evald vasilievich iliénkov y liev k. naúmienko - espinoza, tres siglos de inmortalidad

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  • 8/12/2019 Evald Vasilievich Ilinkov y Liev k. Namienko - Espinoza, Tres Siglos de Inmortalidad

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    res siglos de inmortalidadEvald Vasilievich Ilinkov y Liev K. Namienko

    Publicado en ruso en la revista Comunista (1977, n.5, pp. 63-73) y publicado en italianoen Jornal Crtica da Filosofa Italiana (Julio-Diciembre 1977, ao LVI (LVIII), fasc. III-IV, pp. 410-426).

    Disponible en ruso en el [http://caute.ru/ilyenkov/]. Derechos dereproduccin: Creative Commons.

    Traduccin: Rubn Zadoya Loureda.

    Hace trescientos aos, complet su camino en la tierra uno de los mejores hijos

    del gnero humano, un hombre ante cuya memoria se sienten hoy obligados a inclinarla cabeza con respeto incluso los adversarios ms radicales de sus ideas, los enemigosimplacables de la noble causa a la que entreg su vida corta y luminosa, telogos eidealistas de todas las tendencias y matices. Siglos de esfuerzos intiles los convencieronde que no es posible confrontar a Espinoza con insultos, difamaciones, prohibiciones ycensuras. Ahora intentan vencerlo con el arma de la interpretacin, a travs de latergiversacin ms inexcusable del verdadero sentido de la doctrina del gran pensadorhumanista. Es bastante ridculo, pero es as. El mismo partido del oscurantismo religiosoque alguna vez publicara el texto de la gran excomuninque prohiba para siempre asus correligionarios, no slo leer cualquier cosa compuesta o escrita o por l, sino

    incluso acercarse a l a menos de cuatro codos, hoy, por boca de Ben Gurion, pidepermiso a la humanidad para corregir la injusticia y cuenta entre sus santos al granhereje y adversario de Dios

    Bertrand Russell, reconocido lder del positivismo contemporneo, lo consider,entre los grandes filsofos, uno de los ms nobles y atractivos, aun cuando pensaba quela ciencia y la filosofa de nuestro tiempo no pueden aceptar la concepcin de lasustancia en que se apoyaba Espinoza. (B. Russell, A History of Western philosophy,New York, 1966, pp. 568-578).1

    Por supuesto, tales interpretaciones, al igual que las viejas calumnias, apenaspueden mancillar la figura de Espinoza. Cuanto mayor es la distancia en el tiempo que

    nos separa de su vida, ms claro y definido se perfila su autntico rostro, el rostro de unode los fundadores de la ciencia moderna, de una visin esencialmente materialista delmundo circundante y del mundo interior del hombre.

    Es posible afirmar sin exagerar que, gracias a la doctrina de Espinoza, lahumanidad conquist, de una vez y para siempre, el sistema claro e inequvoco deaxiomas de la cultura intelectual y moral progresista y democrtica. En su personalidady en su obra, el intelecto y la moral se fundieron de manera verdaderamente prodigiosa,de forma tal que resulta del todo imposible separar el uno de la otra. Esta peculiaridad

    1

    1 RUSSELL, Bertrand. [Historia de la Filosofa Occidental]. Mosc,1959, pp. 588-597. [En castellano en: Historia de la filosofa occidental. Editorial Espasa Calpe; 2010]

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    da origen a algo que solo puede ser definida como una humanidad profunda, como lademocracia profunda del pensamiento.

    Es difcil concebir injusticia mayor que la leyenda acerca de la complejidad,la ininteligibilidad y la inaccesibilidad de las tesis que constituyen la esencia de la

    doctrina de Espinoza. Estas son tan claras y sencillas en todos los puntos decisivos quepueden parecer derivadas de una ingenuidad infantil, en lugar de concebirse como elresultado del trabajo arduo de una mente madura y osada, presa de una extremanecesidad y de las contradicciones ms agudas de la poca, las contradicciones deldesarrollo de la cultura burguesa que lo acompaaran desde el inicio hasta su fininevitable: las existentes entre la ciencia y la religin, entre la palabra y la accin, entreel hombre y la naturaleza, entre los individuos y la sociedad, y otras por el estilo.

    Por la lgica rigurosa de su construccin, el edificio de la tica recuerda laarmona luminosa del Partenn, un hermoso templo erigido en honor del Hombre y dela humanidad, un hombre del todo real, terrenal, al que nada humano le es ajeno,

    incluidas sus flaquezas, o sea, sus limitaciones naturales Se trata de las mismasflaquezas y limitaciones que toda religin deifica, que se presentan y se conciben comovirtudes incondicionales, como perfecciones divinas de su naturaleza, como resultadode lo cual sus perfecciones reales comienzan a parecer defectos pecaminosos. Espinozano intenta en modo alguno deificar al hombre. Simplemente procura entenderlo taly como es. En esto radica todo el secreto del espinozismo.

    La gran ventaja del atesmo de Espinoza que constituye la fuerza y la sabidurade su estrategia y su tcticarespecto a cualquier otra forma de no creencia en Dios,deriva probablemente de esa faceta de su personalidad y su doctrina que definimos msarriba como democracia profunda, de su respeto sincero por el ser humano de su poca,

    real, vivo, no imaginario. Espinoza no intentaba impresionar a sus contemporneos conexpresiones irreverentes del tipo no hay dios!, porque su lucha no estaba orientadacontra las palabras que designan prejuicios y supersticiones, sino contra los propiosprejuicios y supersticiones en su esencia. Echaba por tierra los prejuicios, al tiempo quese mostraba indulgente con los trminos con los que estos se expresaban. Precisamentepor ello, se diriga a sus contemporneos en el nico lenguaje que estos entendan: diosexiste, pero vosotros, los hombres, lo imaginis completamente diferente a lo que realmentees. Lo imaginis muy semejante a vosotros, y le atribus todo vuestro egosmo, todavuestra estrechez personal y nacional, todas las caractersticas de vuestra naturaleza,incluidas las peculiaridades de la carne, hasta llegar al absurdo ms ridculo y evidente.

    Espinoza sita as la conciencia religiosa frente a una alternativa muy incmoda:o dios es antropomrfico, y entonces est privado de todos los atributos divinos, o poseetodos esos atributos, y en tal caso, su representacin debe ser depurada de toda huella deantropomorfismo, de cualquier indicio de semejanza con el cuerpo pensante del hombre.

    Se trata de una autntica descomposicin dialctica del concepto fundamentalde la teologa y de la religin, que destruye por completo la piedra angular de la tica yla cosmologa idealista-religiosa. A dios se le retiran, uno tras otro, todos los rasgos yatributos que le haba atribuido la religin y estos le son devueltos de inmediato a suverdadero dueo, el ser humano; al final, dios se ve privado de toda determinacin yresulta enteramente fundido con el conjunto infinito de todas las determinaciones que

    se niegan mutuamente. En otras palabras, de dios no queda, en resumen, ms que el

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    psiquis y el cerebro, entre el pensamiento y los estados corporales del ser humano, delorganismo del hombre.

    Como todo lo genial, la solucin de Espinoza es sencilla.De un solo golpe, corta el nudo gordiano del clebre problema psicofsico

    ideado por Descartes: entre el alma yel cuerpo del hombre no existe ni puede existirrelacin alguna (menos an causal, de causa y efecto) por la sencilla razn de que nose trata de dos cosas diferentes que pudieran establecer relaciones recprocas diversasentre s, sino de la misma cosa en dos proyecciones diferentes, obtenidas comoresultado de su refraccin (su desdoblamiento) a travs del prisma de nuestra mente.

    Por ello, en el enfoque cartesiano, el problema psicofsico constituye unproblema ilusorio, existente solo en la imaginacin, que Espinoza retira del orden delda al considerarlo una formulacin falsa de un problema real completamente diferente.Este problema se resuelve mediante la investigacin crtica de las peculiaridades realesde nuestra propia mente (o, con ms precisin, de la facultad de imaginacin), inclinada

    a ver dos cosas diferentes donde de hecho slo existen dos palabras que designan lamisma cosa efectivamente indivisible: el cuerpo pensante.

    As, pues, preguntarse cmo se unen en el hombre el alma y el cuerpo(los estados del cuerpo y el pensamiento), es tan absurdo como preguntarse cmo seune al cuerpo su propia extensin. Esta pregunta ya contiene en s el supuesto absurdode que puede existir un cuerpo sin extensin, y una extensin sin cuerpo y fuera delcuerpo

    El concepto de cuerpo pensantees la autntica piedra angular de toda la filosofade Espinoza, la mdula de su oposicin al dualismo cartesiano, aunque desde un puntode vista formal (segn el orden de la exposicin de esta filosofa en la tica) podra

    parecer que esta piedra angular la constituyen las definiciones axiomticamenteformuladas de sustancia, atributo, libertad, necesidad, causa final e infinitud.

    Karl Marx llam la atencin en varias ocasiones sobre esta importantsimacircunstancia: As, son dos cosas absolutamente diferentes lo que Espinoza considerabala piedra angular de su sistema, y lo que, en realidad, constituye esta piedra angular3.

    No es difcil reparar en que las definiciones, con las que comienza la tica,solo constituyen en realidad aclaraciones sucintas del significado de determinadaspalabras (trminos) universalmente aceptadas en aquella poca. Otra cosacompletamente diferente es responder a la pregunta de si es posible considerar elpensamiento como la sustancia del alma humana (es decir, de la psiquis real de los

    hombres), o si ha de entenderse solo como un atributo de la sustancia, como algo quesolo nuestra mente concibe como esencia de la sustancia, es decir, como la propiasustancia en su definicin principal. Es fcil comprender (y as lo hicieron al acto loscontemporneos de Espinoza) que la mente que concibe al pensamiento comosustancia delalma, es la mente completamente real de Descartes, que, en este caso,haba rendido todas sus posiciones ante los telogos. Espinoza es en extremo categricoal afirmar que esta representacin constituye una ilusin de nuestra mente, que en modoalguno comparta, aunque comprendiera su origen.

    3MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. [Obras Escogidas], v.34, p. 287.

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    El verdadero punto de partida y el concepto fundamental del sistema deEspinoza, desde cuya perspectiva reinterpreta radicalmente todos los conceptos lgicosabstractos de su poca, es una determinada concepcin de la naturaleza del hombreconsecuentemente materialista, que an hoy no todos aceptan.

    El hombre y solo el hombre es el objeto real del que aqu se trata y queEspinoza, de punta a cabo, sita en el centro de su investigacin terica. El hombre, ysolo el hombre, es el sujeto real, y todas las caractersticas postuladas al principio sinhacer referencia a l las caractersticas de la sustancia, del atributo, del modo,etc.son en realidad definiciones abstractas suyas.

    El pensamiento es una propiedad, una facultad de la materia o, como diceEspinoza, un atributo de la sustancia. En esta tesis encuentra su expresin acabada laesencia del materialismo inteligente de los siglos siguientes, incluido el nuestro. Todala poderosa energa heurstica del materialismo se encuentra aqu como en un resorteenrollado, como en un concentrado de frmulas algebraicas.

    Precisamente a causa de su exactitud, las formulaciones de Espinoza tuvieronconsecuencias verdaderamente catastrficas para la concepcin idealista-religiosa delmundo; estremecieron el fundamento la piedra angular de las construccionesespeculativas ms ingeniosas, que estas compartan con las supersticiones ms groseras yprimitivas. Estas formulaciones an conservan toda su fuerza destructiva en relacin coneste tipo de construcciones, a lo cual es preciso aadir que excluyen, al mismo tiempo,toda posibilidad de interpretar el pensamiento, no solo como cierto principioincorpreo que irrumpe activamente desde fuera en la sustancia corprea paraformarla a su manera, sino tambin de explicarlo segn la lgica del materialismoprimitivo, mecanicista, inclinado a ver en el pensamiento un sinnimo literario intil

    (un nombre superfluo) de los procesos materiales peculiares que transcurren en elcuerpo del cerebro humano, en el estrecho espacio del crneo del hombre. Estaconcepcin puramente fisiolgica del pensamiento es tan inaceptable y absurda paraEspinoza como las fantasas acerca del alma incorprea.

    Espinoza comprende perfectamente que es imposible entender la naturalezadel pensamiento cuando nos limitamos a examinar los sucesos que ocurren dentro delcuerpo singular y del cerebro del individuo, porque en ellos slo se expresa de unamanera particular algo totalmente diferente, a saber, el poder de las causas externas,la necesidad universal en cuyos marcos existen y actan (se mueven) todos los cuerpos,incluido el cuerpo del ser humano.

    Por lo tanto, el pensamiento (la facultad que distingue el cuerpo pensantedel cuerpo no pensante) slo puede ser comprendido si examinamos el cuerpo real encuyo interior el pensamiento se realiza por necesidad y no por azar. Ese cuerpo no esla glndula pineal, no es el cerebro y ni siquiera el cuerpo humano en su totalidad,sino solamente el conjunto infinito de cuerpos, del cual forma parte tambin el cuerpodel hombre.

    Al definir el pensamiento como un atributo de la sustancia, Espinoza se sitapor encima de todo representante del materialismo mecanicista. Asimismo, se anticipaa su poca por lo menos en dos siglos cuando enuncia, en esencia, una tesis que Engelsformulara de la siguiente forma: Pero lo gracioso del caso es que el mecanicismo

    (incluyendo al materialismo del siglo XVIII) no se desprende de la necesidad abstracta

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    ni tampoco, por tanto, de la casualidad. El que la materia desarrolle de su seno el cerebropensante del hombre constituye, para l, un puro azar, a pesar de que, all donde estoocurre, se halla, paso a paso, condicionado por la necesidad. En realidad, es la naturalezade la materia la que lleva consigo el progreso hacia el desarrollo de seres pensantes, razn

    por la cual sucede necesariamente siempre que se dan las condiciones necesarias paraello (las cuales no son, necesariamente, siempre y dondequiera las mismas).4

    De lo anterior se deriva necesariamente la conclusin de que la materiapermanece eternamente la misma a travs de todas sus mutaciones; de que ninguno desus atributos puede llegar a perderse del todo y de que, por tanto, por la misma frreanecesidad con que un da desaparecer de la faz de la tierra su floracin ms alta, elespritu pensante, volver a brotar en otro lugar y en otro tiempo. 5

    Es necesario demostrar que nos hallamos ante una reproduccin de la tesis quesustenta Espinoza? El propio Engels destac de forma inequvoca la coincidencia totalde sus ideas con las de Espinoza en este punto, y no es casual que Plejanov haya trado

    a colacin esta circunstancia en el contexto de sus discusiones con los machistas: As,pues preguntconsidera usted que el viejo Espinoza estaba en lo cierto al decir queel pensamiento y la extensin no son otra cosa que dos atributos de una misma sustancia?Desde luego respondi Engels, el viejo Espinoza tena toda la razn.6

    Lo importante en este caso no es tanto la coincidencia de ideas, cuanto el hechode que Engels ve precisamente aqu la frontera que separa radicalmente el materialismointeligente del materialismo mecanicista que, incapaz de orientarse en la dialctica delas interrelaciones entre la idea y la materia, se ve arrastrado por fuerza hacia el callejnsin salida del clebre problema psicofsico.

    El discurso sobre la naturaleza del pensamiento,sobre el pensamiento como

    tal, se construye de manera inaceptable a imagen y semejanza de la inteligencia y lavoluntad del individuo singular, es decir, de acuerdo con la lgica del antropomorfismoque, al razonar sobre esta cuestin, siguen tanto los telogos como los cartesianos. Ahorabien, ocurre justamente lo contrario: el intelecto y la voluntad del hombre singular hande ser entendidos como una expresin particular y especfica (y no necesariamenteadecuada) de la capacidad universal, infinita en su gnero, necesariamenteinherente, no a un cuerpo nico, sino a todo el conjunto infinito de tales cuerpos unidosen una totalidad, que constituyen, segn la expresin de Espinoza, como si fuera unsolo cuerpo.

    Esta facultad universal pertenece al cuerpo singular solo porque este es capaz

    de existir y de actuar de acuerdo con una necesidad que lo conecta con todos los otroscuerpos, y no de acuerdo con la naturaleza, la forma y la disposicin peculiar de laspartculas de las que est compuesto

    En otras palabras, por su naturaleza, el pensamiento consiste precisamente enla facultad de ejecutar acciones corporales reales de acuerdo con la lgica de cualquier

    4ENGELS, Friedrich. Dialctica de la Natureza. In: MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. [Obras Escogidas], v.20, pp. 523-524.5ENGELS, Friedrich. Dialctica da Naturaleza. In: MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. [Obras Escogidas], v.20, p. 363.6

    PLEKHANOV, Georgi Valentinovitch. [Obras Escogidas], v. XI. Mosc-Leningrado, 1928,p. 26.

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    otro cuerpo, y no de acuerdo con la lgica de la estructura especfica del cuerpo querealiza estas acciones. En ello radica la esencia del espinozismo, la esencia del vuelcoradical que oper Espinoza en la historia del pensamiento filosfico, un vuelco decisivohacia el materialismo.

    Un cuerpo es un cuerpo pensanteen la medida en que es capaz de construiractivamente sus propias acciones y realizarlas de acuerdo con los esquemas (con la formay la disposicin) de todo el conjunto de cuerpos del mundo circundante, con losesquemas de la necesidad universal.

    Por supuesto, el hombre real, terrenal, est muy lejos de poder hacer esto; sinembargo, por cuanto piensa, acta exactamente as y no de otra forma. Los grados de sulibertad aumentan justamente en la misma medida en que acta como un cuerpopensante. Es posible afirmar que el problema de la libertad en la obra de Espinoza seidentifica desde el principio con el problema de la facultad del cuerpo pensante (dela cosa pensante) de existir y de actuar de acuerdo con el orden necesario de las cosas

    en el mundo circundante.Tambin en este punto, la doctrina de Espinoza constituye una anttesis radical

    del cartesianismo, a saber, su anttesis materialista. A los ojos de Descartes, la libertadse presenta por doquier como un simple sinnimo del libre albedro, o sea, de lacapacidad del alma de actuar con absoluta independencia de todo el conjunto de lascircunstancias materiales. En trminos generales, se trata de la misma concepcin delproblema de la libertad que ms tarde predicaron tanto Kant como Fichte, as comosus seguidores, incluidos los existencialistas contemporneos.

    En cambio, segn Espinoza, esta concepcin de la libertad es una ilusinms de nuestra (limitada) mente, a la que no corresponde nada en la realidad

    independiente de ella. Esta ilusin surge de manera muy simple, como consecuencia dela ignorancia de las mismas causas reales que estimulan al cuerpo pensante a actuarde una manera y no de otra.

    El supuesto libre albedro es, pues, slo una mscara detrs de la cual seesconde en realidad la ausencia total de libertad, o la necesidad en forma de compulsinexterna, tanto ms irresistible cuanto que el cuerpo pensante no slo no ve, sino quedefinitivamente no quiere ver las causas externas que lo esclavizan.

    Segn Espinoza, en cambio, la libertad consiste en la facultad deautodeterminacin para la accin inherente al cuerpo pensante, que toma en cuentaactivamente todo el conjunto de circunstancias y condiciones corporales de tal accin,

    en vez de obedecer ciegamente a la espontaneidad de los acontecimientos fortuitosinmediatos. El cuerpo pensante, que abarca con la mirada no slo las causas externasque actan directamente sobre l en un momento dado, sino tambin las ms distantes,se revela capaz de actuar a contrapelo de la presin ejercida por una u otra situacinfortuita y efmera, de acuerdo con la necesidad general integral del mundo exterior, deacuerdo con la razn.

    No es difcil entender cunto ms amplia, ms profunda y lo ms importante,ms realista que la cartesiana, resulta esta forma de plantear el problema de la libertad.

    Al rechazar de manera categrica la interpretacin de la libertad como libre albedro,Espinoza formula su concepcin de la libertad como la actuacin real (corprea) del

    hombre que determina activamente (es decir, conscientemente) los objetivos y los

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    medios de sus acciones, de acuerdo con el nexo general global, no slo inmediatoobjetivo de las cosas.

    De forma unnime, los adversarios cartesianos de esta concepcin (quieneshasta el da de hoy abordan el problema de la libertad exclusivamente como libre

    albedro, o sea, como un fenmeno que tiene lugar en el interiorde un cuerpo pensantesingular, como la independencia absoluta de la psiquis del individuo respecto almundo exterior) le reprocharon y an le siguen reprochandoa Espinoza su supuestapropensin hacia el fatalismo. Nada ms alejado de la realidad.

    No deja de tener inters sealar que en nuestros das los filsofos burguesesdirigen este mismo reproche de fatalismo, de negacin de la libertad de lapersonalidad, no slo contra Espinoza, sino tambin contra el marxismo, y se sirvenpara ello de los mismos argumentos y de sus fundamentos tericos. As, en el DiccionarioFilosficode Heinrich Schmidt [el Philosophisches Wrterbuch de Heinrich Schmidt,publicado por vez primera en Alemania Occidental en 1912], leemos esta definicin de

    libertad:La libertad (Freiheit) es la posibilidad de comportarse a su gusto. La libertad

    es libre albedro. Por su esencia, la voluntad es siempre una voluntad libre [] Elmarxismo considera la libertad como una ficcin: en realidad, el hombre siempre piensay acta en dependencia de los estmulos y del entorno (Vase: Situacin), en el cualjuegan un papel fundamental las relaciones econmicas y la lucha de clases. Y assucesivamente, con el mismo espritu.

    Por supuesto, tanto Espinoza como el marxismo rechazan esta libertad ellibre albedro y colocan en su lugar la libertad real, alcanzable slo mediante laaccin coincidente con las tendencias generales del cambio de las situaciones

    histricas universales, y no con presiones ejercidas sobre el cuerpo y la psiquis delindividuo por circunstancias inmediatas, empricamente constatables

    Fue precisamente Espinoza quien formul por primera vez la definicin delibertad como actuacin de conformidad con la necesidad universal del mundo, porquesolamente esta actuacin hace al hombre dueo y no siervo ciego de las circunstanciasy asegura a fin de cuentas la superacin exitosa de los obstculos que se alzan en elcamino hacia un objetivo racional planteado; mientras que la concepcin cartesiana dela libertad como libre albedro del individuo aislado, como posibilidad de hacer lo quese quiera,acarrea que ese libre albedro choque con la resistencia, para l invencible,del podero de las causas externas y, como resultado, resulte absolutamente impotente

    y de ningn modo libre.Ante la sabidura de la solucin de Espinoza, inclin la cabeza el propio Hegel,

    quien intentaba salvar la concepcin cartesiana de la libertad con una interpretacinantimaterialista de la necesidad universal, entendida como necesidad del esprituabsoluto, puramente lgica. Sin embargo, el esquema general de su solucin delproblema lo sita del lado de Espinoza, contra Kant y Fichte.

    Tanto el planteamiento como la solucin del problema psicofsico que ofreceEspinoza, trascienden con creces los marcos de su contenido especfico. Su grandeza ysu valor imperecedero en la historia de la filosofa, de la ciencia y de la cultura, consistenen haber formulado de forma en extremo aguda y sin compromisos, las condiciones del

    planteamiento y la solucin correcta no slo de este, sino tambin de cualquier

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    estructura y el sistema de los estructuralistas, la tcnica, la tecnologa, las reglasjurdicas y los valores morales de los socilogos burgueses, los signos y lossignificados de los positivistas lgicos, etc. Para cada grupo particular de fenmenos seformula un principio particular de explicacin. Lo que hace la filosofa de la ciencia

    positivista es transformar semejantes abstracciones creaciones artificiales de la mente,en sus propios objetos, como consecuencia de lo cual surge el problema irresolublepara ella de conectar los temas de la ciencia con sus objetos, las palabras con lascosas, los signos con los significados, los conceptos cientficos con la experiencia,con la prctica, con las realidades banalesde la vida cotidiana, segn la expresin delconocido positivista Philipp Frank.

    Para Espinoza, la unidad interna de los fenmenos de la naturaleza y de la vidahumana es un punto de partida y un hecho no menos real que la diversidad que surgedentro de ella. Para los positivistas, una y otra slo existen en el interior del cuerpo delhombre: la diversidad, en la sensoriedad, y la unidad, slo en la palabra, en el lenguaje.

    No es difcil comprender que se trata de posiciones antagnicas. La de Espinoza es la deun materialismo inteligente, que extiende sus principios a la comprensin de lanaturaleza y de la vida del hombre, incluida su actividad cognoscitiva. La posicin delos positivistas es la de reducir todo a las abstracciones de la fisiologa y de la lingstica:se trata el idealismo psicofisiolgico que contrapone por adelantado los eventos queocurren en el interior del cuerpo del hombre con su cerebro, a los acontecimientos delmundo circundante.

    No es difcil comprender que la visin monista consecuente de Espinoza sobreestas dos series de eventos conserva en nuestros das un valor heurstico inestimable an no del todo justipreciadopara la solucin de problemas tan sutiles como el de las

    interrelaciones existentes entre la psicologa y la fisiologa del sistema nervioso superior,entre el signo y su significado, entre los procesos psquicos y el comportamientoexterno, y otros muchos de este gnero. El eminente psiclogo sovitico Liev Vigotskiescribi de forma convincente en varias ocasiones acerca de la actualidad de losprincipios defendidos por Espinoza en relacin con este tema.

    Es casual el hecho de que el gran Einstein deseara tener precisamente al viejoEspinoza como rbitro filosfico en su discusin con Miels Bohr? Pues, en este caso, eldebate se apoyaba en una u otra interpretacin del problema del "observador" de losfenmenos fsicos. Quien observa los acontecimientos del mundo fsico?, el hombreentendido como representante del mundo y como suyo ciudadano con plenos derechos,

    como una partcula sujeta a todas las leyes de la fsica sin excepcin, o un "intelecto"incorpreo matematizante, que contempla la naturaleza desde fuerasin tener nada encomn con ella?

    Una de dos: o el monismo materialista consecuente de Espinoza, o el dualismo,el pluralismo y el relativismo que separa la unidad viva existente entre la naturaleza y elhombre y, por ello, conduce inevitablemente no slo a la contraposicin de la lgicade la ciencia (el orden de las ideas) con la lgica de las cosas, sino tambin aldesmembramiento del propio sujeto del conocimiento, la razn humana, en un grannmero de compartimentos mal ligados entre s, sujetos a lgicas diversas (por ejemplo,la lgica del conocimiento emprico y la lgica de la ciencia ; la lgica de la

    matemtica y la lgica de las ciencias inductivas, etc.). Esto resulta comprensible,

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    pues el investigador u observador que se ocupa de abstracciones muertas, noconstituye l mismo ms que una abstraccin, distante del sujeto real del conocimiento,del hombre real que desarrolla su actividad objetiva en el mundo real.

    La idea central del espinozismo es la conviccin de que es necesaria una escala

    nica, comn a la naturaleza de las cosas y a la razn en general, una lgica comn quedetermine, como deca Espinoza, el orden y la conexin de las ideas de acuerdo conel orden y la conexin de las cosas. En caso contrario, la razn que sigue su lgicaespecfica no es capaz de producir ms que desorden; pues las abstracciones no sonobjetos del pensamiento y el conocimiento, sino medios suyos, una especie de "sealesviales" que ayudan al ser humano a orientarse en el intrincado laberinto de la naturaleza.La tarea de una inteligencia genuina consiste en colocar correctamente estos indicadoresen los cruces y en las intersecciones de los caminos. Quien explora estos caminos y losconvierte en avenidas amplias no es "la ciencia por s misma", sino una cienciaindisolublemente vinculada con la praxis.

    Slo la dialctica materialista es capaz en nuestros das de jugar este papel delgica del desarrollo de la ciencia y de la cultura. Por supuesto, Espinoza no cre nipoda crear una lgica as en su poca. Sin embargo, en esencia, plante el problema decrear precisamente esta lgica, y la cultura de pensamiento dialctica actual esinconcebible sin su aporte.

    Quien contempla y conoce en la figura del hombre, es la Naturaleza por smisma? O quien lo hace es cierto intelecto incorpreo que flota fuera del espacio,conectado no se sabe cmo con la carne pecadora del hombre-cientfico?

    La respuesta de Espinoza es inequvoca y conserva su actualidad en nuestrosdas. Quien conoce la naturaleza no es la mente, el espritu o la razn, sino

    nicamente el Hombre totalmente real, con su organizacin corprea espacialmentedeterminada, que posee una mente, un espritu, una razn. En otras palabras, en la figuradel Hombre quien realmente conoce (es decir, se conoce a s misma) es la naturaleza ensu infinitud, y en modo alguno el sujeto incorpreo del idealismocon sus experienciasinternas, trtese del alma cartesiana, del espritu absoluto de Schelling y de Hegel,la voluntad de Schopenhauer, o la informacin pura de los partidarios tardos de

    Aristteles que an hablan del conocimiento como percepcin de la forma pura sinmateria. Hace ya trescientos aos, Espinoza ech a un lado estas y otras concepcionessimilares acerca de la relacin cognoscitiva del hombre con la naturaleza. Por ello,contina siendo uno de los luchadores ms poderosos en la guerra sin cuartel del

    materialismo contra el idealismo en todas sus vertientes heterogneas, incluidas las quevisten el traje de la ciencia moderna y recurren al lenguaje de la ciencia.

    En su tiempo, Espinoza se sirvi del lenguaje de la teologa para defender losintereses de la ciencia. Sus adversarios se sirven del lenguaje de la ciencia para defenderlos intereses de la supersticin. En ello radica la diferencia principal.

    A partir de lo anterior, ha de quedar claro que no hay nada ms falso e injustoque acusar a Espinoza de haber perdido actualidad. La actitud ante Espinoza es laactitud ante su principio, el principio del materialismo consecuente, monista, militante.Si la sociedad burguesa contempornea no asume la esencia de su filosofa, laexplicacin debe buscarse en ella misma, en sus principios.

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    El secreto de la actitud de la filosofa burguesa contempornea haciaEspinoza puede desvelara travs de las siguientes palabras de Marx que, aunque referidasa otra poca, conservan su fuerza tanto para los tiempos de Espinoza como para elcapitalismo de nuestros das: Como la mariposa nocturna que, luego de ocultarse el sol

    comn para todos, busca la luz de las lmparas que cada ser humano enciende para s7.Espinoza era hijo de su tiempo, pero no su apologista; fue un idelogo de la

    burguesa ascendente, pero nunca un albacea de los pequeos comerciantes o losgrandes empresarios. Fue la conciencia de la poca y, por ello, no slo expres suscontradicciones y conflictos, sus errores evidentes y sus ilusiones honestas, sinotambin sus desilusiones en relacin consigo misma y sus esperanzas de que fueseposible organizar la vida de forma tal que la luz de las lmparas no se apague antesque la luz del sol comn, el hombre sea digno de ser llamado hombre racionalypueda presentarse en la integridad su ser frente a la totalidad de la naturaleza.

    En febrero pasado se cumplieron trescientos aos de la muerte de Espinoza; y

    en diciembre se cumplirn trescientos aos de la edicin pstuma de sus obras la Operaposthuma. Es todo un smbolo: el ao de su muerte es el ao de su nacimiento comopensador para la humanidad, para la inmortalidad.

    7MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. [Obras juveniles]. Mosc, 1956, p. 197.