esposito fabio - la emergencia de la novela en argentina (1880-1890)

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  • 5/21/2018 Esposito Fabio - La Emergencia de La Novela en Argentina (1880-1890)

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    Este documento est disponible para su consulta y descarga en

    Memoria Acadmica,el repositorio institucional de la Facultad de

    Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad

    Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin y

    la preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita

    de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin,

    visite el sitio

    www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

    Esta iniciativa est a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad,

    que lleva adelante las tareas de gestin y coordinacin para la concre-

    cin de los objetivos planteados. Para ms informacin, visite el sitio

    www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar

    LicenciamientoEsta obra est bajo una licencia Atribucin-No comercial-Sin obras derivadas 2.5

    Argentina de Creative Commons.

    Para ver una copia breve de esta licencia, visite

    http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/.

    Para ver la licencia completa en cdigo legal, visite

    http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode.

    O enve una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California

    94305, USA.

    Espsito, Fabio

    La Emergencia de la novelaen la Argentina (1880-1890)

    Tesis presentada para la obtencin del grado

    de Doctor en Letras

    Director: Mara Teresa GramuglioCodirector: Miguel Dalmaroni

    Cita sugeridaEspsito, F. (2006) La Emergencia de la novela en la Argentina

    (1880-1890). [En lnea] Tesis de doctorado. Universidad Nacional

    de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin.

    Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/

    te.295/te.295.pdf

    http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 2

    Agradecimientos:

    Esta tesis es el resultado de largos aos de trabajo y aprendizaje. Una

    empresa, sin duda, que jams hubiera podido acometer sin ayuda. Quiero expresar

    mi agradecimiento, en primer lugar, a mi directora, Mara Teresa Gramuglio,

    quien me otorg el privilegio de poder compartir su inmenso saber a travs de sus

    inestimables sugerencias y sus rigurosas correcciones. Quiero agradecer

    especialmente a Miguel Dalmaroni, y aclarar que tras la figura un tanto incierta del

    codirector se oculta quien para m ha sido un verdadero maestro. Desde miregreso a la Facultad en 1996, su constante apoyo y la confianza que deposit en

    m fueron vitales para encauzar mi carrera acadmica y proseguir mi tesis de

    doctorado. No puedo dejar de mencionar aqu a Vernica Delgado, por todo su

    cario y porque siempre me ech una mano en todo lo que necesit, que fue

    mucho, por otra parte.

    Quiero agradecer tambin la lectura atenta y paciente de papeles de trabajo,

    los consejos y las palabras de aliento de Geraldine Rogers, Margarita Merbilhaa,

    Claudia Romn, Fernando Deggiovani y Federico Bibb. Y la generosidad

    intelectual de Sylvia Saitta y Susana Zanetti, en cuyos seminarios se fraguaron

    muchas de las ideas que luego volqu en la presente tesis.

    En el plano institucional, deseo destacar los aportes de la Universidad

    Nacional de La Plata, la Fundacin Antorchas y la DAAD, pues sus becas y

    subsidios me permitieron trabajar en una situacin de raro privilegio.En el rincn ms entraable de los afectos, quiero agradecer a mis padres,

    que siempre creyeron en m; a Violeta, porque el estar a su lado es una fuente de

    estmulo y un impulso a nuevos horizontes; y, por ltimo, a Candela, porque se

    presencia hace que el resto del mundo quede en segundo plano.

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 3

    INTRODUCCIN. LA EMERGENCIA DE LA NOVELA EN LA ARGENTINA............................ 5

    LA FORMACIN DE LA NOVELA:LA PRENSA,LOS LECTORES Y LA CIUDAD ................................................ 5EL SURGIMIENTO DE LA NOVELA Y LA HISTORIA LITERARIA.UNA REVISIN CRTICA............................. 11LA NOVELA EN LA PRENSA:UNA FICCIN CRTICA DEL PRESENTE ..................................................... ..... 20

    CAPTULO 1. NOVELAS, NOVELISTAS Y CRTICOS. IMGENES DE ESCRITOR YFORMACIN DE UN PBLICO LITERARIO............................................ ...................................... 22

    1.1.INTRODUCCIN ............................................................... ................................................................ . 221.2.LA EXPANSIN DE LA LECTURA Y LA FORMACIN DEL PBLICO LECTOR......................................... 251.3.LA NOVELA Y LOS NUEVOS CIRCUITOS DE LECTURA ............................................................. ........... 30

    1.3.1. El peridico: punto de contacto de los nuevos lectores con los tradicionales......................... 301.3.2. Novelas y reseas en los peridicos......................................................................................... 371.3.4. Naturalismo y costumbrismo: dos modelos narrativos en disputa .......................................... 43

    1.4.RESEAS Y CRTICAS:LA RECEPCIN CONTEMPORNEA DE LAS NOVELAS DEL OCHENTA ............... 481.5.IMGENES DE ESCRITORES Y CARRERAS LITERARIAS ............................................................ ........... 70

    1.6.EL OFICIO DE ESCRIBIR DEL DANDY ELEGANTE .......................................................... ...................... 831.6.1 Los comienzos de un escritor ..................................................................... ............................... 831. 6. 2. Los desafos del nuevo pblico ................................................................. ............................. 88

    CAPTULO 2. LEER DIARIOS, LEER NOVELAS: PRENSA Y LITERATURA EN ELOCHENTA...................................................... ................................................................ ......................... 98

    2.1INTRODUCCIN...................................................... ............................................................... ............ 982.2.LA PRENSA PORTEA EN LA DCADA DE 1880 ............................................................................ ... 1062.3.SUD-AMRICA:UNA TRIBUNA DE COMBATE .............................................................. .................... 1222.4.FRUTO VEDADO:UN FOLLETN POLTICO DEL DIARIO SUD-AMRICA............................................. 127

    CAPTULO 3. LEER LA CIUDAD. ITINERARIOS, MAPAS Y PAISAJES URBANOS EN LANOVELA DEL OCHENTA..................................................................... ............................................. 135

    3.1INTRODUCCIN...................................................... ............................................................... .......... 1353.2.LA PRENSA Y LA LITERATURA EN LA CONFORMACIN DE LA EXPERIENCIA URBANA ..................... 1413.3.LA NOVELA Y LA CARTOGRAFA URBANA ....................................................... ............................... 148

    3.3.1. El orden de las calles, el orden de los signos .................................................................... .... 1483.3.2. Una ciudad de espacios interiores.................... ..................................................................... 1523.3.3. El mapa poltico de La gran aldea......................................................................................... 1553.3.4. Len Zaldvar y la ciudad familiar ................................................................. ....................... 158

    3.4.LA FRAGMENTACIN DEL ESPACIO URBANO .............................................................. .................... 1663.4.1. La llegada del advenedizo a la ciudad.......................................................................... ......... 1663.4.2. La ciudad de los obstculos y la carrera del advenedizo ...................................................... 1693.4.3. La ciudad como torbellino y los retiros buclicos............................ ..................................... 1743.4.4. Una ciudad de capas superpuestas... ............................................................................ ......... 1813.4.5. Los expulsados de la ciudad moderna ...................................................................... ............. 186

    3.5.ESCENAS DE LA VIDA RURAL.GAUCHESCA,NOVELA Y MODERNIZACIN LITERARIA ..................... 1883.5.1 La estancia: el refugio del dandy criollo ...................................................................... .......... 1883.5.2. Los conflictos del campo modernizado ......................................................................... ......... 1923.5.3. El campo y la ciudad.............................................................................................................. 200

    CAPTULO 4: LECTORES Y LECTURAS EN LA NARRATIVA DEL OCHENTA .................. 208

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 4

    4.1.INTRODUCCIN ............................................................... ............................................................... 2084.2.LOS MODOS DE LEER DEL PBLICO SELECTO .............................................................. .................... 215

    4.2.1. Las lecturas formativas de un escritor escandaloso .............................................................. 2154.2.2. La cultura literaria y la formacin del hombre pblico ........................................................ 2234.2.3. Lectores tradicionales y modernos .......................................................................... .............. 231

    4.3.UNA GALERA DE MALOS LECTORES ............................................................... ............................... 2424.3.1. La amenaza de los nuevos lectores .................................................................... .................... 2424.3.2. Genaro, el lector aturdido. Libros y barreras sociales...................................................... .... 2514.3.3.Leyendo Mara. Los usos de la novela sentimental............................................................. 2584.3.4. Los lectores de Emile Zola........ ..................................................................... ........................ 268

    EPLOGO...................................................... ..................................................................... .................... 280

    BIBLIOGRAFA ......................................................... .................................................................. ........ 284

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 5

    Introduccin. La emergencia de la novela en la Argentina

    La formacin de la novela: la prensa, los lectores y la ciudad

    Este trabajo indaga el proceso de constitucin del gnero novelstico en la

    Argentina entre 1880 y 1890 y sus mltiples conexiones con los cambios

    econmicos, sociales y culturales que se profundizan a partir de la consolidacin

    definitiva del Estado nacional con la presidencia de Julio A. Roca.

    La emergencia de la novela tiene lugar principalmente en ese verdaderocampo de disputas en torno de la formacin de la opinin pblica en que consiste

    la prensa portea, en la cual el gnero se emplea para percibir y explorar los

    procesos de cambio social, as como tambin con el objeto de construir un espacio

    para la experiencia humana desde el cual juzgar la sociedad que da forma a esa

    experiencia y al mismo tiempo la transforma. Por este motivo, resulta productivo

    adjudicar las razones de la importancia indita que cobra la novela en las dos

    ltimas dcadas del siglo XIX a algunas de las grandes transformaciones culturales

    que sacuden la sociedad argentina, entre las que se destacan la modernizacin de la

    prensa, el crecimiento de los centros urbanos, en particular la ciudad de Buenos

    Aires y la expansin del pblico lector.

    Cuando en 1882 Ernesto Quesada traza el panorama de lo que considera las

    dificultades del movimiento intelectual argentino, afirma que si bien en Buenos

    Aires se leen muchsimo los diarios, se publican pocos libros, debido a que elpblico dispuesto a consumir obras nacionales sera muy escaso, insuficiente para

    sostener la profesin literaria. Los diarios, interesados en el lucro y en la noticia

    escandalosa, no daran lugar, para Quesada, a la crtica de libros. Lograr que la

    gente se aficione a este tipo de lecturas por medio de una crtica inteligente que

    encamine el gusto literario sera entonces, en su opinin, una tarea ya no de los

    diarios sino de las revistas literarias (Quesada, 1882a).

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 6

    De esta manera, mientras que la emergencia de la novela popular ha sido

    vinculada con la difusin de los folletines criollistas en el diario La Patria

    Argentina, el surgimiento de la novela nacional en el mbito de la alta cultura ha

    sido asociado con la circulacin de libros entre un pblico acotado que se mantiene

    ms o menos sin alteraciones hasta la poca del Centenario. Sin embargo, esta

    brecha entre los diarios y los libros de autores nacionales parece ms un espejismo

    que una realidad, puesto que la divisin tajante entre una cultura selecta articulada

    en torno del libro, y la cultura popular en torno de la prensa, no contempla el hecho

    de que el ncleo ms importante de las novelas de la alta cultura aparezca

    conformado por obras que fueron publicadas sobre todo en los folletines de losdiarios porteos y luego promocionadas, criticadas y difundidas por estos rganos

    de prensa. En particular, el diario Sud-Amricafundado por Carlos Pellegrini con

    el objeto de contrarrestar los ataques del diario catlicoLa Uniny combatir la

    candidatura a presidente del Gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha- aparece

    como el medio periodstico que impulsa con mayor energa el desarrollo de la

    novela culta nacional, puesto que all se publicaron a lo largo de cuatro aos los

    denominados folletines del Sud-Amrica, esto es, la nica serie de novelas

    nacionales de la alta cultura de la poca.

    Si bien estas obras circulan luego como libros distribuidos en libreras,

    articulando un espacio definido por las relaciones familiares y amistosas de una

    esfera pblica restringida, la presencia de novedosas modalidades de circulacin

    de los textos impresos que se van organizando en torno de la prensa peridica

    constituye un dato insoslayable para pensar la emergencia de la novela en laArgentina.

    En consecuencia, lejos del desolador diagnstico de Ernesto Quesada, los

    hombres de letras no slo tienen un espacio en los diarios porteos, sino que lo

    deben compartir con las novelas populares de Eduardo Gutirrez y sus epgonos.

    La letra impresa ya no es propiedad exclusiva de un grupo acotado de pares y la

    presencia de estas nuevas formas discursivas produce efectos que no se limitan tan

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 7

    solo a las reacciones explcitas ms o menos escandalizadas de algunos de sus

    miembros, sino que repercuten en sus prcticas literarias.

    El crecimiento y la diversificacin del pblico lector, acentuado despus de

    Caseros por el fortalecimiento del sistema educativo y la implementacin de las

    campaas de alfabetizacin, as como tambin por el gran impulso que cobra el

    desarrollo de la prensa, que se va nutriendo de los nuevos lectores, son factores que

    propician la emergencia de la novela, de manera que la prensa provee, como seala

    Adolfo Prieto, un novedoso espacio de lectura potencialmente compartible

    (Prieto, 1988: 14) y sepresentacomo un lugar donde los diversos pblicos se ven

    las caras. El nuevo pblico cobra relevancia entre los sectores letrados msexclusivos, porque aun cuando no lea sus novelas, semanifiesta al menos como un

    problema que los hombres de letras deben encarar.

    La emergencia de la novela en la Argentina, como hemos sealado, se

    vincula con la expansin de la prensa peridica, que no slo incrementa sus

    lectores sino que tambin multiplica sus funciones: difunde y defiende las

    posiciones de las diferentes facciones polticas, y a la vez informa lo que sucede en

    la ciudad, el pas y el mundo, entretiene, promociona objetos de consumo, vende

    inmuebles, publicita remates de hacienda, instruye, moraliza y se transforma en un

    espacio en el cual se va modelando el imaginario de los habitantes de la ciudad. La

    prensa se constituye justamente en un agente modernizador de gran importancia y

    es en este contexto donde se estudiar la formacin del gnero novelstico.

    Pensar en la prensa peridica como administradora de bienes culturales

    implica detenerse en la articulacin de un discurso crtico que se despliega en laspginas de diarios y revistas y donde se destacan los nombres de Martn Garca

    Mrou, Pedro Goyena, Ernesto Quesada, Miguel Can y Manuel Lainez. Una de

    las tareas desempeadas con mayor xito por estos crticos fue colocar la novela

    gnero que hasta entonces no contaba con una vigorosa tradicin en la Argentina-

    en un lugar de privilegio en la red textual de la literatura nacional.

    La elaboracin de imgenes de escritor en prlogos, memorias, ensayos

    literarios, pero tambin en las propias novelas, puede resultar un signo muy

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    iluminador para estudiar la emergencia de las novelas y los novelistas. En tal

    sentido, la imagen pblica de escritor que Lucio V. Mansilla rubrica en sus

    causeries revela una concepcin de la escritura subordinada a las prcticas

    polticas, y al mismo tiempo una relacin problemtica con el nuevo pblico de la

    prensa, lo que puede correlacionarse con sus dificultades manifiestas para

    desarrollar ficciones autnomas, de modo que la inclusin de procedimientos de

    ficcionalizacin slo tiene lugar en sus narraciones autobiogrficas. Esta imagen,

    por cierto, se contrapone con la que presenta Eugenio Cambaceres en Pot-pourri,

    donde la imagen del novelista se va conformando en la medida en que se recorta de

    las prcticas polticas y del gnero autobiogrfico.La incorporacin de la prensa peridica al estudio de la emergencia y

    constitucin de la novela permite reconocer y analizar el conjunto de mediaciones

    que operan sobre los textos literarios. Vase, por ejemplo, el carcter de

    instrumento poltico que adquieren algunos de estos textos al difundirse a travs de

    un diario como Sud-Amrica, que de acuerdo con su forma de financiamiento, su

    personal y su estilo ha sido considerado como parte de la denominada prensa

    poltica. Tambin, cmo las tramas narrativas de algunas de estas novelas se

    configuran a partir de las relaciones directas, cara a cara, entre los personajes, de

    un modo semejante a aquel en que la prensa concibe sus relaciones con el pblico,

    con un predominio de un dilogo directo y entre pares, que permite reproducir la

    red de relaciones interpersonales tan caracterstica del mundo del ochenta.

    Adems, permite distinguir en diarios y novelas la representacin de los nuevos

    estilos de vida de la elite social en vas de modernizacin, esto es, la analoga entrela publicidad de lo privado en la prensa y los materiales propios de la novela. Y

    finalmente, comprobar que los itinerarios trazados por las novelas para dar cuenta

    de los problemas sociales que la ciudad encierra se realizan sobre un mapa

    diseado previamente por los diarios.

    Por ltimo, la emergencia de la novela y los novelistas tambin puede

    indagarse en la construccin de imgenes de escritores, en los relatos de

    comienzos y en las ficcionalizaciones del acto de leer representados en los propios

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    textos.Por cierto, en las escenas de lectura se articulan algunas de las cuestiones

    culturales y polticas ms gravitantes, como la seleccin de tradiciones para la

    construccin de una literatura nacional, la formacin del dirigente y la educacin

    de las mujeres, as como tambin la nacionalizacin de los pblicos lectores, la

    relacin entre los letrados y el poder poltico y el papel de la cultura como un

    instrumento de homogeneizacin social.

    Para el estudio de la emergencia y la constitucin de la novela de la alta

    cultura hemos seleccionado un corpus de catorce novelas y diez novelistas. La ms

    antigua, Pot-pourride Eugenio Cambaceres data de 1882, la ltima,Alma de nia

    de Manuel T. Podest, de 1892. Ocho de las catorce novelas elegidas fueronpublicadas por primera vez en el folletn de algn diario o en una revista antes que

    en libro. De los diez novelistas incluidos, cuatro Antonio Argerich, Lucio V.

    Lpez, Martn Garca Mrou y Julin Martel publicaron solo una novela. El resto

    Eugenio Cambaceres, Carlos Mara Ocantos, Segundo I. Villafae, Enrique E.

    Rivarola, Paul Groussac y Manuel T. Podest, ms de una. El criterio de seleccin

    de los textos ha sido amplio. Hemos dejado de lado aquellas obras que apenas si

    fueron percibidas fugazmente por sus contemporneos, sin dejar huella alguna en

    la tradicin literaria, como La cruz de la falta (1883) de Carlos Mara Ocantos,

    Das Amargos (1887) de Santiago Vaca Guzmn, las dos novelas cortas que Paul

    Groussac escribi para el folletn de Sud-Amricaen 1885, El hogar desiertoy

    Bajo la mscara, recopiladas en libro recin en 1922 y las dos primeras novelas de

    Segundo I. Villafae, Don Lino Velzquez (1886) y Emilio Love (1888). A la

    inversa, completan el corpus los tres captulos de la novela inconclusa de MiguelCan, publicados luego en Prosa ligera, Juvenilia del mismo autor y por ltimo,

    las causeries Por qu...? y De cmo el hambre me hizo escritor de Lucio V.

    Mansilla.

    Salvo Fruto Vedado y Ley social, todas las novelas seleccionadas han

    contado con ediciones posteriores, lo que indica que ste ha sido en lneas

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 10

    generales el corpus que fue canonizado en la tradicin literaria como las primeras

    novelas modernas de la alta cultura o las novelas de los patricios del ochenta.1

    1Tambin hemos dejado a un lado, a causa de la escasa repercusin que tuvieron en sutiempo, su falta de reediciones y su presencia casi nula, ms all de alguna simplemencin en las historias de la literatura y en los estudios crticos las siguientes novelas,que hoy solo sobreviven en el oscuro desvn de los ndices bibliogrficos:Alberto, Jorge. Estela. Buenos Aires, 1880 (es seudnimo)Babuglia, Antonio (seud. Abul-Bagi). Nenna. Buenos Aires, Emilio de Mrsico, 1887.Babuglia, Antonio. Wanda.Buenos Aires, Emilio de Mrsico, 1888Bahamonde, Manuel.Abismos. Buenos Aires, Lajouane, 1890.Bahamonde, Manuel. Buenos Aires novelesco. Buenos Aires, 1889Bahamonde, Manuel. Mareos (novela americana). Buenos Aires, B. Valdettaro, 1892.Bahamonde, Manuel. El ltimo Dobaiba. Montevideo/Buenos Aires, Barreiro y Ramos,1890.

    Della Costa, Pablo. Fray Dionisio Muoz. En Trapos viejos. Buenos Aires, 1886. Seud.Severus.

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    El surgimiento de la novela y la his toria li teraria. Una revisin cr tica

    Las historias de la literatura argentina de Ricardo Rojas, Rafael Arrieta y el

    Centro Editor de Amrica Latina comparten la certeza de que la novela es un

    gnero que se consolida tardamente en la Argentina, incluso con posterioridad al

    establecimiento definitivo del Estado, en razn de que sera un producto moderno

    de civilizaciones maduradas (Rojas, 1948: 452). De igual forma, reconocen en

    Eugenio Cambaceres la figura de un propulsor del gnero en nuestro pas, como

    resultado de la introduccin de las novedades literarias europeas, como es el caso

    del naturalismo francs. El desarrollo tardo del gnero ser justificado, entonces,

    apelando a dos causas: la inadecuacin de la ficcin a las necesidades polticas de

    la sociedad; la modernizacin tarda de la sociedad argentina respecto de las

    metrpolis culturales.

    Ricardo Rojas apunta que hasta 1880, la novela fue el gnero ms

    retardado y pobre de nuestra literatura (Rojas, 1948: 450). Seala adems que la

    ausencia de una tradicin novelstica es uno de los rasgos fundamentales de la

    literatura argentina. Las causas de esa carencia son, a su juicio, de naturaleza

    poltica: primero, Las Leyes de Indias, que prohiban la circulacin de historias

    fingidas en la Amrica colonial; luego, las guerras civiles que se extendieron

    hasta 1880 y demandaban de la prosa una orientacin poltica, por lo que tampoco

    haba lugar para un relato de imaginacin como la novela. La breve historia de la

    novela argentina elaborada por Rojas es la crnica de una importacin: como loslibros, los elencos teatrales, las novedades cientficas y filosficas, los artculos

    suntuarios, la moda, etc., la novela sera un producto proveniente de Europa,

    centro de la civilizacin y la cultura, cuyo equivalente manifiesto es la vida

    moderna.

    El carcter tardo del surgimiento de la novela en nuestro pas es una

    afirmacin que merece al menos una revisin crtica. En primer lugar, habra que

    precisar respecto de qu la novela es tarda. Si se la coteja con su par europea es un

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    La emergencia de la novela en la Argentina (1880-1890) 12

    juicio irrefutable. Pero si se la compara, como hace Ricardo Rojas, con el resto de

    los gneros de la literatura argentina, la aseveracin es tan rotunda como inexacta,

    puesto que el teatro nacional surgi poco despus que la novela.

    Ms adelante, crticos como No Jitrik (1970b) y Andrs Avellaneda (1982)

    ratifican el juicio de Ricardo Rojas de que la novela moderna en la Argentina

    tendra su origen en la importacin de novedades culturales por parte de la elite

    letrada, otorgndole a Cambaceres la paternidad del gnero, cuya madurez como

    novelista vendra acompaada de su mayor pericia para manejar las tcnicas

    naturalistas.

    Como vemos, con frecuencia se ha vinculado la emergencia de la novela ennuestro pas con la asimilacin de modelos literarios prestigiosos provenientes de

    Europa, como es el caso del naturalismo, que por esos aos ya haba ganado su

    batalla definitiva en los medios intelectuales franceses. En consecuencia, el

    surgimiento de la novela nacional y la introduccin del naturalismo son procesos

    que suelen considerarse equivalentes. Esta hiptesis estara, al parecer,

    corroborada por el caluroso debate en torno de la escuela literaria liderada por

    Emile Zola que tuvo lugar en Buenos Aires a propsito de la amplia difusin que

    alcanzaron en el mbito del Ro de la Plata sus novelas, y estara avalando la

    tendencia a atribuir a Eugenio Cambaceres no slo la fundacin de la novela

    moderna en nuestro pas, sino tambin la introduccin de los recursos narrativos

    naturalistas. De esta manera, se percibi en su obra un perfeccionamiento de la

    forma novelstica en coincidencia con una asimilacin progresiva de estas tcnicas

    narrativas (Jitrik, 1970b: 46). Ambas cosas ocurren efectivamente. Sin embargo,esto puede llevar al equvoco de superponerlas y ver en la asimilacin progresiva

    del naturalismo la causa del perfeccionamiento de la forma novelstica; o, mejor

    dicho, la nica causa. Una lectura como sta se basa en la metfora de la

    maduracin de su obra cuya culminacin sera Sin rumbo, y En la sangre su

    declinacin, debido al abuso de los procedimientos naturalistas. Por cierto, esta

    hiptesis se torna discutible, no por lo que dice sino por lo que impide ver. En

    primer lugar, desestima los valores literarios de las dos primeras obras del

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    novelista, ya que si el naturalismo es el nico camino para llegar a la novela, los

    Silbidos de un vago se presentaran como productos malogrados.2En segundo

    lugar, desconoce otros modelos literarios que influyeron en la obra de Cambaceres

    y en el resto de los novelistas de ochenta, como la causerie, el artculo de

    costumbres, la comedia, el relato de viajes y la stira poltica.

    Mara Teresa Gramuglio recuerda que el realismo, ms all de algunos

    atisbos anteriores, inici su camino ms promisorio en la literatura argentina de la

    mano del naturalismo en la dcada del ochenta del siglo XIX, cuando surgen

    novelas orientadas hacia la representacin crtica del presente (Gramuglio,

    2002: 24) bajo unas condiciones totalmente diferentes a las de la emergenciaeuropea. De ellas, sostiene Gramuglio, la ms notable es el contraste entre la ya

    ms que centenaria trayectoria del realismo moderno y la carencia de desarrollos

    novelsticos propios (Gramuglio, 2002: 25), de modo que el realismo es adoptado

    justo cuando en Europa comenzaba a ser cuestionado por las nuevas tendencias de

    fines del siglo XIX. La novela aparece en la Argentina, contina, cuando las

    vivencias del cambio convierten la sociedad en un objeto problemtico para un

    nmero significativo de personas y cuando se alcanza una cierta estabilidad

    institucional y social que hace posible que surja, por ms reducido que sea, un

    pblico capaz de apreciar las nuevas manifestaciones que ofrecen la literatura y el

    arte (Gramuglio, 2002: 26).

    En contraste con esta tendencia de la crtica que considera la novela

    naturalista como una condicin necesaria para una carrera literaria digna de

    reconocimiento, se desarrolla otra corriente que, desplazando a este gnero de su

    2Ricardo Rojas, por ejemplo, compara Pot-pourri con Sin rumbo, haciendo hincapi entodo lo que le falta a Pot-pourri para ser como Sin rumbo. En su Historia de la literaturaargentina, observa: La primera no tiene plan y a veces ni hilacin. Algunos trozosrealistas (v. gr.: la caricatura de nuestras costumbres polticas), y algunos pasajesautobiogrficos (el autor habla en primera persona y es protagonista del relato), parecenextraos al argumento; original historia de adulterio, que, reducida a coherenciaorgnica, ganara enormemente. La prosa es conversada, pero henchida de vigor y decolor local, a pesar del abuso de italianismos y galicismos, que haban cundido en elhabla oral de los clubes porteos, por las cabotineras italianas y las cocoterasfrancesas (Rojas, 1948: 466).

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    posicin dominante, valora aquellos aspectos de la obra de Cambaceres que

    justamente se mantienen alejados de las convenciones de la novela realista. Esta

    perspectiva privilegia los valores literarios de sus dos primeras obras en desmedro

    de las dos ltimas. En una resea publicada en la revistaMartn Fierro,un crtico

    considera que las dotes ms originales de Cambaceres como escritor pueden

    apreciarse en Pot-pourri (1882) yMsica sentimental (1884), a las que adscribe a

    una tradicin de la stira y la crtica de costumbres con fuerte raigambre en

    Hispanoamrica y Espaa en el siglo XIX. Sin embargo, impulsado por el juicio de

    sus contemporneos, que creyeron ver en l un novelista, Cambaceres habra

    reorientado su carrera literaria y se habra aplicado a escribir novelas naturalistas.3

    En consecuencia, sus dos ltimas obras, concluye el crtico martinfierrista,

    consiguieron una relativa perfeccin en el gnero, pero a costa de sus facultades

    ms originales: las del crtico de costumbres, las del moralista, las del satrico

    agudo y desenfadado (Carambat, 1924).

    En los ltimos aos hubo una revisin de la obra de Cambaceres que vuelve

    a reflotar la importancia de sus dos primeras producciones, en especial Pot-pourri,

    en donde se destaca la perspectiva de Cristina Iglesia, quien reconoce, en

    concordancia con el crtico martinfierrista, que no habra en la obra de Cambaceres

    un proceso de maduracin esttica que va de la novela fallida a la perfeccin de la

    novela naturalista, sino un cambio de esttica. Dicho de otro modo: en un primer

    momento hubo, en su opinin, un proyecto literario innovador dejado de lado ms

    tarde para desembocar en las aguas tranquilas de una esttica legitimada y

    aceptada. Pot-pourri sera, entonces, un texto solitario, puesto que Cambaceres nocontina este camino novedoso enMsica sentimental,donde, si bien prosigue con

    los recursos del collagey la irona, ya se adaptara ms al cdigo de la novela

    realista-naturalista, tendencia que se acentuara con sus dos ltimos trabajos.

    3El artculo de la revista Martn Fierroaparece en ocasin de la reedicin de las novelasde Cambaceres por la Editorial Minerva en 1924, casi cuarenta aos despus de suprimera edicin. Vase Carambat, H. El fundador de la novela argentina, en revistaMartn Fierro, Segunda poca, Ao 1, N 5/6 (15 de junio de 1924) y N 7 (25 de junio de1924).

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    Iglesia, en lugar de inscribir Pot-pourrien la tradicin de la stira poltica y

    el artculo de costumbres, vislumbra la inauguracin de un gesto esttico en la

    literatura argentina consistente en narrar desde los bordes del sistema literario para

    configurar un texto hecho de fragmentos de retricas diversas, de escenas de

    gneros tradicionales, de oralidades entremezcladas (Iglesia, 2003: 119).

    Acentuando el nfasis en la presunta novedad de la inclusin de textos

    fragmentarios y miscelneos y a riesgo de cierto anacronismo, destaca en esta obra

    un uso temprano de recursos formales que seran constitutivos de la vanguardia,

    esgrimidos para impugnar la novela realista y sus cdigos de lectura, que

    formaran parte de las convenciones literarias vigentes del ochenta. Estaperspectiva, a mi juicio, pasa por alto que la inclusin de textos fragmentarios

    abundaba en la literatura europea del siglo XIX y desestima que hacia 1882 la

    novela realista-naturalista no es un gnero consolidado en Buenos Aires; por el

    contrario, la prosa conversada y fragmentaria parece ser la forma dominante por

    esos aos; una forma, por otra parte, muy afn a los recursos del collagey la irona

    desplegados en las pginas de Pot-pourri.

    Ms acertado, a mi entender, resulta el juicio de Adolfo Prieto cuando

    inscribe la irrupcin del gnero novelesco durante el ochenta no slo en la

    asimilacin del naturalismo francs sino tambin en la tradicin del realismo

    costumbrista, muy arraigado en el periodismo hispanoamericano decimonnico,

    cuyas huellas pueden reconocerse con facilidad enLa gran aldea(1884) de Lucio

    V. Lpez, Fruto vedado (1884) de Paul Groussac, por nombrar los casos ms

    relevantes (Prieto, 1968).Por otra parte, esta serie de novelas aparecidas en la dcada de 1880 han

    sido abordadas tradicionalmente desde dos perspectivas divergentes: por un lado,

    aquellos estudios que se detienen en la relacin entre la literatura y la inmigracin

    europea4y por otro, aquellos que exploran la asimilacin del naturalismo de Zola a

    4Onega, Gladys, La inmigracin en la literatura argentina, 1880-1910. Buenos Aires:Galerna, 1968; Rusich, Luciano, El inmigrante italiano en la novela del 80. Madrid:Playor, 1974; Fishburn, Evelyn. The Portayal of Immigration in Nineteenth CenturyArgentine Fiction (1845-1902). Berlin, Colloquium Verlag, 1981.

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    la narrativa argentina e hispanoamericana.5En cuanto al primer caso, no cabe duda

    de que la inmigracin es un tema que ocupa por entonces un amplio espacio en el

    debate parlamentario y en la prensa, y que el inmigrante, con su presencia,

    transforma la fisonoma de la vida en Buenos Aires. En consecuencia, resulta

    natural que se incluya como tema en una buena parte de las novelas del perodo.

    Los problemas que acarrean los estudios que adoptan esta perspectiva son los

    propios del anlisis de contenido: se deja de lado el trabajo con la forma que

    implica el discurso literario y se configuran series de textos segn el criterio de la

    presencia del tema de la inmigracin, con lo cual en algunos casos se renen textos

    muy dismiles y en otros se separan textos naturalmente emparentados. En cuantoal segundo caso, los estudios que indagan la asimilacin del naturalismo en

    Hispanoamrica se dedican a verificar en las novelas la presencia de una imagen

    ms o menos vulgarizada del modelo narrativo de Zola, esto es, representacin de

    sectores populares, inclusin de escenas morbosas como muertes, abortos,

    violaciones, aplicacin del mtodo experimental en la trama narrativa. En algunos

    casos se establecen relaciones intertextuales con las novelas del maestro francs

    que en muy pocas ocasiones van ms all de verificar semejanzas argumentales y

    que generalmente sirven para comprobar algo que se saba de antemano, esto es,

    que los letrados porteos lean las novelas de Emile Zola. Por otra parte, una

    perspectiva tan sesgada en el naturalismo conduce a la formulacin de falsos

    problemas, como por ejemplo siLa gran aldease incluye o no en el arca de las

    novelas naturalistas argentinas. Asimismo, se pierden de vista otros modelos

    discursivos literarios y no literarios imperantes por entonces, como el relatocostumbrista y sus escenas amenas de la vida cotidiana, as como tambin la stira

    moralizante. Hay que destacar, no obstante, el reciente libro de Gabriela

    Nouzeilles, Ficciones somticas. Naturalismo, nacionalismo y polticas mdicas

    del cuerpo (Argentina 1880-1910),quesi bien incluye la palabra naturalismo en

    5Ara, Guillermo (1965). La novela naturalista latinoamericana. Buenos Aires: Eudeba;Gnutzman, Rita (1998). La novela naturalista en Argentina (1880-1900).Amsterdam/Atlanta: Rodopi; Schlickers, Sabine. El lado oscuro de la modernizacin:estudios sobre la novela naturalista hispanoamericana. Madrid, Iberoamericana

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    el ttulo, en ningn momento adopta la perspectiva descrita anteriormente.

    Tributaria de los estudios culturales, Nouzeilles indaga la relacin entre las

    novelas naturalistas, la modernizacin, el nacionalismo y el saber mdico, y el

    modo en que estas ficciones ofrecen una visin corporalizada de la nacin

    (Nouzeilles, 2000: 12). A partir de 1880 en la Argentina, recuerda Nouzeilles, una

    vez concluidas las rebeliones civiles y estabilizados los lmites del espacio

    territorial, la cuestin que domin los debates polticos e intelectuales del perodo

    fue el problema de cmo fabricar los ciudadanos que el estado necesitaba para

    asegurarse la organizacin de lo social, con el fin de facilitar la administracin

    pblica y la coherencia interna de la comunidad nacional (Nouzeilles, 2000:12).Con este propsito, la elite letrada habra configurado una cultura comn que

    permitira y al mismo tiempo legitimara la jurisdiccin poltica del flamante

    Estado sobre una poblacin heterognea. En tal sentido, la literatura habra sido, a

    su juicio, uno de los discursos ms influyentes para la produccin de hegemona.

    A pesar de sus pretendidas funciones estatales, las novelas naturalistas no

    dejaran de diferenciase, a juicio de Nouzeilles, de los romances fundacionales

    pues sus argumentos cuestionaban, y a veces refutaban, la utopa ertico-poltica

    promovida por estos ltimos y ms an, consistiran en una reescritura escptica

    de las articulaciones narrativas del romance fundacional. Estas novelas

    adoptaran la forma de la alegora ertica mas no solamente para revelar los

    obstculos que impedan la utopa nacional sino sobre todo para cuestionar la mera

    posibilidad de su realizacin (Nouzeilles, 2000: 16). En la Argentina, la mquina

    narrativa naturalista configurara ficciones disruptivas de la sexualidad nacionalcuyos argumentos giraran obsesivamente alrededor de uniones problemticas

    entre criollos, inmigrantes y miembros de las clases bajas nativas,

    predominantemente mestizos. En tanto sus genealogas familiares encarnaran

    metafricamente la continuidad biolgica de la nacin, todas estas novelas

    discutiran explcita o implcitamente la institucin matrimonial. En suma, las

    ficciones estatales naturalistas habran surgido de la ansiedad producida por los

    efectos contradictorios de los programas de modernizacin liberales, dando

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    expresin a las fracturas ideolgicas del proyecto poltico que sustentaba

    (Nouzeilles, 2000: 17). En mi opinin, resulta al menos aventurado incluir el

    discurso novelstico dentro del programa pedaggico del estado modernizador y

    sostener al mismo tiempo que este discurso era la expresin de las fracturas

    ideolgicas del proyecto poltico del Estado. Esta perspectiva, que enfatiza la

    importancia de la novela como un gnero que facilita el estudio de la sociedad y a

    su vez garantiza la educacin sistemtica del lector, evidencia, a mi juicio, una

    creencia desmedida en la capacidad omnmoda del Estado y en las funciones

    disciplinarias adjudicadas por la modernidad al gnero novelesco.

    Alejandra Laera, por el contrario, encauza a los novelistas del ochenta en latradicin crtica que la modernidad siempre atribuy al gnero. La novela,

    afirma, ya no es, como alguna vez se quiso, el equivalente alegrico y totalizador

    de la nacin y sus identidades, sino que opera sobre los restos y los huecos que el

    Estado modernizador de los aos ochenta practica en la reconfiguracin de lo

    nacional (Laera, 2004: 23). Con este propsito, recorta dos series entre las

    ficciones escritas en esos aos: la novela popular de Eduardo Gutirrez y la novela

    moderna de alta cultura de Eugenio Cambaceres, ya que las obras de estos dos

    autores resultaran las ms innovadoras, las ms resistentes a la manipulacin

    cultural que las asimila sin ms a las instituciones y a la lgica estatal y en las que

    se evidencia con mayor claridad la voluntad de producir ficcin encarnada en la

    largamente frustrada y postergada figura del novelista. En sendas obras

    reconstruye el proceso de constitucin del gnero, indagando los distintos factores

    en las propias novelas, pero tambin en artculos y cartas, donde aparecendiseminadas marcas textuales que se refieren a ese proceso de constitucin

    mientras organizan un aparato crtico que se disputa los textos, los valora y los

    ordena jerrquicamente. Asimismo se detiene en la insercin que tienen estos

    novelistas en el mercado de bienes culturales a travs de la prensa, que adopta,

    por medio de la publicacin de folletines, reseas y avisos publicitarios, un nuevo

    papel como administrador cultural (Laera, 2004: 21).

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    Sin embargo, la crtica no ha estudiado con profundidad la emergencia de la

    novela culta en la Argentina en el marco de un sistema periodstico que aun

    mantiene el estilo de las viejas prcticas que lo llevan a funcionar subordinado a la

    poltica y donde las novelas publicadas en los folletines de los diarios en muchos

    casos ejercen la funcin de instrumentos polticos. Esta perspectiva abre nuevos

    interrogantes en relacin con el rol de las novelas y los novelistas en el proceso de

    modernizacin impulsado por el Estado, pero tambin con respecto a la

    circulacin de los productos literarios en un medio cultural en donde todava no se

    ha consolidado un campo editorial modernizado y, por lo tanto, resulta muy

    problemtico pensar a los novelistas de la alta cultura como parte de un precozproceso de profesionalizacin del escritor.

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    La novela en la prensa: una ficcin crtica del presente

    En conclusin, la emergencia de la novela culta en la Argentina tiene lugar

    cuando la consolidacin definitiva del Estado liberal garantiza cierta estabilidad

    institucional que propicia el surgimiento de un pblico que, a pesar de su

    dimensin estrecha, es capaz de acoger las nuevas manifestaciones literarias. La

    aparicin de novelas orientadas hacia la representacin crtica del presente puede

    entenderse en relacin con los profundos cambios promovidos por la

    modernizacin que hacen de la sociedad un objeto problemtico. Si se piensa enestrecha conexin con la prensa poltica, este proceso permite reconocer un

    espacio de representacin de los nuevos hbitos de la elite social en una serie de

    desplazamientos que van de los diarios a las novelas. Permite distinguir tambin,

    en este deslizamiento, un proceso de refuncionalizacin de modelos narrativos

    consagrados del periodismo como la stira poltica, el artculo de costumbres y las

    cartas de viajeros, que se organizan de acuerdo con el nuevo principio formal que

    impone la novela.El propsito de este trabajo consiste entonces en estudiar la novela en el

    peridico como parte de un proceso complejo de formacin de opinin pblica y

    de construccin de imaginarios sociales, en el cual el gnero novelesco despliega

    un espacio de crtica de la sociedad y a la vez de representacin de los conflictos

    reales.

    Realizar un estudio de la emergencia de la variante culta de la novela en la

    Argentina atendiendo a las mediaciones ejercidas por un tipo de prensa que

    todava exhibe numerosas muestras de subordinacin al sistema poltico

    constituye una tarea pendiente para la crtica especializada. Entender las mltiples

    conexiones entre el periodismo, el gnero novelstico y las novedosas formas de

    vida de la elite social en una ciudad que se va modernizando con rapidez, as como

    tambin los numerosos prstamos, solapamientos y deslizamientos entre la cultura

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    alta y la popular no resulta una tarea lateral a la hora de dar cuenta del surgimiento

    de la novela en la dcada de 1880.

    La discusin de estas problemticas implica una labor que va desde la

    minuciosa reconstruccin del contexto de la prensa peridica hasta el anlisis de

    los textos novelsticos. En el captulo 1, luego de registrar la expansin y

    diversificacin del pblico lector, nos proponemos describir y analizar el

    desarrollo de la prensa peridica como el punto de encuentro de prcticas

    discursivas provenientes de espacios culturales divergentes, en tanto factores que

    impulsaron la emergencia de novelas y novelistas. Asimismo, haremos una

    revisin detallada y sistemtica de las reseas sobre los textos novelsticospublicadas en los diarios de entonces, algunas de las cuales han permanecido

    curiosamente ignoradas hasta el momento. Estas notas periodsticas cobran

    importancia porque constituyen el paso inicial para la canonizacin de los textos

    en la tradicin literaria nacional. En el captulo 2 indagaremos las estrategias

    retricas de la prensa poltica en general y del diario Sud-Amricaen particular y, a

    su vez, las relaciones de las novelas aparecidas en el folletn de este diario con el

    resto de las secciones. En el captulo 3 abordaremos las tensiones existentes entre

    la representacin de la actualidad de una ciudad cambiante y sus efectos en los

    nuevos hbitos de sociabilidad de la elite patricia, las relaciones de la prensa con el

    pblico lector y la emergencia de la novela. Finalmente, en el captulo 4

    analizaremos representaciones de escritores, lectores y bibliotecas, escenas de

    lectura y escritura, en donde se articulan problemticas culturales y polticas tales

    como la nacionalizacin de los pblicos lectores, el vnculo de los hombres deletras con el poder poltico y el papel de la cultura impresa en el proceso de

    modernizacin impulsado por el Estado liberal, que constituyen en su conjunto el

    contexto de enunciacin de la formacin del gnero novelstico en nuestro pas.

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    Captulo 1. Novelas, novelistas y crticos. Imgenes de escritor y

    formacin de un pblico literario

    1.1. Introduccin

    La emergencia de la novela en la Argentina, ms all de intentos

    espordicos y fallidos la mayora de las veces, es un proceso que tiene lugar en la

    dcada de 1880. Hasta ese momento las novelas nacionales no slo resultan

    escasas, sino que son en gran parte el producto ocasional de plumas que, luego de

    uno o dos ensayos con la prosa de ficcin, se inclinaran por otros gneros o

    abandonaran la prctica literaria. Este es el caso de Bartolom Mitre, Vicente

    Fidel Lpez, Juan Mara Gutirrez y Jos Mrmol.6Estas obras son tentativas

    aisladas, a menudo meros ensayos juveniles, cuya discontinuidad, sumada a su

    escasa repercusin, impide que se constituyan en una tradicin y no bastan por s

    solas para considerar a sus autores novelistas en el sentido estricto del trmino.7En

    otras palabras, antes de 1880, tenemos novelas pero no tenemos novelistas y, comoseala con justeza Alejandra Laera, la novela y el novelista se constituyen juntos

    y recprocamente.

    Pero desde entonces, junto con el formidable incremento del nmero de

    novelas argentinas publicadas en Buenos Aires, comienzan a aparecer escritores

    que ensayarn con ms de un ttulo, y ms an, escritores que publican

    principalmente obras de este gnero, se proclaman a s mismos como autores de

    6Estas novelas son Soledad (1847) de Bartolom Mitre, La novia del hereje o laInquisicin de Lima (1854) de Vicente Fidel Lpez, El capitn de Patricios (1864) deJuan Mara Gutirrez yAmalia (1851) de Jos Mrmol.7Alejandra Laera sostiene que a partir de Caseros la relacin entre literatura y polticase modifica y en lugar de tratar de dar cuenta del presente se comienza a configurarnarrativamente el pasado. De ah, entonces, el giro de algunos hombres de letras de lanovela o romance a la historiografa. Vase (Laera, 2003: 408).

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    novelas y empiezan a ser reconocidos como tales por sus contemporneos. En

    consecuencia, recin a partir de 1880 comienzan a surgir los novelistas.8

    Por cierto, en la conformacin de la figura del novelista puede leerse

    tambin la emergencia del gnero. En Europa, en el siglo XVIII la novela todava

    no era considerada un gnero artstico respetable. Sin embargo, en las primeras

    dcadas del siglo XIX va adquiriendo prestigio y se convierte en la forma de

    expresin literaria de la burguesa en ascenso. Por eso, el escritor como novelista

    va ganando espacio en las representaciones de artistas. Del mismo modo, las

    mujeres van conformando una porcin sustancial y creciente del pblico

    aficionado a las novelas. En consecuencia, la figura de la lectora comienza a exigirla atencin de novelistas, libreros y editores, de ah que al tiempo que afloran las

    primeras colecciones dirigidas al pblico femenino, la mujer lectora aparezca cada

    vez con mayor frecuencia en las representaciones literarias y pictricas de la

    poca.

    En Buenos Aires, la figura del novelista va cobrando relieve en primer lugar

    mediante la asimilacin de las imgenes de novelistas europeos, quienes funcionan

    como ejemplos a imitar. Luego, a medida que surgen los autores locales, esta

    figura va tomando forma en correlacin con el modelo de sus pares europeos,

    delinendose en las reseas crticas, los prlogos, la correspondencia privada, las

    polmicas abiertas en los peridicos y las ficcionalizaciones de los problemas

    literarios que tienen lugar tanto en las escenas de lectura como en la

    caracterizacin de personajes lectores representados en los textos novelsticos.

    En este captulo destacaremos los factores que favorecieron la emergenciade la novela y abordaremos dicho surgimiento en el marco de la prensa peridica,

    comprendida como un espacio mediador entre el gnero novelesco y los diversos

    pblicos lectores que confluyen en ella y, por lo tanto, como una zona que exhibe

    los contactos entre la alta cultura y la popular. Luego nos detendremos en la

    extensa serie de reseas contemporneas de las novelas nacionales, para indagar

    8Los casos ms destacados son Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres. Perotambin Carlos Mara Ocantos, Segundo I. Villafae y Julio Llanos.

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    en ellas la articulacin de los temas fundamentales en torno de la emergencia del

    gnero y la manera en que se van estableciendo las distintas versiones de la

    representacin del novelista moderno. Finalmente, analizaremos las imgenes de

    escritor concebidas en los Recuerdos literarios de Martn Garca Mrou y en

    algunas causeries de Lucio V. Mansilla, con el objeto de recortar en ellas las

    diferentes actitudes de los literatos frente al nuevo escenario que la modernizacin

    cultural pone de relieve en el perodo en que comienzan a surgir los novelistas.

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    1.2. La expansin de la lectura y la formacin del pblico lector

    La emergencia de la novela en nuestro pas no puede deslindarse de la

    ampliacin delpblico lector, que se revitaliza despus de la batalla de Caseros.

    Como afirma Alejandro Eujanin, esta expansin sera una consecuencia de las

    campaas de alfabetizacin y escolarizacin implementadas por el Estado, pero

    tambin de la lenta conformacin de un mercado de produccin, circulacin y

    consumo de bienes culturales (Eujanin, 1999: 549).9

    Entre 1850 y 1883 la poblacin escolar evidencia un notable incremento.

    Mientras que en 1850 slo asisten a la escuela el 6,5% de los nios en edad escolar,

    en 1869 esta cifra se eleva al 20,4% y en 1883 alcanza el 28,6%, estacionndose en

    ese valor en los aos siguientes. En la ciudad de Buenos Aires el porcentaje de la

    poblacin escolar que concurre a la escuela es del 46,5% en 1869 y del 64,6% en

    1883.10No obstante la contundencia de las cifras de los datos censales, diversas

    variables de ndole poltica, econmica y social, contribuyen a limitar los alcances

    reales de la escolarizacin. Por ejemplo, los vaivenes de las polticas estatales que

    comienzan a privilegiar la educacin media en detrimento de la educacin

    primaria, la escasa preparacin de los maestros, la infraestructura edilicia

    insuficiente, los altos niveles de desercin motivados por el trabajo infantil y las

    precarias condiciones higinicas de los establecimientos escolares resultan

    grandes escollos que impiden que gran parte de los nios que alguna vez fueron

    anotados en un establecimiento educativo alcancen un nivel de escolarizacinaceptable.

    9Para la descripcin del crecimiento y diversificacin del pblico lector hasta 1880 sigoeste artculo (Eujanin, 1999: 545-605).10Estas cifras deben ser correlacionadas con los ndices de desercin escolar. Paraescuelas dependientes del Consejo Nacional de Educacin el porcentaje dedesgranamiento durante el perodo 1886-1891 es de 98%, mientras que el mayorporcentaje de desertores se registra en el pasaje del primer al segundo grado, con un65% de desgranamiento (Tedesco, 1970: 137).

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    Los ndices de alfabetizacin y escolarizacin permiten hacerse una idea de

    las dimensiones de un pblico potencialmente ampliado y concebir la existencia de

    ciertas condiciones que posibilitan el acceso al libro. Sin embargo, el inters por la

    lectura estara determinado tambin por otras variables, vinculadas con las

    transformaciones que se vienen operando en el terreno de la produccin del

    impreso, en relacin con la calidad y el costo del producto, pero tambin con los

    canales de circulacin. La constitucin de un pblico depende, segn Eujanin, de

    la existencia de cambios en la percepcin que los editores y escritores tendran

    respecto de la naturaleza de ese pblico. No alcanza con anticipar y aun verificar

    su existencia, agrega, es preciso concebirlo como un pblico apetecible e inclusojustificar su apelacin a l. Esto ltimo es particularmente relevante para el caso de

    una elite letrada que tradicionalmente se vio a s misma como lectora exclusiva y

    excluyente de los libros que gestaba y, junto a ello, como instancia primaria de

    juicio para calificar el valor de una obra (Eujanin, 1999: 558).

    Entre 1850 y 1880 se comprueba un crecimiento considerable del mercado

    de bienes culturales que redunda en una transformacin de los espacios y los

    hbitos de lectura. En primer lugar, se produce un incremento en el nmero de

    libreras e imprentas.11Tambin se eleva el nmero de lectores de la Biblioteca

    Pblica de Buenos Aires, as como la cantidad y diversidad de volmenes

    disponibles.12Cabe aclarar que tanto las libreras como la Biblioteca Pblica, a

    11Libreras, imprentas y litografas en Buenos Aires:

    Libreras Imprentas Litografas

    1855 11 10 2

    1859 15 12 2

    1870 18 - -

    1887 100 - -

    12De acuerdo con las memorias de sus directores, las cifras de lectores anuales y devolmenes es la siguiente: En 1854 1605 lectores anuales; en 1858 2000; en 1872,2500; en 1876, 6.172; en 1880 6.953. Fondo de la biblioteca: 1854, 15.397; 1866,18.740; 1871, 21.176; 1876, 27.000; 1882, 32.000 volmenes.

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    causa de su localizacin en el centro de la ciudad y debido al conjunto de destrezas

    y conocimientos que demandan de sus clientes y usuarios, son espacios destinados

    a un pblico culto y por lo tanto alejados del universo cultural de los lectores

    populares.

    Por el contrario, un gran impacto para el acceso a los libros por parte de una

    poblacin ms amplia signific la creacin de bibliotecas populares durante el

    gobierno de Sarmiento, mediante una Ley del ao 1870 que les otorgaba un

    subsidio del Tesoro Nacional. Un informe de la Comisin Protectora de

    Bibliotecas Populares registra la existencia de 148 bibliotecas distribuidas en 129

    pueblos. Sin embargo, luego de la crisis econmica de 1876, el subsidio fuesuprimido. Sin la energa de los primeros aos, las bibliotecas populares

    continuaron cumpliendo un importante papel en la formacin de hbitos de

    lectura, sobre todo entre los nuevos lectores.13

    Dos pruebas contundentes de la ampliacin del pblico lector son el xito

    de ventas de El gauchoMartn Fierro, del cual en 1878 sale la undcima edicin

    con una tirada de 5000 ejemplares y la creacin ese mismo ao de La Biblioteca

    Popular de Buenos Aires, coleccin dirigida por Miguel Navarro Viola, cuyo plan

    prevea la publicacin de un volumen mensual de unas 250 pginas a un valor de

    15 pesos cada entrega. Con un contenido consistente en una seleccin de lecturas

    instructivas y de entretenimiento: novelas, cuentos y ensayos de tendencia

    moralizante y una tirada de 2000 ejemplares, la coleccin estaba pensada para un

    pblico amplio. Sin embargo, dej de salir en 1883 cuando recin se completaron

    los doce volmenes previstos para el primer ao. Es posible que una de las razonesdel fracaso de este emprendimiento haya sido que la venta por suscripcin no

    resultara apropiada para el pblico popular que la coleccin esperaba alcanzar.

    13En elAnuario Bibliogrfico correspondiente a 1884 se registra un Informe a losasociadosde la Asociacin Protectora Bernardino Rivadavia de la Biblioteca popular delMunicipio de Buenos Aires, dirigida por Emilio Castro. Los prstamos fueron de 2.430 en1880, 3.299 en 1881, 20.214 en 1882, 33.202 en 1883. Sobresalen los autores denovelas, y particularmente Paul de Kock, Fernndez y Gonzlez, Dumas, Gaboriau,Xavier de Montepin y Ponson du Terrail (Navarro Viola, 1885: 132).

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    La difusin de la lectura cobra impulso tambin a travs de la creacin de

    cenculos, tertulias y asociaciones cientficas y literarias como la Sociedad

    Estmulo Literario (18671873), que organiz conferencias y certmenes

    trimestrales de oratoria sobre temas cientficos y literarios, form filiales en el

    interior del pas y edit laRevista de la Sociedad Estmulo Literario.14Esta tarea

    de apoyo y difusin de las letras y las ciencias fue proseguida por la Sociedad de

    Ensayos Literarios (1873 1875), formada en el Colegio Nacional, y que tuvo

    como rgano de difusin a laRevista CientficoLiteraria(1875).15Continuacin

    de la Sociedad Ensayos Literarios y la Sociedad Estmulo Literario, el Crculo

    Cientfico y Literario (18781879) fue la institucin de la nueva generacinliteraria en la dcada de 1870, formada por estudiantes del Colegio Nacional.

    Coexisti con la Academia Argentina de Ciencias y Letras (1873-1879), cuya

    tendencia nacionalista era opuesta a la orientacin europeizante del Crculo.

    Por ltimo, el desarrollo de la prensa durante las dcadas posteriores a la

    batalla de Caseros es otro de los factores que contribuye a la propagacin de los

    hbitos de lectura. En efecto, desde 1852 hasta fines de la dcada de 1860 florecen

    un gran nmero de peridicos destinados a difundir y defender las posiciones

    ideolgicas y polticas del caudillo, partido o faccin que los sostena

    econmicamente. Esta etapa es conocida como la correspondiente a la prensa

    facciosa. Ms tarde, la fundacin de los dos grandes diarios nacionalesLa Prensa

    (1869) y La Nacin (1870) contribuyen a una paulatina pero constante

    modernizacin del periodismo nacional. Se revitaliza asimismo la prensa satrica

    El Mosquitoes de 1863- al mismo tiempo que cobran impulso las publicacionesde las colectividades, la prensa femenina y las revistas culturales, jurdicas y

    14Esta publicacin apareci entre julio y diciembre de 1871. Edit seis entregasmensuales. La direccin estuvo primero a cargo de Enrique S. Quintana y luego deAlberto C. Diana. Inclua una seccin titulada Boletn Mensual, probablemente a cargode Zeballos, en las que informaba sobre la produccin intelectual del mes. Luis Tamini,Jorge y Julio Mitre colaboraron con poesas.15Publicacin quincenal de muy breve existencia. Sali entre el 6 de junio y el 10 deseptiembre de 1875. El final de la revista parece haber coincidido con la disolucin de laadolescente Sociedad Ensayos Literarios (1873-1875).

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    cientficas. Finalmente va tomando desarrollo el periodismo ilustrado. No slo

    circulan por esos aos las revistas ilustradas inglesas y francesas, sino que en 1881

    Pedro Boruel fundaLa Ilustracin Argentinaconsolidando uno de los campos ms

    modernizadores del periodismo finisecular porteo.16

    16Un excelente anlisis del discurso periodstico-literario de las primeras revistasilustradas rioplatenses a fines del siglo XIX y comienzos del XX puede encontrarse en(Romano, 2004).

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    1.3. La novela y los nuevos circuitos de lectura

    1.3.1. El peridico: punto de contacto de los nuevos lectores con los tradicionales

    La emergencia de una tendencia popular de la novela, como hemos dicho,

    ha sido asociada con la difusin de los llamados folletines criollistas,

    originariamente en las pginas del diarioLa Patria Argentina,pero luego tambin

    a travs de volmenes lanzados por el propio diario y por editores como Natalio

    Tomassi y Luis Maucci, que pondran al alcance de los nuevos lectores un

    producto impreso de psima factura con el objeto de obtener beneficios

    econmicos (Prieto, 1988: 59). De esta manera, la emergencia de la novela popular

    es analizada en la tensin entre la modernizacin de la prensa peridica, la

    formacin de nuevos pblicos y la profesionalizacin del escritor. En contraste, el

    ejercicio constante y sistemtico de la novela en el mbito de la cultura alta, cuya

    circulacin a travs de libros distribuidos en libreras para un pblico que se

    conserva inmutable sin traspasar los lmites de la elite, ha sido vinculado -de

    acuerdo con las comprobaciones de Adolfo Prieto- a la suerte dispar corrida por el

    libro en los nuevos circuitos de lectura, languideciendo ante la indiferencia de los

    flamantes lectores. Esta divisin tajante entre los espacios y las prcticas

    tradicionales de la cultura letrada organizados en torno del libro y los nuevos

    circuitos de la letra impresa configurados alrededor de la prensa peridica, los

    folletos y las hojas sueltas, parece soslayar el hecho de que el ncleo de estatendencia culta de la novela aparece conformado por obras que fueron publicadas

    principalmente en el folletn del diario Sud-Amrica. Si bien estas novelas circulan

    luego como libros distribuidos en libreras, articulando un espacio definido por las

    relaciones familiares y amistosas de una esfera pblica restringida, la presencia de

    otras modalidades de circulacin de la letra impresa constituye un factor

    insoslayable para pensar la emergencia de la novela en la Argentina. Pero al

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    mismo tiempo, estas novedosas modalidades van tomando forma en esa verdadera

    zona franca como es el espacio de los folletines de la prensa peridica, que est

    destinado a un nuevo pblico lector que se expande al ritmo de la alfabetizacin y

    del crecimiento demogrfico. Dicho de otro modo: los folletines criollistas forman

    parte de ese conjunto de productos que trae consigo la modernizacin de la prensa

    -junto con los cables telegrficos del exterior, las correspondencias y las crnicas

    desde el extranjero, y los reportajes locales- que van a conmover el espacio de las

    relaciones domsticas de la prensa peridica.17De modo que uno de los resultados

    de esta diversificacin es la emergencia de la novela. A semejanza de lo que

    ocurri en Europa en la primera mitad del siglo XIX, a medida que la prensa semoderniza demanda un gnero moderno como lo es la novela, capaz de configurar

    de manera imaginaria los conflictos sociales. As, el naturalismo cobra tanta

    importancia porque, a diferencia de las novelas histricas del romanticismo,

    actualiza el gnero al privilegiar los temas del presente. De esta manera, pone en

    manos de los sectores letrados una herramienta eficaz para dar cuenta de una

    actualidad cambiante y problemtica en un medio como el peridico, que se

    encarga del presente por definicin. No obstante, es necesario recalcar que por ser

    un momento de emergencia del gnero, de ensayos y tanteos con diversos modelos

    literarios, los textos van respondiendo a diversos patrones formales. Habra una

    primera etapa en la que las novelas muestran la crisis de ese tipo de relaciones

    domsticas con que la prensa poltica haba resuelto imaginariamente la

    interpelacin a sus lectores representando la disolucin de los vnculos familiares

    y amistosos de los sectores dominantes. Pero tambin habra otra etapa, en la queprevalecen en las tramas narrativas las tensiones entre los diversos sectores de una

    sociedad en pleno proceso de transformacin. Para el primer momento sobresalen

    Pot-pourri (1882), La gran aldea (1884), Fruto vedado (1884), Msica

    sentimental (1884), Sin rumbo (1885)yLen Zaldvar (1888)y para el segundo,

    17Alejandra Laera analiza los folletines criollistas de Eduardo Gutirrez en el contextode la modernizacin de la prensa peridica (Laera, 2004).

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    En la sangre (1887), Irresponsable (1889), La bolsa (1891) y Horas de fiebre

    (1891).

    En la dcada de 1880 la magnitud del pblico lector permite reconocer dos

    circuitos de lectura claramente diferenciados entre s en cuanto a materiales de

    lectura, agentes y circuitos de distribucin, y procedencia social de los

    consumidores. La prensa peridica, y en especial el folletn de los diarios, es un

    espacio que funciona como un punto fugaz de encuentro entre esos dos circuitos.

    All van a disputarse la legitimidad del gusto los folletines criollistas deLa Patria

    ArgentinayLa Crnica, las novelas extranjeras de dudosa calidad deLa Nacin,

    las firmas ms rutilantes del naturalismo europeo de El Diario, con las novelas delos patricios argentinos de Sud-Amrica.Luego de este cruce momentneo en la

    prensa diaria, ambos circuitos volvern a separarse, pues los volmenes que

    renan a estos folletines recorrern espacios de cultura divergentes. Publicados por

    agentes editores dismiles Tommassi, Maucci para las novelas populares, Flix

    Lajouane, Martn Biedma y las casas de edicin francesas para las novelas de la

    alta cultura-, se constituirn en mercancas de valores dismiles y con modalidades

    dispares para llegar al alcance del pblico lector.

    De este modo, cuando Carlos Mara Ocantos, por entonces secretario de la

    Legacin Argentina en Madrid, publica en ese pas la novela Len Zaldvar

    despertando en los diversos espacios del mundo cultural de Buenos Aires comoLa

    Nacin, Sud-Amrica y La Nueva Revista de Buenos Aires18voces elogiosas y

    entusiastas, nadie se asombra porque esa obra haya aparecido previamente en el

    folletn del diario La Patria,

    19

    habitualmente destinado a la difusin de novelascriollistas.

    18J.A.A. Len Saldvar en Sud-Amrica, 6 de marzo de 1888;Jos Ortega MunillaLen Saldvar en La Nacin, 11 de mayo de 1888; Ernesto Quesada, Una novelaargentina. (Carlos Mara Ocantos, Len Saldvar.Madrid, 1888), en su Reseas ycrticas. Buenos Aires: Lajouane, 1893 (reedicin del artculo publicado en la NuevaRevista de Buenos Airesen 1888).19Sabine Schlickers indica que luego de editarse en Madrid, Len Zaldvar apareci enel folletn de La Patria del 6 de marzo al 20 de abril de 1888. La Patriasali entre fines de

    1885 y 1890. Su director era Felipe Moreira. Con formato grande a 6 columnas, fue, alparecer, la continuacin de La Patria Argentina.

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    Algo similar ocurre con Enrique E. Rivarola, profesor en la Universidad de

    Buenos Aires, autor de numerosas colecciones de poemas, egresado del Colegio

    Nacional y condiscpulo de Martn Garca Mrou, con quien compartiera un

    premio en un certamen potico organizado por ese Colegio. Entre sus poesas se

    destaca el Canto al descubrimiento de Amrica por la que fue laureado en los

    Juegos Florales de 1882.20No cabe duda de que forma parte de la elite letrada. Sin

    embargo, su novelaAmar al vuelo (Costumbres estudiantiles)21aparece publicada

    previamente en el folletn deLa Patria Argentinadel 29 de junio al 27 de julio de

    1884, con el ttulo de El arma de Werther, confirmando una vez ms las fronteras

    lbiles y porosas existentes entre los folletines de los diarios de entonces. Lo quedemuestra que an este diario asociado por la crtica a la difusin de las

    narraciones criollistas-, no desentona, como bien sugiere Adolfo Prieto, con el

    resto de las publicaciones de la poca. En consecuencia, resultara al menos

    aventurado distinguir con claridad dos circuitos de lectura en el espacio de la

    prensa diaria que permanecen aislados uno del otro, trazando una lnea que deje a

    este rgano de prensa ms all de las barreras infranqueables del buen gusto.

    Ms an, este distinguido joven poeta, -as lo llama Alberto Navarro

    Viola en el Anuario Bibliogrfico de la Repblica Argentina-, no tiene reparo

    alguno en participar, al igual que Rafael Obligado, del proyecto editorial de la

    Biblioteca de Pedro Irume, con susNarraciones populares recogidas por Santos

    Vega (Pedro Irume, 1886, 92 pginas. Relatos fantsticos. Publicado con el

    seudnimo de Santos Vega). En esta ocasin, en este cruce de espacios culturales

    confluyen otros caminos, no por antiguos, menos imprevistos. La BibliotecaEconmica de Autores Argentinos de Pedro Irume es una coleccin concebida

    para ese pblico popular urbano articulado por la imprenta y sus aparatos de

    distribucin.22En la portada del volumen se omite esta instancia de produccin

    20Enrique E. Rivarola, Canto al Descubrimiento de Amrica, Buenos Aires: Imprenta deEl Nacional, 1882, 12 pginas. Premiado en los Juegos Florales de 1882, ledo por suautor en el Teatro Nacional. Debo estos datos a Sergio Pastormerlo.21La novela apareci editada por Emilio de Mrsico en 1885.22Entre otros ttulos, public unas Obras selectasde Echeverra que, segn elAnuario,

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    ficcionalizando la presencia de la tradicin oral, como creadora annima y

    colectiva de las narraciones y sealando al autor como un mediador de dos

    espacios culturales. El seudnimo elegido, Santos Vega, duplica el gesto y exhibe

    la operacin. De manera que este conjunto de narraciones escritas por un autor

    individual es presentado como una coleccin de relatos folklricos recogidos de la

    tradicin. Con lo cual, estamos frente a la presencia ficcionalizada de tres espacios

    culturales diferenciados: la tradicin oral, la imprenta y sus lectores populares y el

    letrado que interviene en el proceso como mediador. Por ltimo, uno de los relatos,

    Una boda, haba sido publicado un ao antes en el folletn, ya no de laLa Patria

    Argentina, sino de Sud-Amrica.23

    Que el relato aparezca en una coleccinpopular, destinada a los nuevos lectores, no le impide a Rivarola comenzar con una

    cita de Fray Luis de Len: No haba para l nada comparable a la vida en el

    campo; pero, no esa descansada vida de que habla Fray Luis en su famosa oda,

    sino esa vida de labor, ruda para el que no se ha criado en ella, saludable y llena de

    atractivos para quien no conoce los placeres de la otra,24que interpela, ya no slo

    a los nuevos lectores que se van incorporando al pblico de la prensa, sino tambin

    al lector culto del entre-nosochentista.

    En consecuencia, la emergencia de la novela no es un fenmeno

    completamente replegado en el interior de la elite letrada, sino que debe ser

    comprendido enfatizando los puntos de contacto, de rechazo y de prstamo

    establecidos con el nuevo circuito de la palabra impresa alimentado por los nuevos

    contingentes de lectores que impulsan el desarrollo de la prensa peridica.

    La prensa diaria, entonces, lejos de separar y excluir tanto circuitos delectura como pblicos lectores, se transforma en un espacio que exhibe los puntos

    de contacto entre la literatura popular y la literatura culta.

    venan a poner al alcance de todo el mundo la lectura de las obras del distinguidocantor de La cautiva, poco popularizadas a causa de lo costoso de la edicin que deellas exista, aludiendo a la edicin de las Obrasde Echeverra de Carlos Casavalle23Enrique E. Rivarola, Una boda, en Sud-Amrica, Buenos Aires del 27 al 30 de marzode 1885.24

    Santos Vega (seudnimo de Enrique E. Rivarola)Narraciones populares recogidas

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    Resulta razonable, en tal sentido, sostener que la emergencia de la novela en

    la Argentina mantiene una relacin estrecha con la fuerte expansin que viene

    experimentando la prensa peridica desde la dcada de 1870. Esto quiere decir que

    a partir de 1880 la relativa estabilidad institucional, junto con el aumento de la

    poblacin urbana y de los ndices de alfabetismo, propician la formacin de un

    pblico literario que ya viene siendo articulado por la prensa desde la dcada

    anterior. Estos factores crean un medio cultural favorable para el desarrollo de

    novelas; pero tambin significa que el crecimiento de la prensa es una condicin

    del surgimiento del gnero novelstico. Dicho de otro modo: la expansin de la

    prensa no slo implica un incremento en el nmero de ttulos y ejemplares, sinotambin una diversidad de temas y formas discursivas, porque cuando el pblico

    lector aumenta, se diversifica, de modo tal que los gustos e intereses que deben

    contemplarse se multiplican. En las pginas de la prensa diaria conviven el debate

    parlamentario, la temporada del Teatro Coln, los cables telegrficos

    internacionales; pero tambin, la noticia de un crimen pasional en un suburbio

    porteo, el servicio meteorolgico, la crnica de la vida elegante y los artculos de

    costumbres de la vida cotidiana. En otras palabras, el paulatino crecimiento y

    diversificacin del pblico implica una renovacin de campos temticos de inters

    pblico, de estilos y de gneros. De manera que en una prensa que va

    diversificando lectores, funciones y fuentes de recursos, la novela se transforma en

    uno de los centros de inters. En la dcada de 1880, la inclusin de narraciones

    ficticias en los diarios bajo el formato del folletn, modalidad habitual, por cierto,

    en la prensa hispanoamericana del siglo XIX, se va convirtiendo en una necesidad.En consecuencia, en el espacio del peridico se publican, comentan y

    promocionan tanto novelas nacionales como extranjeras, de modo que en sus

    pginas se va modelando un pblico literario. Por esta razn, no es casual que

    muchas de aquellas novelas que hoy pertenecen al canon de la literatura argentina,

    hayan sido publicadas por primera vez en el folletn de algn diario o hayan

    por Santos Vega. Buenos Aires: Biblioteca Popular de Pedro Irume, 1886, p. 15

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    recibido el impulso crtico y propagandstico desde las pginas de la prensa

    peridica.

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    1.3.2. Novelas y reseas en los peridicos

    Entre 1884 y 1887 aparecieron en el folletn de Sud-Amricauna serie de

    textos novelsticos que incluyeLa gran aldeade Lucio V. Lpez, del 20 de mayo

    al 2 de julio de 1884; Fruto vedado de Paul Groussac, del 4 de agosto al 4 de

    octubre de 1884; Marcos - luego titulada Ley social en la edicin en forma de

    libro-, de Martn Garca Mrou, del 27 de abril al 12 de mayo de 1885; y En la

    sangrede Eugenio Cambaceres, del 12 de septiembre al 10 de noviembre de 1887.

    Pero adems, hay que aadir a esta serie la novela inconclusa de Miguel

    Can, encargada por este diario para continuar el suceso deLa gran aldea, cuyos

    primeros captulos fueron publicados tiempo despus por el autor en el volumen

    Prosa ligera.25Deben sumarse tambin a este conjunto el resto de las novelas de

    Cambaceres. La primera de ellas, Pot pourri, fue publicada algo ms de un ao

    antes de la aparicin del Sud-Amrica. Mientras que Msica sentimental y Sin

    rumbo, pese a que no salieron previamente como folletines en este diario,

    recibieron desde sus pginas un fuerte impulso para su difusin. De este modo,

    Msica sentimental, anunciada previamente en un artculo que saluda el retorno

    del escritor a Buenos Aires, cont a los pocos das de estar en las libreras con una

    resea de Miguel Can que encendi una verdadera polmica.26En cuanto a Sin

    rumbo, este mismo diario tambin contribuy a su promocin, no solo anunciando

    su salida para el 1 de noviembre de 1885, sino tambin publicando el 29 de

    25Los captulos de esta novela se titulan En el fondo del ro, De cepa criolla y A lascuchillas. En una nota al pie al comienzo de En el fondo del ro Can aclara que estostres captulos formaban parte de un estudio mayor acerca de la sociabilidad argentinaque empez a escribir en 1884 y nunca concluy. El 2 de julio de 1884 la redaccin delSud-Amrica anuncia que muy pronto publicarn unas cartas de Miguel Can sobre elOrinoque y un trabajo literario. Los das 3 y 4 de julio de 1884 aparece en el folletn deldiario el artculo Falstaff de Miguel Can, en cuya dedicatoria aparece rubricado elnombre de Lucio V. Lpez. Cabe recordar que este ltimo haba dedicado a MiguelCan las entregas de La gran aldea.26Miguel Can: Msica sentimental, Sud-America, 30/9/1884.

  • 5/21/2018 Esposito Fabio - La Emergencia de La Novela en Argentina (1880-1890)

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    octubre un adelanto de la novela -los captulos XXXIX y XL- junto con un artculo

    de Miguel Can; das despus apareci la rplica de Martn Garca Mrou.27

    El resto de las novelas incluidas en el corpus, pese a no formar parte de esta

    constelacin de textos difundidos, promocionados o destacados por Sud-Amrica

    completan el panorama de este momento de la emergencia y constitucin de la

    novela de la alta cultura en la Argentina. Este es el caso de Inocentes o culpables?

    (1884) de Antonio Argerich, novela excluida por el diario Sud-Amrica, cuyos

    folletines adoptan una perspectiva poltica muy diferente de la sostenida por

    Argerich en su novela. Si bien no fue ignorada por la prensa peridica portea,28

    careci de la promocin y el apoyo que haban recibido, por ejemplo, La granaldea y Fruto Vedado. De esta manera, tanto en las pginas de Sud Amrica como

    en las de El Diario no fue mencionada y recin nueve meses ms tarde de su

    aparicin Martn Garca Mrou le dedicar enLa Prensa una resea crtica donde

    la juzga con la dureza que no demostr conLa gran aldea, calificndola como un

    producto novelstico malogrado. El silencio de los diarios afines a las polticas

    oficiales como Sud-Amrica, El Diario y La Tribuna Nacional, tal vez pueda

    explicarse por el hecho de que la novela de Argerich busca promover en el seno de

    la esfera pblica portea un debate en torno de la poltica inmigratoria que el

    gobierno nacional est implementando en ese momento y parece no estar dispuesto

    a librar, al menos en ese momento y en esos trminos.

    27Los artculos en cuestin son: Miguel Can, Los libros de Eugenio Cambaceres. Apropsito de Sin rumbo, Sud Amrica, 29/10/1885 y Martn Garca Mrou La novela enel Plata: Pot pourri, Msica sentimental, Sin rumbo (estudio), Sud Amrica, 7/12/1885.28Las reseas de esta novela son las siguientes: Annimo: Inocentes o culpables? enLa Patria Argentina,22/06/1884; Julio Llanos: Inocentes o culpables? en La Prensa,11/07/1884; Juan Santos (Martn Garca Mrou): La novela en el Plata: Inocentes oculpables? en La Prensa, 01/03/1885; ANV: Inocentes o culpables? enAnuarioBibliogrfico de la Repblica Argentina 1884. Tomo VI, p. 231; Annimo, Inocentes oculpables?, en La Ilustracin Argentina, 10 julio 1884, p. 150.

  • 5/21/2018 Esposito Fabio - La Emergencia de La Novela en Argentina (1880-1890)

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    Por su parte, como ya hemos apuntado,Amar al vuelosali en el folletn de

    La Patria Argentina yLen Zaldvar, en el deLa Patria; de igual forma, ambas

    novelascontaron con el apoyo de la prensa diaria a travs de reseas crticas. 29

    Asimismo, algunos captulos sueltos de la novelaIrresponsable (1889)de

    Manuel T. Podest aparecieron poco tiempo antes en el folletn de La Tribuna

    Nacional,30 peridico rival del juarista Sud-Amrica. De acuerdo con Graciela

    Salto, esta novela puede leerse como una respuesta polmica que confronta con

    los ncleos ideolgicos vinculados con la herencia y la degeneracin

    ficcionalizados por las novelas del entorno del Sud-Amrica. 31 Adems, la

    publicacin de esta novela promovi un acalorado debate en las pginas de losdiariosLa Prensa yLa Nacin.32

    De la misma manera,La bolsade Julin Martel fue l