esposito fabio - la emergencia de la novela en argentina (1880-1890)
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5/21/2018 Esposito Fabio - La Emergencia de La Novela en Argentina (1880-1890)
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la preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita
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94305, USA.
Espsito, Fabio
La Emergencia de la novelaen la Argentina (1880-1890)
Tesis presentada para la obtencin del grado
de Doctor en Letras
Director: Mara Teresa GramuglioCodirector: Miguel Dalmaroni
Cita sugeridaEspsito, F. (2006) La Emergencia de la novela en la Argentina
(1880-1890). [En lnea] Tesis de doctorado. Universidad Nacional
de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin.
Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/
te.295/te.295.pdf
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Agradecimientos:
Esta tesis es el resultado de largos aos de trabajo y aprendizaje. Una
empresa, sin duda, que jams hubiera podido acometer sin ayuda. Quiero expresar
mi agradecimiento, en primer lugar, a mi directora, Mara Teresa Gramuglio,
quien me otorg el privilegio de poder compartir su inmenso saber a travs de sus
inestimables sugerencias y sus rigurosas correcciones. Quiero agradecer
especialmente a Miguel Dalmaroni, y aclarar que tras la figura un tanto incierta del
codirector se oculta quien para m ha sido un verdadero maestro. Desde miregreso a la Facultad en 1996, su constante apoyo y la confianza que deposit en
m fueron vitales para encauzar mi carrera acadmica y proseguir mi tesis de
doctorado. No puedo dejar de mencionar aqu a Vernica Delgado, por todo su
cario y porque siempre me ech una mano en todo lo que necesit, que fue
mucho, por otra parte.
Quiero agradecer tambin la lectura atenta y paciente de papeles de trabajo,
los consejos y las palabras de aliento de Geraldine Rogers, Margarita Merbilhaa,
Claudia Romn, Fernando Deggiovani y Federico Bibb. Y la generosidad
intelectual de Sylvia Saitta y Susana Zanetti, en cuyos seminarios se fraguaron
muchas de las ideas que luego volqu en la presente tesis.
En el plano institucional, deseo destacar los aportes de la Universidad
Nacional de La Plata, la Fundacin Antorchas y la DAAD, pues sus becas y
subsidios me permitieron trabajar en una situacin de raro privilegio.En el rincn ms entraable de los afectos, quiero agradecer a mis padres,
que siempre creyeron en m; a Violeta, porque el estar a su lado es una fuente de
estmulo y un impulso a nuevos horizontes; y, por ltimo, a Candela, porque se
presencia hace que el resto del mundo quede en segundo plano.
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INTRODUCCIN. LA EMERGENCIA DE LA NOVELA EN LA ARGENTINA............................ 5
LA FORMACIN DE LA NOVELA:LA PRENSA,LOS LECTORES Y LA CIUDAD ................................................ 5EL SURGIMIENTO DE LA NOVELA Y LA HISTORIA LITERARIA.UNA REVISIN CRTICA............................. 11LA NOVELA EN LA PRENSA:UNA FICCIN CRTICA DEL PRESENTE ..................................................... ..... 20
CAPTULO 1. NOVELAS, NOVELISTAS Y CRTICOS. IMGENES DE ESCRITOR YFORMACIN DE UN PBLICO LITERARIO............................................ ...................................... 22
1.1.INTRODUCCIN ............................................................... ................................................................ . 221.2.LA EXPANSIN DE LA LECTURA Y LA FORMACIN DEL PBLICO LECTOR......................................... 251.3.LA NOVELA Y LOS NUEVOS CIRCUITOS DE LECTURA ............................................................. ........... 30
1.3.1. El peridico: punto de contacto de los nuevos lectores con los tradicionales......................... 301.3.2. Novelas y reseas en los peridicos......................................................................................... 371.3.4. Naturalismo y costumbrismo: dos modelos narrativos en disputa .......................................... 43
1.4.RESEAS Y CRTICAS:LA RECEPCIN CONTEMPORNEA DE LAS NOVELAS DEL OCHENTA ............... 481.5.IMGENES DE ESCRITORES Y CARRERAS LITERARIAS ............................................................ ........... 70
1.6.EL OFICIO DE ESCRIBIR DEL DANDY ELEGANTE .......................................................... ...................... 831.6.1 Los comienzos de un escritor ..................................................................... ............................... 831. 6. 2. Los desafos del nuevo pblico ................................................................. ............................. 88
CAPTULO 2. LEER DIARIOS, LEER NOVELAS: PRENSA Y LITERATURA EN ELOCHENTA...................................................... ................................................................ ......................... 98
2.1INTRODUCCIN...................................................... ............................................................... ............ 982.2.LA PRENSA PORTEA EN LA DCADA DE 1880 ............................................................................ ... 1062.3.SUD-AMRICA:UNA TRIBUNA DE COMBATE .............................................................. .................... 1222.4.FRUTO VEDADO:UN FOLLETN POLTICO DEL DIARIO SUD-AMRICA............................................. 127
CAPTULO 3. LEER LA CIUDAD. ITINERARIOS, MAPAS Y PAISAJES URBANOS EN LANOVELA DEL OCHENTA..................................................................... ............................................. 135
3.1INTRODUCCIN...................................................... ............................................................... .......... 1353.2.LA PRENSA Y LA LITERATURA EN LA CONFORMACIN DE LA EXPERIENCIA URBANA ..................... 1413.3.LA NOVELA Y LA CARTOGRAFA URBANA ....................................................... ............................... 148
3.3.1. El orden de las calles, el orden de los signos .................................................................... .... 1483.3.2. Una ciudad de espacios interiores.................... ..................................................................... 1523.3.3. El mapa poltico de La gran aldea......................................................................................... 1553.3.4. Len Zaldvar y la ciudad familiar ................................................................. ....................... 158
3.4.LA FRAGMENTACIN DEL ESPACIO URBANO .............................................................. .................... 1663.4.1. La llegada del advenedizo a la ciudad.......................................................................... ......... 1663.4.2. La ciudad de los obstculos y la carrera del advenedizo ...................................................... 1693.4.3. La ciudad como torbellino y los retiros buclicos............................ ..................................... 1743.4.4. Una ciudad de capas superpuestas... ............................................................................ ......... 1813.4.5. Los expulsados de la ciudad moderna ...................................................................... ............. 186
3.5.ESCENAS DE LA VIDA RURAL.GAUCHESCA,NOVELA Y MODERNIZACIN LITERARIA ..................... 1883.5.1 La estancia: el refugio del dandy criollo ...................................................................... .......... 1883.5.2. Los conflictos del campo modernizado ......................................................................... ......... 1923.5.3. El campo y la ciudad.............................................................................................................. 200
CAPTULO 4: LECTORES Y LECTURAS EN LA NARRATIVA DEL OCHENTA .................. 208
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4.1.INTRODUCCIN ............................................................... ............................................................... 2084.2.LOS MODOS DE LEER DEL PBLICO SELECTO .............................................................. .................... 215
4.2.1. Las lecturas formativas de un escritor escandaloso .............................................................. 2154.2.2. La cultura literaria y la formacin del hombre pblico ........................................................ 2234.2.3. Lectores tradicionales y modernos .......................................................................... .............. 231
4.3.UNA GALERA DE MALOS LECTORES ............................................................... ............................... 2424.3.1. La amenaza de los nuevos lectores .................................................................... .................... 2424.3.2. Genaro, el lector aturdido. Libros y barreras sociales...................................................... .... 2514.3.3.Leyendo Mara. Los usos de la novela sentimental............................................................. 2584.3.4. Los lectores de Emile Zola........ ..................................................................... ........................ 268
EPLOGO...................................................... ..................................................................... .................... 280
BIBLIOGRAFA ......................................................... .................................................................. ........ 284
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Introduccin. La emergencia de la novela en la Argentina
La formacin de la novela: la prensa, los lectores y la ciudad
Este trabajo indaga el proceso de constitucin del gnero novelstico en la
Argentina entre 1880 y 1890 y sus mltiples conexiones con los cambios
econmicos, sociales y culturales que se profundizan a partir de la consolidacin
definitiva del Estado nacional con la presidencia de Julio A. Roca.
La emergencia de la novela tiene lugar principalmente en ese verdaderocampo de disputas en torno de la formacin de la opinin pblica en que consiste
la prensa portea, en la cual el gnero se emplea para percibir y explorar los
procesos de cambio social, as como tambin con el objeto de construir un espacio
para la experiencia humana desde el cual juzgar la sociedad que da forma a esa
experiencia y al mismo tiempo la transforma. Por este motivo, resulta productivo
adjudicar las razones de la importancia indita que cobra la novela en las dos
ltimas dcadas del siglo XIX a algunas de las grandes transformaciones culturales
que sacuden la sociedad argentina, entre las que se destacan la modernizacin de la
prensa, el crecimiento de los centros urbanos, en particular la ciudad de Buenos
Aires y la expansin del pblico lector.
Cuando en 1882 Ernesto Quesada traza el panorama de lo que considera las
dificultades del movimiento intelectual argentino, afirma que si bien en Buenos
Aires se leen muchsimo los diarios, se publican pocos libros, debido a que elpblico dispuesto a consumir obras nacionales sera muy escaso, insuficiente para
sostener la profesin literaria. Los diarios, interesados en el lucro y en la noticia
escandalosa, no daran lugar, para Quesada, a la crtica de libros. Lograr que la
gente se aficione a este tipo de lecturas por medio de una crtica inteligente que
encamine el gusto literario sera entonces, en su opinin, una tarea ya no de los
diarios sino de las revistas literarias (Quesada, 1882a).
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De esta manera, mientras que la emergencia de la novela popular ha sido
vinculada con la difusin de los folletines criollistas en el diario La Patria
Argentina, el surgimiento de la novela nacional en el mbito de la alta cultura ha
sido asociado con la circulacin de libros entre un pblico acotado que se mantiene
ms o menos sin alteraciones hasta la poca del Centenario. Sin embargo, esta
brecha entre los diarios y los libros de autores nacionales parece ms un espejismo
que una realidad, puesto que la divisin tajante entre una cultura selecta articulada
en torno del libro, y la cultura popular en torno de la prensa, no contempla el hecho
de que el ncleo ms importante de las novelas de la alta cultura aparezca
conformado por obras que fueron publicadas sobre todo en los folletines de losdiarios porteos y luego promocionadas, criticadas y difundidas por estos rganos
de prensa. En particular, el diario Sud-Amricafundado por Carlos Pellegrini con
el objeto de contrarrestar los ataques del diario catlicoLa Uniny combatir la
candidatura a presidente del Gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha- aparece
como el medio periodstico que impulsa con mayor energa el desarrollo de la
novela culta nacional, puesto que all se publicaron a lo largo de cuatro aos los
denominados folletines del Sud-Amrica, esto es, la nica serie de novelas
nacionales de la alta cultura de la poca.
Si bien estas obras circulan luego como libros distribuidos en libreras,
articulando un espacio definido por las relaciones familiares y amistosas de una
esfera pblica restringida, la presencia de novedosas modalidades de circulacin
de los textos impresos que se van organizando en torno de la prensa peridica
constituye un dato insoslayable para pensar la emergencia de la novela en laArgentina.
En consecuencia, lejos del desolador diagnstico de Ernesto Quesada, los
hombres de letras no slo tienen un espacio en los diarios porteos, sino que lo
deben compartir con las novelas populares de Eduardo Gutirrez y sus epgonos.
La letra impresa ya no es propiedad exclusiva de un grupo acotado de pares y la
presencia de estas nuevas formas discursivas produce efectos que no se limitan tan
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solo a las reacciones explcitas ms o menos escandalizadas de algunos de sus
miembros, sino que repercuten en sus prcticas literarias.
El crecimiento y la diversificacin del pblico lector, acentuado despus de
Caseros por el fortalecimiento del sistema educativo y la implementacin de las
campaas de alfabetizacin, as como tambin por el gran impulso que cobra el
desarrollo de la prensa, que se va nutriendo de los nuevos lectores, son factores que
propician la emergencia de la novela, de manera que la prensa provee, como seala
Adolfo Prieto, un novedoso espacio de lectura potencialmente compartible
(Prieto, 1988: 14) y sepresentacomo un lugar donde los diversos pblicos se ven
las caras. El nuevo pblico cobra relevancia entre los sectores letrados msexclusivos, porque aun cuando no lea sus novelas, semanifiesta al menos como un
problema que los hombres de letras deben encarar.
La emergencia de la novela en la Argentina, como hemos sealado, se
vincula con la expansin de la prensa peridica, que no slo incrementa sus
lectores sino que tambin multiplica sus funciones: difunde y defiende las
posiciones de las diferentes facciones polticas, y a la vez informa lo que sucede en
la ciudad, el pas y el mundo, entretiene, promociona objetos de consumo, vende
inmuebles, publicita remates de hacienda, instruye, moraliza y se transforma en un
espacio en el cual se va modelando el imaginario de los habitantes de la ciudad. La
prensa se constituye justamente en un agente modernizador de gran importancia y
es en este contexto donde se estudiar la formacin del gnero novelstico.
Pensar en la prensa peridica como administradora de bienes culturales
implica detenerse en la articulacin de un discurso crtico que se despliega en laspginas de diarios y revistas y donde se destacan los nombres de Martn Garca
Mrou, Pedro Goyena, Ernesto Quesada, Miguel Can y Manuel Lainez. Una de
las tareas desempeadas con mayor xito por estos crticos fue colocar la novela
gnero que hasta entonces no contaba con una vigorosa tradicin en la Argentina-
en un lugar de privilegio en la red textual de la literatura nacional.
La elaboracin de imgenes de escritor en prlogos, memorias, ensayos
literarios, pero tambin en las propias novelas, puede resultar un signo muy
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iluminador para estudiar la emergencia de las novelas y los novelistas. En tal
sentido, la imagen pblica de escritor que Lucio V. Mansilla rubrica en sus
causeries revela una concepcin de la escritura subordinada a las prcticas
polticas, y al mismo tiempo una relacin problemtica con el nuevo pblico de la
prensa, lo que puede correlacionarse con sus dificultades manifiestas para
desarrollar ficciones autnomas, de modo que la inclusin de procedimientos de
ficcionalizacin slo tiene lugar en sus narraciones autobiogrficas. Esta imagen,
por cierto, se contrapone con la que presenta Eugenio Cambaceres en Pot-pourri,
donde la imagen del novelista se va conformando en la medida en que se recorta de
las prcticas polticas y del gnero autobiogrfico.La incorporacin de la prensa peridica al estudio de la emergencia y
constitucin de la novela permite reconocer y analizar el conjunto de mediaciones
que operan sobre los textos literarios. Vase, por ejemplo, el carcter de
instrumento poltico que adquieren algunos de estos textos al difundirse a travs de
un diario como Sud-Amrica, que de acuerdo con su forma de financiamiento, su
personal y su estilo ha sido considerado como parte de la denominada prensa
poltica. Tambin, cmo las tramas narrativas de algunas de estas novelas se
configuran a partir de las relaciones directas, cara a cara, entre los personajes, de
un modo semejante a aquel en que la prensa concibe sus relaciones con el pblico,
con un predominio de un dilogo directo y entre pares, que permite reproducir la
red de relaciones interpersonales tan caracterstica del mundo del ochenta.
Adems, permite distinguir en diarios y novelas la representacin de los nuevos
estilos de vida de la elite social en vas de modernizacin, esto es, la analoga entrela publicidad de lo privado en la prensa y los materiales propios de la novela. Y
finalmente, comprobar que los itinerarios trazados por las novelas para dar cuenta
de los problemas sociales que la ciudad encierra se realizan sobre un mapa
diseado previamente por los diarios.
Por ltimo, la emergencia de la novela y los novelistas tambin puede
indagarse en la construccin de imgenes de escritores, en los relatos de
comienzos y en las ficcionalizaciones del acto de leer representados en los propios
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textos.Por cierto, en las escenas de lectura se articulan algunas de las cuestiones
culturales y polticas ms gravitantes, como la seleccin de tradiciones para la
construccin de una literatura nacional, la formacin del dirigente y la educacin
de las mujeres, as como tambin la nacionalizacin de los pblicos lectores, la
relacin entre los letrados y el poder poltico y el papel de la cultura como un
instrumento de homogeneizacin social.
Para el estudio de la emergencia y la constitucin de la novela de la alta
cultura hemos seleccionado un corpus de catorce novelas y diez novelistas. La ms
antigua, Pot-pourride Eugenio Cambaceres data de 1882, la ltima,Alma de nia
de Manuel T. Podest, de 1892. Ocho de las catorce novelas elegidas fueronpublicadas por primera vez en el folletn de algn diario o en una revista antes que
en libro. De los diez novelistas incluidos, cuatro Antonio Argerich, Lucio V.
Lpez, Martn Garca Mrou y Julin Martel publicaron solo una novela. El resto
Eugenio Cambaceres, Carlos Mara Ocantos, Segundo I. Villafae, Enrique E.
Rivarola, Paul Groussac y Manuel T. Podest, ms de una. El criterio de seleccin
de los textos ha sido amplio. Hemos dejado de lado aquellas obras que apenas si
fueron percibidas fugazmente por sus contemporneos, sin dejar huella alguna en
la tradicin literaria, como La cruz de la falta (1883) de Carlos Mara Ocantos,
Das Amargos (1887) de Santiago Vaca Guzmn, las dos novelas cortas que Paul
Groussac escribi para el folletn de Sud-Amricaen 1885, El hogar desiertoy
Bajo la mscara, recopiladas en libro recin en 1922 y las dos primeras novelas de
Segundo I. Villafae, Don Lino Velzquez (1886) y Emilio Love (1888). A la
inversa, completan el corpus los tres captulos de la novela inconclusa de MiguelCan, publicados luego en Prosa ligera, Juvenilia del mismo autor y por ltimo,
las causeries Por qu...? y De cmo el hambre me hizo escritor de Lucio V.
Mansilla.
Salvo Fruto Vedado y Ley social, todas las novelas seleccionadas han
contado con ediciones posteriores, lo que indica que ste ha sido en lneas
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generales el corpus que fue canonizado en la tradicin literaria como las primeras
novelas modernas de la alta cultura o las novelas de los patricios del ochenta.1
1Tambin hemos dejado a un lado, a causa de la escasa repercusin que tuvieron en sutiempo, su falta de reediciones y su presencia casi nula, ms all de alguna simplemencin en las historias de la literatura y en los estudios crticos las siguientes novelas,que hoy solo sobreviven en el oscuro desvn de los ndices bibliogrficos:Alberto, Jorge. Estela. Buenos Aires, 1880 (es seudnimo)Babuglia, Antonio (seud. Abul-Bagi). Nenna. Buenos Aires, Emilio de Mrsico, 1887.Babuglia, Antonio. Wanda.Buenos Aires, Emilio de Mrsico, 1888Bahamonde, Manuel.Abismos. Buenos Aires, Lajouane, 1890.Bahamonde, Manuel. Buenos Aires novelesco. Buenos Aires, 1889Bahamonde, Manuel. Mareos (novela americana). Buenos Aires, B. Valdettaro, 1892.Bahamonde, Manuel. El ltimo Dobaiba. Montevideo/Buenos Aires, Barreiro y Ramos,1890.
Della Costa, Pablo. Fray Dionisio Muoz. En Trapos viejos. Buenos Aires, 1886. Seud.Severus.
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El surgimiento de la novela y la his toria li teraria. Una revisin cr tica
Las historias de la literatura argentina de Ricardo Rojas, Rafael Arrieta y el
Centro Editor de Amrica Latina comparten la certeza de que la novela es un
gnero que se consolida tardamente en la Argentina, incluso con posterioridad al
establecimiento definitivo del Estado, en razn de que sera un producto moderno
de civilizaciones maduradas (Rojas, 1948: 452). De igual forma, reconocen en
Eugenio Cambaceres la figura de un propulsor del gnero en nuestro pas, como
resultado de la introduccin de las novedades literarias europeas, como es el caso
del naturalismo francs. El desarrollo tardo del gnero ser justificado, entonces,
apelando a dos causas: la inadecuacin de la ficcin a las necesidades polticas de
la sociedad; la modernizacin tarda de la sociedad argentina respecto de las
metrpolis culturales.
Ricardo Rojas apunta que hasta 1880, la novela fue el gnero ms
retardado y pobre de nuestra literatura (Rojas, 1948: 450). Seala adems que la
ausencia de una tradicin novelstica es uno de los rasgos fundamentales de la
literatura argentina. Las causas de esa carencia son, a su juicio, de naturaleza
poltica: primero, Las Leyes de Indias, que prohiban la circulacin de historias
fingidas en la Amrica colonial; luego, las guerras civiles que se extendieron
hasta 1880 y demandaban de la prosa una orientacin poltica, por lo que tampoco
haba lugar para un relato de imaginacin como la novela. La breve historia de la
novela argentina elaborada por Rojas es la crnica de una importacin: como loslibros, los elencos teatrales, las novedades cientficas y filosficas, los artculos
suntuarios, la moda, etc., la novela sera un producto proveniente de Europa,
centro de la civilizacin y la cultura, cuyo equivalente manifiesto es la vida
moderna.
El carcter tardo del surgimiento de la novela en nuestro pas es una
afirmacin que merece al menos una revisin crtica. En primer lugar, habra que
precisar respecto de qu la novela es tarda. Si se la coteja con su par europea es un
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juicio irrefutable. Pero si se la compara, como hace Ricardo Rojas, con el resto de
los gneros de la literatura argentina, la aseveracin es tan rotunda como inexacta,
puesto que el teatro nacional surgi poco despus que la novela.
Ms adelante, crticos como No Jitrik (1970b) y Andrs Avellaneda (1982)
ratifican el juicio de Ricardo Rojas de que la novela moderna en la Argentina
tendra su origen en la importacin de novedades culturales por parte de la elite
letrada, otorgndole a Cambaceres la paternidad del gnero, cuya madurez como
novelista vendra acompaada de su mayor pericia para manejar las tcnicas
naturalistas.
Como vemos, con frecuencia se ha vinculado la emergencia de la novela ennuestro pas con la asimilacin de modelos literarios prestigiosos provenientes de
Europa, como es el caso del naturalismo, que por esos aos ya haba ganado su
batalla definitiva en los medios intelectuales franceses. En consecuencia, el
surgimiento de la novela nacional y la introduccin del naturalismo son procesos
que suelen considerarse equivalentes. Esta hiptesis estara, al parecer,
corroborada por el caluroso debate en torno de la escuela literaria liderada por
Emile Zola que tuvo lugar en Buenos Aires a propsito de la amplia difusin que
alcanzaron en el mbito del Ro de la Plata sus novelas, y estara avalando la
tendencia a atribuir a Eugenio Cambaceres no slo la fundacin de la novela
moderna en nuestro pas, sino tambin la introduccin de los recursos narrativos
naturalistas. De esta manera, se percibi en su obra un perfeccionamiento de la
forma novelstica en coincidencia con una asimilacin progresiva de estas tcnicas
narrativas (Jitrik, 1970b: 46). Ambas cosas ocurren efectivamente. Sin embargo,esto puede llevar al equvoco de superponerlas y ver en la asimilacin progresiva
del naturalismo la causa del perfeccionamiento de la forma novelstica; o, mejor
dicho, la nica causa. Una lectura como sta se basa en la metfora de la
maduracin de su obra cuya culminacin sera Sin rumbo, y En la sangre su
declinacin, debido al abuso de los procedimientos naturalistas. Por cierto, esta
hiptesis se torna discutible, no por lo que dice sino por lo que impide ver. En
primer lugar, desestima los valores literarios de las dos primeras obras del
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novelista, ya que si el naturalismo es el nico camino para llegar a la novela, los
Silbidos de un vago se presentaran como productos malogrados.2En segundo
lugar, desconoce otros modelos literarios que influyeron en la obra de Cambaceres
y en el resto de los novelistas de ochenta, como la causerie, el artculo de
costumbres, la comedia, el relato de viajes y la stira poltica.
Mara Teresa Gramuglio recuerda que el realismo, ms all de algunos
atisbos anteriores, inici su camino ms promisorio en la literatura argentina de la
mano del naturalismo en la dcada del ochenta del siglo XIX, cuando surgen
novelas orientadas hacia la representacin crtica del presente (Gramuglio,
2002: 24) bajo unas condiciones totalmente diferentes a las de la emergenciaeuropea. De ellas, sostiene Gramuglio, la ms notable es el contraste entre la ya
ms que centenaria trayectoria del realismo moderno y la carencia de desarrollos
novelsticos propios (Gramuglio, 2002: 25), de modo que el realismo es adoptado
justo cuando en Europa comenzaba a ser cuestionado por las nuevas tendencias de
fines del siglo XIX. La novela aparece en la Argentina, contina, cuando las
vivencias del cambio convierten la sociedad en un objeto problemtico para un
nmero significativo de personas y cuando se alcanza una cierta estabilidad
institucional y social que hace posible que surja, por ms reducido que sea, un
pblico capaz de apreciar las nuevas manifestaciones que ofrecen la literatura y el
arte (Gramuglio, 2002: 26).
En contraste con esta tendencia de la crtica que considera la novela
naturalista como una condicin necesaria para una carrera literaria digna de
reconocimiento, se desarrolla otra corriente que, desplazando a este gnero de su
2Ricardo Rojas, por ejemplo, compara Pot-pourri con Sin rumbo, haciendo hincapi entodo lo que le falta a Pot-pourri para ser como Sin rumbo. En su Historia de la literaturaargentina, observa: La primera no tiene plan y a veces ni hilacin. Algunos trozosrealistas (v. gr.: la caricatura de nuestras costumbres polticas), y algunos pasajesautobiogrficos (el autor habla en primera persona y es protagonista del relato), parecenextraos al argumento; original historia de adulterio, que, reducida a coherenciaorgnica, ganara enormemente. La prosa es conversada, pero henchida de vigor y decolor local, a pesar del abuso de italianismos y galicismos, que haban cundido en elhabla oral de los clubes porteos, por las cabotineras italianas y las cocoterasfrancesas (Rojas, 1948: 466).
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posicin dominante, valora aquellos aspectos de la obra de Cambaceres que
justamente se mantienen alejados de las convenciones de la novela realista. Esta
perspectiva privilegia los valores literarios de sus dos primeras obras en desmedro
de las dos ltimas. En una resea publicada en la revistaMartn Fierro,un crtico
considera que las dotes ms originales de Cambaceres como escritor pueden
apreciarse en Pot-pourri (1882) yMsica sentimental (1884), a las que adscribe a
una tradicin de la stira y la crtica de costumbres con fuerte raigambre en
Hispanoamrica y Espaa en el siglo XIX. Sin embargo, impulsado por el juicio de
sus contemporneos, que creyeron ver en l un novelista, Cambaceres habra
reorientado su carrera literaria y se habra aplicado a escribir novelas naturalistas.3
En consecuencia, sus dos ltimas obras, concluye el crtico martinfierrista,
consiguieron una relativa perfeccin en el gnero, pero a costa de sus facultades
ms originales: las del crtico de costumbres, las del moralista, las del satrico
agudo y desenfadado (Carambat, 1924).
En los ltimos aos hubo una revisin de la obra de Cambaceres que vuelve
a reflotar la importancia de sus dos primeras producciones, en especial Pot-pourri,
en donde se destaca la perspectiva de Cristina Iglesia, quien reconoce, en
concordancia con el crtico martinfierrista, que no habra en la obra de Cambaceres
un proceso de maduracin esttica que va de la novela fallida a la perfeccin de la
novela naturalista, sino un cambio de esttica. Dicho de otro modo: en un primer
momento hubo, en su opinin, un proyecto literario innovador dejado de lado ms
tarde para desembocar en las aguas tranquilas de una esttica legitimada y
aceptada. Pot-pourri sera, entonces, un texto solitario, puesto que Cambaceres nocontina este camino novedoso enMsica sentimental,donde, si bien prosigue con
los recursos del collagey la irona, ya se adaptara ms al cdigo de la novela
realista-naturalista, tendencia que se acentuara con sus dos ltimos trabajos.
3El artculo de la revista Martn Fierroaparece en ocasin de la reedicin de las novelasde Cambaceres por la Editorial Minerva en 1924, casi cuarenta aos despus de suprimera edicin. Vase Carambat, H. El fundador de la novela argentina, en revistaMartn Fierro, Segunda poca, Ao 1, N 5/6 (15 de junio de 1924) y N 7 (25 de junio de1924).
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Iglesia, en lugar de inscribir Pot-pourrien la tradicin de la stira poltica y
el artculo de costumbres, vislumbra la inauguracin de un gesto esttico en la
literatura argentina consistente en narrar desde los bordes del sistema literario para
configurar un texto hecho de fragmentos de retricas diversas, de escenas de
gneros tradicionales, de oralidades entremezcladas (Iglesia, 2003: 119).
Acentuando el nfasis en la presunta novedad de la inclusin de textos
fragmentarios y miscelneos y a riesgo de cierto anacronismo, destaca en esta obra
un uso temprano de recursos formales que seran constitutivos de la vanguardia,
esgrimidos para impugnar la novela realista y sus cdigos de lectura, que
formaran parte de las convenciones literarias vigentes del ochenta. Estaperspectiva, a mi juicio, pasa por alto que la inclusin de textos fragmentarios
abundaba en la literatura europea del siglo XIX y desestima que hacia 1882 la
novela realista-naturalista no es un gnero consolidado en Buenos Aires; por el
contrario, la prosa conversada y fragmentaria parece ser la forma dominante por
esos aos; una forma, por otra parte, muy afn a los recursos del collagey la irona
desplegados en las pginas de Pot-pourri.
Ms acertado, a mi entender, resulta el juicio de Adolfo Prieto cuando
inscribe la irrupcin del gnero novelesco durante el ochenta no slo en la
asimilacin del naturalismo francs sino tambin en la tradicin del realismo
costumbrista, muy arraigado en el periodismo hispanoamericano decimonnico,
cuyas huellas pueden reconocerse con facilidad enLa gran aldea(1884) de Lucio
V. Lpez, Fruto vedado (1884) de Paul Groussac, por nombrar los casos ms
relevantes (Prieto, 1968).Por otra parte, esta serie de novelas aparecidas en la dcada de 1880 han
sido abordadas tradicionalmente desde dos perspectivas divergentes: por un lado,
aquellos estudios que se detienen en la relacin entre la literatura y la inmigracin
europea4y por otro, aquellos que exploran la asimilacin del naturalismo de Zola a
4Onega, Gladys, La inmigracin en la literatura argentina, 1880-1910. Buenos Aires:Galerna, 1968; Rusich, Luciano, El inmigrante italiano en la novela del 80. Madrid:Playor, 1974; Fishburn, Evelyn. The Portayal of Immigration in Nineteenth CenturyArgentine Fiction (1845-1902). Berlin, Colloquium Verlag, 1981.
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la narrativa argentina e hispanoamericana.5En cuanto al primer caso, no cabe duda
de que la inmigracin es un tema que ocupa por entonces un amplio espacio en el
debate parlamentario y en la prensa, y que el inmigrante, con su presencia,
transforma la fisonoma de la vida en Buenos Aires. En consecuencia, resulta
natural que se incluya como tema en una buena parte de las novelas del perodo.
Los problemas que acarrean los estudios que adoptan esta perspectiva son los
propios del anlisis de contenido: se deja de lado el trabajo con la forma que
implica el discurso literario y se configuran series de textos segn el criterio de la
presencia del tema de la inmigracin, con lo cual en algunos casos se renen textos
muy dismiles y en otros se separan textos naturalmente emparentados. En cuantoal segundo caso, los estudios que indagan la asimilacin del naturalismo en
Hispanoamrica se dedican a verificar en las novelas la presencia de una imagen
ms o menos vulgarizada del modelo narrativo de Zola, esto es, representacin de
sectores populares, inclusin de escenas morbosas como muertes, abortos,
violaciones, aplicacin del mtodo experimental en la trama narrativa. En algunos
casos se establecen relaciones intertextuales con las novelas del maestro francs
que en muy pocas ocasiones van ms all de verificar semejanzas argumentales y
que generalmente sirven para comprobar algo que se saba de antemano, esto es,
que los letrados porteos lean las novelas de Emile Zola. Por otra parte, una
perspectiva tan sesgada en el naturalismo conduce a la formulacin de falsos
problemas, como por ejemplo siLa gran aldease incluye o no en el arca de las
novelas naturalistas argentinas. Asimismo, se pierden de vista otros modelos
discursivos literarios y no literarios imperantes por entonces, como el relatocostumbrista y sus escenas amenas de la vida cotidiana, as como tambin la stira
moralizante. Hay que destacar, no obstante, el reciente libro de Gabriela
Nouzeilles, Ficciones somticas. Naturalismo, nacionalismo y polticas mdicas
del cuerpo (Argentina 1880-1910),quesi bien incluye la palabra naturalismo en
5Ara, Guillermo (1965). La novela naturalista latinoamericana. Buenos Aires: Eudeba;Gnutzman, Rita (1998). La novela naturalista en Argentina (1880-1900).Amsterdam/Atlanta: Rodopi; Schlickers, Sabine. El lado oscuro de la modernizacin:estudios sobre la novela naturalista hispanoamericana. Madrid, Iberoamericana
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el ttulo, en ningn momento adopta la perspectiva descrita anteriormente.
Tributaria de los estudios culturales, Nouzeilles indaga la relacin entre las
novelas naturalistas, la modernizacin, el nacionalismo y el saber mdico, y el
modo en que estas ficciones ofrecen una visin corporalizada de la nacin
(Nouzeilles, 2000: 12). A partir de 1880 en la Argentina, recuerda Nouzeilles, una
vez concluidas las rebeliones civiles y estabilizados los lmites del espacio
territorial, la cuestin que domin los debates polticos e intelectuales del perodo
fue el problema de cmo fabricar los ciudadanos que el estado necesitaba para
asegurarse la organizacin de lo social, con el fin de facilitar la administracin
pblica y la coherencia interna de la comunidad nacional (Nouzeilles, 2000:12).Con este propsito, la elite letrada habra configurado una cultura comn que
permitira y al mismo tiempo legitimara la jurisdiccin poltica del flamante
Estado sobre una poblacin heterognea. En tal sentido, la literatura habra sido, a
su juicio, uno de los discursos ms influyentes para la produccin de hegemona.
A pesar de sus pretendidas funciones estatales, las novelas naturalistas no
dejaran de diferenciase, a juicio de Nouzeilles, de los romances fundacionales
pues sus argumentos cuestionaban, y a veces refutaban, la utopa ertico-poltica
promovida por estos ltimos y ms an, consistiran en una reescritura escptica
de las articulaciones narrativas del romance fundacional. Estas novelas
adoptaran la forma de la alegora ertica mas no solamente para revelar los
obstculos que impedan la utopa nacional sino sobre todo para cuestionar la mera
posibilidad de su realizacin (Nouzeilles, 2000: 16). En la Argentina, la mquina
narrativa naturalista configurara ficciones disruptivas de la sexualidad nacionalcuyos argumentos giraran obsesivamente alrededor de uniones problemticas
entre criollos, inmigrantes y miembros de las clases bajas nativas,
predominantemente mestizos. En tanto sus genealogas familiares encarnaran
metafricamente la continuidad biolgica de la nacin, todas estas novelas
discutiran explcita o implcitamente la institucin matrimonial. En suma, las
ficciones estatales naturalistas habran surgido de la ansiedad producida por los
efectos contradictorios de los programas de modernizacin liberales, dando
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expresin a las fracturas ideolgicas del proyecto poltico que sustentaba
(Nouzeilles, 2000: 17). En mi opinin, resulta al menos aventurado incluir el
discurso novelstico dentro del programa pedaggico del estado modernizador y
sostener al mismo tiempo que este discurso era la expresin de las fracturas
ideolgicas del proyecto poltico del Estado. Esta perspectiva, que enfatiza la
importancia de la novela como un gnero que facilita el estudio de la sociedad y a
su vez garantiza la educacin sistemtica del lector, evidencia, a mi juicio, una
creencia desmedida en la capacidad omnmoda del Estado y en las funciones
disciplinarias adjudicadas por la modernidad al gnero novelesco.
Alejandra Laera, por el contrario, encauza a los novelistas del ochenta en latradicin crtica que la modernidad siempre atribuy al gnero. La novela,
afirma, ya no es, como alguna vez se quiso, el equivalente alegrico y totalizador
de la nacin y sus identidades, sino que opera sobre los restos y los huecos que el
Estado modernizador de los aos ochenta practica en la reconfiguracin de lo
nacional (Laera, 2004: 23). Con este propsito, recorta dos series entre las
ficciones escritas en esos aos: la novela popular de Eduardo Gutirrez y la novela
moderna de alta cultura de Eugenio Cambaceres, ya que las obras de estos dos
autores resultaran las ms innovadoras, las ms resistentes a la manipulacin
cultural que las asimila sin ms a las instituciones y a la lgica estatal y en las que
se evidencia con mayor claridad la voluntad de producir ficcin encarnada en la
largamente frustrada y postergada figura del novelista. En sendas obras
reconstruye el proceso de constitucin del gnero, indagando los distintos factores
en las propias novelas, pero tambin en artculos y cartas, donde aparecendiseminadas marcas textuales que se refieren a ese proceso de constitucin
mientras organizan un aparato crtico que se disputa los textos, los valora y los
ordena jerrquicamente. Asimismo se detiene en la insercin que tienen estos
novelistas en el mercado de bienes culturales a travs de la prensa, que adopta,
por medio de la publicacin de folletines, reseas y avisos publicitarios, un nuevo
papel como administrador cultural (Laera, 2004: 21).
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Sin embargo, la crtica no ha estudiado con profundidad la emergencia de la
novela culta en la Argentina en el marco de un sistema periodstico que aun
mantiene el estilo de las viejas prcticas que lo llevan a funcionar subordinado a la
poltica y donde las novelas publicadas en los folletines de los diarios en muchos
casos ejercen la funcin de instrumentos polticos. Esta perspectiva abre nuevos
interrogantes en relacin con el rol de las novelas y los novelistas en el proceso de
modernizacin impulsado por el Estado, pero tambin con respecto a la
circulacin de los productos literarios en un medio cultural en donde todava no se
ha consolidado un campo editorial modernizado y, por lo tanto, resulta muy
problemtico pensar a los novelistas de la alta cultura como parte de un precozproceso de profesionalizacin del escritor.
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La novela en la prensa: una ficcin crtica del presente
En conclusin, la emergencia de la novela culta en la Argentina tiene lugar
cuando la consolidacin definitiva del Estado liberal garantiza cierta estabilidad
institucional que propicia el surgimiento de un pblico que, a pesar de su
dimensin estrecha, es capaz de acoger las nuevas manifestaciones literarias. La
aparicin de novelas orientadas hacia la representacin crtica del presente puede
entenderse en relacin con los profundos cambios promovidos por la
modernizacin que hacen de la sociedad un objeto problemtico. Si se piensa enestrecha conexin con la prensa poltica, este proceso permite reconocer un
espacio de representacin de los nuevos hbitos de la elite social en una serie de
desplazamientos que van de los diarios a las novelas. Permite distinguir tambin,
en este deslizamiento, un proceso de refuncionalizacin de modelos narrativos
consagrados del periodismo como la stira poltica, el artculo de costumbres y las
cartas de viajeros, que se organizan de acuerdo con el nuevo principio formal que
impone la novela.El propsito de este trabajo consiste entonces en estudiar la novela en el
peridico como parte de un proceso complejo de formacin de opinin pblica y
de construccin de imaginarios sociales, en el cual el gnero novelesco despliega
un espacio de crtica de la sociedad y a la vez de representacin de los conflictos
reales.
Realizar un estudio de la emergencia de la variante culta de la novela en la
Argentina atendiendo a las mediaciones ejercidas por un tipo de prensa que
todava exhibe numerosas muestras de subordinacin al sistema poltico
constituye una tarea pendiente para la crtica especializada. Entender las mltiples
conexiones entre el periodismo, el gnero novelstico y las novedosas formas de
vida de la elite social en una ciudad que se va modernizando con rapidez, as como
tambin los numerosos prstamos, solapamientos y deslizamientos entre la cultura
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alta y la popular no resulta una tarea lateral a la hora de dar cuenta del surgimiento
de la novela en la dcada de 1880.
La discusin de estas problemticas implica una labor que va desde la
minuciosa reconstruccin del contexto de la prensa peridica hasta el anlisis de
los textos novelsticos. En el captulo 1, luego de registrar la expansin y
diversificacin del pblico lector, nos proponemos describir y analizar el
desarrollo de la prensa peridica como el punto de encuentro de prcticas
discursivas provenientes de espacios culturales divergentes, en tanto factores que
impulsaron la emergencia de novelas y novelistas. Asimismo, haremos una
revisin detallada y sistemtica de las reseas sobre los textos novelsticospublicadas en los diarios de entonces, algunas de las cuales han permanecido
curiosamente ignoradas hasta el momento. Estas notas periodsticas cobran
importancia porque constituyen el paso inicial para la canonizacin de los textos
en la tradicin literaria nacional. En el captulo 2 indagaremos las estrategias
retricas de la prensa poltica en general y del diario Sud-Amricaen particular y, a
su vez, las relaciones de las novelas aparecidas en el folletn de este diario con el
resto de las secciones. En el captulo 3 abordaremos las tensiones existentes entre
la representacin de la actualidad de una ciudad cambiante y sus efectos en los
nuevos hbitos de sociabilidad de la elite patricia, las relaciones de la prensa con el
pblico lector y la emergencia de la novela. Finalmente, en el captulo 4
analizaremos representaciones de escritores, lectores y bibliotecas, escenas de
lectura y escritura, en donde se articulan problemticas culturales y polticas tales
como la nacionalizacin de los pblicos lectores, el vnculo de los hombres deletras con el poder poltico y el papel de la cultura impresa en el proceso de
modernizacin impulsado por el Estado liberal, que constituyen en su conjunto el
contexto de enunciacin de la formacin del gnero novelstico en nuestro pas.
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Captulo 1. Novelas, novelistas y crticos. Imgenes de escritor y
formacin de un pblico literario
1.1. Introduccin
La emergencia de la novela en la Argentina, ms all de intentos
espordicos y fallidos la mayora de las veces, es un proceso que tiene lugar en la
dcada de 1880. Hasta ese momento las novelas nacionales no slo resultan
escasas, sino que son en gran parte el producto ocasional de plumas que, luego de
uno o dos ensayos con la prosa de ficcin, se inclinaran por otros gneros o
abandonaran la prctica literaria. Este es el caso de Bartolom Mitre, Vicente
Fidel Lpez, Juan Mara Gutirrez y Jos Mrmol.6Estas obras son tentativas
aisladas, a menudo meros ensayos juveniles, cuya discontinuidad, sumada a su
escasa repercusin, impide que se constituyan en una tradicin y no bastan por s
solas para considerar a sus autores novelistas en el sentido estricto del trmino.7En
otras palabras, antes de 1880, tenemos novelas pero no tenemos novelistas y, comoseala con justeza Alejandra Laera, la novela y el novelista se constituyen juntos
y recprocamente.
Pero desde entonces, junto con el formidable incremento del nmero de
novelas argentinas publicadas en Buenos Aires, comienzan a aparecer escritores
que ensayarn con ms de un ttulo, y ms an, escritores que publican
principalmente obras de este gnero, se proclaman a s mismos como autores de
6Estas novelas son Soledad (1847) de Bartolom Mitre, La novia del hereje o laInquisicin de Lima (1854) de Vicente Fidel Lpez, El capitn de Patricios (1864) deJuan Mara Gutirrez yAmalia (1851) de Jos Mrmol.7Alejandra Laera sostiene que a partir de Caseros la relacin entre literatura y polticase modifica y en lugar de tratar de dar cuenta del presente se comienza a configurarnarrativamente el pasado. De ah, entonces, el giro de algunos hombres de letras de lanovela o romance a la historiografa. Vase (Laera, 2003: 408).
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novelas y empiezan a ser reconocidos como tales por sus contemporneos. En
consecuencia, recin a partir de 1880 comienzan a surgir los novelistas.8
Por cierto, en la conformacin de la figura del novelista puede leerse
tambin la emergencia del gnero. En Europa, en el siglo XVIII la novela todava
no era considerada un gnero artstico respetable. Sin embargo, en las primeras
dcadas del siglo XIX va adquiriendo prestigio y se convierte en la forma de
expresin literaria de la burguesa en ascenso. Por eso, el escritor como novelista
va ganando espacio en las representaciones de artistas. Del mismo modo, las
mujeres van conformando una porcin sustancial y creciente del pblico
aficionado a las novelas. En consecuencia, la figura de la lectora comienza a exigirla atencin de novelistas, libreros y editores, de ah que al tiempo que afloran las
primeras colecciones dirigidas al pblico femenino, la mujer lectora aparezca cada
vez con mayor frecuencia en las representaciones literarias y pictricas de la
poca.
En Buenos Aires, la figura del novelista va cobrando relieve en primer lugar
mediante la asimilacin de las imgenes de novelistas europeos, quienes funcionan
como ejemplos a imitar. Luego, a medida que surgen los autores locales, esta
figura va tomando forma en correlacin con el modelo de sus pares europeos,
delinendose en las reseas crticas, los prlogos, la correspondencia privada, las
polmicas abiertas en los peridicos y las ficcionalizaciones de los problemas
literarios que tienen lugar tanto en las escenas de lectura como en la
caracterizacin de personajes lectores representados en los textos novelsticos.
En este captulo destacaremos los factores que favorecieron la emergenciade la novela y abordaremos dicho surgimiento en el marco de la prensa peridica,
comprendida como un espacio mediador entre el gnero novelesco y los diversos
pblicos lectores que confluyen en ella y, por lo tanto, como una zona que exhibe
los contactos entre la alta cultura y la popular. Luego nos detendremos en la
extensa serie de reseas contemporneas de las novelas nacionales, para indagar
8Los casos ms destacados son Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres. Perotambin Carlos Mara Ocantos, Segundo I. Villafae y Julio Llanos.
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en ellas la articulacin de los temas fundamentales en torno de la emergencia del
gnero y la manera en que se van estableciendo las distintas versiones de la
representacin del novelista moderno. Finalmente, analizaremos las imgenes de
escritor concebidas en los Recuerdos literarios de Martn Garca Mrou y en
algunas causeries de Lucio V. Mansilla, con el objeto de recortar en ellas las
diferentes actitudes de los literatos frente al nuevo escenario que la modernizacin
cultural pone de relieve en el perodo en que comienzan a surgir los novelistas.
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1.2. La expansin de la lectura y la formacin del pblico lector
La emergencia de la novela en nuestro pas no puede deslindarse de la
ampliacin delpblico lector, que se revitaliza despus de la batalla de Caseros.
Como afirma Alejandro Eujanin, esta expansin sera una consecuencia de las
campaas de alfabetizacin y escolarizacin implementadas por el Estado, pero
tambin de la lenta conformacin de un mercado de produccin, circulacin y
consumo de bienes culturales (Eujanin, 1999: 549).9
Entre 1850 y 1883 la poblacin escolar evidencia un notable incremento.
Mientras que en 1850 slo asisten a la escuela el 6,5% de los nios en edad escolar,
en 1869 esta cifra se eleva al 20,4% y en 1883 alcanza el 28,6%, estacionndose en
ese valor en los aos siguientes. En la ciudad de Buenos Aires el porcentaje de la
poblacin escolar que concurre a la escuela es del 46,5% en 1869 y del 64,6% en
1883.10No obstante la contundencia de las cifras de los datos censales, diversas
variables de ndole poltica, econmica y social, contribuyen a limitar los alcances
reales de la escolarizacin. Por ejemplo, los vaivenes de las polticas estatales que
comienzan a privilegiar la educacin media en detrimento de la educacin
primaria, la escasa preparacin de los maestros, la infraestructura edilicia
insuficiente, los altos niveles de desercin motivados por el trabajo infantil y las
precarias condiciones higinicas de los establecimientos escolares resultan
grandes escollos que impiden que gran parte de los nios que alguna vez fueron
anotados en un establecimiento educativo alcancen un nivel de escolarizacinaceptable.
9Para la descripcin del crecimiento y diversificacin del pblico lector hasta 1880 sigoeste artculo (Eujanin, 1999: 545-605).10Estas cifras deben ser correlacionadas con los ndices de desercin escolar. Paraescuelas dependientes del Consejo Nacional de Educacin el porcentaje dedesgranamiento durante el perodo 1886-1891 es de 98%, mientras que el mayorporcentaje de desertores se registra en el pasaje del primer al segundo grado, con un65% de desgranamiento (Tedesco, 1970: 137).
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Los ndices de alfabetizacin y escolarizacin permiten hacerse una idea de
las dimensiones de un pblico potencialmente ampliado y concebir la existencia de
ciertas condiciones que posibilitan el acceso al libro. Sin embargo, el inters por la
lectura estara determinado tambin por otras variables, vinculadas con las
transformaciones que se vienen operando en el terreno de la produccin del
impreso, en relacin con la calidad y el costo del producto, pero tambin con los
canales de circulacin. La constitucin de un pblico depende, segn Eujanin, de
la existencia de cambios en la percepcin que los editores y escritores tendran
respecto de la naturaleza de ese pblico. No alcanza con anticipar y aun verificar
su existencia, agrega, es preciso concebirlo como un pblico apetecible e inclusojustificar su apelacin a l. Esto ltimo es particularmente relevante para el caso de
una elite letrada que tradicionalmente se vio a s misma como lectora exclusiva y
excluyente de los libros que gestaba y, junto a ello, como instancia primaria de
juicio para calificar el valor de una obra (Eujanin, 1999: 558).
Entre 1850 y 1880 se comprueba un crecimiento considerable del mercado
de bienes culturales que redunda en una transformacin de los espacios y los
hbitos de lectura. En primer lugar, se produce un incremento en el nmero de
libreras e imprentas.11Tambin se eleva el nmero de lectores de la Biblioteca
Pblica de Buenos Aires, as como la cantidad y diversidad de volmenes
disponibles.12Cabe aclarar que tanto las libreras como la Biblioteca Pblica, a
11Libreras, imprentas y litografas en Buenos Aires:
Libreras Imprentas Litografas
1855 11 10 2
1859 15 12 2
1870 18 - -
1887 100 - -
12De acuerdo con las memorias de sus directores, las cifras de lectores anuales y devolmenes es la siguiente: En 1854 1605 lectores anuales; en 1858 2000; en 1872,2500; en 1876, 6.172; en 1880 6.953. Fondo de la biblioteca: 1854, 15.397; 1866,18.740; 1871, 21.176; 1876, 27.000; 1882, 32.000 volmenes.
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causa de su localizacin en el centro de la ciudad y debido al conjunto de destrezas
y conocimientos que demandan de sus clientes y usuarios, son espacios destinados
a un pblico culto y por lo tanto alejados del universo cultural de los lectores
populares.
Por el contrario, un gran impacto para el acceso a los libros por parte de una
poblacin ms amplia signific la creacin de bibliotecas populares durante el
gobierno de Sarmiento, mediante una Ley del ao 1870 que les otorgaba un
subsidio del Tesoro Nacional. Un informe de la Comisin Protectora de
Bibliotecas Populares registra la existencia de 148 bibliotecas distribuidas en 129
pueblos. Sin embargo, luego de la crisis econmica de 1876, el subsidio fuesuprimido. Sin la energa de los primeros aos, las bibliotecas populares
continuaron cumpliendo un importante papel en la formacin de hbitos de
lectura, sobre todo entre los nuevos lectores.13
Dos pruebas contundentes de la ampliacin del pblico lector son el xito
de ventas de El gauchoMartn Fierro, del cual en 1878 sale la undcima edicin
con una tirada de 5000 ejemplares y la creacin ese mismo ao de La Biblioteca
Popular de Buenos Aires, coleccin dirigida por Miguel Navarro Viola, cuyo plan
prevea la publicacin de un volumen mensual de unas 250 pginas a un valor de
15 pesos cada entrega. Con un contenido consistente en una seleccin de lecturas
instructivas y de entretenimiento: novelas, cuentos y ensayos de tendencia
moralizante y una tirada de 2000 ejemplares, la coleccin estaba pensada para un
pblico amplio. Sin embargo, dej de salir en 1883 cuando recin se completaron
los doce volmenes previstos para el primer ao. Es posible que una de las razonesdel fracaso de este emprendimiento haya sido que la venta por suscripcin no
resultara apropiada para el pblico popular que la coleccin esperaba alcanzar.
13En elAnuario Bibliogrfico correspondiente a 1884 se registra un Informe a losasociadosde la Asociacin Protectora Bernardino Rivadavia de la Biblioteca popular delMunicipio de Buenos Aires, dirigida por Emilio Castro. Los prstamos fueron de 2.430 en1880, 3.299 en 1881, 20.214 en 1882, 33.202 en 1883. Sobresalen los autores denovelas, y particularmente Paul de Kock, Fernndez y Gonzlez, Dumas, Gaboriau,Xavier de Montepin y Ponson du Terrail (Navarro Viola, 1885: 132).
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La difusin de la lectura cobra impulso tambin a travs de la creacin de
cenculos, tertulias y asociaciones cientficas y literarias como la Sociedad
Estmulo Literario (18671873), que organiz conferencias y certmenes
trimestrales de oratoria sobre temas cientficos y literarios, form filiales en el
interior del pas y edit laRevista de la Sociedad Estmulo Literario.14Esta tarea
de apoyo y difusin de las letras y las ciencias fue proseguida por la Sociedad de
Ensayos Literarios (1873 1875), formada en el Colegio Nacional, y que tuvo
como rgano de difusin a laRevista CientficoLiteraria(1875).15Continuacin
de la Sociedad Ensayos Literarios y la Sociedad Estmulo Literario, el Crculo
Cientfico y Literario (18781879) fue la institucin de la nueva generacinliteraria en la dcada de 1870, formada por estudiantes del Colegio Nacional.
Coexisti con la Academia Argentina de Ciencias y Letras (1873-1879), cuya
tendencia nacionalista era opuesta a la orientacin europeizante del Crculo.
Por ltimo, el desarrollo de la prensa durante las dcadas posteriores a la
batalla de Caseros es otro de los factores que contribuye a la propagacin de los
hbitos de lectura. En efecto, desde 1852 hasta fines de la dcada de 1860 florecen
un gran nmero de peridicos destinados a difundir y defender las posiciones
ideolgicas y polticas del caudillo, partido o faccin que los sostena
econmicamente. Esta etapa es conocida como la correspondiente a la prensa
facciosa. Ms tarde, la fundacin de los dos grandes diarios nacionalesLa Prensa
(1869) y La Nacin (1870) contribuyen a una paulatina pero constante
modernizacin del periodismo nacional. Se revitaliza asimismo la prensa satrica
El Mosquitoes de 1863- al mismo tiempo que cobran impulso las publicacionesde las colectividades, la prensa femenina y las revistas culturales, jurdicas y
14Esta publicacin apareci entre julio y diciembre de 1871. Edit seis entregasmensuales. La direccin estuvo primero a cargo de Enrique S. Quintana y luego deAlberto C. Diana. Inclua una seccin titulada Boletn Mensual, probablemente a cargode Zeballos, en las que informaba sobre la produccin intelectual del mes. Luis Tamini,Jorge y Julio Mitre colaboraron con poesas.15Publicacin quincenal de muy breve existencia. Sali entre el 6 de junio y el 10 deseptiembre de 1875. El final de la revista parece haber coincidido con la disolucin de laadolescente Sociedad Ensayos Literarios (1873-1875).
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cientficas. Finalmente va tomando desarrollo el periodismo ilustrado. No slo
circulan por esos aos las revistas ilustradas inglesas y francesas, sino que en 1881
Pedro Boruel fundaLa Ilustracin Argentinaconsolidando uno de los campos ms
modernizadores del periodismo finisecular porteo.16
16Un excelente anlisis del discurso periodstico-literario de las primeras revistasilustradas rioplatenses a fines del siglo XIX y comienzos del XX puede encontrarse en(Romano, 2004).
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1.3. La novela y los nuevos circuitos de lectura
1.3.1. El peridico: punto de contacto de los nuevos lectores con los tradicionales
La emergencia de una tendencia popular de la novela, como hemos dicho,
ha sido asociada con la difusin de los llamados folletines criollistas,
originariamente en las pginas del diarioLa Patria Argentina,pero luego tambin
a travs de volmenes lanzados por el propio diario y por editores como Natalio
Tomassi y Luis Maucci, que pondran al alcance de los nuevos lectores un
producto impreso de psima factura con el objeto de obtener beneficios
econmicos (Prieto, 1988: 59). De esta manera, la emergencia de la novela popular
es analizada en la tensin entre la modernizacin de la prensa peridica, la
formacin de nuevos pblicos y la profesionalizacin del escritor. En contraste, el
ejercicio constante y sistemtico de la novela en el mbito de la cultura alta, cuya
circulacin a travs de libros distribuidos en libreras para un pblico que se
conserva inmutable sin traspasar los lmites de la elite, ha sido vinculado -de
acuerdo con las comprobaciones de Adolfo Prieto- a la suerte dispar corrida por el
libro en los nuevos circuitos de lectura, languideciendo ante la indiferencia de los
flamantes lectores. Esta divisin tajante entre los espacios y las prcticas
tradicionales de la cultura letrada organizados en torno del libro y los nuevos
circuitos de la letra impresa configurados alrededor de la prensa peridica, los
folletos y las hojas sueltas, parece soslayar el hecho de que el ncleo de estatendencia culta de la novela aparece conformado por obras que fueron publicadas
principalmente en el folletn del diario Sud-Amrica. Si bien estas novelas circulan
luego como libros distribuidos en libreras, articulando un espacio definido por las
relaciones familiares y amistosas de una esfera pblica restringida, la presencia de
otras modalidades de circulacin de la letra impresa constituye un factor
insoslayable para pensar la emergencia de la novela en la Argentina. Pero al
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mismo tiempo, estas novedosas modalidades van tomando forma en esa verdadera
zona franca como es el espacio de los folletines de la prensa peridica, que est
destinado a un nuevo pblico lector que se expande al ritmo de la alfabetizacin y
del crecimiento demogrfico. Dicho de otro modo: los folletines criollistas forman
parte de ese conjunto de productos que trae consigo la modernizacin de la prensa
-junto con los cables telegrficos del exterior, las correspondencias y las crnicas
desde el extranjero, y los reportajes locales- que van a conmover el espacio de las
relaciones domsticas de la prensa peridica.17De modo que uno de los resultados
de esta diversificacin es la emergencia de la novela. A semejanza de lo que
ocurri en Europa en la primera mitad del siglo XIX, a medida que la prensa semoderniza demanda un gnero moderno como lo es la novela, capaz de configurar
de manera imaginaria los conflictos sociales. As, el naturalismo cobra tanta
importancia porque, a diferencia de las novelas histricas del romanticismo,
actualiza el gnero al privilegiar los temas del presente. De esta manera, pone en
manos de los sectores letrados una herramienta eficaz para dar cuenta de una
actualidad cambiante y problemtica en un medio como el peridico, que se
encarga del presente por definicin. No obstante, es necesario recalcar que por ser
un momento de emergencia del gnero, de ensayos y tanteos con diversos modelos
literarios, los textos van respondiendo a diversos patrones formales. Habra una
primera etapa en la que las novelas muestran la crisis de ese tipo de relaciones
domsticas con que la prensa poltica haba resuelto imaginariamente la
interpelacin a sus lectores representando la disolucin de los vnculos familiares
y amistosos de los sectores dominantes. Pero tambin habra otra etapa, en la queprevalecen en las tramas narrativas las tensiones entre los diversos sectores de una
sociedad en pleno proceso de transformacin. Para el primer momento sobresalen
Pot-pourri (1882), La gran aldea (1884), Fruto vedado (1884), Msica
sentimental (1884), Sin rumbo (1885)yLen Zaldvar (1888)y para el segundo,
17Alejandra Laera analiza los folletines criollistas de Eduardo Gutirrez en el contextode la modernizacin de la prensa peridica (Laera, 2004).
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En la sangre (1887), Irresponsable (1889), La bolsa (1891) y Horas de fiebre
(1891).
En la dcada de 1880 la magnitud del pblico lector permite reconocer dos
circuitos de lectura claramente diferenciados entre s en cuanto a materiales de
lectura, agentes y circuitos de distribucin, y procedencia social de los
consumidores. La prensa peridica, y en especial el folletn de los diarios, es un
espacio que funciona como un punto fugaz de encuentro entre esos dos circuitos.
All van a disputarse la legitimidad del gusto los folletines criollistas deLa Patria
ArgentinayLa Crnica, las novelas extranjeras de dudosa calidad deLa Nacin,
las firmas ms rutilantes del naturalismo europeo de El Diario, con las novelas delos patricios argentinos de Sud-Amrica.Luego de este cruce momentneo en la
prensa diaria, ambos circuitos volvern a separarse, pues los volmenes que
renan a estos folletines recorrern espacios de cultura divergentes. Publicados por
agentes editores dismiles Tommassi, Maucci para las novelas populares, Flix
Lajouane, Martn Biedma y las casas de edicin francesas para las novelas de la
alta cultura-, se constituirn en mercancas de valores dismiles y con modalidades
dispares para llegar al alcance del pblico lector.
De este modo, cuando Carlos Mara Ocantos, por entonces secretario de la
Legacin Argentina en Madrid, publica en ese pas la novela Len Zaldvar
despertando en los diversos espacios del mundo cultural de Buenos Aires comoLa
Nacin, Sud-Amrica y La Nueva Revista de Buenos Aires18voces elogiosas y
entusiastas, nadie se asombra porque esa obra haya aparecido previamente en el
folletn del diario La Patria,
19
habitualmente destinado a la difusin de novelascriollistas.
18J.A.A. Len Saldvar en Sud-Amrica, 6 de marzo de 1888;Jos Ortega MunillaLen Saldvar en La Nacin, 11 de mayo de 1888; Ernesto Quesada, Una novelaargentina. (Carlos Mara Ocantos, Len Saldvar.Madrid, 1888), en su Reseas ycrticas. Buenos Aires: Lajouane, 1893 (reedicin del artculo publicado en la NuevaRevista de Buenos Airesen 1888).19Sabine Schlickers indica que luego de editarse en Madrid, Len Zaldvar apareci enel folletn de La Patria del 6 de marzo al 20 de abril de 1888. La Patriasali entre fines de
1885 y 1890. Su director era Felipe Moreira. Con formato grande a 6 columnas, fue, alparecer, la continuacin de La Patria Argentina.
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Algo similar ocurre con Enrique E. Rivarola, profesor en la Universidad de
Buenos Aires, autor de numerosas colecciones de poemas, egresado del Colegio
Nacional y condiscpulo de Martn Garca Mrou, con quien compartiera un
premio en un certamen potico organizado por ese Colegio. Entre sus poesas se
destaca el Canto al descubrimiento de Amrica por la que fue laureado en los
Juegos Florales de 1882.20No cabe duda de que forma parte de la elite letrada. Sin
embargo, su novelaAmar al vuelo (Costumbres estudiantiles)21aparece publicada
previamente en el folletn deLa Patria Argentinadel 29 de junio al 27 de julio de
1884, con el ttulo de El arma de Werther, confirmando una vez ms las fronteras
lbiles y porosas existentes entre los folletines de los diarios de entonces. Lo quedemuestra que an este diario asociado por la crtica a la difusin de las
narraciones criollistas-, no desentona, como bien sugiere Adolfo Prieto, con el
resto de las publicaciones de la poca. En consecuencia, resultara al menos
aventurado distinguir con claridad dos circuitos de lectura en el espacio de la
prensa diaria que permanecen aislados uno del otro, trazando una lnea que deje a
este rgano de prensa ms all de las barreras infranqueables del buen gusto.
Ms an, este distinguido joven poeta, -as lo llama Alberto Navarro
Viola en el Anuario Bibliogrfico de la Repblica Argentina-, no tiene reparo
alguno en participar, al igual que Rafael Obligado, del proyecto editorial de la
Biblioteca de Pedro Irume, con susNarraciones populares recogidas por Santos
Vega (Pedro Irume, 1886, 92 pginas. Relatos fantsticos. Publicado con el
seudnimo de Santos Vega). En esta ocasin, en este cruce de espacios culturales
confluyen otros caminos, no por antiguos, menos imprevistos. La BibliotecaEconmica de Autores Argentinos de Pedro Irume es una coleccin concebida
para ese pblico popular urbano articulado por la imprenta y sus aparatos de
distribucin.22En la portada del volumen se omite esta instancia de produccin
20Enrique E. Rivarola, Canto al Descubrimiento de Amrica, Buenos Aires: Imprenta deEl Nacional, 1882, 12 pginas. Premiado en los Juegos Florales de 1882, ledo por suautor en el Teatro Nacional. Debo estos datos a Sergio Pastormerlo.21La novela apareci editada por Emilio de Mrsico en 1885.22Entre otros ttulos, public unas Obras selectasde Echeverra que, segn elAnuario,
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ficcionalizando la presencia de la tradicin oral, como creadora annima y
colectiva de las narraciones y sealando al autor como un mediador de dos
espacios culturales. El seudnimo elegido, Santos Vega, duplica el gesto y exhibe
la operacin. De manera que este conjunto de narraciones escritas por un autor
individual es presentado como una coleccin de relatos folklricos recogidos de la
tradicin. Con lo cual, estamos frente a la presencia ficcionalizada de tres espacios
culturales diferenciados: la tradicin oral, la imprenta y sus lectores populares y el
letrado que interviene en el proceso como mediador. Por ltimo, uno de los relatos,
Una boda, haba sido publicado un ao antes en el folletn, ya no de laLa Patria
Argentina, sino de Sud-Amrica.23
Que el relato aparezca en una coleccinpopular, destinada a los nuevos lectores, no le impide a Rivarola comenzar con una
cita de Fray Luis de Len: No haba para l nada comparable a la vida en el
campo; pero, no esa descansada vida de que habla Fray Luis en su famosa oda,
sino esa vida de labor, ruda para el que no se ha criado en ella, saludable y llena de
atractivos para quien no conoce los placeres de la otra,24que interpela, ya no slo
a los nuevos lectores que se van incorporando al pblico de la prensa, sino tambin
al lector culto del entre-nosochentista.
En consecuencia, la emergencia de la novela no es un fenmeno
completamente replegado en el interior de la elite letrada, sino que debe ser
comprendido enfatizando los puntos de contacto, de rechazo y de prstamo
establecidos con el nuevo circuito de la palabra impresa alimentado por los nuevos
contingentes de lectores que impulsan el desarrollo de la prensa peridica.
La prensa diaria, entonces, lejos de separar y excluir tanto circuitos delectura como pblicos lectores, se transforma en un espacio que exhibe los puntos
de contacto entre la literatura popular y la literatura culta.
venan a poner al alcance de todo el mundo la lectura de las obras del distinguidocantor de La cautiva, poco popularizadas a causa de lo costoso de la edicin que deellas exista, aludiendo a la edicin de las Obrasde Echeverra de Carlos Casavalle23Enrique E. Rivarola, Una boda, en Sud-Amrica, Buenos Aires del 27 al 30 de marzode 1885.24
Santos Vega (seudnimo de Enrique E. Rivarola)Narraciones populares recogidas
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Resulta razonable, en tal sentido, sostener que la emergencia de la novela en
la Argentina mantiene una relacin estrecha con la fuerte expansin que viene
experimentando la prensa peridica desde la dcada de 1870. Esto quiere decir que
a partir de 1880 la relativa estabilidad institucional, junto con el aumento de la
poblacin urbana y de los ndices de alfabetismo, propician la formacin de un
pblico literario que ya viene siendo articulado por la prensa desde la dcada
anterior. Estos factores crean un medio cultural favorable para el desarrollo de
novelas; pero tambin significa que el crecimiento de la prensa es una condicin
del surgimiento del gnero novelstico. Dicho de otro modo: la expansin de la
prensa no slo implica un incremento en el nmero de ttulos y ejemplares, sinotambin una diversidad de temas y formas discursivas, porque cuando el pblico
lector aumenta, se diversifica, de modo tal que los gustos e intereses que deben
contemplarse se multiplican. En las pginas de la prensa diaria conviven el debate
parlamentario, la temporada del Teatro Coln, los cables telegrficos
internacionales; pero tambin, la noticia de un crimen pasional en un suburbio
porteo, el servicio meteorolgico, la crnica de la vida elegante y los artculos de
costumbres de la vida cotidiana. En otras palabras, el paulatino crecimiento y
diversificacin del pblico implica una renovacin de campos temticos de inters
pblico, de estilos y de gneros. De manera que en una prensa que va
diversificando lectores, funciones y fuentes de recursos, la novela se transforma en
uno de los centros de inters. En la dcada de 1880, la inclusin de narraciones
ficticias en los diarios bajo el formato del folletn, modalidad habitual, por cierto,
en la prensa hispanoamericana del siglo XIX, se va convirtiendo en una necesidad.En consecuencia, en el espacio del peridico se publican, comentan y
promocionan tanto novelas nacionales como extranjeras, de modo que en sus
pginas se va modelando un pblico literario. Por esta razn, no es casual que
muchas de aquellas novelas que hoy pertenecen al canon de la literatura argentina,
hayan sido publicadas por primera vez en el folletn de algn diario o hayan
por Santos Vega. Buenos Aires: Biblioteca Popular de Pedro Irume, 1886, p. 15
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recibido el impulso crtico y propagandstico desde las pginas de la prensa
peridica.
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1.3.2. Novelas y reseas en los peridicos
Entre 1884 y 1887 aparecieron en el folletn de Sud-Amricauna serie de
textos novelsticos que incluyeLa gran aldeade Lucio V. Lpez, del 20 de mayo
al 2 de julio de 1884; Fruto vedado de Paul Groussac, del 4 de agosto al 4 de
octubre de 1884; Marcos - luego titulada Ley social en la edicin en forma de
libro-, de Martn Garca Mrou, del 27 de abril al 12 de mayo de 1885; y En la
sangrede Eugenio Cambaceres, del 12 de septiembre al 10 de noviembre de 1887.
Pero adems, hay que aadir a esta serie la novela inconclusa de Miguel
Can, encargada por este diario para continuar el suceso deLa gran aldea, cuyos
primeros captulos fueron publicados tiempo despus por el autor en el volumen
Prosa ligera.25Deben sumarse tambin a este conjunto el resto de las novelas de
Cambaceres. La primera de ellas, Pot pourri, fue publicada algo ms de un ao
antes de la aparicin del Sud-Amrica. Mientras que Msica sentimental y Sin
rumbo, pese a que no salieron previamente como folletines en este diario,
recibieron desde sus pginas un fuerte impulso para su difusin. De este modo,
Msica sentimental, anunciada previamente en un artculo que saluda el retorno
del escritor a Buenos Aires, cont a los pocos das de estar en las libreras con una
resea de Miguel Can que encendi una verdadera polmica.26En cuanto a Sin
rumbo, este mismo diario tambin contribuy a su promocin, no solo anunciando
su salida para el 1 de noviembre de 1885, sino tambin publicando el 29 de
25Los captulos de esta novela se titulan En el fondo del ro, De cepa criolla y A lascuchillas. En una nota al pie al comienzo de En el fondo del ro Can aclara que estostres captulos formaban parte de un estudio mayor acerca de la sociabilidad argentinaque empez a escribir en 1884 y nunca concluy. El 2 de julio de 1884 la redaccin delSud-Amrica anuncia que muy pronto publicarn unas cartas de Miguel Can sobre elOrinoque y un trabajo literario. Los das 3 y 4 de julio de 1884 aparece en el folletn deldiario el artculo Falstaff de Miguel Can, en cuya dedicatoria aparece rubricado elnombre de Lucio V. Lpez. Cabe recordar que este ltimo haba dedicado a MiguelCan las entregas de La gran aldea.26Miguel Can: Msica sentimental, Sud-America, 30/9/1884.
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octubre un adelanto de la novela -los captulos XXXIX y XL- junto con un artculo
de Miguel Can; das despus apareci la rplica de Martn Garca Mrou.27
El resto de las novelas incluidas en el corpus, pese a no formar parte de esta
constelacin de textos difundidos, promocionados o destacados por Sud-Amrica
completan el panorama de este momento de la emergencia y constitucin de la
novela de la alta cultura en la Argentina. Este es el caso de Inocentes o culpables?
(1884) de Antonio Argerich, novela excluida por el diario Sud-Amrica, cuyos
folletines adoptan una perspectiva poltica muy diferente de la sostenida por
Argerich en su novela. Si bien no fue ignorada por la prensa peridica portea,28
careci de la promocin y el apoyo que haban recibido, por ejemplo, La granaldea y Fruto Vedado. De esta manera, tanto en las pginas de Sud Amrica como
en las de El Diario no fue mencionada y recin nueve meses ms tarde de su
aparicin Martn Garca Mrou le dedicar enLa Prensa una resea crtica donde
la juzga con la dureza que no demostr conLa gran aldea, calificndola como un
producto novelstico malogrado. El silencio de los diarios afines a las polticas
oficiales como Sud-Amrica, El Diario y La Tribuna Nacional, tal vez pueda
explicarse por el hecho de que la novela de Argerich busca promover en el seno de
la esfera pblica portea un debate en torno de la poltica inmigratoria que el
gobierno nacional est implementando en ese momento y parece no estar dispuesto
a librar, al menos en ese momento y en esos trminos.
27Los artculos en cuestin son: Miguel Can, Los libros de Eugenio Cambaceres. Apropsito de Sin rumbo, Sud Amrica, 29/10/1885 y Martn Garca Mrou La novela enel Plata: Pot pourri, Msica sentimental, Sin rumbo (estudio), Sud Amrica, 7/12/1885.28Las reseas de esta novela son las siguientes: Annimo: Inocentes o culpables? enLa Patria Argentina,22/06/1884; Julio Llanos: Inocentes o culpables? en La Prensa,11/07/1884; Juan Santos (Martn Garca Mrou): La novela en el Plata: Inocentes oculpables? en La Prensa, 01/03/1885; ANV: Inocentes o culpables? enAnuarioBibliogrfico de la Repblica Argentina 1884. Tomo VI, p. 231; Annimo, Inocentes oculpables?, en La Ilustracin Argentina, 10 julio 1884, p. 150.
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Por su parte, como ya hemos apuntado,Amar al vuelosali en el folletn de
La Patria Argentina yLen Zaldvar, en el deLa Patria; de igual forma, ambas
novelascontaron con el apoyo de la prensa diaria a travs de reseas crticas. 29
Asimismo, algunos captulos sueltos de la novelaIrresponsable (1889)de
Manuel T. Podest aparecieron poco tiempo antes en el folletn de La Tribuna
Nacional,30 peridico rival del juarista Sud-Amrica. De acuerdo con Graciela
Salto, esta novela puede leerse como una respuesta polmica que confronta con
los ncleos ideolgicos vinculados con la herencia y la degeneracin
ficcionalizados por las novelas del entorno del Sud-Amrica. 31 Adems, la
publicacin de esta novela promovi un acalorado debate en las pginas de losdiariosLa Prensa yLa Nacin.32
De la misma manera,La bolsade Julin Martel fue l