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JOAQUÍN YEBRA SERRANO

EstudiosBÍBLICOSI

ESTUDIOS BÍBLICOS I

Pr. Joaquín Yebra.

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CONTENIDO:

1) La Resurrección de Jesucristo, nuestra fe y testimonio.

2) Cuerpo, Alma y Espíritu.

3) ¿Qué le sucede al hombre después de la muerte?

4) Las objeciones típicas al Condicionalismo?

5) Señales de los tiempos cercanos a la Segunda Venida de nuestro Señor

Jesucristo.

6) La Segunda Venida de Cristo.

7) El Milenio que seguirá a la Segunda Venida de Cristo.

8) El Juicio Final.

9) Nuevos Cielos y Nueva Tierra.

10) Cuando el “dedo de Dios” escribe.

11) La Santa Ley de Dios refleja a su Autor.

12) Las Dos Leyes.

13) ¿Bajo la Ley o bajo la Gracia?

14) La Consagración.

15) Despojándonos de todo peso.


Unos consejos previos:

Los instructores deben preparar estas lecciones meticulosamente con oración por sí

mismos y por los miembros de su clase.

Las clases deben comenzar puntualmente, sean pocos o muchos los asistentes, sin

ocupar el tiempo de la lección para ninguna otra cosa.

Las clases deben ceñirse al tema de las mismas. El interés por parte de los alumnos por

algún tema distinto al de la lección, debe ser comunicado por los instructores a los

pastores para tratarlo en el momento oportuno.

A los alumnos debe permitírseles intervenir y hacer todas las preguntas y aportaciones

que consideren oportunas.

Los instructores pueden incluir todas las preguntas participativas que consideren

necesarias y apropiadas.

Aunque las lecciones están calendarizadas, esta programación es orientativa, pudiendo

extenderse al Domingo siguiente en el caso de no poderse completar en los días

asignados. Del mismo modo, a la inversa, si el tema de la lección se cubre en una sola

clase, podemos pasar a la lección siguiente.

Se espera de cada estudiante que traiga consigo su Biblia.

****************


“LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO, NUESTRA FE Y TESTIMONIO”


Es importante que a un mundo que ha visto una gran dosis de sufrimiento, dolor y muerte,

proclamemos el mensaje de esperanza que Dios nos ha dado en Jesucristo sobre la

resurrección.

Venceremos a la muerte porque, por causa de la resurrección de Jesucristo, Cristo ha

vencido al poder de la muerte sobre cada uno de nosotros: 1ª Corintios 15:45.

Mientras la muerte permanece como un recordatorio constante de nuestra fragilidad

humana, Cristo ha conquistado para nosotros la tumba.

La esperanza de la resurrección es una fuente profunda de consuelo para nosotros, tanto

individualmente como iglesia, al luchar contra el mal en este mundo.

¿Apreciamos la importancia de avanzar juntos como iglesia, como familia de creyentes?

¿En qué ocasiones nos hemos sentido realmente miembros de una misma familia de

Cristo Jesús?

Si “familia” viene del latín “fame”, “hambre”, por ser en la familia donde recibimos el

alimento, ¿de qué manera colaboramos nutriendo a los hermanos a fin de poder resistir

mejor los ataques del enemigo?

Invita a los miembros de tu clase a analizar cómo la fe en la resurrección les habla

personalmente.

Satanás es un enemigo derrotado, y lo que queda de las consecuencias de su engaño –la

muerte- ha sido conquistada por la resurrección de Cristo.

Cristo Jesús tuvo éxito donde Adam fracasó: Romanos 5:12-21.

¿De qué manera venció Jesús los ataques del enemigo de Dios y de los hombres?

Adam, junto con Eva, abrieron la puerta del pecado al mundo.

Con el pecado vino la desobediencia, la muerte, el juicio y la condenación.

Cristo, por otro lado, trajo el don gratuito de la Gracia, y con Él trajo la justificación, la

rectitud de vida, la obediencia y la vida eterna a todos cuantos le reciben por fe como

único Señor y Salvador personal: Romanos 5:1-2.

La comparación entre los efectos del pecado de Adam y los efectos de la justicia de Cristo

no pueden ser más claros.


Preguntar a los alumnos sobre ambos efectos. Romanos 5:18.

Cuando tenemos fe en Jesús, Dios cuenta la justicia de Cristo como nuestra.

Eso es lo que significa la justificación por la fe.

En esta sociedad postmoderna muchas personas se burlan de quienes creemos en la

existencia de Satanás, incluso hay cristianos e instituciones cristianas que se burlan de

esta enseñanza.

¿De qué modo la enseñanza del Apóstol Pablo insiste en la realidad de Satanás y cómo

Cristo lo venció? Romanos 5:12-14; Romanos 15:12-19.

Sin la resurrección de Jesucristo, la predicación del Evangelio es inútil.

Sin ella, no ha razón de ser para la iglesia, ni tampoco para la fe cristiana: 1ª Corintios

15:14.

No debe sorprendernos que Satanás -¡Dios le reprenda!- trate por todos los medios de

convencer a los humanos de que no hay resurrección.

En los días de Cristo Jesús en la carne, la secta de los saduceos no creían en la

resurrección, a pesar de que la enseñanza de la resurrección está presente en el Antiguo

Testamento: 1º Samuel 2:6; Daniel 12:2, 13; 1ª Corintios 15:19.

Pablo estaba seguro de que Jesús había resucitado: 1ª Corintios 15:20.

Después de todas las tragedias traídas a nuestro mundo tras la desobediencia de la

humanidad, la muerte es la consecuencia definitiva del pecado y es el último enemigo que

será derrotado: 1ª Corintios 15:26.

Satanás comprende que su causa está perdida si los humanos creen en la resurrección, y

con ella, en el Salvador resucitado.

¿Cómo se pelea la gran controversia sobre el terma de la resurrección?

La Iglesia como Cuerpo de Cristo en esta tierra afronta a su enemigo: 1ª Corintios

12:12-31.

Pablo presenta al cuerpo humano como una metáfora de la iglesia: Así como el cuerpo es

uno, con diferentes partes y órganos, así es la iglesia del Señor.


La metáfora de la iglesia como un cuerpo subraya en parte la unidad, pero también cómo

la diversidad puede servir al propósito mayor de la unidad.

Pablo basa su comprensión de la unidad a la Triunidad Divina: 1ª Corintios 12:4-6.

El problema para Pablo es cómo las diferencias entre etnias, y las diferencias entre

capacidades y dones espirituales pueden servir al propósito único de edificar el Reino de

Dios: 1ª Corintios 12:13; 1ª Corintios 12:28.

El maligno no puede estar contento si los cristianos estamos unidos en el sentido en el

que Pablo lo visualiza.

Satanás está dispuesto a sembrar semillas de discordia, tensión, división, odios y

prejuicios.

El resultado es que esos miembros del Cuerpo de Cristo, la iglesia, discutamos sobre

diferencias de forma y de funciones y de cómo las desempeñamos.

Aunque la unidad es esencial para llevar a cabo la función de la iglesia, diferentes

personas pueden entender la “unidad de la iglesia” de diversas formas.

¿Qué constituye la unidad?

¿Cómo podemos mostrar nuestra unidad? Efesios 6:10-17.

Aquí podemos ver con claridad la guerra espiritual que comenzó en los Cielos, y bajó a la

tierra, y permanece entre nosotros.

Aquí al “diablo” (griego “diábolos”, “adversario”), comparar con Apocalipsis 12:9, se le

llama “enemigo”, por emplear artimañas engañosas (griego “methodeía”), que recuerda la

astucia de la “serpiente” en Génesis 3:1.

La naturaleza de la lucha con el diablo se describe como una “contienda” o “pelea”, griego

“pale”): Efesios 6:11-12.

El pueblo de Dios, por sí solo, no puede ni comenzar a ser un contrincante para estas

fuerzas del mal.

Ahí es donde entra toda la armadura de Dios: Efesios 6:14-17.

¿De qué modo la armadura espiritual prometida en Efesios 6:14-17 nos proporciona

protección de los poderes del mal y de las tinieblas espirituales?


¿De qué forma la victoria de Cristo sobre Satanás llega a ser nuestra?

¿Por qué es importante permanecer en una comunidad cristiana?

¿Qué hace que sea imperativa la unidad de la iglesia?

¿Cuáles son los elementos y actitudes que debilitan la unidad de la iglesia e impiden que

acometamos la labor encomendada?

¿De qué manera el simbolismo de la iglesia como un “cuerpo” debe influir en la forma en

que nos tratamos y nos relacionamos los unos con los otros?

¿Qué función debe tener la diversidad en la unidad?

¿De qué forma podemos fortalecer al iglesia como Cuerpo de Cristo?


“CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU”


Salmo 144:3.

¿Qué es el hombre (ser humano: varón y mujer)?

¿De qué está formado?

¿Hay una parte del ser humano que es inmortal?

Estas son preguntas que han intrigado a los hombres por siglos. Pero la Biblia puede

responder a estos interrogantes de forma precisa.

1ª Tesalonicenses 5:23.

Estamos constituidos por tres elementos esenciales:

El cuerpo (hebreo: “basar”; griego: “soma”).

El espíritu (hebreo “rúaj”; griego: “pneuma”)

Y el alma (hebreo “néfesh”; griego “psije”).

¿En qué consiste cada uno de estos elementos?

1ª Corintios 15:47.

Salmo 10:18.

La Biblia con frecuencia habla de cómo fue formado de la tierra. Por tanto, nuestro cuerpo

está constituido de materiales que encontramos en la tierra: carbono, oxígeno, hidrógeno,

calcio, hierro, fósforo, agua, etc.

Esta asombrosa combinación, dotada de capacidad de amar y razonar, es definitivamente

la corona de la creación.

Génesis 3:19.

Salmo 103:14.

Génesis 18:27.

“Polvo” y “ceniza” son otros de los términos empleados en las Sagradas Escrituras para

describir el cuerpo, recordándonos, desde el principio, que fuimos tomados de la tierra.

Números 16:22.


El segundo elemento de nuestro ser es el espíritu, también llamado en las Escrituras

“aliento”, “hálito”, “soplo”. El término griego es “pneuma”, raíz que significa “soplo”, como

en la voz castellana “neumático”, por ejemplo.

El espíritu es el aliento de vida dado por Dios. Cuando el cuerpo inerte recibe este aliento,

comienza la vida. Por el contrario, cuando el espíritu, es decir, el aliento, abandona el

cuerpo, ese aliento regresa a Dios, quien lo dio.

El espíritu es, pues, la fuente de la vida y energía de todos los seres vivos.

Génesis 7:15.

Eclesiastés 3:19.

El espíritu, es decir, el aliento de vida, es lo que da vida a todos los seres vivientes, y

proceden de la misma fuente de vida tanto para los hombres como para los animales.

Podemos comparar al espíritu con la corriente eléctrica que distribuye energía a toda una

ciudad.

Job 33:4.

Apocalipsis 11:11.

Ezequiel 37:5.

Cuando un cuerpo inerte recibe el aliento de Dios, es decir, el espíritu, se inicia la vida.

Génesis 2:7.


La unión del cuerpo y el espíritu constituyen un alma viviente, un ser vivo. Por lo tanto, el

alma no es una entidad separada del cuerpo. El alma es el ser viviente en sí mismo.

Un alma viviente es creada cuando el aliento de vida de Dios entra en su cuerpo.

Salmo 130:5.

Salmo 124:7

Como podemos ver, la palabra “alma” se utiliza para describir a un ser vivo.


Estos versículos demuestran que la voz “yo” puede ser reemplazada por “mi alma”, y la

voz “nosotros” puede ser reemplazada por “nuestra alma”.

De modo que el cuerpo más el soplo de Dios, el espíritu, reconvierten en un alma viviente.

Veamos ahora el proceso invertido:

Job 34:14-15.

Salmo 104:29-30.

De modo que cuando el alma viviente pierde el aliento de vida, queda solamente el

cuerpo, privado de vida, y vuelve al polvo del que fue tomado.

Ahora es el momento de preguntarnos dónde va el alientote Dios, el espíritu de vida.

Eclesiastés 12:7.

Eclesiastés 8:8.

Lucas 23:46.

En el momento de la muerte, es espíritu, el aliento de vida, simplemente vuelve a Dios,

quien lo ha dado para que exista la vida.

Lucas 8:55.

Salmo 146:4.

Como ilustración, comparemos el cuerpo a una bombilla apagada, el espíritu a la

electricidad, y el alma a una bombilla encendida por la electricidad.

Cuan do cortamos la electricidad, la bombilla encendida (el alma) deja de existir, porque la

electricidad (el espíritu) lo ha abandonado. Ahora sólo existe una bombilla apagada (el

cuerpo sin vida).

Recordemos estas dos ecuaciones:

Cuerpo inerte (hecho del polvo) + Espíritu de vida (proveniente de Dios) = Alma viviente

(ser vivo).

Alma viviente (ser vivo) – Espíritu de vida (regresa a Dios) = Cuerpo inerte (regreso al

polvo).

Isaías 51:12. Página � de �12 98

En el momento de la muerte, el alma viviente deja de ser. El cuerpo regresa al polvo, y el

espíritu, la energía de vida, regresa a Dios.

Pero, ¿es inmortal alguna parte del ser humano?

Desde que la filosofía griega invadió al cristianismo romanizado e institucionalizado, se ha

enseñado, y sigue enseñándose, que el alma del hombre es inherentemente inmortal, que

continúa viva después de la muerte, que vuela al cielo o al infierno o a algún otro lugar.

¿Es esta enseñanza conforme a las Sagradas Escrituras?

Ezequiel 18:20.

Mateo 10:28.

Santiago 5:20.

La Biblia deja bien claro que el alma es mortal. Ningún ser humano posee en sí mismo,

desde su nacimiento, la inmortalidad.

Salmo 78:50.

Ezequiel 13:19.

Notemos en este último versículo que la mortalidad del alma se aplica a todos los

hombres, bondadosos e impíos.

Entonces, ¿de dónde procede esta gran mentira que enseña que el alma del hombre es

inmortal?

La respuesta dada por la Biblia suele asombrar a muchos hermanos que arrastran

creencias heredadas pero no contrastadas con lo que verdaderamente enseñan las

Sagradas Escrituras:

Génesis 3:1-4.

Dios había advertido a Adam ya Eva que la desobediencia les causaría la muerte. Pero el

maligno, disfrazado de serpiente, les engañó, haciéndoles creer que serían inmortales,

como Dios.

2ª Corintios 11:3.

Apocalipsis 12:9.


Desde el principio hasta el día de hoy, Satanás se las ha ingeniado para engañar a los

hombres, haciéndoles creer que son inmortales.

1ª Timoteo 6:15-16.

Tengamos siempre presente que solamente Dios es inmortal. Por lo tanto, el hombre no

es inmortal de nacimiento.

Sin embargo, el mayor deseo de Dios es compartir su inmortalidad con nosotros.

Génesis 2:17.

Romanos 5:12.

Dios creó al hombre como candidato a la inmortalidad, pero por su desobediencia, el

hombre rompió su conexión con Dios, quien es la única fuente de vida, y perdió así su

acceso a la inmortalidad. El hombre se hizo mortal.

Romanos 6:23.

Juan 3:16-17.

Al dar su vida por nosotros, Jesucristo nos ofreció la posibilidad de asirnos de la vida

eterna mediante la fe. Por consiguiente, la inmortalidad es condicional para la salvación

en Jesucristo.

1ª Juan 5:11-13.

La inmortalidad es, entonces, el regalo de Dios a aquellos que se arrepienten de sus

pecados y entregan su corazón a Jesucristo como Salvador personal y Señor de sus

vidas.

2ª Timoteo 1:10.

Romanos 2:6-7.

Recordemos siempre que la inmortalidad, la vida eterna, sólo existe en Jesucristo. Sin Él,

permanecemos sujetos a la mortalidad, y el resultado será la extinción eterna: Salmo 37.

Deuteronomio 30:19.

Esta es la invitación a cada uno de nosotros.


No somos inmortales por naturaleza, pero la vida eterna depende enteramente de

nosotros si respondemos a la obediencia de la fe anhelando la inmortalidad, para lo que

hemos de seguir fielmente a Jesucristo camino al Padre.


“¿QUÉ LE SUCEDE AL HOMBRE DESPUÉS DE LA MUERTE?”


Job 14:10.

Como Job, todos nos hemos preguntado qué sucede al ser humano después de su

muerte.

¿Va directo al cielo, al purgatorio, al infierno, desaparece para siempre?

Vamos a ver lo que la Palabra de Dios nos enseña al respecto.

Es muy importante repasar las lecciones anteriores sobre “El Cuerpo, el Alma y el

Espíritu” para poder comprender estas lecciones.

Génesis 2:17.

Romanos 5:12.

Ya hemos visto que la inmortalidad del hombre era condicional a su constante comunión

con Dios, quien es la única fuente de vida.

Al desobedecer a Dios, es decir, al pecar, el hombre pasó a ser una criatura mortal,

condenada a morir.

Eclesiastés 12:7.

También hemos visto que el hombre está compuesto por un cuerpo, que fue tomado de la

tierra, y el aliento de vida, o espíritu, que procede de Dios.

Esta combinación del cuerpo y el espíritu es lo que constituye un alma viviente.

Inversamente, el alma deja de existir cuando esta combinación desaparece: El espíritu

(aliento de vida) regresa a Dios, y el cuerpo regresa a al tierra. Esto es lo que

denominamos “muerte”.

Job 3:11, 13.

Salmo 13:3.

La primera sorpresa es que la Biblia compara la muerte al sueño:

Salmo 76:5-6.

Hechos 7:60-8:1.

Jeremías 51:57.



Juan 11:11-14.

Como vemos, las palabras de Jesús están completamente de acuerdo con las

enseñanzas del Antiguo Testamento:

Cuando un hombre muere, cae en una condición semejante al sueño, en espera del día

de la resurrección.

Salmo 94:17.

Salmo 115:17.

Por lo tanto, los muertos son finados, permanecen en un estado que se asemeja al sueño,

en silencio, en completa inconsciencia.

Eclesiastés 9:5-6, 10.

Este pasaje es tan obvio que muchos teólogos y en muchos seminarios se enseña que no

es inspirado, pues si aceptan su inspiración se les desmorona todo su montaje doctrinal.

Eclesiastés 12:10.

2ª Timoteo 3:16.

Otros textos que enseñan que los fallecidos están en estado de inconsciencia:

Job 14:12, 21.

2º Reyes 22:20.

Salmo 6:5.

Salmo 146:4.

Salmo 88:10-12.

Salmo 115:17.

Isaías 38:18-19.

Juan 3:13.

Hechos 2:29, 34.


La creencia de que los muertos ascienden al cielo en el momento de su fallecimiento

carece completamente de fundamento bíblico. Los muertos descansan completamente

inconscientes.

Job 17:13-16.

Génesis 37:35.

Tanto Job como Jacob sabían que en su muerte no ascenderían al cielo, sino que

entrarían en la tumba, en el sepulcro, en la morada de los muertos (hebreo “Sheol”, griego

“Hades”).

Estas voces (“Sheol-Hades”) nunca significan ni “paraíso” ni “infierno de eterno

sufrimiento”.

De hecho, la voz “infierno” no existe en el original griego del Nuevo Testamento.

Juan 14:2-3.

Ahora que vemos que los muertos no ascienden al cielo, ni van a ninguna parte, sino que

descansan hasta la Segunda Venida de Cristo, las palabras de Jesús adquieren más

sentido.

2º Samuel 12:22-23.

Fijémonos en el versículo anterior:

Cuando oramos, debemos hacerlo por los vivos. Es totalmente innecesario orar por los

difuntos, por cuanto su destino eterno ya ha sido decidido de acuerdo con la decisión que

ellos hayan tomado en su vida.

Nuestros rezos no podrán cambiar su destino, por mucho que nosotros podamos rezar.

Deuteronomio 18:10-12.

Puesto que los muertos nada saben, y sed encuentran en un estado semejante al sueño,

en completa inconsciencia, rezar por ellos es algo muy peligroso. ¿Por qué?

Isaías 8:19-20.



Al tratar de hablar con la persona muerta, le damos a Satanás la oportunidad de hacerse

pasar por la persona fallecida, y así engañarnos, haciéndonos creer sus mentiras.

Job 7:9-10.

De ahí que el fenómeno de “las casas embrujadas” no puede ser explicado como el

regreso de un fallecido, sino por los engaños de Satanás.

De hecho, el maligno pretende hacernos creer que podemos comunicarnos con los

muertos, para engañarnos de las maneras más toscas o más sutiles, conforme a la

cultura del país.

Malaquías 4:5.

Mateo 11:7, 14.

¿Qué podemos decir la respecto de la extendida creencia en la reencarnación?

Hay quienes tratan de justificar la reencarnación aludiendo a palabras de nuestro Señor

Jesucristo respecto a Juan el Bautista como reencarnación del profeta Elías.

Lucas 1:17.

Juan 1:21.

Jesús llamó a Juan el Bautista “el Elías que había de venir” porque Juan fue investido con

el espíritu de poder que caracterizó al profeta Elías en su ministerio.

Pero, como hemos visto, Juan negó ser Elías.

Génesis 3:4.

Hebreos 9:27.

La primera mentira de Satanás consistió en hacer creer a los hombres que eran

inmortales, si obedecían a Dios como si no. Y la doctrina de la reencarnación surge de

esa primera mentira.

Sin embargo, la Biblia es muy clara al respecto: El hombre muere una sola vez, y después

de la muerte, vendrá el juicio con la Segunda Venida de Cristo, no otra vida sobre la tierra

dentro de otro cuerpo


“LAS OBJECIONES TÍPICAS AL CONDICIONALISMO”.


Vamos hoy a comenzar a ver las tres objeciones típicas a la inconsciencia de lo muertos:

Primeramente, lo que Jesús le dijo al ladrón estando en la Cruz del Calvario: Lucas 23:43.

Debemos observar que en el texto griego original no hay signos de puntuación, de modo

que el traductor es quien elige dónde introducir la puntuación en el texto traducido.

Debemos también tener en cuenta que el adverbio “que” no existe en el texto griego

original. El traductor lo incluye porque así logra que el sentido de la frase se ajuste a su

telología.

El original griego dice así:

“AMÉN LEGO SOI SÉMERON MET EMON ESE EN TO PARADEISO.”

Literalmente, palabra por palabras, dice así:

“De cierto te digo hoy estarás conmigo en el paraíso.”

¿Cuál es la traducción correcta?

Juan 20:17.

Después de su resurrección, tres días después de haber pronunciado estas palabras,

Jesús afirmó no haber ascendido al paraíso ni tampoco haber llevado al ladrón al cielo.

Por tanto, la traducción correcta es: “De cierto te digo hoy, que estarás conmigo en el

paraíso.”

Esta traducción no sólo respeta la declaración de nuestro Señor Jesucristo, sino también

la enseñanza general de las Sagradas Escrituras, según la cual los muertos descansan

en espera de su recompensa que les será dada al fin de este mundo, con la Segunda

Venida de Cristo, y no inmediatamente después de su muerte.

La segunda objeción típica pretenden basarla en Apocalipsis 6:9-10.

Es importante considerar que estas palabras se hallan en el libro de Apocalipsis, en una

clave precisamente apocalíptica caracterizada por imágenes vívidas y lenguaje

absolutamente simbólico, sobre todo al hablar de los siete sellos, de donde se toma este

versículo.

Veamos los siguientes versículos para comprender su verdadero significado:


Génesis 4:10.

Hebreos 12:24.

Así como la sangre de Abel clamaba a Dios, testificando del asesinato que su hermano

Caín había cometido, la sangre de los mártires clama a Dios dando testimonio de los

crímenes cometidos contra ellos.

Por lo tanto, los mártires mismos no claman, como estos versículos muestran, sino que la

sangre de ellos simbólicamente clama testificando del mal que se les ha hecho.

La tercera objeción típica es la parábola del mendigo Lázaro y el hombre rico que nunca

reparó en el pobre enfermo que mendigaba a su puerta.

Lucas 16:19-24.

Una parábola es un relato utilizado para enseñar una lección. No debe ser interpretada de

forma literal.

Jueces 9:7-9.

Una interpretación literal de esta parábola nos llevaría a enseñar que los árboles hablan.

Por supuesto, esta no fue la intención del autor se la parábola.

De la misma manera, en la parábola del pobre y enfermo Lázaro y el acaudalado, Jesús

no estaba explicando lo que sucede después de la muerte, sino que se refería al egoísmo

de los fariseos, de quienes se nos dice que eran avaros:

Lucas 16:14.

Respecto al sentido de la muerte, ya hemos visto que Jesús la compara al sueño.

Hechos 24:15.

Juan 5:28-29.

Ahora bien, ¿cuándo termina este sueño de la muerte?

La Biblia nos enseña que habrá dos resurrecciones:

Primeramente, la resurrección de los justos, en la Segunda Venida de nuestro Señor

Jesucristo.

En segundo lugar, la resurrección de los impíos, al final del milenio. Página � de �23 98

El milenio será el tema de una próxima lección.

Daniel 12:2.

Apocalipsis 20:4-6.

Habrá, pues, dos resurrecciones: La primera, será la de los redimidos; la segunda, mil

años después, la de los impíos.


Apocalipsis 2:11.

En la primera resurrección, Dios dará la inmortalidad a los redimidos por la sangre de

Cristo. Ese será el momento de recibir la herencia de la vida eterna.

La segunda resurrección traerá a los impíos delante del Trono de Dios para ser juzgados,

y ellos recibirán “la segunda muerte”.

Sobre la segunda muerte estudiaremos en una próxima lección.

Apocalipsis 21:4.


Que estas maravillosas promesas de Dios sean una fuente inagotable de ánimo y de

esperanza para cada uno de nosotros.


“SEÑALES DE LOS TIEMPOS CERCANOS A LA SEGUNDA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.”


2ª Pedro 1:19.

El Apóstol Pedro nos aconseja que haríamos bien en estudiar las profecías bíblicas para

estar preparados para lo que nos depara el futuro, y para que podamos aplicar ese

conocimiento en tomar buenas decisiones.

Mateo 24:3.

Como la gran mayoría de nosotros, los primeros discípulos de Jesús querían saber cuáles

eran las señales que anunciarían el fin de este mundo.

Jesús les respondió con claridad dándoles a conocer varias señales, que dividiremos en

dos grupos:

Señales en la naturaleza.

Señales en el ámbito social.

Lucas 21:11.

Jesús dijo que habría “grandes terremotos”. Jesús aludió a la intensidad de los mismos,

más que en su frecuencia. Hoy podemos darnos cuenta de que efectivamente los

terremotos son cada vez más y más devastadores.

Lucas 21:11.

Lucas 21:25.

Marcos 13:24-25.

Apocalipsis 6:12-13.

Apocalipsis 6:12.

Joel 2:31.

Apocalipsis 6:13.

Mateo 24:7.

Lo que suele denominarse como “tercer mundo” representa actualmente dos terceras

partes de la población mundial.

Aproximadamente un 20 % de los habitantes de la tierra tenemos suficiente comida.


Aproximadamente un 60% son insuficientemente alimentados.

Y aproximadamente un 20% sufren desnutrición.

En este último grupo de personas, el hambre mata a más de 25 millones de seres

humanos al año.

Lucas 21:11.

Las pestilencias están aumentado a pasos agigantados: La proliferación de los virus, las

enfermedades de transmisión sexual, el Sida, la bacteria “come-carne”, las “vacas locas”,

la malaria, y nos falta espacio para mencionarlas todas.

Mateo 24:6-7.

Durante el siglo XX se vivieron las dos Guerras Mundiales. La Segunda se cobró 50

millones de vidas humanas. Desde 1945 más de 150 guerras se han cobrado la vida de

25 millones de personas. Y desde entonces, según Naciones Unidas, sólo ha habido 26

días sin un conflicto bélico.

Apocalipsis 11:18.

La era nuclear ha dotado al hombre con el poder de aniquilar el planeta entero, con armas

cada vez más poderosas.

También vemos el inmenso problema de la contaminación del medio ambiente que causa

daños irreversibles en el equilibrio de la naturaleza.


Otras señales manifiestas en el ámbito social del mundo nos indican que el fin se

aproxima. Pensemos en las conferencias cumbre sobre la paz y el desarme, así como el

problema de la creciente polución, que se celebran cada vez con mayor frecuencia, pero

sin resultados positivos.

Lucas 21:25-27.

Igualmente, los conflictos sociales van en constante aumento:

Santiago 5:1-4.

2ª Timoteo 3:1-5.


Este es un relato muy triste de la condición moral de los hombres antes del regreso de

nuestro Señor Jesucristo.

2ª Timoteo 3:13.

Muchas personas tienen la esperanza de que el amor termine por cambiar el rumbo de las

cosas, perola Biblia afirma lo contrario, que estas cosas empeorarán hasta el regreso de

Jesús.

Mateo 24:12.

Con el aumento de la violencia y la delincuencia, la gente se ha vuelto más desconfiada y

temerosa. Cada día hay menos sonrisas, no podemos abrir la puerta a los extraños, y la

distancia entre los hombres es cada vez mayor.

Mateo 24:37-39.

En aquellos días, la gente reaccionó de manera indiferente a las advertencias que hizo

Noé respecto a un diluvio venidero. Y lo mismo está sucediendo en nuestros días, cuando

advertimos a los hombres de la cercanía de la Segunda Venida de Cristo. Incluso resulta

asunto molesto en círculos supuestamente cristianos.

Génesis 6:5, 11-14.

Así eran las condiciones del mundo en los días de Noé. El paralelismo entre ambas

épocas es más que evidente para quienes tienen ojos para ver.

Lucas 18:8.

Con estas palabras, Cristo Jesús predijo cuáles serían las condiciones al acercarse el fin

de este mundo, de este sistema, tiempo en el que veríamos decrecer la verdadera fe

cristiana.

2ª Pedro 3:3-4.

Al abandonarla verdadera fe cristiana, muchos se refugian en otros tipos de religiosidad o

espiritualidad, y muchos se reirán, y ya lo hacen, de quienes anhelamos la Segunda

Venida de Cristo.

2ª Pedro 3:5-6.


Además de predecir que muchos se burlarían de la promesa del Señor de su Segunda

Venida, los hombres negarían la historia de la Creación, y tampoco creerían que hubo un

Diluvio Universal.

2ª Timoteo 4:3-4.

Rechazando la autoridad de las Sagradas Escrituras, muchos están siendo seducidos y

engañados por diversos movimientos y corrientes filosóficas que ofrecen enseñanzas que

apelan al “ego” del hombre para encubrir el verdadero problema interior espiritual.

1ª Timoteo 4:1.

Muchos están involucrándose en las ciencias ocultas, la astrología, y tantas otras formas

de espiritualismo, que Dios llama “abominaciones”.

Mateo 24:4-5, 24-25.

Desde tiempos inmemoriales ha habido dementes y poseídos que han pretendido ser

“Cristo”. Sin embargo, Jesús nos dice en el Evangelio que en los últimos días no los

encontraríamos en los hospitales mentales, sino en círculos religiosos desde donde

engañarían a muchos. Recordemos que “Cristo” significa “Ungido”. De ahí tantos que

pretenden ser “ungidos” en los círculos religiosos.

Daniel 12:4.

La explosión de conocimiento científico y tecnológico de nuestros días es más que

evidente. Y a nivel espiritual, como fue predicho, el sello de los libros proféticos de Daniel

y Apocalipsis han sido rotos, y aquella cosas que permanecieron en secreto han sido

reveladas para aquellos que sinceramente buscan estudiarlas. De no ser así, nuestro afán

por el estudio de las Sagradas Escrituras carecería de sentido.

Mateo 24:14.

Esta sola señal sería suficiente para que viéramos la cercanía de la Segunda Venida de

Cristo.

Los medios de comunicación se han extendido tanto y tan rápidamente que tenemos

suficientes recursos para alcanzar a todo el mundo alrededor del globo terráqueo.

Mateo 16:2-3.


Así como los fariseos no pudieron reconocer las señales que anunciaban que Jesús eras

el Cristo, el Mesías Sufriente, nuestra generación no reconoce las señales convincentes

de su inminente Regreso con poder y gran gloria.

Sin embargo, estas señales son obvias para cualquiera que a conciencia estudia las

Sagradas Escrituras.

Marcos 13:32-33.

No sabemos el día exacto de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo. Todos

cuantos se ha atrevido a pronosticar fechas se han equivocado y han contribuido a que

muchos se apartaran de la fe.

Lucas 21:28-31.

Hebreos 10:37.

Apocalipsis 22:20.


“LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”


Mateo 24:3-4.

En las lecciones anteriores hemos visto que Jesús ha prometido regresar. De acuerdo con

las señales de los tiempos, este evento se encuentras muy cerca.

En esta lección vamos a ver, según las Sagradas Escrituras, cuándo regresará nuestro

Señor, cómo regresará y por qué regresará.

Mateo 24;36, 42.

Jesús fue directo en su respuesta: Sólo el Padre Eterno conoce el día y la hora. Así puso

Jesús fin a este asunto que tanta confusión ha producido en la iglesia en el curso de los

siglos.

Hechos 1:6-7.

Jesús nos advirtió del peligro de establecer fechas para este glorioso evento. De esa

forma, sólo tenemos la alternativa de permanecer vigilantes.

Sin embargo, muchos no han seguido el consejo de nuestro Señor Jesucristo, y han

sugerido fechas, todas fallidas.

2ª Tesalonicenses 2:1-3.

En los días del Apóstol Pablo, algunos estaban tan ansiosos de ver el día del regreso de

Jesús, que creían que todas las señales de los tiempos ya se habían cumplido.


Pablo aplacó a aquellos creyentes recordándoles que había todavía algunos eventos que

habían de suceder antes del regreso de Jesús.

Además, las señales de los tiempos estaban lejos de cumplirse completamente:

2ª Pedro 3:3-4.

En el extremo opuesto, la iglesia cristiana adoptó la actitud de olvido e indiferencia, y

pronto dejaron de sentir la necesidad de prepararse para el regreso de Cristo.

Si somos observadores nos daremos cuenta de que hoy sigue el olvido o la indiferencia

en la mayoría de las iglesias cristianas.

Lucas 18:8.


Muchos cristianos han esperado el regreso de Cristo y han muerto antes de verlo. Y

ahora, cuando ya está muy cerca, muy pocos verdaderamente lo esperan.

Y aunque algunos cristianos imaginaron ver las señales del regreso de Cristo en los días

del Apóstol Pablo, ahora que estas señales están presentes, muy pocos parecen verlas.

Lucas 21:28-31.

Aunque no sabemos el día y la hora del regreso de Cristo, Él nos invita a reconocer las

señales que anuncian la inminencia de ese día.

Hebreos 10:37.

Por lo tanto, a la primera pregunta, “¿Cuándo regresará Jesucristo?”, la Biblia responde

que nadie sabe el día y la hora, sino sólo el Padre, pero al observar las señales de los

tiempos, sabemos que Jesús regresará muy pronto.

Ahora veamos la segunda pregunta: “¿Cómo regresará Jesús?”

Hechos 1:11.

Juan 20:27.

Tomás no vio un fantasma, un espíritu desencarnado, sino a Jesús en carne y hueso.

Y los ángeles dijeron que Jesús regresará exactamente como se fue. Así que la primera

característica del regreso de Jesús es que será un regreso carnal, personal y corporal.

Lucas 21:26-27.


La segunda característica del regreso de Cristo Jesús es que será un evento glorioso y

espectacular.

Mateo 24:26-27, 30.

La tercera característica del regreso de Jesucristo es que será un evento universal y

visible, no secreto o local. Nunca debemos olvidar este detalle de suma importancia.

Apocalipsis 1:7.



Estos versículos confirman que el regreso de Jesucristo será un evento que podrá ver

todo el mundo.

Lucas 21:34-35.

Finalmente, además de ser personal, corporal, gloriosa, espectacular y universal, este

gran evento ocurrirá de manera inesperada y repentina. Esa es la razón por la que Jesús

nos insta a estar alerta, siempre vigilantes.

Y ahora nuestra última pregunta: “¿Por qué regresará Jesucristo?”

Daniel 2:44.

El principal motivo del regreso de Cristo es “la restauración de todas las cosas”: Hechos

3:21.

Entonces establecerá Jesucristo un Reino cuyas bases será el amor y la justicia, donde el

mal no existirá nunca más. El día de su regreso verdaderamente sacudirá a toda la tierra.

Mateo 16:27.

Apocalipsis 22:12.

Cuando Jesucristo regrese pondrá fin a todo el desorden que prevalece hoy en la tierra.

Para lograrlo, dará a cada quien “según sus obras”.

¿Qué quiere decir esto exactamente?

Romanos 2:6-8.

Dios es amor, pero también es justo. Su mayor deseo es que cada uno de nosotros

herede la vida eterna. Sin embargo, puede conceder este premio solamente a aquellos

que le hayan seguido de manera perseverante y se hayan mantenido leales a su voluntad,

poniendo sus vidas en sus manos.

Apocalipsis 11:18.

Dios ha establecido un plan de salvación para cada uno de nosotros. Dios es amor y nos

ofrece este plan de salvación, dejándonos libres de aceptarlo o no.

Pero Dios es también justicia, y, por tanto, cada uno de nosotros tendrá que afrontar las

consecuencias de nuestra decisión.


Juan 14:3.

Mateo 24:31.

Jesús nos ofrece salvación completa, y un lugar en el Reino eterno de su Padre. Nos dará

ese lugar cuando regrese en su gloria, no al morir, como enseñan tantos en nuestros días.

Hebreos 9:28.

2ª Timoteo 4:8.

La esperanza del cristiano es el regreso del Salvador, Redentor y Señor de nuestras

vidas, Jesucristo.

Daniel 7:27.

En una lección próxima estudiaremos la vida eterna con el Señor y todos los redimidos de

todos los tiempos en la Jerusalem Celestial.

Marcos 13:35-37.

No es suficiente saber cuándo, cómo y por qué regresará nuestro bendito Señor y

Salvador, sino que lo que a nosotros nos corresponde primordialmente es prepararnos

para ese encuentro.

Para ello el estudio de la Biblia y la oración son imprescindibles. Esa es la razón de

nuestros abundantes estudios bíblicos, siempre precedidos de oración, en nuestra

Comunidad Cristiana Eben-Ezer.

2ª Pedro 3:11-13.

El Apóstol Pedro comprendió la importancia de una preparación a conciencia, si queremos

estar listos para el regreso de Jesucristo.

1ª Juan 2:28.

Con mucha oración y concienzudo estudio de la Palabra de Dios y poniendo en práctica lo

aprendido nos mantendremos seguros en la fe de Jesucristo, de tal forma que no

caigamos en las trampas del enemigo, por cuanto Satanás siempre procurará apartarnos

de la verdad.

Lucas 19:13.


En la parábola de las minas, Jesús claramente expresó que, mientras esperamos su

regreso, no debemos permanecer ociosos.

Al contrario, debemos descubrir nuestros talentos y ponerlos al servicio de Dios, para que

así el mensaje proclamado sea eficaz.

Mateo 24:44.

¿Queremos verdaderamente estar preparados para el día glorioso de la Segunda Venida

de nuestro Señor Jesucristo?


“EL MILENIO QUE SEGUIRÁ A LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO.”


Apocalipsis 1:3.

Una bendición especial es otorgada a los que estudian el libro de Apocalipsis. Ahora

procederemos a estudiar los mil años, el milenio, descritos en el capítulo 20 de este libro.

Vamos a ver los acontecimientos anteriores al milenio, durante el milenio, y después del

milenio.

Antes del milenio: Mateo 24:29-30.

Jesús debe primero regresar para recoger a su pueblo antes del milenio.

Recordemos las señales de los tiempos, que ya hemos estudiado, y que predicen la

Segunda Venida de Cristo.

Apocalipsis 20:4.

El siguiente evento que ocurrirá antes de que el milenio comience será la resurrección de

los redimidos, los que murieron en la fe de Jesucristo.

Apocalipsis 20:5-6.

Como estudiamos en nuestra anterior lección sobre los acontecimientos después de la

muerte, habrá dos resurrecciones: Primero, la de los redimidos que murieron en la fe de

Jesucristo, la cual ocurrirá en el momento de la Segunda Venida de Cristo y marcará el

comienzo del milenio.

Después acontecerá la resurrección de los impíos, la cual ocurrirá al final del milenio:

Juan 5:29.

Daniel 12:2.

Tanto Jesús como Daniel manifiestan lo mismo: Primero la resurrección de los redimidos,

y después la resurrección de los impíos.

1ª Corintios 15:51-53.

El tercer evento que se lleva a cabo antes del milenio comienza: La transformación de los

redimidos que estén vivos en el momento de la Segunda Venida de Cristo, otorgándoles

incorruptibilidad e inmortalidad.



Una vez que los que murieron en Cristo son resucitados y los fieles vivos transformados,

Jesús los recogerá a todos junto a Él en las nubes de los cielos para trasladarnos a la

Casa del Padre, para que vivamos eternamente junto a Él.

Mateo 24:31.

Todas estas cosas pueden parecernos demasiado hermosas para ser ciertas, pero Jesús

mismo confirma que estos sucesos ocurrirán pronto.

2ª Tesalonicenses 1:7-8; 2:8.

El último evento antes del comienzo del milenio será la destrucción de los impíos, quienes

no podrán soportar el resplandor de la gloria del Señor en su Venida. Ellos permanecerán

muertos hasta el fin de los mil años.

Sofonías 1:2-3.

Jeremías 25:33.

No quedará ningún ser humano vivo sobre la tierra durante el milenio.

¿Qué ocurrirá durante el milenio? Apocalipsis 20:1-3.

Al comienzo del milenio, Satanás será atado en la tierra. Estudiaremos el sentido de la

voz “atado” en un momento.

La voz “abismo” significa en griego “lugar desolado”:

Génesis 1:2.

Jeremías 4:23-25.

El “vacío”, “abysus” en griego, y “tehom” en hebreo, se refiere a lo mismo que el “abismo”,

es decir, la tierra antes de la ordenación que Dios hizo en la creación. De modo que

durante el milenio, la tierra volverá a estar completamente desolada.

Isaías 13:9.

Puesto que todos los impíos morirán en el momento de la Segunda Venida de Cristo, el

maligno, Satanás, ya o podrá engañar a nadie durante el milenio, sino que estará

contemplando el resultado de su obra.


Por eso la Biblia dice que estará “atado por mil años”, siendo capaz solamente de ver los

tristes resultados de su rebelión contra Dios.


Apocalipsis 20:6.

Durante el milenio, Jesucristo reinará en los Cielos con su pueblo redimido.

¿Qué estaremos haciendo durante ese tiempo?

Apocalipsis 20:4, 12.


Entonces comprenderemos las razones por las que los impíos han sido condenados.

¿Qué ocurrirá después del milenio?

Apocalipsis 20:2-5.

Como hemos acabado de ver, Satanás estará “atado” durante el milenio, al no poder

engañar más a las gentes.

Pero después de los mil años, los impíos serán resucitados y Satanás será “desatado”

una vez más para engañarlos y animarlos a persistir en su rebelión.

Apocalipsis 20:8-9.

Zacarías 14:3-5.

La meta de Satanás será conquistar e invadir la Nueva Jerusalem que habrá descendido

del Cielo.

Pero, ¿por qué habla la profecía de “Gog y Magog”?

Ezequiel 38:2-3, 7-8.

Los nombres de “Gog y Magog” se refieren a esta profecía, describiendo cómo Satanás

llevará a las naciones a atacar a la Nueva Jerusalem.

Ezequiel 38:10-11, 15-16.

Al ver la ciudad celestial descender del Cielo, Satanás decidirá tomarla, y al intentar

hacerlo, reunirá a todas las naciones formadas con los resucitados en la segunda Página � de �40 98

resurrección y las engañará, como engañó a los ángeles en la guerra en el Cielo antes de

la caído del hombre en el pecado.

Ezequiel 38:18, 22-23.

Así terminará la tragedia: Satanás, sus ángeles y los impíos serán juzgados y destruidos

por una lluvia de fuego y azufre.

Isaías 24:21-22.

El profeta Isaías también resume los eventos de la siguiente manera: Los impíos, que

mueren al contemplar el resplandor de la Segunda Venida de Cristo, permanecerán

cautivos de la muerte por “muchos días”, es decir, “mil años”.

Después, los impíos resucitarán para el juicio, y “serán castigados.”

Apocalipsis 20:12, 15; 21:8.

Antes de ser destruidos, los malignos recibirán su juicio, habiendo rechazado el

llamamiento de Dios al arrepentimiento durante sus vidas, por lo que sus nombres no

estará en el Libro de la Vida. Ellos solamente serán responsables de su mala decisión.

Malaquías 4:1-3.

Apocalipsis 20:9.

La destrucción de Satanás, sus ángeles y los impíos será total y completa. Salmo 37.

Por último, la Nueva Jerusalem descenderá a la nueva tierra. Ese será el tema de nuestra

próxima lección.


“EL JUICIO FINAL”.


Juan 16:12.

Job 19:29.

La Biblia es clara en declarar que habrá un día de juicio.

Eclesiastés 3:17.

Salmo 75:2.

Hechos 17:31.

2ª Timoteo 4:1.

Hebreos 9:27.

2ª Pedro 3:7.

Nuestros pensamientos, palabras y hechos serán puestos en juicio: 1ª Corintios 4:5;

Mateo 12:36; Eclesiastés 11:9; 2ª Corintios 5:10; Romanos 14:10; Hebreos 10:30.

El caso de cada persona será llevado a juicio. Ya sea que profesemos seguir a Dios o no,

la Biblia es clara: Un día, todos seremos juzgados.

Juan 5:24.

¿Cómo es posible que Jesús dijera que los que creyeran en Dios no serían

“juzgados” (“no viene a condenación”), cuando la Escritura declara que todos debemos

comparecer ante el tribunal de Dios?

Simplemente, porque los que aceptan la salvación provista por Dios serán representados

por el propio Jesucristo como su abogado delante del Padre.

Hebreos 9:24.

1ª Juan 2:1.

Romanos 5:9.

Mateo 10:32.

Romanos 8:1.

Daniel 7:9-11.


El juicio comenzará antes del regreso de nuestro Señor Jesucristo.

De hecho, esta visión del juicio toma lugar cuando “el cuerno” (un poder que muy pronto

identificaremos) está actuando todavía aquí en la tierra.

¿Podemos predecir cuándo comenzará ese juicio?

Daniel 9:22-23. (El ángel Gabriel es quien habla).

Para comprender mejor el tema del juicio, tenemos que primero ir al libro del profeta

Daniel.

El ángel Gabriel ayuda a Daniel para que comprenda la visión anterior que ha sido

descrita en el capítulo 8 y que todavía no había sido explicada: La profecía de los 2.300

días.

Daniel 9:24-25.

Estas 70 semanas simbolizan un período de 490 años, que habían sido cortados de un

período más extenso, es decir, de los 2.300 años.

Las 70 semanas comenzaron en el año 457 a.C., es decir “la palabra para restaurar y

edificar Jerusalem”, y terminó en el año 34 de nuestra era, cuando Esteban fue apedreado

por los judíos.

Para completar el período de 2.300 años, debemos añadir 1810 años (2.300 – 490 =

1.810) al año 34, con lo que llegamos al año 1844.

Daniel 8:13-14.

Para comprender el juicio, debemos estudiar la profecía de los 2.300 días y la purificación

del Santuario.

Los 2.300 días describen un período de 2.300 años que comenzó en el año 457 a.C. y

terminó en el año 1844, año en el que comenzó la purificación del Santuario.

¿En qué consiste esta purificación?

Números 28:3.

En el Santuario que Dios pidió a su pueblo que le construyeran, se llevaban a cabo dos

servicios.


Primero, un servicio diario, en el cual se sacrificaban corderos por los pecados de cada

persona. Día tras día, los pecados eran llevados al Santuario. Al final del año, durante el

segundo servicio, se purificaba el Santuario.

Levítico 23:27-29.

La purificación del Santuario se realizaba una vez al año, durante el Yom Kipur, el Día de

la Expiación. Los pecados de quienes estaban verdaderamente arrepentidos eran

totalmente borrados.

Hebreos 9:24.

Como hemos visto también, el Santuario terrenal era solamente un modelo del Santuario

Celestial, donde se encuentra nuestro Señor Jesucristo ministrando por nosotros en estos

momentos.

Como el Cordero de Dios, Cristo Jesús toma sobre sí los pecados de todo el que se haya

arrepentido verdaderamente y los transfiere al Santuario Celestial.

Siendo así, ¿tendrá el Santuario Celestial que ser purificado un día, así como el Santuario

terrenal era purificado?

Hebreos 9:23.

Efectivamente, también el Santuario Celestial debía ser purificado.

De acuerdo con la profecía de Daniel, esta purificación comenzó en 1844. Esta es la

primera fase del juicio.

Así como la purificación del Santuario terrenal sólo se aplicaba al pueblo de Israel, la

purificación del Santuario Celestial es sólo para aquellos redimidos por la sangre de

Cristo.

1ª Pedro 4:17.

El juicio comenzó en el Santuario Celestial en el año 1844, con la revisión del caso de

cada creyente.

En el día de la purificación del Santuario terrenal, todo judío que insistía en continuar

pecando era cortado de su pueblo, aún si había ofrecido sus ofrendas durante todo el

año. Del mismo modo, muchos profesan seguir a Cristo, pero en el juicio serán

identificados los verdaderos conversos. Página � de �45 98

Mateo 7:21-23.

Desde 1844, el juicio ha estado separando a los verdaderos cristianos de los falsos.

Notemos también que el realizar milagros no es una prueba absoluta de una genuina

conversión.

Los nombres de todos los falsos cristianos serán borrados del libro de la vida:

Apocalipsis 3:5; Éxodo 32:33; Salmo 69:28; Ezequiel 18:24; Apocalipsis 20:12.

Muchos libros serán consultados durante el juicio. Primero, el libro de la vida, que

contiene los nombres de todos aquellos que profesan ser discípulos de Cristo Jesús.

Como acabamos de ver, antes de que Jesús regrese, Dios borrará de este libro los

nombres de todos aquellos cuya conversión no fue genuina, dejando sólo los nombres de

los fieles, es decir, de los discípulos que hayan hecho la voluntad del Padre hasta el fin.

Malaquías 3:16.

Apocalipsis 22:12.

También hay un libro de memorias, que contiene el registro de todas las obras buenas

realizadas por los hijos e hijas de Dios, las cuales justificarán el premio que cada discípulo

recibirá en la nueva tierra.

Amós 8:7.

Jeremías 2:22.

Finalmente, allí están también los libros que contienen las malas obras de todos cuantos

rechazaron la oferta de Dios de salvación en Jesucristo. Estos libros justificarán el castigo

que recibirá en el fin de los tiempos cada persona que no haya querido arrepentirse.

Romanos 2:12-13, 16.

Santiago 2:12.

La base del juicio será la Santa Ley de Dios.

Lucas 12:47-48.

Hechos 17:30.


El juicio considerará el nivel de conocimiento de cada persona.


La purificación del Santuario Celestial pronto terminará. Esto pondrá fin a la primera etapa

del juicio, al haber quedado separados los verdaderos cristianos de los falsos. El destino

de cada persona habrá quedado decidido, y finalmente Jesucristo regresará para recoger

a su pueblo.

Apocalipsis 20:4.

Cuando vimos la lección acerca del milenio, vimos que un período de mil años seguirá a

la Segunda Venida de Cristo. Aquí comienza la segunda fase del juicio, en la cual el

pueblo de Dios juzgará a los impíos.

1ª Corintios 6:2.

Lucas 22:29-30.

Durante el milenio, el pueblo de Dios estudiará el caso de cada impío, su responsabilidad,

su grado de culpabilidad de acuerdo con la luz que recibió, y de acuerdo con su

pensamiento, palabras y obras.

Apocalipsis 20:12, 15; 21:8.

Al concluir los mil años, los impíos volverán a vivir, no para vida eterna, sino para recibir el

veredicto de su culpabilidad. Habiendo rechazado la invitación de parte de Dios para ser

salvos por la sangre de Cristo, su veredicto será de una destrucción total y permanente,

es decir, dejar de ser. Eso es lo que significa la muerte eterna.

Apocalipsis 14:6-7.

¿Dependemos del único Abogado en el cual podemos depender para salvarnos, quien

podrá presentarse delante del Trono de Dios y obtener el perdón de nuestros pecados?

Hechos 24:25.

¿O tal vez seremos como Félix, llenos de temor ante el juicio porque no hemos todavía

puesto nuestra vida en manos de Jesucristo, el único Señor y Salvador?

Eclesiastés 12:13-14.


Recordemos que todos hemos de presentarnos ante el Dios Eterno. Y la única forma de

recibir perdón es entregando nuestro corazón en manos de Jesucristo como Señor y

Salvador personal y eterno de nuestra vida.

La presencia de Jesucristo en nosotros, por la persona del Espíritu Santo, hará posible

que caminemos por los Mandamientos de la Santa Ley de Dios, los cuales expresan su

voluntad a seguir por cada uno de nosotros.


“NUEVOS CIELOS Y NUEVA TIERRA”.


Génesis 1:31.

Dios creó la tierra y la preparó en perfección para la llegada del hombre.

En esta tierra puso al hombre en el jardín del Edén para que pudieran disfrutar de todas

las maravillas de la creación.

Pero el hombre decidió desobedecer a Dios, y por eso no le fue permitido permanecer en

el Edén.

Sin embargo, en su amor infinito, Dios estableció un plan de salvación en la persona de

su Hijo Jesucristo, de manera que el hombre pudiera un día volver al paraíso.

Juan 14:2-3.

Jesús repitió la promesa: Existe en realidad un lugar preparado para aquellos que sirven a

Dios, un lugar donde pasaremos la eternidad. A ese lugar vamos a dedicar estas

lecciones.

Hebreos 11:9-10.

Abraham sabía que la verdadera tierra prometida era más que un territorio en Canaán. Él

esperaba una herencia infinitamente superior: La ciudad preparada por Dios mismo, la

Nueva Jerusalem.

Hebreos 11:13-16.

Esos fervientes hombres y mujeres sabían que un día el Señor reemplazaría esta tierra

pecaminosa por una tierra nueva, especialmente preparada para su pueblo.

2ª Pedro 3:10, 13.

Apocalipsis 21:1.

El mensaje es claro: Una nueva tierra pronto reemplazará nuestro planeta tal y como lo

conocemos.

Isaías 35:1-2, 6-7.

Una nueva tierra, totalmente restaurada que poseerá toda su belleza, llegando a ser

semejante al jardín del Edén, de donde fue despedido el hombre por causa de su

desobediencia.


Isaías 11:6-8.

Una nueva tierra en la que todos sus habitantes, tanto hombres como animales, vivirán en

perfecta armonía con la naturaleza, donde no habrá ningún peligro.

Isaías 29:19-21.

Y aún más: En esta nueva tierra, el pueblo de Dios vivirá en un entorno libre de todo mal.

Apocalipsis 21:4.

Isaías 25:8.

Una nueva tierra, donde la muerte, la paga delpecado (Romanos 6:23) no existirá más.

Isaías 35:5-6.

Isaías 33:24.

Una hueva tierra sin enfermedad: Dios habrá destruido toda enfermedad para siempre, de

forma que su pueblo disfrute de perfecta salud física, emocional y espiritual.

Isaías 60:18, 21.

Isaías 11:9.

Una nueva tierra, donde no existirán términos como “hambre”, “crimen”, “desastre”,

“guerra”, “enfermedad”, “sufrimiento”, “desesperación”.

Isaías 65:17-19.

Una nueva tierra en donde la felicidad, la justicia y la paz prevalecerán para siempre. El

pueblo de Dios “gozará y se alegrará paran siempre”.

Isaías 32:16-18.

2ª Pedro 3:13.

Una nueva tierra donde la justicia prevalecerá: No necesitaremos cerrar nuestras puertas

con llave.

Apocalipsis 21:3; 22:3-4.

1ª Juan 3:2.


El pecado es la causa de no poder ver a Dios.

En la nueva tierra no habrá más pecado, y el deseo de poder ver a Dios se hará por fin

realidad.

Los hijos e hijas de Dios no sólo podremos ver su rostro, sino que también viviremos

eternamente.

Juan 20:14-16.

Resucitado y glorificado, Jesús todavía no fue reconocido de inmediato por María. Sin

embargo, cuando le habló, ella le reconoció al instante.

De la misma manera, aunque transformados en incorruptibles a inmortales, al regreso de

Jesús el pueblo de Dios redimido nos reconoceremos los unos a los otros en la nueva

tierra.

Lucas 24:39, 42-43.

¿Cómo seremos en la nueva tierra?

¿Cómo será nuestra existencia allí?

Para eliminar nuestro deseo de vivir la eternidad con Dios, el maligno, Satanás, trata de

hacernos creer que los redimidos seremos espíritus que flotan en el aire, tocando arpas

en las nubes de los cielos.

Pero la verdad es que tendremos cuerpos reales, de la misma manera que Jesús después

de su resurrección.

¿Y qué haremos cuando estemos allí?

Isaías 65:21-22.

Rebosando salud, sin cansancio, sin temor a la enfermedad o a la muerte, el pueblo de

Dios seremos capaces de alcanzar éxitos extraordinarios.

Construir casas y plantar viñedos serán sólo dos de las muchas actividades que

realizaremos.

Mateo 8:11.

Lucas 14:15.


Los redimidos tendremos también el privilegio de sentarnos a la misma mesa que Dios, en

la compañía de los héroes de la fe, aprendiendo de ellos. Y aún más, los redimidos

tendremos el incomparable placer de ser instruidos por el propio Jesús, y podremos

preguntarle todas aquellas cosas que en la tierra quedaron sin responder.

Hebreos 12:22.

Apocalipsis 21:10-11, 18.

La capital de la nueva tierra será la Nueva Jerusalem, ciudad de Dios. No podemos

siquiera imaginar la belleza de esa ciudad ni la felicidad de la que disfrutarán los que

vivamos en ella.

Apocalipsis 22:1-2, 5.

Al pueblo de Dios se nos permitirá tomar de las aguas puras del río de la vida, el cual

fluye por en medio de la Nueva Jerusalem.

También será restaurado el acceso al árbol de la vida, como lo fue en el jardín del Edén.

Isaías 51:3.

1ª Corintios 2:9.

A pesar de nuestros mejores esfuerzos, es imposible describir a la perfección, ni tan

siquiera comenzar a hacerlo, para que podamos imaginar las maravillas que nos esperan

a los hijos e hijas de Dios en la nueva tierra.

Apocalipsis 21:27.

Si es nuestro anhelo estar allí, Dios guardará un lugar para nosotros en su ciudad: Todo lo

que tenemos que hacer es estar seguros de que nuestros nombres están “inscritos en el

libro de la vida del Cordero”.

¿Qué hemos de hacer para que nuestros nombres estén inscritos en ese libro?

Juan 3:16-17.

Gálatas 3:29.

Tenemos que reconocer que somos pecadores, y recibir a Jesucristo como nuestro Señor

y Salvador personal, eterno y todo suficiente, para recibir el perdón de los pecados. Y con

la mirada puesta en Jesucristo, hemos de mantenernos fieles hasta el fin. Página � de �53 98


Apocalipsis 3:5.

Lavar nuestros vestidos en la sangre del Cordero significa aceptar el sacrificio de nuestro

Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, para el perdón de nuestros pecados y la purificación

de nuestros corazones, para dejarnos guiar por el Santo Espíritu de Dios hasta el fin. No

hay otra manera de ser salvos.

Apocalipsis 2:7; 3:5, 12; 21:7.

Si toda nuestra confianza es depositada en Jesucristo, Él nos ayudará mediante el

Espíritu Santo a vencer y perseverar hasta el fin.

La promesa de nuestro Señor es maravillosa: Apocalipsis 21:5.

Deseamos ciertamente que nuestros nombres estén inscritos en el Libro de la Vida. Y

nuestra oración ha de ser rogar a Dios que nos dé de su gracia para perseverar hasta el

fin, hasta aquel día cuando nuestro Señor entregará a su pueblo la Nueva Jerusalem

como herencia. Amén.


“CUANDO EL DEDO DE DIOS ESCRIBE”.


Hemos aprendido que la Santa Ley de Dios, que el hombre natural no puede ni quiere

cumplir, cambia radicalmente bajo la gracia de Dios cuando recibimos a Jesucristo en

nuestro corazón como Señor y Salvador de nuestras vidas, y ahora esa Ley, grabada en

nuestro corazones por la sangre de Cristo derramada en nuestro lugar, se convierte en el

anhelo de nuestras vidas, pues sabemos que la Ley de Dios revela el carácter divino, su

cumplimiento es lo que a Dios más agrada, y por consiguiente es lo que a nosotros más

nos conviene.

Génesis 2:16-17.

Desde el principio, el hombre ha recibido instrucciones precisas de Dios acerca de las

cosas que podía y no podía hacer.

El propósito de las instrucciones, mandamientos, preceptos y ordenanzas de Dios nunca

es reprimir al hombre, como lo malentendíamos antes de conocer a Jesucristo, y como

todos los humanos lo malentienden en la vieja naturaleza, sino enseñarnos el único

camino a la felicidad.

Romanos 5:12.

1ª Juan 3:4.

Romanos 4:15.

Al elegir desobedecer a Dios, Adam se convirtió en un pecador, separándose así de Dios.

Si la Santa Ley de Dios no hubiera existido en los días de Adam, no podría haber sido

juzgado como pecador. En otras palabras, como transgresor de la Ley de Dios.

Génesis 26:5.

Guardados por Adam y Eva, los mandamientos de Dios fueron enseñados y transmitidos

de generación en generación. Vemos que muchos siglos después, Abraham conocía

estos mandamientos y los obedecía.

Éxodo 1:13-14.

Éxodo 12:40.

Después de estas cosas, los israelitas fueron convertidos en esclavos durante más de

cuatro siglos. Luego de liberarlos de la esclavitud egipcia, Dios consideró necesario darles

su Santa Ley una vez más, y de manera solemne, por escrito. Página � de �56 98

Éxodo 19:16-18.

Hebreos 12:21.

La proclamación de la Santa Ley de Dios –los Diez Mandamientos- fue un evento

inolvidable y una demostración del poder divino.

Éxodo 34:28.

Deuteronomio 4:13.

El texto de la Ley de Dios, es decir, los Diez Mandamientos, fueron escritos en dos tablas

de piedra.

Éxodo 31:18.

Éxodo 32:16.

Los Diez Mandamientos son de tanta importancia a los ojos de Dios, que decidió

escribirlos Él mismo, con su propio dedo.

Éxodo 20:1-2.

Así comienza el texto de la Santa Ley de Dios.

Veamos ahora el contenido de cada uno de los Mandamientos:

Primer Mandamiento: Éxodo 20:3.

Mateo 6:24.

El Primer Mandamiento nos asegura que solamente hay un Dios, Creador del Universo y

de la Santa Ley.

Cualquier otra adoración a quien no sea el Dios Eterno es ofrecida a Satanás: 2ª Corintios

4:4.

El maligno es el único otro poder espiritual que obra en la tierra.

Segundo Mandamiento: Éxodo 20:4.

1ª Juan 5:21.

El Segundo Mandamiento prohíbe terminantemente cualquier forma de idolatría,

incluyendo el culto o veneración de imágenes o estatuas. Dios desea que elevemos Página � de �57 98

nuestro corazón y nuestros pensamientos directamente a Él, sin ninguna imagen o

persona que sirva de intermediaria.

Juan 4:23-24.

Éxodo 20:5-6.

Cualquier cosa o persona que tome la prioridad sobre Dios en nuestra vida se constituye

en un ídolo. Puede ser nuestro trabajo, dinero, posesiones, familia, amigos, pasatiempos,

etc.

Dios debe ser el primero sobre todo y en todo el quehacer del hombre.

Tercer Mandamiento: Éxodo 20:7.

Romanos 2:23-24.

El cristiano, cuando da un mal testimonio, también blasfema, tomando así el Nombre de

Dios en vano.

Cuarto Mandamiento: Éxodo 20:8-10.

Los primeros cuatro Mandamientos resumen nuestras obligaciones hacia Dios.

En el Cuarto Mandamiento Dios nos pide que recordemos el Séptimo Día, es decir, el

Sábado, para santificarlo (“santificar” es apartar para dedicar a Dios) no haciendo ningún

trabajo secular en ese día.

Al dejar los trabajos seculares en ese día, además del reposo y sosiego que Dios nos

regala, nos facilitará recordar que el Señor es el Dios de la Creación, que en ese día Dios

coronó la Creación del Universo y del hombre: Génesis 2:1-3.

La institución del Séptimo Día como Día de Reposo no es una institución judía, sino que,

como hemos visto, se remonta a la culminación de la Creación.

El Séptimo Día fue respetado por los Patriarcas, los Profetas, nuestro Señor Jesucristo,

los Apóstoles y la iglesia naciente, hasta que en el año 321 fue abolido y cambiado por el

primer día de la semana por el emperador Constantino en el Concilio de Nicea. Siendo,

como era Constantino, adorador del dios solar Mitra, ordenó el cambio del Sábado,

Séptimo Día, por la celebración de los servicios de adoración y el descanso en el primer

día de la semana, que era el día de adoración al Sol (“dies solis”, “día del sol”), pasando a

denominarlo “Dies Dominucus”, “día del Señor”, de donde nos llega el castellano Página � de �58 98

“Domingo”, voz inexistente en la Biblia. Así se conserva como “día del Sol” en las lenguas

germánicas y anglosajona (“Sonntag”, “Sunday”).

No fue hasta el día 7 de marzo del año 321, cuando el emperador Constantino I, llamado

“el grande”, decretó que el primer día de la semana sería observado como día de reposo

obligatorio:

“En el venerable día del sol, los magistrados y las gentes residentes en las ciudades

deben descansar, y los talleres estarán cerrados...” (Dado el séptimo día del mes de

marzo, Crispo y Constantino siendo cónsules cada uno de ellos por segunda vez. Codex

Justinianus, libro 3, título 12,3).

En el siglo XVI, la decisión del Concilio fue: “Recuerden todos los cristianos que el

Séptimo Día fue consagrado por Dios y aceptado y observado no sólo por los judíos, sino

también por todos los que querían adorar a Dios; no obstante, nosotros los cristianos

hemos cambiado el Sábado de ellos en el Día del Señor, Domingo.”

Tal es la importancia de este Día, que también se celebrará en los nuevos cielos y la

nueva tierra: Isaías 66:22-23.

(Si procede abundar en la importancia del Día de Reposo, este puede ser un estudio

adicional basado en 54 consideraciones para nuestra reflexión):

1. Después de los seis días de la obra de la Creación, Dios reposó en el Día Séptimo:

Génesis 2:1-3.

2. El Creador bendijo el Día Séptimo: Génesis 2:3.

3. Dios santificó el Día Séptimo: Éxodo 20:11.

4. El Séptimo Día fue hecho antes de la caída del hombre en el pecado, por lo que no

se trata de un tipo, porque los tipos no fueron introducidos sino hasta después de

la caída de los humanos en el pecado.

5. Jesús nos dice que el Sábado fue hecho por causa del hombre, como regalo de

reposo y descanso, y como memorial de la Creación. Marcos 2:27. Fue dado,

pues, para todos los humanos, tanto judíos como gentiles.

6. Jesús es el Señor del Sábado: Marcos 2:28.

7. El Séptimo Día es un memorial de la Creación: Éxodo 20:11; 31:17.


8. No se trata de una institución judía, pues cuando Dios lo instituyó, al concluir la

Creación y ponerla en marcha, no existía ni un solo judío en el mundo.

9. La Biblia nunca llama al Sábado o Séptimo Día “judío”, sino “el Sábado o Séptimo

Día del Señor tu Dios”.

10. El Sábado era parte de la Santa Ley de Dios antes de su promulgación en el Sinaí:

Éxodo 16:4, 27-29.

11. Dios colocó el Séptimo Día en el mismo corazón de su Santa Ley moral: ¿Por qué

lo colocaría allí si no hubiese sido permanente e inmutable, como los otros nueve

Mandamientos? Éxodo 20:1-17.

12. Fue ordenado por la voz misma de Dios: Deuteronomio 4:12-13.

13. Lo escribió Dios con su propio dedo: Éxodo 31:18.

14. Lo grabó en piedra para manifestar su perpetuidad: Deuteronomio 5:22.

15. Fue preservado en el Arca del Pacto, en el segundo departamento del Santuario,

es decir, en el Lugar Santísimo: Deuteronomio 10:1-5.

16. Dios prohibió toda actividad secular en el día Sábado, incluso en los tiempos más

apremiantes: Éxodo 34:21.

17. Los israelitas perecieron en el desierto porque profanaron el Santo Día de Reposo:

Ezequiel 20:12-13.

18. Es señal del Dios Verdadero, y permite que se le distinga de los dioses falsos:

Ezequiel 20:20.

19. Dios prometió que Jerusalem permanecería para siempre si se guardaba el

Sábado: Jeremías 17:24-25.

20. El pueblo de Dios fue al cautiverio babilónico por violar la santidad del Día de

Reposo: Nehemías 13:18.

21. Dios permitió la destrucción de Jerusalem por la violación del Santo Día de

Reposo: Jeremías 17:27.

22. Dios ha pronunciado una bendición especial sobre todos los gentiles que guarden

el Séptimo Día: Isaías 56:6-7.


23. Esta bendición se encuentra en la profecía que se refiere a la dispensación

cristiana: Isaías 56.

24. Dios ha prometido bendecir a cualquier persona que guarde el Sábado: Isaías

56:2.

25. Nuestro Señor desea que llamemos al Séptimo Día “delicia”, “santo”, “glorioso de

YHVH: Isaías 58:13. Es lo más opuesto a considerarlo “antiguo”, “judío”, “yugo de

servidumbre”, “carga”, etc.

26. Tras haber sido ignorado por muchas generaciones, el Santo Día de Reposo será

restaurado en los últimos días: Isaías 58:12-13.

27. Todos los santos Profetas guardaron el Día de Reposo.

28. Cuando el Verbo Encarnado, Jesucristo, estuvo en esta tierra, guardó el Santo Día

de Reposo durante toda su vida: Lucas 4:16; Juan 15:10. De ese modo siguió

también el ejemplo de su Padre, y Padre nuestro, en la culminación de la Creación.

29. El Séptimo Día es el Día del Señor en toda la Biblia: Relacionemos Apocalipsis

1:10 con Marcos 2:28; Isaías 58:13 y Éxodo 20:10.

30. De ahí que Jesús fuera y es el Señor del Sábado: Marcos 2:28.

31. Jesús vindicó el Sábado como una institución diseñada por Dios para beneficio de

los hombres: Marcos 2:23-28.

32. Lejos de abolirlo, Jesús enseñó cuidadosamente cómo debe guardarse el Sábado:

Mateo 12:1-13.

33. Jesús enseñó a sus discípulos a no hacer nada ilícito en el Séptimo Día: Mateo

12:12.

34. Jesús instruyó a sus Apóstoles en el sentido de que el Sábado seguiría siendo

guardado, 40 años después de su resurrección: Mateo 24:20.

35. Las santas mujeres que habían estado con Jesús guardaron reverentemente el

Sábado después de la crucifixión de Jesús en el día viernes: Lucas 23:56.

36. Treinta años después de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, el Espíritu

Santo lo llamó expresamente “Día de Reposo”: Hechos 13:14.


37. Pablo, el Apóstol a los gentiles, lo llamó “Día de Reposo” en el año 45 d.C.:

Hechos 13:27.

38. Lucas, escribe en el año 62 d.C., y llama al Sábado “Día de Reposo”: Hechos

13:44.

39. Los gentiles convertidos lo llamaron el Sábado: Hechos 13:42.

40. En el Gran Concilio Cristiano, celebrado en el año 52 d.C., en presencia de los

Apóstoles y de los discípulos, el Apóstol Santiago lo llama “Día de Reposo”:

Hechos 15:21.

41. Era costumbre tener reuniones de oración en ese día: Hechos 16:13.

42. El Apóstol Pablo leyó públicamente las Sagradas Escrituras en ese día: Hechos

17:2-3.

43. El Apóstol Pablo acostumbraba a predicar en ese día: Hechos 17:2.

44. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se registran muchas reuniones

celebradas en el Día de Reposo: Hechos 13:14, 44; 16:13; 17:2; 18:4.

45. Nunca hubo ninguna disputa entre los cristianos procedentes del judaísmo y los

cristianos procedentes de la gentilidad con respecto al Sábado. Esto prueba que

los cristianos de toda procedencia habían sido enseñados a observar el Séptimo

Día como Santo Día de Reposo.

46. Entre todas las acusaciones que los judíos presentaron contra el Apóstol Pablo,

ninguna era porque violara el Sábado. ¿Por qué no lo hicieron si Pablo hubiese

sido un transgresor?

47. Pablo mismo declaró expresamente que él había guardado la Ley de Dios: Hechos

25:8. ¿Cómo podría haber sido esto cierto si no hubiera guardado el Sábado?

48. En el Nuevo Testamento se menciona el Sábado 59 veces, y siempre con

deferencia, dándole el mismo título que lleva en las Escrituras del Antiguo

Testamento: “El Día de Sábado”. Como algunos traductores no quieren

reconocerlo, recurren a traducir “día de reposo”, para añadir un asterisco y al pie

de la página reconocer que “aquí equivale a Sábado”. Es evidente que deberían

proceder a hacerlo a la inversa, es decir, traducir por “Sábado”, que es lo que dice

el original griego, y explicar al pie de página que “equivale a “Día de Reposo”. Página � de �62 98

49. No se dice absolutamente nada en el Nuevo Testamento de que el Sábado haya

sido abolido, dejado a un lado, cambiado o substituido por otro día. Dios nunca ha

autorizado a nadie para que se cambie ninguno de los Diez Mandamientos.

50. Según el registro bíblico, ningún cristiano hizo trabajo secular en el Séptimo Día, ni

antes ni después de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. No existe un solo

ejemplo de tal cosa. ¿Por qué habríamos de actuar de forma diferente a los

primeros cristianos?

51. No existe ningún registro de que Dios haya retirado sus bendiciones por la

santificación del Séptimo Día.

52. Del mismo modo que el Sábado fue guardado en el Edén antes de la entrada del

pecado, así será observado eternamente en la nueva tierra, después de la

restauración de todas las cosas: Isaías 66:22-23.

53. El Sábado, Séptimo Día, es uno de los Mandamientos de la Santa Ley de Dios, la

Santa Ley moral, los Diez Mandamientos, como salió de la boca de Dios, y fue

escrita por el propio dedo de Dios sobre las tablas de piedra en el monte Sinaí

(Éxodo 20). Cuando nuestro Señor Jesucristo comenzó su obra, su ministerio

público, declaró expresamente que Él no había venido para abrogar la Ley de Dios

o los Profetas: Mateo 5:17.

54. Jesús calificó severamente a los fariseos, describiéndolos como “hipócritas” por

pretender amar a Dios, mientras que al mismo tiempo invalidaban algunos de los

Diez Mandamientos por causa de sus tradiciones. ¿Estaremos nosotros también

invalidando algunos de los Mandamientos Divinos por nuestras tradiciones?

Quinto Mandamiento: Éxodo 20:12.

Efesios 6:1-3.

Los últimos seis Mandamientos resumen nuestras obligaciones hacia nuestro prójimo.

Primero, el respeto debido a la autoridad de nuestros padres, lo cual lleva al hijo y a la hija

a confiar en Dios.

Sexto Mandamiento: Éxodo 20:13.

1ª Juan 3:15.


El Sexto Mandamiento va más allá del homicidio: Implica también el respeto a la vida, el

suicidio, el rechazo a la guerra, y el respeto a los animales.

Toda demostración de odio, todo aquello que obstaculice la libertad y la dignidad del

prójimo, todo cuanto pueda dañar la integridad del hombre, debe ser rechazada y

condenado.

Séptimo Mandamiento: Éxodo 20:14.

Mateo 5:28.

Aquí, nuevamente, el Mandamiento va más allá de lo que parece a primera vista: De

hecho, el simple acto de mirar con ojos codiciosos es ya una transgresión de la Santa Ley

de Dios.

El Señor, por lo tanto, nos manda no sólo tener dominio propio sobre nuestros actos, sino

también sobre nuestros pensamientos ayudados por el poder del Espíritu Santo que obra

en nosotros.

Octavo Pensamiento: Éxodo 20:15.

Efesios 4:28.

Cualquier traspaso o agravio a la propiedad ajena, es una violación del Octavo

Mandamiento.

Debemos ganar lo que necesitamos a través del trabajo honrado, de manera honesta y

concienzuda.

El Mandamiento se expresa como “lo tignov”, “no robarás”, de la raíz “ganav”, cuyo

sentido no se limita a robar cosas, objetos, sino a “robar personas”, es decir, “raptar” o

“secuestrar”.

Por extensión o analogía, los sabios antiguos de Israel entendieron que la prohibición del

robo se extiende a la reputación, la dignidad, la confianza y toda propiedad que constituye

a la persona en tal. Bastaría el cumplimiento de este Mandamiento Divino para que

mundo fuera un lugar hermoso.

Noveno Mandamiento: Éxodo 20:16.

Zacarías 8:16-17.


La mentira, la murmuración y la chismografía jamás servirán a la causa de Dios. Nuestras

palabras han de ser herramientas para la edificación, y como discípulos de Cristo Jesús

hemos de ser siervos de la verdad.

Décimo Mandamiento: Éxodo 20:17.

1ª Juan 2:17.

La envidia, la codicia, el afán por el lucro y la dominación (comprendido el amor al dinero)

serán raíz siempre de todos los males del hombre. Hasta el día de hoy, la codicia en todas

sus formas arrastra a millones de seres humanos a la perdición: Santiago 4:1-10; 1ª

Timoteo 6:3-10.

El que ama a su prójimo ha cumplido la Ley Divina:

Romanos 13:8-10.

Recordemos que los primeros cuatro Mandamientos del Decálogo resumen nuestras

obligaciones para con Dios, mientras que los últimos seis resumen nuestras obligaciones

para con nuestros prójimos.

Mateo 22:36-40.

La obediencia a los primeros cuatro Mandamientos demuestra nuestro amor a Dios, y

nuestra obediencia a los seis siguientes demuestra nuestro amor a nuestro prójimo como

a nosotros mismos.

Juan 14:15.

1ª Juan 5:3-4.

Dios quiere darnos fuerzas y el poder que precisamos para guardar sus Mandamientos.

Si le amamos, le permitiremos obraren nuestros corazones, yasí será como los

Mandamientos de su Santa Ley se convertirán en delicias para nosotros, y no una carga.

Salmo 119:18, 35, 47, 97, 143, 165.

Deuteronomio 4:2.

Como podemos constatar en el estudio de la historia, las autoridades de las iglesias

apóstatas, vendidas al poder mundano, han tratado por diversos medios de cambiar los


Mandamientos de la Santa Ley de Dios (basta con estudiar los catecismo y confesiones

de fe de las denominaciones), algo estrictamente prohibido por Dios nuestro Señor.

Job 23:12.

Mateo 5:18-19.

Jesús nos ha dejado esta enseñanza con prístina claridad: Nadie tiene el derecho a

cambiar un solo Mandamiento de la Santa Ley de Dios para de esa forma adaptar el texto

de la Ley Divina a las tradiciones y costumbres de la sociedad.

Deuteronomio 5:29.

Eclesiastés 12:13-14.

La Santa Ley de Dios nos enseña el único camino a la felicidad según nuestro Señor.

La elección para obedecer es nuestra, sabiendo que un día cosecharemos las

consecuencias de nuestras decisiones.

Demos gracias a Dios nuestro Señor por sus enseñanzas en las Sagradas Escrituras, por

aclararnos que quienes guardan sus Mandamientos son quienes verdaderamente le

aman.

Reconozcamos que los Diez Mandamientos son faros que Dios ha puesto en nuestro

camino, no para molestarnos o deslumbrarnos, sino para mostrarnos el camino hacia la

felicidad.

Por eso, pidamos a nuestro Señor humildemente que nos llene de su Santo Espíritu, de

manera que podamos obedecerle siguiendo sus Mandamientos, y teniendo siempre

presente que separados de nuestro Señor nada podemos hacer.

(Recomendar a los alumnos el estudio del libro: “El Sábado, Santo Día de Reposo”, en

<www.ebenezer-es.org> sección “Publicaciones”).


“LA SANTA LEY DE DIOS REFLEJA A SU AUTOR”


Hechos 17:11.

Cuando se les confronta con los Diez Mandamientos, muchos cristianos afirman que

éstos fueron cambiados: que sólo fueron dados por Dios para que los cumplieran los

judíos (aunque como ya hemos estudiados, los Mandamientos Divinos fueron dados

desde la Creación), o que fueron abolidos, en su totalidad o en parte, desde hace mucho

tiempo.

Estas afirmaciones son realmente muy serias, por lo que debemos escudriñar las

Sagradas Escrituras para cerciorarnos de la verdad.

Lucas 18:19.

Romanos 7:12.

En esta lección pretendemos desarrollar nuestro respeto por la Santa Ley de Dios.

Veremos que los Diez Mandamientos reflejan perfectamente el carácter de Dios.

Por tanto, tengamos cuidado de seguir las enseñanzas de quienes afirman que la Ley

Divina ha sido cambiada o abolida.

La primera característica de la Santa Ley de Dios es que tanto Dios como su Ley son

buenos.

1ª Juan 3:3.

Salmo 19:8.

Dios y sus Mandamientos son ambos puros.

Juan 3:33.

Salmo 119:142.

Salmo 119:151.

La “verdad” es característica que se atribuye tanto a Dios como a sus Mandamientos.

1ª Juan 4:8.

Romanos 13:10.

Dios, siendo Amor, ha creado una Ley basada en el amor.


Cuando guardamos los Mandamientos Divinos, con la ayuda imprescindible del Santo

Espíritu de Dios actuando en nosotros, demostramos nuestro amor por Dios (al guardar

los primeros cuatro Mandamientos) y nuestro amor a nuestros prójimos (al guardar los

últimos seis Mandamientos).

Recordemos la lección “Cuando el Dedo de Dios escribe”.

2º Samuel 7:22.

Isaías 42:21.

La grandeza es otra de las características que tienen en común Dios y su Santa Ley.

Al considerar las características comunes que pertenecen tanto a Dios nuestro Señor

como a su Santa Ley, nuestro respeto a los Mandamientos Divinos aumenta de forma

natural.

Mateo 5:48.

Salmo 19:7.

Santiago 1:25

Meditemos en esto: ¿Por qué cambiaría Dios su Ley que es perfecta, como Él es

perfecto?

Levítico 19:2.

Romanos 7:12.

Josué 5:15.

Vemos que otra característica común entre Dios y su Ley es la santidad. Por tanto, como

la Ley es santa como su Autor, ¿cómo pueden algunos creer que podamos hacer cambios

en ella a nuestro antojo?

¿Cómo debemos actuar hacia algo que Dios ha declarado “santo”?

Génesis 21:33.

Salmo 119:44.

Los transgresores de la Santa Ley de Dios ciertamente hubieran preferido que las

Sagradas Escrituras guardaran silencio en este punto. Página � de �69 98

De hecho, la propia Escritura afirma que la Ley de Dios es eterna. Siendo buenos, santos,

puros y perfectos, los Diez Mandamiento merecen permanecer por la eternidad, como lo

demuestran los siguientes textos:

Lucas 16:17; Salmo 111:7-8; 2º Reyes 17:37; Eclesiastés 3:14.

Tanto la Ley del Señor como su Autor son una delicia: Salmo 37:4; Salmo 119:47.

Bajo la gracia divina, guardar los Mandamientos no es una carga.

La fidelidad es otra de las características que encontramos en Dios y en sus

Mandamientos: 1ª Corintios 1:9; Salmo 119:86.

Dios y su Santa Ley son inmutables, nunca cambiarán. La ley del Señor es perfecta, no

debe ser cambiada porque, a diferencia de las leyes de los hombres, no precisa ajustarse

ni adaptarse a las circunstancias. Antes bien, nuestra responsabilidad es adaptarnos

nosotros a ella: Santiago 1:17; Lucas 16:17.

Siendo inmutable, debemos someter nuestra voluntad para cumplir los “dichos de su

boca” y no hacer lo contrario: Deuteronomio 4:2; Job 23:12.

Una vez más, Dios y su Ley muestran la misma característica respecto a la justicia:

Jeremías 23:6; Deuteronomio 4:8; Salmo 119:172.

Las obras de Dios, comprendidos sus Mandamientos, son maravillosas. Sólo bajo la

dirección de su Santo Espíritu podemos descubrir las maravillas que se encuentran en su

Ley: Job 37:14; Salmo 119:18.

La lista de las características que Dios y su Ley tienen en común se hace cada vez más

extensa: Salmo 104:1; Isaías 42:21.

Dios y su Ley son ambos espirituales, en contraste con la naturaleza humana caída, que

es carnal, esclava del pecado: 1ª Corintios 10:4; Romanos 7:14.

Por último, Dios y sus Mandamientos no tienen límite. Jesucristo nos demostró cómo la

Ley va más allá de lo que parece: 2º Crónicas 6:18; Salmo 119:96.

Dios y su Santa Ley tienen almismo carácter. Ahora comprendemos mejor por qué no es

correcto creer que la Santa Ley de Dios haya sido abolida: Mateo 5:17-20.


“LAS DOS LEYES”


Efesios 2:14-15.

Basados en estos versículos, muchos cristianos sinceros creen que las Sagradas

Escrituras enseñan que la Ley de Dios fue abolida por el sacrificio de Jesucristo en la

Cruz del Calvario.

Nuestro propósito en esta lección es demostrar que la Biblia habla de dos leyes

completamente diferentes:

Una fue, efectivamente, abolida en la Cruz del Calvario.

La otra nunca será abolida, sino que permanecerá para siempre.

Hechos 15:5.

Primeramente, está la ley que la Biblia llama “la ley de Moisés”. Esta era una ley

ceremonial, explicando con mucha precisión cómo realizar los sacrificios y describiendo

los servicios que debían realizarse en el Santuario Terrenal.

Isaías 5:24.

La Ley de Dios o Ley de YHVH (Jehová) es la segunda ley mencionada en la Biblia.

Se trata de la Ley Moral, los Diez Mandamientos, que reflejan el carácter de Dios.

De modo que la Biblia habla de dos leyes:

La Ley de Moisés o Ley Ceremonial, y la Ley de Dios o Ley Moral, es decir, los Diez

Mandamientos.

Deuteronomio 31:24.

Éxodo 31:18.

Varias son las diferencias entre la Ley Ceremonial y la Ley Moral:

Primeramente, la Ley Ceremonial fue escrita por Moisés en un libro.

La Ley de Dios o Ley Moral fue escrita por el propio Dios en tablas de piedra.

Deuteronomio 31:26.

Éxodo 25:16.

1º Reyes 8:9. Página � de �72 98

Mientras que la Ley de Moisés fue puesta junto al Arca de la Alianza, las dos tablas de

piedra que contenían los Diez Mandamientos fueron puestas dentro del Arca.

Hebreos 8:4.

Como hemos dicho antes, la Ley de Moisés explicaba cómo presentar las ofrendas, cómo

celebrar las fiestas, etc. Es la razón por la denominamos “Ley Ceremonial”.

Por otra parte, la Ley Moral no habla ni de ceremonias ni de ofrendas, sino que su

contenido son los Diez Mandamientos, y se halla en Éxodo 20:1-17 y en Deuteronomio

5:6-21.

Conviene aquí recordar el estudio “Cuando el Dedo de Dios Escribe”.

Efesios 2:14-15.

Ahora podemos comprender mejor estos versículos: En verdad, Cristo Jesús, por su

muerte en la Cruz del Calvario, se convirtió en el “Cordero de Dios” que fue sacrificado

por los pecados del mundo.

Por lo tanto, todo el sistema sacrificial del Santuario Terrenal basado en los sacrificios de

los animales pasó a dejar de ser útil.

Esa es la razón por la que el velo del Templo de Jerusalem se rasgó por la mitad, de

arriba abajo, al morir Jesús.

Mateo 5:17-18.

Por lo tanto, tengamos mucho cuidado en decir que Jesús abolió la Santa Ley de Dios.

El sacrificio de Jesús en la Cruz abolió la Ley Ceremonial, no la Santa y Eterna Ley de

Dios.

Por eso Jesús dejó bien claro que Él no había venido a abrogar, a anular, la Ley y los

Profetas, sino a cumplir, por cuanto la Ley de Dios, la Ley Moral, los Diez Mandamientos,

reflejan el carácter mismo de Dios.

Mateo 19:16-19.

Jesús siempre mostró el mayor respeto hacia los Diez Mandamientos. Lejos de abolirlos,

enseñó siempre a todos a guardarlos.

Hebreos 7:15-16. Página � de �73 98

Romanos 7:7, 14.

Mientras que a la Ley de Moisés se la describe como “la ley acerca del linaje carnal”, a la

Ley Moral se la describe como “espiritual”.

El contexto del último texto claramente indica que la Ley Espiritual se refiere a los Diez

Mandamientos.

Gálatas 3:19.

1ª Juan 3:4.

Esto es un auténtico jeroglífico para aquellos que no han sido enseñados a distinguir la

diferencia entre la Ley de Moisés y la Ley de Dios, entre la Ley Ceremonial y la Ley Moral.

¿Cómo pueden explicar que “el pecado es infracción de la ley”, y, al mismo tiempo, que

“la ley fue dada por causa de las transgresiones”?

Romanos 3:20.

La respuesta a este dilema es fácil: El pecado es la transgresión de la Ley Moral, de los

Diez Mandamientos, y debido a esta transgresión, fue dada la Ley Ceremonial, con el fin

de explicar el sistema de los sacrificios que debían ser realizados hasta la Venida del

Sacrificio por excelencia, el Cordero de Dios, quien dio su vida por los pecados del

mundo.

De modo que el sistema sacrificial fue una sombra, un símbolo, del sacrificio de Jesucristo

que acontecería en el día establecido por Dios.

Es decir, que al conocer la Ley Moral podemos también saber cuándo hemos pecado, y,

de igual manera, pedir el perdón de Dios por ello.

Colosenses 2:14.

Santiago 2:11-12.

La Ley Ceremonial era contra los hombres, hasta que fue destruida por el sacrificio de

Jesucristo en la Cruz.

Pero la Ley Moral, los Diez Mandamientos, es para nosotros una “ley de libertad”.

Hechos 15:5, 10.


1ª Juan 5:3.

La Ley de Moisés era un yugo pesado. La Ley de Dios, por el contrario, no es una carga,

sino que en Cristo Jesús los Mandamientos del Señor no son gravosos.

Hebreos 7:18-19.

Santiago 1:25.

Es fácil de ver el contraste entre la imperfecta Ley Ceremonial y la perfecta Ley de Dios,

la Ley Moral, que guía nuestros pasos bajo la dirección del Espíritu Santo morando en

nuestros corazones.

Daniel 9:4, 11.

En este versículo se manifiesta claramente la existencia de las dos leyes:

Primeramente, la Ley de Dios que ha sido transgredida; luego, la Ley de Moisés, que

describe la maldición que caería sobre el pueblo de Israel si desobedecía los

Mandamientos de Dios.

2º Reyes 21:8.

El propio Dios marcó la diferencia entre la Ley Moral, es decir, los Diez Mandamientos, y

la Ley de Moisés, que Israel debía guardar hasta la primera venida de Cristo en carne, el

perfecto Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

1ª Corintios 7:19.

Como cristianos, no tenemos que guardar ya más la Ley Ceremonial, la cual fue abolida al

morir Jesús en la Cruz.

Sin embargo, debemos guardar los Diez Mandamientos de la Santa Ley de Dios, los

cuales describen nuestras obligaciones hacia Dios y hacia nuestros prójimos.

La Ley Ceremonial simbolizaba la Venida del Cordero de Dios que quita el pecado del

mundo: Jesucristo el Señor.

Habiendo recibido a Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador personal, eterno y

todo suficiente, no tenemos ya más necesidad de cumplir los requisitos sacrificiales de la

Ley Ceremonial.


Nuestra necesidad ahora es la dirección del Espíritu Santo para andar por los

Mandamientos de la Santa Ley de Dios, los Diez Mandamientos, los cuales reflejan el

carácter de Dios, lo que a Él más agrada, y a nosotros más nos conviene.


“¿BAJO LA LEY O BAJO LA GRACIA?”


Salmo 19:8.

Romanos 7:12.

Salmo 119:165.

Si hubiéramos permanecido en la perfecta Ley de Dios, hubiésemos si felices por

siempre.

Génesis 2:17.

1ª Juan 3:4.

Romanos 6:23.

Desafortunadamente, el hombre transgredió la Ley de Dios y se convirtió en pecador.

Así fue como perdimos nuestro derecho a la vida eterna, convirtiéndonos en mortales,

sujetos a la muerte.

Romanos 5:12.

Romanos 3:23.

Separado de Dios por sus pecados, la condición del hombre era desesperante. Habiendo

transgredido la voluntad de Dios, el hombre (recordemos siempre que aquí empleamos la

voz “hombre” en su sentido genérico, es decir, varón y mujer), se convirtió en pecador, y

siendo pecador quedó sentenciado a muerte.

Romanos 7:14-16.

Romanos 8:7.

Es decir, que estando separado de Dios, el pecador no tiene ya el poder necesario para

obedecer la Ley de Dios, ni es ello posible para él.


Romanos 7:10.

Ya que el pecador no puede obedecer la Ley de Dios por sí mismo, su naturaleza

espiritual declina cada día.


Los Diez Mandamientos nos muestran el camino de la felicidad, pero el hombre no puede

guardarlos por sí mismo. Su constante desobediencia lo pone bajo la condenación de la

ley.

Gálatas 2:16.

Romanos 3:20.

Isaías 64:6.

Puesto que nuestra naturaleza pecadora no nos permite guardar de manera perfecta la

Ley de Dios, es por tanto completamente imposible que seamos salvos por nuestra

obediencia a la Ley.

¿Qué podremos entonces hacer para ser salvos?

Gálatas 3:24.

Al mirar a la Ley de Dios, pronto descubrimos que nuestra condición pecadora es

desesperada.

La Ley de Dios nos revela nuestra miseria espiritual, señalándonos nuestras

transgresiones, y mostrándonos de forma clara nuestra necesidad de un Salvador.

De esa manera es como la Ley de Dios nos lleva Cristo Jesús, el Único que puede

justificarnos y salvarnos de nuestros pecados.

Efesios 2:8-9.

Romanos 3:23-24.

Nadie merecemos la salvación. Es le regalo de Dios para cada uno de nosotros a través

del sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, donde Él nos substituyó, donde ocupó

nuestro lugar.

Romanos 4:2-3.

¿Qué sucedió con los que vivieron antes del nacimiento de Jesucristo?

¿Se salvaron por obedecer la Santa Ley de Dios? No.

Así como nosotros, ellos tuvieron que creer que en la gracia de Dios serían salvos. Es

decir, pusieron su esperanza en el Mesías, el Deseado de todas las naciones, tal y como


nosotros ponemos nuestra fe, nuestra esperanza y confianza en el Mesías que ha de

venir, Jesucristo.

Mateo 5:17.

Lucas 16:17.

Muchos hermanos creen que Jesús abolió la Ley, y lo creen con sinceridad porque así

han sido enseñados. Pero, como vemos, el propio Jesús dijo todo lo contrario, que la

Santa Ley de Dios no sería abolida.

El sacrificio de Jesucristo abolió la Ley Ceremonial, pero no la Ley Moral, la Santa Ley de

Dios, el Decálogo.

Romanos 6:14.

Si los Diez Mandamientos no han sido abolidos, entonces ¿qué significa esta declaración

del Apóstol Pablo?

¿Quiso decir que los cristianos, estando bajo la gracia, no tenemos que obedecer la Santa

Ley de Dios?

Gálatas 4:4-5.

Gálatas 3:13.

Romanos 8:1.

Primeramente, ¿qué significa “estar bajo la ley”?

De acuerdo con este versículo, estar bajo la ley simplemente significa estar bajo la

condenación de la ley.

Romanos 6:14-15.

Con frecuencia, por esa tendencia a leer medios versículos, o no leer la perícopa

completa, nos detenemos, como en este caso, después de leer “no estáis bajo la ley, sino

bajo la gracia”’

Y, sin embargo, el siguiente versículo demuestra con toda claridad que la expresión “no

estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” no le da permiso al cristiano para vivir como si la

Santa Ley de Dios ya no existiese más.


De hecho, el pecado es la transgresión de la Ley de Dios, y el Apóstol Pablo declara que

no deberíamos pecar, incluso mucho más estando bajo la Gracia de Dios.

Gálatas 5:13.

Si un policía nos detiene por ir conduciendo con exceso de velocidad, y nos advierte de lo

que podría ocurrirnos si continuáramos haciéndolo, y nos deja seguir sin imponernos una

multa, entonces estaríamos “bajo la gracia” de ese policía.

Pero, ¿nos da eso libertad para transgredir las leyes de tráfico? Por supuesto que no. Si

volvemos a cometer la misma infracción, el policía nos volverá a detener, y esta vez no

nos dejara ir sin imponernos una multa.

De la misma forma, la Gracia de Dios nos perdona, pero ese perdón no nos da permiso

para transgredir la Ley Divina.

Romanos 3:31.

Volvamos a tomar el ejemplo del policía: ¿Cuál sería la mejor forma de demostrarle

gratitud al policía por habernos dejado ir sin imponernos una multa? Sería hacer todo por

nuestra parte por guardar las leyes de tráfico, ¿no es así?

De la misma forma, si verdaderamente estamos agradecidos a Dios por su Gracia,

procuraremos guardar mejor sus Mandamientos día tras día, a través del poder del Santo

Espíritu de Dios que el Señor mismo nos otorga.

Hebreos 5:9.

Hechos 5:32.

Dios espera que le obedezcamos por medio de la fe que Él mismo nos otorga.

A través de su poder obrando en nuestros corazones, seremos capaces de guardar la

Santa Ley de Dios, no para salvarnos, sino para demostrarle a nuestro Dios y Padre lo

sincero que ha sido nuestro arrepentimiento de nuestra vana manera de vivir, y lo genuina

que ha sido nuestra conversión.

No andamos por los Mandamientos de la Santa Ley de Dios para salvarnos, sino que

hemos sido salvados por el sacrificio de Cristo para que andemos por los Mandamientos

Divinos.


Repetimos, porque se trata de algo de importancia fundamental: El Santo Espíritu de Dios

nos mueve a andar por los Mandamientos Divinos, no para salvarnos, sino porque para

ello hemos sido salvados: Efesios 2:8-10.

Dios nos pide que hagamos su voluntad, la cual se expresa en su Santa Ley:

Salmo 40:8; Mateo 7:21; Hebreos 10:36; 1ª Juan 2:17; Eclesiastés 12:13.

Al guardar los Mandamientos de la Santa Ley de Dios demostramos nuestro amor a Dios:

Juan 14:15; 1ª Juan 5:3; 1ª Juan 2:3-4; Nehemías 1:5.

Dios no aprueba que olvidemos su Santa Ley, sino que se complace con quienes la

guardan: Proverbios 28:24; Marcos 7:7-8; Salmo 103:17-18; Salmo 112:1.

Recordemos las claras enseñanzas al respecto que hallamos en el Salmo 119: 1, 34, 47,

127, 166, 176.

Gálatas 2:20.

No podemos guardar los Mandamientos de la Santa Ley de Dios por nosotros mismos.

Pero aceptando a Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador personal, eterno y todo

suficiente, obtenemos no sólo el perdón de nuestros pecados pasados, sino también el

poder para hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas por la presencia de Jesucristo

morando en nosotros a través del Santo Espíritu de Dios, el Espíritu Santo del Padre y del

Hijo.

Juan 15:5.

Gálatas 5:22-23.

Si Jesucristo mora en nuestra vida, espontáneamente llevaremos buenos frutos de justicia

divina, como el árbol lleva frutos sin realizar ningún esfuerzo.

Notemos que la Santa Ley de Dios no se opone la fruto del Espíritu Santo.

Ezequiel 36:27.

Hebreos 8:10.

Dios puede hacer de estas maravillosas promesas una realidad en nosotros, si

sinceramente se lo pedimos.


De hecho, Dios desea inmensamente darnos su Santo Espíritu para que podamos vivir en

santidad, es decir, para que caminemos en sus Mandamientos, los cuales nos enseñan el

camino a la verdadera felicidad.

Salmo 119:47.

Romanos 7:22.

1ª Corintios 7:19.

El verdaderamente convertido a Jesucristo no tratará de restar importancia a los

Mandamientos de la Santa Ley de Dios, sino que, por el contrario, hallará gran gozo en

guardarlos, sabiendo que Dios le ha dado el poder que necesita para hacerlo.

¡Qué gran mensaje nos da el Señor al mostrarnos en su Palabra que Él espera que

guardemos sus Mandamientos, expresados en el Decálogo!

Pero también nos enseña que separados de Jesucristo nada podemos hacer. Es por eso

que le rogamos que nos dé su Santo Espíritu para poder aprende cada día cómo andar

por su Santa Ley, con nuestros ojos puestos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe.

Amén.


“LA CONSAGRACIÓN”


(Esta lección, por ser más descriptiva, requiere que el instructor intercale las preguntas

correspondientes para dar después las afirmaciones pertinentes basadas en textos

bíblicos).

Jeremías 29:13.

Debemos entregar a nuestro Señor todo nuestro corazón, o de otra manera el cambio que

se ha de efectuar en nosotros, y por el cual hemos de ser transformados conforme a la

semejanza de Jesucristo, nunca se realizará.

Por naturaleza estamos enemistados con Dios: El Santo Espíritu de Dios describe nuestra

condición como muertos:

Efesios 2:1.

Isaías 1:5-6.

Estamos atrapados por las redes del maligno, apresados para hacer su voluntad: 2ª

Timoteo 2:26.

Dios quiere libertarnos y sanarnos, pero, puesto que esto demanda una transformación

completa y la renovación de toda nuestra naturaleza, debemos entregarnos a Él

completamente.

La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande que jamás hayamos

experimentado.

Rendirnos a nosotros mismos, entregando nuestra voluntad a Dios, requiere pasar por

una lucha, pero para que nuestra alma sea renovada en santidad debemos someternos a

Dios.

Ahora bien, el gobierno de Dios no está fundado en una sumisión ciega, ni en una

reglamentación irracional, como Satanás quiere hacerla aparecer.

Al contrario, nuestro Señor apela al entendimiento y a la conciencia: Isaías 1:18.

Esta es la invitación que Dios extiende a todos los seres humanos.

Dios nunca fuerza la voluntad de sus criaturas humanas.

Dios no puede aceptar un homenaje que no se le dé voluntaria e inteligentemente. Página � de �85 98

Una sumisión meramente forzada impedirá el desarrollo que Dios quiere para todos sus

hijos e hijas.

Dios quiere el desarrollo real de nuestro carácter e inteligencia.

De lo contrario, el ser humano sería un mero autómata, un robot.

No es ese el designio del Creador para los humanos.

El deseo de Dios es que el hombre, el ser humano, alcance el más alto desarrollo posible.

Y para que alcancemos la gloriosa altura que Él anhela para nosotros, nos eleva mediante

su Gracia y Misericordia.

Nos invita a entregarnos a Él, a fin de que su voluntad perfecta pueda darse en nosotros.

Y a nosotros sencillamente nos corresponde decidir si queremos ser libertados del poder

de la esclavitud del pecado para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Al consagrarnos a Dios, debemos abandonar todo aquello que nos separa de Él.

Por eso dice nuestro Señor Jesucristo que precisamos renunciar a lo que nos posee:

Lucas 14:33.

No circunscribamos esta llamada a la renuncia exclusivamente al poder de atracción de

los bienes terrenales, sino que pensemos en todo aquello que aleja nuestro corazón de

Dios.

Recordemos siempre que “todo lo que dificulte nuestra comunión con Dios, no procede de

Dios”.

Todo lo que aleje nuestro corazón de Dios, ha de ser abandonado.

Los tesoros representan los ídolos de muchos.

El amor al dinero, principio de todos los males, es la cadena de oro con la que Satanás

mantiene atados a muchos, cegados por el fulgor del afán por el lucro y la dominación: 1ª

Timoteo 6:3-10.

Otros adoran la reputación, la fama y los honores que el mundo da.

Otros están atrapados por una vida de comodidad egoísta, libre de responsabilidades.


Sólo si entregamos toda nuestra vida a Cristo Jesús podremos experimentar la rotura de

todos los lazos de servidumbre.

No podemos consagrar una parte de nuestro corazón al Señor y la otra parte al mundo.

No podemos ser hijos e hijas de Dios parcialmente, sino que hemos de serlo de todo

corazón.

Hay quienes manifiestan confiar en Dios a la vez que dependen de sus propios esfuerzos

para obedecer la Santa Ley de Dios.

Son quienes se creen capaces de formar su propio carácter por sí mismos.

Sus corazones no son movidos por el profundo sentimiento de amor hacia Cristo el

Salvador, sino que tratan de ejecutar sus deberes como cristianos como algo mediante lo

cual ganarse un lugar en el Reino de Dios.

Cuando Jesucristo mora en nuestros corazones, estamos tan llenos de su amor, del gozo

de la comunión con Él, que nos unimos a Él, Copn lo que el móvil de cada una de

nuestras acciones es su bendita persona.

Cuando experimentamos el constructivo amor de Dios en nuestros corazones, no

preguntamos cuánto es el mínimo que podemos darle a Dios para satisfacer sus

demandas y requerimientos.

No preguntamos cuál es la más baja norma aceptada por Dios, sino que nuestra

aspiración es una vida de completa conformidad con la voluntad del Señor.

Así es como podemos desprendernos de todo agobio y atadura.

De lo contrario, nuestro seguimiento de Cristo será árido formalismo que degenerará en

gravosa y vil tarea.

¿Creemos que es un sacrificio demasiado grande dar todo a Jesucristo?

Hagamos una pregunta: ¿Qué ha dado Cristo por mí?

El Unigénito Hijo de Dios, Uno con el Padre, lo dio todo por mí y por cada uno de

nosotros.

Jesús entregó su vida, su amor y sus sufrimientos: Hebreos 12:1-3.


¿Es posible que nosotros, seres indignos de tan grande amor, rehusemos entregarle

nuestro corazón completo?

Cada momento de nuestra vida hemos sido participantes de las bendiciones de su Gracia,

y por esa misma razón no podemos comprender plenamente las profundidades de la

ignorancia y la miseria de que hemos sido salvados.

¿Es posible que veamos a Aquél a quien traspasaron nuestros pecados y continuemos,

sin embargo, menospreciando tanto su amor y su sacrificio?

Viendo la humillación infinita del Señor de la Gloria, ¿murmuraremos y nos quejaremos

porque no podemos entrar en la vida eterna sino a costa de conflictos, padecimientos y

humillaciones propias? Filipenses 3:7-14; 1ª Pedro 4:12-19; 5:9.

Muchos corazones orgullosos preguntan: ¿Por qué necesitamos arrepentirnos y

humillarnos antes de poder tener la seguridad de que somos aceptados por Dios?

Sólo tenemos que mirar a Jesucristo. En Él no había pecado alguno y, lo que es más, era

el Príncipe del Cielo. Pero por causa del hombre (entiéndase siempre “varón” y “mujer”)

fue hecho pecado: Isaías 53:12.

¿Y qué abandonamos cuando damos todo? Un corazón corrompido para que Jesús lo

purifique, para que lo limpie con su propia sangre y para que lo salve con su incomparable

amor.

¡Y, sin embargo, los humanos hallamos difícil dejarlo todo!

Dios no nos pide que dejemos nada de lo que es para nuestro mayor provecho retener.

En todo cuanto Dios hace, tiene presente la felicidad de sus hijos e hijas.

Nuestra evangelización debe enfocarse en comunicar a los hombres nuestros hermanos

que Dios tiene algo muchísimo mejor que ofrecerles que lo que ellos están buscando por

ellos mismos.

El hombre hace el mayor perjuicio e injusticia a su propia alma cuando piensa y obra de

un modo contrario a la voluntad de Dios.

Ningún gozo real puede haber en la senda prohibida por Aquél que conoce lo que es

mejor y proyecta el bien a sus criaturas.

El camino de la transgresión es el camino de la miseria y de la destrucción. Página � de �88 98

Es un error dar cabida al pensamiento de que Dios se complace en ver sufrir a sus hijos e

hijas. Todo el Cielo está interesado en la felicidad de los humanos.

Nuestro Padre celestial no cierra las avenida del gozo a ninguna de sus criaturas.

Los requerimientos divinos nos llaman a rehuir de los aparentes placeres que traen

consigo sufrimiento y contratiempos, que nos cierran la puerta de la felicidad y del Cielo.

El Redentor del mundo nos acepta a los humanos tal y como somos, con todas nuestras

necesidades, imperfecciones y debilidades, y no sólo nos limpia de pecado y nos concede

nuestra redención por su sangre, sino que satisfará el anhelo de todos los que

consintamos en llevar su yugo y carga.

Es su designio impartir paz y descanso a todos los que acudan a Él en busca del pan de

la vida.

Solamente demanda de nosotros que cumplamos los deberes que guíen nuestros pasos a

las alturas de la felicidad, a las cuales los desobedientes nunca pueden llegar por optar

por la desobediencia.

La verdadera vida de gozo del alma es tener a Cristo Jesús en el corazón, la esperanza

de gloria, modelando nuestra vida.

Muchos se preguntan cuál será la verdadera iglesia o la auténtica religión, pero no tantos

se preguntan ¿cómo me entregaré a Dios?

Podemos desear hacer la voluntad divina, pero podemos ser moralmente débiles, sujetos

a la duda y dominados por malos hábitos fruto de nuestra vana manera de vivir.

Nuestras promesas y resoluciones pueden ser tan frágiles como cáscaras de huevo.

No podemos gobernar nuestros pensamientos, impulsos y afectos.

El conocimiento de nuestras promesas no cumplidas y de nuestros votos quebrantados

debilita nuestra confianza en nuestra propia sinceridad y nos induce a pensar que Dios no

puede aceptarnos.

Pero si ese es el caso, no debemos desesperar. Lo que necesitamos comprender es la

raíz de la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el poder que actúa en la naturaleza del

hombre: El poder de decidir, de elegir.

Todas las cosas dependen de la correcta acción de la voluntad. Página � de �89 98

Dios nos ha dado a los humanos la capacidad de elegir.

Depende de nosotros el ejercer esta capacidad.

No podemos cambiar nuestro corazón, ni dar por nosotros mismos nuestros afectos a

Dios; pero sí podemos elegir servirle.

Podemos entregarle nuestra voluntad para que Él obre en nosotros, tanto el querer como

el hacer su voluntad en nuestras vidas.

De esa manera nuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Santo Espíritu de

Dios nuestro Señor, nuestros afectos se concentrarán en Él y nuestros pensamiento se

pondrán en armonía con los suyos.

Desear ser bondadosos y santos es rectísimo, pero si sólo se trata de eso, de muy poco

valdrá. Muchos se perderán esperando y deseando ser cristianos. Sin embargo, no

llegarán al punto de entregar su voluntad al Señor.

Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede abrirse un cambio completo en

nuestra vida. Al entregar nuestra voluntad a Cristo Jesús, nos unimos al poder y autoridad

que está sobre todo principado y potestad.

Tendremos fuerza de lo alto para sostenernos firmes, y rindiéndonos así constantemente

a Dios seremos transformados para vivir una vida nueva, la vida de la fe.


“DESPOJÁNDONOS DE TODO PESO”


1ª Juan 3:22.

En las lecciones anteriores hemos visto la importancia de los Mandamientos de la Santa

Ley de Dios en nuestra vida espiritual, y cómo la Gracia de Dios nos es dada, no para vivir

ajenos a la Ley Divina, sino para capacitarnos para andar en ella.

También hemos visto la diferencia entre la Ley de Moisés, ceremonial y temporal, y la

Santa Ley de Dios, el Decálogo eterno.

El Apóstol Juan nos dice que no sólo debemos guardar los Mandamientos de la Santa Ley

de Dios, sino también hacer “las cosas que son agradables delante de Él.”

Así es como creceremos en la Gracia y el Conocimiento de nuestro Señor y Salvador

Jesucristo.

Hebreos 12:1.

Dios nos pide que hagamos lo que a Él le place, no sólo porque ello contribuirá a nuestra

felicidad, sino también porque así daremos ejemplo a aquellos con quienes convivimos, y

así serán atraídos a Jesucristo.

Como embajadores de Jesucristo, debemos tener cuidado de que nuestro

comportamiento, nuestras palabras y nuestros pensamientos sean puros.

Esa es la razón por la que debemos abandonar todo peso que nos impide alcanzar esa

meta.

Marcos 4:24.

Isaías 33:15-16.

Primeramente, la Palabra de Dios nos advierte que debemos ser cuidadosos con lo que

oímos. Es muy fácil prestar atención a los chismes y las murmuraciones, pero no es algvo

que nos edifique.

Como cristianos debemos también elegir bien el tipo de música que escuchemos.

Isaías 5:12.

Isaías 23:16.

Ya en el Antiguo Testamento se habla del tipo de música cuyo estilo y lírica invitan a la

carnalidad, y de lugares de reunión donde dicha música podía escucharse. Página � de �92 98

1º Samuel 16:14, 17, 23.

La clase de música que el mundo promueve puede ejercer una influencia hacia los

pensamientos y las actitudes impuras. Por otra parte, la elección de buena música puede

ser de gran ayuda para mantener pensamientos puros.

Colosenses 3:16.

Efesios 5:18-19.

Estos dos textos son buenos ejemplos de la música que nos ayuda en nuestro

crecimiento espiritual en Jesucristo.

Mateo 6:22-23.

Proverbios 23:7.

Lo que escuchamos y vemos alimenta nuestros pensamientos; y estos pensamientos

influirán en nuestras palabras y obras.

Por eso debemos tener cuidado con lo que oímos y miramos.

Salmo 101:3.

Isaías 33:15-16.

Debemos ser juiciosos al elegir lo que dejamos que penetre en nuestra mente.

Las películas, los programas de televisión, el contenido de libros y revistas, pueden

envenenar nuestros pensamientos si no somos sabios al decidir.

Proverbios 3:31.

Salmo 119:37.

La violencia, el sexo ilícito, las drogas y otras incitaciones al mal, es el menú que

frecuentemente ofrecen el cine, la televisión, los libros y las revistas.

Dios nos invita a que seamos nosotros quienes nos encarguemos de seleccionar lo que

oímos y vemos, para conservar nuestra mente pura, y así fomentar una mejor relación

con Dios nuestro Señor.

Mateo 5:28.


Según la calidad de alimento que damos a nuestra mente, nuestros pensamientos serán

purificados o pervertidos.

Es responsabilidad de nuestra mente tomar las decisiones correctas.

Salmo 119:136.

¿Lloramos, como lo hizo David, cuando vemos a otros transgredir la Santa Ley de Dios?

Todo lo que hemos visto en el cine y la televisión, todo lo que hemos leído en libros y

revistas, ha contribuido al endurecimiento de nuestro corazón.

Pero hay buenas noticias: Nuestra condición no es desesperada, ya que el Espíritu Santo

puede todavía actuar sobre nuestro corazón y ablandarlo.

Filipenses 4:8.

2ª Corintios 10:5.

Al alimentar nuestra mente con aquellas cosas que son saludables, facilitamos el trabajo

del Espíritu Santo, quien irá purificando poco a poco nuestros pensamientos.

Éxodo 19:10.

También Dios nos pide que demos ejemplo con nuestra apariencia externa.

La buena higiene y la modestia en el vestir también caracteriza a los embajadores de

Jesucristo.

Génesis 35:2-4.

Éxodo 33:5-6.

Dios también pide a su pueblo que no se oculte tras las joyas.

Oseas 2:13.

Isaías 3:18-21; 4:4.

Las joyas solamente alimentan el orgullo y la envidia.

Apocalipsis 12:1.

Apocalipsis 17:3-4.


Estas dos mujeres simbolizan, la primera la pureza, la segunda la impureza, cubierta de

joyas.

1ª Pedro 3:3-4.

La apariencia externa y costosa no es lo importante a los ojos de Dios, porque Él espera

que seamos modestos en nuestra apariencia.

Dios valora el corazón puro y todo compromiso que se hace con Él.

1ª Timoteo 2:9-10.

Aunque el texto se dirige a las mujeres, estos consejos deben aplicarse igualmente a los

varones.

Notemos que en este versículo, “los peinados ostentosos” eran mucho más que una

simple hebilla o una trenza. En aquellos días, las mujeres enriquecidas abusaban de

adornos de oro en las trenzas del pelo.

Ezequiel 23:40, 43.

Jeremías 4:30.

Abundando en el tema de la apariencia, fijémonos que la Palabra de Dios asocia

maquillaje excesivamente llamativo con apostasía y paganismo.

2º Reyes 9:30.

Apocalipsis 2:20.

Jezabel, símbolo de la mujer apóstata, es exactamente el ejemplo que el cristiano no

debe seguir.

La mujer cristiana debe evitar usar maquillajes chillones, y elegir mantener una apariencia

natural y sana.

Juan 17:15-16.

Para abandonar las cosas del mundo, no necesitamos aislarnos a lugares desiertos. De

hecho, sería muy difícil anunciar el Evangelio en medio de lugares desiertos.

Lo que necesitamos es la presencia de Jesucristo en nuestro corazón por medio de la

bendita persona del Espíritu Santo.


Aunque estemos rodeados de esas cargas, Dios nos dará la fortaleza que necesitamos

para evitarlas, y resistir los ataques del maligno.

Dios nos insta a no amar al mundo ni las cosas que están en él:

1ª Pedro 2:11; 1ª Juan 2:15-17; Santiago 4:4.

No debemos relacionarnos con las cosas inmundas:


Deuteronomio 14:2.

Con la ayuda de Dios actuando en nosotros, podremos dejar nuestras cargas:

Filipenses 4:13.

Filipenses 2:13.

Gálatas 5:16-17.

Hebreos 12:1-2.


Filipenses 1:3, 6.

Si en realidad lo deseamos, Dios nos transformará progresivamente hasta que

alcancemos la estatura que Él quiere para nuestra vida, de forma tal que estemos

preparados para el encuentro con nuestro Señor Jesucristo en el Gran Día de su

Regreso.


Efesios 5:8-11, 15-17.

Nada es más importante para el cristiano que conocer la voluntad de Dios y ponerla en

práctica.

Romanos 12:2.

1ª Pedro 1:13-16.

Efesios 4:17-20.


Seamos cuidadosos. La ignorancia de la voluntad de Dios y el endurecimiento del corazón

son las causas que no permiten discernir los engaños que el maligno pone delante de

nosotros.

Pero por la Gracia y la Misericordia de Dios, el Espíritu Santo revela claramente estos

engaños a todo aquel que anhela hacer la voluntad de Dios en su vida.

Filipenses 2:5.

1ª Corintios 2:16.

¿Es difícil para nosotros deshacernos de todo peso?

Si es así, preguntémonos siempre: “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”

Esta simple pregunta nos ayudará a tomar la mejor decisión. Si creemos que Jesús no

participaría de una determinada actividad, también nosotros deberíamos ponerla a un

lado.

Los verdaderos cristianos hemos de distinguirnos de la gente del mundo:

Filipenses 2:14-15.

1ª Pedro 4:1-4.

Como buenos atletas, debemos entrenarnos para estar listos para cuando Jesucristo

regrese en su Segundo Adviento:


2ª Timoteo 2:5.


Pongamos en práctica lo que nuestro Señor nos enseña, y podremos tener la seguridad

de que Él está a nuestro lado:

Efesios 4:1.

Filipenses 4:8-9.



Si la felicidad se encontrara en este mundo, y en las cosas que el mundo ofrece, Dios no

nos pediría que las abandonáramos. Pero Él sabe que son estorbo que nos separan de su

comunión.

Filipenses 3:7-8.

Roguemos al Señor que nos ayude a identificar las cosas que nos estorban para que las

dejemos a un lado, de manera que podamos estar preparados párale Día del Gran

Encuentro con Jesucristo en su Segunda Venida.

Esa es nuestra esperanza bienaventurada: La manifestación gloriosa de nuestro Señor y

Salvador.


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