalismo se puede observar en la capacidad que
tuvo para subordinar los diversos modos de producción existentes en nuestro
107
Trotsky, León, Historia de la Revolución Rusa, Tomo I, [en linea:
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo1/cap_01.htm] Consulta: 4 de mayo del 2011
76
continente y refuncionalizar formas de trabajo y cooperación como la mita, por
ejemplo, al servicio de la producción y acumulación de capital”108
La destrucción, invención y refuncionalización de las relaciones sociales productivas que
emergen en el nuevo contexto de despojo y ocupación territorial, sirven para la mantención
del proyecto capitalista, o al menos para la acumulación de capitales, junto con la
emergencia de la asalarización, el peonaje, jornaleros, y, en nuestro caso, colonos pobres
pagados por medio de fichas-salarios. Con ello, intentamos señalar, que la problemática
mapuche actual, no solo atraviesa el conflicto con el Estado, sino se encuentra inherente
con el desarrollo del capitalismo en la región.
Ahora bien, ¿cómo conceptualizar la relación productiva y política entre los
empresarios agrícolas y el Estado, con el Pueblo Mapuche? Para responder tal cuestión,
primero que nada, me gustaría enfatizar en una diferencia conceptual que de alguna manera
es fundamental para entender lo que sigue. Muchas veces se suele confundir el término de
explotación y el de dominación, para identificar el carácter subordinado de ciertos actores
sociales o, en este caso, un pueblo. Intentemos diferenciarlos, y ver que potencialidades
tiene para describir la situación mapuche.
Por un lado, la explotación, en términos clásicos, es la relación entre un propietario
de los medios de producción y un trabajador que vende su fuerza de trabajo, el cual recibe
un salario por la labor realizada, pero que está muy lejos de ser el valor real producido, ya
que parte del trabajo efectuado por el obrero, se lo apropia como plusvalía el propietario de
la tierra y/o los medios para producir la mercancía. Ahora bien, la explotación también
puede darse a nivel de pueblos, cuando la relación de producción es de manera subordinada
entre agentes capitalistas de una etnia, pueblo o nación determinada, y sujetos a los que se
le expropia parte de su trabajo de otra etnia, pueblo o nación, cuando tal situación no es
casual o insignificante, sino extendida y estructural. Por otro lado, la dominación se
relaciona con el problema del poder, pero ¿qué es el poder? Para emplazar a unos de los
últimos, o quizás más citados últimamente, intelectuales que trata el tema, Foucault,
diríamos que el poder son relaciones, y no un ente materializado al que se le puede
108
Ferreira, Javo, Comunidad, Indigenismo y Marxismo, Ediciones Palabra Obrera, Ciudad del Alto, Bolivia,
2010, p. 84
77
apropiar, y en este sentido, existen redes que permiten el control en la fábrica, en la escuela,
la familia, la iglesia, los cuerpos, las prisiones, los hospitales, etc. Este poder se encuentra
capilarizado en toda la sociedad, y con ello no se limita al Estado, ni a su función,
legitimada según Weber, de violencia y represión. Agregar que el poder, según Hobbes y
Maquiavelo, es consustancial al hombre, y sin él y su función dominadora, reinaría el
desorden y el conflicto. Para nosotros, en cambio, el poder no es propio de la naturaleza
humana, sino es parte de una condición histórica que necesita de la obediencia, el control y
el castigo para legitimarse, “el poder no es inmanente, algo exterior a él lo hace posible,
necesario y lo funda”109
. Además creemos que el poder, si bien permea la sociedad, por
medio de relaciones de poder o mecanismos de dominación, no podemos pensarlo por fuera
de las relaciones sociales de producción, ya que si no, se nos presentaría como un fetiche,
como un fin en sí mismo, como algo absoluto, cuando, como dijimos, es completamente
historiable. De este modo el poder, que deviene en dominación, nunca es algo ininteligible,
sino es parte de un modo de producción, el poder no se ejerce entre hombres y cosas o entre
maquinarias de sujeción y sujetos, sino “el poder es una peculiar relación entre hombres
(individuos, grupos, clases sociales o naciones) en la que los términos de ella ocupan una
posición desigual o asimétrica. En las relaciones de poder, el poder de unos es el no poder
de otros”110
. Entonces digamos que el poder no es una relación descontextualizada, y que
en este sentido, pensar el poder como un problema fuera de condiciones materiales e
históricas sería una inadvertencia. Con ello, intentamos señalar que explotación y
dominación, si bien son categorías de análisis distintas, no podemos pensarlas
separadamente, ya que, en nuestro caso, la perdida de la autonomía política, significa al
mismo tiempo una explotación de la fuerza de trabajo mapuche, por diferentes medios, pero
principalmente, por el constante despojo territorial, las relaciones de intercambio comercial
desigual y el consecuente empobrecimiento endémico. Tal situación de constante
usurpación territorial (que por lo demás no podría desarrollarse sin bajo contextos de
dominación coercitiva) y, la necesidad u obligación de involucrarse a los circuitos
comerciales capitalistas, en tanto la sustentabilidad económica se hace imposible
desarrollarla en pequeñas extensiones de tierra, provoca un cambio desde una economía
109
Sánchez, Adolfo, Entre la Realidad y la Utopía, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 29 110
Ibídem.
78
autónoma y autosustentable a una dependiente y de carácter colonial, tal como lo
explicamos a partir de Gonzales Casanova, quien entiende que “el colonialismo interno
corresponde a una estructura de relaciones sociales de dominio y explotación entre grupos
culturales heterogéneos, distintos. Si alguna diferencia específica tiene respecto de otras
relaciones de dominio y explotación (ciudad-campo, clases sociales) es la heterogeneidad
cultural que históricamente produce la conquista de unos pueblos por otros”111
. En suma,
podríamos señalar que la expansión y consolidación capitalista, generó condiciones
originales de explotación y dominación contra el pueblo mapuche, las que podríamos
identificar como coloniales, en tanto existe una pérdida de autonomías políticas y
económicas, con la consiguiente dependencia a la estructura político-burocrática y al
mercado interior capitalista. Finalmente, tal situación obedece al desarrollo combinado y
articulado del sistema económico, el que permite, por un lado, el desarrollo de una naciente
burguesía agraria, y por otro, a un sector extenso de trabajadores asalariados, peones,
colonos pobres, y mapuche sometidos a un entramado social discriminatorio, usurpador,
explotador, dominador, en definitiva: colonial.
111
González Casanova, Pablo. El colonialismo interno. En: opus. cit. p. 167
79
3.2 Dominación Político-Cultural: Obediencia-Resistencia, Control y Dependencia
El Estado chileno al implementar la lógica de control y orden en la Araucanía,
estableció grados de dependencia y obediencia del pueblo mapuche con la administración
burocrática. Recordemos que la guerra de colonización había sido perdida, las muertes
fueron innumerables, el territorio usurpado abrumador y las condiciones sociales anteriores
destruidas o trasformadas en función del control territorial del Estado y de la consolidación
del régimen capitalista. Esto condujo a situaciones variadas de orden cultural, político y
económico, que desarrollaremos a continuación, siempre advirtiendo la condición de
dominación y explotación que enunciamos más arriba.
La obediencia constituye el armazón principal de la dominación, ya que cuando ésta
se instaura, por medio de la coerción o de la cooptación, permite la estabilidad de un
régimen como un hecho natural. De este modo, la dominación se nos presenta como una
condición de la realidad, la que difícilmente podríamos criticar o subvertir, cuando
pertenece al universo social de la “normalidad” y/o de la ley, no de la regla. Ahora bien,
aquello nunca es consumado terminalmente, ya que los mecanismos de dominación se
neutralizarían al no tener nada que dominar, y como sabemos, esto no es así. Con ello,
dominación y resistencia se encuentran tensionados permanentemente, y dependerá de la
hermenéutica (interpretación) para entrever cada una de ellas. Por ejemplo en marzo del
1914, la Intendencia de Cautín autorizaba la realización de un Nguillatün, en la cual se
señalaba: “En vista de la petición precedente concédase la autorización para llevar a cabo
dicho guillatún. Así mismo (¿?) al señor comandante de Carabineros a fin de que se envie a
fun(¿?) guardo del orden”112
. Bajo lo anterior, podríamos señalar, por un lado, la condición
de subordinación en la que se encontraba (encuentra) la sociedad mapuche en relación con
la administración burocrática del Estado, al solicitar la venia de la Intendencia, para la
celebración de un evento cultural definitorio y central de la cultura mapuche; y por otro
lado, podríamos considerar al documento como prueba de obstinación o resistencia cultural.
Lo cierto es que, obediencia o resistencia, la condición política en la que se encontró el
pueblo mapuche, no permitía la realización autónoma de tales elementos culturales y
112
Intendencia de Cautín, Vol. 80, fj. 96. ARA
80
unificadores, sino que la petición o el permiso se trasformó en la lógica generalizada, a lo
que el gobierno, en este caso, contesto positivamente, pero estableciendo como exigencia la
presencia de las fuerzas de orden y vigilancia en el lugar de la realización del Nguillatün.
La realidad política y productiva que se instauro a fines del XIX en la Araucanía,
provocó también una fisura en las relaciones y actividades cotidianas de la población
mapuche. En este sentido, la ciudad, como materialización del proyecto moderno, en donde
se establece espacialmente el poder político y los centros de comercialización, planteó
nuevos problemas para el control del territorio, ya que el “hecho de que la ciudad no fuera
sólo un lugar de mercado sino también un lugar de producción obligó a recurrir a
mecanismos de regulación homogéneos y coherentes”113
, que permitieran uniformar las
ciudades bajo la necesidad de la elaboración de mercancías. Es así, que el 29 de octubre de
1901
“el inspector de la policía de aseo de esta población, ha comunicado a esta
Alcaldía, que no le es posible cumplir debidamente lo ordenado por esta
oficina, sobre la prohibición de lavar ropa y otros objetos en el canal de agua
del Señor Carlos Thiers, que va a la cervecería de este señor por motivo que se
requiera a las lavanderas, no dejan estas de irse a cada momento a lavar en
dicho canal de que tanta limpieza se necesita para el uso de la cervecería
indicada. Lo que se permite esta Alcaldía comunicar a Ud. para que si la tiene a
bien, se sirva a impartir las órdenes del caso, a fin de que sea respetado lo
ordenado por esta oficina, bajo la multa de un a cinco pesos a beneficio de la
Municipalidad”114
.
Nuevamente los nombres se nos repiten, en este caso, es el empresario y político de la zona
Carlos Thiers, gran propietario de tierras, molinos, destilerías, quien, para mediados de la
primera década del siglo XX, se convirtió en Alcalde de Imperial, el afectado por una
actividad cotidiana que se desarrollaba en las riveras del rio que él utilizaba como materia
prima para su producción de cerveza. Las lavanderas, quizás mapuche y de los sectores
populares que comenzaron a engrosar la población, eran los blancos de la alcaldía, ellas
deberían dejar, por medio de la fuerza o un castigo monetario, su actividad, con el fin de
que la producción no se entorpeciera [Ver Anexo Fotográfico N° 1]. El control fue la 113
Foucault, Michel, La Vida de los Hombres Infames, Ed. Altamira, [en línea:
http://www.trelew.gov.ar/web/files/LEF/SEM02-Foucault-LaVidaDeLosHombresInfamesCap7.pdf],
Consulta: 11 de mayo del 2011 114
Gobernación de Imperial, Vol. 39, fj. 246
81
operación de regulación de las actividades de la sociedad mapuche, como lo vimos con el
Nguillatün. El Estado penetró la cotidianidad, para vigilar, reglar y establecer ordenaciones
funcionales al modo de producción que hemos analizado. Con lo anterior, las prácticas
culturales, tanto ceremoniales como cotidianas, quedaban reguladas a la administración del
Estado, lo que trae inevitablemente consecuencias políticas, en tanto las experiencias
habituales se veían controladas por la burocracia de la zona, y no desarrolladas de forma
autónoma.
Otro dato interesante que nos entrega el documento, es el que lleva relación con la
inoperancia de la policía en la Araucanía (“el inspector de la policía de aseo de esta
población, ha comunicado a esta Alcaldía, que no le es posible cumplir debidamente lo
ordenado por esta oficina”), para lo cual basta recordar las palabras de Gustave Verniory,
cuando en 1895 señalaba sobre la policía de Victoria que:
“la policía de estos tiempos, „pacos‟ como se les llamaba, eran una docena de
seres andrajosos, sin uniforme, solamente reconocibles por su aire insolente y
su quepi blanco, rojo, azul o negro. Su armamento consistía en un yatagán y un
sable de caballería. Su sueldo era de 17 pesos al mes, que rara vez se les
pagaba. Por ello se buscaba la subsistencia por sus propios medios (…) Cuando
un policía ingenuo quería impedir que los caballeros de francachela cometieran
abusos, primero era golpeado y en seguida era llevado al puesto de policía
donde el sargento lo ponía en el cepo por haberse metido en asuntos que no le
incumbían”115
Del mismo modo, en 1901 Hernán Trizano, organizador y encargado de la policía
“Gendarmes de las Colonias”, represor, despótico y autoritario para los mapuche, aliado y
muy apreciado por los colonos enriquecidos que se establecieron en la Araucanía, señalaba
que ciertos bandidos “se tienen comprados casi todos los oficiales i parte de la tropa”116
. En
efecto, como señala Marco León,
“la actuación de la naciente policía se vio dificultada tanto por las endémicas
faltas de presupuesto que desincentivaban el ingreso de policías, como también
por la poca profesionalidad de quienes integraban dichos cuerpos armados. En
este sentido, fueron frecuentes los reclamos por la falta de armamento, de
115
Verniory, Gustave, Op. Cit. p. 354 116
Citado por León, Marco Antonio, Criminalidad y Prisión en la Araucanía chilena 1852-1911. En
Revista de Historia Indígena Nº 5, pp. 135-160
82
instrucción de los policías e incluso de caballos para poder desplazarse hacia las
áreas rurales”117
Esta problemática, que por su complejidad y extensión proporcionaría material para una
tesis completa, es de vital necesidad comprenderla, ya que la regular inoperancia de los
aparatos institucionales de castigo y control, daría pie para que los colonos y grandes
propietarios tomaran la labor policial por sus manos, lo cual explicaría, de alguna manera,
la temprana dependencia que generó la población mapuche con el Estado, que
supuestamente, en la lectura de la época, tendría la obligación de defenderlo de los malos
tratos proporcionados por los “particulares”.
Bajo este último sentido podemos comprender el Parlamento, o más bien Trawün,
de Koz-Koz de 1907, en el que se discutió los abusos que los winkas venían desarrollando
contra las reducciones mapuche. Quien tomó nota y publicó este Parlamento fue Aurelio
Díaz Meza, gracias al cual podemos obtener interesantes palabras de los longkos
involucrados en los problemas que se sucedían en el Ngulumapu para inicios del silgo XX.
El que llama a parlamentar a todos los pu longko ubicados a 15 días a caballo de ida y de
vuelta, es Manuel Curipangui Treulen, que al iniciar el parlamento señaló:
“Hemos querido, mi padre y yo, que haya en Coz Coz una junta grande, para que
vinieran los caciques a parlamentear, porque hace mucho tiempo que no se hablan
ellos de lo que les pasa en sus reducciones con los huincas que nos quieren quitar la
tierra que ha sido siempre de nosotros”118
Luego de la presentación y bienvenida las voces se abrieron, entre éstas Díaz Meza pudo
trascribir algunas que citaremos a continuación, las cuales dan cuenta de la violencia de
“particulares” a mapuche. El longko Lorenzo Carileu, de Quilche señaló:
“Una vez Rafael Mera me hizo un cerco en Quilche; quería quitarme un retazo
de tierra en que yo tenía un manzanal. Un mocetón me avisó luego y yo fui más
tarde con quince mocetones e hice pedazos el cerco. Dos días después, Mera
levantó otra vez el cerco y yo volví a hacerlo pedazos y me llevé las varas a
pegual hasta bien lejos”
El longko se dirigió a los órganos del Estado chileno, ahí le dieron un papel, seguro un
titulo de merced, con el cual supuestamente no le podrían usurpar su territorio ya reducido,
luego señala:
117
Ibíd. pp. 141 118
Díaz Meza, Aurelio, Araucanía: El Último Parlamento Mapuche de Cozcoz, En Revista Chilena de
Literatura. Sección Miscelánea, abril 2010, pp. 197-262
83
“yo tenía el papel bien guardado y una vez Rafael Mera me encontró en el
camino y me dijo que me iba a quitar con los gendarmes el terreno. Yo saqué el
papel y se lo mostré; él entonces leyó el papel, se lo echó al bolsillo, le picó al
caballo y arrancó. Yo le seguí, pero él se juntó con unos mozos y me amenazó
con el revólver si yo lo seguía. Me dijo que no me entregaba más el papel. ¡Eii!
Desde entonces no lo he podido encontrar nunca solo. Ahora me quiere quitar
otros terrenos y no me deja trabajar”, luego reclama frente a la justicia chilena,
“Ya hemos visto que para nosotros, los naturales, no hay Justicia. Vamos a
Valdivia, allá estamos diez, quince días, sin poder hablar con nadie porque
todos dicen que somos cargosos. Y al último, cuando reclamamos, por más
buena voluntad que tenga el caballero Protector de Indígenas o el Promotor
Fiscal, todo queda en nada en el juzgado. Nos piden testigos, llevamos los
testigos, pagamos intérpretes, fuera de lo que hay que pagarle al secretario y al
último dicen que nuestros testigos no sirven. ¡Ni pagando encontramos Justicia
nosotros! Ramón Jaramillo me ha quitado muchos terrenos; me mató dos
mocetones, me ha quitado animales; ha sembrado barbechos míos; me ha
quemado cercos y roces. ¿Qué le han hecho? Si hubiera sido un natural,
entonces ¡sí que lo habrían tomado preso y lo habrían azotado!”119
En estas palabras encontramos una serie de situaciones interesantes. En primer
lugar, a partir de lo que veníamos hablando, el control y castigo, al no ser operantes los
aparatos institucionales, se los autodesignaban los latifundistas de la zona. Son ellos los que
muchas veces, por medio de la fuerza, se encontraban por sobre las leyes del Estado que
ellos mismos intentaban fortalecer en función del control territorial y la conectividad
necesaria para el comercio. Además podemos entrever el carácter “racista” de la justicia, a
partir del análisis del longko, cuando señala que “si hubiera sido un natural, entonces ¡sí
que lo habrían tomado preso y lo habrían azotado!”.
Los hechos de violencia los podemos encontrar indistintamente por las regiones de
la Araucanía. En nuestro primer capítulo, vimos el conflicto de tierras entre el mediando
propietario apellidado Ubeda y Lorenzo Paillao, en donde aconteció el siguiente hecho de
violencia, según relata el subdelegado de la tercera subdelegación de Imperial, el día 29 de
octubre del 1900:
“Ayer cinco de la tarde en cercanías villa Huedaquintue Luis Ubeda, teniente
con diez soldados Regimiento Caballería Temuco destruyeron varias casas,
algunas de indios, todas en terreno cacique Paillao Lorenzo. Pedro Vergara i
dos hermanos estaban allí, aproximándose, se fuerza pidió al jefe mostrar orden
competente, teniente no hizolo: siendo los Vergara heridos a sable i amarrados
119
Ibíd. pp. 217-218
84
e indios atropellados. Indígenas despojados quedaron a campo en situación
penosísima. Ud. comprenderá que autorizad infraescrito fue atropellada, fuerza
procedió sin conocimiento mío. Ignoro procedencia de orden”120
Sin duda, las fuerzas de orden, se encontraban en función de los intereses de los
propietarios, sobre todo cuando éstos eran militares retirados, pasando incluso por las
ordenanzas de los funcionarios civiles del Estado. La violencia de este modo operó en la
Araucanía, no tan solo desde las instituciones oficiales, ya que la violencia interétnica e
interclasista, considerando que los propietarios además de ser blancos, colonos chilenos y
extranjeros, pertenecían a una clase en particular, que no era, por cierto, la de los
asalariados, fue el modo habitual de finalización de conflictos, que se convertían en
problemas judiciales, que se entrampaban en largos trámites jurídicos-administrativos, que
muy pocas veces llegaban a buen puerto para los mapuche.
La situación descrita, en donde los grados de control y vigilancia que se practicó desde la
burocracia, si bien es cierto no operaban de la mejor forma por la policía institucional, no
dejaban por ello de instruirse, además del carácter desigual de la justicia del Estado, del uso
de la fuerza por parte de los grandes y medianos propietarios contra la población mapuche,
produjo una lectura particular de los dirigentes mapuche de la época, y que se convirtió en
la estrategia dominante hasta mediados del siglo XX. Esta tenía relación con una
integración subordinada al Estado de Chile, con claros grados de dependencia, en donde se
pensaba al Estado como el órgano que tendría la obligación de solucionar los conflictos,
que en la mayoría de los casos se establecían con los nuevos propietarios de la tierra. De
este modo, la violencia de particulares contra el pueblo mapuche, creó un escenario
propicio para una forma específica de dirigir la protesta, el cual era elevar acusaciones de
las prácticas de privados, al Gobierno. Nosotros creemos además que tal forma de conducto
político tiene relación, por un lado, con una condición de poder desigual que se estableció
desde la conquista y colonización del territorio mapuche por el Ejército de Chile, por otro
lado, a la estructura de poder propia del pueblo mapuche, en tanto son las autoridades
tradicionales quienes dirigen a sus comunidad, y de esta manera se establece una analogía
entre el Presidente de Chile con un longko, tal como se venía desarrollando en los
Parlamentos con la corona española. Asi mismo, el Estado al ser más bien, hasta las
120
Intendencia de Cautín, Vol. 11, fj. 18
85
primeras décadas del siglo XX, un actor no visible en la cotidianidad, pero existente en el
imaginario social, permitió que los mapuche no se sintieran victimas precisamente del
Estado, sino más bien de los particulares, que son en definitiva los que realizan los actos de
“injusticia”. Estos factores: 1) una situación de subordinación militar; 2) la analogía entre la
estructura social tradicional mapuche y el presidente como dirigente de otro pueblo; 3) la
débil presencia del Estado y; 3) la presencia de particulares cometiendo los actos de
usurpación, dan fundamento para entender la estrategia del pueblo mapuche, de convertir,
entre fines del siglo XIX y principios del XX, la lógica del enfrentamiento a la lógica de la
integración subordinada121
. Por ejemplo, al término del Parlamento o Trawün Koz Koz, se
discutió sobre la necesidad de un representante, que por lo demás acabó siendo no el más
anciano, como era costumbre, sino el más rico y que podía establecer comunicación con la
burocracia del Estado, él cual señalo:
“Tan pronto como tenga tiempo, mandaré al Gobierno un escrito diciéndole lo
que han hecho con nosotros los huincas y el Gobierno deberá oírnos (…) Si hay
necesidad iré a Santiago y hablaré con el Presidente. Cuando he ido otras veces,
me ha ido bien”122
La subordinación o dependencia política, fue la constante, hasta el día de hoy,
dentro de la movilización mapuche. Incontables fueron los longkos que viajaron incluso
hasta Santiago, el centro de la administración política del Estado, para reclamar el despojo
de sus tierras [Ver Anexo Fotográfico N°2].
Así también los primeros dirigentes políticos mapuche, establecieron al Estado
como la institución que tenía la obligación de responder como “padre” con el pueblo
mapuche, labor que para 1916, según Manuel Manquilef, fundador de la Sociedad
Caupolicán, había sido fracasada, según señalaba
“fue [el Estado] un padre, cuyo deber es velar por sus hijos menores. Pero ¡oh,
desgracia!, ese padre se transformo pronto en tutor y este tutor se convirtió en
corruptor para arrebatar a su pupilo, sus inmensos campos e innumerable
ganado. El padre resulto tío y sin amor ninguno a su sobrino, a quien engaño
primero con falaces promesas para ganarse su confianza, a quien pervirtió
después con toda clase de vicios que le enseño y, por último, le quitó sus
121
Como indica el profesor Igor Goicovic para la protesta popular en Chile del 1900, En Goicovic, Igor, Los
Escenarios de la Protesta Popular en la Transición al Capitalismo, Revista Espacio Regional, Universidad de
Los Lagos, Año 3, Vol. 1, Osorno, 2006, pp. 75-80 122
Díaz Meza, Aurelio, Op. Cit. 227
86
propiedades, y hoy no le quiere reconocer nada por no oírle sus quejas
importunas”123
Para lo cual se reclamaba que el “tío” volviera a ser “padre benefactor”, como bien explican
Rolf Foerster y Sonia Montecino, cuando indican que:
“Esta doble cara del Estado (tío y padre) fue el fundamento que evidenció la
necesidad de contar con organizaciones: se trataba de influir en la distribución
del poder (…) En este proceso los mapuches mantuvieron su antigua práctica
de dirigirse directamente al Presidente, encarnación simbólica del poder. De allí
que las críticas rara vez se formularan al gobierno de turno, y recayeran más
bien, en los gobiernos pasados, como si el presente implicara la esperanza,
como si cada nuevo Presidente personificara al padre deseado. Por ejemplo,
hemos apreciado que la Federación Araucana siempre fue "leal" a las
autoridades, incluso cuando en algunas épocas el Gobierno dispuso medidas
contra sus dirigentes”124
En suma, el pueblo mapuche, bajo una condición de dominación, caracterizada por
una guerra colonial que estableció la fuerza como aparato de asimetría; un Estado presente
en términos de instaurar un control territorial, homogeneizar e higienizar la ciudades para
la producción capitalista; una justicia precaria, racista y clasista; la violencia que continuó
operando desde los propietarios colonizadores; un Estado ausente para la realidad social
mapuche (aunque esto no es una singularidad si consideramos que nos encontramos en
pleno desarrollo de la cuestión social), nos habla de un proceso de integración subordinada
al Estado chileno, que como corolario, instaló en el mapuche una lógica política
dependiente, en donde el reclamo al Estado fue la constante, y la dominación política lo
persistente. Aunque digamos que, si bien es cierto, la lógica estuvo estrechamente ligada al
Estado, esto no significó jamás una pérdida de autoidentificación como mapuche, es más,
los primeros dirigentes, cuestión que de alguna manera se mantiene hasta hoy, tenían una
característica particular, la cual era pertenecer a dos mundos, el chileno ilustrado y de ser
descendientes de autoridades tradicionales mapuche, tal como indica José Ancán Jara,
cuando señala que:
“La educación formal y el parentesco directo con las jefaturas tradicionales de
aquellos dirigentes, les invistió de un doble poder ante sus semejantes y
123
Citado por: Foerster, Rolf y Montecino, Sonia, Organizaciones, Lideres, Contiendas Mapuches (1900-
1970), Ediciones CEM, Santiago, 1988, p. 88 124
Ibíd. p. 89
87
también la sociedad chilena de su tiempo. Eran los sucesores de la autoridad
tradicional de sus mayores con todos sus significados, en ese tiempo aún
vigente y, a la vez, habían recibido educación formal chilena –buena o mala- en
tiempos en que la inmensa mayoría de la población de Chile (oligarquía
incluida) era completamente analfabeta”125
Ahora bien, dijimos en un principio, que no podemos establecer la dominación por
fuera de la explotación, conceptos ya definidos para el argumento de nuestra tesis, de este
modo, se hace imperioso dar una vistazo último a esta problemática, que de alguna manera
ya hemos esbozado en las precedentes líneas, pero que intentaremos engrosar en lo que
sigue.
125
Ancán, José, Prologo La Doble Vida del Preceptor Neculmán, En: Donoso, Andrés, Educación y nación al
sur de la frontera, Organizaciones mapuche en el umbral de nuestra contemporaneidad, 1880-1930, Ed.
Pehuén, Santiago, 2008, p. 18
88
3.3 Expansión Capitalista y Pueblo Mapuche. Explotación y Relación de Producción
Colonial
Hemos indicado que el desarrollo del capitalismo en nuestra región, al igual que en
gran parte de América Latina, tuvo un carácter singular, en donde se combinaron
articuladamente heterogéneas formas de tenencia de la tierra, aunque siempre
predominando una clase como propietaria de los medios de producción, y al mismo tiempo,
diferentes tipos de relaciones sociales de producción que se conectaban inevitablemente al
capitalismo expansivo. Vimos, como en la Gobernación de Imperial, el salario comenzó
tempranamente a posicionarse como la base de relaciones de producción, por medio de la
burocratización y conectividad de Estado (exteriorización del Estado) y de la consumación
de empresas agrarias y forestales con claros fines acumulativos de capitales, además
establecimos que el peón, el jornalero y el gañan, del mismo modo, mantuvieron un tipo de
relación con el proceso económico en curso, que si bien no era la relación clásica del
capitalismo europeo, no por ello no representaba una fuerza de trabajo atractiva para el
Estado y la emergente burguesía de la zona, y por último señalamos una particular relación,
en donde el poder y la explotación se materializaban en una semi esclavitud, en la cual
colonos europeos se encontraban en una situación de obligatoriedad, mantenida por la
violencia en la Empresa de Colonización del Budi. A todo lo anterior, debemos agregar la
situación colonial en la que se encontró, y encuentra, la población mapuche desde esta
época.
Señalamos con anterioridad la condición económica en la que se asentaba la
población mapuche antes de la colonización del Estado, la que a grandes rasgos, tenía una
división de funciones sociales, que podríamos definir jerárquicas, si es que la producción
fuera acumulada por un solo propietario, cosa, que como sabemos, no alcanzó a suceder
antes de la expansión capitalista. Además, la representación material de los productos no
obedecía a la acumulación de capitales intercambiables en el mercado por su valor de
cambio, sino el comercio se desarrollaba a partir del valor cultural y subjetivo que se le
asignaban a los artículos.
El proceso estudiado en los dos primeros capítulos, obviamente no elimino de cuajo
las relaciones y representaciones económicas previas, y esto no es una particularidad de
89
éste desarrollo histórico, sino que la mayoría, para no decir todos y sonar mecanicista,
tienen momentos de transición, en donde un modelo se convierte en hegemónico y otros se
subordinan al primero. Bajo esta premisa podemos leer la experiencia de Gustave Verniory
en 1896, cuando en las riberas del río Quepe, señala:
“Nuestros aprovisionamiento es fácil y poco costoso. Los indios nos venden
ovejas a precio que varían de dos a cuatro pesos, que equivalen término medio a
5,50 francos. Pollos a 15 y 20 centavos, huevos en abundancia. Pagamos éstos a
5 centavos la docena, alrededor de 1 centésimo cada uno. Por dos monedas de 5
centavos recibimos 24, pero si ofrecemos una de diez centavos nos darán menos
de 20. Nuestros amigos indios trasforman las monedas en dijes y joyas, y para
ellos valen más dos piezas de 5 que una de diez”126
Con ello, aún para fines del siglo XIX, permanecían mapuche que comprendían las
monedas, no como un capital intercambiable en el mercado, sino como un valor de uso,
gracias al cual se podían confeccionar joyas, que dentro del mundo mapuche otorgaban
distinción al poseedor.
Por otro lado, encontramos peticiones de cruzar la cordillera, tal como se hacía
tradicionalmente, pero ahora bajo la vigilancia del Estado, por lo que no deja de ser
interesante, si consideramos que estos viajes, aún para inicios del siglo XX, representaban
un método comercial, tal como indica las siguientes citas:
“Certifico que ante este juzgado [Juzgado N° 3 Boroa, de la primera
subdelegación de Imperial] se ha presentado el indígena Huinca Caniuqueo y
expuso que por asuntos comerciales trata de marchar a la Republica Argentina
en compañía del indígena Antinao Millanao y para su viaje llevan dos caballos
de su exclusiva propiedad”127
“Certifico que Martin Domingual se dirige a la cordillera acompañado de un
muchacho, y lleva para sus servicios dos caballos marca M. El objeto del viaje
del portador es traer una tropilla y algunos vacunos de su propiedad que se
propone marcar allá”128
Los circuitos comerciales históricos entre el Ngulumapu y el Puelmapu aún se encontraban
activos para inicios del siglo XX, pero estos no representaban más que los últimos destellos
de una economía autónoma.
126
Verniory, Gustave, Op. Cit. p. 409. La cursiva es nuestra. 127
Gobernación de Imperial, Noviembre de 1904, Exposición Digital, Archivo Regional Araucanía (ARA)
[en línea: http://sites.google.com/site/archivotemuco/contribuciones], Consulta: 19 de mayo de 2011 128
Gobernación de Imperial, Nueva Imperial, 30 de Diciembre de 1903, Ibídem.
90
El territorio completamente disminuido, posterior a la ocupación, fue sin duda la
génesis del colapso económico mapuche. Desde este momento la subordinación y
dependencia económica, para incluso sobrevivir, se trasformó en la situación predominante
y extendida por la Araucanía, ya lo hacía notar en 1887, el citado Isidoro Errázuriz, cuando
por su paso por Nueva Imperial comentaba:
“Las relaciones entre el indíjena y el colono tienden a hacerse amistosas y
frecuentes. Al principio, los individuos de las dos razas se contemplaron
recíprocamente, con extrañeza y desconfianza; todavía las madres europeas
asustan a sus hijos desobedientes con el indio, y las madres indias, a su vez,
recurren, en las mismas circunstancias, al cuco de patillas color de fuego. Pero,
poco a poco, el colono ha ido sintiendo la necesidad de emplear mocetones en
sus faenas de campo, y esta tendencia se acentúa, a medida que aumentan los
recursos y se ensancha la esfera de actividad del europeo, y sobre todo, a
medida que se pronuncia el descalabro del sistema del cultivo en medias y la
rivalidad entre colonos y chilenos. El resultado no ha dejado descontentos a los
patrones europeos; y por su parte, el indio no es insensible a la buena y honrada
paga, a la comida abundante, al pan a discreción y al tratamiento amistoso del
colono”129
En estas palabras, que por lo demás intentan embellecer una relación de violencia,
Errázuriz nos explica una situación que comenzaba a tomar fuerza para el 1900, que es
básicamente el proceso que vivió el mapuche, de convertirse en ganadero y comerciante a,
en este caso, trabajador de las tierras de los colonos. Esto se puede explicar considerando el
despojo de las tierras indígenas, que al no tener la capacidad suficiente para poder sostener
la población de la reducción, comienza un proceso de expulsión de mano de obra desde las
reducciones a los latifundios y empresas agrarias.
Por otro lado, la sociedad mapuche, se insertó en los circuitos comerciales que se
venían desarrollando por la época, principalmente estableciendo relaciones con los
emergentes polos comerciales y productivos, es decir las ciudades. Indicamos en algún
momento que el mercado interior en desarrollo, tenía dos afluentes importantes, por un lado
los grandes y medianos productores agrarios que sacaban sus mercancías por medio de las
ciudades que funcionaban como concentradores y centros de conectividad con otros
mercados, y por otro lado, los pequeños agricultores que abastecían parte de la demanda
alimenticia de la población que comenzó a concentrarse en los polos de irradiación
129
Errázuriz, Isidoro, Op. Cit. p. 62
91
capitalista. De alguna manera la población mapuche, aquella que podía producir un
excedente en sus pequeños lotes de tierra, comenzó a comercializar sus productos en las
ciudades. Solo así se explica, que en 1908 Juan Catrileo, Juan Cayún, Juan Ñanculef,
Bartolo Catrileo, etc. de Tromén, en las cercanías de Temuco, solicitaran la apertura de un
camino público, que Jeronimo Melillan “ha cerrado con cierre de alambre interceptando en
esta forma el libre tráfico del camino”130
, como indica el siguiente croquis:
(Imagen N° 5)131
130
Intendencia de Cautín, 1908, [en línea:
http://www4.biblioredes.cl/bibliored/Nosotros+en+Internet/ARCHIVO%20TEMUCO/INVESTIGACIONES.
htm], Consulta: 20 de mayo de 2011 131
Ibídem.
92
A partir de lo anterior podemos señalar, entre otras cosas, que la población
mapuche, para inicios del siglo XX cronológico, se encontraba en una situación económica
completamente distinta a la desarrollada medio siglo antes, de este modo, podríamos
sintetizar que la autonomía productiva y comercial ya no tenía sustento material para
desarrollarse, lo cual se explica principalmente por la pérdida del control territorial, en
términos económicos y políticos. La reducción, como estructura económica básica del
pueblo mapuche, después del proceso de ocupación, obligó a una serie de expulsiones
centrífugas con un carácter de explotación, ya que no es la salida desde la comunidad a
tierras lejanas para establecer relaciones comerciales más o menos simétricas, sino es la
salida de mano de obra para trabajar las antiguas tierras mapuche, ahora en manos de
colonos y propietarios capitalistas; es la salida para comercializar los pequeños excedentes
de la producción agraria, y ganadera o avícola quizás, la que es desfavorable
económicamente para la población mapuche; es la salida, éxodo o migración para comenzar
una nueva vida en los pueblos cercanos como trabajadores/as domésticos y luego emigrar a
las principales ciudades de Chile.
Un documento interesante que revela esta situación, es un informe que preparó el
Gobernador de Imperial, en solicitud del Ministro del Interior, a causa de que en 1902, en
Nueva Imperial, existieron “rumores de alzamiento de indígena”, lo cual provocó “que
familias de los Campos llegaban en gran número a la Ciudad alarmadísimos, anunciando q.
tendría lugar esa noche levantamiento indígena, i pedían refugios en policía i casas
particulares”. El miedo y sus aptitud de agitación social, como nos indica Scarlett O‟Phelan
Godoy, muchas veces es originado por un rumor, sobre todo “en una sociedad
extensamente analfabeta y con la prensa en sus albores, el rumor jugó un papel
preponderante”132
, aunque debemos advertir que el rumor “no alude a la murmuración sino
que se refiere al elemento consensual que va a cohesionar a la multitud”133
, de este modo,
no es cualquier rumor el que enciende el miedo o el pánico generalizado, debe existir al
132
O‟Phelan, Scarlett, La construcción del miedo a la plebe en el siglo XVIII a través de las rebeliones
sociales, En: Rosas, Claudia (editora), El miedo en el Perú, Siglos XVI al XX, Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, 2005, p. 125 133
Ibídem.
93
menos una condición material o representativa en la mayoría de la población que permita la
alarma pública. Así entonces, el sobresalto de las familias del campo, que llegaban
alarmadísimas a la ciudad de Nueva Imperial, obedecía a una percepción de que en algún
momento los mapuche se alzarían violentamente, dado que evidenciaban, las familias del
campo, condiciones para que tal suceso ocurriera. Estas condiciones las apunta el
Gobernador de Imperial, al escribir su informe al Ministerio del Interior, en el cual indica
que los rumores no tenían correlación con una real propósito de los mapuche de alzarse. En
este informe se señala:
“Son varios los motivos que inducen a los vecinos de por acá a creer en un
motín de los naturales (…) La primera que va en abono de los naturales es la
estremada pobreza á que estan reducidos, proveniente de la inconsiderada e
inicua esplotacion de que han estado i estan siendo victimas desde tiempo
inmemorial por parte de algunos comerciantes inescrupulosos con quienes
aquellos se ven compelidos a tener relaciones comerciales debido a su
estremada pobreza.= Ocurre en efecto que contraen compromisos los indígenas
con esos comerciantes, i jeneralmente al vencimiento de la obligacion no tienen
como satisfacerla. A esta falta de cumplimiento sigue inmediatamente la
ejecución i se embarga a los deudores, por la mas insignificante suma todos sus
animales vacunos, caballares i lanares, dejándolos condenados a la mas
espantosa miseria.= Muchos de los ejecutados, trascurrido algun tiempo,
adquieren mediante asiduo trabajo, otros pocos bienes, i allá va de nuevo el
embargo por la misma deuda que con el primero habian cinco veces pagado,
pero cuyos documentos no f[…] por los interesados, o bien retenidos maliciosa
i dolosamente por los acreedores; de modo que tales deudas no acaban nunca de
cubrise gracias a la insaciable avaricia de esos esplotadores de la ignorancia.=
Pero no es esto sólo: muchas veces ocurre tambien que los ejecutantes
embargan los bienes de los que nunca han contraido una deuda, pretestando que
esos bienes pertenecen a determinado individuo que debe al que ejecuta pero
que en realidad no tiene con que pagar.= Agreguemos a esto los contínuos
robos que les hacen a estos indios, ya de animales, ya de sus prendas de plata;
las iniquidades que cometen los bandidos azotándolos i aun asesinándolos; la
defectuosa manera como estan radicados i los atropellos que tienen que soportar
de los españoles no indígenas que invaden sus pertenencias i les privan de sus
goces, i tendremos que con razón esos infelices se exasperan i para vengar tanto
ultraje quieran hacer una irrupcion con su inevitable cortejo de matanzas i
devastación de todo cuanto signifique un recuerdo siquiera de sus victimarios.=
Muchos de estos hechos los he puesto en noticias del Señor Protector de
indígenas pero creo que a pesar de toda la buena voluntad i diligencia que es
reconocida en ese funcionario mui poco le había sido dado hacer por sus
94
protejidos, porque abusos de la naturaleza de los que quedan esplicados son mui
dificil cortar”134
Todo lo anterior, expresa una condición subordinada en términos económicos, que se
manifiesta en relaciones comerciales adversas para la sociedad mapuche, la que al no
controlar la tierra o medios productivos y soterrados en una endémica pobreza por esta
situación, se vio obligada a recurrir a deudas con capitalistas de la zona, que muchas veces
eran imposibles de zanjar, “a esta falta de cumplimiento sigue inmediatamente la ejecución
i se embarga a los deudores, por la mas insignificante suma todos sus animales vacunos,
caballares i lanares, dejándolos condenados a la mas espantosa miseria”. La pobreza no
es una condición de existencia para la sociedad mapuche, sino es una circunstancia
histórica, que tiene como proceso original la ocupación del territorio y la consiguiente
acumulación capitalista que se desenvuelve como modo de producción dominante en La
Frontera. Lo anterior estuvo avalado por una dominación política, que dialécticamente se
reproduce por la condición de subordinación económica, la que permite contextos de
violencia favorables para los sectores enriquecidos en el desarrollo estudiado, como vimos
más arriba, y como indica el documento anteriormente citado: “la defectuosa manera como
estan radicados i los atropellos que tienen que soportar de los españoles no indígenas que
invaden sus pertenencias i les privan de sus goces”. Por último, el anuncio del Gobernador,
cuando indica la dificultad de terminar los abusos cometidos por la emergente clase
propietaria, no es más que la evidencia de algo que ya veníamos hablando, la justicia, o por
lo menos la institución que conducía judicialmente los conflictos, principalmente de tierras,
en los que se veían envueltos la población mapuche, no operaba por fuera del régimen
político-económico, por lo que era común encontrarse con casos eternos que no
encontraban solución positiva para el mapuche, e incluso cuando habían decretos de
desalojo contra los sujetos que despojaban las tierras ya reducidas, estos quedaban sin
efectos concretos, por la práctica de clase y racista de la policía de la zona, que respondía
más a intereses personales locales, que a idealizaciones de una comunidad imaginada
nacional, como pudimos ver, por ejemplo, en el caso del longko Lorenzo Paillao, o en una
134
Intendencia Cautín, Vol. 27. En Fabien Le Bonniec, Op. Cit. p. 561
95
carta al Director del Periódico Democracia que envían varios vecinos de la naciente ciudad
de Carahue, en 1903, cuando señalan:
“El dia 25 del pasado, un joven demasiado conocido en esta población, por el
poco caso que hace de las reglas municipales, y de las leyes de alcoholes, amen
del poco respeto que le impiran sus iguales y superiores en el orden social,
delante del Comandante mismo lucia sus dotes de buen Jinete remoliendo su
cabello en la vereda frente al „Hotel Comercio‟ y como esto si no fuera bastante
para llamar al cumplimiento de su deber al Comandante, continuó el citado
joven en sus carreras y remoliendas en las veredas vecinas, librándose de ser
atropellado milagrosamente por el célebre jinete, la Sra. Esposa de don Jerman
Hautt. Todo era presenciado por el comandante y varios vecinos de la
población. ¿Se puede dar mayor complacencia en una persona obligada por el
empleo que desempaña a resguardar el orden? En la pasada semana,
desempeñando dilijencias urjentes galopaba por las calles exentricas un joven
obrero, fue eso visto por el complaciente comandante, e inmediatamente lo
sigue y sin decir agua vá descargo sobre el desgraciado joven una lluvia de
palos hasta dejarlo en tierra perdido el conocimiento, luego después lo mando a
la policía haciéndole allá remachar una barra de grillos.
Pero este no será el mismo comandante dirá Ud. señor Director…Sin embargo,
es el mismo con una diferencia, en el primer caso amparaba a un amigo con
humos aristocráticos, en el segundo castigaba a un plebeyo a un hijo del
pueblo, a un obrero. I el Señor Comandante tiene también sus humos
aristocráticos y sus recuerdos…de mejor vida!”135
En suma, la realidad social que se generó para el 1900 en la Gobernación de
Imperial, con un sector, por un lado, con aires de grandeza, que imaginaban tener en sus
manos la realización del progreso; que controlaban los medios de producción y la tierra;
que mantenían grados de violencia social contra la población mapuche; que se mantenían
resguardados por una justicia y una burocracia estatal desequilibrada en favor de
empresarios, comerciantes y latifundistas de la zona, mientras que por otro lado, la
asalarización de la fuerza de trabajo comenzaba a operar como relación social más
extendida; el peonaje, el gañan, los jornaleros y colonos pobres alimentando los puestos de
trabajos que erigían la exteriorización del Estado y las empresas capitalistas en emergencia,
configuran un desarrollo económico, sin duda especifico y original, donde se combinaban
articuladamente heterogéneas relaciones sociales de producción, pero siempre existiendo
135
Democracia, Periódico demócrata semanal, Año 1, Nueva Imperial, Año 1, 24 de enero de 1904, Núm. 42.
La Cursiva es nuesta.
96
una clase como gran propietaria de la tierra y los medios productivos. En este panorama
descrito, fue forzosamente incluida la población mapuche, la cual se hábito a condiciones
de dominación política y explotación económica, que se materializaban, por un lado: en la
pérdida de autonomías territoriales; en la escueta facultad de decisión en los campos
culturales, económicos e incluso cotidianos; en la constante vigilancia y control de los
aparatos, tanto burocráticos, como policiales; en la dependencia política, hasta el punto de
considerar al Estado como un “padre”, en definitiva, en una dominación colonialista, que
privo a un pueblo, que mantuvo por siglos autonomías políticas y estructuras
organizacionales propias, del poder de autodecisión. Y por otro lado, la explotación
económica de una determinada clase, la elite dominante, de un pueblo o pueblos (chilenos y
colonos extranjeros enriquecidos) contra otro pueblo, el mapuche, se plasmaba en hechos
como: el constante despojo, por medio de la violencia, de tierras ya reducidas por el Estado;
la expulsión, éxodo o migración de la población mapuche, desde sus tierras originales, a
trabajos en las tierras de grandes o medianos propietarios, o para el trabajo asalariado en las
ciudades cercanas; las relaciones de intercambio desfavorables para las comunidades
indígenas; la aparición de deudas que contraían mapuche con capitalistas, a consecuencia
de las pocas y malas tierras conservadas y de la nula mecanización del proceso productivo,
las cuales muy pocas veces se lograban cancelar, perdiendo por el saldo adeudado, muchas
más tierras y ganados del dinero solicitado, lo que no hacía más que acrecentar el proceso
de descapitalización de la economía mapuche, lo cual provocaba un bajo nivel de
productividad que difícilmente permitieron excedentes para la comercialización de
productos, en otras palabras, la sociedad mapuche adoptó, bajo las condiciones materiales
en la que se encontró posterior a la ocupación, una economía de subsistencia, con un
mínimo nivel monetario y de capitalización, en donde la carencia y la miseria comenzaron
a reinar.
Todo lo cual, podríamos esgrimirlo bajo la categoría de Colonialismo, en tanto nos
permite entrever una serie de situaciones políticas, económicas, culturales, ideológicas,
hasta incluso cotidianas, que finalmente podríamos resumir, como la consecuencia de una
ocupación orquestada por el Estado, dirigido por la clase dominante y explotadora, que sin
97
duda adoptaron toda la matriz del darwinista social y de la civilización/barbarie136
para
argumentar dicho proceso, gracias al cual el pueblo mapuche vio truncado su propio
desarrollo histórico, y se vió subsumido en la imposición del Estado y el Capital.
136
Cabe recordar ciertas palabras del ilustre Benjamín Vicuña Mackenna, al referirse al mapuche de la
siguiente manera: “El indio (no el de Ercilla sino el que ha venido a degollar a nuestros lavadores del Malleco
y a mutilar con horrible infamia a nuestros nobles soldados) no es sino un bruto indomable, enemigo de la
civilización porque sólo adora los vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la
traición y todo ese conjunto de abominaciones que constituye la vida del salvaje”. Vicuña Mackenna,
Benjamín, “Primer discurso sobre la Pacificación de Arauco” en Discursos Parlamentarios de Benjamín
Vicuña Mackenna (3 Vols., Santiago, Universidad de Chile, 1939) Tomo I
98
4. Corolario. Pasado y Presente en la Movilización Mapuche
Contemporánea.
La historia es objeto de una construcción cuyo lugar
no está constituido por el tiempo homogéneo y vacio,
sino por un tiempo pleno, tiempo-ahora
Walter Benjamin
¿Para qué sirve la historia? Marc Bloch, ya nos decía hace un buen tiempo, que la
historia es una relación constante entre un pasado y el presente, solo se puede leer ese
pasado desde una posición en el tiempo en particular. No podría haber escrito esta tesis en
otro tiempo y espacio, y desde que comencé a imaginar estas líneas tenía esa convicción.
El presente, eternamente ligado al pasado, siempre tiene urgencias, que son fisuras para la
dominación y explotación de los poderosos, urgencias a las que no podemos tratar con
bisturí clínico y guantes esterilizados, no podemos suspender prejuicios, motivaciones y
militancias, ya que el escribir siempre es un acto político, que se encuentra reglado por la
estreches de la palabra. Contaminar el papel en blanco, con destellos de supuesta lucidez,
solo de ese se trata el escribir. Pero no es contaminación que acumula los desastres del
progreso, al que se refería Benjamin, sino contaminación molesta, que incomoda la historia
patria, la historia regla, la historia norma. Intentar escribir a contrapelo, a contracorriente,
pero no como salmón, sino como un pez gris y rabioso, uno de esos de olor pasoso, que nos
tenemos que comer los pobres, como escribió alguna vez el poeta y dramaturgo Pablo
Paredes, es la motivación principal para el hilvanar de la palabras que ya se van. A partir de
esto último, me sentí imposibilitado políticamente, de terminar esta tesis con una
conclusión que no fuera más que la reducción espacial de lo dicho en más líneas, es por
esto que, lo que sigue es un intento de ubicación contemporánea en la movilización social y
política mapuche de lo expresado hasta ahora, que tiene por finalidad aportar desde esta
trinchera, a la conformación de un pensamiento crítico de la historia del pueblo mapuche.
99
4.1 Estado y Capitalistas. Un acercamiento al proceso de ocupación del Ngulumapu, y su
proyección política contemporánea.
El Movimiento Político mapuche contemporáneo, lanza en general todos sus dardos
hacia el Estado, es ésta institución la que aparece como el aparato colonialista. Las
consignas de las marchas y protestas dirigen su rabia hacia el Estado con frases como “200
años de resistencia al Estado Genocida”, o en base a sus propios análisis organizaciones
como la CAM (Coordinadora Arauco Malleco), señala que “en la actual coyuntura política,
que tiene como base la mantención de las estructuras de poder, podemos seguir afirmando
que la relación del Estado chileno con el Pueblo Nación Mapuche es de dominación y
opresión”137
. Así también lo reconocen académicos como Jorge Pinto, José Bengoa, José
Alwyn, incluso intelectuales mapuche dan sustento a este análisis que contrapone al Estado
chileno y al Pueblo Mapuche ¿y cómo no estar de acuerdo con esta lectura? Si en definitiva
quien lanzó tropas militares en conquista del territorio mapuche, quien creó una legislación
para legitimar el proceso, fue el Estado chileno (y argentino). El eufemismo de la
“Pacificación de la Araucanía” fue una empresa orquestada y dirigida por el Estado. Ya es
un lugar común señalar la deuda histórica que tiene esta institución frente al pueblo
mapuche, incluso el resultado de una Comisión levantada por el mismo “Estado chileno”
para estudiar el tema indígena señala que:
“desde la década de los ochenta del siglo XIX, hasta la década de los treinta del
siglo XX, se abre un período que hemos denominado de “asimilación forzada”.
Se caracteriza por la aplicación de políticas del Estado hacia los Pueblos
Indígenas, con el objetivo de transformarlos en ciudadanos chilenos, bajo un
concepto de identidad nacional homogénea, sin consideración a la diversidad
cultural existente en el territorio”138
.
Sin duda este análisis tiene veracidad histórica, es el Estado quien generó las condiciones
políticas, judiciales, militares e ideológicas para que el proceso de colonización del
territorio mapuche fuese exitoso. No lo vamos a dudar. Pero, ¿Qué es el Estado?, ¿es acaso
una realidad material o se conforma por determinadas relaciones sociales e históricas?,
137
Planteamiento político - estratégico de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco - Malleco
(C.A.M.). [en línea: http://www.nodo50.org/weftun/] Consulta: 26 de mayo de 2011 138
Informe Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato [en línea:
http://biblioteca.serindigena.org/libros_digitales/cvhynt/v_i/intro/v1_introduccion.pdf] Consulta: 26 de mayo
de 2011. p. 24
100
¿podemos hablar de una clase política que tiene en sus manos el Estado, y una clase
económica que controla lo relacionado con la economía, por separado?, ¿Qué relación tiene
estas cuestiones con la lucha política mapuche contemporánea? En fin, son estas preguntas
las que guiaran las siguientes líneas, pero antes de cualquier definición, ubiquemos la
ocupación de la Araucanía en el concierto latinoamericano.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX en América Latina, se vive una serie de
procesos que se caracterizan básicamente por la consolidación de los Estados nacionales y,
estrechamente ligado, la expansión del capitalismo a territorios que de alguna manera
funcionaban como “frontera entre la economía europea y la economía no europea”, en otras
palabras, desde la década de 1850 comienza la expansión y afirmación del Estado
oligárquico. Esta expansión que no obedeció únicamente a un Estado central, sino más bien
se conformó mediante la interrelación de las elites metropolitanas con las elites locales o
regionales, tuvo como resultado la desarticularon de un entramado social que se había
desarrollado durante el mundo colonial y las primeras décadas republicanas, la cual
permitía cierta autonomía de la sociedades que se encontraban en esos territorios.
Características básicas de este proceso lo encontramos en la situación dependiente y
monoproductora de los países latinoamericanos, ya que éstos en coyunturas de auge
exportador, debido a las necesidades de la Europa en proceso de industrialización, dirigían
su vista a regiones, que al no estar sometidas a las fuerzas productivas capitalistas, las
denominaban “áreas vacías”, para ocuparlas y colonizarlas. Ahora bien, estos territorios
nunca se encontraron vacios, nunca fueron el desierto que vieron las elites decimonónicas,
sino se encontraban ocupados por sus ancestrales “dueños”, los pueblos indígenas que
mantenían estructuras de poder propias y se vinculaban comercialmente en los espacios
fronterizos de ambas culturas, que se desarticularon en el periodo. Este proceso en América
latina trajo aparejado la formación de propiedad de la tierra por medio de distintos métodos,
así también la construcción de ciudades en los lugares de colonización y con ello el
poblamiento de estas áreas y finalmente la penetración de capitales a estas regiones
(ferrocarril, comercio, etc.)139
. Este doble proceso, de consolidación de los Estados
Nacionales y la penetración de Capitales en áreas que hacían de frontera de la economía
139
Cardoso, Ciro y Pérez, Héctor, Historia económica de América latina. Economías de exportación y
desarrollo capitalista, Vol. 2, Editorial Crítica, Barcelona, 1987, pp. 63-83
101
capitalista, abre la historia contemporánea de los pueblos indígenas en América Latina, en
tanto la construcción de los Estados se conformó por una elite blanca que monopolizó y
aristocratizó la Nación y el mismo Estado, dejando fuera a los pueblos indígenas,
provocando con ello la desarticulación de las relativas autonomías políticas y territoriales
que gozaron antes de la expansión del Estado Republicano. En relación con la penetración
de los Capitales en estas áreas, podemos señalar que la lógica de tenencia de tierra en el
capitalismo no permite la existencia de comunidades, en tanto estas no hacían “posesión
efectiva” de la tierra, de este modo la usurpación territorial se fundamentaba con un “bien
mayor”: el Progreso. Así, con las tierras usurpadas, y desplazadas las antiguas comunidades
a terrenos de menor calidad y de menor extensión, los indígenas se vieron en la necesidad
de participar como mano de obra en los grandes latifundios que colindaban a sus terrenos,
ya sea vendiendo su fuerza de trabajo o participando en regímenes semiserviles, o en el
peor de los casos emigrando a las ciudades principales. El caso chileno fue principalmente,
sin con ello desconocer la ocupación de tierras de pueblos altiplánicos luego de la Guerra
del Pacífico, la ocupación de la Araucanía. Este proceso para Jorge Pinto, puede ser
explicado por diversos motivos, entre ellos, en el plano internacional, por medio del
aumento de la demanda debido al crecimiento de la población mundial y los cambios
introducidos por la revolución industrial, la economía británica mucho más “voraz” que la
española y los progresos en vías de comunicación y transporte “estimularon la ocupación
de regiones que hasta entonces se habían mantenido casi en la periferia de la economía
capitalista”, así
“la situación del país también estimuló la ocupación de esta región. Desde
luego, la constitución del Estado generó condiciones muy favorables para
emprender el avance más al sur del Bio Bio. Así mismo, la necesidad de tierras
para sostener la política inmigratoria que se estaba fomentando, con el objeto de
remplazar en la Araucanía a los mapuches por “laboriosos” europeos que se
pensaba traer al país, y la crisis de 1857 parecen haber convencido a los grupos
dirigentes de Santiago de que había llegado el momento de actuar en una región
que empezaba a recorrerse insistentemente por la costa a propósito de los
progresos de la minería del carbón. Por último, la revolución de 1859 y el
discurso de la “barbarie” elaborados por los intelectuales positivistas de la
época parecen haber gatillado el avance del ejército chileno a las tierras de la
frontera”140
.
140
Pinto, Jorge. La Araucanía, 1750-1850. Un mundo fronterizo en Chile a fines de la Colonia y comienzos
102
En suma, el proceso de ocupación del Ngulumapu, se encuentra estrechamente
ligado con la expansión del capitalismo metropolitano, el carácter dependiente de la
economía chilena, la formación de un Estado que permitía establecer políticas de
ocupación, junto con coyunturas políticas y discursos que legitimaban el proceso, lo que
podría tratarse de un régimen de ocupación muy similar en toda América latina. Presentado
de este modo, el Estado chileno expansionista aparece como uno más, y no el único, de los
elementos constitutivos de la ocupación del territorio mapuche. Lo que nos toca ahora es
responder las preguntas hilvanadas más arriba, en relación al carácter del Estado. Es casi
obligación nombrar en primer término a Maquiavelo y a Hobbes, quienes ven en el Estado
la institución que permitirá ordenar y asegurar la subsistencia de la sociedad por medio del
uso de la fuerza y la violencia, para el italiano de forma esporádica y circunstancial, para el
inglés de forma permanente y primordial. Por otro lado Rousseau, ve también en el Estado
la única posibilidad de subsistencia de la sociedad, pero según él, no por medio de la
violencia, sino gracias a un contrato civilizado entre ciudadanos. Ahora bien, quien vino a
desconcertar la visión del Estado como un aparato existente antes que cualquier relación
social (política, jurídica, etc.) fue Marx, y más tarde lo profundizo Lenin, quienes señalaron
que el Estado emergía y se desarrollaba por medio de una política de clases. Al mismo
tiempo Weber advertía que el Estado es un aparato de dominación que concentra en si la
violencia legítima, el Estado tiene la capacidad, y está legitimado, para vigilar, controlar y
castigar, y si a esto le sumamos la concepción entregada por Marx, la violencia legitimada
estará dirigida con fines clasistas, para el desarrollo económico de una clase determinada.
De este modo el Estado es el resultado histórico de determinadas relaciones sociales que
tienen por fin el crecimiento y consolidación de un sector de la sociedad, la cual tiene las
capacidades para monopolizar el Estado. En este sentido, nos encontramos frente a la
revelación del fetichismo del Estado (del poder y de la dominación), ya que éste aparato no
funciona de forma deslocalizada e igualitaria, sino más bien tiene determinadas acciones
según contextos y ha sido acaparada por un sector en Chile desde su formación en la
segunda mitad del siglo XIX. ¿Qué relación tiene estas cuestiones con la lucha política
mapuche contemporánea?, mucha. Dijimos en extenso que el proceso que abre la historia
de la República. En: Modernización, Inmigración y Mundo Indígena, Chile y la Araucanía en el siglo
XIX, Jorge Pino (editor). Ed. Universidad de la Frontera. 1998
103
contemporánea del pueblo mapuche, la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”, tiene
sus fundamentos tanto en la consolidación del Estado chileno que vio como necesario
colonizar las tierras al sur del Bio-Bio con fines geopolíticos y control territorial de lo que
el Estado calificó como territorio de su jurisdicción, y de la expansión capitalista que se
desarrollo a mediados del siglo XIX relacionado con el proceso industrializador del centro
de capitalismo mundial, que por causa de una industria agrícola poca modernizada y
mecanizada, vio como solución la expansión territorial con fines económicos.
Ahora bien, si consideramos la definición de Estado que hemos intentado
desarrollar, no podemos pensar los dos procesos (consolidación del Estado chileno y
expansión capitalista) por separado, ya que la historia no la realizan instituciones volátiles,
sino sujetos concretos. De este modo, cuando pienso en Cornelio Saavedra, más conocido
por su gestión militar en el proceso de ocupación de la Araucanía, no puedo dejar pasar el
hecho de sus inversiones en la minería del carbón en la zona de Lebu, zona conquistada por
medio del proceso de “pacificación”. Así tampoco puedo pensar en José Bunster, gran
empresario de la zona de Malleco, sin considerar que el hijo, Francisco Bunster de la Maza
se convirtió en diputado por la Provincia de Bío-Bío por los Departamentos de Laja,
Mulchén y Nacimiento durante el período 1912-15, como tampoco puede dejar de pensar
en Carlos Thiers, gran propietario de tierras, molinos, destilerías y que hasta se convirtió en
Alcalde de Imperial. Para que hablar de sujetos como Eleuterio Domínguez, José Duhalde,
la compañía Duhart Hnos. Tampoco puedo olvidar el Trawün de koz koz, en el que longko
Lorenzo Carileu reclamaba contra la justicia chilena, como citamos más arriba:
“Ramón Jaramillo me ha quitado muchos terrenos; me mató dos mocetones, me
ha quitado animales; ha sembrado barbechos míos; me ha quemado cercos y
roces. ¿Qué le han hecho? Si hubiera sido un natural, entonces ¡sí que lo
habrían tomado preso y lo habrían azotado!”
Tales hechos, Cornelio Saavedra funcionario militar del Estado y empresario carbonífero,
Carlos Thiers importante empresario y político de la Gobernación de Imperial, y finalmente
el longko Lorenzo Carileu reclamando frente a particulares por robo de tierras y a la justicia
chilena por su carácter racista (Si hubiera sido un natural, entonces ¡sí que lo habrían
tomado preso y lo habrían azotado!), me han hecho pensar que si bien el Estado, como
aparato de control, fue quien generó las condiciones para la ocupación del Ngulumapu, éste
104
Estado no es aséptico a su realidad histórica, ésta determinada y controlada por sujetos con
intereses particulares. Por lo que el Estado funcionó (y funciona) por determinadas
relaciones sociales clasistas. Ahora bien, estas élites que controlan el Estado no solo lo
hacen desde una perspectiva económica, sino también ideológica y política, en tanto el
poder político “aristocratizaba”, por tanto, quienes tenían la posibilidad de ocupar cargos
burocráticos eran las mismas clases dominantes, con dos fines, por un lado crear
condiciones proclives para continuar con el sistema de dominación y explotación, y por
otro, aristocratizarse en función de un determinado “modo de ser” a la usanza europea141
.
En otras palabras, cuando analizamos el Estado de Chile, como actor político-social de la
historia, no lo podemos pensar fuera de las relaciones sociales que permiten su existencia,
como tampoco de su carácter excluyente y autoritario que le imprimió un determinado
“modo de ser” de nuestras clases dominantes, un modo de ser, en el caso de la relación con
el “indio”, fuertemente racista y eugenésico. El Estado frente al Pueblo Mapuche, ha
actuado de forma clasista, en tanto defiende históricamente a una clase que controla los
medios de producción en la Araucanía, y de forma racista mientras excluye al “indio” de
decisiones políticas, y hoy judicializando la demanda histórica del Pueblo Mapuche.
Finalmente, cuando pensamos en la disyuntiva entre “particulares” y “Estado”, en relación
a los culpables de la “Pacificación de la Araucanía”, la pregunta necesaria es ¿hasta qué
punto estos actores políticos no son los mismos, cubiertos por el manto de los conceptos?
De este modo, cuando la movilización contemporánea mapuche lanza sus demandas contra
el Estado, ¿se piensa que éste emerge gracias a determinadas condiciones históricas y
sociales?, y aún más complejo ¿se puede superar la condición colonial del mapuche tan
sólo por medio del reconocimiento constitucional al pueblo mapuche?, considerando que
hoy los empresarios comienzan a aceptar la condición multicultural en Chile, y en la
Araucanía, como Diego Benavente, director ejecutivo de CorpAraucanía, quien escribió en
una columna del diario “El Austral” el domingo 4 de julio del 2010 con el título de
“Sabiduría mapuche”, lo siguiente:
La Araucanía es una región multicultural (…) Esto para algunos que preferirían
una región monocolor, puede no ser de su completo agrado, pero, para la gran
141
Barros, Luis y Ximena Vergara, El modo de ser aristocrático: el caso de la oligarquía chilena hacia 1900 2ª
ed. Santiago: Editorial Ariadna, 2007
105
mayoría significa un gran valor, somos distintos, diversos y vivimos en
territorio en común (…) Sin embargo, es muy poco lo que conocemos de la
cultura y cosmovisión del pueblo mapuche, de su Ñuke Mapu, cachamos muy
poco. Incluso los mitos populares respecto a los mapuches abundan, que son un
pueblo así o asa, en dos palabras existe un gran desconocimiento”, luego hace
muestra de todo su “saber” sobre la cosmovisión mapuche, explicando lo que
representa el Kultrun, que es el Newen, que es el Wiñol Tripantu, etc., para
terminar diciendo, “porqué no imaginar que en nuestras escuelas, colegios y
liceos se puedan enseñar la sabiduría mapuche, todos ganaríamos en
conocimiento y en un mejor convivir, incluso nuestros turistas a quienes,
cualquiera de nosotros los podría encantar y maravillar con estas enseñanzas
ancestrales”142
Ahora sí, finalmente, la cuestión de la relación entre el Estado y el Pueblo Mapuche, parece
ser aún más complejo de lo esperado, ya que el simple análisis de Estado/Pueblo Mapuche,
desconoce la situación clasista y racista del Estado Chileno en el proceso de ocupación, hoy
encubierto en el manto de la tolerancia y la diversidad. Solo un análisis que observe el
modo de tenencia de la tierra, la propiedad de los medios de producción, las relaciones
sociales productivas pasadas y presentes, nos permitirán dilucidar la condición política y
económica colonial en la que se encuentra la sociedad mapuche, que por lo demás, no es el
único actor afectado por la actual formación económico-social, ya que el desarrollo
combinado y articulado del capital, permiten, hoy más que nunca, distintas formas de
relaciones sociales, que el capital llama a fragmentar, pero que al final del día, responden a
la misma totalidad, el modo de producción capitalista.
142
El Austral, 4 de julio del 2010. Pág. 9. La cursiva es nuestra
106
Anexo N°1
Boletín Municipal, Nueva Imperial, Domingo 2 de Julio de 1893, Numero 4.
Matricula de patentes del Departamento de Imperial
1° Subdelegación
Nueva Imperial
Contribuyentes
Industrias
Clase
Valor ($)
Carlos Thiers
Carlos Thiers
Larzon y cia.
Santiago Lennon
Lastema
José Marcos Osorio
Rodolfo Wagner
Juan Leal
Ernesto Trautmann
Leonardo Cid
Gullermo Valck
Enrique Valck
Enrique Finck
José Bunster
José Bunster
Margarita Correa
Gregorio Urrutia
Daniel Madariaga
Miguel Ansorena
Vicente Mendibide
Jesús Iriarte
Alejandro Bunster
Jaime Zañartu
Manuel Miranda
Salvador Quilodran
Temísclotes Azocar
Margarita R.
José de la O. Sanchez
José Hernández
Medardo de la Fuente
Manuel Lopez Rey
Tomas Neira
José Quezada
Destilacion
Molino
Curtiembre
Bodega
desp. y licores
desp. y licores
desp. y licores
Zapatería
desp. y licores
Panadería
Bebidas alcohólicas
Bodega
Tienda surtida
Molino
Bodega
Desp. y licores
Molino
Botica
Tienda surtida
Hotel y bebidas alc.
Tienda
Botica
Restaurant
Restaurant
Desp. y licores
Des. Y licores y jab.
Casa de pres.
(…) y licores
Billar y licores
Billar y licores
Desp.
Desp.
Zapateria
1
1
1
2
3
3
3
3
3
2
3
2
2
1
1
3
1
1
2
2
2
1
3
1
3
3
1
3
3
3
3
3
2
25.00
15.00
5.00
10.00
25.00
25.00
25.00
2.00
25.00
3.00
75.00
10.00
20.00
15.00
15.00
25.00
15.00
15.00
20.00
150.00
15.00
10.00
5.00
25.00
25.00
25.00
25.00
20.00
25.00
25.00
25.00
2.00
4.00
107
José Ramos
Fidel Acuña
Enique Essa
Diego Troncoso
José Aguilar
Manuel Uria
Manuel Uria
Enrique Greve
Enrique Greve
Domingo Riquelme
Francisco Belmar
José Leal
Ernesto Michael y cia.
Ernesto Michael
J. Sanchez Espinosa
Jorge Otto
Aliaga y Fournet
Aliaga y Fournet
Miguel Maldonado
Cardenio Lavin
Leopoldo Wagner
Garay y Hermanos
Damiano Silva
Fidel Alvarez y cia.
Julia Varas de R.
Ester Manriquez
Antonio Provoste
Fernando 2° Soto
Rosendo Ramirez
Antonio de Vonis
Domingo Muñoz
José del C. Gutierrez
José Mercedes García
Miguel Luengo
Hermójenes Neira
Serafin Martinez
Cecilio Sanzana
José Aranelo
Pablo Saez
Catalina Gonzales
Ricardo Nuñez
Gabriel Saez
José Amador Leon
Juan de Dios Reyes
Maximiliano Gonzales
Panaderia
Billar y licores
Tienda surtida
Tienda
Desp. y licores
Tienda surtida
Bodega
Tienda surtida
Bodega
Desp. y licores
Talabartería
Zapatería
Tienda surtida
Bodega
Peluquería
Desp. y bebidas alc.
Molino
Despacho
Imp. Tipográfica
Tienda surtida
Desp. y bebidas alc.
Tienda surtida
Desp. y licores
Puesto de car.
Hotel y beb. alc.
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho
Despacho y licores
Zapatería
Despacho y licores
Zapatería
Herrería
Herrería
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Desp. y beb. alc.
Despacho y licores
Fonda y beb. alc.
Despacho y licores
Despacho y licore
Mueblería
Despacho y licores
Despacho y licores
2
3
1
2
3
1
1
1
2
3
2
3
1
1
2
3
1
3
1
1
1
1
3
2
3
3
3
3
3
2
3
3
3
1
3
3
3
3
3
3
3
3
1
3
3
5.00
25.00
20.00
15.00
25.00
20.00
15.00
20.00
10.00
25.00
5.00
3.00
20.00
15.00
3.00
75.00
15.00
25.00
15.00
20.00
200.00
20.00
25.00
5.00
75.00
25.00
25.00
2.00
25.00
5.00
25.00
3.00
5.00
15.00
25.00
25.00
25.00
75.00
25.00
75.00
25.00
25.00
10.00
25.00
25.00
108
Juan Lamilla
Domingo Verdejo
Eulolio Inostroza
Hipolito Quezada
Cantalicio Neira
José Dolores Zenteno
José Olegario Cid
José del R. Pereda
Carmen Araneda
José Henriquez
Ramon Leon
Agustin Veloso
Órdenes
Nazario Crisosto
Alfredo Rifo
Remijio Ramos
Macario Barra
Rosario Islas
Carlos Huidobro
Juan Tasistro
Ignacio Villagra
Jorge Salazar
Zapatería
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Fonda y beb. alc.
Fonda y beb.alc.
Despacho
Despacho y licores
Tejería
Despacho y licores
Despacho y licores
Puesto de carne
Fonda y beb. alc.
Fonda y beb. alc.
Medico de la ciudad
Despacho y beb. alc.
Desp. y alc.
Despacho y licores
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
1
3
1
3
3
3
3
3
1
3
3
3
3.00
25.00
25.00
25.00
25.00
25.00
25.00
25.00
75.00
75.00
3.00
25.00
10.00
25.00
25.00
3.00
75.00
75.00
5.00
75.00
12.50
25.00
Ultra Cautín
Pedro Nolasco
Juan Pacheco
Feliciano Mondaca
Francisco Parra
Delfín Ramirez
José Artiga
Despacho y beb. alc.
Despacho
Despacho
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
3
3
3
3
3
3
37.50
7.50
12.50
12.50
12.50
12.50
Carahue
Enrique Valck
Enrique Valck
Demofilo Gálvez
Pablitza y cia.
Pablitza y cia.
Demofilo Gálvez
Rosa Hermosilla
JoséBunster
Alejandro Holzapfel
Mercedes Muñoz
Juan Bautista Alvares
Emilio Badilla
Bautista Echegoven
Jerman Haupt
Fábrica y destilación
Ajencia de vapores
Bodega
Fábrica de destilación
Bodega
Despacho y licores
Menestra
Bodega
Bodega
Café y licores
Molino
Despacho y licores
Tienda surtida
Tienda surtida
1
1
2
1
1
3
3
1
1
3
2
3
1
1
15.00
15.00
12.50
15.00
7.50
7.50
2.00
7.50
7.50
12.50
2.50
12.50
10.00
10.00
109
Carlos Matako
Máximo Leiteck
Marcelino Carcamo
Amador Gutierrez
Gregorio Bello
Tomas Ramirez
Natividad Neira
Gomez Hermanos
Bautista Quintana
Bartolo Vergara
Eudocio Diaz
Carlos Thiers
Delfín Lavín
Vicente Arriagada
Enrique Greve
Enrique Greve
Tránsito Rojas
Pablitza Hermanos
Pablitza Hermanos
Fidela de R. y de G.
Nemecio Navarrete
Guillermo Gabriel
Jenaro Araneda
José Araneda
Miguel Ansoreno
Miguel Ansoreno
Anselmo Obando
Manuel Rodriguez
Daniel 2° Pruesing
Manuel Bascur
Juan Quezada
Pedro Riveras
José Alarcoza
Ciriaco Aparicio
Juan Nova
Manuel Diaz
Carlos abando
José Tapia
Olegario Pino
José Pacheco
Manuel Vargas
José Manzer
Despacho
Botica
Sastrería
Despacho y licores
Despacho
Despacho
Despacho y licores
Hotel y beb. alc.
Puesto de carne
Puesto de carne
Tienda Surtida
Puesto de cerveza
Tienda surtida
Casa de préstamo
Tienda surtida
Bodega
Billar y licores
Tienda surtida
Bodega
Despacho y licores
Despacho
Despacho
Billar y licores
Despacho
Tienda surtida
Bodega
Despacho
Tienda
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Despacho
Billar y licores
Despacho
Despacho
Despacho
2
2
2
3
3
3
3
3
3
3
1
2
1
2
1
2
2
1
1
3
3
2
3
3
1
1
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
5.00
7.50
5.00
12.50
2.50
3.00
12.50
37.50
5.00
5.00
10.00
7.50
10.00
12.50
10.00
7.00
12.50
10.00
7.50
12.50
5.00
5.00
12.50
7.00
10.00
7.50
2.00
5.00
5.00
5.00
6.00
6.00
6.00
6.00
6.00
6.00
6.00
6.00
12.50
5.00
5.00
5.00
110
2° Subdelegación
Galvarino
Lucio Ramirez
Juan Andres Rifo
Narvaes Hermanos
Wenceslao Illanes
Juan Asocar
Adrian Borel
Eduardo Jequier
Maximo Brener
J. Bautista L. y H.
Adolfo Katz
Adolfo Esckuhe y cia.
Manuel Gonzales
Manuel Gonzales
Conrado Esse
Enrique Eberhadt
Erasmo Sanchez
Juan de Dios Becerra
Mauricio Rodriguez
Félix Cerda
Vetterlein y Habicht
Vetterlein y Habicht
Rumualdo Hernandez
Virjinio Morales
Jacinto Maturana
Tomas Vallejo
Juan Barriga
Faustino Cifuentes
Mercedes Alvarez
Fidel Manriquez
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y beb. alc.
Despacho y licores
Botica
Tienda y beb. alc.
Tienda surtida
Mercaderias y beb.
alc.
Tienda
Tienda surtida
Bodega
Tienda y beb.alc.
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Billar y licores
Despacho y licores
Molino
Bodega
Fonda y beb. alc.
Fonda y beb. alc.
Despacho y licores
Despacho y licores
Puesto de carne
Puesto de carne
Fonda y beb. alc.
Despacho y licores
3
3
2
3
3
3
3
3
1
2
1
1
2
2
2
3
3
3
3
1
3
3
3
3
3
1
2
3
3
12.50
12.50
25.00
12.50
37.50
12.50
5.00
37.50
12.50
75.00
12.50
12.50
10.00
75.00
25.00
12.50
12.50
12.50
12.50
15.00
5.00
25.00
37.50
12.50
12.50
7.50
2.50
75.00
12.50
Cholchol
Víctor Salazar
Rumualdo Saldivia
Nicolas Muñoz
Manuel Urrutia
Juan Pinochet
Pedro Acuña
Ramon Fuentealba
Mateo Castillo
Jacob Stulzel
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Desp. y pues. de carne
Despacho
3
3
3
3
3
3
3
3
3
5.00
12.50
12.50
12.50
12.50
5.00
5.00
5.00
5.00
111
Tomas Landero
J. de la N. Rodriguez
Carlos Malmus
Juan Lopez
José Maria Vallejo
Agusto Kenner
Marcos Canales
Maria Arias
Pedro Aravena
José Alvial
José Zuñiga
Despacho
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y beb. alc.
Tienda y beb. alc
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Fonda y beb.alc.
3
3
3
1
2
1
3
3
3
3
1
4.00
12.50
25.00
12.50
12.50
100.00
66.66
12.50
6.00
12.50
75.00
Bajo Imperial
Pedro Frederinksen
Pedro Berguñan
Juan Inda
Antonio Leal
Fidel Soto
Rufino Vidal
Carmen Gonzales
Narciso Turrieta
Rudecindo Herrera
Ceferino Gonzales
Julio Cabezas
Miguel Ansorena
Miguel Ansorena
Miguel Ansorena
Miguel Ansorena
Miguel Ansorena
Victoriano Monasterio
Miguel Ansorena
Miguel Ansorena
Miguel Ansorena
Secundino Araya
Margarita Sepúlveda
Juan de la C. Marmoy
Jerman Wachsman
José Molina
Salvador Sala
Juan E. Godoy
Rufino Lobo
Mercedes Navarro
Tienda y beb. alc.
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Bodega
Despacho y licores
Despacho y ajencia
Tienda surtida
Bodega
Fabrica de destilación
Bodega
Bodega
Tienda y beb. alc.
Fab. de dest.
Bodega
Bodega
Menestra
Menestra
Menestra
Menestra
Restaurant y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Despacho y licores
Panadería
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
3
1
2
1
1
2
3
1
1
2
3
3
3
3
3
3
3
3
3
37.50
12.50
12.50
12.60
12.50
12.50
12.50
12.50
7.50
12.50
12.50
10.00
7.50
12.50
10.00
5.00
37.50
12.15
10.00
5.00
2.00
1.50
3.00
4.00
12.50
12.00
12.50
12.50
2.50
112
Resumen
Primera
Subdelegación
Segunda
Subdelegación
Tercera
Subdelegación
Total
2993.00
1130.50
334.50
4458.00
113
Anexo Fotográfico N° 1
Mujeres Mapuche en la emergente Ciudad de Nueva Imperial para principios del siglo XX
Fuente: [En línea: http://www.reocities.com/mapuche_pictures/Ma019.jpg] Consulta: 18 de
Mayo de 2011
Autor: Desconocido
114
Anexo N° 2
Longko Felipe Colichicheo en Santiago
Fuente: Originalmente en Revista Zigzag N° 52 del 1 de Febrero de 1906. Copia Extraída
del Periódico Mapuche Azkintuwe N° 44, Septiembre-Octubre de 2010, Edición Especial:
“130 Años de Colonialismo”
115
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Periódicos
1. El Chicote, Órgano de la Clase Obrera
2. Boletín Municipal
3. Democracia, Periódico demócrata semanal
4. La Democracia, Órgano de la Alianza Liberal
Fondos
1. Intendencia de Cautín
2. Gobernación de Imperial