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¡ESTÁS HECHO PARA AMAR! Antonio Pérez Villahoz Cómo vivir la santa pureza y no morir en el intento

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¡ESTÁS HECHOPARAAMAR!

Antonio Pérez Villahoz

Cómo vivir la santa pureza y no morir en el intento

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Índice

Introducción ................................................. 7¿Por qué tengo que tener una vida limpia? .. 9Vivir limpiamente es posible ........................ 13Quien quiere… ¡puede! ................................. 17¿La impureza da la felicidad? ....................... 21Vivir la pureza no es de amargados .............. 25Las batallas se ganan y se pierdenen el corazón ................................................. 29No todo vale… aunque todo se pueda .......... 35Hay barreras que es mejor no saltarse ......... 39¡No te engañes… todos queremosvivir limpiamente! ........................................ 43Ella vale más de lo que piensas… ................. 47Si te hace feliz pecar… ¡peca, por favor! ....... 51Tú cuerpo no puede ser tu dios .................... 55¿Y si fuera tu hermana? ................................ 59¿Me quieren a mí o a lo que enseño? ........... 63¿Por qué otros quieren que caigas? .............. 67Ser rebelde es mucho másque ser como todos ....................................... 71¡Prostituir a un joven es muy fácil! .............. 75¡Caer no es el problema! ............................... 81Sentir no es consentir ................................... 85Aprender a perdonarse ................................. 89

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¿Quién quieres ser? ...................................... 93Quién procura vivir limpiamente… sabe lo que es el amor ................................... 97Aprender a querer ........................................ 101La veleta de los estados de ánimo ................ 105Si quieres ser un infeliz, sigue tu instinto .... 109Prostituirse a cambio de nada ...................... 113Ser casto no es ser imbécil ............................ 117Ama y haz lo que quieras .............................. 121¿Se puede hablar hoy de pudor? .................. 125Si te cuesta la pureza es que eres normal ..... 129Gústate a ti mismo ........................................ 133¡Sólo no podrás! ¡Te lo aseguro! ................... 137Cómo vivir la pureza y no morir en el intento .................................. 141Lo dicen los que saben… ¡no te asustes de la tentación! ...................... 147Secuelas psicológicas de luchar por vivir la santa pureza ............................... 151Bienaventurados los limpios de corazón… .. 155Con Ella, ¡qué fácil! ...................................... 159

ANEXO ........................................................ 164UN TESTIMONIO DESGARRADOR

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Éste no es un libro fácil… He intentado meterme en el corazón y en las luchas de un adolescente –de ti y de otros muchos- que se esfuerzan por conquistar una vida limpia. Son muchas las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes de hoy cuando desean vivir la virtud de la santa pureza. Y no me refiero a la llegada de internet, ni a la facilidad que existe para caer sin apenas pretenderlo… ¡que también! Me refiero, sobre todo, a esa inmensa soledad en la que están abandonados, rodeados de información y de impactos mediáticos, pero sin saber de verdad por dónde tirar en sus vidas.

Muchas veces olvidamos que la peor tentación a la que se enfrenta un adolescente se llama deses-

INTRODUCCIÓN

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peranza: no saber por qué ni cómo luchar… ¡y a veces no saber si de verdad se desea luchar! Ahí radica la dificultad de estas líneas. No vale dar consejos fáciles, prefabricados, con olor a apun-tes de antaño y enmohecidos como el cartón-piedra. Hay que transmitir autenticidad y saber entusiasmar con una vida vivida en plenitud, con la inmensa alegría que da tener una mirada limpia, con la conquista de ese anhelo que todos llevamos dentro de nosotros: amar y ser amados. ¡Urge convencernos todos de que hemos sido he-chos para amar!

En un tono cercano, sin esquivar los temas que de verdad interesan, se aborda –desde una pers-pectiva lo más positiva y realista posible– ese deseo que todos llevamos impreso de vivir lim-piamente… de alcanzar un corazón pleno y satis-fecho. De ahí el título: “Estás hecho para amar”, que es el descubrimiento más importante que un adolescente ha de experimentar. Y para eso, co-nocedores de los mensajes que la calle expande, se ofrecen las claves de “cómo alcanzar la virtud de la santa pureza sin morir en el intento”.

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Plantearse qué sentido tiene la virtud de la san-ta pureza, qué gano y qué pierdo viviéndola, y si es lógico pretender conquistarla en una socie-dad fuertemente sexualizada, es la primera de las tareas. No basta con saber que la pureza es algo bueno; es más importante preguntarse si yo deseo vivirla. Dar por supuesto ese deseo es un error mayúsculo, y es la causa de que muchos no tengan una vida que les llena.

Ser adolescente y vivir la pureza no son térmi-nos contradictorios. Es verdad que hoy por hoy es una virtud rechazada por muchos. Pocos se atreven a decir delante de sus amigos que ellos quieren vivir limpiamente, que no desean tener un corazón enganchado a los más bajos instintos

¿POR qUé TeNgO qUe TeNeR UNa vIDa lImPIa?

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del hombre y de la mujer, pero ten por seguro que son muchos más los que después de haber-se embarrado en el fango de la impureza, darían media vida por poder dar marcha atrás, por no haber hecho lo que han hecho, por no haber tras-pasado fronteras que dejan una conciencia heri-da y una tristeza en el corazón difícil de borrar.

Recuerdo a un joven de 17 años, deportista y buen estudiante, que me confesaba en ese clima que genera una buena cerveza compartida: “He hecho tanto el animal con mi vida que hoy, con la edad que tengo, ya me siento viejo”. No hay peor grito de desesperanza que pueda decirte alguien con sólo ¡17 años!. Y es que la impureza está arrastrando a muchos a una vejez prematura, a esa vejez que se produce cuando uno se acuesta sin ilusiones y se levanta sin metas que cumplir.

Me he preguntado multitud de veces por qué tantos jóvenes te dicen al oído, en confianza, la asquedad que les produce una vida sucia… y son luego tan pocos los que ponen los medios para salir de esa situación. Y he llegado a la conclu-sión de que está tan extendida esa visión de que es inevitable la caída, está tan expandido el pen-samiento de que si quieres ser “normal” tienes que pasar por ahí, es tal el bombardeo en la te-levisión, en la calle, en internet, entre los ami-gos… que muchos ya no creen que sea realmente posible vivir limpiamente… que a lo mejor hay algunos que lo lograrán, pero que si quieres ser

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un tipo normal, uno más de la calle… eso es im-posible. Y se olvidan, entonces, esos mismos jó-venes ya vencidos antes de empezar la pelea, que la mujer y el hombre han sido hechos para amar de verdad y para ser amados…, no para ser usa-dos y para ser prostituidos nada más asomarse al mundo de los vivos, a ese mundo que asombra y desconcierta al llegar a la adolescencia.

Por eso lo primero es saber si quiero vivir la vir-tud de la pureza, tal como soy y en las circuns-tancias concretas en las que me encuentro. ¡Qué no te queda duda de que es posible vivirla!. Y si luchas, tú mismo te convencerás que esa pelea de cada día por conquistarla te hará inmensamen-te feliz…, pero lo primero, lo más importante, es saber si tú quieres. Ese querer tuyo nadie puede sustituirlo, en eso nadie puede reemplazarte. Por eso, la pregunta correcta no es por qué tengo que hacerlo sino más bien si quiero hacerlo.

La pureza es un bien que, cuando se contempla, se desea. Quien vive limpiamente lo hace por-que quiere eso, no solo porque es algo bueno en la teoría. No conozco a nadie que viva la pureza simplemente porque sea algo teóricamente bue-no. A vivir limpiamente también hay que apren-der. Nadie nace sabiendo. Pero solo lo consiguen quienes lo desean, quienes entienden que mere-ce la pena ese esfuerzo, quienes comprueban en sus carnes que es más feliz y más auténtico el que lucha que el que se deja vencer en el combate.

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La ayuda del cielo, para quien la pide, nunca fal-ta. Y te aseguro que esa es la más importante de todas. El deseo de vivir limpiamente es algo que has de poner tú. Ya te aviso que serán pocos los que aplaudirán en público tu decisión, pero si tú entiendes que merece la pena vivirla y de verdad quieres, digan lo que digan muchos, te aseguro que lo lograrás. No es verdad que estás conde-nado a caer una y otra vez, no es verdad que un adolescente es un pelele con el que poder probar y dar satisfacción al mercado de unos cuantos desalmados…

Por eso, si lo deseas con todas las fuerzas de tu alma y con todo el anhelo de tu corazón, ¡podrás vivir limpiamente!... Y serás feliz porque habrás alejado tu vida de las charcas del egoísmo y de la tristeza. Aprenderás a amar y a ser amado; ten-drás un corazón generoso y libre que llenará tu vida, y te toparás con un Dios al que se le cae la baba por ti… Y esa es la única respuesta convin-cente de por qué tienes que vivir una vida limpia.

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Este es el testimonio de una chica que se topó de frente con la realidad a la que nos hace enfren-tarnos la pureza: “Nací en una familia de fuertes convicciones cristianas. Mis padres eran de Misa diaria y me llevaron a un colegio religioso. Des-de pequeña me habían enseñado lo que estaba bien y lo que estaba mal en referencia al sexto y al noveno mandamiento. Tenía desde niña la ilusión por tener una vida limpia, pero cuando llegó la adolescencia, mi mundo ideal se rompió. Conocí a un chico por el que hubiera hecho cual-quier cosa. Me enamoré perdidamente de él. Mis amigas, algunas de ellas con una formación muy escasa, me animaron a no dejar escapar la opor-tunidad, y busqué en este chico no el amor sino el sexo. Yo entonces no lo sabía, pero a pesar de

vIvIR lImPIameNTe es POsIble

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todo lo que me habían enseñado, pensaba que querer a otro era dárselo todo si sentías que le querías. Tenía la imaginación alocada y sólo bus-caba el momento del asalto definitivo. Sólo mi ti-midez y una vocecilla interior me impedían dar el último paso. Finalmente, una tarde de verano, le pedí tener relaciones con él. Pensé que diría que sí. Mi sorpresa fue mayúscula cuando se levantó del sofá, me miró con una cara de pena bestial y se fue sin decirme nada… Anduve detrás de él cinco días consecutivos, le hice mil llamadas a su móvil y le mande cuatrocientos mensajes, pero no me respondió nunca. Pasados esos días, quiso verme. Nos sentamos en la terraza de un bar y cogiéndome suavemente las manos, me dijo, casi entre lágrimas: “Tú vales mucho más que eso”… Entendí entonces muchas cosas. Había estado tan ciega que pensaba que el amor era un jugue-te roto al servicio del propio egoísmo. Este chico me enseñó lecciones que son difíciles de expli-car con palabras. Mi relación con él no prosperó años después, pero siempre recuerdo esa cara de pena que recibí de alguien que verdaderamente sabía lo que era el amor. Aprendí para siempre que existen personas que saben vivir limpiamen-te, aunque tantos y tantas me hayan dicho luego que eso es imposible. Fue la lección más amable, más auténtica y más profunda que he recibido en toda mi vida sobre el sentido de la pureza”.

Esta chica, con su testimonio, escenifica algo que me parece clave en este deseo tuyo de vivir

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limpiamente: ¡saber que es posible! Hay mucha gente empeñada en convencerse y en conven-certe de que tener una vida limpia no solo es de tontos sino que además es imposible… A veces parece que muchos solo pretenden justificar su comportamiento a base de descalificar a los que no piensan como ellos. ¿Por qué esa risilla de desprecio en la boca de algunos cuando oyen la palabra pureza? ¿Por qué parece que el que se propone ese estilo de vida no sólo es un apocado sino además una persona condenada a la infe-licidad? ¿Por qué ese ataque tan brutal contra todo lo que parezca respetar al otro, respetarse a uno mismo, no abusar de ella o de él, vencer los malos pensamientos, mirar sin deseo indigno, o no buscar saciar la sed hedonista en cuatro pá-ginas de internet? ¿Es que es malo querer vivir limpiamente? ¿No será que es clave hacer creer a todos que nadie puede, que eso es imposible, que eso supone una vida amargada y reprimi-da… para así no tener que luchar, para así justifi-car comportamientos que en el fondo de nuestra conciencia sabemos que cojean de honradez?

Por eso, convéncete de que vivir limpiamente es posible. No es verdad que el hombre es un ani-mal desbocado y condenado a la bestialidad más pura de los instintos. No es verdad por mucho que algunos lo griten en plena calle mientras en sus casas, a solas en su habitación, lloran amar-gamente una vida vacía, sin sentido y sin espe-ranza. Quien prostituye el amor prostituye lo

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más íntimo de su alma. ¡Estamos hechos para amar, no para ser usados… por nosotros mismos o por otros! Por eso, ser verdaderamente perso-na, crecer en la vida con la estabilidad emocional necesaria, poder mirar a otra o a otro sin dar-se asco a uno mismo, gustarse como soy y saber que uno es querido por quién es y no por lo que enseña…, es algo que sólo lo da el deseo de vivir limpiamente, el empeño por custodiar un tesoro de incalculable valor que tenemos en nuestro in-terior… Por eso hay más personas de las que tú crees que desean tener una vida limpia, una vida feliz, una vida que llene de verdad. Y, por favor, no olvides nunca esa certeza tan imponente que descubrió esta chica: “Tú vales mucho más”.

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DIOS CONOCE TU VOCACIÓN. Un recorrido para saber lo que Dios quiere de ti, con la ayuda de Juan Pablo II, Bene-dicto XVI y el Papa Francisco

Quien decide descubrir su vocación se plantea muchas preguntas y recoge, a veces, muy po-cas respuestas. Por ejemplo, ¿cómo llama Dios?, ¿cómo se ve, cómo se sabe?, ¿buscaré a Dios, en el fondo, cuando le pregunte que quiere de mí, o me buscaré a mi mismo? ¿Puedo estar comple-tamente seguro de que es Dios, y no mis amigos o mis propias ilusiones o temores, quien me está llamando? ¿La vocación es o no real, es fruto de que te estén hablando todo el día de este tema o es verdaderamente algo de Dios? ¿Por qué no habla Dios directamente? ¿Merece la pena entregarse? ¿Tiene algún sentido hacerlo a día de hoy?

Este libro, en un tono claro y desenfadado, preten-de dar respuesta a las inquietudes que se encuen-tra cualquier joven que desea saber lo que Dios quiere de él.

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OTROs TÍTUlOs De la COleCCIÓN

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FORMAR BIEN ES POSIBLE10 claves en la formación de un adolescente

Familias rotas, afectividades agujereadas, fracaso escolar a espuertas, medios de comunicación que prostituyen la conciencia de inocentes, socieda-des deshumanizadas, egoísmos de los poderosos, estructuras de negocio que sólo generan esclavi-tud sexual y ese aire de superioridad que ridicu-liza todo lo relacionado con lo espiritual… todo ello explica en parte lo que ocurre. Pero no menos cierto es que al otro lado, en la orilla donde se ins-talan los que quieren acercar las almas a Dios, se encuentran muchas veces las actitudes más fari-saicas posibles y los pecados más imperdonables. Y es que estamos muy acostumbrados a escanda-lizarnos por tanto descreimiento de los jóvenes, a saltar a la yugular de los que pretenden arrinconar a Dios, pero la respuesta correcta es ponerse a tra-bajar, cambiarse el traje de yuppi aburguesado y ponerse el mono de currante de Dios. Lo que nece-sitan nuestros jóvenes son ejemplos atrayentes, de gente que viva lo que dice, que sea normal porque es normal, que sepa querer, ayudar, servir y que muestre a ese Dios que, cuando se le conoce, sólo genera ganas de estar más y más con él.

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¿MI HIJO PARA DIOS?Algunas claves para entender por qué tu hijo desea entregar su vida a Dios

Que un hijo decida entregar su vida a Dios es algo muy fuerte… Es verdad que llevamos dos mil años viendo esta escena en miles de almas, pero hasta que no es un hijo tuyo, uno de tu misma carne, no dejan de ser anécdotas de la vida de otros. Todos admiramos que haya personas que decidan dar su vida a Dios y ponerse al servicio de todos los hom-bres, pero cuando ocurre en la propia familia, las reacciones pueden ser de lo más diversas: asom-bro, perplejidad, orgullo, cabreo, incomprensión, rechazo, lágrimas, alegría, dolor y un larguísimo etcétera. Pero en todos los casos -o en su inmensa mayoría- surge la sorpresa y el desconcierto. Aun-que unos padres -especialmente las madres- se lo vieran venir… nadie acaba de creérselo del todo. Es de esas noticias que paralizan nada más escu-charlas…

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A DIOS LE IMPORTASHazte ateo de ese Dios aburrido que tienes en la cabeza

Estas páginas son sólo un grito a alma abierta de lo que muchas veces he pensado cuando charla-ba con ellos, con los protagonistas de este libro… con esa buena gente que a veces se mete en unos líos de aúpa porque no sabe ni lo que en el fondo quiere.

Por eso el libro se titula A Dios le importas. Pienso que es lo único que cualquier cristiano no puede olvidar nunca. Y si muchas veces lo olvida –lo ol-vidamos– es porque hemos dejado de tratar a Dios o porque le tratamos de la manera incorrecta. Por eso el subtítulo: Hazte ateo de ese Dios aburrido que tienes en la cabeza. Porque ese Dios ni exis-te ni nadie podrá nunca enamorarse de un Dios aburrido… De ahí estas páginas… Quieren ser tan solo una invitación seria a eso… a tomarse a Dios en serio, a ser coherente con tu vida, a descubrir el modo de hacerlo y a saber transmitirlo a los de-más. Y si para eso hay que cambiar algunas cosas, no tengas miedo en intentarlo. Lo peor es quedar-se parado cuando hay muchos que están esperan-do una respuesta, cuando hay muchos que necesi-tan, además, que les demos respuesta a muchas de sus preguntas.

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